Preguntas EBAU 1-7
1 Explica las diferencias entre la economía y la organización social del Paleolítico y
del Neolítico, y las causas del cambio:
Para poder entender correctamente la historia de España contemporánea, es importante
conocer bien los pueblos y culturas que habitaron la Península Ibérica desde tiempos
prehistóricos.
Los restos fósiles hallados en Atapuerca (Burgos), nos han permitido establecer que hay vida
en la península desde hace aproximadamente 800 mil años. Esta primera etapa prehistórica
se conoce como Paleolítico (800 mil-5 mil a.C.) y se subdivide en tres periodos principales:
Paleolítico Inferior (800 mil-90 mil a.C.), Paleolítico Medio (100 mil-35 mil a.C.) y Paleolítico
Superior (35 mil-5 mil a.C.). Entre los yacimientos más importantes destacan el ya
mencionado de Atapuerca, en Burgos, perteneciente al paleolítico Inferior; el de Morín
(Cantabria), del Paleolítico Medio; y los de Tito Bustillo (Asturias) y El Castillo y Altamira
(ambos en Cantabria), pertenecientes al Paleolítico Superior. Un cambio de costumbres hace
que tras un periodo de transición llamado Mesolítico, comience el Neolítico (5 mil-3 mil a.C.),
segunda gran etapa prehistórica.Del Neolítico hemos hallado evidencias en Can Tintorer
(Barcelona) y en Menga (Málaga).
En el Paleolítico la economía se basaba en la caza, pesca y recolección, todavía no eran
productores, y a consecuencia de ello su estancia en los distintos emplazamientos no era
prolongada, es decir, eran nómadas. Vivían en cavernas, abrigos rocosos y chozas precarias.
Los individuos se reunían en pequeños grupos para garantizar su supervivencia, y existía
poca división del trabajo y un bajo nivel de jerarquización. Las causas de que esta forma de
vida cambiara a la neolítica fueron, principalmente: en primer lugar, el cambio del clima, que
causó el retroceso de los glaciares; además, un considerable aumento de la población hizo
necesario un cambio de la estructura social. Por último, la llegada de avances y cambios
procedentes del Creciente Fértil (Oriente Próximo), siendo la costa Mediterránea la primera
receptora de todos esos cambios y novedades. Así, en el Neolítico aparecen la agricultura y
la domesticación de animales (ganadería), lo que lleva a que las sociedades dejaran de
necesitar el nomadismo para la supervivencia y pudieran convertirse en sedentarias,
dependiendo únicamente de vivir junto a los cultivos. De esta manera surgen también
muchas otras actividades como la elaboración de herramientas, tejidos, desarrollo de la
cerámica, cestería, pulimento de la piedra y comercio. Además, las estructuras sociales se
van haciendo cada vez más complejas como resultado de una organización más diversificada
del trabajo, apareciendo así nuevas profesiones por la repartición del trabajo entre los
individuos (ceramista, tejedor) y de la apropiación de los excedentes por parte un grupo
reducido de la sociedad. Por último, aparece una jerarquización social, apreciable por
ejemplo en los hallazgos de malaquita o variscita a modo de ajuar en tumbas de individuos
que debieron ser considerados en su época importantes.
1
2 Explica el diferente nivel de desarrollo de las áreas celta e ibérica en vísperas de la
conquista romana en relación con la influencia de los pueblos colonizadores.
El final del segundo milenio a.C. fue una época de grandes cambios en la Península Ibérica. A
través del Mediterráneo llegan a la Costa Levantina fenicios, griegos y cartagineses, mientras
indoeuropeos atravesaban los Pirineos para asentarse en el norte peninsular. Fenicios,
griegos y cartagineses se establecieron en el sur y fundaron establecimientos comerciales.
Los fenicios (VIII-VI a.C.) se asientan en la costa andaluza (poblados como Gádir), los griegos
(VII a.C.) se asientan en la costa este, sobretodo en el noreste mediterráneo (Mainake); y los
cartagineses (VI-III a.C.) se asientan en la costa sureste (Ebusus). Por último, se ha de
mencionar la existencia del pueblo de los Tartessos (1000-500 a.C.), que se estableció
principalmente en el sur de la península y desapareció por causas inciertas. Todos estos
pueblos se interrelacionaron, compartiendo así sus conocimientos y favoreciendo su
desarrollo.
Durante el primer milenio a.C. se fueron conformando en la Península Ibérica tres culturas
diferentes pero relacionadas: celtas, íberos y celtíberos; los pueblos prerromanos. Los celtas
habitaron el centro, oeste y norte de la península (astures, lusitanos), donde se asentaron en
castros principalmente. Estos eran poblados situados en montículos, sin apenas sentido
urbanístico, defendidos por fosos y sólidas murallas. Las casas tenían muros de piedra y
planta circular. Esta parte de la población (la que vivían en castros) practicaba la parte de la
agricultura de esa economía agropecuaria común a las tres culturas. Los que, sin embargo,
practicaban la ganadería, eran ciertamente nómadas. Practicaban la minería, y la metalurgia
de armas (también común a los tres), pero desconocían la moneda y la escritura (a diferencia
de íberos y celtíberos). Hablaban un idioma de origen indoeuropeo, uno de los primeros
pueblos colonizadores. Tenían una cierta jerarquía, y se organizaban en clanes, unidos por
lazos familiares, que a su vez se agrupaban en tribus. Los celtíberos (arévacos), por su parte,
ocuparon el Este de la meseta y el Sistema Ibérico. Estos surgieron del contacto entre los
celtas ya mencionados y los íberos. Habitaban poblados castreños y existían una jerarquía
(común a las tres culturas) y una aristocracia guerrera. De influencia ibérica desarrollaron el
torno de alfarero, la rueda y la moneda (los celtas no tenían); y adoptaron su alfabeto. La
cultura restante, los íberos (layetanos), se desarrollaron principalmente en el siglo V a.C.
perdurando hasta la romanización, y se establecieron en el área levantina y el sur peninsular,
enormemente influidos por púnicos y griegos. Habitaban zonas de fácil defensa,
estableciéndose en poblados amurallados próximos a las rutas de comercio. Seguían un plan
urbanístico regular y su economía era principalmente agrícola; basada en los cereales, la vid
y el olivo, aunque también plantas de uso textil (lino, esparta). Los pueblos del sur conocían
la minería (como los celtas) y desarrollaron una importante metalurgia. El comercio era muy
importante, lo que les llevó (a diferencia de los celtas) a acuñar una moneda propia y al
desarrollo del urbanismo y la escritura. Se organizaban en tribus, y existía jerarquización
política y militar; favoreciendo a la aristocracia guerrera (caudillos). Las tribus hablaban
distintas lenguas emparentadas y se conoce que eran politeístas y practicaban ritos
funerarios.
2
3 Define el concepto de romanización.
La romanización fue el proceso de imposición y/o adaptación de los pueblos hispanos a las
estructuras económicas, sociales, políticas y culturales del Imperio Romano; Implicando la
desaparición de los elementos culturales locales y su transformación y reorganización. No
todos los pueblos respondieron de igual manera a los cambios, por lo que distinguimos entre
una romanización pacífica y rápida en el levante y sur peninsulares, y una lenta y conflictiva
del resto de pueblos; sobre todo de aquellos en la costa cantábrica. Respecto a los
instrumentos de romanización, cabe resaltar las calzadas, el Derecho Romano, economía
monetaria, el latín, vida urbana, etc. Cabe resaltar intelectuales como Séneca o emperadores
como Adriano y Trajano. Los romanos impusieron su religión, dioses romanos como Júpiter,
Juno y Minerva, siendo los cristianos (S.III) perseguidos hasta el 313, cuando se establece la
libertad religiosa en el Edicto de Milán. Instrumentos más drásticos para la romanización
serían la esclavitud, desplazamiento o incluso exterminio; en caso de excesiva resistencia.
4 Describe las causas generales y grandes etapas que conducen al mapa del S. XII
La reconquista fore le activides militar lleva a cabo por los pueblos cristicos de la península
entre los S.VIII y XV con finalidad de reconquistar el territorio que fue con anterioridad
ocupado por musulmanes.
Uno de los núcleos de resistencia fue el Núcleo Asturiano situado en Covadonga entre 718 y
722 durante el reinado de Alfonso II (866-911) la monarquía asturiana alcanzó su
máximo apogeo, situado a su frente en el río Duero.
El siguiente núcleo que encontraron es el de Navarra, desarrollado entre pretensiones
carolingias y musulmanas. Su máximo esplendor coincide con el reinado de Sancho II con la
hegemonía de los reinos cristinos (1004-1035).
También encontramos el núcleo de resistencia Aragonés, en los condados pirenaicos hasta la
incorporación al reino de Navarra como condado aragonés.
El último núcleo de resistencia es el Catalan conquistado por los Carolingios en el S. VII, así
Carloragno crea la Marca hispánica como colchón para proteger Francia de los
árabes, una franja fuertemente fortificada al sur de los Pirineos dividida en condados. Así
nacieron los condados catalanes entre los que Barcelona destacó como el más extenso y
poderoso.
La expansión de los pueblos cristinos se da entre el S. XI-XIII y tiene varias etapas:
La 1° etapa (XI- XII) incluye la conquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI de Castilla que fue
de enorme valor estratégico y simbólico pues fue de enorme valor estratégico y simbólico
pues fue la capital del reino Visigodo. Así la frontera se traslada al Sur del Tajo. Además en
esta etapa Alfonso I El Batallador conquistó Zaragoza en 1118. Así en esta 1° etapa se
conquistan los valles del Ebro. Ramón de Berenguer IV consiguió ser Rey de Aragón por un
pacto matrimonial.
La 2ª etapa. dada durante el S. XII. Las reyes castellano-leoneses conquistan
enclaves estratégicos para cuya protección crearon órdenes militares que permitieron a
Alfonso VIII y a los reinos Cristianos a vencer a los masulmanes en la batalla de las Navas de
Tolosa en 1212. Además se ocupa la Cuenca del Guadiana.
3
Finalmente en la 3ª etapa (2ª mitad del S. XIII) se ocupa el valle del Guadalquivir con las
conquistas llevadas a cabo por Fernando III el Santo, estas conquistas fueron la de Córdoba,
Sevilla, Jaén además de las cuencas del Turia, Júcar y Segura y Bajo Guadiana por parte de
Alfonso X el Sabio.
5 Define el concepto de “unión dinástica” aplicado a Castilla y Aragón en tiempos
de los Reyes Católicos.
El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón 1469 dio origen a una nueva
entidad política: la monarquía hispánica. 10 años después, en 1479, se llevaría a cabo la
anexión territorial.
Esta monarquía debe entenderse como una unión dinástica entre dos Coronas, en la que
cada reino siguió rigiéndose por sus leyes (fueros), su personalidad política y sus
instituciones, por lo que se conformó un Estado plural y no unitario, integrado por unos
territorios que solo tenían en común una misma monarquía. España en ese momento era la
asociación de todos los pueblos de la Península Ibérica, pero no tenía ningún significado
político. Las leyes, la moneda y las instituciones de cada reino quedaron diferenciadas, y las
leyes y disposiciones reales eran firmadas por representantes de ambos reinos, cuyas
instituciones se juraron mutua lealtad.
A pesar del aparente equilibrio, este se decantaba hacia Castilla (S. XVI-XVII), quien agrupaba
un mayor peso territorial, demográfico y económico. Esto organizó una creciente
castellanización que consistió en la ampliación de la base territorial, anexionando territorios
como Granada (1492), Rosellón y Cerdaña (Francia los devuelve a Aragón; Tratado de
Barcelona 1493), Islas Canarias (1496) y unión de Navarra (1512), aunque estos últimos
conservan sus instituciones.
Por último cabe señalar que ocuparon territorios en América (1492), y en el Norte de África
(S.XV-XVI) como Argel, Melilla y Ceuta; estos últimos, aunque también fueron aprovechados
como enclaves marítimos comerciales, tuvieron una función principalmente defensiva.
4
6 Compara los Imperios territoriales de Carlos I y Felipe II, y explica los diferentes
problemas que acarrearon.
A la muerte de los Reyes Católicos, su nieto Carlos I heredó de ellos la Corona de Castilla,
Aragón, Sicilia, Nápoles, el Reino de Navarra, los condados del Rosellón y la Cerdaña,
Cerdeña y los territorios americanos. De sus abuelos paternos, Maximiliano I y María
Borgoña, recibirá Austria, Países Bajos, Luxemburgo y el Franco Condado así como la opción
de heredar el Sacro Imperio Alemán del que se convierte en emperador en 1520.
Recibe toda esta herencia en unas circunstancias sumamente difíciles, por ello, Carlos I
enfocó toda su política exterior a la defensa del Imperio frente a las monarquías nacionales y
de la aristocracia y consideró que su misión se basaba en el mantenimiento de una
monarquía cristiana y universal. Todo ello comportó una serie de guerras y conflictos con
Francia, contra los turcos y príncipes protestantes alemanes.
Con Francia, se enfrentó con Francisco I por el dominio de los reinos y ducados de Italia,
fundamentalmente en el Milanesado, y por el control de los territorios de Flandes y Borgoña.
Cabe resaltar la victoria en Pavía en 1525, y en saqueo en Roma de 1527 por el apoyo del
Papa a los franceses.
En el caso de los turcos, el imperio otomano era una gran potencia en el Mediterráneo
oriental desde la ocupación en 1452 de Constantinopla y practicaban la piratería para
obtener botines y esclavos. Carlos I lanzó con éxito un ataque contra Túnez, pero fracasó en
la conquista de Argel.
Por último, el principal problema de la monarquía de Carlos I fue la corriente protestante,
que comenzó con la reclamación de Martín Lutero de reformar la Iglesia (95 tesis). Para
hacer frente al problema se convocó la Dieta de Worms (1521), en la que se le pidió a Lutero
que se retractarse, pero este se negó y se puso bajo la protección de Federico de Sajonia.
Poco después, el protestantismo fue adoptado por diversos príncipes alemanes, en Flandes e
Inglaterra (el rey Enrique VIII se separó de Roma). Ante la negativa de Lutero de retractarse,
Carlos I decidió enfrentarse a los protestantes, que fueron derrotados en la batalla de
Mühlberg (1547). Además, el Papa Paulo III convocó en 1545 el Concilio de Trento (Italia),
donde se reaccionó frente al protestantismo en la vía religiosa. Al final se llegó a la Paz de
Augsburgo (1555), en la que los protestantes consiguieron que cada príncipe pudiera elegir
la religión de sus Estados.
En 1556, el emperador abdicó en su hijo Felipe II, a quien cedió la Corona y todos sus
territorios, salvo los dominios de archiducado de Austria y los derechos al título imperial,
cedidos a su hermano Fernando. Desde entonces, la rama austriaca de los Habsburgo
ostentó el título imperial. Además, heredará conflictos internacionales iniciados con su
padre. En 1580, a la muerte del rey Sebastián de Portugal; Felipe II (tío de Sebastián) reclama
su derecho sobre la corona portuguesa y en 1581, logrará anexionarse Portugal.
El monarca prosigue con el enfrentamiento con Francia (Enrique II) por los territorios
italianos. Los franceses fueron vencidos en Gravelinas y San Quintín (1557) por los tercios
españoles lo que llevó al monarca francés a la firma de la Paz de Cateau-Cambresis que
5
significó la renuncia francesa a los territorios italianos, la devolución de los territorios
ocupados en Flandes y la lucha conjunta contra el protestantismo.
Asimismo, hará frente a la amenaza turca sobre el Mediterráneo (Solimán II el Magnífico)
gracias a una alianza de la monarquía hispánica, Venecia y el Papado que constituyeron la
Santa Liga y derrotaron a los turcos en la Batalla de Lepanto (1571) poniendo fin a la
amenaza expansionista. Fue en esta batalla donde participa uno de los escritores españoles
más importantes de la historia: Miguel de Cervantes.
A todo ellos se le sumó un conflicto político, religioso y económico en Flandes y
Felipe II envió los tercios con sus mejores generales, el duque de Alba, Luis de Requesens,
Juan de Austria y Alejandro Farnesio que ejercieron una dura represión.
Inglaterra había sido, desde el Reinado de los Reyes Católicos, aliado de la Corona frente a
España, pero la reina anglicana Isabel I, apoyó a los protestantes de Flandes y protegió a los
corsarios que atacaban los barcos españoles. Felipe II decidió enfrentarse a Inglaterra y
preparó una gran flota para vencerla (Armada Invencible) que fue derrotada y diezmada.
Felipe II muere en 1598 en El Escorial siendo sucedido por Felipe III.
7 Define qué fueron los decretos de nueva planta.
Los decretos de Nueva Planta (1707-1716) acaban con la organización jurídica e institucional
de los reinos de la Corona de Aragón tras la Guerra de Sucesión, lo que comportó la pérdida
de soberanía por parte de dicha corona. Felipe V, mediante estos decretos, abolió los fueros
de Aragón y Valencia en 1707, los del Reino de Mallorca en 1715 y los de Cataluña en 1716.
Así, abolió sus instituciones políticas y derogó sus leyes, logrando una única estructura de
carácter uniforme en el territorio a excepción de País Vasco y Navarra, que conservaron sus
fueros. Abolió las Cortes de los distintos reinos de la Corona de Aragón, y las integró a las de
Castilla, convirtiéndose estas en las Cortes de España. Dichas Cortes solo se reunían a
petición del rey y para jurar al heredero (no quitaban poder al monarca). Por último, el
Consejo de Aragón fue abolido, y el de Castilla establecido como órgano esencial del
gobierno del país, ejerciendo funciones consultivas, legislativas y judiciales.