“Jornada Mundial de Oración por la
Santificación de los Sacerdotes”
“De la santidad depende la credibilidad del testimonio y,
en definitiva, la eficacia misma de la misión
de todo Sacerdote”
(Benedicto XVI)
Solemnidad
“Sagrado Corazón de Jesús”
1
2
PRESENTACIÓN
Querido Pueblo de Dios:
Este es un año de gracia dedicado a la Oración, que ha sido
convocado por el Papa Francisco, y como Iglesia, en clave sinodal y
misionera, nos preparamos hacia el Jubileo del año 2025. Esta es una
gran oportunidad para unir nuestras oraciones por la Santidad de
todos los Sacerdotes del mundo.
Recientemente, nuestra Iglesia ha congregado a 200 Sacerdotes
Párrocos en Sacrofano, Roma, en el Encuentro de “Los Párrocos por
el Sínodo”, y el Santo Padre, con una carta llena de esperanza, resalta
el valor del Sacerdocio, puesto que los Sacerdotes, gracias al
ministerio que se les ha conferido, conocen la vida del pueblo de Dios
y saben acompañarlo en medio de sus fatigas, alegrías, necesidades
y riquezas. Gracias a ellos se podrá recorrer el camino de la
sinodalidad, camino que Dios espera para nuestra Iglesia1.
Sabiendo que ellos son “Don de Cristo para la Iglesia”, les pido, con
mucho entusiasmo y alegría, asuman el compromiso de orar, en esta
Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes,
por la fidelidad y perseverancia a su ministerio Sacerdotal. Que
nuestra cercanía a ellos sea para acompañarlos, valorarlos y también
escucharlos.
Les ofrecemos este subsidio para unirnos en oración por el
Sacerdocio Ministerial que Dios ha regalado a algunos, que ha
tomado de entre los hombres, para que intervengan en favor y al
servicio de su pueblo2 .
1
Cf. Papa Francisco, Carta a los párrocos, 02 de mayo del 2024.
2
Cf. Hb. 5,1.
3
Pidamos al “Sagrado Corazón de Jesús” y al “Inmaculado Corazón
de María”, para que todos los Sacerdotes, en las diversas realidades
donde se encuentran, no olviden que están llamados a vivir con
humildad el Don recibido para lograr la salvación de las almas y la
santidad del pueblo encomendado3 .
Unidos en oración por la Santificación de todos los Sacerdotes.
Con mi bendición,
Mons. Carlos Enrique García Camader
Obispo de Lurín
Presidente de la Comisión Episcopal
para el Clero, Seminarios y Vocaciones
3
Cf. Papa Juan Pablo II, Carta a los sacerdotes con ocasión del jueves santo de 1979.
4
CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PÁRROCOS
Roma, San Juan de Letrán, 2 de mayo de 2024
Queridos hermanos párrocos:
El encuentro internacional “Los párrocos por el Sínodo” y el diálogo
con quienes han participado en él son la ocasión para recordar en mi
oración a todos los párrocos del mundo, a los que dirijo estas
palabras con gran afecto.
La Iglesia no podría ir adelante sin vuestro compromiso y servicio; es
tan obvio que decirlo suena casi banal, pero esto no lo hace menos
verdadero. Por eso quiero ante todo expresar mi gratitud y estima
por el generoso trabajo que ustedes hacen cada día, sembrando el
Evangelio en todo tipo de terreno (cf. Mc 4,1-25).
Como están experimentando en estos días de intercambio, las
parroquias en las que ustedes desarrollan su ministerio se
encuentran en contextos muy diferentes; desde aquellas situadas en
las periferias de las grandes ciudades —las conocí directamente en
Buenos Aires— a aquellas vastas como provincias en las regiones
menos densamente pobladas; desde aquellas que están en los centros
5
urbanos de muchos países europeos, en las que antiguas basílicas
acogen comunidades cada vez más pequeñas y más envejecidas,
hasta aquellas donde se celebra bajo un gran árbol y el canto de los
pájaros se mezcla con la voz de tantos niños.
Los párrocos conocen todo esto muy bien, conocen la vida del Pueblo
de Dios desde dentro, sus fatigas y sus alegrías, sus necesidades y sus
riquezas. Por eso una Iglesia sinodal necesita a sus párrocos; sin ellos
nunca podremos aprender a caminar juntos, nunca podremos
recorrer ese camino de la sinodalidad que “es el camino que Dios
espera de la Iglesia del tercer milenio”4.
Nunca llegaremos a ser Iglesia sinodal misionera si las comunidades
parroquiales no hacen de la participación de todos los bautizados en
la única misión de anunciar el Evangelio el rasgo característico de
sus vidas. Si las parroquias no son sinodales y misioneras, tampoco
lo será la Iglesia. La Relación de Síntesis de la Primera Sesión de la
XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos es muy
clara al respecto: las parroquias, a partir de sus estructuras y de la
organización de su vida, están llamadas a concebirse
“principalmente al servicio de la misión que los fieles llevan adelante
al interno de la sociedad, en la vida familiar y laboral sin
concentrarse exclusivamente en las actividades que desarrollan
hacia dentro y sobre sus necesidades organizativas” (8, l).
Por eso es necesario que las comunidades parroquiales sean cada
vez más lugares desde los cuales los bautizados parten como
discípulos misioneros y adonde regresan, llenos de alegría, para
compartir las maravillas obradas por el Señor a través de su
testimonio (cf. Lc 10,17).
Como pastores, estamos llamados a acompañar en este itinerario a
las comunidades que servimos y, al mismo tiempo, a
4
Discurso en la Conmemoración del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los
Obispos, 17 octubre 2015.
6
comprometernos con la oración, el discernimiento y el celo apostólico
para que nuestro ministerio se adecúe a las exigencias de una Iglesia
sinodal misionera. Este desafío concierne al Papa, a los obispos y a la
Curia romana, y también a ustedes párrocos. Aquel que nos ha
llamado y consagrado nos invita hoy a ponernos a la escucha de su
Espíritu y a movernos en la dirección que Él nos indica. De algo
podemos estar seguros: no dejará que nos falte su gracia. A lo largo
del camino descubriremos también el modo para liberar nuestro
servicio de aquellos aspectos que lo hacen más penoso y redescubrir
su núcleo más auténtico: anunciar la Palabra y reunir a la
comunidad partiendo el pan.
Como párrocos los exhorto a acoger esta llamada del Señor a ser
constructores de una Iglesia sinodal misionera y a comprometerse
con entusiasmo en este camino. Para ese fin, deseo formular tres
recomendaciones que puedan inspirar el estilo de vida y de acción de
los pastores.
1. Los invito a vivir su carisma ministerial específico cada vez más al
servicio de los multiformes dones diseminados por el Espíritu en el
Pueblo de Dios. Urge descubrir, animar y valorar “con el sentido de
la fe los multiformes carismas de los seglares, tanto los humildes
como los más elevados” (Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Presbyterorum
Ordinis, 9) y que son indispensables para poder evangelizar las
realidades humanas. Estoy convencido de que así harán surgir
muchos tesoros escondidos y se encontrarán menos solos en la gran
tarea de evangelizar, experimentando la alegría de una genuina
paternidad que no sobresale, sino que hace emerger en los otros,
hombres y mujeres, muchas potencialidades valiosas.
2. Con todo el corazón les aconsejo que aprendan y practiquen el arte
del discernimiento comunitario, valiéndose para esto del método de
la “conversación en el Espíritu”, que nos ha ayudado tanto en el
itinerario sinodal y en el desarrollo de la misma Asamblea. Estoy
seguro de que podrán recoger numerosos frutos de ello, no sólo en
las estructuras de comunión, como el Consejo pastoral parroquial,
7
sino también en muchos otros campos. Como recuerda la Relación
de Síntesis, el discernimiento es un elemento clave de la acción
pastoral de una Iglesia sinodal: “Es importante que la práctica del
discernimiento se aplique también en el ámbito pastoral, en un
modo adecuado a los contextos, para iluminar lo concreto de la vida
eclesial. Esta práctica permitirá conocer mejor los carismas presentes
en la comunidad, confiar con sabiduría tareas y ministerios, proteger
a la luz del espíritu los caminos pastorales, yendo más allá de la
simple programación de actividades” (2, l).
3. Por último, quisiera aconsejarles que basen todo en el intercambio
y la fraternidad entre ustedes y con sus obispos. Esta instancia surgió
con fuerza en el Congreso internacional para la formación
permanente de los sacerdotes, con el tema “Reaviva el don de Dios
que hay en ti” (2 Tm 1,6), realizado el pasado mes de febrero aquí en
Roma, con más de ochocientos obispos, sacerdotes, consagrados y
laicos, hombres y mujeres, comprometidos en este campo, y en
representación de ochenta países. No podemos ser auténticos padres
si no somos ante todo hijos y hermanos. Y no seremos capaces de
suscitar comunión y participación en las comunidades que nos son
confiadas si no las vivimos en primer lugar entre nosotros. Sé bien
que, en la sucesión de las responsabilidades pastorales, ese
compromiso podría parecer un añadido o incluso tiempo perdido,
pero en realidad es lo contrario; en efecto, sólo así somos creíbles y
nuestra acción no desbarata lo que otros ya han construido.
No es sólo la Iglesia sinodal misionera la que necesita a los párrocos,
sino también el camino específico del Sínodo 2021-2024, “Por una
Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, en vista de la
Segunda Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de
los Obispos, que se llevará a cabo el próximo mes de octubre. Para
prepararla necesitamos escuchar sus voces.
Por eso, invito a todos los que han participado en el Encuentro
internacional “Los párrocos por el Sínodo” a que, cuando regresen a
casa, sean misioneros de sinodalidad también con sus hermanos
8
párrocos, animando la reflexión sobre la renovación del ministerio
del párroco en clave sinodal y misionera, y al mismo tiempo
permitiendo a la Secretaría General del Sínodo que reúna sus
insustituibles aportes para la redacción del Instrumentum laboris.
Escuchar a los párrocos era el objetivo de este Encuentro
internacional, pero eso no puede terminar hoy; necesitamos seguir
escuchándolos.
Queridos hermanos, estoy junto a ustedes en este camino que
también yo intento recorrer. Los bendigo a todos de corazón y a su
vez necesito sentir la cercanía y el apoyo de sus oraciones.
Encomendémonos a la Bienaventurada Virgen María Odighitria,
aquella que indica el sendero, aquella que nos conduce al Camino, a
la Verdad y a la Vida.
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HORA SANTA
POR LOS SACERDOTES
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HORA SANTA POR LOS SACERDOTES
Monición inicial:
Celebramos con mucha fe la Jornada Mundial de Oración por la
Santificación de nuestros Sacerdotes. Pidamos por su santidad,
perseverancia y fidelidad al Don recibido.
Exposición del Santísimo:
Canto: Alabo tu bondad
https://www.youtube.com/watch?v=xCEL6gt298E
Todo mi ser canta hoy por las cosas que hay en mí,
Gracias te doy mi Señor, Tú me haces tan feliz.
Tú me has regalado tu amistad, confío en ti
me llenas de tu paz.
Tú me haces sentir tu gran bondad,
yo cantaré por siempre tu fidelidad.
Gloria a Ti, Señor, por tu bondad
Gloria, Gloria,
Siempre cantaré tu fidelidad (2)
Siempre a tu lado estaré alabando tu bondad.
A mis hermanos diré el gran gozo que hallo en ti.
En ti podrán siempre encontrar fidelidad,
confianza y amistad.
Nunca fallará tu gran amor, ni tu perdón.
Me quieres tal como yo soy.
Momento de silencio para meditar: (Se puede poner música
instrumental)
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LECTURA
DE LA CARTA A LOS HEBREOS (Heb 5,1-10)
Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para
intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al
servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con
los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana.
Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del
pueblo, sino también por los propios pecados.
Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue
Aarón. Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo
Sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: "Tú eres mi Hijo, yo
te he engendrado hoy".
Como también dice en otro lugar: "Tú eres sacerdote para siempre,
según el orden de Melquisedec".
El dirigió durante su vida terreno súplicas y plegarias, con fuertes
gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue
escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios,
aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa
obedecer.
De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación
eterna para todos los que le obedecen, porque Dios lo proclamó Sumo
Sacerdote según el orden de Melquisedec.
Palabra de Dios.
Momento de silencio para meditar: (Se puede poner música
Instrumental)
https://www.youtube.com/watch?v=c5y6twAUe04
14
PEDIMOS POR LA SANTIFICACIÓN
DE LOS SACERDOTES
Padre Bueno, Padre Santo, Padre de Nuestro Señor Jesucristo en esta
Hora Santa Sacerdotal queremos pedirte de una manera muy especial
por la santificación de nuestros sacerdotes.
A cada invocación respondemos:
R. Padre, santifica a tus sacerdotes.
- Para que fijos sus ojos de su mente y de su corazón en Cristo, no
dejen de reconocerlo como el único Salvador de su vida . R.
- Para que durante su ministerio sacerdotal siempre recuerden la
prioridad de la oración con respecto a la acción, en cuanto que de
ella depende la eficacia del obrar. R.
-
- Para que no olviden que de la relación personal de cada uno con el
Señor Jesús depende en gran medida la misión de la Iglesia. Misión
que debe alimentarse con la oración. R.
-
- Para que no se cansen de acudir a su Misericordia, de dejarle mirar
y curar las llagas dolorosas del pecado para asombrarse ante el
milagro renovado de la propia humanidad redimida, sólo así,
podrán ser sus instrumentos para abrazar, de un modo siempre
nuevo, a la humanidad herida. R.
- Para que no olviden que son presbíteros por el sacramento del
Orden, el acto más elevado de la Misericordia de Dios y a la vez de
su predilección. R.
- Para que permanezcan fieles a la celebración diaria de la santísima
Eucaristía, no sólo para cumplir un compromiso pastoral o una
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exigencia de la comunidad que les ha sido encomendada, sino por
la absoluta necesidad personal y como la única razón adecuada a
una existencia presbiteral plena. R.
- Para que María santísima los lleve de nuevo, como hizo con san
Juan bajo la cruz de su Hijo y Señor nuestro, a contemplar con ella
el Amor infinito de Dios. R.
Cantamos: “Dios está aquí/Vengo a Ti”
https://www.youtube.com/watch?v=UGPKnfFOtBk
Dios está aquí
Tan cierto como
el aire que respiro
tan cierto como en la mañana se levanta el sol
tan cierto como que te hablo
y me puedes oír (BIS)
Vengo a ti
Hoy Señor, a rendir mi corazón
quiero más de ti
toma mi necesidad
dame tu preciosa paz
quiero más de ti. (BIS)
Dame, dame, dame más de ti
bendito Señor
Dame, dame, dame más de ti
quiero más, quiero más,
Quiero más de ti.
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LE TAN ÍAS Y CON SAGRACIÓN
A L SAG RA DO CO RAZÓN DE JE S ÚS
V Señor, ten misericordia de nosotros
R. Señor, ten misericordia de nosotros
V. Cristo, ten misericordia de nosotros
R. Cristo, ten misericordia de nosotros
V. Señor, ten misericordia de nosotros
R. Señor, ten misericordia de nosotros
V. Cristo, óyenos
R. Cristo, óyenos
V. Cristo, escúchanos
R. Cristo, escúchanos
V. Dios, Padre celestial
R. Ten misericordia de nosotros
V. Dios Hijo Redentor del mundo
R. Ten misericordia de nosotros
V. Dios Espíritu Santo
R. Ten misericordia de nosotros
V. Trinidad Santa, un solo Dios
R. Ten misericordia de nosotros
A las siguientes invocaciones se responde:
R. Ten Misericordia de nosotros
Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre, R.
Corazón de Jesús, Formado por el Espíritu Santo en el seno de la
Virgen Madre, R.
Corazón de Jesús, Unido sustancialmente al Verbo de Dios, R.
Corazón de Jesús, Templo Santo de Dios, R.
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Corazón de Jesús, Tabernáculo del Altísimo, R.
Corazón de Jesús, Casa de Dios y Puerta del Cielo, R.
Corazón de Jesús, Horno Ardiente de Caridad, R.
Corazón de Jesús, Santuario de Justicia y de Amor, R.
Corazón de Jesús, Lleno de Bondad y de Amor, R.
Corazón de Jesús, Abismo de todas las virtudes, R.
Corazón de Jesús, Dignísimo de toda alabanza, R.
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, R.
Corazón de Jesús, en Quien reside toda la plenitud de la Divinidad, R.
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido, R.
Corazón de Jesús, Deseo de los eternos collados, R.
Corazón de Jesús, Paciente y lleno de misericordia, R.
Corazón de Jesús, Generoso para todos los que te invocan, R.
Corazón de Jesús, Fuente de vida y santidad, R.
Corazón de Jesús, Propiciación por nuestros pecados, R.
Corazón de Jesús, Saciado de oprobios, R.
Corazón de Jesús, Hecho Obediente hasta la muerte, R.
Corazón de Jesús, Traspasado por una lanza , R.
Corazón de Jesús, Fuente de todo consuelo, R.
Corazón de Jesús, Vida y resurrección nuestra, R.
Corazón de Jesús, Paz y reconciliación nuestra, R.
Corazón de Jesús, Víctima por los pecadores, R.
Corazón de Jesús, Salvación de los que en ti esperan, R.
Corazón de Jesús, Esperanza de los que en ti mueren, R.
Corazón de Jesús, Delicia de todos los Santos, R.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
- Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
- Ten misericordia de nosotros.
Jesús, manso y humilde de Corazón,
- Haz nuestro corazón semejante al tuyo.
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SANTA MISA
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SOLEMNIDAD DEL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
MONICIÓN DE ENTRADA
Celebramos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y nos unimos
también a la “Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los
Sacerdotes”. Pongamos en el altar de Dios a todos los sacerdotes del
mundo, en especial a los de nuestra Jurisdicción. Participemos con
alegría en esta celebración.
ACTO PENITENCIAL:
Jesús, manso y humilde de Corazón...
Señor ten piedad
Jesús, Corazón traspasado por la lanza del soldado...
Cristo ten piedad
Jesús, de cuyo Costado nació y vive la Iglesia...
Señor ten piedad
GLORIA:
ORACIÓN COLECTA:
Dios todopoderoso,
concede a quienes,
alegrándonos en el Corazón de tu Hijo amado,
recordamos los inmensos beneficios
de su amor hacia nosotros,
merecer recibir una inagotable abundancia de gracia
de aquella fuente celestial de los dones.
Por nuestro Señor Jesucristo.
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Monición a la Liturgia de la Palabra
La Palabra de Dios nos habla de una relación de amor. Él nos llama a
vivir en fidelidad a su alianza, como lo escucharemos en boca del
profeta Oseas; esta alianza es sellada con su corazón abierto, como nos
lo recuerda San Juan en el Evangelio . Vivamos la alegría del infinito
amor de nuestro Dios y escuchemos su Palabra.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Oseas 11, 1b. 3-4. 8c-9
Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero
cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; ofrecían sacrificios a
los Baales y quemaban incienso a los ídolos.
¡Y yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos!
Pero ellos no reconocieron que yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos
humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a
una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de
comer.
Efraím volverá a Egipto y Asiria será su rey, porque rehusaron volver
a mí. La espada hará estragos en sus ciudades, destrozará los barrotes
de sus puertas y los devorará a causa de sus intrigas. Mi pueblo está
aferrado a su apostasía: se los llama hacia lo alto, pero ni uno solo se
levanta.
¿Cómo voy a abandonarte, Efraím? ¿Cómo voy a entregarte, Israel?
¿Cómo voy a tratarte como a Admá o a dejarte igual que Seboím? Mi
corazón se subleva contra mí y se enciende toda mi ternura: no daré
libre curso al ardor de mi ira, no destruiré otra vez a Efraím. Porque
yo soy Dios, no un hombre: soy el Santo en medio de ti, y no vendré
con furor.
Palabra de Dios.
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SALMO RESPONSORIAL: Isaías 12, 2-6
R/. Sacarás aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Este es el Dios de mi salvación: yo tengo confianza y no temo, porque
el Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación. Ustedes
sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación. R/.
Y dirán en aquel día: Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
anuncien entre los pueblos sus proezas, proclamen qué sublime es su
Nombre. R/.
Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso: ¡que sea conocido en
toda la tierra!, ¡Aclama y grita de alegría habitante de Sión, porque es
grande en medio de ti el Santo de Israel! R/.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3, 8-12. 14-19
Hermanos:
Yo, el menor de todos los santos, he recibido la gracia de anunciar a
los paganos la insondable riqueza de Cristo, y poner de manifiesto la
dispensación del misterio que estaba oculto desde siempre en Dios, el
creador de todas las cosas, para que los Principados y las Potestades
celestiales conozcan la infinita variedad de la sabiduría de Dios por
medio de la Iglesia.
Este es el designio que Dios concibió desde toda la eternidad en Cristo
Jesús, nuestro Señor, por quien nos atrevemos a acercarnos a Dios con
toda confianza, mediante la fe en él.
Les pido, por lo tanto, que no se desanimen a causa de las tribulaciones
que padezco por ustedes: ¡ellas son su gloria!
Por eso doblo mis rodillas delante del Padre, de quien procede toda
paternidad en el cielo y en la tierra. Que él se digne fortificarlos por
medio de su Espíritu, con forme a la riqueza de su gloria, para que
23
crezca en ustedes el hombre interior. Que Cristo habite en sus
corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en el amor. Así
podrán comprender, con todos los santos, cuál es la anchura y la
longitud, la altura y la profundidad, en una palabra, ustedes podrán
conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para ser
colmados por la plenitud de Dios.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 31-37
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato
que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar
sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado,
porque ese sábado era muy solemne.
Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido
crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba
muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le
atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.
El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que
dice la verdad, para que también ustedes crean.
Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: "No le
quebrarán ninguno de sus huesos". Y otro pasaje de la Escritura, dice:
"Verán al que ellos mismos traspasaron".
Palabra del Señor.
HOMILÍA: Se ofrece esta homilía del Papa Benedicto XVI en la
Solemnidad del “Sagrado Corazón de Jesús” y la. inauguración del año
Sacerdotal en el 150° aniversario de la muerte de San Juan María
Vianney, Viernes 19 de junio 2009.
https://www.vatican.va/content/benedict-
xvi/es/homilies/2009/documents/hf_ben-xvi_hom_20090619_anno-
sac.html
24
Queridos hermanos y hermanas:
En la antífona del Magníficat dentro de poco cantaremos: "Nos acogió
el Señor en su seno y en su corazón", "Suscepit nos Dominus in sinum
et cor suum". En el Antiguo Testamento se habla veintiséis veces del
corazón de Dios, considerado como el órgano de su voluntad: el
hombre es juzgado en referencia al corazón de Dios. A causa del dolor
que su corazón siente por los pecados del hombre, Dios decide el
diluvio, pero después se conmueve ante la debilidad humana y
perdona. Luego hay un pasaje del Antiguo Testamento en el que el
tema del corazón de Dios se expresa de manera muy clara: se
encuentra en el capítulo 11 del libro del profeta Oseas, donde los
primeros versículos describen la dimensión del amor con el que el
Señor se dirigió a Israel en el alba de su historia: "Cuando Israel era
niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo" (v. 1). En realidad, a la
incansable predilección divina Israel responde con indiferencia e
incluso con ingratitud. "Cuanto más los llamaba —se ve obligado a
constatar el Señor—, más se alejaban de mí" (v. 2). Sin embargo, no
abandona a Israel en manos de sus enemigos, pues "mi corazón —
dice el Creador del universo— se conmueve en mi interior, y a la vez
se estremecen mis entrañas" (v. 8).
¡El corazón de Dios se estremece de compasión! En esta solemnidad
del Sagrado Corazón de Jesús la Iglesia presenta a nuestra
contemplación este misterio, el misterio del corazón de un Dios que se
conmueve y derrama todo su amor sobre la humanidad. Un amor
misterioso, que en los textos del Nuevo Testamento se nos revela como
inconmensurable pasión de Dios por el hombre. No se rinde ante la
ingratitud, ni siquiera ante el rechazo del pueblo que se ha escogido;
más aún, con infinita misericordia envía al mundo a su Hijo unigénito
para que cargue sobre sí el destino del amor destruido; para que,
derrotando el poder del mal y de la muerte, restituya la dignidad de
hijos a los seres humanos esclavizados por el pecado. Todo esto a caro
precio: el Hijo unigénito del Padre se inmola en la cruz: "Habiendo
amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
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extremo" (Jn 13, 1). Símbolo de este amor que va más allá de la muerte
es su costado atravesado por una lanza. A este respecto, un testigo
ocular, el apóstol san Juan, afirma: "Uno de los soldados le atravesó el
costado con una lanza y al instante salió sangre y agua" (Jn 19, 34).
Queridos hermanos y hermanas, detengámonos a contemplar juntos
el Corazón traspasado del Crucificado. En la lectura breve, tomada de
la carta de san Pablo a los Efesios, acabamos de escuchar una vez más
que "Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó,
estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente
con Cristo (...) y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en
Cristo Jesús" (Ef 2, 4-6). Estar en Cristo Jesús significa ya sentarse en
los cielos. En el Corazón de Jesús se expresa el núcleo esencial del
cristianismo; en Cristo se nos revela y entrega toda la novedad
revolucionaria del Evangelio: el Amor que nos salva y nos hace vivir ya
en la eternidad de Dios. El evangelista san Juan escribe: "Tanto amó
Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él
no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16). Su Corazón divino
llama entonces a nuestro corazón; nos invita a salir de nosotros
mismos y a abandonar nuestras seguridades humanas para fiarnos de
él y, siguiendo su ejemplo, a hacer de nosotros mismos un don de amor
sin reservas.
Aunque es verdad que la invitación de Jesús a "permanecer en su
amor" (cf. Jn 15, 9) se dirige a todo bautizado, en la fiesta del Sagrado
Corazón de Jesús, Jornada de santificación sacerdotal, esa invitación
resuena con mayor fuerza para nosotros, los sacerdotes, de modo
particular esta tarde, solemne inicio del Año sacerdotal, que he
convocado con ocasión del 150° aniversario de la muerte del santo cura
de Ars. Me viene inmediatamente a la mente una hermosa y
conmovedora afirmación suya, recogida en el Catecismo de la Iglesia
católica: "El sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús" (n.1589).
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¿Cómo no recordar con conmoción que de este Corazón ha brotado
directamente el don de nuestro ministerio sacerdotal? ¿Cómo olvidar
que los presbíteros hemos sido consagrados para servir, humilde y
autorizadamente, al sacerdocio común de los fieles? Nuestra misión es
indispensable para la Iglesia y para el mundo, que exige fidelidad
plena a Cristo y unión incesante con él, o sea, permanecer en su amor;
esto exige que busquemos constantemente la santidad, el permanecer
en su amor, como hizo san Juan María Vianney.
En la carta que les he dirigido con motivo de este Año jubilar especial,
queridos hermanos sacerdotes, he puesto de relieve algunos aspectos
que caracterizan nuestro ministerio, haciendo referencia al ejemplo y
a la enseñanza del santo cura de Ars, modelo y protector de todos
nosotros los sacerdotes, y en particular de los párrocos. Espero que esta
carta les ayude e impulse a hacer de este año una ocasión propicia para
crecer en la intimidad con Jesús, que cuenta con nosotros, sus
ministros, para difundir y consolidar su reino, para difundir su amor,
su verdad. Y, por tanto, "a ejemplo del santo cura de Ars —así
concluía mi carta—, déjense conquistar por Él y sean también en el
mundo de hoy, mensajeros de esperanza, reconciliación y paz".
Dejarse conquistar totalmente por Cristo. Este fue el objetivo de toda
la vida de san Pablo, al que hemos dirigido nuestra atención durante
el Año paulino, que ya está a punto de concluir; y esta fue la meta de
todo el ministerio del santo cura de Ars, a quien invocaremos de modo
especial durante el Año sacerdotal. Que este sea también el objetivo
principal de cada uno de nosotros. Para ser ministros al servicio del
Evangelio es ciertamente útil y necesario el estudio, con una esmerada
y permanente formación teológica y pastoral, pero más necesaria aún
es la "ciencia del amor", que sólo se aprende de "corazón a corazón"
con Cristo. Él nos llama a partir el pan de su amor, a perdonar los
pecados y a guiar al rebaño en su nombre. Precisamente por este
motivo no debemos alejarnos nunca del manantial del Amor que es su
Corazón traspasado en la cruz.
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Sólo así podremos cooperar eficazmente al misterioso "designio del
Padre", que consiste en hacer de Cristo el corazón del mundo. Designio
que se realiza en la historia en la medida en que Jesús se convierte en
el Corazón de los corazones humanos, comenzando por aquellos que
están llamados a estar más cerca de él, precisamente los sacerdotes.
Las "promesas sacerdotales", que pronunciamos el día de nuestra
ordenación y que renovamos cada año, el jueves santo, en la Misa
Crismal, nos vuelven a recordar este constante compromiso.
Incluso nuestras carencias, nuestros límites y debilidades deben
volvernos a conducir al Corazón de Jesús. Si es verdad que los
pecadores, al contemplarlo, deben sentirse impulsados por él al
necesario "dolor de los pecados" que los vuelva a conducir al Padre,
esto vale aún más para los ministros sagrados. A este respecto, ¿cómo
olvidar que nada hace sufrir más a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, que los
pecados de sus pastores, sobre todo de aquellos que se convierten en
"ladrones de las ovejas" (cf. Jn 10, 1 ss), ya sea porque las desvían con
sus doctrinas privadas, ya sea porque las atan con lazos de pecado y
de muerte? También se dirige a nosotros, queridos sacerdotes, el
llamamiento a la conversión y a recurrir a la Misericordia divina;
asimismo, debemos dirigir con humildad una súplica apremiante e
incesante al Corazón de Jesús para que nos preserve del terrible peligro
de dañar a aquellos a quienes debemos salvar.
Hace poco he podido venerar, en la capilla del Coro, la reliquia del
santo cura de Ars: su corazón. Un corazón inflamado de amor divino,
que se conmovía al pensar en la dignidad del sacerdote y hablaba a los
fieles con un tono conmovedor y sublime, afirmando que "después de
Dios, el sacerdote lo es todo... Él mismo no se entenderá bien sino en el
cielo" (cf. Carta para el Año sacerdotal). Cultivemos queridos
hermanos, esta misma conmoción, ya sea para cumplir nuestro
ministerio con generosidad y entrega, ya sea para conservar en el alma
un verdadero "temor de Dios": el temor de poder privar de tanto bien,
por nuestra negligencia o culpa, a las almas que nos han sido
encomendadas, o ¡Dios no lo quiera! de poderlas dañar.
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La Iglesia necesita sacerdotes santos; ministros que ayuden a los fieles
a experimentar el amor misericordioso del Señor y sean sus testigos
convencidos. En la adoración eucarística, que seguirá a la celebración
de las Vísperas, pediremos al Señor que inflame el corazón de cada
presbítero con la "caridad pastoral" capaz de configurar su "yo"
personal al de Jesús sacerdote, para poderlo imitar en la entrega más
completa.
Que nos obtenga esta gracia la Virgen María, cuyo Inmaculado
Corazón contemplaremos mañana con viva fe. El santo cura de Ars
sentía una filial devoción hacia ella, hasta el punto de que, en 1836,
antes de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, ya
había consagrado su parroquia a María "concebida sin pecado". Y
mantuvo la costumbre de renovar a menudo esta ofrenda de la
parroquia a la santísima Virgen, enseñando a los fieles que basta con
dirigirse a ella para ser escuchados, por el simple motivo de que ella
desea sobre todo vernos felices.
Que nos acompañe la Virgen santísima, nuestra Madre, en el Año
sacerdotal que hoy iniciamos, a fin de que podamos ser guías firmes e
iluminados para los fieles que el Señor encomienda a nuestro cuidado
pastoral. ¡Amén!
CREDO:
PRECES:
Dios Padre, rico en misericordia, manifestó su amor incondicional por
medio de Jesús, cuyo corazón vivía la misma pasión de Dios. A Él
dirigimos hoy nuestras plegarias.
1. Oremos por la Santa Iglesia de Dios, reaviva en ella la pasión por
la salvación de todo hombre y el deseo de conducir a todos a la
amistad con Jesús. Roguemos al Señor.
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2. Oremos por los presbíteros, en esta Jornada Mundial de Oración
por la santificación de los sacerdotes, haz de sus corazones según
el modelo del Corazón de Jesús y santifícalos en el gozoso ejercicio
de su ministerio. Roguemos al Señor.
3. Oremos por los gobernantes, ilumina su mente con la sabiduría y
la caridad del Corazón de Jesús, para que sirvan a su pueblo en la
verdad. Roguemos al Señor.
4. Oremos por las vocaciones, educa la voluntad de los jóvenes a
hacer de la propia vida un don total de amor y vence en ellos la
resistencia que impone el espíritu mundano. Roguemos al Señor.
5. Oremos por los que atraviesan situaciones de dificultad,
consuélalos con la certeza de que no abandonas a ninguno y
orienta sus vidas a la esperanza eterna. Roguemos al Señor.
Escucha, Padre, nuestra oración y convierte nuestro corazón para que
sea semejante al corazón de Cristo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, el amor del corazón de tu Hijo, para que este don que te
ofrecemos sea agradable a tus ojos y sirva para el perdón de nuestras
culpas. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Este sacramento de tu amor, Dios nuestro, encienda en nosotros el
fuego de la caridad que nos mueva a unirnos más a Cristo y a
reconocerle presente en los hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor.
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BENDICIÓN FINAL
CANTO: Quiero decir que Sí
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Quiero decir que sí, como tú, María,
como tú un día, como tú, María;
quiero decir que sí, quiero decir que sí,
quiero decir que sí, quiero decir que sí.
Quiero negarme a mí, como tú, María,
como tú un día, como tú, María;
quiero negarme a mí, quiero negarme a mí,
quiero negarme a mí, quiero negarme a mí.
Quiero entregarme a Él, como tú, María,
como tú un día, como tú, María;
quiero entregarme a Él, quiero entregarme a Él,
quiero entregarme a Él, quiero entregarme a Él.
Quiero seguirle a Él, como tú, María,
como tú un día, como tú, María;
quiero seguirle a Él, quiero seguirle a Él,
quiero seguirle a Él, quiero seguirle a Él.
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ORACIÓN POR LOS SACERDOTES
Señor Jesucristo, Eterno Sumo Sacerdote,
Tú que te ofreciste al Padre en el altar de la cruz
y por la efusión del Espíritu
le dio a su pueblo sacerdotal
una participación en tu sacrificio redentor.
Escucha nuestra oración
por la santificación de nuestros Sacerdotes.
Concede a todos los que han sido ordenados
al ministerio sacerdotal
que sean cada vez más conforme a Ti,
Divino Maestro.
Que enseñen el Evangelio
con el corazón puro y la conciencia clara.
Que sean pastores
de acuerdo con tu propio Corazón,
una sola mente en el servicio a Ti y a tu Iglesia
y ejemplos luminosos
de una vida santa, sencilla y alegre.
A través de las oraciones de la
Santísima Virgen María, tu Madre y nuestra,
atrae a todos los Sacerdotes
y fieles a su cargo, a la plenitud de la vida eterna
donde vives y reinas con el Padre
y el Espíritu Santo, un Dios,
por los siglos de los siglos.
Amén.
(Benedicto XVI)
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