ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXVI, Vol. 2, No. 18
Julio-diciembre de 2019
Evocaciones del tiempo que vi en acción
al Che Guevara1
Delio Gómez Ochoa2
Recepción: 14 junio 2019.
Aprobación: 11 agosto 2019.
Distinguidos profesores e invitados:
Querido estudiantes:
Hablar de Ernesto Guevara de la Sema no me parece muy
difícil; pero hablar del comandante Che Guevara, con palabras
que no se conviertan en meros conceptos retóricos o académi-
cos para dispersarse y desaparecer luego como brizna en el
1
Conferencia Magistral presentada en la apertura del Seminario “El Pen-
samiento y la Acción de Ernesto -Che- Guevara de la Serna”, organiza-
do por el Área de Ciencias Sociales del Instituto Tecnológico de Santo
Domingo, Intec, celebrado en el Salón Julio Ravelo de la Fuente el 26 de
septiembre de 1997, en Santo Domingo, República Dominicana.
2
Delio Gómez Ochoa estuvo en la Sierra Maestra junto a Fidel Castro y a
Ernesto -Che- Guevara hasta el triunfo de la revolución cubana, el 1ro.
de enero de 1959. Apenas seis meses después de ese triunfo, en junio,
Gómez Ochoa fue parte de los integrantes de la raza inmortal de Cons-
tanza, Maimón y Estero Hondo que llegaron a suelo dominicano con la
intención de liberar al país de la tiranía trujillista. En la actualidad Delio
Gómez Ochoa es el único sobreviviente de esa gesta y fue declarado en
1998 héroe nacional.
17
18 Evocaciones del tiempo que vi en acción al Che... // Delio Gómez Ochoa
aire, es muy difícil. Y lo es aún más si se quiere con ello luchar
por llegar a alcanzar niveles de equidad y un alto estatus de
justicia social para nuestros pueblos explotados.
Quizás para algunos nuestro lenguaje no contenga mucha
donosura, pero lo que sí les aseguro es que llevará la suficiente
carga de desprecio, de odio y de pasión revolucionaria para
fustigar a los que asesinaron y a los que ordenaron su asesinato
desde las más altas esferas del gobierno de Washington.
El Che nació un 14 de junio de 1928 en Rosario, Argentina.
¡Qué lejos estábamos todos de imaginar cuando nos prepará-
bamos para abordar el avión que nos depositaría en Constanza,
que tenía lugar una gloriosa coincidencia histórica como esa!
Pienso para que para todos los que participamos en las expedi-
ciones patrióticas de junio de 1959, y para sus sucesores, resulta
de gran orgullo el hecho feliz de que emprendiéramos la lucha
contra Trujillo el mismo día en que cumplía años el Che.
Cuando nos imaginamos a un Che saliendo de su casa
materna para recorrer todo el país argentino en bicicleta,
contando solamente 15 años de edad y regresar al hogar
tres meses después habiendo dejado cumplido su propósito,
comenzamos a darnos cuenta de la entereza de un carác-
ter sólido. Luego El Che dejó las comodidades de un hogar
donde no faltaban los recursos para el sustento de la familia
para emprender un largo viaje por toda Sudamérica. Esta vez
partió en una moto, portando por toda fortuna una cámara
fotográfica acompañado de su amigo Eduardo Granados. Y
no lo hizo en un auto descapotable, nos damos cuenta que
comenzó a forjar ese carácter en el crisol del sacrifico personal
sin pedir permiso a nadie.
Cuando el Che comenzó su camino impenitente e inquieto por
lograr sustancia de conocimientos más directos sobre la realidad
de los pueblos de este continente, lo hizo ya graduado de médi-
co. Para entonces ya había leído con fruición las obras de José
Ingenieros, gran educador argentino, quien sobre todo dirigió
sus textos a la juventud de aquellos tiempos, fundamentalmente
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Las fuerzas morales3. Allí encontró los primeros estímulos para
los inicios de su formación individual con fortuna ética, social
y política. Desde Bolivia, y ahora acompañado de Ricardo
Rojo, un frondizista escapado de las cárceles fascista de Perón,
se dirigieron al Perú, donde conocieron los tormentos y sacrifi-
cios que sufría el pueblo, la indiada en los campos cocaleros y
los obreros en los pozos de las minas. Ya entonces no sólo había
leído, sino estudiado las principales obras de los fundadores
del marxismo y comenzaba desde entonces a sacar sus propias
conclusiones.
En compañía de su amigo Rojo, se dirigió a Guatemala
para observar de cerca el experimento de la democracia que
se estrena en aquel país cuyo experimento estaba dirigido por
Jacobo Árbenz. Allí sufrió una decepción: le ofrecieron un car-
go en la esfera de la salud pública condicionado a tener que
afiliarse a uno de los partidos en el poder. El Che no aceptó por
considerarlo inmoral desde todo punto de vista. No obstan-
te permaneció al lado del gobierno porque creyó que valía la
pena el esfuerzo. Fue así como se mantuvo en Guatemala aun
cuando ya las tropas mercenarias de Castillo Armas estaban
entrando y bombardeando la ciudad. Logró salir de allí, pero
ya había conocido a algunos dirigentes cubanos del Movimien-
to 26 de Julio y con ellos se dirigió a México. Pasado algún
tiempo hizo contacto con Raúl Castro, primero, y luego con
Fidel, constituyendo el suyo uno de los tres primeros nombres
en el listado de los expedicionarios del yate Granma.
3
Las fuerzas morales, obra del argentino José Ingenieros, publicada en el año
1925, tuvo gran influencia en la juventud latinoamericana de la primera
mitad del siglo XX. Para esos tiempos se conocía muy poco el enfoque de
este autor. “La visión despreciativa de esa generación acerca de indios y
gauchos encuentra en (José) Ingenieros la propuesta de fundar una raza
“euroargentina” que prevaleciera sobre esos “elementos inferiores”. Ver:
Américo Schvartzman, “El lado oscuro de José Ingenieros”, La Vanguardia
Digital, 21/12/2018. (N. de la E.)
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20 Evocaciones del tiempo que vi en acción al Che... // Delio Gómez Ochoa
Es así como el Che inició su carrera de forjador de revolucio-
nes, de formador de pueblos, de constructor de una sociedad
de nuevo tipo, la sociedad socialista; para ello tuvo la fortuna
de contar con la maestría del mejor de los pedagogos, el co-
mandante en jefe Fidel Castro.
Los días anteriores a la salida del yate Granma, con su carga
de 82 expedicionarios de la esperanza cubana, cuando el Che
dejó entrever su vena de poeta en unos versos de perfecta mé-
trica y de profundo sentido de lealtad política, plasmó así su
tan poco divulgado “Canto a Fidel4”. Veamos:
Ardiente profeta de la aurora,
Por recónditos senderos inalámbricos
A liberar el verde caimán que tanto amas.
Vámonos,
derrotando afrentas con la frente.
Sueños de hoy
serán las realidades del mañana.
Y esto reza para todo el mundo,
no tan solo para los cubanos.5
Es por eso que cuando algún compañero dice que tenemos
que dejar atrás los tiempos de la mochila al hombro y de
morir en hamacas, yo respondo que demasiado pronto de-
jamos a un lado la hamaca y la mochila al hombro. Lo digo
así pensando en el aspecto histórico, pero también presente
4
El poema, al final, tiene fecha de 1956, en México, con el título de “Canto
a Fidel”. Granma lo publicó con el título de: “Vámonos”. Radio Habana
lo publicó más recientemente con el título “Rapsodia a Fidel”, aunque
reconoce el título de “Canto a Fidel”. Se incluye el texto completo al final
de la presente comparecencia. (N. de la E.)
5
Texto completo del poema al final de la conferencia de Gómez Ochoa.
(N. de la E.)
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y actualmente, y sobre todo pensando en las etapas enormes
que aún no se han cumplido.
Las hazañas del Che en Cuba durante la guerra están escri-
tas en infinidad de volúmenes con la autoría de él mismo y de
otros grandes narradores. En su caso en un lenguaje, a la vez
que llano y sencillo, extraordinariamente bien estructurado
sintácticamente, con un manejo diestro de la semántica y con
un nivel estético y literario propio de los clásicos de la lengua
castellana.
Creo que muy pocas personas pudieron captar con la celeri-
dad que captó Fidel Castro las cualidades de organizador del
Che y su capacidad de dirigente militar y político. Lo cautivó
desde los días tempranos de la preparación en México, cuando
lo designó como jefe de personal del insipiente campamento
guerrillero antes de la partida y durante el entrenamiento pre-
vio en aquel país.
Cuentan los compañeros que después que integraron la
expedición del Granma, a Fidel le costó mucho trabajo con-
vencer a los demás para que aceptaran aquella designación
de un extranjero como jefe del campamento. Pateó el suelo y
dijo palabras fuertes cuando había perdido los argumentos de
convencimiento para que el Che fuera aceptado como respon-
sable de la disciplina de aquel grupo de hombres, guerrilleros
en ciernes. Dicen que cuando ya había agotado todo su poder
de argumentación dijo que José Martí, en uno de los más al-
tos gestos de internacionalismo que recordaba la historia de
este continente, había escogido a Máximo Gómez junto a todos
los revolucionarios cubanos para la guerra en Cuba del 1895.
Después Fidel continuó hablando de Marcano, de Modesto
Díaz (ambos dominicanos) de Miro Argenter, de Carlos Rolof,
de Henri Reeves (el inglesito) y de otros muchos. El silencio
se hizo patente en aquel campamento mexicano de entonces.
Fidel y el Che le habían ganado la primera batalla a la descon-
fianza y fue su primer combate por la unidad y solidaridad de
los pueblos.
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22 Evocaciones del tiempo que vi en acción al Che... // Delio Gómez Ochoa
Se le vio como médico en el yate Granma, curando los pies
llagados de los compañeros, luego del desembarco, mientras
recogieron una caja de balas en medio de la adversa sorpre-
sa de que fueron víctima los expedicionarios en suelo firme
de Cuba, en el lugar conocido como Alegría de Pío. Unos días
más tarde, al abandonar la zona e ir al reencuentro con Fidel
para constituir uno de los 12 hombres de la sierra con que este
dispondrá para reiniciar la lucha luego de aquel terrible revés.
Estos hechos dan la medida de la grandeza de este hombre, de
su gran fuerza de voluntad y de lealtad a los principios y a la
causa revolucionaria de nuestros pueblos.
En el primer pequeño combate de La Plata su comportamien-
to es ejemplar. En los rellanos del infierno contra las tropas
élites de una compañía de paracaidistas ya resalta su gesto y
actitud al lanzarse adelante a coger el primer fusil Garand de
uno de los soldados de la vanguardia enemiga que supone ha
caído. En efecto, lo rescata con 80 balas, pues sabe que los fusi-
les de los 22 compañeros que participan en aquella emboscada
solo tienen 22 tiros cada uno.
El Che se distingue también en el combate del Uvero, primera
gran acción donde él mismo dice que el ejército rebelde se vistió
de largo, pues había alcanzado su mayoría de edad. Cura a los
heridos tanto guerrilleros como enemigo, cual si fuera herma-
nos, y queda luego como custodio de todos los guerrilleros en
mal estado y de las armas inutilizadas con las que comenzó a
construir su propia y después famosa columna no. 4.
Fue el primer comandante de la sierra designado por Fidel
cuando apenas existían las primeras nociones de disciplina mi-
litar en unas condiciones verdaderamente difíciles y cargadas
de circunstancias adversas para el grupo insurgente que ya se
atrevía a cruzar armas contra un ejército organizado, entrena-
do y abastecido por una de las primeras potencias militares del
mundo.
Había entonces la versión de los conformistas de los anti-
guos politiqueros desplazados del poder de que se podía hacer
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una guerra con una parte del ejército o con el ejército, pero lo
que no se podía era hacer una guerra contra el ejército. Siem-
pre recuerdo que Fidel decía que eso era solo una justificación
de los políticos tradicionales para no hacer nada y esperar su
turno.
Al Che se le asignó una zona de operaciones en un gran te-
rritorio de la sierra Maestra para que la defienda con algunas
armas deficientes y muy pocas en buen estado. Solo conta-
ba con un fusil ametralladora Brawning, una ametralladora
Thompson y algunas mirillas telescópicas instaladas en fusiles
Mendoza y Remington. Contaba además con algunos fusiles
Mendoza, escopetas, fusiles calibre 22 y otros de muy deficien-
te estado. El parque era muy escaso.
Él fue organizando sus escuadras, poco a poco, y con su
gran capacidad fue montando una defensa escalonada en cuyo
interior llegó a existir una armería, un taller de zapatería, pa-
nadería, taller de costura, escuelas para niños campesinos, una
imprenta donde se editó de nuevo “El cubano libre” rememo-
rando el periódico insurrecto de la manigua mambisa. Montó
la radio rebelde, que llegó ya desde entonces a transmitir du-
rante varias horas diarias de forma no clandestina.
Meses antes, y en ocasión del 26 de julio de 1957, el Che ata-
có un cuartel enemigo en el poblado de Bueycito ubicado en las
cercanías de la sierra Maestra, y cuando un mensajero llegó al
lugar donde nos encontrábamos con Fidel trayendo la noticia
del éxito obtenido, el comandante en jefe se paseaba a grandes
zancadas dentro de aquella arboleda delante de nosotros y re-
petía: “el Che es un señor que se las trae… del Che van a tener
que oír hablar en mucho”.
Me he preguntado a veces, aunque nunca he dudado de lo
que dice Fidel, si en ese momento pudo haber tenido concien-
cia plena del alcance de sus palabras, porque a mí me pareció
una premonición.
La sierra Maestra se convirtió en el paraíso terrenal de mu-
chos revolucionarios y luchadores perseguidos solamente por
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24 Evocaciones del tiempo que vi en acción al Che... // Delio Gómez Ochoa
el delito de querer lo mejor para nuestra patria. Allí, junto a
Fidel, al Che, a Camilo, a Raúl, a Almeida y a otros grandes,
sellaron su destino y su suerte con la causa incalculable e in-
destructible de la revolución social en Cuba. Allí también se
pronunciaron las primeras palabras a favor de la revolución
dominicana y nicaragüense.
Me estoy refiriendo a esto porque el Che Guevara, desde
el Granma y la sierra Maestra, constituye el más elevado ex-
ponente que Fidel Castro y la revolución pueden mostrar al
mundo como ejemplo de internacionalismo proletario, comba-
tiente y revolucionario.
Luego, y ya un poco más fortalecido el frente de la sierra
Maestra, Fidel decidió abrir el 2do. y 3er. frente para los cuales
designó a Raúl y a Almeida, y Camilo fue enviado a los llanos
orientales.
Yo, particularmente, pasé a desempeñar otras funciones. El
Che fue encargado de organizar la famosa escuela de reclutas
de Las Minas del Frío, que constituyó desde entonces la ma-
dre nutriente del nuevo ejército rebelde, el que se enfrentaría
dentro de poco contra más de 14 batallones enemigos, apoya-
dos por tanques, artillerías de montaña, aviación y marina de
guerra, en una nueva forma de guerra de posiciones. Se cons-
truyeron trincheras, una armería donde se fabricaban muchas
minas antitanques y antipersonales y pequeñas granadas para
ser lanzadas con fusiles. Se trasladó hacia allí la planta de ra-
dio desde la zona de la mesa para ponerla a disposición de la
comandancia de la playa. Se consiguió un equipo de más po-
tencia para establecer contacto con las plantas del 2do. y el 3er.
frente y con el movimiento en Venezuela y los Estados Unidos.
En todas estas realizaciones tuvo que ver mucho el quehacer
del Che. Él, con sus reclutas de la escuela de Las Minas del
Frío y Celia Sánchez Manduley, con sus famosos mensajeros y
abastecedores, fueron pilares en la estrategia de Fidel.
En toda la sierra Maestra se preparó el sistema defensivo de
trincheras, que habrían de defender los accesos del pequeño
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triángulo defensivo donde Fidel se proponía descargar y liqui-
dar al fin a los mejores batallones de la tiranía batistaniana. En
efecto, eso fue lo que hizo en la ofensiva de verano del 1958.
Se combatía de día y de noche sin dar tregua al enemigo.
Fidel movía sus escuadras con absoluta seguridad y maestría.
Y donde quiera que iban cayendo nuestros mejores capitanes
muertos o heridos, Fidel enviaba a Camilo o al Che a cubrir
esas posiciones.
De igual manera eran muertos o heridos y hechos prisione-
ros, decenas y decenas, hasta completar cientos de soldados
enemigos. Y eran recuperadas cientos de armas de todo tipo,
con todo y sus balas; se ocupan o destruían tanques. Al mismo
tiempo eran entregados a la Cruz Roja Internacional cientos de
prisioneros a quienes se les dispensó un trato humanitario y
se les suministraron los alimentos y las medicinas requeridas.
La cacareada ofensiva dictatorial, con sus batallones y todos
sus recursos, con sus aviones abastecidos en la base naval nor-
teamericana de Guantánamo, había sido liquidada de manera
aplastante por un ejército de guerrilleros casi descalzos y sin
ropa, mal alimentados, que no pasó nunca de unos 300 hom-
bres medianamente armados.
Cuando ya no quedaba ni un solo soldado enemigo en las in-
mediaciones de la sierra, y luego de dar un descanso merecido a
sus hombres, el comandante en jefe decidió desatar la ofensiva
final hacia occidente y Santiago de Cuba. Para ello escogieron
a los dos cuadros militares y políticos más experimentados de
los comandantes que en esos momentos se encontraban a su
lado: el Che y Camilo. El primero al frente de la Columna No.
8 Ciro Redondo y el segundo a la cabeza de la Columna No. 2
Antonio Maceo.
Camilo debía llegar hasta los confines de la provincia más
occidental de Cuba, Pinar del Río; mientras el Che llegaría
hasta el centro del país. El plan era cortar la isla en dos, pero
llevar la guerra a todo el territorio nacional. Además, al Che le
correspondía también la tarea diplomática de buscar acuerdos
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26 Evocaciones del tiempo que vi en acción al Che... // Delio Gómez Ochoa
con varias fuerzas que ya operaban en una forma incipiente en
el territorio de Las Villas, donde habían surgido conflictos.
Había que ver cuánto derroche de valor, de audacia, de
inteligencia y de sacrificio protagonizaban estos hombres ya
curtidos en un sin número de combates contra un ejército siem-
pre en mayoría y con la ventaja de sus armas modernas, de su
aviación y sus unidades motomecanizadas, trenes blindados,
etc. Sería muy larga de contar esta historia de arrojo, destreza
y firme decisión en la victoria que caracterizaron a los jefes de
la revolución cubana durante esos 25 meses de lucha en las
montañas, campos y ciudades.
Solo hay que decir, que el llamado de Fidel a la huelga
general revolucionaria y el avance de las columnas rebeldes
hacia Santiago de Cuba y a la capital del país, paralizaron
toda la trapisonda politiquera de la embajada norteamerica-
na en contubernio con sus serviles secuaces internos. Había
triunfado la razón y el derecho. Esta esta vez los mambises
del siglo XX sí entraron en Santiago de Cuba, y lo hicieron
también en el entonces campamento militar de Colombia y
en la Fortaleza de la Cabaña. En esta última fue donde el Che
instaló su comandancia como centinela vigilante frente al pa-
lacio presidencial, otrora refugio y guarida de gobernantes
corruptos, asesinos y vendepatrias que costaron más de 20
mil cubanos muertos.
Y comenzó de inmediato a cumplirse lo pronosticado por el
Che en su “Canto a Fidel”. Aquella voz empezó a demandar
a los cuatro vientos reforma agraria, justicia, pan, libertad. Al
lado de Fidel, con idéntico acento, estaba el Che; y cuando lle-
gó el final de la jornada y comenzó la sanitaria contra el tirano,
allí a su lado, aguardando la postrer batalla estaba el Che. Y
en el momento que la fiera yanqui se lamió el flanco herido
donde el dardo nacionalizador le dio, allí al lado de Fidel, con
el corazón altivo, estaba el Che, y nunca pudieron menguar
su entereza las decoradas pulgas armadas de regalos, porque
había triunfado una revolución verdadera en Cuba.
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Es así como en aquella nueva y difícil batalla que se libra-
ría en otra forma, el Che recibió la responsabilidad de dirigir
el Banco Nacional de Cuba después la Junta de Planificación
Central (JUCEPLAN). Y luego se le designó como ministro de
Industria, cuando se creó dicho ministerio.
En medio de estos trajines, el Che contrajo matrimonio con
Aleida March y formó una bella familia revolucionaria nutrida
con cuatro hijos, dos hembras y dos varones, a quienes todo
nuestro pueblo admira junto a su madre.
Para el Che no había un minuto de descanso. Todo el tiempo
era para el enorme cúmulo de tareas que la revolución tenía
por delante. Se multiplicaba para poder dar abasto a todo.
Creó escuelas formadoras de cuadros para dirigir la adminis-
tración, pues eran los obreros y los campesinos los que habían
llegado al poder. Los medios de producción fundamentales
habían pasado a manos del pueblo y había que aprender rá-
pido a organizarlos, a dirigirlos y a administrarlos bien y con
la mayor eficiencia, ya que en la productividad del trabajo y
de las maquinas estaba la comprobación en la práctica de las
bondades del sistema socialista que Fidel y la revolución se
proponían llevar adelante.
El Che surgió como máximo propulsor del trabajo volunta-
rio productivo, pues a los hombres hay que identificarlos con
la manualidad de las labores que realiza el pueblo más humil-
de, porque fue quien siempre realizó las tareas más duras. El
Che quería llevar a la conciencia de todos que es el trabajo el
que crea las riquezas que después se reparten entre todos. Era
importante que cada uno supiera lo que costaba producir los
bienes para que luego supieran hacer el uso más racional de los
recursos que tuvieran en sus manos.
Así lo veíamos montado en una máquina combinada cañera
cortando caña en cualquier campo, o en una obra de construc-
ción, poniendo bloques, o carretillando mezcla, o subiendo a
una tribuna salpicado de cemento para hablarles a los trabaja-
dores en la inauguración de alguna fábrica.
ECOS, Año XXVI, Vol. 2, Nº 18, Julio-diciembre 2019
28 Evocaciones del tiempo que vi en acción al Che... // Delio Gómez Ochoa
Hay miles de cosas que pudieran exponerse del decir y del
hacer de este extraordinario hombre de acción. De acción en
el mejor sentido. No puede estudiarse sólo al Che en el Con-
go o en Bolivia tratando de dar impulso con la participación
personal a los movimientos de liberación nacional para poder
crear dos, tres, muchos Vietnam, como él propugnaba. Ello
sería circunscribirlo solamente al aspecto militar de su vida.
En un párrafo de su carta de despedida a Fidel hay algo que
da la esencia de la identidad de ideas y propósitos de ambos
dirigentes: “yo puedo hacer lo que te esta negado a ti por tu
responsabilidad al frente de Cuba”.
¿Es que puede dudarse entonces que nunca existió una sola
diferencia en los propósitos de ambos hombres acerca de cuál
era el camino más corto para llegar a la cumbre de sus idea-
les? ¿Es que alguien puede dudar que Fidel y el Che fueron
una sola persona en ideas y actitudes, en la valoración de cada
circunstancia de peligro por las que tantas veces atravesó la
revolución y en las medidas emergentes para evitar cualquier
catástrofe? ¿Es que alguien puede dudar de que Fidel y el
Che fueron hermanos de ideas y principios, en la lucha abier-
ta frente a todo lo que significara un retroceso al pasado de
miseria, de explotación, de corrupción, de politiquería ram-
pante y grosera, puesta al uso por los hombres públicos que
tanto ofendieron y abochornaron a nuestro pueblo humilde y
trabajador?
¿Es que el Che y Fidel no estuvieron siempre juntos en los
momentos de mayor peligro, desde la salida del Granma, en la
Sierra Maestra, bajo los bombardeos y los ataques bélicos de
todo tipo; en los días de la invasión contrarrevolucionaria de
Girón; en medio de la crisis de octubre o crisis de los cohetes
del Caribe; o cuando internamente se hicieron patentes las acti-
tudes sectarias de algunos personajes pseudo-revolucionarios?
Yo pienso que el Che jamás tomó una sola actitud en su vida
que pudiera considerase como una indisciplina política. Porque
era tanta su admiración por Fidel que a los que éramos poco
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comprensivos ante algunas situaciones, nos aconsejó: “donde
manda capitán no manda marinero… después, siempre ten-
drás la oportunidad de plantear tu opinión sobre la base de los
principios”. Por eso digo que pocos conocen a los revoluciona-
rios verdaderos, los que nunca han estado dispuestos a poner
en juego su vida por defender la justicia en el mundo. Creo que
la relación de amistad personal y revolucionaria entre Fidel y
el Che son cosas inseparables e inviolables, y para mí son como
algo sagrado que contemplo con mirada casi religiosa.
¡Cuántos difamadores hay en el mundo, ocultos y encubier-
tos, que buscan desnaturalizar la imagen del Che! También lo
pretenden con la imagen de Fidel y de la revolución cubana,
y tratan de mellar su prestigio. Detrás de esa campaña está la
CIA y su aparato propagandístico, que no son más que plumí-
feros a sueldo para desvirtuar todo lo que de sincero y noble
hay alrededor de estas dos grandes figuras de la revolución
mundial.
¿Por qué el imperialismo yanqui busca desesperadamente
alianzas extra-Otan con el primero de los países suramericanos
que se preste? ¿Por qué el imperialismo yanqui ha ordenado la
construcción de un grupo de aviones de despegue vertical si ya
no existe el campo socialista; si ya China mantiene un estatus
de buenas relaciones con los Estados Unidos; si Corea del Nor-
te y Vietnam no constituyen un peligro para nadie?
Cuba y la República Dominicana lo que quieren es reanudar
sus relaciones diplomáticas y vivir en paz; Cuba lo único que
quiere es que se suspenda el criminal e inhumano bloqueo, re-
forzado hoy con la Ley Helms-Burton y que le devuelvan el
territorio ilegalmente ocupado de Guantánamo; Cuba lo único
que quiere es respeto a su soberanía e independencia…
Dentro de los que se han propuesto narrar las hazañas del
Che no ha dejado de haber alguno que lo ha hecho en sentido
negativo, o cuando menos han tratado de dejar un algo subya-
cente para tender un manto brumoso sobre cuestiones que él
vio con la claridad del visionario que poseyó como pocos.
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30 Evocaciones del tiempo que vi en acción al Che... // Delio Gómez Ochoa
Desde Cuba, el Che cantó con el más universal de los le-
guajes, el más bello poema que jamás pudieron escuchar los
oídos de la humanidad: el poema de la revolución social, por-
que en los problemas socioeconómicos de las naciones pobres
y ricas están las cuestiones básicas que hoy preocupan a todo
el mundo.
“La ciencia triste” como la han llamado algunos, se torna
monótona cuando se la separa de su fondo histórico, pero
cuando se la coloca en su contexto se hará excitante y llena de
significación”. El Che comprendía esto y a ello dedicó todo su
empeño y empleó las mejores armas de su intelecto.
Al Che no puede vérsele separado de los problemas
acuciantes que hoy agobian a la mayoría de los pueblos subde-
sarrollados del mundo porque sus ideas tienen vigencia para
ayer, para hoy y para mañana; porque los problemas de la hu-
manidad siguen siendo los de ayer, en muchos casos siguen
siendo los de hoy aumentados, y si no los resolvemos cuanto
antes seguirán siendo los de mañana, centuplicados.
El Che supo interpretar cabalmente, bebiendo en la ideas
de los más extraordinarios y profundos investigadores del
pensamiento social más avanzado, y perfeccionando en algu-
nos casos lo que era aplicable a las realidades domésticas de
nuestros países, que con ligeras variantes, casi siempre son
las mismas, pues todo está en dependencia del mismo amo
tradicional. Digo esto así, porque para hablar de este hombre
excepcional hay que hacerlo poniendo todas las cartas boca
arriba sobre la mesa, pues no se concibe al Che dialogando en
contubernio idílico y contemporizador con los representantes
de una oligarquía nacional que a la vez los es de los interese de
la grandes empresas transnacionales, representantes a su vez
de los capitales imperiales.
No hay ni una sola frase, una sola palabra, una sola coma
en el decir y actuar de este hombre maravilloso que denote
un gesto de debilidad o conformismo frente al capitalismo
imperialista y a su ideología enajenante. Ello es una de sus
ECOS, Año XXVI, Vol. 2, Nº 18, Julio-diciembre 2019
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características más resaltantes y violentas y lo expresa con su
sencillez acostumbrada como dice: “al imperialismo no se le
puede dar un tantito así”.
Es en Cuba, junto a Fidel y a los demás compañeros de re-
volución, donde el Che termina de moldear, con su exquisita
mano de demiurgo criollo, aunque con una arcilla muy dife-
rente, el modelo de hombre nuevo que él proponía para los
pueblos nuevos que fueran surgiendo al calor de las luchas
sociales en América Latina. Esto lo hace con una concepción
diferente a aquella de “has lo que digo y no lo que yo hago”,
sino que el maestro decía “has lo que yo digo, porque yo lo
hago también y sé que es bueno”.
Desde los años 60 y 61 ya el Che comenzó a darse cuenta
de las deformaciones, tanto estructurales como de las relacio-
nes económicas y comerciales entre los pueblos y naciones del
llamado “socialismo real”, y que las mismas no eran malforma-
ciones congénitas sino adquiridas. Él advirtió tempranamente
contra ese peligro.
El maremágnum de una revolución reverberante y trans-
formadora quizás nos haya impedido ver el bosque a tiempo,
porque siempre hemos sido fieles, agradecidos y solidarios con
los que alguna vez nos tendieron la mano. Pero hay que dejar
claramente sentado ante amigos, para que no se engañen, y
ante enemigos, para que no se envalentonen y se embullen,
que el socialismo en el llamado campo socialista no murió de
muerte natural, fue asesinado arteramente por la espalda con
la puñalada trapera más repugnante de que se tenga noticia en
la historia de la humanidad.
Alguien dijo que: “cuando los revolucionarios comienzan a
perdonarse o a dispensarse sus errores comienzan a dejar de ser
revolucionarios para convertirse en camarillas”. Hay que agre-
gar además que cuando un pueblo aspira a labrarse un destino
independiente y libre tiene que ser valiente y estar dispuesto a
enfrentar la carga de mentiras de la propaganda enemiga, que
cuenta con todos los recursos. Recursos que han sido arrancados
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32 Evocaciones del tiempo que vi en acción al Che... // Delio Gómez Ochoa
a través del sudor y el trabajo de nuestros pueblos a las entra-
ñas de las minas, fábricas y campos de las naciones a las cuales
explotan a través de sus capitales de inversiones, que luego
repatrian elevados a la “n” potencia.
Para el Che, la pureza, la verticalidad y el perfeccionamiento
de los mecanismos económicos de desarrollo de las potencia-
lidades del pueblo cubano eran condiciones sine qua non para
lograr una América Latina verdaderamente libre e indepen-
diente. El dejó escrito, pensando en los cubanos que: “la tarea
de la construcción del socialismo en Cuba, debe encararse hu-
yendo del mecanismo como de la peste”.
Estaban muy frescos para él los errores del llamado “socia-
lismo real” en Europa. Nosotros afirmamos algo que ya ha
expresado German Sánchez en un artículo publicado en la re-
vista Tricontinental, que “La caída de ese socialismo, lejos de
desmentir, confirma la certeza de los juicios del Che, de la utopía
socialista original y hace más proverbial su mérito de precursor
latinoamericano junto a Fidel del socialismo verdadero”.
Existen pseudo-revolucionarios que 30 años después de la
caída del Che ya no creen en las posibilidades de éxito de su
lucha, se han cansado, hasta se han arrepentido y hoy reniegan
de haber compartido alguna vez aquellas ideas luminosas. Los
que han actuado así es mejor que hayan desertado ahora, pues
ello deja más claro el camino para dar paso a las nuevas jorna-
das de luchadores de la justicia, “los buenos con nosotros”, como
decía José Martí.
El Che era el doctrinario por excelencia que junto a Fidel se
le vería cargar las mochilas más nutridas de gruesos libros que
alguien recuerde en la sierra Maestra. A pesar de todas las in-
comodidades y de todas las vicisitudes no dejaron de estudiar
un solo minuto a los mejores autores y sobre todo, a José Martí,
que realmente para muchos de nosotros resulta el dulce y de-
coroso anestésico después de las largas jornadas.
He visto bibliotecas, donde sus dueños no saben la canti-
dad aproximada de volúmenes que tienen, y mucho menos
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conocen los temas que tratan y el contenido de sus materias.
Los sabios han dicho que no existe un solo libro que no con-
tenga una enseñanza útil. El ejemplo del Che también nos dice
que ignorar las enseñanzas literarias es un crimen de lesa ins-
trucción y cultura.
Cuando hablamos de la reciedumbre del carácter del Che no
nos estamos refiriendo a la guapería personal con que algunos
escritores vulgares la confunden, sino a su ética personal como
revolucionario profesional que fue, y que sus peores detracto-
res podrán negar jamás.
La ética en un revolucionario como él es firmeza de princi-
pios, es valor personal, es inteligencia, es audacia, es lealtad,
es honradez, es decisión, es sagacidad, es espíritu de sacrificio,
es modestia, es sencillez, es simpatía personal, es humildad,
es entrega a los demás, es espíritu de solidaridad, es com-
prensión, es bondad, es dignidad, honestidad, sinceridad, es
belleza estética y del alma, es espíritu de equidad; es, en fin, la
suma de todas las virtudes que adornan a un ser humano que
es la imagen del hombre nuevo, que él concibió como utopía
revolucionaria.
En esta etapa de reflexiones, en medio del periodo especial
que afronta Cuba, Fidel ha llamado con reiteración al rescate
de todos estos valores morales que adornaban el carácter de
aquel hombre puro que fue el Che. Se ha legislado, a propósito,
un código de ética para el trabajo de los cuadros dirigentes de
la revolución; en el mismo se ha tenido presente lo más notable
de las ideas y actitudes de este revolucionario ejemplar.
En estos tiempos en que una ola de neoliberalismo abate
al mundo, donde la globalización solo deja tierra arrasada a
su paso por las naciones pobres, tiempos de los inquisidores
unipolares, de los cohetes nucleares, de los grandes logros del
desarrollo científico-técnico, del internet, hay que reconocer
que la ética está en crisis total en el mundo entero.
La ética en nuestro mundo ha pasado a ser como una tarjeta
de crédito sin fondo, donde todos han comenzado a perder la
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confianza en las instituciones públicas y en las personas; donde
cada día se pone más en crisis el sentido de credibilidad de las
gentes, y por eso, repito, se hace necesario que reflexionemos.
Cuando las indiscreciones y las ambiciones de algunos han
puesto en peligro el equilibrio ecológico; cuando por esas pre-
tensiones ambiciosas la capa de ozono va dejando de ser un
escudo protector para nuestro planeta que amortigüe un tanto
la penetración de los rayos del sol, creo que hay que volverse
hacia el Che para recuperar la confianza, para revitalizar la fe
en la idea de que es posible la conquista de un mundo mejor,
de un mundo más justo, y que todo está en dependencia de
nosotros mismos.
Quiero repetir aquí unas palabras que leí alguna vez y que
dicen más o menos lo siguiente: “Luis XVI, Rey de Francia, mi-
raba desde las ventanas del palacio las llamas del incendio de París;
su reinado había terminado, más al acostarse escribió en diario, “hoy
no ha pasado nada”. Traigo a colocación este relato para los po-
líticos tozudos del norte revuelto y brutal que nos desprecian
y para los del sur, que quieren ignorar las ansias de los pue-
blos que claman por justicia o no quieren escuchar el grito de
advertencia de los que llaman al combate ante la ignominia,
la ignorancia o la burla de los sordos, y ese, su grito de gue-
rra, llegará muy pronto a los oídos de los hombres y mujeres
nuevos del siglo XXI que ya se forjan en las postrimerías de la
presente centuria.
Toda América Latina hierve en la cresta de una ola gigantes-
ca de rebeldía y esperanza donde navegan las ideas del Che, y
esa marcha de gigantes tal y como reza la 2da. Declaración de
La Habana no se detendrá jamás.
Muchas Gracias.
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El texto completo del poema “Canto a Fidel”, escrito por el
Che Guevara, es el siguiente:
Vámonos,
Ardiente profeta de la aurora,
por recónditos senderos inalámbricos
a liberar el verde caimán que tanto amas.
Vámonos,
derrotando afrentas con la frente
plena de martianas estrellas insurrectas,
juremos lograr el triunfo o encontrar la muerte.
Cuando suene el primer disparo y se despierte
en virginal asombro la manigua entera,
allí, a tu lado, serenos combatientes,
nos tendrás.
Cuando tu voz derrame hacia los cuatro vientos
reforma agraria, justicia, pan, libertad,
allí, a tu lado, con idénticos acentos,
nos tendrás.
Y cuando llegue el final de la jornada
la sanitaria operación contra el tirano,
allí, a tu lado, aguardando la postrer batalla,
nos tendrás.
El día que la fiera se lama el flanco herido
donde el dardo nacionalizador le dé,
allí, a tu lado, con el corazón altivo,
nos tendrás.
No pienses que puedan menguar nuestra entereza
las decoradas pulgas armadas de regalos;
pedimos un fusil, sus balas y una peña,
Nada más.
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Y si en nuestro camino se interpone el hierro,
pedimos un sudario de cubanas lágrimas
para que se cubran los guerrilleros huesos
en el tránsito a la historia americana.
Nada más.
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