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Índice.
Introducción Pag.3
¿Qué es el Mitlan? Pag.4
¿Qué es la muerte? Pag.6
¿Por qué está en la ofrenda? Pag.9
Conclusión Pag.14
Bibliografía Pag.15
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Introduccion.
El Día de Muertos es una de las celebraciones más entrañables y simbólicas de
México, una festividad en la que no solo se recuerda a los seres queridos que ya no
están, sino que se les invita a regresar por un día, a compartir nuevamente con
nosotros. Esta tradición, que tiene lugar el 1 y 2 de noviembre, fusiona elementos
de la cultura indígena y la influencia del cristianismo, pero su esencia sigue siendo
profundamente espiritual y llena de respeto por la vida y la muerte. Para los pueblos
originarios de Mesoamérica, la muerte no es el final, sino un tránsito hacia otro
plano, un viaje que debe ser acompañado de rituales, ofrendas y oraciones.
Según la cosmovisión de los antiguos mexicas, los muertos no se van del todo;
siguen existiendo en otro lugar, llamado Mitlán, el inframundo. Para llegar allí, deben
pasar por varios desafíos, atravesando caminos oscuros y difíciles. Pero en este
trayecto, las almas encuentran ayuda y compañía, especialmente de sus seres
queridos. La tradición del Día de Muertos tiene como propósito hacer más suave
ese camino, asegurando que los espíritus se sientan bienvenidos y no olvidados.
Las ofrendas juegan un papel central en este acto de acogida: en cada casa, se
prepara un altar decorado con elementos que representan tanto el mundo terrenal
como el espiritual. Flores de cempasúchil, velas, incienso y comida, junto con
fotografías, recuerdos personales y objetos que recuerdan la vida de quienes ya no
están, son colocados cuidadosamente para que los espíritus encuentren lo que más
amaban.
A través del Día de Muertos, no solo celebramos a nuestros antepasados, sino que
también reflexionamos sobre nuestra propia vida, la fugacidad del tiempo y la
importancia de honrar y mantener vivas nuestras tradiciones. La festividad es una
afirmación de que la muerte no debe ser temida, sino comprendida como parte del
ciclo natural, donde el amor y el recuerdo son los hilos que nos mantienen unidos a
quienes ya no podemos ver, pero siempre llevamos en el corazón.
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¿Qué es el Mitlan?
En el México prehispánico, la muerte no se veía como el final, sino como una
transición a otro tipo de vida, un paso hacia otro plano donde los ancestros seguían
existiendo. Para los mexicas, el lugar al que iba un difunto dependía de cómo había
muerto. Por ejemplo, los guerreros que morían en combate o sacrificados iban al
paraíso del sol, mientras que las mujeres que fallecían en el parto llegaban a ese
mismo lugar. Aquellos que morían por causas relacionadas con el agua iban al
Tlalocan, y los niños iban al Chichihualcuauhco. La mayoría de las personas, sin
embargo, llegaban al Mictlán, el lugar de los muertos comunes. Pero llegar a Mictlán
no era fácil; el viaje duraba cuatro años y las almas tenían que atravesar nueve
niveles llenos de pruebas y obstáculos.
• Itzcuintlán: El lugar del perro: En el primer nivel del Mictlán, el alma tenía
que cruzar un río llamado Apanohuacalhuia, que separaba a los vivos de los
muertos. Para poder cruzarlo, necesitaba la ayuda de un perro Xoloitzcuintle,
una raza mexicana sin pelo. Este perro llevaba un hilo de algodón en el
cuello, y solo con su ayuda el alma podía pasar al otro lado del río. Si no
lograba cruzar, quedaba condenada a vagar sin rumbo. Se creía que, si la
persona había sido buena con los perros en vida, el Xoloitzcuintle la ayudaría
mejor a cruzar.
• Tepeme Monamictlanl: Tepeyollot El dios de las montañas y los ecos En
este nivel del Mictlán, el dios controlaba dos montañas que se movían y
chocaban entre sí. Los difuntos tenían que esperar el momento justo para
cruzar, porque si no, podrían ser aplastados por las montañas al chocar.
• Cehueloyan El lugar de la nieve: Este nivel era un desierto congelado
donde siempre caía nieve. El dios Mictlampehécatl, quien controlaba el
invierno, se encargaba de llevar el frío del Mictlán hasta la Tierra.
• Pancue-Tlacaloyan El lugar donde flotas como bandera: Aquí, los
difuntos atravesaban un llano desértico donde los vientos soplaban tan fuerte
que los lanzaban de un lado a otro, como si no hubiera gravedad, dejándolos
flotando como banderas.
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• Timiminaloyan El lugar donde te flechan: En este nivel, las almas
caminaban por un sendero lleno de flechas de obsidiana perdidas en batallas.
También se dice que había un río de agua negra, donde una iguana gigante
llamada Xochitonal vigilaba a los muertos. Además, se cuenta que
Quetzalcoatl vino al Mictlán en busca de huesos de los dioses para crear a
los humanos. Pero Mictlantecuhtli, el señor de los muertos, le puso pruebas
difíciles para evitar que los tomara.
• Teyollocualoyan - El lugar donde te comen el corazón: Este nivel estaba
lleno de jaguares que abrían el pecho de los difuntos para comerse su
corazón. En la cultura prehispánica, el corazón representaba la vida misma,
y en algunos rituales, era ofrecido a los dioses para mantener el equilibrio del
universo.
• Apanohualoyan El lugar donde cruzas el agua: Aquí, los difuntos tenían
que cruzar el río Apanohuacalhuia por segunda vez, ya sin corazón. El
objetivo era terminar de purificar su alma y liberarla del cuerpo, para que
pudiera continuar su viaje.
• Chicunamictlan El lugar de las nueve aguas: Este era el último nivel.
Estaba envuelto en neblina, por lo que las almas no podían ver nada a su
alrededor. Durante este tiempo, los difuntos meditaban sobre su vida y las
decisiones que tomaron. Cuando superaban ese cansancio y reflexión,
finalmente llegaban al Mictlán, donde eran recibidos por Mictlantecuhtli y
Mictlancíhuatl, los señores de la muerte.
El Mictlán, según la cosmovisión mexica, es un concepto fascinante y profundo
que refleja cómo los antiguos pueblos mesoamericanos entendían la vida y la
muerte. Me parece increíble cómo, lejos de ver la muerte como un final
definitivo, la consideraban más bien como una transición hacia otro plano, lleno
de desafíos, pero también de aprendizaje y purificación. Los nueve niveles del
Mictlán no solo son una representación del viaje del alma, sino también un
reflejo de la idea de que la vida y la muerte están conectadas, y que, para
llegar a un destino final de paz, las almas debían pasar por diversas pruebas.
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Cada nivel, con su simbolismo y obstáculos, me hace pensar en cómo los
mexicas veían el proceso de morir como algo que no solo era físico, sino
también espiritual, un recorrido que implicaba transformación.
Además, el hecho de que cada nivel tenga un propósito específico—como
dejar atrás las pertenencias terrenales, cruzar ríos, o enfrentarse a criaturas
como jaguares—me muestra lo compleja y rica que era su visión del mundo.
Para ellos, la muerte no era algo a temer, sino una etapa natural del ciclo de la
vida, donde la reflexión y la purificación eran esenciales. Y aunque todo esto
puede parecer un poco sombrío, la forma en que los mexicas lo abordaban me
parece una manera profunda de honrar a los muertos, con respeto y con la
idea de que las almas siguen formando parte del universo, aunque ya no estén
en este mundo.
En resumen, el Mictlán no solo es un lugar mítico, sino un símbolo poderoso de
cómo las culturas antiguas buscaban comprender lo que hay más allá de la
muerte y la importancia de cada paso en ese viaje.
¿Qué es la muerte?
Hablar de la muerte no es solo hablar de que alguien dejó de respirar; tiene un
montón de significados y se ve desde diferentes ángulos: biológico, social, legal y,
claro, religioso. Cada cultura tiene sus propios puntos de vista sobre la muerte, y en
el caso de los mexicas (o nahuas), la muerte no era algo aterrador ni triste. Para
ellos, morir no era el final, sino una transición a otro lugar, y lo importante no era
temerle, sino cómo morías.
Para los mexicas, la vida y la muerte estaban súper conectadas con el cosmos.
Creían que el ser humano era como el centro de todo y que todo giraba a su
alrededor, por eso aceptaban la muerte como algo natural. Morir en guerra o durante
un sacrificio tenía un significado especial, y esos difuntos iban a lugares especiales
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como la Casa del Sol o Tlalocan. Incluso los bebés que morían antes de nacer
tenían su propio "paraíso".
Los nahuas no veían la muerte como algo malo o triste. De hecho, muchos
pensaban que la muerte era solo un paso hacia otra forma de existencia, como una
especie de renacimiento. Por ejemplo, Quetzalcóatl, el dios serpiente, pasó por la
muerte y resurgió como una estrella. Para ellos, la muerte no era una condena; era
un cambio.
Con la llegada de los españoles y el cristianismo, las creencias cambiaron un poco,
pero se mantuvo algo de esa mezcla entre lo indígena y lo cristiano, algo que hoy
vemos reflejado en el Día de Muertos. Antes de la Conquista, los mexicas ya
celebraban el Día de los Muertos, pero con los españoles, estas fiestas se
fusionaron con las que ya celebraban los cristianos, como el Día de Todos los
Santos. Eso hizo que el 1 y 2 de noviembre, ahora, celebremos el Día de Muertos,
una fecha llena de rituales y celebraciones donde recordamos a nuestros difuntos,
pero de una forma festiva, como si estuvieran regresando a casa.
Una de las tradiciones más conocidas es poner altares con ofrendas. Pero lo
interesante es que, aunque parece que se celebra a los muertos, en realidad
también se celebra la vida, porque se cree que los muertos siguen siendo parte de
nuestras vidas y nos ayudan desde el más allá. En este día, no hay tristeza, sino
alegría, porque los muertos están de vuelta con nosotros, como si estuvieran vivos
otra vez. ¡Es como una gran fiesta donde los vivos y los muertos se encuentran!
La muerte siempre ha sido un tema complicado de abordar, ¿no? Todos la vemos
de manera diferente, dependiendo de nuestra cultura, religión o experiencias. A mí,
lo que más me impactó del texto sobre la muerte en la cultura nahua es cómo la
veían de una manera tan tranquila y hasta natural. Ellos no la veían como algo a
temer, sino como una transición, un paso más en el ciclo de la vida. Es como si la
muerte fuera solo un cambio de plano, una parte normal de la existencia, algo que
tenemos que aceptar y entender.
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En muchas culturas, sobre todo en la nuestra, la muerte se siente como algo triste
y oscuro, pero lo que me gusta de la visión mexica es que, para ellos, morir no era
lo peor que te podía pasar. Incluso pensaban que morir de forma honorable, como
en una guerra o durante un sacrificio, te aseguraba un lugar especial en el más allá.
¡Qué diferente a la forma en que solemos pensar en ella! En vez de miedo o tristeza,
la muerte se convertía en algo que formaba parte de la vida, algo que podía tener
hasta un toque de celebración.
La idea de que los muertos no se van, sino que siguen con nosotros, es algo que
me parece muy bonito y reconfortante. Pensar que, en el Día de Muertos, las almas
regresan a casa para estar con sus seres queridos me parece una manera hermosa
de ver la muerte. En lugar de verla como algo triste, es una ocasión para recordar a
esos que ya no están, pero sin luto ni lágrimas, sino con risas, comida y música,
como si estuvieran vivos otra vez. Es como un recordatorio de que la muerte no es
el final, sino solo una etapa más.
En resumen, creo que la muerte no tiene que ser vista con miedo o tristeza, sino
con la aceptación de que es parte de la vida. Si los mexicas pudieron verla como
una forma de seguir conectados con el universo y con aquellos que se han ido, tal
vez nosotros también deberíamos empezar a ver la muerte desde una perspectiva
más abierta y menos sombría. Al final, la muerte es solo otra parte de la historia, y
cada cultura la cuenta a su manera, pero si algo he aprendido, es que no tiene por
qué ser el final de la celebración de la vida.
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¿Por qué está en la ofrenda?
Familia Díaz Tomada por YMD
Primera ofrenda.
Fotografías de seres queridos fallecidos: Las imágenes enmarcadas en la parte
superior representan a los seres queridos a quienes va dedicada la ofrenda. En la
tradición del Día de Muertos, se cree que estas fotos ayudan a guiar el alma de los
difuntos de regreso al mundo de los vivos durante esta celebración.
Flores de papel y cempasúchil: Las flores de papel y las flores de cempasúchil, que
aparecen en la ofrenda, son esenciales porque su color y aroma atraen a las almas.
Las flores de cempasúchil simbolizan la fugacidad de la vida.
Veladoras: Las veladoras encendidas representan la luz que guía a los difuntos de
vuelta a su familia. También simbolizan la esperanza y la fe en su regreso.
Pan de muerto y otros alimentos: Este pan tradicional, junto a frutas y otros
alimentos, es una ofrenda de bienvenida para los difuntos. Se coloca para que las
almas puedan disfrutar de estos manjares en su visita.
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Familia Romero Tomada por ALR
Segunda ofrenda.
Fotografías de personas y figuras religiosas: Además de los seres queridos
fallecidos, en esta ofrenda se observan imágenes de santos y figuras religiosas, lo
cual es común en algunas familias que desean pedir protección espiritual y rendir
homenaje no solo a familiares, sino también a figuras religiosas.
Bebidas y dulces: Hay veladoras y diferentes tipos de bebidas, como cerveza y
refrescos, que pueden representar los gustos de los difuntos, ya que se cree que
regresan y disfrutan de estos elementos durante su visita.Flores de cempasúchil y
decoraciones coloridas: La presencia de flores frescas de cempasúchil y papel
picado en colores vibrantes añade vida y color a la ofrenda, atrayendo a las almas
y simbolizando la alegría de recibir a los seres queridos.
Veladoras y cirios: Las veladoras son indispensables para guiar el camino de los
difuntos, además de simbolizar la luz y la esperanza en la conexión entre los vivos
y los muertos.
Objetos religiosos y elementos personales: Esta ofrenda también incluye objetos
religiosos, que pueden reflejar la fe y el deseo de protección espiritual. Los detalles
y colores representan la personalidad y preferencias de los difuntos.
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Familia Sánchez Tomada por GMS
Tercera ofrenda.
Fotografías de los difuntos: Las imágenes en la parte superior identifican a los
seres queridos a quienes está dedicada la ofrenda, ayudando a llamar a sus almas
para que regresen a compartir con los vivos durante el Día de Muertos.
Flores de cempasúchil: Estas flores naranjas están dispersas en la ofrenda y
simbolizan la vida efímera, además de su función de guiar a las almas por el aroma
y color intenso.
Comida y bebida: En la mesa se encuentran pan de muerto, frutas y algunas
bebidas, que se ofrecen para que los difuntos puedan "alimentarse" en su visita,
mostrando el cariño y hospitalidad de los vivos hacia ellos.
Veladoras: Las veladoras iluminan el camino de las almas y representan la luz de
la esperanza. También simbolizan la conexión espiritual entre el mundo de los vivos
y el de los muertos.
Elementos personales y decorativos: Los vasos, platos y otros objetos son una
forma de recordar las preferencias de los fallecidos y hacer la ofrenda más personal,
mostrando el afecto de la familia y honrando su memoria.
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Familia Martínez Tomada por YMD
Cuarta ofrenda
Agua: El agua es un elemento básico en la ofrenda, que simboliza la pureza y saciar
la sed del alma que viene de un largo viaje. También es una forma de fortalecer al
espíritu.
Objetos Personales o Simbólicos: Algunos altares también incluyen objetos que
representen los intereses o pasatiempos de los difuntos, como instrumentos
musicales, herramientas, o artículos que usaban en vida. Estos objetos son para
hacer sentir al difunto más cerca de los familiares y recordar su personalidad y vida.
Imagen Religiosa o Cruz: Muchas ofrendas incluyen una imagen religiosa o una
cruz como símbolo de fe y protección. Esto representa las creencias de la familia y
ofrece un espacio de paz y respeto para los difuntos.
Frutas y Alimentos Preferidos: Las frutas frescas, como las manzanas, naranjas,
y plátanos, así como los platillos preferidos de los difuntos, se colocan en la ofrenda
para honrar sus gustos y hacer que se sientan bienvenidos. Esto representa la
conexión y la hospitalidad de los vivos hacia los muertos.
Pan de Muerto: El pan de muerto es un elemento esencial en la ofrenda y
representa la generosidad del anfitrión. Su forma y decoración varían, pero
generalmente incluye figuras que simbolizan los huesos y el cráneo.
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Familia García Tomada por DJGM
Veladoras: Las velas guían a las almas en su camino de regreso al mundo de los
vivos. En el altar, cada vela puede estar dedicada a un difunto en particular y su luz
simboliza la fe y esperanza.
Copal o incienso: Aunque no es visible en esta imagen, muchas ofrendas incluyen
copal o incienso, cuyo humo purifica el ambiente y aleja los malos espíritus.
Otros elementos decorativos: A veces, en los altares se incluyen objetos
personales de los difuntos o elementos religiosos como una imagen de la Virgen de
Guadalupe, que representa la fe y protección divina.
Flores de cempasúchil y terciopelo: Las flores de cempasúchil (amarillas) y
terciopelo (morado o rojo) guían a las almas con su aroma y color vibrante. Se cree
que las flores iluminan el camino de los muertos hacia la ofrenda y sirven como un
símbolo de vida y muerte. La combinación de colores representa el ciclo de vida y
muerte, siendo el amarillo el color de la vida y el morado el de luto.
Dulces y otros antojos: Son una muestra del cariño hacia los seres queridos
fallecidos, ofreciéndoles lo que disfrutaban en vida.
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Conclusión.
El Día de Muertos es una tradición profundamente arraigada en la cultura mexicana,
que trasciende generaciones y conecta a cada persona con sus antepasados. Esta
festividad, lejos de ser un momento de tristeza, es una celebración de la vida de
aquellos que ya no están físicamente, pero que permanecen en la memoria y el
corazón de sus seres queridos. Para cada mexicano, el Día de Muertos simboliza
el amor y el respeto hacia sus familiares fallecidos, y se convierte en un momento
de encuentro entre el mundo de los vivos y el de los muertos, donde los recuerdos
se reviven y las almas son bienvenidas de vuelta al hogar.
La tradición de construir altares con ofrendas, decorados con flores de cempasúchil,
papel picado, veladoras y los platillos favoritos de los difuntos, permite que cada
generación preserve y transmita este ritual ancestral. Es una forma de mantener
viva la historia familiar y fortalecer los lazos con quienes vinieron antes, enseñando
a las nuevas generaciones el valor de la memoria, el respeto por los antepasados y
la importancia de no temer a la muerte, sino aceptarla como parte del ciclo de la
vida.
El Día de Muertos también refleja la identidad cultural de México, pues es una
manifestación única de su cosmovisión y espiritualidad. Cada altar, cada veladora y
cada flor colocada en las ofrendas representa un acto de amor y un recordatorio de
que, mientras los recordemos, nuestros seres queridos nunca desaparecerán
realmente. Esta festividad es un legado invaluable que, año tras año, permite a cada
mexicano honrar sus raíces y construir un puente eterno entre generaciones,
reafirmando que la muerte no es el final, sino un vínculo eterno en la continuidad de
la vida.
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