Adrenalectomia Laparoscopica
Adrenalectomia Laparoscopica
Adrenalectomía laparoscópica
J Marescaux
D Mutter
C Proye
© 2001, Editions Scientifiques et Médicales Elsevier SAS, París. Todos los derechos reservados.
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■ Adrenalectomía derecha
Cuando no se tiene mucha experiencia, la adrenalectomía
laparoscópica es más fácil en el lado derecho que en el lado
izquierdo, ya que la referencia esencial, que es la vena cava,
C se localiza con facilidad.
Al contrario que en la cirugía clásica, en la que se describe
una técnica de exéresis para el feocromocitoma y otra para
los demás tumores suprarrenales [2], la estrategia operatoria
más de 2 cm. Es conveniente utilizar también un trocar de 10 laparoscópica es la misma, independientemente de la natu-
mm que permita, indistintamente, la introducción de un raleza del tumor: el objetivo no es el tumor, sino los siste-
gancho de coagulación, tijeras o aplicador de clips. mas vasculares que delimitan la glándula, la vena cava
hacia adentro y la vena renal por debajo. El control previo
de la vena suprarrenal permite realizar la exéresis con total
INSTRUMENTAL seguridad.
El instrumental necesario para la realización de una adrena- Cuando se utiliza esta vía, son inútiles muchos de los tiem-
lectomía laparoscópica comprende los instrumentos habi- pos descritos en la cirugía tradicional: no hay que liberar el
tuales requeridos para cualquier procedimiento laparoscópi- peritoneo vesicular ni despegar el ángulo cólico derecho ni
co: cámara, de preferencia tri-CCD, fuente luminosa, insu- tampoco despegar el duodeno.
flador y, si es posible, dos monitores de buena calidad. Los La intervención comienza con la incisión del peritoneo
sistemas ópticos disponibles tienen una angulación de 0° y parietal posterior subhepático, conservando un pequeño col-
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4 Adrenalectomía derecha.
1: Localización de la vena renal; 2: localización, ligadura y sección de la
vena suprarrenal principal; 3: búsqueda sistemática de una vena suprarre-
nal accesoria; 4: arteria suprarrenal media.
3 Adrenalectomía derecha; liberación inicial de las adherencias hepáticas. te y se secciona entre dos clips (fig. 5). Se prolonga la disec-
ción hacia arriba, controlando el pedículo arterial superior
(fig. 5 A) y separando progresivamente la parte posterosupe-
rior de la glándula. La disección se dirige ahora hacia abajo,
gajo peritoneal (de 1 cm de ancho) adherente al hígado, inmediatamente por encima de la vena renal, donde se con-
mediante el gancho de coagulación o las tijeras; el hígado se trola el pedículo arterial inferior (fig. 5 B) y luego se diseca la
levanta con un separador atraumático situado en el tercer parte inferior de la glándula en contacto con el riñón. La
trocar. Esta sección del peritoneo se prolonga hacia la dere- glándula suprarrenal se levanta progresivamente con una
cha (incluso aunque la glándula esté situada mucho más pinza atraumática y se termina la disección en el borde dere-
hacia dentro), porque es necesario facilitar la movilización cho, de forma casi avascular. Una vez más, la coagulación
del hígado hacia arriba para exponer la glándula suprarre- progresiva, con gancho o con tijeras, permite terminar la exé-
nal, situada siempre más alta de lo que se piensa (fig. 3). resis sin la menor pérdida hemorrágica. La glándula, total-
Durante esta liberación, se tensan tractos nerviosos y linfáti- mente liberada de sus inserciones vasculonerviosas, se intro-
cos, que se coagulan minuciosamente, permitiendo la visua- duce en una bolsa de extracción (fig. 2) antes de ser extraída
lización de la glándula en los pacientes delgados y dejando por el orificio del tercer trocar, eventualmente agrandado. Se
simplemente adivinar el tumor en los obesos. Se continúa la coloca un dren de Redon en la fosa suprarrenal tras irrigación
disección hacia dentro, al comienzo del trayecto retrohepáti- y lavado de la zona operatoria, comprobando la ausencia de
co de la vena cava inferior. Se continúa hacia abajo la disec- sangrado en el lecho operatorio. Se cierran todos los orificios
ción del borde derecho de la vena cava hasta la vena renal, de los trocares con un punto aponeurótico de hilo reabsorbi-
cuya unión a la vena cava marca el límite inferior de la zona ble (con el fin de prevenir la incarceración de un asa) y se
operatoria (fig. 4). A continuación, se asciende por el borde sutura la piel mediante una sutura continua intradérmica.
derecho de la vena cava, seccionando más en profundidad
los diferentes tractos con el fin de encontrar la vena supra- ADRENALECTOMÍA IZQUIERDA
rrenal principal, situada muy alta, más anterior de lo que Paradójicamente, el acceso laparoscópico de la adrenalecto-
podría pensarse, debido a la posición lateral estricta del mía izquierda es más complicado que el del lado derecho, a
paciente. Esta vena se diseca en una longitud de 1 cm para tal punto que, sin una estrategia programada adecuadamen-
facilitar la aplicación de dos clips a cada lado antes de sec- te, se puede correr el riesgo de no encontrar la glándula en el
cionarla (fig. 4). El tiempo venoso «peligroso» no ha termi- paciente obeso, lo que obligaría a una conversión un poco
nado: la disección se prolonga hacia arriba, buscando una vergonzosa. Esta dificultad es corriente; ya Miccoli [13] había
vena suprarrenal accesoria que desemboca en una vena insistido en la contribución de la ecolaparoscopia para loca-
suprahepática derecha (4 % de los casos), que también se lizar la glándula suprarrenal.
controla con clips y se secciona (fig. 4). Seguidamente, se La clave del éxito de la intervención reside en la observación
comienza a inclinar la glándula hacia la derecha con una de ciertas reglas:
torunda montada en una pinza atraumática. Todas las
maniobras deben ser lentas, atraumáticas, no sólo durante la — comenzar la intervención con la sección del ligamento
disección de un feocromocitoma sino con todas las glándu- esplenoparietal, lo que permite la basculación del bazo;
las, ya que la fragilidad hemorrágica de una glándula supra- — no liberar el ángulo izquierdo (es inútil);
rrenal traumatizada haría al campo operatorio incompatible — disecar la vena esplénica y la cola del páncreas, al menos
con una cirugía laparoscópica de calidad. El cuerno interno en una longitud de 5 cm, lo que conduce de forma natural a
de la glándula suprarrenal se separa progresivamente, ofre- la vena renal y luego a la vena suprarrenal;
ciendo una magnífica visualización incluso en su porción — no preocuparse de buscar desde el principio la glándula o
más retrocava. El pedículo arterial medio se diseca fácilmen- el tumor (que en los pacientes obesos con un pequeño tumor
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5 Adrenalectomía derecha.
A. Búsqueda y ligadura de las arterias suprarrenales superior (1) y media (2). 3: vena suprarrenal accesoria ligada.
B. Búsqueda y ligadura de la arteria suprarrenal inferior (4).
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8 Adrenalectomía izquierda: búsqueda y ligadura de las arterias suprarrenales media, superior e inferior.
A. Arterias suprarrenales media (1) y superior (2).
B. Arteria suprarrenal inferior (3).
Variantes operatorias La única ventaja del acceso en decúbito dorsal es que permi-
te una mejor exploración de la cavidad abdominal que la vía
lateral, que ignora totalmente uno de los lados. No obstante,
VÍA RETROPERITONEAL
esta vía no parece recomendable, ni siquiera para la adrena-
La vía totalmente retroperitoneal ha sido propuesta por algu- lectomía bilateral, ya que es más sencillo cambiar la posición
nos autores [9, 10]. El paciente se coloca siempre en posición del paciente durante la intervención, según ha descrito
lateral. La realización del retroneumoperitoneo es difícil. Esta Chapuis [1].
técnica se suele realizar tras disección digital previa e intro-
ducción del primer trocar bajo control visual. También se
puede realizar la cavidad operatoria inicial con un balón de
disección y, seguidamente, introducir los demás trocares bajo Indicaciones
control visual. La ventaja de esta vía de acceso reside en la
ausencia de abertura del peritoneo y de bridas cicatriciales Sólo un cirujano experto en laparoscopia puede realizar una
intraabdominales. Por el contrario, presenta ciertos inconve- disección completa y fiable. Los límites del acceso laparoscó-
nientes: la presión del neumoperitoneo es superior a 12 o 15 pico pueden provenir del propio paciente, como son los ante-
mmHg, 30 mmHg para Heinz y Junginger [9]. Es frecuente cedentes quirúrgicos que hayan creado múltiples adheren-
provocar una brecha peritoneal, que obliga entonces a pasar cias o los casos en los que ya haya sido tratada la zona ope-
a la vía transperitoneal. Esta vía retroperitoneal ofrece una ratoria (nefrectomía, esplenopancreatectomía). Asimismo,
visión y un espacio limitados para los movimientos de disec- pueden depender del propio tumor; el volumen del mismo
ción. Los trocares están muy próximos y el contacto entre los puede ser un obstáculo para la disección y la mayoría de los
instrumentos es molesto. Además, resulta difícil controlar el autores limitan las indicaciones a los tumores de menos de
sangrado abundante e introducir otros instrumentos que 7-8 cm [17]. Actualmente se discute el acceso laparoscópico de
podrían ser necesarios para la realización de una sutura. las lesiones sospechosas de malignidad; el beneficio del acce-
so laparoscópico nunca debe hacer olvidar el riesgo de dise-
minación neoplásica. Así, los tumores feminizantes, casi
VÍA TRANSPERITONEAL EN DECÚBITO DORSAL siempre malignos, no son una buena indicación del acceso
laparoscópico. En la enfermedad de Cushing, las ventajas de
Esta vía fue descrita inicialmente por Fernández-Cruz [3, 4] y la adrenalectomía no resultan tan evidentes, debido al tiem-
ha sido igualmente utilizada por Chapuis [1]. Debido a sus po necesario para realizar una adrenalectomía bilateral y la
numerosos inconvenientes ha sido abandonada por los auto- extrema friabilidad de la glándula en esta afección. En estos
res, quienes prefieren la posición en decúbito lateral. casos, parece razonable proponer una intervención en dos
Esta técnica suele necesitar la introducción de seis trocares. tiempos. El caso del feocromocitoma es más delicado. Debido
En el lado derecho, la situación retrocava dificulta el acceso al riesgo potencial de hipertensión y los cambios de ritmo
a la vena suprarrenal principal. La disección completa de la inherentes a esta patología, los autores han acordado propo-
vena suprarrenal implica rechazar la vena cava, con el ries- ner una preparación medicamentosa preoperatoria [11], que es
go de lesión vascular. Además, en caso de lesión o de afloja- excepcional en la cirugía tradicional. Ciertas indicaciones del
miento de los clips sería difícil el control de una rotura pos- acceso laparoscópico son indiscutibles: el adenoma de Conn
terior en la vena cava. Por lo tanto, es preferible el acceso [8, 19]
, los tumores benignos de Cushing [15] y el adenoma virili-
lateral, con la vena suprarrenal en primer plano del campo zante. Estos tumores suelen ser de tamaño pequeño y fáciles
visual. de disecar.
En el lado izquierdo, el acceso del espacio suprarrenal implica El mayor riesgo del acceso laparoscópico es la posibilidad de
el descenso del colon izquierdo y, sobre todo, la movilización que se produzca una deriva hacia indicaciones quirúrgicas
de la cola del páncreas con un separador. La glándula está abusivas de los «incidentalomas» suprarrenales. La frecuen-
situada por detrás de las arterias cortas del estómago, y el bazo cia de estos incidentalomas en la población es del 1,3 %
no se bascula con la cola del páncreas como en el caso de la mediante tomografía computadorizada y del 8 % en las
posición lateral. Estas maniobras de separación parecen arries- series de autopsia, en tanto que la incidencia del cáncer cor-
gadas, en tanto que la posición lateral permite la presentación ticosuprarrenal es solamente un caso por cada 1 800 000
de la glándula sin la movilización de estos órganos [12]. habitantes. Esta es la razón por la que, si bien está justifica-
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Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo original: Marescaux J, Mutter D et Proye C. Surrénalectomie par voie laparoscopique. Encycl Méd Chir (Editions Scientifiques
et Médicales Elsevier SAS, Paris, tous droits réservés), Techniques chirurgicales - Urologie, 41-496, 1997, 6 p.
Bibliografía