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PEDRO BEDÓN Y DÍAZ DE PINEDA

Fraile dominico y pintor, nacido en Quito en 1556 y fallecido en esta misma


ciudad en 1621, formó parte de una familia de nueve hermanos, fruto del
matrimonio formado por Pedro Bedón y González de Agüero y Juana Díaz de
Pineda. Cuentan sus biógrafos que, siendo niño, ya vestía el hábito de la
Orden de Predicadores, se ordenó sacerdote en 1577, y muy pronto se
distinguió por su postura favorable a las comunidades indígenas, a las
cuales defendió en repetidas ocasiones, adoptando en esa actitud principios
inspirados en la doctrina de Santo Tomás.
Por otra parte, el frondoso intelecto de Bedón se manifestó en su trayectoria
como profesor de Filosofía y Teología en Lima.
Hábil en la pintura de caballete, el muralismo y la iluminación de libros, el
padre Bedón desarrolló una carrera muy fructífera, sobre todo tras su vuelta
a Quito. Entre sus creaciones más celebradas figuran las pinturas sobre
vidrio que dedicó a la Virgen de los Dolores y a la Virgen del Rosario, Buen
conocedor de la devoción popular y devoto de la Virgen del Rosario, Bedón
solía acompañar su figura con las de Santo Domingo y San Francisco, cuya
presencia venía a simbolizar los vínculos existentes entre dominicos y
franciscanos.
En 1618 fue elegido provincial de los dominicos, responsabilidad que asumió
hasta su muerte.

Fecha: 24 septiembre del 2024


Nombre: Anita Carpio
BERNARDO DE LEGARDA
Escultor y pintor quiteño de enorme talento, Legarda destaca como uno de
los artistas más inspirados y polifacéticos del Ecuador virreinal. Pese a la
ausencia de datos fidedignos, la fecha de su nacimiento suele situarse en
1700. Como otros imagineros de procedencia indígena, se dedicó
exclusivamente al arte sacro, alcanzando una soberbia calidad en sus obras,
consideradas entre las más notables de la escultura barroca quiteña.
Entre las disciplinas que cultivó en ese taller figuran la ebanistería, la
pintura, la impresión de libros, la platería y, por supuesto, la talla de
retablos e imágenes piadosas.
Si bien Legarda fue autor de algunos lienzos, como el que representa a
Nuestra Señora de los Dolores en el coro de la iglesia de Santo Domingo, lo
cierto es que se le conoce en mayor medida por sus tallas. En este sentido,
cabe resaltar los retablos que elaboró en los templos de la Merced y del
Carmen Moderno. También resulta conveniente destacar su tarea como
dorador del tabernáculo del retablo mayor de la iglesia de la Compañía.
Lejos de ser un imaginero convencional o rutinario, Legarda supo adueñarse
de las influencias más benéficas del barroco quiteño para infundir tono y
vigor a su obra. La observación es exacta si se repara en creaciones como el
retablo mayor de la iglesia de la Merced de Quito; la célebre Inmaculada
Concepción (1734) que se encuentra en el altar mayor de San Francisco;
el Calvario de la capilla de Cantuña, y la mampara de Santo Domingo
(1767). Dedicado a ese quehacer hasta su vejez, Legarda murió en su
ciudad natal, Quito, el 1 de junio de 1773.
MIGUEL DE SANTIAGO
Figura excepcional en el panorama de la pintura virreinal quiteña, en Miguel
de Santiago se asocian, en una concepción original del arte piadoso, la
fidelidad a unos convencionalismos temáticos y un temperamento emotivo,
sincero, producto de su propia sensibilidad. Nacido en Quito hacia el año de
1630 y fallecido en esa ciudad, el 5 de enero de 1706, este pintor era hijo
adoptivo de Hernando de Santiago. Contrajo matrimonio con su prima
segunda, Juana Ruiz, junto a quien crió a cuatro descendientes, alguno de
los cuales heredó la profesión paterna.
En 1656 Miguel de Santiago recibió el encargo de pintar una serie de
catorce lienzos hagiográficos acerca de San Agustín de Hipona, con el
propósito de iluminar el claustro del convento de San Agustín en Quito. Para
Con parecida meticulosidad, el quiteño logró infundir alma a la serie de doce
cuadros que dedicó en 1683 a los Milagros de Nuestra Señora, y que se
exhibe en la sacristía de la iglesia de Guápulo.
Por lo que concierne a la obra quiteña del pintor, cabe mencionar el cuadro
titulado La Regla de San Agustín, que adorna el presbiterio de la iglesia de
San Agustín; la tela donde Santiago refleja el tránsito de la Virgen,
concebida para iluminar el trascoro de la Catedral; y el lienzo que ofrendó a
la Virgen de las Flores, actualmente conservado en el Museo de Arte
Colonial.
Ángel que se encuentra en la sacristía de la iglesia de San Francisco.
Atribuido a Miguel de Santiago.

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