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INDART - El Estado y Las Políticas Públicas - Cursada 2018

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EL ESTADO Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS:

SENTIDO COMÚN Y PERSPECTIVA CRÍTICA


Mariano Indart

Este trabajo se propone abordar sintéticamente algunas conceptualizaciones en torno al Estado


Moderno y su función, con la intención de brindar elementos que permitan enriquecer las
interpretaciones acerca del origen y lógica de las políticas públicas.
El sentido común hegemonizado por la matriz liberal y algunas versiones derivadas del
pensamiento socialcristiano, predispone a que se considere al Estado como un conjunto de
instituciones que de una manera o de otra se encargan, o deberían hacerlo, del bien común de una
población en un territorio determinado, ya que en los dispositivos estatales estarían representados
todos los ciudadanos de esa nación. Uno de los motivos por los cuales se critica, desde ese
sentido común, al Estado, básicamente al gobierno y la administración pública, es que muy rara
vez las políticas públicas satisfacen las expectativas de la mayoría de la población. En ese caso las
críticas suelen dirigirse a la supuesta incapacidad o corrupción propia de esos gobernantes y
administradores. Llegados a este punto podemos preguntarnos si el fracaso de los gobiernos y la
administración del Estado es producto de esas causas o si el problema tiene relación con la
perspectiva con que se mira al Estado desde el mencionado sentido común, impregnado, entre
otros aportes teóricos que nutren al liberalismo, de positivismo ingenuo. Aceptando que parte o
gran parte del problema de la disconformidad para con el Estado está en las perspectivas
adoptadas respecto de qué entendemos y consecuentemente esperamos del mismo y de sus
políticas, en el apartado siguiente, abordaremos algunas de las teorías más difundidas acerca del
Estado y luego definiremos cuál es nuestro posicionamiento.
No se desarrollarán aquí algunas temáticas que sería interesante incluir pero que harían
demasiado extenso este trabajo, como las vinculadas a la Nación, las nacionalidades y las
relaciones de y entre estas cuestiones, de índole fundamentalmente cultural, con el Estado, y que
han sido de gran influencia para entender proyectos políticos conservadores y reaccionarios, como
el nazismo y el fascismo, pero también proyectos progresistas nacional-populares y que sin duda
impregnan también el sentido común produciendo muchas veces un entrecruzamiento entre los
conceptos de Nación y Estado, pero consideramos que sería interesante desarrollar estas
cuestiones en otros trabajos posteriores.

2- El Estado para el liberalismo


Punto del texto no incluido en este apunte. Para consultar la versión completa ver en Aula Virtual.

3- El Estado para el socialcristianismo


Punto del texto no incluido en este apunte. Para consultar la versión completa ver en Aula Virtual.

4- El Estado para la perspectiva crítica

Las perspectivas derivadas del liberalismo se nutren de las ideas de individuo, competencia,
igualdad jurídica, propiedad privada, considerando como justo el premio y castigo que otorga el
mercado, ya que accionaría sobre los diferentes talentos y méritos de cada individuo. En las
mismas la acción del Estado tiene que ver con un árbitro o sujeto que debe intervenir

1
imparcialmente y solo en la medida de lo necesario para no coartar esa libertad individual y
garantizar la convivencia pacífica.
El socialcristianismo, salvo en las posiciones sintetizadas en el punto 3.3 sostiene que el bien
común debe estar por encima de cualquier interés individual, pero siempre garantizando el orden y
la paz social. El Estado es otra vez un árbitro, un representante de ese bien común y debe velar
por una sociedad más justa pero dentro del orden o debe ser intervenido por el pueblo, en nombre
de la democracia, entendiendo a este como un todo orgánico.
Ambas miradas colaboran para sostener el criterio predominante en el sentido común
hegemonizado en relación al Estado y su función social: la sociedad civil por un lado, la sociedad
política por el otro y, generalmente, esta última es la que se desvía de sus objetivos y debe ser
corregida por la gente que sería independiente y de alguna manera estaría “incontaminada” de la
política.
Muy distinta es la explicación de lo que es el Estado y lo que representan las políticas públicas que
construye la perspectiva crítica. Los puntos que se desarrollan debajo y que representan versiones
de esta perspectiva, son todos tributarios directa o indirectamente del materialismo histórico de Karl
Marx.

4.1- El Estado para el materialismo histórico

4. 1.1 - La teoría instrumentalista del Estado:

La primera versión conceptual del Estado que surge del materialismo histórico y que presentamos
es la que corresponde a la llamada teoría instrumentalista del Estado, y lo haremos a partir de una
cita de Lenin, quien elabora su planteo en base a la interpretación que él y otros teóricos realizan
de la obra de Marx:

“El Estado es una máquina para que una clase reprima a otra, una máquina para el sometimiento a
una clase de otras clases, subordinadas. Esta máquina puede representar diversas formas [...]
Debemos rechazar todos los viejos prejuicios acerca de que el Estado significa la igualdad
universal, pues esto es un fraude: mientras exista explotación no podrá existir igualdad. El
terrateniente no puede ser igual al obrero, ni el hombre hambriento igual al saciado. La máquina,
llamada Estado, y ante la que los hombres se inclinaban con supersticiosa veneración, porque
creían en el viejo cuento de que significa el Poder de todo el pueblo, el proletariado la rechaza y
afirma: es una mentira burguesa. Nosotros hemos arrancado a los capitalistas esta máquina y nos
hemos apoderado de ella. Utilizaremos esa máquina, o garrote, para liquidar toda explotación; y
cuando toda posibilidad de explotación haya desaparecido del mundo, cuando ya no haya
propietarios de tierras ni propietarios de fábricas, y cuando no exista ya una situación en la que
unos están saciados mientras otros padecen hambre, solo cuando haya desaparecido por completo
la posibilidad de esto, relegaremos esta máquina a la basura. Entonces no existirá Estado ni
explotación”.

(Lenin, “Conferencia pronunciada en la Universidad Sverdlov”,


en Portantiero, J.C. y E. De Ipola, Estado y Sociedad en el pensamiento clásico,
Buenos Aires, Cántaro, 1987, pp. 314 a 335.)

2
En esta cita aparecen aspectos importantes que destacar: la crítica a la versión liberal del Estado y
que relaciona a éste con la representación del interés general y con la igualdad, como vimos en los
puntos anteriores. Lenin afirma que el verdadero sentido de la institución estatal tiene que ver con
su función represiva hacia el proletariado y también sostiene la concepción de que ese instrumento
burgués, ahora transformado en el socialismo, va a desaparecer en el comunismo, cuando ya no
exista la necesidad de reprimir, al haberse terminado las clases sociales y la explotación, causas
originarias .
Pese a que esta visión del pensamiento marxista en relación con el Estado es seguramente la más
difundida, existen interpretaciones alternativas, no derivadas de Marx sino de Federico Engels
(1820-1895). En una obra publicada con posterioridad a la muerte de Marx, la Introducción a La
lucha de clases en Francia, Engels dejó sentadas algunas ideas que implicaban un cambio en la
estrategia para lograr el fin del capitalismo: En lugar del camino revolucionario aparece la
posibilidad de utilización de la vía legal, de las instituciones parlamentarias. Veamos la importancia
de este párrafo:

“[los obreros] han utilizado el sufragio universal de modo tal que ha multiplicado mil
veces sus beneficios [...], el sufragio universal se ha transformado de medio de
engaño, como era hasta ahora, en medio de emancipación”.
(Engels 1871)

Esta afirmación y otras de similar carácter abrieron un debate que persiste dentro del marxismo y el
pensamiento crítico en general, y que generó innumerables polémicas y acusaciones cruzadas
vinculadas al camino y sentido reformista o revolucionario y/o pacífico o violento de muchas
iniciativas críticas o transformadoras del modo de producción capitalista. A los efectos de este
trabajo simplemente mencionamos la existencia de los mismos, y solo nos detendremos en
perspectivas que permitan explicitar la mirada del Estado y las políticas públicas que nos interesa
explicitar y discutir.

4.1.2- El Estado Ampliado y la hegemonía (Gramsci 1891- 1937)

Mucho se ha escrito, difundido y debatido sobre la obra de Antonio Gramsci y su vigencia para
entender los fenómenos políticos y sociales contemporáneos. Aquí nos interesa plantear su
concepción de Estado Ampliado y la trascendencia que tiene el concepto de hegemonía.
Gramsci posee una interpretación marxista del Estado pero que se aleja de la visión
instrumentalista que vimos en el apartado anterior. Para él el modo de producción capitalista puede
interpretarse teóricamente apelando a los conceptos de sociedad política y sociedad civil1. El
Estado en sentido estricto está integrado por todos los dispositivos políticos conocidos visiblemente
estatales: gobierno, ministerios, aparato legislativo, judicial, etc. Desde ellos se ejecutan las
políticas públicas a partir del control que ejerce la clase dominante en el mismo. Pero el Estado se
prolonga, se amplía en la sociedad civil, en los espacios donde los ciudadanos transcurren sus
vidas cotidianamente: familias, lugares de trabajo, entre medios de comunicación, en las escuelas,
iglesias, etc. y donde se crean y recrean las visiones del mundo del sentido común. La acción
estatal se convierte en hegemónica cuando logra conducir por consenso activo a la sociedad civil,
cuando la ideología de la clase dirigente logra predominio sobre otras posibles visiones

1
Estos conceptos permitirían interpretar mejor el funcionamiento del modo de producción que los de estructura-
superestructura, que siempre vienen acompañados de alguna dosis, más o menos atemperada, de determinismo
económico.

3
alternativas. Es en el espacio civil donde la clase dominante se convierte en dirigente. Logra
conducir, instalar un discurso, compuesto de dimensiones simbólicas y materiales, por sobre otros
posibles, dar sentido al mundo y al futuro logrando que una filosofía (que es siempre una
concepción del mundo, una ideología surgida de una clase social) se convierta en el sentido común
predominante. El sentido común es la forma más difundida de entender la vida y la moral que una
sociedad sostiene y que proviene de una clase particular que ha logrado, como se viene afirmando,
que sus intereses particulares sean considerados como universales.
Una hegemonía nunca es completa ni total. Las clases subalternas no son receptoras pasivas que
introyectan una ideología de una vez y para siempre, sino que negocian activamente su apoyo al
proyecto, mientras desarrollan sus vidas en la sociedad civil, donde se presentan contradicciones a
las ideas fuerza de la ideología de la clase dirigente, producto de la naturaleza explotadora y la
experiencia alienante del trabajo en el capitalismo. Por ello Gramsci sostiene que en el sentido
común de las clases populares, en el folklore, en la cultura del pueblo, coexisten por un lado los
principios y sentidos provenientes del discurso hegemónico, y por otro las vivencias propias de la
experiencia de clase de los sectores populares, que contradicen ese discurso. Esa parte del
sentido común de las clases populares que resiste a la invasión de hegemonía es denominada
núcleo del buen sentido.
Gramsci considera que la tarea revolucionaria en las sociedades del capitalismo avanzado debe
considerar la lucha en ambas esferas del Estado Ampliado por un lado la lucha por la toma del
poder en la sociedad política, la estrategia estrictamente política vinculada a los partidos y las
elecciones, pero en conjunto con el avance en las trincheras de la sociedad civil donde debe
potenciarse ese núcleo de buen sentido para que se convierta en pensamiento crítico y contra-
hegemónico. En cada espacio de la sociedad civil se juegan concepciones del mundo y es
necesaria una tarea educativa que desnaturalice el sentido común hegemonizado y permita la
mirada de clase. La clase trabajadora debe ser dirigente para poder ser dominante. Tomar el
Estado y sus instituciones, como podría suponerse desde la concepción instrumentalista, no es
suficiente sin un cambio de mentalidad en la sociedad civil, sin un nuevo sentido común contra-
hegemónico. La transformación social es un desafío mucho más complejo en el capitalismo
avanzado, y las batallas por el control de lo que circula en los medios de comunicación, por lo que
se enseña en las escuelas, en fin, por todos los espacios donde circulan valores y concepciones
del mundo, se convierten en estratégicas para que otra sociedad sea posible.
Por último diremos que Gramsci considera central el trabajo que realizan los sectores auxiliares, las
clases medias, que por su posición estructural son muy vulnerables a la invasión de la hegemonía
y ocupan lugares estratégicos en el campo de la cultura y la educación.2
Desde la década del 80’ del siglo pasado existen trabajos teóricos que se nutren de la obra de
Gramsci e intentan enriquecer el análisis de la actualidad del capitalismo. Uno que vale la pena
destacar, por lo polémico pero estimulante de sus planteos, son los de E. Laclau y C. Moffe3,
quienes consideran que Gramsci fue quien ha llevado más lejos el historicismo y la contingencia,
es decir, quien ha permitido salir del determinismo económico al materialismo histórico, al introducir
la noción de hegemonía, pero que, según ellos, no se ha podido librar de la preponderancia de la
clase social propia del materialismo histórico, por sobre otras posibles sobredeterminaciones.
Laclau y Moffe proponen una nueva interpretación de la noción de hegemonía que considera que la
conducción política de un proyecto popular puede surgir de distintos y variados grupos de
pertenencia socio-culturales, y no de una clase o fracción de clase necesariamente. Una lucha

2
Para profundizar el tema de la clase media desde el materialismo histórico ver Tamarit, José: (2012) Clase Media:
cultura, mito y educación: ¿quién educa al educador?, Miño y Dávila, Buenos Aires.
3
Son varios los trabajos de Laclau y Moffe donde se exponen estos planteos. El que puede citarse para introducirse en
esta polémica es “Hegemonía y Estrategia Socialista”, que figura en la bibliografía.

4
ecológica, de género, por ampliar derechos familiares, de consumidores, etc. podrían ser el eje
sobre el cual se monta un proyecto nacional-popular y/o socialista y el rumbo de la historia no se
podría, entonces, anticipar. La contingencia es la constante en la historia y el materialismo
histórico, aún en su versión gramsciana, no ha podido evitar ser en realidad una filosofía de la
historia más que un análisis sociológico para la acción política. Esta interpretación de Laclau y
Moffe es vista por algunos marxistas, como Tamarit y Meiskins Woods como una herejía y como un
planteo teóricamente incorrecto. El debate sigue abierto.

4.1.3- El Estructuralismo marxista de Nikos Poulantzas (1936-79)

N. Poulantzas pertenece al llamado estructuralismo, al igual que L. Althusser, postura


epistemológica que toma preponderancia durante los años 60’ del siglo pasado y que sostiene,
simplificando seguramente en extremo sus aportes, que los sujetos no son los protagonistas de la
historia sino que son portadores de estructuras. Que la sociedad no tiene necesidad alguna de los
sujetos particulares, sino de que se reproduzcan mecanismos sociales, económicos, políticos y
culturales determinantes (o condicionantes en su versión más atenuadas) para garantizar el
funcionamiento social.
Dentro del materialismo histórico, Poulantzas sostiene, lógicamente al igual que Gramsci y todos
los teóricos del marxismo, que el motor de la historia son las clases sociales, no los individuos o las
personas, como puede suponerse desde el liberalismo o el socialcristianismo. Critica tanto a las
concepciones de Estado instrumento de Lenin proveniente también, como ya se ha desarrollado,
del materialismo histórico, como a las concepciones de Estado sujeto y contractualistas de matriz
liberal.
Define al Estado como:

“la condensación material de una relación de fuerzas entre clases o fracciones de clase”.

De esta definición es interesante primero destacar la expresión fracciones de clase ya que de esta
manera se complejiza un tema que suele simplificarse de manera excesiva en algunos enfoque
marxistas que reducen el conflicto social al antagonismo fundamental entre la clase burguesa y el
proletariado. Incorporar las fracciones de clase permite entender cómo el interés objetivo de la
burguesía, acumular capital, suele complicarse en relación a sus intereses inmediatos, dado que en
general las políticas públicas no favorecen a todas las fracciones de la misma manera. Por
ejemplo: el valor del dólar que favorece a la burguesía industrial puede ser diferente al que
conviene a la burguesía comercial, agraria o financiera. Y lo mismo ocurre en la clase trabajadora:
ser empleado de un banco que está creciendo por ciertas políticas públicas que favorecen al sector
y que mejora el salario de sus empleados puede coincidir en el tiempo con otros trabajadores que
son afectados negativamente por pertenecer a una industria que está en crisis por las mismas
políticas. Todo esto hace que construir la conciencia de clase teorizada por Marx y base de la
acción política se convierta en una tarea política sumamente compleja y atravesada por
negociaciones constantes, marchas y contramarchas.
Volviendo a la definición de Estado, hablar de una condensación material lleva a pensar que en el
Estado confluyen, se sintetizan, se mezclan, varias corrientes existentes en la sociedad, y esa
unión es material, es decir, toma cuerpo en instituciones, dispositivos, mecanismos realmente
existentes. Los distintos ministerios, dependencias, edificios, legislaciones y reglamentos, dan
cuenta de esa materialidad.

5
Esa condensación material es de relaciones de fuerzas entre clases o fracciones de clase, es decir
que en el Estado la clase dominante consigue unificar su fuerza y presentar un proyecto político
particular pero que logra presentarse ante la sociedad como si fuera universal. Nótese la diferencia
con el liberalismo: el Estado no es el representante de una voluntad general, producto de un pacto
entre individuos. Desde la mirada de Poulantzas no hay tal pacto ni representación: el Estado está
conducido por intereses de clase y/o fracciones particulares que logran presentarse como
universales, que se presentan como producto de una voluntad general que en realidad no existe,
ya que no puede haberla al existir las contradicciones y las luchas inherentes al modo de
producción capitalista.
El autor considera que las clases dominadas también están presentes en esa condensación. Si
bien como focos de oposición, no son exteriores al Estado ni lo atacan y presionan desde afuera.
Así como desde el origen del capitalismo están presentes, en conflicto, burguesía y proletariado,
dentro del Estado se vehiculiza y toma cuerpo esa lucha y se hace visible en las políticas públicas.
Las políticas económicas, sociales, culturales, educativas, etc. no serían producto exclusivo de una
clase política y una administración burocrática estatal, aunque Poulantzas habla de una autonomía
del Estado, necesaria para presentarse como representante general, sino el resultado de los
intereses en conflicto dentro del Estado, entre las distintas clases y fracciones. Las decisiones que
impulsan una política pública no nacen de individuos, de los políticos de turno, como suele
afirmarse desde el sentido común, aunque la cara visible de las mismas sean miembros de la
conducción o la burocracia estatal, sino del poder que han logrado construir dichas clases y
fracciones para lograr sus objetivos.
Es interesante destacar también que para el autor el poder no es una sustancia, ni se encuentra en
algún lugar donde debe ser buscado, rompiendo con otra concepción del sentido común que
sostiene que en el Estado está el poder, o de que tomando el Estado se está adquiriendo poder.
Para Poulantzas el poder es:

“la capacidad de una clase o fracción para realizar sus intereses objetivos específicos”.

Aparece aquí la idea propia del materialismo histórico al hablar de que las clases tienen intereses y
que éstos son objetivos, es decir que responden al posicionamiento estructural dentro del modo de
producción, y la noción de capacidad. El poder se construye, no se encuentra. Una clase
trabajadora que logra armar un sindicato construye poder, una fracción empresaria que logra
formar una cámara que los represente tiene más poder que el que tenía previamente, solo como
propietaria de un medio de producción. Organización, unidad, conciencia, son todos factores que
permiten construir poder. Llegar al Estado y conducir alguno de sus aparatos, tener espacios de
decisión dentro de las instituciones estatales, es también construir poder, al tener la posibilidad de
tomar decisiones desde la autoridad inevitable y monopólica que posee el Estado en una sociedad.
Poulantzas considera que el Estado no está organizado jerárquicamente de arriba hacia abajo, sino
que es un campo de lucha complejo y estratégico. Que el lugar o dispositivo estatal desde donde
surgen, en un momento histórico, las políticas públicas que permiten construir o afianza mayor
poder, no siempre es el mismo. En una época puede que el ministerio de economía sea al lugar
central dentro del poder estatal, en otra etapa puede ser el Congreso, etc.
Es interesante el aporte que hace Tamarit a esta visión de Poulantzas y que enriquece el análisis:
sostiene que las clases populares no solo están presentes en el Estado como focos de oposición
en el capitalismo, sino que muchas veces logran conducir el proyecto estatal y gestionar las
políticas públicas, y da como ejemplos lo sucedido en casos de la historia latinoamericana, como
durante el primer peronismo en Argentina.

6
Con el planteo de Poulantzas y el aporte de Tamarit se complejiza el análisis de los Estados
capitalistas y las políticas públicas. A modo de ejemplo: el modelo llamado Estado de Bienestar
podría ser entendido como una forma estatal que se construyó como estrategia burguesa, con
componentes sociales que atenuaron el conflicto social para salvar el capitalismo y enfrentar al
modelo socialista soviético o, a la luz de los planteos de Poulantzas y Tamarit, como el resultado
de relaciones de fuerzas de un momento histórico donde las clases trabajadoras organizadas
pudieron arrancar al Estado capitalista una serie de beneficios y derechos antes postergados, y
que fortalecieron a dicha clase para ir “por más” y con esto tensar las relaciones sociales y el orden
capitalista. La crisis de los años 70’ del siglo XX permite considerar que gran parte del ajuste
neoliberal que se inició entonces tuvo que ver no solo con sanear déficits económicos de ese
Estado de Bienestar, sino con disciplinar a una clase trabajadora que logró exigir nuevas
conquistas y demandas que hicieron peligrar (y en algunos casos lograron quebrar)4 a las
relaciones de producción capitalistas.

4.1.4- Neomarxismo latinoamericano: García Lineras (contemporáneo)

El aporte de García Lineras es central teniendo en cuenta que no solo es teórico sino que, al estar
ejerciendo la vicepresidencia de Bolivia da cuenta de una experiencia concreta. Podríamos decir
que dicho aporte es praxis, unión de teoría y práctica. Es en ese país donde se está llevando a
cabo un proyecto de transformación del capitalismo hacia el llamado socialismo plurinacional
indígena campesino.
Lineras comparte la matriz teórica de Gramsci y Poulantzas pero agrega elementos para analizar
un Estado en transición. Tomando como ejemplo el caso de Bolivia analiza como se fueron dando
los siguientes pasos:

1- Develación de la crisis.
2- El “empate catastrófico”.
3- La sustitución de las elites (representantes del nuevo proyecto acceden al gobierno).
4- El “punto de bifurcación”.
5- La consolidación de una nueva estructura estatal (nueva Constitución no capitalista, etc.)5

Estos momentos permitieron avanzar en la superación del régimen capitalista, con sus tensiones,
marchas y contramarchas. El proceso de construcción de poder popular permite que hoy en Bolivia
se haya logrado establecer una nueva Constitución 6 y que se afiance el proyecto del Estado
socialista plurinacional, que solo podrá sostenerse, afirma Lineras, si se logran alianzas y respaldos
en toda la región latinoamericana. Para ello es central la construcción de una nueva hegemonía en
la sociedad civil, con nuevos valores que se opongan al liberalismo. Las batallas por el control de
los medios de comunicación, por la educación aparecen nuevamente como centrales para la
formación de un sentido común alternativo.
García Lineras aporta elementos teóricos para entender que lo que llamamos Estado (en sentido
estricto, lo que para Gramsci es la sociedad política) no es solo un conjunto de instituciones sino

4
El caso del régimen socialista cubano que comienza en la década del 60’, la revolución nicaragüense en los 70’, lo
ocurrido en varios países de África, muestran casos de caídas del capitalismo y el origen de diferentes proyectos no
capitalistas.
5
Para ver el desarrollo que G. Lineras da a cada una de estas etapas puede consultarse “La construcción del Estado”.
Conferencia Magistral, abril de 2010, Facultad de Derecho, Bs. As.
6
La actual Constitución de Bolivia ha sido reconocida por prestigiosos juristas como una de las más avanzadas en lo que
hace a la democratización, reconocimiento de derechos sociales y respeto a la diversidad cultural.

7
que además existe una dimensión simbólica, que está poblada de relatos, de historia, y que hace
también al Estado en cuanto es lo que la sociedad ha incorporado acerca del mismo y su
significado. Es importante el relato de la historia, desde donde se ha escrito, qué elementos se han
destacado y cuáles no aparecen en escena. No es lo mismo considerar que el Estado ha nacido a
partir de la lucha de héroes y patriotas como los llamados próceres (en nuestros países
latinoamericanos fueron prácticamente todos militares) que entender que han sido los pueblos
quienes fueron los protagonistas de esa construcción.
La tercera dimensión que García Lineras contempla para definir un estado, coincidiendo con
Poulantzas, es la correlación de fuerzas, que es propia de todo Estado. Dicha correlación expresa
el Estado de situación de las fuerzas sociales y políticas de un país en un momento determinado y
se percibe en el signo de sus políticas públicas. Por último, como cuarto aspecto, señala que el
Estado es monopolio. Tanto de la fuerza legítima en un territorio (tal como lo afirmara Weber
aunque desde una matriz liberal, considerando al Estado como Sujeto), como de recursos
económicos.
García Linera considera que no son correctos los análisis teóricos que anuncian el fin del Estado
en nombre de la globalización económica y las fuerzas del mercado, como los que siguen
planteando al Estado como el centro del poder en las sociedades modernas. Afirma que los
Estados están siendo, en estas primeras décadas del siglo XXI, nuevamente protagonistas, no solo
en la región a partir de proyectos nacional-populares y desarrollistas, sino en el resto del planeta
interviniendo fuertemente luego de la crisis que se inicia en el 2008 en EEUU. Pero dicho
protagonismo no permite pensarlos como centro de las decisiones, tal como ocurría a mediados del
siglo pasado, ya que existe una nueva e inédita estructura de relaciones entre Estados,
organizaciones supraestatales (como la CELAC, la ONU, etc.) y mercados globalizados que hacen
que las tensiones, luchas y negociaciones constituyan una nueva complejidad. Por ejemplo: un
proyecto político popular como el de la Revolución Bolivariana en Venezuela no puede dejar de
considerar que gran parte de los recursos para llevar adelante las políticas públicas depende del
precio y la demanda del petróleo en el mercado mundial.
Estas y otras consideraciones nos permiten seguir introduciendo variables de análisis para abordar
el Estado desde la perspectiva crítica.

6- Conclusiones

Nuestra perspectiva para entender el Estado y las políticas públicas es la que construyen los
planteos derivados de la perspectiva crítica en la versión derivada de Gramsci, Poulantzas y García
Lineras (incluyendo aquí los derivados del socialcristianismo incluidos en el punto 3.3).
Tal como se señaló al inicio de este trabajo, la intención fue recorrer algunas conceptualizaciones
en torno al Estado y a las políticas públicas pero sin duda no hemos desarrollado demasiado esta
última cuestión dado que el tema del Estado en sentido estricto nos ha llevado toda la atención. Sin
embargo sería interesante, para ir concluyendo estas líneas, introducir las consecuencias de
algunos de estos análisis para entender, valorar y criticar las políticas públicas. Tomando por caso
la educación, que es una de las principales, más visibles y tradicionales de estas políticas que
surgen del Estado, podemos reflexionar acerca de cómo varían los juicios de valor al respecto, si
uno se plantea las cosas desde un punto de vista u otro.
Podríamos mirar desde la perspectiva neoliberal y considerar que la educación pública es un mal
necesario, inevitable para lograr un mínimo de consenso que haga posible la vida en común, pero
que el mercado (en este caso representado por las escuelas privadas) permitiría una mayor libertad
y pluralismo para los individuos, y evitaría el riesgo de adoctrinamiento que intenta ejercer todo

8
gobierno, sobre todo si es de signo nacional-popular y ni hablar si el proyecto político presenta
simpatías con alguna de las versiones del socialismo. El Estado siempre es ineficiente, ineficaz y
los impuestos son siempre para beneficiar a los políticos y la corrupción. Estas miradas son
habituales en los medios hegemónicos cuando escuchamos noticias de lo que estaría ocurriendo
en Venezuela, Bolivia o Ecuador en estos primeros años del siglo XXI, y también en nuestro país.
O por el contrario podríamos pensar la educación pública como nos sugiere la perspectiva de
Poulantzas, como producto de la correlación de fuerzas que en cada momento histórico constituye
al Estado. Entonces podríamos apreciar que la educación en Argentina no ha sido la misma en el
neoliberalismo que caracterizó la década del 90 que desde que asume el gobierno kirchnerista.
Existen otras correlaciones de fuerza en Argentina y en toda América Latina. Distinto presupuesto
destinado a educación, distintas políticas vinculadas a inclusión, democratización y protagonismo
indelegable del Estado, entendiendo la educación como un derecho, distinta concepción político-
pedagógica acerca de lo que significa educación de calidad, etc.
Cómo seguirá la historia, hacia donde conducirán los próximos proyectos políticos a la educación
pública, lo decidirá el poder de las diferentes clases, sus fracciones y organizaciones, no la
voluntad de los individuos y, mirando desde esta posición, estamos obligados a tomar partido, ya
que no existe neutralidad posible.

Bibliografía consultada:

- Di Pol, R. (1987): Educación, libertad y eficiencia en el pensamiento y en los programas del neoliberalismo,
en Revista de Educación Nº 283, Madrid. pp. 37 a 62.
- Follari, R. (2003): “Lo público revisitado: paradojas del Estado, falacias del mercado”, en Feldfeber, M.
(comp.): Los sentidos de lo público. Reflexiones desde el campo educativo. Buenos Aires: Noveduc.
- Freire, P. (1996): “Escuela pública y educación popular”, en Política y educación, México:Siglo XXI.
- Gramsci, Antonio: selección de textos. (2012) Material de cátedra de Sociología de la Educación de la
UNLU.
- Grüner, Eduardo (2003): “Marxismo, cultura y poder”, en La teoría marxista hoy. Problemas y perspectiva,
15ª clase, Curso de teoría marxista, CLACSO.
- Laclau, E. y Moffe, Ch. (2004) “Hegemonía y estrategia socialista” , FCE, Buenos Aires.
- Linera, Álvaro García (2010): “La construcción del Estado”. Conferencia Magistral, abril de 2010, Facultad
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- Meisksins Wood (2013) “¿Una política sin clases? El post-marxismo y su legado”, Biblioteca militante,
CEICS ediciones., Argentina.
- Portelli, H. (1997): “Gramsci y el bloque histórico” México: Siglo XXI,pp 13 a 30.
- Poulantzas, N. (1988): “Estado, poder y socialismo”. México: Siglo XXI. (pág. 152 a 175)
- Santos, Boaventura De Sousa (2005): “La reinvención solidaria y participativa del Estado” en Santos,
Boaventura De Sousa (2005): Reinventar la democracia. Reinventar el Estado. Buenos Aires, CLACSO.
pp. 57-86.
- Tamarit, José (2002): “El sentido común del maestro”. Buenos Aires: Miño y Dávila; Capítulo: I
- Tamarit, José: (2012) Clase Media: cultura, mito y educación: ¿quién educa al educador?, Miño y Dávila,
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- Thwaites Rey, M. (2007): “El Estado ampliado en el pensamiento gramsciano”, en Estado y Marxismo.
Buenos Aires: Prometeo.
- Thwaites Rey, M. (2004): “La autonomía como búsqueda, el Estado como contradicción”, Buenos Aires:
Prometeo.

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