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UNIVERSIDAD TECNICA DE MACHALA

FACULTAD DE CIENCIAS QUIMICAS Y DE LA SALUD


CARRERA DE MEDICINA
ASIGNATURA:
OTORRIONALARINGOLOGÍA
TEMA:
TRABAJO AUTÓNOMO INTEGRADOR 1
TRABAJO INTEGRADOR 2
ESTUDIANTE:
JANDRY STEVEN PALMA CASTILLO
DOCENTE:
DOCTOR ALEXANDER HERNANDEZ
PERIODO:
2024-D2
FECHA DE ENTREGA:
MIERCOLES 4 DE DICIEMBRE DEL 2024
Índice
1. ABSCESOS PROFUNDOS DEL CUELLO .................................. 3
2. PATOLOGÍA GENERAL DEL OIDO ........................................ 4
3. OTITIS EXTERNA ..................................... 5
4. EPISTAXIS ............................................ 6
5. Conclusión .......................................................... 8
2. REFERENCIAS ………………………………………. 9
DESARROLLO. -
1. Abscesos profundos del cuello:

Definición y clasificación: Los abscesos profundos del cuello son acumulaciones de pus en los
espacios anatómicos del cuello debido a infecciones bacterianas. Estas infecciones pueden
originarse a partir de infecciones dentales (abscesos periamigdalares), infecciones de las glándulas
salivales o de las vías respiratorias altas, o incluso como complicaciones de traumatismos. Los
abscesos profundos del cuello se clasifican en función de la ubicación de la infección, y pueden
involucrar espacios como el retrofaríngeo, parotídeo o submandibular.

Principales etiologías y factores predisponentes: Las bacterias son los principales agentes
causales, siendo Streptococcus pyogenes y Staphylococcus aureus los más comunes. Los
factores predisponentes incluyen la presencia de infecciones orales, la inmunosupresión (por
ejemplo, en pacientes diabéticos o con enfermedades crónicas), y la presencia de cuerpos extraños
o traumas en la región cervical.

Manifestaciones clínicas y complicaciones: Los síntomas más comunes incluyen dolor en el


cuello, fiebre, dificultad para tragar (disfagia) y edema localizado. Si no se trata adecuadamente,
las complicaciones pueden incluir la diseminación de la infección a los pulmones, sepsis
generalizada y obstrucción de las vías respiratorias superiores, lo que puede llevar a la asfixia.

Enfoque diagnóstico y terapéutico: El diagnóstico se basa en la historia clínica, examen físico y


estudios de imagen como la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM) para
localizar el absceso. El tratamiento incluye antibióticos de amplio espectro, como la amoxicilina-
clavulánico o cefalosporinas, y en casos graves, es necesario realizar un drenaje quirúrgico del
absceso para evitar la propagación de la infección.
2. Patología general del oído:

La patología general del oído cubre una amplia gama de condiciones que afectan las tres partes
principales del oído: el oído externo, el oído medio y el oído interno. Estas afecciones son comunes
tanto en niños como en adultos, y pueden variar desde infecciones menores hasta problemas graves
que pueden afectar la audición y el equilibrio. Para entender mejor las patologías, es importante
conocer la anatomía básica del oído, que se divide en tres partes principales: el oído externo, el
oído medio y el oído interno.

El oído externo está compuesto por el pabellón auricular, que es la parte visible del oído, y el
conducto auditivo externo, que dirige el sonido hacia el tímpano. El oído medio incluye el tímpano
y tres pequeños huesos llamados martillo, yunque y estribo, que amplifican las vibraciones del
sonido y las transmiten al oído interno. También contiene la trompa de Eustaquio, que conecta el
oído medio con la nasofaringe y ayuda a igualar la presión en el oído medio. Finalmente, el oído
interno contiene la cóclea, que convierte las vibraciones sonoras en señales eléctricas que el
cerebro interpreta como sonido, y el aparato vestibular, que controla el equilibrio.

Las patologías del oído se dividen en tres categorías según la parte del oído que afecta: el oído
externo, el oído medio y el oído interno. En el oído externo , una de las patologías más comunes
es la otitis externa , que es una inflamación del conducto auditivo externo, generalmente causada
por bacterias como Pseudomonas aeruginosa o Staphylococcus aureus . La otitis externa es
conocida como "oído de nadador" porque la exposición constante al agua puede aumentar el riesgo
de infección. Esta condición también puede ser provocada por el uso excesivo de hisopos para
limpiar el oído o por condiciones dermatológicas como la dermatitis. Los síntomas incluyen
picazón, dolor y secreción del oído. Otra condición común en el oído externo es la obstrucción
por cuerpos extraños , que suele ocurrir cuando alguien introduce objetos en el conducto auditivo.
Además, el cerumen impactado es una causa frecuente de pérdida temporal de la audición cuando
el cerumen se acumula y bloquea el conducto auditivo.

En el oído medio , una de las patologías más comunes es la otitis media aguda , que es una
infección del oído medio, generalmente causada por bacterias o virus. Esta afección es más
frecuente en niños y puede ir acompañada de fiebre, dolor intenso y pérdida temporal de la
audición. Si no se trata adecuadamente, puede llevar a una otitis media crónica , que puede causar
daño en los huesos del oído medio, afectando de manera permanente la audición. Otras condiciones
del oído medio incluyen la barotrauma , que es una lesión en el oído medio causada por cambios
de presión, como al volar o bucear, y la perforación del tímpano , que puede ocurrir debido a
infecciones o lesiones directas.

En el oído interno , las patologías más graves pueden afectar tanto la audición como el equilibrio.
La hipoacusia , o pérdida de audición, puede ser causada por infecciones, exposición a ruidos
fuertes o envejecimiento. El síndrome de Menière es otra afección que afecta el oído interno y se
caracteriza por episodios recurrentes de vértigo, pérdida auditiva fluctuante y tinnitus (zumbido en
los oídos). Además, el vértigo posicional paroxístico benigno es una condición en la que el
paciente experimenta episodios de vértigo intenso debido a movimientos de la cabeza, a menudo
relacionados con alteraciones en los canales semicirculares del oído interno.
El diagnóstico y tratamiento de las patologías del oído dependen de la causa y la gravedad de la
condición. En el caso de infecciones del oído externo y medio, los antibióticos tópicos o sistémicos
son utilizados comúnmente. Para las condiciones crónicas, como la otitis media crónica o el
síndrome de Menière, los tratamientos pueden incluir medicamentos para controlar los síntomas,
terapia de rehabilitación auditiva o incluso cirugía en casos más graves. La prevención es
fundamental para evitar muchas de estas condiciones, como evitar la exposición excesiva al agua,
realizar una correcta higiene del oído y protegerse del ruido fuerte.

3. Otitis externa:
La otitis externa es una afección común que afecta el conducto auditivo externo, que va desde el
pabellón auricular hasta el tímpano. Es una de las infecciones más frecuentes del oído,
especialmente en niños y adultos jóvenes, y se asocia a menudo con actividades acuáticas, como
nadar, debido a la exposición prolongada al agua que facilita la entrada de bacterias en el canal
auditivo. Sin embargo, la otitis externa no solo está vinculada a la exposición al agua, sino también
a factores como el uso inadecuado de hisopos para limpiar los oídos, que pueden irritar la piel del
conducto auditivo o empujar el cerumen hacia el interior, creando un ambiente. propicio para la
infección.

Esta condición es causada por bacterias, siendo Pseudomonas aeruginosa y Staphylococcus


aureus las más frecuentes, aunque también pueden intervenir hongos, especialmente en climas
húmedos. La infección provoca inflamación, picazón y dolor, que puede ser muy intenso,
especialmente al tocar o mover el oído afectado. Además, la secreción del oído, que puede ser
acuosa o purulenta, es uno de los signos distintivos. En casos más graves, la otitis externa puede
extenderse a los tejidos circundantes, provocando celulitis y otras complicaciones.

El tratamiento inicial generalmente incluye el uso de antibióticos tópicos y analgésicos para


controlar el dolor y reducir la inflamación. En casos recurrentes o complicados, puede ser necesario
un tratamiento más prolongado, que podría incluir antibióticos orales o incluso una intervención
quirúrgica para drenar cualquier absceso formado. La prevención se basa en mantener los oídos
secos y evitar la limpieza excesiva o el uso de objetos en el canal auditivo.
Tipos, etiología y factores de riesgo: La otitis externa, conocida como "oído de nadador", es una
inflamación del conducto auditivo externo que puede ser causada por infecciones bacterianas
(principalmente Pseudomonas aeruginosa) o fúngicas. Los factores de riesgo incluyen la
exposición constante al agua (nadadores), el uso de hisopos para la limpieza y condiciones
dermatológicas como la dermatitis atópica o eczema.

Cuadro clínico y diagnóstico diferencial: Los síntomas incluyen dolor en el oído, picazón,
secreción purulenta, ya veces fiebre. El diagnóstico diferencial debe considerar otras patologías
que afectan la región, como la otitis media o las infecciones virales. El diagnóstico se confirma
mediante examen otoscópico, donde se observa la inflamación y secreción en el conducto auditivo
externo.

Manejo médico y quirúrgico: El tratamiento suele ser conservador, con la administración de


antibióticos tópicos (como ciprofloxacino) y el control de la humedad en el oído. En casos más
graves, el tratamiento puede incluir antibióticos orales y, en raras ocasiones, intervención
quirúrgica para drenar abscesos si los hubiera.

4. Epistaxis:
La epistaxis o hemorragia nasal es una condición común que afecta a personas de todas las edades
y puede variar desde episodios leves hasta situaciones graves que requieren intervención médica.
Aunque generalmente no es una afección peligrosa, la epistaxis puede ser un indicio de un
problema subyacente o simplemente el resultado de factores ambientales, climáticos o de salud
específicos. Existen dos tipos principales de epistaxis: anterior y posterior . La epistaxis anterior
es la más frecuente y ocurre cuando los vasos sanguíneos en la parte anterior de la nariz,
generalmente en la región conocida como el "plexo de Kiesselbach", se rompen. Esta área es muy
rica en vasos sanguíneos, lo que facilita que la sangre fluya hacia afuera cuando estos se dañan.
La epistaxis posterior, por otro lado, es menos común pero más grave, ya que involucra vasos
sanguíneos más grandes ubicados en la parte posterior de la cavidad nasal. La sangre de una
epistaxis posterior puede fluir hacia la garganta, lo que puede hacer más difícil detectar la
hemorragia y aumentar el riesgo de aspiración o ahogo.

Las causas de la epistaxis pueden ser diversas. Las más comunes incluyen factores ambientales
como el aire seco, especialmente durante los meses fríos, lo que puede resecar y agrietar las
membranas mucosas dentro de la nariz. El uso excesivo de descongestionantes nasales o de sprays
nasales también puede contribuir a la irritación y fragilidad de los vasos sanguíneos nasales. En
personas con antecedentes de alergias nasales , la inflamación crónica de la mucosa nasal puede
predisponer a episodios de sangrado. Otras causas más serias incluyen trastornos de la
coagulación , como la hemofilia, el uso de anticoagulantes o enfermedades vasculares que
afectan la integridad de los vasos sanguíneos. Además de los factores locales y sistémicos, el
trauma nasal o el soplido excesivo de la nariz también son desencadenantes comunes de la
epistaxis. Las personas que practican deportes de contacto o que han sufrido un accidente pueden
experimentar hemorragias nasales debido a un golpe directo. El estrés o la presión arterial
elevada también se han asociado con el sangrado nasal, aunque su relación no siempre es directa.
En cuanto al manejo de la epistaxis, existen varias opciones que dependen de la causa y la gravedad
del sangrado. Para una epistaxis anterior leve , el tratamiento inicial consiste en inclinar
ligeramente la cabeza hacia adelante para evitar la ingestión de sangre, aplicar compresión
sobre las fosas nasales y mantenerla durante varios minutos. Si el sangrado persiste, el uso de un
descongestionante nasal en aerosol puede ayudar a contraer los vasos sanguíneos y detener la
hemorragia. En algunos casos, la cauterización de los vasos sanguíneos dañados con nitrato de
plata o láser es necesaria para prevenir episodios recurrentes.

Cuando se trata de epistaxis posterior , el tratamiento es más complejo y, a menudo, requiere


intervención médica urgente. En estos casos, es fundamental controlar la pérdida de sangre y,
dependiendo de la causa, se pueden utilizar tampones nasales para ejercer presión directa sobre
los vasos sanguíneos o incluso recurrir a un procedimiento quirúrgico para ligadura de los vasos
sanguíneos comprometidos. Es importante mencionar que, aunque la epistaxis en la mayoría de
los casos es autolimitada y no grave, las personas que experimentan episodios frecuentes deben
buscar atención médica. El médico puede realizar un examen físico para evaluar la causa
subyacente, que puede ser tan simple como la resequedad nasal o un signo de una condición médica
más seria, como un trastorno de coagulación. En estos casos, se podrían necesitar estudios
adicionales como análisis de sangre o una evaluación otorrinolaringológica para identificar y tratar
la causa raíz de la hemorragia nasal.

La prevención de la epistaxis implica mantener la mucosa nasal hidratada, especialmente en


ambientes secos. El uso de humidificadores en el hogar y la aplicación de ungüentos nasales o
sprays salinos pueden ayudar a mantener la integridad de la mucosa nasal. Evitar el uso excesivo
de descongestionantes nasales o la manipulación de la nariz también es fundamental para prevenir
lesiones en los vasos sanguíneos nasales.

Etiología y factores desencadenantes: Las causas comunes incluyen traumatismos (como los causados
por sonarse la nariz o el uso excesivo de hisopos), condiciones climáticas secas, y enfermedades
subyacentes como hipertensión, trastornos de la coagulación y uso de medicamentos anticoagulantes.

Opciones terapéuticas: El manejo inicial de la epistaxis incluye la compresión nasal y el uso de


soluciones salinas para humidificar la mucosa nasal. En casos más graves, se puede requerir la
cauterización de los vasos sanguíneos o la ligadura de los mismos. Los casos de epistaxis posterior,
debido a su riesgo de complicaciones, pueden requerir hospitalización y tratamiento con tampón
nasal o incluso cirugía endoscópica.
CONCLUSION
La importancia del diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado en condiciones frecuentes
como los abscesos profundos del cuello, las patologías del oído y la epistaxis radica en prevenir
complicaciones graves que pueden poner en riesgo la vida del paciente. Estas patologías, aunque
comunes, pueden complicarse rápidamente si no se gestionan correctamente.

En el caso de los abscesos profundos del cuello, el drenaje adecuado y el uso de antibióticos
eficaces son esenciales para evitar la propagación de la infección a otras áreas del cuerpo y prevenir
la obstrucción de las vías respiratorias, lo que podría poner en riesgo la vida. del paciente.

La patología del oído, especialmente la otitis externa, puede ser tratada de manera efectiva con
antibióticos tópicos y medidas preventivas, como evitar la exposición constante al agua y la
limpieza inapropiada del oído. Un manejo adecuado reduce el riesgo de complicaciones como la
otitis media o pérdida auditiva.

En cuanto a la epistaxis, aunque en muchos casos se resuelve con medidas conservadoras, es


fundamental que los pacientes con factores de riesgo como hipertensión o trastornos de
coagulación sean evaluados cuidadosamente para evitar episodios recurrentes o graves.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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