Título: ¿Te lavas las manos o me lavas los pies?
(Pregunta incomoda)
Textos: Mateo 11:29, Mateo 15:1-20 (La tradición de los fariseos), Isaías 29:13 (La falsedad de
Israel), Juan 13:1-17 (Jesús lava los pies de sus discípulos).
Uno de los valores modernos es la “competitividad”. Desde muy jóvenes, se nos enseña lo
importante de las “posesiones y las posiciones”. El poder, la autoridad, el logro, como
objetivos máximos de una vida exitosa.
No hay nada mejor que ser el primero, el jefe, el líder, el más fuerte, la más bella, la dueña, la
más inteligente, la más reconocida, etc.
Independiente del contexto social donde te desarrolles, el sistema marca que es lo que
necesitas hacer, tener o convertirte para tener logros; para algunos, ser el más inteligente es el
objetivo, otros necesitan ser sagaces y violentos para sobrevivir, algunas necesitan verse lo
más llamativas y atractivas posible, otros requieren tener mucho dinero para ser tomados en
cuenta, a quienes solo siendo los más talentosos tendrán oportunidad, etc.
Esto es tan fuerte, que aún dentro del contexto religioso es igual. El más perfecto, el que mejor
predica, el que mejor enseña, la que mejor canta, el que mejor toca, la que ora más bonito, el
más espiritual, etc.
Así corremos una carrera diaria para alcanzar lo que se supone debemos alcanzar. Algunos lo
alcanzan, sin embargo, pasa el tiempo y pareciera que aquello que tanto se buscó no es
suficiente… y se debe seguir corriendo por algo más.
Esto cansa…y ¿si no puedo alcanzarlo? Y ¿si no soy el mejor, el primero, el más fuerte? ¿no
hay nada más? Ya me cansé… (infelizmente, algunos en este punto caen en depresiones, crisis
emocionales e inclusive suicidio)
Sin embargo, la persona más poderosa, grandiosa y espectacular que ha pisado este planeta,
declaró lo siguiente:
Mat 11:28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Mat 11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
Mat 11:30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Es tan raro hablar de humildad. Prácticamente, el concepto solo se usa para referirse a la
condición de personas de clase baja u origen pobre.
¿Te lavas las manos o me lavas los pies? (Incómoda para algunos)
Este tipo de preguntas, exigen a la persona escoger la opción más satisfactoria dentro de una
serie de alternativas.
En este caso, la primera alternativa, lavar tus manos, te beneficia directamente. La segunda,
lavar mis pies (de un tercero), no solo deja de beneficiarte directamente, sino que, no es
complaciente porque te ensuciarías las manos con la suciedad del otro.
En concreto, una opción me complace y la otra no. En torno a esto giran todas nuestras
decisiones. Aunque parezca haber muchas opciones, siempre hay dos formas de decidir,
conforme a nuestra voluntad (placer y beneficio) o conforme a la voluntad de Dios
(obediencia).
Leamos Mateo 15:1-2
Una delegación de las autoridades religiosas del momento viajó apróx. 130 Km desde Jerusalén
hasta Galilea, para confrontar a Jesús por actuar en contra de sus tradiciones religiosas. Viajar
era muy costoso, desgastante y sumamente peligroso. Dependiendo de la topografía y el
tamaño de la caravana, se recorrían de 15 a 30 Km por día. Por lo cual, este viaje pudo a ver
llevado una semana entera.
Abordaron a Jesús con una pregunta del tipo abierta:
¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos?...
No se referían meramente al acto higiénico, sino a un ritual establecido por sus tradiciones
religiosas.
Por siglos, desde el retorno de la cautividad de Babilonia, habían agregado cientos de
tradiciones religiosas a las leyes de Dios. Los fariseos y los maestros de la ley las consideraban
todas de igual importancia. Muchas tradiciones no son malas en sí. Ciertas tradiciones
religiosas pueden agregar riqueza y significado a la vida, pero no debemos caer en la trampa
de dar por sentado que por el hecho de que nuestras tradiciones hayan sido practicadas por
años deben ser promovidas al nivel de sagradas. La ley de Dios nunca cambia y no requiere
adiciones. Las tradiciones debieran ayudarnos a comprender mejor las leyes de Dios y no
constituirse en leyes en sí mismas.
Esta tradición era la ley oral que se basaba en la ley dada a Moisés, pero contenía instrucciones
detalladas que no se encontraban en el A.T. Eventualmente esta ley oral se escribió en el
Mishná (después del 200 d.C.). Los fariseos consideraban que estas tradiciones tenían la misma
autoridad que la ley del A.T. (v. coment. en 23:4).
Los escribas y fariseos decían que la tradición de los ancianos era la enseñanza de Moisés
entregada oralmente a los ancianos quienes en turno la entregaban a las generaciones
sucesivas. Eran altamente estimadas por toda la nación con excepción de los saduceos. En
verdad algunos opinaban que eran de más importancia que la ley escrita. El Talmud de
Jerusalén dice: "Las palabras de los escribas son preciosas más allá de las palabras de la ley,
porque las palabras de la ley son pesadas y ligeras, pero las palabras de los escribas son todos
pesados ".
“La ausencia de humildad convierte a cualquier otra virtud en un vicio.”
“Aunque estemos lejos de Dios podemos mantenernos cerca de la religión, es sencillo, solo
debemos aparentar ser más espirituales que la mayoría.”
En lo exterior sus acciones parecían superiores (daban más dinero para Dios), pero
descuidaban el mandato de Dios que requería cuidar de las necesidades de los padres.