SÓCRATES Y LOS SOFISTAS
SÓCRATES 470-399 a.C.
Su vida
Nació y murió en Atenas.
Participó en la Guerra del Peloponeso en el año 431.
Contempla la ruina de su ciudad, y ve al pensamiento sofista como una de sus principales causas, porque
según él este pensamiento va minando la religión tradicional, las leyes y las instituciones.
Sócrates no escribió libros, renunció a la oratoria, así que lo que sabemos de él es a través de los escritos de
sus discípulos y otros contemporáneos suyos. En la mayoría de los casos sus discípulos nos han transmitido
el pensamiento de Sócrates mezclado con sus propias opiniones, por lo que resulta muy complicado
distinguir cuál era el pensamiento real de Sócrates, y en el caso de los segundos, nos encontramos
frecuentemente con versiones contradictorias.
En los diálogos de Platón nos encontramos con un Sócrates mezcla de santo, sabio y genio. Tenemos los
comentarios comedidos de Aristóteles; un Sócrates filósofo, aunque no genial, dedicado prácticamente sólo a
los temas éticos. En Aristófanes, en su obra “Las Nubes”, muestra a un Sócrates ridículo, considerado un
sofista más, y cuya persona y teoría son despreciables, o la figura un tanto vulgar y ramplona que presenta
de él Jenofonte.
No cobraba a sus discípulos y no presumía de sabiduría, hasta el punto de decir; “solo sé que no sé nada”.
Fue señalado por el Oráculo de Delfos como el hombre más sabio de toda Atenas.
Era un hombre que buscaba la verdad, y a ello se sentía impulsado por la voz de un espíritu (daímon) interior.
Y así dedica toda su actividad a examinarse a si mismo (autoconocimiento) y a los demás, acerca del bien
del alma, la justicia y la virtud en general, pensando que la vida sin tal género de examen no merece la pena
de ser vivida. Su filosofía incluía tres convicciones fundamentales:
- La riqueza, el poder o la fama no son nada en comparación con el bienestar del alma.
- No merece la pena vivir una vida irreflexiva, porque el buen estado del alma depende del conocimiento,
especialmente del autoconocimiento.
- Sufrir cualquier injuria es mejor que cometer alguna, porque el mal obrar daña el alma.
¿Por qué fue condenado a muerte?
Fue acusado de:
- No honrar a los dioses de la ciudad
- Introducir dioses (demonios) extraños (daimon).
- Corromper a la juventud.
Sócrates no simpatizaba demasiado con la democracia, ya que consideraba que reyes o gobernantes son
sólo los que saben y entienden de gobernar, y no los que elige el pueblo, los que caen en suerte, o los que
consiguen el poder por la violencia y el engaño.
En su condena influyó que se acababa de restaurar la democracia después del gobierno de los Treinta
Tiranos por lo que se temía cualquier pensamiento que pudiera hacer tambalear los cimientos de esta.
Se le condenó a la pena de muerte (beber la cicuta). Pudo huir, pero no lo hizo porque respetaba las leyes de
la ciudad. Consideraba que la ley era un pacto aceptado voluntariamente por todos los miembros de la ciudad
y por tanto vinculante. Vivía en una democracia y sus propios principios le llevaron a ser fiel a sus leyes,
1
aunque estuviera en desacuerdo con el modo en que se gobernaba la ciudad en los últimos tiempos. Platón
narró los últimos momentos del filósofo en el diálogo titulado “Fedón”.
Sus principales doctrinas
Jenofonte no le atribuye doctrina alguna y Aristófanes le atribuye las doctrinas de los sofistas.
El problema radica en saber cuáles de las doctrinas que pone Platón en su boca son verdaderamente suyas
y cuáles del mismo Platón. Se toma como exposición del pensamiento de Platón el que se desarrolla en los
diálogos a partir del “Parménides”, mientras que en los diálogos anteriores es donde se expone la doctrina
socrática, en la que se desarrolla entre otras la teoría de las ideas, de procedencia pitagórica.
Parece que Sócrates quedó pronto decepcionado por los planteamientos de los primeros filósofos y dio un
giro antropológico a la filosofía dedicándose a reflexionar sobre sí mismo y sobre la vida del hombre en la
ciudad. Hizo suya aquella máxima escrita en el templo de Delfos; “conócete a ti mismo.
Entiende la filosofía como búsqueda colectiva y en diálogo. Él no pretende poseer la verdad ni poder
encontrarla por sí solo. Cada hombre posee dentro de sí una parte de la verdad, pero debe descubrirla con la
ayuda de los otros. Así se explican las dos partes del método socrático (o método dialéctico):
La ironía: es el arte de hacer preguntas que hagan descubrir al otro su propia ignorancia. El que cree,
acorralado por las preguntas de Sócrates, cae en la cuenta de que no sabe. La sabiduría socrática se funda
en el reconocimiento de su ignorancia. “Sólo sé que no sé nada”.
Entonces, una vez eliminadas las falsas opiniones, los propios interlocutores podían encontrar en sí mismos
la verdad.
La mayéutica: (obstetricia, arte de la comadrona, por alusión al oficio de su madre), consistente en hacer que
a través de preguntas el otro llegue a descubrir la verdad por sí mismo. Consiste en aprender a recordar,
despertar, dar a luz los conocimientos verdaderos que el alma lleva grabados en su seno (innatismo). Al igual
que las comadronas, ayudar a nacer lo que está dentro de la otra persona. Sócrates afirmaba el carácter
innato del conocimiento.
Sócrates no comunica doctrina alguna, ni parece que la tenga, ayuda a los demás y busca con ellos. Esta
búsqueda en común y esta modestia inicial contrasta fuertemente con el individualismo y autosuficiencia de
los sofistas.
El conocimiento universal
Según Aristóteles dos cosas se pueden atribuir a Sócrates; los razonamientos inductivos y la definición de lo
universal (Metafísica). Como argumenta Ross, esto no significa que Aristóteles pensara que Sócrates fue la
primera persona en utilizar argumentos inductivos o en dar definiciones generales, si no que fue el primero en
reconocer su importancia y en usar sistemáticamente los argumentos inductivos para conseguir las
definiciones generales. Mediante la pregunta ¿qué es …? busca la definición de lo universal a través de los
razonamientos inductivos, inaugurando el camino de las “esencias”.
Mediante la ironía se eliminan los prejuicios, los saberes parciales, las apariencias y gracias a la mayéutica
se alcanza el concepto universal, que expresa la esencia inmanente a todas las cosas de una misma
especie. Por ejemplo, examinando muchas cosas bellas podemos llegar a determinar la esencia de la
belleza.
Pero entre todos los conceptos universales, o través de todas las esencias, los que más interesan a Sócrates
son los morales, aquellos mediante los cuales podemos ordenar nuestra conducta. Se trata pues, de conocer
el bien, la virtud, la justicia, etc, para poder ser buenos, virtuosos y justos, lo que nos llevará a la felicidad.
2
Intelectualismo moral.
Como hemos visto todo el interés de Sócrates parece haberse centrado en los problemas éticos, sobre la
esencia de la virtud y la posibilidad de enseñarla.
Según Sócrates el saber y la virtud coinciden, el bien y la virtud proporcionan la auténtica felicidad, por lo que
nadie obrará mal intencionadamente porque nadie quiere ser infeliz o desgraciado.
Se califica de intelectualismo ético porque el saber y la virtud coinciden; identifica virtud con conocimiento y
mal con ignorancia. El que conoce lo recto actuará con rectitud, y sólo por ignorancia se hace el mal. La
virtud se funda en el conocimiento.
Pero Sócrates también defiende un utilitarismo moral, lo bueno (moralmente) es lo útil. Todo el mundo busca
la felicidad y la utilidad, y la virtud consiste en discernir qué es lo más útil en cada caso. Así pues, el saber del
que habla Sócrates no es un saber teórico, sino un saber práctico acerca de lo mejor y más útil en cada
situación. Este saber, como hemos visto, puede ser enseñado y aprendido, no bastan pues las disposiciones
naturales para ser bueno y virtuoso.
LOS SOFISTAS
El origen del movimiento sofista
Este es un periodo que rompe con el pensamiento presocrático, su interés deja de centrarse en la búsqueda
del arjé y pasa a enfocarse en el conocimiento del hombre.
Los sofistas también provenían de la periferia del mundo griego, pero adquirieron su auténtico sentido cuando
se establecieron en Atenas.
El término sofista (sabio), en un principio poseía un valor positivo, y fueron los primeros filósofos que
cobraban por sus enseñanzas. Pero a partir de finales del siglo V a.C., adquirió un fuerte tono peyorativo,
pasando a tener el significado de falso sabio, embaucador o constructor de sofismas. En este cambio
influyeron varios hechos que no estaban bien considerados por la cultura griega.
- Defendían el relativismo de las normas, de las costumbres y creencias.
- Propugnaron ciertas posturas agnósticas, poniendo en cuestión la realidad de los dioses.
- Percibían retribuciones económicas por su actividad pedagógica. Los griegos valoraban el ocio y el esfuerzo
desinteresado, y rechazaban el negocio y el trabajo remunerado.
- Todo esto unido a las críticas que contra ellos vertieron ciertos filósofos, como Platón, Aristóteles y otros
escritores griegos.
Los sofistas se centran en la antropología; encontrar las posibilidades que tiene el hombre de llegar a la
verdad.
Enseñanza
La ciencia y la filosofía se hacen populares y los filósofos son los que enseñan al pueblo.
La vida se hace ahora en el ágora, en las asambleas populares, y el que quiera conseguir el triunfo político
tiene que dominar el arte de persuadir. El esfuerzo no se pone tanto en la búsqueda del saber como en el
arte de persuadir al otro para conseguir el triunfo político. Sus asignaturas serán la oratoria, retórica,
dialéctica, etc. Ya no se tratan problemas abstractos, sino los problemas concretos de la sociedad.
Esta situación propició la aparición de pensadores especializados en la enseñanza de la retórica y la
dialéctica, adquiriendo una destacada importancia en la evolución del pensamiento griego: los sofistas.
3
Características principales
No formaron escuela. Eran un grupo relativamente numeroso de “humanistas” griegos con ciertos rasgos
comunes.
- Adoptan una postura escéptica y relativista con respecto a las relaciones cognoscitivas humanas.
- Preocupación predominante por los asuntos humanos y por la educación.
- Valoración de la retórica y la dialéctica.
- Crítica de las instituciones.
- Contraposición de phýsis y nómos.
Fenomenismo, escepticismo y relativismo
- Fenomenismo: sólo podemos conocer aspectos o fenómenos de las cosas.
- Relativismo: no existe la verdad absoluta. Solo existe la verdad de cada uno. No hay verdades ni leyes
universalmente válidas. (Esto pone en entredicho a la cultura y a la sociedad griega anterior que sí creía
en tales leyes y verdades).
- Escepticismo: si existiera la verdad absoluta el hombre no puede llegar a conocerla. La verdad depende
del sujeto, no del objeto. Todo es convencional. “Las cosas son y no son”.
Preocupación por los asuntos humanos y la educación
Los sofistas se desentendieron casi totalmente de los temas cosmológicos y teológicos y se inclinaron por los
asuntos prácticos: las cuestiones morales y políticas, las costumbres, las creencias, la justicia, el Estado, etc.
En este sentido se llevó a cabo una tarea desmitificadora de acuerdo con su postura escéptica y relativista,
poniéndose en duda la existencia de los dioses. Protágoras por ejemplo aseguraba “que nada podemos
saber de los dioses, ni si existen o no existen, pues son muchas las razones que impiden que lo sepamos,
por ejemplo, la dificultad del problema y la brevedad de la vida humana”.
En consecuencia, contra el carácter teológico, aristocrático y elitista de la enseñanza tradicional, se produjo
una tendencia a la secularización y a la democratización de la cultura. La participación del pueblo (demos)
implicaba a los ciudadanos no sólo en el cumplimiento de leyes, sino también en su elaboración, lo que
conllevaba una igualdad de los ciudadanos, así como una preparación para la vida pública.
Ahora bien, si todos los valores (éticos, estéticos, jurídicos, etc) fuesen relativos y no existiese modo de
distinguir lo verdadero de lo falso, las cosas bellas de las cosas feas, las conductas justas de las injustas, lo
bueno de lo malo, ¿qué sentido puede poseer la educación?
Las respuestas de los sofistas se orientaban hacia el utilitarismo; hacer ver qué costumbres y qué
comportamientos resultan más útiles y más beneficiosos para la sociedad. Al no existir criterios universales
no es posible formular una respuesta categórica. Útil será todo aquello que la mayoría de los ciudadanos
juzguen conveniente para ellos. Los criterios humanos adquieren preeminencia y se pone de relieve el
carácter formal de la educación, proporcionando al educando no contenidos sino actitudes, habilidades y
procedimientos para hacer triunfar su voluntad y sus intereses, para convertir en fuertes las razones débiles.
Valoración de la retórica y la dialéctica
El hecho de que en Atenas los asuntos del gobierno descansaran de modo decisivo en las asambleas
públicas favorecía el desarrollo de la oratoria y el debate y, en consecuencia, la exaltación de la palabra.
En contra de la tradición, donde el logos era un elemento mediante el cual se expresaba el Ser (la realidad de
lo que es), los sofistas declaran autónoma la realidad con relación al conocimiento y a éste con relación al
lenguaje.
La palabra posee una realidad autónoma e independiente y puede ser empleada en múltiples sentidos;
“puede hacer desaparecer el temor y quitar los dolores, infundir alegría e inspirar piedad… pues, dirigiéndose
al alma, la persuade, la constriñe y la convence a tener fe en la palabra y a consentir en los hechos”.
Desde la perspectiva de la política, la utilidad de la palabra se utiliza como defensa de los propios puntos de
vista y de acuerdo con los intereses particulares. La dialéctica y la retórica, lejos de ser concebidas como
4
ciencias o artes destinados a conocer la verdad, eran considerados como medios de persuasión y sugestión,
orientados a la defensa de los intereses particulares y subjetivos.
Contraposición de physis y nomos: convencionalismo
La postura escéptica y relativista también se refleja en su crítica a las instituciones como la polis, el derecho,
la justicia, etc.
Los sofistas sostendrán que todas las instituciones y normas morales, jurídicas y políticas, son fruto del
acuerdo y de la convención (nómos), esto es, que dependen de la voluntad de los individuos. Lo justo y lo
injusto consiste en mera opinión o convención (nomos), diferenciando la naturaleza (physis) de las
instituciones, leyes y valores (nomos).
Tanto las instituciones como las ideas morales son convenciones. Las normas no pertenecen a la naturaleza,
sino que son sólo un acuerdo del ser humano, una pura convención. Por lo que quedarían estos conceptos
definidos así:
Nomos (ley): es el conjunto de normas establecidas por las que se rige la comunidad humana, la ciudad,
porque los hombres han convenido que sea así.
Fisis (naturaleza): es el conjunto de normas ajenas a todo acuerdo humano, que tiene su origen en la propia
naturaleza.
Por lo que podemos concluir que para los sofistas:
- La ley no es válida universalmente, ni eterna, (como anteriormente en el mito), y no se funda en la
naturaleza (logos) de las cosas, sino en el simple acuerdo de los hombres.
- No hay criterio objetivo de lo que es bueno, recto o justo… todo depende de los acuerdos que tomen los
hombres.
- Esto dará lugar a la distinción entre derecho natural y derecho positivo.
LOS SOFISTAS PRINCIPALES
Según los tratadistas podemos señalar dos épocas distintas tomando como punto de referencia histórica las
Guerras del Peloponeso (431-404 a.C.).
Primera época
Los sofistas anteriores a las Guerras del Peloponeso son los más creadores, buscando dar una base racional
a la sociedad.
Protágoras de Abdera 481-411 a. C.
Vivió en Atenas en la época del reinado de Pericles, aunque tuvo que escapar a Sicilia al ser acusado de
ateísmo y blasfemia. En su obra “Acerca de los dioses”, afirmaba que: “Nada podemos saber de los dioses,
ni si existen o no existen, ni cuál es su naturaleza, pues son muchas las razones que impiden que lo
sepamos, por ejemplo, la dificultad del problema y la brevedad de la vida humana”.
Su doctrina más conocida será la del Homo mensura; “el hombre es la medida de todas las cosas, de las que
son en cuanto son, y de las que no son, en cuanto que no son”. En el diálogo de Platón que lleva su nombre,
también dice que lo bueno y lo malo son sólo relativos; no hay nada bueno ni malo, sino que es el
pensamiento el que lo convierte en una cosa o en otra. Por lo que defendió un relativismo cultural, viendo
como cada pueblo cree que sus costumbres y sus leyes son las mejores. La ley existe por convención y no
por naturaleza.
En el mismo diálogo de Platón, Protágoras defiende el valor de la cultura como aquello que diferencia al
hombre de los animales; sólo gracias a ella el hombre puede subsistir, siendo como es un animal desvalido.
5
Pero además necesita el sentido de la justicia y la virtud política, sin las cuales la estabilidad de la ciudad
sería imposible.
Defenderá el método de la Antilogía o técnica de la contradicción, que consiste en hablar con igual de
persuasión de cada una de las opiniones contrapuestas de una misma cuestión o tema. La retórica consiste
en hacer del argumento más débil el más fuerte.
Dirá que la virtud (areté) se enseña, que no es innata al hombre. Se adquiere por la enseñanza, primero de
los padres, después de los maestros y finalmente del estado, cuyo sistema de leyes y castigos tiene una
finalidad educativa. Para enseñar con éxito hace falta que el alumno contribuya con su natural capacidad y
con la asiduidad en la práctica. Dirá que hoy no es posible vivir sin virtudes.
“No existe la verdad absoluta”, cualquier opinión es verdadera.
“El hombre es la medida de todas las cosas”. Cada cosa es como le parece a cada uno que es.
“No existe una norma fija de conducta”. Hay que adecuar el comportamiento a las circunstancias, la ocasión y
el momento.
Gorgias de Leontini (Sicilia) 493-375 a.C.
Se estableció en Atenas. Era un buen maestro de la retórica y, radicalizó aún más si cabe el escepticismo de
Protágoras.
Eliminada la posibilidad de llegar a una verdad absoluta cree que la vía más correcta es el análisis de la
situación, o sea, una descripción de lo que se debe y no se debe hacer. Esta ética de la situación hace
hincapié en señalar como los deberes varían según el momento, la edad o la situación social. Una misma
acción puede ser buena o mala dependiendo de quién, cómo y cuándo se realiza. Llegando a la conclusión
de que la moral no es una ciencia, no puede ser enseñada (a diferencia de Protágoras). La actitud o conducta
moral en el hombre es un don de la naturaleza, una especie de innato sentido moral que permite a los
hombres que lo tienen, discernir en cada caso concreto lo que es moral y lo que es inmoral.
Si no existe la verdad absoluta y la palabra no está sometida a los vínculos del ser, adquiere una autonomía
propia, casi carente de límites. Se convierte así en algo dispuesto a todo. Al prescindir de toda verdad, puede
hacerse portadora de persuasión, de creencia y de sugestión. La retórica es el arte que aprovecha hasta el
fondo el arte de persuadir. En la Grecia del siglo V a.C. el político era el experto en retórica.
Segunda época
Después de la Guerra del Peloponeso. Son menos creadores, es la degeneración de los sofistas; convencer
con razones falsas con aparente rigor lógico. Las doctrinas se desentendieron de su fundamentación
epistemológica y se centraron de manera casi directa en cuestiones prácticas, produciéndose posiciones
contradictorias entre las opiniones de unos y otros.
Corriente humanitaria
Hippias de Elis 443-343 a.C.
Destacó por su conocimiento enciclopédico y por enseñar el arte de la memoria (mnemotécnica).
Defendió un relativismo ético en vez de social. Los valores cambian según los pueblos y ninguno debe
pretender tener la razón absoluta. Pero reconoce que hay juicios universales como los de las matemáticas.
Considera la ley como un consenso humano, convencional, y contraria a la naturaleza, por lo que reclama la
rebelión contra las leyes, que siempre oprimen a los más débiles, por lo que se hace necesario una vuelta a
la naturaleza. Distinguió entre derecho o ley natural, que es eternamente válido, y derecho positivo,
promulgado por los hombres. Por lo que basándose en las leyes naturales las discriminaciones de las leyes
positivas que dividen a los ciudadanos en el seno de una misma ciudad carecen de sentido. Por lo que
propugna un ideal cosmopolita e igualitario.
6
Antifonte s. V a.C.
Radicaliza la antítesis entre la naturaleza y la ley. La naturaleza es la verdad y la ley es la opinión, por lo cual
casi siempre son antitéticas. Hay que seguir la ley natural, y cuando pueda hacerse con impunidad (sin
testigos presenciales), transgredir la de los hombres.
Radicaliza también las consecuencias igualitarias y cosmopolitas de Hippias. Todos los hombres por
naturaleza somos absolutamente iguales. Las distinciones basadas en raza, nobleza, estatus, son por
nómos. Tampoco existen diferencias entre bárbaros y griegos (criticando el pensamiento griego de
superioridad frente a otros pueblos).
Licofrón y Alcidamante
Ambos defendieron el derecho natural del débil.
Licofrón declaró la igualdad natural de todos los hombres considerando la aristocracia de nacimiento como
algo injustificable.
Alcidamante afirmó que la naturaleza no ha hecho a nadie esclavo.
Los sofistas políticos
Ven una oposición radical entre fisis y nomos. La naturaleza hace a los hombres desiguales, la ley pretende
hacerlos iguales. La ley sólo está para favorecer a los débiles, cuando debería prevalecer el derecho de los
más fuertes.
Calicles
Defiende el derecho natural del más fuerte. La ley ha sido dada por los débiles, pero lo justo es como
podemos ver en la naturaleza, que dominen los más fuertes. Tanto a nivel de individuo como a nivel de
estado el comportamiento ha de ser egoísta y tiránico. Esto no es solo inevitable, sino lo justo y apropiado.
En el “Gorgias”, Platón señala que según Calicles es justo que los mejores tengan más que los peores, y que
los más poderosos tengan más que los más débiles. El placer, el desenfreno y el libertinaje, si están
respaldados por la fuerza constituyen excelencia y felicidad. Los nomoi son totalmente antinaturales.
Trasímaco
En la República afirma que la justicia no es sino el interés del más fuerte. En cualquier régimen los que
ejercen el poder dictan las leyes con vistas a su propio beneficio o conveniencia, y al dictarlas declaran ser
justo para sus súbditos lo que es beneficioso para ellos mismos como gobernantes.
La justicia es lo que conviene al gobierno establecido, y como éste es siempre el que ostenta el poder, la
justicia en todas partes en realidad a quien beneficia es al más fuerte.
Según Guthrie, el propósito de Trasímaco es desenmascarar la hipocresía y poner de relieve como estaba
siendo desvirtuado el significado de justicia. La ley del más fuerte es la que desgraciada e inevitablemente
regula la vida social.
Critias
Discípulo de Sócrates y pariente de Platón, fue un tirano nato y enemigo acérrimo de la democracia.
Llevó a la practica la doctrina del más fuerte, ya que participó en el gobierno de los 30 tiranos (404 a.C.)
siendo uno de los oligarcas más violentos.
Expuso una teoría acerca de la religión: los dioses fueron inventados por un astuto legislador para impedir
que los hombres quebrantaran la ley cuando nadie los veía o vigilaba.
Consideraba la invención de la ley como un importante paso en el camino hacia la civilización. Los nomos
elevan la vida por encima del estado animal, señalando que más hombres llegan a ser buenos por la
dedicación y el ejercicio que por naturaleza.
7
CONCLUSIÓN: SÓCRATES Y LOS SOFISTAS
Tanto Platón, como Aristóteles o Jenofonte opusieron de modo radical las actitudes de Sócrates a las de los
sofistas, pero otros contemporáneos suyos como Aristófanes, le consideraron un sofista más.
Resulta indudable que existen ciertas coincidencias entre ambos, pues tanto Sócrates como los sofistas se
centraron en los temas humanos: la política, la virtud, la justicia, etc. y también ambos se dedicaron a la
actividad pedagógica, pero aun con estas coincidencias existían diferencias profundamente significativas y
sabemos que Sócrates combatió enérgicamente contra ellos.
En sus métodos
Los sofistas
1- Cobraban por enseñar
2- Se dirigían a sus discípulos mediante monólogos, utilizando largos discursos y comentando textos
antiguos.
3- Buscaba la reacción afectiva, persuadir, seducir a través de la palabra y el estilo.
Sócrates
1- No percibía remuneración por sus enseñanzas y despreciaba esa habilidad comercial
2- Practicaba el diálogo, hablando con sus interlocutores, sirviéndose de preguntas y respuestas. Los largos
discursos impiden discutir paso a paso las afirmaciones del orador y los textos antiguos no permiten
preguntar a sus autores.
3- Perseguía el rigor racional, convencer por medio de razones.
En sus teorías
Los sofistas
1- Se llaman así porque se consideran sabios.
2- Mantenían posiciones escépticas y relativistas.
3- El conocimiento es imposible, no hay objetos de conocimiento estables e indiscutibles.
4- Sus temas principales giraban en torno a la política.
5- La finalidad de la educación era el éxito y la utilidad, enseñaban para triunfar en la vida.
Sócrates
1- Sócrates busca el saber, por eso no se considera sabio. “Sólo sé que no sé nada”:
2- Enseñaba que existía la verdad universal, una y la misma para todos los seres humanos, que se expresa
en el concepto universal. Valores morales absolutos.
3- El conocimiento es asequible, eliminando primero las ideas confusas y erróneas, luego mediante el
diálogo y la búsqueda en común.
4- Sus temas principales trataban sobre la virtud.
5- Enseñaba honestidad y honradez moral, la vida virtuosa y la feliz. El objetivo de la educación era la
bondad moral y política de los hombres.
En definitiva, Sócrates destaca entre los sofistas como el verdadero filósofo entre los mercaderes del saber.
No sólo recondujo su filosofía hacia el camino de la verdad y del rigor, del que ya no habría de apartarse,
evitando las trampas de la sofística, sino que demostró con su vida como puede unirse coherentemente una
posición intelectual radical y una actitud práctica comprometida. No establece una doctrina ética definitiva,
pero mostró con su vida el ideal del sabio comprometido hasta la muerte con la búsqueda incesante de la
verdad y con sus convicciones éticas.
Su pensamiento político se inspiró en la tradición democrática ateniense, a la que fue fiel. Su meta fue
recuperar el sentido moral en la política, justificando el respeto absoluto a las leyes.
8
9