Eliseo
Eliseo
Significados del nombre “Dios es salvación”. Protección de Elías. Profeta del siglo noveno
a.C. para el apóstata reino del norte durante los reinados de Ocozías (853–852 a.C.), Jorán
(852–841 a.C.), Jehú (841–814 a.C.), Joacaz (814–798 a.C.) y Joás (798–782 a.C.). Llamado
el “hombre de Dios” y el “profeta”.
Eliseo en el Antiguo Testamento
Eliseo era hijo de Safat, de Abel-mehola (ָאֵב ל ְמ חֹוָל ה, avel mecholah; el “prado de la
danza” 1 Rey 19:16). Pidió y recibió una doble porción del espíritu de Elías (2 Rey 2:9–10),
y realizó muchos de los milagros de Elías en mayor escala.
Los hechos proféticos y los milagros de Eliseo:
• (2 Rey 2:13–14) Separar las aguas del Jordán
• (2 Rey 2:19–22) Limpiar el manantial en Jericó
• (2 Rey 2:23–25) Maldecir a los muchachos burlones
• (2 Rey 4:1–7) Multiplicar el aceite de la viuda
• (2 Rey 4:8–17) Prometer un hijo a la Sunaminta
• (2 Rey 4:18–37) Levantar de la muerte al hijo de la Sunaminta
• (2 Rey 4:38–41) Sanar la “muerte en la olla” de los profetas
• (2 Rey 4:42–44) Alimentar a 100 hombres con 20 panes de cebada
• (2 Rey 5:1–19) Sanar de la lepra a Naamán el sirio
• (2 Rey 5:20–27) Castigar a Giezi por avaricia
• (2 Rey 6:1–7) Recuperar el hacha perdida haciendo que flote
• (2 Rey 6:8–23) Cegar a los invasores sirios y mostrarles misericordia
• (2 Rey 13:20–21) Después de su muerte, los huesos de Eliseo resucitaron a un hombre
muerto
Eliseo y la teología bíblica
La relación de Eliseo con Elías hace eco de la relación de Josué con Moisés. Ambos, Eliseo
y Josué sirvieron bajo grandes líderes y los superaron en sus obras posteriores. Los cuatro
individuos separaron las aguas y cruzaron en tierra seca (Éxo 14:21; Jos 3:7–17; 2 Rey 2:8;
Jos 2:14). Este acto parece hacer eco de la división de las aguas de Dios en la creación
primitiva (Gén 1:6–9).
Comparación con Elías. Elías y Eliseo se comparan y contrastan en varias formas:
1. Dado que Abel-mehola está en el lado oeste del Jordán (ver Edelman, “Abel-Meholah”,
ABD), Elías es de Tishbe en Galaad, fuera de la tierra prometida propiamente dicha,
mientras que Eliseo es de adentro de la misma.
2. Elías y Eliseo realizaron milagros parecidos: la multiplicación del aceite (1 Rey 17:14; 2
Rey 4:4), levantar de la muerte a un hijo (1 Rey 17:22; 2 Rey 4:34), y partir el Jordán (2
Rey 2:8; 2:14).
3. Elías a menudo trajo ira y maldición (sequía, 1 Rey 17:1; 450 profetas asesinados, 1
Rey 18:40; profecías de muerte, 1 Rey 21:22, 23; 2 Rey 1:4; fuego de los cielos dos
veces, 2 Rey 2:10, 12), pero Eliseo trajo bendición (sanando las aguas maldecidas en
Jericó, 2 Rey 2:21; concediendo a la Sunamita un hijo, 2 Rey 4:16; sanando la “muerte
en la olla” de los profetas, 2 Rey 4:40–41; multiplicando los panes, 2 Rey 4:43; curando
a un leproso sirio, 2 Rey 5:14; haciendo flotar un hacha perdida, 2 Rey 6:6; mostrando
misericordia al ejército sirio, 2 Rey 6:20–23; y después de muerto, sus huesos trajeron
vida a un hombre muerto 2 Rey 13:21).
Comparación con Jesús. Jesús realizó al menos dos de los milagros de Elías y Eliseo. Él
puede haber intentado incluir elementos de los milagros de Elías y Eliseo, ya que hay
muchas similitudes.
1. La curación de un niño muerto (Luc 7:11–16).
• En cada caso, la curación de un niño que era único hijo (1 Rey 17:18–24; 2 Rey
4:17–37).
• El milagro de Jesús tuvo lugar en Naín (Luc 7:11–16), a solo a dos millas de Sunam,
donde tuvo lugar el milagro de Eliseo.
• En cada caso, el niño sanado fue devuelto a su madre (1 Rey 17:23; 2 Rey 4:36).
• Sin embargo, mientras que Eliseo y Elías oraron para realizar sus milagros (1 Rey
17:19–22; 2 Rey 4:32–35), Jesús solo habló, diciéndole al niño, “a ti te digo,
levántate” (Luc 7:14).
2. La alimentación de una multitud
• Ambos milagros ocurrieron cerca de la Pascua (implícito por las primicias en el
milagro de Eliseo, Juan 6:4; 2 Rey 4:42–44).
• En ambos relatos, solo son contados los hombres (Mat 14:21; 2 Rey 4:43).
• En ambos milagros se hablan de las sobras que se recogieron. Sin embargo, Jesús
puso las sobras en una canasta—las sobras en el milagro de Eliseo se pusieron en
un saco. Como la ley del pentateuco indica que deben ser puestas en una canasta,
(Deut 26:2), Jesús puede haber estado corrigiendo el milagro de Eliseo.
• En ambos casos, los panes eran de cebada (Juan 6:9; 2 Rey 4:42).
• En contraste, el Antiguo Testamento no dice que los 100 hombres de Eliseo
quedaran satisfechos, mientras que los escritores del Nuevo Testamento destacan
este hecho (Mat 14:20; 15:37; Mar 6:42; 8:8; Luc 9:17).
Similitudes entre Juan el Bautista y Eliseo. Los escritores del Nuevo Testamento quizás
vinculan la ciudad natal de Juan el Bautista, Enón junto a Salim, con la ciudad natal de
Eliseo, Abel-mehola (Juan 3:23; 1 Rey 19:16). Juan el Bautista dejó Betania más allá del
Jordán (tradicionalmente el cruce de Abel-Sitim), que también es el punto de cruce de
Eliseo (Juan 1:28). Juan entonces se mudo a Enón, cerca de Salim (Abel-mehola).
Eliseo en otras fuentes
Eliseo aparece fuera del Antiguo Testamento en los siguientes lugares:
• En los Apócrifos, ver Eclo 48:12–15.
• En el Pseudoepígrafo, observar que Zad. 9:28 asocia a Eliseo con el nuevo pacto.
• En Josefo, ver Ant. 8:352–9:185; y J.W. 4:460–64.
• hay un texto de Eliseo en el Qumrán, 4Q481a.
• Los padres de la primera iglesia hablaron de Eliseo en 1 Clem 17:1 (como un profeta
que proclamó la venida de Cristo); Ignacio, Phld. 4:4 (como uno que fue puro). 1
ELISEO = «Dios es salvación» (la forma castellana se deriva del griego Elisaios de Lc. 4:27,
no del hebreo Elicha). Sucesor del profeta Elías en el reino del norte. Hijo de Safat; vivía en
Abel-Mehola, en el valle del Jordán, y pertenecía a una familia de buena posición
económica; eran propietarios de 12 pares de bueyes que laboraban en sus campos. Dios lo
designó como sucesor de Elías que, al encontrarlo tras el arado, echó sobre él su manto (1
R. 19:16, 19). Eliseo comprendió el significado de este gesto simbólico. Volviendo a los
suyos, ofreció un sacrificio y dio a su gente un festín de despedida, y después siguió a Elías
y le sirvió (19:19–21). Elías, antes de ser arrebatado, cruzó el Jordán, y Eliseo rehusó
separarse de él. Elías le dijo que pidiera lo que quisiera. Entonces Eliseo tuvo la sabiduría
de solicitar una doble porción de la sabiduría de Elías. Vio cómo el carro de fuego
arrebataba a su amo; tomó el manto que Elías había dejado caer, y con él golpeó el
Jordán, el cual se abrió. Eliseo atravesó el río, y pasó a la ribera occidental (2 R. 2:1–18).
Una serie de hechos sobrenaturales marca la carrera de su ministerio: milagros de
conocimiento, o milagros de poder, todos ellos cumplidos expresamente en nombre del
Señor. En la historia de la redención, forma parte del 2.° grupo de milagros. (Véase
MILAGRO.) Los milagros de Eliseo tuvieron lugar en una época en que la religión de Jehová
estaba enfrentada de una manera total contra el culto a Baal. De la misma manera que los
milagros de Elías, los de Eliseo tenían el propósito de manifestar la autoridad del profeta y
de presentar al Dios viente. Este poder sobrenatural de Eliseo era de tal manera que podía
usarlo libremente; de la misma manera que Cristo, lo empleó frecuentemente en sencillos
actos de misericordia. En nombre del Señor, sanó con sal las aguas de la fuente de Jericó
(2 R. 2:19–22). Unos muchachos que se burlaban de la persona del profeta del eterno
recibieron una maldición de Eliseo en nombre del Señor. Dos osos descuartizaron a 42 de
estos jóvenes (23–25). Predijo el éxito de la expedición en contra de Moab (3:11–27);
multiplicó el aceite de una viuda (4:1–7); anunció el nacimiento de un hijo a una sunamita;
cuando este hijo murió, la oración de Eliseo lo reclamó a la vida (4:8–37). Él indicó un
antídoto contra la planta venenosa que estaba en el alimento de los profetas (4:38–41).
Durante una hambre, el profeta alimentó a 100 hombres con 20 panes de cebada y
algunas espigas nuevas (vv. 42–44). Ordenó a Naamán que se bañara en el Jordán para
sanarse de la lepra (5:1–19), y anunció a Gizei que esta lepra se quedaría pegada siempre
a él debido a su codicia (5:20–27). Hizo flotar a la superficie del Jordán el hierro de un
hacha que había caído al río (6:1–7), y reveló al rey de Israel los movimientos e
intenciones de sus enemigos, los sirios (6:8–12). En respuesta a la oración de Eliseo, el
Señor abrió los ojos de su siervo para que viera los carros y caballos de fuego que los
1 Davis, J. (2014). Eliseo. En J. D. Barry & L. Wentz (Eds.), Diccionario Bíblico Lexham. Bellingham,
WA: Lexham Press.
protegían (6:13–17). Eliseo hirió de ceguera a los hombres que el rey de Siria había
enviado para que lo detuvieran (6:18–23). Declaró, antes de que se lo dijera nadie, que un
emisario del rey de Israel estaba a la puerta para quitarle la vida (vv. 32, 33). Durante el
hambre del cerco de Samaria, predijo que al día siguiente los víveres serían abundantes y
baratos, añadiendo que el oficial incrédulo, que se burló de esta profecía, lo vería pero no
lo disfrutaría. Una multitud aplastó a este oficial, que murió ante la puerta de Samaria
(cap. 7). Eliseo hizo saber que Ben-adad, rey de Siria, moriría (8:7–15). Anunció la
destrucción de Acab y de toda su casa; envió a un joven profeta a que ungiera a Jehú, que
debería ejecutar el juicio predicho (9:1–10:28). Eliseo reveló por adelantado que habría 3
victorias sobre los sirios (13:14–19). Finalmente, un cadáver que había sido arrojado
apresuradamente en la tumba de Eliseo volvió a la vida al tocar los huesos de Eliseo
(13:20, 21). Todo este poder milagroso no impidió a este gran servidor de Dios que un día
«quedara Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió» (v. 14). Por cuanto el creyente
debe un día abandonar este mundo, bien puede que llegue a tener una enfermedad de la
que no cure. Será muy distinto para los que vivan en el día del arrebatamiento de la
iglesia. (Véase ARREBATAMIENTO.) Entonces, tanto creyentes vivos como los muertos, que
resucitarán, recibirán «la adopción, la redención de nuestro cuerpo» en una maravillosa
transformación (Ro. 8:23) por el poder de la vida que está en Cristo. 2
ELISEO (Dios es salvación). Profeta israelita que ministró en los días de los reyes •Acab,
•Jehú, •Joacaz y •Joás. Dios instruyó a Elías para que ordenara a E. como su sucesor.
Al encontrarlo en su trabajo, cuando éste araba, Elías “echó sobre él su manto”. E.
mató los bueyes, quemó el arado, asó allí la carne y “la dio al pueblo para que
comiesen”. Inmediatamente siguió a Elías (1 R. 19:16–21). Viniendo con él de •Gilgal
un día, Elías trató de deshacerse de E., pero éste insistió en acompañarle a •Bet-el, y a
•Jericó y al •Jordán. E. sabía que se avecinaba el momento en que su maestro sería
llevado al cielo. Antes que esto sucediera, Elías le dijo que pidiera lo que quisiera. La
respuesta de E. fue: “Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí” (2 R.
2:9). La expresión “doble porción” está relacionada con las leyes de la herencia, según
las cuales el primogénito debía recibir “el doble de lo que correspondiere a cada uno
de los demás” (Dt. 21:17). Cuando Elías “subió al cielo en un torbellino”, E. tomó su
capa, golpeó con ella las aguas del Jordán, que se abrieron y se reunió con los hijos de
los profetas (2 R. 2:1–18). Se cuentan varios milagros realizados por E. Purificó unas
aguas que no se podían tomar ni usar para la agricultura (2 R. 2:19–22). Por una
maldición suya murieron cuarenta y dos muchachos que se burlaban de él por su
calvicie (2 R. 19:23–24). Consultado por los reyes •Joram, •Josafat y el rey de Edom en
un momento en que se habían quedado sin agua en medio de una campaña contra
•Moab, E. les profetizó que milagrosamente vendrían aguas, lo cual sucedió (2 R. 3:9–
20). Multiplicó el aceite en las vasijas de una viuda, para mantenerla a ella y a sus hijos
3 Lockward, A. (1999). En Nuevo diccionario de la Biblia (pp. 340–341). Miami: Editorial Unilit.
nation. He ministers to everyone, from the foreign leper on the edge of society to the
royal household around which the nation revolves. Because of the power that the Lord
places upon him, Elisha saves Israel from military threats on more than one occasion,
while at the same time showing great care for the downtrodden of society.
Biblical Account
Elisha’s prophetic career is an integral part of the political history of Israel in the ninth
century BC. His name means “my God saves” (eli = “my God”; sha = “saves” [from yasha])
—the perfect name for a prophet who is repeatedly and miraculously rescued from
precarious situations (e.g., 2 Kgs 6:8–23). While his story may be read in connection with
that of his mentor, Elijah (1 Kgs 17–2 Kgs 2); King Jehu (2 Kgs 9–10); or even Moses
(Exodus—Deuteronomy; Gilmour, Juxtaposition and the Elisha Cycle, 219–26), Elisha’s
story as an agent of God stands alone.
Elisha’s Calling and Training by Elijah
The call of Elisha is unique in biblical narrative (1 Kgs 19:19–21). The backstory that the
book of Kings provides is that while Elijah is hiding in a cave from the wrath of Queen
Jezebel, he expresses his loneliness as a servant of the Lord. In response, God tells him to
get up and anoint Hazael as king over Aram (later known as Syria), Jehu as king over Israel,
and Elisha as his own successor. Together, these three are to purge Israel of God’s
enemies, yet 7,000 shall be spared for their loyalty to the Lord (1 Kgs 19:14–18). While
Elisha, unaware of this plan, is plowing his field with 12 pairs of oxen, Elijah passes by and
casts his cloak upon Elisha (1 Kgs 19:19). This is the only instance in the Bible of a prophet
being consecrated by another prophet (Uffenheimer, Early Prophecy in Israel, 420). No
words are exchanged, but the meaning is understood. Within seconds, Elisha decides to
leave all of his wealth and family to follow this radical prophet.
This scene sets the stage for the remainder of Elisha’s career. His life is centered
around economic success, and while engaged in the everyday task of tilling the soil, he
encounters God and is immediately and irrevocably transformed (Soloveitchick, Lonely
Man of Faith, 103–06). Suddenly, class and wealth are dispensable; Elisha turns his prized
oxen into a barbecue for “the people” of his community and joins Elijah on the road as his
aide (1 Kgs 19:21).
After Elisha’s recruitment, he is not mentioned until the scene where Elijah is taken up
to heaven (2 Kgs 2:1–12). This gap in Elisha’s story is generally understood as a period of
training. When Elisha is reintroduced, Kings presents him as inseparable from Elijah—that
is, until chariots and horses of fire from heaven separate them and carry off Elijah in a
whirlwind. All the while, the “sons of the prophets,” those who belong to the schools that
Elijah and Elisha visit on a regular basis, turn to Elisha with their questions. This signifies
that Elisha is considered an authoritative prophet in his own right, even before his formal
succession to Elijah’s office. However, Elisha still calls his mentor “father” (2 Kgs 2:12) and
is known as his servant (e.g., 2 Kgs 3:11). The day of Elijah’s departure, he asks Elisha what
he can do for him. Elisha asks for a double portion of the spirit that rests upon his teacher.
The fulfillment of this request is soon confirmed, and with this strength of spirit Elisha
enters his public ministry (2 Kgs 2:9–14).
Elisha’s Ministry
After his period of mentorship, Elisha reemerges in the society that he left behind, but in a
greater role as a participant in state affairs, advisor of kings, and a teacher of those who
dedicate their lives to the Lord. He returns to “the people,” but this time, the people are
not just those in Elisha’s community, but more broadly the people of Israel and its
neighbors (Soloveitchick, Lonely Man of Faith, 103–06). Through his connection to Elijah,
Elisha’s reputation is well established in Israel—to the point that the kings of Israel, Judah,
and Edom journey to seek his guidance (2 Kgs 3:10–12).
Elisha performs many miracles, some of which parallel those of his teacher, such as
the parting of the Jordan River (2 Kgs 2:8, 14). However, since Elisha receives a double
portion of Elijah’s spirit, he is able to do more and greater miracles, for a wider variety of
recipients. These include, but are not limited to:
• healing the waters of Jericho at the request of the city’s elders (2 Kgs 2:19–22);
• providing endless oil for a widow so she can pay her debts (2 Kgs 4:1–7);
• resurrecting the son of a woman from Shunam (2 Kgs 4:18–37);
• purifying a poisonous stew and multiplying bread and grain for the sons of the
prophets (2 Kgs 4:38–44);
• healing Naaman, commander of the army of Syria, of leprosy (2 Kgs 5:1–14).
Elisha also is deeply involved in political and military affairs. Although he does not
prophesy in long speeches in the same fashion as the writing prophets (such as Jeremiah
and Ezekiel), his communications to officials on behalf of the Lord shape the course of
Israel’s history. For example, Elisha’s advice from the Lord to the kings of Israel, Judah, and
Edom prevents Moab’s military powers from succeeding in their rebellion against Israel (2
Kgs 3). Elisha also commissions one of the sons of the prophets to anoint commander Jehu
(son of Jehoshaphat, son of Nimshi) as king over Israel (2 Kgs 9:1; 1 Kgs 19:15–18). This
signifies the end of the Omride dynasty and instigates Jehu’s coup over King Joram
(Jehoram), son of Ahab (2 Kgs 9–10; see White, The Elijah Legends and Jehu’s Coup). In his
last act as prophet, Elisha declares the future of Israel’s relationship with Aram (2 Kgs
13:14–19).
The death of Elisha is attributed to terminal illness, and little is said of his final days (2
Kgs 13:14, 20–21). However, his bones maintain their life-giving properties, even after his
death. In order to avoid being killed by a band of violent men, those burying a man hastily
throw his body into Elisha’s grave. As soon as the corpse touches his bones, the man is
revived, immediately strong enough to stand on his feet. Even in death, Elisha has the
power over life and death granted to him when the Lord allowed for a double portion of
Elijah’s spirit to rest upon him (2 Kgs 2:9–12).
Significance
The importance of Elisha in the biblical narrative is signaled by his title “man of God” and
by parallels between Elisha and other formative leaders. The title “man of God” (ish
elohim) is used no less than 30 times in reference to Elisha by royalty, students, and
villagers (e.g., 2 Kgs 4:7, 40; 8:7). This title is used in the book of Kings to designate a
prophet (e.g., 1 Kgs 13:1, 18) or messenger of God (1 Kgs 12:22; compare Judg 13:6–8; 1
Sam 2:27). At first, the title appears to be straightforward: Elisha works on God’s behalf,
so it is fitting that he is called “man of God.” However, this is a loaded term. Its first use is
to describe the leader par excellence—Moses. Even then, Moses is not known as such
during his life, but only in memories of him (Deut 33:1; Josh 14:6). Elijah, Elisha’s mentor,
also is known as a “man of God” (2 Kgs 1:9–13), although he is not referred to as such
nearly as often as Elisha. This title places the prophet Elisha in a particular line of tradition,
from Moses to all of the unnamed men of God found throughout Judges, Samuel, and
Kings to his predecessor, Elijah. Combined with the tradition that Elisha carries double the
spirit of Elijah, the book of Kings argues for a high level of authority and functionality on
the part of Elisha. If any man is worthy of being sought by kings (2 Kgs 3:10–12), it is this
“man of God.”
Yet the “man of God” title and its link to Moses is only one piece of a larger argument
that the narrative of Elisha has many parallels to the exodus and conquest narratives in
the books of Exodus and Joshua (Moore, God Saves, 137–42). Since both periods of
Israelite history are characterized by foreign oppression and military strife, the material is
ripe for such a comparison. However, unlike Yahweh’s relationship with Moses, who
served as the foremost leader of Israel for 40 years and filled many social and political
roles, Elisha’s power is confined to a limited scope of action (Bergen, Elisha and the End of
Prophetism, 1). He is presented not as an alternative to the political and social structures
of monarchy, but as a supplement, designed to influence those structures toward proper
behavior (Bergen, “The Prophetic Alternative,” 128).
Outside of the book of Kings (and parallel stories in the book of Chronicles), Elisha is
mentioned in the Bible only once, in the Gospel of Luke (Luke 4:27). When Jesus is
rejected in his hometown of Nazareth, he states that “no prophet is acceptable in his own
hometown” (Luke 4:24) and appeals to the examples of Elijah and Elisha. Of all the widows
and lepers, the Lord sent Elijah and Elisha, respectively, to heal those belonging to another
people rather than healing those from the prophets’ own community. All those who hear
Jesus are “filled with wrath” to the point of trying to throw him off a cliff (Luke 4:28–30).
The people are upset at Jesus not only because of his implied statement that he will not
help them in a time of need, but also because he compares himself to important religious
figures—and they do not believe that he should hold himself in such high esteem (Luke
4:23). Yet, despite the fact that Elisha is referenced only once outside of Kings and
Chronicles, the narrative of his ministry may have influenced the way in which the Gospel
writers organized the traditions about Jesus (Brodie, The Crucial Bridge; Kloppenborg and
Verheyden, The Elijah-Elisha Narrative in the Composition of Luke). If this is the case, then
the legacy of Elisha is greater than that of a “man of God” who shaped the history of
ancient Israel and reaches into the foundation of Christian tradition.4
Parientes
Roles
AyudadorPosición, Rol, una persona que asiste, ayuda o releva a otra.
ProfetaPersona genérica, Posición religiosa, Rol, uno que habla por inspiración divina. En los
tiempos bíblicos, el profeta ocupaba muchas veces un rol formal, aunque a veces actuaba fuera de la
estructura normal.
Temas
El agua de Jericó se hace potableMilagro
El agua llega al ejército de JosafatMilagro
La cabeza del hacha flotaMilagro
Cien hombres son alimentados con veinte panesMilagro
El ejército sirio queda ciegoMilagro
Elías (profeta)Aldea
Eliseo divide el JordánMilagro
Eliseo es enterradoEntierro
Eliseo hace un juramento a Joram en MoabVoto
Eliseo hace un juramento a Naamán en SamariaVoto
Eliseo le hace juramento a Elías en BetelVoto
Eliseo le hace juramento a Elías en GilgalVoto
Eliseo le hace juramento a Elías en JericóVoto
Eliseo ora por la visión y la victoriaOración
Eliseo ora por una visiónOración
Eliseo pregunta al SeñorOración
Eliseo resucita el hijo de la mujer sunamitaMilagro
El estofado envenenado es purificadoMilagro
Fiesta de ordenación de EliseoComida
Giezi recibe la lepra de NaamánMilagro
Un hombre desconocido es enterradoEntierro
Los huesos de Eliseo reviven un muertoMilagro
Joram hace un juramento a la gente de SamariaVoto
Liberación del hambre de SamariaMilagro
Muchachos burladores son mutilados por ososMilagro
La mujer sunamita tiene un hijoMilagro
Naamán es sanado de su lepraMilagro
Permitiendo que su siervo vea la protección de los ángelesMilagro
Primera hambruna en los días de EliseoHambruna
Se multiplica el aceite de la viudaMilagro
Segunda hambruna en los días de EliseoHambruna
Tercera hambruna en los días de EliseoHambruna
Eliseo fue nombrado el último en la orden que Dios dio a Elías, pero fue llamado el primero de los
tres, pues por medio de él fueron llamados los otros dos. Va a ocupar el lugar de Elías; no obstante
Elías se regocija de dejar la obra de Dios en tan buenas manos. En cuanto al llamamiento de Eliseo,
obsérvese:
1. Que fue un llamamiento sorprendente e inesperado para él. Elías le halló en el campo, no
leía, ni oraba, ni ofrecía sacrificios, sino arando (v. 19). Aunque era hombre rico (como se
ve por el banquete de v. 21), dueño del terreno, de doce yuntas de bueyes y de muchos
siervos, no desdeñaba poner la mano en el arado.
Un oficio honrado en este mundo no nos desvía del camino de nuestro llamamiento celestial más
de lo que desvió a Eliseo, quien fue tomado del arado para sembrar la palabra de Dios, como
fueron los Apóstoles tomados de sus redes de pesca para ser pescadores de hombres.
2. Que fue un llamamiento eficaz. Elías se contentó con echar sobre él su manto (v. 19), el cual era
considerado como parte de la persona (l S. 18:4), con lo que le hacía partícipe de su comisión
profética (comp. con Rut 3:9; 2 R. 2:13) como si tuviese derechos sobre él, para tomarle bajo su
cuidado y guía hasta que participase del espíritu de Elías (2 R. 2:8, 13–15), como Josué del de
Moisés (Nm. 27:20). Eliseo dejó entonces los bueyes de inmediato (v. 20) y vino corriendo en pos
de Elías. Una mano invisible le había tocado el corazón y le había inclinado, con secreto poder, a
dejar la labranza y dedicarse al ministerio. Únicamente rogó a Elías le concediese permiso para
despedirse de sus padres. Así como no le había forzado a seguirle, tampoco le impedía sentarse a
calcular el costo. La eficacia de la gracia de Dios, lejos de forzar la voluntad humana, le confiere la
verdadera libertad, para que quienes son hechos buenos con ella, escojan bien y sin coacción
alguna, pues Dios no quiere soldados forzados, sino voluntarios. 3. Que fue un llamamiento
agradable para él, como se ve por el festín que hizo para sus gentes (v. 21), es decir, no sólo a sus
familiares y siervos, sino también a los que acudieron a despedirse de él. Téngase en cuenta que
no eran días cómodos para los profetas de Jehová. Cualquier persona que hubiese consultado con
carne y sangre, habría rechazado el manto de Elías, pero Eliseo lo acogió con alegría y satisfacción,
despidiéndose sin pena de cuanto poseía por acompañarle. 4. Que fue un llamamiento
voluntariamente acogido. Elías no siguió a Eliseo cuando éste le pidió permiso para despedirse de
sus padres, sino que le dejó marcharse («Le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo?» Como si dijese:
«Ya ves lo que significa el gesto de echar sobre ti mi manto»). Después del banquete se levantó
Eliseo y fue tras Elías, y le servía (v. 21). No se contentó con asociarse con él, sino que se ofreció a
servirle de criado (v. 2 R. 3:11). Así es como han de aprender los que han de enseñar; y los que
más tarde han de regir, han de estar dispuestos a rebajarse y a servir.
• Aod asesinó al Rey Eglón mientras este estaba sentado en su habitación superior
ventilada (Jueces 3:20).
• David fue a un aposento alto construido sobre la puerta para llorar a Absalón (2Sa
18:33).
• Ocozías se lesionó al caerse de la celosía de su aposento alto (2 Reyes 1:2).
• El Salmo 104 hace referencia a los “altos aposentos” de Dios en su morada celestial
(Sal 104:3, 13).
• Elías resucitó al hijo de la viuda después de llevarlo al aposento alto (1 Reyes 17:19–
23).
• Una mujer rica en Sunem proporcionó a Eliseo un aposento alto donde podía quedarse
cada vez que pasara por allí (2 Reyes 4:10–11).
Nuevo Testamento
5 Rhodea, G. (2014). Upper Room. En J. D. Barry & L. Wentz (Eds.), Diccionario Bíblico Lexham.
Bellingham, WA: Lexham Press.
SAMUEL (ְׁש מּוֵא ל, shemu’el; Σαμουὴλ, Samouēl). Profeta, sacerdote y último juez de
Israel. Hijo de Ana y Elcana.
Etimología
La palabra hebrea šĕmûʾēl (ְׁש מּוֵא ל, shemu’el) deriva de las palabras šēm, que significa
“nombre”, y ʾēl, que significa “Dios”. Si se interpreta de esta manera, Samuel significaría
“su nombre es Dios”. No obstante, šĕmûʾēl se puede entender como la combinación de la
raíz šāmaʿ, que significa “oír” y ʾēl. Si se considera esta forma, significaría algo así como
“Dios oyó”. Este segundo significado del nombre Samuel es mejor debido a que su madre,
Ana, lo nombra Samuel porque Dios oyó su oración por un hijo (1 Sam 1:20).
El relato bíblico
La genealogía de 1 Crónicas muestra que Samuel es un levita de los descendientes de Coat
(1 Crón 6:16–28). De niño servía en el tabernáculo con el sacerdote Elí. A menudo se lo
describe como profeta o vidente (1 Crón 9:22; 2 Crón 35:18) y se lo relaciona con Moisés
(Sal 99:6; Jer 15:1). También era un juez que recorría un circuito anual por Israel para
juzgar (1 Sam 7:15–17). Los autores del Nuevo Testamento asocian a Samuel con los
profetas (Hech 3:24; Heb 11:32) y también lo describen como juez (Hech 13:20).
Nacimiento de Samuel y ascenso al poder. Ana, quien era estéril, hace un voto de
entregar al hijo que Dios le concediera para que sea nazareno (1 Sam 1:11). Después del
nacimiento de Samuel, ella cumple el voto y trae al niño al profeta Elí en el tabernáculo de
Silo (1 Sam 1:22–25). Elí crió a Samuel quien servía en el tabernáculo desde niño. Se lo
describe como un siervo fiel que desde la infancia tenía el favor de Dios (1 Sam 2:26; 3:1,
19). Dios le habla a Samuel y le advierte que va a castigar a la casa de Elí a causa de los
hijos de Elí (1 Sam 3:10–14). Samuel entonces se gana la fama de profeta de Yavé en todo
Israel (1 Sam 3:20).
Después de la muerte de Elí, Samuel desaparece del relato por un período de 20 años
(1 Sam 7:2). Aparece nuevamente como líder de Israel, animándolos a arrepentirse y a
abandonar sus ídolos (1 Sam 7:3–4). También guía a Israel en un arrepentimiento nacional
y en la victoria sobre los filisteos (1 Sam 7:5–14). Después de eso, se convierte en juez de
Israel (1 Sam 7:15–17).
El papel de Samuel en el establecimiento de la monarquía. Cuando Samuel envejece,
designa a sus hijos como jueces sobre Israel. Sin embargo, sus hijos son corruptos y eso
lleva a que Israel le pida a Samuel el nombramiento de un rey (1 Sam 8:1–9). Samuel
accede con renuencia y unge a Saúl como primer rey de Israel. Samuel sigue activo
durante el reinado de Saúl, como sacerdote y como profeta (1 Sam 13:8–15; 15:1–3).
Después de que Saúl desobedece la orden de Yavé de destruir a los amalecitas, Dios
rechaza a Saúl e instruye a Samuel que unja a David en su lugar (1 Sam 15:26–16:13).
Después de ungir a David, Samuel regresa a su casa en Ramá. Aparece una sola vez
más, cuando David viene a Samuel mientras huye de Saúl. Cuando Saúl procura encontrar
a David allí, tanto él como sus siervos terminan profetizando y son incapaces de hallar a
David (1 Sam 19:18–24). Finalmente sepultan a Samuel en Ramá y todo Israel se reúne
para llorar su muerte (1 Sam 25:1). Samuel aparece una vez después de su muerte cuando
Saúl consulta a una mujer con espíritu de adivinación para preguntarle sobre la inminente
batalla con los filisteos (1 Sam 28:8–14). Samuel profetiza que Saúl y sus hijos morirían en
la batalla (1 Sam 28:15–19).6
SAMUEL = «pedido a Dios». Profeta de Israel (1 Cr. 6:33), fue el primer gran profeta
posterior a Moisés, y el último de los Jueces. Su padre Elcana era un levita de la familia
de Coat, de la casa de Izhar, que descendía de Zuf (1 S. 1:1; 1 Cr. 6:26, 35). Esta familia
había recibido su heredad en el monte de Efraín (Jos. 21:5; 1 Cr. 6:26, 35). Elcana vivía
en Ramá (1 S. 1:1, 19; 2:11). Elcana tenía dos esposas: Penina y Ana. Esta última, que era
estéril, suplicó al Señor que le concediera un hijo, e hizo el voto de consagrárselo toda la
vida, aparentemente como nazareo, ya que ella dijo: «Y no pasará navaja sobre su
cabeza» (1 S. 1:11; cfr. Nm. 6:1–5). Dios otorgó esta petición. Ana llamó al recién nacido
Samuel. Cuando lo hubo destetado, lo llevó al Tabernáculo, en Silo, confiándolo a Elí, el
sumo sacerdote, a fin de que lo formara para el servicio del Señor (1 S. 1; 2:1–17). El
niño Samuel llevaba a cabo su tarea en presencia del Señor; vestía un simple efod de
lino, vestidura de los sacerdotes cuando oficiaban, y también de los levitas (2:18). El niño
dormía en una estancia contigua al Tabernáculo, y por la mañana abría las puertas de la
casa de Jehová, y ayudaba a Elí (3:1, 3, 15). Samuel era sólo un joven cuando el Señor le
reveló el juicio que caería sobre la casa de Elí, a causa de la insensata indulgencia del
padre hacia sus indignos hijos (3:1–18). Josefo dice que Samuel tenía entonces doce
años (Ant. 5:10, 4), estimación probablemente correcta, pero de la que se desconoce la
fuente. Cuando Samuel llegó a ser un hombre joven, todo Israel, de Dan a Beerseba,
reconocía que era un profeta, porque el Señor se le reveló en Silo (1 S. 3:20, 21). Poco
después caía el juicio predicho sobre la casa de Elí y sobre Israel: los dos hijos de Elí
murieron sobre el campo de batalla, los filisteos se apoderaron del arca, y Elí murió al
saber esto (4:1–22). Los filisteos tuvieron que devolver el arca a los israelitas, sin
embargo, ante las plagas de Dios, y quedó depositada en Quiriat-jearim, en casa de
Abinadab. El nivel espiritual del pueblo era entonces sumamente bajo.
Después de la muerte de Elí, Samuel ejerció la autoridad, y se esforzó en rectificar las
costumbres; veinte años después de la restitución del arca, había llegado a conseguirlo
en cierta medida. Convocó entonces a los israelitas a Mizpa, cerca del lugar en el que
había sido arrebatada el arca del pacto. El profeta les ordenó confesar sus pecados,
ayunar delante de Jehová e implorar Su misericordia. Al saber esto, los filisteos atacaron
a los israelitas, que pidieron a Samuel que suplicara el socorro divino. El Señor otorgó la
ayuda pedida mandando sobre los filisteos una terrible tormenta, bajo la que sufrieron
una tremenda derrota. Mientras Samuel estuvo al frente de los israelitas, los filisteos
renunciaron a atacar (1 S. 7:3–14). (Véanse FILISTEOS, SAMUEL [LIBROS DE].) Samuel fue a la
vez juez y profeta. En el ejercicio de estas funciones, iba cada año a Bet-el, Gilgal y
Mizpa. Su residencia era Ramá, donde se hallaba una comunidad de profetas que lo
6 Custis, M. (2014). Samuel. En J. D. Barry & L. Wentz (Eds.), Diccionario Bíblico Lexham.
Bellingham, WA: Lexham Press.
ayudaban en su obra de reforma (7:15–17; 19:18–20). En Ramá erigió un altar, por
cuanto Dios había abandonado Silo. El arca no estaba a disposición del culto público, el
pacto con Dios había quedado suspendido por la idolatría y los sacrilegios de los
israelitas. Samuel era considerado como el representante de Jehová (véase ALTAR). Bajo
su enérgica dirección, el país fue preservado de la dominación extranjera. A su vejez,
Samuel estableció en Beerseba a sus dos hijos como jueces sobre Israel. Sin embargo,
éstos se mostraron indignos de tan alto cargo, dejándose sobornar y pisoteando la
justicia. A causa de la malvada gestión de ellos y de la amenazadora actitud de las
naciones paganas a su alrededor, los ancianos y el pueblo pidieron la instauración de la
monarquía. Dios ordenó al profeta que ungiera a Saúl como rey, y después a David, tras
de que Saúl hubiera sido rechazado (véase SAMUEL [LIBROS DE]). Samuel murió mientras
David, huido de Saúl, se hallaba en el desierto de En-gadí. Fue sepultado en Ramá; todo
Israel lo lloró (25:1). La noche antes de la batalla de Gilboa, Saúl pidió a una adivina que
evocara a Samuel del Seol (28:3–25). (Véase SAÚL, 2.) Hemán, uno de los cantores de
David, era nieto de Samuel (1 Cr. 6:33; cfr. v. 28). Samuel figura entre los héroes de la fe
del AT (He. 11:32).
SAMUEL (LIBROS DE). 1. Nombre y subdivisión. Estos dos libros constituían al principio un
solo volumen, como lo atestigua una nota masorética en 1 S. 28:24, afirmando que este
versículo es el central de la obra. Hay mss. hebreos, y la enumeración que hace Josefo
de los libros del AT presentan esta obra como un todo. Bomberg introdujo esta división
en la Biblia rabínica que hizo aparecer en Venecia, de 1516 a 1517, división procedente
de la LXX y de la Vulgata. Esta obra lleva muy justamente el nombre de Samuel: este juez
es el personaje más importante durante la primera mitad del período de que se trata. Él
fue además uno de los más grandes profetas de Israel, que organizó el reino, y fue el
instrumento de Dios en la elección de Saúl y de David, ayudando asimismo a Saúl
durante todo el tiempo en que este rey permaneció fiel a la voluntad de Dios. Como la
obra contiene la historia de los dos primeros reyes, en la LXX se divide en dos partes,
que allí reciben el nombre de Primer y Segundo Libro de los Reinos. En cuanto a los dos
libros históricos siguientes (1 y 2 Reyes en nuestras versiones), la LXX les da el nombre
de 3 y 4 de los Reinos. Jerónimo, en la Vulgata, cambia el título «Libro de los Reinos» por
el de «Libro de los Reyes».
En el canon hebreo, 1 y 2 Samuel quedan encuadrados dentro de los Profetas
anteriores.
2. Contenido. Se pueden distinguir tres secciones. (1) Samuel, profeta y juez (1 S. 1–
7): su nacimiento, infancia, llamamiento al ministerio profético (3:20); su autoridad
indiscutida, después de la muerte de Elí (cap. 4); su obra de reforma y el triunfo de su
intervención espiritual, en el momento en que los filisteos atacan a Israel, lo que le
otorga el papel de juez liberador (7:1–12). Sumario de los resultados de su
administración (vv. 13–17). (2) Reinado de Saúl (8–31). (a) El pueblo pide al anciano
Samuel que establezca un rey sobre Israel. El profeta accede, bien a su pesar (cap. 8).
Samuel conoce a Saúl; le da, privadamente, la unción real (9:1–10:16). Samuel convoca
al pueblo en Mizpa, donde Saúl es elegido rey por suertes (vv. 17–26), y es
menospreciado por algunos malcontentos (v. 27). La victoria de Saúl sobre los amonitas
confirma su condición de rey (cap. 11). Samuel dirige un discurso al pueblo, y se retira a
continuación de la vida pública (cap. 12). (b) Los filisteos son derrotados, pero Saúl
desobedece la orden de Jehová con respecto al sacrificio (cap. 13). Jonatán ataca una
guarnición filistea y pone a los enemigos en fuga (14:1–46). Recapitulación de las
guerras de Saúl (vv. 47, 48). Su familia (vv. 49–51). Relato detallado de la guerra contra
los amalecitas; Saúl desobedece por segunda vez las órdenes de Dios (cap. 15). (c)
Últimos años del reinado de Saúl; su actitud con respecto a David (caps. 16–31). Dios
rechaza a Saúl, y ordena a Samuel que unja a David (16:1–13). Saúl, atormentado por un
espíritu maligno, invita a David, tañedor de arpa, a la corte (vv. 14–23); David mata a
Goliat y se queda desde entonces con el rey (17:1–18:5). Celos de Saúl; atenta contra la
vida de David (18:6–19:17). Huida y vida errante de David (19:18–27:12). Invasión
filistea; Saúl consulta a la adivina de Endor (cap. 28). Batalla de Gilboa; muerte de Saúl
(cap. 31). El rey David (2 S. 1–24). David se entera de la muerte de Saúl (cap. 1).
Rivalidad de David, apoyado por los hombres de Judá, con Is-boset, sostenido por todas
las otras tribus (caps. 2–4). David, proclamado rey por todas las tribus de Israel (5:1–3).
Su reinado (5:4 a cap. 24). (Véase DAVID.)
3. La institución de la monarquía marca un importante punto de inflexión en la
historia de Israel. A la teocracia de Moisés y de Josué había sucedido la anarquía de los
tiempos de los Jueces. Samuel rectificó la situación, pero el pueblo no estaba dispuesto
para depender de una manera directa del Dios santo. Por otra parte, la falta de fe que
tenían los hacía temblar ante sus enemigos, y les hizo abrigar el deseo de tener un rey
«como tienen todas las naciones» (1 S. 8:5). Samuel expresó su vivo desagrado (v. 6;
12:17–19), y el Señor le señaló que era a Él mismo y Su autoridad que el pueblo
rechazaba (8:7–9). Saúl fue entonces elegido, con todas las advertencias previas en
cuanto a la gravedad de su decisión (8:10–10:27); con todo, en Su condescendencia,
Dios no abandonó a Su pueblo. Sostuvo a Saúl es tanto que éste permaneció fiel (10:24–
26; 11:6–13; 12:22; 14:23), pero lo rechazó a causa de sus desobediencias (13:13–14;
15:22–23). A continuación David fue elegido, «el varón elegido según el corazón de
Dios» (16:1–13), que anduvo verdaderamente en los caminos de Jehová (excepto en el
asunto de Urías, 1 R. 15:5). El Señor le prometió que de su línea surgiría el Mesías (2 S.
7:8–16), el rey divino, único capaz de cumplir el plan de Dios y de establecer la teocracia
sobre bases justas y eternas. «Esta superposición de los dos designios, uno divino y
espiritual, y otro humano y carnal, se manifiesta en la historia de Saúl y de David a través
de todo el libro (Manley, Nouveau Manuel de la Bible, p. 176; cfr. E. Robertson, Samuel
and Saul).
4. Redacción, fecha, autenticidad. Samuel escribió en un libro «las leyes del reino», y
lo depositó delante de Jehová (1 S. 10:25). Las acciones destacadas de David fueron
consignadas en los «libros» de Samuel el vidente y de los profetas Natán y Gad, obras
conocidas por el redactor del libro de Crónicas (1 Cr. 29:29). El mismo Samuel murió
antes del final del reinado de Saúl (1 S. 25:1); pero en la corte de David se hallaban
Josafat, cronista, y Seraías, el escriba (2 S. 8:16–17). Por otra parte, está claro que un
pasaje como 2 S. 5:4–5 tuvo que ser escrito después de la muerte de David. Se ha
preguntado si la alusión a los reyes de Judá en 1 S. 27:6 significa que este libro fue
acabado después del cisma. Sin embargo, la distinción entre Judá e Israel ya existía en la
época de David (1 S. 11:8; 17:52; 2 S. 3:10; 24:1). Se puede citar también del libro
apócrifo 2 Mac. 2:13: «Nehemías … había reunido una biblioteca y puesto en ella los
libros de los reyes, los de los profetas y los de David.» Es indudable que nuestros dos
libros de Samuel debían hallarse en esta colección, y por consiguiente formarían parte
del canon desde antes de la época de los Macabeos. La redacción de 1 y 2 Samuel
parece haber sido hecha al inicio de la monarquía, sobre la base de los documentos de
primera mano ya mencionados. Kirkpatrick admite como básicamente cierta la tradición
que atribuye al mismo Samuel la sección de 1 S. 1–24 y el resto a Natán y a Gad. Añade
además que si este libro fue redactado por medio de las crónicas de Samuel, de Natán y
de Gad, y completado gracias a documentos provenientes de las escuelas de los
profetas, procede entonces de los mejores documentos posibles (Cambridge Bible). En
efecto, «el autor de estos vivaces y detallados relatos, sencillos y carentes de artificio,
vivió indudablemente no mucho después de los sucesos relatados. Los detalles
geográficos son escrupulosamente exactos, y la ausencia de nombres compuestos con el
de Baal, señala el profesor Hommel, se explica por la influencia de Samuel» (Manley, op.
cit., p. 175, y Hommel, Ancient Hebrew Tradition). La presentación de Elí sin comentarios
de ningún tipo en 1 S. 1:3 lleva a pensar que era todavía recordado con claridad.
Además, se puede constatar en 1 y 2 Samuel una unidad de plan y de objetivo que
muestra que los documentos históricos anteriores han sido manejados por un solo
autor.
A pesar de todo lo anterior, hay algunos críticos que insisten en ver en esta obra una
amalgama de dos (o tres) fuentes divergentes, semejantes a las pretendidas para el
Pentateuco (véase PENTATEUCO). En esta especulación, para el «autor J», en el siglo X a.C.,
Samuel sería un vidente desconocido; para E, en el siglo VIII a.C., se trataría de un gran
héroe nacional. Más tarde se habrían dado añadiduras, durante el siglo VI, por parte de
un autor «deuteronómico», que habría modificado ciertos pasajes según sus
convicciones. En realidad, hay sólo unos pocos puntos oscuros, lo cual no es de
sorprender en un libro tan antiguo. (1) La doble presentación de David a Saúl (1 S.
16:17–23 y 17:55–58). Sin embargo, se trata de una aparente dificultad con una
explicación satisfactoria: en el primer pasaje el rey tenía suficiente conque el joven
tañedor de arpa le distrajera; sin embargo, para dar su hija al vencedor de Goliat,
deseaba saber con toda precisión posible quién era el padre y la familia de David. (2) El
doble relato de la muerte de Saúl parece contradictorio a primera vista (1 S. 31:4–5; 2 S.
1:6–10). No obstante, es evidente que el extranjero amalecita, conociendo la
persecución de que había sido objeto David por parte de Saúl, le mintió para conseguir
un beneficio propio; para amarga sorpresa suya, se encontró conque se había acusado
de un crimen a los ojos de David, muriendo a causa de su embuste. La aparente
contradicción no es tal, sino que deriva de un falso relato de un amalecita frente al
genuino anterior. (3) El proverbio «¿Saúl también entre los profetas?» se cita dos veces
(1 S. 10:11; 19:24); pero no hay ninguna razón para que no haya podido recibir su origen
de dos circunstancias repetidas. (4) Otros críticos ven «dobletes» en las dos ocasiones
en que David perdonó la vida a Saúl (1 S. 24:7; 26:9), pero no hay nada en contra de que
David repitiera su acto magnánimo; se debe tener en cuenta que las persecuciones de
Saúl contra David duraron más de diez años (2 S. 5:4). Además de las plausibles
soluciones que tienen estas aparentes dificultades, el libro presenta una sólida
homogeneidad argumental, estilística y de plan. Se puede afirmar que el libro de Samuel
es una de las mejores obras en prosa de la literatura hebrea.
Hondero lanzando su piedra—escena esculpida en Tell-Halaf—, que nos recuerda la hazaña del
joven David narrada en el primer libro de Samuel (17:48–49). BM.
Con respecto a los antiguos mss. de Samuel hallados en Qumrán, véase QUMRÁN
(MANUSCRITOS DE), V, Cueva 4 (4Q).7