TEMA 3: LA TUTORÍA EN LA EDUCACIÓN PRIMARIA.
APOYO Y ORIENTACIÓN EN
EL PROCESO DE APRENDIZAJE. COLABORACIÓN CON LAS FAMILIAS.
FUNCIONES DEL TUTOR EN RELACIÓN CON EL EQUIPO DOCENTE Y OTROS
PROFESIONALES. EL PLAN DE ACCIÓN TUTORIAL. PROPUESTAS DE ACCIÓN
TUTORIAL.
1. INTRODUCCIÓN
La acción tutorial es una actividad esencial dentro del proceso educativo es una labor
orientadora y de acompañamiento que el profesorado, especialmente el tutor, desarrolla
con cada alumno. Su finalidad principal es garantizar el desarrollo integral del alumnado
en todos los ámbitos: académico, social, personal y profesional. No se trata solo de un
apoyo en el rendimiento escolar, sino de una guía que ayuda a los estudiantes a conocerse
mejor, a gestionar sus emociones, a mejorar su convivencia y a proyectar su futuro con
seguridad y confianza.
La labor del tutor es clave para fomentar un clima de aula positivo y motivador, donde
cada estudiante pueda sentirse escuchado, comprendido y acompañado en su proceso de
aprendizaje y crecimiento personal. Un buen tutor no solo resuelve conflictos o gestiona
situaciones académicas, sino que también detecta dificultades, apoya en la toma de
decisiones y estimula la autonomía y la autoestima del alumnado.
No nos debemos olvidar de que la acción tutorial conlleva numerosos beneficios cuando
se trabaja con compromiso y responsabilidad. Facilita la integración de los alumnos en el
grupo-clase, fortalece los lazos entre la comunidad educativa y proporciona herramientas
para afrontar los desafíos que puedan surgir en la vida escolar y personal de cada
estudiante. Sin embargo, también somos conscientes de que no siempre es una tarea
sencilla. En ocasiones, no sabemos enfrentarnos a grupos conflictivos o difíciles de guiar,
a contextos de alta diversidad en el aula o a ratios elevadas de alumnado que dificultan la
atención individualizada. Por ello, es fundamental tener estrategias, recursos y formación
que permitan desempeñar nuestra función con éxito y satisfacción. Además, usar la
comunicación asertiva o hacer uso de la inteligencia emocional, así técnicas de resolución
de conflictos o metodologías innovadoras puede marcar una gran diferencia en la vida de
los estudiantes.
A lo largo de este tema, profundizaremos en las claves esenciales para llevar a cabo una
tutoría efectiva y enriquecedora, explorando enfoques, experiencias y recomendaciones
que faciliten esta labor tan imprescindible dentro del sistema educativo. Porque educar
no es solo transmitir conocimientos, sino también acompañar, orientar y guiar en el
camino del aprendizaje y del crecimiento personal.
2. LA TUTORÍA EN LA EDUCACIÓN PRIMARIA
A lo largo de la historia la figura de los tutores, y con ella la propia acción tutorial ha
presentado diferentes nombre y funciones.
En la Grecia clásica, la educación de los niños recaía inicialmente en la madre o en
nodrizas en el caso de familias adineradas. A partir de los siete años, un preceptor o
pedagogo, generalmente un esclavo, se encargaba de su formación y los acompañaba a la
escuela. El concepto de "mentor", tal como lo entendemos hoy, proviene de La Odisea de
Homero, donde Méntor era el guía de Telémaco. Además, la relación preceptor-discípulo
fue clave en la Antigua Grecia, destacando la transmisión unidireccional del
conocimiento entre grandes filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles, quien llegó a
ser tutor de Alejandro Magno.
Durante la Edad Media, la tutoría se trasladó a los talleres gremiales, donde los maestros
formaban a sus aprendices en distintos oficios. Más adelante, pedagogos como Comenius,
Rousseau, Montessori y Piaget aportaron nuevas perspectivas a la educación, resaltando
la importancia de una enseñanza adaptada a las necesidades del alumno.
En España, la figura del tutor no se incorporó formalmente hasta la Ley General de
Educación de 1970. Desde entonces, las sucesivas reformas, incluida la LOMLOE, han
consolidado la tutoría como un pilar fundamental en la Educación Primaria, garantizando
un aprendizaje integral y personalizado.
Según Lázaro y Asensi, en “Manual de Orientación Escolar y tutoría”. Editorial Narcea.
Madrid 1987, la tutoría es una actividad inherente a la función del profesor, que se realiza
de forma individual y colectivamente con los alumnos de un grupo de clase, con el fin de
facilitar la integración personal en los procesos de enseñanza aprendizaje. Por todo ello
en la actual ley educativa LOMLOE dedica el artículo 91, a las funciones del profesorado.
Nuestra labor como docentes va mucho más allá de transmitir conocimientos. Nos
encargamos de acompañar a nuestros alumnos en su proceso educativo, adaptando cada
aprendizaje a sus necesidades y evaluando tanto su progreso como la eficacia de nuestra
enseñanza. La tutoría es una parte esencial de nuestro trabajo, ya que nos permite ofrecer
un acompañamiento cercano y mantener una comunicación constante con las familias. Si
un estudiante tiene dificultades para organizar su estudio, trabajamos junto a él y sus
padres para diseñar estrategias que le ayuden a mejorar su rendimiento y motivación.
También asumimos la responsabilidad de orientar académica y profesionalmente a
nuestros alumnos, ayudándolos a descubrir sus talentos y a tomar decisiones sobre su
futuro. Si detectamos que un estudiante tiene habilidades artísticas, le ofrecemos
orientación para que explore opciones relacionadas con el diseño o la música. Pero
nuestra labor no se limita al ámbito académico; fomentamos el desarrollo emocional y
social de nuestros alumnos, asegurándonos de que crezcan en un entorno donde la
empatía, la responsabilidad y el respeto sean valores fundamentales.
Las actividades complementarias enriquecen este proceso y convierten la escuela en un
espacio dinámico y motivador. Una visita a un museo, por ejemplo, les permite conectar
lo aprendido en clase con experiencias reales, reforzando su comprensión y entusiasmo.
Además, trabajamos cada día para construir un clima escolar basado en el respeto y la
participación, promoviendo una convivencia pacífica donde los conflictos se resuelven
mediante el diálogo y todos los alumnos se sientan escuchados y valorados.
La comunicación con las familias es clave para garantizar el éxito educativo de nuestros
alumnos. Mantener un contacto fluido con los padres facilita su implicación en la
educación de sus hijos y nos permite trabajar juntos para detectar y resolver cualquier
dificultad. Una reunión con los tutores puede ser el punto de partida para entender mejor
las necesidades de un estudiante y encontrar soluciones adecuadas para su desarrollo.
Además, el trabajo en equipo es fundamental en nuestra labor. Colaboramos con otros
docentes para coordinar actividades, evaluar nuestras prácticas y mejorar continuamente
los procesos educativos. Cada grupo de alumnos cuenta con un tutor, generalmente el
profesor con más horas lectivas en esa clase, quien se convierte en una figura de
referencia. En algunos casos, también se designa un tutor ayudante para reforzar este
acompañamiento y asegurar una atención más cercana.
En definitiva, nuestra función como docentes va más allá de la enseñanza; somos guías,
orientadores y apoyo fundamental en el desarrollo académico y personal de nuestros
alumnos. Trabajamos cada día para que cuenten con las herramientas necesarias para
construir su propio futuro.
Por ello cuando pensamos en la figura del educador, no solo vemos a alguien que imparte
conocimientos, sino a una persona que posee una serie de cualidades y valores esenciales
para guiar el proceso de aprendizaje y formación de sus alumnos. Según Boza Carreño,
en su obra "Ser profesor, ser tutor: Orientación educativa para docentes", el tutor debe ser
auténtico y transparente, estableciendo una relación real y de confianza con sus
estudiantes. Además, es fundamental que el profesor respete y valore tanto las fortalezas
como las limitaciones de cada alumno, fomentando el efecto Pigmalión, donde las
expectativas positivas generan mejores resultados.
El educador debe también ser capaz de empatizar con su grupo, escucharlos y comprender
sus necesidades, creando un ambiente donde cada estudiante se sienta apoyado. Además,
la actitud del docente debe ser abierta al aprendizaje, no solo desde su experiencia, sino
también aprendiendo de los propios estudiantes, lo que enriquece el proceso educativo.
Por último, el profesor debe estar convencido de la importancia de la acción tutorial,
manteniendo una comunicación constante y efectiva con otros docentes, las familias y los
propios alumnos, para lograr una educación integral y colaborativa.
3. APOYO Y ORIENTACIÓN EN EL PROCESO DE APRENDIZAJE
La función del docente, y en particular del tutor, es clave para motivar, orientar y crear
un ambiente propicio para el aprendizaje. El tutor no solo guía el camino escolar de los
alumnos, sino que también se convierte en un referente y consejero en diversas
situaciones. Según la LODE (1985), la orientación educativa y profesional es un derecho
básico de los estudiantes, y la LOMLOE refuerza este principio, destacando la
importancia de la orientación para lograr una formación personalizada que incluya
conocimientos, habilidades y valores. En su Artículo 1, la LOMLOE subraya la
orientación educativa y profesional de los estudiantes como un medio esencial para
alcanzar una educación integral en estos aspectos.
El apoyo durante el proceso de aprendizaje lo brindan varios actores: el tutor, los maestros
que imparten las asignaturas, especialistas en atención a la diversidad y equipos de
orientación psicopedagógica, entre otros. Estos profesionales trabajan de manera conjunta
para asegurar que cada alumno reciba el acompañamiento necesario.
Los objetivos de la orientación educativa incluyen que todos los docentes asuman la
responsabilidad de orientar y tutorar a los alumnos, no delegando esta tarea solo en los
especialistas. Es fundamental conocer las características individuales de cada alumno,
promover un seguimiento personalizado y prevenir posibles dificultades. También se
busca adaptar la enseñanza y evaluación a las necesidades del alumnado, fomentar la
coordinación entre los maestros, implicar a las familias en el proceso educativo, y crear
un clima de convivencia y trabajo en el aula. La orientación también se extiende a la
mediación de conflictos y al acompañamiento en el paso de un curso o etapa a la siguiente,
garantizando una educación integral y de calidad para todos.
4. COLABORACIÓN CON LAS FAMILIAS
La implicación de las familias en la educación ha sido un tema clave en las legislaciones
educativas a lo largo de los años, y su papel ha evolucionado significativamente. Desde
la Ley General de Educación (1970), donde se mencionaba de manera general la
participación de las familias, hasta la LOMLOE, que hace de esta colaboración un pilar
fundamental para el éxito del proceso educativo. En esta última ley, se subraya la
obligación de las familias de participar activamente en los proyectos educativos,
fomentando el respeto mutuo y colaborando en temas cruciales como la igualdad, la
violencia de género y la diversidad cultural.
Por ejemplo, en la LOMLOE se destaca la importancia de que las familias participen en
actividades del centro, como talleres sobre igualdad o reuniones sobre el respeto en la
comunidad educativa. Estas actividades no solo refuerzan los valores fundamentales, sino
que también permiten a los padres involucrarse directamente en la vida escolar de sus
hijos.
El tutor desempeña un papel esencial en este proceso, manteniendo una comunicación
constante con las familias para asegurar que todos los aspectos relacionados con el
aprendizaje, el rendimiento académico y el bienestar de los estudiantes se aborden de
manera efectiva. Para ello, se establece un sistema de reuniones periódicas, tanto grupales
como individuales, que permiten intercambiar información, resolver conflictos y trabajar
conjuntamente en el desarrollo del alumno. Un ejemplo de esto sería cuando un tutor se
reúne con los padres para hablar sobre la adaptación de su hijo a la clase y juntos diseñan
estrategias para mejorar su participación y desempeño, si el alumno tiene dificultades con
alguna asignatura.
Además, los tutores deben coordinarse con el resto de los docentes para tener una visión
global del alumno y asegurarse de que la educación que recibe sea coherente y
personalizada. Por ejemplo, si un estudiante muestra dificultad para integrarse
socialmente, el tutor puede colaborar con el orientador y otros maestros para implementar
un plan de apoyo que incluya actividades sociales y adaptaciones en el aula. Este enfoque
colaborativo entre familia, tutor y resto del equipo educativo garantiza que los estudiantes
cuenten con el apoyo necesario para alcanzar su máximo potencial en un entorno de
respeto, compromiso y cooperación. La participación de las familias no solo mejora la
calidad educativa, sino que también fortalece la comunidad escolar, convirtiéndola en un
espacio más inclusivo y enriquecedor.
5. FUNCIONES DEL TUTOR EN RELACIÓN CON EL EQUIPO DOCENTE Y
OTROS PROFESIONALES
La función tutorial es una labor que, aunque recae sobre el tutor, involucra la cooperación
activa de todo el equipo docente. La acción tutorial no se realiza de manera aislada, sino
que depende de la colaboración entre los diferentes profesionales del centro educativo
para lograr una intervención coherente y efectiva. El tutor, como figura central, se encarga
de coordinar y colaborar en diversas áreas con otros maestros, tanto de su nivel como de
otros ciclos, con el fin de ofrecer una educación integral y personalizada.
Dentro de sus funciones, el tutor debe coordinar la intervención educativa, preparar
actividades y materiales de apoyo, y hacer un seguimiento de la evaluación de los
alumnos. También se encarga de coordinarse con maestros especialistas para ofrecer
apoyo a los alumnos con necesidades específicas (ACNEAE) y con el equipo directivo
para asegurar que las necesidades del grupo sean atendidas y se cumpla el Plan de Acción
Tutorial. En resumen, el tutor no solo guía a los estudiantes, sino que se convierte en un
punto de conexión clave entre los diferentes actores educativos, buscando siempre la
mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje.
6. EL PLAN DE ACCIÓN TUTORIAL
Los centros educativos deben adaptar la enseñanza al contexto social y cultural que los
rodea, por lo que resulta esencial elaborar un Plan Educativo (PE) que refleje los
principios de intervención educativa y una Propuesta Curricular que aborde tanto el
currículo como la atención a la diversidad. De este PE surge el Plan de Acción Tutorial
(PAT), que organiza y define las prioridades de la tutoría, detallando las líneas de
actuación y objetivos específicos a lo largo del curso escolar.
El PAT se desarrolla considerando las características del alumnado, las familias y el
propio centro, lo que garantiza que se ajuste a las necesidades del contexto escolar. Así,
el tutor debe planificar actividades tutoriales adaptadas a su grupo, estableciendo metas
claras, seleccionando actividades concretas y ajustando la temporalización de acuerdo
con las particularidades de su clase.
Dentro del PAT, se incluyen diversas acciones fundamentales: la acogida e integración
de los alumnos, la organización del grupo-clase, el fomento de hábitos de trabajo y
técnicas de estudio, el desarrollo personal y emocional de los estudiantes, y la
participación de las familias. Además, se establecen mecanismos de evaluación para
hacer un seguimiento continuo del progreso de los alumnos y coordinar las intervenciones
adecuadas. Todo esto, con el fin de crear un entorno escolar dinámico y colaborativo que
favorezca el aprendizaje y desarrollo integral de los estudiantes.
7. PROPUESTAS DE ACCIÓN TUTORIAL
La función tutorial abarca el acompañamiento integral de los estudiantes, tanto en su
desarrollo académico como personal. Uno de los primeros pasos es la acogida de nuevos
alumnos, a través de actividades de presentación y la asignación de compañeros que les
ayuden a integrarse y conocer el centro. Además, es clave recopilar información sobre los
alumnos, como sus datos personales, rendimiento académico y necesidades educativas,
para ofrecer una atención personalizada. El tutor también gestiona la organización del
aula, estableciendo normas y creando un ambiente adecuado para el aprendizaje. Además,
actúa como mediador en la resolución de conflictos, promoviendo un ambiente positivo
a través del diálogo. Es importante estar atento a posibles dificultades de aprendizaje y
actuar de forma temprana, implementando medidas de apoyo cuando sea necesario.
Fomentar hábitos saludables, como la higiene y el orden, así como hábitos de estudio, es
otra de las tareas del tutor. En cuanto al desarrollo emocional y social, el tutor trabaja en
actividades que fortalezcan la autoestima, la participación y la convivencia, y también en
la prevención del acoso escolar. La evaluación continua y formativa es fundamental para
ayudar a los alumnos a reflexionar sobre su propio aprendizaje, mientras que la
coordinación con el resto del equipo docente asegura que todos estén alineados en cuanto
a las estrategias pedagógicas y el seguimiento de los estudiantes.
8. CONCLUSIONES
A lo largo del desarrollo del tema, hemos visto la importancia del papel del tutor a lo
largo de la historia y del momento en el que esta figura adquirió mayor importancia en
nuestro
Sistema Educativo. Por otro lado, hemos desarrollado las funciones del tutor relacionadas
con toda la comunidad educativa, que si son llevadas a cabo de forma adecuada
favorecerán un clima de aprendizaje óptimo para nuestros alumnos, siendo apoyados por
profesorado y familia.
La labor del maestro tutor es compleja, ya que incluye muchas acciones tanto educativas,
relacionales y burocráticas. La habilidad como tutor de un docente puede influir en gran
medida en la evolución de un grupo clase. Como docentes, debemos esforzarnos por
aprender y hacer avanzar a nuestros alumnos, siempre apoyándonos tanto en el resto de
los profesionales, como en las familias de nuestros alumnos.