ICAM “PSICOLOGÍA PASTORAL” MÓDULO 1
Seguridad de salvación - Sanidad interior
Recordemos que, en el Ejercicio de la Capellanía, vamos a tratar temas
muy específicos, los cuales deben estar muy bien desarrollados
y explicados, para que nuestro objetivo se lleve a cabo
de la mejor manera posible.
Salvación
Para comenzar a hablar de la Salvación primero repasamos algunas de sus
definiciones:
Solución de un problema grave o liberación de un peligro, de una
amenaza, de una situación difícil, entre otras.
La salvación es la liberación de un peligro o un sufrimiento. Salvar es
liberar o proteger. La palabra contiene la idea de victoria, salud, o preservación.
Algunas veces, la Biblia usa las palabras “salvo” o “salvación” para referirse a
algo temporal, liberación física, como la liberación de Pablo de la prisión
(Filipenses1:19).
Con más frecuencia, la palabra salvación se refiere a una eterna liberación
espiritual. Jesús iguala el ser salvo con la entrada al reino de Dios (Mateo
19:24-25). La palabra “salvación” viene de la raíz hebrea Yasha. Esta raíz
hebrea significa “el ser espacioso”. De esa misma raíz hebrea salen las palabras
liberación, emancipación, preservación, protección y seguridad.
Hablar de la salvación puede resultar ameno o complejo según el
entendimiento personal de su significado.
Para cada religión, por ejemplo, la cristiana, el efecto de la salvación
puede implicar, alcanzar la vida eterna, ser libre de la carga del pecado, pasar
de muerte espiritual a vida y se alcanza por gracia. “Porque por gracia sois
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salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” (Efesios
2:8-9).
La salvación es un tema que ha sido de controversial a lo largo de los
siglos.
Recordemos históricamente que la doctrina que dividió la iglesia Católica
de la iglesia Protestante en su momento, fue la doctrina de la salvación. Esto
sucedió cuando Martín Lutero llegó a entender que la salvación es algo que
Dios da por gracia y no por obras (Efesios 2:8-9); y que somos justificados por
la fe y no por las obras de la ley. (Gálatas 2:16) dice que “el hombre no es
justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros
también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo
y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será
justificado”.
Para desarrollar el tema ahora nos podemos preguntar ¿qué relación tiene
la salvación con la psicología cristiana? Por ello vamos a considerar conceptos
que nos van a ayudar a este entendimiento.
El estudio de la psicología trata con la mente, sus sentidos y el
comportamiento humano. Los circuitos de interacción mental se pueden dar
de manera que nuestra mente controle nuestro comportamiento, y nuestro
comportamiento influye y es influido de muchas formas. El hombre
continuamente está tratando de explorar la mente en el comportamiento
humano.
Puede ser natural para el cristiano entender que su mejor fuente de
conocimiento es entender a Aquel que creó la mente de la humanidad, además
de considerar el libro de texto que Él ha escrito sobre la mente y el
comportamiento humano, ese libro es la Biblia.
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Ya sea que las personas acepten los principios de la Palabra de Dios y
concuerden con ellos o no, la forma de pensar y actuar del ser humano
saludable está sujeta a los principios que se encuentran en la Biblia. De allí nos
incumbe considerar lo que Dios tiene para decir sobre este tema.
El universo atraviesa una época llena de cambios que producen temores y
problemas para adaptarse repentinamente a las circunstancias cotidianas.
Escuchamos noticias en la televisión, leemos los diarios, tratamos
de comprender en cierta medida lo que está ocurriendo en el mundo.
Escuchamos acerca de los problemas que experimentan las personas en
distintas partes de la tierra, terrorismo, secuestros, violencia, la problemática
de la juventud de hoy, las drogas, y el desvalimiento de niños y ancianos.
En general, como cristianos, estamos separados de algunas de las
realidades del mundo. Sin embargo, y en una forma paradójica, porque somos
seres humanos, nos vemos atrapados muchas veces por los mismos problemas
que enfrenta el mundo.
Hasta cierto punto, el mundo alcanza a ser diferente para las personas de
Fe, los problemas se pueden percibir de dimensiones menos pequeñas o
dramáticas y su impacto no ser tan traumático, como sucede con las distintas
personas en el mundo pero, básicamente, los seres humanos tienen la misma
naturaleza común, y todos tenemos los mismos problemas comunes.
El individuo a lo largo de su vida adulta atraviesa sentimientos de
vacuidad que le producen angustia, la salvación del ser humano desde nuestra
cosmovisión cristiana no solo le provee el encuentro con Jesús dador de la vida
sino la esperanza y sentido de propósito para su existencia con la percepción
de caminar “como viendo al invisible”.
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Esta perspectiva en Dios, satisface las necesidades internas de seguridad,
pertenencia aceptación, comprensión entre otras.
La persona sin Dios puede vivir de distintas maneras la idea de Dios, una
puede ser, sin conciencia de su existencia, otras en confusión o vacío interior
al no encontrar un propósito claro o definido, para vivir en Él. Es necesario
para vivir una vida en plenitud, en espíritu, alma y cuerpo, unir los aspectos
que nos separan de Dios
Las necesidades psicológicas satisfechas proveen la promoción de la salud
mental en el individuo.
Un psicólogo llamado Abraham Maslow mencionó las siguientes
necesidades psicológicas básicas: de seguridad, integridad y estabilidad; de
amor y de sentido de pertenencia; de estima y respeto a sí mismo.
Y por otro lado, el psicólogo Erich Fromm menciona que “las
necesidades psíquicas fundamentales que nacen de las peculiaridades de la
existencia humana deben ser satisfechas de una manera o de otra para que el
hombre no enferme, así como las necesidades fisiológicas han de satisfacerse
para que no muera”.
La persona persistentemente busca alcanzar el afecto, el amor, el
reconocimiento, la pertenencia. Si no puede alcanzar a cubrir estas
necesidades, el individuo puede llegar a conductas desadaptadas y antisociales.
Esto es a lo que se le llama necesidades psicoafectivas.
Muchos de los conflictos mentales están en el individuo por acarrear sus
historias del pasado, culpas, errores falta de perdón, vida sin principios y
valores.
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La salvación va a proveer un orden psicológico al individuo en la medida
que entra en relación y entendimiento de Dios como fuente de una nueva vida.
Como padre, ayudador, consolador, guía y su palabra como fuente cotidiana
de sabiduría.
Una de las necesidades emocionales que imperiosamente precisamos
satisfacer es la del afecto: amar y ser amados.
El bebé al nacer no solo necesita alimento, sino ser recibido con amor,
acunado, acariciado. La carencia afectiva o las alteraciones por carencia
relacional se refieren a aquellas situaciones en que la maduración de la
personalidad del niño se encuentra afectada por la falta de estimulación
afectiva.
Cualquier persona puede creer no haber amado lo suficiente o no haber
sido amado de forma adecuada, la ausencia de estimulación afectiva durante la
infancia por parte de los adultos, que juegan un rol relacional afectivo
importante, provoca la aparición de trastornos, no tan solo de la maduración,
sino también síntomas clínicos que se expresan en trastornos somáticos,
afectivos y conductuales.
Históricamente se ha comprobado que aquellos bebes huérfanos
sumergidos situaciones de guerra en los que no se ha satisfecho su afectividad
mueren.
Dar de mamar a los bebés, no sólo por el beneficio de la leche de la madre
que recibe el bebé, sino por esa sensación de seguridad que recibe el bebé
mientras está en brazos de su madre. Esto es algo que no logrará ningún
biberón, y todo ser humano necesita este afecto, no sólo como bebé sino por el
resto de su vida.
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La palabra nos refleja en varios pasajes el amor de Dios, tomamos uno
(Gálatas 2:20) “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más
vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de
Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
La segunda necesidad que necesita ser satisfecha es la de aceptación de lo
que uno es, y del carácter único de cada individuo. Necesitamos sentirnos
aceptados por otras personas. Esto es parte de nuestra comunidad, de estar
juntos. “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en
sus brazos.” (Salmos 27:10).
La Biblia es directa en cuanto a ser aceptados tal cual somos y varios pasajes
bíblicos dan evidencia de la aceptación de nuestra identidad tal cual somos.
Otra necesidad es el aprecio, tener una estima crítica favorable hecha en
nuestro propio interior. Cierto sentido de aprobación, una palmada en la
espalda por un trabajo bien hecho.
Damos medallas, cartas de recomendación, banquetes de apreciación.
Entregamos premios y recompensas, y muchas clases de cosas.
Todos lo necesitamos. Necesitamos ser apreciados. “Dios muestra su
amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros”.
En la proporción que el cristiano se entrega a sí mismo a Dios y obtiene
la provisión de Dios, su experiencia será maravillosa, una demostración
sobrenatural de lo que Dios puede hacer con una vida que está rendida a Él.
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“La confianza segura que Cristo murió por mí, significa creer, depositar
la confianza en los méritos de Cristo, de que por amor a su Hijo, Dios
ciertamente está dispuesto a demostrarnos misericordia en Cristo.
La necesidad de logro, no es sólo una sensación de satisfacción, sino
también el resultado de aquello que es digno de ponderación, para que cuando
alcanzamos un objetivo haya cierta cantidad de apreciación por ese logro. Eso
nos hace sentir bien, para que deseemos emprender otra vez un objetivo a
alcanzar.
La Salvación en las escrituras nos proveen una perspectiva esperanzadora
de la existencia del hombre y de las necesidades con las cuales fue creado por
Dios. Repasando los principios básicos recordamos que estábamos separados
de Dios, hasta ignorando su persona, cuando el Espíritu Santo se revela a
nosotros también revela nuestra condición humana falible.
¿De qué somos salvados? Nuestro pecado nos ha separado de Dios, y la
consecuencia del pecado es la muerte (Romanos 6:23).
La salvación bíblica se refiere a nuestra liberación de las consecuencias del
pecado, y por lo tanto, implica la remisión del pecado.
También estos principios nos orientan hacia la manera de alcanzar la
salvación Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo. (Hechos
2:21). Siendo el propósito provisto “Ser redimido de la Maldición del pecado”
(Efesios 2:8).
Aspectos de la Salvación
Comencemos con el significado de salvación. Tal vez alguien le haya
preguntado: “¿Es usted salvo?” Esto inmediatamente trae a colación otra
pregunta: “¿Salvo de qué?”. Las escrituras dicen “por cuanto todos pecaron, y
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están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). La certeza de
pertenencia y de destino provee seguridad interior a las personas.
Pero no solo estos son los efectos de la salvación, también somos
Justificados ante Dios. Hay una reorganización en nuestro psiquismo en pasar
de estar separados de Dios a estar unidos a Él. Justificación se refiere a ser
hechos justos, correctos o rectos. Literalmente significa ser enderezados,
perfectamente alineados (con Dios). Él sabía que naturalmente el hombre está
sujeto a necesidades y pasiones. Es por ello que proveyó una solución
“Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo” (Rom.5:1)
Inicialmente, somos justificados o alineados con Dios cuando, en
arrepentimiento y en fe en la sangre derramada de Cristo como expiación por
nuestros pecados, se nos perdonan éstos y Dios nos considera justos.
La justificación, en este sentido, también se conoce como reconciliación.
Corresponde al aspecto de la salvación según el cual hemos sido salvados del
pecado y de la muerte en tanto nos mantengamos en el camino de Dios.
Sólo cuando Cristo vive en nosotros por medio del Espíritu Santo
podemos tener éxito en la obediencia y permanecer justificados (comparar
Gálatas 2:20 con Romanos 7:7-8:11).
Asimismo, algo más va a suceder en el camino de ser salvos y justificado.
Ocurre la regeneración, como parte de este proyecto. El creyente que en un
principio estaba muerto espiritualmente, ahora ha recibido vida eterna.
Es la idea de nacer de nuevo, o la figura de renacer. En 2ª. Corintios 5:17
el pensamiento se hace claro: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva
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criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» Las
tres acciones hablan de la nueva vida, la cual se recibe por fe en Cristo.
Dada la naturaleza del acto del nuevo nacimiento, la resurrección
espiritual y la creación, está claro que la regeneración no es llevada a cabo por
ninguna buena obra del hombre.
No es un acto de la voluntad humana en sí misma, y no es producida por
ninguna ordenanza de la iglesia tal como el bautismo por agua. Es enteramente
un acto sobrenatural de Dios en respuesta a la fe del hombre.
La regeneración es instantánea y es inseparable de la salvación.
Cuando un creyente recibe a Cristo por la fe, es nacido de nuevo y en el
acto del nuevo nacimiento recibe una nueva naturaleza.
La Biblia hace referencia a esto como al «nuevo hombre» (Ef. 4:24), del
cual se nos exhorta a que “nos vistamos” en el sentido de que deberíamos
aprovecharnos de su contribución a nuestra nueva personalidad.
A causa de la nueva naturaleza, un creyente en Cristo puede experimentar
a menudo un cambio drástico en su vida, en su actitud hacia Dios y en su
capacidad de tener victoria sobre el pecado.
Seguridad de Salvación
Tener la vida eterna es el terreno para la seguridad eterna.
Es primeramente una obra de Dios, no del hombre, no depende de
ninguna dignidad humana.
Si bien la fe es necesaria, no es considerada una buena obra la cual
merece la salvación, sino más bien abre el canal a través del cual Dios puede
obrar en la vida individual.
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Así como el nacimiento natural no puede ser invertido, de la misma
manera el nacimiento espiritual tampoco puede serlo; una vez efectuado,
asegura al creyente que Dios siempre será su Padre Celestial.
La doctrina de la seguridad eterna, de acuerdo a esto, descansa sobre la
pregunta de si la salvación es una obra de Dios o del hombre, si es enteramente
por gracia o basada en los méritos humanos.
Aunque el nuevo creyente en Cristo puede fallar en lo que él debería ser
como un hijo de Dios, así como se da en el caso del parentesco humano, esto
no altera el hecho de que él ha recibido una vida de su Padre Celestial, que es
eterna.
También es cierto que la vida eterna que tenemos ahora se expresa sólo
parcialmente en la experiencia espiritual. Tendrá su gozo final en la presencia
de Dios en los cielos.
Otro aspecto de la salvación, es la santificación, obra directa del Espíritu
Santo que perfecciona la vida espiritual del creyente a partir del nuevo
nacimiento. Cuando analizamos el uso de la palabra “santo” en el Antiguo
Testamento, nos damos cuenta que el acto de santificar algo implicaba dos
aspectos: por una parte apartar (Levíticos 20:26; Éxodo 40:9; 2 Crónicas 7:16;
Hechos 13:2); y por la otra parte dedicar (Números 6:2; 1 Samuel 1:11;
1 Crónicas 23:13).
Condiciones de la Salvación
Sencillamente las referencias bíblicas nos plantean las circunstancias en
las cuales podemos ser salvos. “Porque con el corazón se cree para ser
justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo”. (Romanos 10:10).
Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido
(Lucas 19:10).
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Para cerrar estas reflexiones hacemos paso a un concepto inseparable de
todo cambio humano que es la Fe. En el sentido bíblico del vocablo, fe significa
creencia y confianza.
Es la aprobación de la mente o intelecto, y el consentimiento de la
voluntad. Con respecto al intelecto, es creencia en las verdades apeladas,
relativas a Dios y a Cristo; con referencia a la voluntad, es la aceptación de
estas verdades según dirigen los principios de la vida.
A fe de carácter intelectual significa el reconocimiento de que el evangelio
es verídico, es una realidad, la fe afectiva o del corazón significa la dedicación
voluntaria, de la vida de uno a las obligaciones que están encerradas o incluidas
en la realidad del evangelio.
La fe en calidad de confianza incluye asimismo un elemento emocional;
de ahí que la fe salvadora sea un hecho de la personalidad toda, que abarca el
intelecto, las emociones y la voluntad.
El significado de la fe puede ser determinado por la forma en la cual se
emplea en el original griego. Unido a ciertas preposiciones griegas el vocablo
“creer” significa la idea de reposar o descansar sobre un fundamento seguro,
como por ejemplo Jn. 3:16; unido a otra preposición significa una confianza
que une a la persona al objeto de su confianza, o lo solidariza con ella.
La fe es de esta manera un vínculo de unión entre el alma y Cristo
Todo hombre está capacitado o dotado para depositar su confianza en las
riquezas, en el hombre, en amigos y más. Cuando la creencia se funda en la
Palabra de Dios, y la confianza reposa en Dios y en Cristo, luego tenemos fe
salvadora.
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Sanidad Interior
Cuando Dios nos creó, Él nos hizo a cada uno de nosotros únicos,
singulares, diferentes.
En su perfecto amor y conocimiento de la condición humana se ocupó de
nosotros desde que fuimos creados. Este “SER” refleja nuestros dones,
fortalezas, habilidades y cualidades como lo describe el (Salmo 139) “Tu
formaste mis entrañas; me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré porque
formidables y maravillosas son tus obras: estoy maravillado y mi alma lo sabe
muy bien”.
Cuando alguien dice que alguna labor o habilidad se le da naturalmente,
estamos hablando del talento y las características especiales que Dios le dio,
fluyen de quien Él es.
Nuestras decisiones y circunstancias pueden influir en este diseño
significativo. Por ello también Dios preparó maneras de recuperar una
interioridad saludable.
El pensamiento de Dios Sobre el Hombre
Es necesario tener presente de alguna manera la visión con la cual Dios
nos diseñó a fin de comprender sus propósitos para nuestra vida.
Las escrituras poseen una amplitud de referencias pero solo
mencionaremos algunas. (Génesis 1:26 y 31) Y dijo Dios: “Hagamos al
hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y tenga dominio
sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos, y sobre las bestias, y
sobre toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra.” “Y
vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y
fue la tarde y la mañana el día sexto”.
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Desde la psicología se considera que una persona no puede tener un
sentimiento sin un recuerdo en la mente que sea la fuente del sentimiento de
satisfacción o insatisfacción (agrado/desagrado).
A menudo los sentimientos destructivos se refieren a recuerdos que
fueron traumáticos pero que todavía tienen un poder emocional debido a
conclusiones negativas que están en la mente.
La base bíblica para este trabajo de sanidad interior es reconocer la
propuesta de (Romanos 12: 2) “Transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento”. Cuando una mentira o conclusión negativa es
descubierta y reemplazada con la verdad, la persona es liberada.
En la creación cuando Dios forma al hombre puede perfilar la
imperfección, debilidades y o confusión, a la vez proveer su salida a estas
carencias propias del ser humano.
Juan 10:10 dice “El ladrón sólo viene para robar y matar y destruir; yo he
venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.
La persona al tener mayor claridad sobre sus dificultades puede alcanzar la
libertad de vivir sin cargas del pasado por errores o malas decisiones cometidas
El propósito de Dios para nuestra vida
“Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:36). Vamos
a repasar algunas de las razones por las cuales la persona necesita ser sanada
espiritualmente:
De la misma manera que nuestro cuerpo se daña o enferma frente a un
trauma, la mente puede atravesar momentos de dificultad que luego dejen
heridas, muchas de ellas se producen durante el tiempo de crecimiento.
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Trauma emocional y psicológico son el resultado de un evento
extraordinariamente tenso o eventos que rompen el estado de seguridad,
haciendo que una persona se sienta vulnerable e indefensa.
El evento traumático pudo haber sido una experiencia aislada o repetitiva.
El sentimiento de sobrecarga puede ser inmediato o puede prolongarse por
semanas, años o inclusive décadas mientras que la persona luche por hacer
frente a las circunstancias tensas.
“Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras
obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo
Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2ª.Timoteo 1:9).
Será un paso de fe para quien aceptare la gracia de Dios para su vida a
través de esta obra regeneradora.
Tipos de heridas
Los efectos de estas heridas se observaran de distintas formas, ya sea por
la conducta, las características de su comunicación con el entorno, su forma de
relacionarse y vivir, entre otras.
Tener en cuenta que solo un profesional está capacitado para diagnosticar.
Los síntomas del trauma son amplios y varían en gran medida en la expresión
y la gravedad de una persona a otra. Por ejemplo: Las consecuencias de las
heridas pueden causar relaciones rotas.
Las relaciones rotas causan “ceguera en las relaciones” ya que no nos
permiten actuar con sabiduría; vernos a nosotros mismos con la perspectiva
correcta y como Dios nos ve; ver a otros como son en realidad, con sus
fortalezas y debilidades, con sus necesidades.
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Las relaciones rotas causan insensibilidad: Solo pensamos en satisfacer
nuestros deseos egoístas; no nos preocupamos sinceramente por las
necesidades de los demás.
Algunos sentimientos que aparecen como resultado de estar herido:
Dolor, Indignación, Ira, Culpa Miedo. Por ejemplo: El miedo al abandono.
La soledad es el peor enemigo de quien vivió el abandono en su infancia.
Habrá una constante vigilancia hacia esta carencia, lo que ocasionará que
quien la haya padecido abandone a su pareja y a sus proyectos de forma
temprana, por temor a ser ella la abandonada. Sería algo así como “te dejo
antes de que tú me dejes a mí”, “nadie me apoya, no estoy dispuesto a soportar
esto”, “si te vas, no vuelvas…”
Las personas que pasaron situaciones de abandono en la infancia,
necesitarán trabajar su miedo a la soledad, su temor a ser rechazadas y las
barreras invisibles al contacto físico.
La herida causada por el abandono no es fácil de curar. La persona será
consciente que ha comenzado a cicatrizar su herida emocional cuando el temor
a los momentos de soledad desaparezca y en ellos empiece a fluir un diálogo
interior positivo y esperanzador.
El miedo al rechazo es una de las heridas emocionales más profundas,
pues implica el rechazo de nuestra interioridad.
Con interioridad nos referimos a nuestras vivencias, a nuestros
pensamientos y a nuestros sentimientos.
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En su aparición pueden influir múltiples factores, tales como el rechazo
de los progenitores, de la familia o de los iguales. Genera pensamientos de
rechazo, de no ser deseado y de descalificación hacia uno mismo.
La persona que padece de miedo no se siente merecedora de afecto ni de
comprensión y se aísla en su vacío interior.
Es probable que si el sujeto ha sufrido en la infancia estos efectos, sean
personas huidizas. Por lo que debe trabajar los temores, miedos internos y esas
situaciones generadoras de gran temor.
La humillación genera una herida interior, cuando en su momento se cree
que los demás desaprueban y critican a la persona.
Se crean estos problemas en los niños, diciéndoles que son torpes, malos
o tontos, así como aireando sus problemas ante los demás; esto destruye la
autoestima infantil.
Las heridas emocionales de la humillación forjan con frecuencia una
personalidad dependiente.
Haber sufrido este tipo de experiencias requiere que se reflexione sobre la
independencia, libertad, la comprensión de las propias necesidades y temores
con la ayuda de la Palabra de Dios.
La traición o el miedo a confiar surge cuando el niño se ha sentido
traicionado por alguno de sus padres, no cumpliendo sus promesas.
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Esto genera desconfianza que se puede transformar sentimientos
negativos, por no sentirse merecedor de lo prometido y de lo que otros tienen.
Haber padecido una traición en la infancia construye personas
controladoras y que quieren tenerlo todo atado y reatado.
Si has padecido estos problemas en la infancia, es probable que sientas la
necesidad de ejercer cierto control sobre los demás, lo que frecuentemente se
justifica con un carácter fuerte o manipulador.
Estas personas suelen confirmar sus errores por su forma de actuar.
Sanar las heridas emocionales de la traición requiere trabajar la paciencia,
la tolerancia y el saber vivir, así como aprender a estar solo y a delegar
responsabilidades.
Leer y releer los pasajes e historias bíblicas de personajes que han sufrido
de estas circunstancias, le ayudará a comprenderse desde el amor de Dios.
La injusticia como herida emocional se origina en un entorno en el que
los cuidadores principales son fríos y autoritarios.
En la infancia, una exigencia en demasía y que sobrepase los límites
generará sentimientos de ineficacia y de inutilidad, tanto en la niñez como en
la edad adulta.
Las consecuencias directas de la injusticia en la conducta de quien lo
padece será la rigidez, pues estas personas intentan ser muy importantes y
adquirir un gran poder.
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Además, es probable se haya creado un fanatismo por el orden y el
perfeccionismo, así como la incapacidad para tomar decisiones con seguridad.
Requiere trabajar la desconfianza y la rigidez mental, generando la mayor
flexibilidad posible y permitiéndose confiar en los demás.
La confianza en Dios y la guía del Espíritu Santo le ayudará a pensar
correctamente.
Se pueden comenzar a sanar las heridas del alma, en la medida de darse
cuenta que pueden afectar nuestro bienestar, nuestra salud y nuestra capacidad
para desarrollarnos como personas.
Por otra parte es necesario tener en cuenta aspectos relacionados con La
“herencia psicológica”, aquello que marca el mundo simbólico y relacional
de una generación y afecta directamente a tres o más generaciones.
Por lo cual este tema favorece el reconocimiento de los antepasados, e
igualmente invita a un proceso donde se puede aliviar y descargar el
sufrimiento y el dolor transmitido. La Biblia es específica en cuanto al impacto
de las herencias familiares (Levítico 26:3-13; Deuteronomio 7:12-24)
Aunque la cultura, el contexto y la época de desarrollo del individuo
influyen en su patrón conductual, es la familia y las experiencias vividas en
ella, quien determinará la organización psicológica y representacional de un
individuo.
La familia puede ser el espacio donde se pueden proveer experiencias
constructivas tales como el amor, la confianza, la identidad y pertenencia,
tradiciones, vínculos seguros, patrones relacionales sanos; sin embargo pueden
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presentarse igualmente experiencias contrarias y destructivas para un
individuo, tales como maltrato, abuso sexual, abandono, humillaciones, entre
otros.
Al observar con frecuencia en la atención de familias, cómo la historia
vivida en la infancia de los padres y abuelos, se repite muchas veces en sus
patrones de crianza dan una pista necesaria para su atención.
Estos mitos, hitos o legados marcan como una especie de estructura
mental, que a través de las experiencias propias se van cubriendo con otros
matices, pero que sin embargo se rigen a través de sus “vigas estructurales”.
Como por ejemplo experiencias de maltrato de padre/ abuelos en su
infancia, usualmente son replicados por éstos de manera casi automática.
También se representa en experiencias devastadoras, tales como el abuso
sexual o el abandono.
Afortunadamente, no en todos los casos estas negligencias se replican,
más bien se hacen conscientes y son sanadas, entran en juego otras capacidades
personales que hacen que una persona decida no continuar con esos legados
familiares vividos.
Se propone entonces espacio de dialogo que faciliten la descarga del dolor
que sus antepasados aquejaron.
Puede suceder en el caso de “aquello” que no se habla, que se niega o se
oculta, puede tomar mayor fuerza y cobrar otra dimensión, hasta que en algún
momento ya no puede ocultarse más, y comienza a manifestarse de diversas
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maneras: a través del cuerpo, con manifestaciones somáticas, a través de
nuestras relaciones adultas insatisfactorias, a través de sueños o experiencias
oníricas, entre muchas otras formas de representarse.
Con el objetivo de hacer consciente su presencia para que se procese y de
esta manera se logre bajar el efecto patológico y paralizador.
Al poner el foco y reconocer esas herencias, se puede observar
experiencias constructivas en diversos ámbitos, tanto personales como
sociales, o por el contrario expresado a través de “limitaciones” o “síntomas”.
Ambos matices dan la oportunidad de sacar a la luz aquello que nos
compone, le da voz a aquello que está dentro del linaje psicológico, para así
“abrir la cripta” y reorganizar o reconstruir aquello que aqueja y no nos permite
avanzar, logrando desatar esos nudos del pasado, descargando el peso y el
dolor de las experiencias que le corresponde a generaciones anteriores e
impactan en la vida actual.
Buscando la Sanidad. Su propósito. Isaías 53:4-6, 11, dice:
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros
dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su
llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos
como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Yahve cargó
en él el pecado de todos nosotros.”. “Verá el fruto de la aflicción de
su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi
siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos”.
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Las mentiras e interpretaciones distorsionadas pueden ser cambiadas
porque ellas son realidades percibidas.
La realidad no cambia con la sanidad interior, lo que cambia es la
percepción de la persona sobre la realidad.
La transformación está en la reinterpretación de la experiencia cuando la
verdad reemplaza la mentira y la persona recibe descanso de su confusión
emocional que está localizada en una memoria traumática.
Esta sanidad produce una recuperación completa porque una vez que la
mentira es reinterpretada por la verdad, la persona no necesita regresar y
manejarla de nuevo.
Cuando las emociones destructivas son liberadas de un recuerdo
específico el resultado es la transformación de la mente, que produce una paz
que solo puede venir del Príncipe de Paz.
La sanidad interior es diferente de la consejería pastoral, la sanidad
interior es un proceso que no juzga ni está basado en la exhortación y
advertencia.
Es diferente de la terapia en cuanto a que la verdad viene del Espíritu Santo
quien le habla a la mente de la persona.
En el proceso de sanidad interior cristiana, la persona invita a Jesús a su
recuerdo y cuando la verdad es revelada cualquier sentimiento negativo
emocionalmente aferrado se libera.
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El terapeuta cristiano ayudará a la persona escuchándola y orando por ella.
Cuando Jesús revela la verdad, la mentira sale y la verdad transforma la mente.
Con el enfoque de sanidad interior, las personas pueden recibir sanidad
emocional con terapeutas cristianos en el ámbito clínico.
El proceso de sanidad interior requiere la revisión de las áreas
mencionadas a menos que se posea la información de la dimensión afectada la
persona. En la descripción de su sentir, la persona menciona sus apreciaciones
sobre su vida y consecuencias.
La percepción de un sentimiento destructivo o recuerdo negativo que trae
malestar, como una mentira o estafa emocional, se incrusta o establece en la
memoria original. Muchas veces no hay un solo recuerdo sino una combinación
de recuerdos que socavan la vida de la persona.
El sentimiento destructivo, que se experimenta en el presente, es el
principio del camino que conduce a la mentira, que es la causa o raíz de ese
sentimiento destructivo.
Si se hace el camino, retrocediendo en el tiempo a partir del sentimiento
destructivo en el presente, los recuerdos que se conectan con ese sentimiento
destructivo específico, serán revelados.
Por ejemplo, si el miedo es el sentimiento actual, un recuerdo conectado
a él, aparecerá en la mente de la persona.
El primer recuerdo será tal vez el de una experiencia reciente.
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El proceso es trabajar retrospectivamente a lo largo del camino
emocional, de recuerdo en recuerdo, hasta que se llegue al recuerdo “original”,
que está, en la mayoría de los casos, en la infancia. El recuerdo puede ser algo
en que la persona piensa a veces, o tal vez una experiencia reprimida que ha
sido desasociada.
Una vez que el recuerdo ha sido localizado, la mentira necesita ser
identificada.
La mentira es la creencia o afirmación que fue plantada en la mente de la
persona durante el tiempo del trauma.
La mentira es la parte más difícil del proceso porque se siente como
verdadera. A veces se requiere trabajo de equipo entre la persona y el
terapeuta para escuchar la señal del Espíritu Santo y aclarar la mentira precisa.
Por ejemplo, no fue necesariamente la primera vez que a la persona le
dijeron que era un “estúpido e idiota” que la decepción se incrustó, pero fue la
primera vez que él aceptó la decepción como realidad y que el sentimiento
destructivo llegó a anclarse en la psiquis.
En esta etapa, a la persona se le pide invitar a Jesús a su recuerdo.
Algunas veces la persona percibe a Jesús, sienten su presencia. Sucede por
la naturaleza amorosa y bondadosa de Dios. Dios es Restaurador. Cuando Jesús
revela su verdad, la mentira se disipa. Cuando la mentira se va, las emociones
cambian para adecuarse a la verdad.
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Mientras la mentira se encuentre incrustada en el recuerdo, las emociones
destructivas alimentarán las experiencias presentes, haciendo la vida
miserable.
El juego de Satán es implantar la mentira temprano en la vida de la persona
y hacer que funcione destructivamente siempre.
Como un gran mentiroso y engañador, Satán no necesariamente habla a la
persona directamente, como hizo con Eva en el paraíso. Para ser curada, la
persona necesita visitar el pasado herido e invitar al verdadero Señor Jesucristo
de Nazareth que transforma la mentira. Jesús honra la libre voluntad y sólo
sana cuando es invitado.
Cada persona tiene que reconocer su propia necesidad de sanidad e
invitarlo a Él por su propia voluntad.
Los pasos del proceso de Sanidad Interior:
1. Explique el proceso de sanidad interior. La persona tiene que
entenderlo y aceptarlo.
2. Escuche con atención el relato presentado por la persona (tome nota
de los sentimientos negativos específicos).
3. Pidan al Espíritu Santo guiar a la persona a su memoria para
descubrir el origen del “sentimiento”.
4. La persona describe la escena donde la mentira está anclada.
5. La persona invita a Jesús a intervenir en ese recuerdo.
6. Con la ayuda del Espíritu Santo la persona discierne la “mentira” o
la conclusión negativa instalada en la memoria.
7. El ayudador ora para que Jesús revele a la persona la “Verdad” que
se relaciona con la “mentira”. Ore junto a la persona para que se
rompa la mentira, y luego por limpieza espiritual en toda su vida y
hogar
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8. Poner atención en la intensidad del sentimiento del recuerdo original.
Si el sentimiento permanece, trate de buscar cualquier otra creencia
o mentira que se asocie a ese recuerdo.
9. Renueve el proceso hasta que la intensidad del recuerdo no produzca
malestar.
10. Den gracias a Dios que a través del sacrificio de Jesús la persona
obtiene la sanidad y enfoque a la persona en la “verdad”.
11. Que la persona ore dando gracias al Señor e invitando al Espíritu
Santo a morar en su vida.
Conclusión
En este módulo solo resumimos un aspecto de la propuesta divina
perfilada a lo largo de la Palabra que nos anima a escudriñar y analizar con
mayor hondura.
Estudiar y profundizar en las escrituras nos da la certeza de poder
responder ¿Quién es mi Dios? Muchos cristianos abrumados se sienten
apabullados ante esta pregunta, sin embargo al no haber comprendido, Quien
es, están sumergidos en angustias innecesarias.
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