Tesis 3
Tesis 3
Paciano Fermoso E.
Universidad Autónoma de Barcelona
INTRODUCCIÓN
La “Movida Juvenil” tiene doble sentido. Por su lado positivo significa la dinamici-
dad, la creatividad, las sugerencias y las novedades introducidas por los jóvenes en
la sociedad, en abierta oposición a la cultura adulta. Son muchas, ricas y variadas.
Por su lado negativo denota la singularidad e identidad de las acciones juveniles, di-
luidas y difusas, que desequilibran la sociedad parental. Sería más gratificante ocu-
parse de la movida juvenil positiva, pero por necesidad programática lo haré sólo de
la negativa o peyorativa. Opción desagradable para un profesor universitario, que
palpa y comprueba diariamente la dedicación al estudio de miles de jóvenes -mayo-
ría- que se sacrifican gustosamente para encarar con esperanza su futuro personal y
laboral.
LÍMITES Y ACOTACIONES
(2) Cfr. Kroeber, A.L. y Kluckhohn, C.: Culture: a critical review of concepts and definitions,
Cambridge (Mass.), Harvard University, 1952.
(3) Cfr. Fermoso, P.: Cultura: el medio cultural y tecnológico como condicionante de la educación, en
AA.VV. : Filosofía de la Educación hoy, Madrid, Dykinson, 1989, pp. 54-55
(4) Cfr. Arregui, F.: Los jóvenes y la violencia, en Pantoja, L. (Ed.): Nuevos espacios de la educación
social, Universidad de Deusto, Bilbao, 1998, pp. 45-58
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Las culturas juveniles, como queda sugerido, son tributarias de factores siempre
determinantes. Me estoy refiriendo a la generación, al género, a la clase social, a la
etnicidad, a la territorialidad y al estilo.
En cuarto lugar, la etnicidad, como queda patente en las ciudades que han recibido
mayor número de inmigrantes, ubicados generalmente en suburbios, en los que predo-
mina alguna etnia. Los descendientes -segunda generación- de los inmigrantes han sido
socializados en una cultura familiar, en abierto contraste con la hegemónica en el país
que los recibió. Se sienten desenraizados, porque no se identifican con la cultura pater-
na, ni con la que respiran en las escuelas, la calle, etc. En los barrios obreros de emi-
grantes han aparecido muchas de las “tribus urbanas” de la movida juvenil.
Subcultura juvenil
No siempre toda contracultura juvenil es una subcultura. Se distingue ésta por las
características propias de la contracultura, pero con una añadida, que es su total ale-
jamiento y una absoluta independencia y desintegración de la cultura hegemónica
adulta o parental.
El carácter estudiantil de los jóvenes en nuestra sociedad explica los amplios már-
genes de tiempo libre -vacaciones, puentes, horas vacías en la vida escolar, etc.- que
les singulariza y desconexiona de las responsabilidades que debieran asumir por su
edad. Maduran más tarde que sus compañeros insertos ya en el trabajo. Y, cuando la
motivación escasea, abunda la plétora visceral y es escasa la información y desarrollo
cognitivo, se exponen a ocupar su tiempo libre en vagatelas, fruslerías o algaradas. Si
se suman el ambiente relajado y deteriorado de algunos barrios o la abundancia con-
sumista de otros, el caldo de cultivo de bandas y tribus está servido.
El empleo del tiempo libre juvenil varía en los días laborales y festivos. Pocas
son las horas disponibles en los días laborales y, en todo caso, son dedicadas a ver-
se con los amigos, a estudiar, a la lectura, a la práctica del deporte, a aficiones o ho-
bbies, al cine, música y teatro; pocos al baile o discoteca. En cambio, en la última en-
cuesta de la Generalitat a la juventud -cohorte de 13-29 años- el 37% pertenece a al-
guna asociación y los fines de semana emplean el tiempo libre a estar con los ami-
gos (75´4%), al deporte (29%) y a la discoteca-baile (40´7%).
(5) Cfr. Feixa, C.: De los jóvenes, bandas y tribus, Barcelona, Ariel, 1998, pp. 84-103.
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1º. Posibilidades del Estado del bienestar debido al crecimiento económico soste-
nido, que busca en la juventud consumidores.
3º. Los teenagers se han convertido en mercado consumista, atraidos por las mo-
das, las “marcas”, la música, etc.
4º. Los medios de comunicación han creado una cultura juvenil popular interna-
cional y han desenraizado a sus miembros de la familia y grupos naturales para zam-
bullirse en lo aceptado por sus coetáneos.
Conviene recordar ya dos clases de conducta juvenil. Por una parte, la conducta
juvenil instrumentalista, que persigue objetivos escolares, impuestos por la produc-
ción, la libertad de mercado, la racionalidad y la tecnología; y por otra, la conducta ju-
venil expresiva, que pospone la cualificación y los conocimientos que les insertarán
en el mundo laboral y vida activa, para embriagarse con los medios de autoexpre-
sión: lenguaje, gestos, música, baile, vestimenta, grafitti... El desafío a los educado-
res no es otro que convertir la conducta juvenil expresiva en instrumentalista, o sea,
transformar el tiempo libre en ocio y enriquecimiento.
Las bandas urbanas están íntimamente unidas a la subcultura juvenil, por lo que
el conocimiento de estos movimientos juveniles completará su concepto.
(7) Cfr. Costa, P.O.; Pérez, J. M.; y Tropea, F.: Tribus urbanas, Barcelona, Paidós, 1996, pp. 38-58
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3ª. Indumentaria identitaria. La identificación con los líderes y con las normas im-
plícitas del grupo explican la uniformidad en el atuendo, en el cabello y en las insig-
nias complementarias; y es exponente de cierta inmadurez personal, que se refugia y
encubre en los “otros” iguales, donde encuentra el apoyo. La crisis de identidad per-
sonal, distintivo juvenil, es mal llevada y se disimula al amparo de la tribu (8).
Los estudios científicos sobre las tribus y las subculturas juveniles datan de
1915, en plena primera guerra mundial, sobe todo en alguna de las grandes ciudades
norteamericanas, en cuyos suburbios prosperaron la marginación y la mafia. Fue
Chicago la primera en investigar este fenómeno de la sociedad industrializada, pues
reunía las mejores condiciones para prosperar los gangs juveniles. Los especialistas
citan al periodista Robert E. Park como pionero sobresaliente, antes de pasar a formar
parte del cuerpo docente en el Departamento de Sociología de la Universidad de
Chicago. En estos primeros estudios se creyó que las bandas se debían a la anomía
imperante en algunos barrios obreros. Las investigaciones de las décadas de 1920 y
1930 confirmaron la hipótesis de que no eran patologías personales las causantes de
este fenómeno, sino fenómenos sociales; se confirmó que sólo en Chicago había
1313 bandas en las llamadas “áreas intersticiales” (zonas entre dos secciones de la
ciudad). Sólo a partir de 1940 se giró el rumbo de los primeros estudios -investigacio-
nes hechas en el barrio italiano de Boston-, de modo que se creyó, desde entonces,
que el sentimiento de solidaridad y mutuo apoyo eran las verdaderas causas y no el
carácter delictivo ya detectado en otro tipo de bandas. La década de 1950 insistió en
que habría de atribuirse su existencia a la incompatibilidad entre la cultura familiar y la
escolar en determinadas capas sociales. Passolini, Gramsci y De Martino fueron los
auscultadores de la nueva ola juvenil emergente. La aparición de los Teddy Boys en
Londres desplazó el interés investigador a Gran Bretaña, donde la clase social fue
considerada verdadera causa. Habría de aparecer una nueva variable independiente:
la forma de emplear el tiempo libre y de divertirse. En la década de 1960 el francés
Jean Monod, de inspiración estructuralista, al uso y modo predominantes, amplió el
radio de los países interesados en estas investigaciones. La escuela de Birmingham
-Centre for the Contemporary Cultural Studies: CCCS-, integrado por historiadores,
comunicólogos, sociólogos, antropólogos y lingüistas, contribuyó en las décadas 1960
y 1970 al esclarecimiento de las subculturas juveniles de signo negativo. España, aun-
que más tardíamente, se adhirió a la comunidad científica occidental preocupada por
estudios empíricos y etnográficos de estas subculturas (9).
(8) Cfr. Vidaurrazaga, S.: “Aproximación psicoanalítica de las tribus urbanas”, Cuadernos de
Realidades Sociales, 45-46 (1995) pp.18-20.
(9) Cfr. Feixa, C.: De los jóvenes, bandas y tribus, Barcelona, Ariel, 1998, pp. 47-83.
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Las clasificaciones de las tribus urbanas obedecen, como siempre, a criterios dis-
tintos. Los medios de comunicación suelen hablar de tres clases : 1ª) Pijos; 2ª) fas-
cistas y racistas; 3ª) ateos, ácratas, insumisos, libertinos y violentos. Prefieren otros
distinguir grupos juveniles clásicos - Teddy Boys - y románticos - Rockers -.
Década 1950: Etapa precedente del Rock. Los Teddy Boys, Rockabillies, Folkies,
y Modernists.
Década 1960: Etapa de rebeldía contra la sociedad de consumo, de la racionali-
dad tecnológica y del abuso del poder constituido, en especial, en torno a 1968, con
manifestaciones famosas: París y Berkeley. En los primeros años aparecieron los
Mods y los Rockers; a mediados, los Skinheads, los Hippies y Psychodelics. Fue la
década de la música pop (11). Predominaron los jóvenes oriundos de familias aco-
modadas, cuyos padres les cubrían la espalda.
Década 1970: Etapa del Rock decadente, de los Heavies, Skuatters, Rastafarians
y de los Punkies. La segunda mitad de la década se caracterizó por una juventud so-
cialmente conformista, políticamente desmovilizada y puritana. La liberación de la
primera mitad, ante la grave crisis económica, se cambió pronto por nueva depen-
dencia económica de la familia. El paro y la difícil inserción social alentaron este re-
torno.
Década 1980: Se construyeron las macrodiscotecas fuera de la ciudad, con res-
taurante, sala de fiestas, bolera, grandes pistas, pizzería, pub...; “todo un mundo”. En
estos años alcanzaron la cota más alta el movimiento Punk y los Maquineros. Los jó-
venes de esta década, herederos del pasotismo de la década anterior, vuelven, de
nuevo, a la conducta instrumentalista, como medio de integración sociolaboral.
Década 1990: Predominio de la música techno, subversión de valores, oposición
a la racionalidad, apogeo del postmodernismo, alza de la emocionalidad; “Generación
X”. Perviven los Skinheads, los Sharpskins (antirracistas), los Graffers, los Skuatters,
los Maquineros, etc.
(10) Cfr. Costa, P.O.; Pérez, J. M.; y Tropea, F.: Tribus urbanas, Barcelona, Paidós, 1996, pp. 70-89.
(11) Cfr. Coloma, J.: Los grupos de iguales, como agentes de socialización, en Fermoso, P.:
Sociología de la Educación, Barcelona, Alamex, 1990, p. 197.
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Los fines de semana son el antídoto contra la rutina laboral o escolar, son una
ruptura con la monotonía y la mejor oportunidad para volverse a sentir grupo y entre
los “otros”. La movida juvenil no tiene horas fijas de actuación. No siempre coincide
con las horas nocturnas, aunque sean las más habituales. Las “bandas” y “tribus” se
hacen presentes en espectáculos, diversiones, competiciones y sucesos diurnos,
siempre que su tiempo libre o premeditadamente “vacío” se lo permite. Las consig-
nas del líder están sobre toda otra circunstancia; él ordena y exige.
A pesar de todo, la nocturnidad les cobija, porque es el medio más oportuno para
hurtarse a los controles sociales y a las estructuras de convivencia ciudadana en la
calle pública. Los locales a los que acuden están abiertos, con preferencia, durante
la noche; más aún, a partir de la una hasta las cinco de la madrugada, hora de cierre
según las ordenanzas municipales de la mayor parte de los Ayuntamientos. Así se
prescribe, por ejemplo, en la Orden de la Generalitat de Cataluña, del 1 de Agosto de
1994. No obstante la prensa de Barcelona informaba recientemente (octubre de
1999) que más de una docena de locales nocturnos -discotecas, bares, pubs, etc.-
no cumplían lo ordenado y se convertían en locales after hours. Se enumeraban tres
del Moll de la Fusta (Muelle de la Madera), abiertos de 6 a 10 de la mañana; cuatro
en la Barceloneta; y alguno más en Mayor de Gracia, Gran Vía... Según confirma el
mismo boletín de prensa estos locales se camuflan como restaurantes.
Los eventos excepcionales son las fiestas, la celebración del cambio de estacio-
nes astronómicas y climáticas, los conciertos especiales, un partido de fútbol con
mucha concurrencia y gancho, un festival motero. Lo excepcional es el contrapunto
de lo cotidiano y rutinario.
La edad
La territorialidad
extraños, los que quedaban fuera de esa demarcación. En las sociedades preindus-
triales los extraños equivalían a adversarios o enemigos, porque de ellos provenían
las guerras. La modernidad derrumbó el temor y la separación física de los extraños,
y fueron cayendo una tras otra las murallas. En España sucumbieron las aún inhies-
tas en la segunda mitad del siglo XIX, e incluso algunas más tardíamente.
Según las preferencias de cada tribu los espacios han de ser más amplios o reduci-
dos. Los grafiteros, por ejemplo, no precisan un espacio concreto, porque son giróva-
gos, nómadas por toda la ciudad, a la que señalan y “crucifican” con sus pintadas;
mientras que los ocupas necesitan espacio reducido, un edificio o local. Según la ac-
tuación, el espacio ha de ser abierto o cerrado: un pabellón de deportes, una plaza, etc.
Y según el carácter de la posesión, el territorio será suyo, de hecho o de derecho (12).
La movida juvenil es un fenómeno de las cuatro últimas décadas del siglo, porque
en su primera mitad la juventud no tenía otros espacios festivos que los paseos por
alguna calle emblemática : Ramblas (Barcelona), Espolón (Burgos), C/Santiago
(Valladolid), C/Mayor (Palencia), etc.; y agotado el caminar, en el crepúsculo vesper-
tino, se acudía al salón de baile o a la plaza pública para moverse al son de un orga-
(12) Cfr. Coloma, J.: Los grupos de iguales, como agentes de socialización, en Fermoso, P.:
Sociología de la Educación, Barcelona, Alamex, 1990, pp. 128-134; e Imbert, G.: Los escenarios
de la violencia, Madrid, Icaria, 1992.
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Las discotecas han continuando siendo espacio principal de movida juvenil; pero
a medida que se popularizó el coche, fue y continúa siendo -en menor proporción-
espacio de movida, porque en él se recogían a intimar las parejas. Y a finales de la
década de 1970 y en la de 1980 al coche se sumó el apartamento, escenario de vida
sexual y de iniciación en la droga, pues en él se fumaron muchos “porros”.
RITOS Y MANIFESTACIONES
Ritos
La conducta humana se hace rutina cuando se reiteran los movimientos, las pala-
bras, las expresiones gestuales, etc.; y la rutina alcanza entonces la categoría de “ri-
to” o “ceremonia”. En definitiva son símbolos, o sea, suplencia visible de objetos y de
pensamientos ocultos. La movida juvenil tiene también su rito, que comienza en el
aseo personal y en la vestimenta elegida; prosigue en el transporte para acceder a
las zonas de diversión; tiene su antesala en los cafés, bares de vinos o pubs, en don-
de el grupo se ha citado; y culmina con la presencia en las discotecas juveniles, visi-
tadas una tras otra hasta el amanecer, o en soportales y entoldados.
El atuendo
Los trajes y vestidos son verdaderos aderezos o máscaras o “disfraces” con los
que ha de cubrirse quien acude a las zonas y/o locales de la movida. No es el vestido
usado fuera de este contexto; es el propio o empleado ad hoc. Cada tribu tiene sus
distintivos, su “hábito” o “uniforme”, como reseñaremos al describir las principales tri-
bus o bandas. El peinado y el calzado son partes esenciales. Finalmente hay que
considerar los “complementos”: pendientes, collares, pulseras, insignias, tatuajes,
etc. Todo revela que se acude a la zona y la fiesta ha comenzado (13).
Música
Puede afirmarse, en general, que la música de los locales de la movida juvenil es
la música electrónica, manipulada y mezclada por el disc-jokey, revolucionada, y es-
truendosa, de modo que resulta imposible dialogar mientras se baila. Suele ser efí-
mera, porque las modas cambian vertiginosamente, siendo pocas las canciones o
composiciones respetadas por el paso del tiempo. Alguien la ha calificado de “flor de
un día”. En algún momento la canción se hizo “protesta", pero sin renunciar a estas
raíces. La difusión se ha conseguido a través del disco, del diskette, del casette, del
compact-disc, del videoclip y del ordenador. Y el origen de muchos de los movimien-
tos musicales postmodernos ha de buscarse en las músicas negras, concretamente
del rhythm and blue, del soul -nueva manifestación de la rhythm and blue-, que sus-
tituyó la “canción-razón” por la “canción-emoción” y de la música underground, que
encarnó la resistencia a la sociedad de consumo y simbolizó cuanto supusiera avan-
ce y progreso.
(13) Cfr. Costa, P.O.; Pérez, J. M.; y Tropea, F.: Tribus urbanas, Barcelona, Paidós, 1996, pp. 139-144.
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13 SOCIOLOGÍA DE LA MOVIDA JUVENIL: LAS TRIBUS URBANAS 243
Publicaciones periódicas
Se impusieron las Franzine(s), que son revistas fotocopiadas, editadas por cada
tribu, con ideología propia, consignas, programas, etc. Son el medio de comunicación
entre los integrantes del grupo.
La droga, en toda su gama y espectro, está presente en las zonas y en los locales
de la movida juvenil. Lo son, en sentido estricto, los estupefacientes y psicótropos
-cannabis, cocaína y heroína-; y, por extensión, algunas sustancias de uso industrial
-cola, inhalantes-, capaces de producir los mismos efectos y consecuencias que las
drogas. Y, en su versión más actual, las drogas sintéticas: éxtasis, etc. La droga des-
truye e hipoteca el futuro de los jóvenes consumidores. La cohorte de edad más vul-
nerable es la comprendida entre los 14 y los 25 años.
de motos y coches en competencia implícita para conseguir ser los más llamativos,
etc.
Con este epígrafe comprendo los tipos de grupos juveniles, producto de la sub-
cultura, históricos unos y actuales los otros, que en este siglo han aparecido, sobre
todo en los suburbios de las grandes ciudades, aunque hayan existido también en
“barrios perfumados”. Por coherencia con las definiciones de contracultura y subcul-
tura juveniles he de limitarme a la movida juvenil negativa, sin ignorar la existencia
de asociaciones de signo positivo, en las que se afilia e integra la parte más sana y
mayoritaria de la juventud. Voy a referirme, en una palabra, a las “bandas” y “tribus”
que emponzoñan las diversiones juveniles, principalmente en los fines de semana.
Lo haré por riguroso orden alfabético.
Los precedentes inmediatos fueron las bandas callejeras de Chicago y los colle-
ge boys, que dieron pie a T. Parsons a hablar de la “cultura juvenil”; la dolce vita ita-
liana, en la que pululaba una nueva forma juvenil, objeto de películas y estudios; y
los atrevidos modos de la juventud en Gran Bretaña, de donde surgieron grupos mu-
sicales de imperecedera memoria.
Suele afirmarse que las tribus urbanas son producto de la cultura postindustrial y
postmoderna. La sociedad opulenta del Estado del bienestar ha provocado un indivi-
dualismo exacerbado, reflejo de una concepción hedonista y ególatra. Las tribus ur-
(14) López Riocerezo, J.M.: Problemática mundial del gamberrismo y sus posibles soluciones,
Madrid, Studium, 1970, p. 17.
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banas son una “respuesta de individuos socialmente aislados en una sociedad masi-
ficada ante la necesidad de identificarse con un grupo de iguales” (15). Los jóvenes
de los años siguientes a la segunda guerra mundial son la generación del desencan-
to, del vacío, de la frivolidad y del interés por el éxito económico. Se dice que son hi-
jos de una cultura enferma, personas sin rumbo y desorientadas, que detestan lo es-
tablecido y abominan la burocracia; son los “hijos del fracaso de una esperanza y de
los progres”, tal y como pusieron en evidencia las protestas rebeldes del mayo de
1968 en París y Berkeley. El paro y el ocio juvenil, la nocturnidad y la alocada diver-
sión son causantes de estilos de vida inconformistas. Amando de Miguel ha escrito:
“Si hay vandalismo juvenil es porque confluyen numerosas causas soterra-
das, que actúan de forma sinérgica y con una cierta dosis de oportunidad aza-
rosa y hasta de imitación” (16).
Se han aventurado no pocas explicaciones psicológicas, de uno u otro signo, que
atribuyen el nacimiento y evolución de las tribus urbanas a la emancipación adoles-
cente de la familia, cuya suplencia es buscada en el grupo de iguales cargados con
problemas similares; a la inseguridad proveniente de la escasa consideración y apre-
cio social; a la excesiva y contradictoria normatividad; a la falta de diálogo intergene-
racional -en franca decadencia-, que le conduce igualmente al grupo; y a la necesi-
dad de demostrar más madurez de la que en realidad tienen.
Las alusiones a la implantación de las tribus urbanas en España prescinden de la
sectorización y territorialización de las Comunidades Autónomas; pero debo advertir
que disponemos ya de investigaciones en algunas de las 17 Comunidades: Andalucía
(17), País Vasco (18), Cataluña (19), Madrid (20), Extremadura (21).
Beatniks
Su nombre deriva de beat (compás, pulsación, relacionado con el ritmo jazz) y
sputnik (referencia a los viajes espaciales). Son los ascendientes de los hippies, que
son la última generación “beat”. Nacieron en Estados Unidos, en los años de la gue-
(15) Díez Nicolás, J.: Especialización funcional y dominación en la España urbana, Madrid,
Guadarrama, 1972.
(16) Miguel, A. De: “Llegaron los vándalos”, Diario 16 (30.11.1991)
(17) Acosta, R. y Rodríguez, F.: La violencia del deporte en Sevilla, Manuscrito inédito, 1988; Ordaz,
P.: “Detenida una banda que apaleaba a prostitutas y homosexuales en Sevilla”, El País
(12.01.1991) 17; Zamora, E.: Juventud y cultura juvenil en la Andalucía de los 90. Los jóvenes
en la sociedad de consumo, en Jóvenes andaluces de los 90, Sevilla, Consejería de Asuntos
Sociales, 1993.
(18) Elzo, J. y otros: Jóvenes vascos 1990, Vitoria, Gobierno Vasco, 1990
(19) Delgado, M.: “Espai, festa i nova etnicitat a Barcelona”, Revista de Catalunya, (Febrero de 1993)
15-23; Feixa, C.: De los jóvenes, bandas y tribus, Barcelona, Ariel, 1998; Ordaz, P.: “Detenida
una banda que apaleaba a prostitutas y homosexuales en Sevilla”, El País (12.01.1991) 17.
(20) Artículos en ABC, años 1993-1994; Diario 16, 1991-93; El Mundo, 1993; El País, 1986, 1991, 1994.
(21) Ordaz, P. “Detenida una banda que apaleaba prostitutas y homosexuales en Sevilla”, El País
(12.01.91).
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17 SOCIOLOGÍA DE LA MOVIDA JUVENIL: LAS TRIBUS URBANAS 247
rra de Corea (década de 1950) apasionados por la poesía y por la música, como ex-
periencia. Promueven manifestaciones contestatarias. Indumentaria: largas caballe-
ras, ropas pobres. Música: jazz. Influenciados por el budismo o el misticismo de los
indios. Prefieren la marihuana y el LSD.
Hippies
Sus precedentes fueron los beatniks. Son más una contracultura juvenil que una
subcultura, pues no pretendieron ocupar durante los fines de semana su tiempo libre,
sino idear una nueva vida bohemia, en la que concordasen grupos diferentes, con
este radical común. Aparecieron a mediados de la década de 1960 en la costa oeste
de los Estados Unidos y buscaron prosélitos entre la masa estudiantil fracasada en
las aulas. Desde allí se expandieron por todo el Occidente. En la década siguiente,
cuando comenzó su declive en Norteamérica, se convirtieron en activistas políticos,
rebelándose contra la guerra del Vietnan, contra el americano medio y contra el ideal
materialista de “panza llena y coche a la puerta”. Su estilo de vida no fue un elemen-
to diferenciador, aunque terminaron con vestimenta de colores vivos y adornos de ta-
lismanes y gajos.
Hooligans
Aunque fueron los escoceses los inventores de la violencia en los estadios, nacie-
ron en ciudades industriales (Liverpool, Brighton...) mediada la década de 1970. La
versión castellana de Hooligans es gamberros. Se han distinguido por ser forofos de
equipos de fútbol y cobraron importancia a partir de la década de los 80. Proceden
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Maquineros
(22) Cfr. Harre, R.: "El gamberrismo en el Fútbol", Revista de Occidente, 70 (1987) 55-78
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19 SOCIOLOGÍA DE LA MOVIDA JUVENIL: LAS TRIBUS URBANAS 249
sintéticas, ruta del bakalao...), frecuentan fiestas rave (delirio). Han sido caldo de cul-
tivo que alimenta a otras tribus.
Mods
Pijos
Postmodernos
Punkies
La subcultura Punk -“pobre hombre”, “bobo”, “andrajoso”, “de mala calidad”, "ba-
sura"- es la principal de todas las subculturas juveniles e incluso es más que una tri-
bu urbana, aunque, por esta razón, de difícil encasillamiento. De procedencia prole-
taria y rebelde. Sus inicios, como el de tantas otras tribus, han sido ingleses, en los
años 1976/1977, en contraposición a la subcultura Rock y a la Hippy. Llegó rápida-
mente a España, pervive aún con menor pujanza, localizada en los cascos antiguos
y barrios periféricos de las ciudades, coincidentes con sus gustos por la fealdad y la
decadencia. Sus rasgos distintivos son: artificio y acidez, duda agresiva, ruido y chu-
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pas de cuero.
Su aspecto es desaliñado y provocativo, peinado en
cresta o de forma aparatosa e irregular untado de vaseli-
na o jabón, varios pendientes en las orejas, siniestras ca-
zadoras negras y viejas de cuero, camisetas y camisas
superpuestas, ropa sucia y deshilachada, pantalones en-
tubados, calcetines de vivos colores, abundantes alfileres,
pinzas, clavos, broches, tatuajes, cruces gamadas y bo-
tas militares. Con esta indumentaria impactan, sorpren-
den, incomodan y molestan.
Su rudimentaria música preferida es la Punk -de letras
provocadoras, sonidos confusos, alto volumen y efímera
existencia-, Rock simplificado y extremista, canciones de
protesta o sin sentido; se les relaciona con los “Sex
Pistols” (Pistolas Sexuales), cuya producción fueron sólo
cinco discos; y con Sid Vicious. En España, Eskorbuto, La
Polla Records, Cicatriz y Radio 77. Los antecedentes mu-
sicales han de buscarse en David Bowie, asexuado, des-
clasado y apolitizado; en el Glitter-Rock, en la Proto-Punk
, en el Rock londinense, en el Mod, en el Rhythm and
Blues, en el Soul y en el Reggae. El ídolo español fue
Ramoncín.
Todo contribuye a que sean jóvenes marginados, Punky
clientes de drogas artificiales y sintéticas, de ideología
anarquista, ácrata, nihilista, contestataria, antimilitarista,
pesimista e iconoclasta, antiideológica y violenta (broncas, peleas, etc.), nazis radica-
les o extremistas de izquierda. Han sido subversivos en una cultura mercantilizada.
Se cree que son síntesis de corrientes filosóficas y estéticas o contraculturales; con-
cretamente del Dandi-Flaneur-Punk, decimonónica, encarnada en el dandismo de
Baudelaire; del Dadá-Surrealismo-Punk, eco de las vanguardias artísticas en la
Europa de las entreguerras; del Beat-Hippy-Punk, movimiento juvenil contracultural
precedente; del Rock-Pop-Punk, reflejo musical de la dialéctica de la II Guerra
Mundial; y del Skinhead-Rastafarian-Punk, subcultura juvenil ante minorías étnicas
de la Gran Bretaña (23).
Una de las canciones de los Sex Pistols refleja el estilo y mentalidad Punk:
“Nosotros somos las flores del vertedero de basura. Nosotros somos el veneno en su
maquinaria humana. No hay futuro para ti. No hay futuro para mí”.
(23) Cfr. Costa, S.: Punk, Barcelona, Fernández Ribera, 1977; Feixa, C.: De los jóvenes, bandas y
tribus, Barcelona, Ariel, 1998, pp. 148-158; y Kreimer, J.C.: Punk, la muerte joven, Barcelona,
Bruguera, 1978.
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Rockers
La expresión directa es “Rockeros” o “Ronca-
roleros”; y la traducción castellana, “Balanceados”,
“Mecidos”. De nuevo fue Inglaterra su patria por na-
cimiento, en los sesenta, como alternativa a los
Mods y como defensa del Rock and Roll, en contra
de la subcultura Pop. Sus verdaderos antecesores
fueron los Bikers -por su adicción a la moto-, los
Rockabillies, de los que apropiaron su música y los
Teddy Boys, de los que heredaron el flequillo. En
España se difundieron en los setenta y han echa-
do hondas raíces en bares y discotecas céntricos y
populares. Alcanzaron su auge a finales de los
ochenta y actualmente en descenso
Su atuendo característico se compone de tupé y
patillas, pelo largo y grasiento, cazadoras cortas, te-
janos con grandes hebillas de metal, insignias en la
espalda y botas camperas. Las chicas -una de las
pocas tribus que las admiten-, cabellos teñidos,
bambas y minifaldas. Su música, ligera y surgida en
la década de 1950, rítmica, electrónica, propia de los
negros americanos, versión blanda de los Rythm
and Blues, el Rock and Roll clásico; admiradores de Rocker
Elvis Presley, de los Beatles, de los Roling Stones y
de Santiana. Procuran divertirse los fines de semana en su moto y en discotecas de
carretera; les entusiasma el mundo norteamericano de los cincuenta. Ideología tradi-
cionalista, rebelde e individualista. Las broncas son meramente ocasionales, espe-
cialmente si han abusado del alcohol
Skinheads
Su traducción castellana es “cabezas rapadas”, “pelones”. Subcultura juvenil sur-
gida en Londres, a mediados de 1960, fruto de la confluencia de subculturas obreras
autóctonas con los rastafarians jamaicanos, que se caracterizaban por su rudeza
proletaria; y con los Mods en su radicalización. Posteriormente fueron aceptados por
grupos neonazis. Tienen una larga historia y los skinheads actuales son la tercera
generación. Su meteórico desarrollo se ha debido a su apuesta por el espectáculo
futbolístico, en la década de 1970; y tras un aparente eclipse han vuelto a ser fuertes,
como grupo adversario de los Punks. Es la tribu urbana más energética y más radi-
cada por doquier; han aguantado y superado a cualquiera otra. Entre los subgrupos
de ellos derivados el más poderoso ha sido el llamado Oi!, por la música preferida,
con ideología de extrema derecha y racista. En España se radicaron en los ochenta;
y a finales de esta década, junto a la corriente mayoritaria, nacen tendencias de sig-
no opuesto: Sharp ( “Skin-Heads Against Racial Prejudice”, antirracistas), Redskin...,
que reivindican la pluralidad de esta tribu y renuncian a la autenticidad capitalizada
por los Oi!. Las espadas siguen en alto, aunque el grupo racista es el más aceptado.
La tribu Skinheads, en el momento presente, es muy numerosa. Admiten adeptos
con 14/15 años.
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Skuatters
(24) Costa, P.O.; Pérez, J. M.; y Tropea, F.: Tribus urbanas, Barcelona, Paidós, 1996; Bennet, J.:
Skinhead, New York, Watts, 1991.
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Teddy Boys