VOLUMEN
Aqui Biblioteca
Biogràfica
3 Nazoa Venezolana
l l de m a ro Torres
EL NACIONAL Q ue s e dejan ver BANCO DEL CARIBE
Il d e m a ro Torres
Médico-Cirujano egresado de la Universidad
Central de Venezuela y Ph.D. de la Universidad
de Birmingham, Inglaterra. Profesor Fundador
de la Escuela de Medicina de la Universidad
de Oriente y Profesor Titular de la Facultad
de Medicina de la UCV.
Además del ejercicio de su profesión en lo asis-
tencial y como docente e investigador universi
tario, ha sido Coordinador General de la Facultad
de Medicina y Director de Cultura de la
Universidad Central de Venezuela, y Presidente
tanto de la Fundación Cinemateca Nacional
como del Fondo de Fomento Cinematográfico,
Foncine.
Ha publicado en revistas científicas venezolanas
y del exterior, los resultados de sus estudios
clínicos y experimentales acerca de la neuropatía
por hipovitaminosis B12; y los siguientes libros:
Chile, de Allende a la Junta Militar (1974),
Zapata (1979), Ernesto Cardenal en Solentiname
jj1981), El Humorismo Gráfico en Venezuela
(1982 y 1989), Aquiles Nazoa Inventor de
Mariposas (1998), Abilio, M aestro no sólo del
Dibujo (2000), Historia del Humor Gráfico en
Venezuela (2003). Coordinó la Edición Aniversaria
"Tierra de Gracia" de El Nacional (1985) y es
columnista regular de opinión de dicho diario.
Biblioteca Biográfica Venezolana
Aquiles Nazoa
Aquiles N a zo a
(1920 - 1976)
lldemaro Torres
BIBLIOTECA BIOGRÁFICA VENEZOLANA
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Asistente Editorial: Edgardo Mondolfi Gudat
Consejo Asesor
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Carlos Hernández Delfino
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Diseño Gráfico y realización de portada: 72 DPI
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principal de portada), Biblioteca Nacional (Foto secundaria de
portada). Colección lldemaro Torres (p. 9)
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Las entidades patrocinantes de la Biblioteca Biográfica
Venezolana, Banco del Caribe y C.A. Editora El Nacional,
no se hacen responsables de los puntos de vista expresados
por los autores.
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ISBN: 980-6518-56-X (O.C.)
ISBN: 980-6518-65-9
Conversación con el lector
La Biblioteca Biográfica Venezolana es u n proyecto de lar
go alcance, destinado a llenar un gran vacío en cuanto se
refiere al conocimiento de innum erables personajes, bien se
trate de actores políticos, intelectuales, artistas, científicos,
o aquellos que desde diferentes posiciones se han perfilado a
lo largo de nuestra historia. Este proyecto ha sido posible por
la alianza cultural convenida entre el Banco del Caribe y el
diario El Nacional, y el cual se inscribe dentro de las celebra
ciones del bicentenario de la Independencia de Venezuela,
1810- 2010 .
Es u n tiempo propicio, por consiguiente, para intentar una
colección que incorpore al mayor núm ero de venezolanos y
que sus vidas sean tratadas y difundidas de m anera adecua
da. Tanto el estilo de los autores a cargo de la colección, como
la diversidad de los personajes que abarca, permite u n ejerci
cio de interpretación de las distintas épocas, concebido todo
ello en estilo accesible, tratado desde una perspectiva actual.
Al propiciar una colección con las particulares característi
cas que reviste la Biblioteca Biográfica Venezolana, el Banco
del Caribe y el diario El Nacional buscan situar en el mapa
las claves perm anentes de lo que somos como nación. Se tra
ta, en otras palabras, de asum ir lo que un gran escritor, Au
gusto Mijares, definió como lo “afirmativo venezolano”. Al
hacerlo, confiamos en lo m ucho que esta iniciativa pueda
significar como aporte a la cultura y al conocimiento de nues
tra historia, en correspondencia con la preocupación perm a
nente de ambas empresas en el ejercicio de su responsabili
dad social.
Miguel Ignacio Purroy Miguel Henrique Otero
Presidente del Banco del Caribe Presidente Editor de El Nacional
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Simplemente Aquiles
A bordar con ánim o o actitud de biógrafo al ser h u m an o especial
que fue Aquiles Nazoa, a ese hom bre de rasgos caracterológicos tan
claram ente definidos, creador de inagotable riqueza im aginativa, ex
celso poeta lírico, hu m orista de alto vuelo, ciudadano de convicciones
firm em ente sustentadas, intelectual de vastísim a cu ltu ra y am igo en
trañable, es algo que tiene u n a doble significación: la m uy g rata de la
rem em branza y el recuento que a la vez es reencu en tro con él y su
obra, y la dificultosa, au n q u e de n in g ú n m odo m enos grata, de pene
trar e indagar en u n a vida rica en vivencias y experiencias únicas, de
ir al en cu en tro de u n escritor adm irable en la enorm e cu an tía y versa
tilidad de sus conocim ientos, y de re u n ir las m últiples evidencias de
su condición de analista acucioso y con u n riguroso sentido crítico,
aunque de u n rigor au n mayor en la crítica a sí mism o. Y ese hecho
cierto de h ab er sido u n creador polifacético, de tantos y tan diversos
intereses, obliga a encarar este inten to de biografía suya desde varios
ángulos y en m uchos aspectos. Visión resum ida de u n a vida plena de
logros creativos y aportes fundam entales a nuestra cultura.
Siendo él el protagonista principal de cuanto hecho significativo ha
de ser registrado en estas páginas, será m encionado incontables veces
Biblioteca Biográfica Venezolana
10 Aquiles Nazoa
y en form as diferentes: como Nazoa, el poeta, Aquiles Nazoa, o simple
m ente Aquiles, sobre todo esta ú ltim a porque fue ella la de uso m ás
frecuente al nom brarlo env ida, lo que a su vez respondía a u n dictado
de la cercanía y el afecto.
No tratándose en este caso de u n a antología, y dado que su bibliogra
fía adem ás de ser bien conocida está detallada al fin al de esta obra, los
ejem plos incluidos a títu lo ilustrativo corresponden a u n a selección
de aquellos poem as y trabajos en prosa, líricos y hum orísticos, que
h an constituido hitos dentro de su producción y en cada u n o de esos
cam pos; escogidos con base no sólo en el gusto personal de quien ésto
escribe, sino tam b ién y sobre todo, a p a rtir de la constatación de la
acogida con que h an contado desde su aparición.
A decir del escritor Rafael Pineda, en opinión que com parto, Nazoa
volcó su im aginación y su espiritualidad en el propósito central de
salvaguardar la esencia del país m ediante la poesía; y ju n to con creer
en el am or y el arte “com o vías hacia el disfrute de la vida p erdurable”,
p rocuró siem pre en lo político trad u c ir su sentido de la solidaridad en
acciones tangibles. Fue u n h om bre m uy querido y de ex traordinaria
popularidad porque el pueblo sabía que en él podía confiar, y de allí
que la percepción que colectivam ente se ten ía de él haya sido la de u n
n om bre cardinal en el ám bito de nuestras letras, de u n intelectual
respetable en razón de su talento, su honestidad, y su perm an en te
disposición a p oner al alcance de sus lectores, oyentes y televidentes,
lo m ás decantado del conocim iento actualizado, y a abrirles nuevas
perspectivas p ara u n a m ejor com prensión y degustación del hecho
cu ltural, en la acepción más am plia del térm ino.
De las primeras impresiones
y emociones
En u n recuento cronológico biográfico es n atu ral com enzar volvien
do los ojos a la infancia, y el poeta m ism o lo hace a propósito de su
venida al m undo, en un a rem em branza de su m adre, a quien llam a
“pequeña fábrica de am or, m ansa esposa del Tiem po”, y de quien dice
“m ilagro de tu carne fue darle form a h u m a n a a las tinieblas y recoger
la noche en tus entrañas p ara levantarla como u n a espiga hacia la
au ro ra ”. Confiesa que en el tre n que ese día -17 de mayo de 1920-
pasó en la cercanía de su casa m ientras él nacía, se em barcó su cora
zón para siem pre, si bien todavía seguía a la espera de su regreso; asi
m ism o se m u estra agradecido a los dioses que presidieron su llegada,
p o r haberle perm itido vivir u n a niñez cuyos térm inos m ás poéticos y
constantes fueron el tranvía y el tren , elem entos sin los cuales, a decir
de él, “n in g u n a infancia estará n u n ca com pleta”.
De la prim orosa ciudad que había sido en el siglo XIX, Caracas pasó a
ser a los ojos del poeta u na urbe venida a m enos en lo urbanístico, eco
nóm ico y hum ano, caída en m anos de Castro y Gómez con sus soldados
prim itivos, brutales en sus prácticas represivas. De ella poco o nada se
sabía en el m undo, n i del pueblo entonces sometido al m ás deplorable
de los atrasos y cruelm ente arrinconado en el tiem po y el espacio.
Biblioteca Biográfica Venezolana
12 Aquiles Nazoa
Al referirse a su m adre, Micaela González, cu en ta que ella m oraba
en “u n pueblito de recuerdos” donde él la visitaba los dom ingos, lle
gando hasta allá m ontado en el elefante del Libro M antilla; la describe
pensativa, m uy joven y elegantem ente triste, de tristeza a tono con la
m elancolía de la hora en que atardece en ese lugar, y agrega: “Yo, que
am é siem pre la tarde, pienso que a la envejecida luz de esa hora m i
m adre es el alm a m ism a de la ta rd e ”. Recuerda de m an era en trañ ab le
a su padre Rafael Nazoa, y los paseos que solían hacer ju n to s, cam i
nan d o o en tranvía, por distintos lugares de la ciudad, incluido el paso
por “La Francia” a com er helados, y los dom ingos al cam po, en gratas
excursiones que su padre am aba por ser hom bre de “u n tem peram en
to sencillo y poético”; es tiern a la m ención que hace de él en el poem a
que titu ló “Pasa m i p ad re”, cuyos versos lo d ib u jan m aravillosam ente;
“Ahí va mi padre pedaleando su bicicleta de jardinero
El lleva sin saberlo la poesía como una violeta en el sombrero”
Y co n tin u an d o su recuento fam iliar, al co m en tar el niño que él era,
evoca com o g ran am iga y personaje esencial en cu an to a lo m ucho
que contribuyó al enriquecim iento de su im aginación y a poblar de
fantasía su infancia, a su abuela paterna; dado que ella “en su colori
do castellano de isleña de El H ierro, sabía co n tar ta n extraordinarias
historias com o la de su viaje de Tenerife a La G uaira en u n barco de
vela azotado por los furiosos vientos del A tlántico”.
H abiendo ya sobrepasado la tiran ía gom ecista los veinte años en ejer
cicio despótico del poder, tuvo lugar el estallido -devenido con los
años en im p o rtan te referencia de ese trágico período de n u estra histo
ria - de la revuelta estu d ian til universitaria de 1928, que Nazoa califi
ca de “gesta llena de poesía lírica y épica a la vez, en la que se estrenó
u n a generación que después, al envejecer, le h a dado la espalda a este
m om ento lum inoso de su pasado”. A esos recuerdos vincula el poeta
la im agen de Justina, su h erm an a m ayor por p arte de padre, conm ovi
da, lanzándoles dulces y flores, en gesto solidario y am oroso, a los
De las primeras impresiones y emociones 13
estudiantes que a la vista de ella eran transportados en u n tren con
vagones propios para el acarreo de ganado, a ser recluidos en el abo
rrecible castillo de Puerto Cabello. Tuvo u n a h erm an a llam ada Lilia,
fallecida prem atu ram en te y a la que no llegó a conocer. Sus otros her
m anos son Elba -c o n q uien m antuvo siem pre u n a relación de cálida
cercanía-, Haydée, Aída y Aníbal; este ú ltim o ig ualm ente distinguido
com o escritor y hu m o rista, en goce de la adm iración de num erosos
lectores y reconocido en su fecunda inventiva en el cam po del hum or.
Caracas seguía siendo en g ran m edida la m ism a que dejó Castro cuan
do salió del país; u n a ciudad “ín tim a, dulce, u n poco provincial y
em inentem ente solitaria, sacudido su constante silencio apenas por
el estruendoso paso del tran v ía”. La fam ilia vivía entonces en u n a casa
en la calle de Nuevo M undo, paralela a la vía por donde llegaba a la
estación de Palo G rande el tre n proveniente de los valles de Aragua,
con la p articu larid ad que enriquece el recuerdo, de que era conduci
do por u n veterano m aq uin ista vecino suyo de cuadra, cuyo saludo lo
em ocionaba y llenaba de orgullo, al p un to de afirm ar que “no hay
em oción com parable a la del niñ o que yo era cuando sabía que en
aquel tre n llegaba m i gran am igo m anejando su inm ensa locom oto
r a ”. Tam bién recuerda que los postes del alum brado eléctrico seguían
siendo u n a novedad en la ciudad y que las calles eran ilu m in ad as en
uso de las llam adas lám paras de arco de dos carbones, los cuales u n a
vez consum idos eran cam biados por u n obrero de la com pañía, sien
do los niños quienes recogían los cabitos que él b otaba y con ellos
dibujaban; tal sucedió con su am igo, el célebre p in to r Héctor Poleo, la
historia de cuya carrera de artista plástico reconoce com o sus prim e
ros dibujos los que alguna vez hizo con dichos carbones.
La escolaridad y
vivencias asociadas
A los seis años en tró a la escuela de Misia Rosa y allí aprendió a leer,
luego pasó a la escuela del señor Pablo Meza, ubicada al lado de u n a
pastelería donde le regalaban recortes de dulces. A los nueve lo pusie
ron en la escuela El Buen Consejo, al frente de la cual pasaba u n a
quebrada; a ella se llegaba p o r u n puentecito, y ten ía u n a alam eda
que lind ab a con el ferrocarril de La Guaira, po r lo que a él le parecía
salida de u n libro de lecturas; adem ás, en el centro de u n enorm e
patio había u n escenario en el que el Padre Julián Fuentes Figueroa,
dueño y director de la escuela, pasaba películas que Nazoa y otros
m uchachos buscaban en el Teatro Ayacucho para ten er en trad a libre a
las proyecciones; recuerda que en dicha escuela nació su am istad con
Evencio Castellanos, ya entonces de definida vocación m usical, y que
allí tuvo como profesor a Luis Villalba Villalba, quien p ara ese mo
m en to “estaba en lo más efervescente y ardoroso de su ju v e n tu d anti-
gom ecista” y m uchas veces les hablaba en sus clases acerca “del d e r e
cho del hom bre a ser lib re”.
Ese m ism o tiem po que califica de herm oso, incluye unos cuantos
recuerdos siniestros que lo entristecían, uno de ellos aquel en el cual
fue testigo de la pavim entación de u n a calle por prisioneros encade
Biblioteca Biográfica Venezolana
16 Aquiles Nazoa
nados, con uniform es a rayas, traídos del Castillo de Puerto Cabello
como condenados a trabajo forzado p or la dictadura; y otro cuando
ten ía diez años, y vio cómo fue rep rim id a a fuego la m anifestación
que, en ocasión del centenario de la m u erte de Bolívar, exigía la libe
ración de los presos de La Rotunda. Cual digno colofón definitorio
hizo esta afirm ación: “Y entre la poesía de esa escuela, la de los trenes
que rodearon m i infancia, y esas im ágenes, h an dado u n a dirección a
m i vida y señalado u n destino a mi poesía y a m i condición h u m a n a ”.
Completó su educación prim aria en la Escuela Federal “Zam ora” m ás
tarde denom inada “19 de A bril”, ubicada frente a la Plaza de C apuchi
nos y declarada P atrim onio Nacional po r su adm irable arq u itectu ra
preservada; y en lo que se refiere a otros estudios basta la cita de su
confesión de 1950 en su “A utobiografía para u n a p estañ a”, incluida
en la p rim era edición de El Ruiseñor de Catuche: “He estudiado m uchas
cosas, entre ellas u n atropellado bachillerato, sin llegar a g rad u arm e
en n in g u n a”.
Al valorar su infancia la define com o pobre pero n u n ca triste, “fue
m ás bien pensativa y serena y en m uchos aspectos fue en realidad tan
herm osa com o la revivo en la m em o ria”; y en su poem a “Declaración
Sum arial” de 1975 adem ás de alu d ir a esos inicios de su vida, en que ya
“deletreaba flores” y a los diez años “dom inaba perfectam ente el arte
de ver a alguna gente llorando en los ja rd in e s”, com enta el grave deli
to que com etiera a los 15 años (y que trató de ju stificar diciendo que lo
hizo por amor), de venderles a las m uchachas que co n stitu ían la clien
tela de la tiend a de m odas en la que él era em pleado, “al fiado y b aratí
simo el arco-iris por m etros”, y como es lógico en tales casos fue encar
celado, adem ás de condenado a pagar “en u n plazo de m il años” el
bien ajeno de que dispuso, “m ás las costas del Mar m editerrán eo ”.
Puesto en ánim o de rem em branzas nostálgicas, en el poem a “Pasa
m i padre” se refirió a su vivienda de cuando era niño: “En aquellos
tiem pos estaban m uy baratas las cosas/ Teníamos u n a casa de flores
que sólo nos había costado a razón de/ u n sufrim iento insignificante
el m etro cuad rad o ”. Asimismo, a lo largo de su producción literaria
La escolaridad y vivencias asociadas 17
son num erosos los versos dedicados a su ciudad, su escuela, calles, y
otros lugares que hicieron de m arco a diferentes m om entos de su vida;
así en la “Elegía al barrio El Cenizo” recuerda:
"De tu quietud avaro,
jamás cruzó tus noches sino el viento,
y con ellas, al claro
de una luna de cuento,.
¡me volviste un romántico irredento!”
y en su poem a “Adiós a la Plaza de C apuchinos” le dice a ésta:
“Por un lado tenías a la escuela Zamora
de la que yo era alumno cuando te conocí.
Yo amaba a mi maestra, pero se hizo señora
y entonces dulcemente me enamoré de ti.”.
Como tam bién en crónicas rim adas y en prosa, supo re tra ta r perso
najes esenciales de la ciudad y de la vida citadina; y en tal sentido es
apreciable su legado de páginas p o r dem ás conm ovedoras, com o las
alusivas al Duque de Rocanegras Vito Modesto Franklin, “C riatura in
sólita de la fantasía y del h um orism o de la ciu d ad ”, o al p erro Cenizo,
“especie de aristócrata de la bo hem ia p e rru n a de Caracas”, m orador
de la Plaza Bolívar; o bien su elegía a la dulcera de la esquina de Socie
dad, sus versos por “El últim o p a n d eh o rn e ro ”, dedicados a Enrique
Bernardo Núñez, y su suerte de canto titu lad o “El eclipse de los chi
nos” en que describe m agistralm ente el am biente de trabajo y la acti
vidad febril de aquellos lavanderos: “Y a tal p u n to eran artistas/ en
m an ejar el jabón/ y en deslizar u n a plancha/ sobre u n a blanca exten
sión,/ que usted se las entregaba/ m ás m ugrientas que u n fogón/ y al
venir no eran camisas,/ sino lirios de algodón”.
Las fotografías que se tom ó en 1940, a los veinte años, lo m u estran
como u n flaco m elancólico y fam élico, del cual él m ism o se burlaba
Biblioteca Biográfica Venezolana
18 Aquiles Nazoa
com parándose con “u n a lección de anatom ía con flu x de casim ir”; en
u n recuento autobiográfico que escribió a los tre in ta años, al referirse
a su producción literaria decía no creer “que en tre las obras citadas
haya alguna capaz de asegurarm e u n lugar entre los in m o rtales”; más
tarde, poco después de los cin cu en ta años y con u n a experiencia exis-
tencial intensam ente vivida, pensaba que él tal vez era “esa derrotada
cam isa que desde el alam bre de ten d er a que está sujeta le pide clam o
rosam ente auxilio al paisaje”; y a lo largo de su vida, adem ás de defen
der la belleza com o u n derecho, sintió com o José M artí el deseo de ver
siem pre ju n to a sí, “color, brillantez, gracia, elegancia”.
La diversidad de oficios
Su padre y dos de sus tíos, desde niños fueron panaderos y siem pre
trabajaro n en la panadería de Solís, para la época la m ás fam osa de
Caracas; incorporarse a ese m u n d o le significó unas cuantas experien
cias que rep o rtó así: “Yo era u n a especie de m ascota de Solís, y de tan
to an d ar en tre los hornos, las artesas, las h arinas y las crem as llegué a
hacerm e u n pequeño m aestro de esas artes”. En los días pascuales, en
vista de lo sobrecargados de trabajo que estaban los repartidores, él
p articipaba en las entregas de encargos a dom icilio, recibiendo por
ello buenas propinas “con las que m e sentía rico”; en u n a de esas opor
tunidades se enteró en la calle de que en M iraflores estaban rep artien
do regalos y se fue hasta allá, hizo su cola y recibió del general Gómez,
a q uien veía de cerca por p rim era vez, u n a m oneda de dos bolívares,
todo lo cual encolerizó a u n o de sus tíos.
En 1932 en tró de aprendiz en u n a carpintería, al año siguiente tra
bajó de telefonista y botones del Hotel Majestic, y tiem po después fue
dom iciliero de u n a bodega de la Esquina de San Juan, cuando esa es
q u in a era el p rincip al foco de prostitu ció n de la ciudad; m ás tard e fue
m andadero y barrendero del diario El Universal, así com o guía de tu ris
tas en uso del inglés que ap ren d ió a perfección p o r propia iniciativa y
Biblioteca Biográfica Venezolana
20 Aquiles Nazoa
sin escolaridad form al, pero con la ayuda de u n a p o p u lar dulcera ne
gra de origen trin ita rio , que vendía sus dulces en la esquina de Socie
dad, y de u n vendedor de tostadas que tenía su carro ju n to a las escali
natas de El Calvario. Desde siem pre lo atrajo el aprendizaje de otros
idiom as, estim ulado por el antecedente de hab er oído hablarlos en la
casa de vecindad donde vivían su abuela y sus tíos en El G uarataro; así
lo com enta en su libro Vida Privada de las Muñecas de Trapo, com o tam
bién que su papá no daba crédito a sus ojos y oídos la tarde en que lo
encontró en el Correo haciendo, a los doce años, de cicerone anglopar-
lante de u n grupo de turistas norteam ericanos.
Nazoa tenía dieciocho años de edad cuando su padre m urió, u n a cir
cunstancias que hizo de él un p rem aturo jefe de fam ilia, m udándose
entonces con su m adre y sus cuatro herm anos a Puerto Cabello; en di
cha ciudad a la vez que trabajaba como Guía Oficial en la Oficina Nacio
nal de Turism o del M inisterio de Fomento, se inició en el campo del
periodism o, y lo hizo desem peñándose como director del diario El Verbo
Democrático, en las páginas del cual publicó sus prim eros versos; pero su
labor al frente del mismo, y dado el carácter que signaba su ejercicio
periodístico, le costó su expulsión del estado Carabobo y posterior en
carcelam iento por el régim en del general Eleazar López Contreras.
A su regreso a Caracas trabajó en Radio Tropical com o ascensorista,
botones u niform ado y recepcionista; en 1939 recibió allí la visita del
escritor Pedro Beroes, a quien po r u n artículo que éste publicó en soli
daridad con la recién derrotada República española, le había m anifes
tado sus deseos de conocerlo, y a quien igualm ente le solicitó a títu lo
personal, ponerlo al habla con los jóvenes intelectuales pertenecien
tes al g rup o “P resente”. En 1941 com enzó a circular el diario Últimas
Noticias bajo la dirección precisam ente de Pedro Beroes y teniendo como
coordinador general a Francisco Kotepa Delgado, quienes al año incor
poraro n a Nazoa en calidad de corrector de pruebas; fueron esos el
lugar y el m om ento para su revelación ante el país com o el g ran h u
m orista que por siem pre celebrarem os, pues los poem as hum orísticos
suyos gestados en la in tim id ad de aquella redacción y en principio
La diversidad de oficios 21
leídos y festejados sólo en ese ám bito, no ta rd a ro n en ocupar p o r dere
cho propio u n espacio en las páginas del periódico, naciendo de esa
form a “A P u n ta de Lanza” que llegaría a ser u n a fam osa sección, y la
cual desde su origen firm ó com o Lancero. En 1944 viajó a Colom bia y
recorrió dicho país, p o r invitación de la revista Sábado, en cuyas pági
nas fue igualm ente invitado a escribir. El año 1945 registró n u m ero
sos acontecim ientos políticos im portantes, nacionales e in tern acio n a
les, desde derrocam ientos de gobiernos dem ocráticos latinoam ericanos
y las persecuciones m acarth istas en los Estados Unidos de N orteam é
rica, hasta la term inación de la Segunda G uerra M undial; en esa m is
m a época Nazoa logró entrevistar en exclusiva para El Nacional al can
didato presidencial colom biano Jorge Eliécer Gaitán y a los principales
dirigentes socialistas de ese país, dando a conocer las opiniones de los
m ism os en dicho diario.
Una decisión para la vida
Dos visiones de lo que era y de lo que para otros escritores significa
ba Nazoa en los años 40, las tenem os en el soneto que le dedicara Ma
riano Picón Salas e incluido en El transeúnte sonreído (1945), e n u n a de
cuyas estrofas lo percibe com o “Som brero de m etáforas bullente/ en el
que vive u n m ago cap tu rad o ” m ien tras en otros versos lo define como
“inventor de m ariposas;/ de estrellas nuevas en la m ad ru g ad a.”; y en
el poem a “Viaje de Aquiles Nazoa”, suerte de retrato del poeta que
escribió Alarico Gómez en 1947, y en el que en tre otras cosas dice:
“Aquiles es u n niño fugado del libro prim ario./Son sus am igas la nube,
la hierba,/la rosa, la fuen te.”. En 1945 obtuvo con u n a crónica el pri
m er prem io de u n concurso organizado con m otivo del Día del Perio
dista por el diario El Universal, el m ism o en cuyas dependencias había
sido b arren d ero pocos años antes; en 1948 ganó el Prem io Nacional de
Periodism o “Ju an Vicente G onzález”, correspondiente a escritos h u
m orísticos y costum bristas; y años m ás tarde, 1967, le fue otorgado el
Prem io M unicipal de Prosa.
Biblioteca Biográfica Venezolana
22 Aquiles Nazoa
Cuando arribó a los 25 años de edad, en cuanto a h u m o rism o no
sólo conocía ya la historia del género, sino que tam b ién ten ía definida
u n a posición com o creador y u n a visión crítica propia, puesta de m a
nifiesto al responder a la p reg u n ta de por qué el h u m o rism o venezola
no, habida cu en ta de sus num erosos y valiosos cultivadores, no había
logrado re u n ir u n a bibliografía com parable en su densidad, a la pro
ducida por los hum o ristas ingleses y norteam ericanos; a lo respondi
do por él pertenecen los párrafos siguientes:
“Poseen los pueblos anglosajones -so b re todo los ingleses que pare
cen ser el pueblo m ejor dispuesto p ara ello- u n pecu liar m odo de h u
m orism o en el que jam ás aflora la traged ia” ... “Pero aquí, ante el m on
tonero o el espadón adueñado de u n poder om ním odo; aquí, donde la
historia nos ha enseñado que vivir es ante todo defenderse, ¿ha podi
do acaso hacerse u n hum orism o sonriente y delicado?”... “Si su siste
m a de vida les ha perm itido a los hum oristas anglosajones actu ar como
espectadores risueños del dram a social, el de los nuestros los ha forza
do a ser sus protagonistas y con frecuencia sus víctim as”...
En u n a p arte del recuento autobiográfico antes m encionado, que
escribió a los 30 años, hace u n b u en resum en de sus ocupaciones has
ta esa fecha: “He ejercido diversos oficios, algunos m uy desagradables,
otros m uy pintorescos y curiosos, pero n inguno m uy productivo, para
g anarm e la vida” ... “D urante los últim os diez años m e he com partido
en tre las redacciones de Últimas Noticias, El Morrocoy Azul, El Nacional,
Elite y Fantoches, del que fui director. A lguna vez fui encarcelado por
escribir cosas inconvenientes, pero esto no tiene n in g u n a im p o rtan
cia, o la im p ortan cia suficiente p ara ser recordado. A cam bio de ese
pequeño disgusto, el oficio me h a deparado grandes satisfacciones
m ateriales y espiritu ales”; enum era sus obras publicadas y com enta
que “Con m ás o m enos b u en a fo rtu n a he tenido tam b ién veleidades
de escritor cinem atográfico”.
23
El amor le era vital
En m ateria de am or vivió m om entos de profundo abatim iento y épo
cas de feliz sosiego. Pedro Beroes reseñó en 1977, en su prólogo para la
edición de Caracas Física y Espiritual que hiciera el Concejo M unicipal
del D istrito Federal, dos hitos sentim entales de esa vida. Refiere Be-
roes que aquel Aquiles de los años cu aren ta veía oscurecida su existen
cia por el desam paro que padecía u n a p areja cubana cuya am istad
cultivó apenas llegado a Caracas; el am igo era u n bohem io culto, con
u n agudo sentido del hum or, anarq u ista y de salud gravem ente em po
brecida por u n a tuberculosis term in al, y la esposa, nativa de Santiago
de Cuba y procedente de u n a distinguida fam ilia, sum aba a su belleza
física u n exquisito refinam iento y u n a clara inteligencia. N uestro jo
ven poeta, definido por Beroes com o u n hom bre ato rm en tad o y re
querido de tern u ra, com prensión y u n am o r sereno, enco n tró en su
am iga Estrella Fernández-Viña M artí, ahora viuda, la com pañera an
siada, y se casaron; “ju n to a ella, él conoció u n a felicidad balsám ica
p ara su esp íritu y publicó sus prim eros cuadernos de poem as”. Tam
bién ella falleció de tuberculosis, en 1948, y tan triste hecho significó
para Nazoa u n a dolorosa vuelta a la soledad.
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24 Aquiles Nazoa
El segundo hito se da cuando, ya en goce de popularidad y adm ira
ción, conoce a M aría Laprea en San Fernando de A pure y se enam ora
de ella. He aquí la historia de aquel en cu en tro y de la boda, contada
por María en entrevista que le hiciera la escritora Ana Black y cuyo
texto he tom ado parcialm ente.
“M aría Laprea vivía tran q u ila su vida de m aestra de escuela, de fu n
dadora del Ateneo de la ciudad, de pianista de la radio y m adre de
Raúl, su pequeño hijo, com pañero de tern u ras desde que perdieran al
padre cuando ella estrenaba los veinte años y él apenas com enzaba su
gestación. A ella le an u n ciaro n la llegada del trovador a aquellas tie
rras lejanas de San Fernando de A pure cualquier tard e de u n año que
rondaba el 45”; decidieron invitarlo a d ar u n recital, p ara lo cual, ju n
to a su am iga Rosita Cestari, se apresuró a buscar u n a m áquina de
escribir, de m an era que el invitado pu d iera recordar algún poem a es
quivo y declam arlo. El ten d ría veintiséis o veintisiete años y “era fia-
quito, flaquito com o esos versos suyos que dicen: ‘esta figura m ía de
ta n flaca da ganas de re ír’...”. Pocas sem anas después de aquella pri
m era visita se supo en San Fernando que había m u erto la esposa de
Aquiles. “Quizás huyéndole a la soledad” él com enzó a visitar la ciu
dad y especialm ente a Rosita, hija de u n italiano que no aceptaba que
“u n señor sin oficio conocido cortejara a su hija”; las citas se concerta
b an desde la casa de María, donde “apenas ponía pie en tierras apure-
ñ as”, él acudía “a pedir el teléfono prestad o ”.
Los m aestros de la escuela donde ella trabajaba, com o parte de sus
luchas y reclam os hicieron u n a huelga, resultado de la cual quedó sin
empleo. M aría no se am ilanó y decidió trasladarse a Caracas, donde ya
instalada, la am istad con el poeta se hizo m ás estrecha, “hasta que u n
día, sin hab er sido novios, Aquiles le propuso que se casaran. Con el sí
decidido de ella quedaron en verse p ara form alizar la diligencia esa
m ism a ta rd e ”, la boda fue al día siguiente. Se casaron en la je fa tu ra de
Los Dos Caminos, alegando que q uerían tran sform ar concubinato en
m atrim onio; fueron padrinos de la boda el actor Héctor M onteverde y
Villegas Blanco de Bolívar Films, em presa para la cual Aquiles estaba
El amor le era vital 25
escribiendo el g uión de la película El demonio es un ángel. “Una vez casa
dos, cada u n o se fue para su casa pues, dada la celeridad con que h a
bían decidido u n ir sus vidas para siem pre, no h ab ían tenido tiem po
de to m ar n in g ú n tipo de previsiones, como u n a casa donde vivir ju n
tos, por ejem plo”. Y concluye el relato, rico por dem ás en detalles anec
dóticos de m ucha gracia, con la m ención del hecho de que u n periódi
co con la noticia “Se casó Aquiles N azoa” llegó a San Fernando de Apure
“m ucho antes que la carta que escribiera la feliz recién casada a su
m adre contándole de su nueva av en tu ra”.
Casados en 1950, de esa u n ión nacieron Claudio, Mario y Sergio, cre
cidos ju n to a Raúl Estévez, hijo de M aría, am ado por Aquiles com o si
fuera su hijo mayor. En celebración de su Luna de Miel con M ariíta -así
llam ada por él y por todos los am ig o s- escribió u n poem a en u n a de
cuyas estrofas dice:
“La pareja que hacemos se dijera escapada
de una primorosísima ampliación al pastel.
Los vecinos nos miran con amable mirada,
felices de que hagamos tan bien nuestro papel”.
Y en ocasión de dedicarle u n libro le hizo otro poem a, que com ienza
así:
“Cuando yo digo el nombre de María,
que para mí es la voz del agua clara,
es como si a los campos me asomara
con la mano de un niño entre la mía”,
y que te rm in a reiterándole:
‘Y no es mi voz sino el amor quien canta
como espiga sonora en mi garganta
cuando yo digo el nombre de María”.
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26 Aquiles Nazoa
De los hijos, sólo Claudio h a incursionado en el cam po del hu m o ris
m o, y lo ha hecho exitosam ente, con g ran aceptación de lectores y
espectadores en las dos vertientes que cultiva con tan to acierto, como
colum nista de h u m o r en el diario El Nacional y como veterano del h u
m o r escénico.
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Café oloroso y recién hecho
A propósito de lo m ucho que siem pre le significó la vida en fam ilia y
de cu án com placido se sentía envuelto en la calidez del hogar, escri
bió bellos poem as referidos a ese espacio y a quienes lo habitaban,
como el titu lad o “D om ingo” en u n a de cuyas estrofas se lee: “Tú ven
drás varias veces a m i lado/ con el café oloroso y recién hecho,/ que yo
m e tom aré con el derecho/ que tiene al b u en café todo hom bre h o n ra
do”. En otro poem a dedicado a M aría Laprea com enta, en relación con
la vida ju n to s com partiendo esa g rata atm ósfera casera: “Todos mis
am igos están enam orados m ás o m enos/ de María/ y yo tam b ién .”; y
años m ás tarde, en un o que titu ló “A M aría con su vestido de flores”, le
dice al final: “Entre tan to hoy diciem bre abrió el día/ com o u n viejo
baúl,/ y el tiem po se llam aba com o tú, María,/ y el m undo, porque tú
estás en él, era a zu l”. A lguna vez se refirió igualm ente a los que llam a
ba “Hombres caseros”, discrepando de u n a escritora inglesa para la
cual el m arido preferido p o r las m ujeres es el que está m etido en casa
a toda hora; él creía en cam bio que p ara u n a m ujer no hay mayor
calvario que ese, y lo dice a p a rtir de su propio caso, que por no ten er
otro sitio donde escribir perm anece allí y ve el efecto en su esposa:
“Ella, n atu ralm en te, se lo calla,/ pero, ¿podrá u n a esposa ser feliz/ al
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28 Aquiles Nazoa
lado de u n señor que se am uralla/ todo el día a exprim irse la cerviz/ y
que el derecho a h ab lar no le concede/ porque cuando él se inspira
nadie puede/ ni siquiera sonarse la nariz?”.
Al referirse en u n a op o rtu n id ad a la significación de la vivienda hizo
esta observación: “Tan estrecham ente ha llegado el hom bre a relacio
narse con su casa y de m odo tan in teg ral se ha desdoblado en ella, que
es éste el único de nuestros artificios al que aceptam os como expre
sión sustantiva de nosotros m ism os”; y lo dicho es aplicable a su pro
pia casa, com o expresión de los rasgos esenciales de la vida suya. En
u n a em isión de su pro g ram a televisivo abordó bellam ente esa id enti
ficación entre la conform ación corporal h u m a n a y la vivienda, y en
ingenioso sím il com paró entonces, p or ejem plo, la arm azón que sos
tiene la estru ctu ra de la casa, con la integración arm ónica y la propor
cionalidad de n uestro esqueleto .Y ese ejercicio de d esen trañ ar las s e
m ejanzas lo com pleta diciéndonos “Que las ventanas están cerradas,
es indicio de que la casa duerm e, y no hay sensación ta n clara de que
el hom bre h a despertado, como ese m om ento de la m a ñ an a en que las
ventanas de su casa se abren hacia el nuevo d ía”.
La visión política y
sus consecuencias
La sum atoria de su sólida cu ltu ra política, su capacidad analítica, y
su conciencia social, u n a de las m ás lúcidas que h a conocido el país, le
perm itía a Aquiles Nazoa no sólo en ten d er nuestro acontecer nacio
nal sino tam bién correlacionarlo con los sucesos m u n d iales en té rm i
nos de globalidad. Fue u n estudioso de la teoría política y u n conven
cido de la necesidad de u n a m ejor calidad de conducta de p arte de
quienes dicen ten er u n pensam iento progresista.
En u n a conferencia suya dictada en la Universidad C entral en 1973,
recordó la dolorosa experiencia vivida en su infancia cuando vio lle
gar a la estación de Palo Grande, u no de aquellos' trenes repletos de
estudiantes que eran conducidos a prisión por oponerse a la d ictad u
ra gom ecista; jóvenes tocados con sus boinas, voceando sus consignas
y jubilosos de sentirse servidores de u n a causa noble, custodiados por
policías arm ados de fusiles; contó cuán conm ovedor fue verlos p a rtir
a u n destino tan incierto, sin saber a dónde los llevaban y ni si de allí
volverían. El poeta confesó asociar esa página de la historia contem po
ránea de Venezuela, “con el tren en el que m e llegó a la vez el senti
m iento de poesía, el sentim iento del am or y el sentim iento de la liber
tad, es decir, los tres sentim ientos que definen m i v id a”. Tenía él u n a
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30 Aquiles Nazoa
forma particular de valorar la participación de los jóvenes en esa lu
cha contra la dictadura, y lo hacía dentro de su enjuiciamiento de esa
era, señalando que Gómez comenzó por apoderarse prácticamente de
todos los bienes productivos de la Nación y luego de las industrias, y
asumiéndose a sí mismo como la personalización del feudalismo se
dedicó a arrinconar a la burguesía y a restarle poder hasta hacer de
ella la clase líder de la rebeldía antigomecista, de manera que quienes
conformaban la oposición “de un lado fueron los caudillos tradiciona
les a quienes él había acorralado, y del otro lado fueron los grandes
apellidos”; ajuicio suyo en aquel movimiento no participó el pueblo
sino “como alusión muy vaga”, y si bien los entonces estudiantes, res
pondían como amantes de su patria y con el ímpetu propio de su cora
zón juvenil, él consideraba que “su lucha no era contra el sistema pro
piamente dicho, su actitud era de opositores y no de revolucionarios,
pensaban en términos de rebelión contra el poder establecido”.
Fue evidente su interés en el tema de la juventud a partir de su no
menos manifiesta identificación con ella, y le apasionaba en particu
lar el papel que la misma está llamada a cumplir como fuerza de la
historia. Sus análisis televisivos al respecto incluyeron, como lo hizo
en febrero de 1970, una revisión documentada de lo que fue la gesta
heroica protagonizada por jóvenes estudiantes y seminaristas en La
Victoria el día 12 de ese mes en 1814. Cuanto más graves las crisis so
ciales y más agudos los problemas, más marcada es la tendencia abe
rrante de quienes dejaron de ser jóvenes, a incriminar a la juventud, a
invocarla en tono acusador y de censura, y a proponer medidas repre
sivas como supuesto remedio; pensaba él en cambio, que el joven es
rebelde a su medio de una manera natural, pues insurge en un mun
do en el que ya las generaciones anteriores han copado y defienden
tenazmente todos aquellos lugares en los que sería posible emprender
una vida creadora con la puesta en marcha de una esperanza o una
vocación, quedándole entonces como única alternativa abrirse paso
“impulsado por la gran energía y ardor de su sangre moza”. Exhorta
ba Nazoa a no censurar la impulsividad propia de la juventud, dado lo
La visión política y sus consecuencias 31
m ucho que le debem os históricam ente a esa vehem encia, y ponía como
ejem plo que Bolívar renunció a todo lo que lo ataba a los intereses
m ateriales del m u n d o y fue a la célebre reu n ió n de 1810 en la que él,
el m ás joven de todos los que aspiraban a la independencia, estaba en
m edio de gentes supuestam ente razonables, que representando la ra
zón de los ancianos sostenían que había que ten er calm a, y Bolívar,
im pulsivo, com o joven que era, los increpó con su fam oso grito: “¿Cal
ma?, ¿Pero es que trescientos años de calm a no bastan?”. Y así, agrega
el poeta, “porque no tuvo calm a, se m ontó en su caballo y fue repar
tiendo libertad por todo u n co n tin en te”.
Estaba convencido de que n in g u n a idea nueva triu n fa por sí sola,
dado que al in su rg ir en la vida del ho m b re tropieza con ideas estable
cidas que “se niegan a cederles el puesto a las novedades que p resenta
el tiem po, cuya fuerza, cuya energía im placable está siem pre configu
rada en la presencia anim osa de la ju v e n tu d ”. Según él, lo prim ero
que constata el joven cuando com ienza a circular socialm ente, es que
todo aquello que se le enseña p o r vía de la educación, dom éstica o
escolástica, “no corresponde a las cosas que él com prueba en la vida y
en la visión directa del m u n d o ”, y que cuesta m ucho que u n a genera
ción, au nq u e haya errado, lo acepte así en beneficio de u n a verdad
que advenga traíd a p o r la ju v en tu d . Una convicción en su pensam ien
to político y de h istoriador era la de que cada clase que llega a la m a
durez histórica, al poder y al dom inio de los m edios de producción,
cree que con ella se h a detenido la historia y que no hay avances posi
bles; es de recordar sin em bargo, cu án enfático era en señalar que más
im p o rtan te que la diferenciación en tre la ju v en tu d y la vejez en térm i
nos cronológicos, era diferenciar lo juvenil o senil de las ideas, las
form as de concebir y encarar la vida y el universo, y hablaba entonces
de pensam ientos viejos y m entes jóvenes.
Repasando las diferentes edades y sus im plicaciones, fue m anifiesta
su preocupación p o r los niños y el destino de la infancia com o tal,
com o lo expresara con estas palabras en u n artículo de 1972: “En vano
hom bres de u n a m entalidad nueva en m ateria pedagógica - u n Mark
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32 Aquiles Nazoa
Twain, u n José M artí- abogaron por u n poco más dé com prensión y
flexibilidad p ara ese solitario h ab itan te de la tierra al que se reclam a
ba conducta de adulto -obediencia, form alidad, reflex ió n - en el m o
m en to de im ponerle deberes, m ientras se le forzaba a p erm an ecer en
el sitio de los desautorizados, de los socialm ente ineptos, en el m o
m en to de concederles derechos”.
Ajeno al mimetismo
Jun to con ser u n fino poeta lírico, u n notable h u m o rista y tan tas
otras cosas, fue u n decidido com batiente a favor de las causas p opula
res; sin em bargo, tien d en a desdibujar su m em oria quienes a nom bre
de u n a interesada radicalización política lo h a n presentado com o u n
anarquista, tratan d o de hacer con él u n a bandera, cuando en realidad
él estaba m uy lejos de ser m esiánico y creía en la necesidad de organi
zarse políticam ente; y u n a clara dem ostración de que supo ser u n re
volucionario integral ajeno a concesiones, está dada precisam ente en
el hostigam iento a que lo som etían los sectores más reaccionarios del
país, e incluso y paradójicam ente, algunos sectores de la izquierda
venezolana, que lo veían con recelo p or cuanto tam poco con ellos era
ind u lg en te a la ho ra de enrostrarles la m iopía política que los h a ca
racterizado.
Cum plidos 50 años, salió a la luz su poem a “Elegía a Aquiles Nazoa”,
el cual o riginalm ente llevaba por títu lo “Testam ento de m i Poesía”. En
octubre de 1970, y en respuesta al calificativo de am argado que públi
ca y desconsideradam ente le endilgara u n com pañero suyo de la Tele
visora Nacional, hizo en u n a de las em isiones de su program a en ese
canal u n a definición de sí m ism o y de su tem peram ento que es de
inclusión justificada en estas notas: “Más que am argura, creo que es
m elancolía lo que cuadra en m i caso. Yo estoy envuelto, im plicado,
entre los dos térm inos de aquella reflexión p rofunda y tam b ién m e
lancólica de Fausto en la obra célebre de Goethe, cuando dice que ‘a
m ayor saber m ayor dolor, pero no hay dolor m ás grande que el de no
saber’. Lo que m e hace m elancólico y m e exhibe u n poco triste a veces,
La visión política y sus consecuencias 33
es lo que sé y a la vez lo que todavía no he podido saber; y en tre las
cosas que sé y que m e im pulsan en la dirección de u n a solitaria acti
tu d pensativa frente al m u n d o y especialm ente frente a m i país, es
ju sta m e n te lo que sé acerca de la disolución creciente, del disparata-
m iento creciente que va ab atiendo y desfigurando de u n a m an era
im placable, las dos o tres grandes tradiciones nacionales en que con
siste n uestra c u ltu ra ”.
Le irrita b a n la condición p rim aria de m uchos de nuestros políticos,
signada po r u n a m ezcla de intu ición , viveza y oportunism o; la igno
rancia de historia, geografía, econom ía y otras ciencias que él conside
raba básicas en la form ación de u n político contem poráneo; y la au d a
cia con que saltan del sem ianalfabetism o m ás lam entable a jefes de la
fracción p arlam en taria de sus respectivos partidos. El hecho de decír
selos y de parodiarlos sin piedad, com o era de esperar le granjeaba
enem igos, con los cuales nu nca pareció ten er algún interés en congra
ciarse; y den tro de la llam ada conciencia de clase y en razón de su
fidelidad a su extracción popular, no m enos incisivo fue al satirizar a
los arribistas. Para él, la am istad en tre los políticos debía estar condi
cionada a la prem isa de ser revolucionaria y estar inspirada en el co
m ú n am or al pueblo, y de allí que siem pre se pro n u n ciara contra el
am iguism o, en el que se cede en el com prom iso con el pueblo en bene
ficio de las buenas relaciones con el contrario. Al respecto, escribió en
1961: “es la m an era m ás fácil de red ucir los m ovim ientos populares a
simples oficinas de relaciones públicas, y a tem as de conversación que
por conservar las form as y evitar los rozam ientos, se vuelven cada vez
más insustanciales... Llega u n día p ara el estratega del am iguism o en
que descubre con angustia que se h a quedado solitario en tre sus fór
m ulas de cortesanía política, m ientras sus verdaderos amigos, los hom
bres del pueblo, se h an ido hace ya rato detrás de la nueva ban d era
que h a reconocido su esperanza.”
A esta República n u estra él optaba por llam arla “Res-pública”, o lu
gar “donde cada día se o rdeña el presupuesto en producción y distri
b ución de la leche que tien en algunos, los quesos que com en otros, y
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36 Aquil.es Nazoa
la m an teq u illa de cobrarle al país cárceles, exilios y persecuciones de
cuando eran jóvenes y podían co rrer am parados a to m ar el prim er
barco, ru m b o a tierras civilizadas donde h arían pasantías técnicas de
altos funcionarios, alejados del pueblo y sus p en u ria s”. En m edio de
sus usuales objeciones a la con du cta inconsecuente de varios de nues
tros dirigentes políticos, era ab olutam ente im placable, cuando de se
ñalar se trataba, la desvergüenza de quienes vivieron cuando Pérez
Jim énez u n exilio cóm odo, sin n in g u n a clase de privaciones, gracias
al am paro económ ico de determ inados organism os internacionales, y
a su regreso al país lo hicieron con aire de víctim as, en p lan de pasar
facturas y de sacar todo el provecho posible de la dem ocracia recién
estrenada; lo cual resum ió agudam ente en u n “E pitafio” para Gonza
lo Barrios, soneto que publicó en La Esfera en su sección “Pan y Circo”.
D errocada la dictad u ra m ilitar en enero de 1958, ya en mayo de ese
año, en el n ú m ero 13 del sem anario Dominguito, hizo Aquiles este acer
tado señalam iento que titu ló “Los bellos d urm ien tes del bosque”, del
cual cito las estrofas iniciales y finales: “Perro que ladras/ por largo
rato/ si pasa u n gato po r el portón;/ gato que tum bas/ cuando te esca
pas/ todas las tapas/ en el fogón. ...Guardad silencio,/ dejad los ruidos,/
que los partidos/ d u rm ien d o están,/ u n o en el suelo/ y otro en ham aca/
y otro en butaca/ y otro en diván.” ...“Y m ientras cunde/ la periquera,/
m ientras prospera/ la confusión,/ a p iern a suelta/ sigue dorm ido/ cada
partido/ com o u n lirón. ...Porque se du erm an / yo no les tiro,/ m as sí los
m iro/ con desazón,/ pues cuando roncan/ y los escucho/ me acuerdo
m ucho/ del cam arón.”
Rechazaba la m an ipu lació n populista, la procacidad y la ignorancia
ensoberbecida, y era crítico severo de la agresiva ru d eza de u n denso
sector castrense, de lo cual dejó constancia en m em orables versos satí
ricos; fue u n hom bre firm e, a lo largo de su vida, en la condena de las
dictaduras m ilitares y del m ilitarism o. A com ienzos de septiem bre del
m ism o 1958, antes de cum plirse 8 m eses del derrocam iento de Pérez
Jim énez y a propósito del conato de golpe m ilitar que se tradujo en la
llam ada “Masacre de M iraflores”, publicó los siguientes versos de per
La visión política y sus consecuencias 35
durable vigencia, con el títu lo de “O rden y Respeto” y firm ados como
Lancero:
Cada vez que un vivo bailando y bebiendo
brutote y obeso y todos los días
con muchas agallas vendiendo terrenos:
y poco cerebro tal es el programa
pongamos por caso o bien el compendio
Pulido Barreto de lo que ellos llaman
o el gordo Marquitos Orden y Respeto.
o tantos como ellos-;
cada vez, repito, Los desordenados
que a algún bicho de esos somos, por supuesto,
le sale el cochino los que no robamos
que lleva por dentro, ni corremos truenos;
se asocia con otros los que preferimos
del mismo chiquero un libro bien bueno
y en marcha se ponen a un Colt 38
en contra del pueblo, o a u n Cadillac nuevo;
en nombre del Orden los que no admitimos
o bien del Respeto. que el nativo suelo,
en vez de un remanso
Saquear el Tesoro, gentil y fraterno,
hartarse de quesos, deba ser un antro
cogerse las puyas de sombra y de miedo
que dan los impuestos, en donde unos mandan
tener más queridas y otros están presos
que pulgas un perro, en nombre del Orden
meter contrabandos o bien del Respeto.
al tanto por ciento,
comerse las luces Con estas palabras
en carros inmensos, favoritas de ellos,
pasarse las noches con ellos encima
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36 Aquiles Nazoa
ya ¡leva este pueblo, si no nos movemos,
¡qué un siglo ni un siglo! si no les paramos
¡Casi siglo y medio! el trote con tiempo,
Primero fue Páez, ya están los jurones
Guzmán Blanco luego, de nuevo resueltos
más tarde fue Castro, a aguarnos las Pascuas
más tarde fue el Viejo, trayéndole al pueblo
por fin vino el gordo su buena hallacota
Tarugo Primero, de Orden y Respeto.
y ahora... Y ahora,
En relación con las elecciones y lo que en la práctica ellas significan
com o ejercicios descarados de m an ip u lació n y reiteración de prom e
sas y m entiras, nada m ás elocuente y de incontrovertible vigencia que
el extenso “Poema Electoral” que titu ló “El m ism o p ia n ito ”, extraordi
nario ejem plo de h u m o r político inteligente, incluido en su obra Pan y
Circo de 1965, y el cual com ienza así: “¡Quién iba a decirlo!/ ¡Quién iba
a pensar/ que después de tanto/ cerebralizar,/ y ta n to escribir/ y tan to
charlar/ que si p a ta tín / que si p atatán / quién iba, repito,/ quién iba a
pensar/ que sin darnos cuenta/ vinim os a d ar/ en el m ism o sitio/ y el
m ism o lugar/ donde ya estuvimos/ antes de em pezar!”.
Un pensamiento de acento universal
Aquiles Nazoa fue p o r defin ició n u n h o m b re de m e n talid ad cos
m opolita, y p o líticam en te ta n to su p en sam iento com o su obra se
caracterizan p recisam en te por su un iv ersalid ad y su sentido lati-
n oam ericanista.
Fue expulsado de Venezuela en 1956 por Pérez Jim énez, y se residen
ció en Bolivia. E ntendió la experiencia vivencial de su exilio en térm i
nos de integración y de entrega al país que lo acogió, y allí no sólo
escribió sentidos poem as a la ciudad de La Paz y a las cholitas, conside
radas p or él com o u n a “com pensación crom ática del paisaje” y de las
cuales recibió “la m ejo r lección de etnología, historia y gracia nativa,
La visión política y sus consecuencias 37
a que pueda aspirar u n extranjero en Bolivia”, sino que adem ás fundó
y dirigió en 1957 la Colección Popular Boliviana, editora de varias obras
de difusión co n tin en tal, a la vez que puso en m anos de ellos - e n am o
roso gesto retrib u tiv o - valiosas antologías de los cuentistas y poetas
de ese país. A su regreso el 14 de m arzo de 1958, tras dos años de a u
sencia, fue entrevistado p ara El Nacional por Federico Pacheco Soublet-
te, a quien le afirm ó que “tirarle piedras a la policía fue u n rasgo de
hum orism o de n uestro p ueblo”, y le habló de los proyectos que traía
para la televisión, del deseo de hacer cosas nuevas sobre todo con Jaco-
bo Borges, considerado u n a revelación, y tam b ién del propósito de
ensayar algunas ideas igu alm en te novedosas ju n to a la vieja g u ard ia
del periodism o h um orístico venezolano
Desde los años de su ju v e n tu d fue conocida públicam ente la ad m ira
ción que sentía hacia José M artí, y evidencia de ello lo fue su p articip a
ción en u n hom enaje al ilustre in telectu al y hom bre de acción, cele
brado en el liceo “Ferm ín Toro” de Caracas en 1943; estuvo allí ju n to a
los otros jóvenes poetas Tomás Alfaro Calatrava, Ju an Beroes y Luis
Pastori, y leyó u n soneto que escribió especialm ente p ara esa ocasión,
en el cual llam a a M artí “Abel de corazón ilu m in ad o ” y “Libertador de
espigas, como el vien to ”. Por ese profundo conocim iento suyo de la
vida y la obra de M artí, a n in g u n o sorprendió la circunstancia de que
fuera él uno de los prim eros venezolanos, si no el prim ero, en vislum
b ra r los alcances del entonces naciente m ovim iento revolucionario
cubano y en en ten d er la real significación de esa Revolución. Además
de escribir acerca de ella, trabajó inten sam en te en la divulgación de
los discursos de Castro y de las noticias acerca del desarrollo vertigi
noso de su gesta; y hacerlo lo en ten d ía como u n deber político; atrave
saba entonces por u n a grave estrechez económ ica y tenía el rechazo
de la dirigencia del Partido C om unista de Venezuela, que veía en esos
planteam ientos y en la form a activa en que él los difundía, u n a suerte
de dedo acusador; de m an era que en su condición de ed ito r acorrala
do eran grandes sus sacrificios para poder trad u cir su em peño en le
tra im presa, y hasta años m ás tarde los m ism os dirigentes insistían en
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38 Aquiles Nazoa
la pretensión de desv irtu ar los alcances de aquel trabajo consciente
del poeta. Fue invitado a Cuba com o Jurado de Poesía en el Concurso
de Casa de las Américas de 1974.
A com ienzos de la década de los sesenta trabajó activam ente con el
M ovimiento Venezolano p o r la Paz y la Liberación Nacional, lo cual se
tradujo, entre otros aportes, en su Introducción al texto “El Problem a
A lem án y la C uestión de Berlín; u n a explicación clara, breve y senci
lla”, coeditado con el Consejo A rgentino de la Paz en 1961; y en 1962,
en su T raducción y N ota de P resen tació n del a rtíc u lo de Harvey
0 ‘Connor titu lado “México y el caso de Siqueiros”, publicado original
m ente en M onthly Review cuando el célebre m u ralista estaba preso por
disposición del Presidente López Mateos.
Lo que consideraba su voluntario com prom iso político no estuvo cir
cunscrito a dichos países, sino que expresó su apoyo p o r igual a la
Revolución Socialista de O ctubre y a la Revolución China, y en general
a todos los m ovim ientos de liberación nacional entonces vigentes en
el m undo. Escribió u n emotivo poem a titu lad o “Grecia bajo la repre
sión”, cuando dicho país sufría el oprobio de u n a d ictad u ra de corone
les; los versos finales dicen: “Yo te escucho sufrir y soy u n hom bre/ con
u n pueblo incendiado en las en tra ñ a s”. Estuvo siem pre al lado de los
pueblos latinoam ericanos en la lu ch a an tiim perialista de los mismos,
y su solidaridad se m anifestaba u nas veces en sus artículos de d en u n
cia de la situación a la que estaban som etidos en las cárceles los pa
triotas paraguayos, bolivianos o venezolanos; otras veces en la m ano
tendida com o p an y albergue com partidos con el com pañero exiliado;
o en el señalam iento y ridiculización de algunos gobernantes por su
conducta de lacayos ante los Estados Unidos de N orteam érica; o bien
m ed ian te su particip ació n en actos públicos en apoyo a Santo D om in
go, Panam á o Nicaragua; o en m uchas otras form as nacidas de su ini
ciativa. En 1973, d u ram en te afectado por el d errocam iento y m uerte
de Salvador Allende, escribió su docum entado ensayo “Fascismo de
Ayer y Hoy”; y bajo el títu lo “Isla cautiva” le dedicó u n conm ovedor
poem a a Puerto Rico, acerca del cual y en cuanto a su adm itido carác
La visión política y sus consecuencias 39
ter de hom bre com prom etido con u n a causa, dijo: “C onciliar m is in te
reses estéticos con los políticos ha sido m i faena, ya que m i conciencia
civil siem pre está m uy alerta. Son las razones fundam entales p ara m i
condición h u m a n a y de h ab itan te de u n país no desarrollado y, sobre
todo, para m i condición de clase”.
Ha habido quienes h an hablado de su carácter tem peram en tal, de
cuán difícil podía ser m a n ten er u n a am istad con él a causa de u n a
supuesta irascibilidad suya; el hecho cierto es que au n adm itiendo
que sus conocidos fueran num erosos y sus verdaderos am igos unos
pocos, éstos le significaban m ucho, como es propio de alguien que en
su Credo define la am istad com o “el invento más bello del h o m b re”.
Sucedía sí, que siem pre am ó la b u en a conversación y lo m olestaba la
vulgaridad, adem ás de ser justificad am ente in to leran te con las per
turbaciones cuando se encerraba a escribir, con el hecho de que su
llegada o presencia en d eterm in ad o lu g ar fuera en ten d id a com o oca
sión para ejercicios de com icidad, y con cualquier atropello a la digni
dad h u m an a. En u n a rem em b ranza en abril de 1988, M aría com entó
que Aquiles para el m o m en to aciago en que pereció “estaba p ro d u
ciendo m uchísim o, escribía m ucho, debatiéndose en su vida de siem
pre. A veces angustiado, a veces deprim ido, con su carácter ta n espe
cial y ta n difícil de en ten d er p o r quienes no lo conocían bien. Pese a su
condición de hum o rista, fue u n hom bre triste, m uy m elancólico, que
se dolía de todo. Lo in h u m an o le hería profundam ente y tam bién cuan
to sucedía a otros lo tom aba com o si le hu b iera pasado a él. Era dem a
siado sensible ante las cosas horribles que ocurren en el m u n d o ”.
41
Lugares de vida y sobrevida
Al com entar la obra Caracas Física y Espiritual, Oscar Sam brano Urda-
n eta escribió en El Nacional: “Debo confesar que si alguna vez tuviera
que irm e de Caracas, yo m e llevaría este libro de Aquiles Nazoa para
te n er cerca del corazón el m ás herm oso retrato literario de la ciudad,
pin tad o por el m ás caraqueño de sus escritores”; y ciertam ente, esta
ciudad tuvo en él su m ás devoto cronista del paisaje, de la arq u itectu
ra, las m odas, las costum bres, las cosas m ás sencillas y los hechos m ás
relevantes; él fue testigo de dem oliciones y desapariciones, y a cada
lugar que la ciudad perdía le dedicó versos de nostálgico adiós; como
tam b ién fue el can to r de lo nuevo y lo grato, listo a celebrar cada situ a
ción o acontecim iento que a ella le fuera favorable.
A propósito de la aparición de Caracas Física y Espiritual, com o u n a de
las ediciones especiales del Círculo Musical, El Nacional com entó que
para Nazoa Caracas es el m otor y epicentro de todas sus em ociones, y
que al tra ta r de entrevistarlo respondió m onologando, com o r e m e
m o rand o en u n a invocación ín tim a y sincera lo m ucho que cree de
berle, adem ás de confesar su deseo de llevarle al lector la im agen de la
que ya entonces, 1967, definía com o ciudad m artirizada, “in tercep ta
da en su proceso histórico no rm al, fractu rada en su paisaje, inconexa
Biblioteca Biográfica Venezolana
42 Aquiles Nazoa
en su topografía, heteróclita en su arquitectura, en sectores la capital
más am able de los trópicos, y en barrios enteros la m ás in g rata de la
Tierra”. Y en entrevista que le hiciera la periodista Miyó Vestrini el 15/
7/67 para ese m ism o diario, al haberle sido otorgado el Premio M uni
cipal de Prosa por dicho libro, se definió a sí m ism o com o “u n poeta
lírico que debe g u ard ar su lirism o en las gavetas”, agregando con cier
ta iron ía que d en tro de su producción los versos hum orísticos seguían
siendo “los que tien en más ta q u illa”. Como para ese m om ento vivía
en Villa de Cura, ella le pregu ntó por qué llevaba varios años retirado
de la capital, y si ese traslado fue u n a decisión personal o respondía a
otras causas, y ésta fue su respuesta: “Caracas se fue haciendo para m í
u n m u n d o cada vez m ás desconocido, más ajeno. Sentí u n a especie de
rencor hacia la ciudad irreconocible. Y por eso m e instalé en Villa de
C ura”, siendo su obra recién laureada “el b arrido in terio r de m i casa,
u n a catarsis: la vida constituye u n a acum ulación creciente de em ocio
nes, de recuerdos, de experiencias, pero no se puede vivir de recuer
dos, n i la nostalgia puede ser u n b u en estím ulo p ara co n tin u a r”.
M aría Laprea recuerda que ante el encargo que le hiciera Bolívar
Films a Aquiles, de escribir el guión para la film ación de Las lanzas
coloradas, se fueron a vivir a Cagua, dado que en ese am biente se desa
rrolla la acción de la novela: el hijo mayor, Claudio, tenía cu atro m e
ses de nacido y allí p erm anecieron cinco meses, después de lo cual
volvieron a Caracas, y en Casalta nació Mario, el segundo hijo; allí
estuvieron “hasta que ya no fue posible soportar el acoso de la Seguri
dad Nacional de Pérez Jim énez”, visto lo cual regresaron a Cagua por
unos cuatro años; él escribía y firm aba con seudónim o, hasta que tam
bién allí se apareció la Seguridad Nacional a apresarlo, lo trasladaron
a Caracas y finalm ente lo expulsaron del país hacia Panam á, y de allí
pasó a Bolivia; en La Paz vivió la m ayor parte de su exilio y en dicha
ciudad nació Sergio, su tercer hijo. Después de ello, cu en ta María, “vol
vimos a Venezuela para seguir pasando trabajo en tre Caracas, Cagua y
Villa de Cura, acosados ahora por la policía política de la dem ocracia,
que u n a vez nos allanó la casa en San M artín con siete p atrullas y
Lugares de vida y sobrevida 43
unos fariseos de esos, digepoles o disipóles, arm ados de am etrallado
ras, que no pudiero n llevarse a Aquiles porque u n vecino, a q uien no
conocíam os, lo rescató en su carro ”. Para entonces Aquiles había per
dido la cuenta de los sem anarios hum orísticos que le clausuró el go
bierno por resultarles urticantes, y se vieron forzados a volver a Villa
de Cura; de regreso a Caracas cuatro años después, alq u ilaro n u n apar
tam en to en Casalta, donde residió la m adre del poeta.
En Caracas Física y Espiritual él nos lleva a u n placentero y enriquece-
dor recorrido por esta urbe, trazando u n docum entado periplo que va
de “Los Prim eros Tiempos de la C iudad” a “La Caracas del Petróleo”,
incluyendo en su relato a los poetas caraqueños, estam pas populares y
u n a diversidad de herm osas historias que llam a pequeñas; pero ta m
bién afirm a con preocupación que “la nueva Caracas va surgiendo
como u n a ciudad im provisada, h echa para satisfacer pequeños capri
chos y am biciones, no verdaderas necesidades; desprovista de aque
llos estím ulos espirituales que necesita el hom bre para hacer de la
existencia u n oficio agradable y creador”; y term in a diciendo, espe
ranzado: “Y por lo m ism o que n u estra te rn u ra de la ciudad se form uló
siem pre en el esquem a abstracto del paisaje, bien podem os decir que
m ientras queden nuevas flores que cultivar y nuevas raíces que h in
car en la tierra, n u estra aspiración de serenidad y nuestras reservas de
fe en la gracia de vivir -co n ta n d o con la brillante generación de arqui
tectos jóvenes que ahora se pone en m arch a-, está lista para u n nuevo
com ienzo”.
Nazoa estuvo estrecham ente vinculado a las parroquias, los movi
m ientos vecinales y las agrupaciones culturales propiciadas por ellos,
de lo cual d an fe la asiduidad de sus visitas a dichos lugares, sus confe
rencias en liceos, casas de c u ltu ra o sedes de grupos, y su apoyo a quie
nes h an luchado por la preservación de las tradicionales característi
cas urbanísticas de sus zonas residenciales.
Perseguido político de la d ictad u ra m ilitar de Pérez Jim énez, de la
cual era decidido opositor, fue expulsado de Venezuela y vivió casi
todo su exilio en Bolivia, en la ciudad de La Paz, donde “Ilum inado
Biblioteca Biográfica Venezolana
U Aquiies Nazoa
por u n a lu n a de leyenda, casi m etálico en su deslum brante blancura,
el Illim ani se convierte, d u ran te las noches, en el paisaje m ás desola
do de la tie rra ”. Conoció desde ad en tro la realidad social, cultural,
económ ica y política de dicho país, y fue testigo de hechos determ i
nantes en cada u n o de esos campos, habiéndole dedicado bellos poe
mas y artículos, y cuando se refiere a La Paz reitera que en ella “encon
tram os lo m ás hum ano, lo más actual y lo más antiguo de la cu ltu ra
de A m érica”. A com ienzos de 1970 y a propósito de u n a noticia trágica
llegada de allá, hizo esta declaración evocativa: “Yo viví unos años en
aquel m undo y todavía no me he despojado de las im ágenes que de
allí traje, todavía estoy en el clim a de la gran experiencia h u m a n a que
es convivir con aquel pueblo, ta n extraño a nuestras tradiciones, tan
personal en las suyas, ta n ferozm ente apegado a su esp íritu nacional,
tan fiero en la defensa de sus valores sustanciales”.
En su “Biografía para u n a Pestaña”, de 1950, refiere h ab er viajado
hasta entonces por Colombia, Santo Domingo, Puerto Rico y Cuba, en
varios de cuyos pueblos vivió; y aclara categórico: “pero en rigor el
país con que estoy más fam iliarizado es con el m ío, cosa rara en un
venezolano”. Son realm ente lúcidas las descripciones que hace de di
versos paisajes de n u estra geografía, en su obra Venezuela Suya, de 1971,
a cuyos capítulos dio títulos tan atractivos como “M érida, capital del
aire”, “Por la p u erta del horizonte, ¡pase adelante!”, “Por el Orinoco,
rum bo al m isterio” entre otros, y a los cuales pertenecen los com enta
rios que cito a continuación, siendo ellos u n a am able form a de invi
ta r a un visitante a que conozca el país y u na bu en a definición de
nuestro carácter hospitalario: “Es Venezuela, por su situación testera
en el borde m ás sep ten trio n al de Suram érica, u n vértice de itin era
rios” ... “Es todo el territo rio venezolano u n ancho abanico de cam i
nos, de carreteras infinitas que lo eslabonan con el resto de los países
h erm an o s” ... “Venezuela practica la hospitalidad com o u n a de sus
artes tradicionales”.
En otra ocasión y ju sta m en te al referirse a la decidida proyección de
nuestro pueblo hacia otras latitudes y al m encionado sentido de hos
Lugares de vida y sobrevida 45
pitalidad que lo caracteriza, hizo este com entario: “No ha conocido
A m érica pueblo con ta n to m u n d o como el que le dio al Siglo de La
Libertad, en Francisco de M iranda, el m ás universal de los viajeros:
com o la Venezuela p o rtátil que recorrió todos los ám bitos del conti
nen te en el caballo de Bolívar; com o la Venezuela inglesa y chilena de
Andrés Bello; la del coriano D aniel de León que fundó las prim eras
organizaciones sindicales en los Estados Unidos; la que pobló de soni
dos maravillosos a Europa, en el piano de Teresa Carreño, la dulce
caraqueña a quien los alem anes llam aro n ‘la m adre de B erlín’; la Ve
nezuela en fin que le dio en Reynaldo H ahn a Francia su m úsico más
fam oso de fin de siglo. Ese constante trajin ar por los horizontes que
ha sido toda su historia, le h a n m odelado a Venezuela su propensión
al convivio, su índole am istosa, de aire de casa abierta y bien dispues
ta para las tandas de b u en a conversación con el am igo que llega”.
Ai encuentro de lo rural
De algún m odo ya en 1950 lo había anticipado a través de los que en
El Ruiseñor de Catuche llam ó “Poemas Parroquiales”, y haciéndolo efecti
vo se fue a vivir al in terio r del país; en esos poem as se refiere, en tre
otros tem as, a u n raro fatalism o nacional y de la vida cotidiana, acer
ca de lo cual concluye con fina iro n ía “Qué ciencia ta n sencilla la cien
cia de vivir”; y en el titu lad o “Poema rigurosam ente p arro q u ial” del
que tom o algunas estrofas, nos anticipa que:
Un día -cualquier día-, sin meditarlo mucho,
cansado de hacer versos cogeré mi morral
y en busca de sosiego me marcharé a un pueblucho
donde nunca suceda nada trascendental;
donde pueda pasarme la vida en un chinchorro
hablando con la vieja dueña de la pensión
sobre los amoríos de su ahijada Socorro,
la moral de estos tiempos, la mala situación...
Seré el mejor amigo de un viejo excomulgado
detenido tres veces por el jefe civil
Biblioteca Biográfica Venezolana
48 Aquiies Nazoa
por acusar al cura de ladrón de ganado
y a la iglesia católica de empresa mercantil.
Y vendrán los domingos -esbozo de sonrisa
sobre la adusta cara del tedio parroquial-
con sus pobres muchachas que concurren a misa
y su descolorida banda municipal.
Y seguirá mi vida monótona y oscura
sin que en ella suceda nada trascendental,
salvo alguna pequeña discusión con el cura
o alguna periquera de tipo electoral.
Hasta que un día salga montado en mi tarima
rumbo del camposanto, y algún corresponsal
escriba mi elegía con esta frase encima:
“Ha muerto el secretario del Juez Municipal”.
Poemas com o éste fueron escritos hace m ás de 50 años y en m uchos
sentidos siguen siendo fieles retratos de u n a deplorable realidad aú n
vigente, com o si en la provincia venezolana el tiem po se hu b iera con
gelado, en condiciones de atraso y objeto de la desidia oficial. En u n a
ocasión, con cierta frecuencia recordada, en que por haberse referido
negativam ente en u no de sus poem as, al pueblo en que vivía y al he
cho m ism o de vivir en u n pueblo, llegó a la dirección del diario u n a
carta de protesta de alguien que firm aba “El b u en p a trio ta ”, Nazoa
publicó u n nuevo poem a que titu ló “O tra vez los pueblitos” en el cual,
en tre otras cosas reiteró: “Pues bien, yo estoy viviendo en u n pueblito/
m uy criollo y m uy del género anecdótico,/ y será porque soy an tip a
triótico,/ ¡pero a m í no me gusta ni u n poquito!”. Señaló que “En cam
bio, el que m e escribe esos renglones/ y divulga sus nobles conviccio
nes/ con tantos aspavientos y alharacas,/ donde tiene su casa es en
Caracas”. En otro poem a hum orístico aludió a las dificultades de los
h abitantes de u n o de dichos pueblos y lo titu ló “Problem as de Guaca
r a ”, en cuyo final dice: “A ped ir lluvia fueron, m as el cu ra/ aprovecho-
Al encuentro de lo rural 49
se de la coyuntura/ y elogiando al Copei se pasó el día/ ¿Castigo? ¿Mal
dición? ¿Pava rayada?/ El caso es que G uacara está fregada/ con el Co
pei, el cura y la sequía”.
Sin em bargo, por otra p arte recogió en versos festivos que gozaron
de p ro n ta y extensa aceptación, el testim onio de varias tradiciones y
celebraciones populares, a las que de m uchas m aneras contribuía como
h ab itan te que fue de la provincia; u n b u en ejem plo de ello es el poe
m a “Judas quem ado en C agua” del cual reproduzco el m uy celebrado
“testam en to ” de dicho pecador:
-Vine al mundo en Barrio Loco, Y entonces lo fui a buscar
pero me crié en Barrancón con mi segunda intención,
y andé pa arriba y pa abajo y de Cristo me hice amigo
como mano de pilón. pa luego hacerle traición.
Ya grande pasé a Turmero Le di un beso en la mejilla,
donde empezó la cuestión, le ofrecí veneración,
pues allí en la jefatura y en lo que todos dormían
me encerraron por ladrón, le avisé a la Comisión.
y en un descuido del guardia Vinieron tres comisarios,
me fugué por un balcón le pegaron un cordón
y fui a dar en una iglesia y al mismo tiempo brincaron
donde en aquella ocasión, con mi gratificación.
como era Semana Santa Y con los treinta dinarios
celebraban la Pasión. que cogí por mi traición,
jugué bolas, me eché palos
Caifas y Pondo Pilatos, y me compré un pantalón.
los jefes de la región,
andaban buscando a Cristo Pero al caer de la tarde
no sé por qué acusación. vino la crucifixión,
Y como ofrederan plata y del Cristo moribundo
por el que diera razón, yo vi la triste expresión,
yo quise salir de abajo y no pude con la pena
con aquél santo varón. que me embargó el corazón,
Biblioteca Biográfica Venezolana
50 Aquiles Nazoa
y me dije: -¡Concha, Judas, y conviértame en carbón
tú no mereces perdón! para que el pueblo de Cagua
se remire en mi lección
Entonces llamé a Benito y no venda a los amigos
y le dije: -Valezón, ni que le den un millón.
mande a comprar kerosene
Otra form a suya de co n trib u ir a d ar a conocer interesantes elem en
tos folclóricos, propios de determ inados lugares del país, era presen
tarlos en su program a de televisión. Asimismo, su m agnífico y con
razón m uchas veces declam ado “G alerón con u n a n eg ra”, adem ás de
que es u n ejem plo perfecto de m usicalidad intrínseca de la rim a y del
ritm o narrativo de la anécdota, ilustra bien su ya com entado conoci
m iento de n u estra geografía:
Desde Guachara al Cajón, una figura tan buena,
de Cazorla a Palo Santo, que como flor de Cayena
no hay negra que baile tanto se le esponja el camisón.
como mi negra Asunción.
Cuando empieza el galerón Se le esponja el camisón,
y entra mi negra en pelea, y el mozo que la ha floreado
todo el mundo la rodea salta: -permiso, cuñado,
como hormiguero a huesito. que es conmigo la cuestión!
¡Porque hay que ver lo bonito Luego se ajusta el calzón,
que esa negra joropea! la engarza por la cintura
y con tanta donosura
Que esa negra joropea se le mueve y la maneja,
bien lo sabe el que la saca que la negra lo festeja
que la compara a su hamaca con una nueva figura.
cuando hay calor, y ventea.
¡Así es que se escobillea! Con una nueva figura
le dice algún mocetón. en que ella se le encabrita
Y en su honor hace Asunción como gallina chiquita
Al encuentro de lo rural 51
cuando el gallo la procura. y también en San Fernando.
¡Venga a verla, don Ventura! Yo vengo el Llano cruzando
grita alguno hacia el corral, ■de paso para El Yagual,
y desde allí el caporal y aunque decirlo este' mal
dice con cara risueña: por parecer pretensión,
-Baila bien esa trigueña; desde Guachara al Cajón,
yo la he visto en Guayabal. de Cazorla a Palo Santo,
¡No hay negra que baile tanto
Yo la he visto en Guayabal como mi negra Asunción!
53
Otra forma de abordar la historia
Una de las paradojas en la valoración de la producción literaria de
Aquiles Nazoa y del conocim iento de su papel de investigador acucio
so, la representa lo poco que se h a dicho de él respecto a sus indagacio
nes y obras históricas. Bastaría con ver los títulos dados a sus trabajos
para percibir que en n in g ú n m om ento se lim itó al deslum bram iento
de las proezas, y que la suya es u n a form a diferente de abordar y na
rra r los hechos, de adentrarse en diversos tem as, de entreg ar como
evocaciones regocijadas y por dem ás ilustrativas las evidencias de lo
que h a sido la vida en otras épocas: Pequeña Historia del Alumbrado, Pe
queña Historia de los Helados, Pequeña Historia del Radio, Historia de la Músi
ca contada por un Oyente, y m uchos otros; relatos que ju n to con serles
reveladores a los lectores, dem u estran cómo a historias intrínsecam en
te bellas él era capaz de em bellecerlas aú n m ás con su m an era p a rti
cular de contarlas. Precisam ente las líneas con que com ienza su re
cuento sobre los orígenes de la cocina, ilu stran bien la actitu d con que
encaraba el estudio de la h isto ria y las distintas form as de divulgación
de la m ism a: “...La historia no está h echa sólo de peripecia g u errera y
de h azaña del pensam iento: la historia es, de m an era principalísim a,
la energía de la tierra tran sfo rm ad a por el h o m b re en acción creado
! Biblioteca Biográfica Venezolana
54¡Aquiles Nazoa
ra, y esta energía no conoce o tra fuente que la tierra m ism a configura
da en m ateria alim entaria. Por eso en la raíz de toda cu ltu ra están los
oficios agrícolas, y en tre las invenciones más antiguas que recuerda la
historia de la h u m an id ad , está la invención de la cocina...”
M uchas otras historias estudiadas por él con igual detenim iento, nos
las legó a través de sus concurridas conferencias y de sus program as
de televisión, como sucedió, p o r ejem plo, con la de los orígenes y evo
lución de las m áscaras, la de los patines, o la del papel; incluyendo, al
en ten d er éste últim o com o base fu n d am en tal de la cultura, el fasci
nan te relato no sólo de sus antecesores, m odo de fabricación, avatares
que d eterm in aro n o ayudaron a su llegada y uso en distintas partes
del m undo, su significado y trascendencia; sino tam b ién de la evolu
ción del lenguaje escrito y de las com unicaciones, del libro y las bi
bliotecas, con m ención asim ism o de las “tablillas” de M esopotam ia, el
papiro de Egipto, las lám inas m exicanas de corteza vegetal, y del ori-
gam i com o “delicado ju g u e te”.
Acerca de Los sin cuenta usos de la Electricidad, obra editada por Cadafe,
Nazoa com ienza por aclarar que se tra ta de “u n libro de cuentos y un
libro de m itología”, y que en las páginas del m ism o se acom paña la
evolución de la electricidad “en lo que sus m anifestaciones siguen r e
presentando, para la visión de u n poeta, como alim ento inagotable de
la im aginación y de la fan tasía”; derivando el estudio rigurosam ente
racional del tem a hacia cualquier enciclopedia o texto de enseñanza
de los m uchos disponibles al respecto; destaca adem ás que el hom bre
contem poráneo ha consum ado en ese campo de la tecnología eléctrica
verdaderos m ilagros, “más próvidos en poder de asom bro que las proe
zas de Aladino, m ás ricos en inventiva que la idea de Jú p iter de trans
figurarse en u n rayo de luz para lo g rar el am or de D ánae”.
Nazoa se planteó u n a revalorización de la historia en función de
reconocerle al pueblo su condición de protagonista. Un ejem plo que
ilustra dicha posición lo constituyen las páginas que dedicó en su obra
Caracas Física y Espiritual a la epopeya de la conquista del valle de los
caracas, caracterizada p or la heroica resistencia que opusieron los in-
Otra forma de abordar la historia 55
dios a los invasores extranjeros. C uenta allí cóm o la captura del caci
que Conopoim a le fue encom endada a Garci González de Silva, quien
luego de buscarlo in ú tilm en te y de m a tar a m uchos de sus hom bres,
regresaba ya cansado y le salió sorpresivam ente al paso el propio Co
nopoim a seguido por m u ltitu d de guerreros; el español le ordenó a
uno de sus prisioneros, Sorocaim a, que conm inase a los atacantes a
cesar el com bate, o de lo co n trario los cuatro cautivos serían em pala
dos. Sorocaim a h izo ju sto lo contrario, y g ritan d o con toda la fuerza
de sus pulm ones, arengó a los com batientes a seguir peleando hasta
el últim o hom bre. En castigo de sem ejante osadía Garci González or
denó a sus soldados que cortasen la m ano al intrépido, ante lo cual el
indio tendió tran q u ilam en te el brazo p ara que se cum pliera el casti
go. Im presionado, el español derogó la orden; pero ya era tarde y la
m ano am putada cayó al suelo. Y escribió Nazoa: “Como q uien recoge
u n a flor o u n pájaro que acaba de caer en el cam po, allí se inclinó
silenciosam ente Sorocaim a p ara recogerla, y com o la p ren d a del más
alto sacrificio por su p atria y p o r su pueblo, m archó con noble grave
dad a ofrecérsela al jefe de su trib u ”.
Con el m ism o acento crítico, esta vez en el cam po de la literatu ra,
enjuició la form a en que Gallegos, Pocaterra, Uslar Pietri, Blanco Fom-
bona y otros escritores nuestros de la m ayor im p o rtan cia tra ta ro n al
pueblo en sus obras, sin percibir, o haciendo abstracción de, las inicia
tivas y la función creadora del m ism o. Para Gallegos, según Nazoa, el
pueblo “tiene encanto y tien e señorío estético, pero no m u estra gran
deza civil n i m ucho m enos im pulso de lu c h a ”; com enta que Pocaterra
en “La Casa de los Abila”, lo define com o “u n llagoso contando cuen
tos de aparecidos en la p u e rta de u n a casa abandonada, m ien tras sos
tiene con u n tocón de m achete u n a culebra m u e rta ”; dice que si bien
en Uslar el pueblo es en verdad u n personaje poderoso, se tra ta de
“u n a gran fuerza a la que A rturo no le concede capacidad de racioci
n io ”, y en su opinión Blanco Fom bona lo desprecia como u n a masa
am orfa, no habiendo realm ente pueblo en su obra “sino cuando se
trata de som eterlo a antipáticos análisis, o de deprim irlo, exhibiéndo
Biblioteca Biográfica Venezolana
56 Aquiles Nazoa
lo como u n ente salvaje y sang uin ario ”. Llega a la conclusión de que a
despecho de que el pueblo sea o no com o ellos lo vieron, que pueda no
gustarle a u n o la luz bajo la cual fue visto, el hecho cierto es que “de
todas m aneras el pueblo está allí, y eso es lo que le da m ateria de vita
lidad a la obra de aquellos escritores”.
Entre músicos, partituras
y acordes
En u n a em isión de su program a por la Televisora Nacional, se refirió
a la “Vida de la Música y sus In stru m en to s” y describió los orígenes de
am bos, a p a rtir de u n texto afo rtun adam en te incluido en el libro ho
m ónim o del program a, del cual fueron tom adas las siguientes líneas:
“Inventó pues el hom bre la m úsica como m edio de com unicación y de
trabajo, y al propio tiem po se descubrió a sí m ism o como el prim ero
de sus in stru m ento s m usicales. Las m anos ahuecadas alrededor de la
boca, proyectaron su voz; entrechocadas en el palm oteo, le proporcio
n aro n el p rim er in stru m en to acom pañante. Asociadas la voz y las
m anos al ritm o n a tu ra l de la m archa, nació la danza, form a visible de
la m úsica”; y al alu d ir a la voz u sada m usicalm ente com entó: “No se
sabe en qué período de su historia com enzó a can tar el hom bre, pero
sin d ud a debió ser cuando sus necesidades elem entales se sublim aron
en em ociones, cuando sus em ociones cobraron los nom bres de ale
gría, de llanto, de te rn u ra , de m u d a contem plación de su d estino”.
La m úsica le era esencial y su degustación, vital; ju n to con servirle de
tem a acerca del cual escribir o d isertar com placido, era m anifiesto su
goce de la m ism a y de la sensación de percibirse envuelto en ella, lo
cual explica el que m uchas veces invitara m úsicos a acom pañarlo en
Biblioteca Biográfica Venezolana
58 Aquiles Nazoa
sus conferencias y program as de televisión. Esa pasión m usical tuvo su
■traducción literaria en obras como el finísim o poem ario Método Prácti
co para Aprender a Leer en VII Lecciones Musicales con Acom pañamiento de
Gotas de A gua de 1943 -algunos de cuyos poem as fueron m usicalizados
por A ntonio Estévez-; su ex traordinaria historia de la m úsica, que con
tó desde la perspectiva de u n oyente; y en num erosos poem as como,
por ejem plo, “Dos canciones de Beethoven” (Adelaida-Para Elisa) dedi
cado a A rm ando Reverón, “Variaciones sobre u n tem a de Debussy”,
“Letra para la p rim era lección de p ia n o ”, igualm ente m usicalizada por
el M aestro Estévez, o sus diversos poem as a su m uy adm irado Mozart,
de cuya obra y sufrim ientos personales era conocedor.
La Historia de la Música contada p o r un Oyente es u n a obra de la m ás alta
exquisitez, e n ella el p oeta relata en form a am ena el cam ino recorrido
por la m úsica y la evolución de la m ism a, desde tiem pos previos a la
aparición del h o m bre y después com o p arte fu n d am en tal de la pre
sencia h u m a n a en la Tierra. En u n despliegue de su visión culta y de
con ju nto del tem a, inicia su texto m encionando en tre otras form as
larvarias de la m úsica el rugido del oleaje m arino, el silbar de los vien
tos entre los árboles, el caer de las cascadas, el trin a r de los pájaros,
p ara afirm ar que “Siempre hubo m úsica en la tierra, pero aquel m u n
do de sonidos dispersos no adquirió significación de hecho m usical
sino cuando el h o m b re lo recogió en su pecho como en u n a m aravillo
sa caja de resonancia, y lo revirtió hacia el exterior en form as de ritm o
y m elodía, base de tod a m úsica”.
Un gran afecto lo un ió a artistas com o el m ism o Estévez, Morella
Muñoz, Fredy Reyna, Jesús Sevillano y Simón Díaz; con el M aestro
Eduardo Serrano tuvo u n a cálida am istad y u n a fecunda relación de
trabajo en el ám bito del cine nacional, desde los años de realización
de películas com o La Balandra Isabel llegó esta tarde, cuya canción tem a,
“E speranza”, cantada por Virginia Luque, lleva m úsica de aquél y letra
suya; en los años sesenta fue u n seguidor entusiasta del q uinteto Con
trap u n to , y m ientras siem pre estuvo pendiente de la aparición y pro
m oción de jóvenes artistas populares, por otra p arte era im placable
Entre m úsicos, partituras y acordes 59
no sólo en el enfrentam iento al “criollism o” en el habla y la literatura,
sino tam b ién al enjuiciar a los fenóm enos creados por la televisión
p retextand o folklore, caso de los Torrealberos, a los que fulm inó con
su célebre sátira en versos “¡Torrealberos, Torrealberos!”.
Son recordadas sus charlas acerca de la Navidad a las que solía pre
sentarse con excelentes grupos corales, com o los M adrigalistas de Ara-
gua, o solistas como W illiam Alvarado; o m úsicos como Alecia Casti
llo, quien m usicalizó varias obras suyas p ara su puesta en escena, o
Ju an Carlos N úñez, g ran am igo del poeta y quien gustosam ente ponía
su talento de excelente com positor al servicio de éste, en u n a relación
fructífera que dejó valiosas m uestras com o la p a rtitu ra titu la d a “Es
cribim os con Ju an Carlos u na canción en el espejo de Alicia”, incluida
en Vida Privada de las Muñecas de Trapo, o como el bello poem a que mu-
sicalizado pasó a ser igualm ente u n a bella com posición de títu lo “Can
ción con u n a estrella”, la que en algunos de sus versos an u n cia que:
“Al cielo de diciembre le ha nacido una estrella;
por las calles del alba juega un niño con ella.
Como el mundo es tan grande, y el tan pequeño,
ella lo lleva en brazos, como en un sueño."
En su libro Venezuela Suya de 1971 se ocupó igualm ente del tem a
m usical, pero referido en p a rticu la r al país con observaciones p o r de
más interesantes, com o las siguientes: “Son ta n cam biantes los acen
tos de la m úsica venezolana, ta n variadas sus m anifestaciones in stru
m entales, ta n num erosas sus aplicaciones a la danza o al canto, como
los signos m ism os de n u estra diversísim a g eo g rafía.... La m úsica indí
gena, que aú n se hallaba en u n estadio m uy larvario de su desarrollo
cuando llegaron los conquistadores, fue casi totalm ente avasallada por
la que surgió al reunirse en la tie rra venezolana dos pueblos de tan
im periosa fuerza com o el español y el africano. A la gracia m elódica
de la m úsica española, a su don aire en la danza y a sus finas letras, le
insufló el negro la carga sensual de sus tam bores y su ardiente ritm o ”.
Un humorista estudioso del humor
La obra Los Humoristas de Caracas tam b ién m erece ser calificada de
logro y aporte historiográficos, y au n q u e el m ism o Nazoa aclare que
no se tra ta de u n a antología general del hu m orism o venezolano, sino
de “u n a especie de inventario de las form as en que la ciudad expresó
esa m anifestación de su esp íritu ”, es realm ente u n a historia docum en
tada y crítica de nu estro hum orism o. En 1965 él expresaba la siguien
te preocupación: “N uestro hu m o rism o no es com o se cree u n género
m enor, la m inoridad h a estado m ás bien en el criterio que se ha teni
do p ara apreciarlo”, y la reitera precisam ente al inicio del prim er tom o
de esta publicación de 1966, con su afirm ación m uchas veces citada:
“C ontrariam ente a lo que p u d iera esperarse de u n país que m anifiesta
en el h u m o r el rasgo m ás definitivo de su carácter, el hum orism o ve
nezolano es todavía u n territo rio inexplorado por los estudiosos de
n u estra cu ltu ra ”; a con tinuación de lo cual esbozó com o posibles ra
zones de dicha conducta, que la inform ación concerniente a esta dis
ciplina es escasa y m enos accesible a la investigación que la relaciona
da con otras, y asim ism o el enorm e trabajo que dem anda la búsqueda
de esa inform ación a través de fuentes irregulares y dispersas com o lo
son las colecciones de periódicos y revistas de distintas épocas, ade
Biblioteca Biográfica Venezolana
62 Aquiles Nazoa
m ás de actitudes prejuiciadas que tradicionalm ente le h a n negado al
hum orism o je ra rq u ía literaria y artística, y u n ido a todo lo anterior, la
escasa estim a con que m uchos h um oristas encaraban su obra, por tra
tarse en su gran m ayoría de poetas y prosistas que se veían proyecta
dos a futuro y aspiraban a logros que consideraban mayores.
En cierto m odo sigue siendo escasa la bibliografía al respecto, dispo
niéndose apenas de lo escrito por figuras tan destacadas como M aria
no Picón Salas, Jesús Sem prún, o el propio Aquiles, a q uien no dudo
en identificar com o el principal cronista del h um orism o venezolano,
cuyo desprendim iento y cuya conciencia del aporte que con ello le
hacía al país, lo llevaron a dedicar a la m eticulosa labor investigativa
que realizó m uchas horas de las que él m ism o estaba urgido para el
desarrollo de su obra personal. Con su decisión de hacer del hum oris
m o u n tem a de investigación, estudio y ensayos, dem ostró u n a vez
m ás su percepción objetiva y su jerarq u izació n ju s ta del significado
intrínseco y del valor que puede te n er el m ism o com o rasgo caractero-
lógico del pueblo, y los libros que escribió especialm ente en hom ena
je a Leo y Raúl Santana, sum ados a Los Humoristas de Caracas, tam bién
hacen historia. Es adm irable su análisis de la evolución de la produc
ción hum orística; de cómo a p a rtir de d eterm inad a situación el h u
m orism o venezolano devino en u n arte u tilitario “im provisado al ca
lor de los sucesos del m o m en to ”, y cuyo destino literario “casi nunca
estuvo a la altu ra de su eficacia p o lítica”; del trán sito de nuestros h u
m oristas desde la observación de la vida social y del costum brism o al
que n acieron unidos, a la sátira política, y de cóm o esta opción signifi
có en m uchos casos que vieran su obra tru n cad a a causa de las contin
gencias políticas que se traducían incluso en encarcelam iento. De igual
m odo, en relación con algunos escritores valiosos pero de figuración
efím era o de obra dispersa, se dan situaciones en las que se im pone
hacer lo que el m ism o Nazoa llam aba ejercicio de buceo o detectivis-
mo literario. Francisco Pim entel se refirió en u n a o p o rtu n id ad y con
pesar, a hum oristas que consum ieron su vida y su talen to en u n a pro
ducción episódica sin porvenir, y Aquiles Nazoa señalaba, com o cons-
Un humorista estudioso del humor 163
tataciones claves en sus estudios de los hum oristas caraqueños, lo co
piosa de u n a literatu ra hu m o rística en la que resulta difícil separar lo
circunstancial de lo trascendente, disociar lo que sólo es ú til para n u
trir el anecdotario político de lo que perm ite u n a form al evaluación
literaria de los autores.
Entrevistado en ju lio de 1967 p ara El Nacional, a la observación del
periodista de no divisar a alguien que siguiera a Nazoa y así im pedir el
cese de n u estra b rillan te trad ició n hum orística, él respondió que “El
h um orism o venezolano está en situación de transición. La celeridad
con que se h a desarrollado el país h a dejado atrás a lo que podíam os
llam ar nuestras form as tradicionales de expresión. Si después de mí
com o poeta hum orístico n o ha surgido u n a nueva voz en ese género
no es porque conm igo se haya agotado el hum orism o venezolano, sino
porque nos encontram os en u n m om ento de búsquedas de nuevas
expresiones. Esas nuevas expresiones serían las que com prendieran
que nu estro h u m o r no puede ya expresarse en los térm inos caseros y
costum bristas en que lo h a n m anifestado Leo, Job Pim y la m ayoría de
m is libros. N uestra p atria se h a incorporado al m u n d o m o d ern o ”, y
refiriéndose asim ism o al h u m o rism o gráfico afirm ó que com paran
do, po r ejem plo, a Zapata con Leo, éste sería u n creador de tipos popu
lares y Zapata u n creador de arquetipos culturales, locales los de Leo y
universales los de Zapata.
En charla que titu ló “El H um orism o en V enezuela” y que dictó en la
Asociación de Escritores de V enezuela a fines de 1969, com paró el gé
nero hum orístico a “u n rató n de las costum bres cotidianas”, que se
co n ten ta con roer u n pedacito de queso m ientras el historiador devo
ra la despensa entera; quedando el h u m o rista “al acecho para atrap ar
las form as pequeñísim as del vivir que se le escapen al historiador,
m ínim os dram as y ridiculeces que no pertenecen a la g ran intem perie
de la historia sino a la in tim id ad casera”; com entó que aquí se había
hecho u n hum orism o periódico que carecía de sosiego y condiciones
favorables al desarrollo de u n a obra densa, substanciosa, perdurable
en el tiem po, y reiteró que “En la Venezuela donde, después de sacu
Biblioteca Biográfica Venezolana
64 Aquiles Nazoa
dirse el polvo de las polainas, pulirse los bigotes y en d o sar el chaleco,
se p onen a inv en tariar qué fue lo que conquistaron en la Independen
cia y la Federación, el h u m o rista recoge las boronas de lo que en gran
des térm inos están describiendo en sus libros el histo riad o r y el soció
logo”.
En el Mini-Foro que le hiciera al poeta y publicara en El Nacional el
16/1/1969 bajo el títu lo “H um or y Mal H um or”, el periodista Emilio
Santana com ienza, recordando que en 1956, estando preso por razo
nes políticas, se enteró de que en la celda al lado de la suya estaba el
adm irado personaje; allí conversaron y confirm ó entonces, que Nazoa
“era y es u n h u m o rista de pro fu n d a significación h u m a n a ”. La prim e
ra p reg un ta que le form uló fue acerca de qué vive u n hu m o rista, y la
respuesta de Nazoa se hizo célebre y ha sido citada m u ch as veces: “De
u n hum o rista, si es venezolano, se sabe siem pre de qué m uere; n u n ca
de qué vive”.
Aquiles Nazoa tuvo apego a conceptos que consideraba d eterm in an
tes, com o lo son que el h u m o rista no es u n cóm ico de la literatu ra y
m enos de la vida, y que puesto a la búsqueda de lo risible al h um orista
debe serle irren u nciable el respeto a la dignidad del ser h u m an o . Cabe
desear, cual m erecido trib u to a su m em oria y a su legado, que el h u
m orism o venezolano siga ganando en universalidad y profundidad
en los tem as que aborda y en la form a de hacerlo; de m an era que nues
tros hum oristas, en térm in o s generales y sin ren u n ciar al valor hedo-
nista del hum orism o, en el acto m ism o de estim u lar la risa, alcancen
a realizar u n a obra de ju stificad a trascendencia.
65
Narrador y poeta lírico
El escritor Rafael Pineda afirm ó acertad am en te, com o ya fue recor
dado, que la esp iritu alid ad de Aquiles Nazoa, “se concentró en u n solo
propósito: el de reten er la esencia del país m ediante la poesía, reelabo-
ránd o la com o trabajo de am or y h u m o r”
Si se hace u n seguim iento de su obra poética, desde su Método Prácti
co para aprender a leer en VII lecciones musicales con acompañamiento de gotas
de agua y Aniversario del Color, am bos de 1943, hasta sus poem as recogi
dos en el libro postum o Amigos, Jardines y Recuerdos, se constata u n a
interesante evolución estru ctu ral, resultado de su búsqueda de u n a
form a cada vez m ás libre de versificar, sin desm edro cualitativo de los
contenidos. Y abocados a este recuento de lo hecho por él en lo litera
rio y en p articu la r en su condición de poeta lírico, es grato m en cio n ar
la evocación que hiciera Luis Pastori de la p ertenen cia de Nazoa a la
prom oción literaria de 1942, u n g rup o que “después de circu n d ar u n
ta n to las herm éticas disquisiciones del grupo Viernes, retom ó la sen
da hacia u n estilo que algunos llam aro n neoclásico”, agregando que
“Aquiles m anejó a su antojo esa nueva form ulación de verter vino en
odres viejos -m u y a su m a n e ra - p ara deleite de añejas y nuevas gene
raciones de venezolanos”.
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66 Aquiles Nazoa
“Amigos de la Poesía” fue el n o m bre bajo el cual se reu n iero n nues
tros m ás distinguidos creadores p ara prod ucir ju n to s u n libro, al que
dieron po r títu lo Los Poemas, con p o rtad a de G uillerm o Korn, sobrecu
b ierta de Jacobo Borges, fotografía de Carlos H errera, dibujo de Ra
m ón M artín D urbán, y el texto de la solapa escrito p o r César Dávila
A ndrade, quien está en lo cierto cuando dice que “Un libro de poesía
de Aquiles Nazoa constituye siem pre u n p u n zan te deleite”, y al atri
buirlo al hecho de que “Nazoa es h u m o rista p or tem p eram en to y po
see, a la vez, la elevación lírica del poeta p u ro ”.
Su profundo lirism o se m anifestó no sólo en versos com o éstos, con
los que saludaba el regreso de las colegialas a clase, diciéndonos que:
“Unas llevan lim ones de fragancia,/ las otras u n ja z m ín de estío lle
van/ y a todas las escolta la m añana/ que tam bién hoy volvió para la
escuela.”, o com o los que escribió para festejar a las jóvenes de su ve
cindario, prim ero revelando “Por la calle donde yo vivo hay u n a gran
cantidad de m uchachas de colores” y luego con la confesión de esta
interrogante: “No sé cóm o puede arreglárselas dicha calle para p in ta r
todos los días sem ejante cantidad de m u ch ach as”; sino tam b ién en
prosa, en textos de apreciable refin am ien to com o aquellos de la evo
cación de su infancia y de sus padres, o las crónicas que escribió acer
ca de las costum bres y tradiciones venezolanas, o su cuento “La histo
ria de u n caballo que era bien b o n ito ”.
D urante u n a conferencia que dictara en agosto de 1970, y com o ex
presión decantada de sus reflexiones de creador prolijo, se extendió
en u n a serie de aleccionadoras consideraciones acerca de la interrela-
ción e in terd epen den cia entre la realidad, la im aginación y la literatu
ra, que m e com place rep ro du cir au n q u e sea sólo en parte: “La reali
dad, vista por la literatura, no ten d ría eficacia si no contara con la
im aginación del escritor; puede lo que dice, n arra, dialoga y com enta
u n escritor, ser u n a cosa que vemos todos los días en n u estra vida coti
diana, pero si él no le pone de su parte u n a porción im p o rtan te de
fantasía y de im aginación, es decir, de fuerza in terio r que él saca de sí
m ism o, esa realidad no se percibe p o r n in g u n a parte. La realidad tie
Narrador y poeta lírico 67
ne com o u n a especie de im pulso que em puja al creador literario hacia
la fantasía, pero si el escritor, si el artista, no poseyera previam ente u n
caudal de fantasía, entonces no podría, de n in g u n a m anera, reflejar
con eficacia y em oción la realid ad ”; y agregó, con u n sentido m ás ge
neral: “De la realidad a la irrealidad, del m u n d o objetivo al m u n d o
subjetivo, hay un a co n tin u id ad que es la que se establece por m edio
de la obra de arte, y en ese plano ya el artista puede hacer literalm en te
lo que quiera. La realidad n o se ha desfigurado, sim plem ente se ha
transform ado y ha seguido su destino natu ral. El artista es u n libera
dor de la realid ad”.
En septiem bre de 1974 fue nom brado D irector del D epartam ento de
Literatura del Instituto Nacional de C ultura y Bellas Artes-INCIBA; tal
n om b ram ien to fue reseñado en la prensa con palabras de reconoci
m iento al poeta, expresando confianza en la gestión que éste cum pli
ría por “su sentido de la educación p o p u lar y su conocim iento del
área cu ltu ral en la cual produce obra propia y difunde la de todos los
creadores im p o rtan tes”.
¿Y las motivaciones de su inspiración?
Como poeta lírico les dio libre curso a sus pasiones, adm iraciones y
lealtades; les cantó a la vida, a la m ujer, al amor, a la am istad; y se
refirió unas veces en presente y otras con nostalgia, a la ciudad y al
paisaje que le hacían de m arco y escenario a su existencia.
Son num erosos y a cuál m ás bello sus poem as titulados con nom
bres de m ujer. C om enzando p o r María, am ada com pañera en el her
moso periplo trazado a lo largo de u n a vida com partida, y esencia ella
m ism a de la c á lid a a tm ó sfe r a que ju n to s crearon y que los envolvía, a
quien adem ás de can tarla y celebrarla en incontables versos, le dedicó
aquel bellísim o soneto en que com para el hecho de nom b rarla con el
acto de asom arse a los cam pos teniendo en tre las m anos la de u n niño,
y acerca de quien hizo esta afirm ación: “Cuando u n o se está m u rien
do de sed,/ no hay m ás que darle u n beso/ a u n a palabra de M aría”.
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68 Aquiles Nazoa
En razón de la elevada calidad poética y com o m agníficos ejemplos
de su exaltación de la am istad, son recordados su saludo a Alvaro San-
clem ente bajo la form a de u n soneto; el que dedicó a Avelina D uarte,
llam ándola “h e rm a n a de m i novia y m i p añ u elo ”; su m elancólico “R e
cuerdo de A delaida R u itin er”, la m u ch ach a que apenas hasta el día
an terio r “nos hablaba del gozo sim plísim o que había/ en reco rrer los
campos en el atardecer”; su “Elegía C araqueña” para Pedro Emilio Coll;
el que titu ló “Sonia escribe u n po em a” a propósito de u n a visita de
Sonia Hecker en u n a m a ñ an a lluviosa, y en la que al salir al balcón y
ver el cielo ella “nos inform ó tristem ente a todos en ruso: lo que suce
de es que hoy es u n día de otra p a rte ”; y sus revelaciones de cóm o el
poeta Rafael Pineda le prestó su cam isa a Simón Bolívar, de cóm o Luis
Luksic, su m uy querido am igo boliviano, u n día que tenía que salir a
hacer u n a diligencia urgentísim a, pero sin poder d ejar la tarde a me
dio te rm in a r so pena de ser despedido, “le sacó subrepticiam ente uno
de sus lápices del bolsillo al crepúsculo” y “pintó u n a falsa ta rd e ”, y
como para entonces Luksic se había dejado crecer u n a barba frondo
sa, ju sto le dedicó u n poem a que titu ló “El tío de las b arb as” en el que
cuenta cóm o es él: “Mi com pinche Luis Luksic, p in to r y g ran poeta/
especie de angelote travieso y reiló n / que m aneja la vida com o una
m arioneta/ y ju eg a con el m u n d o com o con u n b aló n ”, ju n to con im a
g in ar que esas barbas seguram ente las usaría “en salir por las noches
a b arrer las estrellas”.
A su am igo, el artista Pedro León Zapata, le escribió u n poem a senti
m ental y fraternal en el que le pedía, com o reza el título, “Zapata,
dibújam e u n p e rro ”; com enzaba diciéndole: “Mira, Zapata, cuando yo
estaba del tam año de tu prim era caja de creyones,/ recuerdo que vi a
u n policía de la película pegarle u n tiro a u n vendedor de dulces”, y
concluía con estos versos, suerte de explicación del p o r qué de su peti
ción: “te pido, hijo y am igo mío, que m e dibujes u n perro,/ pues nues
tra poesía se queda p or las noches dem asiado sola,/ y estam os urgidos
de que alguien vigile m ientras soñam os,/ ese recuerdo que de ta n b e
lia m anera nos entristece la m em o ria”. A la postre, esa curiosa y senti
Narrador y poeta lírico 169
da petición vino a ser u n a despedida. Zapata la respondió con u n fin í
sim o dibujo que no alcanzó a entregarle, im pedido de hacerlo p o r la
sú b ita m u erte del poeta.
Lo unió a E lizabeth Schón y Alfredo C ortina u n vínculo de am istad y
adm iración recíprocas, igualm ente a José A ntonio Calcaño; a Alecia
Castillo la quiso de m anera especialísim a, al p u n to de d efin ir com o su
oficio el ser su com pañero; a Zoila Castillo, después de p reg u n tarle en
u n poem a de dónde salió, “¿De qué gaveta de la m áq u in a de coser
saliste tú ?”, en otro, al verla vestida de blanco, la definió com o “m i
delicada novia cuando m e das a com er u n a rosa recién robada”; a Flo
rencia Fuentes le dijo en un poem a que ella va por dentro de las flores
ignorante de que es u n o de sus colores, y es la m ism a Florencia cuyos
ojos “le p iden perm iso a la m áq u in a de escribir para ponerse m elan
cólicam ente a pensar en cam panarios”; al h ab lar de “Melisa en su pei
n a d o r” nos confió en versos espléndidos; que “Melisa tiene u n gajo de
m an darin as goteándole en sus labios/ Y ah ora que se desnuda ante el
espejo su desnudez es la sonrisa de su cuerpo/ Su piel respira u n olor
de naranjales/ Y el delicado dibujo de su torso lim ita por el su r con
u n a colina de violetas”; y cierta vez, en u n a de varias estrofas, nos
com entó que “La señorita Carolina Espada/ ilustra, com o a u n libro de
estam pas, el jardín;/ ju n to a los abedules es dorada,/ y bajo la cenefa
de las rosas, carm ín ”.
Un ejem plo acabado de cu án abierto al m u nd o estaba su corazón y
cómo, en determ inadas circunstancias que así lo requerían, supo com
b in a r su necesidad de d en u n ciar los que consideraba rasgos negativos
de la sociedad con la expresión de sus sentim ientos m ás profundos, lo
tenem os en el poem a dedicado a M arilyn M onroe bajo el títu lo “Mari-
lyn en la m o rg u e”, y cuyas estrofas finales son éstas:
Y aquí está América a mis pies Un Mister Kennedy es el pitcher
como un magnífico balón; y un Rockefeller es el coach.
puedo jugar con ella al rugby Pero, juguemos a otra cosa,
o, si prefieren, ál béisbol. porque yo soy mal jugador,
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70 AquiLes Nazoa
y lo que quiero con América ¿Qué contaré cuando regrese
es encontrarle el corazón. a aquel mundo del treinta y dos
Por hallárselo ando rodando cuando bastaba que mi amigo
de la Florida a Nueva York, me saludara: -Helio, boy!,
en Alcatraz pasé cien años, para que yo, muchacho tonto,
tuve una novia en Oregón, hiciera igual que Dreamy-Boy
en Carolina fui John Brown y me subiera a mis ensueños
y en Alabama fui Jim Crow; como quien sube a un ascensor,
en Chicago fui caletero para llegar a un mundo mágico
y en Amalfi morí de amor; en donde estaba Nueva York?
fui bailarín en Nueva Orleans Ah, Marilyn, tu cruel América,
allá en el año treinta y dos, tu desdichada Gran Nación
y ahora en un tren de madera te ha destrozado entre sus manos
voy de Pittsburgh a Nueva York, como un paquete de pop-corn.
con la esperanza ya perdida Y allí estás, pálida manzana
de descubrir en cuál rincón bajo tu luna de neón.
dejó la América de Lincoln
olvidado su corazón.
Una prodigiosa im aginación y el goce de escribir
Son notables por el alto vuelo im aginativo de Nazoa, sus creaciones
poéticas en el cam po del surrealism o, de las cuales constituyen adm i
rables ejemplos las “M urm uraciones de sobrem esa con Jacques Pre-
v e rt”, que conducen a la conclusión de que: “En estos tiem pos no se
puede creer en el am or/ anoche nuestro hijo mayor/ se tragó a su novia
m ientras le daba u n beso/ luego se disculpó diciendo que había sido
sin querer/ ya decía yo”, com o tam poco se puede creer en m ilagros ni
en lo que p in tan los pintores y él explica por qué; o b ien el poem a
“Sociedad de C onsum o” en el cual expresa las quejas acerca de las al
m ohadas a las que se le b o tan los sueños, la ventana a la que si u n o no
corre las cortinas se le bota el paisaje, o, “De am antes, p o r ejemplo, a
los que por lo m al tapado/ del corazón se les bota el am or;/ o de solita
rias m ujeres a cuya desolada m em oria se le botan los recuerdos”.
Narrador y poeta lírico 71
Dijo Héctor Mujica en el Prólogo “Desde los Zaguanes de El G uarata-
ro ”, que escribió en 1981 para el volum en III, Prosa, de las Obras Comple
tas de Aquiles Nazoa, editadas p o r la UCV: “Aquiles en carn a en n u estra
literatu ra el m ás com pleto de todos nuestros especím enes literarios.
Poeta y hum orista, d ram atu rg o y cronista, prosista de prosapia caste
llana, venezolanísim o inventor de cosas, arquitecto y m úsico, a veces
nos daba la im presión de que iba a salir volando com o u n pájaro o de
p ro n to convertírsenos en nuestras propias narices en u n h eléch o ”; y
previam ente, en la introducción de u n a entrevista que le hiciera en
abril de 1976, pocos días antes del fatal accidente, a esos calificativos
les había sum ado los de cineasta, com positor, hacedor de cosas, fabu
lador im penitente, artista hasta los huesos, políglota y polígrafo.
Un logro de la m ayor significación, no sólo d en tro de su producción
personal com o poeta lírico, sino ta m b ién y en general d en tro de la
poesía escrita en n u estra lengua, lo constituye la balada que dedicara
a can tar el am or de Jenny Lind y H ans C hristian A ndersen; es ella de
m ención infaltable en cuanto recuento sea hecho de la vida y la obra
de Nazoa:
Verdaderamente, nunca fue tan claro el amor como cuando Hans Christian Andersen
amó a Jenny Lind, el Ruiseñor de Suecia.
Hans y Jenny eran soñadores y hermosos, y su amor compartían como dos colegiales
comparten sus almendras.
Amar a Jenny era como ir comiéndose una manzana bajo la lluvia. Era estar en el
campo y descubrir que hoy amanecieron maduras las cerezas.
Hans solía contarle fantásticas historias del tiempo en que los témpanos eran los gran
des osos del mar. Y cuando venía la primavera, la cubría con silvestres tusílagos las
trenzas.
La mirada de Jenny poblaba de dominicales colores el paisaje. Bien pudo Jenny Lind
haber nacido en una caja de acuarelas.
Hans tenía una caja de música en el corazón, y una pipa de espuma de mar, que Jenny
le diera.
Biblioteca Biográfica Venezolana
72 Aquiles Nazoa
A veces los dos salían de viaje por rumbos distintos. Pero seguían amándose en el
encuentro de las cosas menudas de la tierra.
Por ejemplo, Hans reconocía y amaba a Jenny en la transparencia de las fuentes y en
la mirada de los niños y en las hojas secas.
Jenny reconocía y amaba a Hans en las barbas de los mendigos, y en el perfume del
pan tierno y en las más humildes monedas.
Porque el amor de Hans y Jenny era íntimo y dulce como el primer día de invierno en
la escuela.
Jenny cantaba las antiguas baladas nórdicas con infinita tristeza.
Una vez la escucharon unos estudiantes americanos, y por la noche todos lloraron de
ternura sobre un mapa de Suecia.
Y es que cuando Jenny cantaba, era el amor de Hans lo que cantaba en ella.
Una vez hizo Hans un largo viaje y a los cinco años estuvo de vuelta.
Y fue a vera su Jenny y la encontró sentada, juntas las manos, en la actitud tranquila
de una muchacha ciega.
Jenny estaba casada y tenía dos niños sencillamente hermosos como ella.
Pero Hans siguió amándola hasta la muerte, en su pipa de espuma y en la llegada del
otoño y en el color de las frambuesas.
Y siguió Jenny amando a Hans en los ojos de los mendigos y en las más humildes
monedas.
Porque verdaderamente, nunca fue tan claro el amor como cuando Hans Christian
Andersen amó a Jenny Lind, el Ruiseñor de Suecia.
A la preg unta que le hiciera Mujica de si creía, tantos años después de
haber escrito la “Balada de Hans y Jenny”, que el am or m an ten ía su
claridad, respondió: “El am or sigue siendo tan claro como cuando Hans
Christian Andersen y Jenny se am aron. Pero el clim a se ha enturbiado
con la polución que em ana de regiones donde no existe el amor. Por
eso, nuestro papel es el de tom ar el trapo de los lim piadores. Somos los
deshollinadores de nuestro tiem po”. Al cierre de la entrevista Mujica
nos preg un ta “¿háse visto u n ju g lar m ás culto en nuestra poética?”.
Por asociación, u n a vez m encionado A ndersen, a quien tan to él ad
m iraba, nos vam os al en cu en tro del Aquiles cuentista, sabido com o es
Narrador y poeta lírico 73
que su talento narrativo tam b ién dio com o fruto varios cuentos, de
recordación grata ta n to p or la belleza de lo narrado, com o por lo im
pecable de su escritura. Tal es el caso de “Roquil”, historia que ubicó
en el m arco de la Cuaresm a, señalada por la llegada de los vientos y de
las cigarras, miles de las cuales asaltaban los árboles en u n vuelo alo
cado y ansioso para iniciar allí su coro sin fin, contrastante con el
usual silencio triste de aquellos pueblos; Roquil tenía diez años y n u n
ca había conocido u n a escuela, su única ropa era u n p an taló n erosio
nado y sucio, pero “sus ojos claros y su carita huesosa y llena de pecas
irradiaba u n a vaga tristeza que lo predisponía a u n o en su favor”. Tam
bién el de “La niña, el pozo, el gato, el cojín bailador y las siete piedri-
ta s”, que tiene que ver con “u n a creencia an tig u a en tre los niños de
aquel pueblo que si alcanzaban a recoger siete piedritas blancas al
tiem po que las cam panas tocaban el Aleluya, ten d rían después u n a
Navidad llena de riqueza”, debido a que en esos meses en tre Sem ana
Santa y Navidad, las piedritas se volverían centavos, a condición de
guardarlas debajo de la alm ohada cada noche y sin m irarlas. E igual
m ente el de “La historia de u n caballo que era b ien b o n ito ”, de 1972,
de exquisita te rn u ra y posiblem ente, en tre los cuentos escritos por
Aquiles, el más am ado por quien quiera que lo haya leído; el poeta nos
dice de com ienzo: “Yo conocí u n caballo que se alim entaba de ja rd i
nes. Todos estábam os m uy contentos con esa costum bre del caballo; y
el caballo tam bién porque com o se alim entaba de jardines, cuando
u n o le m iraba los ojos las cosas se veían de todos los colores en los ojos
del caballo”. Luego nos cu en ta que él esperaba que el caballo viera
hacia donde estaba su escuela “y entonces m i h erm an a Elba y yo nos
íbam os para la escuela a través de los ojos del caballo”, y así sigue la
tiern a narración.
Los tres cuentos fueron incluidos en el libro Vida Privada de las M uñe
cas de Trapo, obra surgida, al decir del poeta, “de aquel cuarto de la
costura donde m e fue dado conocer el alm a angélica del hilo blanco,
la ín tim a m úsica de los dedales y el origen acuático de las agujas”; a
su vez Blanca G uzm án revela en la solapa de la carátula, que las da
Biblioteca Biográfica Venezolana
74 Aquiles Nazoa
m as que la pueblan “Vienen a estas páginas perfum adas de colores,
ataviadas por m odistas soñadoras, luciendo m ostacilla en las pulseras
y lunares de terciopelo en las m ejillas. Vienen graciosas al encuentro
del poeta”. Acerca del hecho de estar dedicado el libro a la bicicleta de
su padre (“In m em oriam patris m ei circum rotan tis hic liber consecra-
tu r ”), explicó: “Mi padre no conoció u n día de libertad. E nfrentado al
gom ecism o, que hoy en día algunos intelectuales reivindican, su ú n i
ca pertenencia era u n a bicicleta. Era ésta su Pegaso. A ún lloro cuando
veo a m i padre con el cadáver de su bicicleta, pues le fue destripada
po r el carro del gobernador de Caracas. Esta es la razón p o r la cual el
libro está dedicado a la bicicleta de m i p ad re”.
75
De la palabra escrita a la imagen
Con la salvedad hecha y confirm ada por la experiencia de m ás de u n
cineasta, de que u n guión por b u en a que sea su escritura no necesaria
m ente da por resultado u n a b u en a película, es tam bién cierto que en
el caso de guiones que adem ás de valer por la anécdota que su sten tan
estén bien escritos, leerlos puede significar u n a vivencia p articu lar
m en te gratificante, y ellos co n stitu ir por sí m ism os u n género litera
rio del m ayor interés. Un guión recoge los puntos básicos de u n a idea
y de cómo transform arla en hecho visual; se trata, en síntesis, del com
prom iso de u n hom bre que escribe, de entregar en palabras lo que en
su versión ú ltim a ha de ser im agen. La historia del cine venezolano
ilustra bien, tanto la conciencia del significado de u n buen guión como
la asociación de los escritores y la literatu ra con el cine; u n ejem plo
clásico es el de Rómulo Gallegos, q uien ju n to con publicar La Trepadora,
hizo su versión de ella para el cine y hasta dirigió la film ación, y m u
chas veces expresó su convicción acerca del guión ideal como sum a de
bu en a escritura y precisión técnica. El nom bre de Aquiles Nazoa ocu
pa u n espacio debidam ente conquistado en dicha historia, pues no
sólo escribió guiones para la televisión cuando dicho m edio se inicia
ba en el país, sino tam bién para el cine, vinculándose al m ism o cu an
I Biblioteca Biográfica Venezolana
761 Aquiles Nazoa
do igualm ente la cinem atografía venezolana daba sus prim eros pasos
concretos, al calor de u n apreciable auge productivo y aspirando a
trascender. Son varios los guiones cinem atográficos que Nazoa escri
bió, si bien en las fichas fílm ográficas de tales producciones solía de
cirse “A daptación y diálogos”.
En 1949 y 1950, la em presa Bolívar Films trajo al país a u n g rupo de
artistas y técnicos de la in d u stria cinem atográfica argentina, contra
tado con el fin específico de darle u n serio im pulso a n u estra incipien
te cinem atografía; vinieron entonces, en tre otros, Susana Freyre, Juan
Carlos Thorry, Horacio Peterson y Juana Sujo, y a los aportes hechos
p o r estos dos últim os con sus actuaciones y enseñanzas se les debe u n
capítulo fu nd am en tal de la historia de nu estro teatro. Parte de esa
etapa in dustrial que se iniciaba fue la salida de los laboratorios de
Bolívar Films, en noviem bre de 1949, de u n p rim er largom etraje, de
títu lo El Demonio es un Angel, perteneciendo a Aquiles Nazoa la adapta
ción y diálogos a p a rtir de u n argum ento de Ju an Corona; fue u n estre
no por todo lo alto, profusam ente publicitado, como tam b ién u n éxi
to total en cuanto al núm ero de espectadores y la recaudación. La crítica
le fue favorable, reconociendo dicha película como u n acertado p u n
to de partid a de u n a nueva cinem atografía, y hubo com entarios p arti
cu larm ente elogiosos p ara el joven guionista, como el del escritor Juan
Beroes en u n artículo que publicó en El Nacional: “Creo que el mayor
aporte a la em presa lo ha dado Aquiles Nazoa, nuestro extraordinario
poeta y hum orista, cuyo argum ento, sencillo y hu m an o , desarrollado
a través de un diálogo fino, vivo y ágil, salpicado de sano h u m o r popu
lar con sus toques m uy oportun os de poesía y de tern u ra, constituye la
m ás fiel expresión del espíritu venezolano, tan cerca de lo trágico,
pero, al m ism o tiem po, dueño de u n a insospechada veta de b u en h u
m or, suficiente para convertir en regocijada com edia la tragedia av e
ces desoladora de la existencia”.
Tam bién fue rodada en 1949, con estreno en ju n io de 1950, La Balan
dra Isabel llegó esta tarde, película basada en el cuento ho m ó n im o de
G uillerm o Meneses, con adaptación y diálogos escritos por Nazoa; tuvo
De la palabra escrita a la imagen 77
en la dirección m usical a Eduardo Serrano, como asesor folklórico a
Juan Liscano, y u n elenco encabezado por A rturo de Córdova; fue diri
gida, a sem ejanza de la anterior, p o r el argentino Carlos Hugo Chris-
tensen; en 1951 obtuvo en el Festival de Cannes el prem io a la m ejor
fotografía, la cual estuvo bajo la dirección de José M aría Beltrán. El 23
de agosto de 1950 fue el estreno de Yo quiero una m ujer así, esta vez con
Juan Carlos Thorry como director, y de nuevo el guión a cargo de Na
zoa; volviendo a ser num erosos los elogios a aspectos dependientes
del aporte que él hiciera, com o lo escribió el recordado crítico Amy B.
Courvoiser: “Con buenos pasos de com edia, es risueña, expresiva, sal
picada de h u m o r”, o lo afirm ado en la revista especializada Mi Film en
el sentido de que “Desde el principio hay b u en n ú m ero de recursos de
original ingenio, situaciones hilarantes sostenidas a veces en tono m uy
alto de com edia frívola, com plicaciones y u n desenlace bien en co n tra
do, logrando u n am eno y agradable espectáculo cinem atográfico”.
M uchos años antes de alcanzar la que podría considerarse su m ad u
rez plena com o creador, ya Nazoa gozaba del reconocim iento de escri
tores ta n prestigiosos como Enrique B ernardo Núñez, Pedro Emilio
Coll, Rufino Blanco Fombona, A rturo Uslar Pietri, M ariano Picón Sa
las, y otros. Así por ejemplo, Picón Salas en 1945 y a m anera de fresco
y am able saludo le dedicó u n fino poem a, clara evidencia de que ya
entonces el distinguido h u m a n ista percibía razones p ara adm irarlo; y
en 1950, cuando Aquiles contaba trein ta años, el poeta Juan Liscano
se refirió a él en el prólogo del cine-dram a Marcos M anaure editado por
Avila Gráfica, en estos térm inos y con la aclaratoria de que no se tra ta
ba de u n elogio a la ligera: “Aquiles Nazoa, poeta lírico y poeta social,
cronista de filigrana y cronista de urgentes afirm aciones revoluciona
rias, hu m o rista descollante, escritor político y esteta riguroso, Aquiles
Nazoa en fin, es u n a de las figuras más extraordinarias de las letras
contem poráneas de V enezuela”, a lo cual agregó en u n artículo en el
“Papel Literario” de El Nacional, los calificativos de prosista, libretista
de cine y dibujan te a sus horas; destacando tam b ién la capacidad de
a ltern ar en sus textos lo grotesco o sarcástico con lo delicado y lo líri
[ Biblioteca Biográfica Venezolana
781 Aquiles Nazoa
co, que era lo que Rafael Pineda llam aba “el dram a so n rien te” de Na
zoa. A ju icio de los críticos, en Marcos Manaure quedó esbozada u n a
obra de m ayor alcance que aú n no ha sido escrita; Liscano en p articu
lar consideraba que ese guión cinem atográfico era a la vez -y así lo
m anifestó - el guión de u n a m agnífica novela, en concreto, la novela
del petróleo, y le sugirió a Nazoa escribirla. Agréguense a los guiones
m encionados, El Gran Rebuzno, a p a rtir de u n relato de M iguel de Cer
vantes en Don Quijote de la Mancha ; y Las Lanzas Coloradas, basado en la
célebre obra de A rturo Uslar Pietri.
Tam bién a la televisión le hizo aportes. Para la llam ada p an talla chi
ca escribió en 1956 el libreto de El A ntifaz, basado en u n cuento suyo de
carnaval y escenificado con disfraces igualm ente inventados por él, y
en 1957 el de Sucre en Chuquisaca, u n cuadro histórico a p a rtir de u n a
obra de G uillerm o Francovich; am bos trabajos para Radio Caracas.
En 1960 la Dirección de C ultura y Bellas Artes del M inisterio de Edu
cación publicó d en tro de su Serie Cuadernos de Prosa, con diagram ación
de Carlos Cruz-Diez e ilustraciones de M aría Tallián, el libreto de tele
visión “Aviso Lum inoso”, que Aquiles dedicó “A la m em oria de u n a
estrella que, hace años, desapareció m isteriosam ente de u n anuncio
lum inoso en u n cerro de Caracas”; en la n o ta de presentación, el Di
rector de Publicaciones expresó el deseo de que esta obra sirviera de
ejem plo y estím ulo a quienes todavía no com prenden que la televi
sión “debe ser u tilizada para ennoblecer y cultivar el b u en gusto y la
sensibilidad del pueblo ”. La indicación para el video establece como
escenario u n sector de u n barrio en los cerros de Caracas y, en u n
terraplén, u n gran anuncio lum inoso que es nuevo en la colina, ju n to
al cual, casi debajo de su potente arm azón de hierros, hay u n a casita
de m adera. Las letras del anuncio com ponen en co n junto la palabra
STAR, en com binación con un a gran estrella. Un electricista trabaja
en los últim os toques de su instalación, m ientras u n n iñ o sentado en
el suelo asiste em bebido a esa tarea. El hom bre asum e en u n m om en
to dado la actitu d de u n m ago en el in stan te decisivo de u n tru co im
portan te, y con u n a espléndida sonrisa para el m uchacho, da luz al
De la palabra escrita a la imagen 79
anuncio. “Ya en funcionam iento el aviso, el niño se incorpora q u ed an
do de pie ante la estrella. El hom bre viene hacia él y le echa la m ano
por el h o m b ro ”; el audio abre entonces con estas palabras del electri
cista: “Ahí la tienes ya lista, m u ch ach o , ilum inando con su luz toda la
colina. C uando seas grande podrás contarles a tus hijos que conociste
al hom b re que colocó u n a nueva estrella sobre el cielo de Caracas”.
Escrita por Nazoa a com ienzos de la década de los sesenta, la id en ti
ficación de la obra reza “El E spantapájaros -Una p an to m im a lírica
escrita para la televisión p o r Aquiles Nazoa” La p rim era indicación
del video es que el escenario es u n claro a la orilla de u n cam ino de
cam po, hay allí u n rancho al pie de u n g ran árbol, y pasa u n gru p o de
niños can tan d o u n a especie de alegre m archa escolar, cuyo com pás
m arcan con sus m ovim ientos; y la del audio que acom paña esas im á
genes, es que em piezan a oírse el gorjeo de los pájaros y el ch irriar de
las chicharras, u n rem otísim o chocar de hachas, y aun m ás lejos el
p u n te a r lento y m elancólico de u n cuatro, m ientras se va haciendo
progresivam ente audible el canto de los niños con la petición a San
Isidro de que quite el agua y ponga el sol. Años después, e n 1977, vuel
to a re u n ir el texto com pleto y en hom enaje postum o al poeta, la obra
fue presentada com o u n espectáculo m usical en la Sala de Conciertos
de la UCV, con dirección general y m úsica de A leda Castillo.
Nazoa escribió asim ism o los guiones para el m ontaje y las p resenta
ciones por televisión de varias de sus obras hum orísticas, correspon
dientes al género “Teatro p ara Leer” que con tan ta gracia cultivó. Cé
sar Rengifo, quien en 1977 y p o r encargo de la Universidad C entral de
Venezuela, recopiló en dos tom os la producción teatral de este autor,
reunió dichos libretos de TV en el segundo de esos tom os; aparecen
allí, entre otros, títu los com o La Cenicienta al alcance de todos, que inclu
ye u n narrador, ¡Hogar, Dulce Hogar!, El Ratón Pérez, Barba Azul, Tarzán, y
No hay nada tan peligroso como un tigre celoso, otra versión jocosa de Otelo.
Una pasión genuina
Leer la respuesta que Aquiles diera u n a vez acerca de lo que era para
él u n escenario, definiéndolo com o “ese pequeñísim o espacio en que
todas las pasiones, todas las alegrías, todos los dolores, confluyen en
u n m om ento lum inoso del ho m b re”, bastaría p ara percibir y enten
d er cu án g rande fue su interés por el teatro - a l que llam aba “invento
ex trañ o ” y del que decía que es “la m ás h u m an a, la m ás vieja y m iste
riosa de las artes”-, traducido en m em orables artículos dedicados a
las distintas form as del m ism o; desde el sainete ta n nuestro a las tras
cendentales obras del Siglo de Oro español, de Esquilo y Chejov, a los
dram aturgos contem poráneos; a la histo ria del teatro desde las prim e
ras form as de representación y al significado de las m áscaras, ju n to a
sus im pecables análisis del valor sim bólico de personajes de tan defi
nitiva vigencia h u m a n a como H am let o Cyrano de Bergerac; siendo
resaltante su profundo conocim iento del teatro británico y de Shakes
peare en particular, varias de cuyas obras conocía al detalle y largos
párrafos de las cuales m em orizaba y citaba en perfecto inglés.
Como u n a n atu ra l derivación de esa devoción que lo vinculaba al
teatro, tam bién incursionó como a u to r en dicha disciplina, estando
referidos sus logros p rincipalm en te a las obras teatrales que creó en el
Biblioteca Biográfica Venezolana
82 Aquiles Nazoa
cam po del h um orism o, y las cuales h a n sido agrupadas desde el co
m ienzo d en tro de la denom inación genérica de “Teatro para Leer”. En
la presentación del trabajo de recopilación que le fuera encom enda
do, César Rengifo explica su apreciación de que a Nazoa no se le r e
cuerda com o u n d ram atu rg o en propiedad con obra consolidada y
trascendente; dijo al respecto: “En todo cuanto escribió Nazoa orien ta
do a lo dram ático, con excepción de dos o tres obras, adviértese la
lu ch a entre el hu m o rista, el escritor y el poeta que anhelaba hacer
teatro. T riunfaban el hum o rista y el poeta. ¡Y de qué m anera! Por eso
su obra teatral no puede escapar a la constante del ‘b u rla b u rla r’ y a la
m otivación lírica que conducen hacia la sonrisa y la ironía crítica. De
allí que el teatro de Aquiles en su totalidad, se queda en el ám bito de
lo literario, del teatro para leer”. Y aseveró m ás adelante: “En sus ten
tativas p or escribir u n teatro en prosa donde la acción constituyese la
m édula de la pieza, Aquiles se m uestra vacilante e inseguro. Hace con
cesiones al m elodram a y a lo artificioso y los personajes se le escapan
hacia lo preconcebido. Hay esquem atism o y rigidez en situaciones y
desenlaces. Es por eso todo lo contrario de su “Teatro p ara Leer” donde
la n atu ralid ad y la fluidez apresan al lector dentro de u n a atm ósfera
fresca y jo vial”.
Es au to r de u n “N octurno en u n acto. Con unos versos intercalados
del poem a ‘P reguntas’, de Luis Luksic”, titu lado “Otros llo ran por m í”,
cuya tram a que involucra a tres personajes se desarrolla en “Un viejo
cafetín n o ctu rn o de am biente m uy íntim o y aspecto derrotado, en u n a
gran ciud ad”. A utor asim ism o de la com edia en u n acto “Oh, Joseph”,
en la cual después de la correspondiente descripción del am biente,
indica la acción que aquí se cita resum ida: Un personaje llam ado El
Ladrón se m ete po r la ventana a la casa de u n a joven y la ap u n ta con
u n a pistola, establecen u n a curiosa relación y en u n segundo encuen
tro acordado van al cine, el títu lo de la película es “EL AMOR NO PAGA
O HAY QUE TENER MUCHO CUIDADO”; en u n acto de p u ra m ím ica,
los actores im ita n u n episodio cinem atográfico, y sigue u n conjunto
de hechos ingeniosos y ab undantes detalles surrealistas.
Una pasión genuina 183
Una de sus obras en que lo p lanteado es dram ático, sin equívocos,
sin siquiera asomos hum orísticos, es la que titu ló Byron a Missolonghi,
bajo el lem a “En la b arran ca de tod os”; elegía en u n acto que escribió
en hom enaje a Oswaldo Orsini, joven estudiante de arq u itectu ra y ta
lentoso actor y director teatral que hizo las prim eras presentaciones
de teatro No en la Universidad C entral de Venezuela, y quien dejándo
lo todo se incorporó a las g uerrillas y en ellas m urió. La acción de la
obra tiene lugar en Venezuela, en 1962, y la descripción escénica in i
cial habla de u n recinto íntim o que es a la vez com edor, recibo y parte
del estudio de u n arquitecto. En u n rincón hay u n a m esa de dibujo y
equipo de arquitectura. Madre e hija están cenando silenciosam ente.
“Oídas las cam panadas del reloj, todavía hay u n silencio largo antes
de com enzar el diálogo”. Y es esta conversación en tre la m adre y la
h erm a n a de Oswaldo la que abre la obra, adm itiendo am bas que es
difícil cum plir la prom esa que se h a n hecho de sobreponerse al dolor;
la m adre dice sentir la casa com o si ya no fuera de ellas y la joven
afirm a que “las casas se hacen m ás grandes cuando alguien se ha id o ”.
Sin darse cuenta, siguen co rtand o tan tas ruedas de pan como cuando
él estaba, y es que “todo sigue en su lugar, el reloj sigue tocando sus
m ism as ho ras”.
Compartir la risa como
gesto solidario
De Aquiles Nazoa el escritor, la faceta m ejor conocida y m ás celebra
da es la de hum orista, por ser la de m ayor divulgación y por su acento
popular; él consideraba que com p artir la risa es u n gesto de solidari
dad h u m an a, y hab rá de recordársele com o u n a de las figuras m ás
brillantes del hum o rism o venezolano en todos los tiem pos. Haciendo
historia de dicho hum orism o, señaló en u n a o p o rtu n id ad que “Todas
las m anifestaciones de n u estra cu ltu ra, incluida la experiencia h u m o
rística, son u n a sucesión de frustraciones. Cada vez que n u estra histo
ria adquiere cierta coherencia, surge u n elem ento que la distorsiona.
En cualquiera actividad del pensam iento hay que aceptar el hecho
cum plido. Las más de las veces, nuestros intelectuales no se m anifies
tan com o h abitantes activos de su tiem po histórico”. Como bien seña
lara el veterano periodista Francisco Delgado, Kotepa, hom bre él m is
mo del m u ndo del hum orism o com o fundador, director y colaborador
de sem anarios dentro de ese género, fueron m uchos los co n tratiem
pos y las acosantes situaciones que el poeta debió en fren tar en su que
h acer intelectual, todo lo cual sin em bargo antes que m en g u ar su vi
gor lo acrecentaban en dignidad y nobleza, y de allí la otra observación
suya de que en el caso de Nazoa “su ciclo vital y su ciclo creador se
Biblioteca Biográfica Venezolana
86 AquiLes Nazoa
h erm a n an para cu m p lir idéntico o parecido destino al de sus dos gran
des predecesores: Francisco Pimentel-Job Pim y Leoncio Martínez-Leo”.
Y es precisam ente Francisco Pim entel, a quien él le dedica u n a bella
elegía, el personaje que nos abre paso al en cuentro de los poem as re
unidos en El transeúnte sonreído.
Dado que lo político h a sido desde siem pre u n rasgo esencial de nues
tro hum orism o, existe u n a historia paralela a éste: la de la censura,
suerte de agresivo fantasm a con form a de tijera o de lápiz rojo, que se
presenta y se hace sen tir cuando el poder percibe los avances del ta
lento; y precisam ente con ingenio, los hum oristas venezolanos inva
riablem ente h an sabido en co n trar la fórm ula para d en u n ciarla y b u r
larla, e inventado códigos y claves para facilitar la lectura cómplice. El
h u m o r es u n o y de algún m odo perm an ente, aun q u e puede cam biar
de m atiz; tam bién la censura es u n a y p erm an en te, con distintos m a
tices; se requiere inteligencia para b u rla r la censura de las dictaduras,
pero tam b ién para crear y publicar en el m arco de algunos regím enes
dem ocráticos inclinados a la represión; ejemplos de lo prim ero lo cons
tituyen la obra de Leo y Job Pim, o las fábulas con cochino y otros ani
m ales que escribiera Aquiles Nazoa, y de lo segundo son buenos ejem
plos dem ostrativos los poem as del m ism o Nazoa y las crónicas de
reconocidos prosistas com o José Ignacio Cabrujas o Aníbal Nazoa, en
tre otros.
A la objeción que alguna vez se le hiciera a Leo de que en sus carica
tu ras se percibía u n m anifiesto regusto por la fealdad de los persona
jes, y u n a evidente inclinación hacia lo obsceno y el doble sentido con
escasas sutilezas, al tiem po que parecía reservarse la belleza para las
ilustraciones, Aquiles Nazoa respondió que si no había belleza en las
caricaturas “es porque no podía haberla, pues se tratab a de re tra ta r a
u n pueblo y a u n país estrangulados p or el ham bre, las enferm edades,
la ignorancia y la represión inm isericorde de u n a d ictad u ra cruel has
ta m ás allá de la im aginación; en u n a palabra, u n pueblo y u n país
necesariam ente feos”; y justificó la tendencia hacia lo sicalíptico con
siderándola com o “u n a de las tan tas form as o fórm ulas que em pleaba
Compartir la risa corno gesto solidario 87
Leo p ara h erir lo poco que quedaba de sen tim ien to a las clases dom i
n antes de la época”.
El h u m orism o tiene u n acento h u m an o que p arte de la conciencia
de la distancia que separa la realid ad existente de la realidad ideali
zada. Aquiles Nazoa, com o leo, Job Pim y Andrés Eloy Blanco, asum ió a
lo largo de su vida u n a posición digna, d en tro de u n a suerte de Códi
go de Ética que todos ellos celosam ente cum plieron, hu m o ristas de
u n a actitu d gallarda que los llevó a sufrir persecuciones, cárceles y
exilios, pero tam bién a ten er en co m ú n el reconocim iento y el afecto
del pueblo.
En varias oportunidades abordó públicam ente el tem a del hu m o ris
m o com o tal, p artiend o p ara ello de la prem isa de que son m uchas las
cosas que se definen al am paro de dicha palabra; en u n a de esas oca
siones, en 1970, resum ió su o p in ión diciendo que para él la m ejor
definición conocida la ha dado “com o siem pre en todas las cosas” el
pueblo, cuando afirm a que “m ás vale caer en gracia que ser gracioso”,
concluyendo que “H um orism o es caer en gracia”. Explicaba a conti
nu ació n que ser gracioso es “chistología”, deliberación en el que h a
bla o en el que escribe, de hacer reír, form a p rim aria que está m uy
cerca de las cosquillas, m ientras el hum orism o “se o rienta hacia la
inteligencia” y es “u n a form a elevada de co m p artir el sen tim iento de
la gracia con el pró jim o ”; e iba aú n más lejos señalando que: “El gra
cioso es el que hace de sí m ism o u n a especie de h istrió n o de m uñeco,
m ientras que el que cae en gracia, cae precisam ente porque es capaz,
no de buscar en el hom bre u n m uñeco, o u n payaso, sino a la inversa,
de buscar en el payaso o en el m uñeco u n contenido hu m an o . Ya se
sabe que el hu m o rista es u n ho m bre de actitu d subversiva frente al
m undo, u n hom bre que no se resigna a vivir en la situación que el
destino le h a señalado, pero la am a tanto que tam poco puede re n u n
ciar a ella y lo que hace es com o irla destruyendo por m edio del am or,
irla desarm ando pieza a pieza a ver qué verdad pro fu n d a hay detrás y
debajo de aquello que la tradición, las costum bres y los convenciona
lism os le dicen ser la verdad válida y, precisam ente, del d esarm ar la
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88 Aquiles Nazoa
pieza h u m a n a -co m o u n ju g u ete u n n iñ o - para ver qué tiene adentro,
qué hay de salvar en ella, es de donde surge el h u m o rism o ”
En sus disertaciones com entaba que existen tres tipos de h um oris
m o, el prim ero de los cuales descansa en cuanto a su eficiencia, en el
uso adecuado que haga de las palabras quien escribe, produciendo
com o efecto h u m orístico el placer de en co n trar algo escrito “con gra
cia”; reconocía en Francisco Pimentel-Job Pim el m ejor ejem plo de cul
tivador de esta m odalidad, como el g ran versificador que fue “en uso
de la palabra com o elem ento puro y sim ple de h u m o r”. El segundo
coresponde al hum orism o que producen los ingleses, apoyado básica
m en te en u n a idea, que de ta n pro fu nd a y co n tu n d en tem en te verda
dera que es, provoca la risa trás el descubrim iento sorpresivo de lo que
ella contiene, com o sucede, por ejem plo, con las frases rápidas e inci
sivas de Bernard Shaw o las de C hesterton. Y finalm ente, u n tipo de
hum orism o que se basa en lo que se puede llam ar la lógica del absur
do, el cual es m ás pensado y elaborado por el autor, y viene a ser como
sustitutivo del pensam iento de q uien lo está oyendo, en cuanto a que
la solución dada a u n problem a p lanteado es a la m an era del oyente;
esta m odalidad la ilustraba con varios cuentos venezolanos tradicio
nales. Una síntesis de sus ideas y definiciones acerca de este tem a, está
esbozada en el enunciado m ism o de los puntos que abordó en u n cur
so que dictó a fines de los años sesenta en el Ateneo de Caracas:
“HUMOR Y HUMORISMO DE LOS VENEZOLANOS "
CURSO EN 10 LECCIONES PARA DISCUTIR Y PARA REIR
La inform ación d istribu id a decía: Este Curso estará ilustrado con
obras cinem atográficas, u n a colección de diapositivas de grandes di
bujantes hum orísticos venezolanos, con m úsica hu m o rística y teatro
del género.
“El Curso versará sobre:
• El h u m o r y su relación con la risa. Diferencias en tre la risa y el reír.
Distancias en tre el reír y la sonrisa. ¿Será lo m ism o reírse que reír?
Compartir la risa corno gesto solidario 89
• Las num erosas m aneras e n que el hom bre m anifiesta su sentido del
h u m or: la alegría, el chiste, la ironía, el disparate, la hipérbole, el
sarcasm o, la burla. Formas prim itivas y form as cultas del h u m o r
popular.
• De qué, con qué, con quién y en qué circunstancias reím os. Por qué
a veces sonreím os en vez de reír. De cómo u n hecho puede ser h u m o
rístico sin que n u estra reacción ante él sea de reir o sonreír.
• H um or y hum orism o de los venezolanos. Sus diferentes m anifesta
ciones. H um or espontáneo y deliberaciones hum orísticas en el len
guaje conversacional. La len g u a coloquial y las form as de construc
ción. El efecto hum orístico p or la form a y p o r el contenido.
• M anifestaciones ru d im en tarias del hum orism o venezolano. Prácti
cas de hum illación al prójim o. Los juegos pesados y escatología po
pular. Chistología p o p u lar venezolana; m u estrario de cuentos de
velorio y de otros cuentos.
• H um orism o literario y artístico de Venezuela. Presencia del h u m o r
en la literatura costum brista, nativista y criollista. Diferencias y coin
cidencias. M uestrario crítico de nuestros principales hu m o ristas en
todas las épocas.
• Formas de hum orism o gráfico en Venezuela. La caricatura y el dibu-
jo festivo.
• H um or y a n tih u m o r de la radio y la televisión venezolana. El cine
venezolano de hum or. Música hum o rística de los venezolanos”.
Su g ran prestigio fue ganado a través de u n a extensa producción
que incluye: u n n ú m ero apreciable de libros, desde El Transeúnte Sonreí
do de 1945 hasta H um or y A m or de Aquiles Nazoa en sus m últiples edicio
nes, y clásicos como El Ruiseñor de Catuche, El Burro fla u tista y Caballo de
Manteca, en tre otros; secciones periodísticas de gran celebridad y que
significaron, de paso, el logro de u n espacio para el hum orism o en la
prensa diaria de alta circulación, com o fueron “A P unta de Lanza” y
“Pan y Circo”, publicadas d u ran te años con la firm a de Lancero, y asi
m ism o su “Teatro para Leer” que salía originalm ente en el Morrocoy
Azul, firm ado con el seudónim o de Jacinto Ven a Veinte ; y colaboraciones
Biblioteca Biográfica Venezolana
90 Aquiles Nazoa
en num erosos sem anarios hum orísticos de varios de los cuales fue
fu n dad o r y director, las que subscribía usando ig u alm en te sus otros
seudónim os Joaquín Disienta, Aquiles A. Prieto y Carmen A. Puente. En su
producción hum o rística en versos, firm ad a con el pseudónim o de Lan
cero, solía ab o rd ar tem as de la vida cotidiana, teniendo p o r protago
nistas seres com unes y corrientes de nu estra diaria convivencia, de
cuya existencia el poeta h u m o rista se com padecía o regocijaba, según
el caso, siendo com o era diestro en el m anejo de la iro n ía y proclive a
conferirle a la sátira u n toque de piedad; coherente en su seguim iento
de los postulados de Pirandello acerca de la relación del hum orism o
con lo hum ano , y de su propio credo en cuanto al respeto absoluto a la
dignidad de las personas.
Sus libros festivos
La aparición de la p rim era edición de El Transeúnte Sonreído tuvo lu
gar en Caracas, en 1945, llevando com o p o rtad a u n retrato del au to r
que dibujara el hu m o rista y caricaturista Teodoro Arriens-Churucuto a
base de arabescos de u n a línea continua; hace de epílogo u n a cita de
Luis C. López, el fam oso “Tuerto López” de Colombia, ta n adm irado
por Aquiles, que dice “...Pero ¡ay! si ya m is rosas m e las com í hace tiem
po en ensalada”, y sigue con la “Elegía a Job Pim ” en la que le desea
que “La tierra te sea leve, y m i elegía/ u n poquito más leve todavía”. La
obra incluye varios de los poem as que ya desde entonces son reconoci
dos en su alto valor hum orístico, com o su “Retrato 1940”, “Serenata a
Rosalía” y “Niño Bien”, tam bién algunas de sus prim eras fábulas como
“El burro que aprendió inglés”, y piezas de su aplaudida sección perio
dística “Teatro para Leer”, en tre ellas “¡Este Colón si es m am ón! o ¡Qué
m am ón es Colón!”; y cual hecho curioso, todo ello alternándose en las
m ism as escasas páginas con ab undantes anuncios com erciales dibu
jados y caligrafiados, de tiendas, sastrerías, joyerías, ferreterías, perfu
mes, analgésicos, hojillas, cigarrillos, licores, y m uchos más.
La p rim era edición de El Ruiseñor de Catuche, de fines de 1950, tiene
en la p o rtad a u n gracioso, detallado y tiern o dibujo costum brista de
Compartir la risa corno gesto solidario ¡91
Quelus; lleva im presa en las solapas la “A utobiografía para u n a Pesta
ñ a ”, que sigue siendo reconocida com o u n a de las m ejores síntesis
que de su vida nos dejara el autor. Asimismo, el libro destina sus p ri
m eras páginas a reprodu cir el m agnífico texto que el poeta Rafael Pi
neda leyera en el recital de Nazoa celebrado en el Taller Libre de Arte,
el 24 de m arzo de 1949, y presentado com o “Partida de N acim iento de
Aquiles Nazoa”; desde el m om ento m ism o de su publicación, esta obra
ha sido com pañera estim ada de incontables lectores. En la tercera edi
ción, de 1960, la po rtad a fue diseñada p or el p in to r Jacobo Borges, la
no ta de la solapa es cita de u n texto de H um berto Cuenca tom ado de
su Biografía del Paisaje (1954), y la obra le fue dedicada p o r el au to r a
Fidel Castro, a quien den o m in a “Libertador de América, abanderado
de la au ro ra ”.
El libro Caballo de Manteca, de 1960, m u estra u n a co n trap o rtad a se
m ejante a la portada, pero invertida y con el títu lo Manteca de Caballo;
y si a causa de ello u n lector com ienza distraídam ente a hojearlo por
esa o tra cara, se encu entra con u n pequeño aviso que le dice: “¡Zoque
te, caíste por inocente!. El libro em pieza por el otro lado.” En la solapa
de la p rim era edición se define al au to r como “el p rim er especialista
venezolano en zootecnia cóm ica y botánica su rrealista”, y a la obra
como “tal vez el m ás variado despliegue de regocijada sabiduría que
hasta ah ora nos haya ofrecido A quiles”. Está dedicado a José Rivas Ri-
vas, su “heroico edito r”, a quien dice deberse “la heterodoxia de este
libro, especie de caldo gallego de las m odernas letras venezolanas”.
Mientras el Palo Va y Viene fue editado p or la U niversidad C entral de
V enezuela d u ran te el rectorado de Francisco De Venanzi, gran adm i
rador del poeta; el libro tiene com o p o rtad a u n grabado de com ien
zos del siglo XX que reproduce el am biente de la que parece ser u n a
lujosa zapatería; en ella, u n caballero elegantem ente ataviado, sen ta
do ju n to a u n a fina m esa de vidrio en la que están colocados su som
brero de copa y sus guantes, es m o strado en el m om ento de calzarse
u nas botas altas. A dentro se le rep ite com o u n a viñeta, con u n a “Nota
p ara los lectores de escaso vuelo in telec tu al”, y la cual dice: “El graba
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92 Aquiles Nazoa
do de la p o rtad a expresa que el au to r tien e la esperanza de ponerse
las botas con el prod u cto m aterial de este in teresan te cu an to p in to
resco lib rito ”.
H um or y A m or de Aquiles Nazoa ha sido au n desde antes de la desapari
ción del poeta, su m ás com pleta antología; la edición de mayo de 1970
p or Enrique Requena Mira, im presa en Caracas po r Venediciones C.A.,
abre con u n a foto del au to r al pie de la cual se lee: “Aquiles Nazoa,
retratado por la fotografía de M anrique en 1924, con el vestido de Na
zareno que decidió su vocación de m on agu illo ”, y con u n a excelente
n o ta de presentación escrita en 1962 por H erm ann G arm endia. Ha
sido reeditada num erosas veces a lo largo de los años, en Caracas y
M adrid.
Nazoa acostum braba en sus sem anarios hum orísticos, darle u n nom
bre gracioso a cada página, y algo sim ilar hacía en sus libros, en los
cuales adem ás del títu lo de identificación de la obra, los poem as apa
recen agrupados bajo subtítulos; así, por ejem plo, el índice de El Ruise
ñor de Catuche los rep arte en “Poemas P arroquiales”, “El M undo visto
desde un a Bicicleta” y “M emorias de u n Cuerdo que recobró su Locu
r a ”, y el de El Burro Flautista p resenta los suyos en cu atro grupos: “Cara
cas, siem pre Caracas”, “Pueblo sin M uchachas”, “C ostum bres y Anti
costum bres” y “El Perro Explosivo”.
De vuelta a Caracas, después de h ab er vivido exiliado en Bolivia du
rante parte de la década de los cincuenta, adem ás de agregar nuevos
títulos a su producción literaria se dedicó, con plausible am plitud, al
estudio y la difusión de la obra de otros creadores, resultado de lo cual
son sus libros Los Humoristas de Caracas, de 1966, aporte crucial para
toda persona interesada en el tem a; Raúl Santana con un Pueblo en el
Bolsillo, de 1976, y Genial e Ingenioso -La obra literaria y gráfica del gran
artista caraqueño Leoncio M artínez, de ese m ism o año, y en cuya n o ta de
presentación el doctor Rafael D om ínguez Siseo, entonces Presidente
del Concejo M unicipal del D istrito Federal, in stitu ció n editora de esta
obra postum a, explica que la term in ación de la preparación de la mis
m a le fue encom endada al escritor Aníbal Nazoa, h erm an o del poeta.
Compartir la risa como gesto solidario 93
C uando le fue otorgado el Prem io M unicipal de Prosa en 1967, El
Nacional publicó u n reportaje al respecto, y al com entario que le hicie
ra el periodista en cuanto a estar enterado de que los libros n o le al
canzaban al poeta para vivir, y a la consiguiente p reg u n ta de si h a
bía pensado alguna vez en m archarse de Venezuela, respondió en estos
térm inos: “En verdad, mis libros no m e dan para vivir, pero sí para
ju stificar m i existencia. En V enezuela está m i sitio de com bate y aquí
es donde tengo que cum plir con m i deber como ciudadano, com o ho m
bre y com o escritor. He vivido accidentalm ente en el exterior y h e p ro
ducido g ran parte de m i obra allí, pero donde quiera que me he en
contrado siem pre he estado en tran ce de volver a ocupar mi sitio de
escritor venezolano”.
La gracia al alcance de la mano
El 19 de abril de 1923 apareció el p rim er nú m ero de Fantoches, refe
rencia clave en el m u n d o de nuestras publicaciones hum orísticas; se
m anario justificadam en te considerado como la obra m aestra de Leon
cio Martínez-Leo, y a través de cuyas p ág in as él se ad u eñ ó de la
adm iración del pueblo venezolano. A ju icio de Nazoa, “Fantoches cons
tituye el docum ento m ás fidedigno de la era gomecista, tan to por lo
que dice com o por lo que fue obligado a callar”, y a Leo lo llam a fiscal
de la historia y “vengador del estado de opresión y de m iseria en que
agonizaba nu estro pueblo en aquellos años en que él llegaba al p u nto
cu lm in an te de su carrera de a rtista ”. Desaparecido Juan Vicente Gó
m ez, la vida política con su diversidad de im plicaciones pasó a ser,
ab ierta y definitivam ente, tem a fu n d am en tal para el ejercicio creati
vo de nuestros hum oristas.
Coincidente con la evidente decadencia de Fantoches, se produjo en
m arzo de 1941 la fundación del sem anario El Morrocoy A zul, que revis
tió u n a extraordinaria im p o rtan cia en la historia de nuestro periodis
m o hum orístico, en razón de la excelencia del equipo de intelectuales
y artistas que trabajaba en él; allí se reu niero n varios jóvenes con u n a
form ación cu ltu ral que en su universalidad difería de la de sus precur
Biblioteca Biográfica Venezolana
94 Aquiles Nazoa
sores inm ediatos, y lo cual se trad ujo a través de los versos y la prosa de
autores como Andrés Eloy Blanco, Aquiles y Aníbal Nazoa, Miguel Ote
ro Silva, Kotepa Delgado, y otros, en u n h um orism o de alta calidad lite
raria. Al advenim iento de la d ictadura de Pérez Jim énez pasó a m anos
de Laureano Vallenilla, el m ás connotado intelectual del régim en.
El 28 de abril de 1953 salió a la luz el sem anario El Tocador de las
Señoras, dirigido por Nazoa y autodefinido com o “Un periódico m u
cho m ás d istin to ”, siendo el suyo u n hu m o rism o jovial, ingenioso, por
sobre las restricciones políticas propias de las circunstancias que vivía
el país bajo u n régim en m ilitar; form ando parte de su g rata y bien
cuidada presentación, llevaba de cabezal u n delicado dibujo de Clau
dio Cedeño, acorde con el nom bre de la publicación; en estas páginas
Aquiles escribía y dibujaba, siendo excelente el legado que allí le deja
ra en ambos cam pos al hum orism o venezolano.
A com ienzos de 1958, el veterano periodista y ex-colaborador de Fan
toches y El Morrocoy A zul, Gabriel Bracho M ontiel -Dominguito, fundó -
dando inicio a u n a nueva etapa para la prensa de ese g én ero - u n se
m anario hum orístico con dicho apelativo, en el cual Aquiles llegó a
ju g a r u n papel relevante; Dominguito fue clausurado por disposición
expresa del m inisterio de Relaciones Interiores a fines de 1960. Juz
gando esa experiencia años después, afirm ó que todo lo que dispersa
m ente pro m etían las figuras jóvenes que allí se dieron a conocer, “se
resum ió en la figura casi desconocida hasta entonces de Pedro León
Z apata”, a quien le atrib u ía com o tarea “abrirle a la tam b ién fatigada
dibujística nacional, nuevos cam inos hacia el porvenir”.
En m arzo de 1959 com enzó a circular Una Señora en Apuros, sem ana
rio dirigido por Aquiles en com pañía de su herm an o Aníbal; tenía
com o lem a “Prefiero u n a esclavitud peligrosa que u n a lib ertad como
Libertad Lam arque”, y constituía u n m agnífico ejem plo de lo que debe
caracterizar a u n periódico hum orístico concebido com o tal en senti
do integral, en lo que se refiere a la jerarquización cualitativa por igual
-desde el p un to de vista h u m o rístico - de los textos, el m aterial gráfi
co y la diagram ación; el sem anario u tilizaba tam b ién diferentes subtí-
Compartir la risa corno gesto solidario 95
tulos, com o “Organo Central de la Asociación Venezolana de D entis
tas que le dicen a u no que eso no le va a doler”. En u n a n o ta incluida
en el p rim er núm ero, Aquiles da “Una explicación de por qué este
Periódico se llam a Una Señora en Apuros y no Un Caballero en Camiseta”, y
aclara que no se tra ta de u n a señora cualquiera sino de u n a señora
que viene a rom per con la anticuadísim a costum bre de b au tizar a los
periódicos hum orísticos con nom bres m asculinos; no alcanzaron a
salir sino unos pocos núm eros, pero quedó como u n a referencia inva
lorable d en tro de la prensa hum o rística venezolana; u n a rica expe
riencia con la que Nazoa contribuyó a d em ostrar que pueden ser com
p le m e n ta rio s antes que inco m patib les, el ejercicio lib érrim o del
h u m orism o y la necesidad de transm isión de u n p lanteam iento polí
tico, adem ás de ab rir u n a vertiente para otras publicaciones de esa
n aturaleza. Siguieron en la lista de periódicos hum orísticos m em ora
bles, El Fóforo, a la cabeza de cuyos editores estaba Aquiles y publica
ción a la que el gobierno no le perm itió llegar n i siquiera al sexto
nú m ero , en respuesta coherente al profètico su b títu lo que decía “Un
periódico que se llam a así porque en cualquier m om ento lo rasp an ”; y
La Pava Macha, fundada en ju lio de 1962 p o r Kotepa Delgado y sobrevi
viente en circulación hasta 1964.
En función del enriquecim iento de su producción hum orística, Aqui
les Nazoa supo echar m ano de toda clase de tem as o sencillam ente
inventarlos; así llegaba hasta a elaborar listas que sólo podían em an ar
de alguien com o él, agudo y gracioso observador de lo tradicional y
cotidiano; siendo u n a bu en a m u estra de ellas ésta que titu ló “Algunas
cosas venezolanas que ya no se u sa n ”, publicada el 2 de noviem bre de
1960 en el prim er n ú m ero de El Fóforo, y de la cual son estos ejemplos:
Llamar “cañuela”al marco de un cuadro
Decir de los enamorados cuando se pelean que están comiendo chivo
Decir que el luto se lleva en el corazón
Creer que los ricos están siempre vestidos de casimir
Tomarse la medida de las medias en el puño cerrado;
I Biblioteca Biográfica Venezolana
96 ! Aquiles Nazoa
O como esta otra tam b ién de cosas venezolanas, “que por anticua
das pasaron a ser pavosas”, y la cual cito igualm ente en parte:
Tener una perrita pequinesa llamada Nena y echarle agua de colonia
Llamar “música de viento”a las orquestas de bañe
Decirle coronel a los jefes civiles y tratar de doctor a los boticarios.
Justam ente la “pava” y lo “pavoso” son aspectos que p o r conocidos y
reiterados d en tro de nuestras costum bres y tradiciones, no sólo le in
teresaron siem pre a Aquiles, sino que a ellos les dedicó num erosos
trabajos, al p u n to que en uno de los nú m eros de Una Señora en Apuros
incluyó un g ra n recuadro a m anera de “Sección de Pava Clasificada”
con u n sub títu lo explicativo que decía “Una tabla en la que no sólo
señalam os la cosa pavosa, sino tam bién la categoría de pava a que per
tenece”. Los siguientes son ejem plos tom ados de esa Sección:
Tipo de pava descripción
Creer que el caldo alimenta porque uno suda Pava Ingenua. Por inofensiva puede catalogár
mucho tomándoselo. sela en la categoría de la pava menor, denomi
nada también pichón de pava.
No decir que uno tiene hambre, sino tengo Pava Simple, sólo cultivada por los que podría
fatiga. mos llamar los primitivos de la pava.
Las mamás de cura que le dicen padre a su pro Pava Compuesta, cuyas irradiaciones llegan a ve
pio hijo y le piden la bendición en el mismo mo ces a alcanzar a toda la familia, incluyendo a las
mento en que el cura se la pide a ellas. sobrinitas del sacerdote en cuestión, que en ese
caso se ven obligadas a pedirle la bendición di-
ciéndole: "La bendición, tío padre".
Los enfermos que explican su enfermedad di Pava Deportiva.
ciendo que sienten como si les subiera y les ba
jara una pelota.
Creer que si al Presidente de la República no lo Pava Ingenua. A esta categoría pertenecen tam
saluda un diplomático, hay guerra. bién los que dicen que si el presidente quiere
puede encerrar a todos los militares porque cuan-
Compartir la risa corno gesto solidario 97
do a uno lo hacen presidente le entregan la lla
ve de todos los cuarteles.
Las recién casadas que se pasaban hasta ocho Pava Anticuada. Ya eso no se ve ni en España.
días mandando a buscar la comida a la posada
porque les daba pena salir del cuarto.
Tutear a un cura. Pava Irreverente.
Risueña apoteosis del teatro para leer
Bajo el nom bre genérico de “Teatro para Leer”, Aquiles Nazoa le legó
a nuestro hum orism o u n vasto conjunto de verdaderas joyas, en el
cual se a g ru p an desde 1945, época de la aparición del libro El Transeún
te Sonreído, y desde los años de publicación del sem anario El Morrocoy
A zul, ta n to finísim as parodias de obras teatrales u óperas clásicas y
cuentos tradicionales, como obras de su invención en el cam po de la
ficción y en relación con hechos de la vida real, sin excluir en éstas las
referencias sutiles o explícitas al acontecer político nacional; varias
de tales obras fueron adaptadas y llevadas por él m ism o a la televi
sión, y César Rengifo hizo este com entario en 1977: “C ontem plando el
teatro televisado de Aquiles, adviértense au n m ucho m ás que al leer
lo, sus vínculos con el sainete y con aquellas piezas de Rafael G uinand
que deleitaron a las generaciones de los años 20 y 30”, Las que siguen
son algunas m uestras ilustrativas: Entre los iniciales, incluidos en el
libro arrib a m encionado, están “El Niño Jesús ya viene” que abre con
estos versos:
“Película Warner Bross
donde Dios un hijo tiene
y José es quien lo mantiene
porque así lo manda Dios";
tam b ién “Sansón el pelón o cóm o Dalila/ trasquila y depila, de pila a
Sansón”; y con calidad de obra bíblica “Un fruto de efecto ex trañ o ”,
que se inicia con esta explicación: “Pequeña obra m aestra/ en donde el
Biblioteca Biográfica Venezolana
98 Aquiles Nazoa
au to r dem uestra/ que la m anzana hace d añ o ”, y cuyos protagonistas
son “Adán, u n tipo inocente/ y Eva, m u jer pecadora”.
De la m encionada época de El Morrocoy A zul, al final de la década de
los cuarenta, es esta sátira de cuestionam iento del 18 de Octubre, que
com ienza así: “Alzamos, con patriótico fervor,/ El cortinaje que la esce
n a cubre/ Para ofrecer al público lector/ -C on clarines y golpes de ta m
b o r-/ Una teatral Exposición de O ctubre”; m enciona a co n tinuación
en varias estrofas, el “h it sensacional” de la “gloriosa Revolución Na
cional”, cómo “salieron de sus prisiones m illares de prisioneros” y otros
sucesos, y u n a vez revisado el com portam iento de los distintos líderes
de ese m ovim iento derrocador, en u n a suerte de tercer acto tom a la
palabra el au to r “explicando su in ten ció n ”: “Puede cualquier p erd u la
rio/ -este teatro al leer-/ tach ar al au to r de ser/ contrarrevoluciona
rio,/ mas si levanta u n sum ario/ podrá el lector darse cuenta/ de que lo
que aquí presenta/ con sarcástico sentido/ es lo que siem pre el partido/
proclam a, dice o su sten ta”.
Aquiles se incorporó a las páginas de Dominguito a p a rtir de la edi
ción del 29 de m arzo de 1958, cuando acababa de llegar de su exilio en
Bolivia y el sem anario hacía su novena aparición; su p rim er trabajo
fue precisam ente u n “Teatro para Leer” de intención política, titu lad o
“¡Presentam os la Pasión/ en u n a nueva versión!”, y que definía como
“Un auto sacram ental/ en donde a u n pobre señor/ p o r m eterse a Re
dentor/ lo raspó Seguranal”, y en el que “Al levantarse el telón/ nos
hallam os en Judea/ que es ju stam en te la aldea/ donde pasa la cues
tió n ”. Y así, después de dos actos y com o cierre del tercero, se da este
diálogo cu lm in an te en que Caifás dice:
“Lo esperábamos, doctor
pués están en el juzgado
Barrabás, ladrón fichado
y Cristo Nuestro Señor.
Y ocurre, doctor Pilatos
Compartir la risa como gesto solidario 99
que aquí hace falta su luz,
porque sólo hay una cruz
y son dos los candidatos.”;
Y Pilatos le responde:
'Ya tengo la solución:
haremos un plebiscito
para que gane el gordito
y el otro vaya al cajón”.
Ejemplos tom ados de fuente literaria, “Las desventuras de Fausto” y
“Los m artirios de D o n ju á n ”; y pasando al ám bito de la historia, “Los
m artirios de Colón”: “fragm entos de u n diario escrito/ por el famoso
erudito/ M am erto Ñañez Pinzón”, obra ésta que fue m usicalizada por
Federico Ruíz, y la ópera hum orística resultante fue presentada en 1994
con enorm e éxito de público y de crítica en el teatro Teresa C arreño de
Caracas, reconocida como u n a su m a de elem entos de excelencia en
cuanto a texto, m úsica, voces, dirección y m ontaje. En el terreno de la
parodia literario-operática sirve de ejemplo “La Dama de las Cam orras”,
y en el de los cuentos “La C enicienta al alcance de todos”: “El d ram áti
co relato/ de u n a pobre m u chachita/ que aprendió desde chiquita/ dón
de le ap rieta el zapato”: y la “C aperucita Roja”, cuya versión él titu la ra
“C aperucita C riolla”, editada por el Ateneo de Valencia en 1955 y que
constituye u n m agnífico ejem plo de obra en la que lo hum orístico y lo
lírico van de la m ano, es: “La historia de u n a niñ ita/ que sufrió m il
contingencias/ por no en co n trar diferencias/ entre u n lobo y su abueli-
ta ”; Aquiles la cuenta en u n a serie de estrofas, y term in a cuando Cape
ru cita ve llegar la cam ioneta de la Perrera M unicipal y a su abuelita
sentada al lado del chofer. El Lobo desencantado dice:
“En pago a la compasión
que yo por ella sintiera,
Biblioteca Biográfica Venezolana
100 Aquiles Nazoa
fue a llamar a la Perrera
para meterme en prisión”,
Entonces u n tipo uniform ado se lo lleva en u n a cesta y C aperucita le
pide que la perdone, a lo cual él responde:
“¡Adiós, Caperucita!...
Culpable soy, bien lo se',
de cuanto aquí me ha pasado
por no haberte devorado
cuando en el campo te halle'.
Pero en aquella ocasión
actuar no pude, por bobo:
Yo no sirvo para Lobo...
¡Tengo muy buen corazón!.”
Igualm ente rica es su producción de teatro hum orístico escrito en
prosa, abundando los ejem plos a citar, como “La Visita de C hucha o el
Teatro que les gusta a los colaboradores literarios de La Esfera”, obras
cortas como “Doctor y com iendo hervido” y “El arrocito de las López”,
su aguda “tragedia intelectual en tres actos” que titu ló “Las Personas
Superiores o al que no le haya sucedido alguna vez, que levante la
m a n o ”, y u n a pieza p articu larm en te in teresante por su fidelidad al
original de la obra parodiada, por ten er u n a extensión considerable y
u n a estru ctu ra teatral form al de actos y escenas enum erados, con las
correspondientes indicaciones escenográficas y actorales, y por haberla
escrito en u n a g rata com binación de prosa y versos, es la titu la d a “Mis-
ter H am let”, cuyo prólogo dice: “Noche oscura,/ triste y cru en ta/ como
cuenta/ de doctor./ Pasa el cuervo/ pavoroso/ del famoso/ Never more./
Y llegamos/ al pasillo/ al castillo/ de Elsinor”.
A lo m encionado se sum an sus m uy conocidas y celebradas crónicas
hum orísticas de personajes y situaciones, como “Las Muñoz Marín salen
de com pras” y “Venezuela Libre Asociada o La G eneración del 5 y 6”; y
Compartir la risa corno gesto solidario 101
relatos ta n hilarantes como el que titu la ra “Las aventuras de Luis Luk-
sic en u n a casa donde había un arb o lito ”, al com ienzo del cual hace
u n acertado retrato del protagonista, y luego cuenta los estragos invo
lu n tario s que éste causó, en cuestión de m inutos, en esa casa a la que
había sido invitado a cenar la N ochebuena de Navidad.
M anuel Caballero escribió que “Aquiles Nazoa es el p rim er escritor
en V enezuela que concibe el h um orism o como u n arte au tó n o m o ” y
que “se entrega a él con el aporte de su inm ensa cultura, su sensibili
dad artística, y su excelente vena poética”; y para Ramón Escovar Salom
era “Una de las inteligencias m ás agudas del siglo XX venezolano”.
El placer de dibujar travesuras
Pareciendo no serle suficiente con el enorm e conocim iento que te
nía de la historia del hum orism o gráfico en Venezuela y de las ilu stra
ciones hum orísticas en cuanto a su diseño, uso y alcances, fue él m is
m o u n m agnifico y gozoso d ib u ja n te de cartones con calidad de
travesuras jocosas, de escenas basadas en cuadros famosos y parodias
de los m ism os (como las de “La Maja D esnuda” y “El Caballero de la
Mano en el Pecho”), y de anuncios publicitarios en los que com binaba
fotografías, grabados, dibujos y textos, cual acabados ejercicios de
hum or, siendo m agníficos ejem plos de esta faceta: la versión gráfica
que hizo de los retratos que salían en los periódicos caraqueños a la
caída de Pérez Jim énez d enu ncian d o a los esbirros de dicha d ictad u
ra, a los cuales caricaturizó y les dio nom bres com o Asqueroncio Gri
m aldi -guardaespaldas destituido “por haber perdido u n a de las es
paldas que Pérez Jim énez le dio a g u ard ar”o Soplonio Torturano, oficial
sin arm a porque “em peñó el revólver”; la portada del N2 3 de El Tocador
de las Señoras, del 15 de mayo de 1953, en la que debajo de u n g ran
titu la r en letras rojas que inform a “¡Reinaugurado el Jardín Zoológico
de Maracay!. Gracias a las m ejoras introducidas los anim ales tien en
ahora u n aspecto com pletam ente m o d ern o ”, aparecen, dibujados por
él, “los nuevos anim ales im portados especialm ente para la fiesta de la
rein au g u ració n ”, de su serie de graciosos injertos anim ales; y an u n
Biblioteca Biográfica Venezolana
102 Aquiles Nazoa
cios, como el que m u estra a Charles Atlas en su conocida foto en traje
de baño, pero llevando terciada al cuello u n a ristra de em butidos, y la
proposición “Asegúrese u n Brillante Porvenir aprendiendo a vulcani
zar chorizos por correspondencia”, ju n to con la atractiva oferta a quien
tom ara el curso de que recibiría a vuelta de correo el in teresante folle
to “V ulcanizando Chorizos para las A m éricas”; y otro, el de la película
“Mi Madre es P ura”, con el su b títu lo “Historia de u n a m u jer contada
po r su Faja”.
Las "fáciles" crónicas rimadas
Las crónicas rim adas, en las que Nazoa vertía los sucesos cotidianos
en versos festivos constituyen, com o acertad am en te se señala en la
n o ta de las solapas de su libro Pan y Circo, u n aspecto destacado en el
co njunto de su obra; al escribirlas él era el prim ero en disfrutarlas,
contagiando su entusiasm o risueño a q uien tuviera la suerte de estar
cerca y ser testigo de ese acto creativo; son poem as de g ran gracia in
trínseca y él ten ía la certeza de que con ellos, de espontaneidad tan
fluid a como lo sería la de un a conversación en tre buenos amigos, fo
m entab a la im presión equivocada de que se tratab a de u n trabajo lite
rario “fácil”. Si algo hay placentero es releer esas crónicas gentiles,
escritas ta n im pecablem ente, rescatando de lo circunstancial y efím e
ro m uchos acontecim ientos que gracias a ellas g anaron trascenden
cia, adem ás de la apreciable m edida en que ellas contribuyen a confor
m a r la m em oria de u n a época. Igualm ente consciente estaba Aquiles
de que él form aba parte, ju n to a alguien como Job Pim, de quienes le
h a n conferido rango de escuela literaria al género del periodism o en
versos. Es válido lo dicho por Luis Pastori, con conocim iento de causa
y e n ju ic io com partido por estudiosos del tem a, de que en m ateria de
hum orism o en versos las figuras más representativas en Venezuela y
en el siglo veinte son Francisco Pim entel, Andrés Eloy Blanco, Aquiles
Nazoa y M iguel Otero Silva.
Creó su sección “A P unta de Lanza” en Ultimas Noticias en 1942, a los
22 años de edad, luego la m antuvo en El Nacional de 1943 a 1955, y en
Compartir la rìsa como gesto solidario 1103
ella -co m o bien lo dijera Igor Delgado Sénior- Nazoa “com entaba con
p en etran te y lum inoso h u m o r cualquier episodio perdurable o fugaz”.
En los años 1947 y com ienzos del 48, cuando la Asamblea C onstitu
yente vivía sus inicios, él rep ortab a y com entaba en su sección “Ma
m erto en los Caballitos” el desem peño de aquellos p arlam entarios. Y
en el período 1964-65 publicó en La Esfera sus crónicas en verso, en u n
espacio propio que titu ló “Pan y Circo”. C ontrario a la ordinariez en el
hum or, rechazaba el anecdotario grueso que suele usarse en esos ejer
cicios de com icidad que desconocen n uestra condición de seres p en
santes, los chistes obscenos y la procacidad en general, por carecer,
decía, de m éritos específicam ente hum orísticos, definiendo éstos como
“el ingenio en la elaboración, la lógica en el argum ento, la agilidad en
la exposición y la sorpresa en el desenlace”; y en cuanto a lo que se
llam aría “aspecto sociológico” de tales chistes, afirm aba que los m is
mos “florecen en tre las com unidades sexualm ente reprim idas y en
los pueblos som etidos a represión política; en el p rim er caso com pen
sando idealm ente lo que no está p erm itid o hacer, y en el segundo ac
tu an d o com o sucedáneos de lo que no está perm itid o decir”. Son razo
nes que explican por qué la suya es u n a im agen respetada y querida, y
su legado algo m uy difícil de ser abaratado.
Otro aspecto p or dem ás llam ativo era la asom brosa habilidad de
Nazoa p ara m an ejar situaciones sociales conflictivas y hacer de ellas
tem as de fábulas, que reflejan sim ilares en frentam ientos en tre an i
males, y las cuales, adem ás de sutiles, resu ltan aleccionadoras en sus
agudas m oralejas; estos son algunos de sus m uchos títulos m em ora
bles: “Fábulas con cochino”, “Fábula con otro cochino”, “Fábula con
zorro y g allin ita”, “Fábula del rab ip elado ”, la m aravillosa “Fábula de
la avispa ahogada”, y hasta unas “Fábulas filosóficas”; podría decirse
que en unos cuantos de dichos poem as y si jugam os a u n a libre extra
polación a los hum anos, el lector en co n trará reflejadas en las descrip
ciones de los anim ales y su conducta, virtudes que sabemos caracteri
zaban en lo personal al propio escritor, y son b u en a m u estra de ello la
“Exaltación del perro callejero” y “Conversaciones con u n co ch in o ”,
Biblioteca Biográfica Venezolana
104 Aquiles Nazoa
citados parcialm ente; el prim ero cuando él le m anifiesta: “A dm iro tu
entereza/ de perro que no cam bia su destino/ de orgullosa pobreza/
por el del perro fino,/ casero, im personal y fem enino”; m ientras que
del cochino dice:
“¡Oh imagen cochinesca con tu trompa adelante,
de la sinceridad! con tu rabito atrás,
Tú haces tus cochinadas soportando en silencio
metido en tu barrial: la pueril necedad
como eres un cochino, de los que te hacen chistes
te portas como tal por lo hediondo que estás
sin ocultarle a nadie y dicen fo carrizo
tu condición social”, y dicen fo cará,
y no ven que ellos mismos
y m ás adelante ... -o su modo de aduar-
comparados contigo
“sino que estás tranquilo huelen mucho más mal."
metido en tu barrial
Cocina y humor
El h u m o r referido a n uestra cocina y a la riquísim a variedad de gus
tosos platos que la caracterizan, u n id o a otras form as hum orísticas
estrecham ente vinculadas a él y que se m anifiestan o subyacen en di
versas celebraciones populares, de co n junto constituyen u n a form a
especial de h u m o r que goza de g ran aprecio en Venezuela, como se
percibe en el hecho de la abu nd an te producción an ó n im a y en el, por
contraste, escaso nú m ero de cultivadores con obra firm ad a y publica
da. La dibujística y la literatu ra de h u m o r tien en valor testim onial al
hacer crónicas de los distintos cam bios que se operan en la estru ctu ra
y la vida del país al paso del tiem po, com o tam bién de aquellas cos
tum bres y tradiciones perdurables cuya vigencia es renovada cada año,
com o sucede, por ejem plo, con la Navidad.
Compartir la risa corno gesto solidario 105
En la publicación “Corpa 1973- Gusto y Regusto de la Cocina Venezola
n a ”, cada m es está dado a través de u n recetario de los m ejores platos
de n u estra tradición culinaria, acom pañadas las recetas por caricatu
ras tom adas de Fantoches, alusivas a lo gastronóm ico, y u n con ju n to de
poem as de Rafael M ichelena Fortoul -Chicharrita igualm ente relaciona
dos con el tem a, todo ello seleccionado p or Nazoa y com plem entado
con notas y poem as tam bién de su autoría, el prim ero de los cuales -
“D edicatoria a Teresa Panza”- dice: “Bienvenida, suavísim a Teresa,/ a
este pascual m enú de sim patía/ que com bina, en fragante trilogía,/
Buen Decir, Buen H um or y Buena Mesa”.
En Venezuela los hum oristas, tan to escritores como gráficos, siem
pre se h an ocupado de las tradiciones navideñas, desde las que se m a
nifiestan en el jú b ilo callejero o en la decoración de las casas, hasta
aquellas cuya expresión está reservada al grato m u n d o culinario. Por
décadas h a sido u n p u n to controversial, el de la adopción acrítica del
arbolito en u n país como el nuestro; Aquiles consideraba tan snob “como
llam arse, por Roberto, Bob”, eso de que u n caraqueño celebre su Navi
dad con u n pino, e insistía en que si la sustitución obedece al hecho de
que m o n ta r u n nacim iento es dem asiado trabajo,“Pues entonces colo
q u en u n cují/ que tam b ién es u n árbol, y es de aquí!”.
Al referirse a los cam bios negativos operados en la celebración trad i
cional de la Navidad entre nosotros, señalaba com o “u n signo degene
rativo”, p articularm ente grave, la saturación de dichas festividades por
las gaitas; decía que “Lo que a nosotros nos invade com o u n a peste
cada año, es u n m azacote ruidoso y antiestético”, y que “las advenedi
zas gaitas sintom atizan la involución cu ltu ral que ha sufrido Caracas
en los últim os años”.
Es sabido y aceptado que las hallacas son el alim ento que define en
propiedad lo venezolano, y que n ad a refleja tan to como ellas n u estra
com posición étnica, histórica y cultu ral; visto lo cual no es casual que
las hallacas y el g ratísim o ritu al de hacerlas, ocupen tan p ro m in en te
lug ar dentro de las festividades pascuales y que hayan sido registrados
en versos gastronóm icos y num erosas estam pas costum bristas. En 1958
j Biblioteca Biográfica Venezolana
lOól Aquiles Nazoa
Nazoa publicó en Dominguito, u n “Elogio inform al de la H allaca”, y
éstos son algunos de sus versos:
Pasadme el tenedor, dadme el cuchillo,
arrimadme aquel vaso de casquillo
y echadme un trago en él de vino claro,
que como un Pantagruel del Guarataro
voy a comerme el alma de Caracas
encarnada esta vez en dos hallacas.
Pero desenvolvamos la primera,
que ya mi pobre espíritu no espera.
H abría que agregar el consejo de M ariano Picón Salas, de que cada
vez que querram os estud iar historia y buscar nuestras raíces cu ltu ra
les, en lugar de ir a las bibliotecas deberíam os sentarnos ante u n a ha
llaca bien preparada.
Conferencista de auditorios
llenos y alta sintonía
A Aquiles Nazoa se le recuerda com o u n b rillan te expositor y am eno
conversador que ejercía u n efecto de fascinación en quien lo escucha
ra, siendo notables la aceptación y el éxito de sus conferencias y pro
gram as; en 1956 tuvo su espacio “Museo Pintoresco”, tran sm itid o por
Radio Caracas e inolvidable p o r las deliciosas crónicas que co n stitu ían
su contenido, y años m ás tarde el titulado “Las Cosas más Sencillas”,
igualm ente concebido, realizado y presentado ante las cám aras por
él, y transm itid o por la Televisora Nacional; u n en cuentro esperado y
vivido con beneplácito cada sem ana por u n a audiencia m asiva y con
secuente en su sintonía, presta al disfrute participativo de la riqueza
tem ática que él abordaba con ta n ta propiedad y transparencia. Asistir
a u n a conferencia de Nazoa fue siem pre u n a experiencia gratificante,
asim ism o cuando u no tiene acceso a las grabaciones o transcripcio
nes de esas presentaciones públicas o de alguno de sus program as de
televisión, en cu en tra en dichos textos las evidencias o la explicación
de por qué resultab an ta n enriquecedoras y gratas para los presentes y
televidentes.
En u n libro publicado en 1972 bajo ese m ism o título, Las Cosas más
Sencillas, se le define com o “Uno de los program as que con m ayor soli-
Biblioteca Biográfica Venezolana
108 Aquiles Nazoa
dez se ha acreditado entre los espacios m ás sintonizados de TVN-5”;
las 27 charlas que conform an el volum en fueron seleccionadas por el
propio Nazoa, y la decisión de editarlo tuvo el sentido de u n hom enaje
de la Oficina C entral de Información-OCI y TVN-5 al poeta y su p ú b li
co. La deplorable e injustificable decisión de b o rrar las cintas graba
das y único registro visual de ta n valioso m aterial patrim o n ial de nues
tra cultura, tiene com o discreta co n trapartid a, au nque reconocible
com o gesto válido, la m encionada edición. Precisam ente en ese espa
cio televisado Nazoa abordó en diferentes oportunidades el tem a del
“criollism o”, razonó su posición al respecto y criticó d u ram en te deter
m inadas form as y personajes establecidos como arquetipos de lo crio
llo, reiterando su rechazo a que la condición de venezolano deba des
cansar sobre hechos desagradables que lo m uestran como u n prim itivo,
atrasado en la historia y rezagado en lo cultural: y dejando claram en
te sentado su criterio de que “H ablar com o Ju an Bimba no es ser vene
zolano, y de hecho Ju an Bimba es u n invento que se le h a echado enci
m a a nuestro pueblo com o p ara en cu b rir todo lo que éste tiene de ágil
en el m undo, de ágil en la inteligencia, de rápido en la im aginación,
de rico en la palabra y de heroico, de heroico como le corresponde al
pueblo que se echó a an d ar p o r A m érica detrás del caballo de Simón
Bolívar y no regresó h asta que hubo fundado todo u n co n tin en te en el
sentido del esp íritu y de la lib ertad ”.
M uchas veces y de diversas form as expresó su in tran q u ilid ad por
n u estra form a de h ab lar llena de im precisiones, y en general era co
nocida su preocupación por el habla venezolana, a la que concebía en
térm inos de alta valoración y a cuyo deterioro se refirió con estas pa
labras: “la constancia y m ultiplicidad con que el feísmo in d u strializa
do y la vulgaridad nos golpean la sensibilidad y la inteligencia, h a n
term inado por te n er efectos siniestros sobre el habla venezolana, so
bre nuestro m ayor tesoro in telectual y cu ltural, tal vez el ú ltim o que
nos quede com o elem ento de identificación nacio n al”. Nazoa siem
pre fue fiel a su propia afirm ación de que decir cosas bellas no signifi
ca que haya que estar expresando co n tin u am en te ideas poéticas ni
Conferencista de auditorios ttenos y alta sintonía 109
haciendo frases ingeniosas, sino “sim plem ente expresar con claridad
las ideas que u n o lleva en la cabeza”. Refiriéndose a lo que den o m in a
ba nuevo h um anism o, el am igo y fiel declam ador de sus poem as, Bal-
bino Blanco Sánchez, consideraba que en Nazoa se daba la sum a de
“todas aquellas virtudes que co nform an la adm irada capacidad co
m u nicativa del genuino escritor”, y p lanteaba la necesidad de su res
cate y de salvarlo “p ara la fisonom ía de u n a nueva m odalidad de la
inteligencia venezolana”.
Era ciertam ente im presionante ver cómo contaba con la atención de
la gente po r todo el tiem po que él quisiera, y el hecho de que al term i
n a r su disertación, a despecho de cuán larga hu b iera sido, esa m ism a
gente subía al escenario y lo rodeaban p ara seguir oyéndolo de cerca.
No hubo lugar del país adonde no lo in v itaran en calidad de conferen
cista; y esa m ism a actividad contribuyó a que se establecieran los vín
culos que tan estrecham ente lo u n iero n a médicos, investigadores cien
tíficos y sociales, hum anistas, arquitectos y otros profesionales, que
solían invitarlo a sus respectivos colegios o a h ab lar en sus congresos
y convenciones. De esa relación derivaron hechos tan interesantes como
el de su condición de Jefe de Redacción de la revista Nuestra Psiquiatría-
-Cuaderno Venezolano de PsiquiatríayCienciasAfines en 1962, y obras como
el ensayo “D escubrim iento de la Casa”, o el poem a satírico “El conseje
ro de la Ju ven tud”, que destaca la gran ventaja social de ser doctor.
Supo im prim irle asim ism o u n apreciable sentido cosm opolita al
m anejo de la enorm e inform ación que poseía en diversas áreas, y en
reconocim iento de ese otro rasgo de su quehacer intelectual tam b ién
era frecu en tem en te invitado p o r diversas legaciones diplom áticas,
cuyos em bajadores sen tían evidente satisfacción de escucharlo h ab lar
con ta n ta propiedad acerca de la cu ltu ra de sus respectivos países.
D entro de su reconocida condición de estudioso, fue notable su com
pen etració n con las artes plásticas, com o se puede evidenciar a través
del contenido de varias de sus conferencias personales y televisivas, y
en num erosos artículos en los que em itió críticam ente juicios valora-
tivos acerca de la obra de reconocidos artistas nativos y extranjeros,
Biblioteca Biográfica Venezolana
110 Aquiles Nazoa
adem ás de sus análisis acerca de la evolución del arte en general y la
actitu d de la gente an te las m anifestaciones del arte contem poráneo.
Así, p or ejemplo, este com entario suyo acerca de la Batalla de Carabo-
bo p in tad a por M artín Tovar y Tovar en la bóveda del Salón Elíptico
del Capitolio: “A plicando procedim ientos insólitos de perspectiva y
uso del espacio, logra en esta em ocionante obra el pintor, que sea cual
fuere el plano a que dirige su m irada, siem pre se sienta el espectador
com o agobiado po r la grandiosidad del tem a y como en el centro de la
acción descrita. P intu ra panóptica, circular, n in g ú n lím ite detiene el
arrem olinado m ovim iento de sus figuras”.
En u n a conferencia que dictó en la Sala de Conciertos de la UCV en
abril de 1973, bajo el títu lo “De los Im presionistas al C inetism o”, cali
ficó a Salvador Dalí com o “el m ás tru cu len to de los pintores contem
poráneos”, explicando que “no tiene im aginación plástica” sino que
“tiene im aginación tem ática, y p or eso es por lo que no ha podido
salirse de u n solo m odo de p in ta r”. En cuanto a Picasso afirm ó en
cam bio que “en él podríam os resum ir todo lo que viene después”; y
agregó que “es seguram ente el más grande dibujante de todos los tiem
pos; y u n a de las luchas que h a debido lib rar en su vida, quizás la más
trem enda de todas, es la lucha contra su propio virtuosism o”. En cuanto
al arte cinético consideraba que “Nos h a revelado el espacio como
m ateria constructora de em oción artística”, y que “representa p ara el
hom bre m oderno la g ran ventaja de ser la form a de arte que m ejor lo
ayuda a com prender el m u n d o artístico, dado que es u n arte que fun
ciona según se dé la participación del espectador frente a él, como
experiencia co m partid a”.
Un hecho que en lo personal le com placía constatar, era el de su
relación de cercanía con artistas plásticos com o los adm irados m aes
tros A lejandro Otero y Héctor Poleo; la exquisita e inolvidable dibu
ja n te M aría W ikander; el p in to r Claudio Castillo, uno de cuyos cua
dros es reconocido com o de in fluencia d eterm in an te en el origen del
cuento “La historia de u n caballo que era b ien b o n ito ”; Rolando Peña,
u n a exposición del cual presentó con u n a oración que aludía al alm a
Conferencista de auditorios llenos y alta sintonía 111
del artista; Lourdes Armas, capaz de trad u c ir en el dibujo “su visión
cóm ica y a la vez inocentem ente poética del m u n d o en que vive”; Ma
teo M anaure, viejo am igo a cuya m adre le dedicó u n herm oso texto
que titu ló “La m am á de Mateo M anaure habla el lenguaje de los pája
ros”; el p in to r y caricatu rista Pedro León Zapata, siendo la entrañable
am istad que los u n ía de absoluta reciprocidad en el afecto y la adm ira
ción; o Jacobo Borges, q uien en más de u n a o p o rtu n id ad h a com enta
do, agradecido, el hecho de que Aquiles creyera en él desde siem pre,
que lo llevara a vivir a su casa y le b rin d ara todo tipo de ayuda, en
circunstancias difíciles p ara quien llegaría a ser y es u n o de nuestros
pintores de m ayor prestigio. Nazoa conoció de cerca y adm iró profun
d am en te a A rm ando Reverón, y en las páginas iniciales de su libro
Vida Privada de las Muñecas de Trapo dejó grata constancia de que “En
m uchas tardes de coloquio que pasé ju n to al grande artista, se com
pletó m i largo curso de especialización en el arte de h ab lar con las
m uñecas de tra p o ”.
En lo que se refiere a los niños, es p ertin en te citar la opinión que
em itiera en 1972, acerca de la desacertada valoración escolar del arte
practicado p or ellos. Objetó entonces que “u n m agisterio estéticam en
te form ado con apego a u n pedestre n atu ra lism o ”, nos había acostum
brado a en ju iciar la creación artística del niño en función de su sem e
ja n z a con la realidad objetiva, de m an era que antes que indagar los
móviles que llevan a u n ser h u m an o a p in ta r en ese m om ento de su
vida, la atención del adulto suele centrarse en evaluar habilidad y vo
cación com o tales, ignorando que “el p in to r responde en el niñ o a u n a
necesidad com unicativa elem ental, a la necesidad de desahogar por
m edio de sím bolos gráficos y crom áticos, im presiones y sensaciones,
anhelos y tem ores o afectos para cuya exposición coherente no alcan
zan sus recursos de lenguaje”.
Igualm ente form aba p arte de sus preocupaciones lo concerniente a
los niños y las letras. En u n a excelente entrevista que le hiciera Viruca
Silva para el Suplem ento C ultural de Ultimas Noticias, de títu lo “Aqui
les Nazoa declara sobre literatu ra in fa n til”, el poeta com ienza por afir
Biblioteca Biográfica Venezolana
112 Aquiles Nazoa
m ar que para él no hay específicam ente u n a literatu ra in fantil, sino
u n a literatu ra a la que tie n e n acceso los niños y otra a la que no lo
tienen; considera asim ism o que todo poeta conserva vivencias in fan ti
les que se m anifiestan en determ inadas zonas m uy especiales de su
poesía. A su juicio, los niños poseen u n m u n d o de im ágenes que les es
propio, u n universo que ellos construyen, y que siendo esencialm ente
expresivo hace de sucedáneo de la expresión real, habida cu en ta por
otra p arte de que ellos carecen de u n lenguaje directo que les p erm ita
referirse eficazm ente a cuan to les sugiere la realidad. Considera que
el papel de todo escritor cuya obra esté destinada a los niños es reve
larles, en térm inos de g ran sencillez, lo que de poético tenga cada u n a
de las cosas que m encione; pero en u n contenido no literario sino,
com o él advierte, “derivado de la realidad m ism a que com o u n a sor
presa adm irable descubre el niñ o en la cosa de que se le h a b la ”; e insis
te en afirm ar, que donde en realidad radica la poesía p ara niños es en
la inteligencia y sensibilidad con que el escritor les explique la razón
por la que suceden las cosas, lo que equivale a la revelación de verda
des sorprendentes que los d eslum bran y en las que en cu en tran u n
ám bito extraordinario p ara ex pandir su im aginación.
Lam enta que todavía entonces en Venezuela estuviéram os id en tifi
cados con u n concepto de lo in fantil en literatu ra que predom inó en
densos sectores del m u n d o literario hasta el siglo XIX, y que -seg ú n
explica- tiene en las fábulas su p u n to de partida; habiendo sido con
cebidas en su origen con u n carácter sim bólico y u n a finalidad m oral
a causa de condiciones políticas represivas que condujeron, p o r vía de
la fantasía que las acom paña, a la idea errónea de que estaban destina
das a los niños; de allí la aclaratoria suya de que la pedagogía m oder
na ha hecho u n a revisión de todos esos valores, al p u n to de quedar las
fábulas sólo con carácter de m ateria literaria y sin relación alguna
con el m undo infantil; com o tam b ién su reiteración de que la literatu
ra tiene no solam ente el deber, sino “am plias posibilidades de encau
zar intelectual y artísticam ente las inclinaciones espontáneas del n iñ o ”.
Aquiles sugería la búsqueda de nuevas form as de aproxim ación a los
Conferencista de auditorios llenos y alta sintonía 113
niños, que de hecho ya no podría ser literaria sino pedagógica, con
vencido de que puede h ab er un a “pedagogía p oética”, u n tipo de poe
sía que no se plantee como objetivo interesarles literariam ente, ni la
pretensión de crearles u n m u n d o de poesía; y así se en traría en el te
rreno pedagógico, que ap arte de más in teresante es, a decir de Nazoa,
“donde hace falta trabajar la literatu ra in fa n til”.
Personajes que le eran entrañables
Teresa Carreño, Isadora D uncan y Ana Pavlova ocupaban u n lugar
m uy especial en el pensam iento y la adm iración de Aquiles, y a ellas
se refirió m uchas veces y con p ro fu nd a reverencia en conferencias
personales o televisivas, con especial m ención a la presencia de la ve
nezolana en Europa y de la ru sa en tre nosotros. Él am aba las artes
escénicas, y al h ab lar de las dos grandes bailarinas de la p rim era m i
tad del siglo XX, describía a la D uncan como “revolucionaria y subver
siva frente a la vieja estética” y a la Pavlova como “conservadora y tra-
dicionalista”, pero estando im pregnada cada palabra de las m uchas
que dedicó a ésta ú ltim a, de la devoción que en él despertaron estas
dos afirm aciones de ella: “No hay para el arte ricos ni pobres sino se
res que lo m erecen todo p o r igual, el artista les trasfunde a cada uno
de sus espectadores lo m ejor de su alm a y a su vez se lleva de cada uno
de ellos lo m ejor de la suya”, y “El arte hace de todos nosotros u n a sola
fam ilia que se am a en lo m ejor que posee”.
No hubo rincó n del m u n d o que la Pavlova no visitase, y cuando vino
a Caracas, en 1917, a decir de Nazoa “le proporcionó a n u estra ciudad
u no de sus m om entos m ás m em orables en su historia esp iritu al”. A él
le debem os el relato de u n hecho notorio vinculante de la m úsica y la
danza, vivido en Caracas d u ran te la visita de la artista. Fue el del acto
de g ran gala celebrado en su hom enaje en el Teatro M unicipal, y en
u n m om ento en el cual el director de la orquesta m iró hacia uno de
los palcos y, con u n gesto, invitó al m úsico venezolano y D irector de la
Banda Marcial, M aestro Pedro Elias G utiérrez, a ocupar el podio para
d irig ir la gavota “A ura de Prim avera” que com puso en h o n o r de la exi
Biblioteca Biográfica Venezolana
1 H Aquiles Nazoa
m ia bailarina, y que ella bailó em ocionada y en form a inolvidable en
el centro del escenario, m ien tras desde todos los palcos le llovían flo
res; la Pavlova incorporó dicha obra a su repertorio.
Aquiles era u n h om b re enam orado, e n el sentido m ás en trañ ab le y
poético de esa definición; y de ello d an fe líneas como éstas, tom adas
de la introducción de u n a em ocionada disertación suya de 1974 acer
ca de Teresa de la Parra, otro de sus grandes tem as y am ores, y en las
cuales, después de referirse a algunas m ujeres que están llenas por
den tro de rosas de Francia, otras que en el atardecer de algunos do
m ingos se sien tan solas en u n parque y allí se sacan del pecho el cora
zón para repartírselo en m iguitas a los pájaros, unas cuya atm ósfera
constante es la h o ra del crepúsculo, otras a cuyos oídos no llegan los
ruidos del m undo, u n a que se fugaba hacia sus 17 años p ara pasar las
vacaciones con su p rim e r am or, y así hasta aquellas que pasan por los
cuentos de A ndersen, concluye que “Así debió ser Teresa de la P arra”,
term in an d o su conferencia con esta revelación íntim a: “Teresa de la
Parra está en mi corazón com o u n a enferm edad secreta y cada día
m ás arraigada, m ás expansiva, más lum inosam ente dolorosa. Sólo la
nom bro y con n o m b rarla se m e llena el corazón de estrellas”.
Lo m aravillaba Alicia, y en agosto de 1970, cuando se cum pliría u n
siglo de h ab er sido com pletado para su publicación el cuento “Alicia
en el País de los Espejos”, parte final de “Alicia en el País de las Maravi
llas”, rindió hom enaje a través de su program a de televisión y de va
rias conferencias, a la obra y a su autor, el Reverendo Charles Lutwid-
ge D o d g so n , m e jo r c o n o c id o com o Lewis C a rro l, p ro fe s o r de
m atem áticas y excelente fotógrafo, am igo de varias niñas, y en espe
cial de Alice Liddell, hija del diácono de Christ C hurch, en Oxford, e
inspiradora del fam oso libro. En su análisis de la obra la definió como
“m on u m en to cristalino y verdaderam ente m ágico de la literatu ra in
glesa”, añadiendo que “a su som bra h a crecido toda n u estra tradición
de fantasía referida al m u n d o in fan til”.
No sólo a quienes llen ab an los auditorios para oírlo, com placía y
seducía la d isertación de Aquiles, sino que tam b ién en la relación per
Conferencista de auditorios llenos y alta sintonía 115
sonal era u n efectivo seductor, p o r la galantería que caracterizaba su
trato y por los signos palpables de su refinado espíritu, vastísim a cul
tu ra, gracia y agudeza.
117
La tristeza de todo un país
Hacia finales de 1972, en u n a em isión de su program a de la Televiso
ra Nacional, Aquiles Nazoa hizo esta observación:
“El h om bre com ienza a ser artista en el m om ento en que deja de ver
el m u n d o com o u n m otivo de lu ch a anim al, com o guarida o como
m adrig uera de su ham bre y de su urgencia sexual, para em pezar a
sentirlo como u n m isterio. En el avance severo de la noche al fin de
cada día, lo abate la incertidum bre; en cada am anecer lo ilu m in a u n a
nueva esperanza; con el paso de las estaciones contrae el sentido del
tiem po, y con él la angustia ante la certeza de que va a morir. Siente en
las desoladas noches rep ercu tir los latidos de su corazón en el lejano
p alp itar de los astros; siente, frente a las infin itas lejanías m arinas, u n
ansia inefable de liberarse a esa distancia m isteriosa”.
El poeta m urió el 25 de abril de 1976, en u n accidente autom ovilísti
co acaecido cerca de La Victoria, Estado Aragua; y en el país fue palpa
ble u n sentim iento colectivo de p rofundo pesar. En u n artículo que
titu ló “La D espedida de Aquiles N azoa”, publicado en el diario El Nacio
nal el 25 de abril de 1977, y reproducido con algunos párrafos añadi
dos en diciem bre de 1978 bajo el títu lo “Adiós a Aquiles N azoa”, a
m anera de pórtico del libro postum o Amigos, Jardines y Recuerdos, Ra-
Biblioteca Biográfica Venezolana
118 Aquiles Nazoa
fael Pineda cu enta el últim o encu en tro de ellos dos, y da detalles de
ese alm uerzo festivo, lleno de risas y de inteligentes acotaciones de
frases tom adas de Shakespeare y dichas en inglés, de la lectura de poe
m as, del recorrido p o r la ciudad en u n a larga y desordenada vuelta
por diversos lugares m ientras de sobrem esa seguían la g rata conversa
ción, y de cóm o tam b ién hubo m enciones de la m uerte, a la que Na
zoa llam ó en esa o p o rtu n id ad “Su Muy Graciosa M ajestad”, que su
puestam ente los esperaba en el carro cuando salieran del restaurante,
y todo ello casi en la víspera del terrible accidente. Pineda lo dice así:
“C uarenta y ocho horas después, Aquiles, tan g rande talism án de Ve
nezuela, el ju g la r po r excelencia del país, yacía destrozado en la carre
tera de Maracay. Apenas cu aren ta y ocho horas m ás tarde, Su Majes
tad, siem pre al volante, se lo llevó con ru m bo desconocido, su corazón
en u n am asijo de m etales; su gloria de venezolano único y sin reem
plazo posible, atrapad a en u n acordeón de hierros h u m e an tes”.
El en tierro de Nazoa fue u n a m asiva y sentida m anifestación de due
lo popular, había en el aire u n sen tim iento de pro fu n d a tristeza movi-
lizador de u n a m u ltitu d conm ovida, que en n in g ú n m om ento dejó de
acom pañar su ataú d en el largo recorrido desde la fu n eraria hasta el
lu gar de su sep u ltu ra en el Cem enterio General del Sur. En atención a
que el A yuntam iento de Caracas acordó hacerle u n hom enaje postu
mo, fue llevado al Cabildo; luego a la Plaza Bolívar, y allí acudieron el
Presidente de la República y los m inistros de Educación y de Relacio
nes Exteriores, y le fue conferida a Nazoa la O rden Andrés Bello post
m ortem ; a continuación, el féretro fue trasladado a la Universidad
Central, colocado en la Plaza C ubierta y después en el proscenio del
Aula Magna; fin alm en te el cortejo p artió de la Ciudad U niversitaria
hacia el cem enterio. Tanto en la Plaza Bolívar como en el acto de in h u
m ación, varios poetas y am igos le leyeron poem as, y en u n a larga fila
ayudaron a pasar de m ano en m ano las num erosas coronas, que ter
m in aro n por conform ar u n a enorm e m o n tañ a floral sobre su tum ba.
Francisco Kotepa Delgado publicó en El Nacional el 4 de mayo de 1976,
u n herm oso artículo que titu ló “La m u erte del viajero” y en letras
La tristeza de todo un país 1119
mayores “Eran las Cinco en Sombra de la Tarde”, con u n epígrafe to
m ado de u n texto de Ida Gramko p ara Aquiles Nazoa: “A los que a ti te
am aron ¡cuánto diste!”. De esa conm ovedora elegía m e perm ito repro
du cir los siguientes párrafos: “Lloro por Adonais: ¡él ha m uerto!. Qui
siera ser Shelley, siquiera u n a vez, para d erram ar m i canto sobre este
cadáver glorioso. Quisiera poder percibir la llam ada de sus despojos
con los ojos ciegos de M ilton. Desearía que Ju an Vicente González me
prestase su elegía del niñ o m u erto y que Jorge M anrique (el de cómo
se llega la m u erte tan callando) m e ayudara a descifrar el m isterio
doloroso bajo el cual la m ás alta expresión de la inteligencia haya po
dido ser aniquilada por u n a gandola, la m ás baja expresión del m eca
n ism o” / “M urió com o Pushkin, com o A lbert Camus, com o Isadora
D uncan, como Pierre Curie, como Panchito M andefuá: de m u erte an
tin atu ral, de la m u erte ‘m ás anti-él’ que pueda concebirse. Como h o m
bre era u n personaje de Dostoievski m agnificado p o r Balzac. Su inteli
gencia desbordada por sobre su inm enso tiern o corazón ... En m edia
h o ra de conversación dejaba caer sobre sus oyentes u n a lluvia de dia
m a n tes” / “Fue el h u m o rista más grande de todas las épocas venezola
nas. Presidiendo el desfile de los insignes m uertos va él con Rafael
Arvelo, Leoncio M artínez, Job Pim y Andrés Eloy Blanco. Arvelo le dio
su ingenio, Leoncio M artínez su com batividad, Andrés Eloy el vuelo, y
Job Pim la m usicalidad inigualable de sus versos. Pero aventaja a todos
en cultura, sensibilidad h u m an a y sentido popular. El office-boy de El
G uarataro realizó u n a m o n u m en tal Sum a Poética para éste su pueblo
de desposeídos” / “Ya está Aquiles viviendo en la vida definitiva de la
m uerte, durm iend o el dulce sueño que él can tara a la p artid a de Job
Pim: ‘el único soñar que no tiene u n am argo despertar; la am able tie
rra, la apacible losa, y la posibilidad de ser u n día, signo, arom a, color
de poesía, savia, tronco o raíz de alguna rosa’. De negro, com o en la
novela de Leónidas Andreiev, su insuperable m adre y su fidelísim a
esposa presid irán para siem pre el duelo fam iliar esperando que cada
día regrese este Sacha Yegulev, guerrillero espiritual, que u n día, cuan
I Biblioteca Biográfica Venezolana
1201 Aquiles Nazoa
do eran las cinco horas de Lorca en todos los relojes, p artió en u n
Volkswagen a recorrer los espacios in fin ito s”.
A ureliano González, a quien Kotepa Delgado definía com o “El m ejor
testigo del ayer en todo lo que se refiere a la vida del ilustre poeta y
h u m o rista venezolano”, u nido afectivam ente al poeta por u n a m uy
antigua y profunda am istad, y com pañero suyo en m uchas experien
cias significativas, escribió u n “M anifiesto O portunista p o r la M uerte
de Aquiles Nazoa”, en el cual revela: “D isfruté del poeta sin to m ar en
serio su h u m an ism o artístico, poético o hum orístico. Sólo m e preocu
pó el hom bre, consecuente revolucionario, m ilitan te defensor del pue
blo, que fue acusado de anarq u ista po r políticos profesionales a quie
nes se negó a seguir por donde quisieran arrearlo com o b u rrito de
Galipán, cargado de flores y enjaezado para salu d ar la línea política
de acero, oro y m irra.”
121
Homenajes a la memoria
de quien supo prodigarse
A continuación de la conm oción producida por su m uerte, Nazoa
fue objeto de incontables hom enajes en todo el país; d u ran te m uchos
días llegaron a las redacciones de los periódicos centenares de cartas
con poem as dedicados at él, y fu ero n creados diversos m ovim ientos
populares que to m aro n su nom bre; u n a adm iración expresada a lo
largo de los años, de distintas form as y a través de diferentes m edios,
dem ostrando el tiem po que lo que entonces pudo ser u n a reacción
em ocional, acentuada por las trágicas circunstancias, fue y sigue sien
do m ás bien evidencia concreta de ese sentim iento colectivo.
A los pocos días de h ab er fallecido el poeta, José Ignacio Cabrujas le
dedicó su program a en Radio Nacional, y de com ienzo leyó “Un reca
do para Aquiles N azoa”, p arte del cual es lo siguiente: “Hace dos años
usted y quien ahora habla, nos encontram os con u n a pena fam iliar en
la avenida Páez de El Paraíso, y com o usted pensó que yo estaba m uy
abrum ado, m e invitó a tom ar u n café en u n a p anadería de p o rtu g u e
ses. Y usted m e dijo que a veces le gustaba cam inar por las calles de El
Paraíso”, y a co ntin u ació n Aquiles le habló de la arq u itectu ra de esa
parte de la ciudad, de u n recuerdo personal que ten ía de Rafael Gui-
nan d , de u n a obra de teatro que estaba por escribir, de las p in tu ras de
Biblioteca Biográfica Venezolana
122 Aquiles Nazoa
Jacobo Borges, y de m uchos otros tem as “sin la m en o r tran sició n ”... “Y
el café se term inó, y usted ah ora ya no está. Y yo no voy a llorarlo,
porque no puede ser que usted sea u n hom bre de llanto. La culpa es
suya, porque aquella tard e en la pan ad ería de los portugueses de la
avenida Páez, usted m e hizo ese favor de la gracia y de la risa, y yo
quiero recordarlo así”. En lo m usical incluyó la obra “G ym nopédies”,
porque u n a vez escuchó al poeta quejarse de que aquí la gente de la
m úsica no había percibido la sem ejanza en tre las com posiciones de
Erik Satie y los poem as de A pollinaire.
Las presentaciones en su honor, escénicas y en pantallas, fueron de
varias clases. En ju lio de 1977, en la Sala de Conciertos de la UCV y
bajo la form a de u n a obra m usical, “El E spantapájaros”, con m úsica y
dirección general de A led a Castillo. En 1980, Freddy Véliz realizó con
guión suyo y de Eugenio Véliz, u n docum ental sobre la vida y obra de
Nazoa, de 30 m inutos y titu lad o El últim o juglar. En 1987 el Teatro Uni
versitario para Niños “El C hichón”, de la UCV, escenificó la obra de
teatro in fantil “Cajita de A rrayanes”, escrita p o r Lutecia Adam; y en
1989, el D epartam ento de Cine de la ULA pro d u jo u n a versión fílm ica
de “El E spantapájaros” dirigida por Leopoldo Ponte. El cuento “La his
toria de u n caballo que era b ien bo n ito ”, ha inspirado varias versiones
hom ónim as en distintos géneros: en 1977 fue presentado en la Sala de
Conciertos de la UCV com o u n espectáculo con m úsica y dirección de
A leda Castillo; en 1984, salió de la ULA u n cortom etraje con dirección
y m ontaje de Leopoldo Ponte, guión suyo y de Zoila Castillo, dibujos
de Luis Luksic, anim ación de Haydée Pino y Ponte, y la voz del propio
Nazoa; en mayo de 1989, la O rquesta Sinfónica Venezuela y Arcos Ju
veniles de Caracas, dirigidos por Felipe Izcaray, estrenaron la com posi
ción de René Rojas así titu lad a, para orquesta y u n n arrad o r que esa
vez lo fue Sim ón Díaz. Y en 1996, los M eritorios de la C om pañía Nacio
nal de Teatro h icieron el m ontaje colectivo “Aquiles, el ú ltim o ju g la r”,
con libreto y dirección de Luigi Sciam anna.
A com ienzos de diciem bre de 1977 tuvo lug ar en Barquisim eto el
“Encuentro por la Defensa Nacional de la C u ltu ra Aquiles N azoa”, que
Homenajes a la memoria de quien supo prodigarse 1123
significó u n a m ovilización m u ltitu d in a ria de participantes de todo el
país, llegados a esa ciudad con publicaciones, pancartas, m úsica, po
nencias, en exaltación de los “poderes creadores del pueblo”. Siendo
D irector de C ultura de la UCV, el doctor Elio Gómez Grillo acogió la
proposición hecha en 1967 por Pedro León Zapata de crear la Cátedra
Libre de H um orism o “Aquiles Nazoa”, para h o n ra r la m em oria del
hu m an ista ta n adm irado por la com u n idad ucevista. Dicha Cátedra,
in au g u rad a el 11 de m arzo de 1980 bajo la coordinación de Zapata,
vino a ser u n a gran contribución al desarrollo de u n a form a m ás ele
vada de creación y degustación del hum or, y desde sus inicios fue per
cibida com o u n a in stan cia realm ente u niv ersitaria que despertaba
interés por el carácter creativo e innovador de sus aportes; constitu
yendo u no de los fenóm enos m ás relevantes y u na de las experiencias
m ás enriquecedoras que h a conocido el hum o rism o venezolano. Con
sultado Zapata si se sentía sorprendido p o r el éxito, dijo que no y agre
gó: “Creo que esta vez h a quedado d efinitivam ente claro que el h um o
rism o es u n a de las m ás nobles caras de la c u ltu ra ”.
A lo an te rio r se h a n sum ado los hom enajes im presos. Fue u n p lau
sible gesto en su m em o ria la segunda edición de Caracas Física y Espi
ritual, publicada en 1977 p o r el Concejo M unicipal del D istrito Fede
ral, cuyo P residente, d o cto r Rafael D o m ín g u ez Siseo, adem ás de
señ alar que el au to r hizo del am o r a la ciudad u n culto fervoroso,
definió la publicación com o “u n h o m en aje a la ciudad, y al m ism o
tiem po, u n h om enaje a su ú ltim o g ran poeta, m u e rto trágicam en te
en la p le n itu d de su actividad crea d o ra”. La UCV, p o r disposición
rectoral y a través de la D irección de C u ltura, asum ió la publicación
de las Obras Completas de Aquiles Nazoa en varios volúm enes, y al efecto
designó u n a Com isión Editora; h asta 1997 h ab ían sido publicados:
V olum en I, Teatro! César Rengifo (1978); Vol. II, Papeles Líricos! Rafael
Pineda (1979); y Vol. III, Prosa/ H éctor M ujica (1983). En el libro Elogios
a este Paraíso Terrenal en el que vivimos, de 1980, Luis Luksic incluyó su
poem a “A quiles”. En 1981 fue publicado el libro de poem as Canto a la
M uerte de Aquiles Nazoa, de la p in to ra y p o eta Elsa Morales, con ilus
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124 Aquiles Nazoa
traciones de N apoleón Pisani. Casa de Las Am éricas, de Cuba, puso
en circulación en 1985 Poesía de A m or y H um or, recopilación y p resen
tació n por José Prats Fariol. En 1989 salió de la Im p ren ta N acional,
en Caracas, el libro Visión Parcial de Aquiles Nazoa, de Balbino Blanco
Sánchez; y en 1998, editad o p o r F undarte, Aquiles Nazoa Inventor de
Mariposas, de Ildem aro Torres.
El 31 de mayo de 1987 fue in augurada la escultura en bronce “Ritual
de lo E n trañ able” de Colette Delozanne, en h o n o r del poeta; al acto
invitó la Com pañía M etro de Caracas, y tuvo lugar en el espacio abier
to adyacente a la Estación Caño Amarillo. La distinguida artista, Pri
m er Premio, del Salón Nacional de Artes del Fuego en 1972 e igual
m en te p rem iada en 1977 en el IV Salón Nacional de E scultura, fue
am iga de Nazoa y desde hacía años deseaba hom enajearlo. Al referirse
a la obra, la autora señaló: “Estas form as pertenecen al m u n d o de lo
entrañable, el m u n d o de Aquiles, quien supo cap tar y expresar para
todos nosotros las inm ensidades de las vivencias”.
En 1990, al p resen tar el libro Poemas Populares de Nazoa, ju n to con
confesar que sentía “dolor y asom bro ante ciertas m uertes ab su rd as”,
com o la de Nazoa y la de A lbert Camus, m u erto tam b ién en u n acci
dente autom ovilístico, Ludovico Silva lo definió como “u n o de los más
grandes -si no el m ás g ra n d e - de los poetas hum orísticos de n u estra
len g u a”, y el poeta que en Venezuela goza de “la m ás au tén tic a y dila
tada p o p u larid ad ” p o r cuanto “supo in terp reta r com o nadie la verda
dera raíz de nu estro pu eb lo”.
Voz e imágenes para el recuerdo
Además de ser Nazoa u n am an te apasionado de la fotografía, de te
n er conocim iento de la historia y los principales cultivadores profe
sionales de d icha disciplina en el m undo, y de ser él m ism o u n exce
lente fotógrafo, existe u n a apreciable iconografía suya co n stitu id a por
fotografías que le to m aran en distintas épocas am igos y fotógrafos de
profesión, com o tam b ién por retratos y caricaturas que le fueron he
chos al paso de los años, por nuestros m ás destacados hu m o ristas grá-
Homenajes a la memoria de quien supo prodigarse 1125
fíeos y artistas plásticos. Entre las fotografías memorables están la que
le tom ara Carlos Herrera, reproducida en el libro Los Poemas de 1961;
la de Aquiles en patines, captado por Edgar Lugo; y la encantadora y
justificadam ente devenida en sím bolo gráfico para el recuerdo, toma
da por Godoff edo Romero, en la que el poeta, con adm irable elegancia
de presencia y gestos, comparte un sofá con una distinguida muñeca
de trapo. Y entre los dibujantes son recordados, para citar algunos,
Ramón Martín Durbán, llegado a Caracas en 1939 como exiliado de la
Guerra Civil española y uno de los prim eros en retratarlo, lo cual hizo
en 1943 con dos excelentes dibujos, uno de ellos incluido en la prime
ra edición de Aniversario del Color; Teodoro Arriens-Churucuto que lo di-
bujó en 1945, un retrato hecho con arabescos y a línea continua utili
zado en la portada de El Transeúnte Sonreído; Claudio Cedeño, cuyo dibujo
salió en Fantoches en 1947, y quien reiteró su adm iración por el poeta
dibujándolo a color en 1954, con ropa y pose sim ilares a las de Cha
plin; María Wikander, quien le hizo en 1961 y 1964 unos extraordina
rios retratos a lápiz sobre papel; Eduardo Robles Piquer-RAS, que lo
caricaturizó varias veces; Pedro León Zapata, con una serie de carica
turas a cuerpo entero hechas en 1972, a petición de Aquiles que al
efecto le posó, e igualm ente pintó en 1980 un retrato suyo con acrílico
sobre tela y dibujó otro en papel en 1985; Abilio Padrón, lo dibujó
finam ente cual ju g lar amante de los juguetes populares; Francisco
Graells-Pancho, lo retrató a plum illa en 1977 para el diario El Nacional;
Régulo Pérez hizo lo propio con un exquisito dibujo, a m anera de un
homenaje postum o; y a tales obras se sum an los m agníficos retratos
realizados por el arquitecto Fruto Vivas y el artista Luis Luksic.
Asimismo se conserva el registro de su voz unida a su imagen, en
grabaciones de algunas entrevistas o realizadas en el curso de alguno
de sus program as de televisión. Existen varios discos de distintas fe
chas, en los que lee sus cuentos y sus poem as tanto líricos como hu
morísticos; el m ás antiguo, titulado “Poesía y Humor de Aquiles Na-
zoa”, lleva como carátula una vieja fotografía del tranvía caraqueño
con sus pasajeros, tom ada en el m om ento en que una dam a lo aborda.
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126 Aquiles Nazoa
El segundo disco vino de Cuba, de la serie “Palabra de esta A m érica”,
producida por Casa de las Américas y de título: “Aquiles Nazoa Poe
m as”. En 1976, Xulio Formoso y el Sensemayá grabaron el disco “Aqui
les Nazoa/ Levántate Rosalía”, producido p o r Ana Aval os y con u n a
carátu la dibujada por Zapata; allí fueron reunidos poem as musicali-
zados por Formoso.
1127
El la llamaba “Su Majestad”
Aquiles Nazoa m u rió en u n accidente autom ovilístico en abril de
1976. D entro de sus m uchas travesuras festivas ya él m ism o había ju
gado con h u m o r acerca de su m u e rte y las posibles reacciones que,
den tro de lo acostum brado, ella provocaría; p ru eb a de lo dicho son su
“Balada pesim ista” que dedicó “A G uillerm o Meneses y a Sofía de lo
antedicho”, de la que cito los versos iniciales; “A lguna vez caeré enfer
m o/ con u n dolor intercostal/ y cotid ian a fiebre te rm o -/ hum orístico-
sen tim en tal”; y aunq u e la fam ilia, preocupada, le diera rem edios ca
seros y u n doctor que lo viera le indicara “reposo y alim entación”, la
fiebre no bajaría, y al m orir: “R edactarán rápidam ente/ la invitación
al funeral/ para que salga al día siguiente/ en u n periódico local./-Q ue
fallecí cristianam ente/ dirá la ta l invitación;/ después, los nom bres de
m i gente,/ hora del acto y d irec ció n -”; sabe p o r experiencia que al
velorio acudirá u n gentío porque “n ad a se paga por e n tra r”, que se
gastará u n a considerable cantid ad de dinero en cigarrillos, ro n y cho
colate, y que los m ism os que estarán m uy serios al d ar el pésam e se
so ltarán después a co ntar chistes.
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128 Aquiles Nazoa
Y su célebre poem a “Amor, cuando yo m uera...”, escrito décadas des
pués del anterior, con sanas advertencias a quien será su viuda; éstas
son dos de sus estrofas:
Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda:
Yo quiero ser un muerto como los de Neruda;
y por lo tanto, amada, no te enlutes ni llores:
¡Eso es para los muertos estilo Julio Flores!.
Amor, cuando yo muera no hagas lo que hacen todas;
no copies sus estilos, no repitas sus modas:
Que aunque en nieblas de olvido quede mi nombre extinto,
¡sepa al menos el mundo que fu i un muerto distinto!
De hecho, al leerlos se siente que se cum ple la observación im presa
en la solapa de Pan y Circo, en cuanto a que en el caso de la poesía
h um o rística “quien prim ero y más ru id o sam en te ha de reír es el pro
pio poeta, y si no ya se sabe que no va a servir”; y Aquiles gozaba a
p le n itu d sus juegos. Brom eando igualm ente con lo que aspiraba en
térm ino s de trascendencia, lo m anifestó en su “Poema cochinesco”,
u n a relación de sus gustos que, de paso, es b u en a com o síntesis de su
quehacer hum orístico; com ienza así:
“Mientras en mi pecho aliente
de la vida el torbellino,
yo siempre estaré presente
donde me llame la gente
para cantarle al cochino.”
Y te rm in a con esta confesión:
“Yo nunca estoy más contento
ni mi gozo es más genuino,
El la llam aba "Su majestad" 129
que cuando a escribir me siento
para cantarle a un cochino.
Y no espero del destino
sino la modesta gloria
de haber pasado a la historia
como el cantor del cochino
131
Un credo profundo y verdadero
Aquiles sentía u n a g ran adm iración por el célebre escritor irlandés y
Prem io Nobel de Literatura George B ernard Shaw, fallecido en 1950,
ta n ta que lo m encionaba con frecuencia en sus conferencias y solía
citar frases suyas por su alta calidad satírica y agudísim o hu m o r; y
com o aquel, tam b ién nos legó p o r escrito su credo personal, en cuyo
texto va im plícita la m ejor definición de sí m ism o en su ex traordina
ria dim ensión hu m ana:
“Creo en Pablo Picasso, todopoderoso, creador del cielo y de la ti e
rra; creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones, que
fue crucificado, m u e rto y sepultado po r el tiem po, pero que cada día
resucita en el corazón de los hom bres; creo en el am or y en el arte
com o vías hacia el disfrute de la vida perdurable; creo en los grillos
que pueblan la noche de m ágicos cristales; creo en el am olador que
vive de fabricar estrellas de oro con su rued a m aravillosa; creo en la
cualidad aérea del ser h u m an o , configurada en el recuerdo de Isadora
D uncan abatiéndose com o u n a p u rísim a palom a herida bajo el cielo
del M editerráneo; creo en las m onedas de chocolate que atesoro secre
tam en te debajo de la alm ohada de m i niñez; creo en la fábula de Or-
feo, creo en el sortilegio de la m úsica, yo que en las horas de m i angus
I Biblioteca Biográfica Venezolana
132 i Aquiles Nazoa
tia vi al conjuro de la Pavana de Fauré, salir liberada y rad ian te a la
dulce Eurídice del infiern o de m i alm a; creo en Rainer M aría Rilke,
héroe de la luch a del hom bre por la belleza, que sacrificó su vida al
acto de co rtar u na rosa p ara u n a m ujer; creo en las flores que b ro ta
ron del cadáver adolescente de Ofelia; creo en el llanto silencioso de
Aquiles frente al m ar; creo en u n barco esbelto y distantísim o que sa
lió hace u n siglo al encu en tro de la aurora; su capitán Lord Byron, al
cinto la espada de los arcángeles, y ju n to a sus sienes u n resp lan d o r de
estrellas; creo en el p erro de Ulises, en el gato risueño de Alicia en el
País de Las Maravillas, en el loro de Robinson Crusoe, en Beralfiro, el
caballo de Rolando, y en las abejas que labraron su colm ena dentro
del corazón de M artín Tinajero; creo en la am istad como el invento
m ás bello del hom bre; creo en los poderes creadores del pueblo, creo
en la poesía y en fin creo en m í m ism o, puesto que sé que hay alguien
que me am a”.
La unicidad de un lugar
Su residencia por varios años y ú ltim a en que vivió, es u n lu g ar po
blado de libros y cuadros, de estam pas y grabados antiguos, de peque
ñas piezas de cerám ica, m áscaras y caleidoscopios; u n m undo m aravi
lloso en el que cada rin cón y cada objeto le devuelven al visitante la
presencia viva del poeta; todo tien e allí u n significado p articu lar y
cada uno de esos objetos está asociado a u n a anécdota; los hay que
testim onian la adm iración y el afecto de sus amigos que, cual legión
de em isarios espontáneos, al descubrir en sus vueltas por el m u n d o
cualquier figura graciosa o pieza artesanal de algún valor estético, se
la traían de regalo, y él les retrib u ía el gesto u tilizando tales presentes
en sus program as de televisión e incorporándolos al mágico patrim o
nio que llena su casa; los hay tam b ién que se los conseguían o fabrica
ban, m uchos de sus am igos del in terio r a quienes se los encargaba; y
hay los que él reu n ía por sí solo para m ostrarlos a sus visitantes, en
esos fascinantes ejercicios de prestidigitación de los que em anaba y se
n u tría su poder de en can tam ien to. Objetos que él b ien usaba en su
evocación de u n a Caracas ya ida, o p ara la recreación y celebración de
la inventiva popular, o de apoyo para la disertación sobre geología o la
im provisada lección de física, y tam bién para la exhibición de m eca
I Biblioteca Biográfica Venezolana
13^1 Aquiles Nazoa
nism os ingeniosos com o los de los equilibristas hin d ú es y los juguetes
del Museo de Arte M oderno de Nueva York.
El 25 de abril de 1988 El Diario de Caracas publicó u n a página escrita
por el periodista Raúl S. Esteves y titu la d a “Aquiles: 12 años au sen te”,
con el p retítu lo “M aría lo revivió en su recuerdo”, consistente en u n
artículo acom pañado de fotografías fam iliares; dice que al cum plirse
doce años del fallecim iento del poeta, tuvieron “u n recuerdo para él
en la evocación inevitablem ente em ocionada de M aría Laprea”, des
cribe el lugar de la conversación: el ap artam en to de Vista Alegre, “don
de el poeta y M ariíta tuvieron u n a existencia signada por las privacio
nes y el sobresalto del acoso político de la d ictadura -y tam b ién de la
dem ocracia”, y agrega que en ese espacio pervive su presencia en ta n
tas cosas sencillas que dejó “y allí están, convertidas en piezas de u n
m useo fam iliar”. Concluye Esteves su página con la observación de
que acerca de Aquiles habla extensa y g ratam en te no sólo María, sino
cuantos le conocieron y trataro n , “porque fue ta n sencillo com o su
autobiografía”.
En u n a visita y sentados en la acogedora sala, la vista se com place en
u n grato recorrido por viejas m áquinas de escribir, de im p rim ir y de
coser, por juguetes de m adera o de ingeniosas com binaciones de m a
dera, alam bre e hilos, o en u n paseo lento sobre superficies de telas,
cortinas y colchas de retazos hechas en casa, “rabos” de papagayos, en
espléndida profusión de colores, hasta llegar al ex traordinario grupo
de m uñecas de trapo, de las que él dijera: “Gestadas en recinto de tan
tiern a significación com o es en todas las casas el cesto de costura, nos
parecían las de trap o com o las más h u m an as de las m uñecas. N ingún
otro proceso del trabajo artesanal, se parece a la idea de gestación como
el de u na m uñeca de tra p o ”... y a m an era de conclusión: “Hay en el
astroso corazón de cada m uñeca de trap o u n subrepticio depósito de
poesía; u n a vida privada en la que se en tretejen los pedazos de m u
chas vidas”.
Al en u m erar el universo físico, geográfico, que le pertenecía a Aqui
les, se term in a adm itiendo que las calles, los aeropuertos, los parques,
La unicidad de un lugar 135
las escuelas, las universidades, todos eran lugares suyos; porque por
donde pasara o donde llegara, siem pre era rodeado y saludado afec
tu osam ente por la gente, que a su vez lo veía con sentido de p erten en
cia personal, particular. Aquiles Nazoa será referencia, tem a de estu
dio y ejem plo para las generaciones futuras, no sólo en razón del gran
poeta y hu m o rista que fue, sino tam b ién como caso excepcional en el
cual se corresponden, se com plem entan y se son fieles entre sí, el hom
bre, su conducta y su obra.
En u n a entrevista que le hiciera en 1967, época en la que él vivía en
Villa de Cura, Miyó Vestrini lo describió ágil y com unicativo, recor
dando más, según ella, a u n b rillan te conversador que a u n hom bre
retirado en u n pequeño pueblo silencioso. Y el com entario pro fu n d a
m ente significativo del poeta fue éste: “Creí en u n tiem po, com o u n
personaje de Ibsen, que el hom bre m ás fuerte es el que está m ás solo.
Pero ahora sé que no hay m anera de estar solos en el m undo, porque si
u n o se niega a ese m undo, él siem pre viene hacia nosotros bajo for
m as de algo bello o conm ovedor. Siento como in ju sta la frialdad, la
insensibilidad frente a la belleza y a la poesía. Yo creo aú n en las cosas
pequeñas y cotidianas”.
Bibliografía de Aquiles Nazoa 137
Poesía lírica
• Método Práctico para Aprender a Leer en VII Lecciones Musicales con
Acompañamiento de Gotas de Agua. Tipografía Garrido; Caracas, 1943.
• Aniversario del Color. Tipografía Garrido; Caracas, 1943
• Poesía para Colorear. Ediciones del Ministerio de Educación, Dirección de
Cultura y Bellas Artes; Caracas, 1958.
Prosa lírica
• Retrato Hablado del Matapalo. Concejo Municipal del Distrito Federal.
Caracas, 1970.
• Vida Privada de las Muñecas de Trapo. Ediciones en castellano e inglés.
Editado por la Corporación de Turismo de Venezuela. Litografía Tecnocolor;
Caracas, 1975.
• A Manera de Tarjeta Viviente de Navidad. Conferencia-concierto (1975),
editada por el Centro de Ingenieros del Estado Aragua con el título "Aquiles
y la Navidad". Grafindustrial Aragua; Maracay, 1976.
Cuentos
• " Roquil"
• "La historia de un caballo que era bien bonito"
• "La niña, el pozo, el gato, el cojín bailador y las siete piedritas"
• Los tres cuentos fueron incluidos en el libro Vida Privada de las Muñecas de
Trapo; los dos primeros aparecieron igualmente en Las Cosas más Sencillas y
en el Volumen III, Tomo 1 de las Obras Completas, UCV; y el último de los
nombrados alcanzó publicación independiente.
Libretos y programas de televisión
• Museo Pintoresco. Programa de crónicas ilustradas. Radio Caracas, 1956
• "El Antifaz". Cuento de carnaval con disfraces inventados por el autor.
Radio Caracas, 1956.
• "Sucre en Chuquisaca". Cuadro de historia basado en una obra de
Guillermo Francovich. Radio Caracas, 1957.
Biblioteca Biográfica Venezolana
138 Aquiles Nazoa
• Aviso Luminoso. Ediciones del Ministerio de Educación, Dirección de Cultura
y Bellas Artes/ Serie Cuadernos de Prosa, N° 3; diagramación de Carlos
Cruz-Diez e ilustraciones de María Tallián; Caracas, 1960.
• Las Cosas más Sencillas. Recopilación de 27 de sus charlas en su programa
homónimo a través de la Televisora Nacional, seleccionadas por el propio
autor TVN5/Oficina Central de Información-OCI. Talleres Gráficos
Ilustraciones, S.A.; Caracas, 1972.
• "El Espantapájaros". Recopiladas las páginas del texto original, fue
presentado como un espectáculo musical con dirección general y música de
Alecia Castillo, en la Sala de Conciertos de la Universidad Central de
Venezuela en 1977.
• Libretos incluidos en la selección hecha por César Rengifo para la UCV,
Obras Completas, Teatro, Volumen I Tomo 2: "¡Hogar, dulce hogar!", "La
Cenicienta al alcance de todos", "El Ratón Pérez", "La Familia Tragaldaba o
La Casa de Don Felipe", "Blanca Nieve", "Buenas Noches Trovador",
"Sansón y Dalila", "Toribio mesonero", "Barba Azul", "No hay nada tan
peligroso como un tigre celoso", "Culebra de tres cabezas", "Tarzan".
Guiones cinematográficos
• "El Demonio es un Angel". Filmado por Bolívar Films; Caracas, 1949.
• "La Balandra Isabel llegó esta tarde". Basado en el cuento del mismo
nombre, de Guillermo Meneses. Filmado por Bolívar Films; Caracas, 1949.
• "Yo quiero una mujer así". Filmado por Bolívar Films, Caracas, 1950
• "Las Lanzas Coloradas"
• Marcos Manaure. Editado por Avila Gráfica; Caracas, 1950.
• "El Gran Rebuzno". Basado en un relato de Miguel de Cervantes, en Don
Quijote de la Mancha.
• "El Raspado". Basado en la obra homónima del Dr. José Izquierdo.
Poesía y prosa humorísticas
• El Transeúnte Sonreído. Editorial Grafolit; Caracas, 1945.
Bibliografía de Aquiles Nazoa 139
• Caperucita Criolla. Ateneo de Valencia, Cuadernos Cabdales.
Tipografía El Cronista; Valencia, 1955.
• E l R u iseñ or de Catuche. Editorial Avila G ráfica; C aracas, 1950
(1 a edición). Pensam iento Vivo C .A ., Editorial A rte; C aracas,
1958 (2a edición). Pensam iento Vivo C .A ., Editorial A rte;
C aracas, 1960 (3 a edición).
• El Burro Flautista. Librería Pensam iento Vivo C .A ., con portada
del artista boliviano Teddy Carrasco Núñez del Prado. Talleres
G ráficos Bolivianos; Caracas-La Paz, 1958 (1 a edición). Librería
Pensamiento Vivo C .A .; C aracas, 1959 (2 a edición).
• Caballo de M anteca. Pensamiento Vivo C .A . Editores. Editorial
A rte; C aracas, 1960 (1a edición). Pensam iento Vivo C .A .;
C aracas, 1972 (2 a edición).
• M ientras el Palo Va y Viene. Universidad Central de Venezuela;
Caracas, 1962 (1a edición). Dirección de Cultura de la UCV.
Imprenta U niversitaria; C aracas, 1963 (2 a edición).
• Pan y Circo. Editorial A rte; C aracas, 1965.
Teatro dramático y humorístico
• "Byron a Misolonghi" * Elegía en un acto, 1962
• "Otros lloran por mí" *. Nocturno en un acto.
• "Oh, Joseph" *. Comedia en un acto
• *: Obras incluidas en el Tomo I de Teatro/Obras Com pletas, UCV,
1978
Teatro para Leer:
• Obras hum orísticas en verso, recogidas en sem anarios como El
M o rro co y A zul, El Tocador de las Señoras, Una Señora en
A p u ro s, y libros como El Transeúnte Son reído, El Ruiseñor de
Catuche, entre otros; y que incluyen títulos como "O tra vez Don
Juan Teno rio", "M íster H am le t", "El Niño Jesús ya vie n e ",
"Las desventuras de F au sto ", "Los m artirios de N erón", "Las
Biblioteca Biográfica Venezolana
140 Aquiles Nazoa
Personas Superiores o al que no le haya sucedido alguna vez que
levante la m ano", y muchos más,
Investigación, antologías y crónicas
• Cuentos Contem poráneos Hispanoam ericanos. Con ilustraciones
de Luis Luksic. Colección Popular Boliviana. Ediciones Buriball;
Empresa Industrial G ráfica E. Burillo; La Paz, Bolivia, 1957.
• Diez Poetas Bolivianos Contemporáneos. Ediciones Buriball; La Paz, Bolivia,
1957.
• Los dibujos de Leo. Selección y Comentarios de Aquiles Nazoa. Ediciones
Librería Pensamiento Vivo; Caracas, 1959.
• Los Humoristas de Caracas (Tomos I y II). Ediciones del Cuatricentenario de
Caracas. Editorial Arte; Caracas, 1966 (1a edición). Monte Avila Editores.
Editorial Arte; Caracas, 1972 (2a edición, corregida y aumentada).
• Caracas Física y Espiritual (Premio Municipal Cuatricentenario de Prosa).
Edición especial del Círculo Musical, impreso por Selecolor S.A.; Caracas,
1967 (1a edición). Concejo Municipal del Distrito Federal, impreso en
Litografía Tecnocolor S.A.; Caracas, 1977 (2a edición). Editorial Panapo;
Caracas, 1987 (3a edición).
• Historia de la Música contada por un Oyente. Edición especial del Círculo
Musical. Selecolor; Caracas, 1968:
Volumen I: Leyenda y Prehistoria de la Música
Volumen II: La Música entre los Griegos
Volumen III: 1a Parte- Los Romanos, el Cristianismo, Bizancio y los Arabes.
2a Parte- Juglares, Trovadores y Troveros
Volumen IV: Los Siglos de la Polifonía
Volumen V: Del Renacimiento al Barroco
Volumen VI: La Opera en Francia
• "Primores Gráficos de Venezuela". Revista "M ", N° 46, Año X; Corporación
Industrial Montana. Editorial Arte/ Montana Gráfica C.A.; Caracas, 1973.
• "Humorismo Gráfico de Venezuela". Revista "M ", N° 47, Año X;
Corporación Industrial Montana. Editorial Arte/ Montana Gráfica C.A.;
Caracas, 1973
Bibliografía de Aquiles Nazoa 141
• Los Sin Cuenta Usos de la Electricidad. Editado por CADAFE;
C aracas, 1973.
• "Gusto y Regusto de la Cocina Venezolana". Selección y Notas por Aquiles
Nazoa. Editado por CORPA; Caracas, 1973.
• "Leyenda y Tradición de los Símbolos Pascu ales". Publicación
CANTV; C aracas, 1976
• Genial e Ingenioso - La Obra Literaria y Gráfica del Gran Artista Caraqueño
Leoncio Martínez. Concejo Municipal del Distrito Federal. Litografía
Tecnocolor; Caracas, 1976.
• Raúl Santana con un Pueblo en el Bolsillo. Concejo Municipal del Distrito
Federal. Litografía Tecnocolor; Caracas, 1976.
Ensayos
• "Cuba de Martí a Fidel Castro". Pensamiento Vivo; Caracas, 1961 (1a
edición). Ediciones Rocinante conjuntamente con el Instituto Venezolano-
Cubano de Amistad. Talleres Tipográficos de M.A. García e hijos; Caracas,
1976 (2a edición).
• Venezuela Suya. Corporación Nacional de Turismo. Traducción de Jaime Tello
y dibujos de Kees Verkaik. Editorial Arte; Caracas, 1971 (1a
edición).Corporación de Turismo; Caracas, 1974 (2a edición).
• "Fascismo de Ayer y Hoy". Edición mimeografiada; Caracas 1973
Notas y prólogos
• Nota sobre Alarico Gómez en Júbilo del Regreso, Antología Poética de
Alarico Gómez.
• (Consejo Argentino de la Paz, Buenos Aires) - "El Problema Alemán y la
Cuestión de Berlín; una explicación clara, breve y sencilla". Movimiento
Venezolano por la Paz y la Liberación Nacional. Introducción por Aquiles
Nazoa. Caracas, 1961.
• "México y el caso de Siqueiros" de Harvey O'Connor. Movimiento
Venezolano por la Paz y la Liberación Nacional. Traducción y Nota de
Presentación por Aquiles Nazoa. Caracas, 1962.
Biblioteca Biográfica Venezolana
142 Aquiles Nazoa
• El Sabroso Chicharrita. Recopilación de poemas gastronómicos de
Rafael Michelena Fortoul. Prólogo de Aquiles Nazoa. Pensamiento
Vivo C .A . Editores; C aracas, 1962.
• Nombrar contra la Sombra, de Alfredo Coronil Hartmann, Prólogo de
Aquiles Nazoa. Editorial Tiempo Nuevo; Caracas, 1971.
• Historia de Villa de Cura, de Oldman Botello. Presentación de
Aquiles Nazoa. Ediciones de la Asamblea Legislativa del Estado
A rag u a, 1971.
Obras editadas en colecciones para niños
• Fábula de La Ratoncita Presumida. Con ilustraciones de Vicky Sempere.
Colección Rimas y Adivinanzas. Ediciones Ekaré; Caracas, 1982 (Séptima
impresión 1997)
• El Perro, el Chivo y los Tigres. Con ilustraciones de Esteban Rama. Colección
Cuentos Criollos. Ediciones Ekaré; Caracas, 1982
• La niña, el pozo, el gato, el cojín bailador y las siete piedritas. Con
ilustraciones de Jorge Blanco. Colección Clásicos Venezolanos. Ediciones
María Di Mase C.A., Gráficas Armitano; Caracas, 1985.
• Retablillo de Navidad. Con ilustraciones de María Fernanda Oliver. Ediciones
Ekaré; Caracas, 1990 (Segunda impresión 1995)
• El Libro de los Animales. Con ilustraciones de Marcela Cabrera. Colección
Primera Dimensión. Monte Avila Editores.Cromotip; Caracas, 1991
• Fábula de La Avispa Ahogada. Con ilustraciones de Vicky Sempere.
Ediciones Ekaré, Banco del Libro; Caracas, 1991
• El Libro de los Cochinitos. Con ilustraciones de Rosana Faría. Playeo Editores.
Editorial Arte; Caracas, 1997
Antologías de sus obras
• Los Poemas. Amigos de la Poesía. Editorial Arte; Caracas, 1961.
• Poesías Costumbristas, Humorísticas y Festivas. Ministerio de Educación;
Caracas, 1963.
Bibliografía de Aquiles Nazoa 143
Humor y A m or de Aquiles Nazoa. Editado en Venezuela por
Enrique Requena Mira.. Venediciones C .A .; Caracas, 1970 (1a
edición). Librería Piñango, Fotoprin C .A .; C aracas, 1971 (2a
edición). Librería Piñango, Editorial Plenitud; M adrid, 1971 (3 a,
4 a y 5a ediciones), 1975 (6a y 7a ediciones), 1976 (8a edición).
Amigos, Jardines y Recuerdos - Los Ultimos Poemas de Aquiles Nazoa.
Edición postuma. Editado por la Fundación Desarrollo y Cultura de Ciudad
Guayana (FUNDEC), de la Corporación Venezolana de Guayana.
Litografía Tecnocolor; C aracas, 1978.
A quiles Nazoa. Obras Com pletas. Universidad Central de
Venezuela, Ediciones del Rectorado/ Dirección de Cultura.
Imprenta U niversitaria; Caracas:
Volumen I: Teatro - Tomos 1 y 2. Selección y Prólogo de César Rengifo.
(1978)
Volumen II: Papeles Líricos. Recopilación, Presentación y Prólogo de Rafael
Pineda. (1979)
Referencias bibliográficas y hemerográficas 145
Volumen III: Prosa - Tomo 1 Prólogo de Héctor Mujica. Tomo 2
Prólogo de M atías C arrasco . (1983)
Poesía de Amor y Humor. Recopilación y presentación por José Prats Fariol.
Colección La Honda, Casa de Las Américas; Cuba, 1985
Poemas Populares. Monte Avila Editores. Litografía Melvin; Caracas, 1987
(1a edición), 1990 (2a edición).
Blanco S.f Balbino. Visión Pardal de Aquiles Nazoa, Talleres
G ráficos de Imprenta Nacional y Gaceta O ficial; Caracas 1989
Caballero, Manuel. "Un coctel mortal"; Edición Aniversaria del diario "El
Nacional", Caracas, 1985
Delgado Sénior, Igor. "El toque de humor en la gran prensa"; Edic.
Aniv. de "El Nacional", 1985
Garmendia, Hermann. Presentadón de Humor y Amor de Aquiles
Nazoa, Venediciones C.A., Caracas, 1970
Luksic, Luis. Elogios a este Paraíso Terrenal en el que vivimos. Publicación
de CONSUCRE, 1980
Morales, Elsa. Canto a la muerte de Aquiles Nazoa, Editorial Síntesis
Jurídica, Talleres de la Editorial Trazos C.A.; Caracas, 1981
Mujica, Héctor. "Desde los Zaguanes de El Guarataro". Prólogo de Prosa-
Obras Completas de Aquiles Nazoa, Volumen III, Tomo 1, Coedición de la
Dirección de Cultura y Ediciones del Rectorado, Universidad Central de
Venezuela; Caracas, 1983
Nazoa, Aquiles. Ver relación detallada en "Bibliografía de Aquiles Nazoa"
Pastori, Luis. "Un siglo en versos", Edic. Aniv. de "El Nacional", 1985
Biblioteca Biográfica Venezolana
146 Aquiles Nazoa
• Pastori, Luis. A cien años de la muerte de José Martí Libertador de Cuba,
Ediciones del Senado de la República, Talleres Gráficos del Congreso de la
República, Caracas, 1995
• Pimentel, Francisco. Obras Completas, Editorial América Nueva, México,
1959
• Pineda, Rafael. "Partida de Nacimiento de Aquiles Nazoa" en El Ruiseñor
de Catuche, Edit. Avila Gráfica, S.A., Caracas, 1950
• Pineda, Rafael. "La Despedida de Aquiles Nazoa", diario "El Nacional",
edición del 25 de abril de 1977
• Pineda, Rafael. "Adiós a Aquiles Nazoa", en Amigos, Jardines y Recuerdos,
editado por FUNDEC, de la CVG, Litografía Tecnocolor; Caracas, 1978
• Pineda, Rafael. "Aquiles Nazoa, drama sonriente nacido de un terror y
un prado". Prólogo de Papeles Líricos-Obras Completas de Aquiles Nazoa,
Volumen II, Ediciones de la Universidad Central de Venezuela, Dirección de
Cultura; Caracas, 1979
• Pineda, Rafael. "El Humorismo en Venezuela, a propósito de Aquiles
Nazoa", ACTUAL, N° 11, Nov. 1979
• Pirandello, Luigi. El Humorismo, Editorial El Libro; Buenos Aires, 1946
• Rengifo, César. "Literatura Dramática de Aquiles Nazoa". Prólogo de
Teatro- Obras Completas de Aquiles Nazoa, Volumen I, Tomo 1, Universidad
Central de Venezuela, Dirección de Cultura, Ediciones del Rectorado;
Caracas, 1978
• Rivas Rivas, José y Verde, Juan José. Cincuenta Años de Humorismo,
Pensamiento Vivo C.A.; Caracas, 1965.
Referencias bibliográficas y hemerográficas 147
Silva, Ludovico. "Aquiles Nazoa, Poeta Popular". Prólogo de la antología
Poemas Populares, Monte Avila Editores; Caracas, 1987
Tirado, Ricardo. Memoria y Notas del Cine Venezolano 1897-1959,
Edición de la Fundación Neumann, Editorial Arte; Caracas 1987
Torres, lldem aro. ZAPATA, Edición del Concejo Municipal del
Distrito Federal, La Bodoniana; C aracas, 1979
Torres, lldemaro. El Humorismo Gráfico en Venezuela, Ediciones
Maraven; Caracas, 1982 /Segunda edición, Armitano, Caracas, 1988
Torres, lldemaro. "El rostro fresco del Alma Mater", Edic.Aniv. de "El
Nacional", 1985
Torres, lldemaro. "Un Poeta cuenta su Ciudad", Prólogo a la 3a edición
de Caracas Física y Espiritual, Edit. Panapo, Caracas, 1987
Torres, lldemaro. Aquiles Nazoa Inventor de Mariposas, Edición Fondo
Editorial FUNDARTE, Refolit C.A., Caracas, 1998
Velasquez, Ramón J. "Un peligroso humorismo", Edición Aniversaria de
"El Nacional", 1985
Colecciones de los semanarios humorísticos El Morrocoy Azul, El Tocador de
las Señoras, Una Señora en Apuros y Dominguito. Transcripciones de charlas
en la Universidad Central de Venezuela y a través de su programa "Las Cosas
más Sencillas" en la Televisora Nacional, acerca de los siguientes temas: Ana
Pavlova (20/1/70), Día de la Juventud (12/2/70), Centenario de "Alicia en el
País de las Maravillas" (16 y 30/8/70), Humorismo (18/8/70), Verdades Viejas y
Verdades Nuevas (27/10/70), De los Impresionistas al Cinetismo (UCV 24/4/
73), y, Quién fue Teresa de la Parra (UCV 1974).
Indice de
Simplemente Aquiles 9
De las primeras impresiones y emociones 11
La escolaridad y vivencias asociadas 15
La diversidad de oficios 19
Una decisión para la vida 21
El amor le era vital 23
Café oloroso y recién hecho 27
La visión política y sus consecuencias 29
Ajeno al mimetismo 32
Un pensam iento de acento universal 36
Lugares de vida y sobrevida 61
Al encuentro de lo rural 67
Otra forma de abordar la historia 53
Entre músicos, partituras y acordes 57
Un humorista estudioso del humor 61
Narrador y poeta lírico 65
¿Y las motivaciones de su inspiración? 67
Una prodigiosa im aginación y el goce de escribir 70
De la palabra escrita a la imagen 75
Biblioteca Biográfica Venezolana
AquiLes Nazoa
Una pasión genuina 81
Compartir la risa como gesto solidario 85
Sus libros festivos 90
La gracia al alcance de la mano 93
Risueña apoteosis del teatro para leer 97
El placer de dibujar travesuras 101
Las “fáciles” crónicas rimadas 102
Cocina y hum or 104
Conferencista de auditorios llenos
y alta sintonía 107
Personajes que le eran entrañables 113
La tristeza de todo un país 117
Homenajes a la memoria de quien
supo prodigarse 121
Voz e imágenes para el recuerdo 124
El la llamaba “Su Majestad” 127
Un credo profundo y verdadero 131
La unicidad de un lugar 133
Bibliografía de Aquiles Nazoa 137
Referencias bibliográficas y hemerográficas 145
Biblioteca Biográfica Venezolana
Joaquín Crespo / Ramón J. Velásquez / Tomo I
Joaquín Crespo / Ramón J. Velásquez / Tomo II
José Gregorio Hernández / María Matilde Suárez
Aquiles Nazoa / lldemaro Torres
Raúl Leoni / Rafael Arráiz Lucca
Isaías Medina Angarita / Antonio García Ponce
José Tomás Boves / Edgardo Mondolfi Gudat
El Cardenal Quintero / Miguel Ángel Burelli Rivas
Manuel Antonio Carreño / Mirla Alcibíades
Esteban Gil Borges / Elsa Cardozo
Simón Rodríguez / Rafael Fernández Heres
Rafael de Nogales Méndez / Mírela Quero de Trinca
Teresa Carreño / Violeta Rojo
Rómulo Betancourt / María Teresa Romero
Eleazar López Contreras / Clemy Machado de Acedo
Rafael Rangel / Juan Carlos Chirinos
Andrés Bello / Pedro Cunill Grau
Juan Pablo Pérez Alfonzo / Eduardo Mayobre
Miguel Otero Silva / Argenis Martínez
César Girón / Gonzalo Jiménez
Francisco de Miranda / Inés Quintero
José Rafael Revenga / Carlos Hernández Delfino
Simón Bolívar / Jorge Olavarría
Antonio Guzmán Blanco / Elias Pino Iturrieta
Teresa de la Parra / María Fernanda Palacios
Este volumen de la Biblioteca Biográfica
Venezolana se terminó de imprimir el mes de
marzo de 2005, en los talleres de Editorial Arte,
Caracas, Venezuela. En su diseño se utilizaron
caracteres light, negra, cursiva y condensada de
la familia tipográfica Swift y Frutiger, tamaños
8.5, 10.5, 11 y 12 puntos. En su impresión se
usó papel Ensocreamy 55 grs.
La bio grafía es un género que concita
siem pre una gran atracción entre los
lectores, pero no m enos cierto es el
hecho de que m uchos ven ezo lan o s n o ta
bles, m ás allá de su relevancia, carecen
hasta ahora de bio grafías fo rm ales o
han sido tratado s en obras que, por lo
general, resultan de difícil acceso.
Todo lo que contribuya a reducir la desme
moria de los venezolanos se me antoja como
tarea principal de los tiempos que corren.
Si nos cuesta relacionarnos con el pasado
porque lo desconocemos, lo malinterpreta-
mos o lo explotamos a nuestro antojo, una
manera de volverlo diáfano y plural es reco
rriendo las vidas de quienes lo han forjado.
A llí yace un múltiple espejo donde nuestro
rostro se refleja en mil pedazos, tan variados
como compleja y fascinante ha sido nuestra
hechura de país.
A n ton io López Ortega
Para entender nuestra historia, hay que
conocer a sus protagonistas. Son ellos los
que dieron form a a nuestra identidad actual.
De ahí el estimable valor de poder leer sus
biografías.
Isaac Chocrón
Antes que tratar de adivinarlo mediante
ilusorios horóscopos, el verdadero futuro
hay que aprender a leerlo en las obras y
logros del pasado. Nada mejor, por tanto,
que una colección de biografías de venezola
nos distinguidos, de vidas esenciales de
nuestra historia, para entrever el porvenir
del país que nos espera.
Eugenio M o n te jo
Ild e m a ro Torres
Aquiles Nazoa fue uno de los hum anistas venezolanos
más relevantes del siglo X X . Com o intelectual,
ensayista y poeta, al igual que como humorista,
su contribución debe ser comprendida y valorada en
todas sus dimensiones. Fue un hombre de una sensibili
dad y de una cultura excepcionales. Un venezolano de
ideas democráticas castigado con la pena del destierro
en los años 50. En esta biografía escrita por lldemaro
Torres se exploran los más variados perfiles de su persona
lidad y de su vasta obra, en prosa y verso. En estas pági
nas Aquiles no está solo, tam bién están sus innumerables
amigos. Es la biografía de un nombre pero también la
biografía de un momento venezolano de plenitud y de
entusiasm o, de fe en la vida y en el regocijo de vivirla.
A lo largo del tiempo, Torres ha compartido sus afanes
de profesor de la Facultad de Medicina de la UCV con la
escritura; hizo del estudio del humorismo en nuestro país
su especialidad. Disfruta del humorismo con humor.
De ahí que sus libros tengan el don de la gracia,
una atracción particular que cautiva al lector, haciéndolo
partícipe de los privilegios del talento y de la agudeza de
los grandes humoristas venezolanos de todos los tiempos.
Aquiles Nazoa, (nacido en Caracas, 1920, y muerto
accidentalm ente en la autopista de Valencia, 1976),
el más singular de todos, fue su amigo personal.
Esta es una biografía vivencial. Poeta de excepción
y de cultura que lo convirtió en mago de la palabra,
es uno de nuestros grandes creadores. En estas páginas
se trasluce la admiración del biógrafo por el biografiado.
Es una admiración contagiosa. Quienes no conocieron a
Nazoa lo descubrirán e incorporarán a su mundo personal
como un com pañero para todos los momentos: como
alguien que ya no se separará de nosotros.
Simón A lb erto Consalvi
EL NACIONAL Q ue se dejan ver BANCO DEL CARIBE