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TEMA 2.

LAS RELACIONES SOCIEDAD-MEDIO

I. INTRODUCCIÓN
La Geografía a finales del siglo XX ya se presenta como una disciplina plural-conceptual y
metodológicamente, cada vez más centrada en el uso humano del territorio y los recursos, temática en la que
cuenta con una larga tradición. Precisamente esta visión integradora de la Geografía puede contribuir al
estudio de muchos de los actuales problemas medioambientales, que requieren un conocimiento de las
interrelaciones entre procesos físicos y prácticas sociales, y a ayudar en la comprensión de las complejas
correspondencias entre las actuales redes de comunicación, las tecnologías de la información, el espacio, los
lugares, la sociedad, así como, de los problemas que son consecuencia de las mismas. Todo ello sin olvidar
que las nuevas tecnologías, si bien liberan de muchos de los tradicionales impedimentos espaciales y
temporales, y permiten, por ejemplo, acceder a cualquier información desde cualquier lugar. Cuestiones
todas ellas a las que, desde diversas perspectivas teóricas y metodológicas, la Geografía ha tratado y trata
de dar respuesta en el contexto de las ciencias preocupadas por los complejos problemas de la llamada
cuestión ambiental.
El tema de la población no se estudia de manera aislada, se trata desde la realidad más profunda de
la condición humana, la esencia misma de las personas, el lugar que ocupan en el mundo, su modo de
comportamiento y su sistema de valores (d’Entremont, 2001). La naturaleza ha sido objeto de uso,
apropiación y explotación para el ser humano y para la sociedad y esto ha impactado de manera negativa en
las condiciones de los recursos naturales necesarios para la vida. Así, la preocupación por la cuestión
ambiental se ha incrementado en las últimas décadas del siglo XX en paralelo con la creciente mundialización
de los problemas ambientales, que implica una reflexión sobre los diferentes niveles de degradación
ambiental, que son fruto, tanto, de estrategias conscientes de utilización de los recursos naturales puestas
en práctica por los países desarrollados en su territorio o fuera de él, como, de las acciones puestas en práctica
por los países subdesarrollados en su lucha por la supervivencia. Como señala Ajara (1993), el deterioro de
los ecosistemas naturales se rige por un modelo de desarrollo en el que conviven dos binomios,
riqueza/residuos y miseria/marginalidad, que da como resultado una tendencia a la depredación de los
recursos naturales y a la concentración de la contaminación en los países subdesarrollados. Por otra parte,
el propio significado del concepto de medio ambiente ha cambiado a lo largo de la historia, según aparecen
nuevos problemas en los vínculos sociedad/naturaleza, según se produce la progresiva ruptura entre las
sociedades y su entorno.
La gran amenaza medioambiental que afecta a nivel global es el cambio climático. De ahí que otro
aspecto a considerar son los modelos de consumo. Los últimos estudios sobre las formas de consumo en el
siglo XXI identifican un cambio en los comportamientos de compra de la ciudadanía. En concreto, la mayor
1
parte de las investigaciones al respecto coinciden en señalar la existencia de una nueva cultura de consumo
y de acción consumidora concebida como práctica política propia de una ciudadanía activa, crítica con el
consumismo y orientada por un consumo responsable y sostenible.

II. ¿QUÉ ES EL CAMBIO CLIMÁTICO?


Se llama cambio climático a la variación global del clima de la Tierra. Para entender el calentamiento global
y cambio climático, es necesario comenzar por definir el efecto invernadero.
El efecto invernadero es un fenómeno en el cual la radiación de calor de la superficie del planeta es
absorbida por los gases de la atmósfera, y es emitida de nuevo en todas direcciones.
Específicamente, la luz solar que es absorbida por la superficie terrestre vuelve a la atmósfera en forma de
calor. Allí, los gases de efecto invernadero (GEI) retienen parte de este calor; el resto se escapa al espacio.
Es preciso mencionar que cuantos más gases de esta naturaleza más calor es retenido. Debido a este
funcionamiento de permitir el paso de la luz y mantener el calor, como las paredes de un invernadero, es
que cobra ese nombre. Gases de efecto invernadero, los gases de efecto invernadero son los más eficientes
en absorber el calor, como el dióxido de carbono (CO2), un incremento de éstos resulta perjudicial para el
planeta y para toda la vida en él. La emisión de CO2 y también la alteración de grandes extensiones de suelo
(deforestación) provocan el calentamiento global, un aumento en la temperatura de la atmósfera y de los
océanos. Sin la interferencia humana el carbono de los combustibles fósiles se liberaría a la atmósfera, pero
lentamente. Sin embargo, el proceso se acelera al quemar carbono, petróleo y gas natural.
Por tanto, es debido a causas naturales, pero incide sobremanera la acción de las sociedades, que se
producen a muy diversas escalas de tiempo y en todos los parámetros climáticos: temperatura,
precipitaciones, nubosidad, etc. La realidad del cambio climático se manifiesta como un cambio en las
propiedades estadísticas del sistema climático que persiste durante varias décadas más, generalmente al
menos 30 años. Estas propiedades estadísticas incluyen promedios, variabilidad y extremos. El clima de la
Tierra nunca ha sido estático, como consecuencia de alteraciones en el balance energético, está sometido a
variaciones en todas las escalas temporales, desde decenios a miles y millones de años. Sin embargo, es una
evidencia que el ser humano se ha convertido en un factor del clima que añade una nueva variable a este
cambio. El mundo industrializado ha conseguido que la concentración de GEI haya aumentado un 30% desde
el siglo pasado, sin la actuación humana, la naturaleza se encargaba de equilibrar las emisiones. En la
actualidad existe un consenso científico, casi generalizado, en torno a la idea de que nuestro modo de
producción y consumo energético está generando una alteración climática global que provocará, a su vez,
serios impactos tanto sobre la tierra como sobre los sistemas socioeconómicos.
La separación entre naturaleza y sociedad ha dejado ver una independencia entre los procesos

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sociales y los ecosistémicos, dado que las explicaciones y abordaje de las problemáticas ambientales se
hacen bajo el razonamiento externo a los problemas sociales y se adjudican a problemas de los ecosistemas.
Lo anterior es un error, dado que son ambos, en forma conjunta e integrada, los que garantizan la
continuación de la vida y la calidad de vida de la sociedad. Por consiguiente, no se deben considerar en forma
desintegrada y aislada sino en una interdependencia holística permanente.
La conflictividad expuesta, entre naturaleza y sociedad, deriva principalmente del modelo cultural de
dominación impuesto por Occidente e instaurado en la modernidad; sus efectos han impactado lo científico,
lo tecnológico y el conocimiento disciplinar de las ciencias, reafirmando la dualidad ser humano-naturaleza
e incorporándose en el sistema político y ético de la sociedad. Ello implica plantear diversos caminos que
permitan enfrentar la crisis social y planetaria que ha resultado de esta conflictividad y de las desarmonías
entre las poblaciones y el medio ambiente, por lo que se requieren muchas preguntas, pero también
respuestas, ya que a pesar de que existe un reconocimiento social y político de la naturaleza, falta mucho
para lograr un consenso capaz de responder a los actuales riesgos ecológicos, sociales y de la vida misma. En
este sentido, el desarrollo sostenible apuesta por consolidar una relación armónica ser humano-naturaleza.
A principios de los años sesenta del siglo XX comienza la preocupación de algunos Estados acerca de los
problemas medioambientales, y en la década de los años setenta dicha preocupación se canaliza hacia los
límites del crecimiento humano y la globalidad como reza el informe del Club de Roma de 1972. Ese año, las
Naciones Unidas organizaron la reunión de Estocolmo y prepararon la Declaración de la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano.
Estos hitos motivan la creación de una regulación normativa, consolidada con la creación de
autoridades ambientales y la expedición de normativas legales para el uso de los recursos naturales. En este
contexto político y social, surge el término "desarrollo sostenible" en 1987 resultado del Informe Brundtland,
denominado "nuestro futuro común", cuyo enfoque, aunque parcializado por la visión de los países
desarrollados, plantea la posibilidad de satisfacer las necesidades y aspiraciones del presente sin
comprometer las de las futuras generaciones. En consecuencia, en 1991 formula que el desarrollo sostenible
implica, además, mejora de la calidad de vida dentro de los límites de los ecosistemas. Y un año más tarde,
la Cumbre de la Tierra o Cumbre de Río (1992) pone de manifiesto que no son suficientes las acciones
llevadas a cabo para corregir los efectos destructores de la actividad humana.
La cultura se puede convertir en instrumento fundamental del desarrollo territorial, y se asume la
viabilidad en la medida en que haga relevante las interacciones socioculturales de los pueblos con sus
entornos particulares en un espacio de reconocimientos y complementariedades. Por ello, se comparte la
necesidad de llegar a concebir el desarrollo desde un enfoque holístico y sistémico, ínter y transdisciplinar,
como proceso articulador e integrador que propenda por la unidad de lo diverso, por la distribución

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equitativa de oportunidades y beneficios y por la conservación de los recursos naturales, asumiendo la
heterogeneidad y diversidad presente en el territorio. Refleja, además, las potencialidades endógenas y las
experiencias, exigencias y expectativas locales. Lo anterior, se constituye en una oportunidad para
resignificar lo local y sus interrelaciones, como reacción al carácter globalizante actual del desarrollo.
Ya en el siglo XX, filosofías orientales como el hinduismo, budismo, taoísmo, zen, practicadas por
Capra, Heisenberg, Chew y otros físicos y pensadores occidentales, contribuyeron activa y radicalmente a
que estos científicos percibieran el mundo físico de otra manera, una nueva visión de la realidad: una forma
más ecológica y en total armonía con las tradiciones espirituales. Este nuevo enfoque condujo a que a
mediados del siglo pasado Ludwig von Bertalanffy formulara la teoría general de los sistemas, que fue
extrapolada de las ciencias exactas, a las ciencias sociales y demás ramas del conocimiento para la
interpretación de las múltiples interacciones y factores presentes en la realidad, como aspectos a los cuales
debe adaptarse el ser humano en razón de su condición histórico-evolutiva. A partir de la Teoría General de
los Sistemas, comenzó a gestarse un cambio paradigmático interdisciplinar que aborda conceptos
interactuantes (estabilidad/inestabilidad, orden/desorden, relaciones espacio-temporales…) y sugiere
adoptar una visión holística de la ciencia para la interpretación de la realidad y la gestión de conflictos.
La teoría de sistemas o teoría general de sistemas (TGS) es el estudio interdisciplinario de los sistemas en
general. Su propósito es estudiar los principios aplicables a los sistemas en cualquier nivel en todoslos campos
de la investigación. Un sistema se define como una entidad con límites y con partes interrelacionadas e
interdependientes cuya suma es mayor a la suma de sus partes. El cambio de una parte del sistema afecta a
las demás y, con esto, al sistema completo, generando patrones predecibles de comportamiento.

III. INICIATIVAS PARA LA ACCIÓN


En el año 2001 el Tercer Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre
Cambio Climático (IPCC) ponía de manifiesto la evidencia proporcionada por las observaciones de los
sistemas físicos y biológicos y mostraba cambios regionales en el clima. En promedio, la temperatura ha
aumentado aproximadamente 1ºC desde finales del s. XIX. El nivel del mar ha crecido alrededor de 25cm en
este mismo periodo. Para detener el cambio climático es preciso reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero de forma significativa, así como aplicar políticas a tal efecto. En consecuencia, debemos
desarrollar también estrategias y acciones para adaptarnos a los efectos del cambio climático en Europa y,
en especial, en otros lugares del mundo, puesto que los países menos desarrollados son una de las partes más
vulnerables, por su limitada capacidad técnica y financiera para adaptarse. Con el tiempo, el estrés del
cambio climático sobre los recursos naturales, combinado con presiones demográficas, económicas y
políticas sobre esos recursos, puede degradar la capacidad de una nación para gobernarse a sí misma. Esto

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incluye su capacidad para satisfacer las demandas de sus ciudadanos de recursos básicos, como alimentos,
agua, energía y empleo, también conocida como legitimidad de la producción. La amenaza a la legitimidad
del producto puede contribuir a la fragilidad del estado, el conflicto interno e incluso el colapso del estado.
El cambio climático constituye una emergencia mundial que va más allá de las fronteras nacionales. Se
trata de un problema que exige soluciones coordinadas en todos los niveles y cooperación internacional para
ayudar a los países a avanzar hacia una economía con bajas emisiones de carbono. Para abordar el cambio
climático y sus impactos negativos, los líderes mundiales en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático (COP21), en París, realizaron un avance más el 12 de diciembre de 2015 con el histórico Acuerdo de
París.
El Acuerdo establece objetivos a largo plazo como guía para todas las naciones:
• Reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el aumento de la
temperatura global en este siglo a 2 °C y esforzarse para limitar este aumento a incluso más de tan solo el
1,5 °;
• revisar los compromisos de los países cada cinco años;
• ofrecer financiación a los países en desarrollo para que puedan mitigar el cambio climático, fortalecer la
resiliencia y mejorar su capacidad de adaptación a los impactos del cambio climático.
El Acuerdo es un tratado internacional legalmente vinculante. Entró en vigor el 4 de noviembre de 2016. En la
actualidad, 193 partes (192 países más la Unión Europea) han firmado el Acuerdo de París.
El Acuerdo incluye compromisos de todos los países para reducir sus emisiones y colaborar juntos a fin de
adaptarse a los impactos del cambio climático, así como llamamientos a estos países para que aumenten sus
compromisos con el tiempo. Éste proporciona a los países desarrollados una ruta para que ayuden a las naciones
en desarrollo a mitigar y adaptarse al cambio climático, creando un marco para un control y una información
transparentes sobre los objetivos climáticos de estos países. Asimismo, pantea un marco duradero con afán de
dirigir el esfuerzo global durante las próximas décadas. Señala el comienzo de un cambio hacia un mundo con
emisiones cero neto. La puesta en práctica del Acuerdo también es esencial para lograr los Objetivos de Desarrollo
Sostenible, ya que ofrece una hoja de ruta para las medidas climáticas que reducirán las emisiones y aumentarán
la resiliencia al clima.
En relación, a la mayor afección que están teniendo las emisiones de carbono en países escasamente
contaminantes, surge el concepto de Justicia Climática. Los países desarrollados son históricamente
responsables de causar el cambio climático a través de actividades basadas en el uso de combustibles fósiles,
de las cuales se han beneficiado y 'desarrollado' enormemente. Mientras tanto, los países pobres/en
desarrollo, que han contribuido al cambio climático de forma insignificante, viven con infraestructuras y
servicios limitados y participan en industrias basadas en la naturaleza, como la pesca y la agricultura. Estos

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factores contribuyen a su vulnerabilidad al cambio climático. Para empeorar las cosas, la ciencia pronostica
que la distribución global de los impactos del cambio climático recaerá en el sur, que en su mayoría está
formado por países en desarrollo. La injusticia reside en la discrepancia entre quién es responsable del
cambio climático y de quién soporta, y soportará la carga.
Cada espacio se verá afectado de forma diferente. Pero sobresalen los siguientes problemas:
1. El aumento del nivel del mar y su afección en las islas y zonas costeras.
2. El descenso de las precipitaciones y mayor duración e intensidad de las sequías.
3. El aumento térmico y las amenazas derivadas para especies vegetales y animales.
4. El aumento en la intensidad de fenómenos meteorólogos extremos. Especialmente en los referentes a los
ciclones tropicales (aunque las predicciones de recurrencia no están claras*).
La COP26, la vigésima sexta conferencia del clima es la mayor y la última celebrada relacionada con el clima
del planeta. Si bien hubo avances, el secretario general de la ONU, António Guterres afirmó que el acuerdo
alcanzado y firmado por los países “es un paso importante pero no es suficiente”. Otros especialistas
tildaron al evento internacional de “fracaso para la humanidad”, se adoptaron compromisos, pero se retrasa
la fecha de los mismos, se señala esta década, hacia 2030. Uno de los logras más importantes fue que los
líderes de más de 120 países, que representan alrededor del 90% de los bosques del mundo, se
comprometieron a detener e invertir la deforestación para 2030. En la lista figura Brasil, en octubre registró
una deforestación récord de la selva amazónica. La COP27, se celebrará en Egipto del 6 al 18 noviembre
2022.

IV. MODELOS DE CONSUMO


La demanda de recursos naturales en todo mundo ha aumentado tremendamente a lo largo de las
últimas décadas, hecho que ha estado impulsado, sobre todo, por el crecimiento de la población, la riqueza y
el consumo. Este aumento de la población ha tenido lugar principalmente en los países en desarrollo,
mientras que los mayores niveles de riqueza y de consumo se encuentran en países desarrollados.
En Europa mantenemos nuestros déficits ecológicos (la diferencia entre nuestra huella y nuestra
biocapacidad) importando bienes y servicios de fuera de nuestras fronteras. También exportamos parte de
nuestros residuos. En esencia, cada vez nos estamos volviendo menos autosuficientes.
Como resultado del aumento del comercio global una parte cada vez mayor de las presiones e
impactos ambientales que causan los países de la UE por su consumo se advierten en otras partes del mundo.
Aunque algunos de estos cambios tienen lugar entre los propios países de la UE una parte se realiza más allá
de la competencia, lo cual significa que estamos exportando los impactos de nuestro consumo a países en
los que las políticas ambientales a menudo no están suficientemente desarrolladas, poniendo a las

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poblaciones locales y al medio ambiente bajo una presión extrema.
El consumo global está causando impactos irreversibles de gran importancia en los ecosistemas
globales: cada año se talan 130 000 km2 de bosque lluvioso tropical. Además, desde 1960 un tercio de las
tierras de cultivo de todo el mundo ha sido abandonadas o se han agotado como resultado de la
sobreexplotación y degradación del suelo. Debemos mejorar a la hora de equilibrar la necesidad de preservar
el capital natural y utilizarlo para impulsar la economía. En este contexto, es fundamental incrementar la
eficacia con la que consumimos los recursos. Hemos de reconocer que nuestras actuales demandas sobre
los sistemas naturales son insostenibles y que, básicamente, se trata de hacer más con menos.
Afortunadamente, este es un ámbito en el que los intereses de los sectores medioambiental y
comercial pueden coincidir: las empresas prosperan o se tambalean según su capacidad para sacar el
máximo partido a los insumos, del mismo modo en que preservar el mundo natural y el bienestar humano
depende de que hagamos más con un flujo de recursos limitado. La eficiencia en la utilización de los recursos
es ahora una iniciativa insignia de la UE, un elemento crucial de la estrategia para un crecimiento inteligente,
sostenible e inclusivo en la actualidad. Esta eficiencia combina los principios del buen comercio con buenas
prácticas ambientales, haciendo más a la vez que se reduzcan los residuos. El consumo al alimentarnos,
conducir o calentar nuestras casas, ocasiona directamente presiones ambientales. Sin embargo, tienen una
magnitud mayor las presiones indirectas que se crean a lo largo de las cadenas de producción de los bienes
y servicios consumidos. En este grupo se podrían incluir los impactos procedentes de la minería o la recogida
de las cosechas, del uso de agua para cultivos o del daño a la biodiversidad local como consecuencia de una
agricultura intensiva o de la contaminación.
No obstante, como consumidores podemos influir en nuestros impactos ambientales, por ejemplo,
adquiriendo alimentos y fibras producidos de una manera sostenible. La producción ecológica y la
«agricultura de conservación» están ganando popularidad y teniendo éxito en todo el mundo.
Parece innecesario justificar la relevancia adquirida por el consumo a la altura del siglo XXI, en un
momento en que los países económicamente desarrollados se inscriben plenamente en la denominada
«sociedad de consumo», modelo social en el que una parte muy importante del bienestar y la calidad de
vida parecen asociarse a la adquisición de bienes y servicios. La rapidez y la diversidad de las
transformaciones experimentadas en los últimos años en las pautas, objetos, formas y lugares donde se
produce el consumo fundamentan el interés por el análisis del consumo en sus múltiples e interrelacionadas
dimensiones (CES,2008).
a) EL IMPACTO DE LAS TÉCNICAS AGRÍCOLAS

En opinión de Haro en su obra Calidad y conservación del medio ambiente (1991), los grupos

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humanos primitivos mantenían relaciones de alteración y destrucción con el medio natural, pero a nivel
tan bajo que la dinámica del mismo reponía las pérdidas inmediatamente hasta alcanzar un nuevo
equilibrio, así el ser humano se integraba en el ecosistema como un elemento más de la biocenosis: la
antropocenosis. A partir del Neolítico, el hombre intentó asegurar mejor su futuro y empezó a transformar
el medio degradando bosques y suelos a través de la ganadería y agricultura. La destrucción de los
ecosistemas naturales alcanzó su paroxismo con la Revolución Industrial. Desde el Neolítico el hombre no
es sólo un elemento del medio, sino un factor de transformación de este.

El impacto de las técnicas agrícolas sobre el medioambiente se manifiesta de las siguientes


maneras:

• Pérdida de biodiversidad: La biodiversidad se define como la variabilidad de genes, especies y


ecosistemas presentes en un espacio determinado. La biodiversidad es la respuesta de la
naturaleza a los cambios ambientales. A mayor variabilidad de las especies mayores probabilidades
de supervivencia. El fenómeno de la pérdida de biodiversidad es muy problemático, porque si todos
los organismos vivos fuesen iguales probablemente desaparecerían frente a cualquier inundación,
sequía, cualquier forma de contaminación, etc. Las causas son: la introducción de especies
provenientes de ecosistemas diferentes que se reproducen en forma exagerada porque no
encuentran depredadores naturales que frenen su expansión, lo que resulta en la desaparición de
poblaciones enteras de especies nativas; la caza de animales y la sobreexplotación de los recursos
pesqueros son otro grave peligro; la extinción de una especie animal que rompe el equilibrio de las
cadenas tróficas, por ejemplo, Mao Zedong ordenó la eliminación de los pájaros que devoraban las
cosechas en China, con lo que proliferaron los insectos aún más perjudiciales para las cosechas; la
contaminación del aire, agua y suelo es otra de las causas de la extinción de especies; la “revolución
verde” —un programa de producción de grandes cantidades de alimentos a partir del uso masivo
de abonos y pesticidas artificiales—, que con la uniformización de cultivos y técnicas provocó un
empobrecimiento de la biodiversidad agrícola; la “revolución biotecnológica” que produce
alimentos transgénicos muy rentables cuya investigación está concentrada en grandes
multinacionales.

• Degradación de suelos y vegetación. Son dos fenómenos muy interrelacionados, por ejemplo, el
cambio de una repoblación con pinos en un ecosistema de encinas provoca a su vez un cambio en
la composición química del suelo. Entre las causas de la degradación de los suelos y de la vegetación
podemos mencionar las siguientes: la mala gestión agrícola de los hombres, por la que se afirma

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que en el último siglo se ha perdido 1/3 de las tierras cultivables; la especulación urbanística que
arranca tierras al medio rural (a veces la especulación está ligada al turismo) de modo que tierras
rentables agrícolamente son ocupadas por ciudades e infraestructuras; roturación excesiva que
conduce a la erosión de las tierras de cultivo.

• Degradación hidrológica. Fenómeno que se manifiesta a través de la arroyada y el agotamiento de


acuíferos y humedales. Las causas de la degradación hidrológica son diversas: irrigación excesiva,
con la consecuente desecación de humedales (como el desastre del mar de Aral desecado por la
política estalinista de regadíos); el pastoreo también degrada al compactar el suelo e impedir la
infiltración y favorecer la arroyada; la arroyada también se puede producir como consecuencia de
la deforestación, ya que el bosque retiene agua; la arroyada es consecuencia de la adopción de una
política de monocultivos, preferida a partir de los años veinte frente a la tradicional agricultura de
rozas.

• Deforestación. Fenómeno que alimenta el efecto invernadero y el calentamiento global de la


superficie terrestre. La actual destrucción de la selva amazónica supondría perder el pulmón verde
del planeta —pues es una fábrica de oxígeno—, provocando un enorme desequilibrio en la
atmósfera terrestre.

• Desertificación. Fenómeno más local que provoca daños más locales como el aterramiento de
pantanos, un aumento de inundaciones y la reducción de tierras cultivables en un planeta con
exceso de población. La presión demográfica obliga a poner en cultivo nuevas tierras (la mayoría
marginales y poco productivas, localizadas en espacios naturales), lo que lleva en ocasiones al
agotamiento del suelo y acuíferos hasta la desertificación.

b) EL IMPACTO AMBIENTAL DE LA ACTIVIDAD HUMANA EN LAS SOCIEDADES INDUSTRIALES

Aguilera Arilla y colaboradores, en su manual de la UNED Geografía Humana (2010), sostienen que
el impacto ambiental de la actividad humana de las sociedades

industriales se ha manifestado mediante la contaminación de la atmósfera, de las ciudades, de la


hidrosfera, la destrucción de la capa de ozono y mediante el efecto invernadero.

• Contaminación de la atmósfera. Son muchos los agentes contaminantes de la atmósfera que


surgen como consecuencia de la actividad industrial, por ejemplo: las acciones mecánicas
introductoras de partículas contaminantes (canteras y explosiones nucleares que producen cenizas

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que flotan en la tropopausa), reacciones químicas sin combustión y productos de combustión
química de carbón, gas o petróleo que generan CO₂ entre otros gases de invernadero. La
contaminación atmosférica debida al automóvil está causada por los contaminantes contenidos en
los gases que salen por el tubo de escape: óxidos de nitrógeno y de carbono, hidrocarburos no
quemados como el benceno, y el plomo. El monóxido de carbono en grandes proporciones puede
producir asfixia, así como el plomo puede producir lesiones en los riñones, en la sangre y en el
cerebro.

• Contaminación del microclima urbano: La contaminación de la ciudad propicia enfermedades


respiratorias y disminuye la calidad de vida de las ciudades. Los contaminantes más peligrosos
aparecen con la niebla, el smog tan típico de Londres es la mezcla de humos y niebla. La posición
de la ciudad con respecto al viento es importante, pues puede ocurrir que arrastre toda la
contaminación de la zona industrial al interior o que limpie la ciudad. La lluvia ácida se produce
cuando la lluvia arrastra ácido sulfuroso y nítrico que se producen en la ciudad, destruyendo los
bosques cercanos a ella. Las nubes de contaminación de las ciudades, que por su efecto opaco
debería reducir la temperatura, contrariamente aumentan la temperatura en las ciudades al
impedir la salida de los rayos solares.

• Contaminación de la hidrosfera: Hasta hace poco los ciclos biológicos del agua aseguraban la
reabsorción de los desperdicios, pero actualmente tanto mares como ríos reciben productos que
impiden la oxigenación y repurificación de las aguas. La contaminación de las aguas continentales
se debe al uso de fertilizantes, pesticidas y herbicidas; además las aguas residuales urbanas
desembocan en las aguas continentales y requieren el tratamiento previo de depuración. La
contaminación de las aguas marinas se debe al vertido de hidrocarburos y productos químicos,
especialmente en ecosistemas cerrados como el Mediterráneo. La contaminación térmica de las
aguas se debe a las centrales térmicas y nucleares que provocan un aumento de la temperatura de
las aguas dando lugar a la desaparición de especies termo sensibles.

• Destrucción de la capa de ozono: En una zona de la atmósfera de 19 a 48 km por encima de la


superficie de la Tierra se producen concentraciones de ozono. La capa de ozono protege a la vida
del planeta de la radiación ultravioleta. Actualmente, esta capa se encuentra amenazada por
muchas causas, entre ellas el CFC (compuestos del flúor), cuya utilización está prohibida o limitada
en muchos países. En 1985 se descubrió la existencia de un gran agujero (disminución del
concentrado) sobre la Antártica. El adelgazamiento de la capa de ozono expone a la vida terrestre

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a un exceso de radiación ultravioleta, que puede producir cáncer de piel y cataratas, reducir la
respuesta del sistema inmunitario, interferir en el proceso de fotosíntesis de las plantas y afectar
al crecimiento del fitoplancton oceánico.

• Cambio climático y efecto invernadero: A lo largo de los 4.550 millones de años de historia de la
tierra las fluctuaciones climáticas han sido muy grandes. En los relativamente recientes últimos 1,8
millones de años, ha habido extensas glaciaciones alternadas con épocas de clima más benigno,
similar al actual. La diferencia de temperaturas medias de la Tierra entre una época glacial y otra
como la actual es de sólo unos 5º C ó 6º C.
De manera natural la tierra genera un “efecto invernadero” que provoca que la energía que llega
a la Tierra sea "devuelta" más lentamente, por lo que es "mantenida" más tiempo junto a la
superficie. En el último siglo la concentración de anhídrido carbónico y otros gases invernadero en
la atmósfera ha ido creciendo constantemente debido a la actividad humana: a comienzos de siglo
por la quema de grandes masas de vegetación para ampliar las tierras de cultivo, por los procesos
industriales, y en los últimos decenios por el uso masivo de combustibles fósiles como el petróleo,
el carbón y el gas natural para obtener energía.
A partir de 1979 los científicos comenzaron a afirmar que un aumento del doble en la
concentración del CO₂ en la atmósfera supondría un calentamiento medio de la superficie de la
Tierra de entre 1,5 y 4,5 ºC. Actualmente se predice un calentamiento de entre 1º C y 3.5 º C para
el año 2100. No es posible predecir con gran seguridad lo que pasaría en los distintos lugares, pero
es previsible que los desiertos se hagan más cálidos. Entre un tercio y la mitad de todos los glaciares
del mundo y gran parte de los casquetes polares se fundirían, poniendo en peligro las ciudades y
campos situados en los valles debajo del glaciar. Grandes superficies costeras podrían desaparecer
inundadas por las aguas, que ascenderían de 0,5 a 2 m. Tierras agrícolas se convertirían en
desiertos y, en general, se producirían grandes cambios en los ecosistemas terrestres.

c) LAS OTRAS CONTAMINACIONES

La contaminación radioactiva también es muy importante y hay que tener en cuenta su impacto
sobre el medio ambiente. Las operaciones del combustible nuclear que son susceptibles de producir
contaminación consisten en la extracción y el tratamiento de los minerales, el enriquecimiento del uranio,
el funcionamiento de los reactores, el transporte y tratamiento de los combustibles usados, así como el
acondicionamiento, transporte y almacenamiento de los desechos. El uranio —base de la energía
atómica— es un elemento radiactivo de período muy largo y cuya radiación tarda muchísimo tiempo en
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desaparecer. Las explosiones nucleares producen contaminación debido a los productos de reacción, así
como elementos radiactivos que se hayan podido formar por irradiación nuclear; en todos está el triste
recuerdo de la explosión de la central nuclear de Chernóbil en 1986 y el más reciente ocurrido en
Fukushima en 2011. Una explosión que tenga lugar cerca del suelo o de la superficie del mar induce una
radioactividad secundaria por activación de los materiales próximos que son arrastrados por la explosión
y acto seguido dispersados por las corrientes aéreas. Una explosión en la alta atmósfera produce poca
radioactividad secundaria, pero los productos tóxicos descienden paulatinamente a través de la atmósfera
y se van depositando progresivamente en la superficie del globo.

Otra de las contaminaciones problemáticas es la derivada del tratamiento de los residuos. Bien
sean residuos agrícolas (como pesticidas o abonos químicos), industriales (muy variados y altamente
contaminantes), urbanos o radioactivos (el material radiactivo inutilizable). Algunos residuos se tratan
sobre la marcha y otros se trasladan a sitios especiales donde se destruyen o reutilizan parcialmente (si es
posible), aunque a menudo los residuos de los países desarrollados se envían a los países
subdesarrollados. Desafortunadamente, siguen siendo en gran medida los causantes de la degradación
del medio ambiente.

La gran cantidad de residuos urbanos se debe a la elevada densidad demográfica, al gran consumo
de energía y a la variedad de las actividades económicas de las ciudades. Los problemas son: la limpieza de
calles, la recogida de basuras y la eliminación de sus residuos, siendo este es el principal problema de todos.
Por un lado la construcción de vertederos se está haciendo cada vez más difícil para muchas ciudades, bien
debido a la escasez de suelo disponible a una distancia razonable de la ciudad o por causa de la oposición de
los residentes de las zonas adyacentes. Por otro lado la incineración está demostrando ser una opción
problemática por las emisiones de partículas tóxicas, siendo la única solución el reciclado. Hoy existen ya
algunas técnicas encaminadas a considerar los residuos como un recurso, como es el caso de la recogida
separada de algunos productos urbanos y su reciclaje (como el papel o el vidrio) o la fermentación controlada
de basuras para producir gas.
Se llama contaminación acústica (o contaminación auditiva) al exceso de sonido que altera las
condiciones normales del ambiente en una determinada zona. Si bien el ruido no se acumula, traslada o
mantiene en el tiempo como las otras contaminaciones, también puede causar grandes daños en la calidad
de vida de las personas si no se controla adecuadamente. El término "contaminación acústica" hace
referencia al ruido (entendido como sonido excesivo y molesto), provocado por las actividades humanas
(tráfico, industrias, locales de ocio, aviones, etc.), que produce efectos negativos sobre la salud auditiva,

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física y mental de las personas. Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera los 70
dB como el límite superior deseable.

La contaminación lumínica puede definirse como la emisión de flujo luminoso de fuentes artificiales
nocturnas en intensidades, direcciones, rangos espectrales u horarios innecesarios para la realización de las
actividades previstas en la zona en la que se instalan las luces. Un alumbrado exterior ineficiente y mal
diseñado, la utilización de proyectores y cañones láser, la inexistente regulación del horario de apagado de
iluminaciones publicitarias, monumentales u ornamentales, etc., generan este problema cada vez más
extendido. La contaminación lumínica tiene como manifestación más evidente el aumento del brillo del cielo
nocturno, por reflexión y difusión de la luz artificial en los gases y en las partículas del aire urbano (smog,
contaminación...), de forma que se disminuye la visibilidad de las estrellas y demás objetos celestes.

Como práctica universal, el consumo es inherente a la colectividad humana, de manera que su


periodización se remontaría al inicio de las primeras sociedades (Crompton, 1994). Desde una interpretación
más restringida del concepto, se entiende que la construcción social del significado y ejercicio cotidiano del
consumo adopta distintas formas según los paradigmas de sociedad que se van configurando a lo largo de
la historia. Unido a ello, si bien existen varias formas de consumo que pueden convivir en un mismo espacio
y tiempo, cada contexto sociohistórico se caracteriza por un patrón de consumo en particular que sobresale
respecto a los demás como referencia definitoria de esa sociedad (Slater, 1997).

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