T.
P N°3 de mitología
“Heracles”
1-¿Quién era Heracles y cuál era el motivo de Hera para odiarlo?, ¿quién es Euristeo?
2-¿Cómo fue el encuentro con el león de Nemea?
3-¿Cuál es el origen de la Hidra?¿cómo la destruye Heracles?
4-Sintetizá los siguientes trabajos:
Limpiar los establos de Augias.
Entregar el cinturón de las amazonas a Admeta.
Los bueyes de Gerión.
Conseguir las manzanas de las Hésperides
Vencer a Anteo.
Conseguir el Can Cerbero.
5-¿Cuál es el castigo por matar a su amigo Ifito?
6-¿Cuál es el engaño de Neso y cómo consigue “destruir “al héroe?
7-¿Cuál es la decisión final de Zeus?
Heracles (Hércules) era hijo de Zeus y Alcmena, mujer del general Anfitrión. Como Hera era
siempre hostil contra los hijos que tenía su esposo con madres mortales, le declaró la guerra
a Heracles desde su nacimiento. Envió dos serpientes a que lo destruyeran cuando estaba
acostado en su cuna, pero la precoz criatura las estranguló con sus propias manos. Con todo,
quedó sujeto a Euristeo por obra de las artes de Hera, y obligado a cumplir todas sus
órdenes. Euristeo le impusó una serie de aventuras desesperadas, que han sido
denominadas los “Doce trabajos de Heracles”. El primero consistió en la lucha con el león de
Nemea. El valle de Nemea se hallaba asolado por un terrible león. Euristeo ordenó a
Heracles que le llevara la piel de ese monstruo. Después de usar en vano su maza y sus
flechas contra el león, Heracles estranguló al animal con las manos. Volvió con el león
muerto cargado sobre los hombros; pero Euristeo se asustó tanto al verlo, y ante la prueba
de la prodigiosa fuerza del héroe, que le ordenó que en lo futuro le diera cuenta de sus
peripecias desde fuera de la ciudad.
Su siguiente tarea fue la matanza de la Hidra. Este monstruo devastaba el país de Argos, y
vivía en un pantano cerca del pozo de Amimona. Este pozo fue descubierto por Amimona
cuando el país sufría sequía, y la leyenda decía que Poseidón que la amaba, le había
permitido tocar la roca con su tridente, y entonces había surgido un manantial de tres bocas.
Aquí la Hidra se había instalado, y Heracles fue enviado a destruirla. La Hidra tenía nueve
cabezas, de las cuales la del medio era inmortal. Heracles le sacó las cabezas con su maza,
pero en el lugar de cada cabeza cortada, crecían dos nuevas cada vez. Por fin, con la ayuda
de su fiel sirviente Jolao, quemó las cabezas de la Hidra, y enterró la novena e inmortal
debajo de una enorme roca.
Otra empresa fue la de limpiar los establos de Augias. Augias, rey de Élida, tenía un rebaño
de tres mil bueyes, cuyos establos no habían sido limpiados durante treinta años. Heracles
desvió los ríos Alfeo y Reneo por sobre los mismos, y los limpió completamente en un día.
Su siguiente trabajo tuvo un carácter más delicado. Admeta, hija de Euristeo, deseaba
obtener el cinturón de la reina de las Amazonas, y Euristeo ordenó a Heracles que se lo
llevara. Las amazonas constituían un pueblo de mujeres. Eran muy belicosas y poseían varias
ciudades florecientes. Era su costumbre criar solamente a las mujeres, a los varones se los
enviaba a naciones vecinas o se los mataba. Heracles fue acompañado por un número de
voluntarios, y después de varias aventuras llegó por fin al país de amazonas. Hipólita, la
reina, lo recibió benignamente y consintió en entregarle el cinturón, pero Hera, asumiendo la
forma de amazona fue y persuadió al resto de que extraños estaban saqueando a su reina.
Se armaron instantáneamente y acudieron en gran número hacia el barco. Heracles,
creyendo que Hipólita habá obrado traidoramente, la mató y tras tomar el cinturón puso las
velas en dirección a su país.
Otra labor que le fue impuesta fue la de llevarle a Euristeo los bueyes de Gerión, un
montruo de tres cuerpos que vivía en la isla de Eritea (la roja), así llamada por mirar hacia el
occidente, bajo los rayos del sol poniente. Se piensa que esta descripción corresponde a
España, de la cual fue rey Gerión. Después de cruzar varios países, Heracles llegó por fin a las
fronteras de Libia y Europa, donde levantó las dos montañas de Calpe y Abila, como
monumentos de su avance, o de acuerdo con otra versión, partió una montaña en dos, dejó
la mitad en cada lado, y formó el estrecho de Gibraltar. Los bueyes estaban guardados por el
gigante Euritón y su perro de dos cabezas, pero Heracles mató al gigante y su perro, y llevó
los bueyes sin dificultad a Euristeo.
La empresa más difícil de todas fue conseguir las manzanas de oro de las Hespérides, pues
Heracles no sabía dónde hallarlas. Eran las manzanas que Hera había recibido en sus bodas
de la diosa de la Tierra, y que había confiado al cuidado de las hijas de Héspero, ayudadas
por un dragón guardián. Después de varias aventuras Heracles llegó al Monte Atlas en África.
Atlas era uno de los titanes que había combatido contra los dioses, y después de subyugado,
Atlas fue condenado a cargar sobre los hombros el peso de los cielos.. Era padre de las
Hespérides, y Heracles pensó que él podría, si tal cosa era posible, encontrar las manzanas y
traérselas. ¿Pero cómo sacar a Atlas de su puesto, o cargar con los cielos mientras se hallaba
ausente?. Heracles tomó la carga sobre sus propios hombros, y envió a Atlas para que
buscara las manzanas. Éste volvió con ellas, y, algo desganado, tomó la carga sobre sus
hombros nuevamente, y permitió a Heracles regresar con las manzanas hasta Euristeo.
Los poetas, llevados por la metáfora, veían el occidente, en el preciosos aspecto de su cielo
a la puesta del sol, como región de fulgor y gloria. Por eso colocaron allí las islas de los
Bienaventurados, la roja Isla Eritea, donde pastoreaban los brillantes bueyes de Gerión, y la
Isla de las Hespérides. Algunos creen que las manzanas son las naranjas de España, de las
que los griegos habían oído algunos imprecisos relatos.
Una celebrada hazaña de Heracles fue su victoria sobre Anteo. Anteo, hijo de la tierra era
un poderoso gigante y luchador, cuya fuerza era invencible mientras permanecía en contacto
con su madre Tierra. Obligaba a todos los forasteros que llegaban a su país a luchar con él,
con la condición que si caían vencidos (tal como sucedía con todos), debían ser ajusticiados.
Heracles lo enfrentó y, al ver que no servía de nada el voltearlo, pues siempre se levantaba,
con renovadas fuerzas después de cada caída, lo levantó de la tierra y lo estranguló en el
aire.
Caco era un gigante enorme, que habitaba una caverna sobre el monte Aventino, y que
saqueaba todo el país circunvecino. Cuando Heracles guiaba de vuelta a su patria los bueyes
de Gerión, Caco robó parte del ganado, mientras el héroe dormía. Para que sus pisadas no
sirvieran para mostrar dónde se los había llevado, los arrastró para atrás por las colas, hasta
su caverna, de manera que las huellas mostraban que se iban ido en dirección opuesta.
Heracles se engañó con esta estratagema, y había fracasado en la búsqueda de los bueyes, si
no hubiera sucedido que, al conducir el resto del rebaño junto a la caverna donde estaban
escondidos los otros robados, aquellos que estaban adentro comenzaron a mugir, y así
fueron descubiertos. Caco pereció a manos de Heracles.
La última hazaña que narraremos será la de haber traído al Can Cerbero desde el mundo
subterráneo. Heracles descendió al Hades, acompañado por Hermes y Artemisa. Obtuvo
permiso de Hades para llevar el Can Cerbero hasta la atmósfera de arriba, si lo podía hacer
sin usar armas, y a pesar de que el monstruo se debatía, lo asió, lo sostuvo con fuerza, lo
llevó a Euristeo, y luego lo volvió a traer. Cuando estaba en Hades, obtuvo la libertad de
Teseo, su admirador e imitador, que había sido retenido allí como prisionero por haber
tratado inútilmente de llevarse a Perséfone.
Heracles, en un ataque de locura, mató a su amigo Ifito, y fue condenado por esta ofensa a
convertirse en esclavo de la reina Ónfale durante tres años. Mientras estuvo a su servicio
pareció cambiar la naturaleza del héroe. Vivió afeminadamente, usando a veces el vestido
de mujer, e hilando lana con las siervas de Ónfale, mientras la reina usaba su piel de león.
Cuando concluyó este servicio se casó con Deyanira y vivió en paz con ella durante tres años.
En una ocasión, mientras viajaba con su mujer, llegaron a un río, a través del cual el centauro
Neso transportaba a los viajeros por una suma establecida. Heracles vadeó por sí mismo el
río, pero le entregó Deyanira a Neso para que transportara, Neso trató de escaparse con ella,
mas Heracles oyó sus gritos y arrojó una flecha al corazón de Neso. El centauro agonizante le
dijo a Deyanira que llevara parte de su sangre y la guardara, porque podría usarla como un
encantamiento para conservar el amor de su marido.
Así lo hizo Deyanira, y al poco tiempo creyó que había llegado la ocasión de usarlo.
Heracles en una de sus conquistas había tomado prisionera a una bella doncella llamada
Yola, que parecía gustarle más de lo que aprobaba Deyanira. Cuando Heracles iba a ofrecer
un sacrificio a los dioses en honor de su victoria, pidió a su mujer que le enviara una túnica
blanca para usar en tal circunstancia. Deyanira, pensando que era una buena oportunidad
para probar su hechizo de amor, sumergió la prenda en la sangre de Neso. Debemos creer
que cuidó de lavar todos los rastros, pero quedó el poder mágico, y tan pronto como la
prenda se calentó con el cuerpo de Heracles el veneno penetró en todos sus miembros, y le
produjó una intensa agonía. En su furia, cogió a Licas, que le había llevado la túnica fatal y lo
arrojó dentro del mar . Se arrancó el vestido pegado a la carne, y con el pedazos enteros del
cuerpo. En este estado se embarcó en un navío y fue transportado a su casa. Deyanira al ver
lo que había hecho inconscientemente, se ahorcó. Heracles, preparado para morir, ascendió
al monte Eta, donde construyó con árboles una pira funeraria, entregó su arco y flechas a
Filoctetes, y se acostó allí, la cabeza sobre la maza, y la piel de león cubriéndolo. Con un
rostro tan sereno como si estuviera ocupando su lugar en un banquete, ordenó a Filoctetes
que le aplicara la antorcha. Las llamas se extendieron rápidamente y pronto lo envolvieron
todo.
Los dioses mismos se preocuparon al ver concluir así al campeón de la tierra. Pero Zeus con
alegre rostro se dirigió a ellos de esta manera:
- Estoy contento de ver vuestra preocupación, príncipes míos, y me complazco en
percibir que soy el gobernante de gente leal, y que mi hijo goza de vuestro favor.
Aunque vuestro interés por él surge de sus nobles acciones, no es menos grato por ello
para mí. Pero ahora os ruego, no temaís. Quien ha triunfado sobre todo, no ha de ser
vencido por esas llamas que veís ardiendo en el monte Eta. Solamente puede perecer
en él lo que pertenece a su madre; lo que ha derivado de mi es inmortal. Lo traeré,
muerto para la tierra, a las orillas celestes, y espero de vosotros que lo recibiréis
bondadosamente. Si alguno de vosotros se sintiera agraviado porque se le otorgue
este honor, no puede ninguno, sin embargo, negar que lo ha merecido.
- Todos los dioses dieron su consentimiento; solamente Hera oyó las palabras finales
con algún disgusto de que fuera tan particularmente aludida, como no tanto como
para que la determinación de su marido la hiciera resentirse. De manera que cuando
las llamas consumieron de Heracles lo que debía a su madre, la parte más divina, en
vez de ser dañada por ellas, pareció alcanzar nuevo vigor, asumir un porte más
elevado, y una dignidad sublime. Zeus lo envolvió en una nube, y lo hizo subir en una
carroza de cuatro caballos a vivir entre las estrellas. Al ocupar su lugar en el cielo, Atlas
sintió el peso que se le añadía. Hera , reconciliada ahora con él, le otorgó su hija Hebe
para esposa.