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Capitalización de Intereses en Obligacions (... )

El documento analiza la capitalización de intereses en obligaciones en moneda extranjera a la luz del artículo 250 del DNU 70/2023, centrándose en el anatocismo y su aplicación en el contexto de deudas de valor. Se discuten diferentes posiciones sobre la posibilidad de capitalizar intereses desde la interposición de la demanda o solo tras la liquidación judicial, destacando la importancia de la normativa vigente y su interpretación. Finalmente, se concluye que la capitalización de intereses debe ser considerada con cautela, especialmente en el ámbito de las deudas de valor.
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Capitalización de Intereses en Obligacions (... )

El documento analiza la capitalización de intereses en obligaciones en moneda extranjera a la luz del artículo 250 del DNU 70/2023, centrándose en el anatocismo y su aplicación en el contexto de deudas de valor. Se discuten diferentes posiciones sobre la posibilidad de capitalizar intereses desde la interposición de la demanda o solo tras la liquidación judicial, destacando la importancia de la normativa vigente y su interpretación. Finalmente, se concluye que la capitalización de intereses debe ser considerada con cautela, especialmente en el ámbito de las deudas de valor.
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Título: Capitalización de intereses en obligaciones convenidas en moneda extranjera.

A
propósito del art. 250 del DNU 70/2023
Autor: Jalil, Julián E.
País: Argentina
Publicación: El Derecho - Diario, Tomo 310
Fecha: 12-02-2025 Cita Digital: ED-V-CMLXVI-861

Capitalización de intereses en obligaciones convenidas en moneda extranjera. A propósito del art. 250
del DNU 70/2023

Comentario al fallo G4S Detcon S.A. c. NOVAURB S.A. s/ ordinario.

por Julián Emil Jalil(*)

Sumario: 1. Introducción. – 2. El anatocismo. – 3. La posibilidad de capitalizar intereses ante la


interposición de la demanda y ante la liquidación judicial. 3.1. Posición que admite la capitalización de
intereses solo cuando la obligación se haya liquidado judicialmente (art. 770, inc. c). 3.2. Posición que
admite la capitalización de intereses desde la interposición de la demanda de daños (art. 770, inc. b) y
también desde la liquidación judicial. – 4. La posibilidad de replicar en más de una oportunidad la
capitalización de intereses en la liquidación judicial. – 5. La posibilidad de capitalizar de oficio. – 6. La
capitalización de intereses en obligaciones convenidas en moneda extranjera. – 7. Conclusión.

1. Introducción

Si viviésemos en un contexto económico y financiero similar al de muchos otros países, incluso vecinos, es
probable que estas cuestiones no tendrían mayor relevancia. Sin embargo, desde hace muchos años, la
constante pérdida de valor adquisitivo de la moneda ha derivado en muy altas tasas de interés bancarias
(aun las teóricas de descuento de la banca oficial). Tasas que, evidentemente, tienen un importante
ingrediente que busca compensar la inflación(1).

En el fallo comentado, se pone en duda la aplicación del art. 770, inc. b), a las sumas en dólares,
existiendo diferencias entre los magistrados votantes con relación al anatocismo.

Adentrándonos en la cuestión medular, debo referir que la temática de los intereses reviste importancia
capital en el derecho privado. BUSSO los definía como “Los aumentos que las deudas pecuniarias devengan
en forma paulatina durante un tiempo dado, sea como precio por el uso de un dinero ajeno o como
indemnización por un retardo en el cumplimiento”(2).

Enseñan PIZARRO y VALLESPINOS que “los intereses se generan en forma gradual y paulatina a través del
tiempo, en función de un capital, de una tasa y (agregamos como dato relevante) de otros parámetros que,
computados debidamente, pueden tener fuerte incidencia en la determinación del precio de la liquidez
ajena”(3).

Los intereses son pecuniarios, pues se derivan necesariamente de la obligación dineraria a la que acceden.
Participan de las notas informantes de las cosas accesorias (conf. art. 230 CCCN), en tanto su existencia y
naturaleza son determinadas por otra cosa de la cual dependen, lo cual se deriva de la identidad de
naturalezas que lo igualan al capital. A mayor abundamiento su régimen jurídico en sustancia es el del
dinero, lo cual también es extremo informante en la norma citada anteriormente, v. gr., “su régimen
jurídico es el de la cosa principal, excepto disposición legal en contrario”.

Son fijados en términos de proporcionalidad a la obligación principal y en función del tiempo, siendo esta
característica la que suele diferenciarlos de otros frutos civiles, como el salario, las rentas de alquileres,
los honorarios etc.(4)

Por último, gozan de periodicidad, pues son abonados por el transcurso del tiempo. Empleando en otro
sentido la metáfora luminosa de RAYCES, las potestades sobre las cosas que constituyen la deuda de
intereses, nacen en el acreedor en forma paulatina dada la naturaleza fluyente del derecho, que es
abonado de continuo por el devenir del tiempo. En tanto mayor es el lapso de tiempo, mayor es el interés.

La clasificación de los intereses ha sido objeto de estudio tanto por el derecho como por la economía.

Centrados en lo estrictamente jurídico, de acuerdo a su origen (es decir, la fuente de la cual emanan),
pueden ser: voluntarios(5) o legales(6). De conformidad con su función económica (las miras o finalidad
hacia las que se orientan) pueden ser: compensatorios, moratorios o punitorios.
PIZARRO y VALLESPINOS agregan un criterio de clasificación distinguiéndolos en convencionales, legales y
judiciales.

El correcto criterio de distinción ideado por los destacados maestros tiende a hacer lugar a la trascendente
categoría de los intereses judiciales, que indefectiblemente serán legales o convencionales en su origen,
no obstante, en esa puntual circunstancia, será la jurisdicción la que determine la tasa aplicable. Dicho
que, para dejar aclarado, en principio, los jueces no pueden crear intereses allí donde la ley no lo disponga
ni las partes lo hayan convenido.

Las clasificaciones son, en este supuesto, formas de delinear notas que constituyen la esencia de la figura,
dando lugar a categorías complejas que participan de más de una de las variables en función de las que son
establecidas las distinciones. Por ejemplo: (a) el interés inserto en una cláusula penal que fuese parte de
un contrato de locación, es convencional por su origen y punitorio por su función, (b) el interés dispuesto
en función del art. 1527 CCC en el contrato de mutuo, el cual se presume oneroso, es legal por su origen y
compensatorio por su función, etc.

La ley no tiene por qué seguir los criterios clasificatorios de la doctrina de los autores, razón por la cual,
en esta materia, diferencia entre: intereses compensatorios, intereses moratorios e intereses
punitorios(7).

2. El anatocismo

Como, con sencillez, enseñaba BOFFI BOGGERO, es anatocismo el interés del interés, es decir, la
capitalización de los intereses. Los intereses vencidos se agregan al capital y producen, a su vez, nuevos
intereses(8).

A renglón seguido, el recordado maestro refiere, citando la Enciclopedia Jurídica Argentina, que el término
derivaría del griego “anatokismos”, como conjunción de “ana” y “tokos”, vale decir, “repetición de la cosa
producida”(9). Sin poner en crisis, ni mucho menos, este criterio, otra explicación que preferimos podría
ser que el término proviene de αν (en castellano “an”) que literalmente es “por” o su derivación ανα (en
castellano “ana”) que en su función adverbial es “arriba” o “por encima”(10), y τοκος (en castellano,
“tokos”) que se corresponde con “parto, nacimiento; época del parto; hijo; descendencia; producto,
ganancia, interés”(11). Ello así, la genealogía del término podría permitirnos sugerir que se trata de un
interés “por encima” del interés en su manifestación simple. Un interés “potenciado”, lo que se adapta
plásticamente a la idea de “interés compuesto”.

Por imperio del anatocismo, los intereses se acumulan al capital, constituyendo, al decir de PIZARRO y
VALLESPINOS, una nueva “unidad productiva de intereses”(12).

Señala WAYAR, en una afirmación que signa el derrotero del instituto: “El anatocismo acrecienta
aceleradamente la deuda de dinero”(13). Derivación frecuente de esta inteligencia es que se lo haya
asociado casi automáticamente a la usura, habiendo entendido LLAMBÍAS que la estructura negocial sobre
la que reposa en el interés compuesto revela el apremiante estado de necesidad del deudor o la
irrefragable ignorancia de la magnitud y consecuencias del compromiso asumido, lo cual no puede sino
traer aparejada la ineficacia del acto(14); algo que, conforme BARBERO, luce, al menos, aventurado(15).

El art. 770 del Código Civil y Comercial dispone: “No se deben intereses de intereses excepto que:

a) una cláusula expresa autorice la acumulación de los intereses al capital con una periodicidad no inferior
a seis meses;

b) la obligación se demande judicialmente; en este caso, la acumulación opera desde la fecha de


notificación de la demanda;

c) la obligación se liquide judicialmente; en este caso, la capitalización se produce desde que el juez
manda pagar la suma resultante y el deudor es moroso en hacerlo;

d) otras disposiciones legales prevean la acumulación”.

El artículo ha merecido diversos comentarios que suelen confluir en la acertada idea de que el principio
general continúa siendo el de la prohibición de la capitalización de intereses.

Esta afirmación luce más lógica que con la normativa anterior, pues el inc. “a)” consagra una limitación de
carácter temporal, según la cual el plazo para la incorporación de los intereses al capital no puede ser
menor a seis meses. Esto así, existe una declaración que proscribe el interés compuesto, con excepciones;
y no obstante consagrar el inc. “a” el acuerdo de partes, se establece una nueva restricción a la autonomía
de la voluntad.
3. La posibilidad de capitalizar intereses ante la interposición de la demanda y ante la liquidación
judicial

3.1. Posición que admite la capitalización de intereses solo cuando la obligación se haya liquidado
judicialmente (art. 770, inc. c)

Existe una posición que entiende que el anatocismo no debe ser aplicado desde la notificación de la
demanda cuando la acción reposa sobre una obligación de las denominadas deudas de valor.

Las deudas de valor son aquellas en las que el monto resultante debe referirse al valor real al momento
que corresponda tomar en cuenta para la evaluación de la deuda (art. 772 del CCCN).

Explica PIZARRO que la obligación de valor tiene por objeto un valor abstracto o una utilidad, constituido
por bienes, que habrá de medirse necesariamente en dinero en el momento del pago. También se la
denomina deuda de valor estable o deuda dineraria final. Lo adeudado no es una suma de dinero sino un
valor, que necesariamente habrá de medirse en dinero, en el momento del pago, dicen algunos, o cuando
se practique la liquidación (convencional o judicial) de la deuda y se la traduzca en una suma de dinero,
según otros(16).

El Código las regula en el art. 772 en estos términos: “Si la deuda consiste en cierto valor, el monto
resultante debe referirse al valor real al momento que corresponda tomar en cuenta para la evaluación de
la deuda. Puede ser expresada en una moneda sin curso legal que sea usada habitualmente en el tráfico.
Una vez que el valor es cuantificado en dinero se aplican las disposiciones de esta sección”.

La distinción entre deudas de dinero y de valor existe desde el punto de vista ontológico, porque hay una
sustancial diferencia entre deber un quantum (deudas de dinero) y un quid (deudas de valor). En las
primeras, se debe una “cantidad de algo” que es dinero, y en las segundas, se debe otra cosa que es el
“valor de algo”.

La doctrina históricamente consideró deudas de valor a las indemnizaciones por daños y perjuicios, como la
que se presenta en este caso.

Siguiendo este hilo argumental, se puede referenciar que, en las XIX Jornadas Nacionales de Derecho Civil,
se concluyó que deben encuadrarse como obligaciones de valor las indemnizaciones de daños (Mayoría:
BONINO, GIROTTI, SALVATORI, COMPIANI, SAGARNA, VIALE, SCOTTO LAVINA, CASTRO, MÁRQUEZ, CORNET,
BORDA, COSSARI, MOIA, REY DE RINESSI), y que el momento para la cuantificación de la deuda de valor es
el determinado por las partes en el contrato, o la sentencia en el caso de deudas judiciales (unánime).
Asimismo, se dijo que, al cuantificarse la deuda de valor, se aplican las disposiciones de las obligaciones de
dar dinero (unánime)(17).

Entonces, cuando se persigue un resarcimiento indemnizatorio, puedo concluir que se trata de una deuda
de valor. En este marco, el inc. b) del art. 770 del CCCN que admite la capitalización de intereses desde la
notificación de la demanda, no debe ser aplicado, justamente por tratarse de una “deuda de valor”.

Se arriba a esta conclusión por diversos motivos, entre los cuales puedo señalar:

- El art. 772 del CCCN establece, refiriéndose a las obligaciones de valor, que “Una vez que el valor es
cuantificado en dinero se (les) aplican las disposiciones de esta Sección”. Esa sección es en donde,
justamente, está previsto el anatocismo y las excepciones a este, entre las que está el art. 770 del CCCN.
Vale decir que, al momento de interposición de la demanda, la deuda no era dineraria.

- Además, en los procesos judiciales por obligaciones de valor (como las indemnizaciones), no solamente se
discute la existencia, vigencia y exigibilidad de la obligación, sino que también está controvertido el monto
o extensión de esta. La extensión de la obligación, igual que su existencia, es de interpretación restrictiva
(art. 727 del CCCN).

- Muchas veces se llega al conflicto judicial, no porque el eventual deudor desconozca la existencia de la
obligación, sino porque las partes no se ponen de acuerdo sobre el monto del crédito del acreedor. Sería
injusto que el deudor sea penalizado con la capitalización de intereses cuando se niega a pagar la suma
que el demandante pretende en forma unilateral.

- El anatocismo es regulado por el art. 770 del CCCN, dentro de las normas que regulan las denominadas
obligaciones dinerarias; mientras que las obligaciones de valor son incorporadas al CCCN en una norma (el
art. 772 del CCCN) que está ubicada posteriormente en el orden numérico ordinario de los artículos del
Código. De tal forma, por la ubicación en el Código de las normas involucradas, el anatocismo permitido
por demandas judiciales no debe comprender a las deudas de valor.
- Como regla general rige la prohibición del anatocismo, los supuestos excepcionales en que se permite la
capitalización de intereses deben ser interpretados en forma estricta y restrictiva(18).

- Una interpretación contraria provocaría que el inc. c) nunca fuera aplicable, pues como toda liquidación
judicial se da, obviamente, en el marco de un proceso judicial. La aplicación literal del principio del inc.
b) convertiría en letra muerta al inc. c).

En definitiva, no correspondería la aplicación del inc. c) del art. 770 del CCCN, porque este se utiliza a una
situación específica, como es la existencia de una “liquidación judicial”, y no genérica, como es una
“demanda judicial”.

Tal carácter de “específico” y “genérico” surge del hecho de que una liquidación judicial siempre ocurre
dentro de una demanda judicial, pero una demanda judicial no siempre finaliza con una liquidación
judicial. Es decir, aunque parezca una situación poco común, el inc. b) solo es aplicable en los casos en que
no haya una liquidación judicial(19).

En este orden de ideas, se ha dicho que la exigibilidad del crédito está supeditada al reconocimiento
judicial, de modo que al momento de interposición de la demanda el título de la obligación no contenía
intereses previamente exigibles que razonablemente deban acumularse al capital para generar, a su vez,
un interés compuesto(20).

Desde esta perspectiva las demandas de daños y perjuicios deben subsumirse en el art. 770, inc. c), del
CCCN, el cual autoriza la capitalización de intereses cuando la obligación se haya liquidado judicialmente,
la que se producirá desde que el juez mande pagar la suma resultante, y el deudor sea moroso en
hacerlo(21).

3.2. Posición que admite la capitalización de intereses desde la interposición de la demanda de daños (art.
770, inc. b) y también desde la liquidación judicial

Esta posición, a la que adherimos, está sustentada en la letra de la ley que autoriza la capitalización desde
la interposición de la demanda de daños y luego desde la liquidación. Explicaremos por qué procede el
anatocismo ante la interposición de la demanda de daños y ante la liquidación, y haremos referencia a la
posibilidad de replicar en más de una oportunidad la capitalización de intereses en la liquidación judicial.

Resulta evidente que el art. 770 en su redacción resulta confuso en los incs. b) y c) en torno a si se puede
exigir en dos momentos del proceso la capitalización de intereses.

Al respecto, se pregunta SANTARELLI: “¿Procede el anatocismo en ambas oportunidades o bien una descarta
a la otra?, y responde el jurista: que en opinión de PIZARRO, a partir del momento en que se notifica la
demanda, opera la capitalización de intereses. De allí en adelante no hay más capitalización de intereses
(…) hasta el momento en que se produzca la liquidación judicial de la deuda que pasamos a tratar (…)
Cuando la deuda dineraria o de valor se liquide judicialmente, la capitalización de intereses procede a
partir del momento en que el juez manda a pagar la suma resultante y el deudor es moroso en hacerlo. En
similar dirección se ha expedido ALFERILLO: (…) el monto original demandado puede sufrir al menos dos
capitalizaciones: la primera, al notificar la demanda; la segunda, cuando se liquida la condena y el deudor,
debidamente intimado no abona”(22).

La capitalización que prescribe el art. 770, inc. b), del Código Civil y Comercial comprende el período que
va desde la mora del deudor hasta la efectiva notificación de la demanda. En este sentido, la acumulación
de los accesorios se produce desde la notificación de la demanda, lo que también equivale a sostener que
es desde allí –traba de la Litis– que los intereses se convierten en capital(23).

En cuanto al momento en el cual pueden adunarse la capitalización, de intereses en la liquidación, algunos


autores han considerado que basta la notificación en la que se corre vista de la liquidación al deudor para
hacer nacer el derecho de capitalizar en la siguiente liquidación(24).

Consideramos que es necesario que se haya cumplido con el recaudo vinculado con el requerimiento de
pago al deudor, que es lo que, en definitiva, determina que se le imponga la obligación de abonar intereses
sobre el monto total de la liquidación impaga.

Es que en el caso de la deuda liquidada judicialmente la capitalización solo procede cuando, aprobadas las
cuentas, el juez manda a pagar la suma resultante y el deudor fuere moroso en hacerlo (art. 770, inc. c).
Pero para que ello tenga lugar es menester que, una vez aceptada la cuenta por el juez, el deudor sea
intimado al pago, pues solo si entonces éste no lo efectiviza, cae en mora y, como consecuencia de la mora
derivada de la nueva interpelación, debe intereses sobre el monto total de la liquidación impaga.
Es decir, ni esa comunicación, ni la notificación de la resolución que aprueba los cálculos es hábil para
encuadrar el caso en la excepción del art. 770 del CCCN ante los claros términos de las normas que
requiere que el juez “manda pagar”(25). En igual sentido, se ha dicho que el art. 770, inc. c), del Cód. Civ.
y Comercial autoriza la capitalización de intereses cuando la obligación se haya liquidado judicialmente, la
que se producirá desde que el juez mande pagar la suma resultante, y el deudor sea moroso en
hacerlo(26).

Este criterio ha sido seguido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación que, al compartir el dictamen
de la señora Procuradora Fiscal, calificó de arbitraria la sentencia que aprobaba una liquidación practicada
con anatocismo si el juzgador no tuvo en cuenta que la capitalización judicial de accesorios solo procede
cuando, liquidada la deuda, el juez mandase pagar la suma resultante y el deudor fuese moroso en
hacerlo. Según se dijo en el referido precedente, para que eso ocurra, una vez aceptada la cuenta por el
juez, el deudor debe ser intimado al pago, pues solo si este no lo hace efectivo cae en mora y debe
intereses sobre el monto total de la liquidación(27).

4. La posibilidad de replicar en más de una oportunidad la capitalización de intereses en la liquidación


judicial

El art. 770 del CCCN se ha pronunciado a favor de la posibilidad de la reiteración de la capitalización en


tanto se mantenga la contumacia del deudor, empero se ha señalado la posibilidad de llevar a resultados
abusivos, por lo cual se propone, ante el silencio de la ley, aplicar análogamente la pauta del art. 770, inc.
a). Sin embargo, cabe sustentar la veda a la reiteración del proceso acumulativo de intereses al capital, y
ello así por razón de que o bien se está ante un insolvente, o bien el acreedor no es diligente al momento
de ejecutar su crédito, con lo cual en la mayoría de los casos carece de sentido permitir mecanismos de
engrosamiento de deudas sin utilidad(28).

Así lo ha entendido la jurisprudencia, al precisar que si bien en los casos de capitalización convencional la
norma es clara en cuanto admite la acumulación con una periodicidad no inferior a seis meses, no surge
expresamente del inc. b) bajo estudio si esta procede una sola vez o sucesivamente. Sin perjuicio de ello,
es lo cierto que la notificación de la demanda se produce por una sola y única vez, pues el acto de
notificar la demanda, también es único en el proceso ejecutivo. Por ello, desde la puesta en mora del
deudor hasta la traba de la litis, se procederá capitalizar cada seis meses, salvo que exista abuso de este
derecho (art. 10 del CCCN). Los posteriores intereses durante el curso del proceso ya no se capitalizarán,
sino que se irán devengando como interés simple(29).

5. La posibilidad de capitalizar de oficio

Los jueces pueden capitalizar de oficio y ello no menoscaba el principio de congruencia, pues los
accesorios comprenden la reparación integral prevista en el art. 1740 del CCCN. En este orden se ha
precisado que no se evidencia una violación evidente del principio de congruencia, conforme expone el
apelante, derivada del hecho que el a quo dispusiera la capitalización de intereses sin petición de la
accionante. Ello, ya que al demandar la actora el pago de intereses, tal reclamo global comprende en su
seno el de aplicación de la totalidad del régimen legal que regla la aplicación de tales accesorios,
hallándose entre tales normas el art. 770 CCCN(30).

6. La capitalización de intereses en obligaciones convenidas en moneda extranjera

Entendemos, tal como lo ha señalado el fallo en su parte predominante que la capitalización alcanza a los
montos de condena en ambas monedas. Respecto de las sumas en dólares, en tanto el inc. b) del art. 770
del CCCN que aquí se aplica no distingue el tipo de moneda para las obligaciones que se demande
judicialmente, no encuentro motivos para que no se capitalicen las sumas en dólares.

Pues el régimen aplicable a las obligaciones de dar moneda extranjera en el Código Civil y Comercial es el
de las obligaciones de dar dinero, por lo que los intereses que produzcan dichas deudas y su capitalización
estarían regidos por las mismas normas que las obligaciones de dar sumas de dinero. Por lo demás, esta
interpretación está en línea con la sustitución del art. 765 CCCN, efectuada por el art. 250 del DNU
70/2023, en virtud del cual las obligaciones constituidas en moneda extranjera tienen el mismo régimen
jurídico que las obligaciones dinerarias de curso legal.

Ello sin perjuicio de la facultad de reducir los intereses en los casos previstos por el art. 771 del CCCN que,
aclaro, no se verifican en el caso.

7. Conclusión

A modo conclusivo, debemos precisar que en un país de arraigada inestabilidad monetaria la capitalización
de intereses importa un mecanismo eficaz para evitar la especulación financiera. A través de ella se castiga
al deudor remiso a hacer frente a su obligación legal, y constituye una recompensa para el acreedor que
tuvo que transitar por un proceso judicial (incluida la liquidación judicial de la deuda) para poder
efectivizar su crédito.

Por su parte, al determinar el art. 250 del DNU 70/2023 que las obligaciones constituidas en moneda
extranjera tienen el mismo régimen jurídico que las obligaciones dinerarias de curso legal, no existen
motivos para omitir la aplicación del régimen de capitalización de intereses a las obligaciones de dar suma
de dinero en moneda extranjera.

La capitalización del art. 770, inc. b), opera desde la notificación de la demanda, y la capitalización del
art. 770, inc. c), procede cuando, aprobadas las cuentas, el juez manda a pagar la suma resultante y el
deudor es moroso en hacerlo (770, inc. c). Con relación a este último supuesto, como dijimos, es necesario
que el deudor sea intimado al pago, una vez producida la mora ante el incumplimiento de esa manda se
pueden adunar los intereses sobre la liquidación que aún no ha sido pagada.

(*) Juez de Cámara. Doctor en Derecho. Autor de 23 obras jurídicas.

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ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA - ECONOMÍA - ACREEDOR - DEUDOR

Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes trabajos publicados en El Derecho: La mora y
la pesificación de las obligaciones, por Alejandro Borda, ED, 198-401; Sistema de factor de atribución en el
Código Civil y Comercial, por Carlos A. Ghersi, ED, 267-878; Los supuestos expresamente contemplados en
el nuevo Código que eximen –total o parcialmente– la atribución de la responsabilidad, por Juan Francisco
González Freire, ED, 274-813; Apuntes en torno a las medidas mitigadoras en el Código Civil y Comercial
argentino, con especial atención a la responsabilidad civil por incumplimiento contractual, por Daniel L.
Ugarte Mostajo, ED, 275-504; Criterios de atribución de responsabilidad civil. Razones de su evolución
desde Vélez Sarsfield hasta el Código Civil y Comercial, por Fernando Alfredo Ubiría, ED, 277-724;
Obligaciones de dinero y de valor. El retorno a otros tiempos, por Rubén H. Compagnucci de Caso y María
Sol Silverati, ED, 289; ¿Cómo se pagan las deudas en moneda extranjera?, por José Fernando Márquez, ED,
289; Obligación en moneda extranjera: desdoblamiento de criterio, por Facundo Joaquín Perelli, ED, 299;
Paralización del proceso judicial, mora del acreedor y curso de los intereses, por Juan J. Formaro, ED, 296-
17; Indemnización fijada a valores actuales. ¿Tasa activa?, por Marcos Mazzinghi, ED, 296-811; La
capitalización de intereses por demanda judicial en las deudas de valor, por Eduardo C. Méndez Sierra, ED,
299-400; Legitimación judicial de intereses exorbitantes en un fallo con votos que implican ponderaciones
incompatibles, por Guillermo F. Peyrano, ED, 303; Algunas conclusiones del fallo de la CSJN sobre intereses
y anatocismo dictado en la causa “Oliva, Fabio Omar c. COMA S.A.” de fecha 29 de febrero de 2024, por
Roberto A. Vázquez Ferreyra, ED, 305; Consideraciones sobre dos recientes fallos de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación con relación a las deudas dinerarias, por Eduardo Carlos Méndez Sierra, ED, 305.
Todos los artículos citados pueden consultarse en www.elderechodigital.com.ar.

(1) CNCiv., sala L, 30/10/2020, F R E c. C A y otros s/ daños y perjuicios - resp. prof. médicos y aux., La
Ley Online, AR/JUR/55015/2020.

(2) El autor recuerda asimismo otras definiciones. Así, por ejemplo, una atribuida a Messa en los siguientes
términos: hay obligación de intereses cuando el deudor de una suma de dinero o de otra cantidad de cosas
genéricamente designadas, está obligado a pagar al acreedor, sobre aquella cantidad, una compensación
por la privación de su uso, en cosas de igual género y calidad o en su equivalente pecuniario y en
proporción a la cantidad debida principalmente y a lo que haya durado la privación de su uso”. Otra a
Enneccerus que sostenía “Se ha llamado interés a una cantidad de cosas fungibles que puede ser exigida
como rendimiento de una obligación de capital, en proporción al importe o al valor del capital y al tiempo
por el cual se está privado de la utilización de él (BUSSO, Eduardo. Código Civil anotado, ed. EDIAR, Buenos
Aires, 1951, Tomo IV, pág. 208).

(3) PIZARRO, Ramón Daniel y VALLESPINOS, Carlos Gustavo. Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones,
ed. Hammurabi, Buenos Aires, 2006, Tomo I, pág. 397.

(4) Ibídem, pág. 401.

(5) Son aquellos que tienen por fuente la voluntad de, al menos, una de las partes informantes de un acto
jurídico. El interés voluntario suele ser convencional, dado que, de ordinario, las partes lo acuerdan en el
ámbito de la autonomía de la voluntad propia de los contratos (conf. artículo 958 CCCN). Sin perjuicio de
ello, nada obsta a que surjan de una única voluntad generadora de un acto jurídico unilateral, por ejemplo
“los podría instituir el testador en un legado” (OSSOLA, Federico A. Obligaciones, ed. Abeledo Perrot.
Buenos Aires, 2016, pág. 324. PIZARRO, Ramón Daniel y VALLESPINOS, Carlos Gustavo. Instituciones de
Derecho Privado. Obligaciones, ed. Hammurabi, Buenos Aires, 2006, Tomo I, pág. 403).

(6) Son aquellos que reconocen su fuente directa en alguna disposición de la ley. El ordenamiento en
múltiples oportunidades dispone que deben ser pagados intereses. Son intereses legales los consagrados en
los arts. 133, 157, 1398 y 1570 del CCCN.

(7) JALIL, Julián Emil - MAGRI, Eduardo. Tratado de derecho de las obligaciones. Análisis exegético del
sistema obligacional en el Código Civil y Comercial, ed. 20XII.2020, pág. 511 y sigs.

(8) BOFFI BOGGERO, Luis María. Tratado de las Obligaciones, Tomo 3, ed. Astrea, Buenos Aires, 1975, pág.
403.

(9) CALANDRELLI, Matías. Filología jurídica, en Enciclopedia Jurídica Argentina, Buenos Aires, Año I, N° II,
pág. 6.

(10) PABON S. DE URBIBA, José. Manual griego clásico – español, ed. Vox, Spain, 2012, pág. 37.

(11) Ídem.

(12) PIZARRO, Ramón Daniel; VALLESPINOS, Carlos Gustavo. Instituciones de derecho privado. Obligaciones,
ed. Hammurabi, Buenos Aires, Argentina, 2006, Tomo 1, pág. 430.

(13) WAYAR, Ernesto C. Derecho Civil. Obligaciones, ed. Lexis Nexis, Argentina S.A., Buenos Aires,
Argentina, 2002, Tomo II, pág. 533.

(14) LLAMBÍAS, Jorge J. Tratado de derecho civil. Obligaciones, ed. Abeledo Perrot. Buenos Aires, 1970,
Tomo II-A, N° 931.

(15) BARBERO, Ariel E. Intereses monetarios, ed. Astrea, Buenos Aires, Argentina, 2000.

(16) PIZARRO, Ramón D. “Los intereses en el Código Civil y Comercial”, LA LEY 31/07/2017, 1, LA LEY 2017-
D, 991, AR/DOC/1878/2017.

(17) XIX Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Rosario, 2003. BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, “Deudas de
dinero y deudas de valor. Alcance de la distinción y posibilidad de suprimirla”, LA LEY 149, 952 -
Obligaciones y Contratos - Doctrinas Esenciales, Tomo III, 01/01/2009, 7, Cita Online: AR/DOC/3432/2009.

(18) GUFFANTI, Daniel Bautista, “La demanda judicial como excepción a la prohibición del anatocismo; su
inaplicabilidad a las obligaciones de valor”, Ponencia presentada en la JNDC, La Plata, 2015,
http://jornadasderechocivil.jursoc.unlp.edu.ar/

(19) PERUCCHI, Héctor, “El ‘anatocismo’ en el nuevo Código Civil y Comercial”, en: ///el-anatocismo-en-
el-nuevo-código-civil-y-comercial

(20) CNTrab., sala X, 26/12/2019, “Peinado, Camilo Ernesto Damián c. Banco Patagonia S.A. s/ despido”,
RDLSS 2020-13, 58, AR/JUR/55369/2019.

(21) CNCom., sala C, 26/12/2019, “Marvocich, Miguel c. BBVA Consolidar Seguros S.A. s/ ordinario s/ inc.
liquidación”, AR/JUR/55887/2019.

(22) SANTARELLI, Fulvio Germán. “El anatocismo en el régimen del Código Civil y Comercial”, Revista del
Notariado, N° 931 (ene-mar 2018), 12/07/2018. Sección: 3-Doctrina. PIZARRO, Ramón D., “Los intereses en
el Código Civil y Comercial”, La Ley, Buenos Aires, Nº 143, 31/7/2017 (Tomo 2017-D, Cita Online:
AR/DOC/1878/2017). PIZARRO, Ramón y VALLESPINOS, Daniel. Tratado de obligaciones, Tomo 1, Santa Fe,
Rubinzal-Culzoni, 2017, p. 530. ALFERILLO, Pascual E., “Obligaciones”, en Sánchez Herrero, Andrés (dir.),
Tratado de derecho civil y comercial, t. 2, Buenos Aires, La Ley, 2016, pág. 118.

(23) C2a Civ. y Com., La Plata, sala II, 13/08/2020, “Cooperativa de Trabajo La Hoja Ltda c. Superclc S.A.
s/ cobro ejecutivo”, La Ley Online, AR/JUR/33197/2020.

(24) Juárez Ferrer, Martín, “Capitalización de intereses en juicio”, La Ley Online, AR/DOC/2519/2017;
Pizarro, Ramón D., “Los intereses en el Código Civil y Comercial”, La Ley Online, AR/DOC/1878/2017.
CNCiv., sala I, 20/11/2020, “Olivera, Marta y otros c. OSPERYH Obra Social de Personal de Edif de Renta y
Horz y otros s/ daños y perjuicios”, La Ley Online, AR/JUR/63484/2020.

(25) TRIGO REPRESAS, Félix A. en Alterini, Jorge H. [dirección], Código Civil y Comercial comentado.
Tratado Exegético, Buenos Aires, LA LEY, 2015, Tomo IV, pág. 213. CNCiv., sala I, 20/11/2020, “Olivera,
Marta y otros c. OSPERYH Obra Social de Personal de Edif. de Renta y Horz. y otros s/ daños y perjuicios”,
La Ley Online, AR/JUR/63484/2020.

(26) CNCom., sala C, 26/12/2019, “Marvocich, Miguel c. BBVA Consolidar Seguros S.A. s/ ordinario s/ inc.
liquidación”, AR/JUR/55887/2019.

(27) CSJN, “Elena M. Aranda y otro c. Luis Á. Ferreyra y/o Batallón de Ingenieros de Combate 141”,
20/12/2016, Fallos: 339:1722.

(28) SANTARELLI, Fulvio Germán. “El anatocismo en el régimen del Código Civil y Comercial”, Revista del
Notariado, N° 931 (ene-mar 2018), 12/07/2018. Sección: 3-Doctrina. Aduna el autor que la cuestión ya se
discutía con el art. 623 del CC, que establecía como excepción al principio que vedaba el anatocismo:
“cuando liquidada la deuda judicialmente con los intereses, el juez mandase pagar la suma que resultare,
y el deudor fuese moroso en hacerlo”. En ese entonces se preguntaban los autores si los intereses
posteriores a esta intimación se podían acumular. En tal sentido, BUSSO señalaba, con aquel texto legal,
que la liquidación de deuda intimada judicialmente se practicaba con posterioridad a la sentencia que
reconocía el crédito, y que era la última y única oportunidad de incorporar los intereses al capital; luego,
los intereses se devengarían en forma simple. LLAMBÍAS no compartía tal limitación, dejando a salvo la
posibilidad de la reiteración del procedimiento de capitalización de los intereses devengados con
posterioridad. Con cita en: BUSSO, Eduardo B. (colaboradores: Acuña Anzorena, Guillermo et al.],
[comentario al art. 623], en Código Civil anotado, Tomo 4, Buenos Aires, Ediar, 1951, § 71, pág. 333.
OSSOLA, Federico A., Obligaciones (colección “Derecho Civil y Comercial”; Dirs.: Julio C. Rivera y Graciela
Medina, v. 3), Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2017, pág. 338; y Pizarro, Ramón D. y Vallespinos, Daniel, ob.
cit. (cfr. nota 14), pág. 532.

(29) C2a Civ. y Com., La Plata, sala II, 13/08/2020, “Cooperativa de Trabajo, La Hoja Ltda. c. Superclc S.A.
s/ Cobro ejecutivo”, La Ley Online, AR/JUR/33197/2020.

(30) CApel., Trelew, sala A, 07/09/2020, “S., F. c. A., D. M. s/ cobro de pesos e indemnización de ley”, La
Ley Online, AR/JUR/47816/2020 (voto de la Dra. Cordón Ferrando).

__________________

Intereses:

Capitalización: art. 770, inc. b), del CCyC; interpretación; anatocismo; alcances; montos de condena en
dólares.

1 – La excepción a la prohibición de anatocismo contemplada en el inc. b) del art.770 del CCyC alude a una
única capitalización para el supuesto de que una obligación de dar dinero se demande judicialmente, y en
tal sentido aclara literalmente que, en este caso, la acumulación opera desde la fecha de la notificación
de la demanda, de modo que no puede ser invocada para imponer capitalizaciones periódicas sucesivas
durante la tramitación del juicio. Y si bien el inc. a) del artículo mencionado admite la estipulación
convencional de capitalizaciones periódicas, es claro que se refiere exclusivamente a capitalizaciones que
fueron expresamente pactadas.

2 – Dado que en el escrito de inicio el actor solicitó la capitalización de los intereses desde la fecha de
notificación de la demanda y tal modalidad coincide con la prevista por el art. 770, inc. b), del CCyC, cabe
concluir que los intereses fijados en la sentencia de grado deben capitalizarse por única vez desde esa
fecha, sea respecto a los montos de condena en pesos como a los en dólares; pues el mencionado artículo
no distingue el tipo de moneda para las obligaciones que se demanden judicialmente, por lo cual, no hay
motivos para que no se capitalicen las sumas en dólares.

3 – La capitalización de intereses desde la fecha de notificación de la demanda dispuesta en la sentencia


de grado alcanza sea a los montos de condena en pesos como a los en dólares, ya que el régimen aplicable
a las obligaciones de dar moneda extranjera en el Código Civil y Comercial es el de las obligaciones de dar
dinero, por lo que los intereses que produzcan dichas deudas y su capitalización se rigen por las mismas
normas que las obligaciones de dar sumas de dinero. Interpretación esta que se encuentra en línea con la
sustitución del art. 765 de dicho Código, efectuada por el art. 250 del DNU 70/2023, en virtud del cual las
obligaciones constituidas en moneda extranjera tienen el mismo régimen jurídico que las obligaciones
dinerarias de curso legal; ello, sin perjuicio de la facultad de reducir los intereses en los casos previstos
por el art. 771 del CCyC, los cuales no se verifican en el caso.

4 – Cabe rechazar la procedencia, en el caso, de la capitalización de intereses de la porción de la condena


admitida en dólares estadounidenses, pues el art. 770, inc. b), del CCyC no establece diferencias según se
trate de una deuda en moneda de curso legal o de una en moneda extranjera; por lo que, toda vez que en
lo relativo a esta última nada se especifica, no puede recurrirse a interpretaciones extensivas y/o
analógicas (del voto en disidencia de la doctora Tevez).

5 – Puesto que el art. 771 del CCyC otorga a los jueces facultades morigeradoras de los intereses cuando el
resultado que provoque la capitalización excede, sin justificación y desproporcionadamente, el costo
medio del dinero para deudores y operaciones similares, cabe concluir que, en el caso, respecto a la
condena en moneda extranjera, debe estarse al principio general que rige la materia, esto es, la
prohibición de la capitalización; ya que de otro modo, se arribaría a un resultado económico
desproporcionado (del voto en disidencia de la doctora Tevez). R.C.

CNCom., sala F, junio 5-2024. – G4S Detcon S.A. c. NOVAURB S.A. s/ ordinario.

En Buenos Aires a los 7 días del mes de junio de dos mil veinticuatro, reunidos los Señores Jueces de
Cámara en la Sala de Acuerdos fueron traídos para conocer los autos “G4S DETCON S.A. C/ NOVAURB S.A.
S/ ORDINARIO”, Expte. Nro. 4502/2020, en los que al practicarse la desinsaculación que ordena el art. 268
del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación resultó que la votación debía tener lugar en el siguiente
orden: Vocalías N° 17, N° 16, N° 18. Dado que la Vocalía 18 se halla actualmente vacante, intervendrán los
Doctores Ernesto Lucchelli, Alejandra N. Tevez y Juan R. Garibotto (art. 109 RJN, ver informe de
integración).

Estudiados los autos la Cámara plantea la siguiente cuestión a resolver:

¿Es arreglada a derecho la sentencia del 10/07/2023?

El Sr. Juez de Cámara Doctor Ernesto Lucchelli dice:

I. Antecedentes de la causa

1. G4S DETCON SA (en adelante “G4S”) inició demandacontra NOVAURB SA (en adelante “Novaurb”) para
reclamar el pago de $137.153,04 y de u$s 9.832,32, o lo que en más o en menos surja de la liquidación a
practicarse, los intereses calculados a la tasa activa del BNA para el monto en pesos y del 8% anual para el
monto en dólares y las costas.

Solicitó, asimismo, la capitalización de los intereses en los términos del art. 770 inc. b CCCN desde la
notificación de la demanda.

Expuso que es proveedor de productos y servicios de seguridad en varios países. Enunció los servicios que
brinda. Señaló que la demandada es una empresa constructora que fue contratada por Aeropuertos
Argentina 2000 SA (en adelante, “Aeropuertos Argentina”) para realizar obras en el aeropuerto
internacional de Ezeiza.

Mencionó que en el 2018 Novaurb la subcontrató para realizar tareas específicas en ese aeropuerto, las que
fueron detalladas en la encomienda en la que especificó su trabajo. Añadió que el valor de la obra se
estimó en u$s 188.679,25 + IVA, que se pagaría en moneda de curso legal y que pactaron también un
sistema de actualización de precios por la variación del IPC o de los salarios de la UOCRA, según cuál índice
fuera mayor. Asimismo, indicó que se acordó un ajuste de precios en caso de que la comitente de la
demandada le reconociera a esta última un ajuste.

Dijo que se acordó un sistema de medición en obra por períodos mensuales el cual se iría certificando
según el grado de avance. Expuso que, una vez emitido y aprobado el certificado correspondiente, lo cual
podía ser expreso o táctico ante el silencio de la demandada frente al detalle que presentara, se emitiría
la factura y se enviaría a la accionada, quien tenía 15 días para abonarla.

Relató que la relación entre las partes se desarrolló con cierta normalidad, aunque tuvo altibajos derivados
en los recurrentes atrasos en los pagos por parte de la demandada. Expuso que la emisión de los
certificados y las facturas correspondientes fueron acompañadas con la demanda y que, en todos los que
sustentan esta acción, fueron recibidos y aprobados por la accionada sin formular ninguna observación.
Indicó que el reclamo está integrado por: a) la nota de débito ° A0004-00000505 el 30/4 /19 por $6.381,89;
b) la Factura N° A004-00010215 del 11/4/2019 por $202.793,38 (de la cual el saldo pendiente ascendió a
$2.793,38); c) la Factura N° A0004-00010305 del 22/5/2019 por $127.977,77; d) la Factura N° A-0004-
00010216 del 11/4/19 por u$s 5.501,63; e) la Factura N°A-0004-00010306 del 22/5/19 por u$s 4.330,69.
Indicó que le envió el 23/9/19 a la accionada una carta documento con un reclamo de pago de la totalidad
de la deuda, pero que esta no pagó ni le respondió.

Resaltó que, ante la falta de observación e impugnación, se trató de cuentas liquidadas (cfr. 474 del Código
de Comercio y 1145 CCCN).
Refirió a la realización de la mediación previa obligatoria, la cual concluyó de manera infructuosa.

Fundó en derecho y ofreció prueba.

2. NOVAURB S.A se presentó y contestó demanda solicitando su rechazo con costas.

Inicialmente, realizó una síntesis de los hechos invocados en la demanda y de seguido, formuló una
pormenorizada y categórica negativa de los mismos, con excepción de los que reconoció expresamente.

Relató su versión de los acontecimientos y adelantó que, de la misma, surge la necesidad de citar a
Aeropuertos Argentina.

Dijo que ganó la licitación que realizó Aeropuertos Argentina que fue llamada EZE-4046 y que implicó la
reorganización funcional de la planta baja de la Terminal A del aeropuerto de Ezeiza.

Explicó que, desde el comienzo de la obra, la contratista principal la asfixió financieramente, pues no
pagaba oportunamente las obligaciones asumidas. Resaltó que ello le impidió continuar con la obra y la
condujo a celebrar un acuerdo de rescisión el 21/5/2019. Añadió que, en tanto la contratista siguió
incumpliendo, se desligó completamente de las obras a realizar.

Sin embargo, explicó que respecto de la demandante, no ocurrió lo mismo, pues recibió de parte de
Aeropuertos Argentina la obra que tenía su parte y que en las órdenes de compra que acompañó con la
demanda se desprende que no solo reconoce las obras a realizar sino las que ya había realizado, cuando la
obra estaba a cargo de Novaurb SA. En consecuencia, adujo que la pretensión de la actora implica un
enriquecimiento sin causa, pues procura recibir dinero por obras que ya fueron abonadas por Novarub SA.

Solicitó la citación como tercero de Aeropuuertos Argentina en los términos previstos por el Cpr. 94 y ss. y
aludió a cada uno de los requisitos necesarios para su intervención. Destacó, en ese sentido, que la
controversia resulta común.

Desconoció cierta documentación acompañada con la demanda-

Ofreció prueba y fundó en derecho.

3. Aeropuertos Argentina se presentó y solicitó el rechazo del pedido de citación como tercero.

En primer lugar, negó categóricamente los hechos expuestos por la actora y la demandada, con excepción
de aquellos que reconoció expresamente.

Aludió al acuerdo de rescisión que celebró con la demandada el 21/5 /19 por medio del cual todas las
obligaciones que se vinculaban con la obra EZE4046 quedaban extinguidas de común acuerdo, sin derecho a
reclamo alguno.

Añadió que, en consecuencia, ocurrió el cierre definitivo de todo conflicto que podrían haber tenido con
anterioridad y que se produjo una rescisión bilateral parcial, absolutamente válida.

Enunció los pagos que realizó a Novaurb SA y que los mismos tuvieron una serie de retenciones. Asimismo,
señaló que existió un crédito en favor de la demandada provocado por la entrega de materiales. Aclaró que
el compromiso asumido en dicho documento se encuentra cumplido.

No obstante dicho acuerdo, señaló que de lo previsto en el pliego se arriba también a la imposibilidad de
formularle un reclamo. Destacó la cláusula 42 referida al riesgo y la responsabilidad, dispone que
mantendría indemne al comitente por cualquier reclamo que pudiera surgir con motivo de la ejecución de
los trabajos. En un sentido similar, citó la cláusula 38 sobre la sucontratación, de la cual se desprende que
el riesgo que derive de la misma recae en cabeza del contratista principal, pues es quien asumió el deber
de mantener indemne al comitente.

Expuso que, con la citación pretendida, la demandada procura poner en cabeza de su parte una
responsabilidad solidaria que el ordenamiento jurídico no contempla.

Destacó, entonces, que el vínculo contractual lo celebró de manera exclusiva con la demandada y que eso
extinguió las obligaciones que asumieron, en tiempo y forma.

Ofreció prueba y fundó en derecho.

II. La sentencia de primera instancia


El anterior sentenciante receptó la demanda y condenó a Novarub SA a pagar al accionante las sumas de
ciento treinta y siete mil ciento cincuenta y tres pesos con cuatro centavos ($ 137.153,04) con más los
intereses a la tasa activa que percibe el Banco de la Nación Argentina para sus operaciones ordinarias de
descuento a treinta días y la suma de nueve mil ochocientos treinta y dos dólares estadounidenses con
treinta y dos centavos (u$s 9.832,32), con más los intereses calculados a una tasa del 7% anual. Señaló que
la fecha de mora es la del vencimiento de cada documento.

Admitió, asimismo, la capitalización de intereses requerida por la demandante en los términos del art. 770
inc. b de manera semestral, en tanto no fue especificada por la actora otra frecuencia mayor.

Impuso las costas a la accionada vencida (Cpr. 68).

Para así decidir enunció, inicialmente, la pretensión de la demandante que se fundó en el contrato que
celebró con la accionada para ejecutar trabajos de proyecto, cálculo, provisión y puesta en marcha de
instalaciones de un sistema de protección contra incendio y control de puertas en el aeropuerto
internacional Ministro Pistarini de Ezeiza. Aclaró que fue subcontratada por Novarub para desarrollar esas
tareas y que esa empresa era quien mantenía un vínculo contractual con Aeropuertos Argentina 2000 S.A.

Aludió a la defensa de la accionada, quien arguyó que la culpa por los incumplimientos es de la tercera
citada, Aeropuertos Argentina 2000 SA, en tanto es la contratista principal y fue quien la asfixió
financieramente, incumpliendo con el pago de las obligaciones asumidas. Agregó que, en ese contexto, fue
que celebraron un acuerdo de rescisión de obra el 21/5 /2019. La demandada mencionó también que los
trabajos ya habían sido cobrados por la actora y que en tanto fue luego contratada directamente por
Aeropuertos Argentina 2000, en caso de receptarse la demanda, estaría cobrando dos veces por las mismas
tareas.

Aeropuertos Argentina 2000, citada en los términos del Cpr. 94, arguyó que es ajena a la pretensión.

El anterior sentenciante refirió a las premisas que integran la litis y que fueron acreditadas, entre las que
enunció que: a) las partes se vincularon por el contrato que celebraron en 2018 para ejecutar
determinadas tareas en la terminal A del Aeropuerto; b) la actora era subcontratista en el marco de la obra
que fue requerida a Novarub mediante la orden de compra n° 4700356560 de fecha 05/06/2018.

En ese contexto, y luego de referir a las reglas aplicables en materia de prueba, analizó el informe pericial
contable. Indicó que del mismo se desprende que ambas partes llevan legalmente su contabilidad y que la
demandante tiene anotada la totalidad de las facturas y notas de débito que acompañó al inicio de este
reclamo y que la demandada únicamente registró una nota de débito y dos facturas (débito n°a 0004-
00000505 y las facturas n°a 0004-00010215 y n°a 0004-00010216). Asimismo, la perito informó la existencia
de pagos parciales con imputación a dichas facturas.

De modo que, el magistrado de grado consideró que la defensa ensayada por la accionada careció de
sustento y aplicó, en consecuencia, lo previsto por el art. 330 CCCN.

Valoró asimismo el informe pericial informático del que surge que las partes intercambiaron correos
electrónicos y en los mismos, la demandante envió la factura y notas de débito que integran el reclamo. En
ese sentido, consideró que la falta de observación en tiempo y forma de dicha documentación así como el
silencio ante la carta documento del 24/9/19 corroboran la postura de la accionante.

Indicó que no fue demostrada, tampoco, la defensa de la demandada relativa a la doble percepción de las
tareas que realizó la actora.

Respecto de la citación de la tercera, el juez a quo señaló que el hecho de que se hubiera admitido no la
convierte en sujeto pasivo y que en el caso, de la aplicación del Cpr. 96 y atendiendo a que la actora no
demandó a Aeropuertos Argentina 2000, el fundamento de su intervención radica en la conveniencia de
evitar la eventual acción de regreso. Sin embargo, señaló que fue admitido por la demandada que celebró
con la tercera citada un convenio de rescisión en el que dejaron constancia de que nada tenían que
reclamarse. Ordenó que se comunicara la sentencia a la tercera citada a fin de anoticiarse de la condena.

III. Los recursos

1. De esa sentencia apelaron ambas partes: la actora y la demandada y ambos recursos fueron concedidos
libremente.

La accionante fundó su recurso, que fue respondido por su adversaria. En su recurso cuestionó el alcance
de la capitalización de los intereses dispuesto en la sentencia de grado.
La demandada expresó agravios que merecieron respuesta de la actora. Cuestionó que no hubiera valorado
el informe pericial, pues indicó que de allí se desprende que la actora pretende cobrar por trabajos cuyo
precio ya percibió. Objetó la imposición de las costas por citación del tercero. Se agravió de la
capitalización de los intereses.

Contra los honorarios apelaron por bajos: El Dr. D., el perito , Dr. P., la . Todos los recursos fueron
concedidos en relación (Cpr. 244).

Los autos fueron llamados a sentencia y se practicó el sorteoprevisto por el Cpr. 268.

IV. La solución

1. Un orden lógico de prelación aconseja abordar liminarmente el recurso de la demandada, quien


cuestiona la imputación de responsabilidad y luego, en su caso, serán abordados los agravios de ambas
partes contra la procedencia y alcance de la capitalización. Finalmente, de lo que se resuelva respecto a
tales agravios, dependerá la suerte de la apelación contra las costas de la intervención del tercero,
presentada por la demandada.

El análisis de los agravios esbozados por las apelantes no seguirá el método expositivo adoptado por ellas, y
no atenderé todos sus planteos recursivos, sino aquellos que estime esenciales y decisivos para dictar el
veredicto de la causa (Cfr. CSJN: “Altamirano Ramón c/ Comisión Nacional de Energía Atómica”, del
11.11.1986; íd: “Soñes, Raúl c/ Administración Nacional de Aduanas”, del 12.2.1987; Fallos: 221:37;
222:186; 226:474; 228 :279; 233:47; 234:250; 243:563; 247:202; 310:1162; entre otros).

2. Admisión del cobro de las sumas reclamadas en la demanda

La accionada en su primer agravio objetó que se hubiera admitido el reclamo de la accionante de cobrar
las sumas por los trabajos que adujo haber realizado en el marco del contrato celebrado con ella. Ello, en
tanto señaló que, de la pericia del ingeniero, se desprende que G4S SA ya cobró el dinero correspondiente
a esa obra de parte de Aeropuertos Argentina 2000.

Recuerdo que al admitir la deuda reclamada, el anterior sentenciante valoró las conclusiones de la pericia
contable y en función de eso, juzgó que la postura defensiva de Novaurb SA carecía de sustento. Ello así en
tanto decidió demostrada la recepción de las facturas y la realización de pagos parciales.

En consecuencia, el análisis del planteo defensivo desde la óptica del art. 330 CCCN, resultaría suficiente
para rechazar los agravios. Es que, se advierte que los documentos emitidos por la actora instrumentando
los trabajos fueron recibidos por su adversaria y no fueron impugnados (v. , pericia informática 77/79).
Además, tal como se desprende de la documentación acompañada y compulsada por la perito contadora,
las facturas instrumentado la deuda reclamada por la demandante están registradas en sus libros y, aunque
de manera parcial, también fueron registradas por la accionada, mas no surge acreditado el pago total de
las mismas (v. punto c, e y f de los ofrecidos por la actora). En esa línea de análisis no puede soslayarse
que se trata de un conflicto entre dos sujetos obligados a llevar contabilidad (320 CCCN).

El CCCN 330 enuncia, entre otras cosas, que la contabilidad, obligada o voluntaria, llevada en la forma y
con los requisitos prescritos, debe ser admitida en juicio, como medio de prueba.

Sus registros prueban contra quien la lleva o sus sucesores, aunque no estuvieran en forma, sin admitírseles
prueba en contrario. El adversario no puede aceptar los asientos que le son favorables y desechar los que
le perjudican, sino que habiendo adoptado este medio de prueba, debe estarse a las resultas combinadas
que presenten todos los registros relativos al punto cuestionado. La contabilidad, obligada o voluntaria,
prueba en favor de quien la lleva, cuando en litigio contra otro sujeto que tiene contabilidad, obligada o
voluntaria, éste no presenta registros contrarios incorporados en una contabilidad regular. Sin embargo, el
juez tiene en tal caso la facultad de apreciar esa prueba, y de exigir, si lo considera necesario, otra
supletoria. Cuando resulta prueba contradictoria de los registros de las partes que litigan, y unos y otros se
hallan con todas las formalidades necesarias y sin vicio alguno, el juez debe prescindir de este medio de
prueba y proceder por los méritos de las demás probanzas que se presentan. La prueba que resulta de la
contabilidad es indivisible (v. CNCom, esta Sala, “Cash Argentina SRL c/ Diphot SA s/ Ordinario “, del
16/12/20).

En el caso, la perito informó que los libros y registros de ambas partes “son llevados, en sus aspectos
formales, conforme a las normas legales y profesionales vigentes, no habiéndose identificado espacios en
blanco, tachaduras y/o enmiendas o alteraciones de cualquier naturaleza que los invaliden “ (v. respuesta
1 de los puntos de pericia ofrecida por cada parte). Sin embargo, tal como se anticipó, no surge la misma
información respecto de la controversia que aquí se plantea. Y, en ese orden, el resto de los elementos
probatorios reunidos corroboran la postura de la demandante. Es que, adelanto, tampoco está demostrado
que exista en el caso una duplicación de pago por la realización una misma tarea, en los términos que
invocó Novaurb SA en sus agravios.

La demandada, en su recurso, adujo que del expediente surge acreditado que los trabajos que se
pretenden cobrar con esta acción son los mismos trabajos que la comitente principal Aeropuertos Argentina
2000 reconoció en las Órdenes de Compra N° 4700397009 (obrante a fs. 82/84 y fs. 119/121) y N°
4700397013 (obrante a fs. 85/88 y fs. 122/125).

Sin embargo, las conclusiones de la Pericia del ingeniero no necesariamente abonan tal postura.

Véase que el perito cotejó las prestaciones certificadas por G4S SA a Novaurb SA, así como las tareas
detalladas en el presupuesto entregado por la accionante a Aeropuertos Argentina 2000 luego de la
rescisión del contrato de esta última con la demandada y las órdenes de compra emitidas por Aeropuertos
Argentina SA por virtud de ese contrato.

No obstante, a diferencia de lo argüido por Novaurb SA, los certificados de Obra correspondientes al
contrato celebrado entre las partes, si bien enuncian tareas similares a las que luego le fueron
encomendadas por Aeropuertos Argentina 2000 a la actora, ello por sí solo no permite inferir que sean las
mismas tareas en ambas contrataciones. En ese sentido, y de acuerdo con la modalidad pactada por las
partes para la ejecución del contrato, al no obrar un rechazo de la certificación por parte de la
demandada, no puede tenerse por acreditado que las tareas que se indican en el certificado así como los
materiales provistos no hubiesen sido efectuadas o entregadas por G4S, sino todo lo contrario. Es que lo
que surge de los documentos de la actora dirigidos a Aeropuertos Argentina 2000 bien pudo tratarse de
trabajos pendientes de realización y ajenos a las certificaciones objeto de este pleito, aunque sean
similares a los comprometidos con la demandada. Dicha similitud se desprende de la descripción de
trabajos del presupuesto enviado por la actora a Aeropuertos Argentina 2000. Destaco que, más allá de lo
alegado en su defensa y en los agravios, no hay elementos que sustenten el argumento de la accionada o,
cuanto menos, una explicación de su pasividad frente a las certificaciones de trabajos efectuadas por la
actora o la presentación de las facturas correspondientes a los mismos.

A modo de ejemplo, el ítem 1.01 del certificado de obra n° 3 (pág. 2), refiere a una tarea que fue luego
incluida en el presupuesto que la actora entregó a Aeropuertos Argentina 2000, más dicho certificado
realizado por la demandada no indica ningún porcentaje de realización de esa obra, ni individualiza
específicamente el lugar donde fueron efectuados los trabajos por lo que no existen motivos para
considerar que la actora no haya efectuado los trabajos que ahora pretende cobrarle a la demandada y
que, por el contrario, sí los haya hecho para la empresa aeroportuaria, percibiendo el precio de esta
última. En este aspecto, entiendo relevante destacar que ha sido acreditado que las certificaciones y las
facturas fueron remitidas oportunamente por la G4S a la Novaurb y que en caso de que hubiera alguna
inexactitud en las tareas descriptas en esa documentación, ésta última debió haberlas cuestionado. En tal
sentido, recuerdo que por aplicación de lo previsto en el art.1145 CCyC, al no haber sido observada la
factura en tiempo propio, la misma se considera aceptada por el obligado al pago.

Asimismo, coadyuva a sostener la postura de la actora, los acontecimientos que surgen de las
declaraciones testimoniales acompañadas en el expediente.

En efecto, el testigo A. G. B., da cuenta de que luego de haber cesado en el vínculo con Novaurb SA por
falta de pago, se reunieron con Aeropuertos Argentina 2000 quien les pidió que hagan una re cotización de
los trabajos faltantes, para que la actora pueda terminarla. Alegó que hicieron un relevamiento y cotizaron
para terminar las tareas, en consecuencia, Aeropuertos emitió una orden de compra nueva y se avanzó con
la obra (a la segunda).

En similar sentido, véase la declaración de M. G. P., quien afirmó que “Aeropuertos nos solicita una
cotización para continuar el proyecto para lo que se hace un recorrido de la obra y se cotiza un nuevo
alcance. Posterior a eso Aeropuertos genera una orden de compra de ellos a nosotros…” (a la segunda).

En ese orden, no existen elementos que permitan afirmar que se configurara la duplicación planteada por
la recurrente porque las obras presupuestadas a Aeropuertos Argentina 2000 son las que aún no estaban
realizadas. Ello, sumado a que, de la modalidad de la operatoria acordada por las partes, la falta de
observación oportuna de los certificados de avance importó su aceptación y no se ha producido en autos
prueba contundente que desvirtúe dicha situación.

De modo que, las tareas que fueron incluidas en las facturas emitidas por la demandante y referidas a los
certificados de obra, fueron oportunamente notificadas a su adversaria conforme los medios utilizados en
el contrato (cfr. correos electrónicos de M. P., pericia , págs. 48/49, 77/79) y no surge que fueran
observados por Novaurb SA.
Y sobre este aspecto, recuerdo que en el punto 5. MEDICIÓN, CERTIFICACIÓN Y FORMA DE PAGO, del
contrato celebrado entre las partes, indicaron que “…El plazo máximo para certificar será de 48 horas,
vencido el cual una vez aprobado el certificado se procederá acordar la presentación de la factura
correspondiente o se tendrá por aprobado el detalle presentado por el CONTRATISTA si la EMPRESA no se
expidiera rechazándolo por escrito en forma fehaciente en este plazo.

Una vez aprobados los certificados por la “EMPRESA”, el “CONTRATISTA” emitirá, sobre la base de ellos, las
correspondientes facturas las que serán abonadas de contado por la “EMPRESA” dentro de los 15 (quince)
días posteriores a la presentación de las facturas en el domicilio de la “EMPRESA” (v. Propuesta de carta
oferta). Destaco, por lo demás, que la actora dirigió una intimación a la accionada mediante carta
documento, que, si bien fue desconocida por esta, fue objeto de comprobación mediante oficio del Correo
Argentino.

En razón de ello, las constancias reunidas en el expediente conducen a la admisión del cobro de sumas de
dinero objeto de la pretensión, pues se trató de obras realizadas, certificadas y facturadas que no fueron
oportunamente canceladas.

3. Capitalización de intereses

Ambas partes cuestionaron la capitalización de intereses decidida en la sentencia de grado.

La demandada se agravió de la procedencia de la capitalización y requirió que se aplique al caso el


principio general de prohibición de anatocismo. Aclaró que no hay ninguna excepción que autorice a
capitalizar.

Por el contrario, la accionante propició la aplicación la normativa vigente en la materia. En ese sentido,
puso de resalto que la capitalización debió proceder desde la fecha de notificación de la demanda, tal
como prevé el art. 770 inc. b del CCCN.

En tal marco, recuerdo que el artículo 770 del CCyC prohíbe el anatocismo salvo en los casos previstos en
sus cuatro incisos. Concretamente, el inciso b permite la capitalización de intereses cuando la obligación
se demande judicialmente, con la limitación que la acumulación tendrá lugar desde la fecha de la
notificación de la demanda.

En ese sentido, esta Sala tiene dicho que la interpretación más adecuada es la de la letra de la norma, que
fija como punto de partida para dicha capitalización el momento de notificación de la demanda (Hadad,
Andrés O.- Rodríguez, Victoria, “Capitalización de intereses. Análisis Crítico del art. 770 del Código Civil y
Comercial”, AR/DOC/1733/2019 y doctrina allí citada, cit. en esta Sala “Barrionuevo María Rosa A c/ Caja
de Seguros SA y Otros s/ Ordinario”, del 19/8/20).

Por otro lado, sobre este tópico, debo aclarar que la decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
en “Recurso de hecho deducido por la demandada en la causa Oliva, Fabio Omar c/ COMA S.A. s/ despido”
del 29.02.24, Fallos: 347:100, me llamó a reevaluar el criterio que venía sosteniendo sobre la periodicidad
de la capitalización en el supuesto previsto en el inc b del art. 770 CCyC, en virtud del cual proponía una
capitalización semestral de la deuda (al respecto, ver CNCom, esta Sala “Barrionuevo María Rosa A c/ Caja
de Seguros SA y Otros s/ Ordinario”, del 19/8/20, entre otros).

El Máximo Tribunal, en el precedente referido, sostuvo que “la excepción contemplada en el inciso “b”
alude a una única capitalización para el supuesto de que una obligación de dar dinero se demande
judicialmente, y en tal sentido aclara literalmente que, “este caso, la acumulación opera desde la fecha
de la notificación de la demanda”. De modo que no puede ser invocada, como hace el acta aplicada (en
referencia a la N° 2764/2022 CNAT), para imponer capitalizaciones periódicas sucesivas durante la
tramitación del juicio. A su vez, si bien el inciso “a” del artículo 770 admite la estipulación convencional
de capitalizaciones periódicas, es claro que se refiere exclusivamente a capitalizaciones que fueron
expresamente pactadas” (Fallos: 347:100).

Desde dicha perspectiva, el agravio de la demandada será desestimado, toda vez que el supuesto aquí
requerido encuadra en la previsión normativa y fue planteado por la accionante al demandar.

Por el contrario, será admitido el agravio de G4S SA pues al iniciar demanda solicitó la capitalización desde
la fecha de notificación de la demanda (v. pág. 26 del escrito de inicio y tal modalidad coincide con la
prevista por el artículo analizado.

De allí que los intereses fijados en la sentencia de grado deban capitalizarse por única vez desde la fecha
de notificación de la demanda (art. 770 inc. b) del CCyC).
Cabe aclarar que dicha capitalización alcanza a los montos de condena en ambas monedas. Respecto de las
sumas en dólares, en tanto el inc. b del art. 770 CCCN que aquí se aplica, no distingue el tipo de moneda
para las obligaciones que se demande judicialmente, no encuentro motivos para que no se capitalicen las
sumas en dólares. Es que participo de la opinión doctrinaria que el régimen aplicable a las obligaciones de
dar moneda extranjera en el Código Civil y Comercial es el de las obligaciones de dar dinero (conf. Pizarro
- Vallespinos “Tratado de Obligaciones” T. I pág. 487), por lo que los intereses que produzcan dichas deudas
y su capitalización estarían regidas por las mismas normas que las obligaciones de dar sumas de dinero. Por
lo demás, esta interpretación está en línea con la sustitución del art. 765 CCCN, efectuada por el art. 250
del DNU 70/2023, en virtud del cual las obligaciones constituidas en moneda extranjera tienen el mismo
régimen jurídico que las obligaciones dinerarias de curso legal. Ello, sin perjuicio de la facultad de reducir
los intereses en los casos previstos por el art. 771 CCCN, los que aclaro, no se verifican en el caso.

4. Costas de la intervención del tercero

La demandada se quejó de que se le hubieran impuesto las costas derivadas de la citación del tercero, en
tanto resaltó que era necesaria su participación, pues se trataba del comitente principal de la obra y en
consecuencia, quien se encontraba en mejor posición de probar los hechos debatidos en autos. Requirió
que fueran impuestas a la actora o por su orden.

La citada, AA2000 indicó que más allá de que por virtud del acuerdo de rescisión que celebraron no
procedería la demanda en su contra, de lo previsto inicialmente en el pliego de condiciones, se desprendía
la misma conclusión. Citó en ese sentido el ART. 42: RIESGO Y RESPONSABILIDAD. El CP indemnizará y
mantendrá indemne al COMITENTE contra todos los reclamos, daños, pérdidas y gastos que surjan o
resulten del incumplimiento, de las obligaciones asumidas por el CP con motivo de la ejecución de los
TRABAJOS, en la medida y con el alcance en que corresponda por derecho.

Se advierte el acierto de lo ponderado en la sentencia de grado. Es que en el mentado acuerdo de rescisión


entre la demandada y Aeropuertos Argentina 2000 dejaron expresa constancia de que no tenían nada más
que reclamarse, lo que “incluye cualquier factura emitida y pendiente de pago que pudiera haber al día 21
de mayo de 2019” (QUINTO del Acuerdo de ).

Y, tal como fue decidido precedentemente, no se demostró que existiera una duplicación de tareas que
ameritara rechazar total o parcialmente el reclamo de la actora contra la accionada ni que pudiera
sustentar la participación de la tercera, que fue solicitada por la demandada. De allí que, las costas
derivadas de su intervención, la que fuera solicitada por la demandada, deben ser asumidas por ella.

Por virtud de lo expuesto, se confirma lo decidido en materia de costas de la participación de Aeropuertos


Argentina 2000.

V. Conclusión

Por ello, si mi voto fuera compartido por mis distinguidos colegas del Tribunal, propongo al Acuerdo
confirmar sustancialmente la sentencia apelada, con la modificación del punto 3 y, en consecuencia,
ordenar la capitalización de las sumas en pesos y en dólares por única vez desde la fecha de notificación de
la demanda (art. 770 inc. b) del CCyC. Las costas generadas en ambas instancias del proceso deberán
imponerse a la demandada vencida por virtud del principio objetivo de la derrota (Cpr. 68).

Disidencia parcial de la Dra. Alejandra N. Tevez

1. Comparto la solución a la que arribó mi distinguido colega, el Dr. Lucchelli, a excepción de lo relativo a
la capitalización de intereses de la porción de la deuda consignada en moneda extranjera (dólares
estadounidenses).

2. Ello por cuanto la admisibilidad de la capitalización debe ser interpretada restrictivamente, carácter
que se agudiza a mi modo de ver si se trata de una condena en dólares. Es que, aun con la amplitud de
supuestos que hoy permite el art. 770 CCCN, continúa rigiendo el principio general de su prohibición
previsto en la primera parte de la norma (que reza: “No se deben intereses de los intereses”) la que –
adicionalmente– es considerada de orden público.

Tal como destaqué en mi voto como vocal preopinante en el reciente pronunciamiento de esta Sala F en
“Perfecto López SA c/Ford Argentina del 19.04.24, el anatocismo –también denominado interés compuesto–
consiste en “la capitalización del interés, que también pasa a devengar intereses, es una práctica que si
bien impuesta por las necesidades del tráfico, en ciertas circunstancias produce el efecto de acrecentar en
forma notable la deuda de dar dinero”. De modo que, “en definitiva, el interés se convierte en capital”
(Lorenzetti Ricardo Luis, “Código Civil y Comercial de la Nación”, T. V, Rubinzal-Culzoni, 2015, p. 147).

Por tal razón, se trata de un instituto que en principio se encuentra prohibido.


Como sostuvo la CSJN, lo que la ley pretende evitar con tal prohibición es “la reduplicación de intereses, lo
que necesariamente supone que ambas deudas capital e interés originarios subsistan como tales y, a su
vez, ambas produzcan nuevamente intereses” (Fallos: 304:226).

Siendo la prohibición de capitalizar intereses una norma de orden público –lo que habilita, en el caso, su
análisis, aun cuando no fuera objeto de especial reproche la eventual existencia de diferenciación según se
trate de moneda de curso legal o no, pues fueron aquí expresamente cuestionados los presupuestos
fácticos que habilitan su admisión y el modo en que la capitalización fue reconocida en el grado (ver
agravios parte actora y demandada)–, a los efectos de determinar su procedencia se deberá analizar si en
el caso concurren o no los supuestos legales de excepción ( Fallos: 316:3131, 324:2471 y 325:2652). Estos
últimos, como se dijo, necesariamente deberán interpretarse de manera restrictiva y no taxativa ( Fallos:
347:100).

Pues bien: el referido art. 770 del CCCN no establece diferencias según se trate de una deuda en moneda
de curso legal o extranjera; por lo que, toda vez que en lo relativo a esta última nada se especifica, juzgo
que no puede recurrirse a interpretaciones extensivas y/o analógicas. Se trata, a mi modo de ver –y por lo
que más adelante se dirá–, de evitar que se forme, como afirmaba Alfredo Colmo, una verdadera bola de
nieve (cfr. cita de Rubén H. Compagnucci de Caso en: Rivera, Julio César y Medina, Graciela, “Código Civil
y Comercial de la Nación Comentado”, ed. Thomson Reuters, 2014, t. III, p. 100).

Desde esta óptica, debo enfatizar que en nuestro país, a diferencia de lo que ocurre con la moneda de
curso legal, el valor del dólar estadounidense cuenta con cierta estabilidad por tratarse de una moneda
‘fuerte’ que no se encuentra, en principio, en un proceso de desvalorización (v. esta Sala F, “Kapusta
Teodoro y otro c/ Banco Provincia de Buenos Aires s/ ordinario”, del 18.5.17; id. “Feurer Eva y otro c/
Banco de la Provincia de Buenos Aires s/ ordinario” del 22.8.17: id “Pichoud, Carlos Oscar c/ Pifffano Oscar
Rodolfo s/ ejecutivo” del 6.12.18; íd. “Blanco, Federico Alejandro c/ Soto, Leonardo Salvador s/
ejecutivo”, del 30.11.21; y mi voto en “Toufik El Souki Victoria y otros c/ Panuccio Luis y otros s/
ordinario”, del 14.2.19, entre otros).

Ello, sin desconocer que por su propia condición de moneda no se encuentra ajena a las fluctuaciones de
valor, por lo que no posee tampoco una estabilidad absoluta (Ossola, Federico, “La obligación en moneda
extranjera”, en Derecho Monetario, Lorenzetti, Ricardo Luis (director), Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2023,
p. 163).

En el particular caso de que se trata aquí, cabe recordar que tiene también dicho nuestro Máximo Tribunal
que “la utilización de intereses constituye solo un arbitrio tendiente a obtener una ponderación objetiva
de la realidad económica a partir de pautas de legítimo resarcimiento. Si ello no opera de ese modo, el
resultado se vuelve injusto objetivamente y debe ser corregido por los magistrados” (CSJN “Oliva, Fabio
Omar c/ COMA S.A. s/ del 29.02.24, Fallos: , con cita a Fallos: ; ; ; ; , entre otros).

De modo tal que no puede prescindirse, a la hora de decidir, del momento económico imperante –de suyo
oscilante en nuestro país, como es de público y notorio conocimiento–. Ello pues lo cierto y determinante
es que “la realidad debe prevalecer sobre las abstractas fórmulas matemáticas” (CSJN “Bonet, Patricia
Gabriela c/ Experta Aseguradora de Riesgos del Trabajo SA y otros s/ accidente - acción civil”, Fallos:
342:162.

En definitiva, resulta de trascendental importancia subrayar que esta Alzada no puede apartarse de la
realidad económica del caso y desentenderse de las consecuencias patrimoniales de su fallo (CSJN “García
Vázquez, Héctor y otro c/ Sud Atlántica Compañía de Seguros SA” del 22.12.92, Fallos: 315:2980.

Todo ello me lleva a rechazar la procedencia, en el caso, de la capitalización de intereses de la porción de


la condena admitida en dólares estadounidenses.

3. A todo evento, una consideración adicional se impone.

Y es que el 771 CCCN le confiere a esta judicatura facultades morigeradoras para reducir los intereses
cuando “el resultado que provoque la capitalización de intereses excede, sin justificación y
desproporcionadamente, el costo medio del dinero para deudores y operaciones similares en el lugar donde
se contrajo la obligación”.

Bajo el amparo entonces de la norma citada, se “faculta a los jueces a reducir –y no a aumentar– los
intereses” cuando acontece el supuesto allí comprendido (CSJN ”García, Javier Omar y otro c/ Ugofe S.A. y
otros s/ daños y perjuicios; Fallos: 346:143).

De allí que cabe estar en lo que concierne a la condena en moneda extranjera al principio general que rige
la materia, esto es, la prohibición de la capitalización; de otro modo, se arribaría a un resultado
económico desproporcionado (arg. Fallos: 315:2980 CNCom. Sala A, Júpiter Cía. de seguros c. G. P.
Investigaciones Privadas y Seguridad, del 28.03.96, DJ 1996-2, 28).

Desde esta óptica, juzgo que con la tasa de interés del 7% determinada en la instancia de grado –que llega
incuestionada a esta Alzada y coincide, por lo demás, con la que fija habitualmente la Sala para acreencias
en dólares estadounidenses; (cfr. criterio sentado en mi voto preopinante en “Tonni Juana Victorina c/
Banco de la Provincia de Buenos Aires s/ ordinario” del 18.5.17, id. “Bucki Wasserman Bernardo c/ Banco
Santander Rio SA y otros s/ ordinario” del 17.11.23, entre otros)– queda suficientemente recompuesta la
ecuación dineraria respecto del monto en aquella moneda a abonar por la accionada –u$s 9.832,32–.

De allí que, en síntesis, juzgo que en el caso corresponde la capitalización de intereses únicamente
respecto del monto consignado en pesos –$ 137.153,04–, suma que será capitalizada por única vez (de
conformidad con lo decidido por la CSJN en el precedente “Oliva, Fabio Omar c/ COMA S.A. s/ despido”
antes citado; Fallos: 347:100) y con lo previsto en el 770:b CCCN), esto es, al momento de notificación de
la demanda.

4. Tras todo lo anterior, corresponderá confirmar lo decidido en el pronunciamiento de grado, a excepción


de la capitalización que procederá únicamente en relación a los intereses del capital admitido en pesos y
por única vez en el momento de notificación de la demanda.

Así voto.

El señor Juez de Cámara Dr. Garibotto dice:

Comparto, también yo, la solución a la que ambos colegas han arribado.

Y en lo que se refiere al único asunto en el que discrepan, por encuadrar el caso en lo dispuesto por el inc.
b) del art. 770 del Código Civil y Comercial, pues véase que en el capítulo II, último párrafo, del escrito
inaugural del expediente la promotora de la litis, invocación mediante de la norma mencionada
expresamente solicitó “que los intereses reclamados se capitalicen a partir de la fecha de notificación de
esta demanda”, adhiero a la solución que, sobre el particular, ha propuesto dar a este asunto el Dr.
Lucchelli.

Tal es mi opinión sobre esta particular cuestión.

Y Vistos:

I. Por los fundamentos expresados en el Acuerdo que antecede, se resuelve confirmar sustancialmente la
sentencia apelada, con la modificación del punto 3 y, en consecuencia, ordenar la capitalización de las
sumas en pesos y en dólares por única vez desde la fecha de notificación de la demanda (art. 770 inc. b)
del CCyC). Las costas generadas en ambas instancias del proceso deberán imponerse a la demandada
vencida por virtud del principio objetivo de la derrota (Cpr. 68).

II.a. Corresponde a continuación dar tratamiento a los recursos de apelación interpuestos contra la
regulación de honorarios efectuada en favor de los profesionales intervinientes.

II.b. Liminarmente debe señalarse que con posterioridad a la regulación de primera instancia se modificó
por Ac. CSJN el valor de la unidad de medida arancelaria empleada en el grado. No obstante, a fin de
mantener la unicidad de criterio en la valoración de las pautas regulatorias (las cuales podrían modificarse
sustancialmente en virtud del incremento de la UMA) cabrá efectuar la revisión en esta sede bajo aquella
equivalencia. Ello, ciertamente conllevará a que el monto en moneda de curso legal que se consigne en
este auto resulte accidentalmente conteste con aquel parámetro al solo efecto de cumplir el prurito
formal de la ley, pero no inhabilitará su necesaria actualización para el momento del cobro, el cual deberá
hacerse con el valor vigente a dicho momento (art. 51 LA).

Sentado lo anterior y conforme el mérito de la labor profesional cumplida, apreciada por su calidad,
resultado y extensión, tomando como base regulatoria el monto de condena con más los intereses
establecidos, estando apelados solo por bajos se confirman en 100 UMA (equivalentes a $ 1.933.800) los
estipendios del letrado apoderado de la parte actora Dr. A. J. D.

Por su parte, se confirman en 78 UMA (equivalentes a $ 1.508.364) los del letrado apoderado de la tercera
citada, Aeropuertos Argentina 2000 S.A., Dr. G. F. F. P.

Asimismo se confirman en 21 UMA (equivalentes a $ 406.098) los de la perito contadora, Dra. F. L. P. y en


18 UMA (equivalentes a $ 348.084) los del perito ingeniero electricista-electrónico, L. A. Ch. (Ac. CSJN
19/23 y Ley 27.423: 1, 3, 15, 16, 19, 20, 21, 22, 29 y 51).
II.c. Finalmente, por las actuaciones de Alzada que motivaron la resolución que antecede, se fijan en 35
UMA (equivalente a $ 1.590.400) los emolumentos a favor de la representación letrada del actor, doctor
Alejandro José Dagnino (art. 30 ley cit. y Ac. CSJN 8/24).

II.d. La presente regulación no incluye el Impuesto al Valor Agregado, que pudiere corresponderle a los
beneficiarios en razón de su condición, impuesto que debe ser soportado por quien tiene a su cargo el pago
de las costas conforme la doctrina sentada por C.S.J.N. in re: “Compañía General de Combustibles S.A. s/
recurso de apelación” del 16.6.93.

La adición corresponde previa acreditación de su condición de responsable inscripto frente al tributo.

Se fija en diez días el plazo conforme lo dispuesto por el artículo 54 de la Ley 27.423.

III. Notifíquese (Ley N° 26.685, Ac. CSJN N° 31/2011 art. 1° y N° 3/2015), cúmplase con la protocolización
y publicación de la presente decisión (cfr. Ley N° 26.856, art. 1; Ac. CSJN N° 15/13, N° 24/13 y N° 6/14) y
devuélvase a la instancia de grado. – Ernesto Lucchelli- – Alejandra N. Tevez (en disidencia parcial). – Juan
R. Garibotto (Sec.: María Florencia Estevarena).

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