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El documento presenta una exploración de la obra de Sigmund Freud, destacando su impacto en la psicología moderna y su oposición al racionalismo clásico. Freud introdujo el concepto del inconsciente y propuso una estructura de la personalidad compuesta por el ello, el yo y el superyó, así como las etapas psicosexuales del desarrollo humano. Su enfoque revolucionó la comprensión de la mente, enfatizando la irracionalidad y los deseos reprimidos en la conducta humana.

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El documento presenta una exploración de la obra de Sigmund Freud, destacando su impacto en la psicología moderna y su oposición al racionalismo clásico. Freud introdujo el concepto del inconsciente y propuso una estructura de la personalidad compuesta por el ello, el yo y el superyó, así como las etapas psicosexuales del desarrollo humano. Su enfoque revolucionó la comprensión de la mente, enfatizando la irracionalidad y los deseos reprimidos en la conducta humana.

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UNIVERSIDAD JUÁREZ DEL ESTADO DE DURANGO

Facultad de Ciencias de la Salud

SIGMUND FREUD.

Alumnas: J. Mariana Cervantes González, Nicole Nafarrate Valdez,


Danna G. Canto Arambula y Maricela Nicol Mazuca Hernánez

Docente: Lic. Adelicia Medrano Torres

Carrera:
Psicología 2°B
Gómez Palacio Durango, 20 de noviembre del 2024
1.Biografía.
La mente humana ha sido objeto de estudio desde tiempos antiguos, y a lo largo
de la historia, han surgido distintas corrientes filosóficas y psicológicas para
intentar explicarla. Durante siglos, el racionalismo dominó el pensamiento
occidental, promoviendo la idea de que el conocimiento verdadero solo podía
alcanzarse a través de la razón. Sin embargo, a finales del siglo XIX y principios
del XX, Sigmund Freud revolucionó la comprensión de la mente humana al
proponer que gran parte de nuestros pensamientos y comportamientos están
determinados por el inconsciente. Freud fundó el psicoanálisis, una teoría y un
método de tratamiento que pone énfasis en los deseos reprimidos, los traumas y
los procesos inconscientes. Su enfoque representó un quiebre con el racionalismo
clásico, ya que demostró que la mente humana no es completamente lógica ni
racional. En este documento, exploraremos cómo Freud desafió el racionalismo,
introduciendo el concepto del inconsciente y destacando el papel de la
irracionalidad en la vida cotidiana.

1.1El Racionalismo Clásico.


El racionalismo es una corriente filosófica que sostiene que la razón es la principal
fuente del conocimiento. Según esta perspectiva, el pensamiento lógico y la
capacidad de reflexión son los únicos medios confiables para conocer la verdad.
Uno de los principales exponentes del racionalismo fue René Descartes, quien
formuló la célebre frase: “Pienso, luego existo”, enfatizando que el pensamiento
racional es la base de la existencia y el conocimiento. Otro filósofo racionalista
importante fue Baruch Spinoza, quien argumentó que el universo es regido por
principios racionales y que todo lo que existe puede explicarse a través del
pensamiento lógico.
1.2Enfoque del racionalismo.
Los racionalistas sostenían que los sentidos no eran completamente confiables
para obtener conocimiento. Consideraban que lo que vemos, oímos o tocamos
puede ser engañoso, y que solo el uso de la razón podía llevarnos a verdades
absolutas. Desde esta perspectiva, el conocimiento debe ser construido a través
de principios lógicos y matemáticos, sin depender de emociones o experiencias
subjetivas. El racionalismo influyó profundamente en la ciencia y la filosofía,
promoviendo la idea de que la mente humana podía entender el mundo de manera
objetiva y ordenada. Sin embargo, esta visión dejó de lado aspectos esenciales de
la psique humana, como las emociones, los instintos y los deseos inconscientes,
que posteriormente Freud pondría en el centro de su teoría.

1.3Freud y el Inconsciente
El inconsciente según Freud. Sigmund Freud revolucionó la psicología al proponer
que la mente humana no está compuesta únicamente por pensamientos
conscientes, sino que existe una parte oculta llamada inconsciente. Según Freud,
el inconsciente es una región de la mente donde se almacenan deseos reprimidos,
traumas infantiles, miedos y recuerdos que no podemos acceder fácilmente.
Aunque no seamos conscientes de ellos, estos elementos influyen en nuestra
conducta y emociones de manera poderosa.

Para explicar esta estructura, Freud propuso el modelo del iceberg:

 La parte consciente (la punta del iceberg) es lo que sabemos y percibimos


de manera inmediata.
 La parte preconsciente contiene pensamientos y recuerdos que pueden ser
traídos a la conciencia con cierto esfuerzo.
 La parte inconsciente (la base del iceberg) es la más profunda y oculta, y
contiene deseos reprimidos, experiencias pasadas y pensamientos
irracionales.

1.4.La irracionalidad en el psicoanálisis.


Freud argumentó que muchos de nuestros comportamientos no siguen una lógica
racional, sino que están influenciados por el inconsciente. Por ejemplo, los lapsus
linguae (errores al hablar) y los sueños son manifestaciones del inconsciente que
revelan deseos ocultos. El psicoanálisis, como método terapéutico, buscaba
explorar estos pensamientos reprimidos mediante técnicas como la asociación
libre y la interpretación de los sueños, permitiendo a las personas entender mejor
su propia psique.

1.5 Freud como “Antirracionalista”. Enfrentamiento con el


racionalismo.
A diferencia del racionalismo, Freud sostenía que el ser humano no es
completamente racional y que muchas de sus acciones están motivadas por
impulsos inconscientes. Mientras los racionalistas creían que el pensamiento
lógico era la clave para comprender la mente, Freud demostró que el
comportamiento humano a menudo es irracional y contradictorio. Un ejemplo de
esto es el mecanismo de defensa de la represión, en el cual una persona bloquea
recuerdos o deseos que le resultan incómodos o inaceptables. Aunque
conscientemente la persona no los recuerda, estos elementos siguen afectando su
conducta.

1.6 El papel de lo irracional en la vida cotidiana


Freud explicó que en nuestra vida diaria tomamos muchas decisiones basadas en
factores inconscientes. Por ejemplo, una persona que tiene miedo al compromiso
puede sabotear sus relaciones sin darse cuenta, o alguien con un trauma infantil
puede desarrollar fobias sin entender la causa. Este enfoque fue revolucionario
porque mostraba que nuestras acciones no siempre son producto de la razón, sino
de influencias ocultas que escapan a nuestro control consciente.

1.7. La Ciencia Freudiana


Un enfoque “racional” para estudiar la mente: A pesar de enfatizar el papel del
inconsciente y la irracionalidad, Freud utilizó un enfoque sistemático para estudiar
la mente. Desarrolló métodos de investigación como el análisis de los sueños y la
técnica de asociación libre para explorar los pensamientos ocultos de sus
pacientes. Si bien su teoría no encajaba en el racionalismo tradicional, Freud no
rechazó completamente la razón. En su lugar, propuso una forma diferente de
entender la psique, combinando el estudio de la lógica con el análisis de lo
irracional.

1.8. Impacto en la psicología


Las ideas de Freud fueron revolucionarias y marcaron el inicio de la psicología
moderna. Su trabajo influyó en el desarrollo de terapias como el psicoanálisis y en
la comprensión de trastornos psicológicos. Aunque algunas de sus ideas han sido
cuestionadas con el tiempo, su teoría sigue siendo una de las más influyentes en
el campo de la psicología.

2.Estructura de la personalidad.
La teoría de la personalidad de Sigmund Freud se basa en la idea de que la
personalidad humana se estructura en tres componentes principales: el ello, el yo
y el superyó. Cada uno de estos aspectos tiene funciones y características
específicas que influyen en el comportamiento humano.

 Ello (Id):Es la parte más primitiva de la personalidad, que está presente


desde el nacimiento. Opera según el principio del placer, buscando la
satisfacción inmediata de los deseos y necesidades sin tener en cuenta las
consecuencias o la moral. Es impulsivo, instintivo y está orientado a la
gratificación inmediata de las necesidades básicas, como el hambre, la sed,
el sexo, etc.
 Yo (Ego):Es la parte racional y consciente de la personalidad. Se desarrolla
a partir del ello en contacto con la realidad. Su función principal es mediar
entre los deseos impulsivos del ello y las restricciones morales del superyó,
así como las demandas de la realidad externa. Opera según el principio de
la realidad, lo que significa que busca satisfacer los deseos del ello de
manera realista y socialmente aceptable, teniendo en cuenta las
restricciones externas y las consecuencias de sus acciones.
 Superyó (Superego): Es la parte moral de la personalidad, que se desarrolla
durante la infancia a través de la internalización de las normas sociales,
éticas y los valores impartidos por los padres y la sociedad. Representa la
conciencia moral y busca que el individuo actúe de acuerdo con los ideales
éticos y sociales, lo que puede generar sentimientos de culpa o vergüenza
cuando se viola alguna norma. Su función es contrarrestar los impulsos del
ello, actuando como un freno moral, pero también está en constante
conflicto con el deseo de gratificación inmediata del ello.

2.2 Relación entre los tres subsistemas.


La relación entre el ello, el yo y el superyó en la teoría freudiana es compleja y
está llena de conflictos internos. Cada uno de estos subsistemas cumple una
función específica y está en constante interacción, lo que modela la personalidad y
el comportamiento humano.

1. Conflicto entre el ello y el superyó: El ello actúa de forma impulsiva, buscando


gratificación inmediata y no se preocupa por las normas sociales o morales. El
superyó, por otro lado, se ocupa de las normas y la moralidad, y busca que el
individuo actúe de acuerdo con lo que es "correcto" según los estándares sociales
y éticos.

 Esta relación genera un conflicto constante. El ello quiere satisfacer sus


deseos sin restricciones, mientras que el superyó intenta frenar estos
impulsos para cumplir con las normas y la moral. Por ejemplo, el ello puede
desear algo que el superyó considera inmoral, como un impulso agresivo o
sexual inapropiado.

2. El rol del yo como mediador: El yo tiene la tarea de mediar entre el ello y el


superyó, equilibrando sus demandas opuestas. Entre el ello y la realidad: El yo
debe ser consciente de las limitaciones del mundo real (las consecuencias de los
actos) y encontrar formas de satisfacer los deseos del ello de manera adecuada y
socialmente aceptable.

 Entre el ello y el superyó: El yo también debe gestionar los deseos


instintivos del ello mientras responde a las exigencias del superyó, evitando
sentimientos de culpa o angustia moral. Así, el yo actúa como un mediador
equilibrante, buscando soluciones realistas que permitan que las demandas
de ambos, el ello y el superyó, se cumplan sin que una de las partes sea
totalmente reprimida o ignorada.

3. El impacto de los conflictos internos: Freud sostenía que la tensión entre estos
tres subsistemas (ello, yo y superyó) es la fuente de muchos de los problemas
psicológicos. Si el yo no es capaz de mediar eficazmente entre los impulsos del
ello y las restricciones del superyó, pueden surgir ansiedades, sentimientos de
culpa o conflictos internos.

 El resultado final de estos conflictos puede ser una psicopatología o estrés


emocional si no se encuentra un equilibrio adecuado.

3. ETAPAS PSICOSEXUALES
Cuando un infante se convierte en niño, el niño en adolescente y el adolescente
en adulto, se efectúan grandes cambios en aquello que se desea y en la forma en
que se satisfacen tales deseos. Las distintas formas de placer y las áreas físicas
de satisfacción constituyen los elementos fundamentales en las descripciones que
Freud hace de las etapas del desarrollo.

- Etapa oral:
Desde el nacimiento, tanto las necesidades como su satisfacción se concentran
primordialmente en los labios, en la lengua y, un poco más tarde, en los dientes. El
impulso básico del infante no es social ni interpersonal, es simplemente tomar los
alimentos, calmar las tensiones del hambre y de la sed. Durante la alimentación, el
niño también es acariciado, mimado, mecido y consentido. Al principio, el niño
asocia el placer y la reducción de la tensión con el proceso de la alimentación.
La boca es la primer área del cuerpo que el infante puede controlar; la mayor parte
de la energía libidinal de que dispone es dirigida o enfocada a esta única área. A
medida que el niño madura, se desarrollan otras áreas del cuerpo, convirtiéndose
en importantes zonas de placer. Sin embargo, algo de esa energía queda
permanentemente unida o investida por la catexia en los medios de satisfacción
oral. En los adultos existen muchos hábitos orales bien desarrollados y un
permanente interés por conservar los placeres orales. Comer, chupar, mascar,
fumar, morder y lamer o chasquear los labios son expresiones físicas de estos
intereses. Los que constantemente mordisquean algo, los fumadores o aquéllos
que suelen comer en exceso, pueden ser gente que ha quedado fijada
parcialmente en la etapa oral, gente cuya maduración psicológica puede estar
incompleta.
El final de la etapa oral, después de que han salido los dientes, incluye la
satisfacción de los instintos agresivos. Morder el pecho, lo cual causa dolor a la
madre y es lo que en realidad obliga al destete, es un ejemplo de esta clase de
comportamiento. El sarcasmo, la burla y el chismorreo de los adultos se han
considerado en relación con esta etapa del desarrollo.
Es normal retener cierto interés por los placeres orales, lo cual sólo se puede
calificar de patológico cuando se trata de una forma dominante de satisfacción, es
decir, si una persona depende en exceso de sus hábitos orales para calmar la
ansiedad.

- Etapa anal
A medida que el niño crece se van despertando nuevas áreas de tensión y
satisfacción. Entre los dos y los cuatro años de edad, los niños aprenden
generalmente a controlar el esfínter anal y la vejiga.
El niño presta especial atención a la micción y a la defecación. El aprendizaje en el
retrete despierta un interés natural por el auto-descubrimiento. El desarrollo del
control fisiológico se une al conocimiento de que ese control constituye una nueva
fuente de placer.
Por otra parte, los niños aprenden rápidamente que al tener un mayor nivel de
control atraen más la atención y los elogios de sus padres. Lo contrario también es
cierto: la preocupación de los padres por dicho aprendizaje permite al niño exigir
atención, tanto por el control que haya logrado como por los "errores" que cometa.
Las características adultas que tienen relación con la fijación parcial en la etapa
anal son la meticulosidad, la parsimonia y la obstinación.
Freud observó que estos tres rasgos generalmente se encuentran juntos y nos
hablan del "personaje anal", cuya conducta está íntimamente ligada a las
experiencias sufridas durante esta época de la niñez.
Parte de la confusión que puede acompañar a la etapa anal es la aparente
contradicción entre la alabanza y el reconocimiento demasiado pródigos, por un
lado, y por el otro, la idea de que el comportamiento en el retrete es "sucio" y debe
ser algo secreto. Al principio el niño no entiende que sus defecaciones y la orina
no tienen valor.
Los niños pequeños sienten gusto en observar la acción de la taza del inodoro
cuando chorrea y a menudo hacen señas y dicen adiós a sus evacuaciones. No es
raro que un niño ofrezca parte de su defecación a su padre o madre como regalo.
Después de haber sido elogiado, el niño puede sorprenderse y aturdirse cuando
los padres reaccionan disgustados ante el obsequio. Ningún área de la vida
contemporánea tan cargada de prohibiciones y tabúes como el área que se
relaciona con el aprendizaje en el retrete y los comportamientos típicos de la etapa
anal.

- Etapa fálica
Apenas llega a los tres años de edad, el niño entra en la etapa fálica, la cual se
concentra en las áreas genitales del cuerpo. Freud sostenía que esta etapa se
caracteriza mejor como fálica, puesto que es el periodo en que el niño se da
cuenta de que tiene pene o de que carece de él. Esta es la primera etapa en que
el niño adquiere conciencia de las diferencias sexuales.
Las tesis de Freud respecto al desarrollo de la envidia de las niñas por el pene se
han discutido ampliamente en los círculos psicoanalíticos y también fuera de ellos.
De sus observaciones, Freud llegó a la conclusión de que, durante este periodo,
hombres y mujeres desarrollan serios temores hacia los temas sexuales.
El deseo de un pene y la correspondiente comprobación de las niñas, en cuanto a
su "carencia" de algo es una coyuntura decisiva en el desarrollo femenino. De
acuerdo con Freud: "El descubrimiento de que está castrada es un punto definitivo
en el crecimiento de la niña.
De ahí nacen tres posibles líneas de desarrollo: la primera lleva a la inhibición
sexual y a la neurosis; la segunda a la modificación del carácter en el sentido del
complejo de masculinidad y la tercera a la feminidad normal"
Freud trató de comprender las tensiones que un niño experimenta cuando siente
una emoción "sexual", es decir, un placer proveniente de la estimulación de las
áreas genitales. Esa emoción está ligada en su mente con la íntima presencia
física de sus padres. Para el niño, el anhelo por este contacto se vuelve cada vez
más difícil de satisfacer; el niño lucha por la intimidad que sus padres comparten
mutuamente. Esta etapa se caracteriza por el deseo que el niño tiene de acostarse
con los padres y por los celos que siente respecto a la atención que sus padres se
dispensan entre sí en lugar de presentársela a él.
Freud observó que, en este periodo, los niños reaccionan ante sus padres como si
fueran amenazas potenciales para la satisfacción de sus necesidades. De esta
manera, para el niño que desea estar cerca de su madre, el padre asume algunos
de los atributos de un rival. Al mismo tiempo, el niño aun desea el cariño y el
afecto de su padre, considerando a su madre como un rival. El hijo se encuentra
en la insoportable posición de desear y temer a ambos padres.
En el caso de los niños, Freud denominó a esta situación complejo de Edipo, en
relación con la tragedia de Sófocles. En la tragedia griega, Edipo mata a su padre
(sin conocer su verdadera identidad) y después se casa con su madre. Cuando
finalmente supo a quién había matado y con quién había contraído matrimonio,
Edipo se desfigura arrancándose los ojos. Freud creía que cada niño revive un
drama interior semejante: que desea poseer a su madre y mata a su padre para
lograrlo. El también teme a su padre y teme ser castrado por él, reduciéndolo a la
condición de un ser asexual e inofensivo. La ansiedad por la castración, el temor y
el amor por su padre y el amor y el deseo sexual hacia su madre nunca se pueden
resolver en forma total.
En la infancia se reprime todo el complejo. Mantenerlo inconsciente, no permitir
que se manifieste externamente, evitar incluso llegar a pensarlo o reflexionar
sobre él: esto constituye algunas de las primeras tareas del superego en
desarrollo.
El problema es similar para las niñas, pero su expresión y solución toma un giro
diferente. Ellas desean poscer al padre y consideran a la madre como el rival
principal. En tanto que los muchachos reprimen sus sentimientos debido en parte
a su temor a la castración, la necesidad que las mujeres tienen de reprimir sus
deseos es menos severa, menos total. La diferencia de intensidad permite a la
mujer
"permanecer en la situación de Edipo durante un tiempo indefinido, ellas lo
abandonan mucho más tarde en su vida y en forma incompleta"

Sin importar cuál sea la forma que realmente tome la resolución de la lucha, la
mayor parte de los niños parecen modificar el apego a sus padres en algún
momento después de los cinco años de edad y orientan sus relaciones hacia otros
niños, hacia las actividades escolares, hacia los deportes y hacia otras
habilidades. Esta época, desde los cinco o seis años hasta el inicio de la pubertad,
se conoce como periodo de latencia, época en la cual los deseos sexuales
irresolubles de la etapa fálica, no son atendidos por el ego y son reprimidos
exitosamente por el superego. "De ese momento en adelante, hasta la pubertad,
viene el periodo denominado de latencia, en el cual normalmente la sexualidad no
progresa; por el contrario, los apetitos sexuales pierden fuerza y gran parte de lo
que el niño practicó o sabía anteriormente, deja de existir y se olvida. En este
periodo, después de que el florecimiento inicial de la vida sexual se ha marchitado,
surgen actitudes del ego tales como la vergüenza, la aversión y la moralidad,
destinadas a hacer frente a las últimas tormentas de la pubertad.

Sin importar cuál sea la forma que realmente tome la resolución de la lucha, la
mayor parte de los niños parecen modificar el apego a sus padres en algún
momento después de los cinco años de edad y orientan sus relaciones hacia otros
niños, hacia las actividades escolares, hacia los deportes y hacia otras
habilidades. Esta época, desde los cinco o seis años hasta el inicio de la pubertad,
se conoce como periodo de latencia, época en la cual los deseos sexuales
irresolubles de la etapa fálica, no son atendidos por el ego y son reprimidos
exitosamente por el superego. "De ese momento en adelante, hasta la pubertad,
viene el periodo denominado de latencia, en el cual normalmente la sexualidad no
progresa; por el contrario, los apetitos sexuales pierden fuerza y gran parte de lo
que el niño practicó o sabía anteriormente, deja de existir y se olvida. En este
periodo, después de que el florecimiento inicial de la vida sexual se ha marchitado,
surgen actitudes del ego tales como la vergüenza, la aversión y la moralidad,
destinadas a hacer frente a las últimas tormentas de la pubertad y a dirigir el
camino que deben tomar los deseos sexuales que acaban de despertar"

- Etapa de latencia
Esta fase empieza hacia los 7 años y se extiende hasta el inicio de la pubertad.
La fase de latencia es una época muy importante que prepara para el gran periodo
de cambios de la adolescencia, pero sobre todo es un periodo de cambios en la
organización y el funcionamiento de la personalidad, de las conductas y de las
relaciones sociales que se establecen
Es por eso que Freud describía esta fase como una en la que la sexualidad queda
más camuflada que en las anteriores; la etapa de latencia ha estado asociada a la
aparición del pudor y la vergüenza relacionada con la sexualidad.

- Etapa genital
La etapa final del desarrollo biológico y psicológico tiene lugar con el inicio de la
pubertad y el consecuente regreso de la energía libidinal a los órganos sexuales.
En este momento, hombres y mujeres se dan cuenta de sus diferentes identidades
sexuales y empiezan a buscar medios para satisfacer sus necesidades eróticas e
interpersonales.
La última etapa del desarrollo psicosexual, según Freud, es la etapa genital, que
comienza en la pubertad y se extiende a lo largo de la vida adulta. En esta etapa,
el foco de placer se desplaza hacia los órganos genitales y la satisfacción sexual
se convierte en el principal motivador del comportamiento humano. Freud
consideraba que el logro exitoso del desarrollo sexual en esta etapa era crucial
para alcanzar la madurez psicológica y emocional.

FIJACIONES DE LAS ETAPAS PSICOSEXUALES


Fijación: Cada etapa tiene un conflicto o desafío en particular. Si el individuo no
logra resolver satisfactoriamente ese conflicto, puede desarrollar una fijación en
esa etapa, lo que se manifestaría en la adultez a través de comportamientos,
actitudes o incluso neurosis.
-Oral: En esta etapa si un bebé recibe demasiada gratificación a través de la
alimentación, o si, por el contrario, se le priva de ella de manera prematura o
insuficiente, puede desarrollar una fijación en esta fase.
Las personas con fijación oral tienden a ser dependientes y ansiosas, buscando
constantemente la aprobación y el apoyo de los demás. También pueden tener
conductas compulsivas relacionadas con la boca, como fumar, morderse las uñas,
comer en exceso o hablar demasiado. Estas conductas reflejan un intento de
recrear la sensación de placer oral que no se resolvió adecuadamente en la
infancia.
En situaciones de estrés extremo, una persona puede experimentar una regresión
a la etapa oral, manifestando comportamientos como comer compulsivamente,
consumir alcohol, fumar o incluso chuparse el dedo de manera inconsciente.
Entre los trastornos relacionados con esta etapa están los trastornos de
alimentación como la anorexia y la bulimia, donde la comida se convierte en un
medio de control o en una fuente de placer. También se pueden presentar
adicciones como alcoholismo, tabaquismo y drogadicción.
A nivel físico, la fijación en la etapa oral puede generar problemas digestivos,
úlceras bucales por la ansiedad, bruxismo debido a la tensión emocional y dolores
mandibulares.
-Anal: En esta etapa, el niño aprende a controlar sus esfínteres, lo que representa
la primera experiencia de autodisciplina y control sobre su propio cuerpo. Una
fijación anal puede originarse si los padres son demasiado estrictos con el control
de esfínteres, generando una personalidad excesivamente rígida y obsesiva, o si,
por el contrario, son demasiado permisivos, provocando una personalidad
desordenada y caótica.
Las personas con fijación anal pueden dividirse en dos tipos principales:
Personalidad anal retentiva: Son perfeccionistas, rígidas, controladoras y
obsesivas, con una gran necesidad de orden.
Personalidad anal expulsiva: Son desorganizadas, impulsivas, rebeldes y con
dificultades para seguir reglas.
Cuando una persona enfrenta situaciones de estrés extremo, puede experimentar
una regresión a la etapa anal, lo que se traduce en conductas de acumulación
excesiva de objetos, necesidad de controlar a los demás o, en casos opuestos,
descuido extremo y desorden en la vida cotidiana.
Los trastornos más asociados con esta fijación incluyen el trastorno obsesivo-
compulsivo (TOC), donde el control se vuelve una necesidad extrema, y el
trastorno de personalidad antisocial, cuando la persona rechaza cualquier tipo de
reglas.
A nivel físico, pueden presentarse problemas gastrointestinales como
estreñimiento crónico, colitis nerviosa y síndrome del intestino irritable, debido a la
relación entre el control y la función intestinal.
-Fálica: En la etapa fálica, el foco del placer se traslada a los genitales, y el niño
comienza a desarrollar su identidad de género y sus primeras relaciones afectivas
significativas. Aquí surgen los complejos de Edipo y Electra, donde el niño o niña
experimenta una atracción inconsciente hacia el progenitor del sexo opuesto y
rivalidad con el del mismo sexo.
Si esta etapa no se resuelve correctamente, pueden surgir fijaciones que afectan
la identidad y la sexualidad en la adultez. Las personas con fijación fálica pueden
ser vanidosas, exhibicionistas, narcisistas y con una necesidad constante de
validación, ya que buscan compensar la falta de reconocimiento en la infancia.
En situaciones de estrés, una persona puede experimentar una regresión a la
etapa fálica, lo que se traduce en actitudes seductoras excesivas, celos intensos o
inseguridad extrema en las relaciones.
Los trastornos más relacionados con esta fase incluyen el trastorno narcisista de
la personalidad, donde la persona necesita admiración constante, y algunos
trastornos sexuales, como disfunciones eréctiles o aversión al sexo, cuando la
sexualidad se ve como algo vergonzoso o peligroso.
A nivel físico, pueden presentarse síntomas como dolores de cabeza por estrés
emocional, tensión muscular y problemas hormonales derivados de la represión de
la identidad sexual.
-De latencia: Las personas con fijación en la latencia pueden ser socialmente
inhibidas, temerosas del rechazo o excesivamente obedientes. También pueden
desarrollar una aversión a la sexualidad o, por el contrario, un interés desmedido
por temas intelectuales, relegando la vida afectiva.
En situaciones de estrés, una persona puede regresar a la latencia, refugiándose
en el trabajo, los estudios o evitando relaciones afectivas.
Los trastornos más asociados incluyen la fobia social, donde hay un miedo
extremo a la interacción, y el trastorno obsesivo-compulsivo, cuando las normas
se interiorizan de manera rígida.
A nivel físico, pueden presentarse síntomas como migrañas, contracturas
musculares y alteraciones del sueño debido a la ansiedad social.
-Genital: La etapa genital, que comienza en la pubertad y se extiende a lo largo de
la vida adulta, es la fase en la que la energía libidinal se enfoca en la formación de
relaciones afectivas y sexuales maduras. A diferencia de las etapas anteriores,
donde la sexualidad estaba centrada en la autoexploración o la satisfacción
parcial, en esta etapa el individuo busca la gratificación a través del vínculo con
otros. Sin embargo, si existen fijaciones no resueltas de etapas previas, pueden
surgir dificultades en la vida sexual, emocional y relacional.
Las personas con fijaciones orales pueden volverse dependientes
emocionalmente o buscar placer en conductas compulsivas como comer en
exceso, fumar o beber alcohol. Si la fijación es anal, pueden ser rígidas,
controladoras o experimentar ansiedad en situaciones de intimidad. Las fijaciones
fálicas pueden generar un exceso de narcisismo, inseguridad en la identidad de
género o necesidad de validación constante a través de la seducción.
Los trastornos sexuales más comunes en esta etapa incluyen la disfunción eréctil
psicógena, la anorgasmia, el vaginismo, la hipersexualidad y la aversión al sexo,
todos derivados de conflictos inconscientes sobre el placer y la culpa. También
pueden surgir problemas de autoestima y relaciones superficiales basadas en la
apariencia o el poder.
Cuando una persona enfrenta estrés emocional o crisis, puede regresar a etapas
anteriores, manifestando conductas de dependencia (oral), rigidez extrema (anal)
o necesidad excesiva de reconocimiento (fálica).
4. OBSTACULOS PARA EL DESARROLLO
4.1 Ansiedad:

El mayor problema de la psique es buscar la forma de hacer frente a la ansiedad.


La ansiedad es desatada por un aumento de la tensión o por el disgusto esperado
o previsto; se puede desarrollar en cualquier situación (real o imaginaria) cuando
la amenaza que se ciñe hacia alguna parte del cuerpo o de la psique es
demasiado grande para hacer caso omiso de ella o para dominarla o liberarla.

Los prototipos de situaciones que causan ansiedad incluyen:


1. La pérdida de un objeto deseado. Por ejemplo, un niño que pierde a uno de sus
padres, a un amigo íntimo o a su animal preferido.
2. La pérdida del amor. Por ejemplo, el rechazo, el fracaso en recuperar el amor o
la aprobación de alguien que le interesa a uno.
3. La pérdida de la identidad. Por ejemplo, los temores de castración, el
desprestigio, el ridículo en público.
4. La pérdida del amor hacia uno mismo. Por ejemplo, la desaprobación, por parte
del superego, de actos o características que producen culpabilidad u odio hacia
uno mismo.
La amenaza de estos y de otros eventos causa la ansiedad.
Existen dos medios generales para disminuirla. El primero es afrontar la situación
directamente. Resolvemos los problemas, vencemos los obstáculos, afrontamos o
nos alejamos de las amenazas y arreglamos el problema para minimizar su
impacto. Esta es la forma en que trabajamos para eliminar las dificultades y
disminuir el riesgo de su recurrencia, aminorando así la perspectiva de más
ansiedad en el futuro. Según palabras de Hamlet: "alzamos lo brazos contra un
mar de dificultades y al hacerles frente las acabamos".
El enfoque alternativo se defiende de la ansiedad, deformando o negando la
situación misma. El ego protege a toda la personalidad contra la amenaza,
falseando la naturaleza de la amenaza. Las diversas maneras en que se llevan a
cabo las deformaciones se llaman mecanismos de defensa.

MECANISMOS DE DEFENSA:
5.1 Represión: La represión obliga a alejar de la conciencia todo suceso, idea o
percepción que pueda ser un provocador potencial de ansiedad, evitando así
cualquier posible disolución.
"La esencia de la represión consiste simplemente en desviar cualquier cosa y
mantenerla a cierta distancia de lo consciente"
Se ha descubierto que los síntomas histéricos a menudo se han originado en una
represión anterior.
Algunas dolencias psicosomáticas como el asma, la artritis y las úlceras, pueden
estar ligadas a la represión. La excesiva lasitud, las fobias y la impotencia o la
frigidez también pueden ser una consecuencia de los sentimientos reprimidos.
Por ejemplo, si uno tiene sentimientos ambivalentes muy intensos en relación con
el padre, uno puede demostrarle amor y al mismo tiempo desear que estuviera
muerto.

5.2 Negación: La negación consiste en tratar de no aceptar como real un evento


que perturba al ego. Los adultos tienen la tendencia a
"soñar despiertos", creen que determinados hechos no lo son, que no sucedieron
en la realidad. Este escape hacia la fantasía puede tomar muchas formas, algunas
de las cuales parecerán absurdas a los ojos del observador objetivo. La siguiente
historia sirve de ejemplo para explicar la negación.
5.3 Racionalización:
5.4 Formación reactiva:
5.5 Proyección: La proyección es el acto de atribuir a otra persona, animal u
objeto, las cualidades, sentimientos o intenciones que se originan en uno mismo.
Se trata de un mecanismo de defensa, mediante el cual los aspectos de la propia
personalidad se desplazan dentro del individuo hacia el medio exterior. Se trata a
la amenaza como si fuera una fuerza externa. En consecuencia, una persona
puede manejar los sentimientos reales, pero sin admitir o saber que la idea o
conducta temida le pertenece. Por ejemplo, siempre que caracterizamos algo de
“ahí afuera” como malo, peligroso, pervertido, etc. Sin reconocer que tales
características también podrían aplicarse a nosotros mismos, es probable que
estemos proyectando. Igualmente, cuando consideramos que los demás son
poderosos, atractivos, capaces, sin apreciar las mismas cualidades en nosotros
mismos, también estamos proyectando. Lo que hace la proyección básicamente
es que no veamos en nosotros mismos lo que parece vivo y obvio en los demás,
normalmente esto de forma inconsciente.
5.6 Aislamiento:
5.7 Regresión: La regresión es el retorno a un nivel anterior de desarrollo o a una
forma de expresión más simple y más infantil. Es la manera de calmar la ansiedad,
alejándose del pensamiento real hacia actitudes que en años anteriores redujeron
la ansiedad.
La regresión es la forma más primitiva de enfrentarse a los problemas. Si bien
reduce la ansiedad, a menudo deja sin resolver la fuente de ansiedad inicial. La
extensa lista de conductas regresivas que elaborara Calvin Hall nos da la
oportunidad de ver si allí se incluyen algunas de nuestras propias conductas.
“Aun las personas con buena salud y bien adaptadas hacen, de vez en cuando,
regresiones con el fin de reducir la ansiedad o, como suele decirse, para
desahogarse. Fuman, se emborrachan, comen demasiado, pierden la paciencia,
se muerden las uñas, se masturban, leen cuentos de misterio, van al cine, hacen
prácticas sexuales inusitadas, mascan chicle, se visten como niños, conducen su
auto rápida y temerariamente, creen en los espíritus buenos y malos, duermen la
siesta, luchan y se matan entre sí, apuestan a los caballos, sueñan despiertos, se
rebelan o se someten a las autoridades, juegan, se componen delante del espejo,
se dejan llevar por sus impulsos, se vuelven víctimas propiciatorias y hacen mil y
una cosas más, propias de los niños. Algunas de estas regresiones son tan
comunes que se consideran como signos de madurez. En realidad, todas son
formas de regresión que utilizan los adultos”.

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