TEMA1
TEMA1
El Derecho mercantil nace como un derecho especial frente al Derecho civil o común. El
Derecho mercantil constituye una categoría histórica, porque:
Surge como un derecho especial (se encarga de regular una materia propia, que sin
contradecir al derecho común separa de este categorías, actos y cosas del ámbito mercantil
con el objetivo de someterlo a un régimen específico. Por lo que ante un conflicto que las leyes
mercantiles no lo puedan resolver, se acudirá al derecho común) para satisfacer unas
concretas exigencias de la realidad económica. Son unas exigencias que, a partir de un
momento determinado, no son atendidas debidamente por el Derecho civil (Garrigues). La
conexión que existe entre el Derecho mercantil y esos factores económicos y político-sociales
que hacen que aparezca, explican la relatividad del contenido de este Derecho, porque al
evolucionar los factores, cambia también el contenido de esta disciplina. Esta evolución hace
que aparezcan tres fenómenos:
Como hay sujetos que se dedican profesionalmente al comercio, la actividad que realizan
necesita ser regulada y resuelta por un Derecho, y aparecen entonces instituciones jurídicas
nuevas. Sin embargo, no surge un Derecho especial para el comercio, separado del civil,
porque las características del Derecho romano hacen que sea innecesaria la aparición de este
Derecho especial. Estas características son:
- Naturaleza dinámica.
- Condiciones de acomodación y flexibilidad ante las nuevas exigencias sociales.
- Sistema de aplicación por el pretor.
Concluimos, visto lo que pasa en Roma, que para que exista el Derecho mercantil como
Derecho especial, no basta que exista una actividad económica, sino que es necesario que el
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
Madrid, 2016.
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Derecho común no pueda regular las exigencias que nacen de esta actividad económica. El
Derecho mercantil se hace más necesario cuanto más rígido es el Derecho común.
Todo esto propicia que aparezca un nuevo derecho, el ius mercatorum. Éste, es un Derecho
propio de una categoría social diferenciada –los comerciantes-, pero está limitado cuando se
aplica, a la actividad profesional que desarrollan. El Derecho mercantil surge en la Edad Media,
frente a la rigidez y formalismo del Derecho civil, pues los comerciantes sienten la necesidad
de unas normas que se adapten mejor a los requisitos del comercio. Dejan de aplicar entre sí la
normativa rígida del derecho civil, y crean un derecho autónomo, que no surge por imposición
del Estado, sino por su aceptación social y que se plasma en costumbres recogidas por
recopilaciones hechas por asociaciones de comerciantes. Este nuevo derecho goza de dos
características principales:
- Uniformidad: Se debe a que había mucho comercio entre lugares distantes (ferias, en
las que acudían comerciantes de muchos sitios), y esto exige que el Derecho sea
uniforme.
Aunque este derecho de los comerciantes es personal y extraterritorial, las costumbres son
muy parecidas en todos los puertos (el “Llibre” p.e. es adoptado por la mayoría de los puertos
mediterráneos); de esta forma parece que se llega a crear una “lex mercatoria” que cubría los
principales negocios del comercio internacional con carácter consuetudinario, sin respaldo
estatal, administrada por tribunales arbitrales, y, además, impuesta por coerción social.
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
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paso de los usos y costumbres de los mercaderes, a la Ley como expresión de la voluntad
soberana.
Este sistema de Derecho mercantil de clase cubre desde la baja Edad Media hasta la
Revolución francesa, y en España hasta las reformas de Fernando VII, ya en el siglo XIX. Las
únicas imposiciones estatales fueron las leyes de quiebra (como p.e. la Ley de Cortes de 1300
de Jaime I de Aragón) y los requisitos para la creación de sociedades, para lo que se exigía
autorización real (fue típico el privilegio concedido a la Compañía de las Indias).
El derecho mercantil pierde autonomía, pero los tribunales consulares especiales subsisten y
su competencia se amplia. Éstos quedan suscritos a la jurisdicción del Rey, e imparten justicia
en su nombre. Como consecuencia del proceso de estatalización o nacionalización del Derecho
mercantil, éste pierde uniformidad. En este periodo, continúan las instituciones surgidas en la
época anterior, y surgen tras nuevas, como el desarrollo del sector financiero (Banca y Bolsa).
Aparecen también las Compañías coloniales, que son el primer antecedente de las sociedades
anónimas.
El Derecho mercantil fue un Derecho profesional y subjetivo, pero esto cambia en el siglo XIX.
Tras la Revolución Francesa surge un orden nuevo que influye en la concepción positiva y
doctrinal del Derecho mercantil.
Los actos de comercio son determinados actos, legalmente enumerados, a los que el
legislador da una regulación especial contenida en un Código mercantil (p.e. venta
especulativa, transporte por mar, letra de cambio, etc.). Es suficiente que estén incluidos en
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dicha enumeración, sin que sea preciso que los realice un comerciante. Mientras que los
actos no de comercio realizados por un comerciante, son civiles.
Los códigos constituyeron un instrumento esencial de la revolución política del siglo XIX. Se
produce la integración sistematizadora de las normas y recopilaciones, por ejemplo, el Código
de Comercio francés de 1807. Con este código se inicia una nueva etapa en la concepción
legislativa del Derecho mercantil, porque con éste, la disciplina deja de ser destinada
solamente a regular el tráfico profesional ejercido por los comerciantes, para convertirse en
Derecho regulador de determinados actos: actos de comercio objetivos. A este Derecho
mercantil se someten cualquiera que sea la condición personal del sujeto que los realiza, es
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decir, los actos son mercantiles, sea o no comerciante su autor. En definitiva, se pasa de un
Derecho que se aplica y delimita subjetivamente, a un Derecho de delimitación y aplicación
objetiva.
- Dado que se mantienen los tribunales de comercio, se intenta evitar que la jurisdicción
consular aparezca como un fuero privilegiado reservado a una clase. Su competencia
se funda en criterios objetivos (la realización de actos de comercio). El comerciante es
aquel que ejerce actos de comercio haciendo de ello su profesión habitual, es abrir la
profesión a todos los ciudadanos. Pero en realidad, la esencia no se había alterado, y
por ello no se produce ningún cambio histórico sustancial en el sistema de Derecho
mercantil tradicional.
- Fue cada vez más frecuente la utilización por no comerciantes de instituciones
tradicionalmente mercantiles. Cada vez es mayor la “generalización” del Derecho
mercantil.
- El Código de Comercio quiso someter a la jurisdicción mercantil los actos e
instituciones “generalizados” utilizados por comerciantes y por quienes no lo son.
Aparece un Derecho mercantil objetivo, y los Códigos posteriores asumen estas ideas (Código
de comercio alemán de 1861, y Código de Comercio español de 1885, aún vigente). En estos
códigos se aprecia una tendencia objetiva, y se lleva a cabo la adopción de un sistema objetivo
de delimitación de la materia mercantil codificada, trasladando a la parte sustantiva la noción
de los actos de comercio. Estos actos de comercio son el eje del sistema del Derecho mercantil.
Esta tendencia contrasta con el Código de comercio español de 1829, en el que no se aprecia la
objetivación del sistema.
Se codifica un Derecho mercantil que pretende ser destinado a regular la actividad profesional
de los comerciantes (verdadero sentido del Derecho Mercantil), y ciertos actos que se
sometían al Derecho mercantil, aunque el sujeto que los realizase no fuese comerciante. Los
actos privativos de los comerciantes pasaron a ser de uso general. Por tanto, la
“generalización” del Derecho Mercantil implica la “objetivación” legislativa del mismo, ya que
era necesario justificar que el Derecho mercantil codificado regulase algunas instituciones cuyo
uso se había generalizado. El Derecho mercantil pasa a ser el Derecho de los actos de
comercio.
En 1830 bajo el Reinado de Fernando VII comienza pues la época contemporánea del Derecho
mercantil español. Aunque el “Rey felón” es una de las bestias negras del liberalismo español,
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Frente a la orientación objetiva del “Code de Commerce” francés y del Código de Comercio
español (1885) e italiano (1882), aparece el Código de Comercio alemán de 1897, que vuelve a
la concepción subjetiva como elemento diferenciador del Derecho Mercantil frente al Derecho
Civil. En el Derecho alemán se presume en el comerciante un conocimiento y una pericia en
los asuntos de comercio superior al ciudadano corriente, y ello justifica la existencia de una
normativa especial. El Derecho mercantil aparece en esta nueva fase más como una carga que
como un privilegio de clase.
Es imposible reducir a una unidad los actos ocasionales y los que presuponen una actividad
profesional, ya que la técnica de los actos de comercio no puede alcanzar la compleja realidad
mercantil y tener en cuenta la expansión de este derecho.
- Los actos de comercio son actos “objetivos y absolutos”, y el hecho de que sean
mercantiles deriva de su contenido intrínseco, con independencia del sujeto que los
realice.
- Esto es distinto del concepto de “actos subjetivos o relativos”, que se refiere a que los
actos solo son mercantiles por pertenecer a la actividad del comerciante, o estar en
relación con su tráfico, es decir, actos mixtos o unilaterales, en los que solo una de las
partes es comerciante.
Los legisladores que instauraron un sistema objetivo para someter al Derecho mercantil los
principios y los actos (instituciones) que se habían convertido en generales, no comprenden la
incoherencia que supone afirmar la especialidad del Derecho mercantil, cuando por la
evolución económica, se habían convertido ya en generales, comunes y civiles.
En los Códigos se recogen como actos de comercio, las actividades que encajan dentro de lo
que es mera “intermediación entre producción y consumo”. Por ejemplo, el CCcio Español
comprende dentro de la noción de comerciante a las compañías industriales y de crédito, las
explotaciones mineras, la concesión de ferrocarriles…
El sistema objetivo responde a una exigencia de la realidad económica, sin embargo, tiene un
error apreciación el fenómeno de la “generalización” del Derecho mercantil, porque los actos
generalizados deberían haber dejado de ser mercantiles para convertirse en comunes o civiles.
La doctrina utiliza un método de atenta observación de la realidad, para analizar las relaciones
económicas reguladas por el Derecho mercantil, ya que si el Derecho existe para satisfacer y
regular determinadas exigencias que nacen de la realidad económica, si se analiza podrá
conocerse la justificación y contenido del Derecho mercantil.
Desde el XIX hasta hoy, estamos en un sistema económico capitalista caracterizado por la
producción industrial en masa. La actividad económica que realizan las empresas está
caracterizada por la especialización, la racionalización y la concentración industrial. Aparecen
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Una parte de la doctrina afirma que el Derecho mercantil es el destinado a regular los actos de
producción en masa y dirigido a regulas a las empresas. La producción y la distribución en
masa implican desde el punto de vista jurídico, la conclusión masiva o en serie de contratos
con el exterior. Lo que caracteriza al sector de la actividad económica sometida al Derecho
mercantil, es la repetición en serie de actos jurídicos. El nacimiento de especiales exigencias e
instituciones, cuya regulación corresponde al Derecho mercantil, demuestra la insuficiencia
del Derecho civil, que no las atiende bien, o desconoce las instituciones que tal actividad
presupone.
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
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Hay que distinguir entre el Derecho presente en nuestro Código de comercio de 1885 y el
Derecho mercantil presente en la realidad del tráfico.
Sigue un sistema que aspira a ser objetivo, ya que establece en su art. 2 que “los actos de
comercio, sean o no comerciantes los que los ejecuten, y estén o no especificados en este
código, se regirán por las disposiciones contenidas en él; en su defecto, por los usos de
comercio observados generalmente en cada plaza, y a falta de ambas reglas, por las del
Derecho común”. Por tanto, para el legislador español de este código, el Derecho mercantil es
un ordenamiento de actos objetivos de comercio, a los que se aplican las prescripciones del
código, sean o no comerciantes. El DM es un ordenamiento destinado a regular los actos
objetivos de comercio.
La concepción del legislador es criticable y debe postularse su reforma por varias razones:
1. El empresario mercantil: persona física o jurídica que en nombre propio y por si o por
medio de otro ejercita, organizada y profesionalmente, una actividad económica
dirigida a la producción o a la mediación de bienes o de servicios para el mercado. Éste
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
Madrid, 2016.
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Económica. Jurídica.
Actividad de producción o mediación de La actividad del empresario es relevante para el
bienes y servicios que con la empresa se DM, porque al ser realizada profesionalmente,
realiza. da al sujeto un status especial.
Para satisfacer las exigencias que nacen de esta actividad, surgen en el DM las siguientes
instituciones:
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
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El concepto de DM atraviesa una crisis, que hace que haya una incapacidad para seguir
explicando y construyendo el DM. Es necesario un examen atento de la legislación mercantil
actual, y ver que no podemos concebir el DM como un Derecho privado especial, porque cada
vez son más las normas mercantiles que no pueden ser clasificadas como Derecho privado.
Se está produciendo una instrumentalización del Derecho privado para satisfacer interese
público-económicos, y cada vez son más las leyes que contienen tanto normas públicas como
privadas.
CONSTITUCIÓN ECONÓMICA.
La CE establece el conjunto de derechos y principios sobre los que debe desarrollarse la vida
económica y la actividad empresarial en España. A este conjunto de normas de origen
constitucional se le conoce como “Constitución Económica”.
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
Madrid, 2016.
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UNIÓN EUROPEA.
La firma por España del Tratado de Adhesión a las Comunidades Europeas supuso un cambio
del OJ español, y especialmente en el derecho mercantil. La UE supone una nueva etapa en el
proceso de integración europea iniciado con la constitución de las CCEE. El contenido del
tratado de Maastricht se incorpora a nuestro ordenamiento jurídico al tratarse de Derecho
comunitario primario. En lo que se refiere al DUE, se ha ido construyendo un acervo
comunitario integrado por normas jurídicas escritas, orientaciones políticas definidas y una
gran interpretación jurisprudencial del TJUE, resolviendo cuestiones prejudiciales al amparo
del 267 TFUE.
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
Madrid, 2016.
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(efecto directo vertical). Por el contrario, los particulares no pueden alegar ante los
tribunales el contenido de las directivas no incorporadas en sus relaciones con otros
particulares (efecto directo horizontal).
Para compensar la falta de eficacia directa horizontal de las directivas no incorporadas,
el TJUE ha venido imponiendo a los tribunales nacionales la obligación de interpretar
el Derecho nacional de conformidad con las Directivas aun no incorporadas, cuando
se ha excedido el plazo para ello. Con esto puede lograrse un efecto similar.
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
Madrid, 2016.
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A) Ley mercantil.
Desde un punto de vista jerárquico, la primera norma aplicable es la ley en sentido amplio,
cualquiera que sea su rango, siempre y cuando sean de materia mercantil. Para delimitar cual
es esta materia y qué disposiciones son mercantiles, hay que acudir a los principios
anteriormente expuestos.
- Regulación autónoma que las partes pueden otorgar a las relaciones mercantiles.
Esto se debe a la gran parte de preceptos de carácter dispositivo del Código de
Comercio.
- Promulgación de numerosas leyes especiales posteriores que completan o derogan su
insuficiente y a veces inadecuado contenido.
Por lo inadecuado que resulta el CCom, se ha producido una dispersión normativa, muy
negativa para la seguridad jurídica y la realidad del mercado. Consecuencia de la
inadecuación del C.Com es que progresivamente se han ido dictando leyes mercantiles
especiales, que cubren sus lagunas, así por ejemplo Ley de Sociedades de Capital, de 2010; Ley
de Defensa de la Competencia, Ley del Mercado de Valores; o que sustituyen la regulación del
C.Com, por ejemplo Ley Concursal, Ley General Cooperativa, Ley del Contrato de Seguro, Ley
Cambiaria y del Cheque.
observados generalmente en cada plaza, y, a falta de ambas reglas, por las del Derecho común.
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
Madrid, 2016.
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Como se ve, abarca gran parte de la materia, pero el Código deja fuera el Derecho concursal.
Sin embargo, los EEAA atribuyen a las CCAA determinadas competencias sobre materias
propias del Derecho mercantil. El TC en las STC 88/1986, STC 62/1991, STC 225/1993 y otras
ha resaltado que el concepto de “legislación mercantil” utilizado por el art. 149.1 CE
únicamente incluye la normativa de derecho privado que constituye el Derecho mercantil
tradicional. De lo que se deduce que sólo el Estado central puede regular [STC 88/1986]:
Las CCAA no pueden, en definitiva, incidir en las relaciones contractuales privadas entre
empresarios ni introducir o modificar derechos y obligaciones en tales relaciones. Y tampoco
pueden las CCAA dictar normas que supongan trabas a la libre circulación de bienes, capitales,
servicios y trabajadores, o diferencias en las condiciones básicas de ejercicio de actividades
económicas, pues si lo hicieran violarían el principio de unidad de mercado.
El art. 148 CE a su vez relaciona las competencias que pueden asumir las Comunidades
Autónomas en sus Estatutos de Autonomía, y entre ellas no se menciona ninguna materia
mercantil. Pero al autorizar el art. 149.3 CE que las materias no atribuidas expresamente al
Estado puedan corresponder a las Comunidades Autónomas en virtud de sus Estatutos, el
resultado es que las Comunidades Autónomas llegan a ejercer competencias legislativas, si no
en el derecho mercantil privado que regula relaciones “inter partes”, sí en áreas cercanas, que
forman parte del Derecho mercantil económico en sentido amplio.
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
Madrid, 2016.
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El Derecho mercantil del Estado debe ser aplicable con preferencia en caso de conflicto con
la normativa de las CCAA. El TC ha evitado dar una tajante definición de lo que debe
entenderse por “legislación mercantil”. En la CE se adopta un criterio restrictivo de dicho
concepto, y el TC ha dicho que habrá de incluirse en el concepto de “legislación mercantil”, la
regulación de las relaciones jurídico-privadas de los empresarios mercantiles, o comerciantes
en cuanto tales, ya que corresponde en exclusiva al Estado determinar cuál es el ámbito propio
de la actividad libre del empresario mercantil, y solo la legislación del Estado puede regular la
forma en que nacen y se extinguen los derechos y obligaciones a que el ejercicio de esa
actividad puede dar lugar, y el contenido necesario de aquellos y éstas.
“Leyes de armonización” previstas en el 150.3 CE, pueden hacerse necesarias porque así lo
exijan el principio de unidad de mercado, los intereses generales, o el interés de los
consumidores y agentes económicos. Estos principios deben servir de criterio interpretativo a
la hora de fijar los límites y contenidos de las competencias compartidas en materia de
Derecho mercantil entre el Estado y las CCAA, para tratar de resolver los casos de
solapamiento que se producen.
Adquiere gran importancia la jurisprudencia del TC al interpretar los conceptos poco claros
del art. 149 CE, diciendo que hay algunos de naturaleza mixta o híbrida . En el caso de la Ley
7/1996 de Ordenación del Comercio Minorista, se señala expresamente determinados
preceptos que serán de aplicación general amparándose en la competencia exclusiva del
Estado para regular el contenido del derecho privado de los contratos. Otros artículos se
amparan en la competencia exclusiva del Estado para regular el derecho mercantil de la
competencia. Todo ello, sin perjuicio de reconocer que los restantes preceptos podrán ser de
aplicación en defecto de legislación específica dictada por las CCAA.
El Derecho mercantil tiene un origen consuetudinario, formado por los comerciantes, quienes
con su conducta crearon las instituciones y normas necesarias para regular convenientemente
las exigencias y los intereses de su tráfico profesional. Después, el DM se convierte en
legislado, y en la actualidad se asiste a una importante revitalización de los usos de comercio
en el plano internacional.
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
Madrid, 2016.
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En 1885 el legislador establece el predominio jerárquico de las normas legales sobre los usos
de comercio, conociendo dos circunstancias de interés:
- Que la ley no puede recoger todo el Derecho objetivo. Esta es la razón por la que se
reconoce la eficacia normativa de los usos en defecto de norma legal.
- Se respeta el poder de formación autónoma de normas mercantiles (usos de comercio)
por parte de los comerciantes o empresarios, para regular instituciones o situaciones
no previstas por la ley.
Los usos de comercio son verdaderas normas de Derecho Objetivo, generadas por la práctica
repetida y constante de una determinada conducta en el tráfico mercantil. Para que existan
es indispensable que aquella práctica haya creado la conciencia general de su existencia y
obligatoriedad, con independencia de la voluntad de las partes, a las que obligara o vinculara a
menos que expresamente se pronuncien en contrario.
A menos que el uso sea notorio, debe ser alegado y probado por quien pretenda su
aplicación. En el sector de la contratación mercantil moderna, los usos del comercio están en
decadencia como resultado de un conjunto de causas. Al ser una norma jurídica no escrita, su
existencia es incierta. Además, dado el carácter dispositivo de los usos, las partes pueden
establecer cláusulas que impidan su aplicación o que colmen la laguna de la ley en sentido
distinto al contenido en el uso. Esto ha conducido a un renacimiento del formalismo, y a la
utilización de contratos-tipo y la creciente utilización en ellos de extensas condiciones
generales (que en ocasiones reproducen los usos mercantiles) ha debilitado la función de los
usos mercantiles, suprimiendo su utilización o impidiendo su nacimiento.
Aunque históricamente tuvieron trascendencia, hoy la importancia de los usos del comercio
está en franca decadencia por las siguientes razones:
a) Por su carácter incierto, que se intenta paliar con recopilaciones realizadas por las
Cámaras de Comercio y Consejo Superior Bancario; la última es de 1964, y además
recoge mayoritariamente contratos tipo, y no auténticos usos;
b) Porque son siempre dispositivos y pueden ser derogados por pactos;
c) Por la generalización de condiciones generales y contratos de adhesión.
Los requisitos de los usos de comercio para que tengan valor de fuente son los siguientes:
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
Madrid, 2016.
Derecho Mercantil I
c) Que se prueben [art. 1.3. C.c.], pudiendo ser medios de prueba las recopilaciones, los
certificados expedidos por una Cámara de Comercio, la existencia de jurisprudencia o
de doctrina que los describa y finalmente la declaración de testigos.
Hasta hace algunos años, el conocimiento del Derecho mercantil se encomendaba a los
tribunales ordinarios sin especializar. Ahora, a partir de la promulgación de la Ley Concursal
(LO 8/2003), el legislador ha profundizado en el criterio de especialización, creando los
Juzgados de lo Mercantil. Estos juzgados radican en toda capital de provincia, implantándose
un sistema de especialización semejante en segunda instancia, con la creación de secciones
en las AP.
Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
Madrid, 2016.