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TEMA1

El Derecho mercantil surge como una disciplina autónoma en respuesta a las necesidades económicas que no son adecuadamente atendidas por el Derecho civil. A lo largo de la historia, ha evolucionado desde un derecho de clase en la Baja Edad Media hasta un sistema objetivo que regula actos de comercio, independientemente de la condición del sujeto que los realice. Esta transformación se consolidó con el Código de Comercio francés de 1807, que marcó un cambio hacia la regulación de actos mercantiles específicos en lugar de la actividad de los comerciantes como tal.

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TEMA1

El Derecho mercantil surge como una disciplina autónoma en respuesta a las necesidades económicas que no son adecuadamente atendidas por el Derecho civil. A lo largo de la historia, ha evolucionado desde un derecho de clase en la Baja Edad Media hasta un sistema objetivo que regula actos de comercio, independientemente de la condición del sujeto que los realice. Esta transformación se consolidó con el Código de Comercio francés de 1807, que marcó un cambio hacia la regulación de actos mercantiles específicos en lugar de la actividad de los comerciantes como tal.

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Derecho Mercantil I

CAPÍTULO 1: FORMACIÓN HISTÓRICA DEL DERECHO MERCANTIL.


CONCEPTO Y FUENTES. CONSTITUCIÓN ECONÓMICA.

I. EL DERECHO MERCANTIL COMO CATEGORIA HISTORICA. CONCEPTO Y


CONTENIDO ACTUAL.

El Derecho mercantil nace como un derecho especial frente al Derecho civil o común. El
Derecho mercantil constituye una categoría histórica, porque:

- El derecho mercantil como disciplina autónoma no ha existido siempre, sino que


aparece en un momento determinado.
- Nace como rama del Derecho privado, al lado del Derecho civil.
- Su transformación hasta ser como es ahora, es consecuencia de varios factores.

Surge como un derecho especial (se encarga de regular una materia propia, que sin
contradecir al derecho común separa de este categorías, actos y cosas del ámbito mercantil
con el objetivo de someterlo a un régimen específico. Por lo que ante un conflicto que las leyes
mercantiles no lo puedan resolver, se acudirá al derecho común) para satisfacer unas
concretas exigencias de la realidad económica. Son unas exigencias que, a partir de un
momento determinado, no son atendidas debidamente por el Derecho civil (Garrigues). La
conexión que existe entre el Derecho mercantil y esos factores económicos y político-sociales
que hacen que aparezca, explican la relatividad del contenido de este Derecho, porque al
evolucionar los factores, cambia también el contenido de esta disciplina. Esta evolución hace
que aparezcan tres fenómenos:

Ampliación del ámbito del Tendencia a la Tendencia a reducir el


Derecho Mercantil (nace para generalización y ámbito del Derecho
el comercio y se extiende a la objetivación de su mercantil.
industria). contenido.

 LA INEXISTENCIA DE UN DERECHO ESPECIAL PARA EL COMERCIO EN ROMA.

En Roma no existían unas normas específicamente destinadas al comercio, por lo que no


existía un auténtico Derecho mercantil. Roma llega a ser el centro del comercio mundial de la
época, y conduce a que se forme una economía dineraria, que haya mucho tráfico marítimo, y
como consecuencia, que comiencen a formarse asociaciones y agrupaciones de mercaderes.

Como hay sujetos que se dedican profesionalmente al comercio, la actividad que realizan
necesita ser regulada y resuelta por un Derecho, y aparecen entonces instituciones jurídicas
nuevas. Sin embargo, no surge un Derecho especial para el comercio, separado del civil,
porque las características del Derecho romano hacen que sea innecesaria la aparición de este
Derecho especial. Estas características son:

- Naturaleza dinámica.
- Condiciones de acomodación y flexibilidad ante las nuevas exigencias sociales.
- Sistema de aplicación por el pretor.

Concluimos, visto lo que pasa en Roma, que para que exista el Derecho mercantil como
Derecho especial, no basta que exista una actividad económica, sino que es necesario que el

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Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
Madrid, 2016.
Derecho Mercantil I

Derecho común no pueda regular las exigencias que nacen de esta actividad económica. El
Derecho mercantil se hace más necesario cuanto más rígido es el Derecho común.

 EL ORIGEN DEL DERECHO MERCANTIL EN LA BAJA EDAD MEDIA.

El origen se debe a la conjunción de una serie de factores en la Baja Edad Media:

- Nueva economía urbana; feudal y esencialmente agraria.


- Crisis del feudalismo.
- Aparición de un nuevo sujeto: el comerciante.
- Auge del comercio: desarrollo del comercio marítimo y aparición de las “ferias”.

Todo esto propicia que aparezca un nuevo derecho, el ius mercatorum. Éste, es un Derecho
propio de una categoría social diferenciada –los comerciantes-, pero está limitado cuando se
aplica, a la actividad profesional que desarrollan. El Derecho mercantil surge en la Edad Media,
frente a la rigidez y formalismo del Derecho civil, pues los comerciantes sienten la necesidad
de unas normas que se adapten mejor a los requisitos del comercio. Dejan de aplicar entre sí la
normativa rígida del derecho civil, y crean un derecho autónomo, que no surge por imposición
del Estado, sino por su aceptación social y que se plasma en costumbres recogidas por
recopilaciones hechas por asociaciones de comerciantes. Este nuevo derecho goza de dos
características principales:

- Autonomía: en el terreno de las fuentes de producción del Derecho y en el de la


jurisdicción. Son los propios comerciantes los creadores de este Derecho, a través de la
generalización de sus usos y costumbres. Después, muchos de estos usos se recogen
en colecciones y recopilaciones.
La autonomía jurisdiccional, se plasma en los tribunales corporativos, que conocen los
conflictos en los que intervengan comerciantes inscritos en la “matricula” de la
corporación. Esta jurisdicción experimenta una expansión en su competencia, ya que
pasa a conocer los actos mixtos o unilateralmente mercantiles (tan solo una de las
partes tiene la condición de comerciante). Se acaba considerando comerciante
también a aquellos que ejerzan la profesión comercial sin estar matriculados.

- Uniformidad: Se debe a que había mucho comercio entre lugares distantes (ferias, en
las que acudían comerciantes de muchos sitios), y esto exige que el Derecho sea
uniforme.

Aunque este derecho de los comerciantes es personal y extraterritorial, las costumbres son
muy parecidas en todos los puertos (el “Llibre” p.e. es adoptado por la mayoría de los puertos
mediterráneos); de esta forma parece que se llega a crear una “lex mercatoria” que cubría los
principales negocios del comercio internacional con carácter consuetudinario, sin respaldo
estatal, administrada por tribunales arbitrales, y, además, impuesta por coerción social.

 EL DERECHO MERCANTIL EN LA EDAD MODERNA.

La formación de los Estados Modernos y la consolidación de la soberanía del monarca,


producen alteraciones en el Derecho mercantil. Se produce el sometimiento a la soberanía real
de los grupos sociales que hasta entonces tenían autonomía operativa. Además, hay una
voluntad de proceder a la unificación jurídica. Lo más importante es que hay un proceso de

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Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
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paso de los usos y costumbres de los mercaderes, a la Ley como expresión de la voluntad
soberana.

Este sistema de Derecho mercantil de clase cubre desde la baja Edad Media hasta la
Revolución francesa, y en España hasta las reformas de Fernando VII, ya en el siglo XIX. Las
únicas imposiciones estatales fueron las leyes de quiebra (como p.e. la Ley de Cortes de 1300
de Jaime I de Aragón) y los requisitos para la creación de sociedades, para lo que se exigía
autorización real (fue típico el privilegio concedido a la Compañía de las Indias).

Fuera de esto, la intervención del poder estatal se limitaba a la promulgación de Ordenanzas,


recopilaciones de normas consuetudinarias con aprobación real, como las Ordenanzas de
Bilbao de 1737. Estas Ordenanzas de Bilbao, inspiradas en las Ordenanzas francesas del
Comercio (1673) y de la Marina (1681) de Luis XIV, llegan a aplicarse en un ámbito nacional vía
consuetudinaria, y más tarde en 1792 Carlos IV termina por imponer su vigencia al declararlas
“universalmente recibidas en sus Reinos para los asuntos mercantiles”.

El derecho mercantil pierde autonomía, pero los tribunales consulares especiales subsisten y
su competencia se amplia. Éstos quedan suscritos a la jurisdicción del Rey, e imparten justicia
en su nombre. Como consecuencia del proceso de estatalización o nacionalización del Derecho
mercantil, éste pierde uniformidad. En este periodo, continúan las instituciones surgidas en la
época anterior, y surgen tras nuevas, como el desarrollo del sector financiero (Banca y Bolsa).
Aparecen también las Compañías coloniales, que son el primer antecedente de las sociedades
anónimas.

En su esencia, el Derecho mercantil medieval pervive, aunque parezca increíble, hasta la


transformación radical de finales del XVIII, cuya expresión más violenta es la Revolución
Francesa, y cuyas bases ideológicas son los principios de igualdad y libertad. La Revolución
francesa proclamó de inmediato la libertad de ejercicio del comercio y terminó con el
monopolio de los gremios de comerciantes y corporaciones. No es de extrañar por tanto que
el Derecho mercantil, concebido hasta entonces como un derecho de clase, repugnara a la
Revolución Francesa y al racionalismo.

 LA TRANSICION AL DERECHO MERCANTIL DE BASE OBJETIVA: EL DERECHO DE


LOS ACTOS DE COMERCIO.

El Derecho mercantil fue un Derecho profesional y subjetivo, pero esto cambia en el siglo XIX.
Tras la Revolución Francesa surge un orden nuevo que influye en la concepción positiva y
doctrinal del Derecho mercantil.

Con la Revolución Francesa se plantea pues la necesidad de desechar la concepción


tradicional del Derecho mercantil, como un derecho de clase de los comerciantes. Una
posibilidad hubiera sido unificar todo el Derecho privado, regulando la actividad mercantil por
medio del Código Civil. Sin embargo, prevaleció la idea que la normativa civil no era
apropiada para regular la actividad comercial. Este dilema propicia la aparición, a través del
“Code de commerce” francés de 1807, de una concepción objetiva del Derecho mercantil,
basada en el acto de comercio.

Los actos de comercio son determinados actos, legalmente enumerados, a los que el
legislador da una regulación especial contenida en un Código mercantil (p.e. venta
especulativa, transporte por mar, letra de cambio, etc.). Es suficiente que estén incluidos en

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dicha enumeración, sin que sea preciso que los realice un comerciante. Mientras que los
actos no de comercio realizados por un comerciante, son civiles.

A) Estructura ideológica, económica y político-social.

Hay un cambio profundo en las ideas filosóficas, político-sociales y político-económicas, que se


exteriorizan en el ideario de la Revolución Francesa. Esto conduce a la abolición de los gremios
y las corporaciones profesionales. Se produce también la expansión del “capitalismo industrial
y financiero” (revolución industrial), que aparece en Inglaterra en el XVIII y se extiende por
Europa durante el XIX. Por tanto, en esta época se produce una profunda transformación
económica:

- Capitalismo industrial y financiero.


- Maquinismo y revolución industrial.
- La industria tiende a concentrar los medios de producción, que exige acumular
grandes masas de capital.
- Se desarrolla el trasporte ferroviario y marítimo.
- Se desarrolla la actividad industrial, mercantil y química.
- Nace la Sociedad Anónima como un instrumento jurídico colector y ordenador del
capital de diversa procedencia.
- El crédito (la circulación de éste), la inversión de capitales… alcanzan su perfección
instrumental. Las operaciones bancarias se especializan. Operaciones de crédito.
- Multiplicación y seguridad de las líneas de transporte.
- La inversión de grandes capitales en los sectores industriales fomenta la investigación,
esto exige que se protejan las invenciones.

Aparece entonces una organización, racionalización y especialización de las actividades


económicas (comercio e industria) que tienden a la obtención de una ganancia limitada. Al
Derecho mercantil de la época le corresponde regular esta realidad nueva económica. Sin el
cambio político de la Revolución Francesa, el capitalismo industrial no hubiese sido posible. Los
principios básicos instaurados por la Revolución son:

1. Supresión del intervencionismo estatal en la economía.


2. Supresión de los privilegios concedidos a las corporaciones de mercaderes en el
Antiguo Régimen.
3. Se constitucionaliza la idea de que todo ciudadano puede libremente iniciar el
ejercicio de una actividad económica.
4. Se constitucionalista también la propiedad privada de los medios de producción.

B) El Código de Comercio francés de 1807 y el “acto objetivo” de


comercio.

Los códigos constituyeron un instrumento esencial de la revolución política del siglo XIX. Se
produce la integración sistematizadora de las normas y recopilaciones, por ejemplo, el Código
de Comercio francés de 1807. Con este código se inicia una nueva etapa en la concepción
legislativa del Derecho mercantil, porque con éste, la disciplina deja de ser destinada
solamente a regular el tráfico profesional ejercido por los comerciantes, para convertirse en
Derecho regulador de determinados actos: actos de comercio objetivos. A este Derecho
mercantil se someten cualquiera que sea la condición personal del sujeto que los realiza, es

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Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
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decir, los actos son mercantiles, sea o no comerciante su autor. En definitiva, se pasa de un
Derecho que se aplica y delimita subjetivamente, a un Derecho de delimitación y aplicación
objetiva.

El Derecho mercantil se ve reforzado tras el proceso revolucionario de la Revolución Francesa,


y tras esta revolución se mantiene la jurisdicción consular, y supone una victoria de la clase de
los comerciantes. Este Derecho pasa de ser “profesional” a ser de base objetiva y regulador de
una clase de operaciones (actos de comercio) con independencia del sujeto que las realice,
pasa de ser un ordenamiento subjetivo a uno objetivo. La razón de la transformación obedece
a otras razones:

- Dado que se mantienen los tribunales de comercio, se intenta evitar que la jurisdicción
consular aparezca como un fuero privilegiado reservado a una clase. Su competencia
se funda en criterios objetivos (la realización de actos de comercio). El comerciante es
aquel que ejerce actos de comercio haciendo de ello su profesión habitual, es abrir la
profesión a todos los ciudadanos. Pero en realidad, la esencia no se había alterado, y
por ello no se produce ningún cambio histórico sustancial en el sistema de Derecho
mercantil tradicional.
- Fue cada vez más frecuente la utilización por no comerciantes de instituciones
tradicionalmente mercantiles. Cada vez es mayor la “generalización” del Derecho
mercantil.
- El Código de Comercio quiso someter a la jurisdicción mercantil los actos e
instituciones “generalizados” utilizados por comerciantes y por quienes no lo son.

El Derecho mercantil contenido en el CC francés continúa siendo predominantemente


subjetivo, aunque contemple actos objetivamente considerados como mercantiles. Los
comentaristas franceses del Código distorsionan exagerando el verdadero alcance de los
cambios de los que hemos hablado.

C) La extensión legislativa del sistema objetivo.

Aparece un Derecho mercantil objetivo, y los Códigos posteriores asumen estas ideas (Código
de comercio alemán de 1861, y Código de Comercio español de 1885, aún vigente). En estos
códigos se aprecia una tendencia objetiva, y se lleva a cabo la adopción de un sistema objetivo
de delimitación de la materia mercantil codificada, trasladando a la parte sustantiva la noción
de los actos de comercio. Estos actos de comercio son el eje del sistema del Derecho mercantil.
Esta tendencia contrasta con el Código de comercio español de 1829, en el que no se aprecia la
objetivación del sistema.

Se codifica un Derecho mercantil que pretende ser destinado a regular la actividad profesional
de los comerciantes (verdadero sentido del Derecho Mercantil), y ciertos actos que se
sometían al Derecho mercantil, aunque el sujeto que los realizase no fuese comerciante. Los
actos privativos de los comerciantes pasaron a ser de uso general. Por tanto, la
“generalización” del Derecho Mercantil implica la “objetivación” legislativa del mismo, ya que
era necesario justificar que el Derecho mercantil codificado regulase algunas instituciones cuyo
uso se había generalizado. El Derecho mercantil pasa a ser el Derecho de los actos de
comercio.

En 1830 bajo el Reinado de Fernando VII comienza pues la época contemporánea del Derecho
mercantil español. Aunque el “Rey felón” es una de las bestias negras del liberalismo español,

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no se le puede negar el mérito de haber propiciado la ruptura del sistema medieval de


Derecho mercantil, que hasta entonces continuaba en vigor.

D) Critica del sistema predominantemente objetivo:

Frente a la orientación objetiva del “Code de Commerce” francés y del Código de Comercio
español (1885) e italiano (1882), aparece el Código de Comercio alemán de 1897, que vuelve a
la concepción subjetiva como elemento diferenciador del Derecho Mercantil frente al Derecho
Civil. En el Derecho alemán se presume en el comerciante un conocimiento y una pericia en
los asuntos de comercio superior al ciudadano corriente, y ello justifica la existencia de una
normativa especial. El Derecho mercantil aparece en esta nueva fase más como una carga que
como un privilegio de clase.

Es imposible reducir a una unidad los actos ocasionales y los que presuponen una actividad
profesional, ya que la técnica de los actos de comercio no puede alcanzar la compleja realidad
mercantil y tener en cuenta la expansión de este derecho.

- Los actos de comercio son actos “objetivos y absolutos”, y el hecho de que sean
mercantiles deriva de su contenido intrínseco, con independencia del sujeto que los
realice.
- Esto es distinto del concepto de “actos subjetivos o relativos”, que se refiere a que los
actos solo son mercantiles por pertenecer a la actividad del comerciante, o estar en
relación con su tráfico, es decir, actos mixtos o unilaterales, en los que solo una de las
partes es comerciante.

Los legisladores que instauraron un sistema objetivo para someter al Derecho mercantil los
principios y los actos (instituciones) que se habían convertido en generales, no comprenden la
incoherencia que supone afirmar la especialidad del Derecho mercantil, cuando por la
evolución económica, se habían convertido ya en generales, comunes y civiles.

En los Códigos se recogen como actos de comercio, las actividades que encajan dentro de lo
que es mera “intermediación entre producción y consumo”. Por ejemplo, el CCcio Español
comprende dentro de la noción de comerciante a las compañías industriales y de crédito, las
explotaciones mineras, la concesión de ferrocarriles…

 LA REALIDAD ECONOMICA ACTUAL Y EL DERECHO MERCANTIL.

El sistema objetivo responde a una exigencia de la realidad económica, sin embargo, tiene un
error apreciación el fenómeno de la “generalización” del Derecho mercantil, porque los actos
generalizados deberían haber dejado de ser mercantiles para convertirse en comunes o civiles.
La doctrina utiliza un método de atenta observación de la realidad, para analizar las relaciones
económicas reguladas por el Derecho mercantil, ya que si el Derecho existe para satisfacer y
regular determinadas exigencias que nacen de la realidad económica, si se analiza podrá
conocerse la justificación y contenido del Derecho mercantil.

A) Factores económicos y político-sociales.

Desde el XIX hasta hoy, estamos en un sistema económico capitalista caracterizado por la
producción industrial en masa. La actividad económica que realizan las empresas está
caracterizada por la especialización, la racionalización y la concentración industrial. Aparecen

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dos nuevos protagonistas: la empresa de grandes dimensiones, y la producción industrial en


masa. Desde la perspectiva político-social, podemos distinguir tres épocas:

1. Liberalismo (desde la Revolución Francesa a la 1GM): la producción económica, el


mercado y la propiedad, se confía al capital privado. Libre iniciativa privada sin
intervención del Estado en la economía.
2. Intervencionismo (desde que acaba la 1GM hasta finales de los 80): periodo de
intervencionismo estatal en lo económico, motivado por diversas causas (abusos
cometidos por el capitalismo industrial y financiero). Este intervencionismo es de
dos grados:
a) Intervencionismo normativo: se regula la actividad económica
limitando la libertad de iniciativa. Se regulan las importaciones y
exportaciones, y se necesita una autorización administrativa para la
creación de nuevas empresas. También se manifiesta en la fijación de
precios de materias primas, regulación del crédito, protección de la
competencia…

b) Intervencionismo directo: el Estado realiza actividades económicas


de producción o mediación en el mercado de bienes y servicios (los
entes públicos se convierten en empresarios).

3. Neoliberalismo (desde los 90 hasta hoy): resurgen las ideas neoliberales en lo


económico, y se produce una reducción drástica de la intervención del Estado como
agente económico directo (privatización de empresas públicas), desregulación e
incremento de la competencia. Esto no es incompatible con que el Estado
intervenga con un papel de ordenación de la actividad económica (normas
reguladoras de sectores o actividades concretas).

B) El Derecho Mercantil como Derecho de los actos jurídicos en masa.

Una parte de la doctrina afirma que el Derecho mercantil es el destinado a regular los actos de
producción en masa y dirigido a regulas a las empresas. La producción y la distribución en
masa implican desde el punto de vista jurídico, la conclusión masiva o en serie de contratos
con el exterior. Lo que caracteriza al sector de la actividad económica sometida al Derecho
mercantil, es la repetición en serie de actos jurídicos. El nacimiento de especiales exigencias e
instituciones, cuya regulación corresponde al Derecho mercantil, demuestra la insuficiencia
del Derecho civil, que no las atiende bien, o desconoce las instituciones que tal actividad
presupone.

El Derecho Mercantil es el propio de la actividad profesional, dado que la repetición en masa


presupone la profesionalidad de su autor.

C) El Derecho Mercantil como Derecho de la empresa.

El Derecho Mercantil goza –en virtud de lo dicho en el punto anterior-, de un sentido


profesional. La teoría de la empresa, consiste en que el transito que se produce del comercio
a la industria, determina que el Derecho mercantil tenga un contenido más amplio. El Derecho
mercantil ha pasado de ser un Derecho del comercio a ser un Derecho de la empresa. Ahora se
trata de determinar la conexión entre el Derecho mercantil y la materia regulada. Esta
conexión radica en la empresa como forma de organización, y la empresa es el elemento que

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permite explicar la evolución sufrida en el tráfico desde el capitalismo comercial hasta la


situación actual. La empresa es el criterio esencial que permite delimitar subjetivamente el
Derecho Mercantil.

Sin embargo, desde un punto de vista económico, la empresa es “organización de capital y


trabajo, destinada a la producción de bienes o servicios para el mercado”, y podemos apreciar
que entonces el Derecho mercantil no es Derecho de la empresa, ya que el trabajo es regulado
por el Derecho laboral. En definitiva, el Derecho mercantil se detiene y no penetra en la
organización interna de la empresa, cuya regulación corresponde al Derecho del trabajo. Por
tanto, el Derecho mercantil es el regulador de la actividad externa de la empresa.

a) CONCEPTO Y CONTENIDO DEL DERECHO MERCANTIL ACTUAL.

Hay que distinguir entre el Derecho presente en nuestro Código de comercio de 1885 y el
Derecho mercantil presente en la realidad del tráfico.

A) El Derecho Mercantil presente en el Código de Comercio.

Sigue un sistema que aspira a ser objetivo, ya que establece en su art. 2 que “los actos de
comercio, sean o no comerciantes los que los ejecuten, y estén o no especificados en este
código, se regirán por las disposiciones contenidas en él; en su defecto, por los usos de
comercio observados generalmente en cada plaza, y a falta de ambas reglas, por las del
Derecho común”. Por tanto, para el legislador español de este código, el Derecho mercantil es
un ordenamiento de actos objetivos de comercio, a los que se aplican las prescripciones del
código, sean o no comerciantes. El DM es un ordenamiento destinado a regular los actos
objetivos de comercio.

La concepción del legislador es criticable y debe postularse su reforma por varias razones:

- Al analizar el contenido del Código, se descubre que no responde íntegramente al


sistema objetivo, ya que en él se regula también a los comerciantes en el ejercicio de
su tráfico.
- El código carece de un verdadero concepto de “acto de comercio”. Si no podemos
definirlo, no podremos comprender la afirmación de que el Derecho mercantil es el
destinado a regularlo.
- No podemos aceptar el sistema objetivo de nuestro código, ya que el DM moderno es
el destinado a regular los actos en masa realizados por los empresarios en la
explotación de su empresa, y no los actos de comercio objetivos y aislados realizados
ocasionalmente por cualquier persona.

B) El Derecho Mercantil presente en la realidad económica.

Es evidente que existe un progresivo efecto de generalización del Derecho mercantil, o de


comercialización del Derecho civil. Esto debería conducir a que en nuestro Derecho privado se
produzca la unificación del Derecho de obligaciones. El DM nos demuestra que su contenido se
estructura en torno a tres elementos:

1. El empresario mercantil: persona física o jurídica que en nombre propio y por si o por
medio de otro ejercita, organizada y profesionalmente, una actividad económica
dirigida a la producción o a la mediación de bienes o de servicios para el mercado. Éste

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tiene que realizar profesionalmente y en forma organizada una actividad económica.


Por eso, goza de un status (especialidad del sujeto) especial por razón de la actividad
que explota y del método y la forma mediante los cuales la realiza.

2. La empresa: organización de capital y trabajo destinada a la producción de bienes o de


servicios para el mercado. Es un medio del que el empresario se sirve para realizar una
determinada actividad económica. El régimen jurídico de la empresa corresponde a
varias disciplinas (civil, mercantil, laboral y fiscal).
3. La actividad económica del empresario realizada por medio de una empresa: esta
actividad puede contemplarse desde una perspectiva económica o jurídica.

Económica. Jurídica.
Actividad de producción o mediación de La actividad del empresario es relevante para el
bienes y servicios que con la empresa se DM, porque al ser realizada profesionalmente,
realiza. da al sujeto un status especial.

Para satisfacer las exigencias que nacen de esta actividad, surgen en el DM las siguientes
instituciones:

I. Los auxiliares del empresario: forman parte de la empresa y ayudan (incluso


sustituyen) al empresario en su actividad profesional.
II. Signos distintivos: nombre comercial, marcas…
III. Principio de la libertad de competencia.
IV. Títulos-valor: cheque, pagaré, conocimiento de embarque, resguardo de
almacenes generales de depósito… Presuponen la presencia del empresario en
el ejercicio de una empresa.
V. Estipulación de contratos con otros empresarios o con su clientela, de cuyo
número y resultado depende el éxito o el fracaso de la empresa. En el
cumplimiento de los contratos, deberá respetarse el principio de protección a
los consumidores.

C) Aproximación al concepto del Derecho Mercantil.

El DM es “el ordenamiento privado propio de los empresarios y de su estatuto, así como de la


actividad externa que realizan por medio de una empresa”. Los empresarios y los
consumidores son los sujetos relevantes para el DM, porque son los sujetos del tráfico
económico. La empresa tiene simplemente un carácter instrumental. La idea de empresa como
criterio delimitador de la materia mercantil no es ajena al articulado original del Código de
comercio de 1885.

Esta aproximación se ve en la progresiva utilización del término “empresario” y “empresa” por


el legislador posterior, esto hace que el Derecho de la empresa haya dejado de ser una mera
construcción doctrinal para pasar a tener plasmación positiva. Se produce la sustitución del
término comerciante por el de empresario, al hacer referencia a los sujetos que se inscriben en
el Registro Mercantil (RM). También, a las referencias que contienen dichos preceptos a los
“empresarios” (no a los comerciantes), esto hace que se yuxtaponen dos nociones, la antigua y
la nueva, la de comerciante y empresario, y esto crea una inseguridad jurídica.

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Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
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Derecho Mercantil I

D) Relatividad del concepto de Derecho Mercantil.

El concepto de DM atraviesa una crisis, que hace que haya una incapacidad para seguir
explicando y construyendo el DM. Es necesario un examen atento de la legislación mercantil
actual, y ver que no podemos concebir el DM como un Derecho privado especial, porque cada
vez son más las normas mercantiles que no pueden ser clasificadas como Derecho privado.

Se está produciendo una instrumentalización del Derecho privado para satisfacer interese
público-económicos, y cada vez son más las leyes que contienen tanto normas públicas como
privadas.

E) Referencias a otras tendencias de evolución en el Derecho Mercantil


actual:
- Tutela del consumidor: ante el impulso de la Unión Europea y el propio marco
constitucional español (art 51 CE) se advierte una creciente normativa protectora de
los consumidores como sobrepeso ante los posibles abusos de una economía de
mercado reconocida en el art 38 CE. Un ejemplo claro es la Ley General de la Defensa
de los Consumidores y Usuarios objeto de refundición (pág 62 y 63).
- Intervención administrativa y desregulación: está teniendo lugar un incremento de la
intervención de la Administración en muchos sectores de la contratación, con una
cierta confluencia de normas públicas y privadas en el derecho mercantil. Al mismo
tiempo, se aprecia un fenómeno de desregulación y liberalización de la actividad
económica.
- Cambios en el plano de política legislativa: no se puede hablar de una tendencia
nueva, pero sí de algunos logros como la unificación del derecho privado en materia de
obligaciones y contratos.
- Unificación del Derecho mercantil internacional: la unificación es especialmente
visible en el plano del derecho de los contratos. Además, cabe mencionar la unificación
efectiva, al margen de cualquier convenio, siendo el motor de esto una serie de
operadores económicos, creando una Lex Mercatoria.

II. CONSTITUCIÓN ECONÓMICA. UNIÓN EUROPEA.

 CONSTITUCIÓN ECONÓMICA.

La CE establece el conjunto de derechos y principios sobre los que debe desarrollarse la vida
económica y la actividad empresarial en España. A este conjunto de normas de origen
constitucional se le conoce como “Constitución Económica”.

La CE no es neutral ante la economía, propugna un modelo económico (modelo de economía


social de mercado) que se caracteriza por respetar la propiedad e iniciativa privadas, aunque
atemperadas y sometidas a las exigencias implícitas en la cláusula del Estado social y
democrático de Derecho, que consagra la CE en el 1.1 CE, en el que se garantiza además el
reconocimiento igualitario de la propiedad privada y de la iniciativa pública en lo económico.
La CE consagra la vigencia de los siguientes principios en materia económica:

- Propiedad privada y de medios de producción (33.1).


- Libertad de empresa (38) en el sistema de la economía de mercado. Aunque los
poderes públicos tienen que garantizar que es el mercado el que fija o debe fijar las

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Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
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Derecho Mercantil I

condiciones, precios y calidades, de los productos y servicios, respetando los límites


legales que la CE invoca.
- Derecho de fundación y de asociación (34, 22) para la realización y explotación de las
actividades económicas que la ley declara licitas.
- El derecho a la libre elección de profesión (35.1), así como a su cesación en la misma:
imposibilidad de normas gremiales restrictivas

Según la CE, rige un modelo en el que la libertad de iniciativa empresarial, la propiedad


privada, la libertad de asociación y de competencia forman su soporte fundamental. Existen
unos límites que actúan de freno de los principios enunciados:

1. Función social de la propiedad 2. Necesidad de que la libertad de


(33.2) (medios de producción empresa se someta a las exigencias
sometidos al interés general). de la economía general (38, 128.1).
3. Posibilidad de que opere la 4. Fomento de las sociedades
iniciativa y empresa públicas cooperativas como medio de
(128.2), utilizando las formas participación en otro instrumento de
propias de la iniciativa privada. producción diverso de los capitalistas
(129.2).
Toda la riqueza del país está subordinada al interés general (128.1), y los poderes públicos
promoverán las formas de participación en la empresa (129.2). La libertad de empresa podrá
ser limitada si el Estado, mediante ley, planifica la actividad económica general (131).

 UNIÓN EUROPEA.

La firma por España del Tratado de Adhesión a las Comunidades Europeas supuso un cambio
del OJ español, y especialmente en el derecho mercantil. La UE supone una nueva etapa en el
proceso de integración europea iniciado con la constitución de las CCEE. El contenido del
tratado de Maastricht se incorpora a nuestro ordenamiento jurídico al tratarse de Derecho
comunitario primario. En lo que se refiere al DUE, se ha ido construyendo un acervo
comunitario integrado por normas jurídicas escritas, orientaciones políticas definidas y una
gran interpretación jurisprudencial del TJUE, resolviendo cuestiones prejudiciales al amparo
del 267 TFUE.

Todo ello ha conducido a la creación de un nuevo y autónomo ordenamiento jurídico


comunitario, cuyas fuentes son el Derecho originario (tratados constitutivos), actos jurídicos
de sus instituciones (reglamentos, directivas, comunicaciones, recomendaciones y decisiones;
es decir, el Derecho derivado), que se caracteriza por los siguientes principios fundamentales:

1. Primacía del Derecho comunitario sobre disposiciones nacionales contrarias.


2. Aplicabilidad directa en los EEMM de los Reglamentos, que no necesitan el ulterior
desarrollo por parte del Estado. Las Directivas, por contrario, se dirigen a los EEMM, y
éstos deben adoptar las medidas necesarias para su trasposición o incorporación al
ordenamiento interno, existiendo libertad de medios. En nuestra disciplina, la mayoría
del Derecho derivado se recoge en Directivas, aunque cada vez es mayor el peso de los
Reglamentos de la UE.
Los particulares pueden derivar directamente derechos de las directivas. En aquellos
casos en los que los EEMM hayan incumplido su obligación de incorporación de las
directivas al ordenamiento interno dentro del plazo establecido, los particulares
pueden alegar e invocar el contenido de esa Directiva en sus relaciones con el Estado

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(efecto directo vertical). Por el contrario, los particulares no pueden alegar ante los
tribunales el contenido de las directivas no incorporadas en sus relaciones con otros
particulares (efecto directo horizontal).
Para compensar la falta de eficacia directa horizontal de las directivas no incorporadas,
el TJUE ha venido imponiendo a los tribunales nacionales la obligación de interpretar
el Derecho nacional de conformidad con las Directivas aun no incorporadas, cuando
se ha excedido el plazo para ello. Con esto puede lograrse un efecto similar.

3. Carácter vinculante de estas reglas: el respeto a las mismas es indispensable para


garantizar la eficacia del Mercado Común y la unidad del Derecho comunitario. Para
esto se prevén medios coercitivos.

En el ámbito del DM, en el ordenamiento jurídico de empresarios y su actividad externa, se


han dictado por los órganos de la UE numerosas normas y actos jurídicos. Todo ello para
cumplir y desarrollar los fundamentos de la UE en lo relativo a la libre circulación de
mercancías, la libertad de establecimiento y prestación de servicio, reglas de competencia
empresaria, y uniformidad de las legislaciones internas de los EEMM. Aparición de un Derecho
mercantil comunitario que afecta en especial al derecho de la competencia y al de
sociedades (en materia de derecho de contratos no ha habido incidencia significativa). Este
Derecho se encuentra ya integrado en nuestro OJ por ser derecho primario, o por haber sido
incorporado por Reglamentos que son de aplicación directa en los EEMM sin ser
expresamente incorporados. O también, que se han integrado a consecuencia de la
incorporación a nuestro Derecho interno, por las Directivas comunitarias, cuya finalidad es
armonizar el Derecho mercantil de los 28 EEMM en una misma dirección.

III. FUENTES DEL DERECHO MERCANTIL.

El DM es el conjunto de normas predominantemente jurídico-privadas que regula a los


empresarios mercantiles y su estatuto, así como la actividad económica externa que éstos
realizan por medio de una empresa.

La prelación de fuentes en el Derecho Mercantil es la misma prevista con carácter general en


el C.c.: ley, costumbre y principios generales del derecho [art. 1.1. C.c.]. Únicamente si nos
encontramos ante un acto de comercio, no rige la regla del Código Civil, sino el art. 2 C.Com:
los actos de comercio tanto los que están regulados en el Código, como cualesquiera otros
“de naturaleza análoga”, se rigen en primer lugar por el propio Código, en su defecto, por los
usos del comercio, y únicamente a falta de ambas reglas, por el Derecho común. Pero la
declaración programática del art. 2 C.Com se ve traicionada por el art. 50 C.Com que regula los
contratos mercantiles. El art. 50 C.Com vuelve a instaurar un régimen análogo al del art. 1
C.c.: en primer lugar se aplica la ley mercantil y otras leyes especiales, y subsidiariamente las
“reglas generales del Derecho común”, es decir, ley civil, costumbre, principios generales del
Derecho.

En resumidas cuentas, en el ámbito mercantil, la regla general es que se aplique primero la


ley especial, después la general, subsidiariamente los usos del comercio – que cada vez
tienen menos trascendencia práctica - y finalmente los principios generales del Derecho. Del
art. 21 del CCom vigente se extraen dos interpretaciones:
1
Los actos de comercio, sean o no comerciantes los que los ejecuten, y estén o no especificados en este
Código, se regirán por las disposiciones contenidas en él; en su defecto, por los usos del comercio

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1. Interpretación tradicional y 2. Interpretación minoritaria: dice que


dominante: establece el orden este precepto tiene una enumeración
jerárquico que ha de seguirse: de las FDM, pero en realidad solo lo
En primer lugar, se aplica el CCom, en seria de los actos de comercio. También
segundo lugar, los usos, y en defecto de dice que el sistema es incompleto
usos mercantiles, las reglas de Dcho. porque se olvida de que los usos
Común. Prevalecen las reglas comunes mercantiles, donde tienen más interés
sobre los usos mercantiles, cuando se es en los contratos mercantiles
trate de la mayoría de cuestiones (contradictorio).
relativas al régimen jurídico general de Esta interpretación resuelve la aparente
los contratos mercantiles. (Cuando no contradicción entre los arts. 2 y 50 del CCom, ya
hay para ellos disposiciones mercantiles, que el primero contiene las fuentes de
se va al Dcho. común sin pasar por los integración del contrato mercantil, y el segundo
usos). El Dcho. civil tiene carácter regula un caso de determinación de normas
supletorio. legales por remisión a otras normas.

A) Ley mercantil.

Desde un punto de vista jerárquico, la primera norma aplicable es la ley en sentido amplio,
cualquiera que sea su rango, siempre y cuando sean de materia mercantil. Para delimitar cual
es esta materia y qué disposiciones son mercantiles, hay que acudir a los principios
anteriormente expuestos.

La ley mercantil fundamental es el Código de Comercio vigente. Su contenido está desfasado


y es inadecuado para las exigencias actuales. La valoración negativa del C.Com también se ve
influida por el hecho de que no se ha beneficiado de reforma alguna en profundidad desde
su promulgación y que grandes áreas de regulación presentan hoy una normativa totalmente
desfasada. Este problema se ha resuelto por dos procedimientos:

- Regulación autónoma que las partes pueden otorgar a las relaciones mercantiles.
Esto se debe a la gran parte de preceptos de carácter dispositivo del Código de
Comercio.
- Promulgación de numerosas leyes especiales posteriores que completan o derogan su
insuficiente y a veces inadecuado contenido.

Por lo inadecuado que resulta el CCom, se ha producido una dispersión normativa, muy
negativa para la seguridad jurídica y la realidad del mercado. Consecuencia de la
inadecuación del C.Com es que progresivamente se han ido dictando leyes mercantiles
especiales, que cubren sus lagunas, así por ejemplo Ley de Sociedades de Capital, de 2010; Ley
de Defensa de la Competencia, Ley del Mercado de Valores; o que sustituyen la regulación del
C.Com, por ejemplo Ley Concursal, Ley General Cooperativa, Ley del Contrato de Seguro, Ley
Cambiaria y del Cheque.

La norma se estructura en un título preliminar (dedicado al ámbito de aplicación) y siete libros:

1. Del empresario y de la empresa.


2. De las sociedades mercantiles.
3. Del derecho de la competencia y de la propiedad industrial.

observados generalmente en cada plaza, y, a falta de ambas reglas, por las del Derecho común.

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4. De las obligaciones y de los contratos mercantiles en general.


5. De los contratos mercantiles en particular.
6. De los títulos-valores e instrumentos de pago y de crédito.
7. De la prescripción y caducidad.

Como se ve, abarca gran parte de la materia, pero el Código deja fuera el Derecho concursal.

B) La distribución de competencias legislativas entre el Estado y las CCAA.

La CE configura el “Estado de las Autonomías” y reconoce el derecho de diversas entidades


territoriales a constituirse en CCAA. Esta autonomía conlleva una facultad legislativa entre
otras, y esta potestad deriva de la CE y del propio EEAA. En el 148 y 149 CE no se otorga a las
CCAA ninguna competencia en el ámbito del Derecho mercantil.

- El artículo 149.1.6ª atribuye al Estado la “competencia exclusiva” sobre la legislación


mercantil.
- el Estado tiene competencia exclusiva en materia de legislación sobre propiedad
industrial (149.1.9ª), bases de ordenación de crédito, banca y seguros (149.1.11ª),
abanderamiento de buques (149.1.20ª) y transportes terrestres (149.1.21ª).

Sin embargo, los EEAA atribuyen a las CCAA determinadas competencias sobre materias
propias del Derecho mercantil. El TC en las STC 88/1986, STC 62/1991, STC 225/1993 y otras
ha resaltado que el concepto de “legislación mercantil” utilizado por el art. 149.1 CE
únicamente incluye la normativa de derecho privado que constituye el Derecho mercantil
tradicional. De lo que se deduce que sólo el Estado central puede regular [STC 88/1986]:

a) La forma en que nacen y se extinguen los derechos y obligaciones a que da lugar la


actividad empresarial;
b) El contenido necesario de los derechos y obligaciones “inter partes”;
c) La regulación de las condiciones generales de la contratación;
d) La regulación de las distintas modalidades contractuales.

Las CCAA no pueden, en definitiva, incidir en las relaciones contractuales privadas entre
empresarios ni introducir o modificar derechos y obligaciones en tales relaciones. Y tampoco
pueden las CCAA dictar normas que supongan trabas a la libre circulación de bienes, capitales,
servicios y trabajadores, o diferencias en las condiciones básicas de ejercicio de actividades
económicas, pues si lo hicieran violarían el principio de unidad de mercado.

El art. 148 CE a su vez relaciona las competencias que pueden asumir las Comunidades
Autónomas en sus Estatutos de Autonomía, y entre ellas no se menciona ninguna materia
mercantil. Pero al autorizar el art. 149.3 CE que las materias no atribuidas expresamente al
Estado puedan corresponder a las Comunidades Autónomas en virtud de sus Estatutos, el
resultado es que las Comunidades Autónomas llegan a ejercer competencias legislativas, si no
en el derecho mercantil privado que regula relaciones “inter partes”, sí en áreas cercanas, que
forman parte del Derecho mercantil económico en sentido amplio.

Del estudio de la CE y los EEAA, se extraen las siguientes conclusiones:

1. En términos generales, es competencia exclusiva del Estado el derecho mercantil.


2. Sin embargo, en determinados sectores concretos y en virtud de lo dispuesto por los
EEAA, existe una potestad legislativa y de ejecución compartida sobre materias

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Fuente: BROSETA PONT, M., MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen I, 23ª ed., Tecnos,
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jurídico-mercantiles. esto lleva a: colaborar con el Estado, respetar la legislación


general y las leyes de bases.
3. En otros sectores solo existe el reconocimiento de la potestad ejecutiva a las CCAA
(propiedad industrial y salvamento marítimo).
4. Hay que tener en cuenta la posibilidad de leyes estatales que atribuyan a las CCAA
potestades legislativas (150.1) o de ejecución (150.2) que afecten al ámbito del
Derecho mercantil.
5. Algunas materias solo son competencia exclusiva del Estado, según el 149 CE.

El Derecho mercantil del Estado debe ser aplicable con preferencia en caso de conflicto con
la normativa de las CCAA. El TC ha evitado dar una tajante definición de lo que debe
entenderse por “legislación mercantil”. En la CE se adopta un criterio restrictivo de dicho
concepto, y el TC ha dicho que habrá de incluirse en el concepto de “legislación mercantil”, la
regulación de las relaciones jurídico-privadas de los empresarios mercantiles, o comerciantes
en cuanto tales, ya que corresponde en exclusiva al Estado determinar cuál es el ámbito propio
de la actividad libre del empresario mercantil, y solo la legislación del Estado puede regular la
forma en que nacen y se extinguen los derechos y obligaciones a que el ejercicio de esa
actividad puede dar lugar, y el contenido necesario de aquellos y éstas.

El TC advierte que el límite infranqueable debe situarse en el principio de unidad de mercado,


en el interior del territorio español. Las CCAA no pueden pretender introducir un novum en las
relaciones del Derecho privado, de forma que a través de las normas autonómicas no se
deben introducir derechos y obligaciones en las relaciones contractuales privadas. El art.
149.1.8ª CE atribuye al Estado la competencia sobre las bases de las obligaciones
contractuales.

“Leyes de armonización” previstas en el 150.3 CE, pueden hacerse necesarias porque así lo
exijan el principio de unidad de mercado, los intereses generales, o el interés de los
consumidores y agentes económicos. Estos principios deben servir de criterio interpretativo a
la hora de fijar los límites y contenidos de las competencias compartidas en materia de
Derecho mercantil entre el Estado y las CCAA, para tratar de resolver los casos de
solapamiento que se producen.

Adquiere gran importancia la jurisprudencia del TC al interpretar los conceptos poco claros
del art. 149 CE, diciendo que hay algunos de naturaleza mixta o híbrida . En el caso de la Ley
7/1996 de Ordenación del Comercio Minorista, se señala expresamente determinados
preceptos que serán de aplicación general amparándose en la competencia exclusiva del
Estado para regular el contenido del derecho privado de los contratos. Otros artículos se
amparan en la competencia exclusiva del Estado para regular el derecho mercantil de la
competencia. Todo ello, sin perjuicio de reconocer que los restantes preceptos podrán ser de
aplicación en defecto de legislación específica dictada por las CCAA.

C) Los usos de comercio.

El Derecho mercantil tiene un origen consuetudinario, formado por los comerciantes, quienes
con su conducta crearon las instituciones y normas necesarias para regular convenientemente
las exigencias y los intereses de su tráfico profesional. Después, el DM se convierte en
legislado, y en la actualidad se asiste a una importante revitalización de los usos de comercio
en el plano internacional.

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En 1885 el legislador establece el predominio jerárquico de las normas legales sobre los usos
de comercio, conociendo dos circunstancias de interés:

- Que la ley no puede recoger todo el Derecho objetivo. Esta es la razón por la que se
reconoce la eficacia normativa de los usos en defecto de norma legal.
- Se respeta el poder de formación autónoma de normas mercantiles (usos de comercio)
por parte de los comerciantes o empresarios, para regular instituciones o situaciones
no previstas por la ley.

La función de los usos de comercio es cuádruple:

1. Establecer normas que colmen el 2. Concretar el mandato abstracto


silencio de la ley. Se trata de los contenido en la ley, cuando ésta,
usos normativos que han de por su inconcreción sea inaplicable
considerarse fuente del Derecho por sin la regla contenida en el uso.
aplicación del 1.3 CC.
3. Fijar el contenido del contrato, 4. Para resolver dudas en la
cuando ni las partes ni la ley lo interpretación de los contratos.
hacen expresamente.

Los usos de comercio son verdaderas normas de Derecho Objetivo, generadas por la práctica
repetida y constante de una determinada conducta en el tráfico mercantil. Para que existan
es indispensable que aquella práctica haya creado la conciencia general de su existencia y
obligatoriedad, con independencia de la voluntad de las partes, a las que obligara o vinculara a
menos que expresamente se pronuncien en contrario.

A menos que el uso sea notorio, debe ser alegado y probado por quien pretenda su
aplicación. En el sector de la contratación mercantil moderna, los usos del comercio están en
decadencia como resultado de un conjunto de causas. Al ser una norma jurídica no escrita, su
existencia es incierta. Además, dado el carácter dispositivo de los usos, las partes pueden
establecer cláusulas que impidan su aplicación o que colmen la laguna de la ley en sentido
distinto al contenido en el uso. Esto ha conducido a un renacimiento del formalismo, y a la
utilización de contratos-tipo y la creciente utilización en ellos de extensas condiciones
generales (que en ocasiones reproducen los usos mercantiles) ha debilitado la función de los
usos mercantiles, suprimiendo su utilización o impidiendo su nacimiento.

Aunque históricamente tuvieron trascendencia, hoy la importancia de los usos del comercio
está en franca decadencia por las siguientes razones:

a) Por su carácter incierto, que se intenta paliar con recopilaciones realizadas por las
Cámaras de Comercio y Consejo Superior Bancario; la última es de 1964, y además
recoge mayoritariamente contratos tipo, y no auténticos usos;
b) Porque son siempre dispositivos y pueden ser derogados por pactos;
c) Por la generalización de condiciones generales y contratos de adhesión.

Los requisitos de los usos de comercio para que tengan valor de fuente son los siguientes:

a) Repetición de actos: es decir que se vengan cumpliendo de forma continua;


b) Que no sean contrarios a la moral o al orden público [art. 1.3. C.c.];

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c) Que se prueben [art. 1.3. C.c.], pudiendo ser medios de prueba las recopilaciones, los
certificados expedidos por una Cámara de Comercio, la existencia de jurisprudencia o
de doctrina que los describa y finalmente la declaración de testigos.

Se discute si constituye requisito la “opinio iuris”, es decir el convencimiento de que se trate


de una norma jurídica, y no de un mero uso social. El TS en su Sentencia de 8.4.1994 exige este
requisito, reconvirtiéndolo en que exista una “voluntad concorde de las partes” de aplicar el
uso.

IV. LA JURISDICCIÓN ESPECIALIZADA: LOS JUZGADOS DE LO MERCANTIL.

Hasta hace algunos años, el conocimiento del Derecho mercantil se encomendaba a los
tribunales ordinarios sin especializar. Ahora, a partir de la promulgación de la Ley Concursal
(LO 8/2003), el legislador ha profundizado en el criterio de especialización, creando los
Juzgados de lo Mercantil. Estos juzgados radican en toda capital de provincia, implantándose
un sistema de especialización semejante en segunda instancia, con la creación de secciones
en las AP.

Los asuntos encomendados a los Juzgados de lo Mercantil son materias predominantemente


mercantiles, pero sin que se produzca una identificación plena con lo que se entiende por
Derecho mercantil: no se atribuyen a los Juzgados todas las materias mercantiles (p.e. no se
incluyen los contratos bancarios), ni todas las materias sobre las que se extiende su
competencia son exclusivamente mercantiles (p.e. arbitrajes sobre temas civiles). En realidad,
el legislador ha realizado una selección de materias que por su complejidad técnica merecen
ser atribuidas a jueces especializados. Éstos conocerán de las siguientes materias:

A) Demandas relativas a competencia desleal, propiedad industrial y publicidad.


B) Pretensiones que promuevan al amparo de la normativa en materia de
transportes, nacional o internacional.
C) Pretensiones relativas a la aplicación del Derecho marítimo.
D) Acciones relativas a condiciones generales de la contratación en los casos
previstos en la legislación sobre esta materia.
E) Recursos contra las resoluciones de la Dirección General de los Registros y del
Notariado en materia de recurso contra la calificación del Registrador
Mercantil, con arreglo a lo dispuesto en la Ley hipotecaria.
F) Procedimientos de aplicación de los arts. 101 y 102 TFUE. Y los procedimientos
de aplicación de los artículos que determine la LDC.

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