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Planeación Urbana: Crítica y Tendencias Emergentes Desde El Campo de La Teoría. La Experiencia Planificadora en El Estado de México

El libro de Juan José Gutiérrez Chaparro aborda la crítica y evolución de la planeación urbana en México, enfatizando la necesidad de reformar políticas públicas y marcos legales para enfrentar problemas contemporáneos como la movilidad y la segregación espacial. Propone un cambio hacia una 'planeación comunicativa' que fomente la inclusión y el diálogo entre diversos actores sociales, en contraste con el modelo tradicional centrado en expertos. A través de un análisis histórico y crítico, el autor destaca la falta de adaptación de la teoría de la planeación a las realidades actuales, utilizando el Estado de México como caso de estudio.

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Planeación Urbana: Crítica y Tendencias Emergentes Desde El Campo de La Teoría. La Experiencia Planificadora en El Estado de México

El libro de Juan José Gutiérrez Chaparro aborda la crítica y evolución de la planeación urbana en México, enfatizando la necesidad de reformar políticas públicas y marcos legales para enfrentar problemas contemporáneos como la movilidad y la segregación espacial. Propone un cambio hacia una 'planeación comunicativa' que fomente la inclusión y el diálogo entre diversos actores sociales, en contraste con el modelo tradicional centrado en expertos. A través de un análisis histórico y crítico, el autor destaca la falta de adaptación de la teoría de la planeación a las realidades actuales, utilizando el Estado de México como caso de estudio.

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AÑO 21, 2019-1 ENERO-JUNIO E-ISSN 2594-102X PÁGS.

77-83
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO

Reseñas de libros

Planeación urbana: crítica y tendencias emergentes


desde el campo de la teoría. La experiencia planificadora
en el Estado de México

Juan Ángel Demerutis-Arenas


Universidad de Guadalajara, México
Correo electrónico: [email protected]
Recibido: marzo 18 de 2019
Aceptado: marzo 29 de 2019

Reseña de libro: Gutiérrez Chaparro, J. J. (2018). Planeación urbana: crítica y tendencias emergentes desde el campo de la teoría. La
experiencia planificadora en el Estado de México. Ciudad de México: Ediciones Eon

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En esta contribución a la Teoría de la Planeación Urbana en México, el doctor Juan José


Gutiérrez Chaparro se refiere a la importancia de reafirmar el papel de la planeación urbana
como un medio de conducción del cambio en la nueva realidad mexicana haciendo énfasis
en la necesidad de trabajar en el desarrollo de políticas públicas, así como en reformas al
marco legal e institucional en materia de asentamientos humanos, con el fin de enfrentar
entre otros fenómenos recientes los que se enlistan a continuación: la dispersión de las
ciudades, los retos asociados en materia de movilidad, la segregación espacial, la dotación
de infraestructura y la gobernabilidad.

En su narrativa se resalta el hecho de que el gobierno mexicano está siempre atento


al llamado internacional, aunque en los hechos el camino de nuestro país hacia el desarrollo
sostenible –eje de las aspiraciones de las Naciones Unidas– se fundamenta en las bases
teórico-metodológicas que rondan las cuatro décadas, es decir, un marco caduco que no se
ha podido adaptar a los tiempos modernos y que limita las posibilidades de avanzar en el
contexto de un mundo globalizado.

El libro propone una postura crítica hacia la planeación urbana en México, por lo que
hace especial énfasis en la planeación comunicativa postulada por Jürgen Habermas quien
argumenta la necesidad de consolidar un estilo de planeación plural y heterogéneo que
tome en consideración las relaciones de poder existentes, pero que al mismo tiempo tenga
la suficiente sensibilidad para incluir las necesidades y demandas sociales de los menos
favorecidos. Este estilo tiene la ventaja de que al implementarlo podría favorecer el diálogo
y la negociación, y en consecuencia abre la posibilidad de lograr consensos. En su contenido,
alude a la necesidad de transitar a una planeación orientada al proceso y no tanto a los
contenidos, una que valore la deliberación entre los diferentes grupos de la sociedad
organizada sobre la designación e imposición por los grupos de expertos que regularmente
son los consejeros de los gobiernos municipales, estatales y federales encargados de
administrar la planeación urbana.

El texto se estructura en dos partes: 1) La planeación urbana: historia, teoría y


tendencias emergentes; y 2) La planeación urbana en México: evolución y crisis del modelo.
En la primera se aborda el proceso histórico que ha llevado a la planeación urbana a
convertirse en la disciplina científica que ahora es, y al mismo tiempo, consigna los
requerimientos que la política internacional de los asentamientos humanos determina para
las ciudades. En la segunda parte se hace una construcción inicial de la teoría de la
planeación mexicana; se refiere al estado del arte de la planeación urbana en México y se
utiliza el caso del Estado de México como un referente en su implementación; finaliza con
una propuesta para cambiar el paradigma teórico racional en uno basado en la acción
comunicativa.

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Planeación urbana: historia, teoría y tendencias emergentes


Gutiérrez Chaparro realiza –en la primera parte del texto– un interesante ejercicio de corte
histórico acerca del desarrollo de la planeación urbana como una disciplina del
conocimiento científico. Fundamenta su síntesis histórica en las intervenciones que dieron
forma a los primeros asentamientos humanos, y cómo la traza de éstos representaba el
reflejo de las relaciones sociales de los grupos que ahí residían; pasa por esquemas
irregulares de crecimiento en esos asentamientos, por la época del Renacimiento cuando se
regularizaron las calles con el objetivo de lograr una mejor higiene y limpieza en los espacios
públicos, por la planeación funcionalista/racionalista hasta llegar a nuestros días con
algunas tendencias emergentes.
Dentro de ese devenir histórico hace referencia a cuatro elementos que han sido
testigos de la intervención del hombre en el espacio urbano: el plano irregular, el plano
ortogonal, la construcción de murallas y el debate higienista.
También nos recuerda la etapa post-industrial en la segunda mitad del siglo XIX,
cuando surgían posturas críticas, enfocadas principalmente a la situación de las clases
obreras que habían migrado del campo a la ciudad en busca de trabajo en las fábricas. De
manera particular, resalta las condiciones infrahumanas y las características que hacían ver
a la ciudad como lúgubre y hasta indeseable para vivir. Esta situación llevó al urbanismo y,
como dice el autor, a mejorar las condiciones urbanas surgiendo los movimientos de la
“Ciudad Bella” y luego de la “Ciudad Jardín”; esta última como una alternativa verde a la
concentración de la población en grandes asentamientos proponiendo un verdadero cambio
en la forma que guardaban las ciudades hasta ese entonces.
Posteriormente, el texto hace referencia a la postura de los arquitectos acerca de las
ciudades, quienes con base en criterios físico-espaciales centraban sus propuestas en las
actividades que los habitantes hacen en la ciudad: habitación, esparcimiento, trabajo y
circulación. En sus planteamientos, contenidos en la “Carta de Atenas”, se advertía la idea
de hacer de la ciudad una máquina de relojería que posibilitara realizar esas actividades;
resalta el uso de la zonificación para la organización de las actividades urbanas. Esta Carta
se convertiría en la base para el movimiento funcionalista/racionalista que prevalecería
hasta la década de 1960 y que se concentraba en un enfoque físico espacial contenido en
planes en los que se definían los lineamientos para el futuro de desarrollo de la ciudad desde
la perspectiva de los expertos de la planeación.
El modelo racional derivaría –conforme a la descripción del autor– en un enfoque de
sistemas que pretendía entender la función de la ciudad a partir de considerar las
interrelaciones entre sus partes; finalmente, en el texto se describe la perspectiva
posmoderna y el cambio de paradigma teórico propuesto por Habermas de la “planeación
comunicativa” a la que el autor dedica una buena parte del texto, considerándola como una
alternativa a la planeación tradicional en la que debería fundamentarse el profesional de la

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planeación urbana y que se fundamenta en la deliberación por encima del contenido.


Gutiérrez Chaparro se refiere a la planeación comunicativa como:

… una tendencia reconocida en compilaciones recientes sobre las nuevas direcciones de la teoría de
planeación, que señala que desde finales del siglo XX el campo de la teoría de la planeación ha estado
dominado por el paradigma emergente de la planeación comunicativa como una alternativa para
superar las debilidades heredadas de los anteriores, e incluso vigentes paradigmas que han dominado
nuestro campo del conocimiento.

El autor también hace referencia a las exigencias actuales que las políticas
internacionales hacen a la planeación urbana mediante la “Nueva Agenda Urbana” (NAU)
impulsada por el Programa Hábitat de las Naciones Unidas y publicada a finales del año
2016 en la cumbre de las ciudades “Hábitat III” en la ciudad de Quito, Ecuador. Esta parte
del texto incorpora las necesidades actuales de la realidad urbana y le permite al autor
confrontar la teoría con la práctica de la planeación urbana, mediante una discusión crítica
pero de fácil lectura.
Entre los planteamientos de la NAU, se destaca la necesidad de incluir en los
procesos de elaboración de políticas de planeación urbana a los diferentes grupos de la
sociedad organizada, en lugar de dejar las decisiones exclusivamente en manos de los
gobiernos locales. El texto refiere a tres ejes fundamentales en los que se debe trabajar para
la puesta en marcha de la NAU: a) la construcción de una estructura de gobernanza urbana
y su respectivo marco normativo, b) la planeación y gestión propiamente del desarrollo de
las ciudades, y c) el camino para la implementación.
Al finalizar la discusión sobre las teorías de la planeación urbana, se establece de
forma clara que existe una razón de peso que ha venido postergando la construcción de una
teoría mexicana: la implementación en el periodo post revolucionario de un nuevo modelo
de desarrollo económico basado en la sustitución de importaciones. Este modelo en
conjunto con la centralización de las instituciones y la poca transparencia de éstas provocó
un aislamiento en nuestro país de la evolución que ha tenido la disciplina a partir de 1960
en el exterior. Este aislamiento no ha permitido un cambio real del paradigma
funcional/racional a uno de deliberación en el que los actores de la sociedad organizada
discutan y busquen llegar a acuerdos en la toma de decisiones con respecto de la planeación
de nuestras ciudades. Debido a esta situación –asegura el autor–, los planes implementados
no han cumplido con las necesidades del desarrollo urbano y más bien han quedado fuera
de cualquier posibilidad de innovación.

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La planeación urbana en México: evolución y crisis del modelo. Bases para la experiencia
en el Estado de México
En la segunda parte del libro, Gutiérrez Chaparro se refiere al desarrollo de las ciudades en
nuestro país desde un aspecto morfológico que fue inducido por eventos específicos;
comienza con la llegada de los conquistadores y con ellos los lineamientos establecidos por
la corona española en las Leyes de Indias que colocaban a la plaza como el elemento espacial
y monumental más importante de las ciudades. En otro momento y con el objetivo de lograr
una mejor funcionalidad de la ciudad, se incluyeron en la Ciudad de México algunas
propuestas de integración por vialidades propuestas por el arquitecto Castera en la segunda
mitad del siglo XVIII. Porfirio Díaz en el siglo XIX trajo a la Ciudad de México rasgos del
urbanismo francés, yuxtaponiendo en el modelo colonial elementos como glorietas,
numerosas estatuas y monumentos rodeados de jardines.
Posteriormente, en el periodo posrevolucionario –establece el autor– emerge la
planeación urbana moderna destacando el pensamiento del arquitecto Carlos Contreras,
egresado de la Universidad de Columbia en Nueva York, quien en su trabajo “La
planificación de la República Mexicana” definía cuatro propósitos principales para una
planeación urbana en México: a) el establecimiento de un departamento de planeación de la
República, b) la organización de grupos regionales para elaborar planos de las ciudades, c)
el impulso de la planeación con la participación de profesionales, y d) la preparación de un
proyecto de ley federal en materia de planeación.
Según referencias de Gutiérrez Chaparro –obtenidas en documentación secundaria
sobre la historia de la planeación urbana–, con fundamento en esos preceptos del arquitecto
Contreras, en 1933 se elaboró el primer plano regulador para la ciudad de México, al que
precedió la celebración del Primero Congreso Nacional de Planeación a principios de 1930.
Este Congreso fue precedido por la creación de la “Asociación Nacional para la Planificación
de la República Mexicana” en 1926 y la fundación de la revista “Planificación” en 1927 como
su medio de divulgación. El libro consigna que la asociación fue presidida por el propio
Carlos Contreras y, además de contar con la membresía de distinguidos profesionales de la
época, incluía un conjunto de miembros honorarios extranjeros, como los reconocidos
urbanistas Ebenezer Howard, Raymond Unwin y Arturo Soria.
A lo largo de su investigación, el autor nos comparte algunos hitos poco conocidos
en la historia de la planeación urbana en nuestro país, entre los que destaca el “XVI
Congreso Internacional de Planificación y de la Habitación”, organizado en 1938 por Carlos
Contreras con la asistencia de 500 delegados. Este encuentro motivó a algunos profesionales
a promover la creación del “Instituto Superior de Planificación y Urbanismo dependiente
del Instituto Politécnico Nacional”, iniciativa que desafortunadamente no prosperó pero
que es importante conocer.

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Gutiérrez Chaparro destaca que, a pesar del proceso de industrialización que


experimentó el país, los cuidados para ordenar las ciudades no fueron acordes con el
crecimiento económico que generó la migración de la población del campo a las ciudades
donde se concentraba la producción fabril, particularmente durante 1940-1950. Entre los
escasos esfuerzos realizados en ese tiempo, merece especial mención para el autor la
cuestión de la planeación regional, considerando como unidades de análisis a las cuencas
hidrológicas.
En el ámbito académico, en el texto se desatacan dos publicaciones que han tenido
gran influencia en estudiantes de posgrado: la obra “Iniciación al Urbanismo” de Domingo
García Ramos y el trabajo liderado por Luis Unikel denominado “El desarrollo urbano en
México”. De igual forma, se hace referencia a una institución destacada en el ámbito de la
planeación urbana: la “Sociedad Mexicana de Planificación”, fundada en 1961, que
conjuntaba a profesionales de diversas disciplinas, quienes participaban en la elaboración
de trabajos de planeación, y que se caracterizaba por ser crítica del modelo desarrollista
impulsado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en el país desde 1970.
Además de los instrumentos generados por Contreras –incluido el primer plano
regulador de la Ciudad de México–, se destaca la creación de planos reguladores para
ciudades fronterizas y portuarias por Enrique Cervantes en los primeros años de la década
de 1970.
Con la promulgación de la Ley General de Asentamientos Humanos en 1976 –señala
el autor–, se vinieron en cascada la elaboración de instrumentos de planeación como el
primer Plan Nacional de Desarrollo Urbano en 1978; así como 2,377 planes municipales de
desarrollo urbano (1981). Posteriormente, en 1982 se genera el “Manual para la elaboración
de planes de desarrollo urbano de centros de población” que sentaría las bases para la
elaboración de planes bajo el modelo clásico de la planeación funcionalista/racionalista. En
torno a este acontecimiento, el autor lamenta la aplicación del manual sin ningún tipo de
evolución y crítica por lo que establece lo siguiente:

El plan y la zonificación –fundamentos del modelo SAHOP- han prevalecido por décadas teniendo
aceptación institucional como instrumentos normativos y de control para a ocupación, evidentemente
superados por la dinámica urbana contemporánea y por los desarrollos recientes de nuestro campo
disciplinario aun cuando en numerosos foros se ha advertido la obsolescencia del modelo de planeación
urbana en nuestro país.

Para ejemplificar el estado que guarda la planeación urbana en México, Gutiérrez


Chaparro toma como caso de estudio al Estado de México y a su capital Toluca –la quinta
zona metropolitana con mayor población en el país. En su discurso histórico se resaltan tres
momentos coyunturales: a) la creación del Instituto AURIS a finales de la década de 1960,
como una institución pionera en el país –antecedente importante de la futura SAHOP–; b)

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la institucionalización de la planeación urbana a principios de la década de 1980 con la


Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas (SEDUOP) como una instancia a
semejanza de la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas (SAHOP) a nivel
federal; y c) el notable adelgazamiento del sector desarrollo urbano en el Estado de México
a principios del siglo XXI.
En el Estado de México –define el texto– los planes de desarrollo urbano se
elaboraban conforme a lo establecido en la Guía de SAHOP, creada 18 años antes hasta que
en el 2001 se formulara el libro V del Código Administrativo del Estado de México “Del
Ordenamiento Territorial de las Asentamientos Humanos y el Desarrollo Urbano de los
Centros de Población”. Sin embargo, este nuevo formato no consideró en el proceso
propuesto la participación y corresponsabilidad sectorial, la participación de la sociedad
civil, los acuerdos de colaboración para el financiamiento al desarrollo, la transferencia de
funciones al gobierno local, la profesionalización de cuadros técnicos, el cuidado al medio
ambiente y la atención a los riesgos urbanos. Esta situación, para el autor, establece un marco
débil para la implementación de la Nueva Agenda Urbana en el Estado de México y en su
capital, siendo necesario el robustecimiento del marco normativo pero, sobre todo, el de las
instituciones en el Estado.
Gutiérrez Chaparro determina la existencia de una brecha entre la planeación urbana
en México y el potencial de implementar las premisas fundamentales de la Nueva Agenda
Urbana también en el ámbito nacional.
En consecuencia, hace un llamado a la discusión entre académicos, profesionistas y
funcionarios públicos para modificar el paradigma de la planeación urbana
racional/comprehensiva –aun prevaleciente en nuestro país–, y con fundamento en
conceptos de la década de 1960; y nos propone transitar hacia modelos que privilegien los
procesos deliberativos, es decir, la teoría de la planeación comunicativa.
Finalmente, recomiendo el libro del doctor Juan José Gutiérrez Chaparro para ser
utilizado como un texto en los cursos de planeación urbana que se imparten en las
instituciones de enseñanza del urbanismo y de la planeación urbana en nuestro país, aunque
por su redacción también puede servir como referencia para un lector principiante en el
tema.

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