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La Poesía de Posguerra

La novela de posguerra en España refleja la represión y el hambre tras la guerra civil, con un enfoque en la realidad social y existencial de los personajes. A lo largo de las décadas, se observa una evolución desde el realismo y el tremendismo hacia la experimentación narrativa y el subjetivismo, culminando en un periodo predemocrático que mezcla crítica social y nuevas estructuras narrativas. Con la llegada de la democracia, se inicia un proceso de normalización que busca reconciliar la narrativa española con la tradición occidental, aunque persiste la experimentación técnica.

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La Poesía de Posguerra

La novela de posguerra en España refleja la represión y el hambre tras la guerra civil, con un enfoque en la realidad social y existencial de los personajes. A lo largo de las décadas, se observa una evolución desde el realismo y el tremendismo hacia la experimentación narrativa y el subjetivismo, culminando en un periodo predemocrático que mezcla crítica social y nuevas estructuras narrativas. Con la llegada de la democracia, se inicia un proceso de normalización que busca reconciliar la narrativa española con la tradición occidental, aunque persiste la experimentación técnica.

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La novela de posguerra.

La guerra civil (1936-1939), concluye con el comienzó de la dictadura franquista que


perdurará hasta 1975. La vida cultural está condicionada por la desaparición de las élites
intelectuales anteriores, la represión de los perdedores y la restricción de las libertades. La
censura y la autocensura condicionan la creación literaria. Los primeros años de posguerra
serán muy duros, y estarán marcados por el hambre, la miseria y la represión política. En
los 50 se inicia una tímida liberalización y apertura hacia el exterior. Los 60 estarán
marcados por el desarrollo económico y el crecimiento de la oposición. Tras la muerte de
Franco se inicia el proceso de transición a un régimen democratico y la normalización del
tejido cultural del país. Los autores y obras de este periodo se alejan de los caminos de la
narrativa occidental.

La narrativa del exilio sigue las causas, el desarrollo y las secuelas de la guerra civil y la
reflexión autobiográfica. Destacan autores como Rosa Chacel de un estilo cuidado y el
estudio psicológico de los personajes, publicó Memorias de Leticia Valle; Ramón J. Sender,
escritor comprometido, de tendencia realista, Réquiem por un campesino español;
Francisco Ayala, autor comprometido con el ser humano y con la sociedad. Escribió relatos
breves y novelas como Muertes de perro (1958); y Max Aub con El laberinto mágico,
formada por seis novelas y más de veinticinco cuentos.

Respecto a la narrativa que se crea en España, en la década de los 40. Se impone una
orientación realista, visión pesimista de la realidad, llena de personajes inadaptados,
solitarios y frustrados que buscan la salida a su vacío existencial. Resaltan dos corrientes:
La novela tremendista con La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela, es
una novela de duro relato de la vida desgraciada de un campesino extremeño. Iniciando el
“Tremendismo”, corriente de tono agrio y descarnado, con aspectos crudos y miserables de
la realidad; La novela existencialista con Carmen Laforet y su obra Nada (1944). Relata el
desengaño e insatisfacción de una joven que se trasladó a Barcelona. Premia el ambiente
opresivo que relata el desmoronamiento de la sociedad española de la posguerra.
En esta década comienza a publicar sus primeras novelas de Miguel Delibes.

En los 50 predomina el realismo social. Denuncian con dureza la injusticia, la pobreza y la


desigualdad de clases, la novela debe cumplir una función social. Cobra importancia el
protagonista colectivo, la ironía y el escepticismo. El tema principal es la propia sociedad
española, la soledad, la división de posguerra, el abismo entre pobres y ricos. La colmena
(1951) de Cela, precursora de la novela social, su autor plasma la vida gris y mediocre de
múltiples personajes. El fragmentarismo y el contrapunto destacan como elementos. Delibes
con El camino (1950), novela ambientada en la vida rural de posguerra, con niños como
protagonistas, y que trata temas como la naturaleza, la muerte, el amor y la amistad. Hay
que resaltar también El Jarama (1956), de Rafael Sánchez Ferlosio, novela que muestra la
vida anodina de un grupo de jóvenes que pasan juntos un domingo de verano. La
importancia de la novela radica en que inicia el llamado objetivismo o neorrealismo, cuya
característica principal es la presentación de la realidad por parte del narrador sin emitir
prejuicios.
En los 60 se produce el movimiento de renovación y experimentación: el arte no se debe
ligar a la política, el objetivismo ha de superarse para reflejar el subjetivismo. Se produce el
agotamiento del realismo social y los autores buscan nuevas formas narrativas.
Surgen influencias con Kafka y Joyce y el ‘boom’ de la novela hispanoamericana. La novela
experimental prima el subjetivismo, surgen espacios simbólicos y míticos, además de
nuevas formas de puntuación y tipografía. Hay una clara voluntad de renovación estilística,
lenguaje barroco y el uso del contrapunto, el desorden cronológico y el monólogo interno.
El personaje suele estar en conflicto consigo mismo buscando su identidad. La novela
inaugural de este ciclo es Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos. No deja de ser
una crítica a la sociedad burguesa, el autor se aleja del realismo social y objetivista. Cinco
horas con Mario (1966) de Delibes y de Cela, San Camilo, 1936 (1969).

En la década de los setenta, se abre el periodo predemocrático. Destacan obras como Yo


maté a Kennedy, de Manuel Vázquez Montalbán; Escuela de mandarines, de Miguel
Espinosa, quien usa abundantes recursos formales pero al servicio del argumento. Su autor
parodia y satiriza todas las instituciones franquistas.
Comienza a quedar atrás el interés por la experimentación, los autores se centran más en la
trama y la estructura de la novela, simple y lineal,
Surgen varias tendencias como las novelas policíacas de aventura, o negras. Obra
destacada de Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta (1975) que certifica el
comienzo de una nueva etapa que cierra el ciclo experimental.

La novela al igual que la poesía y el teatro, siguen itinerarios paralelos vinculados con el
devenir político de la España franquista. Con la llegada del periodo democratico donde
concluye la anomalía de la novela española distanciada de la novela occidental. Se inicia un
proceso de normalización que culminará con la llegada democrática, aunque continúa la
experimentación técnica. Se observa una moderación de los experimentos y los novelistas
se inclinan por formas tradicionales de la narración y reivindican “el placer de contar
historias.”

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