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Romanos 116 - Romano

Romanos 1-3 y Hechos 17 presentan la idea de que todos, judíos y gentiles, están bajo el pecado y necesitan la salvación a través de la fe en Jesucristo. Se enfatiza que la justicia de Dios no se obtiene por la obediencia a la ley, sino por la fe, y que Dios llama a todos a arrepentirse de sus pecados. Pablo, en su discurso en Atenas, destaca la necesidad de conocer al verdadero Dios y el juicio que vendrá a través de Jesucristo.

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Romanos 116 - Romano

Romanos 1-3 y Hechos 17 presentan la idea de que todos, judíos y gentiles, están bajo el pecado y necesitan la salvación a través de la fe en Jesucristo. Se enfatiza que la justicia de Dios no se obtiene por la obediencia a la ley, sino por la fe, y que Dios llama a todos a arrepentirse de sus pecados. Pablo, en su discurso en Atenas, destaca la necesidad de conocer al verdadero Dios y el juicio que vendrá a través de Jesucristo.

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Romanos 1:16- Romanos 2:17 [NTV]

16 Pues no me avergüenzo de la Buena Noticia acerca de Cristo, porque es poder de


Dios en acción para salvar a todos los que creen, a los judíos primero y también a
los gentiles.*
17 Esa Buena Noticia nos revela cómo Dios nos hace justos ante sus ojos, lo cual se
logra del principio al fin por medio de la fe. Como dicen las Escrituras: «Es por
medio de la fe que el justo tiene vida»*.
18 Pero Dios muestra su ira desde el cielo contra todos los que son pecadores y
perversos, que detienen la verdad con su perversión.*
19 Ellos conocen la verdad acerca de Dios, porque él se la ha hecho evidente.
20 Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por
medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades
invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen
ninguna excusa para no conocer a Dios.
21 Es cierto, ellos conocieron a Dios pero no quisieron adorarlo como Dios ni darle
gracias. En cambio, comenzaron a inventar ideas necias sobre Dios. Como resultado,
la mente les quedó en oscuridad y confusión.
22 Afirmaban ser sabios pero se convirtieron en completos necios.
23 Y, en lugar de adorar al Dios inmortal y glorioso, rindieron culto a ídolos que
ellos mismos se hicieron con forma de simples mortales, de aves, de animales de
cuatro patas y de reptiles.
24 Entonces Dios los abandonó para que hicieran todas las cosas vergonzosas que
deseaban en su corazón. Como resultado, usaron sus cuerpos para hacerse cosas viles
y degradantes entre sí.
25 Cambiaron la verdad acerca de Dios por una mentira. Y así rindieron culto y
sirvieron a las cosas que Dios creó pero no al Creador mismo, ¡quien es digno de
eterna alabanza! Amén.
26 Por esa razón, Dios los abandonó a sus pasiones vergonzosas. Aun las mujeres se
rebelaron contra la forma natural de tener relaciones sexuales y, en cambio, dieron
rienda suelta al sexo unas con otras.
27 Los hombres, por su parte, en lugar de tener relaciones sexuales normales, con
la mujer, ardieron en pasiones unos con otros. Los hombres hicieron cosas
vergonzosas con otros hombres y, como consecuencia de ese pecado, sufrieron dentro
de sí el castigo que merecían.
28 Por pensar que era una tontería reconocer a Dios, él los abandonó a sus tontos
razonamientos y dejó que hicieran cosas que jamás deberían hacerse.
29 Se llenaron de toda clase de perversiones, pecados, avaricia, odio, envidia,
homicidios, peleas, engaños, conductas maliciosas y chismes.
30 Son traidores, insolentes, arrogantes, fanfarrones y gente que odia a Dios.
Inventan nuevas formas de pecar y desobedecen a sus padres.
31 No quieren entrar en razón, no cumplen lo que prometen, son crueles y no tienen
compasión.
32 Saben bien que la justicia de Dios exige que los que hacen esas cosas merecen
morir; pero ellos igual las hacen. Peor aún, incitan a otros a que también las
hagan.

Capitulo 2

1 Tal vez crees que puedes condenar a tales individuos, pero tu maldad es igual que
la de ellos, ¡y no tienes ninguna excusa! Cuando dices que son perversos y merecen
ser castigados, te condenas a ti mismo porque tú, que juzgas a otros, también
practicas las mismas cosas.
2 Y sabemos que Dios, en su justicia, castigará a todos los que hacen tales cosas.
3 Y tú, que juzgas a otros por hacer esas cosas, ¿cómo crees que podrás evitar el
juicio de Dios cuando tú haces lo mismo?
4 ¿No te das cuenta de lo bondadoso, tolerante y paciente que es Dios contigo?
¿Acaso eso no significa nada para ti? ¿No ves que la bondad de Dios es para guiarte
a que te arrepientas y abandones tu pecado?
5 Pero eres terco y te niegas a arrepentirte y abandonar tu pecado, por eso vas
acumulando un castigo terrible para ti mismo. Pues se acerca el día de la ira, en
el cual se manifestará el justo juicio de Dios.
6 Él juzgará a cada uno según lo que haya hecho.
7 Dará vida eterna a los que siguen haciendo el bien, pues de esa manera demuestran
que buscan la gloria, el honor y la inmortalidad que Dios ofrece.
8 Pero derramará su ira y enojo sobre los que viven para sí mismos, los que se
niegan a obedecer la verdad y, en cambio, viven entregados a la maldad.
9 Habrá aflicción y angustia para todos los que siguen haciendo lo malo, para los
judíos primero y también para los gentiles.*
10 Pero habrá gloria, honra y paz de parte de Dios para todos los que hacen lo
bueno, para los judíos primero y también para los gentiles.
11 Pues Dios no muestra favoritismo.
12 Los gentiles serán destruidos por el hecho de pecar, aunque nunca tuvieron la
ley escrita de Dios. Y los judíos, quienes sí tienen la ley de Dios, serán juzgados
por esa ley porque no la obedecen.
13 Pues el simple acto de escuchar la ley no nos hace justos ante Dios. Es obedecer
la ley lo que nos hace justos ante sus ojos.
14 Aun los gentiles, quienes no cuentan con la ley escrita de Dios, muestran que
conocen esa ley cuando, por instinto, la obedecen aunque nunca la hayan oído.
15 Ellos demuestran que tienen la ley de Dios escrita en el corazón, porque su
propia conciencia y sus propios pensamientos o los acusan o les indican que están
haciendo lo correcto.
16 Y el mensaje que proclamo es que se acerca el día en que Dios juzgará, por medio
de Cristo Jesús, la vida secreta de cada uno.

Romanos 3:9-31 [NTV]

9 Ahora bien, ¿llegamos a la conclusión de que los judíos somos mejores que los
demás? ¡Para nada! Tal como acabamos de demostrar, todos —sean judíos o gentiles* —
están bajo el poder del pecado.
10 Como dicen las Escrituras: «No hay ni un solo justo, ni siquiera uno.
11 Nadie es realmente sabio, nadie busca a Dios.
12 Todos se desviaron, todos se volvieron inútiles. No hay ni uno que haga lo
bueno, ni uno solo»*.
13 «Lo que hablan es repugnante como el olor que sale de una tumba abierta. Su
lengua está llena de mentiras». «Veneno de serpientes gotea de sus labios»*.
14 «Su boca está llena de maldición y amargura»*.
15 «Se apresuran a matar.
16 Siempre hay sufrimiento y destrucción en sus caminos.
17 No saben dónde encontrar paz»*.
18 «No tienen temor de Dios en absoluto»*.
19 Obviamente, la ley se aplica a quienes fue entregada, porque su propósito es
evitar que la gente tenga excusas y demostrar que todo el mundo es culpable delante
de Dios.
20 Pues nadie llegará jamás a ser justo ante Dios por hacer lo que la ley manda. La
ley sencillamente nos muestra lo pecadores que somos.
21 Pero ahora, tal como se prometió tiempo atrás en los escritos de Moisés* y de
los profetas, Dios nos ha mostrado cómo podemos ser justos ante él sin cumplir con
las exigencias de la ley.
22 Dios nos hace justos a sus ojos cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo. Y eso
es verdad para todo el que cree, sea quien fuere.
23 Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por
Dios.
24 Sin embargo, con una bondad que no merecemos, Dios nos declara justos por medio
de Cristo Jesús, quien nos liberó del castigo de nuestros pecados.
25 Pues Dios ofreció a Jesús como el sacrificio por el pecado. Las personas son
declaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús sacrificó su vida al
derramar su sangre. Ese sacrificio muestra que Dios actuó con justicia cuando se
contuvo y no castigó a los que pecaron en el pasado,
26 porque miraba hacia el futuro y de ese modo los incluiría en lo que llevaría a
cabo en el tiempo presente. Dios hizo todo eso para demostrar su justicia, porque
él mismo es justo e imparcial, y declara a los pecadores justos a sus ojos cuando
ellos creen en Jesús.
27 ¿Podemos, entonces, jactarnos de haber hecho algo para que Dios nos acepte? No,
porque nuestra libertad de culpa y cargo no se basa en la obediencia a la ley. Está
basada en la fe.
28 Así que somos declarados justos a los ojos de Dios por medio de la fe y no por
obedecer la ley.
29 Después de todo, ¿acaso Dios es sólo el Dios de los judíos? ¿No es también el
Dios de los gentiles? Claro que sí.
30 Hay sólo un Dios, y él declara justos a judíos y gentiles* únicamente por medio
de la fe.
31 Entonces, si hacemos énfasis en la fe, ¿eso significa que podemos olvidarnos de
la ley? ¡Por supuesto que no! De hecho, sólo cuando tenemos fe cumplimos
verdaderamente la ley.

Hechos 17:16-32 [NTV]

16 Mientras Pablo los esperaba en Atenas, se indignó profundamente al ver la gran


cantidad de ídolos que había por toda la ciudad.
17 Iba a la sinagoga para razonar con los judíos y con los gentiles* temerosos de
Dios y hablaba a diario en la plaza pública con todos los que estuvieran allí.
18 También debatió con algunos filósofos epicúreos y estoicos. Cuando les habló
acerca de Jesús y de su resurrección, ellos dijeron: «¿Qué trata de decir este
charlatán con esas ideas raras?». Otros decían: «Parece que predica de unos dioses
extranjeros».
19 Entonces lo llevaron al Concilio Supremo de la ciudad.* «Ven y háblanos sobre
esta nueva enseñanza —dijeron —.
20 Dices cosas bastante extrañas y queremos saber de qué se trata».
21 (Cabe explicar que todos los atenienses, al igual que los extranjeros que están
en Atenas, al parecer pasan todo el tiempo discutiendo las ideas más recientes).
22 Entonces Pablo, de pie ante el Concilio,* les dirigió las siguientes palabras:
«Hombres de Atenas, veo que ustedes son muy religiosos en todo sentido
23 porque, mientras caminaba observé la gran cantidad de lugares sagrados. Y uno de
sus altares tenía la siguiente inscripción: “A un Dios Desconocido”. Este Dios, a
quien ustedes rinden culto sin conocer, es de quien yo les hablo.
24 »Él es el Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él. Ya que es el Señor del
cielo y de la tierra, no vive en templos hechos por hombres,
25 y las manos humanas no pueden servirlo, porque él no tiene ninguna necesidad. Él
es quien da vida y aliento a todo y satisface cada necesidad.
26 De un solo hombre* creó todas las naciones de toda la tierra. De antemano
decidió cuándo se levantarían y cuándo caerían, y determinó los límites de cada
una.
27 »Su propósito era que las naciones buscaran a Dios y, quizá acercándose a
tientas, lo encontraran; aunque él no está lejos de ninguno de nosotros.
28 Pues en él vivimos, nos movemos y existimos. Como dijeron algunos de sus*
propios poetas: “Nosotros somos su descendencia”.
29 Y, como esto es cierto, no debemos pensar en Dios como un ídolo diseñado por
artesanos y hecho de oro, plata o piedra.
30 »En la antigüedad Dios pasó por alto la ignorancia de la gente acerca de estas
cosas, pero ahora él manda que todo el mundo en todas partes se arrepienta de sus
pecados y vuelva a él.
31 Pues él ha fijado un día para juzgar al mundo con justicia por el hombre que él
ha designado, y les demostró a todos quién es ese hombre al levantarlo de los
muertos».
32 Cuando oyeron a Pablo hablar acerca de la resurrección de los muertos, algunos
se rieron con desprecio, pero otros dijeron: «Queremos oír más sobre este tema más
tarde».
33 Con esto terminó el diálogo de Pablo con ellos,
34 pero algunos se unieron a él y se convirtieron en creyentes. Entre ellos estaban
Dionisio —un miembro del Concilio* —, una mujer llamada Dámaris y varios más.

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