Breve introducción a las constelaciones familiares
según Stephan Hausner
Conceptos fundamentales de su método
Stephan Hausner es un constelador de amplio reconocimiento internacional que ha
dedicado su trabajo principalmente a enfermedades y síntomas. Es naturópata,
osteópata y homeópata. Durante su larga trayectoria en el trabajo con constelaciones
familiares, lo primero que se le hizo evidente fue que usualmente los representantes
del síntoma lo guiaban a aspectos excluidos de la persona o del pasado de la familia,
de su historia.
Al principio, Stephan pensó que incluyendo estos aspectos excluidos se daba un
paso importante, ya que cuando los incorporaba, los representantes de la
enfermedad o los síntomas sentían deseos de irse, o bien se debilitaban.
Sin embargo, al realizar los seguimientos de sus casos y pacientes, detectó que los
consultantes exploraban esto y tenían un movimiento emocional a veces hasta fuerte
durante la constelación, pero al volver a la vida cotidiana, los síntomas eran los
mismos o no se daban grandes cambios.
Lo anterior lo llevó a investigar esta discrepancia en profundidad. En otras palabras,
para Stephan significó un gran paso descubrir qué es lo que está excluido, y luego
empezó a darse cuenta de que lo que ata a una persona a la implicancia o a aquello
que está excluido es una profunda sensación de pertenencia, relacionada con la vida
primaria del niño hacia los padres y a la familia de origen. Esto es lo que Stephan
denomina “lealtad”, concepto alrededor del cual gira todo su trabajo. Considera así
que parte de la solución tiene que ver con renunciar a la lealtad a los padres y al
sistema familiar.
Los siguientes son algunos de los ejes principales de su método:
- El concepto de lealtad
- El foco orientado al cliente y no a la constelación, apoyando al consultante en
el proceso de crecer hacia su propia vida para permitir desplegar su potencial
- El trabajo de Thomas Hübl con comunicación transparente
- La observación de que muchos síntomas o enfermedades aparecen cuando
las personas han dado pasos significativos fuera de su familia de origen. Por
ejemplo, cuando tienen una pareja, o tienen un hijo: todos estos pasos “sacan”
a uno de su familia de origen, y si alguien tiene un rol muy importante dentro
de su familia, tal paso o tales pasos agrandan el conflicto y la tensión. El
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síntoma pasa a ser una suerte de intento de solución inconsciente a este
conflicto.
- La comprensión de que muchos síntomas o enfermedades se refieren o se
relacionan con un “no” inconsciente en general hacia la vida. En estos casos,
los médicos o terapeutas no tienen nada para hacer cuando el cliente dice
“no” a la vida, ya que aunque tengan éxito en sacar los síntomas, estos
volverán a aparecer de otras formas.
- La observación de que el trabajo con constelaciones familiares es trabajo con
trauma. Esto significa que en algún momento de la historia, y en ciertas
circunstancias, el consultante o algún miembro de la familia no pudo contener
la información que se desplegó ante un suceso traumático y a fin de
protegerse a sí mismo de esa información, creó filtros de forma inconsciente.
Estos filtros que en algún momento se crearon para sobrevivir permanecen en
el presente y disocian al consultante de la información que lo circunda, es
decir, continúan protegiéndolo cuando ya no es necesario, restándole energía
vital para su propia vida. El movimiento sanador se trata de que, en calidad de
terapeutas o facilitadores, creemos condiciones para que el consultante
derribe estos filtros una vez más y que ahora pueda relacionarse con esa
información del pasado, para de esta forma liberar su potencial para el
presente.
La entrevista en Constelaciones Familiares
La entrevista previa a una constelación es una de las etapas más importantes dentro
de nuestro trabajo como facilitadores. Cuando conocí el trabajo de Stephan Hausner,
descubrí nuevas posibilidades dentro de la entrevista, por ejemplo, la de aumentar la
captación de aquella información que nos trae el consultante, desde lo verbal,
emocional y corporal.
El objetivo principal de la entrevista es el de entablar una comunicación entre el
constelador y el consultante donde pueda desplegarse un potencial sanador. Durante
el transcurso de la entrevista, el facilitador tendrá la oportunidad de recabar
información importante que rodea al asunto que el consultante trae para constelar,
más allá de lo verbal y de la historia conocida. Se trata de un puente con la
conciencia familiar y es el espacio donde es posible encontrar la mayor cantidad de
señales para luego configurar con representantes o plantillas, lo que otorga al
constelador una base esencial para el posterior desarrollo de la constelación.
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El comienzo de la entrevista
Generalmente comienzo la entrevista preguntando al consultante: ¿Has constelado
alguna vez? Si la respuesta es “sí”, entonces pregunto cuándo consteló y cómo le fue,
qué pudo tomar de esa constelación y de qué le sirvió. Si me dice que no consteló
nunca, pregunto: “¿Cómo llegaste aquí? ¿Qué te contaron de las constelaciones?” o
cualquier pregunta similar que me brinde información sobre aquel lugar interior
desde el cual nace su pedido de constelar. Muchas veces los consultantes vienen sin
saber de qué se trata y solo porque alguien les dijo que debían venir, o porque están
esperando algún tipo de solución mágica. Desde el comienzo es importante buscar
indicios de que el consultante ha llegado hasta aquí por su propia fuerza y que su
pedido conlleva la posibilidad de ir renunciando a las soluciones mágicas e ir
asumiendo un mayor grado de responsabilidad sobre el asunto que lo trae.
Salvo que se trate de un caso muy especial, suelo decir a los consultantes que la
constelación generalmente nos muestra de qué forma participamos de los asuntos
que traemos y que nos devuelve la responsabilidad ante nuestros problemas. Muchas
veces, si es necesario, explico también la diferencia entre culpa y responsabilidad.
Acercamiento al consultante
Presentación
En primer lugar, debemos recordar que realizar una constelación familiar, ya sea
grupal o individual, no es una sesión de terapia, sino que se trata más bien de un
trabajo educativo con efecto terapéutico. El constelador familiar trabaja en red con
los psicoterapeutas o psiquiatras, y ambos trabajos son complementarios entre sí. Es
necesario tener todo esto en claro al momento de iniciar la sesión o la constelación
grupal. Si bien es cierto que una constelación familiar, tanto grupal como individual,
tiene generalmente cierto efecto terapéutico, no constituye una sesión de terapia
propiamente dicha, ya que carecemos de continuidad en el tiempo. No existe
continuidad alguna, ya que la persona puede ir a vernos una vez en toda su vida, o
una vez al año. Incluso, con relación a las sesiones individuales específicamente, si
realizamos una constelación completa al consultante, un buen parámetro en cuanto a
límite temporal es sugerir que no constele más de dos veces al año. Cuando se trata
de constelaciones grupales, el límite es de una vez al año.
Si entendemos la palabra “proceso” como un conjunto de actividades encaminadas
hacia un resultado, podemos decir que las constelaciones familiares también tienen
su proceso, aunque no es igual al proceso terapéutico que presupone continuidad en
el tiempo para perseguir el resultado. Incluso un proceso terapéutico puede utilizar
diversas herramientas a lo largo del tiempo, mientras que las constelaciones
familiares son una sola herramienta con varios modelos de acercamiento al
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consultante: las plantillas, los representantes, los muñequitos de madera, las
visualizaciones, las intervenciones sistémicas, los ejercicios y el modelo educativo. Es
decir, existe también un proceso dentro de las constelaciones familiares, pero este
proceso se da de principio a fin dentro de la constelación, cualquiera sea la forma en
que apliquemos la herramienta. El resultado perseguido es posicionar a la persona en
su lugar de mayor fuerza, para que luego, en su vida cotidiana, al enfrentarse a un
asunto, dificultad o síntoma, esté ubicado en el sitio que más fuerza le otorga: su
propio lugar. A partir de allí, las constelaciones familiares dejan al sujeto en plena
libertad para que se mueva desde su lugar de mayor fuerza, y es precisamente por
este motivo que decimos que una constelación es un punto de partida, no de llegada.
El modelo educativo quiere decir que muchas veces en la entrevista, o incluso
durante la constelación, le contamos al consultante sobre los órdenes del amor y
cómo pueden aplicarse las constelaciones familiares en el ámbito de la vida
cotidiana.
Por lo general, presento el método luego de haber realizado algunas preguntas
necesarias al consultante. Evito, entonces, explicarlo al principio de la sesión. Al
explicar el método, cuento brevemente cómo funciona, y en algunas oportunidades
utilizo el ejemplo del grupo para graficar a la persona lo que significa ser un
representante. Luego comento brevemente cómo funcionan las plantillas y hago
hincapié en que vamos a buscar juntos ese lugar que ocupa en su sistema familiar,
como así también que trataremos de desentrañar de qué forma ese lugar está
conectado con lo que le sucede en su destino o con el problema que trae como
motivo de consulta. También destaco que intentaremos hacer algún movimiento para
que se ubique en un mejor lugar dentro de su familia. Ese movimiento es una
experiencia, porque se trata de una vivencia que va a poder realizar desde su cuerpo
y sus emociones. A menudo, el movimiento es posible cuando la persona también se
hace consciente de cómo participa sin darse cuenta de este lugar que ocupa o de
sus propios problemas o dificultades. Cuando esto llega a la conciencia, entonces es
posible tomar responsabilidad por el destino y la forma en que nos relacionamos con
el pasado.
El lugar del constelador es un lugar de un ayudador sin intención. El método no
presupone que de un lado están los cuerdos y, del otro lado, los que tienen un
problema: en este sentido, es un paradigma de igualdad. Presupone que todos los
seres humanos estamos unidos y somos leales a nuestro sistema familiar de origen,
tanto los consultantes como los consteladores. No pretende remendar a nadie ni
decirle qué hacer ni cómo moverse en el mundo. No da consejos aunque, a veces, es
posible hacer sugerencias. El constelador está entrenado, en primer lugar, para leer
imágenes, luego para detectar el lugar que el consultante ocupa en su sistema
familiar de origen y, finalmente, para, a través de imágenes o frases, facilitar al
consultante la posibilidad de moverse hacia su propio lugar o hacia un sitio de mayor
fuerza. Esta posibilidad siempre queda a criterio de la persona, quien puede elegir si
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moverse o no de allí. Siempre se trabaja con la fuerza de la persona y con sus
posibilidades y límites, respetando en todo momento sus lealtades.
Explicación de objetivos, metas y límites del método. Acuerdo de
apertura y confianza
Algo sumamente importante a saber es que el método no está dirigido de forma
directa hacia la psiquis personal, sino que su objetivo o meta es, entre otras cosas,
revisar cuál es el sitio que ocupa el consultante en su sistema familiar de origen,
algo que trasciende a la psiquis individual, ya que pertenece al ámbito de la
conciencia familiar. Desde el paradigma de las constelaciones familiares, este lugar
condiciona las vivencias de los sujetos, tanto desde lo externo como desde lo interno.
El objetivo principal es desentrañar cuál es este lugar y sacar a la luz, cuando sea
posible, la forma en la que el consultante participa secretamente de este lugar
(lealtad), así como también de qué maneras se manifiesta ese amor ciego que lo
lleva a tomar ese sitio y así poder estar cerca, generalmente, de la madre o del
padre (anhelo de cercanía).
Por un lado, entonces, podemos establecer un puente entre la conciencia familiar y la
conciencia individual del consultante, es decir cómo ese lugar que ocupa en su
sistema condiciona el mundo interno del sujeto, su destino, sus sensaciones y su
visión de la vida (implicancia). Por otro lado, podremos establecer cómo participa el
consultante de la implicancia, ya que ese enredo sucede al intentar acercarse él a su
madre o a su padre a través de un circuito donde intenta, por ejemplo, suplir aquello
que a los padres les falta. En algunas oportunidades, el consultante anhela suplir lo
que los abuelos no dieron a alguno de sus padres, y no puede transitar el proceso de
ordenar su amor hacia su mamá o su papá ya que esta fuerza de suplir o completar
es muy potente y constitutiva su identidad.
Escuchamos la historia que trae el consultante únicamente para dar comienzo a la
búsqueda del puente entre dichas vivencias o sensaciones del pasado con ese lugar
que puede estar ocupando en su familia de origen. En ese sentido, prestamos la
debida atención, pero solo en función de ese propósito. Podemos interrumpir
amablemente o retener aquella información que sea relevante: por ejemplo, cómo el
consultante vivenció la relación visible con sus padres. También será importante
retener ciertos hechos de la historia familiar por si es necesario indagar en ellos más
adelante.
Desde el paradigma de las constelaciones familiares, el plano de la conciencia tiene
ciertas historias construidas en relación con hechos vivenciados que la fijan en una
determinada posición frente al problema o síntoma de la persona. Es decir, esa
posición (tomada con relación a la historia) desde la cual se mira el problema o el
síntoma es determinante del problema, lo fortalece y, lejos de ayudar a disolverlo, lo
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vuelve más sólido. A su vez, esas historias construidas están sostenidas por
imágenes interiores. Si bien las historias se gestan y nutren en base a las vivencias de
la persona, las imágenes interiores inconscientes contribuyen a sostener esa historia
y a generar cierto destino.
Otro objetivo importante es el de hacer surgir información que se encontraba
excluida de la conciencia individual en relación con el problema: parte de esa
información puede ser, precisamente, un lugar que estamos ocupando en nuestra
familia de origen y que nos condiciona y contribuye a generar un problema. En el
momento en que emerge esta información y se despliega, la percepción del
problema empieza a modificarse en la conciencia de la persona, sobre todo, si hemos
logramos construir el puente entre las historias y vivencias propias de la persona y la
información que surge a partir de la constelación.
Las preguntas del facilitador tienen como objetivo, además, hacer consciente a la
persona de sus lealtades más profundas y de cuánto está dispuesta a sacrificar en
busca de la solución o resultado que está persiguiendo.
Algo que también puede ser muy útil para el consultante es explicarle qué son las
implicaciones y la importancia de poder darle el lugar a todos los miembros del
sistema familiar, independientemente de sus destinos. Se vuelve crucial, así, recalcar
la importancia de que todos pertenecen al sistema y de que todos merecen que su
lugar sea respetado, y explicar brevemente qué sucede luego en la vida de los
descendientes cuando no existe este respeto. (Sin embargo, existen ocasiones
donde no es necesario explicar esto).
Cuando trabajamos con constelaciones familiares en una sesión individual o talleres
grupales, debemos también transmitir al consultante cuáles son los límites del
método. Este es un método que mira nuestras lealtades más profundas y cómo
repercuten en nuestra vida, en relación con el problema que tenemos y frente al
camino de solución que estamos buscando. No nos da herramientas dirigidas hacia el
mundo externo ni herramientas directas para enfrentar el problema o síntoma en
cuestión.
El camino que toman las constelaciones familiares es siempre indirecto y está dirigido
mayormente hacia el mundo interno de la persona, sobre todo, aquello que no tiene
consciente, como sus lealtades y el lugar que ocupa en su familia de origen. No es un
método centrado en comunicarle a la persona lo que tiene que hacer, ni dar
sugerencias sobre conductas concretas para modificar, aunque haya ocasiones
donde sea posible brindar alguna recomendación.
Las constelaciones familiares como método tampoco nos indican qué camino seguir.
En todo caso, nos muestran cómo podemos sentirnos frente a una dirección que
deseamos tomar, es decir, vuelve visible para nosotros información inconsciente que
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tenemos en relación con un asunto. Otro límite del método es que carece de
contención posterior, lo que significa que cuando la persona necesita apoyo luego de
la constelación, recomendaremos a algún terapeuta que pueda hacer un seguimiento
del caso. Sin embargo, sí podemos quedar en contacto con la persona luego de la
constelación y ella puede comunicarse con nosotros si es que necesita luego
hacernos alguna pregunta o comentarnos algo que vivenció más adelante con
relación a la experiencia de la constelación.
El acuerdo de apertura y confianza presupone explicar al consultante que todo lo que
cuente en el consultorio es confidencial. Luego de explicarle brevemente en qué
consiste el método, es beneficioso explicitar que necesitaremos de su apertura y
confianza para que el método pueda funcionar, ya que la persona deberá abrirse a
nueva información que antes no era visible para la conciencia. Esto no significa que
su historia sobre el problema esté mal o errada de por sí, sino que simplemente
existe información importante y adicional que, de momento, se ve imposibilitada de
salir a la luz y, cuando logre hacerlo, mostrará una nueva forma de ver el problema o
el motivo de la consulta.
Esta es la razón por la cual necesitamos apertura de la persona para poder tomar esa
información. Este es un aspecto sumamente importante porque, desde la mirada de
las constelaciones familiares, las historias que nos traen los consultantes no están
intrínsecamente mal ni son erróneas, sino que meramente son parciales o se
encuentran fragmentadas.
Esta fragmentación se relaciona con un mecanismo propio del psiquismo y de su
formación, que tiene que ver con aislar información de forma automática para poder
actuar en el mundo y sobrevivir. La resolución del problema desde la historia
parcializada es imposible, porque el problema es, justamente, una historia
fragmentada. Cuando surge información nueva, el problema o el síntoma se
redimensiona y pueden surgir soluciones alternativas o tangenciales que antes no
eran posibles de imaginar dada la parcialización del asunto.
Motivo de consulta
El motivo de la consulta habitualmente es un problema, dificultad o síntoma que la
persona presenta en su vida cotidiana. Este inconveniente o esta dificultad suele ser
de peso para el consultante, es decir, es importante para él, quien generalmente ha
buscado otras alternativas antes de constelar para resolver el problema. Este asunto
o dificultad puede referirse a una relación que tiene con otro sujeto, sea o no
miembro de la familia de origen, o bien puede tratarse de un asunto que tiene la
persona con respecto a alguna situación: el trabajo, el dinero, la profesión, una
dolencia física, una emoción que lo aqueja de toda la vida y que no puede asociar a
una experiencia en particular, etcétera.
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El papel de las preguntas
Preguntar es un arte. Stephan dice que nuestro trabajo es hacer buenas preguntas,
pues contienen la semilla desde la cual se desplegará todo el proceso.
Preguntas de contexto
Lo primero que debemos formular son las preguntas de contexto. Necesitamos saber
si la persona vive sola o con alguien, si tiene familia actual, es decir, si está en pareja,
si hay hijos o si los perdió. Asimismo, debemos indagar si sus padres viven y cuán
cerca vive de ellos (en caso de que vivan todavía). También tenemos que conocer si
estudió algo y a qué se dedica. Muchas veces resulta útil preguntar algunos detalles
de su vida cotidiana, por ejemplo, si es independiente económicamente o si recibe
alguna ayuda.
Las preguntas básicas que contextualizan, entonces, son aquellas que indagan
aspectos tales como la edad del consultante, la ocupación o profesión y las personas
con quienes vive. Estas preguntas nos permitirán contextualizar la situación de la
persona. Por ejemplo, si alguien viene a constelar un asunto de pareja y, a través de
una de estas preguntas, nos enteramos de que la persona todavía vive con sus
padres y tiene, por ejemplo, 40 años, deberíamos desviar un poco la atención a este
último punto, puesto que esto nos está dando una señal de que el consultante está
de alguna forma muy ligado a su familia de origen y esto puede ser una de las causas
de sus conflictos de pareja. Sin embargo, esto es solamente una señal más entre
muchas otras a considerar. Siempre es posible hacer más preguntas que nos brinden
más información si sentimos necesitarla, por ejemplo, el motivo por el cual todavía
vive en la casa de sus padres.
Preguntas que interiorizan
Las preguntas que interiorizan son preguntas que buscan ahondar aún más en los
temas, por ejemplo, cuando se pregunta qué sintió la persona o alguno de sus
familiares con relación a determinado conflicto, o si anteriormente le sucedió algo
similar, entre muchas otras opciones. Generalmente son preguntas que todos
hacemos de forma natural cuando necesitamos recabar más información sobre el
asunto de la persona.
Preguntas de solución o utilidad
Este tipo de preguntas son similares a “la pregunta del milagro”, en el sentido de que
direccionan y clarifican el objetivo que la persona tiene con respecto a realizar una
constelación. Le preguntamos entonces qué aspecto de conocer las dinámicas de su
sistema familiar sería útil en pos del asunto que trae a la consulta. Por ejemplo: “¿En
qué podría ayudarte la constelación?” o “¿Qué estás buscando con la constelación?”
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La pregunta del milagro
La pregunta del milagro es una pregunta que puede formularse de las siguientes
maneras: “¿Cómo te darías cuenta, el día de mañana, de que funcionó la
constelación?” o “¿qué sentirías diferente o qué hechos de tu vida tendrían que
cambiar para poder decir que te funcionó este trabajo que vamos a realizar?”
Es muy importante que el motivo de consulta esté claro o que la pregunta
fundamental que tiene el consultante sea concreta y direccionada. Puede ocurrir que
el consultante experimente confusión, en cuyo caso podemos colaborar haciendo
algunas preguntas adicionales hasta que pueda obtener mayor claridad. Si esto no
sucede, podemos pedirle que espere un poco antes de constelar y trabajar con otra
persona hasta entonces.
Preguntas sistémicas o necesarias sobre el sistema familiar
Son las preguntas más importantes que tenemos en las Constelaciones Familiares y
también, de alguna manera, son las que nos diferencian de otros métodos. Este tipo
de preguntas aportan algo esencial, que es información sobre los sucesos graves o
difíciles que pueden haber ocurrido en generaciones anteriores: muertes tempranas,
incestos, estafas, abortos, masacres de guerra, enfermedades graves, familias
excluidas, abandonos, parejas anteriores, amantes, accidentes, catástrofes, etcétera.
Cuando preguntamos a la persona por estos datos, empezamos a tener datos
esenciales para configurar nuestra hipótesis de trabajo, incluso si luego no llegamos
a confirmar dicha hipótesis cuando colocamos las plantillas o representantes. Se
trata, de todas formas, de información esencial, donde podemos inferir posibles
implicancias o conexiones con sucesos graves e incluso patrones sistémicos que
funcionan de la misma forma a través de las generaciones.
Los diferentes motivos de consulta
- El consultante que necesita comprender el origen un
asunto/síntoma/dificultad/implicación;
- El consultante que busca ordenarse y/o moverse a un mejor lugar en su familia;
- El consultante que busca fuerza para dar un paso de cambio;
- El consultante que desea sentir alivio con relación a una emoción que lo aqueja;
- El consultante que desea sanar una relación o algo en su vida;
- El consultante que desea lograr una meta
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Qué hacer ante la falta de claridad en el motivo de consulta
Aquí podemos utilizar “la pregunta del milagro” para obtener mayor claridad y
corroborar si encontramos fuerza en la persona para asumir la responsabilidad de
abrirse al tipo de trabajo que conlleva una constelación familiar. Si contamos con esa
fuerza, pero no tenemos claro el motivo de consulta (a veces sucede que el pedido
es un imposible), la pregunta del milagro nos puede aportar mucha claridad.
¿En qué momento realizar las preguntas?
Por lo general formularemos las preguntas durante la entrevista previa, a fin de poder
configurarnos una hipótesis. Las hipótesis en constelaciones familiares siempre
tienen como trasfondo que la causa del problema de la persona nace de una
implicancia familiar con alguno de los hechos mencionados anteriormente. Por
ejemplo, si alguien viene a constelar un dolor de estómago y, al preguntar por
pérdidas de hijos, sale a la luz que la abuela materna perdió cinco embarazos,
podemos formularnos la hipótesis de que este dolor en el estómago del consultante
viene de una conexión invisible con las pérdidas de la abuela. Sin embargo, esta
hipótesis será una información adicional con la que contaremos para el trabajo, pero
no necesariamente habremos de verificarla al momento de realizar la constelación.
Stephan Hausner nos cuenta que, a lo largo de los años, fue descubriendo que, por
ejemplo, debajo de una implicancia con las pérdidas de la abuela materna, se
esconde una profunda lealtad a la madre. Esto significa que la madre del consultante
está atada a su propia madre, ligada en el dolor, y muchas veces un nieto se “implica”
con las pérdidas de la abuela para sentirse cerca de su propia madre. Aquí reside la
diferencia entre “implicancia” y “lealtad” y es algo que se va descubriendo con la
práctica y la experiencia.
Lo cierto es que, desde mi experiencia, las preguntas sistémicas sacan a la luz
posibles implicancias que podemos considerar aunque no trabajemos con ellas. La
lealtad inconsciente generalmente no surge de las preguntas, sino que se pone en
evidencia durante el transcurso de todo el proceso con el consultante, y muchas
veces se torna clara y evidente al final de la constelación.
Preguntas generales y la pregunta de “¿por qué esto a mí?”
Muchas veces escuché decir a Stephan Hausner que él nunca contesta una pregunta
que empieza con “¿por qué?” ni tampoco se ocupa de cosas generales durante la
constelación.
Esto significa que detrás de una pregunta de esa índole, o cuando el consultante
pregunta al constelador cosas generales (por ejemplo, “¿qué pensás de la gente que
tiene este tipo de síntomas?”), la motivación oculta es la de no asumir la propia
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responsabilidad por lo que le está ocurriendo, sino que prima el impulso por
permanecer ajeno a ello (es decir, permanecer desvinculado de la situación). Es aquí,
justamente, donde el objetivo más importante de la constelación es poder entrar en
relación con esa información del pasado que permanecía excluida de su conciencia.
Dada la naturaleza de este trabajo, siempre nos tocará relacionarnos con lo que haya
o con lo que esté disponible, por lo que será muy útil comunicar al consultante no
solo cuando no podamos contestar cierta pregunta, sino también (en algunas
ocasiones) las razones que nos lo impiden. Por supuesto, puede darse el caso de que
no contestemos algo porque no lo sabemos, o bien anticipar que, contestando,
generaríamos en el consultante una fuerza que lo lleve a una mayor implicación, es
decir, a permanecer cada vez más desconectado de la información que lo circunda.
No contestar todo sea tal vez una intervención muy poderosa, porque el consultante
de pronto puede evidenciar su propia desconexión y a partir de allí puede dar otro
paso. Es decir, el primer paso muchas veces es habilitar la posibilidad de que la
persona se relacione con el hecho de que no puede relacionarse con lo que hay, es
decir, que está desconectado.
Otras intervenciones
Mientras el constelador hace la entrevista, va construyendo algunas hipótesis sobre
el asunto que trae el consultante con relación a posibles implicancias con su familia
de origen o posibles lealtades que puedan estar en juego.
Desde ese lugar, es posible hacer intervenciones comentando al consultante cómo es
la mirada de las constelaciones para ciertos asuntos, lo que hemos visto en otros
casos, etcétera. Puede ser que esto genere en el consultante algún movimiento, que
algo se abra en su cuerpo o aparezca una emoción fuerte con la intervención.
Muchas veces esto abre y fortalece la conexión entre constelador y consultante y, al
momento de configurar, todas las posibilidades latentes de donde puede emerger
información esencial para el consultante estarán mucho más presentes.
Mente, emoción y cuerpo: los tres niveles durante la entrevista
La mente durante la entrevista
En el transcurso de la entrevista, el constelador escucha la historia del consultante y
su interpretación del problema. En muchas ocasiones será necesario traer al
consultante de vuelta hacia los hechos, no hacia su interpretación, ya que cualquier
interpretación que esté rodeando a un problema será parte del problema en sí.
En el nivel mental es conveniente diferenciar entre un consultante que de pronto
comunica una comprensión profunda que tiene de alguna experiencia del pasado y
un consultante que está interpretando. En el último caso se trata de algo que tiene
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construido desde hace mucho tiempo, una historia que continúa sin fin. En el caso de
estar frente a una comprensión, será fácil distinguirla: esta es genuina, espontánea,
cargada de energía y con repercusión en su propio cuerpo. Aquí la mente, la emoción
y el cuerpo comienzan a vibrar al unísono.
La mente del constelador debe permanecer lo más vacía posible. El constelador va
realizando comprensiones profundas, además de interpretaciones, y va
seleccionando qué comunicar al consultante. Decidir qué es útil y qué da fuerza
comunicar es un trabajo fino y necesario por parte del facilitador para volverse cada
vez un envase más profundo. En mi trabajo, por lo general comunico al consultante
ciertas comprensiones que evidencio como un impulso que proviene del corazón. Las
palabras que están acompañadas con el corazón suelen tener un efecto real en el
consultante. Otras veces he sentido un impulso de comunicar algo que proviene de
las entrañas (el estómago), y lo he relacionado con mi propia necesidad de redefinir
tal vez el contexto al consultante o aclarar algún límite importante. Si la fuerza no
proviene de ninguna parte del cuerpo, es posible que las palabras que digamos no
tengan mucha permanencia o no resuenen en el consultante, que no pueda oírlas o
que le sean superfluas.
Al mismo tiempo, es importante que el constelador abandone la expectativa de decir
cosas que provengan del corazón o de decir palabras que tengan un efecto o que
exista resonancia, puesto que la resonancia y el contacto con el corazón suceden
cuando puedo relacionarme con el consultante en sus circunstancias tal cual son, es
decir, entrando en un vacío de expectativas que muchas veces se vivencia como una
gran incertidumbre. Cuando esto sucede, la conexión se hace posible. Esto quiere
decir que entrar en una resonancia profunda con el consultante es algo que no se
puede controlar, y a lo sumo únicamente podemos preparar el terreno donde caerá
dicha semilla: en ocasiones sucede inmediatamente; otras veces, mientras estamos
configurando; otras, al final; y en algunas ocasiones, incluso, no sucede en absoluto.
Nivel emocional durante la entrevista
Es posible que parte del problema que traiga el consultante se evidencie en que su
mente comunique una historia y sus emociones, otra. El aparato emocional del
constelador debe ser capaz de captar el movimiento emocional del consultante, lo
que puede ir corroborando mediante preguntas. Incluso en ese momento, el
consultante puede traer a la conciencia cierta emoción que antes no percibía en sí
mismo.
Muchas de las emociones que tiene el constelador al lado del consultante son un
reflejo de aquellas que trae la persona, o bien son un reflejo de las emociones de
otro miembro de su sistema familiar. Siempre podemos evaluar y preguntar: “¿es
posible que tu mamá se sintiera de esta forma?”.
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El constelador percibe las emociones de dos maneras: en su propio cuerpo o en el
cuerpo del consultante. Este último fenómeno se llama percepción.
Si el consultante cierra sus ojos mientras vivencia una emoción, es posible que esté
enfocado en el pasado. Entonces lo invitamos a que vuelva a abrir sus ojos y viva la
emoción desde el presente. De esto se tratan los sentimientos secundarios.
Bert Hellinger hace una importante distinción entre sentimientos primarios y
sentimientos secundarios: los primeros son aquellos sentimientos con los que
podemos trabajar: tienen fuerza, duran poco tiempo y generalmente conllevan un
dolor genuino y profundo. Se tratan de sentimientos que liberan energía y la dejan
disponible ahora para la vida. Los secundarios, en cambio, son parte del sufrimiento,
que viene de la historia construida sobre el pasado y la posición que tomó el
consultante en relación con alguna experiencia. El sufrimiento es muchas veces
adictivo: George Gurdjieff solía decir que una persona era capaz de todo, salvo de
abandonar su sufrimiento. Esto significa que gran parte de nuestra identidad está
construida sobre lo que nos hace sufrir y de allí emana la dificultad para soltarlo.
Nivel físico durante la entrevista
El cuerpo del consultante es la mayor fuente de información. Todos los cuerpos son
tensos; la tensión es una parte importante de cualquier movimiento. Sucede en la
música, en la estructura del tronco de un árbol, etcétera.
Cuando el consultante toma asiento, podemos observar dónde se ubican sus puntos
de tensión sin hacer interpretaciones inmediatas. Gran parte de la tensión inicial que
observamos desaparecerá a los minutos siguientes, puesto que forma parte del
hecho de haberse sentado en esa silla. Luego podemos observar tensiones que
registra desde hace años en ciertas partes de la espalda o el cuello, las rodillas,
etcétera. No todas esas tensiones estarán relacionadas o tendrán relevancia durante
la entrevista y la constelación. Es importante que el constelador esté atento desde
varios niveles (mental, emocional y físico) a lo que va ocurriendo en el cuerpo del
consultante a medida que hace ciertas preguntas. Aparecen en ocasiones tensiones
espontáneas claramente visibles, en cuyos momentos hago una anotación mental
para ir guardando todas las señales que necesito para hacer luego la configuración.
La tensión más sutil y más difícil de percibir es aquella que impide que ingrese nueva
información. Asimismo, se vuelve muy difícil percibir el momento en que dicha tensión
se va y permite entonces la entrada de algo nuevo.
Es importante que los consteladores realicemos un trabajo personal muy profundo
para ampliar nuestro canal perceptivo, también de lo que sucede en el cuerpo del
consultante y el propio cuerpo en diferentes niveles.
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 49
Desde mi experiencia, la forma en la que he evidenciado que una nueva información
pudo ingresar en el consultante, es decir, que se rompió algún filtro y se liberó algo,
ha sido estando atenta a mi propio cuerpo: esa información nueva entra en mi; es
como si me asentara y me enraizara. Es allí cuando corroboro con el consultante y,
por lo general, mi registro coincide con una respiración profunda que hizo, o con el
hecho de que se acomodó en la silla de forma diferente, con que el cuello se relajó,
con que levantó la cabeza, etcétera. Lo anterior quizás tenga su explicación también
en el hecho de que en esa relajación física del consultante aparece una respuesta
emocional nueva ante lo que está viendo o asoma una fuerza estructural que antes
no tenía.
He descubierto que, muchas veces, cuando se libera esa tensión sutil para que
ingrese nueva información, aparecen otras tensiones más superficiales (por ejemplo,
se cierra el pecho, duele el hombro izquierdo, las manos pesan). Por este motivo es
que no debemos confundirnos con las tensiones físicas que aparecen en el
consultante. Que de pronto duela algo de manera muy fuerte no significa que la
información no esté ingresando. Si los dolores son muy fuertes, es posible que todo
el cuerpo haya entrado en un gran estrés: esto significa que algo se abrió y el
consultante o un representante están procesando información del pasado, están
digiriendo o procesando algún trauma viejo. Si toda esta información entra de golpe,
quizás necesitemos pedirle que respire, o que se siente para que el cuerpo vuelva a
encontrar su regulación natural en su proceso de digerir el trauma del pasado. Lo
importante es que si percibimos que la tensión sutil desapareció y que, por ende, el
cuerpo permite el ingreso de esta nueva información, confiemos en ello.
¿Qué es lo que realmente sana?
Stephan Hausner dice que lo que posibilita el potencial sanador en la constelación
es el resultado de la relación constelador-consultante en un 98 por ciento. El 2 por
ciento restante es atribuible a la técnica. De aquí vemos cómo para Stephan es de
suma importancia que, como facilitadores, trabajemos en volvernos un canal cada vez
más transparente en el cual pueda emerger la mayor cantidad de información que
rodea al consultante (y que permanece excluida de su cuerpo y conciencia), incluso
aquella información que todavía no es posible descifrar, poner en palabras o traducir.
A medida que el facilitador se va entrenando en soltar sus expectativas o su deseo
de ayudar, abriendo su corazón al consultante con su realidad tal cual es, aumenta el
potencial sanador. De allí surge la importancia de la entrevista, puesto que es el
terreno donde dicho potencial se prepara para desplegarse.
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 50
Flexibilidad interior
Stephan también dice que entre el constelador y el consultante siempre existen
proyecciones. No se trata de eliminarlas o de querer quitar aquello que sentimos que
nos estorba interiormente durante la entrevista, sino que se trata de permanecer lo
suficientemente flexibles en el interior para que la información que circula entre el
facilitador y el consultante pueda moverse, entrando y saliendo con libertad. De esta
forma, la entrevista va adquiriendo cada vez mayor profundidad y se construye un
camino hacia lo que es esencial, más allá de las expectativas, proyecciones y juicios.
Todo esto no es eliminable, sino que es parte de la información que circula y que se
va transformando en lo esencial a medida que vamos adquiriendo mayor flexibilidad
interior. De aquí que para Stephan el trabajo con constelaciones familiares no va
encaminado hacia “solucionar” algo, sino a habilitar un camino donde algo pueda
transformarse.
Las dos mentes
Cuando vamos a realizar una constelación, por supuesto preguntamos cuál es el
asunto que trae a la persona a constelar. Cuando nos cuentan este asunto, los
consultantes por lo general hacen referencia a un problema que tienen, un síntoma o
dificultad: nos cuentan hechos concretos en relación con el asunto, además de cómo
se sienten al respecto. A algunas personas les resulta sencillo contar hechos y
situaciones concretas exteriores, mientras que a otras les resulta más fácil contar sus
sentimientos en relación con un asunto. La mente tiene dos tendencias: una
interiorizante y otra exteriorizante. Cuando a la persona le es más fácil hablar de
sentimientos y sensaciones, predomina la mente interiorizante, mientras que cuando
le es más fácil hablar de hechos y sucesos, predomina la exteriorizante.
En la mente exteriorizante se encuentra el pensamiento lineal, que pertenece al
campo de lo científico, donde abundan el razonamiento, el análisis, la relación causa
y consecuencia, la separación y la secuencia (hemisferio izquierdo). Por su parte, en
la mente interiorizante es posible apreciar un tipo de pensamiento holístico, más
integrador, que capta información en paralelo o globalidades.
Uno separa; el otro, integra. Uno ve partes; el otro, totalidades. Ambos son
importantes y tienen funciones diferentes en el ser humano, y sin embargo, solemos,
debido a factores culturales y el contexto de aislamiento en el que se formó el
psiquismo humano, sobrevalorar la función del razonamiento y la voluntad (la mente
exteriorizante), y le atribuimos facultades que no serían propias de este tipo de
inteligencia como, por ejemplo, resolver un problema en una relación de pareja. Si
frente a un problema en una relación (de pareja, por ejemplo, o de otra índole),
tenemos una idea o una decisión tomada previamente y desde allí miramos el asunto,
este mecanismo propio de la mente exteriorizante nos impedirá observar la
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 51
información adicional que se esté desplegando en ese momento. Por eso, si bien
frente a los propios problemas es difícil salirnos de este tipo de mente, cuando
estamos trabajando con otras personas es necesario no aferrarse a las ideas, juicios y
decisiones que hayamos podido tomar previamente sobre lo que puede estar
sucediendo. De esta forma, permitimos aflorar en nosotros a la otra mente, que será
la encargada de captar las sensaciones y los sentimientos también ancestralmente
congelados que la persona manifiesta, incluso aunque no sea consciente de ellos.
A propósito de estas dos Inteligencias que posee el ser humano, traigamos a
colación la siguiente metáfora: imaginemos un momento a dos hombres
cavernícolas mirando a las estrellas en una noche despejada. Uno de ellos mira
hacia una estrella: captando que está siempre en el mismo lugar, deduce que,
cuando la sigue, encuentra el rumbo a su casa. El otro mira hacia el conjunto de
estrellas y se siente inmerso en una totalidad abrumante, conectado con ese
universo que lo contiene: lo recibe y hace así contacto con ese anhelo de totalidad
y espiritualidad.
La imagen anterior sirve a los fines de ilustrar de forma muy diferenciada a estas
dos inteligencias. En la primera (a la que llamaremos “mente tecnológica”), me
separo de lo que percibo, para poder así utilizar lo que está afuera para mi
beneficio y para concretar una meta, lo que da lugar a una necesidad sumamente
importante y central en la vida del ser humano: la de manipular o transformar el
entorno para poder sobrevivir. En la otra inteligencia (a la que denominaremos
“mente holística”), no me separo de lo que percibo, sino que me siento parte de lo
que me rodea y está fuera de mi. Desarrollo una conexión con el entorno desde un
lugar no utilitario, sino sagrado, y se da así lugar a otra necesidad importante y
pivotal en la vida del ser humano: la de sentirse conectado con algo más grande,
con su devenir y su sentido en la existencia.
Ambas inteligencias son de gran relevancia. La ciencia utiliza diferentes métodos
para adquirir conocimientos y organizarlos: se basa en la observación y
experimentación para luego elaborar hipótesis y deducir leyes generales. Posee
los elementos para destruirse a sí misma, es decir, está sometida a una corrección
permanente. La ciencia es a la mente tecnológica o exteriorizante lo que las
matrices sagradas son a la mente holística o interiorizante. Las matrices sagradas,
como la Astrología, el I Ching, el calendario maya o la Kabalah, son una manera de
percibir la realidad. Se trata de un conocimiento antiguo que se remonta al
cosmos. Se relaciona con el anhelo de totalidad y espiritualidad en el ser humano.
Tampoco fueron inventadas por alguien, sino que es algo que varios seres
humanos fueron captando al ir exponiendo su hemisferio derecho a esa totalidad.
Una matriz sagrada es capaz de explicarse a sí misma y constituye un
conocimiento dinámico, lo que significa que se va actualizando constantemente.
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Esta actualización no sucede en la conciencia de los individuos, sino que se da de
forma automática.
Diferencia entre sentimiento y sensación
Para diferenciar los sentimientos de las sensaciones, es útil distinguir los dos tipos
de mentes. Para poder trabajar con alguien, en primer lugar, además de escuchar
su historia y su versión de los hechos, se vuelve necesario intentar captar qué
sentimientos o sensaciones subyacen al problema. Será más difícil detectar esto si
el consultante revela un mayor predominio de la mente exteriorizante; por el
contrario, será más fácil de detectar si el consultante tiene una mente
interiorizante. Cuando se proponga el movimiento de solución, este, a su vez, será
más fácil de comprender para aquel consultante que presente un predominio de la
mente exteriorizante, y más difícil para quien tenga una mente interiorizante. El
movimiento de solución siempre tiene una lógica, sea un movimiento interno o
externo, y aquel con predominio de la razón es capaz de comprenderlo y tomarlo a
través de la lógica. En cambio, para quien posea una mayor proporción de la
mente interiorizante en comparación con la exteriorizante, es como si se lo
estuviera invitando a sentir de otra forma y, si bien abrir el tema e ir al punto es
más sencillo dada su sensibilidad, moverse de allí constituye un paso no tan
simple, ya que los sentimientos no tienen lógica, por lo que a un consultante con
estas características le costará dejar de sentir de la manera en que siente.
Por supuesto existen muchas personas que tienen ambas mentes: la anterior sirve
a modo de mera clasificación y diferenciación para que podamos comprender y
diferenciar recursos posibles para los dos tipos de mentes.
Entonces, más allá de la mente que predomine en la persona, captar sus
sentimientos o sensaciones es un paso importante, y allí es donde tenemos que
activar en nosotros el sentir, para así poder entrar en resonancia con el otro y con
la información que lo acompaña.
¿Cuándo es útil trabajar con las sensaciones previas?
Cuando una persona tiene angustia, enojo, incertidumbre, miedo, euforia, rechazo,
desconexión, etcétera, podemos captarlo muy fácilmente. Todos estos sentimientos,
por lo general, aparecen durante la charla previa y también durante la configuración,
cuando preguntamos: “¿Qué sentís en ese lugar?” Toda esta información es de gran
utilidad y, cuando la persona tiene la meta clara con la constelación, es decir, cuando
puede contestar a la pregunta “¿cómo te darías cuenta de que te ha funcionado la
constelación?”, entonces tenemos un camino a seguir, un norte, incluso si la
configuración luego se encamina hacia otro lugar.
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Por el contrario, cuando la persona está muy confundida y, como consteladores,
percibimos que algo más hay o que la meta con el trabajo planteado no está clara,
resulta muy útil detectar las sensaciones. Las sensaciones son un cúmulo de
sentimientos congelados ancestrales que aparecen en los descendientes cuando
algún hecho difícil en el sistema (tragedias de todo tipo) afectó a alguna generación
(hasta siete generaciones hacia atrás) y, ante la parálisis que generó dicho hecho,
muchos sentimientos fueron encapsulados, es decir, la información que contiene ese
hecho se encuentra intacta y sin procesar. Dicha cápsula se transmite de una
generación a otra y, además de generar todo tipo de síntomas, lleva a la persona a
desconocer de dónde proviene exactamente esa sensación que la toma. Un ejemplo
puede ser la sensación de melancolía, de muerte, de inseguridad, de estar afuera
(exclusión), el dolor, la culpa, la parálisis, el miedo de no poder funcionar sin apoyo,
de que “siempre tengo que volver”, de que “siempre tengo que irme”, etcétera.
La diferencia entre sensaciones y sentimientos es que las sensaciones nos
acompañan prácticamente desde que nacemos y no se van con el tiempo. Los
escenarios de la vida cambian con las circunstancias, pero la sensación permanece,
convocando incluso a dichos escenarios, es decir, a las experiencias que volverán a
recrear ciertas situaciones para finalmente atravesar dicha sensación, y liberar la
información que allí está atrapada y así dar vuelta la página o hacer algo diferente a
lo que otros hicieron. Cuando hemos detectado esa sensación en la persona, muy
probablemente sea preciso dirigirnos en la configuración a la generación donde tuvo
lugar el hecho que la generó y comenzar a trabajar desde allí.
Trabajo con las sensaciones previas desde la óptica de la
Inteligencia Vincular de Eugenio Carutti
Las experiencias como información que debemos procesar
Eugenio Carutti explica que las experiencias físicas (nuestra vida cotidiana) cobijan
energía contenida.
El camino para traer aspectos ensombrecidos de nuestro interior a la luz es aquel que
permite a la conciencia absorber la energía presente en las experiencias. La
comprensión y la asimilación de la información o energía permiten que nuestra
conciencia se desarrolle. Es decir, si la conciencia no absorbe y transforma la
información que viene de las experiencias personales, la persona vive y revive
siempre en una misma línea o nivel o, en otras palabras, el mismo nivel se manifiesta
una y otra vez hasta que la conciencia lo haya absorbido y comprendido. Cuando
trabajamos con constelaciones familiares u otro método vivencial, intentamos que la
persona asimile u absorba la energía existente en una imagen grabada en su
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 54
inconsciente, de una experiencia, sea esta propia o de algún miembro de su familia,
lo haya conocido o no. Es decir, se lo invita a "cambiar de nivel" a través de esta
nueva comprensión.
Desde este punto de vista, la psiquis es una configuración repetitiva de patrones.
Claramente, todavía tienen influencia sobre nosotros las experiencias que vivieron
nuestros ancestros: en esas experiencias había una carga de información y de
energía que nuestros ancestros no pudieron absorber, y se traslada a nosotros por el
hecho de constituir juntos una conciencia compartida. Esta repetición se vive a través
de una experiencia diferente, pero tendrá la misma carga emocional y de información.
A veces, incluso, las experiencias se repiten con una gran similitud a como las
vivieron los ancestros, mientras que, en otros casos, lo que se imita es únicamente la
carga emocional.
El primer paso será que la conciencia se comprenda como parte de una conciencia
más amplia y se asuma sin la libertad con la que creía contar, sino enlazada con los
destinos de otros (más allá de haberlas conocido o no). Luego de que la conciencia
asume este hecho y se ve sumergida en un campo que antes no consideraba, le
tocará absorber lo que allí se encuentre: comprender y procesar la información que
estaba encapsulada en una sensación, aunque no sea exactamente propia, es decir,
aunque sea una repetición de algo que le pasó a otro miembro de nuestra familia. Lo
interesante es que esto no es posible cuando quiere hacerse desde nuestro
razonamiento, desde nuestra función centralizadora, desde el yo consciente. Para
lograrlo es necesario detener este razonamiento y dejar que se active en nosotros
una inteligencia diferente, una inteligencia sistémica. Esto es lo mismo que decir que
si la característica principal de una sensación congelada es cerrar, el camino de
solución comienza cuando empezamos a abrir. Los pensamientos en su nivel
superficial cierran: para abrir, habrá que soltarlos.
¿Cómo absorbemos las experiencias?
La energía acumulada en las sensaciones congeladas proviene de un cúmulo de
experiencias ancestrales que están sin absorber o comprender. Y esta tarea le
corresponde, entonces, al descendiente que está implicado con ese hecho que
ocurrió o con esa sensación que se le transmitió.
Para que la persona vaya soltando la información saturada, siempre utilizo el recurso
de que la persona respire por la boca y envíe aire a ese punto. En ocasiones, la
acumulación de dolor es tan grande que la persona no puede bajar al corazón, en
cuyo caso, el proceso será más lento. A veces el primer paso es simplemente
comprender su situación desde otro lugar.
Gracias al trabajo de Stephan Hausner, con el paso del tiempo descubrí que lo que
nos mantiene atados a esa sensación es la lealtad. Entonces, de alguna forma, la
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lealtad muestra la responsabilidad del consultante con el tema: por amor ciego a su
padre o a su madre, se ha enlazado con un trauma que pertenezca, quizás, a otra
generación. Descubrir cómo se manifiesta esa lealtad en el consultante es algo
sumamente empoderante: existen frases que ponen la lealtad en evidencia y la dejan
al descubierto, y tienen la capacidad de devolver al consultante mucha de su energía
vital que se estaba perdiendo.
Cómo realizar preguntas que detectan las sensaciones que
existen detrás del problema que plantea la persona en la
sesión individual
○ Más allá de lo que te ha sucedido en la vida, ¿detectás que siempre te
has sentido así? ¿Los escenarios cambiaban, pero la sensación
permanecía?
○ ¿Hay alguien más en tu familia en quien puedas ver esta sensación?
○ ¿Hay momentos en que no la has sentido? ¿Qué hechos creés que te la
activan?
Creencias
Cuando percibimos que la persona no está del todo abierta a la nueva información
que va a surgir a través de la constelación, se vuelve importante detectar las
creencias que el consultante tiene acerca de su problema. El momento oportuno para
preguntar al respecto es durante la entrevista. Por supuesto, muchas veces no será
necesario corroborar estas creencias, ya que lo que comienza a fluir entre el
constelador y consultante las vuelven irrelevantes y, además, el motivo de consulta
puede estar completamente claro y con una dirección a seguir.
Incluso si estamos frente a un consultante agradable y conversador, es bueno
registrar el propio cuerpo, que es, en definitiva, la fuente más importante de
información acerca de cómo está el vínculo con el consultante en este momento y si
existe alguna tensión que esté bloqueando la comunicación o la llegada. En este
caso, es importante preguntar datos adicionales sobre su postura frente al problema
y sobre cómo llegó a la decisión de acercarse a constelar.
En ocasiones, existen algunas creencias que limitan o impiden cualquier posible
solución. En casos así, se vuelve crucial detectar estas creencias, ya que realizar un
trabajo con alguien que está seguro de que no hay soluciones posibles, pero aún así
espera que la constelación las brinde como por acto de magia, es prácticamente un
sinsentido.
Aquí vale aclarar que la palabra “solución” me resulta cada vez menos precisa, pero
la utilizo en el sentido de que necesitamos corroborar si el consultante cree o da
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permiso a la posibilidad de que pueda surgir cierta información, con la que luego
quizás pueda actuar o, al menos, que pueda incorporar. Se necesita de suma cautela
en este punto: más que escuchar las palabras del consultante, es decir, su respuesta
ante la pregunta de si cree posible que emerja una solución o un cambio en el futuro,
la clave está en escuchar sus posibilidades y sus creencias arraigadas, que
generalmente son inconscientes.
Observen también el cuerpo del consultante: la fuerza con la que habla, la cantidad
de energía o de presencia que tiene en ese momento, cuánto puede sostener la
mirada, cuánto se puede abrir. Muchas veces, la necesidad de solucionar se
transforma también en una creencia que limita. Lo que hay que evaluar y medir, en la
medida de lo posible, es el grado de apertura que existe en el cuerpo del consultante
para facilitar el surgimiento de la información, y con cuántas herramientas cuenta hoy
para ir soltando sus propios filtros (muchas veces, generacionales), que son, en
definitiva, los que han forjado lo que hoy él mismo denomina “problema o síntoma”.
Por último, también será necesario evaluar la posibilidad del consultante de atravesar
ese dolor, crucial y esencial, que emana en el momento en que se deshacen tales
filtros.
La constelación de lo imposible
En varias oportunidades me ha sucedido que las razones que trajeron o motivaron a
la persona a la consulta son otras, como la amenaza de su pareja de dejarlo si no
hace un trabajo con constelaciones, o la situación de un hijo que quiere cumplir con
el pedido de su madre de que constele, por mencionar algunos ejemplos. En casos
como estos, ni siquiera la pregunta del milagro funciona, ya que el consultante puede
decir que se daría cuenta del éxito de la constelación si, por ejemplo, lograra dejar a
su pareja o ponerle límites. Sin embargo, si a esta misma persona se le pregunta si
considera posible alguno de los dos hechos, les dirá que no, que sería imposible
separarse o poner límites y que no está dispuesta a hacer ninguna de las dos cosas.
Diferente es la situación de alguien con un asunto similar y que quiera constelar su
relación con la familia de origen para obtener información de sí mismo, ya que la
persona es consciente de la paradoja en la que se encuentra. Sin embargo, siempre
es bueno tener la meta clara antes de abrir una constelación. Si no está clara desde
lo verbal, al menos, a veces podemos sentir una suerte de alianza energética que
pone en evidencia una dirección posible de la constelación. Apenas eso está claro
para el constelador, es bueno comentarlo al consultante, ya que puede darse el caso
de que alguien haya venido con la constelación de lo imposible, pero que, luego de la
entrevista, emerja una nueva posibilidad.
Cuando el consultante está completamente convencido de que ha venido a constelar
únicamente porque alguien lo obligó, o incluso sabe que está perdiendo su tiempo y
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dinero, o se acercó porque otras personas le dijeron que debe abrirse a todo para
buscar cualquier solución, pero, en el fondo, no cree realmente que algo pueda
aparecer como información importante desde donde emerja su propia fuerza para
moverse, estamos ante una constelación de lo imposible. Si tomamos esta propuesta,
es muy probable que perdamos el rumbo en el transcurso del trabajo al sentir que
algo no funciona. Por eso es importante tener claro que algún tipo de objetivo o algún
tipo de solución han de ser posibles para el consultante, incluso si no se logran
porque, por supuesto, no podemos asegurar eso desde nuestro lugar de
facilitadores.
Si detectan que están frente a un imposible, lo mejor es empezar a detectar las
sensaciones previas. En una oportunidad, constelé a una mujer que se había
separado hacía muchos años atrás, pero su exmarido continuaba visitando su casa
con frecuencia: entraba cuando quería, seguía comprando propiedades a nombre de
su exesposa, etcétera. Ella planteó como meta finalizar con esta situación, poner
límites a su ex para poder rehacer su vida con otra pareja, por ejemplo. Cuando le
pregunté si en los hechos consideraba posible poner esos límites, me dijo que no,
que realmente no creía posible que eso fuera a cambiar. Ella realmente quería hacer
un cambio, pero su creencia de que era imposible era mucho más fuerte.
Fue allí que empecé a preguntarle si otras mujeres de su familia se habrían sentido
así y, luego de una larga entrevista, llegamos a la conclusión de que su mayor
problema era la sensación de que ella no iba a poder seguir adelante sin él, de que
no iba a poder con su vida si él "desaparecía". Allí detectamos la sensación de “no
puedo sin el hombre” y vimos que era algo que siempre había sentido.
Comencé, primero, configurando dos pares de plantillas, que coloqué yo misma. Puse
unas para ella junto a él, y otras para ella sin él. En las plantillas que la representaban
junto a él, se sintió tambaleante y perdía el equilibrio. En las que la representaban sin
él, se sintió fuerte. Luego debimos revisar la línea de mujeres para ver el origen de la
sensación, pero para ella resultó muy importante la devolución de que en las
plantillas de ella sin él se sentía bien y fuerte. La consultante se fue de la constelación
con la creencia de que ahora sí podía, aunque le pusiera límites o aunque él
"desapareciera".
Procedimiento con plantillas
Las plantillas se entregan al consultante una vez que le hemos aclarado en qué
consiste y cómo es el procedimiento. Lo primero que debemos explicar es que, salvo
contadas excepciones (las cuales explicaremos al final), el consultante no sabrá a
quiénes representan las plantillas. A veces le advierto que se representarán a
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personas de su familia de origen, que el mismo consultante también será
representado e incluso, posiblemente, que podremos hacer esto con algún concepto
abstracto como una emoción o un síntoma, pero es importante que al comienzo el
consultante no sepa a quiénes están asignadas las plantillas. El constelador debe
asignar el rol de cada plantilla antes de entregarlas al consultante y, si es necesario,
esta información puede anotarse. El consultante deberá luego proceder a colocar
cada par de plantillas de colores en el espacio, como si fueran unas pisadas, pero sin
asignarles un rol. Es importante aclarar esto desde un comienzo porque, de lo
contrario, la persona comienza el trabajo asignando roles y esto luego generará
muchas disrupciones cuando llegue el momento de que el constelador revele cuál es
la imagen y las posiciones de cada integrante de la familia. Por ejemplo, puede ser
confuso para el consultante si se le explica que las plantillas azules estaban
representando a su padre y él internamente les había asignado otro rol.
Elección. Información útil para el consultante para que sea
representante
Para elegir qué plantillas vamos a configurar, debemos tener presente el motivo de
consulta. Debemos informar al consultante que, cuando se ubique sobre las plantillas,
su tarea no será adivinar de quién se trata, sino prestar atención a las sensaciones
físicas o emocionales que surjan en su interior y tomarse el tiempo necesario para ver
cómo se encuentra allí en ese lugar. Resulta muy útil indicarle, por ejemplo, que
preste atención a si su cuerpo está pesado o liviano, anclado al piso o movible.
También puede darse el caso de que no experimente ningún sentimiento en ciertas
plantillas, lo cual no tiene nada de malo y es preciso hacérselo saber de antemano.
La representación en las plantillas
Observar la configuración
¿En qué lugar se colocó el consultante con relación a los padres o al síntoma o al
sistema en general? ¿Cómo agregar plantillas adicionales a la configuración
previa? ¿Cuándo es necesario?
Antes de pararse en las plantillas, es importante observar la imagen y leer en qué
lugar se colocó la persona con relación a sus padres o al síntoma. Es conveniente
guardar esta imagen en la memoria por si más adelante las plantillas se cambian de
lugar y cambian la imagen anterior. Al momento de la devolución, también es útil
mantener el recuerdo de la primera imagen para poder explicarlo luego.
A continuación, podemos pedir a la persona que se ubique en sus plantillas (aunque
no le diremos que se trata de las suyas) o podemos preguntarle dónde se ubicaría.
Yo, por lo general, decido en el momento si pedirle que se pare en su lugar o
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indicarle que elija la plantilla, pero creo que es conveniente que se coloque
primeramente en su sitio si detectamos que la persona tiende a poner primero a los
otros, o si se lo ve perdido, disperso o volátil.
Si, en base a lo que ven, consideran que la persona se encuentra más bien enraizada
o es concreta, o parece estar muy segura de su posición, es útil pedirle que elija un
lugar, así tenemos una pista acerca de con qué persona de su familia necesita
conectarse o con qué necesita conectarse, para comprender su posición.
Una vez hecho esto, el constelador puede elegir pararse inmediatamente en un lugar
y evaluar ver cómo se relaciona el consultante desde unas plantillas hacia otras.
Hasta que no esté claro el movimiento a realizar, la implicancia, la lealtad o el asunto
sistémico que necesita mirarse, ordenarse o integrar, podemos hacer que la persona
se ubique en cada uno de los lugares. Incluso es posible que el constelador cambie
de lugar tantas veces como crea conveniente a fin de registrar sus propias
sensaciones.
Las sensaciones que perciba el constelador son importantes para evaluar si el
consultante está registrando sensaciones parecidas. Se trata de una de las señales
que necesitamos acumular para decidir qué movimiento realizaremos que resulte en
beneficio de la persona y del sistema en general.
Sin embargo, lo que más tendremos en cuenta serán las sensaciones que registró el
consultante en cada lugar que se paró. A veces deberán indicarle que se coloque en
todos los lugares, mientras que otras veces en solo algunos, en función de cuán claro
esté el movimiento a realizar. A menudo, únicamente indico al consultante que se
pare en su lugar y luego, quizás, en uno más, pero no lo hago pasar por todas las
plantillas. Esto está muy relacionado con la cantidad de información que necesito
recolectar para proceder y del proceso que necesita hacer cada consultante: A veces
requerirá más movimientos y otras menos.
Configuraciones básicas para plantillas
Relación de pareja
Aquí hace falta detectar cuál es la intención del consultante con relación al asunto de
pareja:
a. Consultante sin pareja que desea tener una
Se pueden dar dos pares de plantillas al consultante: un par para sí mismo y otro para
una posible pareja, y comenzar a explorar por allí. Se puede observar, por ejemplo, si
el consultante está mirando hacia esa posible pareja o no, y en caso de no estar
mirando en esa dirección, prestar atención al lugar hacia dónde mira. Usualmente
esta es mi forma de comenzar una constelación en estos casos, y luego doy plantillas
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al consultante para que ubique a su mamá, su papá y, eventualmente, otros miembros
del sistema familiar. Puede ocurrir que la persona esté mirando más a su madre que a
la posibilidad de estar en pareja. Esta misma forma puede utilizarse para la
configuración en grupo, pidiendo al consultante que elija alguien para que lo
represente a él y alguien para un hombre o una mujer en calidad de posible pareja.
Otra forma de empezar, pero en este caso solo la he utilizado hasta ahora en una
sesión individual, es, nuevamente, con dos pares de plantillas: un par representa a la
persona en pareja, mientras que el otro representa a la persona soltera. De esta
manera, el consultante puede evaluar cómo se siente en cada lugar. Puede ocurrir
que en la plantilla que representa a la persona en pareja perciba incomodidad, lo cual
puede significar varias cosas. Un significado posible puede estar relacionado con que
la persona ocupe un lugar muy importante en su familia de origen y ponerse en
pareja signifique tener que modificar ese lugar con sus padres. Ante tal situación, es
posible corroborar cómo se sienten los padres en relación con esa plantilla. Si se
empieza a configurar de esta forma, se pueden hacer dos constelaciones paralelas:
una con esa configuración y otra donde se corrobore o explore el lugar que el
consultante ocupa con sus padres, para luego unir ambas constelaciones en el
momento en que se hace el chequeo de cómo están los padres frente a la plantilla
que representa al consultante en pareja.
El criterio para decidir si comenzar de la primera forma o la segunda tiene que ver
con cómo es el consultante, según su forma de procesar la información y su
capacidad para simbolizar. Para algunos consultantes puede resultar un tanto difícil
abrirse a una relación íntima con alguien (en cuyo caso puedo optar por configurar
como en el primer ejemplo) o bien puede ser que tenga dificultad para habitar el
arquetipo de la persona casada, con hijos, por miedo a quedar atrapado en esa
estructura. En este último caso, los padres suelen sentirse incómodos frente a la
posibilidad de que el hijo entre en esa estructura, porque ya en el sistema existe un
exceso de ella y los sistemas, por lo general, necesitan elementos diferentes para
poder subsistir. (Si es este el caso, configuro como en el segundo ejemplo y
menciono este patrón sistémico que en este contexto adquiere tanta importancia).
b. Consultante con una relación de pareja donde hay dificultades, que tiene la
intención de mejorar de su parte lo que sea posible para que la relación
continúe
Se puede comenzar asignando unas plantillas para el consultante y otras para su
pareja actual. En una constelación grupal se solicita al consultante que elija alguien
para sí mismo y alguien para su pareja actual.
Se hace lo mismo con plantillas o representantes para el consultante y otras para su
mamá y su papá. Al cabo de un rato se pueden agregar unas plantillas o un
representante para la pareja.
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c. Consultante que ya ha decidido separarse pero no posee la fuerza para dar el
salto
Exclusivamente dentro de una sesión individual, se puede comenzar con unas
plantillas par el consultante en pareja con esa persona y otras para el consultante sin
estar en pareja con esa persona. Por lo general hago la indicación de que las ubiquen
una al lado de la otra.
Es posible también comenzar con el consultante, su futuro y su actual pareja. En una
constelación grupal se puede seguir esta misma secuencia (con la asignación de
representantes).
Otra alternativa que he utilizado casi exclusivamente en las sesiones individuales es
colocar plantillas para el consultante, su actual pareja y la separación.
Independientemente de cómo empiece, luego se puede agregar la familia de origen
a la misma configuración, o si estamos haciendo una constelación individual, hacerlo
como una configuración paralela, dividiendo imaginariamente el consultorio donde
transcurre la sesión, y así el consultante termina representado en ambas
configuraciones.
d. Consultante que está en pareja pero atraviesa una emoción que trasciende su
asunto con esta relación
En este caso, una primera opción es empezar con unas plantillas para el consultante,
otras para su pareja actual y otras para la emoción que lo aqueja.
También se puede empezar directamente con el consultante y su familia de origen,
además de usar plantillas para la emoción. El criterio para empezar con la emoción o
agregar plantillas para ella tiene que ver con la información que tales plantillas
aportarían y que creamos podría llegar a ser necesaria. Este aspecto lo irá regulando
el constelador según la información que haya surgido durante la entrevista. Todo esto
equivale para una constelación grupal, aunque para este supuesto particular,
preferiría comenzar primero con representantes para la persona y sus padres, antes
que con la emoción.
Relación con los padres
a. Cuando el consultante no puede poner límites a sus padres y se siente
agobiado
Antes de proceder con cualquier trabajo, ante este caso debemos tener muy en
cuenta la edad del consultante, tanto su edad cronológica como, si fuera necesario, la
psicológica, es decir, qué grado de maduración psíquica tiene el consultante. El
estadio adolescente, tanto físico como psíquico, es un estadio al que debemos
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 62
prestar puntual atención, porque la forma de proceder, en ese caso, es diferente. En
esta etapa, posiblemente sean importantes la necesidad de diferenciación y enunciar
frases que expresen alguna disconformidad con los padres o rebeldía.
Una forma de empezar puede ser con plantillas para cada uno de los padres y otras
para el consultante. En este caso recomiendo colocar unas plantillas para el futuro.
b. Cuando el consultante se siente enojado con sus padres y tiene reclamos que
desea soltar
Como comentaba en el punto anterior, para ambos casos es esencial, muchas veces,
además de colocar plantillas para cada uno de los padres y el consultante, ubicar
unas plantillas que representen al futuro o a su vida actual. A menudo, es posible que
el consultante esté acusando a sus padres o a las circunstancias (incluso con razones
justificadas) de ciertas cuestiones que le suceden, por lo que en ambos casos habrá
que descubrir cuál es la lealtad que impide al consultante soltar los reclamos a sus
padres o bien poner ciertos límites en la relación visible.
Una forma muy útil de hacer esto es observar cómo está el consultante con respecto
a su futuro. Stephan Hausner ha dicho en varias ocasiones que muchas veces resulta
más fácil quedarse en la familia de origen con todos los problemas que allí existan,
porque allí al menos se está acompañado. Ir hacia la propia vida tiene un precio: si
bien no hay problemas, nos sentimos solos.
Síntoma
Se puede considerar como síntoma no solo aquella situación física que nos
desequilibra en ese nivel, sino también aquella situación emocional que se manifiesta
en un momento determinado (emociones) o bien que se ha manifestado en el
transcurso de toda nuestra vida sin que tengamos conciencia acerca de sus
disparadores reales (sensaciones previas). En los tres casos podemos utilizar
plantillas que representen al síntoma de forma abstracta, ya que nos aportará
información muy valiosa que deberá interpretarse en el conjunto del contexto global
e integral de la constelación.
a. Enfermedades físicas
Una posibilidad es iniciar una constelación asignando plantillas que representen, por
un lado, al consultante y, por otro, al síntoma. Empezando el trabajo de esta forma,
podemos obtener información sobre algún aspecto del consultante que quizás se
encuentre excluido. Luego es posible colocar más plantillas para sus padres,
hermanos o pareja, según la forma en la que se vaya desenvolviendo la
configuración.
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 63
Si durante la entrevista sale a la luz algo pendiente, difícil o importante con los
padres, se puede comenzar por unas plantillas para la persona, otras para los padres
y, más adelante, incorporar plantillas para el síntoma.
En las sesiones individuales, me ha resultado muy útil a la hora de constelar síntomas,
armar dos constelaciones paralelas con plantillas. Para esto, pido al consultante que
imagine que el consultorio está dividido en dos partes, donde en un lado transcurre
una configuración, y en el lado opuesto, la otra. De esta forma, ubico a la persona con
relación a su familia actual o a su futuro; o a la salud (de un lado) y la relación a la
familia de origen (del otro). Después de configurar y explorar las sensaciones en cada
par de plantillas, le doy la plantilla del síntoma para que elija dónde agregarla, ya sea
en alguna de las configuraciones o en el medio de ellas.
Habitualmente el lugar donde decide colocarlas es el que, en mi experiencia, aporta
información sobre el contexto en el que se despertó el síntoma o la enfermedad, así
como también la función que desempeña.
Si el síntoma se despertó durante su vida en la familia actual, por ejemplo, le puedo
pedir que se pare en ese lugar y mire a la familia de origen. En ese momento, le
pregunto: “¿qué sugerirías hacer en esta otra constelación?”, “¿qué plantillas te llaman
la atención?”, “¿a quiénes mirás?”, “¿le pedirías que haga algo?”, “¿qué le sugerirías?”
Esta situación es como si el síntoma hablara y propusiera algo. En general, la
propuesta del síntoma es hacia movimientos de solución y, en algunas
oportunidades, hacia una mayor implicación. En este último caso, debemos tomar el
mensaje como la muestra del lugar hacia donde se dirige la lealtad de la persona o su
amor ciego.
b. Emociones
Es oportuno muchas veces poner unas plantillas para el consultante y otras para la
emoción que lo aqueja en el momento, por ejemplo, la ira. Es posible que este
sentimiento haya derivado de algo que le ocurrió al consultante en su vida actual, o
bien que la persona lleve el sentimiento desde siempre, aunque varíen las escenas y
circunstancias. Si estamos ante el último caso, debemos corroborar si se trata de una
sensación previa, que abordaremos en el punto siguiente. Si se trata de un
sentimiento despertado por alguna relación, o si todas las relaciones de pareja le
despiertan determinado sentimiento, se pueden poner unas plantillas para el
consultante, otra para la emoción y otra, por ejemplo, para la pareja que le ha
despertado este sentimiento. A veces no es necesario agregar a la emoción, sino que
basta con revisar cómo está esa relación y qué otra información nos puede arrojar la
configuración sobre dicha dinámica.
c. Sensaciones previas
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 64
Es posible que el consultante venga a tratar directamente su sensación previa, al ser
plenamente consciente de ella, o bien puede acercarse al consultorio por otro
problema y que, en el transcurso de la entrevista, surja la existencia de una sensación
subyacente como información valiosa.
En este caso, se pueden brindar varias plantillas: para el consultante, su madre, su
padre y, finalmente, para la sensación previa. Desde aquí quizás sea posible visibilizar
una implicancia, puesto que cada vez que nos encontramos con una sensación
previa, se trata de un estado interior que se ha congelado a partir de un trauma de
otra generación que no ha podido procesarse y cuya información permanece latente
en el descendiente implicado.
Habitualmente, al trabajar con sensaciones previas, para poder llegar a la lealtad, es
decir, descubrir de qué manera el consultante está ligado a esta implicancia, es
necesario visibilizar esa lealtad en la constelación. Las plantillas de esa sensación
pueden aportarnos información muy valiosa sobre la implicancia o el trauma con el
que se está ligado.
Metas
a. Dinero, trabajo, éxito.
b. Felicidad, alegría, salud, bienestar
Con cualquiera de estas opciones, la constelación puede empezar con unas plantillas
para el consultante y otras para su meta o para aquello que quiere alcanzar. Muchas
veces el consultante siente que ha descuidado su propia salud o su propia felicidad,
sin saber verdaderamente por qué. Cuando comienzo por esas dos plantillas, verifico
al principio si el consultante está mirando o no en esa dirección, y luego, por lo
general, agrego plantillas para su familia de origen e incluso para su familia actual si
fuera necesario.
Recuerdo una vez que un consultante vino a hacer una constelación porque sentía
que descuidaba su salud, lo que parecía estar ligado a su relación de pareja y los
hijos. Luego de colocar unas plantillas para él y otras para la salud, agregué de forma
inmediata a su pareja y a sus dos hijos. Más adelante agregué a sus padres, en una
constelación paralela, y de esta forma él quedó representado dos veces. La
información que arrojaron ambas configuraciones fue sumamente importante: él no
podía mirar a la salud ni a la pareja y, en cambio, miraba a los dos hijos. En la
configuración del sistema de origen, él estaba al lado de su papá, que había muerto
repentinamente a los 45 años de edad, cuando él era adolescente. En dicha
configuración, su mamá miraba a otro sitio.
Más tarde, uní las constelaciones cuando verifiqué si su papá era capaz de mirar a la
salud, pero tampoco podía verla. Esto significa que, de alguna forma, por lealtad a su
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 65
propia familia, el padre había descuidado su salud sin darse cuenta, lo que lo había
llevado a la muerte temprana. Si bien estas lealtades son siempre a la familia de
origen, es posible que la familia actual despierte ciertas situaciones, en cuyo caso es
necesario traer ese hecho actual a la luz para completar la constelación.
¿Qué sucede cuando un abstracto se humaniza?
Frecuentemente, cuando trabajamos con una emoción, un síntoma, el trabajo, el
futuro o el dinero, trabajamos con una plantilla abstracta que nos va a dar información
sobre el funcionamiento del sistema en general. Puede guiarnos hacia alguno de los
miembros de la familia en particular, indicarnos un movimiento que sería oportuno
realizar para el consultante, o bien revelar una necesidad o anhelo profundo del
consultante que no está en su conciencia.
Ahora bien, cuando el abstracto comienza a manifestar emociones con mucha fuerza,
decimos que se “humanizó”, que comenzó a representar a alguien que se ve excluido
del sistema o algún hecho relacionado con esa persona. Una de las posibilidades
cuando esto sucede es agregar otras plantillas que representen a esa persona
excluida. Para conocer de quién se trata, podemos hacer preguntas e indagar un
poco en la historia, o muchas veces podemos simplemente agregar un par de
plantillas sin saber a quién representan exactamente.
Puede ocurrir también que la configuración y la lectura que pudo hacer el constelador
en el momento habiliten algún tipo intervención, es decir, se llega a alguna lealtad
muy profunda (el epicentro de la cuestión) y eso deshumaniza a la plantilla.
Procedimiento ante la falta de hipótesis (por falta de motivo,
sensación o creencia)
En este caso, podemos diferenciar dos situaciones. La primera se da cuando una
persona viene a la consulta sin energía o sin fuerza como resultado de haber
atravesado situaciones diferentes y muy difíciles en su sistema familiar (la muerte
temprana de alguno de los padres, situaciones de amenaza a la supervivencia, la
muerte temprana de un hermano ya nacido, numerosos abortos de la madre,
etcétera). La segunda situación tiene que ver con no poder encontrar suficiente
fuerza en la persona para revisar su asunto por estar ubicada en una postura psíquica
de víctima (victimización). En este último caso, la construcción de su individuo es
poca, o podemos decir que falta un cierto borde adicional que necesita desarrollarse.
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 66
Ambas situaciones pueden ocurrir en simultáneo o por separado. Si tenemos ambas
cosas a la vez, a través de mi experiencia he podido observar que podemos proponer
al consultante hacer un ejercicio dirigido, en vez de constelar.
Lo anterior sirve también para cuando se da el primer caso solamente.
Si se trata de la segunda situación, en cambio, podemos hacer una constelación
completa, es decir, si estamos ante una postura psicológica, pero no corporal, de
víctima. De todas formas, aquí es preciso tener en cuenta que la constelación puede
no ser suficiente para la persona de ninguna forma, ya que esa es la postura esencial
en relación con sus padres y habrá una tendencia a volver a ella constantemente. En
este caso, se le puede proponer a la persona indagar qué formas adopta su lugar en
el sistema familiar, además de trabajar con diferentes frases o movimientos.
También puede ocurrir que alguien venga con un motivo poco claro porque no
comprende el concepto y la metodología de constelar. Muchas veces, he podido
observar que alguien viene muy entusiasmado a la consulta, pero dice querer ver los
abortos de la madre, o ver algo de otra vida o, debido a la falta de un tema concreto
para abordar, empieza a pensar en opciones que no tienen consistencia, ya que se
trata de asuntos no crónicos o bien inconvenientes menores.
En oportunidades así, es preciso indagar si existe algo para ver. Quizás, desde la
conciencia, la persona no sabe del todo a qué vino, pero durante la charla puede
emerger el verdadero motivo de consulta y será necesario indagar hasta llegar a
aquello que tenga fuerza.
Una segunda opción se da cuando alguien viene “enviado” por su mujer o su marido,
en cuyo caso, si no se encuentra asunto para constelar, conviene no insistir, puesto
que la fuerza nunca vino de la persona que tenemos enfrente, sino de ese alguien
que lo “mandó”.
Procedimiento ante el consultante que simplemente desea
saber o comprender
Aquí se vuelve necesario diferenciar dos escenarios. El primero es si la persona pone
como meta de la constelación el saber o comprender más acerca de las causas de su
asunto o síntoma como una manera de explicarse, es decir, meramente como una
cuestión de lenguaje. El segundo escenario involucra si realmente tal saber o
comprensión es su meta final, ya que, generalmente, cuando dicen “comprender”,
también abarcan la posibilidad de un movimiento. La realidad es que la constelación
impulsará un movimiento para el consultante, y muchas veces no sabemos en qué
consistirá, pero sabemos con seguridad que muy posiblemente impulse algo y, si lo
creemos necesario, podemos preguntarle si con la palabra “comprender” o
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 67
“entender” quiere decir también “mover”, “cambiar algo”, “abrirse a otras
comprensiones”, etcétera.
Las frases en constelaciones familiares
Función y utilidad
Se trata de frases que dice el constelador y que se hace repetir al cliente o
consultante en una constelación con el objetivo de generar un movimiento interior. El
constelador no inventa estas frases, sino que aprende a captarlas desde el mismo
interior del consultante. Si se propone una frase para la cual el consultante no tenía
preparado el terreno con anterioridad, es posible que la sienta ajena. Es decir, las
frases calan profundo en el consultante cuando previamente, en su propio mundo
interno, empezaron a darse las condiciones para poder ser verbalizadas. Puestas en
palabras, estas frases, por supuesto, generan primero un efecto en la conciencia del
consultante, y luego un efecto en el sistema. Las frases deben ser breves y, en caso
de ser un poco extensas, conviene ir diciéndolas de a poco.
Uno de los objetivos de ellas es poder poner en evidencia la realidad tal como es: por
ejemplo, hacer explícito el tomar, también lo que falta y quizás la forma en que el
consultante podría responsabilizarse por su participación en el problema que trajo a
constelar. Las frases de este tipo, por lo general tienen mucha fuerza y además
contemplan el amor que hay siempre escondido en la familia, por lo que no se dicen
desconectadas de él, sino que están a su servicio.
Podemos decir también que las frases establecen una relación con aquello que
estaba excluido. A veces se trata de alguien de la familia; otras, un aspecto de la
persona, o un anhelo excluido hacia los padres. Las frases integran, completan,
conectan.
En constelaciones familiares, las frases pueden poner en evidencia lo que sucedió o
lo que está sucediendo. Desde este punto de vista, el pasado no es algo que ocurrió
y se fue. Si alguna situación del pasado aparece en una constelación, decimos que es
porque el pasado continúa vivo en el presente. Esto quiere decir que continúan sus
efectos, sus residuos en el aquí y el ahora. Se trata entonces de frases que nos traen
a la realidad, nos muestran las cosas que fueron y que son y nos invitan a reconocer
lo que es. No solo reconocen lo que es externamente (por ejemplo, que la abuela
murió temprano y no pudo criar a la madre), sino que también ponen en evidencia los
anhelos infantiles que tienen los consultantes sobre lo que los padres deberían
haberles dado si hubieran sido buenos padres. También ponen en evidencia anhelos
que el consultante puede tener sobre mejorar la situación de los padres en algún
sentido (estén estos vivos o no). También puede ser que las frases delimiten algo
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 68
nuevo: que establezcan un nuevo orden, que nos diferencien de alguien, de algo, de
un sentimiento, de una sensación, de una forma de percibir la realidad. Esto, a su vez,
significa que tal límite o demarcación genera una nueva forma de unirnos a una
situación o a una persona.
Como síntesis, podemos decir que tanto este límite o esta forma nueva de unirnos
generará una nueva forma de relacionarnos con el asunto del pasado y, por ende,
también con el futuro.
Las frases, entonces, permiten:
● Asumir la realidad tal como es: reconocer lo que que fue, lo que es, lo que
existe, lo que se siente, los anhelos infantiles, lo que sintió otro, lo que vivió o
sufrió otro, así como también el precio que algunos pagaron.
Esto puede abrir la puerta a un dolor o a una tristeza que estaba y que no era
reconocida. En ocasiones, previo al dolor, puede aparecer ira, enojo o frustración al
asumir esta realidad (que puede no ser propia, sino de otra persona de la familia).
● Generar un impulso transformador: tomar de alguien o de algo lo que faltaba
tomar. Agradecer, respetar, decir sí. Abrir el corazón. Soltar lo que hacía falta
soltar para mirar hacia el futuro. Estas frases generalmente tienen por efecto
quebrantar una lealtad. Recordemos que la lealtad une lo que el corazón no
podía unir.
Durante una constelación se utilizan diversas frases en diferentes momentos.
Generalmente, comenzaremos con frases que reconozcan lo que es, que pongan en
evidencia los anhelos infantiles inconscientes de los consultantes. A medida que va
transcurriendo la constelación, se pueden utilizar frases que inviten a tomar lo que
sea necesario tomar, para luego soltar lo que sea preciso soltar y encaminarse así
hacia la propia vida.
Cuando, desde nuestro lugar de consteladores, tenemos dificultad para encontrar la
frase que cale en lo profundo del consultante, podemos preguntarle, por ejemplo:
“¿dirías algo más a tu mamá o a tu papá?” Esto nos da información del camino secreto
por el cual el consultante se comunica con sus padres.
Cuando la frase no aparece, también es oportuno y es nuestra tarea esperar,
mantenernos en silencio y entrar en un vacío todavía más profundo.
Las frases afloran en la medida en que el consultante esté dispuesto a vivenciar su
profundo amor y sus lealtades. Previo a esta posibilidad, las frases parecen no tener
sentido. La forma en que se verbaliza la frase también adquiere mucha importancia:
por ejemplo, si es sentida, si el consultante puede terminar de enunciarla o si, por su
entonación, nos indica que la dejó en suspenso. El contacto visual que la persona es
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 69
capaz de hacer nos indica, además, el efecto transformador que está teniendo la
frase. Aunque siempre debemos preguntar: “¿Qué sentís cuando decís eso?” Es
importante obtener un feedback: no somos adivinos.
Cuadro de frases que reconocen/quiebran la lealtad:
(meramente enunciativas)
Que reconocen: lo que es, lo Que modifican la lealtad: nos
que sucedió. hacen sentir que igualmente
pertenecemos, aunque lo
hagamos diferente.
Jerarquía De lo que tenía para darte, te Ahora, lo dejo contigo.
lo di todo.
Respeto tu destino.
Yo solo soy tu hijo.
Respeto tu muerte.
Vos sos la más grande, y yo, la
más pequeña.
Vos sos la primera y yo soy la
segunda.
Gracias por hacer sitio para mí.
Pertenencia Ahora puedo verte. Pertenezco a ustedes, aunque lo
haga diferente.
Yo soy uno de ustedes.
Lo que a ustedes los separa, en
mí permanece unido.
Respeto tu lugar.
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 70
Te reconozco y te honro. Siempre voy a ser tu hijo,
aunque…
El padre/La madre que nos
toca siempre es el/la mejor. Por favor, mírame con buenos ojos
cuando…
Gracias por la vida.
Querido papá: junto a vos tengo la
fuerza. (Modifica la lealtad a la
madre).
Prioridad Mis hijos tienen prioridad para Para mí, los dos son igual de
mí. (Por ejemplo, en el caso de importantes. (Por ejemplo frente a
familias ensambladas). dos hijos que alguien tuvo con dos
parejas diferentes).
Querida abuela: la mejor para
mí es mi mamá. (Aunque la Querida mamá: vos siempre tenés
abuela haya criado al nieto, la un lugar en mi corazón junto a
prioridad para este hijo es su papá.
madre, no su abuela. Cuando
hay un desorden en este
sentido, puede que exista un
conflicto de jerarquía entre la
madre y la abuela).
Las contrafrases
Estas frases se utilizan cuando el consultante no puede, por ejemplo, vivenciar su
amor escondido hacia sus padres, o cuando se busca manifestar su enojo oculto o
indiferencia. Estas frases se caracterizan por esconder una mentira, por ejemplo, si
hacemos decir a un hijo frente a su padre: “sin vos yo también existiría”. Esto, por
supuesto, no es verdad, pero muchas veces es necesario decirlo de esta forma, de
manera que la persona pueda poner en evidencia el desenraizamiento que contiene
la frase y cómo muchas veces simplemente el reconocer algo (“vos sos mi papá y yo
soy tu hijo, más allá de lo que sucedió entre nosotros”) tiene un efecto enraizador y
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 71
reconciliador que devuelve su propia fuerza al consultante, al poder reconocer esta
realidad luego de verbalizar la contrafrase.
¿Quiénes dicen las frases?
Este es un tema muy importante, porque para contestar esta pregunta debemos
conocer a fondo la naturaleza y el objetivo de la frase en cuestión.
Imaginemos que durante una constelación tenemos a un representante de un papá
mirando al representante del abuelo. A la vez tenemos al representante del
consultante mirando a ambos allí parado y al consultante mirando desde la silla.
Sabemos, por la historia que relata el consultante y por lo que dicen los
representantes, que el padre está enojado con el abuelo, que abandonó a toda la
familia. Desde nuestro punto de vista, no tiene sentido que hagamos decir la frase
iniciadora de todo el movimiento al representante del padre mirando al abuelo,
puesto que no vamos a solucionar el pasado, tal como comentamos en apartados
anteriores. Por regla general, es el consultante o su representante quien dice las
frases. En un caso así, por ejemplo, el representante del consultante podría decir al
padre: “Querido papá, respeto todo lo que tenés aquí con el abuelo. Y yo te
agradezco por ser mi papá y también agradezco al abuelo por la vida que te dio”.
Hay algunas circunstancias donde, en el medio de una constelación, se hace decir
una frase específica a la representante de la madre, por ejemplo, hacia el
representante del padre, o también se puede hacer decir en otro nivel generacional
horizontal/vertical, pero siempre se trata de una frase que pone en evidencia algún
movimiento que el consultante debería manifestar también hacia alguien, es decir, en
el mismo nivel de vinculación.
Veamos un ejemplo: estamos trabajando en una constelación donde, si bien la
persona vino a trabajar su relación de pareja, todo el foco y la energía se va a la
familia de origen y a la historia de los padres. Imaginemos que la madre de la
consultante mira al padre y allí está toda la atención. La representante de la
consultante está alejada y tampoco quiere acercarse o mirar, mientras todo se dirige
a lo que pasa entre los padres. En un momento le hacemos decir a la madre respecto
del padre: “Puedo verte y también a tu dolor” (por ejemplo, con relación a la pérdida
de un hijo). Imaginemos que esta frase genera que la representante de la consultante
mire ahora a sus padres. Aquí, en principio, corresponde que sea la madre quien diga
la frase, dado que todo el foco está allí, pero tenemos que estar claros como en este
caso y similares, que no estamos arreglando el pasado. La razón por la que
estaríamos sugiriendo que sea la madre la que dice esta frase es para resaltar cómo
la consultante está identificada con su madre, es esta misma frase es la que ella
debería decir a su marido. Es importante decir esto al consultante, para evitar sembrar
la idea de que estamos resolviendo algo entre sus padres. Debemos recordar que
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uno de los principios básicos en este trabajo dice que el pasado no puede ser
cambiado, solo nuestra relación con él. Esto también significa que el cambio en la
relación es abrir espacio a lo que es tal como es, también la tensión y lo que no está
resuelto. La razón por la que no hacemos decir a la consultante o a su representante
esta frase de forma directa al marido es porque, además de que la constelación no
empuja para ese lado, en la conciencia de la consultante, la relación de pareja de sus
padres tiene demasiada fuerza y necesita perderla, para ahora poder mirar a sus
padres como hija. De esta forma, podrá luego tomar su responsabilidad como adulta
con su marido y, de alguna manera, asumir que se trataba de la misma historia, similar
a una repetición. También es importante aclarar que utilizo esta imagen a modo de
ejemplo, no significa que eso es lo que se debe hacer a partir de una situación como
esta, por supuesto los caminos son múltiples.
En este ejemplo, se trata de casos excepcionales, donde no podemos ir por otro
camino que no sea desarticulando la fuerza que tienen ciertas situaciones de otras
personas de la familia sobre la conciencia del consultante. Seguramente se puede
abordar un caso así de otras formas, pero esta sería una manera a través de trasladar
la frase a otra generación. Tiene que ser un recurso que usemos solo de forma
excepcional. Es decir, por regla general son los consultantes o sus representantes
quienes dicen las frases, ya que es el consultante quien vino a trabajar en primer
lugar y a comprender su participación en el asunto que plantea.
El efecto de las frases
Las frases repercuten en el sistema, muchas veces los representantes, al escucharlas
cambian de posición, se alivian, se miran entre sí, etcétera. Y este despliegue es
parte de los movimientos sanadores que ocurren en la constelación y al mismo
tiempo, o no, en el cuerpo del consultante. Sabemos que hemos dado con una frase
que cala profundo en el consultante cuando emite una respiración profunda, entra en
contacto con un dolor del que se había separado o bien dice sentirse aliviado, como
si se hubiera quitado un peso de encima. Aquí no abordaremos las clases de
tensiones físicas ni la simultaneidad de velocidades en las que tienen que circular la
constelación y el cuerpo del consultante para que la constelación tenga un buen
efecto, lo veremos más adelante. Pero sí es bueno recalcar ahora que las frases
dichas con las palabras justas en el momento justo, tiene efecto en el sistema y en el
consultante y parte de nuestra tarea es observar y registrar dichos efectos.
El rol del constelador
En apartados anteriores dijimos que el rol del constelador es un rol sin intención.
Ahora vamos a dar un paso más que, a primera vista, podría parecer contradictorio.
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 73
Estar sin intención no quiere decir ponernos en un lugar desde el cual eliminamos
nuestra humanidad. Ser humanos quiere decir que, por supuesto, tenemos
intenciones, y los ayudadores ciertamente las tenemos: intentamos ayudar a quien
nos pide ayuda.
Si bien el primer paso para comprender cómo es el rol del facilitador de
constelaciones familiares es enfrentarnos a la frase que dice “sin intención”, una vez
que recibimos el impacto de esta propuesta de cambio de paradigma, podemos ir un
poco más allá. Entonces, lo correcto sería decir que no se trata de no tener
intenciones, sino que se trata del lugar desde el cual asumimos la intención. Esto
quiere decir que si el facilitador carece de espacio interior suficiente para abordar la
intención desde un lugar más amplio, entonces su intención de ayudar ocupará casi
todo su espacio y de esta forma se reducirá el potencial sanador para con el
consultante.
Por lo tanto, “sin intención” significa que nuestra intención humana de ayudar no
tiene que ser eliminada, sino jerarquizada, y ocupar un lugar mucho menos
importante, para que aquella parte nuestra que realmente no intenciona adquiera
mayor espacio en la relación constelador-consultante y, de esta forma, pueda
emerger el potencial sanador.
Relación constelador-consultante
La relación facilitador-consultante tiene un cierto potencial. Sin embargo, no debemos
confundir este potencial con el potencial de sanación que posee cada sistema
familiar y cada consultante según sus circunstancias externas e internas, personales y
sistémicas. Este último potencial no depende del trabajo del constelador. El
constelador únicamente puede registrarlo, es decir, entrar en consonancia con lo que
es, con la realidad y las circunstancias del consultante y del sistema tal como se ha
dado y se da. Esta consonancia o resonancia permite que se active el potencial
sanador de la relación facilitador-consultante, puesto que, en dicho momento, la
intención de ayudar en el constelador se ha jerarquizado (ocupa ahora el lugar que le
corresponde) y se abre espacio para que aquello que pueda y necesite emerger, en
beneficio del consultante y su sistema, ahora finalmente lo haga.
Si el constelador cree que de él depende el potencial sanador que hay en el sistema
familiar del consultante, entonces su intención de ayudar permanece en primer lugar
y, desde allí, podría caer fácilmente en el proselitismo. Querer convencer, imponer
una idea o solución para que alguien ahora esté mejor resulta peligroso cuando dicho
movimiento interno ocupa el lugar más importante. Para nosotros, el lugar más
importante lo ocupa el sistema familiar del consultante, luego el consultante y, en
último lugar, el facilitador con sus intenciones. Nuevamente se hace preciso aclarar
que no es posible eliminar nada de ninguno. Las intenciones están, sí, y al ser
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 74
correctamente ubicadas en su lugar o jerarquizadas, adquieren con el tiempo una
transformación sustancial que se parece un poco más a la condición energética de lo
que significa “estar sin intención”.
Entrevista y preguntas necesarias. La escucha de la historia.
Hipótesis
Durante la entrevista, el constelador habita varios niveles a la vez. Por una parte,
habilita su lado más mental, desde donde escucha la historia del consultante, su
motivo de consulta. No debemos olvidar que, muchas veces, el motivo de consulta
carece de asidero en la realidad y, si trabajamos desde allí, la constelación será
congruente con el pedido, es decir, sin asidero. El motivo de consulta es el norte a
seguir y nos acercamos a él a través de las preguntas. Muchas veces ocurre que el
motivo de consulta sí tiene asidero en la realidad, pero, a medida que avanza la
entrevista, el consultante se da cuenta de que en realidad es otro el motivo que lo
trajo a realizar una constelación. Aquí sugiero anotar o llevar un registro mental sobre
el anterior motivo de consulta para después hilarlo en la devolución.
Las hipótesis surgen de las preguntas sistémicas, es decir, aquellas que nos dan
información sobre posibles implicancias familiares. Por ejemplo, puedo construir una
hipótesis acerca de la dificultad de la consultante en encontrar pareja y cómo se
relaciona con algo grave que ocurrió entre los abuelos maternos. Sin embargo,
aunque he construido la hipótesis, como ya vimos antes, no necesariamente
trabajaremos con ella. Armar la hipótesis es una forma de ir construyendo un camino
sistémico sobre la forma en que me aproximo al consultante.
En este nivel, además de escuchar, necesitamos observar al otro: miramos los
detalles, cómo está su cuerpo físico, su rostro, sus expresiones faciales, postura
corporal, etcétera. En una oportunidad, recuerdo claramente cómo una consultante
se pasó toda la entrevista sentada hacia su derecha, mirando hacia esa dirección y
hacia arriba, y cuando le comenté esta observación, explicó que no se daba cuenta
de ello, que no tenía registro. En ese momento, cambió enseguida su postura y me
miró, y al cabo de un rato volvió a la postura anterior, también sin notarlo. Todas estas
observaciones y la escucha de la historia, sumado a la construcción de la hipótesis
constituyen las señales que vamos anotando o registrando mentalmente para luego
hacer la configuración.
El siguiente nivel desde el que escuchamos es el nivel emocional. Aquí necesitamos
desarrollar un amplio registro de nuestro propio campo emocional y el del
consultante. Aprender a diferenciar cuáles emociones son propias y entonces
también jerarquizarlas, permitirles que estén allí en un lugar menos importante, para
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 75
lograr abrir un espectro vacío donde podemos captar qué sentimientos van surgiendo
en el consultante y en la relación con él. Podemos intentar poner palabras a algunos
sentimientos fuertes a medida que van apareciendo, para ver si el consultante
también los registra (en caso de que no haga mención a ellos). También podemos
tomar estos sentimientos como un puntapié para hacer más preguntas acerca del
sistema familiar. Es importante registrar o anotar aquellos sentimientos fuertes que
aparecen y también utilizarlos como una señal a la hora de configurar.
El siguiente nivel es el nivel físico. El cuerpo del consultante es la mayor fuente de
información. Todos los cuerpos son tensos; la tensión es una parte importante de
cualquier movimiento. Sucede en la música, en la estructura del tronco de un árbol y
otras formas de la naturaleza.
Cuando el consultante toma asiento, podemos observar dónde se ubican sus puntos
de tensión sin hacer interpretaciones inmediatas. Gran parte de la tensión inicial que
observemos desaparecerá en los minutos siguientes, puesto que forma parte del
hecho de haberse sentado en dicha silla. Luego podemos observar tensiones que
registra desde hace años, en ciertas partes de la espalda o el cuello, las rodillas. No
todas esas tensiones estarán relacionadas o tendrán relevancia durante la entrevista
y la constelación. Es importante que el constelador esté atento a lo que va ocurriendo
en el cuerpo del consultante a medida que le hace ciertas preguntas. Aparecen en
ocasiones tensiones espontáneas claramente visibles, en cuyos momentos hago una
anotación mental para ir guardando todas las señales que necesito para hacer luego
la configuración.
La tensión más sutil y más difícil de percibir es aquella que impide el ingreso de
información nueva. Asimismo, se vuelve muy difícil de percibir el momento en que
dicha tensión se va y permite entonces la entrada de algo nuevo. A medida que
vamos adquiriendo mayor experiencia en la consulta, iremos captando más sobre
estas tensiones sutiles. Una manera que tengo para explicar de qué se trata es estar
atentos al momento en que observamos y sentimos (al mismo tiempo) que aparece
un cierto alivio físico con una respiración profunda en el consultante, incluso aunque
no la haya notado.
El nivel espiritual ocupa un lugar esencial. Se trata de una gran fuerza interior que
sostiene la apertura emocional para que emerja también lo que es difícil o doloroso,
es decir, aquellos aspectos excluidos y traumáticos que no tuvieron lugar en su
momento. Como dice Stephan, a través de una constelación, damos ahora el espacio
y el tiempo a algo que antes no lo tuvo y, de esta forma, el potencial sanador del
sistema es activado para que encuentre nuevamente su cauce hacia un equilibrio,
hacia una mayor salud.
Este nivel espiritual abarca los niveles mental, emocional y físico, y es aquella parte
de nosotros capaz de registrar los tres al mismo tiempo, desde un lugar con más
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 76
distancia, como si fuera un observador que mira la montaña desde el llano. De esta
forma tiene una captación global de algo mucho más vasto que rodea al consultante
y a su pregunta. Este nivel no siempre tiene palabras: la mayoría de las veces
prescinde de ellas y, si se vuelve necesario comunicar algo desde allí, el nivel mental
colaborará para hacerlo posible cuando, por ejemplo, hace una “traducción” de un
patrón sistémico que aparece en la configuración. Los patrones sistémicos no
siempre son fáciles de percibir, menos en las consulta individuales donde el
fenómeno de la representación se reduce meramente al consultante y un poco al
constelador.
Ayudar de forma madura quiere decir, entonces, que podemos habitar todos estos
niveles (en la medida de nuestras posibilidades, es decir, en resonancia con nuestra
realidad tal como es) y desde allí exponernos al consultante y abrirnos. Poco a poco,
a medida que la confianza en la relación constelador-consultante se va desarrollando,
puede comenzar a emerger en el facilitador, el consultante y su historia tal como es.
Así es como la constelación o configuración es solo un complemento adicional a esta
relación.
Desde esta perspectiva estamos enfocados en la relación consultante-constelador, y
no en la constelación. La constelación sin considerar esta relación es otra posible
aproximación a este trabajo, pero, desde nuestra perspectiva, lo más importante
reside en la relación entre el facilitador y el consultante. De hecho, esta relación
constituye la fuente de un gran potencial sanador, al que consideramos la base
fundamental para el posterior desarrollo de la configuración.
Desde esta mirada, podemos decir que solamente de esta manera la ayuda se vuelve
liviana, ligera y el constelador no involucra su fuerza vital para el desarrollo de la
constelación. Si el facilitador siente que es él quien debe construir la constelación
(porque, por ejemplo, el consultante opone cierta resistencia, está enojado o no tiene
fuerza), es decir, si el constelador decide tomar los remos del barco para salvar a su
consultante de algo, asume aquí un riesgo.
Esta actitud que, desde un nivel consciente, puede considerarse incluso altruista,
esconde el deseo ferviente de un niño por salvar a sus propios padres. Esto significa
que la fuerza vital del constelador se compromete, incluso aunque no se dé cuenta
de ello, y entonces el destino se encarga de hacerlo visible. Esto no quiere decir, y
resulta muy importante aclararlo, que cuando ocurren cuestiones difíciles o graves en
la vida del constelador, se deba a una especie de castigo divino por haber hecho algo
malo en su trabajo como facilitador. No. Esto quiere decir que, más allá de cuáles
sean las circunstancias externas en la vida del constelador, él puede sentirse liviano o
pesado, con más o menos energía para vivir lo que le toca vivir, y ahí reside una gran
diferencia.
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 77
La vida del facilitador, como la de cualquier ser humano, estará llena de cuestiones
difíciles y dolorosas, pero creo que ir registrando cuánta energía vital disponemos
para lo que nos toca vivir y cómo es nuestra habilidad de respuesta a eso representa
un buen dispositivo de medición. En esta observación de cómo estamos con respecto
a lo que nos ocurre en nuestro destino, también podemos obtener feedback de cómo
está nuestro trabajo con nuestros consultantes, puesto que se trata de lo mismo.
La apertura del sistema familiar y la decisión del constelador
Una vez que hemos recaudado suficiente información sobre el motivo de consulta, el
sistema familiar del consultante y nos vemos apoyados por estos tres niveles desde
los cuales hemos hecho registro o anotaciones sobre lo que es relevante, podemos
empezar a configurar.
En apartados anteriores estuvimos viendo los tipos de configuraciones y cómo, una
vez que el consultante coloque las plantillas y comience a desplegarse el fenómeno
de la representación, estaremos frente a la herramienta que más información podrá
aportarnos, siempre y cuando el consultante pueda acompañar aquello que se va
desplegando.
Muchas veces sucede que el consultante dice no sentir nada: aquí recomiendo hacer
preguntas concretas, por ejemplo, preguntar acerca de cómo siente su propio
cuerpo: si está liviano, pesado, atado al piso, o con posibilidad de moverse, etcétera.
Esta clase de datos concretos siempre puede ser proporcionada por el mismo
consultante, más allá de que a primera vista parezca no sentir nada.
Otro aspecto importante es que, aunque el consultante esté haciendo bien su trabajo
de representante, es posible que la información que vaya saliendo no pueda ser
absorbida por su cuerpo, como si fuera demasiado o hubiera algo bloqueado en su
actitud corporal que nos indica que algo se frena y no puede avanzar. En este caso,
muchas veces es conveniente sentar al consultante nuevamente en la silla para
ubicarlo luego otra vez, o bien decidir que haga ciertos movimientos desde la silla
(por ejemplo, que pronuncie una frase o haga una reverencia). Es decir, al
encontrarnos con algo que se frenó y se bloqueó (y no hay que confundir esto con el
vacío que se experimenta en la constelación ante algo que está por emerger), es
bueno cambiar de tema, generar una distracción luego de unos momentos de
silencio, o bien pedir al consultante que se siente por unos instantes.
Cuando lo invitamos a sentarse, desde allí podemos mirar la imagen en compañía del
consultante, volver a repasarla, mirarla desde afuera, como usualmente haríamos en
una constelación grupal, y luego ubicarlo nuevamente en las plantillas.
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Es importante recordar que la entrevista no termina cuando comienza la
configuración. Siempre podemos seguir preguntando, entrevistando, aun cuando el
consultante está parado en las plantillas representando a otra persona. La
representación no es algo sagrado que no pueda interrumpirse. Por supuesto, si de
pronto aparece una emoción muy fuerte, entonces la respetamos, le damos lugar,
esperamos a que pase y luego preguntamos. Preguntar es una de las herramientas
más poderosas que tenemos, porque obtenemos información, corroboramos o
confirmamos intuiciones y la posibilidad de que se generen movimientos. A la vez, las
preguntas generan en el consultante una autoescucha muy valiosa porque se activa
una autoconciencia diferente sobre lo que uno dice, sobre las propias
contradicciones y hasta, en ocasiones, las propias trampas que se generan para
mantenerse en el problema o síntoma.
En resumen, las señales para comenzar con cierto movimiento en la constelación, sea
a través de una frase, una reverencia o un paso hacia alguna dirección provienen de
las siguientes fuentes:
a. la escucha de la historia y respuesta a nuestras preguntas;
b. el motivo de consulta;
c. las emociones y sentimientos que aparecen en el consultante y en el
constelador;
d. las tensiones físicas espontáneas y sutiles;
e. la intuición (correctamente corroborada);
f. el fenómeno de la representación.
La percepción de la fuerza
Mirar al consultante con su problema no es igual a mirarlo con su fuerza. Uno de los
órdenes de la ayuda que explica Bert Hellinger (desarrollado más abajo en estos
apuntes) tiene que ver con tratar al consultante como un adulto. El facilitador que lo
trata como un niño excluye a los padres del consultante, pero haciendo esto ya no
puede haber más una aproximación sistémica, que es la base de este trabajo.
Se trata de un ejercicio o una inquietud que podemos ensayar todas las veces que
creamos conveniente, y preguntarnos internamente mientras estamos frente al
consultante: ¿veo su problema o veo su fuerza para el problema? Por supuesto, el
problema es visible: lo miramos, lo escuchamos y le damos un lugar, pero un lugar
más grande debe tener la fuerza del consultante para llevar lo que le toca y también
el potencial que tiene esa fuerza para cambiar de percepción sobre lo que le ocurre y
entrar en un movimiento sanador.
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Movimientos de solución y de implicación. El cierre.
Contraindicaciones. La imagen de solución. Puente entre la
conciencia individual y la constelación
No todos los movimientos que muestran los representantes están dirigidos hacia la
solución o la transformación. Muchas veces se muestran movimientos de implicación.
Por ejemplo, luego de que el consultante se paró en varias plantillas, puede ocurrir
que, al regresar a su propia plantilla, desea dar un paso hacia el padre, poniéndose al
lado de él y desplazando de su lugar a la madre.
Ahora bien, no es que vayamos a impedir el movimiento: muchas veces, como
consteladora, dejo que suceda y quizás aprovecho ese momento para revelar a quién
está representando cada plantilla, porque ya obtuve información importante sobre
cómo se siente el consultante en cada una, porque ha pasado un buen rato y ahora
surge este movimiento espontáneo desde el consultante.
Una vez que ese movimiento se muestra, posiblemente decida volver todo atrás
(como estaba antes en la primera imagen) y desde allí (considerando a la vez este
paso que quiso hacer el consultante), es factible que ahora surjan movimientos de
solución o transformación más claros, donde la tarea del constelador será aprender a
conducirlos.
Existen otros movimientos de implicación que no son tan claros o evidentes como el
que acabamos de mencionar, por ejemplo, cuando un consultante desea ir hacia su
madre y abrazarla. En este caso, el constelador por lo general estará ubicado en las
plantillas de la madre mientras que el consultante se halla en su propio lugar, y
aparece el deseo espontáneo de abrazar a la mamá. La mayoría de las veces, el
consultante aquí me pregunta si puede abrazarme, pero en pocos casos avanza sin
preguntar.
Este movimiento, en principio, es sanador, reconciliador y “de solución”, pero no lo es
para aquel consultante cuyo paso decisivo se trata de soltar a su mamá. Esto queda a
criterio del constelador, quien debe preguntarse si este movimiento resta fuerza o,
por el contrario, si la aumenta. En las constelaciones grupales es igual: los
movimientos reconciliatorios que incluso emocionan al consultante pueden tratarse
de movimientos hacia mayor implicación, donde no hay nada nuevo, que retienen al
consultante en el pasado y en sus ganas ocultas de perpetuar la niñez de esta forma,
y evitar así la responsabilidad por su vida y futuro.
No siempre es fácil darse cuenta. Yo, personalmente, cuando se trata de un
movimiento que resta fuerza, lo vivencio como un tambaleo en mi propio cuerpo o un
mareo. Por el contrario, si se trata del movimiento de solución, siento más
enraizamiento y fuerza. Por supuesto, no me fío únicamente de esta percepción.
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 80
También se trata de tomar la decisión según la información recaudada en la
entrevista.
También puede darse el caso de que, para quien ya ha tomado a su madre, soltarla
no represente un movimiento decisivo, sino que se trate de asumir una realidad tal
como es, como cuando a alguien le toca abrazar el hecho de que esto, y no más, es
lo que la madre pudo dar. En un caso así, evitar el abrazo puede ser una intervención
poderosa, porque quiere decir que alguien recupera su propia fuerza al soltar el
anhelo de que su madre le hubiera dado más. Si permito que el consultante se dirija
hacia el abrazo, permanece en el anhelo, como si se cumpliera su fantasía de que al
fin le dan lo que quiere (es decir, se utiliza la constelación para cumplir la fantasía). En
cambio, si existió la renuncia a que fuera diferente, no habría inconveniente en que el
consultante se acerque a su madre y la abrace, es decir, puede encontrarse con la
madre, pero no ya desde el lugar de niño, sino como adulto.
En una oportunidad, una mujer vino a constelar en grupo que se encontraba muy mal
respecto a su relación de pareja. Durante la constelación, tanto el representante del
marido como el representante de su padre se encontraban a un costado, mirando
desde afuera a la representante de la madre y a la representante de la consultante.
La consultante en su silla se mostraba apática frente a lo que se veía: había apertura,
pero no mostraba emoción. De pronto, su representante se movió hacia la madre y se
subió arriba de su regazo. La madre, que estaba sentada en el piso hacía rato
mirando hacia abajo, tomó a la hija y la contuvo. Esto no generó ningún impacto en la
consultante, es decir, no abrió su corazón a tomar a la madre, sino que esta imagen
reforzó la historia que ya había contado y dijo al respecto: “Eso es exacto, es lo que
yo hubiera querido conseguir de mi mamá, pero nunca me lo dio y sé que no me lo
dará. Ella siempre estuvo ausente”. Esto que emergió en la constelación es lo que
denominamos anhelo oculto del hijo y este anhelo es lo que separa, justamente, al
hijo de su madre.
Una posibilidad aquí es impedir el movimiento del representante y confrontar al
consultante con que hemos frustrado su anhelo. Otra alternativa puede ser que,
desde la silla, hagamos decir al consultante: “Querida mamá, me hubiera gustado
recibir más, pero sé que el momento para que me lo dieras ya pasó. Y de todas
formas aprecio la vida que recibí de vos y te tomo en mi corazón”. De esta forma,
como decíamos antes, un movimiento que parece ser reconciliatorio todavía no ha
ocurrido en el corazón del consultante, que es para quien trabajamos, y debemos
considerar entonces que, en este caso, soltar su anhelo es previo a tomar a la madre.
Una vez que la tomó, la puede soltar.
En el siguiente apartado se encuentran los órdenes de la ayuda según Bert
Hellinger, resumidos y traducidos por Tiiu Bolzmann y Silvia Ursula Murck, así
podemos aproximarnos a su vocabulario y forma de entender la ayuda.
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Los órdenes de la ayuda según Bert Hellinger 6
Ayudar: qué significa
Ayudar es un arte. Como todo arte, es necesario conocerlo, se puede aprender y
practicar.
La ayuda como compensación
Como seres humanos dependemos de la ayuda de otros. Solo así nos podemos
desarrollar. También necesitamos ayudar a otros. Quien no es necesitado, quien no
puede ayudar a otros, se aísla y atrofia. El ayudar, entonces, no sirve únicamente a los
otros, sino también a nosotros mismos.
En reglas generales, la ayuda es recíproca, por ejemplo, en una pareja, y se regula
según la necesidad de compensación. Quien recibió de otros lo que desea o necesita
quiere retribuir, es decir, quiere dar y, con este acto, compensar la ayuda recibida.
A veces nos sentimos limitados en la compensación, por ejemplo, frente a nuestros
padres. Lo que ellos nos regalaron es demasiado grande como para poder encontrar
una compensación en el dar. A ellos solo podemos darles el reconocimiento por el
regalo recibido y el agradecimiento desde el corazón. La compensación solo se logra
dando a otros, quienes, a su vez, tampoco nos pueden devolver, pero están
dispuestos a pasar lo recibido, por ejemplo, a los propios hijos.
Para poder ayudar, primero tenemos que haber recibido y tomado. Solo entonces
sentimos la necesidad y la fuerza de ayudar a otros, especialmente cuando esta
ayuda nos exige mucho. Esto presupone que aquellos a quienes queremos ayudar
deseen recibir, y que lo que estamos dispuestos a dar y seamos capaces de dar sea
necesario para ellos. Si no, nuestra ayuda cae en el vacío y, en tal caso, en lugar de
unir, termina separando.
Primer orden de la ayuda
El primer orden de la ayuda tiene que ver con que uno da solamente aquello que
tiene y solo espera o toma aquello que necesita. El primer desorden de la ayuda
comienza, justamente, cuando uno quiere dar lo que no tiene y el otro quiere tomar lo
que no necesita; o cuando uno espera y exige del otro lo que a este le es imposible
6
www.hellinger.com. Resumen y traducción: Tiiu Bolzmann – Silvia Ursula Murck. México, marzo de
2003 [adaptado estilísticamente para ser parte de estos apuntes].
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dar, pues no lo tiene. También se presenta un desorden cuando no corresponde a
alguien dar algo, pues con este dar le quitaría algo al otro, algo que solo él debe o
puede llevar y puede o debe hacer.
El dar y el tomar tiene sus límites. El arte de ayudar consiste en percibir esos límites y
someterse a ellos. Esta forma de ayuda es humilde, renuncia a la exigencia y también
al dolor.
En las constelaciones familiares se muestra con qué se debe confrontar tanto quien
ayuda como quien pide la ayuda, por ejemplo, cuando el constelador renuncia a la
ayuda interrumpiendo la constelación. Tenemos que saber, asimismo, que esta
humildad y esta renuncia contradicen las formas tradicionales de ayuda verdadera, y
el que ayuda de esta manera se expone a reproches y fuertes ataques.
El segundo orden de la ayuda
La ayuda está al servicio de la supervivencia, por un lado, y del desarrollo y del
crecimiento, por otro. Pero tanto la supervivencia, el desarrollo y el crecimiento
dependen de circunstancias especiales, externas e internas.
Muchas circunstancias externas están predeterminadas y no son modificables, por
ejemplo, una enfermedad hereditaria o las consecuencias de ciertos acontecimientos
y de culpa. Si la ayuda no toma en cuenta estas circunstancias externas o las niega, la
ayuda está condenada al fracaso.
Lo mismo sucede con los acontecimientos de orden interno, por ejemplo, la
implicancia en el destino de otros en una familia y el amor ciego. Para muchos
“ayudadores” parece difícil soportar el destino del otro y buscan cambiarlo, pero no
porque el otro lo necesite o lo quiera, sino porque ellos mismos apenas logran
aguantar tal destino. Cuando el otro permite la ayuda, no es porque lo necesite, sino
porque quiere ayudar al “ayudador”. Entonces este ayudar se convierte en tomar, y el
recibir ayuda, por su parte, en dar.
El segundo orden de la ayuda sería, entonces, que se someta a las circunstancias y
solo interfiera apoyando, mientras las circunstancias lo permitan. Esta ayuda es
cuidadosa y tiene fuerza. El desorden se da si la ayuda niega u oculta las
circunstancias, en lugar de encararlas junto con quien está solicitando la ayuda.
Querer ayudar en contra de las circunstancias debilita a ambas partes: a quien ayuda
y a quien necesita de ella.
El tercer orden de la ayuda
Muchas personas que ayudan, como psicoterapeutas y trabajadores sociales, piensan
que deben ayudar como padres a sus hijos pequeños. También aquellos que solicitan
ayuda esperan recibirla como de padres a sus hijos, y asimismo recibir
Por Virginia Riccio (permitida su reproducción citando la fuente) 83
posteriormente de sus terapeutas aquello que aún esperan y exigen de sus padres.
¿Pero qué sucede cuando los “ayudadores” responden a estos deseos?
Comienzan una larga relación con sus clientes, y se encontrarán en la misma
situación que los padres; paso a paso será necesario poner límites al cliente. Muchos
“ayudadores” quedan atrapados en la transferencia y contratransferencia del hijo a
los padres y de esta manera obstaculizan la despedida de los padres, así como la de
ellos mismos. Solamente en situaciones donde el “ayudado” lleva a cabo un
movimiento interrumpido puede ponerse en el lugar de uno de los padres.
El tercer orden de la ayuda sería, entonces, que un “ayudador” se enfrente a una
persona adulta, que busca ayuda de manera adulta, y que rechace ubicarse en la
posición de sus padres. El desorden aquí sería permitirle a un adulto pedir ayuda
como un niño, tratarlo como un niño y decidir algo sobre un área o aspecto acerca
del cual él mismo debe tomar la responsabilidad y encarar las consecuencias. Es en
este tercer orden de la ayuda donde más profundamente se diferencian las
constelaciones familiares o los movimientos del alma de la psicoterapia tradicional.
El cuarto orden de la ayuda
El “ayudador” debe ver a la persona que pide ayuda como parte de un sistema.
Solamente de esta manera puede ver lo que necesita y a quién le debe algo en su
familia. Así también puede percibir quién en la familia necesita su respeto y su ayuda,
y a quién tiene que dirigirse el cliente para reconocer y dar los pasos decisivos. En
otras palabras, la empatía del “ayudador” no tiene que ser personal, sino sistémica. El
“ayudador” no debe establecer una relación personal con el cliente.
El quinto orden de la ayuda
Las constelaciones familiares unen lo que antes estaba en oposición. En este sentido,
están al servicio de la reconciliación, especialmente de la reconciliación con los
padres. Solo puede estar al servicio de la reconciliación quien puede brindar en su
propia alma un lugar a aquello que es conflictivo para el cliente o aquello de lo que se
queja y lamenta. De esta manera, el terapeuta se anticipa a lo que el cliente aún tiene
que realizar.
El quinto orden de la ayuda tiene que ver con el amor hacia cada persona tal cual es,
aún cuando sea muy distinta. De esta manera, le abro mi corazón y le doy un lugar. Lo
que se reconcilia dentro de mi corazón también puede reconciliarse en el sistema del
cliente. El desorden sería la indiferencia y el juicio sobre otros. Quien
verdaderamente ayuda no juzga.
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