Unidad 7: El YO y la identidad social.
Definición de autoconcepto:
¿Qué tipos de creencias conforman al yo? El yo se compone de dos tipos de creencias:
creencias descriptivas y creencias afectivas. Las creencias descriptivas se refieren a lo
que pensamos de nosotros mismos, es decir, nuestras características y atributos. Las
creencias afectivas se relacionan con lo que sentimos hacia nosotros mismos, lo que
implica nuestras emociones y autoestima.
¿Qué es el autoconcepto? El autoconcepto es la imagen o percepción que una persona
tiene de sí misma. Incluye la idea que tenemos sobre nuestras propias características,
roles, habilidades, y cómo nos relacionamos con otros. El autoconcepto es una parte
integral del yo y está influenciado por nuestras creencias descriptivas y afectivas.
¿En qué se focaliza la psicología social en relación al autoconcepto? La psicología
social se enfoca en cómo las personas desarrollan su autoconcepto y cómo este se
relaciona con su comportamiento social. Examina cómo las personas se ven a sí mismas
en función de las percepciones de los demás y cómo estas percepciones influyen en su
autoestima y comportamiento social. También estudia cómo las creencias sobre uno
mismo afectan la forma en que interactuamos con otros y cómo nos adaptamos a la
sociedad.
Las "Propiedades del Yo" se refieren a las creencias que las personas tienen sobre sí
mismas, las cuales influyen en su diálogo interior al pensar en sí mismas, planificar,
establecer metas y recordar el pasado. Estas creencias contribuyen a la construcción de
una narrativa continua de la identidad, similar a las secuencias de una película, sin
interrupciones ni desdoblamientos de la personalidad. Estas propiedades del lenguaje
mental sobre el yo dan sentido a la identidad personal.
Estabilidad y Continuidad:
A lo largo de la vida, las personas experimentan cambios en sus acciones, emociones y
creencias, y asumen diferentes roles en diversos contextos. A pesar de esta variabilidad,
las personas tienen la sensación de que siguen siendo la misma persona a lo largo del
tiempo. Esto es similar a cómo una mariposa puede pensar que siempre ha sido la
misma, a pesar de las diferencias en sus etapas de desarrollo. Las personas creen que su
yo actual es una continuidad de su yo joven y niño, y que su pasado ha contribuido a lo
que son en la actualidad.
Unidad:
A pesar de la diversidad de experiencias y roles que desempeñamos en la vida, cuando
reflexionamos sobre nosotros mismos, sentimos que somos una única persona. Nuestras
emociones, comportamientos y creencias, a pesar de ser a menudo contradictorios para
los demás, se experimentan como coherentes y asociados en una única identidad. Esta
sensación de unidad es fundamental para la construcción de nuestra identidad y
autoconcepto a lo largo de la vida.
Corporeidad:
Nuestro cerebro está conectado a nuestro cuerpo, y las señales sensoriales que recibimos
de él se asocian con nuestra identidad física. Esto forma la base de nuestro autoconcepto
físico y la sensación de estar "en casa" en nuestro cuerpo. A veces, nuestras
percepciones corporales no coinciden con las señales sensoriales, como en el caso de
ilusiones como la mano de goma o la sensación de miembros fantasma.
Control de los actos:
Nuestro sentido de identidad implica que consideramos que somos actores conscientes
en nuestras vidas, tomando decisiones y eligiendo entre alternativas. No nos percibimos
como marionetas o autómatas controlados por un destino predeterminado. Esta ilusión
de control es tan poderosa que es difícil de abandonar. Sin embargo, experimentos,
como el realizado en 1983 por Libet y otros (Gleason, Wright y Pearl ) sugieren que en
algunas ocasiones, el cerebro inconsciente puede actuar automáticamente, y nuestra
experiencia consciente de la decisión es posterior a la toma de decisión inconsciente.
Consciencia de si mismo:
A pesar de sentir que conocemos todos los aspectos de nosotros mismos, la realidad es
que nuestro yo consciente solo tiene acceso a una pequeña parte de nuestra mente. Gran
parte de nuestra maquinaria mental opera en el inconsciente, y la atención, percepción y
memoria sugieren que la verdadera toma de decisiones y la formación de emociones
ocurren en el inconsciente. Esto explica por qué a veces experimentamos emociones,
como la tristeza al escuchar una melodía, sin comprender plenamente el motivo detrás
de ellas, ya que estas respuestas emocionales son impulsadas por procesos
inconscientes.
Fuentes de información del yo:
Cuando las personas se preguntan "¿quién soy yo?", buscan respuestas mirando hacia
adentro y realizando introspección. Sin embargo, estas respuestas no son simplemente
narraciones ordenadas, sino que se componen de fragmentos que emergen rápidamente
en la conciencia. Estos fragmentos provienen de diversas fuentes, algunas de las cuales
se describen a continuación.
Desempeño de roles:
Desde una edad temprana, las personas juegan roles en interacciones sociales, como en
juegos con otros niños. Al hacerlo, adoptan el punto de vista de estos roles y observan
su propio comportamiento desde diferentes perspectivas. Esto les permite aprender
nuevas conductas y ampliar su repertorio de interacciones, proporcionando información
valiosa sobre cómo se relacionan con los demás y cómo experimentan ganar o perder en
situaciones sociales. Este proceso de adquirir información sobre el yo a través de la
representación de roles se extiende a lo largo de toda la vida, ya que continuamente
asumimos diferentes roles en diversas situaciones.
Pertenencia a grupos:
Desde la infancia, al entrar en la escuela, las personas comienzan a identificarse con
grupos y a distinguirse de otros. Esto les brinda información sobre su identidad étnica,
sexual, religiosa, política, etc., y estas pertenencias a grupos generan identidades
sociales. La identidad social es esa parte de cómo nos vemos a nosotros mismos que
proviene de ser parte de un grupo social y las emociones y valores relacionados con esta
pertenencia. Al unirnos a un grupo, absorbemos su perspectiva sobre la realidad social,
lo que nos proporciona valores, creencias y metas sobre nosotros mismos y el mundo.
Cada grupo al que pertenecemos contribuye a una identidad social diferente, aunque no
todas las pertenencias son igual de significativas para construir nuestra identidad.
Comparación con otros:
La comparación con otros es fundamental para evaluar nuestras habilidades y creencias.
Cuando hay criterios objetivos, como en el caso de medir la velocidad en una carrera,
utilizamos estos criterios para evaluarnos. Sin embargo, cuando se trata de opiniones y
actitudes, las personas buscan confirmación en otros y comparan sus opiniones con las
de personas similares. Al rodearse de quienes comparten su visión del mundo, se sienten
más seguros de sus creencias.
Las personas tienden a compararse con otros que son similares, ya que esto les
proporciona respaldo social. Sin embargo, a veces también se comparan con personas
ligeramente mejores (comparación ascendente) para progresar. Por otro lado, la
comparación con aquellos en peor situación (comparación descendente) puede mejorar
el estado de ánimo, como cuando alguien con una enfermedad grave se consuela al ver
que otros están en una situación aún más difícil.
Tención a los propios pensamientos y sentimientos:
Los pensamientos y sentimientos de una persona son fuentes de información sobre su
identidad. La teoría de la autoconciencia de Duval y Wicklund (1972) sostiene que la
atención consciente es un recurso limitado que se dirige hacia estímulos externos o
hacia uno mismo. Cuando la atención se centra en uno mismo, la persona es consciente
de su yo y atribuye sus pensamientos y sentimientos a su identidad. La autoconciencia
promueve la comparación social, lo que significa que la persona compara su
comportamiento con sus creencias internas y, si hay discrepancias negativas,
experimenta desaliento, ansiedad y preocupación.
La autoconciencia no es solo un estado transitorio, sino también un rasgo que varía
entre las personas. Algunos tienen alta autoconciencia privada, centrada en aspectos
personales e íntimos, mientras que otros tienen alta autoconciencia pública, enfocada en
la imagen pública proyectada. Esto influye en cómo las personas manejan las
discrepancias entre su comportamiento y sus estándares internos, ya que aquellos con
alta autoconciencia privada prestan atención a sus voces internas, mientras que los de
alta autoconciencia pública tienden a seguir estándares sociales.
Atención a las propias conductas:
Cuando la información interna es débil o ambigua, las personas referirán sus
pensamientos y sentimientos a partir de su comportamiento y el contexto en el que
ocurre. Bem (1967) propuso la teoría de la autopercepción, que sugiere que cuando las
personas no están seguras de sus actitudes, observan cómo se comportan en situaciones
relevantes y, a través de procesos no conscientes, concluyen sobre su propia identidad.
Esto se asemeja a cómo inferimos los estados internos de los demás observando su
comportamiento.
Las personas también aprenden sobre sí mismas al observar tanto sus acciones reales
como sus acciones imaginadas, ya que el cerebro procesa ambas informaciones de
manera similar. Esto se utiliza en estrategias que emplean la visualización para
aumentar la autoeficacia.
Un aspecto relevante es la libertad u obligación de las conductas. Las acciones
realizadas por elección propia proporcionan información sobre las preferencias y la
satisfacción personal, mientras que las acciones forzadas por normas sociales pueden ser
menos gratificantes. Además, la teoría de la autopercepción sugiere que premiar
conductas intrínsecamente motivadas con recompensas externas puede disminuir la
motivación intrínseca para realizar esas acciones.
Reacciones de los demás:
El modo en que interactúan con nosotros, el tipo de conductas que llevan a cabo, las
demandas que nos hacen y las actitudes y emociones que nos expresan, influyen en la
opinión que tenemos de nosotros mismos.
cuando tenemos una buena opinión de nosotros, nos autoevaluamos favorablemente.
Esta valoración reflejada o yo en espejo fue desarrollada por Cooley.
(1902) para explicar que lo que las personas piensan de sí mismas y el modo en que se
evalúan refleja la percepción que los demás tienen de ellos. Para Cooley, las personas
están constantemente imaginando lo que los demás piensan de ellas, y esa información
influye poderosamente en cómo se ven a sí mismas.
IDENTIDAD PERSONAL E IDENTIDAD SOCIAL:
Con la pregunta que nos hacemos ¿Quién soy yo? Tendrá que hacer un esfuerzo
consciente y buscar esa información en su memoria. 1Ya que lo que uno es, en realidad
son sus memorias, episodios biográficos del pasado, experiencias presentes,
aspiraciones futuras, descripciones personales, pertenencias grupales. También tiene un
conjunto de instituciones y creencias sobre cómo funciona su yo. 2Cada una de estas
facetas de su yo son esquemas que asocian informaciones relevantes para su identidad,
aunque no representen en la misma medida quien es usted. Al estar organizadas
jerárquicamente, algunas de estas facetas ocuparían un lugar central en la conformación
de su autoconcepto, mientras que otras ocuparían una posición periférica.
Ese complejo conjunto de informaciones en realidad conforma dos tipos de creencias:
creencias descriptivas y creencias afectivas. Las primeras representan el autoconcepto,
mientras que las segundas representan la autoestima. Ambas siguen el mismo formato
organizativo que las informaciones sobre otras personas, es decir, se agrupan en
esquemas significativos que ayudan a la persona a activar rápidamente un sentido de sí
misma, a tomar decisiones coherentes con su identidad y a explicar sus
comportamientos a partir de sus creencias y actitudes.
La identidad social es, es en palabras de Tajfel, <aquella parte del autoconcepto del
individuo que se deriva del conocimiento de su pertenencia a un grupo (o grupos)
social, junto con el significado emocional y valorativo asociado a dicha pertenencia>.
Las identidades sociales proporcionan a sus miembros valores, metas y creencias sobre
si mismos y sobre el mundo que los rodea.
AUTOESTIMA
El autoconcepto es un conjunto de creencias elaboradas a partir de muchas fuentes que
se organizan en esquemas autorreferentes y jerárquicos.
Sin embargo, también hemos visto que toda la información que sirve de sustento al Yo
no se rigue por motivos epistemológicos de presión y verdad.
Según Leary y Baumeister tienen un impulso a socializar de modo que la autoestima es
algo primitivo que facilita la conexión con otros y ayuda a ganar su aprobación. Así, la
autoestima sería una suerte de barómetro que indica en qué medida la persona es
valorada y aceptada o es excluida. Cuanto más excluido, más bajo marcara el barómetro
de la autoestima como viceversa.
La autoestima es una reacción interna a nuestra aceptación social y una fuente de
ventajas que resumimos a continuación3:
o La autoestima como fuente de autoenaltecimiento: las personas protegen su
autoestima haciendo gala de un magnífico optimismo respecto a su talento, sus
habilidades y su forma de ser. Tienden a sobreestimar la bondad de sus
comportamientos y a valorar con mucha liberalidad acciones mediocres como si fueran
éxitos espectaculares.
o La autoestima como fuente de estabilidad emocional: durante la infancia la autoestima
es muy variable (ya que se basa en muchos factores externos, más que internos), a
medida que la persona adquiere esquemas de sí misma más abstractos y contingentes
con los escenarios sociales, también adquieren los recursos psicológicos necesarios para
volver a equilibrar su autovaloración después de contratiempos y situaciones adversas.
El efecto sería peor si la autoestima no funcionara como un muro de contención que
protege los aspectos más relevantes y estables del autoconcepto.
o La autoestima como ayuda para gestionar las respuestas a eventos positivos y
negativos: reaccionamos de diferentes formas a causa del nivel de autoestima que
tenemos. Ante un hecho positivo, aquellos con una autoestima alta saborean sus
sentimientos, le conceden una posición privilegiada en la memoria y emplean ese hecho
para potenciar su valía. Ante acontecimientos negativos se ponen en marcha estrategias
de afrontamiento activas y formas eficaces de resiliencia.
Por otra parte, quienes tienen una autoestima baja no experimentan emociones positivas
intensas ante hechos positivos y al carecer de la motivación suficiente para reparar su
estado de ánimo, padecen mucho ante los eventos negativos (lo cual los lleva a tomar
situaciones adversas como algo normal).
o La autoestima potencia los rasgos positivos de personalidad y protege al Yo: se
correlaciona con rasgos que son beneficiosos para la iniciativa personal. Concretamente,
quienes tienen autoestima positiva son más alegres, temen poco al fracaso (persistentes,
mayor estabilidad afectiva y menos influenciables), mejoran su imagen pública. Los
individuos con baja autoestima experimentan más emociones negativas, tienen más
sentimientos de infelicidad y viven con más ansiedad las situaciones de incertidumbre
(muy cambiantes en las emociones, flexibles y maleables).
ESTRATEGIAS DE PROTECCIÓN DEL YO
Según Smith y Mackie, las situaciones que nos devuelven una imagen negativa de
nosotros mismos (nos preparamos a cc para optar a un trabajo que parece hecho para
nosotros y fracasamos estrepitosamente), las que alteran nuestras creencias sobre
cadenas causales lógicas (después de entregarte a tu pareja, esta te es infiel) y las que
quiebran el Yo porque eliminan alguno de los pilares centrales de nuestra identidad
(muere mi conyugue) son muy difíciles de afrontar.
De hecho, el sistema inmune ps trabaja todo el tiempo tejiendo y reparando una red de
protección estable que soporte bien, tanto las adversidades cotidianas como aquellas que
requieren un esfuerzo adicional. Esto sucede en el sistema biológico inteligente y se
encargan de cicatrizar las heridas que experimentan las personas a lo largo de sus vidas.
· El procesamiento sesgado de la información autorreferente: el filtro más importante
del Yo es el sesgo de autoenlantecimiento, que es la tendencia de las personas a
procesar la información de modo que el Yo resulte siempre beneficiado.
Algunos ámbitos en que se manifiesta este sesgo de autoenlantecimiento son los
siguientes:
o Las personas evalúan la información que reciben sobre ellas mismas de una
forma menos critica, y la aceptan más rápidamente cuando es positiva.
o Las personas dan más crédito a sus éxitos.
o Las personas, para justificar sus fracasos, incorporan cc obstáculos en el camino
a una meta. Sesgo de autoincapacitación, los obstáculos hacen más difícil el
éxito en una tarea y sirven para explicarlo.
o las personas sobrevaloran su valía personal y colocan tanto sus capacidades
como sus habilidades sociales por encima de la media, un efecto “mejor que la
media”.
o Las personas definen los rasgos de personalidad de modo diferente según sea
para describirse a sí mismas o para describir a los otros.
o Las personas tienden a evaluar positivamente aquellas cosas que están asociadas
a ellos.
o En conjunto, estos seis sesgos de procesamiento fortalecen al sistema
inmunopsicológico
o Ilusión de control: nuestro bienestar psicológico no es ajeno a la explicación que
hacemos de nuestras conductas.
Rotter configuro en su teoría del locus del control, que las personas con locus de control
interno piensan que controlan su vida, que tienen la suerte en sus manos y confían en su
habilidad para controlar el entorno. En cambio, las personas con locus de control
externo tienden a pensar en la suerte, el destino o la causalidad como factores
responsables de lo que les ocurre.
Esta ilusión de control tiene consecuencias benéficas sobre la autoestima y tiene
poderosos efectos sobre la conducta.
Ahora bien, un problema que tiene la ilusión de control es que es vulnerable a sucesos
críticos que desacreditan la creencia de control; la persona está aprendiendo a sentirse
indefensa, ya que tiene una concepción errática de que poco depende de ella, de lo que
le suceda en el mundo.
En los seres humanos, a esos déficits hay que añadir otros:
A) Interna-Externo: el grado en que la causa se atribuye a uno mismo a otra persona o
circunstancia.
B) Estable-Inestable: el grado en que la causa se considere permanente o variable en el
tiempo
C) Global-Específica: el grado en que la causa se generalice a diferentes situaciones
ósea especifica de una situación concreta.
Así, si una persona explica un acontecimiento negativo, empleando factores internos en
lugar de factores externos, alude a una causa persistente en lugar de una causa
coyuntural o le atribuye a cusas globales más que a causas específicas, el efecto
negativo sobre la autoestima y en general, sobre el sistema inmunopsicológico será
mayor.
Sesgo optimista: es la tendencia de las personas a creer que tienen menos
probabilidades de experimentar acontecimientos negativos en comparación
con otras personas. Y, respecto a los sucesos negativos, creen que tendran
menos probabilidades de ser víctimas de accidentes.
Una variante de este sesgo es la falacia de planificación, que es la tendencia de
subestimar el tiempo y esfuerzo que llevara a concluir una tarea si esta ocurre en el
futuro; concentran su atención en la tarea en sí y no en todas las dificultades que hay a
su alrededor (trabajo atrasado, compromisos personales, etc).
AUTORREGULACIÓN
La autorregulación es el proceso por el que el Yo ejerce el control sobre sí mismo (esto
es clave para su desarrollo y supervivencia en la evolución humana, porque esto nos
permite lograr metas y objetivos), con vista a un objetivo determinado, con frecuencia la
autorregulación incluye la capacidad para retrasar la gratificación y resistir la tentación
de objetivos placenteros inmediatos.
La autorregulación es por tanto una forma de gestionar los impulsos planificando la
conducta con vistas a objetivos que se dilatan en el tiempo.
Falla de autorregulación: De hecho, muchos problemas cotidianos son la consecuencia
de sucumbir de modo coyuntural o permanente a conductas indeseables – conductas
arriesgadas – conductas antisociales.
Tres componentes de la autorregulación:
Estándares y reglas: las personas necesitan tener unas coordenadas que orienten
su comportamiento y favorezcan su éxito social. Según Higgins, las personas no
solo tienen creencias sobre cómo son en el presente, sino también sobre que les
gustaría ser (yo ideal) y como deberían ser (yo responsable). El Yo ideal
representaría las esperanzas y deseos, mientras que el Yo responsable
representaría los deberes y obligaciones.
Si la discrepancia se produjera entre lo que somos (Yo real) y lo que nos gustaría ser
(Yo ideal), como, por ejemplo: me gustaría ser más delgada y cada vez estoy más obesa;
la persona experimentaría emociones asociadas con el desaliento. Pero si la discrepancia
se produjera entre lo que somos (Yo real) y como deberíamos ser (Yo responsable),
como, por ejemplo: debería estudiar, pero cada vez estudio menos; la persona
experimentaría emociones relacionadas con la agitación.
Supervivencia de la conducta: según Carver y Scheier, esta supervisión se lleva
a cabo a través de un proceso de retroalimentación que forma un bucle
representado por el acrónimo POPS (Probar-Operar-Probar-Salir). (P) pone a
prueba su conducta comparandola con alguna estándar. Por ejemplo, si usted se
ha planteado estudiar hoy un tercio del contenido de la materia, al final del día
puede evaluar si en efecto ha cumplido su objetivo. Si esa evaluación revela
alguna discrepancia entre la conducta y el objetivo, el individuo lleva a cabo
operaciones concretas destinadas a corregir la discrepancia (O). (P) tras cambiar
la conducta, pasa de nuevo la fase de prueba y evalúa si la conducta se aproxima
al objetivo, y así sucesivamente, hasta alcanzar una respuesta satisfactoria que el
modelo identifica como salida (S). Esta forma representa la mejor oportunidad
para progresar.
Potencia de autorregulación para producir cambios: la capacidad para cambiar
las conductas que no nos acercan al objetivo. Opera realmente como una fuerza
física que se agota cuando se usa:
o Cantidad limitada de energía
o Cada acción de regulación agota esa energía durante un tiempo.
o Resulta difícil regular el comportamiento en una actividad no
relacionada.
Según Baumeister, las personas, al autorregular su comportamiento, se vuelven
vulnerables al agotamiento.