Universidad Nacional de Rosario
Facultad de Humanidades y Artes
Escuela de Historia
Historia de Asia y África I
Prof. Tit.: Leticia Rovira
OLABARRIA, Leire (2018) “Kinship and Gender in Dialogue: Approaching
Relatedness in Ancient Egypt”, en: BUDIN, Stephanie Lynn, CIFARELLI, Megan,
GARCIA-VENTURA, Agnès y MILLET ALBÀ, Adelina (eds.) Gender and methodology
in the ancient Near East. Approaches from Assyriology and beyond. Barcelona:
Edicions de la Universitat de Barcelona, pp. 287-298.
Traducción para uso interno de cátedra: Agustina Reyna, 2021.
Parentesco y Género en Diálogo:
Acercamiento a las relaciones en el Antiguo Egipto
Leire Olabarria1
[287]
1. Introducción
Hace algunos años fui invitada a dar un seminario sobre mi investigación
doctoral. Mi trabajo se enfoca en el parentesco y el matrimonio en fuentes del antiguo
Egipto desde el Primer Período Intermedio hasta el Reino Medio (aproximadamente
desde 2150 a 1650 A.E.C.), con un especial interés en la forma en que las relaciones
eran perpetuadas y conmemoradas en el registro monumental. Uno de los
organizadores de ese seminario alentó a los estudiantes graduados a asistir porque iba
a hablar sobre género. Recuerdo claramente sentirme ofendida cuando me enteré
porque, pensé, ¿cómo podría alguien mezclar al género y al parentesco?
Como una antropóloga entrenada, había sido programada casi sin darme cuenta
para rechazar al género como algo con lo que simplemente no debería comprometerme,
defendiendo con orgullo la singularidad de los estudios de parentesco en su lugar. Esta
no es una observación subjetiva, ya que la notoria falta de comunicación entre los
estudios de parentesco y de género ha sido señalada anteriormente. En su introducción
al parentesco publicada por primera vez en la década de 1990 -ahora en su quinta
edición- Linda Stone afirma que “el parentesco es una antigua y establecida
especialización en antropología, que destaca más por su jerga difícil y sus diagramas
tortuosos que por la luz que arroja sobre el género” 2. Este rechazo mutuo parece aún
más sorprendente cuando se tienen en cuenta los objetivos superpuestos de estas
disciplinas, especialmente desde una perspectiva interseccional. La oposición
tradicional entre parentesco y género está posiblemente enraizada en razones históricas
relacionadas con el desarrollo de estas disciplinas. Desde la década de 1970 ambas
han evolucionado en líneas paralelas que raramente convergen, pero afirmo que un
1
Facultad de Estudios Orientales y la Universidad de la Reina (Universidad de Oxford). E-mail
de contacto: [email protected]. Estoy agradecida con Agnès Garcia-Ventura por
alentarme a ofrecer este trabajo en el Segundo Taller sobre Género, Metodología y el Antiguo
Cercano Oriente en Barcelona, y con los editores de este volumen por sus perspicaces
comentarios y sugerencias en el primer borrador de este trabajo.
2
Ver Stone 2006: 1.
[288]
diálogo entre el parentesco y el género puede ofrecer resultados productivos en el
estudio de sociedades tanto contemporáneas como antiguas.
En la primera mitad de este trabajo presento un breve relato sobre los orígenes
de la división entre estudios de parentesco y de género. Sostengo que la brecha se
puede salvar cuando el género y el parentesco son analizados como procesos
performativos. Tal articulación se intenta desde la perspectiva teórica de nuevos
estudios de parentesco, utilizando el trabajo de Janet Carsten y su noción de relaciones
como una categoría analítica. En la segunda mitad, aplico este acercamiento al antiguo
Egipto a través de una cuidadosa reexaminación de las fuentes. El estudio de caso que
presento aquí aborda las formas en que el género y el parentesco se informan
mutuamente cuando se trata de evaluar patrones de inclusión en un grupo social. Los
sesgos estructurales no se abordan mediante la adición de nuevos estudios de caso a
una colección ya considerable, sino más bien repensando todo el marco interpretativo.
Este artículo propone un modelo que intenta desafiar esos sesgos desde una
perspectiva teóricamente informada.
2. Género dentro del parentesco dentro del género
El parentesco es considerado como una parte esencial de la antropología, a tal
punto que muchos afirman que la disciplina de la antropología en sí misma se originó
con el estudio del parentesco.3 En las palabras de Robin Fox, “el parentesco es a la
antropología lo que la lógica es a la filosofía o el desnudo lo es al arte; es la disciplina
básica del sujeto”4. Algunos de los primeros relatos del campo antropológico tratan sobre
las relaciones interpersonales, intentando reconstruir genealogías indígenas en
“pedigríes”5.
El estudio del parentesco como un aspecto aislado de la estructura social
comenzó en el siglo XIX con estudiosos interesados en la ley y jurisprudencia
comparativa, como J. J. Bachofen, H. Maine, J. F. McLennan o L. H. Morgan 6. Su
atención en cómo operaba el parentesco estaba basada en sus exploraciones en
cuestiones de herencia y sucesión dentro de los sistemas legales contemporáneos, y
sus indagaciones fueron enmarcadas en el marco teórico evolucionista que era popular
en ese momento del siglo. La secuencia de desarrollo social postulada generalmente
implicaba un estadio de promiscuidad primaria seguido por el matriarcado antes de
culminar en el patriarcado como símbolo de civilización. El rol del género en las
reconstrucciones evolucionistas de parentescos tempranos -particularmente la noción
de un “matriarcado primitivo”- va más allá del alcance de este documento,7 pero su
3
Ver Strathern y Stewart 2011: 3-4. Carsten (2014: 207-208) nota cómo se esperaba que los
investigadores en los primeros tres cuartos del siglo XX se comprometieran con el parentesco
como parte central de su trabajo etnográfico para ganar respeto institucional y académico en el
campo.
4
Ver Fox 1983: 10
5
Rivers (1910) es el creador del método genealógico, que está basado en un cuestionario
estandarizado para ser administrado a los lugareños; la información obtenida de las respuestas
a aquellas preguntas se enmarca en un diagrama. Este confinamiento de idiomas indígenas de
relaciones en un modo de representación visual que es esencialmente occidental presenta
problemas de interpretación que llevan a una sobre-simplificación de los sistemas de parentesco,
como lo señaló Bouquet (1996).
6
Ver Fox 1983: 16-20.
7
Para un resumen, ver Carsten 2014: 209-212.
[289]
impacto en el entendimiento del parentesco antiguo sigue siendo tangible en la
actualidad.
Una de las principales razones por las que el parentesco siguió siendo un foco
principal de investigación antropológica pudo haber sido que fue considerado como una
puerta analítica a la supremacía política. El parentesco fue interpretado como un
principio organizacional en sociedades sin estado, moldeando el funcionamiento de
economías político-económicas en ausencia de marcos gubernamentales. En un clima
histórico aún marcado por el colonialismo, tales investigaciones sobre estructuras
políticas indígenas se esforzaron en encontrar la manera de control y dominación
óptima, para la cual el parentesco fue considerado como la llave.
Aunque teñido por la empresa colonial, el período entre comienzos y mediados
del siglo XX es tradicionalmente considerado como el período clásico para el estudio del
parentesco. En ese momento, nombres como A.R. Radcliffe-Brown,8 B. Malinowski,9 E.
E. Evans-Pritchard,10 y posteriormente C. Lévi-Strauss11 resuenan dentro de la
disciplina. Las preocupaciones funcionalistas y estructuralistas de estos autores
moldearon -y hasta cierto punto siguen moldeando- la forma en que se entendía el
parentesco. La primera se centraba en la descendencia como parámetro organizativo
en la formación de grupos, mientras la segunda tenía un gran interés en el matrimonio,
la alianza y el intercambio como bases para el análisis social.
Aunque estos modelos parecían diametralmente opuestos, estaban enraizados
en la idealización y la abstracción. De hecho, ambos han sido criticados por ser
ahistóricos, altamente normativos, y centrados en el rol de los hombres. 12 Así, estos
modelos llevaron al creciente uso de complicadas fórmulas y diagramas que llevaron su
tarea de abstracción a un nivel totalmente nuevo. Las supuestas figuras auto-
explicativas eran a veces tan difíciles de desarticular para los forasteros que el
parentesco se aisló cada vez más como disciplina.
En este punto la popularidad del parentesco empezó a desvanecerse; la
disciplina fue acusada de estar muy preocupada por construir generalizaciones
abstrusas en lugar de reconocer la flexibilidad de la experiencia vivida. Muchas de las
críticas vinieron de dentro del parentesco, y fue probablemente la revisión devastadora
de David Schneider la que llevó el golpe de gracia a los estudios del parentesco como
habían sido conocidos.13
En su trabajo temprano, Schneider analizó los símbolos sobre los que se
construía el parentesco americano, llegando a la conclusión de que la sangre era una
de las principales expresiones del parentesco en esa cultura. 14 Construyendo este
8
E.j. Radcliffe-Brown 1933.
9
E.j. Malinowski 2014.
10
E.j. Evans-Pritchard 1969.
11
E.j. Lévi-Strauss 1969.
12
Ver Carsten 2014: 217. El enfoque sobre los hombres como actores políticos denota un sesgo
en la interpretación de las prácticas políticas. En particular, muestra una flagrante indiferencia
sobre a lo que muchos estudiosos refieren como la “esfera privada” a la que las mujeres eran
presuntamente relegadas. Los nuevos estudios del parentesco, como discuto debajo, rechazan
este dualismo como construido culturalmente.
13
E.j. Schneider 1968, 1972 y 1984.
14
Schneider (1968) determinó que los símbolos principales del parentesco americano eran la
sustancia biogenética, representada por la sangre, y un código de conducta, materializado en el
[290]
criticismo, posteriormente denunció que la mayoría del trabajo antropológico sobre el
parentesco hasta la fecha se había basado en la premisa de que la noción de sangre
era universal, transponiendo artificialmente así ideas occidentales a otras culturas. 15 Por
esas razones, rechazó la validez de los estudios del parentesco con las siguientes
palabras: “el parentesco es como el totemismo, el matriarcado, y el “complejo
matrilineal”. Es un no-sujeto. Existe en la mente de los antropólogos, pero no en las
culturas que ellos estudian.”16
El auge de los estudios de género en la década de 1970 estuvo claramente
influenciado por la crítica culturalista prevalente en ese momento, de la cual el trabajo
de Schneider es sólo una posible ilustración. Con su énfasis en el entendimiento de los
símbolos sobre los cuales se construye la cultura, la teoría del género llegó como una
bocanada de aire fresco a la escena de los estudios sociales. Este desarrollo fue visto
por muchos estudiosos como una oportunidad para desprenderse de clasificaciones
socio-culturales convencionales, abandonar diagramas complicados, y comenzar a
deconstruir las categorías analíticas tradicionales. En este contexto el parentesco fue
empujado progresivamente a un segundo plano, mientras muchos de los temas que
eran previamente del casi exclusivo dominio de esta disciplina -e.j. matrimonio, hogar,
procreación- comenzaron a ser tomados por los estudios de género.17
Este divorcio entre el género y el parentesco se originó en una respuesta a un
interés excesivo en la normatividad, pero desafortunadamente causó una fragmentación
duradera entre las dos disciplinas. Una encuesta de bibliografías de algunas palabras
clave en ambos campos muestra que los únicos autores que son citados
interdisciplinariamente son Judith Butler18 y Marilyn Strathern.19 De lo contrario, una
flagrante falta de integración parece ser la regla.
Luego de la descripción de Schneider sobre el parentesco como un “no-sujeto”,
muchos pensaron que los estudios del parentesco morirían. 20 Por el contrario, haber
sido sometido a su severa crítica obligó al parentesco a recalibrar su posición como
campo académico y a reevaluar algunos de sus métodos. Como resultado, la
antropología del parentesco está ahora experimentando una resurrección en dos
frentes. Primero, se está abriendo a nuevas vías de investigación y está proponiendo
marcos interpretativos innovadores basados en un cuestionamiento penetrante de las
categorías analíticas convencionales. Segundo, la proliferación de nuevas tecnologías
reproductivas ha incitado al parentesco a redefinir lo que significa estar en una relación
y a proponer una articulación más matizada entre biología y cultura. 21 Esta remodelación
marco legal de la ley familiar. Sobre la aplicación de la noción de sustancia como una categoría
analítica para el antiguo Egipto, ver Olabarria 2018a: 92-93.
15
Él refería a esta premisa falaz como la “doctrina de la unidad genealógica de la humanidad”;
ver Schneider 1984: 119-120.
16
Ver Schneider 1972: 51. Me parece particularmente sorprendente que dos de los tres “no-
sujetos” que él menciona son temas recurrentes en el campo de los estudios de género.
17
Otros modelos teóricos basados en estudios postcoloniales o críticas marxistas también
jugaron un papel importante en el desplazamiento del parentesco tradicional. Sin embargo, los
estudios de género parecen haber tenido la mayor parte de la culpa, posiblemente por la
centralidad de la cuestión de “desbiologizar” el género, que afecta directamente los supuestos
sobre la procreación y, por lo tanto, el parentesco. Ver e.j. Collier y Yanagisako 1987.
18
E.j. Butler 1993 y 2014.
19
E.j. Strathern 1988.
20
Ver Godelier 2011: 21-22.
21
Para un resumen del impacto de las nuevas tecnologías reproductivas sobre el parentesco,
ver Stone 2006: 277-302.
[291]
de la procreación incide en la construcción del género, mostrando cómo ambas nociones
están completamente interconectadas. Todas estas reconfiguraciones han contribuido
a hacer del parentesco una disciplina mucho más diversificada. En la siguiente sección
presento una de estas tendencias recientes, explorando cómo se cruza con la teoría de
género.
3. Nuevos estudios de parentesco y la noción de relaciones
Uno de los acercamientos más prometedores que surge de la crítica de
Schneider es la tendencia frecuentemente etiquetada como “nuevos estudios de
parentesco”, cuya principal proponente es Janet Carsten.22 Al ser cuestionada sobre qué
es realmente nuevo en este modelo, ella respondió:
“Los nuevos estudios de parentesco son en realidad bastante
parecidos a los antiguos estudios sobre el parentesco. Pero creo que
lo que es realmente importante es que el parentesco no es un tipo de
sujeto abstracto y técnico o no tiene por qué serlo. Se trata realmente
sobre las vidas cotidianas de las personas y la forma en que pensaban
sobre las relaciones que importaban más para ellas.”23
Los nuevos estudios de parentesco investigan aspectos que fueron previamente
descuidados por la antropología -por ejemplo el género, la personalidad, o la
domesticidad, incorporándolos en un análisis que ve al parentesco como culturalmente
construido y delimitado por el contexto.
Las premisas metodológicas de los nuevos estudios de parentesco están
firmemente basadas en la práctica etnográfica, que sirve como un poderoso recordatorio
de la omnipresencia del parentesco. Carsten hizo un trabajo de campo en una aldea de
pescadores en la isla de Langkawi (Malasia) esperando estudiar el status de las mujeres
malayas. Ella era inicialmente indiferente hacia el parentesco, que consideraba como
una disciplina técnica sin ninguna relación con sus ideas sobre las mujeres. Sin
embargo, rápidamente se dio cuenta de que estaba profundamente encarnado en la
vida cotidiana y que era importante entender lo que “ser pariente” significaba para las
personas de Langkawi para percibir los matices de su estructura social. 24
Las observaciones de Carsten sobre la vida durante su trabajo de campo la llevó
a proponer que en esa cultura local el parentesco está basado en la comensalidad
-particularmente el intercambio repetido de arroz- dentro de un espacio doméstico.
Rechazando un acercamiento al parentesco exclusivamente basado en lazos
biológicos, ella propone la noción flexible de “relaciones”25, una categoría abarcadora
que reconoce que el parentesco es construido culturalmente. Numerosos autores han
adherido a las ideas de Carsten, que expandió y elaboró en su trabajo posterior. El
capítulo introductorio a un volumen que ella editó, Cultures of Relatedness, funciona
como una suerte de “manifiesto” de los nuevos estudios de parentesco, ya que subraya
22
Janet Carsten es Profesora de Antropología Social y Cultural en la Universidad de Edimburgo
y colega de la Academia Británica (http://www.britac.ac.uk/user/1268).
23
Esta entrevista de Janet Carsten y su transcripción están disponibles online en Edmonds y
Warburton 2016.
24
Ver Carsten 2014: 222, y Edmonds y Warburton 2016.
25
Ver Carsten 1995: 1997.
[292]
sus premisas principales.26 En adición, su libro After Kinship constituye la síntesis más
detallada de sus ideas.27
Este modelo investiga el parentesco como un símbolo cultural, diluyendo muchas
categorías convencionales de análisis. En este sentido, la crítica culturalista de
Schneider que identificaba la sangre como símbolo era un punto de partida esencial.
Los nuevos estudios de parentesco rechazan la generalización de dicotomías como la
de biología/cultura o privado/público. Así, los elementos que eran tradicionalmente
consignados a la esfera privada, como el género o la personalidad, son traídos hacia el
frente en igualdad de condiciones que la propiedad de la tierra y los derechos
sucesorios. Con los nuevos estudios de parentesco el enfoque ha pasado del
parentesco como herramienta para acceder al dominio político a la construcción de
relaciones entre personas como un asunto por derecho propio.
Otra influencia fuerte es el trabajo del antropólogo Clifford Geertz, quien propuso
que el análisis de la cultura es un esfuerzo interpretativo en la búsqueda de sentido. 28
Los símbolos siempre necesitan ser explicados en sus propios términos y dentro de su
contexto particular. Así, los nuevos estudios del parentesco son anti-universalistas, y
abogan firmemente contra una reificación de cualquier constructo cultural, sea el
parentesco o el género. El uso del término “relaciones” debe enmarcarse dentro de este
anti-universalismo militante, y actúa como un recordatorio de que existen diferentes
formas de relacionarse, de las cuales el parentesco es convencionalmente entendido
como sólo una.
Por último pero no menos importante, los nuevos estudios del parentesco
muestran una clara preferencia por un entendimiento procesual del parentesco. En este
contexto, las relaciones son creadas a través de la práctica, por lo que no puede ser
definido en términos esencialistas. Este carácter procesual de las relaciones es
elocuentemente enfatizado por Carsten: “es en la acumulación gradual de las
experiencias cotidianas a través de la vida juntos en el tiempo -tanto en momentos
rituales como no-rituales- en donde el parentesco adquiere su poder particular”29. Es
decir, para este modelo teórico el parentesco ya no es el reino de “lo dado”, sino también
el reino de “lo hecho”.30 La conceptualización de las relaciones como un proceso
performativo recuerda a las ideas de Judith Butler sobre el género.31 El parentesco,
como el género, es algo que uno hace en lugar de exclusivamente algo que uno es; en
este sentido, la performatividad ilumina la fluidez de las categorías, previamente vistas
como fijas. Butler y otras pensadoras feministas han defendido durante mucho tiempo
la naturaleza promulgada de las categorías de género. Para Butler, el género es
26
Carsten 2000.
27
Carsten 2004. Dado su rechazo al formalismo y la normatividad, no debería sorprender que su
libro no incluye ningún diagrama de parentesco. Esta ausencia, sin embargo, ha sido calificada
como “llamativa” por Déchaux (2008: 236, nota 67), quien nota que “muchos autores de los
nuevos estudios de parentesco son mujeres”. Si bien sus intenciones de atribuir la ausencia de
diagramas -y, por extensión, la falta de pensamiento abstracto- al género de los autores no están
del todo claras, su comentario es indudablemente inoportuno.
28
Ver Geertz 1973b: 5.
29
Ver Carsten 2013: 248.
30
Los nuevos estudios del parentesco han sido criticados por rechazar a la biología en su
definición de parentesco, pero en realidad proponen una articulación de biología y cultura.
31
E.j. ver Butler 2014. Su trabajo está claramente influenciado por otros pensadores del llamado
turno performativo, como Bourdieu (1977: 79-86) y su noción de habitus.
[293]
la performatividad entendida como la interacción de una norma o un conjunto de normas,
y los nuevos estudios del parentesco describen el parentesco en términos comparables.
En este punto es obvio que el parentesco y el género están intrínsicamente
relacionados. El parentesco pertenece a la forma en que las personas crean diferencias
o similitudes entre ellas y otras, y aquellas entre hombres y mujeres son un aspecto
fundamental de este escenario. Incluso cuando esta relación no siempre es explícita,
mucho del trabajo reciente sobre parentesco está influenciado por valoraciones
culturalistas y la empresa feminista de deconstrucción de categorías analíticas
patriarcales.32 De hecho, el género es un elemento importante que genera preguntas
sobre las dinámicas de poder y control social. La articulación de reproducción, fertilidad,
y concepciones del cuerpo ha sido tradicionalmente considerada como el área principal
de interacción entre género y parentesco como se señaló anteriormente en relación a
las nuevas tecnologías reproductivas, pero otras cuestiones, como la concepción del
espacio doméstico o los patrones de inclusión en un grupo parental pudieron también
considerarse bajo esta luz. Cuando uno busca la perspectiva de género, se encuentra
con el parentesco, y a veces es precisamente a partir del parentesco que uno necesita
explicar qué significa esa perspectiva de género.
4. Sobre el matrimonio y formación grupal
Los nuevos estudios del parentesco proveen un fascinante marco teórico pero
son innegablemente difíciles de aplicar en sociedades antiguas. En un contexto donde
la observación participante no es posible, uno podría preguntarse qué metodologías
alternativas podrían ser viables para la incorporación de un modelo basado en el trabajo
de campo inmersivo dentro de nuestro análisis. Propongo que podemos integrarlo
construyendo con conciencia y cuestionando entendimientos o traducciones
convencionales que puedan basarse en esos sesgos interpretativos de los que
intentamos escapar. En este sentido, el trabajo lexicográfico puede ser una vía ideal
para contribuir a la creación de discursos centrados en las relaciones dentro de nuestros
campos.
El estudio de caso que exploro en este trabajo es una expresión a la que llegué
durante mi estudio de terminología del parentesco del antiguo Egipto. Estaba interesada
en desentrañar los significados y usos de una variedad de términos que han sido
traducidos como “familia” por diferentes autores.33 Uno de ellos era la palabra pr,
frecuentemente traducida como casa o unidad doméstica, pero en algunas instancias
referente a un tipo de grupo parental.34 Para obtener una visión matizada del término
observé diferentes expresiones compuestas en las que se presenta. Una de ellas, cḳ r
pr, podría traducirse literalmente como “entrar a una casa”, pero se representa de
manera bastante consistente como “casarse”.35
En el antiguo Egipto las prácticas sociales de casarse, tener hijos, y poder
sostener a la propia familia son registradas como preocupaciones normativas del
32
Ver Carsten 2014: 228.
33
Hay más de doce términos en fuentes primarias del antiguo Egipto que han sido traducidas
simplemente como “familia”; ver siguiente Olabarria, capítulo 3.
34
Ver Olabarria 2018b: 62-64.
35
Ver Erman y Grapow 1926 [= Wb 1, 231.3-5]. Pestman 1961: 10, nota 2. Toivari-Viitala (2001:
74-75) reconoce la ambigüedad de esta expresión y afirma que su traducción es problemática.
Esta expresión me resulta conocida sólo en las fuentes del Reino Nuevo, y la mayoría de los
ejemplos de este trabajo son de las dinastías XIXda o XXma.
[294]
hombre ideal que se hace a sí mismo.36 Todas estas pueden considerarse como
expectativas de género en muchas culturas, pero tienden a ser analizadas desde las
perspectivas de formación grupal, alianza y descendencia, que tradicionalmente se
atribuyen al parentesco. Este es un ejemplo más del entrelazamiento entre género y
parentesco, que se evalúan conjuntamente de manera más productiva.
No hay muchas atestaciones de un uso inequívoco de cḳ r pr como “casarse”. De
hecho, algunas de aquellas consideradas como explícitas han sido en realidad
reconstruidas.37 Uno de los ejemplos más elocuentes es atestiguado en las líneas 2-4
del Papiro Cairo 65739:38
ḏdt.n cnḫ nt niwt irit-nfr […] iw=i ḫpr r ḥms.kw m pȝy=f pr iw=i ḥr bȝk ḥr
ḳt […] ḥr nwyt pȝy=i dȝiw ḫr-ir m rnpt-sp 15 ḥr 7 nrpt n cḳ ir.n=i r pȝ pr n
m-r spȝt sȝ[-mwt] iw šwty rciȝ ḥr spr r-r=1
“Dicho por la ciudadana Iritnefer: [Yo soy la esposa del supervisor del
distrito, Samut] y vine a morar en su casa, y he trabajado […] y
proporcionado mis telas. Y en el año de reinado 15, siete años
después de que me casé con el supervisor del distrito Sa[mut], el
mercader Reia se me acercó.”
La reconstrucción propuesta del término “esposa” está posiblemente gobernada
por el entendimiento convencional de cḳ r pr como “casarse”, así como la alusión a la
tela.39 Sin embargo, otras interpretaciones no deberían ser descartadas. De este
fragmento se conoce que esta “entrada a la casa” puede ser hecha por una mujer,
posiblemente sugiriendo que la mujer se muda a la residencia de su esposo.
Otro ejemplo es encontrado en una carta en el Papiro EA 10244 de la XXma
dinastía en el Museo Británico, también conocido como el Papiro Anastasi V. 40 En las
líneas 13.2-14.6 el texto lee: tw=i rḫ[.kw]-st tw=i cḳ.kw r pȝy=st pr cn, “la conozco; ya he
entrado a su casa”. El contexto de este pasaje refiere a algunas transacciones
económicas durante las cuales una mujer parece haber actuado como apoderada para
recuperar un ganado pequeño perteneciente al autor de la carta. No hay más
información que demuestre que ella y el escritor estaban casados, aunque él insiste en
que la conoce, posiblemente para respaldarse por haberla elegido para representar sus
intereses en este contexto. En contraste con el ejemplo previo, aquí hay un hombre que
hace la “entrada” a la casa de la mujer, algo que también es atestiguado en otros
ejemplos, como el citado Papiro Turin 2021 con Geneva D.409.
También pueden postularse representaciones alternativas de cḳ r pr. Por
ejemplo, el Papiro del Museo Ashmolean 1945.96 ha sido interpretado como el registro
de la negociación de un matrimonio en lugar de un verdadero acuerdo marital. 41 El texto
36
Esto está atestiguado en la literatura didáctica, que subraya la forma de vida y las expectativas
sociales asociadas con la élite; ver Parkinson 2002: 235-241 y Wilfong 2010: 166-167. Ver
también referencias a la Enseñanza de Ptahhotep abajo, especialmente en Hagen 2012: 30-41.
37
Este es el caso del Papiro Turin 2021 con Geneva D.409, ver Černý y Peet 1927.
38
Ver Gardiner 1935.
39
Se sabe que la tela ha sido una parte importante de la escritura de dotación, que ha sido
interpretada por algunos autores como una especie de contrato matrimonial; ver Johnson 1994.
Aunque esta comparación puede no ser apropiada, estos documentos sirven como un
recordatorio de la importancia de la tela en la economía del antiguo Egipto.
40
Ver Caminos 1954: 241-242.
41
Ver Gardiner 1941; Toivari-Viitala 2001: 75, nota 451.
[295]
describe cómo un hombre entra a la casa de una mujer presuntamente para poder
discutir su matrimonio y eventualmente tomar a la hija de esta mujer como su esposa.
Las líneas 20-21 leen: iw ḥry-iḥw pȝ-diw cḳ r pȝy=i pr iw=f irt tȝ-imn-niwt tȝy=w sn cȝ m
ḥmwt iw ink-sw iw pȝy=i sn šri, “y el maestro del establo Padiu entró en mi casa e hizo
de Taimennau, la hermana mayor, una esposa, él estando relacionado a mí, él siendo
mi hermano menor.”
Más aún, hay evidencia suficiente para confirmar que la expresión cḳ r pr también
puede referir a un intercambio sexual fuera del marco de un matrimonio legalmente
vinculante. En una muy conocida carta de la dinastía XIXna, un hombre se queja sobre
cómo su esposa fallecida regresa para perseguirlo a pesar de haberse comportado de
manera considerada con ella tanto en vida como después de su muerte. En un discurso
directo a su difunta esposa en el Papiro Leiden I.371, línea 20, dice: bw-pw=t gmt(=i) ḥr
irt im=t m sḫr n cḥwti ḥr cḳ r ky pr, “no me encontraste engañándote como un trabajador
de campo que entra en otra casa”42. Otro ejemplo de esta interpretación puede
encontrarse en el Óstraco Gardiner 197,43 que registra muchas de las fechorías de
Paneb,44 implicando así que fue de hecho considerado como una transgresión. Aunque
esto parece abarcar dos representaciones diametralmente opuestas, tiene sentido en el
contexto de la civilización del antiguo Egipto, donde no hay evidencia de una celebración
formal del matrimonio, que estaba probablemente marcado sólo por la cohabitación y la
reproducción.
Propongo que el acercamiento a la expresión cḳ r pr a partir de la idea abarcadora
de relaciones puede mostrar que son concebibles otras comprensiones. Aquí no estoy
intentando encontrar una sola representación posible, ya que esto ignoraría la
variabilidad de los contextos en los que ocurre. En su lugar, me enfoco en la necesidad
de leer con conciencia para cuestionar los marcos tradicionales de interpretación.
La Enseñanza de Ptahhotep es un texto didáctico, esto es, esencialmente una
composición literaria que describe las virtudes que se esperan de un miembro de la alta
élite. La narrativa está ubicada en el Reino Antiguo, pero el principal manuscrito de este
texto, el Papiro Prisse, ha sido datado en el Reino Medio sobre bases paleográficas.45
El texto era popular, y existen varias copias de algunos de sus pasajes. El Papiro EA
10409 en el Museo Británico es una versión del Reino Nuevo del texto, y la siguiente
frase se encuentra en la línea 5,6: ir mr=k weȝḥ ḫnms m-ẖnw pr cḳ=k r=f sȝ m sn m ḫnms
r-pw m bw-nb wnn=k im sȝȝ m tkn m ḥmwt, “si quieres perpetuar una amistad dentro de
una casa a la que entraste como un hijo, como un hermano, o como amigo, en cualquier
lugar en el que estés, ¡cuidado con acercarte a las mujeres!”. Interpretar este pasaje
como “si quieres perpetuar una amistad cuando te cases como un hijo…” pierde el
punto, ya que no encaja con el resto de la traducción. La frase podría entenderse
literalmente como “pagar una visita”, significando que uno no debería acercarse a la
mujer en una casa que se está visitando como invitado. Un fragmento de otro texto
didáctico, la Enseñanza de Ani, sugiere que esta traducción unidimensional podría ser
42
Ver Gardiner y Sethe 1928: pl. viii.
43
Este óstraco es ahora Museo Ashmolean 0197. Ver transcripción en Kitchen 1975 [= KRI iv,
159].
44
Paneb era un obrero jefe en Deir el Medina contra quien se formularon varios cargos para
argumentar que no merecía su puesto. El relato más extenso de sus crímenes se registra en el
Papiro Salt 124, mantenido en el Museo Británico; ver Černý 1929.
45
La idea de que este manuscrito del Reino Medio es una copia de un texto más antiguo ha sido
refutada, entre otros, por Fredrik Hagen (2012: 129-131).
[296]
plausible. Una copia del último texto en el Papiro Boulaq 4 dice en las líneas 16.9-16.10
del recto: imi=k cḳ r pr ky r-scḳ=f tr=k, “no entres a la casa de otro a menos que él te
admita respetuosamente”46.
Aparte de esto, cḳ r pr también podría ser indicativo de un tipo diferente de
relación que podría implicar la inclusión dentro de un grupo. Entrar a la casa de alguien
podría así referir a ser incluido en el grupo parental, cambiando efectivamente su
composición. Esto encaja bastante bien con la noción de una unidad doméstica flexible
en la que tanto hombres como mujeres podían entrar en ciertos puntos. Este
entendimiento no es opuesto a la representación convencional de “casarse”, pero el
enfoque de esta acción está ahora ubicado en el grupo en lugar de en un individuo o en
una pareja. Un matrimonio podría verse como un asunto de la comunidad, ya que podría
tener un impacto en la unidad doméstica como un todo. Por esta razón, tomando a todo
el grupo como una unidad de análisis es posible traer el elemento performativo de las
relaciones hacia el frente: los grupos no son entidades fijas arraigadas en la
descendencia, sino profundamente afectadas por la práctica social.
La forma básica de organización social en el antiguo Egipto subyacía sobre
grupos familiares extensos, como se demuestra no sólo a través de la extensa
terminología, sino también a través de la memorialización y la visualización. 47 La forma
en que las relaciones también se construyen a través de la práctica performativa puede
rastrearse hasta cierto punto mediante una exhibición monumental; por ejemplo, realizar
rituales de invocación para un miembro fallecido de la familia crea una relación de una
manera fluida y maleable.48
De hecho, se dice que algunos grupos en el antiguo Egipto se adquirieron a lo
largo de la vida, mientras que en otros pre-existían al individuo, que podía tener acceso
a ellos en diferentes momentos de su vida. Este parece haber sido el caso de un grupo
que aparece en la expresión cḳ r pr, que presumía de una composición dinámica
construida en torno a una agrupación anterior. En la literatura antropológica esto marca
una diferencia entre los grupos centrados en el ego y los centrados en los antepasados,
todos los cuales estaban presentes en el tejido social del antiguo Egipto. 49 De esta
manera, una expresión que se ha utilizado para evaluar la condición de la mujer en el
antiguo Egipto también puede arrojar algo de luz sobre la estructura social y la formación
grupal.
Con este estudio de caso hemos visto cómo el género, el parentesco, y otras
dinámicas de autoridad y poder se interconectan en la construcción de la esfera social.
Los autores influenciados por el feminismo de la tercera ola reconocen que las
identidades de género no pueden ser separadas de otros diferenciales de poder como
la etnicidad, la clase, el status, y la sexualidad.50 Es sorprendente la frecuencia con la
que no se menciona el parentesco entre estas categorías. Aunque está indudablemente
46
Ver Quack 1994: 5-8 y 155-156.
47
Ver Olabarria 2012 y Olabarria 2019, capítulo 4.
48
Ver Olabarria 2018a: 98-104.
49
Para más evidencia para la identificación de pr como un grupo centrado en los antepasados,
ver Olabarria 2018b: 64-67.
50
La interseccionalidad es principalmente asociada con el feminismo de la tercera ola, aunque
la distinción entre diferentes olas -y particularmente entre la segunda y la tercera- no es del todo
clara. Ver Evans 2015, esp. 411-412.
[297]
incluido en el “ilimitable etcétera” que notó Judith Butler,51 y que Lynn Meskell incorporó
en el título de un libro,52 el parentesco merece ser citado explícitamente como un
diferencial de poder esencial en cualquier análisis de identidad. En este contexto, el
parentesco necesita recuperar su rol como forma productiva de estudiar las relaciones
entre las personas. Marilyn Strathern afirma que el género es una cualidad relacional, y
por ello expresado y construido a través de las relaciones. 53 El parentesco debería ser
entendido en términos relacionales comparables.
5. Observaciones finales
En este trabajo exploro cómo la teoría del parentesco puede complementar y
mejorar los enfoques derivados de los estudios de género para lograr una comprensión
más matizada de las sociedades pasadas. Un enfoque relacional y no-esencialista como
aquel abogado por los nuevos estudios del parentesco muestra que ni el parentesco ni
el género son categorías en sí mismos. Necesitan ser evaluados dentro de su propio
contexto socio-cultural, y no pueden ser aislados de otros marcadores sociales. 54 El
breve estudio de caso que presento ilustra cómo un enfoque basado en las relaciones
puede ayudarnos a reintroducir un aspecto relacional y dinámico en nuestro estudio de
prácticas sociales antiguas.
Clifford Geertz, quien proveyó la inspiración intelectual para los nuevos estudios
del parentesco, empleó con fama la analogía de una cebolla para estudiar la idea de
cultura: uno podría empezar a pelar las capas para llegar al centro de la cuestión,
eventualmente dándose cuenta de que la cebolla está hecha de esas capas. 55 La misma
metáfora puede utilizarse también para la noción culturalmente construida de relaciones,
siendo el género y el parentesco dos de las capas que forman la cebolla de la
experiencia vivida. Hoy en día me alegraría que me presentaran nuevamente como
alguien que habla de género, porque el género y el parentesco se informan mutuamente
para construir la noción de relación.
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51
Ver Butler 2014: 182-183. Discute cómo el carácter ilimitable de ese etcétera indica que,
incluso cuando se mencionen tantos marcadores sociales como sea posible, nunca será
plausible hacer una descripción completa y definitiva de un subjeto situado. En una línea similar,
nota que el uso de comas para yuxtaponer aquellos diferenciales de poder como en “género,
sexualidad, raza, clase” puede deberse al hecho de que sus relaciones no son claras; ver Butler
1993: 123.
52
Ver Meskell 1999: 103-106.
53
Ver Strathern 1988: 50:60.
54
Ver Carsten 2004: 82.
55
Geertz (1973a: 37) no menciona explícitamente una cebolla, sino una “concepción
estratigráfica” de relaciones que son peladas. La idea de que esto refiere a una cebolla, mientras
sea plausible, ha sido propuesta por sus lectores.
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