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Stop, Átrévete A Ser Feliz - Espindola, Silvano - Espindola, Patricia

El libro '¡Atrévete a ser feliz!' de Silvano y Patricia Espíndola busca proporcionar herramientas para lograr la felicidad en el matrimonio, enfatizando la importancia de la individualidad, la colaboración entre pareja y la inclusión de Dios en la relación. Se dirige a hombres y mujeres que desean superar la mediocridad en sus matrimonios y alcanzar la excelencia y la felicidad. A través de anécdotas y reflexiones, los autores abordan las diferencias entre los géneros y la necesidad de un amor desinteresado para construir un matrimonio sólido.
Derechos de autor
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Stop, Átrévete A Ser Feliz - Espindola, Silvano - Espindola, Patricia

El libro '¡Atrévete a ser feliz!' de Silvano y Patricia Espíndola busca proporcionar herramientas para lograr la felicidad en el matrimonio, enfatizando la importancia de la individualidad, la colaboración entre pareja y la inclusión de Dios en la relación. Se dirige a hombres y mujeres que desean superar la mediocridad en sus matrimonios y alcanzar la excelencia y la felicidad. A través de anécdotas y reflexiones, los autores abordan las diferencias entre los géneros y la necesidad de un amor desinteresado para construir un matrimonio sólido.
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iviilvano y Patricia Espíndo

y casi NlfMGUNO
guía
Dr. Silvano y Patricia Espíndola

Dedicados a la excelencia
-a misión de Editorial Vida es proporcionar los recursos

necesarios a fin de alcanzar a las personas para Jesucristo y


ayudarlas a crecer en su fe.

STOP ¡ATRÉVETE A SER FELIZ!

Publicado por Editorial Vida


Miami, Florida

©2006 Silvano y Patricia Espíndola

Edición: Madeline Díaz

Diseño interior y de cubierta: Goodldea Productions Inc.

Derechos reservados

ISBN: 0-8297-4607-2

Categoría: Vida cristiana / Vida práctica / Ánimo y Consejería

Impreso en Colombia
Printed in Colombia

06 07 08 09 10 V98765432 1
C o N T
Digitized by the Internet Archive
in2010

http://www.archive.org/details/stopatreveteserfOOespi
GRADGCIMIGNTOS

A mi esposa por su amor, su sabiduría y sobre todas


Patricia,
las cosas por su interminable pasión y amor por el Señor, los
cuales día a día me contagia.
A mis cinco fierecillas, David, Pablo, Marco, Silvana «la ita»
y Timoteo, que son para Pato y para mí como «profesores de
lujo» que nos enseñan y capacitan a diario sobre el difícil pero
apasionante arte de ser papas.
A mis padres Julio y Tere. A mamá porque desde muy chi-
quito, al morir mi papá, me enseñó cómo ser papá y mamá a la
vez, estoy convencido de que no sería lo que soy si «la Tere» no
hubiera sido mi mamá, gracias.
A porque es un regalo inmerecido de parte de Dios,
Julio,
nunca tendré las palabras justas ni suficientes para decirle cuán-
to lo admiro, cuánto lo amo y cuánto veo al Señor en su vida,
gracias.

Aunque parezca una no me importa... toda


frase gastada,
mi gratitud para el más importante, para el más grande, para

el que se ganó nuestro corazón, para el dueño absoluto de

nuestras vidas, para lo mejor que tenemos... para Jesús nuestro


Señor.
A tantos escritores mejores y más conocedores del tema que
nosotros, y a todos los que leerán este libro, «lo pondrán en
práctica» y nos harán llegar sus testimonios
GDICATORIA
Este libro ha sido escrito y dedicado para todos los hombres
casados o solteros, así como para todas las mujeres casadas o
solteras, que quieren ser felices de verdad.
las parejas que aborrecen la mediocridad, que no
Para todas
se conforman con un mal matrimonio, con un más o menos
buen pasar, con tener una buena pareja... este libro es para
todos los que anhelan la excelencia, la cual en el matrimonio es
sinónimo de «felicidad».
Tampoco queremos olvidarnos de nuestro club de «Atrevidos
FC.» (Full Compromiso [Compromiso Total]) y dedicamos este
libro a todos nuestros queridos e intensos afiliados «atrevidos»
(aquellas personas que se atreven a hacer cosas que otros no
hacen... como ser felices).
NTRODUCCION
Tenemos la absoluta seguridad de que estamos depositan-
do en tus manos no un libro, sino una herramienta eficaz,
un «cómo» factible para que puedas ser feliz de verdad.
Todo lo que emprendemos, estudiamos o analizamos tiene
que hacerse bajo una cierta perspectiva, y anhelamos que la
lectura de este libro no sea la excepción y que la hagas bajo la
óptica de que el matrimonio es una relación de uno, de dos y
de tres.

De uno
Es necesario entender que el matrimonio es un equipo, pero
a su vez está formado por individualidades... y si estas son bue-
nas mejor es el equipo.
Yo he escuchado decir en un ámbito donde me desenvolví
gran parte de mi vida, el fútbol, que cuando aparecen las indi-
vidualidades se arregla y se gana el partido.
IB Sie;^^trév€t€ a ser G^liz!

Por ejemplo, en la que saben dicen


selección Argentina, los
que si las andan bien podemos ser campeones
individualidades
del mundo (espero que para cuando salga este libro al público
esté festejando el título ganado por Argentina en Alemania)...
¿Y por qué no? Es mi libro y puedo escribir mi deseo.
Pasado este momento de ilusión, volvamos al tema, en el
matrimonio las individualidades también son fundamentales, y
a través de esta lectura serás de continuo empujado, desafiado
y animado a hacer lo que tienes que hacer sin importar lo que
el otro haga o diga.

Muchos matrimonios fracasan porque uno de sus integrantes


no hace nada porque el otro tampoco lo hizo. Así caen en un
ciclo que se vuelve mortal para la pareja, de ahí lo fundamental
de entender, asimilar y creer que el matrimonio primariamente
es una relación de uno.
Nada ni nadie puede impedirte hacer lo que tienes
que hacer... solo tú mismo.

De DOS
Es dramáticamente necesario entender que este es un equipo
de dos y mixto, o sea formado por un hombre y una mujer, los
cuales por lo general (por no decir siempre) son diferentes...
muy diferentes. Y aunque parezca extraño, porque las personas
saben esto, el hombre espera que la mujer reaccione como él y
la mujer espera que el hombre reaccione como ella.

Créanme, si no entienden esta parte su equipo no tendrá nin-


guna posibilidad de éxito, ni siquiera de hacer un buen papel.
Más adelante se encontrarán con algunas diferencias básicas
entre el hombre y la mujer, y
si el nuevo y espectacular libro
quieres encontrar otras lee
Monólogos de Dante Gebel. Sin embargo, en este punto quiero
enfocarme en las diferencias básicas entre dos seres humanos:
en sus temperamentos, los cuales definen el carácter; en sus
mentalidades; en la velocidad e intensidad de sus reacciones.
No estoy profundizando en detalles de formación ni de expe-
riencias ni de herencias, estoy hablando de lo básico y prima-
rio. . . ¿está claro no?
Permíteme darte un ejemplo:
Introducción 13

¿Qué es lo que más nos molesta de nuestras esposas, lo que


más nos hace enojar: lo que nos dicen o cómo nos lo dicen?
Piensa por un momento y saca tu propia conclusión, que yo
espero sin tratar de insinuarte la respuesta... ¿Ya tienes la res-
puesta?... Afirmativo, has dado la contestación correcta, lo que
más nos molesta es la manera como nos lo dicen.
He encuestado hasta el día de hoy a 355.000.036 hombres
y todos han dado la misma respuesta, así que creo que ya voy
a detener la encuesta.
Con humildad, quiero informarles a todos los hombres que
después de dieciocho años de feliz matrimonio he encontrado
la solución para este gran problema. Cuando Patricia me decía
las cosas no me fastidiaba lo que me decía (ya que por lo gene-
ral tenía y tiene la razón) sino cómo me lo decía; de inmediato

me bloqueaba, me cambiaba la cara, el tono de mis respuestas,


y desaparecían los deseos de agradarla y de darle la razón, co-
menzaba a justificarme o a tratar de dar explicaciones que lo
único que lograban era encender más el fuego.
Hasta que un día, no recuerdo cómo. Dios me abrió el en-
tendimiento y me hizo llegar a la siguiente conclusión: ¿Por qué
quieres que ella reaccione y hable como si fuera una flemática
si es colérica? Vaya, dije, claro yo había estado equivocado por

mucho tiempo.
Ahora ya no me molesto por «cómo me lo dice», pues entien-
do que es apenas lógico que una persona de temperamento
fuerte levante la voz y se acelere, ella no está tratando de fal-
tarme el respeto sino que es su manera de expresarse y sacar lo
que tiene dentro; he aprendido a escucharla, acepto su manera
irritable de decir las cosas y ella acepta mi pausada reacción
sanguíneo-flemática.
No hay equipo bueno sin equilibrio, no todos pueden ser
delanteros ni todos defensores, es fundamental entender que
las diferencias temperamentales con nuestra pareja han sido
puestas allí por el Dios sabio que nos complementa a la perfec-

ción, mezclando el aceleramiento con la paz para que no nos


estrellemos ni vayamos demasiado lento.
Entender que el matrimonio es una relación de dos es com-
prender y aceptar que somos diferentes y que no hay manera
de funcionar bien sin la continua dosis del verdadero amor, que
\¿\. S;e;5^trév€t€ a s€r G^liz!

de forma y profunda dice: «No busques lo tuyo, busca


sencilla
para hacer feliz al otro, no hay espacio para el
lo del otro, vive
egoísmo y no importan las fallas, ya que este amor cubre mul-
titud de ellas».

¿Quieres ser feliz?,,.


Vive para hacer feliz a tu cónyuge.

De TRGS
Aquí es donde el equipo se vuelve invencible, aquí radica el

secreto.

En la última boda que me tocó ministrar al finalizar la cere-


monia le dije a la joven pareja:

¿Quieren saber el secreto de mi matrimonio?
—Claro que —contestaron.

—Hemos logrado formar y mantener un matrimonio de


tres.

momentos más bravos dejamos al Señor afuera, ni


Ni en los
siquiera cuando hemos estado enojados. Partimos de la base de
que Dios no tiene la culpa, no entiendo por qué los cristianos
cuando nos enojamos no queremos hablar con Dios, como si
lo castigáramos. Dios no tiene la culpa de nuestras necedades,
ni de nuestras rebeldías, ni de nuestros pecados.
Te aconsejo que aceptes que él no tiene la culpa y que aun
enojados oren igual, todo cambia cuando él entra a la cancha.
Hay equipos a los que les está yendo mal, y no los entiendo,
tienen a Maradona y a Batistuta en el banco de suplentes y no
los ponen a jugar, seguro que si lo hicieran arreglarían el parti-
do y terminarían ganándolo por goleada.
Hay matrimonios a los que les está yendo mal y tienen a Dios
a un lado, y no lo dejan entrar en sus vidas. ¿Qué están espe-
rando? Denle su lugar al Señor y verán cómo les arregla la vida
y les da felicidad y paz.
El cordón de tres dobleces no se rompe.

Ahora no más preámbulos, si estás dispuesto a darle la


sí,

vuelta a esta página considerano abandonar hasta terminar, y


no esperes a terminar para empezar a aplicar.
Introducción 15

Y si no vas a terminar ni aplicar... ni le des la vuelta a la


que quiera ser feliz,
hoja, haz algo mejor, regala este libro a otro
porque gente deseosa esperando una solución hay en todos
lados.
Sin embargo, Dios ha puesto este libro en tus manos, y mi
consejo es que no lo sueltes hasta que no descubras por qué lo
hizo.
u

GRAN DESAFIO
D€ LA <M¡.
AMILIA

rs^i
RISTIANA
^"^r^n hogar estable, fuerte, cálido y seguro es quizás
^// ^^el deseo más grande de todas las familias de la
(A/ importar la raza, el color, el continente
tierra, sin
o las costumbres. Y
a su vez es una necesidad imperiosa del
mundo de hoy, ya que a donde quiera que nos volteamos nos
encontramos con familias sufriendo, divorcios, niños traumati-
zados, ambientes llenos de peleas, celos, maltratos, griterías y
discusiones.
Y lo más doloroso es que estos son matrimonios que se unie-
ron con la ilusión de ser felices, pero todo quedó solo en eso,
una ilusión.
18 SjeJ^^trévGtG a S€r (3^l¡z!

Panorama dg la familia actual


El panorama de la familia del siglo veintiuno es crítico, dra-
mático, carente de estabilidad, ya no representa el refugio es-
table y seguro de otros tiempos no tan lejanos, los votos ya no
son el punto vital de la ceremonia matrimonial, donde la nueva
pareja podía descansar con confianza. Si hoy los quitaran, creo
que pocos se darían cuenta.
Extrañamos mucho a aquellos hombres de verdad, que
cuando daban su palabra todo el mundo sabía que la sosten-
drían hasta las últimas consecuencias, y a aquellas mujeres
respetuosas, que antes de respetar a sus maridos se respetaban
a sí mismas.
Hoy palabra de los hombres casi no tiene valor, los hom-
la
no existen, vivimos rodeados de caricatu-
bres de principios casi
ras de hombres que solo alcanzan el nivel de la mediocridad...
ique piensan que con sus tres «pro» —
^protección, provisión y
procreación —
ya cumplieron! Algunos de ellos parecen estar
esperando la más mínima oportunidad para salir corriendo.
¿Y las mujeres respetables? Están en vía de extinción. En su
carrera por igualarse con los hombres han perdido la razón de
su existencia: ser la ayuda idónea, el complemento ideal del
hombre, cuidadosas de su hogar y edificadoras de sus casas.
Hoy las cifras de adulterios por parte de la mujer son casi es-
candalosas, tema que hace algunos pocos años ni siquiera se
mencionaba.
Otra cifra que crece a pasos agigantados es la de los niños de
padres separados, he escuchado a algunos padres decir: «Ellos
entienden» o «Es lo mejor para ellos», sería bueno preguntarles
a los niños qué piensan y sienten.
No estoy proponiendo que «aguanten por los niños», si así
fuera este libro no existiría. Estoy plenamente convencido de
que muchas parejas que se han separado lo han hecho creyen-
do en realidad que era lo mejor y que ya no había arreglo. Sin
embargo, también estoy convencido de forma absoluta de que
carecieron de las herramientas necesarias para hacer las cosas
bien. La mayoría de los que se han dado una segunda oportu-
nidad y lo han reintentado lo único que hicieron fue «volver a
la casa, poner lo mejor de sí y aguantar lo más posible», para
irse a la postre «engañados» con la conciencia tranquila de que
lo intentaron todo y en definitiva no dio resultado.
El gran desafío de la familia cristiana 19

La mgntira sobrg gl matrimonio


Vivimos rodeados y bombardeados por los medios, que pre-
sentan de continuo como solución a los problemas matrimo-
niales el «cambio de sucede con tanta frecuencia
figura», lo cual
que la nuestra es ya una sociedad con
el rótulo de «desecha-

ble», todos se sienten usados y tirados a la basura.


Ya nadie cree en el matrimonio, ya nadie cree en la fidelidad,
ya nadie cree en la felicidad, ya nadie cree que exista un futuro
diferente, ya nadie cree que se pueda cambiar, ya nadie cree en
nada ni en nadie.

Anécdota
Un par de meses atrás fui a una carnicería argentina a comprar
carne para agasajar a mi querida suegra que estaba de cumpleaños,
mientras me preparaban el pedido, el carnicero se puso a conversar

con una mujer de unos cuarenta años (eso fue lo que ella dijo). Le
contó que se había casado y después le hizo la pregunta que pienso
que ninguna persona soltera que esté por encima de los cuarenta años
quiere escuchar: «¿Y tú, ya te casaste?» La respuesta de ella creo que
resume el dolor, la amargura, la resignación y a la vez la rabia acumu-
lada, en fin... es el producto final del trabajo publicitario del diablo,

el grito del inconsciente colectivo, engañado, de la sociedad actual:


«¿Yo?, no, ¿para qué? No me compliqué la vida a los veinte, ¿para qué

me la voy a complicar a los cuarenta?»

Yo solo escuché, en ese momento traían mi pedido, hubiera que-


rido decirle muchas cosas, decirle que Dios tiene otro plan para ella,

que no tiene que seguir cenando en la más dolorosa mas no


soledad,

dije nada, solo elevé una oración por ella que estoy seguro que mi
Señor escuchó.

Sé que esta señora es una representación de una gran parte


de nuestra sociedad, que vive envuelta en una rutina asfixiante
y oscura. Dios es el único que puede llenar todos sus vacíos y
transformar por completo su realidad.
Este panorama, por desgracia, está conduciendo a que los
jóvenes no se quieran casar, y los que toman la decisión de
hacerlo reciben de la sociedad una mirada incrédula y la pre-
gunta: «¿Están seguros?»
20 #;e;?^rév€t€ a S€r (^liz!

Esta pregunta no refleja el deseo de que no se equivoquen,

es la misma que
interrogante se le hace a aquellos que están
parados al borde de un precipicio con el mar al fondo a punto
de saltar. Esa pregunta encierra caras y expresiones de terror,
duda, lástima, impotencia, desesperanza y resignación. Nadie
lo dice... pero son pocos los que en realidad creen que funcio-
nará.

La vgrdad sobre gl matrimonio


En verdad me duele y me molesta que se venda la idea de
que el matrimonio no es lo mejor cuando en realidad es el esta-
do ideal para un hombre y una mujer. ¿Acaso ya han olvidado
lo que Dios dijo, después de crear al hombre? «No es bueno
que el hombre esté solo, le haré una ayuda idónea, ideal, ade-
cuada para él» (¡Fíjense que no dijo: «Le haré varias ayudas
idóneas»!).
También el matrimonio es el estado ideal para los hijos.

Parece como si el mundo hubiera perdido la capacidad de


ver y oír el llanto y el dolor de los niños, las lágrimas de los
divorciados, los fines de semana eternos de los solitarios, las
heridas de los traicionados, la amargura y el resentimiento de
las víctimas del adulterio.

Es hora de empezar a cambiar esta película de terror por una


comedia en la que la gente vuelva a sonreír, donde vuelvan a
creer que se puede ser feliz y vean de nuevo que Dios no los
ha olvidado.
No obstante, para eso hay que vencer la ignorancia y prepa-
rarse (este libro tiene ese fin), hay que crear espejos para que

los jóvenes vean que sí Y para eso, si me permiten


es posible.
usar una frase «hay que meter a Dios en el partido»,
futbolística,
no lo podemos dejar afuera, él es el que arregla el partido y nos
conduce a la victoria.

Gl propósito dg gstg libro


A través de más de años de pastorado he visto
diecisiete
pasar a cientos de parejas por mi oficina, ya fueran novios,
matrimonios o uniones libres (personas que han decidido vi-
vir juntas sin unirse de forma legal en matrimonio), buscando
orientación.
El gran desafío de la familia cristiana 21

Y permítanme una aclaración antes de continuar: Conside-


ramos que existe una unión libre cuando la pareja tiene dos o
más años de convivencia demostrables. En muchos países una
pareja que lleva viviendo junta ese tiempo se considera de he-
cho una unión, y si hay una separación tiene los mismos efectos
legales que la de un matrimonio legítimamente constituido.

No condenamos la unión libre, ya que en casi todos los casos

las parejas obran de buena fe y en ignorancia de lo que en rea-


lidad le agrada a Dios. Tampoco la avalamos, sino que cuando
llega una pareja en esa situación a nuestra iglesia los animamos
a que lo más rápido posible inicien los pasos del proceso de
matrimonio, porque la idea es que la pareja haga las cosas bien
y permanezca dentro de los parámetros de Dios, y no andar
legalizando el pecado así porque sí.
Ineludiblemente tienen que legalizar su situación delante de
la ley civil y de Dios, porque creo con firmeza que el estado de
bendición aprobado por Dios para una pareja es el matrimonio.
Es allí adonde Dios envía su bendición y es allí adonde lo más
rápido posible deben conducir su relación estas parejas.
Hecha esta necesaria aclaración, continuemos. Al ver a tal
cantidad de parejas necesitadas de consejo, deseosas de formar
un hogar cristiano, con la mejor intención pero carentes de he-
rramientas para logrado, es que me dispuse a profundizar en
este tema tan necesario, tan urgente y tan dramático. Y Dios en
su misericordia, en realidad es así, nos dio unos puntos sencillos
para guiados no solo a formar una familia cristiana, sino a un
reto mayor, al gran desafío de transformar esa familia en un
hogar
Este libro no tiene el objetivo de engrosar tu biblioteca, ni de
que acumules más conocimientos sobre el tema, sino de trasmi-
tirte vida. No es mi deseo darte métodos, sino formas sencillas y

factibles de hacer realidad la Palabra de Dios en tu vida familiar


y matrimonial.
En realidad no es mi intención que sea un libro más, sino
más bien una invitación de alguien que es feliz en su matrimo-
nio y en su familia, una invitación a que te sumerjas de cabeza
en la fascinante y atrevida aventura de ser feliz.

Anhelo que este libro seaun instrumento que te ayude a en-


contrar respuestas, a descubrir el camino correcto. Quizás te rías
#ie;^^trév€t€ a ser (^liz!

o porque seguro verás tu vida, tu matrimonio y tu familia


llores
reflejados en las siguientes páginas; y tal vez te encuentres con
conceptos que chocarán de frente con lo que siempre creíste y
con lo que la sociedad dice. No los deseches antes de analizar
las razones y los argumentos que expondré.

Seré directo y sin rodeos, porque no pienso buscar palabras


lindas, rebuscadas, místicas, ni adornadas. No es mi estilo. Sé
que Dios me ha dado una manera sencilla y directa, por eso
quiero que te sientas como si estuvieras charlando con un ami-
go, con un café de por medio,
al que le interesa tu vida y está

dispuesto a decirte verdad, sin importar cual vaya a ser tu


la

reacción... y a tenderte una mano, porque no lo dudes... todos


necesitamos aprender... todos necesitamos ayuda... nadie nace
sabiendo y en estos asuntos menos. Sin embargo, creo que
arrancamos bien, ya que el hecho de que estés leyendo este
libro dice que quieres aprender, y si Dios lo puso en tus manos
no lo sueltes hasta descubrir por qué lo hizo.

La gran promgsa
que vamos adelante! Lo que dice Dios en Jeremías 29:
¡Así
11 : muy bien los planes que tengo para ustedes
«Porque yo sé
— afirma el Señor —
planes de bienestar y no de calamidad, a
fin de darles un futuro y una esperanza»... les para ti!

Presta mucha atención a las tres palabras más importantes


de este versículo: «Afirma el Señor». Porque si lo que dice allí lo
afirmara yo o alguna otra persona, estarías en todo tu derecho
a dudarlo, y si quieres hasta a desecharlo, pero qué bueno para
todos que el que afirma esto es el que no miente ni cambia.
Créeme, el matrimonio feliz existe, el hogar que siempre so-
ñaste existe, descansan sobre esas palabras del Señor, y no te
voy a mentir, requieren esfuerzo para perseverar, valentía y osa-
día para creerle a Dios, sabiduría para actuar en el momento y
lamanera adecuados, y coraje para dar el primer paso y hacer
cosas que quizás nunca te imaginaste hacer.

Gl gran dgsafío dg la familia cristiana


Podrías estar pensando: Bueno Silvano, no demos más vuel-
tas, ¿cuál es gran desafío de la familia cristiana?
El gran desafío de la familia cristiana 23

Ya voy a decir, primero veamos lo que


te lo la gente contestó
al ser interrogada sobre este tema:
Permanecer unidos: 45%
Agradar a Dios: 10%
Servir a Dios: 10%
Criar bien a sus hijos: 5%
Ser felices: 5%
Trabajar juntos y prosperar: 2%
Vencer la soledad: 1%
No tenían la menor idea: 22%
Bueno, no más preámbulos... el gran desafío de la familia

cristiana es:Transformarse en un hogar cristiano


¿Quééé? ¿Tanta expectativa para esto? Que hasta parece
decir lo mismo, que no tiene palabras atractivas como éxito,
poder, grandioso, prosperidad, bendición, abundancia. .. yo en
realidad esperaba otra cosa.
No te apures, porque de aquí en adelante comenzaremos a
hilar fino, así que guarda tu furor, porque lo necesitarás más
adelante.
u

2.,A DIF€R€NCIA

(3^
AMILIA Y

OGAR

La familia cristiana
^"^r^na familia cristiana no es lo mismo que un hogar
^i / ^-^ cristiano.
t^ Es relativamente fácil formar una familia cristiana,
para hacerlo solo necesitamos que un hombre y una mujer cris-
tianos se unan en matrimonio y tengan un hijo... y ya tenemos
una hermosa familia cristiana.
Hay millones de familias cristianas, pero déjame decirte que
por desdicha el porcentaje de hogares cristianos es muy bajo.
26 Sie;^^tr|v€t€ a s€r(^l¡z!

El hogar cristiano
Un hogar cristiano no es lo mismo que una familia cristiana.
Para poder definirlo mejor permíteme analizar esta frase pa-
labra por palabra.

1. Hogar
En mi a la chimenea o
país, Argentina, al lugar donde arden
los troncos en invierno para dar calor se le llama «hogar». De
ahí es que para mí el hogar:
• Es un lugar cálido.
• No es un lugar físico, sino donde quiero estar, mi refugio.
• Es a donde anhelo llegar rápido después del trabajo.
• Es donde el ritmo frenético del mundo no tiene acceso.
• Es donde las preocupaciones del trabajo no tienen cabi-
da.
• Es donde las obras de la carne, como lo son las peleas, las
discusiones, las griterías, los celos enfermizos, los adulte-
rios y las borracheras, no tienen lugar para habitar.
• Es donde la desconfianza que destruye no existe.
• Es donde la inseguridad emocional o sentimental no se co-
noce.
• Es donde la frialdad y la indiferencia conyugal no tienen
razón de ser.
• Es donde (en mi caso) el pastor deja su rol (aunque soy
el pastor de mi casa) y se transforma en el papá y en el
amado esposo que mi esposa espera con entusiasmo.
Al entrar allí me encuentro con mis cuatro príncipes: David,
Pablo, Marco y Timoteo, y con mi princesita Silvana (aunque
ella dice que es la reina). Y por supuesto con mi reina Patricia.
Seguro que algún mal pensado estará cavilando: «Este, de
modo indirecto, nos está diciendo que él es el rey». Y sí, de
repente en mi casa lo soy, pero eso sí, un rey integral, porque
lavo, plancho, barro, trapeo y hago todo a la par de la reina y
de los príncipes, y no se me ladea la corona.
JAhh! El hogar... definitivamente es el lugar donde habita el
calor del amor, la frescura de la alegría, la calma de la paz, y
donde de continuo hay tiempos de refrigerio para sus habitan-
tes en la presencia de Dios.
La diferencia entre familia y hogar 27
¡E];! Silvano, baja a la tierra un poquito... ¿y los problemas?
Ah sí, de eso también hay, pero por lo general la mayoría los
arregla mi Papá, el verdadero Rey...
¿Y la minoría?
¿Esos? Todavía no los he podido solucionar, porque son los
que estoy tratando de resolver yo. .

2. Cristiano
Aquí lo esencial es que Cristo está presente. Las actitudes, las
palabras, los hechos de ese hogar se identifican con las actitu-
des, palabras y acciones de Jesucristo.

Aunque parezca obvio igual debo decirlo: No puede existir


un hogar cristiano donde no esté Cristo, donde no habite Cris-
to, donde no mande Cristo, donde no se adore a Cristo, donde

no se refleje, ni se respire a Cristo.


Sin embargo, hay muchísimas familias cristianas donde habi-
ta el Señor, pero en un rincón de la casa, parece un inquilino,
no tiene voz ni voto. Allí no manda Cristo, no se adora ni se
refleja a Cristo, es un lugar a donde el esposo no quiere volver
rápido, donde la esposa vive en una total inseguridad emocio-
nal y sentimental, y donde la desconfianza, las discusiones, los
celos, la frialdad y la indiferencia son el pan de cada día.

Creo que es en la actitud de los esposos con respecto al de-


seo de regresar a sus casas donde quizás se halle una de las
más grandes diferencias entre una familia cristiana y un hogar
cristiano, ya que en los casos que solo existe una familia cris-
tiana el hombre definitivamente no quiere volver rápido a su
casa. «¿Para qué?», dicen. «¿Para pelear, discutir y gritar? No,
gracias». Pero cuando existe un hogar cristiano los esposos y
padres están desesperados por volver y estar allí.

Anécdota
Mi esposa Patricia y yo estábamos viviendo en Buenos Aires, Ar-
gentina. Ya éramos pastores pero todavía jugaba fútbol profesional.
Recuerdo que cuando terminaban los entrenamientos al mediodía,
me bañaba y vestía a la carrera, pues estaba desesperado por irme a
mi casa donde mi esposa me esperaba. Mis compañeros me decían
textualmente:
28 9 l^j^trévete a ser O^liz!

— ¡Para! ¡Para! ¿Adonde vas tan apurado?

—Voy a ver a mi esposa.

— ¿Para qué? ¿No ves a la bruja todos los días?

Yo me reía y me iba... Lo de bruja no era una alusión personal a


mi esposa, sino que en el ámbito del fútbol profesional argentino,
no sé si será así ahora, se les decía cariñosamente a las esposas brujas

(¡Aunque algunas en realidad lo eran!).

En ese tiempo no podía entenderlos como los entiendo hoy.

Algunos llegaban a sus casas a las ocho o nueve de la noche, y no


es que hicieran algo malo, se quedaban jugando billar o cartas o ha-
blando, pero ese no era el punto, sencillamente no existía el deseo de
volver a casa, tenían casas, tenían familias... pero no tenían hogares.

Hombre, si el deseo de volver a tu casa está muerto o se está


muriendo, este libro es para ti. Mujer, si la desconfianza y la
inseguridad emocional y sentimental son tu pan de cada día,
este libro es para ti.

Quizás algunos no quieran leerlo hoy, sino será mañana.


Pero el día que quieras disfrutar de un hogar, este libro te estará
esperando. Sin embargo, ¿para qué perder tiempo? ¡Que sea
hoy!
¿Por qué?
Porque esto no es cuestión de sufrir y aguantar, sino de dis-
frutar la vida .

Hoy es un buen día para empezar a construir el hogar que


siempre soñaron, vamos anímense, sé que no se van a arre-
pe ntir.

CONSTRUYGNDO GL HOGAR CRISTIANO


La construcción del hogar cristiano comienza por el matrimo-
nio, por la relación del hombre y la mujer.
Esposo y esposa, presten atención a lo siguiente: Ustedes
empezaron con la idea de formar una familia y ahora se están
dando cuenta de que lo que tienen no es lo que soñaron. Uste-
des anhelaban un hogar, pero ahora vislumbran que un hogar
no nace de forma espontánea ni por casualidad ni por suerte,
hay que trabajar, no basta con solo desearlo.
La diferencia entre familia y hogar 29
Hay que atreverse a dar los primeros pasos. Es como apren-
der a caminar o a andar en bicicleta, al principio cuesta un
poco pero después es fácil, y lo mejor, uno quiere más; el que
aprendió a caminar ahora quiere correr. Así ocurre con el hogar
cristiano, cuando uno empieza a recibir los primeros frutos ya
no quiere detenerse, quiere más... y te tengo una gran noticia,
en el hogar cristiano siempre hay más de la mano de Dios.
El anhelado hogar descansa sobre columnas que hay que
construir y dos de las más importantes son: el reino privado y
los cimientos.
RIVADO
1observar el panorama de los matrimonios de estos
tiempos, veo que la sociedad los trata como si fueran
una democracia, todos opinan, todos se creen con el
de criticar y de juzgar, y en muchísimos casos los de
afuera (padres, suegros, amigos, parientes en general, lejanos
o cercanos, autoridades de la iglesia, etc.) creen tener la autori-
dad para inmiscuirse y tomar decisiones por ellos.

He visto cómo varios matrimonios se acabaron por culpa de


terceros, presión de afuera; y se separaron, en algunos
por la

casos, sin siquiera desear hacerlo. He visto morir a varios matri-


monios y familias por el envenenamiento de terceros.

Quiero informarles a todos matrimonios y a todos los


los
interesados en los matrimonio no es una demo-
mismos que el
cracia. Y decirle a los terceros, por más buenas intenciones que
tengan, que mantengan la distancia y con sabiduría y amor se
abstengan de las críticas y los comentarios hirientes acerca de
32 #;ej?^rév€t€ a ser (^liz!

uno de los cónyuges, en otras palabras, que no se inmiscuyan


sin el absoluto consentimiento de la pareja... ¡de los dos!
Por este motivo la creación del reino privado es el primer paso
en la construcción del hogar cristiano, ya que es de imperiosa
necesidad privatizar el matrimonio si de verdad existe el deseo
de ser felices, lo cual es el deseo de Dios para cada pareja.

Todo reino tiene un rey (si el tu\;o aún no lo tiene, deberías


ahora n}isinno solucionar ese tema y darle a Jesús tu corazón y el
trono de tu casa), y este no es la excepción: el rey de este reino

es el Rey de reyes, Jesucristo. También debe tener habitantes,


son solo dos: el esposo y la esposa. Tal cosa le
este los tiene, y
da un carácter de exclusivo y de no estar abierto al público, por
más respetable que sea es absolutamente privado.
Como todo reino que se respete tiene enemigos, por eso
debe poseer murallas que tienen que ser custodiadas celosa-
mente, ya que cualquiera de estos enemigos, si logra penetrar
los muros, tiene el poder de destruir el reino privado. Así que
hay que tener mucho cuidado y conocerlos, para cuando apa-
rezcan impedir su ingreso.

Los ENEMIGOS DEL REINO PRIVADO


(Pongan algunos nombres sobre las líneas)

1. La parentela
2. Los hijos

3. La iglesia

4. Los amigos
5. El trabajo

6. Las finanzas

Silvano, ¿estás seguro de que estos son mis enemigos?


Tuyos no, pero de tu reino privado absoluta y decididamente

1. La parentela
Creo que es necesario marcar la diferencia entre familia y
parentela.
El reino privado 33

Familia: Está constituida por el esposo, la esposa, los hijos


de la pareja o los que viven bajo el mismo techo, lo que llama-
mos «el núcleo familiar».
Parentela: Son los que tienen algún vínculo familiar, pero
están por fuera de lo que llamamos el núcleo familiar, aquí se
encuentran: los padres, los suegros, los hermanos, los primos,
los tíos, los abuelos, los nietos, etc. Quizás alguno de estos pue-
da incluso vivir bajo el mismo techo, pero de todas maneras
pertenece a la parentela.

También hay que tener en cuenta un tema muy delicado: ¡os


hijos por fuera del actual matrimonio. El manejo de este asunto
es muy complicado y desencadena una situación de continuo
conflicto, que además por lo general va acompañada de una
alta dosis de cargo de conciencia por no poder tener a esos
hijos viviendo con uno y otras cuestiones. El mal manejo de
esta situación está destruyendo familias que están luchando por
convertirse en hogares.
Por ende, al referirnos a laparentela la dividiremos en dos
partes: el resto de la familia y por fuera del actual ma-
los hijos
trimonio.

El resto de la familia
Como decía antes, está constituido por padres, abuelos,
suegros, bisabuelos, hermanos, primos, sobrinos, nietos, tíos,
padrinos, etc. ¿Cómo penetra este enemigo al reino privado?
• Por el oído
• Por cordones umbilicales que aún no se han cortado
• Por falta de pantalones de parte del hombre

Por el o ído
Para nadie es un secreto el daño que causan las palabras de
crítica, de comparación, de desaprobación, de culpa, de juicio:
estas son palabras que producen amargura, dolor, heridas, dis-
tanciamientos, y la destrucción de matrimonios y familias.
No debemos permitir que
ninguno de nuestros familiares ha-
ble mal de nuestros cónyuges, he visto cómo muchas esposas
permiten que sus familiares cercanos hablen mal, critiquen y
descalifiquen a sus esposos con palabras tales como: «Es un
34 ® ;e;^^tr€V€t€ a s€r (^liz!

inútil, te dije que no te casaras con él, es un vago, es un flojo, es


un egoísta, es un patán». ¿Has escuchado alguna vez conceptos
«tan bien intencionados» como estos?
También he visto a hombres
permitirles a sus familiares cer-
canos decir de sus esposas barbaridades como estas: «No coci-
na como yo, es una antipática, no saluda, te está alejando de
los tuyos, no te atiende, no mantiene la casa impecable». ¿Has
escuchado alguna vez conceptos «tan amables» como estos?
Quiero recordarles amados esposos que Dios dice en su pa-
labraque ustedes son uno.
¿Por qué crees que si dejas que golpeen una parte de tu cuer-

po, el resto nova a


se dar por enterado? ¿O acaso cuando te
duele el oído el resto del cuerpo dice: «Bueno oidito, trasnocha
sólito porque nosotros nos vamos a dormir»?

Sabes que eso es imposible, pues bien, así de imposible es


que tu reino privado se mantenga en pie, y así de imposible es
que puedas tener el hogar soñado si permites que golpeen a tu
cónyuge y crees que no es contigo.
Tú puedes, en Cristo, frenar esas lenguas destructoras, y no

solo no los escuches, tienes que hablar con ellos, porque si es


cierto que te aman y quieren lo mejor para ti, deben cerrar sus
bocas ya que también te están destruyendo a ti.

Versículos para tener en cuenta y meditar


«El charlatán hiere con la lengua como con una espada, pero la

lengua del sabio brinda alivio» (Proverbios 12:18).


«El perverso provoca contiendas, y el chismoso divide a los

buenos amigos» (Proverbios 16:28).

«La lengua de los sabios destila conocimiento; la boca de los

necios escupe necedades» (Proverbios 15:2).

«La lengua que brinda consuelo es árbol de vida; la lengua insi-

diosa deprime el espíritu» (Proverbios 15:4).

Por cordones umbilicales que aún no se han cortado


«Me voy a casa de mi mamá» es una frase que suena como
de un niño, pero he notado que no solo es una frase, sino tam-
bién es una actitud.
El reino privado 35

Aquí hay dos puntos peligrosos: Primero, hay hombres o


mujeres que a veces pasan más tiempo en la casa de los padres
que en las suya, o que almuerzan y cenan más veces en la casa
materna que en las suya, o que siempre consultan y tienen en
cuenta más a sus padres o a su familia que a su pareja. Se-
gundo, existen hombres o mujeres que se llevan a vivir a sus
familiares a su casa. Esto no es bíblico ya que la palabra de Dios
dice: «Honra a tu padre y a tu madre», no que los lleves a vivir
a tu casa. Al contrario, dice de modo claro: «El hombre deja a
su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden
en un solo ser» (Génesis 2:24).
Estoy en contra de que se abandonen a los padres o se les dé
la espalda a los familiares si uno les puede dar una mano, ese
no es el punto, es más, hay abuelos que viven un tiempo con
la familia y son una bendición, así como también otros fami-
liares... pero que no sea para siempre y si lo quieres hacer así,

trata de que tu pareja esté cien por ciento de acuerdo, porque


si no es así vas a tener una bomba en tu casa que va a estallar

en cualquier momento.
Un
consejo: Disfruten a sus padres y a su familia pero corten
elcordón umbilical, entiendan que su núcleo familiar está for-
mado por sus cónyuges y sus hijos.

Por falta de pantalones de parte del hombre


La parentela muchas veces destruye hogares en formación
porque los hombres permiten situaciones en las cuales tienen
que hablar y se quedan callados.
Creo que los hombres estamos llamados en este tiempo a de-
fender a nuestras esposas, no estoy haciendo un llamado a que
nos levantemos en armas y nos agarremos a golpes con toda la
que hay que hablar con
familia, no, solo digo ellos con respeto,
con amor, pero también con firmeza.
Que el mundo le quede claro que no vamos a permitir
a todo
que se hablemal de nuestras esposas, o que en las reuniones
familiares les manden indirectas o puyas, o que hagan chisteci-
tos que busquen ridiculizarlas.

Digo esto porque he a muchas mujeres defendiéndose


visto
solas ante el destructivo comentario machista de su esposo:
«Estás exagerando, no es como dices, solo estaban bromeando,
mi familia es así, tú los conoces».
36 ^ ;e;^^trév€t€ a s€r G^liz!

Hombre, es hora de amarrarte los pantalones y marcar pau-


tas claras para toda la familia, nadie se va a morir ni a deprimir,
al contrario, todos te lo agradecerán, en especial tu esposa y tus

hijos (e incluso los familiares en cuestión). Hazlo y seguro que la


paz reinará en tu casa y seguirás a paso firme tu camino hacia
el anhelado hogar.

Quiero que quede claro que no estoy diciendo que todos los
familiares son unos monstruos, conozco a muchas familias que
son una bendición, son un regalo del cielo y no deben sentirse
cuestionados o atacados, el punto es que los esposos debemos
ponernos alertas y estar pendientes de guardar y proteger a
nuestras esposas de ciertos familiares que quizás con buena
intención o sin ella tratan de pisar de una manera equivocada
un terreno que es exclusivo de la pareja.
La parentela buscará introducirse en el reino privado, si eso
pasa, van a ver a su familia tambalearse. Hoy es un buen día
para unirse, orar y empezar a levantar las murallas de protec-
ción del reino privado, y si en la parentela hay algún problema,
llegará hasta la muralla y los esposos juntos le llevarán al Rey
Jesús la situación, y él dará la salida y de adentro saldrá la so-
lución.

Hasta ahora hemos visto una de las partes de la parentela,


veamos ahora la segunda.

Los hijos por fuera del actual matrimonio


De cada cien matrimonios que tienen hijos por fuera, no-
venta y nueve tienen serios problemas en el manejo de esta
peculiar situación.
En realidad lidiar con ella es algodifícil, porque cuando

esta situación aparece lo hace de una manera sorpresiva, in-


esperada, ya que la mayoría da por entendido el punto y no
sospechan lo que puede pasar. Casi ningún consejero toca este
asunto sino hasta que aparece, pero la clave está en ponerlo
sobre la mesa y hablarlo aun antes de casarse.
No es fácil, ni para el esposo ni para la esposa, saber que el

«ex» o la «ex» ha estado llamando al celular o al trabajo, como


a escondidas, a su pareja.
Además he visto con dolor y tristeza cómo muchas veces estos
El reino privado 37

niños, inocentes de las decisiones equivocadas de sus padres,


son usados para manipular económica o emocionalmente.

¡ATENCIÓN!
Hago un llamado dramático y urgente a ustedes, padres o
madres, para que en el nombre del Señor no sigan utilizando a
sus niños, manipulándolos para obtener ventajas económicas o
emocionales, o solo con el fin de vengarse o perturbar, créanme
que Dios no se quedará con los brazos cruzados, ya que lo único
que están consiguiendo es ahondar las heridas, ya de por sí pro-
fundas, en el corazón de los seres que quizás ustedes más aman...
sus hijos.

En nuestra iglesia Casa sobre la Roca, cuando una pareja


va a iniciar el proceso de matrimonio, la primera consejería es
conmigo. Si veo que uno de los dos, o los dos, viene de un
matrimonio con hijos, o si sencillamente hay hijos por fuera, les
exijo como un requisito más redactar un acuerdo por escrito,
firmado por ambos y por mí como testigo, donde quede regis-
trado y explicado de forma terminante cómo van a manejar el
tema de los hijos por fuera de su actual relación.
Cierta vez al proponerle analizar este punto a una pareja que
no estaba muy bien y que no me conocía lo suficiente, elhom-
bre se molestó bastante conmigo.
dos hijos de su anterior matrimonio,
Él era divorciado y tenía
ella la cantidad de problemas serios
era soltera. Les expliqué
de peleas, celos, conflictos y manipulaciones que había visto, e
incluso cómo muchos estaban al borde del divorcio, así como
por qué era importantísimo hablar de este tema y llegar a un
acuerdo por escrito sobre cómo iban a manejar esta situación
antes que se presentara.
El hombre seguía mirándome muy serio. Entonces les hice la
siguiente pregunta:
—¿Dónde airíanesos niños muriera
vivir si la mamá?
—Con nosotros —respondió con rapidez. él

—¿Y estás de acuerdo? — pregunté a


tú le ella.

Se puso pálida y no dijo nada, creo que la tomé por sorpresa


y no supo qué responder, seguro que nunca lo había pensado.
38 Sie;^^trév€t€ a S€r C^liz!

—Eso no va a pasar — a esta


replicó él, altura ya muy mo-
lesto.

—¿Y por qué no puede suceder, acaso ella es inmortal? — le

dije, lo cual lo molestó aun más.


— Eso no va a pasar y punto —apuntó él levantando la voz.

Le pedí que se tranquilizara, porque todavía teníamos que


seguir con el tema, y continué con más preguntas «tranquiliza-
doras»:
—¿Estás dispuesto a no desautorizarla cuando discipline a
tus hijos? ¿Estás dispuesto a disciplinar con firmeza el día que
uno de a tu esposa? ¿Estás dispuesto a
ellos le falte el respeto
respaldar a tu esposa cuando uno de tus hijos le diga la nefasta
y divisoria frase, por desgracia bastante común en esta clase de
parejas: "Usted no se meta que no es mi mamá"?

La miré a ella y añadí:


—¿Estás dispuesta a que su "ex" lo llame cada vez que le dé
la gana o cada vez que le pase algo a los niños, por insignificante
que sea? ¿Estás dispuesta a mantenerte en paz, sin molestarte,
y a dormir tranquila sin que tu confianza se altere, al enterarte
de casualidad de que su "ex" lo llama casi a diario al celular?
¿Estás dispuesta a aceptar que una parte de sus ingresos tenga
que ser utilizada para cubrir las necesidades básicas o "impre-
vistas" de sus hijos? ¿El día que tengan un hijo, estás dispuesta
a tolerar que lo maltraten los otros? ¿Estás dispuesta, cada
quince días, a dejar de compartir tus tiempos familiares y tus
deseos de hacer otra cosa para ir a buscar a sus hijos y regresar
temprano para devolver a los niños a casa de su mamá?
A esta altura él ni se movía, se había dado cuenta de lo tenaz
que era y que se podía volver esta situación, y de que si no ha-
blaban y se ponían de acuerdo ahora, seguro iban a tener que
pelear... y mucho.

Lo miré y le dije:


Ponte en el lugar de ella... ¿Te gustaría, estarías muy feliz,
comprensivo y de acuerdo ante el hecho de que su "ex" la lla-
mara a menudo cuando no estás en casa?
—Pero ese no es nuestro caso — rápidamente.
replicó

— pero
Sí, ¿o no? Por qué no reconoces que
te molestaría...
el solo pensarlo te incomoda.
El reino privado 39

No dijo nada... y terminé diciéndole:


—¿Por qué no puedes aceptar que es posible que ella no esté
de acuerdo y que también le puede molestar?
Ya no hubo más alegatos, y su silencio fue la aceptación de
que estábamos ante una situación muy complicada y existía
la imperiosa necesidad de hablar y llegar a un acuerdo... por

escrito y firmado por los tres.

A
veces somos muy caraduras (como le dicen en mi país,
Argentina, a los sinvergüenzas) cuando damos por hecho que
nuestra pareja va a tolerar lo que no sabemos si nosotros tole-
raríamos.
Quizás pienses que mis preguntas a esa pareja fueron muy
duras y agresivas, no sé, lo que sí sé es que he visto y veo a
cada rato a muchos papas mandar dinero a sus hijos a escondi-
das, y a muchas mujeres maltratadas por esposos celosos. Creo
que el sufrimiento de estas personas en cuestión y el dolor de
esos inocentes niños son más duros.
Las parejas que en nuestra iglesia han hablado la situación y
llegado a un acuerdo de cómo van a manejarla viven tranqui-
las, no tienen que ocultarse nada. No digo que sea agradable

ver al cónyuge hablando con su "ex", pero existe el amor, la


confianza y la paz de que esto ya fue hablado y acordado, y de
que lo que está sucediendo cuenta con la aprobación conciente
y voluntaria del cónyuge.
No quiero cerrar este punto sin antes dejar constancia del
descanso, la grata sorpresa y la gratitud de estas parejas que

a pesar de no tener problemas para hablar del tema, al darse


cuenta de lo importante que era decían: «Nunca nos había si-
quiera pasado por la mente lo vital de abordar esta situación y
de llegar a un acuerdo antes de que la misma se presente».

Así que esposos, mucho cuidado con la parentela, ámenlos,


bendíganlos, oren por ellos, respétenlos, pero que no entren al

reino privado.
Si se presenta algún problema en la parentela o con ella, que
llegue hasta los muros del reino privado, ahí los esposos juntos
le llevarán el problema al Rey Jesús y de adentro saldrá la solu-
unidad y la bendición seguirán reinando en
ción, así la la pareja
y en este caso también la parentela será bendecida.
40 ® ¡e^^^trévGte a s€r C^liz!

2. Los hijos
¿Pueden nuestros hijos ser uno de nuestros enemigos? De
nosotros no, pero del reino privado definitivamente sí. Una
de las señales más fuertes y destructivas de que los hijos han
penetrado los muros del reino privado es la constante desauto-
rización entre ¡os padres.
El manejo de permisos, la forma de disciplinar, la flexibilidad
o dureza en cuestiones relacionadas con el estudio, los juegos,
el tiempo de televisión, la hora hasta la que pueden permane-

cer fuera de la casa, la aceptación de ciertas amistades, etc.,


llevan a los esposos a desautorizarse delante de sus hijos, y
créanme, ¡os ¡lijos no van a dejar pasar ¡a oportunidad de salirse
con ¡as su{;as si saben que para ¡ograr¡o so¡o deben enfrentar a
sus padres.
Hay una en Colombia la expresan así: «El mico
realidad,
sabe a que palo trepa», en Argentina afirman: «El mono sabe
a que árbol se sube», en el resto del mundo se dice igual o pa-
recido, pero no importa, ya que los hijos le tienen tomado el
tiempo a sus padres.
De continuo están probando si es cierto que papá dijo «no»,
son especialistas en desafiar la autoridad, para saber hasta
dónde pueden llegar. Lo cierto es que saben perfectamente
que mamá amenaza, pero que no pasa de eso (no sé por qué
tengo la sensación de que hay muchas aludidas por ahí). Ellos
saben que mamá le va a pedir a papá que intervenga y que este
dirá: «¡Chicooos!, y seguirá leyendo el periódico o mirando la
televis ón. También saben cuál de los dos es más firme y senci-
llamente no se le acercarán mucho, solo lo tratarán como última
instancia. Además tienen muy claro que no hay muchas posibi-
lidades de manipulación ni de quejas, ni de pataletas fingidas,
cuando papas están de acuerdo y no se desautorizan.
los

Una pareja que aconsejábamos y discipulábamos en Argenti-


na (que cuando lea el libro, aunque no diga sus nombres sabrá
que estoy haciendo referencia a ella, narrando algo que ellos
mismos han contado como parte de su testimonio), en el pasa-
do era un desastre, hoy son unos siervos de Dios tremendos a
los que amo con todo mi corazón.

Al tener a su primer hijo se agudizaron los graves problemas


que ya tenían, porque de alguna manera ese niño no solo se
El reino privado 41

acostó en medio de ellos en la cama, sino que generó una di-


visión.

Eran ella y su hijo contra él, todo era para el hijo, y poco y
nada para el esposo, incluso su intimidad entró en crisis, por-
que el apartamento donde vivían era muy pequeño y no había
poder humano que sacara al niño de la cama.
La guerra tomó fuerza, y ocurrió lo que con mucha gracia
cuenta mi suegra, la cual por cierto es muy usada por Dios para
ministrar a las mujeres. Es tanta la convicción que Dios pone
en sus palabras que las mujeres no solo cambian la manera de
pensar y son restauradas emocionalmente, sino que cambian
hasta de peinado, de ropa, adelgazan y se ponen hermosas
para sus maridos, como deben ser las hijas de Dios. Amo mu-
cho a Esther Lu, aprendo mucho de ella y su vida es una inspi-
ración para mí y para muchísimos más.
Pues bien, lo que ella de forma jocosa cuenta es esto: «Había
una mujer que vivía con su esposo, ambos eran creyentes, y
aunque aún no gozaban de un hogar cristiano, lo anhelaban.
Pasado un tiempo ella quedó embarazada y tuvo un hermoso
niño, por supuesto más lindo que el esposo, y amó y se apegó
tanto a ese niño que lo puso en primer lugar en su vida. Su hijo
siempre estaba antes que su marido, y cada vez que cocinaba o
asaba pollo, le daba la pechuga y los muslos al hijo y las alitas
al esposo, siempre lo hacía así... las pechugas y los muslos para
el hijo y las alas para el esposo, y le dio tantas alas al hombre...
¡que voló!»
Bueno, a mis queridos discípulos les pasó algo parecido, pero
ese pájaro volvió y trabajó, y ella recapacitó, y juntos pusieron
las cosas en orden. Dios los restauró y hoy disfrutan de un só-
lido hogar cristiano, que obviamente descansa sobre un ahora
sí reino privado.
En el manejo de los hijos la pareja siempre tiene que estar
de acuerdo, si no lo está, estos se les colarán en el reino, que al
instante dejará de ser privado, y los problemas se agudizarán de
un modo escandaloso.
El Señor le ha dado prioridades al hombre: Primero está Dios

y su relación personal con él, luego su cónyuge, y en tercer


lugar los hijos.
No es al revés. Si los hijos tienen problemas, estos deben lie-
42 S ;e;?^trév€t€ a s€r (^liz!

gar hasta los muros del reino privado, sin afectar la unidad ni la
paz de la pareja, y allí los esposos juntos llevarán en oración la
situación al Rey Jesús, y este dará la solución. La pareja seguirá
en paz, y los hijos serán bendecidos con la estabilidad,
feliz,

porque el orden es una de las características más fuertes del


hogar cristiano.

3. La iglesia
Los comentarios que voy a hacer en este punto pueden ser
tergiversados o aprovechados por personas que solo están
buscando una oportunidad para pelear, discutir y reclamar sus
derechos; así que dejo claro y sostengo que la bendición no re-
posa en los extremos sino en el centro, ya que solo el equilibrio
trae la paz.

¿La iglesia es un enemigo del reino privado?... iSí!

He y conocido a muchas parejas que viven peleando y


visto
su de vida es un infierno porque uno de ellos desde que
estilo
se volvió cristiano vive metido en la iglesia todos los días.
Seguro habrá personas que me tildarán de cualquier cosa
menos de espiritual, pero en cuanto a esto prefiero sus jui-
cios antes que los reproches y los comentarios amargos, por
ejemplo, de los hijos que ven poco a alguno de sus padres y
empiezan a suplir esa necesidad con «amigos» de ocasión, o el
de los esposos a los que sus esposas no atienden porque viven
metidas todo el día en la iglesia.
Seguro muchos dirán: «¡Qué sierva!» ¿Pero qué dicen el es-
poso y los hijos? Como diría un viejo amigo argentino: ¡Busca
el equilibrio viejo, el equilibrio!

¿Y qué de aquella mujer que está casada con el gran siervo


de Dios que siempre está disponible a cualquier hora, no solo
en la iglesia sino también en su casa, para dar consejerías en
persona o por teléfono, y que dos o tres veces a la semana tiene
que ir a orar a la casa de alguna familia en problemas y regresa
a su casa a altas horas de la noche?
Conocí un hombre así, todo el mundo lo amaba y todos
decían: ¡Qué siervo!... ¿Su esposa? Bien gracias... nunca quiso
saber nada del cristianismo, no podía ni quería ver la iglesia
ni en pinturas... ¿Y sus hijos? El varón anda lejos de Dios, y la
niña aún anda con el Señor, pero cada uno por su lado.
El reino privado 43
Recuerdo que alguna vez le di el siguiente consejo: «Cuida tu
hogar, tu esposa te necesita, dedícale más tiempo», pero no lo
hizo, su deseo de servir era demasiado grande, tan grande que
lo colocó en un extremo peligroso y permitió que su reino priva-
do se destruyera al dejar que la iglesia se metiera allí dentro.
Quizás tu matrimonio esté sufriendo por esta razón, y sé que
no es fácil entender el enojo y el malestar de los otros cuando lo
único que pretendes hacer es servir al Señor, pero créeme, ellos
tienen la razón, te has ido a un extremo, aunque sin intención,
y todos lo sienten y sufren las consecuencias.
La solución no en pelear reclamando derechos o en
está
defenderse, sino en reconocer el problema, pedir perdón y

ponerse de acuerdo, restablecer la unidad y comenzar juntos la


restauración del reino privado.
Permíteme compartir contigo seis cosas que he implementa-
do en mivida, a través de las cuales el Señor me ha permitido
acercarme al ansiado equilibrio:
• Respeto un día de descanso a la semana
• Apago el celular cuando llego a mi casa
• Juego con mis hijos

• Salgo a solas con mi esposa


• No llego tarde a mi casa dos días seguidos
• Nunca olvido...

Respeto un día de descanso a la semana


Ese día no estoy para nadie, solo para mi esposa y mis hijos.
Y eso de que «no estoy para nadie» es cierto e inviolable.
Recuerdo que cuando vivía en Bogotá, Colombia, la gente
de alguna manera averiguaba el teléfono de mi casa y me lla-
maban justo el lunes, que es mi día de descanso (el tuyo puede
ser cualquiera, pero si es el domingo, no olvides que ese es el
día del Señor y debes congregarte). En ese tiempo trabajaba y
vivía en nuestra casa una señora llamada Lila y su hijita Jenny,
ellas merecen un capítulo aparte, porque fueron y son ángeles
que Dios puso en nuestras vidas. Jenny es una hija más, y mis
otros hijos así la tratan y la llaman su hermana. Y María Elvira,
«Lila», no era la que trabajaba en mi casa, era la que manda-
ba.
44 #;e;?^trév€t€ a ser (S^liz!

(Lila y Jenny, amo con todo mi corazón, sé que ustedes


¡as
leerán esto, pero no lo escribo para ustedes, que \;a lo saben,
sino para que adonde este libro llegue todo el mundo sepa que
los ángeles de carne y hueso existen, y que mi familia y \;o tene-
mos el privilegio de tener un par)
Pues bien, como les decía, cuando un lunes sonaba el teléfo-

no, Lila al principio venía y me decía:


—Fulano está al teléfono.

—Dile que me llame mañana a la oficina — le contestaba.


Ella iba, transmitía el recado, y volvía con cara de suspenso:
—Dice que es urgente.
Creo que solo la primera vez la sorprendió mi respuesta, por-
que después solo sonreía:
— Dile a Fulano que si es de vida o muerte, o urgente, no me
necesita a mí, necesita a Dios, que ore y si sobrevive, que me
llamemañana a la oficina.
¿Qué piensas de esa respuesta? ¿Te parece arrogante o inmi-
sericorde? No ya que reconozco que
lo creo, la primera opción
siempre, siempre, siempre debe ser el Señor.
He aprendido de mi pastor Darío una frase que creo ha repe-
tido más decien veces, y cada vez la entiendo más y es obvio
que también hago que la gente la repita: «El Señor es mi pastor,
el pastor no es mi Señor»; y he aprendido del pastor José (Pepe)

Andrés Vargas que: «El Señor siempre tiene la última palabra».


Hoy la respuesta sigue siendo justo la misma. Y si alguien
llega a mi casa el día de descanso, sencillamente me encierro
en mi habitación hasta que la persona se va. ¿Y saben qué? No
me da vergüenza, ni pena, ni nada.
El día de descanso es para reposar del trabajo, y yo amo mi
trabajo, me
fascina estar con la gente, nadie que me conozca
podría decir que eso no es cierto, pero amo más al Señor, y sé
que es ordenanza de él que descanse un día a la semana. Tam-
bién amo más a mi esposa y a mis hijos, por eso hago planes
con ellos.
Pato (Patricia) y yo tomamos una siesta después del desayu-
no y voy a recoger al colegio a mis hijos y
del almuerzo, luego
nos divertimos jugando, o vamos al cine o lo que sea, y siem-
pre, siempre, siempre, los teléfonos están apagados.
El reino privado 45

Apago el celular cuando llego a mi casa


Comohabrás notado estoy convencido de que no soy Dios,
gracias Señor por eso, no creo ser indispensable, no creo ser el
hombre orquesta.
Creo que soy un pastor y por ende debo pastorear en la
iglesia pero también en mi casa, por eso en mi hogar hago lo
mismo que en mi oficina cuando estoy en una consejería: dejo
mi celular afuera con mi secretaria, por respeto a la persona
aconsejada, aunque no lo apago por si alguien llama.
En mi casa también, por respeto a mi esposa y a mis hijos, lo
dejo afuera, es decir, lo apago.
Es increíble cómo la iglesia se puede meter por el teléfono de
tu casa o por tu celular y destruirte el reino privado y a la larga
quizás también a tu familia.

Juego con mis hijos

Les dedico tiempo, voy a verlos a las actividades del colegio,


eso es fundamental para ellos. En esto le doy gracias a mi es-
posa, porque ella es la que está pendiente de las fechas y activi-
dades, y como sabe que la amo y que me gusta consentirla, me
dice su frase matadora: «Para los chicos y para mí es importante
que estés ahí»... ¿Quién puede resistirse?

Salgo a solas con mi esposa


Tenemos cinco hijos, y así como ellos necesitan tiempo y
atención, mi esposa más. A ella le fascina, y a mí también, que
hagamos planes a solas; sé lo que legusta y trato de consen-
tirla. Después del Señor, ella es el regalo más grande que he
recibido.

Puede serque pienses: Esta bien Silvano, todo está mu\; ro-
mántico y muy bonito, pero ¿de dónde saco plata para sacarla
todas las semanas a comer o al cine o a pasear?
¿Quién está hablando de dinero? Cuando hay está bien,
pero tampoco está bien que nunca haya para la esposa. ¡Cui-
dado con esto!
Nosotros salimos a caminar solos, a patinar, a dar una vuel-
ta en automóvil, hablamos, oramos, y claro, a veces vamos al
cine, a tomar un helado o a comer. De una visita al médico nos
46 © \tj!^t[éy€t€ a s€r G^liz!

inventamos una salida para desayunar o almorzar juntos, cual-


quier ocasión es una buena oportunidad para transformarla en
un paseo; pero que quede claro que más importante que la
actividad es sacar tiempo para estar a solas.
Solo tienes que pedirle a Dios que te diga de qué manera
puedes consentir a tu cónyuge.

No llego tarde a mi casa dos días seguidos


Esto es fundamental, hay que organizar la agenda o el tra-

bajo de tal manera que se pueda llegar a casa temprano día de


por medio.
Hay gente que me ha dicho que eso para ellos es imposible,
yo he dicho que estoy de acuerdo, para ellos es imposible...
les
¡pero para Dios no!
¿Por qué no involucran al Señor en este tema? Oren dispues-

tos a creer que para Dios nada es imposible, he recibido mu-


chos testimonios de personas que han orado a Dios por esto, y
sus horarios fueron cambiados de forma milagrosa. Ellos ora-
ban al principio con bastante escepticismo, pero poco a poco
el Señor les fue mostrando que su sostén es él y no las horas

extras, que a él le agrada que pensemos y le demos a nuestra


familia la prioridad que merece, que él está dispuesto a obrar si
se lo pedimos y lo permitimos.

Nunca olvido...

Que mi esposa necesita, más que un pastor, un esposo.


Que mi esposa necesita encontrar en mí un hombre, un líder,
un amigo, un apoyo.
Que mi esposa necesita, más que regalos caros, un esposo
que la ame y se lo demuestre cada día, prestándole aten-
ción, escuchándola y dedicándole tiempo.
Que mi esposa necesita, más que el respeto de la gente, un
esposo que la honre y que la cuide.

Que mis hijos necesitan, más que un pastor, un papá.


Que mis hijos necesitan, más que quince días de vacaciones
al año, a un papá al que puedan ver y con el que puedan
compartir varias veces en la semana.
El reino privado A7
Que mis hijos, más que regalos, necesitan abrazos, besos,
atención, tiempo.
Que mis hijos, más que órdenes e instrucciones, necesitan
un ejemplo a seguir.

Conclusión
Mi vida no es la iglesia. Mi vida es Jesucristo.

La una parte importantísima, pero no más impor-


iglesia es
tante que mi relación personal con Dios, no más importante
que mi esposa, no más importante que mis hijos.
Así que te repito lo que dice mi amigo argentino: «¡Busca el
equilibrio viejo, el equilibrio!»

Y si hay problemas en la iglesia,


mi esposa y yo nos juntamos
y le caso al Rey Jesús, y él nos da siempre la solu-
llevamos el

ción, manteniendo todo en orden y en paz tanto en la iglesia


como en nuestro reino privado.

4. Los amigos
Silvano, ¿estás seguro de que los amigos son nuestros ene-
migos?
De nosotros no, pero del reino privado sí.

Y enemigo del reino privado es


este los más peligro-
uno de
sos, ya que todos creemos en la amistad, pero cuando el con-
cepto de amigo se tergiversa para convertirse en compinche, se
vuelve destructivo.
Estoy convencido de que tener verdaderos amigos es uno
de los regalos más grandes que podemos recibir de parte de
Dios. Pero la «compinchería» no me gusta y se la confunde con
la amistad con mucha facilidad. El compinche es misterioso,
solapado, se acerca más a un cómplice que a un amigo, parece
como si siempre escondiera algo, y genera de continuo cierto
grado de desconfianza.
El compinche tiene una característica que lo identifica siem-
pre: es amigo...pero solo de uno de los dos. Esta persona siem-
pre produce malestar en la otra parte de la pareja y es motivo
de discusión. Creo que si tienes un amigo o amiga que fastidie
o incomode a tu pareja, tienes que tomar medidas urgentes,
porque al producirse el malestar esto es signo evidente de que
48 Sic^'^révGte a ser (í^liz!

tu reino privado ya no es privado, y la formación de tu hogar


corre peligro.
Hay amigos que generan una buena influencia al matrimo-
nio y son una bendición, estos tienen algunas características en
común:
• Son amigos de los dos o tienen la aprobación absoluta de
la pareja.

• No son muy visitadores, no se la pasan metidos en la casa


de uno.
• Están cuando uno de verdad los necesita.
• Traen paz a la pareja y están listos para orar y para ani-
mar.
• Son siempre una mano extendida que socorre en el mo-
mento oportuno.
• No hablan mal de los demás, o sea no envenenan a la
pareja contra nadie.
• Corrigen con amor y señalan los errores para poder cam-
biar.

• No dicen que sí a todo.


Creo que todos deseamos tener amigos así. De este perfil era
Jonathan, el hijo del rey Saúl, que era amigo del rey David y
estuvo dispuesto a morir por ayudar a su amigo.
Pero estoy seguro de que nadie quisiera tener «amigos» como
Judas Iscariote, que lo venden a uno por unas cuantas mone-
das, o que tal como los «amigos» de Job: Elifaz, Bildad y Zofar,
que no hicieron más que echarle sal en las heridas al pobre
hombre. Como dicen por ahí: «Con amigos como estos para
qué quiero enemigos».
Esos eran malos, pero permíteme presentarte a uno peor,
porque este es un compinche, «amigo» de uno de los dos (un
consejo: de sujetos como este hay que huir a mil), su nombre
era Jonadad. A veces, cuando me he referido a este personaje,
le he cambiado «sin darme cuenta» la «n» por la «d»... pero te

puedo asegurar que se lo merece.


Era sobrino del rey David y compinche, digo... un amigo muy
astuto (así lo llama la Biblia) de uno de los hijos del rey, llamado
Amnón.
La historia es fascinante por su cantidad de enseñanzas y
El reino privado AS
por lo cruelmente parecida a muchas historias de este tiempo, y
se encuentra narrada en 2 Samuel 13. Te animo a que la leas,
pero de todas maneras permíteme resumir la historia:
Amnón está desesperado por su media hermana Tamar,
hasta el punto de que se enfermó con la sola idea de no po-
der acostarse con ella (pero entonces en el versículo 3 aparece
nuestro oscuro personaje)... Sin embargo, Amnón tenía un
amigo muy astuto, que se llamaba Jonadad, el cual le pregunta
qué le pasa. Amnón
le cuenta su problema y este amigo astuto,

como que abundan alrededor de nuestras vidas, le dice,


tantos
palabras más palabras menos, lo siguiente: «Tranquilo, haz esto
y aquello y conseguirás lo que deseas», y así fue.
El final de la historia es una de las enseñanzas y llamados
de atención más grandes para los jóvenes, y aunque no estoy
tocando este tema, no aguanto las ganas de aunque sea dejar
un concepto para que lo pienses y medites: El enamoramiento
no es amor verdadero.
Lee con atención los versículos 3, 4y 14-17y saca tu propia
conclusión, seguro te encontrarás con algo muy común, muy
de hoy y doloroso por cierto.

Pero volvamos a nuestro personaje, si pusieran este suceso


en historietas, estoy seguro de que a Jonadad lo llamarían Jo-
dadad, y lo dibujarían de rojo y con cuernitos en la cabeza.
Como dije antes, por desgracia estos personajes abundan y
quieren inmiscuirse en tu relación de pareja, en tu familia, y
destruir tu reino privado con consejos egoístas y parcializados,
seguramente listos para entrar en escena cuando haya algún
problema con un aparente e interesado: «¿Por qué no me
cuentas lo que te pasa?», como lo hizo Jonadad, y teniendo ya
preparada la daga para asesinar tu matrimonio o tu familia.
Mira, en el momento en que uno de dos cónyuges empie-
los
za a molestarse por la presencia o por las frecuentes llamadas
de ciertos amigos o amigas, esto significa que tu reino ya no es
privado, hay intrusos, tu hogar se tambalea, y tienes que cortar
de inmediato con esta situación. Toma la mano de tu cónyuge,
oren por este tema, llévenlo juntos al Rey, y él les dará la salida
como siempre lo hace y la paz regresará a tu casa y tu reino
volverá a ser privado.
No dudes en hacedo y en hacerlo rápido aunque parezca
50 ® ;e^^^tr€V€t€ a ser (^liz!

cruel, créeme que no lo es, al contrario, es sabio hacerlo.


Lamentablemente he visto parejas separarse y pelearse por
defender a su amigo o a su amiga, también he presenciado la
destrucción de hogares por influencia de los consejos de estos
«amigos y amigas».
Creo que tu hogar, tus hijos, valen más que estas falsas amis-
tades,porque las amistades verdaderas te bendicen, te edifican
y nunca te destruyen.
Hoy mismo deberían por separado, y luego juntos, orar a
Dios por sus amigos y amigas, prestando más atención a aque-
llos que solo son amigos de uno de los dos y que no cuentan

con la total aprobación del otro. En lo personal estoy conven-


cido de que las aprobaciones parciales son una desaprobación
total, y deben permitirle al Señor y Rey Jesús guiarlos en amor

a tomar decisiones sabias.


Ah, y espero que no tengas ningún amigo llamado Jona-
dad.

5. El trabajo
¿El trabajo como un enemigo del reino privado?
Sí, si le permites entrar puede llegar a ser fatal.

La actual crisis económica ha convertido al trabajo en algo


indispensable, necesario, y se está convirtiendo peligro-
vital,

samente en una bendición más grande que el que da la ben-


dición, se ha vuelto más importante la dádiva que el dador
de la misma, la provisión que el proveedor. esto es aún más . .

peligroso que el no tener trabajo.

En este tiempo se está ubicando al trabajo en un sitial que no


lecorresponde y hay muchas personas que por él han abando-
nado poco a poco su relación con Dios. Ya se congregan muy
poco o nada, con la excusa de que el domingo es el único día
que tienen para descansar; se han olvidado de que el domingo
no es el día de descanso ni el de la familia sino que fue, es y
será el día del Señor.
No que estoy a favor de la vagancia, de la irresponsa-
creas
bilidad, creoque hay que trabajar y ser responsable, pero estoy
en contra de que se viva para trabajar.
Estoy en contra por completo de que se deje al Señor por el
trabajo, ya que eso no es sabio, no es saludable, no es correcto
El reino privado 51

ni te conviene, porque el Señor es da las fuerzas, el


el que te

talento, la salud, e incluso el trabajo. «Nadie puede recibir nada


a menos que Dios se lo dé» (Juan 3:27). O sea, que no tendría-
mos trabajo ni nada si Dios en su amor y misericordia no nos
lo hubiera dado.
Hoy vivimos en época de los «laboradictos», gente adicta
la

al trabajo, que engañados están perdiendo sus familias por


unos centavos más.
¿Centavos? Lo que me estox; ganando son miles.

Son centavos cuando los comparas con los mejores años de


tus hijos, con la paz de tu casa, con tu felicidad matrimonial.
Hay gente que le está entregando a algunas empresas los
mejores años de sus vidas, sin saber cómo estas les pagarán en
el futuro.

Creo que el trabajo es una bendición de Dios y no, como


reza una conocida canción, que «el trabajo Dios lo hizo como
un castigo». Estoy en contra de la teología de la miseria, que
dice que para agradar a Dios tengo que ser bien pobre y vestir
harapos. También estoy en contra de la teología de la prosperi-
dad, que dice: Venga a Cristo y reciba al instante casa, carro y
beca; aunque sí creo que Dios nos da casa, carro y beca cuan-
do somos obedientes, perseveramos en vivir su Palabra y lo
ponemos a él en primer lugar.
Estoy alineado con la ética protestante del trabajo de Max
Weber, que indica: Dios prospera la obra de nuestras manos.
Vivimos en la época de más alto índice de:

• Divorcios y separaciones
• Delincuencia juvenil, la cual avanza rápida y trágicamente
para convertirse en delincuencia infantil
• Alcoholismo y drogadicción en la juventud y en la niñez
• Rebeldía en los preadolescentes
• Adulterios, violaciones, promiscuidad, abortos, desvíos
sexuales
• Pornografía infantil-juvenil
• Violencia familiar
Vivimos en la época de más alto índice de muertes a causa
de estos males y debido a las enfermedades de transmisión
sexual o las drogas.
52 S;e;?^trév€t€ a S€r (3^liz!

Seguro estarás pensando: ¿Qué tiene que ver todo esto con
el trabajo conno enemigo del reino privado?
Muchísimo, porque laal trabajo ha convertido a este
adicción
en el enemigo que causando más consecuencias funestas
está
sobre la unidad de las familias, en especial sobre los hijos, ya
que ellos están creciendo sin papas, de la mano de los «amigos»
más experimentados del barrio, aleccionados e influenciados
tremendamente por el medio ambiente agresivo de los colegios
y las ciudades que los guía hacia las pandillas o hacia el recha-
zo, o metidos en la Internet navegando entre la basura y viendo
sin control toda clase de programas de televisión.

Tus hijos no necesitan cinco pares de zapatillas, dos televi-


sores, trescomputadoras, cinco pantalones ni mil regalos, ellos
necesitan un papá y una mamá que les den tiempo y atención,
ellos necesitan «un hogar».

Tu esposa no necesita solo dinero y regalos, ella necesita


tiempo para hablar y para que la escuches, necesita compartir,
orar contigo todos los días, necesita sentirse amada y atendi-
da.
Tu esposo no necesita una rival, necesita una ayuda idónea
sabia que edifique su casa, que cocine, que atienda y reciba a
los hijos cuando llegan del colegio, que lo reciba a él al llegar
de la casa y no a la gran ejecutiva
del trabajo, necesita a la reina
que tiene mucho
cerebro y poco corazón, que parece no doler-
le ni importade la realidad —
muchas veces difícil que están —
viviendo sus hijos.

enemigo no solo roba tiempo, sino que se introduce en


Este
tu reino privado a través del estado de ánimo. No son muchos
los que por amor a su familia dejan el trabajo fuera de su casa,
la mayoría lo lleva consigo al hogar, y cada vez que algo no
anduvo bien, no se les puede ni hablar, viven molestos o de-
primidos.
Si este es tu caso, permíteme decirte algo: tu cónyuge no tie-
ne la culpa, tus hijos no tienen la culpa. Dios no tiene la culpa.
El único problema es que tu reino ya no es privado, se ha
introducido un enemigo que puede robarte la paz y todo lo que
tienes, yno actúas rápido puede destruirte, dándote cuenta
si

de cuando ese trabajo tan cuidado, tan idolatrado,


ello quizás
sobre el cual has depositado tu vida, sea movido y te quedes en
el aire y no tengas de donde agarrarte.
El reino privado 53

Si hay problemas de trabajo o en el mismo, únete a tu cón-


yuge y de la mano vayan al Rey Jesús y declaren ante él estas
verdades:
• Señor, nuestras vidas estuvieron y están en tus poderosas
manos.
• Señor, tú eres nuestro proveedor y suplirás todo lo que
nos falte porque así lo has prometido (Filipenses 4:19).
• Señor, gracias por tener para nosotros planes de bienestar
y no de calamidad, para darnos un futuro y una esperan-
za (Jeremías 29:11).
• Señor, en toda situación somos más que vencedores (Ro-
manos 8:31-37).
• Señor, no somos esclavos, somos tus hijos y herederos de
todas las bendiciones. (Calatas 4:4-7).
• Señor, gracias por el descanso prometido al llevar a ti

nuestras cargas, cansancio y agobios (Mateo 11:28-30).


• Señor, gracias porque podemos acostarnos en paz y asi-

mismo dormir porque solo tú nos sostienes (Salmo 3:5).


Señor, gracias porque mañana cuando despertemos nuevas
serán tus misericordias, y porque en el día no tendremos temor
de malas noticias, ya que tú tienes buenas obras para nosotros,
preparadas de antemano (Lamentaciones 3:23; Salmo 112:7;
Efesios2:10).
Quizás esto no sea lo viendo en tu vida hoy, pero
que estés
es ¡a verdad, es lo que Dios dice en su Palabra para cada uno
de nosotros, y si juntos se aferran al Señor y a sus palabras, él
mismo se encargará de que cada una de estas promesas y otras
más se vuelvan realidad en sus vidas. No se olviden de que los
imposibles son su especialidad.
Al escribir estas últimas frases, siento en mi corazón que son
muchos los que necesitan declarar cada una de estas promesas,
pero que no tienen fuerzas para creer que así como dice suce-
derá.
No pienses en o en lo que otros pueden hacer, ni
tus fuerzas
en lo pasó o no les pasó, sencillamente descansa
que a otros les
en las manos del Señor Jesucristo y piensa si alguna vez te ha
fallado como para que dudes de él... La respuesta es no, él nun-
ca nos ha fallado, ¿no es cierto? ¿No te parece escuchar en lo
54 #;e;^^trév€t€ a ser GS^liz!

profundo de tu corazón: «Confía en mí, así como lo hice antes,


otra vez lo haré»? Busca una Biblia y leamos juntos Isaías 43:1-
4, luego levántate, levanta a tu familia, limpia tu reino privado,
y sigamos el camino hacia el anhelado hogar cristiano.

6. Las finanzas
Al referirme a las finanzas me estoy refiriendo al producto del
trabajo, a los ingresos y a su manejo.
mal manejo de las finanzas ha llevado al ocaso a matrimo-
El
nios y familias que de no ser por este asunto tendrían una vida
familiar más que agradable.

He detectado dos problemas: pérdida de la confianza en


la el

cónyuge y el manejo de los ingresos por separado.

Pérdida de confianza en el cónyuge


La pérdida de la confianza se genera cuando uno de los dos
tiende a gastar de modo impulsivo, sin control o de forma des-
ordenada. Esto eslo que llamamos comúnmente «gastos de im-
pulso»,cuando el dinero se va y no sabemos en qué, y es una
acción que provoca un desbalance peligroso de las finanzas.
O también surge cuando se hacen gastos a escondidas del
otro o sin consultar, tomándose decisiones financieras que a la
postre perjudican a la familia entera.
Las dos formas provocan la pérdida de la confianza en el
otro,y esto produce un desgaste demasiado fuerte en la pareja
y hace tambalear el reino privado.

Manejo de los ingresos por separado


Son muchos casos donde los dos trabajan, o sea que el
los
tiempo de compartir no es mucho ni entre ellos ni con sus hijos,
y a esto le sumamos la no muy usual y no muy aconsejada
decisión de manejar los ingresos por separado, encargándose
cada uno de pagar las diferentes cuentas (por ejemplo, uno
paga la hipoteca o la renta de la casa y los servicios, mientras el
otro se encarga del mercado y del colegio).
Hasta ahí no hay problemas, la situación se empieza a poner
complicada cuando los ingresos de uno de los dos se reducen,
El reino privado 55

y se termina de complicar si el que disminuye sus ingresos o


pierde el trabajo es el hombre.
He conocido a hombres humillados por tener que «pedirle
prestado a sus esposas», siempre me cuesta mucho digerir esto,
pero de todas maneras cada pareja maneja el dinero como
quiere. Mi consejo es tener un «fondo común», todo a la misma
bolsa, entonces uno de los dos (el que esté más capacitado)
administra, o sea se encarga de pagar los gastos fijos, y después
informa a su cónyuge de cuánto les queda para el resto de la
quincena o del mes, tomando juntos de común acuerdo las

decisiones acerca de en qué gastarán ese excedente.


Cuando el manejo empieza a causar irritación en
del dinero
la pareja esto quiere decir que reino ya no es privado, y es
el

urgente resolver esta situación de la mano del Rey para que re-
grese la paz, el reino vuelva a ser privado y la bendición repose
de nuevo sobre el área económica.

Conclusión
La parentela: los hijos por fuera de la actual relación y el res-
to de la familia, los hijos, la iglesia, los amigos, el trabajo y las

finanzas son una bendición cuando ocupan su lugar.

Todos son necesarios y es vital tenerlos, pero si les permi-


timos interferir en nuestra relación matrimonial acabarán por
transformarse en algo peligroso y perjudicial en extremo.
La creación del reino privado en nuestro andar hacia el an-
helado hogar cristiano es como la preparación del lote donde
se va a construir la casa, primero se saca todo lo que no sirve,
la basura, las piedras, las malas hierbas, se fumiga para que no
queden bichos malos, se levantan los muros y se aseguran los
límites, al hacedo el lote está listo para que en él se comiencen
a poner los profundos y firmes cimientos sobre los cuales se
levantará una hermosa, confortable y segura casa.
C A f T U L

5^os(^IMI€NTOS
onde estásparado? Esta pegunta se la he hecho a

¿^1
algunos de
parejas,
por lo
hombres, mujeres y jóvenes. La respuesta
general ha sido la misma, no lo saben, es más,
quedan mirándome hasta que al fin dicen:
ellos se
«Nunca me habían hecho esa pregunta, es una pregunta muy
difícil».

La primera gran enseñanza que reciben nuestros consejeros


en su etapa de preparación es: «No pelee con las ramas, los
árboles se matan por la raíz».
Por ejemplo, llega el señor que es rudo con su esposa y se le
agarra a solas y se le dice: «Oye fulano, ¿por qué no tratas con
suavidad a tu mujer ya que eso le agrada a Dios?»
Entonces este señor se va a su casa contento, pasa un mes
bien, y altiempo el problema reaparece. He conocido a mucha
gente así, que después de varias consejerías se frustran y no
vuelven, los tildan de ciclotímicos pero no lo creo; estoy con-
vencido de que no es una falla de la persona aconsejada sino
58 ^ \tJ^^trév€tG a S€r (^liz!

del consejero, que solo trató con la rama y no fue capaz de dar
con la raíz del problema.
Es fundamental enseñarle a las personas acerca de dónde
están paradas, cuando lo ven, entienden por qué viven como
viven, por qué hacen lo que hacen, por qué están como están,
y no solo esto, también debemos enseñarles cómo hacer para
cambiar de verdad y para siempre.

La primgra consgjgría
Permíteme contarte cómo es la primera consejería conmigo:
Llega toman asiento, y después del saludo les digo:
la pareja,

«Hoy ustedes no van a hablar, salvo si yo les hago alguna pre-


gunta». Se quedan mirándome con rareza, como si no enten-
dieran, entonces les aclaro: «Hoy solo van a escucharme».
A veces me parece cruel esto, porque me doy cuenta de que
llegan con unas tremendas ganas de hablar, y si están mal, pa-
reciera que esas ganas se multiplican.
¿Por qué hago esto? Por la sencilla razón de que me cansé de
que me usaran.
¿Qué quieres decir?
Lo que estás escuchando, me cansé de que me usaran.
Explícame por favor.

En mis primeros años de pastorado recibía a la pareja en pro-


blemas y después del saludo adoptaba la posición del consejero
sabelotodo y les decía: «Bueno, cuéntenme».
Eso era como decir: «Tienen licencia para decir lo que quie-
ran, en especial todo lo malo acerca del otro, por supuesto». Y
cada uno comenzaba a decir la porquería que era quien tenía al
lado, claro, se sentían tranquilos porque yo estaba ahí, así que
pensaban algo así como: Aprovecho que está e¡ pastor delante
y le digo todo lo que no puedo decirle a solas. Varias veces casi
tuve que saltar por encima del escritorio para que no se dieran
golpes.
Por lo general era poco o nada lo que lograba avanzar en esa
primera cita. En las siguientes hablaba con ellos por separado y
avanzaba un poco más, pero aún no estaba satisfecho, no era
sencillo, ya que cada uno hablaba pestes del otro, quien, obvia-
mente, era el culpable de lo mal que estaban.
Los CIMIENTOS 59

Dgl fracaso al éxito


Dios me enseñando y cambié dos cosas fundamentales,
fue
las un éxito total en las
cuales volvieron las frustraciones en
consejerías. Primero, no los dejo hablar en la primera cita. Y
segundo, he cambiado el fatídico «cuéntenme», al estar a solas
con cada uno, por la siguiente pegunta: «¿Qué es lo que podrías
hacer para que esta relación mejore que no estás haciendo?»

No los dejo hablar en la primera cita

Casi todas las parejas llegan, decía antes, con mu-


como te

chas ganas de decir unas cuantas verdades... acerca del otro,


por supuesto.
Y lo más importante para ellos es saber dónde están parados,
pero no lo saben. ¡Ha\^ mucha gente que sabe a donde quiere ir
pero no sabe dónde está!
Imaginemos lo siguiente: Una persona quiere viajar y cono-
cer uno de los mejores países del mundo, Argentina, llama al 1
800 de Aerolíneas Argentinas (publicidad no pagada) y le dice
a la persona que lo atiende:
— Quiero ir a Buenos Aires en primera clase en el próximo
vuelo.
—Muy bien, caballero, gracias por escoger Aerolíneas Argen-
tinas (y luego viene la pregunta inevitable). ¿Dónde se encuen-
tra usted?

¿Ehhh?, ehhh, eso no importa, sencillamente véndame el
pasaje y ya, no hay problemas por el costo.

Por favor, señor, no puedo emitir el pasaje si no me dice
dónde se encuentra,no sabe dónde está no sé cuánto le cos-
si

tará, y si no sabe dónde está. .


Usted no entiende, yo pago lo que sea, solo emita el pasaje
y ya.
—Señor, creo que el que no entiende es usted, primero ave-
rigüe donde está y luego vuelva a llamar... adiós.
Este esun diálogo ficticio, pero si sucediera en realidad sería
imposible vender el pasaje.
No obstante, en la vida de muchísimas personas, noviazgos,
matrimonios y familias esto es una cruel realidad, no tienen ni
idea de dónde se encuentran parados, saben a dónde quieren
60 #;e;?^trév€t€ a ser O^liz!

ir, pero no saben dónde están. Quieren ser felices, pero no


saben cómo hacer para logrado. Es frustrante saber lo que se
quiere y no saber cómo obtenedo.
Atención: Cualquier decisión que tomes sin saber donde
está parada tu vida será errónea, y ten presente que cada error
cuesta caro.
Al terminar esta primera cita es increíble la transformación
que experimentan porque al entender dónde están
las parejas,
paradas entienden por qué viven como viven, y sobre todo no
ven la hora de tener la segunda cita, donde aprenderán cómo
hacer para cimentar sus vidas en el lugar correcto.

¿Qué podrías hacer para que esta relación


mejore que no estás haciendo?
Nunca más le volví a decir a un esposo o una esposa en
problemas: «Cuéntame», ahora la pregunta es: «¿Qué podrías
hacer para que esta relación mejore que no estás haciendo?» Te
aseguro que pagarías por ver la cara de sorpresa que pone la
gente, no esperan algo así.
¿Cuál sería tu reacción ante esta pregunta? La de todos ha
sido espectacular, pero les pido que hagan una lista, no mental-
mente sino por escrito.

Al confrontados con esta pregunta se dan cuenta de que la


culpa no es toda dela otra persona en cuestión, sino que ante

sus ojos aparece una nueva realidad: ellos han hecho poco o
nada por mejorar, y ven que es mucho lo que pueden hacer
para que todo cambie. Los resultados han sido tremendos y sin
dudas seguirán siendo grandiosos... ¡Haz tu lista! No importa el
área en que tengas el problema, estoy seguro de que es mucho
lo que puedes hacer que aún no estás haciendo.

Los CIMIGNTOS
El saber dónde está parada tu vida, tu pareja, y todas tus
demás áreas, tiene que ver con los cimientos que tienes, presta
mucha atención a lo que viene ahora porque ha transformado,
restaurado y rescatado a muchísimos matrimonios, y ha condu-
cido a la construcción del anhelado hogar cristiano.
Dios dice en su Palabra que solo hay dos lugares donde
Los CIMIENTOS 61

puede estar afincada tu vida, dos terrenos donde edificar tus


cimientos. Es increíble lo puntual que es Dios, veamos:

«Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en prác-

tica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la

roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos

y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque


estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que me oye estas
palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato
que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron
y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y
los ríos, esta se

derrumbó, y grande fue su ruina» (Mateo 7:24-27).

Si leemos con detenimiento los versículos 25 y 27 en su


primera parte, veremos que dicen exactamente lo mismo:
«Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos
y azotaron aquella casa» (por increíble que parezca al escribir
esto estoy sentado en el estudio de mi casa en Pompano Beach,
Florida, en los Estados Unidos, acompañado por el rugir de la
lluvia y de los fuertes vientos del destructivo huracán Katrina).

Las lluvias, ríos y vientos representan los problemas que


todos los seres de este planeta compartimos, son los mismos
para todos, son las situaciones difíciles por las que todos atra-
vesamos o podemos atravesar, por ejemplo, la muerte de un
ser querido, una estrechez económica, una enfermedad o algún
estrago climatológico, entre otras.
Son situaciones que pueden llegar y que muchas veces no
podemos prever, solo queda afrontarlas, y de la mano de Dios
sería lo ideal, ya que golpearán y azotarán nuestras vidas.
Pero hay problemas que no deberíamos atravesar, que no te-
nemos por qué sufrirlos, tales como los divorcios: las peleas; las
inseguridades emocionales; los vacíos sentimentales; los celos
enfermizos; los adulterios; los ambientes sin amor, sin detalles,
llenos de discusiones, discordias, gritos, insultos y hasta violen-
cia física.

Por desgracia, hay muchísimas familias viviendo bastante


de esto último, y todo eso está golpeando los matrimonios, las
familias, las vidas, las casas. Que una casa o familia se venga
abajo y experimente una gran ruina, o se mantenga firme y
62 S¡e;?^trév€t€ a s€r GS^liz!

estable, solo depende de lo que tenga abajo, solo depende de


dónde esté afianzada... de los cimientos que tenga.
Ya que esto es así,debemos hacer un paréntesis y profun-
dizar en el pasaje bíblico anterior, analizando todo lo que este
encierra. Veamos:
1. Un mensaje: la Palabra de Dios
2. Dos reacciones: la practican o no la practican
3. Dos personas: el hombre prudente y el insensato
4. Dos cimientos: la roca y la arena
5. Dos finales: estabilidad, seguridad, paz y por el otro lado
una gran ruina
¡No puedes pasar por alto estas palabras! (Mateo 7:
Insisto:

24-27), porque con ellas Jesús cierra el Sermón del Monte, un


sermón perfecto y único, llamado por algunos «la constitución
nacional del reino de los cielos», un sermón con palabras y
mensajes para todas las ocasiones; todos los problemas; el es-
píritu, el cuerpo y el alma; y para nuestra relación con Dios y los

hombres. Un mensaje para cada segundo, cada minuto, cada


día de nuestra vida y aun para después.
De modo mencionados son la
definitivo, los cuatro versículos
clave de todo tremendo Sermón del Monte. Por eso creo que
el

amerita un breve análisis a partir del cual, con toda seguridad,


sacaremos lecciones valiosas para nuestra vida diaria.

Cinco puntos, dos cadgnas


De este pasaje se desprenden dos cadenas, y una de las dos
tiene tu vida: la de bendición y la de maldición. Estas dos cade-
nas se desglosan del primer punto: el mensaje.

1. El mensaje
que podemos padecer
Este está dirigido a todas las personas
los mismos problemas. El mensaje es la Palabra de Dios, lo que
el Señor dice; todo depende de él y siempre se cumple, lo creas
o no, porque sencillamente es la Palabra de Dios.
Muchos, como el incrédulo francés Voltaire, no creen en la

Biblia como la Palabra de Dios, y pronosticaron su desapari-


ción. Creo que les falló el pronóstico, porque hoy en día hay
Los CIMIENTOS 63

más de cuatrocientos cincuenta millones en circulación en más


de mil idiomas y dialectos.

«Tema toda la tierra al Señor; hónrenlo todos los pueblos del


mundo; porque él habló, y todo fue creado; dio una orden, y
todo quedó firme» (Salmo 33:8-9).
Todo lo hizo Dios, todo se sostiene y depende de él, todo
está en sus manos (sí, incluida tu vida). Si Dios dice algo, esto
sucede. Si Dios dice: «Silvano, sé sano», recibo sanidad... «Sil-
vano, sé fuerte», recibo fortaleza... «Silvano, sé bendecido»,
recibo bendición... «Silvano, sé próspero», recibo prosperidad...
«Silvano, sé perdonado», recibo perdón... «Silvano, recibe luz»,
ante mí se aclaran las tinieblas.
¿Te gustaría que Dios dijera eso de ti?

Pues te tengo dos noticias, una buena y una mala. ¿Cuál


quieres oír primero? ¿La mala? De acuerdo, la mala es que él
nunca lo dirá, morirás esperando que lo diga. ¿Y la buena?
La buena es que \;a lo dijo. Podríamos preguntarnos enton-
ces: ¿Y por qué la gente no lo vive? Por dos razones: o bien no
lo sabe o no lo cree.

Anécdota
Había una vez una niñita que pertenecía a una familia muy reli-

giosa que tenía una Biblia grande en un atril, abierta en el Salmo 9L


Esta llamaba mucho la atención de la niñita, que siempre que pasaba
por su lado miraba y quería tocarla, pero su
la mamá no la dejaba, lo

cual incrementaba su curiosidad.

Cierto día esperó a que no hubiera nadie cerca, se acercó a la Bi-

blia,
y justo cuando estaba por tocarla entró su mamá y le llamó con
severidad la atención con estas palabras: «Ese libro es de Dios y no
puedes tocarlo».
A los pocos días sucedió lo mismo, y recibió otra vez el regaño; y
así ocurrió un par de veces más. Hasta que un día la niñita avanzó
decidida a tocar la Biblia de todas maneras, y otra vez fiíe intercepta-

da por su mamá, la cual ya muy enojada le dijo: «¡Ya te dije que ese

libro es de Dios, no lo puedes tocar!» A lo que la niñita le respondió:


«Bueno, si es de Dios y no lo podemos tocar ni leer... ¿por qué no se
lo devolvemos?»
64 #le;?^trév€t€ a ser (S^liz!

Debemos leer, estudiar, creer, orar, obedecer y practicar la


Palabra de Dios. Porque cuando creemos y la vivimos deja
la

de ser un libro especial para convertirse en vida. Como dice mi


pastor, Darío Silva-Silva, la Biblia es «el manual del fabricante",
ahí se nos dice qué hacer para que nuestras vidas funcionen a
la perfección.
Analicemos ahora las dos cadenas, de bendición y de maldi-
ción, que se desprenden del mensaje, la Palabra de Dios.

2. Dos reacciones
Solo hay dos maneras de reaccionar al mensaje: Lo ponemos
en práctica o no.
Siempre me pregunto: ¿Cómo serían nuestras vidas si hubié-
ramos puesto en práctica toda la Palabra de Dios que nos han
compartido? Creo que seríamos unas bombas espirituales...
pero... por desgracia muchas veces actuamos regidos por la ley
del mínimo esfuerzo. Al terminar la prédica decimos: «iVaya!
Qué mensaje», sin embargo, cuando vemos que ponerlo en
práctica nos demandará algún esfuerzo adicional, nos frenamos
y con nuestra actitud decimos: «Mejor esperamos una palabra
más fácil que produzca el mismo resultado o algo parecido».
La gente que se rige por la ley del mínimo esfuerzo no logra
superar los niveles de la mediocridad... pero démosle gracias a
Dios de que eso no nos sucede ni a ti ni a mí... ¿no es cierto?

Siempre lo he dicho y nunca me cansaré de predicarlo: El


cristianismo no es una religión, es vida. Una vida sencilla donde
si quiero tener éxito solo tengo que hacer lo que Dios dice y el

resto va por su cuenta.

3. Dos personas
Solo existen dos tipos de personas: el prudente y el insensa-
to.

La diferencia entre estos dos la marca la respuesta que le dan


al mensaje, que es la Palabra de Dios. Si la pones en práctica,
eres prudente. Si no lo haces, eres insensato.
¿Qué dice Dios del insensato? Dice de todo, menos algo bue-
Los CIMIENTOS 65
no. Podría citar media Biblia, pero veamos algunas cosas de las
que dice Dios:
• Oye y no practica (se hace el sordo o el tonto)
• Es contencioso, peleón, conflictivo
• Es orgulloso
• Dirige su vida hacia la pobreza
• El látigo está preparado para su espalda
• Va hacia la soledad
• Habla sandeces
• Va hacia la ruina
• No valora el consejo
• Niega a Dios en su corazón (no con sus palabras)
En fin, creo que no es buen negocio ser necio, imprudente,
cabeza dura, terco o como le quieras llamar al insensato.
¿Qué dice Dios del prudente? Para saberlo deberíamos leer
la otra mitad de la Biblia, entre muchas cosas dice:

• Oye y practica lo que Dios dice


• Calma las peleas
• Es humilde
• Tendrá honra
• Prosperará
• La gente lo prefiere

• Valora el buen consejo


• Tendrá seguridad y paz
Recuerda, solo una cosa te hará prudente, no hay cursos
intensivos, solo el oír y practicar la Palabra de Dios.

4. Dos cimientos
La roca y la arena. (Ampliaré esto en el siguiente capítulo)

5. Dos finales
Estabilidad y paz... o destrucción y ruina.
No hay más que eso, no hay medias tintas, sabiduría o im-
prudencia, frío o caliente, luz o tinieblas, verdad o mentira,
seguridad o desespero, estabilidad o destrucción y ruina.
66 ® ;e;^^trév€t€ a ser GS^liz!

Conclusión

Cadena de maldición
Si oyes la palabra de Dios y no la practicas, te conviertes en
una persona insensata, necia, torpe que ha decidido edificar so-
bre las bases inseguras, poco confiables y endebles de la arena.
La Palabra de Dios es verdad, créelo por favor, vendrán lluvias,
vientos y ríos, es decir, los problemas normales que todos po-
demos padecer, los cuales golpearán tu casa, y si esta tiene sus
cimientos en la arena, se caerá y grande será su ruina.

Cadena de bendición
mensaje de Dios y lo practicas, te convertirás en
Si oyes el
una persona sabia, prudente, que estará edificando su vida so-
bre la roca, y cuando los problemas normales golpeen tu casa,
esta no se caerá, por la sencilla razón de que está cimentada
sobre la segura y confiable roca.

Creo que es un buen momento para tomar algunas decisio-


nes, y en este caso tú escoges qué hacer y qué no; cuál persona
quieres ser: prudente o insensata; dónde edificar tus cimientos:
en la arena o en la roca; y qué final quieres darle a tu vida:
seguridad o ruina.
Tú escoges qué cadena te pones: la de bendición o la de
maldición. Alguien dijo, creo que con gran acierto: «El hombre
solo es libre para escoger su propia cadena».
Ten la total seguridad de que hay un final feliz reservado y
preparado para la vida de todo aquel que decide edificar su
vida, su familia, su trabajo, sus sentimientos y su futuro sobre
la Roca.
C A P f U L O

RGNA
O LA
lemos visto que solo hay dos lugares posibles donde
poner nuestros cimientos: la arena o la roca.
Conozco y he aconsejado personalmente a miles de
^onas que vivían en la inestabilidad de la arena llevando
unas vidas infelices y desilusionadas, ya que llevaban años
queriendo cambiar pero no sabían como hacerlo. Querían ser
felices pero no tenían las herramientas para lograrlo.

Créeme, todos necesitamos aprender; y como decía antes,


nadie nace sabiendo. Así que de aquí en adelante lo único que
necesitarás es humildad y sinceridad. Humildad para reconocer
que puedes aprender «algo». Sinceridad para reconocer que
necesitas ese «algo». Y mucho de ese «algo» está en este libro.

La argna
La arena es un lugar peligroso para edificar algo que no sea
68 Sje^^^trévGtG a ser G^liz!

carpas playeras, tiendas o kioscos de paja, porque cuando sube


la marea o viene la tormenta, la arena se mueve y todo lo que
tenía arriba se va al piso.
Al referirme a ti como una persona individual y a la arena
como algo espiritual, digo que esta representa cualquier institu-
ción, iglesia, persona, trabajo, relación o posesión. Es cualquier
cosa sobre la cual tengas puesta tu confianza fuera de Dios.
Vivimos en unos tiempos en los que Dios está permitiendo
que muchos pisos se muevan de una forma dramática: las
instituciones están desapareciendo; las finanzas se están yendo
al piso; las relaciones se están rompiendo, y las posesiones se
están perdiendo.
Todo terreno que no esté sobre la roca inconmovible se mo-
verá, y todo lo que tenga edificado arriba se caerá, por desgra-
cia será así. ¡Por lo tanto, mantente alerta!

La roca
La roca un lugar firme y seguro, pero no te voy a enga-
es
ñar... ahondar allí! Sin embargo, cuando logras cimen-
¡cuesta
tar en ella, dormirás seguro y confiado, porque no importa lo
que pueda venir en contra... ¡tu casa no caerá!
¿Y cuál es la roca espiritual? Mira lo que dice la palabra de
Dios: «Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque be-
bían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo» (1
Corintios 10:4).
Toda persona que ha puesto su vida, su matrimonio, su fami-
sus sentimientos y su trabajo sobre la Roca, no tiene razón
lia,

para dudar, ni temer, ni desconfiar... ¡porque Cristo nunca falló


ni fallará!

¿DÓNDG GSTÁ AFIANZADA TU VIDAp


Con anterioridad tocamos de forma superficial este punto,
pero ahora es necesario profundizar.
Definitivamente, no basta con saber adonde queremos ir,
tenemos que saber dónde estamos parados, en el área matri-
monial es así:

¡Las parejas pelean y no saben por qué!


¡Las parejas se unen para vivir en amor, alegría y paz y viven
absolutamente lo contrario!
¿La arena o la roca? 69
¡Si no sabes donde está afianzada tu vida, jamás sabrás por-
que vivís loque vivís!
¡No puedas ser feliz si no estás parado en el lugar correcto!
Veíamos en el pasaje de Mateo 7:24-27 que solo hay dos
lugares donde podemos edificar nuestros cimientos: la arena o
la roca.

Cuando llevo este pasaje al área netamente espiritual y vi-


vencial del matrimonio o la familia encuentro un paralelo per-
fectocon Calatas 5:19-23, en el cual podremos ver la grandeza
de Dios, ya que en solo cinco versículos encerró a todos los
que han existido antes que nosotros, los que existimos en este
tiempo y todos los que existirán después de nosotros, hasta que
todo esto se acabe.
Nadie puede nada diferente a lo que está escrito en es-
vivir
tos cinco versículos. En ellos, el ambiente de cada familia está
descrito claramente, por esta razón lo que viene de aquí en
adelante es vital que le prestes toda tu atención, porque seguro
que lo que estás viviendo en tu casa está definido en las próxi-
mas líneas.

Cinco versículos únicos


Dios me mostró con toda sencillez y claridad que la arena
y laroca espirituales están definidas en estos cinco versículos
bíblicos:

«Las obras de la naturaleza pecaminosa [la carne] se conocen


bien: inmoralidad sexual [adulterio, fornicación], impureza [lasci-

via, morbo] y libertinaje; idolatría y brujería; odio [enemistades],


discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades [contiendas, peleas],
disensiones, sectarismos [herejías] y envidia [homicidios], borra-
cheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como
antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el

reino de Dios. En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría


[gozo], paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad [fe], hu-
mildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas»
(Calatas 5:19-23).

La roca es el Espíritu de Dios. La arena es la carne o la natu-


raleza pecaminosa.
70 W \fj^^tré\/ete a ser (3^l¡z!

Mi esposa Patricia y yo hemos dado seminarios y confe-


rencias en varias ciudades acerca del matrimonio, la familia,
los sentimientos, el noviazgo y el sexo. Estábamos trabajando
fuerte en consejería en estas áreas cuando Dios le habló con
claridad a mi corazón: «Lo que les he dado es para todos».
Recuerdo la primera vez que prediqué acerca de este tema en
nuestra iglesia en Bogotá, allá por el año 1998. Mi pastor Darío
Silva-Silva estaba de y yo estaba encargado de ese fin de
viaje,
semana, así que prediqué en los cuatro servicios para unas seis
mil o siete mil personas que había en ese momento. El impacto
fue tremendo.
Tenía la siguiente orden: «Enséñales donde están parados,
para que después puedan ser felices».
Comencé de la siguiente manera:
«Levanten las manos las personas casadas y en unión libre
que cuando se unieron lo hicieron con el deseo de ser felices y
de vivir en un hogar lleno de amor, paz y alegría».
Muchísimas manos se levantaron. Luego me dirigí al resto de
lacongregación, a los que aún no se habían casado y lo pensa-
ban hacer en un futuro, y les pregunté:
«¿Quiénes cuando se casen (porque no se van a unir fuera de
la lo van a hacer con el deseo de ser felices y
voluntad de Dios)
de vivir en un hogar lleno de amor, paz y alegría?»
Todos levantaron las manos y aplaudieron. Volví mi atención
al primer grupo, al de los que ya estaban casados, y les dije:
«Les voy a hacer una pregunta más, pero no quiero que res-
pondan, no se muevan, no miren al costado ni arriba ni abajo,
cualquier movimiento los delatará, la respuesta la van a escu-
char con claridad en sus corazones. ¿Cuántos de ustedes, que
se casaron y unieron con el deseo de ser felices y vivir en un
hogar lleno de amor, paz y alegría, no lo han logrado?
El silencio era tan profundo que se podía hasta escuchar los
pensamientos, y con ellos la respuesta obvia. Si hubiera termi-
nado allí, ese breve mensaje se podría haber llamado «Los gri-
tos del silencio», y estoy seguro de que toda la iglesia se hubiera
retirado sin decir una palabra... pero el sermón no terminó allí.

Era increíble ver a la multitud siendo confrontada con una


La arena o la roca? 71

realidad que quizás ellos pensaban que siempre permanecería


secreta; no estaban parados donde ellos creían, no eran felices
y esa verdad había salido a la luz.

A partir de empezaron a entender el significado de frases


allí

desafiantes como: «No te conformes con vivir en una familia


cristiana cuando Dios tiene para ti un fascinante y feliz hogar
cristiano esperándote más cerca de lo que imaginas».

A partir de ese momento comenzaron a encontrar respuestas


a preguntas tenaces, que no solo ellos tenían, sino que según
creo la mayoría de y batalla con ellas, y que
los cristianos tiene
si no se resuelven pueden atar sus vidas al desánimo, la infelici-

dad y la derrota, viviendo con un concepto equivocado de Dios


y del cristianismo.

Algunas preguntas tgnac€S


¿Dónde está afianzada mi vida?
¿Si somos cristianos, por qué seguimos peleando, discutien-
do y ofendiéndonos?
¿Si tenemos a Cristo en nuestros corazones, por qué persisten
los celos y los incontrolables y destructivos arrebatos de ira?
¿Por qué mi esposo me golpea si \ja somos cristianos?

¿Por qué aun siendo cristianos algunos adulteran, se em-


borrachan, ven pornografía en la Internet, y aun casados se

masturban?
¿Será posible que esto cambie y vivir de un modo diferen-
te?

¿Acaso Cristo no es la solución de todos los problemas?


Quiero que sepas que no son pocos los cristianos que no en-
tienden por qué viven como viven, que batallan con esta clase
de cuestionamientos y le abren las puertas de sus vidas de par
en par al enemigo.
Antes de continuar quiero dejar algo bien claro: Jesucristo
fue, esy será por siempre la solución de todos nuestros proble-
mas, y es la respuesta a todas las preguntas del hombre.
Podrías estar pensando: Todo mu\^ bonito pastor, pero... i;o
he acudido a consejería varias veces, han orado por mí en va-
rias oportunidades, he asistido a varios seminarios y hasta han
72 # ¡tJ^^trévete a ser (^liz!

orado por nuestra liberador] como diez veces, y ¿sabe qué?


Todo cambia por un breve período y después seguimos pelean-
do, gritando, discutiendo, en iras, celos, y continuamos viviendo
en un ambiente familiar muí; tenso. ¿Qué pasa?
Es mucha la cantidad de personas que he atendido que no
saben qué pasa, las veía llegar indiferentes, descreídas acerca
de que pudieran encontrar la respuesta para esa pregunta ator-
mentadora, y luego experimentaba la felicidad de verlas salir
con una luz de esperanza, y al tiempo, las observaba vivir una
realidad diferente por completo. ¡Qué regalo tan grande del
Señor!

La rgspugsta
La respuesta es sencilla, como todo lo de Dios; no es que
Cristo no sea la solución, no es que las oraciones no sirvan o
que la consejería no sea efectiva. Solo es que han estado tra-
tando de matar el árbol por las ramas en lugar de ir a la raíz,
por eso desaparecían los problemas por un tiempo y después
aparecían otra vez, y a veces con más fuerza.

El problema no está arriba: Dios no está enojado contigo.


El problema no está al lado: La solución no está en cambiar
a tu pareja.
El problema está abajo: Los cimientos de tu matrimonio es-
tán en la arena o en la carne, espiritualmente hablando.
¿Pastor, me quiere decir que nosotros, a pesar de haberle
entregado nuestras vidas a Jesucristo, podemos seguir con
nuestros cimientos sobre la carne?
No lo dudes, absolutamente sí.

Cuando una a mi oficina para consejería ma-


parejita viene
trimonial, lo primero que debo saber y debo hacerle conocer a
la pareja es «dónde están parados», lo cual sale a la luz después

de cinco sencillas preguntas.

Todo transcurre así:

—¿Cuánto tiempo llevan de novios?


— años.
^Tres

—¿Cuánto llevan de cristianos?


¿La arena o la roca? 73

—Dos años (humm... hay un año complicado).


—¿Cuánto tiempo en realidad firmes con Señor? el

—Un año (humm... otro año volando).


—De acuerdo, para pregunta del millón?
¿listos la

— ¡Sí! Ja, ja, ja...


—¿Tuvieron relaciones sexuales?...

—Oh, eeehhh... (humm... gravísimo).


sí...

—Bien, ahora ya están preparados para última pregunta,


sí la

lade los diez millones: ¿Cuándo fue la última vez? (ya no se


escucha ninguna risa).
Las respuestas más comunes que he recibido a esta pregunta
son: un mes, o quince días, o una semana.
Qué tristeza para Dios que la mayoría de los cristianos vivan
engañados. Se han inventado una versión propia del cristia-
nismo, donde no hay intimidad con Dios, se ora de modo
insuficiente, se lee poco la Biblia, y se va a la iglesia solo los
domingos.
Se han inventado un cristianismo de cruz barata, donde hay
lugar para el pecado disfrazado de debilidad, problema, atadu-
ra, vicio o enfermedad.

Debo reconocer que no son fáciles las consejerías conmigo,


son duras, descarnadas, reales; el Silvano simpático y chistoso
desaparece cuando tengo delante de mí a una pareja que está
yendo derechito al fracaso. Y lo peor de todo es que la mayoría

de estas personas juran que están firmes con Dios y que es-
tán «relativamente bien». ¿Dónde están los cimientos de estas
parejas? Por supuesto, en la arena, en la carne o naturaleza
pecaminosa.
La mayoría de los noviazgos cristianos —y no hablo en este

momento de aquellos que todavía no conocen al Señor Jesús


y su Palabra —
están cayendo en la fornicación, que es como
llama Dios a todo acto de inmoralidad sexual y al sexo antes del
matrimonio, están cambiando por cinco minutos de excitación
sexual toda una vida de felicidad. Esto último se lo he enseña-
do como mil veces a mis amados Timoteos (este es el nombre
del ministerio de jóvenes de nuestra iglesia), y seguro que se
los recordaré mil veces más, solo porque los amo y porque el
74 #;e;í^trév€t€ a ser (^liz!

mundo todos los días los presiona para que tomen decisiones
equivocadas y caigan.
Mi esposa Patricia y yo hemos predicado seminarios sobre
el tema de los sentimientos, el noviazgo y el sexo en muchos
lugares, a muchos jóvenes de diferentes iglesias. En todos, al
terminar se han acercado líderes que son columnas de esos
ministerios juveniles para decirnos que han caído, añadiendo a
modo de excusa: «¿Por qué no escuchamos esto antes?»
Es triste ver muchos jóvenes y de muchísimas
la realidad de
familias cristianas que viven resignados a una vida y una rea-
lidad que no quieren, que no habían soñado, y que no saben
cómo cambiar.

Anécdota
Hace como tres años, recién empezando nuestra iglesia en Miami
Lakes, Florida, al finalizar un mitad de semana se me acer-
servicio a

có un joven y me pidió algo extraño: que lo acompañara a su casa.


Me dijo estas palabras: «Pastor, mi esposa y yo nos convertimos al

Señor aquí en Casa sobre Roca hace unos cuatro meses, estamos fe-
la

lices en la iglesia, pero resulta que hace como diez meses, al comienzo
de nuestro matrimonio, tuvimos una pelea y yo le di un golpe. Ella
llamó a la policía y ahora cada vez que discutimos me amenaza con
volver a llamarla. Hoy volvimos a pelear bastante fuerte, aunque le

juro que no la toqué, y yo tengo miedo de regresar a mi casa solo,


acompáñeme por favor».

¿Quién puede resistirse a una invitación así? Nada de: «Le invita-
mos a cenar, a tomar un cafecito». No, solo venga, acompáñeme para
que nos peguen a los dos.

Nos fuimos en su auto, y mientras conducía me dijo:

—Llevamos un año de casados, somos jóvenes, nos queremos, le


entregamos nuestras vidas a Jesucristo, la verdad no entiendo por qué
peleamos tanto.
Yo lo miré y le dije:

—No te entiendo, me tienes sorprendido — él me miraba con cara


de no entender nada — . Plantaste un manzano y el árbol después de
un tiempo te da manzanas, ¿y tú te sorprendes? En realidad no te

entiendo.
— ^Yo soy el que no le comprende, pastor.
¿La arena o la roca? 75

—Mira, es fácil, lo normal es que si plantas un manzano, obtengas

manzanas. Ahora, si plantas un manzano y te da uvas o peras, eso si


es para sorprenderse.

— Sigo sin entender.

—Voy a ser más claro. Tú y tu esposa plantaron su relación en la


carne y ahora están comiendo el fruto de la carne, no podría ser de
otra manera. Uno más uno son dos por dondequiera que lo mires,

y esto no tiene excepción porque no es una regla, es una ley divina,


ya que la palabra de Dios dice: «Todo lo que el hombre siembra eso
cosecha».

Es increíble ver cómo las parejas edifican sobre la arena o la carne

y después se sorprenden cuando viven lo único que la carne les puede


dar: peleas, celos, iras, desacuerdos, adulterios, borracheras... ¿Qué
más puede dar la carne?

No HAY UN CULPABLG
Es necesario entender que no hay un culpable, ya que las
crisis y llegan a consejería vienen con unas
parejas que están en
ganas tremendas de hablar pestes el uno del otro.
Como les dije antes, acostumbro a no dejarlos hablar en la
primera cita, solo les digo: «Hoy lo único que les voy a enseñar
es a comprender dónde están parados, y después de eso todo
será más fácil para ustedes, créanme» (al principio nunca me
creen).

Luego les hago las cinco preguntas de rigor, y como tienen


muchas ganas de hablar el uno del otro, les cuestiono algo.
—¿El violó? — pregunto primero a
te le ella.

—No, por supuesto que no —es respuesta. la

Entonces lo miro a él y le digo:


— ¿Ella te violó?

Y siempre recibo la misma respuesta, acompañada con la

misma sonrisa:

—No, por supuesto que no.

(No sé que voy a hacer el día que la respuesta sea diferen-


te.)

— Pero, ¿por qué nos pregunta eso?


—Para demostrarles que no hay un culpable, que ustedes
76 Sie^'^trévete a ser (^liz!

dos de común acuerdo plantaron su relación en la carne y aho-


ra están comiendo de su fruto, así que no acepto recriminacio-
nes, vamos a trabajar porque es hora de comenzar a sembrar el
árbol en el terreno correcto.

Rggrgsando a Gálatas 5:19-23


Una de las materias que dicto en nuestro Instituto Bíblico es
precisamente Hogar Cristiano, y me gusta preguntarles a mis
alumnos del segundo semestre, a la luz de este pasaje bíblico de
Gálatas, cuáles son para ellos las peores obras de la carne.
Al parecer las peores, se encuentran en los extremos: inmo-
ralidad sexual, adulterio, fornicación, lascivia, morbo, idolatría
y brujería por un lado; y envidias, borracheras, orgías y homi-
cidios por el otro.

Pero para mí las peores son las del centro: discordia, celos,
arrebatos de ira, rivalidades, peleas, odio, desacuerdos y di-
sensiones; porque estas conforman el ambiente de millares o
millones de familias en el mundo, y de muchísimas familias
cristianas.

Ahora, ¿qué pasa con aquellas parejas que tuvieron un no-


viazgo en el Señor, se cuidaron y no cayeron en fornicación, y

aun así no tienen el hogar soñado, viven una relación fría y ten-
sa, pelean, discuten, son presa de los celos, y tienen peligrosos
arrebatos de ira más frecuentes de lo común? ¿Pueden tener
sus cimientos sobre la arena?
Absolutamente sí, porque en el tema de los cimientos no solo
cuenta lo que no haces sino que es más importante lo que sí
haces. Recuerda que el Señor dice que debemos edificar sobre
la roca, y si la pareja no ora junta, no tiene disciplinas espiritua-
les, no hacen lo que Dios dice que tienen que hacer, sin dudas

estarán edificando sobre la arena y las obras de la carne no


tardarán en aparecer.

La pgqugña zorra dg la carng


La Palabra de Dios nos ordena que atrapemos a las zorras
pequeñas, porque ellas arruinan nuestros viñedos en flor, y la
flor es el paso previo al fruto. «Atrapen a las zorras, a esas zorras

pequeñas que arruinan nuestros viñedos, nuestros viñedos en


flor» (Cantares 2:15).
¿La arena o la roca? 77
No tengo dudas de que la peor zorra pequeña de la carne es
la disensión.
Digo que la disensión es la peor porque es la consentida.
Estoy seguro de que si vemos una zorrita pequeña no nos ge-
nerará temor, estoy convencido de que hasta la acariciaríamos
y jugaríamos con ella.
Eso es que muchísimas personas y matrimonios hacen con
lo
las disensiones, que son lo mismo que «pequeños desacuer-
dos», «pequeños enfrentamientos», «pequeñas discusiones», no
le prestan atención, creen que son cosas normales y que van

a pasar, y estas disensiones, al ser consentidas y no resueltas


con rapidez, echan a perder la alegría, la paz y la bondad de la
familia, y le abren una puerta gigante a las discordias, peleas,
iras y distanciamientos.
No
estoy diciendo que una pareja no puede tener diferentes
puntos de vista sobre un asunto, por cierto esto pasa; pero el no
estar de acuerdo en una situación no necesariamente significa
que estén en desacuerdo.
Un desacuerdo conlleva discusión y fastidio, lo cual si no se
soluciona dará paso a o peleas, estos a la discordia,
los pleitos
esta a los peligrosos y detestables arrebatos de ira, de ahí se
pasará a las contiendas (que son las peleas continuas) y así esta
cadena destructiva continuará.
El no de acuerdo es solo una oportunidad para la pare-
estar
ja de practicar el amor ágape, que es el amor de Dios, un amor
que siempre busca agradar al otro; al aplicarse, todo continuará
todavía mejor que antes.
Está bien Siluano, {;a no des más vueltas, {;a nos dimos cuen-
ta:«estamos parados sobre la arena». ¿Qué hacemos? Porque
de todas maneras nosotros deseamos ser felices.
Me encanta que sean parte del grupo de los matrimonios que
no se conforman con ser infelices o con estar más o menos, así
que no más vueltas. En el siguiente capítulo analizaremos cómo
cimentar nuestras vidas en el terreno correcto.
C A TUL

(^í>
OVIENDONOS
D€ LA R€NA
A LA OCA
xisten cinco pasos fundamentales para pasar de arena

^
la

a la roca.

1. Orar juntos
2. Crear disciplinas espirituales
3. No decide al otro lo que no te gusta sino orar
4. Ser un verdadero hombre o una verdadera mujer
5. Hacer lo que tienes que hacer sin importar lo que el otro
diga
so ® ¡tJ^iréveie a ser G^liz!

Aquí nos encontramos con cuatro puntos fáciles y uno difí-

cil.

1. Orar juntos
La mayoría de las parejas no oran juntas u oran muy poco.
Esta es la triste realidad de los matrimonios en crisis o en cami-
no hacia la misma; es la triste realidad de los matrimonios opa-
cos, aburridos, fríos; donde la mujer se siente emocionalmente
cada vez peor y el hombre tiene, cada día, menos ganas de
regresartemprano a casa.
No hay manera de ser espirituales sin tener una relación con
Dios. Cuando las parejas entienden que en la oración está la
fortaleza, la unidad, la restauración, la armonía y todo cuanto
necesitan, comienzan a orar, empiezan a buscar a Dios, a darle
un lugar en sus vidas, y Dios comienza a mostrarles que él es
confiable, que es fiel, que es todo cuanto ellos necesitan, que
todo lo que la pareja anhela y desea está escondido en él.

Las parejas deben orar todos los días, sin que falte ninguno, y
treinta minutos mínimo. Hay algunos que me han dicho: «Pero
pastor, si nosotros no sabemos cómo orar», otros dicen: «Pero si

nosotros apenas logramos orar unos pocos minutos y eso cada


dos o tres días».

Entiendo que hay parejas que están empezando a caminar


con el Señor Jesús, y para ellas lo más importante es comenzar,
disponer su corazón y su voluntad para orar todos los días. No
importa si lo hacen por poco tiempo cada uno al comienzo,
siperseveran y no se detienen, en dos o tres meses crecerán
espiritualmentemás de lo que se imaginan, y esto se reflejará
en el aumento de la paz, la alegría y el amor en su relación
matrimonial.
¿Y por qué las parejas no oran si saben que todo lo que de-
sean está escondido detrás de una buena relación con Dios?
Por varias razones:
• Porque no entienden la importancia que tiene.
• Porque ofenderse no se perdonan, y lo menos que
al

quieren hacer es orar juntos, no entienden que Dios no


tiene la culpa. Es increíble, el esposo se enoja con la espo-
sa o viceversa y no quieren hablar con Dios.
Moviéndonos de la arena a la roca 81

• Porque hay una guerra espiritual y todo empuja a las


parejas a tratar de buscar las soluciones y la felicidad sin
una relación con Dios, o sea, separados de Dios. (Sería
bueno considerar Juan 3:27 donde se nos dice con clari-
dad: «Nadie puede recibir nada a menos que Dios se lo
conceda», y Juan 15:5b que afirma: «Separados de mí no
pueden ustedes hacer nada»).
Orar juntos todos los días, sin dudas, es el primer gran paso
para salir de la arena y comenzar el camino hacia la anhelada
y confiable roca.

2. Crear disciplinas espirituales


Muchas veces las disciplinas espirituales con que cuentan las

personas no van más allá de ir los domingos a la iglesia.


Las parejas no poseen ninguna de dichas disciplinas,
casi
de qué se tratan, ya que no vinieron
es más, ni siquiera saben
incorporadas con la ceremonia nupcial... ihay que trabajar en
ellas!

¿Por qué crearlas?


Porque no nacen, no aparecen de forma espontánea.
¿Y por qué llamarlas disciplinas?
Porque es algo que cuesta un poco crearlas, después de un
tiempo de repetir una acción, es cuando aparecen y se vuelven
un hábito.

Conozco gente que de las cin-


se levanta todos los días antes
co de la mañana para hacer han creado esa
ejercicios físicos,
disciplina y aun cuando quieren quedarse a dormir más... no
pueden, igual se despiertan a la misma hora.

Una pareja recién casada, después de un par de meses de re-


petir unaacción, empieza a ver esta disciplina hacerse realidad
en sus vidas.
¿Por qué espirituales?
Porque tienen que ver con Dios y su Palabra, ellas transfor-

marán nuestras vidas de adentro hacia fuera.

¿Cómo creo las disciplinas espirituales?


Para empezar, comiencen con despertarse veinte minutos an-
82 # ¡e;?^trév€t€ a ser (^liz!

tes de lo acostumbrado, entonces uno de los dos lee unos cinco


minutos algo o todo el proverbio del día (tengan en cuenta que
el libro de Proverbios tiene treinta y un capítulos, uno para cada

día), luego ora uno y después el otro, poniendo el nuevo día de


trabajo, los niños, la familia y alguna otra petición en las manos
del Señor.
Créeme, estos veinte minutos pueden transformar tu vida, tu
familia y tus actividades.
Si la pareja tiene algún crecimiento en el cristianismo lo ideal
es hacerlo de la siguiente manera:
• Lee el proverbio del día a solas.
• Hazlo con la actitud correcta: «Señor habíame a mí y solo
para mí». (Somos muy buenos para recibir palabras que
justo le vienen bien al otro, resiste esa tentación y deja
que Dios te hable solo a ti.)
• Lo que te llama la atención, subráyalo y compártelo por
la noche con que Dios
estas palabras: «Mi amor, mira lo
me habló a mí, para mí: "El que fácil se enoja comete
locuras", y quiero pedirte perdón porque creo que me he
estado enojando por cualquier cosa»... ¡Vaya! ¿Qué más
puedo decir? El solo imaginártelo te hace erizar la piel...
¿o no?
• Después de compartir cada uno lo que Dios les habló o lo
que les gustó, oren agradeciendo.
Estas disciplinas son una bomba para la pareja, ya que
aportarán una comunicación profunda (permitirán que abran
sus corazones para hablar acerca de algo que Dios les mostró
y que sin dudas traerá mejoría a su relación matrimonial) y un
crecimiento espiritual, ya que uno crece más cuando da que
cuando recibe.

3. No decirle al otro lo que no te gusta sino orar


Este punto va en contra de lo que siempre hemos oído y de
lo que siempre nos han enseñado. Nos dicen que todas las co-
sas hay que habladas; no estoy de acuerdo con eso, creo que
todas las cosas hay que orarlas.
Estoy convencido de que todas las cosas buenas y que edi-
hay que hablarlas, remarcarlas, no callarlas, pero no son
fican
muchos los que se detienen a señalar las cosas buenas, en vez
Moviéndonos de la arena a la roca 83
de eso pareciera que los seres humanos somos muy propensos
a detectar y hacer notar las malas. Deberíamos esforzarnos por
decir y remarcar las cosas buenas de nuestro cónyuge, nuestros
hijos, nuestros padres, nuestros familiares, nuestras autorida-
des, de todos los que nos rodean y de la ciudad o país donde
vivimos.
Con he visto destruirse relaciones por consejeros al
tristeza
parecer sensatos que les dicen a las personas: «Ustedes son ma-
duros, hablen lo que les molesta y lo que no les gusta».
He tenido varios debates por enseñar esto, y de todos el Se-
ñor me ha sacado bien librado, y como sé que quizás tengas tus
reparos y al inicio no estés de acuerdo, te pido que no deseches
mi posición hasta no analizar los argumentos que expondré.
Empecemos tomando como base la siguiente conversación:
— ¿Con qué fin, una persona le dice a otra lo que no le gus-
ta?

—Con de que recapacite y cambie.


el fin

— Parece una buena razón «parece», no (dije«es» una dije


buena razón). ¿Y con qué otro fin?

— Para descargar mi corazón, porque ya no aguantaba más,


ahora que todo, me siento más
le dije siento paz. libre,

—Ese deja ver un poco de egoísmo. ¿Te importa,


fin quizás,
cómo quedó otra persona?
la

—Puede pero ser, y cabo es


al finque siempre he escu-
al lo
chado y es lo que los profesionales en la materia me aconseja-
ron.
Muy bien, vamos por parte. La primera razón era: «Para que
cambie», contéstame con sinceridad... ¿En realidad cambió?
¿Viste mucho cambio? ¿O solo cambió por un tiempito, lo cual
te ha hecho sospechar mas de una vez que fingió?

¿No parece que estás jugando a ser Dios al querer hacer


te
cambiar a otra persona, una virtud que solo le corresponde a
Dios?
La gente no puede seguir engañándose y esperar que otros
cambien a punta de cantaletas, o charlas al parecer maduras.
Nadie puede cambiar a otra persona, solo Dios. De ahí viene
el consejo de orar. Esa exhortación significa que hables con el
que todo lo sabe, con el que todo lo puede, con el que conoce
84 Sjí^'^trévetG a ser G^liz!

con exactitud lo que necesitas, con el que posee todo lo que


siempre has deseado. Es una invitación a que hables con el
único que puede hacer el milagro de cambiar a una persona
volviéndola nueva a través de Jesucristo.
La segunda razón era: «Me da paz decir lo que no me gusta».
Quizás esta sea la verdadera razón, sabes que el otro no va a
cambiar, entonces aunque sea que sufra. No voy a hacer más
comentarios.
La tercera razón era: «Todos los profesionales en la materia
siempre dicen que es lo correcto, que es lo maduro». Creo que
nunca reaccionaremos de manera madura a comentarios como
estos: «No me gusta que mires a otras mujeres o a otros hom-
bres». «No me gusta la forma de tu cuerpo». «No me gustan tus
piernas». «No me gusta tu forma de ser». «No me gusta que gri-
tes por cualquier cosa». «No me gusta que llores por todo». «No
me gusta que llegues a casa y te pongas a hablar por teléfono o
a ver televisión». «No me gusta que te peines así, que te sientes
así, que mires así, que no hagas esto, que hagas lo otro...», y la

lista continúa.
¡Definitivamente, no creo que podamos reaccionar de forma
madura a comentarios como estos, que apuntan justo adonde
más nos duele!
¿Crees que habrá alguien que dirá: «Qué bueno que me di-
gas lo malo, lo feo, lo desagradable que soy, agradezco tu since-
ridad y te amo más que nunca»? JNo conozco a ninguno!
Me de atención. En primer lu-
gustaría hacer dos llamadas
gar, cuidado con la sinceridad mal entendida. Este es un mal
que por lo general padecemos los argentinos, creemos que
ser sinceros es decir todo lo que pensamos. Pero esto no es
sinceridad, es imprudencia. Ser sinceros es decir la verdad en
el momento adecuado, de la manera adecuada, delante de las

personas adecuadas.
En segundo lugar, cuidado con el método volcán. El método
volcán se está experimentando en un colegio de Miami con el
fin de que la relación de los padres mejore y así el rendimiento

y comportamiento de los niños también. Este método consiste


en que ambos padres se sienten uno frente al otro y cada uno
por un tiempo determinado le diga a su pareja todo lo malo
que es —
o sea lo que no le gusta —
mientras el otro no puede
Moviéndonos de la arena a la roca 85
responder hasta que le toca el turno. Después de esto tienen
que dejar pasar unos días para «ya tranquilos» hablar del tema
«como dos personas maduras».
Me imagino lo que estarás pensando, creo que coincidimos...
¡qué barbaridad! El solo imaginar las heridas profundas que se
causan me hace sentir tristeza, porque lo que viene puede ser
mil veces peor.
Ahora quiero preguntar: ¿Por qué sostener un formato que
nunca a dado buenos resultados, que nunca funcionó ni funcio-
nará? ¿Para parecer maduros? ¿Para mantener nuestro orgullo?
¿Para alimentar el egoísmo?
¿Por qué no le damos ¡a oportunidad a Dios? Permitamos
que nos muestre la verdad, que solo él puede cambiar a las per-
sonas. Entiende que Dios es un caballero y mientras tú quieras
hacer su trabajo él va a dejar que lo intentes.
La oración correcta es esta: «Señor, no me gusta que mi pa-
reja hable así (o que haga lo que sea), cámbiala. . . ¡pero Señor,
si ella está en lo correcto... cámbiame a mí!»
Mi esposa y yo aprendimos esta lección por separado hace
como dieciocho años, y hemos visto milagros. Es increíble
cómo Dios la cambió. Lo curioso es que ella dice lo mismo,
asegurando que fui yo el que cambió. Cuando lleguemos al
cielo veremos quién tiene la razón.

Pero Silvano, ¿nunca vamos a poder hablar de estas cosas?


¿Qué pasa si está haciendo algo que no me gusta y lo hace sin

darse cuenta? ¿No debo \jo decírselo de una buena manera, {ja
que so\; consciente de que no lo hace a propósito?
Para estos casos siempre aconsejo orar primero, ya que Dios
debe ser siempre el primer consejero, y si él quiere que hables te
dará el momento, el lugar y las palabras adecuadas, y el amor
y la sabiduría necesarios. Si él no te da todas estas cosas no
hables, porque vas a fracasar y no vas a conseguir el resultado
que estás buscando.
Cuando uno le dice a la otra persona lo que no le gusta es
como si pusiera un arma en su mano para que la use en el mo-
mento menos oportuno para ti.
Por ejemplo, si le dices: «Mi amor, no me gusta que te pei-
nes al medio», como están bien no hay problemas, se voltea
el cabello hacia la derecha y todos contentos... pero, ¿cómo
86 #;cj?^trév€t€ a s€r (^liz!

teimaginas que se va a peinar cuando esté molesta contigo?


¡Humm...!
Es hora de que dejemos de jugar a ser Dios, es momento de
arrojar nuestro orgullo yegoísmo a la basura y dejar que Dios
haga su trabajo, el cual siempre será para bendición nuestra,
como todo lo que él hace.
Por eso... ¡Ora!

4. Ser un verdadero hombre o


una verdadera mujer
Ser un verdadero hombre
No sé por qué tengo la sospecha de que esta parte será leída
con mayor atención por las mujeres.
Mujer, mi consejo es que
vas a leer lo que sigue (que es ex-
si

clusivo para hombres), tienes que asumir el compromiso delan-


te de Dios de no usar este material para martirizar a tu esposo
con la consabida pero desagradable y poco provechosa frase:
«No estás haciendo lo que dice el libro acerca de lo que un ver-
dadero hombre tiene que hacer». Si frases por el estilo salen por
tu boca, desde ahora te aseguro que tu relación matrimonial en
lugar ir hacia delante irá hacia atrás peligrosamente.
Te aconsejo leer primero la parte «Ser una verdadera mujer»,
y después si quieres puedes leer esta parte, pero siguiendo la

recomendación anterior.
Habiendo aclarado lo anterior, podemos continuar.
La Biblia dice: «El que halla esposa halla el bien y alcanza el
favor de Dios».
Hombre, casado no es solo bueno, sino que alcanzamos
estar
el favor de Dios, o sea, que el Señor inclinará la balanza hacia

nuestro lado cuando sea necesario. Así que quiero que empie-
ces esta parte del libro con la plena certeza de que tener esposa
no una carga sino una gran bendición.
es
Ser un verdadero hombre, a simple vista, parece ser una ta-
rea titánica en los actuales tiempos, donde existe tanta presión
en el área económica. Además pareciera que el tiempo rinde
cada vez menos, que las metas de las empresas son cada vez
más elevadas, que las exigencias de los hijos para sus necesi-
dades están por lo alto (en marcas, estilo y lo último en tecno-
logía), que aumenta la demanda justificada de las esposas por
Moviéndonos de la arena a la roca 87
más tiempo de calidad para ellas a solas, y que se incrementa el
apremio de la sociedad sobre las parejas para que abandonen
los compromisos adquiridos delante de Dios y de muchos tes-
tigos. Por ejemplo, en Colombia, parece que se está gestando
el golpe de gracia para muchos matrimonios que están luchan-

do por sobrevivir con el catastrófico, innovador y desalmado


«Divorcio Express», que puede tener lugar en cualquier centro
comercial, en una mesa delante de cualquier notario o juez,
seduciendo de manera maquiavélica a cambiar la figura de una
manera rápida, económica y «madura» (ya me está aburriendo
esta palabrita, le estoy agarrando fobia).
Pero cuando ahondas un poco, guiado por la Palabra de

Dios, te das cuenta de que no es tan titánico, ni siquiera tan difí-


cil, y mucho menos imposible. Es bien factible ser un verdadero

hombre, solo se requiere disposición de corazón para creerle a


Dios, humildad para desterrar el orgullo y poder perdonar, mu-
cha sinceridad para admitir que necesitamos cambiar nosotros
antes que los demás, y sobre todas las cosas «ser atrevido», para
decidirse a hacer cosas que otros no hacen, o que a otros les da
vergüenza. Ser un verdadero hombre significa no conformarse
a ser infeliz, no resignarse a estar mas o menos, es ir por todo.
Dios y quiero compartirte cómo obtenerlo.
lo tiene

He conocido a muchos hombres a punto de tirar la toalla,


cansados de intentarlo y no ver resultados, que luego de recibir
y hacer lo que sigue, hoy son felices de verdad. Lo he visto mu-
chas veces y sé que lo seguiré viendo cada vez más.
No
se trata de nada original, se trata sencillamente de hacer
loque Dios quiere que hagamos, lo cual nos vuelve verdaderos
hombres. Sin embargo, sé que muchos conocen algunas cosas
que tienen que hacer, entonces ¿dónde radica el secreto del
éxito? En que no solo vamos a hablar acerca de lo que tenemos
que hacer, sino de cómo hacerlo.
verdadero hombre posee características especiales que a la
El
vez son responsabilidades que Dios ha dispuesto para nosotros,
veamos.

El verdadero hombre ama a su esposa

«Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia

y se entregó por ella ... Así mismo el esposo debe amar a su esposa
88 S¡e;?^trév€t€ a s€r (S^liz!

como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mis-


mo» (Efesios 5:25,28).

Resulta increíble y un poco misterioso el hecho de que Dios


en su Palabra no le da órdenes y consejos puntuales a la mujer
acerca de su comportamiento y responsabilidad sentimental en
la pareja. Es obvio que está escrito: «Ámense unos a otros», y

que esto es para todos, incluidas las mujeres; pero ese no es el


punto, sino lo abundante de las órdenes directas y los consejos
que Dios le da al hombre para que ame a su esposa (fíjense que
no dice para que ame a todas las mujeres).
El hombre es el encargado de producir y mantener una sa-
ludable relación amorosa con su esposa. Así como el hombre
necesita sentirse respetado, con esa misma intensidad la mujer
necesita sentirse amada por su esposo. Las mujeres se depri-
men si no se sienten amadas por sus esposos, y esto representa

un problema bastante serio para la tranquilidad práctica que el


hombre necesita tener en su casa.
Les he enseñado a cientos de hombres a través de la siguien-
te frase la importancia de amar a sus esposas: «Hombre, si
quieres ser feliz... ¡vive para hacerla feliz!»
Todos queremos ser felices, no he conocido a ninguna per-
sona que no tenga este deseo, esta ilusión, pero al no tener
las herramientas necesarias y la estrategia para lograrlo, todo
queda en eso... una ilusión.

También están los deseos egoístas, que por la ignorancia en


estos asuntos, empujan a las personas a buscar a toda costa el
ser felices, sin darse cuenta de que nuestra felicidad la encon-
tramos al hacer feliz al otro.

Dios lo expresa de forma muy clara en su Palabra en el pa-


saje culminante acerca del amor, 1 Corintios 13:5: «El amor ...

no es egoísta». O como dice otra versión: «El amor no busca lo


suyo».
Hombre, el verdadero amor no nace en un cuerpo o en un

rostro,nace en el corazón de Dios, y él lo ha derramado en el


nuestro y nos ha dado la capacidad de amar. El problema es
que hemos perdido esta capacidad, y acerca de esto permíteme
compartirte algo fundamental.
Moviéndonos de la arena a la roca 89
El ciclo de la muerte
Analicemos cómo perdimos la capacidad de amar con el

verdadero amor.
Para sociedad de hoy
la —
tan emocional, sexual, superficial
y sensual —
parecerá fuera de texto y contexto lo que voy a
compartir, pero vuelvo a repetirte, no lo deseches hasta no
analizar a fondo los argumentos que expondré.

• mundo le dice al hombre que tenga relaciones sexuales


El
más rápido posible.
lo

He conocido a muchos papas que llevan a sus hijos de doce


o trece años a frecuentar prostitutas para que sus hijos «se ha-
gan hombres». La sociedad les pregunta a los niños de hoy:
«¿Cuántos años tienes, trece y todavía nada? ¿Qué te pasa,
eres del otro bando o qué? No podemos negar que la presión
es tremenda.

• El hombre (no importa la edad) ante tanta presión cede y


cae en fornicación.
Cosa que a todo el mundo le parece lo más normal de este
mundo.

• Al caer en fornicación (así es como se llama el sexo fuera


del matrimonio, por más que algunos quieran hacernos
creer que es «hacer el amor»), el hombre pierde la capaci-
dad de amar con el amor verdadero.
Mi esposa Patricia y yo hemos dictado en varias ciudades
seminarios sobre el tema de los sentimientos,
noviazgo y el el

sexo. Al hablar acerca consecuencias del sexo fuera del


de las
matrimonio (fornicación), la gente y los jóvenes quedan muy
impresionados porque las únicas consecuencias que ellos reco-
nocen y temen son el embarazo no deseado y contraer alguna
enfermedad. Así que cuando termino de exponer las doce o
trece consecuencias, una nueva dimensión se abre delante de
sus ojos y de su vida, y se dan cuenta de que la más terrible,
casi sin dudas, es que la fornicación mata el amor verdadero,
incapacita al hombre para amar con ese amor y levanta en su
lugar un sentimiento parecido. Cuando las parejas se casan
90 S;t;?^trév€t€ a s€r (^liz!

basadas en este sentimiento falso, que los lleva a creer que


no pueden vivir sin la otra persona a pesar de las discusiones,
peleas y separaciones, se sienten muy extrañadas cuando llega
la inevitable separación, ya que se casaron engañados por ese
sentimiento falso que nace de la fornicación.

El problema grave aparece al poco tiempo de casados, cuan-


do van al botellón del amor para tomar su ración diaria y no
encuentran nada, esta es una realidad testificada por millones
de parejas en todo el mundo, lo que sentían no era amor verda-
dero, sino un sentimiento falso detrás del cual se esconde lo que
realmente los unió... la atadura de la fornicación.
He guiado a centenares de hombres que, aunque eran casa-
dos, tenían severos problemas para amar a sus esposas, renun-
ciar a esta atadura, y liberar sus vidas y preparar sus corazones
para que el amor verdadero pudiera fluir.
También he aconsejado a varios hombres que de forma
desprevenida han llegado a mi oficina según ellos con un tre-
mendo «chicharrón» (así le dicen en Colombia a un problema
muy grande):
— Pastor... ehh, ehh, no sé como decirlo, pero... ya, ya... no
amo a mi esposa.
Estoy convencido de que la mayoría de las veces la respuesta
que desean escuchar es: «Bueno, si el amor se acabó... ya no
hay nada que se pueda hacer, todo terminó». Pero la respuesta
que les doy es un poquito diferente:
—Qué bueno que ya se acabó esa porquería.
El asombro asoma a su rostro.
— Es que la palabra de Dios dice que «el amor verdadero
nunca deja de ser»; y si lo que sentías por tu esposa ha dejado
de ser, quiere decir que no era amor verdadero; y si no era
verdadero era una porquería. Pero de divorcio o tirar la toalla
ni hablar, vamos a trabajar para que el amor verdadero nazca
y fluya en tu corazón.
He atendido a algunas mujeres con el mismo problema, ya
no sienten nada por sus esposos, y en este caso la respuesta es
la misma.

• Al perder su capacidad de amar, el hombre queda incapa-


citado para cumplir con su primera responsabilidad en el
Moviéndonos de la arena a la roca 91

matrimonio, que es amar a su esposa como Cristo amó a


la iglesia.

Elhombre debe amar a su esposa como Cristo amó a la


iglesia, entregándose por ella, muriendo por ella, sacrificándose
por ella, ese «como» es fundamental, porque si solo dijera que
el hombre debe amar a su esposa, estaríamos ante un problema

aun más grande, ya que la amaría «a su manera».


Para muchos amarla a su manera es simplemente quererla,
no abandonarla, proveerle, ignorarla, en algunos casos sopor-
tarla, y a veces, por desgracia, hasta golpearla. ¡Qué bueno que
el Señor nos dice exactamente cómo debemos hacerlo!

• Al no amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia, el re-


sultado es un matrimonio monótono, aburrido, asfixiado
por la rutina, frío... un matrimonio «cinco picos».
Llamo matrimonios «cinco picos» a aquellos en los cuales
el esposo le da a su esposa cinco picos (besitos en la boca) al
año: el día de la madre, en el cumpleaños, en el aniversario, en
navidad y en año nuevo.
Es obvio que son matrimonios monótonos, aburridos, fríos,
que no irradian alegría, ni amor, ni satisfacción, ni deseos de
imitarlos.

Los únicos momentos en los cuales aparece un poco de ca-


riño son en losque anteceden a la relación sexual, las cuales
cada vez son más rápidas y menos placenteras.

• El resultado final de es este círculo de la muerte es la des-


trucción de la célula básica de la sociedad: la familia.
Por desdicha, este círculo de la muerte abarca a más matri-
monios de los que nos imaginamos. Esta es la triste realidad
que viven día tras día incontables parejas, en la que el hombre
no solo no está enamorado de su esposa, sino que ha delegado
su responsabilidad de amar.
Hombre, toma la decisión de amar a tu esposa, decide
amarla sin importar lo que pienses o lo que sientas, hazlo por
obediencia a Dios y verás que con el tiempo esa decisión se
convertirá en un sentimiento verdadero que hoy no tienes y
que nunca has sentido.
92 # le^^^trévete a ser (^liz!

Vuelve a los detalles, vuelve a sembrar el amor, a regarlo


todos los días de la mano de Dios, esa es tu primera responsa-
bilidad.

El verdadero hombre es cabeza espiritual de la familia

«El la purificó lavándola con agua mediante la palabra, para


presentársela a si mismo como una iglesia radiante, sin mancha
ni arruga, ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable»
(Efesios 5:26-27).

Esta es otra responsabilidad del hombre que él ha delegado


en la mujer. Podemos verlo con claridad en las iglesias, ya que
siempre el porcentaje de asistencia de las mujeres dobla al de
los hombres.

Cuando las familias tienen a la cabeza a un hombre al que le


importan las cosas de Dios, que busca al Señor y guía su casa
por la senda Dios, ese hogar funciona bien, la esposa vive en
paz y seguridad, y los hijos se levantan envueltos en un manto
de principios que harán de ellos futuros hombres y mujeres de
calidad, además, las muchas presiones que soportan los niños y
los jóvenes de hoy en día no tendrán fácil acceso a ellos.

En cambio, cuando las familias tienen a la cabeza a un


hombre que no busca ni sigue a Dios, seguro la esposa vivirá
en angustia e inseguridad en todas las áreas y se lo hará saber
a diario a su esposo, creando un ambiente tan tenso que em-
pujará a los hijos a querer estar más tiempo en la calle que en
su casa,donde sin dudas seguirán el ejemplo y el consejo de
amigos más experimentados y tendrán un final desconocido...
¿o acaso será conocido?
Hombre, nosotros representamos al Señor en nuestras casas,
somos los pastores de nuestra familia, ora todos los días con
tu esposa y con tus hijos, lee la Biblia con ellos, llévalos a una
iglesia de sana doctrina, guía a tu familia a Dios y su Palabra, y
él se encargará del resto.
Asume a partir de hoy tu liderazgo espiritual y verás cómo
vienen sobre tu casa tiempos de amor, paz y alegría de parte
del Señor. Si tomas esta decisión, créeme que no pasará mucho
Moviéndonos de la arena a la roca 93

tiempo sin que notes que habrás tomado la mejor decisión de


tu vida para ti y tu familia.
No esperes que tu esposa lo haga, no es su responsabilidad, y
si aun así ella lo hiciera los resultados no serían los mismos.

Para cerrar este punto lee con atención lo siguiente conclu-


sión: Si el esposo es espiritual, Cristo gobierna esa casa; y si
Cristo gobierna esa casa, ese hogar será una bendición para
todos sus integrantes.

El verdadero hombre es el proveedor

«Pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario,

lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia» (Efesios


5:29).

Creo que todos los hombres aceptamos esta responsabilidad


y no debemos sentirnos mal si en algún momento no podemos
cumplirla como a nosotros nos gustaría, siendo la mujer la que
mientras tanto asume el rol de proveedor, pero que quede claro
que esto no debe ser la norma.
Lo normales que el hombre sea el proveedor mayoritario de
la casa, y su esposa tiene que trabajar, sería mejor que lo hi-
si

ciera solo media jornada, para poder recibir en casa a los hijos
cuando llegan del colegio.
El solo debe proveer lo material, también debe
hombre no
dedicar tiempo, brindar atención, dar amor, proveer oportuni-
dades para su esposa y sus hijos, o sea, estar atento a todas las
necesidades en todas las áreas.

El verdadero hombre es el protector

«Pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo: al contrario,

lo alimenta y lo cuiíia, así como Cristo hace con la iglesia» (Efesios

5:29).

«Si hay que pelear, peleo yo». Este dicho popular, más que
una frase, es una actitud que caracteriza a los hombres que
94 # le^^^tr€V€t€ a SGr (^liz!

entienden solo una parte de su papel como protector de su


familia.

No solo hay que proteger a nuestras esposas físicamente, a


veces es más importante protegerlas desde el punto de vista
anímico y emocional, ya que son muchos los ataques que ellas
pueden recibir de la misma familia, de sus compañeros de tra-
bajo, de sus vecinos, de sus amigos, de sus hijos y de muchos
otros.

Hombre, hay que que nadie ofenda a nuestras


estar atentos a
esposas; es triste ver como muchas veces las
mujeres tienen que
defenderse solas y los esposos no son capaces de protegerlas,
de abrir sus bocas o de hacer algo y marcar un precedente.
Hombre, si golpean a tu esposa física, emocional o espiri-
tualmente, los moretones y los dolores también los sufrirás tú,
más todas las consecuencias que se desprendan de esas situa-
ciones.
¡Manténganse alertas, se han visto a muchos esposos des-
enfocados, defendiendo niás a sus familiares, amigos u otras
personas que a sus propias esposas! ¡Estén atentos!
Cierro este punto con lo más importante: la protección es-
piritual. Debemos orar por nuestras esposas, estar pendientes
de sus necesidades espirituales, de sus preocupaciones y sus
luchas; protegerlas es escucharlas para poder así llevar con ellas
sus cargas.
El esposo protector vela, está atento a intervenir ante cual-
quier situación que amenace la seguridad y la paz de su esposa,
sin importar a quién involucre ni el área en que sea; esa es su
responsabilidad.

El verdadero hombre es el que ordena las prioridades

«Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a

su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo» (Efesios 5:31).

Definitivamente es imposible ser uno con nuestras esposas


sin antes sacar del primer lugar de nuestras vidas incluso los
afectos más cercanos como son nuestros padres.
Moviéndonos de la arena a la roca 95

No estoy diciendo que cuando uno se casa ya no puede ver,


ni hablar, ni visitar a los parientes cercanos, al contrario, estos
familiares por lo general son una bendición para la nueva pa-
reja.

Analicemos lo siguiente para entender este punto:


No está mal que, al principio del matrimonio, la esposa vi-
siteo llame seguido a sus padres, entiendan que ella se está
enfrentando a muchas situaciones nuevas en su vida, antes era
una hija, ahora es la señora de una casa; pero si el hombre está
más en la casa de sus padres que en la suya, el mensaje que
su esposa estará recibiendo no será el mejor, y los reclamos y
problemas no tardarán en aparecer.
Tampoco podemos pretender que nuestra esposa se sientan
muy bien si la sacamos de su familia y la encerramos en una
casa hasta que el esposo vuelva.
Debemos entender que las mujeres tienen más necesidad
de hablar con personas adultas que los hombres. Nosotros
estamos fuera, hablando e interactuando con la gente, y no es
justo ni amoroso que lleguemos a nuestra casa y prendamos el
televisor o las ignoremos, como tampoco se ve nada bien que
el esposo esté todo el día fuera y cuando vuelva a la tarde pase

primero por su casa paterna y esté allí un par de horas antes de


llegar a su casa.
Hombre, tú la pauta y las prioridades no solo espiri-
marcas
no en vano Dios dijo: «Dejará el hombre
tuales sino familiares,
a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos llegarán
a ser un solo cuerpo», ese es el paso que Dios y toda la familia
están esperando que el hombre dé.

El verdadero hombre comprende^


respeta y honra a su esposa

«De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su


vida conyugal, tratando cada uno con respeto [dándo-
a su esposa
le honor], ya que como mujer más delicada [un vaso frágil], y
es

ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará
las oraciones de ustedes» (1 Pedro 3:7).
96 # itJ^^irévetG a ser <3^l¡z!

En la familia que va camino a convertirse en un hogar feliz


no hay lugar para el «mero macho» que golpea, grita, amenaza
y deshonra a su esposa.
Dios requiere de nosotros comprensión. Muchos consideran
que comprender a una mujer es algo imposible esa es la —
conclusión a la que han llegado infinidad de hombres pero —
póngale la firma a que muy pocos de ellos se han interesado
en aprender, en preguntar, en indagar, en leer y en estudiar
sobre las mujeres o acerca de las diferencias entre ellas y los
hombres.
No es tan difícil comprenderlas cuando aprendemos algunas
diferencias sustanciales entre ellas y nosotros.

Algunas DiFePGNCiAS gntrg


LAS MUJGRGS Y LOS HOMBRGS

• La mujer recuerda todo... todo... ¡todo!


Ella se acuerda de lo que pasó y de lo que hablamos con
lujo de detalles, del día, la hora, el lugar, y hasta del tono que
usamos y la cara que pusimos.
Es algo que no podemos cambiar, no te esfuerces ni te fasti-
dies, solo compréndela y acéptala, no pelees con ella (créeme,
no tienes la menor posibilidad de ganar... ni de empatar... ni de
perder con decoro), como dice Dante Gebel: «La mujer tiene la
capacidad de dormirse y despertarse al otro día para retomar
exactamente donde terminó la noche anterior». El hombre no,
cree que eso ya pasó, y si acaso tiene un remoto recuerdo de
lo sucedido.
Creo que el mejor consejo para un hombre sigue siendo el
que alguna vez dio Katy Arias, una de nuestras mejores conse-
jeras:


Hombre, olvida todo lo que pasó, no es necesario que tres
personas vivan recordándolo todo el tiempo.
—¿Tres personas?
— no es necesario
Sí, que el hombre recuerde su pasado,
para eso están su esposa y el diablo.
Moviéndonos de la arena a la roca 97
• La mujer necesita más tiempo... para todo
En el sexo:
Ella es como la tortuga y el hombre como
(hombres, la liebre

tengan cuidado de no comprender esto y solo pensar en nues-


tra satisfacción).

En los viajes:

Necesita preparar las valijas con una semana de anticipación


para que nada falte; esto por lo general nos fastidia, pero des-
pués terminamos agradeciéndolo. Si el viaje es en automóvil, el
hombre querrá romper el último récord, si la última vez demoró
cinco horas, esta vez tratará de mejorar esa marca. A la mujer
esto no le interesa, mientras nosotros somos competitivos ellas
son sociales.

Ellas querrán parar en todas las estaciones de servicios para


ir baño o peinarse. No sé cómo mi esposa lo hace, pero cada
al

vez que entra a un baño sale con una amiga. ¿En qué tiempo
pudo hablar y hacer todo lo demás?
En el baño:
No sé si te habrá pasado, pero siempre en el último minuto,
cuando ya todos estamos listos para salir, las mujeres tienen
que ir al baño (no te fastidies... compréndela... quizás Dios la
está utilizando para darte a ti y a los demás paciencia).
Por esta razón, si van a salir y tienen solo un baño, asegúrate
de entrar primero, sino estarás en serios problemas.
En las compras:
hombre necesita comprar un pantalón, entra al centro
Si el
comercial, se demora diez minutos, y gasta lo que vale. Si la
mujer tiene la misma necesidad, entra al centro comercial, se
demora tres horas, y gasta veinte veces más.
En las discusiones:
Los hombres con cinco minutos ya tenemos y nos sobra,
pero las mujeres no, ellas necesitan llegar al fondo de la cues-
tión, saben que nosotros no nos acordamos de las cosas, por
eso tratan de refrescarnos de continuo la memoria.
Pero más allá de eso tienes que entender que la mujer nece-
sitasacar todo lo que tiene por dentro, y no una vez sino varias.
Esto desespera a los hombres, que no entienden que están
casados con una mujer y ellas necesitan decir varias veces lo
98 9 ie;^^tr€V€t€ a ser G^liz!

mismo para sanarse y poder descansar; no lo hacen para fasti-

diarnos sino que es una necesidad de ser mujer.


Creo que encontré la razón por la cual algunos hombres
al fin

le golpean a sus esposas, es porque no sabían lo


gritan y hasta
anterior y creían que actuaban contra ellos, además, porque
en el fondo saben que no tienen la menor posibilidad de salir
airosos de una discusión.
Déjame enseñarte un método que bendice mi vida cada vez
que lo utilizo y que de modo definitivo puede hacer cortas las
discusiones. ¡Créeme que de verdad funciona! Es el «método
de la no defensa».
Funciona así: Si te equivocaste no tienes defensa, así que
no te defiendas, solo pide perdón y ya (aquí la mayoría de los
hombres tratamos de justificarnos en lugar de simplemente
reconocer enfurece más a las mujeres y alarga
la falla... leso
la discusión!). Y si no
equivocaste no te defiendas (muchos
te
por defenderse terminan pareciendo culpables), deja que Dios
saque tu justicia a la luz.

En la casa:
Ellas necesitan más tiempo en la casa, aunque esto no quiere
decir que precisan estar allí todo
equivoques,
el tiempo. No te
nuestras esposas necesitan salir, tener un día libre de sus que-
haceres domésticos, en el cual nosotros podamos estar con los
niños y ellas tomar un té con las amigas o lo que sea, y en espe-
cial necesitan salir con nosotros sus esposos... ¡a solas!

En las conversaciones:
Las mujeres necesitan hablar más... mucho más de lo que
nosotros nos imaginamos. El problema que tenemos los hom-
bres con esto es que ellas por lo general tienen una puntería
increíble y quieren hablar exactamente a la hora del partido, de
la película o del programa que queríamos ver.

Quizás la posición de los hombres parezca razonable para


todos, han hablado todo el día y llegan a la casa y quieren des-
cansar, incluso mentalmente; pero la esposa solo ha hablado
con niños y tiene muchas ganas de charlar, y no está dis-
los
puesta a que sea con otra persona diferente del esposo. Así que
aquí es donde aparece famoso «justo ahora». Sí, acertaste,
el

justo en ese momento hombres debemos pensar que esto es


los
en realidad importante para nuestras esposas, y que ellas son
Moviéndonos de la arena a la roca 99
más importantes que un partido o que una película. Lo que
para nosotros sería la vida perfecta (que nadie nos hablara),
para ellas puede ser catastrófico en su área emocional, se senti-
rían rechazadas, menospreciadas, miserables, deprimidas...

¿Silvano, estás hablando en serio, todo eso sentirían?


Sí y mucho más.
Pocas cosas han producido tanta felicidad, tanta llenura, tan-
to amor en mi esposa como prestarle atención y escucharla en
el momento en que ella lo necesitó, después no sabe que hacer

para agradecérmelo, solo puedo decirte que la paz y el amor


que se sienten después de que un esposo escucha y atiende a
su esposa en el momento justo es indescriptible, te animo a que
lo compruebes.

• La mujer necesita sentirse amada, el hombre


respetado
Una mujer nunca aceptará que su esposo diga: «Te respeto
pero no te amo».
Un hombre nunca aceptará que su esposa diga: «Te amo pero
no te respeto».

La autoestimadel hombre depende del respeto que gane a


través de sus logros profesionales, económicos o deportivos,
entre otros. La autoestima de la mujer, por el contrario, depen-
de un cien por ciento del trato afectivo y amoroso del esposo.
Jamás el hombre podrá sustituir el romanticismo, los detalles
de amor, una rosa, un «te amo» sorpresivo, una llamada inespe-
rada solo para escuchar su voz o una cena romántica por todos
los electrodomésticos del mundo, ni por una linda casa, ni por
toda la ropa de última moda, ni por todo el oro del mundo ni
nada material. Recuerda tu primera responsabilidad: «Amarla
como Cristo amó a la iglesia». Dios definitivamente sabe lo que
hace.

No quiero saturarte de diferencias, me imagino que hay


otras que ya habrás advertido, trabaja en esas y en estas, ten-
las presentes, practícalas y verás que Dios no te está pidiendo
imposibles. Lee varias veces estas diferencias hasta que estés
listo no solo para vivirlas sino también para compartirlas con
lOO 9 \tJ^^tré\/GÍG a ser (3^liz!

otros hombres, y cuando oigas por ahí que ser comprensivo en


la vida conyugal es un imposible, tendrás argumentos para no
creer esa mentira.

Rgspgto y honra
Pero Dios no solo espera comprensión sino también respeto
y honra para nuestras esposas.
Por desgracia he conocido a muchos hombres —más de los
que hubiera deseado conocer — que no han hecho más que
irrespetar y deshonrar a sus esposas, y luego no saben por qué
son infelices y por qué tienen trabas en todo lo que hacen.
¿Cómo se puede deshonrar a una mujer? A través de las
palabras o las acciones.
Le he enseñado a muchos hombres que a las mujeres no se
le hacen chistes acerca de su apariencia física («Te presento a mi
armario o escaparate», me dijo un hombre delante de muchas
personas al presentarme a su esposa. Todos se rieron, yo no, y
su esposa tampoco), o su capacidad intelectual («Ella no puede
hacer la comida y mascar chicle a la vez». No te equivoques,
ellas hacen varias cosas a la vez, los que no podemos aplau-
dir y mascar chicle a la vez somos nosotros), o su sensibilidad
emocional («Es que ella llora por cualquier cosa». He conocido
muchísimos hombres que darían sus vidas por ser un poquito
más sensibles).

Estos chistes no son graciosos, son tremendamente destruc-


tivos,destruyen la autoestima de nuestras mujeres, acaban con
su honra y a la vez arrasan con nuestros matrimonios, arruinan
a nuestros hijos y devastan nuestras vidas.
Dios nos dice que tratemos a nuestras esposas con delica-
deza, como a vasos frágiles, para que nuestras oraciones no
tengan estorbo. ¡Cuántas trabas se quitarían de nuestras vidas
si tan solo hiciéramos lo que Dios dice, y cuánta felicidad, paz,

alegría y amor nos envolvería!

Comprensión, respeto y honra es lo que tu esposa se merece,


no por sus actos sino por ser tu esposa; por lo que es y no por
lo que hace o dice.

Comprensión, respeto y honra es lo que Dios espera que le


des a tu esposa, es lo que tus hijos esperan, es lo que traerá tu
bendición.
Moviéndonos de la arena a la roca IOI

Cierro este capítulo de las responsabilidades del hombre


verdadero con un versículo tremendo: «No envíes a la guerra a
ningún hombre recién casado, ni le impongas ningún otro de-
ber. Tendrá libre todo un año para atender su casa y hacer feliz
a la mujer que tomó por esposa» (Deuteronomio 24:5).
¿Crees que puedo agregade algún comentario a este versí-
culo?
Creo que poder de síntesis del Señor en cuanto a nuestras
el

responsabilidades es abrumador.
Dios, para nosotros, todo lo resume a esto: que el hombre
atienda su casa y haga feliz a su mujer... de eso trata este li-
bro.

Como te decía antes, todos necesitamos aprender, ya que


nadie nace sabiendo; por eso déjame recomendarte tres libros
que me han bendecido como hombre: El gozo del amor com-
prometido de Gary Smalley; Amor y respeto del Dr. Emerson
Eggerichs y Lo que las esposas desean que los maridos sepan
sobre las mujeres del Dr. James Dobson.

S€R UNA VGRDADGRA MUJGR


Una verdadera mujer dista mucho de la imagen superficial
que tratan de vendernos en los medios en estos tiempos, la cual
en lugar de exaltarla la degrada hasta el punto de convertida en
un objeto comercial.
Por otro lado existe un absurdo demérito —
por parte de
cierto sector de la sociedad a uno —
de los papeles más impor-
tantes de la mujer, como lo es el ser ama de casa.
Por desgracia, ser ama de casa ha llegado a ser sinónimo de
insignificancia, comodidad, vagancia, inferioridad e irrealiza-

ción.

La presión sobre mujer para que se iguale con el hombre


la

es brutal, y lo peor es que la empujan a campos donde para


estar a la par ella debe transformarse casi en un hombre. Es ahí
cuando muchas mujeres están perdiendo la esencia de lo que
en realidad son. Están siendo empujadas hacia fuera del hogar,
a pasar muchas horas fuera de su casa, a llevar una carga para
la cual no fueron creadas. He conocido mujeres que trabajan

duro y casi todo el sueldo se les va en el salario de la persona


que cuida a sus hijos... en realidad no entiendo.
I02 ® ¡t^^^trévete a ser (^liz!

No quiero que pienses que estoy en contra de que la mujer


trabaje, ese no es el punto, ya que las mujeres por lo general
son excelentes trabajadoras; pero no estoy de acuerdo en que
pierdan de vista sus prioridades, que cambien lo verdadera-
mente importante (su matrimonio, su hogar, sus hijos) por un
falso deseo de realización que solo las conducirá a la tristeza,
al stress, al cansancio, al fracaso, a la soledad y a la decepción
personal.
Dios habla con claridad en su Palabra acerca de las carac-
terísticas de la verdadera mujer (créeme, dista muchísimo del
prototipo que el mundo nos quiere vender), así que lo único
que tienes que hacer es creede al Señor y agradado llevando a
la práctica lo que dice que debes hacer.

Mujer, presta atención a lo siguiente, todas las responsabili-


dades de Dios para ti apuntan a tu hogar, a tu esposo y a tus
hijos, no hay ni una que apunte hacia fuera de tu casa; piensa
en esto con seriedad, porque Dios nunca se equivoca y él quie-
re lo mejor para tu vida, desea que seas feliz, plena, realizada y
grandemente amada y consentida.

La verdadera mujer se somete a su esposo

«Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. Porque


el esposo es cabeza de su esposa, asícomo Cristo es cabeza y salva-
dor de la iglesia, la cual es su cuerpo. Así como la iglesia se somete
a Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en
todo» (Efesios 5:22-24).

Ya sé lo que estás pensando: ¡Hasta aquí me caíste bien!

No te preocupes, son varias las que me lo han dicho en la


cara y no de una manera chistosa, estaban hablando muy en
serio.

Pero qué puedo hacer, no podemos negar que es Dios quien


lo afirma, quien lo ordena, quien sencillamente lo dice.
Si leíste la parte de los hombres (y seguro que la leíste), ha-
brás notado que no soy machista, pero es indudable que este
quizás sea el punto más duro de aceptar por muchas mujeres.
¿Por qué?
Moviéndonos de la arena a la roca I03

Porque he comprobado, después de centenares de conseje-


rías,que las mujeres no entienden bien el concepto, ni el pro-
pósito, ni el deseo de Dios.

No las culpo, ya que debido al machismo rampante de algu-


nos de nuestros países es apenas lógico que las mujeres experi-
menten terror ante la más mínima sugerencia de someterse, es
como si les dijeran: «Prepárense para que trapeen el piso con su
dignidad, y cuidadito con quejarse».
Mujer, no te olvides de que Dios le ordena al hombre que te
ame y que te trate con delicadeza como si fueras un vaso más
frágil; en ningún momento Dios le dice al hombre que someta

a su mujer, ni que mande a su mujer, ni mucho menos que la


trate como un trapo de limpiar el piso, ni que la ofenda, ni que
le grite, ni que le pegue.

No es el deseo de Dios que la mujer viva subyugada, ni que


camine dos metros atrás de su hombre, como sucede en ciertas
culturas orientales, donde la mujer no tiene voz ni voto.
Dios creó a la mujer como «ayuda idónea», como comple-
mento ideal del hombre, porque no era bueno que este estu-
viera solo.
El hombre necesita a la mujer, sin ella está incompleto. Es
como si Dios lehubiera dado una misión que solo no puede
lograr, necesita ayuda, entonces aparece la mujer con todos los
atributos y dones que al hombre le faltan.
Dios desea verte feliz, amada, consentida, cuidada,
respe-
tada y honrada, cualquier cosa que creas diferente a esto es
mentira.
Te pido que no te predispongas y leas con atención lo que
viene, sé que estaremos de acuerdo mucho antes de acabar el
punto, si es que ya no lo estamos.
Someterse es sencillamente reconocer una autoridad, no es
sinónimo de esclavitud.
La mujer debe reconocer a su esposo como la autoridad que
Dios le dio. Esta es una autoridad delegada, no ganada. La

misma no deja de funcionar cuando la mujer dice: «Es que él


no se ganó ese reconocimiento»; repito, no es cuestión de me-
recimientos, el hombre es la autoridad se lo merezca o no, él es
la cabeza que Dios ha puesto sobre la esposa y la familia.
I04 #;eJ^^tr€V€t€ a S€r (S^liz!

Mujer, no caigas en el error garrafal de juzgar a tu autoridad,


eso solo puede hacer Dios; estoy convencido de que si obe-
lo
decemos y agradamos a Dios, él nos bendice. Hazlo para Dios,
mira a Dios, obedece y agrada a Dios, y él te bendecirá y se
encargará de hacer lo que tenga que hacer con tu esposo.
Confía en Dios y déjale a él los resultados. Recuerda, así
como tú necesitas sentirte amada, el hombre necesita sentirse
respetado. Dios no le dice al hombre: «Exige tu lugar, exige tu
posición, exige que te reconozcan como la cabeza del hogar»,
esto es algo que la mujer tiene que hacer. Graba este concepto
en tu mente y en tu corazón: Reconocer, exaltar y colocar al
hombre como autoridad en la casa es la primera responsabili-
dad de una verdadera mujer
Te voy a dar un ejemplo de algo que he visto en mi casa.
Cuando viene alguno de mis hijos y le pregunta a su mamá:
«¿Mami, puedo ir al parque?», si yo estoy en la casa su respues-
ta es: «Pregúntale a papá».
Con ese simple gesto ella está haciendo algo tremendo para
nuestros hijos, para nuestra familia, para ella y para mí.
Para ella: Porque está obedeciendo la palabra del Señor al
levantarme y reconocerme como autoridad de la casa, y todo
acto de obediencia a Dios genera una bendición instantánea,
así que ella sin dudas será bendecida y honrada por el Señor,
ya que él ha dicho: «Al que honra, honra».
Para nuestros Porque les está dando una lección de
hijos:

vida, está dándoles un legado de bendición, y a nuestra hijita la


está preparando para que sea feliz en un futuro.

Para nuestra familia: Porque la está manteniendo dentro del


orden de Dios, está asegurando su paz, su estabilidad y su se-
guro camino hacia un estado de felicidad estable.
Para mí: Porque me está honrando delante de mis hijos, y
eso no tengo cómo pagado. Me está dando un mensaje inequí-
voco: «Me encanta que estés en casa». «Tú no eres un cero a la
izquierda».«Reconozco que eres la cabeza de este hogar». «Eres
importante, y qué bueno que te hagas cargo de estas situacio-
nes». «Siempre que estés en casa, y aun fuera de ella, la última
palabra es la tuya».

Quiero dedicar el segmento que sigue a aquellas mujeres


Moviéndonos de la arena a la roca I05

para las cuales someterse es aun más difícil de lo normal ya


que sus esposos no son muy «echados pa'lante» (este es un
dicho que por el lado positivo caracteriza a las personas que
avanzan sin cesar, y por el lado negativo se refiere a personas
que no son muy emprendedoras, que tienen menos empuje
que un auto varado).
Todo se complica cuando uno de estos hombres está casado
con una mujer emprendedora, con dotes de liderazgo, una mu-
jer de armas tomar.

Silvano, permíteme interrumpirte, ¿por qué esto no ¡o escri-


biste en la parte de los hombres?

Porque la solución no está en sus manos, sino en las de las


mujeres, ya que no son ellos los que tienen que cambiar sino
sus esposas y...

Detente ahí Silvano, que esto no me gusta nada, ¿cómo es


posible que si mi esposo es un flojo, no tenga que cambiar, que
la culpa sea mía y que la que tenga que cambiar sea yo?

Permíteme decirte dos cosas: La primera es que no se trata de


que él no tenga que cambiar, él va a cambiar, pero ese cambio
solo es posible a través de la actitud de la mujer, el hombre no
puede generarlo por sí mismo, es la mujer la que en este caso
tiene el poder de levantar o aplastar a su esposo. Y la segunda
es que no se trata de una cuestión de culpas, es una cuestión de
actitudes, déjame ponerte unos ejemplos:

Ejemplo 1:

Este es el caso del hombre que gana menos que su mujer,


que su trabajo es menos importante y pasa más tiempo en su
casa que su mujer, así que le toca hacer tareas que de modo
habitual realizan las mujeres, como cocinar, atender a los niños,
arreglar la casa, etc.

No está mal que el hombre ayude en estas funciones o que


le toquen de vez en cuando, pero no es normal que le toquen
siempre.
hombre se siente menos y está apocado, la mujer lo va
Si el
ha ya que será castigada por él con el látigo de la indi-
sufrir,

ferencia y el devastador silencio si es de temperamento flemá-


tico; o con insultos, golpes o infidelidad si es de cualquier otro
I06 ® ¡e^'^trévGte a ser (á^liz!

temperamento. La mujer se quejará de que él no es detallista,


de que no la ama, y le echará en cara lo inútil e incapaz que es
para sostener una familia... el sufrimiento será para todos, en
especial para los niños.
¿Tiene el hombre que cambiar? En lo absoluto, pero él no
puede logrado por sí solo, porque aun cuando consiga un gran
empleo, como la competencia está declarada, se lo echará en
cara a su mujer y tratará de mostrarle con actitudes poco sabias
(como llegar tarde a la casa sin previo aviso, no contestar las
llamadas, provocar celos, quedarse a beber los fines de semana
con sus amigos y crear inestabilidad atacando el área emocio-
nal de su mujer) lo importante que es.
Mujer, no importa si ganas más que él, el punto es que si el
hombre que compites por ser la cabeza de la casa, reac-
siente
cionará mal.
Si él no siente amenazado su liderazgo y siente que es hon-
rado, reconocido y motivado por su esposa aun a pesar de la
situación que está pasando, ese hombre se levantará, cambiará,
se transformará y se desvivirá por su mujer para hacerla sentir
amada, consentida, honrada y protegida... ¡que es, a la postre,
lo que toda mujer anhela!

Ejemplo 2:
Esto es un testimonio. Estoy convencido de que cada vez que
nace un hombre nace un líder, no creo que existan hombres sin
las cualidades y los dones para sacar adelante a una familia y
formar y sostener una casa.
Existen los hombres apocados y flojos, pero no por natura-
leza, sino por engaño o como consecuencia de las actitudes de
terceros.

Conocí en la ciudad de Bogotá, Colombia (amo a este país,


es mi segunda casa), a una pareja en la cual los roles se habían
invertido: ella parecía el hombre y obraba así, y él parecía la
mujer, y gracias a Dios no obraba así.
Esa mujer no paraba, en tanto que él se veía cada vez más
deteriorado, incluso en el aspecto físico; se le notaba envejeci-
do, sin fuerzas ni ánimo, le había entregado su liderazgo a su
mujer, y con él había entregado su razón de ser, su iniciativa, su
empuje y sus deseos de salir adelante.
Moviéndonos de la arena a la roca I07

Mientras tanto ella era la proveedora mayoritaria de la casa.

Cuando querían obtener permisos, si el papá decía no,


los hijos
miraban a su madre y entonces ella le asestaba el tiro de gracia
a la autoestima ya moribunda de su esposo, desautorizándolo
olímpicamente delante de los hijos. De lamisma forma, cuando
necesitaban dinero no se lo pedían a él sino a la mamá, porque
ella manejaba las finanzas.

En propuso organizar un negocio, ella no


cierta ocasión él se
se lo impidió pero le cuestionaba todo lo que hacía: «Ese no es
el mejor color, esas no son las sillas apropiadas», y otras cosas

así por el estilo.

El la aguantaba más, no la quería ni ver, y eso la des-


ya no
truía. El hombre no desaprovechaba ocasión para hacerla sen-
tir mal, aunque con cada comentario de su mujer la inseguridad

lo abrumaba sobremanera. En ese punto fue cuando ingresé a


la escena de sus vidas, ellos no eran cristianos, no sabían lo que
Dios decía en su Palabra, pero el hacer lo contrario a lo que
Dios ordenaba los estaba destruyendo.
Recuerdo que me reuní con ella, yo nunca hablé con él, ni

antes ni después, y le dije algo así:

—¿Por qué quieres que esposo fracase?


tu
—¿Quééé? ¿Por qué dice eso?
—Porque de continuo estás tirando abajo,
lo criticas todo lo

que hace.
—Pero ¿no ve que él no lo está haciendo bien? Yo solo lo

estoy ayudando.
—No lo creas, si lo quisieras ayudar lo motivarías, lo anima-
rías, lo honrarías con tus palabras, gestos y actitudes.
—Pero usted no entiende, él está arriesgando el poco capital
que tenemos, y en realidad no creo que sea capaz de hacerlo
bien.
—Acabas de dar en el blanco, no crees en él porque no está
haciendo lo que tú harías en su lugar. El lo siente a través de
tus comentarios, tus gestos, tus actitudes, y eso lo destruye jun-
to con tu matrimonio, y es posible que destruya tus finanzas
también.
—¿Pero qué hago?
I08 #¡e;?^trév€t€ a ser G§^l¡z!

— ^Ya te dije, que él sienta tu apoyo incondicional, sé la ayuda


idónea y no la carga dispuesta para él. .

—¿Y se equivoca y va mal?


si le

—No importa, esto no es un asunto de dinero sino de que


recuperes a tu esposo, él es un líder y quizás no lo sabe, y es
hora de que le permitas que se entere.
Yo no sé cómo hizo esta mujer, perocambió y lo apoyó. Re-
sultaba cómico ver cuando le decía que le gustaba el color de
lasparedes y los cuadros que él había puesto. El esposo empe-
zó a dade más participación, y ella le decía la frase irresistible
que todo hombre anhela en su ser íntimo escuchar de la boca
de su esposa: «Me parece muy bien como lo estás haciendo, lo
que digas está bien para mí».
Ese hombre cambió, se motivó, empezó a avivarse y a hacer
cosas que nunca había hecho; el negocio funcionó, prosperó,
pero en eso no estuvo la bendición, sino en que ese hogar cam-
bió. El empezó a mostrar amor hacia su esposa como nunca
antes, los hijos se equilibraron, y ella se convirtióen un ejemplo
para mí y para muchas mujeres.
¡Ah! Ella no dejó su trabajo, pero ese no era el punto ni nunca
lo será, el punto es que la mujer cambió su actitud, sus palabras

y sus gestos hacia él, y produjo en su esposo un cambio que el


hombre nunca hubiera logrado solo.
Dios se opone de forma clara al machismo, ya que nunca le
dice al hombre que someta a su esposa y asuma su autoridad a
la le dice que la ame porque sabe con
brava, no, sencillamente
certeza que toda su vida depende del amor que él como esposo
le dé. A la mujer no le importa que otros la amen, ella cambia-

ría todo ese amor, todo lo que tiene, por el amor de su esposo.

Lo mismo sucede con él, no le importa que todos lo reco-


nozcan como autoridad, todos esos reconocimientos son nada
si no los encuentra en su casa y en especial de parte de su

esposa. Por eso Dios no les dice a las mujeres: «Amen a sus
maridos como Dios amó a la iglesia», sino que apunta a suplir
la necesidad más grande en la vida del hombre: «Reconózcale

su autoridad».
Resumo este punto así: La mujer funciona perfecto y es feliz
cuando la aman. El hombre funciona perfecto y es feliz cuando
se le reconoce como autoridad.
Moviéndonos de la arena a la roca I09

La verdadera mujer respeta a su esposo

«En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa


como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo»

(Efesios 5:33).

Acá podemos ver el mismo mensaje en contra del machismo


y favor de la autoridad. Quizás en este versículo se conjugan
a
las dos necesidades más grandes de un matrimonio, el amor y
el respeto. Dios piensa en los dos, amor para la mujer y respeto
para el hombre.
Someterse y respetar parecen ser lo mismo y tener el mismo
significado, pero no es así. Aunque producen en el hombre los
mismos resultados, no son lo mismo; sin embargo, buscan su-
plir la misma necesidad en el hombre: mantener su autoestima

en alto.
Someterse es reconocer una autoridad, respetar es honrar
esa autoridad.
Creo que la mujer no debe solo respetar a su esposo, debe
dar un gran salto hacia su felicidad y estabilidad haciéndolo
respetar.

Si alguna persona escucha a mi esposa hablar de mí, creerá


que está casada con «superman», con el hombre perfecto, por-
que nadie conocerá un defecto mío por boca de ella. Luego, al
conocerme a mí, se dan cuenta de dos cosas. Primero, que sí
tengo defectos y no soy perfecto para nada. Y segundo, que el
amor es ciego.
Es cierto, no soy perfecto, pero no vas a conocer un defecto
mío por boca de mi esposa, así como no vas a conocer un de-
fecto de mi esposa por mi boca.
Mujer, ¿qué piensa la gente de tu esposo cuando te escuchan
hablar de él? ¿Piensan que es superman o piensan que es un
chambón, un bueno para nada, un inútil?
Mujer, que nadie vuelva a conocer un defecto de tu esposo
por tu boca, respétalo honrándolo delante de la gente, de tus
hijos y de tu familia.

Otra manera de hacerlo respetar es no permitiendo que otros


Por desgracia, muchos hombres son ridiculizados
lo irrespeten.
lio ® ¡e;^^rév€t€ a ser (S^liz!

por la familia de su esposa a través de chistes denigrantes o


comentarios que resaltan algún defecto, no lo permitas, no tie-
nes que pelearte con ellos, pero habla y sienta un precedente,
porque si permites que lo golpeen a él, tú y tus hijos sufrirán
también.
Mujer, respeta a tu esposo, se lo merezca o no, recuerda que
no es cuestión de merecimientos, sino de posición y obedien-
cia, debes hacedo por la sencilla razón de que él es tu esposo y
Dios así te lo manda.
esposo se levantará y se es-
Si lo haces Dios te bendecirá, tu
forzará por hacerte y feliz, de parte tuya una
tus hijos recibirán
lección de vida que resultará en un legado de bendición para
su futuro.

La verdadera mujer es amorosa

«Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus

esposos ya y puras, cuidadosas del hogar,


sus hijos, a ser sensatas
bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de
la palabra de Dios» (Tito 2:3-5).

Me encanta que este sea un consejo para las mujeres jóvenes


casadas y no para aquellas esposas que tienen cincuenta años
de matrimonio, porque pareciera que para las jóvenes es un im-
posible reunir todas estas características debido a lo acelerado
de la vida actual; sin embargo, para Dios no hay distinción de
edades y todas deben reunir estas virtudes.
Estos versículos no los podemos
dejar pasar porque agrupan
casi todas las cualidades de una mujer verdadera: amorosas,
sensatas (sabias), puras (en su conducta y en su habla), cuida-
dosas del hogar, bondadosas y sumisas a sus esposos (someti-
das y respetuosas). ¿Te suena conocido?
Pero ocupémonos de la ya que sin dudas
primera de ellas,

la mujer debe ser amorosa con su esposo y con sus hijos; esta

es una responsabilidad que apunta a su ambiente familiar y


no tan solo a las personas. La mujer es como el estabilizador
emocional del hogar, ya que percibe lo que cada integrante de
su casa necesita e increíblemente Dios le dio la capacidad de
consentir a cada uno. En realidad no sé cómo lo hacen, pero así
Moviéndonos de la arena a la roca III

es; la mujer verdadera capta todo lo que sucede a su alrededor,


mientras que nosotros los hombres solo captamos muy poco,
en especial de nuestros hijos.
Cuando conozco mujeres que no son amadas por sus espo-
sos y de todas formas mantienen el equilibrio emocional en sus
hogares, me admiro. Esto me permite entender por qué por lo
general a las mujeres les va mejor que a los hombres cuando
les toca solas, o sea, cuando tienen que ser mamá y papá a la
vez.

Cuando hombre no aporta todo el amor que se espera de


el

él, la mucho; pero cuando la mujer no es amorosa


familia sufre
el hogar entra en terapia intensiva, ya que ella provee el equi-

librio emocional que tanto el esposo como los hijos necesitan

para vivir en paz.

La verdadera mujer es sensata y sabía

«Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus


esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar,
bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de
la palabra de Dios» (Tito 2:3-5).

«La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos la des-

truye» (Proverbios 14:1).

La Biblia usa las palabras sensata y prudente como sinóni-


mos de sabia, y creo que a las mujeres les puede faltar cualquier
cosa menos sabiduría, prudencia o sensatez.
de Proverbios debería poner a pensar seriamente
El versículo
a todas mujeres, porque no hay términos medios: son sabias
las
o necias, y fíjate bien hacia dónde apuntan las consecuencias...
¡Acertaste! A tu hogar.

Si eres sabia edificarás tu casa, la levantarás, la bendecirás. Si


eres necia la destruirás.
En Eclesiastés 8:5 de la versión Reina Valera, Dios nos da
una clave gigante para entender la profundidad y la importan-
cia de este punto, entre otras cosas dice: «El corazón del sabio
discierne el tiempo y el juicio».
112 9 ¡t^^tréyete a ser G^liz!

Discernir significa «distinguir con acierto», así que el versículo


citado dice que el corazón del sabio «distingue con acierto» el
tiempo y el juicio. ¿Te imaginas lo destructiva que puede ser
una mujer que no es sabia ni sensata al no distinguir con acierto
los tiempos que viven su familia, y en especial su esposo? Si no
tiene sabiduría no captará que su esposo no tuvo un buen día
en su trabajo y que es tiempo de callarse o desaparecer, y en
lugar de esa opción escoge la misma cantaleta, los reclamos,
como por ejemplo: «¿Por qué no me llamaste?» «¿Otra vez con
esa cara?» «Seguro estabas con alguien, porque si no me hu-
bieras llamado» «¿Y ese pelo que tienes en el saco?» «¿Y ese
aliento?», y así sucesivamente.

El desenlace es obvio: peleas, griterías y todo lo demás.


Mujer, Dios tiene la sabiduría que necesitas, él ha prometido
en su Palabra dársela sin reproche al que se la pida.
¿Por qué no empiezas ahora mismo y le pides al Señor Jesús
que te dé un corazón sabio? El lo hará... créeme. JLo necesitas!
Tu esposo necesita que lo tengas, tu familia necesita que lo
tengas.

La verdadera mujer es pura

«Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus


esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar,
bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de
la palabra de Dios» (Tito 2:3-5).

He pasado un buen tiempo sentado delante de esta página,


tratando de captar la profundidad de este requerimiento de
Dios hacia la mujer.
Preguntándome: ¿Por qué no para el hombre?
Es obvio que la pureza no es un requerimiento exclusivo
para la mujer, cada ser humano, sea hombre o mujer, tiene la
responsabilidad ante Dios de ser puro.
Asimismo creo que la pureza, como la santidad, va en contra
del pecado, y además entiendo que se puede pecar de palabra,
acción o pensamiento, así que debemos analizar la pureza en
cada una de estas áreas.
Moviéndonos de la arena a la roca ||3

Pureza de palabra:
Quizás esta es una de donde más precaución debe
las áreas
tener la mujer, ya que por naturaleza tiene más necesidad de
hablar, de comunicarse y de descargar su corazón que los hom-
bres. Por lo tanto, debe tener sumo cuidado para saber delante
de quién lo hace y las palabras que usa, en especial cuando
está molesta con su esposo.
Por algo será que los chismes, las murmuraciones, las críticas
y lascalumnias están por lo general relacionados con las mu-
jeres, así como las groserías, los gritos y los improperios están
relacionados con los hombres.
Qué una mujer diciendo groserías, gritando impro-
feo se ve
perios y amenazas, cuando todo el mundo quiere verla como
una dama; y qué peligrosa y destructiva se vuelve cuando se
enreda, perdiendo su tiempo, en calumnias, murmuraciones y
chismes.
La pureza de labios es una virtud que identifica a las mujeres
verdaderas.

Pureza de acción:
Las acciones son quizás el punto donde se marca la mayor
diferencia entre el hombre y la mujer. En este mundo convul-
sionado y frenético de hoy, lastimosamente se ve a la mayoría
de las mujeres en una competencia intensa con los hombres. El
problema no es que la mujer no pueda hacer lo que el hombre
hace (a veces lo hace hasta mejor), el grave problema es que
para que la mujer haga lo que el hombre hace tiene que dejar
su casa y sus hijos, dos cosas que están en el corazón de su
razón de ser.
La mujer —
en su afán de emparejar al hombre a caído en —
situaciones que hasta hace unos pocos años atrás ni se mencio-
naban, como el adulterio. Hoy las cifras de este pecado en la
vida de las mujeres casi han alcanzado las de los hombres.
Antes los espectáculos de hombres desnudándose para muje-
res no existían; hoy hasta hacen películas al respecto.
Antes a los niños los criaban sus madres, y eso se reflejaba en
sus estudios y en sus vidas; hoy los crían la televisión, las niñe-
ras o cualquier otra persona, no sus madres... y eso también se
refleja en sus estudios y en sus vidas.
114 # ¡e^^^trévGtG a 5€r (^liz!

No le estoy echando la culpa a la mujer de todo lo que les


pasa a los niños y a los jóvenes, pero sí me gustaría que cada
mujer revisara este asunto con sinceridad y le preguntara a Dios
no acerca de lo que está ganando sino de lo que está perdien-
do.

En cuanto a lacon sus esposos, Dios habla de la im-


relación
portancia de las las esposas. Por ejemplo, en 1 Pe-
acciones de
dro 3:1-2 dice: «Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos,
de modo que si algunos de ellos no creen en la palabra, puedan
ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus
palabras, al observar su conducta íntegra y respetuosa».
Por desgracia, no son pocas mujeres que nunca han leído
las
estos versículos, y muchas
que sí los han leído hacen caso
otras
omiso a su mensaje, tratando de cambiar a sus esposos a punta
de palabrería y reclamos a toda hora, o sea, con la tristemente
famosa «cantaleta».
Mujer, no es cuestión de palabras sino de acciones íntegras,
respetuosas y puras. Si hay pureza en las acciones de la mujer
cualquier hombre puede ser transformado.

Pureza de pensamiento:
Si la mujer no tiene una salud mental fortalecida y protegida
por la Palabra de Dios, es seguro que su vida, su matrimonio y
su familia sufrirán.
Mujer, no debes dejar que el enemigo ensucie tus pensa-
mientos con mentiras, sospechas, desconfianzas y temores, no
aceptes pensamientos que no sean de Dios.
¿Y cómo hago para saber cuáles son de Dios y cuáles no?
Sencillo, ¿cómo es Dios?
Es puro, es todopoderoso, es amor, es perdón, es alegría, es
vida, es vencedor, es bueno.
Pues deben ser los pensamientos que debes aceptar. No
así
permitas que se queden en tu mente aquellos que no sean de
Dios. Ten en cuenta lo siguiente: No puedes impedir que los
pensamientos lleguen pero sí puedes impedir que se queden.
De la pureza de tu mente depende tu estabilidad, tu paz y la

de tu hogar.
Moviéndonos de la arena a la roca ||5

La verdadera mujer es bondadosa y sumisa

«Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus


esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar,
bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de la
palabra de Dios» (Tito 2:3-5).

La bondad es contraria a la maldad. ¿Has escuchado esa


dolorosa frase que dice: «No le hagas esa maldad»?
En realidad, no espero que la mujer sea una miel las veinti-
cuatro horas del día para poder decir que es buena, o que sea
una bruja para decir que es mala; solo aspiro a que las mujeres
entiendan que poner en peligro a sus hijos, a sus hogares, a sus
matrimonios, y abrir la puerta para que cualquiera hable mal
de la Palabra de Dios, es una maldad.
La mujer sumisa es aquella que no solo reconoce una autori-
dad, sino que lo hace con alegría porque tiene la certeza de que
está agradando a su Señor.
Y puse juntas a la bondad y a la sumisión porque quiero que
quede claro quebondadosas y sumisas no quiere decir que
ser
sean tontas, como muchas pueden llegar a pensar. Estas son
dos virtudes que exaltan a las verdaderas mujeres, no te dejes
engañar.

La verdadera mujer es cuidadosa de su hogar

«Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus


esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar,
bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de
la palabra de Dios» (Tito 2:3-5).

Hemos llegado corazón del mensaje de estos dos versí-


al
culos y de la comisión del Señor para la mujer, ya que no hay
ningún requerimiento que Dios haga a las mujeres que apunte
fuera de su familia, fuera del esposo, fuera de sus hijos... fuera
de su hogar.
El mundo quiere llevar a la mujer en contra de las órdenes
116 8 ;e;?^trév€t€ a ser G^üz!

de Dios. La presión para que la mujer deje su casa y deposite la


crianza de sus hijos en otras manos es muy fuerte, y créeme que
esta presión no es con cosas desubicadas o raras, al contrario,
es a través de razones lógicas, válidas, comprensibles, con fines
nobles, aun lícitas, pero no son de Dios.
El Señor nunca empuja a las mujeres fuera de su hogar, si así
fuera, ¿cómo se explicarían versículos como los siguientes?

«La mujer sabia edifica su casa-, la necia, con sus manos la des-

truye» (Proverbios 14:1).

«Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor» (Efe-


sios 5:22).

«Que la esposa respete a su esposo» (Efesios 5:33).

«Por eso exhorto a las viudas jóvenes a que se casen y tengan


y a que lleven bien su hogar y no den lugar a
hijos, las críticas del

enemigo» (1 Timoteo 5:14).

«Deben ... amar a sus esposos y a sus hijos ... ser cuidadosas de su
hogar ... sumisas a sus esposos» (Tito 2:4-5).

«Ganen a sus esposos con su comportamiento y no con sus pala-


bras» (1 Pedro 3:1-3).

He llegado a esta conclusión: El hombre provee y dirige el


hogar, pero la mujer es la que lo edifica, equilibra y cuida.
Esta bien Silvano... pero ¡a Biblia en Proverbios 31 al hablar
y describir a la mujer ejemplar y virtuosa no define precisamen-
te a una ama de casa encerrada entre cuatro paredes, sino a una
mujer «echada pa lante», trabajadora, empresaria, negociante,
talentosa, activa, dinámica...

iVaya! Ahora sí! Recojo el guante. Hablemos de


i lamujer de
Proverbios 31, y espero que tengas la Biblia en la mano para
que lo hagamos más rápido.
Primero quiero decirte que me encanta Proverbios 31:10-31.
Creo que soy uno de los afortunados que ha hallado una mujer
así, pues mi esposa encaja perfectamente en esa descripción,
Moviéndonos de la arena a la roca ||7

así que no voy a hablar de ideales sino, en mi caso, de realida-


des.
No des más vueltas Silvano.
De acuerdo, vamos al grano. Nunca he dicho que un ama de
casa tiene que vivir encerrada entre cuatro paredes, nunca he
ni siquiera insinuado que un ama de casa no puede ser «echa-
da pablante», trabajadora, empresaria, negociante, talentosa,
activa y dinámica.
Solo he dicho implícita y explícitamente, y de todas las mane-
ras y formas posibles, que el hogar es el primer ministerio de la
mujer, y que las primeras personas que ella debe bendecir son
a su esposo y a sus hijos.
Para ver el perfil de la mujer de Proverbios 31 no tenemos
que analizar solo lo que ella hace, sino la reacción de su esposo,
ia de sus hijos y la de la gente de la ciudad.

El esposo:
• Confía plenamente en ella (v. 11).
• La alaba:«Muchas mujeres han realizado proezas, pero tú
las superas a todas» (w. 28-29).

Los hijos:
• Se levantan, la felicitan y la alaban... (no dice «la extra-
ñan»).
• Son felices, estables, dichosos de tener una gran mamá
(v. 28).
Silvano. . ese fue un golpe bajo.
No me interrumpas por favor, que vengo embalado.

La gente:
Honra y admira a su esposo.
Su esposo es respetado en la ciudad; ocupa un puesto
entre las autoridades del lugar (no es un don nadie, ni un
mediocre, ni un flojo, ni un fracasado, ni un gobernado
que vive bajo la falda de su mujer. Es un hombre respeta-
do por la gente, es una autoridad del lugar y tiene la gran
bendición de estar bien casado) (v. 23).
118 # ;e;?^tr€V€t€ a ser (^liz!

Ahora sí, veamos qué dice de ella.

• Es muy valiosa (v 10).


• Es plenamente confiable (v 11).
• Es una bendición para su esposo (v. 12).
• Es alegre, diligente y trabajadora (w. 13-14,16-19,24).
• Es responsable en el manejo de su hogar (w. 15,21-
22,27).
• Es misericordiosa (v. 20).
• Es confiada, digna y segura (v. 25).
• Es sabia al hablar y amorosa al enseñar (v. 26).

¿A qué hora esta mujer hizo tantas cosas? ¿Existirán muchas


mujeres así? ¡Cuántas virtudes!
Cuando mujer está centrada en que sus movimientos sean
la

de adentro hacia fuera, su capacidad de producción es ilimi-


tada. Cuando la mujer se centra afuera y lo que le queda va
hacia adentro, su capacidad de producción se achica segundo
a segundo hasta incapacitarla por completo.
Esto se ve clarísimo en Proverbios 31: Dicha mujer tenía su
hogar funcionando a la perfección, el presente estaba prepara-
do y el futuro previsto, sus hijos estaban felices y sin desequi-
librios emocionales (tan comunes en los tiempos actuales), su
esposo era feliz y respetado. No te engañes, la gente no respeta
ni honra a un hombre que es pisoteado en su casa, acá no
había secretos: la gente veía y oía a este esposo y a estos hijos
alabar a esa mujer, y es obvio que querían tenerlos cerca.
Lo contrario también es cierto: Nadie quiere tener a su lado
a un amargado y un resentido.
Nuestra iglesia tiene una norma que gracias a Dios ha perma-
necido inalterable a lo largo de los años, y es la siguiente: Las
mujeres que tengan hijos en edad escolar no pueden ocupar un
puesto de tiempo completo, pueden trabajar en la iglesia... pero
solo medio tiempo, ellas tienen que estar en sus casas cuando
sus hijos regresen de la escuela (el Señor bendiga a mi pastor
Darío y a su esposa Ester Lucía por haber puesto y mantenido
esta reglaque ha favorecido a tantas vidas en especial la de —
los niños,y entre ellos los nuestros —
al darles la posibilidad de

ser criados por sus mamas con todas las bendiciones que eso
conlleva).
Moviéndonos de la arena a la roca 119

Mujer, por donde quiera que lo mires, Dios siempre te em-


pujará a tu casa... no ha encerrarte sino a que le des prioridad.
Levanta a tu esposo hasta que todos lo respeten y honren, cría
a tus hijos con felicidad y equilibrio emocional, gánate su ala-
banza... si llegas a este punto habrás tocado el cielo con tus ma-
nos, disfrutarás de tu hogar, tu esposo y tus hijos, y todo lo que
hagas por fuera será sin dudas tremendamente prosperado por
ese maravilloso Dios que se siente agradado por tus acciones
sabias, integras y ejemplares.

Nunca lo olvides: Cuando Dios se agrada... bendice.


Cierro este capítulo de la verdadera mujer con estos dos úl-

timos versículos:

«Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme


al Señor es digna de alabanza. ¡Sean reconocidos sus logros, y pú-
blicamente alabadas sus obras!» (Proverbios 31:30-31).

Esta es la conclusión que Dios hace en el pasaje de la mujer


virtuosa y ejemplar, todo se resume a una sola cosa: a que la

mujer tema al Señor.


Este temor no es miedo, es un amor reverente que nos empu-
ja a no quererle fallar y a buscar agradarle por encima de todas
las cosas.

Dios no te pide muchas cosas, solo que le temas; si lo haces,


este temor, este amor reverente, te empujará no solo a querer
agradarle haciendo lo que te pide, sino a ser una mujer verda-
dera, feliz y realizada.
ONSeJOS PARA

ay tres puntos claves que todas las parejas deben tener


en cuenta.

No negarse el uno al otro (1 Corintios 7:3-5)


• No dormirse enojados (Efesios 4:26-27)
• «Tanquear»

No negarse el uno al otro

«El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e


igualmente la mujer con su esposo. La mujer ya no tiene derecho
122 #¡e;?^trév€t€ a S€r GS^üz!

sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene


derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa. No se nieguen el

uno al otro, a no ser de común acuerdo, y sólo por un tiempo, para


dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente;
de lo contrario, pueden caer en tentación de Satanás, por falta de
dominio propio» (1 Corintios 7:3-5).

¡Qué error garrafal cometen tanto hombres como mujeres al

no entender este importantísimo pasaje bíblico!


Es simple. Mujer, tu cuerpo le pertenece a tu esposo. Esposo,
eso no te da el derecho de abusar de él, ni de jugar con él, ni
de degradarlo; te da el derecho de cuidarlo, de respetarlo y de
amarlo.
Hombre, tu cuerpo le pertenece a tu esposa. Esposa, eso no
te da el derecho de anulado, de castigado, de ofenderlo; te da
el derecho de cuidarlo, de honrarlo y de amarlo.
He con dolor cómo muchas mujeres castigan a sus
visto
esposos con la abstinencia sexual, eso no me parece un error
sino un horror, una brutalidad de parte de la mujer, ya que las
consecuencias pueden ser nefastas para y para su hogar. ella

He visto con el mismo dolor cómo algunas mujeres son forza-


das, ofendidas y lastimadas por hombres que no han entendido
que ellas no son animales, y que es literalmente imposible tener
sexo cada dos minutos, o sea, con la frecuencia desesperada
que desean algunos hombres. Esposos, deben amar, respetar,
honrar y cuidar la mujer que Dios les dio.
Presten atención a las palabras claves del pasaje anterior:
• Hay que cumplir con el deber sexual.
• Entender que el derecho no se exige, sino que se conce-
de.
• Obrar de común acuerdo y en amor.
• La abstinencia no puede ser larga, es peligrosísima.
• Prohibido negarse el uno al otro (dentro de lo normal).

No dormirse enojados

Si se enojan, no pequen. No dejen que el sol se ponga estando aún


enojados, ni den cabida al diablo (Efesios 4:26-27).
Consejos para los dos 123

Creo que todos hemos luchado, luchamos y lucharemos con


este requerimiento de Dios.

Como te decía, mi esposa Patricia y yo hemos aprendido y


nunca olvidamos que Dios no tiene la culpa, ya que si nosotros
discutimos, ¿por qué no hablar con él que no tiene nada que
ver con nuestras necedades?
Es injusto que si te peleas con tu hermano no me quieras
hablar a mí, ¿yo qué culpa tengo?
Pienso que ya captaste el punto. Los dos deben centrarse por
mantener esta verdad a la vista, y sin duda sus matrimonios
sufrirán el ochenta por ciento menos si sencillamente deciden
no castigar a Dios por sus peleas.
Hay no tenían claro este mensaje y cada pelea
parejas que
era seguida poruna o dos semanas de amargura, ya que no se
hablaban a causa del orgullo que les impedía bajar la cabeza y
reconocer su falla.

También habían castigado a Dios y no querían hablar con él

los dos juntos.


Al aprender y mantener a la vista este sencillo principio, sus
vidas dieron un giro de ciento ochenta grados, sus discusiones
disminuyeron a un diez por ciento, y la duración del enojo po-
cas veces se extendió al otro día.
Recuerden: Esta es una responsabilidad compartida, apre-
súrense a hablar con Dios (orar), a pedirse perdón, y no dejen
que su enojo vea la luz del otro día.

«Tanquear»
Este concepto Dios me lo regaló junto con la camioneta que
nos dio.

Todo empezó después de una serie de consejerías que di a


padres, hijos y esposos, en las que todos se quejaban de lo mis-
mo: que los otros no ayudaban.
Los padres me decían: «Es que ellos no ayudan, y cada vez
que hacen algo es de mala gana».
Los hijos me decían: «Es que ellos no ven lo que nosotros
hacemos, si hacemos dos cosas nos recriminan: "¿Por qué no
hicieron la tercera?" Nunca están satisfechos».
Los esposos me decían: «Ya nada la satisface, vive quejando-
124 ^ i^j^^réveie a s€r (^liz!

se y no sé por qué, pues todo o casi todo lo que me pide se lo


doy».
Las esposas me decían: «Estoy que tiro la toalla, estoy abu-
no me da todo
rrida, él lo que necesito, yo me esfuerzo pero
parece que no basta».
¿Qué lío, no? Creo que si Dios no fuera tan misericordioso,
bueno y fiel, el primero que tendría que salir corriendo es el
consejero.
Fue increíble, y la solución para todos fue la misma... «tan-
quear».
Qué risa me daba ver los gestos que hacían acompañando
el «¿Quééé?»
Pero ese es el remedio, «tanquear».
No entiendo, ¿qué significa?
Fue increíble, porque los que más rápido entendieron el
mensaje fueron los esposos, pero a los que mejor resultado les
dio fue a los hijos, y en segundo lugar las más contentas fueron
las mamas y las esposas.
La explicaciónes esta: Cuando el marcador de la gasolina
llegaa la E... ¿De «Empti;»? (empfy quiere decir vacío en inglés)
No, a la E de «Échele»... esto quiere decir que está en lo último,
y cuando se trata de mi camioneta el mensaje pasa de urgente
a dramático. Entonces paro en la primera estación de servicios
que encuentro y le pongo cuatro litros (aproximadamente un
galón), salgo de allí, y a los dos minutos la camioneta «empieza
a molestar otra vez» con su persistente y aburridora lucecita
amarilla. En tal caso me vuelvo a detener en la siguiente es-
tación de servicios y le echo cuatro litros más, arranco, y a los
dos minutos la camioneta «empieza a molestar otra vez» con la
porfiada lucecita. Después de repetir el proceso un par de veces
más, me aburro, y antes de prendede fuego a la camioneta,
tomo la sabia decisión de «tanqueada» (término que significa,
en una de sus acepciones, llenar el tanque por completo), y en-
tonces la camioneta no me vuelve a molestar por una semana.
A los muchachos les explicaba cómo se ajustaba el concepto
a ellos y a su situación de la siguiente manera:
«Tanquear» es ofrecerse, es hacer algo antes de que te lo pi-
dan. ¿Sabes que te van a mandar a barrer? Entonces antes que
Consejos para los dos 125

te manden, ofrécete: «Me brindo para barrer». Ya a varios papas


les ha dado un infarto, no lo pueden creer, pero esto no para
ahí. El joven sabe que después le van a pedir que saque la ba-
sura, entonces se ofrece: «Voy a sacar la basura». Hay desmayos
en la cocina y es necesario llamar al 911 urgente, pero esto no
ha terminado. Ahora el joven se ofrece otra vez «Haré el café».
:

En ese momento los padres empiezan a dar lugar a toda clase


de pensamientos malos: ¿Será que nos quiere envenenar?, y le
dicen la frase tan esperada por todo joven: «No, está bien, anda
a descansar que ya hiciste demasiado. Si quieres puedes salir al
cine con tus amigos». ¿El resultado? Éxito total.
Cuando se trata de la pareja, recuerden que «tanquear» es
ofrecerse, es hacer algo antes de que te lo pidan, es sorprender,
es romper de forma olímpica la asfixiante rutina.

Hombre, acude a Dios y él te dará estrategias para consentir


a tu esposa antes de que te lo pida, antes de que la persistente
y aburridora lengüecita, digo, lucecita amarilla, te canse.

Mientras resuelves como vas a complacer a tu esposa, empie-


za por no hacer lo que sabes que a ella no le agrada.
Permíteme contarte cómo Dios me permitió ver la forma en
que este concepto de «tanquear» le cambió la vida a un mucha-
cho y quizás lo salvó de varias discusiones acidas.
Él tenía cerca de un año y medio de casado y un hijito de más
o menos la misma edad. Estaba feliz, esperaba con ansiedad
cada día el término de su horario de trabajo y salía corriendo a
su casa para ver y jugar con su bello y gracioso bebito.
El joven me contó esto todo emocionado, y yo lo único que
hice fue bajarlo a la realidad, le dije: «Me parece bárbaro que
desees estar con tu bebé, pero tienes que tener en cuenta que
tu esposa estuvo todo el día lidiando con el adorable y gracioso
niño, y que las mujeres necesitan hablar con gente adulta. Tú
estuviste hablando e interactuando con personas todo el día y
seguro no tienes muchas ganas de hablar, pero si no piensas en
tu mujer antes que en tu hijito, créeme que no va a pasar mu-
cho tiempo antes de que te prendan "la persistente y aburridora
lucecita amarilla"».

Hombre, la primera persona a la que consentir


cual tienes
es a tu esposa, ten ciertos detalles, muéstrale que piensas en
ella antes de que te lo pida. Ella quiere pasar tiempo contigo
126 #ie;^^rév€t€ a S€r (^liz!

a solas, quizás dar una caminata, tomar un café o un helado,


disfrutar de un paseo en automóvil, no sé, pregúntale a Dios y
él te va a decir cómo hacerlo.
Mujer, creo que no necesitas más explicaciones, pero déjame
contarte una de las mejores «tanqueadas» que me dio mi espo-
sa, te lo cuento para animarte a hacedo y para que veas lo lindo

y fiel que es Dios.


Un día cualquiera al llegar a mi casa comencé a percibir un
particular y exquisito olor a milanesas argentinas. Entré casi
corriendo a la cocina, y cuál sería la grata sorpresa al ver que
mi amada esposa (en ese momento más amada que nunca) me
había hecho milanesas.
La abracé, le di un besóte, y después de los agradecimientos
de rutina llegó la inevitable pregunta: ¿Y esto... a qué se debe?
Su respuesta me desarmó: «Es que quería consentirte y le
pregunté al Señor acerca de cual sería la mejor manera de ha-
cedo, entonces él me dijo: "Hazle comida argentina"». (Definiti-
vamente no hay nadie como mi Papá, ¡grande Pá!)
Patricia escolombiana, pero aprendió a cocinar en Buenos
Aires, y es una experta haciendo comidas argentinas y colom-
bianas.
Por supuesto que yo después no sabía qué hacer para con-
y luego, como ocurre siempre, esto se convirtió
sentirla, lo hice,
en una cadena de consentimientos que no tenía fin, dando
paso a un amor imposible de definir, pero maravilloso de vivir.
Me impresionó la fidelidad de Dios, porque es muy preciso
y complaciente con sus hijos. El está listo para decirte cómo
consentir a tu esposo, solo confía en él y hazlo.

Conclusión
Si llegaste a estepunto sabrás que no hay reversa, todo está
ante ti, Sin embargo, ten en cuenta
la felicidad la tienes delante.
esto: la posibilidad de ser feliz siempre estuvo ante ti, la gran
diferencia es que ahora tienes las herramientas para lograrla.
Este libro no vale la pena contarlo.

Este libro no vale la pena compartirlo.


Este libro no vale la pena estudiarlo.

Este libro no vale la pena analizado.


Consejos para los dos 127

Este libro no vale la pena regalarlo.

Este libro vale la pena vivirlo, sin esto todo lo otro carece
de sentido.
Piénsalo.
P É N C E

OSAS QUE SG
PUEDEN

LISTA DEL ESPOSO


Cosas que puedo hacer
que no estoy haciendo

Para que mi relación matrimonial mejore necesito:


1.

2.

3.

4.

5.
I30 Sit^'^trévete a s€r (^liz!

Para consentir a mi esposa necesito:


1.

2.

3.

4.

5.

LISTA DE LA ESPOSA
Cosas oue puedo hacgr
QUG NO GSTOY HACIGNDO

Para que mi relación matrimonial mejore necesito:


1.

2.

3. ___™___
4._
5.

Para consentir a mi esposo necesito:


1. ^

2. _^_
3. _„..
4. _^
5.

GUIA DG GSTUDIO
• Hacia un matrimonio fgliz

El matrimonio feliz... existe, pero requiere esfuerzo, compro-


miso, conocimiento y preparación.
Guía de estudio 131

Para formar o restaurar un matrimonio se necesita mucho


más que buena voluntad, esfuerzo y aguante. Se necesita una
estrategia sólida de trabajo, factible, y basada en lo que Dios
dice en su Palabra.
Elproblema principal de las parejas infelices se llama igno-
rancia... ¡falta de preparación!

Notas

• Panorama ggngral
dgl matrimonio actual

Monotonía: La rutina los está matando de asfixia.

Infelicidad: Viven engañados... creen que la felicidad no


existe.

Violencia: El ambiente es hostil, viven en constantes pe-


leas, discutiendo y gritando.
Desconfianza: La falta de confianza y los celos se han ro-

bado toda la alegría.


Frialdad: Vivimos rodeados de matrimonios «cinco picos».
Amargura: No hay perdón, hay resentimiento.

Desconsideración: Creen que no se entienden.

Ignorancia básica: Hay desconocimiento de las diferen-

cias normales entre un hombre y una mujer.


132 ® ¡d^^tréwGtG a ser <2^l¡z!

Notas

• Sin gmbargo— ¡hay gspgranza!

A pesar del desolador panorama. . . ¡hay esperanza!


¡Hay palabra de Dios! ¡Hay promesa!

«Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes


—afirma el Señor — ,
planes de bienestar y no de calamidad, a fin
de darles un futuro y una esperanza» (Jeremías 29:1 1).

«Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfiíerzan los alba-


ñiles. Si el Señor no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los
vigilantes» (Salmo 127:1).

El matrimonio feliz no nace de forma espontánea, se cons-


truye, se trabaja, se edifica, y necesariamente Dios y su Palabra
tienen que estar presentes.

Notas
Guía de estudio 133

• Los CIMieNTOS Y €L RGINO PRIVADO

Son las dos cosas que hay que edificar de la mano del
Señor.

Los cimientos:

Mateo 7:24-27 La roca La arena


Calatas 5:19-23 El Espíritu La carne
(amor, alegría, paz, (adulterios, celos, odio,

dominio propio, fe, iras, pleitos, violencia,

bondad, fidelidad, discordias, griterías,

estabilidad, gozo, disensiones, lascivias,

felicidad) DESTRUCCIÓN Y RUINa)

Notas
134 S \tj^^irév€ie a ser O^liz!

• ¿Cómo mg mu€vo dg la argna a la rocaP

No olvides que nadie lo hará por ti. Dios tampoco lo hará en


tu lugar. Él no hará lo que nos toca hacer a nosotros.

Cinco pasos

1. Orar juntos
El noventa y nueve por ciento de las parejas en crisis... ino
oran juntas!

2. Crear disciplinas espirituales


Muchas veces las disciplinas espirituales con que contamos
no van más allá de ir los domingos a la iglesia... ¡Ellas no nacen!
iHay que crearlas!

3. No le digas al otro lo que no te gusta sino ora


Nadie puede cambiar a otra persona... solo Dios.
Guía de estudio 135

¡Cuidado con la sinceridad mal entendida!


¡Cuidado con el método volcán!

4. Ser un verdadero hombre o una verdadera


mujer
(Véase en detalle más adelante)

5. Hacer lo que tienes que hacer sin importar lo


que el otro diga
Nada ni nadie te puede impedir ser la persona que Dios quie-
re que seas... ¡solo tú mismo!

• Gl VGRDAD6RO HOMBRG
1. Ama a su esposa (Efesios 5:25/28)
No es egoísta, pone a su esposa en primero.
Hombre, si quieres ser feliz... ¡vive para hacer feliz a tu espo-
sa!
136 ® ¡e;?^trév€t€ a ser (^l¡z!

2. Es cabeza espiritual (Efesios 5:26-27)


Si el esposo es espiritual, Cristo gobierna la casa; y si Cristo
gobierna, ese hogar será una bendición.

3. Provee (Efesios 5:29a)


Es normal que el hombre sea el proveedor de la casa.

4. Protege (Efesios 5:29b)


Es el protector físico y emocional de su esposa, sus hijos y su
casa.
Guía de estudio 137

5. Ordena las prioridades (Efesios 5:31)

6. Comprende a su esposa (1 Pedro 3:7)


¡Sí se puede! No es un imposible comprenderla.

7. Respeta y honra a su esposa (1 Pedro 3:7)


En el diseño de Dios no hay lugar para el «mero macho»
que golpea, grita y amenaza, si lo hace, tendrá toda clase de
tropiezos.
138 '9 ¡e^^^trévete a ser (^liz!

• La VGRDAD6RA MUJGR

1. Se somete a su esposo (Efesios 5:22-24)


¡Someterse es sencillamente reconocer una autoridad... no es
sinónimo de esclavitud!

2. Respeta a su esposo (Efesios 5:33b)


Lo respeta y lo hace respetar. Desde hoy en adelante, nadie
conocerá un defecto de tu esposo por tu boca.

3. Es amorosa (Tito 2:4-5)


Ama a su esposo y a sus hijos. Ella es la niveladora emocio-
nal del hogar.
Guía de estudio 139

4. Es sensata... es sabía (Tito 2:5; Proverbios 14:1)


Distingue con acierto los tiempos, sabe cuándo callar y cuán-
do hablar, edifica un hogar de amor y paz.

5. Es pura (Tito 2:4-5)


Es pura e integra en sus acciones, pensamientos y palabras.

6. Es bondadosa y sumisa (Tito 2:4-5)

Es buena y se somete con alegría porque sabe que esto le

agrada a Dios... pero no es tonta.


I40 S ¡e;^^trév€t€ a ser Q^Wzl

7. Es cuidadosa de su hogar (Tito 2:4-5)

Tiene la certeza absoluta de que el hogar es «su primer mi-


nisterio».

• Consejos para los dos

1. No negarse el uno al otro (1 Corintios 7:3-5)

2. No dormirse enojados (Efesíos 4:26-27)

3. «Tanquear»
Es ofrecerse y agradar antes de que nos lo pidan.
Guía de estudio 141

Dios te dirá sin falta cómo consentir a tu cónyuge.

• Gl rgino privado

A. Por ser un reino


Tiene un Rey: Jesucristo.
Tiene subditos: los cónyuges.
Tiene límites y murallas.
Tiene enemigos.

B. Por ser privado


Es exclusivo.
No está abierto al público por más respetable que sea.

Los enemigos del reino privado

1. La parentela
142 # ¡e^^^trévete a ser (^liz!

2. La iglesia

3. El trabajo

4. Los hijos

5. Las finanzas
Guía de estudio 143

6. Los amigos

Los hijos

Las finanzas

Los amigos

La gran promgsa:
«Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes
— afirma el Señor — ,
planes de bienestar y no de calamidad, a fin
de darles un fiituro y una esperanza».
— ^Jeremías 29:11
Nos agradaría recibir noticias suyas.
Por favor, envíe sus comentarios sobre este libro

a la dirección que aparece a continuación.


Muchas gracias.

Miásí
Dedicados A la excelencia

'^o:NrDERVAJsr
Editorial Vida
7500 NW 25 Street, Suite 239
Miami, Florida 33122

[email protected]
http://www.editorialvida.com
Qué responderías sí te preguntaran:
«¿Eres feliz en tu matrimonio?»
Sí tu respuesta NO ES un


rotundo,
este libro es para tL

PANORAMA ACTUAL
^^^^^ MONOTONÍA. Son aburridos, la rutina los agobia, no
^ ^^ existe el factor sorpresa.

AGRESIVIDAD: Discusiones, peleas, gritos, ofensas;

<» hacen un ambiente


mente los hijos.
hostil y todos lo sufren especial-

^ FRIALDAD: La indiferencia y la falta de


amor están secando los matrimonios.
detalles de

El pastor Silvano y su esposa Patricia Espíndola son consejeros familiares.


Poseen un reconocido ministerio de familia en el cual más de 2,000 parejas

han sido aconsejadas personalmente y otras miles han sido bendecidas por
su ministerio que incluye también pastorear a jóvenes y a niños. Actualmente
ejercen su ministerio en el sur de la Florida, acompañados de sus hijos

David, Pablo, Marco, Silvana y Timoteo, Silvano es doctor en teología y

ambos han cursado numerosos estudios cristiar^s en Argentina, Colombia

y Estados Unidos. El pastor Espíndola es vice presidente de fevangelismo y


Misiones de Casa so|re la Roca, Igl^STCrtStfaoa

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