0% encontró este documento útil (0 votos)
16 vistas7 páginas

Tríptico sobre Mala Alimentación Infantil

El documento aborda la importancia de los hábitos alimentarios en la infancia y su relación con la salud a lo largo de la vida, destacando la necesidad de una dieta variada y equilibrada. Se analizan las características nutricionales y requerimientos de los niños en las etapas preescolar y escolar, así como la influencia de la familia y el entorno educativo en sus hábitos alimentarios. Además, se enfatiza la importancia de un ambiente familiar saludable y la responsabilidad compartida entre cuidadores y niños en la alimentación.

Cargado por

kkwate
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
16 vistas7 páginas

Tríptico sobre Mala Alimentación Infantil

El documento aborda la importancia de los hábitos alimentarios en la infancia y su relación con la salud a lo largo de la vida, destacando la necesidad de una dieta variada y equilibrada. Se analizan las características nutricionales y requerimientos de los niños en las etapas preescolar y escolar, así como la influencia de la familia y el entorno educativo en sus hábitos alimentarios. Además, se enfatiza la importancia de un ambiente familiar saludable y la responsabilidad compartida entre cuidadores y niños en la alimentación.

Cargado por

kkwate
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 7

Introducción

Existe una relación directa entre los hábitos alimentarios


adquiridos en la infancia y el riesgo de desarrollar enfermedad a
lo largo de la vida.
Existe un conocimiento generalizado sobre la influencia de la
alimentación de los primeros años de vida y la prevención de la
enfermedad en el adulto, que se traduce en un gran interés en la
alimentación en etapas críticas del desarrollo (lactante y niño pequeño)
(1,2)
. Sin embargo, no se ha prestado una atención similar a la
alimentación del niño desde los 3 años en adelante (3).

El ser humano no necesita ningún alimento determinado para mantener


su salud, sino solamente energía y nutrientes en cantidad suficiente. Los
nutrientes están almacenados en los alimentos, aunque ninguno de ellos
es completo (si exceptuamos la leche materna en los mamíferos antes
del destete). Por lo tanto, debe incorporar alimentos de los diferentes
grupos: cereales, verduras y frutas, grasas y aceites, carne, pescado,
leche, huevos, leguminosas y otros, para constituir una dieta variada
que, además de energía, proporcione los tres tipos de nutrientes
(energéticos, plásticos y sustancias reguladoras) en cantidad y calidad
suficiente.

Una alimentación saludable debe cumplir los siguientes criterios:

• Ser variada (alimentos, presentación, preparación).

• Poseer unos niveles nutricionales que se ajusten a las características


de los individuos.

• Estar repartida a lo largo del día, con arreglo a las condiciones de vida
del individuo. Los principios básicos de una dieta saludable pueden
resumirse en tres palabras: moderación, variedad y equilibrio. Además,
la alimentación tiene también un componente social.

Alimentación en el preescolar (3-6 años) y


escolar (6-12 años)
Es importante conocer las características diferenciales de las
distintas etapas de la infancia, su maduración y crecimiento,
para comprender mejor las conductas alimentarias y los
requerimientos nutricionales de cada instante.
Características biológicas

Transcurridos los dos primeros años de vida del niño, correspondientes


al periodo de crecimiento acelerado, se pasa a la etapa de crecimiento
estable en la edad preescolar (3-5 años) y escolar (desde los 6 años al
comienzo de la pubertad). El crecimiento longitudinal en el preescolar es
de 6-8 cm/año y el incremento ponderal de 2-3 kg anuales. En el escolar,
el crecimiento longitudinal es un poco más lento (5-6 cm/año) y la
ganancia de peso es de 3-3,5 kg/año. Paralelamente, continúa la
maduración de órganos y sistemas.

El desarrollo psicológico en los preescolares incluye la incorporación


paulatina de habilidades motoras y del lenguaje; más tarde, durante la
época escolar, maduran habilidades como: la lectura, la escritura, las
operaciones matemáticas y la adquisición progresiva de conocimientos.

Factores condicionantes de la alimentación de la edad escolar y


preescolar

Las costumbres nutricionales adquiridas en la niñez se


modifican muy poco en los años posteriores.
Los hábitos alimentarios y las pautas de alimentación comienzan a
establecerse muy pronto, desde el inicio de la alimentación
complementaria (después de los 6 meses) y están consolidados antes de
finalizar la primera década de la vida, persistiendo en gran parte en la
edad adulta. La familia representa un modelo de dieta y conducta
alimentaria que los niños aprenden(4). La agregación familiar para estos
hábitos es tanto mayor cuanto más pequeño es el niño y más habitual
sea comer en familia(5).

En la etapa preescolar, los niños inician el control de sí mismos y del


ambiente, empiezan a interesarse por los alimentos, a preferir algunos
de ellos, a ser caprichosos con las comidas, a tener poco apetito, a ser
monótonos. En la elección de alimentos, influyen factores genéticos,
aunque tiene mayor importancia los procesos de observación e
imitación.

Además de la familia, adquiere cada vez mayor importancia la influencia


ejercida por los comedores de los centros educativos. La incorporación a
la guardería y/o a la escuela conlleva, además, la independencia de los
padres, la influencia de los educadores y de otros niños en todos los
ámbitos, incluido el de la alimentación, especialmente, en aquellos que
acuden al comedor escolar.
Con el aumento de la edad, el apetito se recupera y tienden a
desaparecer las apetencias caprichosas. En la edad escolar, la
alimentación se va haciendo más independiente del medio familiar. La
televisión y las otras tecnologías de la información y la comunicación
(TICs) van adquiriendo un papel relevante. Además, la disponibilidad de
dinero les permite comprar alimentos sin el control parental. El
desayuno suele ser rápido y escaso. En la merienda, se recurre
frecuentemente a productos manufacturados y bebidas azucaradas y el
horario de comidas es más irregular.

Existen evidencias de que cuando los padres controlan excesivamente la


alimentación de sus hijos, estos tienen una peor regulación de su
ingesta calórica, por lo que el control familiar rígido, coercitivo o estricto
de la dieta de los niños es un factor negativo para su respuesta a la
densidad calórica(6). Por tanto, el sistema de sobornos, premios y
recompensas para que el niño coma, podría actuar negativamente sobre
la regulación de la ingesta energética. Por ello, es recomendable un
ambiente familiar no coercitivo con el fin de conseguir una adecuación
de la ingesta a las necesidades(7,8). Una conducta positiva y proactiva por
parte de los padres (por ejemplo, preparando la comida juntos) en estas
edades se asocia al establecimiento de hábitos de vida saludables (9).

Requerimientos nutricionales

Las necesidades de energía y nutrientes están condicionadas


por sus necesidades basales y el grado de actividad física, muy
variable a partir de esta edad.
Los patrones de alimentación y las necesidades de nutrientes durante la
niñez van a estar condicionados por las necesidades metabólicas
basales, así como por el ritmo de crecimiento y el grado de actividad
física, junto al desarrollo psicológico. El desequilibrio entre consumo de
nutrientes y gasto es la causa de la aparición de exceso de peso, que en
la población española de esta edad supera el 45% en el grupo de edad
entre 8 y 13 años, y que aparece asociado a las clases sociales más
desfavorecidas y con menos estudios(10).

Las recomendaciones dietéticas son orientaciones de carácter general


sobre las necesidades de energía y nutrientes en las distintas etapas de
la vida.

Necesidades energéticas

Las necesidades energéticas van variando a lo largo de las diferentes


etapas de la vida, y esto implica la necesidad de adaptar la ingesta para
hacer frente a estas variaciones. Las recomendaciones para los niños
entre 4 y 8 años, son: 1.200-1.800 kcal/día y para los de 9 a 13 años,
1.600-2.000 kcal (Tabla I).

En la ingesta energética intervienen principalmente 2 factores: el


volumen alimentario y la densidad energética de la dieta. La capacidad
de acomodar la dieta a las necesidades energéticas mediante cambios
en el volumen alimentario y, sobre todo, en la densidad energética, es
ya constatable en el niño desde edades tempranas.

Necesidades de proteínas

Las proteínas cumplen principalmente un papel en el crecimiento y en el


mantenimiento de la estructura corporal. Una dieta equilibrada debería
proporcionar entre un 11 y un 15% de la energía total como proteínas. El
65-70% de la ingesta proteica debería ser de alto valor biológico,
típicamente productos animales (carne, pescado, leche, huevos y
derivados lácteos) y el resto de origen vegetal.

Necesidades de grasas

La grasa en una fuente importante de energía, soporte para trasportar


vitaminas liposolubles y proveedor de ácidos grasos esenciales (a-
linolénico-omega 3, y linoleico-omega 6). La ingesta total de grasa debe
estar entre el 30-35% de la ingesta de energía para niños de 2 a 3 años
y entre el 25 y 35% para niños de 4 a 18 años. Los ácidos grasos
esenciales deberían constituir el 3% del total de la ingesta de energía
diaria y las grasas saturadas menos del 10% del total. El consumo de
colesterol debe ser menor de 300 mg/día y la ingesta de grasas trans
debe ser lo más baja posible.

Hidratos de carbono y fibra

Los hidratos de carbono son una importante fuente de energía y soporte


para el transporte de vitaminas, minerales y elementos traza. Una
ingesta adecuada de carbohidratos contribuye a una ingesta suficiente
de fibra, hierro, tiamina, niacina, riboflavina y ácido fólico. Los
carbohidratos deberían constituir el 50-60% del total de energía.
Proceden mayoritariamente de los vegetales: cereales, verduras,
hortalizas, frutas y legumbres.

Dentro de este grupo, se encuentra la fibra dietética, de gran


importancia para el funcionamiento del tubo digestivo, pero también
para regular los niveles de glucemia y reducir la absorción del colesterol
de la dieta. La ingesta óptima de fibra en mayores de 2 años sería el
equivalente a la edad, en años, más 5 a 10 g por día (máximo 30 g por
día).

Necesidades de vitaminas y minerales

Las vitaminas y los minerales carecen de aporte calórico y su presencia


en cantidades suficientes se garantiza con una dieta variada. Destacan,
el calcio por su importancia en la formación del esqueleto y que está
contenido en los lácteos y pescados, y también el hierro, con
necesidades aumentadas en los periodos de crecimiento rápido, así
como el yodo.

Características de una dieta saludable

Los objetivos de una dieta saludable son: cubrir las necesidades


que permitan un correcto crecimiento y desarrollo e instaurar
hábitos alimentarios saludables que eviten la aparición de
enfermedades crónicas en la edad adulta.
Una dieta saludable es aquella que tiene una proporción de alimentos
que se ajusta a la distribución contemplada en la dieta equilibrada en
término de nutrientes. Además, los alimentos que la integran son aptos
para el consumo desde el punto de vista de la higiene y la seguridad
alimentaria y su forma de preparación y presentación es respetuosa con
la cultura, la tradición y otras características de quien la consume (Fig.
1).

Figura 1. Pirámide de la Alimentación saludable. SENC, 2007.

La mayoría de los niños deberían comer entre 4 y 6 veces al día (Fig. 2).
Los preescolares hacen 3 comidas y varios pequeños tentempiés. Los
escolares típicamente toman menor número de comida y tentempiés
que los más jóvenes. El desayuno es una de las comidas más
importantes del día; un desayuno inadecuado o inexistente se asocia a
una diminución de la atención y a un peor rendimiento escolar (12).
También, se asocia a un riesgo aumentado de sobrepeso en edades
posteriores. En España, cerca de un 10% de niños no desayuna y otro
20% lo hace de forma inadecuada. Un buen desayuno debe constar de
un lácteo, cereales y alguna pieza de fruta. Puede complementarse con
la toma de fruta, un bocadillo pequeño o un lácteo a media mañana. La
comida de mediodía o almuerzo es la comida principal, y debe
incorporar alimentos de todos los grupos. Como bebida, agua. La
merienda es una buena oportunidad de completar el aporte energético
del niño y suele ser bien aceptada por estos. La denominada “merienda-
cena” es una opción nutricional aceptable si incluye alimentos
suficientes y variados. La cena es la última comida del día y debe estar
constituida por preparaciones culinarias fáciles de consumir y digerir (13).

Figura 2. Distribución de los alimentos en las comidas del día.

El tamaño de la porción adecuada varía dependiendo de la edad del niño


y de la comida en particular. Sirviendo porciones mayores de las
recomendadas se puede contribuir a la sobrealimentación. Cuando se
permite a los niños seleccionar su tamaño de porción, consumen un 25%
menos de entrada que cuando se les sirven porciones mayores (14).

El ambiente en las comidas


Las comidas en familia proveen una oportunidad para que los
niños aprendan hábitos saludables de alimentación y empiecen
a apreciar los aspectos sociales de la comida.
El ambiente en la comida es un factor crítico en el desarrollo de un
comportamiento de alimentación saludable. La estructura y la rutina de
todas las ocasiones de comida son particularmente importantes.

A la hora de la comida, se deben evitar las distracciones. Se debe comer


en el área designada para comer, y el niño debe tener un
comportamiento adecuado en la silla.

La responsabilidad para establecer un ambiente de comida saludable


está dividida entre el niño y sus cuidadores. La división de
responsabilidad se basa en la habilidad del niño de regular su ingesta y
la incapacidad para elegir una dieta bien equilibrada. Las
responsabilidades del cuidador incluyen: proveer una variedad de
comidas nutricionales, definir la estructura y el tiempo de las comidas,
crear un ambiente que facilite la comida y las relaciones humanas,
reconocer y responder a las señales de los niños de hambre y saciedad,
y ser modelo de comportamiento de alimentación saludable (consumir
una dieta variada); mientras que la del niño es elegir qué y cuánto de la
comida ofrecida, consume.

Los cuidadores deberían comprender que la dificultad para aceptar


nuevas comidas y el “comer siempre las mismas cosas” son periodos
normales del desarrollo del niño. Los intentos para controlar la comida
de los niños pueden hacer que sea menos sensible a las señales de
saciedad y hambre y contribuir a su sobrealimentación.

También podría gustarte