Prof.
Mauro Martino
La Argentina de 1880: Industrialismo y organización obrera
A partir de dos fragmentos escritos por los historiadores Adolfo Dorfman y Samuel
Bayli, abordaremos el acercamiento a este período de la historia Argentina desde una
perspectiva industrial y desde la gestación de las luchas iniciadas por los trabajadores
organizados bajo la influencia de los inmigrantes y las corrientes ideológicas europeas.
Se propone una lectura crítica del material de ambos autores, la relectura y la marcación
de las ideas y conceptos principales para luego sí poder abordar las consignas
solicitadas a continuación:
1- ¿Por qué se habla de una década de transición industrial?
2- Revisa las estadísticas industriales de 1887 en Buenos Aires y luego selecciona uno
de los rubros denominados “industriales” - o una empresa puntual - y busca
información sobre la situación de este en el país para la época.
3- ¿Cuál fue la importancia de los inmigrantes europeos en la conformación del
movimiento obrero argentino?
4- ¿Qué rol cumplieron las sociedades de socorros mutuos?
5- ¿Qué diferencias puede encontrar entre las estrategias de lucha de los anarquistas
y los socialistas?
--------------------------MATERIAL DE LECTURA OBLIGATORIA-------------------
TEXTO 1: Situación de la industria a fines del siglo XIX EN “Historia
de la industria Argentina” Dorfman, Adolfo
La transición industrial 1880-1890
Para 1880 continúa en la Argentina cierto aislamiento de las provincias que atenta, entre
otras cosas, contra un despegue industrial. Parte del territorio nacional continúa siendo
desconocido y despoblado. Es un país con tan solo un habitante por cada dos kilómetros
cuadrados, con una mano de obra muy cara y en donde la falta de capital y el
conocimiento técnico son también importantes impedimentos.
Hacia 1880 era insignificante el número de fábricas propiamente dichas, ya que sus
instalaciones eran rudimentarias y poco perfeccionados los procedimientos de
elaboración. Sin embargo, fue esta la etapa de gestación de la industria, donde se pasará
de una industria casera a una producción fabril; de iniciación de nuevas empresas y
nuevos métodos de trabajo.
Los factores que hicieron posible este inicio del industrialismo son las tarifas
proteccionistas votadas en el Congreso de 1876, la mecanización, el perfeccionamiento
de los métodos productivos, la organización de las fábricas y la importancia que va
adquiriendo el mercado interno entre otros.
La década del 80 debe analizarse como un período de transición dónde conviven
antiguas y nuevas industrias, con sus técnicas y métodos. En esta etapa decaen los
saladeros y graserías y crecen las curtiembres como el sector más desarrollado para la
época registrando hasta algunas exportaciones. La molinería comienza a contribuir al
consumo argentino difundiéndose la elaboración de harina (galletitas, fideos, etc.). Se
registra la existencia de fábricas de aceite vegetal, cervezas, alcohol, almidón, tabaco y
chocolate. Crece la lechería, surgen aserraderos, carpinterías mecánicas y fábricas de
muebles. Se preparan cales, cementos y baldosas finalizando también la importación de
mosaicos para la construcción. Se difunde también la pequeña industria manufacturera
con las sastrerías, roperías, sombrererías y la confección de “ropa blanca”.
El sector industrial se confunde con el agrícola – ganadero ya que las industrias rurales
son de la misma propiedad que las tierras y el ganado. La clase industrial Argentina no
nace libre sino estrechamente vinculada a la tierra. La industria jugará un papel
secundario y se posiciona bajo la tutela del campo; aunque no hay todavía
contradicciones entre estos dos sectores.
La principal preocupación de las elites terratenientes y gobernantes de fines del siglo
XIX e inicios del XX era la de asegurar el mercado europeo de carnes y granos. Entre
1884 y 1893 la población crece un 40% acompañada de una fuerte disminución de la
importación de alimentos mientras que las importaciones textiles aumentan un 65%.
Los asalariados
Las condiciones socioeconómicas de estos primeros trabajadores de la industrial es
precaria. Continuaban formas arcaicas de relaciones laborales propias del sistema feudal
y servil-esclavista propio del período colonial. Los primeros fabricantes se limitan, al
inicio, a reunir bajo un mismo techo grupo de trabajadores a quienes albergan y
alimentan a cambio de su labor. El pago en especie, aunque abolido oficialmente por el
gobierno argentino, se mantuvo en algunas regiones apartadas del país hasta bien
entrado el siglo XX.
La retribución en dinero llevará un tiempo importante hasta que se convierta en regla
casi invariable y subsistirá con estas antiguas formas de remuneración. No obstante,
ante la creciente demanda de satisfacer productos que no produce la economía
doméstica, se va imponiendo, poco a poco, el pago en dinero.
Hacia 1853 en casi todos los salarios se incluye la manutención del obrero y todavía no
impera el pago en efectivo. Las profesiones más cotizadas eran las relacionadas a la
construcción. Un oficial albañil gana más que un litógrafo y tres veces lo que percibe un
peón de saladero. El obrero aún utilizaba herramientas particulares al igual que en la
primera industrias manufactureras donde el capitalista pondrá las materias primas
(cuero, algodón, etc.).
Censos nacionales comparativos 1869-1895-1914
Crecimiento de obreros por rubro:
La construcción pasa de 10.640 trabajadores a 38.530 y luego a 118.510
Maquinistas de 4.900 a 28.000 en 1895 y 78.800 en 1914.
La imprenta nuclea 980 trabajadores en 1869, 4.200 en 1895 y 10.500 en 1914.
Costureras pasan de 94.800 a 119.180 y en 1914 a 142.750.
Los carpinteros pasan de 14.030 a 28.220 y luego en 1914 a 52.800.
Los tejedores de 94.040 en 1869 descienden a 39.380 en 1895 y a 30.500 en 1914.
Esta última es la única profesión que disminuye debido a un proceso de sustitución de
manufactura artesanal criolla por la industria extranjera.
La crisis económica de la década de 1890
En 1880 el salario de un obrero calificado (albañil, carpintero, mecánico, pintor) alcanza
la suma de $ oro 1,50 por día; en 1885 se eleva a 1,95, para bajar a 1,20 en 1890 y a
0,81 en 1891. En 11 años el salario de un obrero se había reducido a la mitad producto
de la crisis. De esta forma la crisis de los 90 contribuye a formar una clase asalariada
menos exigente, apta para engrosar las filas del obrero industrial a bajo precio.
Estadística de industrias de 1887 en Buenos Aires: industrias, tamaño y empleo
El Censo de 1887 de los principales establecimientos industriales sitos en Buenos Aires
de la Unión Industrial Argentina es uno de los pocos documentos estadísticos del
período.
El número de establecimientos censados alcanza los 400; ocupan unos 11.000 obreros;
cuentan con un capital superior a 10 millones de pesos moneda nacional y totalizan
1.500 hp de potencia mecánica instalada lo que representa un gran retraso técnico. Las
principales ramas son: industria del cuero (talabarterías, curtiembres, fábricas de
calzado) con 55 establecimientos; la industria de la madera (aserraderos, carpinterías,
fábricas de calzado) con 90 establecimientos; industrias de los metales (talleres
mecánicos, herrerías, hojalaterías) con unos 40 establecimientos.
El 7 % de los establecimientos, abarcan un 28-30% del personal obrero ocupado. Por
debajo de las ramas mencionadas venían industrias como la de los cigarrillos
(Proveedora Duran con 434 empleados), las de la cerámica y las cerámica (empleando
las firmas Junor, Artesanado Argentino y Ayerza y Cía. unos 400 empleados); de la
cerveza (Bieckert con 80 empleados); sastrerías (Baumana la más importante con 50
trabajadores) y fábricas de camisas (Irastorza con 180 obreros)..
Se nota la ausencia de fábricas de paños, químicas y el débil desarrollo de la industria
alimenticia (apenas hay algunos molinos harineros, fábricas de chocolate, conservas,
fideos y galletitas).
Sin embargo, para 1895, salvo pocas excepciones, se trataban de talleres insignificantes
que apenas merecían el nombre de “industriales” ya que la energía eléctrica era poco
menos que conocida pues las usinas de electricidad aparecen en 1890. Todavía el clima
industrial nacional es de escasa madurez.
Un dato importante es el desplazamiento de la primacía manufacturera de Cuyo y
Tucumán reemplazado por el nuevo eje económico del país ganado por Buenos Aires –
Santa Fe – Entre Ríos con el 40% de los establecimientos con casi la mitad de los
capitales invertidos. Buenos Aires también sacará ventaja respecto a estas provincias del
Litoral. Las provincias de Córdoba, Tucumán y Salta aportan solo una séptima parte de
los capitales industriales y Cuyo solamente el 4% mostrando el enorme retroceso de
estas regiones en materia productiva.
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TEXTO 2: “Movimiento obrero, nacionalismo y política en la
Argentina” Samuel L. Baily
Para 1850 los trabajadores urbanos habían comenzado a formar organizaciones
mutuales y en 1890 aparece la primera federación obrera argentina.
A partir de 1890, el movimiento obrero organizado ha desempeñado un papel decisivo
en la transformación de la Argentina de una sociedad agrícola tradicional a una sociedad
moderna tanto en lo político e ideológico, como en lo económico. Los obreros se
organizaron primero para mejorar sus salarios y condiciones de trabajo, pero también
para otras preocupaciones más amplias referidas a la sociedad en la que deseaban vivir.
Contexto: La década de 1880 será de gran desarrollo; en 1879 el general Julio A. Roca
conquistó nuevas y vastas tierras fértiles exterminando a los originarios que todavía
poblaban las pampas. Un año después el gobierno federalizó la ciudad de Buenos Aires,
resolviendo así el problema de su relación formal con el resto del país, y abrió un
período de estabilidad política. La aparición del barco frigorífico permitió que la
Argentina vendiera carnes en el mercado europeo en expansión. La prosperidad
económica atrajo grandes cantidades de capitales y mano de obra extranjeros, y a su vez
contribuyó a aumentar el desarrollo. Surgió así la economía argentina moderna, basada
en la producción y exportación de carnes y cereales.
En 1890, una crisis económica interrumpió de modo temporario el proceso, y por una
década se retrasó considerablemente el desarrollo. Sequías, especulación y corrupción
habían provocado el colapso financiero, y con él la reducción de las inversiones e
inmigraciones extranjeras. Sin embargo, el crecimiento potencial del país siguió siendo
elevado.
A fines de la década de 1880, el deterioro de la situación económica del país produjo
una baja en los salarios reales, la desocupación y una serie de paros y huelgas. La crisis
económica aumentó la desocupación y muchos afiliados se vieron obligados a regresar
a Europa.
Europeos fundantes del movimiento obrero
El flujo de inmigrantes fue decisivo para la organización de la clase obrera. El
movimiento obrero argentino, desde sus comienzos rudimentarios en 1857 hasta la
declinación temporaria ocurrida luego del Centenario de la Independencia en 1910, fue
un reflejo bastante fiel del movimiento obrero europeo. Los grupos obreros adquirieron
allí sus métodos de organización y agitación, así como sus ideologías y programas
específicos. La mayoría de sus integrantes y prácticamente todos sus dirigentes fueron
también originarios de Europa. Si los trabajadores nativos se afiliaron al movimiento
obrero organizado, su número no fue nunca suficiente para neutralizar la influencia y el
liderazgo del inmigrante europeo. Al parecer, el trabajador criollo estaba menos
dispuesto a cuestionar el orden social y económico existente.
Mutuales de socorro
Una de las necesidades más imperiosas del trabajador inmigrante era la de formar
nuevos lazos comunitarios. Sus primeras tentativas en este sentido fueron las sociedades
de socorros mutuos, carente de contenido político y revolucionario. Ya en 1857 se
fundaron dos sociedades para proporcionar, a los inmigrantes españoles, hospitales,
escuelas y seguros por accidente, enfermedad y sepelio. Cuatro años más tarde se
crearon dos sociedades italianas de socorros mutuas, una en Buenos Aires y otra en
Rosario. A fines de siglo había en la Argentina 79 sociedades italianas de socorros
mutuos y 57 españolas
Algunas de estas sociedades se organizaron en torno de un oficio particular, en lugar de
la nacionalidad. Sus actividades se ampliaron para abarcar la defensa de los intereses
económicos así como el socorro mutuo. La primera fue la Sociedad Tipográfica de
Bonaerense creada en 1857. En 1877 formarán la Unión Tipográfica para iniciar una
política más vigorosa. Otras sociedades comenzaron con actividades gremiales pero sin
efectividad.
Anarquistas y socialista
Los anarquistas y socialistas que llegaron a la Argentina en cantidades crecientes
durante la década de 1880 rivalizaron entre sí para controlar el embrionario movimiento
obrero. Ambos grupos crearon numerosas organizaciones políticas y sindicales entre los
trabajadores especializados y semiespecializados de Buenos Aires, Rosario y otras
ciudades del Litoral, pero desde el comienzo los socialistas tuvieron más éxito que los
anarquistas.
De todas formas existía cierta debilidad del movimiento socialista durante las década de
1880 y 1890. Los socialistas fracasaron en brindar un liderazgo eficaz al movimiento
obrero, en gran medida porque intentaron emplear los métodos parlamentarios de una
Alemania que se industrializaba, para mejorar las condiciones del trabajador argentino,
en un momento en que dichas actividades no podían producir los resultados esperados.
Pese a esta situación en lo político, los anarquistas no alcanzaron a competir
eficazmente con él por la dirección de la clase obrera argentina porque se hallaban
divididos en dos facciones. Una facción apoyaba la filosofía de la acción individual de
Miguel Bakunin y la otra se inspiraba en la filosofía colectivista de Pedro Kropotkin
que se impondría durante la década de 1890. Solo los unía la preferencia por la acción
directa y su rechazo de los métodos parlamentarios de los socialistas. No deseaban
asimilar al obrero en la sociedad argentina, sino destruir la sociedad existente y
construir otra nueva en su reemplazo.
Bibliografía:
- Dorfman, Adolfo: Situación de la industria a fines del siglo XIX. Historia de
la industria Argentina.
- Samuel L. Baily: “Movimiento obrero, nacionalismo y política en la
Argentina”. Biblioteca Argentina de historia y política. Hyspamerica
Ediciones Argentina S. A., 1985.