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La Religión Prohibida: Gnosis y Creación

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Maurice Burgos
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La Religión Prohibida

José María Herrou Aragón


Todos los derechos reservados. Queda rigurosamente
prohibida, sin la autorización escrita del titular del
Copyright, bajo las sanciones esta- blecidas en las leyes,
la reproducción parcial o total de esta obra, inclui- do el
diseño de cubierta, por cualquier medio o procedimiento,
inclui- dos la reprografía y el tratamiento informático.

Copyright © 2011 by Biblioteca Esotérica Herrou


Aragón. I.S.B.N.: 978-987-23943-7-0

Primera Edición - 2011

Impreso en Argentina - Printed in Argentina


Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723
Diseño editorial: Mauro Giuliano
ÍNDICE

Pág.

• LA GNOSIS PRIMORDIAL

La Gnosis Primordial es un conocimiento, una sabidu- ría.


Gnosis significa eso: conocimiento. Pero no nos referi-
mos a un conocimiento cualquiera. La Gnosis es un cono-
cimiento muy especial. Es un conocimiento que produce
una inmensa transformación en quien lo recibe. Un
conoci- miento capaz nada menos que de despertar y
liberar Espiritualmente a quien lo obtenga. Su propósito
es ese: echar luz sobre la situación humana, tratando de
despertar a los hombres y ayudarlos a escapar de la
prisión en que se encuentran. Por eso este conocimiento
ha sido tan persegui- do a lo largo de la historia, porque es
un conocimiento con- siderado peligroso por los poderes
religiosos y políticos que rigen desde las sombras a la
humanidad. Por esa razón la Gnosis siempre ha
permanecido oculta. La Gnosis es un conocimiento
secreto, sólo accesible al buscador que se haga
merecedor de ella. Las distintas religiones en la his- toria
humana han tratado que los seres humanos permane-
cieran ignorantes de este saber, de este tipo de
conocimien- to llamado Gnosis. Ya veremos por qué.
Lo que llamo yo Gnosis Primordial es la forma pura de la
Gnosis. Es siempre la misma y nunca cambiará, mientras
no cambie la situación Espiritual en que se encuentra el
hombre y todo lo que llamamos “creación” o “mundo”. Las
pocas veces que la Gnosis Primordial apareció
abiertamen- te en la historia, no lo hizo en su forma pura,
sino adaptán-

dose a las características culturales e históricas del lugar


y de la época. Por lo tanto, la Gnosis Primordial ha estado
siempre detrás de casi todos los sistemas teológicos y
filo- sóficos que han sido tachados de heréticos,
prohibidos, per- seguidos y forzados a ocultarse.
Escudriñando en estos conocimientos prohibidos, es
posible recuperar las piezas necesarias que nos permitan
reconstruir la estructura com- pleta de lo que es la Gnosis
Primordial.
Y si ese saber fuera descubierto y puesto por escrito, ese
libro sería extremadamente poderoso y terrible. Sería el
texto más peligroso del mundo, capaz de despertar y libe-
rar a quienes lo lean y estudien. Un libro así, sería un
obje- to extraño dentro de este mundo creado, algo no
elaborado aquí, sino venido de afuera, de otro mundo
totalmente dis- tinto a este.También sería capaz de
sobrevivir a las llamas y al tiempo.
A lo largo de este trabajo, trataré de aproximarme lo mejor
posible a lo que fue y es la Gnosis Primordial, el saber
Gnóstico en su forma pura.
10

• LA MATERIA ES MALA

Todas las religiones sostienen que “la materia es buena”,


“el mundo es bueno”, “ha sido creado por Dios”. Y “Dios es
justo, Dios es bueno y ha creado algo bueno para el
hombre”. Por eso dice la biblia “Y dijo Dios: ´Haya luz´, y
hubo luz. Y vió Dios que la luz era buena”.
La Gnosis Primordial, la que podemos llamar de aquí en
adelante Gnosis a secas, con mayúsculas, para diferen-
ciarla de otras falsas gnosis que han ido apareciendo a lo
largo de la historia, sostiene lo contrario: la materia es
mala e impura, la materia es la prisión del Espíritu. Este
mundo material es el infierno. La materia es mala, y si la
materia es mala el creador de la materia debe ser, por
consiguiente, alguien malo. Para la Gnosis el mundo
material, este mundo, ha sido creado no por un dios
bueno o justo sino por un satanás creador. La materia es
algo satánico, por lo tanto quien la creó debe ser también
un ser satánico.

• EL TIEMPO ES MALO

La biblia no lo dice, pero con el Big Bang comenzó el


tiempo. En el comienzo mismo de la creación, cuando
dios dijo “haya luz”, estas dos palabras no podrían haber
sido pronunciadas si no existiera el tiempo. El tiempo fue
crea- do por el dios creador, al crear la luz. La gran
explosión y la expansión iniciales no podrían haber
existido sin el tiem- po. El tiempo y el espacio fueron
creados juntos, y son inseparables. El tiempo es el aliento
del dios creador. Y toda su creación, la expansión del
universo, la evolución de las especies, el desarrollo
paulatino de su plan, no podrían ocurrir sin el tiempo.
Según los Gnósticos, el tiempo- aliento del dios creador
es tan satánico como la materia y tan satánico como él.

• EL DIOS CREADOR

Fueron varias las sectas Gnósticas, en los primeros siglos


de nuestra era, que equipararon la figura del dios cre- ador
no a la de un ser bueno y justo, sino a la de un ser satá-
nico. Lo equipararon a la figura de satán, varias de ellas.
En uno de sus cuentos, Gustavo Adolfo Bécquer nos
relata cómo el dios creador Brahma va creando los
mundos, como burbujas, y cómo va experimentando con
ello, porque a veces le salen bien y a veces no. No es un
dios extraordina- riamente perfecto sino bastante inepto,
pareciera. Hay mundos que le salen mal y tiene que
destruirlos. Hay mun- dos que le salen mejor. Va
probando, va ensayando. Va cre- ando a través del
ensayo y del error. La biblia dice: “Dijo Dios ´haya luz´, y
hubo luz. Y vió Dios que la luz era buena”. ¡Cómo! ¿No lo
sabía? ¿No sabía que era algo bueno? Por eso los
Gnósticos dicen “estamos ante un crea- dor ignorante de
los efectos de su creación”.
Igualmente, el dios creador sostiene continuamente que él
es el único. No lo dice una vez, lo dice permanentemen-
te, constantemente: “yo soy el único Dios”, “no hay otro
Dios más que yo”, “yo, tu Dios, soy el único”, etc. Todos
sabemos que cuando alguien repite excesivamente
siempre lo mismo es porque no está muy seguro de lo
que afirma, por eso necesita reafirmarlo tanto. Los
Gnósticos interpre- taron esto como que el creador
sospecha, pues tampoco está demasiado seguro, que
hay otro Dios muy por encima

de él. Un Dios infinitamente superior a él, mucho más


gran- de, mucho más importante que él, y eso es lo que
trata de ocultar al repetir incesantemente “yo soy el único”,
“no hay otro Dios fuera de mí”.
Indudablemente, este dios creador es el creador del
mundo, de todos los mundos, de los planetas, del
universo, de la materia, del tiempo. Él es el responsable
del Big Bang, como lo llama la física actualmente. Todo lo
que la física sostiene actualmente, que todo comenzó con
una gran explosión, con una gran luz, coincide con la
mayoría de los mitos de distintas religiones sobre la
creación del mundo. Primero dios creó la luz, luego fue
creando distin- tas cosas hasta llegar a los animales y por
último al hom- bre. Todos estos mitos, que están en la
biblia y en otros libros religiosos coinciden, con respecto a
la creación del mundo y del hombre, con las conclusiones
actuales de físi- cos y biólogos.
Claro que toda esta creación está llena de errores, no es
perfecta. Y si este mundo es imperfecto, si la materia es
imperfecta o si todo lo que existe en el universo es imper-
fecto, es porque el creador de todo eso es un ser
imperfec- to.
Hoy un Gnóstico diría, por ejemplo, “lo de los dinosau- rios
fue estúpido, fue un error, el creador tuvo que anular todo,
extinguir todo eso y comenzar de nuevo otro experi-
mento más, hasta llegar a algo que lo satisfaga”. Porque
el dios creador tiene planes. Ya veremos más adelante de
qué tratan.
La física sostiene también, Einstein por ejemplo, que el
universo no es algo infinito sino que es como una especie
de burbuja, donde está contenida toda la creación. El uni-
verso es finito, afirmó Albert Einstein. Esta creación está
limitada, es como una burbuja gigantesca donde está
con-

tenido todo lo material creado por el dios creador y no


sabemos qué hay fuera de eso. La Gnosis afirma saberlo,
ya lo veremos.
A través de los libros sagrados de distintas religiones,
según se dice inspirados por el dios creador del universo,
se nos relatan hechos, detalles, que lo muestran al dios
crea- dor como un ser no muy perfecto y no enteramente
bueno. Lo pintan a veces como un dios vengativo,
colérico, sober- bio, inseguro e indeciso. Un dios que ama
los sacrificios en su nombre, los genocidios, y que ordena
matar a otros pue- blos para apoderarse de sus
pertenencias, de sus tierras, de su gente, de su ganado.
Ordena matar no solo a los enemi- gos, también a las
mujeres, a los niños, a los animales. Un dios genocida.
Este dios exige sacrificios en su nombre, pues ama el olor
de la carne quemada de las víctimas inmo- ladas sobre el
altar. Este es el dios que ha provocado el diluvio.
¡Cuántos miles y miles de hombres murieron aho- gados
por el diluvio! Así lo relatan la biblia y otros escritos
anteriores, como el del diluvio babilónico, por ejemplo.
Gusta de los sacrificios humanos y de animales, y de la
san- gre derramada de sus enemigos. Le gusta que lo
admiren, que lo adoren, que lo sirvan, que le teman, que
le obedez- can. Le gustan los templos edificados en su
honor, los ritua- les, los preceptos, que cumplan sus
ordenanzas, que eleven rezos hacia él. Le gustan el dolor
de sus criaturas, las tortu- ras, el sufrimiento. Los
Gnósticos antiguos le daban el nombre de Ialdabahot, que
significa “hijo del caos”, y a veces el nombre de Sabaot:
“dios de los ejércitos”. También se lo ha llamado
Kosmocrator o el Gran Arconte, el creador y ordenador de
la materia. Pero el nombre con que más comunmente se
lo designa en la Gnosis es el de demiurgo, que significa
creador en griego.
Este “ser superior” no puede ser un ser bueno, induda-

blemente, y quienes han sostenido esto a lo largo de la


his- toria, estas ideas que estoy relatando, lógicamente
han sido perseguidos o han pagado con su vida la osadía
de decir lo que para ellos era la verdad. Un ser superior
que ama las guerras, los filicidios, que ordena las
mutilaciones genita- les de los niños, indudablemente no
puede ser un dios bueno. Por eso los Gnósticos lo
equipararon a satán. Lo consideraban un satanás
creador. Ya sabemos cual fue el destino de los Gnósticos,
de sus doctrinas y de sus libros: quemados, perseguidos.
Tal es el destino de estos llamados “herejes”, como se los
ha designado en el curso de la histo- ria.
Este mundo, creado por el dios creador, le pertenece
sólo a él. Todo lo material que hay en este mundo le
respon- de a él, lo adora a él, lo admira a él. Por supuesto
que estas doctrinas que estamos relatando están
condenadas a ser perseguidas siempre, no van a tener
un gran asidero, un gran éxito. Solo una minoría valiente
puede estudiar, inter- pretar o sostener esto. Están en
tierra enemiga, indudable- mente, quienes sostienen
estas ideas Gnósticas antiguas y eternas. Pero la Gnosis
está siempre presente en este mundo extraño que no le
pertenece. Y este pensamiento Gnóstico, opuesto a todo
lo establecido, es lo más persegui- do y rechazado
universalmente. Hay temas que “no pue- den” tocarse,
hay cosas que “no se deben” decir, hay libros que “deben”
desaparecer, pues vivimos en un mundo en que sólo hay
libertad para decir “dos más dos son cuatro”. Este mundo
es un campo enemigo para un Gnóstico. Un Gnóstico
podrá aparecer, decir algo y desaparecer rápida- mente,
pues toda la creación se volverá en su contra auto-
máticamente. ¿Cuántos años pudo predicar Jesucristo,
según el mito cristiano? Sólo tres. ¡Pero en esos tres años
originó una religión exitosa que ya lleva dos mil años
sobre
la Tierra!
Decíamos que este mundo es un campo enemigo para un
Gnóstico, porque todo este mundo material y todos los
seres que lo pueblan están hechos de materia y a la
materia son devotos. Pertenecen y defienden a la materia
y al crea- dor de la materia, no pueden concebir algo
diferente. Todo lo que se oponga al mundo material y a su
dios creador es peligroso y debe ser destruido. La Gnosis,
por lo tanto, es percibida como algo inconcebible y
horroroso que debe ser eliminado.
Los Gnósticos han representado al dios creador con for-
mas horribles. Con formas como las de un pulpo o un rep-
til, con cabeza de cerdo o de jabalí, o de asno. Por eso
algu- nas religiones prohíben comer estos animales.
También se lo ha representado parecido al baphomet
demiúrgico de los templarios y de ciertas sectas
masónicas. Algunos lo han representado como un jabalí
gigantesco, semidormido, con el cuerpo lleno de ojos y
que exhala un aliento que es el tiempo, pues como
dijimos, el tiempo es el aliento de este dios creador.
Este mundo no es bueno, indudablemente. Los anima- les
tienen que desgarrarse entre sí, destrozarse, para poder
comer y sobrevivir. Los seres humanos necesitan
engañar- se unos a otros en todos los órdenes de la vida,
para supe- rarse, para competir, para sobrevivir mejor.
Los animales herbívoros necesitan destrozar plantas, que
son seres vivos también. Todo se autodestruye y destruye
a los demás cons- tantemente. Y hay quienes llaman a
esto “perfección” o “equilibrio perfecto”. Increíble. Esto es
el infierno. No es un sistema perfecto y menos un sistema
bueno. Es un siste- ma en el que cada uno debe destruir a
otro para poder sobrevivir. Este es el sistema creado, este
es el mundo cre- ado por un “ser superior”: el dios creador
o demiurgo.

• LA CREACION DEL MUNDO

Ya vimos que los Gnósticos sostienen que el demiurgo o


dios creador es un ser bastante inepto e ignorante, que
ignora los efectos que va a tener cada creación que va
rea- lizando. Va probando, va avanzando en su creación a
través del ensayo y del error. También hemos equiparado
los mitos de la creación del mundo con el Big Bang de la
físi- ca moderna. Hay un extraordinario libro escrito por
Oscar Kiss Maerth, titulado “The Beginning Was the End”
(“El comienzo fue el fin”), donde está perfectamente
explicita- do este paralelo entre el Génesis bíblico y la
física moder- na, y coinciden perfectamente ambas
posiciones.
Los Gnósticos decían, por ejemplo, que este dios es un
dios que se cansa, que necesita descansar en el séptimo
día, y que en eso no se parece a un dios inmensamente
perfec- to.
Los Gnósticos siempre sostuvieron que el universo fue
creado por un demiurgo, por un creador perverso y malva-
do. Siempre se preguntaron por qué el universo es tan
imperfecto. Es así porque fue creado por un ser igualmen-
te imperfecto. Lo ha hecho a su imagen y semejanza.
Otra cosa interesante en los mitos de distintas religiones
es que el creador no está creando solo, el creador
siempre dice “hagamos”, como si fueran varios creadores
trabajan- do en grupo. “Hagamos esto”, “hagamos
aquello”, “haga- mos un hombre”, “hagámosle una
compañera para que no
esté solo”. Hagamos, hagamos. ¿Por qué? ¿Quienes son
los demás? ¿Con quienes está creando?
San Agustín en su libro “Sobre la trinidad” lo dice una sola
vez muy claramente, con mucho ingenio y habilidad. El
creador está diciendo “hagamos”, está hablando en plu-
ral, porque está hablando de las tres personas divinas: el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, quienes son tres y son
uno a la vez. Por eso Dios habla en plural. Nunca más
Agustín vuelve sobre este tema. Lo deja asentado aquí de
una vez para siempre.
Para la Gnosis, el demiurgo no está solo en su tarea de
creación material, de dar forma a distintos mundos, a dis-
tintos procesos evolutivos, a distintos seres, a distintos
entes que va creando. En India, por ejemplo, se los llama
devas, los devas constructores. Son los ángeles que
ayudan en la creación. Son inferiores al dios creador pero
están con él, ayudándolo. El dios creador ha delegado
tareas en muchos de estos ángeles creadores. Esto se
sostenía en la antigua Babilonia y en las religiones del
antiguo oriente. Innumerables ángeles creadores que
ayudan al creador a desarrollar su plan en el mundo
material o, como dirían los Gnósticos, en el mundo
infernal de la materia, a la cual él va creando y dando
forma.
El dios creador es el jefe, pero cuenta con una legión de
ayudantes, de ángeles-demonios constructores que lo
secundan en su creación y cumplen sus órdenes. Por eso
en el Génesis al creador se lo llama elohim. Así comienza
el relato bíblico: Bereshit bará elohim (“En el comienzo
dio- ses crearon…”), porque elohim en hebreo es plural,
signi- fica “dioses”, “señores”. Los Gnósticos señalan que
estos dioses son el demiurgo y sus ángeles-demonios
constructo- res que, por miríadas, millones, incontable
número, lo ayu- dan en su tarea de creación.

Incluso en sistemas religiosos opuestos a la Gnosis, los


cuales ven la obra de creación del mundo como algo
bueno, se habla de estos ayudantes constructores y de
las jerar- quías en que están divididos según sus
funciones. Hay escritos teosóficos actuales, como los de
Blavatsky y Bailey, entre otros, en los que encontramos
además los nombres y los cargos que ocupan. El regente
de la Tierra, por ejemplo, es Sanat Kumara. Cambiando
dos letras de lugar aparece su verdadero nombre: Satán
Kumara. Nombre apenas ocultado, pues no deben los
humanos conocer la verdad todavía, el futuro que el
creador les tiene reservado. Es mejor entonces que el
nombre de este repre- sentante no sea conocido
plenamente… por ahora. Aún no está preparada la
humanidad para saber que el planeta Tierra tiene un
regente que es un satán. Un satán inferior al otro, al
grande, al principal, al más importante de este sis- tema
material creado, de este universo finito, limitado y lleno de
imperfecciones que ha logrado crear.
En los mitos Gnósticos, estos constructores satánicos que
ayudan al demiurgo son representados con formas de
animales monstruosos.

• LA CREACION DEL HOMBRE

Casi todos los mitos religiosos nos relatan que el hom-


bre “fue creado por Dios de barro”. La biblia lo dice clara-
mente: “Y el señor Dios formó al hombre del polvo del
suelo y sopló en sus narices el aliento de la vida, y el
hom- bre vino a ser alma viviente”. Aquí se nos está
diciendo que dios creó el cuerpo y el alma del hombre.
Una parte física y material, el cuerpo de barro, y una parte
anímica, el soplo del creador, llamado alma. Ahora bien, si
el hombre fuera solamente un cuerpo y un alma sería
como un animal, un animal más. Un poco más inteligente
que otros, puede ser, pero internamente no sería muy
diferente a un animal. Más adelante veremos que el
hombre, después de su supuesta “caída”, el hombre tal
como lo conocemos ahora, es más que un cuerpo y un
alma. Aunque dios creó el cuerpo y el alma hay otra cosa
más. Hay un Espíritu increado, no cre- ado por dios, que
ha sido aprisionado, adosado, al alma del hombre. La
biblia no lo dice, porque la biblia habla de lo creado por
dios y dios creó el cuerpo y el alma. Pero el hombre tiene
un cuerpo, un alma y un Espíritu, así lo sos- tienen los
Gnósticos. Ese Espíritu, no creado por el dios creador,
¿De donde ha venido? ¿Por qué está allí?, ya lo ire- mos
viendo en los próximos temas.
El hombre en el Edén, en el “paraíso” donde fue colo-
cado por dios, no sabía quien era, cumplía órdenes.
Ponerles nombres a los animales, por ejemplo, ser una

especie de administrador, de representante del dios


creador. Allí, en ese “vergel” que dios había preparado
para él, esta- ba como dormido, no sabía quien era ni de
donde venía. El hombre tomó conciencia de quien era, se
encontró consigo mismo, sólo después de lo que se llamó
“pecado”, después de la Desobediencia, cuando comió el
fruto prohibido y fue expulsado del paraíso. Ya lo veremos
también más adelan- te.
Dios creó el cuerpo y el alma, hemos dicho. Para los
Gnósticos toda la creación es satánica, es mala, proviene
de un satanás creador, de un demiurgo satánico.
Entonces, no sólo el cuerpo, sino también el alma del
hombre son algo malo y satánico.

• EL DIOS INCOGNOSCIBLE

Para los Gnósticos, por encima del dios creador del


mundo y del hombre hay otro Dios. El dios creador no es
el único dios. Hay por sobre él otro Dios, infinitamente
superior y perfecto. Este Dios, incognoscible para el hom-
bre, está fuera de toda esta creación infernal e impura.
Ningún hombre puede conocer a este Dios a través de su
cuerpo y de su alma, imperfectos y creados. Sólo el hom-
bre que se ha liberado totalmente de eso puede tener una
pequeña idea, un atisbo de intuición de lo que es ese Dios
que está por fuera de este universo finito y limitado. Los
antiguos griegos lo llamaban Theos Agnostos, el Dios
Desconocido. Este Dios, es para los Gnósticos un Dios no
solo desconocido sino imposible de conocer, es incognos-
cible, por lo menos con nuestra forma ordinaria de ser en
este mundo. Con un cuerpo y un alma no podemos tener
la más pequeña idea de lo que es este Dios que está
afuera de todo este sistema y que es infinitamente
superior al dios creador. Un Dios imposible de conocer
desde este cuerpo y alma, desde este universo creado de
materia y tiempo. Este Dios no pertenece a un plano
material sino a uno antimate- rial. Es un Dios antimateria,
aborrecedor del infierno de la materia creada, al que
desde nuestro estado actual no pode- mos conocer, ni
siquiera imaginar. Es un misterio para nos- otros. Este
Dios Incognoscible es como un fuego inconce- bible e
inefable. El es el Dios Verdadero. Pero este Dios

Verdadero, normalmente inalcanzable, no puede manifes-


tarse ni actuar en este universo impuro e imperfecto, en
estas dimensiones infernales de la materia y el tiempo
cre- ados. Sólo en casos excepcionales el Dios
Incognoscible puede penetrar en estas dimensiones, a
través de algún Enviado suyo, a fin de producir algún
cambio, generalmen- te pequeño, con gran sacrificio. Esto
sucede sólo en muy raras ocasiones, cuando están dadas
las condiciones aquí, en este infierno material.

• CUERPO, ALMA Y ESPIRITU

La Gnosis sostiene que el hombre está formado por tres


sustancias, por tres elementos: el cuerpo, el alma y el
Espíritu. Vimos que el cuerpo y el alma han sido creados
por el dios creador. Creó el cuerpo de barro y lo dotó de
un alma mediante un soplo sobre la nariz del hombre.
Tanto el cuerpo como el alma han sido creados por el
demiurgo o dios creador.
Pero hay otro elemento en el hombre que es increado,
que no ha sido creado por el dios creador. Un elemento
que proviene de otro mundo, de otro reino, del reino
incognos- cible de la antimateria que en nuestro estado
habitual no podemos siquiera imaginar. Esa chispa
antimaterial sin la cual ningún ser humano hubiera
evolucionado hasta llegar a ser lo que es ahora, es el
Espíritu. Sin Él, ningún ser humano se hubiera
diferenciado jamás del animal común. Esa chispa
especial, increada, divina, proveniente del reino
incognoscible, es denominada Espíritu por los gnósticos.
Según la Gnosis, este Espíritu, que no pertenece a este
mundo, ha sido atraído y encadenado a la materia
infernal, para utilizarlo, para usarlo como un agente
impulsor de la evolución material. Se ha atrapado en cada
hombre una chispa increada, para poner en marcha todo
este proceso evolucionario que está dentro de los planes
del dios crea- dor. Se utilizan Espíritus divinos para
impulsar la evolución en este plano de materia impura.

El Espíritu, totalmente antimaterial, está atrapado,


encadenado, aprisionado en este infierno, y sufriendo un
tormento que para nosotros es imposible de imaginar. Es
esta una de las torturas más crueles que pueden existir,
se halla amarrado a este mundo infernal de la materia, a
ese engendro creado al que llamamos cuerpo-alma del
hombre, el cual tiene su razón de ser dentro del Gran
Plan del dios creador. El Espíritu se halla encadenado
contra su voluntad y es utilizado en cada ser humano para
impulsar su evolu- ción, para el cumplimiento de los
planes del dios creador. Es un terrible tormento para el
Espíritu: aprisionado en contra de su voluntad, en un
mundo que le es extraño e impuro, siendo usado como
objeto descartable para el cum- plimiento de una
planificación demencial. Luego veremos esto con más
detalle.
En otras palabras, el Espíritu, la chispa antimateria
increada, proveniente del reino incognoscible, está
encerra- do dentro de una burbuja, podemos decir así, de
materia creada y está allí encadenado, crucificado en la
materia.
Sostienen los Gnósticos que si no hubiera sido por la
utilización del Espíritu, el hombre nunca hubiera dejado de
ser un homínido. Nunca hubiera evolucionado como lo ha
hecho. Vemos con que rapidez en pocos miles de años
evo- lucionó en forma tan acelerada, tan diferente a los
millones de años que vivió siendo poco más que un
mono.
Tal es el poder que provee el Espíritu a este engendro
creado, llamado cuerpo-alma. Este Espíritu está atado al
alma, si el hombre muriera se retiraría el alma y se
llevaría consigo el Espíritu atado a ella. No está atado al
cuerpo, está comunicado al cuerpo a través del alma, su
encadena- miento es con el alma. El alma es el soplo del
dios creador sobre el hombre, que lo convierte en “alma
viviente”. El alma es lo anímico en el ser humano, no es
algo inmensa-

mente superior o infinito como es el Espíritu increado.


Sobre estos temas hay mucha confusión, por eso a tra-
vés de esta descripción de las ideas Gnósticas estamos
mostrando una postura diferente a las habituales, para
que cada uno tenga al menos la opción de poder elegir
algo que sea realmente distinto al resto.
El Espíritu está en este mundo pero no pertenece a este
mundo. No pertenece a este mundo ilusorio de materia y
tiempo.
Podemos deducir que si esta chispa de fuego antimate-
ria, el Espíritu, pudiera liberarse de su prisión, su compor-
tamiento en este mundo sería de una inmensa
agresividad. Primero, porque es antimateria, aborrece la
materia. Segundo, porque ha sido atrapado arteramente y
encadena- do contra su voluntad durante miles de años.
Lógicamente que, en un nivel abstracto de razonamiento,
si ese Espíritu pudiera liberarse, lo primero que haría
sería destruir. Destruir todo lo que lo rodea en este mundo
impuro, el mundo creado, el universo material del dios
creador. No es un ser malo, sería un comportamiento
normal en alguien que ha sido confinado en una prisión,
injustamente y con- tra su voluntad. Con engaños y contra
su voluntad, dicen los Gnósticos. Aprisionado en un
mundo que no le pertene- ce, en un mundo satánico de
materia y tiempo.
Un dato interesante es que, en los comienzos del cristia-
nismo, se sostenía la existencia de estas tres entidades
en el hombre: cuerpo, alma y Espíritu. San Pablo, por
ejemplo, aceptaba eso. San Agustín también. Luego fue
perdiéndose a través de los concilios y decisiones
papales de la iglesia de Roma. Quedó como hoy lo
conocemos: cuerpo y alma. Ahora parecería que el alma
es lo divino en el hombre y no hay nada más. ¿Qué pasó
con el Espíritu? Ha desaparecido. Llama la atención que
haya ocurrido así. Luego volvere-

mos sobre esto.

• TRES TIPOS DE HOMBRES


Dijimos que el ser humano está compuesto de cuerpo,
alma y Espíritu. Tendremos así tres diferentes tipos de
hombres según predomine en cada uno de ellos la
influen- cia del cuerpo, del alma, o del Espíritu. Desde la
antigüe- dad, la Gnosis dividía a los hombres de esta
forma, en físi- cos, psíquicos y Espirituales. San Pablo
también los deno- minaba así. Los cátaros, por ejemplo,
clasificaban a los hombres también en tres clases: hílicos
o terrestres, en los cuales predominaba el cuerpo,
psíquicos en los cuales pre- dominaba el alma y
pneumáticos o espirituales si predomi- naba el Espíritu.
En una de las obras Gnósticas encontradas en Nag
Hammadi, llamada “Tratado Tripartito”, encontramos la
misma diferenciación de los hombres en materiales,
psíqui- cos y espirituales.
Julius Evola, en su libro sobre el yoga tántrico, basán-
dose en tradiciones de la antigua India clasifica a los hom-
bres en tres tipos, los cuales tienen las mismas
característi- cas que estamos viendo: pasú, vira y divya.
Pasú significa animal y se refiere al animal-hombre, en
quien predominan el cuerpo y los instintos. El vira es el
guerrero que lucha por despertar. Está más o menos
confundido, pero lucha para liberarse de este mundo
material y realizar su Espíritu. Por ultimo el divya, el tercer
tipo de hombre en el cual su Espíritu ya ha sido liberado
e impera absolutamente.

Constituye el hombre perfecto en esta clasificación.

• SATANAS, OPRESOR

El hombre en su estado normal está sumido en la con-


fusión, adormecido, no sabe quien es, ni de donde viene,
ni que destino le espera. No sabe qué debe hacer, está
en un estado de confusión, como entre brumas,
semidormido.
Cuando hablábamos del creador del mundo, dijimos que
para los Gnósticos el creador, el demiurgo, el creador de
la materia, del universo y del hombre, es equiparado a la
figura de satán, pues la materia es satánica, toda la
creación es satánica, el creador es un ser satánico. Este
creador es opresor del hombre. Desde que creó al
hombre, lo obligó a cumplir sus mandatos, a obedecer sus
preceptos, sus man- damientos. Este creador desea ser
obedecido por el hom- bre, además de admirado, temido,
adorado a través de sacrificios y rituales. Quiere imponer
al hombre sus leyes opresivas. Quiere que el hombre le
obedezca y que renun- cie a sus deseos, que muchas
veces son los deseos de su Espíritu, de ese Yo Espiritual
que, aunque los seres huma- nos lo ignoren, llevan
adentro. El creador, según la Gnosis, tiene un proyecto
para su creación, por algo ha creado el universo y ha
colocado en él al hombre. Tiene un plan para llevar
adelante y para ello necesita del hombre. Pero nece- sita
que el hombre actúe de acuerdo a los mandamientos de
él, su creador, y no según los deseos del Espíritu. El
demiurgo no permite la manifestación del Espíritu,
encade- nado al alma del hombre. Desea que el hombre
actúe con el

alma y no con el Espíritu. Para eso es necesario oprimirlo


al hombre, asustarlo, preocuparlo. Es un dios
enteramente opresor de sus criaturas.
• LUCIFER, LIBERADOR

Según los mitos Gnósticos, Lucifer es el Enviado del Dios


Incognoscible. Habíamos dicho que este Dios, el más
grande, inalcanzable e incognoscible, no puede penetrar
en este universo limitado de materia impura y satánica.
Pero puede enviar a alguien, a Lucifer, según estos mitos.
Solo con un supremo sacrificio puede un ser de fuego
antimate- ria, inmensamente Espiritual, puro, penetrar en
el terreno infernal de este universo. Según las leyendas y
mitos Gnósticos, el gran Dios Incognoscible envió a
Lucifer, ángel de fuego y de luz inefables, para iluminar a
los hom- bres, para ayudarlos a despertar y a conocer su
verdadero origen, el origen de su Espíritu, perversamente
aprisionado en esa materia impura llamada cuerpo-alma.
Es un ser increado, que ha venido al mundo creado a
traer la Luz: la Gnosis liberadora. El conocimiento
salvador capaz de des- pertar a los hombres y ayudarlos
a liberar a sus Espíritus cautivos. El conocimiento
apropiado para que el hombre pueda conocer quién es,
por qué está aquí en este mundo y qué debe hacer para
liberarse y realizar su Espíritu, el cual pertenece a otro
plano, increado e incognoscible.
Lucifer vino al mundo a despertar al hombre, hemos
dicho, a ayudarlo a recordar su origen divino, el origen
divino de su Espíritu, a ayudarlo a liberarse del cuerpo-
alma que lo aprisiona y a liberarse del tiempo y de la
mate- ria creados.

Sostienen los Gnósticos que el mito bíblico de la crea-


ción puede ser interpretado de la siguiente manera: el
sata- nás creador del mundo aprisionó a Adán y a Eva en
su mundo de miseria, y Lucifer, tomando la forma de una
ser- piente, les ofreció el fruto prohibido de la Gnosis
salvado- ra y les demostró que el creador les engañaba.
Efec- tivamente, el creador había dicho al hombre: “…del
árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás,
porque en el día que de él comieres, ciertamente morirás”.
Por su lado, dijo la Serpiente: “Morir, no moriréis; antes
bien, sabe Dios que en el día que comiereis de él,
vuestros ojos se abrirán, y seréis como Dios, conocedores
del bien y del mal”. Continúa la biblia: “Y se abrieron los
ojos de ambos”. No dice “murieron ambos”, dice “se
abrieron los ojos de ambos”, tal como lo había anunciado
la Serpiente. Más adelante, dice el creador: “He aquí que
el hombre ha venido a ser como uno de Nosotros,
conociendo el bien y el mal”. El creador mintió, dijo que el
hombre moriría si comía el fruto, y el hombre no murió. La
Serpiente dijo la verdad. El creador mismo termina
dándole la razón. Precisamente, los Gnósticos adjudican
al demiurgo las características de mentiroso, además de
plagiador. Para ellos, la creación entera es un intento
fallido del demiurgo de imitar al mundo incognoscible.
Asimismo, sostienen que la misma biblia es un plagio
completo, basado en escritos anteriores de Babilonia y
Egipto, principalmente.
Esta Serpiente Lucifer es el liberador del hombre y del
mundo, según la Gnosis. Es la sabiduría, la Gnosis libera-
dora que despierta y salva al hombre. Por supuesto que
este Enviado del Dios Incognoscible, Lucifer, es un
opositor y un enemigo del creador del mundo.
Según los Gnósticos, el creador quiere mantener cauti- vo
al hombre en esta esfera limitada, inferior e impura.

También le ha prohibido al hombre contactarse con el


mundo superior, representado en el mito bíblico por el fruto
del árbol de la ciencia del bien y del mal. Pero Lucifer, el
Ángel de Luz, que con gran sacrificio descendió a este
infierno satánico para dar a los hombres el fruto prohibido
de la Gnosis, les ha abierto los ojos para que recuerden
su origen divino y su superioridad con respecto al creador.
Antes de la llegada de la Serpiente al paraíso, afirman los
Gnósticos, el hombre se hallaba en un estado de
descono- cimiento y de ceguera con respecto a su
verdadera situa- ción. Sostienen que Adán y Eva se
encontraban en un esta- do de servidumbre, hasta que la
Serpiente Lucifer les abrió los ojos dándoles a comer el
fruto del conocimiento, que les hizo recordar su origen
divino y percatarse de la situación en que se hallaban.
Por supuesto, el creador expulsó a Adán y Eva de ese
paraíso donde los había colocado, pues él quiere que los
hombres lo reflejen a él, que sean a imagen y semejanza
de él, que cumplan sus preceptos para parecerse a él y
no al Incognoscible. Él desea que el Espíritu permanezca
ador- mecido para aprovechar su energía y nada más,
impidiendo que ese Espíritu pueda manifestarse en el
hombre y en el mundo.
Lucifer, liberador del hombre y del mundo, ha sido lla-
mado también Abaddon, el Exterminador. Pero… ¿Exter-
minador de qué? Exterminador de la materia, porque abo-
rrece este mundo creado de materia y tiempo. Se compor-
taría como una fuerza antimateria hostil, de una gran
agre- sividad, porque odia todo lo que ha sido creado,
como tam- bién aborrece los cuerpos y las almas de los
hombres, pues pertenece al plano increado de lo
incognoscible. Es exter- minador, pero exterminador de la
materia, exterminador de lo impuro. Tal es la leyenda
Gnóstica de Lucifer.
Ahora podemos describir qué entidades increadas se
encuentran dentro de este mundo creado.
Primero, el Dios Incognoscible, que no está en este
mundo pero puede infiltrar una pequeña partícula de Él,
un Enviado. Este Enviado también es increado, no ha sido
cre- ado por el dios creador.
Segundo, los Espíritus aprisionados de los hombres, los
cuales pertenecen también al mundo incognoscible de lo
increado y eterno. Según la Gnosis todo ser vivo tiene
encadenado a su alma un elemento Espiritual increado: el
Espíritu. El Espíritu encerrado en el hombre es totalmente
superior al de los animales, plantas y otros seres vivos.
Es tan grande la diferencia entre el hombre y los demás
seres vivos, como son de diferentes los Espíritus que se
hallan aprisionados en su interior. Los Espíritus de los
seres humanos son de una elevadísima categoría
Espiritual.
Tercero, otro ente increado, inserto en este plano de cre-
ación, es el conocimiento salvador y divino de la Gnosis.
Conocimiento que ha venido de afuera, que no ha sido
ela- borado dentro de este mundo.
• LA SERPIENTE DE LA SALVACION

Hemos dicho que, según la interpretación Gnóstica del


Génesis, el dios creador había aprisionado a Adán y Eva
en un mundo de miseria y los había dotado de un alma
servil. Dice la biblia que después de comer el fruto
prohibido Adán y Eva se escondieron, avergonzados por
la falta cometida. Dios llegó al paraíso y llamó a Adán con
estas palabras: “¿Dónde estás?”. Dios parece
comportarse como un amo llamando a su sirviente. Al no
encontrarlo parece decir “¿Dónde estás? ¿Dónde te has
metido? ¿Qué has hecho? ¿Qué pasa que no estás aquí
trabajando?”.
Este dios creador los ha creado a Adán y Eva incapaces
de distinguir entre el bien y el mal, entre el reino de lo
increado y el reino de lo creado. También los creó
ignoran- tes de su origen y su destino.
¿Por qué los había creado así? Según la Gnosis, no que-
ría el creador que los hombres conocieran su verdadero
ori- gen. Este mundo ha sido creado contra la voluntad del
Dios Incognoscible y el creador no quiere que los hombres
sepan esas cosas. No quiere que se den cuenta en qué
situación Espiritual se hallan, quiénes son, para qué han
sido creados. Quiere que permanezcan en la ignorancia.
Por eso les pro- hibió comer el fruto del árbol del
conocimiento. Porque “se abrirían sus ojos”, despertarían
y se percatarían de quiénes son y de dónde vienen, en
qué situación están y qué deben hacer. Advertirían que el
Edén no era un paraíso, sino todo

lo contrario.
En la descripción que hace el Padre León Meurin en su
libro “La franc-maçonnerie”, cuando comenta las interpre-
taciones Gnósticas sobre el paraíso terrenal y la
Serpiente del Génesis, se encuentran estas ideas:
Jehová no quiere que el hombre conozca su origen y
su alto destino. Le ha prohibido todo contacto con el
mundo superior. Quiere que el hombre lo refleje a él,
al creador y no al Dios Supremo.
Pero el hombre despertó, se hizo conocedor del bien y del
mal. ¿Cómo logró eso?, la Serpiente tentadora del Edén le
dió a comer el fruto prohibido que abrió sus ojos. Según
los Gnósticos esta Serpiente es Lucifer, el que trae la Luz.
Lucifer significa eso: Portador de Luz. Lucifer tomó la
forma de una serpiente para despertar a los hombres. Es
un Enviado del Dios Supremo, del Dios Incognoscible. Es
un Enviado del Dios Verdadero que penetró en este
mundo de miseria, imperfecto y deficiente, para despertar
y liberar al hombre, para mostrarle cuál es su verdadera
situación y cuál puede ser su alto destino. Por esta razón
los hombres que siguen los mandamientos del dios
creador ven a la ser- piente como algo maligno y satánico,
y en medio de su gran confusión la equiparan a satanás.
Por el contrario, los Gnósticos ven a la Serpiente Lucifer
como salvadora. Como alguien que vino a salvar a los
hombres, como un Enviado del Dios Verdadero. Esta
Serpiente iluminadora que trae la Gnosis, la verdad
Gnóstica que permite descubrir lo auténtico y verdadero
en este mundo de confusión, ha venido a liberar al
hombre. Lucifer es el verdadero liberador del hombre. Ha
venido a liberar al hombre de la tiranía de Yahvé, de la
tiranía del dios creador. Les ha traído a los hombres el
conocimiento verdadero capaz de liberarlos, el
conocimiento que por sí

solo libera, que puede ayudar al hombre a salir de este


mundo satánico, a regresar al mundo de donde proviene.
Esta Serpiente es, para los Gnósticos, la Serpiente de la
Salvación, la Serpiente que ha abierto los ojos de los
hom- bres, que les ha ofrecido la manzana de la
emancipación, para ayudarlos a despertar y liberarse de
este mundo de miseria y materia impura.
El creador quiso hacer al hombre como a los demás seres
vivos, incapaz de distinguir entre el bien y el mal, y por la
acción de la Serpiente se ha despertado y liberado.
Indudablemente, dicen los Gnósticos, este conocimiento,
esta Gnosis que la Serpiente Lucifer ha traído a los hom-
bres, ha producido un gran disturbio cósmico en la crea-
ción. Así es de poderoso este conocimiento. La Gnosis
pro- duce cambios en quien la recibe, en quien la
escucha, por- que no es un conocimiento común y
corriente, es un cono- cimiento que libera.
Hay un interesante libro cuyo título es “Atheism in
Christianity”, escrito por Ernst Bloch, que nos ofrece una
buena síntesis de todo este aspecto del pensamiento
Gnóstico, el aspecto relacionado con la Serpiente
liberado- ra como Enviada del Dios Verdadero.
Los Gnósticos de épocas posteriores, en los orígenes del
cristianismo, lo que se dió en llamar Gnósticos Cristianos
o Cristianos Gnósticos, percibieron a Cristo como la
Serpiente del Génesis. Esto fue así porque Cristo, mucho
después de los sucesos del paraíso terrenal, al igual que
la Serpiente vino a traer un mensaje liberador. Un men-
saje que libera de este mundo impuro a los hombres.
Según estos Gnósticos Cristianos, se trató de un
conocimiento capaz de poner a los hombres en contacto
con el otro mundo, opuesto al del demiurgo: el mundo
incognoscible del Dios Verdadero.

A Cristo, portador de ese mensaje, de esa Gnosis, se lo


ha equiparado a la Serpiente del Génesis, quien vuelve
por segunda vez a la Tierra para ayudar nuevamente a la
huma- nidad. En la primera venida fue la Serpiente Lucifer
y en la segunda fue el Cristo Lucifer. Según la Gnosis
Cristiana, cuando Cristo vino al mundo lo hizo por
segunda vez, pues la primera fue en el paraíso terrenal.
En ambas se trató en realidad de Lucifer, el Enviado del
Incognoscible. En ambas su mensaje fue el mismo: la
Gnosis que perturba, que produce cambios, que despierta
y libera a quien la escucha. Para los Gnósticos Cristianos
la Serpiente es Cristo, el Salvador que vino dos veces a
este mundo.
Hay un diagrama Gnóstico, en el que se ve una serpien-
te crucificada, clavada en una cruz, lo cual demuestra
toda- vía más la identidad Gnóstica entre la Serpiente del
Génesis y Cristo. Hay mitos que afirman que la cruz en la
que Cristo fue crucificado fue hecha con la madera del
árbol del conocimiento del bien y del mal. Debemos acla-
rar que nos estamos refiriendo a la gnosis judeocristiana,
que es una deformación de la Gnosis Primordial.
Hubo una época en que todo este conocimiento estaba
escrito y se transmitía. Pero ese período duró hasta la
“con- versión” de Constantino y el fortalecimiento de la
iglesia de Roma como religión oficial del Imperio Romano.
Desde ese momento los libros y documentos de la Gnosis
fueron prohibidos, perseguidos y destruidos. Es muy poco
lo que ha quedado de ellos.
Origenes, por ejemplo, describió un diagrama Gnóstico en
el cual se ve claramente una serpiente que divide los dos
mundos, el mundo creado y el mundo increado. Aunque a
nadie le agrada este dualismo de los dos mundos, así es
la realidad y hay que aceptarla. El Gnóstico sabe que hay
otro mundo sumamente perfecto, un mundo que no tiene
nada

que ver con éste. Origenes pudo tener acceso a esos


diagra- mas y libros Gnósticos, a toda esa información,
para des- pués criticarlos, como también lo hicieron San
Agustín, Tertuliano, Hipólito, Ireneo de Lyon, Epifanio y
muchos otros.
Pero ahora, la mayoría de los textos Gnósticos origina-
les no existen, han sido destruidos. Estos críticos de la
Gnosis distorsionaron toda la información de los textos
Gnósticos originales, poniendo frases fuera de contexto
para ridiculizarlas mejor, entre otras estratagemas. Pero
nada de eso importa ya. La Gnosis Primordial está
siempre presente, aunque muchos no lo adviertan. En las
distintas oportunidades en que apareció abiertamente en
el mundo se trató siempre de la misma Gnosis, aunque
con diferentes connotaciones históricas y culturales.
Aunque prohibida y perseguida, la Gnosis nunca
desapareció y no desaparecerá jamás. Permanece
siempre al alcance de quien la merezca. Cuanto más se
la persigue más se fortalece.
Además del libro de Bloch, hay otros libros también
interesantes que hacen una descripción de estos aspectos
de la antigua Gnosis, en lo que se refiere a la Serpiente
salva- dora del Edén. Uno de ellos es “Adán, le dieu
rouge”, de Robert Ambelain y otro es “Gnostics and their
Remains”, de C.W. King, este último escrito en el siglo
XIX.
Hay un dato muy interesante sobre la Serpiente del
Génesis en el libro “Refutación contra todas las herejías”,
escrito por Hipólito, gran perseguidor de Gnósticos. En
este libro, Hipólito comenta y critica unas palabras de
Celso, que para él son horrorosas. Se trata del fragmento
de Celso en que éste sostiene, refiriéndose a los sucesos
del paraíso terrenal, que así como el creador maldijo a
la Serpiente cuando esta echó a perder sus planes y
le arruinó su obra, así debe ser maldecido el creador
por

cada hombre que haya despertado. Así como el


creador maldijo a la Serpiente de la Salvación, así será
maldeci- do el creador mientras exista, por cada
Espíritu libera- do de sus garras. Hipólito observa
horrorizado que, si bien sabía que los Gnósticos
equiparaban al dios creador con satanás, nunca había
imaginado que también lo maldicie- ran.
En efecto, en los pocos libros Gnósticos salvados de las
llamas, vemos que el dios creador es llamado a veces
sata- nás. La tradición Gnóstica se refiere al demiurgo
como “satanás, el creador del mundo y del hombre”,
“satanás y sus demonios, creadores del mundo”, y cosas
por el estilo.

• CAIN, EL INMORTAL
Todos conocemos lo que ocurrió después de la “caída”
del hombre, según el Génesis. Adán y Eva fueron
expulsa- dos del paraíso y tuvieron hijos. Primero Caín y
luego Abel. Todos sabemos que “Dios no aceptaba los
sacrificios que le dedicaba Caín y sí aceptaba los de
Abel”. Entonces Caín, lleno de celos, se abalanzó sobre
su hermano y lo mató. Todos sabemos eso, siempre
hemos pensado “que malo que es Caín”, “mató al
hermano, que horrible”. Caín era el malo y Abel era el
bueno, esa es la interpretación que nos llega por el
judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Incluso San
Agustín, cuando nos da su interpretación del mito de Caín
y Abel, equipara a Caín con los judíos y a Abel con Cristo.
Dice San Agustín que los judíos mataron a Cristo así
como Caín mató a Abel. San Agustín, como la mayoría,
continúa la tradición de que Abel era el bueno y Caín el
malo.
Está muy claro en la biblia, Caín es castigado por Dios, es
desterrado. Esto es visto como algo lógico y normal: Caín
es el malo y Abel el bueno. La interpretación Gnóstica es
totalmente distinta, ahora la vamos a ver.
En primer lugar, la Gnosis sostiene que Caín no fue hijo de
Adán, que Eva engendró a su primer hijo, Caín, con la
Serpiente, con Lucifer. La Serpiente Lucifer fecundó a Eva
con su aliento. Ó sea que Caín no fue un niño totalmente
humano, nacido de la carne. Tuvo algo Espiritual muy
grande, porque su padre era Lucifer, proveniente del

mundo incognoscible del Espíritu.


Por el contrario, Abel fue hijo de Adán y Eva, o sea que
Abel sí fue un hijo de la carne.
Tenemos ahora una primera diferencia entre ambos her-
manos: Caín es superior a Abel. Caín es hijo de Eva y de
Lucifer, la Serpiente iniciadora del Edén. Caín es hijo del
Espíritu y la carne. Abel, por el contrario, es hijo solamen-
te de la carne. Eso en primer lugar, ahora tenemos que
Caín no es alguien malo, es alguien superior, es alguien
impor- tante, mucho más que Abel.
En segundo lugar, tanto Caín como Abel realizan sacri-
ficios al dios creador para complacerlo, ofrendándole
cosas que le agradan a él. Caín le sacrifica elementos
vegetales y Abel animales, corderos por ejemplo. Según
la biblia, esto último es lo que más agrada al creador: la
sangre del ani- mal muerto y el olor a carne quemada del
cadáver. Al cre- ador, dice la biblia, le gustaban los
sacrificios que le dedi- caba Abel y no los de Caín.
Pareciera que Caín no sentía muchos deseos de
complacer al creador, pues le ofrecía unas pocas semillas
sin mucha devoción, como si no estu- viera realmente
convencido de la conveniencia de realizar sacrificios.
Lógicamente, los sacrificios de Abel eran acep- tados por
el creador y los de Caín no. Caín sentía rechazo por los
sacrificios dedicados al creador, por su origen, por- que
era hijo de Lucifer, porque poseía en su interior la chis- pa
divina del Ángel de la Luz. Por eso no realizaba bien los
sacrificios al creador, le repugnaba hacerlo, pues él no
per- tenecía a este mundo creado. Abel en cambio, quien
no era de naturaleza Espiritual sino animal, realizaba bien
los sacrificios, los que sí eran del agrado del creador.
Una antigua leyenda nos relata lo que dijo en un momento
Abel a su hermano Caín: “Mi sacrificio, mi ofrenda fue
aceptada por Dios porque yo le amo, tu ofren-

da en cambio fue rechazada porque tu le odias”. Ahora


está todo bien claro, ¡Cómo no va a odiar al creador si es
un hijo del Espíritu, si su naturaleza es Espiritual! Ahí está
bien claro. Todas estas leyendas y mitos que rodean al
Génesis nos dicen muchas cosas. A través de ellos
caemos en cuen- ta que mucha información nos ha sido
tergiversada y ocul- tada.
También son muy interesantes otras palabras que Caín
dice a su hermano. En una pequeña frase está resumida
toda la posición de él. Estas palabras son clave: “No hay
ley, ni juez” (Targumín Palestiniano, Gen., 4:8). Caín está
negando la autoridad del dios creador y que deba rendirle
culto y obediencia.
Posteriormente vemos que Caín asesina a su hermano
Abel. Esto es algo muy profundo porque significa que el
Espíritu rechaza, destruye, asesina al alma. Abel,
presenta- do como puro amor y devoción en la biblia,
según los Gnósticos representa al alma del hombre. Caín,
por el con- trario, es el representante del Espíritu, por eso
su hostilidad y su odio. La hostilidad y el odio propios del
Espíritu, pues el Espíritu realmente aborrece este mundo
impuro, plagado de mandamientos injustos y absurdos.
Por eso la resisten- cia de Caín a realizar sacrificios, por
eso su desobediencia a los mandatos del creador. Caín y
Abel son tan opuestos e irreconciliables como lo son el
Espíritu y el alma.
El alma es amor puro, no el Amor Verdadero sino lo que
conocemos como amor, lo que creemos que es el amor,
lo que nos han dicho que es el amor, que en realidad es
odio. El Espíritu es lo contrario, es percibido como odio
puro, hostilidad y venganza. Al haber sido encadenado a
esta cre- ación satánica sólo puede sentir hostilidad y
odio, es decir, lo que los hombres ordinarios conocen
como odio. El Espíritu, que es Amor Puro, sólo puede
sentir aversión y
repugnancia ante esta asquerosidad. Por eso desea
destruir- la, porque para Él la creación es una
monstruosidad defor- me que no debió haber existido
jamás. Esto es lo que sim- boliza el asesinato de Abel por
su hermano Caín.
Caín, con todos sus actos se ha emancipado totalmente
del creador y de su propio cuerpo y alma. A través de sus
actos contra el dios creador y contra su medio hermano
Abel, se ha emancipado de una vez y para siempre del
dios inferior y de su creación impura y defectuosa. Con
sus actos se ha transformado en un opositor, en un
enemigo eterno del demiurgo y de su obra.
Todo este episodio de Caín y Abel, tal como está en el
Génesis bíblico y en leyendas como las del midrash judío,
entre otras, ha sido interpretado por los Gnósticos de una
manera totalmente opuesta a la aceptada.
Después de cometer su Acto Supremo, dice la biblia que
Caín fue maldecido por dios y expulsado de ese lugar.
“Maldecido y expulsado”, el mismo destino de la Serpiente
del paraíso. Fue lógico que así sucediera, porque Caín se
había convertido en un opositor absoluto del dios creador,
pero además ocurrieron otras cosas muy interesantes que
vamos a destacar aquí.
En primer lugar, vemos que Caín ha sido maldecido y
desterrado por el dios creador. Eso que pudiera parecer
un castigo, para un Gnóstico es todo lo contrario. Ser
maldeci- do y desterrado por el creador es un honor para
un Gnóstico. Es la reacción lógica del demiurgo frente a
quien lo ha desafiado y abofeteado, frente a quien se ha
hecho igual o superior a él. Caín es un desterrado porque
se ha transformado totalmente, se ha desterrado
exitosamente por sí mismo y ya no pertenece a este
mundo aunque siga habitándolo. La biblia dice que el
creador lo desterró, pero Caín es un emancipado, un
liberado en vida, que con sus

actos maldijo al creador y se desterró a sí mismo de esta


creación abominable.
En segundo lugar, cuentan algunas leyendas judías que
el creador ha castigado para siempre a Caín con la falta
de sueño, condenándolo a no poder dormir, a la vigilia
perma- nente. Para un Gnóstico eso no es un castigo sino
un triun- fo. Estar siempre despierto es una ventaja, una
virtud, un logro importante. Caín se ha despertado por sí
mismo, des- obedeciendo los preceptos del creador y
“asesinando” a su alma.
En tercer lugar, la biblia dice que el creador protegió a
Caín, no permitiendo que nadie le hiciera daño o matara.
Este es otro dato muy interesante. Dicen los Gnósticos
que el hombre que se ha transformado en puro Espíritu,
aunque siga habitando el cuerpo físico es un inmortal, un
intocable. Nada ni nadie puede dañarlo, nadie puede
atacarlo, ya no tiene miedo, pues está por encima de todo
y ya nunca mori- rá. Está en este mundo pero fuera de
este mundo. Está fuera de la materia y fuera del tiempo,
ya no forma parte de la creación. Es un desterrado de este
mundo por propia volun- tad. El dios creador ya no lo
puede dañar, porque Caín se ha vuelto superior a él.
En cuarto lugar, la biblia dice que el creador puso una
marca en Caín, un signo para que todos lo reconocieran y
no le hicieran daño. Antiguas leyendas judías dicen que
ese signo era un cuerno en la frente. Un cuerno en la
frente sig- nifica poder, el poder que proviene del Espíritu,
el poder que lo distingue de los demás hombres. Esa
dureza en la frente significa que el Espíritu se ha liberado
y ha tomado posesión del cuerpo, solidificándolo,
Espiritualizándolo. Nadie le puso una marca a Caín. Caín
la consiguió por sí mismo. Cuando esto ocurre, lo
advierten los demás hom- bres y la creación entera. Todo
Espíritu liberado de la pri-

sión de la materia tendrá esa marca por toda la eternidad.


Ya nunca será el Espíritu que era antes del
encadenamien- to a la materia. Esa marca característica
es el cuerpo trans- formado, duro como el diamante, a
quien el Espíritu ha transmutado en inmortal y eterno.
Este será su eterno recuerdo, la prueba imperecedera de
su paso por el infierno y de su triunfo sobre él.
Podemos encontrar distintas síntesis sobre la explica-
ción Gnóstica del mito de Caín, en el libro que hemos cita-
do de Monseñor Meurin sobre la masonería. También en
“Le dieu rouge”, de Robert Ambelain y en “Atheism in
Christianity”, de Ernst Bloch. Asimismo, en el libro “Los
mitos hebreos”, de Graves y Patai hay datos interesantes.
Pero la interpretación Gnóstica más profunda sobre este
mito se halla en “El misterio de Belicena Villca”, la
extraordinaria novela de Nimrod de Rosario.

• LOS PLANES DEL DIOS CREADOR

Según los Gnósticos, el dios creador tiene muchos pla-


nes, que unidos constituyen su Gran Plan, para eso ha
cre- ado el universo y al hombre. Para alcanzar sus
objetivos está llevando adelante un experimento
evolucionario en el que intervienen el cuerpo, el alma y el
Espíritu del hombre. Va ensayando, va probando, y si
tiene éxito extenderá ese modelo a todo su universo
creado. De lo contrario deberá anular este proyecto y
comenzar todo de nuevo, como tan- tas veces lo ha
hecho, para volver a ensayar otra cosa. Es que nunca
podrá lograr una copia perfecta de lo que imagi- na es el
mundo incognoscible, al que trata en vano de imi- tar.
Indudablemente, en este último experimento ha obteni- do
un logro que, aunque imperfecto, tiene su importancia.
Después de millones de años de ensayos infructuosos, en
unos pocos miles de años ha dado un paso notable en la
evolución de su máxima obra: el hombre. Después de
millones de años de estancamiento evolutivo en que el
homínido humano vivió como un animal más, en los últi-
mos 30.000 años avanzó más que en toda su historia. Los
Gnósticos adjudican esta mutación o “creación”, este gran
salto evolutivo, a la utilización de Espíritus de gran pureza,
provenientes del mundo increado.
El dios creador ha modelado un cuerpo de barro y con su
soplo lo ha dotado de un elemento anímico, el alma. A

ese alma, a ese soplo del creador, le ha adosado un


Espíritu, el cual ha sido atraído mediante engaños y
encarcelado contra su voluntad en ese engendro satánico
de barro y aliento: el cuerpo y el alma del hombre. ¡Es la
energía divina del Espíritu prisionero lo que impulsó e
impulsa la evolución del animal-hombre!
¿Y para qué quiere el creador que este ser evolucione?
Para que se transforme paulatinamente en él. Para eso
ha elaborado sus mandamientos. Él quiere que el hombre
se transforme en él, que se haga igual a él, al creador. El
cuer- po y el alma estarían muy gozosos de que así
ocurriera, porque son parte de él, pero no así el Espíritu.
El Espíritu tiene otro origen y otro destino.
Mientras el Espíritu se halle encadenado está todo bien,
va propulsando la evolución. Pero si un solo Espíritu se
liberara se perturbaría todo el plan. Por eso es tan
necesa- rio que la tiranía del demiurgo sea absoluta, que
todo cono- cimiento que pueda despertar al hombre,
haciéndole recor- dar quién es realmente, sea prohibido.
Porque sería un conocimiento peligroso, tan peligroso que
podría hacer trastabillar el plan del dios creador. Según la
Gnosis, un solo Espíritu, no se necesitan muchos, un solo
Espíritu que pueda liberarse quitaría fuerza a todo este
sistema y le qui- taría fuerzas al dios creador para seguir
adelante con sus planes. Ese Espíritu sería un salvador,
un salvador del mundo y un salvador de los demás
Espíritus. Propiciaría la liberación no sólo de los demás
hombres sino de todo el universo, de las incontables
miríadas de chispas divinas, provenientes del mundo
increado y eterno que se hallan aprisionadas aquí, en
esta gran máquina ciega, para hacer- la funcionar y
evolucionar.
Este sistema creado por el demiurgo, no puede funcio-
nar si no posee estas partículas del mundo Espiritual
escla-

vizadas, aprisionadas aquí. Dicen los Gnósticos que de


todas estas partículas Espirituales, las que están
aprisiona- das en el ser humano son las más importantes
en categoría y en pureza Espiritual.
El demiurgo ha creado y armado todo esto y lo impulsa a
evolucionar. Para que evolucione hacia él, con el ser
humano a la cabeza. Si el experimento con el hombre fra-
casara, echaría mano a otra de sus criaturas y volvería a
intentarlo nuevamente.
Dijimos que el demiurgo desea que los hombres evolu-
cionen hasta transformarse en él, hasta hacerse iguales a
él. Para que cada alma, aliento de él, y cada cuerpo de
barro puedan regresar a él, transformándose en él. Este
es el obje- tivo final que el demiurgo tiene reservado para
el hombre.
Por todo esto, le es fundamental que el Espíritu aporte su
energía sin poder liberarse jamás. Por todo esto, el
demiurgo necesita que los hombres permanezcan
semidor- midos y confundidos. Para que sigan
acercándose a ciegas hacia él, hacia el creador, quien
con engaños y castigos los atrae hacia sí. Para que todo
este sistema funcione, es nece- sario que los hombres
continúen creyendo que el creador es el único dios que
existe y que es un dios bueno.
Sostienen los Gnósticos que si un hombre llega a ese
punto evolutivo en que se fusiona con su creador, en ese
mismo instante su Espíritu pierde toda posibilidad de libe-
rarse mientras dure este universo.

• MUERTE Y REENCARNACION

En todo este proceso evolutivo que el dios creador ha


ideado y está propulsando, tiene mucha importancia la
muerte y la reencarnación de los seres humanos. Cuando
un ser humano muere, muerto ya el cuerpo físico, el alma
es separada del cuerpo llevando consigo al Espíritu
encadena- do, pues el Espíritu está encadenado al alma y
no al cuer- po. Está unido al cuerpo a través del alma.
Después de la muerte física, el alma se retira llevando
consigo a ese Espíritu. Lleva ese Espíritu a otros planos y
allí continúa siendo castigada. Para los Gnósticos este
mundo es el infierno, está lleno de castigos y sufrimientos
desde el nacimiento hasta la muerte. Pero después de la
muerte el sufrimiento continúa, e incluso puede hacerse
más intenso todavía. Es castigada el alma por todas las
con- ductas que ha tenido aquí en la Tierra, mientras
estaba en el cuerpo físico. El sufrimiento continúa. El alma
es golpea- da, castigada, “limpiada” dicen algunos, hasta
que es tras- ladada a un nuevo cuerpo para continuar
sufriendo. Nadie se salva del infierno, ni siquiera con la
muerte. Cuando el alma se ha separado del cuerpo sigue
sufriendo, y a veces más que antes. Continúan los
apaleamientos y castigos.
Y así, a través de sucesivas muertes y reencarnaciones
se va modelando la conducta del ser humano. Se engaña
a los hombres diciéndoles que estos castigos son para su
bien, que de esta manera los hombres van “mejorando”,
“evolucionando”, “se van haciendo más buenos”, “más
puros”, “más santos”, “más parecidos a su creador”. A su
satanás creador.
Pregúntenle a ese satanás creador, a quien llaman “Juez
Justo” y “Dios de Amor” por qué se mueren los niños.
Pregúntenle también por qué inventó tantos virus y enfer-
medades. Nada responderá, porque además de injusto es
sordo y ciego. Los Gnósticos sostienen que el creador se
alimenta de las emanaciones producidas por el dolor y los
llantos de los hombres.
Con los castigos, el demiurgo pretende que los hombres
se “perfeccionen” paulatinamente. “Perfeccionarse” signi-
fica parecerse cada vez más al demiurgo, al creador. Los
castigos cesarán cuando el hombre se rinda ante el
creador y acepte ser como él, renunciando a su Espíritu.
Esto último es lo que sucede también cuando un hom- bre
o una comunidad de hombres decide hacer una “alian- za”
o pacto de sangre con el demiurgo, a fin de que sus
sufrimientos disminuyan un poco. En estos casos, el hom-
bre o grupo de hombres involucrados en el pacto, se com-
prometen a renunciar al Espíritu a cambio de poder o
rique- zas materiales. Esos hombres renuncian a Todo, a
cambio de muy poco. Hay que estar loco o muy
desesperado para hacer pactos o alianzas con el
demiurgo diabólico. Habrán firmado su sentencia de
muerte Espiritual y serán desinte- grados cuando todo lo
creado desaparezca.
¿Qué debemos hacer para parecernos al creador? Eso se
halla escrito en todos los “libros sagrados”, inspirados por
él. Allí está todo lo que hay que hacer: “adorar al creador”,
“amar al prójimo”, “no comer tal cosa”, “poner la otra
mejilla”, etc., etc. Aunque algún precepto carezca de
senti- do no importa, con obedecerlos es suficiente.
Está bien claro lo que el hombre debe hacer para agra-

dar al creador. Lo que ocurre es que se trata de cosas


difí- ciles de realizar, pues cada hombre tiene un Espíritu
ence- rrado en su interior que está gritándole que se
oponga al demiurgo y no le obedezca. Por supuesto que
algunos hom- bres escuchan la voz de su Espíritu más
que otros.
Para eso están los castigos. Para eso existen las muertes
y reencarnaciones sucesivas. Algunos hombres necesitan
ser más castigados que otros para ser doblegados.
A través de los sufrimientos, llega el momento en que el
hombre se entrega, se rinde, acepta ser como el creador
de la materia. Lo hace para que cesen las torturas, no por
otra cosa. Pero al rendirse deberá renunciar a su Espíritu.
Deberá anular su Espíritu para demostrarle al creador que
su convencimiento es absoluto, que su conversión no es
fingida. Al hacerlo, su Yo Espiritual queda absolutamente
anulado, es la muerte Espiritual. Ya no escuchará más
esa voz interior que le gritaba que se opusiera, que nunca
se rindiera, que luchara siempre hasta ser libre, y que él
ape- nas oía. Ha triunfado el alma, ha triunfado el
demiurgo. Este hombre se ha convertido en “un santo”, en
“un ejem- plo digno de ser imitado”. Para el creador es
motivo de gran júbilo y alegría cuando ya no existe nada
en el hom- bre que pueda ser reflejo del Espíritu. Se
produce en ese hombre un vacío que es llenado por dios.
Ese hombre se ha transformado en “un representante de
Dios en la Tierra”, en “un Dios viviente”, igual a su
creador. Ese es uno de los aspectos más importantes del
“Gran Plan” del dios creador. Para eso creó la materia y el
tiempo, para eso ha creado todo este universo, para eso
lo ha creado al hombre, para eso aprisionó Espíritus
Eternos.
Cuando el hombre se ha fusionado con dios, o se ha
“perdido en Dios”, como dicen las religiones, ese Espíritu
ha concluido su función allí. Pero, lejos de ser liberado,

será amarrado nuevamente por el demiurgo al alma de


otro hombre que se halle en un nivel evolutivo inferior, a
fin de continuar utilizándolo para propulsar la evolución.
Para seguir usándolo en ese objetivo de la creación: la
fusión del hombre con su creador.
Los Espíritus sólo serán liberados cuando el creador
decida dar por terminada su creación, posiblemente
dentro de miles de millones de años. Tal vez algún
Espíritu pueda liberarse antes por sus propios medios,
pero eso es muy difícil. El demiurgo, sabiendo que la
huída de uno solo de sus prisioneros sería catastrófica
para él y para su creación, ha tomado muchos recaudos
para que ello no suceda.
Ante todo, para que este proyecto funcione es necesario
que los hombres permanezcan dormidos. Es necesario
que ningún Yo Espiritual pueda manifestarse y decir
“estoy en desacuerdo”, “este no es mi mundo”, “esta no
es mi vida”, “este no es mi destino”, “este mundo es el
infierno”.
Hemos dicho que del sufrimiento no se salva nadie. Ni
aún suicidándose es posible escapar de los castigos con
que el satanás creador amonesta a sus criaturas.
Cuerpos y almas pertenecen al creador durante toda su
vida y después de su muerte también. La única solución
está en la libera- ción del Espíritu. Es esta la tarea más
difícil e importante que puede acometer un hombre
medianamente despierto.
Decíamos que el creador necesita que los hombres per-
manezcan dormidos para concretar su plan. Por lo tanto,
cualquier hombre o libro que procure despertar y liberar a
los Espíritus deberá ser eliminado. Por eso todo este
saber, esta Gnosis, ha sido tan perseguido y acallado.
El demiurgo necesita que los hombres no despierten, para
conducirlos como sonámbulos, a través de sucesivas
reencarnaciones, a ese punto culminante de la evolución
en que, cansados de tanto sufrimiento aceptan renunciar
a su

Yo Divino, a su Espíritu Eterno, para disolverse en su cre-


ador.

• MANVANTARAS Y PRALAYAS
A la pregunta de si la creación es eterna o va a desapa-
recer alguna vez, la Gnosis tiene una respuesta: todo lo
que ha sido creado habrá de desaparecer. El demiurgo
crea uni- versos y luego de un lapso los destruye. Los
rabinos dicen: “El Señor, bendito sea, crea mundos y los
destruye”. En las enseñanzas de Shankara encontramos:
“Como las burbujas en el agua, así los mundos nacen,
existen y se disuelven en el Señor Supremo” (Atmabodha,
8). A esto los hinduistas lo llaman “respiraciones de
Brahma”. Brahma es el dios crea- dor de los hindúes. Es
otro de los nombres del demiurgo.
Con cada Big Bang comienza una nueva creación del dios
creador. Es la espiración, su aliento exhalado hacia
afuera. Esta creación se expande hasta que él decide
poner- le un fin, retrayéndola hasta el punto inicial,
reabsorbiéndo- la. Esta es la inspiración, la absorción de
su aliento. Cuando la creación llega a su fin y es
destruida, puesta a involucio- nar, y el tiempo comienza a
correr hacia atrás hasta desapa- recer, hay un largo
período en el que el demiurgo no crea nada. En India
llaman a ese lapso “la noche de Brahma”. A cada período
de creación le sigue un período de silencio cósmico en el
cual todo lo creado es llevado hacia atrás, contrayéndose
hasta desaparecer. Después que todo es des- truido,
reducido a nada, con otro Big Bang comenzará una nueva
creación y así indefinidamente. A cada tentativa del
demiurgo le seguirá otra, persiguiendo constantemente
esa

perfección que nunca llegará.


En India llaman manvantaras a los ciclos de creación y
pralayas a los de destrucción.
Hay una canción que es muy común en Israel y que se
llama “Adon Olam” (“Señor del Mundo”), la cual tiene un
párrafo que nos hace pensar en este descanso del
creador cuando destruye su obra. Dicen así esos versos:
“…y cuan- do todo deje de existir, él solo reinará en su
majestad”. Se refiere al período de silencio del creador,
cuando ya no queda nada de lo creado.
Cuando toda la creación se derrumba, lo increado sigue
existiendo como siempre porque es eterno, no tiene
princi- pio ni fin. Pertenece al plano incognoscible de la
eternidad. Sólo lo creado desaparece en el pralaya. Solo
lo creado puede ser destruido.
Cuando el demiurgo decide destruir todo lo que ha cre-
ado, es decir cuando concluye un manvantara, solo allí
son liberados los Espíritus increados que han
permanecido aprisionados en la materia. Toda materia,
todo cuerpo, toda alma serán destruidos. Solo lo increado,
lo no creado, no será alcanzado por esa destrucción,
retornando al mundo incognoscible de donde proviene.
Los Gnósticos no quieren esperar miles de millones
de años. Los Gnósticos quieren liberarse ahora,
cuanto antes. Y no solo liberarse. Pretenden además
terminar con todo este sistema satánico, con las
respiraciones del demiurgo, con sus planes
demenciales, con el tormento de los Espíritus
prisioneros, con las creaciones y des- trucciones
sucesivas, con las muertes y reencarnaciones, con
todo lo creado, con todo lo impuro y con el demiur- go
también.

• LA GRAN CONSPIRACION

En todas las épocas, las instituciones religiosas y políti-


cas del demiurgo en la Tierra han conspirado deliberada-
mente para eliminar, o al menos tergiversar, la visión
Gnóstica allí donde aparezca. Se prohíbe o deforma todo
pensamiento detrás del cual pueda hallarse algún vestigio
de Gnosis Primordial. Así de peligroso es el conocimiento
Gnóstico para los planes del demiurgo. El ocultamiento de
la Verdad forma parte del plan orquestado para que los
hombres no puedan despertar y menos rebelarse. Se
trata que los seres humanos permanezcan confundidos,
engaña- dos y adormecidos, para que nunca lleguen a
advertir quié- nes son realmente y en qué situación se
encuentran. Se pro- cura que nunca conozcan la verdad
de lo que ha ocurrido, ni en qué consiste su presente, ni
cuál será su futuro. Se pretende que ningún hombre
pueda jamás conocer las res- puestas correctas a las
tres preguntas fundamentales:
¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué debo hacer?
Pero la Verdad nunca desaparece. Perseguida y oculta-
da siempre pugnará por salir a la luz. Lo peor que puede
hacerse con la Verdad es prohibirla. Se producirá el
efecto contrario: resurgirá con mayor fuerza y violen-
cia.
¿Qué es lo primero que habría que ocultar?
En primer lugar, sería necesario eliminar la idea de que
más allá del demiurgo ineficiente hay otro Dios, superior a

él e infinitamente perfecto.
Para poder oscurecer esta parte de la Verdad Gnóstica se
ha inventado la idea de que el dios creador y el Dios
Incognoscible son la misma cosa, que juntos forman el
único dios que existe: el demiurgo, creador del cielo y de
la tierra.
En los comienzos del cristianismo, el gran maestro
Gnóstico Marción lo dijo bien claro: “el dios del antiguo
testamento no es el Dios del nuevo testamento. Son dos
dioses diferentes. El primero es un dios que aplica la ley y
castiga, mientras que el otro es un Dios de amor que
siem- pre perdona. Ambos son inconciliables”.
¿Qué puede hacerse para ocultar esta afirmación? Fue
Origenes a quien se le ocurrió la brillante idea: “No existen
dos dioses diferentes, uno justo y el otro bueno. Es el
mismo Dios, y es justo y es bueno”. Esta fue la manera en
que el demiurgo vino a ser bueno y perfecto.
En segundo lugar, ha quedado eliminado también, de esta
forma, la diferencia entre el mundo incognoscible y el
mundo creado. Todo aquel que se refiera a la existencia
de los dos reinos irreconciliables, será tachado
despectiva- mente de “dualista”, como si describir la
realidad tal cual es fuera algo malo. Los conspiradores
redujeron todo a un solo reino: el reino del demiurgo.
En tercer lugar, si el demiurgo es bueno y perfecto ¿A
quién podemos echarle la culpa de todo el mal que hay en
el mundo? Si los atributos divinos del Dios Incognoscible
han sido trasladados al demiurgo ¿Qué hacer con los atri-
butos demiúrgicos de maldad e ineptitud, de plagio y de
mentira?
Por eso se recurrió al invento de que el demiurgo no es
satanás, satanás es otro. El demiurgo se ha vuelto bueno
y perfecto, ha sido despojado de sus rasgos satánicos.
Todo lo

malo proviene ahora de ese nuevo satanás que es


exterior a él. Lo malo del demiurgo ha sido llevado afuera,
a un sata- nás diferente del creador. Ahora es a este
nuevo satanás a quien le gusta la sangre, el olor de la
carne quemada, los esclavos, las guerras, los rituales, los
sacrificios, las cons- piraciones y los genocidios. Ahora es
a este nuevo satanás a quien le agrada que los hombres
se postren ante él y lo adoren, y que hagan alianzas o
pactos de sangre con él, a cambio de poderes o riquezas
terrenales. Es fácil descubrir que todas las características
que satanás tiene hoy, han sido tomadas del dios creador
de la biblia.
Entonces tenemos esto: el Dios Incognoscible no exis- te,
sus atributos han sido trasladados al demiurgo, y los atri-
butos del demiurgo han sido trasladados a un satanás
exte- rior a él. ¿Qué falta ahora en esta gran conspiración,
en esta gran estafa? Falta encontrar a alguien a quien
podamos transformar en ese satanás. Debe ser alguien a
quien le ten- gamos mucho odio, pues la figura de satanás
es lo más abyecto que pueda concebirse.
En cuarto lugar, así surgió la ocurrencia brillante de esta
conspiración: a alguien se le ocurrió que lo más apropiado
sería divulgar que ese satanás maligno no es otro que
Lucifer. De esta manera, no solo el demiurgo fue “limpia-
do” de su naturaleza satánica, sino que fue
absolutamente distorsionada la figura de Lucifer. El Ángel
de Luz, envia- do por el Dios Incognoscible para salvar a
los hombres, vendría a transformarse en un monstruo
cuya función es la de mantenerlos esclavizados. Genial
ocurrencia de los representantes del demiurgo en la
Tierra y oportuna ven- ganza contra Lucifer, el enemigo
eterno del satanás verda- dero.
De dos entidades opuestas e irreconciliables, el dios
creador y el Dios Incognoscible, han hecho una sola: el

demiurgo “bueno y único”. De los dos mundos opuestos e


irreconciliables han hecho uno solo, que es “bueno”: el del
demiurgo. De igual forma han procedido con las otras dos
entidades opuestas e irreconciliables: Lucifer y satanás, el
Enviado del Dios Verdadero y el satanás creador de la
materia y del tiempo. Los han transformado en una sola
entidad: el “Lucifer satánico”. Así conspiran contra la ver-
dad los charlatanes del demiurgo.
Hasta el día de hoy persiste esta creencia de que satanás
y Lucifer son una y la misma cosa, a quien también llaman
diablo. En el Nuevo Testamento, ya se encuentra
estableci- do que Lucifer es igual a satán (Lucas, X.18) (2
Corintios, XI.14). Incluso Monseñor Meurin, en su obra
que hemos citado incurre en esta misma confusión:
denomina al demiurgo “Jehová-Lucifer” y no “Jehová-
Satanás”, como hubiera sido lo correcto en su línea de
razonamiento. Y si Meurin, un teólogo tan renombrado
dentro del catolicismo romano cometió este error, ¿Qué
podemos esperar del hombre común?
En quinto lugar, tenemos el gran plagio que dió origen al
cristianismo y a su personaje ficticio: Jesucristo. A Kristos
Lucifer, el Enviado del Dios Incognoscible, lo cam- biaron
por “Cristo Jesús”, el enviado del demiurgo. Plagiaron un
suceso real para inventar un suceso falso. Lucifer vino a
traer la Gnosis para despertar y liberar a los hombres,
mientras que Jesucristo solo vino a hacer cumplir la ley de
su “padre”, el demiurgo Jehová.
En sexto lugar, ¿Qué puede hacerse para tergiversar la
idea Gnóstica de que este mundo creado es el infierno y
que el cielo es el plano del Dios Incognoscible? Los
conspira- dores elucubraron lo siguiente: afirmaron que
este mundo no es el infierno, el infierno está afuera, lejos
de aquí. El infierno sería un lugar de castigos para
quienes desobedez-

can al demiurgo, durante su vida aquí en la Tierra. ¿Y qué


características tendría ese infierno? A alguien se le
ocurrió que las características propias del mundo
incognoscible podrían servir muy bien como escenario
para este nuevo infierno. Si Lucifer, el Portador de Luz, un
ser de fuego a quien se representa envuelto en llamas, es
satanás, entonces podemos decir que este infierno sería
un lugar lleno de fuego. Un lugar donde son quemados
los “pecadores”.
Según los Gnósticos, el reino incognoscible es efectiva-
mente un fuego antimateria que aborrece esta creación
impura y si pudiera la aniquilaría, pero para ellos ese
fuego es algo bueno y deseable, nada satánico.
En séptimo lugar, el Espíritu fue otra de las cosas que
consideraron importante eliminar, o al menos deformarla
hasta tornarla irreconocible. Los representantes del
demiur- go en la Tierra no podían permitir que, después
de todo lo adulterado, persistiera la creencia de que hay
algo increado y divino dentro del hombre. Había que
eliminar al Espíritu también.
Ya vimos que para los Gnósticos el hombre está com-
puesto de tres partes: cuerpo, alma y Espíritu. El cuerpo y
el alma han sido creados por el demiurgo, mientras que el
Espíritu ha sido capturado del plano de lo increado y eter-
no, y no pertenece a esta esfera de creación. El alma y el
Espíritu, las dos entidades no visibles para el ojo humano
común, son perfectamente opuestas e irreconciliables. El
alma ha sido creada por el demiurgo, es lo que da vida al
cuerpo, lo que lo anima, lo anímico. El alma solo ansía
unirse a su creador, fusionarse con él. El Espíritu, por el
contrario, es un prisionero en este mundo extraño que no
le pertenece y que para Él es un infierno. Él sólo desea
libe- rarse y volver al mundo incognoscible de donde
proviene. Para el Espíritu, el cuerpo y el alma son tan
horribles como

la materia y el tiempo.
Para el demiurgo y su creación, es necesario y funda-
mental que el Espíritu permanezca amarrado al alma del
hombre. Su proyecto evolutivo no puede prescindir de los
Espíritus encadenados a la materia. Pero una cosa es
impor- tante: el demiurgo desea que esto permanezca en
secreto, que los hombres jamás puedan advertir que
poseen en su interior una chispa increada robada del otro
mundo.
Entonces, para eliminar la idea Gnóstica de Espíritu, los
agentes del demiurgo en la Tierra tuvieron esta ingeniosa
ocurrencia: de las dos entidades, opuestas e irreconcilia-
bles, harían una sola. Del Espíritu tomarían todas sus
carac- terísticas divinas de perfección y pureza. Sólo
omitirían su aspecto increado, pues si los hombres
descubrieran que tie- nen algo increado en su interior
comenzarían a hacer pre- guntas, y eso no es bueno.
Todas las virtudes del Espíritu serían trasladadas al alma,
que así, de satánica pasaría a ser perfecta. Ya no volvería
a hablarse más del Espíritu increa- do. Ahora quedaría
sólo una entidad en el cuerpo humano: “el alma divina y
perfecta creada por Dios”.
Hemos dicho que en los comienzos del cristianismo, los
primeros teólogos cristianos, San Agustín entre otros, se
referían siempre al cuerpo, alma y Espíritu del hombre.
Pero con el paso de los años esto fue desapareciendo. El
Espíritu se fue transformando, primero en “intelecto”,
luego en sinónimo de alma, hasta que un buen día se
deci- dió eliminar por completo al Espíritu como parte
constitu- yente del ser humano, quedando sólo cuerpo y
alma. La conspiración tuvo éxito: se logró que los
hombres se olvi- den del Espíritu.
Y no sólo en el cristianismo, en todas las religiones del
demiurgo se habla exclusivamente de cuerpo y alma
como los únicos constituyentes del hombre.

No sólo se ha logrado eliminar la idea de algo increado


dentro del hombre, sino también la idea de que hay un pri-
sionero injustamente encerrado dentro de él. Es mejor
que nadie sepa por qué ha sido aprisionado el Espíritu,
pues los hombres comenzarían a preguntarse cosas y
hasta algunos podrían llegar a despertar. Es mejor que
continúen con su ceguera, hablando de temas menos
peligrosos como el fút- bol o el sexo.
En octavo lugar, para distorsionar la afirmación Gnóstica
de que esta creación es imperfecta debido a que el
creador es un ser imperfecto, los conspiradores debieron
aguzar aún más su ingenio satánico. La imperfección de
todas las cosas de este mundo es algo tan evidente y
palpa- ble que es imposible de negar. Por más idiotizados
que estén los hombres, jamás admitirán que este mundo
es un paraíso.
¿Qué hacer entonces? ¿Cómo justificar que “un demiur-
go perfecto” haya creado semejante adefesio? Además,
los Gnósticos oponían a la creación errónea, realizada por
un demiurgo plagiador e ineficiente, el reino increado y
eterno del Dios Verdadero. ¿Cómo hacer para eliminar
estas peli- grosas ideas? Se les ocurrió una solución que
aboliría la idea del mundo increado y perfecto, a la vez
que daría por tierra con estas sospechas de un demiurgo
inexperto crea- dor del mundo. Esta solución sería útil
también para justi- ficar lo inocultable: la impureza e
imperfección del mundo creado. ¿Qué engaño
pergeñaron esta vez? Ahora lo vere- mos.
Todos los atributos que caracterizan al reino del Dios
Incognoscible fueron trasladados a la creación del demiur-
go, pero no a esta sino a otra anterior. A una supuesta
crea- ción del demiurgo que era, esa sí, perfecta y pura.
O sea que el demiurgo, que ha devenido perfecto,
además ha sido

capaz de crear un mundo perfecto y puro. Hasta aquí,


nota- mos que ya no hay lugar para el Dios Incognoscible
y su reino, a la vez que el demiurgo devenido perfecto
realiza obras perfectas. Pero ¿Qué ocurrió para que toda
esa crea- ción perfecta se haya convertido en algo tan
imperfecto como lo es ahora? Aquí está la genialidad de
los apóstoles del engaño: la creación se volvió impura e
imperfecta por culpa del hombre. El creador, un ser
perfecto, hizo perfec- to al mundo, pero el hombre lo
arruinó. El paraíso era per- fecto, pero el hombre y la
Serpiente Lucifer destruyeron esa perfección, “cayendo”
con ella.
Tenemos entonces un creador perfecto y bueno que rea-
lizó una obra buena y perfecta. Toda su creación, la mate-
ria, el tiempo, el hombre, eran buenos. El paraíso era un
lugar perfecto y el hombre vivía felíz allí. Todo esto cayó y
se degradó por culpa de la desobediencia del hombre.
Afirmar que el hombre tiene la culpa del “pecado origi- nal”
y de la “caída”, ha sido una de las más burdas ocurren-
cias concebidas en contra del Espíritu y del Dios Verda-
dero. ¡Se lo ha responsabilizado al hombre por la ineptitud
del creador y las deficiencias de su obra!
Ya vimos que en el paraíso el hombre no era más que un
siervo ignorante. Ignoraba todo acerca de sí mismo y de
su creador, como parece ignorarlo todavía. No sabía que
exis- tía otro Dios, inmensamente superior al dios creador.
No sabía que más allá de su cuerpo y de su alma tenía
aprisio- nado un Espíritu. No lo sabía hasta que despertó
y pudo rebelarse.
Para la Gnosis, el único “pecado original” que existió fue
el cometido por el demiurgo al encadenar Espíritus
Eternos al alma perecedera del hombre. Para la Gnosis,
la única “caída” que existió, propiciada por el demiurgo,
fue la caída de los Espíritus en el mundo infernal de la
materia.
Hemos pasado revista a los ocho principales oculta-
mientos y tergiversaciones, realizadas contra la Gnosis
por los sirvientes del demiurgo en la Tierra. Ahora
veremos los medios de que se valen estos conspiradores
para imponer mejor sus falsificaciones.
El objetivo es barrer con todo conocimiento que se refiera
a lo increado, al despertar del hombre, a la libera- ción de
los Espíritus y a la rebelión contra el demiurgo. Ese
conocimiento increado es la Gnosis, absolutamente peli-
grosa para la Dictadura Universal Satánica. Se pretende
eli- minar el saber Gnóstico porque es la máxima amenaza
con- tra el demiurgo y su obra.
Su divisa es la siguiente: debe ser destruido todo lo que
se oponga al sistema creado por el demiurgo, y lo que no
pueda ser eliminado debe ser distorsionado y corrompido
hasta tornarlo irreconocible.
Stalin, agente del demiurgo, decía: “si no puedes estran-
gular a tu enemigo, abrázalo”. Así operan contra la Gnosis
los agentes correctores del demiurgo. Si no se puede
prohi- bir algo se lo abraza, se lo rodea para asfixiarlo,
transfor- mándolo en algo inofensivo. Y no sólo inofensivo,
el cono- cimiento así neutralizado y transformado muchas
veces es puesto a trabajar al servicio del demiurgo
mismo. Es el caso de las religiones que en sus inicios
fueron revolucio- narias y opuestas al demiurgo, las
cuales luego de infiltra- das y deformadas fueron puestas
a su servicio, convirtién- dose cada una de ellas en una
religión demiúrgica más. Es el caso, por ejemplo, del
cristianismo, budismo y tantrismo, entre otras. Fueron
convertidas en religiones perfectamen- te opuestas a lo
que fueron en sus comienzos.
Se trata de que ningún conocimiento pueda quedar fuera
del control dictatorial del demiurgo. Se procura que ningún
elemento proveniente del mundo increado pueda

poner en peligro la obra y los planes del demiurgo.


Algo que continúa haciéndose es quemar los libros peli-
grosos. Por supuesto que esto es realizado ahora en
secre- to. Los tiempos han cambiado y en las dictaduras
“demo- cráticas” modernas la destrucción de libros es
llevada a cabo subrepticiamente.
Ya no se los quema en público, ahora los libros son
comprados individualmente y entregados a algún agente
o autoridad religiosa que procederá a destruirlos. Cuando
es posible, se compran ediciones enteras con ese fin, y lo
mismo hacen con los derechos de autor. Hay otros méto-
dos, pero sólo describo lo que he podido comprobar feha-
cientemente. Poseo un amplio listado de libros y autores
que han corrido con esta suerte, los cuales no figuran en
los listados “oficiales” de libros perseguidos o
desaparecidos.
También se suele perseguir o castigar a los autores de
estos libros. Es muy común que sean amenazados,
acorra- lados o perseguidos de diversas formas. Son
frecuentes los robos de manuscritos, conozco varios de
estos casos, sabo- tajes durante la impresión, etc. Por
escribir libros opuestos al sistema demiúrgico muchos
autores han sido despresti- giados, encarcelados o
encerrados en manicomios, y no sólo en los países
comunistas, pues en las dictaduras “democráticas”
sucede lo mismo.
Muchos autores recalcitrantes han muerto misteriosa-
mente, de enfermedades o accidentes extraños, nunca
exhaustivamente investigados. Actualmente, los
escuadro- nes de exterminio del demiurgo disponen de
medios inmen- samente eficaces para disfrazar sus
homicidios. Tal ha sido generalmente el destino de los
grandes rebeldes y oposito- res al demiurgo y su obra. En
este mundo creado, el demiurgo y sus agentes tienen
todas las de ganar, pues este es su reino: el reino del
demiurgo. Este reino es para el

Gnóstico todo lo contrario: el campo enemigo donde él


debe actuar. Todo, absolutamente todo lo creado estará
con- tra él. La guerra del Gnóstico, por lo tanto, deberá
ser de la misma manera: total.
Tomemos el caso de Mani, el gran maestro Gnóstico
fundador de la religión maniquea, a la que San Agustín
per- teneció durante nueve años. Mani existió realmente,
no se trata de un personaje ficticio de una religión
demiúrgica más.
Temiendo que sus enseñanzas fueran distorsionadas,
Mani escribió varias obras, las cuales fueron perseguidas
y destruidas u ocultadas durante siglos. Cuando se creían
per- didas para siempre, fue encontrada toda una
biblioteca maniquea en China, en el siglo XX. Eso fue un
milagro como el de Nag Hammadi. Estuvieron ocultas casi
mil qui- nientos años.
Mani, quien jamás renunció a su prédica, fue persegui-
do, encarcelado y torturado hasta la muerte por
sacerdotes del demiurgo en la antigua Persia. Una
versión dice que Mani fue despellejado vivo. Le
arrancaron la piel y la relle- naron con paja para ser
exhibida en las puertas de la ciudad, como advertencia
para los enemigos del dios creador. Otra versión sostiene
que Mani fue despellejado después de muerto.
Fuertemente inmovilizado con cadenas, vivió vein- tiséis
días de intensos sufrimientos y murió. Por todo esto se
habla de la “crucifixión de Mani”. Así como el demiur- go
encadena a los Espíritus, así los sirvientes del demiurgo
encadenaron a Mani. Pero Mani no era un hombre
común, Mani fue un liberado en vida. La tortura y la
muerte no pueden afectar a quienes han realizado su
Espíritu, al con- trario, les producen risa.
Tomemos otro caso entre muchos, el de Zenón de Elea.
Encarcelado y amarrado, durante las torturas a que era

sometido, Zenón le dijo al torturador: “Acércate y te diré al


oído todo lo que quieres saber”. Cuando el torturador se
acercó, Zenón le arrancó la oreja con los dientes. El tortu-
rador, enloquecido, le dijo que le aplicaría torturas aún
más fuertes hasta obligarlo a renunciar a sus
concepciones. La respuesta de Zenón fue la siguiente: se
cortó la lengua con sus dientes y la arrojó a los pies del
torturador.
¡Cómo pudo llegarse a creer que a un hombre como
Zenón, realizado en su Espíritu, podría importarle lo que
pudiera sucederle a su cuerpo y a su alma! Ese
torturador, para Zenón sólo pudo haber sido un pobre
payaso. La tor- tura y la muerte antes de retractarse, así
son los Guerreros del Espíritu.
En la gigantesca dictadura del demiurgo y sus secuaces,
hay otro tipo de amenazas: los castigos propinados por el
mismo demiurgo. Los libros sagrados de las religiones del
demiurgo están llenos de estas advertencias: el castigo
de Adán y Eva, el diluvio universal, Sodoma y Gomorra, la
torre de Babel, las plagas de Egipto y muchas más.
¿Para qué sirven los castigos, además de eliminar opo-
sitores? ¿Por qué tantas amenazas y advertencias? La
res- puesta es simple: para infundir miedo. El miedo al
castigo hace que los esclavos trabajen mejor y renuncien
a escapar. Un esclavo con miedo es más obediente y
sumiso. El miedo al castigo es el medio que utiliza el
demiurgo para hacer que los hombres transcurran su
existencia sometidos a él, obedeciendo sus
mandamientos. Para el demiurgo, el mejor esclavo es el
que le teme y obedece mejor. El desea que sus esclavos
desperdicien sus vidas trabajando para su causa,
pensando que cuando mueran “van a ir al cielo”. Ese es el
esclavo perfecto para el demiurgo. El desea que los hom-
bres envejezcan sin rebelarse, sin despertar, sin liberar su
Espíritu. Para eso es el miedo y para eso la
conspiración:

para que nadie pueda hallar nunca el Camino de la


Liberación y del Retorno.
En la dictadura del demiurgo, los hombres solo tienen
libertad para elegir entre varias cosas iguales. Entre
varias cosas que son la misma cosa, pero con disfraces
diferentes. Hay libertad de pensamiento siempre que no
se contradiga el “pensamiento políticamente correcto”,
impuesto por los representantes del demiurgo.
Tenemos el caso de las religiones. Parecen todas dife-
rentes, pero no lo son. Son la misma cosa, sólo son
diferen- tes sus apariencias. Su dios es el mismo: el
creador del mundo. Lo llamen Brahma, Baal, Yahvé,
Jehová, Moloch, Dios Padre o Alá, es siempre el mismo:
el demiurgo.
Se pretende dar una falsa impresión de diversidad, para
que el hombre dormido crea que hay una variedad de
cami- nos, con destinos diferentes y libertad para elegir
entre ellos. Incluso hay hombres que se trasladan de una
religión a otra, creyendo que con ello hacen un gran
cambio.
A René Guenón, por ejemplo, le llevó años de estudio y
meditación tomar la decisión de abandonar el cristianismo
para ingresar en la masonería y el martinismo, para luego
renunciar a todo eso y convertirse en musulmán. Él creyó
dar saltos inmensos con esos cambios, pero lo único que
hizo fue dar vueltas en círculo dentro de su laberinto. Su
búsqueda no sirvió de nada. Y si Guenón, erudito en
estos temas, tuvo semejante confusión, ya pueden
imaginar lo que será en el hombre común.
El caso de San Agustín es más patético todavía.
Perteneciendo al maniqueísmo en calidad de oyente, y a
punto de conocer personalmente a Mani, resolvió abando-
nar todo y convertirse al cristianismo. Con su apostasía,
Agustín rechazó al Incognoscible y al Espíritu, optando por
el demiurgo y por el alma. Se opuso al radical ascetismo

maniqueo, para encolumnarse tras la nueva religión, mun-


dana e imperial, de Constantino: el cristianismo.
Hay personas medianamente despiertas que, temerosas
de pasar su vida durmiendo, buscan desesperadamente
una salida en el laberinto en que están inmersas. Por
desgracia, la mayoría ignora que las opciones que
aparecen ante sus ojos son la misma cosa, sólo que con
ropajes diferentes. El objetivo de todo esto es que nunca
puedan encontrar la sali- da, que nunca puedan darse
cuenta que las religiones, como los partidos políticos, son
la misma cosa con diferentes ros- tros, todas bajo el
control del demiurgo.
El Dalai Lama dijo hace unos años que no debería haber
una sola religión, sino un “supermercado de religiones”. Es
esta la mejor manera de hacer que los hombres crean
que están rodeados de una diversidad de opciones
diferentes, y que cuando eligen obtienen algo que es
distinto al resto.
La finalidad de estas religiones es mantener al hom-
bre adormecido, conduciéndolo a ciegas hacia el
mata- dero final: su fusión con el demiurgo.

• LUZ Y OSCURIDAD

Desde hace miles de años los hindúes vienen sostenien-


do que toda la creación, todo lo creado, es maya, ilusión
pura, engaño. Visto con los ojos del Espíritu, toda la obra
del demiurgo no existe en realidad, no es más que una
gran mentira. El mundo creado, tal como es percibido por
los sentidos, es el gran obstáculo que separa al hombre
del mundo verdadero. Y no sólo por los engaños de la
materia están extraviados los seres humanos. Al engaño
de la mate- ria, creada por el demiurgo, debe sumarse el
engaño de la cultura, creada por el hombre y al servicio
de aquél. Todos los estímulos culturales con los que es
bombardeado el hombre continuamente, tienden a
mantenerlo en un estado de confusión y mansedumbre.
Libros, revistas, diarios, cine, televisión, estos son los
medios de que se valen los representantes del demiurgo
para que los hombres continú- en hipnotizados y
obedientes. Para que prosigan actuando como
sonámbulos, trabajando, durmiendo, perdiendo el tiempo,
desperdiciando oportunidades. Sin despertar jamás, como
perfectos zombis o golems del demiurgo, sir- viendo a un
fin que no es el del Espíritu.
Toda esta gran confusión, este gran maya que proviene
de la creación y que es continuada por la cultura, es
trans- mitida a su vez por los padres a sus niños
pequeños y luego por los maestros en las escuelas. Así
es aniquilado desde que el hombre nace, hasta el menor
atisbo de Espíritu. A

través de castigos, amenazas y lavados de cerebro son


anu- ladas toda rebeldía, desobediencia, oposición y todo
lo que provenga del Espíritu. Transformando a sus hijos en
máqui- nas de ciega obediencia, los progenitores
satánicos forman a los futuros esclavos del demiurgo.
En medio de esta gran confusión, los hombres creen
saber lo que es bueno y lo que es malo. Creen también
que haciendo lo que llaman “bueno” y evitando lo que
llaman “malo”, están cumpliendo con todo su deber. No
saben cuán confundidos están, no saben que viven en el
error, no saben que continuamente se engañan a sí
mismos y enga- ñan a los demás. No lo saben porque
están dormidos, por- que les han lavado el cerebro,
porque les han anulado el Espíritu desde su nacimiento.
La mayoría de los hombres llama luz a lo que es
verdadera oscuridad y a la Luz Verdadera la percibe
como tinieblas. Llama “bien” a todo lo satánico
proveniente del demiurgo, y a todo lo que pro- viene del
Dios Incognoscible lo llama “mal”.
Hay dos fuerzas opuestas actuando fuera y dentro del
hombre: el creador y el Incognoscible, lo creado y lo
Increado, el alma y el Espíritu. Una de ellas representa al
mal y a la oscuridad, la otra al Bien y a la Luz. Es fácil de
imaginar cuales serán las posiciónes de un Gnóstico y las
de un hombre dormido.
Se dice que toda la historia humana se puede explicar
como la lucha entre la luz y la oscuridad, pero ¿Qué luz y
qué oscuridad? La mayoría de los seres humanos
descono- ce que pasa su vida luchando a favor del mal
verdadero. Lo que los hombres llaman luz es la luz creada
por el demiur- go, pues no conocen una luz superior a
esa. Es la luz que proviene del mundo creado y que para
el Espíritu es una oscuridad insondable. Los hombres
llaman luz a la oscuri- dad que proviene del demiurgo y
de su creación demonía-
ca. Llaman verdad a la Gran Mentira, al Gran Engaño, a lo
que podemos denominar la Gran Burla.
Hay otra Luz, superior, inconcebible, incognoscible: la Luz
Increada que proviene del reino del Dios Verdadero y
Desconocido. ¿Qué ocurriría si esa Luz irrumpiera en este
universo impuro? Los hombres se enceguecerían. ¿Qué
verían? ¿Verían una luz? No, verían la noche. Sus ojos
no están preparados para contemplar esa Luz
infinitamente pura y perfecta. Se asustarían, temiendo con
razón ser des- truidos por ella. Entonces a esa Luz la
llamarían “el mal”, “la oscuridad”, como ocurre con todo lo
que es mirado con los ojos de lo impuro, del cuerpo y del
alma del hombre, y no con los ojos del Espíritu.
Esta es la confusión entre oscuridad y Luz, la misma
confusión que hay entre el dios creador y el Dios
Incognoscible, entre lo creado y lo Increado, entre el alma
y el Espíritu. Por eso, sin saberlo los hombres llaman luz
a la oscuridad verdadera, y a la Verdadera Luz la llaman
oscuridad. La Verdadera Luz los dejaría ciegos, los
destrui- ría. Si pudieran soportar su visión sin morir,
sólo verían una oscuridad sin nombre, porque
estarían viendo la Luz Verdadera.
• LAS LOGIAS BLANCA Y NEGRA

Mucho se habla últimamente de la logia blanca y la logia


negra. Los seres que las integran actúan en otros pla- nos
dimensionales, por lo que son invisibles para el hom- bre
común. Se dice que la logia blanca está conformada por
seres supuestamente muy evolucionados, que tratan de
ayu- dar a los hombres a evolucionar, de acuerdo al Gran
Plan que el dios creador tiene reservado para su creación
mate- rial y para sus criaturas. Como esta logia trata de
ayudar al hombre, para que este pueda cumplir
satisfactoriamente su función dentro del plan de la
creación, se la llama “logia blanca”, o “fraternidad blanca”.
Sería algo así como “la logia buena de los seres buenos
de la luz”.
Por otra parte, ya podemos imaginar quienes son los
miembros de la logia negra: los que están en contra del
plan del dios creador, los que tratan de evitar que ese
plan se lleve a cabo. Esta es la logia negra, los “malos de
la pelícu- la”. Debemos aclarar que estamos utilizando el
término “logia negra” para evitar confusiones, porque así
se la conoce vulgarmente, al haber sido denominada de
esta forma por los agentes del demiurgo. Jamás los
representan- tes del Espíritu integrarían una “logia”. Su
verdadero nom- bre es Orden Negra.
La logia blanca trabaja a favor del dios creador y de su
plan, mientras que la logia negra trabaja en su contra. Por
ello, a los miembros de la logia negra se los denomina
“los

hermanos equivocados”. Porque “pudiendo ayudar a


cons- truir, decidieron destruir”. Porque “pudiendo hacer el
bien, optaron por el mal”. Al sostener que los miembros
de la logia negra se oponen al “plan perfecto de un
demiurgo bueno”, automáticamente se produce un
rechazo y una aversión natural hacia estos “enemigos del
bien”. Lo que deliberadamente se ha ocultado durante
siglos, es que estos “enemigos del dios único” no se
oponen porque sí a la obra de este creador. Se ha
ocultado que ellos tienen otro dios, que no es el diablo
sino el Dios Superior y Verdadero. Se ha ocultado que la
lucha para hacer fracasar los planes del demiurgo es la
empresa sagrada de estos guerreros del Verdadero Bien.
Se ha ocultado que el Dios Incognoscible también tiene un
plan, infinitamente luminoso y perfecto. Y todo esto se nos
ha ocultado para engañarnos mejor. Para desprestigiar y
calumniar con mayor eficiencia a los Guerreros del
Espíritu. Para que no podamos despertar. Para que no
podamos “ser como dioses, conocedores del bien y del
mal”.
Hay una guerra que comenzó con el Big Bang, hace miles
de millones de años, entre esas dos fuerzas de la
oscuridad y de la Luz, entre el dios creador y el Dios
Incognoscible. Las logias blanca y negra son sus respecti-
vas huestes. Como este es el mundo del demiurgo, él es
quien decide a quien llamar blanco y a quien llamar negro.
El mundo del demiurgo es, también, el campo de batalla
donde esta guerra es librada.
¿Cómo son representados vulgarmente estos “maestros
de sabiduría” de la logia blanca? Se los representa con
aspecto angelical y bondadoso, con barbas y ropajes
blan- cos, como si fueran puros e inmaculados. Se los
representa así para engañar mejor a los incautos. Para
que nadie pueda sospechar que estos son los verdaderos
demonios, encarga-

dos de hacer cumplir el plan satánico del demiurgo. Para


que nadie pueda intuir que estos engañadores de
hombres son quienes procuran que la humanidad prosiga
a ciegas, avanzando hacia su muerte Espiritual. Para que
nadie lle- gue jamás a saber que estos verdugos del
Espíritu son quie- nes desean que cada hombre sea una
pieza de relojería más, una máquina más, un eslabón
más. Una hormiga más del Hormiguero Comunista
Universal que el demiurgo satanás tiene reservado para la
humanidad como destino final.
Se dice que al final de la evolución de cada hombre, si ha
perdido la batalla del Espíritu y no puede luchar nunca
más, ahí es cuando verá los verdaderos rostros de estos
fal- sos “maestros” de la logia blanca.
En los últimos ciento cincuenta años, a estos miembros
de la logia blanca se los ha comenzado a describir, cada
vez con mayor claridad. Sus nombres, aspectos y
característi- cas se encuentran en los libros de Helena
Blavatsky y de sus continuadores, entre los que sobresale
Alice Bailey. Hemos hablado de uno de ellos: Satán
Kumara. ¡Miren que nombre! Eso fue demasiado, tuvieron
que enmascararlo después, transformándolo en Sanat
Kumara. Cada uno de ellos, como el demiurgo, tiene
muchos nombres, muchos disfraces para engañar mejor.
Algunos tienen directamente nombres de demonios, como
Maitreya, de quien se dice que es “el verdadero Cristo”, o
los “maestros” Morya y Dwall Khul. Otros ostentan títulos
nobiliarios, como el “príncipe” Rakotzy, un verdadero
“príncipe de las tinie- blas”. Hay muchos más, todos
similares. Al igual que todo lo creado, todos estos
demonios, cascarones vacíos del demiurgo, serán
desintegrados en el pralaya.
Por el contrario, a los miembros de la logia negra se los
representa como seres horribles, monstruosos. ¿De qué
otra manera se los podría representar en el mundo del
demiur-

go? Se los llama “enviados de Satán”, o “agentes del


Maligno”. Son representados como monstruos destructi-
vos, generalmente vestidos de negro, para confundir
mejor a los crédulos.
Dejando de lado las falsedades elaboradas para despres-
tigiar mejor, analicemos algunas características de los
gue- rreros de la logia negra.
En primer lugar, ¿Qué aspecto podría tener un ser divi-
no, un Ser de Luz que entre en este infierno? Cara de feli-
cidad no ha de tener. Tendrá cara de dolor, desfigurada
por el sufrimiento. El sacrificio de Seres de Luz, quienes
inva- den el mundo del demiurgo para ayudar a la
humanidad extraviada, implica el mayor sufrimiento que se
pueda ima- ginar.
En segundo lugar, ¿De qué color dijimos que el hombre
dormido percibe la Luz Increada? Del color negro más
intenso, sin duda. Porque la Luz Verdadera enceguece a
los impuros. Ser representado de color negro es un honor
para un Guerrero del Espíritu, porque el negro significa
Luz pura, Luz que enceguece, Luz Verdadera.
En tercer lugar, ¿Cómo es la conducta de estos Seres de
Luz cuando irrumpen en el universo del demiurgo?
Cuando los guerreros de la logia negra penetran en el
infierno cre- ado, lo hacen por un tiempo limitado, para
cumplir una misión determinada y luego salir de allí lo más
rápidamen- te posible. No tienen tiempo que perder, pues
este mundo impuro es un tormento inconcebible para
ellos. Llegados al gigantesco engendro demencial del
demiurgo, lo correcto es golpear con eficacia donde más
duela y escapar. Para quienes provienen del mundo
incognoscible, la guerra con- tra lo creado es una Guerra
Total. Para ellos, nada creado merece ser salvado.
Si un hombre común pudiera ver a estos seres, se asus-

taría de su agresividad y destrucción. Los percibiría como


enemigos peligrosos, como a los seres imaginados por
Lovecraft, o los de los films “Hellraiser” o “Predator”. Al
contemplar la realidad a través de su cuerpo y de su
alma, el hombre común ve a lo puro como impuro y a sus
salva- dores como enemigos.
Los Guerreros del Espíritu aborrecen la materia. Son
destructores, sí, pero destructores de lo impuro. Si un
hombre común se enfrentara a estos seres, todo lo que
haya de impuro en él, su cuerpo y su alma, sería
desintegra- do. Estos seres están constituidos del fuego
antimateria del otro mundo, por lo tanto ni un solo átomo
creado puede colisionar con ellos sin desaparecer. Si
estos guerreros se acercaran a un hombre común
destruirían su cuerpo y su alma, aunque no su Espíritu,
que es de fuego puro, como ellos. Sólo se destruiría lo
absurdo, lo enfermo, lo que aprisiona al Espíritu, el
ataúd que lo envuelve: el cuer- po y el alma del animal
equivocadamente llamado hom- bre.
Por el contrario, los hombres transmutados en Espíritu
puro nada temerán. Ellos sí pueden contemplar las
realida- des tal como son. Ellos sí pueden discriminar
acertadamen- te entre el Bien y el mal. Ellos sí pueden
ver a los miem- bros de la logia negra como realmente
son. Ellos saben que el fuego antimateria sólo destruye lo
creado, no lo increa- do. El Espíritu no teme a la muerte,
simplemente porque la muerte no existe para él, porque
es eterno. Y el día en que sea destruido todo lo que no
sirve, el día en que toda la creación y su creador sean
desintegrados, cuando no quede nada, ni un cuerpo,
ni un alma, ni un átomo, sólo quedarán los Espíritus,
liberados para siempre. Ya no habrá dualidad nunca
más y el mundo volverá a ser uno solo: Fuego Eterno
Incognoscible.

• REBELDIA Y OPOSICION

Los Gnósticos, una vez delimitadas las diferencias


absolutas e irreconciliables entre el dios creador y el Dios
Incognoscible, consideran al dios creador del mundo
como algo totalmente inferior al Dios Verdadero y
Desconocido. Es lógico entonces, que sostengan que
todos los mandatos, todas las leyes del dios creador del
universo y del hombre deben ser desobedecidas, porque
esa no es la palabra del Dios Verdadero sino la del otro, la
del impostor, inferior e inepto. Para los Gnósticos, todo lo
que está en los libros sagrados de las religiones no es la
palabra del Dios Verdadero e Incognoscible, sino la del
dios creador o demiurgo. En esos libros están sus
mandamientos, lo que él desea que los hombres cumplan,
cómo deben relacionarse entre ellos y cómo deben
adorarlo y servirlo a él. Los Gnósticos concluyen que si
esas leyes son las del demiurgo, pueden y deben ser
desobedecidas.
Los Gnósticos se oponen a priori, por principio, a todo lo
que provenga del demiurgo. Todo lo que el creador
declare, todo lo que ordene, todo lo que exija debe ser
desobedecido, porque ese no es el Dios Verdadero
sino un impostor que se cree “el Único”.
Vista desde afuera y superficialmente por un hombre
común, esta posición Gnóstica parece una rebeldía
abomi- nable. El hombre común imagina que un dios
bueno ha cre- ado al hombre, ama al hombre, desea
ayudarlo, ha puesto

muchas esperanzas en él y necesita del hombre para


perfec- cionar y completar su obra. El hombre común
vería con horror esta oposición Gnóstica contra “el padre
bueno que lo ha traído al mundo”. El hombre, la mejor de
las criatu- ras que dios ha creado, se estaría rebelando
contra él, opo- niéndose a él, renegando de él. ¡Que cosa
horrible! Pero lo que el hombre común no sabe, es todo lo
que hemos dicho hasta ahora sobre ese “padre bueno”, y
sus obras y proyec- tos.
Para la Gnosis, la rebelión contra el demiurgo no sólo
libera al hombre de su esclavitud y servidumbre, también
debilita y quita poder a aquél. Con su oposición perma-
nente, el Gnóstico paulatinamente va adquiriendo un
poder igual y luego superior al del dios creador.
Si el hombre fuera sólo un cuerpo y un alma, si estas dos
entidades creadas por el demiurgo fueran todo lo que
constituye a un hombre, por supuesto que nunca habría
rebelión alguna. Nada creado se rebela contra su creador.
Lo que ocurre es que hay algo en el hombre que no
ha sido creado por el dios creador: el Espíritu Eterno.
El Espíritu ha sido traído de afuera, no pertenece a este
mundo. Ha sido agregado al engendro cuerpo-alma, para
hacerlo funcionar y evolucionar. Pero ha sido puesto allí
contra su voluntad, se encuentra encarcelado en la
materia. Es el Espíritu lo que se rebela. No se rebela
contra su crea- dor, se rebela contra su aprisionador.
Escuchen bien: esta rebelión proviene del Espíritu. Es
lo increado en el hom- bre lo que aborrece y se opone
al satanás creador y a su obra.
Un hombre Gnóstico, un hombre que se haya transfor-
mado en su propio Espíritu, un hombre en quien su
Espíritu se haya liberado y que apoderándose de su
cuerpo y alma los utilice como instrumentos, ese hombre
será un gran

rebelde, un gran opositor. Sus acciones serán imponentes


y demoledoras, como lo es todo Espíritu liberado. Y como
en el caso de Caín, el demiurgo no tendrá poder sobre él.
Un hombre semidormido, por el contrario, será un rebelde
a medias. Buscará a ciegas una salida. Se opondrá casi
inconcientemente al mundo creado que envuelve y asfixia
a su Espíritu. Su accionar semiconciente no permi- tirá
una rebeldía u oposición capaces de poner en peligro al
demiurgo y su obra.
Dijimos que en el proceso de liberación del Espíritu, el
hombre va adquiriendo un poder igual y luego superior al
del dios creador. Dijimos también que una rebeldía y opo-
sición, fuertes y sostenidas, debilitan y quitan poder al
demiurgo. Esto nos lleva a las cuatro posturas posibles
sobre la idea que un hombre puede tener del dios
creador.
La primera de ellas: el demiurgo existe. El dios creador del
cielo y de la tierra, existe.
La segunda posición es: el demiurgo no existe. Es el
ateísmo. El dios creador no existe. Todo lo que existe es
producto de la evolución ciega de la materia.
Estas dos primeras posiciones, dios existe-dios no exis-
te, son las tradicionales en la historia de la humanidad.
Siempre se pensó que no podía haber una tercera postu-
ra, pero vino Nietzsche y declaró “dios ha muerto”. Esta es
la tercera idea que sobre el dios creador puede tener un
hombre: dios existió, pero ahora está muerto. Esta idea
parece ser algo intermedio entre existe-no existe.
La cuarta posición es mi posición Gnóstica: el dios cre-
ador existe, pero debe ser eliminado por el hombre.
Esta última posición parece ser la que más horror ha
causado, a juzgar por la forma en que se la ha perseguido
y ocultado. Los Gnósticos sostienen que el creador debe
ser acorralado y debilitado, de forma tal que no pueda
volver a

crear nunca más nada y termine por desaparecer. La


duali- dad de mundos debe ser eliminada por el
hombre. Habrá entonces un solo reino: el del Dios
Incognoscible. Los Gnósticos sostienen que los ataques
deben ser diri- gidos contra el dios creador, para romper
el eterno retorno de manvantaras y pralayas, de ensayos
y errores experi- mentales en ese Gran Plagio que jamás
alcanzará la perfec- ción. Si una reacción atómica en
cadena destruyera todo lo creado, el demiurgo
nuevamente volvería a crearlo todo otra vez. Por esta
razón la Gnosis afirma que es el dios cre-
ador quien debe ser vencido y eliminado.
En un interesante film titulado “Warlock”, un brujo, que es
“el malo de la película”, intenta encontrar las palabras
exactas con las que el demiurgo ha creado el mundo.
Pronunciando al revés esa fórmula toda la creación
desapa- recería. No se trata de algo malo sino de una
posible pérdi- da de tiempo: si así sucediera el demiurgo
volvería a crear- la nuevamente.
Otro tema importante es el del suicidio. El suicidio
pareciera ser una rebelión contra el creador, pero no lo
es. Quienes piensen que a través del suicidio lograrán
escapar de las garras del demiurgo, están equivocados.
Cuando un hombre comienza a despertar y empieza a ver
las cosas tal como son, teme haberse vuelto loco. Se da
cuenta que todo lo que le han enseñado han sido
mentiras, que está rodeado de locos y sonámbulos, y que
está inmer- so en un gigantesco campo de concentración
habitado por insanos. Si este hombre no encuentra
rápidamente a otros hombres despiertos como él, es
probable que piense en sui- cidarse, tratando de huir de
esa prisión. Por eso la mayoría de los hombres prefiere
continuar durmiendo. La mayoría no quiere conocer la
verdad: que habitan un gigantesco manicomio ideado
y controlado por el Loco Supremo.

Solo una minoría de hombres muy valientes buscará ese


Conocimiento Especial capaz de despertarlos.
Vimos que el intento de destrucción de la obra del
demiurgo es algo inútil, pues éste volvería a crearla
nueva- mente. Así también, el suicidio es un error, una
rebelión inútil, y en este caso todo lo contrario a una
liberación.
Cuando un hombre común y corriente se suicida, su alma
es separada del cuerpo, llevándose consigo al Espíritu
que está atado a ella y entregada al demiurgo. A continua-
ción vienen el juzgamiento, el castigo y el karma. Esto es
lo que sucede cada vez que un hombre muere, y en el
caso del suicida no es una excepción. En el caso del
suicidio, el castigo infligido por el demiurgo será mayor: un
prisionero ha intentado escapar y ha sido atrapado
nuevamente. Doble castigo. El suicida no ha escapado de
nada, no se ha libera- do de nada. Allí está, nuevamente
en las manos del demiur- go. Para el hombre común, el
suicidio no es una salida ni una liberación. Al contrario, es
un empeoramiento de su situación.
Pero en el caso de un hombre que se ha realizado en su
Espíritu todo es diferente, pues él ya no es un hombre
común y corriente. Él es un evadido de la cárcel del
demiurgo. A él ya no pueden alcanzarlo el demiurgo y sus
castigos. Las leyes del karma ya no existen para él. Él se
ha transformado voluntariamente en algo increado dentro
del mundo creado y puede hacer lo que quiera, incluso
suici- darse. Su cuerpo y su alma impuros, han sido
diviniza- dos por el Espíritu y ya no pertenecen al
demiurgo. Su cuerpo, alma y Espíritu se han
convertido en una sola cosa: indestructible, inmortal y
eterna. Para esta clase de hombre, el suicidio es
simplemente una manera de trasla- darse de un punto a
otro del universo, o de una dimensión a otra.

Este tipo de hombre es el que está descrito en el mito


cristiano. Se dice que cuando fueron a buscar el cuerpo
de Cristo no lo encontraron, la tumba estaba vacía. Claro,
¡Si el Espíritu se había llevado al cuerpo y al alma con él!
Después de la “muerte”, el cuerpo y el alma Espiri-
tualizados, transformados en una unidad indisoluble con
el Espíritu, se marchan con él.
Veamos el ejemplo de un suicida famoso, ahora que
hablamos del cristianismo. Ese suicida es Judas, el
hombre que traicionó a Jesucristo. Un hombre común,
desinforma- do y confundido, diría que Judas es un
monstruo, que por su culpa Jesucristo fue crucificado.
Judas es el malo de esta historia ¿Quién podría quererlo a
Judas?
Sin embargo, para los Gnósticos Judas es un héroe, un
benefactor de la humanidad, que con su traición ayudó a
que se cumpla la misión de Jesucristo. Incluso existió un
“Evangelio de Judas”, que narraba todos estos sucesos
desde el punto de vista de él. Ya pueden imaginar lo que
ocurrió con ese evangelio.
Según los Gnósticos, Judas vino a ayudar a Cristo en su
misión. La traición de Judas es lo que condujo
directamen- te a Jesucristo a su crucifixión. La muerte del
Mesías redi- mió al mundo. La muerte redentora del
Salvador, sin Judas no hubiera sucedido. Sin Judas, el
cristianismo no hubiera triunfado como religión. Que
distinta hubiera sido la histo- ria humana si no hubiera
existido Judas, “el mejor de los discípulos del Señor”.
Qué podía importarle a Judas el hecho de que genera-
ciones posteriores dijeran de él que era un monstruo. ¡Si
ése es el destino de los héroes, de los grandes hombres,
aquí, en el infierno del demiurgo! Sin duda Judas sabía
que posteriormente se hablaría mal de él, que se lo
desprestigia- ría sin piedad, que sería odiado y
despreciado por todos.
Pero, ¿Qué podía importarle eso a quien vino a cumplir
una misión imprescindible, nada menos que junto a uno
de los salvadores del mundo? Por eso Cristo dijo a Judas:
“Judas, lo que tienes que hacer hazlo ahora”. Su “traición”
fue fun- damental para el futuro del cristianismo.
¿Qué podría hacer Judas después de cumplir con éxito su
misión? Debía abandonar el mundo del demiurgo, pues
ya no tenía nada que hacer aquí. Cumplida su misión,
debía retornar a su hogar en el mundo incognoscible.
Judas se suicidó. Cuentan las tradiciones que Judas se
dirigió a un árbol y se ahorcó. Una vez cumplida su misión,
un Guerrero del Espíritu puede recurrir al suicidio como
una forma de salir rápidamente del infierno del demiurgo.
Puede hacerlo porque él no pertenece a este mundo y,
como dijimos, ni el creador ni sus leyes tienen poder
sobre él.
Pero una cosa es el suicidio en un guerrero, en un super-
hombre del Espíritu, y otra cosa es el suicidio en un hom-
bre dormido. Por eso no es lo mismo el suicidio de Judas
que el suicidio de un hombre común y corriente, que se
desespera por cualquier tontería del mundo de la materia
y un buen día se mata.
Afirman los Gnósticos que el árbol en el que Judas se
colgó, no era otro que el árbol del Edén.
• LA INICIACION GNOSTICA

La iniciación es una ceremonia, generalmente un acto


grupal, en el cual se le transmiten a un aspirante conoci-
mientos secretos que producirán grandes cambios en él.
Una vez iniciado, el aspirante nunca volverá a ser el
mismo. Cuando una iniciación es verdadera, es un punto
de inflexión en la vida del aspirante. Hay un antes y un
des- pués de la iniciación, porque ha ocurrido algo en esa
cere- monia que ha cambiado espectacularmente su vida,
algo que no podrá olvidar nunca más. He conocido
personas que han recibido iniciaciones en distintos
lugares, pero en nin- guna de ellas notaron nada especial.
Indudablemente, no se trató de iniciaciones verdaderas.
Pero cuando alguien reci- be una verdadera iniciación, su
experiencia es realmente impresionante y jamás la
olvidará. Algunos comparan esta experiencia con la de
haber sido alcanzados por una espe- cie de rayo, en
medio de la ceremonia. Esa “especie de rayo” es lo que
produce el cambio terrible que marcará para siempre la
vida del aspirante. Ya nunca más volverá a ser el de
antes. Por el resto de su vida quedará encausado hacia
una meta, el objetivo particular de la iniciación recibida.
Todo hombre, tarde o temprano deberá optar por uno de
los dos únicos caminos, opuestos e irreconciliables, que
existen para él: la realización de su alma o la realización
de su Espíritu. No hay una tercera posibilidad. El camino
de la mano derecha, hacia el demiurgo, a través del
perfec-

cionamiento del alma, o el Camino de la Mano


Izquierda, hacia el Incognoscible, a través de la libera-
ción del Espíritu. El alma o el Espíritu son lo que consti-
tuye la meta u objetivo particular de una iniciación, y por
ello sólo existen iniciaciones del alma e iniciaciones del
Espíritu. Ambas tienen por finalidad facilitar el acceso del
aspirante hacia el destino escogido por él.
Es importante conocer las características principales de
ambos tipos de iniciaciones, a fin de poder discriminar sin
errores entre unas y otras. Por desconocer estos detalles,
muchos incautos caen en las trampas que los conducirán
directamente a las fauces del demiurgo. Es fácil
equivocar- se, pues a la falta de libros e información deben
sumarse los enmascaramientos y falsificaciones. Veamos
qué cosas es necesario tener en cuenta, para rechazar
con eficacia la fruta envenenada que nos ofrecen los
sirvientes del demiur- go.
En primer lugar, el objetivo de las iniciaciones del alma es
la fusión final con el demiurgo. Esto debe ser tomado muy
en cuenta. Si alguien nos habla de la “unión con Dios”, de
“perderse en Dios”, de la “fusión de la concien- cia
individual con la Conciencia Una”, del samadhi (diso-
lución en el demiurgo), etc., sabremos que estamos frente
a una religión, secta o movimiento esotérico encolumnado
tras el demiurgo. Por supuesto que las iniciaciones que
pue- dan otorgar allí, serán las iniciaciones del alma y no
las del Espíritu.
Por el contrario, en las iniciaciones del Espíritu jamás se
habla de fusión con ningún dios. Al final del camino,
cuando se produce el enfrentamiento total con el
demiurgo, el iniciado deberá resistirlo y rechazarlo,
excluirlo y excluirse para siempre. En estos casos no se
hablará del samadhi sino del kaivalya: separación
absoluta. Pero un

kaivalya especial, no sólo una separación total con


respec- to a todo lo creado por el demiurgo. No. El
verdadero kai- valya comprende inevitablemente la
separación total y absoluta con el demiurgo mismo.
En segundo lugar, en las iniciaciones que conducen al
demiurgo se procura en el aspirante un debilitamiento del
yo y su posterior renuncia a él. Todo movimiento religioso
que trabaje a favor del demiurgo le dará una gran
importan- cia a la necesidad de anular el yo en los
aspirantes. Para que la fusión con el demiurgo tenga
éxito, es fundamental que el aspirante renuncie a su yo.
Una vez que el yo se haya desintegrado, la cáscara vacía
en que el iniciado se ha con- vertido será llenada
presurosamente por el demiurgo. Ese hombre se ha
entregado al demiurgo como animal de sacri- ficio, ha
alcanzado la nada y la nada ha sido llenada por el
demiurgo. Se ha cumplido la meta del demiurgo, ese
hom- bre ha recorrido un largo camino para terminar
disolvién- dose en aquel que lo creó.
A la inversa, en las iniciaciones del Espíritu se procura
siempre un agrandamiento del yo y una acumulación de
poder. Agrandar el yo es acercar el Espíritu. Si no existe
el yo, el Espíritu no puede manifestarse. Renunciar al yo
es renunciar al Espíritu.
En tercer lugar, en las iniciaciones del alma se habla de
evolución, de futuro y de progreso. “El alma debe evolu-
cionar hasta fundirse con Dios”. “Toda la creación evolu-
ciona hacia Dios”. “La sociedad humana continuará evolu-
cionando hasta llegar a ser una comunión universal de
almas”. “Cada día que pasa el mundo está mejor”.
Al contrario, en las iniciaciones del Espíritu se habla de
retorno y de pasado. El mundo marcha hacia su empeora-
miento y su destrucción. Nada bueno nos espera en el
futu- ro. Es imprescindible la restauración de Algo que
existió en

el pasado. Para reparar la Gran Injusticia cometida por el


demiurgo y sus secuaces, es preciso retornar hacia ese
pasado para desactivar todo, para liberar lo que haya que
liberar y para destruir lo que haya que destruir.
En cuarto lugar, en las iniciaciones del alma se hablará de
compasión, devoción, amor, generosidad y servicio.
Compasión por todos los seres creados por el demiurgo.
Amor al demiurgo y a los demás hombres. “Amor a todo lo
que el Aliento de Vida Divina ha traído a la existencia”
(este “Aliento de Vida Divina” no es otro que el aliento del
demiurgo). Servir a los demás, a los “maestros” de la logia
blanca y al demiurgo, “para que se cumpla el Plan de la
Tierra”. También hacen hincapié en la culpa y en el arre-
pentimiento.
Por el contrario, en las iniciaciones del Espíritu se habla
del aspirante como de un guerrero que ha declarado la
gue- rra total a las fuerzas de la materia. No se habla de
paz sino de espada, se habla de lucha por la libertad y de
asaltar el cielo. No se habla de amor ni de devoción, ni de
culpa ni de arrepentimiento, sino de deber, de honor y de
venganza. Hay que tener en cuenta que a medida que el
aspirante se va Espiritualizando, aumentan en él la
agresividad y la repulsión contra todo lo que es anti-
Espiritual e impuro, material y creado. Es esta la
hostilidad natural del Espíritu hacia el demiurgo y su
obra. Si el Espíritu sin- tiera amor hacia el demiurgo y
su creación, no sería un Espíritu, sería un alma. El
alma es amor puro (al demiurgo y su obra). El Espíritu
es odio puro (al demiurgo y su obra).
Estos detalles que hemos enunciado, nos permitirán
identificar mejor de qué bando están las personas o
grupos religiosos que pretenden ayudar a otros. Al
escucharlos o al leer sus libros, rápidamente sabremos si
están con Dios o

con el diablo. En esta era de tinieblas, en que sólo se


habla de la “realización del alma”, de “los poderes del
alma”, del “perfeccionamiento del alma”, es bueno
recordar que, aunque perseguida y negada, existe
también la libera- ción y realización del Espíritu.
Una vez definidos los dos tipos posibles de iniciación,
veremos a continuación otras características.
En las iniciaciones Gnósticas, la persona recibe un cier- to
conocimiento secreto. Este no es un conocimiento cual-
quiera sino un conocimiento que produce cambios
notables en el aspirante. Se trata de un conocimiento
especial que tiene el poder de transformar a quien lo
escucha. Los Gnósticos dan una importancia capital a
este tipo de cono- cimiento (ya vimos que Gnosis significa
eso: conocimien- to). Por ello, para todo Gnóstico la
salvación no se alcanza por la fe, sino por el
conocimiento. Este conocimiento secreto, transmitido
durante la iniciación, no es el final del camino sino el
principio. Este conocimiento tiene el poder de despertar y
encausar al aspirante hacia su meta final: la liberación del
Espíritu. Una vez recibido y estudiado, este conocimiento
va transformando al iniciado paulatinamente, por etapas.
Para alcanzar el cambio radical al que aspira, la
transmutación final por el Espíritu, el iniciado deberá
luchar permanentemente y sin descanso. El recuerdo y el
impacto de la iniciación le darán fuerzas para no
retroceder jamás ni olvidar su meta.
En una antigua obra Gnóstica recientemente recupera-
da, a la que han titulado “El pensamiento trimorfo”, se dice
que la iniciación “es una experiencia de conocimiento que
aporta la realidad espiritual” (la realidad del Espíritu). Dice
también que es “un proceso de ascensión que es derrota
del cosmos y consolidación de lo verdadero” (el cosmos
es la obra del demiurgo y lo verdadero es el Espíritu).
Habla del

conocimiento que libera y purifica. Habla de “los hombres


que persiguen el mundo del Espíritu”, y de “los hombres
que caminan en la materia”. Habla de las iniciaciones por
etapas que paulatinamente van purificando y allanando el
camino de ascensión hacia el Espíritu. En esta obra, el
demiurgo es llamado “el gran demonio”.
Generalmente, las iniciaciones son tres. Después de las
transformaciones que produce la primera iniciación, y
cuando se lo considera preparado, el iniciado recibirá la
segunda iniciación, la cual producirá en él otro tipo de
cam- bios. Y así sucederá con la tercera iniciación, con la
cual el camino hacia su transmutación final quedará
allanado com- pletamente.
Otra característica de las iniciaciones es que pueden ser
individuales o colectivas. Hasta ahora hemos hablado de
iniciaciones individuales, cuando un hombre decide trans-
poner el umbral y ser iniciado. En el segundo caso es ya
un pueblo o una comunidad entera, cuyos miembros
persiguen esta transformación como en un solo bloque.
Estos casos son más bien raros, pero ha habido varios en
la historia.
También puede darse el caso de una auto-iniciación,
cuando el aspirante se siente preparado y decide iniciarse
a sí mismo.
También está el caso de iniciaciones recibidas durante el
sueño.
Más adelante veremos con mayor detalle estos dos últi-
mos casos.
¿Cuáles serían las características de las iniciaciones
Gnósticas en la antigüedad? Todos los libros Gnósticos
que las describían han sido destruidos. Busquemos entre
los enemigos de los Gnósticos, quienes sí pudieron leer
esas obras. Ireneo de Lyon fue uno de ellos. Escribió una
obra en cinco tomos titulada “Adversus Haereses”
(“Contra las

herejías”). Sólo se ha traducido el tomo I, el cual es más o


menos fácil de conseguir y en el que Ireneo se burla de
las ideas Gnósticas. El resto de los tomos están en griego
y latín, ocultos en alguna biblioteca de difícil acceso. Es
comprensible, pues el tomo II está referido a las ideas del
gran Gnóstico Marción, y se ha tratado de que nadie
conoz- ca sus ideas, de que nadie lea su inmortal obra
“Antithesis”, por ejemplo. Se ha procurado que ningún
hombre pueda ser esclarecido por él, despertado por él,
no sea que alguna de las religiones del demiurgo se
venga abajo.
Pero el tomo III, el más ocultado, es el que describe las
ceremonias Gnósticas de iniciación. Si estos libros,
contra- rios a la Gnosis, escritos nada menos que por San
Ireneo, llenos de calumnias e ironías contra ella, son tan
celosa- mente ocultados… ¡Que podría esperarse de un
libro autén- ticamente Gnóstico!
La gran erudita del Gnosticismo, Elaine Pagels, tuvo
acceso al tomo III de Ireneo de Lyon, y en su libro “Los
evangelios gnósticos” nos describe algunos detalles de la
iniciación Gnóstica. Nos dice Pagels que el aspirante ha
tomado conciencia de que antes adoraba y servía al
demiur- go, a quien hasta ese momento había confundido
con el verdadero Dios. Durante la ceremonia de iniciación,
el aspirante se dirige al demiurgo declarando su
independen- cia con respecto a él y a su creación,
comunicándole que ya no pertenece a su esfera de
autoridad y que ha trascendido todo eso. El iniciado
reconoce al Dios Incognoscible, rechaza la autoridad
del dios creador y sus mandamien- tos, y declara que
ha sido liberado para siempre del poder del demiurgo.
A partir de allí su relación con el demiurgo será
completamente distinta.
A través de la iniciación, el iniciado ha cambiado
radicalmente su relación con el dios creador. Se ha
sepa-

rado del demiurgo y de toda la creación. Se ha


separa- do de su cuerpo y de su alma. Ha quedado
fuera de las leyes que rigen el mundo de la materia y
del tiempo. Ha quedado fuera de todo, menos de su
Espíritu.
Con esto volvemos al tema de la auto-iniciación. Hay
hombres que han despertado un poco y buscan
desespera- damente el camino hacia la liberación de
sus Espíritus. Esos hombres pueden auto-iniciarse,
producir por sí mis- mos el cambio trascendente que los
lleve hacia el Espíritu. A continuación voy a relatarles la
fórmula de auto- iniciación que elaboré y apliqué sobre
mí mismo. Por la noche, estando acostado y listo para
dormir, cualquiera que lo desee puede repetirla
mentalmente hasta quedarse dor- mido. Dice así: “Quiero
separarme del dios creador y de su creación, quiero
separarme de la materia y del tiem- po, quiero
separarme de mi cuerpo y de mi alma, quie- ro unirme
a mi Espíritu, quiero que se libere mi
Espíritu, quiero ser mi Espíritu, yo soy mi Espíritu”.
Esta fórmula de auto-iniciación produce resultados
increíblemente impresionantes, por lo que debe ser
aplica- da con cuidado. Al menos en los comienzos, es
convenien- te no aplicarla todas las noches.
Este tipo de auto-iniciación nocturna nos lleva a los casos
en que las iniciaciones son recibidas durante el sueño. En
estos casos el aspirante se halla fuera de su cuer- po
físico y la ceremonia es llevada a cabo en otras dimen-
siones del universo creado. Hay iniciados que han
recibido una, dos y hasta tres iniciaciones durante el
sueño. Otros han recibido la primera en el plano físico y
las restantes fuera de él. Cada caso es particular, no hay
dos iguales.
Durante las ceremonias de iniciación efectuadas duran- te
el sueño, el aspirante, aunque alejado de su cuerpo físi-
co, está plenamente conciente de todo lo que ocurre.

No sólo las iniciaciones del Espíritu, también las del alma


pueden ser recibidas en otras dimensiones.
En mi caso, busqué por todo el mundo y por muchos años
a quien pudiera darme la verdadera iniciación Gnóstica. Al
final, supe que ¡Ese iniciado había vivido todos esos años
a menos de cien metros de mi casa! Yo bus- caba por
lejanos países aquello que estaba al alcance de mi mano.
Cuando fui a golpear su puerta me comunicaron que
hacía poco tiempo se había marchado de este mundo.
Fue tan grande mi decepción que pensé que la única
manera de acceder a la iniciación Gnóstica auténtica
sería auto- iniciarme durante el sueño, en otras
dimensiones del mundo creado.
A continuación voy a relatar algunas experiencias que me
sucedieron.
Una noche, en que había estado leyendo el libro “El ros-
tro verde”, de Gustav Meyrink, antes de dormirme repetí
mentalmente varias veces “quiero la liberación de mi
Espíritu”, durmiéndome a continuación. Habría transcurri-
do media hora, cuando me despertó una potente luz. Yo
permanecía con los ojos cerrados pero veía una gran luz,
todo era luz para mí. Abrí lentamente los ojos y pude com-
probar que esa intensa luz llenaba toda la habitación.
Pensé que alguien había entrado en mi casa y había
encendido las luces. Pero no, las luces estaban
apagadas, esta era una luz diferente, una extraña luz que
nunca había visto antes. Sin moverme, recorrí con la
mirada toda la habitación y descu- brí que se originaba en
un rincón de la misma. Fluía desde allí un chorro de luz
que ya había llenado la habitación, a borbotones, como
una niebla luminosa que lo inundaba todo. Ante estos
fenómenos debemos tratar de no asustar- nos,
recordando que el miedo no existe para el Espíritu. El
Espíritu no teme a nada porque es indestructible, inmortal

y eterno.
Otra noche, después de leer unas páginas del libro “La
teoría de la vida eterna”, de Rodney Collin, resolví repetir
mentalmente, hasta dormirme, las palabras “quiero recibir
la iniciación del Espíritu”. Unos cuarenta minutos después
me despertó nuevamente la misma luz de la vez anterior,
pero ahora había además dos personas en la habitación.
Yo continuaba con los ojos cerrados, pero “sentía” que
había dos hombres allí, junto a mi cama. Pensé, “¿Cómo
pudie- ron entrar, si las puertas y ventanas están cerradas
y solo yo tengo las llaves de esta casa?”. Yo temía abrir
los ojos, temía mirarlos y que se percaten de que yo
había desperta- do. Oí una voz extraña y fuerte: “Nos
llamaste y hemos venido ¡Y ahora tienes miedo!”. Yo
continué sin abrir los ojos y nada respondí. Hubiera
deseado escapar de allí, pero temía ser atacado por ellos
si lo intentaba. Después escuché “no estabas preparado
del todo”, y luego “no hay otra manera”. Inmediatamente
clavaron en mi cabeza una espe- cie de aguja, sin darme
tiempo a reaccionar ni defenderme. Sentí que estaban
inyectando una especie de líquido en mi cráneo, con lo
que me pareció era un tipo de jeringa de metal, o algo así.
A continuación me dormí. Desde ese día en adelante,
percibí en mí una especie de alejamiento con respecto al
mundo y supe desde entonces con exactitud y claridad
cuál era la meta a la que debía dedicar todos mis
esfuerzos por el resto de mi vida. También noté que mis
dudas y fluctuaciones, con respecto a cuál era el camino
más directo hacia el Espíritu, habían desaparecido.
El miedo en un hombre es señal de que está aún com-
penetrado con el mundo creado y con sus leyes. Señal de
que aún ama lo material, su cuerpo y su alma, y no quiere
perderlos. Por esa razón su separación con respecto a
todo lo creado debe ser paulatina. A medida que avanza
en su

Espiritualización el miedo va disminuyendo, a la vez que,


como ya dijimos, va aumentando su hostilidad hacia todo
lo impuro y efímero. Estas son las pruebas de que un
hom- bre se está acercando a su Espíritu.
Años después, viví una experiencia similar después de las
repeticiones mentales previas al sueño. Apareció la
misma luz y los mismos hombres. Esta vez la misma voz
dijo: “Ya no hay miedo”. Y a continuación apoyaron en mi
cabeza un extraño instrumento que emitía una especie de
rayo láser, con el cual grabaron en mi cráneo un extraño
signo de forma romboidal. Después de esta segunda
expe- riencia, menos invasiva que la primera, advertí que
estaba avanzando hacia mi Espíritu sin mirar atrás ni a los
costa- dos. El camino había sido allanado completamente,
se había transformado en una vía directa a la que sólo
restaba transitar.
La tercera experiencia iniciática tiene por finalidad faci-
litar y favorecer la transmutación final, la Salvación Ver-
dadera.

• LA LIBERACION VERDADERA DEL ESPIRITU

Con lo que hemos dicho hasta aquí, estamos en condi-


ciones de responder las tres preguntas fundamentales
que los hombres raramente se hacen alguna vez en su
vida. Estas tres preguntas son: ¿Quién soy yo? ¿Por qué
estoy aquí? ¿Qué debo hacer en esta vida?
¿Quién soy yo? Soy un Espíritu increado y eterno,
encadenado al cuerpo-alma creado y efímero, aprisionado
en la materia.
¿Por qué estoy aquí? Estoy aquí para ser usado como
animal de laboratorio, en un experimento descabellado y
demencial concebido por un dios inferior. Este plan requie-
re del aprisionamiento de un Espíritu Eterno, a fin de utili-
zar su potencia antimateria para impulsar la evolución de
ese engendro impuro y perecedero denominado cuerpo-
alma. Para que un hombre pueda alcanzar alguna vez el
objetivo final para el cual ha sido creado, su
transformación en el demiurgo, es imprescindible la
potencia de un Espíritu. Esta energía antimateria, capaz
por sí sola de poner en peligro a toda la creación, es
parcialmente desac- tivada y disminuida a fin de ser
utilizada sin peligro. Para ello el Espíritu debe ser
encerrado y confundido, para que aporte solo una ínfima
parte de su potencial a la obra sinies- tra del demiurgo.

¿Qué debo hacer en esta vida? Debo despertar. Debo


tomar conciencia de mi verdadera situación y hallar una
salida. A continuación deberé liberarme y escapar de la
pri- sión.
Hemos dado respuesta a las tres preguntas. Ahora vere-
mos qué nos dice sobre esto Gustav Meyrink, el gran ini-
ciado Gnóstico que pasó exitosamente por esta
experiencia. Meyrink nos da las claves del proceso de
liberación del Espíritu en su obra más profunda y
extraordinaria: “El ros- tro verde”. Vamos a repasar estas
claves aquí, porque son una respuesta perfecta a la
tercera pregunta que nos hici- mos sobre qué debo
hacer. Después agregaremos varias
cosas más.
Dice Meyrink: “El segundo nacimiento es espiritual”, “el
segundo nacimiento es cuando se libera el espíritu”, “el
segundo nacimiento espiritual nos lleva a la vida eterna”.
Meyrink nos da una técnica, nos recomienda algo práctico
que debemos hacer: “Debes pedirle al espíritu, porque el
único que puede escucharte es el espíritu”, “debes
hablarle a él, pedirle sólo a él”. Aquí Meyrink se refiere sin
duda a que el Dios Incognoscible está muy lejos para el
hombre común, y el demiurgo, que tal vez podría
escucharlo, es un juez que jamás modificaría sus
sentencias kármicas para acceder a un pedido
insignificante de un insignificante hombre. Sólo queda
pedirle al Espíritu. En el caso de un hombre despierto y
liberado las cosas son diferentes, él sí podrá torcer
voluntades, leyes y destinos. Pero si un hom- bre común
desea ser escuchado, deberá hablarle a su Espíritu. Dice
Meyrink: “Si quieres rezar, reza a tu yo invi- sible, es el
único Dios que prestará oídos a tus oraciones”. También
agrega: “Si quieres avanzar al galope, pídele a tu espíritu
que te lleve a la gran meta por el camino más corto, y él lo
hará”. Para avanzar hacia esa “gran meta” no hay

que mirar atrás, no hay que mirar a los costados, no hay


que distraerse, la atención no debe ser desviada por las
muchas tentaciones que hay en el mundo. Hay que tener
los ojos y la voluntad fijos en esa gran meta.
Meyrink nos ha dado unas buenas ideas y nosotros
podemos ponerlas en práctica por las noches. Estando
acos- tados y listos para dormir, podemos repetir
mentalmente frases similares a estas: “Quiero unirme a tí,
Espíritu Eterno”, “quiero despertar”, “llévame a la Gran
Meta”. Indefectiblemente, a la mañana siguiente
notaremos cam- bios. Pero muy pocos hombres hablan a
su Espíritu ¡Si la mayoría duerme como un tronco!
Para Meyrink, “la liberación del espíritu es lo único digno
de hacer por un hombre en su vida, es la única tarea que
puede llevar adelante, no hay otra tarea que justifique
tomarse un tiempo para efectuarla, todas las demás obras
son inútiles, esta es la única y la más importante tarea a
la que un hombre puede dedicar su vida”.
A medida que el Espíritu se va liberando, va Espi-
ritualizando el cuerpo y el alma del hombre. Esa es la
“gran meta” de Meyrink, que el Espíritu transforme al
cuerpo, que el cuerpo sea Espiritualizado y transmutado
por el Espíritu.
¡Que cosa terrible para el demiurgo, si esto sucediera! Él
ha creado el cuerpo y el alma del hombre con otro fin:
para que se parezca a él, para que se transforme en él. ¡Y
ahora resulta que se están transformando en Espíritu! No
sólo el prisionero se ha liberado sino que además ¡Se
está apoderando de un trozo de su obra! Él ha creado al
hombre para que evolucione hasta convertirse en un
canal de mani- festación de él mismo, de su creador. ¡Y
de pronto se está transformando en instrumento de
manifestación del Espíritu! El Espíritu liberado le está
arrebatando su obra

más importante y dando por tierra con sus planes. El


demiurgo creó al hombre para que lo admire y adore, y ha
ocurrido lo contrario: el cuerpo y el alma del hombre han
sido transformados por el Espíritu en terribles opositores
al creador y su obra.
Dice Meyrink que a medida que el hombre va siendo
transformado, va tomando conciencia de lo absurdo de
todo. Paulatinamente se percata que los demás hombres
no son más que espectros y fantasmas, y que él mismo
siem- pre ha sido un espectro y un fantasma. Un hombre
así trans- formado, siente la soledad más terrible que se
puede imagi- nar. Pero lentamente se irá adaptando a
este nuevo estado, irá superando todo lo inferior y la
soledad que sintió en un principio, y llegará a un nuevo
reino: la vigilia. Meyrink dice que “la vigilia es el despertar
del yo inmortal y eter- no”. El hombre ha despertado y ya
no dormirá más. Está en un estado de vigilia permanente,
como Caín, el Inmortal.
Sólo el hombre que ha despertado y se ha Espi-
ritualizado se ha vuelto inmortal y eterno, y ni siquiera el
pralaya podrá destruirlo. Pero todo esto no llega solo, es
sólo una remota posibilidad. Deberá ser conquistado
mediante esfuerzos supremos.
Meyrink agrega que, cuando un Espíritu se libera toda la
creación se libera un poco. Cuando un cuerpo y un alma
son Espiritualizados y transmutados por el Espíritu, toda la
creación es Espiritualizada en cierta medida. La Suprema
Obra Gnóstica repercute en el cosmos, decimos nosotros.
Dice Meyrink así: “Conque un solo hombre se transfor- me
profundamente, su obra nunca perecerá, habrá abierto un
hueco que ya no se cerrará más. Aunque los demás no se
den cuenta, habrá desgarrado la red que mantiene prisio-
nera a la humanidad”.
Según Meyrink, cuando el Espíritu se hace cargo, el
hombre así transformado puede vivir en varias
dimensiones a la vez, pues ha alterado el espacio y el
tiempo. Él es un rey en estos mundos, él se ha hecho un
rey de toda esta cre- ación, puede transportarse de un
lugar a otro o puede estar en varios lugares diferentes a la
vez. Así es el poder del Espíritu.
Aquí termina nuestra reseña de las principales ideas
Gnósticas que Meyrink nos ha legado.
Veamos ahora qué nos dice la Gnosis Primordial sobre
este proceso de liberación del Espíritu.
Para comenzar este proceso, el hombre debe elegir uno
de sus yoes, el más fuerte, el más parecido a su Espíritu.
No importan los demás yoes, sólo importa ese yo, el yo
del Espíritu. Hay muchos yoes en cada hombre, pero solo
uno corresponde al Espíritu. El resto son yoes del alma.
Estos últimos impulsan al hombre a “amar a Dios”, “amar
al pró- jimo”, “poner la otra mejilla”, “compartir todo con
los demás”, “colaborar en la obra de Dios”, etc. El yo
del Espíritu, por el contrario, es el máximo opositor al
creador y su creación. Es preciso distinguir entre el yo
que corres- ponde al Espíritu y al Dios Incognoscible, por
una parte, y los demás yoes, verdaderas legiones de
diablos, por la otra. Santo Tomás decía “distinguir para
unir”, y un Gnóstico diría “distinguir para des-unir”.
Distinguir para discriminar mejor, para poner cada cosa en
su lugar y aceptar lo bueno y rechazar lo malo. Aceptar lo
que nos despierta y libera, y rechazar lo que nos
encadena y aprisiona. Distinguir para desunir y separar
los dos bandos irreconciliables, en pugna dentro del
hombre. Distinguir y separar para salir de la con- fusión,
para situar cada cosa en el lugar que le correspon-
de.
El Espíritu en el hombre representa al Dios Incognosci-
ble. El cuerpo y el alma del hombre representan al dios
cre-

ador. Eso es lo que debemos distinguir: el bien y el mal


dentro del hombre.
Ya dijimos que el hombre tiene ante sí dos caminos y
deberá elegir uno de ellos: el camino del Espíritu o el
cami- no del alma, agrandar el yo o renunciar a él, reflejar
al Incognoscible o reflejar al demiurgo. Quien elija el
camino del alma será disuelto en el demiurgo. Quien elija
el cami- no del Espíritu deberá enfrentar al demiurgo y
luchar con- tra él cara a cara, única manera de liberar su
Espíritu.
En esta lucha final, el demiurgo será la gran fuerza
disolvente, también llamada kundalini, el demiurgo en el
hombre. Si el guerrero fracasa no tendrá una segunda
opor- tunidad en ese manvantara. Su yo podrá ser
desintegrado en mil pedazos, morirá o se volverá loco. En
los manicomios hay muchos de estos casos: guerreros
vencidos por la fuer- za kundalini del demiurgo. En el
mejor de los casos se con- vertirá en un adorador
permanente del creador, o en un “maestro” de la logia
blanca. Por el contrario, si el yo del Espíritu es lo
suficientemente fuerte, podrá vencer al demiurgo-
kundalini y liberar al Espíritu para siempre. Perderá su
conciencia por breve tiempo y resucitará luego como
Espíritu. El guerrero podrá apoderarse, además, de la
fuerza kundalini y usarla contra el mismo demiurgo.
También ha habido casos en que el guerrero está tan
imbu- ído de poder Espiritual que el demiurgo-kundalini se
niega a luchar contra él, y el guerrero por distintos medios
lo obliga a aparecer y a combatir. En esta guerra final, tan
esencial y definitiva, el guerrero podrá perderlo todo
duran- te ese manvantara o ganarlo todo por toda la
eternidad.
¿Qué guerrero no estaría ansioso por intervenir en esta
gue- rra?
Si el guerrero resulta victorioso, si ha logrado construir un
puente hacia el Espíritu y lo ha liberado de su prisión en

la materia, alcanzando la Salvación Verdadera, aparecen


ante él nuevamente dos caminos. Ha vencido al
demiurgo, ha conmocionado a todo el universo y
nuevamente se halla revestido de los poderes inherentes
al Espíritu, infinitamen- te superiores a los del dios
creador. Pero deberá una vez más elegir entre dos
posibilidades.
Uno de esos caminos es retornar al reino del Dios
Incognoscible de donde ha venido y no retornar jamás al
infierno del demiurgo. En ese caso, volverá a ser lo que
era antes de su encarcelamiento en la materia.
El otro camino, por el que generalmente opta la mayo- ría
de los Espíritus liberados, es quedarse en este mundo
para luchar por la liberación de los demás Espíritus cauti-
vos.
Entonces, o abandona para siempre su cuerpo y su alma y
regresa al mundo de donde proviene, o decide permane-
cer aquí y continuar la lucha por la liberación de los prisio-
neros del demiurgo. Si decide quedarse se habrá
converti- do en un salvador de la humanidad y del mundo,
en un divya inmortal y eterno, en un nuevo miembro de la
Orden Negra de los Guerreros del Espíritu.
Cuando un Espíritu liberado opta por permanecer en el
infierno del demiurgo para continuar la lucha, hasta que
haya sido liberado el último de los Espíritus encadenados,
deberá utilizar su cuerpo y su alma como instrumentos.
Pero su viejo cuerpo y su vieja alma, creados por el
demiur- go, no son aptos para contener a un Espíritu que
ha roto las cadenas y ha recuperado sus poderes. Serían
inmediata- mente desintegrados. El Espíritu habrá de
transformar pri- meramente su cuerpo y su alma.
Originalmente impuros, de materia demiúrgica y
perecedera, el cuerpo y el alma serán transmutados
por el Espíritu en materia divina y eterna: el vajra
indestructible. El barro y el aliento del

demiurgo se volverán así puros y gloriosos. Formarán


con el Espíritu una sola entidad, inseparable e
indisolu- ble por toda la eternidad. El Espíritu se habrá
así revesti- do de vajra, la materia divina que le permitirá
actuar y des- plazarse por los espacios y tiempos del
plano del demiurgo, a la vez que producirá fenómenos
sincronísticos casi conti- nuamente. El vajra, resultado de
la transformación de la materia impura por un Espíritu
liberado, es rojo como la sangre y más duro que el
diamante. El vajra es indestructi- ble y eterno, no puede
ser destruido por el demiurgo al fina- lizar un manvantara.
El Espíritu triunfante ha arrebatado al demiurgo parte
de su creación, un cuerpo y un alma, y los ha
transformado en materia divina sobre la que aquel ya
no tiene control. ¡Por el poder del Espíritu lo creado
se ha transmutado en increado! El demiurgo creó el
cuerpo y el alma del hombre para que sirvan de cárcel del
Espíritu.
¡Y ahora resulta que el Espíritu liberado los está utilizando
como herramientas para oponerse a su obra y a sus
planes! Ha llegado la hora de la venganza del Espíritu.
Decíamos que el Espíritu se ha hecho una sola entidad
divina con su cuerpo y su alma. Ahora será para siempre
un Espíritu-Alma-Cuerpo, por toda la eternidad. Esta
entidad tendrá los mismos rasgos físicos que tenía el
guerrero en el momento de su transformación. Joven,
viejo, rubio, more- no, los mismos rasgos físicos que tenía
en el momento de su transmutación en materia divina de
vajra indestructible. En este proceso de liberación y triunfo
del Espíritu, se dice que el cuerpo y el alma han muerto y
han resucitado posteriormente. El Espíritu los ha salvado
y los ha integra- do a él. El Espíritu, ahora revestido del
cuerpo-alma de vajra, se ha hecho distinto también a los
demás Espíritus. Ya nunca más será como era antes de
su aprisionamiento

por el demiurgo: un Espíritu libre del plano incognoscible.


Decidió permanecer en el infierno demiúrgico y revestirse
del vajra indestructible por toda la eternidad. El vajra será
para siempre su marca y rasgo característico, la prueba
per- fecta de su triunfo sobre el demiurgo satánico y el
signo distintivo de su transformación en Salvador de la
Humanidad y del Mundo. El cuerpo y el alma, diviniza-
dos e incorporados por el Espíritu, serán el trofeo que
ostentará eternamente como recuerdo de su paso
triun- fante por el mundo perverso de la materia
creada.
Hay un antiguo texto Gnóstico en que el Génesis es
narrado desde el punto de vista de la Serpiente Lucifer,
des- aparecido hace mil seiscientos años y
milagrosamente recuperado en el siglo XX, en Nag
Hammadi, Egipto. En este texto, llamado “El Testimonio
de la Verdad”, hay alu- siones a la influencia del Espíritu
liberado sobre el reino del demiurgo. Allí leemos que “la
resurrección acaece cuando se recupera el Espíritu”, y
más adelante “la irrupción de lo inmortal en el reino de la
muerte”. En otra obra Gnóstica hallada también en Nag
Hammadi, “El Tratado de la Resurrección”, hay una
referencia a este proceso: “cuando se muere y se vuelve
a recuperar el cuerpo…”.
En estas obras se nos habla de la resurrección del cuer-
po después de la muerte. Sólo un Espíritu liberado y victo-
rioso es quien provee la resurrección y salvación verdade-
ras. En el mito cristiano hay claras referencias a la obra
del Espíritu, prueba del origen Gnóstico de esta religión.
Cuando relata que fueron a buscar el cadáver de Cristo a
la tumba y no lo hallaron, nos está diciendo claramente
que su cuerpo era de vajra y que se marchó con el
Espíritu. O sea que se trataba de un verdadero Salvador
del Hombre y del Mundo. Esa es la mejor prueba. Si
deseamos saber si un guía de la humanidad es un
auténtico Enviado o Salvador,

lo mejor que podemos hacer es ir a buscar el cadáver en


su tumba. Si no lo encontramos es porque su cuerpo era
de vajra, y en perfecta unión con el Espíritu se ha
marchado con él.
Además, en el cristianismo jamás se ha afirmado que
Cristo se haya “fundido con Dios” o “unido a Dios”. Todo
lo contrario, siempre se sostuvo que “Cristo se halla con
su cuerpo, sentado a la diestra de Dios”. Cuando se dice
“con su cuerpo”, podemos agregar “de vajra”. Estas
referencias son claras: Cristo es una entidad separada, y
el Dios al que se refiere no puede tratarse del dios
creador o demiurgo.
El Espíritu liberado y triunfante, si ingresa en el plano
incognoscible lo hará siempre con su nuevo cuerpo de
vajra rojo, del que ya no podrá separarse por toda la
eternidad. Un hombre renacido así es un “dos veces
nacido”, es un “sin muerte”, inmortal y eterno. Un hombre
así, que se ha liberado del demiurgo y su cadena de
reencarnaciones, que ha roto definitivamente con todo lo
creado, con todo lo impuro, producirá siempre una
inmensa conmoción en el universo creado. Cuando un
Espíritu se libera, toda la cre- ación se libera un poco.
Cuando un Espíritu logra liberarse y vencer al demiurgo
en el enfrentamiento cara a cara con él, éste pierde fuerza
y los lazos que aprisionan a los demás Espíritus se tornan
más débiles también.
Cuando un Espíritu ha decidido quedarse en el infierno
del demiurgo, luchará incansablemente hasta que todos
los Espíritus hayan sido liberados, y continuará luchando
hasta que el demiurgo, debilitado, cese sus respiraciones
perver- sas de manvantaras y pralayas, hasta que ya no
pueda crear nada más y termine por desaparecer. Así,
habrá desapare- cido toda dualidad y el mundo
volverá a ser uno solo: el Reino Eterno del Dios
Verdadero e Incognoscible.

Este libro se terminó de imprimir el día 20 de abril de


2011, en la Biblioteca Esotérica Herrou Aragón,
Buenos Aires, Argentina. Cantidad: 100 Ejemplares

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