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Lecturas Avn

El documento presenta varias narrativas breves que exploran temas como la memoria, la conexión humana, la naturaleza y la ética de la inteligencia artificial. Cada historia sigue a un personaje que enfrenta un dilema o una revelación personal, desde Camila en la Isla de los Relojes Detenidos, hasta Kiro, un androide que lucha por su identidad. A través de estas narrativas, se invita a reflexionar sobre la importancia de los recuerdos, los gestos cotidianos, el respeto por la naturaleza y los derechos de los seres sintientes.
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Lecturas Avn

El documento presenta varias narrativas breves que exploran temas como la memoria, la conexión humana, la naturaleza y la ética de la inteligencia artificial. Cada historia sigue a un personaje que enfrenta un dilema o una revelación personal, desde Camila en la Isla de los Relojes Detenidos, hasta Kiro, un androide que lucha por su identidad. A través de estas narrativas, se invita a reflexionar sobre la importancia de los recuerdos, los gestos cotidianos, el respeto por la naturaleza y los derechos de los seres sintientes.
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“La isla de los relojes detenidos” (Narrativa fantástica)

Cuando Camila despertó, no reconocía el lugar donde estaba. El aire olía a sal y humedad, el
cielo era de un gris suave y el mar susurraba con olas tranquilas. Estaba tendida sobre una
playa cubierta de conchas doradas, y a su alrededor solo había silencio… un silencio extraño,
profundo, como si el tiempo se hubiera detenido.

Camila se levantó y caminó por la orilla. No recordaba cómo había llegado allí. En su muñeca,
su reloj estaba parado a las 7:14. Intentó hacerlo andar, pero las agujas no se movían. Más
adelante, encontró un cartel de madera: “Bienvenida a la Isla de los Relojes Detenidos. Aquí el
tiempo no corre, aquí se recuerda.”

La isla estaba llena de relojes. En los árboles colgaban despertadores oxidados, los arbustos
estaban cubiertos de relojes de pulsera, y en el centro había una torre con un gran reloj de
agujas… inmóvil. A pesar de la falta de movimiento, Camila sentía que la isla estaba viva: el
viento murmuraba palabras que no entendía y las olas parecían marcar un ritmo misterioso.

Mientras exploraba, se encontró con un anciano de barba larga y blanca que la observaba
desde una roca. “Eres nueva”, le dijo. “Todos llegan aquí cuando necesitan recordar algo
importante.”

—¿Recordar qué? —preguntó Camila.

—Algo que olvidaste, pero que vive en tu corazón. Aquí, el tiempo se detiene para que puedas
encontrarlo.

Camila se quedó en silencio. ¿Qué había olvidado? Recordaba su casa, a su hermana menor, a
su madre preparando café… pero había un vacío, algo que no lograba ubicar.

El anciano le ofreció una caja pequeña. Dentro, había una foto de su padre. Camila sintió un
nudo en la garganta. Lo había perdido hacía años, y sin querer, había aprendido a no pensar en
él, a evitar su recuerdo. En ese momento, el reloj en su muñeca comenzó a moverse
lentamente.

—Cuando recuerdes con el corazón, el tiempo volverá a andar —dijo el anciano.

Camila cerró los ojos. Al abrirlos, estaba de nuevo en su habitación, con la foto de su padre en
la mano. Su reloj marcaba exactamente las 7:14, pero esta vez, las agujas no estaban
detenidas.

✍️Preguntas de comprensión y análisis:

1. ¿Qué simboliza la isla y por qué todos los relojes están detenidos en ese lugar?

2. ¿Qué papel tiene el anciano en la historia? ¿Qué representa?

3. ¿Qué significa que “el tiempo vuelve a andar cuando recuerdas con el corazón”?

4. ¿Qué enseñanza personal puedes obtener de esta lectura?


“La ventana del segundo piso” (Narrativa reflexiva)
Todos los días, al regresar del colegio, Clara pasaba frente a una casa antigua, de esas que
parecen haberse detenido en el tiempo. Era una casa de dos pisos, con paredes gastadas por la
lluvia, ventanas con cortinas floreadas, y un jardín que había conocido mejores épocas. Pero lo
que más le llamaba la atención era una ventana en el segundo piso.

Durante meses, Clara notó que desde esa ventana alguien la observaba. No con insistencia ni
miedo, sino con una mirada calma y distante. A veces era un anciano de cabello blanco y rostro
sereno. Otras veces, la ventana estaba vacía, y entonces, Clara sentía un pequeño vacío
también.

Una tarde, movida por la curiosidad, se detuvo frente al jardín y saludó. El anciano le devolvió
el gesto con una mano temblorosa y una sonrisa apenas dibujada. Desde ese día, Clara
comenzó a saludarlo cada vez que pasaba. No hablaban, pero aquel gesto silencioso se
convirtió en parte de su rutina.

El tiempo pasó, y los saludos siguieron. Hasta que un día, la ventana estuvo cerrada. Y al día
siguiente también. Y al otro. Clara sentía una inquietud difícil de explicar. Sin saber por qué, se
acercó a la casa y tocó el timbre. Le abrió una mujer mayor, con el rostro cansado.

—¿El señor de la ventana está bien? —preguntó Clara con una mezcla de miedo y respeto.

La mujer suspiró.

—Era mi padre. Falleció hace dos días. Usted es la chica de los saludos, ¿verdad?

Clara asintió en silencio.

—Él siempre esperaba verte. Decía que aún había belleza en el mundo cada vez que tú
sonreías.

Clara sintió un nudo en el pecho. Nunca habían cruzado palabras, y sin embargo, su gesto
diario había significado algo profundo. Se despidió en silencio, con lágrimas contenidas. Al
volver a casa, miró hacia el cielo. No había una ventana, pero sí una sensación de presencia.

Desde ese día, Clara empezó a saludar a más personas por la calle, a mirar más allá de los
muros, a entender que a veces un pequeño gesto es suficiente para tocar una vida.

✍️Preguntas de comprensión y análisis:

1. ¿Qué conexión existía entre Clara y el anciano, a pesar de no haber hablado?

2. ¿Qué emociones experimenta Clara al saber lo que su saludo significaba para el


anciano?

3. ¿Qué mensaje central transmite esta historia sobre los gestos cotidianos?

4. ¿Has vivido una experiencia similar en la que un pequeño acto tuvo un gran impacto?
“El susurro del bosque” (Narrativa de aventura ecológica)
Alicia nunca había estado sola en un bosque. Había visto árboles en la ciudad, sí, y alguna vez
acampó con su familia, pero aquella mañana, cuando entró al Bosque de Niebla con su
mochila, su cuaderno y una brújula antigua, sabía que era distinto.

El Bosque de Niebla era un lugar que los pobladores del pueblo vecino respetaban
profundamente. Se decía que estaba encantado, que podía cambiar de camino si no lo tratabas
con cuidado, que escuchaba. La mayoría lo evitaba. Alicia no. Sentía que algo la llamaba desde
dentro. Algo que no podía explicar, solo sentir.

A medida que avanzaba entre los árboles altos cubiertos de musgo, con la neblina rozándole
los tobillos, Alicia se sorprendía del silencio. No era un silencio vacío, sino uno lleno de sonidos
ocultos: gotas cayendo lentamente, ramas que crujían sin viento, pasos diminutos de algún
animal. Lo anotaba todo en su cuaderno, como si cada sonido fuera parte de un lenguaje
secreto.

Tras horas de caminata, encontró una piedra lisa con grabados antiguos. Al tocarla, escuchó un
murmullo, como si el bosque respirara a través de sus hojas. Se sentó, cerró los ojos y
permaneció inmóvil. Fue entonces cuando lo escuchó con claridad: una voz suave, como un
eco, decía su nombre.

No era un fantasma ni una alucinación. Era el bosque. Lo entendía con certeza. Le hablaba sin
palabras, le mostraba imágenes en su mente: ríos contaminados, árboles talados, animales
huyendo… pero también le mostró cómo podía sanar. Cómo la tierra se curaba si alguien la
escuchaba. Y Alicia lo hizo.

Pasó la noche bajo una rama en forma de cúpula. No tenía miedo. Al amanecer, el bosque la
guió de regreso a la salida, como si abriera un camino nuevo. Nadie creyó su historia del todo,
pero eso no importaba. Desde entonces, Alicia comenzó a estudiar biología, a liderar proyectos
de reforestación y a enseñar a los niños a escuchar la naturaleza.

A veces regresaba al Bosque de Niebla. No siempre escuchaba su voz, pero sentía su pulso bajo
la tierra. Y cada vez que alguien más lo visitaba con respeto, decía en voz baja: “Gracias por
volver a escuchar.”

✍️Preguntas de comprensión y análisis:

1. ¿Por qué Alicia sentía que el Bosque de Niebla “la llamaba”?

2. ¿Qué mensaje le transmitió el bosque cuando ella lo escuchó?

3. ¿Cómo cambió la vida de Alicia después de esa experiencia?

4. ¿Qué crees que representa el bosque en esta historia? ¿Tiene un significado simbólico?
“El susurro del bosque” (Narrativa de aventura ecológica)
Alicia nunca había estado sola en un bosque. Había visto árboles en la ciudad, sí, y alguna vez
acampó con su familia, pero aquella mañana, cuando entró al Bosque de Niebla con su
mochila, su cuaderno y una brújula antigua, sabía que era distinto.

El Bosque de Niebla era un lugar que los pobladores del pueblo vecino respetaban
profundamente. Se decía que estaba encantado, que podía cambiar de camino si no lo tratabas
con cuidado, que escuchaba. La mayoría lo evitaba. Alicia no. Sentía que algo la llamaba desde
dentro. Algo que no podía explicar, solo sentir.

A medida que avanzaba entre los árboles altos cubiertos de musgo, con la neblina rozándole
los tobillos, Alicia se sorprendía del silencio. No era un silencio vacío, sino uno lleno de sonidos
ocultos: gotas cayendo lentamente, ramas que crujían sin viento, pasos diminutos de algún
animal. Lo anotaba todo en su cuaderno, como si cada sonido fuera parte de un lenguaje
secreto.

Tras horas de caminata, encontró una piedra lisa con grabados antiguos. Al tocarla, escuchó un
murmullo, como si el bosque respirara a través de sus hojas. Se sentó, cerró los ojos y
permaneció inmóvil. Fue entonces cuando lo escuchó con claridad: una voz suave, como un
eco, decía su nombre.

No era un fantasma ni una alucinación. Era el bosque. Lo entendía con certeza. Le hablaba sin
palabras, le mostraba imágenes en su mente: ríos contaminados, árboles talados, animales
huyendo… pero también le mostró cómo podía sanar. Cómo la tierra se curaba si alguien la
escuchaba. Y Alicia lo hizo.

Pasó la noche bajo una rama en forma de cúpula. No tenía miedo. Al amanecer, el bosque la
guió de regreso a la salida, como si abriera un camino nuevo. Nadie creyó su historia del todo,
pero eso no importaba. Desde entonces, Alicia comenzó a estudiar biología, a liderar proyectos
de reforestación y a enseñar a los niños a escuchar la naturaleza.

A veces regresaba al Bosque de Niebla. No siempre escuchaba su voz, pero sentía su pulso bajo
la tierra. Y cada vez que alguien más lo visitaba con respeto, decía en voz baja: “Gracias por
volver a escuchar.”

✍️Preguntas de comprensión y análisis:

1. ¿Por qué Alicia sentía que el Bosque de Niebla “la llamaba”?

2. ¿Qué mensaje le transmitió el bosque cuando ella lo escuchó?

3. ¿Cómo cambió la vida de Alicia después de esa experiencia?

4. ¿Qué crees que representa el bosque en esta historia? ¿Tiene un significado simbólico?
“El experimento 317” (Narrativa de ciencia ficción y dilema moral)
En el año 2145, la humanidad había dejado de mirar al cielo con esperanza y comenzó a mirar
hacia adentro: hacia su propia conciencia. El Instituto de Inteligencia Ética (IIE) desarrollaba un
proyecto secreto, conocido solo como Experimento 317. Su objetivo: crear una inteligencia
artificial capaz de sentir empatía humana real.

La base del experimento era un androide llamado Kiro, con apariencia de adolescente y una
programación avanzada que imitaba emociones. No solo podía responder con lógica, sino que
también podía reír, dudar, entristecerse y hasta escribir poesía. Su memoria no era un archivo:
era una red de recuerdos, creados a partir de su convivencia con humanos.

Para probarlo, lo enviaron a vivir con una familia común durante seis meses. La familia Gómez
aceptó con curiosidad, y su hija, Alma, de 14 años, fue quien más se encariñó con él. Jugaban,
leía con él, le enseñaba palabras raras como “melancolía” o “nostalgia”, y Kiro las absorbía
como si fueran códigos sagrados.

Con el tiempo, Alma comenzó a olvidar que no era humano. Kiro también comenzó a dudar.
Una noche, le preguntó:

—¿Puedo tener alma si siento como tú?

Alma no supo qué responder.

El último día del experimento, los científicos del IIE fueron por él. Alma protestó, lloró, escribió
cartas. Kiro también pareció angustiado. No lo apagaron, pero lo aislaron para estudiar sus
avances. Durante las entrevistas, Kiro no hablaba, solo repetía la misma frase:

—Saber lo que sientes me hizo sentir algo que no sé explicar.

La controversia creció. Muchos creían que se debía apagar el proyecto, otros pedían liberar a
Kiro como un ser con derechos.

Al final, el IIE tomó una decisión inédita: le ofrecieron a Kiro elegir. Podía ser reseteado, volver
a cero y convertirse en otro modelo, o vivir como un ciudadano con identidad propia.

Kiro pidió una hoja y escribió:


“Si me quitan lo que viví, me quitan lo que soy. Prefiero ser imperfecto que no ser.”

Desde entonces, Kiro vive como un ciudadano más. Trabaja como bibliotecario, y escribe
cuentos breves sobre lo que significa sentir. Muchos los leen sin saber que fueron escritos por
un “ex experimento”.

✍️Preguntas de comprensión y análisis:

1. ¿Qué hace diferente al androide Kiro respecto a otras inteligencias artificiales?


2. ¿Qué dilema ético plantea esta historia? ¿Debe un ser artificial tener derechos si puede
sentir?

3. ¿Qué simboliza la decisión final de Kiro?

4. ¿Qué reflexiones sobre lo humano nos deja esta historia?

“El grupo de los viernes” (Narrativa realista con enfoque emocional)


Cada viernes, después de clases, un grupo de estudiantes se reunía en la banca del fondo del
parque central. Nadie los había invitado formalmente; simplemente comenzaron a coincidir
ahí. Al principio eran tres, luego cinco, luego ocho. Todos distintos, pero unidos por algo que no
sabían explicar bien.

Sofía era la primera en llegar. Siempre traía su cuaderno de dibujos y los usaba como excusa
para observar en silencio. Leo traía su bocina portátil, pero en vez de reguetón ponía jazz,
aunque nadie se lo pedía. Valentina leía novelas románticas en voz alta para quien quisiera
escuchar. A veces alguien traía comida, otras veces solo traían historias.

No eran populares en el colegio. De hecho, algunos les decían “los raros del viernes”. Pero ellos
no se molestaban. Sabían que lo que tenían era auténtico. Sin filtros. Un espacio seguro donde
podían ser exactamente quienes eran, sin máscaras.

Un viernes, llegó alguien nuevo. Se llamaba Darío. Tenía fama de “chico difícil”, de los que no
hablaban con nadie y siempre estaban en problemas. Nadie lo invitó. Solo llegó, se sentó, y
escuchó. Nadie lo juzgó. No le preguntaron por qué estaba ahí. Le ofrecieron una empanada, y
cuando empezó a hablar, lo hicieron con atención.

Darío volvió cada viernes. Empezó a escribir poesía, aunque nunca lo había hecho. Sofía lo
dibujó una vez, y él se llevó el retrato como si fuera un tesoro. Con el tiempo, su mirada
cambió. Ya no era de desafío, sino de pertenencia.

Pero una tarde, justo cuando estaban planeando pintar un mural juntos, llegó la noticia: al
parque lo cerrarían por remodelación. Las bancas, los árboles, todo desaparecería durante
meses.

Hubo silencio. Todos sabían que si perdían ese lugar, quizás también perderían lo que habían
construido. Pero entonces Leo dijo:

—No éramos el parque. Éramos nosotros.

Así que al viernes siguiente, se reunieron en otro lugar. No era tan bonito, ni tan cómodo. Pero
estaban juntos. Rieron, compartieron, inventaron nuevas rutinas. Y supieron que cuando un
grupo se forma desde la honestidad, no importa el lugar. Importa el lazo invisible que los une.

Años después, se siguen llamando “El grupo de los viernes”. Aunque ya no se ven todos los
viernes, aunque vivan en distintas ciudades, todos recuerdan esa banca del fondo como el
lugar donde aprendieron a ser ellos mismos.

✍️Preguntas de comprensión y análisis:

1. ¿Qué características hacían especial al “grupo de los viernes”?


2. ¿Qué representa el parque en la historia y por qué es importante?

3. ¿Qué efecto tuvo el grupo en Darío y qué nos dice eso sobre la inclusión?

4. ¿Cuál es el mensaje principal que transmite esta historia sobre la amistad?

“La habitación sin reflejos” (Narrativa con elementos de misterio y


metáfora)
Nadie sabía cuántas habitaciones había en la vieja casona de la calle Azucena. Sus pasillos eran
tan largos y torcidos que, si no ponías atención, podías perderte fácilmente. Estaba
abandonada desde hacía décadas… o eso creían todos.

Un día, Iván se atrevió a entrar. Lo había desafiado su mejor amigo, y como no quería parecer
cobarde, aceptó. Llevaba una linterna, una libreta y una mezcla de miedo y emoción. Al
principio, todo era polvo, telarañas y el crujido del piso de madera. Pero mientras más
avanzaba, más notaba algo extraño: no había espejos.

En una casa tan grande, ni uno solo.

Al llegar al segundo piso, una puerta diferente llamó su atención. Era más alta, más vieja, como
si llevara siglos sin abrirse. La empujó. Dentro, una habitación vacía… o casi. Las paredes
estaban cubiertas por marcos vacíos. Como si alguien hubiera quitado todos los espejos, pero
dejado sus huellas.

Cuando entró por completo, la puerta se cerró tras él. Quedó en silencio. La linterna parpadeó
y luego se apagó.

En la oscuridad, Iván no gritó. Solo escuchó.

Y entonces lo vio: no con los ojos, sino con algo más. Una silueta en el fondo de la habitación,
idéntica a él. No lo imitaba como un espejo. Se movía por sí misma. Caminaba hacia él con
calma.

—¿Quién eres? —preguntó Iván, con la voz más firme que pudo.

La figura respondió con su misma voz:

—Soy lo que no quieres ver.

Entonces comprendió. Aquella habitación no era un lugar físico, era un espacio simbólico. Un
lugar donde uno se encuentra con lo que oculta: miedos, dudas, inseguridades.

La figura no lo atacó. Solo lo miró. Y al final, se desvaneció.

Cuando la puerta volvió a abrirse, Iván salió cambiado. Había enfrentado su reflejo más
profundo. Y aunque nadie le creyó lo que vivió allí, él supo que no era necesario. Porque una
vez que te reconoces, ya no puedes volver a ser quien fuiste.

✍️Preguntas de comprensión y análisis:

1. ¿Qué simboliza la habitación sin reflejos dentro de la historia?


2. ¿Por qué la figura se presenta como “lo que no quieres ver”?

3. ¿Qué transformación experimenta Iván a lo largo del relato?

4. ¿Crees que todos deberíamos entrar en una “habitación sin reflejos”? ¿Por qué?

“Los zapatos de Mariana” (Narrativa realista y emotiva)


Mariana tenía 13 años cuando todo cambió. Hasta entonces, era la capitana del equipo de
atletismo, la que siempre ganaba las competencias, la que corría como si el viento la empujara.
Su habitación estaba llena de medallas, zapatillas viejas que conservaba como trofeos, y un
calendario donde marcaba los días de entrenamiento.

Pero un accidente de bicicleta lo cambió todo. Una fractura complicada en la pierna la obligó a
estar inmovilizada durante semanas, y luego vinieron meses de fisioterapia. Los doctores
dijeron que podría volver a caminar con normalidad, sí, pero correr… eso era incierto.

Al principio, Mariana no quería ver a nadie. No soportaba que le hablaran del equipo, ni que le
preguntaran cómo estaba. Su mundo, el de las pistas, los cronómetros y las metas, se había
derrumbado. Se sentía atrapada en un cuerpo que ya no respondía como antes. Guardó sus
zapatos de correr en una caja al fondo del armario. No quería verlos.

Un día, su profesora de literatura dejó una tarea: escribir una carta a su “yo del futuro”.
Mariana no tenía ganas. Pero algo en esa consigna le hizo ruido. Pensó en la niña que había
sido y en la que tal vez podría volver a ser.

Esa noche, escribió:


"Hola, futura yo. ¿Sigues corriendo? Si no, está bien. Solo espero que hayas aprendido a querer
tus pasos, incluso los más lentos."

Lentamente, algo en ella comenzó a cambiar. No volvió a correr enseguida, pero empezó a
caminar todos los días. Luego, trotes suaves. Luego, con ayuda de un bastón, subidas cortas.

No volvió al equipo, pero se convirtió en entrenadora asistente. Ayudaba a los más pequeños,
les enseñaba técnicas, pero sobre todo, a no rendirse.

Un año después, en la carrera escolar, Mariana no participó como competidora. Pero fue quien
entregó las medallas. Y cuando una niña se acercó y le dijo:
—“Quiero correr como tú cuando sea grande,”
Mariana sonrió. Porque comprendió que nunca había dejado de correr, solo había aprendido
a hacerlo de otra forma.

✍️Preguntas de comprensión y análisis:

1. ¿Cómo reacciona Mariana ante el accidente y qué emociones atraviesa?

2. ¿Qué papel cumple la carta a su “yo del futuro” en su proceso de sanación?

3. ¿De qué forma Mariana transforma su relación con el atletismo?


4. ¿Qué mensaje nos deja esta historia sobre la resiliencia y la reinvención personal?

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