La sonda vesical es un procedimiento médico que consiste en introducir un catéter a
través de la uretra hasta la vejiga con el objetivo de evacuar la orina. Se usa en pacientes
que tienen dificultades para orinar por sí mismos debido a distintas condiciones médicas.
Existen dos tipos principales de cateterismo:
1. Cateterismo intermitente: es un procedimiento en el que se introduce un catéter
solo por un momento para drenar la orina y luego se retira. Se utiliza cuando se
necesita una muestra estéril o en pacientes con retención urinaria que requieren
ayuda temporal para vaciar la vejiga.
2. Catéter permanente: A diferencia del anterior, este se mantiene colocado
durante más tiempo y está conectado a un sistema de drenaje cerrado. Se usa en
pacientes que tienen problemas crónicos para vaciar la vejiga o en quienes han
pasado por ciertas cirugías y necesitan ayuda continua para eliminar la orina.
Las indicaciones relativas para el uso de la sonda vesical son situaciones donde no es
estrictamente obligatorio colocarla, pero puede ser de gran ayuda en ciertos pacientes.
1. Para obtener una muestra de orina estéril: Hay casos en los que no se puede
recolectar la orina de manera normal, por ejemplo, en pacientes con infecciones
graves donde se necesita una muestra sin contaminación para un buen diagnóstico.
2. Para manejar la incontinencia urinaria en pacientes con úlceras por presión:
Hay pacientes que no pueden controlar la orina y si están inmovilizados mucho
tiempo, la humedad puede causar heridas en la piel. Para evitarlo, se coloca la
sonda y así se mantiene la piel seca.
3. Después de algunas cirugías no urológicas: En operaciones largas, el paciente
puede tener dificultades para orinar por sí solo después de la anestesia, y la sonda
ayuda a evitar la retención de orina.
4. En personas con movilidad reducida: Algunos pacientes tienen problemas para
moverse, como los que tienen fracturas o enfermedades neuromusculares, y no
pueden ir al baño fácilmente, por lo que la sonda facilita la eliminación de la orina.
5. Para administrar medicamentos dentro de la vejiga: Algunos tratamientos,
como el del cáncer de vejiga, requieren que los medicamentos sean aplicados
directamente en la vejiga. La sonda permite hacerlo de manera controlada.
6. Para medir la orina que queda en la vejiga después de orinar: A veces, las
personas pueden tener problemas para vaciar completamente la vejiga, y la sonda
ayuda a medir cuánta orina queda adentro y si hay alguna dificultad para
eliminarla.
Las indicaciones absolutas para el uso de una sonda vesical son aquellas situaciones
en las que colocarla es totalmente necesario para evitar complicaciones graves en el
paciente.
Significa que está totalmente prohibido porque puede causar un daño grave. No importa
la situación, no se debe hacer bajo ninguna circunstancia.
Algunas de estas indicaciones son:
1. Retención urinaria aguda o crónica: Ocurre cuando la persona no puede orinar
por sí sola, lo que puede provocar que la vejiga se llene demasiado y cause
problemas como infecciones o daño en los riñones.
2. Obstrucción urinaria: En algunos casos, la salida de la orina está bloqueada por
problemas como el crecimiento de la próstata, un estrechamiento de la uretra o la
presencia de cálculos o coágulos que impiden el flujo normal de la orina.
3. Monitoreo estricto de diuresis: En pacientes que están en estado crítico, como
aquellos con insuficiencia renal, shock o infecciones graves, es fundamental medir
con precisión la cantidad de orina que producen, lo que solo es posible con una
sonda.
4. Cirugías urológicas o pélvicas: Cuando se realizan operaciones en la vejiga,
próstata u otras estructuras cercanas, se coloca una sonda para garantizar que la
orina fluya correctamente y evitar complicaciones en el postoperatorio.
5. Hematuria con coágulos: Si hay presencia de sangre en la orina con formación
de coágulos, la sonda ayuda a evitar que estos bloqueen el tracto urinario y permite
realizar un lavado vesical si es necesario.
6. Lesión medular con disfunción vesical: En pacientes con daño neurológico, la
vejiga puede perder su capacidad de vaciarse de manera normal, por lo que se
requiere una sonda para ayudar en el drenaje de la orina.
Las contraindicaciones relativas son situaciones en las que no es recomendable colocar
una sonda vesical, pero en algunos casos se puede hacer si el beneficio supera los riesgos.
es cuando algo no se recomienda, pero se puede hacer si es realmente necesario y no hay
otra opción mejor. O sea, se debe evaluar bien el caso y decidir si el beneficio supera el
riesgo.
Algunas de estas situaciones son:
1. Procesos inflamatorios: Si hay inflamación en las vías urinarias, como en la
prostatitis (inflamación de la próstata) o la uretritis aguda (infección en la
uretra), introducir una sonda puede empeorar la condición, aumentar el dolor y el
riesgo de infección.
2. Estenosis uretral: Se trata de un estrechamiento de la uretra que dificulta o
impide el paso de la sonda. En estos casos, intentar forzar su colocación puede
causar lesiones o incluso una perforación.
3. Incontinencia urinaria: En pacientes que no pueden controlar la salida de orina,
la sonda no siempre es la mejor solución, ya que puede aumentar el riesgo de
infecciones o irritación.
La incontinencia urinaria no es una indicación prioritaria para colocar una sonda
vesical. Antes de recurrir a la sonda, se debe intentar la reeducación vesical, el
uso de colectores o pañales.
El uso de la sonda solo está justificado en situaciones especiales, como cuando el
paciente tiene una afección que impide el uso de otros métodos o cuando hay un
riesgo mayor si no se controla la incontinencia.
Sin embargo, no se debe usar la sonda por comodidad del personal, es decir, para
evitar cambiar pañales o evitar el trabajo de reeducación del paciente. Esto es una
mala práctica, ya que la sonda puede aumentar el riesgo de infecciones urinarias
intrahospitalarias, algo que el paciente no tenía previamente.
Las contraindicaciones absolutas son situaciones en las que no se debe colocar una
sonda vesical bajo ninguna circunstancia, ya que podría causar lesiones graves o empeorar
la condición del paciente.
Algunas de estas razones son problemas anatómicos en la uretra, que impiden el paso
del catéter, como:
1. Hipospadias: En este caso, la uretra no está en su posición normal en la punta del
pene, sino en una parte diferente de la cara inferior. Esto hace que colocar una
sonda sea muy difícil y riesgoso.
2. Uretra bífida: Es una malformación en la que la uretra está dividida en dos partes,
lo que impide el paso correcto de la sonda.
3. Fístula uretrovesical congénita: Se trata de una comunicación anormal entre la
uretra y la vejiga, lo que puede hacer que la sonda no funcione correctamente y
cause más daño.
Además, en casos de traumatismos pélvicos con sospecha de lesión uretral, como
cuando hay sangre en la uretra o signos de desplazamiento de la próstata, no se debe
intentar colocar la sonda, ya que podría agravar una lesión interna.
Las complicaciones de la sonda vesical pueden surgir cuando se usa este dispositivo por
un tiempo prolongado o si no se maneja correctamente. Algunas de las más comunes son:
1. Infección urinaria: La sonda facilita la entrada de bacterias en el tracto urinario,
lo que puede causar infecciones en la vejiga o los riñones.
2. Lesiones en la uretra o vejiga: Si la sonda no se coloca con cuidado o se mueve
bruscamente, puede lastimar estas estructuras y causar dolor, inflamación o
incluso desgarros.
3. Hematuria (sangre en la orina): Puede ocurrir si la sonda irrita la uretra o la
vejiga, provocando sangrado leve o moderado.
4. Obstrucción de la sonda: Con el tiempo, la sonda puede bloquearse por la
acumulación de moco, coágulos o residuos, impidiendo el drenaje normal de la
orina.