Discursos ambientales
en América Latina
José Rubén Orantes García
María Luisa Ballinas Aquino
coordinadores
Discursos ambientales
en América Latina
CIMSUR
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas
Centro de Investigaciones Multidisciplinarias
sobre Chiapas y la Frontera Sur
Universidad Nacional Autónoma de México
México, 2023
Catalogación en la publicación UNAM.
Dirección General de Bibliotecas y Servicios Digitales de Información
Nombres: Orantes García, José Rubén, editor. | Ballinas Aquino, María Luisa, editor. | Discursos
de la normatividad ambiental en América Latina (2021:cimsur-unam).
Título: Discursos ambientales en América Latina / José Rubén Orantes García, María Luisa
Ballinas Aquino, coordinadores.
Descripción: Primera edición. | San Cristóbal de Las Casas, Chiapas : Universidad Nacional
Autónoma de México, Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la
Frontera Sur, 2023. | “Los ensayos académicos que se presentan en este libro fueron fruto
del Seminario Discursos de la Normatividad Ambiental en América Latina realizado en
el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur de la
Universidad Nacional Autónoma de México (cimsur-unam) en el año 2021”-- Presentación,
pág. 13.
Identificadores: librunam 2218254 | isbn 978-607-30-8510-6.
Temas: Derecho ambiental -- América Latina. | Derecho ambiental -- México. | Pueblos indí-
genas -- Protección ambiental. | Política ambiental -- América Latina | Protección ambiental
-- América Latina.
Clasificación: lcc kg667.d57 2023 | ddc 344.8046—dc23
Imagen de portada:
D.R. © 2023, Universidad Nacional Autónoma de México
Ciudad Universitaria, 04510, Del. Coyoacán, Ciudad de México, Coordinación de Humanidades,
Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur
Calle María Adelina Flores, núm. 34-A, Barrio de Guadalupe, 29230,
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México. Tel.: (967) 678 2997
www.cimsur.unam.mx
ISBN 978-607-30-8510-6
Esta obra fue dictaminada positivamente por pares ciegos externos, a solicitud del Comité Editorial del Centro de Investigaciones
Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur. Queda prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio sin la
autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
Impreso y hecho en México / Printed in Mexico
Indice general
Presentación
José Rubén Orantes García / María Luisa Ballinas Aquino . . . . . . . . . . . . . . . 11
Bibliografía citada, 19
Parte 1. Discursos del derecho ambiental en los pueblos indígenas
Hermenéutica de los discursos ambientales: un acercamiento desde la praxis
de las comunidades rurales y originarias
Manuel Antonio Espinosa Sánchez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Punto de partida, 23; Discursos de legitimación ambiental, 24; La praxis rural,
campesina e indígena como discurso ambiental, 26; Episteme ambiental: del
sumak kawsay al lekil kuxlejal, 29; De transiciones y urdimbres muchas, 31;
Corolario, 33; Bibliografía citada, 33
Escritura académica de rasgos orales. Una apuesta por el rescate del pensamiento
originario y la conservación de la riqueza natural
Griselda Citlalli Molina Vázquez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Introducción, 41; Los estudios de oralidad y las posibilidades vitales del pen-
samiento originario, 43; Discurso académico vs discurso de rasgos orales pri-
marios, 47; Una apuesta por la oralidad en el discurso académico. El caso de
un estudiante de la licenciatura en Ingeniería Ambiental, 50; Conclusiones, 54;
Bibliografía citada, 56
7
8 discursos ambientales en américa latina
Ch’ul balumilal (tierra sagrada), la concepción tseltal de la Pachamama
Rolando Sántiz Gómez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
El ch’ul balumilal, la concepción indígena tseltal de la Pachamama, 64; El ch’ul
balumilal, 65; El ch’ul balumilal, un espacio para la siembra, 67; El ajaw del ch’ul
ja’, 69; Algunas reflexiones, 73; Bibliografía citada, 74
Antropología jurídica de los pueblos y las comunidades tradicionales en Brasil:
apuntes acerca de la categoría de relación jurídica fronteriza
Ricardo Prestes Pazello . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Introducción, 77; pct: modos de vida fronterizos, 78; Extrañas y asimétricas
fronteras en la antropología jurídica, 80; Antropología jurídica de los pct: ex-
trañamiento de la totalidad de las relaciones jurídicas fronterizas, 83; Relaciones
jurídicas fronterizas: entre esencia y apariencia, 84; Consideraciones fronterizas,
96; Bibliografía citada, 97
Parte 2. Discursos ambientales y normatividad en México
Emblemas discursivos en el proceso de construcción de los discursos ambientales
constitucionales en México
María Luisa Ballinas Aquino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
Introducción, 101; Posicionamiento epistemológico en la construcción del con-
cepto de emblema discursivo, 103; Los conocimientos en la construcción de los
emblemas discursivos, 105; Emblemas discursivos en textos de normatividad
ambiental, 106; Conclusiones, 120; Agradecimientos, 121; Bibliografía citada, 121
Análisis historiográfico del derecho ambiental mexicano como antesala hacia
los derechos de la naturaleza
Alan David Barraza Guerrero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Introducción, 125; Aproximación a un análisis historiográfico del derecho, 127;
Breve análisis historiográfico del derecho mexicano con acentuación en el de-
recho ambiental, 130; Los derechos de la naturaleza en México desde una pers-
pectiva historiográfica del derecho ambiental, 137; Conclusiones, 142; Bibliografía
citada, 143
Estudio exploratorio de los derechos de acceso del Acuerdo de Escazú en San José
del Pacífico, Oaxaca
Oscar Jesse Rojas Ortiz / Omar Ávila Flores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
Introducción, 147; Descripción del problema, 149; Breve perspectiva de los de-
rechos de acceso en América Latina, 150; Algunas consideraciones sobre los
indice general 9
derechos de acceso en el ámbito local, 154; Materiales y métodos, 156; Zona de
estudio, 157; Resultados, 159; Conclusiones, 165; Bibliografía citada, 166
Evasiones a la rendición de cuentas y al acceso a la información pública como generadores
de conflictos ambientales. El caso de la cervecera Constellation Brands en Mexicali,
Baja California
Milthon Minor Montes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
Introducción, 169; Justificación de la investigación, 171; Democracia, rendición
de cuentas y transparencia, 173; Metodología de investigación, 177; Presentación
de resultados, 178; La manifestación de impacto ambiental oculta, 180; Proyecto
cooperativo Constellation Brands, 182; Convenio de confidencialidad, 185;
Aparato crítico y conclusiones, 185; Bibliografía citada, 187
Parte 3. Discursos de políticas ambientales
Concesiones de agua subterránea a empresas trasnacionales productoras de bebidas.
Revisión del discurso en contexto de pandemia
Esmeralda Pliego Alvarado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
Introducción, 193; Concesiones del agua subterránea y caracterización de los
casos: una refresquera, una cervecera y una empresa de agua embotellada, 195;
Conclusiones, 204; Bibliografía citada, 205
El discurso normativo en torno a la producción de cacao en la selva maya
Liliana Guadalupe Pulido Córdoba / María Luisa Ballinas Aquino . . . . . . . . . . . . 209
Introducción, 209; Espacio geográfico definido como selva maya, 211; Proceso
de producción de cacao, 214; Discursos normativos y ambientales vinculados
a la producción de cacao, 218; Reflexiones finales, 224; Agradecimientos, 224;
Bibliografía citada, 225
La nueva política ambiental global: discurso de la economía verde y reduccionismo
del cambio climático
Juan David Arias-Henao . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229
Introducción, 229; Orígenes del cambio climático como el mayor problema de
la humanidad, 231; Un doble reduccionismo: del cambio climático al «carbono»,
233; Economía verde y restructuración de la política ambiental global, 236;
Reflexiones finales, 242; Bibliografía citada, 244
10 discursos ambientales en américa latina
Áreas verdes urbanas en Latinoamérica. Un estado del arte (2016-2021)
Mariana Gómez Rangel / Ricardo López Santillán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Introducción, 251; Metodología, 254; Brasil, 257; México, 258; Argentina, 260;
Colombia, 261; Chile, 263; Consideraciones finales, 264; Bibliografía citada, 266
Parte 4. Discursos ambientales y normatividad en Latinoamérica
«El derecho no comprende la naturaleza»:ineficacia de la técnica legislativa en la protección
del medio ambiente en tiempos de crisis
Felipe Andrés Montenegro Galdames . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
Introducción, 273; Soluciones jurídicas de cara a la protección ambiental, 275;
Situaciones de vulneración producto de una deficiente técnica legislativa,
280; Protesta social como medio para exigir la protección al medio ambiente.
Perspectiva desde el caso chileno, 286; Conclusiones, 289; Bibliografía citada, 290
La Convención Ramsar y la acción contra el cambio climático
Adriana Natalia Durán Tovar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293
Introducción, 293; Bibliografía citada, 309
Medio ambiente y territorio(s) por venir: explorando discursos ambientales y territoriales
del proceso constituyente en Chile
Esteban Delgado Altamirano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313
Introducción, 313; Desarrollo de argumentos y resultados, 316; Conclusiones, 330;
Bibliografía citada, 331
Sobre los autores y las autoras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 336
Presentación
José Rubén Orantes García
María Luisa Ballinas Aquino
E ste libro recoge una colección de ensayos escritos en momentos y desde países
distintos de nuestra América que responden a cuestiones diversas del discurso
ambiental y que retoman diferentes connotaciones en el tiempo y en el espacio, de-
pendiendo de las temáticas, los contextos y las coyunturas.
Los ensayos ofrecen un marco de análisis que permite identificar las caracterís-
ticas de las transformaciones en el uso, el contenido y la representación de los dis-
cursos que se construyen en torno a problemáticas ambientales, en los cuales se pre-
sentan diversos acercamientos metodológicos que incluyen el análisis de los elementos
lingüísticos y extralingüísticos que figuran en textos normativos positivos y en otras
normatividades. Estos establecen asimismo una serie de relaciones en la comprensión
de las problemáticas ambientales que se reconfiguran en el tiempo (Ballinas 2018).
Las problemáticas expresadas en el espacio geográfico se construyen a partir de
diversas visiones del ambiente (Durand 2005), lo cual puede observarse en cada uno
de los capítulos de este libro. En general, se incluyen investigaciones que ofrecen la po-
sibilidad no solo de comparar las transformaciones en el tiempo de los problemas am-
bientales en los cuales convergen determinadas normativas, sino también identificar
los contrastes entre cómo se comprenden los conceptos ambientales en las legisla-
ciones de distintos países en el marco de cada uno de los temas que se presentan. Ello
conlleva el reconocimiento de actores sociales y de políticas ambientales que influyen
11
12 discursos ambientales en américa latina
en las realidades vividas en América Latina, así como del andamiaje requerido para la
comprensión normativa positiva y consuetudinaria.
Un aspecto que no puede omitirse en el análisis de los discursos ambientales es el
conjunto de premisas vinculadas a procesos socioeconómicos como el neoliberalismo
y la globalización, en los que los mercados asumen un papel central mientras que
el Estado propicia la desregulación para gestar la estructura del macropoder con un
nuevo modelo descentralizado y descentralizador que trastoca la comprensión del
medio ambiente (Peck y Tickell 2002; Cortés y Beltrán 2015). En esta estructura se
construye una visión marcada por la tendencia hacia la monetización de los valores
y las cualidades del patrimonio natural, así como por una perspectiva utilitarista
(Dempsey y Robertson 2012) que conduce a la mercantilización de la naturaleza a
partir de los marcos institucionales (Ramírez 2013), los cuales tienen su fundamento
en las legislaciones vigentes y trastocan las normatividades vividas en las comuni-
dades.
La Cumbre de la Tierra de 1992 marcó un punto de inflexión al consolidar un
nuevo paradigma de gobernanza ambiental alrededor del mundo (Park et al. 2008,
en Flores et al. 2018) con paradojas, por ejemplo, entre la acumulación del capital,
la protección ambiental y la mitigación del daño provocado por la actividad antro-
pogénica (Castree 2008). Esta realidad observada se acompaña de una continuidad
en la producción discursiva de mercancías como una forma de garantizar la apro-
piación privada de riquezas, incluyendo la naturaleza (Castree 2003; Rodrigues
2012).
La discusión transversal sobre el poder se expresa en la interacción de actores so-
ciales con la producción de interdiscursividades en torno a las problemáticas ambien-
tales, como las presentadas en los capítulos de este libro. Dicho poder se manifiesta
en principios y valores culturales de distintas características, tanto al hacer referencia
a autoridades gubernamentales y a la normatividad positiva, como cuando se realiza
la observación a partir de los pueblos indígenas, en donde al conflicto ambiental se
suma que: «la conducta de la autoridad se convierte ya no en expresión del sentido
común general sino en la interpretación particular de la autoridad, o en todo caso
del grupo social que detenta el poder» (Orantes 2014:42). Desde las distintas formas
de poder expresadas en el ejercicio de una normatividad es importante comprender
tanto el papel que juegan las autoridades, como los conceptos que van a utilizarse en
la argumentación que se construye vinculada a las acciones.
presentación 13
En este sentido, es importante la observación, por una parte, de los actores so-
ciales que intervienen en las construcciones discursivas, en las cuales el discurso es
entendido como un conjunto regular de hechos lingüísticos, mientras por otra parte
se expresa como un «juego estratégico y polémico» (Foucault 1988:15). Los poderes
expresados en los campos político, jurídico y mediático en torno al medio ambiente
pueden asociarse con problemáticas territoriales, que en algunas ocasiones implican
conflictos sociales y económicos (López 2011).
Los ensayos académicos que se presentan en este libro fueron fruto del seminario
Discursos de la Normatividad Ambiental en América Latina realizado en el Centro de
Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur de la Universidad
Nacional Autónoma de México (cimsur-unam) en 2021, en formato virtual. De la re-
flexión compartida entre ponentes y estudiantes de posgrado de diversas instituciones
académicas y países surgió la intención de reelaborar y publicar los textos que, en el
marco de la normatividad ambiental, analizaban problemáticas ambientales especí-
ficas.
Este libro colectivo se divide en cuatro partes. La primera de ellas, «Discursos
del derecho ambiental en los pueblos indígenas», se compone de cuatro capítulos.
En el primero, «Hermenéutica de los discursos ambientales: un acercamiento desde
la praxis de las comunidades rurales y originarias», de Manuel Antonio Espinosa
Sánchez, el autor transita desde una explicación sobre cómo los discursos ambientales
apuntan a una legitimidad de la devastación socioambiental, para luego presentar y
argumentar cómo las prácticas y los saberes de las comunidades rurales e indígenas
en Abya Yala constituyen una mirada epistémica genuinamente alternativa. Espinosa
Sánchez alienta, a quien se acerca a leer el texto, a fundar nuevas miradas de los dis-
cursos dominantes y a criticarlos con el interés de modificar y cuestionar las certi-
dumbres civilizatorias que durante décadas han prometido y ofrecido comodidad y
certeza a costa de invisibilizar un hecho inapelable: que el modelo civilizatorio occi-
dental ha socavado las bases mismas de los ciclos de vida a escala global, lo que ha
puesto en riesgo toda forma de vida en este planeta.
En el siguiente capítulo, «Escritura académica de rasgos orales. Una apuesta por
el rescate del pensamiento originario y la conservación de la riqueza natural», Citlalli
Griselda Molina Vázquez reflexiona sobre la importancia de la oralidad en la com-
prensión del pensamiento de los pueblos originarios y su influencia en la construcción
de la escritura académica de estudiantes universitarios originarios de comunidades
14 discursos ambientales en américa latina
indígenas. En este caso, se presentan los resultados de investigación a partir del aná-
lisis de textos sobre problemas ambientales comunitarios escritos por alumnos del
programa de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas
(unicach). La autora remarca la importancia de los estudios sobre oralidad primaria
para sacar a la luz rastros del pensamiento originario vivo, y una vez detectados tra-
bajar de la mano con las personas portadoras de dicho pensamiento mediante el res-
peto, la recuperación y la revaloración de las construcciones textuales, pues desde su
propio hacer cotidiano pueden aportar a la defensa del patrimonio natural y cultural.
Por su parte, Rolando Sántiz Gómez, en el capítulo «Ch’ul balumilal (tierra sa-
grada), la concepción tseltal del Pachamama», da a conocer los derechos agrarios que
los sujetos tseltales poseen, a la vez que hace una comparativa entre los derechos le-
gales y los que son obtenidos por los llamados usos y costumbres. El autor contrasta
también los derechos comunales y ejidales relacionados con la tierra, y posteriormente
analiza el concepto de ch’ul balumilal, como una versión de la Pachamama planteada
desde la visión del mundo indígena de los tseltales de Oxchuc. En este interesante
capítulo Sántiz Gómez da a conocer conceptos de uso común que están presentes en
la cotidianidad de los hombres y mujeres tseltales en los Altos de Chiapas.
En el capítulo «Antropología jurídica de los pueblos y comunidades tradicio-
nales en Brasil: apuntes acerca de la categoría de relación jurídica fronteriza», Ricardo
Prestes Pazello hace una reflexión desde la antropología jurídica a partir de la noción
de «pueblos y comunidades tradicionales» en Brasil. El autor logra construir la ca-
tegoría de «relación jurídica fronteriza» con base en una lectura crítica marxista del
derecho, y la pone en movimiento frente a las dimensiones de la legalidad (esencial
y aparente) que conciernen a estos pueblos, entre los que considera los siguientes:
pueblos indígenas, comunidades quilombolas y pueblos faxinalenses. El resultado de
este capítulo apunta a la circunscripción conflictiva de los derechos de los pueblos y
comunidades indígenas tradicionales de Brasil, que se expresan entre la demanda de
protección garantizada de la cultura material e inmaterial y el acceso a recursos que
satisfagan las necesidades humanas.
La segunda parte del libro, «Discursos ambientales y normatividad en México»,
inicia con el texto «Emblemas discursivos en el proceso de construcción de los dis-
cursos ambientales constitucionales en México», de María Luisa Ballinas Aquino. En
este capítulo se presenta el análisis de los discursos ambientales como un espacio para
la comprensión de la vida del ser humano y los ecosistemas, tanto si se construyen
presentación 15
desde el reconocimiento de las problemáticas suscitadas en la interacción del ser hu-
mano con los entornos naturales, como si se atiende al cuidado de los espacios de vida
desde una perspectiva ecológica.
Alan David Barraza Guerrero, en «Análisis historiográfico del derecho ambiental
mexicano como antesala hacia los derechos de la naturaleza», despliega su argumen-
tación a partir de los antecedentes del derecho ambiental mexicano con base en un
método historiográfico y comparativo, explicando y describiendo la situación en la
que se encuentra dicha disciplina legal a partir del sistema jurídico mexicano. Este ca-
pítulo propone pautas para el debate epistemológico sobre la posibilidad y viabilidad
de incluir en la Constitución mexicana los derechos de la naturaleza, para cumplir
así con el mandato de protección y salvaguarda socioecológica, y no con una agenda
política de capitalismo verde y ecoeficiencia.
En el capítulo de Oscar Jesse Rojas Ortiz y Omar Ávila Flores, «Estudio explo-
ratorio de los derechos de acceso del Acuerdo de Escazú en San José del Pacífico,
Oaxaca», se plantean los derechos de acceso que establece este acuerdo, los cuales re-
presentan un esfuerzo importante para la homologación de los criterios en la materia-
lización de la democracia ambiental en los países de América Latina. Estos derechos
se entienden como un bloque indivisible e interdependiente que establece un engra-
naje entre el medio ambiente y los derechos humanos. No obstante, para los autores
el principal reto de los derechos de acceso es su aplicación a una escala de gobierno
local, lo cual resultaría en un nivel mayor de protección y garantías para la población.
Milthon Minor Montes, en «Evasiones a la rendición de cuentas y al acceso a la
información pública como generadores de conflictos ambientales, el caso de la cerve-
cera Constellation Brands en Mexicali, Baja California», analiza el recrudecimiento
de las disputas por el agua en México, esto por la escasez de líquido generada por
el alto consumo humano e industrial y por el incremento de las temperaturas como
consecuencia del cambio climático. En este marco, el establecimiento de la cervecera
trasnacional Constellation Brands en Mexicali, Baja California, inició un conflicto
socioambiental en 2017, el cual evolucionó por distintos niveles de enfrentamientos
entre agrupaciones sociales y el Estado. La llegada de la empresa fue promovida y
autorizada por dependencias de los tres órdenes de gobierno del país, hasta que en
marzo de 2020 la obra fue cancelada por la federación. Ante este escenario, el autor
señala que es importante que las personas vinculadas con el periodismo, el activismo,
la academia y la ciudadanía en general tengan acceso a toda la información pública
16 discursos ambientales en américa latina
y a los mecanismos de rendición de cuentas gubernamentales para conocer los pro-
cedimientos legales y administrativos derivados de la llegada de una trasnacional, y
hasta su cancelación.
La parte tres de este libro se titula «Discursos de políticas ambientales» e inicia
con el capítulo de Esmeralda Pliego Alvarado: «Concesiones de agua subterránea a
empresas trasnacionales productoras de bebidas. Revisión del discurso en contexto
de pandemia». La autora se enfoca en la disminución de las reservas de agua potable
y el incremento de las necesidades de consumo humano, y encuentra indispensable
el estudio de los factores que condicionan su disponibilidad futura y de las reacciones
que se generan a nivel local. Este capítulo presenta, a partir del discurso en tiempos de
pandemia —entre 2020 y 2022—, el contexto institucional que propicia la extracción
hídrica y la problemática de extracción de agua subterránea por parte de empresas re-
fresqueras y embotelladoras en tres territorios de México. La investigadora encuentra
aspectos contradictorios en el discurso oficial en torno a las concesiones para em-
presas trasnacionales que producen bebidas, los cuales inducen a la confrontación y a
la resistencia por parte de las poblaciones afectadas por la explotación de sus mantos
acuíferos.
Liliana Guadalupe Pulido Córdoba y María Luisa Ballinas Aquino en «El dis-
curso normativo en torno a la producción del cacao en la selva maya» hacen una re-
visión documental de los discursos presentes en las regulaciones de la producción de
cacao y las implicaciones que tiene en la construcción del espacio denominado «selva
maya». En el texto confluyen aspectos culturales que permiten el establecimiento de
formas de producción específicas, dadas las características de un espacio que aparece
como un mosaico de suelos y altitudes que posibilitan el cultivo de este producto
desde tiempos prehispánicos.
En «La nueva política ambiental global: discurso de la economía verde y reduc-
cionismo del cambio climático», Juan David Arias-Henao desarrolla una reflexión
crítica acerca de la nueva política ambiental caracterizada por el protagonismo del
discurso de la economía verde y el reduccionismo del cambio climático. Arias-Henao
propone abrir una discusión a partir de tres grandes rubros: en el primero averigua
las condiciones históricas en las que surgió el cambio climático como el problema
ambiental más importante de la actualidad; en un segundo aspecto el autor investiga
cómo se ha producido un reduccionismo de «carbono» que limita las formas de com-
prender la crisis climática, y, por último, la manera en que ese reduccionismo ha sido
presentación 17
el sustento de una reestructuración de la política ambiental en nombre de la economía
verde. El autor concluye que es necesario ir más allá del cambio climático y el carbono
para hacer visibles modos alternativos de pensamiento y acción en las políticas am-
bientales contemporáneas.
El último capítulo de la tercera parte corre a cargo de Mariana Gómez Rangel y
Ricardo López Santillán, con el texto «Áreas verdes urbanas en Latinoamérica. Un
estado del arte (2016-2021)». Hacen una revisión de los trabajos académicos publi-
cados durante el periodo 2016-2021 que se refieren a la categoría de áreas verdes en
Latinoamérica. Delimitaron su análisis en cinco países representativos —Argentina,
Brasil, Colombia, Chile y México— y encontraron como tema recurrente la desi-
gualdad social, la cual está estrechamente relacionada con la disponibilidad de áreas
verdes y su administración adecuada. En este recorrido, además de encontrar priori-
dades distintas en cada país, se observa un consenso en lo referente a la inmediatez en
la resolución de amenazas que se derivan del deterioro ambiental, siendo las ciudades
espacios en donde es imposible evitar dichas acciones, aunque se trate de los sitios
más intervenidos por la actividad humana.
La parte cuatro, «Discursos ambientales y normatividad en Latinoamérica», co-
mienza con el capítulo de Felipe Andrés Montenegro Galdames titulado «El derecho
no comprende la naturaleza»: ineficacia de la técnica legislativa en la protección del
medio ambiente en tiempos de crisis». El autor analiza casos de distintos países de
Latinoamérica en los que la institucionalidad detrás de los ordenamientos jurídicos
no ha sido efectiva ni certera en su contenido, lo cual ha abierto paso a un sinnúmero
de críticas en cuanto a la técnica legislativa que no garantiza el debido cuidado al
medio ambiente, a la vez que relega a los pueblos originarios y sirve de insumo a la
protesta social.
Por su parte, Adriana Natalia Durán Tovar, en el capítulo «La Convención Ramsar
y la acción contra el cambio climático», menciona que los humedales son conside-
rados como los reguladores climáticos por excelencia; sin embargo, en la actualidad
su degradación continúa. Esta investigadora presenta las bondades de los humedales
como ecosistemas, así como el escenario de su degradación, motivo de preocupación
internacional. Asimismo, hace referencia al principal instrumento que los protege,
la Convención Ramsar, y destaca su misión, objetivos y principales lineamientos. En
ese contexto, la autora enuncia los retos que se ha planteado esta convención desde
la Conferencia de las Partes, de cara a la acción climática contemplada en la Agenda
18 discursos ambientales en américa latina
2030 para el Desarrollo Sostenible del Sistema de Naciones Unidas. Se destaca que
México no es ajeno a este escenario, pues después de Reino Unido es el país miembro
que cuenta con mayor número de designaciones de humedales de importancia inter-
nacional. Este capítulo pretende dar un panorama general de una de las discusiones
actuales planteadas internacionalmente en torno a la preservación, conservación y
protección de los humedales y su aporte fundamental como mitigadores naturales del
cambio climático, lo que permite reflexionar sobre los retos que tanto México como
los demás países miembros enfrentan para cooperar en objetivos comunes y avanzar
en el camino hacia la sostenibilidad.
Esteban Delgado Altamirano, en «Medio ambiente y territorio(s) por venir: ex-
plorando discursos ambientales y territoriales del proceso constituyente en Chile»,
realiza una desconstrucción histórica a partir de la revuelta social acaecida el 18 de oc-
tubre de 2019 en Chile que ocasionó un proceso profundo de transformación sociopo-
lítica e institucional. Pieza fundamental de esta transformación fue la elaboración de
una nueva Constitución política para el país, cuyo diseño se asignó a una Convención
Constituyente compuesta por 155 Convencionales Constituyentes electos/as a nivel
nacional. El resultado del trabajo de esa convención fue sometido a un plebiscito ra-
tificatorio nacional hacia finales de 2022, ocasión en la que se decidió la aprobación
o no de la nueva constitución. Dada la importancia que el texto constitucional tiene
para la vida pública y social en todos los ámbitos, el objetivo de este capítulo es iden-
tificar las narrativas y los discursos ambientales y territoriales movilizados por los
y las Convencionales Constituyentes y las coaliciones discursivas que los sostienen,
además de analizar si la discusión ambiental y territorial que llevaron a cabo implica
la emergencia de discursos ambientales y territoriales contrahegemónicos de los dis-
cursos dominantes en estas materias en las últimas décadas. La reflexión del capítulo
se funda en los resultados de una investigación exploratoria cuyo marco de referencia
es el análisis argumentativo del discurso, que el autor complementó con técnicas pro-
pias del análisis de contenidos y del análisis de redes del discurso. Los hallazgos de esta
investigación sugieren un cambio profundo en las concepciones ambientales y territo-
riales en Chile. Las narrativas y los discursos planteados por los y las Convencionales
Constituyentes en estas materias contrastan sustantivamente por su diversidad y com-
plejidad con las narrativas y los discursos dominantes hasta la fecha, y proyectan una
transformación importante del alcance de estas ideas en el nuevo texto constitucional.
Por tal motivo, estas nuevas narrativas y discursos ambientales y territoriales podrían
presentación 19
producir transformaciones significativas en el ordenamiento político, normativo e in-
cluso cultural de la sociedad chilena en las próximas décadas.
Aunque los temas presentados a lo largo de las cuatro partes que componen este
libro son diversos, los énfasis discursivos en cada apartado se reflejan en el nombre de
este, mientras que cada capítulo se desarrolla con base en la experiencia de investiga-
ción de cada uno de los autores y autoras y las reflexiones que surgieron en el proceso
formativo compartido antes mencionado.
Ante las problemáticas y los conflictos ambientales surge la necesidad de discutir
temas relacionados con la normatividad ambiental desde las perspectivas de la antro-
pología jurídica y del análisis del discurso normativo, que ofrecen la posibilidad de
dialogar entre cosmovisiones y comprensiones distintas del medio ambiente: «lo que
para unos resulta fundamental para los otros no lo es tanto y lo que para unos tiene un
valor puramente económico para los otros reúne además un contenido espiritual sin
el cual sus culturas serían incapaces de sobrevivir» (Berraondo 2003:1).
Dada la complejidad de las realidades ambientales, con este libro se pretende
acercar a los lectores y lectoras diversas formas de significar, comprender y analizar
los discursos que se movilizan en las problemáticas ambientales concretas que se pre-
sentan.
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Parte 1
Discursos del derecho ambiental en los pueblos indígenas
Hermenéutica de los discursos ambientales:
un acercamiento desde la praxis
de las comunidades rurales y originarias
Manuel Antonio Espinosa Sánchez
Punto de partida
D esde dónde y con la ayuda de qué herramientas se analiza un discurso son puntos
tan importantes como su interpretación. En ello están comprometidos tanto el
discurso que se aborda como el sujeto que realiza el ejercicio sistemático, porque en
la elección misma del discurso hay de manifiesto ya un filtro epistemológico y cierto
sesgo para interpretar la realidad a la que se hace referencia. Con base en lo ante-
rior, el presente ejercicio está comprometido con, y se elabora desde los territorios
rurales, las familias campesinas y las comunidades originarias en un acto de justicia
etnoecológica que, hacia el final de este, tendrá sentido y justificación (Martínez-Alier
2001:121-123).
El texto está construido en cuatro partes centrales y se posiciona desde la expe-
riencia práctica y desde los saberes empíricos de comunidades rurales e indígenas
en México. El primer apartado incluye una crítica a los discursos ambientales do-
minantes, y en él se indica cómo, contraviniendo el sentido común, las condiciones
sociales y ambientales se han deteriorado aún más ante la falta de voluntad y los cam-
bios para detener y revertir el agotamiento de los ciclos de materiales y energía que
sustentan la vida en el planeta y que están originados por el modo de producción
23
24 discursos ambientales en américa latina
capitalista, su necesidad de combustibles fósiles y su lógica de externalización de im-
pactos socioecológicos.
El segundo apartado es una argumentación sobre cómo los discursos ambientales
rurales, campesinos e indígenas son fundamentales ante la falta de alternativas reales
al modo de producción capitalista y suponen un nuevo paradigma civilizatorio. En
el tercero se recuperan algunos planteamientos icónicos sobre los diversos discursos
ambientales milenarios que podrían ser de gran utilidad para imaginar cómo sería
posible otro mundo.
Finalmente, se presentan algunas experiencias de esos discursos ambientales
traducidos a espacialidades urbanas, periurbanas y rurales de corte empresarial, co-
munitario y familiar en México, y se concluye invitando al afanado lector o lectora a
explorar alternativas locales y regionales del quehacer socioambiental como medios
de vida sostenibles y necesarios para un sistema-mundo en vías de colapso.
Discursos de legitimación ambiental
Bajo el modo de producción capitalista, la emergencia de discursos ambientales le-
gitimadores de la depredación ecológica y de la devastación de las bases materiales
que sustentan la vida ha sido particularmente prolija y ha demostrado competencias
para reciclarse y reinventarse, a pesar de las amplias muestras de su carácter antro-
pocéntrico, monocultural y patriarcal (Lander 2013:30-31) que conduce al planeta y
a múltiples poblaciones de seres vivos —incluida esta humanidad— al colapso y a la
extinción. Es la era del capitaloceno, sugieren autores como Moore (2016:201-254),
Escobar (2018:116) o Leff (2021:1-3).
En los discursos dominantes, ante la externalización de los impactos ambientales,
la propuesta consiste en promover ciertas adecuaciones, modificaciones o ajustes a
los procesos de producción industrial sin detrimento de los ciclos de acumulación de
valor y riqueza, dado que existe la incertidumbre, vertida por parte de corporativos
globales y sus intelectuales orgánicos, de un empeoramiento de las —ya de por sí—
malas condiciones de vida de las grandes mayorías (cepal 2022:9-39). No obstante,
con o sin tales discursos ambientales y ecocéntricos, las grandes fortunas amasadas
por los dueños de corporativos globales siguen creciendo año tras año, sin que por
ello mejoren ni las condiciones ecológicas del planeta ni las económicas para las ma-
yorías (Oxfam 2020:2).
hermenéutica de los discursos ambientales 25
En síntesis, como se argumentará, ojalá que en forma convincente, los discursos
ecológicos hegemónicos dictados desde los grandes centros del statu quo no son sino
mera retórica gatopardista que propugna un supuesto cambio de mentalidad y de
prácticas para que todo siga exactamente igual, o peor, porque en nada modifica los
orígenes del agotamiento medioambiental ni de la desigualdad social (véase cuadro 1).
Cuadroa 1. Discursos ambientales hegemónicos en el Abya Yala del siglo xvi al xx
Discurso Origen Fecha Fuente
Naturaleza mítica, Primeras crónicas españolas y narraciones de conquistadores Siglo xvi Pérez (2012)
fantástica y mágica entremezcladas con los mitos de Oriente y de Occidente. Wagner (2022)
Naturalización de la Creación de la historia natural y llegada de la civilización Siglo viii Pérez (2012)
autoridad (europea) al territorio bárbaro (indígena). Establecimiento del
«orden» natural de las cosas (antropo-eurocentrismo).
Naturaleza como Legitimación del despojo eurocéntrico y desarrollo del modelo Siglo xviii Pérez (2012)
despensa (europea) extractivo de apropiación de la naturaleza. Ulloa (2005)
y riqueza infinita
Ordenación territo- Los accidentes geográficos como divisores territoriales «natu- Siglo xviii Pérez (2012)
rial «natural» rales» de donde se siguen divisiones jurisdiccionales.
Parque natural Concepto territorial-jurídico que prohíbe o limita la actividad Inicio del Pérez (2012)
protegido humana sobre la naturaleza y se considera primera categoría siglo xix Ulloa (2005)
del discurso ambiental moderno.
Naturaleza como Reciclaje de la noción de explotación de la naturaleza por la Inicio del Pérez (2012)
fuente de empleo y vía de la agricultura y la ganadería para el progreso nacional. siglo xx
riqueza
Liberalismo Recurren a políticas públicas para la resolución de problemá- Mitad del Alfie (2002:86)
ambiental ticas en el marco de gobiernos democráticos bajo un enfoque siglo xx Vargas (2006)
tecnocrático o del saber experto.
Post-Club de Roma Se contemplan opciones de conservación del medio ambiente Posterior a Alfie (2002:86)
dentro del marco de una sociedad industrial y diseñadas 1970 Santana Cova
técnicamente por el saber experto. (2005)
Desarrollo Discurso para resolver el problema de los límites del cre- 1980 Alfie (2002:86)
sustentable cimiento. Crecimiento y desarrollo se reinventan y no hay Vargas (2006)
consenso sobre la noción concreta de sustentable.
Economía verde Se entiende como una economía que reduce las emisiones de 1990 Herrán (2012)
carbono y fue acuñada por Pearce, Markandya y Barbier en el Pearce,
libro Blueprint for a Green Economy. Markandya y
Barbier (1989)
Fuente: elaboración propia con base en autores citados.
26 discursos ambientales en américa latina
Como se puede apreciar, el devenir discursivo de la economía verde actual no fue
súbitamente adoptada por las sociedades latinoamericanas. La mirada cartesiana que
recurre a la naturaleza como medio utilitario para su aprovechamiento y explotación
se fue acuñando y naturalizando en el imaginario por varias generaciones.
Evidentemente, los discursos arriba simplificados y esquemáticamente presen-
tados se fueron entretejiendo. En realidad, nunca han desaparecido del metarrelato
de la humanidad y la historia de su entorno. Superpuesta y reformulada, la episteme
moderna que distingue al hombre de todo lo demás, que lo coloca como ente superior
a la mujer y a cualquier otro ser vivo y cuya explicación de la realidad se filtra según
sus cánones, se encuentra íntimamente impresa en la génesis de lo que se conoce
como civilización.
Fuera de ese universo cerrado en el que habita el discurso colonial y monodimen-
sional de Occidente únicamente existe lo bárbaro, lo salvaje, lo agreste, lo profano.
Hacia allá, necesariamente, se encamina la búsqueda de la posible alternativa al capi-
taloceno que ha colocado en vilo al planeta Tierra.
La praxis rural, campesina e indígena como discurso ambiental
Las comunidades rurales e indígenas dependen de los ciclos entrópicos de energía y
de la regeneración de los materiales para su subsistencia, en tanto dependientes de
la agricultura, la ganadería, la pesca, la forestería y la silvicultura para la reproduc-
ción de su modo de vida; justamente porque dichas actividades primarias constituyen
medios de vida rurales, campesinos e indígenas, y socavar dichos ciclos de materia
y energía representa hacer inviable su subsistencia. De esta forma, los saberes y las
prácticas rurales de estas comunidades campesinas y familias originarias constituyen
en sí mismos un discurso ambiental de la mayor importancia, como se argumentará
a continuación, y mucho será posible aprender de ellos para comprender las actuales
encrucijadas civilizatorias (Bartra 2010:93-98).
Esto debe ser relevante para todas y todos por cuatro razones principales. En
primer lugar, porque las familias rurales y campesinas producen la mayor parte de los
alimentos que las sociedades consumen en nuestra región:
La agricultura familiar agrupa cerca del 81 % de las explotaciones agrícolas en alc;
provee, a nivel país, entre 27 % y 67 % del total de la producción alimentaria; ocupa
hermenéutica de los discursos ambientales 27
entre el 12 % y el 67 % de la superficie agropecuaria, y genera entre el 57 % y el 77 % del
empleo agrícola en la Región (Leporati et al. 2014:35).
De manera muy práctica, dado que se desea continuar con la producción de ali-
mentos, será necesario comprender y conservar las formas de apropiación territorial
que rigen entre las familias campesinas e indígenas que producen de manera tal que
durante miles de años han posibilitado la nutrición de las sociedades humanas a pe-
queña escala, y que es posible su aumento progresivo para atender las necesidades de
casi 8 000 millones de personas (González et al. 2021:125).
En segundo lugar, la existencia de esta praxis ambiental es muy importante para
el sostenimiento de los ciclos de vida en el planeta. Las formas de producción de ali-
mentos y de aprovechamiento del medio ambiente de las comunidades rurales e in-
dígenas posibilitan los ciclos de agua, de temperatura y de carbono, entre otros, que
resultan claves para todas las formas de vida, incluyendo, claro, la humana. Sin em-
bargo, los saberes y las prácticas ambientales son múltiples y están bioculturalmente
localizados, como lo explican ampliamente Vidal y Brusca (2020:673-681). Aunque
los principios biotécnicos son similares —multifuncionalidad, asociacionismo y sim-
biosis, por mencionar algunos—, las expresiones concretas de dichos discursos am-
bientales están adaptadas a las condiciones ecológicas y culturales locales. De esta
forma, existe una diversidad de manifestaciones socioambientales según las necesi-
dades y las posibilidades concretas en distintas latitudes (Toledo et al. 2001:21).
El cambio climático evidencia que los discursos ambientales de las comunidades
rurales han sido descartados y abandonados de manera tajante e ineludible. Si el mo-
delo civilizatorio estuviera orientado a la reproducción de la vida, de alimentos sanos,
de satisfactores sustentables y, en general, de procesos productivos a escala humana, es
decir, por debajo de la capacidad de regeneración planetaria, entonces no existiría el
actual impacto antropogénico, que es el vector principal del cambio climático:
El informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
(ipcc) que involucró a 2 500 científicos de 130 países, reveló dos datos aterradores.
Primero, el calentamiento global es irreversible y ya estamos dentro de él; la Tierra
busca un nuevo equilibrio. Segundo, el calentamiento es un fenómeno natural, pero
que se aceleró enormemente después de la revolución industrial debido a las activi-
dades humanas hasta el punto de que la Tierra ya no consigue autorregularse (Boff
2007:3).
28 discursos ambientales en américa latina
Profundizando más en la idea anterior, en tercer lugar, dado que la entropía es la
cuantificación termodinámica de las pérdidas de calor en los flujos de energía en un
sistema, de acuerdo con Georgescu-Roegen (1996:347), resulta que ciertos procesos
económico-productivos —manifiestamente los de carácter capitalista— requieren
usar más energía, que resulta tanto en pérdidas termodinámicas como en materia
cuya regeneración es muy lenta, como los 500 años necesarios para la degradación del
unicel o los varios miles de años que requieren los desechos radiactivos para dejar de
ser peligrosos.1
La entropía (Barragán 2009:89) cuantifica el fenómeno de la energía disipada
que difícilmente podrá recuperarse para un nuevo aprovechamiento en los procesos
industriales mientras que, en los modos tradicionales de vida rurales, campesinos
y originarios, se acercan a ser inexistentes. Esto ha sido analizado ampliamente por
González et al. (2021:28), quienes recurrieron al concepto de metabolismo social, en
el que las sociedades como sistema vivo necesitan entradas de energía y de materiales
para mantenerse y reproducirse. Cuanto más eficientes son dichos metabolismos so-
ciales, menos entropía existe y más materiales es capaz de reciclar el sistema social.
Por todo esto, el discurso ambiental de las familias y comunidades rurales es relevante
para detener los vectores del cambio climático, como la reducción de emisiones de
gases de efecto invernadero y mayores sumideros de CO2.
En cuarto lugar, el discurso ambientalista de organizaciones y comunidades ru-
rales no se encuentra escindido o fracturado de origen, sino por el contrario, supone
una mirada integrada entre tangibles e intangibles, entre pasado, presente y futuro,
cual flujo temporal permanente, en una compleja urdimbre que se ha denominado
cosmogonía (Baudot 1990:33).
Los saberes y las prácticas ambientales de familias campesinas y pueblos origina-
rios se entrelazan con sus ancestros, con los ciclos de agua, de carbono o de nitrógeno,
posibilitan las redes tróficas y mejoran el uso de energía solar. En efecto, este sujeto so-
cial utiliza una economía solar o fotosintética distinta a la economía del petróleo o de
los combustibles fósiles, es decir, centrada en una apropiación del espacio que es capaz
de manejar con sus propias manos y con herramientas mecánicas, por lo que realiza
un aprovechamiento del medio ambiente acorde con las capacidades regenerativas
que su escala humana le permite. El fenómeno de acumulación en estas economías
1 Véase información al respecto en el sitio de la Sociedad Nuclear Española en https://www.sne.es/
preguntas-y-respuestas/residuos-radiactivos/cuanto-tiempo-residuos-radiactivos/
hermenéutica de los discursos ambientales 29
solares está determinado por el valor de uso y en función de los ciclos estacionales, de
las necesidades poblacionales y de la configuración territorial o espacial, y no por un
afán de especulación o de acaparamiento para alcanzar mayor valor de cambio.
Empero, ¿cuáles son los discursos ambientales de carácter cosmogónico de las
comunidades originarias y las familias campesinas que pueden encontrarse principal-
mente en las territorialidades rurales del Abya Yala?
Episteme ambiental: del sumak kawsay al lekil kuxlejal
Un repaso por los múltiples discursos ambientales que se centran en las cosmogo-
nías de la vida termina por renovar la crítica al desarrollismo capitalista latinoame-
ricano colonial, extractivo y altamente entrópico. Bajo el formato de modernización
neoliberal, frecuentemente el desarrollismo se viste como estado neoconservador-ex-
tractivo, y también se camufla como discurso populista de izquierda, que no se sos-
tiene ante la crítica de las nociones civilizatorias de vida buena originadas en las cos-
mogonías originarias del Abya Yala (Gudynas y Acosta 2011).
Así, realizar un repaso por dichas cosmogonías se hace mandatorio para recordar
cómo los genuinos discursos ambientales a favor de la vida son mutualistas, utópicos,
cooperativos, circunstanciales, colectivos y atemporales, entre otros atributos (véase
cuadro 2).
No se abundará más en los muchos otros marcos discursivos ambientales que aún
persisten en las más de 800 comunidades originarias, en las familias campesinas y en
los pueblos rurales del Abya Yala, que en 2014 se estimaban en 45 millones (cepal
2014:6). En esos pueblos indígenas y en las regiones sobre las que influyen es posible
apreciar el saber y la práctica ambiental que han impreso a lo largo de miles de años
en tales territorios y que se sintetizan en su cosmovisión, en su epistemología, en su
ética y en su praxis.
Evidentemente, los discursos ambientales alternativos coexisten y se entremez-
clan con los discursos dominantes en las comunidades rurales; empero, la cosmo-
gonía a la que se hace referencia en el cuadro 2 existe como un núcleo duro, en el
sentido de lo planteado por López-Austin (2012:6), como un contenido identitario
medular que ha subsistido a pesar de los diversos embates desde la conquista hasta la
actualidad.
30 discursos ambientales en américa latina
Cuadro 2. Formulaciones de vida buena socioambiental según comunidades ancestrales
Categoría Origen País Notas centrales Referencia
central
Sumak Quechua Ecuador Desarrollo holístico de la persona como Lara y De
kawsay realidad compleja, intercultural, en formación la Herrán
permanente, integrante de la naturaleza y con (2016:48).
conciencia ecológica.
Suma Aymara Bolivia Trama de vida cuya mutua Medina
qamaña interconectividad produce bienestar. (2006:30).
Teko porã Guaraní Paraguay Bien vivir en un territorio (donde somos lo que Castiñeira
somos) con una economía de reciprocidad o (2020:108).
mutua cooperación.
Küme Mapuche Argentina, Relación horizontal humano-naturaleza: Meza, Díaz
mogen Chile aprovechar lo justo es clave para lograr salud. y Alarcón
Esta situación resulta contraria al modelo (2018:381).
actual de consumo y extracción, precursor de
kütran.
Balu wala Kuna Panamá Pensamiento y actuación individuales Territorio
y colectivos que implican una relación Indígena y
indisoluble e interdependiente entre universo, Gobernanza
naturaleza y humanidad, que configura una (2015:1).
base ética y moral en la que se hacen necesarios Cardoso et al.
la armonía, el respeto y el equilibrio. (2016:3).
Lekil Tseltal, México Experiencia de lo sagrado y aspiración al Lara (2016:29).
kuxlejal tsotsil grado excelso de la bondad en abundancia;
tiene una base material, ideológica y espiritual.
Reconocimiento y respeto a la grandeza de los
seres vivos y de los entes sobrenaturales, lo que
traerá paz y armonía en el corazón y vida en
plenitud.
Fuente: elaboración propia con base en autores citados.
Más aún, la racionalidad de esas cosmogonías originarias, campesinas y rurales
también se encuentra en los espacios periurbanos y urbanos como discursos de resis-
tencia. Por ello, en realidad, la coexistencia de los discursos ambientales hegemónicos
dictados desde los centros de poder, y de los contestatarios que son ejercidos desde las
ciudades y los cinturones suburbanos y resilientes en las comunidades que se niegan
a desaparecer, es más bien un espacio de abigarramiento discursivo, de prácticas ba-
rrocas ambientales y de sincretismos cuya naturaleza a veces escapa a la mirada poco
atenta. Para ello, se dará un paso más hacia la clarificación de lo anterior.
hermenéutica de los discursos ambientales 31
De transiciones y urdimbres muchas
Las alternativas civilizatorias ya existen. Están entretejidas, subsumidas e invisibili-
zadas por los discursos ambientales dominantes. La tarea es visibilizarlas, acompa-
ñarlas y potenciarlas. Por fortuna, la realidad barroca y abigarrada de los discursos
ambientales —saberes y prácticas— se muestra no solo en las comunidades rurales,
indígenas y campesinas, sino también en las zonas urbanas. La disputa por el terri-
torio, por la visibilización y por mantener una tierra fértil se encarna en múltiples pro-
cesos, iniciativas, emprendimientos, colectivos y cooperativas que proliferan a diestra
y siniestra, como se muestra en el cuadro 3.
Cuadro 3. Sistematización de proyectos con racionalidad ambiental alternativa en México
Proyecto Descripción Ubicación
Redes alimentarias alternativas Proyecto de investigación finan- Colima, Jalisco, Nayarit y
como respuesta en los sistemas ciado por el Consejo Nacional de Michoacán
agroalimentarios locales para Ciencia y Tecnología (conacyt)
atender riesgos en el acceso a en el que se identifican y analizan
alimentos (Rodríguez 2021). redes agroecológicas y solidarias
de producción, distribución y con-
sumo en el Occidente de México.
Comunidad de Aprendizaje para Iniciativa del Grupo de Masifica- Yucatán, Campeche, Quintana
la Seguridad y Soberanía Alimen- ción de la Agroecología de ecosur Roo y Chiapas
taria (cassa) (Mier y Terán et al. y la Red de Agroecología Comuni-
2021). taria (can) de California. Buscan
reunir y fortalecer las experiencias
en torno a la seguridad o soberanía
alimentaria de 24 organizaciones
civiles y grupos organizados.
Camino a las Estrellas, Proyecto Organizaciones que han impul- Tlaxcala y Puebla
de Desarrollo Rural Integral sado procesos de masificación de
Vicente Guerrero A.C. (copac) la agroecología y de la agricultura
(Ávila 2019). campesina en sus territorios.
Huertos familiares y urbanos Un recorrido por las configura- Veracruz, Tabasco y Oaxaca
(Mariaca 2012). ciones urbanas y rurales de los
huertos de autoconsumo familiares
y comunitarios.
32 discursos ambientales en américa latina
Proyecto Descripción Ubicación
Red Mexicana de Tianguis y Mer- Identificación y análisis de algunos Oaxaca, Estado de México, Baja
cados Orgánicos (Schwentesius y sistemas de abasto de bienes de California, Jalisco, Veracruz,
Gómez 2015). primera necesidad para pequeños Chiapas, Tlaxcala, Morelos,
productores y consumidores en Puebla, Guanajuato, San Luis
algunos estados de México. Potosí, Yucatán y Quintana Roo
Atlas etnoecológico de México Identificación de las regiones bio- Baja California, Chihuahua, So-
(Toledo et al. 2001). culturales en México en donde cul- nora, Coahuila, Sinaloa, Nayarit,
turas originarias han manejado su Tamaulipas, Durango, San Luis
medio ambiente y han prosperado Potosí, Querétaro, Guerrero,
en simbiosis con la biodiversidad. Oaxaca, Chiapas, Veracruz,
Tabasco, Quintana Roo, Cam-
peche, Yucatán
Regiones hacia la sustentabilidad Identificación de 2 280 proyectos o Aguascalientes, Baja Cali-
(Toledo y Ortiz-Espejel 2014). iniciativas con uno o varios crite- fornia Sur, Colima, Durango,
rios de sustentabilidad en México, Guanajuato, Estado de México,
agrupados en 12 categorías como Hidalgo, Morelos, Nuevo León,
agrícolas, agroforestales, turísticos, Querétaro, y Sonora
etcétera.
Fuente: elaboración propia.
Al lado de una cafetería de Starbucks o un restaurante de comida rápida
McDonald’s existe la tienda agroecológica. Junto a una agencia de autos de lujo bmw
y Mercedes Benz está la cooperativa de toallas sanitarias reciclables. En el estaciona-
miento del centro comercial de Walmart o Costco se instala un domingo un mercado
campesino. Ahí donde se practica el monocultivo de maíz a escala industrial, existe
el campesino cuamilero de autoconsumo. En la familia rural donde hay un sobrino
granjero de puercos para mercados selectos, el abuelo tiene un huerto con plantas
medicinales. Al lado de un clúster de invernaderos automatizados para producir be-
rries de exportación, existe una comuna de productores agroecológicos. Resistencias,
contradicciones y contrapunteos en las maneras de entenderse, de saberse y de vivirse,
a partir de notas discursivas ajenas entre sí.
Más aún, esta urdimbre y estos procesos que intentan la transición hacia otra
economía y la puesta en marcha de una discursividad ambiental alternativa se
pueden identificar en diversas latitudes de la región, como bien mencionan Mudrik,
Cuatrín y Cardozo (2020) al analizar la Red Ecovida de Agroecología en Brasil, la Red
Mexicana de Tianguis y Mercados Orgánicos (redac), la Red de Agroecología del
hermenéutica de los discursos ambientales 33
Uruguay integrada por la Asociación de Productores Orgánicos del Uruguay (apodu)
y la Asociación Certificadora de la Agricultura Ecológica-Uruguay (urucert), la
Corporación Ecuatoriana de Agricultores Biológicos y Red Agroecológica Loja en
Ecuador, y el proyecto piloto de Sistema de Certificación Participativo en el partido
de Florencio Varela, provincia de Buenos Aires, Argentina.
Corolario
Un lugar privilegiado para interpretar y comprender los discursos ambientales es la
praxis rural de las comunidades campesinas y las familias indígenas porque su cos-
mogonía es capaz de integrar el aprovechamiento del medio ambiente sin agotarlo
dado que sus técnicas de manejo se limitan a las capacidades de regeneración de la
tierra, del agua o del bosque no solo por una cuestión identitaria o cormogónica, sino
porque en la protección de su medio ambiente se conservan los ciclos de materiales y
energía y así se mantienen sus medios de vida rural.
Las praxis de los discursos ambientales campesinos e indígenas se encuentran
dispersas en los territorios del Abya Yala y han sido apropiadas por mujeres y hombres
—rurales y urbanos— en iniciativas de baja entropía y en proyectos agroecológicos
o solidarios de toda índole y escala; es posible visibilizarlos en franca disputa ante
los discursos ambientales del capitaloceno, que reiteradamente buscan imponer sus
criterios de uniformidad, de lucro y de fin de la historia.
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Escritura académica de rasgos orales.
Una apuesta por el rescate del pensamiento originario
y la conservación de la riqueza natural
Griselda Citlalli Molina Vázquez
Introducción
E s bien sabido que la relación que sostienen los pueblos originarios1 con el medio
ambiente dista mucho de aquella que establece la mayoría de sociedades contem-
poráneas con el entorno natural. Mientras los primeros han asumido su condición
vital indiscutiblemente ligada y en sincronía con el universo natural, las segundas lo
acechan y lo someten, y con ello labran su distancia, el predominio de la individua-
lidad y el afán de dominación propio de la herencia occidental. Tal desconexión de
las sociedades contemporáneas explica la facilidad con que han roto el lazo con lo
natural, se han dejado devorar por los efectos de la globalización y el neoliberalismo y
han optado por la autoexpulsión y el exterminio de su propia especie.
Mikel Berraondo (2003), en referencia a la Declaración de Kari-Oca y Carta de
la Tierra de los Pueblos Indígenas, refiere cómo esta alude a «los territorios indígenas
como totalidades vivientes en relación permanentemente vital con nuestras culturas»
1 Se alude en este texto al pensamiento originario y no propiamente al pensamiento indígena, pues
no es una condición que los grupos indígenas contemporáneos hereden y realicen las prácticas cultu-
rales ancestrales con relación al medio ambiente con el mismo valor que sus ancestros le otorgaban;
sobre todo no están exentos del consumismo y sus efectos, que cada vez se aprecian más como factores
amenazantes y dominantes en muchas zonas y grupos indígenas.
41
42 discursos ambientales en américa latina
(Declaración de Kari-Oca párr. 32, en Berraondo 2003:5). Dicha condición de vida
que se otorga a la naturaleza explica la relación íntima y fraternal que los pueblos
originarios entablan con ella. La Madre Tierra como ente vivo otorga vida a su vez, y
desde su condición de dadora y protectora es digna de amor y de cuidado; pero dicha
relación no se completa en el acto de correspondencia, además hay un lazo profundo
generacional: «la tierra es la raíz y fuente de nuestras culturas, guarda nuestras memo-
rias, recibe a nuestros ancestros y nos exige que la honremos y le devolvamos, con ter-
nura y respeto los bienes que nos ha entregado» (Menchú 1992, en Berraondo 2003:5).
La condición histórica del ser humano solo se sostiene y se explica en la memoria, que
le devuelve a su origen y, desde la conciencia misma de lo que es, le permite definirse,
construirse y deconstruirse tantas veces como desee; así, la madre naturaleza es más
que dadora, es casa, origen, referente, sostén y sentido.
Es lamentable que las sociedades actuales, como menciona el mismo autor, solo
hayan atendido a esa relación espiritual entre el medio ambiente y los pueblos ori-
ginarios cuando se dieron cuenta del peligro tan grande al que se ha expuesto a
la misma especie humana por el frenético desarrollo de la economía de mercado
propia del capitalismo y la degradación ambiental que esta ha provocado. Como
resultado de esa preocupación actualmente existen legislaciones que contemplan
la protección de los conocimientos, las prácticas y la defensa de los derechos de los
pueblos originarios. Una acotación al respecto, de especial interés para el presente
trabajo, es la citada en el artículo 29 del Proyecto de Declaración de los Derechos
de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas, que reconoce el derecho a la pro-
piedad, en este caso sobre el patrimonio cultural e intelectual:
Los pueblos indígenas tienen derecho a que se les reconozca plenamente la propiedad,
el control y la protección de su patrimonio cultural e intelectual. Tienen derecho a
que se adopten medidas especiales de control, desarrollo y protección de sus ciencias,
tecnologías y manifestaciones culturales; comprendidos los recursos humanos y los
recursos genéticos, las semillas, las medicinas, el conocimiento de las propiedades de
la fauna y la flora; las tradiciones orales, las literaturas, los diseños y las artes visuales
y dramáticas (en Huenchuan 2004:88).
En términos más amplios, Simpson (1999) explica que el patrimonio cultural
se refiere a: artes, canciones, poesía, literatura, conocimiento biológico y médico,
escritura académica de rasgos orales 43
conocimiento ecológico y prácticas de manejo ambiental, así como a otros aspectos
y expresiones del patrimonio cultural e intelectual indígena. También se utiliza el
término para referirse a trabajos, prácticas, innovaciones, conocimiento, ideas y
otras expresiones del patrimonio cultural indígena (en Huenchuan 2004:88).
El lenguaje y sus modos de decir, como principales gestores, portadores y trans-
misores de las expresiones propias del patrimonio cultural anteriormente descrito,
y como primeras grandes manifestaciones culturales del paso del humano por el
mundo, merecen ser estudiados desde su constitución primera, como la materia que
por sí misma, a través de sus construcciones sintácticas más sencillas, aporta señales
valiosas sobre la relación entre ser humano y entorno natural, que conviene voltear
a ver antes de que adopten la carga semántica de terminologías que no solo nau-
fragan en la abstracción, sino que, vistas a través del cristal del discurso hegemónico
neoliberal imperante en el modelo educativo actual, las hace parecer carentes de valor
y erróneas, o simplemente las invisibiliza.
Si se apunta a la defensa y conservación del verdadero patrimonio cultural es pre-
ciso reconocer el valor y abogar por la defensa de las expresiones lingüísticas propias
de los pueblos originarios, asegurar su legado, inclusión y trascendencia con el res-
peto, el reconocimiento y la comprensión que merecen, incluso en los ámbitos donde
el lenguaje funge ya, la mayoría de veces, como mero instrumento hostil y dispositivo
de sumisión y control, como las instituciones educativas actuales.
Uno de los grandes logros en ese sentido han sido los estudios lingüísticos en
materia de oralidad. Estos ya hace algunas décadas han develado no solo que el rescate
de las expresiones primarias del lenguaje con carga oral muestra creaciones extrema-
damente originales y bellas en sí mismas, sino que el valor de la condición oral del len-
guaje aporta a la comprensión de la relación íntima entre el ser humano y su entorno,
el ser humano y su cosmovisión, el ser humano en diálogo con el otro. A pesar de ello,
esta vertiente de análisis ha sido poco explorada y poco aplicada en los estudios de
conocimiento, rescate y conservación de la riqueza cultural de los pueblos originarios.
Los estudios de oralidad y las posibilidades vitales del pensamiento originario
Fue Walter Ong (1912-2003), teórico y estudioso de la lengua, quien develó a partir
de su estudio denominado Oralidad y escritura: tecnologías de la palabra (1987) el
44 discursos ambientales en américa latina
progreso que la oralidad había conseguido a partir de las últimas décadas del siglo xx.
Para Ong, el despertar del mundo al carácter oral del lenguaje viene a negar la consi-
deración de que la escritura es la forma básica del lenguaje, por el contrario, ese lugar
lo ocuparía la oralidad para establecerse como la condición esencial permanente. El
autor afirma que hasta avanzado el siglo xx se habían realizado estudios comparativos
entre las formas del lenguaje escrito y el hablado, pero dichos análisis se aplicaban a
personas que sabían leer y escribir; su propuesta, en cambio, radica en trabajar sobre
las expresiones orales de personas que desconocen por completo la escritura. A esa
manifestación oral la denominó «oralidad primaria», en contraposición con lo que él
define como «oralidad secundaria», que equivale a las expresiones orales propias de
las personas conocedoras o formadas en la escritura.
Para Ong, la vuelta a la oralidad primaria era un momento ineludible en el pro-
greso de los estudios del lenguaje, dado que el lenguaje es «abrumadoramente oral» y:
en todos los maravillosos mundos que descubre la escritura, todavía les es inhe-
rente y en ellos vive la palabra hablada. [...] La escritura nunca puede prescindir de
la oralidad. [...] La expresión oral es capaz de existir, y casi siempre ha existido, sin
ninguna escritura en absoluto; empero, nunca ha habido escritura sin oralidad (Ong
2016:43).
Ong afirma que los seres humanos de culturas orales primarias aprenden mucho,
practican gran sabiduría, pero no estudian; aprenden por entrenamiento, por disci-
pulado, por repetición de lo que oyen, mediante el dominio de proverbios y de las
maneras en que estos se combinan y reúnen, por asimilación de otros elementos for-
mularios, por participación en una especie de memoria corporativa.
El habla es inseparable de nuestra conciencia; ha fascinado a los seres humanos y
provocado la reflexión seria acerca de sí misma desde las fases más remotas de la con-
ciencia, mucho antes de que la escritura llegara a existir. Los proverbios procedentes
de todo el mundo son ricos en observaciones acerca de este fenómeno abrumadora-
mente humano del habla en su forma oral congénita, acerca de sus poderes, sus atrac-
tivos, sus peligros. El mismo embeleso con el habla oral continúa sin merma durante
siglos después de entrar en uso la escritura (Ong 2016:44).
escritura académica de rasgos orales 45
No obstante, con el tiempo la producción de textos rigurosamente escritos atrajo
la atención hacia el análisis del mismo texto y sus potencialidades. El pensamiento
se estructura de una forma distinta por medio de la escritura. Los vocabularios se
agrandan. La preocupación y el asombro por crear textos cada vez más preciosos y
precisos se impone, y los referentes de aquellos mundos cargados de sabiduría y pro-
yectados a través de las marcas de oralidad, tanto en el discurso hablado como en el
escrito, se difuminan; no mueren, prevalecen bajo la mirada incisiva del lingüista y,
por ende, de su aprendiz, la sociedad alfabetizada, que juzga los modos del decir y el
escribir bajo los parámetros de la lengua escrita y sus correcciones.
Actualmente, salvo el acceso que se tiene a los testimonios orales antiguos y de
pueblos originarios que han podido recuperarse mediante textos fielmente transcritos
o archivos sonoros, cuidadosamente apartados y valorados en su condición de «lite-
ratura oral», es difícil entrar en contacto con expresiones orales primarias completa-
mente puras; estas provienen generalmente de adultos mayores que por circunstan-
cias casi siempre marginales no han abandonado su lugar de origen y, por lo tanto,
han evadido inconscientemente el contacto con la oralidad secundaria. Resulta cu-
rioso reflexionar en torno a cómo las manifestaciones orales primarias del lenguaje
institucionalmente reconocidas han tenido que apartarse y elevarse a la condición de
expresiones artísticas dignas de ser conservadas y consideradas patrimonio cultural,
como si el término conferido las encerrara en el nicho desde el cual está permitido
solo contemplarlas.
Lo cierto es que las manifestaciones orales primarias se niegan a desaparecer y en
la actualidad emergen, de vez en cuando, tímidas y profundamente vivas a través de
los discursos de quienes, de alguna manera, conservan intacta una conciencia prístina
cargada de sabiduría. El caso de los ancianos comentado arriba es quizá la más grande
evidencia, y es inquietante cómo la oralidad se impone y llama al ser humano, afir-
mando la necesidad eterna de volver siempre al centro, al origen, porque es innegable
que los discursos de los seres humanos poseedores de la oralidad primaria, marcados
con claros rasgos poéticos, alusiones memorables y conexiones íntimas con el ser hu-
mano y su realidad inmediata, atraen de tal modo que aún sin tener conocimiento
mínimo del valor de la oralidad primaria revelan gran sabiduría a quien escucha, des-
piertan emociones insospechadas y provocan inevitablemente la necesidad de anclar
en ellas.
46 discursos ambientales en américa latina
La oralidad primaria y su riqueza emergen también asombrosamente, y es ne-
cesario insistir: muy rara vez, entre los seres humanos que practican la oralidad se-
cundaria, a través de sus discursos orales o escritos. Estos últimos son personas que
han recibido el legado de sus familiares cercanos, pero que no reproducen la oralidad
primaria por sí misma como aprendizaje mecánico de una materia inerte, sino como
resultado de la aprehensión y la conexión con una conciencia originaria, con un modo
determinado de entender, de entenderse y de actuar en el mundo y para con el mundo.
A esa conciencia conviene voltear a ver, conciencia como posibilidad hecha lenguaje.
En Oralidad y escritura: tecnologías de la palabra, Walter Ong (1987) propone
algunas psicodinámicas propias de la oralidad primaria, referentes claves que
pueden facilitar el análisis de los discursos orales o escritos y develar a través de
ellos, más allá de la insistente pervivencia de la oralidad primaria, la organización
y la comprensión de mundos armónicos, y la mirada de seres humanos sensibles y
conscientes de su relación con el entorno:
1. La palabra articulada como poder y acción: para las culturas orales las pa-
labras son acontecimientos, dado que no existe una presencia visual que las
determine. Cada vez que una palabra se nombra remite a una acción, lo que
explica que para dichas culturas las palabras estén también cargadas de poder;
así pues, las personas de oralidad primaria consideran que los nombres con-
fieren poder a las cosas, y las palabras entrañan un potencial mágico.
2. Pensar cosas memorables: la única forma de retener y recordar el pensamiento
cuidadosamente articulado es mediante el uso de las fórmulas para la pronta
repetición oral, las cuales deben ser equilibradas y rítmicas, expresiones cali-
ficativas y de tipo formulario, así como marcos temáticos comunes.
3. Acumulativas antes que subordinadas: las estructuras orales generalmente
acuden a la pragmática. Es difícil que la narración oral primaria fluya con
la subordinación razonada y analítica que caracteriza a la escritura, pues los
contextos existenciales plenos rodean al discurso oral, y en ellos se apoya para
determinar su propio significado.
4. Acumulativas antes que analíticas: la expresión oral lleva una carga de epí-
tetos u otro bagaje formulario que la «alta» escritura rechaza por pesada y
tediosamente redundante.
5. Redundantes o copiosas: a diferencia del discurso escrito, que establece una
línea de continuidad fuera de la mente a la cual el lector siempre puede volver,
escritura académica de rasgos orales 47
en el discurso oral no hay nada a qué volver, pues el discurso desaparece en
cuanto es articulado, por ello la mente debe avanzar con mayor lentitud, y la
redundancia y repetición permite mantener presente lo apenas dicho.
6. Conservadoras y tradicionalistas: en las culturas orales, el pensamiento con-
ceptuado que no se repite constantemente desaparece pronto, por ello dan
tanta importancia al hecho de repetir con insistencia aquello que han apren-
dido a través de los siglos; para estas culturas el conocimiento es precioso y
difícil de obtener, y la sociedad respeta mucho a aquellos ancianos que se
especializan en conservarlo, que conocen y pueden contar las historias de an-
taño.
7. Cerca del mundo vital humano: las culturas caligráficas pueden apartar en
el discurso o incluso desnaturalizar al ser humano mediante abstracciones
desprovistas de un contexto de acción humana; por el contrario, las culturas
orales primarias deben conceptualizar y expresar en forma verbal todos sus
conocimientos, con referencia más o menos estrecha al mundo vital humano,
asimilando el mundo objetivo ajeno a la acción recíproca, conocida y más
inmediata de los seres humanos.
8. Empáticas y participantes, antes que objetivamente apartadas: para una cul-
tura oral, aprender o saber significa lograr una identificación comunitaria,
empática y estrecha con lo sabido, identificarse con ello. La escritura separa al
que sabe de lo sabido y así establece las condiciones para la objetividad, en el
sentido de una disociación o alejamiento personal (Ong 1987).
Discurso académico vs. discurso de rasgos orales primarios
En el ámbito académico, escribir equivale a existir, resistir, subsistir… Investigadores
y académicos saben cuán necesaria y valiosa resulta la producción y publicación de
textos académicos para aportar al progreso científico, pero también en materia de for-
mación y crecimiento profesional; por ello, uno de los grandes retos a los que apunta
la educación superior es a formar alumnos en el conocimiento y la práctica de la es-
critura académica. El artículo científico es, por lo regular, el texto académico cumbre
con el que un estudiante corona su paso por la universidad.
48 discursos ambientales en américa latina
Pero el discurso académico contemporáneo funciona también como dispositivo
de control. Baquero y Martínez señalan que, al moverse en los actuales contextos del
capitalismo neoliberal, las prácticas de escritura académica y sus tipos textuales fun-
cionan como dispositivos tecnocientíficos y como manifestación del poder discipli-
nario.
Esa naturaleza del poder disciplinario que señala Foucault, manifiesta quizá en toda
la escritura, se hace más visible en las prácticas de escritura académica contempo-
ránea como el artículo científico, caracterizado por su normatividad extrema, la ri-
gidez de su estructuración, su espacialidad y textualización, así como en los meca-
nismos usados para regular y controlar su distribución y validación social (Baquero
y Martínez 2019:5).
Los autores señalan que hay en ello un destino de docilidad y sumisión2 al que
asisten en silencio académicos e investigadores:
tanto porque subjetivamos como deseable, necesaria y «científica», la manera de decir
lo decible, que dicho régimen de enunciación establece; mientras participamos, así,
de ese «poder anónimo, sin nombre, sin rostro […] repartido entre diferentes per-
sonas» (2019:38), a las que hoy llamaríamos, pares académicos, comunidad acadé-
mica, sociedad del conocimiento; como porque, quizá estratégicamente, advertimos
que docilidad y sumisión son moneda de compensación de nuestra propia manera
de vivir neoliberal, que nos permite, entre otras múltiples posibilidades, participar de
todas las formas del consumo cultural, producir los artículos, textos, discursos que el
mercado científico, técnico y cultural demanda y recibir, en contrapartida, prestigio,
reconocimiento, mejores ingresos, y en últimas, mantenernos en las formas distri-
butivas de saber-poder con las que el mismo régimen de verdad sostiene su poder
disciplinario (Baquero y Martínez 2019:6).
No se trata aquí de demeritar o condenar el ejercicio de la escritura académica,
pero sí de hacer notar cómo, vista desde la óptica del discurso neoliberal como objeto
2 «[…] el poder disciplinario es un poder discreto, repartido; es un poder que funciona en red y
cuya visibilidad sólo radica en la docilidad y la sumisión de aquellos sobre quienes se ejerce en silencio.
Y eso es, creo, lo esencial de la escena: el afrontamiento, la sumisión, la articulación de un poder sobe-
rano con un poder disciplinario» (Foucault 2005:39, en Baquero y Martínez 2019:5).
escritura académica de rasgos orales 49
de consumo, está destinada a establecer límites, objetivar la realidad y acotar signifi-
cados con la finalidad de favorecer la comunicación global; es bien sabido que entre
las características propias de los textos académicos, la objetividad y la concisión son
primordiales al momento de conformarlos. En este escenario de control y reducción,
¿cómo dar cabida a que el discurso de bases orales primarias, anclado en el pragma-
tismo, permee entre las líneas del texto académico?
Se ha dicho con anterioridad que en el discurso de bases orales primarias la
palabra es acontecimiento, magia, poder y devenir; cada construcción sintáctica de
la expresión oral primaria equivale a una experiencia, al contacto profundo con un
modo de vida y al entendimiento de esta, un entramado entre el sentido profundo
de la existencia y los modos de decir. Se ha comentado también cómo, a pesar de los
siglos, la oralidad primaria se niega a fenecer, y cómo determina algunos discursos
hablados y escritos de la actualidad cuando mediante la materia del lenguaje cobran
presencia las características propias de la oralidad primaria, ya explicadas en el apar-
tado anterior. Dar, pues, con un texto de bases orales primarias, donde el espíritu
conservador, memorable, reiterativo, profundamente humano y empático armonice
es una especie de suerte digna de reconocerse, pero sobre todo es un arma contra la
sumisión, el aniquilamiento de la conciencia y la pérdida de la subjetividad, que hoy
tendría que tomarse.
El discurso académico neoliberal se impone, somete el lenguaje, lo direcciona y
uniforma. Bajo esa línea militarizada condiciona al estudiante, académico o investi-
gador, quien so pena de no obtener algún día el grado que ambiciona, aprende a ca-
balidad la normativa, aunque eso suponga renunciar al vínculo entre el pensar-escri-
bir-ser (en la academia vale más escribir con corrección que ser), y empezar a trabajar
una condición aparente, visible en extremo pero aparente, anclada en el vacío.
Es muy común entre los estudiantes y profesores universitarios [...] poner mayor
acento en la precisión de las formas que impone la Asociación Americana de Psicología
(apa) o el icontec, que en el rigor del contenido. La pretensión de orientar la organi-
zación del texto que justifican estas normas, parece desdibujarse por la normatividad
extrema y volátil (a tal punto que cada año se renuevan y modifican sobre aspectos
que pueden juzgarse insustanciales para la comunicabilidad del saber científico); pero
cuyo efecto es producir una suerte de control y dependencia continua de la escritura a
lo que dictamine la norma y cierta experticia instrumental y operativa de la escritura
50 discursos ambientales en américa latina
misma distinta en esencia a lo que esta constituye como devenir del pensamiento;
pero que produce réditos en materia de aceptación y circulación de los textos «bien
escritos», porque cumplen con las normas (Baquero y Martínez 2019:6).
Una apuesta por la oralidad en el discurso académico.
El caso de un estudiante de la licenciatura en Ingeniería Ambiental
En septiembre de 2021 se solicitó a los alumnos de primer semestre de la licenciatura
en Ingeniería Ambiental, que habían iniciado la carrera en agosto del mismo año, y
que cursaban la asignatura de Comunicación Oral y Escrita, la redacción y entrega del
primer texto académico en el que deberían concentrar la descripción de una proble-
mática ambiental de interés particular detectada en la comunidad donde residían. Las
condiciones para la elaboración del trabajo fueron breves aunque específicas: respecto
al contenido, deberían situar espacial y temporalmente la problemática en cuestión y
estructurar el texto con base en tres referentes: 1) descripción detallada del problema
ambiental a partir de la observación directa e indirecta, 2) descripción de los factores
involucrados en la problemática, y 3) descripción de las acciones que se llevaron a
cabo para la mejora o reversión del problema.
En cuanto a los aspectos formales del texto, se solicitó a los alumnos el manejo
adecuado de la ortografía, contemplando: el uso correcto de los signos de puntua-
ción y acentos, la organización coherente de las ideas a través de la construcción de
párrafos correctamente estructurados y el uso de la tercera persona en la elaboración
del discurso académico, así como la aplicación de otros criterios básicos de las normas
apa. Se trataba de cuestiones que se habían estudiado en el primer apartado de la asig-
natura de Comunicación Oral y Escrita.
Un alumno originario de la comunidad Panhuitz Tianija, del municipio de Tila,
Chiapas, hablante de la lengua chol y de español como segunda lengua, de abuelos y
padres también hablantes de la primera lengua —no obstante estos últimos alfabeti-
zados, hablantes también del español como segunda lengua y actualmente docentes
de educación básica en la misma comunidad—, hizo entrega del siguiente texto:
escritura académica de rasgos orales 51
Contaminación hídrica que genera la comunidad
Hace tiempo en esta comunidad de Panhuitz Tianija en 1998 había un río, que fluye
hasta afueras de la comunidad, era un río limpio que hasta lo usaban para beber. Pero
ya en 2005 comenzaron a llegar más gente a la comunidad y fueron haciendo sus
viviendas y por lo tanto comenzaron a maltratar el agua.
Las personas en esta comunidad desechan basura y también desechos químicos
y por lo tanto ya se va disminuyendo los ríos, los estanques y las lagunas, una de las
problemáticas en esta comunidad es el drenaje.
Como había dicho las personas comenzaron a maltratar el agua convirtiéndolo
en drenaje fueron haciendo su pasa séptica y letrinas, por lo tanto en temporada de
lluvia se llenan las pozas sépticas y las letrinas, cuando pasa eso el suelo absorbe el
agua llevándolo al río.
Poco a poco se iba descomponiendo el río cuando vieron que se estaba descom-
poniendo no se detuvieron para decir que están maltratando igual contaminando el
río sino que se pusieron de acuerdo para que se convirtiera en drenaje para la comu-
nidad.
Y ahí se produjo la contaminación del río, paso el tiempo vino la sequía se acabó el
agua de las llaves se dieron cuenta de que estuvo mal de que pusieran el drenaje ahora
ya no había agua.
Bueno en esos momentos ya no se podía hacer nada, se siguió usando el río para
el traslado del drenaje, hasta ahorita intentan levantar un reglamento interno para no
volver a usar el río como ducto de drenajes.
Pero algunas personas no hacen caso y siguen tirando desechos en el río y cómo
podemos ver no hay progreso para dejar la contaminación ya que casi todos los ríos,
estanques y lagos están contaminados, porque el río llega hasta ellos otros.
Las consecuencias de la contaminación del agua son algo muy serios, ya que todos
los ecosistemas ya que nuestro planeta depende de ella para funcionar del modo
correcto la contaminación del agua, sus impactos sobre los seres vivos destacan no
afecta solo al agua potable que se emplea en el entorno doméstico, sino también a
sectores fundamentales como la alimentación, el comercio o incluso el transporte.
La contaminación del agua no solo daña nuestros sistemas acústicos los contami-
nantes también llegan al agua subterránea la cual termina en nuestros hogares como
52 discursos ambientales en américa latina
agua contaminada que usamos en nuestras actividades diarias, bueno este es un caso
grave porque ya no encuentran agua natural por la causa de la contaminación hídrica.
Una aproximación al texto a partir de las psicodinámicas de la oralidad pro-
puestas por Walter Ong, así como a partir de las apreciaciones en torno al carácter
controlador y de sometimiento, característico del discurso académico, muestra en
primer lugar la presencia de un texto híbrido resultado de la confrontación entre los
modos de decir propios de la herencia oral primaria, legada por sus parientes directos,
y que evidentemente el estudiante conserva y practica en la cotidianidad, y por otro
lado la obligación de corresponder a las condiciones del texto académico solicitado,
condición que se aprecia mediante la intención de integrar ciertos tecnicismos que sin
duda el estudiante leyó o escuchó en algún momento, pero que al plasmarlos por es-
crito resultan en términos fuera de sentido y contexto, como en el caso de «acústicos»
por «acuíferos», o «pozas» y «pasas» por «fosas», y la integración de construcciones
sintácticas que, se puede intuir, fueron tomadas de textos académicos consultados por
el alumno, por ejemplo:
Las consecuencias de la contaminación del agua son algo muy serios, ya que todos los
ecosistemas ya que nuestro planeta depende de ella para funcionar del modo correcto
la contaminación del agua, sus impactos sobre los seres vivos destaca no afecta solo al
agua potable que se emplea en el entorno doméstico, sino también a sectores funda-
mentales como la alimentación, el comercio o incluso el transporte...
Estas estructuras rompen con la línea narrativa de bases orales que el alumno de-
sarrolla en la mayor parte del texto, y a la que se alude a continuación, tomando como
fundamento las psicodinámicas de la oralidad ya mencionadas. Este breve acercamiento
puede convertirse en una base para el análisis formal del texto en cuestión, aplicando
herramientas específicas de la lingüística e incluso puramente estilísticas.
1. Acumulación antes que subordinación: bloques de texto con escasez de co-
nectores, así como la combinación de distintas temporalidades en el ma-
nejo de la redacción, dan cuenta del carácter acumulativo que prevalece en
el escrito: «Y ahí se produjo la contaminación del río, paso el tiempo vino
la sequía se acabó el agua de las llaves se dieron cuenta de que estuvo mal
de que pusieran el drenaje ahora ya no había agua». El pensamiento oral se
proyecta por medio de imágenes; en esa proyección todo puede acontecer
escritura académica de rasgos orales 53
en el mismo tiempo y en el mismo espacio, puesto que la representación
del acontecimiento referido define el estado íntegro del ser que cuenta en
ese momento. El antes y el después como fórmulas hechas son referentes de
grandes periodos de tiempo que dan cuenta más bien de la permanencia de
la memoria, y que poco tienen que ver con la organización temporal minu-
ciosa y subordinada que exige el texto académico.
2. Presencia de fórmulas orales: rasgo evidente al inicio del texto mediante la
fórmula «hace tiempo», propia de las narraciones orales, pues en el afán de
prevalecer se omite situar el acontecimiento en un periodo específico; inme-
diatamente después se aprecia la condicionante académica cuando el estu-
diante agrega: «en esta comunidad de Panhuitz Tianija en 1998», referente
que obedece a la solicitud de situar espacial y temporalmente la problemática
en cuestión. Nótese que en el título del texto el nombre de la comunidad
se omite, al afirmarse: «Contaminación hídrica que genera la comunidad»,
construcción que a su vez aplica como evidencia a la psicodinámica: «cerca
del mundo vital humano», ya que el estudiante no considera necesario
aportar el nombre de su comunidad, puesto que alude al espacio geográ-
fico donde ha forjado su experiencia de vida y, por lo tanto, donde apuntan
sus referencias y sus representaciones mentales en torno al tema, por lo que
omite la necesidad de situar al lector espacialmente.
3. Reiteraciones: evidentes mediante las distintas formas consecutivas de aludir
a la contaminación del río, usando frases sinonímicas como: «maltratar el
agua», «disminuir los ríos», «los estanques las lagunas», «descomponer el
río», «contaminar el río» y «contaminar el agua»; también mediante el ma-
nejo consecutivo de sustantivos como ríos, estanques, lagos, lagunas, y fi-
nalmente a través de la necesidad consciente de reiterar, mediante la alusión
«como había dicho».
4. Legado de sabiduría: los pueblos orales valoran lo que aprenden y cada
aprendizaje es un legado que merece la pena ser recordado y, por tanto, co-
municado. Saben también que el ser humano aprende en contacto con el
otro, con el universo natural, que la madre naturaleza enseña, y que quien no
comprende y no valora lo lamenta después. En el texto se lee:
54 discursos ambientales en américa latina
Poco a poco se iba descomponiendo el río cuando vieron que se estaba
descomponiendo no se detuvieron para decir que están maltratando igual
contaminando el río sino que se pusieron de acuerdo para que se convir-
tiera en drenaje para la comunidad. Y ahí se produjo la contaminación del
río, paso el tiempo vino la sequía se acabó el agua de las llaves se dieron
cuenta de que estuvo mal de que pusieran el drenaje ahora ya no había
agua.
Este fragmento revelador que adopta el estilo de la narración mítica
muestra la importancia del «darse cuenta», de «detenerse», para que en ese
espacio suceda el estado de conciencia, condición de los pueblos origina-
rios para entender la conexión con la naturaleza. Es importante notar cómo
la decisión se toma en acuerdo («se pusieron de acuerdo»), que alude a la
única forma en que se adoptan las decisiones más importantes en las culturas
orales primarias: en acuerdo, en comunidad. El fragmento de texto proyecta
la preocupación y la reflexión en torno a una comunidad que se equivoca a
causa de su propia ceguera.
5. Cerca del mundo vital humano: las condiciones de maltrato y descomposi-
ción que en el texto se atribuyen al río y al agua revelan el nivel de conexión
que existe en las culturas de rasgos orales primarios entre el ser humano y
los elementos de la naturaleza; no existe diferenciación entre el estado vital
y sensible que manifiesta uno y otro elemento vivo, no existe tampoco rasgo
de inferioridad que justifique el sometimiento, al contrario, la naturaleza pa-
rece imponerse para mostrar al ser humano las consecuencias de sus propias
acciones. A este rasgo de la oralidad basta agregar la expresión ya aludida:
«como había dicho», que deja en claro la cercanía del estudiante con el acon-
tecimiento que narra, y por ello la casi imposibilidad de redactar en tercera
persona la problemática tratada.
Conclusiones
El lenguaje académico regula y se enmarca en la condición lógica y natural que pos-
tula que para lograr la óptima comunicación humana tengan que delimitarse los
significados:
escritura académica de rasgos orales 55
la escritura también organiza y produce territorialidades, cotos y cierres de su propio
potencial expresivo, necesarios para lograr el efecto comunicativo derivado de la
estratificación que producen los usos sociales específicos, entre ellos, las objetiva-
ciones discursivas del mundo (Baquero y Martínez 2019:4).
Sería muy aventurado apostar por abrir el campo de la escritura académica a todas
las formas de escritura o a todas las experimentaciones, algo que tarde o temprano
derivaría en severas confusiones, con riesgo de aceptar producciones que tiendan a la
ilogicidad y a la falta de sentido. De una u otra forma, el lenguaje académico ha exis-
tido siempre condicionado por ciertas normas que posibilitan su difusión y perma-
nencia, lo que sin duda facilita actualmente la comprensión y permite el acercamiento
y el desarrollo acelerado del conocimiento a través de la intertextualidad.
Pero es importante y urgente aprender a reconocer las señales que los textos aca-
démicos producidos en contextos universitarios pueden arrojar sobre los intereses de
sus autores, sobre sus propias representaciones mentales y espirituales que proyectan
mediante las formas del lenguaje. Dichas señales pueden ser la pauta que marque el
rumbo de lo que demanda la formación académica hoy, una formación que parta
de las verdaderas necesidades, quizá espirituales, no aquellas que impone el sistema
que somete para deshumanizar y desnaturalizar las relaciones con el otro, llámese ser
humano o naturaleza.
Los estudios sobre oralidad primaria pueden ser una apuesta para sacar a la luz
rastros del pensamiento originario vivo, y una vez detectados trabajar de la mano con
los portadores de dicho pensamiento, avivar la flama mediante el respeto, la recupera-
ción y la revaloración de las construcciones textuales de quienes desde su propio hacer
cotidiano puedan aportar a la defensa del patrimonio natural y cultural; la apuesta es
por que se deje de estudiar el pensamiento originario como un elemento aislado, que
pareciera tener valor solo en su carácter documental o artístico, como objeto de con-
templación, mientras en la academia no hay capacidad para reconocerlo y se ejerce
violencia contra el lenguaje, que termina siendo agónico de bases orales primarias, las
cuales pocas veces emergen tímidamente en las expresiones de los estudiantes.
Si es verdad, como afirma Octavio Paz (2006), que palabra y ser humano son in-
divisibles, que el ser humano solo existe en la medida en que una palabra lo nombra,
y que en correspondencia no habría palabra si el ser humano no la hubiera creado,
está claro que todo progreso y toda toma de conciencia que apunten a la defensa de
56 discursos ambientales en américa latina
la vida tienen que darse en franca armonía; no hay humanidad que no se proyecte en
palabras, y no sirve la palabra que en su seno es incapaz de acunar lo humano.
Bibliografía citada
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vación», en La Palabra, 34, pp. 145-159, doi: https://doi.org/10.19053/01218530.
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Huenchuan, Sandra
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Económica.
Paz, Octavio
2006 El arco y la lira, México, Fondo de Cultura Económica.
Ch’ul balumilal (tierra sagrada),
la concepción tseltal de la Pachamama
Rolando Sántiz Gómez
E n este documento se pretende dar a conocer el concepto de ch’ul balumilal
‘tierra sagrada’. Para ello nos situaremos con los tseltales de Oxchuc, Chiapas,
México. Como primer aspecto daremos a conocer los derechos agrarios que po-
seen los sujetos tseltales, haciendo una comparativa con los que se obtienen por
usos y costumbres. Posteriormente se tratará el concepto de ch’ul balumilal, que se
plantea desde una cosmovisión indígena, entrelazándolo con otros términos que
están presentes en la cotidianidad de los hombres y las mujeres tseltales de los Altos
de Chiapas, en los que se visibiliza su conexión y su vínculo con la naturaleza dentro
de su entorno primario y secundario. Para finalizar, se relatará un ritual en el que
se observa de manera muy clara el vínculo que tienen las personas con el ch’ul balu-
milal, a efecto de dar a conocer una de las tantas formas de interrelación del sujeto
tseltal de Oxchuc con la naturaleza.
Es de suma importancia mostrar que en la mirada y la cosmovisión de los pue-
blos indígenas existen conceptos que están y han estado en los discursos orales de las
comunidades, como el de ch’ul balumilal, que está muy relacionado con la vida de
hombres y mujeres y demuestra el vínculo que las personas tienen con la naturaleza
y entre sí, además de que refleja la interrelación con el medio ambiente. Por ello, se
abordará el ch’ul balumilal como una concepción de la Pachamama en los tseltaletik de
57
58 discursos ambientales en américa latina
Oxchuc,1 y se tratará desde «lo local, lo regional y lo nacional» (Giménez 1999:2), tres
ámbitos de gran importancia.
En el aspecto nacional, se tiene bien claro que las comunidades indígenas tam-
bién gozan de derechos otorgados por el Estado-nación, que funge como un orga-
nismo facultado para proveer, así como para preservar, las condiciones sociales, na-
turales y culturales de los pueblos indígenas. El derecho nacional a la tierra, garantía
que asiste a los pueblos indígenas, fue adquirido mediante gestiones ante las instancias
competentes, que fueron partícipes de este logro. Está consagrado en la Constitución
mexicana, 1donde están expresados los derechos en cuanto a la adquisición de tierras
que tienen las comunidades indígenas:
Acceder, con respeto a las formas y modalidades de propiedad y tenencia de la tierra
establecidas en esta constitución y a las leyes de materia, así como a los derechos ad-
quiridos por terceros o por integrantes de la comunidad, al uso y disfrute preferente
de los recursos naturales de los lugares que habitan y ocupan las comunidades, salvo
aquellos que corresponden a las áreas estratégicas, en términos de esta constitución.
Para estos efectos las comunidades podrán asociarse en términos de ley (cpeum 2013,
art. 2º A, fracción VI).
Sin embargo, en el ámbito regional la concepción sobre la tierra que figura en
las leyes que rigen la nación mexicana está alejada de la realidad de la mayoría de los
pueblos tseltales, ya que, si se observan desde una perspectiva regional, los conceptos
y normatividades territoriales se acreditan de diferente forma, si bien es cierto que en
la concepción y visión de Occidente una propiedad es acreditada siempre y cuando
se cuente con documentos probatorios, y en ese caso el propietario puede hacer con
ella lo que decida.
El pueblo tseltal desde hace años ha ejercido diversas prácticas culturales en las
que administra y cuida sus formas de vida relacionándolas con el medio ambiente,
de tal manera que no pierde la esencia de sus orígenes, de sus saberes y de sus co-
nocimientos milenarios, ya que sus acciones muchas veces están fundadas en la
memoria individual, así como en la colectiva, lo que es parte del proceso que les ha
1 Ubicado en los Altos de Chiapas, el municipio de Oxchuc colinda al norte con los de San Juan
Cancuc y Ocosingo; al este con los de Ocosingo, Altamirano y Chanal; al sur con los de Chanal y
Huixtán, y al oeste con los de Huixtán, Tenejapa y San Juan Cancuc. Según censo del inegi 2010, ese
año contaba con 125 localidades y una población total de 43 350 habitantes.
ch’ul balumilal (tierra sagrada) 59
dado identidad. A través de estas prácticas han cuidado y conservado las tierras desde
tiempos ancestrales, muchas de ellas heredadas de generación en generación; por otro
lado, la constante lucha de los pueblos los ha llevado a ejercer reivindicaciones y han
logrado voz y voto; resurgieron a la colonización y han hecho valer su derecho a la
libre determinación y autonomía, la cual no solo es aplicable en espacios de índole
sociocultural, también en aspectos ambientales relacionados con la tierra-territorio y
la territorialidad.
De esta manera, los pueblos tseltales encuentran no solo apoyo cultural en su
entorno, sino también en las instituciones encargadas de velar por los derechos indí-
genas que avalan la forma en la que los pueblos toman decisiones y determinan qué
es bueno y qué no lo es para su entorno sociocultural. Tal como se menciona en la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, en
su artículo 26, fracción 2:
Los pueblos indígenas tienen derecho a poseer, utilizar, desarrollar y controlar las
tierras, territorios y recursos que poseen debido a la propiedad tradicional u otro tipo
tradicional de ocupación o utilización, así como aquellos que hayan adquirido de otra
forma (Naciones Unidas 2007:10).
En el ámbito local, en los pueblos indígenas existe una institución que ha sido le-
gitimada por el Estado-nación y que es la encargada de vigilar, conservar y sancionar
acuerdos en los que estén involucrados los tseltales y los terrenos-territorios que sean
parte de su territorialidad. Esta institución ubicada dentro del territorio indígena se
llama Bienes Comunales y es conocida en la mayoría de los pueblos indígenas como
la máxima autoridad facultada para regular el uso de las tierras, del mismo modo que
puede verificar y solucionar asuntos relacionados con los terrenos, las tierras y los
territorios.
[…] el concepto de territorio estaría fundamentado en el derecho a la posesión y ex-
plotación de los recursos naturales de acuerdo a sus costumbres y tradiciones, y por
lo tanto se encontraría estrechamente vinculado con otra serie de derechos humanos
como son el derecho al mantenimiento de la propia cultura y al ejercicio de dicha
cultura (Orantes 2015:15).
60 discursos ambientales en américa latina
Por otro lado, comúnmente quienes asumen estos cargos son elegidos mediante
la normatividad interna de los municipios, es decir, bajo los usos y costumbres, que
consiste en que enfrente de las asambleas comunales se determina quién conformará
el Comisariado de Bienes Comunales y quiénes serán todos sus integrantes.
La creación y la formación de este órgano interno municipal también son avaladas
por la Ley Agraria, que en su artículo 99, fracción II, menciona: «La existencia del
Comisariado de Bienes Comunales como órgano de representación y gestión admi-
nistrativa de la asamblea de comuneros en los términos que establezca el estatuto co-
munal y la costumbre» (1992:19). Con ello se otorga validez y se refuerza la autonomía
de los pueblos para la elección y el nombramiento de autoridades correspondientes al
sistema de cargos de los pueblos indígenas, de tal manera que las comunidades crean
y adaptan los estatutos que habrán de regir durante la elección del comisariado ejidal
o municipal. En este sentido, es importante señalar que la forma de elección de estos
cargos populares internos ha perdurado con el paso de los años, y se ha logrado que
aun con la modernidad se sigan manteniendo las formas de organización y de elec-
ción de los pueblos bajo su libre determinación.
La institución de Bienes Comunales, establecida y constituida legalmente por
medio de los usos y costumbres, conoce que, en casi todos los casos, los procesos de
adquisición y posesión de tierras con extensiones de más de 10 hectáreas se realizan
mediante dos formas: por compraventa y por herencia. La primera es poco probable
que se lleve a cabo dentro de los pueblos; sin embargo, se da por una necesidad extre-
madamente urgente o porque el dueño legítimo del terreno ya no podrá hacerse cargo
de él; de igual forma, se puede celebrar una compraventa si el comunero o ejidatario
no tiene herederos.
Para este proceso es necesario que el dueño legítimo del terreno otorgue al nuevo
propietario la documentación tramitada en el Registro Agrario Nacional (ran), que
consiste en: «Los certificados o títulos que amparen derechos sobre solares, tierras de
uso común y parcelas de ejidatarios o comuneros» (Ley Agraria 1992:30). Para rea-
lizar dicha acción es común que se consulte a las autoridades competentes, como el
comisariado ejidal y el consejo de vigilancia, que son los encargados de vigilar que se
realicen y se transfieran los documentos que acrediten al nuevo dueño, para posterior-
mente tramitarle el traspaso legal con título de dominio. Muchas veces se realiza frente
a testigos, con el visto bueno de las autoridades competentes, debido a que la mayoría
de las ocasiones no se trata de un solo lote, sino de grandes extensiones de terreno.
ch’ul balumilal (tierra sagrada) 61
La segunda forma de adquisición de terreno, una de las más comunes en los pue-
blos tseltales, es la transmisión de la tierra de forma hereditaria generacional. De este
modo los pueblos indígenas tseltales han mantenido el dominio de sus tierras y las
han preservado por largos periodos de tiempo en sus familias. Esta es la forma en la
que la mayoría de los comuneros suelen transmitir las tierras a sus familiares directos,
en concreto a sus hijos varones, quienes a su vez son sabedores del derecho comunal y
ejidal que les ampara y que también se encuentra plasmado en la Ley Agraria:
El ejidatario tiene la facultad de designar a quien deba sucederle en sus derechos
sobre la parcela y en los demás inherentes a su calidad de ejidatario, para lo cual bas-
tará que el ejidatario formule una lista de sucesión en la que consten los nombres de
las personas y el orden de preferencia conforme al cual deba hacerse la adjudicación
de derechos a su fallecimiento. Para ello podrá designar al cónyuge, a la concubina o
concubinario en su caso, a uno de los hijos, a uno de los ascendientes o a cualquier
otra persona (Ley Agraria 1992:art. 17:3).
En los poblados indígenas es muy frecuente que los beneficiados de estas acciones
sean los hombres: «Usualmente, la tierra les pertenece a los hombres y solo los des-
cendientes varones pueden heredarla» (Guiteras 1986:40). Este tipo de relaciones de
parentesco en las comunidades tseltales se produce bajo la creencia cultural de que
los hombres son los que transmiten el linaje y de que estos a su vez deberán tener
hijos varones, con lo que se garantizará la permanencia de la tierra en una familia, y
de ese modo se asegurará que su territorio y su linaje no se pierdan. Además, existe la
creencia cultural de que los varones son los que trabajan la tierra y realizan las activi-
dades agrícolas y ganaderas, entre otras: «En gran medida las violaciones a los dere-
chos humanos en nuestro país, se centra en grupos especialmente vulnerables (mu-
jeres, pueblos originarios, niños, trabajadores emigrantes, homosexuales» (Orantes
2015:15-35)
Por otro lado, en la concepción del territorio de los pueblos tseltales no existe el
concepto de frontera, y es este el motivo por el que las tierras y propiedades carecen de
límites simbólicos. Tal como menciona Guiteras: «Las tierras no se cercan» (1986:40)
porque en los poblados saben a quién pertenece cada propiedad. Si bien es cierto que
no existe una frontera para delimitar un territorio, es común que, para realizar dicha
acción y marcar los límites de una propiedad, se usen objetos como piedras o plantas
62 discursos ambientales en américa latina
naturales, que a su vez funcionan como señales simbólicas de pertenencia a una fa-
milia o de cierto linaje.
Como ya mencionamos con anterioridad, en los pueblos tseltales no existen fron-
teras físicas; sin embargo, hay fronteras simbólicas, que son las más visibilizadas por
la cultura y se entrelazan con las formas patrilineales de repartición de tierras. Es
frecuente que para marcar o delimitar una propiedad se usen los linajes-apellidos, y
es por ese motivo que encontramos el concepto conocido como jol biilil2 (linaje). En
este sentido, retomamos las palabras de Pitarch: «[…] ‘linajes’ es un grupo de agnados
que descienden de un ‘abuelo’ (mam) reconocido, por lo general en dos o tres genera-
ciones anteriores» (2017:26).
Por ello, es común escuchar en la oralidad de los tseltales que cierto terreno per-
tenece a los werkis (López), santisetik (Santiz), moloxeti (Gómez), kuleletik (Méndez)
o kukayetik (López), solo por mencionar algunos. Es de esta manera como los te-
rrenos son reconocidos en el espacio geográfico que corresponde a los oxchuqueros.
Entonces, en la comunidad existe la idea de que la propiedad y acreditación de un
terreno es un derecho exclusivo de los hombres, quienes a la vez cuentan con los de-
rechos agrarios para ser ejidatarios o comuneros. Esto se debe a que existe la creencia
de que así una familia no perderá sus tierras
La mayor parte de los poblados en la zona de los Altos de Chiapas, donde habitan
los hablantes de la etnia tseltal, mantienen una normatividad que ha sido transmitida
de generación en generación. Si bien es cierto que en las propiedades de los pueblos
no existen fronteras que delimiten el acceso a los terrenos, sí existe una frontera entre
los hombres y las mujeres, y esto se hace visible en la apropiación de tierras. En este
sentido, retomamos el planteamiento de Guiteras (1986:40), quien menciona que la
transmisión de tierras es «patrilineal», de manera que los hombres son quienes tienen
derecho a las tierras. Dentro de la comunidad, la acreditación del terreno y la mayor
parte de lo relacionado con el proceso normativo comunal para la adquisición de tie-
rras recae sobre los hombres: «Las tierras ejidales pasan de padre a hijo y permanecen
en poder del ejidatario siempre que éste las emplee; de lo contrario vuelve al dominio
de la comunidad, ya que no son vendibles ni están sujetas a ningún tipo de enajena-
ción» (Guiteras 1986:40).
2 La palabra jol biilil está compuesta de dos términos: jol ‘cabeza’ y biil ‘nombre’. Su traducción literal
sería «cabeza de tu nombre», término que en tseltal se atribuye al linaje (Polian 2018).
ch’ul balumilal (tierra sagrada) 63
En los pueblos indígenas han existido a través de generaciones formas de orga-
nización que son parte de las comunidades, las cuales en la mayoría de las ocasiones
no brindan las mismas oportunidades a las personas de ambos sexos. Podríamos
decir que en estos procesos de organización cultural son muy visibles las fronteras
simbólicas entre hombres y mujeres, en las cuales existen violaciones a los derechos
humanos de los individuos: «estas violaciones tienen directa relación con patrones
culturales que permiten la perpetuación de estas violaciones» (Orantes 2015:15-35).
Si bien se ha mencionado que en las propiedades tseltales no existen fronteras que
impidan el movimiento de las personas, sí hay una frontera simbólica entre hombres
y mujeres que impide que estas adquieran derechos sobre un territorio comunal o
ejidatario: «la herencia de la tierra agrícola está restringida a los varones en algunas
comunidades […] (Zinacantán, Oxchuc, Chenalhó) mientras que en otras (Chamula,
Amatenango), también las hijas pueden heredar según la costumbre local» (Gabbert
2015:161). De esta manera, la costumbre en el pueblo de Oxchuc sigue perdurando con
el paso del tiempo.
Por otro lado, en la concepción de propiedad comunal o tierra comunal de los
pueblos tseltales existen los llamados komun at’el (trabajos colaborativos); de acuerdo
con esto, se debe cumplir con un sistema de cargos, así como con una serie de acti-
vidades dentro de la comunidad, muchas de las cuales requieren fuerza física, por lo
que, para las comunidades y comisariados, las mujeres presentan poca disponibilidad.
La palabra tseltal komon,3 cuyo significado es «de todos-para todos», es un tér-
mino usado con frecuencia en la vida cultural de los tseltales; por ejemplo, se em-
plean expresiones como: komon kinal (tierra de todos), komon ayej (palabra de todos),
komon at’elil (trabajo de todos) o komon jkoltaybatik (nos ayudemos todos). Entonces,
el término komon equivale a todos, para todos, es por ello que la forma de ver la
vida en la comunidad se aleja mucho de la realidad jurídica; en este sentido, si bien
es cierto que se debe reconocer que las leyes y normatividades agrarias y ecológicas
brindan oportunidades para todos, sin embargo tienen una contraparte, y es que la
mayoría de las veces no están de acuerdo con la realidad inmediata que se vive en las
comunidades de la etnia tseltal, ya que en ellas se siguen manteniendo viejas prácticas
que han funcionado y han ayudado a mantener la unidad en los pueblos.
3 Definición del término komon: «III. Adv. inc. en colectivo, juntos, entre todos» (Polian 2018:337).
64 discursos ambientales en américa latina
El ch’ul balumilal, la concepción indígena tseltal de la Pachamama
Es importante comprender que en los diferentes pueblos y etnias existen múltiples
puntos de vista y diversas cosmovisiones. En cuanto a los indígenas del pueblo de
Oxchuc, con sus variadas formas de ver el mundo y la tierra, sería adecuado situarnos
desde un pensamiento indígena propio, a partir de una filosofía vista desde los pue-
blos originarios, en la que estos encuentren un reforzamiento de sus cosmovisiones.
Se pretende lo que Leopoldo Zea menciona: «se lanzan a la búsqueda de lo propio,
lo original de los pueblos latinoamericanos. Y dentro de esta originalidad la filosofía
misma» (2016:23). Por esto, surge la necesidad de dar a conocer las ideas, las visiones
y las cosmovisiones de los pueblos, buscando un reconocimiento de los conceptos
comunitarios que se usan frecuentemente en la cotidianidad y su inclusión en las dis-
cusiones académicas.
En la cosmovisión del pueblo indígena de Oxchuc se considera la pertenencia de
las personas a la ch’ul balumilal (tierra sagrada). En este sentido, es de suma impor-
tancia entender el término ch’ul como algo sagrado, tal como lo menciona Pitarch:
«Ch’ul se traduce normalmente tanto de lengua tseltal como en tsotsil por ‘santo’ o
‘sagrado’» (2017:32). A partir de esta palabra surge el término de ch’ul balumilal (tierra
sagrada o tierra santa), aquella que da vida y provee de alimentos a las familias.
En los pueblos indígenas se ha mantenido desde tiempos inmemoriales una vi-
sión cultural de la madre tierra que se tiene presente en la mayor parte de las activi-
dades. De igual forma, existe un vínculo con ella no solo de respeto, sino también
espiritual, tal como lo menciona Millaleo: «los pueblos asumen como uno de sus pi-
lares el vínculo espiritual de los pueblos indígenas con sus territorios» (s/f:36-38). En
este sentido, el término ch’ul balumilal da esa categoría de sagrados a la tierra y a los
territorios, en una forma de demostrar la interrelación de los humanos y la naturaleza.
Para los aymaras, la Pachamama se considera de la siguiente manera:
Denominación reverencial con la que los pueblos andinos adoran a la tierra por ser
el lugar de la vida humana y especialmente los pueblos quechuas y aymaras de los
Andes centrales y meridionales, para quienes Pachamama es un ser vivo y consciente
que tiene la capacidad de producir (Galdámez y Millaleo 2020:51-60).
ch’ul balumilal (tierra sagrada) 65
También para los pueblos indígenas tseltales es un lugar que produce, es un lugar
que siente, que está presente en la vida y en el discurso de los pueblos, por lo que
entonces se encuentra una coincidencia entre la forma de pensar de los aymaras y
de los pueblos tseltales, toda vez que, como se mencionó anteriormente, la tierra es
considerada como dadora de vida y de alimentos.
El ch’ul 4 balumilal 5
Entre los tseltales y los aymaras se observa una similitud en la concepción de la madre
tierra, que es considerada como un ser vivo, como un ente que se tiene que respetar.
Si en el mundo aymara se asume la Pacha como un agente sagrado, entre los tseltales
también se le adjudica el concepto de ch’ul (sagrado) (Pitarch 2017:32).
Otra concepción que existe entre los tseltales es aquella por la que se piensa que la
madre tierra es poseedora de un alma, de tal modo que también el término ch’ul pre-
senta similitudes con el ch’ulel (alma). De acuerdo con Pitarch (2017), ch’ul es lo «otro
de algo», entonces se asume a la madre tierra como aquella que posee un alma, que
posee «otro de algo», es también aquella que crea «otro de algo». Entonces, el término
ch’ul balumilal para los indígenas está relacionado con la vida y con el universo, lo que
a la vez constituye una cosmovisión básica para los tseltales.
Pacha se identifica con el conjunto de las cosas, un todo experiencial y activo, un
aquí y un ahora vital, el cual, en su consistencia real e imperecedera, es un ser vivo
que hace concretamente posible la generación y favorece la fructificación productiva
natural (Galdámez y Millaleo 2020:51-60).
Al igual que la Pacha, el balumilal (tierra) es aquella extensión de terreno que
tiene un alma, como ya se dijo anteriormente, por lo que se le debe pedir permiso para
realizar actividades como la siembra o la cacería, entre otras. El ch’ul balumilal es tam-
bién aquella extensión del ser humano. Desde la cosmovisión de los pueblos indígenas
existen varios elementos que conforman el ch’ul balumilal; entre ellos encontramos el
4 Definición del término ch’ul [pe], adj. Sagrado (Polian 2018:233).
5 En el diccionario multidialectal está escrito como balamilal ‘mundo tierra’, sin embargo, en la va-
riante de Oxchuc se escribe balumilal, y se le atribuye el mismo significado que a balamilal.
66 discursos ambientales en américa latina
ya mencionado ch’ulel (alma), y también los ajaw 6 (dioses), que son los guardianes de
la madre tierra, aquellos que cuidan el cerro, el agua, la tierra, los árboles.
El ch’ul balumilal está considerado como portador de un alma, un alma que se
debe respetar, ya que se cree que es la que se encarga de dar vida a las cosechas. El
término de ch’ul (sagrado) sirve para nombrar no solo a la tierra —en el concepto ch’ul
balumilal—, también al cielo en el término ch’ul chan (cielo sagrado) —que se traduce
literalmente como ch’ul (sagrado) y chan (cielo), aunque chan también equivale a cu-
lebra—. También se aplica de igual manera al agua sagrada, en el concepto ch’ul ja’,
que se traduce literalmente como ch’ul (sagrado) y ja’ (agua).
En esta relación de conceptos se observa no solo el sentir de los indígenas y de sus
pueblos, sino más bien cómo se mantienen las prácticas establecidas históricamente;
por lo tanto, en el concepto ch’ul balumilal (tierra sagrada) no solo están incluidos los
ch’ulel (almas) que forman parte del balumilal (tierra), sino también entes místicos
que cuidan de la tierra sagrada, y son los conocidos como ajaw (dioses, guardianes).
Bajo la concepción de los tseltales estas entidades cumplen varias funciones en el
mundo cósmico y rodean el ch’ul balumilal, proporcionándole entonces una amplia
existencia. En este sentido, Galdámez y Millaleo mencionan que: «Existe un equilibrio
fundamental en el universo como totalidad, que se manifiesta en la naturaleza como
regularidad de sus ciclos y que en la sociedad se determina por la justicia en las rela-
ciones humanas» (2020:55).
Sánchez Supelano menciona que existe «la subjetivización de la naturaleza como
sagrada y los deberes de vivir en armonía con ella» (2020:143), es por ello que en la
cosmovisión de los tseltales existen una serie de elementos que se vinculan con el
ch’ul balumilal y los ajaw (guardianes) que conforman el mundo cósmico de los in-
dígenas. Es decir, los tseltales tienen guardianes a quienes se les atribuye ser dueños
del cielo, la tierra, el agua, el fuego, el viento, las cuevas y los animales. Reciben los
siguientes nombres: ajaw yu’un ch’ul chan (dios del cielo), ajaw yu’un lum-k’inal (dios
de la tierra), ajaw yu’un ja’ (dios del agua), ajaw yu’un k’ak (dios del fuego), ijk’al ajaw
(dios del viento), ajaw yu’un xaw (guardián de la cueva) y ajaw yu’un chambalametik
(guardián de los animales). Cada uno de ellos cumple con una función específica en
el mundo maya tseltal.
6 Definición del término ajaw: «s. (1) deidad, entidad sobrenatural, guardián (2) cerro sagrado, lugar
sagrado» (Polian 2018:112).
ch’ul balumilal (tierra sagrada) 67
Asimismo, entre las conexiones que existen en el mundo maya tseltal se encuen-
tran «las relaciones entre territorio, paisaje e identidad» (Sánchez 2020:142). Como en
el caso del ch’ul balumilal, a cada uno de los ajaw (dioses guardianes) se le atribuye
una labor específica, ya que cada uno cuida de un elemento natural; se observa en esta
concepción un vínculo con la naturaleza y con varios procesos y actos de ritualidad,
entre ellos la agricultura, así como las ofrendas o rituales que están dentro del marco
cultural de dicha cultura y que es indispensable tener en cuenta.
Es la madre-tierra por ser la tierra vivíficamente productiva, la fuente principal de la
vida y animadora de todo lo viviente. A partir de su fecundidad, relaciona todos los
estratos del universo, como una continuación del proceso cósmico de ciclos de rege-
neración (Galdámez y Millaleo 2020:51-60).
Por ello mismo, para los tseltales la cosmovisión está íntimamente ligada con las
prácticas culturales. Como bien hemos mencionado anteriormente, cada ajaw cuida
y se encarga del elemento que le corresponde, mientras que el ch’ul balumilal está in-
terrelacionado con todos los procesos que se dan sobre la tierra. Por ello, al ajaw se le
dedican ciertas ofrendas para así poder sobrellevar la vida.
El ch’ul balumilal, un espacio para la siembra
Como parte del proceso de interrelación que existe con el ch’ul balumilal se llevan a
cabo varios rituales, entre ellos los llamados de agradecimiento, de permiso, o simple-
mente de ofrendar. Estos se realizan con la finalidad de tener una buena cosecha, entre
otros motivos. En este sentido, en el apartado siguiente se dará a conocer el ritual de
petición al ch’ul ja (agua sagrada) y la conexión que existe entre las personas y las dei-
dades de la cosmovisión tseltal. En este caso, Millaleo menciona lo siguiente:
Los pueblos indígenas, en virtud de su conexión espiritual con la tierra y mediante
su ocupación ancestral, han desarrollado un complejo cuerpo de conocimientos res-
pecto a la relación de sus comunidades con los entornos en los cuales habitan o con
los que tienen contacto (Millaleo s/f:36).
68 discursos ambientales en américa latina
Pese a la llegada de nuevas visiones y al uso de nuevas tecnologías en los cul-
tivos, los indígenas han mantenido una lucha de resistencia para seguir cultivando
de manera tradicional. En el proceso de siembra, que se lleva a cabo en los meses de
marzo y abril, se observa una voluntad de mantener los granos tradicionales, como
el maíz grande, mediano o chico, de los que también salen el maíz blanco, amarillo o
negro, y también el rojo, que es muy escaso. Por lo anterior, en la producción de sus
mazorcas los campesinos tseltales buscan conservar sus granos de maíz tradicionales;
sin embargo, Vizcarra menciona que: «con la Revolución Verde (segunda mitad del
siglo xx), se tecnificó el campo y se expandió la frontera agrícola para dar paso a la ur-
banización, industrialización y a los sistemas agroalimentarios modernos con maíces
mejorados e híbridos» (2019:101-130).
En dicho contexto, los campesinos aún tratan de preservar las formas normales y
tradicionales de cultivar en el ch’ul balumilal, usando las macanas típicas para sembrar
y las semillas de acuerdo con la región —puede ser maíz blanco, amarillo o negro—;
en la mayoría de los casos, las semillas son compartidas en los mismos núcleos fami-
liares, por lo que entre ellos se ayudan a mantener vivas las semillas propias de cada
demarcación.
Los campesinos tradicionales tienen como uno de sus temas de discusión el de
la preservación de las tierras y el territorio, así como el impacto de los cultivos, con
lo cual han construido un conocimiento empírico ancestral sobre la madre tierra y
sobre todo lo que de ella proviene. Del mismo modo, los campesinos han obtenido
conocimientos de temas que afectan a la naturaleza y al medio ambiente, por ejemplo,
el uso de pesticidas y fertilizantes. Sin embargo, al observar a los campesinos de los
pueblos indígenas puede notarse cómo de manera inconsciente realizan actividades
que ayudan a la conservación del medio ambiente, y en algunos casos omiten el uso
de los fertilizantes en sus cultivos.
Retomaremos el planteamiento de Galdámez y Millaleo, quienes mencionan que:
«la agricultura es el templo y lugar de encuentro entre las tres comunidades de la gran
comunidad de la naturaleza: la de los Runa o humanos, la Salqa o lo silvestre y las
Wacas o deidades» (2020:55). De forma semejante es la vivencia de los tseltales. En
su concepto propio ch’ul balumilal (tierra sagrada) están involucrados los humanos,
la vida silvestre y las deidades. Si bien hemos mencionado con anterioridad que los
tseltales wiketik (hombres tseltaleros) son los encargados de trabajar y producir su
propia tierra, ellos poseen conocimientos. En este sentido, Millaleo menciona:
ch’ul balumilal (tierra sagrada) 69
El conocimiento ecológico tradicional se basa en la acumulación de sabiduría ecoló-
gica a largo plazo obtenida de experiencias con organismos, hábitats, ecosistemas y
procesos ecológicos. Por ello, esta forma de conocimiento puede comparar las condi-
ciones históricas del paisaje con las condiciones actuales (Millaleo s/f:37).
Es por ello que los indígenas tseltales han tenido la libertad de dar nombre a las
plantas, flores y verduras, y en general al entorno, lo que facilita la manera de identi-
ficar las diferentes especies, por ejemplo: k’anolte (árbol amarillo), ji’jte (roble) o taj-
ocote k’an ch’ix (árbol de cuerno), por mencionar algunos. Con estos conceptos logran
la vinculación con el amplio mundo natural que rodea el hábitat de los indígenas
tseltaletik.
El ajaw del ch’ul ja’ 7
El ritual conocido como sk’alel Santa Krus (día de Santa Cruz) se celebra cada 3 de
mayo, y es dirigido principalmente por los patronatos del agua y los mamtik ch’uy
k’aletik 8 de la cabecera municipal de Oxchuc. Para esta festividad religiosa se reúnen
hasta cuatro ch’uy k’aletik, de los cuales dos pertenecen al muk’ul kalpul (barrio grande)
y dos al bijk’it kalpul (barrio chico). La finalidad de este acto de ritualidad es dar al
ajaw yu’un ch’ul ja’ (dios del agua) una ofrenda con varios propósitos, entre los que se
incluye pedir y cuidar del agua. En el ritual participan hombres y mujeres, todos desde
una posición culturalmente establecida, además de los delegados y delegadas de los 25
barrios de la cabecera municipal.
El proceso del ritual inicia el 1 de mayo con la preparación de los mamtikes, que se
reúnen en la sala de juntas de las autoridades tradicionales ubicada en el manantial de
yaxnichil (flor verde). Ese día inicia con el acto llamado yalesel k’aal (tender las velas),
el 2 de mayo es el día de chuk wamal (amarrar la juncia), y el siguiente, el 3 de mayo,
7 Eltérmino ja’ significa ‘agua’ (Polian 2018:281).
8 Los ch’uy k’aletik son las personas que tienen como función ayunar, rezar y orar ante el señor para
pedir la bendición de toda la gente del pueblo. Asimismo, son los encargados de bajar la imagen de
santo Tomás de su altar durante la fiesta de skoel jtatik, que se celebra el 13 de enero de cada año (Gómez
K’ulub 2010:119).
70 discursos ambientales en américa latina
es el día del yoswej (el ritual), el día del rezo, que se lleva a cabo en varios manantiales,
comenzando en el de k’ojchochoj chil ja’ 9 (véase foto 1).
Foto 1. Ch’uy k’aales rezando al ch’ul balumilal y al ajaw del agua, en el manantial de k’ojchochoj chilja’
Fuente: foto de Rolando Sántiz Gómez.
Para los rezos tradicionales, en los pueblos indígenas es indispensable llevar como
ofrenda ciertos elementos como los siguientes: pox (trago), pom (mirra), ts’umbal te’
(juncia) y oxlajuneb (cera, 13 velas). Además, durante el rezo que los mamtik ch’uy
k’aletik realizan se tocan diversos instrumentos musicales como arpa, kitara (gui-
tarra), sot (sonaja), amay (flauta) y k’ayub (tambor).
Para estos rituales, los mamtikes ch’uy k’aaletik, que son los encargados de realizar
dicha festividad, unen sus rezos y oraciones con la finalidad de pedir al ch’ul balumilal
y a su ajaw que bendiga al municipio para que no falte el agua. Del mismo modo, en
sus oraciones los ch’uy k’aales piden que en el manantial no ocurra ningún accidente
ni pierda la vida alguna persona tseltal. Estas son las peticiones que realizan común-
mente al ch’ul balumilal y a los ajawetik.
9 La expresión k’oj chochoj chil ja’ está compuesta por varias palabras: k’oj ‘tronco’, chochoj ji ‘especie
de roble bueno para poste’, y ja’ ‘agua’, por lo que se podría interpretar como el lugar donde crecen los
troncos de roble y brota el agua (Polian 2018:281, 291, 369).
ch’ul balumilal (tierra sagrada) 71
El 1 de mayo es la fecha en que los ch’uy kales celebran el ritual de yalesel k’aal
(tender las velas), que es cuando se comienza a rezar. Se inicia así con los preparativos,
y asimismo se ofrece una anticipación al ch’ul balumilal acompañada de ofrendas, que
posteriormente serán de petición.
En el segundo día del rezo, el 2 de mayo, se celebra el chuk wamal. Este ritual
consiste en poner dos velas frente al altar y realizar los preparativos para el rezo mayor
conocido como yoswej. Durante estos dos días que anteceden al rezo mayor existe
la costumbre de comer chile de maza con huevos duros y beber pajal ul y café; del
mismo modo, para ello se preparan y se obsequian ofrendas.
En esta fiesta también se ofrece de comer a todos los invitados y asistentes, puesto
que la conexión que existe entre el ser humano y el mundo cósmico del pueblo de los
tseltales es mutua. Si bien es cierto que la Pachamama considera la conexión del ser
humano con el universo y ve en ella una posibilidad de dar y proveer vida, de esta
misma forma el pueblo indígena tseltal en su cosmovisión considera al ch’ul balumilal
como un ente que da vida, y que también puede quitarla, de ahí surge la necesidad de
ofrendar al ch’ul balumilal y al ch’ul ja’.
El 3 de mayo se lleva a cabo el rezo final en cada manantial que existe en el pueblo;
a este ritual no deberían faltar los ch’uy k’aales, junto con los delegados de los 25 barrios
(véase foto 2).
Los ch’uy k’aletik son los que se encargan del ritual, y a la vez son los que tienen el
trabajo más pesado, puesto que en cada manantial se ofrenda y se reza al ch’ul ja’ para
pedir, como se ha mencionado antes, que no falte el agua en el municipio, por lo que
se ofrendan 13 velas en cada uno de los manantiales, además de pom, pox, chi il ja’ y
la música.
Durante este día los ch’uy k’ales se dividen el trabajo en los cuatro manantiales que
se visitan, que son los siguientes: el de k’orchochilja’, el tsis, el de nachoj, y finalizan en
el de yaxnichil. Estos son los cuatro que tiene el pueblo, y en ellos es donde se entregan
las ofrendas mencionadas (véase foto 3). Finalmente, este día termina en el manantial
más grande del pueblo, que es el conocido como el de yaxnichil (flor verde). En él
se reúnen todos los mamtikes ch’uy k’ales para realizar en sintonía la petición, orar y
ofrendar; ejecutan el rezo de diferentes maneras y con distintas tonalidades; sin em-
bargo, la petición es la misma: ruegan al manantial más grande, al dios de agua, que
no se termine el vital líquido en la temporada de sequía y que el manantial siga dando
el ch’ul ja’ para los pobladores del municipio tseltal.
72 discursos ambientales en américa latina
Foto 2. Ch’uyk’aales con delegados de barrio en el rezo al ch’ul balumilal
Fuente: foto de Rolando Sántiz Gómez.
Foto 3. Ch’uyk’aales ofrendando pom y sal al ajaw del agua
Fuente: foto de Rolando Sántiz Gómez.
ch’ul balumilal (tierra sagrada) 73
Fracción del pat ot’an que se menciona en los rezos, según el libro de Gómez
K’ulub (2010) titulado Kajwaltik-La ordenanza de la colonia 1674.
Jesús maser kajwal, En el nombre del padre, del hijo
Yu’unuk bis krus Por la señal de la Santa Cruz
Koltayowotik ta jtojoltik Líbranos, Señor, de nuestros enemigos
Te mach’a ma sk’atonía En una persona… así sea
Jichucnix He venido señor
Ba talonme kajwal Por voluntad de tu corazón
Ta yutsil awot’an De tu bien corazón
Ta slekil awot’an A tu sagrada casa
Le’ta ch’ul sakil na A tu sagrada casa blanca
Ch’ul sakil awil Con el primer alkal
Nijilon julel Inclinado llegué
Sok sba stak’in kaxlan Con el primer regidor
Sok xchebal stak’in kaxlan Con el segundo regidor
Sok sba jornal Con el primer jornal
Sok xchebal kornal Con el segundo kornal
Nijilon julel Inclinado llegué a tu casa bendita
Le’ ta ch’ul sakil na Con los señores del barrio
Le’ta ch’ul sakil a wil Los dos barrios padres
Xcha’mejch’el jtatik Los dos barrios grandes
Xcha’mejch’el jme’tik Nos encontramos aquí
La jta jbatik julel. En tu sagrada casa
Le’ta ch’ul sakil na El lugar del encuentro
Le’ta ch’ul sakil awil Llegó la hora
Ts’akej yorail Llegó el momento.
Ts’akej sk’aalel (Gómez K’ulub 2010:38).
Rezo del saludo, el inicio del ritual
Algunas reflexiones
La cosmovisión de los pueblos indígenas es parte de una historia negada, no recono-
cida por la historia oficial, pero que a partir de ella han elaborado un gran sistema de
significantes que ha perdurado, se ha convertido en ritualidad y eso permitido que
estos rituales pasen a ser parte de un imaginario que se ha mantenido vivo gracias
a que los pueblos han luchado por esa causa. Lo han hecho pese a las nuevas formas
de ver el mundo que han llegado por medio del pensamiento occidental, que muchas
74 discursos ambientales en américa latina
veces ha logrado transformar vivencias y ceremonias, así como ciertas formas de en-
tender el mundo, del mismo modo que ha promovido un cambio en el lenguaje de
los pueblos. Asimismo, la modernidad ha logrado modificaciones en las maneras de
ejecutar y entender los rituales dedicados al ch’ul balumilal; por consiguiente, algunas
personas han ido adoptando nuevos modos de interpretar el mundo, ya que con la
llegada de las nuevas religiones y otras formas de pensamiento ha cambiado la men-
talidad de algunos sujetos tseltales; sin embargo, todavía persiste la memoria de los
ancestros.
El presente documento tuvo como finalidad dar a conocer, desde una filosofía de
los pueblos indígenas, la visión e interrelación del ch’ul balumilal, como una versión
tseltal de la Pachamama, del mismo modo que se dio a conocer cómo los pueblos
indígenas tseltales perciben la tierra y todo lo que de ella surge. Asimismo, se plan-
tearon conceptos que se usan frecuentemente en los pueblos indígenas, los cuales han
heredado y aprendido a través de las generaciones.
Bibliografía citada
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2013 Diario Oficial de la Federación, México.
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ch’ul balumilal (tierra sagrada) 75
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Antropología jurídica de los pueblos y las comunidades
tradicionales en Brasil: apuntes acerca
de la categoría de relación jurídica fronteriza
Ricardo Prestes Pazello
Introducción
E l presente ensayo deriva de algunas reflexiones que presenté en el seminario
especializado «Discursos de la normatividad ambiental en América Latina»,
organizado por el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y
la Frontera Sur de la Universidad Nacional Autónoma de México (cimsur-unam),
por invitación de José Rubén Orantes García. Para el primer módulo —«Derecho
ambiental desde la perspectiva antropológica»—, que tuvo lugar el 6 de octubre de
2021, se delimitó el tema «Discursos de derecho ambiental entre pueblos indígenas»,
a partir del cual discutí las «Regulaciones ambientales indígenas en Brasil». Traté
sobre lo que denominé la «relación (o forma) jurídica fronteriza» y sus dimensiones
deontológicas. Ahora, extiendo esos apuntes para presentar este tipo de relación
jurídica (según la dialéctica esencia-apariencia) en el campo antropológico del de-
recho, dialogando con la noción de «pueblos y comunidades tradicionales» en la
que los pueblos indígenas se insertan, como suele tratarse el tema en Brasil.
77
78 discursos ambientales en américa latina
pct: modos de vida fronterizos
En Brasil se hizo costumbre trabajar con la noción de «pueblos y comunidades tra-
dicionales» (pct) para referirse a poblaciones que están fuera de la marcha conven-
cional del desarrollo capitalista. Bajo el capitalismo, en general, la sociabilidad se in-
dividualiza y crea átomos sociales, el espacio geográfico se concentra en el ámbito
de la urbanización, y las identidades se racializan según una estructura clasificatoria
que integra consustancialmente también género y clase. Bajo el capitalismo depen-
diente, en particular, tales características se profundizan en un contexto en el que la
atomización, la urbanización y el racismo toman contornos de desintegración social y
marginación, además de la sobreexplotación de los cuerpos que sirve de soporte físico
a la mercancía fuerza de trabajo, remunerada o no.
Al margen de este proceso, aunque no desligado de él, se encuentra la resistencia
de poblaciones que producen y reproducen sus vidas según una lógica comunitaria,
a partir de una territorialidad propia y según una identidad étnica específica. Aquí, la
división comunitaria del trabajo contrasta con la división simplemente «social» (esta
última supone atomización); su territorialización tiende a implicar la incompatibi-
lidad con el gueto urbano, y su etnicidad busca diferenciarse respecto de la «cultura»
imperante en la esfera de la sociedad del capital, especialmente en la periferia de su
sistema. Comunitariedad, territorialidad e identidad son, por lo tanto, sus marcas dis-
tintivas, aunque en modo alguno ajenas a la realidad que bordean.
De hecho, la existencia de «pueblos y comunidades tradicionales» (pct) surge de
las posibilidades de resistir a la estandarización impuesta por la historia colonial/mo-
derna, marcando un modo de vida propio. Sin embargo, tal modo de vida tiene límites,
en cierta medida forjados por la estructura social capitalista, ya sea en el campo o en
la ciudad. Esto es lo que revela incluso la nomenclatura «tradicionales», consolidada
normativamente, para oponer la modernidad a la tradición (aunque otorgando un
sentido abiertamente positivo a esta última noción). El principal acto normativo que
establece la terminología, en Brasil, se encuentra en el artículo 3, I, del decreto 6.040,
del 7 de febrero de 2007, que instituye la Política Nacional de Desarrollo Sustentable
de los Pueblos y Comunidades Tradicionales:
Pueblos y Comunidades Tradicionales: grupos culturalmente diferenciados que se
reconocen como tales, que tienen formas propias de organización social, que ocupan
antropología jurídica de los pueblos y las comunidades 79
y usan territorios y recursos naturales como condición para su reproducción cultural,
social, religiosa, ancestral y económica, utilizando conocimientos, innovaciones y
prácticas generadas y transmitidas por la tradición.
Así, son pueblos tradicionales todos aquellos grupos con cultura propia marcada
por la comunitariedad, la territorialidad y la etnicidad. Entre los pct están los cientos
de naciones indígenas que habitan en todo el territorio brasileño, los miles de co-
munidades «quilombolas» que produjo la diáspora africana en Brasil o las decenas
de otras poblaciones que se autorganizan y se autoidentifican como «caiçaras» (en la
costa del país), extractivistas (en regiones forestales), gitanos (con su movilidad te-
rritorial) o «ribeirinhos» (que viven en las orillas de los ríos). En la región de Paraná,
desde donde se escribe este texto, hay más de 10 segmentos que reivindican su tradi-
cionalidad, como los «faxinalenses», los «ilhéus» o los «cipozeiros».
Todo este contexto, a su vez, sugiere la adopción del término «frontera» para el
modo de vida de los pct. La palabra se utiliza según la inspiración de los autores del
llamado «giro descolonial» del saber y el poder, perspectiva gnoseológica que critica
la construcción colonial de la modernidad a partir de la experiencia latinoamericana.
Walter Mignolo, como ejemplo para todos, refiere: «la gnosis liminar, como saber en
perspectiva subordinada, es el saber concebido desde los márgenes externos del sis-
tema-mundo colonial/moderno» (2003:33). La liminaridad o la marginalidad supone
igualmente una espacialidad bien establecida, de ahí que tenga sentido rescatar la re-
flexión de Carlos Brandão al estudiar las comunidades tradicionales: la frontera «es el
lugar social y simbólico de la alteridad» (2015:57).
El modo de vida fronterizo que los pct encarnan, por lo tanto, es escenario pri-
vilegiado para cuestionar la construcción individualista, concentradora y explotadora
del capitalismo, incluyendo los aportes racializantes y eurocentrados de su desarrollo.
Sin embargo, al mismo tiempo que se destaca la alteridad inherente a tales pobla-
ciones, es necesario percibir su fragua bajo este mismo mundo colonial/moderno
capitalista, pues el «aldeamiento» de indígenas en un territorio parcial, la produc-
ción de «quilombos» como forma de resistencia a la esclavitud o la reducción de los
territorios de otros pueblos son resultados, aunque frutos de muchas luchas popu-
lares, de la división social del trabajo y la división espacial de la tierra producidas
por el capitalismo. En consonancia con esta asimetría y este contraste, hacer uso del
arsenal crítico de la antropología puede resultar interesante para subrayar la totalidad
80 discursos ambientales en américa latina
tradición-modernidad y realizar una crítica extrañada, subsidiando así una crítica ju-
rídica como consecuencia. A ver.
Extrañas y asimétricas fronteras: antropología y antropología jurídica
Es cierto que la división social del trabajo intelectual constituyó tal departamenta-
lización de las ciencias sociales, reproduciendo el modelo de las llamadas ciencias
duras, que la perspectiva de totalidad que el conocimiento humano requiere suele,
casi siempre, extinguirse. Además, esta misma división naturaliza construcciones y
clasificaciones sociales como si fueran eternas. Por si fuera poco, existe una pretensión
de neutralidad que persiste en las ideas de los científicos sociales, que a su vez chocan
con el necesario posicionamiento político que la realidad de desigualdad social es-
tructural demanda. Disciplinarización, naturalización y neutralización son marcas
recurrentes en la construcción científico-social moderna.
A partir de este escenario, no parece tener sentido reivindicar la adhesión a un
área del conocimiento si se utiliza una propuesta crítica de análisis de lo real. Sin
embargo, la organización de los saberes en ciencias ha adquirido tal complejidad, que
también resulta infructuoso rechazar todas y cada una de las aportaciones que de ella
se derivan. Por lo tanto, puede ser útil transitar, entre la teoría y la práctica, a través de
las tradiciones de los campos científicos. En cierto sentido, puede ser la antropología
un interesante vector para ejercer esta crítica a la cientificidad burguesa, al mismo
tiempo que se absorben algunos de sus aportes, más aún si se piensa en la disputa
ideológica por la construcción del conocimiento o incluso en la necesidad de alcanzar
la sostenibilidad a través de la investigación o la docencia.
Por lo tanto, la apelación que la antropología hace al extrañamiento (es decir, a la
desnaturalización) de los fenómenos sociales, así como su programa de investigación
dirigido a las fronteras de la sociedad capitalista —aunque nacida como estrategia de
control de los pueblos colonizados, mientras la sociología abordó la sociedad indus-
trial o la politología, las instituciones del estado moderno— permiten aproximaciones
gnoseológicas que no pueden ser despreciadas. En consecuencia, una antropología
jurídica puede posibilitar un enfoque sobre las asimetrías organizativas entre lo ensi-
mismado y lo fronterizo, siguiendo la primacía del análisis del derecho como relación
social.
antropología jurídica de los pueblos y las comunidades 81
Antropología: totalidad, extrañamiento y alteridad
Para el interés de la reflexión aquí propuesta, se entiende a la antropología como un
campo de conocimiento forjado por la moderna división social del trabajo intelec-
tual. En este sentido, es necesario ajustar cuentas con la disciplina para que sea válida
su provisión de una lectura crítica de la estructura social que la forjó. Al cuestionar
la delimitación de su objeto, como en general debería hacerlo toda ciencia humana,
apunta a la dimensión de la totalidad en la que se inserta la experiencia humana y
sin la cual no se pueden comprender sus fenómenos; al castigar al racionalismo más
vulgar, su postura metodológica permite relativizar postulados tomados como obvios
y desplazar el sentido de aprehensión de lo «normal» a un continuo ejercicio de ex-
trañamiento; al negar la posibilidad del desinterés del científico en relación con los
problemas que le afectan de forma mediata o inmediata, posibilita la incorporación
de un criterio ético a su reflexión ligado al respeto a la alteridad.
Totalidad, extrañamiento y alteridad encarnan posibilidades filosóficas y teóri-
co-científicas que admiten un giro político de la antropología, en un contexto en el
que persiste la furia clasificatoria etnocéntrica en Occidente y del que la antropología
siempre ha sido instrumento. Usada contra sí misma, la tarea antropológica exige
hacer una antropología «irredenta», como diría Darcy Ribeiro (1991), o una «investi-
gación militante», como propondría Orlando Fals Borda (1990).
Así, el gran problema por afrontar es el de comprender los fenómenos sociales
desde una perspectiva de totalidad, éticamente y alejada de las normalidades o cercana
a las extrañezas. Sin duda, dimensionar el extrañamiento (como la familiarización de
lo exótico y la exotización de lo familiar) es una oportunidad imperdible para com-
prender el todo social y sus consecuencias específicas. En una sociedad construida
bajo la primacía de la individualización, la segregación y la explotación, demostrar
cuán extrañas son estas cosas es un excelente punto de partida teórico-metodológico.
Con ese objetivo, la antropología de la totalidad extrañada puede ser subsumida
por preocupaciones más específicas y dialogar con campos del saber que tienen sus
particularidades porque conforman una delimitación del objeto humano tan propia
que dan lugar a una verdadera nueva división del trabajo intelectual. Este es el caso del
derecho, como se verá ahora.
82 discursos ambientales en américa latina
Antropología jurídica: extrañamiento de la totalidad
de las relaciones jurídicas (esencia y apariencia)
Si el objetivo de la antropología es extrañar éticamente la totalidad, una antropología
jurídica hará lo mismo con respecto al derecho. El problema pasa ahora a ser el de
comprender lo jurídico.
Mucha tinta se ha gastado en definir el derecho como justicia, ley, poder...
Considerando la totalidad de los fenómenos sociales, es posible decir que algo de
estas dimensiones conforma la juridicidad. Sucede, sin embargo, que allí no se con-
templa su definición más profunda. Derecho es, ante todo, una relación social. Existe,
por lo tanto, en el ámbito de la relacionalidad que caracteriza el mundo del ser, o sea,
no exactamente en el del deber-ser. Así, más que superestructuras o deontologías, el
derecho está en el núcleo de la garantía de que las relaciones sociales sean como son,
históricamente hablando.
¿Y cómo son las relaciones sociales? Aquí se sigue el desarrollo del capitalismo,
que produce sujetos libres e iguales para poner en tránsito la riqueza privadamente
apropiada que crean. Tal apropiación/creación genera valor, cuyo resultado es ordenar
el modo capitalista de producir y reproducir la vida. Siguiendo el camino de Marx,
es posible decir que «las categorías expresan modos de ser» (2011:59), y las categorías
aquí mencionadas expresan precisamente el modo de ser en la sociedad capitalista. En
términos generales, las relaciones sociales de producción están garantizadas por las
relaciones jurídicas, que aseguran la circulación capitalista-mercantil entre sujetos de
derecho, sean estos titulares de los medios de producción o simplemente propietarios
de su propia fuerza de trabajo. El derecho como relación social específica del capital
—por lo tanto, como relación (social) jurídica— fue la gran interpretación de Marx,
consolidada por Pachukanis (2017) más de 40 años después de la muerte del primero.
Por mi parte (Pazello 2021), siguiendo una ya larga tradición de rescatar y conti-
nuar el aporte marxista-pachukaniano, vuelvo a esta comprensión para presentar la
totalidad del fenómeno jurídico compuesto por su esfera fundamental (la relación de
valor), por su forma esencial (la relación jurídica propiamente dicha), por sus mo-
mentos aparentes (como los de la normatividad legal o jurisprudencial) o incluso por
sus esferas transitivas (como las referidas a las dimensiones privadas y morales de
las relaciones sociales). Antropológicamente traducida, aquí está la totalidad jurídica,
que encuentra en las relaciones sociales su fundamentación y esencialidad, pero que
también alberga, aunque solo en apariencia, dimensiones deontológicas o normativas.
antropología jurídica de los pueblos y las comunidades 83
Teniendo en cuenta que una antropología jurídica extrañará las relaciones jurí-
dicas (incluso cuando ideológicamente sean presentadas como formas normativas),
es útil señalar también que tal relativización implica contraste y comparación con
relaciones no jurídicas (en el límite, también con no-relaciones no-jurídicas). Pero,
¿qué sería el no-derecho en el espejo del derecho? Este es el tema de las asimetrías
que configuran las relaciones sociales propiamente capitalistas (si se quiere traducir
a un léxico antropológico más básico, las relaciones sociales coloniales/modernas):
tales relaciones sociales forjan otras que se encuentran en sus márgenes, aunque estén
constituidas por ellas. El tema abarca desde la geopolítica hasta la cultura. Esta es toda
la discusión que hay que hacer sobre las organizaciones fronterizas —y por eso mismo
asimétricas— del capitalismo, entre las que se encuentran los pueblos y las comuni-
dades tradicionales y la cuestión jurídica que los acompaña.
Antropología jurídica de los pct: extrañamiento de la totalidad
de las relaciones jurídicas fronterizas
Si la antropología es el ejercicio de extrañamiento de la totalidad; si la totalidad jurí-
dica es la unidad entre relaciones sociales fundantes, esenciales y momentos norma-
tivos; y si los pct son los modos de vida fronterizos marcados por la comunitariedad,
la territorialidad y la etnicidad, por lo tanto, la antropología jurídica de los pct deberá
contrastar la asimetría que se les impone desde la fragua de sus relaciones sociales y
jurídicas limítrofes.
Sencillamente, esta antropología jurídica de los pct tiene la misión de estudiar
de forma militante las relaciones jurídicas fronterizas. Pero ¿qué son, después de todo,
estas relaciones? Como resultado de una «fricción interétnica» (Oliveira 1972), las re-
laciones jurídicas fronterizas abordan conjuntamente los problemas de protección del
modo de vida y de acceso a recursos que no necesariamente son propios de ese modo
de vida. Si se traduce al lenguaje jurídico-crítico, el tema involucra las garantías de
protección (del propio modo de vida) y de acceso (del otro modo de vida). Como se
puede apreciar, se establece la frontera entre identidad y diferencia, esto, sin embargo,
sabiendo que la identificación proviene de la distinción.
La garantía (dimensión específicamente jurídica) de protección de la cul-
tura propia (que involucra comunidad, territorio e identidad), en el marco de una
84 discursos ambientales en américa latina
reivindicación de reconocimiento del modo de vida otro frente a la sociedad colonial/
moderna capitalista, contrasta —aunque sea de modo no excluyente— con la garantía
de acceso a formas sociales propias de otra cultura, precisamente la de la sociedad
colonial/moderna capitalista, que implican la redefinición de la comunidad (vía la
inserción en el mundo del trabajo, es decir, la división social del trabajo), de la terri-
torialidad (ahora traducida como título de propiedad, privado o estatal) y de otros
elementos que configuran su identidad cultural (que van desde la cultura material, pa-
sando por las prácticas colectivas y por la construcción institucional, hasta el espectro
de los valores y simbolismos).
De hecho, se trata de un nuevo momento de invención —o reinvención— de
la posibilidad de modos de existir no completamente subsumidos en el capitalismo,
pero incitados por él, ya sea como respuesta de refutación o de adecuación. La inten-
ción aquí es rechazar la simplificación de oponer la revuelta de los apocalípticos a la
adhesión de los integrados, aunque allí haya una dualidad explicativa. Entre protec-
ción y acceso hay una unidad contradictoria que implica estar de acuerdo con la idea
de que es la sociedad colonial/moderna capitalista la que forja la tradicional, aunque
esta última contribuya a que la primera sea menos ella misma, aunque siempre lo sea.
Así, una antropología jurídica de los pct se enfoca en las relaciones jurídicas
fronterizas, que debe comprender su realidad propia, pero también sus conexiones
con los «no-pct». No se trata, pues, de hacer un mero análisis etnográfico de las reglas
de conducta propias de cada pueblo o comunidad tradicional tomada en concreto (lo
que sería un análisis normativo que no revelaría la problemática jurídica que envuelve
a tales grupos) ni de simplemente describir el modo de vida (ya que no llegaría a lo
«jurídico» de la antropología jurídica), sino de etnografiar las relaciones jurídicas de
tales pueblos que, porque son «jurídicas», implican el juego de luces y sombras entre
el «auto» y el «alter», así como la absorción jurídica (que es ineludible en el mundo del
capital) de las garantías que se interponen entre la protección (reconocimiento) y el
acceso (creación) culturales.
Relaciones jurídicas fronterizas: entre esencia y apariencia
Evidentemente, el presente ensayo no ofrece condiciones para presentar una etnografía
de los pct, un tema tan complejo como la diversidad cuantitativa y cualitativa de las
antropología jurídica de los pueblos y las comunidades 85
culturas involucradas. Por lo tanto, en los siguientes párrafos se propondrá revisar, de
manera panorámica, definiciones sobre las relaciones (jurídicas) fundantes, esenciales
y aparentes que atañen a tres segmentos de las decenas de poblaciones tradicionales
brasileñas: las indígenas, las «quilombolas» y las «faxinalenses».
Una advertencia antes de continuar la presentación: «pueblos y comunidades
tradicionales» (pct) —así como «indígenas», «quilombolas» o «faxinalenses»— son
generalizaciones conceptuales que sirven a la batalla didáctica en la misma medida
en que sirven a la comprensión de la realidad cultural de cada pueblo/comunidad.
Esto demuestra que se está frente a lo dicho anteriormente, es decir, la forja jurídica
de las relaciones fronterizas, generalizadas en una forma social unificada por el ca-
pital desde su centro. Sin embargo, aún existe una posibilidad política para su uso,
ya que la gestión cultural de esta unificación permite la acumulación de fuerzas para
enfrentar la violencia infligida por la sociedad de individualización, explotación y
homogeneización.
Pueblos indígenas
Según datos del último censo completo realizado en Brasil por el Instituto Brasileño
de Geografía y Estadística (ibge), en 2010 los pueblos indígenas sumaban más de
896 000 personas. En 1991, el mismo ibge registró la existencia de 294 000 indígenas.
La triplicación del número de personas que se consideran indígenas en el país es un
signo del fortalecimiento de su reorganización y de la permeabilidad de sus reclamos
por la protección cultural y el acceso a satisfactores frente a la sociedad brasileña y su
estado. Pero esto también representa el gigantesco desafío nacional de superar ideo-
logías integracionistas, asimilacionistas o segregacionistas, que siempre han sido la
alternativa brasileña al etnocidio y al genocidio indígenas.
Los datos alcanzan cifras que revelan que aún existe una pluralidad de naciones y
lenguas: hay 305 etnias que hablan 274 lenguas. Una riqueza cultural incalculable, ya
que sus términos numéricos son insuficientes para resaltar la inmensa diversidad que
caracteriza Brasil. Aun así, el país no parece haber despertado a la importante lección
que dejan los siglos de resistencia histórica de los pueblos indígenas y que se actualiza
en una sociedad cada vez más sumida en conflictos, imponiéndolos, de paso, a la
propia realidad indígena actual.
86 discursos ambientales en américa latina
En línea con el argumento desarrollado hasta aquí, es relevante resaltar que los
«indígenas» solo existen como desidentificación de «blancos» y, en ese sentido, «in-
dígenas» y «blancos» son nociones con el mismo valor explicativo. En todo caso, los
indígenas se forjan en esta fricción y, a pesar de su multiplicidad de culturas dife-
rentes entre sí, acaban teniendo que confluir en una identidad de oposición. En con-
secuencia, las realidades tribales, territoriales o étnico-raciales también adquieren
formas fronterizas. Y aquí está la raíz del asunto: en el conflicto entre lo propio (se-
ñalando el testimonio protocolombiano) y lo forjado (proyectando el choque con la
civilización occidental y su furia colonizadora).
Esencia de las relaciones jurídicas indígenas
Siendo el derecho esencialmente una relación social que garantiza el modo de pro-
ducción de la vida basado en el capital, cabe inferir que si los pueblos indígenas sos-
tienen modos de vida fronterizos, su juridicidad residirá en las relaciones establecidas
por la sociedad colonial/moderna capitalista con reflejos sobre la autorganización de
tales pueblos.
El derecho, entonces, adquiere un carácter liminar. En este contexto, tiene sentido
darse cuenta de que la esencia de sus relaciones jurídicas es fronteriza, porque lo que
importa es cómo garantizan sus relaciones comunitarias para la producción de la vida
en la interfaz con las relaciones sociales externas. Aquí se talla una asimetría entre la
organización interna (que puede tener grados mayores o menores de autonomía) y
la organización externa (marcada por el monolitismo del capitalismo dependiente).
Pues bien, la asimetría es la gran señal que demarca las fronteras de la juridicidad
indígena.
La consecuencia más precisa del diagnóstico sobre la asimetría entre las relaciones
internas y externas de los pueblos indígenas —que es más o menos la misma para la
mayoría de los demás pueblos y comunidades— es que los conflictos son las reali-
dades constitucionales de su derecho. Así, los conflictos establecidos para hacer valer
su propia organización, la posesión de sus tierras y el reconocimiento de su identidad
son los creadores de la juridicidad indígena (más allá de un mero derecho propio,
en clave de lectura que supone su idealización autodeterminada y que, en la prác-
tica, es su segregación; y más breve que una unijuricidad en la que el sistema jurídico
antropología jurídica de los pueblos y las comunidades 87
nacional solucionaría todos los problemas asociados con los pueblos indígenas, que
no es más que otra cara del asimilacionismo del pasado). Un derecho insurgente in-
dígena implica poner de relieve tales conflictos buscando superarlos y, cuando son
superados, superar también a la sociedad que los genera.
Como ejemplo podemos destacar el hecho de que, de los casi 900 000 indígenas
identificados en el censo del ibge de 2010, menos de 60 % (alrededor de 517 000) vi-
vían en tierras indígenas demarcadas por el Ejecutivo federal. Según una encuesta del
Instituto Socioambiental (isa), Brasil tiene 728 tierras indígenas, de las cuales solo 487
(es decir, 67 %) están homologadas y reservadas para indígenas. Por lo tanto, en tér-
minos de territorialidad el déficit de garantía es bastante significativo y, si se le suman
los demás problemas, se puede observar el nivel de los conflictos que marcan las re-
laciones jurídicas fronterizas de los indígenas, que se hacen sentir en casos concretos
judicializados, como el que requería la demarcación continua de la Tierra Indígena
Raposa Serra do Sol, en el estado de Roraima (norte de Brasil), o lo referido a la tesis
del marco temporal de la posesión territorial legítima, como en el caso de la Tierra
Indígena Ibirama-La Klãnõ, en el estado de Santa Catarina (sur de Brasil), ambas sen-
tencias que llegaron al Supremo Tribunal Federal (stf).
Otro importante conflicto, históricamente vivido por los pueblos indígenas, fue
—y sigue siendo— la imposición de incapacidad jurídica a sus sujetos. Se trata de la
protección civil ejercida desde la época colonial (Colaço 1999) por religiosos o colo-
nizadores (ni más y ni menos que parte de la historia de la esclavitud indígena y sus
derivaciones); esta llegó al periodo republicano brasileño a través de la acción estatal
y se encuentra pendiente de una solución definitiva, principalmente por parte de las
instituciones estatales. Por lo tanto, no siendo suficientes los obstáculos a la autodeter-
minación y a una adecuada territorialización, los indígenas aún necesitan conquistar
la garantía de poder ser lo que son, lo que el derecho solo puede traducir mediante la
subjetivación jurídica (y pasa a implicar nuevos conflictos). Es contra todo esto que
los propios indígenas se organizan, además de en sus comunidades, en movimientos
populares, como es el caso ejemplar de la Articulación de los Pueblos Indígenas de
Brasil (apib).
En la esencia, entonces, de las relaciones jurídicas fronterizas están los conflictos
vividos socialmente por los indígenas. La dimensión normativa es otra instancia de la
totalidad jurídica que reside en su apariencia y su uso político-cultural.
88 discursos ambientales en américa latina
Apariencia de las relaciones jurídicas indígenas
Desde el punto de vista deontológico, los actos normativos relativos a la cuestión
indígena en Brasil son numerosos. Para una breve historia del problema, véase la
sistematización realizada por Manuela Carneiro da Cunha (2018), que abarca desde
el periodo colonial, pasando por el imperial, hasta el republicano. Sin embargo, la
normatividad representa, para la manera de mirar el derecho que aquí se esboza, un
ámbito secundario, de verdadera apariencia, ya que el derecho está en la regularidad
social y no en su infracción. Por lo tanto, el derecho indígena refleja sus relaciones de
conflicto, una especie de antípoda del establecimiento, muchas veces con apariencia
pacífica, que se da en la letra de la ley.
Es evidente, sin embargo, que la legalidad no se puede desconocer, por varias
razones. Entre ellas está el hecho de que se trata de un momento jurídico en el que la
disputa política e incluso ideológica puede llevarse a cabo en los más diversos espacios
sociales, desde las instituciones estatales hasta los entornos de comunicación. Por lo
tanto, tiene sentido enumerar algunas de las normatividades que atañen a los pueblos
indígenas, aunque el énfasis en la legislación estatal no debe significar la inexistencia
de una deontologicidad (no necesariamente jurídica) propia de los pueblos indígenas.
Considerando el todo del ordenamiento jurídico brasileño, destacan algunos
documentos legales relacionados con los pueblos indígenas vigentes en Brasil. Dos
de ellos se refieren a leyes creadas por la dictadura de 1964-1985: la ley 5.371/1967,
mediante la que se creó la Fundación Nacional del Indio (funai), organismo estatal
responsable de implementar lo que se denominó una «política indigenista» con el
objetivo de defender el «resguardo de una cultura no espontánea de los indios, de
forma que su evolución socioeconómica se procesa a salvo de cambios bruscos» (art.
1º, I, d), y la ley 6.001/1973, que promulga el Estatuto del Indio, destinado a establecer
los derechos civiles, políticos, territoriales, sociales y penales de la población indígena,
el cual se guía por una lógica evolutiva que percibe a las personas indígenas en tres
etapas: «aislados», «en vías de integración» e «integrados» (incisos I, II y III, respecti-
vamente, del art. 4º). Aunque vigentes, estas leyes deben interpretarse con reservas, y
varias de sus disposiciones pueden considerarse tácitamente derogadas por su falta de
pertinencia con el ordenamiento jurídico nacional vigente.
Con la Constitución de la República Federativa de Brasil, de 1988, se produjo
una significativa ruptura con la perspectiva aculturadora e integracionista de la le-
gislación de las décadas de 1960 y 1970. Esto, fundamentalmente, porque en ella se
antropología jurídica de los pueblos y las comunidades 89
inscribe el «Capítulo VIII: De los indios», en el cual los artículos 231 y 232 cierran el
texto. Estos dos artículos representan la traducción más actualizada de la mencio-
nada dualidad sobre los pct, a nivel de la cuestión indígena, en el ámbito normativo.
Se trata, entonces, del establecimiento, en el ámbito constitucional, de los derechos
de protección y acceso. Como ya se ha mencionado que el derecho se traduce en
garantizar las relaciones sociales, la relación jurídica indígena se dirige hacia la rei-
vindicación de garantizar la protección y el reconocimiento cultural, y el acceso a la
satisfacción de las necesidades básicas de estos pueblos, las cuales giran en torno a
la organización comunitaria, la territorialidad y la etnicidad.
Así, mientras el artículo 232 reconoce la subjetividad jurídica de los indígenas:
«Los indígenas, sus comunidades y organizaciones son partes legítimas para inter-
poner una demanda en defensa de sus derechos e intereses, interviniendo el Ministerio
Público en todos los actos del proceso»; el artículo 231 establece el respeto a las cul-
turas indígenas como principio constitucional: «Se reconoce a los indios su organiza-
ción social, costumbres, idiomas, creencias y tradiciones, y los derechos originarios
sobre las tierras que tradicionalmente ocupan, siendo que a la Unión corresponde de-
marcarlas, proteger y hacer respetar todos sus bienes». En ambos casos, sin embargo,
existe una dialéctica normativa entre reconocimiento/protección (de la subjetividad
jurídica o de la organización social) y creación/acceso (acción del Ministerio Público
o de la Unión para hacer efectivos los «derechos» establecidos). La dialéctica norma-
tiva tiende a generar nuevos momentos normativos para hacerse efectiva —como en
el ejemplo del decreto 1.775/1996 que trata sobre el procedimiento administrativo para
la demarcación de tierras indígenas—, pero no señala su implementación real. De
ahí que el momento jurídico normativo se vea aquí como aparente, que refleja más el
estado del arte pactado en la política institucional que las relaciones sociales jurídicas
concretas que son su razón de ser. Esto es válido para el tema indígena, pero también
sirve para la valoración de otras poblaciones tradicionales.
Comunidades quilombolas
Las comunidades quilombolas en Brasil las conforma la población afrobrasileña que
se autorganizó a partir de la resistencia a la esclavitud negra que duró, oficialmente,
hasta 1888, pero que dejó sus marcas estructurales en una sociedad altamente desigual
en términos raciales. Su historia abarca desde procesos insurgentes, como el caso del
90 discursos ambientales en américa latina
Quilombo de Palmares, hasta la resistencia negociada a través de las tierras de los ne-
gros donadas por la Iglesia católica o dejadas en testamentos por los amos esclavistas.
En todo caso, los niveles comunitario, territorial y étnico son aquí recurrentes.
Una vez más, utilizando datos del ibge, en un estudio de 2019 se hizo un mapeo
que enumera la existencia de 5 972 quilombos en todo el país. Los datos oficiales sobre
el tema son aún bastante limitados y precarios, pero ya se puede decir, mientras tanto,
que el hecho de que las comunidades quilombolas se encuentren en 1 672 municipios
brasileños revela su arraigo territorial (en comparación, los pueblos indígenas se con-
centran en 827 municipios) y la contribución étnica de la población afrobrasileña a la
construcción nacional. No es tema menor percibir, con base en el índice quilombola,
la presencia negra en todo el país.
Sumado a todo esto, cabe también la salvedad de la relativa generalización (in-
negable tendencia jurídica) que la expresión «quilombola» implica, ya que las comu-
nidades referidas con tal término también pueden adquirir otras identidades. Son,
por lo tanto, «comunidades rurales negras», «tierras de negro», «tierras de santo»,
«mocambos», «remanentes de comunidades de quilombos», en fin, todo un abanico
de identificaciones que no debe restringir el rango de percepción del fenómeno, salvo
que sus integrantes le autoatribuyan o no tal reconocimiento.
Teniendo en cuenta la historia de la esclavitud en Brasil y la actual condición de
los quilombolas en todo el país, el problema de los conflictos sigue sintiéndose y es lo
que llevará, nuevamente, al siguiente argumento.
Esencia de las relaciones jurídicas quilombolas
Las relaciones jurídicas fronterizas presuponen, al mismo tiempo, un adentro y un
afuera: indican la subsunción, por parte de la sociedad, del capital con su mercado, su
estado y su moralidad, pero también la exterioridad comunitaria, en su territorialidad
y en su cultura. Entre la subsunción y la exterioridad hay un conflicto estructural que
implica la asimetría del reconocimiento del derecho propio, aunque bordeando (por
lo tanto, adentro y afuera al mismo tiempo), frente al derecho mismo, que es general
y abstracto.
En el contexto de las comunidades quilombolas, dicho conflicto se refleja en
el racismo estructural (Almeida 2019), el cual tiene varios niveles que van desde la
antropología jurídica de los pueblos y las comunidades 91
política a lo economía, pasando por la ideología, el derecho, la institucionalidad y
la individualidad. Quizás el más evidente plano de conflictividad que involucra a las
comunidades quilombolas actualmente es la garantía del acceso a la tierra. De los casi
6 000 quilombos que hay hoy en Brasil, solo 404 son reconocidos oficialmente, según
datos del ibge. Además, este número incluye territorios que se hallan en alguna etapa
del proceso administrativo de titulación de sus tierras, es decir, no necesariamente
con la titulación finalizada. También es interesante notar que se registra la existencia
de más de 3 000 comunidades certificadas por la Fundación Cultural Palmares (fcp),
pero el trámite de certificación no implica un título, lo que denota la clara escisión en
la dialéctica declaración/reconocimiento (certificación) y constitución/creación (titu-
lación) de derechos.
Los derechos territoriales de los quilombolas son solo una cara de la disputa que
estas comunidades tienen que llevar a cabo. A su lado, muchas otras necesitan ser mo-
vilizadas, porque la colonialidad remanente en Brasil se expresa en las más diversas
relaciones sociales. La falta de reparación histórica a la población negra tiene en el
tema quilombola uno de sus capítulos más importantes, para quienes el racismo es-
tructural se traduce también en la falta de reforma agraria y de todas las políticas ins-
titucionales que deben ser accesibles a estas poblaciones. Incluso, por ello, es necesario
resaltar la importancia de sus movimientos populares, por ejemplo, la Coordinación
Nacional de Articulación de las Comunidades Negras Rurales Quilombolas (conaq),
entre otras entidades.
Pero, de nuevo, el derecho no es lo que debería ser, sino lo que las relaciones
sociales existentes expresan. En este sentido, vale la pena contrastar el ser de sus con-
flictos con el deber-ser de la normatividad dirigida a los quilombolas.
Apariencia de las relaciones jurídicas quilombolas
Las previsiones normativas sobre la cuestión quilombola en Brasil son muy recientes,
datan del periodo posconstitucional de 1988. De hecho, hasta el siglo xix prevaleció
la esclavitud garantizada por la ley, y solamente en 1888 se extinguió formalmente
después de una larga lucha del movimiento abolicionista brasileño. Hay informes de
que el término «quilombo» ya se usaba en el periodo colonial con el propósito de re-
primir a las comunidades negras que se resistían a la esclavitud. Girolamo Domenico
92 discursos ambientales en américa latina
Treccani (2006) recoge algunas de estas definiciones, como la del «Regimento dos
Capitães-do-Mato», de 1722, o la del Consejo de Ultramar, de 1740, creado por el
propio rey de Portugal, don João V, siempre en un sentido persecutorio y crimina-
lizante. Por lo tanto, hasta finales del siglo xix la cuestión quilombola en Brasil, ya
fuera colonial o imperial, estuvo marcada por la persecución institucional. A esta fase
le sigue otra caracterizada por una casi total invisibilidad y silenciamiento, y solo con
la nueva república (más concretamente, con su Constitución de 1988) se volverá a
afrontar el problema.
Es en la Constitución de la República de 1988 cuando reaparecerá la cuestión
quilombola (aunque en la ley 7.668, de agosto de 1988 —cerca de un mes antes de
la promulgación de la Constitución—, ya se había creado la fcp, que predecía la ne-
cesidad de identificar a los quilombolas y reconocer/titular sus tierras) y ganará así
visibilidad por medio de su estatuto constitucional. Especialmente el «Título X: Acto
de las Disposiciones Constitucionales Transitorias (adct)» incluye un dispositivo
fundamental para esta reanudación. Se trata del artículo 68, en el que consta: «A los
remanentes de las comunidades de los quilombos que están ocupando sus tierras se les
reconoce la propiedad definitiva, y el Estado debe otorgarles los títulos respectivos».
A pesar de ser exitosa, la inclusión de los quilombos en el artículo 68 de la adct (así
como en el artículo 216, §5, que se refiere a los sitios históricos quilombolas) implicó
varios problemas en el debate, tales como: ser una disposición transitoria y sugerir
que la realidad quilombola desaparecería, al viejo estilo integracionista de la legisla-
ción brasileña; apuntar a los individuos remanentes y no a las comunidades quilom-
bolas, lo que requirió una verdadera mutación de interpretación constitucional, pro-
tagonizada por movimientos quilombolas y antropólogos, para garantizar el sentido
colectivo de la disposición; abrir la discusión sobre el marco temporal de la ocupación
de la tierra, de manera similar a como se les presenta el tema a los indígenas; y no
especificar cómo se llevaría a cabo la titulación de tierras por parte del Estado.
Evidentemente, la inscripción constitucional del tema quilombola, a pesar de sus
límites visibles, expresó un logro que puede tomarse como una dimensión de un de-
recho insurgente quilombola. El uso político de esta normatividad fue crucial para
la rearticulación de su movimiento y su presencia en los debates étnico-raciales y
territoriales brasileños. Aun así, fue a principios de la década de 2000 cuando el tema
comenzó a regularse. Tras la aprobación de una ley sobre la materia en el Congreso
Nacional, esta fue vetada por el presidente de la República bajo el argumento de que
antropología jurídica de los pueblos y las comunidades 93
incumbía al Ejecutivo, y no al Legislativo, proponerla. Así, se promulgó el decreto
3.912/2001, que reglamentó la demarcación de tierras quilombolas para hacerla in-
viable, y dispuso que debía probarse la legitimidad de las tierras según su ocupación
desde antes de la abolición de la esclavitud, haciendo uso de un concepto de «qui-
lombo» tan inútil como inicuo (ya que se reduce a la «fuga de la esclavitud», casi
en los términos de 1740 del Consejo de Ultramar, un conocido organismo colonial
portugués).
El acto normativo de 2001 fue sustituido con motivo de la elección de un nuevo
presidente (Lula sucedió a Cardoso) y así surgió el decreto 4.887/2003 con el objetivo
de reglamentar de forma más sana el artículo 68 de la adct. Quince años después
de la promulgación constitucional, el tema quilombola tiene cierta viabilidad insti-
tucional. Aun así, hay que decirlo, la titulación de tierras (regulada por el Instituto
Nacional de Colonización y Reforma Agraria [incra] en instrucciones normativas
como la 47/2009 o la 72/2012) sigue avanzando muy lentamente, aun cuando ha
habido otras interesantes aceptaciones normativas, como la existente desde la or-
denanza de la fcp 6/2004 (derogada por la ordenanza 98/2007, a su vez también
derogada por la 57/2022, la más actual en la materia), sobre el reconocimiento de
autoidentificaciones diferentes a los quilombos. Además, este nuevo periodo, inau-
gurado con el decreto de 2003, fue atravesado por el cuestionamiento de la cons-
titucionalidad de la norma, realizado por sectores políticos del agronegocio en la
Acción Directa de Inconstitucionalidad 3.239 (Prioste y Araújo 2015), cuya sentencia
fue finalizada por el stf en 2018, confirmando con ello su adecuación constitucional
15 años después de ser promulgado.
Pueblos faxinalenses
Como se indicó anteriormente, el concepto de pct es el modo más amplio de referirse
en forma unificada a varios segmentos de las poblaciones fronterizas, incluidos los
pueblos indígenas y quilombolas. Para ejemplificar con una tercera realidad, se trae
aquí el caso de los pueblos faxinalenses, quienes tienen modos de vida comunitarios
basados en su cultura propia, en la cual se destaca el uso común de la tierra, así como
la pequeña producción familiar y la extracción de los frutos naturales que el bosque de
araucarias genera, especialmente en el estado de Paraná (sur de Brasil).
94 discursos ambientales en américa latina
Según trabajo realizado por Roberto Martins de Souza (2009), entre 2007 y 2008,
a partir de investigaciones en las que compara datos de organismos oficiales del estado
con materiales de campo, existen 227 faxinales en el estado de Paraná. Los territorios
faxinalenses están distribuidos en 39 municipios paranaenses y se estima que en ellos
viven más de 32 000 personas. Aunque no es exhaustiva ni oficial, la investigación de
Souza revela cuán significativa es la presencia de los faxinalenses en el territorio para-
naense y la falta de información sobre su situación y sus necesidades.
También en el caso faxinalense no se debe encarnar su nomenclatura más cono-
cida, ya que la identidad faxinalense es plural, y puede referirse a denominaciones
territoriales como «creador» o «criador comunitario», «potreiro» y «mangueirão»,
además del propio término «faxinal». De hecho, tales expresiones se refieren a una de
las dimensiones de la territorialidad de tales pueblos, que no pueden ser considerados
desde un nomen iuris estanco.
Esencia de las relaciones jurídicas faxinalenses
También entre los faxinalenses el conflicto central se refiere a la tierra. Sin embargo,
el problema aquí es cualitativamente diferente. Mientras que para los indígenas y
quilombolas, por ejemplo, existe un tratamiento eminentemente colectivo dirigido a
asegurar la tierra, entre los faxinalenses la cosa pasa por la mediación de la titulación
privada.
Por tratarse de una realidad que tardó en ser reconocida institucionalmente,
aunque haya relatos de su existencia que datan por lo menos del siglo xix (Porto
2013), los faxinalenses se adaptaron al desenvolvimiento de la cuestión agraria brasi-
leña: son ocupantes, aparceros, pequeños agricultores. Como resultado, sufrieron los
impactos del desarrollo capitalista dependiente brasileño, con su urbanización basada
en el éxodo rural y la tecnificación del campo. Por lo tanto, terminaron enfrentando
el proceso de cercamiento de sus tierras, la necesidad de registrarlas de forma privada
y el conflicto frente a los grandes terratenientes que buscaban apropiarse de los faxi-
nales para sus pretensiones agrícolas expansionistas; este es el fenómeno conocido
como agronegocio, muchas veces dedicado a las plantaciones de soya. Por si fuera
poco, también se desarrolló un conflicto con los medianos o incluso pequeños terra-
tenientes conocidos como «chacreiros», en la región centro-sur del estado de Paraná,
antropología jurídica de los pueblos y las comunidades 95
quienes son dueños de sus fincas o haciendas para el esparcimiento o para un uso muy
diferente, en comparación con los faxinales donde se encuentran sus propiedades.
Los mecanismos de reconocimiento y salvaguardia de los territorios faxinalenses
también fueron de creación tardía. Fundamentalmente, dicho reconocimiento se rea-
liza mediante el establecimiento de las Áreas Especiales de Uso Regulado (aresur)
que, según datos del Instituto Água y Terra de Paraná, suman 28 unidades. En este
caso, como en los demás, es perceptible el conflicto socioambiental, expresado en tér-
minos de un déficit en el reconocimiento de la territorialidad. Como es de imaginar,
sin embargo, el conflicto no termina ahí, pues a ellos se superponen los temas relacio-
nados con la reforma agraria, así como con la posibilidad de convivencia entre las po-
blaciones «modernas» y aquellas que autogestionan su territorio y crean sus normas
propias para el desarrollo de su cultura. El desconocimiento por parte de la sociedad
circundante y sus instituciones sobre el tema faxinalense es elocuente, aunque no sea
por falta de leyes, como se verá más adelante.
Apariencia de las relaciones jurídicas faxinalenses
La regulación específica respecto al tema faxinalense es íntegramente estatal, pero se
sustenta plenamente en la regulación que se produce a nivel federal, comenzando por
el apartado «De la cultura» en los artículos 215 y 216 de la Constitución de la República,
pasando por la consideración del Convenio 169 de la Organización Internacional del
Trabajo, a través del decreto 5.051/2004 (ahora revocado y reencarnado en el decreto
10.088/2019), y el citado decreto 6.040/2007, que establece la Política Nacional para el
Desarrollo Sustentable de los Pueblos y Comunidades Tradicionales.
A su vez, la especificidad del momento normativo de las relaciones jurídicas que
involucran a los faxinalenses se fundamenta en dos actos. El primero es el decreto
estatal 3.446/1997 mediante el cual se crea, precisamente, la referida aresur con el
fin de garantizar la protección y el acceso de los faxinalenses a sus tierras y a lo que
el decreto denomina «sistema faxinal», siguiendo la lógica económico-productiva de
los faxinales —y, con ello, perdiendo de vista su totalidad cultural—.
Solo en el segundo documento jurídico, la ley estatal 15.673/2007, se produce una
ampliación del horizonte de comprensión de lo que son los faxinales en la legislación.
96 discursos ambientales en américa latina
Su artículo 1º, por ejemplo, lo hace añadiendo el inciso «d», ausente en el decreto de
1997:
Art. 1º El Estado de Paraná reconoce los Faxinales y su territorialidad específica,
propia del Estado de Paraná, que tiene como característica sobresaliente el uso común
de la tierra para la producción animal y la conservación de los recursos naturales. Se
basa en la integración de características propias, tales como:
a) producción animal en libertad, en terrenos de uso común;
b) producción agrícola familiar, policultivo de alimentos de subsistencia, para con-
sumo y comercialización;
c) extracción forestal de bajo impacto combinada con conservación de la biodiver-
sidad; y
d) cultura propia, lazos de solidaridad comunitaria y preservación de sus tradiciones
y prácticas sociales.
Lo que se puede observar, entonces, es que los faxinales fueron vistos por la
institucionalidad o bien como un sistema ambiental o como un modo de producción,
pero se descuidó su perspectiva cultural, nodal para que su existencia continuara. La
ley de 2007, a su vez, fue una conquista del movimiento popular organizado por los fa-
xinalenses, que se denominó Articulación Puxirão de los Pueblos Faxinalenses (apf).
Este movimiento fue creado en 2005 y cambió sustancialmente el modo de lucha de
este pueblo tradicional. Hasta entonces, prevaleció la buena voluntad de los técnicos
e investigadores de esta realidad, pero desde ese momento se empezó a utilizar un
derecho insurgente faxinalense que conquistó actos normativos a su favor (además
de la ley de 2007, también se puede citar la ley estatal 17.425/2012, que creó el Consejo
Estatal de Pueblos Indígenas y Comunidades Tradicionales del Estado de Paraná, con
representación faxinalense y de otros 10 segmentos).
Consideraciones fronterizas
Lo que se pretendía exponer aquí era un conjunto de formulaciones, aún en madura-
ción, sobre una antropología jurídica de los pueblos y las comunidades tradicionales
en Brasil. En el programa de investigación emergen nociones y categorías que buscan
antropología jurídica de los pueblos y las comunidades 97
dar cuenta de una lectura crítica de la antropología inspirada en el materialismo his-
tórico, pero también en el lecho de aportes del pensamiento social latinoamericano.
El énfasis aquí estuvo en las nociones de totalidad (de carácter teórico general), ex-
trañamiento (propiamente antropológica), asimetría (relativa a la antropología jurí-
dica) y frontericidad (como expresión del modo de vida de los pct). A partir de este
arsenal interpretativo, la perspectiva de las relaciones jurídicas, especialmente según
sus dimensiones esencial y aparente, pudo ser transportada de la teoría (crítica) del
derecho a la antropología jurídica, construyendo una categorización de las relaciones
jurídicas fronterizas, que fueron aplicadas a tres realidades brasileñas distintas: indí-
genas, quilombolas y faxinalenses. Las relaciones jurídicas fronterizas de los pct están
marcadas por una diversidad en su naturaleza fundamental —comunitaria, territorial
y étnica— que se enfrenta a conflictos sociales de toda índole cuya expresión jurídica
se deja sentir en la dialéctica, como regla incumplida, entre garantía de protección
y garantía de acceso. Y aquí radica el núcleo de sus relaciones jurídicas, siendo los
elementos normativos meros momentos aparentes, aunque con no despreciables usos
políticos posibles por las organizaciones populares.
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Parte 2
Discursos ambientales y normatividad en México
Emblemas discursivos en el proceso de construcción
de los discursos ambientales constitucionales en México
María Luisa Ballinas Aquino
Introducción
L os discursos ambientales se constituyen en un espacio de análisis relevante para
la vida del ser humano y de los ecosistemas, tanto si se construyen desde el reco-
nocimiento de las problemáticas suscitadas en la interacción del ser humano con los
entornos naturales, como si se atiende al cuidado de los espacios de vida desde una
perspectiva ecológica.
Un acercamiento al estudio de los discursos normativos ambientales permite la
identificación de aquellas ideas (emblemas discursivos) que traspasan las fronteras
escalares para ofrecer un bagaje de ideas correctas en términos políticos y morales, así
como la concurrencia de voces «calificadas» que emergen como signos de una domi-
nación pacífica. Estos se constituyen en una posibilidad pragmática para establecer la
conectividad interescalar y el ejercicio de poder, a través del lenguaje que se construye
y circula en lo global, pero que se consume de manera activa en el espacio local.
La propuesta del emblema discursivo surge en medio de una discusión teórica y
metodológica que tiene como finalidad analizar determinados discursos desde una
perspectiva compleja e integral, no como un producto lineal sino como un proceso en
101
102 discursos ambientales en américa latina
espiral en el que existen movimientos de ida y vuelta entre la teoría y los datos.10 En
esta forma de construcción dialógica se comprenden los emblemas discursivos como
expresión de poderes y saberes que posicionan conceptos, categorías y narrativas en
las producciones y circulaciones discursivas con cierta estabilidad en un tiempo de-
terminado, sin que ello impida la presencia de variaciones provocadas por las diversas
coyunturas y contextos, en donde emerge la presencia de actores sociales con condi-
ciones y posiciones privilegiadas en términos discursivos: recursos materiales y hu-
manos, acceso a medios de comunicación masiva, liderazgos sociales, etcétera.
Por otra parte, en esta propuesta el análisis del discurso se entiende como aquel
que:
examina y explica el uso del lenguaje de una manera que ayuda a revelar los intereses
subyacentes, los juicios de valor y las creencias que a menudo están disfrazados por
las afirmaciones fácticas de los actores políticos y los argumentos que se utilizan para
sustentarlas (Scrase y Ockwell 2010:2226).
El emblema discursivo se inscribe en el Análisis Crítico del Discurso (acd), que
favorece «el acto positivo de reconstrucción semiótica» para construir un posiciona-
miento con mayor libertad frente a las diversas realidades en las que se está inmerso
(Alexander y Stibbe 2014:105). La comprensión de las ideas dominantes (expresadas
mediante signos) es una de las pretensiones del emblema discursivo, el cual se entiende
como:
ideas que tienen expresiones discursivas y traspasan las escalas [espaciales, tempo-
rales y temáticas] con fluidez. Dichos discursos tienen dos características fundamen-
tales: a) aglomeran a un grupo amplio de actores sociales sea en su calidad de produc-
tores o reproductores discursivos, o de receptores que asienten ante tales discursos; y
b) ejercen una función hegemónica mediante connotaciones axiológicas que otorgan
al discurso una «bondad indiscutible», conformándose como el «discurso correcto»
(Ballinas 2018:12).
10 Se toma en cuenta el método comparativo constante establecido por Glaser y Strauss (1967) en la
teoría fundamentada, y señalado por Wodak (2003a) al referirse al análisis crítico del discurso (acd),
en donde se mantiene el enfoque abductivo en la relación entre la teoría y los datos.
emblemas discursivos en el proceso de construcción 103
En los primeros apartados se desarrolla el concepto de emblema discursivo me-
diante una exposición más completa y detallada a partir del reconocimiento del po-
sicionamiento epistemológico; posteriormente, en la segunda parte se presenta el
análisis crítico del discurso para «trascender la esfera puramente interna del texto»
(Wodak 2003b:103) y establecer un diálogo constante entre el flujo de ideas a través
de diversas escalas y los lenguajes que se van entretejiendo en la conformación dis-
cursiva. Las cuatro dimensiones que se desarrollan en el análisis de los emblemas dis-
cursivos de los textos ambientales constitucionales son: a) las relaciones interescalares
(espaciales, temporales y temáticas), b) el uso de lenguajes diversos (disciplinares y
culturales), c) los textos e imágenes en la integración de imaginarios, y d) intertextua-
lidades: contexto, co-texto y texto.
Posicionamiento epistemológico en la construcción del concepto de emblema discursivo
El aporte de la sociosemiótica a la construcción del emblema discursivo responde a
propuestas multimodales que integran diversos «recursos semióticos (por ejemplo,
lenguaje, imagen, sonido y música) en textos y eventos comunicativos» (Van Leeuwen
2014:281), así como los aportes de la teoría del lenguaje en dos sentidos: por una parte,
la definición del discurso como conjunto de sistemas de significación, lingüísticos
o no, a partir de los cuales «la vida social se constituye como proceso significante»
(Landowski 1993:11), mientras que, por otra parte, se considera la perspectiva ri-
coeuriana, en la cual el discurso es entendido como el acontecimiento del lenguaje:
«Solamente el mensaje le confiere realidad al lenguaje y el discurso da fundamento a la
existencia misma del lenguaje, puesto que solo los actos del discurso discretos, y cada
vez únicos, actualizan el código» (Ricoeur 2011:23).
El análisis del discurso, desde una perspectiva sociosemiótica, no atiende úni-
camente al signo lingüístico, sino también a las construcciones translingüísticas que
permiten aprehender el sentido del discurso, en donde «una oración es una totalidad
irreductible a la suma de sus partes. Está hecha de palabras, pero no es una función
derivativa de sus palabras. Una oración está hecha de signos, pero no es un signo
en sí» (Ricoeur 2011:21). En este sentido, el discurso se comprende más allá de los
signos lingüísticos, dado que la semiótica sigue jugando un papel central en la confor-
mación discursiva mediante la inclusión de imágenes en el análisis y la observación
104 discursos ambientales en américa latina
de los «actos sociales transformadores de las relaciones intersubjetivas que señala a
los sujetos autorizados (que tienen «derecho a la palabra»), instala deberes, crea ex-
pectativas e instaura la confianza» (Landowski 1993:9) para brindar al discurso un
efecto persuasivo que favorezca la finalidad perlocutiva. De aquí la relevancia que
tienen: 1) la identificación de esquemas narrativos que se construyen en las interac-
ciones intersubjetivas, sean «de carácter contractual o polémico, organizado por la
diversidad de las relaciones de derecho y de poder» (Landowski 1993:15); 2) las es-
trategias de enunciación que tienden a garantizar que lo enunciado se lleve a cabo
efectivamente (Landowski 1993:15), y 3) la integración de imágenes en el análisis de las
significaciones que expresan ideas mediante «mensajes visuales que se construyen por
la interacción de diferentes tipos de signos: plásticos, icónicos y lingüísticos, configu-
rando contextos de época y de fines coyunturales» (Rojas 2006:18).
En el marco de la semiótica, el emblema discursivo permite visualizar los dis-
cursos dominantes en las sociedades modernas a través de textos e imágenes que se
estudian mediante las estrategias, herramientas y medios que ofrece el análisis del
discurso. En esta propuesta metodológica se comprende que:
El lenguaje tal como se usa en realidad no puede entenderse adecuadamente sin tener
en cuenta la comunicación no verbal, ya que, en muchas formas de escritura contem-
poránea, el lenguaje no puede entenderse adecuadamente a menos que miremos no
solo el lenguaje, sino también a las imágenes (Van Leeuwen 2014:281).
Finalmente, se presenta el emblema discursivo como expresión de la relación
entre el lenguaje y el poder, en donde el lenguaje se considera «un medio de domi-
nación y una fuerza social» que legitima las relaciones de poder (Habermas 1977, en
Wodak 2003a:19). Desde esta perspectiva, el discurso se sitúa en el tiempo y el espacio
mediante «estructuras de dominancia legitimadas por las ideologías de grupos po-
derosos», lo que permite realizar el análisis de las «presiones provenientes de arriba
y las posibilidades de resistencia a las formas desiguales de relaciones de poder que
aparecen en forma de convenciones sociales» (Wodak 2003a:20).
En esta reflexión, el emblema discursivo atiende a las formas de «naturalización»
de las ideas propuestas desde espacios de poder privilegiados (en términos de jerar-
quía social, económica y mediática), para acercarse al análisis con la finalidad de re-
conocer las prácticas discursivas «establecidas» con cierta «estabilidad» y provocar a
emblemas discursivos en el proceso de construcción 105
posteriori la posible ruptura de las convenciones, en un acto consciente y creativo de
resistencia (Wodak 2003a). Sin embargo, existe una diferencia importante entre las
ideologías y los emblemas discursivos puesto que, mientras las primeras atienden a
grupos específicos, los segundos aluden a comunidades globales (con conocimientos
de construcción genérica) cuyos mecanismos de comunicación facilitan la difusión de
las ideas. En el caso de las ideologías, se hace referencia a objetivos e intereses de un
grupo, bajo la consideración de que existen situaciones de polarización entre grupos
diversos (Van Dijk 2016), mientras que en los emblemas discursivos las polarizaciones
son poco notorias dada la cantidad de grupos que aceptan las ideas que lo funda-
mentan, junto con la valoración positiva (en términos de «verdad» y de «bondad»)
que conllevan. Dicha valoración se plasma en un texto para establecer una postura
con respecto a sí mismo y a otras voces discursivas, mediante evaluaciones explícitas
o implícitas de aquello que se «tiene que decir» y la relación de ello con «lo que otros
dicen o pueden decir» (Lemke 1989:39). En el reconocimiento de estas voces en los
textos radica la identificación de emblemas discursivos que, de diversas formas, se re-
piten hasta conseguir la aceptación generalizada de lo que se dice.
Los conocimientos en la construcción de los emblemas discursivos
En el acd el poder está vinculado al conocimiento, por lo que resulta pertinente poner
atención a interrogantes tales como:
qué es el conocimiento; cómo se construye el discurso en las instituciones sociales y
cómo éste es a su vez constructor de ellas; de qué modo opera la ideología en las ins-
tituciones sociales; y cómo obtiene y conserva la gente el poder en el interior de una
comunidad dada (Wodak 2003a:32).
En este caso, las enunciaciones constitucionales se basan en conocimientos pro-
venientes de diversas instituciones (académicas y políticas) y, al mismo tiempo, fa-
vorecen la circulación de los conocimientos seleccionados para ser integrados en el
texto constitucional, que se convierte en un arreglo de conocimientos para posicionar
determinadas ideas.
Varios cuestionamientos sobre la comprensión de los conocimientos han sido
propuestos por Michel Foucault, para quien resulta importante determinar:
106 discursos ambientales en américa latina
en qué consiste el conocimiento situado; cómo evoluciona el conocimiento válido
y sus formas de transmisión; qué función tiene para la constitución de los sujetos la
configuración de la sociedad; qué impacto tiene este conocimiento en el desarrollo
general de la sociedad (en Jäger 2003:61).
En las preguntas relacionadas con el conocimiento y el poder, encuentra eco la
propuesta del emblema discursivo, que se fortalece a partir de conocimientos y, al
mismo tiempo, es una «palanca» para la acción a través de la promoción de la emer-
gencia de temas que se van posicionado en el discurso académico y político: «Al
operar como un ‘fluir de conocimiento’ —y como el conjunto del conocimiento so-
cietal acumulado en toda la historia—, el discurso crea las condiciones para la forma-
ción de sujetos y la estructuración y configuración de las sociedades» (Jäger 2003:65),
entre cuyas expresiones se encuentran las producciones normativas.
Emblemas discursivos en textos de normatividad ambiental
Esta propuesta intenta acercarse a una herramienta para el análisis multimodal de dis-
cursos de la normatividad ambiental, el cual se conforma a partir de cuatro dimen-
siones para observar el material discursivo elegido como corpus de un estudio. Dichas
dimensiones, como se mencionó previamente, son: a) las relaciones interescalares (es-
paciales, temporales y temáticas), b) el uso de lenguajes diversos (debido a la formación
disciplinar o a las distinciones culturales), c) los textos e imágenes en la integración de
imaginarios11 (con un movimiento que favorece la construcción de significados), y d)
intertextualidades: contexto, co-texto y texto núcleo. A continuación, se relacionan al-
gunas normativas internacionales y mexicanas con base en estas categorías.
a) Relaciones interescalares (espaciales, temporales y temáticas)
El discurso ambiental en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en
la década de 1970 consideró el tema de la contaminación ambiental dentro del marco
11 «Un pertinente acercamiento a la comprensión de la realidad social exige mostrar cómo aquello
aceptado socialmente como real está impregnado consustancialmente de lo imaginario. De modo que lo
imaginario no puede ser contemplado como una entidad con existencia independiente, sino, más bien,
autoconstitutiva de lo real, como una representación inmanente e implicada en la práctica social que le
confiere una peculiar estructura de sentido» (Carrero 2003:185).
emblemas discursivos en el proceso de construcción 107
de la salud, en consonancia con las discusiones ambientales de la época que se propo-
nían en la escala global.
El título de la primera Cumbre de la Tierra realizada en Estocolmo en 1972 es-
boza la vinculación estrecha del tema ambiental en función del ser humano, bajo la
idea de «obligación de proteger y mejorar el medio para las generaciones presentes y
futuras» (Principio 1), lo que aparece como una pincelada del concepto posterior de
sustentabilidad.
El discurso se realiza en el marco de los derechos fundamentales del ser humano,
con la manifestación de rechazo hacia políticas que perpetúan formas de opresión y
de dominación extranjeras. Dicha afirmación no volverá a aparecer en las cumbres
de la tierra posteriores. En la Cumbre de Estocolmo se consideraron diversas voces,
entre las que se encuentran aquellas publicaciones de académicos y activistas que
lograron atraer la atención internacional hacia el tema, como sucedió con el informe
del Club de Roma o la primavera silenciosa de Carson, por mencionar algunos.
En la década de 1970, en México, un texto constitucional que se refiere a las facul-
tades del Congreso enuncia tanto la prevención como el combate a la contaminación,
como dos medidas relacionadas con la salud humana que tienen el objetivo de evitar
aquello que provoca efectos negativos sobre el ser humano:
Las medidas que el Consejo haya puesto en vigor en la Campaña contra el alcoho-
lismo y la venta de sustancias que envenenan al individuo o degeneran la especie hu-
mana, así como las adoptadas para prevenir y combatir la contaminación ambiental,
serán después revisadas por el Congreso de la Unión en los casos que le competan
(art. 73, fracción 4a, base reformada dof 06/07/1971).
En este caso, sobresalen dos ideas que prevalecen en el siglo xx: por una parte, la
inclusión del tema ambiental relacionado con la salud y, por otra parte, la intergenera-
cionalidad en la responsabilidad del cuidado del ambiente. El primer caso se observa
en la vinculación institucional, dado que la Secretaría de Salubridad y Asistencia,
junto con el Consejo de Salubridad General, desde 1972 tenían la función de atender el
saneamiento ambiental (Ballinas 2018:173). En 1982 se promulgó la Ley de Protección
al Ambiente, emitida desde la Secretaría de Salud, para dar paso hacia 1988 a la pro-
mulgación de la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente,
mientras que en la década de 1990 se asiste en México a la institucionalización del
108 discursos ambientales en américa latina
tema ambiental en un primer nivel político con la creación del Instituto Nacional de
Ecología (ine) y de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (profepa), lo
cual dio paso al desarrollo discursivo en torno a la sustentabilidad, que a nivel interna-
cional tuvo auge a finales de la década de 1980 con el Informe Brundtland.
En este contexto, en México se reconoce el derecho ambiental en el artículo 15,
fracción XI, de la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (pu-
blicada en el dof en fecha 28/01/1988): «Toda persona tiene derecho a disfrutar de un
medio ambiente sano. Las autoridades, en los términos de ésta y otras leyes, tomarán
las medidas para la preservación de este derecho».
Mientras tanto, en 1992 se llevó a cabo la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro,
en la cual los temas de medio ambiente y desarrollo tuvieron un papel importante en
las negociaciones, pues el movimiento ecologista había logrado llamar la atención del
público (Narain et al. 2003) y los problemas de la pérdida de biodiversidad y la capa
de ozono se habían hecho públicos tras el Protocolo de Montreal en 1987 (Narain et al.
2003; Lezama 2006). En esta cumbre se presentan vínculos conceptuales entre medio
ambiente, seguridad y desarrollo, mientras que la comprensión de los problemas am-
bientales da un giro hacia una perspectiva trasnacional (Chanona 2016), en la que el
Banco Mundial tiene una participación activa en medio de críticas por su destructiva
gestión en los proyectos ambientales (Narain et al. 2003).
Esta mirada internacional se observa en una década que sucede sin que haya sido
reconocido el derecho ambiental en la Carta Magna de México, puesto que no fue
sino hasta 1999 cuando se incorporó el párrafo quinto al artículo 4° de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el cual se reconocía que «toda persona
tiene derecho a un medio ambiente adecuado para su desarrollo y bienestar». Este pá-
rrafo experimentaría en 2012 una reforma «a efecto de cambiar el término adecuado
por sano», un término más objetivo que permite su medición y seguimiento, así como
para incorporar la responsabilidad ambiental (Anglés, Rovalo y Tejado 2021:38).
A inicios del siglo xxi, la participación intensa del Banco Mundial, del Fondo
Monetario Internacional, del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde), que intervinieron utilizando
como mecanismo el financiamiento para formación e investigación dirigido a acadé-
micos, periodistas, consultores, organizaciones no gubernamentales y funcionarios
públicos, entre otros, tuvo como finalidad fomentar la difusión de innovaciones en
política ambiental (Kern, Jörgens y Jänicke 2001:6; Narain et al. 2003). Al perderse el
emblemas discursivos en el proceso de construcción 109
idealismo de la Cumbre de Río, se produjo un fuerte empuje de las empresas privadas
(Narain et al. 2003).
El énfasis que desde el ámbito internacional se brindó a lo económico en el marco
de los temas ambientales se puede identificar en el artículo 25 de la Constitución
mexicana a partir de las reformas que ha experimentado. Este artículo ha sufrido ocho
reformas, la primera el 3 de febrero de 1983, cuando aparece el tema ambiental, el cual
se plasma en el párrafo quinto, que enuncia:
Bajo criterios de equidad social y productiva se apoyará e impulsará a las empresas de
los sectores social y privado de la economía, sujetándolos a las modalidades que dicte
el interés público y al uso, en beneficio general, de los recursos productivos, cuidando
su conservación y el medio ambiente.
En el párrafo anterior se mencionan los recursos naturales desde la perspectiva
económica. Se hace referencia a los «recursos productivos», los cuales no solo deben
conservarse, sino que se considera necesario «cuidar su conservación»; de esta forma,
el tema ambiental se muestra sujeto a intereses económicos.
En la segunda reforma al artículo 25, de fecha 28 de junio de 1999, en el párrafo
primero se agregó una característica al desarrollo nacional presentado en el primer
párrafo, el cual ya se planteaba como integral, pero en ese momento se añadió una
característica más al desarrollo propuesto: la sustentabilidad.
Corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que éste sea
integral y sustentable, que fortalezca la Soberanía de la Nación y su régimen demo-
crático y que, mediante el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más
justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y
la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales, cuya seguridad protege esta
Constitución.
Las cuatro reformas siguientes se publicaron en el dof 20/12/2013, en los párrafos
primero, cuarto, quinto y séptimo. En cuanto al párrafo primero, tras dicha reforma
quedó de la siguiente manera:
Corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que éste
sea integral y sustentable, que fortalezca la Soberanía de la Nación y su régimen
110 discursos ambientales en américa latina
democrático y que, mediante la competitividad, el fomento del crecimiento econó-
mico y el empleo y una más justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el
pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales,
cuya seguridad protege esta Constitución. La competitividad se entenderá como el con-
junto de condiciones necesarias para generar un mayor crecimiento económico, promo-
viendo la inversión y la generación de empleo.
La parte que se agregó en 2013 (en cursivas) incluye la idea de competitividad,
con un texto que brinda una definición de este concepto en el que se subraya la im-
portancia de la comprensión de dicho término. Aunque al inicio del párrafo se había
agregado la idea de desarrollo nacional integral y sustentable, en realidad el tema
ambiental queda opacado por los intereses económicos, pues el foco se coloca en la
competitividad.
En el párrafo cuarto, la modificación atiende al enunciado específico del sector
eléctrico y del petrolero, sin que se considere una alusión directa al medio ambiente;
por su parte, en el párrafo quinto se realizó solamente una pequeña reforma para in-
cluir el término de sustentabilidad, como se ha referido antes; finalmente, en el párrafo
séptimo se incluyeron dos términos: sustentabilidad y competitividad. En particular,
los legisladores pretendían subrayar estos dos conceptos en los discursos ambientales
que se recogen en las reformas de 2013 de la Constitución, sobre todo en el artículo 25.
No menos importantes son los párrafos adicionados que se publicaron en el dof
del 26 de mayo y del 5 de febrero de 2015, que se refieren a las interacciones del Estado
con sus diversos órdenes de gobierno y a las políticas públicas con sus instrumentos,
ello en el marco del artículo 25 constitucional, el cual considera las características ge-
nerales del desarrollo propuesto.
Finalmente, el tema de la propiedad privada se vincula con el medio ambiente
en el discurso que contempla el artículo 27 constitucional en México, cuya reforma
relevante se publica en el dof del 6 de febrero de 1976:
La nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las
modalidades que dicte el interés público, así como el de regular, en beneficio social,
el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, con objeto
de hacer una distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su conservación,
emblemas discursivos en el proceso de construcción 111
lograr el desarrollo equilibrado del país y el mejoramiento de las condiciones de vida
de la población rural y urbana.
En este texto es central la idea de propiedad aplicada a la naturaleza, que se tra-
bajará en posteriores reformas, pero esta tiene como fundamento el desarrollo equili-
brado del país y el mejoramiento de las condiciones de vida. Sin embargo, cabe señalar
que muchos de los recursos naturales se encuentran en espacios en los que las pobla-
ciones son consideradas como de menor desarrollo.
Como señalan Anglés, Rovalo y Tejado (2021:30), el texto constitucional es con-
gruente con el principio 13 de la Declaración de Estocolmo sobre el Medio Ambiente
Humano, en el que se sostiene:
A fin de lograr una más racional ordenación de los recursos y mejorar así las condi-
ciones ambientales, los Estados deberían adoptar un enfoque integrado y coordinado
de la planificación de su desarrollo, de modo que quede asegurada la compatibilidad
del desarrollo con la necesidad de proteger y mejorar el medio ambiente humano en
beneficio de su población (Naciones Unidas 1973:5).
Desde la perspectiva internacional, el discurso de Estocolmo de 1972 abre la ne-
cesidad de insistir en la compatibilidad entre desarrollo y medio ambiente, aunque el
matiz discursivo se coloca en lo humano, en el beneficio de la población, que después
irá tomando matices distintos en posteriores Cumbres de la Tierra.
Una reforma posterior a la Constitución de 1987 (dof 10/08/1987) al mismo pá-
rrafo del artículo 27 agrega:
[…] a efecto de ejecutar obras públicas y de planear y regular la fundación, conser-
vación, mejoramiento y crecimiento de los centros de población; para preservar y
restaurar el equilibrio ecológico; para el fraccionamiento de latifundios; para disponer,
en términos de la ley reglamentaria […]
En el contexto internacional, fue en la década de 1980 cuando emergió el con-
cepto de equilibrio ecológico, mientras que en México se posicionó en 1988 con la
emisión de la sectorial Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Medio
Ambiente, aunque un año antes, como se mencionó, se insertó en el discurso consti-
tucional.
112 discursos ambientales en américa latina
Finalmente, la Declaración Mundial de la Unión Internacional para la Conserva-
ción de la Naturaleza (uicn), suscrita durante el Congreso Mundial de Derecho Am-
biental de la uicn de Río de Janeiro (2016), así como el Acuerdo de Escazú (2018), son
referentes para las transformaciones jurídicas que se realizaron en torno a los princi-
pios del desarrollo ecológicamente sostenible, en especial en el marco constitucional.
b) Uso de lenguajes disciplinarios diversos
En la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos se utiliza 11 veces el término
«ambiente». A continuación se presentan algunos ejemplos de las connotaciones que
tiene el uso del lenguaje disciplinar.
En el artículo 3º se establece que: «Los planes y programas de estudio tendrán
perspectiva de género y una orientación integral, por lo que se incluirá el conoci-
miento de las ciencias y humanidades: […] cuidado al medio ambiente» (párrafo adi-
cionado dof 15/05/2019).
En el contexto del derecho a la educación, la forma de referirse al medio am-
biente se vincula con la acción de cuidar. En el artículo 3º se incluye por primera
vez el tema ambiental en 2019; en esta reforma se establece un vínculo normativo
entre educación y cuidado del medio ambiente o, dicho de otro modo, se proponen
planes y programas de estudio dirigidos a la construcción del conocimiento de las
ciencias y las humanidades a partir de la inclusión del cuidado medioambiental,
entre otros conocimientos.
Por otra parte, desde la perspectiva de los derechos humanos, en el artículo 4º se
menciona que: «Toda persona tiene derecho a un ambiente sano para su desarrollo
y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho. El daño y deterioro am-
biental generará responsabilidad para quien lo provoque en términos de lo dispuesto
por la ley» (párrafo adicionado al dof 28/06/1999, reformado dof 08/02/2012).
El párrafo anterior se adicionó en 1999 cuando todavía no se mencionaba en la
Constitución el término de «ambiente sano», sino solo el de derecho al ambiente.
La vinculación del derecho con lo ambiental y con la salud se expresa a partir de la
reforma de 2012. En este caso, se reconoce la afectación antropogénica que ha sufrido
el medio ambiente, así como la necesidad de considerar la capacidad de carga finita
de la biosfera (Anglés 2020:37). En esta disposición se encuentra concordancia con
emblemas discursivos en el proceso de construcción 113
el derecho internacional, que vincula al Estado como principal garante de este, pues
es el que debe hacer frente a las reparaciones del daño mediante el ejercicio de las
facultades del Congreso de la Unión para legislar en dicha materia (Anglés 2020:48).
En cuanto a las ciencias políticas, es posible identificar en el artículo 73 de la
Constitución las facultades que se confieren al Congreso de la Unión relacionadas con
el tema ambiental. En este caso las acciones vinculantes que reflejan los sustantivos
utilizados son: protección, preservación y restauración. La protección relacionada con
el medio ambiente y los dos sustantivos siguientes referidos al equilibrio ecológico se
reflejan en el siguiente texto:
XXIX-G Para expedir leyes que establezcan la concurrencia del Gobierno Federal,
de los gobiernos de las entidades federativas, de los Municipios y, en su caso, de las
demarcaciones territoriales de la Ciudad de México, en el ámbito de sus respectivas
competencias, en materia de protección al ambiente y de preservación y restauración
del equilibrio ecológico (fracción adicionada dof 10/08/1987, reformada 29/01/2016).
El reconocimiento de competencias ambientales diversificadas, dependiendo del
orden de gobierno (federal, estatal o municipal), es relevante tanto en el marco de las
interacciones entre diversas escalas como en las características de los lenguajes disci-
plinarios en los que se fundamentan y expresan las competencias específicas.
En resumen, es posible afirmar que una categoría como «ambiente» se usa en
construcciones discursivas desde diversas disciplinas (pedagogía, derecho, sociología
y ciencias políticas) como una forma de conectar este diálogo intratextual entre ellas a
partir de la conectividad que ofrece dicha categoría.
En este caso, se reconoce el emblema discursivo que vincula los procesos edu-
cativos con el cuidado ambiental. En la práctica, los emblemas discursivos son el
motor para emprender acciones que en la actualidad se proponen de forma enfática
en las instituciones educativas, tales como los huertos escolares y las visitas a espa-
cios naturales, entre otras. Al estar respaldadas por el emblema discursivo mencio-
nado, las acciones tienen una connotación de «bondad» que deja poco espacio para
cuestionamientos con respecto a su pertinencia. Algo semejante ocurre con el de-
recho a un ambiente sano, utilizado frecuentemente en el discurso ambiental, el cual
se asume como una «verdad» sin que se explique con detalle a qué se refiere la sanidad
ambiental ni se profundice en el tipo de desarrollo y bienestar que se propone como
finalidad del derecho enunciado.
114 discursos ambientales en américa latina
El aporte de las ciencias políticas ofrece una mirada en distintos niveles de com-
prensión, que van de la revisión que el Congreso de la Unión hace de la concurrencia
entre los órdenes de gobierno, al reconocimiento de competencias de los actores so-
ciales vinculados, en este caso, con el discurso ambiental.
En breve, en el discurso ambiental que figura en la Carta Magna de México se
presenta la convergencia de lenguajes de diversas áreas del conocimiento, tales como
el derecho, la biología, la sociología, la antropología, la economía, las ciencias de la
salud y las ciencias políticas, entre otras. Estas expresiones desde las diversas disci-
plinas facilitan la apropiación de discursos ambientales que provienen de emblemas
discursivos construidos en el ámbito internacional, los cuales no solo traspasan las
escalas (temporales y espaciales), sino también los conocimientos que se generan en
las diversas áreas de la ciencia.
c) Textos e imágenes en la integración de imaginarios12
Para desarrollar este apartado se considera el término «sustentabilidad» y sus va-
riantes, las cuales se encuentran nueve veces en la Carta Magna. La sustentabilidad
es una categoría muy rica en cuanto a la construcción de imaginarios en el discurso
ambiental.
Se encuentra un imaginario específico en el artículo 2º, el cual versa sobre la
forma de mirar el mundo indígena como un mundo con fronteras que se definen
por la ascendencia de las poblaciones y sus instituciones. Ello se reconoce luego del
primer párrafo, que se constituye como una afirmación contundente: la nación mexi-
cana es única e indivisible.
En este artículo se observa una tensión entre la unidad y el reconocimiento de
la diversidad en las instituciones sociales, económicas, culturales y políticas de los
pueblos indígenas. En el apartado B se enuncian las competencias de los tres órdenes
de gobierno para «promover la igualdad de oportunidades de los indígenas y eli-
minar cualquier práctica discriminatoria», aunque también para el establecimiento
12 Lo imaginario es un flujo de representaciones, deseos y afectos que pueden derivar en una ideo-
logía o en una utopía; sin embargo, puede ser regulada y ajustada a la vida en sociedad y a la «reali-
dad» y constituirse como «instrumento de legitimación y conservación del orden social, impidiendo el
cuestionamiento de la realidad instituida» (Coca, Valero y Pintos 2011:56).
emblemas discursivos en el proceso de construcción 115
de instituciones que permitan garantizar la vigencia de los derechos indígenas y un
desarrollo integral en el que participen las comunidades.
En el artículo 2º se visibiliza una parte de la historia de un país que se ha confor-
mado en la diversidad. En este contexto aparece el concepto de «desarrollo sustentable
de las comunidades indígenas», las cuales tendrían que ser apoyadas por los diversos
órdenes de gobierno. En este caso se presenta la relación entre actividades productivas
y desarrollo sustentable, con una connotación claramente económica, pues se hace
alusión a tres aspectos que, desde la perspectiva del texto constitucional, se integran
en la sustentabilidad: la aplicación de estímulos para la inversión, la creación de em-
pleos y la incorporación de tecnologías. Ello con la finalidad explícita de incrementar
la capacidad productiva de las comunidades indígenas.
En este caso se identifica un emblema discursivo en la relación de la categoría de
sustentabilidad con las acciones que se vinculan con el desarrollo económico sin que
se establezcan acciones distintas de las que se integran en el capitalismo, mientras el
imaginario del mundo indígena no logra trastocar el emblema discursivo que com-
prende la sustentabilidad en términos enfáticamente económicos.
Cabe mencionar el recurso de adjetivación de la sustentabilidad en el texto cons-
titucional, al convertirse en calificativo para diversos términos y dar paso a conceptos
como el de «desarrollo sustentable» (art. 2, apartado B, fracción IX; art. 25, párrafo
1; art. 27, fracción XX; art. 73, fracción XXIX-N) en el contexto tanto del desarrollo
nacional, como del rural y del industrial; asimismo, la sustentabilidad califica tam-
bién la actividad cooperativa de la federación, al establecerse el «acceso sustentable
de los recursos hídricos» (art. 4, párrafo 4, adicionado en 2012); además, se establecen
«criterios de sustentabilidad» con relación a las empresas de los sectores social y pri-
vado (art. 25, párrafo cinco). Sin embargo, al referirse a la sustentabilidad energética
se presenta un giro en la centralidad del término, puesto que, en lugar de expresar la
sustentabilidad como adjetivo, se coloca en el centro de la oración y adquiere función
sustantiva.
En estos imaginarios que vinculan lo económico con lo ambiental, la globaliza-
ción significada desde la politización favorece la puesta en escena que: «permite a los
empresarios y a sus asociados, reconquistar y volver a disponer del poder negociador
política y socialmente domesticado del capitalismo democráticamente organizado»
(Beck 2015:16). En este sentido, la globalización facilita la construcción de una imagen
empresarial (y gubernamental) «comprometida» con lo ambiental, mediante un
116 discursos ambientales en américa latina
conjunto de discursos que se reproducen en vinculación con un imaginario «moral»
(Ballinas 2018:122).
Otro imaginario muy interesante se desarrolla en torno al tema de la soberanía
con relación a los recursos naturales, cuya comprensión constitucional adquiere di-
versos matices a lo largo del tiempo al referirse a distintos recursos. Caben aquí las
preguntas: ¿cómo incide el discurso de la soberanía en las acciones en torno a la natu-
raleza?, y ¿qué implicaciones tiene en la construcción de la normatividad ambiental?
El imaginario de la soberanía sobre los recursos naturales tiene fundamento nor-
mativo en el principio 21 de la Declaración de Estocolmo de 1972, donde se enuncia:
Los Estados tienen el derecho soberano de explotar sus propios recursos en aplica-
ción de su propia política ambiental, y la obligación de asegurarse de que las activi-
dades que se lleven a cabo dentro de su jurisdicción o bajo su control no perjudiquen
al medio ambiente de otros Estados o de zonas situadas fuera de toda jurisdicción
nacional (Naciones Unidas 1973:11).
En este caso se establecen dos consignas: 1) la obligación de asegurar la soberanía,
y 2) cumplir la finalidad de no perjudicar el medio ambiente de otros Estados o de
zonas situadas fuera de la jurisdicción nacional. Sin embargo, la Constitución de los
Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 39, conserva la enunciación de soberanía
de los constituyentes, que se publicó en el dof 05/02/1917, la cual es tan importante
que se define en el mismo texto constitucional: «La soberanía nacional reside esencial
y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye
para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar
o modificar la forma de su gobierno».
Esta idea de soberanía prevalece en los discursos políticos y hace alusión a los
recursos naturales en territorio nacional, así como a su manejo y usufructo, en la dis-
cusión entre lo público y lo privado. Sin embargo, parece que la soberanía en el texto
constitucional no versa sobre evitar perjudicar el medio ambiente de otros Estados o
de zonas situadas fuera de toda jurisdicción nacional, lo cual tendría que considerarse
sobre todo en el tema ambiental, dado que los daños ambientales traspasan las fron-
teras nacionales.
Los imaginarios construidos en torno al medio ambiente se integran en el análisis
de los emblemas discursivos, en donde convergen las concepciones de la naturaleza
emblemas discursivos en el proceso de construcción 117
que inciden en la transformación de las formas de comprensión de las realidades
presentes en la sociedad, donde se manifiesta la contraposición entre la benignidad
(Schipperijn et al. 2010; Duarte-Tagles et al. 2015) y el temor (Ballinas 2007) que la
naturaleza provoca en el ser humano.
En el marco de los emblemas discursivos se afirma que la confluencia de ideas
e imaginarios traspasa las escalas para soportar los discursos (que incluyen toma de
decisiones) que se encuentran detrás de las expresiones constitucionales referidas al
medio ambiente. Las ideas y los imaginarios que emergen como emblemas discursivos
se promueven mediante los procesos de formación financiados por organismos inter-
nacionales en temas relacionados con el medio ambiente y el desarrollo sustentable,
los cuales inciden en el pensamiento de los actores sociales que participan en la com-
prensión del medio ambiente, y a la vez se plasman en el texto constitucional.
d) Intertextualidades: contexto, co-texto y texto
La propuesta de emblema discursivo se relaciona con el análisis de un texto central
en torno al cual se define el corpus para el análisis. Dicho corpus no se establece de
forma arbitraria, sino que en el mismo texto se identifican las referencias a co-textos y
a los contextos. Los co-textos son enunciaciones explícitas en el texto núcleo o en los
textos que tienen una relación directa con el tema que se trata en el texto central, los
cuales favorecen o amplían la comprensión del discurso que se presenta. En cuanto
a los contextos, generalmente se identifican mediante la movilización de categorías
enunciadas de forma explícita o implícita, las cuales pertenecen a una escala más am-
plia que la referida directamente por el texto; generalmente son ideas que tienen un
alcance global o que hacen referencia a fenómenos globales.
En el caso de la Carta Magna de México, se identifican los derechos humanos
como un contexto discursivo importante para la comprensión del medio ambiente, el
cual ha sido considerado un enfoque novedoso para:
la protección jurídica del ambiente […] durante las dos primeras décadas del
siglo xxi, entre los que destacan: el reconocimiento a nivel constitucional del derecho
a un medio ambiente sano y la consecuente protección al ambiente desde un enfoque
de los derechos humanos; el reconocimiento, en el Código Federal de Procedimientos
Civiles, del interés colectivo y difuso de las personas para demandar la protección
118 discursos ambientales en américa latina
del ambiente en tribunales federales, por medio de acciones colectivas, y el estableci-
miento de normas sobre responsabilidad y reparación del daño ambiental; así como el
mandato para la creación de tribunales ambientales a partir de la reforma del artículo
4° constitucional y la emisión de la lfra (Anglés 2020:31).
En este caso, el contexto en el que se inserta el discurso ambiental constitucional
está vinculado a los derechos humanos, mientras que se encuentran dos co-textos
mencionados explícitamente en el texto académico e implícitamente en el texto cons-
titucional, los cuales amplían la comprensión del derecho a un medio ambiente sano:
el Código Federal de Procedimientos Civiles, los Tribunales Ambientales y la Ley
Federal de Responsabilidad Ambiental. El corpus incluye tanto instrumentos nor-
mativos como a actores sociales que movilizan los discursos ambientales desde una
posición privilegiada.
En cuanto a la responsabilidad ambiental, el Poder Judicial Federal ha expresado
el derecho antes mencionado, y aún más, enfatiza:
la responsabilidad tanto de las autoridades como de los particulares: a) en un poder
de exigencia y un deber de respeto erga omnes a preservar la sustentabilidad del
entorno ambiental, que implica la no afectación ni lesión al ambiente (eficacia hori-
zontal de los derechos fundamentales), y b) en la obligación correlativa de las auto-
ridades de vigilancia, conservación y garantía de que sean atendidas las regulaciones
pertinentes (eficacia vertical) (Tesis I.4o.A. J/2 2013) (Anglés 2020:38).
En este caso se menciona la importancia que tienen los actores sociales en la
construcción del emblema discursivo en torno al ambiente sano, puesto que se se-
ñala que, por una parte, implica la no afectación y no lesión ambiental, aunque
también las acciones que permitan garantizar el derecho enunciado. Por otra parte,
el artículo 25 constitucional tiene como co-texto enunciado inicialmente de forma
implícita el Plan Nacional de Desarrollo, para pasar a una enunciación más directa,
mediante el siguiente proceso discursivo:
Corresponde al estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que este sea
integral, que fortalezca la soberanía de la nación y su régimen democrático y que,
mediante el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más justa distri-
bución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad
emblemas discursivos en el proceso de construcción 119
de los individuos, grupos y clases sociales, cuya seguridad protege esta constitución
(párrafo 1, art. 25 antes de la reforma del dof 28/06/1999).
En la reforma de 1999 se incluye el concepto de sustentabilidad en el párrafo,
como característica del desarrollo nacional:
Corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que éste sea
integral y sustentable, que fortalezca la Soberanía de la Nación y su régimen demo-
crático y que, mediante el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más
justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y
la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales, cuya seguridad protege esta
Constitución (párrafo reformado dof 28/06/1999).
En la siguiente reforma al párrafo primero se inserta el concepto de «competi-
tividad», que va a adquirir un estatus central dado que no solo se incluye, sino que
también se define, lo cual no ocurrió con el concepto de «sustentable»:
Corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que éste
sea integral y sustentable, que fortalezca la Soberanía de la Nación y su régimen de-
mocrático y que, mediante la competitividad, el fomento del crecimiento económico
y el empleo y una más justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno
ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales, cuya
seguridad protege esta Constitución. La competitividad se entenderá como el conjunto
de condiciones necesarias para generar un mayor crecimiento económico, promoviendo
la inversión y la generación de empleo (párrafo reformado dof 05/06/2013).
La distinta forma de llegar al discurso normativo de la sustentabilidad y de la
competitividad señala la distinción entre la importancia que en este artículo constitu-
cional se otorga a lo ambiental y a lo económico.
Finalmente, el co-texto aparece de forma explícita en la adición realizada al
artículo 25 en 2015, aunque se refiere especialmente a la idea que le precede, con én-
fasis en los aspectos económicos:
El Estado velará por la estabilidad de las finanzas públicas y del sistema financiero
para coadyuvar a generar condiciones favorables para el crecimiento económico y
120 discursos ambientales en américa latina
el empleo. El Plan Nacional de Desarrollo y los planes estatales y municipales deberán
observar dicho principio (párrafo adicionado dof 26/05/2015).
Considerando la relación del párrafo sexto del artículo 25 con el Plan de Desarrollo,
Anglés (2020:62) menciona que el texto constitucional de 1983 señalaba lo siguiente:
Bajo criterios de equidad social y productividad se apoyará e impulsará a las empresas
de los sectores social y privado de la economía, sujetándolos a las modalidades que
dicte el interés público y al uso, en beneficio general, de los recursos productivos,
cuidando su conservación y el medio ambiente (dof 03/02/1983).
Sin embargo, el Plan Nacional de Desarrollo 1983-1988 (dof 31/05/1983) incluyó
por primera vez la preservación del medio ambiente y el fortalecimiento del potencial
de los recursos naturales como parte de la estrategia económica y social. Posterior-
mente, los planes nacionales han incorporado el discurso de la sustentabilidad tanto
en programas sectoriales (Anglés 2020:62) como en estrategias transversales.
Cabe mencionar que los artículos citados no son los únicos en los cuales es po-
sible reconocer contextos y co-textos, puesto que la Constitución completa es consi-
derada, en este caso, el texto núcleo.
Finalmente, los emblemas discursivos atienden al flujo a través de escalas tanto
como a lenguajes diversos que se integran, en este caso, en torno al tema ambiental,
a los imaginarios construidos y a la identificación de contextos y co-textos que parti-
cipan en la conformación emblemática de las ideas.
Conclusiones
La propuesta de identificación de los emblemas discursivos en el discurso de la norma-
tividad se ha presentado como una herramienta para la comprensión del ejercicio del
poder mediante el lenguaje que se expresa en discursos situados. Esta propuesta puede
aplicarse a otro tipo de discursos, así como a un corpus que no solo incluya textos (y
las imágenes que ilustran los textos), sino materiales diversos tales como fotografías,
videos, audios y todo tipo de recursos producidos por las tecnologías de la informa-
ción y comunicación. Los emblemas discursivos también pueden ser reconocidos en
emblemas discursivos en el proceso de construcción 121
la interacción cara a cara que se establece tanto en el diálogo académico como en la
vida cotidiana.
En los ejemplos que se han presentado en el último apartado de este artículo
queda esbozada la integración del tiempo (cambios conceptuales y distinción de mo-
mentos), puesto que se requiere un corpus que sea tratado con mayor detalle para
comprender el movimiento que se encuentra en los discursos a partir de las trans-
formaciones en las estructuras de las narrativas, así como en las significaciones de las
categorías y conceptos.
Finalmente, las posibilidades de comprensión de los emblemas discursivos son
más amplias en cuanto se establece el diálogo entre diversas disciplinas y culturas me-
diante la conformación de comunidades epistémicas que se integran con una actitud
de humildad para escuchar las variaciones del mismo tema.
Agradecimientos
Agradezco al programa de becas posdoctorales del Subsistema de Humanidades
de la Universidad Nacional Autónoma de México en el Centro de Investigaciones
Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur, así como a mi asesor en esta es-
tancia posdoctoral, el Dr. José Rubén Orantes García, investigador de cimsur-unam.
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Análisis historiográfico del derecho ambiental mexicano
como antesala hacia los derechos de la naturaleza
Alan David Barraza Guerrero
Introducción
E n cada país latinoamericano por lo general existe un cuerpo normativo jurídico
en materia ambiental tendiente a preservar el equilibrio ecológico, a prevenir y
controlar la contaminación ambiental, a acotar la actividad productiva bajo un es-
quema de desarrollo sostenible y a conservar los recursos naturales, así como su ca-
lidad; es decir, hay leyes marco en materia ambiental que, por lo general, constitu-
cionalmente tienen como fundamento el objetivo de garantizar el derecho humano a
un medio ambiente sano y sus interdependientes. Por ende, el medio ambiente está
consagrado en las legislaciones de la mayoría de los países del mundo, incluidos los la-
tinoamericanos. Por ejemplo, en 2019, según información del Programa de Naciones
Unidas para el Medio Ambiente, se habían incluido dentro del marco constitucional
el derecho humano a un medio ambiente sano en 88 países y la consagración de la
protección del medio ambiente en las constituciones de otros 65. Entre estos, según
la Corte Interamericana de Derechos Humanos (cidh 2017:26-27), los países latinoa-
mericanos que cuentan con Constituciones que contemplan el derecho al ambiente
son: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador,
Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y
Venezuela.
125
126 discursos ambientales en américa latina
El panorama en el que nos encontramos es por demás desalentador con respecto
a la igualdad, la equidad y la justicia social y la salud pública y ecosistémica, así como
en lo que toca al respeto a la vida misma en el planeta, ya que la crisis ambiental pla-
netaria, y en particular la degradación de los medios naturales, incluidos los entornos
humanos, trasgrede en forma transversal a todos y a todo. Para dimensionarlo, según
estimaciones de la Organización Mundial de la Salud para 2016 (oms s/f), la contami-
nación atmosférica en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provocaba cada
año 4.2 millones de defunciones prematuras, y 91 % de esa población vivía en lugares
en los que no se acataban las directrices de la oms sobre la calidad del aire, lo cual
acontece en gran parte de los países latinoamericanos. Asimismo, de acuerdo con el
monitoreo permanente del Observatorio Mauna Loa de la Universidad de California
(Observatorio Mauna Loa s/f), en junio de 2021 se registró un promedio mensual
de 418.94 ppm (partículas por millón) de CO2 (dióxido de carbono), que compa-
rado con los valores del mismo mes del año anterior, 2020, representa un aumento
de 2.34 ppm; eso implica un incremento sostenido en dichos valores, no obstante la
contingencia sanitaria. En lo relativo a la biodiversidad y los servicios ecosistémicos
que lleva consigo, de conformidad con la Unión Internacional para la Conservación
de la Naturaleza de las Naciones Unidas (bbc News 2019), una de cada cuatro especies
está en peligro de extinción, lo cual se traduce en que la tasa de extinción es mil veces
más alta que antes de la era antrópica.
La titularidad de derechos en cuanto a la naturaleza, los bienes naturales, los eco-
sistemas o en general el entorno ecológico, es una novedad incipiente en el campo
jurídico; sin embargo, fue en América Latina donde tuvo su génesis como tal desde el
constitucionalismo decolonial y contrahegemónico que surgió en los Estados ecuato-
riano y boliviano en 2008 y 2009, respectivamente. En este capítulo se busca elaborar
un análisis historiográfico panorámico y documental, desde una óptica crítica sobre
el derecho ambiental y bajo una estructura narrativa del derecho moderno y su evolu-
ción en el Estado mexicano en lo que concierne a la protección del medio ambiente y
sus componentes bióticos y abióticos en favor del ser humano rumbo a su considera-
ción y valorización como ente en sí mismo, es decir, como sujeto de derechos.
Para ello se emplea una metodología de análisis historiográfico comparativo en
una forma panorámica desde el derecho mexicano en general, para después recalar
en el derecho ambiental propiamente dicho y como disciplina especial; esto se hace
con base en el estudio y la reflexión de los antecedentes a nivel hermenéutico, y de
manera general sin selectividad a priori en cuanto a los elementos considerados en el
análisis historiográfico del derecho ambiental mexicano 127
ejercicio relator. Todo esto para hacer una crítica desde lo conceptual que nos lleve a
concluir por qué el derecho mexicano ambiental es como es, en un sentido amplio y
estructural, y qué debería considerarse para iniciar el debate rumbo a la constitucio-
nalización e inclusión de los derechos de la naturaleza en el sistema jurídico, con una
patente propensión de ruptura y renovación de las bases paradigmáticas y de la lógica
bajo la que aún opera el derecho en el Estado mexicano.
Se presta especial atención no solo a lo conceptual, sino al discurso subyacente
a los marcos normativos que rigen y dan forma al derecho tutelar del entorno natural,
los ecosistemas, la vida y el medio ambiente humano, con la particular intención de
dilucidar, entre dichas claves conceptuales y analíticas, la estructuración y configura-
ción de los discursos inmersos en la normatividad ambiental a lo largo de la historia,
así como el emblema discursivo que los precede y que trae consigo dichos esquemas a
partir del desarrollo historiográfico en una proporción breve y general.
Aproximación a un análisis historiográfico del derecho
Los análisis historiográficos para abordar una investigación a nivel metodológico son
pertinentes y necesarios no solo en el campo jurídico, sino en las ciencias sociales
en general, ya que aportan una perspectiva panorámica sobre los antecedentes como
causalidad a la situación actual y al origen de los problemas planteados. Asimismo, la
historiografía es un enfoque metódico muy eficiente para describir orígenes y causas
respecto de alguna temática desde un ámbito epistémico, cultural o estético, y que
funge como aportación crítica a este en la historia como categoría epistemológica y
a la vez como disciplina propia del saber histórico fenoménico y de textos históricos
(historia como acontecimientos e historiografía como relato escrito); en tal sentido,
como metodología se acentúa lo segundo, en cuanto a que es la parte crítica del tra-
bajo de los mismos historiadores (Rico Moreno 2009:202); es decir, son los conte-
nidos críticos y revisionistas de los textos históricos dentro de su propio contexto
proveniente del pasado, o bien aquellos que se producen en retrospectiva aludiendo
a épocas distintas, bajo los cuales se entiende la sucesión de temas, objetos, métodos,
paradigmas e ideas a través de los espacios y del tiempo.
Por lo tanto, habría que entender el análisis historiográfico como un estudio crí-
tico reflexivo desde la misma historia como disciplina, para comprender un aspecto
determinado en la evolución histórica como abordaje de alguna tematización. Por
128 discursos ambientales en américa latina
consiguiente, en este caso concreto, el objeto que aquí se aborda es el derecho mexi-
cano, en términos generales, de forma panorámica, y el derecho ambiental mexicano
en lo particular; así entonces, se revisan obras y textos historiográficos sobre el de-
recho en este país y, a partir de ellos, se busca entender el motivo por el que podrían
o no constitucionalizarse los derechos de la naturaleza como alternativa resolutiva de
los problemas ecológicos que atañen a todo ente humano desde la institucionalidad
política. Para ello, se debe construir una trama que conjunte los sucesos históricos es-
pecíficos del derecho mexicano que llevaron a proteger el medio ambiente o el equiva-
lente de los ecosistemas y el medio natural, bajo una representación de dichos sucesos
desde una estructura narrativa que evidencie cada factor y símbolo inherente, para así
poder identificar causalidades que dieron paso al contexto actual. Con ello se espera
estar en aptitud de exponer un diagnóstico que contemple el análisis como descompo-
sición y fragmentación de los elementos historiográficos, particularmente el discurso
normativo y sus emblemas en el derecho ambiental mexicano, así como la crítica en
forma de reconfiguración de dichos componentes en una aproximación introductoria
y sugerente sobre tales discursos dentro del constitucionalismo latinoamericano y su
compatibilidad en forma exploratoria respecto de aciertos, contradicciones, deficien-
cias o alcances de lo someramente narrado (Rico Moreno 2009:207).
A fin de acotar esta breve investigación, es pertinente ubicar entre dichos ele-
mentos la historiografía jurídica, en la cual pueden estudiarse las normas jurídicas,
los textos doctrinarios o teóricos y la sociología jurídica, como el derecho aplicado
y vivo en el contexto social determinado, lo cual, al ser historia, puede abrirse a lo
metajurídico como el ámbito netamente social (González 1992:220); así, es preciso
referir que este análisis específico y la crítica historiográfica están enfocados en los
discursos normativos bajo los cuales se ha configurado el derecho tendiente a proteger
el medio ambiente humano o natural, desde los derechos humanos o desde la mera
regulación de la actividad antropogénica, para promocionar el desarrollo sustentable,
en el entendido de que tales discursos se analicen desde la narrativa oficial y tradi-
cional para aportar líneas argumentativas, como su dicotómica oposición en favor de
la constitucionalización de los derechos de la naturaleza como paradigma renovado
de naturaleza posantropocéntrica del derecho.
En un aspecto propiamente filosófico, se ha debatido sobre el papel literario de
la historiografía, en el sentido de que en el siglo xix acaecieron intentos de equipa-
rarlo con una ciencia por su metódica particular y las características epistémicas
que le daban a la producción de textos históricos la posibilidad de ser una disciplina
análisis historiográfico del derecho ambiental mexicano 129
autónoma; sin embargo, desde los propios relatos de Heródoto y las aportaciones me-
todológicas de Tucídides, el valor literario de la historiografía se ha ponderado por
encima del epistemológico, lo cual de ninguna manera le resta corrección de vera-
cidad o valor teórico, pues hay que diferenciar la historia de los acontecimientos y la
historiografía como narrativa de los hechos, ya que una cosa es la averiguación espe-
cializada de los hechos y otra el relato interpretativo. Esta bifurcación se debe en parte
al poco valor que se le atribuye a la verdad en el conocimiento histórico para proyectar
el porvenir; es decir, más allá de la cercanía a la verdad, en la concreción histórica se
busca exponer casos con significación ejemplar en representaciones de cara a lo que
no ha sucedido, para dar pie a la interpretación análoga en casos similares; de ahí de-
riva la tradición pragmática de la historiografía de carácter retórico-literario (Bubner
2010:149), ya que se entiende que su funcionalidad está marcada por dicha técnica
poética en forma de relato estructurado por algún propósito, y que se denomina así
debido a su propensión práctica por la representación de los sucesos respecto de su
inherente significación.
De manera semejante, Koselleck (1993:123) diferencia la historia conceptual de la
historia social, en el sentido de que la primera retrata cronológicamente la simulta-
neidad de sincronía y diacronía en cuanto a permanencia y cambio en las diferentes
etapas temporales de los conceptos y las ideas por medio de la tematización de los
sucesos; por otra parte, la segunda, de carácter investigativo, indaga en la concreción
histórica a partir de la acción y la contingencia con un carácter indicativo (Koselleck
1993:106), o lo que otros filósofos de la historia clasifican como historia de las ideas,
a diferencia de la de los hechos. Esto no tiene ninguna valoración ética determinada,
pues es asequible que se enfatice el valor retórico-literario o conceptual de la historia
en la tradición pragmática; de hecho, sin armonizar ambas clasificaciones, es nece-
sario hacer la distinción, ya que efectivamente existen como tales (historia de ideas
frente a historia de sucesos). El problema estriba en la pretensión subyacente de poder
que se oculta detrás de los relatos y conceptos, pues si poco importa lo que realmente
sucedió en contraste con lo que se pretende ejemplificar con la estructura de una na-
rrativa, estamos ante un posicionamiento moral, político o filosófico, lo cual consti-
tuye un contenedor que puede ser ocupado por una infinidad de contenidos, y es ahí
donde aparecen los discursos y su análisis, en particular de los emblemas dentro de
esos discursos.
Así, la existencia de representación y significación en la historiografía es el punto
medular de esta disertación, ya que pretende desvelar, mediante la aproximación
130 discursos ambientales en américa latina
teórica, el contenido oculto tras el discurso en el que se sustentó y sustenta el derecho
ambiental mexicano con énfasis en la historia conceptual, semiológica, literaria y del
ideario más allá de los sucesos concretos sobre la base de lo que en efecto trascurrió.
Ello es así para evidenciar prima facie la verdadera naturaleza del lenguaje normativo
ambiental actual, de tal suerte que se analizan los emblemas discursivos inmersos en
los constructos lingüísticos, conceptuales y simbólicos dentro de la narrativa histórica
que dio origen a los planteamientos de verdad en los ámbitos ecológico y ambiental
global y latinoamericano, a partir de problematizaciones en forma de estrategias dis-
cursivas (Ballinas y Hernández 2021:97) y que luego fueron base de la producción
normativa en el tiempo; es decir, se trata de un conocimiento que se da por sentado,
por ejemplo, la determinación de que el valor de la vida humana es prioritario en el
derecho por encima del resto de bienes naturales, o que la preservación debe acotarse
por el desarrollo para que sea sostenible y así no afectar el crecimiento económico y el
dinamismo social en una tríada armonizada artificialmente.
Breve análisis historiográfico del derecho mexicano
con acentuación en el derecho ambiental
El derecho ambiental mexicano consta de tres grandes etapas en su desarrollo
historiográfico: la primera tiene un carácter de salubridad que comenzó con la crea-
ción de un Consejo Superior de Salubridad, en 1841, regido por diversos reglamentos
a nivel federal, hasta la aparición de un Código Sanitario, en 1891. Esta es una etapa
tan incipiente que incluso podría afirmarse que no es parte de la historia del derecho
ambiental, sino una mera fase preliminar en forma de antecedente que osciló entre la
conservación de los recursos naturales con fines de aprovechamiento y uso, en salva-
guarda de la propiedad privada, y la salud pública con base en una fundamentación
regulatoria de la actividad humana. Ejemplo de ello fueron la creación de la primera
área natural protegida por parte del presidente Carranza en 1917 (Anglés, Rovalo y
Tejado 2021:29-30) y la inclusión, en el artículo 27 de la Constitución revolucionaria de
1917, de la conservación de los recursos naturales como una modalidad que el Estado
puede imponer como limitación a la propiedad por ser de la nación, lo cual conformó
la primera alusión expresa de la protección de valores ambientales en un texto consti-
tucional latinoamericano (Marquardt 2020:26). Esto a su vez dio paso a la primera Ley
Forestal en 1926, durante el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles, la cual tenía
análisis historiográfico del derecho ambiental mexicano 131
por objeto regular la conservación, la propagación y el aprovechamiento de los bosques
y sus recursos, así como organizar al personal técnico que la aplicaría, dependiente en-
tonces de la Secretaría de Agricultura y Fomento. A su vez, de forma primigenia tam-
bién se contemplaba en una norma jurídica la existencia de delitos ambientales, aquí
aún llamados delitos en materia forestal, y no ambientales (Ley Forestal 1926: título V).
Dicho esquema pervivió durante toda la primera mitad del siglo xx, hasta la dé-
cada de los sesenta, cuando comenzó la presión política de movimientos científicos
ecologistas (existentes desde la posguerra a finales de la década de los cuarenta) que
alertaron sobre las implicaciones nocivas a mediano y largo plazos que ocasionarían
la desregulación de forma directa y concisa de la actividad antropogénica degra-
dante; en este sentido se encuentran obras como La ética de la tierra de Aldo Leopold,
Primavera silenciosa de Rachel Carson y «La tragedia de los comunes» de Garrett
Hardin. Este último expuso que la tragedia de los comunes radica en que la corriente
de pensamiento dominante en economía (capitalismo) tiene como premisa que todos
los individuos, al buscar su beneficio particular, indirectamente promueven el interés
del colectivo en su conjunto (Hardin 1968:1244); sin embargo, dicho paradigma liberal
no considera otras variables, como que los recursos existentes son limitados y que
un ser humano racional impulsado por ese esquema siempre buscará incrementar su
ganancia de manera ilimitada. Esto deviene en una tragedia, pues la ruina deriva de
que todos por igual buscan su provecho individual en un entorno frágil y agotable que
hace de los recursos comunes el ejercicio de la libertad como principal valor.
Antes de esa conceptualización, que daría lugar a una disciplina propiamente
dicha de la relación naturaleza-ser humano, las normas jurídicas que protegían los
recursos naturales renovables solo tenían sustento en derechos civiles, comerciales o
administrativos en cuanto a salud pública, al carecer de categoría propia; por consi-
guiente, correspondían a cualquier materia de acuerdo con los sujetos destinatarios
o la situación jurídica prevista, que iba desde el derecho penal hasta el civil, procesal
y administrativo. Se podría afirmar que esta etapa de salubridad y conservación civi-
lista se caracterizaba por leyes protectoras de los activos y por elementos ambientales
sin considerar sus relaciones o valor; empero, aunque no se encaminaban de forma
directa a proteger por sí mismos los elementos ambientales, sembraron la base y mu-
chos de los principios que posteriormente serían los más importantes y emblemáticos
de la materia; a esta última fase de la primera mitad del siglo xx, ubicada dentro de la
gran etapa preliminar o embrionaria, en lo normativo se le puede denominar «fase de
legislación sectorial de relevancia ambiental» (Brañes 2018:41).
132 discursos ambientales en américa latina
Tras dicha etapa se inauguró el primer bloque cronológico caracterizado por con-
siderarse propiamente el derecho ambiental, aunque aún de una manera incipiente y
no validada como tal en su momento. De ese modo tomó curso una primera fase le-
gislativa en la que se intentó modificar ese paradigma plenamente antropocéntrico de
salubridad, la cual inició con la expedición de la Ley Federal para Prevenir y Controlar
la Contaminación Ambiental en abril de 1971. Se podría afirmar que se trata del primer
cuerpo normativo ambiental en el derecho mexicano, es decir, la primera ley marco
en materia ambiental en la historia del país; sin embargo, dicho ordenamiento era es-
cueto y, de igual modo, era antropocéntrico de forma patente, pues en sus 34 artículos
solo se encarga de establecer prohibiciones generales sobre contaminar suelos, aire y
agua por medio de sanciones de carácter administrativo (Ley Federal para Prevenir
1971). La aplicación de dicha ley estuvo a cargo de la Subsecretaría de Mejoramiento
del Ambiente, dependiente de la entonces Secretaría de Salubridad y Asistencia. En
1976 también se incluyó el componente ambiental en la gestión de asentamientos
humanos y urbanismo dentro de la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras
Públicas.
La segunda etapa es conocida por su tendencia a la prevención y por el surgi-
miento de organismos del Estado especializados en la protección ambiental directa,
ya no con un total enfoque antropocéntrico de salubridad, como había ocurrido
hasta entonces, de tal suerte que comenzó la proliferación normativa de regulación
y gestión ambiental. Así, se promulgó la Ley Federal de Protección al Ambiente
en 1982, la reforma de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, que
creó la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, instancia esta última que, con la
Subsecretaría de Ecología, se ocupaba de la protección ecosistémica y de los asen-
tamientos humanos bajo la regulación ambiental entonces existente en esa materia,
encargada de la tenencia y el uso del suelo. Es menester comentar la relevancia que
tuvo la reforma constitucional al tercer párrafo del artículo 27 en febrero de 1976, pues
marcó el rumbo y definió la antes mencionada característica medular de esta etapa, ya
que se configuró como una adecuación al principio 13 de la Declaración de Estocolmo
de 1972 sobre el medio ambiente humano, en el sentido de que puso el foco en la pre-
vención y el control de la degradación provocada por las actividades humanas en su
desarrollo. A dicho precepto constitucional se le agregó el desarrollo acotado por el
Estado, como se mencionó líneas arriba, desde su concepción de modificación inicial
en el Constituyente de 1917, pero en este caso con la inclusión explícita de que sería
análisis historiográfico del derecho ambiental mexicano 133
acotado y delimitado en función de la protección al medio ambiente humano (Anglés,
Rovalo y Tejado 2021: 1). Así, destaca el año 1976 por el icónico suceso de que el Estado
mexicano incluyó en su texto constitucional de manera específica el aprovechamiento
compatible con la protección del medio ambiente y con la conservación de los re-
cursos naturales en el párrafo tercero del artículo 27, desde una óptica subyacente y
simultánea consistente en procurar la distribución equitativa de la riqueza. El objetivo
partía de no desviarse del propósito inicial carrancista revolucionario de justicia so-
cial, como un precepto con notoria intención de igualdad y justicia distributiva me-
diante el aprovechamiento sostenido por medio de la regulación equitativa (Brañes
2018:77), con el componente ambiental incluido.
Posteriormente a la mencionada reforma del 27 constitucional, en 1983 se llevó
a cabo la del articulo 25; en ella se estableció la rectoría económica de la nación con
el añadido del cuidado y la conservación del medio ambiente en su párrafo sexto,
lo cual constituye un evidente paso para compatibilizarlo con la referida del pre-
cepto 27 en congruencia normativa. Sin embargo, no deja de proyectar un enfoque
desarrollista con una patente base productivista, pues tiene la pretensión de deli-
mitar en abstracto el desarrollo económico, con la conservación y protección de los
recursos naturales en función de la equidad y la justicia social de manera que se
armonice el sector privado con el social (Brañes 2018:84).
Estas reformas constitucionales que muestran un giro hacia un paradigma pre-
ventivo desarrollista del cuidado ambiental fueron precedente inmediato del giro ver-
daderamente importante de la materia en el derecho mexicano; este se produjo en la
tercera etapa, que fue inaugurada por la reforma que se efectuó el 10 de agosto de 1987
al mismo artículo 27. En esta, por un lado, se incluyó la referencia a «la preservación
y restauración del equilibrio ecológico» y, por el otro, en la fracción XXIX del artículo
73 se adicionó el inciso G, que facultó al Congreso de la Unión para expedir leyes
dirigidas a establecer la concurrencia entre el gobierno federal, los gobiernos de los
estados y los de los municipios en materia de protección al ambiente, preservación y
restauración del equilibrio ecológico, en el ámbito de sus respectivas competencias.
Esto representa un acontecimiento significativo en la formación definitiva del derecho
ambiental mexicano, ya que nace un elemento toral que caracteriza la protección ju-
rídica del medio ambiente en México: la concurrencia competencial en materia am-
biental. Con base en ello inició la tercera etapa, que continúa vigente y se caracteriza
por el valor integracionista que otorga a la política ambiental —en el sentido que se
134 discursos ambientales en américa latina
supera la idea de protección sobre ciertos componentes y específicas actividades de
forma aislada—, para incorporar la concepción de protección integral del ambiente
(Brañes 2018:87). Asimismo, se incluye por primera vez el concepto de equilibrio eco-
lógico para valorizar el entorno natural por sí mismo, y no como medio ambiente
humano susceptible de apropiación. Fue en dicho escenario donde se expidió, en 1988,
la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (lgeepa), que con
sus respectivos reglamentos es la norma marco, vigente hasta hoy, de tutela jurídica
del medio ambiente.
Antes de continuar con el hilo narrativo de la historia jurídica medioambiental
es necesario puntualizar una crítica a la concurrencia competencial mencionada, ya
que ha promovido un importante debate entre juristas del medio ambiente. A partir
de la referida reforma al artículo 73 se redactó el párrafo V del artículo 115, que esta-
blece la competencia expresa de los municipios en materia ambiental, básicamente en
cuanto a asentamientos humanos, urbanismo, usos de suelo y reservas territoriales;
asimismo, existe la cláusula residual del 124, que menciona el principio de que las fa-
cultades no expresamente concedidas a la federación o a los funcionarios federales por
la propia Constitución se entienden como reservadas a los estados. Ahora bien, esta
serie de preceptos, en una interpretación sistémica, resultan en una aparente armonía
que no debería causar problemas normativos al momento de delimitar con claridad la
competencia ambiental; sin embargo, no se considera la fáctica tendencia federalista
que permea en el Estado mexicano. La creación de la concurrencia se hizo en teoría
pensando en que se produjera una mejor y más integral gestión ambiental mediante
la cooperación y la planificación; empero, en México existe una concepción del fe-
deralismo que se aleja de esos fines, pues permea una marcada subordinación de los
gobiernos estatales al federal, lo que obstaculiza el desarrollo de iniciativas regionales
y genera escasez de recursos económicos destinados a los municipios y entidades fe-
derativas. Todo ello entorpece la vigencia de un auténtico modelo federal, además de
que continúa la trayectoria de aumentar el espectro de competencias de la federación
en detrimento de las facultades locales a través de un nuevo federalismo mexicano
(Barraza Guerrero 2020:101-102), que más bien se dirige hacia el centralismo.
Esta etapa derivó en una amplia proliferación de contenido normativo en México
a partir de la referida lgeepa y de la constitucionalización del derecho humano
medioambiental, en un inicio encaminada hacia un ambiente «adecuado» a través de
la reforma al artículo 4º el 28 de junio de 1999, que incluyó en su párrafo quinto dicho
derecho ya inserto en diversos instrumentos internacionales. Sin embargo, el término
análisis historiográfico del derecho ambiental mexicano 135
empleado constituyó un error que fue corregido el 8 de febrero de 2012, cuando se
modificó el término ambiguo «adecuado» por uno concreto, determinable y pon-
derable como «sano». Asimismo, en el siglo xxi se produjeron importantes avances
dirigidos a una concepción más holística e integral del entorno natural, rumbo a un
sistema cada vez más garantista y acorde con las reformas constitucionales medulares
que se implementaron a partir de la segunda mitad de la primera década del siglo y
principios de la segunda. Entre estos avances se encuentran los siguientes: la protec-
ción del medio ambiente desde un enfoque de derechos humanos en vía de amparo,
la creación de acciones colectivas en materia civil para demandar responsabilidad a
particulares que dañen los activos ambientales mediante actividad contaminante, la
creación de un marco de responsabilidad propiamente ambiental fuera de la adminis-
trativa, civil o penal, así como el reconocimiento expreso y aplicable mediante juris-
prudencia de la tutela directa de la naturaleza y de los principios in dubio pro natura,
y el reconocimiento hermenéutico de los elementos de transversalidad, autonomía
e interdependencia del derecho a un medio ambiente sano (Amparo en Revisión
307/2016:11-21). Estos aparentes avances, que en gran medida lo son, tienen matices
y un subyacente discurso objeto de crítica que debe analizarse a profundidad, ya sea
como factor, elemento o simbolismo de trasfondo en general y desde lo casuístico,
pues lo expresado en los cuerpos normativos muchas veces no refleja en la realidad lo
que contiene su enunciación en grado de pretensión.
En un análisis comparado adyacente al historiográfico, podemos encontrar múl-
tiples similitudes en otros casos latinoamericanos. Por ejemplo, en Colombia se de-
sarrolló una etapa conocida como de los elementos ambientales base del crecimiento
económico, y con ella nacieron obligaciones en la materia, caracterizadas por concen-
trarse en la protección y conservación de los bosques (Sánchez Supelano 2020:161) y
en el cuidado del recurso hídrico bajo criterios técnicos de gestión, con una notoria
propensión a la salvaguarda económica (2020:166-168). Algo similar ocurrió en el
caso mexicano con el surgimiento del artículo 27 constitucional, en el cual se limitaba
la propiedad en función de la conservación de los recursos naturales. Entonces, es po-
sible afirmar que el caso de Colombia es similar a la etapa historiográfica mexicana de
salubridad. De la misma forma, esta etapa persistió en Colombia hasta la promulga-
ción de la primera ley marco ambiental a partir de la celebración de la Declaración de
Estocolmo; se trató de la ley 2811 de 1974, también denominada Código de Recursos
Naturales Renovables. Durante dicha década, y hasta los ochenta, se pasó por un pe-
riodo similar al mexicano, en el sentido de que también se ponderaba la prevención
136 discursos ambientales en américa latina
y el control restrictivo de actividades específicas, lo cual se modificó radicalmente en
los noventa a partir de la Constitución colombiana de 1991, en la que se introdujo una
etapa de ambientalismo desarrollista, que se consolidó con la Cumbre de la Tierra de
Río de 1992 y con la promulgación de la correspondiente ley 99 de 1993. La caracte-
rística similar que presenta en esta etapa respecto de México es la constitucionaliza-
ción de las cuestiones ambientales más relevantes de la época en el contexto global
al colocarse como piedra angular de todo el ambientalismo el desarrollo sostenible y
la protección del medio ambiente desde los derechos humanos junto con el derecho
humano a un medio ambiente sano (Cabeza Meza 2020:63).
Hasta esta etapa, aunque varíen las denominaciones, se observa un parangón en
el desarrollo historiográfico de ambos sistemas jurídicos influenciado por el surgi-
miento de tratados internacionales a partir de los setenta. Estos aceleraron la evolu-
ción del derecho ambiental, que transitó de un liso y llano antropocentrismo a una
etapa más ecocéntrica enfocada en la protección integral y, per se, en los entornos
naturales desde los derechos humanos colectivos y difusos, sin ponderar de manera
unívoca el desarrollo económico. Sin embargo, desde su misma concepción valora-
tiva de jerarquización especista, el derecho a un medio ambiente sano y el desarrollo
sostenible siguen siendo parte del ala antropocéntrica, aunque de manera moderada,
y se entiende que forman parte del trayecto, como punto de partida progresivo, hacia
la valorización integral del medio ecológico y de todo el entorno biótico en su inte-
gralidad, incluidos seres vivos no humanos y ecosistemas (Riechmann 2005:26-27),
y asimismo son constructo y parte de lo que el economista Martínez Alier (2004:20-
26) denomina evangelio o credo de la ecoeficiencia, que defiende desde una lógica
productivista y economicista el crecimiento económico utilitarista con el matiz de
protección ecológica y de ambientalismo conservacionista. Es así como la siguiente
fase a transitar, fuera de este oculto discurso antropocéntrico teñido de artificial verde,
parte de la alternativa propuesta y surgida en el constitucionalismo latinoamericano
que atribuye titularidad de derechos a la naturaleza, pues el derecho ambiental como
tal, deliberada y convenientemente, no expresa que por ambiente se refiere a la tutela
de los seres humanos y en segundo plano a lo que les favorezca, de tal suerte que, si se
pretende una protección holística desde la construcción del discurso, debe avanzarse
al peldaño siguiente de evolución, hacia un derecho ecológico y no solo de protección
del medio ambiente humano.
análisis historiográfico del derecho ambiental mexicano 137
Los derechos de la naturaleza en México
desde una perspectiva historiográfica del derecho ambiental
Las políticas públicas y las normas jurídicas necesitan el lenguaje, los símbolos y las
narrativas para legitimarse y validarse; es decir, que principalmente mediante el len-
guaje y su contenido semiótico se narran una serie de concreciones históricas que
son empleadas como herramientas bajo las que se sustentan todas las manifestaciones
de poder traducidas en políticas y normas. Por ello, entender este tipo de categorías
interrelacionadas es sustancial para dilucidar los emblemas insertos en discursos, de-
bido a que dichas categorías comunicativas muchas veces son malinterpretadas por
la ambigüedad e indeterminación que las caracteriza en su forma embrionaria, para
matizar contenidos que se estancan en la inmediatez, es decir, se transforma la sig-
nificación aparente para que los objetivos y las finalidades no sean autoevidentes, y
con ello empañar los propósitos verdaderos y ocultos que tienen más cercanía con el
poder que con los valores y las soluciones que anuncian. Al respecto, Ballinas Aquino
(2018:86) opina que la presencia de vaciamiento o reducción de significado permite
que se vislumbre el fracaso de una política desde su construcción discursiva, aunque
dicha situación, dependiendo del contexto y de la perspectiva, podría considerarse a
su vez éxito, es decir, la misma circunstancia con una variante contextual o co-textual
podría ser justo lo opuesto, en cuanto a éxito o fracaso se refiere, por la multiplicidad
de valores y contenidos que puede incluir. En fin, las relaciones fundamentales on-
tológicas en torno a las que se elaboran y ejecutan los mecanismos inmediatos en
política y derecho son manipulables desde su propia esencia, lo que conduce a repre-
sentaciones simbólicas dentro de los discursos en forma de lenguaje narrador.
El emblema discursivo es el conjunto de saberes o conocimientos que, en forma
de lenguaje verbal, enuncian poseer verdad, y con ello poder, para así convencer vo-
luntades dentro de una colectividad, sobre un sentido valorativo que conlleve la ac-
ción en una línea determinada dentro de un marco establecido por el «deber ser»,
en el camino de establecer la significación de los contenidos prescriptivos (Ballinas
2018:317). Se entiende que esto ocurre en la escena política y jurídica dado el elemento
esencial de poder, lo cual también puede abarcar la ciencia y la filosofía por su bús-
queda de verdad especulativa o descriptiva. Esto en una sociedad igualitaria y justa
debería provenir, de forma heterogénea, de los diversos estratos, procedencias y sub-
grupos sociales unidos por la consideración plural paritaria producto de un ejercicio
dialógico; sin embargo, no sucede así en una realidad donde los relatos portadores de
138 discursos ambientales en américa latina
emblemas del discurso, como categorías, conceptos, valores y significados proceden
de una cúpula hegemónica. Por consiguiente, desde su misma esencia y justificación
ontológica, la construcción del emblema discursivo que rige la acción opera en gran
medida como hegemonía.
Desde esa definición puntual entendemos que el emblema discursivo que sustenta
la normatividad ambiental en el relato historiográfico de México tiene tendencias he-
gemónicas dada la narrativa en forma de narración histórica conceptual que se expuso
en el apartado precedente. Esto puede hacerse transparente desde los mismos con-
ceptos, pues bajo esta lógica se estructuran conocimientos sobre los que se configuran
actores, que se articulan en todas las dimensiones teórico-metodológicas ya mos-
tradas, desde el análisis del discurso como emblema y, asimismo, desde los contenidos
historiográficos del derecho ambiental como entramado especial de normas jurídicas.
Ello es así desde la posibilidad de movilización conceptual que se obtiene a partir de la
construcción de emblemas discursivos debido a la característica de variabilidad por es-
calas para abarcar colectividades y racionalidades diversas desde su con-textualidad y
co-textualidad (Ballinas 2018:322-323). Un ejemplo de ello es la diversidad de enfoques
y significaciones que se le pueden atribuir desde distintas disciplinas y desde la propia
interdisciplinariedad al concepto de «sostenibilidad». Este término fue acuñado in-
cluso para nombrar una naciente ciencia conocida como «ciencia de la sostenibilidad»
o «ciencia del desarrollo sostenible», que emergió a partir de la búsqueda de crear un
marco epistemológico nutrido por la propia interdisciplinariedad, pues la crisis de sus
paradigmas se debe en gran medida a la convulsión disímil de definiciones y de claves
analíticas procedentes de disciplinas dispares como son las ciencias naturales y las so-
ciales, pues un enfoque aislado no holístico provoca, entre otras crisis, incapacidad
para solucionar problemas y opacidad en sus conceptos, metodología e información
(González y Toledo 2020:5). Esta problemática, de carácter epistemológico, en el dis-
curso normativo y político se usa debido a los emblemas en la construcción del dis-
curso ambiental al añadir contenidos dependiendo de los intereses y de las relaciones
de poder en juego cuando se hace referencia al concepto de sostenibilidad.
Otro ejemplo expreso en el contenido normativo vigente de la significación de
conceptos fundamentales que dan forma al derecho ambiental, como qué es el medio
ambiente y qué abarca como conjunto susceptible de tutela, ha sido objeto de inde-
terminación polisémica y de debate en la arena académica, pues dicha ambigüedad
en el discurso normativo surgió de manera deliberada desde su concepción inicial.
Así, la Declaración de Estocolmo, que como ya se mencionó es la génesis del derecho
análisis historiográfico del derecho ambiental mexicano 139
ambiental internacional, y en segundo grado del mexicano, en su preámbulo indica
que: «Los dos aspectos del medio ambiente humano, el natural y artificial, son esen-
ciales para el bienestar del hombre y para el goce de los derechos humanos funda-
mentales» (Naciones Unidas 1972:párrafo 1). Esta acotación conceptual, que se refiere
al objeto de protección sin expresar una definición directa, abarca de forma reductiva
solo lo humano y lo que en su beneficio constituya su entorno, artificial o natural;
es decir, el entorno natural y ecosistémico está supeditado a beneficiar al humano
para ser sujeto de tutela y cuidado. Este discurso, como emblema en lo conceptual, es
fundamental en la configuración normativa en general, pues al no expresarla excluye
a la naturaleza del marco protegido por el derecho ambiental, lo cual es una caracte-
rística de los emblemas discursivos hegemónicos (Ballinas 2018:323-324), en cuanto a
los actores partícipes en su formación, al considerar un objeto parte de los contenidos
prescritos y por la moralización subyacente, que de manera jerarquizada sitúa a un
ente (seres humanos) por encima de los demás.
A partir de esta línea argumentativa llegamos al punto de buscar una alternativa,
con miras de radicalidad, para reconfigurar los emblemas sobre los que se delinea el
discurso en el relato historiográfico; a saber, deben valorarse en su respectiva dimen-
sión la naturaleza y la necesidad de modificar la relación que el ser humano tiene con
ella, a efecto de estar en aptitud de fundamentar su protección jurídica desde un plano
de titularidad de derechos. Para lograrlo, el orden mundial capitalista es el principal
y más importante obstáculo en virtud de que los cimientos de esa dinámica están
intrínsecamente ligados a ella. Claves analíticas y discursivas como el extractivismo,
la degradación ecológica, las huellas ecológicas o los conflictos socioambientales son
prueba de ello. Entonces, desde una postura historiográfica, si ubicamos nuestro ac-
tual y concreto momento dentro de la trama narrada entenderemos que nos encon-
tramos en una coyuntura de crisis cada vez más agudizada, en la que la acumulación
capitalista desde los años ochenta se enfoca a nivel nominal en los bienes inmateriales
y los activos financieros, pero en lo factual ha reconvertido todos los recursos na-
turales, los productos y las personas, sus culturas, conocimientos y tradiciones, en
valores monetarios susceptibles de valuación pecuniaria, para luego intercambiarlos
por mercancías como parte del proceso de acumulación cada vez más ampliado del
capital, en una búsqueda por revertir o controlar los costos ecológicos, extirpándolos
de los patrones de producción y consumo (Claudio 2019:244).
Por otra parte, se puede afirmar que legislar y reconocer jurídicamente la natu-
raleza como sujeta de derechos no es el derrotero primordial, sino el diálogo ético
140 discursos ambientales en américa latina
paritario que debe establecerse en el marco de un lenguaje plural no solo entre grupos
humanos, sino en general en una ecología de saberes y especies; es decir, un diálogo
en clave de ética ambiental en el que no se preconciba una posición moral jerarqui-
zada como una ética y un conocimiento unívoco centrados en lo humano (Rolston
2004:69). Para eso debemos, prima facie, entender nuestra indisoluble hermandad y
dependencia con la naturaleza y sus componentes, lo que Baird Callicott (1998:152)
denominó comunidad biótica sinérgica e interdependiente, que en su colectividad
integral envuelve a la individualidad.
Pero, de la misma forma en que se trastocó esa holista y natural forma de cos-
movisión de la que emergimos como especie, la filosofía eurocéntrica que heredamos
influyó en nuestra cosmogonía y lenguaje; por ejemplo, la filosofía platónica que im-
pulsó la noción de abstracción por encima de cualquier realidad fenoménica o tan-
gible dio pie a que la división tajante entre lo corpóreo y lo abstracto se usara para
deslindar la pertenencia y responsabilidad de los seres humanos con el universo ma-
terial, de lo cual estos históricamente se valieron para desarrollar sistemas que, con esa
base fundatoria, se concentraban en el plano ideal, como el pensamiento cartesiano,
que defiende la idea de que los animales y todo lo que conforma el mundo material
son cosas susceptibles de dominación y apropiación, mientras lo único que debería
importarle al ser humano es el ideal abstracto (Zaffaroni 2011:36). Sin embargo, las
crisis más acuciosas y alarmantes para la comunidad internacional en la actualidad,
como se indicó al inicio de este trabajo, han dejado de manifiesto que dicha lógica que
determina los dinamismos sobre los que descansa la interrelación de la naturaleza con
los seres humanos no solo está caduca, sino que atenta contra toda forma de vida y de
supervivencia planetaria.
Por los motivos expuestos debemos considerar una serie de ejercicios dialécticos
entre complejidad, pluralismo, paridad, ética ambiental, ecología de saberes y epis-
temologías contrahegemónicas para fundamentar con suficiente robustecimiento y
persuasión el derrotero epistémico que dará forma a los derechos de la naturaleza en
el específico contexto mexicano a partir de su historia jurídica. Por toda esta serie de
óbices que estarán en el camino, por lo tanto, se propone que se usen las siguientes tres
bases axiológicas de fundamentación para su construcción jurídico normativa: la dig-
nidad intrínseca de la naturaleza como medio y fin en sí misma, la no personificación
o la superación de las teorías antropocéntricas personalistas, y finalmente la compren-
sión de que el medio ambiente no equivale a naturaleza, entorno natural o ecosistema.
análisis historiográfico del derecho ambiental mexicano 141
La primera implica admitir que la naturaleza es un ente vivo, que es justo la acu-
mulación o la suma de todo lo que está vivo, y que es, por lo tanto, vida que planea y
tiene fines. Asimismo, debe entenderse que la naturaleza no necesita del ser humano
para cumplir con esas finalidades y existir como tal; de hecho, se afirma que nosotros
somos un medio por omisión para la vida en su conjunto, es decir, que para que los
fines totales de la vida planetaria se cumplan solo debemos no desequilibrarla, todo lo
cual se puede constatar en una corriente de teorías científicas denominadas Gaia en
honor a la diosa griega dadora de vida (Ávila Santamaría 2011:89-191).
Respecto de la segunda base, las teorías jurídicas del derecho subjetivo no se
pueden compatibilizar con la naturaleza como titular de derechos, por lo que es un
error personificar la naturaleza o pretender que sea equivalente a lo humano, hacién-
dola antropomorfa. Reducirla a una forma biofísica humanizada con los atributos
trascendentales y abstractos como constructos antrópicos es un error ontológico; con-
lleva la personificación a través de una racionalidad proyectada, e implica atribuirle
cualidades humanas como espíritu, mente, conciencia o alma, así como reducirla a
un ente solo, a un alguien-sujeto en cuanto a las responsabilidades y deberes que se le
deben por parte de los seres humanos (Mayo Marín 2019:211). Por el contrario, debe
considerarse su valor holístico, trasversal y sinérgico, semejante al que se le otorga en
la cultura andina a la Pachamama, y como elemento conceptual procedente de claves
discursivas plurales, contingentes y constructivas.
La tercera y última base consiste en superar el credo de la ecoeficiencia referido
líneas arriba, el cual ha pretendido pintar de verde artificial la naturaleza y los me-
dios naturales para cumplir con las diversas agendas políticas que han emergido a
partir de 1972, con un constructo antropocéntrico conservacionista denominado
medio ambiente. Esta concepción, desde la constitucionalización de los derechos a
un ambiente libre de contaminación, posteriormente adecuado y finalmente sano,
en realidad esconde un paradigma economicista que se centra en la gestión eficiente
de los recursos y en el desarrollo sustentable como medio para mantenerla estable y
permanente, ya que en la mayoría de los casos, por desgracia, se emplea como me-
canización de dicho paradigma, pues se basa en un concepto polisémico y mutable.
Como sostiene Callicott (2004:64) y ya se refirió líneas arriba, puede significar cosas
distintas para personas diferentes; por ejemplo, para un economista puede implicar
la iniciación de una actividad económica humana que sea posible sostener de manera
indefinida, totalmente al margen de si tal desarrollo es o no saludable ecológicamente.
Asimismo, el derecho ambiental, la ecoeficiencia, el capitalismo verde y la política
142 discursos ambientales en américa latina
ambiental transformaron la naturaleza en medio ambiente humano, pero en forma de
un mero apéndice, lo que ha significado, e indirectamente declarado, como su muerte
simbólica (Chávez 2020:383), pues al suplantar el ambientalismo por el ecologismo,
de forma inconsciente se elige el antropocentrismo como vía para proteger el entorno
natural y la vida en su conjunto.
Conclusiones
Los análisis y críticas desde una perspectiva historiográfica son alternativas meto-
dológicas que aportan frescura al debate dialógico y al proceso dialéctico académico
para abordar cualquier temática posible. Desde el método para conceptualizar y pro-
blematizar, implican una ruptura con la metodología clásica que se emplea con regu-
laridad en las disciplinas sociales; por consiguiente, si se usa dentro del marco de una
investigación interdisciplinaria y desde una postura filosófica crítica, puede contribuir
de forma abundante al conocimiento elegido, en este caso a los derechos de la natu-
raleza y a las corrientes ecológicas que han existido en convulsión con el derecho, y
su constructo elaborado en consonancia con las demandas ecológicas que generaron
una disciplina especial, en la cual se decidió utilizar el término ambiental por encima
de los conceptos natural o ecológico.
Todo esto no se puede analizar ni es posible profundizar en ello desde un estudio
jurídico convencional que no considere relevante la base conceptual y los emblemas
discursivos que subyacen al entramado normativo, pues estos elementos han brindado
significaciones y contenidos desde la narrativa histórica a fin de desvelar los propó-
sitos ocultos y las relaciones de poder invisibilizadas. De esta suerte, se elige el camino
crítico reflexivo con una decidida convicción de explicarlo desde esa base epistémica.
En este sentido, la historia del derecho mexicano sirve como punto de partida para
esclarecer aspectos tan elementales como la fundamentación constitucional, los con-
ceptos normativos o la estructura de un marco legal. Asimismo, es necesario dejar de
manifiesto el sustento político y social que subyace a cada enunciado prohibitivo o
regulatorio, en el sentido de que no siempre se aborda desde la configuración de una
trama promovida por determinados actores que convergen bajo factores específicos
en un entorno contingente dado. En tal contexto, este trabajo pretende refrescar el de-
bate rumbo a la construcción jurídica de los derechos de la naturaleza en el sistema ju-
rídico mexicano, bajo fundamentos y bases axiológicas muy bien delimitadas y como
análisis historiográfico del derecho ambiental mexicano 143
apertura para su consideración dentro de un proceso de construcción discursiva al-
ternativo al elaborado de forma oficial y tradicional a través del devenir histórico, que
aún es incipiente, pero a la vez moroso respecto de la gravedad de la crisis ecológica
y los conflictos distributivos que enfrentamos en las sociedades latinoamericanas, en
particular en la mexicana.
Bibliografía citada
Amparo en Revisión 307/2016
2018 Primera Sala, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 18 de marzo de 2018,
México.
Anglés Hernández, Marisol, Montserrat Rovalo Otero y Mariana Tejado
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Estudio exploratorio de los derechos de acceso
del Acuerdo de Escazú en San José del Pacífico, Oaxaca
Oscar Jesse Rojas Ortiz
Omar Ávila Flores
Introducción
L a presente investigación se realizó en la agencia de San José del Pacífico, pertene-
ciente al municipio de San Mateo Río Hondo, en la región Sierra Sur de Oaxaca,
México. Esta localidad se caracteriza por regirse por Sistemas Normativos Indígenas
(sni), lo que la diferencia de la cabecera municipal, y su principal actividad productiva
es el ecoturismo, que permite una compatibilidad con el tema de estudio.
El Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y
el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, mejor
conocido como Acuerdo de Escazú —celebrado en 2018 y ratificado por México el 22
de enero de 2021—, representa un avance en materia de derechos humanos y medio
ambiente al ser el primer instrumento regional vinculatorio en esta área; además, la
reforma constitucional mexicana de 2012 complementa esta dualidad jurídica entre
derechos humanos y medio ambiente en su artículo 4. Este tema, aunque ha cobrado
fuerza en los últimos años, todavía es incipiente en México y, más aún, en los ámbitos
de aplicación local. Por tratarse de un asunto novedoso, aporta al análisis jurídico,
pues supone un reto al considerar de manera irrefutable los municipios como el nivel
de gobierno con mayor incidencia en la garantía de los derechos fundamentales.
147
148 discursos ambientales en américa latina
En el caso de la agencia de San José del Pacífico, se manifiesta la siguiente proble-
mática: existe un reducido cumplimiento en materia de transparencia, lo que limita
la participación de la población en el ejercicio de un derecho de acceso a la informa-
ción, en particular en materia ambiental. Asimismo, existen problemas ambientales
importantes como la disminución de la flora y la fauna, la ubicación de los residuos
sólidos, la deforestación, la contaminación del agua y una reducción de la comunica-
ción entre la agencia y la cabecera municipal para atender los servicios públicos. Todo
esto genera un distanciamiento en la instrumentación de los derechos de acceso.1
Por ello, el presente trabajo tiene como objetivo realizar un estudio exploratorio
sobre los derechos de acceso en la localidad de San José del Pacífico, Oaxaca, lo que
permitirá conocer el contexto en que estos podrán ser aplicados en la vida comuni-
taria; además, este trabajo podrá arrojar algunos lineamientos de aplicación en las
localidades de la región que comparten características políticas y sociales similares.
Este estudio es parte del proyecto titulado «Análisis económico, social y am-
biental del ecoturismo ¿Contribución al desarrollo sustentable en San José del Pacífico,
Oaxaca?», aprobado por el Programa para el Desarrollo Profesional Docente, para el
Tipo Superior (prodep), del cuerpo académico Ciudades, Territorio y Sustentabilidad
de la Universidad de la Sierra Sur, con clave de aprobación unsis-ca-21. Dicho pro-
yecto considera aportaciones recientes en trabajo de campo durante los meses de
mayo a agosto de 2021 (Rojas 2022).
La propuesta de estudio parte de un enfoque cualitativo y su alcance es explora-
torio y descriptivo sobre los puntos convergentes en la identificación de participación
social y el ejercicio del derecho a la información en materia ambiental o ecoturística.
El muestreo consistió en la elección de personas clave; particularmente se entrevistó
a autoridades de la agencia y del municipio. La recolección de evidencia de campo
quedó cubierta bajo la saturación de datos, lo que permitió validar la información y
anular la duplicación de estos.
1 Una de las características principales de los derechos de acceso es su interdependencia para la con-
secución de la democracia ambiental. La ausencia o reducción del acceso a la información en asuntos
ambientales impacta negativamente en los derechos de participación pública y en el acceso a la justicia
en asuntos ambientales, lo que pone en tela de juicio la capacidad del Estado de garantizar el derecho a
un medio ambiente sano. En consecuencia, se acentúa el distanciamiento de la instrumentación de los
derechos de acceso del Acuerdo de Escazú, siendo que dicho instrumento es vinculatorio para todas las
autoridades en México, incluidas las municipales.
estudio exploratorio de los derechos de acceso 149
Descripción del problema
El Acuerdo de Escazú establece la importancia de la cooperación estructural desde los
niveles internacional, regional, nacional y local para el pleno ejercicio de los derechos
de acceso. Por ello, el municipio, al ser el nivel de gobierno más cercano a la población,
es de suma importancia para la instrumentación de los lineamientos del acuerdo; no
obstante, existen ciertos obstáculos que difieren la instrumentación de estos derechos,
en función del derecho humano a un medio ambiente sano.
La activación de los derechos de acceso parte del derecho de acceso a la informa-
ción como una atribución de la persona, o incluso de la colectividad, a solicitar, buscar
y recibir información en materia de medio ambiente. Según la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (cepal), el acceso a la información ambiental con-
sidera dos elementos importantes: por un lado, la generación de información sobre
medio ambiente y, por el otro, la posibilidad de acceder a información pública (lo
que incluye la obligación del Estado de poner la información a disposición de todas
las personas de manera fácil y accesible). Es importante mencionar que en América
Latina y el Caribe son 22 los países que cuentan con una legislación particular sobre
acceso a la información (cepal 2018:45), lo cual muestra una tendencia favorable en
el reconocimiento de este derecho en su fase de implementación. Sin embargo, el reto
está condicionado en materia ambiental (Rojas 2022).
En el caso de México, uno de los obstáculos para materializar el acceso a la infor-
mación a nivel local, y con ello iniciar la instrumentación de los derechos de acceso,
parte de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública. En ella
se limitan las obligaciones de transparencia en los municipios que tienen menos de
70 000 habitantes, pues deberán ajustarse a sus posibilidades presupuestarias para
cumplir las obligaciones que establece la ley.
Si bien la transparencia gubernamental es una obligación del Estado, se vincula
con el acceso a la información como un elemento indispensable. Pérez y Terrazas
(s/f) sostienen que la transparencia no se limita a la posibilidad de obtener infor-
mación, sino que revela las acciones del gobierno y los procesos de toma de deci-
siones, lo que deberá estar bajo el escrutinio público. Además, en todos los conflictos
socioambientales, en cualquier nivel de gobierno, la relevancia de contar con informa-
ción ambiental, de participar e involucrarse en la toma de decisiones y de tener acceso
a la justicia en materia ambiental es fundamental para la formulación de demandas de
los distintos actores involucrados (cepal 2014:2).
150 discursos ambientales en américa latina
Por consiguiente, la mayoría de los municipios en el estado de Oaxaca no se
ajustan a las obligaciones nacionales; es, además, la entidad federativa con mayor nú-
mero de municipios a nivel nacional. De acuerdo con el Sistema de Transparencia
Municipal Oaxaca (sitram 2021), apenas un puñado de 27 municipios realizaron un
convenio con este sistema para divulgar vía internet, de manera subsidiaria, informa-
ción pública en materia de transparencia; esta misma lógica se encuentra en el artículo
30 de la Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno del
Estado de Oaxaca. Con esto se confirma un mayor distanciamiento en la materiali-
zación de los derechos de acceso, porque incluso no se consideró si los municipios se
regían por Sistemas Normativos Indígenas (sni) o por partidos políticos.
En tal sentido, San Mateo Río Hondo sigue la misma tendencia que la mayoría
de los municipios de Oaxaca, de incumplimiento de las obligaciones de transparencia
y, por lo tanto, en materia de derecho al acceso a la información; aunque el Plan
Municipal de Desarrollo (pmd) de San Mateo Río Hondo está alineado a la Agenda
2030 (sisplade 2021), su materialización real es poco objetiva, particularmente en
el aspecto ambiental. Además, la división del municipio en cinco agencias munici-
pales: San Ildefonso, San José del Pacífico, El Progreso, La Victoria y la Doncella, las
cuales se rigen por sni, provoca una limitada comunicación entre las autoridades de
la cabecera municipal y las de San José del Pacífico para visibilizar las oportunidades
de materialización de los derechos de acceso. Si bien el ecoturismo es la principal
actividad productiva tanto del municipio como de la agencia, las decisiones sobre ser-
vicios públicos y problemas ambientales se gestionan de forma independiente, lo cual
no permite conocer en qué medida las decisiones sobre el acceso a la información, la
participación pública y el acceso a la justicia en materia ambiental pueden adaptarse a
la vida comunitaria; esto porque, más allá de que el régimen de gobierno de la agencia
municipal se base en sni, las normas constitucionales no pierden vigencia. Además,
se debe considerar que los lineamientos del Acuerdo de Escazú son vinculatorios bajo
la nueva jerarquía normativa que establece el artículo 1 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos en materia de derechos humanos.
Breve perspectiva de los derechos de acceso en América Latina
Los derechos de acceso que establece el Acuerdo de Escazú representan una transi-
ción de criterios de protección establecidos en instrumentos internacionales del soft
estudio exploratorio de los derechos de acceso 151
law hacia un hard law; también representa una homologación entre el medio am-
biente y los derechos humanos, dos ámbitos que se han manejado separados desde los
inicios del derecho convencional contemporáneo. Así, la perspectiva axiológica de la
Declaración de Río de 1992 llevó al impulso de su principio 10, que permitió un con-
senso global y regional sobre su aplicación. Veinte años después, los países de América
Latina y el Caribe iniciaron dos etapas (una preparatoria y otra de negociación) para
aterrizar un instrumento vinculante sobre los derechos de acceso y dar vida al prin-
cipio 10. Dichas etapas sobre la aplicación del principio 10 fueron establecidas en la
Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en América Latina y el
Caribe, que proponía la elaboración de un Plan de Acción 2012-2014, con el apoyo de
la cepal como secretaría técnica (De Miguel y Tavares 2015:84). El resultado final fue
la creación del Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación
Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe
(Acuerdo de Escazú) en 2018, como un instrumento de carácter vinculatorio.
Si bien el Acuerdo de Escazú refleja una transición importante hacia normas de
aplicación imperativa, la realidad es que los países de América Latina y el Caribe ya
tenían ciertos avances en su normatividad interna. En la mayoría de ellos se considera
el acceso a la información en un rango constitucional, y al menos 22 han instrumen-
tado este derecho en leyes específicas. En estos últimos casos, las leyes pueden refe-
rirse a medio ambiente o a acceso a la información pública. Solo Argentina y Brasil
tienen una legislación particular sobre el acceso a la información ambiental (cepal
2018a:45). Un avance sustancial es la creación de órganos autónomos que garanticen
el acceso a la información, sobre todo en temas ambientales. Países como Chile, El
Salvador, Honduras, México y Panamá consideran en sus legislaciones la creación de
un órgano imparcial con la facultad de garantizar el derecho al acceso a la informa-
ción y de fiscalizar el cumplimiento de las disposiciones establecidas en la materia
(cepal 2018a:48).
También, la Corte Interamericana de Derechos Humanos abona a la proyec-
ción del derecho al acceso a la información en la interpretación del artículo 13 de la
Convención Americana de Derechos Humanos, en concreto en el caso Claude Reyes
y otros vs. Chile de 2006. Así, se reconoce que el acceso a la información pública es un
derecho humano que contempla dos vertientes: la primera es el derecho del individuo
a recibir información, e incluso a recibir una respuesta que incluya una justificación
cuando, por alguna razón permitida por la convención, el Estado pueda restringir
el acceso a la información por algún motivo específico; la segunda es la obligación
152 discursos ambientales en américa latina
positiva del Estado de otorgar información que esté en su posesión, la cual debe en-
tregarse sin la necesidad de justificar algún interés (Kravchenko 2009:230). Al tratarse
de una sentencia de la Corte, la disposición es de carácter vinculatorio para Chile y
orientador para todos los Estados parte de la Convención.
También, en la mayoría de los países en la región se han incluido disposiciones
relacionadas con la participación ciudadana en la legislación en materia de medio
ambiente o bien en leyes particulares o temáticas. La participación ciudadana que
más límites encuentra es la relativa a las acciones de gobierno y sus instrumentos, en
los ámbitos de la política, planes y estrategias, lo que se establece de manera discre-
cional; esta participación tiene dos vertientes: la articulada y la directa. En la primera,
algunos avances en este rubro son la creación de consejos consultivos especializados
que tienen la facultad de pronunciarse y hacer observaciones a los planes, políticas o
presupuesto; países como Brasil y México se ubican en este supuesto. En la segunda,
destaca la creación de leyes sobre la participación ciudadana y el establecimiento
de mecanismos para fomentar dicha participación en países como Bolivia, Chile,
Colombia, Ecuador, Honduras, Nicaragua, Perú y Uruguay (cepal 2018a:74)
Cabe recalcar que la participación ciudadana en los países de la región presenta
desafíos importantes como los siguientes: está sujeta a instancias formales, en las
que se consideran figuras jurídicas para su actuación, tal como la consulta pública;
la participación está sujeta, entonces, a que los interesados muestren a las autoridades
un interés jurídico (cepal 2018a:78), entre otros. En tal sentido, en el Amparo en
Revisión 307/2016, resuelto por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (scjn) en
México, la Corte resolvió que tiene el interés legítimo para activar el recurso del am-
paro la persona que acredite el vínculo entre su derecho al medio ambiente sano y
los servicios ambientales del ecosistema que pueda ser afectado por alguna actividad
humana. Esto demuestra la participación directa de cualquier persona para influir en
la toma de decisiones bajo el principio in dubio pro natura (scjn 2020:100),2 lo que
está estrechamente ligado con el activismo judicial.
El acceso a la justicia implica la posibilidad de obtener una solución pronta y ex-
pedita ante una instancia judicial o administrativa, por un conflicto jurídico relativo
al medio ambiente, considerando un trato igualitario y justo ante dichas resoluciones
2 Este principio implica que, si en un proceso existe una colisión de derechos entre el medio am-
biente sano y otros intereses y la información es limitada para conocer el alcance de riesgo y daño, de-
berán tomarse las medidas necesarias a favor de la protección del medio ambiente (Amparo en Revisión
307/2016 de la scjn).
estudio exploratorio de los derechos de acceso 153
(cepal 2018a:111). En tal sentido, los países de la región consideran en un rango cons-
titucional garantías de protección judicial en materia ambiental; al menos 13 países ya
cuentan con tribunales (judiciales o administrativos) especializados en asuntos am-
bientales (cepal 2018a:112). En este sentido, el Acuerdo de Escazú menciona en su
artículo 8.3 que, para garantizar el acceso a la justicia en asuntos ambientales, cada
Estado parte debe contar con órganos estatales competentes con conocimientos es-
pecializados en el renglón ambiental. Esto confirma una tendencia interdisciplinaria
de los tribunales. Tales avances son palpables en los casos de Trinidad y Tobago, que
cuenta con una Corte Especializada en asuntos ambientales, que será activada por
conducto de la Comisión Ambiental; también, países como Costa Rica y Chile han
adoptado el establecimiento de tribunales especializados con jurisdicción ambiental
(De Miguel y Tavares 2015:79). En México, la legislación considera algunos intentos,
tales como la activación de acciones colectivas, las cuales protegen derechos difusos
y colectivos ante una afectación ambiental, aunque dichas acciones se desahogan
por medio de los tribunales federales en materia civil, según el Código Federal de
Procedimientos Civiles, a partir de su Libro Quinto. Un tema pendiente para México
es la creación de los Juzgados de Distrito especializados en materia ambiental, que
debieron establecerse en un lapso no mayor a dos años a partir de la entrada en vigor
del decreto de 2013, de acuerdo con el artículo tercero transitorio de la Ley Federal de
Responsabilidad Ambiental.
Cabe mencionar que una de las herramientas más importantes sobre los dere-
chos de acceso es el Índice de Democracia Ambiental (ida), el cual es la primera
plataforma en línea que permite visualizar el progreso de 70 países en cuanto a la
promulgación de leyes nacionales en materia de transparencia, acceso a la justicia
y participación ciudadana en la toma de decisiones en asuntos ambientales (World
Resources Institute 2015a:1). Según los resultados del ida en 2015, entre los 10 países
mejor evaluados se encuentran dos latinoamericanos, Panamá y Colombia; ambos
son parte de la Declaración sobre la Aplicación del Principio 10 en América Latina y
el Caribe (World Resources Institute 2015b). Aunque este índice no proporciona un
método de estandarización de la aplicación de la ley ni evalúa las leyes a un nivel sub-
nacional, sí muestra el cumplimiento del Estado en cuanto a su producción legislativa
en la materia.
154 discursos ambientales en américa latina
En contraste está el Índice de Estado de Derecho (ied),3 que considera entre sus
indicadores el gobierno abierto y los derechos fundamentales. En tal sentido, 18 países
de América Latina y el Caribe 4 se ubican en un rango de ingreso medio alto, incluidos
Colombia y México; ocho países de la región en un rango de ingreso alto, entre otros
Chile, Panamá y Uruguay; cuatro países de un rango de ingreso mediano bajo, donde
figuran tres de Centroamérica y Bolivia, y ningún país de la región está en condición
de ingreso bajo. La importancia de esta herramienta radica en la evaluación del go-
bierno abierto, que incluye como derechos el acceso a la información, la participación
cívica y mecanismos de queja. Como se visualiza, Panamá y Colombia, que estaban
en el rango 10 de los mejores países en el ida en 2015, cambiaron de posición con
indicadores del ied más profundos: Panamá se posiciona en el lugar 63 a nivel global
y 15 regional, mientras que Colombia está considerado en el lugar 77 a nivel global y
19 regional (World Justice Project 2020:20-21). Esto es significativo, pues no solo la
incorporación de disposiciones normativas a nivel constitucional y en la legislación
nacional son importantes, sino su efectividad en distintos niveles de gobierno, sobre
todo en el ámbito municipal, lo que es un reto permanente para los países de la región.
Algunas consideraciones sobre los derechos de acceso en el ámbito local
La instrumentación como derechos del acceso a la información ambiental, a la par-
ticipación pública en los procesos de toma de decisiones en asuntos ambientales y el
acceso a la justicia en asuntos ambientales en el ámbito local es un reto, pues existen
pocas evidencias de su aplicación que permitan dimensionar su efectividad. Un
antecedente importante de estos derechos fue la implementación del Convenio de
Aarhus,5 donde se observó en las 17 comunidades autónomas de España y sus dos ciu-
dades autónomas (Ceuta y Melilla) sobre la demanda de información en materia am-
biental en 2012. En ese periodo, de las 350 000 solicitudes de información ambiental
3 De acuerdo con el World Justice Project, este índice es una herramienta que presenta un panorama
del Estado de derecho en 128 países, al asignar puntajes y rankings en ocho factores, tales como: límites
al poder gubernamental, ausencia de corrupción, gobierno abierto, derechos fundamentales, orden y
seguridad, cumplimiento obligatorio, justicia civil y justicia penal (World Justice Project 2020).
4 El Índice de Estado de Derecho considera a 30 países de América Latina y el Caribe.
5 Convenio sobre el Acceso a la Información, Participación Pública en la Toma de Decisiones y
Acceso a la Justicia en materia Medio Ambiental. Instrumento creado por el marco de la Comisión
Económica de las Naciones Unidas para Europa (unece) y suscrito por países europeos en 1998.
estudio exploratorio de los derechos de acceso 155
ante las oficinas o Unidades de Información y Atención al Ciudadano en ese país, el
40.7 % se presentó ante la administración autonómica. Los resultados muestran que
las solicitudes de información ambiental se relacionaron: 16.5 % con el tema del agua,
15.8 % con energía y 15.0 % con el tema de radiación/residuos. Para estas solicitudes,
los medios más utilizados fueron el correo postal, 72 %, y el correo electrónico, 63 %
(Cobo Serrano 2014:43-44), lo que pudiera contrastar con la mayor utilización de
tecnologías.
En el caso mexicano, los derechos de acceso en un ámbito local o municipal se
han manifestado tibiamente en amparos en revisión por la Suprema Corte de Justicia
de la Nación (scjn), los cuales existen antes y después de la creación del Acuerdo
de Escazú; no obstante, este tribunal máximo incorpora directrices interesantes que
sirven de base para los derechos de acceso. Mostramos a continuación dos ejemplos.
En cuanto al derecho al acceso a la información en asuntos ambientales, en el
Amparo en Revisión 1890/2009 del 7 de octubre de 2009 se analiza la negación de una
solicitud de acceso a la información ambiental en relación con las actividades de tres
plantas de producción en el Estado de México y en Coahuila. La scjn (2020:120) de-
terminó los siguientes criterios: toda información de carácter medioambiental en po-
sesión del Estado es información pública, aun cuando el Estado no la haya generado, y
el derecho a un medio ambiente adecuado, regulado por el artículo 4 constitucional e
instrumentos internacionales en la materia, es de carácter difuso. Esto sienta las bases
de la trilogía jurídica de protección: derecho a la información, el medio ambiente y los
derechos humanos.
En cuanto a participación ciudadana en materia ambiental, destaca el Amparo
en Revisión 307/2016 del 14 de noviembre de 2018. El ayuntamiento de Tampico,
Tamaulipas, aprobó el proyecto Parque Temático Ecológico Centenario, el cual
afectó más de 16 hectáreas de manglares colindantes con el humedal de la Laguna del
Carpintero. En tal sentido, dos mujeres interpusieron un amparo por la violación de
su derecho a un medio ambiente sano y, al sobreseerse el juicio, la scjn lo atrajo a revi-
sión y determinó los siguientes criterios: el Principio 10 de la Declaración de Río sobre
el Medio Ambiente y Desarrollo, así como el Acuerdo de Escazú, incluyen la obliga-
ción del Estado de garantizar un entorno propicio para que las personas promuevan
la protección del medio ambiente, lo cual implica, en relación con el principio de
participación ciudadana, la proactividad del Estado para hacer valer la normativa am-
biental; se acredita el interés legítimo de la persona para alegar su afectación cuando
156 discursos ambientales en américa latina
un determinado ecosistema se pone en riesgo, así como la persona o comunidad,
por la reducción de los servicios ambientales, y se incluyen las herramientas del juez
sobre la reversión de la carga probatoria conforme al principio de precaución (scjn
2020:124).
Materiales y métodos
En este trabajo se propone una investigación cualitativa. Según Martínez Miguélez
(2008:226), una investigación no atiende un problema específico, sino un área más
amplia en la cual puede haber muchos problemas entrelazados. De esta manera, el
enfoque cualitativo hace referencia a las condiciones particulares de un objeto de es-
tudio; se trata de un análisis a profundidad de solo un segmento de la realidad (Olvera
García 2015:205), en el que quien investiga explora de cerca un fenómeno, persona o
grupo, y eso le permite manejar un proceso flexible para moverse desde lo antropoló-
gico, lo jurídico y lo social de la investigación (Olvera García 2015:139).
El alcance del estudio es de carácter exploratorio y descriptivo. El primero parte
de que los derechos de acceso, en función del derecho humano a un medio ambiente
sano, son relativamente novedosos, y los estudios a este nivel de gobierno local (co-
munitario) han sido todavía poco explorados. En el área jurídica, según Tantaleán
Odar (2015:5), este tipo de trabajos reflejan aproximaciones iniciales; sin embargo,
permiten identificar conceptos, variables y prioridades, y sugieren postulados verifi-
cables. No obstante, el carácter de esta investigación abre espacio para un análisis más
profundo. Asimismo, es descriptivo debido a que los derechos de acceso pretenden
detallar las condicionantes de estas prerrogativas, sobre todo en la agencia de San José
del Pacífico, que se rige bajo un sni.
Desde un enfoque de investigación jurídica, el presente trabajo se alinea más
hacia una investigación jurídico-sociológica. Según Carrillo Mayorga (2018:308), este
tipo de investigación estudia el derecho en la vida social, en su práctica social, en un
mundo material, y se orienta a analizar la condicionalidad social del derecho y los
efectos de este en la sociedad. De ese modo, en la investigación, al estudiar la perti-
nencia de los derechos de acceso, que imprimen el derecho humano al medio am-
biente sano, se analiza una dualidad jurídica, tanto de derechos como de obligaciones,
y sus efectos jurídicos en los participantes.
estudio exploratorio de los derechos de acceso 157
La selección de la muestra se determinó como intencional. Se eligieron una serie
de criterios para obtener una unidad de análisis. En tal caso, Hernández, Fernández
y Baptista (2010:409) hacen referencia a que se establecen unidades de análisis, como
papeles o roles, grupos de personas o procesos, por mencionar algunos. Nos enfoca-
remos en los roles, los cuales son unidades articuladas conscientemente que definen
en lo social a las personas. Entonces, es importante conocer quiénes figuran como
autoridades de la agencia, como autoridades municipales y también como ciudadanos
en relación con los derechos de acceso.
El instrumento que permitió la recolección de datos fue la entrevista, que es un
proceso más íntimo, flexible y abierto. Hernández, Fernández y Baptista (2010:449) la
definen como una reunión para conversar e intercambiar información entre una per-
sona (entrevistadora) y otra (entrevistada); en ella, a través de preguntas y respuestas
se logra una comunicación y la construcción de significados. El tipo de entrevista que
se utilizó fue la semiestructurada, en la que quien investiga dispone de una serie de
temas que deben trabajar a lo largo de la conversación, pero el formato permite de-
cidir libremente sobre el desarrollo de los temas y las formas de plantear las preguntas
(Carrillo Mayorga 2018:174). Las autoridades locales entrevistadas fueron el alcalde
municipal, el agente municipal, el comisariado de bienes comunales y el presidente
municipal.
En las preguntas establecidas en el proyecto matriz se consideraron tres apar-
tados: ambiental, económico y social. Para fines de este trabajo se abordarán los ru-
bros ambiental y social.
Adicionalmente, se utilizó el instrumento de la encuesta a través de un mues-
treo no probabilístico, lo que se ajusta a una investigación no experimental en la cual
el estudio se realiza sin interferencias intencionales, observando en su ambiente na-
tural para, posteriormente, analizar el fenómeno (Hernández, Fernández y Baptista
2010:149). En tal sentido, la encuesta permitió complementar la información obtenida
por el instrumento de la entrevista.
Zona de estudio
La localidad de San José del Pacífico es una agencia del municipio de San Mateo Río
Hondo, ubicada en el distrito de Miahuatlán de Porfirio Díaz, región Sierra Sur de
158 discursos ambientales en américa latina
Oaxaca. Tiene colindancias con los siguientes municipios: al norte con Santa Lucía
Miahuatlán, San Andrés Paxtlán y San Sebastián Río Hondo; al este con San Sebastián
Río Hondo, Santa María Ozolotepec y San Miguel Suchixtepec; al sur con San Miguel
Suchixtepec, San Pedro el Alto y San Agustín Loxicha, y al oeste con San Agustín
Loxicha, San Miguel Coatlán y Santa Lucía Miahuatlán (Secretaría de Finanzas
Oaxaca 2021:18).
Mapa 1. Ubicación de la agencia de San José del Pacífico, Oaxaca
Fuente: elaboración propia con base en el Marco Geoestadístico (inegi 2021a).
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del inegi (2021b:542), la po-
blación de San Mateo Río Hondo era de 3 207 habitantes —1 636 mujeres y 1 571 hom-
bres—, con una población promedio de 29 años. Particularmente, la población de San
José del Pacífico representaba 16 % de la población municipal en 2010, según datos de
la Secretaría de Finanzas de Oaxaca (2021:74).
estudio exploratorio de los derechos de acceso 159
Como parte de los resultados de la investigación de campo, se confirmó que para
la elección de autoridades municipales la forma de gobierno utilizada es por partidos
políticos, mientras se emplea el sni para la elección de autoridades de las agencias, lo
que incluye la de San José del Pacífico.
Según el pnd 2019-2021, en el tema de transparencia se indica que las autoridades
dan a conocer sus acciones de gestión e inversión por medio de la asamblea del pueblo
y con la presentación del informe anual de gobierno, por lo que se confirma que no
existe un sitio web u otro medio para poner a disposición información de carácter
público.
Resultados
Como se mencionó, las entrevistas a las autoridades locales se dividieron en tres di-
mensiones: ambiental, económica y social. Para fines de este trabajo abordaremos la
primera y la tercera, que se desglosan a continuación.
Dimensión ambiental. Entrevistas a autoridades. En el proyecto matriz se conside-
raron 11 preguntas abiertas, pero para el propósito de este trabajo únicamente toma-
remos en cuenta tres, que son: 1) ¿existe alguna política pública o algún documento
por parte de las autoridades correspondientes para resarcir los problemas ambientales
de la localidad?, 2) ¿considera que su localidad está en riesgo ambiental?, y 3) ¿qué
mecanismos de control interno tienen para preservar sus recursos? Estas preguntas
no fueron limitativas, pues al establecerse como entrevistas semiestructuradas, el
cuestionamiento permitió mayor extensión. A continuación se resumen los resultados.
I. Las cuatro autoridades entrevistadas coincidieron en que no existe un regla-
mento para la atención de los problemas ambientales (F. Ramírez, F. Cruz, A. Ramírez
y J. López, comunicación personal, agosto 2021). Esto es importante debido a que el
municipio tiene la facultad de establecer reformas a su Bando de Policía y Gobierno
y de crear reglamentos sobre la materia, según el artículo 138 de la Ley Orgánica
Municipal del Estado de Oaxaca. Adicionalmente, el artículo 140, fracción III, del
mismo ordenamiento, establece el propósito de estimular el cuidado y la conservación
del medio ambiente.
En el caso de las autoridades de la agencia municipal, mencionaron que la forma
de organización social es la asamblea, y que la comunicación gobierno-ciudadano
160 discursos ambientales en américa latina
principalmente se establece de manera frontal u oral; no obstante, indicaron la impor-
tancia de trabajar con un reglamento local, que por el momento no existía (F. Ramírez,
F. Cruz y A. Ramírez, comunicación personal, agosto 2021).
II. Las cuatro autoridades manifestaron que el problema ambiental más urgente
era una plaga de un bicho llamado coloquialmente «descuartizador», por lo que se
habían visto en la necesidad de talar árboles infectados. También resaltaron su cola-
boración con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (semarnat) a
través de un programa de manejo forestal para reducir la plaga (F. Ramírez, F. Cruz,
A. Ramírez y J. López, comunicación personal, agosto 2021).
Se evidenció que, debido a la tala de árboles, existían problemas con el agua. Los
ríos importantes que están cerca de San José del Pacífico son el Copalita y el de Barra
Colotepec, lo que permite la formación de arroyos, pero consideraban que estos se
verían seriamente afectados en el corto plazo.
Además de la plaga y la tala, la reforestación era mínima. Los permisos que se
otorgaban para la explotación de madera no eran supervisados de modo adecuado
por las dependencias federales, tales como la semarnat o la Procuraduría Federal de
Protección al Ambiente (profepa); además, estas dependencias no habían impuesto
ninguna multa administrativa.
Asimismo, tres de las cuatro autoridades indicaron que los residuos sólidos eran
un problema importante; incluso, aunque la agencia municipal contaba con contene-
dores, la recolección y la disposición final de residuos sólidos no seguía una planea-
ción correcta, sobre todo los desechos de plástico o similares (F. Ramírez, F. Cruz, A.
Ramírez, comunicación personal, agosto 2021).
III. La forma más habitual de conservar los recursos naturales era por medio de
tequio o comités, lo que estaba sujeto a la convocatoria de las autoridades de la agencia
para promover la participación comunitaria. También consideraron que el programa
de pago por servicios ambientales para la conservación de bosques era precario de-
bido a que eran pocas las personas que se involucraban en ese programa por dos
razones principales: primero, por la falta de acercamiento de la semarnat a la pobla-
ción de la agencia y, segundo, porque los pagos eran bajos, lo que dificultaba que las
personas pudieran dedicar sus esfuerzos a dicha actividad. Asimismo, la supervisión
de las dependencias federales sobre la revisión de trabajos de poda, siembra, limpia,
acarreo, etcétera, no era regular.
La difusión o el acceso a la información en cuestiones ambientales se realizaba de
manera tradicional. Esto significa que, aunque existe información, esta no se halla en
estudio exploratorio de los derechos de acceso 161
archivos o documentos formales o en medios electrónicos donde la población pueda
consultar el estado que guarda la cuestión ambiental, lo que puede limitar la participa-
ción pública y la toma de decisiones de personas interesadas o afectadas.
Dimensión social. Entrevistas a autoridades. De las 10 preguntas del proyecto ma-
triz únicamente se consideraron las siguientes para este trabajo: 1) ¿el ecoturismo pro-
porciona malestar en la comunidad rural?, o ¿hay algún malestar social por la llegada
de turistas?, y 2) ¿cómo considera que se encuentran los niveles de organización co-
munitaria?, o ¿quiénes están incluidos en la organización comunitaria? De lo anterior
se obtuvo lo siguiente:
I. Las principales quejas hicieron referencia a los servicios públicos de agua y de
recolección de residuos sólidos. Las autoridades de la agencia revelaron que la dis-
minución del volumen del recurso ha generado que las personas que deseen invertir
en San José del Pacífico tomen en consideración que serán ellas quienes asuman el
acarreo y el suministro del líquido, pues el municipio la suministra para consumo
doméstico, pero la restringe para actividades productivas (F. Ramírez, F. Cruz y A.
Ramírez, comunicación personal, agosto 2021). Esta disparidad en el suministro de
agua se debe principalmente a la falta de regulación, pues en las tarifas únicamente se
especifica que esta se destina para fines domésticos y no comerciales.
II. Este punto presentó disparidades entre las autoridades entrevistadas. Para el
presidente municipal, en temas como ecoturismo o medio ambiente se realiza una
gestión limitada a través de la regiduría de turismo (J. López, comunicación personal,
agosto 2021), por lo que las medidas no tienen la fuerza institucional suficiente para
que la población se involucre en la conservación o coopere socialmente. Dicha auto-
ridad considera que la forma de gobierno por asamblea ofrece mayor legitimidad y
permite una colaboración con la sociedad más profunda.
Para las autoridades de la agencia, la participación social era buena, no obstante,
se generaba un sesgo importante al no incluir a las mujeres en la toma de decisiones
comunitarias. Revelaron que las mujeres tenían poca presencia en la vida política de la
agencia, lo que contrastaba con la cabecera municipal, donde estas se habían enrolado
en cargos de autoridad, asumiendo como regidoras y hasta candidatas para la presi-
dencia municipal. Mas, aunque los entrevistados confirmaron que las mujeres podían
ser propuestas para cargos, las votaciones no confirmaban su continuidad, por lo que
quedaban relegadas (F. Ramírez, F. Cruz y A. Ramírez, comunicación personal, agosto
2021). Esto sin duda limita la participación pública en asuntos ambientales, sobre todo
considerando que las mujeres representan algo más de 50 % de la población.
162 discursos ambientales en américa latina
A continuación pasamos a analizar las encuestas. Para el proyecto matriz se inte-
rrogó a 26 personas sobre tres dimensiones: ambiental, social y económica. La reco-
lección de datos se cumplió bajo la saturación de estos con la finalidad de evitar du-
plicación de información. Para este trabajo únicamente se consideraron las preguntas
relacionadas con los derechos de acceso, en las dimensiones ambiental y social, lo que
se describe a continuación.
Dimensión ambiental. Encuesta. Se incluyeron las siguientes preguntas: 1) ¿qué
acciones realizan para la conservación del agua?, 2) ¿de qué forma desechan sus resi-
duos generados en su hogar o comercio?, 3) ¿sabe si existe algún reglamento sobre el
impacto del ecoturismo en los recursos naturales?, y 4) ¿realiza algún tipo de tequio
en su comunidad para el cuidado de los recursos naturales?
En cuanto a las acciones de conservación del agua, como se observa en el cuadro 1,
18 personas encuestadas se involucraban de manera regular en acciones de este tipo,
sobre todo cuando este recurso estaba poco regulado institucionalmente desde las
autoridades locales.
Cuadro 1. Acciones de conservación del agua
Respuesta a pregunta 1
Limpieza Ninguna Otra (reciclan, tequio, reutilizan)
13 8 5
Fuente: elaboración propia con datos de encuesta a la población, San José del Pacífico, Oaxaca, 2021.
En cuanto a la ubicación de residuos sólidos, considerada en la pregunta 2 (véase
cuadro 2), la encuesta reveló que 80 % de la población consultada los quemaba, y de
ese modo se producía una alta contaminación que no estaba prevista como problema
en las acciones de gobierno. Por lo tanto, no se llevaban a cabo acciones concretas
dirigidas a promover, proteger, respetar y garantizar el derecho humano a un medio
ambiente sano, partiendo de que ese derecho tenía un carácter difuso. También las
encuestas mostraron que las autoridades no generaban información suficiente en re-
lación con el estado que guardaba el medio ambiente y la forma de conservación.
Cuadro 2. Desecho de residuos sólidos en los hogares
Respuesta a pregunta 2
Los queman Los depositan en el contenedor Otro (clasificar)
21 3 2
Fuente: elaboración propia con datos de encuesta a la población, San José del Pacífico, Oaxaca, 2021.
estudio exploratorio de los derechos de acceso 163
En cuanto a la tercera pregunta, los resultados confirmaron la ausencia de co-
nocimiento de un reglamento municipal o local en este tema (véase cuadro 3), pues
69 % de la población encuestada no lo conocía. Por otra parte, en las entrevistas a las
autoridades de la agencia estas manifestaron que estaban emprendiendo el diseño de
un reglamento comunitario, el cual consideraría asuntos de prestación de servicios
turísticos y de medio ambiente, aunque tenían dificultades para transitar de una toma
de decisiones regulada por la asamblea a una de derecho positivo.
Cuadro 3. Conocimiento sobre reglamentación municipal en materia de medio ambiente
Respuesta a pregunta 3
No Sí Sin responder
16 8 2
Fuente: elaboración propia con datos de encuesta a la población, San José del Pacífico, Oaxaca, 2021.
En las encuestas se observó que mayormente la población realizaba tequios para
el cuidado del medio ambiente (véase cuadro 4); esto, sin embargo, con dos matices: el
primero es que los tequios se realizaban bajo la iniciativa de las autoridades de la
agencia, lo que daban a conocer en las asambleas comunitarias; y el segundo es que el
tequio era efectivo en espacios comunes, pero en los privados —existe una tendencia
de cambio de régimen de propiedad de la tierra hacia la propiedad privada— las au-
toridades locales no intervenían y, como se confirmó en las entrevistas, las sanciones
sobre tala de árboles o contaminación del agua vinculaban a las autoridades federales.
Cuadro 4. Tequio que se presta en la comunidad
Respuesta a pregunta 4
Sí realizan No realizan
22 4
Fuente: elaboración propia con datos de encuesta a la población, San José del Pacífico, Oaxaca, 2021.
Dimensión social. Encuesta. Las preguntas seleccionadas en esta dimensión
fueron las siguientes: 1) ¿ha solicitado información a alguna autoridad municipal
sobre cómo participar o ser parte de algún proyecto ecoturístico?, 2) para algún fin
social, colectivo o comunitario, ¿ha solicitado alguna vez información a alguna oficina
de gobierno sobre programas de gobierno que apoyen proyectos ecoturísticos?, y 3)
para dar su opinión, quejarse, denunciar o resolver un problema colectivo, social o
comunitario asociado con el ecoturismo que le afectaba a usted y a otras personas
164 discursos ambientales en américa latina
(ya sea a través de sitios web, visitas personales, correos electrónicos, cartas u otros
medios), ¿alguna vez contactó a alguna autoridad municipal?
Las preguntas seleccionadas reflejaban una relación estrecha entre la actividad
turística y la conservación del medio ambiente. Se consideró así debido a que la ac-
tividad ecoturística involucraba a todos los encuestados, e incluso a las autoridades
entrevistadas, por ser el principal tema de interés para la localidad de San José del
Pacífico.
En cuanto a la frecuencia con la que se dirigieron solicitudes de información indi-
vidual a alguna de las autoridades locales sobre temas relativos al ecoturismo o al medio
ambiente, las encuestas revelaron que no es algo cotidiano en la ciudadanía (véase
cuadro 5). Por lo tanto, no se puede afirmar que exista una violación al derecho humano
relacionado con el acceso a la información ambiental por una acción de gobierno, sino
más bien por una omisión. En este último punto, la omisión parte de no poner la in-
formación a disposición de la ciudadanía, que de ese modo podría tener conocimiento
suficiente sobre los recursos de activación entre gobierno-ciudadanos.
Cuadro 5. Frecuencia de solicitudes de información individual
Respuesta a pregunta 1
Sí (algunas veces) Nunca
6 20
Fuente: elaboración propia con datos de encuesta a la población, San José del Pacífico, Oaxaca, 2021.
La frecuencia de solicitudes de forma organizada en un grupo social, colectivo o
comunitario en cuestiones ecoturísticas fue escasa (véase cuadro 6), pues únicamente
tres personas de 26 realizaron alguna petición. Podemos afirmar por estos resultados
que el sni en San José del Pacífico no fomenta la organización social fuera de un es-
quema de asamblea o tequio, lo que está ligado a fines comunitarios.
Cuadro 6. Frecuencia de solicitudes de información social, colectiva o comunitaria
Respuesta a pregunta 2
Sí (algunas veces) Nunca Sin contestar
3 19 4
Fuente: elaboración propia con datos de encuesta a la población, San José del Pacífico, Oaxaca, 2021.
estudio exploratorio de los derechos de acceso 165
En cuanto a la frecuencia con que la gente mostró alguna opinión, queja o de-
nuncia para resolver problemas colectivos, sociales o comunitarios, los resultados
mostraron mayor participación social para recurrir a las autoridades en casos de pro-
blemas ecoturísticos que afectaran a la colectividad (véase cuadro 7). Sin embargo,
en casi la mitad de las quejas las personas decidieron no recurrir a las autoridades
municipales. En este sentido, no puede afirmarse que exista acceso a la justicia admi-
nistrativa en asuntos ambientales, pues es necesario conocer los casos concretos y sus
resoluciones. Sin embargo, la frecuencia de presentación de quejas permite conocer
que casi la mitad de las personas conocían las vías instituciones para interponer re-
cursos de queja.
Cuadro 7. Frecuencia de opinión, queja o denuncia para resolver problemas colectivos, sociales o comunitarios
Respuesta a pregunta 3
Sí (algunas veces) Sí (muchas veces) Nunca Sin contestar
12 1 12 1
Fuente: elaboración propia con datos de la encuesta a la población, San José del Pacífico, Oaxaca, 2021.
Conclusiones
Se afirma que tanto las autoridades locales como la población conocen las proble-
máticas ambientales, y se admite que existe comunicación entre las autoridades y la
población en cuanto a la atención de problemas ambientales urgentes a través del
tequio o los comités; aunque sin una planificación regular, y que de manera recurrente
la población participa presentando quejas sobre temas vinculados con el ecoturismo.
Sin embargo, este último punto no pudo considerarse como acceso a la justicia, pues
no se distinguió la forma de solución de conflictos ambientales ni su resolución a
través de alguna instancia administrativa o judicial.
Algunas conclusiones relevantes son las siguientes: la pertinencia de los derechos
de acceso en San José del Pacífico, Oaxaca, está condicionada por las dilaciones en la
función legislativa en materia ambiental por parte de las autoridades locales; también,
existe un alejamiento entre las autoridades municipales y las de la agencia en cuanto
a la resolución de problemas ambientales por las diferencias en la forma de gobierno,
lo que obstaculiza la gestión en dicho rubro; la falta de inclusión de las mujeres en los
procesos de toma de decisiones en la agencia municipal retrae la construcción de una
166 discursos ambientales en américa latina
sociedad igualitaria y justa; y las solicitudes de información de manera individual y
colectiva son escasas, lo que demuestra poca proactividad tanto de las autoridades
locales —para poner a disposición información suficiente y oportuna— como de la
población para solicitarla, lo que confirma que San José del Pacífico sigue la tendencia
de la mayoría de municipios de Oaxaca en esta materia.
La instrumentación del Acuerdo de Escazú en los municipios y las comunidades,
sobre todo en aquellos regidos por sin, como es el caso de San José del Pacífico,
debe considerar un tratamiento diferenciador, en el que los conceptos de derechos
humanos, y específicamente los derechos de acceso, sean entendidos y aplicados en
términos de los propios sni. Este, más que el cumplimiento o no de los derechos de
acceso que establece el Acuerdo de Escazú, es un punto de inflexión hacia el camino
de la emancipación, donde el engranaje de estos derechos en la vida comunitaria de-
pende de un menor formalismo jurídico —que tiende hacia el discurso permisivo en
el reconocimiento de los sni— y de su efectividad como normas válidas, lo que puede
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Evasiones a la rendición de cuentas y al acceso
a la información pública como generadores
de conflictos ambientales. El caso de la cervecera
Constellation Brands en Mexicali, Baja California
Milthon Minor Montes
Introducción
L a rendición de cuentas y el acceso a la información pública son elementos claves
para alcanzar la calidad democrática nacional. Representan la posibilidad de que
la ciudadanía pueda revisar, vigilar y evaluar las decisiones tomadas desde el poder
con respecto al uso de los recursos públicos y a la autorización de proyectos en los
que se comprometen los recursos naturales de uso común. Carecer de transparencia
gubernamental puede consentir la corrupción entre las autoridades y otros grupos
de interés, así como fomentar la ignorancia en la comunidad, poca participación
ciudadana y hasta la protesta social. En este capítulo se plantea un análisis de caso
sobre la opacidad con la que se desarrolló el proceso de instalación de la cervecera
trasnacional Constellation Brands desde su llegada a Mexicali, Baja California, en
2015. La premisa principal del estudio versa sobre los límites impuestos desde el go-
bierno de Baja California al derecho a la información, que debería ser garantizado de
acuerdo con lo establecido en el artículo 6º de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos y con diversas leyes federales y estatales.
169
170 discursos ambientales en américa latina
Se trata, entonces, de un estudio en el que se relacionan al menos cuatro derechos
humanos: los derechos a un medio ambiente sano y a contar con agua potable, garan-
tizados en el artículo 4º, y los derechos al acceso a la información y a la libertad de
expresión presentes en los artículos 6º y 7º, todos constitucionales. La relación entre
estos derechos está vinculada con la calidad de vida en el presente y el futuro de las
personas en México. Además, en el análisis se tratan posibles violaciones al Acuerdo
Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a
la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, conocido como
Acuerdo de Escazú (2018), el cual busca luchar contra la discriminación y garantizar
los derechos de las personas a un medio ambiente sano.
La instalación de la cervecera se convirtió en un conflicto socioambiental de gran
relevancia para Mexicali derivado de los riesgos y las repercusiones directas sobre la
naturaleza que tendría el consumo de agua, pues la empresa planteaba operar en una
zona semidesértica y con sus acuíferos sobreexplotados (Cortez-Lara 2019a, 2019b).
Además, contribuyeron al conflicto el uso discrecional de recursos públicos otorgados
por el gobierno del estado para promover la construcción de la planta, la generación
de un decreto de ley aprobado por el Congreso del Estado en 2016 para garantizarle
a la trasnacional agua, terrenos y energía, y el otorgamiento de infraestructura para
facilitar la logística de la empresa y la construcción de un acueducto de 46.7 kilóme-
tros de longitud que costó más de 549 millones de pesos, el cual al final fue cancelado
por diversas irregularidades y por presión de los agricultores del valle de Mexicali
(Heras 2017). De esta forma, su instalación pasaba a ser una política pública creada
desde el poder y sostenida con base en los lineamientos del Programa de Desarrollo
Económico del Estado y bajo el argumento de un beneficioso incremento en la re-
caudación de impuestos (Minor-Montes 2020). Por otra parte, el gobierno estatal, a
través de la Secretaría de Protección al Ambiente (spa), autorizó la Manifestación de
Impacto Ambiental (mia) condicionada para garantizar la entrega de autorizaciones
para la construcción de la planta. Esto se menciona con el fin de establecer la relación
entre lo público y lo privado con respecto a la información y las decisiones guberna-
mentales.
Este capítulo surge luego de que se hicieran una serie de solicitudes de infor-
mación a través de la Plataforma Nacional de Transparencia (pnt) en 2020, que
dejaron ver las prácticas ejercidas por los sujetos obligados del gobierno del estado
de Baja California, pues respondieron de manera incompleta, con argumentos de
reserva y confidencialidad, como una negativa de entrega de documentos públicos.
evasiones a la rendición de cuentas y al acceso a la información pública 171
Posteriormente, se platicó con activistas, quienes reflexionaron sobre este asunto, y se
realizó un análisis documental y legal. El artículo consta de cinco partes: 1) justifica-
ción, 2) marco teórico sobre democracia y rendición de cuentas, 3) presentación de la
metodología, 4) análisis y resultados, y 5) discusión y conclusiones.
Justificación de la investigación
La instalación de la empresa Constellation Brands en Mexicali es un tema de interés
público. En enero de 2017 una ola de protestas y manifestaciones multitudinarias
surgió de forma espontánea provocada por el rechazo ciudadano al incremento en los
precios de los combustibles, conocido como «gasolinazo», y la publicación, a finales
de diciembre de 2016, de la Ley del Agua de Baja California, que luego fue derogada
por el gobernador del estado, Francisco Vega de Lamadrid (2013-2019), ante la presión
pública, por ser considerada como una política privatizadora (Martínez 2019). Fue en
ese momento cuando el tema de la llegada de la trasnacional se colocó en el debate
público, fue tomada como asunto central por los defensores del agua (agricultores,
activistas, profesores, especialistas, profesionistas), y rápidamente se convirtió en un
conflicto socioambiental de amplias magnitudes, es decir, en un enfrentamiento entre
grupos sociales y el Estado (gobiernos municipal, estatal y federal), que apoyó la ins-
talación de la empresa.
El establecimiento de la cervecera se vincula al tema de la distribución y el uso
del agua en Mexicali. La firma planeaba producir cerveza de exportación a Estados
Unidos de las marcas Modelo, Corona y Victoria, ante un incremento de su mercado
en ese país (Martínez 2019). Esto es considerado conceptualmente como extractivismo
hídrico (Kauffer 2018), es decir, «la extracción de recursos naturales destinados a su
comercialización para el beneficio predominante de actores externos [...] que produce
impactos ambientales, sociales y económicos» (Kauffer 2018:42) en las comunidades y
los espacios intervenidos, lo que deriva en conflictos y hasta en violencia. Los riesgos
de escasez del recurso hídrico y de posibles actos de corrupción en la instalación de
la planta cervecera provocaron que la ciudadanía se organizara con el afán de detener
el proyecto, por lo que un conflicto se transformó en todo un movimiento socioam-
biental, estructurado mediante diversas agrupaciones sociales: Mexicali Resiste, Baja
California Resiste, el Comité Ciudadano en Defensa del Agua de Baja California y el
Colectivo Plebiscito en Defensa del Agua de Baja California, entre otras.
172 discursos ambientales en américa latina
Este movimiento contó con un amplio repertorio de acciones colectivas conten-
ciosas como las siguientes: la toma de espacios públicos, enfrentamientos con policías
estatales, bloqueos en los terrenos aledaños a la fábrica y estrategias comunicacionales
(presenciales, digitales, mediáticas) y legales (amparos diversos). A finales de 2018, el
Colectivo Plebiscito en Defensa del Agua de Baja California solicitó la realización de
un plebiscito ante el Instituto Estatal Electoral de Baja California por posibles irregu-
laridades en la aprobación de la mia por parte de la spa. Esta consulta, solicitada con
base en la Ley de Participación Ciudadana de Baja California, fue señalada como «im-
procedente» e «intrascendente» por el consejo general del organismo. En el proceso
de resolución administrativo y judicial sobre la realización del referéndum, el tema de
la defensa del agua se mantuvo en la mesa de la ciudadanía por varios meses de 2018
y 2019, lo que dio continuidad al movimiento.
Otra de las acciones de estas organizaciones ciudadanas fue realizar quejas ante
la Comisión Estatal de Derechos Humanos por la autorización del proyecto indus-
trial, que fueron turnadas a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (cndh).
Fue en febrero de 2020 cuando la cndh alertó sobre violaciones a la ley en contra
de los agricultores del valle de Mexicali y de la población en general por posibles
omisiones e ineficiencia por parte del gobierno estatal panista (de 2013 a 2019) y de la
Comisión Nacional del Agua (Conagua), del gobierno federal priista (2012-2018), en
sus procedimientos para otorgar los permisos correspondientes para la instalación de
la planta (cndh 2020). Esta decisión del organismo nacional respaldaba la posición
de la ciudadanía.
Al no haber llegado a una solución del conflicto, el 9 de marzo de 2020 el presi-
dente de la República, Andrés Manuel López Obrador, anunció la realización de una
consulta que se calificó como democrática o como un ejercicio participativo, organi-
zada por la Secretaría de Gobernación y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos
Naturales (semarnat), para determinar la continuidad o cancelación de la planta
cervecera. La consulta se realizó los días 21 y 22 de marzo de 2020. La mayoría de los
votantes mayores de 18 años (76 %) determinaron dar el sí a la cancelación de la obra,
lo que se informó públicamente en la conferencia matutina del mandatario el 23 de
marzo (López Obrador 2020).
Más allá de las expresiones sociales a favor o en contra de la instalación de la
firma, para la ciudadanía es importante contar con documentos técnicos y legales, de
inicio a fin del proceso administrativo y legal, por medio de los cuales las autoridades
evasiones a la rendición de cuentas y al acceso a la información pública 173
aprobaron su construcción en 2016, su cancelación en 2020 y su desmantelamiento
(incluyendo los beneficios otorgados por las autoridades a la empresa). Este asunto
merece ser analizado a detalle por académicos, activistas y periodistas, personas que
pueden ejercer de manera formal e informal presión para la rendición de cuentas al
exponer posibles casos de corrupción, ineficiencia e influyentismo que pudieran ha-
berse dado a lo largo del proceso (Crespo 2001; Ugalde 2002).
De acuerdo con información de la pnt, al buscar bajo la palabra clave Constella-
tion Brands, desde 2016 a marzo de 2022, se realizaron en esta plataforma 108 solici-
tudes de información, de las cuales 64 fueron dirigidas a la federación, 33 al Instituto
de Transparencia de Baja California, cinco al de Coahuila, tres al de Veracruz, y una a
cada uno de los institutos de Sonora, Oaxaca y Tabasco, lo cual muestra el interés por
conocer asuntos relacionados con la parte pública de las fábricas que la trasnacional
operaba o buscaba operar en México.
En este contexto, se proponen las siguientes preguntas para la discusión: ¿exis-
tieron límites al acceso a la información pública que establecen las dependencias es-
tatales sobre el proceso de instalación de la planta cervecera Constellation Brands en
Mexicali, Baja California? De ser así ¿pueden considerarse estas acciones limitativas
como una fórmula de evasión a la rendición de cuentas, a la libertad de expresión
y a la participación ciudadana? En este sentido, el objetivo planteado es analizar el
acceso a la información pública por parte de las dependencias del gobierno estatal en
el marco administrativo del otorgamiento de permisos para la instalación de la cerve-
cera y de beneficios públicos.
Democracia, rendición de cuentas y transparencia
En México, el sistema de gobierno actual es una democracia representativa en la que
es la ciudadanía la que dota de poder amplio a las autoridades electas por medio de
los votos en las urnas, cada cierto periodo, para que sean ellas quienes determinen las
políticas públicas a seguir a favor del bien común. Este poder les permite tomar de-
cisiones (algunas quizá consultadas, la mayoría no) que pueden beneficiar a algunos
y afectar a otros. Su responsabilidad es actuar bajo los principios de mayor eficacia,
eficiencia y transparencia, y además con honradez. Este poder, si bien les brinda le-
gitimidad, requiere contrapesos y, de ser necesario, la aplicación de sanciones ante
174 discursos ambientales en américa latina
posibles abusos y violaciones a la ley (Crespo 2001). Schmitter y Linn ofrecen un con-
cepto básico de democracia que puede ser útil para comprender de qué hablamos:
La democracia política moderna es un sistema de gobierno en el que los gobernantes
son responsables de sus acciones, en el terreno público, ante los ciudadanos, actuando
indirectamente a través de la competencia y cooperación de sus representantes electos
(Schmitter y Linn 1991:4; cursivas en el original, traducción mía).
Barreda avanza hacia la calidad democrática, en la que el sistema político no se
circunscribe únicamente a contar con un proceso electoral o a las posibilidades de
cualquier ciudadano de acceder al poder, sino a mantener «el control del poder polí-
tico» (2011:266). El autor sigue a O’Donnell, para quien la democracia:
no es tan sólo un régimen democrático, sino también un modo particular de relación,
entre Estado y ciudadanos y entre los propios ciudadanos, bajo un tipo de estado de
derecho que, junto con la ciudadanía política, sostiene la ciudadanía civil y una red
completa de rendición de cuentas (Barreda 2011:27).
Con base en la lógica de la democracia en América Latina, Barreda propone
cinco indicadores de calidad: 1) derechos políticos y libertades civiles, 2) participación
ciudadana, 3) rendición de cuentas (accountability), 4) estado de derecho y eficacia en
el sistema legal, y 5) responsiveness, satisfacción de la ciudadanía. Realizar un análisis
que integre estos cinco indicadores de calidad de la democracia podría ser posible en
este caso, sin embargo, nuestro enfoque se dirige a la rendición de cuentas, la transpa-
rencia y el acceso a la información pública como una forma de comprender, develar,
contener y controlar, por parte de la ciudadanía, las decisiones de gobierno. Crespo
asegura que quienes ocupen un cargo gubernamental o cuenten con poder político
«deben ser contenidos» (2001:17), para lo que se necesitan controles:
Pesos y contrapesos, tiene sentido precisamente porque los hombres tienden a la des-
honestidad, no a la honestidad. De ser honestos, saldría sobrando la democracia. Por
lo cual, la democracia, con sus controles institucionales, lejos de sugerir la confianza
de los ciudadanos hacia sus gobernantes, grita su profunda desconfianza, de la misma
forma en que la constitución de un Estado con poderes coercitivos refleja el recelo
mutuo que prevalece entre los ciudadanos (Crespo 2001:18-19).
evasiones a la rendición de cuentas y al acceso a la información pública 175
Es así como, bajo estos principios, surge la rendición de cuentas, concepto del que
Ugalde nos brinda la siguiente definición:
[Es] la obligación permanente de los mandatarios o agentes para informar a sus man-
dantes o principales de los actos que llevan a cabo como resultado de una delegación
de autoridad que se realiza mediante un contrato formal o informal y que implica
sanciones en caso de incumplimiento. Los mandantes o principales supervisan tam-
bién a los mandatarios o agentes para garantizar que la información proporcionada
sea fidedigna (Ugalde 2002:14).
O’Donnell (1997), Ugalde (2002) y Barreda (2011) señalan que existen dos tipos de
rendición de cuentas: la vertical y la horizontal. O’Donnell (1997) fue uno de los pri-
meros en establecer esta bifurcación en los dos niveles mencionados. Al hablar de ren-
dición de cuentas vertical se refiere a los poderes que sirven de contrapeso al Ejecutivo,
como pueden ser el Legislativo y el Judicial (y estos entre sí), además de al sistema de
organismos autónomos que ayudan a la regulación y al análisis de las tomas de deci-
siones gubernamentales, por ejemplo, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso
a la Información y Protección de Datos Personales (inai), la Auditoría Superior de la
Federación y la Fiscalía General de la República; sin embargo, para que estas instancias
sean eficaces deben estar «autorizadas y dispuestas a vigilar, controlar, corregir o san-
cionar actos ilícitos de otras instituciones estatales» (O’Donnell 1997:15). Ugalde (2002)
explica la propuesta de O’Donnell sobre la rendición de cuentas vertical, que puede
ser formal e informal. La primera es la que se origina desde el poder de arriba hacia
abajo y tiene que ver con lo electoral. «Se refiere a las elecciones como mecanismo
para estimular la responsabilidad de los gobiernos» (Ugalde 2002:31), es decir, el voto
puede ser la sanción hacia los gobiernos fallidos. La clasificación vertical informal, por
ejemplo, es la función que realizan los medios de comunicación y el periodismo al
exponer aquello que un gobierno no quiere que se sepa y que puede servir para ejercer
presión; de la misma forma funcionan las asociaciones civiles y las organizaciones de
movimientos sociales que visibilizan acciones que pueden ir en contra de determinada
comunidad y del bien público. Si bien ya hablamos de la rendición de cuentas como
un indicador de la calidad democrática, ahora es necesario precisar a qué nos refe-
rimos cuando utilizamos el concepto en esta investigación, para lo cual seguiremos a
Andreas Schedler (2012):
176 discursos ambientales en américa latina
La noción de rendición de cuentas tiene dos dimensiones básicas. Incluye, por un
lado, la obligación de políticos y funcionarios de informar sobre sus decisiones y de
justificarlas en público (answerability). Por otro, incluye la capacidad de sancionar a
políticos y funcionarios en caso de que hayan violado sus deberes públicos (enforce-
ment) (Schedler 2008:12).
El término, aún en inglés, answerability, es fundamental, pues se basa en la res-
ponsabilidad del Estado de responder sobre sus acciones ante la ciudadanía. El autor
agrega que la rendición de cuentas actúa en tres dimensiones que obligan a los go-
biernos a la inspección pública. Se trata de explicar y justificar los actos de gobierno,
bajo la consigna de posibles sanciones en caso de no hacerlo. A partir de esta pre-
misa el poder debe cumplir con su responsabilidad de contestar las preguntas que le
formulen los ciudadanos, así sean incómodas. También, la información pública que
generan los gobiernos en el país debería localizarse en su mayoría en plataformas de
internet, en sus páginas oficiales, aunque esto no siempre sucede, como lo señala el
Índice de Resultados de Transparencia de los Recursos Naturales, en su segmento
Agua, publicado en 2020. Al no encontrar los datos abiertos, los ciudadanos pueden
acceder a más información a través de la pnt del inai o de las instituciones de transpa-
rencia estatales. Si obtienen una negativa o reciben respuestas insatisfactorias, existen
procedimientos y sanciones. Andreas Schedler (2008) señala que hay dos formas de
recurrir a las respuestas: invocando que los gobiernos «informen» o solicitándoles que
«expliquen» el porqué de sus decisiones, lo cual tampoco es común que suceda.
El derecho a la información es un componente esencial de la rendición de cuentas
y la transparencia. Velarde-Loya lo define como: «el conjunto de normas jurídicas
que regula el acceso de los ciudadanos a la información de interés público, especial-
mente al que se genera en los órganos del Estado» (s/f:238-239). Como se señaló, en el
país estos derechos humanos están contemplados en el artículo 6º de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, donde se señala: «Toda persona tiene de-
recho al libre acceso a información plural y oportuna, así como a buscar, recibir y
difundir información e ideas de toda índole por cualquier medio de expresión».
Para mostrar solo una parte significativa de lo que indica la ley sobre las obliga-
ciones de los funcionarios públicos a entregar la información bajo su cargo mencio-
naremos que la aplicación del artículo 6°, relacionado con la materia que nos ocupa,
se reglamenta en la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública
y en su respectiva ley en cada estado del país. Es importante mencionar que, si bien
evasiones a la rendición de cuentas y al acceso a la información pública 177
todo ciudadano en México cuenta con estos derechos, si no se otorga la información
pública debida no solo se limita la garantía de saber, sino que también se afecta el
derecho a la libertad de expresión, de acuerdo con lo señalado en el Diccionario de
transparencia y acceso a la información pública (Cejudo 2019). Por otra parte, México
se ha comprometido a fomentar y promover el derecho al acceso a la información
ambiental contemplado en el Acuerdo de Escazú (cepal 2018) con el propósito de
impulsar el conocimiento y la participación conforme a las decisiones públicas (y sus
procesos) tomadas desde el poder gubernamental (local, regional, nacional) relacio-
nadas con el medio ambiente, en este caso aplicadas a un recurso fundamental para
la vida (y escaso) como es el agua. El acuerdo presenta una serie de principios, de los
cuales destacamos tres: la igualdad y no discriminación, la transparencia y rendición
de cuentas, y la máxima publicidad. Estos son básicos para establecer procesos demo-
cráticos y alcanzar justicia ambiental.
Tras definir la ruta teórica y justificar legalmente el derecho de la ciudadanía
mexicana a la información pública, seguiremos con el apartado metodológico.
Metodología de investigación
Para cumplir con el objetivo de este texto y responder las preguntas planteadas se
implementó una metodología cualitativa que se basa en tres técnicas de recolección
de datos: 1) cinco entrevistas semiestructuradas dirigidas a activistas participantes en
diversas organizaciones del movimiento social en defensa del agua, 2) sistematización
de información documental de nueve solicitudes de información pública realizadas
a través de la pnt, y 3) documentos de fuentes secundarias, como oficios y contratos
obtenidos a través de internet y noticias periodísticas. La sistematización de los datos
permitió analizar los casos bajo la mirada de la rendición de cuentas y la transparencia.
Se realizaron entrevistas a cinco activistas, quienes hablaron sobre su experiencia
y percepción en relación con el acceso a la información pública en torno al caso de
análisis, principalmente con respecto a la entrega de documentos públicos. Los nom-
bres de las personas entrevistadas se cambiaron para mantener el anonimato.
Se hicieron nueve solicitudes de información a diversas dependencias del go-
bierno del estado de Baja California, en diferentes fechas a partir de abril de 2020,
con seguimiento hasta marzo de 2022. Los ejes rectores de las preguntas fueron los
documentos oficiales sobre la instalación de la cervecera, entre ellos el libro blanco o
178 discursos ambientales en américa latina
memoria documental del «Proyecto cooperativo para la instalación de la planta cerve-
cera del Grupo Constellation Brands en Baja California», y el contrato de confidencia-
lidad entre representantes de la empresa y de la Secretaría de Desarrollo Económico
(2013-2019).1
Es importante mencionar que, debido a la contingencia sanitaria ocasionada por
la pandemia de covid-19, el proceso de solicitud y entrega de información fue lento
por suspensiones temporales de las actividades burocráticas.
Presentación de resultados
En la presentación de los resultados se da razón del proceso burocrático y complejo
del acceso a la información pública en temas relacionados con el transcurso legal y
administrativo en torno a la instalación y entrega de agua y recursos económicos
del Estado a la cervecera. Se muestran primero los hallazgos obtenidos con base en
entrevistas realizadas entre octubre de 2021 y marzo de 2022, complementados con
información documental. Luego se expone en descripción densa el proceso de las
solicitudes realizadas.
La mirada desde el activismo: transparencia cerrada
Las manifestaciones ciudadanas contra la publicación de la Ley del Agua de Baja
California en enero de 2017 lograron colocar en la esfera pública diversos asuntos
que se consideran una preocupación para la comunidad. El uso y la distribución del
agua son temas que fueron bandera de las organizaciones del movimiento social.
Específicamente, la instalación de la empresa trasnacional en el valle de Mexicali fue
el de mayor difusión, pero no el único, pues la creación de una desaladora en Playas
de Rosarito con recursos público-privados también ha sido un tema relevante. Para
el activista Rodrigo (entrevista, noviembre de 2021), la Constellation Brands es solo la
punta del iceberg de los problemas que existen sobre los recursos hídricos en la región
y que están relacionados con las decisiones que toman el estado y la federación.
1 Se realizaron más solicitudes de información con respecto al tema a la federación y al ayuntamien-
to de Mexicali, pero solo estas fueron consideradas para este análisis.
evasiones a la rendición de cuentas y al acceso a la información pública 179
Para los activistas de diversos grupos sociales como Mexicali Resiste, el Colectivo
Plebiscito en Defensa del Agua de Baja California y el Comité Ciudadano por la
Defensa del Agua, la transparencia gubernamental sobre el proceso de instalación de
la cervecera ha sido «cerrado». Marisol, una abogada entrevistada en octubre de 2021,
consideró que la llegada de la firma a Mexicali debió informarse desde sus inicios,
cuando el gobernador Francisco Vega de Lamadrid se sentó (en 2015) con los repre-
sentantes de la empresa a negociar; sin embargo, la comunidad se enteró cuando la
obra ya era evidente. Así interpreta el momento en que se hizo público el tema y sus
efectos después de la abrogación de la Ley del Agua que consideraban privatizadora:
Muy bien ¡bravo¡ ganamos esa batalla, pero estamos descubriendo que ahora por
la ley del contratismo nos quitas el agua. Lo que no nos pudiste quitar por la vía
legislativa nos lo quitas por un contrato, entonces, ahora el blanco, el blanco era la
trasnacional (Marisol, entrevista, octubre de 2021).
A partir de ese momento, enero de 2017, inició la conformación del movimiento
social y la búsqueda de información sobre los permisos entregados a la empresa. Un
asunto era central, ¿de dónde saldría el agua para la producción de cerveza? Conocer
este dato no fue sencillo. Para garantizar el líquido que requeriría la empresa para
su producción, negoció con la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Mexicali
(cespm) (paraestatal del gobierno del estado) la entrega de 20 millones de metros
cúbicos de agua potable (que representaban más de 20 % del líquido que distribuía la
dependencia a la comunidad, incluida toda la industria). Lo acordado quedó sellado
en un convenio de confidencialidad (Monitor Económico de Baja California 2017). Así
lo notificó la trasnacional a la Secretaría de Protección al Ambiente (spa) a través de
un oficio el 30 de mayo de 2016; en la cláusula décimo tercera del documento dice:
«cada una de las partes acuerda que no difundirá a ninguna persona el contenido del
presente contrato de suministro. Así como cualquier información que sea proporcio-
nada por cualquiera de las partes» (Monitor Económico de Baja California 2017). Esto
fue evidente meses después, cuando los activistas buscaban información sobre esta
decisión pública, pues era imposible que se les otorgara.
En marzo de 2017 el periodista Jaime Delgado, de Periodismo Negro, solicitó en
un evento público al director de BC Tenedora Inmobiliaria (Constellation Brands),
Jorge Burgos, información sobre la instalación de la planta y los convenios con el
180 discursos ambientales en américa latina
gobierno del estado. El hombre de negocios le respondió que acudiera a las instancias
correspondientes y a la plataforma de transparencia. El periodista le reviró que ya ha-
bían acudido y los documentos le habían sido negados (Delgado 2017). Además, no se
había hecho consulta pública, como sí se hizo un año antes sobre la posible instalación
de un parque industrial llamado Ecozone, que no fue autorizado. El establecimiento
de la confidencialidad es un asunto grave que, como se verá más adelante, se convierte
en una práctica recurrente.
La manifestación de impacto ambiental oculta
Otro documento importante cuando se instalan proyectos industriales (en espacios
no regulados) es la manifestación de impacto ambiental (mia), en la que se establecen
datos como el consumo de agua, los desechos contaminantes, la utilización de quí-
micos y los permisos de uso de suelo, entre muchas otras condiciones. Esta no fue
entregada a la federación sino al estado. Para Rodrigo, la presentaron ante el estado
y no ante la federación «porque fue la manera en que evadieron al gobierno federal
y aquí se arreglaron con el gobierno local, ahí fue donde Constellation empezó a co-
rromper la autoridad local». Toda ciudadano o ciudadana tiene derecho a opinar y
a pedir información sobre el uso de agua para agricultura, que es un bien público,
recalcó; por eso la Conagua y la semarnat deberían ser las dependencias federales
que analizaran el caso.
De acuerdo con la Ley General de Equilibrio Ecológico de la República y con la
Ley de Protección al Ambiente para Baja California, la mia debe hacerse pública para
dar la posibilidad de que las comunidades participen y opinen al respecto, pero en
este caso no sucedió así.2 La mia de la planta se presentó ante la spa el 23 de marzo de
2016, y 17 días hábiles después ya había sido aprobada de forma condicionada (el 15
de abril) (Delgado 2019). La spa no hizo público el documento, tampoco la empresa,
ni siquiera a los periodistas en los primeros meses de 2017.3 Rodrigo comentó que no
2 En la Ley General de Equilibrio Ecológico se menciona incluso que debe publicarse en medios de
comunicación.
3 Una reportera (comunicación personal, diciembre de 2021) comentó que ella pidió varias veces en
2017 la mia, pero le dijeron que solo se la podían entregar impresa y debía pagar para obtener una copia.
Luego, en una rueda de prensa preguntó a la secretaria de Protección al Ambiente, Thelma Castañeda,
por qué no se había hecho pública, y el encargado de comunicación le dijo frente a sus compañeros
que estaba mintiendo. Esto muestra la posición de opacidad con respecto al tema por parte del estado.
evasiones a la rendición de cuentas y al acceso a la información pública 181
fue asunto sencillo conseguirla, aun cuando se trataba de un documento fundamental
para que la comunidad conociera las condiciones bajo las cuales el estado entregaba
permisos para la creación de una fábrica de este tipo. Marisol señaló que buscó la
mia pero no la localizó, cuando debía ser publicada por la empresa. Fue la activista
Alejandra León quien estuvo más cerca de conseguirla. En una entrevista periodística
en agosto de 2017, León comentó que desde principios de 2017 inició un proceso legal
para obtener el documento, que alrededor de seis meses después no había concluido.
Solicitó a la spa en febrero de 2017 la mia a través de la Unidad de Transparencia; sin
embargo, solo le fue enviada la Licencia de Impacto Ambiental. De cualquier forma,
la abogada encontró diversos incumplimientos por parte de la trasnacional con solo
examinar la licencia.
Irving, otro activista (entrevista, octubre de 2021) especializado en temas ambien-
tales, coincidió en la opacidad existente con respecto a la mia y a otros documentos
solicitados por medio del Instituto de Transparencia y Acceso a la Información Pública
y Protección de Datos Personales de Baja California (itaipbc) cuando se trataba de
temas del agua que pudieran tener relación con la cervecera. La mia «fue muy difícil
obtenerla [...] cuando cualquier otro proyecto que es de semarnat, en el sistema de
la Gaceta Ecológica ahí consultas, se somete un proyecto y la ponen ahí» (Irving, en-
trevista, octubre de 2021). En este caso, al haber entregado la mia al estado y no a la
federación, no se había difundido. Comentó que en la mia aparecían diversos datos
contradictorios sobre el consumo de agua para la producción de cerveza, los cuales
luego fueron analizados por especialistas para conocer los riesgos de la entrega de
agua a una empresa extractivista de esta índole; destaca el estudio que realizó el aca-
démico de El Colegio de la Frontera Norte Alfonso Cortez Lara a petición del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología (Cortez-Lara 2019a, 2019b).
Irving consideró que la opacidad y falta de información serviría al gobierno para
dejar avanzar la obra y establecer el criterio «hechos consumados», y refirió que «no
es lo mismo si ya tienes una planta en funcionamiento que está operando y demás,
y que digan ‘no, pos sí, hubo cosas, deficiencias, como en todo’; pero [más] adelante
para que no hubiera oposición» (Irving, entrevista, octubre de 2021).
Luis, otro activista, comentó que, a pesar del cambio de régimen de gobierno del
pan a Morena (2019-2021), continúan las mismas políticas de opacidad: «en realidad,
documentos importantes nosotros los hemos tenido que conseguir por medio de al-
gunos trabajadores también del gobierno del estado, abogados que han sabido cómo
llegar a ciertos documentos, o periodistas que han hecho sus labores de investigación»
182 discursos ambientales en américa latina
(Luis, entrevista, noviembre de 2021). Por su parte, Rodrigo dijo que toda la informa-
ción que habían obtenido la habían logrado por medio de un amparo, y que algunos
documentos importantes de la administración municipal de Mexicali estaban aún en-
criptados: «que le estamos exigiendo ahorita a semarnat que se reúna con la alcaldesa
y que destrabe eso… pero no han querido romper eso, al contrario, lo resguardan más».
Los activistas dieron cuenta de algunas prácticas promovidas desde el poder
político para mantener en reserva el proyecto, lo que contravenía diversas leyes; lo
más grave es que las mismas leyes ambientales cuentan también con apartados muy
precisos sobre la publicidad que debe existir en casos de este tipo. Estas acciones
conforman un sistema autoritario de sociedad cerrada (Rodríguez 2015). En el tema
de la instalación de la cervecera Constellation Brands el desarrollo administrativo y
legal fue opaco, la información se dio a destiempo o los sujetos obligados la negaron
al considerarla confidencial con base en diversos candados puestos incluso antes de
haberse generado, lo que contraviene la Ley General de Transparencia y Acceso a la
Información Pública. Las solicitudes se hicieron ante autoridades del gobierno more-
nista de 2019 a 2021, por lo que los cambios en el poder no reflejaron una apertura a
la información pública.
Proyecto cooperativo Constellation Brands
El 27 de mayo de 2019, a unos meses de que Francisco Vega de Lamadrid (2013-2019)
terminara su periodo como gobernador de Baja California, la entonces Secretaría de
la Contraloría y Transparencia Gubernamental solicitó a la Oficialía Mayor asignar
a Jal Consulting & Computer Services S. C. un contrato para la realización de libros
blancos y memorias documentales (expedientes integrales). Se trata de documentos
públicos gubernamentales que tienen como objetivo cumplir con la rendición de
cuentas y la transparencia, una obligación del Estado, a través de los siguientes puntos:
justificar y describir las acciones sobre una política, proyecto o programa específico,
documentar el cumplimiento de la normatividad en el proceso de estas decisiones
gubernamentales y acreditar los resultados obtenidos (Oficio dg-027-2019).4 Entre
estos documentos se realizó el libro blanco «Proyecto Constellation Brands», coor-
dinado por la Secretaría de Desarrollo Económico (sedeco). El costo fue de 1 417 520
4 El oficio puede consultarse en: http://dceg.bajacalifornia.gob.mx/Sasip/documentos/archivos/
OMN620197315739853_1.pdf
evasiones a la rendición de cuentas y al acceso a la información pública 183
pesos. De acuerdo con la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del
Estado de Baja California, la elaboración e integración de libros blancos y memorias
documentales, como consta en el oficio mencionado, «serán de carácter público, con
excepción de aquellos apartados que contengan información que haya sido clasificada
como reservada o confidencial».
El 11 de marzo de 2020 se filtró a la prensa la versión ciudadana del «Proyecto
cooperativo para la instalación de la planta cervecera Constellation Brands». En este
se establece que el gobierno de Baja California se comprometió a otorgar lo siguiente
a la compañía: una tarifa preferencial en electricidad, 50 % de descuento en el derecho
de conexión al sistema de agua potable, exención en el pago del Impuesto sobre de
Nómina, y otorgarle fondos Becate y fondos Conacyt-Estado para el desarrollo de
proveeduría local, según lo expuso en Proceso la periodista Jesusa Cervantes (2020),
aunque no se establecían los montos de la inversión pública para lograr la llegada de
la empresa.
Al darse a conocer la existencia del libro blanco, y ante su importancia para
comprender el proceso gubernamental mencionado, se solicitó una copia del pro-
yecto cooperativo a través de la pnt a tres dependencias del Estado: la Secretaría
de Economía Sustentable y Turismo (sest) (folio 00562420), la Secretaría de
la Honestidad (antes Contraloría) (folio 00562720) y la Oficialía Mayor (folio
00562820). Las tres, según una serie de oficios localizados en internet, tendrían rela-
ción con el documento final entregado por Jal Consulting & Computer Service S. C.,
ya que, de acuerdo con el oficio dg-027-2019, una lo solicitó, otra lo contrató y otra
más lo coordinó. La Oficialía Mayor a través de la Dirección de Adquisiciones con-
testó que, luego de una búsqueda exhaustiva, no se localizó el proyecto cooperativo
ni otros datos, como el pago que se realizó por el proyecto. En ese momento, el inves-
tigador no conocía los oficios ni los contratos gubernamentales (digitales) en los que
se oficializaba la elaboración de los libros y memorias, por lo que no solicitó recurso
de revisión ante el itaipbc y el caso se cerró.
La Secretaría de la Honestidad negó tener el proyecto completo o parcial, fac-
turas, costo o justificación, bajo el argumento de que eso no se encontraba entre sus
funciones, a pesar de que como contraloría (en el gobierno anterior 2013-2019) fue la
encargada de solicitar a la Oficialía Mayor la asignación directa a la empresa redactora
para realizar los 24 documentos públicos, esto a pesar de que el recurrente agregó a la
solicitud de información electrónica una nota informativa en donde se le señala como
184 discursos ambientales en américa latina
la encargada de los libros blancos (Heras 2020).5 Tras su respuesta se solicitó una re-
visión (rr316-2020) ante el Instituto de Transparencia y luego se enviaron copias digi-
tales de los oficios localizados en internet que sustentaban la queja y del contrato rea-
lizado con Jal Consulting & Computer Service S. C. Aunque no se ha cerrado el caso,
la resolución otorgada por el itaipbc confirma la «declaración de incompetencia del
sujeto obligado», la Secretaría de la Honestidad (2019-2021). Es curioso que la de-
pendencia de gobierno del estado encargada de transparentar el uso de los recursos
públicos haya negado el conocimiento sobre el documento de rendición de cuentas
en sus dos versiones (pero además su contratación, justificación, costo, etc.). Con solo
buscar en internet (Jal Consulting…) podría haber localizado toda la documentación.
Ante la falta de atención al tiempo que marca la ley por parte de la sest, el recu-
rrente, es decir, el investigador, interpuso un recurso de revisión el 4 de agosto de 2020
(rr557/2020). La respuesta tardía de la dependencia fue que se localizó una reserva de
información realizada por el Comité de Transparencia el 7 de octubre de 2019, debido
a que existía un convenio de confidencialidad entre la empresa y el gobierno del es-
tado: «donde tácitamente se expresa que toda la información será considerada como
confidencial, y al estar el documento firmado por ambas partes nosotros como Comité
de Transparencia no podemos contravenir tal disposición ya que estaríamos provo-
cándole una futura demanda al gobierno del estado» (segunda sesión extraordinaria
de 2019). Ante esta respuesta, y con derecho en sus atribuciones, un comisionado del
Instituto de Transparencia solicitó que se cambiara la queja con motivo de «la clasifi-
cación de la información y la entrega de la información completa». Posteriormente,
para verificar su clasificación, un representante del instituto realizó una consulta di-
recta de los documentos en sobre cerrado ante la sest en febrero de 2021. El 13 de abril
de 2021 se declaró el cierre de la instrucción, y el 1 de marzo de 2022 el organismo
dictó una resolución después de efectuar prueba de daño en la que establecía que el
Comité de Transparencia de la Secretaría debía dejar sin efecto la reserva, entregar la
información solicitada al recurrente y pronunciarse de manera exhaustiva sobre los
proyectos generados desde 2013 a 2020 sobre la cervecera.
Fue complicado acceder a un documento de rendición de cuentas y transparencia
que, de acuerdo con la ley, debía ser público. El proceso de solicitud hasta el cierre
de este artículo llevaba más de 21 meses sin que el proyecto cooperativo hubiera sido
entregado al solicitante.
5 La nota de Antonio Heras (2017) en La Jornada Baja California se basaba en la versión ciudadana, se-
gún la cual había sido realizada por Jal Consulting & Computer Service S. C. a petición de la Contraloría.
evasiones a la rendición de cuentas y al acceso a la información pública 185
Convenio de confidencialidad
Al saber que existe un convenio de confidencialidad, el 9 de septiembre de 2020 se
solicitó a tres diferentes dependencias, a través de la pnt, cualquier contrato entre
el Estado y la empresa de 2015 a 2020 en el que se impidiera al gobierno entregar in-
formación. Las dependencias fueron: la Oficina del Gobernador (folio 00876620), la
Secretaría General de Gobierno (folio 00876520) y la sest (folio 00876420). El obje-
tivo era conocer quién los firmaba, con qué objetivo, qué justificación argumentaban
y cuáles eran los límites de acceso a la información pública y los riesgos reales de
difundir todo lo referente a las relaciones entre la cervecera y el gobierno del estado.
La existencia (posesión) del convenio fue negada por parte de la Secretaría General de
Gobierno y de la Oficina de la Gubernatura, mientras que la sest notificó que no se
podía entregar el contrato al estar «clasificado en su totalidad como confidencialidad»
por el Comité de Transparencia el 7 octubre de 2019 debido a un «convenio celebrado
entre la otrora Secretaría de Desarrollo Económico y BC Tenedora Inmobiliaria»
(nombre de la representante de Constellation Brands), mencionado previamente.6 El
comité se justificaba en los artículos 53 y 54 fracción II de la Ley de Transparencia y
Acceso a la Información Pública de Baja California, que refiere la capacidad que les
otorga la ley de dictar resoluciones y clasificación de información. Por lo anterior, se
realizó un recurso de revisión el 30 de septiembre de 2020 (rr665/2020). El Instituto
de Transparencia notificó el 11 de diciembre de 2020 el cierre de la instrucción, por lo
que «cita a las partes para oír resolución». Hasta el 1 de marzo de 2022 se notificó la
resolución final, en la que se determinaba al sujeto obligado a entregar la información,
aunque hasta el 27 de marzo de 2022 esta no había sido otorgada.
Aparato crítico y conclusiones
La publicación en 2021 del informe sobre cambio climático de la Organización de las
Naciones Unidas (ipcc 2021), en el que explícitamente se manifiestan los riesgos am-
bientales presentes y futuros derivados del calentamiento global como la escasez de
6 En el acta del Comité de Transparencia de octubre de 2019 se señala que el convenio había sido
firmado entre el gobierno del estado y la empresa, pero en respuesta a esta solicitud ya se especifica que
lo firmó la Secretaría de Desarrollo Económico y BC Tenedora Inmobiliaria en 2016. Cabe recordar
que en 2017 el director de la empresa le señaló a Jaime Delgado que cualquier información la pidiera a
Transparencia, a pesar de haberse establecido previamente su confidencialidad.
186 discursos ambientales en américa latina
agua —así como las reducciones del recurso hídrico en la cuenca del río Colorado para
todos sus usuarios, especialmente para Baja California y Sonora en 2021 y 2022—, de-
muestran que la preocupación de la ciudadanía por el cuidado de los bienes naturales
de uso común es legítima. Las acciones de confidencialidad por parte del gobierno y la
cervecera en su proceso de instalación y los diversos beneficios que se le concedieron
con recursos públicos aumentaron la desconfianza de la comunidad e incrementaron
el conflicto, que escaló hasta conformar un movimiento socioambiental.
Después del recorrido de recolección de datos se puede demostrar que sí se pu-
sieron límites a la rendición de cuentas, a la transparencia y al acceso a la informa-
ción, y en consecuencia a la libertad de expresión. La descripción densa realizada
permite establecer que se produjo una sistemática labor de obstrucción a la difusión
del conocimiento sobre la instalación de la planta. Si la vida en un sistema demo-
crático requiere el respeto al estado de derecho, a la participación y a la responsabi-
lidad de responder a la población gobernada sobre aquellos asuntos de orden público
sobre los que se necesita saber, violentar o limitar estas condiciones nos habla de una
actitud que corresponde a sociedades autoritarias. Es por esto que se considera que,
a través del secretismo, el Estado implementó una política de «sociedad cerrada»
(Rodríguez 2015), pues no se permitió obtener cierta información pública que podría
exponer sus decisiones injustificadas.
Sistemáticamente, el gobierno de Baja California creó candados para impedir
a la sociedad obtener documentos públicos: primero, al establecer un convenio de
confidencialidad sobre el contrato de entrega de agua por parte de la cespm a una
empresa privada; luego, al no divulgar y negar la mia para limitar así las consultas
públicas; posteriormente, al establecer otro convenio de confidencialidad entre la
sedeco (2013-2019) y BC Tenedora Inmobiliaria cuyo contenido se desconoce, y fi-
nalmente al negar el libro blanco del Proyecto Constellation Brands. Rodríguez se-
ñala que «una democracia opaca para los ciudadanos es poco confiable e indigna de
lealtad» (2015:7), y agrega que la sociedad cerrada representa «un régimen organicista
y totalitario que ahoga las libertades individuales con los argumentos de que la verdad
sólo está en el Estado» (2015:11).
Ante los tiempos de crisis sanitaria por la pandemia de covid-19, no queda claro el
funcionamiento del itaipbc, pues existió un aletargamiento en el proceso de resolución
de los recursos de revisión interpuestos (algunos tardaron más de un año). Sin em-
bargo, las resoluciones emitidas en marzo de 2022 resultaron a favor del recurrente, lo
cual es un aspecto positivo que devuelve la confianza en este contrapeso institucional.
evasiones a la rendición de cuentas y al acceso a la información pública 187
En general, el análisis realizado permite demostrar que existieron prácticas ne-
gativas que limitaron la transparencia activa y proactiva. Desde la Constitución, las
leyes de transparencia y las ambientales (además del Acuerdo de Escazú) se promueve
la participación ciudadana en la toma de decisiones, y no cumplir con estas norma-
tividades representa violar las reglas del juego democrático. En conclusión, desde el
mismo gobierno se privilegió la posición mercantil y empresarial en la toma de deci-
siones por encima del interés público y la rendición de cuentas.
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Parte 3
Discursos de políticas ambientales
Concesiones de agua subterránea a empresas
trasnacionales productoras de bebidas.
Revisión del discurso en contexto de pandemia
Esmeralda Pliego Alvarado
Introducción
E n México, los estudios de las ciencias sociales sobre los acuíferos y la extracción
del agua subterránea por parte de empresas que producen bebidas —refrescos,
cerveza y agua embotellada— han emergido ante la necesidad de un análisis urgente
sobre el tema en contextos de disminución de disponibilidad del líquido; sin embargo,
aún son escasos. En contradicción, existen varias fuentes hemerográficas en las que
se documentan casos de extracción de agua subterránea, movilizaciones, consecuen-
cias ambientales y acciones por el agua en el país. Adicionalmente, en un contexto de
pandemia, cuando la principal recomendación es el lavado de manos y el consumo
de agua en lugar de bebidas azucaradas, el discurso oficial acentúa la importancia del
vital líquido en general, por lo que cobra relevancia el estudio del agua invisibilizada,
en este caso la subterránea.
En México, el agua subterránea se utiliza para producir mercancías en empresas
refresqueras, armadoras de autos, cadenas hoteleras, mineras, cerveceras, cemen-
teras e inmobiliarias, entre otras empresas (Ibarra-García y Talledos-Sánchez 2020).
193
194 discursos ambientales en américa latina
En contraste, existen poblaciones enteras sin acceso a este recurso y que realizan de-
mandas constantes del servicio; son las mismas poblaciones las que han hecho notar
que la dotación de derechos de agua a las empresas —sobre todo trasnacionales— de-
tona conflictos y resistencias. Ejemplos de lo anterior son las cerveceras Cuauhtémoc
Moctezuma (Heineken de México), Constellation Brands y Grupo Modelo (AB
InBev) en el norte del país, la extracción de agua por la embotelladora de Bonafont
en Puebla, y la renovación de la concesión de la refresquera Fomento Económico
Mexicano (femsa) en Chiapas.
El discurso oficial es esencial, ya que refleja la postura de las instituciones de las
que dependen las acciones de asignación de derechos de agua subterránea y los usos
previstos del recurso. En este sentido, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) es la
institución en México que revisa las cuencas hidrográficas y la participación organi-
zada, por lo que su exploración es indispensable.
Para atender esta reflexión se examinará el discurso de algunos actores en sus
textos y cómo reproducen desigualdades y relaciones de dominación en determi-
nados contextos sociales y políticos. Es indispensable reconocer que es tan impor-
tante el mensaje como quien lo emite debido a que ambos tienen, en un momento
concreto, una autoridad porque representan la posición de una institución. Por lo
anterior: «el estatus del sujeto, al interior de la institución y al exterior, en principio, le
da el derecho de enunciar, también es lógico reconocer que, a la inversa, por el hecho
de que el sujeto enuncia, este actualiza y legitima la institucionalidad del discurso»
(González-Domínguez y Maruri 2022:107). Quien habla expresa en sus declaraciones
un acto de enunciación en el que opera una dimensión enmarcada en lo social, por lo
que el sujeto hablante delata y promueve su posición en la pirámide social, sea o no
consciente de su autoridad discursiva.
Con base en lo expuesto, se analizan en este escrito discursos encontrados en
textos oficiales y en las páginas web de algunas instituciones, así como algunos comu-
nicados publicados como respuesta a peticiones en específico, así como en redes so-
ciales como Twitter y algunos discursos transmitidos en declaraciones ante la prensa.
Además, se asume que en la revisión de discursos y de algunas acciones se ob-
servan posturas políticas que se insertan en una contradicción continua, principalmente
al encontrarse enmarcadas en contexto de pandemia. En la estructura general del do-
cumento se plantean tres apartados centrales: en el primero examino brevemente la im-
portancia y la estructura institucional de la gestión del agua subterránea; en el segundo
caracterizo tres casos, ubicados en distintos territorios en México, importantes debido
concesiones de agua subterránea a empresas trasnacionales productoras de bebidas 195
a la extracción de agua que realizan empresas trasnacionales dedicadas a la producción
de bebidas para consumo humano y los contrastes en los discursos; en el tercero ex-
pongo algunas conclusiones sobre los elementos en común que presentan los tres casos,
los efectos que ocasionó la pandemia en el país sobre este tema y las reacciones de varios
actores ante ella.
Concesiones del agua subterránea y caracterización de los casos:
una refresquera, una cervecera y una empresa de agua embotellada
En este apartado examino lo correspondiente a la producción de bebidas embote-
lladas —cuya comercialización remplaza el consumo de agua en las poblaciones—,
con su doble implicación: la gran extracción de agua que demanda su producción
y el potencial daño a la salud que acarrea su consumo. Lo anterior afectó de manera
especial durante el contexto de pandemia por la importancia del consumo de agua y
su utilidad en la sanitización, que fue medular, lo cual se abordará más adelante.
A partir de la revolución verde en los años cuarenta del siglo pasado el agua sub-
terránea cobró gran importancia en México, y su extracción se utilizó sobre todo en
áreas agrícolas del norte, donde pequeños propietarios se aglutinaron para utilizar el
recurso en la producción de grandes extensiones de cultivos. Entonces, los pozos para
el riego se encontraban en manos de grandes productores agrícolas; sin embargo, con
los cambios en la Constitución en 1992 se inició el proceso de concentración de dere-
chos de agua subterránea no solo para la producción agrícola, también se diversificó
para el uso de inmobiliarias, megaminería o clubes de golf, entre otras empresas. En
este sentido, los efectos que la producción de mercancías en general causa sobre el
agua son fuertes tanto por la contaminación superficial como por el volumen de su
extracción, que no se ha calculado con exactitud:
[…] en términos informales existen casos de pozos que se encuentran dentro del
predio, industriales o agrícolas, no registrado oficialmente, lo que origina de facto un
resguardo y manejo de agua subterránea ilegal y de forma privada, la cual no es de
fácil acceso; lo que significa un problema para identificar la presencia de un pozo y
la cantidad de agua que se extrae, se usa y reporta (Ibarra-García y Talledos-Sánchez
2020:4).
196 discursos ambientales en américa latina
Adicionalmente, en el caso de las empresas trasnacionales que producen bebidas
azucaradas o de alto contenido calórico, no se contabiliza la totalidad de litros de agua
requeridos hasta obtener el producto final, es decir, que no se consideran los litros
de agua gastados o contaminados en algunas acciones derivadas de su producción y
distribución, como la fabricación de envases, de materias primas y el empacado, así
como lo que se ha considerado como agua virtual,1 y el agua que utilizan las empresas
filiales que a su vez tienen concesiones de agua subterránea o superficial. Lo anterior
fortalece un ecosistema de producción de botellas y bebidas para consumo humano.
En otro orden de ideas, para entender mejor la estructura institucional es
indispensable recordar que la Conagua es la instancia que representa al gobierno
en cuanto al uso del recurso. Esta Comisión se creó el 16 de enero de 1989 como
organismo dependiente de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales
(semarnat), y es regida por la Ley de Aguas Nacionales que se publicó en 1992. En la
página oficial de este organismo desconcentrado consta que su misión es administrar
y preservar las aguas nacionales para lograr su uso sustentable (Conagua 2022b), y
tiene en sus manos, entre otras funciones, la asignación, el registro y la renovación
de concesiones, así como analizar la disponibilidad de agua subterránea por acuífero
conforme a la nom-011-Conagua-2003; en este caso, la Conagua es la institución
responsable de decidir si el acuífero está sobre o subexplotado.
Los derechos de agua son las convenciones formales o tradicionales que certifican
los aprovechamientos que el Estado o la autoridad del agua otorga para diversos usos,
en este caso de la Conagua. En México, los derechos del agua oficiales se asumen
bajo dos figuras jurídicas: la concesión y la asignación. Esta última consiste en un
título cuyo fin es satisfacer los usos doméstico y público-urbanos que se otorgan a
los municipios, los estados y la Ciudad de México (Jacobo-Marín 2019:136), y tiene
por objetivo brindar servicio de agua potable a centros de población y asentamientos
humanos a través de una red de distribución de agua.
Por otro lado, la concesión es un título que otorga la prerrogativa de usar un
volumen específico de agua, vinculado a la producción y la obtención de lucros defi-
nidos (industrial, comercial, agrícola, recreativo). En las últimas décadas se ha incre-
mentado la dotación de concesiones para uso industrial, por lo tanto, se han repen-
sado los derechos de uso del agua en esta modalidad. Asimismo, la concentración
1 De acuerdo con la Conagua, el agua virtual «representa el cálculo de la cantidad total de agua que
se requiere para obtener un producto, lo cual incluye el agua utilizada durante el cultivo, el crecimiento,
procesamiento, fabricación, transporte y venta de los productos» (Conagua 2020b:2).
concesiones de agua subterránea a empresas trasnacionales productoras de bebidas 197
de concesiones no solo se debe al diseño instrumental para registrar y publicitar los
derechos de agua, también involucra el clientelismo político vigente que facilita el aca-
paramiento de aprovechamientos y las nuevas apropiaciones de agua (Jacobo-Marín
2019:137). Esta concentración puede tener consecuencias visibles o de percepción
sobre las implicaciones a futuro que tiene la extracción de agua en grandes canti-
dades. Por lo anterior, las poblaciones buscan vías para manifestar su inconformidad,
mientras que las respuestas de las empresas y del gobierno tienen, a su vez, distintas
expresiones. En este sentido, los casos que examiné de extracción de agua para uso
industrial muestran elementos en común que se describen a continuación.
El primer caso se refiere a la industria cervecera en México. Hay dos compa-
ñías de cerveza que han crecido de manera vertiginosa en los últimos años; se trata
de Grupo Modelo que, junto con Heineken, controlan 97 % del mercado nacional.
Este grupo pertenece a la firma belga-brasileña AB InBev, y en los últimos años ha
invertido millones de pesos en la construcción de una planta cervecera y de envases
de aluminio —esta última ubicada en Yucatán—, además de que ha incrementado la
capacidad de producción de sus fábricas de Zacatecas y Coahuila. Actualmente tiene
seis plantas, que producen 18 marcas, ubicadas en la Ciudad de México, Guadalajara,
Tuxtepec, Obregón, Torreón y Zacatecas (Sánchez 2015; Samaniego López 2021).
Asimismo, la empresa Cuauhtémoc Moctezuma, subsidiaria de Heineken
Internacional, de acuerdo con la información que ofrece en su página web, opera con
siete plantas —Tecate, Navojoa, Meoqui, Guadalajara, Toluca, Orizaba y Monterrey—
que generan más de 18 000 empleos, tiene 21 marcas y más de 35 productos (Heineken
México 2022). Uno de los argumentos que apoyan la inversión de las cerveceras tiene
que ver con la cantidad de empleos que generan y el impacto que esto causa en las
familias de sus trabajadores. La producción de cerveza ha crecido de manera soste-
nida; la planta de Monterrey es la más grande, pues ahí se elabora entre 17 % y 38 % de
la producción nacional (Corrales 2020). El momento es coyuntural, ya que inicia un
periodo de restricciones al consumo en la población, que sin embargo contrasta con
la cantidad de agua extraída por las empresas mencionadas.
Adicionalmente, Constellation Brands en la última década anunció la expansión
de su planta de Piedras Negras, Coahuila, con grandes inversiones. En la revisión de
las declaraciones de sus representantes se puede observar el apoyo que recibía la em-
presa por parte del gobierno y la colaboración entre ambos. En 2015 la compañía ex-
presó las facilidades que recibía del gobierno para llevar a cabo su afianzamiento en el
198 discursos ambientales en américa latina
país. En este sentido, Sánchez, refiriéndose a las declaraciones de Quiroga, la directora
general de Cerveceros de México, comentó lo siguiente:
El hecho de que tengamos ya en México un expertise de cómo hacer cerveza con
esta categoría es muy importante para las inversiones. Yo creo que México es el país
cervecero del siglo xxi. México está dando garantías tributarias, fiscales, legales y de
inversión para toda la entrada de este capital (Sánchez 2015).
Ante la inminente creación de la planta de Constellation Brands, surgieron ma-
nifestaciones en contra de la instalación promovidas por organizaciones civiles como
Mexicali Resiste, Baja California Resiste y Mexicali Consciente, y por población afec-
tada, como campesinos, académicos y pobladores de la zona, quienes destacaron las
contradicciones en la información sobre la cantidad de extracción de agua y las afec-
taciones. Un claro ejemplo de la opacidad en los datos tiene que ver con las cifras
presentadas con respecto a la cantidad de agua que utilizaría la empresa:
se indican 25 millones de m3, en otros de 20 millones de m3, mientras que declara-
ciones a la prensa en 2017 se mencionaron 7 millones de m3 y, en enero de 2020, en
un evento en el que estuvieron presentes la directora de Conagua y el secretario del
Medio Ambiente, se indicaron 5.8 millones de m3 (Samaniego López 2021:17).
Después de una consulta pública en 2020, se decidió cerrar la empresa en cons-
trucción en Mexicali, ya que aproximadamente 36 000 personas (76 % de los con-
sultados) votaron en contra de la instalación de la planta cervecera. El Consejo
Coordinador Empresarial expresó que:
Esta consulta atenta contra la capacidad de México para atraer inversiones e incre-
menta el riesgo económico que enfrentamos por la inestabilidad de los mercados
financieros, el precio del petróleo y la convulsión internacional provocada por la pan-
demia de covid-19 (Consejo Coordinador Empresarial 2020).
Pareciera que los argumentos a favor son de corte exclusivamente económico y
que no se han contemplado de manera clara soluciones para el acceso a agua potable
de la población en general, pues se notan contradicciones y cambios en cuanto a los
acercamientos legales y políticos. La empresa continúa con el proyecto de inversión
concesiones de agua subterránea a empresas trasnacionales productoras de bebidas 199
en México —ahora ya no en Mexicali, sino en Veracruz— y más adelante tendrá que
enfrentarse a cuestionamientos locales.
El segundo caso tiene que ver con una embotelladora de agua en Puebla. En este
estado también se han presentado problemáticas relacionadas con el uso industrial del
líquido, pues la industria refresquera se ha transformado en los últimos años debido a
que empresas nacionales y locales dejaron de existir o están produciendo menos tras
la llegada de empresas trasnacionales. Por ejemplo, en Tehuacán las que se dedican
a la elaboración de bebidas azucaradas son Peñafiel y Riego, y entre las que han ce-
rrado se cuentan Aguas de Tehuacán, Balseca, Garci-Crespo y San Lorenzo. Estas úl-
timas han sido sustituidas por la Pepsi-Cola y la Coca-Cola, todas con autorizaciones
de la Conagua (Bringas Marrero et al. 2021). Adicionalmente, está la embotelladora
Bonafont, que extrae agua del acuífero y que también entra en la competencia por el
uso industrial del recurso. Bonafont tiene dos concesiones: una en la que no se espe-
cifica la cantidad que se puede explotar, y otra en la que se le permite extraer hasta
105 229 000 litros anualmente (Conagua 2022a).
En 2021, varios pueblos —San Lucas Nextetelco, San Gabriel Ometoxtla, Santa
María Zacatepec, Juan Crisóstomo Bonilla, San Pedro y San Andrés Cholula— pro-
testaron por la sobrexplotación por parte de la embotelladora Bonafont, subsidiaria
de la empresa francesa Danone, porque las poblaciones se estaban quedando sin el
vital líquido y los pozos se secaban. A esta compañía, que está ubicada en el municipio
Juan C. Bonilla —sí, donde está el socavón— se le reclama que no cuenta con los per-
misos correspondientes, que se modernizó e incrementó su producción y que de ma-
nera general altera la forma de vida en la región. Asimismo, mencionaban que la venta
de agua embotellada se había incrementado debido a la sequía en años anteriores.
En 2021 la población tomó las instalaciones de la empresa Bonafont ubicadas en la
comunidad de Santa María Zacatepec, y la organización que se autodenomina Pueblos
Unidos por la Vida creó en ellas la Casa de los Pueblos, donde durante casi un año se
realizaron actividades culturales, educativas, de salud y artísticas. El 15 de febrero de
2022, esta organización en resistencia fue desalojada por la Guardia Nacional, grana-
deros y policía estatal, quienes colocaron mallas para evitar que volviera a ser tomada.
El tercer caso es el de la refresquera Fomento Económico Mexicano (femsa)
ubicada en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. El 26 de marzo de 2020 el ayun-
tamiento, a través de su síndico municipal, solicitó a la Conagua la revocación de
la concesión de aprovechamiento de agua subterránea (Mandujano 2020). En el
200 discursos ambientales en américa latina
Registro Público de Derechos del Agua (repda) aparecen las dos concesiones de
agua subterránea previas: una registrada el 6 de mayo de 1994 y otra el 11 de marzo
de 1996.
En este caso, el principal argumento de las organizaciones en resistencia para
cancelar la concesión hace referencia, en primer lugar, a las grandes cantidades de
agua extraída y, en segundo lugar, como argumento medular mencionan el daño a la
salud que produce el consumo de refresco. A partir de la solicitud de revocación de
la concesión por parte del síndico del ayuntamiento de San Cristóbal de Las Casas, se
agruparon distintos activistas y colectivos (Chiapas Paralelo 2020; Sin Embargo 2020)
que generaron acciones virtuales y presenciales con el objetivo de visibilizar la proble-
mática del agua.
En el municipio de San Cristóbal de Las Casas, de acuerdo con los datos de la
base del repda, el agua subterránea está concesionada a diferentes usuarios: 16 para
servicios, una de uso doméstico, dos de uso público urbano, tres de uso industrial y
tres para otros usos (Conagua 2022a). En específico, la extracción de agua subterránea
para la elaboración de refrescos es relevante por la cantidad que se extrae. De acuerdo
con el repda, las tres concesiones de extracción de agua subterránea con uso indus-
trial pertenecen a las siguientes empresas: una a Refrescos Néctar, S. A. de C. V., con
un permiso de extracción por 20 088 metros cúbicos por año, y dos a Inmuebles del
Golfo, S. de R. L. de C. V. (femsa), una por 311 040 y otra por 108 734.30 metros cúbicos
por año, lo que hace un total de 439 862.30 metros cúbicos anuales. En el artículo 223
de la Ley Federal de Derechos de 2019 el metro cúbico de agua subterránea cuesta dos
pesos y 23 centavos, por lo que femsa estaría pagando $940 126 pesos anuales, lo que
en términos generales es representativo e insuficiente con respecto a la cantidad de
agua extraída y de agua virtual.
Si bien ha existido una lucha histórica por el agua en Chiapas, en el caso de femsa
se detonaron nuevas acciones. Por ejemplo, en abril de 2017 manifestantes con rostros
cubiertos realizaron una marcha hacia la fábrica en la que exigían el cierre de la em-
presa. Sin embargo, en 2020 las acciones se intensificaron, tanto de manera presencial
como en redes sociales, con manifestaciones, expresiones artísticas, webinars, firma
de peticiones, etc. La discusión se puso en la agenda local de manera más clara en el
periodo de contingencia.
Sin embargo, la Conagua emitió un comunicado de prensa el 5 de mayo de 2020
en el que resumía su posicionamiento y declaraba que el acuífero San Cristóbal se
encontraba en condición geohidrológica de subexplotación y con disponibilidad para
concesiones de agua subterránea a empresas trasnacionales productoras de bebidas 201
otorgar nuevas concesiones. De acuerdo con sus cálculos, los niveles de agua subte-
rránea se mantenían estables y, finalmente:
[…] los dos pozos con los que cuenta Inmuebles del Golfo extraen agua a profundi-
dades de 130 y 200 metros, por lo que no se afecta la fuente de abastecimiento urbano
que ocupa el organismo operador de agua en San Cristóbal de las Casas, dado que
este se realiza con aguas superficiales provenientes de manantiales y pozos someros
(Conagua 2020a).
Ante esta decisión, los colectivos continúan realizando actividades a favor de la
conservación y el cambio de las prácticas de consumo, aunque el impulso se contrajo
en ese año —2020, tras el inicio de la pandemia en México—a partir de las declara-
ciones oficiales de la Conagua. También se pueden destacar las acciones particulares
de ciertos colectivos que continúan dando visibilidad a la problemática y que realizan
actividades de concientización —por ejemplo, enfatizando el daño que produce el
consumo de bebidas azucaradas— en las colonias del municipio.
A lo anteriormente dicho se añade que, con el surgimiento de la pandemia, en el
discurso oficial surgieron planteamientos como la necesidad de cambiar las prácticas
de consumo de azúcar. Se resaltó que el consumo de agua potable en lugar de otros
líquidos es esencial, a la vez que se mostraron los efectos negativos de las bebidas azu-
caradas con alto contenido calórico2 en la salud humana y, adicionalmente, se destacó
que las afectaciones sobre el ambiente repercuten en el bienestar humano —lo que
cada vez se estudia más—, a partir de acciones que tienen que ver con los procesos de
fabricación y almacenaje.3 Pero también se insistió en la importancia del uso de agua
y jabón para lavarse las manos, por lo que el acceso al agua potable es crucial para
2 En México, una Coca-Cola de 600 ml aporta 180 calorías de acuerdo con los datos presentados
por El Poder del Consumidor (2022). Una cerveza en envase, ya sea de vidrio o de aluminio, contiene
355 ml y aporta en promedio 150 kcal, en tanto que una cerveza sin alcohol aporta 56 kcal. El envase de
940 ml conocido en México como «caguama» contiene un aproximado de 397.2 kcal (Page-Pliego 2019).
3 Existen estudios sobre la producción de bebidas embotelladas, como el proceso de envasado, y
sobre cómo los microplásticos producen afectaciones a la salud humana y de manera paralela a la eco-
logía; los ftalatos se mimetizan en nuestras hormonas, y existe evidencia de que estos se encuentran en
el mar, el ambiente y los alimentos (Sharma y Chatterjee 2017). La lixiviación, la producción de plástico
tereftalato de polietileno conocido como pet y los tratamientos que se utilizan para su producción, se
convierten en elementos que tienen un impacto sanitario (García Regueiro 2019). Y una vez producidas
las bebidas, son consumidas por poblaciones que las han incorporado a su vida cotidiana e incluso
les han adjudicado un significado cultural; en algunas regiones se toman de manera frecuente, y las
especies fosfatadas producen daño severo, ya que eliminan el calcio de los huesos y lo depositan en
los riñones. Asimismo, el consumo calórico se incrementa y ocasiona enfermedades cardiovasculares.
202 discursos ambientales en américa latina
enfrentar una pandemia por coronavirus de acuerdo con las primeras recomenda-
ciones.
Después de la Jornada Nacional de Sana Distancia, que se desarrolló del 23 de
marzo al 30 de junio de 2020, inició el periodo de nueva normalidad, que implicaba
que cada estado de manera asincrónica tomaría medidas bajo la guía del semáforo
epidemiológico. En el proceso, el subsecretario de Salud, Dr. López Gatell, utilizó una
herramienta de comunicación central, la conferencia de prensa. A partir del 22 de
enero de 2020, y hasta el 11 de junio de 2021, las conferencias vespertinas se realizaron
sin interrupciones. El 30 de marzo de 2020, en la conferencia vespertina se declaró la
emergencia sanitaria y se emitieron una serie de recomendaciones que iniciaron con
la frase «¡Quédate en casa!».
Las declaraciones del gobierno federal en las conferencias de prensa, por medio
del Dr. López Gatell, señalaban que los principales decesos se producían por las
comorbilidades relacionadas con la obesidad, la diabetes, la hipertensión y el taba-
quismo, entre otros factores de riesgo. Incluso en sus comunicaciones en redes so-
ciales, el Dr. López Gatell hacía énfasis en los porcentajes de defunciones como con-
secuencia de comorbilidades:
Las comorbilidades asociadas a defunciones por #covid19 son: hipertensión, 41.99%;
diabetes, 37%; obesidad, 25.08%; tabaquismo, 8.84%; insuficiencia renal crónica,
6.76%; epoc, 5.34%; enfermedad cardiovascular, 4.98%; inmunosupresión, 2.83%;
asma, 2.02% y vih o sida, 0.54% [...] (López Gatell 2020).
Estas declaraciones, que fueron enfáticas en las conferencias vespertinas del sub-
secretario de Salud, se hicieron más claras en la página de CentroGeo y conacyt
donde, a través de una relación cuantitativa, se precisaron los porcentajes y la relación
con las comorbilidades de la población mexicana por estado (CentroGeo y conacyt
2021). Sin embargo, los datos presentados han sido cuestionados debido al subregistro
por diversas circunstancias: personas que no reportaron su contagio, muertes que
fueron registradas por otras causas y la insuficiente cantidad de pruebas de covid-19
que se aplicaron.
A nivel nacional, lo más grave e inesperado fue el número de defunciones. El
18 de marzo de 2020 se presentó el primer fallecimiento en México, y las muertes se
fueron incrementando en forma exponencial hasta llegar a niveles no previstos. En
concesiones de agua subterránea a empresas trasnacionales productoras de bebidas 203
abril de 2020, el subsecretario de Salud declaró que habría de 6 000 a 8 000 muertes
(El Universal 2020); ante el Senado, el 20 de abril dijo que serían 30 000 defunciones,
y más tarde en otro espacio mencionó la misma cantidad (Animal Político 2020); des-
afortunadamente, hasta el día en que se escribe este texto —29 de marzo de 2022— el
número de muertes acumuladas asciende a 322 761. Se observa un exceso de morta-
lidad por todas las causas por encima de 36.8 %, con variantes en cada estado.
En este sentido, las declaraciones del gobierno han tenido efectos en la agenda
pública sobre el acceso a servicios, en particular sobre el agua potable. Los problemas
de acceso al agua se visibilizaron en los medios de comunicación, y por lo mismo
alcanzaron un papel mucho más público y político en los últimos años.
Las empresas mencionadas en este documento reaccionaron con distintas pro-
puestas para contribuir a aminorar las problemáticas que emergieron con la pan-
demia. Por ejemplo, en una revisión rápida a las páginas de las compañías se observó
lo siguiente: Constellation Brands donó 12 millones de pesos para atender la pan-
demia por covid-19 a la Cruz Roja Mexicana; Bonafont donó pet reciclado para fa-
bricar 7 000 mascarillas destinadas a proteger a personal de salud y miles de litros de
agua a instituciones que atendían a comunidades vulnerables y hospitales, y femsa,
por su parte, declaró que donó kits de protección al personal de salud y apoyó a co-
munidades para tener acceso a agua y a saneamiento.
En paralelo, diversos colectivos realizaron acciones en este contexto, y en algunos
casos declararon la importancia de la pandemia para que su labor fuera visible. Pero,
sobre todo, los efectos de las declaraciones oficiales durante pandemia y los argu-
mentos en favor de la salud sirvieron para apuntalar la postura de estas organizaciones
en contra de la extracción de agua. En este sentido, una activista mencionó:
Quisimos aprovechar el hecho de que el síndico solicitara la revocación a la Conagua
de la Coca-Cola. Eso para nosotros fue así como un oportunidad para acuerpar esta
petición que hizo el síndico, y pues movimos ahí varias cosas, tratamos de hacer con-
tacto con López Gatell un poco para buscar alianza, para que él como responsable del
tema de salud pudiera incidir desde sus competencias para acuerpar esta petición y,
bueno, no fue posible, pero sí nos envió un saludo y nos dijo que qué bien que está-
bamos haciendo esta lucha, y qué bueno, y que felicidades, pero eso fue todo lo que
nos dijo (activista 5, entrevista virtual, 11/03/22).
204 discursos ambientales en américa latina
Entonces, si se toman en cuenta las declaraciones oficiales contra el consumo de
bebidas y alimentos con alto contenido calórico, se observa una contradicción entre
lo que declaran las instituciones de salud y las acciones que se realizan desde otras
instituciones gubernamentales, como la Conagua.
Ha sido contrastante cómo la pandemia puso sobre la mesa temas de salud,
pero también generó problemas de salud —por coronavirus, pero también por el
aislamiento— entre los propios activistas, muchos esfuerzos se convirtieron en ac-
tividades virtuales, primero porque en las recomendaciones gubernamentales se im-
pulsaban cuidados como la sana distancia y permanecer en casa, y segundo porque
los integrantes de los colectivos preferían permanecer a distancia y resguardarse. Sin
embargo, también encontré colectivos y colectivas que continuaron realizando ac-
tividades presenciales, ya que explicaron que las redes sociales podían potenciar la
cantidad de personas a las que llega la información, pero cuando el objetivo son los
habitantes locales —muchos sin acceso continuo a internet o con condiciones técnicas
inadecuadas— la presencia es insustituible.
Conclusiones
Las empresas trasnacionales productoras de bebidas embotelladas para consumo hu-
mano que se revisaron en este documento tienen algunos puntos de convergencia re-
lacionados con el contexto de pandemia, la representación y el control que ejercen en
el ramo —refresquero, cervecero o de agua embotellada— en el mercado nacional, el
acaparamiento de agua, la generación o renovación de las concesiones que detonaron
resistencia social y las contradicciones en el discurso tanto de las empresas como del
gobierno.
Destaca que las compañías buscan mediante campañas publicitarias crear una
imagen en sintonía con la idea de empresas socialmente responsables que se encuen-
tran comprometidas con la sociedad, y de manera simultánea invitan a cuidar el agua,
al ahorro y a ejercer diversas acciones que contrastan con la naturaleza de su pro-
ducto. Por ejemplo, invitan al ahorro de agua en los hogares y a un consumo salu-
dable, cuando ellas utilizan grandes cantidades de agua real y virtual para elaborar sus
productos y embalajes, que adicionalmente son de alto contenido calórico.
Otro de los argumentos desde el sector empresarial que muchas veces es respal-
dado por los gobiernos es la creación o generación de empleos formales. Estos y otros
concesiones de agua subterránea a empresas trasnacionales productoras de bebidas 205
empleos justifican las inversiones en los territorios, ya que traerán «desarrollo» y «ca-
lidad de vida», mensajes que apuntalan los discursos a favor del uso industrial del
líquido.
La extracción de agua es avalada por el gobierno a través de la Conagua, sin im-
portar el partido político que se encuentre en el poder, ya que, además de otorgar las
concesiones, estas son renovadas y respaldadas. Pero también los gobiernos locales,
los ayuntamientos, conceden permisos de uso de suelo y construcción. Otro elemento
central es el surgimiento de resistencias locales mediante grupos que realizan acciones
diversas, desde expresiones artísticas y culturales hasta la ocupación de espacios; en
su contra, se han llevado a cabo acciones represivas como desalojos y otras respuestas
graves como la desaparición de ambientalistas o líderes sociales.
Finalmente, se están realizando esfuerzos por dar claridad a los distintos efectos
que producen en la salud las bebidas elaboradas por estas empresas, no solo por su
consumo, también por los efectos sobre el territorio y el ambiente. Algunos proyectos
que están en marcha desde la academia se enfocan en el estudio de los efectos sociales
y medioambientales en las zonas de extracción de agua subterránea. La realidad es
que estamos a contratiempo, y que las acciones pueden ser insuficientes si no se logra
establecer con claridad la cantidad de agua que se extrae para la elaboración de estos
productos, y sus efectos en la salud y en los ecosistemas.
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bargo.mx/01-05-2020/3778703 [consulta: 07/03/2021].
El discurso normativo en torno a la producción
de cacao en la selva maya
Liliana Guadalupe Pulido Córdoba
María Luisa Ballinas Aquino
Introducción
L a selva maya es un mosaico de suelos con diversas altitudes en cuya superficie se
localizan algunos espacios óptimos para el cultivo del cacao desde tiempos prehis-
pánicos. Este árbol no crece de forma adecuada en todos los climas, alturas y suelos,
«por lo que desde la época precolombina se consideraba un producto restringido y
de gran valor, aún más en aquellas zonas en las que no se producía» (Caso 2016:15).
Se trata de un fruto que está presente entre los objetos arqueológicos encontrados
en zonas prehispánicas del norte de Alta Verapaz o en el extremo sur del Petén, en
Guatemala, así como en Bonampak, Chiapas, donde además aparece entre los pro-
ductos representados en los murales que evocan escenas vinculadas al pago de tri-
butos o a la entrega de regalos de visitantes (García Moll y Aliphat 2016:39).
Las características hidrológicas de la región permitieron el intercambio comercial
del cacao, de especies de diversas zonas y de productos elaborados con el fruto. En la
dinámica de la comercialización de este producto también se establecieron cadenas
de valor, puesto que no en todas las zonas de la selva maya se cultivaba ni existía ho-
mogeneidad en las especies; más aún, la variedad disponible permitía la valoración
diferenciada. En este sentido, se puede decir que:
209
210 discursos ambientales en américa latina
la calidad de un producto es importante en los procesos de comercialización y de ac-
ceso al mismo. En el caso del cacao, durante los siglos xvii y xviii, la introducción del
cacao Guayaquil, de menor calidad y por lo tanto, de menor precio, permitió el acceso
del producto a todas las clases sociales, para convertirse en parte fundamental de la
canasta básica en la capital novohispana y en las provincias españolas (Caso 2016:13).
La calidad del cacao vinculada a las características de las especies que se producen
en determinados espacios de la selva maya permite que la distinción fisiográfica y
biológica influya en la valoración de un producto, y por lo tanto en el acceso diferen-
ciado de acuerdo con la capacidad económica para adquirir el cacao de mejor calidad
o conformarse con el de características menos valoradas.
En este sentido, el cacao no solo ha servido para establecer distinciones
socioeconómicas, sino que también tiene una presencia clara en las expresiones coti-
dianas de los pueblos productores y consumidores, tal como lo señala Cruz Coutiño:
Forman parte de la lengua española las frases hechas «pedir cacao», es decir, pedir
perdón o rendirse ante algo o alguien; «valer alguien, o algo, un cacao», enunciado
que estima en mucho la valía del objeto o sujeto a quien se refiere; o su contrario:
«no valer alguien, o algo un cacao» como equivalente de insignificancia o carencia
de valor. Algo más propio del chocolate en sí mismo se expresa en «el chocolate bien
servido, poco hervido y bien batido […] (Cruz Coutiño 2014:17).
Además de que en las comunidades perduran expresiones sobre el cacao y sus de-
rivados, especialmente sobre el chocolate, en la cotidianidad también son importantes
los utensilios que están relacionados con este producto, tal como lo menciona en sus
estudios arqueológicos John Clark (en Tejada 1992:288), quien sugiere que las piedras
de moler que corresponden a la época prehispánica probablemente fueron utilizadas
para moler cacao o un producto muy fino, puesto que se encuentran poco gastadas.
El cacao tenía un uso doméstico, pero también estuvo vinculado al santuario, al ritual
y a las fiestas; por ejemplo, en la ofrenda de la tumba de la señora K’ab’al Xook en
Yaxchilán se han encontrado tres almendras de cacao: «lo que muestra el importante
significado ritual que representa la asociación de almendras de cacao y conchas de
Spondylus spp. Estos productos además tenían importancia suntuaria, por lo que eran
objeto de tributación y comercio» (García Moll y Aliphat 2016:50). Asimismo, como
se mencionó antes, en los murales del cuarto uno de Bonampak se representa una
el discurso normativo en torno a la producción 211
escena vinculada al pago de tributos o regalos de los visitantes en la que se muestran
productos de importancia para los mayas, como las cargas de cacao (García Moll y
Aliphat 2016:51).
Por otra parte, en la concepción maya los árboles se usan para hacer referencia a
los linajes reales y a los ancestros, mientras que se reconocen como «árboles mundo»
aquellos cuyas «raíces crecen hasta el inframundo y cuyas ramas alcanzan hasta los
cielos, a fin de unir diferentes niveles del mundo»; entre ellos figuran las ceibas, los ár-
boles de cacao y las plantas de maíz (McNeil 2016:97-98). En el periodo clásico existió
una asociación entre el cacao y el inframundo, y se relacionaba este fruto con cuevas
y con el renacer de los ancestros debido a la «preferencia del cacao por crecer en áreas
sombreadas» (McNeil 2016:105).
En este trabajo, sin desconocer la importancia que tienen los aspectos cultu-
rales en la comprensión de los procesos de producción de cacao en la selva maya,
se pone énfasis en la planta desde la perspectiva ecosistémica, en las normativas que
se han emitido para la regulación de su producción y en la comprensión ambiental
de dicho proceso, en donde confluyen aspectos culturales que permiten el estable-
cimiento de formas de producción específicas dadas las características de la zona,
que aparece como un mosaico de suelos y altitudes que hacen posible el cultivo del
cacao, en algunos casos, desde tiempos prehispánicos. En este sentido, se reflexiona
sobre las características de la producción de este fruto en el borde conceptual de la
comprensión entre la selva maya y la selva domesticada, así como las implicaciones
socioambientales que se derivan de las formas de acercamiento.
En este capítulo se presenta un estudio exploratorio que gira en torno a tres ejes:
1) un espacio geográfico definido como selva maya, 2) un proceso de producción de
alimentos (el cacao) que puede ser abordado desde diversas perspectivas, y 3) los dis-
cursos normativos que se asocian tal producción con sus implicaciones ambientales.
Espacio geográfico definido como selva maya
Durante los siglos xviii y xix la selva maya (especialmente la región del Petén) era un
espacio al que huían muchas personas indígenas dado el acoso tributario de sus go-
bernantes. La selva se relacionaba con una forma alterna de resistencia, en donde los
indígenas tributarios tomaban caminos que los conducían al interior de una profunda
vegetación que funcionaba como refugio y descanso (Caso 2002).
212 discursos ambientales en américa latina
Otra forma de comprensión de la selva maya es aquella que emergió a finales del
siglo xix y en los albores del siglo xx, en Quintana Roo, como un espacio que era
considerado de riesgo para la salud: «por el ambiente de insalubridad que provocaba
siempre entre los soldados brotes de fiebre amarilla, disentería, paludismo y, natu-
ralmente, insolación...» (Macías 1999:30). Por ello, las tropas enviadas a dicha zona
para defender los límites de la frontera sur entendían el paso por estos lugares «como
una penitencia mal disfrazada de comisión […] un espacio de reclusión y castigo»
(1999:30); sin embargo, las rebeliones mayas muestran «la incapacidad del gobierno
federal para dejar sentir su influencia en esta parte del territorio nacional» (1999:7)
ante la falta de accesos a la zona y la amplia distribución de mayas rebeldes, como está
documentado en informes y juicios de los oficiales con respecto a sus experiencias en
el área (Macías 1999:8).
Cabe mencionar que los discursos posteriores a la segunda mitad del siglo xx
sobre la zona maya se mueven entre la denominación de montaña y de selva, lo que
en ambos casos alude a la lejanía y el despoblamiento de acuerdo con «las experien-
cias vividas de muchas personas que caracterizaron a este espacio»; sin embargo, este
mismo término se fue transformando en las últimas décadas ante el «desmantela-
miento de la selva y su poblamiento reciente» (Cortés 2013:124).
La selva maya emerge como un espacio con bordes en movimiento en torno al
cual se construyen imaginarios que se van transformando a lo largo del tiempo, aun
cuando existen tensiones que permanecen con formas y actores sociales distintos,
como se observa en los procesos históricos de producción del cacao en la región.
Durante la época colonial, el cacao se obtenía mediante el comercio o la tributa-
ción. En la actualidad, los ríos de la selva maya, como el Usumacinta, el Lacanjá y el
Lacantún, mantienen sus cursos y también su flujo de productos, como el cacao, que
se intercambian y comercializan (García Moll y Aliphat 2016:28).
En la región maya de Tikal, Guatemala, se identificaron 20 especies de cacao en el
contexto de una ofrenda en uno de los templos dentro de un vaso sellado, lo que de-
fine su importancia ritual en época prehispánica; asimismo, en Copán, Honduras, se
identificaron fragmentos de semillas de cacao, guayaba y copal, una asociación que da
cuenta de la presencia de antiguos huertos mayas (García Moll y Aliphat 2016:55-56).
El cacao en la selva maya es una planta que se encuentra asociada con diversas
especies, que juntas brindan características especiales al agroecosistema. En el caso
de la comunidad campesina q’eqchi’ en Guatemala, el cacao se asocia con vainilla y
achiote, lo que se llama «la triada del chocolate» (Aliphat 2009:271). Las asociaciones
el discurso normativo en torno a la producción 213
arbóreas en los agroecosistemas de la selva favorecen la producción de cacao, lo que
otorga no solo al cacao, sino también a las especies forestales que se relacionan con el
cultivo, una importancia para el diseño eficiente del sistema agroforestal (Avendaño et
al. 2021:377). Los agroecosistemas cacaoteros en la selva maya favorecen la calidad de
vida de las comunidades porque sus variadas especies se aprovechan para producción
de madera, fibras, frutas, leña, medicinas, etc. Asimismo, dichos sistemas son valiosos
para la conservación de la biodiversidad porque la población arbórea provee de há-
bitat, nichos y alimentos a otras especies de plantas y animales, a la vez que brindan
amortiguamiento a las áreas naturales protegidas (Avendaño et al. 2021:367). Por otra
parte, las frondas que dan sombra a las plantaciones de cacao tienen que dejar pasar
de 60 % a 80 % de la radiación solar total para que la planta pueda realizar el proceso
fotosintético, la activación de yemas productivas, la apertura estomaica y la expansión
celular de ciertos tejidos (Alvim 1977, en Avendaño et al. 2021:366). Desde la perspec-
tiva ambiental, la diversidad de especies de árboles de cacao en la selva puede influir
positivamente en la calidad del suelo al evitar el impacto directo de las gotas de agua,
mantener la humedad en el sotobosque y aportar nutrientes debido a la biomasa pre-
sente en dicho espacio (Avendaño et al. 2021:367).
En este sentido, se puede afirmar que uno de los sistemas agroforestales más im-
portantes del trópico húmedo es el cultivo de cacao (Theobroma cacao L.), que es
considerado un legado de las culturas prehispánicas en cuanto al manejo y uso de los
bosques (Barrera et al. 1977, en Caso y Aliphat 2016), con transformaciones dirigidas
por los seres humanos de acuerdo con sus necesidades, aunque preservando «caracte-
rísticas estructurales y procesos ecológicos que se desarrollan en los bosques conside-
rados naturales» (Wiersum 2004, en Moreno, Toledo y Casas 2013).
En la selva maya los lacandones, y especialmente los choles del Manché, tuvieron
amplios conocimientos sobre manejo de agrosistemas, por lo que pudieron cultivar
cacao, achiote y vainilla de forma semintensiva e intensiva, además de transformar los
cultivos y contar con una red compleja para el intercambio de sus productos (Caso y
Aliphat 2016:142).
En este capítulo se propone la hipótesis de que el cacao, una planta cultivada
en la selva maya, requiere procedimientos específicos de participación antrópica que
convierten el espacio conocido como selva maya en un lugar que podría denominarse
selva domesticada debido al control sobre sus procesos productivos. En este sentido,
el concepto de selva domesticada se vincula con los estudios sobre los procesos de
adaptación de los seres vivos mediados por la acción humana de acuerdo con sus
214 discursos ambientales en américa latina
intereses ligados a ciertos procesos productivos. Además de proponer la reflexión
sobre métodos de domesticación del espacio, también se puede hacer referencia a la
domesticación de las semillas o plantas, tal como propone McNeil: «La domesticación
implica que los humanos son quienes han diseminado el árbol de cacao a lo largo de
distancias más grandes, desde Sudamérica hasta Norteamérica, y luego a otras re-
giones tropicales del mundo» (2016:67).
La domesticación ampliamente estudiada del cacao incluye el reconocimiento de
un cultígeno temprano (McNeil 2016:67) con consumos diferenciados:
Durante el período precolombino, en Sudamérica parece que el cacao fue consumido
principalmente, si no es que, de manera única, por su pulpa, descartándose sus se-
millas. Sin embargo, en Mesoamérica, así como en algunas partes de la Baja América
Central, las semillas fueron molidas y se utilizaron como ingredientes de bebidas y
salsas, mientras que en Sudamérica los pobladores prefirieron elegir determinados
árboles de cacao para producir una fruta más sabrosa, en Mesoamérica optaron por
seleccionar los árboles para producir semillas más sabrosas (McNeil 2016:68).
Estudios macrobotánicos demuestran la importancia de los procesos de domes-
ticación y los ciclos de producción, uso y consumo de cacao en la selva maya. Dichos
procesos se asocian con la elaboración de chocolate, que tanto en el pasado como en la
actualidad presenta un alto valor cultural y económico (García Moll y Aliphat 2016:57).
En lo que se conoce sobre domesticación del cacao se advierte que su origen se ubica
en la región de las cuencas del Orinoco y Amazonas, y mediante sus afluentes se trasla-
daron a diversos espacios de sur a norte, hasta llegar a la zona sur de México.
Proceso de producción de cacao
A nivel internacional, la Organización Mundial del Cacao (icco) reporta que México
ocupa el decimotercer lugar en la producción de cacao en grano a nivel mundial, con
un total, en 2019, de 28 452 toneladas, lo cual significó una caída de 43 % con respecto a
la producción de 2003, que fue de casi 50 000 toneladas (cedrssa 2020:3). En México
el cultivo de cacao se centra en especial en tres variedades: criollo, trinitario y forastero,
presentes en los tres principales estados productores (dof 2016). En la Selva Lacandona
puede encontrarse sobre todo la variedad criolla (Montemayor et al. 2002:381).
el discurso normativo en torno a la producción 215
La producción del cacao en nuestro país ha decaído por varios factores, entre
los cuales puede mencionarse la presencia de plagas. En 2008 se reportaba que el
cultivo en América Latina tenía el problema de la propagación de enfermedades, tales
como la escoba de bruja. Entonces, las pérdidas superaron el 90 % de la producción.
En México, a dos años de la entrada de la moniliasis se reportó una pérdida de 50 %
de la producción de cacao y el derribo de muchas plantaciones, a lo que se sumó
la presencia de otras enfermedades e insectos de plaga, principalmente la mancha
negra (Phytophthora palmivora), la antracnosis (colletotrichum gloesporioides) y re-
cientemente la monilia (m. roreri) (Ramírez 2008:99). Algunas enfermedades y plagas
que tratan de controlarse mediante insecticidas y fungicidas son las siguientes: pudri-
ción negra, mancha negra u hongo del palo, mal de machete, bubas del cacao, piojo
harinoso o polvo del palo, pulgón, piojillos, barrenador del cacao y hormiga loca
(Martínez 1991, en Cruz Coutiño 2014:78).
En la selva maya la humedad es un factor que favorece la presencia de hongos, por
lo que el control de sombra y el desmalezado son algunos requisitos para la gestión
agroforestal del cacao, lo cual resulta complejo puesto que debe vincularse además
con factores de crecimiento. Igualmente, la intensidad de la luz, la temperatura y el
movimiento de aire, así como la humedad relativa, afectan de manera indirecta la
fotosíntesis y el manejo de plagas y enfermedades.
En municipios de la región de la Reserva de Montes Azules como Maravilla
Tenejapa, Chiapas, «el cacao ha sido cultivado desde hace más de 30 años producto
de la colonización promovida por programas gubernamentales» (López et al. 2015:56).
Actualmente, el programa Sembrando Vida pone énfasis tanto en ese cultivo como
en la asociación con achiote, lo cual ha sido documentado como una práctica cul-
tural. En esta región se creó una organización integrada por más de 80 productores,
bajo la denominación Alianza de Cacaoteros de la Selva, que han implementado la
producción de cacao orgánico (López et al. 2015:56). Por otra parte, han intervenido
instancias gubernamentales que requieren conocer las estructuras arbóreas de las
plantaciones de cacao, así como considerar aspectos ecológicos.
Para la comprensión ecosistémica del cultivo del cacao es necesario observar que
se está haciendo referencia principalmente al Theobroma cacao L., que es un pequeño
árbol de sotobosque, naturalmente adaptado para el crecimiento en el bosque tro-
pical. La altura del ejemplar promedio va de cinco a ocho metros; se encuentra en los
estratos arbóreos más bajos, en ambientes cálidos de bosques tropicales húmedos con
216 discursos ambientales en américa latina
pocas oscilaciones climáticas, y su crecimiento se ve favorecido cuando se encuentra
a lo largo de riveras con sombra (McNeil 2016:66).
En cuanto a las características de los suelos, deben ser profundos y fértiles dado
que el árbol de cacao tiene una raíz principal larga y fuerte, la cual le sirve de an-
claje para resistir el tiempo de estiaje y las perturbaciones derivadas de fenómenos
naturales (Enríquez 1985, en Aliphat 2009:268). De forma natural alcanza una altura
promedio de 5.10 metros, pero puede llegar a medir hasta 10 metros; su cultivo pros-
pera mejor en suelos francos, franco-arenosos o franco-arcillosos, con pH de 6 a 7; la
temperatura óptima para su cultivo es entre 22 y 28 grados centígrados; la altitud ideal
es de 600 metros sobre el nivel del mar, y además necesita un nivel de precipitación
media anual de 1 500 a 2 000 milímetros, con una humedad relativa de 80 % (sagarpa
2017:1).
En este caso, es importante reconocer que el cultivo de cacao de forma generali-
zada se asocia con la selva maya; sin embargo, si se consideran las condiciones para su
cultivo, se observa que no todos los espacios de esta región son óptimos. De hecho, en
diversos estudios arqueológicos sobre la región maya se reflexiona sobre la presencia
de trazas de teobromina en objetos prehispánicos que se encuentran fuera del rango
latitudinal de dicho cultivo, y de ellos se concluye que el cacao localizado en algunos
hallazgos arqueológicos pudo haber llegado por procesos de comercialización a esos
sitios, como al norte de Alta Verapaz o al extremo sur del Petén, en Guatemala (García
Moll y Aliphat 2016:39).
Por otra parte, se reconocen las formas natural y antrópica de proliferación
del cacao. En el primer caso, se considera la importancia de la polinización, que
presenta características especiales puesto que el árbol de cacao produce un gran
número de flores, pero solo se polinizan y fructifican una pequeña cantidad de «ma-
zorcas» de cacao (Wood 1982 y Young 1994, en Aliphat 2009:268).
Aliphat Fernández, en su trabajo de campo de 1982-1997 en la Selva Lacandona,
Chiapas, observó que «los árboles de cacao silvestre presentan una distribución variable
debido a que la distribución natural del cacao se da en función de hábitat, polinización
y dispersión de semillas», lo que deriva en un «patrón de distribución de poblaciones
que son el resultado de la presencia de subpoblaciones aisladas adaptadas a hábitats
altamente localizados y diferenciados, por lo que existen más de 2 500 variedades
conocidas de Theobroma cacao» (Young 1994 y Wood 1982, en Aliphat 2009:268). El
proceso de polinización para Theobroma cacao se lleva a cabo con dípteros, principal-
mente mosquillas del género Forcipomyia, las cuales son atraídas por pigmentaciones
el discurso normativo en torno a la producción 217
y fragancias tenues que también favorecen la afluencia de áfidos, hormigas y otros
insectos (Aliphat 2009:270). Otra forma de diseminación del cacao se realiza cuando
las plantas se reproducen de manera silvestre, puesto que en forma natural los monos,
ardillas, roedores y murciélagos mastican las mazorcas para alimentarse, después de-
fecan y con ello se diseminan las semillas (McNeil 2016:67). Finalmente, la asociación
de cacao, vainilla y achiote, que se denomina la «triada del chocolate», como se men-
cionó antes, favorece los procesos de polinización dado que la vainilla y el achiote
producen señales químicas que atraen a las abejas nativas (Aliphat 2009:271).
En segundo lugar, la proliferación antrópica se realiza por el trasplante de pe-
queños vástagos procedentes del almácigo hacia la parcela nueva, que en algunos
casos se siembran a la sombra de las plantas de plátano tanto en la región del
Soconusco (Lee 1964, en Cruz Coutiño 2014:78), como en la Selva Lacandona, donde
se impulsaron proyectos que incentivaron la producción agroforestal de cacao, vai-
nilla e incluso cardamomo bajo el dosel forestal (Castellanos Navarrete y Jansen 2017,
en Castellanos Navarrete 2018:28). En la zona de amortiguamiento de la Reserva de
Montes Azules, en Chiapas, actualmente se observa la asociación de cultivos de cacao,
plátano y palma de aceite.
La reproducción de nuevas plantas de cacao mediante manejo se puede realizar
de dos formas: sexual o asexual (vegetativa). La primera se efectúa obteniendo la se-
milla del fruto del árbol «padre» que se desea reproducir, la cual se siembra y, tras los
cuidados necesarios, brota una nueva plántula que germina alrededor de cuatro días
después de la siembra. Este método reproductivo preserva la diversidad genética y
es económico; sin embargo, en ocasiones no favorece al productor ya que se pueden
generar algunas características indeseables en las nuevas plantas. La reproducción
asexual se lleva a cabo por enraizamiento de estacas o por injertación; este es el tipo
de reproducción más sencillo y eficaz y, además, puede hacerse directamente en el
campo o en el vivero. El injerto se extrae de un árbol seleccionando las yemas, que son
partes del árbol que se encuentran en la base o en la axila de las hojas; estas se cortan
y se sujetan sobre los chupones basales de una planta patrón. Los patrones deben ser
plantas jóvenes de alta vigorosidad y buena sanidad, también los árboles más viejos se
pueden injertar, por lo general en los chupones propios del árbol o en otros inducidos
por medio de la poda (Arvelo et al. 2017).
En cuanto a la planta de cacao, el crecimiento de las mazorcas se presenta di-
rectamente en el tronco y en las ramas principales. De esas mazorcas se obtienen
las semillas (entre 40 y 290 por mazorca), que se encuentran rodeadas de una pulpa
218 discursos ambientales en américa latina
dulce (McNeil 2016:67), las cuales se someten a un proceso fisicoquímico que conlleva
cuatro pasos: fermentación, secado, tostado y cribado. Este proceso, que data de 3 000
años atrás, permite convertir las almendras de cacao en chocolate (Cruz Coutiño
2014:82; Caso y Aliphat 2016:141). En algunos lugares se han mantenido los cuatro
pasos de esta práctica; sin embargo, en otras comunidades, como las que se localizan
en torno al río Jataté (como Agua Perla y San Felipe), en el municipio de Maravilla
Tenejapa, Chiapas, el proceso de fermentación solo se realiza cuando los intermedia-
rios piden el cacao con dicho procedimiento previo al secado.
Discursos normativos y ambientales vinculados a la producción de cacao
En el marco normativo internacional es relevante mencionar que México está ads-
crito a la Organización Mundial de Comercio (omc), instancia que regula las transac-
ciones internacionales de productos; sin embargo, no es miembro de la Organización
Internacional del Cacao (icco), al igual que Canadá y Estados Unidos, sus socios en
el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan); en este sentido, habría
que considerar si una eventual membresía podría contribuir al desarrollo del sector
en el país.
La icco fue creada en 1973 bajo los auspicios de las Naciones Unidas y funciona
dentro del marco del Convenio Internacional del Cacao, que ha sido modificado en
diversas ocasiones. Una observación relevante es que funciona a partir de una dis-
tinción entre los países exportadores y los importadores, por lo que señala una clara
diferencia regional entre ellos, debido a que entre los exportadores están países de
América Latina, África e Indonesia, mientras que entre los importadores hay naciones
de la Unión Europea, además de Rusia y Suiza (cedrssa 2020:2-3). El objetivo explí-
cito de la organización es:
conseguir una economía cacaotera mundial sostenible que englobe las dimensiones
sociales, económicas y medioambientales en la producción, elaboración y consumo
de cacao. En términos generales, el mandato de la icco tiene como fin mejorar el
nivel de vida de las comunidades cacaoteras; al mismo tiempo busca satisfacer las exi-
gencias de los consumidores en cuanto a calidad y seguridad alimentarias, y abordar
temas de carácter medioambiental y social (cedrssa 2020:17).
el discurso normativo en torno a la producción 219
La icco, de la que México no forma parte, emite una normatividad consuetu-
dinaria que aplica a los países integrantes; establece una regulación de precios con la
finalidad de lograr equilibrio económico, lo cual puede estar fuera de los intereses de
Estados Unidos, el principal importador del cacao de México (cedrssa 2020:17). Sin
embargo, México ha pasado de ser exportador a importador de cacao (como sucede
con el maíz), esto dado el declive abrupto en la producción provocado por la presencia
de plagas, y actualmente por la lenta recuperación.
Las normas de la International Organization for Standardization (iso) y el codex
Alimentarius, o Código Alimentario, son normas internacionales que proporcionan
beneficios a las grandes y pequeñas empresas porque regulan la eficiencia en los pro-
cesos y permiten a los productores y comerciantes el acceso a los mercados interna-
cionales. Además, el codex Alimentarius protege la salud del consumidor y garantiza
el comportamiento correcto en el mercado internacional. Algunas normas alimen-
tarias internacionales en torno al cacao y sus derivados se presentan en el cuadro 1.
Cuadro 1. Algunas normas alimentaras sobre el cacao y derivados
Año Norma Descripción
2019 iso 34101 Cacao sostenible y Serie de normas internacionales que especifican los requisitos
trazable* para la producción sostenible de granos de cacao, para la traza-
bilidad del cacao producido de manera sostenible y para el es-
quema de certificación de cacao sostenible y trazable.
iso 34101-1 Parte 1: Requisitos para los sistemas de gestión de la
sostenibilidad del cacao.
iso 34101-2 Parte 2: Requisitos para el desempeño (en relación
con los aspectos económicos, sociales y ambientales).
iso 34101-3 Parte 3: Requisitos para la trazabilidad.
iso 34101-4 Parte 4: Requisitos para los esquemas de certificación.
1981 codex stan 86-1981 Norma exclusiva para la manteca de cacao empleada como ingre-
Adoptada en 1981 Revisión: 2001 diente en la fabricación de chocolate y productos de chocolate.
Enmienda: 2016
1981 codex stan 87-1981 Norma para el chocolate y los productos de chocolate destinados
Adoptada en 1981 Revisión: 2003 al consumo humano.
Enmienda: 2016
1983 codex stan 141-1983 Norma aplicada al cacao en pasta o licor de cacao/chocolate, y
Adoptada en 1983 Revisión: 2001 a la torta de cacao, según se definen, para uso en la fabricación
Enmiendas: 2014, 2016 de productos de cacao y chocolate. Estos productos podrán ven-
derse también directamente al consumidor.
Fuente: elaboración propia.
* https://dgn.isolutions.iso.org/obp/ui#iso:std:iso:34101:-1:ed-1:v1:es
220 discursos ambientales en américa latina
En el cuadro 1 se observa que, mientras la iso 34101 atiende los requisitos de la
producción sostenible de los granos de cacao y establece los requerimientos para
la gestión de la sostenibilidad, la cual puede ser certificada, en el caso del codex
Alimentarius se pone más atención a productos del cacao, especialmente al chocolate.
En México, la nom-186-ssa/scfi-2013 (denominada «Cacao, chocolate y pro-
ductos similares, y derivados del cacao. Especificaciones sanitarias. Denominación
comercial. Métodos de prueba») es central para el establecimiento de las denomina-
ciones genéricas y específicas de los productos.
En este marco normativo, en México se han establecido algunos programas que
tienen incidencia en la producción del cacao y que denotan las comprensiones que se
construyen socialmente en torno a este recurso y algunos alimentos que se elaboran
con él (véase cuadro 2).
Cuadro 2. Algunos programas gubernamentales sobre el cacao en México
Año Programa gubernamental nacional
1885 El gobernador de Michoacán, Gral. Mariano Jiménez, considera el cacao como pro-
ducto «exótico» y libera su producción del pago de impuestos (Gaceta núm. 13, 1885).
2020 Acuerdo por el que se dan a conocer las Reglas de Operación del Programa Producción
para el Bienestar de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural para el ejercicio
fiscal 2021 (dof 2020). Apoyos económicos directos, sin intermediarios, a productores
de cacao de pequeña y mediana escala.
Fuente: elaboración propia.
En el cuadro 2 se observa que la forma de nombrar el cacao incide sobre las ac-
ciones que se realizan en torno a él. Por ejemplo, la comprensión política del cacao
como producto «exótico» ha tenido consecuencias económicas.
Finalmente, el programa Sembrando Vida también ha destinado recursos en
Tabasco y Chiapas al cultivo del cacao como una de las especies tradicionales, lo que
está teniendo repercusiones en la selva maya, en donde hasta la década de 1930 la
actividad agrícola estuvo basada en plantaciones a pequeña escala de cacao, plátano,
caña de azúcar y tabaco, hecho que no representaba un impacto significativo sobre la
vegetación nativa que conformaba el bosque tropical perennifolio (Morales 2012); sin
embargo,
el discurso normativo en torno a la producción 221
el btp [bosque tropical perennifolio] de los estados de Veracruz, Tabasco y Chiapas
se ha estado degradando principalmente por la ganadería extensiva, la agricultura a
base de monocultivos, la apertura de nuevas carreteras (Bray y Klepeis 2005; Dirzo
et al. 2009, en Morales 2012:10) y la actividad petrolera (Sordo y López 1988; Tudela
1989) (Morales 2012:10).
Ante tal situación, se van conformando en la selva nuevos agroecosistemas que,
si bien no sustituyen todas las características ecológicas de los ecosistemas naturales,
en algunos casos favorecen la conservación de la biodiversidad (Morales 2012:11). Por
ejemplo, muchas especies que se hallan en los bosques, como helechos, aves, escara-
bajos, anfibios y reptiles, no se encuentran en el agroecosistema de cacao presente
en la selva maya; sin embargo, algunas de las especies en dichos espacios: «se carac-
terizan por ser tolerantes al disturbio o migratorias [aves]; asimismo, algunas espe-
cies tienden a ser más abundantes en el agroecosistema de cacao que en el bosque»
(Morales 2012:15).
En el contexto de la presencia de agroecosistemas de cacao en la selva maya con-
siderada bosque tropical perennifolio, el 29 de agosto de 2016 se publicó en el Diario
Oficial la declaratoria general de protección de la denominación de origen Cacao
Grijalva, que regula: «el producto o los productos terminados que abarcará la deno-
minación, incluyendo sus características, componentes, formas de extracción y pro-
cesos de producción o elaboración y sus modos de empaque, embalaje o envasado».
En la región Grijalva de Tabasco se localizan tres subregiones productivas (Chontalpa,
Sierra y Centro) que agrupan 11 municipios. Esta denominación de origen incrementó
la desigualdad en el valor comercial del cacao que se produce en Tabasco con respecto
al de Chiapas, lo cual es un incentivo para la producción en Tabasco, y convierte a este
estado en el primer productor del país (cedrssa 2020:8).
Las formas de nombrar el espacio y los productos, y las que figuran en las re-
gulaciones de dichos espacios y de la producción vinculada, son relevantes por las
características discursivas que presentan. En este sentido, destaca el dato de que en el
Diario Oficial de 29 de agosto de 2016 (dof 2016) se introduzca el término de «selva
domesticada». A continuación se cita el texto, que será útil para comentar y analizar
lo que implica este concepto en el contexto de la selva maya tras la presencia de agro-
ecosistemas:
222 discursos ambientales en américa latina
Selvas domesticadas
Una de las características que otorgan la identidad y la calidad del «Cacao Grijalva»
es que se produce gracias al actuar conjunto de la naturaleza y el hombre en lo que se
denominan selvas domesticadas.
La selva domesticada es un tipo de vegetación creada por el hombre de manera
tecnificada, en la que su estructura y composición semeja a la selva tropical húmeda,
representa una fuente de bonos de carbono para evitar la erosión de los suelos y pro-
piciar las precipitaciones que benefician al cacao y le otorgan características de aroma,
sabor y consistencia únicos.
La polinización de la flor de cacao se realiza principalmente y con efectividad por
mosquitas del género Forcipomyia. En la Región de Grijalva de Tabasco, se señala la
presencia de Forcipomyia ssp y F. (Euprojoannisia) ssp, con mayor abundancia du-
rante los periodos lluviosos y en épocas de mayor floración del cacao.
Todo lo anterior hace de Tabasco un lugar idóneo y único para el cultivo del cacao,
y al reunir todas las condiciones necesarias para el óptimo crecimiento de las plan-
taciones, también ofrece los mejores entornos para el desarrollo de los frutos y sus
características más deseables de sabor y aroma. El fruto del cacao es muy apreciado
a nivel mundial y se conserva en un lugar privilegiado en la cultura de nuestro país,
pero sobre todo en Tabasco, por lo que no se debe perder de vista su importancia.
Es necesario apoyar su cultivo, no sólo como parte indispensable de una tradición
de siglos, sino como una forma de conservación de la ecología de la región, ya que las
plantaciones de cacao son las selvas cultivadas de Tabasco.
La zona de la denominación de origen solicitada contiene la altura, la humedad,
la temperatura, la variedad de árboles y biotipos, los animales encargados de la poli-
nización y el conocimiento del hombre sobre la tierra y cultivo de la planta, que hace
que la calidad del «Cacao Grijalva» no pueda ser encontrada en otras zonas del mundo.
Con relación al proceso del cultivo del cacao encontramos que, desde su siembra
por semilla o en su caso injertación y durante toda su vida, la plantación debe ser ob-
jeto de cuidados regulares por la mano del hombre, tanto para trasplantar y formar las
plantaciones, conocidas como «selvas domesticadas», como para disponer bien los ár-
boles de sombra «madres» (poda), limpiar la plantación y los árboles mismos. También
los hombres deben proteger a los frutos de los insectos, parásitos o enfermedades que
pueden atacarlos, así como fertilizar el suelo y las plantas para garantizar una mayor
el discurso normativo en torno a la producción 223
cosecha. Igualmente, el corte y quebrado de las mazorcas, el proceso de fermentación,
secado y tostado de los granos de cacao deben ser hechos a partir de procesos desarro-
llados por el ser humano, específicamente por nuestros antepasados indígenas.
Además de lo anterior, los suelos de Tabasco en la zona productora de cacao tienen
características especiales en cuanto a su geología debido a que son suelos que perte-
necen al cuaternario reciente, los cuales se fueron formando por la abundante carga
sedimentaria aportada por los ríos de la región durante recurrentes inundaciones
anuales y extraordinarias, lo que nos da como resultado una geomorfología represen-
tada por llanuras aluviales. Aunado a esto, el clima de la región es un cálido húmedo,
con abundantes lluvias en verano, con una temperatura anual de 25 °C y una precipi-
tación anual de 200 mm.
La conjugación de factores como edafoclimáticos y la intervención del hombre para
el manejo de cultivo de cacao y su proceso de post cosecha diferencian al grano de
cacao producido en el Estado de Tabasco al de otras zonas productoras, en cuanto a
su sabor, olor y otras propiedades.
La calidad final del grano de cacao y de manera particular su aroma floral, de-
pende del manejo técnico y adecuado que el productor utilice durante la fermenta-
ción, secado y almacenamiento del producto (dof 2016:1, cursivas añadidas).
En esta narrativa incluida en el Diario Oficial de la Federación es muy impor-
tante la función que desempeña el concepto de selva domesticada, puesto que aparece
como marco contextual e interpretativo de la declaratoria de denominación de origen
del Cacao Grijalva. La selva domesticada es el marco contextual de la denominación
de origen porque hace referencia a los espacios y las características fisiográficas espe-
cíficas en donde surge la declaratoria. Al mismo tiempo, es un marco interpretativo,
puesto que otorga sentidos a la declaratoria al reunir en un solo concepto espacial al
ser humano y a la naturaleza en un actuar conjunto.
En el texto anterior se señalan las características requeridas para la producción de
Cacao Grijalva, que incluyen la intervención de polinizadores, tanto como los factores
edafoclimáticos presentes en la región. Asimismo, considera los aspectos culturales,
con rasgos históricos y técnicos que implican conocimientos de un proceso en el que
el ser humano tiene la función final de proteger los cultivos. En estas dos vertientes
encuentra su fundamento el concepto de selva domesticada.
En resumen, se afirma que los discursos ambientales vinculados a la producción
del cacao pueden presentar tres sentidos: 1) la tendencia prehispánica a la asociación del
224 discursos ambientales en américa latina
cacao con otros cultivos, 2) las características ambientales requeridas para la producción
de cacao, y 3) la presencia de plagas y la necesidad de control.
En este caso se puede observar el tránsito conceptual del cultivo de cacao en la
selva, de una comprensión cultural que enuncia el espacio como selva maya, a un
entendimiento desde la biología mediante el cual se concibe dicho espacio como selva
tropical perennifolia, donde el cacao se encuentra de manera natural; sin embargo,
también se reconoce la presencia de la mano del ser humano en las interacciones eco-
sistémicas, pues se hace referencia a las plantaciones de cacao que constituyen agro-
ecosistemas, fomentan la biodiversidad y contribuyen a la conservación de cuencas
(López-Baez et al. 2015:1), lo que da paso al concepto de selva domesticada.
Reflexiones finales
El recorrido relatado en este capítulo permite la integración de conocimientos pro-
venientes de diversas disciplinas, pues el tema de la producción de cacao en la selva
maya implica la integración de conocimientos provenientes de los estudios culturales,
donde encuentran espacio la antropología, la sociología, la arqueología, la ecología y
los estudios que consideran la importancia del acercamiento desde el reconocimiento
de la lengua in situ, como expresión de la vida en determinadas sociedades y contextos.
En la selva maya, donde los colores y movimientos de la flora, la fauna y los fac-
tores abióticos embellecen el lugar con sus espectáculos escénicos, brota de la tierra
de manera natural o en plantaciones definidas y delimitadas el fruto llamado cacao.
Agradecimientos
Agradecemos al programa de becas posdoctorales del Subsistema de Humanidades
de la Universidad Nacional Autónoma de México en el Centro de Investigaciones
Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur, así como al asesor de la Dra.
María Luisa Ballinas en esta estancia posdoctoral, el Dr. José Rubén Orantes García,
investigador de esta institución.
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La nueva política ambiental global:
discurso de la economía verde
y reduccionismo del cambio climático1
Juan David Arias-Henao
Introducción
E l cambio climático se ha convertido en el mayor reto actual de la humanidad; en
su nombre se realizan prácticas tan disímiles como políticas públicas, programas
de responsabilidad empresarial, cumbres globales, marketing verde, agendas de mo-
vimientos sociales, programas de investigación académica y un largo etcétera. Dicha
proliferación de discursos y prácticas en torno a este problema tiene que ver en gran
parte con su consideración como «la mayor amenaza para la sostenibilidad futura»
de la humanidad, tal como lo han declarado diversos líderes mundiales y amplios
sectores de la comunidad científica.2
A pesar de las discusiones, políticas, planes y proyectos de la comunidad inter-
nacional, el problema del cambio de clima se sigue agudizando: 2016 fue el tercer año
consecutivo más caluroso desde que se tienen registros. En un informe de la Organi-
zación Meteorológica Mundial (omm 2017) se reporta que 2016 registró una tempera-
tura media superior en aproximadamente 1.1 °C con respecto a la era preindustrial, y
1 Este texto se deriva de los resultados de la tesis de maestría del autor (véase al respecto Arias-He-
nao 2017).
2 Véanse por ejemplo las declaraciones del exsecretario general de Naciones Unidas Ban Ki-Moon
(Ki-Moon 2015: párr. 18).
229
230 discursos ambientales en américa latina
en 0.07 °C sobre la temperatura récord anterior, que fue alcanzada en 2015. La concen-
tración atmosférica de Gases de Efecto Invernadero (gei) también sigue en aumento:
para 2017, el incremento global de las concentraciones de dióxido de carbono fue de
146 % con respecto a los niveles preindustriales, mientras que el gas metano aumentó
en 257 %. De igual forma, la pérdida de sumideros de gei también sigue acentuándose:
entre 2015 y 2019 se produjo la pérdida más alta de glaciares en comparación con cual-
quier otro periodo de cinco años desde que se tiene registro (Naciones Unidas 2019).
A pesar de que el cambio climático se sigue agudizando y que otros problemas
ambientales se han agravado, la lógica con la cual se piensan la actual crisis y sus
posibles soluciones sigue los mismos patrones desde hace por lo menos 30 años. Un
ejemplo de ello es el discurso ambiental de la economía verde, que hoy aparece como
la solución más genuina a las cuestiones ecológicas. Sin embargo, el excesivo énfasis
que este discurso pone en la discusión sobre el cambio climático, y más específica-
mente sobre las moléculas de «carbono», ha llevado a un empobrecimiento de los de-
bates en política ambiental que sigue la misma lógica del ambientalismo hegemónico,
ya que propone soluciones de muy dudoso alcance como los mecanismos de mercado,
la eficiencia tecnológica o el desarrollo bajo en carbono (Arias-Henao 2020).
La economía verde ha restructurado la política ambiental; se difunde, multiplica,
diversifica y continúa propagándose en las actuaciones público/privadas, a la vez que
construye el discurso considerado verdadero y válido para los científicos, econo-
mistas, políticos y buena parte de la sociedad, de manera que limita lo que puede ser
dicho y hecho con relación al cambio climático y a otros problemas ambientales.3 En
la línea de esa reflexión, aquí se intenta responder a las siguientes preguntas: ¿cómo
y por qué razones ha llegado a ser el cambio climático el mayor problema ambiental
de nuestra época?, ¿cómo se ha convertido el carbono en una molécula central para
la política y la economía internacional?, ¿de qué manera la economía verde está res-
tructurando la política ambiental?, ¿qué consecuencias ha tenido esta restructuración
para el pensamiento de la crisis ambiental y la política global?
Para responder a dichos cuestionamientos, en este trabajo se utilizan los aportes
teóricos y metodológicos de la ecología política. En consonancia con la definición
dada por el historiador ambiental Germán Palacio (2006), el campo de reflexión de la
ecología política se encarga de discutir acerca de las relaciones de poder en torno a la
naturaleza, poniendo especial énfasis en los conflictos naturaleza/cultura.
3 Al respecto véase, por ejemplo, el trabajo de Brand (2012).
la nueva política ambiental global: discurso de la economía verde 231
En ese sentido, este trabajo se interesa por entender el vínculo entre conocimiento
y poder en el análisis de las relaciones socioambientales y sus conflictos. Tal como ar-
gumenta Eduardo Gudynas (2014), esto facilita un abordaje crítico de construcciones
tales como ambiente, cambio climático o economía verde, que están políticamente
condicionadas y enmarcadas en culturas particulares. En concreto, se trata de analizar
la relación entre el problema del cambio climático, el discurso de la economía verde y
el poder, con la finalidad de desarrollar una reflexión crítica sobre los recientes cam-
bios y restructuraciones en la política ambiental.
Orígenes del cambio climático como el mayor problema de la humanidad
El cambio climático ha registrado un crecimiento exponencial en importancia global
a través de la historia. Hay quienes incluso se remiten a acontecimientos e ideas de
la antigua Grecia, aunque solo desde el siglo xix hay indicios de que el cambio cli-
mático sea considerado como un problema de importancia real para la humanidad.
Hacia 1827, el francés Jean-Baptiste Fourier fue quien primero utilizó la metáfora de
la atmósfera como un invernadero para referirse a la temperatura media de la Tierra,
mientras en 1863 el inglés John Tyndal anunció la influencia que ejercía el dióxido de
carbono en el calentamiento global. Ya en 1896, el sueco Svante Arrhenius planteaba
que el uso de combustibles fósiles era un causante directo de cambio climático por el
efecto invernadero (Rodríguez et al. 2009; Rossbach y Halbmayer 2014).
Sin embargo, el encuentro entre aquellos conceptos de los científicos del clima y
las decisiones políticas solo se llegó a producir hacia la segunda mitad del siglo xx,
cuando el calentamiento de la atmósfera entró como tema de debate en la arena polí-
tica internacional. Tal como argumenta Blanco (2016), fue a partir de la década de los
ochenta cuando este problema se posicionó a nivel global, no solo como objeto de in-
vestigación de la ciencia, sino también como objeto de intervención de los gobiernos
y la diplomacia internacional.
A finales de los años sesenta surgió la preocupación por los problemas ambien-
tales como resultado de los debates sobre el crecimiento económico de los países más
industrializados. La instauración de un modelo de vida de altos niveles de produc-
ción y consumo originó un aumento significativo del extractivismo y la trasforma-
ción de materiales y energía de la naturaleza para satisfacer requerimientos urbanos
232 discursos ambientales en américa latina
e industriales, lo que generó una mayor cantidad de residuos contaminantes y una
creciente degradación ambiental (Jankilevich 2003; Ulloa 2006).
En este contexto, la idea del cambio climático como el mayor problema para la
sostenibilidad presente y futura de la humanidad comenzó hace por lo menos tres dé-
cadas. Uno de los muchos cambios que ocurrió a principios de los ochenta fue el «des-
cubrimiento» del calentamiento global como un problema real para el planeta. Este
hallazgo habría de proporcionar el anclaje para una restructuración de las relaciones
sociedad/naturaleza, en donde la «lucha contra el cambio climático» entraría a ocupar
un lugar muy destacado. Según Chakrabarty (2009), desde aquellos años comenzaron
las auténticas discusiones sobre este tema en el ámbito público.
El punto nodal resultó ser la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima rea-
lizada en 1979 en la ciudad de Ginebra, la cual fue convocada por la omm. Allí se
estableció el Programa Mundial sobre el Clima, y también se emitió un documento
que instaba a los gobiernos a controlar y prever los cambios del clima inducidos por
las actividades con potenciales efectos adversos para el bienestar de la humanidad
(Naciones Unidas 2016).
En ese entonces se empezó a construir toda una infraestructura institucional que
permitiría producir conocimiento experto, mecanismos de financiamiento, programas
de gestión y políticas públicas para resolver problemas asociados con el cambio cli-
mático. Un ejemplo de ello fue la creación, hacia 1988, del Panel Intergubernamental
de Expertos en Cambio Climático (ipcc), un grupo de científicos internacionales que
comenzó a difundir información periódica sobre la magnitud y la cronología de los
cambios en el clima, al tiempo que presentaba posibles respuestas ante sus efectos am-
bientales y socioeconómicos. Su objetivo fue aportar conocimiento relevante para los
tomadores de decisiones que participaban en la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre Cambio Climático (cmnucc) (Arias-Henao 2020).
Como asegura Bodansky (2001), el lapso entre la creación del ipcc en 1988 y
su primer informe publicado en 1990 fue esencial para que el calentamiento global
pasara de ser una preocupación de científicos a una cuestión intergubernamental.
En este primer informe, el ipcc concluyó que existía la suficiente seguridad científica
para afirmar que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (gei) producto de
las actividades humanas potenciarían el cambio climático (ipcc 1990). Desde allí se
comenzaría a atribuir con certidumbre científica la presencia de ese fenómeno a las
actividades humanas sobre la Tierra. Además, se empezaría a producir la información
la nueva política ambiental global: discurso de la economía verde 233
necesaria para abordar temas que serían relevantes en las discusiones de la Cumbre de
Río de 1992, conocida popularmente como Cumbre de la Tierra (unfcc 2016).
Dicha cumbre se llevó a cabo en un contexto político bastante particular, influen-
ciado por el fin de la Guerra Fría y la exigencia de articular un nuevo lenguaje unifi-
cador que concibiera el mundo como uno solo. El discurso ambiental de la época cum-
plió el papel de una nueva narrativa útil a la globalización de la economía neoliberal,
marcado por la influencia de la «era Reagan». Tal como argumentan Rossbach (2011)
y Chakrabarty (2009), el problema del cambio climático es tanto hijo como madre de
la globalización económica, producto de un ambiente entusiasta y de marcada reno-
vación política hacia finales de los años ochenta por la recién terminada Guerra Fría.
En ese contexto, el calentamiento global comenzaba a convertirse en la gran narrativa
unificadora de finales del siglo xx y comienzos del xxi.
Un doble reduccionismo: del cambio climático al «carbono»
La Cumbre de la Tierra puso definitivamente el cambio climático en el centro de los
debates académicos y de las preocupaciones de instituciones internacionales. Este
problema se convirtió en un asunto de gobernanza compleja que trasformó las reglas
del juego, las prácticas políticas y las relaciones de poder entre diversos actores de los
territorios, al establecer luchas por definir quién posicionaba mejor su planteamiento
o ganaba más financiamiento para sus proyectos de mitigación de emisiones de gei
(Lampis 2013).
En el documento de la Convención sobre Cambio Climático surgido en la
Cumbre de Río 92 se dio un viraje fundamental en la visión del problema al relacionar
la solución del cambio climático con la estabilización de las concentraciones de gei.
En aquel tiempo se creía que la adaptación se produciría de manera natural al lograr
mitigar dichas emisiones, y por ello no se consideraban aún medidas de adaptación
a los retos de un clima cambiante. Desde ese momento, y por casi 10 años, solo se
habló de mitigación y se insistía en que esta era necesaria para que el crecimiento
económico no se viera en peligro. Así lo expresaba en su momento el documento de
la cmnucc al referirse a su propósito en el artículo 2:
El objetivo de esta convención es lograr la estabilización de las concentraciones at-
mosféricas de «gases de invernadero» en un nivel que evite peligrosas interferencias
234 discursos ambientales en américa latina
antropogénicas con el sistema climático. Esta estabilización deberá lograrse en un
lapso que permita a los ecosistemas adaptarse de manera natural al cambio climático
para asegurar que no peligre la producción alimentaria y para permitir que el desa-
rrollo económico prosiga de manera sustentable (cmnucc 1992:8).
Esta clase de documentos serían de gran relevancia para la política ambiental.
Según Sachs (2015), la Cumbre de Río 92 tuvo una importancia esencial para la po-
lítica climática global, puesto que en ella se anunció que se había encontrado una
solución definitiva al problema: las acciones y los discursos alrededor del clima debían
enfocarse en reducir CO2; en otras palabras, se trataba de la lucha contra la emisión
de «carbono». La cmnucc de dicha cumbre permitió reforzar la idea de que los pro-
blemas relacionados con el cambio climático eran de escala global, pero, más impor-
tante aún, consolidó la visión de una política y de un pensamiento centrado en el CO2.
Muchos países comenzaron a participar en los debates sobre los acuerdos de ca-
rácter internacional, que entonces tomaban el nombre de Conferencias de las Partes
(cop) de los países miembros de la cmnucc. Una de las cop más importantes fue la
de Kyoto en 1997, ya que en ese escenario inicialmente se adoptó el Protocolo de Kioto,
un acuerdo de carácter vinculante para la reducción de emisiones de gei.
Por esos años, la entrada en vigor del Protocolo de Kioto implicó intensos debates,
tensiones y contradicciones que incluso perduran hasta la actualidad. Roca (2005)
manifiesta que los proyectos forestales en el marco del protocolo han tenido efectos
ambientales y sociales muy negativos. Tal como ha demostrado Rodríguez (2007),
muchos de los monocultivos forestales plantados en el marco del protocolo tienden a
disminuir el rendimiento hídrico de las cuencas, acidifican los suelos, agotan sus nu-
trientes y alteran la diversidad de flora y fauna. La reforestación con especies de rápido
crecimiento es un buen mecanismo de absorción de CO2, pero puede tener otro tipo
de efectos sobre la matriz ecológica de los territorios.
Por otro lado, también es importante tener en cuenta los efectos sociales y cul-
turales de los proyectos desarrollados en el marco del protocolo, por ejemplo, en el
caso de comunidades rurales que sufren intervenciones sobre su territorio por parte
de compañías plantadoras. En uno de sus trabajos, Ojeda (2014) demuestra cómo las
iniciativas de mitigación del cambio climático se articularon con formas violentas de
reconfiguración, uso y control de los territorios. En Colombia, los mecanismos esta-
blecidos por el protocolo y el despojo de tierras han tenido un estrecho vínculo, donde
muchos proyectos agroindustriales de siembra de palma de aceite y teca han sido
la nueva política ambiental global: discurso de la economía verde 235
detonantes de violencia. En el caso colombiano, el despojo se ha configurado como
una consecuencia de la implementación de cultivos para la mitigación del cambio
climático, que se usan con el fin de producir bonos de carbono para reducir el uso de
combustibles fósiles en otros países del Norte global.
Pero tal vez uno de los mayores cambios ocurridos a raíz del protocolo fue la
entrada en vigor de una nueva forma de problematizar el fenómeno del cambio cli-
mático que se venía construyendo desde la Cumbre de Río 92, y que puso excesivo
énfasis en la cuestión del «carbono». Desde la adopción del Protocolo de Kioto, las
discusiones sobre cambio climático se limitaron a los sumideros de CO2, pero se olvi-
daron otras cuestiones tan importantes como los derechos igualitarios a la atmósfera
o el cambio hacia una matriz energética democratizada, renovable, limpia y de bajos
impactos (Arias-Henao 2020).
Esto es importante si se observa la manera hegemónica de problematizar el
cambio climático como una cuestión ligada a las emisiones de gei, especialmente de
dióxido de carbono. Moreno, Speich y Fuhr (2016) han llamado la atención sobre
dicha cuestión al argumentar que las negociaciones internacionales en torno al clima
han venido construyendo una visión del mundo centrada en el CO2, cuando cabría
un debate centrado en los combustibles fósiles, la sociedad de consumo o la justicia
climática. Esta visión, que bien podría ser llamada «carbonocentrismo», reduce la
comprensión del problema a una discusión limitada a los gases con efecto inverna-
dero y elementos químicos.
El Protocolo de Kioto permitió afianzar los términos hegemónicos en que se
problematizó el cambio climático, y sobre todo ayudó a consolidar el idioma de la
«medición del carbono». La métrica del CO2 se volvió una nueva moneda, traducible
en toneladas de carbono que podían ser mercantilizadas y comercializadas a nivel
internacional, y al mismo tiempo logró ocultar el incremento absoluto del consumo
de materiales y energía mientras expresaba recortes marginales en las emisiones de
gei (Wiedman et al. 2015). La medición de este gas pasó a ser hegemónica por en-
cima de otras, como la capacidad de carga de un ecosistema o la huella ecológica
(Valdivieso 2012). El protocolo propició también que se asumiera una forma reduc-
cionista de pensar los problemas ambientales: que el CO2, o el simplificado término
«carbono», fuera creciendo en importancia como categoría fundamental a través de la
cual se entendiera el mundo. Incluso en la actualidad, el «carbono» se ha convertido
en un elemento central del pensamiento porque capta y comunica un espíritu de obse-
sión por el cambio climático, pero al mismo tiempo es productor de violencia material
236 discursos ambientales en américa latina
y simbólica. Mediante el reduccionismo del CO2 se produjo una violencia material, ya
que no es posible pensar en aminorar sus emisiones sin tener en cuenta los impactos
negativos en términos ecológicos y políticos de estrategias como las plantaciones de
monocultivos forestales; pero, de igual modo, este reduccionismo es productor de vio-
lencia simbólica, ya que «bajo la pretendida objetividad de la medición del carbono
hay una gran cantidad de violencia: tratar de hacer que la realidad y sus contradic-
ciones sean equivalentes a unidades de carbono implica violencia cultural, simbólica y
epistémica» (Moreno, Speich y Fuhr 2016:77).
Esta forma reducida de plantear el problema del clima permite que el desarrollo
convencional no sea objetado, que continúen aumentando los niveles de consumo y
que la infraestructura global siga expandiéndose con sus respectivos efectos ambientales
y sociales. Tal como argumenta el sociólogo Edgardo Lander:
La caracterización de la crisis climática en estos términos radicalmente reduccionistas
permite abordarla como un asunto acotado para el cual se postula la posibilidad de
soluciones que no solo no cuestionan, sino que reafirman dogmáticamente la actual
lógica civilizatoria hegemónica, sus correspondientes patrones de producción y con-
sumo y las modalidades de relación con el resto de las redes de la vida que están en la
raíz de la crisis (Lander 2016:7).
En este contexto, resulta fundamental debatir con respecto a la construcción del
discurso dominante sobre el cambio climático, como también considerar la legiti-
midad construida sobre el tema. Tal como afirma Furtado (2012), el proyecto polí-
tico de mitigación de CO2 de la cmnucc, apoyado por el ipcc, que desembocó en
el Protocolo de Kioto, es para muchos la única opción. De este modo, «la cuestión
ambiental es reducida al cambio climático; y este a su vez a las emisiones de carbono,
y de ese modo se excluyen otros procesos de degradación y contaminación ambiental,
además de cuestiones políticas como la desigualdad, o algunas cuestiones culturales»
(Furtado 2012:37, traducción mía).
Economía verde y restructuración de la política ambiental global
Uno de los cambios ocurridos en la primera década del siglo xxi fue el surgimiento
de una novedosa forma de representar el cambio climático como una cuestión
la nueva política ambiental global: discurso de la economía verde 237
fundamentalmente económica. Dicho cambio sería el sustento de un nuevo discurso
sobre el problema, que lo asociaba con indicadores como el producto interno bruto
o la contabilidad ambiental de las naciones. Esta forma de entender el calentamiento
global tuvo sus propias condiciones históricas de surgimiento, y en la actualidad está
relacionada con el discurso de la «economía verde». Hija del proceso de moderniza-
ción ecológica y del concepto de desarrollo sostenible, la economía verde se presenta
actualmente como una forma de restructuración de la política ambiental global.
En 2006 ocurrió un hito histórico en los debates globales sobre el clima. Por pri-
mera vez un economista, y no un climatólogo, presentaba un informe sobre cambio
climático por encargo de un gobierno: el británico Nicholas Stern, antiguo miembro
de la directiva del Banco Mundial, elaboró un informe para el gobierno del Reino
Unido titulado La economía del cambio climático, más popularmente conocido como
el Informe Stern. En ese documento argumentaba principalmente sobre la necesidad
de una acción rápida en la política climática con la finalidad de ahorrar gastos, ya que,
afirmaba, los beneficios económicos de una acción rápida serían considerablemente
superiores a los costos. Sostenía que se necesitaban incentivos apropiados para dar
un giro a la orientación de la economía global que incorporara el cambio climático:
Hay formas de reducir los riesgos representados por el cambio climático y, con los
incentivos apropiados, el sector privado responderá y proporcionará soluciones. Si
bien la estabilización de las concentraciones de gases invernadero en la atmósfera es
posible, su costo será significativo, aunque viable. Contamos con los mecanismos de
política necesarios para crear los incentivos requeridos y conseguir un cambio en las
tendencias inversionistas, a fin de orientar la economía global hacia una trayectoria
baja en carbono (Stern 2007:34).
El Informe Stern fue considerado un «divisor de aguas» en la política climática y
un elemento central en la consolidación del discurso de la economía verde. Moreno
(2013) señala que dicho documento tradujo en términos económicos los costos, pero
también las oportunidades de ganancia y los nuevos negocios del cambio climático.
Así, el problema comenzó a expresarse en términos económicos y a entrar en las
cuentas de distintas instituciones públicas y privadas. Al mismo tiempo, empezó a
ser considerado como «la mayor falla del mercado que el mundo ha visto»,4 y algunas
4 En una de las declaraciones con motivo del lanzamiento de su libro, Nicholas Stern argumentaba
que: «El problema del cambio climático implica un fallo fundamental de los mercados: aquellos que
238 discursos ambientales en américa latina
ideas como la «descarbonización de la economía» o el «desarrollo bajo en carbono»
proliferaron en los discursos de dirigentes por todo el mundo.
Desde esta nueva lógica comenzaron a realizarse estudios y a adoptarse políticas
que incorporaban las ideas y recomendaciones del Informe Stern, pero entonces
bajo concepciones como «desarrollo bajo en carbono», «descarbonización de la eco-
nomía» o «desarrollo compatible con el clima». Hacia 2008, el Banco Mundial apoyó
la elaboración de «estudios de caso sobre desarrollo con emisiones bajas de carbono»
en diferentes países del sur a través de su Programa de Asistencia para la Gestión del
Sector Energético (esmap por sus siglas en inglés). Dichos estudios reforzaron la idea
de que el cambio climático podría convertirse en una oportunidad de negocio, y que
los beneficios económicos serían mucho mayores si se adoptaban medidas de desa-
rrollo con bajo consumo de carbono.
Las soluciones al problema climático ahora aparecían simplificadas como parte
de un cambio hacia «tecnologías de bajo consumo de CO2», donde se incluían pa-
quetes que integraban Mecanismos de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kioto,
proyectos redd+, agrocombustibles, agricultura climáticamente inteligente, plásticos
verdes, etcétera (Moreno 2013).
Sin embargo, la crisis financiera de 2008 hizo decaer el entusiasmo por salvar el
clima, y tanto países del sur como del norte redujeron sus expectativas de frenar o
poner una sobretasa al consumo energético, en un contexto de recesión y austeridad
que exigía cada vez más estimulación del crecimiento económico y el aumento de
empleos. En este nuevo escenario, la idea de descarbonizar las economías no resultó
tan atractiva y ocurrió un giro determinante para el mantenimiento de los postulados
centrales del discurso hegemónico sobre el clima. El desarrollo bajo en carbono co-
menzó a ser cambiado por los mismos actores y en los mismos lugares por el término
de «economía verde». Este concepto parecía incorporar mucho mejor la sensibilidad
ecológica de la sociedad poscrisis (Moreno 2013), ya que esta ofrecería «una visión po-
sitiva del futuro, a diferencia de la perspectiva apocalíptica que es común a los trabajos
sobre el medio ambiente» (Turok y Borel 2013:333).
Entre 2011 y 2012, tanto el pnuma como la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económico (ocde) y el Banco Mundial, realizaron importantes
dañan a otros por emisión de gases de efecto invernadero generalmente no pagan», y continuaba afir-
mando «el cambio climático es el resultado del mayor fracaso del mercado que el mundo haya visto. La
evidencia sobre la gravedad de los riesgos de la inacción o de la acción retrasada es ahora abrumadora»
(The Guardian 2007: párr. 3-4, traducción mía).
la nueva política ambiental global: discurso de la economía verde 239
contribuciones intelectuales destinadas a establecer las líneas generales de la política
económica y ambiental de los años siguientes. El informe Hacia una economía verde
(pnuma 2011), junto con Hacia el crecimiento verde (ocde 2011) y Crecimiento verde
inclusivo (Banco Mundial 2012) serían los trabajos más influyentes para la toma de de-
cisiones en materia ambiental de varios países y de organizaciones como las Naciones
Unidas. Aunque con notables diferencias, un principio fundamental de estos docu-
mentos fue que asignar un valor monetario al «capital natural» sería el camino para
enfrentar su degradación.
Estos informes pondrían la cuestión de la economía verde en la agenda global
y serían los insumos claves para varios encuentros de Naciones Unidas. Se le deno-
minó como «verde» puesto que implicaba una alternativa al paradigma económico
dominante de la «economía marrón», caracterizado por haber producido un gran
crecimiento económico, pero a costa de una gran cantidad de «recursos naturales». La
economía verde se destacaría entonces por ser baja en emisiones de carbono, tecno-
lógica y energéticamente eficiente, al tiempo que promotora de una buena gestión del
«capital natural». Así, permitiría crear nuevos empleos y relanzar el crecimiento eco-
nómico por medio de un plan de inversiones, que se estimaría en 2 % del pib global,
las cuales en su mayoría provendrían del sector privado (Honty y Gudynas 2013).
Veinte años después de la Cumbre de Río 92, y con el eslogan «El futuro que
queremos», se llevó a cabo en Río de Janeiro, en 2012, la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, comúnmente conocida como Río+20. Allí se
definió en gran medida la política ambiental global de los años siguientes. Así como
en la Cumbre de Río 92 el concepto principal era el «desarrollo sostenible», en la
Cumbre de Río+20 de 2012 el insumo clave fue el concepto de «economía verde». En
su declaración final se consideraba que «la economía verde en el contexto del desa-
rrollo sostenible y la erradicación de la pobreza, era de los instrumentos más impor-
tantes disponibles para lograr el desarrollo sostenible» (Naciones Unidas 2012:10). En
este documento se ponía énfasis en el «crecimiento económico sostenido e inclusivo»
y, al mismo tiempo, en los recursos financieros y en la trasferencia de tecnologías de la
cooperación internacional hacia los países en «vías de desarrollo».
Las políticas de la economía verde adoptadas por diversos países instauraron el
concepto de capital natural como la narrativa unificadora del nuevo discurso am-
biental hegemónico. Según Roa y Rodríguez (2012), bajo la idea de capital natural
todo lo que antes era considerado como «funciones ecológicas» pasó a tener el
nombre de «servicios ambientales». Por ello, algunos de los primeros avances en la
240 discursos ambientales en américa latina
implementación de políticas de la economía verde se basaron en las estrategias de
pagos por servicios ambientales. Estos nuevos «activos» fueron caracterizados, me-
didos y calculados para su negociación en los mercados. En un contexto económico
dominado fundamentalmente por el capital financiero en crisis, la creación y adición
de nuevos activos a los mercados de finanzas fue una de las principales estrategias de
la economía verde (Moreno 2013; Fatheuer 2014). Este tipo de economía ha derivado
en una profundización de la concepción mercantilista de la naturaleza ligada a ideas
de la economía dominante. Tal como lo argumentan Honty y Gudynas:
La economía verde apela fuertemente a mecanismos de mercado, incluyendo refor-
zamiento y ampliación de los derechos de propiedad sobre bienes o servicios am-
bientales, los que son monetarizados e ingresados en mercados específicos o mixtos.
De esta manera, la naturaleza es fragmentada por un lado en bienes y por otro lado
en algunos procesos ecológicos que son entendidos como servicios. Diversas me-
didas ponen el acento en generar flujos financieros en la apropiación de esos bienes
y servicios y asumen que, al tener un valor económico y ser visibles en las cadenas
productivas, podrían ser utilizados más eficientemente e incluso conservados (Honty
y Gudynas 2013:104).
La lógica de la economía verde, basada en la creencia fundamental de que el libre
mercado tiene capacidad para resolver las crisis, es lo que Joan Martínez Alier (2004)
ha denominado el «eco-eficientismo»: una tendencia a pensar que los eco-impuestos
y mercados, junto con la ayuda a cambios que promuevan el ahorro de energía y de
materiales, serían la mejor vía para superar la crisis ecológica. Tal como argumenta
Delgado (2011), esta apuesta por el impulso de tecnologías más «limpias» y «eficientes»
ignora en gran parte la discusión sobre el efecto rebote, también llamado «paradoja
de Jevons» o «contrafuego», que se refiere a que el ahorro en el uso de materiales y
energía puede liberar recursos que son utilizados en un aumento mucho mayor de la
producción o en otras actividades. Así, el resultado es un incremento en el total del
consumo de recursos, un mayor deterioro ambiental y acumulación de capital.5
5 Tal como argumenta el propio Delgado: «cuando la demanda sobrepasa el 100% de la eficiencia
ganada, se habla entonces de un efecto ‘contrafuego’ o backfire […] Así, por ejemplo, en la economía
familiar un ahorro en el consumo cotidiano de energía y materiales (alimentos, etc.), suele ser desviado
a otras actividades, como las de ocio y placer, dígase un viaje. La disminución del consumo energéti-
co-material del hogar es en tal caso sobrepasada por el gasto energético de subirse a un avión. Otro
modo de ilustrar lo anterior es el caso de la construcción de más vialidades, y que tiene el supuesto ob-
la nueva política ambiental global: discurso de la economía verde 241
En el discurso de la economía verde se privilegia una mirada economicista y mer-
cantil del calentamiento global que entiende el clima como un «servicio ambiental»
que forma parte del «capital natural», y el calentamiento global como la mayor falla
histórica del mercado. Visto de esta manera, el problema del cambio de clima resulta
fundamental para los pilares de la economía verde, puesto que introduce en el len-
guaje cotidiano el riesgo económico que puede provocar la pérdida de factores de
producción tan importantes como el agua, los recursos minerales, los suelos y la bio-
diversidad como consecuencia de un cambio acelerado del clima:
La tesis que el Informe Stern volviera tan popular, según la cual el cambio climático
es la mayor falla de mercado de la historia, da aquí una curiosa voltereta. Si eso es
así, sostienen los defensores de la economía verde, entonces el desafío fundamental
es corregir esa falla de mercado, creando más mercado (Fatheuer, Fuhr y Unmüßig
2016:69).
La mirada económica del cambio climático que fue propuesta ya en el Informe
Stern constituyó un gran aporte para la política global de la economía verde e hizo
que los temas ambientales pasaran al corazón mismo de la economía, lo cual gene-
raría nuevas posibilidades de inversión y ahorraría gastos (Fatheuer, Fuhr y Unmüßig.
2016). Y aquí es donde reside la novedad conceptual de la economía verde con res-
pecto al cambio climático: la racionalidad económica ya no resulta incompatible con
la política ambiental y climática, sino que más bien la complementa y favorece.
En el actual contexto de neoliberalización de la esfera pública y la biosfera pla-
netaria, el cambio climático ha logrado crear un consenso entre elites políticas, em-
presariales y comunidad científica, capaz de constituir una gubernamentalidad que
excluyó las disputas y los desacuerdos de los espacios públicos. A través de la negocia-
ción de conflictos, una gestión tecnocrática por parte de expertos y una organización
socioeconómica basada en el mercado, se eliminan los desacuerdos fundamentales
para una discusión realmente democrática sobre el problema climático (Swyngedouw
2017). El excesivo énfasis en la gestión tecnocrática y basada en la economía de mer-
cado que ha propuesto la economía verde resulta ser uno de los principales ejes de la
restructuración de la política ambiental global.
jeto de aminorar el tráfico y con ello el consumo energético y de emisión de contaminantes. El resultado
desde la década de 1970, ha sido que la oferta de vialidades estimula en el mediano plazo el aumento de
automotores privados en circulación, agravándose así el problema inicial» (Delgado 2011:34-36).
242 discursos ambientales en américa latina
Sin embargo, tal como explicara Lohmann, el cambio climático no es una simple
discusión sobre «carbono», sino que resulta ser una cuestión social que, como muchas
otras, está vinculada a «luchas concretas sobre la explotación de combustibles fósiles,
la contaminación, la salud, la agricultura, los medios de vida, el acceso a la energía,
y muchas otras» (Lohnmann 2008:párr. 2). En opinión de este autor, el cambio cli-
mático no es nada nuevo ni es el «peor problema que haya enfrentado la humanidad
en su historia», sino que se trata más bien de verlo como una continuidad de varios
problemas con los que la humanidad se viene enfrentando desde hace muchos años:
«se trata de una cuestión de poder político, una cuestión de quién gana y quién pierde
en lo que se refiere a acceso y derechos» (Lohnmann 2008:párr. 2).
En muchos planteamientos que difieren de la economía verde, el cambio climático
es el resultado de «las formas y racionalidades económico-productivas promovidas y
desarrolladas por el capitalismo» (Seoane 2013:286), ya que se considera que la globa-
lización económica y las políticas neoliberales están promoviendo y profundizando
un modelo insostenible de producción, comercio y consumo (Mendoza 2009). En ese
sentido, el cambio climático tiene que ver con quiénes son y de qué manera ejercen
poder quienes influyen sobre la capacidad de la tierra para regular el clima, y se trata de
una cuestión de poder que debe llevar a luchas por la democracia en todos los niveles.
Reflexiones finales
Fruto de la racionalidad de la modernización ecológica y del desgaste del concepto de
desarrollo sostenible, se presentó a través de la idea de «economía verde» la restructu-
ración de la política ambiental de los últimos años, que surgió como resultado de la re-
presentación del cambio climático como la mayor falla histórica del mercado. La con-
solidación del discurso de la economía verde contribuyó enormemente a despolitizar
las discusiones climáticas, puesto que el excesivo énfasis en la gestión técnica de las
emisiones de gei por parte de personas expertas terminó generando un reduccionismo
de carbono que limitó lo que puede ser dicho y hecho en la política ambiental global.
Ante la crisis financiera de la primera década del siglo xxi, la economía del
cambio climático sirvió como plataforma para ejercicios posteriores de economía de
los ecosistemas y sus «servicios», lo que profundizó una visión mercantil de la natu-
raleza que en la actualidad aparece como «capital natural». Bajo esta lógica, el cambio
climático era fundamentalmente un problema económico de fallas del mercado, y la
la nueva política ambiental global: discurso de la economía verde 243
solución planteada fue más mercado. La idea clave de la economía verde resultó ser
un proceso de monetarización y mercantilización de la naturaleza, que ya no tenía
funciones ecológicas, sino que prestaba «servicios ambientales». Comenzaron así a
ponerse en marcha diversas medidas para la apropiación de bienes y servicios am-
bientales, como los mercados de carbono, los negocios verdes y la eficiencia tecno-
lógica. Esta racionalidad económica desatendió debates esenciales, por ejemplo, si la
eficiencia tecnológica en realidad podría disminuir los niveles de contaminación, o
si más bien ayudó a aumentar considerablemente los niveles totales de consumo de
materiales y energía, algo que los economistas ecológicos vienen argumentando hace
bastante tiempo.
La idea del cambio climático como una cuestión de mercado y de moléculas de
carbono fue central en la restructuración de la política ambiental global a manos de la
economía verde, ya que entonces el problema no aparecía como un impedimento para
el desarrollo, sino como su condición esencial. Desarrollo bajo en carbono, descarbo-
nización del desarrollo, desarrollo climáticamente inteligente o desarrollo compatible
con el clima, se convirtieron rápidamente en concepciones que sustentaron la idea
de que el calentamiento global era una oportunidad de negocio y que, a través de él,
se alcanzaría un crecimiento económico desligado de las emisiones carbono. A pesar
de que el problema se profundiza cada vez más, hoy el discurso de la economía verde
se difunde, multiplica y diversifica en las actuaciones público-privadas, ya que se cae
continuamente en la trampa de no decir nada que esté fuera del lenguaje autorizado
del carbono y el cambio climático.
En lugar de cambiar el modelo económico para que se adecue a los límites bio-
físicos del planeta, la economía verde redefine la naturaleza para forzarla a que se
acomode al sistema económico. Se hace necesario entonces profundizar en análisis
críticos que permitan cuestionar la política hegemónica de la economía verde, el car-
bono y el cambio climático, con la finalidad de hacer visibles modos alternativos de
pensamiento y acción de problemas ambientales contemporáneos.
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Áreas verdes urbanas en Latinoamérica.
Un estado del arte (2016-2021)
Mariana Gómez Rangel
Ricardo López Santillán
Introducción
En la década de 1950 inició un acelerado proceso de concentración demográfica en las
ciudades, en buena medida debido a la inmigración de gran número de campesinos
que buscaban fuentes de trabajo (Nascimento y Krishnamurthy 1998:110). El conse-
cuente aumento de las actividades antropogénicas en el ámbito urbano comprometió
el paisaje ya existente y trajo consigo problemas de lo más diversos, tales como la
contaminación del aire, del agua y del suelo, este último además amenazado por su
uso indiscriminado y desordenado, lo que generó afectaciones a la calidad de vida,
incluida la disminución de espacios públicos disponibles para el esparcimiento (Seto
et al. 2017; Quispe et al. 2019).
Si bien los problemas ambientales son un asunto que, en principio, está ligado a
la naturaleza, también se relacionan con el medio social, y eso es más que evidente en
las urbes, más aún en las que se convierten en grandes metrópolis donde, por ejemplo,
la mayor densidad territorial y poblacional exige más recursos naturales y tiene más
impactos sobre los suelos y el aire, además de que los pueblos periurbanos están ame-
nazados por una transición de vida que pasa de lo rural o semirrural a lo urbano,
también con saldos socioambientales que deben ser evaluados (Seto et al. 2017).
251
252 discursos ambientales en américa latina
Es importante hacer una primera aclaración en cuanto a las implicaciones de
conceptos tales como «área verde» (av) y «área de servicios ambientales», que están
relacionados y aparentan ser similares, aunque se usan en contextos y marcos analí-
ticos distintos, lo cual es más evidente en la retórica de las dependencias oficiales, al
menos en México.
Por ejemplo, las av son consideradas como toda superficie de vegetación natural
o inducida, mientras que la concepción de «servicios ambientales» (sa) apela a crite-
rios predominantemente económicos. Este último concepto surgió a finales de 1970,
entre los primeros ambientalistas que buscaban darle un valor monetario a la natura-
leza para así llamar la atención de los empresarios e intentar «salvarla» (Movimiento
Mundial por los Bosques Tropicales 2012). De hecho, recientemente la Secretaría de
Medio Ambiente y Recursos Naturales (semarnat) de México ha borrado la huella
monetarista de la noción al definir los servicios ambientales como «aquellos que la
naturaleza o los procesos ecológicos proveen a los seres vivos y al planeta», y los con-
sidera de varios tipos: abastecimiento, regulación, de apoyo y culturales (semarnat
2021). De hecho, la misma dependencia (semarnat 2018) asume que las av proveen
servicios ambientales. En cualquier caso, para los fines de este trabajo, en síntesis,
queremos señalar que las av apelan a los lugares y los sa a los beneficios económicos
o sociales que brindan dichas áreas.
La velocidad de la urbanización en Latinoamérica ha sido rampante. En la
actualidad alcanza el 80 % y supera otras zonas del planeta (Banco Mundial 2017).
La Organización Mundial de la Salud recomienda tener nueve metros cuadrados
de av por habitante (Hernández 1996, en Bascuñan, Walker y Mastrantonio 2007),
pero en el subcontinente estamos lejos de ese objetivo. Esto es más evidente en casos
como el de México, que en promedio cuenta con 1.2 metros cuadrados de av por
habitante (conapo y sedesol 2012, en Agenda Verde 2018). La buena noticia es que
se estima que, en algún momento cercano, la expansión de la población en países de
Latinoamérica, México incluido, va a llegar a un pico máximo para luego descender.
Sin embargo, aún nos enfrentamos a alrededor de 15 años de crecimiento
poblacional, en los cuales será fundamental contar con alternativas para cubrir las
necesidades relacionadas con el bienestar de la población, incluidas las que tienen que
ver con el medio ambiente, las av entre ellas (Banco Mundial 2017; bbc News Mundo
2020). De hecho, las av urbanas representan un aspecto fundamental en el cuidado del
medio ambiente en las ciudades, considerando que se basan en un enfoque planificado,
integrado y sistemático del manejo de árboles, arbustos y otro tipo de vegetación. De
áreas verdes urbanas en latinoamérica 253
hecho, forman parte indispensable de cualquier estrategia ambiental para el desarrollo
sostenible en Latinoamérica (Nascimento y Krishnamurthy 1998).
Se ha buscado que la participación ciudadana, además de la de las instituciones,
tenga relevancia fundamental. En el marco del Primer Congreso Internacional
de Parques Urbanos, celebrado en la ciudad de Mérida, Yucatán, en 2018, nació la
Agenda 2025 para el Espacio Público y la Vida Pública en México. En ella se unieron
instituciones especializadas en la materia como las siguientes: World Urban Parks
Association, Gehl Institute, Project for Public Spaces, National Recreation and Park
Association, City Parks Alliance y 8 80 Cities, así como el Grupo Promovente, que
estaba integrado por instituciones mexicanas, entre ellas la Asociación Nacional de
Parques y Recreación A. C. (anpr). La finalidad de este evento y el documento que
derivó de la reunión resultan de gran relevancia porque incluyen la voz de especia-
listas, instituciones y la sociedad civil, todos comprometidos a contribuir en el mejo-
ramiento de los espacios públicos urbanos.
En sus propias palabras, buscan: «hacer realidad en nuestro país el anhelo de vivir
en ciudades más humanas, prósperas, equitativas, incluyentes, accesibles, seguras, sa-
ludables, resilientes y disfrutables, que promuevan el pleno desarrollo de todos sus
habitantes y ofrezcan la mejor experiencia urbana posible a sus visitantes» (Agenda
Verde 2018).
La Agenda Verde de 2025 (2018), siendo un plan interdisciplinario para buscar
fortalecer las áreas públicas como las av urbanas, busca alcanzar 10 puntos para lograr
su éxito:
1. Formulación y adopción de la política pública.
2. Mejorar la capacidad técnica.
3. Fortalecer las instituciones.
4. Mejorar el financiamiento a estas áreas.
5. Mejorar los procesos de gestión integral y programación de diversidad de usuarios.
6. Fortalecer la integración de la ciudadanía en los procesos de gestión para generar
un sentimiento de apropiación.
7. Integrar a los actores de los sectores privados, académico, sociedad civil y los
medios de comunicación en el desarrollo de estos espacios.
8. Generar sistemas de información para lo toma de decisiones.
9. Buena planificación y desarrollo urbano.
10. Promover la disponibilidad de estos espacios para la comunidad, formando redes,
pero que sobre todo ofrezcan una buena calidad.
254 discursos ambientales en américa latina
Los beneficios que las personas pueden recibir de las av los describió la Junta
de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (Millennium Ecosystem Assessment
2005). También son llamados servicios ecosistémicos y se clasifican en servicios de:
soporte, regulación, provisión y culturales.
Con base en lo anterior, en este trabajo se realiza una revisión bibliográfica sobre
textos de actualidad vinculados con las av. Para el presente análisis se seleccionaron
cinco países latinoamericanos —Brasil, Colombia, México, Argentina y Chile—, prin-
cipalmente elegidos con base en un criterio cuantitativo en función del número de
publicaciones sobre el tema. Por otro lado, el orden de exposición de este texto se
basa también en criterios cuantitativos; se comenzará con Brasil, país en donde se
han publicado más textos sobre el particular, mientras que se concluye con Chile, país
que incorporamos por el criterio inverso, es decir, porque fue muy complicado ubicar
bibliografía sobre av y temas afines para el periodo tratado.
Conviene hacer una última consideración: se sabe que Costa Rica es un país muy
importante por su medio ambiente y que cuenta con una sólida política pública sobre
el particular, pero no cuenta con un número amplio de trabajos publicados específi-
camente sobre av, debido a que se privilegian los estudios del medio ambiente en su
conjunto, así como de las amplias regiones protegidas. Vale mencionar que nuestro
estudio se limitó a solo cinco países para no extender demasiado el trabajo de manera
que rebasara las dimensiones propias de un capítulo de libro.
Metodología
En el presente trabajo se llevó a cabo una revisión sistemática que consistió en la «sín-
tesis de la evidencia disponible». Para ello se realizó una revisión de estudios prima-
rios con el objetivo de buscar la información que ya existía sobre el tema en específico,
posteriormente se analizó esa información y se plasmaron los principales hallazgos
(Manterola et al. 2011). Se decidió buscar artículos publicados en el periodo 2017-2020
con las palabras clave «áreas verdes urbanas» o «área verde urbana» en la base de datos
de Redalyc. Esta manera de operar es ya un procedimiento estandarizado, según lo es-
tablecido por Pardal-Refoyo y Pardal-Peláez (2020), y consiste en los siguientes pasos:
1) preparar los recursos informáticos, 2) realizar de la pregunta que anima la pesquisa,
3) establecer variables, 4) hacer la búsqueda bibliográfica, 5) seleccionar los artículos
relevantes, 6) hacer una selección final, y 7) redactar los hallazgos de la investigación.
áreas verdes urbanas en latinoamérica 255
Gráfico 1. Pasos para la elaboración de este artículo
ón.
Fuente: basado en la metodología de Pardal-Refoyo y Pardal-Peláez (2020).
El estado del arte sobre av en Latinoamérica evidencia, con pocas excepciones,
el aumento año tras año del número de publicaciones sobre el tema; cabe recalcar
que resulta complicado encontrar trabajos que solo traten sobre av, por lo que en la
búsqueda se ligaron también conceptos como «urbano» y «ciudad». Por ello resulta
importante mencionar que las publicaciones tomadas en cuenta para este trabajo se
refieren a av que se encuentran dentro de zonas urbanas de los países seleccionados.
Si bien la publicación de trabajos sobre av en Latinoamérica ha ido en aumento,
detectamos algunas vicisitudes, como ligeros altibajos (véase gráfico 2). Por otro lado,
la distribución de los artículos en los distintos países (véase gráfico 3) denota dispa-
ridades importantes. Vale repetir que el orden de exposición de este escrito sigue un
criterio cuantitativo en relación con el número de publicación de los países elegidos,
comenzando por el caso con mayor producción y continuando en forma descendente.
Al final tratamos el caso chileno, que es relevante y sui generis.
256 discursos ambientales en américa latina
Gráfico 2. Aumento en el número de publicaciones de av en países de Latinoamérica
Fuente: elaboración propia, 2021.
Gráfico 3. Países Latinoamericanos y sus publicaciones sobre av
Fuente: elaboración propia, 2021.
áreas verdes urbanas en latinoamérica 257
Brasil
En primera instancia queremos señalar que los trabajos de este país revelan la falta de
conocimiento y compromiso de la población local con respecto a las av. A propósito
de ello, es paradigmático el texto de Ferreira (2019), quien lleva a cabo un análisis de
la degradación de las av del barrio Boa Vista, también llamado Matinha, en Araxá,
Minas Gerais, y cómo esta situación es percibida por sus habitantes. Con investiga-
ción documental, mapas de la región y la aplicación de encuestas, analizó el conoci-
miento de las personas locales con respecto al área. Los resultados reflejan un des-
conocimiento generalizado, por lo que propone la implementación de instrumentos
de divulgación para la ciudadanía, tales como educación ambiental, a fin de que se
familiaricen con los beneficios que pueden o deberían brindar las av. Con estas es-
trategias didácticas de intervención la población local tendría más conocimiento de
su entorno, se propiciaría una mejor relación entre la ciudadanía y su entorno, y la
comunidad se comprometería con el cuidado del medio ambiente que le rodea.
Por otro lado, la literatura brasileña también se enfoca en valoraciones de las av
mediante el uso de mapas y geotecnologías. Es el caso del texto de Souza, Matias y
Erthal (2020), quienes indagaron sobre la cantidad de av en Campos dos Goytacazes,
dentro de Río de Janeiro. Sus resultados demuestran que la ciudad posee un índice de
av urbanas de 11.26 metros cuadrados por habitante, mientras que las av públicas de
recreación contemplan 0.66 metros cuadrados por habitante. Se hace la observación
de que son índices por debajo de lo establecido, y que la causa es a la vez económica y
demográfica (mucha población y pocos recursos); también se recalca que la amplia-
ción de las av contribuye a la calidad de vida por el mejoramiento de la calidad del
aire, la existencia de zonas de escape de áreas meramente urbanas y el aumento del
contacto con la naturaleza, que genera bienestar anímico.
En otra lectura con énfasis en el aspecto socioeconómico de las av, Ferreira,
Gioppo y Mota dos Santos (2020) demuestran la disparidad de las regiones norte y no-
reste en Meia Ponte, municipio de Goiâniaque, capital del estado de Goiás, en la región
central de Brasil. Los resultados de este trabajo resaltan disparidades de av desde 0.987,
hasta 19.357 metros cuadrados por habitante. Las regiones con alto índice de av coin-
ciden con los lugares donde habitan las personas con mayores ingresos. Los autores
concluyen que los estratos sociales bajos, el aumento de población y la falta de políticas
públicas acarrean el bajo o nulo mantenimiento de las av, lo que provoca su reducción
o eliminación en la parte de la ciudad donde habitan los más pobres y compromete la
258 discursos ambientales en américa latina
calidad de vida de la ciudadanía de esas zonas. Se demuestra que los beneficios que
proporcionan las av están directamente relacionados con el nivel socioeconómico, y
eso se refleja en la distribución de las clases sociales y de las av en la ciudad.
En ese mismo sentido, Da Fonseca y Rodrigues (2021) resaltan la desigualdad so-
cial en el barrio turístico Pajuçara, en la ciudad Maceió, Alagoas. Los resultados de su
investigación demuestran las desigualdades en la distribución de las av en la parte de
costa de la ciudad, la cual posee hoteles y sitios de atractivo turístico. Por otro lado, y
en contraste con lo anterior, en la parte interna de la ciudad está el barrio donde habita
la población de menor poder económico y en donde no existen av. La investigación
concluye que los planes urbanos deben recalcar que las av coadyuvan en los aspectos
de sociabilización y humanización en beneficio de los sectores desfavorecidos.
Por su parte, Machado y Reis (2021) demuestran que las av más recientes en la
ciudad de Tijucas, Santa Catarina (sur de Brasil), son las que enfrentan mayores pro-
blemas de configuración si se comparan con las que llevan más años establecidas. En
cuanto a las condiciones correctas de acceso a las av, considera como variables: no po-
seer muros que privaticen el lugar en donde se ubican, los usos de suelo, la diversidad
de especies, el tratamiento o cuidado de las av, y las personas que se apropian del lugar
y lo hacen suyo (visitantes). En sus resultados recalcan que las av de más reciente
creación carecen de una correcta configuración porque se han establecido en áreas
distantes de la población, alejadas de condiciones de visualización y de adjudicación
por parte de la ciudadanía, por lo que con el paso del tiempo son lugares propensos
al olvido y dejan de cumplir la función urbana fundamental de constituirse como
espacios públicos de uso colectivo.
México
En este país existen trabajos que abordan la cuestión de las av en relación con su uso
y disfrute y, además, agregan al análisis la perspectiva de género. Al respecto, destaca
la obra de Jiménez (2017), quien confirma las brechas entre hombres y mujeres en
la Ciudad de México en cuanto a las necesidades y los beneficios de unos y otras en
relación con las av. Por ejemplo, las mujeres prefieren utilizar las av para la recrea-
ción pasiva, la interacción social y el cuidado de las personas, por lo que buscan la
manera de restaurarlas, mientras que los hombres las prefieren para llevar a cabo ac-
tividades físicas, como la práctica de deporte. Estos resultados se lograron mediante
áreas verdes urbanas en latinoamérica 259
la aplicación de encuestas en un parque con av. Concluyen que las mujeres prefieren
parques multifuncionales, interconectados, donde puedan relacionarse y cuidar de
otros y de sí mismas. Los hombres, en cambio, conciben el parque en términos de
acción. La necesidad de conexión social y espacial que las mujeres prefieren realizar
en los parques implica que estos sean vistos como lugares en donde se desenvuelven
diversas personas, en distintos espacios, para realizar diferentes y múltiples activi-
dades, es decir, en ellos se presenta una conexión entre espacios y actividades (conec-
tividad). En lugares de este tipo se promueve un sentido de comunidad, seguridad y
solidaridad entre las mujeres.
Otro tipo de pesquisas apuntan a aspectos legales. Por ejemplo, Pérez (2018) ex-
plica la manera en que los enunciados normativos y algunas de las contradicciones
que conllevan influyen en el cuidado y la conservación de las av. Su caso de estudio se
ubica en la ciudad de Mérida, Yucatán, quizás la urbe más importante del sureste de
México, la cual cuenta con un Plan de Desarrollo Urbano con una muy ambigua clasi-
ficación de av, lo que ha traído como resultado una incorrecta contabilización de estas
y, en consecuencia, su inadecuada administración y cuidados. En materia de derecho
ambiental, aunque existan planes de manejo, se carece de lineamentos que vinculen
las av con el equilibrio ecológico en la ciudad. No se puede identificar, de hecho, si los
planes han propiciado una oferta suficiente de dichos espacios con funciones sociales
y ambientales.
En la literatura analizada, el estudio de las av en México, como en Brasil, también
se consideran criterios socioeconómicos y de calidad (y nivel) de vida. Un texto reve-
lador en este sentido es el de Flores-Xolocotzi (2019), ubicado en la Ciudad de México.
El autor evidencia que la valoración de las av se relaciona con los precios hedónicos
y con los métodos de valoración contingente. Mediante modelos de regresión lineal,
menciona que se puede correlacionar la utilidad económica con variables sociode-
mográficas, como el acceso a servicios públicos, y relativos a la percepción de la segu-
ridad en un marco de calidad de vida favorable. Concluye que las personas con acceso
a av tienen un estatus económico más elevado y mejor calidad de vida, e incluso
suelen ser más productivas si se comparan con las que no tienen acceso a estas áreas.
El trabajo de Gutiérrez et al. (2020) trata sobre la existencia de lugares con dé-
ficit de av y la conversión de estas en zonas mejor habilitadas. Por ejemplo, en su
estudio sobre Puebla señalan que la ciudad posee un índice de av de 2.8 metros
cuadrados por habitante, es decir, muy por debajo de lo recomendado por la oms,
incluso abajo de la media en Latinoamérica que es de 3.5 metros cuadrados por ha-
260 discursos ambientales en américa latina
bitante. La mancha urbana de Puebla crece y no deja espacio para la habilitación de
más av en la ciudad, por lo que los autores se cuestionan sobre cómo podrían gestio-
narse y recuperarse las Barrancas de Puebla para que puedan ser consideradas como
áreas de preservación a través de la constitución de un plan de manejo integrado para
preservar la flora y la fauna.
El análisis del discurso sobre las av para resaltar las preocupaciones ambientales
en la generación de políticas públicas también es novedoso. En su texto, Ballinas y
Hernández (2021) tratan este aspecto en la Ciudad de México en el periodo 2006-
2012. Evidencian que la noción de av puede ser replicada en varios campos de estudio,
por ejemplo, en el ámbito social, ligándolo con conceptos como calidad de vida, pero
también con participación social y ciudadanía. Otros discursos que también utilizan
el término de av son el biológico, el jurídico-normativo y el económico. Las políticas
públicas, al menos en la capital, han conseguido integrar las distintas ópticas (o ám-
bitos disciplinarios) de este concepto y por ello parecen sólidas, al menos en su formu-
lación (aunque no siempre en su ejecución).
Argentina
También se usan tecnologías de información satelital para el estudio de las av. Por el
uso de esos instrumentos es revelador el texto de Arboit (2017), quien estudia el índice
de vegetación del área metropolitana de Mendoza, Argentina, específicamente en 32
manzanas. En su pesquisa pudo comprobar el impacto antropogénico en la densidad
de arborización; cabe recalcar que no se adentra en una comparación con años ante-
riores, por lo que refleja meramente el estado actual de las av.
Al igual que en los demás países de la región, en Argentina también se ha estudiado
la asociación entre av y calidad de vida. Para el caso del municipio de Santa Fe, Gómez
y Velázquez (2018) identificaron que aspectos como la extensión, la oferta y la calidad
y disponibilidad de los espacios verdes se relacionan con la calidad de vida, la cual en
ciertas zonas de la ciudad es menor si no hay disponibilidad de av. Los autores hablan
también de la implementación de av en zonas desfavorecidas, las cuales se instalan para
rellenar algunos lugares sobrantes, pero sin tomar en cuenta los lineamientos adecuados
para que la infraestructura verde pueda tener un propósito más integral y sustentable.
La catalogación de las av actuales ha cobrado mucha relevancia en la literatura
sobre el tema. Es revelador el texto elaborado por Birche y Jensen (2018), quienes
áreas verdes urbanas en latinoamérica 261
proponen una metodología para la clasificación de av en la ciudad de La Plata. Su
propuesta es que, desde un abordaje interdisciplinario, se pueden clasificar mejor los
datos, así como manejar mayores volúmenes de información, en contraste con los
estudios con criterios disciplinares más estrechos.
Es incuestionable la utilidad de las av para reducir la contaminación por ruido
en las ciudades. Al respecto, el artículo de Robles et al. (2019) es revelador porque
los autores cuantifican los niveles sonoros en el parque O’Higgins en la ciudad de
Mendoza, Argentina, el cual colinda con una avenida muy transitada. Las mediciones
se llevaron a cabo en tres secciones del parque durante dos estaciones del año. Los
resultados indicaron que el parque con av funciona como una barrera natural para
la reducción de los niveles de ruido. Los resultados fueron más favorecedores en las
secciones que contaban con árboles perennes y no caducifolios, ya que en los dos pe-
riodos que realizaron las mediciones fueron estos los que lograban reducir los ruidos
de manera óptima y constante.
Por último, el trabajo más reciente que queremos destacar para el caso de
Argentina es el de Civeira y Rositano (2020), quienes destacan las consecuencias de
distintos usos del suelo (actividades agropecuarias extensivas e intensivas, así como
agricultura urbana y periurbana), lo cual relacionan con la cantidad de habitantes y
el nivel de urbanización de la Región Metropolitana de Buenos Aires. Esto les per-
mite la evaluación de los impactos ambientales, también para el caso de las av. En sus
evaluaciones, las autoras tienen como fin alcanzar un conocimiento más amplio para
la construcción de estrategias dirigidas a la toma de decisiones y la elaboración de
planes de manejo sustentables. Las av, en este sentido, funcionan como un tipo de uso
de suelo más, con vocación no urbana, junto con el suelo agropecuario extensivo, el
intensivo y la misma agricultura urbana.
Colombia
En Colombia predominan los trabajos de av ligados a las infraestructuras verdes.
Existe, de hecho, una revisión bibliográfica realizada por Quintero y Quintero (2019)
en la que los autores mencionan cómo estas infraestructuras verdes se han imple-
mentado en varios países latinoamericanos, al tiempo que destacan su importancia
ambiental y urbanística. En su trabajo relacionan el concepto de sustentabilidad con
los de ecodiseño, ecoarquitectura o arquitectura del medio ambiente, y recalcan que
262 discursos ambientales en américa latina
estos lugares proporcionan la recuperación y generación de espacios públicos verdes,
a la vez que ofrecen beneficios funcionales y de servicios.
En su artículo, Narváez-Muelas (2019) aborda el tema de los espacios públicos
verdes y cómo se vinculan con las políticas urbanas neoliberales, las cuales influyeron
(y lo siguen haciendo hasta la fecha) en aspectos tan importantes como la gestión y la
planificación de las ciudades. En su trabajo estudia un caso específico: la privatización
del área verde pública en Cali y su cercanía con un club de alto capital económico, y
resalta la importancia de esta relación ya que el neoliberalismo, según los resultados
que muestra en el texto, favorece aspectos mercantiles, lo que propicia el cambio de
uso de suelo público. En este caso el municipio es el que beneficia a las elites econó-
micas y políticas, ya sea por la falta de apego de la población a las av o por la ausencia
de normativas sobre el uso del suelo para espacios verdes.
Por otro lado, en Bogotá, Rubiano (2019) llevó a cabo un cálculo de la regula-
ción térmica debida a la presencia de zonas arbóreas usando sistemas de información
geográfica y teledetección. Los resultados arrojaron que el verdor aumenta en zonas
de estrato social más alto, en comparación con las zonas de bajo estrato, que además
tienen mayor densidad de población y no cuentan con auténtica planificación urbana.
Estas inequidades ambientales se ven también reflejadas en la distribución de los ser-
vicios ecosistémicos y de regulación térmica, por lo que hay que entender las av con-
siderando la provisión de servicios que puedan brindar a la sociedad en un sentido
amplio, más en una capital tan poblada y con tanto espacio construido como Bogotá.
El espacio público también es un referente en los textos sobre av urbanas en
Bogotá. Benítez y Páramo (2021) plantean una discusión sobre los parques en la capital
colombiana. En su investigación describen que la administración de la ciudad decidió
hacer una intervención para incorporar infraestructura destinada a la recreación y
el deporte, pero la ciudadanía, al no estar de acuerdo, protestó para rechazar esta in-
fraestructura. Se identifica que tales problemáticas surgen por el manejo incorrecto de
estas áreas y, aún más, por no hacer partícipe a la población en la toma de decisiones.
Una manera de intervenir estas zonas sería con el uso de estrategias de planificación
participativa para integrar a ciudadanos de todas las clases sociales, edades y sexos en
las decisiones orientadas a lograr espacios de recreación, pues estos últimos deben
responder a las necesidades de las personas.
Son pocos los estudios comparativos, tanto de carácter nacional como los de
perfil internacional, pero uno que vale destacar es el artículo de Peralta-Lozano
et al. (2021), quienes compararon las políticas públicas y normativas sobre el espacio
áreas verdes urbanas en latinoamérica 263
público en tres ciudades distintas: Medellín y Manizales, ambas en Colombia, y Quito,
en Ecuador. Los autores hicieron esta elección porque son ciudades situadas en zonas
con condiciones fisiográficas y de relieve que dificultan la expansión urbana. Los re-
sultados destacan que los espacios públicos con av son insuficientes o con mala distri-
bución en ambos países, o de manera más específica, en las tres ciudades. Se justifica
esta elección porque los dos países son regidos por leyes nacionales en la materia y
que cuentan con un conjunto de normas que orientan el ordenamiento del territorio
y, en particular, la generación y restauración del espacio público. En la comparación
entre los dos países descubrieron diferencias en la ejecución de las políticas y en el
manejo de los indicadores sobre espacios públicos. El concepto mismo de «espacio
público» es polisémico y no refiere a lo mismo en ambos países; en algunos casos,
las av son parte fundamental de su composición, pero no siempre es así. Donde hay
coincidencia es en las nociones de justicia territorial y climática, y en la intención de
tener políticas más flexibles que tomen en consideración la demanda poblacional.
Chile
En el caso de Chile, a diferencia de los textos académicos de los demás países abor-
dados previamente, se nos dificultó encontrar trabajos relacionados con av para el pe-
riodo que se estableció como referente temporal. De hecho, solo conseguimos cuatro
artículos que cuentan con las características necesarias para nuestro análisis, de los
cuales tres tratan sobre la capital del país y su región metropolitana.
En la literatura chilena destaca el análisis del arbolado que hacen Criollo et al.
(2016) para evaluar la mejora de la calidad del aire y su eventual impacto en enfer-
medades respiratorias en seis comunas de Santiago. Esto es de especial relevancia
porque la capital de este país destaca por ser una de las ciudades más contaminadas
del mundo. En el texto se evidencia enfáticamente que el arbolado sí mejora el aire
porque reduce el ozono y material particulado, pero también, el beneficio depende
de la tipología de los árboles. Se sugiere la utilización de especies nativas en vez de
variedades exóticas, pues las primeras mejoran la calidad de aire y, en consecuencia,
la salud de la población de la capital chilena.
Relacionado con lo anterior, pero centrándose en la conservación del arbolado
de las av, Steinfort et al. (2020) realizaron un análisis de la región metropolitana de
Santiago. Los resultados de su pesquisa arrojaron que el mayor índice de supervivencia
264 discursos ambientales en américa latina
de los árboles se encuentra dentro de las av y no en otros equipamientos urbanos,
como podrían ser los parques. Esto se explica debido a que en las av hubo una co-
rrecta selección de especies que no requieren riego constante.
Reyes-Paecke y De la Barrera (2019), por su parte, recolectaron información
sobre la construcción de indicadores de desarrollo urbano, los cuales incorporan ca-
racterísticas de las av como el acceso al equipamiento urbano y la calidad ambiental.
Su metodología consistió en comparar los catastros de av en la región metropolitana
de Santiago, esperando que estos pudieran servir como base para la generación de
políticas públicas. Los resultados mostraron que los catastros, al ser elaborados por
diferentes entidades, no pueden compararse y, por ende, no permiten la consecución
de un análisis suficientemente preciso. Los autores destacan lo importante que puede
ser que las universidades, centros de investigación e instituciones de distintos niveles
de gobierno se involucren para evitar sesgos de información y unificar los catastros.
El estudio del paisaje también es de gran importancia en toda la región latinoa-
mericana. En el caso de Chile destaca el texto de Mancilla y Vivallos (2021), quienes
explican su importancia en el Área Metropolitana de Concepción. En los resultados de
su trabajo estudian temas como territorio, naturaleza y estructura con la ayuda de car-
tografía. Los autores usan conceptos como infraestructura verde, paisaje sustentable,
green city o infraestructura ecológica para desarrollar su propuesta. Además, parten
del cuestionamiento de cómo el cambio de paisaje afecta a la estructura urbana, por
lo que las av cobran relevancia. En estas se encuentra vegetación que provee variados
servicios ecosistémicos, aun cuando a veces se hayan sembrado solo considerando los
beneficios de recreación (incluidos los deportivos).
Consideraciones finales
Para elaborar este estado del arte sobre los textos relativos a av en América Latina se
consideró la revisión de 24 artículos científicos publicados en revistas de reconocido
prestigio. Es de destacar que, pese a tratar sobre una misma noción, se encontraron
varias formas de abordarla, así como distintas metodologías para su estudio o medi-
ción. Por ejemplo, en México se hallaron los tratamientos más originales, por ejemplo,
el análisis discursivo de la retórica característica de la política pública ambiental en
la capital del país; también llama la atención el abordaje del tema con perspectiva de
género, que no se observó en la literatura de los otros países.
áreas verdes urbanas en latinoamérica 265
Brasil, por su parte, es el país con más diversidad biológica y, al parecer, el que sufre
mayores amenazas medioambientales debido principalmente al gobierno en turno,
que no considera relevante el tema. Es también el país con más ciudades grandes y
medianas y el que más productos académicos ha generado, muchos de ellos basados
en técnicas de recolección de información bastante novedosas. En su literatura predo-
minaron las valoraciones de las av, el análisis de la degradación de estas, lo relativo a
su correcto mantenimiento y que estos lugares son necesarios en las ciudades, aunque
claramente su ubicación está definida por la situación socioeconómica de las personas
residentes. En un país con diferencias sociales tan marcadas como Brasil, la cuestión
de la desigualdad también pasa por criterios socioespaciales: quienes tienen más di-
nero, tienen más calidad de vida y, además, habitan cerca de las av.
En Argentina parecen estar muy presentes criterios técnicos, incluso de carácter
cuantitativo, pues la literatura revisada toma en consideración los usos del suelo para
av, las mediciones de niveles sonoros y la catalogación de av mediante criterios in-
terdisciplinarios; también se encontraron evaluaciones de la densidad arbórea. En
Argentina, al igual que en Brasil y México, se establece una clara relación entre la
calidad de vida y la presencia de av, pues los grupos sociales menos favorecidos tienen
peor calidad de vida, y también padecen un déficit de av próximas a sus viviendas.
En Colombia predominan los criterios del diseño urbano; incluso observamos
textos sobre la concomitancia de otros conceptos relacionados como ecodiseño y
ecoarquitectura. Al igual que en Brasil, el análisis sobre procesos urbanos con saldos
negativos, ligados al neoliberalismo deja claro que la toma de decisiones en las ciu-
dades y en los espacios públicos se hizo en beneficio de los desarrolladores inmobi-
liarios y los constructores. Al igual que en los demás países tratados, se hace alusión
a las inequidades ambientales y su corolario social. Por otro lado, llama la atención
que en la concepción de los espacios públicos en Colombia no se consideran las av
ni los servicios ecosistémicos que ofrecen, lo que trae como resultado que estas sean
siempre insuficientes.
La producción académica chilena, por su parte, no es tan abundante como en
los demás países tratados. Ahí la literatura científica es poca pero consistente, y en
ella se abordan temas como la conservación y el análisis del arbolado de las av con
el fin de conocer los beneficios, por ejemplo, de la calidad del aire, algo de enorme
relevancia para una ciudad tan contaminada como la capital, Santiago. También en-
contramos estudios del paisaje en áreas metropolitanas, principalmente de urbanistas
266 discursos ambientales en américa latina
y diseñadores del hábitat, quienes ponen el énfasis en la estructura urbana, en indica-
dores de desarrollo urbano y en cómo estos incluyen las av.
Por último, vale mencionar que el presente análisis solo abarcó el periodo de 2016
a 2020, lo que tenía como objetivo presentar una revisión actualizada de las av y temas
relacionados. Esto permite saber por dónde y hacia dónde se dirigen los estudios en
esta región. Si bien son comunes los trabajos vinculados a las valoraciones de arbo-
lado y de densidad arbórea, cabe recalcar que en todos los países el tema de la desi-
gualdad social y su relación con la calidad de vida y cantidad de av es insoslayable.
Basándonos en los resultados de nuestro análisis de textos de la región, constatamos
que en la academia predomina el tratamiento de las av como lugares que brindan
calidad de vida a los residentes o visitantes de las ciudades latinoamericanas, pero
su distribución sigue siendo muy inequitativa, pues favorece a los grupos de mayor
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Parte 4
Discursos ambientales y normatividad en Latinoamérica
«El derecho no comprende la naturaleza»1:
ineficacia de la técnica legislativa en la protección
del medio ambiente en tiempos de crisis
Felipe Andrés Montenegro Galdames
Introducción
E n 2021 las crisis ambientales estuvieron a la vuelta de la esquina. Somos testigos
de primera fila de cómo nuestro planeta nos recrimina el pésimo uso que hemos
hecho de él. Sin ir más allá, las mismas Naciones Unidas, mediante la Organización
Meteorológica Mundial (omm) y la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción
del Riesgo de Desastres (undrr), en septiembre de ese año indicaron lo siguiente:
«El cambio climático y los fenómenos meteorológicos cada vez más extremos, han
provocado un aumento de las catástrofes naturales en los últimos 50 años impactando
de forma desproporcionada en los países más pobres» (Naciones Unidas 2021). Y es
que pasamos de atemorizarnos ante eventuales catástrofes naturales, a simplemente
acondicionarnos a estas creando instituciones especiales o grupos de estudio de re-
siliencia que se dedican en exclusiva a estudiar y diseñar medidas tendientes a dis-
minuir los impactos ambientales en la población, a través de centros de estudios que
1 La frase contenida en el título, «El derecho no comprende la naturaleza», ha sido tomada de la Dra.
Liliana Galdámez Zelada, académica de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, a quien se
la escuché en sus cursos de Derecho Internacional de los Derechos Humanos y Derecho Internacional
del Medio Ambiente.
273
274 discursos ambientales en américa latina
se encargan de políticas de prevención, los cuales, según las Naciones Unidas, serán
los encargados de salvar vidas ante las catástrofes venideras. Es claro que el daño ya
está hecho, y los responsables somos la humanidad en conjunto. Esto lo demostró
el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (ipcc por sus
siglas en inglés), instancia que, en palabras de Michael E. Mann, afirmó: «quedan cero
años para evitar un cambio climático peligroso, porque ya está aquí» (Mann, en Fritz
y Ramírez 2021).
Todos hemos contribuido de una u otra forma, en mayor o menor medida, al
cambio climático, pues todos somos cómplices de lo que el desarrollo in-sostenible
ha logrado. Este desarrollo ha sido propiciado por el modelo económico imperante,
que de forma inescrupulosa trata nuestra naturaleza como un bien de mercado sobre
el cual la divisa importa más que su propia fuente. Así, hoy en día, cuando la barrera
de lo económico ha calado tan hondo en la situación ambiental empujándonos contra
el abismo del peligro y la muerte y poniendo en jaque las expectativas de las genera-
ciones presentes y futuras, se manifiesta la urgencia de tomar medidas en el asunto. Es
un hecho que los responsables somos los Homo sapiens en su conjunto, pero el gran
motor del cuidado a la naturaleza tiene que recaer en los distintos Estados, por cuanto
estos son los encargados de proteger a sus habitantes y deben utilizar todos los medios
de los cuales dispongan para, de forma transversal y de una vez por todas, comprome-
terse con el cuidado del medio ambiente.
Desde el mundo del derecho, y al ser los primeros en interpretar y aplicar la «vo-
luntad soberana» que queda plasmada en las distintas normas estatales, podemos y
debemos cuestionarnos la calidad de la norma ambiental en estrecha relación con el
objeto jurídico protegido.
Por otro lado, al enmarcarnos las personas como elementos dentro del gran con-
cepto de la naturaleza, tenemos una misión que por encima de todas las profesiones,
por encima de todos los estilos de vida y, sobre todo, por encima del modelo econó-
mico. Dicha misión radica en la debida protección de la naturaleza que nos rodea.
No cuidar el entorno circundante y abusar de nuestra madre tierra será la re-
masterización en vida a nivel regional y mundial de la célebre obra del escritor co-
lombiano García Márquez, Crónica de una muerte anunciada, pues sin naturaleza en
primer lugar no existen derechos humanos, y en segundo lugar no hay humanos.
Los Estados latinoamericanos han creado ordenamientos jurídicos ambientales
ineficientes que no dan abasto con las necesidades actuales, pues en ellos se consi-
deran de forma errada las distintas concepciones de los pueblos originarios o, en su
«el derecho no comprende la naturaleza» 275
defecto, se les ignora del todo, lo que abre paso a situaciones de injusticia. Asimismo,
ante la permisividad estatal, el desarrollo económico irresponsable y la preocupación
social, la protesta surge como una forma de poner sobre la mesa la real urgencia am-
biental; en varios casos, esta protesta no es pacífica, y con razón.
A continuación, se pretende abarcar de forma somera distintas soluciones posi-
bles para que los Estados puedan hacer frente a la situación ambiental actual, y mos-
trar cómo estos mediante sus poderes legislativos no han sido capaces de estar a la
altura de la coyuntura climática mundial actual.
Soluciones jurídicas de cara a la protección ambiental
Los seres humanos somos seres sociales que, para sobrevivir, desde nuestros orígenes
nos hemos agrupado con otros pares para aumentar nuestras expectativas de vida.
Hoy en día, si bien seguimos agrupados para aumentar la esperanza de vida del grupo,
encargamos a superinstituciones, como los Estados, para que nos protejan, detecten
nuestras necesidades y destinen recursos de toda índole para satisfacerlas; también
para que nos regulen y, sobre todo, para que nos juzguen. Sin perjuicio de lo anterior,
desde la década de los setenta, en específico en 1972, el Club de Roma, mediante su
informe Los límites del crecimiento, vaticinó lo que estamos viviendo como una conse-
cuencia del modelo de crecimiento económico que se ha estado practicando.
No se podría decir que no se veía venir, pues la evidencia siempre estuvo al al-
cance de la mano.
El tiempo pasó y, como resultado, surgieron las condiciones ambientales que co-
nocemos: etapas del año muy marcadas con olas de calor y de frío batiendo récords de
temperaturas, desastres naturales más frecuentes, y una pandemia que nos ha azotado
de forma implacable y ha demostrado que, al menos en Latinoamérica, los enfoques
únicamente se han centrado en aumentar la economía sin mejorar las condiciones
básicas de salud. Pero en lo que nos convoca, la necesidad de protección ambiental, los
Estados, como ya se mencionó, fueron alertados de la necesidad de cuidar el medio
ambiente desde de la segunda mitad del siglo pasado; prueba de ello es la Declaración
de Estocolmo, que fue la pionera en centrar, si bien desde un punto de vista antropo-
céntrico, los esfuerzos estatales para la protección del medio ambiente, y dejó entrever
la íntima relación entre la garantía y protección de los derechos humanos de las per-
sonas con la naturaleza.
276 discursos ambientales en américa latina
El Estado es un gigante cuyas articulaciones son la Constitución y las leyes, dentro
de las cuales se debe operar. Desde el punto de vista del derecho, se han presentado
diversas opciones para plasmar este deber de proteger a la naturaleza y, junto con ella,
a las personas. Estas opciones se podrían agrupar en tres grandes categorías que a
continuación se describen.
Consagración internacional
La normativa internacional es la esencial y la pionera en cuidado del medio ambiente,
y ha sido la vía por la cual los Estados han adquirido la obligación del cuidado, la
protección y la conservación de la naturaleza; es la inicial para cimentar una técnica
legislativa acorde con las necesidades ambientales.
En su evolución, mediante declaraciones y convenciones internacionales —entre
ellas pueden mencionarse la Declaración de Estocolmo, la Declaración de Río, la
Declaración de Río +20, el Pacto de Leticia, la Convenio sobre la Diversidad Ecológica
y el más reciente, el Acuerdo de Escazú, que añadió y creó derechos para las personas
de los Estados parte en cuanto a justicia ambiental—, se ha transcurrido desde una
actitud flexible, a quizás una posición más específica en cuanto a deberes estatales, en
concordancia con la realidad climática en la que nos encontramos inmersos.
Es menester señalar que mediante estos instrumentos internacionales se ha am-
pliado el espectro de consideración de actores activos en la comunidad y determi-
nantes en el cuidado ambiental. Muestra de lo anterior es que se toma en cuenta en
estos instrumentos la participación de las mujeres, de los pueblos originarios e incluso
de los jóvenes; en cuanto a los jóvenes, es digno de mención cómo este grupo de per-
sonas, en su calidad de «futuras generaciones», han decidido tomar acciones legales
para hacer frente a la crisis.2
Sin ir más lejos, en octubre de este año el Comité de Derechos Humanos de
Naciones Unidas aprobó, solo con cuatro abstenciones (cuyos fundamentos son al-
tamente cuestionables), que vivir en un medio ambiente seguro, limpio, saludable y
sostenible es un derecho humano, lo que demuestra que, a medida que el tiempo pasa,
el derecho ambiental internacional se va dotando de precisión.
2 Véanse: caso Delta del Paraná, Argentina; caso Juventudes colombianas vs. Colombia; caso Pandey
contra la India; caso Niñas de Orellana y Sucumbíos vs. Mecheros de la Muerte, entre otros.
«el derecho no comprende la naturaleza» 277
No obstante la belleza de lo mencionado anteriormente, no se puede minimizar el
hecho de que el gran problema de esta vía es que es la más laxa y permisiva de todas,
pues si bien, como se ha señalado, ha progresado en especificidad, se requiere en primer
lugar la aceptación del Estado, lo que perfectamente puede conducir a que, por la si-
tuación política de los gobiernos de turno, se opte por no adscribirse a las normativas
internacionales y, por ello, se deje a la suerte la protección ambiental. Parece entonces
que el problema no halla solución sino aguas más abajo, en el escenario nacional, tal
como sucedió en el caso chileno donde, si bien el Estado fue precursor del Acuerdo de
Escazú, al momento de redactar este documento todavía no lo ha ratificado.
Consagración constitucional
No puedo comenzar este punto sin hacer alusión a un hecho contemporáneo a la
redacción de este artículo, en Chile, por cuanto en estos momentos se lleva a cabo
una apuesta ambiciosa para algunos, y esperanzadora para otros, relacionada con el
proceso constituyente democrático que asoma como uno de los pocos a nivel lati-
noamericano, y que en cuanto a medio ambiente luce bastante prometedor, pues por
primera vez se podrían plasmar a nivel constitucional ciertos elementos de normativa
ambiental internacional que podrían cambiar la situación nacional. En palabras de
Galdámez y Millaleo:
Debido a su concepción tradicional, fragmentaria y apegada a visiones esteticistas o
muy reservadas de los deberes del Estado y a la propiedad, no provee las herramientas
que se requieren para responder, en el ámbito nacional, a los desafíos de la crisis am-
biental (Galdámez y Millaleo 2020:58).
La consagración constitucional luce tentadora, pero no es algo nuevo en el es-
cenario latinoamericano. Varios países de la región han optado por consagrar al
máximo nivel jerárquico, en términos legales, el derecho de sus ciudadanos al medio
ambiente, lo que, si bien en términos prácticos es una garantía para las personas, in-
dudablemente conlleva un rol activo de estas en la protección de la naturaleza. Entre
algunos de estos países se encuentran Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay,
Perú, Venezuela, Costa Rica y México.
278 discursos ambientales en américa latina
Pero otra vez caímos en lo que denominaré «poesía jurídica» debido a que las
palabras, o en este caso los derechos, se confeccionan con un lenguaje armonioso
y cautivador pero, desde el punto de vista de la efectividad en cuanto a la protec-
ción al medio ambiente, dejan bastante que desear, pues los problemas ambientales
se mantienen e incluso continúan aumentando, lo que demuestra que una garantía
constitucional sin una institución adecuada solo es poesía. Ecuador destaca en este
punto porque en su Constitución se consagra el medio ambiente, pero sin querer pro-
fundizar en la situación ambiental del país:
La Constitución ecuatoriana del año 2008 marca un hito en el constitucionalismo
latinoamericano en el ámbito de la naturaleza y preservación del medio ambiente y
es un claro ejemplo de los resultados de un trabajo interdisciplinario entre dos cien-
cias, el Derecho y las ciencias naturales, sin embargo, esto no es suficiente, porque si
tenemos una Constitución desconectada del resto del ordenamiento jurídico y de la
aplicación de la justicia, no será efectiva (Coronel y Navarrete 2018:77).
En la cita anterior, las autoras muestran cuál es el mayor temor de la consagración
constitucional del cuidado ambiental, en el sentido de que no tiene sentido alguno si
el ordenamiento jurídico no puede lograr su protección.
Lo anterior no debe ser desalentador, pues en la medida en que exista una con-
sagración constitucional se brindará una herramienta para exigir al andamiaje estatal
las condiciones básicas para la satisfacción de tal disposición. En palabras de Ávila:
No solo son falsas promesas, sino que son instrumentos de lucha y mundos en los
que queremos vivir [...] Los derechos al final siempre son armas ficticias, etéreas y
abstractas que pretenden regular relaciones basadas en el poder. Es más fácil exigir
cuando un sistema jurídico ha reconocido un derecho que hacerlo sin él (Ávila
2010:23-24).
Consagración legal
Sin duda esta es la instancia final en donde se va a resumir toda la polémica jurí-
dico ambiental que existe. Los legisladores de las naciones democráticas son los re-
presentantes del pueblo, los cuales se basan en ideales para salir electos, de lo que se
«el derecho no comprende la naturaleza» 279
desprende que, si la necesidad de protección ambiental es patente en la sociedad, esa
misma preocupación debería discutirse en el poder legislativo respectivo. Pero la ca-
lidad de los agentes políticos que hemos tenido en Latinoamérica se ve directamente
reflejada en las normas que existen, ya que se desvinculan totalmente de la realidad en
la cual pretenden ser aplicadas, y como gran efecto negativo se promulgan políticas
deficientes que no solucionan en grado alguno las necesidades sociales.
Sin perjuicio de lo anterior, que podría ser materia de otro estudio, corresponde
analizar cómo la técnica actual en Latinoamérica no atiende aspectos esenciales del
cuidado de la naturaleza, sino que obvia la fuente viva de conocimiento en cuanto a
cuidado ambiental, la sabiduría de los pueblos originarios, mientras deja abierta la
puerta para situaciones críticas ambientales.
Al menos en el escenario chileno es difícil, por no decir imposible, encontrar una
norma ambiental que consagre expresamente la costumbre indígena de cara a la pro-
tección del medio ambiente. Lo anterior se contradice con la realidad actual del país
pues, por ejemplo, ante las protestas de reivindicación de territorio mapuche en el sur
araucano de Chile, el Estado respondió recurriendo a los estados de excepción cons-
titucional para reprimir las demandas, lo que demostró que la denominada consulta
indígena no es suficiente y sirve como insumo para el descontento.
Hemos mencionado que, en cuanto a contenido, las normas que se pretenden
analizar de los diversos ordenamientos pecan de no considerar el conocimiento indí-
gena, pero otro elemento a tomar en cuenta son los insumos a los que pueden recurrir
los legisladores al momento de crear leyes de carácter ambiental, debido a que su con-
tenido tiene que ser el resultado de una discusión tan diversa como lo es la naturaleza,
y debe tratar de abarcar, en un intento multisectorial e interdisciplinario a modo de
observar desde todas las perspectivas posibles, la futura norma ambiental. Esta pers-
pectiva tiene que ser general e integral, y radicar en la sociedad.
Para comprender la problemática ambiental es importante apoyarse en diferentes
ciencias y no limitarse a la unidisciplina, tratando de establecer un diálogo entre dis-
ciplinas, que abarque tanto a las ciencias físico-biológicas como a las ciencias sociales.
Esta formación supone el estudio de la ecología (en su dimensión natural y social),
la ética ambiental, psicología ambiental, economía ambiental, entre otras (Pedroza y
Argüello 2002:291).
280 discursos ambientales en américa latina
Los hechos dicen más que las palabras, y desde la premisa «El derecho no com-
prende la naturaleza», una frase y una idea que le escuché por primera vez a la doctora
Liliana Galdámez Zelada, abogada, a quien tuve la suerte de tener como profesora en
la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, corresponde ver cómo se cumple a
cabalidad esta desconexión entre la técnica legislativa y el derecho propiamente dicho
respecto del medio ambiente.
Situaciones de vulneración producto de una deficiente técnica legislativa
Caso chileno
Ya se ha mostrado que la normativa chilena quizá no es la más apta de cara a la pro-
tección ambiental, y es que, sin ir más allá, basta con observar la técnica legislativa
que usó el constituyente de la que espero sea la agónica Constitución de 1980, para
«proteger», a su estilo, el medio ambiente: su artículo 19, núm. 8, quedó supeditado a
la denominada «Constitución económica» (Ferrada 2000).3
En esta línea, Matías Guiloff señala: «La Constitución sujeta la protección del
medio ambiente a un fuerte amarre, para con ello lograr la mayor protección de los
derechos contenidos en la Constitución Económica» (2011:149). Continuando con la
mencionada garantía constitucional, el inciso segundo de dicha disposición restringe
la actividad legislativa, pues la única forma en que se puede afectar otro derecho (por
ejemplo, el de propiedad) solo puede realizarse en virtud de una ley, lo que en palabras
del mismo autor:
Establece un estándar particularmente exigente al Legislador en materia ambiental,
que reduce el margen de apreciación de la Administración para determinar medidas
que puedan proteger este derecho, resguardando, de esta manera, a los derechos fun-
damentales de contenido económico (Guiloff 2011:157).
3 «Constitución Económica: La ‘constitución económica’ chilena es una expresión normativa del
sistema y modelo económico definido por los economistas liberales del régimen militar que se diseña,
teniendo como modelo un programa económico neoliberal impulsado por la Escuela de Chicago. En
este sentido, el rol que se entrega al sector privado y al mercado dan cuenta de un enfoque institucional
en el que el Estado carece de protagonismo, salvo para garantizar las libertades económicas reconocidas
a los ciudadanos» (Ferrada 2000:53).
«el derecho no comprende la naturaleza» 281
Otro punto relevante sobre el caso chileno tiene que ver con las megaplan-
taciones de paltos, para cuya instauración no se requiere pasar por el Sistema de
Evaluación de Impacto Ambiental (seia),4 lo que ha generado una preocupación la-
tente en la zona donde se emplazan, pues han tendido a instaurarse sobre áreas de
riesgo hídrico. Destaca la zona de Petorca, que a nivel nacional es motivo de preocu-
pación en todo el sector precordillerano de la región de Valparaíso por la gran sequía,
que en algunos lugares dura ya más de 10 años. A modo paradójico, en estos entornos
el verdor de la producción de paltos contrasta fuertemente con el paisaje muerto de
la sequía, lo que levanta la pregunta sobre qué tan cierto es que haya sequía cuando
se mantiene una producción tan basta como la indicada; esto ha llevado a que varios
grupos se manifiesten bajo la premisa «No es sequía, es saqueo».
Otro hito en la desgraciada historia ambiental de Chile lo conforma el bullado
decreto ley 701, dictado bajo el régimen de Pinochet, que incentivó el cultivo forestal
mediante bonificaciones, lo que, si bien en teoría no tiene nada de malo, propició la
creación de un verdadero imperio a costa de pinos y eucaliptos, especies que destacan
por su elevado consumo de agua. Sin perjuicio de lo anterior, se puede considerar
el extinto decreto como uno de los causantes de la reivindicación mapuche que se
menciona arriba. Durante la vigencia de la dictadura el autodenominado gobierno
hizo cesiones de tierras a los dueños de las actuales grandes empresas forestales, lo
que demuestra una de las ideas principales de este artículo: la técnica «legislativa» mal
diseñada sirve como insumo para la protesta ambiental.
Se podrían mencionar, entre otras, las grandes manifestaciones que se llevaron
a cabo por el proyecto HidroAysén, el caso Punta de Choros, el caso hotel Punta
Piqueros —que conllevó la destrucción del hábitat de la especie Sula variegata o «pi-
quero»— y por último el caso Dominga, que al momento de redactar este artículo se
encuentra en la Corte Suprema a la espera de veredicto.
En el panorama internacional, el hecho que demuestra la debilidad de un instru-
mento de este tipo en el área lo configura el Acuerdo de Escazú, por cuanto desde el
gobierno chileno de turno, a pesar de que este país fue uno de los promotores de tal
acuerdo, no ha existido voluntad para firmarlo y ratificarlo, lo que deja otra vez en
situación de desprotección el medio ambiente, vía oblicua, y priva a los ciudadanos de
ejercer sus derechos relacionados con la naturaleza.
4 El seia es un instrumento de gestión ambiental de carácter preventivo que permite a las autorida-
des determinar antes de la ejecución de un proyecto si: 1) cumple con la legislación ambiental vigente,
y 2) se hace cargo de los potenciales impactos ambientales significativos.
282 discursos ambientales en américa latina
Caso colombiano. Caso oriente antioqueño
Mediante el plan de acción institucional que llevó a cabo Cornare, y bajo el discurso
del crecimiento verde:
Se utilizó el concepto de capital natural para evaluar las formas en que era posible
valorar monetariamente la naturaleza y cómo esto se podía aprovechar para profun-
dizar el desarrollo y nuevas formas de riqueza que se hicieran compatibles con el
clima presente y futuro (Arias-Henao 2020:12).
En este caso en particular, la legislación existente permitió incentivar el modelo
extractivista sin ningún tipo de reparo por el medio ambiente, por lo que se sacrificó,
junto con este último, el estilo de vida, y la vida misma, de las personas de dicha zona.
Según logró plasmar Juan David Arias-Henao:
Muchos pobladores campesinos y líderes sociales argumentaban que el extractivismo
era causante de alteraciones en el microclima de muchos lugares, afectando la pro-
ducción de alimentos, las fuentes de agua, y a la temperatura apropiada para las acti-
vidades diarias de muchas comunidades (Arias-Henao 2020:13).
En este caso en particular es relevante considerar el discurso normativo que en-
volvió este proyecto y que fue difundido para lograr su aceptación. Aquí el poesismo
jurídico de desarrollo verde operó bajo otros efectos y no dependió de una estructura
ajena para su fracaso, pues el proyecto en sí era el fracaso, ya que, en términos colo-
quiales, «destruía más de lo que salvaba». En paralelo con esto, la movilización social
fue decisiva, pues siguiendo al mencionado autor: «desde el accionar de las organiza-
ciones sociales se acudió al discurso de la justicia ambiental para señalar las relaciones
de poder desequilibradas en las discusiones sobre cambio climático» (Arias-Henao
2020:15). Además, en las líneas finales de su artículo el autor indica algo muy relevante
que da consistencia al presente artículo, pues refiere a que para comprender el cambio
climático debe existir un análisis multidisciplinario bajo la lógica de la ecología polí-
tica.
Se repite la dinámica: legislación ineficiente, daño y protesta ambiental.
«el derecho no comprende la naturaleza» 283
Caso mexicano. Caso hidrocarburos
En el presente artículo, México representa una deficiente y preocupante técnica legis-
lativa que no solo atenta contra el medio ambiente, sino de forma directa contra los
pueblos originarios y contra la población en general. Mediante la reforma energética
llevada a cabo en el país, se catalogó el tratamiento de los hidrocarburos como un
asunto de orden público, lo que ha desatado un gran debate en cuanto al alcance de la
norma, a su contenido y lo que permite hacer al Estado; en palabras de Marisol Anglés
Hernández, dicha reforma:
parece estar orientada a legitimar la intervención pública, mediante el uso de la
fuerza, en aras de garantizar que las actividades de exploración y extracción de hidro-
carburos en las que haya participación de capital privado que violenten los derechos
colectivos de los pueblos y de las comunidades indígenas a sus tierras, territorios y
recursos naturales, así como a un medio ambiente sano y a la salud, por citar algunos,
no se vean impedidas por ningún medio (Anglés 2017:141).
La mala técnica legislativa en este caso es meramente de alcance legal (a dife-
rencia del caso chileno, en donde el yerro se consagra en parte a nivel constitucional),
y junto con crear esta neblina de indeterminación, puede servir como piedra angular
para la comisión de abusos y daños ambientales considerables, pues es conocido que
el giro minero conlleva un sacrificio natural inherente.
El problema de esta ley, en el que por espacio no puedo profundizar, es que se
aleja del todo de la idea planteada de poesismo jurídico, por cuanto es atentatoria
contra la pluriculturalidad de México y da amplias facultades al Estado para expro-
piar y explotar, lo que demuestra que la tónica detrás de esto es una idea de desarrollo
in-sostenible, que guarda cero respeto hacia los pueblos indígenas y que presenta una
gran amenaza para la salud de las personas, ya sea de la generación presente o de las
futuras. En efecto, esta mala técnica legislativa abre la puerta a una vulneración de los
derechos humanos, y perfectamente puede conducir a la protesta social, que cuando
se trata de pueblos indígenas es conocida por ser cruenta (véase el caso chileno, que
se mencionó líneas arriba).
284 discursos ambientales en américa latina
Caso puertorriqueño. Caso Talamanca
El caso Talamanca refleja, al igual que el mencionado de México, una situación bas-
tante grave en la que queda expuesto el hecho de que el legislador y su derecho no
son capaces de comprender la naturaleza y todo lo que en ella se encuentra invo-
lucrado. En este caso en particular, si bien el tópico a señalar es la permisividad del
ordenamiento en cuanto a protección del valor cultural que significan los pueblos
originarios, la técnica legislativa es tan deficiente que no solo admite la alteración del
medio ambiente, sino que permite, mediante las prácticas capitalistas, que se expropie
el conocimiento de los pueblos originarios.
En resumidas cuentas, la población de la zona de Talamanca vivió bajo prácticas
esclavizadoras, dedicada a explotar el cacao originario de la zona. La United Fruit
Company implementó el monocultivo de este producto desde principios del siglo xx,
para lo que contó entre sus trabajadores con los indígenas de la zona hasta mediados
de esa centuria, cuando trasladó sus operaciones a tierras más baratas. Quedó en-
tonces el conocimiento entre los indígenas, quienes practicaron el cultivo de cacao
con fines comerciales hasta la aparición de la monilia. Luego de esta gran crisis, la
tecnología y el avance sin escrúpulos del capitalismo comenzaron a amenazar el co-
nocimiento de los locales en cuanto al manejo de las técnicas de cultivo de cacao en
la zona.
Con promesas, otra vez de un desarrollo verde, se implementó la alteración ge-
nética para mejorar la gran promesa del cultivo de cacao, producto que, por sus ca-
racterísticas, que lo configuraban como amigable con el medio ambiente debido a su
capacidad de fijar carbono del ambiente, cambió el estilo de producción de la gente,
entre otras modificaciones.
El deber del Estado es respetar a toda su población, pero considerando y va-
lorando el patrimonio cultural que emana de los pueblos originarios; sin embargo,
cuando la actividad económica no conoce límites, que deberían estar definidos por
la legislación vigente, pueden vulnerarse un sinnúmero de derechos, en especial entre
los grupos más afectados, como los pueblos indígenas, ya que la lógica capitalista no
comprende la dinámica propia de estos grupos preestatales. Ejemplo de lo anterior lo
constituye la producción de cacao en Centroamérica, puesto que el proceso de inter-
vención, más que una mejora del modo productivo, significó una: «oportunidad para
la expansión de estos monocultivos [...] marcados por procesos históricos de ‘despojo,
«el derecho no comprende la naturaleza» 285
exclusión y desigualdad ambiental’» (Rodríguez 2020a:107). Estas prácticas en zonas
de desregulación, en palabras de Tania Rodríguez, son: «procesos de producción des-
regulados e intensivos que acentúan los impactos ambientales y sociales» (2020a:107).
El legislador (si se observa en conjunto con los ordenamientos que confluyen en el
cantón de Talamanca, sin tratar temas ajenos de corrupción que puedan comprometer
los intereses sobre la regulación) está en deuda no solo con la protección ambiental
en general, sino con los pueblos originarios, en específico en cuanto a preservar sus
conocimientos. La autora mencionada líneas arriba señala, y me adhiero a ello, que:
«Este paradigma de ingeniería genética está, así al servicio de intereses comerciales,
que buscan perpetuar las lógicas de apropiación de la naturaleza y del conocimiento
local» (2020a:103). En otro texto, y en línea con lo anterior, señala: «No se tomó en
cuenta ni la cosmogonía indígena ni los conocimientos tradicionales ligados a la pro-
ducción del cacao» (2020b:148).
La práctica en esta zona no mejoró la calidad del cacao que se producía, pero sí
provocó un cambio respecto de la diversidad productiva, pues cambió las plantas de
cacao en sí, que por su tamaño y altura permitían una producción variada a los pies
de estas; junto con ello, y lo más grave de la situación, dio paso a «un rol civilizatorio
y de control en las comunidades indígenas estudiadas» (Rodríguez 2020b:155).
El derecho en su conjunto hizo posible que se minara una práctica indígena,
y con ello que el capital se apropiara de la genética del cacao y del conocimiento
milenario de los pueblos indígenas centroamericanos que producían este fruto. El
legislador ni siquiera hizo el intento de comprender y valorar su riqueza ambiental
y cultural, lo cual sin duda permite pensar en que los Estados tienen en baja consi-
deración a los pueblos originarios, y en general conduce al descontento y posterior-
mente al desacato y la justa demanda de protección mediante la protesta social; en
estos casos, el derecho otra vez vuelve a actuar de forma reactiva ante un daño que
se pudo haber evitado. Quizás para Talamanca ya es tarde, puesto que el modelo
de monocultivo se adaptó a la zona, pero debe tomarse en cuenta este antecedente de
cara a la protección de nuestra identidad latinoamericana, única en el mundo, que
destaca por adaptarse a la naturaleza y protegerla. Es paradójico, otra vez, ver cómo
contribuimos a aplacar el conocimiento que puede ser parte de la solución ante
la crisis ambiental en la que estamos, partiendo de un concepto básico: respetar y
cuidar la naturaleza.
286 discursos ambientales en américa latina
Protesta social como medio para exigir la protección
al medio ambiente. Perspectiva desde el caso chileno
Se ha demostrado cómo la deficiente técnica legislativa de Latinoamérica, que se
centra generalmente en aspectos económicos, deja al desnudo la poca o nula preocu-
pación por proteger el ambiente en el que vivimos, y mucho peor, no demuestra un
ápice de empatía con las prácticas indígenas locales. Esta vulneración, si bien afecta
en varios aspectos a los pueblos indígenas, no solo perjudica a estos grupos eterna-
mente marginados, pues el daño ambiental y sus repercusiones conciernen a nuestras
sociedades en general, y en específico a los menos preparados de cara a la gran guerra
contra el cambio climático que, en frases del presidente chileno, es un: «enemigo po-
deroso, implacable, que no respeta a nada ni nadie».
Cuando se producen inundaciones o terremotos, o nos azota una pandemia, las
personas más vulnerables son las que deben lidiar con la mayor parte de las cargas;
los más acomodados también, nadie puede negarlo, pero la diferencia esencial es que
ellos cuentan con recursos que hacen que su resiliencia ante estas crisis ambientales
sea mucho mayor. Luego, por supuesto, está el acceso a la justicia ambiental, que por
un tema de costos también se les facilita a las clases más acomodadas y, por último,
son estas las que se llevan los beneficios de la sobreexplotación del medio ambiente.
Les invito a revisar quiénes son las personas que protestan ante la sequía en la
zona de Petorca en Chile, o en las provincias de San Felipe y Los Andes; o, si se quiere,
a verificar quiénes reclaman contra el Estado por su abandono en el sector araucano
chileno. Un adelanto, no son los dueños de las grandes empresas. Cuando nos azotan
crisis climáticas o fenómenos que resultan de ella, como las pandemias, no son los
grandes empresarios quienes colapsan los hospitales públicos, son los más pobres.
Son las hijas e hijos de aquellos grupos marginados quienes pagan las consecuencias
de la contaminación brutal en la que vivimos. No nos asombremos si en el futuro
cercano los estallidos sociales se hacen más frecuentes, pues las situaciones en las que
se vive pueden provocarlos.
Desde el punto de vista del derecho, los legisladores y el Estado pueden crear o
no leyes irresponsables, o presentar planes o políticas antiambientales o ambientales
deficientes; su actuar en este sentido puede generar un impacto social grave que no
repercutirá sobre el gran grupo que hace lobby, sino sobre personas a quienes constan-
temente les cargamos en las espaldas nuevos problemas. No es de asombrar que quien
agita una colmena de avispas termine siendo atacado por ellas.
«el derecho no comprende la naturaleza» 287
En el caso chileno, ser sujeto de análisis, se reproduce lo planteado a lo largo de
este artículo, puesto que somos testigos día a día de cómo nuestra riqueza natural es
privatizada o destruida en aras del desarrollo neoliberal, mientras que el derecho ob-
serva pacientemente cómo estas situaciones suceden.
Los legisladores y los gobiernos de turno no han sido capaces de analizar la si-
tuación ambiental como corresponde, por lo que resulta de suma urgencia una au-
tocrítica y una reevaluación de cómo se toman las decisiones legislativas de carácter
ambiental pues, con el paso de los días, la propia naturaleza nos va indicando que,
ante problemas complejos, no existen soluciones sencillas.
En Chile, país considerado como patio de experimentos del modelo neoliberal,
si bien las aguas son del Estado, las concesiones sobre ellas no, lo que genera grandes
desigualdades en la sociedad. En las protestas del 18 de octubre de 2019 era frecuente
observar cómo entre las consignas el medio ambiente se mencionaba con bastante
fuerza. «No es sequía es saqueo» es la que más escuché cuando participaba en tales
manifestaciones. El código que regula esta situación no ha sido modificado de forma
tal que cambie un poco el escenario; sin ir más allá, uno de los ministros de Agricultura
es quien posee la mayor cantidad de derechos de aguas, y él mismo hace llamados
para cuidar el agua: paradójico.
¿Qué impide que se repitan en el resto de Latinoamérica escenarios como este? A
mi parecer, nada, pues las técnicas legislativas de la región tienden a primar el capital
sobre la naturaleza. Este es un patrón que, como se ha explicado, se repite, incluso
en distintos países. ¿Cuál es la condición directa para ello? Que sean los ciudadanos
comunes y corrientes quienes tengan que, al final, soportar las cargas ambientales de
un derecho cómplice de la explotación del medio ambiente.
La legislación ambiental, más que un asunto meramente legal, se transforma en
materia de derechos humanos, esto sumado a que son las propias personas de a pie
quienes ven afectados sus derechos inherentes. Por ello, se forma la receta para clamar
mediante la única herramienta de que disponen: la protesta social.
La alianza de lo social con lo ambiental permite ligar dos retos importantes de la
vulneración, tanto de derechos humanos como del medioambiente [...] Son los luga-
reños, vecinos, residentes de un lugar o habitantes de un territorio quienes se movi-
lizan en contra de proyectos o situaciones que consideran afectan su medioambiente,
salud, forma de vivir o de relacionarse con su hábitat, o actividad social y económica
288 discursos ambientales en américa latina
[...] El medioambiente aparece como una ventana de expresión de un sufrimiento
multidimensional, ligado a situaciones más generales de vulnerabilidad social y eco-
nómica, particularmente en regiones lejanas de los centros del poder (Allain 2019:95).
Si se cree que lo que se postula en este texto peca de exageración, en este mismo
momento en la República Argentina se están desarrollando manifestaciones, catalo-
gadas por la prensa como «violentas» por la instalación de un proyecto minero que
amenaza contaminar ciertas regiones con cianuro. En México, la vulneración de los
derechos de los pueblos originarios (caso hidrocarburos) conllevó protestas sociales,
y en Colombia el plan de desarrollo no fue aceptado con bombos y platillos por la
comunidad, fue objeto de rechazo tajante por parte de la comunidad y se le privó de
una «licencia social».
Otro aspecto fundamental es la represión de los Estados, pues en vez de hacer
esfuerzos por prever situaciones de esta envergadura, ocasionadas porque la mala téc-
nica legislativa acarrea un detrimento ambiental, y junto con ello un sacrificio para
las personas, optan por equipar a las mal preparadas policías para mantener el orden
público. Lo anterior se suma al hecho de que en la región es frecuente encontrar casos
de defensores ambientales que, por defender cambios en beneficio de la sociedad, son
asesinados.
La lucha ambiental implica no solamente la defensa de la naturaleza, pues apunta
a un objetivo mucho más ambicioso que involucra demandas sociales.
Las luchas por la justicia climática y la justicia social son una sola. Son luchas por los
territorios, las tierras, los bosques, el agua, por la reforma agraria y urbana, la sobe-
ranía alimentaria y energética, así como por los derechos de las mujeres y de las y los
trabajadores. Las luchas por la igualdad y la justicia para los pueblos indígenas, para
los pueblos del sur global […] la justicia climática reclamará los bienes comunes, y
pondrá las realidades sociales y económicas en el corazón de nuestra lucha contra el
cambio climático (Arias-Henao 2017:86).
Cuando los legisladores no responden con leyes aptas que sean respetuosas del
medio ambiente, la protesta es la única vía para manifestar el descontento. Ahora
bien, que a pesar de ello las cosas se mantengan igual demuestra la clara desconexión
que existe, producto de que tanto los legisladores como el derecho no toman en consi-
deración ni a sus electores ni a los pueblos originarios ni a la naturaleza.
«el derecho no comprende la naturaleza» 289
Conclusiones
Si antes de la lectura de este artículo se dudaba sobre los efectos de la técnica legisla-
tiva en materia de protección ambiental, a estas alturas debería quedar de manifiesto
que una mala política ambiental acarrea un riesgo para las personas, pertenezcan o no
a algún pueblo originario.
Las opciones que ofrece el derecho para hacer frente a la crisis climática parten
de distintas fuentes, pero es necesario que en los Estados existan ordenamientos jurí-
dicos aptos y equipados para dar cumplimiento a tales presupuestos. La consagración
constitucional es atractiva y juega un doble rol, por una parte como obligación para el
Estado, y por otra como insumo de lucha para la protesta social.
La naturaleza, al ser diversa, requiere una pluralidad de conocimientos que
ayuden a los legisladores latinoamericanos a elaborar leyes que se adecuen a la coyun-
tura ambiental mundial y que consideren la población donde serán ejercidas.
El rol que cumplen los discursos normativos en cuanto a medio ambiente debe
ser fundamental para acercar la realidad ambiental a la sede legislativa correspon-
diente, pues, como mencionan Cisterna y Costa sobre la actualidad constitucional en
Chile: «el cambio climático, como toda crisis, nos entrega la oportunidad de replan-
tear y profundizar nuestra democracia» (2021:202). Pero lo nutritivo de esa reflexión
es que perfectamente se puede aplicar en la creación de leyes.
Junto con lo anterior, la consideración y la protección de las culturas originarias
son indispensables de cara a la protección ambiental, por cuanto las comunidades
indígenas a lo largo de los años se han adecuado a la naturaleza, la han comprendido,
y sobre todo la han cuidado, pues es la que les da vida.
En el escenario latinoamericano existe una vasta experiencia en aprobar leyes
desconectadas de las sociedades que terminan produciendo daños incalculables tanto
a las personas como al medio ambiente. El no legislar también es una técnica legisla-
tiva, y a mi juicio la peor, puesto que abre paso a las más grandes desigualdades y a la
vulneración de derechos de todo tipo.
El desarrollo económico debe adecuarse a las condiciones actuales ambientales,
y para ello el derecho juega un rol fundamental tanto para los agentes económicos,
como para el Estado.
Las personas comunes son las que sufren como consecuencia del derecho am-
biental ineficiente; por lo anterior, más que un tema ambiental, la crisis climática es
290 discursos ambientales en américa latina
un asunto de derechos humanos debido a que no se puede negar el vínculo de la na-
turaleza con el real goce de estos.
Si bien el medioambiente es uno de los componentes de las demandas, éstas se ar-
ticulan con condiciones de vida en general como contaminación, problema de de-
sechos que dañan el hábitat y/o la salud, y condiciones de trabajo más generales
afectadas por una actividad específica como lo resalta la presencia del grupo social
«trabajadores por cuenta propia o de pymes» (Allain 2019:96).
El derecho es fundamental para la protección del medio ambiente y de todo ser
vivo que habita en él, por ello, ante la ausencia del derecho, la presión social mediante
la protesta se vuelve necesaria.
Si el humano respeta, abona, protege y venera la naturaleza, reconociendo las carac-
terísticas propias y sus ritmos, adaptándose a ellos, la naturaleza mantendrá su equi-
librio y dará el hombre lo que él quiere recibir de ella (Galdámez y Millaleo 2020:56).
El cambio climático vuela mientras que el derecho gatea.
El autor
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La Convención Ramsar y la acción
contra el cambio climático
Adriana Natalia Durán Tovar
Introducción
H oy en día, la temática medioambiental en nuestro planeta Tierra es un tema
de preocupación no solo de orden local, sino internacional.1 Las proyecciones
científicas que se han elaborado en los últimos años, según apunta Navarro Ortega,
«auguran un panorama cada vez más desolador que pone de manifiesto la necesidad
de activar los instrumentos jurídicos de protección medioambiental como respuesta
ante los abusos y peligros que acechan derivados del deterioro ecológico del planeta»
(2012:222). Bajo este escenario, la regulación jurídica internacional en materia am-
biental constituye una de las ramas más recientes del ordenamiento jurídico inter-
nacional (Borràs Pentinat 2007). Así, el fenómeno al que denominamos cambio cli-
mático2 viene a incorporarse en este reciente orden jurídico internacional, en el que
se establece una nueva dimensión ambiental, «en donde las especies amenazadas, los
1 Este capítulo contiene información resultado parcial de la investigación titulada «Impacto de la
Convención Ramsar en la Gobernanza Ambiental del Lago de Chapala, México como Sitio Ramsar»,
en la que la autora participó como investigadora principal, y obtuvo el título de doctora en Derecho
dentro del Programa de Doctorado Interinstitucional en Derecho de la Región Centro-Occidente de la
anuies, perteneciente al Programa Nacional de Posgrados de Calidad del conacyt con adscripción a
la Universidad de Colima.
2 La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en su artículo primero,
define el cambio climático como «cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad hu-
mana que altera la composición de la atmósfera global y que se suma a la variabilidad natural del clima
observada durante períodos de tiempo comparables» (ipcc 2014a:129).
293
294 discursos ambientales en américa latina
humedales como hábitat de aves acuáticas, así como la regulación de los procesos de
desertificación resultan los nuevos territorios que regula la legislación internacional»3
(Pigretti 2004:33).
En este contexto, en los años ochenta, de acuerdo con Pigretti, «el derecho inter-
nacional supera el esquema de considerar la naturaleza solo como recurso nacional,
y empieza a incorporarse la noción ambiental global, lo que implica la aceptación
lisa y llana de la naturaleza como eje central de la temática internacional» (2004:33).
Este cambio, como bien apunta Borràs Pentinat, «es propiciado por una nueva per-
cepción y por el carácter global de los problemas ambientales que, dada la estrecha
conexión existente entre los diferentes elementos del medio ambiente, requiere de una
respuesta global de la humanidad» (2007:106). En este sentido, podemos decir que
un Estado no puede individualmente afrontar la problemática global puesto que esta
representa intereses comunes a todos los Estados. Así, la consecuencia más inmediata
de la evolución de la protección ambiental, según lo señalado por Borràs Pentinat, es
su repercusión sobre la elaboración de acuerdos ambientales multilaterales, los cuales
en un primer momento se basaban en la creación de normas internacionales en fun-
ción de los intereses de las partes contratantes, y posteriormente se justificaron por la
satisfacción del interés común de la humanidad (2007:107). En este sentido podemos
decir que, hoy en día, el fin último del derecho internacional ambiental es la protec-
ción del interés común de la humanidad por encima de los intereses particulares de
los Estados y garantizar a las generaciones tanto presentes como futuras un medio
ambiente sano, limpio y sostenible.
Actualmente existe un aumento constante en el número de países signatarios
de acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente,4 según datos del Programa de
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (pnuma), entre los que se encuentra la
Convención Ramsar, lo que se traduce en un creciente reconocimiento de la proble-
mática ambiental que hoy en día experimenta la humanidad, y refleja que contamos
3 Leff reconoce que «el ambiente, como marca de una crisis de civilización, lleva a interrogar las
causas de la insustentabilidad actual y las perspectivas de un futuro sustentable posible» (2006:62).
4 Entre las principales fuentes del derecho internacional se encuentran, sin lugar a duda, los tra-
tados o las convenciones. En términos generales, los tratados internacionales en materia ambiental
tienen características que los diferencian de otro tipo de tratados internacionales, y la razón principal
de esta distinción, señala Villa Orrego, está en el objeto que pretenden regular y su finalidad, es decir,
están dirigidos a: «obtener un equilibrio entre la sociedad-naturaleza, encontrar soluciones adecuadas
a la realidad que enfrenta la protección del planeta; satisfaciendo las necesidades de la humanidad, to-
mando en consideración la fragilidad de los ecosistemas que aseguran la vida» (Villa Orrego 2013:174).
la convención ramsar y la acción contra el cambio climático 295
con marcos legales para atender problemáticas de carácter ambiental (pnuma 2011).
Aunado a lo anterior, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático5 y el Acuerdo de París6 tienen relevancia, toda vez que la importancia del
cuidado del clima es un factor prioritario para la conservación de los ecosistemas y,
por ende, para el desarrollo sostenible. Aunado a ello, en la actualidad estos instru-
mentos constituyen una reacción internacional ante las pruebas convincentes, recopi-
ladas y confirmadas por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático (ipcc) de que se está produciendo un cambio climático cuya causa fun-
damental es la actividad humana (Naciones Unidas 2014). Se entiende por cambio
climático, según lo expuesto en el artículo primero de la Convención Marco, «aquel
cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera
la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del
clima observada durante periodos de tiempo comparables», de lo que se colige que
en esta convención el cambio climático es atribuible a las actividades humanas que
alteran la composición atmosférica y la variabilidad del clima atribuible a causas na-
turales (ipcc 2014a:129). En esta tesitura, según lo expuesto por el ipcc, el cambio
climático también se debe a «procesos internos naturales o a forzamientos externos
tales como modulaciones de los ciclos solares, erupciones volcánicas o cambios an-
tropógenos persistentes de la composición de la atmósfera o del uso del suelo» (ipcc
2014a:129). En este orden de ideas, Pigretti señala que:
Hasta no hace mucho tiempo atrás, tanto por motivaciones de orden político como
también por razones de orden científico, no se admitía que el hombre fuera el respon-
sable de la modificación climática. Los científicos preferían sostener que las modifi-
caciones del sistema climático eran fruto exclusivo de las condiciones naturales, y que
5 En la Convención Marco, según lo expuesto por Naciones Unidas, se establece: «un marco general
para los esfuerzos internacionales encaminados a abordar el problema del cambio climático. Se declara
que el objetivo supremo de la Convención es estabilizar las concentraciones de gases de efecto inverna-
dero en la atmósfera a un nivel que impida que el clima se perjudique» (Naciones Unidas 2014).
6 El Acuerdo de París se ubica en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre
el Cambio Climático que: «establece medidas para la reducción de las emisiones de dióxido de carbono
desde el año 2020». En su artículo segundo se contempla que el citado Acuerdo, «al mejorar la aplica-
ción de la Convención, incluido el logro de su objetivo, tiene por objeto reforzar la respuesta mundial a
la amenaza del cambio climático, en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar
la pobreza» (en: http://unfccc.int/resource/docs/2015/cop21/spa/l09s.pdf).
296 discursos ambientales en américa latina
era una formulación presuntuosa del género humano pensar que su actividad fuera la
que provocaba también esta modificación (Pigretti 2013:125).7
Ahora bien, de conformidad con datos históricos de la Convención sobre
Humedales Ramsar (2014b): «el Departamento de Caza y Pesca del Irán organizó
una conferencia que se celebró a orillas del mar Caspio, en el balneario de Ramsar
en Irán, donde representantes de 18 naciones acordaron la denominada Convención
relativa a los Humedales de Importancia Internacional especialmente como Hábitat
de Aves Acuáticas». En este contexto, el nombre oficial de la Convención sobre
Humedales Ramsar (2014b) es: «Convención Relativa a los Humedales de Importancia
Internacional Especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas», denominada también
Convención sobre los Humedales o Convención Ramsar. Así, la convención de refe-
rencia es resultado de la preocupación internacional por el decremento de aves acuá-
ticas y su hábitat, y fue adoptada en la ciudad de Irán que lleva su nombre, con fecha
3 de febrero de 1971. La Convención de Humedales se define de la siguiente manera:
Tratado intergubernamental que sirve de marco para la acción nacional y la coope-
ración internacional en pro de la conservación y el uso racional de los humedales y
sus recursos y es considerado como el primer acuerdo multilateral sobre el medio
ambiente que se firmó a escala mundial sobre conservación y uso racional de los
recursos naturales (Secretaría de la Convención 2013:6).
La Convención Ramsar entró en vigor en México el 4 de noviembre de 1986, y
una de sus primeras acciones fue la inclusión de la Reserva de la Biosfera denomi-
nada Ría Lagartos8 como Humedal de Importancia Internacional, también llamado
Parque Natural Reserva Ría Lagartos, situado en la península de Yucatán, México
7 Hasta la década de los noventa, señala Pigretti que le tocó conocer destacados científicos que «no
querían reconocer la modificación climática como ingrediente de la actividad humana, pues sostenían
que las modificaciones se debían siempre a causas naturales y no a la acción del hombre, si ello fuera así
podríamos mantener la calma, pues la humanidad no sufriría su exterminio por causa del hombre, sino
por causa de la naturaleza» (Pigretti 2004:30).
8 Según la Ficha Informativa Ramsar de este humedal, Ría Lagartos «presenta gran diversidad de
ambientes que alberga un número apreciable de especies y subespecies de flora y fauna en algún estado
de conservación. Representa un buen ejemplo específico característico de la zona climática. La elevada
productividad biológica, desde condiciones de salinidad marina hasta de hipersensibilidad, en un am-
biente cárstico, hace que los humedales de Ría Lagartos sean un ejemplo único en el mundo» (consulta
realizada en el sitio oficial de la Convención Ramsar: https://www.ramsar.org/).
la convención ramsar y la acción contra el cambio climático 297
(Convención sobre los Humedales Ramsar 2010). Con la firma, México asumió el
compromiso de conservar y promover el desarrollo sostenible de estos ecosistemas.
Desde su adhesión a la multicitada convención, en este país ha ido aumentando a
través de los años la designación de Sitios de Importancia Internacional, de tal manera
que hoy en día México es el segundo país en el mundo, después del Reino Unido, en
contar con mayor número de sitios declarados como de importancia internacional.9
En este contexto, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales es la autoridad
administrativa de la Convención de Humedales de referencia en este país, mientras
que la entidad que coordina la implementación de dicha convención a nivel nacional
es la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. En este marco institucional,
México designa sitios de importancia internacional por conducto del «gobierno fe-
deral, con la participación de las comunidades locales y la academia» (Convención
sobre los Humedales 2010).
Desde este referente, y visibilizando un panorama actualizado a nivel mundial
con respecto al número de sitios designados como de importancia internacional, la
convención cuenta con 172 partes contratantes10 y 2 455 sitios Ramsar, que ostentan
una superficie total de sitios designados como de importancia internacional a nivel
mundial de 255 897 678 hectáreas, lo anterior de conformidad con el Servicio de
Información sobre Sitios Ramsar de la convención. En esta tesitura, según datos del
Cuarto Plan Estratégico de Ramsar 2016-2024 (2015), adoptado por la 12ª Reunión de
la Conferencia de las Partes, en Punta del Este, Uruguay, en el mes de junio de 2015,
por Resolución XII.2:
[…] la red de sitios Ramsar constituye la mayor red de áreas de importancia inter-
nacional reconocidas oficialmente en el mundo, constituye el eje principal de una
red mundial de humedales que mantienen funciones vitales y prestan servicios de
los ecosistemas tanto para las personas como para la naturaleza (Conferencia de las
Partes de la Convención Ramsar 2015).
9 Esta información se desprende del comunicado de prensa conanp/semarnat núm. 13. «Celebra co-
nanp día mundial de los Humedales» (comunicado de fecha 2 de febrero de 2015, en: http://www.conanp.
gob.mx/difusion/comunicado.php?id_subcontenido=802, consulta 01/10/2016).
10 Información actualizada al día 10 de octubre de 2021 (en: https://www.ramsar.org/sites/default/
files/documents/library/annotated_contracting_parties_list_s.pdf, consulta: 27/03/2022).
298 discursos ambientales en américa latina
Ahora bien, la Convención Ramsar define los humedales, de conformidad con el
artículo 1.1, de la siguiente manera:
Las extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas,
sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o
corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya
profundidad en marea baja no exceda de seis metros.
En este contexto, podemos decir que estos ecosistemas son de gran importancia
para el desarrollo sostenible de nuestro planeta por los beneficios que aportan: «su-
ministro de agua dulce, alimentos y materiales de construcción, biodiversidad,
hasta control de recarga de aguas subterráneas y mitigación del cambio climático»
(Secretaría de la Convención Ramsar 2014). Los humedales figuran entre los ecosis-
temas más productivos de la Tierra, señalan Barbier, Acreman y Knowler (1997), y
además se identifican como «los riñones del medio natural, a causa de las funciones
que pueden desempeñar en los ciclos hidrológicos y químicos, y como supermercados
biológicos, en razón de las extensas redes alimentarias y la rica diversidad biológica
que sustentan» (Mitsch y Gosselink 2007). Sin embargo, a pesar de su gran valor como
ecosistema, la pérdida y degradación de los humedales continúa en todo el mundo.
En este sentido, el informe técnico de la Perspectiva Mundial sobre la Diversidad
Biológica11 (pmdb-4)12 explica que el índice de extensión de los humedales13 mostró
un descenso de aproximadamente 40 % en todo el mundo en la extensión de los hu-
medales marinos y costeros y de los humedales continentales a lo largo de más de 40
años, además de que «la mayoría de los estudios que han medido los cambios en la
extensión de los humedales señalan altas tasas de disminución en la extensión de los
humedales del mundo de hasta el 1.5 % anual» (Convención sobre Humedales Ramsar
2015). Lo anterior se ilustra en la gráfica 1.
11 «En la Resolución XI.17 de Ramsar se pedía al Grupo de Examen Científico y Técnico de la Con-
vención (gect) que presentara informes sobre el estado de los humedales del mundo y de los servicios
que prestan a las personas. El Comité Permanente identificó esta tarea como una de las mayores priori-
dades del gect» (Convención sobre Humedales Ramsar 2015).
12 Perspectiva mundial sobre la diversidad biológica. Evaluación sobre tendencia mundial medioam-
biental. Informe técnico pmdb-4 por sus siglas en inglés: Global Biodiversity Outlook (Convención sobre
Humedales Ramsar 2015).
13 Según se expone en el informe técnico pmdb-4, el índice de extensión de los humedales es «un
nuevo método para calcular la tasa promedio de los cambios en la extensión de los humedales a partir
de información incompleta, estableciendo una base de referencia para el estado de los humedales a
escala mundial» (Convención sobre Humedales Ramsar 2015).
la convención ramsar y la acción contra el cambio climático 299
Gráfica 1. Promedio de las tendencias mundiales en la extensión de los humedales marinos/costeros
y continentales en comparación con su extensión en 1970 y hasta 2008 según las estimaciones
del Índice de Extensión de los Humedales
Fuente: Convención sobre Humedales Ramsar (2015).
Desde este escenario, la secretaria general de la Convención de Humedales en
funciones en noviembre de 2015, la doctora Ania Grobicki, indicó que «aproximada-
mente el 64 % de los humedales del mundo ha desaparecido desde 1900». Entre otras
cosas, destacó que muchos humedales se han convertido para uso agrícola o el desa-
rrollo urbano; sin embargo, comenta que «esta pérdida es alarmante y hace que sea
urgente conseguir que se entienda que la conservación de los humedales no conlleva
necesariamente una restricción del crecimiento económico o la privación del sustento
de las personas sino todo lo contrario».14
Cabe destacar que no podemos permitir que continúe la pérdida y degradación de
los humedales, sino debemos crear conciencia para que se conserven y protejan, y que
además se utilicen en forma racional porque estos ecosistemas son vitales y esenciales
14 Mensaje de la Dra. Ania Grobicki, secretaria general en funciones de la Convención Ramsar (en
noviembre de 2015), mensaje de 1 de febrero de 2016 en conmemoración del Día de los Humedales que
cada año se celebra el 2 de febrero (información consultada en la página oficial de la Convención Ramsar
en: http://www.ramsar.org/es/nuevas/mensaje-de-la-sra-ania-grobicki-secretaria-general-en-funciones).
300 discursos ambientales en américa latina
para el desarrollo sostenible de nuestro planeta debido a que aportan importantes be-
neficios a las comunidades aledañas a ellos, incluyendo entre muchos otros: «el sumi-
nistro de agua, actividades recreativas, pesca de subsistencia y comercial, tienen una
función importante en actividades económicas en sectores tales como el ecoturismo
y la agricultura, así como en la mitigación del cambio climático» (Conferencia de las
Partes de la Convención Ramsar 2015).
En cuanto a la misión de la Convención de Humedales cabe mencionar: «la con-
servación y el uso racional de los humedales mediante acciones locales y nacionales
y gracias a la cooperación internacional, como contribución al logro de un desarrollo
sostenible en todo el mundo» (Secretaría de la Convención Ramsar 2014). Puede
adherirse a este instrumento, de conformidad con el artículo 9.2: «Todo miembro
de la Organización de las Naciones Unidas o de una de sus agencias especializadas,
o de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, o Parte de los Estatutos de la
Corte Internacional de Justicia, puede ser Parte Contratante en esta Convención»15
(Secretaría de la Convención 2013:14). Los países que se adhieren a la Convención
Ramsar se comprometen a cumplir con los «tres pilares de la Convención», a saber:
1) trabajar en pro de la conservación y el uso racional de los humedales y sus re-
cursos; 2) designar humedales idóneos para ‘Lista de Humedales de Importancia
Internacional’16 denominada comúnmente la «Lista de Ramsar» y garantizar su ma-
nejo eficaz y finalmente, 3) el cooperar en el plano internacional en materia de hume-
dales transfronterizos, sistemas de humedales compartidos y especies compartidas
(Secretaría de la Convención Ramsar 2014).
El primero de los compromisos que contraen las partes contratantes de la conven-
ción es designar en el momento de la adhesión al menos un humedal o Sitio Ramsar
para ser incluido en la «lista de humedales de importancia internacional» y promo-
cionar su conservación. Aunado a ello, las partes deben seguir designando humedales
15 «Los organismos supranacionales, como la Unión Europea, no cumplen pues los requisitos para
adherirse a la Convención, pero pueden concertar de todos modos acuerdos bilaterales de trabajo con
la Secretaría de la Convención» (Secretaría de la Convención 2013:14).
16 La Lista Ramsar de Humedales de Importancia Internacional, de conformidad con el art. 2 del
texto del tratado, es la piedra angular de la Convención Ramsar, y su principal objetivo es, según se
describe en la «Visión para la Lista» del marco estratégico, «crear y mantener una red internacional de
humedales que revistan importancia para la conservación de la diversidad biológica mundial y para
el sustento de la vida humana a través del mantenimiento de los componentes, procesos y beneficios/
servicios de sus ecosistemas» (Convención sobre los Humedales 2014b).
la convención ramsar y la acción contra el cambio climático 301
idóneos de su territorio para ser incluidos en la lista según lo marca el artículo 2.1 de
la convención; de ese modo, las partes contratantes quedan «obligadas a informar a
la Secretaría de Ramsar en caso de que se hayan producido, se estén produciendo
o puedan producirse cambios en las características ecológicas de los Sitios Ramsar
de su territorio», lo anterior según lo dispuesto en el artículo 3.2 (Secretaría de la
Convención 2013:15).
Por otra parte, en lo que respecta al segundo compromiso adquirido por las
partes y denominado uso racional de los humedales, se pone de manifiesto que las
partes contratantes: «tienen la obligación general de considerar la conservación de los
humedales en sus planes para los usos de la tierra, la hidrología y las cuencas hidro-
gráficas». En contexto, las partes también se comprometen a aplicar esta planificación
y a promocionar el uso racional de los humedales de su territorio respectivo, tal como
se plantea en el artículo 3.1 de la convención de referencia. Además, de conformidad
con lo dispuesto en el artículo 4 del multicitado instrumento, es importante destacar
que, entre las obligaciones de las partes contratantes, se pone en evidencia el hecho de:
«establecer reservas naturales en humedales y promover la formación para el estudio,
la gestión y la custodia de los humedales» (Secretaría de la Convención 2013:15).
Cabe destacar que el concepto de «uso racional de humedales» es una cuestión
intrínseca a la convención y parte de su esencia. Así, la Conferencia de las Partes re-
conoció la necesidad de precisar este concepto, por lo que en la cop317 se adoptó una
definición, que se revisó en la resolución IX.1, anexo A (Conferencia de las Partes de
la Convención Ramsar 2005), de la forma siguiente: «El uso racional de los humedales
es el mantenimiento de sus características ecológicas, logrado mediante la implemen-
tación de enfoques por ecosistemas, dentro del contexto del desarrollo sostenible»18
(Convención sobre los Humedales 2014a).
Finalmente, el tercero de los compromisos hace referencia a la «cooperación
internacional», de conformidad con lo dispuesto en el artículo 5 de la Convención
17 Tercera Reunión de las Partes Contratantes, celebrada en Regina, Canadá, en 1987, con la presen-
cia de 44 Estados miembros.
18 De conformidad con lo dispuesto en el artículo 3.1 de la Convención de los Humedales: «las
Partes Contratantes se comprometen a elaborar y aplicar su planificación de forma que favorezca la
conservación de los humedales incluidos en la Lista y, en la medida de lo posible, el uso racional de los
humedales de su territorio» (Convención sobre los Humedales 2014b). Valiéndose de este concepto de
«uso racional», que no tenía precedentes cuando se redactó la convención, se subraya que: «el uso por
el ser humano sobre una base sostenible es enteramente compatible con los principios de Ramsar y la
conservación de los humedales en general» (Convención sobre los Humedales 2014b).
302 discursos ambientales en américa latina
de Humedales de Importancia Internacional. Así, en este marco de cooperación las
partes: «acuerdan celebrar consultas con otras Partes Contratantes sobre la aplica-
ción de la Convención especialmente en lo relativo a los humedales transfronte-
rizos, los sistemas hídricos compartidos y las especies compartidas» (Secretaría de la
Convención 2013:15). Aunado a lo anterior, la Secretaría de Ramsar ha desarrollado
sinergias con otros instrumentos relativos al medio ambiente, como la Convención
para la Diversidad Biológica (cdb), la Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático (cmnucc) y la Convención sobre el Patrimonio Mundial
de la unesco (Secretaría de la Convención 2013:19), entre otras, lo que resulta en un
beneficio para la conservación y el uso racional de los humedales. Además, el secre-
tariado de la referida convención ha hecho lo posible por «adoptar medidas enér-
gicas para alentar a las Autoridades Administrativas de Ramsar a establecer relaciones
de trabajo estrechas con sus homólogos de otras convenciones en el plano nacional»
(Secretaría de la Convención 2013:19).
Con base en lo señalado, este instrumento, a través de los compromisos con-
traídos por las partes y considerados como los pilares de la convención, proporciona
«el marco para la acción a nivel nacional y la cooperación internacional» (Ott et al.
2005) para la conservación y el uso racional de los humedales y sus recursos como
aporte dirigido al logro del desarrollo sostenible19 mundial.
En 2015 se llevó a cabo lo que denominó un «llamamiento universal a la acción
para transformar el mundo después de 2015»,20 el cual tuvo su origen a partir de la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible Río+20 llevada a
19 De acuerdo con lo que plantea Martín Mateo: «Mantenemos la expresión sostenible, prefiriéndola
a la sustentable empleada alternativa o predominantemente en ciertos medios científicos o culturales de
Iberoamérica, donde ha sido defendida por G. Cano, uno de los más destacados expertos mundiales en
Derecho Ambiental, que con indudable rigor terminológico y lingüístico apoyándose precisamente en los
criterios de la Real Academia Española de la Lengua, mantiene que sustentar es conservar una cosa en su
ser y estado. Pero no se trata de mantener intacta la naturaleza sino de controlar en términos aceptables lo
que se ha calificado por J. L. Serrano Moreno como interiorización de la entropía, desarrollo sostenible o
regulación integral de la producción, el consumo, la emisión y el vaciado de los recursos fundamentales.
Por todo ello nos parece más ajustado y adecuado a la problemática aquí abordada, el calificativo de soste-
nible» (Martín Mateo 1995:42) En este capítulo nos acogemos a lo expuesto por este autor y preferimos la
expresión «sostenible» a la de «sustentable».
20 El secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon (2006-2016) «lanzó el 4 de diciembre
de 2014 ante la Asamblea General una versión inédita de su ‘Reporte de Síntesis’ que sirvió como base
para las negociaciones de la nueva agenda de desarrollo: «El camino hacia la dignidad para 2030: acabar
con la pobreza y transformar vidas protegiendo el planeta»» (en: https://www.cepal.org/es/temas/agen-
da-2030-desarrollo-sostenible/acerca-la-agenda-2030-desarrollo-sostenible, consulta: 20/08/2018).
la convención ramsar y la acción contra el cambio climático 303
cabo en 2012, en Río de Janeiro, Brasil, y cuyo resultado fue un documento titulado
El futuro que queremos, el cual contiene «medidas claras y prácticas para la imple-
mentación del desarrollo sostenible»21 (cepal 2018b). La mencionada conferencia
principalmente se centró en dos temas: «la economía verde en el contexto del desa-
rrollo sostenible y la erradicación de la pobreza y el marco institucional para el desa-
rrollo sostenible»22 (cepal 2018b). De esta manera, se acordó iniciar un proceso para
desarrollar los objetivos de desarrollo sostenible, lo que condujo a que, en 2014, el
Grupo de Trabajo Abierto que se conformó con la participación de 30 países miem-
bros de Naciones Unidas, así como por la sociedad civil, propusiera los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ods) (cepal 2018a).
Con este referente, en 2015 se redactó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible,
que fue aprobada por la 70 Asamblea General de las Naciones Unidas durante la
Cumbre de Desarrollo Sostenible 2015 en Nueva York, a la cual asistieron más de 150
líderes mundiales (cepal 2018a). El documento final lleva por título: «Transformar
Nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible» y fue adoptado por
193 Estados miembros de las Naciones Unidas, entre ellos, México (Naciones Unidas
México 2018).
La Agenda incluye 17 ods, cuyo fin último es «poner fin a la pobreza, luchar
contra la desigualdad y la injusticia, y hacer frente al cambio climático, sin que nadie
quede rezagado para el 2030» (Naciones Unidas México 2018). Estos objetivos «son
una herramienta de planificación para los países, tanto a nivel nacional como local,
constituyen un apoyo para cada país en su senda hacia un desarrollo sostenido, inclu-
sivo y en armonía con el medio ambiente, a través de políticas públicas e instrumentos
de presupuesto, monitoreo y evaluación» (Naciones Unidas 2018). En palabras del
entonces secretario general de las Naciones Unidas entre 2006 y 2016, Ban Ki-moon:
Se ofrece una oportunidad única para que los dirigentes mundiales y las personas
pongan fin a la pobreza y transformen el mundo a fin de atender mejor las necesi-
dades humanas y la necesidad de transformación económica protegiendo al mismo
21 «El desarrollo sostenible ha emergido como el principio rector para el desarrollo mundial a largo
plazo, consta de tres pilares, trata de lograr, de manera equilibrada, el desarrollo económico, el desarro-
llo social y la protección del medio ambiente» (Naciones Unidas 2013).
22 Siguiendo lo establecido en el Informe Brundtland de 1987, el desarrollo sostenible persigue dos
objetivos fundamentales: satisfacer las necesidades económicas de la generación actual sin comprome-
ter la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer también sus propias necesidades y, al mismo
tiempo, proteger el medio ambiente (Foy 2003)
304 discursos ambientales en américa latina
tiempo el medio ambiente y garantizando la paz y el disfrute efectivo de los derechos
humanos (Ki-moon 2014:4).
Podemos decir, entonces, que los Estados deben ser garantes de los derechos hu-
manos, incluido el derecho a un medio ambiente sano, limpio y sostenible,23 así como
del derecho al desarrollo, independientemente de los sistemas políticos y económicos
vigentes, por lo tanto, deben colocarse el medio ambiente y las personas por encima
de estos sistemas, lo cual generaría, sin lugar a dudas, esperanza para los pueblos y
naciones, especialmente en regiones desiguales.
Hoy en día, de acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Climático (ipcc), el fenómeno del cambio climático ocasiona diversas afec-
taciones a nivel mundial que se ven reflejadas en la sociedad, su economía y su am-
biente. Entre las principales figuran:
Impactos en los sistemas naturales y humanos en todos los continentes y océanos;
las cambiantes precipitaciones o el derretimiento de nieve y hielo están alterando los
sistemas hidrológicos, lo que afecta a los recursos hídricos en términos de cantidad
y calidad; muchas especies terrestres, dulceacuícolas y marinas han modificado sus
áreas de distribución geográfica, actividades estacionales, pautas migratorias, abun-
dancias e interacciones con otras especies en respuesta al cambio climático en curso;
los impactos del cambio climático sobre los sistemas geofísicos, incluidas las inunda-
ciones, las sequías y la elevación del nivel del mar (ipcc 2014b:4).
De acuerdo con lo expuesto en la Agenda 2030 y sus respectivos Objetivos de
Desarrollo Sostenible, «las emisiones del gas de efecto invernadero están ahora en
los niveles más altos de la historia, la temperatura media de la superficie del mundo
podría aumentar unos tres grados centígrados este siglo» (Naciones Unidas México
2018:39), lo que afecta en mayor medida a la población más vulnerable. En este con-
texto, los humedales son ecosistemas que por sus características deben ser valorados:
«son las reservas naturales de carbono más grandes de la tierra, son vitales para mi-
tigar y adaptarse al cambio climático. Además proporcionan medios de vida sosteni-
bles y son esenciales para la salud y el bienestar de la humanidad» (Convención sobre
los Humedales 2018b:2).
23 Derecho recientemente reconocido en sesión ordinaria número 48 de fecha 11 de octubre de 2021
del Consejo de Derecho Humanos con sede de las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza.
la convención ramsar y la acción contra el cambio climático 305
Así, el compromiso que adquieren las partes contratantes de la Convención
Ramsar para designar Humedales de Importancia Internacional y para conservar y
utilizar de manera racional todos sus humedales resulta indispensable para lograr
los ods (Convención sobre los Humedales 2018b). De esta manera, «la Convención
proporciona una plataforma para la implementación de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible» (Convención sobre los Humedales 2018b:11) y apoya en la lucha contra el
cambio climático, lucha que hoy en día la Agenda 2030 ha identificado como objetivo
número 13: «Acción por el Clima», objetivo que consiste en adoptar medidas urgentes
para combatir el cambio climático y sus efectos (Naciones Unidas México 2018:9).
En este escenario, la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible repre-
sentan un «nuevo marco de desarrollo» (Naciones Unidas México 2018), un meca-
nismo para la acción, tanto de carácter nacional como internacional, de los gobiernos,
la sociedad civil, el sector privado y otros actores para lograr un desarrollo sostenible
que asegure el presente y el futuro de las nuevas generaciones (Convención sobre los
Humedales 2018b:11). Así, la sostenibilidad se presenta como un objetivo que debe ser
alcanzado en tres ámbitos: el social, el ambiental y el económico, que son conside-
rados como sus clásicas dimensiones.
En este sentido, como hemos comentado con antelación, los humedales son eco-
sistemas vitales para la humanidad, por lo que resulta fundamental su preservación y
conservación para nuestra propia supervivencia. Cabe destacar que, de acuerdo con
lo expuesto en la Convención Ramsar, «los suelos de los humedales contienen más de
un tercio (35 %) del carbono orgánico del mundo». Este carbono se almacena a largo
plazo en suelos de humedales y, como consecuencia, previene la degradación provo-
cada por nuevas emisiones de gas efecto invernadero (2018b:8-9). Un ejemplo de hu-
medales continentales son las denominadas turberas,24 ecosistemas que, aunque «solo
cubren el 3 % de la superficie terrestre del planeta, almacenan más carbono que toda
la biomasa de los bosques de la tierra» (Convención sobre los Humedales 2018b:8).
Entonces, controlar su pérdida, conservarlas, y en su caso restaurarlas, fortalece la
resiliencia y la capacidad de adaptación ante los riesgos relacionados con el clima, tal
y como se considera en las metas planteadas en la Agenda 2030 respecto a la acción
contra el cambio climático.
24 «La mitad de los humedales del mundo son turberas. Su superficie es una capa de turba, que está
compuesta por material vegetal que se ha acumulado durante miles de años sin descomponerse del
todo porque el ambiente está saturado de agua» (en: https://www.ramsar.org/es/themes/las-turberas,
consulta: 01/09/2018).
306 discursos ambientales en américa latina
Así, tomando en cuenta el desafío que representa el fenómeno del cambio climá-
tico, la Convención Ramsar contempla como uno de los temas fundamentales de la
13ª Conferencia de las Partes un proyecto de resolución con orientaciones para iden-
tificar turberas como Humedales de Importancia Internacional, lo que contribuirá a
la regulación del cambio climático mundial como argumento adicional a los criterios
existentes25 de Ramsar (gect 2018:2). En este sentido, la Convención Ramsar tiende a
concientizar a las partes contratantes de que el hecho de designar turberas como sitios
de importancia internacional contribuye al objetivo mundial de mitigar el cambio
climático, y cuanto más grande y más gruesa sea la turbera, mayor será su capacidad
de secuestro y de depósito de carbono, y mayor será su contribución, según lo expone
el Grupo de Examen Científico y Técnico de la multicitada convención.
Sin embargo, de acuerdo con Navarro Ortega, a pesar de este nuevo marco re-
gulador «no se puede afirmar que en esta materia haya avanzado lo suficiente como
para frenar las tendencias destructivas de la civilización moderna» (2012:21). En este
contexto, debemos tomar en cuenta que la firma de un acuerdo o convenio no signi-
fica que se hayan resuelto los problemas ambientales que se abordan en cada una de
las convenciones26 (pnuma 2011).
Recordemos que la Convención Ramsar tiene como misión «la conservación y
el uso racional de los humedales mediante acciones locales y nacionales y gracias a
la cooperación internacional, como contribución al logro de un desarrollo sostenible
en todo el mundo» (Secretaría de la Convención Ramsar 2014). Revertir la tendencia
de pérdida de humedales es un reto para México y para todos los países miembros
de esta convención; en palabras de su secretaria general, es necesario «el esfuerzo co-
lectivo, la determinación y la ambición compartida de las Partes Contratantes para
25 La Convención Ramsar se basa en nueve criterios para determinar qué humedales quedan sujetos
a sus disposiciones. Estos criterios se dividen en dos grandes categorías: la primera tiene que ver con los
sitios que comprenden tipos de humedales representativos, raros o únicos, y la segunda gran categoría
contempla los sitios de importancia internacional para conservar la diversidad biológica. Esta última
a su vez se subdivide en cuatro diferentes categorías: 1) criterios basados en especies y comunidades
ecológicas, 2) criterios específicos basados en aves acuáticas, 3) criterios específicos basados en peces, y
4) criterios específicos basados en otros taxones (Convención sobre Humedales Ramsar 2016).
26 Según datos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (pnuma), en 2011 la
mayoría de los países había firmado al menos nueve de los 14 amuma más importantes y 60 países los
habían firmado todos; solo unos cuantos países, territorios o territorios en conflicto no habían firmado
la mayor parte de estos acuerdos (pnuma 2011).
la convención ramsar y la acción contra el cambio climático 307
que los humedales puedan ganar conciencia política, el reconocimiento mundial, su
protección y uso sostenible».27
En este tenor, la protección internacional del medio ambiente requiere una res-
puesta global de la humanidad, y no puede ser abordada de modo unilateral por cada
Estado. Los problemas ambientales son objeto de atención en los tratados interna-
cionales, pues constituyen cuestiones que afectan a la globalidad de la humanidad;
unos protegen recursos naturales globales como el cambio climático, y otros bienes o
espacios comunes como los mares. Sin embargo, no existe ningún convenio general
que contemple la protección del medio ambiente en su conjunto.
El fenómeno del cambio climático en nuestro planeta, según lo expuesto en la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, implica: «un reto global que no respeta
las fronteras nacionales, requiere que la comunidad internacional trabaje de forma
coordinada y precisa de la cooperación internacional para que los países en desarrollo
avancen hacia una economía baja en carbono» (Naciones Unidas México 2018:39). De
acuerdo con lo expuesto por Pérez Alonso et al.:
Existe gran dificultad en el fomento de mecanismos jurídicos de carácter interna-
cional que ayuden a mitigar el fenómeno del cambio climático; en esta dirección, la
lucha contra el cambio climático constituye: a) una responsabilidad con las genera-
ciones futuras (interés general), y b) un problema de compromiso para los Estados
por cuanto sus gobiernos se enfrentan a la necesidad de cooperar, sacrificando un
hipotético interés subjetivo nacional, a cambio de un interés universal e inmaterial,
cuyos beneficios se generarán en un futuro no determinado (Pérez Alonso et al.
2012:21-22).
Sin embargo, cabe destacar que la Convención Ramsar representa una plataforma
para el logro de la sostenibilidad en nuestro planeta a través de la conservación, la
preservación y la restauración de los humedales, así como una guía para ayudar a los
países a caminar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se han planteado
en la Agenda 2030. Esta agenda, a su vez, representa un nuevo instrumento de pla-
nificación, según el cual resulta fundamental incluir la gestión de este valioso ecosis-
tema para que surta efectos en las políticas públicas tanto a nivel internacional como
27 Mensaje de la actual secretaria general de la Convención Ramsar, Martha Rojas Urrego, respecto
a la 13ª Conferencia de las Partes (en https://www.cop13dubai.ae/news/2-Message-from-Secretary-Ge-
neral-of-Ramsar-Convention-on-Wetlands.html).
308 discursos ambientales en américa latina
nacional y local, para garantizar a esta generación y a las futuras un medio ambiente
limpio, saludable y sostenible. No podemos permitir que siga la degradación de este
valioso ecosistema indispensable para supervivencia humana.
Ante el panorama indicado, y ante la degradación de humedales en el mundo, el
desafío de los Estados miembros para revertirlo consiste en otorgar visibilidad a los
humedales, sus beneficios y la importancia de sus funciones en nuestro planeta. Según
se expone en la resolución vii.19 de la citada convención, los Estados miembros deben
seguir aplicando los lineamientos para la cooperación internacional que marca este
instrumento, además de lo siguiente:
Trabajar para aumentar la visibilidad de la Convención en el ámbito nacional, subna-
cional, regional e internacional; reforzar, en el ámbito nacional, los mecanismos para
fomentar una coordinación eficaz entre las autoridades nacionales y subnacionales
pertinentes y apoyar la integración de las funciones de los ecosistemas de los hume-
dales y los servicios que proporcionan esos ecosistemas a las personas y a la natura-
leza en los planes nacionales de desarrollo y las estrategias, planes y normativas de
otros sectores, especialmente en el contexto de la aplicación de la Agenda 2030 para
el Desarrollo Sostenible y los Objetivo de Desarrollo Sostenible (Convención sobre
los Humedales 2018a:4-5).
México, así como los demás países que se han adherido a la Convención Ramsar,
tienen la obligación de garantizar la conservación y el uso racional de los humedales
que han sido designados como Humedales de Importancia Internacional. Esto con-
tribuye a construir un espacio de gobernanza para los humedales, a generar un mayor
grado de cooperación y coordinación entre los diferentes actores para la gobernanza
ambiental a nivel internacional, regional y nacional, y a mejorar la eficiencia y coo-
peración con el fin último de conservar y utilizar racionalmente estos ecosistemas en
favor de una sociedad sostenible que sea capaz de perdurar en el tiempo.
En este marco, la cooperación internacional y la solidaridad son la base del de-
recho al desarrollo. Hoy en día tenemos un solo camino a seguir, aceptar lo inaceptable,
la crisis ambiental que actualmente nos aqueja, y hacer todo lo posible por proteger,
respetar y promover los derechos humanos, por lo que aquí nos ocupa, el derecho al
desarrollo y el derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible. Este es
nuestro único camino si queremos ser más inclusivos, más justos, más resistentes y
la convención ramsar y la acción contra el cambio climático 309
resilientes ante futuras crisis, incluida la amenaza a nuestro medio de vida y a nuestra
propia existencia: el cambio climático.
Debemos tener en cuenta que aunque las estructuras gubernamentales y los
procesos decisorios difieren enormemente de un país a otro, uno de los desafíos en
común es dar solución a la problemática ambiental que actualmente vive nuestro pla-
neta. ¿Puede la humanidad luchar contra el cambio climático, superar intereses par-
ticulares y cooperar bajo un interés universal hacia la sostenibilidad? La visión de la
sostenibilidad es un camino, es un proceso; debemos cambiar los valores y la forma
de pensar de la sociedad en general. El proceso es lento, no se cambia de la noche a la
mañana, pero estamos en el camino. Si llegaremos a tiempo o no, eso es incierto, pero
lo que sí es un hecho es que si no hacemos algo, llegaremos al colapso.
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Esteban Delgado Altamirano
Introducción
D esde hace poco más de dos años, Chile se revuelve. Siempre ha sido un país
sísmico, prolífico en temblores y desastres socionaturales de diversa índole, pero
esta vez no son su cordillera, sus volcanes, ríos o la actividad tectónica submarina de
su costa los que remecen sus ambientes, paisajes y territorios; son las fuerzas sociales,
que dormidas durante muchos años, despiertan telúricas y dispuestas a derrumbar los
cimientos de los viejos edificios institucionales del país. Y es que a partir de la revuelta
social que comenzó el 18 de octubre de 2019 Chile ha iniciado un proceso histórico
de profunda transformación política, que incluye como piezas fundamentales el re-
cambio de los actores, partidos y coaliciones políticas que han dominado la escena
por 30 años, y la reformulación de las bases constitucionales del Estado y de su sistema
político y de gobierno.
En la arena política de la Convención Constitucional, constituida por 155 cc, los/
as independientes son mayoría (88). A este grupo se suman 17 representantes de pue-
blos indígenas (escaños reservados), que también forman parte del recambio, lo que
implica un remplazo de actores políticos en la Convención Constituyente superior
a 67 %. Dos importantes elementos adicionales de la transformación de los actores
313
314 discursos ambientales en américa latina
políticos en la arena de la Convención Constituyente están dados por: 1) su constitu-
ción paritaria (50 % de mujeres y 50 % de hombres), inédita en la historia del país, y 2)
la pérdida sustancial de poder de los partidos políticos pertenecientes a los sectores
tradicionalmente denominados de derecha, que solo obtuvieron 23.8 % del total de
escaños de la Convención Constituyente, uno de los porcentajes más bajos obtenidos
por estos sectores desde el regreso de la democracia al país en 1990.
Con independencia de la forma final que adquiera la reformulación constitucional
en Chile, es esperable que este proceso tenga efectos significativos en todos los ám-
bitos o dimensiones de la vida social y política del país, incluyendo aquellos relativos
a sus concepciones ambientales y territoriales. Respecto de estos ámbitos, emergen
algunas preguntas fundamentales y de enorme trascendencia para las décadas futuras:
¿qué visiones sobre medio ambiente y territorio poseen las personas que hoy discuten
y diseñan el nuevo marco constitucional de Chile?, ¿qué medio ambientes y territo-
rios podrían emerger desde dichas concepciones?, y ¿qué implicaciones podrían tener
estas nuevas concepciones sobre la sociedad chilena? En las próximas páginas me
propongo reflexionar sobre estas cuestiones, teniendo como objetivos principales los
siguientes: 1) identificar las narrativas y los discursos ambientales y territoriales mo-
vilizados por los/as Convencionales Constituyentes (cc) y las coaliciones discursivas
que los sostienen, y 2) analizar en qué medida estas narrativas y discursos constituyen
alternativas a las narrativas y discursos ambientales y territoriales dominantes en el
país en las décadas más recientes, tomando como referencia de estos últimos los ex-
presados en las normas ambientales y territoriales de mayor jerarquía en Chile.
Analizar narrativas y discursos ambientales y territoriales requiere, necesaria-
mente, asumir una perspectiva epistemológica y metodológica eminentemente in-
terdisciplinar, que permita establecer puentes de diálogo conceptual y metodológico
entre diversos campos de conocimiento (sociología, ciencias políticas, derecho, geo-
grafía, ciencias ambientales, etc.). Considerando que la vida social, y por lo tanto
también su dimensión política, puede ser entendida como una red interconectada
de prácticas sociales (económicas, culturales, políticas, etc.) expresadas discursiva o
semióticamente, es posible abordar su estudio mediante enfoques y métodos rela-
cionados con Análisis de Contenidos (ac), Análisis de Discursos (ad) y Análisis de
Redes Dinámicas o Sociales (ars), tal como ha sido sostenido y ejemplificado por
Hajer y Versteeg (2005), Moser, Groenewegen y Huysman (2012), Coronado (2016),
Leifeld (2017) y Wang (2021), entre otros y otras, en diversos campos de estudio.
medio ambiente y territorio(s) por venir 315
Dado que en el tema ambiental —y territorial— existen múltiples escuelas y apro-
ximaciones al ad (Leipold et al. 2019), un aspecto central para la aplicación coherente
de un enfoque metodológico como el descrito previamente es la clarificación de la
aproximación al ad utilizada. En el caso de esta investigación, esta corresponde al
denominado Análisis Argumentativo del Discurso (aad) propuesto por el politólogo
holandés Maarten A. Hajer (1993; 1995; 2003; 2006). De acuerdo con este autor, los dis-
cursos corresponden a «conjuntos específicos de ideas, conceptos, y categorizaciones
que son producidas, reproducidas y transformadas en un set particular de prácticas a
través de los cuales se da significado a las realidades físicas y sociales» (Hajer 1995:44),
y pueden ser estudiados, de acuerdo con este mismo autor, por medio de una apro-
ximación argumentativa basada en los fundamentos epistemológicos propuestos por
Michel Foucault para el análisis del discurso y las propuestas socio-interaccionistas de
los psicólogos sociales británicos Rom Harré y Michael Billing (Hajer 1995), que com-
binan observación en tres niveles: 1) narrativas, metáforas y otras figuras retóricas, 2)
coaliciones discursivas y 3) discursos.
En el contexto del aad, las metáforas corresponden a palabras claves dentro de
unidades argumentales mayores (narrativas o a veces también llamadas «líneas argu-
mentales»), que permiten comprender o experimentar una cosa o evento en términos
de otra («huella ecológica», «lluvia ácida», «desierto verde», etc.), mientras que las
narrativas (story-lines), que constituyen la pieza clave para el estudio del discurso am-
biental, corresponden a enunciados generativos que reúnen elementos de la realidad
previamente no unidos, tales como: «desarrollo sostenible», «calentamiento global»,
«mercado de carbono», etc. Se trata de enunciados breves que ayudan a las personas
a encajar su conocimiento, experiencia o pericia en el gran rompecabezas del debate
político, y proporcionan la base para las coaliciones discursivas. Estas últimas, a su
vez, corresponden a ensamblajes particulares de narrativas, los actores que las em-
plean y las prácticas a través de las cuales los discursos envueltos ejercen su poder en
un momento en particular (Hajer 1995, 2003, 2006).
En términos procedimentales generales, el método de investigación fue orga-
nizado en dos etapas principales. La primera etapa, denominada de «Delimitación
de corpus y análisis de contenidos», estuvo orientada a enmarcar apropiadamente
el análisis y en ella se consideró el desarrollo de los primeros cuatro pasos del pro-
cedimiento: 1) la construcción de un corpus documental para su desarrollo a partir
de la sistematización de todos los programas electorales de los/as Convencionales
Constituyentes (cc) electos/as (material que conforma la expresión empírica de los
316 discursos ambientales en américa latina
discursos estudiados); 2) la revisión general de los programas de los/as cc electos/
as para identificar conceptos y metáforas recurrentes utilizadas por estos/as cc para
referirse a los temas ambientales y territoriales; 3) a partir de lo anterior, definir pa-
labras claves y metáforas preliminares para la revisión exhaustiva del corpus discur-
sivo; 4) rastreo sistemático de los conceptos y metáforas en el corpus (ac con apoyo
de software especializado maxqa 12), y síntesis estadística de los hallazgos.
La segunda etapa metodológica, denominada de «Análisis argumentativo del
discurso», estuvo dirigida a la ejecución del aad propiamente dicho y en ella se con-
sideraron los siguientes pasos: 5) identificación de temas y narrativas principales aso-
ciados a conceptos y metáforas identificados en los pasos previos y creación de sis-
tema de codificación del corpus; 6) codificación del corpus de acuerdo con el sistema
de codificación elaborado; 7) construcción de matrices discursivas e identificación de
coaliciones discursivas; 8) construcción de redes de discursos y grafos de representa-
ción con apoyo del software Gephi 0.9.2 y el uso del algoritmo de representación de
fuerza-dirigida «Yifan Hu proportional» (Hu 2005), y 9) interpretación cualitativa de
las coaliciones y redes descubiertas.
Desarrollo de argumentos y resultados
Características del corpus de la investigación
El desarrollo de esta investigación implicó la revisión de los programas electorales
correspondientes a 138 de los/as 155 cc electos/as en el proceso constituyente de Chile
(89 % del total), los cuales fueron recopilados desde el sitio web del Servicio Electoral
de Chile.1 La cifra de programas revisados no cubre el 100 % de los/as cc, puesto que
17 pertenecen a representantes de pueblos indígenas de Chile (aymaras, atacameños,
quechuas, diaguitas, rapa nui, chango, mapuche, kawaskar y yagan), a quienes la le-
gislación nacional excluyó del requisito de presentación de programas escritos para
optar al cargo de cc.
En términos específicos, el corpus de la investigación estuvo compuesto por 73
programas electorales diferentes, correspondientes a los/as 138 cc que se mencio-
naron. De estos, 28 programas (38 %) correspondieron a documentos estandarizados
en el ámbito de listas o pactos electorales, utilizados por 93 cc (60 % del total de cc),
y 45 documentos individuales (62 % de los programas analizados), pertenecientes a
1 Véase: www.servel.cl
medio ambiente y territorio(s) por venir 317
igual número de cc (29 % del total de cc electos/as). De modo concordante con la
distinción entre programas estandarizados e individuales, se pudo observar que estos
últimos, en su mayoría y a diferencia de los primeros, corresponden a: 1) candidaturas
independientes provenientes de movimientos sociales organizados para la elección de
constituyentes (Lista del Pueblo, Asamblea Popular Constituyente, Asamblea Popular
por la Dignidad, Movimiento independientes del Norte, etc.); 2) algunas candidaturas
que resultaron ser las únicas electas de sus listas, y 3) en menor medida, a candi-
datos/as pertenecientes a listas con programas estandarizados, pero que por su trayec-
toria personal u otra razón no declarada optaron por presentar programas diferentes
a los de sus propias listas electorales.
Desde el punto de vista de su extensión, y como se muestra en el cuadro 1, los pro-
gramas revisados poseen una extensión altamente variable y una cantidad promedio
de nueve páginas, aunque una alta proporción de ellos no supera las 10 páginas (cerca
de 75 %). Esta circunstancia tiene, como es esperable, consecuencias en la diversidad
y profundidad del tratamiento de los contenidos de estos programas, los cuales en su
mayoría solo son abordados de forma breve y directa. Casos extremos de esta situación
son los programas expresados en una sola página de extensión los cuales, de forma
mayoritaria, aunque no exclusivamente, corresponden a programas presentados por
los/as candidatos/as de más larga trayectoria política a nivel nacional, asociados/as,
también de forma mayoritaria aunque no única, con partidos políticos considerados
usualmente como tradicionales (de más larga data), conservadores y de «derecha».
Cuadro 1. Extensión de los programas electorales presentados por los/as
Convencionales Constituyentes electos/as de Chile
Extensión programas (páginas) Cantidad de programas %
5 o menos 36 49
Entre 6 y 10 18 25
Entre 11 y 15 9 12
Entre 16 y 20 2 3
Entre 21 y 25 1 1
Entre 26 y 30 1 1
Entre 31 y 35 2 3
36 y más 4 5
Total programas 73 100
Extensión media de los programas 9
Fuente: elaboración propia.
318 discursos ambientales en américa latina
Análisis de contenidos (ac)
A partir de la primera revisión general de los programas de los/as cc se extrajo un
conjunto de conceptos y metáforas con los que usualmente estos actores abordan los
temas ambientales y territoriales. Adicionalmente a estos conceptos y metáforas, y por
simple asociación idiomática o conceptual, se agregó una lista de otros términos que
pudiesen ser de utilidad para realizar el ac, con la perspectiva de rastrear la mayor
cantidad de enunciados o proposiciones relacionados con los temas estudiados (por
ejemplo, a la idea de «ordenamiento territorial» reconocido en la primera revisión de
los programas se agregó la de «planificación territorial», para ampliar en el rastreo
automatizado de los programas de los/as cc las formas en que pudieran estar refirién-
dose a los aspectos relacionados con el ordenamiento territorial). A través de este pro-
cedimiento se estableció un conjunto de 39 conceptos y metáforas para el desarrollo
del ac cuyo detalle se expone en el cuadro 2.
Cuadro 2. Conceptos y términos utilizados para realizar ac de programa de cc electos/as
Ambiental Seres vivos no humanos Ecosocial
Ambiente Bienes comunes Territorio
Derecho al agua Derecho humano al agua Autonomía territorial
Medio ambiente libre de Desarrollo sostenible Sostenibilidad
contaminación Buen vivir Resiliencia
Derecho al territorio Küme mogen Transición ecológica
Ecocentrismo Sumak kawsay Ecológico/a
Ecocéntrico Desarrollo sustentable Socioecológico
Derecho ambiental Sustentabilidad Territorial
Medio ambiente Justicia ambiental Territorialización
Patrimonio ambiental Madre tierra Territorialidad
Recursos naturales Socio-ambiental Planificación territorial
Derechos de la naturaleza Socioambiental Ordenamiento territorial
Autodeterminación
Fuente: elaboración propia.
Como resultado de la búsqueda automatizada de estos términos en los programas
revisados, se constató la existencia total de 1 214 ocasiones en las que estos conceptos
y metáforas fueron enunciados dentro de 68 de los 73 programas revisados (94 %), es
decir, solo cinco (6 %) no incorporaban ninguno de los conceptos y metáforas consi-
deradas en esta investigación. La frecuencia de uso de los términos en el interior de
medio ambiente y territorio(s) por venir 319
los programas, y también en términos globales, varía ampliamente, en rangos que van
desde una aparición (ecocéntrico, ecosocial, por ejemplo), hasta 153 apariciones (te-
rritorial), variabilidad que se representa gráficamente a través de la nube de palabras
contenida en la figura 1.
Figura 1. Nube de palabras relacionadas con medio ambiente y territorio utilizadas
con mayor frecuencia en los programas de los/as cc electos/as de Chile
Fuente: elaboración propia.
Por otra parte, al analizar la distribución de frecuencias en el uso de los con-
ceptos rastreados a nivel individual, vale decir de cada cc, tal como se muestra de
forma proporcional en la figura 2, las mayores frecuencias se encontraron entre
cc pertenecientes a pactos electorales de izquierda, entre quienes destacan Bastián
Labbé (Asamblea Popular Constituyente) con 73 registros (el mayor entre los/as 155
cc) y Camila Zárate (Lista del Pueblo) con 47 registros, y varios/as cc pertenecientes
a los pactos: Independientes por la Nueva Constitución (Benito Baranda y Gaspar
Domínguez con 28 registros) Apruebo Dignidad (Roberto Celedón, Daniel Stingo y
Fernando Atria, con 28 registros) y Lista del Apruebo (Carlos Calvo y Claudio Gómez,
con 23 registros cada uno). Con bastante menos registros se encuentran los/as cc del
pacto Vamos por Chile (correspondiente a partidos políticos de derecha), donde solo
dos cc destacaron con 19 menciones (Ruth Hurtado y Teresa Marinovic), cinco con
15 menciones (Bernardo de la Maza, Bárbara Rebolledo, Rocío Cantuarias, Hernán
Larraín y Geoconda Navarrete), y los/as restantes con menos de 10 menciones, entre
quienes la mayoría los mencionaron en cero ocasiones.
320 discursos ambientales en américa latina
Figura 2. Frecuencia de uso de términos sobre medio ambiente y territorio incorporados en los programas de
los/as cc de Chile en listas electorales o pactos políticos
Fuente: elaboración propia.
medio ambiente y territorio(s) por venir 321
En consistencia con los hallazgos anteriores, al observar el comportamiento de
este análisis en los pactos o listas electorales con mayor cantidad de cc es posible
reconocer que, tal como muestra el diagrama de Sankey de la figura 3, las mayores fre-
cuencias de uso de los términos rastreados en los programas, en orden descendente,
corresponden a los pactos: Apruebo Dignidad (331), Lista del Apruebo (317), Listas
del Pueblo (296), Independientes por la Nueva Constitución (252) y Vamos por Chile
(158).
Figura 3. Frecuencia de uso de conceptos y metáforas sobre medio ambiente y territorio incorporados en los
programas de los/as cc de Chile en listas electorales o pactos políticos
Fuente: elaboración propia.
Ahora bien, una interpretación comprehensiva de la implicación de los resul-
tados de esta primera aproximación a las narrativas y discursos ambientales y terri-
toriales de los/as cc de Chile requiere, a partir de este nivel, superar los límites de
la descripción de frecuencias estadísticas de palabras claves, metáforas o narrativas
322 discursos ambientales en américa latina
consideradas de forma aislada, y transitar a una dimensión más hermenéutica y ar-
gumental. En este sentido, además de la importancia que cada pacto electoral parece
otorgar a cada uno de los temas cubiertos por los conceptos, metáforas y narrativas
emergidas desde el ac, al menos tres aspectos de interés surgen desde una interpreta-
ción más amplia de los hallazgos.
Primero, la alta adhesión o preocupación por lo ambiental, el medio ambiente
y el territorio que expresan en términos generales los/as cc, con independencia de
su filiación política o ideológica; segundo, la comparativamente más baja referencia
que estos actores hacen en sus programas a ideas o narrativas que han dominado en
los discursos ambientales globales en las últimas décadas, especialmente a las ideas
o metáforas sobre (uso racional de) «recursos naturales», y a las narrativas sobre
«sustentabilidad/sostenibilidad» o «desarrollo sostenible/sustentable». Y, tercero,
el ac parece sugerir un alto grado de congruencia entre los temas, narrativas, pre-
ocupaciones o intereses de los pactos electorales con mayores afinidades ideológicas,
como es el caso de la preocupación por los «derechos de la naturaleza» o el «buen
vivir», compartida por la Asamblea Popular Constituyente, Apruebo Dignidad, los
Independientes por la Nueva Constitución y otras corrientes de independientes.
Aunque esta congruencia pueda parecer intuitivamente esperable, su existencia no
podría garantizarse a priori dada la alta fragmentación de los pactos de izquierda y la
cantidad muy importante de cc independientes electos/as en este proceso.
Otro aspecto destacable de los resultados del ac es que este parece sugerir, ya en
esta etapa de la investigación, la existencia de diversas coaliciones discursivas, con
distintos grados de fortaleza, en el interior de la Convención Constituyente de Chile.
Esta sugerencia, sin embargo, no puede ser confirmada en esta etapa, ya que la sola
mención de un concepto, metáfora o narrativa no da cuenta de su sentido más amplio
o del discurso del que forma parte, como señalan Van Dijk (2003), Fairclough (2010)
y Keller (2013), entre otros. Discurso es texto más contexto y, por lo tanto, la lectura
agregada o superficial, sin considerar el contexto mayor, podría inducir a errores en
la interpretación discursiva. Ejemplo de ello puede ser lo que sucede con la preocu-
pación compartida que expresan los cc, de diferentes pactos y orientación ideológica,
sobre el «derecho humano al agua», donde la lectura agregada de los datos podría
llevarnos a pensar en la existencia de cierto consenso sobre el tratamiento de este
tema, pero la revisión de las narrativas con mayor precisión mostraría la existencia de
opiniones contrarias respecto de la naturaleza jurídica del agua en Chile, y también
sobre la forma más justa o eficiente de asignar derechos de su uso y aprovechamiento.
medio ambiente y territorio(s) por venir 323
Narrativas, coaliciones discursivas y redes del discurso constituyente
Con el fin de avanzar en la identificación de las narrativas y coaliciones discursivas
ambientales y territoriales señaladas en el párrafo anterior, y siguiendo a Hajer (1993,
1995, 2003, 2006), a partir de los resultados de los análisis previos se identificaron y
definieron un conjunto de temas y narrativas de interés, los cuales sirvieron de base
para realizar la codificación de los programas de los/as cc, identificando de manera
específica qué cc se adhieren a qué tema o narrativa. En términos tipológicos, los
temas y narrativas rastreados en esta etapa se relacionaron con: 1) el tipo de Estado
esperado (unitario, federal, centralizado, descentralizado, nacional, plurinacional,
ecocéntrico), 2) el modelo de desarrollo (centrado en crecimiento económico, no
neoliberal, sostenible, buen vivir), 3) la concepción sobre medio ambiente (espacio de
vida, objeto de cuidado, factor de desarrollo, bien común), 4) la concepción de la na-
turaleza (instrumental/recursos naturales, sujeto de derecho), 5) concepciones sobre
el territorio (espacio político unitario, descentralizado o autónomo, espacio cultural,
espacio económico, espacio de desarrollo, espacio de vida), y 6) concepciones sobre
la gestión del territorio (planificación y ordenamiento territorial, gestión de cuencas,
gestión de ecosistemas).
Como resultado de esta codificación fue posible construir matrices discursivas
que permitieran integrar tres datos relevantes: actores (cc), narrativas de interés y
relevancia de ese interés, expresada esta última en el número de menciones únicas
(por tipo de programa, colectivo o individual) de cada narrativa en el programa de
cada cc. En términos específicos, luego de este ejercicio las narrativas ambientales y
territoriales que emergieron con mayor fuerza en el análisis fueron, de manera agre-
gada y tal como se muestra en el cuadro 3, aquellas relacionadas con la protección de
la naturaleza y los derechos ambientales, la plurinacionalidad y la descentralización,
el buen vivir como modelo de desarrollo, la superación del neoliberalismo y la
politización del territorio en diversas esferas.
A partir de esta información fue posible derivar y representar gráficamente la
amplitud y fortaleza de las coaliciones discursivas de la Convención Constitucional
de Chile en materia ambiental y territorial a través de la elaboración de dos grafos di-
ferentes (figuras 4 y 5). El primero de estos (figura 4) permite observar las coaliciones
discursivas ambientales y territoriales en cada cc, mientras que el segundo (figura 5)
muestra la misma información, pero esta vez con respecto a listas o pactos electorales.
324 discursos ambientales en américa latina
Algunas conclusiones de interés que emergen de la observación de los grafos elabo-
rados son las siguientes:
Cuadro 3. Principales narrativas ambientales y territoriales expresadas en el proceso constituyente en Chile
Narrativa ambiental/territorial Menciones únicas
Protección de la naturaleza y derechos ambientales 89
Estado plurinacional descentralizado 55
Buen vivir, suma kawsay, kume mogen 50
Superación del neoliberalismo 48
Cuidado y acceso equitativo a los bienes naturales comunes 37
Territorio espacio político 35
Medio ambiente y desarrollo sostenible/sustentable 34
Territorio espacio político autónomo 28
Estado unitario descentralizado 26
Derechos de la naturaleza 25
Territorio espacio descentralizado 24
Territorio espacio económico 24
Territorio espacio de desarrollo 23
Derecho humano al agua 17
Fuente: elaboración propia.
La posición central y los fuertes vínculos que existen entre las narrativas relacio-
nadas con la protección y los derechos ambientales y de la naturaleza, descentralización
y cambio de modelo de desarrollo (buen vivir), posiciones esgrimidas por la gran
mayoría de los/as cc, particularmente pertenecientes a partidos de izquierda e inde-
pendientes (figura 4).
La posición periférica, aunque aún importante, de narrativas que han sido he-
gemónicas en las últimas décadas, como es el caso de las relacionadas con desarrollo
sustentable/sostenible (figura 4).
La estrecha relación que estas narrativas tienen con la narrativa sobre la supera-
ción del neoliberalismo, esgrimidas también por los/as mismos/as cc previos, y de
forma particular por los/as pertenecientes al Partido Comunista de Chile (figura 4).
medio ambiente y territorio(s) por venir 325
La posición marginal de las narrativas asociadas con una concepción unitaria
del Estado (modelo actual del Estado chileno), sostenida de forma única por cc per-
tenecientes a la Unión Demócrata Independiente, partido tradicional de la derecha
chilena (figura 4).
La posición central, diversidad y densidad de las conexiones discursivas de los
bloques Apruebo Dignidad, Lista del Apruebo y otras listas de cc independientes
de izquierda (Independientes por la Nueva Constitución, Corrientes independientes,
Asamblea Popular por la Dignidad, Insulares e independientes, etc.). Al mismo
tiempo, la posición periférica y la menor densidad y fortaleza de los vínculos del
bloque Vapor por Chile, representativo de los partidos políticos de derecha (figura 5).
La posición extremadamente periférica de Lista del Pueblo, una coalición de in-
dependientes de izquierda formada para participar en las elecciones de cc que obtuvo
gran número de cc en la elección correspondiente (16 % de los/as cc electos/as) y, al
mismo tiempo, lo reducido de su narrativa ambiental, básicamente restringida a la
defensa del derecho humano al agua (figura 5).
Narrativas constituyentes: ¿continuidad, reforma o revolución contrahegemónica?
Al observar de manera agregada los resultados de las etapas previas, emergen dos
cuestiones centrales de interés: en primer lugar, la mayor diversidad y complejidad
de las concepciones ambientales y territoriales que esgrimen los/as cc respecto de
las concepciones normativas actualmente vigentes en el país y, en segundo lugar, el
marcado carácter rupturista y contrahegemónico de estas concepciones, también
respecto de las concepciones normativas actuales. Ejemplo de ello es la aparición de
conceptos y narrativas como «valor intrínseco de la naturaleza», «bienes comunes»,
«buen vivir», «plurinacionalidad» y «autogobierno», entre otros, como se muestra en
el cuadro 4, que exceden ampliamente el alcance discursivo de las nociones o narra-
tivas normativas actualmente vigentes en Chile.
326 discursos ambientales en américa latina
Figura 4. Narrativas principales y coaliciones discursivas sobre medio ambiente y territorio
en el contexto de la Convención Constitucional de Chile
Fuente: elaboración propia.
medio ambiente y territorio(s) por venir 327
Figura 5. Narrativas principales y coaliciones discursivas sobre medio ambiente y territorio en el contexto de la
Convención Constitucional de Chile
Fuente: elaboración propia.
328 discursos ambientales en américa latina
Cuadro 4. Comparación entre visiones actuales normativas sobre medio ambiente y territorio y visiones movili-
zadas sobre estas materias por cc en la discusión constitucional de Chile
Concepción del medio ambiente
Concepción actual Concepciones alternativas de la cc
a) Garantía constitucional (cpr, art. 19, numeral 8°) «[…] el derecho al ambiente sano y ecológicamente equili-
«El derecho a vivir en un medio ambiente libre de brado consistiría en una actualización de la nomenclatura
contaminación. Es deber del Estado velar para que actual, que incorpora además una visión del valor intrínseco
este derecho no sea afectado y tutelar la preserva- del medio ambiente. Junto a él, el reconocimiento de los de-
ción de la naturaleza. La ley podrá establecer res- rechos de acceso a la información, la participación y la jus-
tricciones específicas al ejercicio de determinados ticia en materia ambiental y el derecho de acceso a los bienes
derechos o libertades para proteger el medio am- comunes, especialmente al agua… Nuestra propuesta tam-
biente» (Congreso Nacional de Chile 2005). bién proyecta analizar otras formas de limitar la propiedad
b) Definición legal; Ley 19 300, art. 2°, letra ll) privada y pública en beneficio de la protección ambiental por
«[…] el sistema global constituido por elementos razones de su función social» (Independientes por la Nueva
naturales y artificiales de naturaleza física, química Constitución 2021).
o biológica, socioculturales y sus interacciones, en «Concebimos al ser humano como parte integral e indivi-
permanente modificación por la acción humana o sible de la naturaleza, en la que tiene su ser y desarrolla su
natural y que rige y condiciona la existencia y desa- existencia, siendo su propósito en tanto ser dotado de con-
rrollo de la vida en sus múltiples manifestaciones» ciencia, el respeto, cuidado y preservación del equilibrio de
(Congreso Nacional de Chile 1994). los ecosistemas y la sustentabilidad de las diversas formas de
vida en el planeta tierra» (La Lista del Pueblo 2021).
Concepción del Estado y lo territorial
Concepción actual Concepciones alternativas de la CC
Definición; cpr; art. 2° «Estado Plurinacional. Reconocer la diversidad cultural de
«El Estado de Chile es unitario. la ciudadanía, mediante la consolidación de una sociedad
La administración del Estado será funcional y terri- diversa, multicultural, pluralista, participativa, inclusiva,
torialmente descentralizada, o desconcentrada en solidaria y democrática. Proteger la plurinacionalidad cons-
su caso, de conformidad a la ley. titucionalmente de los pueblos originarios… con un enfoque
Los órganos del Estado promoverán el fortaleci- del buen vivir que reconoce y legitima su preexistencia, sus
miento de la regionalización del país y el desarrollo garantías al autodesarrollo y al autogobierno» (Movimiento
equitativo y solidario entre las regiones, provincias Territorial Constituyente-La Lista del Pueblo 2021)
y comunas del territorio nacional» (Congreso Na- «Proponemos un Estado constitucional de derechos y justicia
cional de Chile 2005) social, democrático, soberano, independiente, intercultural,
plurinacional y laico, donde las distintas culturas se interre-
lacionan horizontalmente. Se organiza en forma de repú-
blica, respetando las autonomías regionales y territoriales,
desde un enfoque solidario, antipatriarcal, ecofeminista y
plurinacional» (Insulares e Independientes 2021)
Fuente: elaboración propia.
medio ambiente y territorio(s) por venir 329
Como puede observarse en el cuadro 4, las visiones normativas actuales y pro-
puestas por los/as cc sobre lo ambiental y territorial difieren ostensiblemente. Los
hechos más llamativos en los temas mencionados son, desde esta lectura, el carácter
marcadamente antropocéntrico y centralizado de la cpr actual versus el carácter bio
o ecocéntrico, multicultural y descentralizado de las propuestas para la nueva cpr
expresadas en las visiones mayoritarias de los/as cc electos/as.
Simultáneamente, las diferencias expresadas en materia ambiental y territorial se
expanden y vinculan con otras esferas de la discusión constitucional, hasta alcanzar
el ámbito de las concepciones, radicalmente disímiles, de los proyectos de sociedad y
desarrollo que dibujan una y otra versiones constitucionales. En este ámbito, las pro-
puestas esbozadas por los/as cc, además de una evidente intertextualidad (Gottweis
2003; Hodges 2015), sugieren la emergencia de un proceso de transformación pro-
funda que podría implicar la sustitución, o al menos la redefinición, del paradigma
actual de desarrollo del país. Como se deriva de los datos y resultados previos, la temá-
tica del desarrollo sostenible posee una importancia menor que la del buen vivir en las
narrativas de los/as cc de Chile, cuestión que implica un desplazamiento significativo
de las ideas sobre desarrollo, desde las posiciones liberales, capitalistas, modernas y
más bien reformistas, que han caracterizado la idea de desarrollo sostenible desde
su formulación en 1972 (Leff et al. 2002; Gudynas 2012; Estenssoro 2019; Gómez-
Baggethun 2019), hacia posiciones ética y culturalmente más amplias y complejas,
heterogéneas ideológicamente, y basadas en diversos tipos de derechos (Carpio 2016;
Chuji, Rengifo y Gudynas 2019).
El carácter contrahegemónico de estas nuevas narrativas y discursos ambientales
y territoriales se expresa, además, siguiendo a Hajer (1995), en el hecho de que hasta la
fecha no han sido estructurados ni institucionalizados, vale decir, que aún no consti-
tuyen un estándar habitual o generalizado para hablar de temas ambientales y territo-
riales en el país, ni tampoco forman parte de instrumentos de política formales (leyes,
planes, estrategias, etc.). En este sentido, y considerando su carácter rupturista y con-
trahegemónico, como también su potencial o agencia discursiva (Leipold y Winkel
2017), no parece exagerado interpretar este proceso de transformación de narrativas
y discursos ambientales y territoriales como una verdadera revolución discursiva en
materia ambiental a nivel nacional, aunque sus efectos o alcances estén aún por di-
lucidarse y un giro en el sentido de estas narrativas y discursos no esté garantizado.
330 discursos ambientales en américa latina
Conclusiones
Analizar los discursos ambientales y territoriales que están siendo movilizados en la
actualidad por los/as cc en Chile reviste una profunda importancia no solo por un
interés académico en particular, sino porque los discursos son constituidos y consti-
tuyentes de la realidad social (Foucault 1977), y es a través de ellos como creamos y
aprendemos el mundo (Berstein 1978, en Hajer 1993), y a la vez distinguimos entre lo
que puede ser considerado verdadero o no en un contexto espacial, temporal y so-
cial dado. En este sentido, los discursos no son meros simulacros de la realidad, sino
más bien realidades materiales que la determinan activamente a través de los sujetos
(Jäger 2003) y crean estándares de comportamiento y conducta social adecuada, tanto
entre actores estatales como no estatales (Bäckstrand y Lövbrand 2019). Desde esta
perspectiva, y reconociendo el carácter central de la cpr como dispositivo discursivo,
analizar las narrativas y discursos de quienes tendrán la responsabilidad del diseño
constitucional es fundamental, pues serán quienes, dependiendo de los resultados del
plebiscito ratificatorio, fijarán los estándares para concebir lo ambiental y territorial
durante los próximos 30 o 40 años, con el consiguiente impacto material que ello
puede tener a nivel ecosistémico o territorial.
Como muestra la evidencia revisada en esta investigación, existe una mayoritaria
disposición contrahegemónica y revolucionaria de los discursos ambientales y terri-
toriales entre los/as cc de Chile. Esta disposición sugiere, de forma general, el adve-
nimiento de una propuesta de transformación paradigmática de la cpr en estas ma-
terias en el país, cuyo alcance va más allá incluso de estos ámbitos y da cuenta de una
expectativa de transformación societal y de modelo de desarrollo de amplio alcance.
No obstante lo anterior, y a pesar del enorme potencial de cambios que los re-
sultados de esta investigación parecen adelantar, ese potencial debe ser interpretado
con cautela. Dos razones existen para ello. Primera, la confirmación concreta de la
apertura para un camino de cambios está sujeta a los resultados del plebiscito de sa-
lida del proceso constituyente y, segunda, las evidencias recientes de cambios cons-
titucionales importantes (Ecuador y Bolivia, por ejemplo) parecen mostrar que las
transformaciones discursivas en el nivel constitucional —en materia ambiental par-
ticularmente— no son suficientes para asegurar su materialización práctica, por una
parte, ni tampoco para garantizar el cambio de paradigma de desarrollo, por otra
(Gregor Barié 2014). En este sentido, el potencial emancipador de las cpr dependerá
medio ambiente y territorio(s) por venir 331
del balance de poder en las luchas por controlar su significado (Bonilla 2019) en los
diferentes ámbitos políticos, normativos, sectoriales o territoriales, entre otras dimen-
siones, donde se pongan en juego.
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Sobre los autores y las autoras
Juan David Arias Henao
Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín,
Colombia. Magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional
de Colombia. Experticia en temas de ecología política y etnografía multiespe-
cies. Actualmente docente investigador del Politécnico Colombiano, en Medellín.
Contacto:
[email protected]Omar Ávila Flores
Licenciado en Geografía y Ordenación del Territorio, Universidad Autónoma del
Estado de México, maestro en Estudios de Población, Universidad Autónoma del Estado
de Hidalgo y doctor en Urbanismo, Universidad Autónoma del Estado de México.
Coordinador del Cuerpo Académico: Ciudades, Territorio y Sustentabilidad. Contacto:
Contacto:
[email protected]María Luisa Ballinas Aquino
Química farmacéutica bióloga por la Universidad Veracruzana, maestra en Ciencias
en Recursos Naturales y Desarrollo Rural por El Colegio de la Frontera Sur y doctora
en Estudios Urbanos y Ambientales por El Colegio de México. Ha realizado una es-
tancia posdoctoral en el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas
y la Frontera Sur de la Universidad Nacional Autónoma de México (cimsur-unam) y
actualmente realiza una estancia posdoctoral en El Colegio de la Frontera Sur, México.
Contacto:
[email protected] 336
sobre los autores y las autoras 337
Alan David Barraza Guerrero
Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de la Laguna. Maestro en
Derecho con mención honorífica por la Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional Autónoma de México. Actualmente estudiante de Doctorado en Derecho
en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de
México. Contacto:
[email protected]Esteban Delgado Altamirano
Geógrafo, magister en Gestión y Planificación Ambiental, y doctor en Territorio,
Espacio y Sociedad por la Universidad de Chile. Contacto:
[email protected]Adriana Natalia Durán Tovar
Licenciada en Derecho por la Facultad de Derecho, Tecnológico de Monterrey,
Campus Monterrey, maestra en Derecho por la Universidad de Guadalajara y doctora
en Derecho por el Programa Interinstitucional en Derecho, Región Centro-Occidente,
ANUIES/Universidad de Colima, México. Realizó una estancia de investigación doc-
toral en la Universidad de Alicante, España. Contacto:
[email protected]Manuel Antonio Espinosa Sánchez
Licenciado en Sociología y maestro en Gestión y Desarrollo Social, Universidad de
Guadalajara. Doctor en Desarrollo Rural por la Universidad Autónoma Metropolitana,
Unidad Xochimilco, México, y doctor en Agroecología, Universidad Nacional Agraria,
Managua, Nicaragua. Profesor-investigador de tiempo fijo en el iteso, Universidad
Jesuita de Guadalajara. Contacto:
[email protected]Mariana Gómez Rangel
Ingeniera Ambiental por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, México.
Contacto:
[email protected]Ricardo López Santillán
Licenciado en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México, maestro
y doctor en la misma disciplina por el Instituto de Altos Estudios sobre América
Latina, Universidad de París III. Actualmente es investigador titular «C» en el
Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
Autónoma de México. Contacto:
[email protected]338 discursos ambientales en américa latina
Milthon Minor Montes
Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja
California, maestro en Comunicación por la Universidad de Guadalajara y candi-
dato a doctor en Estudios Científico-Sociales por el iteso, Universidad Jesuita de
Guadalajara, México. Contacto:
[email protected] Griselda Citlalli Molina Vázquez
Licenciada en Lengua y Literatura por la Universidad Autónoma de Chiapas y maestra
en Estética y Arte por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México.
Contacto:
[email protected] Felipe Andrés Montenegro Galdames
Egresado de Derecho por la Universidad de Chile. Durante su pregrado, fue ayudante
de varias cátedras relacionadas con el medio ambiente, entre ellas, Derecho del Medio
Ambiente, Derecho Internacional del Medio Ambiente y Derecho de Aguas. Realizó
su memoria en litigación climática. Contacto: felipe.montenegro.galdames@gmail.
com
José Rubén Orantes García
Licenciado y maestro en Antropología Social por la Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad Autónoma de Chiapas y ciesas Sureste-Occidente, respectivamente.
Doctor en Ecología y Desarrollo Sustentable por el El Colegio de la Frontera Sur,
México. Investigador en el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre
Chiapas y la Frontera Sur de la Universidad Nacional Autónoma de México (cim-
sur-unam). Contacto:
[email protected] Esmeralda Pliego Alvarado
Licenciada en Socióloga, Universidad Autónoma del Estado de México, maestra en
Ciencias Sociales con especialidad en Desarrollo Municipal por El Colegio Mexiquense
y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma del Estado de México.
Realizó una estancia posdoctoral en el ciesas-Unidad Sureste. Actualmente realiza
una estancia posdoctoral en la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Lerma,
México. Contacto:
[email protected] sobre los autores y las autoras 339
Ricardo Prestes Pazello
Doctor en Derecho de las Relaciones Sociales, Programa de Posgrado en Derecho de
la Universidad Federal del Paraná (ppgd/ufpr), Brasil. Investigador de postdocto-
rado en el Programa de Posgrado en Tecnología y Sociedad, Universidad Tecnológica
Federal de Paraná (utfpr). Profesor del Curso de Derecho y del Programa de Posgrado
en Derecho de la ufpr, Brasil. Contacto:
[email protected]Liliana Guadalupe Pulido Córdoba
Química farmacéutica bióloga por la Universidad Veracruzana, México, y maestra en
Ciencias Alimentarias por la misma universidad. Contacto:
[email protected]Oscar Jesse Rojas Ortiz
Licenciado en Relaciones Internacionales y Maestro en Derecho Internacional Penal
por la Universidad del Mar, Campus Huatulco, México, donde es miembro del
Cuerpo Académico: Ciudades, Territorio y Sustentabilidad. Estancia profesional en
Washington D. C., Estados Unidos. Realiza estudios de Doctorado en Derecho en
el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Autónoma de Chiapas,
México. Contacto:
[email protected]Rolando Sántiz Gómez
Licenciado en Educación Primaria para el Medio Indígena por la Universidad
Pedagógica Nacional (upn), unidad 071, y maestro en Docencia por el Instituto de
Estudios de Posgrado (iep). Especialidad en Cultura Popular y Cultura Masiva por la
Universidad Autónoma de Chiapas (unach), México. Contacto: rola_libra@hotmail.
com
Discursos ambientales en América Latina,
coordinado por José Rubén Orantes García y
María Luisa Ballinas Aquino
terminó de imprimirse en diciembre de 2023 en los talleres de
Gráfica Premier, S.A de C.V., ubicados en 5 de febrero 2039, col. San
Jerónimo Chicahualco, C. P. 52170, Metepec, Estado de México.
Los interiores se tiraron sobre papel Snow Cream de 60 g
y los forros sobre cartulina sulfatada de 14 pts. En la composición
tipográfica, a cargo de Gustavo Peñalosa, se utilizaron las familias
Minion Pro y Ocean Sans. La edición estuvo al cuidado de
Isabel Rodríguez Ramos y Gustavo Peñalosa Castro.
El tiraje fue de 250 ejemplares.