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Cardona Análisis de Riesgos

El documento analiza la evaluación de la amenaza, vulnerabilidad y riesgo asociados a desastres naturales y antrópicos, destacando su impacto en el desarrollo social y económico. Propone medidas estructurales y no estructurales para mitigar los efectos de estos eventos, así como la importancia de entender la relación entre amenaza, vulnerabilidad y riesgo para la planificación territorial. Además, enfatiza la necesidad de un enfoque multidisciplinario que incluya tanto aspectos técnicos como sociales para abordar eficazmente la prevención y mitigación de desastres.
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Cardona Análisis de Riesgos

El documento analiza la evaluación de la amenaza, vulnerabilidad y riesgo asociados a desastres naturales y antrópicos, destacando su impacto en el desarrollo social y económico. Propone medidas estructurales y no estructurales para mitigar los efectos de estos eventos, así como la importancia de entender la relación entre amenaza, vulnerabilidad y riesgo para la planificación territorial. Además, enfatiza la necesidad de un enfoque multidisciplinario que incluya tanto aspectos técnicos como sociales para abordar eficazmente la prevención y mitigación de desastres.
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EVALUACIÓN DE LA AMENAZA, LA VULNERABILIDAD Y EL RIESGO

"Elementos para el Ordenamiento y la Planeación del Desarrollo"

Omar Darío Cardona A.

Resumen

Fenómenos naturales de origen geológico, hidrológico y atmosférico tales


como terremotos, erupciones volcánicas, movimientos en masa,
maremotos, inundaciones, huracanes, etc. o posibles eventos desastrosos
originados por tecnologías peligrosas tales como accidentes provocados
por el hombre o por fallas técnicas, representan un peligro latente que bien
puede considerarse como una amenaza para el desarrollo social y
económico de una región o un país.

El riesgo puede reducirse si se entiende como el resultado de relacionar la


amenaza, o probabilidad de ocurrencia de un evento, y la vulnerabilidad
de los elementos expuestos, o factor interno de selectividad de la
severidad de los efectos sobre dichos elementos. Medidas estructurales,
como el desarrollo de obras de protección y la intervención de la
vulnerabilidad de los elementos bajo riesgo, y medidas no estructurales,
como la regulación de usos del suelo, la incorporación de aspectos
preventivos en los presupuestos de inversión y la realización de
preparativos para la atención de emergencias pueden reducir las
consecuencias de un evento sobre una región o una población.

Este documento intenta describir conceptual y metodológicamente la


manera de evaluar la amenaza, la vulnerabilidad y el riesgo. Reflexiona
acerca del nivel de resolución o detalle que se debe tener en cuenta en la
elaboración de instrumentos tales como mapas, que serán utilizados para
la toma de decisiones dentro del proceso de planificación del territorio.
Relaciona el alcance de la apreciación del evaluador y la resolución del
instrumento de planificación con el nivel de riesgo que las autoridades y la
sociedad consideran como "aceptable" para definir medidas de mitigación,
su eficiencia y su orden de prioridades; y finalmente, especula acerca de
las posibles implicaciones jurídicas que tienen las apreciaciones del
evaluador, según su competencia en cada etapa.
Características de los Desastres

Un desastre puede definirse como un evento o suceso que ocurre, en la


mayoría de los casos, en forma repentina e inesperada, causando sobre
los elementos sometidos alteraciones intensas, representadas en la
pérdida de vida y salud de la población, la destrucción o pérdida de los
bienes de una colectividad y/o daños severos sobre el medio ambiente.
Esta situación significa la desorganización de los patrones normales de
vida, genera adversidad, desamparo y sufrimiento en las personas, efectos
sobre la estructura socioeconómica de una región o un país y/o la
modificación del medio ambiente; lo anterior determina la necesidad de
asistencia y de intervención inmediata.

Los desastres pueden ser originados por un fenómeno natural, provocados


por el hombre o ser consecuencia de una falla de carácter técnico en
sistemas industriales o bélicos.

Algunos desastres de origen natural corresponden a amenazas que no


pueden ser neutralizadas debido a que difícilmente su mecanismo de
origen puede ser intervenido, aunque en algunos casos puede controlarse
parcialmente. Terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis y huracanes
son ejemplos de amenazas que aun no pueden ser intervenidas en la
práctica, mientras que inundaciones y deslizamientos pueden llegar a
controlarse o atenuarse con obras civiles de canalización y estabilización
de suelos.

Una lista representativa de los fenómenos naturales que pueden originar


desastres o calamidades, es la siguiente:

. Terremotos

. Tsunamis

. Volcanes

. Huracanes

. Inundaciones

. Derrumbes

. Sequías
. Desertificación

. Deforestación

. Epidemias

Estos fenómenos son los básicos, pues en ocasiones generan otros


efectos, como el caso de las avalanchas o lahares y las lluvias o flujos de
material piroclástico que están directamente asociados con el fenómeno
volcánico. La mayoría de estos fenómenos ocurren en forma cataclísmica,
es decir súbitamente y afectan un área no muy grande; sin embargo hay
casos como la desertificación y las sequías, los cuales ocurren durante un
largo período y sobre áreas extensas en forma casi irreversible.

Los desastres de origen antrópico pueden ser originados intencionalmente


por el hombre o por una falla de carácter técnico, la cual puede
desencadenar una serie de fallas en serie causando un desastre de gran
magnitud.

Entre otros desastres de origen antrópico pueden mencionarse los


siguientes:

. Guerras

. Terrorismo

. Explosiones

. Incendios

. Accidentes

. Contaminación

. Colapsos

. Impactos

En general existe una diversidad de posibles desastres de origen


tecnológico. En la actualidad, los centros urbanos y los puertos ofrecen
una alta susceptibilidad a que se presenten este tipo de eventos debido a
la alta densificación de la industria, de la edificación y de los medios de
transporte masivo de carga y población.
Efectos de los Desastres

Los efectos que puede causar un desastre varían dependiendo de las


características propias de los elementos expuestos y de la naturaleza del
evento mismo. El impacto puede causar diferentes tipos de alteraciones.
En general pueden considerarse como elementos bajo riesgo la población,
el medio ambiente y la estructura física representada por la vivienda, la
industria, el comercio y los servicios públicos.

Los efectos pueden clasificarse en pérdidas directas e indirectas. Las


pérdidas directas están relacionadas con el daño físico, expresado en
víctimas, en daños en la infraestructura de servicios públicos, en las
edificaciones, el espacio urbano, la industria, el comercio y el deterioro del
medio ambiente, es decir, la alteración física del hábitat.

Las pérdidas indirectas generalmente pueden subdividirse en efectos


sociales tales como la interrupción del transporte, de los servicios públicos,
de los medios de información y la desfavorable imagen que puede tomar
una región con respecto a otras; y en efectos económicos que representan
la alteración del comercio y la industria como consecuencia de la baja en
la producción, la desmotivación de la inversión y la generación de gastos
de rehabilitación y reconstrucción.

En un amplio número de países en desarrollo, como los países de América


Latina, se han presentado desastres en los cuales han muerto miles de
personas y se han perdido cientos de millones de dólares en veinte o
treinta segundos. Eventos cuyos costos directos y obviamente indirectos
pueden llegar a cifras en muchos casos incalculables, que equivalen a un
inmenso porcentaje de su Producto Interno Bruto.

Debido a la recurrencia de diferentes tipos de desastres, en varios países


del continente, se puede llegar a tener un significativo porcentaje promedio
anual de pérdidas por desastres naturales con respecto a su Producto
Nacional Bruto. Esta situación, como es obvio, se traduce en
empobrecimiento de la población y estancamiento, puesto que implica
llevar a cabo gastos no previstos que afectan la balanza de pagos y en
general el desarrollo económico.

Las medidas de prevención contra los efectos de los desastres deben


considerarse como parte fundamental de los procesos de desarrollo
integral a nivel regional y urbano, con el fin de reducir el nivel de riesgo
existente. Dado que eventos de esta características pueden causar grave
impacto en el desarrollo de las comunidades expuestas, es necesario
enfrentar la ejecución de medidas preventivas versus la recuperación
posterior a los desastres, e incorporar los análisis de riesgo a los aspectos
sociales y económicos de cada región o país.

Marco Conceptual

El impacto de los desastres en las actividades humanas ha sido un tema


tratado en los últimos años en un amplio número de publicaciones
desarrolladas por diversas disciplinas que han conceptualizado sus
componentes en forma diferente, aunque en la mayoría de los casos de
una manera similar. La UNDRO en conjunto con la UNESCO promovió una
reunión de expertos con el fin de proponer una unificación de definiciones
que ha sido ampliamente aceptada en los últimos años (UNDRO 1979).
Entre otros conceptos, el reporte de dicha reunión "Desastres Naturales y
Análisis de Vulnerabilidad" incluyó los siguientes:

AMENAZA O PELIGRO (HAZARD - H), definida como la probabilidad de


ocurrencia de un evento potencialmente desastroso durante cierto período
de tiempo en un sitio dado.

VULNERABILIDAD (V), como el grado de pérdida de un elemento o grupo


de elementos bajo riesgo resultado de la probable ocurrencia de un evento
desastroso, expresada en una escala desde 0 o sin daño a 1 o pérdida
total.

RIESGO ESPECÍFICO (SPECIFIC RISK -RS), como el grado de pérdidas


esperadas debido a la ocurrencia de un evento particular y como una
función de la Amenaza y la Vulnerabilidad.

ELEMENTOS BAJO RIESGO (E), como la población, las edificaciones y


obras civiles, las actividades económicas, los servicios públicos, las
utilidades y la infraestructura expuesta en un área determinada.

RIESGO TOTAL (TOTAL RISK - Rt), como el número de pérdidas


humanas, heridos, daños a las propiedades y efectos sobre la actividad
económica debido a la ocurrencia de evento desastroso, es decir el
producto del Riesgo Específico (Rs) y los elementos bajo riesgo (E).

En otras palabras la evaluación del riesgo puede llevarse a cabo mediante


la siguiente formulación general:
Rt = (E)(Rs) = (E)(H . V)

Conservando esta conceptualización propuesta por el grupo de expertos


reunidos en 1979, el autor propuso en 1985 en el Instituto de Ingeniería
Sísmica y Sismología - IZIIS, de Skopje Yugoeslavia, eliminar la variable
Exposición (E) por considerarla implícita en la Vulnerabilidad (V), sin que
esto modificara la concepción original. Dicha formulación, entonces, fue
planteada de la siguiente manera:

Una vez conocida la amenaza o peligro Ai, entendida como la probabilidad


de que se presente un evento con una intensidad mayor o igual a i durante
un período de exposición t, y conocida la vulnerabilidad Ve, entendida
como la predisposición intrínseca de un elemento expuesto e a ser
afectado o de ser susceptible a sufrir una pérdida ante la ocurrencia de un
evento con una intensidad i, el riesgo Rie puede entenderse como la
probabilidad de que se presente una pérdida sobre el elemento e, como
consecuencia de la ocurrencia de un evento con una intensidad mayor o
igual a i,

Rie = f (Ai,Ve)

es decir, la probabilidad de exceder unas consecuencias sociales y


económicas durante un período de tiempo t dado (Cardona 1991).

De una manera más exacta, entonces, pueden distinguirse dos conceptos


que en ocasiones han sido equivocadamente considerados como
sinónimos pero que son definitivamente diferentes tanto desde el punto de
vista cualitativo como cuantitativo:

a) La Amenaza o Peligro, o factor de riesgo externo de un sujeto o sistema,


representado por un peligro latente asociado con un fenómeno físico de
origen natural o tecnológico que puede presentarse en un sitio específico
y en un tiempo determinado produciendo efectos adversos en las
personas, los bienes y/o el medio ambiente, matemáticamente expresado
como la probabilidad de exceder un nivel de ocurrencia de un evento con
una cierta intensidad en un cierto sitio y en cierto período de tiempo.

b) El Riesgo, o daño, destrucción o pérdida esperada obtenida de la


convolución de la probabilidad de ocurrencia de eventos peligrosos y de la
vulnerabilidad de los elementos expuestos a tales amenazas,
matemáticamente expresado como la probabilidad de exceder un nivel de
consecuencias económicas y sociales en un cierto sitio y en un cierto
período de tiempo (Spence 1990).

En términos generales, la "vulnerabilidad" puede entenderse, entonces,


como la predisposición intrínseca de un sujeto o elemento a sufrir daño
debido a posibles acciones externas, y por lo tanto su evaluación
contribuye en forma fundamental al conocimiento del riesgo mediante
interacciones del elemento susceptible con el ambiente peligroso.

La diferencia fundamental entre la amenaza y el riesgo está en que la


amenaza esta relacionada con la probabilidad de que se manifieste un
evento natural o un evento provocado, mientras que el riesgo está
relacionado con la probabilidad de que se manifiesten ciertas
consecuencias, las cuales están íntimamente relacionadas no sólo con el
grado de exposición de los elementos sometidos sino con la vulnerabilidad
que tienen dichos elementos a ser afectados por el evento (Fournier 1985).

Enfoque de las Ciencias Naturales y Sociales

El tema de la evaluación de los riesgos y la prevención de desastres ha


sido tratado relativamente desde hace pocos años a nivel internacional. Su
conceptualización y análisis sistemático prácticamente lo iniciaron los
especialistas de las ciencias naturales con estudios acerca de fenómenos
geodinámicos, hidrometeorológicos y tecnológicos tales como terremotos,
erupciones volcánicas, deslizamientos, huracanes, inundaciones,
accidentes industriales, etc. En otras palabras, durante la mayor parte del
tiempo y en particular en los primeros años el énfasis se dirigió hacia el
conocimiento de las "amenazas" por el sesgo investigativo y académico de
quienes generaron las primeras reflexiones sobre el tema.

Es importante mencionar que aún se conserva este énfasis, en particular


en los países más avanzados, donde por su desarrollo tecnológico se
intenta conocer con mayor detalle los fenómenos generadores de las
amenazas. Esta marcada tendencia ha sido evidente durante los primeros
años del "Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres
Naturales" declarado por la Organización de las Naciones Unidas para los
últimos años del milenio.

Si lo que se pretende es la estimación del riesgo, indudablemente el


estudio y la evaluación de la amenaza es un paso de fundamental
importancia; sin embargo, para lograr dicho propósito es igualmente
importante el estudio y el análisis de la vulnerabilidad. Por esta razón,
varios especialistas, posteriormente, empezaron a impulsar la necesidad
de estudiar la "vulnerabilidad física", la cual básicamente fue relacionada
con el grado de exposición y la fragilidad o capacidad de los elementos
expuestos a la acción de los fenómenos.

Este último aspecto permitió ampliar el trabajo a un ámbito


multidisciplinario debido a la necesidad de involucrar a otros profesionales
tales como ingenieros, arquitectos, economistas y planificadores, quienes
paulatinamente han encontrado de especial importancia la consideración
de la amenaza y la vulnerabilidad como variables fundamentales para la
planificación física y la normas de construcción de vivienda e
infraestructura.

No obstante lo anterior, el enfoque es todavía muy "tecnocrático" porque


sigue siendo altamente dirigido hacia el detonante del desastre: la
amenaza, y no hacia a las condiciones que favorecen la ocurrencia de la
crisis, que no son exclusivamente las condiciones de vulnerabilidad física
sino las de "vulnerabilidad social". En los países en desarrollo la
vulnerabilidad social es, en la mayoría de los casos, la causa de las
condiciones de vulnerabilidad técnica. A diferencia de la amenaza que
actua como detonante, la vulnerabilidad social es una condición que
permanece en forma continua en el tiempo y esta intimamente ligada a los
aspectos culturales y al nivel de desarrollo de las comunidades (Maskrey
1989 y Medina 1992).

Sólo en los últimos años especialistas de las ciencias sociales se han


interesado por el tema, razón por la cual aún existen grandes vacíos que
impiden un entendimiento completo de los problemas de riesgo y sus
verdaderas posibilidades de mitigación. La lectura acerca de la
vulnerabilidad y el riesgo de los geofísicos, hidrólogos, ingenieros,
planificadores, etc. puede llegar a ser muy diferente de la lectura que
tienen las personas y las comunidades expuestas. Por esta razón es
necesario profundizar, también, el conocimiento acerca de la percepción
individual y colectiva del riesgo e investigar las características culturales,
de desarrollo y de organización de las sociedades que favorecen o impiden
la prevención y la mitigación; aspectos de fundamental importancia para
poder encontrar medios eficientes y efectivos que logren reducir el impacto
de los desastres en el mundo.

Un enfoque sociológico de los desastres y del riesgo podría llegar a ser


más ambicioso y prometedor, en particular, en los países en desarrollo en
donde los modelos tradicionales de planificación no han arrojado
resultados satisfactorios debido a la dinámica de sus eventos sociales. Un
planeamiento basado en prospectiva y alertas tempranas podría ser un
camino interesante para explorar, dado que permitiría adelantarse a las
crisis y mitigar los eventos detonantes o las condiciones de vulnerabilidad
que favorezcan la ocurrencia de las mismas.

Evaluación de la Amenaza

Como se definió con anterioridad, la amenaza está relacionada con el


peligro que significa la posible ocurrencia de un fenómeno físico de origen
natural, de origen tecnológico o provocado por el hombre que puede
manifestarse en un sitio y durante un tiempo de exposición prefijado.
Técnicamente, se expresa como la probabilidad de exceder un nivel de
ocurrencia de un evento con un nivel de severidad, en un sitio específico
y durante un período de tiempo.

Desafortunadamente, debido a la complejidad de los sistemas físicos en


los cuales un gran número de variables puede condicionar el proceso, la
ciencia aun no cuenta con técnicas que le permitan modelar con alta
precisión dichos sistemas y por lo tanto los mecanismos generadores de
cada una de las amenazas. Por esta razón, la evaluación de la amenaza,
en la mayoría de los casos, se realiza combinando el análisis probabilístico
con el análisis del comportamiento físico de la fuente generadora,
utilizando información de eventos que han ocurrido en el pasado y
modelando con algún grado de aproximación los sistemas físicos
involucrados.

En otras palabras, para poder cuantificar la probabilidad de que se


presente un evento de una u otra intensidad durante un período de
exposición, es necesario contar con información, la más completa posible,
acerca del número de eventos que han ocurrido en el pasado y acerca de
la intensidad que tuvieron los mismos.

La amenaza sísmica, por ejemplo, para un sector de una ciudad podría


expresarse en términos del valor de la probabilidad que durante un lapso,
digamos de 100 años, se pueda presentar un terremoto que genere una
aceleración pico del suelo igual o superior, supongamos, al 30% de la
aceleración de la gravedad (g). El valor de la amenaza, en este caso, sería
el valor de la probabilidad, es decir, un valor que puede estar entre cero y
uno. En términos probabilísticos un valor cercano a uno significaría que
existe casi la certeza o una alta posibilidad de que durante el tiempo de
exposición definido, 100 años, se presente un evento que genere una
aceleración en ese sector de la ciudad igual o superior a la aceleración de
referencia, 30% g; como por el contrario, si el valor se llegara acercar a
cero, su interpretación sería que es muy poco posible que se presente un
terremoto que genere en ese sector de la ciudad una aceleración de esa
intensidad durante el período de exposición antes mencionado.

El valor de la amenaza obtenido de esta manera permite tomar decisiones


en términos, por ejemplo, de las especificaciones sismo-resistentes que
deben cumplir las edificaciones en los diferentes sectores de la ciudad, las
cuales deben construirse de acuerdo con las aceleraciones potenciales
que probablemente tendrán que soportar durante su vida útil.

Es importante diferenciar la amenaza del evento que la caracteriza, puesto


que la amenaza significa la potencialidad de la ocurrencia de un evento
con cierto grado de severidad, mientras que el evento en si mismo
representa al fenómeno en términos de sus características, su dimensión
y ubicación geográfica.

Igualmente, es importante diferenciar entre un "evento posible" y un


"evento probable", puesto que el primero se refiere a un fenómeno que
puede suceder, mientras que el segundo se refiere a un fenómeno
esperado debido a que existen razones o argumentos técnico-científicos
para creer que ocurrirá o se verificará en un tiempo determinado. Estos
conceptos están íntimamente relacionados con calificativos como "máximo
posible" y "máximo probable" cuya diferenciación es básicamente la
misma.

Por otra parte, es común en la literatura técnica utilizar el concepto de


"período de retorno" o intervalo de recurrencia de un evento, que
corresponde al tiempo "promedio" entre eventos con características
similares en una región. Este es un concepto estadístico importante de
tener en cuenta, ya que en ocasiones se tiene la idea errónea de que este
intervalo es determinístico; como ejemplo, si el período de retorno de una
erupción volcánica, por ejemplo, es de 250 años y hace diez que se
presentó, ésto no significa que falten otros 240 años para que se repita
(Fiske 1984).

En resumen, evaluar la amenaza es "pronosticar" la ocurrencia de un


fenómeno con base en: el estudio de su mecanismo generador, el
monitoreo del sistema perturbador y/o el registro de eventos en el tiempo.
Un pronóstico puede ser a corto plazo, generalmente basado en la
búsqueda e interpretación de señales o eventos premonitorios; a mediano
plazo, basado en la información probabilística de parámetros indicadores,
y a largo plazo, basado en la determinación del evento máximo probable
en un período de tiempo que pueda relacionarse con la planificación del
área potencialmente afectable.

Este tipo de evaluación es realizada por instituciones técnicas y científicas


relacionadas con campos afines a la geología, la hidrometeorología y los
procesos tecnológicos, las cuales de acuerdo con estudios que varían
desde estimaciones generales hasta análisis detallados, plasman en
mapas de diferentes escalas la cuantificación de la amenaza y llevan a
cabo una "zonificación" en la cual, mediante un proceso de determinación
de la misma en varios sitios, delimitan áreas homogéneas o zonas de
amenaza constante. A este tipo de cartografía se le conoce como mapas
de amenaza, los cuales son un insumo de fundamental importancia para
la planificación física y territorial (Fig.3).

Por otra parte, cuando los pronósticos pueden realizarse en el corto plazo,
es común darle a este proceso el nombre de "predicción". Esta técnica,
mediante la cual se pretende determinar con certidumbre cuándo, dónde
y de qué magnitud será un evento, es fundamental para el desarrollo de
sistemas de alerta, cuyo objetivo es informar anticipadamente a la
población amenazada acerca de la ocurrencia o inminente ocurrencia de
un fenómeno peligroso (National Academy of Sciences 1975). Su
aplicación permite, en general, caracterizar un evento como previsible o
imprevisible a nivel del estado del conocimiento.

Análisis de la Vulnerabilidad

Tal como se definió con anterioridad, la vulnerabilidad corresponde a la


predisposición o susceptibilidad que tiene un elemento a ser afectado o a
sufrir una pérdida. En consecuencia, la diferencia de vulnerabilidad de los
elementos determina el carácter selectivo de la severidad de los efectos
de un evento externo sobre los mismos.

La vulnerabilidad, en términos generales, puede clasificarse como de


carácter técnico y de carácter social, siendo la primera más factible de
cuantificar en términos físicos y funcionales, como por ejemplo, en
pérdidas potenciales referidas a los daños o la interrupción de los
servicios, a diferencia de la segunda que prácticamente sólo puede
valorarse cualitativamente y en forma relativa, debido a que está
relacionada con aspectos económicos, educativos, culturales, ideológicos,
etc.
En consecuencia, un análisis de vulnerabilidad es un proceso mediante el
cual se determina el nivel de exposición y la predisposición a la pérdida de
un elemento o grupo de elementos ante una amenaza especifica,
contribuyendo al conocimiento del riesgo a través de interacciones de
dichos elementos con el ambiente peligroso.

Los elementos bajo riesgo son el contexto social y material representado


por las personas y por los recursos y servicios que pueden ser afectados
por la ocurrencia de un evento, es decir, las actividades humanas, los
sistemas realizados por el hombre tales como edificaciones, líneas vitales
o infraestructura, centros de producción, utilidades, servicios y la gente que
los utiliza.

Este tipo de evaluaciones deben ser realizadas por entidades o


profesionales de diversas disciplinas. Estudios acerca de la vulnerabilidad
física y funcional, por ejemplo, deben ser realizados por ingenieros,
arquitectos y planificadores, y evaluaciones de la vulnerabilidad social
deben ser desarrolladas en forma multidisciplinaria por parte de
economistas, sociólogos, médicos, socorristas y planificadores, entre
otros.

Por ejemplo, la evaluación de la capacidad sismo-resistente de


edificaciones o de obras civiles existentes, es un caso de análisis de
vulnerabilidad física desde el punto de vista sísmico; la determinación del
nivel de exposición de viviendas y de infraestructura, y su capacidad para
soportar una inundación, es un ejemplo de un análisis de vulnerabilidad
ante inundaciones. De otra parte, la evaluación del conocimiento y de la
capacidad de una comunidad para actuar correctamente ante la
ocurrencia, por ejemplo, de una erupción volcánica, corresponde a un
análisis de vulnerabilidad educativa para el caso volcánico; igualmente, el
análisis de la capacidad de reacción de personal de socorro, y de la
capacidad hospitalaria ante una demanda masiva de servicios médicos,
corresponde a un análisis de vulnerabilidad institucional y funcional para
atender un desastre.

Estimación del Riesgo

El riesgo, como ya se mencionó, se obtiene de relacionar la amenaza, o


probabilidad de ocurrencia de un fenómeno de una intensidad específica,
con la vulnerabilidad de los elementos expuestos. Por lo tanto, el riesgo
puede ser de carácter geológico, hidrológico, atmosférico o, también,
tecnológico, dependiendo de la naturaleza de la amenaza a la cual está
referido.

Desde el punto de vista físico, el "riesgo específico" es la pérdida esperada


en un período de tiempo, que puede ser expresada como una proporción
del valor o costo de reemplazo de los elementos bajo riesgo. Usualmente,
el riesgo específico representa pérdida de vidas, heridos y pérdidas de
inversiones de capital. Ahora bien, debido a la dificultad que significa
estimar el "riesgo total", o sea la cuantificación acumulativa del riesgo
específico de cada uno de los elementos expuestos y para cada una de
las amenazas, en general se acepta referirse al riesgo haciendo referencia
a un riesgo específico representativo para la región, como por ejemplo: el
riesgo por inundación para las cosechas, el riesgo sísmico de las
edificaciones, el riesgo de las líneas vitales por deslizamientos, etc.

Adicionalmente, es común que el riesgo sea estimado solamente en


términos físicos, dado que la vulnerabilidad social es difícil de evaluar en
términos cuantitativos, no con ésto queriendo decir que no sea posible
estimar, para estos casos, en forma relativa o mediante indicadores
"riesgos relativos", que igualmente permiten tomar decisiones y definir
prioridades de prevención y mitigación.

De otra parte, una vez evaluado el riesgo y teniendo en cuenta que no es


posible reducirlo a cero, para efectos de la planificación y el diseño de
obras de infraestructura y de protección es necesario definir un nivel de
"riesgo aceptable", o sea un valor admisible de probabilidad de
consecuencias sociales y económicas que, a juicio de las autoridades que
regulan este tipo de decisiones, se considera lo suficientemente bajo para
permitir su uso en la planificación física, la formulación de requerimientos
de calidad de los elementos expuestos o para fijar políticas socio-
económicas afines.

En resumen, para evaluar el riesgo deben seguirse tres pasos: la


evaluación de la amenaza o peligro; el análisis de la vulnerabilidad y la
estimación del riesgo como resultado de relacionar los dos parámetros
anteriores. Cambios en uno o más de estos parámetros modifican el riesgo
en si mismo.

Al igual que la amenaza, el riesgo también puede plasmarse en mapas.


Estos mapas pueden ser, dependiendo de la naturaleza de la amenaza
probabilísticos o determinísticos. En este último caso, los mapas de riesgo
representan un "escenario", o sea la distribución espacial de los efectos
potenciales que puede causar un evento de una intensidad definida sobre
un área geográfica, de acuerdo con el grado de vulnerabilidad de los
elementos que componen el medio expuesto (Cardona 1991).

Estos mapas, como puede intuirse, no sólo son de fundamental


importancia para la planificación de la intervención de la amenaza y/o la
vulnerabilidad a través de los planes de desarrollo, sino también para la
elaboración de los planes de contingencia que los organismos operativos
deben realizar durante la etapa de preparativos para emergencias. Es
importante anotar que un plan operativo elaborado con base en un mapa
de riesgo es mucho más eficiente que si se realiza sin conocer dicho
escenario de efectos potenciales, dado que este último permite definir
procedimientos de respuesta más precisos para atender a la población en
caso de desastre.

Conclusiones

El poder conocer qué tipo de eventos pueden presentarse en el futuro en


una región determinada, aunque no se conozca con exactitud cuándo
exactamente pueden ocurrir, es una actividad de fundamental importancia
para orientar el desarrollo de una región, de tal manera que el impacto de
dichos eventos sea el mínimo posible y que no signifiquen un trastorno
para el desarrollo social y económico de la misma.

El conocer los efectos potenciales y/o pérdidas que pueden presentarse


en el contexto social y material permite que dentro de los planes de
desarrollo y los programas de inversión se puedan definir medidas que
eviten o atenuen las consecuencias de los futuros desastres, bien sea
mediante la intervención en la ocurrencia del evento, en el caso de que
ésto sea posible, o modificando las condiciones que propician que los
efectos del mismo se presenten.

En la actualidad, desde el punto de vista metodológico, es ampliamente


aceptado que el riesgo se obtiene relacionando la probabilidad de
ocurrencia del fenómeno que lo genera, denominada amenaza, con la
predisposición que ofrecen los elementos amenazados a ser afectados por
el fenómeno, denominada vulnerabilidad.

Controlar o encauzar el curso físico de un evento, o reducir su magnitud y


frecuencia, son medidas relacionadas con la intervención de la amenaza.
La reducción al mínimo posible de los daños materiales mediante la
modificación de la resistencia de los elementos expuestos es una medida
relacionada con la intervención de la vulnerabilidad física. Aspectos
relacionados con planificación del medio, la reglamentación de usos del
suelo, seguros, preparativos para la atención de emergencias y educación
son medidas de prevención y mitigación, que incorporadas en los planes
de desarrollo, están dirigidas a disminuir la vulnerabilidad física, funcional
y social.

En consecuencia, sólo mediante la incorporación en los procesos de


desarrollo de actividades integradas para prevenir o mitigar los efectos de
los desastres, es posible reducir el riesgo que los mismos ofrecen para las
personas los bienes y servicios. Por esta razón, cualquier proceso de
desarrollo debe considerar estos aspectos como parte integral del mismo,
pues de lo contrario se aceptaría que los desastres son "actos de Dios" o
de la mala suerte.

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