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Vida y obra de Miguel de Cervantes

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MIGUEL DE CERVANTES.

EL QUIJOTE
La vida de Miguel de Cervantes transcurrió entre dos épocas, la renacentista y la barroca,
pues nació en 1547 y murió en 1616. Su obra refleja ese período de transición y crisis,
pues sus experiencias personales se convirtieron muchas veces en materia literaria.
1. VIDA
Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares en 1547. Poco sabemos de su
formación, pero es probable que sus estudios no llegaran a ser universitarios. Sin
embargo, su obra muestra un gran conocimiento de la cultura de su época y un
pensamiento cercano al humanismo erasmista.
Se alistó como soldado y participó en la batalla de Lepanto, donde perdió la movilidad de
la mano izquierda. Continuó unos años como soldado y cuando regresaba a la Península,
fue apresado por piratas turcos y pasa cinco años de cautiverio en Argel, hasta que pudo
ser liberado gracias al rescate que aportó su familia. En 1580 regresa a España, intenta
ejercer diversos trabajos y se casa. Residió en Sevilla ejerciendo el oficio de comisario de
abastecimientos (requisaba alimentos para las expediciones de Felipe II). Fue
encarcelado dos veces por problemas administrativos, y es probable que El Quijote se
gestara en la prisión. Sus últimos años transcurren en Valladolid y Madrid, donde muere el
23 de abril de 1616.
2. OBRA
Cervantes escribió narraciones, teatro y poesía, pero destaca como el mejor narrador de
su tiempo gracias a El Quijote. Esta novela resume toda la narrativa anterior y, a la vez,
resulta determinante para la evolución posterior del género.
2.1. Poesía
La poesía de Cervantes sigue el modelo de la lírica renacentista. Aunque su poesía es
inferior a su prosa.
Su composición en verso más importante es El Viaje del Parnaso, extenso poema en
tercetos de tono satírico, en el que se comenta el estado de la poesía de la época,
vertiendo juicios y opiniones sobre diversos escritores de su tiempo y sobre su propia
obra: “Yo que siempre trabajo y me desvelo/ por parecer que tengo de poeta/ la gracia
que no quiso darme el cielo”.
2.2. Teatro
La obra dramática de Cervantes se puede clasificar en los siguientes subgéneros:
 Tragedias de tipo clásico como La Numancia.
 Comedias: algunas de las comedias se desarrollan en el ambiente morisco (Los
baños de Argel), otras, se acercan al ambiente de la picaresca y algunas son lo que
podríamos llamar “comedias de enredo”.
 El mayor acierto del teatro de Cervantes son los entremeses, que presentan breves
cuadros de la vida cotidiana del momento. Destacan El retablo de las maravillas, El
viejo celoso y La cueva de Salamanca.
2.3. Prosa
La novela de Cervantes es esencial para el desarrollo del género en la literatura española.
Tiene el mérito de haber abierto el camino a la novela corta.
 La Galatea (1585) es una novela pastoril, género renacentista por excelencia. Está
dividida en seis libros. Posee las características propias del género: pastores refinados,
desengaños amorosos paisaje idealizado…
 Las Novelas ejemplares (1613) son doce novelas cortas. Él es el primero en escribir
este tipo de narración. Algunas novelas ejemplares tienen un planteamiento idealista y
otras se acercan al realismo próximo a la picaresca. Entre las Novelas ejemplares
destacan “La gitanilla”, “El coloquio de los perros”, “El celoso extremeño” y “Rinconete y
Cortadillo”.
 Los trabajos de Persiles y Sigismunda, publicada tras la muerte de Cervantes, en
1617, sigue el modelo de la novela bizantina.

2.3.1. El Quijote
Publicación
En 1605 aparece El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Al final de la obra,
Cervantes deja entrever la posibilidad de continuar las aventuras de su caballero. Diez
años después, en 1615, se publicaría la segunda parte de la obra. Seguramente, Cervantes
se vio impulsado a terminar su obra y a hacer morir a su protagonista tras la publicación de
una segunda parte aparecida en 1614, firmada por un tal Alonso Fernández de Avellaneda,
cuya verdadera personalidad es aún muy discutida.
Tuvo gran éxito nada más publicarse. Se tradujo al francés, al inglés y al italiano y terminó
convirtiéndose en una de las obras más traducidas y editadas de todos los tiempos.
Estructura y argumento
El Quijote narra la historia de un hidalgo manchego que se vuelve loco por leer muchos
libros de caballerías. Se publicó en dos partes: la primera apareció en 1605, y la segunda,
en 1615.
 La primera parte de El Quijote relata dos salidas de Don Quijote, la segunda ya con su
escudero Sancho. Tras ser armado caballero en una venta que imagina castillo, le
suceden diversas aventuras (molinos de viento, el yelmo de Mambrino, galeotes…),
hasta que el cura y el barbero le hacen volver a casa haciéndole creer que está
encantado. A lo largo de esta primera parte se intercalan narraciones de carácter
pastoril, sentimental o morisco.
 La segunda parte recoge la tercera salida. Cervantes, para desmentir a su imitador
Avellaneda, se niega a que sus personajes participen en unas justas en Zaragoza, tal
como había prometido en la primera parte de la obra. Ahora se dirigen hacia Aragón y
llegan a Barcelona. En esta segunda parte no aparecen relatos intercalados, lo que
favorece la continuidad de la novela. Lo original es que presenta personajes que han
leído la primera parte de la obra, y que los protagonistas saben que sus aventuras han
sido publicadas y son conocidas. Don Quijote es vencido por el Caballero de la Blanca
Luna (su amigo Sansón Carrasco), quien le había impuesto la condición de que, en caso
de salir derrotado, había de regresar a su casa. Allí muere Don Quijote, ya cuerdo.
El narrador. El punto de vista narrativo
Parodiando los libros de caballerías, el narrador finge recoger datos sobre su protagonista
en los archivos de la Mancha. En un momento de la obra se corta la narración y el narrador
dice que no puede continuar el relato. Entonces explica que, casualmente, encuentra el
texto original escrito en árabe por un tal Cide Hamete Benengeli, hace traducir el texto por
un morisco y así puede continuar la narración. Este artificio permite a Cervantes un
alejamiento irónico, ya que puede comentar su propia obra.
Protagonistas: Don Quijote y Sancho Panza
Un gran valor de la novela de Cervantes es la creación de la pareja protagonista. Se ha
visto en ellos la antítesis entre locura y cordura, entre idealismo utópico y materialismo
realista.
 Don Quijote constituye el modelo del hombre noble, idealista y bondadoso, pero
enajenado en todo lo referente al mundo caballeresco. Sin embargo, fuera de su peculiar
locura caballeresca, muestra buen juicio y expone atinadas opiniones sobre muy diversos
asuntos. Rasgo esencial de su carácter es la defensa de sus ideas incluidas las que
proceden de su extraña locura. Cuando Don Quijote habla como caballero andante, utiliza
un lenguaje arcaizante y, cuando expone su criterio sobre cualquier otro tema, habla con
un estilo culto y bien construido.
 Sancho Panza representa al hombre llano, con una enorme sabiduría popular, práctico
y materialista. Utiliza un lenguaje vivo, popular y salpicado de abundantes refranes.
Característica de los dos protagonistas sería la trasferencia de rasgos del uno al otro. Y,
por ello, se ha hablado de la “quijotización” de Sancho y de la “sanchificación” de don
Quijote. Por ejemplo, Sancho, que al principio sólo ve los errores de la imaginación de su
señor, acaba consolando a don Quijote en las numerosas derrotas y propone a su amo, ya
moribundo, imitar el estilo de vida de los pastores literarios. Por su parte, don Quijote, en
momentos de la obra, es quien dice a Sancho cómo es la realidad (en el momento en que
Sancho le quiere hacer creer que una aldeana que ven es Dulcinea).
Intención del Quijote.
Ya en el prólogo del libro, Cervantes dice que ha escrito El Quijote contra los libros de
caballerías. Cervantes optó por la crítica más eficaz: la parodia. Todos los elementos
típicos de las novelas de caballerías aparecen ridiculizados: el joven caballero de noble
linaje y fuerza asombrosa es un pobre hidalgo cincuentón, en lugar de exóticos escenarios,
el inicio de la acción se sitúa en la Mancha, la hermosa princesa es una robusta aldeana...
Pero Cervantes va más allá de la parodia. En la novela se tratan cuestiones de carácter
literario, moral, religioso, político, social, filosófico…, además de ser un notable fresco de la
vida española de su tiempo.
ACTIVIDADES
1. Lee el siguiente fragmento de El Quijote y contesta a las cuestiones:
Capítulo I: Que trata de la condición y ejercicio del famoso y valiente hidalgo don Quijote
de la Mancha

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo


que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga 1 antigua, rocín flaco y galgo
corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón2 las más noches, duelos y
quebrantos3 los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos,
consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte 4,
calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de
entresemana se honraba con su vellorí 5 de lo más fino. Tenía en su casa una ama que
pasaba de los cuarenta y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y
plaza que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro
hidalgo con los cincuenta años. Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de
rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de
«Quijada», o «Quesada», que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste
caso escriben, aunque por conjeturas verisímiles se deja entender que se llamaba
«Quijana». Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración dél no se
salga un punto de la verdad.

Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso —que eran
los más del año—, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que
olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda; y
llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de
sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y, así, llevó a su casa todos
cuantos pudo haber dellos; y, de todos, ningunos le parecían tan bien como los que
compuso el famoso Feliciano de Silva porque la claridad de su prosa y aquellas
entricadas razones suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba a leer aquellos
requiebros y cartas de desafíos, donde en muchas partes hallaba escrito: «La razón de la
sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me
quejo de la vuestra fermosura». Y también cuando leía: «Los altos cielos que de vuestra
divinidad divinamente con las estrellas os fortifican y os hacen merecedora del
merecimiento que merece la vuestra grandeza...»

Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas y
desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo Aristóteles, si
resucitara para solo ello. No estaba muy bien con las heridas que don Belianís daba y
recebía, porque se imaginaba que, por grandes maestros que le hubiesen curado, no
dejaría de tener el rostro y todo el cuerpo lleno de cicatrices y señales. Pero, con todo,
alababa en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella inacabable aventura,
y muchas veces le vino deseo de tomar la pluma y dalle fin al pie de la letra como allí se
promete; y sin duda alguna lo hiciera, y aun saliera con ello, si otros mayores y continuos
pensamientos no se lo estorbaran. Tuvo muchas veces competencia con el cura de su
lugar —que era hombre docto, graduado en Cigüenza—sobre cuál había sido mejor
caballero: Palmerín de Ingalaterra o Amadís de Gaula; mas maese Nicolás, barbero del
mesmo pueblo, decía que ninguno llegaba al Caballero del Febo, y que si alguno se le
podía comparar era don Galaor, hermano de Amadís de Gaula, porque tenía muy
acomodada condición para todo, que no era caballero melindroso, ni tan llorón como su
hermano, y que en lo de la valentía no le iba en zaga.

En resolución, él se enfrascó tanto en su letura, que se le pasaban las noches leyendo de


claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le
secó el celebro de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo
aquello que leía en los libros, así de encantamentos como de pendencias, batallas,
desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de
tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas
invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.
1
Adarga: escudo. 2Salpicón: fiambre de restos de vaca, cebolla picada y aderezada con vinagre y sal. 3
Duelos y quebrantos: huevos con tocino. 4Velarte: paño de abrigo. 5Vellorí: paño entrefino de color pardo
ceniciento.

a) ¿Te parece que la Mancha recuerda los escenarios geográficos típicos de la novela
caballeresca? ¿Por qué crees que Cervantes sitúa la novela en tales parajes?
b) Anota los rasgos que caracterizan al protagonista, según el fragmento anterior.
Diferencia entre rasgos físicos y forma de vida (en dónde vive, con quién, cómo, qué hace
habitualmente…)
c) Señala la parte que se refiere a los libros de caballería. ¿A qué le conduce su
desaforada afición? ¿Con quién la comparte?
d) En el párrafo final recoge la conclusión de lo anterior. Anota la frase clave del párrafo.
e) Señala las partes del texto. Distingue también entre las más descriptivas y narrativas.
f) Cuando se habla de los libros de caballería se acentúa la ironía. ¿Qué podemos deducir
del estilo de los libros de caballerías según el texto?

2. El siguiente fragmento pertenece al capítulo XVIII (aventura de los rebaños) de la


primera parte. Don Quijote cree ver dos grandes ejércitos, cuando en realidad son dos
rebaños que levantan una gran polvareda. El protagonista decide intervenir en la batalla
junto a los nobles caballeros y el ejército de los malvados.
Estaba Sancho Panza colgado de sus palabras sin hablar ninguna, y de cuando en
cuando volvía la cabeza a ver si veía los caballeros y gigantes que su amo nombraba, y
como no descubría a ninguno le dijo:
Señor, encomiendo al diablo, si hombre, ni gigante, ni caballero de cuantos vuestra
merced dice parece por todo esto, a lo menos yo no los veo; quizá todo esto debe ser
encantamiento como las fantasmas de anoche.
- ¿Cómo dices eso?- respondió Don Quijote- ¿No oyes el relinchar de los caballos, el
tocar de los clarines, el ruido de los tambores?
- No oigo otra cosa- respondió Sancho- sino balidos de ovejas y carneros. Y así era la
verdad, porque ya llegaban cerca los dos rebaños.
- El miedo que tienes- dijo Don Quijote- te hace, Sancho, que ni veas ni oigas a
derechas, porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos, y hacer que las
cosas no parezcan lo que son; y si es que tanto temes, retírate a una parte y déjame solo,
que solo basto a dar la victoria a la parte a quien yo diere mi ayuda. Y diciendo esto puso
las espuelas a Rocinante, y puesta la lanza en el ristre bajó de la costezuela como un
rayo. Diole voces Sancho, diciéndole:
- Vuélvase vuestra merced, señor Don Quijote, que voto a Dios que son carneros y
ovejas las que va a embestir: vuélvase, desdichado del padre que me engendró: ¡qué
locura es ésta! Mire que no hay gigante ni caballero alguno, ni gatos, ni armas, ni escudos
partidos ni enteros, ni veros azules ni endiablados. ¿Qué es lo que hace? Pecador soy yo
a Dios.
Ni por esas volvió Don Quijote, antes en altas voces iba diciendo:
- ¡Ea, caballeros, los que seguís y militáis debajo de las banderas del poderoso emperador
Pentapolin del arremangado brazo, seguidme todos, veréis cuán fácilmente le doy
venganza de su enemigo Alifanfaron de la Trapobana!
Esto diciendo, se entró por medio del escuadrón de las ovejas, y comenzó de alanceallas
con tanto con coraje y denuedo, como si de veras alanceara a sus mortales enemigos.
Los pastores y ganaderos que con la manada venían, dábanle voces que no hiciese
aquello; pero viendo que no aprovechaban, desciñéronse las ondas, y comenzaron a
saludarle los oídos con piedras como el puño. Don Quijote no se curaba de las piedras;
antes discurriendo a todas partes, decía:
- ¿Adónde estás, soberbio Alifanfaron? Vente a mí, que un caballero solo soy, que
desea de solo a solo probar tus fuerzas y quitarte la vida en pena de la que das al
valeroso Pentapolin Garamanta.
Llegó en esto una peladilla de arroyo, y dándole en un lado, le sepultó dos costillas en el
cuerpo. Viéndose tan maltrecho, creyó sin duda que estaba muerto o mal ferido, y
acordándose de su licor, sacó su alcuza, y púsosela a la boca, y comenzó a echar licor en
el estómago; mas antes que acabase de envasar lo que a él le parecía que era bastante
llegó otra almendra, y diole en la mano y en la alcuza tan de lleno, que se la hizo
pedazos, llevándole de camino tres o cuatro dientes y muelas de la boca, y
machucándole malamente dos dedos de la mano.
Tal fue el golpe primero, y tal el segundo, que le fue forzoso al pobre caballero dar
consigo del caballo abajo. Llegáronse a él los pastores, y creyendo que le habían muerto,
y así con mucha priesa recogieron su ganado, y cargaron de las reses muertas, que
pasaban de siete, y sin averiguar otra cosa se fueron. Estábase todo este tiempo Sancho
sobre la cuesta, mirando las locuras que su amo hacía, y arrancábase las barbas,
maldiciendo la hora y el punto en que la fortuna se le había dado a conocer. Viéndole,
pues, caído en el suelo, y que ya los pastores se habían ido, bajó de la cuesta y llegose a
él, y hallándole de muy mal arte, aunque no había perdido el sentido, y díjole:
- ¿No le decía yo, señor Don Quijote, que se volviese, que los que iba a acometer no
eran ejércitos, sino manadas de carneros?
- Como eso puede desaparecer y contrahacer aquel ladrón del sabio mi enemigo,
respondió Don Quijote: sábete, Sancho, que es muy fácil cosa a los tales hacernos
parecer lo que quieren, y este maligno que me persigue, envidioso de la gloria que vio
que yo había de alcanzar desta batalla, ha vuelto los escuadrones de enemigos en
manadas de ovejas. Si no haz una cosa, Sancho, por mi vida, porque te desengañes y
veas ser verdad lo que te digo: sube en tu asno y síguelos bonitamente, y verás cómo, en
alejándose de aquí algún poco, se vuelven en su ser primero, y dejando de ser carneros,
son hombres hechos y derechos, como te los pinté primero, pero no vayas ahora, que he
menester tu favor y ayuda; llégate a mí, y mira cuántas muelas y dientes me faltan, que
me parece que no me ha quedado ninguno en la boca.

a) El fragmento anterior sigue el esquema básico de casi todos los episodios de la


segunda salida. Es, en definitiva, el choque entre la visión caballeresca de don Quijote y
la realidad, que tiene siempre un mismo planteamiento:
 Don Quijote transforma la realidad: la convierte en una típica situación caballeresca.
 Sancho intenta disuadirlo de su error, pero no lo convence.
 El protagonista sale malparado de su aventura.
 Cuando Sancho le repite que ha deformado la realidad, don Quijote responde que ha
sido el escudero quien no ha visto la realidad por obra de encantamiento.
Señala en el texto las partes enunciadas anteriormente.
b) Respecto a la psicología de los personajes, ¿con qué moral entra en combate don
Quijote? ¿Qué piensa Sancho de las locuras de su amo? ¿Cómo actúan los pastores?
c) Observa las diferencias del lenguaje entre el narrador, Don Quijote y Sancho. También
se dan variaciones en el lenguaje del propio protagonista, que habla de una manera más
retórica cuando actúa como caballero andante. Señala expresiones retórica en el lenguaje
de don Quijote-caballero.

3. El siguiente fragmento pertenece al último capítulo de la novela. Los personajes han


evolucionado, don Quijote ha recobrado la cordura y Sancho se ha “quijotizado”:
Hizo salir la gente el cura, y quedóse solo con él y confesóle.
El bachiller fue por el escribano y de allí a poco volvió con él y con Sancho Panza; el cual
Sancho, que ya sabía por nuevas del bachiller en qué estado estaba su señor, hallando a
la ama y a la sobrina llorosas, comenzó a hacer pucheros y a derramar lágrimas. Acabóse
la confesión y salió el cura diciendo:
—Verdaderamente se muere y verdaderamente está cuerdo Alonso Quijano el Bueno;
bien podemos entrar para que haga su testamento.
Estas nuevas dieron un terrible empujón a los ojos preñados de ama, sobrina y de
Sancho Panza, su buen escudero, de tal manera, que los hizo reventar las lágrimas de
los ojos y mil profundos suspiros del pecho; porque verdaderamente, como alguna vez se
ha dicho, en tanto que don Quijote fue Alonso Quijano el Bueno a secas, y en tanto que
fue don Quijote de la Mancha, fue siempre de apacible condición y de agradable trato, y
por esto no solo era bien querido de los de su casa, sino de todos cuantos le conocían.
Entró el escribano con los demás, y después de haber hecho la cabeza del testamento y
ordenado su alma don Quijote, con todas aquellas circunstancias cristianas que se
requieren, llegando a las mandas, dijo:
—Ítem, es mi voluntad que de ciertos dineros que Sancho Panza, a quien en mi locura
hice mi escudero, tiene, que porque ha habido entre él y mí ciertas cuentas, y dares y
tomares, quiero que no se le haga cargo dellos ni se le pida cuenta alguna, sino que si
sobrare alguno después de haberse pagado de lo que le debo, el restante sea suyo, que
será bien poco, y buen provecho le haga; y si, como estando yo loco fui parte para darle
el gobierno de la ínsula, pudiera agora, estando cuerdo, darle el de un reino, se le diera,
porque la sencillez de su condición y fidelidad de su trato lo merece.
De cómo don Quijote cayó malo y del testamento que hizo y su muerte
Y, volviéndose a Sancho, le dijo:
—Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote
caer en el error en que yo he caído de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo.
—¡Ay! —respondió Sancho llorando—. No se muera vuestra merced, señor mío, sino
tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre
en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le
acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y
vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá tras de alguna
mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. Si
es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por
haber yo cinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto más que vuestra merced habrá
visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros y el
que es vencido hoy ser vencedor mañana.
—Así es —dijo Sansón—, y el buen Sancho Panza está muy en la verdad destos casos.
—Señores —dijo don Quijote—, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño
no hay pájaros hogaño1. Yo fui loco y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha y soy
agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi
arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía, y prosiga
adelante el señor escribano.

1. En los nidos de antaño no hay pájaros hogaño: refrán. Ya se acabaron las ilusiones, han cambiado las
circunstancias’

a) ¿Cómo califica el cura a Alonso Quijano? ¿Cervantes justifica después esas palabras?
b) Resume qué dice don Quijote sobre Sancho Panza.
c) Después de analizar la reacción de Sancho, di si refleja una quijotización. Señálala.
d) ¿Qué motivo tiene Cervantes para acabar su novela con la muerte del protagonista?

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