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Fernández - Privatopía Sacrílega-Cap 3

El documento analiza los efectos del urbanismo privado en los humedales de la cuenca baja del Río Luján, destacando la expansión de urbanizaciones cerradas y su impacto en los servicios ecológicos. Se critica la fragmentación de áreas naturales y la pérdida de suelo fértil, así como la falta de regulación adecuada en la administración de estas urbanizaciones. A través de un enfoque de ecología urbana, se propone una valoración de los servicios ecológicos y estrategias para una urbanización más sostenible.

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El documento analiza los efectos del urbanismo privado en los humedales de la cuenca baja del Río Luján, destacando la expansión de urbanizaciones cerradas y su impacto en los servicios ecológicos. Se critica la fragmentación de áreas naturales y la pérdida de suelo fértil, así como la falta de regulación adecuada en la administración de estas urbanizaciones. A través de un enfoque de ecología urbana, se propone una valoración de los servicios ecológicos y estrategias para una urbanización más sostenible.

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La privatopía sacrílega

Efectos del urbanismo privado en humedales de


la cuenca baja del Río Luján
Una crítica desde la geografía urbana

Patricia Andrea PINTOS


Patricio NARODOWSKI

(Coordinadores)

Centro de Investigaciones Geográficas


Instituto de Investigaciones en Humanidades
y Ciencias Sociales
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA

1
Índice

PRÓLOGO……………………………………………………………………………….
Diego RÍOS

CAPÍTULO 1. Cambios en la configuración de los territorios


metropolitanos y proyectos en pugna en un país de la periferia
capitalista………………………………………………………………………………...
Patricia Andrea PINTOS y Patricio NARODOWSKI

CAPÍTULO 2. Los diversos abordajes de la relación entre ecología,


economía y sociedad……………………………………….………………………...
Patricio NARODOWSKI

CAPÍTULO 3. Expansión urbana y sus impactos en los servicios


ecológicos en la cuenca del Río Luján………………………………………..……
Leonardo FERNÁNDEZ

CAPÍTULO 4. Urbanizaciones cerradas en humedales de la cuenca baja del


Río Luján. Características locacionales y dimensiones del
fenómeno……......................................................................................................
Silvina FERNÁNDEZ, Claudia KOCHANOWSKY y Noelia VALLEJO

CAPÍTULO 5. El papel de la administración en la aprobación de las


urbanizaciones cerradas en humedales: una institucionalidad borrosa.
Análisis del marco legal y normativo………...………………………………..……
Luciano PUGLIESE y Alejandra SGROI
CAPÍTULO 6. Áreas naturales protegidas. Problemáticas ambientales
derivadas de la construcción de urbanizaciones cerradas…………………...
María Inés BOTANA, Gabriela D’AMICO y Andrea PÉREZ BALLARI

CAPÍTULO 7. Proyectos inmobiliarios y proyectos alternativos en


humedales. Un ejercicio de rentabilidades comparadas………………………..
Patricio NARODOWSKI y Demian PANIGO

CAPÍTULO 8. Escobar: un caso de defensa activa de humedales…………….


Mariana MÉNDEZ

RELEXIONES FINALES

2
Capítulo 3

Expansión urbana y sus impactos en los servicios ecológicos


en la cuenca del Río Luján1

Introducción

La Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA) manifiesta procesos


territoriales ligados a la urbanización difusa, que se basan en un modelo de
urbanización de gran extensión geográfica y de una baja densidad. Se trata,
específicamente, de las urbanizaciones cerradas, que son recintos
habitacionales desarrollados en el periurbano bonaerense, conectados a través
de autopistas con acceso a la Ciudad de Buenos Aires, y también, asociados a
corredores fluviales de los ríos Paraná y de la Plata. El auge de la urbanización
cerrada como modelo residencial se da a fines de la década de 1970, y tiene su
máximo desarrollo durante la década de 1990 debido a varios factores de orden
territorial. Hay que agregar que el crecimiento económico del país desde el 2003
produjo un repunte muy significativo de urbanizaciones cerradas. Este
fenómeno comenzó relativamente tarde en comparación con otras ciudades de
América Latina o de los Estados Unidos, pero en poco tiempo tuvo un
crecimiento significativo.

Las mejoras de la infraestructura vial y las posibilidades de expansión de


diversas zonas dieron lugar a un modo de producción espacial extraordinario, al
punto de caracterizar la fase más reciente de urbanización metropolitana. En los
últimos años se ha analizado el proceso de incremento de las urbanizaciones
cerradas en la RMBA desde diversos enfoques. La temática fue abordada,
principalmente, desde los aspectos geográficos y urbanísticos del fenómeno
(Torres, 1998; Pírez, 2004 y Tella, 2005, entre otros) y también sociales
(Svampa, 2001), analizando los procesos de dispersión y de fragmentación
social asociados a la organización territorial de la metrópolis de Buenos Aires.
En este sentido, se verifica en las investigaciones realizadas los patrones de
asentamiento de este tipo de urbanizaciones. Estos son: el incremento de
parcelamientos exclusivos en la periferia, el creciente desarrollo de sistemas de
infraestructura viaria, la segregación urbana, la descentralización del sector
terciario, la mayor demanda de movilidad, entre otros. No obstante, es posible
ampliar el estudio sobre las urbanizaciones cerradas, considerando el modo de
apropiación del entorno y el grado de presión que ejercen sobre el territorio y
sobre los recursos naturales. En síntesis, analizando su huella ecológica.

1 Este trabajo se nutre de los aportes del proyecto “Problemática ambiental de la Cuenca del Río Luján.
Manejo y gestión del recurso hídrico”, asentado en el Área de Ecología del Instituto del Conurbano de la
Universidad Nacional de General Sarmiento y subsidiado por la ANPCyT PICT 04 20417. Parte de sus
resultados fueron adelantados como ponencia en el XI Coloquio Internacional de Geocrítica La planificación
territorial y el urbanismo desde el diálogo y la participación. Universidad de Buenos Aires: Buenos Aires, 2 al
7 mayo de 2010. Trabajo: Fernández, L., A C. Herrero, I. Martín, La impronta del urbanismo privado: ecología
de las urbanizaciones cerradas en la RMBA.

59
Ahora bien, se constata que las urbanizaciones cerradas se ofrecen en
constantes campañas de difusión realzando imaginarios de grupos sociales que
quieren vivir en una suerte de “urbanización verde”, próximos al campo y en
conexión con la naturaleza, además de valorar los aspectos de seguridad y
exclusividad. En la Región, aunque es la llanura el paisaje predominante, el
encuentro con el delta y con el estuario rioplatense origina una diversidad de
ambientes en la que se asocian suelo, vegetación y fauna únicos. Es en ese
ecotono donde se desarrollan fundamentalmente las lógicas de la urbanización
cerrada, fundamentalmente por los valores paisajísticos de la localización.

Las características específicas de su desarrollo histórico han dejado una fuerte


impronta en la estructura territorial, y se agudizan hoy por los rasgos actuales
del mercado de la vivienda (y del suelo), del trabajo y de la movilidad. Para tener
una aproximación territorial del fenómeno hay que destacar que según la
Dirección Provincial de Ordenamiento Urbano (2007) se sabe que existen un
total de 540 urbanizaciones cerradas, que comprenden una superficie de
aproximadamente 500 km2, algo así como dos veces la superficie de la Ciudad
de Buenos Aires, donde apenas residen 50.000 familias. Los partidos de la zona
Norte registran la mayor cantidad de urbanizaciones cerradas: Pilar (133), Tigre
(71), Escobar (45) y San Isidro (39) (Figura 1).

Específicamente en el área de estudio encontramos según la denominación de


Pintos (2010) las urbanizaciones cerradas polderizadas (UCP). Las UCP se
distribuyen en Pilar (1), en Campana (1), en Escobar (14) y en Tigre (38). La
mayoría organizados bajo mega complejos de barrios que se desarrollan en
predios de más de 800 has. Se trata del Complejo Nordelta (Tigre), Complejo
Villanueva (Tigre y Escobar) y San Sebastián (en Pilar), y una en etapa de
lanzamiento: Puerto del Lago (Escobar). Dichos emprendimientos reúnen un
total de 29 barrios. Pero además, existen 25 UCP que completan 2.871,60 has y
están distribuidas una en Campana (300 has), diez en Escobar (1.657 has) y
catorce en Tigre (914,6 has) (Fernández, Kochanowsky y Sgroi, 2010).

60
Figura 1. Urbanizaciones cerradas en la Región Metropolitana de Buenos
Aires

Fuente: Elaboración propia en base a Departamento SIG - Dirección Provincial de Ordenamiento


Urbano y Territorial, 2007.

El enfoque de este capítulo se inscribe en la disciplina Ecología Urbana, cuya


base epistemológica radica en el estudio de la ciudad como un ecosistema (Di
Pace et al, 2005a), en particular, refiriendo a las implicancias ecológicas
asociadas a las urbanizaciones cerradas, cuyos efectos se manifiestan
territorialmente en una dimensión de análisis: la alteración de los servicios
ecológicos en la cuenca baja del Río Luján.

El río Luján constituye una de las tres cuencas principales que surcan gran parte
de la Región Metropolitana de Buenos Aires. Sus nacientes surgen en la pampa
ondulada, en el partido de Suipacha recorriendo áreas de uso agrícola y
ganadero extensivo, con fuentes de contaminación difusa (alta cuenca), así
como tres ciudades intermedias (Mercedes, Suipacha y Luján). Bordea el
periurbano bonaerense. Recorre así 128 Km, se une al delta del río Paraná y
desemboca en el estuario del Río de la Plata. Tiene como afluente final de su
recorrido al río Reconquista de altísima contaminación domiciliaria e industrial.
Constituye por lo tanto, una cuenca extensa (2.940 Km 2) que atraviesa regiones
rurales, periurbanas y urbanas. El área de la cuenca abarca los partidos de
Suipacha, Mercedes, Luján, Gral. M. Rodríguez, Exaltación de la Cruz, San
Andrés de Giles, Campana, Pilar, Escobar, Moreno, Tigre, Malvinas Argentinas,
José C. Paz y San Fernando; un conjunto de aproximadamente 1.100.000
habitantes.

La valoración del territorio se realiza muchas veces sobre la base de las


distintas formas de apropiación del paisaje. El concepto de servicios ecológicos

61
(Costanza et al, 1997) relaciona aquellos beneficios para la sociedad derivados
de recursos naturales, funciones ecosistémicas y atributos paisajísticos.
Expresa los mecanismos que regulan y mantienen la estabilidad del paisaje a
través de procesos fundamentales de la naturaleza (la depuración de las aguas,
el balance de la bioproductividad, el valor escénico, entre otros). Esta valoración
del paisaje de naturaleza ecológica, es de lógica política, económica o social y
se puede clasificar en tres grupos: materiales, funcionales y perceptuales. En
nuestro caso, refieren al aprovechamiento de los sistemas de soporte (entorno)
para la organización del sistema urbano. Se trata de detectar algunos ejemplos
de funciones y atributos de paisaje, destacando posibles aprovechamientos de
valor material (recursos naturales) que puede brindar un bosque de humedal
(madera, frutales, flora) o inclusive ámbitos pampeano de valor agrícola
ganadero.
En las últimas décadas, las urbanizaciones cerradas no sólo avanzaron sobre
los terrenos de aptitud agrícola y ganadera, sino que ha generado
fragmentación de áreas con elevado valor natural, que cumplen funciones de
equilibrio territorial, especialmente evidente en la zona del valle de inundación
de la cuenca baja del Río Luján.

La dimensión de interés refiere a los servicios ecológicos que se manifiestan en


el ámbito de la cuenca hídrica del Río Luján. En las últimas décadas se verifica
que la urbanización cerrada en sus distintas modalidades no sólo avanza sobre
terrenos de vocación agrícola y ganadera en la cuenca, sino que genera una
fragmentación de áreas con elevado valor natural, que cumplen funciones de
equilibrio territorial. Esta insularización a lo largo del tiempo simplifica
ecosistemas, cuyos efectos repercuten en el funcionamiento del sistema pampa-
delta-río, con incidencia relevante en el mantenimiento de los servicios,
identificados recientemente, como servicios ecológicos: suelo fértil, regulación
hidrológica y refugio de biodiversidad, principalmente evidente en la cuenca baja
del Río Luján, del Bajo Paraná y corredor rioplantense de la zona sur.

La metodología de análisis se centra en el uso de la herramienta Sistemas de


Información Geográfica (ESRI, 1996), integrando las variables territoriales que
distinguen al fenómeno de las urbanizaciones cerradas, constatando algunos
criterios de manejo de paisaje, a escala local y global, que dan cuenta de la
provisión de los servicios ecológicos y su aplicación en el ámbito urbano y
periurbano. Como resultado de este análisis se cartografiaron aquellas
cuestiones de la urbanización cerrada que pueden ser asumidas como los
dilemas ecológicos, identificando aquellas áreas geográficas con valor natural y
patrimonial, estableciendo los principios que permiten definir y defender un tipo
de urbanización que tienda a ser más sostenible y, en función de ello, se
focalizan algunas estrategias fundamentadas en la ecología urbana que pueden
aplicarse al contexto metropolitano, objeto de este trabajo.

1. La expansión urbana consume suelo fértil

La Región Pampeana es una gran llanura loésica que representa un recurso


natural fundamental para el despliegue productivo del país. Se trata de una
estepa herbácea con temperaturas benignas para el desarrollo agrícola, lluvias
repartidas durante todo el año y suelos profundos con un alto contenido de

62
materia orgánica. En la Provincia de Buenos Aires el potencial productivo del
suelo fértil es excepcional y es considerado como un recurso natural
irreemplazable por su aptitud para cultivos agrícolas.

El llamado “cinturón verde” está conformado por una trama de quintas, huertas
familiares y otras de características más empresariales, que rodean a las
grandes ciudades (espacio periurbano) cuya producción se destina
especialmente a verduras de hoja y hortalizas de estación. La lógica de
localización de estas actividades altamente intensivas en el uso de los factores
de la producción (tierra, trabajo y capital), responde a su cercanía geográfica
con respecto a los grandes centros urbanos, aprovechando intersticios o zonas
vacías para establecerse.

Desde un punto de vista económico, este cinturón cumple las funciones de


abastecimiento alimentario a la población de la ciudad (Di Pace et al, 2005b).
Pero además, es en estas áreas donde se intensifican algunos procesos
ecosistémicos básicos tales como el ciclo biogeoquímico, el ciclo del agua, la
transformación de nutrientes y la productividad biológica, entre otros.

El cinturón verde en la RMBA se refiere entonces a la horticultura de proximidad


llevada a cabo históricamente por migrantes de orígenes diversos: españoles,
italianos, portugueses y, actualmente bolivianos (Barsky, 2005, Benencia y
Quaranta, 2005). Los últimos censos hortícolas y agropecuarios muestran una
relevante heterogeneidad de cultivos en campo y bajo cubierta.

El Censo Hortiflorícola de la Provincia de Buenos Aires en el año 2005 reveló en


la Región Metropolitana de Buenos Aires la existencia de 7.988 hectáreas
dedicada a la horticultura. De las cuales: 4.799 hectáreas se destinaban a la
producción de hortalizas de hoja (predominan acelga y lechuga criolla), 1.928 a
hortalizas de flores, frutos y tallos (predominando frutilla, zapallo y tomate), 675
a crucíferas (brócoli y repollo) y 584 a hortalizas pesadas y de raíz (remolacha)
(DPE, 2006). Hay que destacar que, en los últimos 25 años, la migración
boliviana ha dotado de una impronta cultural y espacial particular al cinturón
verde. Se estima que el 40 % de los horticultores de la Región Metropolitana
son actualmente de ese origen (Benencia y Quaranta, 2005).

La pérdida de suelo fértil debido a la expansión urbana es un tema de


preocupación en la ordenación del territorio. El caso del sistema pampeano es
de relevancia ya que se desarrollan importantes ciudades de la Argentina como
Buenos Aires, La Plata y las del Eje Fluvial Industrial, asentadas sobre el
soporte edáfico de mayor capacidad productiva. En este sentido, los trabajos de
Buzai, Morello y Matteucci (Matteucci et al, 2006) en base a los datos del Atlas
de Suelo del INTA (1995), revelan que la nueva urbanización se desarrolla
fundamentalmente ocupando estos suelos que presentan aptitud agrícola
excepcional.

Esta pérdida se comprueba en los guarismos que proporcionan Benencia y


Quaranta (2005). En la actualidad, la estructura agraria de la RMBA se compone
de poco más de 4.000 Establecimientos Agropecuarios (EAPs), que abarcan
una superficie total de 606.479 ha, con una superficie media de 144,4 ha. La

63
mayor concentración de explotaciones (55,7 %) y de la superficie de la tierra (52
%) se encuentra localizada en la Zona Sur (Figura 2)

Si se compara la situación en 2002 con la información que provee el Censo


Nacional Agropecuario de 1988, se aprecia una caída importante (-36 %) de la
superficie destinada a horticultura de proximidad. En la actualidad esa tendencia
siguió en aumento, es decir, cada vez menos superficie del periurbano se
destina a esta actividad.

A su vez, se registró un proceso de reducción en la cantidad de explotaciones (-


50,3 %) en el período analizado, pero se observa un claro proceso de aumento
del tamaño medio de las explotaciones, ya que la superficie media de los
explotaciones pasa de 112,3 ha en la primera fecha, a 144,4 ha en 2002. Éste
es más visible en la Zona Norte donde se pasa de una superficie media de 84,9
ha a casi el doble 163,1 ha. En este sentido, la Zona Sur es la que sufre menos
cambios en el período; en tanto que en la Oeste los valores correspondientes
están alrededor de la media. A través de la década del noventa se observa una
caída de la cantidad explotaciones y de la superficie agropecuaria; sin embargo,
en torno de la Ciudad de Buenos Aires existen todavía, a pesar del avance de la
urbanización.

Figura 2. Explotaciones (EAPs) y superficie agropecuaria en la RMBA


Año 1988 Año 2002
Zona Superficie Superficie Superficie Superficie
EAPs EAPs
ha % media ha % media
Sur 3586 474.540 50,0 132,3 2340 316.068 52,1 135
Oeste 2020 232.261 24,5 114,9 973 146.009 24,1 150
Norte 2843 241.642 25,5 84,9 885 144.402 23,8 163,1
Total 8449 948.443 100 112,3 4198 606.479 100 144,4
Fuente: INDEC, Censos Nacionales Agropecuarios 1988 y 2002.

La aplicación de Buzai y Baxendale (2006) a través del uso de la tecnología


SIG, permite analizar la evolución de la urbanización cerrada según la
capacidad de uso de la tierra, logrando medir las consecuencias ecológicas en
el paisaje. La Figura 3 diferencia las siete Unidades Cartográficas (UC) de los
suelos del sistema pampeano (INTA, 1995), incluyendo un sector de los suelos
del Delta del Paraná.
Por su parte, el Índice de Productividad (IP)2 se interpreta como una proporción
del rendimiento máximo potencial de los cultivos más comunes de la Región. La
diferencia entre el valor 100 y el IP indica el porcentaje de disminución
experimentado en los rendimientos máximos debido al efecto de una o más
variables (Nakama, 1996, en Buzai op. cit).
La Figura 3. muestra que el consumo de suelo fértil de las urbanizaciones
cerradas está muy extendido y agrupa suelos con elevado IP. En concordancia
con lo presentado en la Fig. 2, la mayoría de las urbanizaciones y la mayor
cantidad de suelo ocupado, se encuentran localizadas en la Zona Norte con una

2El Índice de Productividad (IP) está desarrollado en base a las ocho clases de suelo propuestas por el
United States Department of Agriculture (USDA), indica las limitaciones para el desarrollo de los cultivos.

64
pérdida de suelo de 17.196 hectáreas (58,7%) en contextos de la pampa
ondulada. En la Zona Oeste el consumo de suelo representa 4.544 hectáreas
siendo la que menor incidencia tiene (15,5%); en tanto que en la Zona Sur con
aptitud de suelo ganadera propia de la pampa deprimida, el consumo es de
7.548 hectáreas, con valores muy significativos (25,8%).

En el área de la cuenca del Río Luján, se detectaron 312 Urbanizaciones


Cerradas que ocupan una superficie de 18.570 hectáreas, de las cuáles 250
urbanizaciones cerradas, osea el 80,1% están localizadas en suelos de índice
70 de alta productividad (UC3 y UC5) ocupando una superficie de 12.100
hectáreas. Esta dinámica es debido a las presiones inmobiliarias que repercuten
en la disminución de la rentabilidad de la actividad agropecuaria frente a los
desarrollos urbanísticos. La incidencia de esta ocupación urbana por la
degradación y destrucción del potencial productivo de los sistemas agrícolas y
naturales es prácticamente irreversible, especialmente para la horticultura de
proximidad.

Fig. 3. Expansión urbana y capacidad de uso de la tierra

Fuente: Elaboración propia en base a Buzai (1998)


2. La ocupación urbana en los valles de inundación altera el
comportamiento hídrico

Los ríos de la Región son típicos de llanura: se caracterizan por una topografía
relativamente plana y uniforme, cuentan con meandros y el agua escurre
lentamente. Sus cauces presentan amplios valles de inundación y están
asociados a humedales. Las inundaciones son eventos naturales y recurrentes
en estos ríos, resultado de lluvias fuertes y/o continuas.

65
Los humedales incluyen una amplia variedad de ecosistemas, que comparten
una propiedad que los diferencia de los ecosistemas terrestres: la presencia
predominante del recurso agua. Su sustrato permanece con agua durante
importantes períodos del año; son sistemas de transición entre ámbitos
terrestres y acuáticos debido a la posición geográfica que ocupan, y también al
volumen de agua que almacenan y a los procesos que en ellos se desarrollan
(Cowardin et al, 1979).

En la interfase pampa-delta de los ríos Luján y Reconquista, incluso en el frente


ribereño de la zona sur, el pulso de inundación representa la variable ambiental
dominante que influyó históricamente en la determinación de los usos del suelo.
Los procesos hidrológicos que ocurren en los humedales, la diversidad biológica
que sustentan y los recursos naturales que proveen, determinan que estos
ambientes brinden diferentes beneficios para la comunidad. Ese carácter
inundable es la esencia e identidad del paisaje dado que las actividades y las
construcciones deben adaptarse a esta contingencia, adquiriendo un valor
cultural para la población residente y visitantes de esas zonas.

Los sitios de emplazamiento de las urbanizaciones cerradas tienen diferentes


características desde el punto de vista topográfico. La posibilidad de urbanizar
esas grandes parcelas ubicadas a minutos de la Ciudad de Buenos Aires,
supuso transformar esas tierras para usos urbanos. Si bien la mayoría de las
áreas urbanizadas se encuentran en cotas de más de 15 metros de altura,
muchos desarrollos inmobiliarios, y en particular los más recientes, han sido
localizados en las cotas inferiores de 7,5 metros, o sea, en zonas inundables e
incluso humedales.

La normativa actual prohíbe realizar fraccionamientos (loteos) por debajo de la


cota 3,75 m pero encuentras dificultades para regular las cuestiones referentes
a la modificación de la cota y relleno de bajos inundables3. En este sentido,
empresas especializadas en obras hidráulicas se concentraron en obras de
relleno artificial para el acondicionamiento de tierras para urbanizar. La forma
predominante fue la realización excavaciones para elevar las áreas destinadas a
viviendas y servicios, generaron lagunas artificiales de gran extensión. En
ocasiones la operatoria de elevación de terrenos se completó mediante la
extracción de suelos de zonas cercanas en la primera sección de islas del Delta.
Estos suelos fueron dragados y transportados en barcazas hacia sectores
continentales, donde fueron depositados (a partir de la técnica del refulado) en
diques perimetrales de contención que, una vez decantados, formaron los
rellenos (Pirez y Ríos, 2008). No obstante, la transformación de tierras de
operatorias privadas bajas no hubiera sido posible sin obras (públicas) de
control de inundaciones. Estas obras proporcionan condiciones hidráulicas que
posibilitan, en una primera instancia, urbanizar esas áreas.

3 En 2009 la Resolución 29/09 del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS), en su
artículo 3º especifica. “Establecer que todo proyecto que conlleve una o más tareas u obras de tipo
endicamiento, embalses y/o polders, dragados, refulados, excavaciones, creación de lagunas, derivación
de cursos de agua,
modificación de costas, desagües naturales, cotas en superficies asociadas a valles de inundación y cursos
de agua o ambientes isleños, serán sometidas a Proceso de Evaluación de Impacto Ambiental por la
Autoridad Ambiental Provincial, en el marco del Anexo II. Item I de la Ley N° 11.723.”

66
Los terrenos bajos están sometidos normalmente a oscilaciones de nivel freático
aunque también pueden recibir aportes de las crecidas del río Paraná o de
repuntes del Río de la Plata. A esto se suma el fenómeno conocido como
sudestada: los vientos del sudeste que taponan la desembocadura del Río de la
Plata, coincidiendo con fuertes lluvias sobre el territorio, ponen en crisis la
capacidad del sistema hidráulico metropolitano dando lugar a inundaciones
sobre una parte considerable del área urbana. De manera que el humedal es
todo un sistema de regulación de excesos hídricos, para los episodios
extraordinarios de precipitaciones intensas, e inversión del flujo del régimen
mareal, que son contenidos y luego liberados gradualmente por lentos flujos en
manto y por infiltración a la capa freática, especialmente en circunstancias de
sudestada (Fernández, 2002).

La “regulación hidrológica” es un servicio ecológico alterado por la urbanización


cerrada, debido a distintas modificaciones que se producen en los humedales.
En la Figura 4 se superpone la localización de las urbanizaciones cerradas y las
cotas topográficas; se observa que un gran número están asentadas en zonas
inundables (cota menor a 7,5 metros sobre el nivel del mar), principalmente en
las cuencas del río Luján y Reconquista. En la cuenca baja del Río Luján 54
urbanizaciones cerradas de las 312 de la cuenca están en áreas bajo cota o
inundables ocupando 7.456 hectáreas (Fernández, Kochanowsky y Sgroi,
2010). Las modificaciones ambientales que genera esta expansión urbana son
el rediseño topográfico e hidrológico, e incluso la configuración de nuevas
modalidades de presentación espacial de pulsos de inundación.

En este tipo de desarrollo de las urbanizaciones cerradas se niega la


inundación; se impone una concepción hídrica que implica dotar de mayor
capacidad a la función drenaje, privilegiando el flujo unidireccional característico
de períodos de estiaje y crecidas normales. La rectificación y canalización del
cauce de ríos y arroyos profundiza el curso, activando los drenajes y
favoreciendo la desecación de áreas bajas que formaban parte de su llanura
aluvial, que hoy son objeto de desarrollos de urbanizaciones.

Los beneficios de la función reguladora que se pierden son muy evidentes si se


considera los perjuicios que las grandes inundaciones provocan en general en
las cuencas metropolitanas y, en particular, en los asentamientos más cercanos
a los desarrollos inmobiliarios elevados topográficamente, debido a que recibe el
excedente hídrico. En forma significativa aumenta la escorrentía de ríos y
arroyos (durante las lluvias los cursos superficiales reciben mayores caudales
de agua y en un tiempo menor), se pierde la ovoposición de algunos peces, se
modifica el ciclo de nutrientes, entre otros procesos (Herrero y Fernández,
2008). Se produce una reestructuración del sistema inundable que modifica
características singulares del sistema productivo y biodiverso regional.

El relleno de los valles de inundación y de otras áreas deprimidas hasta


alcanzar la cota requerida por la normativa, así como la construcción de los
accesos viales, significó el movimiento de millones de metros cúbicos de suelos.
En mayor medida, el suelo se obtuvo de excavaciones profundas efectuadas en
el interior de los barrios cerrados, conformando lagos artificiales. En otros casos,

67
las excavaciones se realizaron en predios cercanos, lo que produjo un paisaje
de cavas abandonadas en los alrededores. Otra proporción de los suelos se
sustrajo de las islas del Delta y del dragado del Río Reconquista (Pírez y Ríos,
2008). Cada una de estas operaciones tiene diversos impactos locales, incluso
en detrimento de las urbanizaciones que las generan4.

Por otro lado, la conformación de lagos artificiales, dentro de las urbanizaciones


por su belleza paisajística, y de canteras, en zonas donde extraen material para
los rellenos, afecta de manera directa a la calidad del recurso hídrico
subterráneo por constituir focos de ingreso de contaminantes. En estas zonas el
acuífero freático se encuentra a profundidades someras por lo tanto las
excavaciones provocan el afloramiento del agua subterránea. El nivel freático
fluctúa según los períodos de exceso o déficit hídrico y dependerá de la
profundidad de la excavación la manera en que se vincule con el freático. El
afloramiento del agua subterránea genera un aumento de la vulnerabilidad del
acuífero a la contaminación, debido fundamentalmente a la ausencia de la capa
protectora, el suelo extraído, que actúa como filtro y retención de
contaminantes.

Figura 3. Urbanizaciones cerradas y topografía

Fuente: Fernández y Herrero (2008)

4 El caso más controvertido es el destino de los lodos contaminados del canal aliviador del Río
Reconquista, que luego del dragado se los utilizó para rellenar los predios del complejo de barrios cerrados
‘Nordelta’.

68
3. Se banaliza el paisaje y se pierde biodiversidad

La Región tiene una singularidad geográfica con un alto valor de “biodiversidad”:


se encuentran especies, ecosistemas y paisajes de características tropicales y
subtropicales en un contexto austral y templado. Es lo que Morello (2000)
denomina “encrucijada biogeográfica”, en la que aparecen ecosistemas de la
Selva Austrobrasileña o provincia biogeográfica Paranaense, del Delta, del
Espinal y de la regiones Chaqueña y Pampeana. Esta particularidad permite a
muchas especies subtropicales-tropicales, configurar su límite austral en las
llanuras aluviales de los tributarios del Paraná y en el litoral del estuario del Río
de la Plata.

La red fluvial del Delta del Paraná conectada a la ribera platense constituye una
vía natural para internarse en la pampa del nordeste bonaerense a especies
acuáticas y boscosas típicas del Delta. Los talares y los bosques ribereños se
ubicaban en zonas costeras del nordeste bonaerense, con superficies reducidas
y parches lineares que constituyen corredores biológicos naturales y propician la
llegada de algunas especies arborícolas desde los bosques chaqueños, el talar,
y de la selva misionera, el monte ribereño. En conjunto, ambas formaciones
tienen elencos5 que les son comunes, con aves adaptadas a vivir en arboledas
de diverso tipo, dispuesto a esparcirse a través de las forestaciones implantadas
por el hombre hacia el interior del Pastizal Pampeano (Haene, 2011).

En el ecotono pampeano-deltaico, con un alto valor de biodiversidad, es donde


se aglutina la urbanización cerrada fundamentalmente, como ya se ha señalado
por los valores paisajísticos. La urbanización de la línea de ribera a lo largo del
tiempo simplifica paisajes cuyos efectos repercuten sobre el funcionamiento del
sistema ecológico regional. En el Bajo Delta, las distintas modificaciones
antrópicas observadas han favorecido el establecimiento de neoecosistemas:
áreas abiertas o arboladas, seminaturales, en las que las especies vegetales
dominantes o más frecuentes son especies exóticas invasoras, mientras que las
especies acompañantes son nativas (Morello et al, 1999). Si bien sus márgenes
se encuentran invadidos por vegetación exótica, en especial la Acacia Negra
(Gleditsia triacanthos)6, presenta grandes superficies de aprovechamiento para
el desarrollo de la biodiversidad (Garay, 2009). Una de las zonas más
amenazadas es el Corredor de Biodiversidad del Río Luján, que conecta
valiosas áreas rurales, naturales e importantes centros urbanos de la zona norte
en la pampa ondulada.

5 Entre otras, podríamos mencionar al taguató común (Buteo magnirostris), paloma picazuró (Columba
picazuro), yerutí común (Leptotila verreauxi), cotorra (Myiopsitta monachus), cuclillo pico negro (Coccyzus
melacoryphus), picaflor común (Chlorostilbon aureoventris), carpintero real común (Colaptes
melanolaimus), chinchero chico (Lepidocolaptes angustirostris), zorzales colorado (Turdus rufiventris) y
mandioca (Turdus amaurochalinus) (Haene, 2011)
6 “Esta especie por sus características morfológicas (espinas) y de crecimiento, forma bosques que

dificultan el acceso y uso recreativos del río, afectan la diversidad natural del sitio y producen problemas
hidráulicos, como favorecer la formación de diques.” Capello, Verónica, De la Peña, Carlos, “Propuesta de
Manejo de la Acacia Negra (Gleditsia triacanthos) en la Cuenca del Río Luján”, Dirección Provincial de
Preservación de la Biodiversidad, Secretaría de Política Ambiental, Gobierno de la Prov. de Bs. As.,
http://www.spa.gba.gov.ar, Enero 2007, pp.3.

69
En las áreas agrícolas periurbanas, la biodiversidad depende en gran parte del
mantenimiento de un sistema de setos vivos entre los cultivos. Los arroyos
Pinazo, Escobar, Garín, Claro y Las Tunas son afluentes de importante valor
conector entre zonas urbanizadas de la zona norte de la Región y el Delta del
Paraná que hoy aglutinan la mayor cantidad de emprendimientos de la Región.

La morfología de las urbanizaciones cerradas provoca en los procesos naturales


una selección de organismos. De los desarrollos últimos se estima que son 104
urbanizaciones las que están asociadas a los ecosistemas de humedales
ocupando una superior a 10.000 hectáreas de las cuáles 75 urbanizaciones
cerradas se encuentra en la cuenca baja del Río Luján, con una superior del
orden de 7400 hectáreas (Fernández, Kochanowsky y Sgroi, 2010), una
superficie comparable a la que el último Censo Hortiflorícola 2005 reveló que
está dedicada a la horticultura.

El modelo fragmenta el territorio generando manchones que reducen y


destruyen biodiversidad nativa. Una característica es la introducción del césped
de jardín y el arbolado exótico con mantenimiento basado en el uso de
herbicidas, fertilizantes y plaguicidas químicos. La heterogeneidad de
ambientes, es necesaria para aquellas especies que requieren zonas distintas
para cubrir diversas funciones, como refugio, alimentación, descanso y
reproducción; situación que suele agravarse cuando condiciones climáticas o
plagas, anulan la capacidad de algunos de estos ambientes. El avance de la
impermeabilización del suelo, su esterilización y la construcción de barreras
ambientales, producen la “banalización” de la flora y la fauna, con el
consiguiente deterioro del sistema hasta su desaparición (Garay, 2007).

Planificar la complejidad: aportes de la ecología urbana

En la Región se desarrolla un tipo de urbanización cerrada dirigido a clases


media-altas y altas; promotores privados promueven recintos habitacionales
generalmente sobre tierra agro-ganadera, áreas naturales o intersticios
metropolitanos. La condición de llanura bonaerense permite esta ocupación
extensiva, al tiempo que se verifican grandes superficies no ocupadas en áreas
ya urbanizadas.
La urbanización cerrada consolida un tipo de tejido urbano poco denso, con baja
relación de proximidad, que genera no sólo segregación urbana, sino graves de
problemas ambientales: altera servicios ecológicos (regulación hidrológica, la
fertilidad de suelo pampeano y la biodiversidad asociado al pastizal pampeano,
bosque de talares y selva marginal) esenciales de las cuencas, especialmente
en la interfase (ecotono) de los sistemas pampeano-deltaico-rioplatense.
La demanda de superficies extensas se satisface ocupando suelos que poseen
alto valor ecosistémico. Muchas de las urbanizaciones cerradas se desarrollan
en zonas reconocidas por la fertilidad del suelo que podrían formar parte del
cinturón verde de producción hortícola de proximidad; otras se encuentra
ocupando áreas de humedales y valles de inundación que han perdido sus
funciones luego de ser rellenadas y modificadas las cotas.
Actualmente las urbanizaciones están avanzando sobre las zonas de las islas
del Delta, con megaproyectos que alteraran este sistema. Existe una gran

70
preocupación de los pobladores isleños ya que pueden verse afectadas sus
actividades productivas y su patrimonio cultural basado en una estrecha relación
y conocimiento del río y sus dinámicas.
La urbanización cerrada, detrás de una fachada de “urbanización verde”,
asociado a la naturaleza y el campo, revela la huella material de una
urbanización anti-ecológica que expresa la insuficiencia de los instrumentos de
planificación territorial. La ampliación del suelo urbano es paralela a la aparición
de nuevas formas urbanas, con características tales como la agudización de la
segregación urbana, privatización de la ciudad e impacto ambiental. Esta
tendencia actual muestra el aumento de conflictos y, en este sentido, la
incidencia de estos procesos plantea los siguientes interrogantes:

¿Son suficientes los instrumentos de la subdivisión del suelo y ordenamiento


territorial (Decreto-Ley 8912/77, Códigos de Zonificación de las municipalidades,
Decreto 27/98, Ley 13.512, entre otras), para amparar jurídicamente desarrollos
inmobiliarios que implican cambios hidrológicos, edafológicos y de biodiversidad
de impacto regional en las cuencas del Río Luján y zonas deltáicas del Bajo
Paraná?

Dada la existencia de emprendimientos muy extensos que implican una


sobreoferta de suelo urbanizado: ¿es posible limitar la producción dilapidadora
de fraccionamientos urbanos sobre todo en áreas de funcionalidad
ecosistémica? Teniendo en cuenta la funcionalidad hidrológica, edafológica y de
biodiversidad de esas zonas ¿es posible pensar en la incorporación de la figura
“uso ecosistémico” en la planificación territorial actual?

La impronta ecológica de la urbanización cerrada como modelo residencial


plantea la necesidad de repensar un nuevo orden ecológico-urbano respecto al
derecho a la ciudad. En este sentido, la urbanización cerrada pone el acento en
el mercado, o sea, en un tipo de apropiación del paisaje que valoriza (o
desvaloriza) el territorio según posibilidades de incorporar amenidades, mientras
que el urbanismo sostenible cuestiona este modo de producir “ciudad”. Este
enfoque propone dejar de pensar en la urbanización cerrada, una urbanización
segregada por grupos sociales semejantes, zonificado por usos y funciones
homogéneos. Estos planteamientos respaldan la pertinencia de los términos
complejidad y sustentabilidad. La necesidad de planificar la complejidad supone
evaluar las diferentes alternativas de planeamiento territorial para incorporar los
criterios ecológicos en los procedimientos de decisión, tales como el principio de
diversidad como premisa natural que asegura la estabilidad del sistema
metropolitano.

71
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