ESCUELA DE POSGRADO
MAESTRÍA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA Y COMUNITARIA
INFORME DE TRABAJO FINAL EN EL CURSO DE EPISTEMOLOGÍA DE LA
SALUD MENTAL
Título del Informe
TRASTORNO DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA
PARTICIPANTES:
Laurel Ramos Janira Lizvet
Lucano Lara Julissa Aracely
Ortega Goyzueta Franco Lennon
Pari Maquera Jose Fernando
Paucar Hancco Gabriela Felicitas
DOCENTE
Mg. Carlos Malacas Bautista
Perú- 2024
RESUMEN
El presente informe se elaboró revisando la literatura científica acerca de los
trastornos de conducta alimentaria, anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa que son
condiciones psiquiátricas complejas ,multica usadas que requieren atención médica
adecuada , que afectan principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes, representan
un asunto de salud pública debido a su prevalencia, incidencia en aumento, severidad,
desarrollo clínico extendido y propensión a la cronicidad, requiriendo tratamiento
especializado y hospitalización constante.
Los Trastornos de comportamiento alimentario presentan síntomas cardinales que
se originan principalmente por la preocupación desmedida por la alimentación la
insatisfacción con el peso y/o la imagen corporal debido a ideas exageradas o
alteraciones en la percepción de lo que debe ser la figura y el peso ideales. Las
conductas patológicas causan alteraciones sociales y contribuyen a conservar un peso
equilibrado. Para gestionar estos escenarios, es necesaria una intervención
especializada y coordinada de naturaleza interdisciplinaria.
La utilidad del presente informe es que a partir del análisis personal lógico se ha
podido señalar las acciones terapéuticas, que resultan beneficiosas para las personas
que sufren del trastorno.
INTRODUCCIÓN
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son condiciones psicológicas
que afectan significativamente la relación de las personas con la comida, el cuerpo y el
entorno social. Estas alteraciones van más allá de los hábitos alimenticios, ya que
incluyen percepciones distorsionadas sobre la imagen corporal, temores intensos
relacionados con el peso, y una fuerte influencia de factores emocionales y sociales.
Entre los tipos más comunes de TCA se encuentran la anorexia nerviosa, la bulimia
nerviosa y el trastorno por atracón (American Psychiatric Association, 2013).
La importancia de los TCA en el ámbito de la salud mental radica en su impacto
amplio y profundo, ya que afecta tanto la salud psicológica como física. Pueden derivar
en complicaciones graves, como desnutrición, problemas cardiovasculares y
metabólicos, e incluso la muerte en casos severos. Además, suelen estar vinculados con
trastornos asociados, como ansiedad, depresión y estrés postraumático, lo que resalta
la necesidad de intervenciones tempranas y abordajes interdisciplinarios (Kaye et al.,
2009).
Actualmente, los TCA son considerados un problema de salud pública debido al
aumento de su prevalencia a nivel mundial. Aunque normalmente se han identificado
más casos en mujeres jóvenes, investigaciones recientes indican un incremento en
hombres, niños y personas mayores, lo que subraya la necesidad de intervenciones
inclusivas que se adaptan a distintos contextos culturales y sociales (Thompson & Stice,
2010).
Este informe tiene como propósito analizar las características principales de los
TCA, los factores que contribuyen a su aparición y las estrategias más efectivas para su
tratamiento, promoviendo una mayor comprensión del tema y contribuyendo a su
prevención.
Los TCA presentan patrones alimenticios alterados y una preocupación excesiva
por el peso y la imagen corporal. Entre las afecciones más comunes se incluyen la
anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón, los cuales afectan de
manera significativa la salud física, psicológica y social de quienes los padecen (Fairburn,
2008).
En el campo de la salud mental, los TCA tienen especial relevancia debido a su
alta prevalencia y su asociación con otros problemas de salud, como ansiedad, depresión
y trastornos obsesivo-compulsivos. Estas condiciones conllevan complicaciones graves,
desde problemas médicos hasta riesgo de suicidio. Los factores biológicos, psicológicos
y socioculturales que influyen en su desarrollo hacen que los TCA representen un desafío
que requiere un enfoque integral y multidisciplinario (Stice et al., 2010).
La visibilidad creciente de los ATC en diferentes grupos demográficos —hombres,
niños y diversas culturas— evidencia la necesidad de estrategias preventivas,
diagnósticos precisos y tratamientos efectivos que aborden las particularidades
individuales. Este informe también busca sensibilizar sobre la importancia de la detección
temprana y el acceso a intervenciones adecuadas, reduciendo los estigmas asociados a
estas afecciones (Bulik et al., 2015).
Finalmente, la metodología aplicada en este trabajo incluye una revisión
exhaustiva de la literatura científica, con consultas a artículos, investigaciones recientes
y guías clínicas de organismos reconocidos, como la Organización Mundial de la Salud
(OMS) y la Asociación Americana de Psiquiatría (APA). . Se analizaron estadísticas
epidemiológicas sobre prevalencia y evolución de los ATC en diferentes contextos, así
como estudios de casos clínicos y enfoques interdisciplinarios que integran psicología,
psiquiatría, nutrición y trabajo social, buscando un abordaje completo y riguroso (Quispe
et al., 2021).
1. MARCO TEÓRICO
Los trastornos alimentarios (TA) son problemas complejos de salud mental que se
distinguen por hábitos de alimentación inadecuados y concepciones alteradas acerca del
cuerpo y la comida (American Psychiatric Association, 2013). Estos trastornos, que
generalmente surgen durante la adolescencia y la adultez temprana, impactan a
individuos de cualquier edad, sexo y contexto socioeconómico.
Los trastornos de la conducta alimenticia son graves afecciones psiquiátricas
vinculadas a sufrimiento recurrente, elevada morbilidad y grandes tasas de mortalidad,
lo que implica una urgente necesidad de progresos rápidos en la ciencia que los abarca.
En comparación con otras disciplinas de la psicología clínica, el área de los trastornos
de la conducta alimenticia es reciente. No obstante, a pesar de los comienzos tardío de
las disciplinas, existe un crecimiento en la ciencia en los campos de diversidad e
inclusión, factores sistémicos y sociales, y personalización del tratamiento (Levinson et
al., 2024)
Los TCA son relativamente comunes en deportes donde es crucial el manejo del
peso corporal, como la gimnasia rítmica, el patinaje artístico o los deportes de resistencia.
La incidencia es más alta en mujeres, evidenciándose frecuentemente una baja
autoestima, una percepción distorsionada del cuerpo, percibiéndose con sobrepeso,
ineficiencia, perfeccionismo y un sentimiento de pérdida de control. Este fenómeno se
manifiesta mediante un mecanismo compensatorio que se ejerce a través de la
manipulación de alimentos y el uso de técnicas incorrectas para el control del peso
(Márquez, 2008).
Los individuos con trastornos de la conducta alimentaria (TA) suelen practicar
actividad física, ignorando los potenciales efectos adversos a largo plazo (por ejemplo,
disminución de peso, daño por sobreesfuerzo). No obstante, el ejercicio puede disminuir
de manera temporal los síntomas de TCA, aunque no se sabe si también influye en la
estructura de la red y las relaciones con los pares de los síntomas de TCA (Kolar et al.,
2025).
La terapia familiar resulta efectiva para los trastornos alimenticios dado que ofrece
un entorno de respaldo y no culpabilización, generando un ambiente seguro y predecible
que contribuye a controlar la ansiedad provocada por el trastorno alimentario, también
fomenta una modificación específica al inicio del tratamiento en los comportamientos
asociados a los trastornos alimentarios, y ofrece un medio para la movilización de
elementos compartidos como la esperanza y la expectativa (Jewell et all., 2016).
Por su parte, Nasrallah et al. (2025) encontraron como resultado una correlación
positiva entre los síntomas del TCA, la insatisfacción corporal, los patrones de apego
riesgoso, la internalización de los medios de comunicación y la auto objetivación; estos
últimos se encontraron como factores predictivos del comportamiento alimentario, siendo
la internalización de los medios de comunicación la que justificaba la más alta variabilidad
en el comportamiento alimentario.
Por otra parte, Feather (2024) concluye en su investigación que las costumbres
corporales comunes configuran de manera emocional la corporeidad, fundamentándose
en la percepción más que en el reflejo palpable, y, en combinación con comportamientos
voluntarios desordenados, incentivan a las mujeres a cumplir con la normativa corporal
de género.
Seguidamente, Rivarola y Penna (2006) en su estudio manifiestan que, desde la
perspectiva sociocultural, se ha sostenido un aumento en cuanto a la presión social sobre
la percepción del cuerpo y el peso ideal, lo que se refleja en una inclinación a adherirse
a unas normas alimenticias tan inhumanas como absurdas.
En el estudio de Solano Pinto y Cano (2012) se observa que un porcentaje
significativo de individuos diagnosticados con TCA también recibe el diagnóstico de fobia
social u otros trastornos de ansiedad (TOC), que comenzaron con anterioridad al TCA;
Además, en individuos con TCA, la ansiedad social que sienten ante la potencial
valoración de los demás es de gran relevancia; Finalmente, la acción concreta en la
ansiedad de evaluación es esencial en el manejo de los TCA.
Por otro lado, Toro et al. (2012) determinaron en su investigación que las mujeres
tienden a sufrir desórdenes alimenticios más que los hombres, razón por la cual la
mayoría de las investigaciones se han centrado en ellas. No obstante, el 10% de los
pacientes con alteraciones en la alimentación son varones. El descontento corporal en
los hombres ha crecido significativamente en las últimas tres décadas, disminuyendo
significativamente la diferencia con las prevalencias registradas en mujeres.
1.1. Definición y Etiología
"Los trastornos de la conducta alimentaria se definen por una modificación
constante en la ingesta de alimentos o en la conducta relacionada con la ingesta de
alimentos, que afecta la salud física y/o psicosocial del individuo" (American Psychiatric
Association, 2013).
Diversas teorías intentan explicar la etiología de los TA, incluyendo
1.1.2. Teoría de la vulnerabilidad genética:
Propone que ciertas variaciones genéticas aumentan la susceptibilidad a
desarrollar TA (Bulik et al., 2015).
1.1.3. Teoría de la desregulación neuroquímica:
Propone que las alteraciones en neurotransmisores tales como la serotonina y la
dopamina pueden favorecer la emergencia de TA (Kaye et al., 2009).
1.1.3. Teoría cognitivo-conductual:
Esta teoría propone que los TA se desarrollan a partir de pensamientos
distorsionados y comportamientos aprendidos (Fairburn, 2008).
1.1.4. Teoría de la regulación emocional:
Sugiere que las personas con TA utilizan la comida o la restricción alimentaria para
regular sus emociones (Garner, 1997).
1.1.5. Teoría de la influencia social:
Propone que la exposición a imágenes idealizadas de cuerpos delgados en los
medios de comunicación y la cultura popular puede generar presión social para
conformarse a esos estándares (Thompson & Stice, 2010).
1.1.6. Teoría de la internalización de ideales:
Sugiere que la internalización de los ideales de belleza y delgadez puede conducir
a una imagen corporal negativa y a la búsqueda de la perfección física (Grogan, 1999).
1.2. Tipos de TA según la American Psychiatric Association:
1.2.1. Anorexia nerviosa (AN):
Se distingue por una limitación estricta en la ingesta de alimentos, un temor
profundo a incrementar su peso y una alteración de la percepción del cuerpo.
1.2.2. Bulimia nerviosa (BN):
Se distingue por episodios constantes de atracones que se complementan con
conductas compensatorias incorrectas, tales como el vómito inducido por sí mismo, la
administración de laxantes o el ejercicio excesivo.
1.2.3. Trastorno por atracón (TA):
Se distingue por episodios repetitivos de atracones, con una sensación de
descontrol durante estos.
1.2.4. Trastorno de la alimentación por evitación/restricción (TAER):
Se distingue por el rechazo a los alimentos debido a inquietudes sensoriales, temor
a las repercusiones de la ingesta o a la ausencia de interés por los alimentos.
2. METODOLOGÍA:
La metodología que ha sido utilizada es la revisión de literatura, la cual permite
realizar un análisis claro, detallado y completo de los documentos de investigación
disponibles, con el propósito de extraer información de trabajos empíricos realizados por
expertos en el tema, asimismo; Quispe et al. (2021) consideran que la revisión de
literatura es un proceso de estudio que se requiere para obtener información relevante
frente a una pregunta o tema en específico, teniendo como objetivo brindar información
objetiva, basada en evidencia, estudios previos y sin sesgos.
Por otra parte, una de las principales características fue considerar investigaciones
de revistas indexadas; asimismo, es necesario obtener información actualizada del tema,
Trastornos de conducta alimentaria, teniendo en cuenta que la ciencia es un campo que
se encuentra en constante evolución, el cual nos brinda mejores aspectos metodológicos
y análisis estadísticos con validez y confiabilidad, de otro modo, la literatura revisada son
de carácter científicos con metodología, cuantitativa, cualitativa o descriptivas, lo cual,
contribuyó con el análisis en relación con los objetivos del informe.
En cuanto a los recursos utilizados de base de datos a consultar fueron: Redalyc,
Core, Scielo, Google académico y Scopus, con la finalidad de encontrar información
respecto a nuestro tema a investigar. Y para ello, se utilizaron palabras clave u
operadores booleanos, como: “Trastornos de la conducta alimentaria” AND anorexia
AND bulimia, “Trastornos de la conducta alimentaria” AND psicológicos OR emocionales,
“trastornos de la conducta alimentaria” AND anorexia OR bulimia NOT obesidad, entre
otros; dado que son herramientas que ayudan a realizar una búsqueda más precisa y
eficaz. De tal manera que, Gonzales y Molero (2022) lo definen como conectores entre
diversas variables, estableciendo relación entre ellas, lo cual permite descartar, combinar
y crear términos respecto a tres criterios, AND, OR y NOT, y combinándolas permite
diseñar y ejecutar una búsqueda concreta y adecuada respecto a Trastornos de la
conducta alimentaria en diversas bases de datos.
Por otro lado, se consideró artículos que estén redactados en el idioma inglés y
español, para una mejor comprensión, análisis y revisión del contenido, donde se
encontraron una gran cantidad de investigaciones en diversas bases de datos,
incluyendo estudios sobre trastornos como, bulimia, anorexia nerviosa, trastorno por
atracón y otros trastornos pero que estén relacionados con la conducta alimentaria,
asimismo, se consideró estudios que presenten datos empíricos sobre TCA,
investigaciones que esquematizan evidencia científica sobre el tema, y que se centren
en poblaciones adolescentes, jóvenes o adultos, que hayan sido diagnosticados con
algún trastorno de la conducta alimentaria, conjuntamente, estudios que tengan
información de tratamientos, enfoques multidisciplinarios, diagnósticos, impacto
psicológico, físico, social y estadísticas epidemiológicas, frente al tema de investigación.
Seguidamente, se excluyeron aquellas revisiones de literatura que el tema a
investigar estaba asociados a otras variables, o Trastornos mentales, además, estudios
que no cumplían con el idioma solicitado impidiendo una revisión completa de la
literatura, estudios que no han sido sometidos a una revisión rigurosa o artículos no
científicos, además, estudios que se enfoquen en trastornos de la conducta en general.
3. GRUPO DE ALTERACIONES DE SALUD MENTAL:
3.1. Definición y descripción de los Trastornos.
3.1.1. Anorexia nerviosa (307.1)
De acuerdo con el DSM-5 (American Psychiatric Association, 2013), la anorexia
nerviosa se caracteriza por una restricción significativa de la ingesta calórica en relación
con las necesidades del cuerpo, lo que genera un peso corporal notablemente bajo en
función de la edad, el sexo, el desarrollo y la salud física. El peso significativamente bajo
se define como aquel que está por debajo del mínimo considerado saludable o, en el
caso de niños y adolescentes, inferior al esperado para su etapa de crecimiento.
Clínicamente, esta condición implica una negativa persistente a mantener un peso
mínimo saludable, un temor intenso a ganar peso y una percepción distorsionada de la
forma o tamaño corporal. Estos factores motivan conductas extremas como dietas
restrictivas o ejercicios excesivos, lo que puede generar complicaciones físicas y
emocionales severas, incluyendo ansiedad y depresión (Segreda Castro, 2020).
Criterios diagnósticos según el DSM-5
La anorexia nerviosa se caracteriza por una limitación severa en la ingesta calórica,
que conduce a un peso corporal significativamente inferior al mínimo considerado
saludable. Las personas con este trastorno también presentan un miedo intenso a ganar
peso o realizan acciones constantes para evitarlo, incluso cuando su peso ya es
peligrosamente bajo. Además, muestran una percepción distorsionada de su cuerpo o
no reconocen la gravedad de su estado físico (American Psychiatric Association, 2013).
3.1.2. Bulimia nerviosa (307.51)
La bulimia nerviosa se define por episodios repetidos de ingesta excesiva de
alimentos, conocidos como atracones, seguidos de conductas compensatorias
inapropiadas para evitar el aumento de peso. Estas conductas incluyen vómitos
autoinducidos, uso excesivo de laxantes, ayuno o ejercicio extremo. A menudo, las
personas que presentan este trastorno mantienen un peso normal, pero experimentan
una pérdida de control durante los atracones, lo que genera sentimientos de culpa,
vergüenza o angustia (Anónimo, 2024).
Criterios diagnósticos según el DSM-5
Los episodios de atracones recurrentes se definen por el consumo de alimentos en
cantidades mucho mayores a las que la mayoría de las personas ingerirían en un período
similar. Durante estos episodios, la persona experimenta una pérdida de control sobre
su ingesta alimentaria. Además, se observan conductas compensatorias inadecuadas,
como vómitos autoinducidos, uso excesivo de laxantes u otras prácticas destinadas a
evitar el aumento de peso. Estas conductas y los atracones deben ocurrir, como mínimo,
una vez por semana durante tres meses. Otro criterio clave es que el peso o la figura
corporal influyen de manera desproporcionada en la autoevaluación de la persona. Por
último, esta alteración no debe presentarse únicamente en el contexto de la anorexia
nerviosa (American Psychiatric Association, 2013).
3.1.3. Trastorno por atracón (307.51)
Este trastorno implica el consumo de cantidades anormalmente grandes de
alimentos en un corto período de tiempo, acompañado por una sensación de pérdida de
control durante estos episodios. Las personas con este trastorno pueden comer
rápidamente, incluso cuando no tienen hambre, y sentir vergüenza o culpa después de
los atracones. Según el DSM-5, esta conducta debe ocurrir al menos una vez por semana
durante tres meses para cumplir con los criterios diagnósticos (American Psychiatric
Association, 2013).
Criterios diagnósticos según el DSM-5
Los atracones se caracterizan por episodios repetidos de consumo excesivo de
alimentos en un breve lapso, acompañado por una sensación de falta de control sobre lo
que se ingiere. Estos episodios suelen incluir al menos tres de las siguientes
características: comer a mayor velocidad de lo habitual, continuar comiendo hasta
experimentar una sensación de incomodidad por llenura, ingerir alimentos en grandes
cantidades pese a no tener hambre, preferir hacerlo en solitario debido a sentimientos
de vergüenza, y sentir disgusto o arrepentimiento después del episodio. Además, estas
conductas generan un malestar significativo y ocurren con una frecuencia mínima de una
vez por semana durante tres meses, sin que haya conductas compensatorias como las
presentes en la bulimia nerviosa (American Psychiatric Association, 2013).
3.1.4. Trastorno por Evitación/Restricción de la Ingesta de Alimentos 307.59
(F50.8)
El Trastorno de Evitación/Restricción de la Ingesta de Alimentos (ARFID) es un
trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza por una ingesta insuficiente de
alimentos, lo que puede provocar deficiencias nutricionales y una pérdida significativa de
peso. A diferencia de trastornos como la anorexia nerviosa, donde existe una
preocupación por la imagen corporal, en el ARFID la causa principal no está relacionada
con el peso o la figura, sino con factores como la aversión sensorial a los alimentos, el
temor al atragantamiento o una falta general de interés en la comida (American
Psychiatric Association, 2013).
Este trastorno puede afectar a personas de todas las edades, aunque su impacto
es más crítico en los niños, ya que puede interferir con su crecimiento y desarrollo físico.
Sin embargo, a diferencia de otros trastornos alimentarios, las personas con ARFID no
presentan una preocupación por su peso, lo que lo distingue de afecciones como la
anorexia nerviosa (Fairburn, 2008).
Características principales del ARFID:
Las personas con ARFID suelen tener una ingesta alimentaria limitada ,
consumiendo cantidades mínimas de alimentos, lo que puede dar lugar a deficiencias
nutricionales significativas. Esta restricción alimentaria no tiene relación con un deseo
consciente de perder peso, sino con dificultades relacionadas con la comida (Kaye et al.,
2009).
Uno de los principales rasgos de este trastorno es la aversión sensorial a ciertos
alimentos. Las personas con ARFID tienden a evitar los alimentos debido a sus
características sensoriales, como la textura, el sabor o la apariencia, lo que puede
dificultarles llevar una dieta equilibrada (Stice et al., 2010).
Otro síntoma común es el miedo al atragantamiento , lo que lleva a la persona a
evitar alimentos que perciben como difíciles de tragar, como aquellos sólidos o con una
textura que requieren mayor masticación (American Psychiatric Association, 2013).
Además, algunas personas con ARFID pueden experimentar una falta de interés por la
comida , llegando a sentirse satisfechos con una cantidad mínima de alimentos o, en
casos extremos, con casi ninguna ingesta (Fairburn, 2008).
Por último, a diferencia de otros trastornos alimentarios, no existe preocupación
por el peso en las personas con ARFID. Esto significa que, aunque hay una restricción
en la cantidad de comida ingerida, no es por un deseo de controlar o perder peso, sino
debido a las características descritas anteriormente (Kaye et al., 2009).
3.2. Factores de riesgo y causas potenciales de los TCA
Los TCA son multifactoriales que pueden ser desencadenados por una
combinación de factores biológicos, psicológicos y socioculturales. Desde una
perspectiva biológica, algunos estudios sugieren que la genética puede desempeñar un
papel significativo, ya que tener un familiar cercano con un trastorno de conducta
alimentario aumenta el riesgo de desarrollarlo. Además, las anomalías en los
neurotransmisores, como la serotonina, se han asociado con los TCA según nos indica
(Valle, 2024).
3.2.1. Factores biológicos:
Se ha encontrado evidencia de una predisposición genética a desarrollar TA, así
como de desequilibrios neuroquímicos en el cerebro (Kaye, Weltzin, & Strober, 2009;
Herzog & Peterson, 2000).
⮚ Alteraciones en los neurotransmisores como la serotonina y la dopamina,
que influyen en el estado de ánimo y el apetito.
⮚ Antecedentes en la genética familiar con trastornos alimentarios o
trastornos mentales.
⮚ Cambios hormonales propios de la pubertad que genera insatisfacción en
la vista corporal.
3.2.2. Factores psicológicos:
El perfeccionismo, la baja autoestima, la percepción corporal negativa, la ansiedad
y la depresión son elementos psicológicos que pueden favorecer el desarrollo de TA
(Stice, Shaw, & Marti, 2010; Fairburn, 2008)
⮚ Baja autoestima, la percepción negativa que tiene de uno mismo y
perfeccionismo la necesidad de aceptación y cumplir altas expectativas.
⮚ Factores predisponentes como son la ansiedad, depresión o dificultad para
manejar el estrés.
⮚ Dificultad para gestionar las emociones o situaciones, lo que lleva al uso
de la comida como una forma de escape o alivio.
3.2.3. Factores socioculturales:
La presión social por la delgadez, la idealización de la belleza y la cultura de la dieta
pueden influir en el desarrollo de TA (Thompson & Stice, 2010; Becker, 2000).
⮚ Ideación de estándares de belleza por medio de las redes sociales de
cuerpos poco realistas.
⮚ Presión social, la comparación para mantener un cuerpo delgado o ideal.
3.3. Enfoques De Diagnóstico Y Evaluación
3.3.1. Evaluación Clínica Inicial
La Asociación Americana de Psiquiatría (2013) señala que la evaluación clínica es
esencial para determinar el diagnóstico y comprender el alcance de la afección. Esta
etapa comprende:
Entrevista clínica:
● Historial médico: Evaluar antecedentes médicos, familiares, psicológicos y de
salud mental. Es importante saber si hay antecedentes familiares de trastornos
alimentarios, trastornos mentales, o enfermedades físicas que podrían estar influyendo
en el desarrollo del TCA.
● Síntomas y conductas alimentarias: Explorar los patrones alimentarios, como
restricciones alimentarias, episodios de atracones o purgas, y comportamientos
relacionados con el ejercicio excesivo.
● Motivos para la consulta: Conocer la razón principal por la cual la persona busca
ayuda, si hay preocupación por el peso corporal, la imagen corporal distorsionada o
problemas emocionales relacionados con la comida.
Evaluación de la conducta alimentaria
● Patrones de alimentación: Recoger detalles sobre los hábitos de alimentación,
horarios, tipos de alimentos preferidos y la cantidad consumida.
● Conductas compensatorias: Identificar la presencia de conductas como el vómito
autoinducido, uso excesivo de laxantes, ejercicio extremo o el consumo de sustancias
para controlar el peso.
● Percepción de la imagen corporal: Analizar cómo la persona percibe su cuerpo y
qué tan influenciados están sus comportamientos alimentarios por esa percepción.
3.3.2. Evaluación psicológica y emocional
Rodríguez (2019) indica que además de los síntomas físicos es importante evaluar
los aspectos emocionales y psicológicos vinculados con los trastornos de la conducta
alimentaria. Esto incluye:
● Trastornos co-ocurrentes: Muchos pacientes con TCA también presentan otros
trastornos mentales, como depresión, ansiedad, trastornos obsesivo-compulsivos (TOC),
trastornos de personalidad, trastornos del ánimo, entre otros. La evaluación debe
identificar la posible presencia de estos trastornos.
● Evaluación de la imagen corporal: Es importante determinar si el paciente tiene
una imagen corporal distorsionada y cómo esta distorsión influye en sus
comportamientos alimentarios.
● Manejo del estrés y factores emocionales: Evaluar cómo las emociones, el estrés
y los factores familiares o sociales influyen en los trastornos de la conducta alimentaria.
La identificación de traumas pasados, dificultades emocionales o de relación también es
esencial.
3.3.3. Evaluación médica y nutricional
Álvarez (2018) refiere que una parte crucial de la evaluación es la valoración de las
consecuencias físicas y nutricionales del TCA, ya que estos trastornos pueden tener
efectos devastadores en la salud. Por ello, es necesario realizar una evaluación médica,
examinar el peso corporal e índice de masa corporal, exámenes de laboratorio,
evaluación de la salud ósea, considerar complicaciones médicas y finalmente realizar la
evaluación nutricional.
3.3.4. Instrumentos de evaluación estandarizados
Se utilizan diversos instrumentos para facilitar la evaluación y el diagnóstico de los
trastornos de la conducta alimentaria, por ejemplo:
● Eating disorder examination (ede): Es un cuestionario estructurado que se usa
para evaluar los patrones alimentarios, las conductas de purga, insatisfacción corporal y
la severidad de los síntomas de los tca.
● Body mass index (bmi): Utilizado para medir el peso corporal en relación con la
altura, aunque no siempre refleja con precisión la severidad del trastorno (por ejemplo,
en la bulimia nerviosa).
● Escalas de imagen corporal: Herramientas como el body shape questionnaire
(bsq) para medir el grado de preocupación por la imagen corporal.
● Cuestionarios de percepción alimentaria: Estos cuestionarios ayudan a
comprender cómo la persona ve su relación con la comida y cómo se enfrenta a los
atracones o a la restricción alimentaria.
3.4. Tratamientos y enfoques terapéuticos comunes.
Los trastornos del comportamiento alimentario (TCA) son afecciones complejas que
demandan un enfoque terapéutico holístico, multidisciplinario y personalizado para las
necesidades particulares de cada paciente. El manejo de la enfermedad debe tratar tanto
los elementos psicológicos como los físicos, y a menudo implica una mezcla de
intervenciones médicas, nutricionales y psicológicas. A continuación, se detallan las
terapias y métodos más habituales para los TCA:
3.4.1. Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)
Es una de las medidas más eficaces para abordar los desórdenes en el
comportamiento alimentario. Se enfoca en reconocer y cambiar modelos de pensamiento
distorsionados y comportamientos dañinos, tales como la alteración de la imagen
corporal, la fijación por el peso y la comida, y las conductas restrictivas o de purga cuyo
objetivo es; reorganizar pensamientos negativos vinculados a la nutrición, el peso y la
estética, alterar costumbres alimenticias y de actividad física que no son saludables,
fomentar comportamientos alimenticios más balanceados, manejar emociones y
características relacionadas a la ansiedad, la depresión y el perfeccionismo (Ekstrand,
2011),
3.4.2. Terapia Familiar (Modelo de Maudsley)
Esta terapia resulta particularmente eficaz para adolescentes con desórdenes
alimenticios, dado que involucra a la familia en el proceso de rehabilitación, el objetivo
de esta es normalizar las costumbres culinarias en el ambiente familiar, potenciar las
relaciones familiares para disminuir los conflictos asociados a la nutrición y finalmente
potenciar la interacción y el respaldo emocional entre progenitores e hijos.
El modelo presentado por Maudsley sugiere que los progenitores desempeñan un
rol crucial en la recuperación de su hijo, supervisando la normalización de la nutrición en
una etapa inicial y tratando las dificultades emocionales latentes en etapas subsiguientes
(Clave, 2017).
3.4.3. Terapia Dialéctico-Conductual (TDC)
La TDC, originalmente creada para tratar el trastorno límite de la personalidad, ha
probado ser efectivo en el manejo de trastornos alimenticios, particularmente en
situaciones con autolesiones, impulsividad o problemas para controlar las emociones.
El objetivo de esta terapia es asistir en el manejo de emociones fuertes que
provocan conductas alimenticias descontroladas, promover habilidades saludables para
manejar situaciones adversas, balancear la aceptación y la transformación de modelos
de pensamiento y comportamiento disfuncionales.
Este enfoque incorpora capacitación en destrezas para el manejo emocional, la
tolerancia al malestar y el fortalecimiento de las relaciones interpersonales (Borjas &
Jacinto, 2024).
3.4.4. Psicoterapia Interpersonal (TPI)
La TPI aborda problemas interpersonales que contribuyen al trastorno alimentario,
como conflictos familiares o dificultades en las relaciones sociales. El objetivo es resolver
conflictos interpersonales que influyen en el desarrollo o mantenimiento del trastorno,
mejorar las habilidades de comunicación y la gestión de conflictos; se centra en fortalecer
las relaciones personales, ya que estas dificultades suelen estar vinculadas con la
aparición o el empeoramiento del trastorno ( Fernandez & Puig, 2003)
3.4.5. Tratamiento Médico y Nutricional
Según Álvarez (2018) este enfoque es fundamental para tratar las complicaciones
físicas asociadas con los trastornos alimentarios, como la desnutrición o los
desequilibrios electrolíticos.
⮚ Objetivos:
● Restablecer un peso y estado nutricional adecuado.
● Corregir desequilibrios nutricionales y deficiencias vitamínicas y minerales.
● Supervisar y tratar complicaciones médicas relacionadas.
⮚ Enfoques:
Rehabilitación nutricional: Trabajar con un nutricionista para establecer una dieta
equilibrada y normalizar la relación con la comida.
Monitorización médica: Supervisión regular por un médico para garantizar una
recuperación física segura.
3.4.6. Tratamiento farmacológico
Wikinski (2004) refiere que los medicamentos pueden ser útiles en el manejo de
trastornos alimentarios, especialmente cuando se presentan trastornos psiquiátricos
asociados, como ansiedad, depresión o TOC.
⮚ Objetivos:
● Tratar síntomas psicológicos como ansiedad y depresión.
● Modificar conductas relacionadas con el trastorno, como los atracones.
3.5. Perspectiva epistemológica sobre los TCA.
La perspectiva epistemológica sobre los trastornos de la conducta alimentaria
(TCA) implica explorar cómo se construye y se organiza el conocimiento sobre estos
trastornos. A continuación, detallaremos las principales perspectivas epistemológicas
sobre los trastornos de la conducta alimentaria:
3.5.1. Enfoque biopsicosocial.
Desde esta perspectiva, se considera que el conocimiento sobre los TCA debe ser
multidimensional, combinando estudios clínicos, investigaciones genéticas,
intervenciones psicológicas y el análisis de los factores culturales y sociales. Se enfatiza
que la biología, la psicología y el entorno social están interrelacionados y deben ser
considerados de manera conjunta en el tratamiento y la prevención de los trastornos
alimentarios (Cuesta, 2023).
3.5.2. Perspectiva psicoanalítica
La epistemología psicoanalítica considera las alteraciones en el comportamiento
alimenticio como una expresión de los conflictos internos inconscientes. En este ámbito,
los estudios suelen enfocarse en el estudio de la dinámica intrapsíquica y en la
interpretación de los símbolos vinculados con la alimentación y el cuerpo. (Bravo, 2016).
3.5.3. Modelo Cognitivo-Conductual
Este método se enfoca en los pensamientos variados acerca de la comida, el peso
y la percepción del cuerpo, y en la importancia de modificar estos patrones cognitivos y
de comportamiento para fomentar una recuperación.
El objetivo es identificar los pensamientos irracionales y conductas mal adaptativas
que refuerzan el trastorno alimentario y reemplazarlos por patrones más saludables
(Celis, 2011).
3.5.4. Modelo sociocultural
Desde esta perspectiva, el conocimiento sobre los TCA proviene del análisis crítico
de las influencias socioculturales, como las representaciones de la delgadez idealizada
en los medios, la publicidad y la cultura de la dieta (Marika, 2016).
3.5.5. Enfoque feminista
La perspectiva feminista sostiene que el conocimiento sobre los trastornos
alimentarios debe considerar la relación de poder entre los géneros y cómo esta afecta
la salud mental y física de las mujeres. Se enfoca en cómo las normas de belleza
dominantes son construidas socialmente y cómo estas normas afectan la percepción de
las mujeres sobre su cuerpo y su relación con la comida (León, 2021).
3.5.6. Modelo neurobiológico
Desde este enfoque se genera a través de la investigación en neurociencia y
genética. Se estudian las conexiones cerebrales, la actividad de neurotransmisores, y
las bases genéticas para comprender cómo estos factores contribuyen al desarrollo y la
perpetuación de los trastornos alimentarios (Kaye, 2008).
DISCUSIÓN:
El estudio subraya que los trastornos de conducta alimenticia son el producto de la
interrelación de elementos biológicos, psicológicos y socioculturales. Esta visión
biopsicosocial es ampliamente reconocida en la bibliografía científica, sin embargo,
presenta retos en la práctica clínica, dado que demanda un enfoque multidisciplinario
que no siempre se encuentra accesible en los sistemas sanitarios.
El informe enfatiza la relevancia de emplear criterios diagnósticos normalizados del
DSM-5 para la evaluación de los TCA. Aunque esto ofrece un fundamento sólido para el
diagnóstico, también presenta retos en relación a la subjetividad de la autoevaluación y
la eventual marginación de casos inusuales que no satisfacen totalmente los criterios.
Los TCA, son multifactoriales y complejos, es decir no deben ser explicados
mediante una sola causa, puesto que la combinación de factores, psicológicos, culturales
y biológicos, son fundamentales en la aparición y desarrollo. Por otro lado, la terapia
cognitivo conductual es un enfoque que brinda un tratamiento basado en evidencia, este
se enfoca en modificar la conducta y pensamientos irracionales que conllevan a una baja
autoestima, distorsión de la imagen corporal, entre otros factores del TCA. Además, la
Terapia familiar ha probado su eficacia en el manejo de los TCA. No obstante, el acceso
a estas terapias continúa siendo un reto en numerosos contextos, particularmente en
zonas rurales o con recursos escasos.
CONCLUSIONES:
Los trastornos alimenticios representan un problema de salud pública de gran
complejidad y va en aumento. Estos trastornos generan efectos considerables, desde
Trastornos cardiovasculares y desnutrición hasta alteraciones emocionales como la
ansiedad y la depresión. Además, pueden desencadenar problemas serios, incluso la
muerte, particularmente en adolescentes e individuos en situación de vulnerabilidad. Se
aconseja la puesta en marcha de programas de educación en instituciones educativas y
hogares para fomentar una relación sana con la nutrición y la imagen corporal.
Para su eficaz gestión se necesitan diagnósticos exactos, terapias
interdisciplinarias y estrategias de prevención inclusivas que tomen en cuenta la
diversidad de las poblaciones impactadas. Fomentar la atención anticipada y disminuir
los prejuicios vinculados a estos trastornos son acciones esenciales para potenciar la
calidad de vida de aquellos que los sufren y sus familias. Se resalta la relevancia de
emplear los criterios estandarizados del DSM-5 para identificar con exactitud los
diferentes tipos de trastornos alimenticios.
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