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Pasión Constitucional Teoría General de Los Derechos Humanos - Bidart Campos

El documento presenta una teoría general de los derechos humanos, abordando su naturaleza, universalidad e individualidad. Se enfatiza que todos los seres humanos son titulares de derechos inherentes a su naturaleza, que deben ser garantizados por la sociedad. Además, se discute la relación entre derechos humanos y ética, subrayando la importancia de la dignidad y autonomía de la persona humana en el contexto jurídico y político.

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Pasión Constitucional Teoría General de Los Derechos Humanos - Bidart Campos

El documento presenta una teoría general de los derechos humanos, abordando su naturaleza, universalidad e individualidad. Se enfatiza que todos los seres humanos son titulares de derechos inherentes a su naturaleza, que deben ser garantizados por la sociedad. Además, se discute la relación entre derechos humanos y ética, subrayando la importancia de la dignidad y autonomía de la persona humana en el contexto jurídico y político.

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TEORíA GENERAL DE LOS DERECHOS

HUMANOS
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ¡URIDICAS
Serie G: ESTUDIOS DOCTRINALES, núm. 120

EDICIÓN AL CUIDADO DE MIGUEL LÓPEZ RUIZ


GERMÁN J. BIDART CAMPOS

,
TEORIA GENERAL
DE LOS
DERECHOS HUMANOS

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTóNOMA DE MÉXICO


MÉXICO 1989
A Daniel E. Herrendor[
PREFACIO

Entre enero y abril de 1988 realizamos en la ciudad de México un


estudio sobre derechos humanos. invitados por el Instituto de Investi ..
gaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México,
en calidad de investigador visitante.
El resultado de nuestra tarea, que luego fue concluida en Buenos
Aires. es el presente ensayo. Su título es realmente ambicioso, y hasta
puede ser juzgado como pedante. Pero aun sabiéndolo, lo mantenemos,
previa su e:xplicación.
El trabajo ha intentado, con modestia, cubrir un panorama global
en la materia. Sus cuatro partes dan razón de eHo. De tal forma. como
a pesar de la ojeada lineal el trabajo no recae sobre algún aspecto
particular o especial. sino que posee un sentido general de conjunto,
en el que no eludimos el punto de vista personal, cada vez que 10
creemos pertinente, el rótulo de "Teoría general de los derechos hu-
manos" se aproxima al contenido. Trátase de lo que det~ominaríamos
una "suma" o un "breviario".
Nos urge agradecer profundamente a la institución invitante, a la
Universidad a la cual pertenece, a las autoridades de ambas, a los
investigadores y al personal del Instituto, y a todos nuestros amigos
que en su área nos brindaron durante tres meses la cálida hospitalidad
fraterna, la ayuda y la colaboración, la asistencia de apoyo y el estímu-
lo constante, por todo cuanto hicieron a nuestro favor en lo personal
y en lo académico. Les dedicamos el sencillo resultado de nuestro
esfuerzo, con el que deseamos retribuir, aunque escasamente, todas sus
muestras de gentil confraternidad.

México~Buenos Aires, enero~junio de 1988.

7
PRIMERA PARTE

(INTRODUCCIÓN)

LOS DERECHOS HUMANOS EN ESCORZO


INTRODUCCIÓN

Esta primera parte: tiene carácter introductorio. Su mismo título alude


a un panorama lineal y reducido, en el que proporcionemos cuestiones
generales. casi mínimas, pero que nos han parecido muy importantes
para luego entrar de lleno al meollo de nuestro estudio, Es, entonces,
algo así como un llamado de atención.
Pensamos que no resultaba adecuado afrontar directamente lo que
llamamos teoría general de los derechos humanos, y que era conve-
niente penetrar lentamente en ella, a partir de unas nociones prelimi~
nares, como de a poco, a través de estos balbuceos primerizos. Y por
eso no es de extrañar que más adelante profundicemos mucho de
10 que ahora viene encapsulado en esta parte introductoria, aun a ries . .
90 de algunas repeticiones. No ha sido intención nuestra incurrir en
tales reiteraciones, pero sí procurar la más fácil comprensión del ensa,..
yo. Por eso, hay raZón bastante para esta aproximación a algunas
cuestiones viscerales, para dar los primeros pasos de una ulterior mar,..
cha, más intensa. Muchos de los aspectos aquí abordados merecerán
desarrollarse después, en tanto otros sólo quedarán insinuados en la
introducción cuando los juzguemos suficientes al propósito del ensayo.

11
LOS DERECHOS HUMANOS EN ESCORZO

sas: que el hombre es el sujeto de esos derechos en razón o por causa


de ser un individuo de la especie humana, y que por ello mismo todo
hombre y cada hombre los titulariza. No uno solo, no unos pocos. no
algunos, no muchos. sino todos y cada uno. Tal vez sea esta idea la
que ha dado origen a uno de los sinónimos antes citados: el de dere-
chos "individuales", de forma que el empleo del singular "hombre"
con que aludimos a la pertenencia de los derechos apunta a la genera-
lización universal o total de los derechos, muy lejos de aludir a que
sean de uno solo, o de Un hombre en particular.
Desde ya es bueno rescatar de tal generalización o universalidad
otra idea básica, que es la de la igualdad, porque si cada hombre y
todo hombre es sujeto de estos derechos porque es parte de la especie
humana, todos los hombres -en cuanto lo son- se hallan en pie de
igualdad en la titularidad de sus derechos. No los hay que tengan
mejores derechos que otros, o que tengan menos, o no tengan ningu ..
no. Estos derechos son iguales en cada uno, en cualquiera. en todos.
La individuación de los derechos en cada hombre llevó a utilizar
la expresión derechos "individuales", que todavía cuenta con vigen--
cia lingüística (en Argentina, por ejemplo, es frecuente hallarla en el
vocabulario jurídico-constitucional). Pero si fue útil a los fines de par--
ticularizar la pertenencia individual de los derechos en cada hombre
y en todo hombre como parte (individuo) de la especie humana, pier-
de altura axiológica no bien aceptamos la noción filosófica de que el
hombre 2 es una persona. a Sin extraviar su individualidad, sin dejar
de ser individuo, sin dejar de compartir la individuación que es pro--
pia de cada unidad de una especie. el individuo humano es una perso--
na, a diferencia de cada ser existente en el resto del mundo animal. De
ahí que otro sinónimo goce de mejor alcurnia: derechos de la persona
humana, o del hombre, cuya individualidad tiene carácter personal.
y luego reencontramos los restantes sinónimos: derechos naturales
del hombre, y derechos fundamentales del hombre. Aquí los adjetivos
también acusan un sentido trascendente, más allá de las posturas y las
divergencias filosóficas. "Naturales" quiere decir, como mínimo, que

2 Ver: Verneaus, Roger. Filosofía del hombre. Barcelona, 1970; Romero. Fran~
cisco, Tenría del hombre, Buenos Aires. 1952: González Uribe, Hector, Hombre y
sociedad. México, 1979; Basave. Agustin. Filosofía del hombre. México, 1957;
Buber. Martin. Qué es el hombre, México. 1949; Marias, Julián. El tema del hom~
bre, Buenos Aires~México. 1952.
3 Ver: Derisi, Octavio Nicolás, La persona. Su esencia, su vida. su mundo. La
Plata. 1950; Quites. Ismael. La persona humana, Buenos Aires, 1942; Maritnin,
Jacques. Para una filosofía de la persona, Buenos Aires. 1937.
LA INDIVIDUALIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS 15

tales derechos le son inherentes al hombre en cuanto hombre que tiene


naturaleza (o esencia) de tal, o en cuanto cada hombre y todo hom-
bre participa de una naturaleza que es común a toda la especie huma~
na como distinta e independiente de las demás especies.
Esta noción de que el ser humano tiene pOr su naturaleza ciertos
derechos valederos viene destacada por Del Vecchio,' y hace de base
en Maritain a su filosofía de los derechos del hombre, cuando afirma
enfáticamente que "hay" naturaleza humana. 5 La habíamos aprove~
chado también nosotros con fines similares en oportunidades de ante-
riores ensayos.6 Yace aquí la razón de que los derechos del hombre
sean a veces apodados derechos "naturales".
En seguida se comprende, por lógica ilación, que si estos derechos
son naturales o propios de la naturaleza de la persona humana, revis-
ten carácter de fundamentales, en el sentido de primarios o indispensa-
bles. La fundamentalidad coincide, de algún modo, con la inherencia
a la naturaleza humana.
Una de las críticas que se suele imputar al adjetivo "humanos" ra-
dica en la innecesariedad del calificativo, que devendría redundante por
suponerse que solamente el hombre puede ser sujeto de derechos, con
lo que hablar de derechos humanos o derechos del hombre implicaría
una añadidura sin rigor filosófico. que llevaría a la confusión de pen-
sar o imaginar que pudiera haber en otro sector derechos que no fue~
fan del hombre. ¿De quién, entonces?
Si para nosotros es totalmente exacto que fuera del hombre y de la
vida humana no hay derecho (en singular) ni derechos (en plural),
no por eso pierde consistencia la _locución que comentamos. Y no la
pierde porque tanto la filosofía jurídica' cuanto la filosofía política
justifican con creces la estimativa axiológica que rodea al vocabulario,
y al concepto que éste mienta. Con cualesquiera de las exp~esiones
cuya sinonimia hemos propuesto se aspira, noblemente, a realzar la
dignidad y la autonomía de la persona humana, para insertarla decoro~
samente en el marco de la convivencia social y del régimen político:
"hay" derechos '·humanos" porque el hombre ---cada hombre y todo

Persona, Estado y derecho, Madrid, 1957, p. 349.


¡
;, Los derechos del hombre y la ley natural. Buenos Aires, 1943, p. b9.
{l Ver: Bidart Campos. Germán J.. Derecho natural y de["[:~'ho con.stituciona l ,
UNAl\t Cuadernos de Humanidades numo 4, Departamento de Humanidades. espe-
cialmente los acápites II a V inclusive, referentes a temas que versan sobre la
n,.turaleza humana. También, nuestro libro Marxismo y derecho constitucion,¡f.
Buenos Aires. 1979. tercera parte. pp. 107 y ss .. donde se reproduce lo indicado
prf'cedentemente en esta misma cita.
16 LOS DERECHOS HUMANOS EN ESCORZO

hombre- tiene una naturaleza en virtud de la cual "hay" exigencias


que provienen del orbe del valor, a las que debe darse recepción en
ese otro ámbito cultural de la vida humana, que es el mundo jurídico . .
político.
Cuando Werner Goldschmidt enseña que el principio primario del
valor justicia consiste en facilitar el desarrollo de la personalidad hu-
mana, está sentando la base estimativa y explicativa de los derechos
del hombre.' Por la peculiaridad de la naturalera humana y de la vida
humana, sobra razón para mantener y defender el uso idiomático. con...
ceptual, y valorativo. de todas estas locuciones -derechos humanos,
derechos del hombre, derechos de la persona humana-.
Luce claro en este párrafo de Antonio Truyol:

Decir que hay "derechos humanos" o "derechos del hombre" en el


contexto histórico-espiritual que es el nuestro, equivale a afirmar
que existen derechos fundamentales que el hombre posee por el
hecho de s.!?r hombre, por su propia naturaleza y dignidad: derechos
que le son inherentes, y que, lejos de nacer de una concesión de la
sociedad política, han de ser por ésta consagrados y garantizados. 8

La cita condensa y reafirma nuestras disquisiciones antecedentes, que


se compadecen con esta otra idea de Carlos I. Massini Correas: "No
caben dudas acerca de que los 'derechos humanos son la parte funda-
mental de la ética social de nuestro tiempo".9 Se nos coloca asi, por
delante. la noción de un ligamen con la ética. que no es ajeno a la tra-
dición que impregna de eticidad al derecho,1° también cuando, sin
fusionar moral y derecho, distingue y sitúa los respectivos campos. o
proclama que el derecho es un mínimo de ética. Y es conveniente con-
servar estas conexiones porque, a nuestro modo de ver. es un valor

.. "El principio supremo de justicia reclama para cada ser humano un ámbito
de libertad para que el ser humano dentro del mismo pueda desarrollar sus dis-
posiciones valiosas" (El principip supremo de justicia, Editorial de Belgrano. 1984.
p. 19).
!l Los derechos humanos, Madrid. 1968, con un estudio preliminar de Antonio
Truyol y Serra. p. 11.
u "Algunas precisiones sobre 'derechos' y 'derechos humanos' ", El Derecho,
IO/XII/1986.
10El derecho de los derechos humanos brinda. en la parte referida al hombre, la
respuesta a un problema ético general. que Sánchez Agesta destaca en el Estado
de derecho como perspectiva contemporánea de las relaciones entre política y dere-
cho: la necesidad de someter el poder pUbliCO al derecho. del que forma parte la defi-
nición cierta del ámbito de libertad y del ejercicio de los derechos (Principios de
teoría política, 6a. ed .. Madrid. 1976. pp. 150 y ss.).
LA INDIVIDUALIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS 17

ético -el valor "personalidad".-- el que va a reconducir hacia sí y


hacia su realización, a los valores jurídico-políticos en el mundo del
derecho y de la política. t1 Así puede calibrarse bien el significado de
los derechos humanos.
Con 10 hasta ahora dicho, se capta una verdad elemental: el trata ...
miento de los derechos humanos no es susceptible hoy de abordarse sin
lo que Recaséns Siches llama estimativa o axiología jurídica,u y que
guarda reciprocidad Con la dikelogía de Goldschmidt (dike = justi-
cia; lagos = conocimiento, o sea, ciencia de la justicia) .13 En suma, la
valoración dikelógica que hacemos a la luz del valor justicia cobra
inusitada presencia en la cuestión de los derechos del hombre, y 10
verificamos cuando el citado Recaséns encabeza el desmenuzamiento de
esos derechos con principios de estimativa jurídica; "la dignidad de la
persona individual humana como matriz de los principios fundamen-
tales de la estimativa jurídica" -que es el primer subtítulo del capítu.-
lo 20 de su Tratado general de filosofía del derecho- atestigua lo
dicho: sin valoración (y no se olvide que, segun Goldschmidt, uno de
los despliegues del valor justicia es ése, dentro de una trinidad: el
valor vale, el valor orienta, el valor valora) 11 resulta imposible, o al
menos escaso, todo enfoque sobre los derechos humanos.

2. EL PROBLEMA DEL SUJETO PASIVO Y DE su OBLIGACIÓN

Cuando damos por cierto que en el mundo del derecho nos encon-
tramos y nos movemos siempre con relacione>s de alteridad que vincu-
lan a los hombres y a sus conductas,';' tenemos que afrontar un tema
visceral dentro del qUe estamos discurriendo. Si el hombre es sujeto

11 Sobre "La persona humana y el valor 'personalidad' ", ver .-con ese título,........ el
acápite IV de nuestro libro Los valoees de la democcacia aegentina, Buenos Aires,
1983. Asimismo, nuestro libro Para vivie (a Constitución, Buenos Aires, 1984", p. 45.
Para la orientación ética del derecho puede verse: Recaséns Siches, Luis. Teatado
general de filosofía del deeecho, México, 1959, pp. 194~195.
12 Ver el cap. XIV de su Tratado general de filosofía del derecho. cit.
);1 Goldschmidt, Wemer, La ciencia de la justicia, Madrid. 1958.
14 Ver: Goldschmidt, Wemer. Introducción filosófíca al derecho. 4a. ed .. Buenos
Aires, 1973, pp. 387 y ss., donde desarrolla los tres despliegues del valor justicia
(la justicia como valencia, como valoración, y como orientación).
1"5 También en el orbe de lo político se hace presente el carácter relacional.
Burdeau dedica el capítulo JI de la parte segunda de su Método de la ciencia
política a "la relación política" (Buenos Aires. 1964, pp. 219 Y ss.). Para el carác~
ter relacional de la política. ver: López, Mario Justo, Introducción él los estudios
políticos, Buenos Aires. 1983, vol. I. pp. 65 y ss.; y del poder. pp. 39 Y 40.
18 LOS DERECHOS HUMANOS EN ESCORZO

de C'SQ que llamamos derechos humanos, resulta totalmente incompleta


y fragmentaria la tarea de investigar si tiene derechos, en qué consis ..
ten, qué significado ético y jurídico reviste el hacer al hombre titular
de ellos, etcétera. Todo esto es necesario. pero reclama urgentemente
alcanzar el siguiente tramo, en el que debemos contestar a una pre-
gunta: ¿frente a quién (sujeto pasivo) se ostenta la titularidad de los
derechos, frente a quién son oponibles o puede hacerlos valer el titu""
lar, y cuál es el deber o la obligación que ante este último tiene que
cumplir aquel sujeto pasivo a favor del titular. para que los derechos
de éste sean efectivos? En el interrogante hallamos la relación jurí.-
dica de alteridad entre 'sujeto activo (o titular) de los derechos. y
sujeto pasivo gravado con una obligación y;
Si no hay sujeto pasivo que deba cumplir una obligación frente al
sujeto activo titular de los derechos. éste no puede demandar ninguna
prestación a nadie. Y entonces cabe decir, en lenguaje vulgar, que esos
derechos no son tales. o que si aca¡so lo son, carecen de sentido y
efectividad. porque su goce y ejercicio no es abastecido con ninguna
prestación de persona alguna determinada. En otros términos, harto
simples, los derechos humanos no se agotan en alguna capacidad del
titular, sino que -por ser precisamente derechos- se tienen en rela.-
ción de alteridad frente a otro u otros, que son los sujetos pasivo..s
cargados con una obligación. un deber, un débito, que es la prestación
cuyo cumplimiento da satisfacción al derecho del sujeto activo.
La obligación, el deber, o el débito, implica una prestación que pue-
de consistir en: a) omitir conductas violatorias o impeditivas del dere-
cho que titulariza el sujeto activo; b) cumplir una prestación positiva
de: 1) dar algo. °2) hacer algo a favor del sujeto activo.
La trinidad obligacional se desglosa así, según los casos:
a) prestación negativa o de omisión, o de no hacer;
b) prestación positiva de dar algo;
e) prestación positiva de hacer algo.
Esta enunciación teórica que ahora sintetizamos, y que racional ...
mente es fácil de comprender y compartir, será útil ---y además impres-

16Hemos dedicado un estudio especifico a Las obligaciones en el derecho cons"


titucional (Bt.enos Aires. 1987). "Debemos tener presente que la conducta que
es contenido de un derecho se encuentra estrechamente relacionada con la conducta
de los demás y, en alguna medida, depende de la acción de los demás. No es
extraño que una de las ideas persistentes en la teoría del derecho sea aquella que
considera a los derechos como correlativos de la obligación de otros ... " (Tamayo
y Salmarán, Rolando, El derecho y la ciencia del derecho. México, 1986, pp. 69 y
70).
LA INDIVIDUALIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS 19

cindible . . . . . . para ulteriores explicaciones que iremos transcurriendo en


la exposición, Cada vez que se proponga un derecho personal deter-
minado. habrá que detectar con precisión cuál es el sujeto pasivo ante
el que su titular puede hacer exigible el goce y ejercicio, y cuál la obli-
gación que aquel sujeto debe cumplir a su favor. Cualquier error en
eSe campo puede desnaturalizar, devaluar. exagerar o desvirtuar el
derecho, tanto si se equivoca la correcta señalización del sujeto pasi-
vo, como 'Si se pone a su cargo un deber "indebido",
Para aclaración momentánea, valga este ejemplo: creemos encon-
trar un derecho humano fundamental en el derecho a la vida y a la
salud; es acertado decir que frente al hombre que lo titulariza, tanto
el Estado cuanto los demás hombres tienen la obligac:ón de abstenerse
de dañar la vida y la salud ajenas, o sea de omitir violar el derecho,
Jo cual descarta por injustos el homicidio, las lesiones, las conductas
perjudiciales a la integridad física o corporal, y a la integridad síqui-
Gl, etcétera; pero si yo estoy enfermo. mi derecho a la vida o a la salud

no alcanza a convertir a cualquiera otra persona (un médico, por


ejemplo, o un centro sanitario) en sujeto pasivo obligado a atenderme
gratuitamente. o a suministrarme tratamiento o medicamentos, a menos
que entre yo y ese otro exista un vínculo legítimo que al otro 10 erija
en sujeto pasivo cargado con una obligación hacia mí (caso de ser
yo afiliado a una obra social. o de haber contratado un servicio mé ...
dico, etcétera). no obstante lo cual puede existir alguna situación
extrema que, al margen de los ejemplos dados, haga operar al derecho
frente a quien carece de toda relación conmigo (por ejemplo, en caso
de accidentes o epidemias, puede ser que todo médico tenga el de-
ber de prestar sus servicios profesionales, aun gratuitamente, o de tras ...
ladarme a un centro asistencial para ser atendido. y que su omisión se
equipare a una violación a mi derecho a la vida y a la salud). Pero,
por lo dicho, Se advierte que no hay que llegar al límite de las ex-
travagancias cuando se trata de encontrar al sujeto pasivo y a su
correspondiente obligación frente a cada derecho de un hombre de-
terminado.
Salvada esta advertencia prudencial, cabe recuperar de lo sugerido
en este acá pite la idea de que es insuficiente la búsqueda y la amplia-
ción de un plexo de derechos humanos si. luego de ese afán, o simul-
táneamente con él, no nos deslizamos desde la titularidad de cada
derecho hasta el otro extremo de la relación de alteridad que todo dere-
cho. para ser tal. recaba: o sea, desde el derecho que tiene como
sujeto activo al hombre, hasta el sujeto pasivo frente al cual es exi-
20 LOS DERECHOS HUMANOS EN ESCORZO

gible, y hasta la prestación obligacional con que tal sujeto pasivo se


halla gravado para dar satisfacción al derecho del sujeto activo.
No cejamos en este punto de acentuar la alteridad o bilateralidad
que viene encapsulada ontológicamente en la esencia de los derechos
personales, y que enunciamos así: a todo derecho personal le corres-
ponde en reciprocidad una obligación; todo derecho personal titula ...
rizado por un sujeto activo tiene frente a sí Un sujeto pasivo cargado
con una obligación cuyo cumplimiento da satisfacción al derecho. (Más
adelante veremos, en cambio, que si todo derecho personal se cOrre-
laciona con una obligación, no toda obligación es debida frente al
titular de un derecho, ni en satisfacción de un derecho personal: Cree ..
mas que hay obligaciones que cabría llamar "autónomas" porque: del
otro lado de ellas no hay un sujeto que Isea titular de un derecho
personal para cuyo abastecimiento la referida obligación exista.)
La primera conclusión provisoria que extraemos es la siguiente: si
importante resulta el empeño en torno de los derechos humanos, tan
primordial como él viene a ser el tema de la's obligaciones con que
esos derechos reciben satisfacción, porque nada se avanza con enun~
ciar un plexo de derechos si frente a cada uno de ellos no se sitúa
un sujeto pasivo con el correspondiente débito, cuyo cumplimiento
pueda ser exigido por el titular del derecho Y

A. La prelación ontológica del derecho personal respecto


de la obligación recíproca

En filosofía jurídica está siempre abierto el debate acerca de si on ..


tológicamente mi derecho personal existe porque antes hay otro su-
jeto gravado con un deber hacia mí, o si, a la inversa, ese otro sujeto
tiene tal deber porque previamente yo estoy investido de un derecho
personal. Tomando un ejemplo, cabe preguntarse: iYo soy titular de mi
derecho a la vida porque antes existe en otros sujetos el deber de
no matarme o lesionarme?, o iesos otros sujetos tienen dicho deber
porque primero yo tengo derecho a la vida?
No hemos de desbrozar aquí tan polémica cuestión, no obstante lo
cual tampoco podemos escabullirla. Es probable que una respuesta u

11 E. H. Carra ya decía en 1947 "que ninguna declaración de derechos que no


contenga también una declaración de obligaciones correlativas puede tener un sig~
nificado trascendental" ("Los derechos del hombre", en la obra colectiva de la
UNESCQ, Los derechos del hombre. Estudios y comentados en torno a la nueva
declaración universal, México-Buenos Aires, 1949, p. 27).
LA INDIVIDUALIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS 21

otra al interrogante provenga de una toma apriorística de posición


mental; quienes reivindican la dignidad humana, y por una u otra
vía derivan a postular los derechos de la persona, se ven inducidos a
favorecer la tesis de que primero es el derecho personal, y luego la obli-
gación correspondiente; en la relación "derecho-obligación", se dirá
que hay obligación de B frente a A, porque A es titular de un dere-
cho a cuya satisfacción se endereza la obligación de B; B no me debe
matar ni lesionar (obligación de omi'sión) porque antes yo (A) tengo
derecho a la vida. En cambio, quienes no son propensos a privilegiar
105 derechos humanos, o hasta san contestatarios, suelen más bien
invertir el enfoque: A tiene derecho porque previamente B tiene el de,...
ber recíprOco; yo (A) tengo derecho a la vida porque B tiene primero
la obligación de no darme muerte ni herirme?8
Casi dogmáticamente diremos ---en repetición de una postura perso-
nal ya explicada- que para nosotros queda filosóficamente privilegia-
da la explicación que antepone, ontológicamente, el derecho personal
a la obligación. 11 Si bien es cierto que si A es titular de un derecho,
!,)

necesariamente debe haber frente a A un sujeto (B) gravado con una


obligación, tal reciprocidad de "derecho-obligación" no impide reco-
nocer que la razón de que exista la obligación de B radica en la prio-
ridad ontológica de que frente a B se haIla A como titular de un dere-
cho, a cuya satisfacción se impone la obligación de B. Si A no fuera
titular de ese derecho, no existiría la obligación de B. Al contrario,
la devaluación de Jos derechos humanos se atisba cuando se adopta la
postura iusfilosófica inversa: si B no tuviera la obligación frente a A,
tal A no sería titular del derecho a cuya satisfacción se encamina la
obligación de B.

1·8 Rechazamos las visiones ,-a las que aquí no les vamos a dedicar explicación
alguna- que hacen del derecho subjetivo un reflejo de un previo deber juridico,
que sólo se convertiría en derecho subjetivo cuando el cumplimiento del deber
primario quedara a disposición de un sujeto, supuestamente titular del derecho.
Nuestra idea es diametralmente opuesta: las obligaciones (o los deberes jurídicos)
que reciprocan a los derechos humanos son debidas "porque" del otro lado hay
un sujeto (hombre-persona) que es un "yo" que titulariza derechos personales
y que inviste dignidad de persona con valor metafísico absoluto; el derecho no es
un medio para cumplir algún deber, sino que los deberes que se corresponden a
derechos son medios para satisfacer tales derechos.
19 Ver nuestro libro Las ,obligaciones en el derecho constitucional. cit., pp. 15 Y
ss. En igual sentido, Recaséns Siehes: "la situación o conducta del titular del
derecho subjetivo constituye, según la norma, el supuesto determinante de un deber
en otro u otros sujetos" (Tratado general de filosofía del derecho, cit., p, 234).
22 LOS DERECHOS HUMANOS EN ESCORZO

Es fácil percatarse de que, retrocediendo a la noción de "lo ,uyo",


que heredamos de la filosofía clásica, tal "lo suyo" es de alguien, de
un sujeto a quien pertenece y. por consecuencia, si a alguien hay que
respetarle, reconocerle, o darle "lo suyo". esa obligación proviene pre~
cisamente de que, antes, hay un "10 suyo" de alguien. Primero es "lo
suyo" de A, y después la obligación de B de reconocer, respetar, o da:
a A "lo suyo",
Es cierto que aquí no concluye el problema, porque existen líneas
iusfilosóficas que son renuentes a equiparar "10 suyo" con el derecho
personal. A nosotros no nos cuenta darlos por equivalentes, pero aun-
que así no sea, ya resulta suficiente postular la prioridad ontológica
de "lo suyo" respecto al deber correlativo, para proporcionar un asi-
dero sólido al tema de los derechos humanos,
N o se crea que tomar partido en pro de esa prioridad riñe con lo
que antes dijimos acerca de la imperiosa necesidad de acentuar las
obligaciones que reciprocan a los derechos. Se trata solamente de con-
ciliar la idea de que a todo derecho personal le corresponde correlati-
vamente un deber de otro sujeto (pasivo), con la de que el deber de
este sujeto existe porque, ontológicamente, le antecede el derecho per-
sonal del titular a cuyo favor la obligación se destina.
Si, Como dice García Máynez. sería contradictorio atribuir a un
sujeto una faculta,s exigendi y no imponer a otro u otros el deber de
realizar la prestación a que el titular tiene derecho,'20 lo que avala la
necesidad de destacar la importante necesidad de la obligación corre-
lativa del derecho, no por eso ha de abdicarse de reafirmar que dicha
obligación tiene su razón y fundamento en el derecho al que se enlaza
dentro de la relación "derecho personal-obligación",
Resta esclarecer que cuando anteponemos el derecho personal a la
obligación correspondiente. no negamos que: a) el tema de tal prio-
ridad nada tiene que ver con el orden cronológico en que la idea de
derecho personal o de obligación pueda aparecer o haber aparecido

~o Carda Máynez, Eduardo, Filosofía del derecho, México, 1974, p. 358. Pero
d deber jurídico del sujeto pasivo no es exclusivo de la facultas exigendi, y el
mismo Carda Máynez lo incorpora a la facultas agendi, en la que hace falta la
prestación del sujeto pasivo (u obligación de no impedir ° no dañar el derecho de
otro) (ver op. cit., p. 383). En suma, los derechos a la propia conducta, que
implican la facultas agendi, implican una facultas exígendi que se advierte bien en
el momento en que un tercero pone un impedimento al titular del derecho (op. cit.,
pp. 383 Y 384). Similarmente en la facultas omittendi (op. cit., pp. 67 Y 68). Así
se comprende que Carda Máynez afirme que "no hay derecho subjetivo sin deber
jurídico" (p. 382).
LA INDIVIDUALIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS 23

en la conciencia humana; que los hombres piensen o hayan pensado


primero a uno u otro término es sólo un problema del entendimiento
humano y de la sicología humana; b) así como Ise admite que el dere-
cho subjetivo es, en una relación lógica, siempre consecuencia del
llamado derecho objetivo (sea éste natural o positivo), pero ambos
(derecho subjetivo y derecho objetivo) se dan simultáneamente, tam-
bién elebe admitirse que ,el entrañable enlace ontológico y lógico entre
"derecho personal-obligación" no descarta la prioridad del primero so-
bre la segunda pese a la simultaneidad y conexidad de ambos; que
derecho personal y obligación recíproca aparezcan ontológica y lógica,.
mente unidos en una relación in disociable, no descarta ni invalida la
afirmación de que, también ontológica y lógicamente, haya obligación
porque primero hay derecho, o dicho de otra forma, que la razón de
que haya obligación reside en la precedencia de que hay derecho al que
la obligación debe satisfacer.
Con esta perspectiva, pensamos que se fortalece la estimativa axio-
lógica sobre la que reposa el tema de los derechos humanos, mientras
la que los afinca en una supuesta prelación de la obligación aporta más
bien demérito que vigor para los mismos derechos.

B. La ambivalencia de los derechos por el doble sujeto pasivo

Es verdad que en el curso histórico de los hoy llamados derechos


humanos, éstos fueron inicialmente concebidos por el constitucionalis-
mo clásico corno derechos del hombre frente al Estado. O sea que la
relación de alteridad entre titular o sEjeto activo, y sujeto pasivo, se
supuso trabada entre hombre y Estado (o poder público, o gobernan-
tes). Dado por cierto que la doctrina y la constituciona.lización de lo's
derechos humanos dieron cima a la relación contra el absolutismo po-
lítico, es facil comprender que las precauciones de tutela. tanto como
la c!aboración de] plexo de derechos, se opusieran al Estado. en cuanto
se procuraba evitar o remediar las agreslones provenientes de él.
A medida que el entorno social, las valoraciones colectivas, y la ex-
periencia, fueron mostrando el riesgo de otras violaciones posibles
emergentes de hombres y grupos situados fuera del perímetro del poder
estatal, vino a resultar exigua la afirmación de los derechos exclusiva-
mente frente al Estado, y se hizo menester imaginar su proyección
frente -además- a otro sujeto pasivo que, latamente, podemos abar-
car globalmente en el vocablo "IOos particulares", o "los demás horo-
24 LOS DERECHOS HUMANOS EN ESCORZO

hres", Y allí aparece, entonces, la concepción que se denomina "amb¡",


valencia" de los derechos: los derechos personales son ambivalentes
porque "valen" (o son oponibles) frente a un doble sujeto pasivo:
a) el Estado, y b) los particulares (o los otros hombres).
Tal extensión duplicada del sujeto pasivo significó, por supuesto,
imputar a las dos clases de sujetos pasivos la obligación propia de quien
es tal ante el titular del derecho. Por de pronto, la obligación de abs-
tención u omisión de dañar al derecho o de impedir su goce y ejerci-
cio; más dificultades surgieron, y subsisten, cuando la obligación del
sujeto pasivo no es de omisión, o no es solamente de omisión, sino
consistente positivamente en dar o hacer algo a favor del titular del
derecho. No en todo derecho personal aparece la ambivalencia y la
oponibilidad frente a 10's particulares. cuando la prestación es de dar
o de hacer, no obstante lo cual una generalización amplia permite fun . .
dadamente aseverar que en la actualidad, los derechos del hombre son
bifrontes o ambivalentes porque, al menos en cuanto a la obligación
del sujeto pasivo de respetarlos y no lesionarIos, esa misma obliga ..
ción grava a dos sujetos pasivos a la vez: al Estado, tal como lo fue
primitivamente, y a todos los demás hombres (individualmente o en
grupo) .
La noción se tornará sumamente útil cuando, ya en el área del de ..
recho constitucional, y de cara a las violaciones a los derechos reco . .
nacidos en la Constitución, haya que sostener que tan inconstitucional
es, por transgresión a esa Constitución que contiene a los derechos, la
violación cuyo autor es el Estado, como aquella cuyo autor es un par ..
ticular o un grupo de particulares.
Y, en verdad, si los derechos son del hombre, parece que, en general,
no puedan ser únicamente derechos frente al Estado, sino frente ato..
dos, erga omnes, incluidos los otros hombres.
Cosa distinta es ya, en la diferenciación entre derechos y garantías,
considerar que las garantías, en cuanto seguridades o medidas de pro'"
tección. se dan solamente frente al Estado.

C. La simultánea amplitud de los derechos personales


y de las clases de obligaciones reciprocas

Ya es casi un lugar común recordar que, históricamente, la doctrina


de los derechos del hombre los opuso al Estado en cuanto agresor po-
tencial para prevenir o subsanar las violaciones de que fuera autor. El
LA INDIVIDUALIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS 25

sujeto pasivo único,........ Estado- tenía como obligación frente al hombre


titular de los derechos, una prestación negativa o de omi'sión: abste-
nerse de vulnerarlos, de impedir su ejercicio, de ponerles obstáculos.
Fue bastante, y tal vez suficiente, como progreso, en el curso de la
afirmación de la persona humana dentro del Estado. A su hora y en
su tiempo, las valoraciones sociales no podían ir más allá. Pero así
Como las circunstancias ya sugeridas condujeron a desdoblar ambiva-
lentemente a los derechos frente al sujeto pasivo. para agregar también
a los otros hombres y gravados -al igual que al Estado- con la o-
bligación negativa de no violarlos, las aludidas valoraciones avanzaron
desde ese débito de abstención hasta otros positivos de dar o de hacer.
No interesa ahora el deslinde detallado acerca de cuáles derechos sig-
nificaron, en la relación de alteridad con el sujeto pasivo, contraponer
una obligación de dar o de hacer; como no interesa saber en qué casos
eSa obligación quedó imputada al Estado o a un sujeto pasivo parti-
cular o privado. Basta tener presente que en el plexo general de los
derechos aparecen prestaciones u obligaciones positivas de dar o de
hacer, en conjunto con la abstención originaria.
El constitucionalismo 'Social es ejemplo elocuente de la proyección
a que nos referimos, pero tal vez más atractivo sea insinuar el trasfondo
axiológico que respalda a la amplificación que nos ocupa. En efecto,
la estimativa del siglo que transcurre hizo comprender que la dignidad
de la persona humana no queda plenamente satisfecha cuando se le
deja expedito al hombre el ejercicio de sus derechos, o sea, cuando
meramente se le franquea el derecho de hacer algo (facultas agendi
en terminologia de García Máynez) o se le permite no hacer algo (fa-
cultas omittendi según el citado autor). Está muy bien que en esOS
supuestos nadie (ni Estado, ni demás particulares) le impida hacer lo
que lícitamente puede hacer, o le demande hacer lo que lícitamente
puede omitir. Pero no basta. El hombre concreto, de carne y hueso
--talo cual, con nombre y apellido- se instala muchísimas veces en
situaciones personales y sociales en que su facultas agendi y su facal...-
tas omittendi (equiparables a la libertad en sentido negativo, o libertad
"de") no le abastecen ciertas necesidades vitales que con su propio
esfuerzo y sus propios recursos no logran cobertura mínima (empleo,
educación, vivienda, alimento, atención sanitaria, etcétera). Entonces,
se ha hecho menester dar un vigoroso paso adelante, extender el plexo
de derechos, y llegar a valorar que en las situaciones deficitarias antes
señaladas hay que procurarle a ese hombre concreto los bienes ele-
mentales que le amorticen aquellas necesidades mínimas. Se hace per-
26 LOS DERECHOS HUMANOS EN ESCORZO

misible hablar de un derecho "a" cada uno de esos bienes de que está
privado, y se tiende a encontrar, en contrapartida obligacional a ese
derecho "a", un sujeto pasivo gravado con el deber de dar o de hacer
(prestación): dar o hacer algo para proveer a la cobertura de la nece-
sidad y a la consecución del bien correlativo. Estamos ya, en itinerario
progresivo de valoración, y por la ineludible relación entre el derecho
. a" del pretensor y el recíproco débito del sujeto pasivo obligado.
ante una nueva categoría de derechos personales, en lo que guarda
cierta correspondencia COn la libertad "para" (y no con la libertad
. de"). García Máynez habla de facultas exigendi, y de alguna manera
esta expresión se hace aplicable a este rubro de derechos: facultad de
exigir algo, de demandar una obligación positiva de dar o hacer, y no
ya únicamente exigencia de abstención para no dañar un derecho. Aquí
el derecho reclama que a SU titular, alguien (sujeto pasivo obligado,
que podrá ser el Estado o uno o más particulares, según los casos) le
proporcione algo, dándole o haciendo algo (prestación) a su favor.
Ya no es el puro deber de respeto al derecho ajeno, omitiendo conduc-
tas lesivas, sino el deber positivo de cumplir una conducta consistente
en dar o hacer. Ya no es la simple exigencia de que se remueva el
obstáculo puesto al ejercicio del derecho, sino la de que el sujeto pa-
sivo facilite ese mismo goce y ejercicio: que se otorgue una vivienda,
una prestación de salud, un servicio educativo, un salario adecuado,
etcétera. Para satisfacer estos derechos es menester recurrir a los su-
jetos pasivos para que cumplan una obligación de dar o de hacer (no
Véi de <1bstenersc). y estaríamos por similitud ante supuestos encua-

drables en lo que el mismo García Máynez llama sugestivamente


derechos a la conducta ajena (pero no una conducta omisiva, sino
positiva -volvemos a decir: de dar o de hacer algo en pro del titu-
lar del derecho-).
y trazamos el paralelo de estos derechos con la libertad "para",
porque nuestra estimativa nos hace considerar que cuando los nuevos
derechos humanos de que estamos hablando se ven bloqueados en per-
juicio de cada hombre hiposuficiente, su libertad padece estrecheces,
angosturas, sumergimientos. Y esa libertad apocada o inexistente debe
ser facilitada, promovida. holgada, porque la dignidad de la persona
así 10 postula a nombre de una exigencia del valor justicia.
Por tenerse que recorrer un tramo hacia el acceso al derecho cuyo
goce está obstruido, y por hacer ralta que un sujeto pasivo impela el
itinerario mediante el cumplimiento de una obligación de dar o de ha-
cer, se ha usado ingeniosamente en Argentina la frase "derecho al
LA INDIVIDUALIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS 27

derecho'·; ~i el hombre que sufre merma en su libertad real y concreta


porque no puede acceder al goce de muchos de sus derechos, tiene
"derecho" a que el "derecho" castrado reciba liberación. Y hay que
encontrar el o los sujetos pasivos que promuevan esa liberación con
el cumplimiento de un débito de dar o de hacer algo, Sobre el tema en
cuestión. como sobre tantos otros insinuados en este prolegómeno, ha-
bremo3 de regresar más adelante.

3. Los DERECHOS HUMANOS ¿SON DERECHOS SUBJETIVOS?

Topamos con una dificultad para responder la pregunta, y ('sa


dificultad tiene dos aristas; por un lado, nos embrolla la serie multi-
plicada de definiciones sobre lo que es un derecho subjetivo y por el
otro, en esa serie hay definiciones que colocan como un elemento dentro
de la esencia del derecho subjetivo, a la facultad o potestad del titule"
del derecho para movi]¡zar al aparato jurisdiccional del Estado a efectos
de que, mediante la coacción, proporcione al mismo titular el cumpli-
miento del débito par parte del sujeto pasivo obligado,
No es nuestro propósito ni es el objeto de este estudio el efectuar
un análisis de filosofía jurídica en torno del derecho subjetivo: nos
parece que. con más modestia, si estamos circulando por el perímetro
de los derechos humanos -que hemos reconocido poco antes como de-
rechos del "hombre", de cada uno y de todos- la cosa se aligera y
se facilita. Cuando al hombre ---a cada uno y a todos- lo erigimos
en sujeto activo o titular de cada uno de los derechos "humanos" con
que componemos el plexo, aparece inexorablemente la subjetivización.
o la personalización. o la individualización de la titularidad: si los
derechos son de "el hombre", y si el hombre es su sujeto titular o
activo. nada impide dar un sí al interrogante: los derechos humanG~
son derechos subjetivos, porque se subjetivizan en la persona huma!:.él.
Es claro que si lo son. la estructura relacional del derecho tanto como
su carácter interpersonal requieren 10 que ya hemos sugerido: que
frente a cada uno de esos derechos haya un sujeto pasivo (singubr o
plural) cargado con una obligación (de omitir, de dar, o de hacer),
Después veremos si cuando es imposible encontrar al sujeto pa~;i\,o

~1 Ver: B;1rccsat. Eduardo S., "El concepto de derechos humélnos y su contra-


posición a los derechos subjetivos", Boletín de la Asociación Argentina de Filosofía
del Derecho. La Plata. núm. 44, abril 1987.
28 LOS DERECHOS HUMANOS EN ESCORZO

y/o a la obligación a su cargo, hay que renunciar a hablar de derecho


subjetivo. Por ahora omitimos el punto. 22
Derecho subjetivo no debe entenderse como opuesto a derecho ob-
jetivo. El correlativo del derecho subjetivo es la obligación o el deber
(del sujeto pasivo frente al titular). El derecho subjetivo _y los dere-
chos del hombre, a los que incluimos en su categoria- es "algo"
propio del hombre: ¿potestad, facultad, pretensión, atribución. posibi-
lidad de exigir una conducta ajena (del sujeto pasivo), opción para
hacer u omitir, permisión, disponibilidad? Sin aspirar a un rigor iusfi-
losófico puro, podríamos a cada propuesta formulada responderle por
sí. Derecho "de" o derecho "a", según los convencionalismos del len-
guaje y las preferencias personales. Hablamos de derecho a la vida y
a la salud, de derecho de asociarse, de derecho al trabajo y de traba-
jar, de derecho de locomoción o a la libertad física o corporal. de dere~
cha a la jurisdicción, de derecho de propiedad. de derecho a casarse
o de casarse, y así sucesivamente podríamos repasar todo un catálogo
de derechos humanos.
Todos ellos son subjetivos, en el sentido de que son del hombre.
Pero en cada uno hay que extremar la precaución de descubrir bien
su contenido, tanto como la prestación del sujeto pasivo que le da
satisfacción, y como la debida ubicación personalizada de ese sujeto
pasivo (o sea, cuál y quién es ese sujeto pasivo), Que sin esa cautela
se puede incurrir en extravagancias. y en pérdida del sentido cabal ..
mente jurídico de lo que llamamos y de lo que es en rigor un derecho
personal, lo demuestra algún ejemplo. Porque yo tenga realmente el
derecho de navegar no puedo pretender que cualquier persona se con ..
vierta en sujeto pasivo obligado frente a mí a suministrarme su embar ..
cación o navío, ni a título oneroso ni a título gratuito; mi derecho de
navegar consiste en que nadie me impida navegar si yo quiero hacerlo,
o también -acaso- en que si yo he contratado con alguien determina~
do para que me provea los elementos para navegar, eSe alguien cum ..
pla su obligación contraída bilateralmente. Porque yo tenga derecho
de locomoción o de transitar (incluido el de viajar) no puedo aspirar
a que una empresa aérea me regale un pasaje, o me 10 venda en una
fecha en que no hay plazas disponibles en el vuelo por mí elegido.
Porque yo sea titular del derecho a expresar mis ideas no puedo exigir

22 Omitimos colacionar citas y conceptos sobre el derecho subjetivo. porque


es tema que en detalle no nos incumbe en este estudio. y fácilmente puede hallarse
en los libros de filosofía jurídica y afines,
LA INDIVIDUALIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS 29

que un medio de comunicación social las inserte en sus espacios. Y así


podríamos escudriñar numerosas situaciones en la circunvalación de
cada uno de los derechos.
Como última reflexión en este rubro, y omitiendo de nuevo la pul-
critud iusfilosófica que demandarían razonamientos extensos .-segu-
ramente fuera de lugar en este tema ....... damos por cierto, en nuestra
opinión, que para rodear a los derechos humanos de la naturaleza de
derechos subjetivos descartamos que resulte esencial la disponibilidad
de acceso de su titular a una vía coactiva en el aparato jurisdiccional
del Estado. Que tal vía hace falta para la efectividad, la reposición, la
tutela de cada derecho, es otra cosa; es cosa de "garantía" o seguri-
dad. Pero que sea esencial. por modo que si no hay posibilidad de
acceder a la vía jurisdiccional coactiva haya que decir que no hay
derecho subjetivo. nos negamos a aceptarlo. La coacción no es, a
nuestro criterio. elemento esencial de la juridicidad: en otras palabras.
no lo es en el derecho objetivo ni en el derecho subjetivo.

4. HACIA LA LIBERTAD Y LAS LIBERTADES

Se hace urgente el enlace de los derechos humanos con la libertad


y con las libertades (liberty y [reedom, diríase en inglés). Por algo,
es bastante frecuente que se hable, en un lenguaje común con el de los
derechos humanos, de libertades personales o individuales, y de liber-
tades públicas.
Nuevamente sería aquí la filosofía jurídica la que nos ilustraría, pero
con más sencillez vamOS a abordar la cuestión en el área exclusiva
que nos incumbe.
Tenemos idea formada de que, en lo político-constitucional. la liber-
tad que desde ya calificamos como jurídica.:23 es un status o situación
del hombre (y por proyección, de la sociedad y sus grupos, en sentido
lato) que, presuponiendo el libre albedrío, equilibra el dualismo "per-
sona-Estado" 0, como propone André Hauriou, concilia la autoridad
y la libertad en el marco del Estado."

~:l La fórmula de Legaz es esta: el derecho natural a la libertad es el derecho


que el hombre tiene a que su libertad sea convertida en derecho (positivo). (Legaz
y Lacambra, Luis, Filosofía del derecho, Barcelona, 1953, p. 300).
24 Véase cómo André Hauriou dice que "técnica de la autoridad, en ciertos
aspectos, técnica de la libertad, en otro sentido, el derecho constitucional es esen~
cialmente la técnica de la conciliación de la autoridad y la libertad en el marco del
Estado" (Derecho constitucional e instituciones politicas, Barcelona, 1971. p. 42).
30 LOS DERECHOS HUMANOS EN ESCORZO

Tal idea, que esta lejos de pretender una definición de la libertad


jurídica, se capta mejor cuando se intenta el desglose de los conteni-
dos fundamentales de la referida libertad. Pueden explicarse así:
a) ante todo, la libertad jurídica exige que a todo ser humano s~ le
reconOzca la calidad de persona jurídica, es decir, de persona en el
ámbito jurídico-político: cabría decir que el primer derecho de todo
hombre es el derecho a que se le depare el status de persona jurídica;~!'>
b) en segundo lugar, adviene la libertad de intimidad, o la autonomía
personal, como zona de reserva de la privacidad;26 e) en tercer lugar.
el espacio de licitud jurídica que se enuncia así: para la persona
humana, lo que no le está prohibido le esta permitido, y d) por úl-
timo, la libertad jurídica supone que con su ejercicio el hombre pueda
cumplir actos jurídicamente relevantes, o sea, actos a los que se le-
reconozcan efectos en el mundo jurídico-político.
El precedente deja entrever que para el goce y ejercicio de los dere-
chos humanos se hace imprescindible instalar al hombre en la comuni-
dad politica con el expuesto status de libertad jurídica. Cada derecho
personal es, de alguna manera, una libertad, y por esO se emplean a
diario las expresiones "libertades individuales" (o personales) y "li-
bertades públicas". Derecho de trabajar equivale a libertad de traba-
jar; derecho de profesar el culto equivale a libertad religiosa; derecho
de asociarse equivale a libertad de asociarse; derecho de expresar las
ideas equivale a libertad de expresión; derecho de locomoción o trán-
sito equivale a libertad ambulatoria; y así sucesivamente. Casi no

z':::' Para la conversión de la libertad en derecho positivo, ver cómo Legas y


Lacambra argumenta en su Filosofía del derecho (cit., p. 30), para luego decir
que hay "un derecho fundamental para el hombre, base y condición de todos los
demás: el derecho de ser reconocido siempre como persona humana" (p. 302). Dd
mismo autor: "La noción jurídica de la persona humana y los derechos del hombre".
Revista de Estudios Políticos, Madrid, núm. 55, 1951.
Z6 La intimidad o privacidad circunvala un contenido múltiple: la soledad. los
ámbitos intimas (vida familiar. domicilio, correspondencia, comunicaciones no d('s~
tinadas a la publicidad, etcétera), el anonimato, la reserva o barrera frente a
intromisiones no queridas, el honor, el nombre, la propia imagen, etcétera. Se capta
la dimensión de este contenido cuando se advierte que el derecho de marras preserva
de la injerencia en los asuntos privados por parte de terceros, de la divulgación de
conductas y hechos privados. o que difunden una mala imagen en la opinión públi~
ca, de la apropiación del nombre o de la imagen por terceros no autorizados, de
la revelación de documentos y comunicaciones privados y/o confidenciales, de todo
medio o aparato (óptico, auditivo, o de cualquier clase) que capte la intimidad,
etcétera. Sobre el tema, ver: Ruiz~Giménez, Joaquín, "El derecho a la intimidad",
Cuadernos pMa el Di;á!ogo. 1969. núm. 66.
LA INDIVIDUALIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS 31

hay derecho personal que no pueda ser visualizado como una libertad
personal. 27
El principio conforme al cual ninguna persona puede ser obligada
a hacer lo que no manda la ley, ni privada de hacer lo que la ley no
prohíbe (que suele rotularse como "principio de legalidad" o, en inglés:
rule ol la w ), bien podria figurar como un contenido más de la liber-
tad jurídica, en común can el ya enunciado de que lo no prohibido
está permitido, porque sirve para delimitar el espacio de la misma y la
frontera de la exigibilidad, aun cuando para que quede satisfech~ aque-
lla libertad hace falta un añadido: que lo que la ley manda o lo que la
ley prohíbe sea justo o, corno se dice en el derecho norteamericano y
en el derecho argentino, que tenga un contenido razonable (principio
de razonabilidad, o de racionalidad)." Si la razonabilidad de lo que
se manda y de lo que se prohíbe no quedara a salvo, lo opuesto a la
razonabilidad -que es la arbitrariedad-- arrasaría o podría arrasar a
la libertad que el principio de legalidad pretende preservar. Bastaría,
en efecto, que mediante una ley se me vedara ir al templo, o usar la
vestimenta de mi elección; o se me ordenara adherir a ideologías polí-
ticas opuestas a las mías, para que mi libertad se frustrara.
Desde el status de libertad jurídica de la persona humana, dicha li-
bertad ha de expandirse socialmente, de forma que esa realidad difusa
que apodamos "sociedad" disponga, en el espectro pluralista de sus
grupos, de un espacio también suficiente para movilizar sus iniciativas.
sus proyectos, sus actividades, en una serie de ámbitos: cultural. econó-
mico, político, educativo, sindical, religioso, etcétera. Así como comen-
zamos planteando la dualidad de "persona-Estado" para explayarnos
al tema de la libertad, también ~onviene sugerir el de "sociedad-
Estado" (o sociedad-poder político), y emplear el interrogante con que
Pedro José Frías interpela al Estado: dime qué dejas fuera, y te diré
quién eres. 29 Hay aquí un esbozo de otro deslinde o de otra frontera,
porque el Estado debe dej ar fuera, ubicada en un espacio de libertad
que llamaríamos .. social", a la sociedad, para que despliegue sus ener...
gías y no quede atrapada en un intervencionismo abusivo e injusto del

27 Coing dice que los derechos subjetivos son para cada persona la base de la
libertad de ella en el Estado y en la sociedad ("Le droit subjectif en question",
Archives de Philosophie du Droit, París, núm. 9, 1964, p. 8).
28 Miró Quesada atiende con interés al principio de no arbitrariedad, o de ra~
cionalidad, y dice que "justicia, razón y no arbitrariedad son sinónimos en el mundo
del derecho" (Miró Quesada, C. Francisco, Ensayos de filosofía del derecho, Uni~
versidad de Lima, 1986, p. 54).
29 Frías, Pedro J., Sobre poder y sociedad, Tucumán, Argentina, 1983, p. 103.
32 LOS DERECHOS HUMANOS EN ESCORZO

Estado, que la inmovilice o la cohíba. En definitiva, la libertad social es


libertad de hombres, de los que forman la sociedad. de los que dan
origen a grupos, asociaciones y entidades del más variado tipo. que le
han permitido a García Pelayo acuñar la muy sabrosa locución de "so-
ciedad organizacional".3(J. En la actualidad, la libertad estrictamente
subjetivizada en cada persona no es suficiente, porque hoy el hombre
actúa insertado en grupos y asociaciones, en los que individual y plu-
Talmente es necesaria también la libertad.
y ahora retomamos algo ya delineado, nuevamente en perspectiva
de la libertad personal. El hombre no se conforma con que su libertad
quede exenta de interferencias injustas. porque hay hombres y hay
circunstancias sociales que reclaman algo más: demandan que su li-
bertad estrangulada se explaye, que sus derechos bloqueados se vuel-
van accesibles, que sus obstáculos se remuevan. que los condiciona~
mientos deficitarios se funcionalicen, Si la palabra no fuera harto
polémica, hablaríamos de "liberación", No hay por que eludir el tér ...
mino. si se le rescata su acepción genuina, Liberar significa dar liber-
tad, holgarla donde está estrechada o sumergida. soltar ataduras para ...
lizantes de la libertad. Pues bien, eso hay que hacer si se valora a la
libertad como un status jurídico, efectivo y real, de disponibilidades
favorables para la dignidad humana. Retrocedemos al ya apuntado
concepto de la libertad "para", como complemento de la clásica liber-
tad "de", y rozamos otra vez el tema de la igualdad, pero esta vez.
una igualdad de oportunidades. una igualdad que equilibre a la li-
bertad, que componga con ella un binomio para obtener una distribu ...
ción razonablemente igualitaria de la libertad,31 para que no haya
quienes tienen y disfrutan suficiente o demasiada libertad en desmedro
de los menos favorecidos que necesitan liberación porque su libertad
es escasa. Y si para ello ha de limitélrse razonamlemente la libertad y
los derechos de los más afortunados (no en sentido económico exc1usi ...
va mente ), una estimativa solidarista de los derechos humanos tiene que
propugnarlo sin escrúpulos, en tanto can aquella limitación razonable
se pueda conseguir -también razonablemente......- acrecer la capacidad

:JO García Pelayo. Manuel, Las transformaciones del Estado contemporáneo, Ma-
ddd, 1977. pp. 92 y ss.
31 "Cuando la idea de igual libertad comprende no sólo posibilidades morales,
jurídicas y sociales, sino también posibilidades prácticas relacionadas con la eco...
nomía y la cultura, la libertad coincide con la igualdad como ideal. .. '" (Ruiz. Mi...
guel A, "Sobre los conceptos de la libertad". Amwrio de Derechos Humanos. 2.
1983. pp. 543 y 544).

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