Jueces
Diez Lecciones para Lideres
Resumen para el estudiante
Jueces
Diez Lecciones para Lideres
Trimestre de Invierno, 2009
Universidad Bíblica Harvest
Los Angeles, California
Instructor: Pastor José Francia
BI-164 09-1 S AN
Tabla de Contenido
Introducción
Descripción del Curso...................................................................................................................... 2
Bosquejo del Curso.......................................................................................................................... 2
Plan Semanal.................................................................................................................................... 3
Propósito de este Curso.................................................................................................................... 4
Objetivos para este Curso................................................................................................................. 4
Métodos Educacionales usados en este Curso................................................................................... 4
Requisitos de este Curso................................................................................................................... 5
Evaluación y Calificación.................................................................................................................. 5
Escala de Calificación....................................................................................................................... 6
Reglamento de Asistencia................................................................................................................. 6
Libro de Texto.................................................................................................................................. 7
Bibliografía....................................................................................................................................... 7
Un Mensaje Personal del Profesor...................................................................................................... 8
Notas de la Clase
Introducción................................................................................................................................... 10
Capítulos 1 y 2....................................................................................................................................
Capítulos 3—5.....................................................................................................................................
Capítulos 6—8.....................................................................................................................................
Capítulos 9 y 10..................................................................................................................................
Capítulos 11 y 12................................................................................................................................
Capítulos 13 y 14................................................................................................................................
Capítulos 15y 16.................................................................................................................................
Capítulos 17—19.................................................................................................................................
Capítulos 20 y 21................................................................................................................................
1
Descripción del Curso
¿Qué si hay un libro en la Biblia que compara varios diferentes líderes y estilos de liderazgo, algunos sobre los cuales
Dios pone el sello de aprobación y otros que él quiere usar para ayudarnos a crecer? ¿Y qué si este mismo libro nos ayuda
a ver como el ciclo del pecado nos destruye y pone una cuña entre nosotros y Dios pero aun nos da grandes ejemplos a
seguir para quedar libres del ciclo y hacer grandes cosas para Dios? ¿Existe tal libro? El Libro de los Jueces.
El libro de los Jueces está en contraste severo al libro de Josué. En el libro de Josué un pueblo obediente conquista
la tierra por medio de la confianza en el poder de Dios. En los Jueces, sin embargo, un pueblo desobediente e idólatra es
derrotado una y otra vez a causa de su rebelión a Dios.
En siete ciclos claros del pecado a la salvación, los Jueces nos muestran como Israel ha puesto la ley de Dios a un
lado y en su lugar ha puesto “lo que era correcto a sus propios ojos.” El resultado recurrente de abandonar la ley de Dios
es corrupción por dentro y opresión de afuera. Durante las aproximadas cuatro centurias cubiertas por este libro, Dios
levanta campeones militares para tirar el yugo de opresión y para restaurar a la nación a una adoración pura. Pero siempre
muy rápido “el ciclo del pecado” comenzaba de Nuevo así que la temperatura espiritual crecía constantemente en frialdad.
En este curso nos enfocaremos en diez lecciones en liderazgo tomadas del libro de los Jueces y usaremos estas lecciones de
fracaso o éxito para aprender, permitámosle al Señor cambiarnos, y crecer en nuestro caminar cristiano y en nuestros ministerios.
¿Qué aprenderá usted de estas personalidades dinámicas? Otoniel, Aod, Samgar, Barac, Débora, Gedeón, Abimelec, Tola, Jair,
Jefté, Ibzán, Elón, Abdón, y Sansón? Usted se podrá ver en algunos de ellos, verá en algunos en lo que usted se quiere tornar, y
verá en otros en lo que usted no se quiere convertir. ¡Yo creo que Dios nos va a guiar en una jornada excitante en este trimestre!
Bosquejo del Curso
I. El Fracaso de Israel de Completar la Conquista (1:1–36) V. La Campaña del Centro (6:1—10:5)
A. El Fracaso de Judá (1:1–20) A. El Juez Gedeón (6:1—8:32)
B. El fracaso de Benjamín (1:21) B. El Juez Abimelec (8:33–9:57)
C. El Fracaso de las Tribus de José (1:22–29) C. El Juez Tola (10:1,2)
D. El Fracaso de Zabulón (1:30) D. El Juez Jair (10:3–5)
E. El Fracaso de Aser (1:31, 32) VI. La Campaña del Este: El Juez Jefté (10:6—12:7)
F. El Fracaso de Neftalí (1:33) A. Los Pecados de Israel (10:6–18)
G. El Fracaso de Dan (1:34–36) B. La Salvación: Jefté (11:1—12:7)
II. El Juicio de Dios por No Completar la Conquista VII. La Segunda Campaña del Norte (12:8–15)
(2:1—3:4) A. El Juez Ibzán (12:8–10)
A. El Ángel Anuncia el Juicio (2:1–5) B. El Juez Elón (12:11, 12)
B. Muere la Generación Fiel (2:6–10) C. El Juez Abdón (12:13–15)
C. Se Describe el Juicio de Dios (2:11–19)
VIII. La Campaña del Oeste: El Juez Sansón (13:1—16:31)
D. Se Deja al Enemigo Como Una Prueba
(2:20—3:4)
IX. El Fracaso de Israel por Medio la Idolatría (17:1—18:31)
III. La Campaña del Sur (3:5–31)
A. Ejemplo de Idolatría Personal (17:1–13)
A. El Juez Otoniel (3:5–11)
B. Ejemplo de Idolatría en las Tribus (18:1–31)
B. El Juez Aod (3:12–30)
C. El Juez Samgar (3:31) X. El Fracaso de Israel por Medio de la Inmoralidad (19:1–30)
IV. La Campaña del Norte: Los Jueces Débora y Barac A. Ejemplo de Inmoralidad Personal (19:1–10)
(4:1—5:31) B. Ejemplo de Inmoralidad en las Tribus (19:11–30)
A. Débora y Barac Son Llamados (4:1–11)
B. Los Cananeos son Derrotados (4:12–24) XI. El Fracaso de Israel por Medio de las Guerras Entre Las
Tribus (20:1—21:25)
C. El Canto de Débora y Barac (5:1–31)
A. Guerra Entre Israel y Benjamín (20:1–48)
B. Fracaso de Israel Después de la Guerra (21:1–25)
2
Plan Semanal
Semana Fecha Tópico de Clase Tarea entregada esta Semana Exámen?
7 de
1 Enero
Introducción
14 de
2 Capítulos 1 y 2 Lee Capítulos 1 y 2
Enero
21 de
3 Capítulos 3—5 Lee Capítulos 3—5
Enero
28 de
4 Capítulos 6—8 Lee Capítulos 6—8
Enero
4 de
5 Capítulos 9 y 10 Lee Capítulos 9 y 10
Feb.
11 de
6 Capítulos 11 y 12 Lee Capítulos 11 y 12
Feb.
18 de
7 Capítulos 13 y 14 Lee Capítulos 13 y 14
Feb.
25 de
8 Capítulos 15 y 16 Lee Capítulos 15 y 16
Feb.
4 de
9 Capítulos 17–19 Lee Capítulos 17–19
Mar.
11 de
10 Capítulos 20 y 21 Lee Capítulos 20 y 21
Mar.
18 de
11 Examen Final Entregue el Tema Asignado Examen
Mar.
3
Propósito de Este Curso
La meta es para los estudiantes aprendan de los errores y éxitos de los israelitas y formen un entendimiento fuerte del tipo de
liderazgo de Dios, como lo vemos en la vida de los Jueces. Para el final del curso, cada estudiante tendrá un mejor entendimiento
de los diferentes tipos de líderes que Dios levanta y por lo tanto estar mejor equipado en el papel de líder en el Reino de Dios.
Objetivos
I. Entendimientos:
A. ¿Cuándo fue escrito este libro y por qué?
B. ¿Cuáles son los caracteres principales y que función ellos desempeñan?
C. ¿Cómo se relaciona Dios con la humanidad?
D. ¿Quiénes eran los Jueces y por qué Dios los escogió?
E. ¿Por qué los israelitas se apartaron de Dios?
F. ¿Por qué le dio Dios a los israelitas tantas oportunidades?
II. Habilidades:
A. Desarrollar la habilidad de los estudiantes de entender los versos en sus propios contextos.
B. Enseñarles a los alumnos a aplicar estos conceptos a sus vidas diarias.
C. Equipar a los estudiantes para que les enseñen estos principios a otros.
D. Obtener revelación de cómo el Espíritu Santo aplicará estos textos en nuestros ministerios en el día de hoy.
E. Desarrollar destrezas de liderazgo importantes en nuestros ministerios.
III. Un Cambio de Vida:
A. Entendiendo cómo y por qué Israel fue libertado del pecado nos da gran esperanza.
B. Conociendo los errores de los israelitas nos enseña a cómo obedecer hoy.
C. Entendiendo que Dios usa los débiles y los más pequeños de las gentes para el ministerio nos alienta a nosotros.
D. Ver a Dios obrar milagros con Israel aumenta nuestra fe.
E. Aprendiendo de los Jueces nos hace mejores líderes en el Reino de Dios.
Métodos Educacionales
• Lecturas de Clase • Oración
• Visuales • Estudio Bíblico
• Preguntas y Respuestas • Lecturas Asignadas
• Compartiendo Experiencias • Escribir Temas Asignadas
4
Requisitos del Curso
1. Asistencia y participación en la clase. Se aprende verdaderamente cuando usted puede compartir y
envolverse en la clase.
2. Examen Final. Un examen final será dado para ayudarle a asimilar el material.
3. Escritura del Tema. Usted escribirá un artículo de 5 páginas en uno de los siguientes Débora,
Gedeón, o Sansón. Su tema tendrá 3 secciones: (1) Describa la misión del Juez y su relación con
Dios; (2) Discuta el impacto que el Juez tuvo como líder; y (3) Discuta cómo la historia de este
Juez en particular afecta su vida y ministerio.
4. Lecturas Asignadas. Hay una lista de lecturas asignadas en el plan semanal el cual usted necesita
completar cada semana. Tome tiempo para pedirle al Espíritu Santo que le muestras las grandes
verdades que usted está leyendo. Esté seguro que usted marca la “Hoja de Lecturas Asignadas” la
cual será pasada alrededor cada semana de forma que usted pueda obtener crédito por su lectura.
Evaluación y Calificación
He aquí como aparecerá en su calificación final cada parte calificada del curso:
• Participación en la clase. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10%
• Escritura del Tema. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30%
• Lecturas Asignadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30%
• Examen final. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . + 30%
TOTAL 100%
NOTA: En los casos en que la calificación de un estudiante esté marginal entre dos posibilidades,
la asistencia será tomada en consideración para determinar su calificación final.
5
Escalas de Calificación
Escala de no Graduado Escala de Graduado
% a letra letra a % % a letra letra a %
98-100% = A+ A+ =100% 100% = A+ A+ =100%
93-97% = A A = 95% 96-99% = A A = 98%
90-92% = A- A- = 91% 95% = A- A- = 95%
87-89% = B+ B+ = 88% 94% = B+ B+ = 94%
83-86% = B B = 85% 91-93% = B B = 92%
80-82% = B- B- = 81% 90% = B- B- = 90%
77-79% = C+ C+ = 78% 89% = C+ C+ = 89%
73-76% = C C = 75% 86-88% = C C = 87%
70-72% = C- C- = 71% 85% = C- C- = 85%
67-69% = D+ D+ = 68% 84% = D+ D+ = 84%
63-66% = D D = 65% 81-83% = D D = 82%
60-62% = D- D- = 61% 80% = D- D- = 80%
00–59% = F F = *30% 00–79% = F F = *30%
*F = 00% si el trabajo no se entrega *F = 00% si el trabajo no se entrega
Los grados son dados de la siguiente: A = Excelente, B = Bueno, C =Promedio, D = de mala calidad,
F = Fallando, Inc = Incompleto, W = Se retiró, Aud = Estudiante que no se ganó un grado.
Reglamento de Asistencia
Dios desea que sus hijos crezcan juntos en unidad y que puedan sentarse bajo la enseñanza de sus profe-
sores y líderes que Dios ha puesto en el Cuerpo. Dios ministra a través de las vidas más que por medio de la
información. El contacto personal con la vida y el espíritu del líder es tan importante como las calificaciones.
Manteniendo la unidad del cuerpo de Cristo con otros estudiantes en clases es también esencial para crecer en
gracia y conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Cuando algunos estudiantes pierden clase a menudo, o llegan tarde, la unidad es quebrantada; por lo
tanto, la asistencia es requerida. Toda ausencia y atraso quedará registrada.
Atraso significa—Llegar después del comienzo de la clase
Ausencia justificada—Solo por enfermedad, muerte de un familiar u otra situación de extrema urgencia.
No hay justificación por vacaciones, por cansancio, ayudar a alguien a mudarse, trabajar horas extras y obtener
más dinero u otras “buenas razones.”
Tres atrasos—considerado como una ausencia
Ausencias sin justificación—Máximo una vez por trimestre
Ausencias justificadas—Máximo tres por trimestre
Total de ausencias—Tres por trimestre, máximo, por cualquier combinación de las razones.
6
Libro de Texto
La Biblia
Motyer, J. A. The Message of Judges. Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 1992.
Bibliografía
Hayford, Jack W. Hayford’s Bible Handbook. Nashville, Tennessee: Thomas Nelson Publishers, 1995.
Henry, Matthew. Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible. Peabody, Massachusetts: Hendrickson
Publishers, 1991.
MacDonald, William. Believer’s Bible Commentary. Nashville, Tennessee: Thomas Nelson Publishers, 1990.
McGee, J. Vernon. Joshua and Judges. Nashville, Tennessee: Thomas Nelson Publishers, 1991.
The New Open Bible, New King James Version. Nashville, Tennessee: Thomas Nelson Publishers, 1990.
Vine, W.E. Vine’s Complete Expository Dictionary of Old and New Testament Words. Nashville, Tennessee:
Thomas Nelson Publishers, 1995.
Walton, John H. and Victor H. Matthews. The IVP Bible Background Commentary. Downers Grove,
Illinois: InterVarsity Press, 1997.
Walvoord, John F. and Roy B. Zuck. The Bible Knowledge Commentary. Colorado Springs, Colorado:
Chariot Victor Publishing, 1983.
7
Un Mensaje Personal del Profesor
La Universidad Bíblica Harvest ha bendecido muchas personas en muchas diferentes formas. Es
una gran bendición tener este tiempo de compañerismo y aprendizaje por estas 11 semanas. Yo oro
que nuestra relación sea mucho más larga que el tiempo que vamos estar juntos estudiando los “Jue-
ces, Diez Lecciones en el Liderazgo.”
¡Que la Palabra de Dios fortalezca y aliente su corazón así que usted recibe revelación, y pueda
usted ser lleno con el celo de enseñar a otros lo que usted ha aprendido y pueda cumplir con la gran
comisión y el gran mandamiento en su vida!
—en Cristo,
Pastor José Francia
8
Jueces
Jueces
Diez Lecciones para Lideres
con
Pastor José Francia
Lección Uno
Jueces
INTRODUCCIÓN AL
LIBRO DE LOS JUECES
I. EL LIBRO DE LOS JUECES
El libro de los Jueces es un gran contraste al compararlo con el libro
de Josué. En el libro de Josué un pueblo obediente conquista la tierra
confiando en el poder de Dios. Sin embargo, en los Jueces, un pueblo
desobediente e idólatra es vencido muchas veces por su rebelión a Dios.
En siete ciclos diferentes del pecado a la salvación, el libro de los
Jueces muestra como Israel ha puesto a un lado las leyes de Dios y en 10
su lugar lo ha sustituido por “lo que era correcto a sus propios ojos.”
El resultado repetido de abandonar la ley de Dios es corrupción in-
terior y opresión externa. Durante los cuatrocientos años que abarca
este libro, Dios levantó campeones militares para eliminar el yugo de
opresión y para restaurar la nación a una adoración verdadera. Pero
muy pronto el “ciclo del pecado ” comenzaba de nuevo así que la
temperatura espiritual de la nación crecía poco a poco en frialdad.
El título hebreo es Shophetim, que significa “jueces,” “gober-
nantes,” “libertadores,” o “salvadores.” Shephet, no solamente
comunica la idea de mantener la justicia y resolver disputas, pero
también quería decir “liberando,” y “libertando.” Primero los jue-
ces libertan el pueblo; después gobiernan y administran justicia.
El libro de los Jueces está escrito en una base temática más bien
que en una base cronológica (los capítulos 17—21 en realidad preceden
a los capítulos 3—16). El autor usa la información de varios jueces para
probar el completo fracaso de vivir el verso con el cual cierra el libro
de los Jueces: “Cada uno hacía lo que bien le parecía.” Para llevar a
cabo esto, el autor usa un ciclo de cinco puntos para contar la repetida
espiral de desobediencia, destrucción, y derrota. Las cinco partes son:
(1) pecado, (2) servidumbre, (3) súplica, (4) salvación, y (5) silencio.
El segundo capítulo de los Jueces es un resumen pequeño de
todo el libro así que registra la transición de la generación devota
a la generación impía, el formato de los ciclos, y el propósito de
Dios al no destruir a los cananeos.
Jueces
II. EL AUTOR DEL LIBRO DE LOS JUECES
El autor del libro de los Jueces es anónimo, pero Samuel o uno
de sus discípulos profetas lo pueden haber escrito. La tradición
judía contenida en el Talmud le atribuye el libro de los Jueces a
Samuel, y ciertamente él era el eslabón crucial entre el período de los
Jueces y el período de los reyes. Es claro en el verso 18:31 y 20:27
que el libro fue escrito después que el Arca fue removida de Silo (1
Sam. 4:3–11). La frase que se repite es “En aquellos días no había
rey en Israel” (17:6; 18:1; 19:1; 21:25) muestra que el libro de los
Jueces fue escrito después del comienzo del reino de Saúl pero antes
de la división del reino. El hecho de que los jebuseos estaban vivien-
do en Jerusalén “hasta hoy” (1:21) significa que fue escrito antes del
1004 a.C. cuando David desposeyó los jebuseos (2 Sam. 5:5–9). 11
Así, el libro fue escrito en el tiempo de Samuel; y parece ser que
Samuel recopiló el libro por medio de materiales orales y escritos.
Su ministerio profético claramente concuerda con el comentario
moral de los Jueces, y el estilo consistente y el esquema ordenado del
libro de los Jueces indica solamente un solo recopilador.
III. EL TIEMPO EN QUE FUE ESCRITO EL
LIBRO DE LOS JUECES
Si no fue escrito por Samuel fue por lo menos escrito por uno
de sus contemporáneos entre el año 1043 a.C. (el comienzo del rei-
no de Saúl) y el año 1004 a.C. (la captura de Jerusalén por David).
Los siete años de la conquista de Josué es de naturaleza gene-
ral; mucha de la tierra tenía todavía que ser conquistada (Josué
13:1). Todavía habían importantes fortalezas de los cananeos que
tenían que ser capturadas por cada tribu. Algunas de las naciones
han sido dejadas para “probar con ellas a Israel” (Jueces 3:1, 4).
Durante este tiempo, los egipcios mantenían un fuerte control a lo
largo de la ruta de la costa, pero ellos no estaban interesados en la
tierra montañosa donde Israel se había establecido principalmente.
Los eventos cubiertos en los Jueces se extiende desde 1380
a.C. a 1045 a.C. (cerca de 335 años), pero el período de los Jueces
se extiende otros treinta años pues incluye la vida de Samuel (1
Sam. 1:1—25:1). Evidentemente, el gobierno de algunos de los
Jueces jueces coinciden parcialmente porque no todos ellos gobernaban
sobre toda la tierra. Los Jueces describen los ciclos de apostasía,
opresión, y liberación en la parte sur (3:7–31), la parte nor-
te (4:1—5:31), la región central (6:1—10:5), la región del este
(10:6—12:15), y la región del oeste (13:1—16:31). El esparci-
miento de la apostasía cubrió toda tierra.
IV. EL CRISTO DEL LIBRO DE LOS JUECES
Cada juez es un salvador y un gobernador, un libertador espi-
ritual y político. Así que, el juez representa a Cristo en su papel de
Salvador-Rey de su pueblo. El libro de los Jueces también ilustra
la necesidad de un rey justo.
Incluyendo primera de Samuel, un conjunto de diecisiete
12
jueces son mencionados. Algunos son gobernadores-guerreros (ej.,
Otoniel y Gedeón), uno es un sacerdote (Elí), y uno es un pro-
feta (Samuel). Esto da un cuadro acumulativo de los tres oficios
de Cristo, quién sobrepasó a todos sus antecesores pues el era el
último Profeta, Sacerdote, y Rey.
Lección dos
Jueces
CAPÍTULOS 1 Y 2
I. EL FRACASO DE JUDÁ (1:1–20)
A. Ellos comenzaron bien (1:1–2)
En el libro de Josué entendemos que la invasión inicial de Ca-
naán parece haber sido rápida, efectiva, y en cierto sentido comple-
ta (ver Josué 11:16–23). Aun así, al final de su vida Josué reconoce
que todavía había tierra que ocupar y naciones que remover (ver
Josué 13:1–17; 23:1–13). Le tomó a Israel un largo tiempo para
“poseer” propiamente la tierra, y los cananeos resurgían y se recu-
peraban (ellos podían estar muertos, pero no se tiraban al suelo).
13
¿Suena esto como algo similar con lo que nosotros luchamos en
nuestro caminar cristiano entre la carne y el espíritu? (ver Gal.
5:17). Todavía había áreas de resistencia del enemigo y a pesar que
Israel ocupaba el territorio, el trabajo no había sido terminado.
Así que, cuando venimos al verso 1 del libro de los Jueces, ve-
mos a los israelitas listos para continuar su misión. Josué ha muerto,
y los ancianos del pueblo están deseando ser fieles y obedientes y lle-
var a cabo las instrucciones que el Señor le dio a Josué de subyugar
la tierra y echar fuera al enemigo (ver Deut. 31:1–6; Josué 1:1–9).
Aprendemos en el capítulo 2 que el pueblo de Israel “sirvió a
Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos
que sobrevivieron a Josué” (comparar con Josué 24:31). Así que
vemos en el primer verso de los Jueces a los israelitas mirando a
la autoridad incambiable del mismo Señor por su opinión. Ya no
existe más un Moisés o Josué al cual mirar como profeta o como la
boca de Dios. Esto era todo el tiempo la intención de Dios, tener
un pueblo que se vuelva a él y dependiera de él. Esto es lo que po-
demos llamar un “gobierno teocrático.” Recuerde, cuando el pueblo
de Israel le pidió a Samuel un rey que gobernara sobre ellos, el
Señor dijo “a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos”
(1 Sam. 8:7b). El Señor siempre ha estado buscando un pueblo el
cual lo mire a él, busque su rostro, y obedezca sus mandamientos. Y
el propósito de cualquier líder es simplemente señalarle al pueblo el
Señor y equiparlos para caminar cerca de él. ¡Él es el Rey!
B. ¿Cooperación o desobediencia? (1:3–11)
Jueces
En este capítulo se mencionan nueve de las doce tribus, cada
una de ella fracasó en ganar una victoria total en echar fuera al
enemigo. Las tres tribus no mencionadas son Rubén, Isacar, y
Gad. Se debe estar asumiendo que ellas igualmente fracasaron.
Hay algún debate en relación a la decisión de Judá al invitar
a Simeón a acompañarlo en la batalla. Algunos verán esto como
una cooperación entre Judá y Simeón pues la herencia de la tribu
de Simeón formaba parte del territorio de Judá (ver Josué 19:9).
Otros lo ven como una debilidad y aun desobediencia de parte de
Judá pues Dios les ordenó ir primero, y esto significaba ir solo (con
la ayuda de Dios ellos podían hacerlo). Si Dios le ha entregado la
tierra en las manos de Judá (1:2) ¿por qué necesitaban la ayuda de
otros hombres? Así, fue visto por muchos como duda o miedo y
no como fe y confianza. Esto último puede ciertamente ser verdad 14
porque vemos desde este momento una resistencia y testarudez en
todas las tribus. De hecho, la tribu de Judá más tarde no pudo des-
arraigar a los que habitaban en los llanos (1:19) “los cuales tenían
carros herrados.” Ahora, si el Señor había entregado al enemigo en
sus manos, algo malo tenía que haber sucedido, lo más posible es
porque estaban confiando en la mano de los hombres y no en la
mano de Dios el cual le había prometido victoria.
¿Por qué envió Dios a Judá primero? Algunos se basarán en
la profecía dada al mismo Judá (Gen. 49:8–10) donde su padre
Jacob proclamó que él y sus hijos seguirían como líderes y la
línea del Rey de reyes, Jesucristo (el “Precursor” que va delante
de todos nosotros al santuario celestial). También, Judá significa
“alabanza,” y muchas veces vemos los que alaban delante del
ejercito de Dios (ver 2 Cro. 20:21). “Entrad por sus puertas con
acción de gracias, por sus atrios con alabanza” (Salmos 100:4).
Primero Israel conquistó la parte montañosa y la mantuvo por
un tiempo muy largo. El terreno montañoso, que estaba situado
entre las montañas y la costa, era una escena de constante batalla
entre Israel y los cananeos. Judá terminó derrotando a los cananeos
en sus mayores fortalezas. Por ejemplo, Debir era un centro cultural
para los cananeos. Este pueblo era llamado el “pueblo de los libros.”
C. Otoniel se ganó la hija de Caleb (1:12–20)
Cualquiera que tomare esta ciudad (Debir) se le prometió una
recompensa, y en este caso era Acsa, la hija de Caleb. Otoniel era el
hermano más joven de Caleb y también se convertiría en su yerno.
Jueces En el capítulo 3, Otoniel se convirtió en un juez en Israel. El le dio
a la tierra de Israel descanso por cuarenta años (ver 3:10–11).
Caleb era un hombre increíble. Él era un hombre de gran fe y
fortaleza. En Josué 14:14, vemos que Josué le dio Hebrón como
su herencia porque “había seguido cumplidamente a Jehová Dios
de Israel.” Él le había pedido Hebrón a Moisés y Josué recordó
la promesa y se lo entregó. ¡La otra cosa extraordinaria era que
todavía estaba vivo! En Josué 14, él tenía 85 años, y aquí está to-
davía peleando por la Tierra Prometida. Aunque Caleb no era un
israelita de nacimiento, a él se le dio un lugar en Judá de acuerdo
a las genealogías. Caleb estaba pidiendo ayuda para librar la tierra
que le correspondía (Hebrón) de la resurgente resistencia de áreas
de cananeos. Otoniel respondió al pedido de ayuda.
15
II. EL FRACASO DE BENJAMÍN (1:21)
He Aquí un cuadro de las grandes consecuencias que vienen
cuando no obedecemos a Dios completamente. Porque la tribu de
Benjamín no obedeció a Dios totalmente echando fuera de Jerusa-
lén a los cananeos, ellos continuaron contaminándolos y creándoles
problemas por cientos de años.
III. EL FRACASO DE LAS TRIBUS DE JOSÉ (1:22–29)
El Señor estaba con José (las dos media tribus de Manasés y
Efraín). Ellos tuvieron éxito en vencer la ciudad de Luz pero no
echaron fuera los habitantes de muchas otras ciudades. En lugar de
echarlos fuera los pusieron bajo tributo y los usaron como esclavos.
Esto permitió a las falsas religiones y prácticas sociales de los cana-
neos continuar contaminando el campo de Israel. Algunas veces pen-
samos que estamos haciendo algo bueno y con buenas intenciones,
pero porque no lo hacemos en la forma de Dios y no le obedecemos
totalmente, esto nos afecta en formas que nunca imaginamos.
IV. EL FRACASO DE ZABULÓN (1:30)
La tribu de Zabulón también fue desobediente.
V. EL FRACASO DE ASER (1:31–32)
Tampoco la tribu de Aser, echó fuera a los cananeos.
VI. EL FRACASO DE NEFTALÍ (1:33)
Jueces Había un hábito de comprometerse extendiéndose por todas
las tribus: decidiendo poner a los cananeos bajo tributo en lugar
de echarlos fuera.
VII. EL FRACASO DE DAN (1:34–36)
¡Dan era tan débil y falto de fe que los amorreos los echaron
de la tierra a la cual se les había asignado!
VIII. EL ÁNGEL ANUNCIA EL JUICIO (2:1–5)
Era vergonzoso que los israelitas sabían muy bien lo que Dios le
había mandado a hacer pero no lo hicieron. No era como si hubieran
olvidado el mandato, pero el ángel de Jehová tuvo que venir y repe-
tirles las cosas buenas que él había hecho para ellos. Aunque él sabía
las rezones por lo cual habían hecho esto, él les pregunta, “¿por qué 16
habéis hecho esto?” No tenemos absolutamente ninguna excusa por
nuestro pecado, conociendo la bondad del Señor. Pablo dijo, “¿O
menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad,
ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Rom. 2:4).
Así que recordamos la bondad de Dios en nuestras vidas lo menos que
podemos hacer es seguirle totalmente. Él sabe lo que es mejor.
Entonces el ángel de Jehová anunció las consecuencias por su
desobediencia. ¿Por qué Dios impone consecuencias por nuestro
pecado? “Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el
que recibe por hijo” (Heb. 12:6). La fe de ellos había sido probada
y hallada floja. Cuando comprometemos la palabra de Dios, Dios
permitirá consecuencias dolorosas para presionarnos a dejar todo
compromiso y dar una vuelta completa hacia la total obediencia.
IX. MUERE LA GENERACIÓN FIEL (2:6–10)
Éste es un testimonio muy triste y tenemos que aprender de él.
Dios era el centro del foco de Israel. ¿Cómo pudo una generación
que obedecía y amaba al Señor no enseñarles a sus hijos acerca de él
y criarlos en sus caminos? ¿Estamos nosotros haciendo lo mismo en
nuestro mundo hoy? ¿Cómo pudo la segunda generación no conocer
al Señor ni el trabajo que él había hecho por Israel? Dios había ins-
tituido fiestas, días especiales, memoriales, etc., que le recordaría al
pueblo de su bondad y soberanía. Pero la realidad es, exactamente
como en estos días, cuando le permitimos a la cultura del mundo
convertirse en nuestra cultura, ninguna cantidad de aprendizaje o
Jueces
memoriales del pasado nos salvará. La llave es disciplinar nuestros
hijos y entrenarlos con la Palabra de Dios, adoración, y oración
como la disciplina de sus vidas. Para ayudarles a “conocer al Se-
ñor” en una forma íntima y personal, no solamente “conocer acer-
ca” de él. Depende de nosotros como padres y líderes espirituales.
X. SE DESCRIBE EL JUICIO DE DIOS (2:11–19)
Aquí está el problema central. Había algo atractivo acerca de ser-
vir a Baal y Astarot (los ídolos cananeos). La influencia del mundo
y la cultura alrededor de ellos entonces tomó control de ellos. Los
ídolos apelan a la carne. Son algo que podemos ver, tocar, visualizar
y sentir. Ésta es la forma como el enemigo nos engaña. Estos dioses
eran dioses de fertilidad. En otras palabras, la aparente promesa por
adorarle era para los israelitas obtener algo para ellos mismos. Los 17
dioses del mundo apelan a nuestro egoísmo mientras que el Dios
verdadero del universo tiene la meta de matar nuestra carne de for-
ma que podamos tener más de él. Los dioses de esta época no tienen
nada contra el pecado, siempre que usted los adore. El Dios verda-
dero hará lo que tenga que hacer por quemar el pecado en nuestras
vidas y es uno de los resultados cuando nosotros le adoramos.
Dios los entregó en las manos de sus enemigos para al final
salvarles. Dios no le permitirá a sus hijos continuar hacia abajo en
una senda de destrucción. Él pondrá circunstancias y personas en
nuestras vidas que nos retarán y nos presionarán para que cambie-
mos. Si no cambiamos, el fuego se encenderá. Él nos ama mucho
para dejarnos continuar en el camino al infierno.
Dios no tiene igual, maravillosamente compasivo y maravillo-
samente fiel. Él tiene todo el derecho de destruir al pecador, pero
“sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno
perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9b).
A causa de su misericordia, el Señor levantará jueces para traer a las
gentes y guiarlas al Señor. Y Dios hizo esto porque “Jehová era mo-
vido a misericordia por sus gemidos a causa de los que los oprimían
y afligían” (2:18b). Pero esto todavía no rompió su testarudez.
XI. SE DEJA AL ENEMIGO COMO UNA
PRUEBA (2:20–23)
¿Por qué no les fue posible a los israelitas echar fuera comple-
tamente a los cananeos? Porque Dios dejó al enemigo en la tierra
Jueces como una prueba para ver si ellos mantenían o no sus caminos.
¡Este fue el plan de Dios todo el tiempo! Dios, en su presciencia,
sabía que si le permitía a Josué completamente echar al enemigo
de la tierra el pueblo se volvería autocomplaciente y se apartaría de
Dios inmediatamente porque no habría ninguna prueba para ellos.
Pero Dios permitió que permanecieran cardos y espinas en la tierra
para saber qué estaba realmente en el corazón de los israelitas, sí
cumplirían o no con su mandato de echar completamente fuera al
enemigo. Esto es similar a lo que sucedió en el desierto:
Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová
tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para pro-
barte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o
no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sus-
tentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían 18
conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre,
más de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. Tu
vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en
estos cuarenta años. Reconoce asimismo en tu corazón, que como
castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. Guardarás,
pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus cami-
nos, y temiéndole. Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena
tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que
brotan en vegas y montes; . . . . Y comerás y te saciarás, y bendecirás
a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado. Cuídate de
no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus
decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy (Deut. 8:2–7, 10–11).
¿Así, nosotros aprenderemos de los fracasos y apreciaremos las
instrucciones de Dios?
“Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón, como
en Meriba, como en el día de Masah en el desierto, donde me ten-
taron vuestros padres, me probaron, y vieron mis obras. Cuarenta
años estuve disgustado con la nación, y dije: Pueblo es que divaga
de corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi
furor que no entrarían en mi reposo” (Salmo 95:7–11).
Lección tres
Jueces
CAPÍTULOS 3—5
I. SE DEJA AL ENEMIGO COMO UNA PRUEBA
(3:1–4)
Aquí encontramos que los israelitas hicieron matrimonios mixtos
con los cananeos, los heteos, los amorreos, los ferezeos, los heveos, y
los jebuseos. Se casaron dentro de todas las tribus, a pesar que Dios se
los había prohibido. Por lo tanto, Dios los está sometiendo a la prue-
ba para salvarlos y entonces producir sus promesas en sus vidas. Con
el propósito de la prueba y la disciplina Dios dejó perpetuamente a 19
los cananeos como una espina en su costado, y reclamar ser libertados
de ellos en esta vida es reclamar algo más de lo que él ha prometido, y
perder la bendición la cual no puede venir de otra forma.
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes
cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disci-
plina, y azota a todo el que recibe por hijo (Heb. 12:5–6).
¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíri-
tus, y viviremos? . . . . En verdad que ninguna disciplina al presente
parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apa-
cible de justicia a los que en ella han sido ejercitados (Heb. 12:9,11).
No nos debe sorprender la conexión entre las palabras “prue-
ba” y “conocer.” Es un principio en las cosas espirituales como
en las educacionales que el maestro prueba para conocer lo que
sabe el alumno, y aun más importante, para conocer al alumno.
Aquellos que no habían tenido su primera experiencia en la guerra
iban a ser tirados en el fuego de la guerra de forma que pudieran
aprender a cumplir los mandatos del Señor para tomar el resto del
territorio de las manos del enemigo.
II. EL JUEZ OTONIEL (3:5–11)
Los hijos de Israel fueron entregados en las manos de Cusan-
risataim, rey de Mesopotamia, porque hicieron matrimonios mix-
tos con los cananeos y empezaron a servir a sus dioses y diosas (los
Jueces baales y a las imágenes de Asera). Ellos estuvieron en cautividad a
este rey por ocho años.
Al igual que en Egipto, el pueblo de Israel clamó a Dios en su
opresión y Dios tuvo misericordia de ellos enviándoles un liberta-
dor. ¡Qué amable y compasivo es el Señor! Después de una idola-
tría rebelde y descarada por los israelitas, Dios todavía responde
a su clamor por medio de Otoniel. Veremos este patrón surgir de
nuevo y de nuevo otra vez. ¡Dios no es solamente amable, él es
continuamente amable, mucho más alla del razonamiento humano!
Otoniel fue introducido en el capítulo uno así que él respon-
dió al reto de Caleb de atacar a Quiriat-sefer y recibir su hija Acsa
por esposa. Nosotros también sabemos que Otoniel era el sobrino
de Caleb (de una raza fina) y un hombre de la tribu de Judá. No 20
se nos dice por qué Otoniel fue escogido, aunque él mostró gran
valentía cuando tomó la fortaleza de Quiriat-sefer y la ganó para
Caleb. El relato de Otoniel es corto y al punto. Él fue valiente y
exitoso. Él fue ciertamente ungido y llamado de Dios (“Y el Espí-
ritu de Jehová vino sobre él,” v. 10a). Él trajo paz a Israel por cua-
renta años. Pero de nuevo, el texto no dice por qué fue escogido.
Lo que encontramos con los jueces, es que en la mayor parte, los
jueces eran “hombres pequeños.” Ellos no eran escogidos por ser
físicamente fuertes, inteligentes, o valientes. De hecho, ellos eran
de caracteres extraños. Su extrañeza era lo que causaba que Dios
los usara. Dios hace esto para que nadie pueda reclamar la gloria y
el honor por la victoria excepto Dios mismo.
Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos
sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;
sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los
sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo
fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo
que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su
presencia (1 Cor. 1:26–29).
III. EL JUEZ AOD (3:12–30)
A. Dios usa a un enemigo inesperado (3:12–14)
No les tomó mucho tiempo a los israelitas caer de nuevo en
la idolatría. Cuando ellos cayeron, Dios levantó a Eglón rey de
Jueces
Moab contra ellos, el cual trajo al pueblo de Amón y Amalec a
su lado para conquistar los israelitas. Esto sucedió en la ciudad
de las palmas (Jericó).
Media docena de diferentes naciones han sido nombradas
en el capítulo introductor como “el pueblo de la tierra”, aque-
llos que Israel debería haber echado fuera pero ahora el Señor
los está dejando como una prueba permanente para su propio
pueblo. Los moabitas no están entre ellos; no debemos esperar
que ellos estén. Por una cosa, Moab no es parte de la Tierra
Prometida, y los israelitas emigrantes hace mucho tiempo que
dejaron su territorio detrás (ver Deut. 2:9, 26–29). Los moabi-
tas son también descendientes de Lot el sobrino de Abraham.
Moab en un momento tuvo terror de Israel (ver Ex. 15:15). 21
Entonces, que inesperado, debe haber sido al enterarse
que el Señor usara contra Israel, de todos los pueblos al rey de
Moab. Además, ésta no era una derrota ordinaria para Israel,
era dos veces una humillación. Resultó en la perdida humillan-
te de la “ciudad de las palmas,” Jericó, cuya conquista había
sido la primera gran victoria en la invasión de Canaán. Dios
está en control. El da victorias sobrenaturales, y él permite de-
rrotas sobrenaturales para su pueblo cuando estas derrotas trae-
rán a alguien de vuelta a él para depender de él una vez más.
B. Dios usa un libertador inesperado (3:15)
Cuando Israel clama, nuestro Dios compasivo levanta otro
libertador, esta vez fue Aod, “el cual era zurdo.” Aod era un ben-
jamita (como el rey Saúl y el apóstol Pablo) y su nombre signifi-
ca “cabello rojo.” Es interesante saber que Benjamín quiere decir
“hijo de la mano derecha.” El hecho de que Aod era zurdo se
convirtió en la cosa más significativa de la historia. Toda la cosa
es “zurda,” no esperada. En esos días casi todos funcionaban con
la mano derecha y la mano derecha era la mano de bendición
mientras que la izquierda era vista como una maldición.
En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra
para siempre (Sal. 16:11).
Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que
ponga a tus enemigos por estrado de tus pies (Sal. 110:1).
Jueces Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los
santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria
. . . y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquier-
da. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos
de mi Padre, heredad el reino . . . . Entonces dirá también a
los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles (Mat. 25:31,33,34, 41).
Aod era un excéntrico de verdad. De nuevo, Dios resueltamen-
te escogió jueces que no tenían nada que ofrecer en el sentido físico.
Pero el Señor le dijo a Samuel, no mires a su parecer ni a lo
grande de su estatura, . . . porque Jehová no mira lo que mira
el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos,
pero Jehová mira el corazón (1 Sam. 16:7). 22
Ahora, la frase hebrea leída aquí para “izquierda” enton-
ces tenía un diferente significado que lo que podemos pensar.
Lo que significa es que la mano izquierda de Aod era la que
dominaba porque él no podía usar la mano derecha. No está
haciendo la declaración positiva que Aod naturalmente usa su
mano izquierda, pero la expresión negativa que él está “atado”
o restringido en el uso de su mano derecha. Tal vez su mano
estaba deformada o paralizada de alguna forma.
C. Dios usa medios inesperados para libertar (3:16–30)
Lo importante de toda esta historia es que cuando Aod
entró el palacio de Eglón el servicio secreto examinó a Aod en
el lado errado. Todos cargaban sus armas en el lado izquierdo
por que eran derechos y esa era la forma como uno sacaba la
espada, a través de su cuerpo. Aod tenía un mensaje de Dios
para Eglón (v. 20), el cual sin duda era la espada para su estó-
mago. Como Aod tenía una mano derecha inservible o seca,
los guardias permitieron su entrada a la cámara real pues él no
era ningún riesgo de seguridad. Él fue visto como inofensivo.
Aod había planeado coger a Eglón en una trampa tejiendo
una red de engaño: la apariencia del enviado, la mano izquierda,
la espada escondida, el pretendido mensaje, la puerta cerrada. No
es como el método que nosotros asumimos que el Señor usaría, un
Jueces cambio inesperado de la forma directa de “ir a la guerra” como el
modelo del juez Otoniel. ¿Qué lección aprendemos de esto, tan
inesperado? Nosotros nunca sabemos qué forma tomará la prueba
y nunca sabemos cómo vendrá la siguiente liberación. Las pruebas
así como las liberaciones vienen de la mano de Dios. Podemos
reclamar de él aquello que él ha prometido hacer, pero ninguno de
nosotros tenemos el derecho de decirle a él cómo hacerlo. No nos
debe sorprender si él usa los métodos más improbables, aunque
nos parezca esa cosa de la “izquierda” como una enfermedad, pér-
dida, frustración o fracaso.
Finalmente, recordemos que Josué había pronunciado una
maldición sobre cualquiera que tratara de reconstruir a Jericó
(Josué 6:26). Si Eglón construyó un palacio en tierra maldecida, el
capítulo 3 de los Jueces nos dice cómo fue producida la maldición 23
(la muerte de Eglón y aquellos que estaban conectados con él).
IV. EL JUEZ SAMGAR (3:31)
En el caso del tercer juez Samgar, no es el hombre, sino el
método lo que es extraordinario. Solamente se nos da un solo
verso en el hombre y su misión. Él “cual mató seiscientos hombres
de los filisteos con una aguijada de bueyes; y él también salvó a
Israel.” No sabemos a que tribu pertenece o si es un israelita. Él
dirigió a los israelitas contra los filisteos. Y de nuevo, tenemos una
historia mostrándonos lo inesperado de los métodos salvadores de
Dios. No podemos hacer que Dios se concrete a un método prede-
terminado de liberación. Él decide quién y qué.
Los israelitas no tenían armas de hierro, así que él usó lo que
tenía. Dios no necesita lo más fino y el mejor de los implementos
humanos para hacer su trabajo. Él puede usar a cualquiera y cual-
quier cosa para llevar a cabo su plan: David y una honda, Moisés y
una vara, Pedro y un pez, o Jesús y la cruz.
V. DÉBORA Y BARAC SON LLAMADOS (4:1–11)
A. Los pasos de disciplina (4:1–3)
El patrón continúa. Después que murió Aod, los israelitas
una vez más se volvieron a la rebelión y a la idolatría. ¿Qué
Jueces dice esto acerca de la condición humana? ¿Qué nos dice esto
acerca de la necesidad de un liderazgo fuerte?
Una cosa que debemos notar es que la esclavitud en la cual los
israelitas están cayendo se está volviendo más y más severa así que
ellos repiten el ciclo de desobediencia. Hay pasos para la discipli-
na, aun con el Señor. El primer paso puede ser el entrenamiento
y una buena “conversación.” Si la desobediencia continúa puede
haber un ‘azote.’ Si todavía continúa puede haber algún tiempo en
la cárcel o algo peor. El apóstol Pablo nos dice que había muchos
en Corinto que estaban enfermos y aun muriendo porque estaban
siendo juzgados/castigados por Dios y continuaban deshonrando
el cuerpo de Cristo (ver 1 Cor. 11:30–34). Dios algunas veces se
lleva al cielo a algunos de sus hijos antes que dejarlos burlándose
de su nombre con su horrible comportamiento. 24
He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los
que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.
Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que
yo soy el que escudriño la mente y el corazón; y os daré a cada
uno según sus obras (Ap. 2:22–23).
Esta vez, el castigo tal vez es más duro que nunca. Los israe-
litas son vendidos en las manos de “Jabín rey de Canaán” y el
capitán de su ejército, Sísara. Canaán no era una “nación” en el
sentido de una sola entidad política, pero Jabín (rey de la ciudad
cananea de Hazor) seguramente era visto como la fuerza más
dominante. También leemos acerca de Jabín en Josué 11 donde
el fue derrotado. Aparentemente, él y su ejército habían hecho
un resurgimiento mayor, muy probablemente debido al esfuerzo
de Israel de terminar el trabajo que Dios le había dado.
B. Débora y Barac (4:4–11)
Los israelitas eran “oprimidos con crueldad” por Jabín. Todo
esto sucedía mientras Débora gobernaba a Israel. Su trabajo prin-
cipal era juzgar y aconsejar al pueblo de Israel. Ella no se describe
como una guerrera, pero como una madre. Por esto es que ella
llamó a Barac cuando era tiempo de ir a la guerra. Ella le pidió que
tomara la jefatura de las tropas y los lleve a la guerra. Dios clara-
mente dijo que él entregaría a Sísara en las manos de Barac (v. 7b).
¿Por qué Barac demandó que Débora fuera con él? ¿Está Ba-
Jueces rac comprometiéndose o siendo inteligente? ¿Es él un cobarde o
un hombre de fe? El autor de Hebreos lo pone en la lista como un
hombre de fe (Heb. 11:32) pero no pone a Débora. ¿Qué quiere
decir esto? ¿Estaba Débora reprendiendo a Barac por pedirle a ella
que fuera con él o está ella declarando algo práctico? ¿Le estaba
pidiéndo a Débora que fuera con él como un acto de humildad
(“Yo no puedo hacer esto solo”) o miedo? ¿Qué si Barac, sabien-
do que Débora era una profetiza, quería obedecer la voz de Dios
solamente y por lo tanto no iría sin alguien que tuviera ese tipo de
don profético? ¿No era eso sabiduría? ¿Y no era eso humildad que
a él no le importaba quien obtuviera la gloria, tan pronto como
Dios lo hiciera? ¿No era esto una confesión humilde de su propia
incapacidad y completa confianza en la gracia de Dios?
Pero hay algo más. Débora tampoco fue con él para obte- 25
ner la gloria para ella. Sí, es verdad que ella dijo, “porque en
mano de mujer venderá Jehová a Sísara” (v. 9), ¡pero Débora
no era la mujer sobre la cual ella dijo esto! Dios vendería a Sísa-
ra en las manos de Jael. Así que, ni Barac ni Débora obtendrían
el crédito por esto; éste sería para Jael. Así que, en realidad,
estamos mirando a dos líderes, humildes y llenos de fe.
VI. LOS CANANEOS SON DERROTADOS (4:12–24)
Cuando Sísara oyó que Barac fue para el monte Tabor, él juntó
sus novecientos carros herrados y su ejercito pero Barac y su ejér-
cito cayeron sobre ellos y el Señor le dio a Israel una gran victoria.
Sin embargo, Sísara se escapó y fue a la tienda de Jael.
Jael era la mujer de Heber, un ceneo. Ella era una gentil. Intere-
sante, porque Caleb era también un ceneo. Sísara huyó a ese lugar
porque los ceneos visiblemente estaban en paz con los cananeos.
¿Por qué Jael le dio a Sísara leche en lugar de agua? Tal vez fue
porque la leche tiene trytophan y acido láctico y pueden hacer
a una persona que está cansada soñolienta mientras que el agua
hidrata la persona y le da energía. Muy pronto, Sísara estaba pro-
fundamente dormido y Jael lo mató sin una pelea. Esta vuelta de
los eventos fue de Dios (v. 23) y llevó a una total destrucción de
Jabín y del ejército cananeo. Fue una gran victoria e incluyó a dos
mujeres, una rareza en el tiempo que esto ocurrió.
¿Cuál es el simbolismo para nosotros acerca de Canaán? Ca-
Jueces naán es el nombre de todos los nombres que despierta en el pueblo
de Dios ambas cosas antagonismo y deseos. Cuando Israel está
siendo obediente, ella ve que mientras la tierra de Canaán está
destinada para ellos, el pueblo y las formas de Canaán están traba-
jando en contra de ellos, y por eso por lo tanto ellos deben echar
fuera el uno para disfrutar del otro. A la inversa, cuando ellos son
desobedientes, ellos aceptan al pueblo de Canaán y adoptan sus
formas, y están dispuestos a olvidarse de la posesión de la tierra.
Aun más, nos damos cuenta qué correcta es la percepción que es
el Señor quien “entrega a Israel en las manos del enemigo.” Pues es
solamente por medio del sufrir de esta forma que Israel es libertado
de la gran ilusión de los cananeos. Solamente permitiéndole a Israel
que se queme sus dedos hará que Israel venga a ver claramente que
“Canaán” es en realidad el gran enemigo. (Motyer, página 58).
26
VII. EL CANTO DE DÉBORA Y BARAC (5:1–31)
El capítulo 5 es único en el libro de los Jueces, aunque no en
todo el Antiguo Testamento como un todo. En varios libros la
poesía es insertada en la narración, como ha sido aquí. Algunos
ejemplos son el cántico de Moisés en Éxodo 15 y Deuteronomio
32, el salmo de Jonás en Jonás 2, y Ezequías en Isaías 38. En los
Jueces 5 cuenta la gran victoria contra Canaán en el capítulo 4.
El canto comienza con el reconocimiento y agradecimiento
concerniente a aquellos que quisieron venir a ayudar en la batalla:
estos serían Zabulón, Neftalí, e Isacar, mientras que Rubén y Dan
con mucho gusto se quedaron en su lugar (ver vs. 13–18).
Los versos 6–8 vincula al Señor como libertador con el ascenso
de Débora como una “madre en Israel.” El Señor está siempre en
control pero hará que su pueblo vea que la vida normal “cesa” hasta
que la guía de su Palabra toma el lugar de autoridad. Débora con-
fiesa que ella es una madre en Israel y no estaba buscando dirigir el
ejercito. Ella era el juez escogido de Dios, pero ella correctamente
quería que Barac tomara el liderazgo de la guerra. Dios lo había
decidido. Débora era uno de los jueces excepcionales, llena de sabi-
duría y fe. ¡Quiera Dios que cada madre tenga esas cualidades!
Los versos 9–13 nos llevan al punto donde Débora y Barac
juntos dirigen la insurrección, e Israel es llamado a seguirles. Si
estos jueces eran escogidos por Dios y guiados por el Espíritu, ¿por
qué este período de los jueces no era uno de los más consistentes
Jueces en el éxito en la historia de Israel? La respuesta la tenemos en los
versos 14–18: por todos aquellos que ponían en peligro sus vidas,
también estaban aquellos que se sentaban y no hacían nada. El
pueblo estaba profundamente dividido en su obediencia.
Los versos 19–23 nos muestra que la victoria viene del cielo.
Las “estrellas” pueden significar que ángeles pelearon con Sísara
o que Dios mandó del cielo una inundación (o ambas). ¿De qué
forma pudieron 900 carros herrados ser vencidos sino solamente
por un hecho sobrenatural?
La maldición de Meroz (presumiblemente un lugar que pertene-
cía a una de las tribus que no cooperaron) en el verso 23 apunta hacia
delante a la bendición extraordinaria de Jael en los versos 24–27.
Observe como Jael es llamada “Bendita sea entre las mujeres Jael” (v.
27
24). Esto suena bastante parecido a la bendición que el ángel pronun-
ció sobre María (Lucas 1:28). ¡Ésta era en realidad una mujer especial,
pero no oímos mucho acerca de ella en el resto de las Escrituras!
Los versos 28–31 se refieren a la madre de Sísara esperando
que su hijo regrese a la casa. Se asumía que la demora era por otra
gran victoria y estaba tomando tiempo en dividir el botín.
El canto cierra con una oración. Vemos una oración similar en
Salmos 92:9. La oración pide la destrucción de los enemigos de
Dios y la bendición para aquellos que le aman.
Lección cuatro
Jueces
CAPÍTULOS 6—8
I. LOS PECADOS DE ISRAEL (6:1–10)
A. Eventos del mundo
En este tiempo particular de la historia Egipto estaba débil y
había caído de su posición como una potencia mundial debido
a los problemas internos y a las dificultades. A pesar que siempre
había sido el lugar a donde ir para sustento (como en los días de
José), ellos no tenían ahora los recursos. Como resultado, las tribus
nómadas en el este y el sur del Mar Muerto comenzaron a entrar e
invadir el territorio de Israel porque había una sequía en la tierra.
28
B. Los Madianitas y los Amalecitas (6:1–6)
Los madianitas y los amalecitas estaban entre los beduinos
del desierto que entraron en la tierra. Ellos se movían como una
tribu no organizada, como una banda de invasores. Su práctica
usual era asaltar el cultivo y suministro de otros, usualmente
llevándose la familia con ellos, de esa forma construyendo su
tamaño. No se nos da un número concerniente a los madianitas
y amalecitas pero ellos son claramente de un tamaño arrollador
(ellos eran “multitudes como langostas;” v. 5). A causa de la cap-
tura y destrucción de la tierra, los israelitas vivían en cavernas y
en otros lugares escondidos para mantenerse escondidos de estos
gángsteres. Pero los madianitas y los amalecitas eran enviados
por Dios como instrumentos de su disciplina ya que los hijos de
Israel “hicieron lo malo ante los ojos de Jehová” nuevamente. Por
lo tanto, el ciclo de pecado y arrepentimiento continuaba después
que Dios les había dado cuarenta años de descanso en la tierra.
Es interesante saber que Moisés se había casado dentro de
la tribu de Madián (ver Ex. 2:15–22) y sus familiares madiani-
tas eran bienvenidos en medio de los israelitas en los primeros
tiempos de la jornada del éxodo (ver Ex. 18). Pero aun después
de la visita, con el trayecto solamente comenzado, se nos dice que
“entonces vino Amalec y peleó contra Israel” (ver Ex. 17:8). Los
amalecitas fueron el primer enemigo que actualmente tomaron
armas contra Israel años antes de los filisteos o cananeos o cual-
quiera otra de las naciones de Mesopotamia, o aun Moab. Dios
condenó a Amalec para siempre (“borrarás la memoria de Amalec
Jueces de debajo del cielo;” Dt. 25:17–19). Los nombres Madián y Ama-
lec, comunican en ellos mismos una enemistad activa que persiste
por muchos años, pues Israel nunca tuvo éxito en lidiar con esto.
C. Dios le envía a Israel un profeta (6:7–10)
¿Es sorprendente lo que tiene que suceder para que una per-
sona clame a Dios? ¡No fue hasta que estos israelitas habían perdi-
do familiares, ganado, y estaban relegados viviendo en cavernas
que ellos finalmente pensaron acerca de Dios! El deseo de Dios
es que caminemos siempre con él, durante los tiempos buenos
y malos. Escudo y adarga es su verdad (Salmos 91:4b). Pero noso-
tros tenemos tendencia a ser testarudos y dependiente de noso-
tros mismos, y Dios nos deja ir en nuestro propio camino hasta
que hacemos la decisión de confiar en él para cada necesidad.
Dios oyó el clamor de los israelitas y les mandó un profeta (vs. 29
7–8). El profeta les recordó todas las grandes cosas que el Señor
había hecho por sus antepasados y por ellos. Él les había adverti-
do que no adoraran los dioses de Canaán porque en su idolatría
serían destruidos. Sin embargo, ellos desobedecieron su voz.
II. GEDEÓN ES LLAMADO (6:11–40)
A. La frustración de Gedeón
En la situación que Dios apareció a Gedeón debe haber sido
embarazoso para él. Gedeón no se nos presenta como un héroe o
como un hombre excepcional. Cuando el ángel de Jehová viene a
él por primera vez, Gedeón está sacudiendo el trigo en el lagar. En
esos días el lagar siempre era puesto en la base de la montaña porque
traían las uvas para abajo de la viña. Ellos cargaban las uvas al lugar
más bajo. En contraste, el lugar para trillar el grano era, la loma más
alta que estaba disponible, para que el viento se llevara la paja.
Aquí encontramos a Gedeón, en la parte de abajo de la mon-
taña, trillando. Ahora ese era el lugar para llevar las uvas, no el
trigo. ¿Puede usted ver la frustración de Gedeón? Porque él tenía
miedo de ser visto por el enemigo, él tiene que quedarse escondi-
do en la parte más baja y ahí abajo no había viento ni aire. Así que
cuando él tiraba el grano para arriba la paja no sale volando, pero
viene y cae sobre él. Este evento debe haber destruido la confianza
en sí mismo. Posiblemente él se sentía como un cobarde, y peor,
un cobarde perdiendo su tiempo y su vida. Él admite que se siente
desamparado al igual que todo Israel, no parece que Dios está con
Jueces ellos. En añadidura, él ve su tribu, Manasés, como la menor y más
insignificante de las tribus (Manasés nunca se nota como llevando
a cabo mucho de los sucesos en la historia de Israel), y él se ve a sí
mismo como el más insignificante en su tribu.
B. El llamado es profético
Es en ese preciso momento que el Señor viene a él. Frecuen-
temente el Señor hace las cosas de esa forma, él viene a nosotros
o cuando todo va espléndidamente pero cuando nos sentimos
ser los peores, cuando no tenemos esperanza ni futuro. Y él nos
escoge a pesar de nosotros mismos, a pesar de nuestra educa-
ción insignificante, nuestros talentos, y nuestros antecedentes.
¿Y qué nos dice Dios a nosotros en medio de esas emociones y
circunstancias de aparente fracaso? Él habla proféticamente sobre
nosotros. Él no nos ve como nosotros nos vemos a nosotros 30
mismos, pero él da vida a los muertos, y llama a las cosas que no
son, como si fuesen (Rom. 4:17). Él penetra en nuestra cobardía,
fracaso, y desesperanza, pone su Espíritu sobre nosotros, y nos
manda hacia delante a un destino resplandeciente. Y él hace esto
a fin de que nadie se jacte en su presencia (1 Cor. 1:29).
C. Cómo escoge Dios las personas
Nos podemos asombrar de por qué Dios escoge las gentes
que él escoge. Miramos a David (el más pequeño e insignificante
en su familia), Moisés (un hombre sin ninguna confianza en sí
mismo, con problemas del habla y lleno de dudas), y Pedro (un
hombre que es impetuoso, muy celoso, y sin educación), y nos
maravillamos en lo que Dios está haciendo. Finalmente es que
el Señor no ve las cosas como el hombre las ve; pues el hombre
mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón
(1 Sam. 16:7). David era un “varón conforme al corazón de
Dios.” Moisés era “el hombre más manso sobre la tierra.” Pedro
era “la roca” (llamado así proféticamente por Cristo) quien ca-
minó largamente con Cristo por que lo amaba más que a nadie
(Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió:
Sí, Señor; tú sabes que te amo; Juan 21:15).
Como un ser humano, cuando vamos a escoger a alguien,
tenemos la tendencia de buscar señales exteriores de grandeza y
destreza: poderes físicos, “cualidades de liderazgo,” inteligencia,
etc. Pero Dios busca uno que le ame y que depende de él. Esto
Jueces era algo verdadero en Gedeón. De hecho, cuando la gente quería
hacer rey a Gedeón, él probó que su corazón era de Dios: Mas
Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os
señoreará: Jehová señoreara sobre vosotros (8:23). Había muchas
cosas que Gedeón tenía que vencer para ser un líder exitoso. Es-
pecialmente tenía que crecer en valentía y fe. Pero estas cualidades
vinieron sobre él cuando el Espíritu de Dios vino sobre él y cuan-
do le permitió a Dios ser el verdadero líder que iba delante de él.
Cuando Dios llamó a Gedeón un “varón esforzado y va-
liente,” es aparente que estas palabras son proféticas de lo que
Dios haría de él en el futuro. En el comienzo Gedeón no era un
varón esforzado y valiente, pero al igual que Moisés, él crecería
en valentía y obediencia. Al igual que Gedeón, Moisés dudó de
su llamado y vendría a ser conocido por ser un líder grande y va-
31
liente en Israel. Como Gedeón, Moisés dudó de que él, podía ser
usado, y pensó de sí mismo como una mala elección de líder. En
cada uno de estos casos, el valor no estaba en ellos mismos pero
en lo que Dios iba a ser de ellos ¡Esto es un aliento para nosotros!
D. Gedeón: ¿Hombre de fe o de duda?
¡Nosotros podemos ver rápidamente que Gedeón tenía mu-
chos temores, pero uno de ellos era el temor al Señor! Cuando
Gedeón percibió que el mensajero era el ángel de Jehová, él pen-
só que moriría después de haber visto cara a cara a Dios (como
el ángel de Jehová es Dios, el Cristo pre-encarnado). Gedeón en
agradecimiento por no haber muerto por la aparición de Dios
construyó un altar. Aun más, Gedeón es instantáneamente obe-
diente a Dios. Él tenía verdadera fe. De hecho, Gedeón es men-
cionado primero entre los jueces en la “Galería de la Fe”: ¿Y qué
más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de
Barac, de Sansón, de Jefté . . . que por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron
fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en
fuga ejércitos extranjeros (Heb. 11:32–34).
Aunque Gedeón sabía que iba a ver ramificaciones morta-
les por derribar el altar de Baal de su padre, él temió a Dios por
encina de toda treta terrenal, a pesar que él derribó el altar en
la noche por el temor a los familiares del padre y a los hombres
de la ciudad. Tenemos que recordar que Gedeón estaba en un
Jueces proceso. Él tenía que crecer en valentía. Dios no lo reprendió
por hacerlo de esta forma porque su corazón estaba bien. ¡Éste
era un gran paso de fe para un hombre que el día antes estaba
completamente sin esperanza y desanimado!
El pueblo puso a Gedeón en las manos de Baal. Ellos
dijeron, si él es realmente un dios, él peleará por él mismo.
Desde este momento en adelante, el pueblo le llamó a Gedeón,
Jerobaal (“Contienda Baal contra él”).
Cuando los madianitas y los amalecitas vinieron para pelear
contra Israel, el Espíritu del Señor vino sobre Gedeón y en este
momento comenzó su jornada al sonar la trompeta para reunir
al pueblo para la batalla, como líder del ejército israelita. Es muy
claro que es el derramamiento del Espíritu de Dios sobre una
persona lo cual lo transforma de un hombre a otro y le da valentía 32
de hacer cosas que no habría hecho anteriormente. Para una evi-
dencia de esto mire lo que le pasó a Pedro después del Pentecostés.
Él era un hombre diferente habiendo sido lleno del Espíritu por
primera vez. Había una valentía, audacia, y estabilidad que no
estaban en él antes. Cuando hubieron orado, el lugar en que esta-
ban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo,
y hablaban con denuedo la palabra de Dios (Hechos 4:31).
E. El vellón de Gedeón: ¿Un acto de fe o de duda?
Observe, sin embargo, que fue después que el Espíritu del
Señor vino sobre él, que él pidió la prueba del vellón. Ser lleno
con el Espíritu no niega el hecho de que las debilidades de nuestro
carácter permanecen en nosotros. Podemos haber encontrado el
valor para repudiar el mundo, y el desafiar a otros para identifi-
carse con nosotros, pero no hemos todavía encontrado la confian-
za para estar completamente seguros que estamos en el camino
correcto. El Espíritu nos da el poder y la fortaleza pero nosotros
todavía tenemos que hacer la decisión de ser obedientes. Dios no
va a hacer la decisión por nosotros, pero él nos dará el poder y de-
seo de hacerlo. Algunas veces Dios hace milagros en nuestras vidas
y se manifiesta a nosotros en formas sorprendentes, pero todavía
cuando una nueva asignación viene a nosotros, todavía tenemos
falta de confianza. Y la intención es que sea de esta forma. La
“confianza en sí mismo” no se supone que debe desarrollarse; Dios
nos permite ser completamente “dependiente de otro,” cuando ese
otro es solamente Dios.
Jueces
Gedeón tenía una intención muy buena cuando puso el ve-
llón. ¡Él quería estar seguro que era Dios hablándole y no el mis-
mo Gedeón o el enemigo! Dios no se enojó con Gedeón por su
petición, pero más bien se la concedió. Sin embargo, no podemos
usar esa aprobación para nosotros poner un vellón hoy. Porque
nosotros tenemos al Espíritu Santo con nosotros, tenemos que
ser guiados por la palabra de Dios y dirigidos por el Espíritu. En
Hechos 1 los apóstoles echaron suerte para escoger un sustituto
de Judas. Pero después del Pentecostés, cuando el Espíritu perma-
nentemente vino sobre ellos, ellos eran solamente dirigidos por
la palabra de Dios porque el Espíritu había venido a guiarlos en
todo camino. Aunque, Dios puede hablar y confirmar las cosas
a nosotros de cualquier forma que él desee—sueños, visiones,
señales, profecía, etc. Pero estas cosas nunca deben contradecir su 33
palabra escrita y siempre estar en línea con su carácter.
III. LA DERROTA DE LOS MADIANITAS (7:1—8:21)
A. Dios quiere la gloria (7:1–4)
¿Por qué Dios le dijo a Gedeón que el pueblo que estaba
con él era mucho? Era porque el crédito y la gloria sería para
los israelitas y no para Dios. Era por que la carne obtendría la
gloria y no el Espíritu. Por lo tanto, ¡Dios tenía el plan de redu-
cir el ejército de 32,000 a 300! En la mente de Gedeón, 32,000
probablemente era un número muy pequeño para enfrentar al
enemigo, el cual era “como langostas en número.”
El primer corte era enviar a casa a los que temían y se estre-
mecían. Después que 22,000 soldados dejaron el campamento,
solamente quedaron 10,000 (¡70% del ejército había dejado a
Gedeón!). En la ley de Moisés, si alguien era llamado al ejército
y tenía miedo, él podía irse a su casa. Sin embargo, en este caso,
ellos tenían que irse a la casa. ¿Ha notado usted que el miedo
socava la fe? En varios instantes Jesús echó personas fuera cuando
él estaba ministrando a otros porque ellos dudaban de su poder y
él quería que los que estaban alrededor de él tuvieran fe.
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad
de ellos (Mat. 13:57–58).
¡Después que se fueron los 22,000, Dios dijo que el ejército
todavía era muy grande! Así que, él Señor diseñó otro méto-
Jueces do para reducir el ejército. ¿Era “lamber” una señal de ser un
mejor soldado? ¿Era el objetivo reducir el ejército a una clase
o a un número en particular? ¿Estaba Dios construyendo un
grupo, de guerreros valientes o era esto solamente acerca de
300 hombres sin importancia destruyendo la multitud para
que Dios obtuviera la gloria? Los trescientos no podían ser lo
más selecto, pero un grupo tan inadecuado que cuando la ba-
talla fuera ganada (Dios declara) no podía ser un caso para que
Israel dijera, “Mi mano me ha salvado” (7:2). Hasta que el nú-
mero fue reducido a un nivel en el cual era claro que el Señor
y no Israel había sido quien ganó la batalla, ellos son muchos.
¡No hay duda que fue Dios si el número era 300!
Pero exactamente porque esta rebaja de los soldados era
para que Dios obtuviera la gloria no quiere decir que no hay
34
otro principio importante que podamos aprender de la histo-
ria. Dios en realidad escoge ciertas personas para tareas impor-
tantes. Es raramente una elección al azar. Y ciertamente, es una
minoría de personas las cuales son elegidas y enviadas.
Porque muchos son llamados, y pocos escogidos (Mat. 22:14).
A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos (Mat. 9:37).
Angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que
la hallan (Mat. 7:14).
B. ¿Una prueba de valentía? (7:5–8)
Cuando estos hombres llegaron a las aguas ellos deben de
haber estado muy sedientos por la jornada. ¿Cuál es el significa-
do de la palabra “lamiere” en Hebreo? Quiere decir tirarse al sue-
lo y poner la cara en el agua, y de esa forma, lanzando la cautela
al viento. Así que, los que estaban en las dos manos y los dos pies
tomaron su tiempo en tomar el agua mientras que los que lamie-
ron el agua estaban desesperados e impacientes. Muchos piensan
que esto muestra que los 300 que lamieron las aguas tenían el
corazón en esto mientras que los otros les gustaría mejor irse a
la casa—ellos estaban en la cerca, inseguros. Por lo tanto, según
parece Dios los pudo escoger al azar, pero ellos también hicieron
una decisión. Dios escogió aquellos cuyos corazones estaban
dispuestos. Como dijo Pablo, Doy gracias al que me fortaleció, a
Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndo-
me en el ministerio (1 Tim. 1:12). Dios pone al hombre o a la
Jueces mujer fiel en el ministerio, y él envía al soldado fiel a la batalla.
Una vez más, Dios escoge las gentes basándose en sus corazones.
C. Como da Dios valentía (7:9–15)
Dios entiende que sus siervos pueden ser temerosos y puede
ser que aprendan despacio, así que él es muy paciente con
Gedeón. La mayoría de nosotros en estos momentos ya hubiéra-
mos renunciado a Gedeón, pero no Dios. Recuerde, no importa
como otros vean a Gedeón, Dios lo ve como un “varón esforza-
do y valiente.” Y es Dios quien está hablando esto proféticamen-
te sobre él y por lo tanto tomará la responsabilidad de llevarlo
a la totalidad de su llamado. Así que, en el v. 10, Dios ve que
Gedeón está todavía temeroso y le ofrece apoyo. El apoyo viene
de dos formas. Primero, él envía a Fura con él (Gedeón no está
en esto solo, exactamente como Dios le dijo a Moisés que Aarón 35
podía ir con él). Segundo, él le permitió a Gedeón escuchar el
sueño que un hombre había tenido cuando se lo relataba a su
compañero. Dios sobrenaturalmente había producido el sueño
y el tiempo correcto del relato del hombre para darle a Gedeón
valentía y audacia. ¿Cuál fue la respuesta de Gedeón cuando oyó
la interpretación del sueño? “Él adoró” (v. 15). Él había nueva-
mente encontrado fortaleza y valentía. Esto es lo que la palabra
de Dios hace en nuestras vidas, ésta nos da una nueva fortaleza,
gozo, y valentía para continuar y completar nuestra trayectoria.
D. La dirección de Dios para la victoria (7:16–25)
Es en esta etapa que Gedeón divide el ejército en 3 grupos
de 100. Aun más extraordinario es que el no reparte armas o
espadas (estas posiblemente se las habían llevado los madiani-
tas), él distribuye trompetas y cántaros vacíos con teas ardiendo
dentro de los cántaros. ¡En esta noche, la única batalla tendrá
lugar entre los madianitas y ellos pelearían unos con los otros!
Un escenario similar tuvo lugar en 2 Cro. 20:23. Nuevamente,
la victoria no tenía nada que ver con la fuerza, la destreza en la
batalla, o con la sabiduría del hombre. Dios lo planeó, lo ensa-
yó, y lo produjo. Suena como la batalla de Jericó, ¿no es cierto?
E. Fallas de carácter (8:1–21)
Una lección importante para que aprendamos en el capí-
tulo 8 es que hay peligro cuando tenemos muchas victorias
y se nos da gran autoridad, podemos dejar detrás la actitud
Jueces humilde y el quebrantamiento de nuestros primeros días de
discipulado y dejar que el orgullo y la dureza tomen control de
nosotros. Debemos por lo tanto aprender esta lección.
Con los enemigos de Israel huyendo, la tribu de Efraín puede
darse el lujo de contender con su general victorioso. Gedeón usa
la sabiduría y les responde suavemente y de esta forma elimina el
enojo de ellos. Ésta es la característica de un líder verdadero, uno
que no devuelve mal por mal pero responde con amabilidad:
Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino ama-
ble para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con manse-
dumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda
que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del
diablo, en que están cautivos a voluntad de él (2 Tim. 2:24–26). 36
Los trescientos no están ahora sonando la trompeta y agitan-
do la antorcha con la mano, no están ahora solamente persiguien-
do; ellos se han convertido en una fuerza de combate, que han
salido a destruir el poder de los madianitas (quienes ahora son un
número insignificante de 15,000). ¿Dónde aprendió Gedeón estas
habilidades militares? El se ha convertido en un líder notable.
¿Ha cambiado Gedeón? Él ha cambiado para lo mejor, pero
también para lo peor. Él decide castigar severamente los habitan-
tes de Sucot y Peniel por no haberle dado alimento a sus tropas.
De hecho, él regresó para torturar y matar personas en Sucot y
Peniel. Aparentemente ellos no creían que Gedeón había derro-
tado a los madianitas y por lo tanto no le darían nada hasta que
fuera probado. Gedeón había aparentemente obtenido una vara
despiadada que es realmente inquietante. Debemos de tener
cuidado y cuidar nuestros corazones cuando tratamos con otras
personas, especialmente si tenemos poder y autoridad sobre ellos.
Por esto os escribo estando ausente, para no usar de severidad
cuando esté presente, conforme a la autoridad que el Señor me
ha dado para edificación, y no para destrucción (2 Cor. 13:10).
No paguéis a nadie mal por mal . . . No os venguéis vo-
sotros mismos, amados míos sino dejad lugar a la ira de Dios;
porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el
Señor. . . . No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien
Jueces el mal (Rom. 12:17–21).
¿Qué acerca de los hombres que Gedeón mató en Tabor?
(8:18). Zeba y Zalmuna, en su oportunidad habían sido res-
ponsables, de la muerte de los hermanos de Gedeón. Ésta se
había convertido en una venganza la cual Gedeón había estado
persiguiendo con una determinación despiadada en la Transjor-
dania. Gedeón aun le pidió a su hijo, Jeter, que sacara la espada
para venganza. Gedeón se había convertido, aun de acuerdo al
testimonio de sus enemigos, en un hombre de majestad (8:18) y
fortaleza (8:21). Pero hay algo que no es digno de admiración en
su corazón, a causa de su desarrollo de sus grandes habilidades.
¡Tenga cuidado de los dones del Espíritu sin el fruto del Espíritu!
IV. GEDEÓN JUZGA (8:22–32) 37
Todavía, en su corazón (y esto evidentemente muestra por qué
Dios escogió a Gedeón), él todavía sabía que Dios era Rey y él era
un seguidor (v. 23). El pueblo había ya comenzado su malvado
deseo por un rey y Gedeón, al igual que Samuel lo que harían,
apuntar de vuelta a Dios y no a ellos mismos.
Aunque Gedeón rechaza el reinado, él reconoce su llamado
a juzgar. Por lo tanto, él hizo un “efod,” la vestidura sacerdotal la
cual incorporaba una joya incrustada en el pectoral y el “Urim y
Tumim,’ objetos que eran usados para obtener la guía de Dios.
Pero esto no era agradable al Señor porque solamente los levitas
(Gedeón era de la tribu de Manasés) podían usar y buscar al Señor
usando el Urim y el Tumim y en este tiempo la adoración tomaba
lugar en Silo. Esto era un punto negro en el legado de Gedeón.
Gedeón también nombró uno de sus hijos Abimelec, que significa
“Mi padre es rey.” ¿Nos preguntamos por qué se le dio ese nom-
bre? ¿Tenía Gedeón todavía el deseo en su corazón de reinar? ¡Que
importante es para nosotros terminar bien y dejar un legado de
santidad detrás de nosotros!
V. LA CONFUSIÓN DESPUÉS DE LA MUERTE
DE GEDEÓN (8:33–35)
Gedeón era un hombre de mucha fe, a pesar que los defectos
de su carácter nos enseñan algo importante también. Él tenía gran
Jueces influencia en Israel y les dio descanso por 40 años. Sin embargo, el
ciclo de idolatría comenzó inmediatamente después de la muerte
de Gedeón. ¡Que testaruda e insolente puede ser la raza humana!
¡Que tierno y amable es Dios para aquellos que lo merecen!
Una nota triste es que a pesar de que Gedeón fue tan bueno
para Israel, ellos no le pagaron a sus hijos con la misma bondad.
Debemos recordar que nosotros no servimos al Señor para obtener
el reconocimiento de los hombres. Nuestra recompensa nos la da
Dios y no los hombres.
Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O
trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hom-
bres, no sería siervo de Cristo (Gal. 1:10).
¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los 38
otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único? (Juan 5:44).
Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de
Dios (Juan 12:43).
Lección cinco
Jueces
CAPÍTULOS 9 Y 10
I. EL ENGAÑO DE ABIMELEC (9:1–6)
Abimelec era el hijo malvado de Gedeón y su concubina, él cual
tenía la ambición de hacerse rey. Él era responsable de una gue-
rra civil en la tierra. ¿Realmente debería ser llamado juez? No hay
evidencia de que Dios lo llamara a ese oficio. También, el gobierno
usurpado por Abimelec no puede ser visto como aprobado por Dios.
De hecho, Dios castigó a Abimelec con la pena de muerte por el
asesinato brutal de setenta hijos de Gedeón (los únicos sobrevivien-
39
tes de los hijos de Gedeón eran el mismo Abimelec y Jotán, el hijo
más joven de Gedeón). Así que, ¿era realmente Abimelec uno de los
jueces o uno que quería ser juez y se proclamó a sí mismo como tal?
Abimelec era parte de la línea sanguínea de los siquemitas en la
parte de su mamá. A causa de esto, él pudo hablarles a sus tíos para
que promovieran su causa de ser él quien los gobernara. Él trató
de asustar a la gente de Siquem haciéndoles creer que los hijos de
Gedeón tratarían de apoderarse de su pueblo. Las gentes de Siquem
decidió seguir a Abimelec porque ellos decían, “nuestro hermano es”
(9:3b). Ellos hicieron a Abimelec rey de Siquem. Pero en la forma que
este reinado se desarrolló era en completo reto a las leyes de Dios:
Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da, y
tomes posesión de ella y la habites, y digas: Pondré un rey sobre mí,
como todas las naciones que están en mis alrededores . . . escribirá
para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cui-
dado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos
los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para
guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos
por obra; para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se
aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra (Deut, 17:14, 18–20).
Siquem es un buen lugar, desde luego no estrictamente israeli-
ta, pero con una larga historia de asociación amistosa con Israel. Ha
habido matrimonios mixtos y alianzas en el pasado y cuando el pueblo
de Dios retornó de Egipto el ejército conquistador de Josué no tuvo
Jueces ninguna pelea con este pueblo. En efecto se le rindió honor siendo el
lugar de la convención descrita en Josué 8:30–35 y 24:1–28. Siquem
es también el lugar donde el padre Abraham por primera vez puso su
tienda en Canaán y el Señor le apareció con la promesa que la tierra
sería de él (Gen. 12:6–7). Éste también fue el lugar donde Jacob quitó
los dioses ajenos que su familia había traído de Mesopotamia para re-
novar su dedicación al Señor (Gen. 35:1–4). Que triste entonces, que
en este tiempo en la historia el dios que ellos adoraban en Siquem era
Baal. Esto suena familiarmente extraño en como nuestra propia na-
ción se ha tornado de sus raíces en Cristo a sus raíces de humanismo
secular, la cual es otra forma de idolatría—la adoración de si mismo.
Usted solamente tiene que poner Jueces 9:1–6 al lado de Josué 24
para ver la gran ironía de estos eventos. En Josué 24, Josué junta una
reunión en la cual “todas las tribus de Israel” oyen su reto, y prome-
40
tieron “no abandonar al Señor, para servir otros dioses” (versos 1, 16).
¿Dónde tomó lugar este evento solemne? ¡En Siquem! ¿Y en qué tér-
minos presentó Josué este reto? “Temed a Jehová, y servidle en integri-
dad y en verdad” (Josué 24:14). Ahora, compare ese verso con nuestro
presente estudio así que usted mira a Jueces 9:16, 19. Estas palabras,
“integridad y verdad,” son muy importantes para comprender lo que
está sucediendo. Dios le da honor a aquellos que actúan en integridad
y verdad pero lidia severamente con aquellos que no actúan así.
Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con
la levadura de malicia y maldad, sino con panes sin levadura, de
sinceridad y de verdad (1 Cor. 5:8).
II. LA REVELACIÓN DE JOTAM (9:7–21)
¡Jotam, el hijo más joven de Gedeón era verdaderamente un
profeta en medio de ellos! Observe donde Jotam da su amones-
tación—en el monte Gerizim (ver Deut. 11:29; 27:12), que fue
donde Moisés ordenó que se diera la bendición a los obedientes
desde ese lugar. Y esa bendición hubiera venido si los siquemitas
hubieran escuchado el mensaje de la parábola: “¡Oídme, varones
de Siquem, y así os oiga Dios!” (9:7b).
Es Jotam el que está dispuesto a ponerse de pie por la sinceridad y
la verdad, y él hace esto diciéndole al pueblo una historia, algo similar a
la fábula de Aesop pero una que es completamente profética. En la pa-
rábola, ninguno ni el olivo ni el árbol de higo ni la vid querían ser reyes,
Jueces ellos tenían mejores cosas que hacer. Así que, ellos sugirieron que se le
diera la corona a la zarza. Y lo que dijo la zarza es el punto principal de
la parábola. La parábola es acerca de Abimelec. La zarza está diciendo,
“son bienvenidos a mi sombra, pero tendrán que arrastrarse para meter-
se debajo; y si las cosas van mal, no se olviden que una cosa que hago
yo bien es coger fuego, y aun el más arrogante tendrá que estar aperci-
bido de esto.” En otras palabras, Jotam esta diciendo que absurda es su
decisión, no del reinado como principio, pero de este rey en particular.
Aquel que ellos están haciendo rey será el que va a terminar destruyén-
dolos. ¡Que cuidadosos debemos ser en relación por quien votamos para
darle un oficio o a quien ponemos en el liderazgo! Tenemos tendencia
de obtener el líder que merecemos. Recogemos lo que sembramos.
Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis
elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día (1 Sam. 8:18).
41
III. LA DESTRUCCIÓN DE SIQUEM (9:22–49)
Abimelec tuvo un reino muy corto, solamente tres años. Y esta
sección describe la venganza de Dios sobre Abimelec y los siquemitas
por el asesinato de los hijos de Gedeón. La forma que Dios produjo esta
venganza fue enviando “un mal espíritu” entre Abimelec y los hombres
de Siquem. ¿No es esto interesante? Dios puede tomar aquellos que es-
tán trabajando juntos para el mal y volverlos los unos contra los otros—
y esto él lo hace en muchos lugares en las escrituras (ver Jueces 7:22).
Dios estaba celoso por la herencia de Gedeón, al igual que lo estaba por
la del rey Saúl (ver 2 Sam. 16:8). Él demanda que actuemos con integri-
dad y respeto al tratar con aquellos que son puestos sobre nosotros.
La gente de Siquem entonces se pusieron contra Abimelec y
hablaron maldiciones contra él. Ellos cayeron bajo el control ma-
ligno de Gaal quien levantó la ciudad de Siquem contra Abimelec.
Abimelec y su general del ejército, Zebul, terminaron echando
fuera a Gaal y sus hermanos y volviendo a tomar la ciudad. Él
le dio a su ejército la estrategia de tomar ramas de árboles en sus
hombros de forma que ellos terminaran quemando la torre de
Siquem donde mucha gente estaba escondida.
IV. LA MUERTE DE ABIMELEC (9:50–57)
La muerte de Abimelec y de los siquemitas vino porque Dios
les estaba pagando por su iniquidad. En otras palabras, nosotros
cosechamos lo que sembramos. Otra cosa clave aquí es que su
Jueces destrucción posiblemente podía haber sido evitada. Cuando ellos
no le pusieron atención a la voz de Jotam, la maldición que Jotam
pronunció por su desobediencia vino sobre sus cabezas (9:57).
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que
el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra
para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra
para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Gal. 6:7–8).
Dios ha estado usando todas las negaciones de la verdad y la inte-
gridad en la historia para mantener él su propia verdad e integridad.
Él ha estado demostrando su total control de las circunstancias. Él es
el Dios de la providencia. No podemos ver en la forma que las cosas
han sucedido como si fueran una coincidencia, no es así. Piense en la
estrategia que está envuelta: Una cierta mujer que aconteció que tenia 42
su rueda de molino con ella en el techo lleno de personas de la torre,
sucedió que estaba sobre la puerta a la que se aproximaba Abimelec.
¡Ella dejó caer la piedra, y no erró! Así que al final varias cosas aparen-
temente sin relación se juntan para llevar a cabo el propósito de Dios.
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia
de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus
caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién
fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese
recompensado? Porque de él, y para él, son todas las cosas. A él sea
la gloria por los siglos. Amén (Rom. 11:33–36).
V. EL JUEZ TOLA (10:1–2)
A pesar que Tola parece insignificante, él es uno de los enviados
para libertar a Israel. Él está en línea con Otoniel (3:9), Samgar (3:31),
y Gedeón (6:14), de los cuales se usa la misma frase. Está también
escrito que él se “levantó” para rescatar a Israel, y eso es la recordato-
ria de 5:7 (concerniente a Débora). También dice que Tola “juzgó” a
Israel, y esa palabra, usada del primer juez, el modelo de juez Otoniel,
sorprendentemente no se usa de ningún otro excepto Débora (4:4).
VI. EL JUEZ JAIR (10:3–5)
Y para Jair, ¿cuál es la importancia de los treinta hijos y sus
treinta asnos y sus treinta ciudades? Parece ser que treinta es el
número de consagración y madurez para el ministerio (ej. Jesús
Jueces era de treinta años cuando él fue bautizado y cuando comenzó su
ministerio). También, en otros lugares en la Biblia para familias
grandes significaba prosperidad a aquellos que montaban en asnos
más bien que en caballos de guerra y es uno que viene en paz.
Simbólicamente, entonces, tenemos un juez de paz y madurez
quien se consagró al Señor junto con sus hijos. Además de estas
observaciones e inferencias, nada más se sabe acerca de Jair.
VII. LOS PECADOS DE ISRAEL (10:6–18)
El patrón continúa para el testarudo pueblo de Dios. Sin
embargo, ahora, Dios les habla a ellos de una forma que no ha-
bíamos visto antes. Nuevamente, vemos a los israelitas “afligidos
en gran manera” (10:9b) y ellos claman a Dios por ayuda. Pero 43
esta vez Dios viene con una respuesta chocante y sorprendente:
“Yo no os libraré más” (10:13b). Fueron reprendidos por el Señor
concerniente a las tantas veces que los había librado y entonces
regresaban a sus caminos perversos. Lo que estamos mirando aquí
es un pueblo que todavía puede darle la espalda a Dios después de
haberlos ayudado tantas veces y se están poniendo en una con-
dición más allá de la redención, y ciertamente en el peligro más
grande. Nosotros nunca debemos pisotear la gracia de Dios que él
nos ha dado. No debemos nunca pensar que podemos mantener-
nos pecando y que no habrá límite a la gracia de Dios.
Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido
el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los
pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de
fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moi-
sés, por el testimonio de dos o tres testigos muere irremisiblemente.
¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo
de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue
santificado, e hiciera afrenta al Espíritu de gracia? (Heb. 10:26–29).
Hasta ahora le podemos haber dado a Israel el beneficio de la
duda, y asumir que cuando ellos claman a Dios es un clamor de
arrepentimiento; que ellos se sienten tristes por lo que han hecho, y
ellos quisieran ser diferentes. Pero reconocimiento no es lo mismo
Jueces que arrepentimiento. Si ellos solamente van a reconocer su problema
ellos pueden ir y hacer lo mismo con Baal. Pero si su clamor es un
arrepentimiento real, le dirá a Dios lo que ellos intentan hacer en el
futuro, como también lo que ellos admiten del pasado, y esto mos-
trará un deseo de volverse de los Baales a Dios, permanentemente.
Y Dios fue “angustiado a causa de la aflicción de Israel”
(10:16b). ¡Qué Dios tan amable y maravilloso servimos! Él tiene un
corazón tierno. El continuo clamor de sus hijos, hasta en medio de
su entrada en disciplina, resultó en un corazón herido y un plan de
acción para enviar a Jefté para salvarlos en el capítulo siguiente.
Él último verso del capítulo es algo diferente de lo que estamos
acostumbrados en el libro de los Jueces. ¿Hay un diferente patrón
surgiendo aquí? Ahora, el pueblo decide que necesitan un líder y 44
envían para escoger a uno. Ese uno será Jefté.
Lección seis
Jueces
CAPÍTULOS 11 Y 12
I. JEFTÉ ES LLAMADO (11:1–11)
Así que llegamos al capítulo 11, no hemos oído nada acerca de
Jefté, él es una nueva figura en el escenario. El padre de Jefté era
Galaad pero su madre era una ramera. Jair también era un hijo de
Galaad. Galaad es ambas cosas una persona y un lugar. Nombres
personales que se encuentran frecuentemente en la Biblia, muy
frecuentemente están conectados con nombres geográficos. No-
sotros podemos muy bien tomarlo que en la Galaad original (ver
45
Num. 26:29–30; Josué 17:1) le daban su nombre a ambos al área
donde la tribu residía, y a los descendientes que más tarde vivían
ahí. Es en este pasaje en Números 26:29 que se nos dice que los
galaaditas eran descendientes de Manasés, a pesar que hay una Ga-
laad mencionado como un descendiente de Gad en 1ra. Cro. 5:14.
Galaad es una región montañosa al este del Jordán. Gad recibió
la parte sur de Galaad y Manasés la parte norte. Rubén ocupó el
extremo sur una parte que se extiende dentro de Moab.
Al igual que Gedeón, Dios llamó a Jefté un “varón esforzado
y valiente.” Parecía haber una calidad de líder heredada en Jefté al
igual que sus familiares, a pesar de que Jefté había nacido de una
ramera, se le pide que regrese y sea su líder (v. 6). Es interesante
ver la diferencia en cómo los hombres ven a Jefté y cómo lo ve
Dios. Su propia familia lo desheredó como un proscrito por algo
que estaba fuera de su control pues él no decidió quienes serían
sus padres, sino Dios. Aun cuando alguien nace “ilegítimamente,”
todavía es una creación de Dios, hecho a su imagen.
Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para
que habiten sobre la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de
los tiempos, y los límites de su habitación (Hechos 17:26).
No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui
formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión
vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que
fueron luego formadas, sin faltar una de ellas (Salmos 139:15–16).
Jueces Por lo tanto, Dios no mira a nuestra nacionalidad, lugar o cir-
cunstancia de nacimiento, o quienes son nuestros padres en términos
de cómo él nos ve a nosotros. Él no prefiere a alguien nacido de un
rey sobre alguien nacido de un siervo. Por ejemplo, solamente porque
alguien sea un descendiente de Abraham no lo hace un preferido.
“Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que
es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan.” Dios
mira a nuestros corazones y hemos sido recibido por fe, no por obras.
Usted puede nacer en el Reino de Dios, usted debe clamar al Señor,
cualquiera que usted sea. Así que, sin que importe de quien hemos
nacido o aun si nacimos de un acto de maldad, Dios nos hace respon-
sable por nuestras propias decisiones, no de las decisiones de otro.
El hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el
pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del 46
impío será sobre él (Ez. 18:20).
Jefté siendo despreciado como un paria, huyó de su familia y de
su pueblo y usó sus capacidades de liderazgo para el mal. Y él se jun-
tó con hombres ociosos. Él se convirtió en un ladrón y asesino. Así
que, una pregunta que tiene que ser preguntada es: ¿si es apropiado
para un hombre con este tipo de pasado ser inmortalizado como un
verdadero juez y héroe de Israel? Una cosa a considerar es, que Jefté
fue víctima del odio. Él fue, al igual que José, echado fuera de la
familia por sus hermanos. Y la cosa importante fue que cuando Jefté
se le dio la oportunidad para dejar su forma de vida, él lo hizo. Se-
guro, hay cierta diferencia entre cómo José respondió a la adversidad
y cómo respondió Jefté. Todavía, Dios tenía también su mano sobre
Jefté, y estratégicamente produciría la oportunidad de salvarle de la
vida criminal. Todo retorna de nuevo a la gracia y misericordia de
Dios. ¡Él usa este ex-invasor para dirigir su pueblo. Pero él también
usó un ex-recaudador de impuestos (Mateo) y un ex-asesino (Pablo)
como apóstoles! Eso es llamado redención.
Cuando los amonitas hicieron guerra contra Israel, los ancianos
de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob para que fuera su
jefe. ¿Fue realmente éste el llamado de Dios a Jefté? En otros relatos
anteriormente en el libro, parece más claro que Dios está llamando al
juez en cuestión. No obstante, es muy claro que éste es el llamado de
Dios. La mención de su nombre tres veces en varios versos (11:9–11)
no es meramente una formalidad. “Y Jefté habló todas sus palabras
Jueces delante de Jehová en Mizpa” (11:11b). Todo esto estaba sucediendo
delante del Señor. En añadidura, vemos al Espíritu del Señor vinien-
do sobre Jefté en 11:29, 32 para echar fuera al enemigo.
En añadidura, Jefté fue introducido como un “esforzado y valien-
te,” pero tan pronto él abre la boca podemos ver que él habla muy
bien al igual que sus hechos son buenos. Él es un buen orador y diplo-
mático. Jefté cierra el contrato de empleo con los ancianos de Galaad.
“Si me hacéis volver para que pelee con los hijos de Amón, y Jehová
los entrega delante de mí, ¿seré yo vuestro caudillo?” (11:9). En otras
palabras, Jefté está de acuerdo en pelear por ellos solamente si le daban
el liderazgo si él derrotaba al enemigo. Ellos están de acuerdo.
II. JEFTÉ JUZGA (11:12–28)
47
La primera cosa que hace Jefté (en línea con su disposición
diplomática) es enviar un mensaje al rey de Amón preguntándole
cuál es la razón por la cual quiere atacar a Galaad. El rey de Amón
le dice que la tierra de Galaad era originalmente de los amonitas, la
cual tiene que ser retornada a sus dueños verdaderos. Jefté responde
con un segundo mensaje, de considerable longitud. Lo que Jefté le
dice al rey de Amón es que cuando Israel por primera vez arribó a
ese territorio, la tierra al este del Jordán hasta Arnón pertenecía a
Edom y Moab, y los israelitas ni siquiera pusieron sus pies en ella.
La tierra al norte de Arnón ellos ni siquiera la ocuparon. Esa había
sido de los amorreos, y no era territorio amonita; a diferencia de los
edomitas y moabitas, los amorreos habían perdido su territorio a los
recién venidos, quienes lo ocuparon por el derecho de la conquista.
Jefté afirma que originalmente nunca fue territorio de los amonitas
y por lo tanto no tenían ninguna demanda para la tierra. Además,
Jefté dice, que Dios les había dado a ellos la tierra donde vivian y
el dios de los amonitas les dio a ellos el lugar donde ellos vivían, así
que ellos no tenían derecho para reclamar la tierra de Galaad ni en
la base histórica o en la base teológica. Pero el rey de Amón no le
puso atención a las palabras de Jefté.
III. EL VOTO A JEHOVÁ DE JEFTÉ (11:29–40)
¿Cuál era el voto de Jefté? Primero, éste no era necesario. Éste era
un voto hecho sin haberlo pensado bien. Dios nunca exigió un voto de
parte de Jefté. Él le hubiera dado victoria a Jefté de todas formas por-
Jueces que el Espíritu del Señor vino sobre él y eso era todo lo que necesitaba
para ganar. ¿Es posible que nos volvamos muy entusiastas en nuestra
vida espiritual? En nuestra excitación podemos hacer cosas precipita-
damente. Es más importante escuchar cuidadosamente al Señor que
hacer cosas que nosotros pensamos que están bien, basados en nuestras
emociones. Solamente porque el Espíritu está sobre nosotros para una
tarea esto no niega la extrema necesidad por oración y dirección.
¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como
en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obede-
cer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura
de los carneros (1 Sam. 15:22).
¿Quería decir Jefté realmente holocausto? Sería un consuelo pen-
sar que cuando la primera persona vino al él a su regreso fue su hija,
los términos de su votos se convirtieron en algo menos sangriento, y 48
que los versos 11:37–38 implica tal vez que fue condenada a una vir-
ginidad perpetua. No hay evidencia de eso. Así bien se hace claro que
Jefté “quien hizo de ella conforme al voto que había hecho” (11:39).
Y el voto está claramente explicado en 11:31: “. . . Y lo ofreceré en
holocausto.” Así que, el texto aparentemente dice que él sacrificó a su
hija. Y las escrituras nunca dicen explícitamente si su acción fue co-
rrecta o incorrecta. Las escrituras nunca encuentran una falta en él, de
hecho Hebreos 11:32 le llama un hombre de gran fe. Sin embargo, el
mandamiento de Dios es “No matarás” (Éxodo 20:13). Dios también
da instrucciones muy específica en relación con sacrificar hijos—es
una abominación a Dios (Deut. 12:31). Dios dice, “Yo no te pediré
que hagas eso, y tú no debes hacerlo.” Dios no le permitió a Abraham
sacrificar a su hijo Isaac. Todo el punto con Abraham e Isaac fue qué
lejos estaba Abraham dispuesto a ir por Dios. Nunca fue acerca del
deseo de Dios de que Isaac fuera un holocausto quemado.
Así que, se nos deja con el hecho que porque una persona se
encuentre en la lista de la “Galería de la Fe” esto no quiere decir
que ellos no tropezaron alguna vez. ¡No olvidemos que Sansón fue
uno de ellos! La pregunta que permanece es sí debería o no Jefté
haber cumplido con su voto.
Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque
él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor
es que no prometas, y no que prometas y no cumplas (Ec. 5:4–5).
¿Por qué Dios nos manda que cumplamos nuestros votos o
Jueces promesas? Porque tenemos que temer a Dios por sobre todas las
cosas. Él odia lo deshonesto. Pero esto no quiere decir que es un
dogma legalista. Dios quiere que cumplamos nuestros votos a
causa de nuestra relación con él, no por ciertas reglas acerca de los
votos. Dios quiere que seamos honestos con él no porque somos
forzados sino porque le amamos y le damos honor.
Cuando nosotros rompemos un voto mostramos que no le
hemos dado honor en la forma que debemos. Le hemos tomado a la
ligera. Sin embargo, es posible hacer una promesa precipitada o sin
sinceridad. Por ejemplo, Jesús reprendió a los fariseos por enseñar
que el hombre que prometía su dinero “a Dios” es de esa forma exen-
to de obedecer las leyes básicas de la responsabilidad familiar, esto
es, de tener en términos financieros que “hacer algo por su padre o
49
madre.” Jesús quería que dejaran de hacer este tipo de voto y comen-
zaran a tomar cuidado de sus padres (ver Marcos 7:9–13). Así que, la
santidad de la vida humana pesó más que el cumplimiento del voto
de Jefté? ¿Es cancelada esa promesa tonta por el mandato de las escri-
turas de no matar y no sacrificar niños? Algunos creen que Jefté, en
lugar de sacrificar a su hija, la apartó a virginidad perpetua. ¿Invalida-
ría esto su promesa? ¿Habría eso sido un “compromiso” suficiente?
Finalmente, Jesús nos dice que no hagamos promesas o votos. No
hay necesidad de hacerlos. ¡No hay necesidad de prometerle a Dios
que usted va a hacer algo porque eso quiere decir que otras cosas que
usted tiene que hacer no son tan importantes porque usted no hizo
un voto! Nosotros solamente debemos hacer lo que Dios nos dice que
hagamos, y es todo. La recompensa es que él se agrada de nosotros.
Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás,
sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis
en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni
por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, por-
que es la ciudad del gran Rey . . . Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no,
no; porque lo que es más de esto, de mal procede (Mat. 5:33–37).
IV. EFRAÍN ES CONQUISTADO (12:1–7)
Continuaba habiendo cierta guerra civil entre las tribus de
Israel, a pesar que Efraín siempre parecía ser el antagonista. Prime-
ro, los de Efraín vinieron contra Gedeón y ahora contra Jefté. La
Jueces locura de Israel está guiando a la desintegración de las tribus.
Cuando los de Efraín le preguntaron a Jefté el por qué no les
llamó para ir a la batalla, él les dijo que ellos nunca le ayudaron en
la confrontación entre Amón y Galaad en el pasado por lo tanto
él no podía depender de ellos para que lo ayudaran en el presente.
La victoria de Jefté sobre Efraín paró en este tiempo la separación
entre las tribus del este y el oeste del Jordán.
La palabra “shibolet/shibolet” había cambiado en la forma que
era pronunciada entre las tribus. La palabra “shibolet” en el dialec-
to de Efraín no podían pronunciar la “h” y pronunciaban ”Sibo-
let.” “Shibolet” quiere decir “corriente de agua” o “espiga de maíz.”
Cuando los de Efraín no podían pronunciar la palabra con la “h”
ellos eran destruidos porque esto probaba que eran enemigos. 50
V. EL JUEZ IBZÁN (12:8–10)
Ibzán era de Belén. ¡Éste no era el único juez con 30 hijos! Jair
tenía 30 hijos también.
VI. EL JUEZ ELÓN (12:11)
Elón era de la tribu de Zabulón.
VII. EL JUEZ ABDÓN (12:13–15)
¡Se convierte en algo muy claro que los asnos eran el método
de transportación favorita de los hijos de los jueces! Abdón era un
piratonita. Piratón era una aldea en las montañas de los amalecitas
en la tierra de Efraín.
Lección siete
Jueces
CAPÍTULOS 13 Y 14
I. EL NACIMIENTO MILAGROSO DE SANSÓN
(13:1–25)
A. Introducción
No hemos oído las palabras “los hijos de Israel volvieron
a hacer lo malo ante los ojos de Jehová” desde antes que Jefté
fuera puesto como juez. Habían tenido cuatro jueces—Jefté,
Ibzán, Elón, y Abdón, desde que esa declaración fuera hecha,
y esto fue cerca de 31 años de historia. Pero una vez más, así
51
que comenzamos el capítulo 13, encontramos que los israe-
litas están posiblemente en la peor condición desde que el
libro comenzó. Aquí en el capítulo 13 no hay ni un clamor
de miseria, mucho menos un clamor de arrepentimiento. Ser
entregados “en las manos de los filisteos” (13:1) significaba que
los israelitas fraternizaban de buena gana con ellos, que aun los
matrimonios mixtos eran aceptados. Israel había aceptado to-
talmente los valores del mundo de los filisteos. Hay escasamen-
te una sola mención del distintivo nombre del Dios de Israel en
los labios de alguien en todos los cuatro capítulos en los cuales
Sansón está incluido. Y hasta el último párrafo parece que el
punto culminante va a ser el triunfo del dios filisteo Dagón
(16:23–24). Los israelitas aun llegaron a aceptar el gobierno de
los filisteos y de Dagón sobre sus vidas. La distinción entre el
pueblo de Dios y el pueblo del mundo se nubló.
Es sorprendente pensar que estos jueces vinieron y guiaron
al pueblo a salir de la idolatría, y hay muy poco remordimien-
to y ciertamente no hay arrepentimiento, pero Dios continúa
creando formas para libertarlos. Es un testimonio de la pacien-
cia y fidelidad de Dios al pacto que él hizo con Abraham.
B. El gran paralelo
Es interesante observar que el llamado de Sansón primero se
les informó a sus padres antes que él naciera. En este llamado,
nosotros vemos paralelos con la historia del nacimiento de Cris-
Jueces to. Sansón fue llamado antes de nacer para ser un salvador de Is-
rael, al igual que Cristo. El ángel del Señor le aparece a los padres
de Sansón para informarle como el Espíritu estaría sobre su hijo
y que él había de ser apartado para Dios, y el ángel apareció a los
padres de Jesús para prepararlos también para estas cosas. Los pa-
dres de Sansón eran personas comunes, aunque justos, viviendo
en un pueblo remoto. Esto se aplica a José y María también. El
ángel aparece a la mujer de Manoa, mientras ella es estéril, y le
dice que el salvador de Israel ella lo daría a luz y sería un nazareo.
Un ángel aparece a la virgen María, y le dice algo similar. Ambas,
la madre de Sansón y María tenían que hacerle un voto al ángel
que ellas dedicarían su hijo a Dios y lo criarían de acuerdo a las
instrucciones del ángel. Ambos, Manoa y José querían obedecer
las instrucciones del ángel por sobre todas las cosas. Manoa y su 52
mujer eran justos y humildes al igual que José y María.
C. El voto Nazareo
El ángel del Señor le ordena a la mamá de Sansón hacer un voto
a favor de su hijo que todavía no había nacido. Esto era llamado un
voto nazareo. Sansón y su mamá, ambos tendrían parte en este voto.
Es interesante que antes que Sansón pudiera hacer la decisión por él
mismo, se le pidió a su mamá que la hiciera. La madre de Sansón no
podía beber vino ni sidra ni comer cosa inmunda. En otras palabras,
el niño iba ha ser apartado aun en el vientre de su madre pues el
niño estaba conectado con la madre en este tiempo crítico, ella tenía
que prepararlo para este tipo de vida. Sansón tenía también que
seguir estas reglas, pero además, él nunca podía pasar navaja sobre
su cabeza. Él tenía que dejar que los mechones de su pelo crecieran.
¿Cuál era el propósito de estas reglas en los votos del nazareo?
Para contestar esto, podemos ir de nuevo a Números 6:1–21. El
nazareo no podía beber o comer nada asociado con la vid: vino,
jugo de uvas, uvas, pasas, etc. Él no permitiría que navaja pasa-
re sobre su cabeza. Él no podía tocar el cuerpo de un muerto.
Habría un sacrificio que el nazareo haría (“cuando los días de su
apartamiento a Jehová fueran cumplidos”) que lo libraría de estas
reglas por un tiempo. Pero él permanecería siendo un nazareo por
toda su vida. Estas regulaciones simbolizan al hombre apartado
para la vida eterna. Todo lo que él hizo simbolizó vida. Él le hace
Jueces honor al hecho que la vida estaba en la sangre al no beber vino,
él era apartado de la muerte al no tocar un cuerpo muerto, y su
cabello largo mostraba que la vida no tiene fin.
D. Manoa y su esposa
Manoa era de la tribu de Dan. Todo lo que sabemos acerca de
su esposa es que era estéril y no tenía hijos. Dios frecuentemente
se mueve milagrosamente sobre mujeres estériles para traer gran-
des héroes al mundo. Por ejemplo—Sara tuvo a Isaac, Raquel a
José, y Elisabet tuvo a Juan el Bautista. Fue como una recompensa
por la vergüenza que tuvieron que sufrir por la esterilidad.
Observe que lo primero que oímos de Manoa es que él
“oró a Jehová” (13:8). Él no le pidió a Dios que enviara de
vuelta aquel varón porque le faltaba fe, mas bien, él era un
53
hombre que le gustaba saber cómo obedecer perfectamente. La
razón por la cual el ángel regresó es porque “Dios oyó la voz de
Manoa” (13:9). Él era un hombre fiel y justo.
Ahora, ni Manoa ni su esposa sabían quien era el ángel.
Ellos dos le llamaban “varón.” Observe que cuando el ángel
regresó, Manoa le hace unas preguntas bien específicas: ¿cómo
debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con
él? (13:12). Él también le dio honor al ángel de dos maneras:
Primero, queriendo que el ángel se detuviera y prepararle ali-
mento (ver 13:15). Segundo, preguntándole cuál era su nombre,
para que cuando se cumpla tu palabra te honremos (ver 13:17).
La otra cosa que demuestra el temor de Dios de Manoa, es
que cuando el ángel ascendió al cielo en la llama, él pensó que
morirían porque habían visto a Dios. La mujer de Manoa, sin
embargo, una mujer de sabiduría y fe, creyó la palabra de Dios
a ella. ¡Ella sabía que no podían morir porque tenían que traer
al mundo y criar al hijo del cual profetizó el ángel! Esto es si-
milar a como Abraham tuvo la fe de ir adelante con el sacrificio
de Isaac porque él sabía que Dios tendrían que resucitar a Isaac
de los muertos si le permitía a Abraham sacrificarlo.
E. El Ángel del Señor
Dios frecuentemente envió el ángel de Jehová para que se
le apareciera a seres humanos los cuales no podrían verlo y vivir
(ver Ex. 33:20). El ángel de Jehová producía acciones asociadas
Jueces con Dios, tales como revelación, liberación, y el juicio de Dios.
Yo creo que el ángel de Jehová es el mismo Jesucristo porque él
recibía adoración, y es aun considerado Dios por Manoa (Lucas
13:22). Otro punto interesante es que Manoa le pregunta al án-
gel cuál es su nombre, el ángel le dice que es “admirable” (Lucas
13:18). Este es uno de los nombres de Jesucristo (ver Isa. 9:6).
En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que
entre de ellos fuera débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de
David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos (Zac. 12:8).
En el seno materno tomó por el calcañal a su hermano, y con su
poder venció al ángel. Venció al ángel y prevaleció (Oseas 12:3–4).
II. EL MATRIMONIO PECAMINOSO DE SANSÓN
(14:1–20)
54
Nosotros podemos ver inmediatamente que la mano de Dios
estaba sobre Sansón. Él lo había llamado antes de nacer “y el niño
creció, y Jehová lo bendijo. Y el Espíritu de Jehová comenzó a
manifestarse en él” (Jueces 13:24–25). Pero lo que encontramos
es que Dios está bendiciendo a alguien que difícilmente puede
parecer ser un juez o salvador. De hecho, él creció como un joven
impulsivo y centrado en él mismo.
Sansón creció para ser un hombre de acción. No que sus
acciones tuvieran mucho que ver con su llamado de ser un juez y
salvador, o con un deseo de servir a Israel y de obedecer a Dios.
Descendió a Timnat (14:1–4), y vio a una mujer de los filisteos.
No le importó nada a Sansón que ella era una filistea, una enemiga
de Israel. Todo lo que le importó fue que le agradó, y sus padres
parecían débiles de voluntad al consentir en su deseo. Es difícil de
creer que un hombre como Manoa, que claramente temía a Dios,
y una mujer como su esposa, quien claramente tenía fe, están vo-
luntariamente de acuerdo con tal obra de la carne. Aun así, tene-
mos una nota que nos reasegura que Dios está detrás de todo esto:
“Mas su padre y su madre no sabían que esto venía de Jehová—él
buscaba ocasión contra los filisteos (14:4). Algunas veces las cosas
suceden por razones más allá de nuestro razonamiento.
Sin embargo Sansón puede ser muy descuidado e irreligioso, pero
notamos que el Espíritu de Jehová está trabajando en él; aunque no
en maneras en las cuales nosotros habríamos esperado. Dios no le dio
a Sansón el espíritu de sabiduría que él le pidió para dirigir su pueblo,
tampoco le dio a Sansón un corazón limpio como se lo dio a David, al
Jueces David pedirlo. No; él lo capacita para matar un león y treinta personas
que no le han hecho daño. Y, ¡sin que Sansón lo sepa, él es actualmen-
te un juez pues está derrotando al enemigo! Dios no levantó un juez,
en este momento, que dirigiera a Israel en la batalla, porque nadie en
Israel quería pelear contra sus enemigos los filisteos. ¡En realidad, ellos
amaban sus dioses, su cultura, y sus mujeres! Así que Jehová “ buscaba
ocasión contra los filisteos” (14:4), y en esa ocasión era su deseo de ju-
gar apostando con los filisteos. Dios usó la carnalidad de Sansón para
ponerlo en la posición de juez. Muy pronto Sansón vería que la fuerza
que el tenía cuando el Espíritu venía sobre él podía ser usada para pro-
ducirle gran daño a los filisteos, aunque ese poder estaba en las manos
de un hombre inmaduro. Con el león el hombre joven descubrió su
don, y con la matanza en Ascalón él encontró su propósito. Su pro-
pósito es el grito de batalla de Débora y Barac en 5:31: “Así perezcan
todos tus enemigos, oh Jehová!” ¡Y como no había un ejército que 55
deseara derrotar al enemigo, Dios levantaría a un hombre y le daría
la fuerza de un ejército! Sansón era el “ejército de un solo hombre.”
Solamente porque usted sea un solo hombre o mujer, no deje que eso
lo pare de creer que Dios lo puede usar de una forma grande.
Solamente mire a la inmadurez e ignorancia de Sansón a su
propósito verdadero en la vida real. Él fue llamado a ser un nazareo,
apartado para Dios. Pero aquí lo encontramos en la viña de Timnat
(14:5) y un nazareo no tiene nada que ver con las uvas. Entonces, lo
encontramos tocando el cuerpo muerto de un león y un nazareo no
debería tocar ningún cuerpo muerto. ¿Podría ser eso por lo cuál él
no le dijo a sus padres de dónde había obtenido la miel y de cómo
había matado al león en el v. 9? ¿A causa de su culpabilidad?
La debilidad de Sansón eran las mujeres. Aquí, él le declara a su
insistente mujer filistea la respuesta de su enigma. Pero nuevamente,
Dios usa su debilidad para obtener una gran victoria sobre sus enemi-
gos en Ascalón. La mujer de Sansón se le dio por esposa a su compañe-
ro (algún buen compañero . . . suena como el “peor hombre”) porque
el padre pensaba que Sansón la aborrecía. Más tarde el padre de la
esposa de Sansón le ofrece a Sansón a cambio de ella la hermana menor
de su esposa (ver 15:2). Dios también usa esta ocasión para derrotar al
enemigo cuando Sansón toma revancha como veremos en la lección 8.
Lección ocho
Jueces
CAPÍTULOS 15 Y 16
I. LA JUDICATURA DE SANSÓN (15:1–20)
A. La venganza de Sansón
Nosotros sabemos por 14:20 que la mujer de Sansón fue
dada a su compañero. Pero lo que entendemos ahora es por qué
sucedió. ¡El suegro de Sansón pensó que él la aborrecía (tal vez
porque ella era una filistea o posiblemente porque el le llamó
una “novilla”—una vaca—en 14:18!). La solución del suegro (o
tal vez un compromiso para mantener la paz) fue darle a Sansón
su hija menor. En cualquier proporción, Sansón por esto fue
56
insensibilizado contra los filisteos. Su método, consistente con su
comportamiento extraño, parece algo cruel (usando zorras y teas
para quemar las siembras de los filisteos). Pero debemos de saber
que todavía es la resolución del Señor para provocar una con-
frontación entre los dos pueblos (ver 14:4). El Señor sabe muy
bien que esta confrontación entre Sansón y los filisteos llevará
a un escalamiento y finalmente producirá la destrucción de los
filisteos. Sansón no puede ver más allá de su egoísmo y sus deseos
carnales, pero Dios está trabajando por medio de las debilidades y
fracasos de Sansón para de esta forma producir su voluntad. No-
sotros continuamos aprendiendo que el Señor está operando en
el medio de lo que parece ser métodos extraños y poco ortodoxo.
Cuando los filisteos oyeron que fue Sansón quien quemó su
sembrado, ellos fueron adelante y quemaron a la mujer de Sansón
y al padre de ella pues eran los culpables de la entrada de Sansón.
Por causa de esto Sansón promete vengarse de los filisteos (él lo
tomó como una afrenta personal). Esta vez, Sansón no quema
solamente los sembrados, él destruye un sin número de los filis-
teos por medio de su gran fuerza. Este asalto causa que los filis-
teos vengan a Judá buscando a Sansón (15:9–10). Y su respuesta
posiblemente nos muestra donde estaba su corazón como nación.
Israel ha llegado al punto más bajo. Su respuesta nos muestra que
borrosa era la diferencia ahora entre el pueblo de Dios y el pueblo
del mundo. Ellos se habían vendido finalmente. Ellos temían más
a Dagón que al mismo Dios. Tenían más temor del hombre que
de Dios. Eran los filisteos los que dominaban sobre ellos (15:11)
Jueces y no Dios; y no les importaba. Y esto nos trae un buen punto a
nosotros: Donde la Iglesia y el mundo co-existen harmoniosa-
mente y no hay conflicto, es porque el mundo ha tomado control.
Israel no tenía crecimiento; ellos habían ido para atrás. Aun en el
capítulo uno los hombres de Judá estaban listos para subir contra
el enemigo y conquistar la tierra. Pero ahora, catorce capítulos
más tarde, se habían tornado satisfecho de si mismo y se habían
vendido al mundo. Ahora aun Judá esta ansiosa de solamente
vivir y dejar vivir, y más bien ataría y delataría al salvador/juez que
permitirle que interrumpa el balance de las cosas. ¡Las palabras de
Josué (ver Josué 23:15–16) habían llegado a suceder al máximo!
B. La gran paradoja
Para los filisteos, Sansón representa al Israel original, el pue-
blo del Señor en oposición al pueblo de Dagón. Los israelitas no 57
eran una treta para ellos, tan comprometidos y tibios como eran,
pero Sansón era la última treta verdadera a su bienestar Pero San-
són representa una gran paradoja. Él obviamente estaba actuando
ahora como aquel por medio del cual Dios salvaría a Israel y des-
truiría al enemigo. Pero al mismo tiempo él estaba tan claramente
identificado con el pecado de Israel así como con la salvación de
Dios. Él era un nazareo, bajo un voto de mantenerse distante de
las cosas prohibidas, pero aun él usó la quijada de un asno (por lo
cual él tenía que haber tocado el cuerpo muerto porque ésta era
“una quijada fresca”) para derrotar al enemigo. El no es solamente
el salvador de Israel, con más de una pasada semejanza de Cristo,
pero también el pecador, sin equivocación reflejando la cara de
Israel, y por lo tanto nuestra cara como el pueblo de Dios. Él nos
representa en todas nuestras formas paradójicas. Donde Sansón es
más obstinado o terco la obra de gracia se muestra más brillante.
Antes del nacimiento de Sansón Dios lo había preparado todo, a
través de toda su vida el Señor era el cerebro de todo, en su muer-
te el dios pagano es vencido y el Dios de Israel triunfa.
Sansón es para nosotros una advertencia extrema. El hom-
bre de un potencial enorme el cual nunca entendió el llamado
del Espíritu a una disciplina santa; aun el plan de Dios inexora-
blemente va adelante. Aprendemos que Dios nos usa a pesar de
nuestras debilidades, aun él trabaja en nosotros de forma que
nos volvamos ejemplos de piedad. Nosotros somos Sansón de
una u otra forma, gustándonos las cosas malas en el lugar malo.
Aun en otros momentos somos como Sansón el salvador, per-
Jueces mitiéndole a Jesús vivir su vida a través de nosotros. Hay gracia
para el jefe de los pecadores. “Si fuéremos infieles, él permane-
ce fiel;—él no puede negarse a sí mismo” (2 Tim. 2:13).
C. Sansón clama a Dios
En 15:18–19 Sansón se encuentra a él mismo en una situa-
ción, tal vez por primera vez, en la cual él sabía que no podía por
él mismo lidiar con ella. Él era el tipo de hombre que tomaba las
cosas en sus propias manos. Pero aquí, él no tenía la habilidad de
encontrar o crear agua para calmar su sed. Por primera vez lo en-
contramos clamando a Dios (aunque no sería la única vez). Dios
responde a su clamor. Dios estaba con Sansón. Cuando Sansón
se encontraba con el enemigo, el Espíritu de Jehová venia sobre
Sansón y le daba una fuerza extraordinaria. Cuando Sansón
clamaba a Dios, Dios producía respuestas extraordinarias.
58
II. EL FRACASO DE SANSÓN (16:1–31)
A. Sansón y la ramera
Sansón ahora decide viajar a Gaza en la tierra de los filis-
teos. Esto es muy extraño porque Sansón es odiado por los
habitantes de esta tierra—ellos lo quieren muerto. Pero su
carnalidad una vez más obtiene lo mejor de él así que él visita
una ramera. Cuando los filisteos se enteran que Sansón está en
su pueblo, empiezan a planear su asesinato.
Sansón tiene otras ideas. Él usa su fuerza sobrenatural y levanta
las puertas de la ciudad sobre sus hombros y las lleva al tope de la
montaña que queda frente a Hebrón. Pero a pesar que Sansón está
haciendo esto de una forma chistosa o en forma de juego, Dios
está todavía detrás de todo esto planeando los pasos que llevarán a
la destrucción del enemigo. Y continuamos viendo a Dios tomar
las decisiones carnales de Sansón y usarlas para sus propósitos.
B. Sansón y Dalila
Es en este punto que Sansón conoce a Dalila. Ésta es una de las
historias bíblicas más famosas, la cual de hecho ha sido presentada
por cientos de años como una obra literaria y dramática. Dalila,
hermosa pero traidora; Sansón, fuerte pero débil; una infatuación
trágica en la cual hay una gran ironía. Y Sansón es claramente
atraído y atrapado por el tipo de mujer errónea hasta el fin de su
vida. Él también se somete bajo la presión de estas mujeres cuando
ellas continúan poniendo presión sobre él. Él era débil de voluntad,
hasta que Dios al final de la historia lo transforma en un héroe. En
Jueces
cada encuentro con mujeres, Sansón desafía la ley de Dios. Primero
fue la mujer filistea en el capítulo catorce. La siguiente fue la rame-
ra en el capítulo quince. Y finalmente fue Dalila. Sansón quería lo
que no se suponía que tuviera. Parecía que no le importaba ser san-
tificado para Dios, sin embargo Dios miraba pasada su inmadurez
y miraba profundamente en su corazón a alguien que finalmente
estaría dispuesto a morir por Israel y la derrota de sus enemigos.
Ni los filisteos ni Dalila sabían por qué Sansón tenía tal fuerza
o cómo podía perder su fuerza. Su fuerza era tan grande que aun
con miles de hombres tenían miedo venir contra Sansón. Derrotar
a Sansón sería mantener el control sobre todo Israel; mostrar que
el dios de los filisteos había prevalecido contra el Dios de Sansón.
Cuando Sansón finalmente le dice a Dalila acerca de su voto
59
nazareo (y acerca del corte de su cabellera), esto fue solamente
porque él estaba “mortalmente enfadado” por su hostigamiento.
En lugar de dejar a Dalila, él se rindió a ella. Él había cometido
el mismo error con otra mujer filistea, pero no aprendió de su
error. Sin embargo, Dios usaría este número de eventos para
traer una gran victoria por medio de las manos de Sansón.
¿Creía realmente Sansón que su poder venía por no pasar navaja
sobre su cabeza—de su voto nazareo? Obviamente no. Él aparente-
mente pensaba que había engañado a Dalila y que continuaría ope-
rando en su misma fuerza (ver 16:20). Pero la verdadera fuente de su
fuerza, el Espíritu Santo se había apartado de él. ¡La verdad que nos
pega es que Sansón no sabía que Dios lo había abandonado! ¿Y por
qué lo abandonó Dios? Porque era su plan. Al abandonar a Sansón,
Dios le permitiría venir a un lugar de total dependencia de Dios, por
lo cual al clamar a Dios, él verdaderamente salvaría a Israel.
C. ¿Sansón—el hombre de fe?
Una cosa muy importante que nosotros debemos de apren-
der de esta historia es que Sansón solo buscaba a Dios cuando
estaba en un lugar de desesperación. ¡Él estaba normalmente tan
desconectado de Dios que él ni siquiera sabía que el Espíritu lo
había abandonado! Él no conocía la presencia de Dios. Estaba tan
sintonizado con sus propias necesidades y deseos que su lascivia
por mujeres oscurecía su conocimiento de Dios. Aún al final, Dios
amablemente oyó su oración en 16:28, lo usó para destruir al
Jueces enemigo, y escribió su nombre en la “Galería de la Fe” en Hebreos
once. Por eso es que se dice de él, que realmente dos veces, había
“juzgado” a Israel; porque su nacimiento y muerte realmente es
una reflexión, un poco oscura, de ese otro nacimiento y muerte
(Jesucristo) cientos de años más tarde. Porque al final, él se ha
movido más allá de su pasado, y se ha movido más allá de su egoís-
mo, y terminó su vida como un verdadero cuadro de Cristo como
está definido en las solemnes palabras del mismo Cristo: “Nadie
tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus ami-
gos” (Juan 15:13). Y nuevamente el apóstol Juan: “En esto hemos
conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también
nosotros debemos poner la vida por los hermanos” (1 Juan 3:16).
Al final, Sansón en su muerte se torna como Cristo. Él termina
bien. Mientras podemos respirar, nunca es muy tarde para regresar.
60
“Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había
matado durante su vida” (16:30). No fue hasta que Sansón murió
que él llevó mayor fruto. Para nosotros, seremos más fructíferos
y victoriosos para el Señor y contra del enemigo cuando hemos
muerto a nosotros mismos; a nuestra voluntad, deseos, y sueños.
Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con
Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste,
entonces vosotros también sereis manifestados con él en gloria.
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza,
pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría. . .
y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó
se va renovando hasta el conocimiento pleno (Col. 3:3–5,10).
Y así hemos terminado la historia del juez número doce y el
juez final: Sansón. Y a través de estos jueces hemos visto que es
Dios el que hace lo inesperado (por medio de Aod), cuya fuerza
es hecha perfecta por la debilidad (por medio de Gedeón), quien
nunca dejó de cumplir su palabra (con Jefté). Con Sansón, ve-
mos un Dios que nunca se da por vencido con nosotros y tiene
un plan para nosotros para que dejemos un legado de grandeza y
hacer nuestros últimos días más grandes que los anteriores.
Lección NUEVE
Jueces
CAPÍTULOS 17—19
I. EJEMPLO DE IDOLATRÍA PERSONAL
(17:1–13)
Ahora pasamos de hablar de jueces específicos a un tiempo cuan-
do no había nadie a cargo. Éste es un tema central de estos 5 capítulos
finales: “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que
bien le parecía” (17:6; ver también 18:1; 21:25). No sería hasta los pri-
meros capítulos de 1ra. Samuel, con el nacimiento y llamamiento de
Samuel, que vemos otro juez/líder en Israel. Y una vez más, el pueblo
dejado sin liderazgo recurrieron a la oscura idolatría y a la perversión. 61
Lo que Micaía le dice a su madre nos dice que esta sección de
los jueces comienza con un tesoro de plata que ella había acumula-
do; que la plata había sido robada; y ella pronuncia una maldición
en el desconocido ladrón; que el mismo Micaía era el ladrón; y él
oyó la maldición, e inmediatamente después confesó y devolvió lo
que había robado. ¡Todo eso es una sola oración para comenzar el
capítulo 17! Después que la madre se enteró que él era el ladrón,
ella descansó y perdonó, y su reacción instantánea fue clamar que se
derramara una bendición del Señor sobre su hijo arrepentido. Parece
obvio que para salir de debajo de esa maldición, la cual le pertenecía
a Micaía por su robo, ésta finalmente trae una bendición sobre él.
La madre de Micaía está tan satisfecha de obtener su plata de
nuevo que ella dice, “En verdad he dedicado el dinero a Jehová por
mi hijo” (17:3). Entonces nosotros encontramos que ella solamente
dedicó 200 de los 1200 ciclos (menos que el 17% de estos). ¿Y para
qué consagró el dinero? “Para hacer una imagen de talla y una de
fundición” (17:3); ¡una violación descarada del segundo mandamien-
to! De una sola vez ella proclama y obviamente cree que esto es algo
de lo cual el Señor se agradará y trabajará como una bendición para
su hijo. Las imágenes fueron puestas en un altar el cual construyó
Micaías al igual que un efod al igual que Aarón y Gedeón, terafines
o casa de dioses al igual que Raquel, y desde luego un sacerdote.
Inyectado directamente entre todos estos fiascos están las palabras
Jueces en el verso 6 que mas o menos sintetizan todos estos engaños: “En
aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le
parecía.” Tales cosas como estas habrían producido en reyes como
David, Ezequías, o Josías ira y traído gran castigo para los idólatras.
Había un levita (un hombre joven de Belén) que más tarde se
sabe que su nombre es Jonatán, un familiar de Moisés, el cual estaba
buscando un lugar donde vivir y un trabajo. Cuando él llega a la parte
montañosa de Efraín, a la casa de Micaía, había un trabajo para él.
Desde que Micaía había construido su altar, uno que estaba parado en
contra de la ley de Dios, él entonces toma prestado algo de la ley de
Dios para de cierta forma hacer su idea completa: tiene un levita que
cuida el lugar (él pensó, que a pesar que esto no era algo que el verda-
dero Dios aprobaría). Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me prosperará,
porque tengo un levita por sacerdote (17:13). Micaía era aparente-
62
mente celoso de hacer las cosas correctas delante de los ojos de Dios,
pero no tenían entendimiento o un liderazgo que lo pudiera guiar.
II. EJEMPLO DE IDOLATRÍA EN LAS TRIBUS
(18:1–31)
Hasta este momento, la tribu de Dan no había obtenido su he-
rencia (su parte del territorio en la tierra prometida). De esa forma fue
como terminó el capítulo 1. La tribus habían tenido varios éxitos en
la ocupación de Canaán, y Dan fue forzado por los amorreos hacia las
montañas donde habían permanecido hasta ahora. Pero ahora estaban
listos para enviar espías y saber si podían tomar de vuelta su heredad.
Cinco espías son enviados en una misión al comenzar el capítulo 18.
El capítulo 18 es un bosquejo del relato de dos jornadas danitas,
la primera es una exploración por cinco espías y la segunda una ex-
pedición militar por seiscientos soldados, la última tal vez envuelve
una migración general de toda la tribu (18:21). En el primer caso,
los danitas estaban siguiendo precedentes puestos por Moisés y
después por Josué en relación a enviar espías para evaluar la tierra y
ayudar a construir una estrategia para el éxito. Con el debido curso
los espías llegaron a Lais. Lais era una tierra tranquila y segura que
tenía mucha prosperidad. La otra ventaja era que ellos realmente no
tenían conexión con otras ciudades y estaban separados y distantes
de otras ciudades aliadas las cuales le podrían ayudar en una guerra
tal como con los sidonios.
Jueces En el tiempo de la invasión, los danitas tenían confianza por-
que Jonatán, el sacerdote levítico, le había dicho a los cinco espías
que ellos tendrían éxito en su viaje (ver 18:6). Pero, ¿pero real-
mente habló Dios a Jonatán? Esto es verdad en el sentido general
que Dios estaba con Dan en su búsqueda para tomar la tierra. De
hecho, Dios siempre había estado con todas las tribus de Israel en
esa búsqueda porque esa era la voluntad de Dios para ellos. Algu-
nos dirán que “al fin los danitas querían indagar de Dios.” ¿Pero
era su petición al levita para que indagara al Señor sobre ellos, para
estar más cerca de la obediencia o solamente por codicia? ¿Cómo
percibimos sus motivos cuando ellos regresan y roban de Micaía
los ídolos, el efod, y los terafines? ¿Tiene esta historia egoísmo
escrita en toda ella? ¿No parece que los danitas están solamente
haciendo todo lo posible para obtener alguna buena suerte en su
63
lado? Y en este punto, ellos no están indagando del Dios de Israel,
ellos se han tornado a la superstición e idolatría para su propósito.
Muy pronto Micaías persigue a los danitas que han robado sus
ídolos, efod, y sacerdote. Desde luego, muy pronto podemos ver los
motivos del sacerdote Jonatán. Cuando se le ofrece una posición de
más poder—ser sacerdote sobre toda una tribu en lugar de sobre una
familia pequeña, él hizo inmediatamente la transacción. Debemos
recordar el poder que hay detrás de los ídolos explicado por Pablo:
¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se
sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los gentiles sacrifican,
a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros
os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del
Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa
del Señor, y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos
al Señor? ¿Somos más fuerte que él? (1 Cor. 10:19–22).
Porque Micaía, Jonatán, y los danitas estaban adorando imá-
genes de talla, podemos estar seguros que Dios fue movido a la ira.
Además, ahora podemos ver los resultados de la idolatría en sus
corazones. Santiago explica lo que sucede en el corazón del hom-
bre cuando está envuelta la idolatría:
Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón,
no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría
no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.
Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda
Jueces obra perversa (Santiago 3:14–16).
Por lo tanto, la confusión, envidia, y codicia que viene de estos
israelitas es inspirada por los demonios. Ellos se han entregado a la
influencia demoníaca que hay detrás de las imágenes de talla. Y esa ha
sido un factor decisivo en la vida de los israelitas todo el tiempo de los
jueces. Podemos preguntar una y otra vez cómo este pueblo de Dios,
después de haber visto los milagros, poder, bondad, y amor, tan fácil-
mente puede descarriarse del camino a actividades que lo destruyen.
¿Cómo pueden estar tan ciegos y confusos? Vuelva a leer las palabras
de Santiago escritas anteriormente. Esto es una ceguera y confusión
demoníaca que solamente se puede romper por medio de liberación—
y los jueces habían sido llamados a “libertar” porque ellos salvaban al
pueblo de sus enemigos. Detrás de los ídolos cananeos había demonios
trabajando por medio del pueblo cananeo. Y solamente por medio del
64
arrepentimiento y la renuncia a los ídolos podía la liberación venir.
Dios le dio a los danitas victoria sobre el pueblo de Lais por-
que era la voluntad de Dios que los israelitas echaran fuera a los
cananeos y que ellos habitaran la tierra. Sin embargo, siempre hay
consecuencias por nuestra idolatría. Dios nunca estará de acuerdo
o bendecirá la idolatría. La madre de Micaía podía haber pensa-
do que ella está haciendo una imagen de talla para darle honor a
Dios, pero eso es algo que es una abominación a Dios:
Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura
visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego;
para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, ima-
gen de figura alguna, efigie de varón o hembra . . . Porque Jehová
tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso” (Deut. 4:15,16,24).
Así que, los danitas no solamente se robaron los ídolos de
Micaía, sino que los erigieron poniendo a Jonatán como su sacer-
dote en la tierra que ellos tomaron de Lais (18:30–31). Esa tierra
se llegó a conocer como Dan. Esa tierra no representaba a Dios
porque adoptó ídolos como sus dioses. Esto puede ser una de las
razones por la cual la tribu de Dan está excluida de la lista de las
doce tribus en el libro de Apocalipsis (ver Ap. 7:4–8).
Le despertaron a celos con los dioses ajenos; lo provocaron a
ira con abominaciones. Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; a
dioses que no habían conocido, a nuevos dioses venidos de cerca,
que no habían temido vuestros padres. De la Roca que te creó te
Jueces olvidaste; te has olvidado de Dios tu creador . . . Y dijo: Esconderé
de ellos mi rostro, veré cual será su fin; porque son una generación
perversa, hijos infieles (Dt. 32:16–18, 20).
III. EJEMPLO DE INMORALIDAD PERSONAL
(19:1–10)
En esta historia de tragedia e inmoralidad grosera, un levita ha
estado en el sur y trajo su concubina de ahí a su hogar en Efraín.
Ella más tarde lo dejó por alguna razón y se regresó con su padre;
así que él hizo otro viaje a Belén para persuadirle que regresara. El
padre de la concubina fue muy amable con el levita, pero el levita
eventualmente tenía que partir para regresar a su hogar.
65
IV. EJEMPLO DE INMORALIDAD EN LA TRIBU
(19:11–30)
En el camino al hogar él tuvo la oportunidad de pasar la noche
en Jebús (esto es, Jerusalén), y su concubina quería quedarse allí,
pero él insistió que encontraran un lugar para quedarse que estuviera
ocupado por los israelitas (en ese momento Jerusalén era una ciudad
de extranjeros—jebuseos—hasta que David tomó posesión de esta
ciudad). En la ciudad que pararon fue Gabaa. Gabaa pertenecía a
Benjamín. En Gabaa, nadie está siendo hospitalario (nadie los estaba
invitando a pasar la noche). Entonces, un anciano los invitó, pero
también los amonestó a no quedarse afuera en la plaza de la ciudad.
En este momento viene una grave historia de inmoralidad y
perversión. El único pasaje comparable en toda la Biblia es la des-
cripción de lo que llevó al Señor a destruir las ciudades de Sodoma
y Gomorra en Génesis 19; pero ellas eran ciudades paganas—ésta
era israelita. La cosa increíble era que la homosexualidad, pero
principalmente violación de hombres, era algo esperado en este
pueblo, exactamente algo regular en la vida nocturna. ¡Y no entre
los jebuseos y los cananeos, pero entre el pueblo de Dios!
Sí algo bueno tenía que ser provisto, fue provisto por el ancia-
no. El anciano efrateo, tan hospitalario como era, consideró muy
importante que el levita, su invitado, fuera protegido del popula-
cho. ¡Él le ofreció a cambio su hija virgen y la concubina del levita
Jueces a la multitud! Es muy similar a lo que hizo Lot en Génesis 19:8 al
ofrecerle al populacho sus hijas en lugar de los ángeles. Pero para ir
más allá, pero este anciano tomó la concubina del levita y la sacó
de la casa para ser violada y abusada.
De una manera aun más horrible, cuando el levita encuentra
su concubina golpeada y violada, él no le hizo nada al anciano, ni
aun confortó él a su concubina. Esto es pasmoso y espantoso. Pero
desde luego, esto no termina ahí; duramente. Cuando llega a la
casa, él la corta en doce pedazos, enviándole un pedazo a cada una
de las tribus de Israel (aparentemente, ella murió mientras viaja-
ban para la casa—ver 20:4). Cuando los hijos de Israel vieron esto
ellos quedaron sin sentido y horrorizados. Entonces parece aparen-
te que el levita hizo todo esto para reunir a los israelitas para tomar
venganza sobre Gabaa. Esto será uno de los temas mayores al cual 66
miraremos la próxima vez en la lección 10.
Lección diez
Jueces
CAPÍTULOS 20 Y 21
I. LA GUERRA ENTRE ISRAEL Y BENJAMÍN
(20:1–48)
A. Israel se junta como uno
Por una vez, una cosa rara en los Jueces, los israelitas
estaban unidos—o cerca de estarlo—y la presencia de tantos
hombres armados mostraba que las tribus operaban con serie-
dad (20:1–2). No era un grupo completamente unido el que
se reunió en Mizpa. Los benjamitas estaban ausentes, sin duda 67
juzgando correctamente que debido a los sentimientos públicos
ellos, al igual que a las mujeres, se les arrancarían extremidad
por extremidad. Y, esto era una reunión oficial, teniendo la
autoridad de hacer una decisión y tomar acción. La pregunta
es ahora si iban o no a buscar al Señor en su decisión y acción.
Podemos ver que ellos lo hacen, aunque no lo hacen hasta que
deciden atacar a Benjamín (ellos finalmente claman a Dios en
20:18). También, ellos hacen dos votos ridículos que solamente
guían a más dolor (ver 21:1 y 21:5). Algunas veces hacemos co-
sas que emanan de emociones crudas en lugar de hacerlo bajo
la sabiduría divina y nos mete en un montón de problemas.
¿Debería haber habido más investigación y aun un juicio
para aquellos acusados de perversión y asesinato? Los israelitas
oyeron una parte de la historia; la de los levitas. Los levitas
presentaron un cuerpo, un cuchillo, y su versión de la histo-
ria como evidencia, y la respuesta inmediata de los israelitas
es confrontar a los benjamitas con un ultimátum: “Entregad,
pues, ahora a aquellos hombres perversos que están en Gabaa,
para que los matemos, y quitemos el mal de Israel” (20:13).
Hay dos cosas a considerar aquí. Primero, la ley de Dios dice
que “No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en
cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquiera
ofensa cometida. Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se
Jueces mantendrá la acusación” (Deut. 19:15). ¿Por qué los israelitas cre-
yeron instantáneamente al levita, especialmente como él tuvo la au-
dacia de cortar esta mujer en pedazos? ¿Podía ser esto por lo cuál los
benjamitas no estaban dispuestos a entregar las gentes de Gabaa?
Es muy extraño que los benjamitas arriesgaran la vida (con grandes
puntos de ventaja contra ellos, no menos) de todo su pueblo por
cuenta de una de sus ciudades. ¡Y ellos deben haber sabido de estos
hombres perversos! Sin embargo, Benjamín se niega a cumplir con
el resto de Israel y decide defender algo que Dios desprecia. Por úl-
timo, los israelitas estaban haciendo la cosa correcta al atacar a Ben-
jamín pues los de Gabaa eran perversos y ellos buscaron al Señor
antes de ir contra sus hermanos y encontraron que era la voluntad
de Dios (20:18). Sí Israel no hubiera destruido los perpetradores, la
ira de Dios hubiera venido contra todo el campamento. ¿Recuerde,
68
¿cómo Dios le dijo a Josué que lidiara con esas cosas?
Levántate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para mañana;
porque Jehová el Dios de Israel dice así: Anatema hay en medio de
ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis
quitado el anatema de en medio de vosotros” (Josué 7:13).
B. Israel derrota a Benjamín
No puede haber ninguna duda de que Jueces 20 es para
contestar a Jueces 1. El libro comienza y termina con una con-
centración de Israel, y con lo que fluye de ésta. Las similitudes
son notorias, y las diferencias son instructivas.
Nuevamente una asamblea nacional se ha convocado,
viniendo “como un solo hombre a Mizpa” (20:1). Al igual
que se había reunido la asamblea de 1:1. De nuevo la batalla
amenazaba, y nuevamente fue buscada la dirección del Señor.
La pregunta idéntica fue hecha: “¿Quién subirá de nosotros
el primero?” (20:18; comparar con 1:1). Esta vez también el
Señor respondió, “Judá será el primero.” Pero ahora observe
la diferencia. En el capítulo 1 ellos estaban yendo contra sus
enemigos, los cananeos. En el capítulo 20 ellos están yendo en
contra de sus hermanos—¡los benjamitas!
Para la valentía evidente en el capítulo 1 aquí se le dio la vuelta
para una vuelta viciosa de destrucción la cual dejó el campo de los
benjamitas cubierto de cuerpos muertos de hombres y bestias, cada
pueblo una ruina ardiente, y de toda la tribu solamente seiscientos
sobrevivientes. Y ésta fue la obra del Señor (ver 20:35) porque el
Jueces Señor no estaba dispuesto a tolerar la iniquidad de su pueblo.
Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el
pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Ho-
rrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (Heb. 10:30–31).
Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos aten-
tos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que
hacen el mal (1 Ped. 3:12).
II. EL VOTO RIDÍCULO DE ISRAEL (21:1–7)
En 21:3 los israelitas preguntan, “Oh Jehová Dios de Israel, ¿por
qué ha sucedido esto en Israel, que falte hoy de Israel una tribu?”
(21:3). Y desde luego, la respuesta a eso es: “a causa del pecado
voluntario.” Pero Dios había provisto un remanente para Benjamín.
Seiscientos hombres habían escapado de la batalla y “huyeron hacia
el desierto, a la peña de Rimón” (20:45). Por medio de estos seis- 69
cientos hombres, Benjamín podía continuar como una tribu y las
ciudades de Benjamín podían volverse a poblar. Sin embargo, a cau-
sa del voto ridículo de Israel, ellos no podían permitirle a ninguna
de las mujeres de las tribus casarse con estos hombres de Benjamín.
Esa no era la voluntad de Dios. Dios no le dijo nunca que hicieran
ese voto. Ellos mismos se metieron por su prisa, en un fuerte apuro.
III. LOS HOMBRES EN JABES-GALAAD
MUERTOS (21:8–15)
Entonces alguien sugirió que el problema podía ser resuelto por
Israel implementando el otro voto ridículo que había sido hecho en
Mizpa, “el gran juramento,” que el que hubiera fallado de todas las
tribus en subir a la reunión sufriría la muerte (21:5). Jabes-Galaad no
había enviado representante; por lo tanto todo lo que era necesario
era que la población de ese pueblo fuera muerta, hombres, mujeres,
y niños, todos excepto las mujeres solteras. Después de la ejecución
de este plan, cuatrocientos de los benjamitas que quedaban podían
tener esposa, pero doscientos de los benjamitas permanecerían sin
esposas. Fue en este punto (después de la matanza en el campo de
Jabes-Galaad) que los benjamitas que quedaron en la peña de Rimón
se les permitiría casarse con las cuatrocientas vírgenes.
IV. LAS MUJERES DE SILO SON SECUESTRADAS
(21:16–25)
Los ancianos de Israel están firmes en hacer lo que sea necesario
para no dejar desaparecer la tribu de Benjamín y por lo tanto dise-
Jueces ñaron un plan para encontrar esposas para los doscientos benjamitas
que quedaban. El plan estaba basado en un agujero que había en el
voto ridículo. El voto decía que los israelitas ninguno de nosotros
“dará” (vs. 1, 7,18) su hija a los de Benjamín, pero no dice nada
acerca de su hija siendo “tomada.” Convenientemente las mujeres del
cercano Silo (alrededor de 13 millas al norte de Mizpa) muy pronto
estarían participando en una fiesta de la cosecha local donde ellas
danzarían en el campo cerca de la viña. Los doscientos benjamitas
tenían que esconderse en el campo cerca de la viña hasta que la festi-
vidad estuviera en progreso, y entonces cada uno debería salir de las
viñas y “arrebatad una mujer.” Los israelitas entonces explicarían la
situación a los hombres de Silo, que ellos eran inocentes de romper el
voto de Mizpa pues ellos no dieron sus hijas a los benjamitas.
70
Y así, el libro de los Jueces termina con una historia bastante
triste de cómo Israel constantemente fallaba por no buscar al Señor.
Si, ellos finalmente lo buscaron en relación a atacar a Benjamín,
aunque, si ellos hubieran buscado primero a Dios, hubieran evitado
el voto falto de sabiduría y hubieran obtenido el plan sabio de Dios,
el cual habría salvado vidas y hubiera tenido un mejor resultado. Te-
nemos que buscar a Dios constantemente y obedecerle sin reservas.
Los israelitas, al igual que nosotros, muy frecuentemente dejamos
al Señor al lado, clamando a él solamente como el último recurso o
después de años de apostasía. Y aún, él no los ha abandonado. Aun
cuando ellos fueron en su propio camino, él trajo disciplina, él estaba
todavía ahí. Lo que tenemos aquí es el final de una historia de gracia.
Mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para
que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia
reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor
nuestro (Rom. 5:20–21).