Hebreos 4:14-5:10
Serie: Las bases de la fe
Una vez salvo siempre salvo: Regresemos a casa
Introducción:
En el ámbito cristiano, existe un gran debate en torno a la pregunta: ¿La salvación se pierde?
¿Usted qué opina? ¿Podemos ser cristianos hoy y mañana no? Algunos teólogos, como Jacobo
Arminio, John Wesley, así como la Iglesia Católica y la Ortodoxa, sostienen que la salvación se
puede perder. Para respaldar su postura, citan pasajes como los siguientes
Filipenses 2:12 Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.
1 corintios 10:12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.
Gálatas 5:4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis
caído
Además, suelen señalar ejemplos de personas que aparentemente apostataron de la fe.
Seguramente, tanto usted como yo conocemos a personas que alguna vez se declararon cristianas,
pero ahora no lo son.
Ahora bien, les hago un spoiler, la salvación no se puede perder. Esta doctrina de que la salvación
se pierde me parece que surge primeramente de un desconocimiento de quien es Cristo, segundo
de no comprender bien la gracia de Dios, y tercero del error de interpretar la Biblia a la luz de la
experiencia y no la experiencia de la luz de la Biblia.
En el pasaje que hoy nos corresponde encontremos claramente la enseñanza de la seguridad de la
salvación, pero antes hagamos un breve recuento de los que ha pasado en los capítulos anteriores.
En los primeros cuatro capítulos de la carta a los hebreos, el autor o la autora nos ha mostrado cómo
Cristo es superior en todos los sentidos:
Jesús es superior a los profetas. Es la voz autorizada de Dios y el Verbo encarnado.
Cristo supera a los ángeles. No es un mensajero como ellos, sino el mensaje mismo: la
Buena Nueva.
El Hijo es más obediente que Moisés. Fue fiel hasta la cruz, asegurándonos la salvación
eterna.
El descanso que Cristo ofrece supera al de Josué. Su paz es verdadera y eterna.
Ahora, el autor de hebreos quiere mostrarnos que Cristo es superior a Aarón como sumo sacerdote
El perdón de pecados que ofrece es mayor que el de cualquier sumo sacerdote.
Para comprender esto último necesitamos entender el propósito y las funciones del sumo sacerdote,
veamos: El propósito principal del sumo sacerdote era actuar como mediador entre Dios y el pueblo
de Israel. Esto lo lograba mediante dos funciones clave:
Ofrecer sacrificios: El sumo sacerdote ofrecía sacrificios diarios por los pecados del
pueblo. Pero, más allá de esto, una vez al año, en el Día de la Expiación (Yom Kippur),
entraba al Lugar Santísimo para rociar la sangre del sacrificio sobre el propiciatorio,
simbolizando la expiación por los pecados de todo Israel (Levítico 16:15-16).
Acceso exclusivo a la presencia de Dios: Solo el sumo sacerdote podía entrar al Lugar
Santísimo, donde estaba el arca del pacto, representando la presencia de Dios entre su
pueblo. Este acceso era limitado y temporal, requiriendo estricta purificación para evitar la
muerte.
Sin embargo, estos sacrificios eran insuficientes para limpiar definitivamente el pecado. Como dice
Hebreos 10:4: Es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados.
Como veremos hoy, Jesús no solo cumple el papel de sumo sacerdote; lo trasciende. Vayamos al
texto y descubramos las enseñanzas que Dios tiene para nosotros:
Siempre seremos salvos porque no depende de nosotros.
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Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios,
retengamos nuestra profesión.
El texto comienza con la expresión, Por tanto, un conector lógico que introduce una conclusión o
una consecuencia derivada de lo expuesto anteriormente. Esto nos obliga a mirar lo que el autor
explicó previamente. En Hebreos 3:7-4:11 se relata cómo, tras salir de Egipto, muchos israelitas
endurecieron su corazón y desobedecieron al Señor deliberadamente. Este pecado los llevó a vagar
cuarenta años en el desierto, sin entrar a la tierra prometida. El autor nos exhorta a no cometer el
mismo error y a obedecer la voz de Dios para no quedar fuera de su salvación, es decir, de su
reposo.
Muchos podríamos pensar que esto no nos puede pasar. Sin embargo, el autor advierte que, aunque
alguien pueda aparentar estar cerca de Dios, solo la Palabra de Dios, que es como un bisturí, puede
discernir lo que hay en lo más profundo del corazón. Podemos engañar a los demás, pero no a Dios.
Él sabe si somos obedientes o no.
Si somos honestos, a la luz de la Biblia, nuestra condición no es mejor que la del pueblo de Israel.
Entonces, ¿podríamos quedar excluidos de la salvación? La respuesta sería afirmativa si dependiera
de nosotros. Pero aquí entra la gran noticia: nuestra salvación depende de Cristo, no de
nosotros.
Jesús es quien nos une a Dios. Como nuestro sumo sacerdote, ha hecho lo que los sacerdotes
levíticos solo simbolizaban: ha entrado al verdadero Lugar Santísimo, al cielo mismo, para interceder
por nosotros. Es como si estuviera hoy mismo en la presencia del Padre, rociando el propiciatorio
con su propia sangre y asegurándonos el acceso a Dios.
Cristo es el puente que une el cielo con la tierra. Su obra es perfecta, suficiente y eterna. Esto nos
da la seguridad de que nuestra salvación no depende de nuestra obediencia perfecta, sino de su
fidelidad perfecta.
El autor nos exhorta a retener nuestra profesión de fe, eso significa que, la seguridad de la
salvación que tenemos en Cristo no es una licencia para pecar sino una motivación para ser
lo que decimos ser: cristianos. Si nos hemos desviado regresemos al camino correcto.
Regresamos a casa.
Siempre seremos salvos porque no estamos solos en la lucha
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Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
Según este pasaje el Señor entiende perfectamente la lucha que tenemos día con día contra el
pecado. Podría parecer que Jesús esté muy lejos de nosotros por no haber caído nunca, pero
también es cierto que no hay nadie como él que haya tenido que luchar tan fuertemente contra el
pecado por el mismo hecho de no haber caído nunca. Y, por tanto, entiende aún mejor que nosotros
cómo es esa batalla.
Así que, no estamos solos en la batalla, no hay ninguna razón para rendirnos y sí una muy poderosa
para seguir adelante.
Si no fuéramos pecadores, si nunca cayéramos en el camino, su sacerdocio nos sobraría. Pero…
Él nos conoce y por eso nos tiene paciencia. Arrepintámonos
Él nos conoce y sabe de nuestras luchas. Confiemos en su Poder.
Él nos conoce y por eso dio la vida por nosotros. No rechacemos su amor.
Si reconoces que le has fallado el Señor, regresemos, Él murió por ti. Si nos amó siendo
pecadores, cuanto más ahora que somos sus hijos. Regresa a casa.
Siempre seremos salvos porque depende de su gracia
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Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y
hallar gracia para el oportuno socorro.
La palabra gratis proviene de la palabra Gracia. Esto nos ayuda a entender que lo que se recibe por
gracia no es algo que se gana, sino que solo se recibe. Es decir que no podemos ganar la gracia de
Dios porque entonces ya no es gracia. La gracia es algo que no merecemos, porque no nos lo
hemos ganado, eso es gracia.
Esto quiere decir que al cielo no van los buenos, sino solo aquellos que han recibido la gracia de
Dios. Una vez que lo hemos recibido podemos estar seguros que nunca lo perderemos porque
nunca lo ganamos. No nos los dieron por buenos, no nos lo quitarán por malos. Es por gracia.
Lo único que tenemos que hacer es acercarnos a Él.
Acercarse significa estar cerca. Caminemos con Cristo todos los días.
Acercarse al trono significa tener nuestra fe puesta en Él y solo en Él.
Acercarse es alcanzar la nueva oportunidad que Él nos ofrece.
Acercarse es hallar la ayuda adecuada (exacta-oportuna)
No esperamos más, regresemos a casa y encontremos su extraordinaria Gracia.
Siempre seremos salvos porque es parte del plan de redención
Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los
hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los
pecados; 2 para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él
también está rodeado de debilidad; 3 y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto
por sí mismo como también por el pueblo. 4 Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es
llamado por Dios, como lo fue Aarón.
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Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo:
Tú eres mi Hijo,
Yo te he engendrado hoy.
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Como también dice en otro lugar:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec.
En esta parte del pasaje nos explican la labor del sumo sacerdote, la cual ya explicamos al inicio,
pero añade algo más. Los sacerdotes del Antiguo Testamento recibían su llamamiento por herencia
familia. Los que pertenecían a la tribu de Leví eran sacerdotes, y los descendientes de Aarón,
tomaban el sumo sacerdocio. Esto no lo decidieron ellos, fue parte del plan del Señor. Sin embargo,
Jesús, aunque es de la tribu de Juda, también puede ser sumo sacerdote, porque fue llamado por
Dios. Así como lo hizo con Melquisedec. Su historia está en Génesis 14:17-20. En resumen
podemos ver que:
Melquisedec no era hebreo, pero era un sacerdote del Dios verdadero
Por lo que nos dice esta carta Melquisedec fue ordenado por Dios
Él reconoce a Abram como siervo de Dios, y Abram lo reconoce como sacerdote del Dios
altísimo.
El Dios de Abram ya tenía un sacerdote en Canaán antes del sacerdocio aarónico.
Melquisedec además de sacerdote era un rey.
Ahora bien, esto parecería que se lo sacó de la manda el autor o la autora a los hebreos, sin
embargo, leamos salmo 110:1-4
Jehová dijo a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
2
Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder;
Domina en medio de tus enemigos.
3
Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder,
En la hermosura de la santidad.
Desde el seno de la aurora
Tienes tú el rocío de tu juventud.
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Juró Jehová, y no se arrepentirá:
Tú eres sacerdote para siempre
Según el orden de Melquisedec.
Como podemos ver el autor de hebreos no inventó la doctrina del sacerdocio de Jesús; el mismo
Antiguo Testamento afirmaba que el Mesías iba a ser sacerdote. Ningún judío cuestionaría el
carácter mesiánico del Salmo, ni que el Mesías, al ser descendiente del rey David, había de ser de la
tribu de Judá. Así que, podemos decir que Cristo siempre fue el plan para la redención. Que
Jesucristo sea nuestro Sacerdote no es ningún accidente de la historia, sino el designio y propósito
firme de Dios.
¡Qué maravilla! El Señor desde el principio sabía que fallaríamos, pero hizo un plan para salvarnos
para siempre. Regresemos a casa no rechacemos su plan.
Siempre seremos salvos porque hemos nacido de nuevo.
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Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al
que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. 8 Y aunque era Hijo,
por lo que padeció aprendió la obediencia; 9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor
de eterna salvación para todos los que le obedecen; 10 y fue declarado por Dios sumo
sacerdote según el orden de Melquisedec.
Esta parte del texto describe los sufrimientos del Señor en su plena humanidad. Las palabras que
usa para describir su dolor hablan del gran dolor que experimento durante toda su vida, pero
especialmente en Getsemaní y en la cruz.
El autor nos dice que Cristo aprendió la obediencia y fue perfeccionado a través del sufrimiento. Por
supuesto se trata del sacrificio del Señor, se trata del cumplimiento de su misión aquí en la tierra, lo
deja más claro cuando dice vino a ser autor de la eterna salvación.
Hasta aquí todo bien, sin embargo, añade: Para todos los que le obedecen. Entonces, ¿es por
obras o no?
El asunto es el siguiente: Al inicio dijimos que hay creyentes que enseñan que la salvación se pierde
porque un tiempo fueron “cristianos” y luego ya no lo son. Servían, alababan, se congregaban, pero
algo pasó y dejaron de hacerlo. Seguramente nosotros también conocemos casos parecidos. Sin
embargo, estamos cometiendo un error de interpretación. Porque estamos tomando el caso de
alguien para interpretar la Biblia, cuando debe ser al revés, debemos ir a la Biblia para interpretar las
experiencias que tenemos. Según la Biblia si alguien se comportaba como cristianos y luego ya no,
entonces realmente nunca nació de nuevo.
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Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el
conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos,
su postrer estado viene a ser peor que el primero. 21 Porque mejor les hubiera sido no haber
conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo
mandamiento que les fue dado. 22 Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro
vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno. 2 Pedro 2:20-22
Su naturaleza no cambió, por eso regresan a donde pertenecen. Es probable que tuvieran la cultura
cristiana, o conocieran una nueva religión, o adquirieran nuevos hábitos o conocimientos, pero no
fueron transformados.
Esto lo entienden muy bien el autor a los hebreos y por eso dice que aquellos que son
transformados o salvos le obedecen. Esa es su nueva naturaleza. Ser creyente es tener un
compromiso fiel de ser su discípulo.
No se trata de que por nuestra obediencia seamos salvos, ya ha quedado claro que es su gracia, es
su sacrificio como sumo sacerdote. Se trata de la nueva naturaleza que tenemos, como explicaba el
profeta, nos quitó el corazón de piedra para darnos uno de carne.
Por eso quien no es cristiano regresa al mundo en donde pertenece. Pero, el cristiano,
aunque puede caer en el mundo, regresa a casa donde pertenece.
Una pequeña de cinco años poniendo sus manitas en la cara de su papá le dice: Me prometiste que
esta noche en Navidad bailaríamos. ¿Lo recuerdas? Por supuesto que lo recuerdo dijo aquel
hombre. Este hombre era un rudo carnicero que se había quedado viudo. Su esposa falleció cuando
dio a luz a su hija. Así que ese baile era un momento muy especial, que en cada navidad hacían
antes de que llegara toda la familia.
Al pasar lo años, su hija aprendió a manejar y con ello, quiso recorrer el mundo con aquel nuevo
novio que se había conseguido, por supuesto esa vida no incluía a su padre.
Aquel hombre no iba a permitir que su hija pasara nochebuena con ese muchacho. A regañadientes
la obligó a quedarse. Aunque estaban sentados en la misma mesa, parecía que estaban en distintos
puntos de la ciudad. Finalmente llegaron los familiares, uno de los hermanos le propuso pon música
para alegrar esto. Aquel padre, accedió y quiso aprovechar la oportunidad para acercarse a su hija,
así que le preguntó ¿quieres bailar conmigo como lo hacemos cada año? Por la forma de su rostro y
sus ademanes, parecía que su padre le había dicho una grosería. Salió de la casa corriendo para ir
con su novio. Esa noche regresó, pero no por mucho tiempo. En esos últimos días su padre se
esforzó mucho, le compro su comida favorita, un vestido, la invitó al cine, pero nada funcionó. Hasta
que un día él regresó temprano a casa para sorprenderla, pero ella no regresó.
Su hija huyó con el novio, tenían planes, el sería un mecánico y ella trabajaría como vendedora. Sin
embargo, el sueño no duró mucho, aquel muchacho no pudo con los gastos y terminó huyendo. Ella
se quedó sola y con miedo. Fue la primera noche de muchas así. Una mujer le habló de un lugar
para desaparador cerca del parque, por unos cuantos dólares, tendría comida y un lugar seguro
donde dormir. No tenía dinero, solo lo de esa noche. Por primera vez después de mucho tiempo,
recordó que cada noche papá siempre le daba un beso antes de dormir. Sin embargo, pensó, he
llegado hasta acá sola, así que debo salir adelante.
A la mañana siguiente, la mujer que estaba a lado de ella le mostró el dinero que gano por bailar en
lugar de poca monta. Aquella mujer le dijo que estaban solicitando bailarinas, le ofreció una tarjeta y
ella lo guardó. No le gustaba la idea de mostrar su cuerpo. Intentó buscar trabajo pero no consiguió,
metió la mano en su bolsa y solo encontró la tarjeta, así que dijo tendré que hacerlo. Sé bailar, así
que lo haré.
Rápido comenzó a ganar dinero y su vida comenzó a cambiar. Ya casi no se acordaba de su padre,
excepto por unas cartas que su primo le entregaba. Este creía que se trataba de su novio, pero era
su padre que le escribía no una ni dos cartas sino una caja entera había llegado al pasar del tiempo
a la casa del primo.
Ella no se atrevía a abrir las cartas, él seguramente me pedirá que regrese, pero si supiera a que me
dedico no me pediría que lo haga.