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El documento aborda la importancia de construir un hogar piadoso donde se ame al Señor, centrándose en tres pilares fundamentales: una piadosa convicción, una educación piadosa y un testimonio piadoso. Se enfatiza que cada miembro de la familia debe amar a Dios y enseñar sus mandamientos a los hijos, así como vivir de acuerdo a la Palabra de Dios en todas las acciones. Además, se destaca que el testimonio de la fe debe ser evidente tanto en el hogar como en la sociedad.

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El documento aborda la importancia de construir un hogar piadoso donde se ame al Señor, centrándose en tres pilares fundamentales: una piadosa convicción, una educación piadosa y un testimonio piadoso. Se enfatiza que cada miembro de la familia debe amar a Dios y enseñar sus mandamientos a los hijos, así como vivir de acuerdo a la Palabra de Dios en todas las acciones. Además, se destaca que el testimonio de la fe debe ser evidente tanto en el hogar como en la sociedad.

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UN HOGAR PIADOSO DONDE SE AMA AL SEÑOR

Existen momentos en la vida en los que todo cambia para siempre. En algunas

ocasiones son momentos difíciles o duros, o quizás de incertidumbre, en otras

momentos felices. Irse fuera de la casa de los padres, tener que buscar un trabajo por

primera vez, un cambio de residencia a otro país, el día de la boda y empezar a convivir

con la esposa/o. Hoy estamos ante uno de esos momentos que lo cambian todo, el

nacimiento del primer hijo, un momento tremendamente esperado, siempre recordado y

que lo cambia todo en la vida de los padres y del resto de la familia ¡Qué diremos del

niño! que cada año durante el resto de su vida estará celebrando este día.

En el día de hoy, en este momento tan importante en la vida de Santi y Eva y en la

iglesia que nos gozamos con ellos. Es un momento para ir a la Palabra de Dios y

dejarnos guiar por ella acerca de nuestros hijos y de nuestras familias. ¿Cómo quiere

Dios que sean nuestras familias? y sobre todo ¿cómo quiere Dios que sea mi vida como

miembro de una familia? Todos somos miembros de una.

El pueblo de Israel también pasó por momentos donde toda su existencia cambió para

siempre. La entrada a Egipto como una familia, la salida de Egipto como una nación, la

Conquista de Canaán, la llegada de la monarquía, el Exilio, la vuelta con Esdras,

Nehemías y Zorobabel. Todos estos episodios en la vida del pueblo de Dios van siempre

acompañados de la Palabra de Dios.

Hoy vamos a meditar en uno de estos episodios, a poco tiempo de un momento

tremendamente esperado por el pueblo de Israel, la entrada a Canaán. Dt. 6:4-9. Israel

está a punto de cruzar el Jordán para comenzar la conquista de la tierra prometida.

Moisés le pide a Dios poder entrar en la tierra y Él le dice que no (Dt. 3:23-29),

entonces Moisés junta a todo el pueblo para repetirle la ley que ya había dictado en

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Éxodo, en el monte Sinaí, porque recordemos que desde la primera vez que se dicta la

ley hasta ahora, antes de la entrada en Canaán, pasa cuarenta años. Todos los mayores

de 20 años que habían salido de Egipto habían muerto en el desierto a excepción de

Josué, Caleb y Moisés. Moisés va a morir antes de entrar en la tierra así que junta al

pueblo para volver a enseñarles la ley. El motivo es para que cuando entren en la tierra

vivan, no mueran como tienen que morir las naciones cananitas por su pecado (Det. 4:1)

porque la palabra de Dios trae vida a quién la obedece y muerte a quién se rebela contra

ella.

En esta repetición de la ley se vuelven a repetir los 10 mandamientos (Det. 5) donde

Moisés va a volver a enfatizar que no son ideas de hombres sino de Dios (Det. 6:1) para

que al obediente le vaya bien (Det. 6:3).

Entonces llega al capítulo 6 y a los v. 4-9. Aquí Moisés explica como debe ser la vida

del Israelita piadoso y cuando es la relación entre los mandamientos divinos con la vida

familiar y social del creyente.

Lectura Det. 6:4-9

Este texto habla de la vida familia, pero no desde el punto de vista plural de “lo que

tiene hacer la familia” sino desde la responsabilidad individual que cada israelita tenía

con Dios en medio de su familia. Por eso en el día de hoy vamos a ver tres pilares de

un hogar piadoso donde se ama al Señor y nos vamos a centrar en aquello que Dios

ordena a su pueblo de cómo debe ser la vida familiar. Y quizás pienses en el día de hoy

que tú no tienes pareja ni intenciones de casarte y tener hijos o formar tu propia familia.

Pero aunque no formes tu propia familia, sigues teniendo una familia, sigues teniendo

hermanos, padres, abuelos, tíos. Así que la Palabra de Dios es pertinente para ti, porque

la palabra de Dios es viva y eficaz. Tres pilares de un hogar piadoso donde se ama al

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Señor para que tengamos hogares donde se honre a Dios y sus miembros???. El primer

pilar es…

Una piadosa convicción (v. 4-6).

El texto comienza con la confesión de fe judía. Jehová uno es. La intención de estas

palabras era dar una afirmación clara de la verdad del monoteísmo. Sólo hay un Dios y

Jehová, el Señor, es el único Dios que existe. Pero también definir a Dios como

absoluto en sí mismo, ese uno es, implica que no depende de nada ni de nadie. Dios no

puede ser manejado por Israel así como los otros dioses eran manejados por sus pueblo

o religiones. Dios es único e independiente y en esa independencia a escogido a la

descendencia de Abraham para bendecirlos. Por eso, Israel debe amar al Señor tu Dios

con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza (v. 5).

Este es el principio fundamental para la vida del creyentes. En la Palabra de Dios el

creyente no es el que cree que Dios existe porque también los demonios creen, y

tiemblan (Stg. 2.19) sino aquel que ama a Dios y le obedece. La implicación es que ese

amor deben envolver toda su vida. Ama Sus mandamientos y todo lo que hace en su

vida está saturado de este amor al Señor. Este es un compromiso sin reservas que Jesús

identifica como el principal mandamiento (Mat. 22:37) y junto a amar al prójimo son

los mandamientos de los cuales dependen la ley y los profetas. ¿por qué? porque es la

base de toda la relación con Dios, cumplir la ley de Dios, los mandamientos sin amar a

Dios es solamente un ejercicio religioso, es lo que hacían los fariseos en el época de

Jesús. En cambio aquellos que aman a Dios brillan en la sociedad en que se encuentran

como Noé, que halló gracia delante de Dios (Gén. 6:8).

El primer pilar para tener un hogar piadoso es que sus miembros amen al Señor con

todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerza. ¿Quieres tener un hogar

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piadoso donde se ame al Señor, pues comienza tú siendo quién ama al Señor con todas

tus fuerzas. Solo unos padres que amen al Señor podrán ofrecer un hogar donde

encaminar a sus hijos en los caminos del Señor. Sólo unos hijos que amen al Señor

podrán ser unos hijos que honren a sus padres e incluso que sean corona de sus abuelo

como dice Prv. 17:6.

Esta debe ser la convicción de nuestra vida. Y esta es la palabra que los define

convicción. Una convicción es una idea a la cual hemos llegado por convencimiento, de

la cual estamos seguros y fuertemente adheridos. No es fanatismo sino que hemos

llegado a través de la razón y la experiencia, es una roca firme de nuestro pensamiento.

La idea es un atleta que antes y durante la carrera sólo piensa en la meta, todo el rato

está pensando en llegar y este es su único objetivo. De la misma manera el verdadero

creyente ama a Dios vive su vida con la mirada puesta en amar al Señor en todo, por eso

estos mandamientos están sobre su corazón (v. 6). El pueblo que Dios que ama a Dios

debe meditar continuamente en la Palabra de Dios desarrollando convicciones en su

vida derivadas de la Palabra de Dios.

Así que el primer pilar de un hogar piadoso donde se ama al Señor es este un hogar

donde sus miembros tienen la convicción de vivir sus vidas amando al Señor. Un hogar

donde los padres amen al Señor y así se lo enseñen a sus hijos, donde los esposos amen

al Señor y así se lo demuestren uno a otro, donde los hijos amen al Señor y honren a sus

padres. Un hogar donde sus miembros tiene la palabra de Dios sobre sus corazones

meditando sobre ella y desarrollando convicciones sobre las que vivir.

El segundo pilar de un hogar piadoso donde se ama al Señor…

Una educación piadosa (v. 7)

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El texto sigue señalando cual debe ser el comportamiento con los hijos y explica que

hay que hacer dos cosas: enseñarle diligentemente y hablar con ellos acerca de los

mandamientos de Dios en todo tiempo y lugar.

Los padres deben enseñar la palabra de Dios a sus hijos en sus hogares, esta es la idea

principal de esta sección. Es su responsabilidad. No es responsabilidad de toda la

congregación sino de los padres. Los padres son los encargados de sostener el niño,

mantenerlo, cuidarlo, enseñarle todo lo que necesita para la vida, advertirle de los

peligros y también encaminarlo en los caminos del Señor. Aquí Moisés pone un matiz

repetirás. De la misma manera que Dios había encargado a Moisés enseñar esto al

pueblo Dios encarga a los padres enseñar esto a los hijos. Ahora el testigo está en manos

de los padres. Israel tenía maestros y sacerdotes pero no es a ellos a quienes se encarga

la enseñanza de los niños, es a los padres. Esta palabra repetir es traducida también

como diligentemente, una enseñanza hecha con sabiduría, que aumenta en profundidad

a medida que aumenta la capacidad del niño.

Esto es básico, vivimos en una sociedad donde la educación se ha delegado en el Estado

y tenemos la inclinación a pensar que la enseñanza de los niños debe estar delegada en

clases adaptadas a su edad como la escuela dominical, clase de jóvenes o campamentos.

Estas son indudables ayudas pero la responsabilidad final está en los padres, son los

padres los que responden ante Dios por ese regalo del Señor que son los hijos (Sal.

127:3).

Por eso es tan importante lo que hemos visto en el primer punto. Si los padres no aman

al Señor ¿cómo van a enseñarles a amar al Señor a sus hijos? Nadie puede enseñar lo

que no sabe hacer.

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Así que como padres es importante planificar la enseñanza de la Palabra a nuestros

hijos. Enseñarles a memorizar la Escritura, enseñarles a tener constancia en la lectura de

diaria de la palabra, enseñarles las historias bíblicas y su significado, enseñarles a orar y

hacerlo diariamente. Muchos de los que estáis aquí recordáis poesías, salmos enteros, y

canciones que aprendisteis siendo niños y eso os acompañó toda vuestra vida. ¿Hay

mejor herencia que podamos dejarle a nuestros hijos que la Palabra de Dios? Tu vida

como padre puede acabar en cualquier momento pero lo que le enseñes a tus hijos les

acompañará toda la vida.

Así que enseña la Palabra, exhorta a tu hijo a obedecerla, predícale el evangelio y si ha

creído anímale, cuando tenga edad, a que se bautice y cuando lo haya hecho anímale a

perseverar en la fe, aunque sea adulto. Enséñale los mandamientos de Dios.

En segundo lugar en relación con los hijos Moisés dice y hablarás de ellas cuando te

sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te

levantes (v. 7). Los padres deben hablar con naturalidad acerca de los mandamientos de

Dios. Quizás como gallegos nos cuesta abrirnos y hablar acerca de emociones y

sentimientos. Somos como decía un cantante hijos de la lluvia y solemos ser más de

casa, encerrados. Esto pasa también con la Palabra de Dios no somos muy dados a en

nuestras conversaciones privadas hablar acerca de Dios y nuestra relación con Él.

Parece que eso forma parte de nuestra privacidad. No solemos hablar acerca de lo que

estamos meditando en nuestro devocional diario, de como Dios ha respondido a

nuestras oraciones o si necesitamos que oren por nosotros, excepto por un caso de

enfermedad.

Si en casa se hace algún comentario del culto suele ser qué mal se cantó ese himno, que

bajo comenzó la canción tal persona o que bien que había muchos jóvenes en el culto

de oración. pero no solemos hablar acerca de la predicación, de lo que nos ha gustado o


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que no. O incluso acercarnos al que ha predicado para preguntarle porque ha dicho tal o

tal cosas porque no las entendemos.

El mandamiento de Dios para con los padres que deben hablar continuamente con sus

hijos acerca de Dios y de su palabra y mandamientos en todos los contextos y ambientes

posibles. Con la misma naturalidad que preguntamos acerca de cómo van los estudios,

hablamos del tiempo, de las cifras del CoVID, de política o de deportes, los padres

deben hablar con sus hijos acerca de la Palabra de Dios.

Fijémonos en las circunstancias: cuando te sientes en tu casa en la situación habitual de

estar en casa y de estar en familia es un momento apropiado para hablar acerca de los

mandamientos de Dios cuando andes por el camino cuando vayas de camino a un sitio,

hoy podríamos decir, mientras vas en el coche, usa ese tiempo para tener

conversaciones acerca de Dios y su palabra con tu hijo, cuando te acuestes y cuando te

levantes esos momentos después de acabar el día o antes de iniciarlo, donde quizás cada

uno luego irá a su trabajo o a su estudio son momentos que hay que aprovechar para

hablar con ellos acerca de Dios y de su palabra.

Este es el segundo pilar de un hogar piadoso donde se ama al Señor, es un hogar con

una educación piadosa a sus hijos. En tiempo y fuera de tiempo se enseña la Palabra y

se aconseja y conduce a los hijos. Es un lugar de aprendizaje para los hijos acerca de

Dios.

El tercer pilar de un hogar piadoso donde se ama al Señor es…

Un testimonio piadoso (v. 8-9)

El texto va a usar ahora una serie de metáforas para hablar de cómo debe ser el

testimonio del creyentes. Éste debe [atar] como una señal a tu mano y serán por

insignias entre tus ojos. Esto que es una metáfora fue entendido más tarde por el

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judaísmo de manera literal y desarrollaron las filatelias (cajitas con contenido de la

Escritura…) las cuales ataban a sus manos y ponían en su cabeza. Pero la idea era la

metáfora de que la Palabra de Dios debía dominar la acción y la vista. La palabra de

Dios debería regir todo lo que el creyente hace. Todas sus acciones, su testimonio

personal en la sociedad y en el hogar. El v. 9 lo expresa con otra metáfora las escribirás

en los postes de tu casa y en tus puertas. Esta es una clara referencia a Ex. 12:13 donde

a la llegada de la última plaga Dios ordena que los hebreos marcaran los postes y

dinteles de sus puertas con la sangre del cordero pascual para que así el ángel de la

muerte enviado por el Señor pasase de largo y no muriesen sus primogénitos. Era una

señal de fe y obediencia. De la misma manera, de manera metafórica, el hogar piadoso

tiene como marca de testimonio la Palabra de Dios.

La manera en que nos comportamos en nuestro hogar y fuera de él es un testimonio

acerca de nuestra fe. Cuando somos personas que amamos a Dios y obedecemos sus

mandamientos de tal manera que todo lo que hacemos, decimos y deseamos reflejan

nuestro amor a Dios y sus mandamientos estamos dando testimonio de un hogar

piadoso. Este es una llamado a una acción piadosa a que todo lo que el creyente haga o

tenga intención de hacer tiene que estar dominado por la palabra de Dios, sabiendo que

somos vistos por nuestros vecinos, que saben cuál es un hogar de los protestantes. Un

hogar piadoso que ama al Señor será un hogar donde sus miembros darán testimonio de

su fe y no sólo un testimonio verbal sino que toda sus vida, cuando estén en la calle y

cuando estén con la familia será una muestra pública de su amor por Dios.

La idea son los versículos que tenemos en la fachada de la capilla, son texto de la

Palabra que dan muestra de lo que creemos. De la misma manera la manera que

tenemos de comportarnos en el hogar, con los miembros de la familia y la manera que

tenemos de comportarnos hablan, son letreros de nuestra vida. De lo que pensamos, de

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lo que creemos de lo que anhelamos. Cuando amamos a Dios sobre todas las cosas y

vivimos piadosamente, eso es visto por todos los que nos rodean, y son como los textos

que anuncian a otros que creemos en nuestra vida.

Tenemos un ejemplo de ello en 1 Pedro: Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a

vuestros maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra,

puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres al observar

vuestra conducta casta y respetuosa (1 Pd. 3:1).

Unos padres cuyo ejemplo y comportamiento son una biblia abierta en la vida de sus

hijos serán un testimonio continuo de amor por Dios en la vida de sus hijos, incluso

cuando ya no estén con ellos. Este es el tercer pilar de un hogar piadoso donde se ama al

Señor, es un hogar con un testimonio piadoso. Donde hablan más las acciones que

incluso las palabras.

Conclusión

Aplicando todo esto en la situación de unos padres con un niño que recién empieza su

vida podemos sacar tres conclusiones:

1. Como padre/madre esfuérzate por amar a Dios sobre todas las cosas. Nada de lo que

tu planees hacer, en relación con Dios, en la vida de tu hijo servirá para nada si tu no

amas a Dios. Si sólo le enseñas normas y como debe comportarse en culto, lo que le

estás enseñando es un religión, nada más. Pero si como progenitores, sois ejemplos de

amor por Dios estaréis encaminando a vuestros hijos en los caminos del Señor al que

amáis. ¡Ama a Dios!

2. Que la Palabra de Dios esté de continuo en tu boca. Habla de Dios con tus hijos,

enséñales a orar, a leer la Biblia, a aprender textos de la Palabra, a conocer las historias.

A saber escuchar en las reuniones de la iglesia la Palabra, a entender la necesidad de la

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iglesia local, de la dependencia de tienen de sus hermanos. Y sobre todas las cosas

predícales el evangelio, esto es lo fundamental. Pablo le dice a Timoteo en 2 Tim. 4:2

Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta

con mucha paciencia e instrucción estas son palabras a un anciano o pastor de una

iglesia pero también son aplicables a las madres y padres en relación con sus hijos.

Predícales la palabra a tu hijo, insiste, con la Palabra corrige a tu hijo, con amor, pero

también entendiendo de que lo mejor que puedes darle a tu hijo no es ropa, ni un buen

colegio, ni una vida feliz, sino al Señor.

3. Se buen ejemplo. Podemos ponernos la máscara cuando salimos de casa y aparentar

ser alguien que no somos con los de fuera, pero en casa esto no es posible. Los niños te

conocen igual que tú conoces a tus padres. Se buen ejemplo para ellos. Se buen ejemplo

con tu esposa/esposo, con tus padres y suegros, los abuelos del niño, con tus hermanos y

el resto de la familia. Se buen ejemplo en el trabajo, en la sociedad. Se buen ejemplo

con los hermanos de la iglesia. Porque de esta manera estarás adornando los dinteles de

tu hogar con lo más maravilloso que puede haber la Palabra de Dios. Y de esta manera

estarás desarrollando un hogar piadoso donde se ama al Señor.

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