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La Vida Secreta de Tu Gato - Vicky Halls

El documento explora la biología y comportamiento de los gatos domésticos, destacando su evolución y características únicas que los hacen adaptables y exitosos como especie. Se enfatiza la importancia de comprender su fisiología y sentidos, como el olfato y la visión, para mejorar su bienestar. Además, se menciona que, a pesar de su domesticación, los gatos mantienen instintos salvajes que influyen en su comportamiento cotidiano.

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La Vida Secreta de Tu Gato - Vicky Halls

El documento explora la biología y comportamiento de los gatos domésticos, destacando su evolución y características únicas que los hacen adaptables y exitosos como especie. Se enfatiza la importancia de comprender su fisiología y sentidos, como el olfato y la visión, para mejorar su bienestar. Además, se menciona que, a pesar de su domesticación, los gatos mantienen instintos salvajes que influyen en su comportamiento cotidiano.

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© age fotostock/Harald Braun

Índice de contenidos
Introducción

Sección 1
Conoce bien a tu gato

Sección 2
Un paseo por el lado salvaje

Sección 3
La vida y los tiempos del gato doméstico

Sección 4
El secreto de un gato feliz

Sección 5
Comprender y abordar los problemas de comportamiento

Sección 6
Qué hacer y qué evitar en el cuidado de un gato

Agradecimientos

Créditos
Introducción
Los gatos han formado parte de nuestra vida de una forma u otra
desde hace miles de años, y durante la mayor parte de ese tiempo
hemos estado tratando de entenderlos realmente. Su
comportamiento puede parecer focalizado, manipulador y
despiadado cuando están fuera, pero cariñoso y amable con sus
dueños en casa. Pueden ser obstinados, divertidos, desdeñosos y
juguetones a partes iguales. Pero entonces, ¿cuál de todos esos gatos
es el auténtico?

D udo que podamos llegar alguna vez a domesticar al gato o incluso que
podamos considerar que poseemos a una criatura tan independiente.
Resulta muy revelador que nunca hayamos conseguido realizar la cría
selectiva de un gato que nos ayude a los humanos desempeñando una
función concreta: no hay gatos que puedan pastorear, vigilar ni rastrear a
demanda del humano. Y no hemos logrado crear un gato que sea
sustancialmente más pequeño o más grande que el original, a diferencia del
chihuahua o el gran danés en el caso de nuestro otro animal de compañía
favorito, el perro. El gato parece desafiar cada uno de nuestros torpes
intentos de alterar la perfección o lograr una sensación de control.
Cuanto más estudio a los gatos para descubrir la verdad sobre su
comportamiento, más me doy cuenta de que de ellos no sabemos ni la mitad.
Las investigaciones revelan constantemente datos nuevos y asombrosos
sobre esta increíble especie, y cada uno de ellos se conecta con los anteriores
para ir completando el rompecabezas. Yo sigo en mi búsqueda para resolver
los misterios del gato, porque es en nuestra comprensión de ellos donde se
encuentra la clave del bienestar del animal que tanto amamos.
Este libro inicia ese viaje de descubrimiento explorando la fisiología
única del gato doméstico para ver cómo contribuye su estructura a su éxito
como especie. A continuación, nos adentraremos en el secreto mundo de su
comportamiento acercándonos a sus primos «salvajes» (ferales) para ver
cómo pasan el día. Los gatos domésticos están a un paso de su lado salvaje,
así que si comprendes al gato salvaje, estarás más cerca de comprender al
tuyo.
A lo largo del libro me referiré a los gatos domésticos en masculino, para
simplificar, así que mis disculpas a cualquiera que comparta su hogar con
una hembra, como es mi caso. No es nada personal.

Aunque seamos «dueños» de nuestros gatos domésticos, ellos siguen siendo tal y como la naturaleza
los creó, resistiéndose a cualquier intento de cambiarlos. © Imagebrokers
© Bill Frymire
Sección 1
Conoce bien a tu gato
El gato a nivel físico
Solo podemos apreciar realmente a otras especies cuando
comprendemos su biología, así que, para hacernos una idea de lo
que es ser un gato, esta es la oportunidad de averiguar qué hay bajo
su lustroso pelaje.

T odos los organismos vivos se clasifican en clase, orden, familia,


género y especie. El gato doméstico se clasifica como mamífero
carnívoro de la familia Felidae. Esta incluye las subfamilias Felinae,
Pantherinae y Acinonychinae. La Acinonychinae tiene una única especie, el
guepardo, pero la Pantherinae la forman el león, el tigre, la pantera y el
leopardo. La subfamilia de los Felinae está integrada por todos los
pequeños felinos, por ejemplo el lince, el serval, el ocelote, el caracal, el
jaguarundi, el gato de la jungla y el gato de Pallas. Nuestro gato doméstico
es una subespecie domesticada de Felis silvestris conocida como F.
silvestris catus.
Ciertos aspectos de la anatomía y la fisiología del gato se han ido
modificando y adaptando a lo largo del proceso evolutivo para adaptarse
mejor a su entorno y a su papel en la naturaleza. Tanto si vive en libertad
como si está rodeado de comodidades y de los mimos de su dueño, su
constitución sigue siendo la misma, y su capacidad e impulso de actuar de
una forma determinada tampoco cambian. Si de verdad quieres conocer a
fondo el comportamiento de tu gato (o al menos lo que debería estar
haciendo en vez de estar tumbado boca arriba frente al fuego), empieza por
lo básico descubriendo cómo está formado el gato doméstico.
Conocer a tu gato por dentro y por fuera te dará una pequeña muestra de
cómo debe ser un felino. Un poco de información sobre lo que ven, sienten,
oyen y huelen los gatos puede ser toda una revelación. Huelen cosas que
nosotros no podemos, como el olor de otro gato que ha pasado por el jardín.
Oyen sonidos ultrasónicos fuera del alcance de nuestro oído. A través de sus
patas y bigotes sienten unas vibraciones tan débiles que nos pasan
desapercibidas. Sus capacidades sensoriales superiores a las nuestras llevan
a mucha gente a creer el mito de que los gatos tienen un sexto sentido
sobrenatural. En realidad, están mucho más atentos a su entorno que
nosotros.
Desde la punta de la nariz hasta el final de la cola, el gato posee unas
características únicas que lo convierten en una de las criaturas más
aventajadas y adaptables de nuestro tiempo.
Aunque la anatomía y la fisiología de los gatos se han modificado y adaptado a su entorno, siguen
siendo máquinas de cazar, como sus primos los gatos monteses. © Fotofeeling/Westend
Se calcula que el olfato de un gato es 14 veces más agudo que el de un ser humano. La nariz, estriada
en un patrón único como el de una huella dactilar, sirve también para investigar texturas y formas. ©
avatra images

LOS PRINCIPALES SENTIDOS DE TU GATO


Es lógico que la primera parte del gato que debamos explorar sea su nariz,
ya que vive en un mundo dominado por los olores, mientras que una mirada
a sus ojos nos revela su estilo de vida nocturno.
Tu gato utiliza la nariz de la misma forma que tú utilizas los ojos y los
oídos para leer el periódico o ver la televisión: para obtener información
sobre su entorno, otros animales, comida y todo lo que pueda ser de
importancia en su territorio. Los gatos tienen en la nariz 200 millones de
células sensibles a los olores, lo que les confiere un sentido del olfato 14
veces más agudo que el de los humanos. Su nariz también es sensible al
tacto y a la temperatura, y la utiliza para investigar texturas y formas. La
nariz de cada gato está estriada según un patrón único, igual que una huella
dactilar humana.
Los olores son tan importantes para la supervivencia de los gatos que
tienen un segundo órgano del olfato llamado órgano vomeronasal o de
Jacobson, que les permite «saborear» olores muy importantes. Este órgano
consiste en dos pequeñas aberturas situadas detrás de los dientes delanteros,
en el paladar, que conectan con la cavidad nasal. El gato abre la boca y
aspira el aire hacia las aberturas, lo que parece una mueca y se conoce como
reflejo de Flehmen. Es frecuente ver a los gatos machos sin castrar con esta
expresión facial cuando buscan hembras en celo investigando los restos de
orina que encuentran, ya que esa información les ayuda a encontrar con
quién aparearse. El olfato del gato es especialmente sensible a los olores que
contienen compuestos nitrogenados, lo que le permite detectar y rechazar los
alimentos rancios o en mal estado, que liberan sustancias químicas ricas en
nitrógeno.
Tanto los gatos domésticos como muchos salvajes reaccionan al olor de
determinadas hierbas y plantas, lo que les lleva a frotarse la cara contra ellas
y a revolcarse y babear, de forma similar a la reacción de un gato macho ante
una hembra en celo. La hierba gatera (Nepeta cataria) contiene la sustancia
química transnepetalactona, muy parecida a la que segrega una gata no
esterilizada en su orina. La valeriana también puede producir el mismo
efecto.
Todos los gatitos nacen con los ojos azules. Estos cambian con el tiempo, pasando a su color
definitivo a las 12 semanas de vida. © Dušan Zidar

¿SABÍAS QUE…?

• Todos los gatitos nacen con ojos azules, que cambian a su color definitivo a las 12 semanas
de vida.
• Los gatos tienen un tercer párpado, la membrana nictitante, que aparece en el ángulo
interno del ojo y se cierra para protegerlo de la sequedad y las agresiones del ambiente, lo
que les ahorra la necesidad de parpadear.
• Los gatos no pueden ver con claridad objetos que estén a menos de 20 cm de distancia.
• Los ojos de la mayoría de los gatos parecen verdosos o azulados cuando les enfoca una luz
por la noche, pero los de los siameses parecen rojos.
• Los ojos de un gato pueden funcionar con alrededor de una sexta parte de la luz necesaria
para la visión humana, pero no en completa oscuridad.
• Los ojos de los gatos son grandes en proporción a su cabeza.

Los ojos de los gatos


Como la mayoría de los depredadores, los ojos de los gatos están situados en
la parte delantera de la cabeza para favorecer la profundidad de su visión
durante la caza. Su campo de visión es de unos 200 grados, con una sección
central de visión binocular que les ayuda a calcular las distancias. Los gatos
ferales suelen ser hipermétropes, más que los de interior, con la vista
adaptada a las presas que pueden capturarse a la distancia de una carrera.
Los gatos son básicamente cazadores nocturnos, gracias a una membrana
reflectante situada en la parte posterior de sus ojos, denominada tapetum
lucidum, que mejora la agudeza visual en condiciones de poca luz. Las
pupilas de un gato pueden dilatarse hasta casi el doble del diámetro de las de
un ser humano, lo que le ayuda a ver mejor en la penumbra. Observarás que,
cuando hay mucha luz, sus pupilas se contraen hasta convertirse en rendijas
para protegerse de la incomodidad, algo habitual en los mamíferos adaptados
a la vida en penumbra.
El tamaño de las pupilas no solo cambia según la luz ambiental, sino que
también puede ser un buen indicador del estado de ánimo del gato: si está
enfadado, tendrá las pupilas estrechas, mientras que si está contento o
asustado por algo, tendrá los ojos muy abiertos y las pupilas totalmente
dilatadas.
Al contrario de lo que se cree, los gatos no son daltónicos. Pueden ver
azules, verdes y amarillos, aunque no distinguen los tonos rojos. Pero el
color no tiene importancia para ellos en su vida como cazadores nocturnos,
cuando todo aparece siempre en tonos grises.
Los gatos tienen una membrana reflectante en la parte posterior de los ojos que les permite
aprovechar al máximo las condiciones de poca luz. Además, sus pupilas pueden dilatarse casi el doble
que las de los humanos. © Wendy Farrow
Los bigotes tienen muchas terminaciones nerviosas en su base, lo que los hace muy sensibles al tacto,
la presión y la velocidad del aire. Pueden iniciar una respuesta de parpadeo para proteger los ojos. ©
Bill Frymire
¿SABÍAS QUE…?

• El Sphynx, una raza casi sin pelo, puede tener los bigotes largos, cortos, o directamente no
tener.
• Los bigotes del gato detectan cualquier mota de suciedad que se acerque a su cara e inician
una respuesta de parpadeo para proteger sus delicados ojos.
• Al igual que el pelo normal, los bigotes se caen y vuelven a crecer otros nuevos.
• Los cuencos de comida y agua deben ser siempre lo suficientemente anchos para evitar que
los bigotes del gato toquen los lados cuando esté comiendo o bebiendo, ya que puede
resultarle incómodo.
• No es raro que una gata les arranque los bigotes a sus gatitos por exceso de celo al
acicalarlos.

LOS BIGOTES DE TU GATO


El gato utiliza sus bigotes como un ingenioso instrumento de navegación que
le permite saber cuándo está cerca de un obstáculo sin necesidad de verlo.
El gato tiene 24 bigotes, llamados vibrisas, en hileras a cada lado de la
nariz, además de otros en cada mejilla, sobre los ojos, en la barbilla y en la
parte posterior de cada pata delantera. Son el doble de gruesos que los pelos
normales de gato y están a una profundidad hasta tres veces mayor. Las
raíces de los bigotes se extienden profundamente en los folículos y tienen
múltiples terminaciones nerviosas, lo que las hace extraordinariamente
sensibles a la velocidad del viento, la presión del aire y el tacto. Cualquier
leve sensación en la punta del bigote hará que el gato cierre el ojo como acto
reflejo para evitar lesiones con objetos cercanos mientras tiene su atención
puesta en otra parte.
Los bigotes de un gato le son de gran ayuda para cazar y manejar a sus
presas. Como los gatos son hipermétropes, no pueden ver los objetos de
cerca, por lo que los bigotes se mueven hacia delante para detectar la
posición exacta de la presa. Si un gato tiene los bigotes cortados o dañados,
le costará matar con eficacia. Por otra parte, si un gato pierde la vista, sus
bigotes le proporcionarán una forma de «visión» y le permitirán adaptarse
bien a moverse en un entorno familiar.
Los bigotes son también un indicador del estado de ánimo del gato.
Cuando está relajado, los bigotes apuntan ligeramente hacia delante y hacia
abajo; cuando está a la defensiva, quedarán pegados a sus mejillas; y cuando
esté agresivo, apuntarán hacia delante.

Los gatos adultos tienen 30 dientes especializados en morder y desgarrar la carne. Estos dientes no
tienen zonas de trituración, ya que los gatos no mastican la comida, sino que la tragan a trozos. ©
Niza

LA BOCA DE TU GATO
Los dientes son la herramienta más importante del gato doméstico como
depredador, para atrapar y matar a sus presas. También son esenciales para
defenderse de otros gatos.
El gato adulto tiene un total de 30 dientes: 12 incisivos (los dientecillos
de la parte delantera de la mandíbula que usan sobre todo como ayuda para
acicalarse), cuatro caninos (los largos colmillos que usan para atrapar y
sujetar a las presas y asestar el mordisco letal) y diez premolares y cuatro
molares (que usan para cortar la carne en porciones lo bastante pequeñas
para poder tragarlas). El primer grupo temporal de los 26 dientes salen en
torno a las dos semanas de edad del gatito, y se les llaman dientes de leche o
dientes deciduos. A los seis meses serán sustituidos por los dientes adultos.
Los dientes de los gatos están muy especializados para morder y
desgarrar la carne, fijados a una poderosa mandíbula que comprende el
maxilar superior y la mandíbula inferior. El gato tiene menos molares que la
mayoría de los mamíferos, sin superficies de trituración, ya que no mastica
la comida, sino que la traga en trozos. Es capaz de tantear con los dientes la
pequeña depresión de la nuca de sus presas para saber dónde morder.
En la boca de los gatos hay una bacteria llamada Pasteurella multocida
que es la causante de la mayoría de los abscesos por mordeduras de gato
cuando se pelean. Esta bacteria no causa ningún problema en la boca de tu
gato, pero, si entra en el torrente sanguíneo de otro gato a través de una
mordedura, puede provocarle una infección. Por esta misma razón, también
en los humanos debe tratarse de inmediato cualquier herida de mordedura de
gato, por lo que se recomienda acudir al médico.
En la naturaleza, los dientes de los gatos se limpian cuando raspan los
huesos de sus presas. Tu gato doméstico, al alimentarse de pienso comercial,
no tiene esta oportunidad y puede acumular placa y sarro en los dientes, lo
que podría provocarle enfermedades dentales y de las encías. Si tu gato tiene
dificultades para comer, mal aliento y saliva demasiado, podría ser por
molestias relacionadas con alguna enfermedad dental.

¿SABÍAS QUE…?

• Los humanos tienen 9000 papilas gustativas, mientras que los gatos solo tienen 473 situadas
en la punta, los lados y la parte posterior de la lengua.
• La temperatura ideal de la comida de un gato es de 38 ºC, la misma que tendría su presa en
la naturaleza.
• El gato es muy sensible a las variaciones del sabor del agua.
• Las personas alérgicas a los gatos son, en realidad, alérgicas a una proteína de la saliva de
los gatos.
• Los sabores desagradables hacen que los gatos babeen sin parar.
• El sentido del gusto del gato es mucho más agudo que el del perro.
La lengua y el gusto
Cualquiera que haya recibido alguna vez el lametazo de un gato sabrá que su
lengua es sorprendentemente áspera. Su abrasiva superficie está cubierta por
más de mil espinitas puntiagudas llamadas papilas y compuestas de
queratina, el mismo material del que se componen las uñas humanas. Tienen
forma de gancho, lo que permite al gato arrancar pelo y plumas y limpiar la
carne de los huesos de sus presas. Las espinas de la lengua de los gatos
también la convierten en una herramienta increíblemente eficaz para alisar y
desenredar su pelaje cuando se acicalan. El gato también utiliza la lengua
para mojarse el pelaje de saliva y así refrescarse cuando esta se evapora.
Tampoco es necesario secarle con una toalla, ya que usará la lengua para
lamer cualquier resto de humedad.
Los gatos también usan la lengua para beber de una forma inusual: la
enroscan como una cuchara y se llevan van llevando el líquido hacia arriba y
hacia atrás a la boca, tragando solo cada tres o cuatro lamidas.
El sentido del gusto de los gatos ha evolucionado para centrarse en su
dieta carnívora especializada. Aunque su sentido del gusto es débil
comparado con el de los humanos, los gatos responden sobre todo a los
sabores ácido, amargo y salado, y muy poco o nada al dulce. Los gatos
compensan esta deficiencia con un sentido del olfato muy desarrollado en lo
que se refiere a la comida. Por eso, los gatos con síntomas gripales y la nariz
taponada dejan de comer y necesitan golosinas muy olorosas que estimulen
su apetito.
El cerebelo es la zona del cerebro que controla el equilibrio, la postura y el movimiento. El de los
gatos es muy grande, por lo que no es de extrañar que estos animales sean tan ágiles y elegantes. ©
Tips Italia/Bildagentur RM

EL CEREBRO DE TU GATO
Estudiar el cerebro del gato y el tamaño proporcionado de sus distintas
partes nos permite comprender mejor cómo funciona esta especie.
La estructura física del cerebro de un gato es muy parecida a la nuestra y
se compone de tres partes principales: el cerebro anterior, el cerebro medio y
el cerebro posterior. Su cerebelo, situado en el cerebro posterior, es grande y,
por tanto, de cierta importancia. Como esta zona controla la coordinación del
equilibrio, la postura y el movimiento, no es de extrañar que este animal
haya nacido para trepar, girar, moverse con gracia y aterrizar de pie cuando
cae.
La corteza cerebral del cerebro anterior, conocida como la «sede» de la
inteligencia, tiene áreas que reciben información de los receptores
sensoriales del cuerpo y controlan el movimiento. Aquí también se
manifiesta la especialización del gato, ya que la zona relacionada con el oído
es muy extensa; un buen oído es esencial para cazar presas pequeñas.
La corteza cerebral se describe como la parte «nueva» del cerebro, donde
se aprende y desarrolla el comportamiento de una forma muy sofisticada.
Pero en las tres secciones del cerebro hay partes más antiguas con una
estructura común en todos los mamíferos. Estas zonas controlan el
comportamiento instintivo e innato, como comer y beber, y las emociones
intensas que tenemos «programadas», como la agresividad, la rabia y el
miedo.
Aunque parte del comportamiento del gato es instintivo, también va
aprendiendo una gran variedad de respuestas a lo largo de su vida. Los gatos
aprenden observando o imitando a otros y por ensayo y error. Los humanos
estamos siempre intentando averiguar el grado de inteligencia de los gatos,
pero esto es imposible si los evaluamos desde una perspectiva humana.
Resulta más acertado juzgar la inteligencia de un animal por su capacidad
para utilizar y comprender su entorno y adaptarse a otros nuevos. Y en este
sentido, los gatos son muy inteligentes.

Los gatos disfrutan mucho jugando. Esta placentera actividad libera en su cerebro la hormona
dopamina, que les proporciona una sensación de bienestar. © David P. Hall
CÓMO SIENTE TU GATO
En la actualidad, está científicamente aceptado que los animales tienen
emociones, y eso incluye a tu gato. Aunque antes se pensaba que solo
sentían emociones primitivas como el miedo y la agresividad, los avances de
la neurociencia demuestran que pueden experimentar sentimientos más
complejos.
Los gatos son capaces de sentir emociones positivas y negativas, y cada
una de ellas en una escala que puede variar del placer al éxtasis y de la
aprensión al terror.
El sistema límbico es la parte del cerebro enterrada bajo la corteza
cerebral que controla las emociones y motivaciones, en particular aquellas
esenciales para la supervivencia del gato, como el miedo, la ira y los
sentimientos placenteros asociados a la comida y el comportamiento sexual.
El hipotálamo forma parte del sistema límbico y se encarga del control de las
emociones, la ingesta de alimentos y agua, el ciclo sueño-vigilia y muchas
otras funciones que mantienen el equilibrio del organismo. Una de sus
funciones es controlar las hormonas a través del sistema endocrino.
De hecho, es imposible hablar del cerebro, la inteligencia y las emociones
sin traer a colación a las hormonas, ya que desempeñan un papel importante
cuando un gato reacciona emocionalmente. La glándula suprarrenal, situada
cerca de los riñones, es una pieza clave en la respuesta del organismo al
estrés. Produce adrenalina, que activa la respuesta de «lucha o huida» ante el
peligro, y una hormona esteroide llamada cortisol que ajusta el metabolismo
del gato en momentos de estrés mental y físico. El estrés crónico inevitable
puede conducir a niveles de cortisol constantemente elevados en el torrente
sanguíneo, lo que provoca cambios en la respuesta inmunitaria y más
propensión a las enfermedades.
Una de las emociones que queremos que nuestro gato experimente es el
placer. Podemos reconocer este estado de ánimo cuando nuestro gato se
acurruca a nuestro lado, ronronea y «amasa» con sus patas delanteras. El
juego es también una experiencia muy agradable; el esfuerzo físico del juego
libera una hormona en el cerebro llamada dopamina que le proporciona al
gato una sensación de bienestar. Es algo parecido a lo que sientes tras una
sesión de entrenamiento en el gimnasio. Pero no siempre es tan fácil
determinar el estado emocional de un gato. Como no son criaturas sociales
por naturaleza, no tienen ninguna necesidad intrínseca de mostrar emociones
a través de su lenguaje corporal y su expresión facial, sobre todo si esa
emoción pudiera ponerlos en desventaja y exponerlos a un ataque.

¿SABÍAS QUE…?

• El cerebro de un gato medio mide 5 cm y pesa 30 g.


• Las pruebas realizadas por el Departamento de Comportamiento del Museo de Historia
Natural han determinado que, mientras que la memoria de un perro dura unos 5 minutos, la
de un gato puede durar hasta 16 horas.

El rango auditivo de los gatos es el más amplio de todos los mamíferos, ya que abarca sonidos de
baja y alta frecuencia. Sus grandes orejas externas pueden girar 180 grados de forma independiente.
© Rob Walls

EL OÍDO Y EL EQUILIBRIO
El sentido del equilibrio, el movimiento y el oído del gato están
perfectamente afinados para cazar presas pequeñas, y el del oído es lo
bastante agudo para detectar la ubicación de un sonido a 90 cm de distancia
con una precisión de 7,5 cm.
El rango de audición del gato oscila entre 45 Hz y 85 KHz —frente a los
escasos 20 Hz y 20 KHz del nuestro—, lo que lo convierte en el rango más
amplio de todos los mamíferos. Sus presas roedoras emiten un chirrido
agudo, de ahí la necesidad de que aumentara el alcance de su audición de
estos felinos, pero esto ocurrió en el transcurso de su evolución sin que por
ello se viera sacrificada su capacidad de oír sonidos de baja frecuencia. Por
eso los gatos también responden al tono agudo de la voz femenina, y pueden
oír sonidos hasta 1,6 octavas más agudos que nuestros oídos. Ni siquiera los
perros pueden competir en este rango.
En el oído interno del gato, en las profundidades del cráneo, hay un grupo
de canales semicirculares que forman el sistema vestibular. Estos canales
están llenos de líquido y pelos sensoriales que le permiten mantener el
equilibrio y moverse con gran precisión. Esto propicia uno de los atributos
más famosos de los gatos: su capacidad de enderezarse al caer y aterrizar
con seguridad sobre sus cuatro patas.
Los gatos tienen las orejas externas (pabellones auriculares)
relativamente grandes y controladas por 32 músculos distintos —frente a los
escasos seis que tenemos nosotros—, lo que les permite girarlas hasta 180
grados de forma independiente para orientarse en la dirección del más
mínimo sonido.
El ángulo de las orejas de un gato es buen indicador de su estado de
ánimo, ya que muestra miedo cuando están aplastadas contra la cabeza,
enfado cuando están giradas hacia atrás y entusiasmo cuando están erguidas
y ligeramente hacia delante.
Las razas de gatos Scottish Fold y American Fold presentan una mutación
genética por la que el cartílago de sus orejas tiene un pliegue que hace que se
doblen hacia delante y hacia abajo, planas sobre la parte delantera de la
cabeza. Los gatos de pelo blanco y piel pálida en las orejas son
especialmente propensos a las quemaduras solares, así que si este es el caso
de tu gato, toma precauciones, ya que las quemaduras frecuentes pueden
provocar cáncer de piel. ¿Tiene dos pares de orejas? Esto puede deberse a
una rara mutación genética estudiada por primera vez en 1957.
Comparados con los de otros carnívoros, los cráneos de los gatos son más cortos, aunque,
relativamente hablando, algunas razas, como los siameses, tienen un cráneo alargado (o
doliocefálico). © Robert Ashton/Massive Pixels
EL ARMAZÓN AL DESNUDO
Como criatura autosuficiente, el gato necesita ser capaz de mantener su pelo
en buen estado y acicalarse de arriba a abajo, lo que sería imposible sin su
increíble grado de flexibilidad.
Cazar, trepar, saltar y, en general, comportarse como un gato requiere un
grado considerable de destreza y agilidad. La forma en que está formado
todo el cuerpo de tu gato contribuye a esa extraordinaria flexibilidad, pero el
esqueleto constituye la base más importante. Los gatos tienen
aproximadamente 250 huesos (según la longitud de la cola) unidos por
músculos, ligamentos y tendones para conformar el esqueleto. Las vértebras
torácicas y lumbares adicionales de su columna vertebral, junto con un
mayor movimiento entre cada una de las vértebras, confieren al gato un
potencial único para flexionarse y doblarse. Su esqueleto está sostenido por
músculos largos y delgados que le dotan de su destreza para saltar y de su
capacidad para correr en breves ráfagas a velocidades de hasta 48 km/h. Sin
embargo, no está hecho para la resistencia; solo es muy rápido y fuerte en
distancias cortas. Sin duda, el gato es un velocista, no un corredor de
maratones.

¿SABÍAS QUE…?

• Un gato puede saltar desde su posición inicial ¡hasta cinco veces la altura de su cuerpo!
• La velocidad máxima del gato doméstico es apenas 8 km/h menor que la del tigre.

Los gatos no tienen una clavícula unida por hueso, sino una clavícula
«flotante» que les permite girar las extremidades anteriores en casi cualquier
ángulo, lo que les proporciona una enorme movilidad. Cualquiera que haya
dejado una ventana un poco abierta sabrá que es suficiente para que pase un
gato; si un gato puede meter la cabeza por un hueco, ¡sabes que su cuerpo va
detrás!
El cráneo del gato es más corto que el de la mayoría de los carnívoros,
pero su maxilar inferior (mandíbula), por ser más corto, favorece la acción
de los músculos que lo cierran para aumentar la fuerza del mordisco asesino.
Ciertos pedigrís, como el siamés y sus derivados, tienen un cráneo alargado,
denominado doliocefálico. Los persas y razas similares tienen un aspecto
muy diferente, con un cráneo más corto y una nariz achatada y más alta
alineada con los ojos en algunas variedades extremas. Esto se conoce como
cráneo braquicéfalo.

LA RED INTERNA
Al igual que todos los mamíferos, los gatos poseen muchos y complejos
sistemas internos que funcionan de forma coordinada. Estos sistemas
presentan diversas adaptaciones que contribuyen a reforzar su estilo de vida
especializado.
Los sistemas estructurales del gato son: el esqueleto, los músculos, la piel
y el sistema cardiovascular o circulatorio (transporta la sangre por todo el
cuerpo). Los sistemas viscerales abarcan el aparato digestivo (convierte el
alimento en energía), el aparato respiratorio (absorbe oxígeno y expulsa
dióxido de carbono), el aparato urinario (elimina los desechos y el agua
sobrante) y el aparato reproductor (para asegurar el futuro de la especie). El
cuerpo del gato también necesita dos sistemas de coordinación, el nervioso y
el endocrino, para recibir y transmitir información y permitir que todos los
sistemas se comuniquen correctamente entre sí. Además, el gato posee otros
sistemas muy especializados, como el sistema inmunitario y el sistema
linfático, que intervienen en la lucha de su organismo contra las
enfermedades.
El sistema digestivo de un gato está adaptado para procesar comidas
pequeñas y frecuentes a lo largo de un periodo de 24 horas. Al ser lo que se
denomina un carnívoro obligado, el gato convierte las proteínas de la carne
en energía, lo que significa que no puede sobrevivir con una dieta
vegetariana.
El tracto urinario del gato está especializado para adaptarse a una ingesta
mínima de agua. Esto se debe a que el gato doméstico desciende del gato
montés africano (Felis silvestris lybica), que vive en el desierto, y ha
mantenido la adaptación de su antepasado a un entorno seco. Por ello, el
gato tiene una menor respuesta a la sed y puede sobrevivir con menos agua
que un perro, ignorando sin problema niveles leves de deshidratación. Los
gatos lo compensan produciendo una orina muy concentrada en comparación
con la de los humanos.

¿SABÍAS QUE…?

• Los gatos tienen una capacidad estomacal media de 300 ml.


• Los humanos consumimos directamente carbohidratos como fuente de energía, pero en el
caso de los gatos, con una dieta natural a base de animales como roedores, su nivel de
carbohidratos procede en gran parte del contenido estomacal de sus presas.
• Los gatos suelen producir una orina ligeramente ácida debido a su dieta a base de proteínas
cárnicas.
• La orina del gato tiene mayores niveles de ácido úrico que la orina de otros mamíferos, y es
este ácido el que le da ese olor acre tan característico.
La cría selectiva en el caso de los gatos, como en este Cornish Rex blanco, suele centrarse en las
diferentes proporciones de los tres tipos de pelo que conforman el pelaje de un gato: los pelos de
guarda, los de cerdilla y los de lanilla. © Marc Henrie
CARACTERÍSTICAS EXTERNAS
El pelo de los gatos es auténtico pelaje, con pelos primarios (de guarda) y
pelos secundarios de cerdillas o lanillas. Aunque tu gato pueda tener una piel
fina, su elasticidad constituye una gran protección.
Los pelos de guarda crecen a partir de folículos individuales rodeados de
otros folículos, de cada uno de los cuales nacen varios pelos secundarios.
Estos pelos de guarda están rodeados de pequeños músculos que se tensan
para que el gato pueda erizar el pelo a voluntad. Esto le proporciona un
mayor aislamiento frente al frío y también le hace parecer más grande y, por
tanto, más intimidante ante un posible adversario. El grosor del pelo varía en
función de la temperatura de cada estación, lo que significa que el gato muda
de pelaje con regularidad, cuando el pelo nuevo expulsa al viejo.
La cría selectiva suele centrarse en los distintos tipos de pelaje gatuno:
algunos pedigrís presentan los tres tipos de pelo en diferentes proporciones,
mientras que otros solo tienen uno o dos. El de Angora, por ejemplo, tiene
los pelos de lanilla menos desarrollados, mientras que el persa los tiene tan
largos como los de guarda. Algunos pedigrís tienen pelajes mutantes que se
alejan mucho de la norma, como el Cornish Rex, que carece de pelos de
guarda y tiene los de cerdilla y lanilla rizados. El La Perm tiene un pelaje
más largo de rizos y ondas que recuerda a una permanente despeinada de las
de antes. El Sphynx quizá sea el ejemplo más extremo de pelaje mutante:
solo tiene una fina capa de lanilla.
La piel de los gatos está cubierta de receptores sensoriales que envían
mensajes al cerebro relacionados con el tacto, el calor, el frío, la presión y el
dolor. Su piel es muy suelta (flácida) comparada con la de la mayoría de los
animales, lo que le permite girarse y revolverse para enfrentarse a su agresor,
aunque este lo tenga bien agarrado. También hace posible que las heridas
profundas que podrían producirle los dientes de otro gato puedan resultar
bastante superficiales. La madre gata utiliza la piel suelta de la nuca (el
cogote) para transportar a sus gatitos de un nido a otro. La respuesta natural
del gatito es quedarse flácido cuando se le lleva de esta forma para ser
transportado con seguridad. Aunque es un reflejo natural en las crías, no
debemos intentar imitar esta maniobra, ni para sujetar a los gatos ni para
transportarlos, ya que puede resultarles muy incómodo.
¿SABÍAS QUE…?

• El pelo del gato crece al mismo ritmo que el humano.


• Los gatos que viven en interiores con un sistema de calefacción uniforme mudan durante
todo el año.
• La piel de los gatos es sorprendentemente fina, con un grosor que va de los 0,4 mm del
vientre a los 2 mm del pescuezo.

Las patas traseras del gato tienen cuatro dedos cada una, y las delanteras, cinco. El quinto dedo está
ligeramente separado del suelo y se llama espolón. © Emma Lee/Life File Photo Library Ltd
Los gatos no siguen un patrón alterno al caminar, sino que levantan ambas patas izquierdas y luego
ambas derechas. Si quieren moverse rápido, pueden usar las patas diagonalmente opuestas de forma
simultánea. © Scott Latham

LAS EXTREMIDADES DEL GATO


Los gatos caminan apoyando solo los dedos de los pies (digitígrado) de una
forma muy precisa, colocando cada pata trasera en la huella de la pata
delantera correspondiente, y utilizando la cola para mantener el equilibrio.
También son capaces de caminar con ambas patas izquierdas y luego con
ambas derechas, en lugar de seguir un patrón alterno. Si quieren moverse
más rápido, usan las patas diagonalmente opuestas de forma simultánea.
Tienen cinco dedos en cada pata delantera y cuatro en cada pata trasera. El
quinto dedo de la pata delantera está ligeramente separado del suelo y se
denomina espolón. También tienen glándulas sudoríparas que producen un
sudor acuoso en las almohadillas de las patas. Este sudor se produce cuando
el gato tiene calor o miedo, pero no tiene un gran efecto refrescante. En la
muñeca tienen una pequeña almohadilla, llamada almohadilla carpiana, que
se considera un dispositivo antideslizante que usa al saltar. Las gruesas
almohadillas de las patas actúan como amortiguadores al aterrizar y como
aislantes frente a temperaturas extremas.
Como todas las especies de felinos, salvo el guepardo, los gatos tienen
uñas retráctiles que permanecen retraídas en una funda protectora de piel y
pelo cuando están relajados. Esto evita que se desgasten y las mantiene
afiladas y listas para cazar, trepar o defenderse cuando sea necesario. Las
uñas de las patas delanteras son más afiladas que las traseras, y el gato las
mantiene rascando superficies verticales u horizontales para eliminar las
capas superficiales. Con respecto a las uñas traseras, las mantiene en buen
estado mordiéndolas. Las garras están formadas de queratina, la misma
proteína que forma la capa externa de la piel.
Cuando el gato está contento, «amasa» con las uñas las mantas o la ropa.
Esto se remonta a sus primeras experiencias como gatito, cuando amasaba la
teta de su madre para estimular la producción de leche.

¿SABÍAS QUE…?

• Los gatos pueden extender voluntariamente las uñas de una o varias patas.
• Los gatos domésticos y ferales son propensos a un tipo de mutación de las patas llamado
polidactilia y pueden tener seis o siete dedos.
• En los gatos mayores, los músculos protractores se debilitan y sus uñas suelen quedar
siempre visibles, por lo que recortarlas con regularidad evitará que se enganchen en
alfombras, tejidos o piel.
• La desungulación (onicectomía) elimina la última articulación de los dedos del gato, así
como la uña, y aunque sigue siendo legal en Norteamérica, está prohibida en el Reino
Unido y en la mayoría de los países.
• Si se presiona suavemente la parte superior e inferior de las patas del gato, las uñas se
extienden y es más fácil recortarlas.
El gato doméstico es la única especie felina que puede mantener la cola en posición vertical mientras
camina. Esta le ayuda a mantener el equilibrio y es también un importante indicador de su estado de
ánimo. © Juniors Bildarchiv
La cola
Los huesos de la cola, denominados vértebras caudales, constituyen el diez
por ciento del número total de huesos del esqueleto del gato. Este utiliza la
cola como ayuda para mantener el equilibrio; por ejemplo, si camina sobre
una superficie estrecha y mueve la cabeza, la cola se mueve
automáticamente en la dirección opuesta para mantener la estabilidad. El
gato utiliza las vértebras caudales de la cola como contrapeso del cuerpo
durante los movimientos rápidos para mantener la velocidad al cambiar de
dirección en la persecución de una presa. Cuando hace frío, se pone la cola
como una bufanda, enrollada alrededor del cuerpo para taparse la nariz.
Gracias a una complicada y eficaz combinación de ligamentos, tendones
y músculos, el gato doméstico es la única especie felina capaz de mantener
la cola en posición vertical mientras camina. Todas las especies de gatos
salvajes mantienen la cola horizontal o metida por debajo. El gato Manx no
tiene cola (o la tiene diminuta como un muñón) por una mutación genética
que afecta a toda su columna vertebral, causando malformación o fusión o,
en casos extremos, espina bífida.
El gato se comunica con los demás mediante su postura corporal, y la
cola desempeña un papel importante a la hora de transmitir su estado de
ánimo. Si está contento, saluda a un humano conocido con la cola levantada;
si está especialmente emocionado, le tiembla la punta de la cola. Tu gato
también usará el modo de cola levantada para señalar a un gato amigo antes
de frotarse el uno con el otro. Si mueve la cola agitándola de un lado a otro,
es señal de conflicto y frustración, y puede acabar en agresión. Un
movimiento constante de la punta de la cola puede indicar que tu gato está
ligeramente irritado, aunque los gatos que sienten dolor también suelen
mover la cola así. Si el gato está asustado, tendrá la cola baja y el pelaje
erizado. Un gato agresivo tendrá la cola en posición horizontal con la base
arqueada.
© Doug Schneider
Sección 2
Un paseo por el lado salvaje
Los gatos ferales
¿Alguna vez te has preguntado cómo se las arreglaría tu gato sin ti?

Los gatos ferales viven de forma independiente de los humanos,


pero son, por lo demás, iguales a los que viven felices en nuestros
hogares.

E l proceso de domesticación del gato ha durado muchos miles de años,


pero ha conseguido modificar relativamente poco la especie. Pese a
todos nuestros esfuerzos, no hemos conseguido un gato que se diferencie
demasiado de su ancestro salvaje, ni en tamaño ni en forma. Hasta la
mascota más mimada puede, en determinadas circunstancias, seguir su
instinto y «volver a lo salvaje», retornando a una vida sin humanos. La
mayoría de los gatos son capaces de acceder a esa «programación» profunda
para vivir como sus primos ferales.
Un gato feral es muy diferente, por definición, a un gato callejero o a uno
doméstico. Aunque proceda de un gato doméstico, un auténtico gato feral es
el que nace y se cría en la naturaleza sin contacto con humanos. Los gatos
ferales están presentes en la mayor parte del mundo en entornos y climas
muy diversos, lo que refuerza el argumento de que el felino doméstico es
una de las criaturas más adaptables del mundo. Sin embargo, la vida de un
gato feral es dura y comparativamente corta, con una esperanza de vida
media de cinco años, frente a los 12-15 de un gato doméstico.
Los gatos verdaderamente ferales nacen y se crían en la naturaleza sin contacto alguno con los
humanos. La vida es dura para los gatos ferales: su esperanza de vida es de unos cinco años, frente a
los 12-15 años de los gatos domésticos. © vario images GmbH & Co.KG/McPhoto
Los gatos ferales son esencialmente iguales que los domésticos y viven su vida de la misma forma que
lo haría tu gato si tú no estuvieras. Comprender a los gatos ferales puede ayudarte a entender el
comportamiento de tu gato. © age fotostock/Morales Morales

En algunos continentes, el gato es uno de los principales depredadores de


la cadena alimentaria; en otros, es presa de animales como lobos, osos y
serpientes. Aunque es imposible estar seguro de los números reales, se
calcula que hay un millón de gatos ferales en el Reino Unido y la Humane
Society of the United States apunta a una cifra de 50 millones de gatos
ferales en Estados Unidos.
En todos los aspectos, el gato feral es exactamente de la misma especie y
vive del mismo modo en que lo haría tu gato si tú no estuvieras. Por
ejemplo, si los gatitos ferales se crían a mano desde una edad temprana,
pueden adaptarse razonablemente bien y ajustarse a la vida como animal de
compañía. Por lo tanto, comprender al gato feral, su comunicación social,
sus rutinas y sus motivaciones puede ayudarte a entender el comportamiento
de tu propio gato y a vislumbrar lo que puede estar haciendo cuando sale por
la gatera todas las mañanas. Aunque lo más cerca que esté del aire libre sea
mirando por la ventana, ¡al menos podrás empezar a entender lo que puede
estar pensando!

EL CAZADOR-CARROÑERO
Los gatos ferales, al vivir sin interferencias ni ayuda del hombre, cazan
presas para sobrevivir. Están especializados en cazar roedores y prefieren
hacerlo al amanecer y al atardecer, cuando sus presas están más activas.
Sin embargo, los gatos pueden adaptarse a cazar en otros momentos para
ajustarse al tipo de presa disponible o si se presenta la oportunidad. Se
adaptan fácilmente a vivir y cazar en campo abierto y en bosques, y se
desenvuelven peor en zonas donde sus presas desaparecen en invierno. Al
haber evolucionado en un clima cálido y seco, los gatos que habitan en
entornos fríos y húmedos pueden sobrevivir, pero suelen tener una vida más
corta y difícil. Pese a su fama de eficaces asesinos, hay muchos gatos ferales
desnutridos, incapaces de cazar suficiente comida, y que incluso comen
carroña y animales atropellados antes que pasar hambre.
Si bien se suele considerar a los gatos responsables de la disminución de
la población de aves, los pequeños mamíferos siguen siendo su principal
fuente de alimentación, aunque en los países de latitudes bajas los reptiles
constituyen una parte importante de su dieta. En estudios realizados en todo
el mundo se ha calculado la depredación de aves, y se ha descubierto que
solo representa entre el 4 y el 18 % de la ingesta total del gato.

Conejos, roedores y basura


Dependiendo de la disponibilidad de presas, los gatos pueden cazar hasta 12
horas y recorrer más de un kilómetro y medio, ida y vuelta, en una sola
excursión de caza. La vida es dura para los ferales, que tardan hasta 70
minutos en cazar un ratón en épocas de escasez de presas. En ciertas
estaciones, las presas más apreciadas son los conejos jóvenes (los adultos, en
inviernos duros), ya que pesan de media diez veces más que un roedor
típico, pero tardan solo cinco veces más en cazarlos. Los gatos ferales
siempre elegirán la opción que produzca el máximo rendimiento con el
mínimo esfuerzo.
Ante la dura realidad de tener que cazar para sobrevivir, la alimentación
oportunista es una estrategia esencial para el gato feral, e históricamente ha
contribuido en gran medida a su disposición a vivir cerca del hombre. Los
gatos ferales se congregan en colonias en zonas pobladas para aprovechar el
previsible y abundante acceso a los residuos de comida humana. Los
roedores también prosperan en estas zonas, lo que supone una fuente de
sustento de primera para la «familia» de gatos ferales gracias a la abundancia
de presas y de carroña.
Los gatos poseen habilidades de caza especializadas que dependen de
señales visuales y auditivas. Pueden detectar los ruidos de arañazos y los
chillidos agudos de sus presas y localizar con precisión la fuente del sonido.
A continuación, captan visualmente a la presa por el movimiento, aunque los
gatos experimentados pueden reconocer fácilmente a las presas inmóviles.
Los pequeños mamíferos son la principal base de la dieta de los gatos ferales, que cazan para
sobrevivir. Aunque prefieren cazar al amanecer y al atardecer, se adaptan a la disponibilidad de las
presas. © Catherine Murray
¿Merodear o tender una emboscada?
Los gatos cazan utilizando dos estrategias básicas según la presa elegida, la
hora del día, el tiempo que haga y su estado de salud y forma física. La
primera, denominada «móvil» o «acechar, correr y abalanzarse», consiste en
que el gato se mueve por una zona buscando visualmente a su presa.
Una vez identificado el objetivo, el gato se queda inmóvil, baja
lentamente el cuerpo y la cabeza al suelo y acecha a su víctima, ocultándose
normalmente en la hierba y la vegetación. Se mueve muy despacio y en
silencio, deteniéndose de vez en cuando para evitar ser detectado. Mantiene
las orejas inclinadas hacia delante y los ojos fijos en su presa. Una vez que
se encuentra a la distancia adecuada, se abalanza sobre la presa,
impulsándose con las patas traseras y aterrizando sobre ella con las
delanteras. Para cazar aves emplean la estrategia del acecho, ya que estas
presas tienen un campo de visión excelente y son conscientes del peligro
desde todos los ángulos.
La otra estrategia, conocida como «permanecer inmóvil, sentarse y
esperar» o «emboscada», es la más indicada para roedores y conejos, y
consiste en que el gato se agacha, se sienta o se queda quieto junto a una
madriguera o lugar donde se haya avistado previamente a la presa, y se
abalanza sobre ella cuando aparece. Los gatos pueden esperar durante un par
de horas fuera de las madrigueras a que emerjan sus desafortunados
ocupantes.
Una vez que el gato atrapa a la presa, para evitar que esta escape o intente
defenderse, suele «jugar» con ella y lanzársela de una pata a otra para
aturdirla. A continuación, le asesta un mordisco en la nuca que secciona la
médula espinal y la mata al instante. Si la víctima es más grande, el gato la
ataca con un potente mordisco en la garganta que la asfixia. A continuación,
puede comerse a su presa inmediatamente, ocultarla en un lugar seguro para
comérsela más tarde o llevársela a su madriguera (en especial si es una gata
con crías que alimentar).
¿CENA PARA DOS?

Durante la filmación de un programa de televisión sobre la vida de varios gatos de granja


semiferales, el equipo tuvo el privilegio de seguir a un macho negro especialmente grande (con
la ayuda de un collar radiotransmisor) para hacerse una idea de cómo utilizaba su territorio.
Era un prolífico cazador de conejos adultos jóvenes y los arrastraba hasta su zona preferida
(madriguera), donde podía comérselos con relativa seguridad. Con el tiempo, el gato fue
creando un vínculo con el cámara, lo que tuvo un efecto bastante interesante en la grabación.
Cada vez que lo grababan capturando un conejo, corría hacia la cámara con el rabo en alto
para comerse el botín con su nuevo amigo, viendo sin duda la proximidad del cámara como
una señal de seguridad.

EL TERRITORIO LO ES TODO…
El gato es instintivamente territorial, pero sus necesidades de territorio
varían según si es un individuo solitario que caza presas para sobrevivir o si
forma parte de una colonia en una zona con comida en abundancia.
El territorio de un gato es la zona que contiene todo lo que necesita para
sobrevivir y prosperar. Dentro del territorio habrá lugares para cazar, dormir
y comer sin interferencias. El área central o «guarida» del gato es un lugar
protegido y a salvo de peligros, donde puede dormir sin ser molestado,
comer y descansar entre sus salidas para cazar. El gato irá cambiando esta
área de vez en cuando como medida de seguridad y para evitar la
acumulación de parásitos. Para la hembra con gatitos, el área central es el
nido donde estos nacen y se crían. Esto también va cambiando a medida que
las madres trasladan a sus crías de un sitio a otro.
Aunque esta área central constituye el centro del territorio, más allá de
ella hay otra área que el gato solitario defenderá de forma activa frente a la
invasión de otros, denominada área de actividad o de campeo. El tamaño de
esta área variará según el sexo del individuo, la estación del año, la
disponibilidad de presas o alimentos carroñeros y la densidad de la
población felina de los alrededores.
Más allá de los límites del área de campeo que el gato defiende, está toda
el área por la que se mueve y caza para alimentarse, que se conoce como
área de caza. Su tamaño también varía dependiendo de los mismos factores
que influyen en el área de campeo. En todo su territorio, el gato habrá
establecido senderos y vías de paso bien transitados, muchas veces en
momentos específicos, sobre todo si hay una gran densidad de población
felina. El gato dejará sus propias marcas de olor por todo el territorio e
investigará las de los demás (ver las páginas 40-41 para más información
sobre la comunicación olfativa). Utilizan el olor para señalar su
disponibilidad sexual o para marcar derechos de acceso a una zona de
especial importancia.
Una vez que un gato ha establecido un territorio, solo se aventurará fuera
de él para aparearse o si los recursos del mismo se agotan de forma
permanente. Durante la temporada de reproducción, los gatos machos
pueden alejarse más de lo habitual.

Los gatos ferales urbanos suelen vivir en colonias y concentrarse en zonas donde los residentes han
creado abundantes oportunidades de alimentación. © Jose B. Ruiz

…PERO EL TAMAÑO NO LO ES TODO


El tamaño del territorio de un gato feral depende de la disponibilidad de
comida y de si esta solo puede obtenerse cooperando con otros gatos como
parte de un grupo o colonia.
Los gatos ferales urbanos suelen vivir en grupos familiares de este tipo,
ya que de la basura y directamente de sus alimentadores humanos obtienen
un constante y abundante suministro de comida. Según un estudio sobre
gatos ferales urbanos, en estas situaciones el territorio de una hembra puede
ser de apenas 0,2 hectáreas, sin necesidad de aventurarse más allá en busca
de comida para alimentarse a sí misma o a sus crías. El territorio del macho,
según el mismo estudio, se extendería a unas 2 hectáreas. El territorio del
macho siempre es mayor, ya que vive en la periferia de la colonia,
eminentemente matriarcal, y se desplaza más lejos para reproducirse. Los
territorios de los machos suelen solaparse con los de las hembras para tener
posibilidad de aparearse, pero salen de su propia área de campeo y recorren
cierta distancia en busca de una hembra en celo.
Estos gatos ferales «urbanizados» que aprovechan nuestra abundancia de
comida humana pueden tolerar vivir en densidades de población
relativamente altas, lo que en la práctica se traduce en 30 o más gatos en 0,4
hectáreas. Esto contrasta con los gatos domésticos de esos entornos urbanos,
que a su vez viven en densidades de más de 50 gatos por cada 0,4 hectáreas,
completamente controlados por sus propietarios y por la proximidad de otras
viviendas, muchas de las cuales están habitadas por otros muchos gatos.

¿SABÍAS QUE…?

• En las colonias urbanas de gatos ferales hay un «orden de alimentación» por el cual los
adultos, machos y hembras, se quedan atrás para dejar que se alimenten primero las crías
(a diferencia de los leones machos, que empujan a las hembras y a los cachorros para
comer ellos primero).
• En las comunidades ferales hay individuos que se llevan especialmente bien, «compañeros».
Suelen estar emparentados y pasar mucho tiempo juntos.
• Una gata tiene una media de seis gatitos al año, el 75 % de los cuales muere antes de la
edad reproductiva. Partiendo de estos datos, los expertos calculan que una hembra y su
descendencia podrían dar lugar a 100 gatos en siete años, suponiendo que todos los gatos
adultos sobrevivieran.
En las colonias, a veces existen subgrupos de dos gatos o más que pasan tiempo juntos y muestran
signos de auténtica amistad. © Oxford Scientific (OSF)/Alain Christof
En una colonia feral, las peleas son raras, a menos que los recursos sean muy escasos. Sus miembros
suelen adoptar comportamientos sociales, como acicalarse unos a otros. © Julie Habel

Los gatos ferales rurales no tienen la posibilidad de hurgar en la basura ni


cuentan con amantes de los gatos que los alimenten. Al depender de la caza
para sobrevivir, necesitan un territorio lo bastante amplio como para
encontrar suficientes presas para satisfacer sus necesidades nutricionales. Un
estudio sobre gatos ferales en Australia observó que las áreas de campeo de
los adultos tenían una extensión media de 6,2 km 2 en el caso de los machos
y de 1,7 km 2 en el caso de las hembras. La densidad de la población de gatos
era de 2,4 por km2 en verano, y descendía a 0,74 por km2 en invierno, quizá
por falta de alimento para las crías o por convertirse en presa de otras
especies.
Los gatos utilizan las glándulas odoríferas de la cara para marcar su territorio. Este marcaje olfativo
también proporciona al gato una sensación de familiaridad y seguridad dentro de su territorio. ©
Juniors Bildarchiv

LA FAMILIA FERAL
Aunque en realidad los gatos no necesitan desarrollar relaciones sociales
para sobrevivir, hay circunstancias en las que vivir en grupo les permite
acceder a una fuente de alimento determinada y valiosa.
Las colonias de gatos ferales, formadas principalmente por heambras
emparentadas y sus crías, se congregan en zonas donde la presencia humana
ha creado abundantes posibilidades alimenticias. Esta alimentación puede
darse hurgando, por ejemplo, en los contenedores de basura de hoteles u
hospitales, sin intención humana alguna de procurarles sustento, o de la
mano de algún amante de los gatos compasivo que les lleve comida cada
cierto tiempo con el único propósito de alimentar y mantener la colonia. La
cantidad de comida disponible y la cantidad y calidad de otros recursos
importantes de la zona influyen decisivamente en el tamaño del grupo que se
forma.
Dentro del grupo, los gatos muestran conductas sociales como frotarse y
acicalarse unos a otros. Estas conductas se denominan «frotado mutuo»
(allorubbing) y «aseo mutuo» (allogrooming) y hace que el olor de los dos
gatos se mezcle y se mantenga el olor colectivo de la colonia. Este es el olor
grupal reconocido que los une a todos. Dentro de cada colonia pueden existir
subgrupos de dos gatos o más que pasan mucho tiempo juntos y muestran
signos genuinos de amistad. Las hembras crían de forma cooperativa a los
gatitos de la colonia, y cuando los machos alcanzan la adolescencia lo
normal es que se marchen o que se queden en la periferia del grupo. Las
peleas son raras en una colonia, a menos que los recursos sean escasos. Si la
disponibilidad de alimento disminuye, el grupo acabará dispersándose para
buscar mejores oportunidades en otra parte.
Las personalidades más dominantes hacen sentir su presencia en cada
grupo, pero, a diferencia de los perros, los gatos no tienen una jerarquía
estructurada y definida cuando viven juntos. No existe un «orden jerárquico»
establecido ni ningún lenguaje corporal o comportamiento específico ligado
al reconocimiento de una jerarquía. La hembra mayor podría tener el
equivalente a un estatus de «alfa», con privilegios de acceso a los recursos,
pero cualquier disputa entre los otros gatos por los recursos será una simple
pelea en la que se gana o se pierde y que se resuelve en el momento.

ES SU FORMA DE DECIRLO
Los gatos evolucionaron para ser depredadores solitarios, por lo que no
quieren ni necesitan compañía cuando cazan. La mayor parte de la
comunicación de un gato en su territorio tiene por objeto aumentar la
distancia entre los individuos, no fomentar los acercamientos. Cuando
patrullan su territorio, los gatos dejan su olor único frotando las glándulas
odoríferas de la cara, los flancos, la base de la cola y las patas en diversas
superficies, como árboles, arbustos y caminos. Se sabe muy poco sobre el
verdadero propósito de este marcaje, pero está claro que proporciona
información que los otros gatos pueden «leer». También aporta al gato que
marca una sensación de familiaridad y relativa seguridad en determinadas
zonas de su área.
Cuando los gatos frotan la cara contra objetos, indican que se sienten
familiarizados con un entorno o una situación social determinados. Usan la
barbilla, la mejilla o la frente, según el objeto que pretendan impregnar con
su olor. Las glándulas de las patas dejan su olor cuando el gato rasca, por lo
que de esta forma deja tanto un indicador visual como un olor en las zonas
importantes de su territorio. Estas marcas suelen encontrarse en los
márgenes del territorio de un gato, así como en lugares especialmente
importantes dentro de él.

El rociado o pulverización
Al marcaje olfativo con la orina se le llama rociado o pulverización
(sprying). Cuando observas a un gato, puedes verlo olfateando primero una
superficie vertical para después darse la vuelta y retroceder hacia ella en una
postura erguida con la cola levantada. A continuación, libera un pequeño
chorrito de orina mientras agita la cola y pisotea con las patas posteriores
para estirar y elevar el trasero lo máximo posible. En el caso de machos y
hembras sexualmente activos, las marcas de orina comunican su
disponibilidad para el apareamiento, y los machos marcan con mayor
frecuencia que las hembras.

Los gatos sexualmente activos comunican su disponibilidad para aparearse mediante el marcaje
olfativo, y lo hacen rociando orina. Los gatos machos marcan más que las hembras. © altrendo
images

Normalmente, los gatos entierran sus heces, pero en determinados casos


pueden dejarlas en una zona abierta importante a nivel estratégico como
forma de marcaje, lo que se conoce como «middening». Esto suele ocurrir en
los límites del territorio de un gato o en el centro de algún sendero que pueda
ser objeto de disputa entre gatos que compiten por el territorio.

Los encuentros cara a cara


Desgraciadamente, al gato que campa a sus anchas no siempre le es posible
evitar el contacto con los demás y puede haber ocasiones en las que dos
gatos se encuentren cara a cara. La supervivencia final del gato dependerá de
que se mantenga lo bastante sano como para cazar y defenderse, por lo que
se evita la lucha activa a menos que sea absolutamente necesaria. La
comunicación directa tiene que recurrir a algo más espectacular e inmediato
que el olor.
Los gatos usan tanto señales visuales como vocales para transmitir sus
intenciones. En esta fase, cada gato utiliza una compleja secuencia de
lenguaje corporal y posturas para asegurarse de que el otro se lo piense dos
veces antes de lanzarse a una pelea. Es un tenso juego de faroles y
contrafaroles en el que ambos gatos intentan evitar el conflicto y abandonar
el lugar sin quedar mal. Los gatos no tienen señales evidentes de sumisión o
apaciguamiento, ya que no han evolucionado para depender de la jerarquía y
de una estructura de manada para sobrevivir. Por lo tanto, ante un posible
agresor, el gato adoptará una postura agresiva defensiva en un intento de
disuadirle de atacar.

¿SABÍAS QUE…?

• Los abscesos causados por mordeduras de gato son una de las lesiones más frecuentes que
se tratan en las consultas veterinarias.
• La agresividad de un gato macho hacia los otros gatos se puede eliminar parcial o
totalmente si se lo castra durante el primer año de vida.
• Según los estudios, el alelo (uno del par de genes que controlan el color del pelaje) naranja
podría estar relacionado con la agresividad en los machos, así que ¡cuidado con los gatos
¿SABÍAS QUE…?

naranjas sin castrar!

La agresividad defensiva y ofensiva se expresa con las orejas, los ojos, la


cola y la posición del cuerpo. Por ejemplo, un agresor se acercará a su
víctima de lado, con la cabeza agachada, los ojos entrecerrados sin pestañear
y los cuartos traseros levantados. La cola podría estar ligeramente arqueada
en la base, pero se mantendrá horizontal o ligeramente hacia el suelo. El gato
también podría emitir un gruñido bajo. El defensor se agachará o se tumbará
de espaldas, listo para usar sus cuatro patas para contrarrestar el ataque y
rasgar el vientre del agresor. Tendrá los ojos muy abiertos con las pupilas
dilatadas y las orejas pegadas a la cabeza con la boca abierta, bufando. Si el
defensor tiene la posibilidad de escapar y el agresor siente que ya ha
demostrado lo que quería, tendrá lugar una lenta retirada con la cabeza baja
y sin contacto visual. Durante un tiempo, el agresor se mostrará
desinteresado hasta que el defensor sienta de repente que ya hay suficiente
distancia entre ellos y corra para salvar su vida. El agresor hará entonces un
intento de persecución poco entusiasta como forma de confirmar que ha
ganado definitivamente la disputa.
Los machos son más propensos a pelear que las hembras, y los estudios indican que los machos
naranjas sin castrar pueden ser más agresivos que los gatos con el pelaje de otros colores. © Juniors
Bildarchiv

LUCHAR CON UÑAS Y DIENTES


La mayoría de los contactos directos entre gatos desconocidos dan lugar a un
lenguaje corporal cuyo objetivo específico es evitar el conflicto físico. Pero
cuando se enfrentan dos gatos y ninguno de los dos se echa atrás, es
inevitable que se produzca una pelea seria.
Los machos son más propensos a pelear que las hembras y las disputas
suelen estar relacionadas con la competencia por las hembras para el
apareamiento o por el territorio. Cuando dos gatos están igualados, se
colocan muy cerca el uno del otro, casi tocándose, y mantienen un contacto
visual directo. Permanecen en esta posición durante varios minutos, tensos e
inmóviles, y uno de ellos (o ambos) emite un intenso gemido. De repente, en
una fracción de segundo, uno de ellos ajusta sus orejas para girarlas hacia
atrás, un claro indicador de que el ataque físico es inminente. El agresor
intentará entonces morder el cuello de su oponente. En esa misma fracción
de segundo, su adversario habrá detectado la señal de ataque y rodará sobre
su espalda para liberar la artillería de sus cuatro extremidades con la
intención de sujetar a su adversario con las patas delanteras y rasgarle el bajo
vientre con las uñas traseras.
Esta lucha se desarrolla a una velocidad increíble, con los gatos rodando
por el suelo, los dos tratando de adoptar la postura para desgarrar o de lanzar
un mordisco al cuello, según se dé la oportunidad. Si el gato atacado
permanece en la postura defensiva el tiempo suficiente, puede bastar para
impedir que el agresor siga atacando y los dos se terminarán separando.
Habrán llegado al acuerdo mutuo de cuál de los dos es el vencedor y se
alejarán el uno del otro. Los mordiscos, si se infectan y provocan septicemia
(envenenamiento de la sangre), pueden causar heridas graves y
potencialmente mortales. Estos mordiscos son también la principal vía de
transmisión del virus de la inmunodeficiencia felina (VIF), un retrovirus
endémico en la población de gatos domésticos de todo el mundo.
Los gatos no son monógamos y no se producen emparejamientos. Las hembras pueden aparearse con
varios gatos y parir a gatitos de cada uno de ellos en la misma camada. © Oxford Scientific
(OSF)/SatyendraTiwari

También pueden producirse otras peleas que, en comparación, parecen


reprimidas. Suelen consistir en golpes potentes y rápidos en la cara y el
cuerpo alternando las patas delanteras, así como en mordiscos, pero no
suelen ocasionar daños graves porque los contrincantes se retuercen para
evitar los mordiscos, y después se separan y escapan a la primera
oportunidad. Son frecuentes los cortes y arañazos superficiales, y la mayoría
de los gatos machos llevan las cicatrices de las peleas en la cara y las orejas.
LAS ABEJITAS Y LAS FLORES
En la mayoría de las regiones, los gatos domésticos suelen tener dos
camadas al año. Las hembras tienen varios ciclos de celo durante
determinadas estaciones, el principal a principios de primavera en el
hemisferio norte.
Durante este periodo, las hembras suelen presentar el celo a intervalos de
15 días, a menos que conciban. En las zonas donde los gatos ferales son
solitarios, los machos recorren cierta distancia fuera de su área de campeo
para buscar oportunidades de aparearse. En los gatos que viven en
comunidad, los machos prefieren no limitar su actividad de apareamiento a
un solo grupo de hembras si hay otras en relativa proximidad.
El éxito del macho a la hora de aparearse dependerá de su edad y peso,
que le dan «dominancia» sobre otros machos que compiten por las hembras
en celo. Sin embargo, ese mismo macho «ganador» puede verse derrotado
por un macho más joven y ligero si se acerca a las hembras de otro grupo en
el que viva el otro macho. Con todo, los machos no mantienen territorios de
apareamiento exclusivos. Los machos más débiles y subordinados suelen
permanecer cerca de casa y aparearse con hembras receptivas cuando no hay
otros machos cerca. Esto crea cierta tendencia a la endogamia, ya que las
colonias son grupos predominantemente familiares. Pero las hembras de los
grupos en los que hay machos residentes suelen salir de «casa» durante el
celo con más frecuencia que las de los grupos en los que no hay machos.

La hembra libertina
Las gatas se aparean voluntariamente con la mayoría de los machos. Una
hembra cortejada por varios machos a veces es capaz de disolver las disputas
para evitar que un macho dominante monopolice las oportunidades de
copular. Esto puede ocurrir entre 15 y 20 veces cada 24 horas durante los
cuatro o cinco días de celo, y la hembra intensifica el marcaje olfativo
durante este tiempo para atraer al mayor número posible de machos. Aunque
los machos más decididos son los que más se aparean, también los otros
pueden hacerlo, y son escasas las peleas entre los machos que esperan en
estos periodos.
Con esta evidente promiscuidad, no es de extrañar que los gatos
domésticos no sean una especie monógama y que no exista ningún
emparejamiento entre los individuos reproductores. La hembra se aparea con
varios gatos y puede parir a gatitos de cada uno de ellos en la misma
camada.

De la cópula a los gatitos


Poco antes de entrar en celo, la hembra marca objetos prominentes de su
territorio con su olor y rocía orina, lo que indica que está lista para aparearse.
La gata emite un gemido característico, rueda sobre su lomo y se agacha con
la cola inclinada hacia un lado para prepararse para el apareamiento en una
postura conocida como «lordosis».
El macho la monta y le lame la nuca antes de sujetarle el cuello con las
mandíbulas. La cópula es breve y, cuando el gato se retira, la gata maúlla de
dolor cuando las espinas del pene del macho, que están orientadas hacia
atrás, rasgan la vagina, desencadenando la liberación de las hormonas que
estimulan la ovulación. 24 horas después del apareamiento, el esperma del
macho llega a los óvulos y se produce la fecundación.
Cuando se acerca el final del periodo de gestación, de 63 días, la hembra
busca un refugio seguro para parir a sus gatitos. Las gatas ferales hacen sus
nidos en lugares secos, privados y que perciben como seguros, como
matorrales, huecos de árboles o montones de rocas. Cuando empieza el
parto, la gata se inquieta, se mueve constantemente y se lame la vulva. Los
gatitos pueden tardar entre uno y cincuenta minutos en nacer y cada camada
puede tener entre uno y diez gatitos, aunque la media es de cuatro o cinco.
Los gatitos nacen en su placenta, que la madre retira y luego se come.
Limpia la mucosidad de la nariz y la boca de cada gatito para despejar sus
vías respiratorias y lo seca a lametazos.
En las colonias, las hembras suelen actuar como «comadronas» en el
nacimiento de los gatitos de las demás, sobre todo si todas se quedan
preñadas en la misma época. Cooperan entre sí, y amamantan y asean a los
gatitos de forma comunitaria. También colaboran activamente para proteger
a los gatitos de los depredadores y de los gatos invasores. Según se ha
observado, incluso los machos que viven en una colonia ayudan a criar a los
gatitos. Comparten la comida con ellos, los acicalan e incluso se acuestan
con ellos para mantenerlos calientes si la madre está fuera del nido.

¿SABÍAS QUE…?

• Una exhaustiva investigación ha identificado trece patrones de comportamiento diferentes


en el juego de los gatitos: boca arriba, mordisco/boca, persecución, de frente, agarrar, salto
horizontal, dar golpes, dar zarpazos, abalanzarse, recoger, marcha lateral, de pie, lanzar y
posición vertical.
• Los gatitos criados sin hermanos suelen aprender más despacio las habilidades sociales.
• Las madres con gatitos sin hermanos juegan más con sus crías, ya que asumen el papel de
los hermanos.
• Aún no se ha demostrado que el hecho de jugar con pequeños objetos inanimados cuando
son gatitos influya en sus habilidades depredadoras en la edad adulta.

¡HORA DE JUGAR!
Cuando crecen en la naturaleza, es esencial que los gatitos aprendan a jugar,
ya que esto les ayuda a establecer vínculos con sus hermanos y les enseña
importantes habilidades de supervivencia necesarias para su vida futura.
Los gatitos empiezan a jugar alrededor de las dos semanas de vida,
entreteniéndose con juegos bruscos en el nido. Cuando empiezan a andar, su
comportamiento imita las posturas y acciones de los gatos adultos cuando
cazan o luchan. Se abalanzan, muerden, dan patadas e incluso andan de lado
como los cangrejos, con la espalda y la cola arqueadas. Esto es una
invitación a jugar, que suele ir acompañada de una particular expresión con
la boca abierta que utilizan exclusivamente en este momento, para dejar
claro que es un juego, que no va en serio. Es frecuente que los gatitos se
detengan, se acurruquen juntos y se aseen mutuamente después de un intenso
juego de peleas de este tipo.
Los gatitos juegan para aprender habilidades importantes de supervivencia y para estrechar lazos con
su grupo de hermanos. Durante el juego, sus movimientos imitan muchas acciones que necesitarán
más adelante. © crzy77

Empiezan a jugar con objetos alrededor de las cinco semanas de vida, en


el momento en que su madre lleva presas vivas al nido. Apenas una semana
después, estos gatitos ya podrían estar matando a sus propias presas. En las
dos semanas siguientes, aprenden a coordinar los ojos con las patas y a
manipular objetos pequeños con facilidad, lanzándoselos de una pata a otra.
Esto les ayudará en el futuro a aturdir bien a sus presas antes de intentar
matarlas, ya que muchas suelen morder en defensa propia. Conviene respetar
a los pequeños roedores, con sus afilados dientes.
A medida que crecen, las peleas entre hermanos pueden volverse más violentas. Esta mayor
agresividad puede servir de estímulo para que la madre los expulse del nido. © imagebroker/Jürgen
Lindenburger

Los hermanos juegan entre ellos constantemente hasta que tienen unas 14
semanas; a medida que crecen, muchas de las peleas se intensifican y pueden
llegar a ser bastante agresivas. Los gatitos machos juegan por naturaleza de
forma más brusca que las hembras, y esta intensa actividad se prolongará
durante varios meses hasta que lleve a la madre a echarlos del nido.
El éxito del comportamiento depredador de los gatos ferales en la edad
adulta no depende de la calidad de su juego cuando eran gatitos. Estas
habilidades se adquieren observando a la madre y teniendo acceso a
numerosas presas a una edad temprana. La mayoría de los gatos ferales se
convierten en depredadores competentes, aunque cada uno tenga sus
preferencias particulares sobre el tipo de presa que persigue.

UN LAMETÓN DE GATO Y UNA PROMESA


Desde el mismo día en que nace un gatito, el acicalamiento desempeña un
papel importante en su vida, ya que su madre lo asea para retirarle la
placenta, secarle el pelaje y estimular su respiración.
A la tercera semana de vida, el gatito puede realizar actividades
rudimentarias de acicalamiento y, tres semanas más tarde, se asea a sí mismo
y a sus hermanos con regularidad. Este aseo refuerza el vínculo social entre
la madre y los gatitos y puede continuar hasta la edad adulta si los gatos
permanecen en la misma colonia. El aseo mutuo, o allogrooming, se centra
sobre todo en la zona de la cabeza y las orejas, lo que resulta muy útil, ya
que es la zona que el gato no puede alcanzar con su propia lengua. También
crea un olor comunitario que puede reconocerse en los otros miembros de la
colonia cuando se juntan para mantener el vínculo.
Los gatos pueden pasar acicalándose hasta un 30 % del tiempo que están
despiertos. Las zonas alrededor de la cabeza, las orejas y el cuello que no
pueden asearse directamente con la lengua las limpian lamiéndose la pata y
pasándola por la cabeza, cada pata ocupándose de un lado de la cabeza en
una serie de pasadas de atrás hacia delante.
Los gatos se lavan las zonas más inaccesibles que no pueden asearse directamente lamiéndose una
pata y pasándosela por la cabeza en una serie de pasadas de atrás hacia delante. © Minden Pictures

Pero el acicalamiento no consiste solo en mantenerse limpios. También


sirve para controlar la temperatura, ya que la saliva que se extiende por el
pelaje luego se evapora y refresca al gato. Los gatos siempre se acicalan más
cuando hace calor o después de cazar o jugar. Lamiendo y mordisqueando su
pelaje con los diminutos incisivos de la parte delantera de la boca, estimulan
el crecimiento de pelo nuevo y eliminan el pelo viejo, los residuos y los
parásitos. Las lamidas también estimulan las glándulas de la piel para
mantener el pelaje impermeable, algo esencial para los gatos que se ven
obligados a cazar en cualquier clima para sobrevivir.
En el mundo olfativo del gato, el acicalamiento tiene una doble función.
Al lavarse el interior de las patas traseras y la parte inferior del abdomen
desde el ano hacia fuera, el olor se extiende por el pelaje para intensificar el
olor propio del gato. Cuando el gato ha estado en contacto con alguna
superficie o ha rozado algo, se detiene y se asea la zona para restablecer su
propia información olfativa y gustativa de los objetos que ha tocado.

EL PELIGRO DEL ACEITE DE MOTOR

La meticulosa higiene del gato y su deseo de acicalarse no siempre son buenos. En los tiempos
en que ejercía como enfermera veterinaria, atendí a varios gatos que habían enfermado como
consecuencia directa del acicalamiento. Los gatos suelen entrar en contacto con sustancias
nocivas como pintura, productos derivados del petróleo y desinfectantes, e inmediatamente
intentan lamerse la zona en cuestión, ingiriendo así el posible veneno. Recuerdo que un tóxico
habitual era el aceite de motor, que quedaba en forma de espesas manchas negras en el lomo
de los gatos cuando estos se refugiaban debajo de los coches. Siempre les pedía a los dueños
que, de ser posible, envolvieran en una manta al gato manchado o que, al menos, se
aseguraran de que no intentara limpiarse antes de llegar a la consulta para recibir el
tratamiento necesario. Desgraciadamente, y pese a su deseo de estar limpios, los gatos no
suelen apreciar un buen baño y, a veces, la única opción era afeitarles las zonas manchadas de
aceite.

LAS SIESTAS DE LOS GATOS


Cuando los gatos ferales no están cazando, patrullando o apareándose,
descansan. Cuando están bien alimentados, los gatos pueden dormir hasta
dos tercios del día.
Las horas de sueño de un gato feral varían según las condiciones
meteorológicas, la edad (los gatos mayores y los gatitos son los que más
duermen), el hambre y la actividad sexual. Si un gato tiene hambre y
escasean las presas, se verá obligado a dormir menos para sobrevivir.
Duermen una serie de siestas a lo largo del día. Si el gato tiene asegurado
un suministro regular y predecible de comida por parte de un cuidador
humano, duerme durante periodos prolongados para preservar su energía.
Esta es también una buena estrategia en los grupos sociales, ya que evita los
posibles conflictos que pueden surgir con una mayor actividad.
Para dormir eligen normalmente lugares escondidos, secos y sin
corrientes de aire. Cambian de guarida cada cierto tiempo para protegerse de
los depredadores y evitar la acumulación de parásitos en el entorno. La
temperatura ambiente marcará la postura que adopta el gato mientras
duerme. En muchos climas, el gato deberá mantener el calor corporal
mientras duerme, por lo que se aovillará con el hocico metido en la pata
trasera y con la cola enrollada a modo de bufanda alrededor de la cabeza. En
la relativa seguridad de una colonia, pueden hacer las siestas estirados al sol
para aprovechar al máximo el calorcito de este.
Los gatos bien alimentados duermen hasta dos tercios del día, normalmente en una sucesión de
siestas felinas. Los estudios de sus ondas cerebrales durante el sueño profundo indican que los gatos
pueden soñar como nosotros. © Kathy Libby

La profundidad del sueño varía, pero los primeros 10-30 minutos de


cualquier siesta son ligeros y durante este tiempo el gato puede despertarse
con facilidad. Si nada lo interrumpe y duerme con la barriga llena en un
lugar seguro, el sueño se hace más profundo y el cuerpo se relaja. Durante
este tiempo, varios músculos, quizás una pata o una oreja, se contraen, y los
ojos se mueven bajo los párpados. Este periodo se denomina sueño
paradójico, ya que las ondas cerebrales muestran un patrón similar al del
estado de vigilia. Es similar al sueño activo de los humanos, por lo que es
muy probable que los gatos también sueñen, ¡pero en su caso probablemente
con cazar o perseguir pájaros!

LA CHARLA GATUNA
Los gatitos ferales se comunican naturalmente de forma oral con sus madres,
y los adultos también utilizan sonidos para comunicar en un contexto social,
ya sea un saludo amistoso o un desplante.
Los sonidos que hacen pueden clasificarse según cómo usan la boca para
emitirlos. Los que se hacen abriendo y cerrando la boca se relacionarían con
el «maullido», en el que el sonido «m» suena antes de abrir la boca. Los
investigadores han identificado al menos 19 sutiles variaciones del
«maullido» que difieren en volumen, tono, entonación y altura, así como en
la situación en la que se utilizan. Los gatos ferales usan el «maullido» para
comunicarse con su madre cuando son cachorros, como saludo social y
como «llamada» entre machos y hembras para prepararse para el
apareamiento.

Los sonidos que emiten los gatos con la boca abierta responden a situaciones de agresión y defensa.
Estos sonidos los hacen para sobresaltar al oponente y así tener la oportunidad de huir. © Jelu

La categoría de sonidos de boca abierta/cerrada también abarca el alarido,


más estridente, que se produce cuando un gato siente dolor o está muy
angustiado. Los gatos ferales utilizan el «maullido» relativamente poco en
comparación con los gatos domésticos y no tienen necesidad de todas las
sutiles variaciones de sonido que produce el gato doméstico para
comunicarse con su dueño. Estos gatos utilizan sobre todo la comunicación
no verbal y las señales, y solo recurren a los sonidos si no ven al otro gato o
si se ven en una situación de agresividad defensiva u ofensiva.

¿SABÍAS QUE…?

• Las investigaciones demuestran que los gatos ronronean a una frecuencia de vibración que
favorece el crecimiento y la reparación de huesos y tejidos.
• Según las investigaciones, existen al menos 19 sonidos de «maullidos» que difieren en
volumen, tono y ritmo según el contexto en el que se usen.
• Los gatos también pueden emitir un «maullido silencioso», que se considera una petición de
atención o una muestra de afecto genuino del gato a su dueño. Aunque su significado real es
discutible, probablemente se trate de un tipo de vocalización que produce un sonido
demasiado agudo para el oído humano.

El segundo grupo de sonidos se emite con la boca cerrada, e incluye el


ronroneo y el chirrido. El ronroneo aparece sobre todo cuando los gatitos
maman leche materna y en otras situaciones entre gatos en las que se
produce o se desea una interacción social positiva. El chirrido es un sonido
de saludo que utilizan los gatos amistosos y que se conocen cuando se
reencuentran tras un periodo de ausencia.
La última categoría la forman los sonidos que el gato realiza con la boca
bien abierta y que se centran exclusivamente en la agresión y la defensa.
Estos sonidos son: el bufido, el gruñido corto, el gruñido largo, el escupido y
el aullido. Este último es un ruido especialmente intenso y eficaz que se
utiliza para sobresaltar a un atacante lo suficiente como para poder escapar.
Los gatos domésticos utilizan la comunicación oral con más frecuencia que los gatos ferales ©
DLILLC.
© Frank Lukasseck
Sección 3
La vida y los tiempos del gato
doméstico
El gato doméstico
Hace miles de años que el gato doméstico comenzó su relación con
los humanos. Con el cambio de nuestras costumbres y estilos de
vida, esta relación es ahora más compleja y difícil que nunca.

H oy en día, tenemos gatos en los pueblos y las ciudades sobre todo por
gusto, sin mucha necesidad de que desempeñen su ancestral y
tradicional tarea de control de roedores.
Las zonas urbanas y suburbanas en las que hay gatos, muchas veces
varios en cada hogar, tienen una densidad de población muy superior a la
que habría de forma natural. Muchos de los dueños tienen a sus gatos
encerrados en casa porque temen los riesgos de dejarlos vagar libremente en
un entorno lleno de posibles peligros. Y lo que es aún más alarmante, se
están criando gatos con características tan extremas que se aconseja a los
dueños que los mantengan confinados por su propio bienestar. Conforme
crece la población humana (al ritmo actual aumentará en mil millones de
personas cada 11 años), es probable que el estilo de vida del gato se vea aún
más restringido debido a la superpoblación.
Los gatos se crían deliberadamente para que se parezcan a los perros, se
puedan educar y pasear con correa. Les exigimos que obedezcan unas
normas estrictas en el hogar, y aun así nos ofrecen amor y atención
incondicionales. ¿Corremos el riesgo de olvidar las características inherentes
a esta especie, que la convierten en un animal único y excepcional?
La mayoría de nosotros seguimos admirando las cualidades del gato, pese
a que cacen presas aunque estén bien alimentados, arañen los muebles y, de
vez en cuando, ¡se escapen de casa si nos atrevemos a llevar otro gato al
hogar! Sea cual sea el estilo de vida que los dueños decidan dar a sus gatos,
no cabe duda de que están aquí para quedarse como una importante
compañía para los humanos en muchas partes del mundo. Ahora invertimos
una enorme cantidad de tiempo, emociones y dinero en nuestros gatos, y se
les considera miembros de la familia en lugar de simples mascotas.
Pero la historia del gato con los humanos ha sido accidentada, y ha
oscilado entre los extremos de la popularidad y la persecución a partes
iguales. Y he aquí cómo sucedió todo…
En un principio, los gatos fueron domesticados por su utilidad en el control de roedores, pero también
se les consideraba dignos de veneración, y muchos dioses de distintas culturas adoptaban forma
felina. © Robert Harding Travel/Walter Rawlings

LA HISTORIA DE LA DOMESTICACIÓN
El antepasado de los felinos actuales, el Pseudaelurus, evolucionó hace entre
26 y 38 millones de años, pero desde que los gatos y los humanos se unieron
ha pasado, en comparación, un abrir y cerrar de ojos.
Antes de la domesticación, los pequeños gatos monteses estaban muy
extendidos por todo el mundo y vivían de forma autosuficiente en paralelo a
los humanos, sin apenas contacto. El momento de la domesticación del gato
es objeto de debate. Unos hallazgos arqueológicos realizados en Chipre de
los restos de un ser humano y un gato inmaduro juntos podrían evidenciar
que se remonta al año 7500 a. C. Unas estatuas turcas de alrededor del 6000
a. C. representan a mujeres jugando con gatos domésticos. Sin embargo, una
investigación genética publicada en 2007 afirmó que los gatos domésticos
proceden de cinco fundadores de Oriente Próximo (lo que es ahora Irak,
Libia, Siria, Israel, Kuwait, el sureste de Turquía y el suroeste de Irán) en los
primeros asentamientos agrícolas del Neolítico que podrían haber existido
hace 100 000 años o más. Los descendientes de estos cinco fundadores se
desplazaron después por todo el mundo con la ayuda de los humanos.

LOS DIEZ PAÍSES CON MÁS GATOS

Las estimaciones sobre la población mundial de gatos domésticos varían mucho, pero las cifras
de 2006 son asombrosas:

EE. UU. 76 430 000 Italia 9 400 000

China 53 100 000 Reino Unido 7 700 000

Rusia 12 700 000 Ucrania 7 350 000

Brasil 12 466 000 Japón 7 300 000

Francia 9 600 000 Alemania 7 700 000


Sean cuales fueren las fechas exactas, cuando los estilos de vida nómadas
tradicionales llegaron a su fin, resultó esencial almacenar las cosechas, y los
depósitos de grano atrajeron a los roedores. Esto, a su vez, atrajo a la
población de gatos monteses de la zona, y seguramente los egipcios les
alentaron a quedarse dándoles sobras de comida. La abundancia de comida,
tanto la que rebuscaban entre los desperdicios como la que cazaban, sin
depredadores ni disuasión humana, hizo que pronto se formaran colonias de
gatos. Estos felinos se parecían al gato montés africano (Felis silvestris
lybica) que habita hoy en día en la misma región, y aún ahora pueden
domesticarse si se crían desde cachorros. Los viajes por el Mediterráneo
permitieron al gato poblar otros continentes. En el siglo IV d.C., las proezas
del gato como ahuyentador de roedores se habían extendido por todo
el Imperio Romano. En el siglo XVIII se importaron los gatos en el Nuevo
Mundo procedentes de Europa, cuando las colonias que se habían formado
se vieron invadidas por plagas de ratas.
Aunque los gatos desempeñaban una importante función práctica para el
hombre, también se les consideraba criaturas dignas de cierta reverencia y
muchos dioses adoptaron forma felina. Durante siglos, los gatos fueron
venerados por sus poderes aparentemente sobrenaturales. En Europa
gozaban de un estatus de culto y se utilizaban en diversos rituales religiosos.
En la Francia medieval se sacrificaba a los gatos para asegurar una buena
cosecha y se les consideraba «familiares» de las brujas.

La caída y el auge del gato


La veneración inicial por los gatos tomó después un cariz siniestro y
empezaron a percibirse como seres puramente malignos. En el siglo XIII, la
Iglesia católica los demonizó y se prohibió la adoración de dioses felinos.
Los gatos eran considerados la manifestación del diablo, y cientos de miles
de ellos fueron torturados y asesinados, lo que redujo la población felina de
la época en más de un 90 %. También se vieron afectados por la peste, ya
que muchos fueron sacrificados por la falsa creencia de que transmitían la
enfermedad.
En varias partes de Europa, los gatos fueron sacrificados de manera ritual
o en ocasiones torturados hasta bien entrado el siglo XIX, cuando las iglesias
cristianas dejaron por fin de perseguir a las llamadas brujas y a sus
familiares. La expansión de los pueblos y las ciudades en la Inglaterra
victoriana dio lugar a un gran número de gatos callejeros, muy superior al de
los gatos domésticos de la época. Sin embargo, en esta época los gatos
estaban ganando cada vez más importancia como mascotas domésticas, y en
1871 se celebró la primera exposición oficial de gatos en el Crystal Palace
de Londres, con la determinación de los organizadores de cambiar la
percepción pública del gato. La tendencia se fue extendiendo, y en 1881 se
organizó la primera en Broadway, Nueva York, y en 1895 se inauguró la
primera exposición felina norteamericana en el Madison Square Garden. En
1927 se fundó la Liga para la Protección de los Gatos, con el único fin de
velar por el bienestar de los gatos en el Reino Unido. En 1866 se fundó la
Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad contra los Animales
(ASPCA). Desde entonces, el gato ha recobrado su popularidad y su estatus
como animal de compañía favorito en todo el mundo no ha dejado de crecer.
Demonizado hasta la época victoriana por algunas iglesias cristianas como una manifestación del
diablo, el lugar del gato como importante animal de compañía se vio reconocido finalmente en 1871,
con la celebración de la primera exposición felina oficial. © Jane Burton

Las impresionantes cifras de los diez países con más gatos del mundo que
aparecen en la página 58 son solo orientativas, pero nos dan una idea de la
magnitud de nuestra fascinación por la especie felina. A nivel global, es fácil
comprobar que no somos los únicos que queremos a los gatos, pero, en
definitiva, siempre es nuestro propio gato el centro de nuestro amor y
atención.
Para comprender mejor a nuestros gatos, siempre es bueno empezar por
el principio y dedicar algo de tiempo a aprender cómo se creó cada uno de
ellos y cómo el tuyo desarrolló su personalidad única.
El pelaje de los gatos tiene solo dos colores básicos: negro y rojo (o naranja). El resto de los colores
son una combinación de estos. Su color de ojos está relacionado con su color de pelaje. © BSIP
Medical/May May
¿QUÉ HAY EN LOS GENES DE UN GATO?
Para empezar a entender cómo se desarrolla cada gato, incluido el tuyo,
tienes que comprender cómo funcionan los cromosomas y los genes. Así que
aquí va la lección de ciencia.
Todo empieza cuando un gato y una gata se juntan y crean una nueva
vida que engloba elementos y características de ambos. Cada cromosoma
está formado por proteínas y una única molécula de ácido
desoxirribonucleico (ADN) situada en el interior del núcleo de las células
animales y vegetales. El ADN, que se transmite de padres a hijos, contiene
las instrucciones específicas que hacen único a cada tipo de ser vivo. Los
cromosomas están formados por largas cadenas de genes y en cada gen hay
información que guía el desarrollo, el crecimiento y la salud. Todos los
cromosomas de una célula están dispuestos por pares (los gatos tienen 38 en
total, mientras que los humanos tienen 46). Los dos cromosomas de cada par
tienen genes para las mismas características. Por lo tanto, un gato tiene dos
genes para cada característica que posee.
Cuando un espermatozoide y un óvulo se unen para formar la primera
célula del nuevo gatito, la mitad de cada par de cromosomas del padre y de
la madre se unen para formar un nuevo par completo. Esta célula se
duplicará para formar miles de millones de otras células que contienen el
mismo código genético que dicta qué características tendrá el gatito. La
forma en que se expresen estos rasgos dependerá de cómo compitan entre sí
los genes de cada progenitor por la dominancia. Por ejemplo, algunos
colores de pelaje son dominantes sobre otros, por lo que si uno de los
progenitores tiene un gen de pelaje negro y el otro de pelaje azul, se
impondrá el primero y el gatito nacerá con pelaje negro.

¿SABÍAS QUE…?

• El color de los ojos está relacionado con el color del pelaje.


• Los gatos con «puntos», por ejemplo el siamés, tienen un gen que limita el color a las partes
más frías del cuerpo del gato: la cabeza, la cola y las patas. A medida que el gato envejece,
y disminuye el flujo sanguíneo, el cuerpo comienza a enfriarse y empieza a salir el color de
los puntos en el cuerpo.
¿SABÍAS QUE…?

• Hay dos colores básicos en los gatos: el negro y el rojo (también llamado naranja). El resto
de los colores son una combinación de estos.

Algunos genes están ligados al sexo del animal. Una hembra tiene dos
cromosomas sexuales del mismo tipo, XX, mientras que el macho tiene dos
cromosomas sexuales diferentes, XY. El gen naranja se encuentra en el
cromosoma X. Este gen produce el color naranja o negro del pelaje. Un
macho con un solo cromosoma X puede tener solo naranja o negro, no
ambos. Si un gato macho es a la vez naranja y negro —un patrón de pelaje
carey o calicó— debe tener todos o parte de los dos cromosomas X
femeninos. Por eso los gatos machos carey o calicó son extremadamente
raros y siempre estériles.

RELACIONES

Una vez seguí el progreso de unos hermanos ragdoll durante su primer año, y sus
personalidades iban de tímidas a extrovertidas y de traviesas a tranquilas. A medida que
crecían, sus caracteres se iban moldeando aún más por sus experiencias vitales. Uno de los
gatitos se fue a vivir con una mujer muy previsora y atenta que, antes de emprender un largo
viaje en avión que le daba miedo, escribió un cuaderno con todos los detalles sobre los gustos y
aversiones, hábitos y debilidades de su gato. En el improbable caso de que ella no regresara, el
cuaderno serviría para asegurarle a su ragdoll los cuidados que necesitaba. Con los años he
descubierto que las descripciones exactas de la idiosincrasia de un gato son irrelevantes para
los futuros dueños, ya que la relación de cada gato con su humano es única, y comprender las
características fundamentales de cada gato y de la especie es lo único que se necesita para una
vida feliz juntos.

¿CÓMO SE FORMA EL CARÁCTER DE UN GATO?


El aspecto de un gato viene dictado por sus genes, pero ¿qué hay de su
personalidad? ¿Cuánto influye la naturaleza (sus genes) o la crianza (su
educación) en la personalidad de tu gato?
Hay muchas formas de clasificar el carácter y la personalidad, pero hay
dos tipos básicos: tu gato puede ser nervioso y reactivo o lento y tranquilo.
Se cree que las variaciones en cuanto a excitabilidad y timidez están
motivadas por diferencias hereditarias, como la cantidad de adrenalina que
se libera cuando un gato se enfrenta a un problema. Algunas razas se
caracterizan por su temperamento: los siameses se consideran sociables,
afectuosos, sensibles y habladores; los birmanos son decididos y
extrovertidos; y los persas son plácidos. Esto debe significar que estas
características se heredan en cierta medida.
Las investigaciones sobre la heredabilidad del temperamento han
analizado la influencia del padre en la personalidad de su descendencia. Se
consideró que era una buena forma de probar la influencia genética, ya que
el padre no tenía ninguna influencia directa en el comportamiento de los
gatitos una vez nacidos. Se llegó a la conclusión de que los padres intrépidos
procreaban gatitos intrépidos y los padres tímidos procreaban gatitos igual
de tímidos. La madre también puede tener una influencia genética similar, y
la influencia de su actitud en su descendencia a una edad temprana también
tendría un efecto muy importante. Los gatitos aprenden sus respuestas al
entorno y a las situaciones sociales observando a su madre.
También se han evaluado otros aspectos más específicos de la
personalidad de un gato en otros estudios en los que se hicieron
descripciones subjetivas del carácter de los distintos gatos. Se pidió a los
dueños que confirmaran la presencia o no de ciertos rasgos, algunos de los
cuales se referían específicamente a la reacción del gato ante otros gatos y
humanos, como temeroso, sociable, estable u hostil.
Los gatos no nacen con la capacidad de convivir con los humanos, por lo que los gatitos deben
desarrollar asociaciones positivas con las personas y con un entorno hogareño. © Bubbles
Photolibrary

Otros rasgos eran excitable, ágil, curioso, tenso, locuaz y vigilante. Esto
permitió a los investigadores establecer una interpretación humana de
elementos fundamentales de la personalidad felina. Las evaluaciones
subjetivas de este tipo no proporcionan resultados concluyentes, pero
ilustran la complejidad y la diversidad de los rasgos de los gatos. Además,
esto solo explicaría la cuestión a medias, ya que el comportamiento
aprendido y las pequeñas peculiaridades específicas de la relación entre un
humano y su gato aportan otros elementos que hacen de cada gato un
individuo único.

APRENDER A VIVIR CON NOSOTROS


Los gatos domésticos no nacen con la capacidad automática de vivir en
armonía con nosotros, los humanos, sino que tienen que aprender a aceptar
nuestras formas de vida y de comportamiento, muy poco felinas.
La personalidad de un gato, como ya hemos dicho, depende de rasgos
heredados y del entorno en el que se cría. Por lo tanto, para que tu gato sea
un buen animal de compañía —y disfrute siéndolo— es importante que se
críe en un ambiente hogareño y lleno de asociaciones positivas con los
humanos. El desarrollo conductual y emocional más importante de un gatito
tiene lugar entre las dos y las siete semanas de edad. Es el llamado «periodo
sensible», en el que los gatitos están especialmente receptivos a aprender
sobre su entorno y otras especies. Todo aquel que tenga una camada de
gatitos debe aprovechar la oportunidad de exponerlos a encuentros positivos
con humanos, perros, otros gatos y cualquier otra especie doméstica durante
las primeras semanas de vida para darles todo tipo de oportunidades de
establecer vínculos sociales. Este proceso se denomina «socialización
temprana» y es, en gran medida, responsabilidad del criador profesional o
aficionado.
El «periodo sensible», entre las dos y las siete semanas de edad, es cuando los gatitos están
especialmente receptivos a aprender sobre su entorno y sobre otros animales. © GK Hart/Vikki Hart

Los estudios realizados sobre la calidad y la cantidad de interacciones y


manipulación durante este periodo sensible demuestran las ventajas de
proporcionar la socialización necesaria de la forma adecuada. Estos estudios
concluyeron que los gatitos que habían interactuado con varias personas
durante este periodo crucial tendían a ser más sociables con los humanos que
los que no lo habían hecho. También era importante la diversidad de las
personas: hombres y mujeres, jóvenes y mayores.
Pero no solo influyen las personas; los gatitos también necesitan entender
lo que es vivir en un hogar. La exposición positiva a estímulos ambientales
que, en otras circunstancias, resultarían difíciles —ruidos, niños, perros,
aspiradoras, distintos lugares e incluso viajes en coche— hace que el gatito
comprenda que no hay que temerles a esas cosas.
Siempre que reciban la socialización adecuada, lo ideal es que los gatitos
se vayan a su nuevo hogar a las 12 semanas. Esto les permite pasar el mayor
tiempo posible con su madre y sus hermanos, de los que pueden aprender
mucho.

ANNIE LA HUERFANITA

Hace muchos años, crié a mano a una de mis gatas, a la que llamaba cariñosamente Annie la
huerfanita. Por aquel entonces, no comprendía la importancia de manipularla a una edad tan
temprana, pero lo hice porque me preocupaba mucho por sus hábitos de alimentación y aseo y
porque le tomé mucho cariño. Tampoco entendía del todo la importancia de las primeras
experiencias vitales, pero ella venía a trabajar conmigo a la clínica veterinaria todos los días,
por lo que estaba expuesta a todas las impresiones y sonidos de la clínica y a los inevitables
viajes en coche. Gracias a ello, se convirtió en una adulta sociable que se mostraba
increíblemente tranquila cuando viajaba o visitaba al veterinario, dos de las experiencias más
estresantes para la mayoría de los gatos. Siempre estaré agradecida de haber podido
prepararla tan bien para la vida, ¡aun sin darme cuenta!

LAS PERSONALIDADES DE LAS RAZAS


Desde finales del siglo XIX, muchos gatos han sido criados selectivamente
por parte de entusiastas deseosos de crear interesantes variaciones de la
forma del cuerpo, la longitud y el color del pelaje de los felinos, y de
dotarlos de rasgos de personalidad acordes con su belleza.
En la actualidad hay más de 70 razas registradas en todo el mundo. La
personalidad de los felinos puede variar muchísimo, pero por lo general los
gatos de pelo largo y los de pelo corto tipo «cobby», como el British o el
American Shorthair, tienden a describirse como «relajados» y «plácidos»,
mientras que los esbeltos orientales son más extrovertidos.

EL TRABAJO PREPARATORIO DEL CRIADOR

Si vas a comprar un gatito a un criador:


• Infórmate bien sobre la raza que has elegido a través de tu veterinario, organizaciones
veterinarias o asociaciones protectoras de animales.
• Pregunta siempre por teléfono antes de visitar el establecimiento del criador.
• Asegúrate de que el criador ha socializado bien a los gatitos para que se acostumbren a los
humanos y a las vistas y sonidos de un hogar normal.
• Escoge a un gatito que sea sociable tanto con sus hermanos como con las personas.
• Escoge un gatito que parezca sano, con ojos brillantes y pelaje reluciente.

La personalidad es fruto de una compleja interacción de hormonas,


genética y experiencias tempranas, por lo que es imposible asegurar que dos
gatos, independientemente de su raza, se comportarán exactamente igual o
crecerán con rasgos idénticos. Sin embargo, la descripción del
comportamiento de cada raza nos da una idea general de las características
que pueden condicionar la idoneidad de una raza determinada para el
entorno y el estilo de vida de un potencial dueño. Puede que algunas
características de temperamento, como «vivaz» o «muy sociable», no sean
las más adecuadas para una persona que pasa muchas horas en el trabajo, ya
que las necesidades de compañía y entretenimiento de este gato en particular
superarán lo que dicha persona puede ofrecer en su vida diaria. Si, por otro
lado, se alude a una raza como «tímida» y «sensible», quizá no sea la
mascota ideal para alguien con un estilo de vida muy activo y rutinas
impredecibles.
Por ello, es importante investigar el pedigrí antes de comprar, ya que no
todos los tipos de gatos son compatibles con todos los tipos de personas. Un
gato es un compromiso importante y un posible compañero para los
siguientes 20 años. Por lo tanto, equivocarse desde el principio es un camino
que puede llevar a la infelicidad del gato y de su dueño. Así que ¡investiga
bien antes de decidir!
Los siameses son gatos sociables y juguetones a los que no les gusta quedarse solos. Pueden crear
vínculos con otros gatos y son muy locuaces. © Peter Alvey
ELEGIR UNA RAZA
¿Qué raza se adapta mejor a su personalidad? Estas son actualmente las
razas más populares en todo el mundo, junto con algunas pistas sobre lo que
puedes esperar si decides compartir tu hogar con un gato de alguna de ellas.

British/American Shorthair
Se trata de un gato plácido y amable, amistoso sin ser exigente, que disfruta
de la compañía humana, pero que prefiere sentarse cerca de ti en vez de en tu
regazo.

Birmano
Es un gato dócil y tranquilo que puede ser una buena mascota familiar, ya
que le encanta estar con la gente.

Siamés
Un gato inteligente, sensible y locuaz. Los siameses son juguetones y se les
suele describir como «perrunos», ya que adoran la compañía y odian
quedarse solos. Pueden crear fuertes vínculos con otros gatos, sobre todo con
otros siameses. ¡También son muy parlanchines!

Persa
Son gatos afables y no muy exigentes, las divas del mundo felino y difíciles
de mantener, ya que requieren cepillados diarios para mantener la belleza de
su largo pelaje.

Birmano
De ellos se suele decir que son «más perrunos», ya que son extrovertidos y
enérgicos. Son ruidosos y les encanta la atención humana, pero pueden hacer
travesuras cuando están aburridos o se les deja solos durante mucho tiempo.
Al igual que los bengalíes, pueden ser muy territoriales.

Ragdoll
Es un gato plácido y amable que se contenta con la compañía humana sin
reclamar demasiada atención. Aunque hay que cepillarlo, su pelaje no es tan
largo ni tiende tanto a enredarse como el del persa.

Maine Coon
Apodados «los gigantes amables», los Maine Coons son cariñosos y
relajados a la par que extrovertidos y muy amigables con la gente. Pero no
pienses que su voz se corresponde con el tamaño de su cuerpo, ya que para
comunicarse emiten un gorjeo suave.

Bosque de Noruega
Algo más pequeño que el Maine Coon, el Bosque de Noruega es relajado,
confiado y sociable, y le encanta la vida al aire libre.

Gato oriental
Este gato tiene un temperamento muy parecido al del siamés: leal, cariñoso,
parlanchín y exigente.

Bengalí
El bengalí fue creado en un principio como una hibridación entre el leopardo
asiático y un gato doméstico. Las primeras generaciones del bengalí,
denominadas F1, F2 y F3, son muy tímidas, pero las posteriores se
convirtieron en animales juguetones, activos y locuaces a los que les encanta
el agua. Son gatos muy fuertes y musculosos y pueden ser muy territoriales.

¿SABÍAS QUE…?

• Los gatitos siameses nacen blancos y sus puntos cambian a un pelaje más oscuro cuando
tienen unas cuatro semanas.
• La capacidad del gatito para percibir el dolor está ya presente al nacer.
• Los gatitos normales tienen un ritmo cardiaco de más de 200 latidos por minuto.
• Hasta las tres semanas de edad, los gatitos maman, llegado el caso, tanto de hembras no
lactantes como de lactantes, lo que demuestra que la recompensa de la leche no es
¿SABÍAS QUE…?

necesaria para iniciar o mantener la conducta de mamar.

El paso de la leche materna a los alimentos sólidos suele comenzar cuando los gatitos tienen unas
cuatro semanas. © Jane Burton

LA VIDA DE UN GATITO
Los gatitos se desarrollan rápidamente desde el nacimiento, tanto física
como emocionalmente, pero durante las dos primeras semanas de vida sus
respuestas siguen siendo limitadas y dependen por completo de su madre
para sobrevivir.
Los gatitos nacen sin vista ni oído y utilizan el tacto, el olor y la
sensación de calor para localizar la teta de la madre y alimentarse. La madre
estimula la micción y la defecación de los gatitos lamiéndoles el ano. A esta
edad, los gatitos apenas pueden moverse y se arrastran lentamente para
desplazarse muy cortas distancias dentro de la zona del nido. Durante las dos
primeras semanas de vida abrirán los ojos y les empezarán a crecer los
dientes.
Durante la tercera y la cuarta semana, la vista de los gatitos empieza a
guiarles hacia su madre en lugar de guiarse solo por su calor y su olor. En la
tercera semana empiezan a andar de una forma algo precaria y a las cuatro
semanas ya pueden alejarse a una distancia razonable del nido. Ahora ya
pueden utilizar el famoso reflejo de enderezamiento felino que les permite
girar en el aire y caer de pie. A las cuatro semanas de vida, los gatitos suelen
iniciar el proceso de destete de la leche materna y empiezan a comer
alimentos sólidos que les dan sus dueños.

Cuando nacen, los gatitos no pueden ver ni oír. Utilizan el tacto, el olor y el calor para localizar la
teta de su madre y poder alimentarse. © Robert Pickett

Hacia la quinta semana, los gatitos pueden correr en ráfagas cortas y a las
seis semanas de edad ya han adquirido todos los movimientos básicos de un
gato adulto. Conforme avanza el destete, los gatitos son cada vez más los
que inician las tomas, y la madre empieza a rechazar muchas de ellas. Para
entonces, ya habrán desarrollado un control voluntario de la eliminación y
podrán empezar a aprender a usar el arenero observando el comportamiento
de su madre.
A las siete semanas, el gatito ya responde a los estímulos sociales
amenazadores como un adulto: escapando, paralizándose o mostrando
agresividad. Es en esta semana cuando finaliza en gran medida el destete.
Las habilidades motoras complejas, como caminar por una valla estrecha
y dar la vuelta, aún tardarán en desarrollarse y quizá no estén plenamente
afinadas hasta las 10-11 semanas de vida. Su vista seguirá agudizándose
hasta las 12-16 semanas de edad.

SER UN GATO JOVEN


El periodo juvenil del desarrollo de los gatos abarca desde los siete meses
hasta los dos años. Durante la última parte de esta etapa de la vida, suelen
exponerse a situaciones sociales y desafiar a otros gatos.
La madurez sexual puede producirse a partir de los seis meses (a veces
incluso antes), pero normalmente se recomienda esterilizar a machos y
hembras entre los cinco y los seis meses para evitar camadas no deseadas.
Dado que algunos gatos pueden ser sexualmente activos antes de este
momento, quizá sería prudente revisar este calendario y adelantarlo a los
cuatro meses. Las protectoras llevan años esterilizando sistemáticamente a
los gatitos jóvenes con excelentes resultados, sin complicaciones y sin que se
hayan registrado casos de alteración del desarrollo conductual o emocional
como consecuencia de ello.
En su etapa juvenil, los gatos aún suelen tener una bravuconería propia de
la juventud y son frecuentes las infecciones por mordeduras, así como las
heridas debidas a atropellos. Las cifras publicadas por una de las principales
aseguradoras de mascotas del Reino Unido en 2005/2006 indican que cada
dos minutos y medio muere un gato atropellado en las carreteras del país, y
la mitad de los gatos accidentados tienen entre siete meses y dos años. Según
estadísticas (no contrastadas) de Animal People Online News, cada año
mueren atropellados en EE. UU. unos 5,4 millones de gatos.
Los gatos de entre siete meses y dos años se consideran jóvenes. Muchos muestran esa mezcla de
bravuconería y vulnerabilidad que suele caracterizar a la juventud. © PHOTO 24

CALCULA LA EDAD DE TU GATO

edad equivalente en edad edad equivalente en edad


gatuna humana gatuna humana
CALCULA LA EDAD DE TU GATO

1 15 13 68

2 24 14 72

3 28 15 76

4 32 16 80

5 36 17 84

6 40 18 88

7 44 19 92

8 48 20 96

9 52 21 100

10 56 22 104

11 60 23 108

12 64 24 112

El ritmo de envejecimiento de los gatos


Los gatos envejecen a un ritmo diferente al de los humanos, pero podemos
calcular la edad de nuestro gato en una escala equivalente. Por regla general,
un año gatuno equivale a cuatro años humanos, pero los dos primeros años
de la vida de un gato evolucionan de una forma algo diferente. El primer
mes equivale al primer año de vida de un bebé, y un gatito de tres meses
sería equivalente a un niño de cuatro años. Un gato de seis meses equivaldría
a un niño de diez años, y un gato de un año equivaldría a un adolescente
humano de 15 años.

Cuando los gatos de un mismo hogar van alcanzando la madurez, podrían dejar de jugar juntos e
intentar reclamar sus propios territorios dentro del espacio que comparten. © Wayne Eastep

LA MAYORÍA DE EDAD
Las verdaderas características de tu gato se revelarán en la etapa en que
alcance la madurez social, cuando comprenda sus necesidades territoriales y
su papel en relación con los otros gatos.
Los gatos suelen alcanzar la madurez social entre los 18 meses y los
cuatro años, aunque la media se sitúa en los dos años. Ahora ya ha crecido
por completo (algunas de razas más grandes, como el Maine Coon, pueden
seguir creciendo hasta los cuatro años) y su personalidad ya está establecida.
Esta es una época en la que pueden producirse cambios sutiles en la
forma en que tu gato ve el mundo. Las disputas con otros gatos de fuera
pueden tomar un cariz más serio, o incluso podría empezar a sentir la presión
de establecer un territorio frente a dicha oposición. Las relaciones con los
otros gatos de la misma casa van cambiando cuando empiezan a verse como
rivales y no como compañeros de juegos. Esta transición es gradual y el
dueño no suele darse cuenta. Los gatos que antes se llevaban muy bien,
dormían juntos o se aseaban el uno al otro, se distanciarán y aparecerán cada
uno en una parte distinta de la casa, en lugar de acurrucados en la misma
cama. Puede que dejen de jugar juntos o que los juegos de pelea se
conviertan en algo más agresivo, sin que ninguno de ellos se eche atrás en su
lucha por establecer su dominio en la discusión. La mayoría de los gatos que
viven en hogares con varios gatos no se pondrán de acuerdo y crearán sus
propias guaridas o zonas centrales dentro de la casa, donde se sentirán
seguros y sin la invasión de los demás. Así, la casa se divide y los gatos se
reparten el espacio como si fueran individuos separados con territorios
superpuestos.
Hay casos, sobre todo en las razas muy sensibles como el siamés, en los
que el estrecho vínculo con un hermano o con otro gato se prolonga hasta la
edad adulta y permanece intacto toda su vida. Este tipo de relación suele ser
intensa y los gatos se angustian si el otro está ausente del hogar durante
algún tiempo.
La etapa adulta de un gato —de los dos a los seis años— suele ser la más saludable, pero también
entonces pueden aparecer problemas de comportamiento. © Peter Mintz/Design Pics
LA PLENITUD DE LA VIDA
Se considera que la mejor etapa de un gato es entre los dos y los seis años,
posiblemente la más saludable de su vida. Pero también es el momento en
que pueden aparecer problemas de comportamiento.
No es casualidad que esto ocurra en el periodo en el que el gato alcanza la
mayoría de edad, ya que la transición de joven a adulto genera muchas
tensiones. Si tu gato no consigue, por el motivo que sea, resolver cualquier
conflicto que surja entre él y otro gato de su territorio o de la casa, puede
que, para hacer frente a su situación, adopte un comportamiento inaceptable
para ti, como ensuciar la casa. Pero el estrés no solo se manifiesta en la
conducta del gato, sino que también puede debilitar su sistema inmunitario y
provocarle enfermedades.

¿SABÍAS QUE…?

• Los Maine Coons y otras razas grandes de gatos siguen creciendo en tamaño hasta que
tienen entre tres y cuatro años de edad.
• Los gatos esterilizados necesitan muchas menos calorías —hasta un 40 % menos— que los
gatos sin esterilizar para mantener su peso corporal.
Seguramente tu gato y tú ya os entendáis: tú sabes lo que él quiere y él sabe cómo «pedirlo». ©
Juniors Bildarchiv

La forma en que un gato afronta la presión de su madurez social es


producto de su personalidad y de sus experiencias vitales. Es muy probable
que sea una transición suave y que lo único que notes sea una calma un poco
más «adulta» y el desarrollo de unas rutinas diarias que lo definan como
individuo. Los gatos de esta edad habrán empezado a entender cómo
funciona la relación con sus dueños y entre tú y tu gato se habrá establecido
una comunicación específica. Para entonces, ya habrás descubierto lo que le
gusta a tu gato y cómo te muestra que lo quiere. El proceso de
adiestramiento estará a punto de concluir y, probablemente sin que te hayas
dado cuenta, tu gato ya habrá tomado las riendas de la relación.
En esta época de la vida, los problemas de salud también pueden ser
importantes para los gatos de razas. Dado que la cría para obtener unos
rasgos determinados conlleva un «acervo genético» desproporcionadamente
reducido, estos gatos son más propensos a las enfermedades hereditarias que
la media de los gatos domésticos. Estas enfermedades, como por ejemplo los
problemas cardíacos o renales, suelen manifestarse en la juventud.
Los gatos a esta edad ya han dejado de crecer y lo habitual es que, salvo
que sean necesarios para la cría, hayan sido castrados. Ambos cambios
fisiológicos provocan una reducción significativa de las necesidades
energéticas del gato. Si su consumo de calorías se mantiene igual y, además,
le sumamos un estilo de vida más sedentario, es casi inevitable que el gato
aumente de peso.
Es probable que con la edad los gatos se vuelvan menos juguetones, pero el juego es una actividad de
ocio natural, por lo que deberían seguir jugando un poco durante toda su vida. © Imagebroker.net

LA CRISIS DE LA MEDIANA EDAD


A medida que un gato acerca a la mediana edad, normalmente entre los seis
y los ocho años, conviene vigilar su comportamiento para identificar
situaciones que puedan causar problemas en el futuro.
Por ejemplo, si notas que tu gato sale menos de casa, esto podría indicar
que le cuesta establecer sus «derechos de paso» por el territorio exterior.
Como dueño, le transmites a tu gato una profunda sensación de seguridad,
así que si solo sale cuando estás tú, puede ser indicio de que hay problemas.
Si esto se combina con un repentino desinterés de tu gato por jugar, deberían
empezar a sonar las alarmas.
Es muy común y casi inevitable que, una vez que el gato haya madurado,
baje la intensidad de su juego, pero si desaparece del todo es una mala señal.
El juego es una actividad de ocio natural, por lo que debería seguir jugando
durante toda su vida. El desinterés puede ser consecuencia directa de que tú,
el dueño, inicies menos juegos. Ahora bien, si tú sigues jugando con tu gato
de forma tan activa como siempre, pero él está menos dispuesto, la raíz del
problema puede ser la presión de otros gatos. Cuando un gato se siente
amenazado o intimidado de alguna manera por la presencia de otros, una de
las primeras cosas que deja de hacer es jugar, ya que es imposible
mantenerse vigilante ante un posible ataque cuando está distraído con la
emoción del juego. Lamentablemente, el enemigo puede encontrarse dentro
del hogar, ya que un gato competitivo podría adueñarse de los juguetes como
un recurso importante, y un gato menos seguro se sentirá incapaz de
entregarse al juego si el gato competitivo está cerca.
También puede ocurrir que haya más gatos en el exterior o que estos
estén invadiendo el territorio de tu gato porque él no haya conseguido
marcar sus límites. Algunos gatos, bajo la abrumadora presión de otros gatos
de fuera, incluso prefieren quedarse en casa antes que arriesgarse a sufrir un
ataque.
Si tu gato no sale de casa o le gusta menos moverse al aire libre, la
mediana edad es el momento de intensificar las actividades de
entretenimiento. En las páginas 116-117 encontrarás consejos para estimular
y motivar a tu gato con los juguetes y juegos adecuados.
Si tu gato no parece dispuesto a aventurarse al exterior, es posible que tenga problemas territoriales
que lo mantengan confinado en casa. Estos problemas pueden deberse a la competencia con otros
animales domésticos. © blickwinkel/Schmidt- Roeger

EL GATO MADURO
Es difícil evaluar con precisión la edad de un gato a menos que sea muy
joven o muy viejo, y muchas veces será difícil distinguir a un gato maduro
de un adulto joven.
Se considera que un gato es maduro entre los siete y los diez años. En
esta etapa de su vida, el aspecto de tu gato y la respuesta de su cuerpo al
paso del tiempo dependerán de su genética, estilo de vida, nutrición y salud
general. Sin embargo, este es el momento en que pueden manifestarse las
enfermedades propias de la edad.
Al alcanzar la madurez, tu gato ya habrá dominado por completo su
relación contigo y empezará a vocalizar más para comunicar sus
necesidades. Dado que los gatos no usan muchos sonidos de forma natural
en situaciones sociales (ver la página 52), el aumento de una gran variedad
de «maullidos» tiene por objeto conseguir que tú satisfagas demandas
específicas.
Para esta época, es posible que tu gato haya pasado por varias mudanzas
e incluso haya tenido que enfrentarse a la llegada de otro gato al hogar.
Muchos hogares con más de un gato son consecuencia de una sucesión de
adquisiciones y no de la crianza conjunta de los gatos desde pequeños, por lo
que los gatos maduros podrían haber tenido que enfrentarse a esta
experiencia al menos una vez para cuando cumplen los diez años.
Esta es también una época de la vida en la que un gato puede estar
acomodado a sus costumbres, y quizás reaccione a cualquier obstáculo
mediante una estrategia de evitación más que de confrontación, lo que le
lleve a una falta general de actividad y a un estilo de vida más bien vago y
sedentario. Esto puede causar un aumento gradual de peso a lo largo del
tiempo, y si este se ha dado durante varios años y no se ha corregido cuando
era más joven, es en la etapa madura cuando la obesidad empieza a afectar a
la salud de los gatos . No obstante, el peso exacto no es la medida principal
de la obesidad, ya que cada raza tiene un tamaño diferente, por lo que su
peso óptimo variará en consecuencia. Se ha desarrollado un sistema de
«puntuación» de la constitución de un gato que evalúa su silueta en dos
aspectos diferentes. Lo ideal es que un gato sea estrecho de cintura visto
desde arriba y que sus costillas se puedan palpar fácilmente pero que no se
vean a simple vista.

¡LOS GATOS TIENEN ESCLAVOS!

Carol y yo estábamos conversando cuando su anciana gata, China, entró en la habitación y


lanzó un pequeño chillido. Carol se levantó enseguida, fue a la cocina, vertió leche en un
platito y se la dio a China. Volvió y seguimos charlando hasta que China se acercó de nuevo a
su dueña, haciendo un ruido más profundo e insistente, tras lo que Carol cogió el cepillo y
empezó a alisarle distraídamente el pelaje algo revuelto. Poco después, cuando la gata emitió
otro ruidito, tuve que preguntarle a Carol si estaba en lo cierto al suponer que cada sonido
representaba una petición concreta. Me contestó que, en efecto, China hacía unas doce
peticiones diferentes, que había ido desarrollando a lo largo de quince años de feliz relación,
como «abre la puerta», «cógeme en brazos», «juega conmigo» y otras que pude ver durante mi
visita. Muy lista, pero no por ello única, como bien sabrán muchos dueños de gatos mayores.
EL GATO MAYOR
Tu gato se acercará a la vejez a los 11 años y, a partir de los 15, tendrá
bastante edad como para denominarlo geriátrico.
Durante estas dos últimas etapas de la vida se producen cambios físicos
generales que reflejan el proceso general de envejecimiento. Su piel se
vuelve menos elástica y su pelaje pasa del negro azabache al marrón o
aparecen pelos blancos. Su oído y su vista se van deteriorando y, si se ve
muy afectado, puede mostrarse menos receptivo y más retraído. Puede
incluso perder el apetito, ya que merma su capacidad para oler y saborear la
comida. Normalmente, los gatos no son muy dados a beber agua, y esto se
hace más evidente a medida que envejecen y pueden llegar a deshidratarse
de manera permanente, lo que les provoca un incómodo estreñimiento
crónico. Cada vez duermen más y tienen menos actividad, ya que sus
músculos y huesos se debilitan y su sistema inmunitario se vuelve menos
eficaz, por lo que los ancianos son más propensos a contraer enfermedades.
En sus últimos años, también pueden mostrarse confundidos e inseguros a
causa de la senilidad.
En esta época son frecuentes varias enfermedades derivadas de la edad.
Una de las más comunes es el hipertiroidismo, causado por un tumor de la
glándula tiroides que afecta al metabolismo del gato y que provoca pérdida
de peso y aumento del apetito. También es frecuente la hipertensión (tensión
arterial alta), asociada a la presencia de enfermedades como el
hipertiroidismo y la insuficiencia renal, que es una enfermedad degenerativa
crónica muy prevalente en los gatos debido a su dieta rica en proteínas.
Algunos síntomas son un aumento de la sed y de la micción (por la
incapacidad de concentrar la orina) y la pérdida de peso. La diabetes también
provoca pérdida de peso y aumento de la sed, y es habitual en los gatos
mayores, sobre todo en los que llevan algún tiempo con sobrepeso. Las
enfermedades dentales afectan aproximadamente al 30 % de toda la
población de gatos de compañía, pero son casi inevitables en los gatos
mayores o geriátricos. Se les acumula placa en los dientes, lo que les
provoca una enfermedad periodontal que, a su vez, les inflama las encías,
provocando que estas se retraigan y que los dientes se aflojen.
La artrosis se considera hoy en día una causa importante de malestar y
pérdida de movilidad en los gatos ancianos y geriátricos. La primera forma
de detectarla es si observas a tu gato en casa y te das cuenta de que ya no
salta a superficies altas, se asea peor y parece rígido al despertarse. Los gatos
de edad avanzada también tienen más probabilidades de padecer cáncer, que
puede afectar a cualquier parte del cuerpo y extenderse a otros órganos.

LISTA DE ENFERMEDADES RELACIONADAS CON LA EDAD Y SÍNTOMAS

Enfermedad Síntomas

Hipertiroidismo Pérdida de peso, aumento del apetito

Enfermedad renal Aumento de la sed, aumento de la micción, pérdida de peso

Diabetes Pérdida de peso, aumento de la sed

Enfermedad Encías inflamadas, encías retraídas, dientes flojos, pérdida de


dental apetito

Artrosis Falta de agilidad, aseo insuficiente, rigidez al despertarse

Cáncer Varios
Al igual que los humanos, los gatos, en sus últimos años, pueden sentirse confundidos e inseguros a
causa de la senilidad. Incorpora un acicalado suave en la rutina de cuidado de tu gato en caso de que
no pueda hacerlo por sí mismo. © Steppenwolf

El cuidado general de tu gato anciano debe incluir un cepillado cuidadoso


y una limpieza alrededor de la cara, los ojos y el ano, por si le cuesta hacerlo
solo. El cepillado debe ser suave, ya que los gatos mayores tienen menos
músculos y los huesos más marcados. Además, tienen las uñas siempre
fuera, ya que los músculos que las guardan se debilitan, por lo que hay que
recortárselas a menudo para evitar que se les enganchen o que crezcan
dentro de las almohadillas.

Los gatos ancianos duermen más, a veces hasta 18 horas al día. © Adam Burton

Cambios de comportamiento
Todo el posible deterioro físico que conlleva la vejez también afectará a las
rutinas y al comportamiento general de tu gato: los gatos ancianos tienden a
salir menos a la calle y a cazar menos, y llenan el consiguiente déficit de
actividad con un aumento del tiempo que pasan durmiendo, a veces hasta 18
horas al día o más. Pueden jugar y asearse menos, e incluso tener
«accidentes» en casa si olvidan los hábitos de eliminación adecuados.
Sin embargo, no todo el panorama es sombrío para ti y tu gato mayor.
Pasar muchos años con un gato hace que se desarrolle una relación tan
familiar que se crea un profundo entendimiento entre los dos que es difícil
de conseguir en menos tiempo. Tu gato anciano tenderá a vocalizar más
conforme aprende a «hablar» para conseguir lo que quiere de ti; a su vez, tú
aprendes a interpretar cada sutil matiz del sonido y a entender lo que te está
pidiendo. En la vejez, los gatos también recurren a los humanos en busca de
afecto y consuelo, y los que antes quizás eran distantes o poco sociables
pueden volverse extrañamente cariñosos en la vejez.

LA SITUACIÓN DE LA VEJEZ
La vejez no es una enfermedad en sí misma, pero requiere de más cuidados
por tu parte como su dueño para que la vida de tu compañero sea lo más
cómoda posible.
Los controles médicos anuales son imprescindibles para los gatos
ancianos, y el veterinario puede recomendar incluso revisiones semestrales si
el gato lleva bien las visitas a la clínica.
Los gatos no pueden regular su temperatura corporal cuando son
mayores. Por lo tanto, es importante ofrecerles varias camitas abrigadas,
bien accesibles y alejadas de las corrientes de aire. Procura que sean guesas,
con forros, mantas o materiales similares para evitar que a los gatos se les
formen llagas por lo marcados que tienen los huesos. A algunos gatos
mayores les cuesta acurrucarse, sobre todo si tienen rigidez por la artritis, así
que ponles una cama lo bastante grande para que puedan estirarse y sentirse
más cómodos.

SIGNOS DE SENILIDAD

Entre otros:
• Cambios en el ciclo sueño-vigilia
• Vocalización excesiva
• Disminución del apetito y del acicalamiento
• Desorientación o confusión
• Pérdida del control de esfínteres
• Quedarse mirando fijamente a las esquinas, deambulación constante
Aunque los gatos mayores sean menos ágiles que antes, la actividad
regular les ayudará a conservar la masa muscular y favorecerá su
circulación. Se recomiendan juegos suaves y frecuentes durante periodos
cortos. Si el gato está rígido o artrítico, las gateras pueden suponerle un
problema, e incluso disuadirle de salir a tomar el aire. Es aconsejable salir
con él a pasear por el jardín para que haga el ejercicio que necesita y se
sienta más seguro en tu compañía. Trepar también puede ser un problema
para un gato anciano, y sus sitios de descanso favoritos pueden resultarle
inaccesibles si no se les proporciona algo con lo que escalar, como taburetes
y cajas.
La pérdida de apetito puede combatirse calentando la comida a
temperatura ambiente para que desprenda más olor, ya que el olfato es muy
importante para estimular el apetito. Si tu gato presenta signos de senilidad
(ver cuadro), ofrecerle estimulación ambiental mediante juegos de caza y
búsqueda y una interacción estructurada puede aumentar su función
cognitiva y mejorar su calidad de vida.

AMISTAD GATUNA

Hay algunos indicadores claros de amistad y sociabilidad entre gatos, así que, si observas
alguno de estos en tu familia felina, ¡es una buena señal!
• Emiten chirridos al saludarse
• Duermen juntos
• Se asean el uno al otro (allogrooming)
• Se frotan entre sí para intercambiar olores (allorubbing)
• Se saludan amigablemente tras una ausencia prolongada
• Juegan juntos con objetos
• Comparten tu regazo

DENTRO DEL GRUPO


Los hogares con más de un gato son cada vez más frecuentes, y es habitual
que haya más de dos gatos. No es raro que haya seis o más conviviendo en el
mismo hogar.
Los dueños suelen hablar de que existe una jerarquía entre sus gatos e
identifican fácilmente al «líder» o «alfa». Sin embargo, esta es una de las
falsas creencias más extendidas sobre los gatos y, a decir verdad, la situación
es más compleja. En realidad, los grupos sociales surgen y se mantienen
gracias a un comportamiento cooperativo entre sus miembros y al desarrollo
de un olor comunitario que los une (ver páginas 39-40). Esto siempre y
cuando el entorno cuente con recursos suficientes para el número de gatos
que haya en él. En los hogares con varios gatos, una vez que todos los
miembros han madurado socialmente, no hay garantía de que vayan a formar
en forma automática un grupo social cohesionado. Pueden crearse distintas
facciones, algunas formadas por parejas de gatos y otras incluso por
individuos que forman grupos disidentes y se ven unos a otros como
potenciales adversarios. Estos grupos utilizarán el olor y el lenguaje corporal
para comunicarse a distancia y evitar el contacto directo.
En los hogares con varios gatos, no hay ninguna garantía de que los miembros vayan a formar un
único grupo social cohesionado. Cuando lo logran, los grupos sociales se mantienen gracias a un
comportamiento cooperativo y no a la mera jerarquía. © Corbis
Pero en la mayoría de los hogares con varios gatos suelen cumplirse
algunas reglas generales:

• Los gatos tímidos o ansiosos por naturaleza siempre ceden el paso a


los gatos más seguros en las situaciones competitivas.
• El resultado de un enfrentamiento entre dos gatos en igualdad de
condiciones puede cambiar el «equilibrio de poder» en futuras
situaciones competitivas.
• Los gatos son criados selectivamente para que toleren a otros gatos,
por lo que no todos los gatos son tan territoriales como lo sería la
especie por naturaleza.
• No todos los gatos que conviven con miembros de su propia familia —
como hermanos o madres e hijas— pueden vivir juntos sin problemas
una vez que maduran.
• Los gatos pueden ser unos abusones: si en un hogar con varios gatos
un miembro de un grupo rival se comporta como una víctima, será
tratado como tal y acosado como el eslabón débil en las disputas entre
las dos facciones.
• En un grupo de varios gatos, es inevitable cierto grado de hostilidad
activa (bufidos, etc.) en determinadas circunstancias, y debe
considerarse un comportamiento normal.
• Mirar fijamente es un desafío y lo suelen hacer los gatos más
decididos y asertivos.
• El bufido se utiliza como estrategia de defensa para evitar peleas.
Los hogares con más de un gato deben disponer de recursos suficientes para satisfacer las
necesidades de todos los gatos. No obstante, pueden surgir tensiones, sobre todo cuando un gato es
tímido y otro más intrépido. © Mauritius/Layer Layer

La combinación adecuada
Los hogares con varios gatos funcionan mejor cuando se procura combinar a
los gatos adecuados en un entorno que ofrezca suficientes recursos para
satisfacer todas las necesidades de cada uno de ellos. Algunos gatos se
adaptan mejor a la vida social que otros, pero por desgracia es difícil saberlo
cuando son pequeños. La mejor opción sería buscar hermanos de camada del
sexo opuesto, siempre que se les haya visto jugar y pasar tiempo juntos. La
combinación de un gatito muy seguro de sí mismo y atrevido y otro tímido y
apocado podría derivar en acoso e intimidación en la edad adulta.
También podrían surgir problemas si los dueños deciden quedarse con los
gatitos de la camada de su propia hembra. Durante el embarazo y la
gestación, la gata produce hormonas que la programan para cuidar de sus
crías de manera que maximice sus posibilidades de supervivencia. Una vez
que los gatitos se destetan y desaparece el impulso hormonal que la impulsa
a comportarse así, la relación suele ser muy distinta. No sería sano que los
machos se quedaran cerca, y las hembras son posibles rivales para el
apareamiento, así que no es de extrañar que cuando los gatitos tengan cinco
o seis meses empiecen a producirse tensiones.
Son frecuentes los errores cuando se introducen gatos nuevos en grupos
sociales armoniosos y estables. La mayoría de los grupos se resisten
activamente a la llegada de extraños, sobre todo si el recién llegado es un
gato adulto. La tensión que se genera puede llegar a agrietar una relación
normalmente positiva entre un grupo de gatos ya establecido. Pero hay
algunos gatos muy equilibrados que se adaptan sin ningún problema a la
vida en comunidad, mezclándose con el resto de los miembros de la casa y
estableciendo sin ayuda el olor grupal que los une a todos como grupo.

EL ENEMIGO EXTERIOR
Es fácil no darse cuenta de que las presiones del exterior afectan
directamente a un hogar de varios gatos, pero para los gatos que salen a la
calle puede significar la diferencia entre vivir en armonía o en discordia.
Si uno de los gatos siente una constante sensación de amenaza por parte
de otros gatos que invaden su territorio, reaccionará entrando en un estado
de alerta permanente que afectará a su estado de ánimo y, por lo tanto, a su
conducta y actitud hacia los demás felinos de la casa. Si desaparecen esas
presiones, los mismos gatos pueden convivir en perfecta armonía.
Ni siquiera los gatos de interior son inmunes a las presiones del exterior,
ya que pueden ver fácilmente a gatos desconocidos en el jardín a través de
ventanas y puertas de cristal. Los cristales no le brindan al gato ninguna
sensación de protección; ver una amenaza tan clara hace que su cuerpo
bombee adrenalina para prepararse para la lucha. Desgraciadamente, pueden
ser el gato o los gatos compañeros los que se conviertan en víctimas
inocentes de la consiguiente agresividad del gato, ya que su intensa respuesta
emocional al peligro que ha percibido en el exterior puede redirigirse
fácilmente hacia el objetivo equivocado.
LA PECERA

Al pobre Gyro, un siamés, le molestó especialmente que sus dueños derribaran la pared trasera
de la cocina y la sustituyeran por —a falta de una descripción mejor— una gran «caja» de
cristal. Su respuesta fue ir rociando el cristal con pequeños chorritos de orina cada vez que
podía. Los gatos necesitan camuflarse del mundo exterior y los cristales grandes pueden
estresarles, ya que no les ofrecen ningún lugar donde esconderse mientras ven el exterior. Los
expertos en conducta animal lo denominan «efecto pecera», ya que los gatos pueden sentirse
muy expuestos y vulnerables. Gracias a la colocación estratégica de muebles y a una lámina
autoadhesiva opaca en la parte inferior del cristal, Gyro recuperó pronto la sensación de
seguridad y su comportamiento volvió a la normalidad.

Los dueños de muchos gatos son auténticos amantes de estos animales y


los gatos callejeros suelen gravitar hacia ellos como polillas a la luz. Esto se
debe a dos razones: en primer lugar, la gente del vecindario conocerá su
entusiasmo por los gatos y hará que sean los primeros en saber de los gatos
callejeros de la zona y, en segundo lugar, los gatos gravitarán hacia un
entorno rebosante de comida, cobijo y todo tipo de comodidades gatunas. Un
gato callejero hambriento intentará por todos los medios mudarse a un grupo
que disfrute de la abundante comida que se les ofrece en un hogar de muchos
gatos. Su comportamiento suele ser astuto hasta el extremo, ya que se
acercan y se dan a conocer, mostrándose amables y pasivos. No se
comportan agresivamente con los gatos de la casa, pero tampoco muestran
signos de timidez o debilidad que pudieran hacer que los gatos lo alejaran.
Una vez que ya hayas decidido que el gato puede quedarse, ya que parece
llevarse bien con los tuyos, en cuanto se asiente, se propondrá la misión de
intimidar y alejar a los demás y reclamar el lugar como suyo. ¡Cuidado!
© Imagebrokers
Sección 4
El secreto de un gato feliz
Un hogar agradable para los gatos
Con un poco de imaginación, casi cualquier hogar puede ser
acogedor para los gatos, pero el secreto de un gato feliz no está solo
en el entorno, sino también en tu forma de interactuar con él.

H emos analizado cómo es el gato por dentro, estudiado su


comportamiento en la naturaleza y examinado sus orígenes como
animal de compañía y sus etapas vitales. Toda esta información nos ofrece
parte de la respuesta a la pregunta fundamental: ¿qué hace feliz a un gato?
Ahora es el momento de centrarnos específicamente en el gato o los gatos
con los que compartimos nuestro hogar y poner en práctica los
conocimientos recopilados en las tres secciones anteriores. Todos deseamos
que nuestros gatos sean lo más felices posible y sabemos que su felicidad
depende mucho de cómo nos comportamos y del tipo de vida que les
ofrecemos cuando comparten nuestro hogar.
Esta sección se centra en garantizar el mejor entorno posible para
satisfacer las necesidades y el bienestar general de tu gato. Es importante
que el hogar sea adecuado para él, con el material y los espacios adecuados,
sobre todo si no sale nunca de casa. La capacidad de elección de tu gato, en
función de sus gustos y aversiones individuales, se ve muy limitada cuando
tú eres el único que toma las decisiones. Si basas esas decisiones en
cuestiones exclusivamente humanas o en lo que tú consideras importante
para tu gato, podrías hacer sin querer que su vida dejara mucho que desear.
Ofrecerle la combinación adecuada de comida, refugio, cariño y entretenimiento es la clave para
satisfacer sus necesidades y que sea un gato feliz. © Piccolo

Como el gato tiene necesidades tan específicas, no basta con darle


comida, cobijo y cariño. Aunque estos elementos son igual de importantes
para el gato, la clave está en la calidad y la cantidad de cada uno de ellos. En
cuanto a los cuidados que necesita un gato en casa, hay una serie de
cuestiones prácticas. ¿Cuántas camas gatunas poner? ¿Dónde colocar los
rascadores? ¿A qué juegos deberías jugar? Y no solo eso, también hay
cuestiones emocionales que hay que resolver. ¿Exactamente cuánto cariño
hay que darle?
Las elecciones y decisiones que tomes a lo largo de tu vida como dueño
de un gato son fundamentales para su bienestar. Por eso, intentaré mostrarte
cómo hacer feliz a tu gato tomando las decisiones correctas.
Las elecciones y decisiones que tomes en tu vida como dueño de un gato son fundamentales para su
bienestar. Es importante tener en cuenta tanto la perspectiva del gato como tus propias circunstancias
humanas. © Janie Airey/cultura

LA RELACIÓN ADECUADA
La relación actual entre un dueño y su gato es compleja. Aunque no es malo
preocuparte mucho por tu compañero felino, es importante mantener un
equilibrio razonable.
Muchas personas ven a sus mascotas como miembros de la familia, por lo
que ponen el bienestar de su gato en el centro de sus decisiones, por ejemplo,
a la hora de irse de vacaciones o mudarse de casa. Sin embargo, tener un
animal de compañía debería suponer un beneficio mutuo y un placer para
ambas partes.
NORMAS DE RESPETO

• No molestes a tu gato cuando esté dormido o descansando.


• Un gato feliz es aquel que se interesa por lo que le rodea, así que intenta exponerlo a algo
nuevo y diferente cada día.
• En el mundo de los gatos, menos es más, así que no abuses de las caricias.
¡Tu gato no es una personita enfundada en un abrigo de peluche con cremallera! El gato es
otra especie con un papel especializado en la naturaleza, y tiene necesidades y motivaciones
diferentes a las de los humanos.

Cuando hablamos de ver la relación desde la perspectiva de un gato,


probablemente sea correcto suponer que los gatos nos ven como iguales,
socialmente, más que como alguien a quien deban venerar u obedecer. Sin
embargo, su comportamiento cambiará dependiendo de su estado de ánimo o
de las circunstancias, y alternarán entre respuestas de gatito, joven y adulto
durante la interacción con sus dueños. También podrás observar, si tienes
más de un gato, que pueden ser competitivos y verte más como un recurso
que como un compañero en lo que respecta a permitir el acceso a otros
gatos.
Una relación sana entre tu gato y tú os permite a ambos tener una vida
fuera de ella. Demasiada atención y demasiado tiempo en la compañía del
otro pueden crear una relación de dependencia en la que tu gato se sienta
incapaz de hacer nada sin tu apoyo emocional. Los gatos en esta situación
pueden sentir una profunda angustia cuando sus dueños no están, y algunos
incluso desarrollan enfermedades derivadas del estrés. Este tipo de
intensidad no os hace verdaderamente felices ni a ti ni a tu gato.
A los gatos se les debe permitir ser gatos y, hasta cierto punto, dictar la
calidad y cantidad de interacción con sus dueños. Pasar al menos una parte
del día en una actividad gatuna normal mantiene vivo el espíritu felino, por
lo que animar a tu gato a jugar, explorar, trepar y saltar a diario es una rutina
muy beneficiosa.

HABLAR EN GATUNO
Todos sentimos que tenemos un conocimiento especial de la mente de
nuestro gato, pero ¿nos comunicamos realmente con él? ¿Entienden lo que
les decimos y viceversa?
Lo bueno de la relación entre una persona y un gato es que puede
desarrollarse bastante bien aun sin un lenguaje común. Puede que el gato te
pida algo concreto y que tú lo malinterpretes como si estuviera pidiendo algo
completamente distinto y respondas en consecuencia, pero en realidad nunca
parece importar. Si los dueños se muestran complacientes, sus gatos seguirán
intentándolo hasta que consigan transmitir su mensaje. ¡Son muy tolerantes
con nuestra falta de entendimiento!
Los gatos se comunican entre ellos cuando están frente a frente mediante
combinaciones de posturas corporales, movimientos y la postura de las
orejas, la cabeza y la cola. Aunque parte de su lenguaje corporal es muy
descriptivo, otras señales consisten en cambios tan sutiles que los humanos
pueden pasarlos por alto muy fácilmente. Esto hace de los gatos unos
expertos en leer las señales no verbales, lo que parece poder extrapolarse a la
relación con sus dueños. Si le dices algo a tu gato y en el fondo no lo sientes,
sabrá que estás fingiendo. Los gatos siempre saben cuándo estás asustado o
enfadado, por mucho que intentes ocultarlo, porque los sutiles cambios en tu
lenguaje corporal delatan tus verdaderos sentimientos.
Esto nos lleva a la que podríamos llamar la primera regla de la
comunicación con tu gato: él siempre conocerá tus verdaderas intenciones y
tu estado de ánimo, así que ni intentes fingir. Recuérdalo la próxima vez que
te acerques a tu gato, como si nada, con una pastilla desparasitadora
escondida en el bolsillo. Tu gato lo sabrá porque estarás revelando tus
intenciones en tu forma de comportarte. El secreto está en convencerte a ti
mismo de que todo va bien y parecerás relajado y mucho menos
amenazador.
Por tanto, debes aprender a interpretar los sutiles matices del
comportamiento de tu gato. Todo lo que hacen los gatos tiene un porqué;
todos sus movimientos y posturas tienen un propósito, por muy indolentes
que parezcan a primera vista. La próxima vez que tu gato se te acerque o
llame tu atención, intenta «pensar como un gato» antes de suponer que sabes
lo que está pensando.
Los gatos se comunican con el movimiento, la postura corporal y el modo de colocar las orejas, la
cabeza y la cola, y son unos expertos en leer las pistas no verbales de sus dueños. © Juniors
Bildarchiv
Todo lo que hacen los gatos tiene un porqué, así que cualquier cambio de postura puede transmitir un
mensaje. Cada vez que se acerque a ti, intenta «pensar como un gato» para saber lo que quiere. ©
Juniors Bildarchiv

LO QUE QUIERE DE TI
Al contrario de lo que se suele pensar, los gatos no siempre quieren comida o
caricias cuando se acercan a sus dueños. Este malentendido puede hacer que
los gatos terminen con sobrepeso y frustrados al no entender por qué no
consiguen comunicarse.
Los gatos vocalizan por varias razones: para saludar a sus dueños tras un
tiempo de ausencia, para comunicar su estado de ánimo, para alertar a su
dueño de un peligro o para pedir algo. Tu gato también puede utilizar el
sonido como advertencia para que no hagas algo que no le gusta. Cuando un
gato regresa de la calle, podría hacer un determinado grito para indicar que
trae una presa a la guarida. Si has estado fuera o él ha vuelto de una
excursión por el jardín, hará un chirrido de saludo. Es un sonido breve que
espera un reconocimiento igual de breve que, dependiendo de la
personalidad de tu gato, puede ser desde una pequeña «respuesta» verbal
hasta un «cógeme y abrázame». Si no tienes claro qué prefiere pero ves que
forcejea para alejarse de ti, ¡es una buena señal de que prefiere que no lo
cojas!

¿SABÍAS QUE…?

• El 38 % de los hogares estadounidenses tiene un gato, según la Encuesta Nacional de


Propietarios de Mascotas 2009-2010 realizada por la Asociación Americana de Fabricantes
de Productos para Mascotas.
• En EE. UU. y Canadá existen spas para gatos donde los dueños pueden enviar a sus
mimados gatos para que les hagan masajes ¡y reiki!
• Si no puedes estar siempre ahí para entretener a tu gato, puedes comprar juguetes que se
activen con el movimiento y empiecen a moverse cuando tu gato se acerque.
El juego imita los comportamientos de la caza y les resulta gratificante por naturaleza: cuanto más
jueguen, más ganas tendrán de jugar. © galbertone

La vocalización de los gatos es un comportamiento aprendido, ya que el


sonido se ve casi siempre reforzado por la respuesta de sus atentos
cuidadores, lo que anima a los gatos a repetirlo. Algunos gatos usan sonidos
muy similares para todas las peticiones, pero muestran de algún modo sus
deseos situándose cerca del objeto en cuestión, como una puerta o una
despensa, mientras miran directamente a su dueño o al objeto. Una alerta de
peligro, por ejemplo, suele ir acompañada de paseos, sobre todo de una
ventana a otra, porque la amenaza que perciben viene del exterior. Si lo ves
inquieto y vocaliza antes de usar el arenero, es posible que tu gato no esté
satisfecho con su bandeja sanitaria.
Es frecuente que los gatos se froten en tus piernas (comportamiento de
marcaje) cuando te saludan o esperan a que les des de comer. No tienes que
responder a esta acción de una forma específica; muchas veces a los dueños
les desconcierta que su gato parezca reclamar su atención de esta forma y
luego la rechace cuando se agacha para acariciarlo.
Si tu gato se tumba delante de ti y te enseña la barriga, podrías
malinterpretarlo como que quiere que se la frotes. Pero en realidad indica
que se siente seguro en tu presencia, por lo que extender tu mano hacia su
zona más vulnerable suele recibir como respuesta un agarrón, una patada o
un mordisco.
Hay que animar a los gatos a jugar, sea cual sea su edad, por los beneficios que les aporta el ejercicio
y la estimulación general. La barriga de la mediana edad puede combatirse con el ejercicio a través
del juego. © Image Source
EL AMOR GATUNO
Los dueños de gatos tienden a pensar que el amor solo se expresa
demostrando afecto táctil. Pero, por desgracia, los gatos, salvo los más
socializados y tolerantes, suelen percibir las caricias y los abrazos como una
forma de restricción y control.
Si quieres despertar un sentimiento positivo en tu gato cuando entras en
una habitación, el juego es una buena herramienta para aumentar el vínculo.
Como ya hemos visto, es una actividad agradable para el gato. Imita los
comportamientos asociados con la caza y con las secuencias depredadoras
que están programadas en el cerebro de tu gato y que son gratificantes por
naturaleza. Además, es un ejercicio que parece tener un efecto acumulativo:
cuanto más juego tenga tu gato, más lo disfrutará y más querrá.
Hay que animar a los gatos a jugar, sea cual sea su edad, por los
beneficios que les aporta el ejercicio y la estimulación general. Los gatitos
muestran un mejor desarrollo y se convierten en adultos equilibrados si
experimentan todo tipo de juegos cuando son pequeños. En los gatos
mayores con cerebros activos estimulados con el juego, los cambios seniles
avanzan más despacio. La obesidad y la casi inevitable barriga de la mediana
edad pueden combatirse con el ejercicio regular a través del juego.
Los dueños con vidas muy ocupadas suelen jugar con sus gatos en
momentos aleatorios del día, cuando se les ocurre o les apetece. Este no será
el momento ideal para el gato, ya que, al ser animales a los que les gusta la
rutina, seguro que tienen patrones de actividad durante las 24 horas del día
con pocas desviaciones importantes. Es poco probable que tu gato tenga
ganas de jugar a media tarde si suele reservar esta hora para dormir o
descansar. Sin embargo, si se pasa media hora loca correteando por la casa a
las nueve de la noche, esta sería una buena hora en la que plantearse
programar uno o dos juegos.
El tiempo de juego no tiene por qué ser largo y, de hecho, sus efectos son
más beneficiosos si se realiza con relativa frecuencia y en intervalos cortos y
enérgicos. Seis sesiones estimulantes de cinco minutos con un juguete en el
extremo de una varilla y una cuerda aportan mucho más que 30 minutos
agitando un ratón de tela delante de las narices de un gato aburrido.
Los gatos tienen una necesidad instintiva de saltar alto cuando están en peligro, por lo que les gustan
las escaleras. Les dan acceso a las plataformas altas y representan lo que ellos sienten como un lugar
seguro. © Frances M.Roberts
UN HOGAR ÓPTIMO PARA GATOS
Para que tu gato se sienta a gusto en tu casa no hace falta que parezca sacada
de un zoo, pero puedes hacer algunas adaptaciones para que tanto tú como él
podáis convivir cómodamente.
Si lo tuyo es el minimalismo de interiores contemporáneo, probablemente
vas a tener que adaptar más que la mayoría para darle a tu gato todo lo que
necesita. La base del estilo moderno son los espacios diáfanos de líneas
limpias y libres de cualquier desorden, pero esto no podría distar más del
hábitat natural de un gato. Aunque el gato doméstico se adapta bien a la
mayoría de los espacios, sigue necesitando cierto grado de camuflaje para
poder moverse con relativo sigilo. Dicho camuflaje puede darse en casi
cualquier sitio, excepto en este tipo de viviendas modernas; ¡es muy difícil
camuflar a un gato en una habitación vacía! Tu gato cree que es un gato
atigrado (probablemente la mayoría piensa que son tigres), y situarse tras
unas cuantas briznas de hierba o una silla es lo único que necesita para
sentirse seguro y lo bastante camuflado como para pasar desapercibido.
Una casa llena de cosas es un paraíso de posibilidades para un gato, ya
que puede encontrar sitios altos donde encaramarse y muchos lugares donde
desaparecer de la vista. Para un gato resulta esencial tomarse un descanso de
las exigencias sociales cotidianas, por lo que los rincones recogidos y los
escondites secretos son un elemento importante. Si además su refugio es
cálido, como una cajita cerca de algún radiador, ¡será para él un alojamiento
de cinco estrellas!

ARTE FELINO

He visitado muchas viviendas modernas increíbles y siempre es complicado adaptarlas a las


necesidades de los gatos que las habitan. Recuerdo una casa en la que vivían un artista y sus
dos birmanos, muy aburridos y peleones. Uno de mis consejos para restablecer la armonía fue
que pusiera estanterías o armarios para que cada gato tuviera un lugar alto donde descansar.
Se negó en redondo, pero al final encontramos una buena solución gracias a su imaginación
artística. Colocó en la pared, en forma de escalera, los respaldos de tres sillas antiguas
pintadas de colores chillones y con mullidos cojines. Suena raro, pero quedó
sorprendentemente bien y los gatos se instalaron en sus nuevos tronos con gran entusiasmo,
ARTE FELINO

saltando de uno a otro, pero dejando siempre uno libre para evitar cualquier competencia.
Siempre digo que el único límite para tener entretenidos a los gatos es la imaginación.

Para un gato no hay nada mejor que una escalera en una casa, ya que le
permite acceder a las plataformas altas —que es probablemente como ven
nuestros gatos la zona «de arriba»— y representa lo que él percibe como un
lugar seguro. Si tu casa es de una sola planta, debes satisfacer esta necesidad
instintiva de tu gato de saltar alto cuando se ve en peligro con la ayuda de
estanterías, armarios u otras plataformas posibles.
En cada habitación de la casa y cada tipo de vivienda hay que tener en
cuenta aspectos diferentes, por lo que debemos evaluar cada una de las zonas
de nuestro hogar para asegurarnos de que haya al menos un rinconcito para
nuestro compañero felino.

COMPROBACIÓN DE SEGURIDAD DE LA COCINA

¿Están bien tapados los huecos detrás de los electrodomésticos y debajo de los muebles
empotrados?
¿Están guardados bajo llave todos los líquidos de limpieza, desinfectantes y medicamentos?
¿Están fuera de su alcance los cables?
¿Están siempre vigilados los líquidos calientes o los fogones del horno?
En la cocina, coloca la comida de tu gato lo más lejos posible de los puntos de entrada y salida,
preferiblemente en un lugar que no se vea desde el exterior. © Brenda Carson
UNA COCINA ÓPTIMA PARA GATOS
La cocina es una zona muy importante de la casa, ya que suele ser donde
están muchos de los recursos del gato, pero también es una zona que puede
entrañar riesgos para su seguridad y su salud.
Es en ella, o en habitaciones contiguas, donde suelen colocarse, por
comodidad, las gateras, las ventanas para entrar y salir, los comederos y
bebederos, los areneros y las camas. Todo esto la convierte en una zona
importante, pero también en una de las más expuestas a los ataques de otros
gatos de fuera, atraídos por la promesa de comida.
Pero, con un poco de planificación, puedes reforzar la sensación de
seguridad de tu gato situando su comida lo más lejos posible de los puntos
de entrada y salida. Aunque el gato no salga de casa, podrá ver a los otros
gatos por las ventanas, por lo que si colocas los elementos importantes —
como las bandejas de arena, la comida y el agua— lejos de zonas fáciles de
ver desde el exterior, se sentirá más cómodo y seguro.
En la cocina también puede haber posibles peligros, por lo que no está de
más hacer una rápida comprobación de seguridad para asegurarte de que tu
gato no correrá ningún riesgo (consulta el cuadro anterior).
A los gatos les gusta moverse por superficies altas y, si les dejas,
caminarán por las superficies de la cocina donde se prepara la comida, sobre
todo si por ellas llegan a alguna ventana desde donde puedan ver la calle. Si
castigas a tu gato para que no se suba a la encimera lo único que conseguirás
es que lo haga cuando tú no estés, por lo que debes probar otra alternativa.
Coloca una hoja de papel grueso en las superficies donde preparas la comida
y fíjala en su lugar con algún objeto pesado o con un masilla adhesiva. Pega
unas tiras de cinta adhesiva de doble cara en forma de cruz sobre la parte
superior del papel. Elige una cinta adhesiva de baja adherencia que se
desprenda con facilidad. Si tu gato salta, sentirá una molesta sensación
pegajosa en las patas, lo que puede disuadirle de volver a subir por allí.
Las ventanas son buenas para ver lo que ocurre fuera, pero los gatos prefieren ventanas pequeñas en
habitaciones oscuras, ya que les proporcionan camuflaje y se sienten menos expuestos. © Mark
Scheuern

UN SALÓN ÓPTIMO PARA GATOS


Seguro que tu gato querrá compartir tiempo de calidad contigo en esta
habitación de recreo, pero hay cosas que puedes hacer para que le resulte
mucho más acogedora.
El salón principal de tu casa es el lugar donde disfrutas de tu tiempo de
descanso y relajación. Suele ser el lugar preferido para recibir a los amigos,
ver la televisión y relajarte en general después de un día duro. Aunque
algunos programas de televisión puedan parecer interesarle a tu gato, no des
por sentado que todo lo que veas le resultará igual de apasionante. Los gatos
reconocen en la pantalla las formas que se mueven como animales de presa y
suelen interesarse mucho por los chillidos y gorjeos de los documentales de
animales. Existen DVDs para gatos con secuencias de todas las imágenes y
sonidos que atraen a los felinos, pero no son la única forma de
entretenimiento.
Las ventanas son importantes puntos de observación de la vida exterior,
pero, al contrario de lo que piensa la mayoría de la gente, los gatos, cuando
pueden elegir, suelen preferir las ventanas más pequeñas en habitaciones
oscuras. Las cristaleras grandes parecen confundir a los gatos. Ven el jardín
o la calle y todos los peligros que pueden albergar, pero no se dan cuenta de
que dentro de casa están seguros. Todo es una cuestión de camuflaje. El
cristal no le da al gato ninguna posibilidad de ocultarse mientras inspecciona
el territorio, y si se trata de un ventanal panorámico o de la puerta de un
jardín, podría ocurrir el mayor de los horrores y encontrarse cara a cara con
el gato de la casa de al lado.
Pueden colocarse láminas estáticas decorativas en la parte inferior de un
ventanal integral que opaque la vista pero que no le reste luz a la habitación.
El gato las sentirá como una defensa más sólida. Además, puedes asegurarte
de que tenga una plataforma alta cerca de la ventana desde la que pueda ver
el exterior desde una posición de autoridad. Si no te apetece poner una
lámina en un ventanal integral, la disposición estratégica de macetas con
plantas de interior cerca del cristal puede ser suficiente camuflaje para que tu
gato se sienta un poco más seguro.

¿SABÍAS QUE…?

• Existe una emisora de radio en EE. UU. para entretener a los gatos domésticos aburridos.
• Proyectar en una pared en blanco imágenes de presas en movimiento, como ratones, puede
ayudar a estimular los instintos depredadores del gato.
• Una pareja de San Diego ha creado un mundo tridimensional para sus gatos en el interior
de su casa utilizando altos árboles para gatos y estructuras para trepar que conducen a una
red elevada de pasillos para gatos que incluso atraviesan las paredes, por medio de portales
de tamaño gatuno para acceder a otras habitaciones.
Tu cama es lo que más calor y seguridad le da a tu gato: es una plataforma elevada cubierta de suave
ropa de cama y huele a ti. © Alex Griffiths

UN DORMITORIO ÓPTIMO PARA GATOS


Tu dormitorio es el lugar que puede resultar más placentero para tu gato.
Probablemente estará en el piso de arriba, si hay más de una planta, por lo
que lo sentirá seguro, ya que tendrá que «trepar» para llegar a él.
También es el lugar que le ofrece la calidez de un edredón o una colcha
sobre una plataforma elevada, que, además, hace que tu gato pueda «ir hacia
arriba» para dormir, y que huele intensamente a ti. Esto le da una enorme
sensación de seguridad y le permite dormir profundamente sabiendo que está
a salvo. Si además tiene el privilegio de poder subir a la cama cuando tú
estás allí, esto refuerza aún más el hecho de que el dormitorio sea su lugar de
descanso favorito.
No obstante, esto puede crear problemas si el sistema tiene que cambiar
por cualquier motivo: un nuevo bebé o una nueva pareja, por ejemplo,
pueden hacer inviable que el gato siga durmiendo contigo. Cambiar la rutina
y privarle de semejante placer puede frustrarle o incluso deprimirle.
También puede resultar difícil lograr un ciclo de sueño-vigilia compatible
con una especie que es más activa por naturaleza durante las horas de
oscuridad. A algunos gatos les resulta imposible dormir tranquilamente junto
a sus dueños y pueden dedicarse a hacer travesuras a las 4 de la madrugada,
¡como brincar en cabezas humanas! Si te ha ocurrido esto, no recurras a
tácticas para evitar demasiadas molestias, como levantarte para dejarle salir,
darle de comer o jugar en la planta de abajo para evitar despertar a tu pareja.
Esto no hará más que recompensar el comportamiento, por lo que el hábito
será más difícil de romper. Crear desde el principio la norma de que tú y tu
gato dormís separados suele evitar este tipo de problemas.
Si el dormitorio principal se convierte en un espacio tan importante,
también puede ser un lugar de conflicto en los hogares con varios gatos, ya
que todos compiten por el mejor sitio. La colocación de cojines térmicos o
camas elevadas para gatos en otros dormitorios, o incluso reservar un
espacio en el tuyo para este tipo de elementos, puede ayudar a dar con una
solución. La regla más importante de todas es no responder a sus conductas
para llamar tu atención por la noche, pues de lo contrario será imposible
detenerlas.

¡DALE LA VUELTA!

Jenny y Simon sufrían el típico problema de tener «un cuerpo de más en la cama». A Buster, su
birmano, le encantaba acurrucarse con ellos por la noche y solo se quedaba satisfecho cuando
se acostaba entre ellos, bajo el edredón. Esto le daba mucho calor, así que solía dormir
estirado en forma de estrella, ocupando muchísimo espacio en la cama. Los pobres Jenny y
Simon se pasaban la mayoría de las noches pegados a los bordes de la cama, lo que, unido al
intenso calor que desprendía Buster, hacía que el único que pudiera dormir fuera el gato. Ellos
no estaban en condiciones de nada durante el día, con tanta falta de sueño, así que había que
hacer algo. El problema se resolvió cerrando la puerta del dormitorio por la noche y poniendo
sobre la cama de invitados una almohadilla térmica cubierta por una de las camisetas viejas de
Jenny. A Jenny y Simon al final les dio pena darse cuenta de que eran tan fáciles de reemplazar.
Si tu jardín tiene todo lo que tu gato necesita, es menos probable que deambule por ahí a la búsqueda
de lo que le interesa. © oldu
UN JARDÍN ÓPTIMO PARA GATOS
Si tu gato sale al jardín, es aconsejable que te asegures de que tiene todo lo
que necesita. A los gatos no les importan los límites y se mueven para
encontrar lo que necesitan.
Tener un jardín óptimo para tu gato no garantiza que se quede en casa,
pero puede marcar la diferencia. Cuando salga de casa, tendrá que
comprobar que todo va bien en su territorio y que no corre peligro. Los gatos
más seguros de sí mismos pueden salir de casa con paso decidido, pero
muchos prefieren ser más cautos. Este proceso de comprobación y
evaluación del potencial peligro conviene realizarlo con cierto grado de
camuflaje, para que puedan observar sin ser vistos. Este camuflaje puede
conseguirse colocando estratégicamente arbustos en macetas, muebles de
jardín o arriates. Además, si una parte de las plantas es de hoja perenne,
tendrá protección durante todo el año.
En los jardines con garajes, cobertizos, vallas y árboles abundan los
puntos elevados desde los que observar el territorio desde un lugar seguro,
ya que todos ellos permiten tomar el sol y echar un vistazo a la competencia
de la zona. Desgraciadamente, también serán populares entre el resto de la
población felina local, lo que significa que quizás tu gato no sea el único
dueño del tejado del cobertizo.

CÓMO HACER UNA LETRINA PARA GATOS

Construir un retrete exterior para tu gato es muy útil, además de un gesto de buena vecindad,
para evitar que busque un sitio en terreno ajeno. Cava una sección de un parterre a una
profundidad de 30-45 cm, a ser posible en una zona pegada a una valla o muro y rodeada de
arbustos. Coloca una capa de grava en el fondo para que ayude a drenar y rellena hasta el
nivel del suelo con arena para arenero infantil mezclada con la misma cantidad (o algo menos)
de turba.

Los gatos suelen ir a los límites de su territorio para hacer sus


necesidades, pero con la presión de un vecindario densamente poblado es
muy posible que prefieran sitios que estén lo más cerca posible de la relativa
seguridad de su hogar. Y este sitio puede ser el primer trozo de grava o tierra
que haya en la puerta de atrás. Por eso, ofrecerle a tu gato un retrete atractivo
y especialmente construido para él es una muy buena solución (ver el panel
de arriba).
La mayoría de los gatos prefieren ser cautos cuando salen al exterior, y comprueban si hay algún
potencial peligro desde algún punto en el que puedan ver sin ser vistos, como por ejemplo detrás de
las macetas del patio. © age fotostock/Harald Braun
Casetas de exterior
Los recintos exteriores son una buena opción para los gatos confinados en
casa, ya que les dan la oportunidad de disfrutar de todos los paisajes y
sonidos sin correr riesgos.
Lo ideal es que los recintos estén anexos a la casa o, si no es posible, que
estén bien situados cerca de ella. Si esta última es su única opción, tendrás
que llevar al gato hasta allí en una cesta segura y él no podrá decidir por su
cuenta si es buen momento para ir o venir. La ventaja de tener el recinto
adosado a la casa es que al menos uno de sus lados (la pared de la casa) ya
está construido y, si instalas una gatera, tu gato podrá elegir cuándo entrar en
el recinto.
La construcción ideal es una malla metálica resistente sobre un armazón
de madera con un tejado inclinado también de malla metálica o de láminas
onduladas de PVC (con filtro UV) sobre un armazón de madera. Esta última
ofrece protección contra los elementos durante todo el año. La altura de la
estructura debería ser de al menos 1,8 m, para que tú puedas entrar
fácilmente y para que él pueda trepar alto. Se pueden unir plataformas o
estanterías de madera al armazón para aprovechar el área al máximo.
Dentro del recinto debería haber algún refugio que esté aislado y cubierto
de alguna superficie lavable y fácil de limpiar. En este refugio se puede dejar
comida seca y alguna cama abrigadita. En el recinto también debe haber un
cuenco de agua y objetos para que se entretenga, como macetas de hierba
gatera, una pila de leña y juguetes duraderos. También debería tener un
arenero grande y cubierto o, si el recinto no tiene suelo de hormigón, se
puede cavar un zona para hacer una letrina al aire libre sobre la tierra.
Los gatos de los vecinos pueden suponer un problema, por lo que el
recinto debe construirse para dificultar al máximo que otros gatos puedan
subirse al tejado o rondar justo en el exterior de la malla. Colocando macetas
de plantas fuera del recinto estarás creando ese camuflaje tan importante
para tu gato.
La mayoría de los gatos prefieren beber de un recipiente lo bastante ancho como para que sus bigotes
no rocen los bordes. Pero a algunos les gusta beber de un vaso. Si este es el caso de tu gato, reserva
un vaso para él. © Johner Images/StefanWettainen
LOS RECIPIENTES ADECUADOS
No siempre es necesario tener un cuenco para la comida de tu gato, sobre
todo si le das una dieta de pienso seco, pero un cuenco de agua adecuado es
imprescindible en cualquier situación.

EL AGUA PARA TU GATO

• Lo ideal es que el cuenco de agua sea de cerámica o vidrio y que tenga un diámetro lo
bastante grande como para que el gato pueda beber sin que sus bigotes toquen los bordes.
• Llena el cuenco hasta el borde para que pueda lamer sin agachar la cabeza, ya que a los
gatos les gusta estar atentos a lo que les rodea.
• Algunos gatos prefieren beber de un vaso, especialmente de esos que ponen algunos dueños
en la mesita de noche por la noches. Si ese es tu caso, asegúrate de que pones un vaso
reservado para tu gato en algún lugar del cuarto.
• A los gatos suele gustarles el agua que fluye, y ahora hay bebederos eléctricos para
mascotas.
• Si tu gato tiene acceso al exterior, puedes poner un recipiente que recoja el agua de lluvia; a
muchos gatos les encanta beber de ellos.

Si le das comida húmeda o prefieres alimentarlo con comida humana


convencional, tendrás muchos recipientes y envases de los que elegir. La
mejor opción son probablemente los boles de cerámica o vidrio, ya que los
recipientes de plástico se rayan enseguida y pueden desprender un ligero
olor que quizás no le guste a tu gato. El acero inoxidable es higiénico y fácil
de limpiar, pero si el gato lleva collar, el tintineo constante de cualquier
disco o cascabel contra el metal puede resultarle muy desagradable. El
tamaño o la forma del cuenco ya es cuestión de gustos, aunque muchos gatos
pueden ensuciar bastante si comen de un plato plano y prefieren ir
empujando la comida de un lado a otro de un cuenco que la contenga mejor.
La única excepción a esta regla es el caso del persa o cualquier raza de cara
plana, que puede preferir un plato lo más plano posible.
Los gatos necesita beber mucha agua, sobre todo si llevan una dieta seca.
La mayoría de los dueños tienden a poner el cuenco del agua al lado de los
comederos, pero a los gatos suele gustarles más que el agua esté lejos de los
sitios donde suelen alimentarse. En el cuadro de al lado hay algunas ideas
para hacer que el agua sea lo más atractiva posible para tu gato.

EL ARENERO IMPORTA
Los areneros son un mal necesario para los dueños de gatos: absolutamente
esenciales si los gatos está confinados en casa o tienen poco acceso al
exterior y muy recomendables incluso si tu gato sale y entra con libertad.
Hay dos tipos básicos de bandejas de arena:

• Abiertas, con laterales de altura variable pero sin tapa


• Cerradas, con una tapa extraíble y, en algunos modelos, con entrada de
gatera.
Los areneros cerrados reducen al mínimo los olores y la suciedad del lecho, pero que tengan una
única entrada/salida puede resultar desagradable para los gatos en las familias con varios gatos. ©
John Daniels

A partir de estos dos diseños básicos hay variaciones de tamaños y


formas, por ejemplo, pequeños del tamaño de un gatito o triangulares para
adaptarse a una esquina. Muchos dueños optan por las bandejas cubiertas,
con la idea de ofrecer al gato cierta privacidad y la ventaja añadida de que
minimizan el olor y la visión de la arena sucia. Aunque muchos gatos se
adaptan con facilidad a una caja cerrada, algunos que se sienten vulnerables
confinados en un espacio pequeño con un único punto de salida disponible,
sobre todo si comparten su hogar con otros gatos dados a utilizar tácticas
intimidatorias.
Las bandejas de arena autolimpiables son cada vez más populares, pero
están más pensadas para el comprador que para el gato. Muchas veces hacen
movimientos o ruidos imprevisibles que pueden molestar a tu gato e incluso
hacer que deje de utilizarlas.
También existen revestimientos de polietileno y desodorantes para las
bandejas higiénicas, pero para el gato pueden resultar desagradables el fuerte
olor a flores y el hecho de que se les enganchen constantemente las uñas en
el polietileno, lo que puede provocar problemas de suciedad.
Hoy en día se fabrica arena de una gran variedad de materiales, como
papel, madera, sílice, maíz y tierra de batán (o de Fuller). Muchos son
ligeros, biodegradables y neutralizan muy bien los olores. Siempre que se
mantengan bien y se limpien con frecuencia, estas arenas pueden ser
aceptables para tu gato, sobre todo si sigues utilizando el mismo material
que usaba cuando era un gatito. El mejor sustrato para las preferencias de tu
gato serían probablemente los lechos de arena fina, porque imitan mejor el
material que le gusta instintivamente a tu gato: ¡piensa en el gato montés
africano! Los estudios demuestran que la mayoría de los gatos prefieren una
capa de arena de 3 cm de profundidad.
También es importante la ubicación del arenero. Se recomienda colocarlo
en un rincón discreto, lejos de la comida y el agua, los ventanales de suelo a
techo y los lugares de mucho tránsito.

¿OLOR A ROSAS?

Silas y Oliver eran dos persas muy grandes que empezaron a presentar un problema bastante
desagradable. Hacían sus necesidades en distintos rincones de la casa y su dueño no entendía
por qué se portaban tan mal, así que me pidió consejo. Una vez estudiado el caso, resultó que
la causa de este comportamiento eran los areneros que los dueños les habían puesto. ¡Por
irónico que resulte, llegué a la conclusión de que estaban demasiado limpios! Los dueños los
desinfectaban todos los días, les ponían arena fresca y grandes cantidades de polvos
desodorantes perfumados. Al fin y al cabo, a los humanos nos gusta un baño limpio y
agradable, ¿no? Recomendé cambiar el sistema de limpieza, eliminar el desodorante y el
desinfectante y optar por una limpieza semanal de cada arenero con agua caliente y un
¿OLOR A ROSAS?

detergente suave. Para muchos gatos es preferible que quede un poco de olor residual a
excrementos, y Silas y Oliver pronto volvieron a tener unos hábitos impecables.

¡Y A LA CAMA!
Los gatos pasan la mayor parte de su tiempo durmiendo, por lo que es
importante prestar atención a las medidas que tomamos para su descanso y
relajación. Por desgracia, no siempre es fácil hacerlo bien.

DORMIR BIEN

• Conviene que la ropa de las camas para gatos sea lavable, pero no la laves con demasiada
frecuencia, ya que los gatos acuden a las superficies con un olor familiar, por lo que es
preferible no lavarla a menos que esté muy sucia.
• Las hamacas de radiador son estupendas para los gatos que buscan el calor, como los
siameses, los birmanos, etc. Se cuelgan del radiador para que el gato disfrute al máximo del
calor ¡pero recuerda dejarlo a una temperatura baja!
• A los gatos les encanta dormir en el regazo de su dueño, pero si de verdad quieres que se
sientan a gusto, no los acaricies una vez instalados: quieren tu calor y tu olor, y ya está.
Los gatos pasan la mayor parte del tiempo durmiendo, y muchos tienen varios lugares preferidos para
dormir en los que se sienten calientes y seguros. © skubird

¿Te ha pasado alguna vez que has comprado una magnífica cama para
gatos para encontrarte con que tu compañero felino la rechaza de plano,
prefiriendo el sofá o el edredón de plumas del piso de arriba? ¿Por qué creen
los gatos que los sitios que usan sus dueños son mejores que cualquier cosa
que puedan comprarles en una tienda de animales?
A los gatos les encantan los lugares cálidos para dormir, y muchos
prefieren que tengan el intenso olor familiar de sus dueños para sentirse
seguros y protegidos. Pero no todos necesitan el reconfortante olor de su
dueño cuando descansan, por lo que pueden tener varios lugares para dormir
que van rotando según la posición del sol.
Si no puedes resistirte a comprar una cama para gatos o no quieres que tu
gato duerma en tu dormitorio, saber dónde colocarla puede ser la clave de su
éxito. Sitúala en un sitio elevado —muchos gatos se sienten un poco
vulnerables durmiendo en el suelo—, cerca de alguna fuente de calor o de
una zona bañada por el sol. Si a tu gato le gusta tener su propio espacio,
asegúrate de que la cama esté en una zona tranquila y alejada de las vías de
paso. Las camas con tres laterales altos que rodean al gato lo protegen de las
corrientes de aire y le aportan una sensación de camuflaje para evitar atraer
la atención, ¡hasta una simple caja de cartón sirve!
Para animar a tu gato a utilizar una cama que le has comprado, colócala en una posición elevada
cerca de una fuente de calor. No la limpies con demasiada frecuencia, ya que a los gatos les gusta el
olor familiar. © Hiro
PARA RASCAR
Los gatos necesitan rascar para mantener afiladas sus uñas, marcar su
territorio y ejercitar y estirar los músculos. Hay postes rascadores de todas
las formas y tamaños, y son un accesorio esencial para tu hogar.
Si no le das a tu gato una superficie donde pueda arañar, tus alfombras,
muebles y vinilos pueden verse perjudicados. Cuando un gato encuentra una
zona apetecible de arañar, siempre vuelve a ella.
Los postes rascadores pueden ser independientes o estar diseñados para
fijarse a una pared o al suelo. Los independientes pueden ser desde postes
cortos hasta módulos desde el suelo hasta el techo, con superficies verticales
y horizontales hechas de un material rugoso, como sisal, cartón corrugado o
alfombra. Los rascadores tipo tabla para fijar a la pared tienen superficies
similares para rascar y vienen muy bien si tienes poco espacio.

Los gatos necesitan arañar, sobre todo cuando se estiran al despertarse, y si no les facilitas un
rascador adecuado, arañarán tus muebles, alfombras y vinilos. © Juniors Bildarchiv
Cualquier poste o panel debe ser rígido, ya que los gatos prefieren arañar
en una superficie que ofrezca resistencia. También tienen preferencia por la
altura, por lo que todas las zonas de rascado deberían ser lo bastante altas
como para que el gato tenga que estirarse para usarlas. La ubicación también
es importante. Los rascadores deben colocarse cerca de una ventana o un
radiador en una habitación que el gato utilice con frecuencia, sobre todo si
son de los grandes con una estructura de plataformas y camas. A los gatos
también les gusta estirarse y arañar cuando se despiertan, por lo que siempre
es bueno que el gato tenga cerca de su cama una zona donde pueda rascar. Si
el gato duerme en tu dormitorio, coloca un poste allí, ¡ya que muchos gatos
se ven atraídos sin remedio a la parte de abajo de los divanes para su
rascadita mañanera!

PONER UN RASCADOR

Cuando instales un rascador por primera vez, no animes a tu gato a arañar ni le prestes
especial atención al rascador, ya que esto podría hacer que no se acercara a él. Si el gato no
muestra ningún interés por el poste, espolvorea en torno a su base un poco de hierba gatera
seca (una hierba que les encanta a muchos gatos) o algunas de sus galletas favoritas. También
puedes jugar con tu gato con una caña de pescar para estimular la conexión entre sus uñas y la
superficie rugosa: esto suele ayudar a que rasquen.
No animes abiertamente a tu gato a interesarse por el rascador nuevo, ya que esto podría hacerle
perder el interés. Puedes espolvorear un poco de hierba gatera seca en torno a su base para atraerlo.
© Juniors Bildarchiv

DIVERSIÓN CASERA
Independientemente de la edad de tu gato, son incontables los beneficios que
tiene el juego para su bienestar, así que no dudes en invertir en unos cuantos
juguetes bien escogidos para mantenerlo activo.
Los gatos se entretienen persiguiendo cualquier cosa, desde una mosca
hasta un rayo de luz reflejado en la pared, pero aun así es importante tener
algunos juguetes adecuados que les supongan un aliciente y un estímulo y
con los que tú puedas jugar con él para pasar tiempo de calidad juntos. Hay
dos tipos principales de juguetes: interactivos (el gato y tú jugáis juntos) y
solitarios (el gato juega solo), y lo ideal es tener una selección de ambos. El
atractivo de los interactivos es que se mueven, y dado que el juego es una
manifestación del comportamiento depredador, cualquier cosa que pueda
perseguir y sobre la que pueda abalanzarse le entusiasmará.
LOS JUGUETES FAVORITOS

Ratoncitos de peluche. Fabricados con pelo de conejo procedente de la industria alimentaria,


son los juguetes para gatos más «naturales».
Cintas para el pelo. Las cintas elásticas forradas tienen la forma y el tamaño perfectos para
los juegos de tirar y devolver, ¡si es que tu gato tiene ganas de devolverlas!
Residuos domésticos. El papel desmenuzado, el papel de aluminio, los corchos, las nueces, las
cajas de cartón y las bolsas de papel no cuestan absolutamente nada, pero le darán a tu gato
horas de entretenimiento.
Cañas de pescar o varitas. Estos juguetes se agitan delante del gato para provocar su
respuesta depredadora. Cualquier cosa con plumas en el extremo les encanta, así como la
propia cuerda.
Juguetes con hierba gatera. Los mejores llevan una buena cantidad de flores y hojas secas de
hierba gatera (en lugar de tallos), así que fíjate antes de comprar.

No hace falta gastarse un dineral en juguetes caros, porque se pueden


aprovechar muchos objetos domésticos cotidianos, ¡incluso la basura! El
secreto para que los gatos no pierdan nunca la emoción es mantener la
novedad de todos los juguetes, escondiéndolos y sacándolos de vez en
cuando. Cualquier cosa que imite la forma, el tamaño, el movimiento o la
textura de la presa natural de un gato es muy probable que consiga poner en
marcha incluso a los felinos más adictos al sofá.
A los gatos les gustan mucho los juguetes con caña de pescar. Agita cualquier cosa que tenga plumas
y cuerdas para despertar su respuesta depredadora. © Simone van den Berg

Buenos juegos
Los gatos también se divierten con juegos que les permiten practicar otros
aspectos de su instinto de caza, aparte del acecho y el ataque. En los gatos es
muy fuerte el deseo de explorar e investigar cosas nuevas, que tú puedes
fomentar con un poco de ingenio. Si puedes imaginar las escaladas,
equilibrios, saltos, giros y vueltas que haría un gato feral durante un día
normal, ya te haces una idea de lo que tienes que reproducir en casa.
Probablemente a tu gato le guste curiosear el contenido de tus bolsas
cuando vuelves de hacer la compra. Esto lo hace por un impulso instintivo
de buscar nuevas fuentes de alimento más que por simple curiosidad. Si, una
vez vaciadas las bolsas (o cajas), las dejas en el suelo con una pizca de
hierba gatera, un juguete o unas galletas en su interior, tu gato pasará horas
divirtiéndose investigando cómo llegar a la recompensa. El cartón también
es ideal para masticar, y resulta especialmente atractivo para los gatitos.
Quita siempre las asas de las bolsas para evitar que tu gato se enganche el
cuello. Aquí la clave también es la novedad, por lo que estos objetos no van
a estimularles para siempre. Cámbialos constantemente o muévelos a lugares
diferentes para mantener el interés del gato.
Los juegos de escalada ya requieren un poco de bricolaje, pero a los gatos
más activos les encantan. Por ejemplo, si pegas a la pared un trozo largo de
alfombra resistente, ¡ahí tienes ya un juego de escalada en un instante!
Comprueba que la pared esté lisa antes de fijar el trozo de alfombra con cinta
adhesiva de doble cara. Asegura la parte superior e inferior con listones de
madera horizontales fijados a la pared a través de la alfombra con tornillos.
Si este trozo de alfombra está cerca de alguna estantería, tu gato podría
usarlo para acceder al estante de arriba así como para regresar al suelo. Los
rascadores altos y modulares les dan oportunidades de escalar, pero los
modelos que van del suelo al techo tienen una mayor estabilidad si se anclan
a la pared.
Crea un juego de exploración sencillo colocando un juguete atado a un trozo de cuerda debajo de una
alfombra o unas hojas de periódico. El movimiento del juguete bajo el papel será irresistible. © Mark
Scheuern

Un ejemplo de un juego de exploración sencillo es colocar un juguete


atado a un trozo de cuerda debajo de unas hojas de periódico o de una
alfombra o tapete en el suelo. Cuando tires de la cuerda, el juguete se
moverá bajo su escondite y resultará irresistible. Pero las ideas son infinitas:
¡el único límite es tu imaginación!

¿SABÍAS QUE…?

• La invención de la gatera se atribuye a Sir Isaac Newton.


• El Oxford English Dictionary recoge por primera vez el uso del término «cat flap» (gatera)
en 1957.
• Hay zonas rurales en España donde aún hay casas con puertas para gatos en paredes y
techos, vestigio de los días en que los gatos eran bienvenidos en los hogares para controlar
la población de roedores.
Las gateras permiten tanto a gatos como a dueños cierto control y flexibilidad sobre el nivel de
acceso, pero ten en cuenta que pueden hacer que tu gato se sienta vulnerable a los invasores externos.
© Jane Burton
LA ENTRADA DEL GATO
Una gatera le permite a tu gato entrar y salir por su propia puerta. Las
gateras modernas vienen en diferentes diseños y tamaños, y también pueden
ofrecer varias funciones adicionales, como poder configurar el acceso
(bloqueándolo por la noche, por ejemplo, o permitiéndole que solo permita
entrar, y no salir, después de una determinada hora). Algunas incluso son lo
bastante grandes como para que puedan usarlas perros (y gatos más
corpulentos) y ahora pueden instalarse en puertas y ventanas menos
convencionales, como las de doble acristalamiento.
En teoría, suena como una idea genial; mientras tú estás fuera, tu gato es
libre de ir y venir. Los gatos necesitan tener cierta sensación de control sobre
su actividad y esto se lo proporciona. Sin embargo, las gateras también
pueden tener inconvenientes. Cuando tú haces de portero, tu gato sabe que
tiene que «pedirte» entrar y salir. Esto le da una sensación de mayor
seguridad y la puerta cerrada representa para él un puente levadizo
levantado, una fortaleza inexpugnable. Pero una gatera podría permitirles a
gatos invasores aprovechar esa brecha en las defensas y robar comida. Todo
el que tenga una gatera reconoce esa forma en la que los gatos se quedan
mirándola fijamente durante siglos antes de irse o a los que saltan dentro
cuando ven la ocasión. A veces es un arma de doble filo.
Para minimizar el riesgo de que otros gatos entren en tu casa, se pueden
comprar puertas que ofrecen al gato residente cierto acceso exclusivo.
Puedes colocar en el collar de tu gato una llave magnética que desbloquee la
gatera, pero esto depende de que él no pierda el collar y que ningún otro gato
del vecindario tenga una llave duplicada. El proceso de desconexión del
mecanismo de bloqueo también lleva unos segundos, por lo que si empuja la
gatera a la carrera, con un adversario persiguiéndolo, será como si chocara
contra una pared de ladrillos. Y una vez que tu gato abra la puerta y entre, no
hay garantía de que el otro gato no entre detrás de él. Las gateras modernas
funcionan leyendo el código de identificación del microchip inserto bajo la
piel de la parte posterior del cuello del gato. Aunque este sistema tampoco
sea perfecto, resuelve algunos de los inconvenientes. Pero, en resumidas
cuentas, un gato decidido probablemente podrá irrumpir con cualquier
sistema.
EN MOVIMIENTO
Un elemento esencial cuando tienes gatos es la cesta de transporte o
transportín, un contenedor seguro para llevar a tu gato durante los viajes y
los trayectos al veterinario. Nunca dejes que el gato vaya suelto en el coche,
por muy tranquilo que sea. Los accidentes ocurren y, si tienes frenar de
repente o, peor aún, si tienes una colisión, tu gato estará mucho más seguro
en un transportín sujeto con un cinturón de seguridad.

VIAJES FELICES

No guardes el transportín en el trastero o el garaje. Si no lo tienes a mano, solo lo sacarás para


ir al veterinario o a la guardería felina, y tu gato pronto lo asociará con el presagio de un mal
día, y os evitará a toda costa a ti y al transportín.
En cambio, si siempre lo tienes en algún sitio a la vista y dejas que el gato lo use como cama,
será mucho más probable que tengas un viajero bien dispuesto.
Nunca dejes que tu gato vaya suelto en el coche, por muy tranquilo que sea; utiliza un transportín y
sujétalo siempre con el cinturón de seguridad. © Pixtal Images

El transportín ideal es fuerte y relativamente ligero (algunos pueden pesar


muchísimo una vez que el gato está dentro). También debe ser seguro (evita
los de cartón) y fácil de limpiar. Son preferibles los que tienen la abertura en
la parte superior, ya que esto te permite meter al gato desde arriba, lo que
siempre es más fácil si tu gato se muestra reticente. Cubre el transportín con
un plástico o periódico y encima una toalla o manta lavable por si hay
cualquier «percance» y se hace sus necesidades en el camino.
Ahora se pueden conseguir cestas de transporte ligeras que parecen
bolsas de viaje con malla de tela en la parte delantera, muy cómodas de
llevar y que se pueden plegar y guardar casi planas. Para los gatos de las
razas más grandes pueden usarse alguno de los transportines más grandes
(para perros) con ruedas, aunque podemos poner en duda que un gato vaya a
estar muy contento si se ve arrastrado por un terreno accidentado.

UN COLLAR BIEN PUESTO


A los gatos que salen a la calle muchas veces hay que colocarles un collar,
ya sea como identificación o para colgarle la «llave» magnética de una
gatera selectiva.
Hay muchos tipos de collares de diversos materiales, algunos incluso
reflectantes para verlos por la noche. La característica fundamental que
debes buscar en cualquiera de ellos es que puedan romperse bajo presión y
liberar a tu gato si se engancha con algo ahí afuera. Muchos collares tienen
una sección elástica, pero esto solo funciona si puede estirarse lo suficiente
como para que tu gato pueda escapar. El diseño ideal sería un collar con una
sección rompible que se parta cuando se vea sometido a una tensión
suficiente (o sea, al peso corporal de tu gato).

CONSEJOS PARA EL COLLAR

• Primero, ponle el collar al gato antes de su hora de comer o de su juego favorito para que
esto haga de distracción.
CONSEJOS PARA EL COLLAR

• Si sacas al gato a pasear, fija la correa siempre a un arnés ajustado alrededor de su cuerpo
y no al collar.
• Los collares antipulgas son menos eficaces que los tratamientos antipulgas actuales que
puedes comprar en el veterinario.

Un collar flojo puede causar heridas, por lo que hay que tener cuidado al
colocárselo por primera vez. Cuando se lo pones por primera vez, el gato
puede tensar los músculos del cuello, así que comprueba siempre el ajuste
tras unos minutos y vuelve a ajustarlo si es necesario. El collar debe quedar
muy ceñido; solo deberían caber dos dedos entre el collar y el cuello del
gato. Una vez que esté bien ajustado, es mejor cortar la parte sobrante,
dejando solo 1-2 cm más allá de la hebilla.

Los collares con una superficie reflectante son siempre una buena idea si quieres poder verlos por la
noche. Asegúrate de que el collar esté bien ajustado y de que tenga una sección rompible por si se
engancha con algo. © John Daniels
© Igor Zhuk
Sección 5
Comprender y abordar los problemas
de comportamiento
¿Tus gatos se portan mal?
Puede haber ocasiones en las que tu gato tenga un comportamiento
que te parezca inaceptable, pero antes de dar por sentado que se está
portando mal, quizá deberías barajar otras posibilidades.

V ivir con gatos debería ser una experiencia sin estrés y plenamente
agradable, pero casi todo el mundo, en un momento u otro, se
encontrará con algún problema o detectará algo en la vida de su gato que
deje mucho que desear. En esta sección del libro trataremos de abordar
cualquier dilema o preocupación de este tipo. Además, se incluyen algunas
orientaciones sobre los problemas más graves que pueden surgir, con
consejos prácticos sobre cómo manejar el problema o, al menos, encontrar a
alguien que pueda ayudar.
Los gatos son criaturas increíblemente adaptables, pero a veces un estilo
de vida o una situación social determinada los pone bajo presión. Los gatos
no están preparados para expresar abiertamente su preocupación —en su
mundo no compensa ser demasiado sincero con sus emociones— y suelen
interiorizar sus tensiones. Por eso es difícil determinar si existe un problema,
ya que el gato puede parecer perfectamente normal. Sin embargo, las pistas
siempre están ahí: si ahora duerme en la planta de arriba debajo de la cama
cuando antes solía dormir en el sofá; si ahora sale menos y tarda muchísimo
en salir de casa; o simplemente si duerme más. Los cambios en los patrones
de conducta y en las rutinas cotidianas de tu gato son la primera señal de que
algo no va bien y, si el problema sigue sin resolverse, alcanzará un nivel de
estrés crónico que hará que manifieste su malestar de una manera más
directa. Entonces se comportará de una forma que, a ojos inexpertos, puede
parecer desagradable, mala, irritable o francamente inadecuada. Pero
prestando atención podemos verlo como lo que es: una llamada de auxilio.
Este es el momento de acudir a un experto y descubrir la raíz del
problema, ya que este tipo de estrés casi nunca desaparece solo. La conducta
problemática suele tener altibajos, y en las buenas épocas tendemos a querer
creer que ya, por fin, se ha resuelto para siempre. Si el comportamiento
inadecuado o inexplicable persiste a diario o de forma esporádica durante un
par de meses, hay que respirar hondo y hacerle frente. Las cosas en casa o en
el trabajo muchas veces ya son complicadas de por sí, por lo que puede ser
difícil tener que aceptar que el gato también tiene un problema.

Si tu gato empieza a mostrar un comportamiento inusual o inadecuado, visita primero al veterinario


para descartar posibles enfermedades, dolencias o traumatismos. © Corbis

CÓMO BUSCAR AYUDA


Dedicar unos minutos al día a vigilar las rutinas diarias de tu gato puede
evitar que aparezcan las conductas problemáticas, ya que permite detectar
los cambios en cuanto empiezan a producirse y buscar ayuda profesional.
La buena noticia es que esa ayuda existe y que no tienes por qué sentirte
solo ante cualquier problema. Siempre que tu gato muestre un
comportamiento extraño o incorrecto, lo primero que debes hacer es acudir
al veterinario para descartar cualquier enfermedad, dolencia o traumatismo.
Una vez descartada cualquier causa física del comportamiento, el veterinario
valorará la posibilidad de un origen emocional o psicológico. Entonces el
caso se remitirá a un etólogo veterinario o a un consultor profesional de
conducta de animales de compañía para que investigue más a fondo.
La intervención de un especialista en el comportamiento suele realizarse
en tu domicilio, ya que el entorno de un gato influye mucho en su conducta y
estado de ánimo. Algunos profesionales trabajan desde la clínica y utilizan
mapas, grabaciones de vídeo y cuestionarios para hacerse una idea del
entorno que ayude a diagnosticar el problema.
Aunque algunos especialistas en comportamiento trabajan desde la clínica con la ayuda de
cuestionarios, grabaciones y mapas, la mayoría prefiere observar al gato (o gatos) en su entorno
doméstico. © Jack Sullivan

Una vez que el especialista haya identificado las causas y la motivación


del comportamiento, te las explicará y te propondrá un plan de acción que
deberás seguir. Los gatos no responden tan bien al adiestramiento directo,
por lo que el trabajo que ha de realizarse para modificar su comportamiento
difiere mucho del que se diseña para un perro. Normalmente, para lograr
resultados se introducen cambios sutiles en el entorno del gato o en la forma
en que respondes a él. Por ejemplo, podrías ponerle más areneros o quitarle
la gatera de la puerta. Quizás te pidan que ignores la conducta inadecuada o
que inicies menos interacciones con tu gato para que sienta que controla más
su vida social. En ocasiones puede recurrirse al adiestramiento directo para
determinados gatos especialmente receptivos. Hay comportamientos o
acciones que pueden enseñarse, y el gato los realizará a demanda si los
refuerzas positivamente o los premias cuando los hacen. Los gatos rara vez
(o nunca) actúan movidos solo por los elogios, pero aquellos con mucha
motivación por un determinado alimento pueden adiestrarse con relativa
facilidad. Esta es una ventaja que puedes aprovechar para hacer que tu gato
se acostumbre a hacer algo más aceptable cada vez que se enfrente a aquello
que, en un principio, provocó el comportamiento problemático.

GATOS DIFÍCILES
En algunas ocasiones puede ser necesaria una terapia paralela al programa
de comportamiento, sobre todo si los problemas de tu gato llevan
manifestándose desde hace tiempo, o si es imposible eliminar por completo
el motivo que los ha provocado.

MI GATO, MANGUS

Es muy difícil aceptar la idea de que los problemas de conducta muchas veces pueden
resolverse buscando un nuevo hogar. La mayoría de los dueños creen que es como «rendirse» y
una forma de abandonarlos. En realidad no es así, ya que he sido testigo de muchos casos en
los que los amorosos dueños han decidido valientemente hacer lo mejor para sus gatos y no
MI GATO, MANGUS

para ellos mismos. Mi propio Mangus (un pequeño Devon Rex) es un buen ejemplo. Antes vivía
con otros seis gatos y se pasaba casi todo el tiempo escondido bajo una cama para evitar el
implacable acoso, y comía cuero de forma compulsiva como una forma de consuelo que le
ayudaba a soportar el día. A los pocos días de vivir conmigo como gato único, se convirtió en
el gato más alegre y comunicativo que te puedas imaginar, y las prendas de piel ya no ejercen
ninguna atracción sobre él. Cambia el entorno, elimina el estrés y el gato se transforma.

Es frecuente el uso de feromonas sintéticas (mensajes químicos que


segregan las glándulas y que actúan directamente sobre el cerebro para
influir en la conducta) en productos que imitan las feromonas faciales
naturales de los gatos, que les transmiten familiaridad y seguridad. Si se
utilizan bien, pueden hacer que el gato vaya dejando de rociar orina al
sentirse más seguro en su casa. En algunos casos persistentes, el veterinario
también puede recetar algunos fármacos, suplementos nutricionales,
homeopatía y hierbas medicinales como ayuda extra si lo ve necesario.
Cualquier tratamiento de este tipo, aun cuando pueda comprarse sin receta,
debe ser siempre autorizado por un veterinario, ya que los productos «a base
de hierbas» o «naturales» no son siempre inocuos. El veterinario debe
supervisar cualquier administración de fármacos potentes y calcular con
exactitud la dosis según el peso corporal del gato. Deben seguirse al pie de la
letra las instrucciones correspondientes, ya que con algunos medicamentos
hay que reducir gradualmente la dosis al final del tratamiento y no
suspenderla de golpe. Si el tratamiento farmacológico se prolonga, puede ser
necesario realizar análisis de sangre para comprobar la función hepática del
gato.
A veces las situaciones son tan graves que no son más que el típico caso
de «un gato cuadrado en una casa redonda». Hagas lo que hagas, el gato
nunca encajará. En dichas circunstancias, quizá te recomienden plantearte la
posibilidad de buscarle al desdichado gato un entorno más adecuado a sus
necesidades. Estos gatos, cuando son acogidos en hogares afines como gatos
únicos, florecen y rara vez vuelven a mostrar el comportamiento
problemático. Sin embargo, hay que recalcar la importancia de buscar un
entorno nuevo que sea muy diferente del anterior, y para ello es necesario
informar con sinceridad de todas las circunstancias del comportamiento
problemático a cualquier centro de acogida que nos ayude en el proceso.
Siempre es mejor prevenir que curar y muchos problemas de conducta de
los gatos pueden evitarse tomando las decisiones y elecciones correctas.
Consulta las páginas 178-203 para saber más sobre cómo aumentar la
probabilidad de disfrutar de un hogar gatuno sin problemas.

¿SE COMPORTA MAL TU GATO?


La identificación de un «mal» comportamiento depende de tu percepción
subjetiva de lo que constituye un problema, que puede ser tan vaga como
decir que el gato «ya no es él mismo» o basarse en que has comprobado que
sus patrones de comportamiento han cambiado de pronto.
Lo más habitual es que los problemas que se plantean a los veterinarios o
a los especialistas en comportamiento sean comportamientos normales de los
gatos, pero realizados en una situación inaceptable o inapropiada. Podrían
ser casos de suciedad doméstica, rociado de orina u otros comportamientos
de marcaje, agresividad entre gatos o hacia los humanos o daños provocados
por un exceso de rascado. En algunos casos puede ser necesario reevaluar
tus expectativas, que deben ser realistas. Algunos problemas que los dueños
perciben como inaceptables, como el comportamiento depredador y la caza
frecuente de roedores y pájaros, son normales en los gatos y no tienen nada
que ver con el estrés o con ninguna experiencia negativa. Intentar evitar que
se produzcan podría afectar al bienestar de tu gato, por lo que quizá sea
necesario aceptar la filosofía de que «es lo que hacen los gatos», por muy
desagradable que resulte su comportamiento para tu sensibilidad humana.
La agresividad de un gato hacia las personas puede haberse visto reforzada sin querer si, cuando era
un gatito, se premiaron de forma inconsciente sus juegos bruscos. © Sigitas Baltramaitis
Algunos comportamientos que los dueños consideran inaceptables o inadecuados son simplemente
comportamientos naturales de los gatos. © Robert Scoverski

A veces, son los dueños los que les enseñan a sus gatos los «malos»
comportamientos sin darse cuenta, lo que provoca algunos problemas que
entrarían en la categoría de «respuestas conductuales aprendidas
inadecuadas». Entre ellas puede estar la agresividad hacia las personas
reflejada en el juego brusco, que quizá hayas premiado y, por tanto,
reforzado en tu gato sin darte cuenta cuando era un gatito, y conductas para
llamar la atención (vocalización excesiva o hábitos destructivos), que
también puedes haber premiado sin querer en un intento de evitar daños o
incluso razonando con tu gato.
El estrés es una respuesta fisiológica a las experiencias vitales, y en pequeñas cantidades es esencial.
Sin embargo, al igual que en el caso de los humanos, el estrés constante e inevitable puede ser muy
perjudicial. © Adam Burton

Siempre habrá muchos casos de conductas «problemáticas» relacionadas


con enfermedades, ya que algunas dolencias físicas se manifiestan en
conductas atípicas. Algunos casos de suciedad doméstica pueden estar
relacionados con enfermedades intestinales o urinarias, y la agresividad
puede deberse a muchas enfermedades o problemas neurológicos. Por eso
siempre es esencial consultar primero a un veterinario antes de emprender
cualquier iniciativa de autoayuda o buscar asesoramiento sobre el
comportamiento, ya que el tratamiento y la cura de cualquier problema físico
subyacente resolverán, casi siempre, el problema conductual. En esta sección
también analizaremos en detalle los comportamientos que pueden ser una
señal de alarma médica.
SIGNOS DE ESTRÉS

Entre otros:
• Renuncia a comer, asearse, orinar y defecar o comer demasiado (según la personalidad)
• Aumento del tiempo que pasa descansando, fingiendo dormir y escondiéndose
• Aumento de la dependencia o del aislamiento social (según la personalidad)
• Agresividad defensiva hacia otros gatos o personas
• Vigilancia extrema y respuesta exagerada a ruidos y/o movimientos repentinos
• Falta o disminución del juego
• Cambios en los patrones de comportamiento, como pasar mucho más tiempo dentro de casa
• Defecar o rociar orina en la casa

¿TU GATO ESTÁ ESTRESADO?


Los gatos que muestran una conducta inaceptable o «problemática» sufren
invariablemente de estrés crónico o ansiedad. Pero al ser una criatura
territorial, puede resultar difícil «leer» a tu gato en una situación de estrés.
El estrés es una respuesta fisiológica a las experiencias vitales, tanto
positivas como negativas, y en realidad es esencial en pequeñas cantidades
para preparar al organismo para afrontar los problemas. Ahora bien, el estrés
crónico e inevitable y la consiguiente liberación de hormonas del estrés en el
organismo son perjudiciales, ya que provocan un aumento de la presión
arterial, reducen la función gastrointestinal y aumentan la predisposición a
las enfermedades. Además, si no se trata, puede desembocar en un estado de
depresión, una melancolía que abruma al gato y altera por completo su
capacidad de funcionar.
Los gatos desarrollan estrategias para afrontar el estrés que pueden variar
mucho según su personalidad. Por ejemplo, algunos pueden pasar menos
tiempo comiendo, ya que tienen que mantener una mayor vigilancia en
épocas de estrés, mientras que otros comen más como actividad de
desplazamiento.
Los factores que pueden llegar a estresar a tu gato podrían hallarse en su
interacción tanto con las personas como con su entorno, pero una parte
importante del estrés de los gatos está relacionado con su propia especie. Si
tiene que compartir recursos con gatos socialmente incompatibles, será una
pesadilla constante para él, al igual que vivir en un barrio superpoblado de
gatos.
Desgraciadamente, la gente, sin darse cuenta, puede contribuir a
aumentar los niveles de estrés de sus gatos. Algunas personas pueden ser
físicamente intrusivas en su forma de interactuar con sus gatos o
contradictorias en general en su comportamiento, lo que deja a sus gatos sin
saber cómo responder en cada momento.
Es muy probable que el entorno sea lo último en lo que pienses cuando
evalúas el bienestar de tu gato, ya que los humanos tendemos a ver la
seguridad y el amor como los factores más importantes para nuestras
mascotas. Sin embargo, estar confinado en casa o aburrido o tener un acceso
limitado a escondites o areneros, por ejemplo, puede ser muy estresante para
tu gato.

GEORGE, LA SECUELA

Marion y George, su gato atigrado, eran muy buenos compañeros. A él le encantaban los
mimos y pasaban los días en perfecta armonía. Lamentablemente, George falleció y Marion no
pudo soportar quedarse sola, así que visitó la protectora de animales y encontró un gato
atigrado muy parecido a George. Lo adoptó, pero, por desgracia, a George II no le gustaba
que lo cogieran en brazos ni que lo abrazaran, y no tardó en demostrárselo con uñas y dientes.
Cuando visité a Marion, le expliqué que no a todos los gatos (aunque se parezcan) les gusta el
mismo nivel de interacción con sus dueños. Marion quería seguir con George II, así que
aprendió a quererlo de otra forma, dejando que fuera él quien se acercara a ella cuando le
apeteciera un poco de atención y no al revés. Al final, Harry (le cambió el nombre para
facilitar el proceso) se relajó por completo y ya no tuvo necesidad de expresar su frustración
con agresividad.

ESTRATEGIAS PARA ALIVIAR EL ESTRÉS


Si puedes darle a tu gato unos cuidados que respeten sus necesidades como
especie y como individuo, tendrás más posibilidades de prevenir que sufra
de estrés crónico o reducirlo. También conviene recordar que las
experiencias y situaciones que pueden estresar a tu gato podrían ser cosas
que a ti no te parecen para nada preocupantes.
En tu hogar siempre debes tener los suficientes recursos (como areneros,
comederos y camas) como para satisfacer las necesidades de tu gato o gatos.
Para calcular el número adecuado, hay una buena fórmula: uno por cada gato
más otro adicional, colocados en lugares diferentes. Debes pensar muy bien
en el número de gatos que vas a tener en casa, sobre todo si en la zona hay
ya una población importante de gatos, ya que esto puede suponer una
presión extra.
Conseguir una buena relación con el gato siempre es un reto, y la clave
para que no sufra estrés es ser comprensivo con sus necesidades emocionales
particulares como individuo. Un gato sociable y seguro de sí mismo siempre
va a querer más atención que uno tímido. Si tu gato tiene acceso al exterior,
dejándole salir a horas determinadas o cuando él lo pida puedes evitarle
muchos encuentros no deseados con otros gatos en la calle. Si tu gato
permanece exclusivamente dentro de casa, disfrutar de un entorno dinámico
y estimulante lo tendrá entretenido y ejercitado, y mantendrá a raya el
aburrimiento y la frustración. Los gatos necesitan comportarse como gatos
para su salud emocional y física, por lo que, si les brindamos un entorno que
simule un hábitat natural —con objetos para trepar, por ejemplo—, les
daremos la oportunidad de hacer realidad sus fantasías.

La reticencia del gato a participar en juegos que antes le gustaban puede ser un signo de estrés, al
igual que el aumento de la dependencia o el aislamiento social. © Juniors Bildarchiv
No es realista esperar eliminar de la vida de nuestros gatos todos los
posibles desencadenantes de estrés. Si un dueño o veterinario sospecha que
un gato sufre de estrés, es fundamental identificar bien la causa concreta de
este estrés y abordarla en consecuencia. Si, a partir de esa detección,
realizamos cambios en el entorno y en nuestra interacción con el gato (como
poniendo un arenero más o una gatera selectiva), podemos mejorar
radicalmente su bienestar emocional y físico.
La clave para resolver estos problemas consiste, sin duda, en comprender
mejor a la especie felina e interpretar con precisión el comportamiento, lo
que permite entender el estado emocional del gato.

Los gatos necesitan comportarse como gatos, por lo que si tu gato permanece exclusivamente dentro
de casa, ofrécele un entorno dinámico y estimulante para que esté entretenido y evitar el aburrimiento
y la frustración. © LOOKfoto/ KonradWothe

GATO CONTRA GATO


Existen varias razones por las que se producen las agresiones entre gatos, ya
sea dentro o fuera del hogar, por lo que es importante tener en cuenta los
distintos factores detonantes y entender que cierto grado de conflicto es
consecuencia inevitable de que tu gato viva en un entorno rodeado de los
suyos.

Aunque territoriales por naturaleza, los gatos domésticos se han vuelto expertos en habitar una
misma zona utilizando marcas de olor, lenguaje corporal y vocalización para disuadir del contacto
cercano no deseado. © imagebroker/KonradWothe

Los gatos son criaturas territoriales, lo que significa que defenderán


activamente su territorio ante cualquier amenaza de invasión a fin de
proteger los recursos que necesitan para sobrevivir. La cría selectiva para la
domesticación realizada durante miles de años ha debilitado lo bastante esta
conducta innata como para que el gato doméstico moderno pueda convivir
con gatos desconocidos. Los gatos con acceso al exterior patrullan su
territorio, dejando marcas de olor que permiten que muchos habiten la
misma zona sin enfrentamientos frecuentes y sin el riesgo de disputas a
dentelladas. La mayor parte de la comunicación de tu gato (que se basa en el
olor, el lenguaje corporal y la vocalización) tiene como objetivo evitar peleas
y aumentar la distancia entre los individuos más que estimular el contacto.
Desgraciadamente, la competencia en un territorio no es solo entre
vecinos. Dentro de un mismo hogar, pueden estar compartiendo espacio
varios gatos sin tener ese vínculo mutuo tan importante. Suelen formar
camarillas o grupos separados y coexisten sin lágrimas, limitándose a no
congeniar y a evitarse mutuamente siempre que pueden. Esto no significa
que no haya ocasiones en las que miembros de facciones distintas tengan
cosas que «decirse» para reafirmar quién tiene acceso a un recurso concreto
en un momento determinado. Es entonces cuando un gato puede emplear la
intimidación pasiva como una efectiva táctica de guerra psicológica más que
física.
En cualquier grupo de varios gatos siempre habrá acosadores en potencia;
lo único que necesitan es una víctima. Y la «víctima» es cualquier gato que
responda de forma dramática y con evidente aprensión a las actitudes y
conductas amenazadoras de otro. Cuanto más reaccione el gato a esta forma
de intimidación, más «subirá la apuesta» el acosador. Los gatos más
decididos pueden no parar hasta terminar echando a su víctima de la casa.
Estas víctimas son los gatos que desarrollan enfermedades asociadas al
estrés como resultado de la amenaza constante e inevitable que representa el
acosador.

Conflictos habituales entre gatos


Además de defender su territorio —o, como mínimo, la zona que consideran
más importante para ellos— de cualquier invasión (como hacen la mayoría
de los gatos), los gatos más decididos del vecindario pueden buscar
activamente oportunidades de ampliar su territorio, y los más inseguros son
un blanco fácil. Si un gato no puede o no consigue defender su territorio,
podría verse obligado a permanecer en casa, ya que sus límites se reducen
tanto que las salidas al exterior le parecen demasiado peligrosas. La gatera o
incluso una puerta o ventana abierta podrían permitir que gatos desconocidos
invadieran el hogar, lo que puede dar lugar a un comportamiento agresivo
por parte de ambas partes. Sorprendentemente, a veces el gato invasor no
encuentra oposición por parte del gato que vive allí, pero esto se debe más al
miedo que a una aceptación abierta del encuentro. Este tipo de invasiones
también pueden causar fricciones entre los miembros de un hogar con varios
gatos, ya que aumentan sus niveles de ansiedad y podrían agravar tensiones
que antes se mantenían a un nivel tolerable. El simple hecho de que haya
muchos gatos en el vecindario también puede tener un efecto similar, ya que
su presencia se vuelve una presión que los gatos de los hogares son
incapaces de superar.
En los conflictos entre gatos incompatibles de un hogar con varios gatos
que no salen a la calle puede producirse el mismo tipo de interacción hostil,
y los gatos se muestran reacios a aventurarse fuera de una habitación salvo
en momentos muy concretos, ya que su territorio queda subdividido por los
gatos más seguros de sí mismos. Si las posibilidades de escape y evitación
son pocas o inexistentes, habrá agresiones activas (peleas). Algunos gatos
son más peleones que otros, dependiendo de su genética, sexo y primeras
experiencias.

SIGNOS DE ACOSO

Entre otros:

• Mirar fijamente
• Reclamar lugares de descanso o el acceso al humano apartando físicamente a otro gato
• Abalanzarse sobre un gato mientras duerme
• Bloquear las vías de paso; sentarse directamente delante de la gatera para impedir la
entrada/salida
• Bloquear el acceso a un arenero interior

Los hogares con hembras sin esterilizar también pueden vivir episodios
de agresividad, sobre todo cuando las gatas protegen a sus gatitos. Estos
entornos pueden ser focos de tensión que muchas veces se manifiestan de
forma pasiva, ya que a menudo hay una mezcla de gatos esterilizados y sin
esterilizar. Las hembras que entran y salen del celo dentro del grupo pueden
tensar aún más las relaciones.
RUPERT SE PONE DESAGRADABLE

El pobre Badger se vio en el lugar equivocado en el momento equivocado. Su compañero,


Rupert, había estado mirando por la ventana del jardín y había visto allí a Flossie, la gata de
la casa de al lado. En seguida se preparó para una pelea y clavó su mirada en cada uno de sus
movimientos. Entretanto, a Badger se le había antojado comer algo y se dirigía a la cocina. Al
entrar en la habitación donde Rupert estaba poco a poco poniéndose frenético, el pobre Badger
se puso a su vista, y Rupert, en una fracción de segundo, se dio la vuelta y lo atacó con fiereza.
Badger huyó al dormitorio para reflexionar sobre todo aquel hecho tan confuso. Durante
varias semanas, todos los siguientes encuentros entre los dos gatos se vieron empañados por el
recuerdo de aquel episodio, pero ahora todo está olvidado. Otros gatos no tienen tanta suerte y,
si no funciona una reintroducción gradual, a veces los dueños tienen que separarlos
definitivamente.

OTROS ARREBATOS
Cuando un gato percibe una amenaza de origen externo, puede redirigir la
agresividad hacia otro si ya existían tensiones internas, y los cambios dentro
de un mismo grupo de gatos también pueden provocar disputas.
Los gatos tienen un instinto de supervivencia muy desarrollado que
recurre a un sistema interno conocido como mecanismo de lucha/huida, que
libera adrenalina, bombea sangre a los músculos y prepara al cuerpo para el
peligro. Esta intensa respuesta emocional puede activarse ante un sonido o
movimiento repentinos, o al ver a otro gato a través de una ventana, pero el
«ataque» puede producirse accidentalmente contra un gato inocente si este se
encuentra en el lugar y el momento equivocados. En estos casos, las
relaciones entre esos dos gatos de la misma casa pueden quedar dañadas sin
remedio.
Es perfectamente normal que los gatos se resistan a admitir a otros en su
colonia, sobre todo si el recién llegado es ya adulto. Cualquier enfermedad
de alguno de los miembros también puede detonar una agresión, ya que
puede alterar su olor o provocar cambios de comportamiento, y ambas cosas
podrían suponer un potencial peligro para los otros miembros. Algunos
hogares con varios gatos son estables gracias a que uno de ellos mantiene
por sí solo el olor grupal interactuando con el resto de los gatos. Otros se
mantienen aparentemente estables si uno de los gatos controla de tal forma
los recursos que resulta inútil desafiarlo. Si el gato protagonista de
cualquiera de las dos situaciones muere, puede alterarse gravemente el statu
quo y cada gato tendrá que establecer nuevos derechos y, probablemente, un
nuevo grupo.
Hay una serie de problemas de conducta relacionados con la agresividad
entre gatos. Si la agresividad mostrada es más bien pasiva, el primer indicio
de que existe un conflicto puede ser el desarrollo de comportamientos
inadecuados, anormales o inaceptables. Por ejemplo, rociado de orina,
micción inadecuada y rascado excesivo. También pueden producirse
enfermedades derivadas del estrés, ya que tanto el instigador como la
víctima pueden sufrir estrés crónico debido a la constante sensación de
amenaza; no todos los gatos agresivos son seguros de sí mismos. En estos
casos pueden activarse o agravarse cualquier infección vírica persistente o
recurrente, la cistitis idiopática felina (CIF), la conjuntivitis y la enfermedad
inflamatoria intestinal (EII). La CIF es una enfermedad dolorosa y
angustiosa cuyo desarrollo y la frecuencia e intensidad de sus episodios se
atribuyen en gran parte al estrés. La EII es una enfermedad relativamente
frecuente, cuyos síntomas se agravan en momentos de estrés.
Si existe tensión entre los gatos, adaptar el entorno puede resolver el conflicto. Por ejemplo, darles
comida más veces y en menor cantidad puede reducir la tensión en lo que respecta a la alimentación.
© Juniors Bildarchiv

HACER LAS PACES


La agresividad entre los miembros de un hogar con varios gatos podría
controlarse tratando de identificar la causa principal de la tensión e
intentando resolverla o eliminarla.
Si el detonante es la tensión subyacente por la incompatibilidad entre los
gatos o la constante competitividad entre ellos, podemos adaptar el entorno,
añadiendo más recursos que limiten la necesidad de un conflicto continuo.
Pero ten en cuenta que es muy posible que la relación entre estos gatos sea
ya irreconciliable, por lo que no deberías descartar la posibilidad de reubicar
a uno o varios en un nuevo hogar, ya que podría ser lo más beneficioso para
todos. Con todo, siempre hay que intentar antes restablecer la paz.
Si es posible a efectos prácticos, es buena idea poner dos puntos distintos de entrada y salida para
evitar el riesgo de que otros gatos dominantes vigilen o bloqueen el acceso. © Alan Marsh/Design
Pics

La gestión de los recursos


Lo ideal es que la casa cuente con todos los «recursos felinos» (comederos,
bebederos, areneros, camas, juguetes, rascadores, plataformas altas y sitios
privados) en la proporción de uno por cada gato más otro adicional,
colocados en lugares diferentes para que todos los gatos los sientan
suficientes. Si has identificado distintos grupos sociales separados y tu casa
no tiene mucho espacio, puede bastar con uno por cada grupo más uno extra.
Puedes repartir comida seca en varios «comederos» nuevos permanentes
para darles sensación de abundancia y que los gatos decidan por sí mismos
cuándo comer. También puedes darles comida húmeda así, en raciones más
pequeñas y frecuentes para evitar la competencia a horas fijas. Coloca los
cuencos de forma que cada gato pueda comer sin necesidad de dar la espalda
a un posible adversario. El agua también es un recurso importante para los
gatos, y colocar varios cuencos en distintos lugares de la casa, lejos de la
comida, animará a los gatos a beber con más frecuencia.
Aunque los gatos tengan acceso al exterior, es aconsejable ponerles
también un arenero interior, ya que les da la alternativa de hacer sus
necesidades en la relativa seguridad de la casa si se produce algún acoso
fuera. Si es posible, a efectos prácticos, puedes instalar dos puntos distintos
de entrada y salida de la vivienda (como gateras, puertas o ventanas); esto
evita el acceso pueda quedar vigilado o bloqueado y permite que hasta el
gato más miedoso entre y salga sin problemas.
Los rascadores deben situarse cerca de las entradas, las camas y los
comederos, para garantizar su disponibilidad en zonas de posible
competencia, ya que los gatos normalmente arañan cuando hay otros cerca
como forma de comunicar sus derechos territoriales. Los gatos suelen
preferir observar la actividad desde un lugar elevado porque les produce una
fuerte sensación de seguridad, así que hay que facilitarles muchas vías de
acceso a lugares altos. También hay que proporcionarles sitios privados, ya
que todos los gatos necesitan soledad y un lugar seguro para descansar, sin
riesgo de ataques. Las camitas abrigadas también son un elemento que hay
que defender, así que asegúrate de que haya un número suficiente para evitar
disputas.
Si la hostilidad entre los gatos ha dado lugar a alguna pelea intensa, lo
más prudente es separarlos en habitaciones distintas durante 24-48 horas,
hasta que ambos se hayan calmado. Si en ese momento, al volver a juntarlos,
se sigue dando alguna pelea activa, puede ser necesario separarlos durante
un período mayor y tratarlos como si fueran completos extraños que se
encuentran por primera vez (ver las páginas 191-193 sobre cómo presentar a
un gato nuevo a uno ya instalado).

Volver del veterinario


Los ataques pueden ocurrir en el momento menos pensado, cuando los
dueños suelen no estar preparados. Un ejemplo típico es la reacción que
puede tener un grupo de gatos ante el regreso de uno de ellos del veterinario.
Los gatos se comunican principalmente con su sentido del olfato, y cada
grupo crea un olor comunitario familiar que ayuda a que se vinculen entre sí.
Cuando un gato va al veterinario, su olor cambia y vuelve impregnado de
unos olores amenazadores y desagradables debidos a la cirugía. Esto puede
provocar una reacción muy fuerte de los otros gatos cuando este llega a casa
y los demás no reconocen a su compañero. Para evitar que le ocurra esto a tu
familia felina, deja al gato recién llegado en una habitación separada al
menos durante las primeras 12 horas (o toda la noche) para que pueda
asearse y restablecer un olor familiar. Puedes facilitar este proceso
acariciándolo y dándole cariño en general, pero ten cuidado de no alborotar
demasiado al paciente postoperatorio. Déjate guiar por el veterinario o la
enfermera, quienes te darán las indicaciones adecuadas sobre el cuidado
posterior.

ZORRO, EL DÉSPOTA

Zorro era un bengalí con debilidad por las personas pero no por los gatos. Aterrorizaba a
diario a los gatos de la zona y un día llegó demasiado lejos cuando hirió gravemente a una
anciana que intentaba proteger a su gato en la cocina de su casa. Su dueña, Julia, recibió la
correspondiente notificación que le exigía tomar medidas para mantenerlo alejado de las
ZORRO, EL DÉSPOTA

calles, por lo que lo mantuvo recluido en casa durante una semana confiando en que se
resignaría a su encierro. Lamentablemente, no fue así y empezó a deambular y a rociar orina
constantemente. Al final se llegó al acuerdo de instalar en cada casa gateras selectivas, y de
que solo se permitiría salir a Zorro a ciertas horas (sobre todo por la noche), cuando los otros
gatos ya estuvieran a salvo dentro de casa. Fue difícil durante muchos meses, y el problema
solo se resolvió cuando Julia y Zorro se mudaron a una zona con muy pocos gatos domésticos o
gateras a la vista y él pudo patrullar y ampliar su territorio a voluntad sin necesidad de
conflictos constantes.
Los gatos con un carácter excesivamente intimidador, normalmente machos sin castrar, se describen
como despóticos. Por desgracia, muchas veces escogen como víctimas a gatos ancianos, enfermos y
asustadizos. © blickwinkel/Moch
EL GATO DESPÓTICO
Algunas agresiones territoriales sobrepasan lo que la mayoría considera
aceptable. Estos gatos agresores suelen describirse como «déspotas», ya que
siempre buscan territorios defendidos por otros para reclamarlos como
suyos.
Estos «déspotas» entran en casas situadas en una amplia zona, atacan a
los gatos que viven en ellas (y a los propietarios si se interponen) y marcan
con orina las superficies verticales antes de marcharse. Las víctimas rara vez
se defienden, ya que el «déspota» las escoge muy bien y suele ensañarse sin
tregua con los gatos viejos, enfermos o miedosos del vecindario. Algunas
razas, como el birmano y, en tiempos más recientes, el bengalí, constituyen
un porcentaje increíblemente alto de los agresores. Los machos sin castrar
(los déspotas suelen ser machos) también son muy dados a comportarse de
forma similar, así como cualquier mestizo doméstico especialmente
territorial.
Los dueños de los gatos hostigados pueden angustiarse mucho por estos
incidentes, sobre todo si ocurren dentro de su propia casa, y exigir que el
dueño del abusón haga algo al considerar que es el único responsable de
evitar futuros ataques. Aunque está claro que el dueño del acosador debe
tomar cartas en el asunto, no es menos cierto que el dueño del acosado
también debe tomar medidas razonables para proteger su propiedad. Los
gatos acosados son claramente incapaces de repeler a los intrusos o de
defender su propio territorio, por lo que, en estos casos, los dueños tienen
que intervenir.
Hay cierto debate sobre si el comportamiento de estos gatos acosadores
es o no inusual en la especie, pero lamentablemente hay pocas pruebas que
sugieran que su conducta no sea normal en el gato como especie territorial.
Los gatos domésticos cruzados han sido criados selectivamente a lo largo de
miles de generaciones para moderar su comportamiento territorial y poder
vivir en zonas urbanizadas muy cerca de otros gatos. Todo depende del
grado en que se manifieste este comportamiento, y los dueños de gatos de
todo el mundo deberían agradecer que no sea un problema más común.
Los dueños de gatos déspotas deberían encerrarlos en casa a determinadas horas para permitir que
otros dueños de la zona puedan dejar salir a sus gatos en esos momentos. Los gatos déspotas
deberían llevar cascabeles para indicar dónde están. © Nordic Photos/Lasse Pettersson

CÓMO TRATAR A UN GATO DÉSPOTA


Es importante averiguar si el gato tiene dueño y está castrado. Si no hay
constancia de que tenga dueño, se puede solicitar ayuda para su captura,
castración y realojamiento.
Si se puede localizar al dueño, es conveniente llegar a un acuerdo con él
para que no deje salir al gato déspota por la noche si las peleas e invasiones
de propiedad se producen durante las horas de oscuridad. El dueño puede
darle al gato una golosina nocturna para incentivarle a entrar a una hora
determinada. Si los ataques se producen durante el día, habría que establecer
un toque de queda a esas horas. Se debería informar a todos los vecinos con
gatos acosados de las horas a las que está confinado el agresor, para que
sepan cuándo están seguros sus gatos. El déspota debería llevar un par de
cascabeles atados a su collar para que los vecinos y sus gatos puedan oírle
llegar y tomar las medidas necesarias si se incumple el toque de queda.
El dueño del gato acosado debería bloquear su gatera cerrándola con llave
y colocando una tabla sólida a ambos lados o cerrar cualquier puerta o
ventana por la que el gato agresor haya entrado en la casa. En la medida de
lo posible, habría que averiguar y bloquear la vía de acceso del agresor al
jardín. Si tu gato acosado muestra interés por salir al jardín, deberías
acompañarlo, pero no olvides dejarle un arenero dentro de casa. Si, en el
futuro, quiere salir libremente al exterior, deberías instalar una gatera
selectiva, pero, por desgracia, ningún dispositivo impedirá del todo la
invasión de los gatos más decididos.

Coloca suficientes camitas abrigadas por toda la casa para que el gato déspota duerma durante su
confinamiento forzoso. Instaura sesiones de juego activo para que gaste el exceso de energía. ©
imagebroker/KonradWothe

Es conveniente adaptar el hogar de un gato agresivo para que disponga de


estímulos y recursos adecuados, ya que el confinamiento forzoso podría
estresarle. Ponle suficientes camas calentitas repartidas por la casa para que
pueda aprovechar cualquier oportunidad de dormir y llenar así el vacío de
actividad. Instaura sesiones de juego activo para que gaste energía, sobre
todo por la mañana temprano y por la tarde-noche, o en otros momentos en
los que normalmente esté más activo.
Algunos gatos déspotas se obstinan en comportarse así, y muchas veces
la única forma de resolver las peleas encarnizadas que inicia con los gatos
vecinos es realojarlos en zonas con pocos gatos.

LA ELIMINACIÓN INADECUADA
Los gatos pueden orinar o defecar (o ambas cosas) inadecuadamente,
ensuciando la casa. La micción inadecuada es uno de los problemas más
recurrentes en las consultas de los etólogos de animales de compañía.
La cantidad de orina puede variar desde unas gotitas hasta un volumen
más importante. Por lo general expulsan la orina sobre superficies
horizontales, pero también pueden hacerlo sobre superficies verticales desde
una postura erguida, que se asocia más bien con el marcaje de orina en
espray. La motivación conductual para ensuciar la casa suele ser una
combinación de factores, aunque sin duda el gato siempre sufrirá de algún
tipo de estrés. Las causas más comunes de una eliminación inadecuada en
casa son:

Falta de entrenamiento de eliminación. Es posible que tu gato, de


cachorro, no haya desarrollado el hábito de hacer sus necesidades sobre una
sustancia blanda como la tierra o sobre arena para gatos. Esto hace que,
cuando siente la necesidad de orinar o defecar, tenga que decidirse por sitios
alternativos que cumplan sus propios criterios de lo que es un retrete
adecuado.

Pérdida de una letrina favorita en el exterior. Este lugar podría estar fuera
de los límites de vuestro jardín, y cualquier alteración, como la llegada de un
perro, de otro gato o la retirada de un arriate concreto, puede hacer que
busque una alternativa adecuada en la relativa seguridad del interior.
Acoso de gatos de fuera. Si tu gato ha tenido algún encontronazo con otros
gatos en el territorio, esto puede generarle una sensación general de
inseguridad en el exterior. Los gatos no se sienten cómodos haciendo sus
necesidades ante semejante peligro, ya que en esa situación son
especialmente vulnerables a los ataques.

aTensión dentro de un hogar con varios gatos. Dentro de un mismo hogar,


los gatos más asertivos pueden utilizar técnicas pasivo-agresivas —como
bloquear el acceso al arenero— para intimidar a otros.

Aversión a la ubicación del arenero. Los gatos pueden ser reacios a utilizar
un arenero si está situado en un lugar que no les gusta, como demasiado
cerca de su comedero, cerca de un ventanal al exterior, junto a la gatera, en
un lugar de mucho tránsito, cerca de electrodomésticos ruidosos o al lado de
una puerta que se usa con frecuencia.

Aversión a la arena. Algunos gatos pueden ser especialmente exigentes con


los sustratos de sus areneros, y ciertos materiales —como los pellets de
madera, los gránulos de sílice o los materiales muy perfumados— les pueden
resultar especialmente desagradables. Los revestimientos de polietileno y los
polvos desodorantes y ambientadores también pueden repeler a algunos.

Aversión al arenero. Los areneros cerrados con entradas de gatera pueden


dar más sensación de atrapamiento que de intimidad, por lo que podrían
alejar a los gatos más temerosos. También atrapan los olores en su interior y
crean un ambiente desagradable si la bandeja no se limpia a conciencia.
Además, algunas bandejas pueden ser demasiado pequeñas para los gatos
grandes.

Experiencia desagradable asociada al arenero. Si un gato se asusta o se


siente en peligro mientras usa el arenero, quizá no vuelva a usarlo. Ejemplos
de esto pueden ser que un dueño demasiado insistente intente medicar al
gato mientras usa la bandeja o que, de repente, se oiga un ruido fuerte o se
caiga un objeto.

Problema médico.
La aparición de suciedad en casa suele deberse a que tu gato de pronto siente que su letrina o arenero
habitual no es adecuado. Con frecuencia, las alternativas preferidas serán los muebles o la ropa. ©
Igor Zhuk

Lugares favoritos para hacer sus necesidades


Suelen ser las esquinas de las habitaciones, sobre todo si le ofrecen algún
camuflaje (como la parte de atrás de la televisión), o superficies blandas
como edredones o cojines de sofá. Una vez que el gato ha elegido un tipo de
superficie o un lugar, suele volver a él, atraído por la asociación que acaba
de hacer del sitio con la eliminación. Algunos gatos también seguirán usando
los areneros o harán sus necesidades en el exterior de vez en cuando. Los
gatos que se sienten muy inseguros suelen escoger prendas de ropa de sus
dueños que están en el suelo o lugares que huelen mucho a ellos.

Vigilar
Si tienes este problema con tu gato, la información que puedas recabar sobre
las características y frecuencia de la orina puede ayudar a cualquier
veterinario o etólogo a diagnosticar la causa, por lo que debes estar atento.
En la orina, el tono rosado podría indicar la presencia de sangre, y el color
marrón anaranjado muy oscuro indicaría que está muy concentrada. Si una
orina reciente tiene un olor acre, puede indicar una infección. Si hay
demasiada orina, el gato podría estar reteniéndola por estrés o malestar. La
orina normal debe ser de color amarillo pálido y nada turbia.

En caso de producirse micciones inadecuadas, observa bien la orina, ya que puede indicar un
problema de salud. La orina normal no debe ser turbia. © Isobel Flynn

ABORDAR LOS PROBLEMAS DE ELIMINACIÓN FUERA DEL


ARENERO
Con la eliminación inadecuada, lo primero que hay que hacer es descartar
cualquier causa médica. Si no hay ningún problema físico, es probable que el
gato esté reaccionando a una situación estresante.
El dolor y la incomodidad pueden influir en el lugar que prefieren los
gatos para hacer sus necesidades, y algunos pueden crear asociaciones
negativas hacia la bandeja higiénica que usan si sienten dolor al hacerlo. Los
gatos orinan, y a veces defecan, para marcar zonas u objetos de especial
importancia territorial, y es difícil averiguar, sin ayuda profesional, si el
problema se debe a la necesidad de vaciar el intestino y la vejiga o es algún
tipo de gesto de marcaje.
El hecho de no poder identificar con exactitud la motivación principal del
comportamiento no implica que no debas tomar ciertas medidas que no van a
hacer ningún daño y que probablemente aumentarán la sensación de
seguridad de tu gato y reducirán su estrés. Aunque tu gato pueda salir a la
calle cuando quiera, este es el momento de poner en casa areneros
agradables y seguros. Hasta qué punto le va a gustar o no la bandeja
dependerá mucho de la personalidad de cada gato, pero hay modelos muy
populares que atraen a la mayoría.

Eliminar la evidencia
En primer lugar, hay que limpiar la suciedad lo más a fondo posible para
eliminar cualquier olor residual que pudiera atraer a tu gato, lo que
favorecería que se creara el hábito. Limpiar los desechos de los gatos puede
ser difícil, ya que algunas superficies, como muebles y alfombras, absorben
la orina y la filtran a las capas inferiores, donde se degrada y produce el
hedor característico de este tipo de problemas de suciedad a largo plazo. Si
la mancha está en la alfombra, lo ideal sería quitarla y destruirla, junto con
cualquier capa inferior. El suelo bajo la zona manchada debe ser tratado con
un producto adecuado (a ser posible uno recomendado por el veterinario o
etólogo) antes de colocar una alfombra nueva.
Una vez que se hayan limpiado a fondo las zonas sucias, es conveniente
modificar el lugar para dificultar el acceso. Lo más fácil sería cerrar la
habitación, pero si el gato ha hecho sus necesidades en una habitación que se
usa mucho o que no puede cerrarse, quizá baste con mover los muebles o
colocar sobre la zona una caja boca abajo. Deberían evitarse los elementos
disuasorios como la pimienta, la piel de cítricos u otros productos
comerciales, ya que a veces pueden aumentar los niveles de estrés del gato y
simplemente conseguir que ensucie otra zona, empeorándolo todo aún más.

Revisar las bandejas y la arena


Conviene que el número de areneros sea proporcional al tamaño del grupo
de gatos (ver la fórmula de la página 132) y que estén situados en distintas
zonas y no concentrados en un único lugar. Así evitaremos que los gatos más
aprovechados no dejen acceder a los más sumisos. Lo ideal es que los
areneros estén situados en esquinas, para que el gato sienta la protección de
paredes o muebles a ambos lados para evitar emboscadas por detrás. Puedes
colocar areneros cerrados, pero no des por hecho que los van a preferir
necesariamente a los abiertos y expuestos. De hecho, los cerrados crean la
oportunidad perfecta para una mayor intimidación y acoso, pues los gatos
pueden verse atrapados dentro o placados desde arriba cuando el gato
abusón se da cuenta de que puede sentarse encima del arenero cuando su
adversario lo utiliza.
El tamaño del arenero debe ser lo bastante grande como para que el gato
pueda moverse cómodamente en él y elegir el mejor sitio. Si tu gato tiende a
erguirse al orinar y expeler la orina en forma de semipulverización, viene
bien comprar areneros con laterales altos para que el chorro no salga fuera.
El sustrato debe tener una consistencia similar a la arena fina, sin olores
«frescos» añadidos ni cristales diseñados para controlar los olores.
Comprando uno de tipo aglomerante, podrás limpiar la bandeja a diario sin
que se acumule el sustrato sucio, ya que la orina se seca formando un terrón
duro que luego puede sacarse fácilmente. La profundidad del arenero debe
permitir escarbar, y la mayoría de los gatos prefieren una profundidad de al
menos 3 cm. Vaciando la bandeja una vez a la semana y lavándola con agua
caliente y un detergente suave antes de volver a llenarla, la tendrás impoluta
y facilitarás su uso continuado. Deberías evitar las bolsas y los desodorantes
en polvo para areneros, pues pueden ser un obstáculo más para que el gato
use el arenero y lo haga sin estrés.
¡LEVANTAD EL PUENTE LEVADIZO!

Pip empezó a rociar en la cocina poco después de que sus dueños instalaran una gatera,
cuando el gato del vecino entró por la nueva entrada para zamparse su comida. Jonathan, el
dueño de Pip, trabajaba desde casa y había instalado la gatera para que su gato tuviera
libertad de entrar y salir cuando él estaba ocupado. Tras pensarlo bien, Jonathan decidió
prescindir de la gatera por el momento y colocó tablas sólidas en la parte delantera y trasera
de la puerta para que volviera a parecer una estructura impenetrable. Limpió a fondo las zonas
rociadas de la cocina y Pip se entretenía con juegos, juguetes y pequeñas comidas frecuentes.
Jonathan le dejaba abierta la puerta de su estudio para que Pip le visitara, y al final resolvió el
problema de la puerta trasera dejando que Pip entrara y saliera por la ventana de su estudio.
Una vez establecido este nuevo sistema, Pip volvió a su estado normal de relajación.

ROCIADO DE ORINA (SPRAYING)


El rociado de orina es una forma de conducta de marcaje territorial de los
gatos que suele consistir en que expelen pequeñas cantidades de orina en una
superficie vertical, aunque también pueden hacerlo sobre superficies
horizontales poniéndose en cuclillas.
Los gatos se ponen de pie hacia una superficie vertical y levantan la cola.
Lanzan un pequeño chorro de orina mientras apoyan las patas traseras y la
punta de la cola se agita o tiembla. A veces también pueden ponerse en
cuclillas y expeler un pequeño marcaje de orina en superficies horizontales.
Los estudios han demostrado que los gatos pueden distinguir entre la orina
expelida en vertical y en horizontal, por lo que es posible que, cuando el gato
rocía, se produzcan secreciones de las glándulas anales, y, de hecho, la orina
parece más viscosa y oleosa de lo normal. Los lugares elegidos para el
rociado suelen estar a la vista, en zonas de especial importancia territorial
donde el gato se siente desafiado.
La orina rociada verticalmente es un tipo de comportamiento de marcaje territorial, y los estudios
han demostrado que los gatos pueden distinguir entre la orina expelida en vertical y en horizontal. ©
John Daniels

Todos los gatos —machos, hembras, esterilizados y sin esterilizar— son


capaces de rociar orina en determinadas circunstancias. En machos y
hembras sexualmente activos, la marca de orina constituye una invitación
que anuncia su disponibilidad para el apareamiento. En los gatos
esterilizados tiene el objetivo contrario, ya que desprende un olor que
permite que varios gatos utilicen el territorio sin entrar en contacto directo
unos con otros. La frescura o no del olor indicará cuándo lo dejó el otro gato
y, por tanto, si es seguro o no entrar en la zona.
En un entorno doméstico no debería haber necesidad de que un gato rocíe
orina, ya que debería representar un refugio seguro para el gato o gatos de la
casa. Si en un hogar de varios gatos hay tensiones entre ellos o si, en un
hogar de un solo gato, este se siente amenazado, pueden recurrir al rociado
de orina para afrontar el conflicto. Las marcas de orina se concentran en las
zonas en las que el gato se siente especialmente vulnerable. También pueden
rociar orina para llamar la atención o en situaciones de frustración. En
determinadas circunstancias, también puede estar asociada con una conducta
de hostilidad pasiva. Así pues, es fácil ver que este comportamiento es un
complejo e incluso polivalente sistema de comunicación para tu gato.

CÓMO ABORDAR EL PROBLEMA DEL ROCIADO DE ORINA


Es importante identificar la zona en la que se produce, ya que puede dar una
buena pista sobre el detonante inicial del estrés, que puede entonces
abordarse.
Si, por ejemplo, las marcas de orina aparecen junto a una gatera o una
puerta o ventana exterior, es probable que el problema se encuentre fuera de
la casa. Pero si en un principio se rociaron paredes o puertas interiores, es un
claro indicio de que el enemigo está dentro de casa y de que existe cierta
tensión entre algunos de los miembros de un hogar multigato. También es
importante identificar al gato responsable, ya que no siempre la orina rociada
se expele delante del dueño. Los gatos inseguros con problemas
inespecíficos pueden rociar orina en respuesta a cambios en su entorno como
muebles nuevos, obras o redecoración, sobre todo si no salen nunca de casa,
aunque esto no suele ser la causa primaria. Lo habitual es que haya otro gato
detrás del problema por algún lado y el objetivo será identificarlo y reducir
la amenaza que representa.

Medidas de seguridad
Aunque para resolver del todo el problema es esencial identificar y abordar
el factor desencadenante, se pueden tomar medidas para intentar aumentar la
sensación de seguridad del gato y disminuir su necesidad de rociar orina. Si
crees que el factor estresante viene del exterior, después de haber analizado
el patrón y la localización de los marcajes, retira las cortinas largas sobre las
que puedan estar rociando, o sujétalas por el momento con pasadores. Las
ventanas o puertas de cristal de suelo a techo pueden dar a los gatos extraños
la oportunidad de acercarse demasiado a la casa, así que tapa los paneles
inferiores con una lámina opaca para aumentar el camuflaje de tu gato en
casa. Coloca «miradores» o puntos elevados cerca de las ventanas para que
tu gato pueda avistar los posibles peligros desde una posición segura.
Limpia las zonas rociadas con una solución al 10 % de detergente
biológico diluido en agua tibia. A continuación, aclara inmediatamente y
pulveriza una pequeña cantidad de alcohol sanitario para descomponer los
compuestos que producen el olor que anima a tu gato a volver al lugar para
«recargar» dicho olor. El veterinario también podría recomendarte algún
producto comercial eficaz para eliminarlo.
Coloca areneros agradables y seguros en la proporción de uno por cada
gato más otro adicional, situados en distintas zonas de la casa. Pon nuevos
comederos en los sitios en los que el gato haya marcado para que cree
asociaciones más positivas con el lugar. Si se ha comprobado que el
problema es que hay fricciones dentro de un grupo de gatos, procura que
haya los suficientes recursos felinos, como camas, rascadores, areneros y
escondites, para satisfacer las necesidades de todos los gatos y reducir la
competencia. Si es posible, instala un segundo punto de entrada y salida del
hogar para evitar la posibilidad de que a algún gato no le dejen entrar o salir.
Si la propia gatera es la causa de la inseguridad y ha entrado un gato extraño,
puede ser conveniente bloquearla un tiempo, cubriéndola totalmente por
ambos lados para que parezca una puerta sólida, y permitir a tu gato entrar y
salir por una puerta o ventana a demanda.
Hay feromonas faciales felinas sintéticas (página 127) que se venden en
espray o en un difusor eléctrico y que pueden tranquilizar a tu gato y hacerlo
sentir más seguro. Estos productos pueden ser de gran ayuda como parte de
los cambios generales que estés llevando a cabo, así que habla con tu
veterinario y que él te aconseje al respecto.
Los sentimientos de inseguridad pueden hacer que tu gato empiece a rociar orina, así que facilítale
puntos elevados cerca de las ventanas para que pueda avistar los posibles peligros desde una posición
segura. © Kirsty Richards

Reorienta la mente de tu gato


Puede resultar difícil romper el ciclo de conducta ansiosa que hay detrás del
rociado de orina. Los gatos suelen pasearse una y otra vez de una ventana a
otra y vocalizar antes de rociar, lo que indica que tiene cierto grado de ritual
y, por tanto, es difícil de atajar. Introduciendo una sesión programada y
divertida de juego en esos momentos concretos en los que tu gato empieza a
intranquilizarse y a obsesionarse con rociar, podrás concentrar su mente en
una actividad más positiva. Los gatos tienen gustos y aversiones muy
particulares ante los juguetes, así que elige bien para asegurarte de captar
todo el interés de tu gato. Jugar en periodos cortos y frecuentes les gusta más
que una sesión larga. Una caña de pescar o una varita que simule el
movimiento de una presa puede ser lo bastante estimulante como para
distraer a su gato y darte la oportunidad de alejarlo de la zona por la que más
se pasea de arriba a abajo.
Beber y orinar en exceso puede deberse a una insuficiencia renal o a la pérdida del funcionamiento de
los riñones. Otra causa puede ser la diabetes. © John Daniels

SEÑALES DE ALERTA MÉDICA – ELIMINACIÓN FUERA DEL


ARENERO Y ROCIADO DE ORINA
Hay varias razones médicas por las que un gato puede orinar de forma
inadecuada o rociar orina, sobre todo si las cantidades rociadas son grandes,
ya que esto no está normalmente relacionado con un comportamiento de
marcaje.
La causa más común de la micción inadecuada es la cistitis o los
problemas de vejiga derivados de la enfermedad del tracto urinario inferior
felino (ETUIF). Los cálculos en la vejiga pueden dar lugar a sangre en la
orina, dificultad para orinar o dolor al hacerlo, al igual que una enfermedad
denominada cistitis idiopática felina (CIF), que es relativamente frecuente y
se considera relacionada con el estrés. Los gatos más propensos a esta
afección son los gatos castrados con sobrepeso que viven sin salir de casa o
saliendo poco al exterior en hogares multigato.
En los casos de eliminación fuera del arenero también hay que descartar
problemas como tumores de vejiga o anomalías en las vías urinarias. La
insuficiencia renal o la pérdida de la funcionalidad de los riñones pueden
provocar que el gato beba y orine en exceso, y esto puede bastar para que se
produzca una micción inadecuada, ya que los gatos que padecen estas
enfermedades utilizan sus bandejas más de lo normal y eliminan un mayor
volumen de orina. La diabetes también presenta síntomas similares, por lo
que puede provocar el mismo comportamiento.
El dolor o los problemas de movilidad, como los derivados de la artritis,
también pueden dificultar el uso de gateras o bandejas sanitarias situadas en
zonas incómodas, y una posible consecuencia será que el gato busque una
zona donde poder hacer sus necesidades más fácilmente.
Otras enfermedades, como el virus de la inmunodeficiencia felina (VIF) y
el virus de la leucemia felina (VLF), también pueden provocar síntomas que
provoquen la eliminación fuera del arenero. Cualquier enfermedad que
produzca incontinencia urinaria hará que el gato se orine mientras descansa
o duerme.
El rociado de orina puede estar relacionado con la enfermedad del tracto
urinario e incluso se sabe que ocurre en gatos con glándulas anales
impactadas o infectadas.
La defecación inadecuada puede ocurrir si el gato padece una enfermedad
gastrointestinal que provoque diarrea, colitis o estreñimiento. Cualquier
enfermedad que provoque un mayor volumen o frecuencia de las
deposiciones, un menor control de los esfínteres o incontinencia fecal o
dolor al defecar podría ser la causa.
¿SABÍAS QUE…?

• Los estudios han demostrado que los gatos pueden ser más propensos a mostrar síntomas de
enfermedad del tracto urinario inferior (cistitis) durante las épocas de mal tiempo, cuando
pasan más tiempo encerrados en casa.
• La orina del gato brilla bajo la luz ultravioleta, lo que ayuda a localizar las zonas de la
alfombra que hay que tratar si tu gato ha orinado en ella. Se pueden comprar linternas
portátiles especiales para detectar las manchas de orina.

La incontinencia urinaria hace que el gato se orine mientras duerme. Como su orina brilla bajo la luz
ultravioleta, las linternas especiales ayudan a localizar las manchas. © Vstock

EL GATO QUE AGREDE A SU DUEÑO


Son muchos los motivos por los que tu gato puede mostrar agresividad. Es
una parte intrínseca de su estrategia de supervivencia, y es casi inevitable
que los gatos domésticos muestren cierta agresividad en un momento u otro.
Hay algunas causas habituales de agresividad, pero puede ser arriesgado
tratar de diagnosticar por tu cuenta las motivaciones de la conducta agresiva
de tu gato, ya que cualquier error de valoración puede agravar el problema si
no se aborda de forma adecuada. La mordedura profunda de un gato no suele
sangrar mucho, ya que los dientes caninos crean un pequeño orificio que se
cura con rapidez. Pero todas las bacterias de la boca del gato quedan
atrapadas en los tejidos que hay bajo la piel y es muy probable que se
produzca una infección, por lo que hay que acudir al médico lo antes
posible.

Los gatitos pequeños juegan a juegos bruscos, que dejan si alguno se vuelve demasiado violento. Esto
les enseña a no ser demasiado bruscos entre ellos. © Tierfotoagentur/D. M. Sheldon

Lecciones no aprendidas
Cuando son cachorros, los gatitos se pelean entre sí y se enzarzan en
enérgicas peleas que se interrumpen si se vuelven un poco demasiado
violentas y uno de ellos huye o devuelve un mordisco demasiado fuerte. Esto
enseña a los gatitos a no morder muy fuerte cuando juegan. Por desgracia,
cuando los humanos intentamos este mismo tipo de juegos utilizando las
manos, a menudo reforzamos esta enorme exaltación y hacemos que el gatito
crezca mordiendo y arañando como parte del juego, pero con una intensidad
que puede producir heridas. La preferencia de tu gato por tus manos como
diana del juego pronto se extenderá a tus pies descalzos, y cuando sea adulto
te emboscará, lanzándose sobre tus pies y manos a la menor oportunidad.

Los humanos, en aras del juego, podemos animar y reforzar comportamientos de exaltación
inadecuados como arañar y morder las manos. © Juniors Bildarchiv
Otra lección importante que debe aprender un gato de pequeño es la
capacidad de enfrentarse a situaciones frustrantes. Si tu gato no aprendió que
la frustración es parte inevitable de la vida, quizás recurra a la agresividad
para expresar su rabia cuando las cosas no salgan como él quiere. Algunos
gatos irritables podrían atacan a sus dueños para liberarse del «malestar
emocional» que les producen las cenas tardías, las gateras cerradas o
cualquier otra leve molestia. Hay evidencias que sugieren que la frustración
se aprende a gestionar durante el proceso de destete y que la crianza a mano
no suele conseguir emular este aprendizaje, por lo que podría dar lugar a
adultos que se enfadan con facilidad.
La agresividad puede utilizarse tanto de forma ofensiva como defensiva,
y cuando surge del miedo es simplemente una estrategia de supervivencia en
situaciones en las que el gato se siente vulnerable y en peligro. Muchos gatos
que no han tenido una socialización temprana con humanos seguirán
teniendo miedo ante su presencia, y cualquier avance o atención no deseados
por parte de las personas pueden dar lugar a la agresividad del gato como
método disuasorio. Pero si la amenaza de agresión no consigue que la
persona o personas desistan, lamentablemente el gato se valdrá de sus uñas y
dientes para poder escapar.
La frustración forma parte de la vida de los gatos, y si no aprenden a manejarla desde cachorros,
pueden convertirse en adultos agresivos e irritables. © Carlos Nobre

Otras causas
También les podemos enseñar, sin darnos cuenta, otros tipos de agresividad.
Algunos gatos muy seguros de sí mismos y asertivos pueden volverse, en
determinadas circunstancias, controladores y manipuladores, y utilizar la
agresividad y la amenaza para dictar los movimientos y las acciones de sus
dueños en el hogar. Estos gatos, por lo general, pasan la mayor parte del
tiempo dentro de casa junto a dueños que siempre han complacido todas y
cada una de sus demandas.
En ocasiones, los humanos podemos sufrir alguna agresión redirigida en
respuesta a un movimiento o a una caricia (en la página 136 se explican las
consecuencias de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado).
Muchas veces, los dueños intentan tranquilizar a sus gatos cuando los ven
asustados por haber visto a otro en el exterior y terminan sufriendo ellos las
consecuencias, como víctimas de un violento ataque. Esta respuesta
emocional puede ser tan nueva e insólita para tu gato que todo contacto
futuro contigo podría desencadenar un estado mental similar. Si a esto le
añadimos tu lógico recelo (porque ya vas a anticipar el ataque), no tardará en
evaporarse toda la confianza de la relación. La agresividad también puede
estar motivada por el dolor y la enfermedad.
Hay agresiones cuya causa no es tan fácil de identificar. Estos casos son
peligrosos ya que, si no se logra identificar el detonante, los gatos pueden
mostrarse agresivos «sin motivo» en cualquier momento. Si no logramos
establecer un patrón o si la agresión va acompañada de un comportamiento
extraño antes o después de un ataque, es posible que tenga una causa física
más que conductual. No son situaciones que debas abordar sin ayuda; los
gatos que muestran agresividad de origen desconocido, conocida como
agresividad idiopática, pueden ser extremadamente peligrosos y hay que
tomar medidas de inmediato para garantizar la seguridad de todos. Para ello,
es indispensable un examen veterinario.

Las agresiones cuyo detonante no es fácil de identificar pueden ser peligrosas. Si observas un
comportamiento extraño antes y/o después de un ataque, podría haber una causa física, así que
consulta a tu veterinario. © NHPA/Jane Knight

EL NINJA PELIRROJO

Tigger era un gatito pelirrojo de seis meses con mucho carácter. Su dueña, Karen, me pidió que
lo visitara porque ya no era capaz de manejar a aquel pequeño revoltoso. Se abalanzaba sobre
ella y le mordía las manos y los pies a la mínima de cambio. Es raro que los gatos jóvenes
muestren agresividad de esta manera, por lo que sospeché que la clave de este comportamiento
estaba en la educación de Tigger. Y efectivamente: Tim, la pareja de Karen, había querido
implicarse en el cuidado de Tigger y había pasado muchas horas haciéndole rodar por la
alfombra mientras el minino pelirrojo mordía con entusiasmo los dedos de Tim. Un juego
divertido, sin duda, pero Tigger había aprendido que las manos y los pies eran blancos
aceptables para el juego y que estaba permitido morder fuerte. Por lo demás, Tigger era el
gatito perfecto, así que, con un poco de adiestramiento con juguetes de caña de pescar y no
dándole ninguna oportunidad de ver dedos de manos y pies en movimiento, pronto olvidó ese
molesto hábito.

CÓMO RESOLVER SU AGRESIVIDAD


La agresividad en el juego se previene fácilmente asegurándote de que
ninguna parte de tu cuerpo forme parte del juego con tu gato. Hay muchos
juguetes que se sujetan a varillas o palitos para facilitar su manipulación de
modo que tu gato siga asociando tus manos con aquello que le acaricia con
suavidad, lo coge en brazos y le da de comer, y no con un juego depredador.
Sin embargo, a los gatos que muestran una agresividad asertiva hay que
manejarlos con cuidado. Los arranques agresivos solo funcionan si la
víctima se da por enterada, por lo que en estas situaciones suele funcionar
adoptar una actitud de sano desinterés, amén de la protección de un calzado
y ropa resistentes. Si eres constante enviándole esta fuerte señal de «no
recompensa» y le ofreces a tu gato ocasiones de disfrutar de pasatiempos
más naturales y aceptables, es posible que el problema se resuelva sin más
intervención.
La mejor solución para la agresividad motivada por el miedo requiere
paciencia, ya que consiste en exponer gradualmente a tu gato al origen de su
miedo para que que aprenda que las personas no son tan peligrosas como
pensaba. Los gatos miedosos son más felices cuando se limitan a cohabitar
contigo, más que formar la mitad de una relación. Si a un gato miedoso lo
ignoras, sin buscar con él contacto visual, comunicación verbal ni
acercamientos directos, se sentirá menos amenazado y, por tanto, tenderá
menos a mostrar agresividad. Pero si el gato en cuestión está herido o tienes
que cogerlo o manipularlo por su propia seguridad, deberás tomar
precauciones ante un posible ataque.
El tiempo suele curar los casos de agresión redirigida, pero los dueños
deben abstenerse de tocar a sus gatos cuando estos estén librando batallas
imaginarias. Incluso cuando tu gato irrumpe por la gatera tras un altercado
fuera de casa, puedes arriesgarte a que te ataque, por lo que, si las señales
están ahí, mantente alejado hasta que tu gato se haya calmado. La mayoría
de los casos de agresión requieren la ayuda de un consultor profesional de
comportamiento animal, pero en un primer momento lo primordial es la
seguridad. Si eres víctima de un ataque, busca atención médica para las
mordeduras y los arañazos graves y solicita un examen veterinario para
descartar cualquier causa médica. Mientras tanto, evita el contacto con tu
gato (no te acerques, no establezcas contacto visual ni te comuniques
verbalmente), protégete las piernas y los brazos con ropa gruesa y déjalo
fuera del dormitorio por las noches.
A los gatos que muestran una agresividad asertiva hay que tratarlos con cuidado. Nunca uses ninguna
parte de tu cuerpo como parte del juego, y opta en su lugar por juguetes atados a varillas o palitos. ©
Jean Michel Labat

SEÑALES DE ALERTA MÉDICA – AGRESIVIDAD


El dolor crónico o incluso la asociación entre manipulación y dolor puede
hacer que tu gato tenga un comportamiento defensivo que desemboque en
una agresión provocada por el miedo. Esto siempre vendrá precedido de un
lenguaje corporal que te advertirá claramente de que te alejes.
Este comportamiento también puede dirigirse a otros gatos como reacción
a un sentimiento latente de vulnerabilidad debido a la enfermedad. Los
cambios en el perfil del olor de un gato enfermo podrían llegar a influir en el
comportamiento de los otros gatos del grupo, por lo que, en estas
circunstancias, deberías pedir cita con el veterinario tanto para el agresor
como para la víctima. Algunas enfermedades y dolencias que cursan con
dolor son la artritis, la enfermedad del tracto urinario inferior felino (ETUIF)
y cualquier traumatismo, como heridas por accidentes de tráfico o
mordeduras de gato. Cualquier gato que padezca estas dolencias puede
mostrarse agresivo para evitar una manipulación no deseada.
Otras enfermedades como el virus de la inmunodeficiencia felina (VIF),
la peritonitis infecciosa felina (PIF), la toxoplasmosis y la encefalitis
también se han relacionado con la agresividad. En los gatos de edad
avanzada es frecuente la hiperactividad de la glándula tiroides, denominada
hipertiroidismo, que provoca pérdida de peso, aumento del apetito y, muchas
veces, un aumento general de los comportamientos agresivos o irritables.
La agresividad que muestran suele ser más bien defensiva, como
respuesta a acercamientos o a algún tipo de contacto físico. En ocasiones,
puede mostrar una agresividad que, en principio, parece injustificada y
extremadamente intensa. Puede ir precedida por un comportamiento extraño
y, tras el brote agresivo, el gato puede mostrarse confuso o angustiado. Esto
puede ser indicio de una crisis epiléptica o de una enfermedad cerebral, por
lo que en estos casos es urgente acudir al veterinario. Mientras tanto, debes
tomar precauciones para protegerte hasta que se solucione el problema, ya
que estos ataques pueden producirse sin previo aviso.
Si tu gato nunca antes había mostrado agresividad y de repente ataca a
otro gato o a ti, es un indicio importante de que puede estar enfermo o sufrir
algún dolor. Acude de inmediato a un veterinario, ya que podrías necesitar
orientación práctica sobre cómo proceder con tu gato antes de que él lo
examine y le aplique el tratamiento necesario.
Algunos gatos nacen con predisposición al comportamiento ansioso. Estos gatos nerviosos prefieren
replegarse antes que enfrentarse a los retos de la vida. © Benjamin Rondel/First Light

EL GATO NERVIOSO
Los gatos adultos suelen tener la suficiente confianza en sí mismos como
para enfrentarse a lo que la vida les depare, pero si desde pequeños no se les
expone a todo tipo de situaciones cotidianas, podrían huir incluso ante los
sucesos más inofensivos.
Como hemos visto a lo largo de este libro, la conducta y el carácter de tu
gato están moldeados por una compleja mezcla de influencias derivadas de
la especie, de su composición genética individual y de sus experiencias
vividas de gatito. Estos elementos crean la personalidad única de un gato,
como puede ser audaz, seguro de sí mismo, reactivo y sociable. El instinto
de supervivencia tan desarrollado de los gatos les permite evaluar
rápidamente el peligro y actuar en consecuencia, y la reacción a ese peligro
percibido suele ser escapar en lugar de plantarse y pelear.
Algunos gatos también nacen con una predisposición al comportamiento
ansioso, y aun teniendo oportunidades de socializar a la edad adecuada, no
llegan a comprender que la vida doméstica está relativamente libre de
peligros. Este estado de ansiedad se manifiesta en que el gato siente una
emoción, sobre todo en situaciones desconocidas, caracterizada por la
anticipación aprensiva de que algo malo va a ocurrir. Esta sensación puede
aumentar hasta convertirse en miedo si el gato confirma, basándose en su
propia evaluación mental, que un estímulo determinado es peligroso. El
miedo es el desencadenante natural de la liberación de adrenalina, que
prepara al organismo para hacer frente a situaciones de peligro mediante la
lucha, la huida, la paralización (para evitar ser detectados) o el intento de
apaciguar al adversario peligroso, aunque, como ya hemos explicado, los
gatos tienden a decantarse por la segunda opción.
Un buen escondrijo, como puede ser bajo una cama o una silla, le ofrece a un gato nervioso una vía
de escape del peligro y un refugio seguro. © Jean Michel Labat

Estos gatos nerviosos son fáciles de reconocer por sus patrones de


comportamiento: por ejemplo, se asustan con facilidad, corren a esconderse
al oír el timbre de la puerta e incluso se sobresaltan cuando les acercas la
mano o pasas junto a ellos. Los gatos nerviosos siempre se retraen antes que
enfrentarse a los retos de la vida, por lo que, si ocurre algo fuera de lo
normal, pasarán mucho tiempo debajo de la cama o escondidos en el
armario. Mucha gente supone que los gatos que se comportan así habrán
sido maltratados en el pasado, aunque no tiene por qué ser el caso. Este tipo
de timidez persistente predispone a los gatos nerviosos a desarrollar
enfermedades como la cistitis idiopática felina (CIF) y, en principio, a
cualquier otra enfermedad o dolencia con un componente de estrés.

Pensamiento positivo
Muchas veces, los dueños se comportan de una cierta forma con los gatos
nerviosos, pensando que para evitar asustarlos lo mejor es hablar en voz baja
y moverse de puntillas de una habitación a otra. Sin embargo, el aire de
tensión que esto crea en el hogar no hace más que avivar la ansiedad del
gato. Actuar con normalidad y, por ende, estar relajados, tendría un efecto
más positivo. Para un gato tímido tampoco son recomendables los intentos
constantes de comunicarnos y demostrarle nuestro amor (como buscarlo y
sacarlo de su escondite o centrarnos en él cuando entra en una habitación),
ya que a menudo les resultan amenazadores y molestos. Es mejor darle un
«manto de invisibilidad» que le permita moverse por la casa sin sentirse el
centro de atención. Este tipo de coexistencia relajada no necesita ningún
contacto visual directo ni comunicación verbal o física, a menos que sea el
gato quien la inicie con su propio comportamiento.
Los premios pueden servir para crear asociaciones positivas y crear un
vínculo entre tú y tu inquieto minino. Ofreciéndole pequeñas cantidades de
carne, pescado u otras ricas golosinas en un cuenco, puedes animarle a
explorar las distintas habitaciones de la casa o a pasar tiempo cerca de ti.
Prueba a ofrecerle las mismas golosinas en la palma de tu mano extendida y
colocada en el suelo para incitar a tu gato a cogerlas directamente de ti.
Una interacción lúdica positiva también puede ayudar, pues muchos gatos
encuentran irresistibles los juegos. Con un juguete atado a una cuerda y una
varita larga, el gato podrá disfrutar plenamente del juego sin sentir que estás
demasiado cerca.
Si constantemente intentas calmar la conducta temerosa de tu gato ante
situaciones no amenazantes, no harás más que reforzar su nerviosismo, por
lo que es mejor ignorar este comportamiento y darle recompensas positivas
—cualquiera que pueda motivar a tu gato— a cambio de un comportamiento
tranquilo.
Para terminar, es importante comprender las expectativas de vida de un
gato nervioso. Aunque vivir escondido debajo de la cama puede parecerte
una existencia miserable, si tu gato lo percibe como una vía de escape del
peligro y un refugio seguro, sus emociones serán de alivio y no directamente
negativas.
SEÑALES DE ALERTA MÉDICA – COMPORTARSE DE
FORMA DIFERENTE
A veces podrías observar cambios sutiles en el comportamiento de tu gato
que no conlleven señales más evidentes como la agresividad o ensuciar la
casa.
Puede tratarse simplemente de que tu gato, antes tan confiado, se muestra
de repente nervioso y tenso. En ocasiones, un incidente aislado y aterrador
puede bastar para crear un estado persistente de ansiedad, pero también
podría ser signo de que tu gato no se encuentra bien. La mayoría de los
veterinarios comprenden lo importante que es escuchar a los dueños que
dicen «es que no es él mismo».
Los veterinarios, además de lo que averiguan a partir de la exploración, dependen en gran medida de
la información que les dan los dueños, por lo que sus observaciones sobre los cambios de
comportamiento son muy importantes. © Irina Karlova

Los dueños deben estar en sintonía con sus gatos y conocer sus rutinas y
hábitos, así como la influencia de las estaciones, el clima y otros factores en
sus actividades normales. Si tu gato muestra un cambio evidente en esas
rutinas, como pasar en casa más tiempo del habitual para la estación, dormir
debajo de la cama, evitar una habitación determinada o mostrar miedo en
una situación familiar y no amenazadora, puede ser un indicio de que está
reaccionando a un problema interno y sufriendo dolor o malestar, o
sintiéndose mal en general.
La reacción natural de un gato ante un traumatismo o una enfermedad es
buscar un lugar tranquilo y seguro, lejos de los depredadores, para descansar
y curar los daños o combatir infecciones y enfermedades. Por lo tanto,
cualquier gato que vuelva a casa y se meta en seguida en un armario oscuro
donde permanezca durante un rato considerable es probable que esté
enfermo o herido. Puede haber cambios más discretos, como que los gatos
dejen de realizar ciertos comportamientos que hayan empezado a resultarles
dolorosos o difíciles debido a problemas de movilidad. Así, muchos gatos
con cambios en las articulaciones a causa de la artritis dejan de escalar vallas
en el jardín y de saltar a superficies altas. También pueden empezar a bajar
las escaleras dando saltitos de conejo o a parecer despeinados al perder la
flexibilidad que necesitan para acicalarse. Todos estos cambios de
comportamiento son un posible indicio de artritis y deberían ser estudiados
por un veterinario.
Una de las muchas dificultades de la medicina veterinaria es que los
veterinarios no pueden comunicarse directamente con los pacientes acerca
de sus síntomas, por lo que dependen en gran medida de la información que
les proporciona los dueños, junto con la exploración física y las pruebas
diagnósticas. Tu vigilancia y observación de los cambios de comportamiento
de tu gato pueden ayudar mucho a establecer un diagnóstico preciso.
La mayoría de los casos de exceso de acicalamiento se deben a un problema cutáneo o al dolor. Una
vez investigadas y descartadas las enfermedades, el problema puede estar relacionado con el estrés.
© Ulrike Schanz

CUANDO EL GATO SE ACICALA DEMASIADO


Tu gato puede centrar el exceso de aseo en cualquier zona a la que llegue
con facilidad con la lengua, pero las más frecuentes son el abdomen, los
flancos, el interior de los muslos y las patas delanteras.
El estrés en los gatos, al igual que en nosotros, funciona por capas y
puede haber una combinación de factores inductores de estrés que influyan
en el estado emocional de tu gato. Los gatos tienen muy pocas formas de
expresar sus emociones, sobre todo si no están preparados por naturaleza
para enfrentarse a la presión. Para algunos, lo más fácil es desarrollar una
estrategia de afrontamiento basada en alguna de las pocas actividades
normales de que disponen, como dormir, comer o acicalarse. No es
casualidad que los gatos muchas veces coman en exceso y pasen demasiado
tiempo durmiendo y acicalándose.
Los problemas cutáneos, como la alergia a las pulgas, pueden provocar un acicalamiento excesivo en
los gatos. Este, a su vez, puede dar lugar a la rotura del pelo y a la aparición de calvas y
traumatismos cutáneos. © Lena Ason

Conforme el exceso de aseo va creando zonas calvas, el gato suele


extender la zona hasta el mechón de pelo más cercano, hasta que termina
perdiendo o dañando una parte considerable de su pelaje. El daño puede
deberse a que su gato lame, mastica y arranca el pelo para eliminar los
residuos durante las sesiones normales de acicalamiento y mantenimiento,
pero a niveles excesivos.
El aseo excesivo puede ser una forma de autoapaciguamiento o una
actividad de desplazamiento en respuesta a un factor de estrés ambiental y,
por tanto, una estrategia «normal» en esas circunstancias. Por desgracia,
puede llegar a tal extremo que provoque la rotura del tallo piloso y la
aparición de calvas y traumatismos cutáneos. Además, a consecuencia de la
gran cantidad de pelo que se está tragando, el gato puede sufrir vómitos o
problemas gastrointestinales.
Es poco frecuente que los gatos se aseen en exceso por razones
meramente psicológicas. Cuando esto ocurre, suele tratarse de un siamés o
de una raza oriental similar, sensible y reactiva, que suele arrancarse el pelo
a mechones. La raíz del problema suele ser su respuesta a algún problema en
su estilo de vida, como la falta de estímulos, un apego excesivo a su dueño o
tensiones con otros gatos de la casa.
Sin embargo, la mayoría de los casos de exceso de acicalamiento se
deben a un problema cutáneo o al dolor. El estrés crónico puede afectar a la
respuesta inmunitaria de cada gato y la liberación constante de hormonas del
estrés puede hacer que la piel se vuelva especialmente sensible, provocando
una enfermedad dermatológica primaria o el empeoramiento de un problema
cutáneo preexistente.

¿SABÍAS QUE…?

• Los veterinarios a veces recomiendan el aceite de onagra como un buen suplemento para los
gatos que se acicalan en exceso, ya que contiene aceites Omega 3 y 6, esenciales para
mantener una piel y un pelo sanos.
• La zona del cuerpo que un gato más se acicala es la barriga.

CÓMO MANEJAR EL ACICALAMIENTO EXCESIVO


Una vez investigadas y descartadas las enfermedades, podemos suponer que
este exceso de acicalamiento está relacionado principalmente con el estrés,
pero es muy aconsejable, dada la gran incidencia de problemas cutáneos,
mantener un riguroso control de las pulgas.
Es fundamental que consultes a tu veterinario sobre el mejor tratamiento
antipulgas para tu gato, que deberá administrarse con la frecuencia adecuada.
Con las formulaciones veterinarias actuales, ya no es necesario quae la pulga
pique al gato para que ingiera la sustancia que la mata. Solo hay que aplicar
sobre la piel de la nuca del gato una gota del líquido, que es absorbida por
los folículos pilosos. La pulga muere al entrar en contacto con el pelo antes
de llegar a picar, por lo que esta formulación es especialmente útil si tu gato
tiene la piel sensible.
Señales médicas de alerta
Si el gato afectado presenta los efectos subyacentes de un problema o dolor
cutáneo (como en el caso de la mayoría de los gatos que se acicalan en
exceso), se dedicará a lamer, masticar, arrancar o morder zonas de pelo y
piel, provocando alopecia (pérdida de pelo), lesiones en la piel y, en casos
extremos, daños en la cola que pueden hacer necesaria su amputación parcial
o total. Entre las enfermedades asociadas al acicalamiento excesivo y a la
automutilación se encuentra la cistitis idiopática felina (CIF). El
acicalamiento excesivo asociado a las enfermedades de la vejiga se produce
en respuesta al dolor localizado y suele centrarse en la parte inferior del
abdomen, el trasero y la cara interna de los muslos. Otra afección
identificada recientemente, denominada síndrome de hiperestesia felina,
también puede guardar relación, ya que los gatos que la padecen reaccionan
al tacto de forma exagerada y sufren intensos episodios de espasmos y
ondulaciones cutáneas, además de perseguirse y morderse la cola.
La causa más común del exceso de acicalamiento en los gatos es el picor
que provoca la dermatitis alérgica a las pulgas. Los gatos desarrollan una
alergia a la saliva de las pulgas, y cuando una pulga les pica, les irrita y les
produce un intenso picor. Esto, a su vez, empuja al gato a asearse más como
respuesta y se crea un ciclo de picor-rascado que suele persistir hasta que
interviene el veterinario y trata la irritación de origen.
Los gatos también pueden desarrollar sensibilidad a ciertos alimentos, al
polen, a los árboles y plantas e incluso a los ácaros del polvo doméstico, y
todo ello puede dar lugar a un acicalamiento excesivo. Normalmente, cuando
el gato se acicala en respuesta a un picor, crea un patrón simétrico de
calvicie o pelo dañado, y accede a las zonas a las que puede llegar
cómodamente por ambos lados. Cualquier aseo que se centre solo en un lado
de alguna zona en particular puede ser la respuesta a un traumatismo o a un
dolor indeterminado en esa zona específica. Algunos cánceres de piel pueden
dar lugar a irritaciones que se complican aún más por el exceso de aseo y
mordisqueo de la zona afectada.
El diagnóstico de la causa médica subyacente al exceso de acicalamiento
es complejo y puede precisar de biopsias cutáneas, pruebas alimentarias,
análisis de sangre y tratamiento farmacológico. Los veterinarios de medicina
general suelen pasar estos casos a un dermatólogo, pero para cualquier
diagnóstico y tratamiento posterior probablemente vendrá bien una
evaluación conductual que ayude a controlar el estrés del gato en casa.

Descubrir el factor del estrés


Si se han descartado los problemas médicos, habría que evaluar el estilo de
vida del gato para determinar qué podría considerarse una fuente de estrés.
Hay que establecer el historial de exceso de aseo de tu gato para ayudar a
identificar cualquier posible desencadenante en el momento en que empezó
y observar cómo progresó, cómo respondiste tú u otro dueño y el
comportamiento general de tu gato en busca de pistas sobre la causa
subyacente.
Si el factor estresante puede identificarse y eliminarse o modificarse, esto
podría ser muy positivo y reducir el exceso de acicalamiento. También
deberías consultar con tu veterinario por si fueran necesarios
antiinflamatorios para romper el ciclo de picor-rascado o antibióticos para
tratar cualquier infección bacteriana secundaria.
Si no está claro cuál es el desencadenante, también puede ser conveniente
aumentar la estimulación positiva en el hogar, incluyendo sesiones
frecuentes de juego, aumentando las actividades estimulantes, la búsqueda
de comida y cualquier oportunidad de que tu gato se comporte de forma
normal e instintivamente «gatuna». Si tienes varios gatos, ofrecerles más
recursos puede poner fin a cualquier conflicto pasivo que esté pasando
desapercibido (ver la página 139). Cuando tu gato se esté acicalando, puedes
distraerlo con alguna actividad positiva, como jugar o cualquier otra cosa
que evite que continúe.

EL PROBLEMA DE LA PICA
La pica es el consumo de materiales no nutritivos, aunque normalmente se
trata de lana. El material elegido puede variar, pero el comportamiento
siempre consiste en masticar y morder repetidamente con los molares
posteriores.
La pica es más frecuente en los siameses, birmanos y razas derivadas, y
sus manjares favoritos son la lana, el caucho, el plástico, el cuero y el cartón.
Algunos gatos no llegan a tragar y se limitan a chupar, masticar o desgarrar.
Si el gato lleva este comportamiento al extremo, se tragará el material,
arriesgándose a tener que pasar por una cirugía de urgencia para eliminar la
consiguiente obstrucción intestinal.

El hábito de chupar, masticar o desgarrar (y a veces incluso tragar) materiales no nutritivos como
lana, goma, plástico y cuero se llama pica. © Justin Sullivan

En muchos gatitos, este comportamiento está presente desde una edad


muy temprana, y a menudo llegan a su nuevo hogar mordisqueando y
chupando ya su mantita. Muchos superan este hábito a medida que se hacen
adultos, pero en los que tienen un estilo de vida restrictivo o son propensos
al estrés, continúa hasta bien entrada la edad adulta y es muy resistente a la
terapia conductual. Los investigadores creen que el problema tiene algún
componente genético y que el cerebro de los gatos propensos funciona de
forma ligeramente distinta al de los demás, lo que sugiere que el acto de
masticar hace que se liberen sustancias químicas en su cerebro que les
producen una sensación de intenso placer. Esto se convierte en una adicción,
y si observas a un gato «comiendo lana», verás sin duda una expresión de
puro éxtasis mientras se lleva el material a los dientes posteriores y mastica.

Es importante asegurarnos de que los gatos que viven sin salir de casa tengan muchas actividades
estimulantes. © Juniors Bildarchiv

¡Guarda muy bien los jerseys!


Los gatos con esta compulsión son muy dados a buscar materiales para
alimentar su hábito y, si se ven privados de ellos en su propia casa, buscarán
más lejos y conseguirán el material deseado en casas ajenas. Si son gatos
domésticos, asaltarán cestos de la ropa sucia, armarios y cajones para dar
con sus calcetines o jerseys favoritos.
Este problema no es algo exclusivo de los gatos de raza, pero sin duda
ellos están desproporcionadamente representados en los casos de pica. Por
ejemplo, a los birmanos les suele gustar masticar cartón e incluso, lo que es
más alarmante, cables eléctricos. Esto supone un grave peligro de incendio y
un riesgo mortal, y nunca deberías subestimarlo tomándolo como una
curiosa manía. Los gatos sin raza también pueden desarrollar hábitos
similares, como comer goma, lamer plástico o rasgar cartón.
No todos los hábitos de pica son adicciones graves. Si tu gato mordisquea
por gusto, intenta evitarlo untando el objeto en cuestión con aceite de Olbas
(que contiene aceite de eucalipto) o espray de manzana amarga (que se usa
para evitar que los animales muerdan las suturas quirúrgicas). Suele
funcionar. A veces basta con quitar de la vista los objetos que propician el
comportamiento.

Qué más se puede hacer


Muchos gatos que desarrollan este hábito lo mantienen hasta la edad adulta
si no salen a la calle o salen poco. Estos gatos necesitan mucha estimulación
dentro de casa para tener cosas que hacer que les resulten más satisfactorias
que masticar cuero u otras cosas poco recomendables. La solución ideal sería
dejarles salir libremente, pero si esto no es posible, la mejor alternativa es
que dispongan de un jardín protegido o de un recinto exterior.
Las dietas ricas en fibra que sacian bien al gato pueden ayudar a reducir
sus ganas de masticar, sobre todo si siempre se traga los objetos. El
veterinario podrá recomendarte una dieta adecuada para ello. A algunos
gatos les va bien comer codillos de cordero o ternera cocidos con restos de
cartílago y carne. Sin embargo, a los gatos que suelen utilizar plástico y
otros materiales artificiales no les atrae de forma automática algo tan
claramente «carnoso». A algunos les pueden gustar los snacks de cuero
masticables para perros si los remojamos primero en agua caliente y los
untamos con unas gotas de salsa de pescado o con algún aromatizante fuerte
similar.
Aunque este comportamiento es difícil de curar, conviene consultar a un
especialista, que analizará el estilo de vida del gato e intentará reducir o
eliminar cualquier factor importante que le provoque estrés. El veterinario
puede recetar un fármaco antidepresivo que actuará junto con la terapia
conductual para «reeducar» el cerebro del gato.
La pica puede afectar seriamente a tu vida y a la de tu gato. Es muy difícil
vivir sin tela y casi imposible negarle a tu gato cualquier acceso a todos los
posibles objetivos. Si te estás planteando comprar un siamés, birmano,
tonquinés o similar, es aconsejable que te informes sobre si se ha
manifestado este problema en esa familia en particular. Dado que hay alguna
evidencia que sugiere que la pica puede tener un componente hereditario, los
criadores tienen la responsabilidad de detectarla en sus camadas y modificar
en consecuencia sus líneas reproductoras. Por este motivo, si tu gato
desarrolla o mantiene este hábito, es fundamental que informes al criador.

Cuando los gatos ingieren o lamen materiales no nutritivos, puede deberse a la presencia de parásitos
internos o a una dieta poco adecuada o deficiente. © Sebastian Duda

SEÑALES DE ALERTA MÉDICA – PICA


Los gatos pueden masticar otros materiales atípicos, aparte de la lana y otros
tejidos, en el marco de comportamientos sin relación alguna con el hábito
que suele observarse en los gatos orientales.
Pueden comer o lamer sustancias inusuales como consecuencia de
determinadas apetencias asociadas a enfermedades, como el hipertiroidismo,
el cáncer, la intoxicación por plomo o la peritonitis infecciosa felina (PIF).
Los gatos que tienen una cantidad importante de parásitos intestinales o con
carencias alimentarias crónicas también pueden consumir materiales no
nutritivos.
AVISO SOBRE LOS QUE COMEN LANA

Los gatos que comen lana, de los que hablamos en las páginas 170-171, también pueden
mostrar sus propias señales de alerta médica si el material que ingieren no atraviesa su tracto
gastrointestinal y, en cambio, forma una sólida obstrucción en el intestino.
En función de la gravedad del problema, puede ser necesario intervenir quirúrgicamente para
eliminar la obstrucción del intestino.
También puede ser preciso extirpar secciones del intestino en casos graves. Hay que estar
atentos a los siguientes síntomas:

• vómitos
• letargo
• abdomen tenso
• defecación reducida o anormal

aEn estos casos, los gatos afectados no hacen esa acción de trasquilarse
asociada a la ingestión de lana, ni muestran la misma mirada de euforia que
se observa en los orientales, por lo que es bastante fácil distinguir una forma
de pica de otra. La mayoría de los gatos que lo hacen porque están enfermos
muestran también otras conductas que indican que no se encuentran bien.
Los gatitos también pueden explorar mucho con la boca y con frecuencia
agarran objetos e intentan comérselos. Por ejemplo, cuando los gatitos se
destetan y aprenden a usar el arenero, es bastante habitual que se coman la
arena. Algunos materiales orgánicos biodegradables no causan ningún daño
intrínseco, pero muchas arcillas aglomerantes se fabrican con un compuesto
llamado bentonita sódica, un material muy absorbente que puede provocar
deshidratación y otras complicaciones si los gatitos lo ingieren o incluso lo
inhalan Por este motivo es mejor evitar el uso de este tipo de arena cuando
son muy pequeños.
Si un gato adulto empieza de pronto a comer arena a base de arcilla,
también puede indicar la presencia de una enfermedad. Los gatos con
anemia pueden lamer o comerse la arena, en cuyo caso es urgente acudir al
veterinario.
Al igual que ocurre con los humanos, los gatos sufren sobrepeso por comer demasiado y hacer poco
ejercicio. La obesidad es un importante problema de salud en los gatos adultos. © Jean Michel Labat

LOS GATOS GORDOS


Aunque la obesidad no siempre se considera un «problema conductual», en
los gatos puede darse, al igual que en nosotros, por comer demasiado y hacer
poco ejercicio debido al estrés.
La obesidad es uno de los principales problemas de salud de los gatos
adultos y puede provocar diabetes, enfermedades hepáticas y pancreáticas,
enfermedades cardiovasculares y articulares e incluso complicaciones
durante la cirugía y la anestesia. Muchos alimentos comerciales para gatos
contienen grandes cantidades de carbohidratos, que se convierten en glucosa
que se almacena fácilmente en forma de grasa si las calorías ingeridas por el
gato superan sus necesidades nutricionales. La esterilización de los gatos,
aunque es un procedimiento necesario, ralentiza su metabolismo y hace que
necesiten menos calorías para mantener su estado físico. Muchos gatos
tienen una vida sedentaria, viven dentro de casa o con poco acceso al
exterior, y sus dueños a menudo les dan cantidades desmedidas de comida
muy sabrosa y calórica, complementada con más comida y golosinas.

La esterilización de los gatos ralentiza su metabolismo, por lo que necesitan menos calorías para
mantener su estado físico. Si a esto le añadimos un estilo de vida sedentario, tenemos a un gato con
sobrepeso. © Henrik Winther Andersen

Cuando llevas a tu gato al veterinario cada año para su revisión anual, lo


pesan y el veterinario suele evaluar su índice de condición corporal. El peso
por sí solo no es el mejor indicador, ya que algunos gatos son más pequeños
que otros, por lo que resulta más útil una evaluación visual de la condición
física del gato. La condición corporal puede variar desde esquelético hasta
extremadamente obeso; la forma corporal ideal es bien proporcionada, con
una cintura visible detrás de las costillas. Las costillas deben poder palparse
bajo la piel, pero no estar tan marcadas como para verse. Si desde arriba
vemos el lomo aplanado, esto indica la presencia de grandes bolsas de grasa
a ambos lados de la columna vertebral. Los gatos con un exceso de grasa
corporal no son tan flexibles como deberían y a muchos les resulta difícil
llegar a todas las zonas para acicalarse de forma eficaz. Los gatos obesos
suelen tener caspa en el pelaje y el trasero sucio. Son reacios al ejercicio e
incapaces de saltar a una buena altura, pero su estado puede pasar
desapercibido si los dueños creen simplemente que sus gatos son un poco
vagos. Los estudios demuestran que algunos gatos tienen más riesgo de
padecer obesidad que otros y que el grupo más propenso es el de los machos
sin raza esterilizados que viven metidos en casa.
Muchos alimentos tienen variedades light que aportan todos los nutrientes
que tu gato necesita, pero menos calorías. El veterinario podría aconsejarte
que cambies a este tipo de alimentos o que simplemente reduzcas la cantidad
de comida que le das al gato o incluso que pongas en marcha un régimen
estricto de adelgazamiento.

Si el veterinario considera que tu gato tiene sobrepeso, puede aconsejarte que le cambies a una
variedad de comida light, con todos los nutrientes necesarios, pero menos calorías. © OscarWilliams

CÓMO AYUDARLO A ADELGAZAR


Cualquier régimen de adelgazamiento para tu gato con sobrepeso debe estar
supervisado por tu veterinario o por un enfermero veterinario con formación
específica en el tratamiento de la obesidad.
En primer lugar, pesarán a tu gato y evaluarán su condición física general
para establecer el punto de partida. Se fijará un peso objetivo —que no
siempre será el peso ideal si el gato es muy obeso— y se te indicará una
fecha para conseguirlo, al cabo de varios meses, para que la pérdida de peso
sea gradual. Si el gato pierde peso demasiado deprisa, pierde tanto músculo
como grasa. Posteriormente, se pesará al gato todas las semanas, en la
misma báscula para asegurar la precisión, para medir los progresos. Esto
permite ajustar las recomendaciones de ingesta calórica a lo largo del
régimen. Para que la pérdida de peso sea sostenible y saludable, no debe
superar el 1-2 % del peso corporal total del gato por semana.

EL CLUB DE LOS GORDOS DE BUBBLE

Bubble llevaba seis semanas con una dieta de adelgazamiento, pero no perdía peso. Tras
investigar un poco, descubrieron que había estado merendando en las casas de los vecinos,
zampándose cualquier resto de comida que quedara en los cuencos de los gatos. Su dueña Teri
envió un folleto a todos los vecinos informándoles de que Bubble se había apuntado al «club de
los gordos» y de que su buena salud dependía de que perdiese una cantidad considerable de
peso. Les pidió a todos los dueños de gatos que quitaran de la vista la comida que sobrara en
los cuencos y que echaran a Bubble si lo pillaban robando. También prometió que los
mantendría a todos informados de sus progresos y que, por cada gramo de peso que perdiera
su gato, haría una donación a la protectora de gatos local. Esto entusiasmó a los vecinos y
pronto todos apoyaron a Bubble, animándolo a seguir por el buen camino y a perder el peso
necesario. ¡Bubble es ahora un gato muy sano de 4 kg!

Existen alimentos especiales y equilibrados para tratar y reducir la


obesidad. Algunos contienen altos niveles de fibra que aumentan el volumen
del alimento y favorecen la sensación de saciedad sin añadir calorías. Otros
tienen niveles más altos de proteínas y un suplemento que ayuda a convertir
la grasa almacenada en una fuente de energía. Te recomendarán una cantidad
específica diaria para tu gato, y deberás dividirla en cinco o seis raciones y
dárselas a lo largo del día. Utiliza comederos tipo puzzle para estimular al
máximo la actividad de tu gato mientras busca su comida. Incluye sesiones
de juego a horas determinadas para propiciar periodos de actividad breves y
frecuentes. Usa cañas de pescar, pequeños ratones de juguete y objetos del
tamaño de una presa con hierba gatera para estimular su comportamiento
depredador. Si tu gato tiene acceso al exterior, anímalo a pasar tiempo fuera.
Para ello, muchas veces basta con que tú pases más tiempo en el jardín.
Los gatos pueden desarrollar «hambre psicológica» similar a la de los
humanos, y se dan a la comida como actividad segura, predecible y positiva
en momentos de estrés. Si estos factores psicológicos de fondo no se tratan,
quizá no se consiga que pierdan peso. Puede ser difícil identificar los
factores desencadenantes del estrés que podrían estar contribuyendo a un
ciclo de glotonería e inactividad, pero abordarlos es la clave del éxito del
control del peso.
¡No sometas nunca a tu gato a una dieta de choque! Si un gato tiene
sobrepeso y le reduces bruscamente la comida, puede desarrollar lipidosis
hepática, una enfermedad que puede ser mortal.
Si puedes, anima a tu gato con sobrepeso a pasar más tiempo al aire libre: hará más ejercicio, aunque
solo sea estando contigo en el jardín. © Marilyn Barbone
© Oxford Scientific (OSF)/Nick Ridley
Sección 6
Qué hacer y qué evitar en el cuidado
de un gato
Cuidados preventivos
Tanto si vas a presentarle un perro a tu gato como si te vas de
vacaciones o esperas tu primer bebé, hay que pensar muy bien en
todo, no solo en el impacto que va a tener en la familia, ¡sino
también en tu gato!

S in duda, hay que buscar soluciones para los problemas que hayan
surgido, pero aún es mejor evitar que surjan. Así que si tienes un hogar
gatuno sin problemas o estás planteándote incorporar a un felino a tu familia,
esta sección es para ti. Hay algunas decisiones y pasos que hay que pensar
muy bien, ya que cualquier error en este punto podría acarrear problemas y
dificultarle la vida a tu gato. Con algo de previsión, puedes reducir el riesgo
de problemas y asegurarte de que tu gato siga feliz y sano.
Algunas medidas preventivas importantes son elegir bien al gato,
introducirlo con cuidado en el hogar y anticipar y evitar los posibles
desencadenantes del estrés. El entorno de un gato es de vital importancia y,
en función de este, variarán enormemente la expresión de su personalidad y,
posiblemente, su estrés y sus tensiones. Si a esto añadimos una situación
social poco adecuada, como que haya demasiados gatos, el estado de ánimo
del gato caerá en picado tan solo por sus circunstancias. Pero si ponemos a
ese mismo gato en un hogar como gato único en una zona donde sea libre de
crear un territorio, florecerá y mostrará todos los elementos de su
personalidad que antes había reprimido.
Por desgracia, hay ocasiones en las que, sin querer, puedes agravar el
estrés de tu gato. Los humanos expresan su cariño de formas muy concretas:
se centran en el objeto de su afecto, hablan constantemente y lo acarician,
abrazan y tocan con frecuencia para reforzar el vínculo. Muchos gatos
criados de la forma adecuada pueden, como mucho, disfrutar de estas
atenciones o, cuando menos, tolerarlas. Pero no todos los gatos son iguales y
a algunos les angustiará este nivel de interacción.
Todos estos elementos se conjugan para configurar el estilo de vida de tu
gato, pero siempre habrá situaciones particulares en que será necesario un
poco de orientación práctica. La siguiente sección se centrará en la
presentación de un gatito o gato por primera vez y en anticipar las ocasiones
que puedan resultar estresantes y tomar las debidas precauciones. Con
suerte, esto te permitirá estar preparado para cualquier situación.

Antes de decidirse a adoptar un gatito, toda la familia debe ser consciente de lo que implica tener un
gato. © Dominik Eckelt
El gatito debe ser muy fuerte y seguro de sí mismo para adaptarse a una vida solitaria y poco
rutinaria, como puede ocurrir cuando los miembros de la familia están todo el día en el trabajo o en
la escuela. © MIXA

LA RESPONSABILIDAD DE ADOPTAR UN GATITO


Para prevenir los problemas hay que planificar con antelación, y lo ideal es
empezar antes de adoptar un nuevo gatito. Lo primero que debe hacer la
familia es sentarse a discutir lo que implica tener un gato.
Parece lógico hacerse preguntas como «¿es adecuado mi estilo de vida
para tener un gato?» o «¿puedo permitírmelo?», pero muchos de nosotros
nos lanzamos a tener un animal de compañía sin pensarlo demasiado. Si todo
el mundo está en el trabajo o en la escuela todo el día y el ritmo de vida de la
familia es ajetreado y caótico, el gatito tendría que ser muy fuerte y seguro
de sí mismo para adaptarse a una vida tan solitaria y poco rutinaria. En esta
situación, sería bueno plantearse la opción de dos hermanos para que se
hagan compañía el uno al otro.
El gasto también es una cuestión importante, no solo en comida, sino
también en atención veterinaria, vacunas, esterilización, seguros, guarderías
y todo el material necesario. Si tienes la opción de que el nuevo gato pueda
salir al exterior, la zona donde vives también debería influir en la decisión.
Si en la zona ya hay muchos gatos, el recién llegado podría sufrir mucho
estrés. Otro aspecto en el que pensar es cuál es el tipo de gato más adecuado
para ti y para tu hogar. Los gatos de razas pueden requerir más cuidados si,
por ejemplo, tienen el pelo largo, ya que el cepillado diario puede
convertirse en una tarea a evitar en lugar de un placer.
Una vez tomada la decisión, conviene comprobar cierta información para
asegurarnos de que el gatito elegido haya tenido las experiencias tempranas
necesarias para convertirse en un animal feliz. Lo ideal es que los gatitos se
hayan criado en un entorno doméstico normal, con todas las imágenes,
sonidos y olores habituales que probablemente encontrarán cuando lleguen a
su nuevo hogar. Desde las dos semanas de vida, deben haber sido
manipulados con cuidado por hombres, mujeres y niños para que
comprendan la variedad de formas y tamaños de los seres humanos. Cuando
se crían gatitos, se aconseja llevarlos a revisiones veterinarias periódicas y
tratarlos contra parásitos como lombrices intestinales y pulgas, por lo que
debes asegurarte, antes de ver la camada, de que han recibido todos los
tratamientos necesarios.
Los gatitos de razas suelen ir a sus nuevos hogares tras un ciclo inicial de
vacunación a las 13 semanas de edad. Los criadores de camadas sin pedigrí
suelen querer realojar a los gatitos lo antes posible, pero separarlos de la
madre antes de las ocho semanas no es lo mejor para su desarrollo y
bienestar óptimos en el futuro.
Lo ideal es que los gatitos hayan sido manipulados por hombres, mujeres y niños y que se hayan
criado en un entorno doméstico rodeados de las imágenes, olores y sonidos que encontrarán en tu
hogar. © age fotostock/Morales Morales

Elegir al adecuado
Es importante que tengas la oportunidad de ver a los gatitos con su madre,
ya que las madres nerviosas o tímidas pueden influir en sus crías y hacer que
muestren la misma timidez. El gatito elegido debe tener un aspecto saludable
y mostrar un comportamiento que indique que actúa con seguridad en sí
mismo ante su entorno, otros gatos y las personas. El gatito ideal debería
tener los ojos brillantes, sin rojeces ni secreciones, y las orejas limpias, sin
cerumen marrón oscuro que pudiera indicar la presencia de ácaros. Su pelaje
debe ser brillante y no debe tener el vientre hinchado, ya que esto suele
significar que tiene una cantidad importante de gusanos en los intestinos. No
debe tener signos de diarrea en el ano y debe ser activo y juguetón.
Cuando vayas a elegir a tu gatito, asegúrate de que tenga los ojos brillantes y sin rojeces ni
secreciones, las orejas limpias y sin cerumen marrón, y el pelo brillante. © SBL

LA LLEGADA A CASA
Antes de que llegue el gatito, tendrás que preparar tu casa para que sea un
entorno seguro para él, y desde el primer día deberás establecer las rutinas
que pretendes instaurar para el futuro.
Hay que tapar todos los huecos detrás de los electrodomésticos y
armarios, y comprobar si hay tablas del suelo sueltas o huecos alrededor de
las tuberías para evitar que el gatito se cuele por ellos y que luego cueste
rescatarlo. Las chimeneas abiertas deben estar protegidas por pantallas, las
tapas de los inodoros bajadas y todas las puertas y ventanas exteriores bien
cerradas para evitar que se escape.
Todos los productos de limpieza, desinfectantes, medicinas y adornos
frágiles deben guardarse en un armario seguro. También deben quitarse todo
tipo de flores frescas o plantas de interior que puedan resultar venenosas, por
si al gatito se le ocurriera experimentar con su dieta e intentar comérselas.
Entre las muchas plantas que pueden ser venenosas para los gatos y que
deben evitarse están la hiedra, la caña muda (Dieffenbachia), la flor de
pascua, el ciclamen, el jacinto y el lirio. Si hay cortinas largas, es
conveniente anudarlas de momento para evitar que el gatito se suba por ellas
y luego no pueda bajar.

De ser posible, lleva al gatito a su nuevo hogar con alguna antigua mantita suya. Le resultará
familiar y reconfortante cuando todo lo demás sea nuevo. © David Askham

Hay que preparar una habitación con cuencos para la comida y el agua,
un arenero de tamaño adecuado para el gatito, un rascador y una camita
térmica para mantener caliente al cachorro. La camita debe tener los laterales
altos para evitar las corrientes de aire y la parte delantera baja para facilitarle
el acceso.
Toda la familia también debe prepararse para la llegada del gatito y
comprender que será muy pequeño y rápido, y que es fácil pisarle la cola y
las patas o pillarle al cerrar la puerta si no tenemos mucho cuidado.

La adaptación
Es aconsejable llevar al gatito a casa con alguna mantita suya. Será un objeto
familiar y reconfortante para el gatito cuando todo lo demás sea nuevo y
podemos colocarla en su nueva cama para animarlo a usarla. Mucha gente
cree que los gatitos necesitan estar cerca de ellos por la noche, sobre todo
cuando acaban de llegar, pero esto puede sentar un precedente nada deseable
de juegos nocturnos y agitación, ¡y de que no te deje dormir! No es ninguna
crueldad acostar a un gatito en un entorno acogedor y seguro hasta que te
despiertes por la mañana, siempre que el lugar y el tipo de cama sean los
adecuados (ver la sección anterior).
Las primeras 24 horas deben ser un período tranquilo de adaptación, por
lo que lo mejor sería que los niños de la casa entiendan que hay que dejar al
gatito tranquilo por un tiempo. Si el gatito parece receptivo, jugar puede
relajarle. Pero si desaparece en un escondite tranquilo, lo mejor es pasar un
rato en la habitación con él para que se acostumbre a tu presencia y dejar los
mimos para otro día en lugar de sacarlo de ahí.
Debes darle de cuatro a seis raciones pequeñas al día de alguna comida de
calidad formulada especialmente para gatitos, y a intervalos regulares.
Cualquier cambio que quieras hacer en la dieta del gatito tras su llegada debe
ser gradual a lo largo de un periodo de siete a diez días.
Los gatitos necesitan dormir bastante cuando son pequeños, pero entre
sueño y sueño tendrán mucha energía, con arranques de intensa actividad. Es
fundamental familiarizarte con tu gatito en esta primera etapa para crear un
vínculo afectivo, por lo que deberías jugar e interactuar con él en los
momentos en los que se muestre más activo y receptivo.

LA PAREJA INFERNAL

Domino, un gatito birmano muy vivaz, fue adoptado como compañero de Dora, una gata de
mediana edad dormilona y con sobrepeso. Cuando llegó, se lanzó inmediatamente hacia Dora,
bufando y escupiendo, lo que hizo que la gata, ya mayor y torpe, escalara con agilidad los
armarios de la cocina y aterrizara en la parte superior. Los dueños, que creían que los gatos
LA PAREJA INFERNAL

debían arreglar solos sus diferencias, dejaron que los dos se las apañaran. A la mañana
siguiente, cuando encontraron a Dora aún atrincherada sobre el armario de la cocina y a
Domino mirándola fijamente, pensaron que la situación necesitaba algo más de tiempo. Una
semana después, viendo a Dora todavía asediada y perdiendo peso de una forma alarmante y
poco saludable, concluyeron, con buen tino, que no hacían una buena combinación. Domino
vive ahora feliz con un familiar y Dora está sola y sumamente aliviada. No todas las parejas
son perfectas.

EL GATITO CONOCE AL GATO


El primer encuentro de un nuevo gatito con el gato adulto de la casa puede ir
como la seda o ser una experiencia peligrosa. Como pueden reaccionar de
cualquier manera, es mejor no arriesgarse.
Procura que la casa esté tranquila para reducir el riesgo de añadir estrés a
la situación, y evita hacerlo en ocasiones festivas o cuando haya visitas.
Coloca un refugio para gatitos (una jaula de alambre de al menos 1 metro
cuadrado) en la habitación que menos le guste a tu gato veterano. Deja que
el gatito se ejercite en la habitación cuando no esté el otro gato. Cuando
alimentes al gatito en la jaula, puedes abrir la puerta de la habitación para
que el otro gato investigue. Pon un cuenco con comida apetecible a una
distancia de la jaula en la que el gato pueda comer a gusto. Conviértelo en
una rutina diaria, dos o tres veces al día, y ve reduciendo poco a poco la
distancia entre el gato y la jaula hasta que coman relajadamente cada uno a
un lado de la reja de la jaula.
Si ya tienes un gato, coloca al gatito en una jaula en una habitación que el gato no frecuente. A
medida que gato y gatito se vayan acostumbrando el uno al otro, cambia la jaula a otras
habitaciones. © Mark Duffy

En un grupo de gatos siempre es importante que haya un olor común, por


lo que intercambiándoles las mantas se familiarizarán con el olor del otro y
crearán una combinación de sus dos olores. Es frecuente tender a mimar
demasiado al gato veterano para compensar la llegada del nuevo y hacerle
saber que tu cariño por él no se lo has pasado al gatito, pero esto puede
resultarle estresante de por sí si las atenciones superan a las que suele recibir
normalmente.
Al cabo de una semana, puedes empezar a colocar la jaula en otras
habitaciones cada vez más importantes para tu gato para que comprenda que
puede encontrarse con el gatito en otras zonas de la casa. Cuando la jaula ya
haya pasado por varios lugares y en función de la reacción de tu gato,
podrías dejar que se conozcan pasadas un par de semanas. Puede haber algún
que otro manotazo, pero siempre es mejor dejar que se comuniquen sin
trabas, a menos que exista el riesgo real de que el gato haga daño al gatito.
En ese caso, es mejor separarlos con un cojín o una almohada que con las
manos, para evitar heridas.
¿SABÍAS QUE…?

• Los tratamientos antipulgas fabricados especialmente para perros pueden ser letales en los
gatos. Un gato se puede intoxicar incluso simplemente teniendo contacto físico directo con
un perro que haya recibido tratamiento recientemente.
• No debemos alimentar a los gatos con comida para perros, ya que los primeros tienen unas
necesidades nutricionales muy específicas (por ejemplo, de un aminoácido llamado taurina)
que no quedan cubiertas con los ingredientes de la dieta de los perros.

EL GATITO CONOCE AL PERRO


La decisión de adoptar un gatito debería estar basada, desde un principio, en
su compatibilidad con tu perro, así que solo haría falta presentarlo
correctamente.
Al principio, el gatito debería estar en una jaula lo bastante grande para
que quepa una cama, un arenero, comida y agua. El perro debe poder
investigar al nuevo gatito en la jaula sin riesgo de que el gatito vaya a salir
corriendo, propiciando una persecución y pudiendo terminar herido.
Después, podemos mover la jaula a otras habitaciones durante un par de días
seguidos en cada una para que el perro se encuentre con el recién llegado en
distintas zonas de la casa.
Hay que acariciar al gatito y al perro a diario para crear un olor común y
familiar entre ambos. En los primeros días, el gatito debe hacer ejercicio
fuera de la jaula, con el perro fuera de la habitación por seguridad. Durante
varias semanas, el gatito debe estar en la jaula cuando interactúe con el
perro, sobre todo si este es muy protector con su comida, por ejemplo, y
puede reaccionar de forma agresiva hacia el gatito a la hora de comer. Una
vez que el gatito y el perro parezcan relajados juntos, puedes coger en brazos
al gatito cerca del perro, o dejar que se acerque cuando el perro esté sujeto
con la correa para evitar que salga en persecución del gatito. Si el perro
permanece tranquilo, podemos darle premios.
Cuando el gatito tenga seis meses, normalmente se le puede dejar
convivir con el perro sin supervisión, siempre que todas las señales indiquen
que está surgiendo una amistad. Procura que el gatito pueda entrar y salir de
casa sin tener que entrar en contacto directo con la cama o la zona donde
come el perro. Coloca plataformas altas que sirvan de refugio para el gatito o
cualquier otro gato y piensa bien dónde colocas los areneros, ya que a los
perros les suele gustar comerse las heces de los gatos y pueden rondar por
los alrededores y molestar a tu gato.
Perros y gatos pueden llevarse bien en el mismo hogar si presentamos al gatito de forma segura y
sensata, y seguimos las pautas para una convivencia armoniosa. © Natasha Japp Photography
EL PERRO NUEVO CONOCE AL GATO
El perro que elijas debe haberse criado con gatos o ser de una raza
compatible para convivir con ellos. Los lebreles, como los galgos, y muchos
terriers, no son buenas opciones.
Habría que ir integrando al cachorro o perro en el hogar utilizando un
recinto o jaula para cachorros situada en una zona que no impida pasar al
gato por sus rutas preferidas ni acceder a la comida y los recursos esenciales.
Si se trata de un perro adulto, la jaula puede utilizarse para los momentos de
tranquilidad y para dormir. Procura que haya muchos lugares de descanso
altos donde el gato pueda refugiarse en caso de sentirse amenazado en algún
momento. También puede venir bien colocar una barrera de seguridad para
bebés al pie de las escaleras para que el gato pueda refugiarse en la planta
superior.

Preséntale el nuevo cachorro a tu gato en una habitación de la que el gato pueda escapar fácilmente.
Evita los encuentros sin supervisión hasta que ambos animales se vean relajados en la presencia del
otro. © Juniors Bildarchiv

La primera vez que le presentes el cachorro a tu gato, hazlo en una


habitación de la que el gato pueda escapar fácilmente. Si sostienes al
cachorro en brazos y dejas que tu gato se acerque si quiere, evitarás que el
cachorro resulte herido si la situación se descontrola. A continuación, deja
que tu gato entre libremente en la habitación donde está la jaula del cachorro
y pronto se acostumbrarán el uno al otro. Cuando el cachorro esté fuera de la
jaula, sería aconsejable llevarlo sujeto del collar con una correa larga para
evitar que persiga al gato. Hay que evitar cualquier encuentro sin supervisión
hasta que ambos animales estén relajados en la presencia del otro y hayas
enseñado al cachorro a no perseguir.
Si el perro es adulto, deberías darle una golosina rica en la jaula antes de
llevar al gato a la habitación para que investigue al recién llegado. Presta
atención a tu gato en ese momento jugando con él u ofreciéndole su golosina
favorita para que cree una asociación positiva con el nuevo perro. Cuando el
gato se muestre relajado en presencia del perro, puedes abrir la jaula y dejar
que el perro se siente a tu lado, poniéndole una correa para evitar que
persiga. Si permanece tranquilo, recompénsale con una golosina y con
elogios. Conviene adiestrar al perro para que se siente o se quede quieto
cuando se lo pidas, y así evitar que caiga en la tentación de perseguir al gato
en el futuro.

EL GATO NUEVO CONOCE AL GATO VETERANO


Siempre será más difícil presentarle a un gato adulto a tu gato actual. A un
gato adulto puede angustiarle verse confinado en una jaula para gatitos, por
lo que no es aconsejable utilizar este método.
Se puede utilizar una habitación individual (pero que no sea una de las
favoritas de tu gato actual), y hay que realizar las presentaciones de forma
gradual según las tres etapas que se sucederían si el gato intentara integrarse
de forma natural en un nuevo grupo.
A los gatos adultos puede angustiarles verse confinados en una jaula para gatitos, así que, al
principio, mantén al nuevo gato en otra habitación. Cuando juntes a gatos nuevos con los veteranos
de la casa, intenta no interferir, a menos que exista el riesgo de que se hagan daño. © Juniors
Bildarchiv

Durante la primera etapa, tu gato percibirá el olor de otro gato. Puedes


recoger el olor del gato nuevo y dejarlo en las zonas por donde se mueve tu
gato actual y viceversa. El olor puede recogerse acariciando al gato en las
mejillas, la barbilla y la frente con un guante de algodón o un paño. Esto
recogerá pequeñas cantidades de las feromonas que segregan de forma
natural las glándulas de la cara del gato. Luego frota el paño contra puertas y
muebles para que ambos gatos descubran el olor del otro sin que haya
contacto directo.
Supervisa siempre los encuentros con bebés y niños pequeños. Si estás embarazada, invita a amigos
con bebés a visitarte para acostumbrar a tu gato a las imágenes y sonidos de bebés. © Neal and
Molly Jansen
La segunda etapa se da cuando los dos gatos se perciben visualmente en
la distancia. Esto es fácil abriendo la puerta de la habitación, pero sin dejar
que ninguno de los dos traspase el umbral. Se puede construir un marco de
madera y alambre que encaje en el marco de la puerta y así cada gato podrá
observar al otro, si quiere, sin riesgo de salir herido. Una barrera de
seguridad para bebés tendría el mismo resultado. Dándoles de comer a los
dos, cada uno a un lado de la barrera y a una distancia que les permita comer
con tranquilidad, crearemos asociaciones positivas entre ellos. Es el
momento perfecto para llevar al nuevo gato a un par de habitaciones más, sin
dejar de usar la estructura de alambre, para asegurarnos de que, una vez que
este sea libre de establecer su propio espacio, ambos gatos puedan divirse el
territorio de forma razonablemente equitativa.
La tercera y última etapa puede tener lugar, dependiendo de los
progresos, una o varias semanas después, cuando ambos gatos tienen la
oportunidad de conocerse sin barreras. Debes permitir cualquier interacción
entre ellos sin intervenir, a menos que exista el riesgo de que se hagan daño.

EL GATO CONOCE AL BEBÉ


La relación con tu gato cambia inevitablemente cuando llega un nuevo bebé.
Para él puede ser un momento angustioso, ya que las rutinas cambian
radicalmente, aparecen nuevos objetos y tú te vuelves menos accesible.
Sin embargo, planificándolo con antelación, puedes reducir e incluso
evitar todo el estrés de tu gato en esta situación. Unos meses antes de la
llegada del bebé, decide dónde va a dormir por las noches. Si al principio la
cuna va a estar en tu dormitorio, empieza a negarle la entrada a tu gato lo
antes posible, para que la transición no ocurra bruscamente el día que el bebé
llegue a casa. En esta fase, el cuarto del bebé debe quedar fuera de los
límites, para que no suponga otro cambio cuando el bebé lleve unos meses
en casa. Hay que ir introduciendo poco a poco todos los accesorios
necesarios, como sillas de paseo, cunas, etc., para evitar un aumento
repentino de olores y objetos que les resulten difíciles de sobrellevar.
La llegada del bebé tendrá un mayor impacto en el gato si este no sale de
casa. Los gatos caseros son más sensibles a los cambios de su entorno que
los que pueden salir al exterior con libertad. Si el gato está acostumbrado a
tener toda tu atención, es importante que te vayas alejando de él
gradualmente durante el embarazo, dándole estímulos y otras actividades
que le interesen al margen de su relación contigo. Ten en cuenta todas las
nuevas responsabilidades que conlleva un bebé y crea una nueva rutina para
el gato que se adapte a ellas, y que incluya la alimentación, el acicalamiento
y los juegos necesarios. Si adoptas esta rutina lo antes posible, reducirás el
impacto de la llegada del bebé.
También es un buen momento para invitar a amigos con bebés para que el
gato se acostumbre a imágenes y sonidos de bebés. Los niños muy pequeños
pueden ser un poco agobiantes para los gatos, así que supervisa siempre los
encuentros y asegúrate de que el bebé manipule con suavidad al gato. Si el
gato decide esconderse, deja que lo haga y no lo obligues a interactuar.

UN GATO DE MÁS

Penny tenía seis gatos sin parentesco entre sí que se llevaban bien. Hasta que llegó el séptimo.
El gato negro, conocido en la zona como Lucky, llevaba algún tiempo merodeando por la zona
y al final había llegado al jardín de Penny. Ella le dio de comer y poco a poco le fue tentando
para que se uniera al grupo. Al fin y al cabo, ¿qué problema suponía tener uno más? Por
desgracia, llegaron al punto de que ya había «un gato de más». El grupo, antes armonioso, se
desintegró ante sus ojos casi de inmediato, y no solo la relación entre los gatos anteriores y el
recién llegado, sino también entre ellos mismos. Los gatos empezaron a pelearse, a andar sin
parar de un lado a otro, a rociar orina y a hacer sus necesidades en camas y felpudos, y uno
incluso empezó a arrancarse el pelo. Penny nunca había vivido un caos semejante.
Afortunadamente, tuvo la sensatez de reubicar a Lucky y todo volvió a la normalidad al cabo
de una semana.

MANTENER LA PAZ
Las agresiones entre gatos domésticos pueden prevenirse evitando los
entornos superpoblados, tanto dentro del hogar como en el territorio exterior.
La mezcla de personalidades de los gatos elegidos para formar un grupo
debe ser compatible y, una vez establecido un grupo estable, no es
aconsejable arriesgarse a desequilibrar la balanza añadiendo a otros
miembros.
El entorno también es importante, ya que algunos grupos funcionan bien
en un lugar y mal en otro. Aunque no podemos ni debemos elegir nuestro
hogar pensando solamente en nuestros gatos, deberíamos tener en cuenta sus
necesidades para limitar las posibilidades de que surjan problemas.
Buscando paralelismos entre las colonias de gatos ferales y los hogares con
varios gatos, se sabe que los gatos ferales se congregan y forman grupos en
zonas donde la fuente de alimento es abundante y predecible y el resto de
necesidades básicas están suficientemente cubiertas. Si no se dan estas
condiciones, los gatos se dispersan. Exactamente lo mismo puede decirse de
los hogares multigato: los gatos necesitan sentir que hay suficiente para
todos y que nada escasea. Conforme los miembros del grupo vayan
alcanzando la madurez social, interactuarán o se evitarán unos a otros, según
sus preferencias, y se repartirán el acceso a cada recurso con cierto grado de
cooperación. Siempre que las personalidades sean en esencia compatibles,
teniendo en cuenta que algunos gatos son por instinto más territoriales y
competitivos que otros, la agresividad debería mantenerse en un nivel
normal y aceptable.
Habría que evitar, en la medida de lo posible, las viviendas adosadas de
varias plantas con escaleras estrechas, que crean la oportunidad de que uno
de los gatos bloquee fácilmente el acceso de los demás a recursos
importantes; las viviendas pequeñas en las que no quepan los suficientes
recursos para el número de gatos que van a vivir en ellas; y las viviendas con
grandes superficies acristaladas, que dejan expuestos a los gatos que allí
viven, a la vista de cualquiera de los muchos gatos que poblen los
alrededores.
Por desgracia, tú siempre serás un recurso escaso, pero no intentes dividir
tu tiempo y atención por igual entre todos los gatos. Esto suele empeorar,
más que mejorar, la situación, ya que los gatos ya habrán decidido dónde y
cuándo le toca a cada uno y, si tú inicias el contacto fuera de ese horario,
puedes causar fricciones. Si uno de tus gatos se aleja de ti en determinados
momentos puede ser su elección por las circunstancias.
En un hogar con varios gatos, podemos reducir al mínimo la agresividad entre ellos evitando el
hacinamiento, tanto dentro como fuera de la casa. © Juniors Bildarchiv
No escondas el transportín cuando no lo utilices; para tu gato, verlo reaparecer puede ser una señal
de problemas. Déjalo cerca y accesible con una mantita cómoda dentro. © Juniors Bildarchiv

VIAJES TRANQUILOS
Para tu compañero gatuno, los viajes de cualquier tipo, sobre todo los que
acaban en el veterinario, pueden ser muy estresantes si no se toman las
debidas precauciones.
Si tu gato no se acostumbró a los viajes en coche desde pequeño,
posiblemente seguirán siendo difíciles para él toda su vida adulta.
El transportín suele ser la primera señal de problemas para tu gato, por lo
que si lo dejas en un lugar fijo y visible de la casa, quizá con una mantita
suave en su interior, evitarás que sea un motivo para que tu gato se escape
cada vez que aparece. También puede valer alguna toalla que el gato ya haya
usado antes como cama, ya que puede servir para cubrir el transportín
durante el viaje o en la sala de espera del veterinario o en otros momentos en
los que haya mucha actividad a su alrededor. Esto le transmitirá un intenso
olor a hogar y a cosas familiares, y puede enmascarar los otros olores más
molestos de la típica consulta veterinaria.
Siempre es aconsejable que el gato viaje con el estómago más bien vacío,
ya que alimentarlo justo antes del trayecto puede dar lugar a «accidentes» y
a un viaje poco agradable para todos. Es conveniente colocar en el
transportín una base de papel de periódico, polietileno y una cama o manta
gruesa para que absorban bien cualquier líquido que pudiera expulsarse.
Sujeta el transportín al coche con el cinturón de seguridad. Los gatos suelen
llorar constantemente durante los viajes, pero si los consuelas y tranquilizas
podrían sentirlo como una confirmación de su necesidad de estar ansiosos. Si
durante el viaje mantienes una actitud tranquila y normal, no reforzarás su
estado de inquietud.
Si va a ser un viaje largo, el transportín debe ser lo bastante grande para
que quepa un arenero fijado a la base. Ofrécele agua con frecuencia y
mantén el coche bien ventilado y a una temperatura agradable. Nunca, en
ningún caso, dejes solo a tu gato en el coche durante mucho tiempo si hace
calor.

¿SABÍAS QUE…?

• Los gatos no transpiran, por lo que pueden sobrecalentarse muy rápidamente. Un gato
encerrado en un coche caliente puede sufrir un golpe de calor e incluso morir en cuestión
de minutos.
• La forma de muchos asientos de coche hace que el transportín quede inclinado. Procura que
el transportín esté recto y en posición vertical para que tu gato se sienta más cómodo.
• Algunos gatos parecen viajar más tranquilos si pueden ver el exterior por la ventanilla del
coche. Siempre vale la pena probar a poner un «asiento elevador» antes de sujetar el
transportín, ¡pero quizá no ayude a todos los viajeros ansiosos!

CEPILLADO SIN LÁGRIMAS


A algunos gatos de pelo largo, como los persas, hay que cepillarlos a diario
para evitar que se les formen en el pelaje mechones apelmazados, que les
resultan muy incómodos y que a menudo debe terminar eliminando un
veterinario bajo anestesia general o sedación. Sin embargo, cepillar a un gato
de pelo largo puede ser una tarea desesperante, ya que no a todos les gusta
que les cepillen, sobre todo en zonas sensibles como debajo de las patas
delanteras y en la barriga. Los criadores de gatos de pelo largo deberían
cepillarlos siempre como parte de su programa de socialización temprana
para que los gatitos se acostumbren a este tipo de manipulación y sujeción
desde pequeños. Por desgracia, para muchos dueños sigue siendo
complicado.
Si tu gato necesita un cepillado diario, pero hay que persuadirle, hay
algunas formas de aumentar su tolerancia y aceptación de estos cuidados
esenciales. Podemos entrenar a un gato a aceptar sesiones de cepillado cada
vez más largas reforzando positivamente este comportamiento cada vez que
se produce. Para ello, debemos encontrar una golosina que le encante a
nuestro gato, pero hay que comprobar antes con el veterinario que se trate de
un «premio autorizado». Una vez que hayas encontrado su bocado favorito,
este será su recompensa por el acicalamiento y solo se lo ofrecerás durante el
cepillado y el peinado.
Escoge una habitación tranquila y una mesa para facilitar el proceso.
Colócala cerca de una ventana para darle a tu gato algo de distracción visual
interesante. Empieza poco a poco, pasando el peine suavemente por el pelaje
desde la cabeza hasta la mitad de la espalda, durante unos diez segundos.
Justo después, dale una golosina y algún elogio y deja que se vaya. Ve
aumentando el tiempo cinco segundos cada día, y cada día ve pasando el
peine por otras partes del cuerpo, empezando por la cara, los costados y la
cola, y luego avanzando hacia el nacimiento de la cola (encima de las
caderas) y, finalmente, hacia las zonas difíciles debajo del cuello, detrás de
cada pata y en la barriga. Cada sesión debe terminar con un elogio y con la
golosina especial.
Empieza con sesiones muy cortas y ve aumentando el tiempo cada día. Termina siempre con un elogio
y con una golosina que le darás solo tras el cepillado. © ReimarRalph
Los criadores deberían intentar cepillarlos siempre como parte de su socialización temprana para que
los gatitos se acostumbren a ello. Cepilla a tu gato sobre una mesa cerca de una ventana para que
tenga algo que observar. © BSIP Medical/OLIEL OLIEL

CELEBRACIONES SIN ESTRÉS


Hay varias épocas del año en las que la familia y los amigos se reúnen para
celebrar y divertirse, pero los cambios de las rutinas normales y la aparición
de cosas nuevas y personas diferentes suponen posibles dificultades para tu
gato. Los gatos que viven exclusivamente dentro de casa son más sensibles a
este tipo de cambios, por lo que habrá que tenerlos en cuenta a la hora de
planificar las celebraciones. Los que tienen libertad para salir pueden
aprovechar la oportunidad para escabullirse, pero hay que tener cuidado de
que después no se vayan a sentir incapaces de volver a casa por la presencia
de otras personas. Es probable que tu gato necesite un lugar seguro y
tranquilo para escapar del ruido y la algarabía. Los gatos tímidos suelen
elegir como refugio las habitaciones de los invitados, pero cuando hay
visitas puede que sus zonas favoritas no estén disponibles cuando las
necesitan. Se recomienda escoger bien refugios alternativos lejos de las vías
de paso o del centro del bullicio, y ponerles una camita abrigada que les
sirva de remanso de paz donde puedan estar tranquilos.

¿SABÍAS QUE…?

• Se pueden comprar fuegos artificiales silenciosos que brindan el espectáculo de colores sin
todo el estruendo, por lo que no hay motivo para aterrorizar a las mascotas.
• Los gatos pueden tragarse trozos de cordel de asar empapado de jugos de carne o cintas de
regalo o espumillón del árbol, lo que podría precisar de cirugía en caso de obstrucción, ¡así
que hay que estar ojo avizor en Navidad!
• Algunas plantas de temporada, como la flor de Pascua, son venenosas para los gatos.

Cuando haya cambios en la rutina doméstica, como invitados que se quedan a dormir o
celebraciones, procura que tu gato pueda acceder sin problema a sus refugios favoritos y evita
molestarlo si está allí. © Dan Sullivan
Cualquier celebración puede ir acompañada de fuegos artificiales, así que
si tu gato tiene acceso al exterior, no lo dejes salir por la noche durante la
época en cuestión para garantizar su seguridad. Corre las cortinas cuando
oscurezca y pon música, la televisión o la radio para amortiguar el sonido de
la pirotecnia. Si ya sabes de antemano que va a haber fuegos artificiales en
tu zona, sería recomendable que te quedaras en casa esa noche, por si acaso.
Sin embargo, no estás allí para tranquilizar a tu gato; es mucho mejor
mantener la calma y actuar con normalidad. Tu gato debe poder acceder a
sus escondites favoritos, y hay que evitar cualquier tentación de ir a verlo si
se refugia allí. Coloca un arenero interior en un lugar accesible, aunque los
gatos ansiosos suelen evitar ir al baño si se sienten amenazados.
Si tu gato se agita mucho con las explosiones de los fuegos artificiales,
habla con el veterinario con antelación para que te recete cualquier
medicamento o suplemento que pueda ayudar.

VACACIONES Y MUDANZAS
Las vacaciones familiares suponen una alteración drástica de las rutinas
normales de un gato, y las mudanzas pueden resultar traumáticas para una
criatura territorial, por lo que hacer que estos procesos sean lo menos
estresantes posible ayudará a tu gato a adaptarse.
La mejor opción para el cuidado de tu gato cuando estás fuera dependerá
de su personalidad. Si es un gato seguro de sí mismo que pasa mucho tiempo
fuera, en su territorio, puede ser conveniente dejar que se quede allí. Esto es
lo que mejor les viene a algunos gatos, y algún vecino o amigo puede
visitarlo un par de veces al día para darle de comer y atender sus necesidades
hasta que vuelvas. Otros gatos no tan independientes emocionalmente verán
tu marcha como una enorme carga de responsabilidad sobre ellos al tener
que defender solos el hogar. Las visitas de extraños a horas aleatorias no
harán más que aumentar su ansiedad. Es probable que estos gatos estén
mejor atendidos en una guardería de confianza, donde los traten bien y se
sientan seguros.
No está de más buscar recomendaciones de buenas guarderías, pero ve
siempre a visitarlas antes de tomar una decisión sobre dónde dejar a tu gato.
Las residencias felinas populares siempre se llenan pronto, así que conviene
investigar y planificar con mucha antelación.
Es preferible optar por establecimientos que solo alojen gatos. Pide una
cita para ver la residencia, y si el propietario se niega a enseñarte las
instalaciones, ¡busca otra! El entorno debe estar ordenado y limpio, y el
alojamiento de cada uno de los gatos debe contar con una zona separada,
cerrada y aislada, para dormir, y un área de ejercicio individual. La zona
delimitada debe ser segura, seca y cálida en invierno y fresca en verano.
Todo el habitáculo individual debe ser lo suficientemente grande como para
albergar comedero, bebedero, rascadores, bandeja sanitaria, juguetes y
espacio para hacer ejercicio. Los alojamientos individuales deben estar
separados por «barreras protectoras» y todas las zonas deben estar libres de
olores y bien cuidadas. Entre los gatos y la libertad debe haber siempre dos
puertas cerradas con llave para evitar que por accidente se pueda fugar algún
«invitado».
En el momento de tu visita, los gatos deberían mostrarse alerta e
interesados, y sus cuencos de comida vacíos indicarían que mantienen un
buen apetito y que se han adaptado bien al nuevo entorno. Si te convences de
que es una buena residencia, tal vez sea oportuno probar un fin de semana
largo para empezar, para asegurarte de que tu gato esté tan contento con el
establecimiento como tú.
Si tienes que dejar a tu mascota en una residencia felina, visítala siempre primero y fíjate muy bien en
el estado de los gatos que haya en ese momento. De ser posible, guíate por recomendaciones
personales. © Stephen Parker

Manejar la mudanza
En una mudanza, el gato debe estar lo más protegido posible de la frenética
actividad del día mismo del traslado, por lo que lo mejor es recluirlo en una
habitación en la que no haya muebles grandes y puedas dejarle comida,
agua, una manta, un arenero y otros objetos que le resulten familiares. Debes
decirles a los de la empresa de mudanzas que la puerta de esa habitación
debe permanecer cerrada para evitar que se pueda perder en el último
momento. También puedes pedirles que descarguen primero los muebles de
una habitación en la nueva casa para poder dejar a tu gato en un lugar seguro
de su destino definitivo.
Una vez que el equipo de mudanzas haya empaquetado todo y se haya
ido, puedes llevar a tu gato a su nuevo hogar y dejarlo en la habitación
elegida con todos sus objetos familiares para que vaya explorándola a su
ritmo. Una vez que todos los muebles estén en su sitio y todo esté en paz, ya
podrá investigar más a fondo. Quizás muestre cierta inquietud en este
momento, pero si los muebles le resultan familiares, le dará cierta confianza
para investigar su nuevo entorno. Todas las ventanas y puertas deben estar
bien cerradas por si se desorienta e intenta escapar. Sin embargo, si
reacciona a su nuevo hogar, relájate y no refuerces ningún comportamiento
ansioso intentando tranquilizarlo.
Puede resultar difícil confinar a tu gato durante el período recomendado
de dos o tres semanas, por lo que, si normalmente tu gato sale a la calle y lo
ves con ganas de salir, elige un fin de semana para que tú estés en casa y
ábrele la puerta por primera vez justo antes de una de sus horas de comer
para asegurarte de que no tarde en tener hambre.
Si no quieres tener que preocuparte por tu gato —además de todo lo
demás— el día de la mudanza, organiza con tiempo que pase el día en la
residencia felina, lejos de todo el ajetreo y el bullicio.
Cuando te mudes, deja a tu gato, junto con sus pertenencias, en una habitación en algún extremo de
la casa mientras dura la mudanza. Quizá le resulte más fácil quedarse en una residencia para gatos
durante una o dos noches. © John Daniels
Agradecimientos
Agradecimientos de la autora
Me gustaría dar las gracias a mi agente, Mary Pachnos, por su continuo
apoyo y buen humor, y al equipo de Hamlyn por su entusiasmo y
orientación. He tenido que hacer malabarismos con muchas cosas mientras
escribía este libro, y Clare Hemington (mi increíble gestora), todos mis
maravillosos clientes y colegas, amigos y familiares han mostrado una gran
tolerancia cuando estaba, de vez en cuando, bastante distraída. ¡Gracias
sobre todo a Charles y Mangus, que son los que tienen que soportar la carga
de mi obsesión por todo lo gatuno!

Créditos de la edición original


Director editorial: Trevor Davies
Redactora jefa: Lisa John
Directora creativa adjunta: Karen Sawyer
Diseñador: Mark Stevens
Documentalista de imágenes: Zoë Spilberg
Jefa de producción editorial: Amanda Mackie
Las recomendaciones de este libro proporcionan solo información
general. No son necesariamente aplicables a cada caso en particular y no
pretenden sustituir la orientación y el asesoramiento expertos de un
veterinario para cualquier situación concreta. La editorial no acepta la
responsabilidad por cualquier consecuencia resultante del uso de la
información contenida en el libro. Ningún gato ni gatito ha sufrido daño
alguno durante la preparación de este libro.
Elaboración de cubierta:
Celia Antón Santos

Traducción:
Ana Isabel Pérez Ocaña

Responsable editorial:
Eva Margarita García

Edición en formato digital: febrero de 2025

Copyright: © Octopus Publishing Group, Ltd 2010, 2024


An Hachette UK Company
Copyright del texto © Vicky Halls 2010, 2024

© EDICIONES OBERON (G. A.), 2025


Calle Valentín Beato, 21
28037 Madrid

ISBN ebook: 978-84-415-5146-6

Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro electrónico, su transmisión, su descarga, su
descompilación, su tratamiento informático, su almacenamiento o introducción en cualquier sistema
de repositorio y recuperación, en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrónico,
mecánico, conocido o por inventar, sin el permiso expreso escrito de los titulares del Copyright.

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