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Abjuración & Exhumación

El documento explora la relación entre el pensamiento de Kant y las filosofías contemporáneas del acontecimiento, centrándose en la obra de Meillassoux. Se argumenta que la absolutización de la correlación en estas filosofías implica límites ontológicos y redefine la noción de objeto trascendental. Además, se critica el correlacionismo y se propone un nuevo enfoque especulativo que busca un acceso directo al mundo externo a través de la matemática.

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Abjuración & Exhumación

El documento explora la relación entre el pensamiento de Kant y las filosofías contemporáneas del acontecimiento, centrándose en la obra de Meillassoux. Se argumenta que la absolutización de la correlación en estas filosofías implica límites ontológicos y redefine la noción de objeto trascendental. Además, se critica el correlacionismo y se propone un nuevo enfoque especulativo que busca un acceso directo al mundo externo a través de la matemática.

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ABJURACIÓN & EXHUMACIÓN

De la cosa en-sí
¿Es el pensamiento de Immanuel Kant una fuerza
restrictiva o un recurso poderoso para abordar los
desafíos de la filosofía contemporánea?
“Trascendentalismo, objeto y acontecimiento”. En la
Crítica de la razón pura, libro fundador de la
modernidad filosófica, Kant plantea las reglas para la
construcción trascendental de todo objeto (objeto=X).
¿Puede una teoría del acontecimiento conservar una
categoría de objeto trascendental?
UNA HIPÓTESIS ACONTECIMENTAL
Se plantea el inicio de una hipótesis que parte de la obra
principal de Meillassoux, Après la finitude (2006), buscando
explorar la radicalización de la correlación hasta el absoluto y
su relación con las filosofías del acontecimiento.

La tesis a demostrar es que esta absolutización de la


correlación implica características límite y naturales para definir
un acontecimiento, estableciendo así máximas internas en
cualquier ontología de lo que Claude Romano define en
términos de: “aquello de lo que no somos capaces.”

El enfoque involucra tres filósofos: Heidegger, Deleuze y


Badiou. Se reconoce la heterogeneidad en ellos, pero se
destaca que, en la filosofía continental de este período, son sus
obras de carácter ontológico las que han teorizado de manera
significativa la noción de acontecimiento. Se plantea que
Meillassoux representa el límite natural de estas filosofías
acontecimentales.
UNA HIPÓTESIS ACONTECIMENTAL
La hipótesis busca afirmar que esas filosofías comparten un
objetivo común en la comprensión de la realidad hasta
Meillasoux. Pretende ser un recorrido inverso que se distingue
de enfoques tanto polémicos como asépticos.
Esta hipótesis opera en retroceso: si tiene éxito, el materialismo
especulativo de Meillasoux marcará el primer estrato "natural"
de cualquier filosofía del acontecimiento. Se intenta demostrar
que Après la finitude es la génesis de importantes indagaciones
teóricas sobre el acontecimiento en el siglo XX, utilizando una
definición heideggeriana como guía.

“Límite, pero, según el antiguo sentido griego, el limite tiene de


parte a parte el carácter de concentrar, no el de discriminar. Límite
es aquello a partir de lo cual, y en lo cual algo se inicia, brota
como lo que es.” (Heidegger, La proposición del fundamento,
1991: 120)
LA ABJURACIÓN DEL NOÚMENO
El objeto trascendental
LA AMBIGÜEDAD DEL CONCEPTO
“Todas nuestras representaciones [...] son referidas por el
entendimiento a algún objeto; y puesto que los fenómenos no son
sino representaciones, el entendimiento los refiere a un algo, objeto
de la intuición sensible, pero entonces este algo es solamente el
objeto transcendental. Éste significa empero un algo = X del que no
sabemos nada, ni tampoco podemos, en general, (según la actual
disposición de nuestro entendimiento), saber nada, sino que sólo
puede servir como un correlatum de la unidad de la apercepción
para la unidad de lo múltiple en la intuición sensible, [unidad] por
medio de la cual el entendimiento lo unifica en el concepto de un
objeto.” (KrV, A 250)

La anterior definición implica dos acepciones distintas que se la da


al objeto trascendental (=OT) en la Crítica:

1. La causa o fundamento de los fenómenos externos


2. El concepto de validez objetiva de nuestras representaciones
EL OT COMO FUNDAMENTO O CAUSA
“El objeto transcendental que sirve de fundamento de los
fenómenos externos [...] no es [...] sino un fundamento, desconocido
para nosotros, de los fenómenos.” (A 379-380)

“Los fenómenos externos se atribuyen a un objeto transcendental


que es la causa de esa especie de representaciones, [objeto] que,
empero, no conocemos, y del que jamás llegaremos a tener
concepto alguno.” (A 393)

En el marco de la doctrina crítica, los fenómenos externos son


representaciones de la conciencia por vía de afectos de la
sensibilidad (A 372/373) y por lo tanto, la causa no puede ser
el mismo fenómeno.
La gnoseología kantiana reconoce la existencia de una entidad
afectante que es intuída bajo las condiciones formales del
espacio y el tiempo o las formas a priori de la sensibilidad que
estructuran nuestra percepción y experiencia del mundo.
EL OT COMO FUNDAMENTO O CAUSA
La cosa en-sí [Dinge an sich] es impensable, más no imposible:
su existencia no se duda, pero sí nuestro acceso a ella. Por ello,
comprende el correlato necesario del fenómeno (A27/B43).
El fundamento suprasensible del fenómeno resulta desconocido
para nosotros (A 27/B 43) en tanto afectación de la
sensibilidad originada en una intuición empírica.
La desgastada dicotomía entre fenómeno-noúmeno —que se
puede retrotraer hasta la distinción entre cualidades primarias y
secundarias (en Descartes y Locke), y extender hasta la
distinción entre imagen científica e imagen manifiesta (en
Sellars y Brassier)— no hace referencia a dos entidades
diversas e independientes, sino a dos dimensiones del objeto
en la experiencia.
Dicho así, no hay un dualismo metafísico: se consolida una
distinción estructural epistemológica.
EL OT COMO CORRELATO REPRESENTACIONAL
El algunos pasajes suprimidos en la segunda edición de la
Crítica de la razón pura (1787), se utiliza una acepción más
orientada al paralelismo entre representaciones subjetivas y
fenómenos, lo que parece sugerir una reinterpretación de la
teoría de las Ideas en su sentido canónico (mediante el modelo
de participación).
De ahí surge la concepción del OT en tanto inmanente, es
decir, como condición última de validez objetiva del fenómeno y
no en tanto trascendente, es decir, como cosa en-sí. (Del modo
que sea, ambos permanecen desconocidos para nosotros.
La fórmula “algo general = X” representa, en el idealismo
trascendental, la conjunción entre conocimiento y objeto (A
104). Para Robert Paul Wolf (1973: 136), el concepto de un
objeto en general, representado como X, es la forma pura de
objetividad. La mente lo proporciona al imponerlo en el conjunto
dado de percepciones, haciéndolas 'objetivas', es decir,
dándoles relación con un objeto de conocimiento.
LA “MUERTE” DE LA METAFÍSICA
A partir de la clausura del conocimiento de la realidad externa
propugnado por Kant, ingresa en la filosofía lo que suele
denominarse la “muerte” de la metafísica (2008: 547). El
prusiano dirige sus ataques principalmente al dogmatismo de
metafísicos como Descartes o Leibniz, y establece la
imposibilidad de una prueba ontológica de la existencia de
Dios, o sea, de un acceso directo a un absoluto en-sí.
Así dicho, no vale la pena preguntarse por los atributos divinos
de un ser absolutamente necesario (es decir, incondicionado),
pues hablamos de un mero concepto de razón: una idea cuya
completitud es inalcanzable, y limita más de lo que extiende (A
592/B 620).
La crítica del argumento ontológico de Anselmo y Descartes se
concentra en la afirmación de que el “ser” no es un predicado
real, sino la posición de una cosa o de ciertas determinaciones
en-sí cuyo uso es lógico.
LA CRÍTICA AL ARGUMENTO ONTOLÓGICO
El ens realissum, que sería Dios, abarcaría la realidad toda,
incluyendo necesariamente la existencia, pero el problema de la
metafísica es que toma un predicado lógico como real,
haciendo del razonamiento una simple y estéril tautología.
El argumento ontológico, en su versión clásica, sostiene que la
idea de Dios como el ser más perfecto implica necesariamente
su existencia, ya que sería más perfecto existir en la realidad
que solo en la mente. Sin embargo, Kant argumenta que la
existencia no es una propiedad o característica que se pueda
agregar a la perfección de un ser.
Kant plantea que la existencia no es una "perfección" como lo
serían la omnipotencia, la omnisciencia u otras propiedades
atribuidas a Dios.
Además, Kant critica la posibilidad de derivar la existencia de
algo solo a partir de conceptos y argumentos puramente
lógicos, sin necesidad de recurrir a la experiencia. Él enfatiza
que la existencia es un juicio sintético que va más allá del mero
análisis conceptual y requiere de evidencia empírica para
establecerse.
LA EXHUMACIÓN DE LA COSA EN SÍ
El signo sin sentido
QUENTIN MEILLASSOUX (PARÍS, 1967) Ambiciones del proyecto de Meillassoux

1) Denunciar las restringidas e inconsistentes


premisas de la filosofía continental poskantiana.

2) Proponer una nueva manera especulativa de


filosofar, basada en el acceso directo al mundo
externo obtenido mediante un razonamiento
matemético (el No-Todo de Cantor).

Los dos momentos son críticas negativas de la


filosofía contemporánea, y una demostración
positiva de un nuevo principio en donde la
especulación filosófica puede hallarse: la absoluta
necesidad de la contingencia y el reconocimiento
del discurso matemático como su expresión
EL (ANTI) CORRELACIONISMO
Hacia una rehabilitación del concepto de absoluto, Meillassoux
apunta a llamar la atención sobre una posición filosófica
(silenciosamente operada desde Kant): el correlacionismo.
Los orígenes del correlacionismo se remontan a la filosofía
crítica de Kant, cuya abjuración consiste en la afirmación de
nunca poder conocer la esfera nouménica más allá del acceso
fenoménico.
La división kantiana entre lo fenoménico y lo nouménico marcó
el inicio del correlacionismo; así, la esfera nouménica del "Dinge
as sich" resultó epistemológicamente irrelevante al ser
inaccesible para el conocimiento humano, dando paso a "La
erosión del noúmeno", una noción ligada a la idea de una cosa
en sí vinculada a nuestra existencia como sujetos cognoscentes
finitos inmersos siempre en un mundo de correlaciones.
El correlacionismo establece la primacía de la correlación sobre
los términos relacionados y la reciprocidad de esta relación,
fusionando así ser y pensamiento en la idea de que todo ser es
un ser-dado o un ser-pensado.
ARGUMENTOS CENTRALES DEL CORRELACIONISMO
El correlacionismo es una empresa de des-absolutización del
pensamiento. La estrategia de Meillassoux consiste en proponer
un modelo de anti-absolutismo lo más económico y riguroso
posible, para de esta forma pasar a una crítica histórica.
Para Ray Brassier, el correlacionismo funciona como la δόξα de
la filosofía posmetafísica, donde lo fundamental es la
«coapropiación», pues “siempre estamos ya” en una estructura,
acaso precognitiva, que Heidegger denominó In-der-Welt-sein
(2015: 114).

“De modo general, el “paso de baile” del moderno es esa creencia


en la primacía de la relación por sobre los términos vinculados,
creencia en la potencia constituva de la relación mutua.”
(Meillassoux, DF: 30)

Los argumentos centrales de la posición correlacionista son: (a) el


círculo correlacional y (b) la facticidad de las condiciones
trascendentales de conocimiento
EL CORRELACIONISMO Y LA METAFÍSICA
Las preguntas metafísicas sobre la cosa en-sí pasaron a ser
preguntas trascendentales sobre nuestro acceso a las cosas.
Así dicho, la pregunta “¿Qué es X?” pasa a formularse de la
siguiente manera: “¿Bajo qué condiciones llegamos a estar
(experimencialmente) relacionados con X?”.
El archifósil o fenómeno ancestral pasa a ser así el caso
paradigmático de la Dinge an sich, pues desata una pregunta
trascendental: ¿cómo podrá conocer el pensamiento un objeto
cuya existencia no dependerá de alguna relación constituyenye
con el pensamiento?
Abordar lo anterior, implica pensar los términos
independientemente de su primacía de la relación, y para ello:
Confrontar el dilema trascendental sobre la inteligibilidad
del noúmeno.
Abarcar las cuestiones de orden epistemológico y
semántico, o sea, replantear el fundamento de la distinción
kantiana entre pensar y conocer.
EL ARCHIFÓSIL
Después de la finitud comienza proponiendo una rehabilitación
la teoría de las cualidades primarias y secundarias en Locke y
Descartes con el fin de poder dar cuenta filosóficamente de la
paradoja de la ancestralidad, la cual tiene como cardinal al
archifósil, que es el material que indica la existencia de
fenómenos “ancestrales”, es decir, anteriores al surgimiento de
la vida.
En tal medida, el archifósil corresponde a un tiempo anterior a la
posibilidad de la experiencia, algo en contra de Kant, que vería
en los enunciados ancestrales una violación de las condiciones
básicas de inteligibilidad conceptual.
Sostener la existencia de las cualidades primarias permite
designar cifras que simbolizan cantidades inmensas con
relación a un pasado con anterioridad a cualquier conciencia,
por lo tanto, surgen fechas sobre el origen del Universo (13,5
miles de millones de años); la formación de la Tierra (4,45 miles
de millones de años); el origen de la vida terrestre (3,5 miles de
millones de años) o el origen del hombre (Homo habilis, 2
millones de años). (DF: 35)
EL ARCHIFÓSIL
Lo ancestral exige, para ser pensable, que sea pensable un
absoluto;

Damos por adquirida la ilegitimidad de toda demostración que


apunte a establecer la necesidad absoluta de un ente (9): el
absoluto buscado no deberá ser dogmático;

Debemos franquear el obstáculo del círculo correlacional


sabiendo que este, en el seno del modelo fuerte (10) que le da
todo su alcance, no descalifica solo el absoluto dogmático
(como lo hace la refutación de la prueba ontológica) sino toda
forma de absoluto en general. (DF: 88)

La filosofía poskantiana mantiene una tensión con las ciencias


naturales en cuanto, en sus múltiples variantes, todas parecen
compartir la absurdez de un mundo en-sí independiente de nuestra
relación con él.
EL PRINCIPIO DE FACTUALIDAD
En su búsqueda de un absoluto no metafísico, Meillassoux
argumenta que la "facticidad" no puede simplemente ser un
límite al conocimiento, sino que es un conocimiento absoluto.
Este conocimiento implica que todo podría colapsar, desde
árboles hasta leyes físicas, debido a la ausencia de una ley
superior que preserve todo.
La "facticidad", que es la ausencia de razón última, se convierte
así en una propiedad ontológica absoluta y no solo una
limitación de nuestro conocimiento.
El objetivo final es desarrollar un "logos de contingencia", un
tipo de razonamiento que va más allá del "principio de razón"
tradicional.
Su enfoque metodológico se arraiga en derivaciones y figuras.
Una derivación implica la aprehensión de un enunciado
absoluto al interior del correlacionismo fuerte. En contraste, una
figura representa el concepto que abarca las condiciones de
cada derivación.
LA NOCIÓN ÓNTICA DE IDENTIDAD
En la filosofía de Meillasoux, el "correlacionismo fuerte" presenta
dos características centrales aplicables a cualquier noción óntica
de identidad:

Primado del correlato (crr1): La identidad de cualquier cosa


o experiencia depende del sujeto o de la objetividad lograda a
través del pensamiento. La identidad es relativa a la percepción
y comprensión del sujeto.
Facticidad (crr2): Toda identidad de las cosas y experiencias
está arraigada en un momento finito y específico, en un "aquí" y
"ahora" concretos. Todo posee una identidad descriptiva para
nosotros, pero no una identidad fundacional en sí misma.

Ambas características indican que todo lo existente tiene una


identidad relativa a nosotros, pero no una identidad fundamental en
sí misma. El correlacionismo fuerte busca evitar tanto el realismo
ingenuo (a través del primado del correlato) como cualquier forma
de idealismo especulativo (mediante la facticidad).
LA NOCIÓN ÓNTICA DE IDENTIDAD
El correlacionsimo, mediante estas dos características, cancela
para el ser humano un acceso privilegiado al en-sí de la
realidad, señala una imposibilidad de conocer un fundamento
absoluto y, por ende, “supera” las preguntas metafísicas
mediante su cancelación por ignorancia. Así las cosas, la propia
realidad queda infundada, sostenida en un principio de
irrazón (ausencia de razón). Sin embargo, este principio es
correlacional, y debe dar paso a la factualidad, absoluta-no
correlacional.
El propósito del principio de factualidad es establecer un
acceso puro a la realidad en-sí, independientemente de la
correlación. Esta búsqueda no es gratuita, y su objetivo es
acceder a un absoluto sin derivar, a la vez, un principio
"superior" de ordenamiento primero -metafísico- de la realidad
LAS DOS FIGURAS INHERENTES
Meillassoux extrae las dos “figuras” esenciales al propio principio de
factualidad:

(FA1) La naturaleza “óntica” del principio de no


contradicción

(FA2): La necesidad de un “hay” a partir de la


destructibilidad de toda cosa.

Una explicación abreviada del ejercicio que constituye la aparición


del principio de factualidad es mediante la tensa economía que se
establece entre Identidad y no contradicción: Por un lado, el
principio de Irrazón (crr1+crr2) muestra una devaluación ontológica
de la identidad mediante el primado del correlato y la facticidad, del
otro, el Principio de factualidad (FA1+FA2) radicaliza el valor óntico
del principio de no contradicción.
EL PROCESO DE DERIVACIÓN DE LAS FIGURAS
El tránsito de la característica (crr1) desde la irrazón a la figura
(FA1) en la factualidad ocurre de la siguiente manera: el principio
de no contradicción se revela verdad absoluta, esto significa que no
es una propiedad de orden gnoseológico humano, sino que es una
propiedad de la realidad de toda cosa. ¿Cómo postular esto?
Precisamente porque se invalida la posibilidad de existencia de la
identidad suprema de un ente contradictorio. La existencia de un
ente contradictorio englobaría a la vez el ser/no-ser, siempre estaría
siendo absolutamente necesario… y no siendo. Podría decirse todo
de él a cambio de disolverlo e indiferenciarlo en el todo. Englobaría
todo cambio y diferencia en una identidad absoluta, cualquier
proposición sobre cualquier cosa (y su contraria) sería
automáticamente atribuida a este ser, lo que refleja una
imposibilidad absoluta de existencia. De esta manera la devaluación
de la identidad “suprema” mediante la correlación (crr1) se
convierte en la necesidad absoluta de la no contradicción (FA1),
todo lo que es, es algo determinado.
EL PROCESO DE DERIVACIÓN DE LAS FIGURAS
La segunda figura del principio de factualidad (FA2) es la necesidad
de un “hay”, justificada por la característica (crr2) del principio de
irrazón. En este caso, la facticidad señala el borde falible de la
racionalidad humana y argumenta la necesidad de un “hay” (FA2)
de la existencia debido a la temporalidad. El principio de no
contradicción indica que todo algo debe ser de una manera
determinada en un lugar y momento precisos (el aquí y el ahora
finito de la facticidad correlacional). El devenir hace que todo pueda
ser distinto o ya no ser más, agregando un saber positivo del poder-
ser-otro/poder-no-ser de toda cosa al principio de no
contradicción. Postular que quizá nada tiene razón de ser implica
reconocer que no hay necesidad de un hecho específico ni
tampoco de la nada misma como hecho. Por principio, se reconoce
que la subsistencia o destrucción de todos los entes no son
necesarios en sí mismos, están supeditados a la existencia
necesaria de lo ente siempre contingente.[11] Todo puede ser
destruido (crr2), lo que implica que siempre habrá algo
necesariamente contingente (FA2).
La absolutización de las dos figuras del principio de
factualidad significa que estas figuras son propiedades en-sí de
la realidad. Así, pues, el principio “factual” de la realidad queda
basado en (FA1) el principio de no contradicción “ontificado” y
(FA2) la necesidad del “hay” de todo lo contingente. Lo que era
una frontera de ignorancia correlacional (principio de irrazón)
se transforma en un principio absoluto de factualidad. La
postulación de este principio implica una severa proposición de
carácter ontológico derivado de las dos figuras extraídas: No
hay nada necesario absolutamente, salvo la no contradicción
(FA1) de lo que hay contingentemente (FA2).
LA INTOTALIDAD O TRANSFINITO INTOTALIZABLE
La tercera figura es ontológica, no óntica como las dos
anteriores. Se enfoca en la estructura de lo posible en lugar de
responder a una propiedad de lo existente.
En términos concisos, esta figura aborda dos interrogantes
interconectadas. Primero, examina la posibilidad de justificar
algo absoluto y necesario que trascienda la relación sujeto-
objeto. Segundo, indaga cómo acceder a un absoluto en-sí
mismo que no esté en el ámbito metafísico. En otras palabras,
se busca comprender este absoluto sin implicar la creencia en
un orden total del universo, evitando la introducción de un
legislador primordial como Dios.
Sólo resiste como absoluto necesario el mero aparecer
contingente de lo que hay. (Responde a la urgencia de la
pregunta: ¿si las cosas no tienen más razón de ser que lo que
son en cada momento, ¿por qué el sentido común y la ciencia
natural (física) parecen confirmar una estabilidad monumental -
necesaria- de las leyes de la naturaleza?).
LA INTOTALIDAD O TRANSFINITO INTOTALIZABLE
La tercera figura es ontológica, no óntica como las dos
anteriores. Se enfoca en la estructura de lo posible en lugar de
responder a una propiedad de lo existente.
En términos concisos, esta figura aborda dos interrogantes
interconectadas. Primero, examina la posibilidad de justificar
algo absoluto y necesario que trascienda la relación sujeto-
objeto. Segundo, indaga cómo acceder a un absoluto en-sí
mismo que no esté en el ámbito metafísico. En otras palabras,
se busca comprender este absoluto sin implicar la creencia en
un orden total del universo, evitando la introducción de un
legislador primordial como Dios.
Sólo resiste como absoluto necesario el mero aparecer
contingente de lo que hay. (Responde a la urgencia de la
pregunta: ¿si las cosas no tienen más razón de ser que lo que
son en cada momento, ¿por qué el sentido común y la ciencia
natural (física) parecen confirmar una estabilidad monumental -
necesaria- de las leyes de la naturaleza?).
EL NO-TODO (TEOREMA DE CANTOR)
Se aplica la lógica matemática de conjuntos para generar el
"conjunto" de posibilidades. Desde esta perspectiva, Meillasoux
opone otra axiomática de lógica de conjuntos, específicamente
la axiomática estándar (teoría de Zermelo-Fraenkel). Esta teoría,
basada en los trabajos de Cantor, establece que los
reagrupamientos de un conjunto cualquiera por pura necesidad
lógica implican su superación cuantitativa. Es decir, que
cualquier conjunto siempre tendrá menos extensión que el
conjunto de sus reagrupamientos, y no solo eso.
Por definición, a partir de esta propiedad de los conjuntos, se
prohíbe “el conjunto de todos los conjuntos”, pues los
reagrupamientos a su vez pueden crecer ad infinitum. Que no
hay un todo de todos los conjuntos que comprender, es
lógicamente inconcebible si se acepta el teorema de Cantor.
Simplemente el “todo”, el conjunto cerrado de lo posible, es
una noción ontológicamente inexistente.
EL NO-TODO (TEOREMA DE CANTOR)
Lo que se logra con ello es una sutileza que modifica el
argumento sobre la totalidad. Obsérvese con detenimiento: al
postular un orden absoluto y necesario a partir de la estabilidad
manifiesta de las leyes de la naturaleza, se formaliza el universo
como un todo cerrado, se describe un conjunto de lo posible.
Sin embargo, cuanto menos, hay otra axiomática conjuntista -la
de la intotabilidad transfinita-(FA3) que posibilita una
formalización de la realidad siempre en expansión sin
posibilidad de clausura en un conjunto total a priori y, con ello,
no requiere pensar una razón reguladora de la estabilidad del
todo, porque no hay todo.
La axiomática Zermelo-Fraenkel se convierte en otra derivación
conjuntista posible sobre la realidad; se muestra como una
descripción de lo posible sin necesidad de establecer un
conjunto inmutable y eterno y, con ello, más importante,
independiente de la razón de ser de la totalidad de la realidad
EL DESFASE TEMPORAL ENTRE PENSAMIENTO Y SER
La pregunta que desafía las condiciones trascendentales del
objeto puede orientarse a un tipo específico de
acontecimientos, aquellos que son anteriores a la emergencia
del ser humano, pero también aquellos que son ulteriores a la
desaparición de la especie.
Meillassoux habla de dia-cronicidad para referirse a la
separación del tiempo y el mundo, algo que pone en juego los
enunciados de la ciencia experimental en general (y las de
dataciones en específico).
El mundo es algo que subsiste sin nada que constituya una
concretitud para nosotros: la persistencia y perennidad que no
necesita de nuestra existencia o inexistencia.
Lo anterior se logra recurriendo al aspecto verdaderamente
esencial de la revolución galileo-cartesiana: la matematización
de la naturaleza.
“El mundo de la extensión cartesiana -ese mundo que
adquiere la independencia de una sustancia, ese mundo
que de aquí en más puede ser pensado como indiferente
a todo lo que corresponde, en él, al lazo concreto, vital,
que anudamos con él-, un mundo glacial se devela
entonces (...) y él no hay arriba ni abajo, ni centro, ni
periferia, ni nada que lo haga un mundo destinado a lo
humano.” (DF: 184)
LA ABSOLUTIZACIÓN DE LAS MATEMÁTICAS
Es crucial reevaluar la "revolución copernicana" (AF, 115-116)
para comprender su esencia: "lo que es matemáticamente
concebible es absolutamente posible", liberándose de
limitaciones humanas y metafísicas. Esta revolución, al dividir
radicalmente filosofía y ciencia, adquiere un papel paradójico en
la historia filosófica. Kant, al apropiar este término para su
proyecto, realizó una contra-revolución ptolemaica al desviar su
significado original y redefinir la relación entre filosofía y ciencia,
alejándola de la visión radical de la modernidad.
Desde el pos-kantianismo, se evidencia una abdicación
catastrófica del papel especulativo que definía la filosofía. La
renuncia a ser una herramienta de conocimiento del mundo tal y
como es en sí mismo, y la limitación a una metafísica auto-
referencial restringida a los confines de la correlación, ha
permeado cada corriente filosófica. Este malentendido y la
consiguiente percepción de la filosofía como una empresa
sofística han sido reforzados a lo largo del tiempo.
¿QUÉ HAY CUANDO NO HAY PENSAMIENTO?
Será tarea de una filosofía reformada, un materialismo
especulativo, revivir esta pregunta en toda su vitalidad filosófica
y utilizarla como piedra angular para un nuevo conjunto de
respuestas capaces de escapar del correlacionismo y
denunciar el paso ilegítimo del fin de la metafísica al fin de los
absolutos. Esta especulación procede a través de la
demostración racional, ya que la ausencia de razón no implica el
fin de la racionalidad; por el contrario, es el pensamiento
racional el que lleva a la razón a la liquidación de la necesidad,
reemplazada por la contingencia necesaria como su única regla
y gobernante.

“El acontecimiento copérnico-galileano ilustra la idea de un


conocimiento matemático de la naturaleza, una naturaleza desde
ese momento despojada de sus cualidades sensibles.” (DF: 198)
LA TAREA DE RENOVACIÓN DE LA FILOSOFÍA
Meillassoux es consciente de la necesidad de abordar un
aspecto no elaborado: explicar cómo las matemáticas pueden
referirse a cualidades primarias de un absoluto necesariamente
contingente. Para lograr esto, debe demostrar un vínculo entre
la posibilidad de afirmaciones matemáticas absolutas y el
carácter absoluto de su principio de irracionalidad. En esta
perspectiva, asigna a la filosofía la tarea de demostrar cómo la
posibilidad de descripciones matemáticas precisas de la
realidad se deriva de la ontología de la contingencia necesaria.
Definición de las matemáticas: "la posibilidad de iteración sin un
efecto diferencial de repetición. Y la posibilidad de un signo que
puedes iterar sin ningún sentido. Así que no es el significado
del signo lo que es el mismo en cada signo, es solo el signo,
pero comprendido a través de su propia factualidad, el puro
hecho arbitrario del signo." (entrevista de Florian Hecker, and
Robin)
UN REAL Y DENSO POSIBLE: 'PEUT-ÊTRE‘
Siguiendo a Badiou, Meillassoux considera que esta ontología
de la posibilidad imprevisible se articula en las matemáticas. De
hecho, Meillassoux necesita demostrar que el discurso
matemático que describe un ser no totalizable es contingente
en sí mismo, explicando así la naturaleza no correlacionista de la
ciencia. (...) Las matemáticas no son, por tanto, la realidad en sí
misma, sino el lenguaje que, por virtud de su estructura teórica
de conjuntos que articula no-totalidades y su sintaxis de signos
carentes de significado, puede referirse de manera significativa
al en-sí de la realidad hipercaótica.
Para Badiou, son una presentación estructurada de una
multiplicidad inconsistente solo identificable retrospectivamente
como "precedente" a la operación Uno, una presentación de la
nada, Meillassoux continúa y radicaliza esta comprensión de las
matemáticas como fundamentalmente carentes de fundamento.
Él la visualiza como la repetición formal de signos carentes de
sentido. La meontología matemática de Meillassoux reemplaza
el Vacío aún demasiado axiomáticamente necesitarista de
Badiou con la arbitrariedad anárquica del hipercaos.
CONCLUSIÓN
Es a través de tal matemática del ser que podemos describir
propiedades reales de un objeto, libres del vínculo correlacionista
entre el pensamiento y el ser: las matemáticas son el lenguaje de la
contingencia, y por ende, de la realidad en sí misma. Esto es un
formalismo matemático subvertido: los signos matemáticos carecen
de significado, no por ser un "juego" autónomo, sino porque se
refieren realmente a entidades sin razón. La contingencia expresada
por la falta de sentido de los signos matemáticos es lo que permite
que las afirmaciones matemáticas se refieran a un Gran Exterior
necesariamente contingente, es decir, la ausencia de pensamiento y
la ausencia de significado. Sólo un lenguaje formal arbitrario puede
utilizarse adecuadamente para referirse a las cualidades primarias
de una realidad necesariamente contingente. La afirmación de que
todo lo que es matemáticamente concebible es absolutamente
posible significa entonces que tal posibilidad absoluta no depende
de la necesidad metafísica de las afirmaciones matemáticas, sino de
su arbitrariedad total.

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