Querida Amazonia Del Santo Padre Francisco
Querida Amazonia Del Santo Padre Francisco
QUERIDA AMAZONIA
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
AL PUEBLO
DE DIOS Y
A TODAS LAS
PERSONAS
DE BUENA
VOLUNTAD
EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL
QUERIDA AMAZONIA
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
AL PUEBLO
DE DIOS Y
A TODAS LAS
PERSONAS
DE BUENA
VOLUNTAD
Título de la Obra:
Exhortación Apostólica Querida Amazonía
Editado por:
CENAMIS
Comisión Episcopal de Misiones y Pueblos Indígenas
de la Conferencia Episcopal Peruana
Jirón Estados Unidos 838, Jesús María. Lima-Perú.
CAAAP
Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica
REPAM-PERÚ
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INDICE
CAPÍTULO PRIMERO
UN SUEÑO SOCIAL
Injusticia y crimen. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Sentido comunitario. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
Instituciones dañadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
Diálogo social. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
CAPÍTULO SEGUNDO
UN SUEÑO CULTURAL
El poliedro amazónico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Encuentro intercultural. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
CAPÍTULO TERCERO
UN SUEÑO ECOLÓGICO
Este sueño hecho de agua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
El grito de la amazonia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
La profecía de la contemplación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
La inculturación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
La inculturación de la liturgia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
La inculturación de la ministerialidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
CONCLUSIÓN
LA MADRE DE LA AMAZONIA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
1. A Querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su
esplendor, su drama, su misterio. Dios nos regaló la gracia de tenerla
especialmente presente en el Sínodo que tuvo lugar en Roma entre el
6 y el 27 de octubre, y que concluyó con un texto titulado Amazonia:
nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral
4. Dios quiera que toda la Iglesia se deje enriquecer e interpelar por ese
trabajo, que los pastores, consagrados, consagradas y fieles laicos de
la Amazonia se empeñen en su aplicación, y que pueda inspirar de
algún modo a todas las personas de buena voluntad.
7. Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más
pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea
escuchada y su dignidad sea promovida.
Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la
destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana.
8
CAPÍTULO PRIMERO
UN SUEÑO SOCIAL
Injusticia y crimen
9. Los intereses colonizadores que expandieron y expanden —legal
e ilegalmente— la extracción de madera y la minería, y que han
ido expulsando y acorralando a los pueblos indígenas, ribereños y
afrodescendientes, provocan un clamor que grita al cielo:
1 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 49: AAS 107 (2015), 866.
2 Instrumentum laboris, 45.
3 Ana Varela Tafur, «Timareo», en Lo que no veo en visiones, Lima 1992.
4 Jorge Vega Márquez, «Amazonia solitaria», en Poesía obrera, Cobija-Pando-Bolivia 2009, 39.
9
sometimiento y miseria. En estas ciudades, caracterizadas por una
gran desigualdad, donde hoy habita la mayor parte de la población
de la Amazonia, crecen también la xenofobia, la explotación sexual
y el tráfico de personas. Por eso el grito de la Amazonia no brota
solamente del corazón de las selvas, sino también desde el interior de
sus ciudades.
5 Red Eclesial Panamazónica (REPAM), Brasil, Síntesis del aporte al Sínodo, 120; Instrumentum
laboris, 45.
6 Discurso a los jóvenes, San Pablo - Brasil (10 mayo 2007), 2: L’Osservatore Romano, ed.
semanal en lengua española (18 mayo 2007), p. 6.
10
13. Algunos eslóganes aportaron a esta confusión, entre otros aquel de
“no entregar”,7 como si este avasallamiento pudiera venir sólo desde
afuera de los países, cuando también poderes locales, con la excusa del
desarrollo, participaron de alianzas con el objetivo de arrasar la selva
—con las formas de vida que alberga— de manera impune y sin límites.
Los pueblos originarios muchas veces han visto con impotencia la
destrucción de ese entorno natural que les permitía alimentarse,
curarse, sobrevivir y conservar un estilo de vida y una cultura que
les daba identidad y sentido. La disparidad de poder es enorme, los
débiles no tienen recursos para defenderse, mientras el ganador sigue
llevándoselo todo, «los pueblos pobres permanecen siempre pobres, y
los ricos se hacen cada vez más ricos».8
11
Indignarse y pedir perdón
15. Es necesario indignarse,10 como se indignaba Moisés (cf. Ex 11,8), como
se indignaba Jesús (cf. Mc 3,5), como Dios se indigna ante la injusticia
(cf. Am 2,4-8; 5,7-12; Sal 106,40). No es sano que nos habituemos al
mal, no nos hace bien permitir que nos anestesien la conciencia social
mientras «una estela de dilapidación, e incluso de muerte, por toda
nuestra región [...] pone en peligro la vida de millones de personas y
en especial el hábitat de los campesinos e indígenas».11 Las historias
de injusticia y crueldad ocurridas en la Amazonia aun durante el siglo
pasado deberían provocar un profundo rechazo, pero al mismo tiempo
tendrían que volvernos más sensibles para reconocer formas también
actuales de explotación humana, de atropello y de muerte. Con respecto
al pasado vergonzoso, recojamos, por ejemplo, una narración sobre los
padecimientos de los indígenas de la época del caucho en la Amazonia
venezolana: «A los indígenas no les daban plata, sólo mercancía y cara,
y nunca terminaban de pagarla, [.] pagaban pero le decían al indígena:
“Ud. está debiendo tanto” y tenía que volver el indígena a trabajar
[...]. Más de veinte pueblosye’kuana fueron enteramente arrasados.
Las mujeres ye’kuana fueron violadas y amputados sus pechos, las
encintas desventradas. A los hombres se les cortaban los dedos de las
manos o las muñecas a fin de que no pudieran navegar, [.] junto con
otras escenas del más absurdo sadismo».12
12
dádiva divina para los pueblos que aquí viven desde milenios y para
los migrantes que llegaron a lo largo de los siglos pasados».14
14 Obispos de la Amazonia de Brasil, Carta al Pueblo de Dios, Santarem - Brasil (6 julio 2012).
15 S. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1998, 3: AAS 90 (1998), 150.
16 III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Puebla
(23 marzo 1979), 6.
17 Instrumentum laboris, 6. El Papa Pablo III, con el Breve Veritas ipsa (2 junio 1537), condenó
las tesis racistas, reconociendo a los indios, ya fuesen cristianos o no, la dignidad de la
persona humana, les reconoció el derecho a sus posesiones y prohibió que fuesen reducidos a
esclavitud. Afirmaba: «Siendo - hombres como los demás, [...] no pueden ser absolutamente
privados de su libertad y de la posesión de sus bienes, tampoco aquellos que están fuera
de la fe de Jesucristo». Este magisterio fue reafirmado por los papas Gregorio XIV, Bula
Cum Sicuti (28 abril 1591); Urbano VIII, Bula Commissum Nobis (22 abril 1639); Benedicto
XIV, Bula Immensa Pastorum Principis, dirigida a los Obispos de Brasil (20 diciembre 1741);
Gregorio XVI, Breve In Supremo (3 diciembre 1839); León XIII, Epístola a los Obispos de
Brasil sobre la esclavitud (5 mayo 1888); S. Juan Pablo II, Mensaje a los indígenas del
Continente americano, Santo Domingo (12 octubre 1992), 2: L’Osservatore Romano, ed.
semanal en lengua española (23 octubre 1992), p. 15.
13
salteadores y abusadores a los indígenas, los misioneros relatan: «Nos
pedían con insistencia que no los abandonáramos y nos arrancaban la
promesa de volver nuevamente».18
Sentido comunitario
20. La lucha social implica una capacidad de fraternidad, un espíritu
de comunión humana. Entonces, sin disminuir la importancia de
la libertad personal, se evidencia que los pueblos originarios de la
Amazonia tienen un fuerte sentido comunitario. Ellos viven de ese
modo «el trabajo, el descanso, las relaciones humanas, los ritos y las
celebraciones. Todo se comparte, los espacios privados —típicos de la
modernidad— son mínimos. La vida es un camino comunitario donde
las tareas y las responsabilidades se dividen y se comparten en función
del bien común. No hay lugar para la idea de individuo desligado de
la comunidad o de su territorio».22 Esas relaciones humanas están
18 Frederico Benício de Sousa Costa, Carta Pastoral (1909), ed. Imprenta del gobierno del
Estado de Amazonas, Manaos 1994, 83.
19 Instrumentum laboris, 7.
20 Discurso con motivo del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, Santa Cruz de
la Sierra - Bolivia (9 julio 2015) L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (17
julio 2015), p. 9.
21 Discurso con motivo del Encuentro con los Pueblos de la Amazonia, Puerto Maldonado -
Perú (19 enero 2018): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (26 enero
2018), p. 3.
22 Instrumentum laboris, 24.
14
impregnadas por la naturaleza circundante, porque ellos la sienten y
perciben como una realidad que integra su sociedad y su cultura, como
una prolongación de su cuerpo personal, familiar y grupal:
21. Esto multiplica el efecto desintegrador del desarraigo que viven los
indígenas que se ven obligados a emigrar a la ciudad, intentando
sobrevivir, incluso a veces indignamente, en medio de los hábitos
urbanos más individualistas y de un ambiente hostil. ¿Cómo sanar
tanto daño? ¿Cómo recomponer esas vidas desarraigadas? Frente
a tal realidad, hay que valorar y acompañar todos los esfuerzos que
hacen muchos de estos grupos para conservar sus valores y estilo
de vida, e integrarse en los contextos nuevos sin perderlos, más bien,
ofreciéndolos como una contribución propia al bien común.
22. Cristo redimió al ser humano entero y quiere recomponer en cada uno
su capacidad de relación con los otros. El Evangelio propone la caridad
divina que brota del Corazón de Cristo y que genera una búsqueda
de justicia que es inseparablemente un canto de fraternidad y de
solidaridad, un estímulo para la cultura del encuentro. La sabiduría
de la manera de vivir de los pueblos originarios —aun con todos los
límites que pueda tener— nos estimula a profundizar este anhelo. Por
esa razón los Obispos del Ecuador reclamaron «un nuevo sistema
social y cultural que privilegie las relaciones fraternas, en un marco
de reconocimiento y valoración de las diversas culturas y de los
ecosistemas, capaz de oponerse a toda forma de discriminación y
dominación entre los seres humanos».24
15
Instituciones dañadas
23. En Laudato si’ recordábamos que «si todo está relacionado, también
la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en
el ambiente y en la calidad de vida humana [...]. Dentro de cada uno de
los niveles sociales y entre ellos, se desarrollan las instituciones que
regulan las relaciones humanas. Todo lo que las dañe entraña efectos
nocivos, como la pérdida de la libertad, la injusticia y la violencia.
Varios países se rigen con un nivel institucional precario, a costa del
sufrimiento de las poblaciones».25
Diálogo social
26. La Amazonia debería ser también un lugar de diálogo social,
especialmente entre los distintos pueblos originarios, para encontrar
formas de comunión y de lucha conjunta. Los demás estamos llamados
a participar como “invitados” y a buscar con sumo respeto caminos
16
de encuentro que enriquezcan a la Amazonia. Pero si queremos
dialogar, deberíamos hacerlo ante todo con los últimos. Ellos no son
un interlocutor cualquiera a quien hay que convencer, ni siquiera son
uno más sentado en una mesa de pares. Ellos son los principales
interlocutores, de los cuales ante todo tenemos que aprender, a
quienes tenemos que escuchar por un deber de justicia, y a quienes
debemos pedir permiso para poder presentar nuestras propuestas. Su
palabra, sus esperanzas, sus temores deberían ser la voz más potente
en cualquier mesa de diálogo sobre la Amazonia, y la gran pregunta
es: ¿Cómo imaginan ellos mismos su buen vivir para ellos y sus
descendientes?
28 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 239: AAS 105 (2013), 1116.
29 Ibíd., 218: AAS 105 (2013), 1110.
30 Ibíd.
17
18
CAPÍTULO SEGUNDO
UN SUEÑO CULTURAL
El poliedro amazónico
29. En la Amazonia existen muchos pueblos y nacionalidades, y más de
110 pueblos indígenas en aislamiento voluntario (PIAV).31 Su situación
es muy frágil y muchos sienten que son los últimos depositarios de
un tesoro encaminado a desaparecer, como si sólo se les permitiera
sobrevivir sin molestar, mientras la colonización posmoderna avanza.
Hay que evitar entenderlos como salvajes “incivilizados”. Simplemente
ellos gestaron culturas diferentes y otras formas de civilización que
antiguamente llegaron a ser muy desarrolladas.32
19
entre distintas culturas, se convierten en el escenario de un doloroso
descarte.
32. Los grupos humanos, sus estilos de vida y sus cosmovisiones, son
tan variados como el territorio, puesto que han debido adaptarse
a la geografía y a sus posibilidades. No son lo mismo los pueblos
pescadores que los pueblos cazadores y recolectores de tierra
adentro o que los pueblos que cultivan las tierras inundables. Todavía
encontramos en la Amazonia miles de comunidades indígenas,
afrodescendientes, ribereños y habitantes de las ciudades que a
33 Juan Carlos Galeano, «Paisajes», en Amazonia y otros poemas, ed. Universidad Externado
de Colombia, Bogotá 2011, 31.
34 Javier Yglesias, «Llamado», en Revista peruana de literatura, n. 6 (junio 2007), 31.
20
su vez son muy diferentes entre sí y albergan una gran diversidad
humana. A través de un territorio y de sus características Dios se
manifiesta, refleja algo de su inagotable belleza. Por lo tanto, los
distintos grupos, en una síntesis vital con su entorno, desarrollan
un modo propio de sabiduría. Quienes observamos desde afuera
deberíamos evitar generalizaciones injustas, discursos simplistas o
conclusiones hechas sólo a partir de nuestras propias estructuras
mentales y experiencias.
35 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 144: AAS 107 (2015), 905.
36 Exhort. ap. postsin. Christus vivit (25 marzo 2019), 186.
37 Ibíd., 200.
38 Videomensaje para el Encuentro Mundial de la Juventud Indígena, Soloy - Panamá (18
enero 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (15 enero 2019), p. 10.
39 Mario Vargas Llosa, Prólogo de El Hablador, Madrid (8 octubre 2007).
21
importante «dejar que los ancianos hagan largas narraciones»40 y que
los jóvenes se detengan a beber de esa fuente.
Encuentro intercultural
36. Como toda realidad cultural, las culturas de la Amazonia profunda
tienen sus límites. Las culturas urbanas de occidente también los tienen.
Factores como el consumismo, el individualismo, la discriminación, la
desigualdad, y tantos otros, componen aspectos frágiles de las culturas
supuestamente más evolucionadas. Las etnias que desarrollaron un
tesoro cultural estando enlazadas con la naturaleza, con fuerte sentido
comunitario, advierten con facilidad nuestras sombras, que nosotros
no reconocemos en medio del pretendido progreso. Por consiguiente,
recoger su experiencia de la vida nos hará bien.
22
cerrado, ahistórico, estático, que se niegue a toda forma de mestizaje.
Una cultura puede volverse estéril cuando «se encierra en sí misma y
trata de perpetuar formas de vida anticuadas, rechazando cualquier
cambio y confrontación sobre la verdad del hombre».41 Esto podría
parecer poco realista, ya que no es fácil protegerse de la invasión
cultural. Por ello, este interés en cuidar los valores culturales de los
grupos indígenas debería ser de todos, porque su riqueza es también
nuestra. Si no crecemos en este sentido de corresponsabilidad ante
la diversidad que hermosea nuestra humanidad, no cabe exigir a los
grupos de selva adentro que se abran ingenuamente a la “civilización”.
41 S. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 50: AAS 83 (1991), 856.
42 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de
Aparecida (29 junio 2007), 97.
43 Discurso en el Encuentro con los Pueblos de la Amazonia, Puerto Maldonado - Perú (19
enero 2018): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (26 enero 2018), p. 3.
44 Instrumentum laboris, 123, e.
23
Ni siquiera la noción de calidad de vida puede imponerse, sino que
debe entenderse dentro del mundo de símbolos y hábitos propios de
cada grupo humano».45 Pero si las culturas ancestrales de los pueblos
originarios nacieron y se desarrollaron en íntimo contacto con el
entorno natural, difícilmente puedan quedar indemnes cuando ese
ambiente se daña.
45 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 144: AAS 107 (2015), 906.
24
CAPÍTULO TERCERO
UN SUEÑO ECOLÓGICO
41. En una realidad cultural como la Amazonia, donde existe una relación
tan estrecha del ser humano con la naturaleza, la existencia cotidiana
es siempre cósmica. Liberar a los demás de sus esclavitudes implica
ciertamente cuidar su ambiente y defenderlo,46 pero todavía más ayudar
al corazón del hombre a abrirse confiadamente a aquel Dios que, no
sólo ha creado todo lo que existe, sino que también se nos ha dado a
sí mismo en Jesucristo. El Señor, que primero cuida de nosotros, nos
enseña a cuidar de nuestros hermanos y hermanas, y del ambiente que
cada día Él nos regala. Esta es la primera ecología que necesitamos. En la
Amazonia se comprenden mejor las palabras de Benedicto XVI cuando
decía que «además de la ecología de la naturaleza hay una ecología que
podemos llamar “humana”, y que a su vez requiere una “ecología social”.
Esto comporta que la humanidad [...] debe tener siempre presente la
interrelación ente la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza,
y la ecología humana».47 Esa insistencia en que «todo está conectado»48
vale especialmente para un territorio como la Amazonia.
46 Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veníate (29 junio 2009), 51: AAS 101 (2009), 687:
«La naturaleza, especialmente en nuestra época, está tan integrada en la dinámica social y
cultural que prácticamente ya no constituye una variable independiente. La desertización
y el empobrecimiento productivo de algunas áreas agrícolas son también fruto del
empobrecimiento de sus habitantes y de su atraso».
47 Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2007, 8: Insegna- menti 2/2 (2006), 776.
48 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 16, 91, 117, 138, 240: AAS 107 (2015), 854, 884, 894, 903, 941.
49 Documento Bolivia: informe país. Consulta presinodal (2019), 36; cf Instrumentum laboris, 23.
50 Instrumentum laboris, 26.
51 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 146: AAS 107 (2015), 906.
25
interesadas de grupos de poder. Los daños a la naturaleza los afectan
de un modo muy directo y constata- ble, porque —dicen—: «Somos
agua, aire, tierra y vida del medio ambiente creado por Dios. Por lo tanto,
pedimos que cesen los maltratos y el exterminio de la Madre tierra. La
tierra tiene sangre y se está desangrando, las multinacionales le han
cortado las venas a nuestra Madre tierra».52
26
45. Es además la columna vertebral que armoniza y une: «El río no nos
separa, nos une, nos ayuda a convivir entre diferentes culturas y
lenguas».55 Si bien es verdad que en este territorio hay muchas
“Amazonias”, su eje principal es el gran río, hijo de muchos ríos:
27
El grito de la amazonia
47. La poesía ayuda a expresar una dolorosa sensación que hoy muchos
compartimos. La verdad insoslayable es que, en las actuales
condiciones, con este modo de tratar a la Amazonia, tanta vida y tanta
hermosura están “tomando el rumbo del fin”, aunque muchos quieran
seguir creyendo que no pasa nada:
«Los que creyeron que el río era un lazo para jugar se equivocaron.
El río es una vena delgadita en la cara de la tierra. [...]
El río es una cuerda de donde se agarran los animales y los árboles.
Si lo jalan muy duro, el río podría reventarse.
Podría reventarse y lavarnos la cara con el agua y con la sangre».58
58 Juan Carlos Galeano, «Los que creyeron», en Amazonia y otros poemas, ed. Universidad
Externado de Colombia, Bogotá 2011, 44.
59 Harald Sioli, A Amazonia, Petrópolis 1985, 60.
60 S. Juan Pablo II, Discurso a los participantes en un Congreso Internacional sobre “Ambiente
y salud” (24 marzo 1997), 2: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (11 abril
1997), p. 7.
28
49. No es suficiente prestar atención al cuidado de las especies más
visibles en riesgo de extinción. Es crucial tener en cuenta que en «el
buen funcionamiento de los ecosistemas también son necesarios
los hongos, las algas, los gusanos, los insectos, los reptiles y la
innumerable variedad de microorganismos. Algunas especies
poco numerosas, que suelen pasar desapercibidas, juegan un rol
crítico fundamental para estabilizar el equilibrio de un lugar».61 Esto
fácilmente es ignorado en la evaluación del impacto ambiental de
los proyectos económicos de industrias extractivas, energéticas,
madereras y otras que destruyen y contaminan. Por otra parte,
el agua, que abunda en la Amazonia, es un bien esencial para la
sobrevivencia humana, pero las fuentes de contaminación son cada
vez mayores.62
61 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 34: AAS 107 (2015), 860.
62 Cf. ibíd, 28-31: AAS 107 (2015), 858-859.
63 Ibíd., 38: AAS 107 (2015), 862.
64 Cf. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de
Aparecida (29 junio 2007), 86.
65 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 38: AAS 107 (2015), 862.
66 Cf. ibíd, 144, 187: AAS 107 (2015), 905-906, 921.
29
o bien proponer alternativas.67
52. Los más poderosos no se conforman nunca con las ganancias que
obtienen, y los recursos del poder económico se agigantan con el
desarrollo científico y tecnológico. Por ello todos deberíamos insistir
en la urgencia de «crear un sistema normativo que incluya límites
infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas, antes que
las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico
terminen arrasando no sólo con la política sino también con la libertad
y la justicia».68 Si el llamado de Dios necesita de una escucha atenta
del clamor de los pobres y de la tierra al mismo tiempo,69 para nosotros
«el grito de la Amazonia al Creador, es semejante al grito del Pueblo de
Dios en Egipto (cf. Ex 3,7). Es un grito de esclavitud y abandono, que
clama por la libertad».70
La profecía de la contemplación
53. Muchas veces dejamos cauterizar la conciencia, porque «la distracción
constante nos quita la valentía de advertir la realidad de un mundo
limitado y finito».71 Si se mira la superficie quizás parece «que las
cosas no fueran tan graves y que el planeta podría persistir por mucho
tiempo en las actuales condiciones. Este comportamiento evasivo
nos sirve para seguir con nuestros estilos de vida, de producción y de
consumo. Es el modo como el ser humano se las arregla para alimentar
todos los vicios autodestructivos: intentando no verlos, luchando para
no reconocerlos, postergando las decisiones importantes, actuando
como si nada ocurriera».72
54. Más allá de todo esto, quiero recordar que cada una de las distintas
especies tiene un valor en sí misma, pero «cada año desaparecen miles
de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que
nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa
mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción
30
humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a
Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No
tenemos derecho».73
57. Jesús decía: «¿No se venden cinco pajari- llos por dos monedas? Pues
bien, ninguno de ellos está olvidado ante Dios» (Lc 12,6). El Padre
Dios, que creó cada ser del universo con infinito amor, nos convoca a
ser sus instrumentos en orden a escuchar el grito de la Amazonia. Si
nosotros acudimos ante ese clamor desgarrador, podrá manifestarse
que las creaturas de la Amazonia no han sido olvidadas por el Padre
del cielo. Para los cristianos, el mismo Jesús nos reclama desde ellas,
«porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a
un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que Él
contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su
presencia luminosa».77 Por estas razones, los creyentes encontramos
en la Amazonia un lugar teológico, un espacio donde Dios mismo se
31
muestra y convoca a sus hijos.
59. Porque «mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita
objetos para comprar, poseer y consumir. En este contexto, no parece
posible que alguien acepte que la realidad le marque límites. [...] No
pensemos sólo en la posibilidad de terribles fenómenos climáticos o
en grandes desastres naturales, sino también en catástrofes derivadas
de crisis sociales, porque la obsesión por un estilo de vida consumista,
sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá
provocar violencia y destrucción recíproca».78
32
CAPÍTULO CUARTO
UN SUEÑO ECLESIAL
63. La auténtica opción por los más pobres y olvidados, al mismo tiempo
que nos mueve a liberarlos de la miseria material y a defender
sus derechos, implica proponerles la amistad con el Señor que los
promueve y dignifica. Sería triste que reciban de nosotros un código
de doctrinas o un imperativo moral, pero no el gran anuncio salvífico,
ese grito misionero que apunta al corazón y da sentido a todo lo
33
demás. Tampoco podemos conformarnos con un mensaje social. Si
damos la vida por ellos, por la justicia y la dignidad que ellos merecen,
no podemos ocultarles que lo hacemos porque reconocemos a Cristo
en ellos y porque descubrimos la inmensa dignidad que les otorga el
Padre Dios que los ama infinitamente.
64. Ellos tienen derecho al anuncio del Evangelio, sobre todo a ese primer
anuncio que se llama kerygma y que «es el anuncio principal, ese que
siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que
siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra».81 Es el
anuncio de un Dios que ama infinitamente a cada ser humano, que ha
manifestado plenamente ese amor en Cristo crucificado por nosotros y
resucitado en nuestras vidas. Propongo releer un breve resumen sobre
este contenido en el capítulo IV de la Exhortación Christus vivit. Este
anuncio debe resonar constantemente en la Amazonia, expresado
de muchas modalidades diferentes. Sin este anuncio apasionado,
cada estructura eclesial se convertirá en una ONG más, y así no
responderemos al pedido de Jesucristo: «Vayan por todo el mundo y
anuncien el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15).
34
La inculturación
66. La Iglesia, al mismo tiempo que anuncia una y otra vez el kerygma,
necesita crecer en la Amazonia. Para ello siempre reconfigura su propia
identidad en escucha y diálogo con las personas, realidades e historias
de su territorio. De esa forma podrá desarrollarse cada vez más un
necesario proceso de inculturación, que no desprecia nada de lo bueno
que ya existe en las culturas amazónicas, sino que lo recoge y lo lleva
a la plenitud a la luz del Evangelio.84 Tampoco desprecia la riqueza de
sabiduría cristiana transmitida durante siglos, como si se pretendiera
ignorar la historia donde Dios ha obrado de múltiples maneras, porque
la Iglesia tiene un rostro plurifor- me «no sólo desde una perspectiva
espacial [...] sino también desde su realidad temporal».85 Se trata de la
auténtica Tradición de la Iglesia, que no es un depósito estático ni una
pieza de museo, sino la raíz de un árbol que crece.86 Es la Tradición
milenaria que testimonia la acción divina en su Pueblo y «tiene la
misión de mantener vivo el fuego más que conservar sus cenizas».87
35
vivida».89 Los desafíos de las culturas invitan a la Iglesia a «una actitud
de vigilante sentido crítico, pero también de atención confiada».90
89 Mensaje a los indígenas del Continente americano, Santo Domingo (12 octubre 1992), 6:
L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (23 octubre 1992), p. 15; cf. Discurso
a los participantes en el Congreso nacional del Movimiento eclesial de compromiso cultural
(16 enero 1982), 2: Insegnamenti 5/1 (1982), 131.
90 S. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsin. Vita consecrata (25 marzo 1996), 98: AAS 88 (1996),
474-475.
91 N. 115: AAS 105 (2013), 1068.
92 Ibíd., 116: AAS 105 (2013), 1068.
93 Ibíd.
94 Ibíd., 129: AAS 105 (2013), 1074.
95 Ibíd., 116: AAS 105 (2013), 1068.
96 Ibíd., 117: AAS 105 (2013), 1069.
97 Ibíd.
98 S. Juan Pablo II, Discurso a la Asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Cultura (17
36
Es verdad que «aunque estos procesos son siempre lentos, a veces el
miedo nos paraliza demasiado» y terminamos como «espectadores
de un estancamiento infecundo de la Iglesia».99 No temamos, no le
cortemos las alas al Espíritu Santo.
72. Mientras luchamos por ellos y con ellos, estamos llamados «a ser
enero 1987), 5: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (1 febrero 1987), p. 21.
99 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 129: AAS 105 (2013), 1074.
100 IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Santo
Domingo (12-28 octubre 1992), 17.
101 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 198: AAS 105 (2013), 1103.
102 Cf. Vittorio Messori - Joseph Ratzinger, Informe sobre la fe, ed. BAC, Madrid 2015, 209-210.
37
sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa
sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos».103 Los
habitantes de las ciudades necesitan valorar esta sabiduría y dejarse
“reeducar” frente al consumismo ansioso y al aislamiento urbano. La
Iglesia misma puede ser un vehículo que ayude a esta recuperación
cultural en una preciosa síntesis con el anuncio del Evangelio. Además,
ella se convierte en instrumento de caridad en la medida en que las
comunidades urbanas no sólo sean misioneras en su entorno, sino
también acogedoras ante los pobres que llegan del interior acuciados
por la miseria. Lo es igualmente en la medida en que las comunidades
estén cerca de los jóvenes migrantes para ayudarles a integrarse en la
ciudad sin caer en sus redes de degradación. Estas acciones eclesiales,
que brotan del amor, son valiosos caminos dentro de un proceso de
inculturación.
103 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 198: AAS 105 (2013), 1103.
104 Pedro Casaldáliga, «Carta de navegar (Por el Tocantins amazónico)», en El tiempo y la
espera, Santander 1986.
105 Santo Tomás de Aquino lo explica de esta manera: «La triple manera como está Dios en las
cosas: Una es común, por esencia, presencia y potencia; otra por la gracia en sus san-
38
en el Verbo encarnado, porque el Hijo de Dios ha incorporado en su
persona parte del universo material, donde ha introducido un germen
de transformación definitiva».106 Él está gloriosa y misteriosamente
presente en el río, en los árboles, en los peces, en el viento, como el
Señor que reina en la creación sin perder sus heridas transfiguradas, y
en la Eucaristía asume los elementos del mundo dando a cada uno el
sentido del don pascual.
106 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 235: AAS 107 (2015), 939.
107 III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Puebla
(23 marzo 1979), 196.
108 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 178: AAS 105 (2013), 1094.
39
Puntos de partida para una santidad
amazónica
77. Así podrán nacer testimonios de santidad con rostro amazónico,
que no sean copias de modelos de otros lugares, santidad hecha de
encuentro y de entrega, de contemplación y de servicio, de soledad
receptiva y de vida común, de alegre sobriedad y de lucha por la
justicia. A esta santidad la alcanza «cada uno por su camino»,109 y eso
vale también para los pueblos, donde la gracia se encarna y brilla con
rasgos distintivos. Imaginemos una santidad con rasgos amazónicos,
llamada a interpelar a la Iglesia universal.
109 Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumengentium, sobre la Iglesia, 11; cf Exhort. ap. Gaudete et
exsultate (19 marzo 2018), 10-11.
110 Vicariatos Apostólicos de la Amazonia Peruana, «Segunda asamblea episcopal regional
de la selva», San Ramón - Perú (5 octubre 1973), en Éxodo de la Iglesia en la Amazonia.
Documentos pastorales de la Iglesia en la Amazonia peruana, Iquitos 1976, 121.
111 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 123: AAS 105 (2013), 1071.
40
un lento proceso de purificación o de maduración. Un misionero
de alma trata de descubrir qué inquietudes legítimas buscan un
cauce en manifestaciones religiosas a veces imperfectas, parciales o
equivocadas, e intenta responder desde una espiritualidad inculturada.
80. Será sin duda una espiritualidad centrada en el único Dios y Señor,
pero al mismo tiempo capaz de entrar en contacto con las necesidades
cotidianas de las personas que procuran una vida digna, que quieren
disfrutar de las cosas bellas de la existencia, encontrar la paz y la
armonía, resolver las crisis familiares, curar sus enfermedades, ver a
sus hijos crecer felices. El peor peligro sería alejarlos del encuentro
con Cristo por presentarlo como un enemigo del gozo, o como alguien
indiferente ante las búsquedas y las angustias humanas.112 Hoy es
indispensable mostrar que la santidad no deja a las personas sin
«fuerzas, vida o alegría».113
La inculturación de la liturgia
81. La inculturación de la espiritualidad cristiana en las culturas de los
pueblos originarios tiene en los sacramentos un camino de especial
valor, porque en ellos se une lo divino y lo cósmico, la gracia y la
creación. En la Amazonia no deberían entenderse como una separación
con respecto a lo creado. Ellos «son un modo privilegiado de cómo la
naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida
sobrenatural».114 Son una plenificación de lo creado, donde la naturaleza
es elevada para que sea lugar e instrumento de la gracia, para «abrazar
el mundo en un nivel distinto».115
112 Cf. Exhort. ap. Gaudete et exsultate (19 marzo 2018), 126-127.
113 Ibíd., 32.
114 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 235: AAS 107 (2015), 939.
115 Ibíd.
116 Ibíd., 236: AAS 107 (2015), 940.
117 Ibíd.
41
con Dios».118 Esto nos permite recoger en la liturgia muchos elementos
propios de la experiencia de los indígenas en su íntimo contacto con
la naturaleza y estimular expresiones autóctonas en cantos, danzas,
ritos, gestos y símbolos. Ya el Concilio Vaticano II había pedido este
esfuerzo de inculturación de la liturgia en los pueblos indígenas,119 pero
han pasado más de cincuenta años y hemos avanzado poco en esta
línea.120
84. Los sacramentos muestran y comunican al Dios cercano que llega con
misericordia a curar y a fortalecer a sus hijos. Por lo tanto deben ser
accesibles, sobre todo para los pobres, y nunca deben negarse por
razones de dinero. Tampoco cabe, frente a los pobres y olvidados de
la Amazonia, una disciplina que excluya y aleje, porque así ellos son
finalmente descartados por una Iglesia convertida en aduana. Más bien,
«en las difíciles situaciones que viven las personas más necesitadas,
la Iglesia debe tener un especial cuidado para comprender, consolar,
integrar, evitando imponerles una serie de normas como si fueran una
roca, con lo cual se consigue el efecto de hacer que se sientan juzgadas
y abandonadas precisamente por esa Madre que está llamada a
acercarles la misericordia de Dios».122 Para la Iglesia la misericordia
puede volverse una mera expresión romántica si no se manifiesta
concretamente en la tarea pastoral.123
42
La inculturación de la ministerialidad
85. La inculturación también debe desarrollarse y reflejarse en una forma
encarnada de llevar adelante la organización eclesial y la ministeria-
lidad. Si se incultura la espiritualidad, si se incultura la santidad, si se
incultura el Evangelio mismo, ¿cómo evitar pensar en una inculturación
del modo como se estructuran y se viven los ministerios eclesiales?
La pastoral de la Iglesia tiene en la Amazonia una presencia precaria,
debida en parte a la inmensa extensión territorial con muchos lugares
de difícil acceso, gran diversidad cultural, serios problemas sociales,
y la propia opción de algunos pueblos de recluirse. Esto no puede
dejarnos indiferentes y exige de la Iglesia una respuesta específica y
valiente.
43
afirma que el sacerdote es signo de “Cristo cabeza”, el sentido principal
es que Cristo es la fuente de la gracia: Él es cabeza de la Iglesia «porque
tiene el poder de hacer correr la gracia por todos los miembros de la
Iglesia».127
44
la Amazonia.132 Al mismo tiempo conviene revisar a fondo la estructura
y el contenido tanto de la formación inicial como de la formación
permanente de los presbíteros, para que adquieran las actitudes y
capacidades que requiere el diálogo con las culturas amazónicas. Esta
formación debe ser eminentemente pastoral y favorecer el desarrollo
de la misericordia sacerdotal.133
132 Llama la atención que en algunos países de la cuenca amazónica hay más misioneros para
Europa o para Estados Unidos que para auxiliar a los propios Vicariatos de la Amazonia.
133 También en el Sínodo se habló sobre la carencia de seminarios para la formación sacerdotal
de personas indígenas.
134 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 3.
135 S. Pablo VI, Homilía en la Solemnidad del Corpus Christi (17 junio 1965): Insegnamenti 3
(1965), 358.
45
94. Una Iglesia con rostros amazónicos requiere la presencia estable
de líderes laicos maduros y dotados de autoridad,136 que conozcan
las lenguas, las culturas, la experiencia espiritual y el modo de vivir
en comunidad de cada lugar, al mismo tiempo que dejan espacio a
la multiplicidad de dones que el Espíritu Santo siembra en todos.
Porque allí donde hay una necesidad peculiar, Él ya ha derramado
carismas que permitan darle una respuesta. Ello supone en la Iglesia
una capacidad para dar lugar a la audacia del Espíritu, para confiar
y concretamente para permitir el desarrollo de una cultura eclesial
propia, marcadamente laical. Los desafíos de la Amazonia exigen a la
Iglesia un esfuerzo especial por lograr una presencia capilar que sólo
es posible con un contundente protagonismo de los laicos.
136 Es posible, por escasez de sacerdotes, que el obispo encomiende «una participación en el
ejercicio de la cura pastoral de la parroquia a un diácono o a otra persona que no tiene el
carácter sacerdotal, o a una comunidad» (Código de Derecho Canónico, 517 §2).
137 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de
Aparecida (29 junio 2007), 178.
138 Ibíd., 475.
46
98. Finalmente, quiero recordar que no siempre podemos pensar proyectos
para comunidades estables, porque en la Amazonia hay una gran
movilidad interna, una constante migración muchas veces pendular,
y «la región se ha convertido de hecho en un corredor migratorio».139
La «tras- humancia amazónica no ha sido bien comprendida ni
suficientemente trabajada desde el punto de vista pastoral».140 Por ello
hay que pensar en equipos misioneros itinerantes y «apoyar la inserción
y la itinerancia de los consagrados y las consagradas junto a los más
empobrecidos y excluidos».141 Por otro lado, esto desafía a nuestras
comunidades urbanas, que deberían cultivar con ingenio y generosidad,
de forma especial en las periferias, diversas formas de cercanía y de
acogida ante las familias y los jóvenes que llegan del interior.
100. Esto nos invita a expandir la mirada para evitar reducir nuestra
comprensión de la Iglesia a estructuras funcionales. Ese reduccionismo
nos llevaría a pensar que se otorgaría a las mujeres un status y una
participación mayor en la Iglesia sólo si se les diera acceso al Orden
sagrado. Pero esta mirada en realidad limitaría las perspectivas, nos
orientaría a clericalizar a las mujeres, disminuiría el gran valor de lo
que ellas ya han dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de
su aporte indispensable.
47
en la adoración y santifica a la comunidad, no debería encerrarnos en
planteamientos parciales sobre el poder en la Iglesia. Porque el Señor
quiso manifestar su poder y su amor a través de dos rostros humanos:
el de su Hijo divino hecho hombre y el de una creatura que es mujer,
María. Las mujeres hacen su aporte a la Iglesia según su modo propio
y prolongando la fuerza y la ternura de María, la Madre. De este modo
no nos limitamos a un planteamiento funcional, sino que entramos en
la estructura íntima de la Iglesia. Así comprendemos radicalmente por
qué sin las mujeres ella se derrumba, como se habrían caído a pedazos
tantas comunidades de la Amazonia si no hubieran estado allí las
mujeres, sosteniéndolas, conteniéndolas y cuidándolas. Esto muestra
cuál es su poder característico.
102. No podemos dejar de alentar los dones populares que han dado a
las mujeres tanto protagonismo en la Amazonia, aunque hoy las
comunidades están sometidas a nuevos riesgos que no existían en
otras épocas. La situación actual nos exige estimular el surgimiento de
otros servicios y carismas femeninos, que respondan a las necesidades
específicas de los pueblos amazónicos en este momento histórico.
103. En una Iglesia sinodal las mujeres, que de hecho desempeñan un papel
central en las comunidades amazónicas, deberían poder acceder a
funciones e incluso a servicios eclesiales que no requieren el Orden
sagrado y permitan expresar mejor su lugar propio. Cabe recordar
que estos servicios implican una estabilidad, un reconocimiento
público y el envío por parte del obispo. Esto da lugar también a que las
mujeres tengan una incidencia real y efectiva en la organización, en las
decisiones más importantes y en la guía de las comunidades, pero sin
dejar de hacerlo con el estilo propio de su impronta femenina.
105. Esto de ninguna manera significa rela- tivizar los problemas, escapar
de ellos o dejar las cosas como están. Las verdaderas soluciones nunca
se alcanzan licuando la audacia, escondiéndose de las exigencias
concretas o buscando culpas afuera. Al contrario, la salida se encuentra
por “desborde”, trascendiendo la dialéctica que limita la visión para
poder reconocer así un don mayor que Dios está ofreciendo. De ese
nuevo don acogido con valentía y generosidad, de ese don inesperado
que despierta una nueva y mayor creatividad, manarán como de una
fuente generosa las respuestas que la dialéctica no nos dejaba ver. En
sus inicios, la fe cristiana se difundió admirablemente siguiendo esta
lógica que le permitió, a partir de una matriz hebrea, encarnarse en las
culturas grecorromanas y adquirir a su paso distintas modalidades. De
modo análogo, en este momento histórico, la Amazonia nos desafía a
superar perspectivas limitadas, soluciones pragmáticas que se quedan
clausuradas en aspectos parciales de los grandes desafíos, para buscar
caminos más amplios y audaces de inculturación.
107. Los católicos tenemos un tesoro en las Sagradas Escrituras, que otras
religiones no aceptan, aunque a veces son capaces de leerlas con
interés e incluso de valorar algunos de sus contenidos. Algo semejante
142 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 228: AAS 105 (2013), 1113.
143 Ibíd., 226: AAS 105 (2013), 1112.
49
intentamos hacer nosotros ante los textos sagrados de otras religiones
y comunidades religiosas, donde se encuentran «preceptos y doctrinas
que [...] no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que
ilumina a todos los hombres».144 También tenemos una gran riqueza en
los siete sacramentos, que algunas comunidades cristianas no aceptan
en su totalidad o en idéntico sentido. Al mismo tiempo que creemos
firmemente en Jesús como único Redentor del mundo, cultivamos una
profunda devoción hacia su Madre. Si bien sabemos que esto no se da
en todas las confesiones cristianas, sentimos el deber de comunicar
a la Amazonia la riqueza de ese cálido amor materno del cual nos
sentimos depositarios. De hecho terminaré esta Exhortación con unas
palabras dirigidas a María.
109. A todos los cristianos nos une la fe en Dios, el Padre que nos da la vida
y nos ama tanto. Nos une la fe en Jesucristo, el único Redentor, que nos
liberó con su bendita sangre y con su resurrección gloriosa. Nos une
el deseo de su Palabra que guía nuestros pasos. Nos une el fuego del
Espíritu que nos impulsa a la misión. Nos une el mandamiento nuevo
que Jesús nos dejó, la búsqueda de una civilización del amor, la pasión
por el Reino que el Señor nos llama a construir con Él. Nos une la lucha
por la paz y la justicia. Nos une la convicción de que no todo se termina
en esta vida, sino que estamos llamados a la fiesta celestial donde Dios
secará todas las lágrimas y recogerá lo que hicimos por los que sufren.
110. Todo esto nos une. ¿Cómo no luchar juntos? ¿Cómo no orar juntos y
trabajar codo a codo para defender a los pobres de la Amazonia, para
mostrar el rostro santo del Señor y para cuidar su obra creadora?
144 Concilio Vaticano II, Declaración Nostra Aetate, sobre las relaciones de la Iglesia con las
religiones no cristianas, 2.
50
CONCLUSIÓN
LA MADRE DE LA AMAZONIA
Madre de la vida,
en tu seno materno se fue formando Jesús,
que es el Señor de todo lo que existe.
Resucitado, Él te transformó con su luz y
te hizo reina de toda la creación.
Por eso te pedimos que reines, María, en el
corazón palpitante de la Amazonia.
145 CELAM, III Simposio latinoamericano sobre Teología india, Ciudad de Guatemala (23-27
octubre 2006).
51
Que en cada Eucaristía
se eleve también tanta
maravilla para la gloria del Padre.
Amén.
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TIPOGRAFÍA VATICANA
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