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Querida Amazonia Del Santo Padre Francisco

La Exhortación Apostólica 'Querida Amazonia' del Papa Francisco aborda la realidad y los desafíos de la Amazonia, destacando la necesidad de un enfoque social, cultural, ecológico y eclesial para promover los derechos de los pueblos originarios y la preservación del medio ambiente. El Papa expresa cuatro sueños para la región: un compromiso con la justicia social, la protección de la diversidad cultural, la conservación de la naturaleza y el fortalecimiento de comunidades cristianas. La exhortación busca inspirar a la Iglesia y a todas las personas de buena voluntad a actuar en favor de la Amazonia y sus habitantes.

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Querida Amazonia Del Santo Padre Francisco

La Exhortación Apostólica 'Querida Amazonia' del Papa Francisco aborda la realidad y los desafíos de la Amazonia, destacando la necesidad de un enfoque social, cultural, ecológico y eclesial para promover los derechos de los pueblos originarios y la preservación del medio ambiente. El Papa expresa cuatro sueños para la región: un compromiso con la justicia social, la protección de la diversidad cultural, la conservación de la naturaleza y el fortalecimiento de comunidades cristianas. La exhortación busca inspirar a la Iglesia y a todas las personas de buena voluntad a actuar en favor de la Amazonia y sus habitantes.

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EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL

QUERIDA AMAZONIA
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO

AL PUEBLO
DE DIOS Y
A TODAS LAS
PERSONAS
DE BUENA
VOLUNTAD
EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL

QUERIDA AMAZONIA
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO

AL PUEBLO
DE DIOS Y
A TODAS LAS
PERSONAS
DE BUENA
VOLUNTAD
Título de la Obra:
Exhortación Apostólica Querida Amazonía

Nombre del autor:


Papa Francisco

©Copyright 2020, Librería Editrice Vaticana.


00120, Cittá del Vaticano.
Tel. 06 698 45780 –Fax 06 698 84716
Email: [email protected]
www.vatican.vawww.libreriaeditricevaticana.va

Editado por:
CENAMIS
Comisión Episcopal de Misiones y Pueblos Indígenas
de la Conferencia Episcopal Peruana
Jirón Estados Unidos 838, Jesús María. Lima-Perú.
CAAAP
Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica
REPAM-PERÚ
Av. González Prada 626, Magdalena del Mar. Lima-Perú

Primera edición: Diciembre 2020


Tiraje: 6000 ejemplares

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2020-09855

Impreso por:
Sonimagenes del Perú S.C.R.L.
Av. Gral. Santa Cruz 653. Of. 102, Jesús María, Lima - Perú
Teléfonos: (511) 277-3629 / (511) 726-9082
Correo electrónico: [email protected]
Página web: www.sonimagenes.com
INDICE

El sentido de esta exhortación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Sueños para la amazonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

CAPÍTULO PRIMERO
UN SUEÑO SOCIAL
Injusticia y crimen. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Indignarse y pedir perdón. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12

Sentido comunitario. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14

Instituciones dañadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16

Diálogo social. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16

CAPÍTULO SEGUNDO
UN SUEÑO CULTURAL
El poliedro amazónico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

Cuidar las raíces. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

Encuentro intercultural. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22

Culturas amenazadas, pueblos en riesgo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

CAPÍTULO TERCERO
UN SUEÑO ECOLÓGICO
Este sueño hecho de agua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

El grito de la amazonia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

La profecía de la contemplación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30

Educación y hábitos ecológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32


CAPÍTULO CUARTO
UN SUEÑO ECLESIAL
El anuncio indispensable en la amazonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

La inculturación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35

Caminos de inculturación en la amazonia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

Inculturación social y espiritual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

Puntos de partida para una santidad amazónica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40

La inculturación de la liturgia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

La inculturación de la ministerialidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43

Comunidades repletas de vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

La fuerza y el don de las mujeres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

Ampliar horizontes más allá de los conflictos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48

La convivencia ecuménica e interreligiosa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

CONCLUSIÓN
LA MADRE DE LA AMAZONIA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
1. A Querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su
esplendor, su drama, su misterio. Dios nos regaló la gracia de tenerla
especialmente presente en el Sínodo que tuvo lugar en Roma entre el
6 y el 27 de octubre, y que concluyó con un texto titulado Amazonia:
nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral

El sentido de esta exhortación


2. Escuché las intervenciones durante el Sínodo y leí con interés las
aportaciones de los círculos menores. Con esta Exhortación quiero
expresar las resonancias que ha provocado en mí este camino de
diálogo y discernimiento. No desarrollaré aquí todas las cuestiones
abundantemente expuestas en el Documento conclusivo. No pretendo
ni reemplazarlo ni repetirlo. Sólo deseo aportar un breve marco de
reflexión que encarne en la realidad amazónica una síntesis de algunas
grandes preocupaciones que ya expresé en mis documentos anteriores
y que ayude y oriente a una armoniosa, creativa y fructífera recepción
de todo el camino sinodal.

3. Al mismo tiempo quiero presentar oficialmente ese Documento, que


nos ofrece las conclusiones del Sínodo, en el cual han colaborado
tantas personas que conocen mejor que yo y que la Curia romana la
problemática de la Amazonia, porque viven en ella, la sufren y la aman
con pasión. He preferido no citar ese Documento en esta Exhortación,
porque invito a leerlo íntegramente.

4. Dios quiera que toda la Iglesia se deje enriquecer e interpelar por ese
trabajo, que los pastores, consagrados, consagradas y fieles laicos de
la Amazonia se empeñen en su aplicación, y que pueda inspirar de
algún modo a todas las personas de buena voluntad.

Sueños para la amazonia


5. La Amazonia es una totalidad plurinacional interconectada, un
gran bioma compartido por nueve países: Brasil, Bolivia, Colombia,
Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela y Guayana Francesa. No
obstante, dirijo esta Exhortación a todo el mundo. Por un lado, lo hago
para ayudar a despertar el afecto y la preocupación por esta tierra que
es también “nuestra” e invitarles a admirarla y a reconocerla como un
misterio sagrado; por otro lado, porque la atención de la Iglesia a las
7
problemáticas de este lugar nos obliga a retomar brevemente algunas
cuestiones que no deberíamos olvidar y que pueden inspirar a otras
regiones de la tierra frente a sus propios desafíos.

6. Todo lo que la Iglesia ofrece debe encarnarse de modo original en


cada lugar del mundo, de manera que la Esposa de Cristo adquiera
multiformes rostros que manifiesten mejor la inagotable riqueza
de la gracia. La predicación debe encarnarse, la espiritualidad debe
encarnarse, las estructuras de la Iglesia deben encarnarse. Por ello me
atrevo humildemente, en esta breve Exhortación, a expresar cuatro
grandes sueños que la Amazonia me inspira.

7. Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más
pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea
escuchada y su dignidad sea promovida.

Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la
destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana.

Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora


hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus
ríos y sus selvas.

Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de


encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia
nuevos rostros con rasgos amazónicos.

8
CAPÍTULO PRIMERO

UN SUEÑO SOCIAL

8. Nuestro sueño es el de una Amazonia que integre y promueva a todos


sus habitantes para que puedan consolidar un “buen vivir”. Pero hace
falta un grito profético y una ardua tarea por los más pobres. Porque,
si bien la Amazonia enfrenta un desastre ecológico, cabe destacar
que «un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un
planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el
ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de
los pobres».1 No nos sirve un conservacionismo «que se preocupa del
bioma pero ignora a los pueblos amazónicos».2

Injusticia y crimen
9. Los intereses colonizadores que expandieron y expanden —legal
e ilegalmente— la extracción de madera y la minería, y que han
ido expulsando y acorralando a los pueblos indígenas, ribereños y
afrodescendientes, provocan un clamor que grita al cielo:

«Son muchos los árboles


donde habitó la tortura
y bastos los bosques
comprados entre mil muertes».3

«Los madereros tienen parlamentarios


y nuestra Amazonia ni quién la defienda [...]
Exilian a los loros y a los monos [.]
Ya no será igual la cosecha de la castaña».4

10. Esto alentó los movimientos migratorios más recientes de los


indígenas hacia las periferias de las ciudades. Allí no encuentran una
real liberación de sus dramas sino las peores formas de esclavitud, de

1 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 49: AAS 107 (2015), 866.
2 Instrumentum laboris, 45.
3 Ana Varela Tafur, «Timareo», en Lo que no veo en visiones, Lima 1992.
4 Jorge Vega Márquez, «Amazonia solitaria», en Poesía obrera, Cobija-Pando-Bolivia 2009, 39.

9
sometimiento y miseria. En estas ciudades, caracterizadas por una
gran desigualdad, donde hoy habita la mayor parte de la población
de la Amazonia, crecen también la xenofobia, la explotación sexual
y el tráfico de personas. Por eso el grito de la Amazonia no brota
solamente del corazón de las selvas, sino también desde el interior de
sus ciudades.

11. No es necesario que yo repita aquí los diagnósticos tan amplios


y completos que fueron presentados antes y durante el Sínodo.
Recordemos al menos una de las voces escuchadas: «Estamos siendo
afectados por los madereros, ganaderos y otros terceros. Amenazados
por actores económicos que implementan un modelo ajeno en
nuestros territorios. Las empresas madereras entran en el territorio
para explotar el bosque, nosotros cuidamos el bosque para nuestros
hijos, tenemos la carne, pesca, remedios vegetales, árboles frutales
[...]. La construcción de hidroeléctricas y el proyecto de hidrovías
impacta sobre el río y sobre los territorios [...]. Somos una región de
territorios robados».5

12. Ya mi predecesor, Benedicto XVI, denunciaba «la devastación


ambiental de la Amazonia y las amenazas a la dignidad humana de
sus poblaciones».6 Quiero agregar que muchos dramas estuvieron
relacionados con una falsa “mística amazónica”. Notoriamente desde
las últimas décadas del siglo pasado, la Amazonia se presentó como
un enorme vacío que debe ocuparse, como una riqueza en bruto
que debe desarrollarse, como una inmensidad salvaje que debe ser
domesticada. Todo esto con una mirada que no reconoce los derechos
de los pueblos originarios o sencillamente los ignora como si no
existieran o como si esas tierras que ellos habitan no les pertenecieran.
Aun en los planes educativos de niños y jóvenes, los indígenas fueron
vistos como intrusos o usurpadores. Sus vidas, sus inquietudes, su
manera de luchar y de sobrevivir no interesaban, y se los consideraba
más como un obstáculo del cual librarse que como seres humanos con
la misma dignidad de cualquier otro y con derechos adquiridos.

5 Red Eclesial Panamazónica (REPAM), Brasil, Síntesis del aporte al Sínodo, 120; Instrumentum
laboris, 45.
6 Discurso a los jóvenes, San Pablo - Brasil (10 mayo 2007), 2: L’Osservatore Romano, ed.
semanal en lengua española (18 mayo 2007), p. 6.

10
13. Algunos eslóganes aportaron a esta confusión, entre otros aquel de
“no entregar”,7 como si este avasallamiento pudiera venir sólo desde
afuera de los países, cuando también poderes locales, con la excusa del
desarrollo, participaron de alianzas con el objetivo de arrasar la selva
—con las formas de vida que alberga— de manera impune y sin límites.
Los pueblos originarios muchas veces han visto con impotencia la
destrucción de ese entorno natural que les permitía alimentarse,
curarse, sobrevivir y conservar un estilo de vida y una cultura que
les daba identidad y sentido. La disparidad de poder es enorme, los
débiles no tienen recursos para defenderse, mientras el ganador sigue
llevándoselo todo, «los pueblos pobres permanecen siempre pobres, y
los ricos se hacen cada vez más ricos».8

14. A los emprendimientos, nacionales o internacionales, que dañan


la Amazonia y no respetan el derecho de los pueblos originarios
al territorio y a su demarcación, a la autodeterminación y al
consentimiento previo, hay que ponerles los nombres que les
corresponde: injusticia y crimen. Cuando algunas empresas sedientas
de rédito fácil se apropian de los territorios y llegan a privatizar hasta
el agua potable, o cuando las autoridades dan vía libre a las madereras,
a proyectos mineros o petroleros y a otras actividades que arrasan las
selvas y contaminan el ambiente, se transforman indebidamente las
relaciones económicas y se convierten en un instrumento que mata.
Se suele acudir a recursos alejados de toda ética, como penalizar las
protestas e incluso quitar la vida a los indígenas que se oponen a los
proyectos, provocar intencionalmente incendios forestales, o sobornar
a políticos y a los mismos indígenas. Esto viene acompañado de
graves violaciones de los derechos humanos y de nuevas esclavitudes
que afectan especialmente a las mujeres, de la peste del narcotráfico
que pretende someter a los indígenas, o de la trata de personas que se
aprovecha de quienes fueron expulsados de su contexto cultural. No
podemos permitir que la globalización se convierta en «un nuevo tipo
de colonialismo».9

7 Cf. Alberto C. Araújo, «Imaginario amazónico», en Amazonia real, amazoniareal.com.br (29


enero 2014).
8 S. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 57, AAS 59 (1967), 285.
9 S. Juan Pablo II, Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales (27 abril 2001), 4:
AAS 93 (2001), 600.

11
Indignarse y pedir perdón
15. Es necesario indignarse,10 como se indignaba Moisés (cf. Ex 11,8), como
se indignaba Jesús (cf. Mc 3,5), como Dios se indigna ante la injusticia
(cf. Am 2,4-8; 5,7-12; Sal 106,40). No es sano que nos habituemos al
mal, no nos hace bien permitir que nos anestesien la conciencia social
mientras «una estela de dilapidación, e incluso de muerte, por toda
nuestra región [...] pone en peligro la vida de millones de personas y
en especial el hábitat de los campesinos e indígenas».11 Las historias
de injusticia y crueldad ocurridas en la Amazonia aun durante el siglo
pasado deberían provocar un profundo rechazo, pero al mismo tiempo
tendrían que volvernos más sensibles para reconocer formas también
actuales de explotación humana, de atropello y de muerte. Con respecto
al pasado vergonzoso, recojamos, por ejemplo, una narración sobre los
padecimientos de los indígenas de la época del caucho en la Amazonia
venezolana: «A los indígenas no les daban plata, sólo mercancía y cara,
y nunca terminaban de pagarla, [.] pagaban pero le decían al indígena:
“Ud. está debiendo tanto” y tenía que volver el indígena a trabajar
[...]. Más de veinte pueblosye’kuana fueron enteramente arrasados.
Las mujeres ye’kuana fueron violadas y amputados sus pechos, las
encintas desventradas. A los hombres se les cortaban los dedos de las
manos o las muñecas a fin de que no pudieran navegar, [.] junto con
otras escenas del más absurdo sadismo».12

16. Esta historia de dolor y de desprecios no se sana fácilmente. Y la


colonización no se detiene, sino que en muchos lugares se transforma,
se disfraza y se disimula,13 pero no pierde la prepotencia contra la vida
de los pobres y la fragilidad del ambiente. Los Obispos de la Amazonia
brasileña recordaron que «la historia de la Amazonia revela que siempre
fue una minoría la que lucraba a costa de la pobreza de la mayoría y de
la depredación sin escrúpulos de las riquezas naturales de la región,

10 Cf. Instrumentum laboris, 41.


11 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de
Aparecida (29 junio 2007), 473.
12 Ramón Iribertegui, Amazonas: El hombre y el caucho, ed. Vicariato Apostólico de Puerto
Ayacucho - Venezuela, Monografía, n. 4, Caracas 1987, 307ss.
13 Cf. Amarílis Tupiassú, «Amazonia, das travessias lusitanas á literatura de até agora», en
Estudos Avanzados, vol. 19, n. 53, San Pablo (enero/abril 2005): «De hecho, después del
final de la primera colonización, la Amazonia continuó su camino como una región sujeta
a la avaricia de siglos, ahora bajo nuevas imposiciones retóricas [...] por parte de agentes
“civilizadores” que ni siquiera necesitan una personificación para generar y multiplicar las
nuevas facetas de la vieja destrucción, ahora a través de una muerte lenta».

12
dádiva divina para los pueblos que aquí viven desde milenios y para
los migrantes que llegaron a lo largo de los siglos pasados».14

17. Al mismo tiempo que dejamos brotar una sana indignación,


recordamos que siempre es posible superar las diversas mentalidades
de colonización para construir redes de solidaridad y desarrollo;
«el desafío consiste en asegurar una globalización en la solidaridad,
una globalización sin dejar nadie al margen».15 Se pueden buscar
alternativas de ganadería y agricultura sostenibles, de energías
que no contaminen, de fuentes dignas de trabajo que no impliquen
la destrucción del medioambiente y de las culturas. Al mismo
tiempo, hace falta asegurar para los indígenas y los más pobres una
educación adaptada que desarrolle sus capacidades y los empodere.
Precisamente en estos objetivos se juegan la verdadera astucia y la
genuina capacidad de los políticos. No será para devolver a los muertos
la vida que se les negó, ni siquiera para compensar a los sobrevivientes
de aquellas masacres, sino al menos para ser hoy realmente humanos.

18. Nos alienta recordar que, en medio de los graves excesos de


la colonización de la Amazonia, llena de «contradicciones y
desgarramientos»,16 muchos misioneros llegaron allí con el Evangelio,
dejando sus países y aceptando una vida austera y desafiante cerca de
los más desprotegidos. Sabemos que no todos fueron ejemplares, pero
la tarea de los que se mantuvieron fieles al Evangelio también inspiró
«una legislación como las Leyes de Indias que protegían la dignidad
de los indígenas contra los atropellos de sus pueblos y territorios».17
Dado que frecuentemente eran los sacerdotes quienes protegían de

14 Obispos de la Amazonia de Brasil, Carta al Pueblo de Dios, Santarem - Brasil (6 julio 2012).
15 S. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1998, 3: AAS 90 (1998), 150.
16 III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Puebla
(23 marzo 1979), 6.
17 Instrumentum laboris, 6. El Papa Pablo III, con el Breve Veritas ipsa (2 junio 1537), condenó
las tesis racistas, reconociendo a los indios, ya fuesen cristianos o no, la dignidad de la
persona humana, les reconoció el derecho a sus posesiones y prohibió que fuesen reducidos a
esclavitud. Afirmaba: «Siendo - hombres como los demás, [...] no pueden ser absolutamente
privados de su libertad y de la posesión de sus bienes, tampoco aquellos que están fuera
de la fe de Jesucristo». Este magisterio fue reafirmado por los papas Gregorio XIV, Bula
Cum Sicuti (28 abril 1591); Urbano VIII, Bula Commissum Nobis (22 abril 1639); Benedicto
XIV, Bula Immensa Pastorum Principis, dirigida a los Obispos de Brasil (20 diciembre 1741);
Gregorio XVI, Breve In Supremo (3 diciembre 1839); León XIII, Epístola a los Obispos de
Brasil sobre la esclavitud (5 mayo 1888); S. Juan Pablo II, Mensaje a los indígenas del
Continente americano, Santo Domingo (12 octubre 1992), 2: L’Osservatore Romano, ed.
semanal en lengua española (23 octubre 1992), p. 15.

13
salteadores y abusadores a los indígenas, los misioneros relatan: «Nos
pedían con insistencia que no los abandonáramos y nos arrancaban la
promesa de volver nuevamente».18

19. En el momento actual la Iglesia no puede estar menos comprometida,


y está llamada a escuchar los clamores de los pueblos amazónicos
«para poder ejercer con transparencia su rol profético».19 Al mismo
tiempo, ya que no podemos negar que el trigo se mezcló con la cizaña
y que no siempre los misioneros estuvieron del lado de los oprimidos,
me avergüenzo y una vez más «pido humildemente perdón, no sólo
por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los
pueblos originarios durante la llamada conquista de América»20 y por
los atroces crímenes que siguieron a través de toda la historia de la
Amazonia. A los miembros de los pueblos originarios, les doy gracias
y les digo nuevamente que «ustedes con su vida son un grito a la
conciencia [...]. Ustedes son memoria viva de la misión que Dios nos ha
encomendado a todos: cuidar la Casa común».21

Sentido comunitario
20. La lucha social implica una capacidad de fraternidad, un espíritu
de comunión humana. Entonces, sin disminuir la importancia de
la libertad personal, se evidencia que los pueblos originarios de la
Amazonia tienen un fuerte sentido comunitario. Ellos viven de ese
modo «el trabajo, el descanso, las relaciones humanas, los ritos y las
celebraciones. Todo se comparte, los espacios privados —típicos de la
modernidad— son mínimos. La vida es un camino comunitario donde
las tareas y las responsabilidades se dividen y se comparten en función
del bien común. No hay lugar para la idea de individuo desligado de
la comunidad o de su territorio».22 Esas relaciones humanas están

18 Frederico Benício de Sousa Costa, Carta Pastoral (1909), ed. Imprenta del gobierno del
Estado de Amazonas, Manaos 1994, 83.
19 Instrumentum laboris, 7.
20 Discurso con motivo del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, Santa Cruz de
la Sierra - Bolivia (9 julio 2015) L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (17
julio 2015), p. 9.
21 Discurso con motivo del Encuentro con los Pueblos de la Amazonia, Puerto Maldonado -
Perú (19 enero 2018): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (26 enero
2018), p. 3.
22 Instrumentum laboris, 24.

14
impregnadas por la naturaleza circundante, porque ellos la sienten y
perciben como una realidad que integra su sociedad y su cultura, como
una prolongación de su cuerpo personal, familiar y grupal:

«Aquel lucero se aproxima


aletean los colibríes
más que la cascada truena mi corazón
con esos tus labios regaré la tierra
que en nosotros juegue el viento».23

21. Esto multiplica el efecto desintegrador del desarraigo que viven los
indígenas que se ven obligados a emigrar a la ciudad, intentando
sobrevivir, incluso a veces indignamente, en medio de los hábitos
urbanos más individualistas y de un ambiente hostil. ¿Cómo sanar
tanto daño? ¿Cómo recomponer esas vidas desarraigadas? Frente
a tal realidad, hay que valorar y acompañar todos los esfuerzos que
hacen muchos de estos grupos para conservar sus valores y estilo
de vida, e integrarse en los contextos nuevos sin perderlos, más bien,
ofreciéndolos como una contribución propia al bien común.

22. Cristo redimió al ser humano entero y quiere recomponer en cada uno
su capacidad de relación con los otros. El Evangelio propone la caridad
divina que brota del Corazón de Cristo y que genera una búsqueda
de justicia que es inseparablemente un canto de fraternidad y de
solidaridad, un estímulo para la cultura del encuentro. La sabiduría
de la manera de vivir de los pueblos originarios —aun con todos los
límites que pueda tener— nos estimula a profundizar este anhelo. Por
esa razón los Obispos del Ecuador reclamaron «un nuevo sistema
social y cultural que privilegie las relaciones fraternas, en un marco
de reconocimiento y valoración de las diversas culturas y de los
ecosistemas, capaz de oponerse a toda forma de discriminación y
dominación entre los seres humanos».24

23 Yana Lucila Lema, Tamyahuan Shamakupani (Con la lluvia estoy viviendo), 1, en


http://siwarmayu.com/es/yana-luci-la-lema-6-poemas-de-tamyawan-shamukupani-
con-la-lluvia-es- toy-viviendo/
24 Conferencia Episcopal Ecuatoriana, Cuidemos nuestro planeta (20 abril 2012), 3.

15
Instituciones dañadas
23. En Laudato si’ recordábamos que «si todo está relacionado, también
la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en
el ambiente y en la calidad de vida humana [...]. Dentro de cada uno de
los niveles sociales y entre ellos, se desarrollan las instituciones que
regulan las relaciones humanas. Todo lo que las dañe entraña efectos
nocivos, como la pérdida de la libertad, la injusticia y la violencia.
Varios países se rigen con un nivel institucional precario, a costa del
sufrimiento de las poblaciones».25

24. ¿Cómo están las instituciones de la sociedad civil en la Amazonia? El


lnstrumentum laboris del Sínodo, que recoge muchas aportaciones
de personas y grupos de la Amazonia, se refiere a «una cultura
que envenena al Estado y sus instituciones, permeando todos los
estamentos sociales, incluso las comunidades indígenas. Se trata de
un verdadero flagelo moral; como resultado se pierde la confianza
en las instituciones y en sus representantes, lo cual desprestigia
totalmente la política y las organizaciones sociales. Los pueblos
amazónicos no son ajenos a la corrupción, y se convierten en sus
principales víctimas».26

25. No podemos excluir que miembros de la Iglesia hayan sido parte de


las redes de corrupción, a veces hasta el punto de aceptar guardar
silencio a cambio de ayudas económicas para las obras eclesiales.
Precisamente por esto han llegado propuestas al Sínodo que invitan
a «prestar una especial atención a la procedencia de donaciones u
otra clase de beneficios, así como a las inversiones realizadas por las
instituciones eclesiásticas o los cristianos».27

Diálogo social
26. La Amazonia debería ser también un lugar de diálogo social,
especialmente entre los distintos pueblos originarios, para encontrar
formas de comunión y de lucha conjunta. Los demás estamos llamados
a participar como “invitados” y a buscar con sumo respeto caminos

25 N. 142: AAS 107 (2015), 904-905.


26 N. 82.
27 Ibíd., 83.

16
de encuentro que enriquezcan a la Amazonia. Pero si queremos
dialogar, deberíamos hacerlo ante todo con los últimos. Ellos no son
un interlocutor cualquiera a quien hay que convencer, ni siquiera son
uno más sentado en una mesa de pares. Ellos son los principales
interlocutores, de los cuales ante todo tenemos que aprender, a
quienes tenemos que escuchar por un deber de justicia, y a quienes
debemos pedir permiso para poder presentar nuestras propuestas. Su
palabra, sus esperanzas, sus temores deberían ser la voz más potente
en cualquier mesa de diálogo sobre la Amazonia, y la gran pregunta
es: ¿Cómo imaginan ellos mismos su buen vivir para ellos y sus
descendientes?

27. El diálogo no solamente debe privilegiar la opción preferencial por la


defensa de los pobres, marginados y excluidos, sino que los respeta
como protagonistas. Se trata de reconocer al otro y de valorarlo “como
otro”, con su sensibilidad, sus opciones más íntimas, su manera de
vivir y trabajar. De otro modo, lo que resulte será, como siempre, «un
proyecto de unos pocos para unos pocos»,28 cuando no «un consenso
de escritorio o una efímera paz para una mi- noria feliz».29 Si esto
sucede «es necesaria una voz profética»30 y los cristianos estamos
llamados a hacerla oir.

De aqui nace el siguiente sueño.

28 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 239: AAS 105 (2013), 1116.
29 Ibíd., 218: AAS 105 (2013), 1110.
30 Ibíd.

17
18
CAPÍTULO SEGUNDO

UN SUEÑO CULTURAL

28. El asunto es promover la Amazonia, pero esto no implica colonizarla


culturalmente sino ayudar a que ella misma saque lo mejor de sí. Ese
es el sentido de la mejor tarea educativa: cultivar sin desarraigar, hacer
crecer sin debilitar la identidad, promover sin invadir. Así como hay
potencialidades en la naturaleza que podrían perderse para siempre,
lo mismo puede ocurrir con culturas que tienen un mensaje todavía no
escuchado y que hoy están amenazadas más que nunca.

El poliedro amazónico
29. En la Amazonia existen muchos pueblos y nacionalidades, y más de
110 pueblos indígenas en aislamiento voluntario (PIAV).31 Su situación
es muy frágil y muchos sienten que son los últimos depositarios de
un tesoro encaminado a desaparecer, como si sólo se les permitiera
sobrevivir sin molestar, mientras la colonización posmoderna avanza.
Hay que evitar entenderlos como salvajes “incivilizados”. Simplemente
ellos gestaron culturas diferentes y otras formas de civilización que
antiguamente llegaron a ser muy desarrolladas.32

30. Antes de la colonización, la población se concentraba en los márgenes


de los ríos y lagos, pero el avance colonizador expulsó a los antiguos
habitantes hacia el interior de la selva. Hoy la creciente desertificación
vuelve a expulsar a muchos que terminan habitando las periferias
o las aceras de las ciudades a veces en una miseria extrema, pero
también en una fragmentación interior a causa de la pérdida de los
valores que los sostenían. Allí suelen faltarles los puntos de referencia
y las raíces culturales que les daban una identidad y un sentido de
dignidad, y engrosan el sector de los desechados. Así se corta la
transmisión cultural de una sabiduría que fue traspasándose durante
siglos de generación en generación. Las ciudades, que deberían ser
lugares de encuentro, de enriquecimiento mutuo, de fecundación

31 Cf. Instrumentum laboris, 57.


32 Cf. Evaristo Eduardo de Miranda, Quando o Amazonas corría para o Pacífico, Petrópolis
2007, 83-93.

19
entre distintas culturas, se convierten en el escenario de un doloroso
descarte.

31. Cada pueblo que logró sobrevivir en la Amazonia tiene su identidad


cultural y una riqueza única en un universo pluricultural, debido a la
estrecha relación que establecen los habitantes con su entorno, en
una simbiosis —no determinista— difícil de entender con esquemas
mentales externos:

«Una vez había un paisaje que salía con su río,


sus animales, sus nubes y sus árboles.
Pero a veces, cuando no se veía
por ningún lado
el paisaje con su río y sus árboles,
a las cosas les tocaba salir en la mente
de un muchacho».33

«Del río haz tu sangre [...].


Luego plántate,
germina y crece
que tu raíz
se aferre a la tierra
por siempre jamás
y por último
sé canoa,
bote, balsa,
pate, tinaja,
tambo y hombre».34

32. Los grupos humanos, sus estilos de vida y sus cosmovisiones, son
tan variados como el territorio, puesto que han debido adaptarse
a la geografía y a sus posibilidades. No son lo mismo los pueblos
pescadores que los pueblos cazadores y recolectores de tierra
adentro o que los pueblos que cultivan las tierras inundables. Todavía
encontramos en la Amazonia miles de comunidades indígenas,
afrodescendientes, ribereños y habitantes de las ciudades que a

33 Juan Carlos Galeano, «Paisajes», en Amazonia y otros poemas, ed. Universidad Externado
de Colombia, Bogotá 2011, 31.
34 Javier Yglesias, «Llamado», en Revista peruana de literatura, n. 6 (junio 2007), 31.

20
su vez son muy diferentes entre sí y albergan una gran diversidad
humana. A través de un territorio y de sus características Dios se
manifiesta, refleja algo de su inagotable belleza. Por lo tanto, los
distintos grupos, en una síntesis vital con su entorno, desarrollan
un modo propio de sabiduría. Quienes observamos desde afuera
deberíamos evitar generalizaciones injustas, discursos simplistas o
conclusiones hechas sólo a partir de nuestras propias estructuras
mentales y experiencias.

Cuidar las raíces


33. Quiero recordar ahora que «la visión consumista del ser humano,
alentada por los engranajes de la actual economía globalizada,
tiende a homogeneizar las culturas y a debilitar la inmensa variedad
cultural, que es un tesoro de la humanidad».35 Esto afecta mucho a
los jóvenes, cuando se tiende «a disolver las diferencias propias de
su lugar de origen, a convertirlos en seres manipula- bles hechos
en serie».36 Para evitar esta dinámica de empobrecimiento humano,
hace falta amar y cuidar las raíces, porque ellas son «un punto de
arraigo que nos permite desarrollarnos y responder a los nuevos
desafíos».37 Invito a los jóvenes de la Amazonia, especialmente a los
indígenas, a «hacerse cargo de las raíces, porque de las raíces viene
la fuerza que los va a hacer crecer, florecer y fructificar».38 Para los
bautizados entre ellos, estas raíces incluyen la historia del pueblo de
Israel y de la Iglesia hasta el día de hoy. Conocerlas es una fuente de
alegría y sobre todo de esperanza que inspira acciones valientes y
valerosas.

34. Durante siglos, los pueblos amazónicos transmitieron su sabiduría


cultural de modo oral, con mitos, leyendas, narraciones, como ocurría
con «esos primitivos habladores que recorrían los bosques llevando
historias de aldea en aldea, manteniendo viva a una comunidad
a la que sin el cordón umbilical de esas historias, la distancia y la
incomunicación hubieran fragmentado y disuelto».39 Por eso es

35 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 144: AAS 107 (2015), 905.
36 Exhort. ap. postsin. Christus vivit (25 marzo 2019), 186.
37 Ibíd., 200.
38 Videomensaje para el Encuentro Mundial de la Juventud Indígena, Soloy - Panamá (18
enero 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (15 enero 2019), p. 10.
39 Mario Vargas Llosa, Prólogo de El Hablador, Madrid (8 octubre 2007).

21
importante «dejar que los ancianos hagan largas narraciones»40 y que
los jóvenes se detengan a beber de esa fuente.

35. Mientras el riesgo de que se pierda esta riqueza cultural es cada


vez mayor, gracias a Dios en los últimos años algunos pueblos
han comenzado a escribir para narrar sus historias y describir el
sentido de sus costumbres. Así ellos mismos pueden reconocer de
manera explícita que hay algo más que una identidad étnica y que
son depositarios de preciosas memorias personales, familiares y
colectivas. Me hace feliz ver que, quienes han perdido el contacto
con sus raíces, intenten recuperar la memoria dañada. Por otra parte,
también en los sectores profesionales fue desarrollándose un mayor
sentido de identidad amazónica y aun para ellos, muchas veces
descendientes de inmigrantes, la Amazonia se convirtió en fuente de
inspiración artística, literaria, musical, cultural. Las diversas artes y
destacadamente la poesía, se dejaron inspirar por el agua, la selva, la
vida que bulle, así como por la diversidad cultural y por los desafíos
ecológicos y sociales.

Encuentro intercultural
36. Como toda realidad cultural, las culturas de la Amazonia profunda
tienen sus límites. Las culturas urbanas de occidente también los tienen.
Factores como el consumismo, el individualismo, la discriminación, la
desigualdad, y tantos otros, componen aspectos frágiles de las culturas
supuestamente más evolucionadas. Las etnias que desarrollaron un
tesoro cultural estando enlazadas con la naturaleza, con fuerte sentido
comunitario, advierten con facilidad nuestras sombras, que nosotros
no reconocemos en medio del pretendido progreso. Por consiguiente,
recoger su experiencia de la vida nos hará bien.

37. Desde nuestras raíces nos sentamos a la mesa común, lugar de


conversación y de esperanzas compartidas. De ese modo la diferencia,
que puede ser una bandera o una frontera, se transforma en un
puente. La identidad y el diálogo no son enemigos. La propia identidad
cultural se arraiga y se enriquece en el diálogo con los diferentes y la
auténtica preservación no es un aislamiento empobrecedor. De ahí
que no sea mi intención proponer un indigenismo completamente

40 Exhort. ap. postsin. Christus vivit (25 marzo 2019), 195.

22
cerrado, ahistórico, estático, que se niegue a toda forma de mestizaje.
Una cultura puede volverse estéril cuando «se encierra en sí misma y
trata de perpetuar formas de vida anticuadas, rechazando cualquier
cambio y confrontación sobre la verdad del hombre».41 Esto podría
parecer poco realista, ya que no es fácil protegerse de la invasión
cultural. Por ello, este interés en cuidar los valores culturales de los
grupos indígenas debería ser de todos, porque su riqueza es también
nuestra. Si no crecemos en este sentido de corresponsabilidad ante
la diversidad que hermosea nuestra humanidad, no cabe exigir a los
grupos de selva adentro que se abran ingenuamente a la “civilización”.

38. En la Amazonia, aun entre los diversos pueblos originarios, es posible


desarrollar «relaciones interculturales donde la diversidad no significa
amenaza, no justifica jerarquías de poder de unos sobre otros, sino
diálogo desde visiones culturales diferentes, de celebración, de
interrelación y de reavivamiento de la esperanza».42

Culturas amenazadas, pueblos en riesgo


39. La economía globalizada daña sin pudor la riqueza humana, social
y cultural. La desintegración de las familias, que se da a partir de
migraciones forzadas, afecta la transmisión de valores, porque
«la familia es y ha sido siempre la institución social que más ha
contribuido a mantener vivas nuestras culturas».43 Además, «frente
a una invasión colonizadora de medios de comunicación masiva», es
necesario promover para los pueblos originarios «comunicaciones
alternativas desde sus propias lenguas y culturas» y que «los propios
sujetos indígenas se hagan presentes en los medios de comunicación
ya existentes».44

40. En cualquier proyecto para la Amazonia «hace falta incorporar la


perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, y así entender
que el desarrollo de un grupo social [...] requiere del continuado
protagonismo de los actores sociales locales desde su propia cultura.

41 S. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 50: AAS 83 (1991), 856.
42 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de
Aparecida (29 junio 2007), 97.
43 Discurso en el Encuentro con los Pueblos de la Amazonia, Puerto Maldonado - Perú (19
enero 2018): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (26 enero 2018), p. 3.
44 Instrumentum laboris, 123, e.

23
Ni siquiera la noción de calidad de vida puede imponerse, sino que
debe entenderse dentro del mundo de símbolos y hábitos propios de
cada grupo humano».45 Pero si las culturas ancestrales de los pueblos
originarios nacieron y se desarrollaron en íntimo contacto con el
entorno natural, difícilmente puedan quedar indemnes cuando ese
ambiente se daña.

Esto abre paso al siguiente sueño

45 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 144: AAS 107 (2015), 906.

24
CAPÍTULO TERCERO

UN SUEÑO ECOLÓGICO

41. En una realidad cultural como la Amazonia, donde existe una relación
tan estrecha del ser humano con la naturaleza, la existencia cotidiana
es siempre cósmica. Liberar a los demás de sus esclavitudes implica
ciertamente cuidar su ambiente y defenderlo,46 pero todavía más ayudar
al corazón del hombre a abrirse confiadamente a aquel Dios que, no
sólo ha creado todo lo que existe, sino que también se nos ha dado a
sí mismo en Jesucristo. El Señor, que primero cuida de nosotros, nos
enseña a cuidar de nuestros hermanos y hermanas, y del ambiente que
cada día Él nos regala. Esta es la primera ecología que necesitamos. En la
Amazonia se comprenden mejor las palabras de Benedicto XVI cuando
decía que «además de la ecología de la naturaleza hay una ecología que
podemos llamar “humana”, y que a su vez requiere una “ecología social”.
Esto comporta que la humanidad [...] debe tener siempre presente la
interrelación ente la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza,
y la ecología humana».47 Esa insistencia en que «todo está conectado»48
vale especialmente para un territorio como la Amazonia.

42. Si el cuidado de las personas y el cuidado de los ecosistemas son


inseparables, esto se vuelve particularmente significativo allí donde «la
selva no es un recurso para explotar, es un ser, o varios seres con quienes
relacionarse».49 La sabiduría de los pueblos originarios de la Amazonia
«inspira el cuidado y el respeto por la creación, con conciencia clara de
sus límites, prohibiendo su abuso. Abusar de la naturaleza es abusar
de los ancestros, de los hermanos y hermanas, de la creación, y del
Creador, hipotecando el futuro».50 Los indígenas, «cuando permanecen
en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan»,51
siempre que no se dejen atrapar por los cantos de sirena y por las ofertas

46 Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veníate (29 junio 2009), 51: AAS 101 (2009), 687:
«La naturaleza, especialmente en nuestra época, está tan integrada en la dinámica social y
cultural que prácticamente ya no constituye una variable independiente. La desertización
y el empobrecimiento productivo de algunas áreas agrícolas son también fruto del
empobrecimiento de sus habitantes y de su atraso».
47 Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2007, 8: Insegna- menti 2/2 (2006), 776.
48 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 16, 91, 117, 138, 240: AAS 107 (2015), 854, 884, 894, 903, 941.
49 Documento Bolivia: informe país. Consulta presinodal (2019), 36; cf Instrumentum laboris, 23.
50 Instrumentum laboris, 26.
51 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 146: AAS 107 (2015), 906.
25
interesadas de grupos de poder. Los daños a la naturaleza los afectan
de un modo muy directo y constata- ble, porque —dicen—: «Somos
agua, aire, tierra y vida del medio ambiente creado por Dios. Por lo tanto,
pedimos que cesen los maltratos y el exterminio de la Madre tierra. La
tierra tiene sangre y se está desangrando, las multinacionales le han
cortado las venas a nuestra Madre tierra».52

Este sueño hecho de agua


43. En la Amazonia el agua es la reina, los ríos y arroyos son como venas,
y toda forma de vida está determinada por ella:

«Allí, en la plenitud de los estíos ardientes, cuando se diluyen, muertas


en los aires inmóviles, las últimas ráfagas del este, el termómetro está
substituido por el higrómetro en la definición del clima. Las existencias
derivan de una alternativa dolorosa de bajantes y crecientes de los
grandes ríos. Estos se elevan siempre de una manera asombrosa. El
Amazonas, repleto, sale de su lecho, levanta en pocos días el nivel
de sus aguas [...]. La creciente es una parada en la vida. Preso entre
las mallas de los igarapíes, el hombre aguarda entonces, con raro
estoicismo ante la fatalidad irrefrenable, el término de aquel invierno
paradójico, de temperaturas elevadas. La bajante es el verano. Es la
resurrección de la actividad rudimentaria de los que por allí se agitan,
de la única forma de vida compatible con la naturaleza que se extrema
en manifestaciones dispares, tornando imposible la continuación de
cualquier esfuerzo».53

44. El agua deslumbra en el gran Amazonas, que recoge y vivifica todo a


su alrededor:
«Amazonas
capital de las sílabas del agua,
padre patriarca, eres
la eternidad secreta
de las fecundaciones,
te caen ríos como aves...».54

52 Documento con aportaciones al Sínodo de la Diócesis de San José del Guaviare y de la


Arquidiócesis de Villavicencio y Granada - Colombia, cf. Instrumentum laboris, 17.
53 Euclides da Cunha, Los Sertones (Os Sertoes), Buenos Aires 1946, 65-66.
54 Pablo Neruda, «Amazonas», en Canto General (1938), I, IV

26
45. Es además la columna vertebral que armoniza y une: «El río no nos
separa, nos une, nos ayuda a convivir entre diferentes culturas y
lenguas».55 Si bien es verdad que en este territorio hay muchas
“Amazonias”, su eje principal es el gran río, hijo de muchos ríos:

«De la altura extrema de la cordillera, donde las nieves son eternas, el


agua se desprende y traza un esbozo trémulo en la piel antigua de la
piedra: el Amazonas acaba de nacer. Nace a cada instante. Desciende
lenta, sinuosa luz, para crecer en la tierra. Espantando verdes, inventa
su camino y se acrecienta. Aguas subterráneas afloran para abrazarse
con el agua que desciende de Los Andes. De la barriga de las nubes
blanquísimas, tocadas por el viento, cae el agua celeste. Reunidas
avanzan, multiplicadas en infinitos caminos, bañando la inmensa
planicie [...]. Es la Gran Amazonia, toda en el trópico húmedo, con su
selva compacta y atolondrante, donde todavía palpita, intocada y en
vastos lugares jamás sorprendida por el hombre, la vida que se fue
urdiendo en las intimidades del agua [...]. Desde que el hombre la
habita, se yergue de las profundidades de sus aguas, y se escurre de
los altos centros de su selva un terrible temor: de que esa vida esté,
despacito, tomando el rumbo del fin».56

46. Los poetas populares, que se enamoraron de su inmensa belleza, han


tratado de expresar lo que este río les hace sentir y la vida que él regala
a su paso, en una danza de delfines, anacondas, árboles y canoas.
Pero también lamentan los peligros que lo amenazan. Estos poetas,
contemplativos y proféticos, nos ayudan a liberarnos del paradigma
tecnocrático y consumista que destroza la naturaleza y que nos deja
sin una existencia realmente digna:

«El mundo sufre de la transformación de los pies en caucho, de las


piernas en cuero, del cuerpo en paño y de la cabeza en acero [...]. El
mundo sufre la transformación de la pala en fusil, del arado en tanque
de guerra, de la imagen del sembrador que siembra en la del autómata
con su lanzallamas, de cuya sementera brotan desiertos. Sólo la poesía,
con la humildad de su voz, podrá salvar a este mundo».57

55 REPAM, Doc. Eje de Fronteras. Preparación para el Sínodo de la Amazonia, Tabatinga -


Brasil (13 febrero 2019), 3; cf. Instrumentum laboris, 8.
56 Amadeu Thiago de Mello, Amazonas, patria da agua. Traducción al español de Jorge
Timossi, en http://letras-uru- guay.espaciolatino.com/aaa/mello_thiago/amazonas_patria_
da_agua.htm
57 Vinicius de Moraes, Para vivir un gran amor, Buenos Aires 2013, 166.

27
El grito de la amazonia
47. La poesía ayuda a expresar una dolorosa sensación que hoy muchos
compartimos. La verdad insoslayable es que, en las actuales
condiciones, con este modo de tratar a la Amazonia, tanta vida y tanta
hermosura están “tomando el rumbo del fin”, aunque muchos quieran
seguir creyendo que no pasa nada:

«Los que creyeron que el río era un lazo para jugar se equivocaron.
El río es una vena delgadita en la cara de la tierra. [...]
El río es una cuerda de donde se agarran los animales y los árboles.
Si lo jalan muy duro, el río podría reventarse.
Podría reventarse y lavarnos la cara con el agua y con la sangre».58

48. El equilibrio planetario depende también de la salud de la Amazonia.


Junto con el bioma del Congo y del Borneo, deslumbra por la diversidad
de sus bosques, de los cuales también dependen los ciclos de las lluvias,
el equilibrio del clima y una gran variedad de seres vivos. Funciona como
un gran filtro del dióxido de carbono, que ayuda a evitar el calentamiento
de la tierra. En gran parte, su suelo es pobre en humus, por lo cual la
selva «crece realmente sobre el suelo y no del suelo».59 Cuando se
elimina la selva, esta no es reemplazada, porque queda un terreno con
pocos nutrientes que se convierte en territorio desértico o pobre en
vegetación. Esto es grave, porque en las entrañas de la selva amazónica
subsisten innumerables recursos que podrían ser indispensables para la
curación de enfermedades. Sus peces, frutas y otros dones desbordantes
enriquecen la alimentación humana. Además, en un ecosistema como el
amazónico, la importancia de cada parte en el cuidado del todo se vuelve
ineludible. Las tierras bajas y la vegetación marina también necesitan
ser fertilizadas por lo que arrastra el Amazonas. El grito de la Amazonia
alcanza a todos porque la «conquista y explotación de los recursos [...]
amenaza hoy la misma capacidad de acogida del medioambiente: el
ambiente como “recurso” pone en peligro el ambiente como “casa”».60 El
interés de unas pocas empresas poderosas no debería estar por encima
del bien de la Amazonia y de la humanidad entera.

58 Juan Carlos Galeano, «Los que creyeron», en Amazonia y otros poemas, ed. Universidad
Externado de Colombia, Bogotá 2011, 44.
59 Harald Sioli, A Amazonia, Petrópolis 1985, 60.
60 S. Juan Pablo II, Discurso a los participantes en un Congreso Internacional sobre “Ambiente
y salud” (24 marzo 1997), 2: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (11 abril
1997), p. 7.

28
49. No es suficiente prestar atención al cuidado de las especies más
visibles en riesgo de extinción. Es crucial tener en cuenta que en «el
buen funcionamiento de los ecosistemas también son necesarios
los hongos, las algas, los gusanos, los insectos, los reptiles y la
innumerable variedad de microorganismos. Algunas especies
poco numerosas, que suelen pasar desapercibidas, juegan un rol
crítico fundamental para estabilizar el equilibrio de un lugar».61 Esto
fácilmente es ignorado en la evaluación del impacto ambiental de
los proyectos económicos de industrias extractivas, energéticas,
madereras y otras que destruyen y contaminan. Por otra parte,
el agua, que abunda en la Amazonia, es un bien esencial para la
sobrevivencia humana, pero las fuentes de contaminación son cada
vez mayores.62

50. Es verdad que, además de los intereses económicos de empresarios


y políticos locales, están también «los enormes intereses
económicos internacionales».63 La solución no está, entonces, en una
“internacionalización” de la Amazonia,64 pero se vuelve más grave la
responsabilidad de los gobiernos nacionales. Por esta misma razón
«es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones
de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan
críticamente, también utilizando legítimos mecanismos de presión,
para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de
preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse
a intereses espurios locales o internacionales».65

51. Para cuidar la Amazonia es bueno articular los saberes ancestrales


con los conocimientos técnicos contemporáneos, pero siempre
procurando un manejo sustentable del territorio que al mismo tiempo
preserve el estilo de vida y los sistemas de valores de los pobladores.66
A ellos, de manera especial a los pueblos originarios, corresponde
recibir —además de la formación básica— la información completa y
transparente de los proyectos, de su alcance, de sus efectos y riesgos,
para poder relacionar esta información con sus intereses y con su
propio conocimiento del lugar, y así poder dar o no su consentimiento,

61 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 34: AAS 107 (2015), 860.
62 Cf. ibíd, 28-31: AAS 107 (2015), 858-859.
63 Ibíd., 38: AAS 107 (2015), 862.
64 Cf. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de
Aparecida (29 junio 2007), 86.
65 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 38: AAS 107 (2015), 862.
66 Cf. ibíd, 144, 187: AAS 107 (2015), 905-906, 921.

29
o bien proponer alternativas.67

52. Los más poderosos no se conforman nunca con las ganancias que
obtienen, y los recursos del poder económico se agigantan con el
desarrollo científico y tecnológico. Por ello todos deberíamos insistir
en la urgencia de «crear un sistema normativo que incluya límites
infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas, antes que
las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico
terminen arrasando no sólo con la política sino también con la libertad
y la justicia».68 Si el llamado de Dios necesita de una escucha atenta
del clamor de los pobres y de la tierra al mismo tiempo,69 para nosotros
«el grito de la Amazonia al Creador, es semejante al grito del Pueblo de
Dios en Egipto (cf. Ex 3,7). Es un grito de esclavitud y abandono, que
clama por la libertad».70

La profecía de la contemplación
53. Muchas veces dejamos cauterizar la conciencia, porque «la distracción
constante nos quita la valentía de advertir la realidad de un mundo
limitado y finito».71 Si se mira la superficie quizás parece «que las
cosas no fueran tan graves y que el planeta podría persistir por mucho
tiempo en las actuales condiciones. Este comportamiento evasivo
nos sirve para seguir con nuestros estilos de vida, de producción y de
consumo. Es el modo como el ser humano se las arregla para alimentar
todos los vicios autodestructivos: intentando no verlos, luchando para
no reconocerlos, postergando las decisiones importantes, actuando
como si nada ocurriera».72

54. Más allá de todo esto, quiero recordar que cada una de las distintas
especies tiene un valor en sí misma, pero «cada año desaparecen miles
de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que
nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa
mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción

67 Cf. ibíd, 183: AAS 107 (2015), 920.


68 Ibíd., 53: AAS 107 (2015), 868.
69 Cf. ibíd, 49: AAS 107 (2015), 866.
70 Documento preparatorio del Sínodo de los Obispos para la Asamblea Especial para la
Región Panamazónica, 8.
71 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 56: AAS 107 (2015), 869.
72 Ibíd., 59: AAS 107 (2015), 870.

30
humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a
Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No
tenemos derecho».73

55. Aprendiendo de los pueblos originarios podemos contemplar la


Amazonia y no sólo analizarla, para reconocer ese misterio precioso
que nos supera. Podemos amarla y no sólo utilizarla, para que el amor
despierte un interés hondo y sincero. Es más, podemos sentirnos
íntimamente unidos a ella y no sólo defenderla, y entonces la
Amazonia se volverá nuestra como una madre. Porque «el mundo no
se contempla desde fuera sino desde dentro, reconociendo los lazos
con los que el Padre nos ha unido a todos los seres».74

56. Despertemos el sentido estético y contemplativo que Dios puso en


nosotros y que a veces dejamos atrofiar. Recordemos que «cuando
alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no
es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso
inescrupuloso».75 En cambio, si entramos en comunión con la selva,
fácilmente nuestra voz se unirá a la de ella y se convertirá en oración:
«Recostados a la sombra de un viejo eucalipto nuestra plegaria de luz
se sumerge en el canto del follaje eterno».76 Esta conversión interior es
lo que podrá permitirnos llorar por la Amazonia y gritar con ella ante
el Señor.

57. Jesús decía: «¿No se venden cinco pajari- llos por dos monedas? Pues
bien, ninguno de ellos está olvidado ante Dios» (Lc 12,6). El Padre
Dios, que creó cada ser del universo con infinito amor, nos convoca a
ser sus instrumentos en orden a escuchar el grito de la Amazonia. Si
nosotros acudimos ante ese clamor desgarrador, podrá manifestarse
que las creaturas de la Amazonia no han sido olvidadas por el Padre
del cielo. Para los cristianos, el mismo Jesús nos reclama desde ellas,
«porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a
un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que Él
contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su
presencia luminosa».77 Por estas razones, los creyentes encontramos
en la Amazonia un lugar teológico, un espacio donde Dios mismo se

73 Ibíd., 33: AAS 107 (2015), 860.


74 Ibíd., 220: AAS 107 (2015), 934.
75 Ibíd., 215: AAS 107 (2015), 932.
76 Sui Yun, Cantos para el mendigo y el rey, Wiesbaden 2000.
77 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 100: AAS 107 (2015), 887.

31
muestra y convoca a sus hijos.

Educación y hábitos ecológicos


58. Así podemos dar un paso más y recordar que una ecología integral no
se conforma con ajustar cuestiones técnicas o con decisiones políticas,
jurídicas y sociales. La gran ecología siempre incorpora un aspecto
educativo que provoca el desarrollo de nuevos hábitos en las personas
y en los grupos humanos. Lamentablemente muchos habitantes de la
Amazonia han adquirido costumbres propias de las grandes ciudades,
donde el consumismo y la cultura del descarte ya están muy arraigados.
No habrá una ecología sana y sustentable, capaz de transformar algo,
si no cambian las personas, si no se las estimula a optar por otro estilo
de vida, menos voraz, más sereno, más respetuoso, menos ansioso,
más fraterno.

59. Porque «mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita
objetos para comprar, poseer y consumir. En este contexto, no parece
posible que alguien acepte que la realidad le marque límites. [...] No
pensemos sólo en la posibilidad de terribles fenómenos climáticos o
en grandes desastres naturales, sino también en catástrofes derivadas
de crisis sociales, porque la obsesión por un estilo de vida consumista,
sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá
provocar violencia y destrucción recíproca».78

60. La Iglesia, con su larga experiencia espiritual, con su renovada


consciencia sobre el valor de la creación, con su preocupación por la
justicia, con su opción por los últimos, con su tradición educativa y con
su historia de encarnación en culturas tan diversas de todo el mundo,
también quiere aportar al cuidado y al crecimiento de la Amazonia.

Esto da lugar al siguiente sueño, que quiero compartir más directamente


con los pastores y fieles católicos.

78 Ibíd., 204: AAS 107 (2015), 928.

32
CAPÍTULO CUARTO

UN SUEÑO ECLESIAL

61. La Iglesia está llamada a caminar con los pueblos de la Amazonia.


En América Latina este caminar tuvo expresiones privilegiadas
como la Conferencia de Obispos en Medellín (1968) y su aplicación a
la Amazonia en Santarem (1972);79 y luego en Puebla (1979), Santo
Domingo (1992) y Aparecida (2007). El camino continúa, y la tarea
misionera, si quiere desarrollar una Iglesia con rostro amazónico,
necesita crecer en una cultura del encuentro hacia una «pluriforme
armonía».80 Pero para que sea posible esta encarnación de la
Iglesia y del Evangelio debe resonar, una y otra vez, el gran anuncio
misionero.

El anuncio indispensable en la amazonia


62. Frente a tantas necesidades y angustias que claman desde el corazón
de la Amazonia, podemos responder a partir de organizaciones
sociales, recursos técnicos, espacios de debate, programas políticos,
y todo eso puede ser parte de la solución. Pero los cristianos no
renunciamos a la propuesta de fe que recibimos del Evangelio. Si
bien queremos luchar con todos, codo a codo, no nos avergonzamos
de Jesucristo. Para quienes se han encontrado con Él, viven en su
amistad y se identifican con su mensaje, es inevitable hablar de Él
y acercar a los demás su propuesta de vida nueva: «¡Ay de mí si no
evangelizo!» (1 Co 9,16).

63. La auténtica opción por los más pobres y olvidados, al mismo tiempo
que nos mueve a liberarlos de la miseria material y a defender
sus derechos, implica proponerles la amistad con el Señor que los
promueve y dignifica. Sería triste que reciban de nosotros un código
de doctrinas o un imperativo moral, pero no el gran anuncio salvífico,
ese grito misionero que apunta al corazón y da sentido a todo lo

79 Cf. Documentos de Santarem (1972) y Manaos (1997), en Conferencia Nacional de los


Obispos de Brasil, Desafío missionário. Documentos da Igreja na Amazonia, Brasilia 2014,
9-28, 67-84.
80 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 220: AAS 105 (2013), 1110.

33
demás. Tampoco podemos conformarnos con un mensaje social. Si
damos la vida por ellos, por la justicia y la dignidad que ellos merecen,
no podemos ocultarles que lo hacemos porque reconocemos a Cristo
en ellos y porque descubrimos la inmensa dignidad que les otorga el
Padre Dios que los ama infinitamente.

64. Ellos tienen derecho al anuncio del Evangelio, sobre todo a ese primer
anuncio que se llama kerygma y que «es el anuncio principal, ese que
siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que
siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra».81 Es el
anuncio de un Dios que ama infinitamente a cada ser humano, que ha
manifestado plenamente ese amor en Cristo crucificado por nosotros y
resucitado en nuestras vidas. Propongo releer un breve resumen sobre
este contenido en el capítulo IV de la Exhortación Christus vivit. Este
anuncio debe resonar constantemente en la Amazonia, expresado
de muchas modalidades diferentes. Sin este anuncio apasionado,
cada estructura eclesial se convertirá en una ONG más, y así no
responderemos al pedido de Jesucristo: «Vayan por todo el mundo y
anuncien el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15).

65. Cualquier propuesta de maduración en la vida cristiana necesita


tener como eje permanente este anuncio, porque «toda formación
cristiana es ante todo la profundización del kerygma que se va
haciendo carne cada vez más y mejor».82 La reacción fundamental
ante ese anuncio, cuando logra provocar un encuentro personal
con el Señor, es la caridad fraterna, ese «mandamiento nuevo que
es el primero, el más grande, el que mejor nos identifica como
discípulos».83 Así, el kerygma y el amor fraterno conforman la
gran síntesis de todo el contenido del Evangelio que no puede
dejar de ser propuesta en la Amazonia. Es lo que vivieron grandes
evangelizadores de América Latina como santo Toribio de
Mogrovejo o san José de Anchieta.

81 Ibíd., 164: AAS 105 (2013), 1088-1089.


82 Ibíd., 165: AAS 105 (2013), 1089.
83 Ibíd., 161: AAS 105 (2013), 1087.

34
La inculturación
66. La Iglesia, al mismo tiempo que anuncia una y otra vez el kerygma,
necesita crecer en la Amazonia. Para ello siempre reconfigura su propia
identidad en escucha y diálogo con las personas, realidades e historias
de su territorio. De esa forma podrá desarrollarse cada vez más un
necesario proceso de inculturación, que no desprecia nada de lo bueno
que ya existe en las culturas amazónicas, sino que lo recoge y lo lleva
a la plenitud a la luz del Evangelio.84 Tampoco desprecia la riqueza de
sabiduría cristiana transmitida durante siglos, como si se pretendiera
ignorar la historia donde Dios ha obrado de múltiples maneras, porque
la Iglesia tiene un rostro plurifor- me «no sólo desde una perspectiva
espacial [...] sino también desde su realidad temporal».85 Se trata de la
auténtica Tradición de la Iglesia, que no es un depósito estático ni una
pieza de museo, sino la raíz de un árbol que crece.86 Es la Tradición
milenaria que testimonia la acción divina en su Pueblo y «tiene la
misión de mantener vivo el fuego más que conservar sus cenizas».87

67. San Juan Pablo II enseñaba que, al presentar su propuesta evangélica,


«la Iglesia no pretende negar la autonomía de la cultura. Al contrario,
tiene hacia ella el mayor respeto», porque la cultura «no es solamente
sujeto de redención y elevación, sino que puede también jugar un rol
de mediación y de colaboración».88 Dirigiéndose a los indígenas del
Continente americano recordó que «una fe que no se haga cultura es
una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente

84 Así lo recoge el Concilio Vaticano II en el n. 44 de la Constitución Gaudium et spes cuando


dice: «[La Iglesia] desde el comienzo de su historia, aprendió a expresar el mensaje de Cristo
por medio de los conceptos y de las lenguas de los distintos pueblos y procuró, además,
ilustrarlo con la sabiduría de los filósofos, todo ello con el fin de adaptar el Evangelio, en
cuanto era conveniente, al nivel de la comprensión de todos y de las exigencias de los sabios.
Ciertamente, esta predicación acomodada de la palabra revelada debe mantenerse como ley
de toda evangelización. Pues así en todo pueblo se estimula el poder de expresar el mensaje
de Cristo a su modo y, al mismo tiempo, se promueve un vivo intercambio entre la Iglesia y
las diferentes culturas de los pueblos».
85 Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania (29 junio 2019), 9: L’Osservatore
Romano, ed. semanal en lengua española (5 julio 2019), p. 9.
86 Cf. S. Vicente de Lerins, Commonitorium primum, cap. 23: PL 50, 668: «Ut annis scilicet
consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate».
87 Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania (29 junio 2019), 9. Cf. La expresión
atribuida a Gustav Mahler: «La tradición es la salvaguarda del futuro y no la conservación de
las cenizas».
88 Discurso a los docentes universitarios y los hombres de cultura, Coimbra (15 mayo 1982), 5:
L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (23 mayo 1982), p. 18.

35
vivida».89 Los desafíos de las culturas invitan a la Iglesia a «una actitud
de vigilante sentido crítico, pero también de atención confiada».90

68. Cabe retomar aquí lo que ya expresé en la Exhortación Evangelii


gaudium acerca de la incultu- ración, que tiene como base la convicción
de que «la gracia supone la cultura, y el don de Dios se encarna en
la cultura de quien lo recibe».91 Percibamos que esto implica un doble
movimiento. Por una parte, una dinámica de fecundación que permite
expresar el Evangelio en un lugar, ya que «cuando una comunidad
acoge el anuncio de la salvación, el Espíritu Santo fecunda su cultura
con la fuerza transformadora del Evangelio».92 Por otra parte, la misma
Iglesia vive un camino receptivo, que la enriquece con lo que el Espíritu
ya había sembrado misteriosamente en esa cultura. De ese modo, «el
Espíritu Santo embellece a la Iglesia, mostrándole nuevos aspectos de
la Revelación y regalándole un nuevo rostro».93 Se trata, en definitiva,
de permitir y de alentar que el anuncio del Evangelio inagotable,
comunicado «con categorías propias de la cultura donde es anunciado,
provoque una nueva síntesis con esa cultura».94

69. Por esto, «como podemos ver en la historia de la Iglesia, el cristianismo


no tiene un único modo cultural»95 y «no haría justicia a la lógica de la
encarnación pensar en un cristianismo mono- cultural y monocorde».96
Sin embargo, el riesgo de los evangelizadores que llegan a un lugar es
creer que no sólo deben comunicar el Evangelio sino también la cultura
en la cual ellos han crecido, olvidando que no se trata de «imponer
una determinada forma cultural, por más bella y antigua que sea».97
Hace falta aceptar con valentía la novedad del Espíritu capaz de crear
siempre algo nuevo con el tesoro inagotable de Jesucristo, porque «la
inculturación coloca a la Iglesia en un camino difícil, pero necesario».98

89 Mensaje a los indígenas del Continente americano, Santo Domingo (12 octubre 1992), 6:
L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (23 octubre 1992), p. 15; cf. Discurso
a los participantes en el Congreso nacional del Movimiento eclesial de compromiso cultural
(16 enero 1982), 2: Insegnamenti 5/1 (1982), 131.
90 S. Juan Pablo II, Exhort. ap. postsin. Vita consecrata (25 marzo 1996), 98: AAS 88 (1996),
474-475.
91 N. 115: AAS 105 (2013), 1068.
92 Ibíd., 116: AAS 105 (2013), 1068.
93 Ibíd.
94 Ibíd., 129: AAS 105 (2013), 1074.
95 Ibíd., 116: AAS 105 (2013), 1068.
96 Ibíd., 117: AAS 105 (2013), 1069.
97 Ibíd.
98 S. Juan Pablo II, Discurso a la Asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Cultura (17

36
Es verdad que «aunque estos procesos son siempre lentos, a veces el
miedo nos paraliza demasiado» y terminamos como «espectadores
de un estancamiento infecundo de la Iglesia».99 No temamos, no le
cortemos las alas al Espíritu Santo.

Caminos de inculturación en la amazonia


70. Para lograr una renovada inculturación del Evangelio en la Amazonia,
la Iglesia necesita escuchar su sabiduría ancestral, volver a dar voz a
los mayores, reconocer los valores presentes en el estilo de vida de las
comunidades originarias, recuperar a tiempo las ricas narraciones de
los pueblos. En la Amazonia ya hemos recibido riquezas que vienen de
las culturas precolombinas, «como la apertura a la acción de Dios, el
sentido de la gratitud por los frutos de la tierra, el carácter sagrado de la
vida humana y la valoración de la familia, el sentido de solidaridad y la
corresponsabilidad en el trabajo común, la importancia de lo cultual, la
creencia en una vida más allá de la terrenal, y tantos otros valores».100

71. En este contexto, los pueblos indígenas amazónicos expresan la


auténtica calidad de vida como un “buen vivir” que implica una
armonía personal, familiar, comunitaria y cósmica, y que se expresa
en su modo comunitario de pensar la existencia, en la capacidad de
encontrar gozo y plenitud en medio de una vida austera y sencilla,
así como en el cuidado responsable de la naturaleza que preserva los
recursos para las siguientes generaciones. Los pueblos aborígenes
podrían ayudarnos a percibir lo que es una feliz sobriedad y en este
sentido «tienen mucho que enseñarnos».101 Ellos saben ser felices con
poco, disfrutan los pequeños dones de Dios sin acumular tantas cosas,
no destruyen sin necesidad, cuidan los ecosistemas y reconocen que la
tierra, al mismo tiempo que se ofrece para sostener su vida, como una
fuente generosa, tiene un sentido materno que despierta respetuosa
ternura. Todo eso debe ser valorado y recogido en la evangelización. 102

72. Mientras luchamos por ellos y con ellos, estamos llamados «a ser

enero 1987), 5: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (1 febrero 1987), p. 21.
99 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 129: AAS 105 (2013), 1074.
100 IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Santo
Domingo (12-28 octubre 1992), 17.
101 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 198: AAS 105 (2013), 1103.
102 Cf. Vittorio Messori - Joseph Ratzinger, Informe sobre la fe, ed. BAC, Madrid 2015, 209-210.

37
sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa
sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos».103 Los
habitantes de las ciudades necesitan valorar esta sabiduría y dejarse
“reeducar” frente al consumismo ansioso y al aislamiento urbano. La
Iglesia misma puede ser un vehículo que ayude a esta recuperación
cultural en una preciosa síntesis con el anuncio del Evangelio. Además,
ella se convierte en instrumento de caridad en la medida en que las
comunidades urbanas no sólo sean misioneras en su entorno, sino
también acogedoras ante los pobres que llegan del interior acuciados
por la miseria. Lo es igualmente en la medida en que las comunidades
estén cerca de los jóvenes migrantes para ayudarles a integrarse en la
ciudad sin caer en sus redes de degradación. Estas acciones eclesiales,
que brotan del amor, son valiosos caminos dentro de un proceso de
inculturación.

73. Pero la inculturación eleva y plenifica. Ciertamente hay que valorar


esa mística indígena de la interconexión e interdependencia de todo
lo creado, mística de gratuidad que ama la vida como don, mística de
admiración sagrada ante la naturaleza que nos desborda con tanta
vida. No obstante, también se trata de lograr que esta relación con
Dios presente en el cosmos se convierta, cada vez más, en la relación
personal con un Tú que sostiene la propia realidad y quiere darle un
sentido, un Tú que nos conoce y nos ama:

«Flotan sombras de mí, maderas muertas.


Pero la estrella nace sin reproche
sobre las manos de este niño, expertas,
que conquistan las aguas y la noche.
Me ha de bastar saber que Tú me sabes
entero, desde antes de mis días».104

74. De igual modo, la relación con Jesucristo, Dios y hombre verdadero,


liberador y redentor, no es enemiga de esta cosmovisión marcadamente
cósmica que los caracteriza, porque Él también es el Resucitado que
penetra todas las cosas.105 Para la experiencia cristiana, «todas las
criaturas del universo material encuentran su verdadero sentido

103 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 198: AAS 105 (2013), 1103.
104 Pedro Casaldáliga, «Carta de navegar (Por el Tocantins amazónico)», en El tiempo y la
espera, Santander 1986.
105 Santo Tomás de Aquino lo explica de esta manera: «La triple manera como está Dios en las
cosas: Una es común, por esencia, presencia y potencia; otra por la gracia en sus san-

38
en el Verbo encarnado, porque el Hijo de Dios ha incorporado en su
persona parte del universo material, donde ha introducido un germen
de transformación definitiva».106 Él está gloriosa y misteriosamente
presente en el río, en los árboles, en los peces, en el viento, como el
Señor que reina en la creación sin perder sus heridas transfiguradas, y
en la Eucaristía asume los elementos del mundo dando a cada uno el
sentido del don pascual.

Inculturación social y espiritual


75. Esta inculturación, dada la situación de pobreza y abandono de tantos
habitantes de la Amazonia, necesariamente tendrá que tener un
perfume marcadamente social y caracterizarse por una firme defensa
de los derechos humanos, haciendo brillar ese rostro de Cristo que
«ha querido identificarse con ternura especial con los más débiles y
pobres».107 Porque «desde el corazón del Evangelio reconocemos
la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción
humana»,108 y esto implica para las comunidades cristianas un claro
compromiso con el Reino de justicia en la promoción de los descartados.
Para ello es sumamente importante una adecuada formación de los
agentes pastorales en la Doctrina Social de la Iglesia.

76. Al mismo tiempo, la inculturación del Evangelio en la Amazonia


debe integrar mejor lo social con lo espiritual, de manera que los más
pobres no necesiten ir a buscar fuera de la Iglesia una espiritualidad
que responda a los anhelos de su dimensión trascendente. Por lo tanto,
no se trata de una religiosidad alienante e individualista que acalle los
reclamos sociales por una vida más digna, pero tampoco se trata de
mutilar la dimensión trascendente y espiritual como si al ser humano
le bastara el desarrollo material. Esto nos convoca no sólo a combinar
las dos cosas, sino a conectarlas íntimamente. Así brillará la verdadera
hermosura del Evangelio, que es plenamente humanizadora, que
dignifica íntegramente a las personas y a los pueblos, que colma el
corazón y la vida entera.

106 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 235: AAS 107 (2015), 939.
107 III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Puebla
(23 marzo 1979), 196.
108 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 178: AAS 105 (2013), 1094.

39
Puntos de partida para una santidad
amazónica
77. Así podrán nacer testimonios de santidad con rostro amazónico,
que no sean copias de modelos de otros lugares, santidad hecha de
encuentro y de entrega, de contemplación y de servicio, de soledad
receptiva y de vida común, de alegre sobriedad y de lucha por la
justicia. A esta santidad la alcanza «cada uno por su camino»,109 y eso
vale también para los pueblos, donde la gracia se encarna y brilla con
rasgos distintivos. Imaginemos una santidad con rasgos amazónicos,
llamada a interpelar a la Iglesia universal.

78. Un proceso de inculturación, que implica caminos no sólo individuales


sino también populares, exige amor al pueblo cargado de respeto
y comprensión. En buena parte de la Amazonia este proceso ya se
ha iniciado. Hace más de cuarenta años los Obispos de la Amazonia
del Perú destacaban que en muchos de los grupos presentes en esa
región «el sujeto de evangeliza- ción, modelado por una cultura propia
múltiple y cambiante, está inicialmente evangelizado» ya que posee
«ciertos rasgos de catolicismo popular que, aunque primitivamente
quizás fueron promovidos por agentes pastorales, actualmente
son algo que el pueblo ha hecho suyo y hasta les ha cambiado los
significados y los transmite de generación en generación».110 No nos
apresuremos en calificar de superstición o de paganismo algunas
expresiones religiosas que surgen espontáneamente de la vida de los
pueblos. Más bien hay que saber reconocer el trigo que crece entre la
cizaña, porque «en la piedad popular puede percibirse el modo en que
la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo».111

79. Es posible recoger de alguna manera un símbolo indígena sin


calificarlo necesariamente de idolatría. Un mito cargado de sentido
espiritual puede ser aprovechado, y no siempre considerado un error
pagano. Algunas fiestas religiosas contienen un significado sagrado
y son espacios de reencuentro y de fraternidad, aunque se requiera

109 Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumengentium, sobre la Iglesia, 11; cf Exhort. ap. Gaudete et
exsultate (19 marzo 2018), 10-11.
110 Vicariatos Apostólicos de la Amazonia Peruana, «Segunda asamblea episcopal regional
de la selva», San Ramón - Perú (5 octubre 1973), en Éxodo de la Iglesia en la Amazonia.
Documentos pastorales de la Iglesia en la Amazonia peruana, Iquitos 1976, 121.
111 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 123: AAS 105 (2013), 1071.

40
un lento proceso de purificación o de maduración. Un misionero
de alma trata de descubrir qué inquietudes legítimas buscan un
cauce en manifestaciones religiosas a veces imperfectas, parciales o
equivocadas, e intenta responder desde una espiritualidad inculturada.

80. Será sin duda una espiritualidad centrada en el único Dios y Señor,
pero al mismo tiempo capaz de entrar en contacto con las necesidades
cotidianas de las personas que procuran una vida digna, que quieren
disfrutar de las cosas bellas de la existencia, encontrar la paz y la
armonía, resolver las crisis familiares, curar sus enfermedades, ver a
sus hijos crecer felices. El peor peligro sería alejarlos del encuentro
con Cristo por presentarlo como un enemigo del gozo, o como alguien
indiferente ante las búsquedas y las angustias humanas.112 Hoy es
indispensable mostrar que la santidad no deja a las personas sin
«fuerzas, vida o alegría».113

La inculturación de la liturgia
81. La inculturación de la espiritualidad cristiana en las culturas de los
pueblos originarios tiene en los sacramentos un camino de especial
valor, porque en ellos se une lo divino y lo cósmico, la gracia y la
creación. En la Amazonia no deberían entenderse como una separación
con respecto a lo creado. Ellos «son un modo privilegiado de cómo la
naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida
sobrenatural».114 Son una plenificación de lo creado, donde la naturaleza
es elevada para que sea lugar e instrumento de la gracia, para «abrazar
el mundo en un nivel distinto».115

82. En la Eucaristía, Dios «en el colmo del misterio de la Encarnación, quiso


llegar a nuestra intimidad a través de un pedazo de materia. [...] [Ella]
une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado».116 Por esa razón
puede ser «motivación para nuestras preocupaciones por el ambiente,
y nos orienta a ser custodios de todo lo creado».117 Así «no escapamos
del mundo ni negamos la naturaleza cuando queremos encontrarnos

112 Cf. Exhort. ap. Gaudete et exsultate (19 marzo 2018), 126-127.
113 Ibíd., 32.
114 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 235: AAS 107 (2015), 939.
115 Ibíd.
116 Ibíd., 236: AAS 107 (2015), 940.
117 Ibíd.

41
con Dios».118 Esto nos permite recoger en la liturgia muchos elementos
propios de la experiencia de los indígenas en su íntimo contacto con
la naturaleza y estimular expresiones autóctonas en cantos, danzas,
ritos, gestos y símbolos. Ya el Concilio Vaticano II había pedido este
esfuerzo de inculturación de la liturgia en los pueblos indígenas,119 pero
han pasado más de cincuenta años y hemos avanzado poco en esta
línea.120

83. Al domingo, «la espiritualidad cristiana incorpora el valor del descanso


y de la fiesta. El ser humano tiende a reducir el descanso contemplativo
al ámbito de lo infecundo o innecesario, olvidando que así se quita a la
obra que se realiza lo más importante: su sentido. Estamos llamados
a incluir en nuestro obrar una dimensión receptiva y gratuita».121
Los pueblos originarios saben de esta gratuidad y de este sano ocio
contemplativo. Nuestras celebraciones deberían ayudarles a vivir esta
experiencia en la liturgia dominical y a encontrarse con la luz de la
Palabra y de la Eucaristía que ilumina nuestras vidas concretas.

84. Los sacramentos muestran y comunican al Dios cercano que llega con
misericordia a curar y a fortalecer a sus hijos. Por lo tanto deben ser
accesibles, sobre todo para los pobres, y nunca deben negarse por
razones de dinero. Tampoco cabe, frente a los pobres y olvidados de
la Amazonia, una disciplina que excluya y aleje, porque así ellos son
finalmente descartados por una Iglesia convertida en aduana. Más bien,
«en las difíciles situaciones que viven las personas más necesitadas,
la Iglesia debe tener un especial cuidado para comprender, consolar,
integrar, evitando imponerles una serie de normas como si fueran una
roca, con lo cual se consigue el efecto de hacer que se sientan juzgadas
y abandonadas precisamente por esa Madre que está llamada a
acercarles la misericordia de Dios».122 Para la Iglesia la misericordia
puede volverse una mera expresión romántica si no se manifiesta
concretamente en la tarea pastoral.123

118 Ibíd., 235: AAS 107 (2015), 939.


119 Cf Const. Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, 37-40, 65, 77, 81.
120 En el Sínodo surgió la propuesta de elaborar un “rito amazónico”.
121 Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 237: AAS 107 (2015), 940.
122 Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia (19 marzo 2016), 49: AAS 108 (2016), 331; cf. ibíd., 305:
AAS 108 (2016), 436-437.
123 Cf. ibíd., 296, 308: AAS 108 (2016), 430-431, 438.

42
La inculturación de la ministerialidad
85. La inculturación también debe desarrollarse y reflejarse en una forma
encarnada de llevar adelante la organización eclesial y la ministeria-
lidad. Si se incultura la espiritualidad, si se incultura la santidad, si se
incultura el Evangelio mismo, ¿cómo evitar pensar en una inculturación
del modo como se estructuran y se viven los ministerios eclesiales?
La pastoral de la Iglesia tiene en la Amazonia una presencia precaria,
debida en parte a la inmensa extensión territorial con muchos lugares
de difícil acceso, gran diversidad cultural, serios problemas sociales,
y la propia opción de algunos pueblos de recluirse. Esto no puede
dejarnos indiferentes y exige de la Iglesia una respuesta específica y
valiente.

86. Se requiere lograr que la ministerialidad se configure de tal manera


que esté al servicio de una mayor frecuencia de la celebración de la
Eucaristía, aun en las comunidades más remotas y escondidas. En
Aparecida se invitó a escuchar el lamento de tantas comunidades de la
Amazonia «privadas de la Eucaristía dominical por largos períodos».124
Pero al mismo tiempo se necesitan ministros que puedan comprender
desde dentro la sensibilidad y las culturas amazónicas.

87. El modo de configurar la vida y el ejercicio del ministerio de los


sacerdotes no es monolítico, y adquiere diversos matices en distintos
lugares de la tierra. Por eso es importante determinar qué es lo más
específico del sacerdote, aquello que no puede ser delegado. La
respuesta está en el sacramento del Orden sagrado, que lo configura con
Cristo sacerdote. Y la primera conclusión es que ese carácter exclusivo
recibido en el Orden, lo capacita sólo a él para presidir la Eucaristía.125
Esa es su función específica, principal e indelegable. Algunos piensan
que lo que distingue al sacerdote es el poder, el hecho de ser la máxima
autoridad de la comunidad. Pero san Juan Pablo II explicó que aunque
el sacerdocio se considere “jerárquico”, esta función no tiene el valor
de estar por encima del resto, sino que «está ordenada totalmente a la
santidad de los miembros del Cuerpo místico de Cristo».126 Cuando se

124 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de


Aparecida (29 junio 2007), 100, e.
125 Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta Sacerdotium ministeriale, a los Obispos
de la Iglesia Católica sobre algunas cuestiones concernientes al ministro de la Eucaristía (6
agosto 1983): AAS, 75 (1983), 1001-1009.
126 Carta ap. Mulieris dignitatem (15 agosto 1988), 27: AAS 80 (1988), 1718.

43
afirma que el sacerdote es signo de “Cristo cabeza”, el sentido principal
es que Cristo es la fuente de la gracia: Él es cabeza de la Iglesia «porque
tiene el poder de hacer correr la gracia por todos los miembros de la
Iglesia».127

88. El sacerdote es signo de esa Cabeza que derrama la gracia ante


todo cuando celebra la Eucaristía, fuente y culmen de toda la vida
cristiana.128 Esa es su gran potestad, que sólo puede ser recibida en el
sacramento del Orden sacerdotal. Por eso únicamente él puede decir:
“Esto es mi cuerpo”. Hay otras palabras que sólo él puede pronunciar:
“Yo te absuelvo de tus pecados”. Porque el perdón sacramental
está al servicio de una celebración eucarística digna. En estos dos
sacramentos está el corazón de su identidad exclusiva.129

89. En las circunstancias específicas de la Amazonia, de manera especial


en sus selvas y lugares más remotos, hay que encontrar un modo
de asegurar ese ministerio sacerdotal. Los laicos podrán anunciar
la Palabra, enseñar, organizar sus comunidades, celebrar algunos
sacramentos, buscar distintos cauces para la piedad popular y
desarrollar la multitud de dones que el Espíritu derrama en ellos.
Pero necesitan la celebración de la Eucaristía porque ella «hace la
Iglesia»,130 y llegamos a decir que «no se edifica ninguna comunidad
cristiana si esta no tiene su raíz y centro en la celebración de la sagrada
Eucaristía».131 Si de verdad creemos que esto es así, es urgente evitar
que los pueblos amazónicos estén privados de ese alimento de vida
nueva y del sacramento del perdón.

90. Esta acuciante necesidad me lleva a exhortar a todos los Obispos,


en especial a los de América Latina, no sólo a promover la oración
por las vocaciones sacerdotales, sino también a ser más generosos,
orientando a los que muestran vocación misionera para que opten por

127 Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologiae III, q. 8, a. 1, resp.


128 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Presbyterorum ordinis, sobre el ministerio y la vida de los
presbíteros, 5; S. Juan Pablo II, Carta enc. Ecclesia de Eucharistia (17 abril 2003), 22: AAS 95
(2003), 448.
129 También es propio del sacerdote administrar la Unción de los enfermos, por estar
íntimamente ligada al perdón de los pecados: «Y si tuviera pecados le serán perdonados»
(St 5,15).
130 Catecismo de la Iglesia Católica, 1396; S. Juan Pablo II, Carta enc. Ecclesia de Eucharistia
(17 abril 2003), 26: AAS 95 (2003), 451; cf. Henri de Lubac, Meditación sobre la Iglesia, ed.
Desclée de Brouwer, Bilbao 1958, 130.
131 Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Presbyterorum ordinis, sobre el ministerio y la vida de los
presbíteros, 6.

44
la Amazonia.132 Al mismo tiempo conviene revisar a fondo la estructura
y el contenido tanto de la formación inicial como de la formación
permanente de los presbíteros, para que adquieran las actitudes y
capacidades que requiere el diálogo con las culturas amazónicas. Esta
formación debe ser eminentemente pastoral y favorecer el desarrollo
de la misericordia sacerdotal.133

Comunidades repletas de vida


91. Por otra parte, la Eucaristía es el gran sacramento que significa y
realiza la unidad de la Iglesia,134 y se celebra «para que de extraños,
dispersos e indiferentes unos a otros, lleguemos a ser unidos, iguales
y amigos».135 Quien preside la Eucaristía debe cuidar la comunión, que
no es una unidad empobrecida, sino que acoge la múltiple riqueza de
dones y carismas que el Espíritu derrama en la comunidad.

92. Por lo tanto, la Eucaristía, como fuente y culmen, reclama el desarrollo


de esa multiforme riqueza. Se necesitan sacerdotes, pero esto no
excluye que ordinariamente los diáconos permanentes —que deberían
ser muchos más en la Amazonia—, las religiosas y los mismos laicos
asuman responsabilidades importantes para el crecimiento de las
comunidades y que maduren en el ejercicio de esas funciones gracias
a un acompañamiento adecuado.

93. Entonces no se trata sólo de facilitar una mayor presencia de ministros


ordenados que puedan celebrar la Eucaristía. Este sería un objetivo
muy limitado si no intentamos también provocar una nueva vida en
las comunidades. Necesitamos promover el encuentro con la Palabra
y la maduración en la santidad a través de variados servicios laicales,
que suponen un proceso de preparación —bíblica, doctrinal, espiritual
y práctica— y diversos caminos de formación permanente.

132 Llama la atención que en algunos países de la cuenca amazónica hay más misioneros para
Europa o para Estados Unidos que para auxiliar a los propios Vicariatos de la Amazonia.
133 También en el Sínodo se habló sobre la carencia de seminarios para la formación sacerdotal
de personas indígenas.
134 Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 3.
135 S. Pablo VI, Homilía en la Solemnidad del Corpus Christi (17 junio 1965): Insegnamenti 3
(1965), 358.

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94. Una Iglesia con rostros amazónicos requiere la presencia estable
de líderes laicos maduros y dotados de autoridad,136 que conozcan
las lenguas, las culturas, la experiencia espiritual y el modo de vivir
en comunidad de cada lugar, al mismo tiempo que dejan espacio a
la multiplicidad de dones que el Espíritu Santo siembra en todos.
Porque allí donde hay una necesidad peculiar, Él ya ha derramado
carismas que permitan darle una respuesta. Ello supone en la Iglesia
una capacidad para dar lugar a la audacia del Espíritu, para confiar
y concretamente para permitir el desarrollo de una cultura eclesial
propia, marcadamente laical. Los desafíos de la Amazonia exigen a la
Iglesia un esfuerzo especial por lograr una presencia capilar que sólo
es posible con un contundente protagonismo de los laicos.

95. Muchas personas consagradas gastaron sus energías y buena parte


de sus vidas por el Reino de Dios en la Amazonia. La vida consagrada,
capaz de diálogo, de síntesis, de encarnación y de profecía, tiene un
lugar especial en esta configuración plural y armoniosa de la Iglesia
amazónica. Pero le hace falta un nuevo esfuerzo de inculturación, que
ponga en juego la creatividad, la audacia misionera, la sensibilidad y la
fuerza peculiar de la vida comunitaria.

96. Las comunidades de base, cuando supieron integrar la defensa de los


derechos sociales con el anuncio misionero y la espiritualidad, fueron
verdaderas experiencias de sinodalidad en el caminar evangelizador
de la Iglesia en la Amazonia. Muchas veces «han ayudado a formar
cristianos comprometidos con su fe, discípulos y misioneros del Señor,
como testimonia la entrega generosa, hasta derramar su sangre, de
tantos miembros suyos».137

97. Aliento la profundización de la tarea conjunta que se realiza a través de


la REPAM y de otras asociaciones, con el objetivo de consolidar lo que
ya pedía Aparecida: «establecer, entre las iglesias locales de diversos
países sudamericanos, que están en la cuenca amazónica, una pastoral
de conjunto con prioridades diferenciadas» .138 Esto vale especialmente
para la relación entre las Iglesias fronterizas.

136 Es posible, por escasez de sacerdotes, que el obispo encomiende «una participación en el
ejercicio de la cura pastoral de la parroquia a un diácono o a otra persona que no tiene el
carácter sacerdotal, o a una comunidad» (Código de Derecho Canónico, 517 §2).
137 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de
Aparecida (29 junio 2007), 178.
138 Ibíd., 475.

46
98. Finalmente, quiero recordar que no siempre podemos pensar proyectos
para comunidades estables, porque en la Amazonia hay una gran
movilidad interna, una constante migración muchas veces pendular,
y «la región se ha convertido de hecho en un corredor migratorio».139
La «tras- humancia amazónica no ha sido bien comprendida ni
suficientemente trabajada desde el punto de vista pastoral».140 Por ello
hay que pensar en equipos misioneros itinerantes y «apoyar la inserción
y la itinerancia de los consagrados y las consagradas junto a los más
empobrecidos y excluidos».141 Por otro lado, esto desafía a nuestras
comunidades urbanas, que deberían cultivar con ingenio y generosidad,
de forma especial en las periferias, diversas formas de cercanía y de
acogida ante las familias y los jóvenes que llegan del interior.

La fuerza y el don de las mujeres


99. En la Amazonia hay comunidades que se han sostenido y han
transmitido la fe durante mucho tiempo sin que algún sacerdote pasara
por allí, aun durante décadas. Esto ocurrió gracias a la presencia de
mujeres fuertes y generosas: bautizadoras, catequistas, rezadoras,
misioneras, ciertamente llamadas e impulsadas por el Espíritu Santo.
Durante siglos las mujeres mantuvieron a la Iglesia en pie en esos
lugares con admirable entrega y ardiente fe. Ellas mismas, en el Sínodo,
nos conmovieron a todos con su testimonio.

100. Esto nos invita a expandir la mirada para evitar reducir nuestra
comprensión de la Iglesia a estructuras funcionales. Ese reduccionismo
nos llevaría a pensar que se otorgaría a las mujeres un status y una
participación mayor en la Iglesia sólo si se les diera acceso al Orden
sagrado. Pero esta mirada en realidad limitaría las perspectivas, nos
orientaría a clericalizar a las mujeres, disminuiría el gran valor de lo
que ellas ya han dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de
su aporte indispensable.

101. Jesucristo se presenta como Esposo de la comunidad que celebra la


Eucaristía, a través de la figura de un varón que la preside como signo del
único Sacerdote. Este diálogo entre el Esposo y la esposa que se eleva

139 Instrumentum laboris, 65.


140 Ibíd., 63.
141 Ibíd., 129, d, 2.

47
en la adoración y santifica a la comunidad, no debería encerrarnos en
planteamientos parciales sobre el poder en la Iglesia. Porque el Señor
quiso manifestar su poder y su amor a través de dos rostros humanos:
el de su Hijo divino hecho hombre y el de una creatura que es mujer,
María. Las mujeres hacen su aporte a la Iglesia según su modo propio
y prolongando la fuerza y la ternura de María, la Madre. De este modo
no nos limitamos a un planteamiento funcional, sino que entramos en
la estructura íntima de la Iglesia. Así comprendemos radicalmente por
qué sin las mujeres ella se derrumba, como se habrían caído a pedazos
tantas comunidades de la Amazonia si no hubieran estado allí las
mujeres, sosteniéndolas, conteniéndolas y cuidándolas. Esto muestra
cuál es su poder característico.

102. No podemos dejar de alentar los dones populares que han dado a
las mujeres tanto protagonismo en la Amazonia, aunque hoy las
comunidades están sometidas a nuevos riesgos que no existían en
otras épocas. La situación actual nos exige estimular el surgimiento de
otros servicios y carismas femeninos, que respondan a las necesidades
específicas de los pueblos amazónicos en este momento histórico.

103. En una Iglesia sinodal las mujeres, que de hecho desempeñan un papel
central en las comunidades amazónicas, deberían poder acceder a
funciones e incluso a servicios eclesiales que no requieren el Orden
sagrado y permitan expresar mejor su lugar propio. Cabe recordar
que estos servicios implican una estabilidad, un reconocimiento
público y el envío por parte del obispo. Esto da lugar también a que las
mujeres tengan una incidencia real y efectiva en la organización, en las
decisiones más importantes y en la guía de las comunidades, pero sin
dejar de hacerlo con el estilo propio de su impronta femenina.

Ampliar horizontes más allá de los


conflictos
104. Suele ocurrir que en un determinado lugar los agentes pastorales
vislumbran soluciones muy diversas para los problemas que
enfrentan, y por ello proponen formas aparentemente opuestas de
organización eclesial. Cuando esto ocurre es probable que la verdadera
respuesta a los desafíos de la evangelización esté en la superación de
las dos propuestas, encontrando otros caminos mejores, quizás no
imaginados. El conflicto se supera en un nivel superior donde cada una
de las partes, sin dejar de ser fiel a sí misma, se integra con la otra en una
48
nueva realidad. Todo se resuelve «en un plano superior que conserva
en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna».142 De
otro modo, el conflicto nos encierra, «perdemos perspectivas, los
horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada».143

105. Esto de ninguna manera significa rela- tivizar los problemas, escapar
de ellos o dejar las cosas como están. Las verdaderas soluciones nunca
se alcanzan licuando la audacia, escondiéndose de las exigencias
concretas o buscando culpas afuera. Al contrario, la salida se encuentra
por “desborde”, trascendiendo la dialéctica que limita la visión para
poder reconocer así un don mayor que Dios está ofreciendo. De ese
nuevo don acogido con valentía y generosidad, de ese don inesperado
que despierta una nueva y mayor creatividad, manarán como de una
fuente generosa las respuestas que la dialéctica no nos dejaba ver. En
sus inicios, la fe cristiana se difundió admirablemente siguiendo esta
lógica que le permitió, a partir de una matriz hebrea, encarnarse en las
culturas grecorromanas y adquirir a su paso distintas modalidades. De
modo análogo, en este momento histórico, la Amazonia nos desafía a
superar perspectivas limitadas, soluciones pragmáticas que se quedan
clausuradas en aspectos parciales de los grandes desafíos, para buscar
caminos más amplios y audaces de inculturación.

La convivencia ecuménica e interreligiosa


106. En una Amazonia plurirreligiosa, los creyentes necesitamos encontrar
espacios para conversar y para actuar juntos por el bien común y la
promoción de los más pobres. No se trata de que todos seamos más
light o de que escondamos las convicciones propias que nos apasionan
para poder encontrarnos con otros que piensan distinto. Si uno cree
que el Espíritu Santo puede actuar en el diferente, entonces intentará
dejarse enriquecer con esa luz, pero la acogerá desde el seno de sus
propias convicciones y de su propia identidad. Porque mientras más
profunda, sólida y rica es una identidad, más tendrá para enriquecer a
los otros con su aporte específico.

107. Los católicos tenemos un tesoro en las Sagradas Escrituras, que otras
religiones no aceptan, aunque a veces son capaces de leerlas con
interés e incluso de valorar algunos de sus contenidos. Algo semejante

142 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 228: AAS 105 (2013), 1113.
143 Ibíd., 226: AAS 105 (2013), 1112.
49
intentamos hacer nosotros ante los textos sagrados de otras religiones
y comunidades religiosas, donde se encuentran «preceptos y doctrinas
que [...] no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que
ilumina a todos los hombres».144 También tenemos una gran riqueza en
los siete sacramentos, que algunas comunidades cristianas no aceptan
en su totalidad o en idéntico sentido. Al mismo tiempo que creemos
firmemente en Jesús como único Redentor del mundo, cultivamos una
profunda devoción hacia su Madre. Si bien sabemos que esto no se da
en todas las confesiones cristianas, sentimos el deber de comunicar
a la Amazonia la riqueza de ese cálido amor materno del cual nos
sentimos depositarios. De hecho terminaré esta Exhortación con unas
palabras dirigidas a María.

108. Todo esto no tendría que convertirnos en enemigos. En un verdadero


espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de comprender el sentido
de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda asumirlo como una
convicción propia. Así se vuelve posible ser sinceros, no disimular lo que
creemos, sin dejar de conversar, de buscar puntos de contacto, y sobre
todo de trabajar y luchar juntos por el bien de la Amazonia. La fuerza de
lo que une a todos los cristianos tiene un valor inmenso. Prestamos tanta
atención a lo que nos divide que a veces ya no apreciamos ni valoramos
lo que nos une. Y eso que nos une es lo que nos permite estar en el
mundo sin que nos devoren la inmanencia terrena, el vacío espiritual, el
egocentrismo cómodo, el individualismo consumista y autodestructivo.

109. A todos los cristianos nos une la fe en Dios, el Padre que nos da la vida
y nos ama tanto. Nos une la fe en Jesucristo, el único Redentor, que nos
liberó con su bendita sangre y con su resurrección gloriosa. Nos une
el deseo de su Palabra que guía nuestros pasos. Nos une el fuego del
Espíritu que nos impulsa a la misión. Nos une el mandamiento nuevo
que Jesús nos dejó, la búsqueda de una civilización del amor, la pasión
por el Reino que el Señor nos llama a construir con Él. Nos une la lucha
por la paz y la justicia. Nos une la convicción de que no todo se termina
en esta vida, sino que estamos llamados a la fiesta celestial donde Dios
secará todas las lágrimas y recogerá lo que hicimos por los que sufren.

110. Todo esto nos une. ¿Cómo no luchar juntos? ¿Cómo no orar juntos y
trabajar codo a codo para defender a los pobres de la Amazonia, para
mostrar el rostro santo del Señor y para cuidar su obra creadora?

144 Concilio Vaticano II, Declaración Nostra Aetate, sobre las relaciones de la Iglesia con las
religiones no cristianas, 2.

50
CONCLUSIÓN

LA MADRE DE LA AMAZONIA

111. Después de compartir algunos sueños, aliento a todos a avanzar


en caminos concretos que permitan transformar la realidad de la
Amazonia y liberarla de los males que la aquejan. Ahora levantemos
la mirada a María. La Madre que Cristo nos dejó, aunque es la única
Madre de todos, se manifiesta en la Amazonia de distintas maneras.
Sabemos que «los indígenas se encuentran vitalmente con Jesucristo
por muchas vías; pero el camino mariano ha contribuido más a este
encuentro».145 Ante la maravilla de la Amazonia, que hemos descubierto
cada vez mejor en la preparación y en el desarrollo del Sínodo, creo que
lo mejor es culminar esta Exhortación dirigiéndonos a ella:

Madre de la vida,
en tu seno materno se fue formando Jesús,
que es el Señor de todo lo que existe.
Resucitado, Él te transformó con su luz y
te hizo reina de toda la creación.
Por eso te pedimos que reines, María, en el
corazón palpitante de la Amazonia.

Muéstrate como madre de todas las creaturas,


en la belleza de las flores, de los ríos, del gran río,
que la atraviesa y de todo lo que vibra en sus selvas.
Cuida con tu cariño esa explosión de hermosura.

Pide a Jesús que derrame todo su amor


en los hombres y en las mujeres que allí habitan,
para que sepan admirarla y cuidarla.

Haz nacer a tu hijo en sus corazones


para que Él brille en la Amazonia,
en sus pueblos y en sus culturas,
con la luz de su Palabra, con el consuelo de su amor,
con su mensaje de fraternidad y de justicia.

145 CELAM, III Simposio latinoamericano sobre Teología india, Ciudad de Guatemala (23-27
octubre 2006).

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Que en cada Eucaristía
se eleve también tanta
maravilla para la gloria del Padre.

Madre, mira a los pobres de la Amazonia,


porque su hogar está siendo destruido
por intereses mezquinos.
¡Cuánto dolor y cuánta miseria,
cuánto abandono y cuánto atropello
en esta tierra bendita,
desbordante de vida!

Toca la sensibilidad de los poderosos


porque aunque sentimos que ya es tarde
nos llamas a salvar
lo que todavía vive.

Madre del corazón traspasado


que sufres en tus hijos ultrajados
y en la naturaleza herida,
reina tú en la Amazonia
junto con tu hijo.
Reina para que nadie más se sienta dueño
de la obra de Dios.

En ti confiamos, Madre de la vida,


no nos abandones
en esta hora oscura.

Amén.

Dado en Roma, junto a San Juan de Letrán,


el 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor,
del año 2020, séptimo de mi Pontificado.

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TIPOGRAFÍA VATICANA

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