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La Novela Desde Principios Del S XX Hasta 1939

El documento analiza la evolución de la novela en España desde principios del siglo XX hasta 1939, destacando las principales generaciones literarias: la Generación del 98, la Generación del 14 y la Generación del 27. Se describen las características y obras de autores representativos como Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Ramón M.ª del Valle-Inclán y José Martínez Ruiz, 'Azorín', así como las tendencias narrativas y temáticas de cada generación. La obra también aborda la influencia del contexto histórico en la literatura, incluyendo el impacto de la Guerra Civil y el exilio en la producción narrativa de la época.

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La Novela Desde Principios Del S XX Hasta 1939

El documento analiza la evolución de la novela en España desde principios del siglo XX hasta 1939, destacando las principales generaciones literarias: la Generación del 98, la Generación del 14 y la Generación del 27. Se describen las características y obras de autores representativos como Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Ramón M.ª del Valle-Inclán y José Martínez Ruiz, 'Azorín', así como las tendencias narrativas y temáticas de cada generación. La obra también aborda la influencia del contexto histórico en la literatura, incluyendo el impacto de la Guerra Civil y el exilio en la producción narrativa de la época.

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LA NOVELA DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX HASTA 1939: TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS

REPRESENTATIVAS

1. GENERACIÓN DEL 98: NOVELA NOVENTAYOCHISTA


1.1. Miguel de Unamuno (1864-1936)
1.2. Pío Baroja (1872-1936)
1.3. Ramón M.ª del Valle-Inclán (1866-1936)
1.4. José Martínez Ruiz, "Azorín" (1873-1967)
2. GENERACIÓN DEL 14: NOVELA NOVECENTISTA
3. LA GENERACIÓN DEL 27

----------------------------------------

1. GENERACIÓN DEL 98: NOVELA NOVENTAYOCHISTA

Mientras la poesía recibe la novedosa influencia del Modernismo de Rubén Darío, la novela
ofrece también un movimiento nuevo, pero exclusivamente español conocido como la Generación
del 98, formada por un grupo de jóvenes escritores que se caracterizan por proponer la renovación
estética de la literatura realista anterior (como los modernistas) y la regeneración cultural del país
(como los regeneracionistas).

Desde 1902, van dándose a conocer en España autores significativos como "Azorín",
Unamuno, Baroja y "Valle-Inclán", en cuyas obras empiezan a ser reconocibles ciertas características
que identifican la novela noventayochista:

- Patriotismo: el amor a España y el dolor por su situación los lleva a denunciar sus grandes
males (caciquismo, hambre, ignorancia, analfabetismo, guerra...)
- Pesimismo: la situación histórica (el desastre colonial de 1898) y el desmoronamiento de los
valores sociales y espirituales encajan con los planteamientos existencialistas de Kierkegaard
y Schopenhauer (el escepticismo, la vida como algo absurdo y carente de sentido).
- Idealización del paisaje: el paisaje castellano es símbolo del alma española.
- Renovación estética o del estilo mediante:
o El subjetivismo: no se persigue, como en la estética realista, la reproducción exacta
de la realidad exterior, sino la expresión de la realidad exterior, sino la expresión de
la realidad interior (visión introspectiva).
o Sobriedad: rechazan la grandilocuencia retórica y buscan la máxima claridad y llaneza,
aunque a veces recurren a términos poco frecuentes o arcaísmos para dar más
expresividad.
o Concepción totalizadora: la novela es un género multiforme, en el que tienen cabida
también la reflexión filosófica, el ensayo, el lirismo... (Azorín habla de "novela
permeable").
1.1. Miguel de Unamuno (1864-1936)

Unamuno se sirve de la novela para plantear sus grandes conflictos existenciales. Así, se adentra en la
"intrahistoria" de la última guerra carlista en Paz en la guerra (1897), o crítica el racionalismo
positivista en la educación de los hijos en Amor y pedagogía (1902).

Tras las críticas recibidas, Unamuno acuñó el término de "nivola" para definir sus novelas,
marcando así su distanciamiento con la idea estructural clásica de ese género. Unamuno deja
testimonio de su intimidad agónica y de su reflexión sobre ideas obsesivas acerca de la religión, la
vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello, interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los
convierte en símbolos, interpela al lector... y escapa de los postulados clásicos de la novela tradicional:
no hay descripción ambiental, no hay autonomía en los personajes, el desarrollo es mínimo.

Así es su mejor novela, Niebla (1914), cuyo protagonista, Augusto Pérez, se enfrenta a su
creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción.

Tras ahondar en la envidia con Abel Sánchez (1917) y en el sentimiento de maternidad


frustrada en La tía Tula (1921), Unamuno reflexiona sobre la fe planteando la disyuntiva entre verdad
trágica o mentira consoladora en San Manuel Bueno, mártir (1930), donde aparecen todos los
motivos que habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo en este
mundo, el creer y el aparentar creer, la soledad, los problemas de la fe, la vida como sueño... Cuenta
la historia de un curo de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses
mantengan intactas sus creencias religiosas.

1.2. Pío Baroja (1872-1936)

La abundante producción narrativa de Baroja presenta tres etapas:

- 1900-1912: más de treinta novelas, muchas de ellas agrupadas en trilogías con


incorporaciones posteriores, que van desde las puras novelas de acción como Zalacaín el
aventurero (1909), Las inquietudes de Shanti Andía (1911); hasta aquellas otras novelas más
de pensamiento, en que se plantean tesis o se profundiza en disquisiciones varias, como
Camino de perfección (1902), La busca (1904), El árbol de la ciencia (1911).
- 1913-1936: le da preferencia a una serie de 22 novelas sobre un aventurero personaje
antepasado suyo llamado Eugenio de Aviraneta, Memorias de un hombre de acción.
- 1939-1956: sus memorias en siete volúmenes. Desde la última vuelta del camino, son lo más
importante de su producción final.
El objetivo de la narrativa de Baroja era entretener al lector. Sus novelas se caracterizan por
los siguientes rasgos:

- Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones (Baroja se permite


expresar sus ideas filosóficas, literarias y políticas).
- Existencialismo: su análisis del comportamiento humano y la realidad de su época es crítico,
pesimista y escéptico.
- Novelas centradas en un personaje (activo y dominador o pasivo y sin voluntad).
- Acción y diálogos abundantes, más que la psicología de los personajes.
- Problemas sociales: ignorancia, desempleo, mundo rural, injusticias, pasividad...
- Elementos autobiográficos: medicina, muerte de un hermano, soledad...
- Descripciones impresionistas: pocos rasgos, pero de gran belleza y efectividad.
- Lenguaje ágil y espontáneo: aunque también, a veces, descuidado.
1.3. Ramón M.ª del Valle-Inclán (1866-1936)

Es autor destacado de novelas, cuentos, teatro, poesía... cuyo atuendo y marcada personalidad no
pasaban inadvertidos. Ideológicamente, evolucionó desde un conservadurismo carlista y aristocrático
hacia posturas revolucionarias comunistas que la acarrearon problemas políticos con la dictadura de
Primo de Rivera. Similar evolución se aprecia en su obra narrativa:

- Narrativa modernista. Prosa rítmica, refinada, bellísima y rica en efectos sensoriales, al estilo
de la poesía de Rubén Darío, donde abundan los paisajes, el lujo decadente de una aristocracia
elegante, las aventuras y amores de leyenda y de misterio. Su mejor obra es una tetralogía,
Sonatas, subtituladas Memorias del Marqués de Bradomín (una especie de don juan) que se
publicaron en este orden: Sonata de Otoño (1902), Sonata de Estío (1903), Sonata de
Primavera (1904) y Sonata de Invierno (1905).
- Narrativa histórica. La trilogía La guerra carlista (1908-1909) resulta una obra de transición,
porque junto a ciertos rasgos modernistas al evocar el heroísmo romántico de los soldados en
la última guerra carlista de España, aparece ya un lenguaje desgarrado y bronco, incluso
rústico, para mostrar la brutalidad de la guerra.
- Narrativa esperpéntica. El esperpento supone una deformación de la realidad, se mezcla lo
trágico y lo burlesco con el fin de exagerar y ridiculizar la sociedad, de tal modo que sean más
visibles los defectos grotescos que el autor quiere denunciar. Destaca la que, sin duda, es una
de las mejores novelas de la primera mitad del siglo XX, Tirano Banderas (1926), que inaugura
un subgénero narrativo, el de las dictaduras hispanoamericanas. También, por último, las tres
novelas de El ruedo ibérico (1927-1932) reflejan con despiada sátira la historia de nuestro país
desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98.
1.4. José Martínez Ruiz, "Azorín" (1873-1967)

En las novelas de Azorín, la narración se fragmenta en instantáneas que congelan el tiempo y captan
la impresión del instante. Ejemplos de novela impresionista son La voluntad, Antonio Azorín,
Confesiones de un pequeño filósofo, donde se describe minuciosamente el ambiente y la sensibilidad
de los personajes con un lenguaje cuidado y pulcro, de léxico preciso y enunciados breves y sencillos.

2. GENERACIÓN DEL 14: NOVELA NOVECENTISTA

Los autores de esta generación supone una superación de los patrones o esquemas narrativos
anteriores, aunque cada uno por un camino distinto porque no constituyen un grupo literario: el
lirismo (Gabriel Miró), la ironía o el humor (Ramón Gómez de la Serna, Wenceslao Fernández Flórez),
el intelectualismo (Pérez de Ayala) o la deshumanización. Se trata de escritores con los siguientes
rasgos en común:

- Sólida formación intelectual: la profundidad y el rigor de su pensamiento hacen que su prosa


sea más apta para las minorías cultas.
- Preocupación estética: cuidan mucho la belleza y correción del lenguaje.
- Universalismo: tratan el problema de España con más serenidad y no desde el dramatismo
localista de los noventayochistas.

Algunos autores son:

- Gabriel Miró (1879-1930): Es el que mejor sabe mostrar la riqueza del mundo de los sentidos.
Destacan sus obras Nuestro Padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926), que forman
un bloque. Transcurren en Oleza (trasunto de Orihuela), representación de un mundo casi
desaparecido que el autor pretende rescatar, en el que la inocencia y las ansias vitales se
estrellan contra la intolerancia religiosa.
- Ramón Pérez de Ayala (1880-1962): Es el que mejor sabe mostrar la riqueza del mundo del
pensamiento, con sus paradojas y complejidad. Comienza escribiendo en una estética
noventayochista, como en Troteras y danzaderas (1913), para pasar después a una novela
"intelectual", más próxima al ensayo, llena de reflexiones, como en su obra cumbre Belarmino
y Apolonio (1921).
- Wenceslao Fernández Flórez (1884-1964). Es el gran maestro de la novela humorística, que
sabe combinar el sentimentalismo con la ironía y es capaz de la sátira más corrosiva, como en
Los que no fuimos a la guerra (1930). Destaca la belleza y lirismo de El bosque animado (1943),
ambientada en su Galicia natal.
- Ramón Gómez de la Serna (1888-1963). La base de su producción literaria e la greguería, frase
o apunte breve que encierra una pirueta verbal o una metáfora insólita: "Humorismo +
Metáfora= Greguería". Como novelista, Ramón rompe los moldes del género. En sus obras
cabe de todo. La más famosa es El torero Caracho (1927). No podemos olvidar El Novelista
(1924), historia de un autor en busca de motivos para sus novelas y de imaginación: El doctor
inverosímil (1921) narra la historia de un médico que cura por medio de extraños métodos.
3. LA GENERACIÓN DEL 27

Sin alcanzar el esplendor literario de sus coetáneos del grupo poético del 27, en novela se está
experimentando una evolución paralela: del vanguardismo de los años 20 a una mayor concienciación
social en los años de la II República. Se trata de autores mayoritariamente republicanos que
padecieron el exilio, por lo que se desligaron de nuestra realidad y no llegaron a ser conocidos en
España; se centraron en temas como la infancia y la adolescencia (pasado propio), la guerra civil
(pasado común), el desarraigo (presente común) y el incierto regreso (futuro propio).

Entre los autores más afines al arte deshumanizado de Ortega y Gasset: Benjamín Jarnés, Juan
Chabás, Juan José Domenchina y los más conocidos:

- Rosa Chacel (1898-1994): siguiendo las orientaciones de Ortega y Gasset, escribe una novela
casi sin acción, Estación, ida y vuelta (1930), si bien tienen más mérito sus novelas en el exilio,
Memorias de Leticia Valle (1943) o La sinrazón (1960).
- Max Aub (1903-1972): desde su exilio en México fue agrupando bajo el título de El laberinto
mágico aquellas novelas y colecciones de relatos que tenían la Guerra Civil como tema central.
- Francisco Ayala (1906-2009): comienza con una novela deshumanizada del gusto de Ortega,
Cazador en el alba, pero sus mejores obras las escribirá en el exilio, Muertes de perro (1958)
y El fondo del vaso (1962), de temática dictatorial hispanoamericana.

Entre los autores del "nuevo romanticismo" partidarios de una novela social más humanizada
comprometida: Juan José Domenchina, Esteban Salazar Chapela, José Días Fernández, Joaquín
Arderíus, César M.ª Arconada, Andrés Carranque de Ríos y los más renombrados:

- Ramón J. Sender (1901-1982): antes de exiliarse escribió seis novelas, de las que destaca Mr.
Witt en el Cantón (1935) sobre el levantamiento federalista de Cartagena en 1873, pero su
obra maestra es Réquiem por un campesino español (1953), breve y realista novela que
contrapone pasado y presente en los recuerdos de un curo que se prepara para decir misa en
sufragio de Paco el del molino.
- Arturo Barea (1897-1957): desde Inglaterra alcanzó éxito mundial con su trilogía de carácter
autobiográfico La forja de un rebelde (1951).

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