teología Propia
Capítulo 6 (Continuación)
II.- ¿Qué es la Voluntad de Dios y Su Decreto eterno?
A.- Significado de la Palabra “voluntad”.
i.- El término “voluntad” implica deseo.
1 Pedro 2:15, “Porque esta es la voluntad de Dios: que
haciendo bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los
hombres insensatos”.
ii.- También es usado el término “voluntad” con
referencia a un objeto externo que es deseado, también
se puede referir a una acción que deseamos que otra
persona la realice.. Por ejemplo:
Heb. 10:5, “Sacrificio y ofrenda no quisiste”.
1 Juan 5:14, Y esta es la confianza que tenemos delante
de El, que si pedimos cualquier cosa conforme a su
voluntad, El nos oye.
La voluntad de Dios se presenta en la Biblia como la causa
última de todas las cosas.
Todas las cosas se originan de ella:
La creación y la preservación, Sal 135:6; Jer. 18:6;
Apoc. 4: 11;
el gobierno, Prov. 21: f; Dan 4: 35;
la elección y la reprobación, Rom. 9: 15 y 16;
Efesios 1: 11;
los sufrimientos de Cristo, Luc. 22: 42; Hech. 2: 23;
la regeneración, Santo 1: 18;
la santificación, Fil 2: 13;
los sufrimientos de los creyentes, 1 de Pedro 3: 17,
la vida del hombre y su fin, Hech. 18: 21; Rom. 15:
32; Sant. 4: 15
y hasta las cosas más pequeñas de la vida, Mat.
10: 29.
Luis Berkof dice: “La voluntad de Dios puede definirse
como aquella perfección del Ser Divino por medio de la
cual, El; en un acto por demás sencillo, sale en busca de sí
mismo como el supremo bien (es decir, se deleita en sí
mismo, como Dios) y en busca de sus criaturas por causa
de su mismo nombre y así su voluntad es el fundamento
del ser y de la continuada existencia de esas criatura. Con
referencia al universo y a todas las criaturas que hay en El, su
voluntad incluye naturalmente la idea de causación.
En términos generales, la voluntad de Dios, según Louis
Berkhof, se refiere a la determinación divina de todo lo
que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá. La voluntad de Dios es la
causa final de todas las cosas, es el propósito que Dios
tiene para la creación y para cada individuo.
Berkhof enfatiza que la voluntad de Dios no es una simple
predestinación, sino que implica un compromiso activo y
deliberado de Dios para alcanzar sus propósitos.
Dios no solo determina lo que sucederá, sino que también
pone en marcha los medios para que suceda, ejerciendo su
sabiduría infinita y su poder omnipotente para ejecutar su
voluntad.
La doctrina de la voluntad de Dios se considera importante
para la teología porque ayuda a comprender la soberanía
de Dios y su dominio sobre todas las cosas.
Además, puede ayudar a los creyentes a encontrar un
sentido en sus vidas y en la historia, al entender que todo
se mueve hacia un propósito superior.
En resumen, la voluntad de Dios, según Berkhof, es la
causa final de todas las cosas, la determinación divina de lo
que ocurrirá, y se ejecuta a través de la acción poderosa y
deliberada de Dios.
La voluntad de Dios revelada en la Biblia implica, tanto las
decisiones que Dios toma como Rey gobernante del
Universo, como con las directrices que nos da para vivir de
acuerdo a su voluntad.
B.- La Biblia nos revela diferentes aspectos de la
voluntad de Dios:
i.- La voluntad permisiva de Dios.
1 Samuel 8, los israelitas exigieron a Samuel que les diera
un rey. Esta no era la voluntad de Dios para ellos, y Él les
advirtió que su decisión traería consecuencias negativas.
"Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No,
sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros
seremos también como todas las naciones, y nuestro
rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará
nuestras guerras" (1 Samuel 8:19-20).
Así que Dios, en su voluntad permisiva, les permitió tener lo
que pedían. Les dio un rey como las demás naciones.
Nosotros experimentamos la voluntad permisiva de Dios
todos los días. Dios nos permite tomar decisiones: qué
comemos, cómo pasamos nuestro tiempo, dónde
trabajamos, con quién nos casamos, y mucho más.
La voluntad permisiva de Dios se refiere a los eventos que
Él permite que ocurran, aunque no sean de Su voluntad
ideal o perfecta.
Esto incluye el pecado, el sufrimiento y otros eventos que
no son de Su agrado, pero que Él permite que ocurran por
una razón que, si bien no la podemos comprender
plenamente, se ajusta a Su plan mayor.
ii.- La Voluntad preceptiva de Dios.
La voluntad preceptiva de Dios se refiere a los
mandamientos o normas que Dios establece para los seres
humanos. Estos preceptos, como los Diez Mandamientos,
expresan lo que Dios espera de nosotros y nos guía en la
forma en que debemos vivir. En otras palabras, es la
voluntad de Dios que podemos conocer y elegir obedecer o
desobedecer, con consecuencias asociadas.
La voluntad preceptiva es la voluntad que Dios revela a
través de sus mandamientos, mientras que la decretiva es
su voluntad soberana y ejecutiva.
iii.- La Biblia nos revela lo que los teólogos llaman la
voluntad decretiva de Dios.
A veces llamada voluntad soberana o eficaz, se refiere
a la decisión de Dios de hacer realidad, por decreto,
todo lo que Él desea.
Es decir, es la voluntad mediante la cual Dios ejecuta
libremente y por decreto divino lo que Él ha decidido
realizar.
La voluntad decretiva es lo que Dios ha decidido hacer y
que, inevitablemente, se realizará.
Dios ha decidido libremente lo que va a suceder en Su
Creación y todo se lleva a cabo de acuerdo con su
designio.
Ejemplo: Dios dijo "Hágase la luz" y se realizó, o en la
predestinación de las personas.
La voluntad decretiva es el fundamento sobre el cual se
construyen las otras dos voluntades, según algunos
teólogos.
En esencia, la voluntad decretiva de Dios es la expresión
de su poder y soberanía para llevar a cabo su plan,
independientemente de las acciones de los seres
humanos.
C.- ¿Qué es el decreto de Dios?
El catecismo abreviado de Westminster afirma que el
decreto de Dios "es su propósito eterno, según el consejo
de su voluntad, por medio del cual, para su gloria, él ha
predeterminado todo lo que ha de suceder" (Pregunta 7).
Si bien es cierto que Dios ha decretado todas las cosas, no
obstante,
Dios no ha decretado nada concerniente a sí mismo,
como por ejemplo,
Su existencia, Sus atributos, la manera de Su
subsistencia en tres Personas,
o alguna relación inherente o asunción de
responsabilidades entre la Deidad,
nada de eso fue decretado por Dios, porque El
siempre ha existido.
El no ha decretado nada con respecto a Su propia
existencia y actos transitorios,
El no se mandó a Sí mismo a crear, a sustentar y a
gobernar el Universo,
porque el decreto siempre ha coexistido en el Ser de
Dios.
El decreto de Dios se relaciona con Sus actos que no le
son inmanentes, inherentes e intrínsecos con relación a
su Ser.
El decreto tiene que ver con aquellos actos y obras de Su
voluntad soberana que están fuera de Su propio Ser.
El término decreto de Dios aparece primero en
singular, siendo que Dios no tiene más que un plan.
El ve todas las cosas de una vez.
Por conveniencia en su aplicación y para una mejor
comprensión los teólogos hablan de los decretos de Dios,
pero con Dios solo hay un decreto inmutable que
abarca en sí mismo cada detalle, aun la caída de un
pajarillo.
Mateo 10:29, “¿No se venden dos pajarillos por una
monedita? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin
que el Padre de ustedes lo permita”.
Hay que observar que Dios formó Su decreto en la
eternidad, aunque su ejecución es en el tiempo.
Siendo el decreto eterno, lo son todas sus partes. En la
mente de Dios es uno, aunque en su realización hay
sucesión.
Por ejemplo: La misión de Cristo sobre la tierra fue vista
en una concepción, pero hubo un intervalo de treinta y tres
años entre Su nacimiento y Su muerte. El fue "destinado
desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado
en los postreros tiempos" ( 1 P. 1: 20).
Agustín afirma: "Dios no quiere una cosa ahora y otra
luego; sino una, y de una vez, y siempre, él quiere las
cosas que quiere; no una vez y otra, no ahora esto, ahora
aquello; ni quiere después lo que antes no quería, ni
tampoco no quiere lo que antes quería; porque Su voluntad
es inmutable; y ninguna cosa mutable es eterna" (Confess.,
XII, XV, citado por Shedd, Theology, l, 395).
El poder para concebir una cosa como un todo, antes que
sea ejecutada en el orden en que su intención requiere, no
está enteramente fuera de la línea de la mente finita.
Por ejemplo: Tenemos razones para creer que Salomón
previó y diseñó cada detalle del templo antes que
principiara la construcción de la obra. Esa visión mental del
templo antes de su construcción, coincidió con cada
aspecto que debía ser ejecutado para dar como resultado
el hermoso templo que resultó cuando terminó la
construcción.
La piedra del ángulo no es menos evidente en la mente del
arquitecto que la piedra del fundamento. Es cierto que la
previsión humana está sujeta a desarrollo y cambio que
nunca ocurre en la visión del prototipo divino.
a.- Definición.
Confesión de Fe de Londres de 1689 dice:
“La doctrina del decreto divino es solamente otro método
de asignar a Dios la posición de ser la primera causa de
todo lo que existe.
Hay un plan comprehensivo en que todas las cosas tienen
su lugar y del cual proceden.
“Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su
voluntad, ordenó libre e inalterablemente todo lo que
sucede.
Sin embargo, lo hizo de tal manera, que Dios ni es autor del
pecado, ni hace violencia al libre albedrío de sus criaturas,
ni quita la libertad ni continencia de las causas secundarias,
sino más bien las establece”.
Hodge: “Los decretos de Dios son su propósito eterno
según el consejo de su propia voluntad, por los cuales,
para su propia gloria, El ha preordenado todo lo que
acontezca.”
Isaías 46:9 – 13, “Acordaos de las cosas del pasado que
son desde la antigüedad, porque yo soy Dios, y no hay
otro. Yo soy Dios, y no hay nadie semejante a mí. “ Yo
anuncio lo porvenir desde el principio, y desde la
antigüedad lo que aún no ha sido hecho. Digo: ‘Mi plan se
realizará, y haré todo lo que quiero.’ Yo llamo desde el
oriente al ave de rapiña, y de tierra lejana al hombre que
llevará a cabo mi plan. Yo hablé, y yo haré que suceda. Lo
he planeado y también lo haré”.
b.- De acuerdo a la declaración que nos ofrece la
confesión de fe podemos ver que en los decretos de
Dios hay:
i.Unidad: Hay realmente un solo decreto divino que tiene
muchas partes: Los textos arriba citados hablan de consejo
propósito. Jeremías 23:18
ii. Libertad: Dios lo que hizo, lo hizo libremente, según su
beneplácito y el puro afecto de su voluntad. Efesios 1:5 -
11
iii. Sabiduría: Todo lo que hace Dios, lo hace con
sabiduría divina. Salmo 105:24, Romanos 11:33 - 34
iv. Eternidad: El decreto de Dios es una obra Divina hecha
en la
eternidad antes de la fundación del mundo.
v. Eficacia: Lo que Dios ha decretado acontecerá, y no hay
nada que pueda frustrar sus propósitos. Salmo 33:11,
Proverbios 19:21, Isaías 46:1 – 9, I Pedro 1:20, Efesios
1:11
vi. Inmutabilidad: Dios mismo es inmutable y por lo tanto
su propósito eterno no sufrirá cambio alguno. Job 23:14 –
23, Salmo 3:11, Isaías 46:10, Lucas 22:22, Hechos 2:13
vii. Incondicional: El decreto mismo no está condicionado
por eventos que acontecerán, sino que los eventos que
suceden son el cumplimientos de los decretos de Dios.
Hechos 2.23, Efesios 2:8, 1Pedro 1:12
viii. Universalidad: El decreto divino abarca todo; cuanto
ha de suceder a través de los siglos. Isaías 46:9 – 10,
Daniel 2:8, Salmo 139:16, Mateo 10:2
c.- ¿Qué es el decreto soberano de Dios?
El decreto de Dios es su predeterminación eterna de todo
lo que ha de suceder en el tiempo y la eternidad.
Dios es el gobernador supremo del universo y El ha
ordenado todas las cosas que El quiere que sucedan
en el universo de su creación. De modo que todo lo
que sucede en el tiempo, sucede porque Él lo ha
ordenado.
Cuando hablamos de la doctrina de los decretos
de Dios estamos hablando, de todo aquello que El
ha propuesto que suceda desde la eternidad, y
como Dios Omnipotente que es, El hace que todas
las cosas que se ha propuesto, sucedan.
La Biblia da una respuesta veraz y precisa a preguntas
como:
¿Por qué creó Dios el mundo?
¿Por qué permitió Dios que tuviera lugar el pecado?
¿Por qué se ha provisto salvación para los hombres,
pero no para los ángeles?
¿Por qué el conocimiento de esta salvación estuvo
durante tanto tiempo limitado a un solo pueblo?
¿Por qué entre los que oyen el evangelio, algunos lo
reciben y otros la rechazan?
La gloria de Dios es la causa final de todos sus
decretos.
La causa final de todos los propósitos de Dios es su
propia gloria.
Ese es el fin de todas las cosas.
«Señor, eres digno de recibir la gloria y el honor y el poder;
porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen
y fueron creadas» (Ap 4:11).
d.- ¿Cuál es la extensión de los decretos de Dios?
La Biblia nos enseña que El Decreto de Dios es:
Universal en su extensión. Lo abarca todo. Extiende a
todo Tipo o Clase de Evento.
1) A Eventos “accidentales”. Prov. 16:33: “Las
suertes se echan en el regazo, pero a Jehovah
pertenece toda su decisión”.
2) A Detalles “Insignificantes” (Salmo 139:16)
“Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro estaba
escrito todo aquello que a su tiempo fue formado, sin
faltar nada de ello” .
3) A eventos buenos y malos
Isaías 45:7. “Yo soy quien forma la luz y crea las
tinieblas, quien hace la paz y crea la adversidad. Yo,
Jehovah, soy quien hace todas estas cosas.’ (Amós
3:6)
4) A los hechos pecaminosos de los hombres.
Dice Louis Berkof: “El decreto de Dios es su plan o
propósito eterno, en el cual Él pre ordenó todas las cosas
que suceden.
Dado que incluye muchos detalles, a menudo hablamos
de los decretos divinos en plural, aunque en realidad no
hay más que un solo decreto.
Cubre todas las obras de Dios en la creación y en la
redención, y también abarca las acciones de los hombres,
sin excluir sus actos pecaminosos. Pero aunque hizo
segura la entrada del pecado al mundo, no hace a Dios
responsable de nuestras acciones pecaminosas. Su
decreto con respecto al pecado es un decreto permisivo”.
¿Cuándo hizo Dios segura la entrada del pecado en el
mundo?
Cuando escribió Gen. 2:16-17, 16 “Y mandó Jehová Dios al
hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás
comer; 17 más del árbol de la ciencia del bien y del mal no
comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente
morirás”.
El no comer del fruto de ese árbol era el “bien” que
garantizaba vida eterna y vivir en el paraíso de Dios.
La palabra hebrea “bien” es tob y describe lo que es justo,
correcto, útil, beneficioso, conveniente y deseable.
El no comer del fruto de ese árbol era “el bien”, o sea, lo
justo, correcto, útil, beneficioso, conveniente y deseable
porque implicaba obedecer a Dios y recibir los frutos del
pacto de obras.
El comer libremente del fruto implicaba el “mal”, o sea,
rebelión a la voluntad de Dios.
Implicaba escoger el camino de la maldad, de lo
perjudicial, destructivo e inmoral, lo que es fuente de la
muerte y el sufrimiento.
Al crear a Adán y Eva sin pecado y dotados de libre
albedrio, Dios los puso bajo la sombrilla del Pacto de
Obras, con promesa de vida eterna para la obediencia y
con consecuencias de muerte eterna para la
desobediencia.
De esa manera Dios aseguró en su “decreto permisivo”
la entrada del pecado al mundo, aunque El no es el autor
del pecado.
El pacto de obras, también conocido como pacto
adámico, era un acuerdo entre Dios y Adán, como
representante de la humanidad, que prometía la vida eterna
a cambio de obediencia perfecta. Si Adán y sus
descendientes obedecían a Dios y no comían del árbol del
conocimiento del bien y del mal, serían bendecidos con
vida eterna. La desobediencia, sin embargo, traería la
muerte.
El pacto de obras se centra en la idea de que la vida eterna
se obtiene a través de la obediencia a la ley de Dios, y la
desobediencia lleva a la muerte. Este pacto es fundamental
en la teología cristiana para entender la condición humana
y la necesidad de redención.
Aunque es cierto que Dios ha decretado todo: Lo
bueno y lo malo, Dios no es el autor del pecado y
nunca peca.
Ecl. 7:29 29 Mira, he hallado sólo esto: que Dios hizo al
hombre recto, pero los hombres se han buscado muchas
perversiones.
e. Dios ha decretado permitir el pecado por razones
infinitamente sabias, perfectamente santas y puras.
i) En ocasiones Dios en su voluntad permisiva permite
el pecado de los hombres para castigar el pecado.
(Rom. 1)
Babilonia era una nación idólatra y malvada pero
recordarán que Dios utilizó a Babilonia para castigar a
Israel.
Así que el propósito de Dios es a veces utilizar el pecado
de los hombres para castigar el pecado de los hombres.
Oseas 8:14, “ Israel se olvidó de su Hacedor y se
edificó palacios; Judá multiplicó las ciudades
amuralladas; pero yo enviaré fuego sobre sus
ciudades y consumirá sus fortalezas».
2Cronicas 36:17, ”Por lo cual trajo contra ellos al
rey de los caldeos, que mató a espada a sus
jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar
joven ni doncella, anciano ni decrépito; todos los
entregó en sus manos”.
ii) En ocasiones Dios utiliza el pecado con el propósito
de salvar a los pecadores.
A veces Dios utiliza el pecado de los hombres como
medios para traer bendiciones a su Pueblo.
Por ejemplo, los hombres que mataron a Cristo.
Hch. 2:22- 23. “Hombres de Israel, oíd estas palabras:
Jesús de Nazaret fue hombre acreditado por Dios ante
vosotros con hechos poderosos, maravillas y señales que
Dios hizo por medio de él entre vosotros, como vosotros
mismos sabéis.
A éste, que fue entregado por el predeterminado consejo y
el previo conocimiento de Dios, vosotros matasteis
clavándole en una cruz por manos de inicuos”.
Aquí vemos que Pedro le estaba predicando a la misma
gente que habían crucificado a Jesús, y lean lo que dice:
“Ellos lo apresaron y mataron por manos inicuas,” por
lo tanto ellos son responsables y darán cuenta a Dios por
las obras malvadas que hicieron,
pero al mismo tiempo todo esto ocurrió bajo la sombra
del determinado consejo y anticipado conocimiento de
Dios,
todo sucedió según el Decreto de Dios, como un
medio utilizado por Dios para traer bendiciones a su
pueblo.
5) El decreto de Dios se extiende a los hechos
libres de los hombres.
(Prov. 16:1, “Del hombre son los planes del corazón, pero
de Jehovah es la respuesta de la lengua”.
Prov 21:1, “Como una corriente de agua es el corazón del
rey en la mano de Jehovah, quien lo conduce a todo lo que
quiere”.
Aquí hay un hombre que está pensando en lo que va a
hacer, qué respuesta va a traer....
El decide cómo va a responder, pero el texto de las
Escrituras nos dice que el Decreto de Dios abarca su
respuesta: “De Jehová es la respuesta de la lengua”. Todos
los pensamientos de los hombres están comprendidos en
los decretos de Dios.
6) A los asuntos de las naciones.
Dan. 2:21) 21, “El cambia los tiempos y las ocasiones;
quita reyes y pone reyes. Da sabiduría a los sabios y
conocimiento a los entendidos. El revela las cosas
profundas y escondidas; conoce lo que hay en las tinieblas,
y con él mora la luz”.
Conclusión
El Decreto de Dios es Universal se extiende a todo tipo y
clase de eventos como hemos visto.
D.- ¿Cuál es el carácter del Decreto de Dios?
1.- El Decreto de Dios es eterno.
Dice la Confesión que el decreto de Dios “es desde
toda la Eternidad”.
Dios no llega a un punto en la historia en que se
pregunte lo que vaya a hacer ahora.
Efesios 3:11 “Desde la Eternidad Dios propuso y ha
ordenado todo lo que ha sucedido y ha de suceder”.
A partir de la existencia del sol, los rayos del sol han
existido.
No ha habido un momento, desde que el sol existe, en
que no haya habido rayos solares.
Así mismo también, desde que existe Dios han
existido, su propósito y su Decreto.
2.- El Decreto de Dios es infinitamente sabio.
Salmo 104:24, ¡Cuán numerosas son tus obras, oh
Jehovah! A todas las hiciste con sabiduría; la tierra está
llena de tus criaturas.
Lo que Él ha decretado es lo mejor, ya que ha sido
planificado por su infinita sabiduría, aunque en el proceso
no entendamos ni veamos cómo puede ser así.
Recuerden Rom.11:33-36. “ ¡Oh la profundidad de las
riquezas, y de la sabiduría y del conocimiento de Dios!
¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus
caminos!
Porque: ¿Quién entendió la mente del Señor? ¿O quién
llegó a ser su consejero? ¿O quién le ha dado a él primero
para que sea recompensado por él? Porque de él y por
medio de él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria
por los siglos. Amén”.
3.- El decreto de Dios es santo. Porque todas las cosas
han sido decretadas: “por el sapientísimo y santísimo
consejo de su propia voluntad”, nos dice la confesión de fe.
4.- El decreto de Dios es libre. No es algo que se le ha
impuesto de fuera.
5.- El Decreto de Dios es Inmutable. Sal. 33:11, El
consejo de Jehovah permanecerá para siempre, y los
pensamientos de su corazón, por todas las generaciones.
Job 23:13. Así como Dios es Inmutable, así es su Decreto:
Inmutable.
E.- ¿Cómo proteger el decreto de Dios del error del
fatalismo?
Viendo el decreto de Dios como lo presenta la Confesión
de Fe cuando nos dice que en el decreto de Dios: “Ni se
hace violencia a la voluntad de la criatura ni se quita la
libertad.... sino que más bien se las establece”.
El fatalismo se presenta como una moneda de dos caras.
i.- Por un lado el fatalista dice: “Si Dios ha decretado todo
lo que ha de suceder, yo no soy responsable de mis
propias acciones porque Dios fue quien lo decretó.
ii.- Por otra parte, el fatalista dice: “Yo no me voy a
esforzar, porque si yo me esfuerzo o no me esfuerzo, de
todas maneras las cosas van a suceder, con mi esfuerzo o
sin él todo va a suceder”.
Si yo nací pobre, no importa lo que yo haga, como quiera
moriré siendo pobre.
Contra esas ideas fatalistas debemos decir:
a.- El decreto de Dios no fuerza a los hombres a hacer
lo que ellos no quieren hacer, ni les obliga a hacer lo
que ellos quieren hacer.
Antes de la entrada del pecado al mundo el hombre era
libre para hacer lo que él quisiera.
Porque como bien lo expresa la confesión: “Dios dotó la
voluntad del hombre de una libertad natural y de poder
para actuar por elección propia, que no es forzada ni
determinada a hacer bien o mal por ninguna necesidad de
la naturaleza”. Mat. 17:12; Stg. 1:14; Dt. 30:19.
El hombre “en su estado de inocencia tenía libertad y poder
para querer y hacer lo bueno y agradable a Dios.”
Ahora bien;
Después de la caída, el hombre perdió completamente
toda capacidad para querer cualquier bien espiritual que
acompañe a la salvación.
Hoy la voluntad del hombre es esclava y actúa según su
naturaleza caída, según sus propios deseos y
pensamientos corruptos.
En el hombre caído la voluntad es como el vagón del tren,
que siempre le cae detrás a “los deseos de la carne, a la
vanagloria de la vida, a las seducciones del mundo y a las
tentaciones de Satanás”.
Así que, el hombre es libre de hacer lo que él desea, pero
su propia naturaleza es lo que determina qué es lo que él
decide hacer.
Así que podemos decir que el hombre está libre de ser
forzado externamente, pero no está libre de las influencias
o fuerzas de su propia naturaleza, que desde la caída de
Adán es pecaminosa.
Rom. 8:7. “Pues la intención de la carne es enemistad
contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni
tampoco puede.
En resumen, los hombres actúan libremente”.
b. El decreto de Dios comprende tanto los medios
como también el fin.
Hemos visto que los hombres son responsables de sus
ideas y de sus actos, porque Dios no les obliga a hacer
lo que ellos van a hacer.
Pero,
La segunda expresión del fatalismo que dice: “Yo no
me voy a esforzar, porque si yo me esfuerzo o no me
esfuerzo, de todas maneras las cosas van a suceder, con
mi esfuerzo o sin él, todo va a suceder”.
Si yo nací pobre, no importa lo que yo haga, como quiera
voy a vivir pobre y moriré siendo pobre.
Por eso es que, la Confesión dice que, en el decreto, “ni
se quita la libertad o contingencias de las causas
secundarias”. O sea, Dios es la causa primordial de todas
las cosas. El Decreto de Dios es esa causa, pero esto no
elimina la importancia de causas secundarias.
En otras palabras, el Decreto de Dios abarca tanto los
medios como el fin.
Un agricultor, si quiere recoger una cosecha, debe
sembrar, y debe trabajar la tierra.
El sembrar y el segar son los medios, la cosecha en sí, ya
guardada en el almacén, es el fin.
En Génesis 8:22, Dios le hace una promesa a Noé y sus
descendientes después del diluvio, les prometió: “Mientras
permanezca la tierra, la siembra y la siega, y el frío y el calor, y
el verano y el invierno, y el día y la noche no cesarán”.
Ese es el Decreto de Dios. ¿Entonces eso significa que los
agricultores no tengan que trabajar?
Dios ha decretado que siempre habrá cosecha, pero el
agricultor no puede sentarse a ver televisión.
El Decreto de Dios sobre la cosecha implica también los
medios a ser utilizados para que se lleve a cabo ese fin.
En otras palabras, esto implica que mientras exista el
mundo habrá hombres que aren, que siembren.... la lluvia
caerá,.... el sol brillará....Todos los mecanismos biológicos
que Dios ha creado seguirán en operación para que las
plantas crezcan, luego el agricultor saldrá en un día
caluroso a gastar mucha energía y sudor para cosechar.
Así que el Decreto de Dios con respecto al fin, abarca los
medios utilizados para obtener tal fin.
c.- Objeciones a la doctrina de los decretos.
Muchos no creen en la doctrina de los decretos, y
plantean especialmente tres objeciones.
(1) Es inconsistente con la libertad moral del
hombre. Pero la Biblia claramente enseña, no solo que
Dios ha decretado los actos libres del hombre, sino también
que el hombre no es menos libre y responsable de sus
actos. Génesis 50:19, 20; Hechos 2:23; 4:27-29.
Puede que no podamos armonizar a ambos por completo,
pero es evidente por las Escrituras que uno no cancela al
otro.
(2) Hace que las personas sean perezosas en la
búsqueda de la salvación.
Ellas sienten que, si Dios ha determinado si se salvarán o
no, no importa lo que hagan. Pero esto no es correcto,
porque el hombre no sabe lo que Dios ha decretado con
respecto a él. Además, Dios ha decretado no solo el
destino final del hombre, sino también el medio por el cual
dará cuentas. Y viendo que el fin es decretado solo como el
resultado de los medios designados, alienta más su uso de
lo que lo desalienta.
(3) Hace que Dios sea el autor del pecado.
Se puede decir, sin embargo, que el decreto
simplemente hace que Dios sea el autor de seres libres
y morales (antes de que el pecado entrara al mundo),
quienes son ellos mismos los autores del pecado.
El pecado está asegurado por el decreto, pero Dios mismo
no lo produce por su acción directa. Al mismo tiempo, debe
admitirse que el problema de la relación de Dios con el
pecado sigue siendo un misterio que no podemos resolver
por completo.