la crítica decolonial a la constitución del sujeto moderno occidental.
La crítica decolonial a la construcción del sujeto moderno occidental pretende romper con
el racismo, el desarrollismo y etnocentrismo occidental que surge de la dominación
imperialista que occidente establece sobre los demás pueblos del mundo.
Podetti subraya que la irrupción de América transformó la historia mundial y descentró el
foco europeo. América no solo fue objeto de conquista, sino que su presencia alteró la
narrativa histórica eurocéntrica. Este pensamiento aporta una clave importante al trabajo:
América no es simplemente un espacio pasivo, sino un agente histórico que desafía las
categorías impuestas por Europa. La idea de América como un "bloque de los oprimidos",
mencionada en el ensayo, se nutre de esta perspectiva, revelando cómo la diversidad
cultural y social del continente resistió la homogenización colonial.
Esta crítica inicia con el choque de culturas que se da entre Europa con el continente
americano, en el cual se da la imposición de una cultura sobre otra. América no fue
descubierta o inventada, como se escucha decir muchas veces, y los habitantes de ella no
fueron considerados como iguales, sino que eran considerados como salvajes. América se
construyó como un bloque social e histórico de los oprimidos donde se dan los siguientes
grupos, indios, esclavos, mestizos, criollos, campesinos, obreros y marginados. No todos
fueron oprimidos y ocultados de la misma manera, estos diversos grupos nombrados son la
herencia histórica latinoamericana y conforman la cultura popular de la misma.
Buenaventura Sousa plantea en su texto que el descubrimiento tiene que ser un acto
reciproco donde ambos son descubiertos y descubridores, el descubridor es el que a la hora
de conformándose es quien tiene mayor poder y saber. Todos los descubrimientos
contienen algo imperial, son basados en una acción de control y sumisión hacia otros. A
través de estos descubrimientos se dan múltiples estrategias de interiorización como lo es la
guerra, la esclavitud, el genocidio, el racismo y sucesiones de imposiciones en los
mecanismos económicos (tributos, colonialismo, entre otros), de imposición política e
imposición cultural. critica el descubrimiento como un acto imperial, donde el
conocimiento y el poder se imponen unilateralmente. Propone un modelo de epistemologías
del Sur, que busca recuperar los saberes de los pueblos colonizados y construir un diálogo
intercultural genuino.
En el trabajo, esta idea se manifiesta en la reflexión sobre cómo los procesos de
descubrimiento sirvieron para consolidar la colonialidad del poder y perpetuar mecanismos
de explotación. Sousa Santos ayuda a contextualizar el análisis del ensayo sobre la reciproci
dad y la necesidad de descolonizar las estructuras de conocimiento.
2. Hume y la Epistemología Empírica en Clave Colonial
Hume, en Investigación sobre el entendimiento humano, cuestiona la capacidad de la razón
para alcanzar verdades absolutas, destacando la importancia de la experiencia y la
costumbre en la formación del conocimiento. Sin embargo, su empirismo opera dentro de
un marco eurocéntrico, donde las "experiencias" consideradas válidas son las propias de
Occidente. En este sentido, aunque Hume critica el racionalismo cartesiano, no logra
escapar de las limitaciones coloniales del conocimiento.
Boaventura de Sousa Santos, al hablar de las epistemologías del Sur, complementa esta
crítica al subrayar que la experiencia del mundo colonizado ha sido sistemáticamente
deslegitimada. Para Sousa Santos, las epistemologías occidentales, incluso en sus versiones
más críticas, como la de Hume, siguen perpetuando una estructura de poder que invisibiliza
otros modos de conocimiento. La crítica decolonial, por tanto, busca ampliar el horizonte
epistemológico más allá de las categorías empíricas y racionales impuestas por Occidente.
Al igual que Dussel, Mignolo también profundiza y plantea la particularidad central sobre
la que se construye la modernidad europea, dejando en descubierta la colonialidad donde se
establecieron jerarquías políticas, sociales, económicas, religiosas y raciales. Uno de los
principales focos de atención está en la idea de raza que es el concepto adoptado por los
colonizadores para diferenciarse de los demás, así dejando a las razas conquistadas
inferiores a ellos y este concepto no tiene un origen anterior a ellos. Este concepto de raza,
que aborda la desigualdad y la superioridad por parte de los conquistadores, constituyo un
patrón de poder que hasta hoy en día sigue perdurando. Dussel plantea que la modernidad
europea no es un fenómeno exclusivamente interno, sino que surge en el contexto de la
colonización de América. Introduce el concepto de exterioridad, que se refiere a los sujetos
y pueblos excluidos del proceso de modernización. Según Dussel, la modernidad europea
se constituyó como un proyecto de dominación global, fundado en la explotación de los
puebloscolonizados.
Se puede entender que el sujeto moderno occidental no es un sujeto universal, sino uno
construido desde la negación del otro colonizado. Esto se relaciona con la crítica del
trabajo, al destacar cómo las jerarquías raciales y culturales se establecieron para justificar
la supremacía europea.
1. El Sujeto Moderno de Descartes y su Confrontación Decolonial
Descartes, en sus Meditaciones Metafísicas, introduce el concepto del sujeto como
fundamento del conocimiento. El cogito ergo sum inaugura la modernidad con una
concepción del sujeto autocentrado, racional y universal. Sin embargo, como lo señala
Enrique Dussel, este sujeto cartesiano no es neutral. Su construcción coincide con la
expansión colonial europea, lo que lleva a Dussel a argumentar que el sujeto moderno se
constituye por y para Europa, mientras excluye y subordina a los sujetos colonizados.
Desde la perspectiva decolonial, el sujeto cartesiano es un artefacto ideológico que legitima
la superioridad occidental. América Latina, como plantea Kusch en América profunda, se
construyó desde la exterioridad de este sujeto. Kusch sugiere que en el mundo indígena y
mestizo el ser no se define por la racionalidad, sino por el estar en relación con la
comunidad y la naturaleza. Esto desestabiliza la idea cartesiana de un sujeto universal y
revela cómo el pensamiento moderno ignora la diversidad ontológica de los pueblos
colonizados.
Kush en su texto “America profunda” plantea que el hombre debe enfrentar con suma
totalidad la realidad que se le impone y que esto mismo es la ira divina, la naturaleza y sus
adversidades con la que se choca el ser humano, donde el americano plantea una actitud
desafiante hacia los prejuicios de ciertos sectores de la sociedad que ven a las raíces
americanas como algo nauseabundo. A partir de esto propone dos miradas diferentes donde
el estar entre los indígenas es opuesto al ser alguien de los occidentes. El occidental
soluciona la ira, sus problemas trabajando sobre la realidad exterior y opuesto a esto el
americano adopta una posición estática y pasiva, en la que la ira divita tiene un sentido
propio.
También aborda la identidad americana como una confrontación constante con las
imposiciones occidentales. Plantea la distinción entre el estar (raíz americana) y el ser
(modelo occidental), donde el primero adopta una actitud contemplativa frente a la
naturaleza, mientras que el segundo busca dominarla.
En el ensayo, esta dualidad se refleja en la idea de que América ha desarrollado su
identidad en un constante vaivén entre la herencia indígena y la occidental. Kusch sugiere
que esta dualidad no debe eliminarse, sino asumirse como parte esencial de la identidad
latinoamericana.
Por ende, se plantea que los actuares de forma opuesta no se eliminar entre si sino que
conviven con estas contradicciones y diferencias. América se conforma como un espacio
particular que se confirma su existencia con la presencia de occidente y a través de esto
cada uno se conformó como lo que son hoy en día. Latinoamérica se plantea como un
espacio en el que heredo aspecto de ambas culturas, americano y occidental. Esta busca su
propio sujeto a parir de su historia y su autonomía. A esto le podemos sumar lo que plantea
Walsh en su texto donde explica que la interculturalidad siempre existió en América latina,
donde hay un intercambio ente culturas, entre saberes, practicas, valores y tradiciones
culturales distintas. Pero a través de esta perspectiva también se oculta y se minimiza los
conflictos y los contextos de poder, dominación y colonialidad que llevan a cabo esta
relación de interculturalidad. sostiene que la interculturalidad debe ser crítica, es decir, no
solo un intercambio de saberes, sino un proceso que reconozca y desafíe las estructuras de
poder coloniales. La interculturalidad, según Walsh, es un espacio de resistencia y
reconfiguración frente a la colonialidad.
Este pensamiento decolonial es un espacio para la otredad busca darle voz a los
conocimientos de los otros que quedaran fuera de los parámetros eurocentristas a lo largo
de la historia y plantean nuevas alternativas del conocimiento. Esa busca deconstruir las
relaciones de poder establecidas por la colonialidad, y presentan nuevas alternativas que
contribuyen a visibilizar los efectos negativos del poder hegemónico que traen consigo la
colonización, la colonialidad del poder, del saber y del ser. Esto es una forma de escribir la
historia a partir de otra lógica y desde otro marco de conocimiento alternativo al
eurocentrismo moderno.
A modo de cierre yo creo que esta perspectiva para abordar la historia va a ser muy
importante para que las generaciones futuras sientan mayor pertenencia con nuestras raíces
más autóctonas y no las vean como algo obsoleto o raro.
Para profundizar aún más, es necesario examinar cómo la filosofía moderna, a través de
figuras como Descartes, Hume y Nietzsche, estableció fundamentos epistemológicos y
ontológicos que posteriormente fueron desafiados por la crítica decolonial. Este análisis no
solo se detiene en las implicaciones teóricas, sino también en los efectos materiales e
históricos de estos pensamientos en el contexto colonial.
3. Nietzsche: La Verdad como Ficción y el Desafío Decolonial
En Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Nietzsche afirma que la verdad no es
más que una construcción cultural, una serie de metáforas que hemos olvidado que son
tales. Aunque Nietzsche desnaturaliza las categorías de verdad y conocimiento, su análisis
se limita al contexto europeo. Desde una perspectiva decolonial, como la de Walsh, su
crítica es incompleta porque no aborda cómo la "verdad" occidental se ha utilizado para
subyugar y borrar otras formas de saber.
La crítica decolonial retoma esta desnaturalización de la verdad, pero la expande para
incluir las consecuencias políticas y sociales de la imposición de verdades coloniales.
Nietzsche desvela el carácter ficticio de la verdad, pero la decolonialidad enfatiza cómo
estas ficciones han sido herramientas de dominación. Por ejemplo, la construcción de la
raza, mencionada por Dussel y Mignolo, no es solo una ficción, sino una práctica que
legitima jerarquías raciales y económicas.
4. Carpio y la Lógica de la Filosofía Moderna
El análisis de Carpio en Principios de Filosofía presenta un resumen de los debates
centrales de la modernidad: racionalismo vs. empirismo, y la búsqueda de certezas
universales. Aunque Carpio reconoce las limitaciones inherentes a estas posturas, su
enfoque sigue dentro del marco de la filosofía europea. La crítica decolonial, por otro lado,
rechaza la pretensión universalista de estos debates y argumenta que las categorías
filosóficas modernas son inadecuadas para comprender las realidades históricas y culturales
de los pueblos colonizados.
Desde esta perspectiva, la filosofía moderna no solo refleja un proceso de dominación
intelectual, sino que también perpetúa un sistema de exclusión. La obra de Carpio puede
leerse como una oportunidad para contrastar las limitaciones de la modernidad y subrayar
la urgencia de construir un pensamiento alternativo que no dependa de las categorías
impuestas por la lógica colonial.
La filosofía moderna, tal como se desarrolla en los textos de Descartes, Hume y Nietzsche,
establece una ontología y epistemología que excluyen a los sujetos colonizados. Esto tiene
profundas implicaciones políticas:
La crítica decolonial no busca simplemente rechazar la filosofía moderna, sino
reconfigurarla desde un marco inclusivo y plural. Al confrontar las nociones de sujeto,
verdad y conocimiento de autores como Descartes, Hume y Nietzsche, la decolonialidad
expone las raíces coloniales de la modernidad y propone alternativas epistemológicas que
puedan responder a las necesidades y experiencias históricas de los pueblos marginados.
Este proceso es esencial para construir una filosofía verdaderamente global y
emancipadora.
1. Freire y la Pedagogía del Oprimido
Relación con la crítica decolonial: Freire enfatiza la opresión estructural y la
necesidad de una educación liberadora que permita a los sujetos oprimidos
desarrollar una conciencia crítica. Esto se conecta directamente con las ideas en el
trabajo sobre la colonialidad del poder y la epistemología del Sur, al buscar
empoderar a los marginados mediante el reconocimiento y la valorización de sus
saberes.
Interculturalidad crítica: Freire estaría alineado con las propuestas de
interculturalidad crítica de autores como Walsh, destacadas en el trabajo, que no
solo promueven el intercambio cultural sino también el cuestionamiento de las
estructuras de poder.
Paulo Freire - Pedagogía del oprimido (Capítulos 1 y 2)
Freire desarrolla un enfoque profundamente crítico hacia las estructuras de opresión que
deshumanizan a los sujetos.
El concepto de opresión: Freire identifica la opresión como una dinámica que convierte a
los oprimidos en objetos del sistema, privándolos de su capacidad de acción y reflexión
autónoma. Su propuesta de conscientización resalta la capacidad transformadora del
conocimiento crítico y la praxis, donde la acción reflexiva lleva a la transformación social.
Modelo bancario vs. problematizador: El modelo bancario, donde los educadores
"depositan" conocimientos, perpetúa la pasividad y el conformismo. Frente a esto, la
educación problematizadora involucra a los educandos como sujetos activos, capaces de
interpretar y transformar su realidad. Este enfoque educativo es una herramienta de
liberación que desafía las jerarquías impuestas y fomenta la creación de un mundo más
justo.
Humanización y diálogo: Freire coloca la humanización en el centro de su visión. El diálogo
es una práctica esencial que permite a los oprimidos y opresores reconocerse
mutuamente como sujetos. La educación, para Freire, es un acto político que no puede ser
neutral: siempre está al servicio de la liberación o de la opresión.