0% encontró este documento útil (0 votos)
9 vistas30 páginas

HITTERS Resp Estado X Error Judicial

Cargado por

juanprevot80
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
9 vistas30 páginas

HITTERS Resp Estado X Error Judicial

Cargado por

juanprevot80
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 30

Responsabilidad del Estado por error judicial

Por Juan Manuel Hitters

Fecha: 12-03-2001

SUMARIO: A.- CONSIDERACIONES GENERALES.- 1) Introducción.- 2)


Antecedentes.- 3) Responsabilidad de derecho público o derecho privado.- 4)
Responsabilidad contractual y extracontractual (por actos lícitos o ilícitos).- 5)
Responsabilidad por actividad Admisnistrativa, Legislativa y Judicial.- 6) ¿Funcionarios
o empleados?- 7) Responsabilidad patrimonial del agente.- 8) Causales de eximición.-
9) ¿Demandabilidad conjunta o separada?- 10) Acción de repetición.- B.
RESPONSABILIDAD POR ACTOS JURISDICCIONALES DEL PODER JUDICAL.-
1) Generalidades.- 2) La Justicia como “Servicio Público”.- 3) Causales. Actuación
legítima o ilegítima.-. 4) Requisitos.- 5) Error judicial. Demora. Omisión.- 6) Nexo
causal.- 7) Responsabilidad personal de los jueces.- 8) Plazo de prescripción.- C.
CONCLUSIONES.-

A. CONSIDERACIONES GENERALES.

1) Introducción: La responsabilidad del Estado por el obrar de cualquiera de sus poderes


fue el fruto de un largo y pedregoso camino, que se ha construido a través de los
cimientos que se fueron solidificando por medio del derecho pretoriano, la doctrina y
posteriormente por el reconocimiento expreso (o tácito pero no prohibitivo) de la
legislación.

En el moderno Estado de derecho, la llegada y consolidación del principio de legalidad


(que se ha instalado entre nosotros, en el art. 19 CN), y la consagración del sistema
republicano (art. 1 CN), del que surgen, la publicidad de los actos del gobierno y la
responsabilidad derivada de ellos, ha establecido un límite insoslayable que no puede
ser desconocido.

Para comenzar nuestro análisis es necesario dejar en claro que no obstante lo antedicho,
no existe en nuestra Carta Magna, norma específica alguna que atribuya la
responsabilidad reparatoria del Estado. Ello hace que sean inmediatamente aplicables
todas las disposiciones relativas a la igualdad (art. 16), al principio de legalidad (art. 19)
y a la teoría de la demandabilidad del Estado (art. 116, hace alusión al ente estatal en su
calidad de parte sin especificar será como actora o demandada).

Este postulado de legalidad, junto con el de la responsabilidad patrimonial de los entes


públicos constituyen los dos grandes pilares del derecho administrativo, cuyo equilibrio
depende del correcto juego de las prerrogativas del poder.[1]

1
Por su parte, el art. 17 de la norma fundamental nacional estatuye la indemnización
previa para los supuestos de privación legal, de la propiedad privada. Con relación al
principio aludido, la Corte Suprema de Justicia de la Nación lo ha entendido en su más
amplio sentido, pudiéndose aplicar a casi todos los supuestos de lesión de derechos
individuales. El desconocimiento de éstos, debe ser indemnizado si se vulneran los
límites reglamentarios.[2]

A título informativo, destacamos que diversas Constituciones de países


latinoamericanos, abordan la temática de la responsabilidad estatal, a saber: Bolivia
(arts. 13, 15 y 18), Colombia (arts. 6, 90 y 91), Costa Rica (art. 41), Cuba (art. 26),
Ecuador (arts. 20, 21 y 22), Panamá (art. 34), Paragual (art. 39), Uruguay (art. 23) y
Venezuela (art. 25).

2) Antecedentes: En un principio se sostenía la postura de la irresponsabilidad del


Estado y de sus agentes públicos (funcionarios y empleados), más tarde se aceptaría la
responsabilidad del agente público pero excluyendo la del Estado, luego la de ambos, y
finalmente la del Estado en forma directa.[3]

Conforme la propia elaboración de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, se


advierten diferentes períodos acerca del reproche extracontractual.

En el primero de ellos, el Estado apareció primigéneamente como soberano (e


irreprochable) en el plano del derecho público. Para sostener este criterio, nuestro
máximo tribunal federal dijo: 1) El Estado es irresponsable cuando obra dentro del
marco del derecho público; 2) como persona jurídica (ámbito privado) sólo es
responsable contractualmente pero no extracontractualmente (delitos o cuasidelitos),
porque las personas jurídicas no responden por los actos ilícitos de sus representantes
(arts. 36 y 43 del CC); 3) la responsabilidad se aceptaba cuando surgía expresamente de
una ley.

Esta posición se adoptó partiendo de la base de la doble personalidad del Estado,


situación que lo hacía inmune a los reclamos cuando ejercía sus actos de imperio (poder
público soberano), en razón de lo que establecido por el originario art. 43[4] y el art. 36
del CC. Con este fundamento tampoco se admitía la responsabilidad generada por
hechos ilícitos cometidos por culpa o negligencia, aún cuando los órganos o sus
dependientes hubieran actuado en el ejercicio de su propia competencia.[5] Desde ya
que nos estamos refiriendo a un período anterior a la reforma de la ley 17.711.

Luego de haberse derrumbado ese muro que excluía a todos los actos de imperium de
juzgamiento civil, y que originariamente parecía infranqueable, nos encontramos ante
un Estado que “comienza” a ser pasible de las acciones por responsabilidad
extracontractual ocasionada por actos ilícitos (culpa o negligencia) que causaban daño.

Superado el escollo de la doble personalidad en el leading case “Tomás Devoto y Cía


SA c/ Gobierno Nacional” (de 1933),[6] se advierte que a pesar de evitar la aplicación
referenciado art. 43, su fundamento giraba en torno a una responsabilidad indirecta del
Estado y factor de atribución subjetiva por culpa o negligencia de los empleados del

2
telégrafo que dejaron un bracero encendido y provocaron un incendio en una propiedad
del accionante, todo ello con apoyatura en los arts. 1109 y 1113 del Código Civil.

Esta doctrina de la responsabilidad indirecta se ratifica en los autos “Ferrocarril del


Oeste c/ Provincia de Buenos Aires” (de 1938),[7] pero con la novedad del factor
objetivo de atribución, por actos de los agentes realizados en ejercicio de sus funciones
cuando la entidad ejercía un monopolio, un servicio público o una industria. En ese
momento entró a jugar el art. 1112 conjuntamente con el 1113 dejando de lado ya la
imputación de culpa o negligencia, para hacer referencia a la prestación irregular de un
servicio público.

A pesar de ser criticada la aplicación del art. 1113 (responsabilidad indirecta, que en
principio presupone culpa), se reconoció el mérito en vincularlo con el 1112 del
ordenamiento aludido, porque de esta manera se excluye la referencia a la culpa, como
asimismo a la innecesariedad de la individualización del autor, siendo siempre
responsable el Estado por falta de servicio[8] (faute de service según la doctrina
francesa).

Como último eslabón de esta cadena histórica, arribamos a la era de la responsabilidad


directa y con factor de atribución objetiva.[9] En esta instancia, y ya en el año 1984,
nuestro Máximo Tribunal Nacional cambió de postura en la causa “Vadell”, donde se
condenó a la Provincia de Buenos Aires por haber cumplido defectuosamente la función
registral en el ámbito inmobiliario, aplicando subsidiariamente el art. 1112 del Código
Civil (hechos y omisiones de los funcionarios) y sin necesidad de recurrir al aludido art.
1113. CASSAGNE, destaca el buen método seguido por el juzgador al prescindir del
art. 1113, pero critica la aplicación subsidiaria del 1112.[10]

Sin perjuicio de las observaciones que recibiera el pronunciamiento de marras con


respecto a la aplicación subsidiaria y no directa del art. 1112, el importante paso de la
Corte fue decidir que en materia de la responsabilidad extracontractual de derecho
público, no se requiere como fundamento de derecho positivo recurrir al art. 1113 del
Cód. Civ., al que habían remitido desde antiguo, exclusiva o concurrentemente,
sentencias anteriores.[11] Esta doctrina fue reiterada in re “Menkab SA c/ Provincia de
Buenos Aires y Otros” (CSN del 05-10-95).

De este modo, el Estado asume como propios los hechos, actos u omisiones (en algunos
casos) de sus agentes que tengan consecuencias dañosas, adoptando la teoría
organicista.

La Cámara Civil y Comercial Primera de La Plata, ha expresado en forma monocorde


que la actividad de los órganos o funcionarios de Estado, realizada para el
desenvolvimiento de los fines de las entidades de los que dependen, ha de ser
considerada propia de éstas, las que deben responder de modo principal y directo por
sus consecuencias dañosas,[12] añadiendo que el incumplimiento (o negligencia) de los
empleados o funcionarios públicos del Estado Provincial, hace que este último sea
responsable de los daños y perjuicios causados (por error registral).[13]

Por último hemos advertido en algunos casos una tendencia en la Suprema Corte de la
Provincia de Buenos Aires fundada en la subsidiariedad de la responsabilidad estatal,
generalmente vinculada a los errores registrales.[14]

3
3) Responsabilidad de derecho público o derecho privado: La mencionada
responsabilidad puede ser contractual o extracontractual; por actos, lícitos o ilícitos; por
acción u omisión. Por su parte, la extracontractual se origina por actos o hechos de
naturaleza administrativa, legislativa o judicial.

Así las cosas, el nacimiento de la responsabilidad estatal hizo que la doctrina y


jurisprudencia comenzara a efectuar clasificaciones en cuanto a su naturaleza. Entre
ellas (las clásicas) nos encontramos con la diferenciación entre la responsabilidad del
Estado en el campo del derecho público, y en el ámbito del derecho privado.

Al ser superada la postura de la doble personalidad del Estado, éste es siempre


responsable sin necesidad de hacer distinción alguna entre los actos iuris imperium e
iuris gestionis. Por este motivo es que el Estado actúa siempre dentro de la órbita del
derecho que él mismo crea, cualquiera fuere la naturaleza de sus actos.[15]

En lo atinente a la responsabilidad aquiliana, la Corte Federal ha partido de los


principios de la propia ley civil para construir la teoría de la responsabilidad estatal. [16]
Algunos doctrinarios hablan de una recepción del modelo civilístico en el campo del
derecho público, sin perjuicio de considerar a la norma del art. 1112 del CC como
perteneciente a éste;[17] otros la presentan directamente como perteneciente al derecho
administrativo.[18]

Para DROMI, en principio no son aplicables en materia de responsabilidad de Estado


los postulados del derecho civil. Esto así -dice-, en razón de la iniciativa
jusrisprudencial que ha elaborado una serie de reglas específicas para regularla
conforme al derecho público. Con meridiana claridad nos informa que a pesar de que
todavía se habla responsabilidad civil del Estado, ello es en puridad de verdad un
eufemismo porque ni se trata de la clásica responsabilidad del derecho privado, ni es
tampoco de esencia privatístiva en el sentido de que se maneje a través de las normas de
dicho código. Por ello recomienda la elaboración de una normativa expresa que
establezca un sistema integral de responsabilidad pública.[19]

Compartimos el criterio del autor precitado, porque el hecho de que las reglas jurídicas
en las cuales se basamente esta doctrina, estén incluídas dentro del ordenamiento civil,
no significa que pertenezcan a esa rama del derecho. Con ese motivo deberíamos
aceptar que los arts. 1, 2, 3, 18, 20, 43, 493, 953, 2639, 2646 del mismo cuerpo legal,
son de estricta aplicación en materia civilística, y que no fueran operativos en el campo
administrativo.

4) Responsabilidad contractual y extracontractual (por actos lícitos o ilícitos):


Establecida ya la pertenencia de la responsabilidad estatal a la órbita del derecho
público (administrativo), resta en este estadio enunciar que la primera división -que
surge del título- corresponde a la diferenciación entre responsabilidad, contractual (o
precontractual) y extracontractual. La primera no será objeto de este análisis.

4
Obviamente la distinción entre ellas radica en la existencia de un vínculo (contractual) o
no (extracontractual) con el Estado al momento de producirse el hecho dañoso.

Con relación a la responsabilidad dentro del mundo extracontractual, ya dijimos que


puede ser originada dentro de la esfera de los actos, hechos u omisiones de los poderes
Ejecutivo, Legislativo o Judicial. Los actos lícitos que sean su consecuencia, generan
responsabilidad por los daños que puedan sufrir los particulares, cuyos derechos se
sacrifican al interés general.

Uno de los fallos más notorios y que sin lugar a dudas ha marcado un hito en la
extracontractualidad, es la causa “Vadell”, ya comentado en el punto 2.

En cuanto al accionar legítimo del Estado, y ante la ausencia de legislación específica,


es aplicable la normativa del instituto expropiatorio.[20]
En lo pertinente a la responsabilidad por omisión, se ha establecido que para que se
configure es necesario que: el Estado esté normativamente obligado a actuar, la
existencia de un interés jurídico relevante y la proporción entre el sacrificio que
comporta el actuar y la utilidad que se consigne en el accionar.[21]

5) Responsabilidad por actividad admisnistrativa, legislativa y judicial: Como bien lo


señala VIDELA ESCALADA, la situación responsabilizadora puede originarse a raíz
del funcionamiento de cualquiera de los poderes del Estado, sea el legislativo, el
ejecutivo o el judicial.[22]

En el ámbito legisferante se ha obligado al Estado a reparar perjuicios ocasionados con


motivo de una ley formal inconstitucional que causa lesión en el patrimonio de los
administrados.[23] DROMI equipara en estos casos a las leyes y los reglamentos
administrativos,[24] similar a la sutuación de caso “Motor Once” (citado en nota 25).

En este orden de ideas, el legislador tiene que ajustarse a lo dispuesto en la Constitución


Nacional y, si se aparta, el Estado debe indemnizar por los daños resultantes.[25]

En cuanto al Poder Ejecutivo, las reclamaciones de particulares nacen de razones muy


variadas: desde una decisión contra legem hasta una información errada de un
funcionario que origina perjuicios como ha sucedido, Vgr. con los defectos en informes
de registros inmobiliarios,[26] como ya hemos puesto de relieve en los puntos
anteriores.

En lo atinente al Poder Judicial, existe un elemento que introduce un factor especial: el


estado de cosa juzgada. Frente al error judicial demostrado, no puede sostenerse la
intangibilidad de la decisión que, por ejemplo, recluyó durante años a una persona
inocente y, en tal supuesto es innegable la procedencia de la indemnización que deberá
afrontar el Estado, a pesar de obrar en el más pleno ejercicio del poder público.[27] La
cuestión relativa a la responsabilidad ocasionada por los actos u omisiones del Poder
Judicial, en ejercicio de las funciones jurisdiccionales será tratada y ampliada en el
capítulo B.

5
6) ¿Funcionarios o empleados? La problemática que en su momento ha generado la
redacción del art. 1112 en cuanto a la inclusión o no de los “empleados públicos” dentro
del término “funcionarios públicos”, parece haber sido superada tanto por la doctrina
como por la jurisprudencia.

Según GORDILLO, tradicionalmente se distinguían los conceptos de “funcionarios” y


“empleados”, con el objeto de dejar aclarada cuál era la misión de cada uno de ellos: el
funcionario decide y el empleado ejecuta.[28] Este autor aclara que el codificador en su
nota al art. 1112 tampoco hace diferencia entre ambos.[29] Asimismo, y con el objeto
de brindar apoyatura jurídica a su teoría, cita, al art. 77 del Código Penal;[30] al art. II.2
de la Ley 24.759 (ratificatoria de la Convención Interamericana contra la Corrupción);
[31] al art. 1° del decreto-ley 22.140/80;[32] al art. 36 de la Constitución Nacional,[33]
y algunos fallos interpretativos de la ley de aduanas.[34]

Otra norma de similar composición a la del art. 1112, es el art. 245 de la Ley Orgánica
de las Municipalidades (DL 6769/58).[35]

DROMI sostiene que la distinción radica exclusivamente en una cuestión terminológica.


[36] Similar criterio es compartido por LLAMBÍAS,[37] OSSORIO Y FLORIT,[38]
entre otros.[39]

Por ello, y en virtud de las consideraciones expuestas supra no cabe duda alguna que en
la actualidad los conceptos de funcionario público y empleado público deben ser vistos
desde la óptica de la teoría organicista. Esto permite utilizar la palabra agentes como
expresión omnicomprensiva de ambos vocablos.

7) Responsabilidad patrimonial del agente: A pesar de existir en cabeza de los


particulares, posibilidades concretas de accionar contra los agentes,[40] según lo
prescribe el art. 1112 del Código Civil,[41] los perjudicados siempre han preferido
satisfacerse económicamente a través de las arcas fiscales, que ofrecen -sin hesitación-
mayores garantías de solvencia.

Es cierto que es el Estado quien contrata a sus agentes, y consecuentemente debe


responder por ellos, si consideramos que éste generalmente es el único con capacidad
financiera suficiente como para hacerse cargo de costosas indemnizaciones. Pero
también hay que tener en cuenta que a veces los agentes se abusan de tales
circunstancias sabiendo de antemano que sus actos (ciertas veces fraudulentos), no les
causarán perjuicio monetario alguno.

Por lo tanto, cuando el agente tiene responsabilidad personal en el evento, debe ser
enjuiciado como cualquier particular. Además las leyes de emergencia sólo rigen en
protección al Estado, y no existe ninguna quita ni detracción cuando se practica una
liquidación en contra aquéllos.[42]

Como ya hemos puesto de relieve, para reprochar al Estado resulta menester demostrar:
el obrar irregular del mismo (faute de service), el daño y la relación de causalidad entre

6
uno y otro. En tanto, si se quiere atribuir la responsabilidad al o agente habrá además
que acreditar la culpa de éste,[43] y desde ya individualizarlo.

Por lo tanto, para que exista responsabilidad del agente público se requiere: 1) que el
acto perjudicial se realice en ejercicio de la respectiva función, y 2) que el perjuicio se
ocasione por el cumplimiento irregular o ilícito de las obligaciones legales inherentes al
cargo (según surge expresamente del art. 1112).[44]

Inferimos de un fallo de la Cámara Civil y Comercial Primera de Bahía Blanca,[45] las


siguientes pautas para reprochar el accionar del agente: 1) el acto reputado culpable,
pero que excluye la voluntad del individuo dirigida a obtener alguna ventaja personal,
responsabiliza al Estado y no al agente; 2) la responsabilidad personal del funcionario
que establece el 1112, concurre en la mayoría de los casos con la del Estado; 3) si el
funcionario origina daños cumpliendo regularmente sus obligaciones legales, solo
responde el Estado; 4) si el funcionario actúa irregularmente, dentro del ejercicio de sus
funciones, responde conjuntamente con el Estado, y 5) si el funcionario acciona con
dolo o culpa, fuera del ejercicio objetivo de su función, no habiendo sido ésta la causa
de la producción del daño sino una cuestión meramente incidental, no actúa como
órgano del Estado y solo es responsable el funcionario.

No se trata de anexar ambas responsabilidades, sino de coordinarlas y sincronizarlas. La


acumulación no implica -obviamente- doble reparación del mismo daño, pues el
resarcimiento aunque integral es siempre único y de lo contrario habrían
enriquecimiento injustificado de la víctima; ni tampoco implica un reparto definitivo
ciegamente igualitario por mitad en todos los casos del monto resarcitorio.[46]

Sin embargo, si consideramos al hecho dañoso como falta de servicio (responsabilidad


directa y objetiva), no será requisito individualizar al autor del daño, porque la
responsabilidad del Estado se independiza en estos casos de la idea de culpa.[47]

Para GORDILLO, el primer contenido especial del art. 1112 que lo hace diferente del
texto del 1109 es la omisión. Mientras que el 1112 habla de hechos y omisiones, el 1109
solo se refiere a los hechos. Entonces, aún ante la falta de una ley o reglamento que
ordene la comisión del hecho, el agente siempre será responsable si la omisión supone
un irregular ejercicio de su deber (no siendo aplicable las reglas del art. 1074),
encontrándose también dentro de esa categoría le “no dar”, el “no hacer” o el “permitir”.
[48]

Por ello, la responsabilidad del agente (debidamente individualizado) es subjetiva y


deberá ser acreditada, pero si en el proceso solo se demuestra la falta de servicio sin
dolo ni culpa de éste, el único responsable frente al particular será el Estado y además
no tendrá acción de repetición contra su dependiente.

Si solo hay un ejercicio erróneo, negligente, si el daño, en fin, resulta de una mala
organización, de un mal funcionamiento, de una falta administrativa, únicamente el
Estado es responsable.[49]

7
8) Causales de Eximición: En primer lugar, consideraremos las causales que puede
invocar el Estado para exonerarse de su obligación indemnizatoria. Para ello no habrá
que olvidar que la responsabilidad es objetiva y directa.

Por ende, solo resta decir que los pocos supuestos excusatorios radican en el caso
fortuito, la fuerza mayor y culpa de la víctima.

Con relación al agente, además de las mencionadas (que favorecen al Estado y a éstos),
encontramos otras causales: el error[50] y el seguir el consejo brindado a través de un
dictámen.[51]

En cuanto al acatamiento de órdenes superiores contrarias a la ley, OSSORIO Y


FLORIT[52] y GUASTAVINO[53] consideran que no es motivo suficiente de
redención. En el mismo sentido, y en lo atinente a la aplicación de normas
inconstitucionales, se ha dicho que si bien en sede administrativa no puede declararse la
inconstitucionalidad de las leyes y decretos, no es menos cierto que el acto sí se dejar
sin efecto por ilegitimidad o por oportunidad, mérito o conveniencia.[54]

9) ¿Demandabilidad conjunta o separada? Se ha dicho que la demandabilidad del


funcionario y del Estado, puede ser conjunta o separadamente en dos procesos
diferentes y jurisdicciones distintas. Una responsabilidad no es subsidiaria de la otra, la
víctima puede demandar al funcionario sin necesidad de accionar antes contra la
Administración, y a su vez puede dirigir su reclamo contra el Estado sin hacerlo
previamente contra los agentes, aún invocando la responsabilidad indirecta de aquél,
conforme el art. 1122.[55]

Esta última situación no nos parece la más adecuada, ya que no es necesario invocar el
art. 1122 para litigar solamente contra el Estado, porque esa norma hace responsable
indirectamente al mandante, y la responsabilidad del Estado no es indirecta, como ya
hemos dicho.

Por otra parte, imaginemos que no sería la mejor técnica procesal incoar dos pleitos
independientes,[56] porque en uno de ellos podría condenarse al Estado por falta de
servicio, y en el otro absolverse al agente por inexistencia del hecho. En ese caso, habría
dos sentencias opuestas y con objeto casi idéntico. Lo más prudente sería que si el
Estado es el primero en ser demandado, cite como tercero al agente al mismo proceso, y
viceversa (siempre que fuese viable), o en su caso se proceda a la acumulación de las
actuaciones, cuando corresponda.

De lo contrario, para pretender que el Estado inicie la acción de repetición de lo


abonado en sentencia judicial contra el funcionario o empleado, éste debió participar en
el proceso en carácter de co-demandado.

Para concluir, consideramos que la demandabilidad del Estado y del agente deben ser
admitidas en el mismo litigio. Si no, hay que considerar que el agente puede interponer
la excepción de cosa juzgada contra el particular que no triunfó en el primer proceso
contra el Estado,[57] o considerar inoponible la sentencia de condena contra la
Administración al no haber participado y presentar su defensa (art. 94 CPCCBA).[58]

8
10) Acción de repetición: La acción de repetición por el Estado del importe abonado
como indemnización de daños causados por sus funcionarios es un importante
instrumento que apuntala la honestidad y decencia republicana, y en su virtud tal
postulado, la ‘erogación’ no es soportada definitivamente por toda la comunidad sino
por los agentes públicos responsables.[59]

Para dilucidar el desideratum de la acción de repetición, es preciso tener en


consideración que también existen ciertos eximentes de responsabilidad en la culpa del
agente público, como el error, el que debe ser apreciado prudentemente por el juez para
dictaminar si el mismo es excusable o inexcusable. En cuanto al acatamiento de normas
presuntamente inconstitucionales (tachadas con posterioridad por el Poder Judicial), la
determinación del incumplimiento irregular de las obligaciones legales implica conocer
cuáles son las fuentes concretas de éstas -con el consiguiente problema de la prelación
jerárquica de normas-, en cuya virtud ha de resolverse si el acatamiento de ordenanzas
ilegales o leyes con tal defecto acarrea responsabilidad del agente.[60]

Asimismo, la obediencia debida exime de responsabilidad al agente salvo que la orden


recibida sea manifiestamente ilegal, y la culpa exclusiva de la víctima exoneran tanto al
funcionario como al Estado.

La responsabilidad pecuniaria de los magistrados será analizada en el capítulo B.

B. RESPONSABILIDAD POR ACTOS JURISDICCIONALES DEL PODER


JUDICAL.

1) Generalidades: Los actos u omisiones de algunos sujetos que intervienen en un


proceso judicial pueden originar daños a otros, que participan o no en ese pleito.

Las leyes adjetivas en general, contemplan las consecuencias dañosas que se ocasionan
a la parte contraria y su reparación, ya sea mediante el pago de las costas del juicio,
multas por el actuar temerario, responsabilidad por medidas cautelares trabadas
indebidamente, etc. Pero sin embargo, existen otros supuestos no previstos en la ley,
como por ejemplo la revocación de sentencias firmes por existencia de vicio tales como
el fraude procesal o el proceso totalmente fraudulento, destinado a estafar a terceros.
[61]

En estas situaciones, el perjudicado puede entablar la acción de nulidad o revisión de la


cosa juzgada, sin que la ausencia de previsión legal expresa de este andamiaje le sea
prohibitivo de hacerlo.[62] También es preciso recalcar que la acción de referencia solo
procede si el vicio se conoció con posterioridad a la formación de la res judicata, ya que
este remedio revisorio es subsidiario. Por ello, si los defectos efectivamente se conocían
con anterioridad a ese acontecimiento, y por aplicación del principio de preclusión, no
es posible dejar pasar esa posibilidad impugnatoria para luego atacar la decisión firme

9
mediante la utilización de los medios que se brindan a través de la acción de revisión.
[63]

Otra de las causales del anormal funcionamiento del servicio de administración de


justicia, y posible generadora de responsabilidad indemnizatoria, es la demora en la
tramitación o resolución de las causas judiciales[64] y los errores de jueces y abogados.
[65]

Como regla fundamental, la responsabilidad extracontractual estatal por deficiente


administración de justicia,[66] debe hallarse en la concepción del estado de derecho que
implica la necesaria sujeción del ente al orden jurídico instituido.

Sin perjuicio de ello, veremos que a pesar que esta responsabilidad se encuentra
expresamente legislada en algunas leyes de índole penal (y directamente vinculadas a
detenciones ilegítimas), también es posible ampliar el espectro a todos los tipos de
procesos.

2) La Justicia como “Servicio Público”: En nuestro país, a pesar de que el


reconocimiento de la responsabilidad del Estado por el accionar de la justicia todavía es
muy limitado, resulta indiscutible su viabilidad en el caso de los perjuicios derivados del
defectuoso funcionamiento de los servicios públicos. Por esta razón, si consideramos a
la justicia como servicio público,[67] poca duda cabría en torno a la posibilidad de
aceptar la facultad de reclamación por parte de los usuarios.

Resta preguntarse entonces, ¿constituye la justicia un verdadero servicio público?


CAPPELLETTI, aunque no lo refiere expresamente, hace alusión a la responsabilidad
debida por parte del Estado hacia los usuarios del servicio de justicia.[68]

Destaca el autor citado que el mejor modelo para lograr la responsabilidad, no debe ser
enfocado en función del prestigio e independencia del poder judicial, sino en función de
los usuarios del servicio de justicia. De ahí se combina objetividad y la imparcialidad de
los jueces con un adecuado porcentaje de responsabilidad social requerido tanto a la
sociedad como a quienes forman parte de élla y que son los auténticos destinatarios de
dicho servicio.[69]

Por otra parte, hay posturas restrictivas -más acertadas, a nuestro criterio- como aquellas
que vinculan a las actividades administrativas, legislativas y judiciales del Estado a las
funciones esenciales de éste (función pública), y por ende indelegables. En cambio,
cuando la actividad pertinente excluya la idea de soberanía, el servicio (público) podrá
ser realizado por la Administración o por los particulares. Entonces, allí es donde se
desplaza la idea de considerar al ejercicio de la función judicial como un servicio
público.[70]

Si aceptamos la idea de justicia como servicio público, se estaría corriendo el riesgo de


que cualquier faute de service originaría responsabilidad del Estado. Sin perjuicio de
ello, el reconocimiento del compromiso es innegable (arts. 14 y 18 CN y 15 Const. Pcia.
Bs. As.), pero deriva de principios propios como por ejemplo: el error judicial y el
anormal funcionamiento de la administración de justicia. Con este sentido se interpretó

10
en un fallo de la Cámara Nacional Federal Contenciosoadministrativo, al manifestar que
la responsabilidad del Estado en estos casos es excepcional, y no se extiende a cualquier
otra falta de servicio, sino error judicial y grave arbitrariedad.[71]

3) Causales. Actuación legítima o ilegítima: A los efectos de analizar la responsabilidad


del Estado por acto jurisdiccional -según el entender de REJTMAN FARAH-,
corresponde equiparar dentro de esta categoría a las sentencias (de fondo), a las medidas
cautelares y en general a los actos procesales previos, necesarios o no para arribar al
dictado de aquélla.[72]

Consideramos fundamental partir de este presupuesto, porque de lo contrario estaríamos


ante tantísimos actos causantes de perjuicios a los justiciables, que excluirían la
aplicación del compromiso estatal de responder.

El acto causal de obligación del Estado, puede provenir de un accionar legítimo o


ilegítimo de los órganos jurisdiccionales, y por ello compromete la responsabilidad
directa y objetiva del Estado
-ya aludida-, tal como lo ha sostenido la Corte Nacional (ver Fallos 259:261, 278:224,
290:71 y 300:867 entre otros).

El incumplimiento irregular de la obligación legal de administrar justicia, puede ser


motivado por culpa o negligencia (error judicial), pero también por dolo o malicia. En
estos últimos casos, el Juez, además habrá cometido un delito penal como el cohecho
(art. 237 CP), prevaricato (art. 269), denegación o retardo de justicia (art. 273), según
los casos, pudiendo ser entonces penal y civilmente responsable.[73]

En cambio, en el caso de la actuación lícita del Poder Judicial, donde la actividad a


desarrollarse a veces requiere la obligación de dictar medidas restrictivas de la libertad y
de la disponibilidad de los bienes durante el curso del proceso, los daños en tales casos
deben ser soportados por quienes los padecen pues es el costo inevitable de una
adecuada administración de justicia. [74]

Sin perjuicio de la opinión que antecede, BIDART CAMPOS considera que en


principio, ambos supuestos -actividad lícita e ilícita- deben merecer reparación, la
cuestión radica en saber cuándo, en qué supuestos y con qué alcances.[75]

Para MAIORANO, el fundamento de la responsabilidad por error judicial radica en la


teoría de los postulados del estado de derecho, residen en el complejo de principios que
constituyen el mismo. Incluyen entre los fundamentos al afianzamiento de la justicia
(del preámbulo de la CN), el derecho a la vida, la inviolabilidad de la propiedad (art. 17
CN), igualdad (art. 16), garantías de la libertad (art. 19), el principio de legalidad, etc.
[76]

En el ámbito del Derecho Supranacional, la Convención Interamericana de Derechos


Humanos,[77] el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos,[78] también
contienen normas sobre responsabilidad por error judicial. A su vez, el art. 477 del
Código Procesal penal de la Provincia de Buenos Aires, establece la posibilidad de
indemnizar a toda persona “condenada” por error a una pena privativa de la libertad.[79]

11
4) Requisitos: Según las palabras de CAPPELLETTI, la necesidad de establecer ciertos
límites a la responsabilidad judicial puede ser bien entendida cuando se tiene clara
conciencia del valor o valores que con esas restricciones se tiende a proteger; así como
en el caso de la cosa juzgada, también el tenazmente defendido principio de la
inmutabilidad judicial, lejos de ser absoluto y teórico, está supeditado a los fines,
valores e ideas que las leyes tienen en cuenta de maneras diversas. [80]

Entonces, esas limitaciones que se han elaborado en torno a la responsabilidad estatal


por actividad judicial son:[81]

a) La parte perjudicada debe haber interpuesto contra la resolución que lo afecta, los
recursos que las leyes procesales le conceden, salvo casos de indefensión.[82]

Desde esta perspectiva rescatamos el importante valor que tiene un voto en disidencia,
en un fallo de la Cámara de Apelaciones de Junín,[83] en donde se menciona que la
circunstancia de no haber incoado el de Hábeas Corpus por el Defensor Oficial, no
puede ser imputado a quien se hallaba privado de su libertad, sino en su caso al propio
sistema judicial que no le brindó amparo judicial a su derecho.

En la causa “Balda”, la Corte Suprema de la Nación, ha establecido que los actos


judiciales no generan responsabilidad del Estado por su actividad lícita. Pero de los
votos en minoría de los Dres. Fayt, Belluscio y Petracchi, surge que cuando la prisión
preventiva carece de sustento lógico en las constancias de la causa, el Estado es, en
principio, responsable del perjuicio ocasionado.[84]

b) La responsabilidad puede originarse en un error del juez, o en un anormal


funcionamiento de la administración de justicia.

c) En todas las situaciones, la carga de la prueba incumbe a quien alega la existencia de


dolo, culpa o negligencia en el obrar u omisión de los presuntos responsables, conforme
arts. 377 CPCCN (375 CPCCBA).

d) Para los casos en que exista cosa juzgada, previamente se deberá derribar la misma
para luego intentar una indemnización (prejudicialidad). Ello no impide que en un
mismo proceso se acumulen ambas pretensiones.

La existencia del error judicial se debe verificar en el mismo proceso en que se habría
cometido, y no en el de contenido resarcitorio.

e) Para que se configure la responsabilidad personal del juez, es preciso que éste haya
actuado con dolo o culpa grave, salvo que sea excusable.

TAWIL trae a colación dos posturas acerca de la caracterización del error judicial, y su
capacidad de engendrar responsabilidad: [85]

a) La primera, que considera esencial, es que la causa de la decisión judicial errónea,


entendiendo que el error existe cuando por dolo, negligencia, equivocado conocimiento

12
o apreciación de los hechos, se dicta una resolución judicial que no se ajusta a la verdad
y a la realidad de tales hechos.

b) La segunda, privilegia la consideración del error como resultado, por importar éste
una conclusión equivocada (no ajustada a la ley), bien porque no se hubiera aplicado
correctamente el derecho, bien porque se hayan establecido hechos que no se
corresponden con la realidad.

Coincidimos con el autor citado, en que la última posibilidad es más adecuada ya que el
reconocimiento de la responsabilidad debe fundarse en un basamento objetivo (con
independencia de su causa), sin arribar a extremos indeseados.

Como analizaremos a continuación, se podrá advertir que la teoría de la responsabilidad


de Estado por error o deficiencia judicial es mucho más amplia en el campo del derecho
punitivo, que en el ámbito de los derechos disponibles, aunque todas esas pautas deben
manejarse con suma prudencia para no encorsetar demasiado a los judicantes, a tal
punto que éstos, para evitar una responsabilidad personal fallan pernsando en no
comprometarse.

5) Error Judicial. Demora. Omisión: El error judicial es entendido como todo acto
judicial ejecutado por el juez en el proceso, que resulta objetivamente contradictorio con
los hechos de la causa o con el derecho y la equidad, desviando la solución del resultado
justo al que naturalmente debió llegar. Es un verdadero acto ilícito contrario a la ley, sea
por acción u omisión en el curso del proceso sometido a su jurisdicción. [86]

Desde ya que la responsabilidad del Estado en el fuero civil -como ya anticipamos- es


mucho más atenuada, pues son las partes quienes tienen la obligación de instar el
proceso y quienes aportan el material probatorio al juez, sin perjuicio de su carácter de
“director” del proceso (arts. 34 y 36 CPCCN). Y además si es una de ellas quien se
beneficia con la sentencia, será ese mismo sujeto quien deberá cargar con las
consecuencias de la revisión de la misma (sin quitarle por ello la eventual obligación
que le correspondiese al Estado).

En cambio en el fuero punitivo, el impulso y control de la causa -en principio-[87] está


a cargo del órgano jurisdiccional, salvo en los delitos de acción privada.

El error judicial supone la grave equivocación sobre los hechos del caso y la
consiguiente aplicación del derecho a hechos que no existen; puede producirse por
deficiencias procesales, circunstancias fortuitas, coincidencias fatales, pruebas falsas o
fraguadas, viciadas por el error, el odio o los prejuicios, por parcialidad o error de los
peritos, etc.[88]

En principio, solo cabe responsabilizar al Estado por error judicial en la medida en que
el acto que origina el daño sea declarado ilegítimo[89] y dejado sin efecto, pues antes de
ese momento el carácter de verdad legal que posee la sentencia pasada en autoridad de
cosa juzgada impide, en tanto se mantenga, juzgar que hay error. Lo contrario
importaría un atentado contra el orden social y la seguridad jurídica, pues la ación de

13
daños y perjuicios constituiría un recurso contra el pronunciamiento firme no previsto ni
admitido por la ley.[90]

En este sentido también se ha dicho que el error judicial debe ser declarado en un nuevo
pronunciamiento recaído en los casos en que resulta posible intentar válidamente la
revisión de sentencia y mediante el cual se determinen la naturaleza y gravedad del
yerro.[91]

Los casos de error judicial que originan acciones de revisión sobre sentencias firmes no
ofrecen ninguna duda en cuanto a la viabilidad del reclamo indemnizatorio, siempre que
la víctima no haya hecho incurrir en error al propio juzgador.[92]

1) Derecho penal. Demora: Complicada es la situación que se ha planteado


reiteradamente en nuestros tribunales acerca del daño que el imputado ha sufrido por
haber permanecido privado de su libertad a raíz de la sustanciación de un proceso penal,
en el que posteriormente fue sobreseído o absuelto.

En líneas generales podemos sostener que si el trámite no presentó anormalidades que


lo tornen en irrazonable y especialmente si el sometimiento de esa persona al proceso
obedeció a circunstancias atendibles y motivadas en su aparente actuación o
comportamiento, no genera la responsabilidad del Estado.

Por ello, para que el Estado sea responsable del perjuicio ocasionado en estas
condiciones, es exigible que la absolución haya sido dictada en virtud no haberse
observado durante el proceso ciertos principios, como el de in dubio pro reo, y que el
auto de prisión preventiva se revele como incuestionablemente infundado o arbitrario.
[93]

Desde esta perspectiva se ha sostenido que la absolución del imputado no importa


descalificar una medida cautelar adoptada sobre la base de semiplena prueba o indicios
vehementes para hacerlo responsable del hecho. De lo contrario, importaría por vía
resarcitoria revisar el acierto o error de un pronunciamiento cautelar.[94]

En los casos de prisión preventiva, con posterior absolución del imputado, no le resultan
aplicables los arts. 477 del CPP y 10 del Pacto de San José de Costa Rica, que solo dan
cabida a la indemnización por error judicial en sentencia firme.[95]

También se han rechazado pretensiones indemnizatorias basadas en la excesiva demora


del trámite, mientras que el imputado se encontraba detenido aunque luego fuera
absuelto. Es de destacar que en la causa “Rosa” se dio la particularidad de que la
demora en la terminación de la etapa probatoria, fue causada exclusivamente por
articulaciones de las partes (diligencias, oficios, peritaciones) y no del juzgado. Por ello,
no se aplicó el art. 701 del Código Procesal Penal (Nacional), que establece que toda
causa debe terminar en el lapso de dos años (salvo que la demora se deba a la actividad
del imputado).[96]

Nuestro Máximo Tribunal Nacional, en ocasión de intervenir como alzada


extraordinaria en el fallo mencionado precedentemente, lo revocó parcialmente y, de
esta manera generó un importante antecedente jurisprudencial. Asi, se ha admitido la
responsabilidad estatal como deficiente prestación del servicio de justicia, si en el

14
momento de existir razones para no mantener la prisión preventiva, se prolongó
indebidamente la misma (durante más de 18 meses), sin que se hubiese demostrado la
necesidad imperiosa de su mantenimiento.[97]

MOSSET ITURRASPE, en la oportunidad de comentar -y elogiar- el decisorio de dicho


Tribunal, infiere que no hay en el derecho positivo argentino obstáculo alguno para el
inicio de una acción por responsabilidad civil, y que además el reclamo quedaría sujeto
únicamente a la prueba del error judicial.[98]

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, tangencialmente se ha referido a la


necesidad de ser juzgado dentro de un plazo razonable, en el caso “Suarez Rosero” (de
fecha 12-11-97), entendiendo que el Estado “demandado” (Ecuador, en este caso) no
había violado la defensa en juicio del requirente, teniendo en cuenta las limitaciones de
personal y económicas que afrontaba la función judicial.

Si se presenta la circunstancia de una prisión preventiva que concluye con la sentencia


de fondo (y absolutoria), en la que se hace expresa mención a una burda falta de mérito
o a la extensión innesaria de la misma, el damnificado estaría habilitado directamente a
iniciar la demanda de reclamación sin tener la necesidad de revisar la sentencia penal
porque de ella surge la razón responsabilizadora.

Ello así, también es preciso destacar que en este supuesto -que es particular dentro de su
especie-, el solo hecho de invocar la causal utilizada por el juzgador como argumento
sentencial (siempre y cuando sea fundado), sería suficiente como para demostrar la
existencia del hecho dañoso.

No olvidemos que el Estado no podría ampararse en que el particular no ha interpuesto


los medios defensivos oportunamente,[99] y especialmente si se considera que dicha
cuestión tampoco surge algunos textos legales.[100]

No cabe duda que la prisión preventiva tiene naturaleza de medida cautelar,[101] pero
es el Estado -Poder Judicial- el que tiene la obligación de considerar en todo momento
que la misma goza de provisionalidad, y por ello si las circunstancias del caso aconsejan
dejarla sin efecto, deberá suspenderla oficiosamente sin exigir solicitud alguna del
detenido.[102] Destacamos que la acción de indemnización por defectuosa actuación de
los jueces -sin haberse acreditado el error previamente en sede penal-, solo debe
proceder en casos extremos como éste. En todos los demás supuestos, se requiere que el
órgano revisor[103] del fallo penal se haya expedido, revocando el pronunciamiento
viciado, para intentar la acción reclamatoria por la vía correspondiente.

No solo existen antecedentes de error judicial en los que el imputado fue luego absuelto
por falta de mérito, sino que también por similitudes físicas con el verdadero autor del
hecho.[104]

2) En materia de omisiones procesales, se ha hecho responsable a la Provincia de


Buenos Aires, por falta de notificación a las autoridades policiales del levantamiento de
una orden de secuestro sobre el vehículo de una persona que fuera detenida a raíz de
ello.[105] Las cuestiones planteadas en torno a la responsabilidad por omisiones radican
esencialmente en saber si la ausencia de normas sancionatorias es obstáculo alguno para

15
la procedencia de la acción, o si el mero funcionamiento anormal o irregular genera
responsabilidad.[106]

El dilema que se presenta en los supuestos de omisión, radica en que la anomalía


generadora de la obligación de reparar está estrechamente vinculada a la noción de falta
de servicio. El interrogante que suele plantearse se vincula a si la responsabilidad del
Estado presupone necesariamente la existencia de un comportamiento culpable o
doloso. [107]

GORDILLO sostiene que en materia de responsabilidad por acto judicial en general


puede tratarse de una conducta ilegítima como legítima, culpable o no, y lo importante
no es la denominación, sino que efectivamente se indemnice. [108]

3) Derecho privado. Demora: En el caso “Hotelera Río de La Plata SACI c/ Provincia


de Buenos Aires s/ Restitución de Dólares”, la Corte Suprema evaluó las consecuencias
de una irregular orden emanada de un Tribunal, responsabilizando al Estado por aquélla,
a causa del incumplimiento defectuoso de las funciones que le son propias, fundándose
en la idea objetiva de la falta de servicio.[109]

En el campo del derecho privado advertimos que la mayoría de los antecedentes


originadores de responsabilidad estatal, povienen de irregularidades en el levantamiento
de medidas cautelares. Dichas órdenes implican cumplimientos defectuosos de las
funciones propias de los magistrados.[110]

En materia de demora judicial, pero en el ámbito civílstico, se ha descartado una acción


alegando que los daños que puedan derivarse de la tramitación de un juicio, a menos
que sean producto del servicio irregular de justicia, deben ser soportados por los
particulares litigantes.[111]

Como bien lo pone de relieve ARAZI, en cuanto a la demora judicial, el cúmulo de


tareas hace que las más de las veces, los magistrados judicantes sean víctimas del
sistema inoperante, lejos de ser responsables de los déficits.[112] A nuestro modo de
ver esta circunstancia debe ser evaluada con absoluta prudencia, teniendo en cuenta
siempre las particularidades de cada juzgado.[113] Parece obvio poner de relieve que
hablamos de “jueces” en sentido genérico incluyendo a los integrantes del Ministerio
Público, según las situaciones.

6) Nexo causal: La relación de causalidad constituye el enlace objetivo entre dos


fenómenos, de manera que no solo sucede uno después de otro, sino que aquél sin éste
no se hubiera producido.[114] El hecho debe ser el antecedente, la causa del daño y, por
tanto el detrimento o menoscabo aparece como efecto o la consecuencia de ese obrar.
[115]

Se exige la necesidad de que exista una relación directa inmediata y exclusiva de causa
a efecto, sin intervención extraña que pueda influir en el nexo causal. Y el hecho
revestir la responsabilidad estatal carácter objetivo, no por ello trae aparejado que para
su determinación no resulte esencial la acreditación entre el nexo y el daño.[116]

16
MORELLO, con muy buen criterio, estima que la relación de causalidad debe estar
dada pro las siguientes máximas:[117]

a) Privación de un derecho de propiedad o de sus atributos esenciales.

b) Lesión que debe provenir de un trato desigualitario.[118]

c) Que se reconozca como causa justificante de la atribución de responsabilidad al obrar


exclusivo del Estado.

7) Responsabilidad personal de los jueces: En la actualidad se encuentran superados los


escollos que conspiran contra la responsabilidad de los iudex, por ser éstos agentes del
Estado, y consecuentemente tan reprochables como cualquier otro dependiente del
mismo.

Tampoco se puede alegar -a esta altura del desarrollo jurídico- para sostener la
irresponsabilidad, que la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada nunca puede ser
contraria a derecho, ni que las acciones dirigidas contra ellos atentan contra su
independencia. La responsabilidad personal solo procede como consecuencia de su
obrar irregular y no corresponde una responsabilidad objetiva por meros errores en el
desempeño de sus funciones.[119]

Sempero, conviene poner de relieve, que desde otra vertiente, OSSORIO Y FLORIT
entiende que estos magistrados no son demandables por daños y perjuicios cuando
obran como tales.[120]

Antes de analizar los parámetros y fundamentos de la responsabilidad personal de los


jueces, es preciso sostener que la doctrina y jurisprudencia no es concordante en cuanto
a la posibilidad de incoar una demanda sin previamente perpetrar la destitución del
funcionario en cuestión.

Existe una postura amplia, como la que sostiene ARAZI, basada en la posibilidad de
entablar la demanda contra el juez aún mientras se encuentra ejerciendo sus funciones.
[121] En cambio, LLAMBÍAS adoptando una posición más conservadora, se opone a
ello.[122]

Ahora, desde la técnica procesal, ¿cómo se haría para demandar conjuntamente al


Estado y al juez, si sostenemos que hay que lograr el previo desafuero del magistrado?
Ello dificultaría la solución buscada. Además deberá tenerse en cuenta que si el Estado
pretende interponer la acción de regreso contra el magistrado, éste debió haber
participado activamente en el juicio condenatorio. De lo contrario, esa sentencia es
inoponible a él (ver punto A-10).

¿El curso de la prescripción de la acción contra el judicante se encontraría interrumpido


mientras no logremos su destitución? Haciendo una interpretación de los arts. 3980 y
3981 del CC, podemos suponer que la misma se encuentra suspendida mientras no
podamos iniciar válidamente la acción. La otra posibilidad es incoar la pretensión y
luego solicitar la suspensión con los fundamentos de los artículos mencionados.

17
Queremos destacar que no propugnamos la demandabilidad directa de los jueces, ni
mucho menos la responsabilidad objetiva del éstos, sino que creemos que es necesario
observar todas las variantes para llegar a una conclusión lógica y razonada. Lo
indiscutido es que su responsabilidad para con los particulares es de naturaleza
extracontractual.

Entonces, a los requisitos tradicionales de responsabilidad del Estado por error judicial
solo resta agregarle uno: acción u omisión antijurídica con los aditamentos de culpa o
dolo. Mientras en el dolo existe la malicia o voluntad de provocar el daño, la culpa se
configura por una negligencia o imprevisión. Esto es lo que MAZEAUD y TUNC
denominaron como antijuridicidad subjetiva.[123]

8) Plazo de Prescripción: Es aplicable a los supuestos de error judicial el plazo


prescriptivo bienal de la extracontractualidad, es decir, el art. 4037 del Código Civil.
[124]

Con relación al comienzo del mismo, no caben dudas en considerar que se contará a
partir de la absolución o sobreseimiento de aquel que se viera perjudicado por la
resolución (en derecho penal).[125] La absolución también puede surgir de una revisión
de la sentencia dictada anteriormente.

En el campo civil, salvo el supuesto de medidas cautelares ilegítimas,[126] habrá que


revisar la cosa juzgada y también comenzará a correr el plazo prescriptivo desde allí.

C. CONCLUSIONES.

Las teorías de la doble responsabilidad del Estado (y reproches diferenciados),


afortunadamente han sido abandonadas. Superado ese escollo, comienza a ser sujeto de
responsabilidad. Por ello, la diferencia entre actos de gestión y actos de gobierno hoy
día prácticamente carecen de utilidad, salvo en los alcances de la indemnización.

También hemos visto cómo se ha avanzado desde la doctrina de la atribución indirecta


de responsabilidad, hacia directa. Por último, y en un estadio que pareciera inmutable,
tenemos a un ente estatal que se hace responsable frente a los administrados de manera
directa y objetiva, mientras que para sus agentes (teoría organicista) existe el criterio de
antijuridicidad subjetiva.

Sepultado definitivamente el dogma de la irresponsabilidad estatal, donde la soberanía


desempeñó un papel capital, se impone hoy, de manera universal, la obligación del
Estado de resarcir económicamente los daños causados a terceros por comportamientos
comisivos u omisivos, materiales o jurídicos, legítimos o ilegítimos.

18
Por su parte, el estado de derecho, paradigma de nuestro sistema es impensable sin un
Poder Judicial idóneo, imparcial e independiente, que vele por el cumplimiento y la
efectiva vigencia del principio de legalidad, la justicia y seguridad jurídica.

La doctrina de la responsabilidad del Estado debe ser tenida en cuenta tal cual es: tanto
éste como sus agentes responden ante sus administrados. Es cierto que, los funcionarios
y empleados no siempre han de incurrir en esta causal, pero no hay que descartarla
prejuiciosamente, ni desalentar la paralela acción contra éllos por el mero hecho de que
las arcas estatales siempre son suficientes.

Si un funcionario ha incurrido en dolo o culpa grave, es injusto que los demás


ciudadanos paguen una condena con dineros que bien podían haber sido destinados a
otras necesidades.

La inmunidad de los magistrados es un atributo que el Estado de derecho democrático


les asigna. Pero si los órganos encargados de evaluar la conducta de éstos fallan,
entonces la inmunidad se convierte en impunidad.

Como bien lo pone de relieve el maestro CAPPELLETTI,[127] el modelo a seguir debe


apuntar a la responsabilidad hacia los usuarios del servicio de justicia. Este camino debe
estar conformado por razonables proporciones de responsabilidades legal, social y
políticas, sin subordinar a los jueces a los órganos políticos del gobierno ni a las
banderías partidarias. Agrega que este “modelo” es un medio por el cual se deben
equilibrar dos valores en conflicto: la independencia del Poder Judicial y su
responsabilidad (frenos y contrapesos). Recordemos que el mencionado autor dejó
siempre en claro que la referida independencia de los judicantes no tiene un fin en si
mismo, sino que apunta a la imparcialidad de éstos.

Nuestra intención es dejar en claro que nada ni nadie sea en un estado de derecho,
incontrolado o irresponsable. Este es el Norte que no siempre debemos perder, aún en la
oscuridad o en tiempos tempestuosos.

Repetimos, a modo de colofón, que todos estos conceptos -muchos de ellos teóricos-
que apuntan a responsabilizar la actividad de los jueces deben manejarse con suma
prudencia para no dejar en falsete la alta misión de dar a cada uno lo suyo.

--------------------------------------------------------------------------------

[1] TAWIL, Guido Santiago. La Responsabilidad de Estado y de los Magistrados y


Funcionarios Judiciales por el mal Funcionamiento de la Administración de Justicia.
Editorial Depalma, Buenos Aires, 1989. Pág. 17, citando a GARCÍA DE ENTERRÍA y
FERNANDEZ.

19
[2] CSJN, fallos 145:307, in re ‘Bordieu c/ Municipalidad de la Capital’, citado por
Roberto DROMI, Derecho Administrativo. Ed. Ciudad Argentina, Buenos Aires, 2000
(8° edición). Pág. 816.

[3] PEREZ, Benito. “La Responsabilidad Extracontractual del Estado por los Actos
Administrativos Ilícitos”. Publicado en ED, Tomo 117. Pág. 805.

[4] De la antigua redacción del art. 43 del Código Civil surgía la “inmunidad” de las
personas jurídicas ante acciones criminales o civiles por indemnización de daños. En la
nota a este artículo, el codificador equipara a las personas jurídicas con los impúberes y
dementes por carecer de capacidad de obrar. En su actual redacción se reconoce
expresamente la responsabilidad por los actos de los administradores y de sus
dependientes.

[5] Ver ED 21-961.

[6] CSN, fallos 160:11.

[7] CSN, Fallos 182:5. Ver también LL 12-122.

[8] De los considerandos en autos “Irisarri c/ Fisco de la Provincia de Buenos Aires”


(SCBA, causa Ac. 67.882, fallo del 14/03/2001), citando a Juan Carlos CASSAGNE.

[9] CSJN, causa 38.866, del 18-12-1984, autos ‘Vadell, Jorge c/ Provincia de Buenos
Aires’.

[10] CASSAGNE, Juan Carlos, La Responsabilidad Extracontractual del estado en la


Jurisprudencia de Corte, Publicado en ED 114-215.

[11] Del considerando 6° del fallo citado en la nota 9.

[12] Sala 1°, causa 208.524, RSD 101-91, Sentencia del 13-06-91, autos: ‘Bagnadi c/
Provincia de Buenos Aires”.

[13] Sala 2°, causa 209.525, RSD 198-91, Sent. del 29-10-91, ‘Spinetto, A. c/ Provincia
de Buenos Aires (Registro de la Propiedad) s/ Daños y Perjuicios’. En los autos ‘Durán,
J. c/ Provincia de Bs. As. s/ Daños y Perjuicios’ se estableció que y el incumplimiento o
negligencia de los empleados públicos del Estado Provincial hacen que este último sea
responsable de los daños y perjuicios causados. En ello prima la idea objetiva de la falta
de servicio (Sala 2°, causa 233.549, RSD 150.99, Sent. del 23-09-99). En este fallo, al
igual que en la causa “Vadell” (ver nota 9), la aplicación del art. 1112 se utiliza por vía
subsidiaria, sin perjuicio de la responsabilidad directa del Estado.

[14] Se exigió a los demandantes que previamente justifiquen que se ha frustrado el


pago de lo indebido a causa de la insolvencia del obligado, a fin de dejar despejada la
acción directamente contra el Fisco provincial, y obviamente un daño patrimonial cierto
que la indemnización solicitada deba corregir (doctrina de las causas 31.360 -del
02/08/83-; 50.004 -del 14/06/94-; 55.143 -del 15/08/95- y 67.882 -citada en nota 8-,
entre otras). La mera acreditación de la falta de servicio aún mediando daño, no genera
reclamación directa, conforme lo antedicho. El más reciente de los fallos se originó a

20
raíz de un defecto registral en la expedición de un certificado de dominio que luego
generó la nulidad de la subasta (causa “Irisarri” ya aludida). A pesar de abordar la
tesitura de la subsidiariedad (con votación de la totalidad de los miembros del Tribunal,
por 5 a 4), se acoge de todos modos la demanda porque uno de los judicantes que
también apoyó esa tésis (voto del Dr. San Martín), consideró que desde ya que el daño
debe ser demostrado pero cabe la posibilidad que aún no se haya producido y que
además ha sido el Estado quien por su culpa ha detenido el desarrollo de una serie de
hechos que podían ser fuente de ganancias. También se hace mención a la ley de
defensa al consumidor en alusión específica al derecho a una información veraz (del
voto del Dr. Pisano).

[15] PEREZ, Benito, op. cit, págs. 804 y 805.

[16] En un principio, se dijo que si bien las reglas del Código Civil no han sido
establecidas para ser aplicadas en campo del derecho administrativo, nada obsta para
que así sea pero con las discriminaciones propias de la naturaleza de esta disciplina
(Fallos 190:142, comentado por SPOTA, citado por Benito PEREZ, op. cit., pág. 805
nota 3).

[17] PEREZ, Benito, op. cit., pág. 805.

[18] CASSAGNE, Juan Carlos, La Responsabilidad Extracontractual del Estado... Op


cit. ED 114-271 (ampliar en CASSAGNE, Juan Carlos ED 189-190).

[19] DROMI, Roberto, op. cit., págs. 815-816.

[20] CSJN, fallo del 09-05-1989, autos “Motor Once c/ Municipalidad de Buenos
Aires”. El accionante -que era propietario de una estación de servicio- se vio
perjudicado por una ordenanza de la Capital Federal -del año 1973- que modificó las
condiciones previamente establecidas para el funcionamiento de esas instalaciones. En
este precedente se destaca además la neta diferencia entre la responsabilidad de origen
convencional, y la del caso específico, citándose entre las primeras a la causa ‘Sanchez
Granel’ (con soluciones ya predispuestas conforme a las leyes y al contrato en particular
-obra pública-). Ver también COMADIRA, Julio R., Derecho Administrativo, Ed. Lexis
Nexis (Abeledo-Perrot), segunda eidición año 2003, págs. 379/80.

[21] Del voto de la Dra. Aída KEMERMAJER DE CARLUCCI, en autos ‘Torres c/


Provincia de Mendoza’ (SC Mendoza, del 04-04-89). En este caso, el actor reclama a la
Provincia de Mendoza, la indemnización por daños y perjuicios por la destrucción que
habían sufrido unos plantíos y otros bienes de su propiedad, debido a una crecida
excepcional de un río que arrasó la defensa aluvional cosntruida a tales efectos. Es de
destacar que este resolutorio ha recibido elogios por parte de la doctrina, por haber
advertido que no exigía una conducta exigible por el administrado para reclamar el
cumplimiento del acto omitido (ver comentario de Juan Carlos CASSAGNE. La
Responsabilidad del Estado por Omisión. Publicado en LL 1989-C-512).

[22] VIDELA ESCALADA, Federico, La Responsabilidad Civil de Estado y de los


Funcionarios Públicos. ED Tomo 116, pág. 760.

[23] CSN, causas: ‘Caiza’ (ver en Fallos 177:237) y ‘Acuña (Fallos 252:39).

21
[24] DROMI, Roberto. Op. cit., pág. 818.

[25] MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo. Editorial


Abeledo-Perrot, 1973. Tomo IV, pág. 692.

[26] MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., pág. 725.

[27] VIDELA ESCALADA, Federico, op. cit., pág 761.

[28] GORDILLO, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo, Ed. Fundación de


Derecho Administrativo, Buenos Aires, 2000. Tomo I (5° edición), pág. XIII-1 (Ver
nota 1.1 de la misma página de la obra mencionada, en la cual cita a BIELSA y a
MARIENHOFF como seguidores de esta doctrina).

[29] GORDILLO, Agustín, op. cit., Tomo I, págs. XIII-3 a 7.

[30] Art. 77 CP: “Por los términos funcionario público y empleado público usados en
este código, se designa a todo el que participa accidental o permanentemente del
ejercicio de funciones públicas, sea por elección popular o por nombramiento de
autoridad competente”.

[31] El artículo mencionado equipara a los funcionarios o empleados del Estado y de


sus entidades que presten sus servicios temporal o permanente, remunerada u honoraria,
a los efectos de los actos de corrupción que la convención salvaguarda.

[32] Normativa del Régimen Jurídico Básico de la Función Pública, el decreto-ley en


general utiliza indistintamente los vocablos agente para los funcionarios y empleados.

[33] Se refiere a la inhabilidad para ocupar cargos o empleos.

[34] Se sostuvo que el término funcionario público que se expresa en la ley a los efectos
de considerar el contrabando calificado, también se refiere a los empleados (causas
‘Luna’ y ‘Franci’, Cám. Fed. Cap. Fed., Sala Penal, DJ 10-IV-1964, pág. 335). En un
fallo de la Cámara en lo Civil y Comercial Primera, Sala 2° de La Plata, se hace
responsable al Estado provincial por incumplimiento o negligencia de los empleados o
funcionarios públicos (del Registro de la Propiedad), sin distinción alguna (Del 29-10-
91, causa 209.525, autos: ‘Spinetto c/ Provincia de Buenos Aires (Registro de la
Propiedad) s/ Daños y Perjuicios’.

[35] Se incurre en la mención exclusiva de los funcionarios, sin hacerlo con respecto a
los empleados.

[36] DROMI, Roberto, op. cit., págs. 428, 429 y 825. Todos los agentes del Estado
asumen el carácter de órganos del Estado. Concluye que la relación siempre será de
empleo, sin perjuicio de la forma jurídica que revista, y que las distintas
denominaciones que reciba el órgano-individuo (funcionario, empleado, agente, etc.),
son al solo efecto de establecer las diferencias jerárquicas en los cargos y regímenes
jurídicos en que queda encuadrado el sujeto empleado público

22
[37] LLAMBÍAS, Jorge Joaquín. Código Civil Anotado. Editorial Abeledo-Perrot.
Buenos Aires, 1979. Tomo II, pág. 449.

[38] OSSORIO Y FLORIT, Manuel. Código Civil y Leyes Complementarias anotadas,


comentadas y actualizadas. Ediciones Librería Jurídica. La Plata, 1972. Tomo II, pág.
184.

[39] PEREZ, Benito, op. cit., pág. 805.

[40] Adoptamos la expresión “agentes” y no la de “funcionario”, conforme lo que se ha


expresado en el punto 7 de este capítulo.

[41] Art. 1112 CC “Los hechos y omisiones de los funcionarios públicos en ejercicio de
sus funciones, por no cumplir sino de manera irregular las obligaciones legales que les
están impuestas, son comprendidas en las disposiciones de este Título”.

[42] En estos casos se deberán practicar dos liquidaciones: una contra el Estado y
conforme a las leyes de emergencia y de ejecuciones de sentencia; y la otra contra el
agente conforme a las reglas procesales del lugar, y dejándose expresa constancia de
ello.

[43] HALPERÍN, David Andrés. Distintas Cuestiones de Responsabilidad del Estado.


Publicado en ED Tomo 160. Pág. 753 y 754.

[44] PEREZ, Benito, op. cit., pág. 808.

[45] Sala II, sentencia del 29/11/84 in re “Modesti, P. A. c/ Municipalidad de Coronel


Rosales”.

[46] GUASTAVINO, Elías P., Responsabilidad de los Funcionarios y de la


Administración Pública. Publicado en ED Tomo 116. Pág. 403.

[47] Caso “Lucena”, CSN (Fallos 250:138).

[48] GORDILLO, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo. Ed. Fundación de


Derecho Administrativo, Buenos Aires, 2000. Tomo II (4° edición), págs. XIX-11 a 13.

[49] De los considerandos del fallo “Modesti” (ver nota 45)

[50] A veces, el error en la resolución en particular no obedece a la apreciación


equivocada del derecho, sino a un error excusable en los hechos. Ver GUASTAVINO,
Elías P. Op. cit., pág. 403.

[51] HALPERÍN, David Andrés, op. cit., pág. 757.

[52] OSSORIO Y FLORIT, Manuel, op. cit., pág. 184.

[53] GUASTAVINO, Elías P., op. cit., pág. 403.

[54] Fallos 298:511.

23
[55] GUASTAVINO, Elías P., op. cit., pág. 406.

[56] Siempre y cuando el ordenamiento ritual no nos obligue a hacerlo. En el todavía


vigente sistema contenciosoadministrativo de la Provincia de Buenos Aires (Ley 2961 -
Código Varela-), a pesar de que no es posible citar a terceros, ello fue saneado
jurisprudencialmente (SCBA, Causa B 55.222, ‘Zuelgaray’, del 20-06-01). En cambio
en el nuevo sistema de la ley 12.008 (que aún no se encuentra vigente según lo
establecido en los casos resueltos por la Corte Provincial ‘La Jirafa Azul’ -B 56.966-;
‘Ortiz’ -B 58.594- y ‘Oviedo’ -B 56.125- entre otros), los terceros podrán ser citados
ora como parte principal o como coadyuvantes, conforme los arts. 10 y 11 de dicho
código. En estos últimos supuestos, MANCUSO nos dice que la citación se realizará
conforme las reglas de los arts. 90 y sigs. del CPCCBA (MANCUSO, Francisco,
Código Procesal Contencioso Administrativo, Provincia de Buenos Aires, Comentado,
Anotado y con Jurisprudencia. Ed. Scotti, 1999. Págs. 48 a 51), pero si el proceso fuera
de naturaleza civil, no habrían ningún inconveniente.

[57] Aquí hay que tener en cuenta la postura de CARLO CARLI, con relación a la
excepción de cosa juzgada, en la que se aparta de la teoría de las tres identidades
clásicas (sujeto, objeto y causa) y trae a colación una que denomina identidad del objeto
litigioso. Esto permite valiosamente comparar una sentencia ya dictada con el objeto
litigioso de una nueva demanda, por la vigencia del principio non bis in idem, pues si
existe la coincidencia que implique una nueva sentencia sobre lo que ya fue objeto de
una sentencia anterior, la defensa será fundada aunque no coexistan propiamente las tres
identidades clásicas (CARLO CARLI, La Demanda Civil. Ed. Lex, Buenos Aires, 1973.
Págs. 211 a 213).

[58] Con absoluta autoridad explica PALACIO que la intervención del tercero debe ser
obligada (art. 94 CPC) cuando la sentencia que se dicte en el proceso pueda serle
eventualmente opuesta. Es aplicable –continúa- cuando la parte en caso de ser vencida,
se halle habilitada para intentar una pretensión de regreso contra el tercero (PALACIO,
Lino Enrique, Manual de Derecho Procesal Civil. Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1988. Tomo II –Séptima Edición-, pág. 334).

[59] GUASTAVINO, Elías, op. cit., pág. 410, citando a CUETO RUA.

[60] En Fallos 49:344, la CSN admitió que el órgano municipal tenía deber de examinar
la legalidad de una ordenanza, y en Fallos 16:461 no se decidió lo mismo respecto a
ejecutores de una ley impositiva declarada después inconstitucional. Luego, en Fallos
298:511 se decidió que, si bien en sede administrativa no puede declararse la
inconstitucionalidad de leyes y decretos, no era menos cierto que el atacado por la
accionante pudo allí ser dejado sin efecto por la ilegitimidad y vicios formales que éste
le imputaba, y aún por razones de conveniencia y oportunidad (GUASTAVINO, Elías
P., op. cit., pág. 403).

[61] ARAZI, Ronald, Responsabilidad de los Jueces, del Estado y de los Abogados,
publicado en ED 160-743.

[62] Autos “Municipalidad de San Salvador de Jujuy c/ Rufino”, fallo del Superior
Tribunal de Jujuy del día 25-06-93 (ver también en JA 1995-II-184); “Zabaleta c/

24
Kocoureck SA”, SCBA Ac. 23.240, del 10-05-77. Fallos citados por Juan Carlos
HITTERS en “Revisión de la Cosa Juzgada”, Editorial Platense, Segunda Edición, La
Plata, año 2001, págs. 341/343.

[63] HITTERS, Juan Carlos, op. cit., pág. 393. También destacamos que de las
Conclusiones del VII Congreso Internacional de Derecho de Daños (Responsabilidades
en el Siglo XXI, realizado en Buenos Aires, 2 al 4 de Octubre de 2002. Fac. de Derecho
-UBA-), existieron dos posturas: A) Resulta equitativo prescindir de la exigencia de
remover la cosa juzgada para dejar expedita la acción resarcitoria, en los casos de
responsabilidad por error y arbitrariedad judicial. Desde que el juez que ha sentenciado
es un tercero ajeno a la contienda no le es oponible, ni puede escudarse, en cosa juzgada
material alguna, concerniente al decisorio que motive el juicio de responsabilidad.
(Dres. Elffman, Konig, Zulema Rivera, Mutilva, Massa, Paglayan, Podesta). Posición
B) El carácter de verdad legal que ostenta la resolución judicial pasada en autoridad de
cosa juzgada impide, en tanto se mantenga, juzgar que hay error o arbitrariedad judicial.
Si así no fuere, se subvertiría el orden social (Dres. Parellada, Cuervo, Furlotti,
Martinelli, Quiros, Gauna, Lecunto, Casas, Kamada, C. Fernández, Toranzo, Pizarro).

[64] TAWIL, Guido, op. cit., pág. 72; ARAZI, Ronald, op. cit., pág. 743.

[65] ARAZI, Ronald, op. cit., pág. 743.

[66] También mencionado en las conclusiones del VII Congreso Internacional de


Derecho de Daños.

[67] TAWIL, Guido, op. cit., pág. 48.

[68] CAPPELLETTI, Mauro, La Responsabilidad de los Jueces. Fundación JUS,


edición traducida por Samuel Amaral, Buenos Aires, 1987, pág. 97. Según aclaración
del traductor, la palabra usuarios empleada en la versión inglesa de esta obra, se
describe como Consumers, por lo que se creyó más conveniente utilizar ese vocablo ya
que la traducción literal sería la de “consumidores” (del verbo consumir).

[69] CAPPELLETTI, Mauro, op. cit., págs. 98/99.

[70] MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo. Editorial


Abeledo-Perrot, 1993. Tomo II (Cuarta Edición), pág. 49.

[71] Sala I, sentencia del 31-03-2000, autos “Reymundo c/ Ministerio de Justicia”,


publicado en LL 2000-D-660, con nota de redacción.

[72] REJTMAN FARAH, Mario, Responsabilidad del estado por Omisión Judicial: Una
Tendencia que se Expande, publicado en LL 1996-D-79. Ver pág. 81.

[73] BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, Responsabilidad del Estado por “Error Judicial”.
Publicado en LL 1996-B-311. Ver pág. 312.

[74] BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, op. cit., pág. 314.

25
[75] BIDART CAMPOS, GERMAN J., Responsabilidad del Estado por la
sustanciación de los procesos penales (Error Judicial y Privación de Libertad).
Publicado en ED 154-543. Ver pág. 543.

[76] MAIORANO, Jorge Luis, Responsabilidad del Estado por errores judiciales: otra
forma de proteger los derechos humanos, publicado en LL 1984-D-983 (ver pág. 988).

[77] El artículo 10 del Pacto de San José de Costa Rica, dispone que “toda persona tiene
derecho a ser indemnizada conforme a la ley en caso de haber sido condenada en
sentencia firma por error judicial” (previa revisión).

[78] Su art. 9° inc. 5 menciona que toda persona que haya sido ilegalmente detenida o
presa tendrá derecho efectivo a obtener una reparación (debe tratarse de una actividad
ilegítima del Estado). Y el art. 14 inc. 6° establece que: “cuando una sentencia
condenatoria haya sido ulteriormente revocada, o el condenado haya sido indultado por
haberse producido o descubierto un hecho plenamente probatorio de la comisión de un
error judicial, la persona que haya sufrido una pena como resultado de tal sentencia
deberá ser indemnizada, conforme a la ley, a menos que se demuestre que le es
imputable en todo o en parte el no haberse revelado el hecho desconocido”.

[79] Repárese que la norma estatuye a la “condena” como causal, y no a la prisión


preventiva concluida por sentencia absolutoria.

[80] Autor citado por Roland ARAZI, op. cit., pág. 744.

[81] ARAZI, Ronald. op. cit., pág. 744.

[82] También mencionado en las conclusiones del VII Congreso Internacional de


Derecho de Daños.

[83] Voto del Dr. Juan Carlos Venini, fallo del 12-08-93. Se trata de un caso en que el
actor fue víctima de una prisión preventiva de 14 meses, para luego ser absuelto. Con
posterioridad se cuestionan por vía civil ciertas irregularidades de la causa penal y se
solicita la reparación de daños por el lapso en que se encontró privado de su libertad.

[84] CSJN, fallo del 19-10-95, in re ‘Balda c/ Provincia de Buenos Aires’.

[85] TAWIL, Guido, op. cit., pág. 57.

[86] BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, op. cit., pág. 314.

[87] Dependiendo de cada sistema provincial.

[88] MAIORANO, Jorge Luis, op. cit., pág. 985. También consideramos importante
destacar un voto minoritario del Dr. Negri (causa ‘Paladino c/ Provincia de Buenos
Aires’, SCBA, fallo del 23-4-2003), en el que se consideró que el Estado debe
responder por el acto jurisdiccional que autorizó realizar una práctica médica
(transfusión de sangre) a una persona que por convicciones religiosas (testigo de
Jehová) había previamente dado su oposición a ella.

26
[89] Voto mayoritario en la causa ‘Paladino’ (ver nota anterior).

[90] De los considerandos de la causa “Egües c/ Provincia de Buenos Aires”, fallo de la


CSN del 29-10-96 (ver fallo completo en LL 1998-A-116 y ss., con un criterio similar
se ha inclinado la mayoría sentenciante en los autos “Balda c/ Provincia de Buenos
Aires”, ya citado en la nota 84).

[91] Autos “Larocca c/ Provincia de Buenos Aires”, fallo de la CSN del 11-04-00, verlo
completo en LL 2000-E-687 y ss.

[92] Fundamentos del art. 477 CPPBA.

[93] De los considerandos de la causa “Furtado c/ Ministerio de Justicia de la Nación”,


Cámara Nacional Federal Cont-Adm, fallo del 31-03-00. Ver también la opinión de la
minoría en el caso “Balda” (citado en nota 84).

[94] SCBA, fallo del 17-05-00, Ac. 72.773, in re ‘Furtado c/ Provincia de Buenos
Aires’, del voto mayoritario del Dr. Eduardo De Lázzari. Similares criterios adoptó el
mismo Tribunal en las causas “Lemos” (Ac. 56.636 del 10-06-97), en la cual se puso de
relieve que no es posible revisar en juicio civil los actos firmes cumplidos en sede
penal; “Berón” (Ac. 66.582 del 11-05-99), que rechazó el pedido de indemnización del
actor por no haber existido irrazonabilidad acreditada en la detención ordenada en el
proceso penal; y “Fernández Blanco” (Ac. 66.869 del 26-10-99), en la que se destacó
que en la medida en que las sentencias no importen un error inexcusable o dolo en la
prestación del servicio de justicia no pueden generar responsabilidad alguna.

[95] Del voto del Dr. Juan Carlos Hitters, en el caso mencionado en la nota anterior.

[96] Cámara Nacional Federal Civil y Comercial, Sala III, fallo del 27-05-97, autos
‘Rosa y Otro c/ Ministerio de Justicia”. Ver fallo completo en LL 1998-B-560.

[97] CSN, fallo del 01-11-99, allí se revocó parcialmente la sentencia de Cámara y
otorga la suma indemnizatoria de $ 85.000 más intereses en concepto de daño moral.
Con relación al lucro cesante, éste fue desestimado por no haber sido acreditado
fehacientemente.

[98] MOSSET ITURRASPE, Jorge. Daño Injusto por Prolongación Indebida de la


Prisión Preventiva (Discrepancia con la Minoría de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación), publicado en Suplemento Especial JA, del 27/09/2000 (Nro. 6213), ver pág.
11.

[99] Según surge de los votos minoritarios de los Dres. Moliné O’Connor, Boggiano y
López, en la causa citada en nota 97.

[100] En el art. 477 del CPPBA solo se prevén como causal de exoneración por parte
del estado, la conducta de la víctima que obstruye innecesariamente el proceso y la falsa
denuncia.

[101] La prisión preventiva es una mera medida cautelar a la que no le resultan


aplicables los artículos 477 del CPPBA y 10 de la Convención Americana sobre

27
Derechos Humanos, que sólo le dan cabida a la indemnización por error judicial
contenido en una sentencia firme (SCBA, fallos del 17-05-00. ‘Morán c/ Provincia de
Buenos Aires’, y del 13-06-01 ‘Parodi c/ Provincia de Buenos Aires’).

[102] También es preciso reparar en la fragilidad que poseen los conceptos


consentimiento o allanamiento en el Derecho Procesal Penal, si se parte de la base que
la sola confesión de una persona de haber cometido un crimen no es causal suficiente
como para condenarlo, salvo existencia de otras pruebas que así lo acrediten.

[103] Nos referimos al órgano jurisdiccional competente en materia de acción o recurso


de revisión.

[104] Hemos tenido la oportunidad de consultar en el Diario “El Día” de La Plata, dos
hechos, publicados en la edición del 19-07-01 (pág. 15), y que casualmente estarían
vinculados a la misma persona. “Tres físicamente muy parecidos, pero dos de ellos son
inocentes...” comienza la redacción. En realidad se trata de dos violaciones cometidas
aparentemente por el mismo sujeto en distintos lugares, y que casualmente originaron
las detenciones dos hombres diferentes (uno por cada hecho) por su parecido físico,
hasta que con posterioridad se logró determinar la inocencia de ambos y la presunta
culpabilidad del primero (que también tenía en su prontuario otros delitos por ataques
sexuales). Demás está decir que estas personas inocentes, han pasado varios meses en la
cárcel. Bajo estas circunstancias, consideramos que es necesario que el Estado se haga
cargo de indemnizar a los inocentes. Tengamos en cuenta que no se trata de una
absolución por dudosa culpabilidad sino directamente por falta de autoría.

[105] CSN, fallo del 04-05-95, carátula: ‘De Gandia c/ Provincia de Buenos Aires’ (ver
texto completo en LL 1996-D-79 y ss).

[106] Véase la nota 21, pero con la salvedad de que el supuesto no es idéntico, ya que
en el mencionado en la nota referida no existía norma alguna que obligara a la
Administración a actuar de determinada manera. En cambio aquí, las pautas de
actuación surgen de las leyes procesales, y deben ser cumplidas.

[107] REJTMAN FARAH, Mario, op. cit., págs. 86/87.

[108] Agustín GORDILLO, citado por Mario REJTMAN FARAH, op. cit., pág. 87. El
autor citado en último término concuerda con el primero, manifestando que no importa
si existió o no dolo, culpa o negligencia del magistrado o si la omisión fue accidental. Si
la omisión supone un irregular ejercicio, hay responsabilidad. También Beltrán
GAMBIER adopta la teoría de falta de servicio en caso de omisión judicial.

[109] CSN, sentencia del 04-06-85. La orden de conversión de moneda extranjera había
sido errónea, pero finalmente se condenó a la Provincia a la entrega de los dólares
orignariamente debidos, más intereses desde el momento de la percepción originaria
hasta la del efectivo pago.

[110] CSN, fallo del 16-12-86, en autos “Etcheverry c/ Provincia de Buenos Aires y
Otros (ver Fallos 308:2494), y fallo del 16-03-89 en autos “Videla Cuello c/ Provincia
de La Rioja” (ver Fallos 312:316).

28
[111] Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala III, sentencia
del 12-10-99, autos: “Dic´s Internacional c/ Estado Nacional”. También sostuvo es
Tribunal en apoyatura de la decisión que los daños que puedan derivarse de la falta de
pronta devolución de los cupones de tarjeta de crédito secuestrados en el allanamiento
no son resarcibles si derivan de la falta de dilegencia de quien los sufre, la que queda
configurada si se omitió recurrir en tiempo y forma el acto judicial que denegó el pedido
de devolución.

[112] ARAZI, Ronald, op. cit., pág. 744.

[113] A tales efectos no habrá que olviidar que hay juzgados en los cuales tramitan
(especialmente en los fueros en que lo civil y comercial se encuentran unificados)
quiebras de bancos o instituciones importantes, ú órganos penales con causas
desbordantes (de más de 1.000 cuerpos), y habrá otros que puedan tener menos tarea,
razón que hace imposible analizar los números en frío.

[114] Guido TAWIL, op. cit., pág. 86, citando a PIUG BRUTAU.

[115] MOSSET ITURRASPE, Jorge (Director), La Responsabilidad Civil. Ed.


Hammurabi, 1ª reimpresión 1993, pág. 107.

[116] TAWIL, Guido, op. cit., pág. 86.

[117] MORELLO, Augusto Mario, Compensación del Estado por daños riginados en su
accionar lícito, publicado en ED 120-887.

[118] En el caso del Derecho Penal, es la ley la que concede un “poder legítimo de
dañar”. El daño es la consecuencia necesaria y normal del ejercicio de ese derecho, y de
un obrar autorizado por la ley. Los límites de ese derecho se encuentran en la
razonabilidad. Hay que acreditar que se ha excedido irrazonablemente el límite.
Entonces, la razonabilidad en los límites surge explícita o implícitamente de las normas
aplicables.

[119] ARAZI, Ronald, op. cit., pág. 744.

[120] OSSORIO Y FLORIT, Manuel, op. cit., pág. 184. Para no caer en críticas
infundadas, debemos tener en cuenta que este tomo fue publicado en el año 1972.

[121] ARAZI, Ronald, op. cit., pág. 745.

[122] LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, op. cit., pág., 450. A su vez, cita varios fallos de la
CSN y SCBA que apoyan su teoría (ver apartado 1° de jurisprudencia, en la misma
página).

[123] TAWIL, Guido, op. cit., pág. 131.

[124] Cnac. Fed. Cont. Adm., Sala III, fallo del 23-06-00 (ver también publicación de
La Ley del 23-01-01); caso “Balda” ya citado en nota 84; CSN, sentencia del 26-10-99,
autos “Malmann c/ Ministerio del Interior”.

29
[125] Ver fallos citados en nota anterior.

[126] Cuya ilegalidad en principio surge de la misma sentencia de mérito.

[127] CAPPELLETTI, Mauro, op. cit., págs. 97/98.

30

También podría gustarte