HITTERS Resp Estado X Error Judicial
HITTERS Resp Estado X Error Judicial
Fecha: 12-03-2001
A. CONSIDERACIONES GENERALES.
Para comenzar nuestro análisis es necesario dejar en claro que no obstante lo antedicho,
no existe en nuestra Carta Magna, norma específica alguna que atribuya la
responsabilidad reparatoria del Estado. Ello hace que sean inmediatamente aplicables
todas las disposiciones relativas a la igualdad (art. 16), al principio de legalidad (art. 19)
y a la teoría de la demandabilidad del Estado (art. 116, hace alusión al ente estatal en su
calidad de parte sin especificar será como actora o demandada).
1
Por su parte, el art. 17 de la norma fundamental nacional estatuye la indemnización
previa para los supuestos de privación legal, de la propiedad privada. Con relación al
principio aludido, la Corte Suprema de Justicia de la Nación lo ha entendido en su más
amplio sentido, pudiéndose aplicar a casi todos los supuestos de lesión de derechos
individuales. El desconocimiento de éstos, debe ser indemnizado si se vulneran los
límites reglamentarios.[2]
Luego de haberse derrumbado ese muro que excluía a todos los actos de imperium de
juzgamiento civil, y que originariamente parecía infranqueable, nos encontramos ante
un Estado que “comienza” a ser pasible de las acciones por responsabilidad
extracontractual ocasionada por actos ilícitos (culpa o negligencia) que causaban daño.
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telégrafo que dejaron un bracero encendido y provocaron un incendio en una propiedad
del accionante, todo ello con apoyatura en los arts. 1109 y 1113 del Código Civil.
A pesar de ser criticada la aplicación del art. 1113 (responsabilidad indirecta, que en
principio presupone culpa), se reconoció el mérito en vincularlo con el 1112 del
ordenamiento aludido, porque de esta manera se excluye la referencia a la culpa, como
asimismo a la innecesariedad de la individualización del autor, siendo siempre
responsable el Estado por falta de servicio[8] (faute de service según la doctrina
francesa).
De este modo, el Estado asume como propios los hechos, actos u omisiones (en algunos
casos) de sus agentes que tengan consecuencias dañosas, adoptando la teoría
organicista.
Por último hemos advertido en algunos casos una tendencia en la Suprema Corte de la
Provincia de Buenos Aires fundada en la subsidiariedad de la responsabilidad estatal,
generalmente vinculada a los errores registrales.[14]
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3) Responsabilidad de derecho público o derecho privado: La mencionada
responsabilidad puede ser contractual o extracontractual; por actos, lícitos o ilícitos; por
acción u omisión. Por su parte, la extracontractual se origina por actos o hechos de
naturaleza administrativa, legislativa o judicial.
Compartimos el criterio del autor precitado, porque el hecho de que las reglas jurídicas
en las cuales se basamente esta doctrina, estén incluídas dentro del ordenamiento civil,
no significa que pertenezcan a esa rama del derecho. Con ese motivo deberíamos
aceptar que los arts. 1, 2, 3, 18, 20, 43, 493, 953, 2639, 2646 del mismo cuerpo legal,
son de estricta aplicación en materia civilística, y que no fueran operativos en el campo
administrativo.
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Obviamente la distinción entre ellas radica en la existencia de un vínculo (contractual) o
no (extracontractual) con el Estado al momento de producirse el hecho dañoso.
Uno de los fallos más notorios y que sin lugar a dudas ha marcado un hito en la
extracontractualidad, es la causa “Vadell”, ya comentado en el punto 2.
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6) ¿Funcionarios o empleados? La problemática que en su momento ha generado la
redacción del art. 1112 en cuanto a la inclusión o no de los “empleados públicos” dentro
del término “funcionarios públicos”, parece haber sido superada tanto por la doctrina
como por la jurisprudencia.
Otra norma de similar composición a la del art. 1112, es el art. 245 de la Ley Orgánica
de las Municipalidades (DL 6769/58).[35]
Por ello, y en virtud de las consideraciones expuestas supra no cabe duda alguna que en
la actualidad los conceptos de funcionario público y empleado público deben ser vistos
desde la óptica de la teoría organicista. Esto permite utilizar la palabra agentes como
expresión omnicomprensiva de ambos vocablos.
Por lo tanto, cuando el agente tiene responsabilidad personal en el evento, debe ser
enjuiciado como cualquier particular. Además las leyes de emergencia sólo rigen en
protección al Estado, y no existe ninguna quita ni detracción cuando se practica una
liquidación en contra aquéllos.[42]
Como ya hemos puesto de relieve, para reprochar al Estado resulta menester demostrar:
el obrar irregular del mismo (faute de service), el daño y la relación de causalidad entre
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uno y otro. En tanto, si se quiere atribuir la responsabilidad al o agente habrá además
que acreditar la culpa de éste,[43] y desde ya individualizarlo.
Por lo tanto, para que exista responsabilidad del agente público se requiere: 1) que el
acto perjudicial se realice en ejercicio de la respectiva función, y 2) que el perjuicio se
ocasione por el cumplimiento irregular o ilícito de las obligaciones legales inherentes al
cargo (según surge expresamente del art. 1112).[44]
Para GORDILLO, el primer contenido especial del art. 1112 que lo hace diferente del
texto del 1109 es la omisión. Mientras que el 1112 habla de hechos y omisiones, el 1109
solo se refiere a los hechos. Entonces, aún ante la falta de una ley o reglamento que
ordene la comisión del hecho, el agente siempre será responsable si la omisión supone
un irregular ejercicio de su deber (no siendo aplicable las reglas del art. 1074),
encontrándose también dentro de esa categoría le “no dar”, el “no hacer” o el “permitir”.
[48]
Si solo hay un ejercicio erróneo, negligente, si el daño, en fin, resulta de una mala
organización, de un mal funcionamiento, de una falta administrativa, únicamente el
Estado es responsable.[49]
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8) Causales de Eximición: En primer lugar, consideraremos las causales que puede
invocar el Estado para exonerarse de su obligación indemnizatoria. Para ello no habrá
que olvidar que la responsabilidad es objetiva y directa.
Por ende, solo resta decir que los pocos supuestos excusatorios radican en el caso
fortuito, la fuerza mayor y culpa de la víctima.
Con relación al agente, además de las mencionadas (que favorecen al Estado y a éstos),
encontramos otras causales: el error[50] y el seguir el consejo brindado a través de un
dictámen.[51]
Esta última situación no nos parece la más adecuada, ya que no es necesario invocar el
art. 1122 para litigar solamente contra el Estado, porque esa norma hace responsable
indirectamente al mandante, y la responsabilidad del Estado no es indirecta, como ya
hemos dicho.
Por otra parte, imaginemos que no sería la mejor técnica procesal incoar dos pleitos
independientes,[56] porque en uno de ellos podría condenarse al Estado por falta de
servicio, y en el otro absolverse al agente por inexistencia del hecho. En ese caso, habría
dos sentencias opuestas y con objeto casi idéntico. Lo más prudente sería que si el
Estado es el primero en ser demandado, cite como tercero al agente al mismo proceso, y
viceversa (siempre que fuese viable), o en su caso se proceda a la acumulación de las
actuaciones, cuando corresponda.
Para concluir, consideramos que la demandabilidad del Estado y del agente deben ser
admitidas en el mismo litigio. Si no, hay que considerar que el agente puede interponer
la excepción de cosa juzgada contra el particular que no triunfó en el primer proceso
contra el Estado,[57] o considerar inoponible la sentencia de condena contra la
Administración al no haber participado y presentar su defensa (art. 94 CPCCBA).[58]
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10) Acción de repetición: La acción de repetición por el Estado del importe abonado
como indemnización de daños causados por sus funcionarios es un importante
instrumento que apuntala la honestidad y decencia republicana, y en su virtud tal
postulado, la ‘erogación’ no es soportada definitivamente por toda la comunidad sino
por los agentes públicos responsables.[59]
Las leyes adjetivas en general, contemplan las consecuencias dañosas que se ocasionan
a la parte contraria y su reparación, ya sea mediante el pago de las costas del juicio,
multas por el actuar temerario, responsabilidad por medidas cautelares trabadas
indebidamente, etc. Pero sin embargo, existen otros supuestos no previstos en la ley,
como por ejemplo la revocación de sentencias firmes por existencia de vicio tales como
el fraude procesal o el proceso totalmente fraudulento, destinado a estafar a terceros.
[61]
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mediante la utilización de los medios que se brindan a través de la acción de revisión.
[63]
Sin perjuicio de ello, veremos que a pesar que esta responsabilidad se encuentra
expresamente legislada en algunas leyes de índole penal (y directamente vinculadas a
detenciones ilegítimas), también es posible ampliar el espectro a todos los tipos de
procesos.
Destaca el autor citado que el mejor modelo para lograr la responsabilidad, no debe ser
enfocado en función del prestigio e independencia del poder judicial, sino en función de
los usuarios del servicio de justicia. De ahí se combina objetividad y la imparcialidad de
los jueces con un adecuado porcentaje de responsabilidad social requerido tanto a la
sociedad como a quienes forman parte de élla y que son los auténticos destinatarios de
dicho servicio.[69]
Por otra parte, hay posturas restrictivas -más acertadas, a nuestro criterio- como aquellas
que vinculan a las actividades administrativas, legislativas y judiciales del Estado a las
funciones esenciales de éste (función pública), y por ende indelegables. En cambio,
cuando la actividad pertinente excluya la idea de soberanía, el servicio (público) podrá
ser realizado por la Administración o por los particulares. Entonces, allí es donde se
desplaza la idea de considerar al ejercicio de la función judicial como un servicio
público.[70]
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en un fallo de la Cámara Nacional Federal Contenciosoadministrativo, al manifestar que
la responsabilidad del Estado en estos casos es excepcional, y no se extiende a cualquier
otra falta de servicio, sino error judicial y grave arbitrariedad.[71]
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4) Requisitos: Según las palabras de CAPPELLETTI, la necesidad de establecer ciertos
límites a la responsabilidad judicial puede ser bien entendida cuando se tiene clara
conciencia del valor o valores que con esas restricciones se tiende a proteger; así como
en el caso de la cosa juzgada, también el tenazmente defendido principio de la
inmutabilidad judicial, lejos de ser absoluto y teórico, está supeditado a los fines,
valores e ideas que las leyes tienen en cuenta de maneras diversas. [80]
a) La parte perjudicada debe haber interpuesto contra la resolución que lo afecta, los
recursos que las leyes procesales le conceden, salvo casos de indefensión.[82]
Desde esta perspectiva rescatamos el importante valor que tiene un voto en disidencia,
en un fallo de la Cámara de Apelaciones de Junín,[83] en donde se menciona que la
circunstancia de no haber incoado el de Hábeas Corpus por el Defensor Oficial, no
puede ser imputado a quien se hallaba privado de su libertad, sino en su caso al propio
sistema judicial que no le brindó amparo judicial a su derecho.
d) Para los casos en que exista cosa juzgada, previamente se deberá derribar la misma
para luego intentar una indemnización (prejudicialidad). Ello no impide que en un
mismo proceso se acumulen ambas pretensiones.
La existencia del error judicial se debe verificar en el mismo proceso en que se habría
cometido, y no en el de contenido resarcitorio.
e) Para que se configure la responsabilidad personal del juez, es preciso que éste haya
actuado con dolo o culpa grave, salvo que sea excusable.
TAWIL trae a colación dos posturas acerca de la caracterización del error judicial, y su
capacidad de engendrar responsabilidad: [85]
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o apreciación de los hechos, se dicta una resolución judicial que no se ajusta a la verdad
y a la realidad de tales hechos.
b) La segunda, privilegia la consideración del error como resultado, por importar éste
una conclusión equivocada (no ajustada a la ley), bien porque no se hubiera aplicado
correctamente el derecho, bien porque se hayan establecido hechos que no se
corresponden con la realidad.
Coincidimos con el autor citado, en que la última posibilidad es más adecuada ya que el
reconocimiento de la responsabilidad debe fundarse en un basamento objetivo (con
independencia de su causa), sin arribar a extremos indeseados.
5) Error Judicial. Demora. Omisión: El error judicial es entendido como todo acto
judicial ejecutado por el juez en el proceso, que resulta objetivamente contradictorio con
los hechos de la causa o con el derecho y la equidad, desviando la solución del resultado
justo al que naturalmente debió llegar. Es un verdadero acto ilícito contrario a la ley, sea
por acción u omisión en el curso del proceso sometido a su jurisdicción. [86]
El error judicial supone la grave equivocación sobre los hechos del caso y la
consiguiente aplicación del derecho a hechos que no existen; puede producirse por
deficiencias procesales, circunstancias fortuitas, coincidencias fatales, pruebas falsas o
fraguadas, viciadas por el error, el odio o los prejuicios, por parcialidad o error de los
peritos, etc.[88]
En principio, solo cabe responsabilizar al Estado por error judicial en la medida en que
el acto que origina el daño sea declarado ilegítimo[89] y dejado sin efecto, pues antes de
ese momento el carácter de verdad legal que posee la sentencia pasada en autoridad de
cosa juzgada impide, en tanto se mantenga, juzgar que hay error. Lo contrario
importaría un atentado contra el orden social y la seguridad jurídica, pues la ación de
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daños y perjuicios constituiría un recurso contra el pronunciamiento firme no previsto ni
admitido por la ley.[90]
En este sentido también se ha dicho que el error judicial debe ser declarado en un nuevo
pronunciamiento recaído en los casos en que resulta posible intentar válidamente la
revisión de sentencia y mediante el cual se determinen la naturaleza y gravedad del
yerro.[91]
Los casos de error judicial que originan acciones de revisión sobre sentencias firmes no
ofrecen ninguna duda en cuanto a la viabilidad del reclamo indemnizatorio, siempre que
la víctima no haya hecho incurrir en error al propio juzgador.[92]
Por ello, para que el Estado sea responsable del perjuicio ocasionado en estas
condiciones, es exigible que la absolución haya sido dictada en virtud no haberse
observado durante el proceso ciertos principios, como el de in dubio pro reo, y que el
auto de prisión preventiva se revele como incuestionablemente infundado o arbitrario.
[93]
En los casos de prisión preventiva, con posterior absolución del imputado, no le resultan
aplicables los arts. 477 del CPP y 10 del Pacto de San José de Costa Rica, que solo dan
cabida a la indemnización por error judicial en sentencia firme.[95]
14
momento de existir razones para no mantener la prisión preventiva, se prolongó
indebidamente la misma (durante más de 18 meses), sin que se hubiese demostrado la
necesidad imperiosa de su mantenimiento.[97]
Ello así, también es preciso destacar que en este supuesto -que es particular dentro de su
especie-, el solo hecho de invocar la causal utilizada por el juzgador como argumento
sentencial (siempre y cuando sea fundado), sería suficiente como para demostrar la
existencia del hecho dañoso.
No cabe duda que la prisión preventiva tiene naturaleza de medida cautelar,[101] pero
es el Estado -Poder Judicial- el que tiene la obligación de considerar en todo momento
que la misma goza de provisionalidad, y por ello si las circunstancias del caso aconsejan
dejarla sin efecto, deberá suspenderla oficiosamente sin exigir solicitud alguna del
detenido.[102] Destacamos que la acción de indemnización por defectuosa actuación de
los jueces -sin haberse acreditado el error previamente en sede penal-, solo debe
proceder en casos extremos como éste. En todos los demás supuestos, se requiere que el
órgano revisor[103] del fallo penal se haya expedido, revocando el pronunciamiento
viciado, para intentar la acción reclamatoria por la vía correspondiente.
No solo existen antecedentes de error judicial en los que el imputado fue luego absuelto
por falta de mérito, sino que también por similitudes físicas con el verdadero autor del
hecho.[104]
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la procedencia de la acción, o si el mero funcionamiento anormal o irregular genera
responsabilidad.[106]
Se exige la necesidad de que exista una relación directa inmediata y exclusiva de causa
a efecto, sin intervención extraña que pueda influir en el nexo causal. Y el hecho
revestir la responsabilidad estatal carácter objetivo, no por ello trae aparejado que para
su determinación no resulte esencial la acreditación entre el nexo y el daño.[116]
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MORELLO, con muy buen criterio, estima que la relación de causalidad debe estar
dada pro las siguientes máximas:[117]
Tampoco se puede alegar -a esta altura del desarrollo jurídico- para sostener la
irresponsabilidad, que la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada nunca puede ser
contraria a derecho, ni que las acciones dirigidas contra ellos atentan contra su
independencia. La responsabilidad personal solo procede como consecuencia de su
obrar irregular y no corresponde una responsabilidad objetiva por meros errores en el
desempeño de sus funciones.[119]
Sempero, conviene poner de relieve, que desde otra vertiente, OSSORIO Y FLORIT
entiende que estos magistrados no son demandables por daños y perjuicios cuando
obran como tales.[120]
Existe una postura amplia, como la que sostiene ARAZI, basada en la posibilidad de
entablar la demanda contra el juez aún mientras se encuentra ejerciendo sus funciones.
[121] En cambio, LLAMBÍAS adoptando una posición más conservadora, se opone a
ello.[122]
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Queremos destacar que no propugnamos la demandabilidad directa de los jueces, ni
mucho menos la responsabilidad objetiva del éstos, sino que creemos que es necesario
observar todas las variantes para llegar a una conclusión lógica y razonada. Lo
indiscutido es que su responsabilidad para con los particulares es de naturaleza
extracontractual.
Entonces, a los requisitos tradicionales de responsabilidad del Estado por error judicial
solo resta agregarle uno: acción u omisión antijurídica con los aditamentos de culpa o
dolo. Mientras en el dolo existe la malicia o voluntad de provocar el daño, la culpa se
configura por una negligencia o imprevisión. Esto es lo que MAZEAUD y TUNC
denominaron como antijuridicidad subjetiva.[123]
Con relación al comienzo del mismo, no caben dudas en considerar que se contará a
partir de la absolución o sobreseimiento de aquel que se viera perjudicado por la
resolución (en derecho penal).[125] La absolución también puede surgir de una revisión
de la sentencia dictada anteriormente.
C. CONCLUSIONES.
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Por su parte, el estado de derecho, paradigma de nuestro sistema es impensable sin un
Poder Judicial idóneo, imparcial e independiente, que vele por el cumplimiento y la
efectiva vigencia del principio de legalidad, la justicia y seguridad jurídica.
La doctrina de la responsabilidad del Estado debe ser tenida en cuenta tal cual es: tanto
éste como sus agentes responden ante sus administrados. Es cierto que, los funcionarios
y empleados no siempre han de incurrir en esta causal, pero no hay que descartarla
prejuiciosamente, ni desalentar la paralela acción contra éllos por el mero hecho de que
las arcas estatales siempre son suficientes.
Nuestra intención es dejar en claro que nada ni nadie sea en un estado de derecho,
incontrolado o irresponsable. Este es el Norte que no siempre debemos perder, aún en la
oscuridad o en tiempos tempestuosos.
Repetimos, a modo de colofón, que todos estos conceptos -muchos de ellos teóricos-
que apuntan a responsabilizar la actividad de los jueces deben manejarse con suma
prudencia para no dejar en falsete la alta misión de dar a cada uno lo suyo.
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19
[2] CSJN, fallos 145:307, in re ‘Bordieu c/ Municipalidad de la Capital’, citado por
Roberto DROMI, Derecho Administrativo. Ed. Ciudad Argentina, Buenos Aires, 2000
(8° edición). Pág. 816.
[3] PEREZ, Benito. “La Responsabilidad Extracontractual del Estado por los Actos
Administrativos Ilícitos”. Publicado en ED, Tomo 117. Pág. 805.
[4] De la antigua redacción del art. 43 del Código Civil surgía la “inmunidad” de las
personas jurídicas ante acciones criminales o civiles por indemnización de daños. En la
nota a este artículo, el codificador equipara a las personas jurídicas con los impúberes y
dementes por carecer de capacidad de obrar. En su actual redacción se reconoce
expresamente la responsabilidad por los actos de los administradores y de sus
dependientes.
[9] CSJN, causa 38.866, del 18-12-1984, autos ‘Vadell, Jorge c/ Provincia de Buenos
Aires’.
[12] Sala 1°, causa 208.524, RSD 101-91, Sentencia del 13-06-91, autos: ‘Bagnadi c/
Provincia de Buenos Aires”.
[13] Sala 2°, causa 209.525, RSD 198-91, Sent. del 29-10-91, ‘Spinetto, A. c/ Provincia
de Buenos Aires (Registro de la Propiedad) s/ Daños y Perjuicios’. En los autos ‘Durán,
J. c/ Provincia de Bs. As. s/ Daños y Perjuicios’ se estableció que y el incumplimiento o
negligencia de los empleados públicos del Estado Provincial hacen que este último sea
responsable de los daños y perjuicios causados. En ello prima la idea objetiva de la falta
de servicio (Sala 2°, causa 233.549, RSD 150.99, Sent. del 23-09-99). En este fallo, al
igual que en la causa “Vadell” (ver nota 9), la aplicación del art. 1112 se utiliza por vía
subsidiaria, sin perjuicio de la responsabilidad directa del Estado.
20
raíz de un defecto registral en la expedición de un certificado de dominio que luego
generó la nulidad de la subasta (causa “Irisarri” ya aludida). A pesar de abordar la
tesitura de la subsidiariedad (con votación de la totalidad de los miembros del Tribunal,
por 5 a 4), se acoge de todos modos la demanda porque uno de los judicantes que
también apoyó esa tésis (voto del Dr. San Martín), consideró que desde ya que el daño
debe ser demostrado pero cabe la posibilidad que aún no se haya producido y que
además ha sido el Estado quien por su culpa ha detenido el desarrollo de una serie de
hechos que podían ser fuente de ganancias. También se hace mención a la ley de
defensa al consumidor en alusión específica al derecho a una información veraz (del
voto del Dr. Pisano).
[16] En un principio, se dijo que si bien las reglas del Código Civil no han sido
establecidas para ser aplicadas en campo del derecho administrativo, nada obsta para
que así sea pero con las discriminaciones propias de la naturaleza de esta disciplina
(Fallos 190:142, comentado por SPOTA, citado por Benito PEREZ, op. cit., pág. 805
nota 3).
[20] CSJN, fallo del 09-05-1989, autos “Motor Once c/ Municipalidad de Buenos
Aires”. El accionante -que era propietario de una estación de servicio- se vio
perjudicado por una ordenanza de la Capital Federal -del año 1973- que modificó las
condiciones previamente establecidas para el funcionamiento de esas instalaciones. En
este precedente se destaca además la neta diferencia entre la responsabilidad de origen
convencional, y la del caso específico, citándose entre las primeras a la causa ‘Sanchez
Granel’ (con soluciones ya predispuestas conforme a las leyes y al contrato en particular
-obra pública-). Ver también COMADIRA, Julio R., Derecho Administrativo, Ed. Lexis
Nexis (Abeledo-Perrot), segunda eidición año 2003, págs. 379/80.
[23] CSN, causas: ‘Caiza’ (ver en Fallos 177:237) y ‘Acuña (Fallos 252:39).
21
[24] DROMI, Roberto. Op. cit., pág. 818.
[30] Art. 77 CP: “Por los términos funcionario público y empleado público usados en
este código, se designa a todo el que participa accidental o permanentemente del
ejercicio de funciones públicas, sea por elección popular o por nombramiento de
autoridad competente”.
[34] Se sostuvo que el término funcionario público que se expresa en la ley a los efectos
de considerar el contrabando calificado, también se refiere a los empleados (causas
‘Luna’ y ‘Franci’, Cám. Fed. Cap. Fed., Sala Penal, DJ 10-IV-1964, pág. 335). En un
fallo de la Cámara en lo Civil y Comercial Primera, Sala 2° de La Plata, se hace
responsable al Estado provincial por incumplimiento o negligencia de los empleados o
funcionarios públicos (del Registro de la Propiedad), sin distinción alguna (Del 29-10-
91, causa 209.525, autos: ‘Spinetto c/ Provincia de Buenos Aires (Registro de la
Propiedad) s/ Daños y Perjuicios’.
[35] Se incurre en la mención exclusiva de los funcionarios, sin hacerlo con respecto a
los empleados.
[36] DROMI, Roberto, op. cit., págs. 428, 429 y 825. Todos los agentes del Estado
asumen el carácter de órganos del Estado. Concluye que la relación siempre será de
empleo, sin perjuicio de la forma jurídica que revista, y que las distintas
denominaciones que reciba el órgano-individuo (funcionario, empleado, agente, etc.),
son al solo efecto de establecer las diferencias jerárquicas en los cargos y regímenes
jurídicos en que queda encuadrado el sujeto empleado público
22
[37] LLAMBÍAS, Jorge Joaquín. Código Civil Anotado. Editorial Abeledo-Perrot.
Buenos Aires, 1979. Tomo II, pág. 449.
[41] Art. 1112 CC “Los hechos y omisiones de los funcionarios públicos en ejercicio de
sus funciones, por no cumplir sino de manera irregular las obligaciones legales que les
están impuestas, son comprendidas en las disposiciones de este Título”.
[42] En estos casos se deberán practicar dos liquidaciones: una contra el Estado y
conforme a las leyes de emergencia y de ejecuciones de sentencia; y la otra contra el
agente conforme a las reglas procesales del lugar, y dejándose expresa constancia de
ello.
23
[55] GUASTAVINO, Elías P., op. cit., pág. 406.
[57] Aquí hay que tener en cuenta la postura de CARLO CARLI, con relación a la
excepción de cosa juzgada, en la que se aparta de la teoría de las tres identidades
clásicas (sujeto, objeto y causa) y trae a colación una que denomina identidad del objeto
litigioso. Esto permite valiosamente comparar una sentencia ya dictada con el objeto
litigioso de una nueva demanda, por la vigencia del principio non bis in idem, pues si
existe la coincidencia que implique una nueva sentencia sobre lo que ya fue objeto de
una sentencia anterior, la defensa será fundada aunque no coexistan propiamente las tres
identidades clásicas (CARLO CARLI, La Demanda Civil. Ed. Lex, Buenos Aires, 1973.
Págs. 211 a 213).
[58] Con absoluta autoridad explica PALACIO que la intervención del tercero debe ser
obligada (art. 94 CPC) cuando la sentencia que se dicte en el proceso pueda serle
eventualmente opuesta. Es aplicable –continúa- cuando la parte en caso de ser vencida,
se halle habilitada para intentar una pretensión de regreso contra el tercero (PALACIO,
Lino Enrique, Manual de Derecho Procesal Civil. Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1988. Tomo II –Séptima Edición-, pág. 334).
[59] GUASTAVINO, Elías, op. cit., pág. 410, citando a CUETO RUA.
[60] En Fallos 49:344, la CSN admitió que el órgano municipal tenía deber de examinar
la legalidad de una ordenanza, y en Fallos 16:461 no se decidió lo mismo respecto a
ejecutores de una ley impositiva declarada después inconstitucional. Luego, en Fallos
298:511 se decidió que, si bien en sede administrativa no puede declararse la
inconstitucionalidad de leyes y decretos, no era menos cierto que el atacado por la
accionante pudo allí ser dejado sin efecto por la ilegitimidad y vicios formales que éste
le imputaba, y aún por razones de conveniencia y oportunidad (GUASTAVINO, Elías
P., op. cit., pág. 403).
[61] ARAZI, Ronald, Responsabilidad de los Jueces, del Estado y de los Abogados,
publicado en ED 160-743.
[62] Autos “Municipalidad de San Salvador de Jujuy c/ Rufino”, fallo del Superior
Tribunal de Jujuy del día 25-06-93 (ver también en JA 1995-II-184); “Zabaleta c/
24
Kocoureck SA”, SCBA Ac. 23.240, del 10-05-77. Fallos citados por Juan Carlos
HITTERS en “Revisión de la Cosa Juzgada”, Editorial Platense, Segunda Edición, La
Plata, año 2001, págs. 341/343.
[63] HITTERS, Juan Carlos, op. cit., pág. 393. También destacamos que de las
Conclusiones del VII Congreso Internacional de Derecho de Daños (Responsabilidades
en el Siglo XXI, realizado en Buenos Aires, 2 al 4 de Octubre de 2002. Fac. de Derecho
-UBA-), existieron dos posturas: A) Resulta equitativo prescindir de la exigencia de
remover la cosa juzgada para dejar expedita la acción resarcitoria, en los casos de
responsabilidad por error y arbitrariedad judicial. Desde que el juez que ha sentenciado
es un tercero ajeno a la contienda no le es oponible, ni puede escudarse, en cosa juzgada
material alguna, concerniente al decisorio que motive el juicio de responsabilidad.
(Dres. Elffman, Konig, Zulema Rivera, Mutilva, Massa, Paglayan, Podesta). Posición
B) El carácter de verdad legal que ostenta la resolución judicial pasada en autoridad de
cosa juzgada impide, en tanto se mantenga, juzgar que hay error o arbitrariedad judicial.
Si así no fuere, se subvertiría el orden social (Dres. Parellada, Cuervo, Furlotti,
Martinelli, Quiros, Gauna, Lecunto, Casas, Kamada, C. Fernández, Toranzo, Pizarro).
[64] TAWIL, Guido, op. cit., pág. 72; ARAZI, Ronald, op. cit., pág. 743.
[72] REJTMAN FARAH, Mario, Responsabilidad del estado por Omisión Judicial: Una
Tendencia que se Expande, publicado en LL 1996-D-79. Ver pág. 81.
[73] BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, Responsabilidad del Estado por “Error Judicial”.
Publicado en LL 1996-B-311. Ver pág. 312.
25
[75] BIDART CAMPOS, GERMAN J., Responsabilidad del Estado por la
sustanciación de los procesos penales (Error Judicial y Privación de Libertad).
Publicado en ED 154-543. Ver pág. 543.
[76] MAIORANO, Jorge Luis, Responsabilidad del Estado por errores judiciales: otra
forma de proteger los derechos humanos, publicado en LL 1984-D-983 (ver pág. 988).
[77] El artículo 10 del Pacto de San José de Costa Rica, dispone que “toda persona tiene
derecho a ser indemnizada conforme a la ley en caso de haber sido condenada en
sentencia firma por error judicial” (previa revisión).
[78] Su art. 9° inc. 5 menciona que toda persona que haya sido ilegalmente detenida o
presa tendrá derecho efectivo a obtener una reparación (debe tratarse de una actividad
ilegítima del Estado). Y el art. 14 inc. 6° establece que: “cuando una sentencia
condenatoria haya sido ulteriormente revocada, o el condenado haya sido indultado por
haberse producido o descubierto un hecho plenamente probatorio de la comisión de un
error judicial, la persona que haya sufrido una pena como resultado de tal sentencia
deberá ser indemnizada, conforme a la ley, a menos que se demuestre que le es
imputable en todo o en parte el no haberse revelado el hecho desconocido”.
[80] Autor citado por Roland ARAZI, op. cit., pág. 744.
[83] Voto del Dr. Juan Carlos Venini, fallo del 12-08-93. Se trata de un caso en que el
actor fue víctima de una prisión preventiva de 14 meses, para luego ser absuelto. Con
posterioridad se cuestionan por vía civil ciertas irregularidades de la causa penal y se
solicita la reparación de daños por el lapso en que se encontró privado de su libertad.
[88] MAIORANO, Jorge Luis, op. cit., pág. 985. También consideramos importante
destacar un voto minoritario del Dr. Negri (causa ‘Paladino c/ Provincia de Buenos
Aires’, SCBA, fallo del 23-4-2003), en el que se consideró que el Estado debe
responder por el acto jurisdiccional que autorizó realizar una práctica médica
(transfusión de sangre) a una persona que por convicciones religiosas (testigo de
Jehová) había previamente dado su oposición a ella.
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[89] Voto mayoritario en la causa ‘Paladino’ (ver nota anterior).
[91] Autos “Larocca c/ Provincia de Buenos Aires”, fallo de la CSN del 11-04-00, verlo
completo en LL 2000-E-687 y ss.
[94] SCBA, fallo del 17-05-00, Ac. 72.773, in re ‘Furtado c/ Provincia de Buenos
Aires’, del voto mayoritario del Dr. Eduardo De Lázzari. Similares criterios adoptó el
mismo Tribunal en las causas “Lemos” (Ac. 56.636 del 10-06-97), en la cual se puso de
relieve que no es posible revisar en juicio civil los actos firmes cumplidos en sede
penal; “Berón” (Ac. 66.582 del 11-05-99), que rechazó el pedido de indemnización del
actor por no haber existido irrazonabilidad acreditada en la detención ordenada en el
proceso penal; y “Fernández Blanco” (Ac. 66.869 del 26-10-99), en la que se destacó
que en la medida en que las sentencias no importen un error inexcusable o dolo en la
prestación del servicio de justicia no pueden generar responsabilidad alguna.
[95] Del voto del Dr. Juan Carlos Hitters, en el caso mencionado en la nota anterior.
[96] Cámara Nacional Federal Civil y Comercial, Sala III, fallo del 27-05-97, autos
‘Rosa y Otro c/ Ministerio de Justicia”. Ver fallo completo en LL 1998-B-560.
[97] CSN, fallo del 01-11-99, allí se revocó parcialmente la sentencia de Cámara y
otorga la suma indemnizatoria de $ 85.000 más intereses en concepto de daño moral.
Con relación al lucro cesante, éste fue desestimado por no haber sido acreditado
fehacientemente.
[99] Según surge de los votos minoritarios de los Dres. Moliné O’Connor, Boggiano y
López, en la causa citada en nota 97.
[100] En el art. 477 del CPPBA solo se prevén como causal de exoneración por parte
del estado, la conducta de la víctima que obstruye innecesariamente el proceso y la falsa
denuncia.
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Derechos Humanos, que sólo le dan cabida a la indemnización por error judicial
contenido en una sentencia firme (SCBA, fallos del 17-05-00. ‘Morán c/ Provincia de
Buenos Aires’, y del 13-06-01 ‘Parodi c/ Provincia de Buenos Aires’).
[104] Hemos tenido la oportunidad de consultar en el Diario “El Día” de La Plata, dos
hechos, publicados en la edición del 19-07-01 (pág. 15), y que casualmente estarían
vinculados a la misma persona. “Tres físicamente muy parecidos, pero dos de ellos son
inocentes...” comienza la redacción. En realidad se trata de dos violaciones cometidas
aparentemente por el mismo sujeto en distintos lugares, y que casualmente originaron
las detenciones dos hombres diferentes (uno por cada hecho) por su parecido físico,
hasta que con posterioridad se logró determinar la inocencia de ambos y la presunta
culpabilidad del primero (que también tenía en su prontuario otros delitos por ataques
sexuales). Demás está decir que estas personas inocentes, han pasado varios meses en la
cárcel. Bajo estas circunstancias, consideramos que es necesario que el Estado se haga
cargo de indemnizar a los inocentes. Tengamos en cuenta que no se trata de una
absolución por dudosa culpabilidad sino directamente por falta de autoría.
[105] CSN, fallo del 04-05-95, carátula: ‘De Gandia c/ Provincia de Buenos Aires’ (ver
texto completo en LL 1996-D-79 y ss).
[106] Véase la nota 21, pero con la salvedad de que el supuesto no es idéntico, ya que
en el mencionado en la nota referida no existía norma alguna que obligara a la
Administración a actuar de determinada manera. En cambio aquí, las pautas de
actuación surgen de las leyes procesales, y deben ser cumplidas.
[108] Agustín GORDILLO, citado por Mario REJTMAN FARAH, op. cit., pág. 87. El
autor citado en último término concuerda con el primero, manifestando que no importa
si existió o no dolo, culpa o negligencia del magistrado o si la omisión fue accidental. Si
la omisión supone un irregular ejercicio, hay responsabilidad. También Beltrán
GAMBIER adopta la teoría de falta de servicio en caso de omisión judicial.
[109] CSN, sentencia del 04-06-85. La orden de conversión de moneda extranjera había
sido errónea, pero finalmente se condenó a la Provincia a la entrega de los dólares
orignariamente debidos, más intereses desde el momento de la percepción originaria
hasta la del efectivo pago.
[110] CSN, fallo del 16-12-86, en autos “Etcheverry c/ Provincia de Buenos Aires y
Otros (ver Fallos 308:2494), y fallo del 16-03-89 en autos “Videla Cuello c/ Provincia
de La Rioja” (ver Fallos 312:316).
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[111] Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala III, sentencia
del 12-10-99, autos: “Dic´s Internacional c/ Estado Nacional”. También sostuvo es
Tribunal en apoyatura de la decisión que los daños que puedan derivarse de la falta de
pronta devolución de los cupones de tarjeta de crédito secuestrados en el allanamiento
no son resarcibles si derivan de la falta de dilegencia de quien los sufre, la que queda
configurada si se omitió recurrir en tiempo y forma el acto judicial que denegó el pedido
de devolución.
[113] A tales efectos no habrá que olviidar que hay juzgados en los cuales tramitan
(especialmente en los fueros en que lo civil y comercial se encuentran unificados)
quiebras de bancos o instituciones importantes, ú órganos penales con causas
desbordantes (de más de 1.000 cuerpos), y habrá otros que puedan tener menos tarea,
razón que hace imposible analizar los números en frío.
[114] Guido TAWIL, op. cit., pág. 86, citando a PIUG BRUTAU.
[117] MORELLO, Augusto Mario, Compensación del Estado por daños riginados en su
accionar lícito, publicado en ED 120-887.
[118] En el caso del Derecho Penal, es la ley la que concede un “poder legítimo de
dañar”. El daño es la consecuencia necesaria y normal del ejercicio de ese derecho, y de
un obrar autorizado por la ley. Los límites de ese derecho se encuentran en la
razonabilidad. Hay que acreditar que se ha excedido irrazonablemente el límite.
Entonces, la razonabilidad en los límites surge explícita o implícitamente de las normas
aplicables.
[120] OSSORIO Y FLORIT, Manuel, op. cit., pág. 184. Para no caer en críticas
infundadas, debemos tener en cuenta que este tomo fue publicado en el año 1972.
[122] LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, op. cit., pág., 450. A su vez, cita varios fallos de la
CSN y SCBA que apoyan su teoría (ver apartado 1° de jurisprudencia, en la misma
página).
[124] Cnac. Fed. Cont. Adm., Sala III, fallo del 23-06-00 (ver también publicación de
La Ley del 23-01-01); caso “Balda” ya citado en nota 84; CSN, sentencia del 26-10-99,
autos “Malmann c/ Ministerio del Interior”.
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[125] Ver fallos citados en nota anterior.
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