LO SIMBÓLICO, LO IMAGINARIO
Y LO REAL
(versión crítica)
Jacques Lacan
Le symbolique, l’imaginaire et le réel. Conferencia pronunciada
en el Anfiteatro del Hospital Psiquiátrico de Sainte-Anne, París,
el 8 de Julio de 1953, en ocasión de la primera reunión científica
de la recientemente fundada Société Française de Psychanalyse,
y posterior discusión.1
Mis buenos amigos,
Ustedes pueden ver que para esta primera comunicación llamada “cien-
tífica” de nuestra nueva Sociedad, he tomado un título que no carece de ambición.
También comenzaré ante todo excusándome por ello, rogándoles que consideren
esta comunicación llamada científica, más bien como, a la vez, un resumen de
puntos de vista que los que están aquí, *mis*2 alumnos, conocen bien, con los
cuales están familiarizados desde hace ya dos años por *mi*3 enseñanza,4 y también
Para las abreviaturas que remiten a los diferentes textos-fuente de esta Versión
Crítica, véase al final nuestra nota sobre las FUENTES PARA EL ESTABLECIMIEN-
TO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN Y NOTAS. — Salvo indicación en contrario, todas
las notas son de esta traducción, así como todo lo que, intercalado en el cuerpo del
texto, está encerrado entre llaves {}.
2
PTL: *sus*
3
PTL: *su*
4
Lacan alude a los Seminarios dictados en su consultorio, anteriores al que estaba
por comenzar a dictar en Sainte-Anne, que es el que conocemos como Seminario 1,
Los escritos técnicos de Freud. Cf. más adelante.
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
como una suerte de prefacio o de introducción a cierta orientación de estudio del
psicoanálisis.
En efecto, creo que el retorno a los textos freudianos que han constituido el
objeto de mi enseñanza desde hace dos años, me ha — o más bien, nos ha, a todos
los que hemos trabajado juntos — dado la idea cada vez más segura de que no hay
aprehensión más total de la realidad humana que la que está constituida por la
experiencia freudiana, y que no podemos impedirnos retornar a las fuentes y
aprehender esos textos verdaderamente en todos los sentidos del término. Uno no
puede impedirse pensar que la teoría del psicoanálisis (y al mismo tiempo la
técnica, las que no forman sino una sola y misma cosa) no haya sufrido una especie
de estrechamiento, y a decir verdad, de degradación. Es que, en efecto, no es fácil
mantenerse en el nivel de una plenitud así. Por ejemplo, un texto como el de El
Hombre de los Lobos,5 yo pensaba tomarlo esta noche como base y como ejemplo
de lo que tengo para exponerles. Pero todo el día de ayer efectué una completa re-
lectura del mismo; yo había hecho un seminario sobre él, el año pasado.6 Y muy
simplemente tuve el sentimiento de que era completamente imposible darles aquí
una idea de él, incluso aproximativa; y que mi seminario del año pasado, sólo había
una cosa para hacer: volver a hacerlo el año próximo.
Pues lo que me apareció en este texto formidable, tras el trabajo y el
progreso que hemos realizado este año alrededor del texto de El Hombre de las
Ratas,7, 8 me deja pensando que lo que yo había extraído el año pasado como
5
Sigmund FREUD, De la historia de una neurosis infantil (1918 [1914]), en Obras
Completas, Volumen 17, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979.
6
De este Seminario sobre El Hombre de los Lobos, sostenido en el período 1951-
1952, existen unas Notas de Seminario, de origen desconocido — cf. Jacques LA-
CAN, «Notes sur l’“Homme aux Loups”», en Petits écrits et conférences, 1945 –
1981, recopilación de fotocopias de diverso origen, que agrupa varios textos inédi-
tos de Lacan, sin indicación editorial. Biblioteca de la E.F.B.A.: CG-254. Versión
castellana: Jacques LACAN, “El Hombre de los Lobos”. Notas de Seminario, tra-
ducción de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la Escuela
Freudiana de Buenos Aires, Fichas de la E.F.B.A., Serie de circulación interna, Fi-
cha Nº 1007, Noviembre de 1985.
7
Sigmund FREUD, A propósito de un caso de neurosis obsesiva (1909), en Obras
Completas, Volumen 10, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1980.
8
8
Este párrafo, unido al final del anterior, invierte la información corriente, de la que
se hace eco Gérôme Taillandier en la revista Littoral, nº 23/24, Octubre de 1987, se-
gún la cual el Seminario sobre el Hombre de las Ratas habría precedido al Se-
minario sobre el Hombre de los Lobos. Lo que, unido a otros índices, permite re-
construir así la secuencia de los Seminarios dictados por Lacan antes del primero en
el Hospital de Sainte-Anne: 1950-1951, Seminario sobre Dora; 1951-1952, Se-
minario sobre El Hombre de los Lobos; 1952-1953, Seminario sobre El Hombre de
2
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
principio, como ejemplo, como tipo de pensamiento característico suministrado por
este texto extraordinario era literalmente una simple “aproximación”, como se dice
en lenguaje anglosajón;9 dicho de otro modo, un balbuceo. De suerte que, en suma,
quizá haré incidentalmente una breve alusión al respecto, pero trataré sobre todo,
muy simplemente, de decir algunas palabras *sobre lo que quiere decir la posición
de tal problema*10; sobre lo que quiere decir la confrontación de esos tres registros
que son precisamente los registros esenciales de la realidad humana, registros muy
distintos y que se llaman: lo simbólico, lo imaginario y lo real.11
Una cosa ante todo, que es evidentemente sorprendente, y que no podría
escapársenos; a saber que hay, en el análisis, toda una parte de real en nuestros
sujetos, precisamente, que se nos escapa; que no se le escapaba por eso a Freud
cuando tenía que ocuparse de cada uno de sus pacientes. Pero, desde luego, si eso
no se le escapaba, estaba igualmente fuera de su aprehensión y de su alcance. No
podríamos sorprendernos demasiado por el hecho, y por la manera con que él habla
de su Hombre de las Ratas, distinguiendo entre “sus personalidades”. Es sobre eso
que él concluye: **12 “La personalidad de un hombre fino, inteligente y cultivado”,
él la pone en contraste con las otras personalidades con las que tuvo que vérselas. Si
eso está atenuado cuando habla de su Hombre de los Lobos, habla de ello también.
Pero, a decir verdad, no estamos forzados a avalar todas sus apreciaciones. No pa-
rece que se tratase, en el Hombre de los Lobos, de alguien *de tanta clase*13. Pero
es sorprendente, él lo ha puesto aparte como un punto particular. En cuanto a su
Dora,14 no hablemos de ello; justamente, si hasta casi podemos decir que la amó.
Hay pues ahí algo que, evidentemente, no deja de sorprendernos y que, en
suma, es algo con lo que tenemos que hacer todo el tiempo. Y yo diría que ese ele-
mento directo, ese elemento de sopesamiento, de apreciación de la personalidad, es
algo bastante *común*15 con lo cual tenemos que vérnoslas en el registro mórbido,
las Ratas. — Esta deducción se ve confirmada en Joël DOR, Nouvelle bibliographie
des travaux de Jacques Lacan, E.P.E.L., Paris, mars 1994, p. 201.
9
approche — EXO, p. 1, aporta el término anglosajón: approach.
1
10
Las palabras entre asteriscos vienen de PTL, faltan en las otras fuentes francesas.
1
11
En lugar de le symbolique {lo simbólico}, como leemos en las otras fuentes
francesas, PTL transcribe le symbolisme {el simbolismo}, y lo ratifica a pie de
página con un sic.
1
12
JAM/S: *reconocía en él*
1
13
En lugar de las palabras entre asteriscos, que provienen de las fuentes francesas de
las que dispongo, EXO, p. 2, propone: “con tanta personalidad”.
1
14
Sigmund FREUD, Fragmento de análisis de un caso de histeria (1905 [1901]), en
Obras Completas, Volumen 7, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1978.
15
3
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
por una parte, y también en el registro de la experiencia analítica, con sujetos que
no caen absolutamente bajo el registro mórbido. Esto es algo que nos es preciso
siempre, en suma, reservar, y que está particularmente presente en nuestra ex-
periencia, la de quienes estamos cargados con ese pesado fardo de hacer la elección
de los que se someten al análisis con un fin didáctico.
¿Qué es lo que diremos, en suma, al fin de cuentas? Cuando hablamos, al
término de nuestra selección — si no es más que todos los criterios que se invocan
(“¿es necesaria la neurosis para hacer un buen analista? ¿un poquito? ¿mucho?
¿seguramente no, para nada?”). Pero al fin de cuentas, ¿acaso es eso lo que nos guía
en un juicio que ningún texto puede definir, y que nos hace apreciar las cualidades
personales, esa realidad, y que se expresa en esto: que un sujeto tiene tela o no la
tiene, que es, como dicen los chinos, She-un-ta, o un “gran hombre”, o Sha-ho-yen,
“un hombre de baja estatura”? Esto es algo de lo que es preciso decir que es lo que
constituye los límites de nuestra experiencia. Qué es, en este sentido, que se pueda
decir, para plantear la cuestión de saber qué es lo que está puesto en juego en el
análisis: “¿Qué es?”. ¿Es esa relación real con el sujeto, a saber, según cierta
manera y según nuestras condiciones para reconocer? ¿Es con eso que tenemos
que tratar en el análisis? Ciertamente no. Es indiscutiblemente otra cosa. Y ésa es
precisamente la cuestión que nos planteamos sin cesar y que se plantean todos los
que intentan dar una teoría de la experiencia analítica. ¿Qué es esta experiencia
singular entre todas, que va a aportar en esos sujetos transformaciones tan profun-
das? ¿Y qué son éstas? ¿Cuál es su resorte?
Todo esto, la elaboración de la doctrina analítica desde hace unos años está
hecha para responder a esta cuestión. Es cierto que el hombre del público común no
parece asombrarse tanto por la eficacia de esta experiencia que sucede enteramente
en palabras, y en cierta forma, en el fondo, tiene mucha razón, puesto que, en efec-
to, ella anda, y que, para explicarla, parecería que ante todo no tuviéramos más que
demostrar el movimiento andando. Y ya “hablar” es introducirse en el asunto {su-
jet} de la experiencia analítica. Es ahí, en efecto, que conviene proceder y saber;
ante todo, plantear la cuestión: “¿Qué es la palabra?”, es decir, ¿el “símbolo”?
En verdad, a lo que asistimos, es más bien a un evitamiento de esta cuestión.
Y, desde luego, lo que constatamos es que al reducir esta cuestión, al querer no ver
en los elementos y los resortes propiamente técnicos del análisis sino algo que debe
llegar, por una serie de aproximaciones, a modificar las conductas, los resortes, las
costumbres del sujeto, desembocamos muy rápidamente en cierto número de
dificultades y de impases, no ciertamente al punto de encontrarles un lugar en el
conjunto de una consideración total de la experiencia analítica; pero de ir en ese
sentido, vamos cada vez más hacia cierto número de opacidades que se nos oponen
y que tienden a transformar en consecuencia el análisis en algo, por ejemplo, que
parecerá como mucho más irracional
c que lo que es realmente.
La palabra entre asteriscos falta en PEC y AFI, donde encontramos un blanco, y en
PTL, donde dicha falta está indicada. La extraemos de EXO, p. 2. En este lugar,
RAP, p. 12, propone *inefable*.
4
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
Es muy sorprendente ver cuántos nuevos y recién llegados a la experiencia
analítica se han dado a conocer, en su primera manera de expresarse sobre su expe-
riencia, planteando la cuestión del carácter irracional de este análisis, mientras que
parece que no hay quizá, al contrario, técnica más transparente.
Y, desde luego, todo va en ese sentido. Abundamos en cierto número de
concepciones psicológicas más o menos parciales del sujeto paciente; hablamos de
su “pensamiento mágico”; hablamos de toda clase de registros que
indiscutiblemente tienen su valor y son encontrados de manera muy viva por la
experiencia analítica. De ahí a pensar que el análisis mismo juega en cierto registro,
por supuesto, en el pensamiento mágico, no hay más que un paso, rápidamente
franqueado cuando no se parte y no se decide atenerse ante todo a la cuestión
primordial: “¿Qué es esta experiencia de la palabra?”, y, para decirlo todo, plantear
al mismo tiempo la cuestión de la experiencia analítica, la cuestión de la esencia y
del intercambio de la palabra.
Creo que hay que partir de lo siguiente:
Partamos de la experiencia, tal como ante todo nos es presentada en las pri-
meras teorías del análisis: ¿qué es este “neurótico” con quien tenemos que vérnoslas
por la experiencia analítica? ¿Qué va a suceder en la experiencia analítica? ¿Y ese
pasaje de lo conciente a lo inconsciente? ¿Y cuáles son las fuerzas que dan a ese
equilibrio cierta existencia? Nosotros lo llamamos el principio del placer.
Para ir rápido, diremos con el Sr. de Saussure que “el sujeto alucina su
mundo”, es decir que sus ilusiones o sus satisfacciones ilusorias no podrían ser de
cualquier orden.16 Va a hacerles seguir otro orden, evidentemente, que las de sus sa-
tisfacciones, las que encuentran su objeto en lo real puro y simple. Nunca un
síntoma ha apaciguado el hambre o la sed de un modo durable, fuera de la
absorción de alimentos que los satisfacen. Incluso si una baja general del nivel de la
vitalidad puede responder, en los casos límites, por ejemplo la hibernación natural o
artificial. Todo esto no es concebible más que como una fase que por supuesto no
podría durar, salvo entrañando daños irreversibles.
La reversibilidad misma de los trastornos neuróticos implica que la
economía de las satisfacciones que estaban allí implicadas fuesen de otro orden, e
infinitamente menos ligadas a unos ritmos orgánicos fijos, aunque comandando
seguramente una parte de éstos. Esto define la categoría conceptual que define este
1
16
Este de Saussure no es Ferdinad, el lingüista, sino Raymond, el psicoanalista.
Lacan retoma este punto, un poco más ampliamente, en su «Respuesta al comenta-
rio de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud» — cf. Escritos 1, p. 369. En
«La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en psicoanálisis», Lacan precisa
cómo diferencia a ambos: “Si queréis saber más, leed a Saussure, y como un cam-
panario puede incluso tapar al sol, preciso que no se trata de la firma que se en-
cuentra en psicoanálisis, sino de Ferdinand, al que puede llamarse el fundador de la
lingüística moderna” — cf. Escritos 1, p. 396.
5
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
tipo de objetos. Es justamente la que estoy calificando: “lo imaginario”, si
queremos reconocer en ello todas las implicaciones que le convienen.
A partir de ahí, es completamente simple, claro, fácil, ver que este orden de
satisfacción imaginaria sólo puede encontrarse en el orden de los registros sexuales.
Todo está dado ahí, a partir de esta suerte de condición previa de la expe-
riencia analítica. Y no es asombroso, aunque, por supuesto, estas cosas hayan
debido ser confirmadas, controladas, inauguradas, diría, por la experiencia, que una
vez hecha la experiencia las cosas parezcan de un perfecto rigor.
El término “libido” es una noción que no hace más que expresar esta noción
de reversibilidad que implica la de equivalencia, de cierto metabolismo de las imá-
genes; para poder pensar esta transformación, es preciso un término energético, para
lo cual ha servido el término de “libido”. Se trata, desde luego, de algo complejo.
Cuando yo digo “satisfacción imaginaria”, esto no es evidentemente el simple he-
cho de que Demetrios se haya satisfecho por el hecho de haber soñado que poseía a
la sacerdotisa cortesana… aunque este caso no es más que un caso particular en el
conjunto… Pero esto es algo que va mucho más lejos y está actualmente recortado
por toda una experiencia que es la experiencia que los biólogos evocan en lo
concerniente a los ciclos instintuales, muy especialmente en el registro de los ciclos
sexuales y de la reproducción, a saber que, aparte de los estudios todavía más o me-
nos inciertos e improbables que conciernen a los relevos neurológicos en el ciclo
sexual, que no son lo que hay de más sólido en sus estudios, está demostrado que
estos ciclos en los animales mismos *responden a fenómenos para los que*17 no
encontraron otros términos que la palabra misma que sirve para designar los
trastornos y los resortes primarios sexuales de los síntomas en nuestros sujetos, a
saber el “desplazamiento”.
Lo que muestra el estudio de los ciclos instintuales en los animales, es
precisamente su dependencia de cierto número de desencadenantes, de mecanismos
de desencadenamiento que son esencialmen-te de orden imaginario, y que son lo
que hay de más interesante en los estudios del ciclo instintual, a saber que su límite,
su definición, la manera de precisarlos fundados sobre la puesta a prueba de cierto
nú-mero *de señuelos { … }*18 hasta cierto límite de borramiento, son susceptibles
de provocar *artificialmente* en el animal esa suerte de puesta en erección de la
parte del ciclo del comportamiento sexual del que se trata. Y el hecho de que en el
interior de un ciclo de comportamiento determinado, siempre es susceptible que
sobrevengan en ciertas condiciones cierto número de desplazamientos; por ejemplo,
en un ciclo de combate, la brusca aparición, en el retorno de ese ciclo (en los
pájaros, uno de los combatientes que súbitamente se pone a alisarse las plumas), de
1
17
En PEC y AFI, puntos suspensivos; en PTL, la indicación de una falta en el texto.
He llenado este hueco con la versión RAP, p. 14.
1
18
PTL: *de señuelos <falta texto> {de leurres <texte manque>}* / PEC y AFI: *de
sus {de leur………}* / JAM/S: *de releasers* / RAP: *de sus experiencias*
6
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
un segmento del comportamiento de parada que intervendrá ahí en medio de un
ciclo de combate.
Pueden darse de ello mil otros ejemplos. No estoy aquí para enumerarlos.
Esto es simplemente para darles la idea de que este elemento de desplazamiento es
un resorte absolutamente esencial del orden, y principalmente del orden de los com-
portamientos ligados a la sexualidad. Sin duda, estos fenómenos no son electivos en
los animales. Pero otros comportamientos (cf. los estudios de Lorenz sobre las fun-
ciones de la imagen en el ciclo de la crianza), muestran que lo imaginario juega en
ellos un papel tan eminente como en el orden de los comportamientos sexuales. Y
por lo demás, en el hombre, es siempre sobre ese plano, y principalmente sobre ese
plano, que nos encontramos ante este fenómeno.
De ahora en adelante, señalemos, puntualicemos esta exposición por medio
de lo siguiente: que esos elementos de comportamientos instintuales desplazados en
el animal son susceptibles de algo en lo que vemos el esbozo de lo que llamaremos
un “comportamiento simbólico”.
Lo que se llama en el animal un comportamiento simbólico es, a saber, que,
cuando uno de esos segmentos desplazados adquiere un valor socializado, sirve al
grupo animal de referencia para determinado comportamiento colectivo.
Así, planteamos que un comportamiento puede ser imaginario cuando su
orientación hacia imágenes y su propio valor de imagen para otro sujeto lo vuelven
susceptible de desplazamiento fuera del ciclo que asegura la satisfacción de una ne-
cesidad natural.
A partir de ahí, el conjunto de lo que está en juego en la raíz, el
comportamiento neurótico, se puede decir, sobre el plano de la economía instintiva,
que es elucidado — y saber por qué se trata siempre de comportamiento sexual,
desde luego —. No tengo necesidad de volver sobre esto, si no es para indicar
brevemente que un hombre pueda eyacular a la vista de una pantufla es algo que no
nos sorprende, ni tampoco que un cónyuge se sirva de ella para volverlo a mejores
sentimientos, pero seguramente nadie puede pensar que una pantufla pueda servir
para apaciguar un hambre, incluso extremo, de un individuo. Del mismo modo, con
lo que tenemos que tratar constantemente es con fantasmas. En el orden del
tratamiento, no es raro que el paciente, el sujeto, haga intervenir, en el curso del
análisis un fantasma tal como el de la “fellatio del partenaire analista”. ¿Esto es
también algo que haremos entrar en un ciclo arcaico de su biografía de una manera
cualquiera? ¿Una anterior subalimentación? Es muy evidente que, sea cual fuere el
carácter incorporativo que demos a estos fantasmas, no pensaremos jamás en ello.
¿Qué quiere decir esto?
Esto puede querer decir muchas cosas. De hecho, es preciso ver que lo ima-
ginario está a la vez lejos de confundirse con el dominio de lo analizable, y que, por
otra parte, puede haber allí otra función que lo imaginario. No es porque lo
analizable encuentre lo imaginario que lo imaginario se confunde con lo analizable,
7
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
que sea enteramente lo analizable, y que sea enteramente lo analizable o lo
analizado.
Para tomar el ejemplo de nuestro fetichista, aunque sea raro, si admitimos
que se trata ahí de una especie de perversión primitiva, no es imposible considerar
casos semejantes. Supongamos que se trate de uno de esos tipos de desplazamiento
imaginario, tal como los que encontramos realizados en el animal. Supongamos, en
otros términos, que la pantufla sea aquí, muy estrictamente, el desplazamiento del
órgano femenino, puesto que es mucho más frecuentemente en el varón que existe
el fetichismo. Si no hubiera allí literalmente nada que pueda representar una
elaboración en relación a este dato primitivo, eso sería tan inanalizable como es
inanalizable tal o cual fijación perversa.
Inversamente, para hablar de nuestro paciente, o sujeto, capturado en un
fantasma *de felación*, ahí hay otra cosa que tiene un sentido muy diferente, y ahí,
es bien claro que si ese fantasma puede ser considerado como algo que representa lo
imaginario, puede representar ciertas fijaciones a un estadio primitivo oral de la
sexualidad, por otra parte, no diremos que ese felador sea un felador constitucional.
Por eso entiendo que aquí, el fantasma en juego, el elemento imaginario, no
tiene estrictamente más que un valor simbólico que no tenemos que apreciar y com-
prender más que en función del momento del análisis en que va a insertarse. En
efecto, incluso si el sujeto retiene su confesión, ese fantasma surge, y su frecuencia
muestra suficientemente que surge en un momento del diálogo analítico. Está hecho
para expresarse, para ser dicho, para simbolizar algo, y algo que tiene un sentido
muy diferente, según el momento mismo del diálogo.
Entonces, ¿qué quiere decir esto? Que no basta que un fenómeno represente
un desplazamiento, dicho de otro modo, que se inscriba en los fenómenos ima-
ginarios, para ser un fenómeno analizable, por una parte, y que para que lo sea, es
preciso que represente otra cosa que él mismo, si puedo decir.
Para abordar, de cierta manera, el tema del que hablo, a saber el simbolismo,
diré que toda una parte de las funciones imaginarias en el análisis no tienen otra
relación con la realidad fantasmática que manifiestan que, si ustedes quieren, la que
tiene la sílaba “po” con el jarro de formas, preferentemente simples, que ella desig-
na.19 Como se lo ve fácilmente en el hecho de que en “police” {policía} o “pol-
tron” {cobarde} esta sílaba “po” tiene evidentemente un valor muy diferente. Uno
podrá servirse del “pote” {“pot”} para simbolizar la sílaba “po”, *inversamente, en
el término “police” o “poltron”,*20 pero convendrá entonces añadir a ello al mismo
tiempo otros términos igualmente imaginarios, que no serán tomados ahí por otra
cosa que como sílabas destinadas a completar la palabra.
1
19
po es la fonética de la palabra francesa pot: “pote”, “tarro”.
2
20
La frase entre asteriscos, sólo en PTL y JAM/S.
8
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
Es precisamente así que hay que entender lo simbólico del que se trata en el
intercambio analítico, a saber, que lo que encontramos, y aquello de lo que
hablamos, es lo que encontramos y volvemos a encontrar sin cesar, y que Freud ha
manifestado como siendo su realidad esencial, sea que se trate de síntomas reales,
actos fallidos, y lo que sea que se inscriba; se trata todavía y siempre de símbolos, y
de símbolos incluso muy específicamente organizados en el lenguaje, por lo tanto
funcionando a partir de ese equivalente *de la articulación*21 del significante y del
significado: la estructura misma del lenguaje.
No es mío ese término de que “el sueño es un jeroglífico” {rébus}; es del
propio Freud.22 Y que el síntoma expresa, él también, algo estructurado y
organizado como un lenguaje está suficientemente manifestado por el hecho, para
partir del más simple de éstos, del síntoma histérico que es, que da siempre algo
equivalente de una actividad sexual, pero nunca un equivalente unívoco, al
contrario, es siempre plurívoco, superpuesto, sobredeterminado, y, para decir todo,
muy exactamente construido a la manera con que las imágenes están construidas en
los sueños, como representando una concurrencia, una superposición de símbolos,
tan compleja como lo es una frase poética, que vale a la vez por su tono, su
estructura, sus retruécanos {calembours}, sus ritmos, su sonoridad, es decir
esencialmente sobre varios planos, y del orden y del registro del lenguaje.
¡En verdad, esto quizá no se nos aparecerá suficientemente en su relieve, si
no tratamos de ver a pesar de todo qué es, del todo originariamente, el lenguaje!
Desde luego, la cuestión del origen del lenguaje, no estamos aquí para hacer
un delirio colectivo, ni organizado, ni individual. Este es uno de los asuntos que
mejor pueden prestarse a ese tipo de delirios, sobre la cuestión del origen del
lenguaje; el lenguaje está ahí, es un emergente. Y ahora que ha emergido, ya jamás
sabremos cuándo ni cómo ha comenzado, ni cómo era antes que estuviera.
Pero de todos modos, ¿cómo expresar ese algo que quizá debe haberse
presentado como una de las formas más primitivas del lenguaje? Piensen en las con-
traseñas.23 Vean, elijo expresamente este ejemplo, justamente porque el error y el
espejismo, cuando se habla del tema del lenguaje, es siempre creer que su
significación es lo que designa. Pero no, pero no. Por supuesto que designa algo.
Pero antes de designar algo, cumple cierta función. Y yo elijo expresamente la
contraseña, porque la contraseña tiene esta propiedad de estar elegida justamente de
una manera completamente independiente de su significación (¿y si ésta es idiota?,
a lo cual la Escuela responde — sin duda, es preciso no responder jamás… — que
2
21
Las palabras entre asteriscos sólo en JAM/S.
2
22
Sigmund FREUD, La interpretación de los sueños (1900 [1899]), en Obras
Completas, Volumen 4, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979; cf. Capítulo VI.
El trabajo del sueño, página 286.
2
23
{mots de passe} — literalmente: “palabras de pase”.
9
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
la significación de tal palabra es designar a aquel que la pronuncia como teniendo
tal o cual propiedad que responde a la pregunta que hace dar la palabra, otros dirían
que el ejemplo está mal elegido porque está tomado en el interior de una conven-
ción, eso vale más todavía), y, por otro lado, no podemos negar que la contraseña
tenga las más preciosas virtudes. Sirve muy simplemente para evitar que los maten.
Es precisamente así que podemos considerar efectivamente al lenguaje
como teniendo una función. Nacida entre esos animales feroces que han debido ser
los hombres primitivos (si lo juzgamos a partir de los hombres modernos, esto no es
inverosímil), la contraseña es justamente aquello en lo cual, no “se reconocen los
hombres del grupo”, sino “se constituye el grupo”.
Hay otro registro en el que se puede meditar sobre esta función del lenguaje;
es el del lenguaje estúpido del amor, que consiste, en el último grado del espasmo
del éxtasis — o al contrario de la rutina, según los individuos — en súbitamente
calificar a su partenaire sexual con el nombre de una legumbre de las más vulgares,
o de un animal de los más repugnantes. Esto expresa también, por cierto, algo que
ciertamente no está lejos de tocar la cuestión del horror del anonimato. Por algo es
que tal o cual de estos apelativos, animal o soporte más o menos totémico, lo
volvemos a encontrar en la fobia. Es evidentemente que hay, entre los dos, algún
punto común; el sujeto humano está muy especialmente expuesto, lo veremos en
seguida, a esa especie de vértigo que surge y experimenta la necesidad de alejarlo,
la necesidad de hacer algo trascendente; por algo está en el origen de la fobia.
En estos dos ejemplos, el lenguaje está particularmente desprovisto de
significación. Ustedes ven ahí mejor lo que distingue el símbolo del signo, a saber
la función interhumana del símbolo. Quiero decir algo que nace con el lenguaje
*y*24 que hace que después de que el vocablo {mot} (y es para eso que sirve el
vocablo) ha sido verdaderamente palabra {parole} pronunciada, los dos partenaires
son otra cosa que antes. Esto, sobre el ejemplo más simple.
Por otra parte, ustedes se equivocarían de creer que no son estos, jus-
tamente, unos ejemplos particularmente plenos. Seguramente, a partir de estas
pocas observaciones, ustedes podrán darse cuenta de que, de todos modos, sea en la
contraseña, sea en la palabra que se llama de amor, se trata de algo que, al fin de
cuentas, es pleno de alcance. Digamos que la conversación que en un momento
dado de vuestra carrera de estudiantes, ustedes han podido tener en una comida con
un profesor igualmente dado, en la que el modo y la significación de las cosas que
se intercambian *{ … } cuánto ese carácter es equivalente de conversaciones
encontradas*25 en la calle o en el autobús, y que no son otra cosa que cierta manera
de hacerse reconocer, lo que justificaría Mallarmé diciendo que el lenguaje era
“comparable a esa moneda borrada que nos pasamos de mano en mano en silencio”.
2
24
PTL y JAM/S: *y {et}* / PEC y AFI: *es {est}*
2
25
JAM/S: *tienen un carácter equivalente al de las conversaciones de un encuentro*
1
0
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
Vemos, pues, en suma, de qué se trata a partir de ahí, y, en suma, lo que se
establece cuando el neurótico llega a la experiencia analítica.
Es que él también comienza a decir algunas cosas. Dice algunas cosas, y las
cosas que dice, no debe asombrarnos enormemente si, al comienzo, no son tampoco
otra cosa que esas palabras de poco peso a las que acabo de hacer alusión. Sin
embargo, hay algo que es fundamentalmente diferente, es que él viene al analista
para otra cosa que para decir simplezas y banalidades, que, de ahora en adelante, en
la situación está implicado algo, y algo que no es poco, puesto que en suma, es su
propio sentido más o menos lo que viene a buscar; es que algo está ahí místi-
camente puesto sobre la persona de aquel que lo escucha. Desde luego, él avanza
hacia esta experiencia, hacia esta vía original, con ¡mi Dios! lo que tiene a su
disposición: a saber, que lo que él cree ante todo es que es preciso que él mismo
haga de médico, que informe al analista. Desde luego, ustedes tienen vuestra
experiencia cotidiana; remitiéndolo a su plano, digamos que de lo que se trata, no es
de eso, sino que se trata de hablar, y, de preferencia, sin buscar uno mismo poner el
orden, la organización, es decir colocarse, según un narcisismo bien conocido, en el
lugar de su interlocutor.
Al fin de cuentas, la noción que tenemos del neurótico es que en sus sín-
tomas mismos, hay una “palabra amordazada” en la que se expresa cierto número,
digamos de “transgresiones a cierto orden”, que, por sí mismas, claman al cielo el
orden negativo en el que ellas se han inscripto. A falta de realizar 26 el orden del sím-
bolo de un modo vivo, el sujeto realiza unas imágenes desordenadas en las que ellas
son sus sustitutos. Y, desde luego, es eso lo que ante todo y desde el vamos va a in-
terponerse a toda relación simbólica verdadera.
Lo que el sujeto expresa ante todo y desde el vamos cuando habla, se
explica, es ese registro que llamamos las “resistencias”, lo que no quiere ni puede
interpretarse de otro modo que como el hecho de una realización hic et nunc, en la
situación y con el analista, de la imagen *o*27 de las imágenes que son las de la
experiencia precoz.
Y es precisamente sobre eso que toda la teoría de la resistencia se ha
edificado, y esto solamente tras el gran reconocimiento del valor simbólico del
síntoma y de todo lo que puede ser analizado.
Lo que la experiencia prueba y encuentra, es justamente otra cosa que la rea-
lización del símbolo; es la *tentativa*28 por parte del sujeto de constituir hic et
2
26
réaliser, que por un lado es “realizar”, “volver real”, también es “darse cuenta”,
“concebir”, etc. Sartre coincidía con Gide en el carácter indispensable de este térmi-
no francés. En la traducción mantengo siempre la opción “realizar”, aun a costa de
forzar, por motivos teóricos que se desprenden del contexto de la conferencia.
2
27
PTL, JAM/S: {ou} / PEC y AFI: *y*
28
1
1
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
nunc, en la experiencia analítica, esta referencia imaginaria, lo que llamamos las
tentativas del sujeto de hacer entrar al analista en su juego. Lo que vemos por
ejemplo, en el caso del Hombre de las Ratas, cuando nos damos cuenta (rápida,
pero no inmediatamente, y Freud tampoco) de que al contar su historia obsesiva, la
gran observación alrededor del suplicio de las ratas, hay una tentativa por parte del
sujeto de realizar hic et nunc, aquí y con Freud, esa suerte de relación sádico-anal
imaginaria que constituye por sí sola la sal de la historia. Y Freud se da cuenta muy
bien de que se trata de algo que se traduce y se traiciona fisonómicamente, sobre la
cabeza misma, el rostro del sujeto, por lo que en ese momento califica “el horror del
goce ignorado”.29
A partir del momento en que esos elementos de la resistencia han sobreveni-
do en la experiencia analítica, que uno ha podido medir, sopesar como tales, eso es
justamente un momento significativo en la historia del análisis. Y podemos decir
que es a partir del momento en que se ha sabido hablar de ello de una manera cohe-
rente, y a la fecha, por ejemplo, del artículo de Reich, uno de los primeros artículos
al respecto (aparecido en el International Journal), en el momento en que Freud ha-
cía surgir *el segundo tiempo*30 en la elaboración de la teoría analítica y que no
representa otra cosa que la teoría del yo; hacia esa época, en 1920, aparece “das
Es”, y en ese momento, comenzamos a darnos cuenta en el interior — siempre hay
que mantenerlo — en el interior del registro de la relación simbólica, de que el su-
jeto resiste, que esta resistencia no es algo como una simple inercia opuesta al
movimiento terapéutico, como se podría decir en física que la masa resiste a toda
aceleración. Es algo que establece un cierto lazo, que se opone como tal, como una
acción humana, a la del terapeuta; pero con esta salvedad: que es preciso que el
terapeuta no se engañe al respecto. No es a él, en tanto que realidad, que se le
oponen, es en la medida en que, en su sitio, está realizada cierta imagen que el
sujeto proyecta sobre él.
En verdad, estos términos incluso no son más que aproximativos.
Es en ese momento, igualmente, que nace la noción de instinto agresivo, que
hay que agregar a la libido el término destrudo. Y esto, no sin razón. Pues a partir
del momento en que su objetivo *es descifrar*31 las funciones completamente esen-
ciales de esas relaciones imaginarias, tal como aparecen bajo forma de resistencia,
PEC, AFI, PTL: {tentative} / JAM/S: *tentación {tentation}*
2
29
“En todos los momentos más importantes del relato se nota en él una expresión del
rostro de muy rara composición, y que sólo puedo resolver como horror ante su
placer, ignorado {unbekennen} por él mismo.” ― cf. Sigmund FREUD, op. cit., p.
133.
3
30
PEC, AFI y PTL: *el segundo* / EXO: *la segunda tópica*
3
31
Las palabras entre asteriscos, que extraemos de RAP, p. 20, faltan en PEC, AFI
JAM/S y EXO, donde encontramos puntos suspensivos, así como en PTL, donde
encontramos la indicación de texto faltante.
1
2
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
aparece otro registro, que no está ligado a nada menos que a la función propia que
juega el yo, en esa teoría del yo en la cual hoy no me adentraré, y que es lo que hay
que distinguir absolutamente en toda noción coherente y organizada del yo del
análisis, a saber del yo como función imaginaria, del yo como unidad del sujeto
alienado a él mismo, del yo como aquello en lo cual el sujeto no puede reconocerse
en primer lugar más que alienándose, y, por lo tanto no puede volver a encontrarse
más que aboliendo el alter ego del yo, lo que, como tal, desarrolla la dimensión,
muy distinta de la agresión, que se llama en sí misma y en adelante: la agresividad.
Creo que ahora tenemos que retomar la cuestión en estos dos registros: la
cuestión de la palabra y la cuestión de lo imaginario.
La palabra, se los he mostrado de una forma abreviada, juega ese papel
esencial de mediación. De mediación, es decir de algo que cambia a los dos
partenaires en presencia, a partir del momento en que ha sido realizado. Por otra
parte, esto no tiene nada que no nos sea dado hasta en el registro semántico de
algunos grupos humanos. Y si ustedes leen (no es un libro que merezca todas las
recomendaciones, pero es bastante expresivo y particularmente manejable y
excelente como introducción para aquellos que tienen necesidad de ser introdu-
cidos), el libro de Leenhardt, Do Kamo, verán allí que entre los canacos se produce
algo bastante particular en el plano semántico, a saber, que el término “palabra”
{parole} significa algo que va mucho más allá de lo que nosotros llamamos así. Es
también una acción. Y por otra parte, también entre nosotros “palabra dada” es
también una forma de acto. Pero es también alguna vez un objeto, es decir algo que
uno lleva, una gavilla… Es cualquier cosa. Pero, a partir de ahí, algo existe que no
existía antes. Convendría también hacer otra observación: es que esta palabra
mediadora no es pura y simplemente mediadora en ese plano elemental, que ella
permite entre dos hombres trascender la relación agresiva fundamental en el espe-
jismo del semejante. Es preciso que ella sea todavía algo muy diferente, pues si
reflexionamos en ello, vemos que no solamente constituye esa mediación, sino que
también constituye la realidad misma. Esto es completamente evidente si ustedes
consideran lo que se llama una estructura elemental, es decir arcaica, del
parentesco. Lejos de ser elementales, no lo son nunca. Por ejemplo, especialmente
complejo (pero, en verdad, estas estructuras complejas no existirían sin el sistema
de los términos que las expresan), el hecho de que, entre nosotros, las prohibiciones
{interdits} que reglan el intercambio humano de las alianzas, en el sentido propio
del término, estén reducidas a un número de prohibiciones excesivamente restringi-
do, tiende a confundirnos términos como “padre, madre, hijo…” con relaciones
reales.
Esto es porque el sistema de las relaciones de parentesco, en tanto que haya
sido producido, se ha reducido extremadamente, en sus límites y en su campo. Pero
si ustedes formaran parte de una civilización donde no pueden casarse con tal prima
en séptimo grado, porque ella está considerada como prima paralela, o
inversamente, como prima cruzada, o porque se encuentra con ustedes en cierta
homonimia que vuelve cada tres o cuatro generaciones, ustedes se darían cuenta de
que las palabras y los símbolos tienen una influencia decisiva en la realidad huma-
1
3
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
na, y esto precisamente porque las palabras tienen exactamente el sentido que
decreto darles. Como diría Humpty Dumpty en Lewis Carroll cuando se le pregunta
por qué. El da esta respuesta admirable: “porque yo soy el maestro/amo
{maître}”.32
Díganse que, al comienzo, está bien claro que es el hombre, en efecto, quien
da su sentido a la palabra. Y que si las palabras se han encontrado en seguida en el
común acuerdo de la comunicabilidad, a saber, que las mismas palabras sirven para
reconocer la misma cosa, esto es precisamente en función de relaciones, de una re-
lación de partida, que ha permitido a esas personas ser personas que comunican. En
otros términos, no es en absoluto cuestión, salvo en una percepción psicológica ex-
presa, de tratar de deducir cómo salen las palabras de las cosas y les son sucesiva e
individualmente aplicadas, sino de comprender que es en el interior del sistema total
del discurso, del universo de un lenguaje determinado, que comporta, por una serie
de complementariedades, cierto número de significaciones, que lo que hay que
significar, a saber las cosas, tienen que ordenarse para tomar lugar.
Es precisamente así que las cosas, a través de la historia, se constituyen.
Esto es lo que vuelve particularmente pueril a toda teoría del lenguaje, en tanto que
se tendría que comprender el papel que juega en la formación de los símbolos.
Como aquella que, por ejemplo, es dada por Masserman,33 quien ha hecho al
respecto (en el International Journal of Psychoanalysis, 1944) un muy lindo
artículo que se llama «Language, behaviour and dynamic psychiatry». Es claro que
uno de los ejemplos que da muestra suficientemente la debilidad del punto de vista
behaviourista.34 Pues es de eso que se trata en este caso. El cree resolver la cuestión
de la simbólica del lenguaje, dando este ejemplo: el condicionamiento que tendría
del efecto en la reacción de contracción de la pupila a la luz, que regularmente se
habría hecho producirse al mismo tiempo que un campanilleo. Se suprime a conti-
nuación la excitación de la luz, la pupila se contrae cuando se agita la campanilla.
Se terminaría por obtener la contracción de la pupila por la simple audición de la
palabra «contract». ¿Creen ustedes que con eso han resuelto la cuestión del lenguaje
y de la simbolización? Pero está muy claro que si, en lugar de «contract», se hubiera
3
32
“— Cuando yo uso una palabra —dijo Humpty Dumpty, en tono algo despectivo
—, esa palabra significa exactamente lo que yo decidí que signifique… ni más ni
menos.”
“— Es asunto es —dijo Alicia—, si usted puede hacer que las palabras signifi-
quen tantas cosas distintas.”
“— El asunto es —replicó Humpty Dumpty— quién es el maestro aquí. Eso es
todo.” —cf. Lewis CARROLL, A través del espejo, Editorial Brújula, Buenos Aires,
1968, p. 118.
3
33
En PEC y AFI: Wasserman — EXO, p. 12, informa: Masserman Jules H., «Lan-
guage, Behaviour and Dynamic Psychiatry», International Journal of Psychoanaly-
sis, T. I y II, p. 1-8.
3
34
behaviourista = conductista.
1
4
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
dicho otra cosa, se habría podido obtener exactamente el mismo resultado. Y de lo
que se trata no es del condicionamiento de un fenómeno, sino que de lo que se trata
en los síntomas es de la relación del síntoma con el sistema entero del lenguaje. Es
decir, el sistema de las significaciones de las relaciones interhumanas como tales.
Creo que el resorte de lo que acabo de decirles es esto: ¿qué es lo que cons-
tatamos, y en qué es que el análisis recorta muy exactamente esas observaciones y
nos muestra hasta en el detalle su alcance y su presencia?
Esto es ni más ni menos que lo siguiente: que toda relación analizable, es
decir interpretable simbólicamente, siempre está más o menos inscripta en una
relación de tres. Ya lo hemos visto en la estructura misma de la palabra: mediación
entre tal y cual sujeto, en lo que es realizable *libidinalmente*35; lo que nos muestra
el análisis y lo que da su valor a ese hecho afirmado por la doctrina y demostrado
por la experiencia de que nada finalmente se interpreta, pues es de eso que se trata,
sino por intermedio de la realización edípica. Esto es lo que eso quiere decir. Esto
quiere decir que toda relación de dos está siempre más o menos marcada por el
estilo de lo imaginario; y que para que una relación tome su valor simbólico, es
preciso que haya allí la mediación de un tercer personaje que realice, por relación al
sujeto, el elemento trascendente gracias al cual su relación con el objeto puede ser
sostenida a cierta distancia.
*Entre la relación imaginaria y la relación simbólica, hay toda la distancia
que hay en la culpabilidad.*36 Es por eso, la experiencia se los muestra, que la cul-
pabilidad es siempre preferible a la angustia. La angustia en sí misma está, en
adelante, lo sabemos por los progresos de la doctrina y de la teoría de Freud, está
siempre ligada a una pérdida, es decir a una transformación del yo, es decir a una
relación de dos a punto de desvanecerse y a la cual debe suceder algo distinto que el
sujeto no puede abordar sin cierto vértigo. Eso es el registro y la naturaleza de la
angustia. Desde que se introduce el tercero, y {…} que entra en la relación
narcisista, introduce la posibilidad de una mediación real, esencialmente por
intermedio del personaje que, por relación al sujeto, representa un personaje
trascendente, dicho de otro modo, una imagen de dominio {maîtrise} por
3
35
AFI: *libidinal*
3
36
Así en PEC, AFI, PTL y JAM/S. Mediante dos interpolaciones, EXO, p. 13,
vuelve el párrafo más inteligible: “Entre la relación imaginaria y la relación sim-
bólica hay toda la distancia que hay [entre] la culpabilidad [y la angustia]”, para lo
que debe descartar el dans {en} del texto fuente. Como se verá inmediatamente en
este párrafo, y más adelante en la Discusión, en la primera respuesta de Lacan a la
señora Marcus-Blajan, dado que “la angustia está ligada a la relación narcisista”,
mientras que en un “segundo tiempo” la culpabilidad “apacigua la angustia”, con-
vendría establecer esta frase, una vez aceptadas las interpolaciones, de la siguiente
manera: *Entre la relación imaginaria y la relación simbólica hay toda la distancia
que hay {entre la angustia y} la culpabilidad.*
1
5
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
intermedio de la cual su deseo y su cumplimiento pueden realizarse
simbólicamente.
En ese momento, interviene otro registro, que es justamente el que lla-
mamos: o el de la ley, o el de la culpabilidad, según el registro en el cual es vivido.
Ustedes se dan cuenta de que yo abrevio un poco; ése es el término. Creo,
sin embargo, que por dar una forma abreviada no voy a despistarlos demasiado,
puesto que también éstas son cosas que, aquí o en otra parte, en nuestras reuniones,
he repetido muchas veces.
Lo que yo quisiera subrayar en lo concerniente a este registro de lo
simbólico, es sin embargo importante. Es, a saber, lo siguiente: que desde que se
trata de lo simbólico, es decir, aquello en lo cual el sujeto se compromete en una
relación propiamente humana, desde que se trata del registro del “yo” {je}, aquello
en lo cual el sujeto se compromete en “yo quiero… yo amo…” {je veux…
j’aime…}, hay siempre algo, hablando literalmente, problemático, es decir, que hay
ahí un elemento temporal muy importante a considerar. ¿Qué quiero decirles con
esto? Esto plantea todo un registro de problemas que deben ser tratados pa-
ralelamente a la cuestión de la relación de lo simbólico y de lo imaginario. La
cuestión de la constitución temporal de la acción humana es absolutamente
inseparable de la primera. Aunque esta noche yo no pueda detenerme en toda su
amplitud, al menos hay que indicar que la volvemos a encontrar sin cesar en el
análisis, y quiero decir de la manera más concreta. Ahí también, para comprenderla,
conviene partir de una noción estructural, si se puede decir, existencial, de la
significación del símbolo.
Uno de los puntos que me parece de los más *establecidos*37 de la teoría
analítica, a saber el del automatismo, del pretendido automatismo de repetición,
cuyo primer ejemplo ha mostrado Freud tan bien, y cómo actúa el primer dominio:
el niño cuyo juguete es abolido por la desaparición.38 Esta repetición primitiva, esta
escansión temporal que hace que la identidad del objeto esté mantenida: en la
presencia y en la ausencia, tenemos ahí muy exactamente el alcance, la significa-
ción del símbolo en tanto que se relaciona con el objeto, es decir, con lo que se
llama el concepto.
Ahora bien, ahí encontramos también ilustrado algo que parece tan oscuro
cuando lo leemos en Hegel, a saber: que “el concepto, es el tiempo”. Sería necesaria
una conferencia de una hora para hacer la demostración de que el concepto, es el
3
37
La palabra entre asteriscos, que proviene de JAM/S, falta en PEC y AFI, donde
encontramos puntos suspensivos, y en PTL, donde encontramos la indicación de
texto faltante. En su lugar, EXO, p. 14, propone: *esenciales*, Y RAP, p. 23:
*controvertidos*.
3
38
Sigmund FREUD, Más allá del principio de placer (1920), en Obras Completas,
Volumen 18, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979. Cf. pp. 14-16.
1
6
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
tiempo. — Cosa curiosa, el señor Hyppolite, que *trabaja*39 la Fenomenología del
Espíritu,40 se ha contentado con poner una nota diciendo que ése era uno de los
puntos más oscuros de la teoría de Hegel.
Pero *ahí*41, ustedes han palpado verdaderamente esta cosa simple que
consiste en decir que el símbolo del objeto, es justamente “el objeto ahí”. Cuando
no está más ahí, es el objeto encarnado en su duración, separado de sí mismo y que,
por eso mismo, puede serles de alguna manera siempre presente, siempre ahí,
siempre a vuestra disposición. Ahí volvemos a encontrar la relación que hay entre el
símbolo y el hecho de que todo lo que es humano es *conservado*42 como tal, y
cuanto más humano es, más está preservado, si podemos decir, del costado
moviente y *descomponedor*43 del proceso natural. El hombre hace, y ante todo a
él mismo, hace subsistir en cierta permanencia todo lo que ha durado como
humano.
Y volvemos a encontrar un ejemplo. Si hubiera querido tomar por otro ex-
tremo la cuestión del símbolo, en lugar de partir del vocablo {mot}, de la palabra
{parole} o de la pequeña gavilla, habría partido del túmulo sobre la tumba del jefe
o sobre la tumba de cualquiera. Esto es lo que caracteriza a la especie humana, jus-
tamente: rodear el cadáver con algo que constituye una sepultura, mantener el hecho
de que “esto ha durado”. El túmulo o cualquier otro signo de sepultura merece muy
exactamente el nombre de símbolo, de algo humanizante. Yo llamo símbolo a todo
aquello cuya fenomenología he tratado de mostrar.
Es por eso que, si les señalo esto, no es evidentemente sin razón, y la teoría
de Freud ha debido impulsarse hasta la noción, que ella ha puesto de relieve, de un
instinto de muerte, y todos aquellos que, a continuación, poniendo el acento
únicamente sobre lo que es el elemento resistencia, es decir, el elemento acción
imaginaria durante la experiencia analítica, y anulando más o menos la función sim-
bólica del lenguaje, son los mismos para quienes el instinto de muerte es *algo*44
que no tiene razón de ser.
3
39
JAM/S: *en su traducción de* — Hyppolite tradujo la Fenomenología del Es-
píritu, de Hegel, y además la trabajó (cf. la nota que sigue).
4
40
Entiendo que se trata del título del libro de Hegel, aunque en nuestros textos-
fuente, con la excepción de JAM/S, figure en minúsculas y sin subrayar. Lacan
alude al libro de Jean Hyppolite, Genèse et structure de la “Phénoménologie de
l’Esprit” de Hegel, editado en 1946 (hay edición castellana).
4
41
JAM/S: *gracias al ejemplo de Freud*
4
42
JAMS: {conservé} / PEC, AFI, PTL: *considerado {considéré}*
4
43
PEC, AFI: {décomposant} / PTL, JAM/S: *descompensante {décompensant}*
4
44
JAM/S: *una noción*
1
7
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
Esta manera de “realizar”, en el sentido propio del término,45 de volver a
llevar a cierto real la imagen, desde luego habiendo incluido allí como una función
esencial un particular signo de este real, volver a llevar a lo real la expresión analíti-
ca, es siempre en aquellos *que no tienen este registro, que la desarrollan bajo este
registro*46, es siempre correlativo de la puesta entre paréntesis, incluso la exclusión
de lo que Freud ha puesto bajo el registro del instinto de muerte, y que llamó, más o
menos, automatismo de repetición.
En Reich, esto es exactamente característico. Para Reich, todo lo que el pa-
ciente cuenta es “flatus vocis”, la manera por la que el instinto manifiesta su
armadura. Punto que es significativo, muy importante, pero como tiempo de esta
experiencia; es en la medida en que es puesta entre paréntesis toda esta experiencia
como simbólica, que el instinto de muerte mismo está excluido, puesto entre pa-
réntesis. Por supuesto, este elemento de la muerte no se manifiesta sólo sobre el pla-
no del símbolo. Ustedes saben que se manifiesta más o menos en lo que es del re-
gistro narcisista. Pero *ahí* es de otra cosa que se trata, y *que* 47 está mucho más
cerca de ese elemento de nadificación final, ligada a toda especie de desplaza-
miento. Por supuesto, podemos concebirlo. *que es el* origen, la fuente, como lo he
indicado a propósito de elementos desplazados, de la posibilidad de transacción
simbólica de lo real. Pero esto es también algo que tiene mucha menos relación con
el elemento duración, *con la* proyección temporal, *con el porvenir como
término*48 esencial del comportamiento simbólico como tal.
Ustedes lo sienten bien, estoy forzado a ir un poquito rápido. Hay muchas
cosas para decir sobre todo esto. Y es cierto que el análisis de nociones tan diferen-
tes como estos términos de: resistencia, resistencia de transferencia, transferencia
como tal… La posibilidad de hacer comprender a este respecto lo que hay que
llamar propiamente “transferencia” y dejar a la resistencia. Creo que todo esto
puede inscribirse bastante fácilmente en relación a esas nociones fundamentales de
lo simbólico y de lo imaginario.49
4
45
cf. nuestra nota anterior sobre el término réaliser.
4
46
JAM/S: *que la desarrollan bajo este registro porque no tienen más que este re-
gistro*
4
47
JAM/S: *La muerte en el registro narcisista*
4
48
PTL: *en tanto que entiendo el porvenir*
4
49
A partir de aquí, y en adelante, esto corresponde a una parte de PEC en la que
cambia la tipografía (esta última parte está tipeada con máquina común), y aparecen
agregados manuscritos, así como tachaduras, correcciones y flechas que remiten de
una parte del texto a otra o a algún esquema al pie de página o al margen, lo que
vuelve a este texto-fuente un poco confuso. AFI parece reproducir al anterior, sin
dichos agregados, pero con algún error de su propia cosecha. Por otra parte, la se-
1
8
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
Yo quisiera simplemente, para terminar, ilustrar de algún modo *mi
propósito* (siempre es preciso dar una pequeña ilustración a lo que uno cuenta),
darles algo que no es más que una aproximación en relación a los elementos de
formalización que he desarrollado mucho más extensamente con los alumnos en el
Seminario, por ejemplo, en El Hombre de las Ratas. Se puede llegar a formalizar
completamente, con la ayuda de elementos como los que voy a indicarles. Esto es
de una especie que les mostrará lo que quiero decir.
He aquí cómo un análisis podría, muy esquemáticamente, inscribirse desde
su comienzo hasta el final:
rS — rI — iI — iR — iS — sS — sI — sR — rR — rS.
rS: realizar el símbolo.
— rS: esto, es la posición de partida. El analista es un personaje simbólico
como tal. Y es a ese título que ustedes van a su encuentro, en tanto que él es a la vez
el símbolo por sí mismo de la omnipotencia, en tanto que él mismo es ya una auto-
ridad, el amo. Es en esta perspectiva que el sujeto va a encontrarlo y que se pone en
cierta postura que es poco más o menos ésta: “Es usted quien tiene mi verdad”, pos-
tura completamente ilusoria, pero que es la postura típica.
— rI: después, ahí tenemos: la realización de la imagen.
Es decir, la instauración más o menos narcisista en la que el sujeto entra en
cierta conducta que es justamente analizada como resistencia. ¿Esto en razón de
qué? De cierta relación iI.
imaginación
— iI: ——————
imagen
Es la captación de la imagen, que es esencialmente constitutiva de toda
realización imaginaria en tanto que la consideramos como instintual; esa realización
de la imagen que hace que el picón hembra sea cautivado por los mismos colores
cuencia ofrecida por PTL (los pares de letras que describen la marcha de un análisis
“desde su comienzo hasta el final”) es discordante en algunos puntos con el texto.
Me he ayudado, para “establecer” esta parte, con el artículo de Jean-Pierre
DREYFUSS, «S.I.R: Une ouverture que rien ne laissait prévoir?», publicado en el nº
22 de la revista Littoral, Avril 1987. De este mismo artículo reproduzco, al final de
esta versión, en un Anexo, unos esquemas que ofrecen algo así como una versión
más inteligible e “interpretada” de los esquemas proporcionados por PEC y PTL,
entre el final de la conferencia y el comienzo de la discusión (cf. más adelante). —
JAM/S reitera casi todos los puntos que he debido modificar al establecer esta
versión a partir del artículo citado en el anexo mencionado.
1
9
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
que el picón macho, y que ambos entren progresivamente en cierta danza que los
lleva a donde ustedes saben.
¿Qué es lo que la constituye en la experiencia analítica? Por el momento la
pongo en un círculo.50
Después de eso, tenemos:
— iR: que es la continuación de la transformación precedente:
I se ha transformado en R.
Es la fase de resistencia, de transferencia negativa, o incluso, en el límite, de
delirio, que hay en el análisis. Es cierta manera por la cual ciertos analistas tienden
cada vez más a concebir {réaliser}: “El análisis es un delirio bien organizado”,
fórmula que he escuchado de la boca de uno de mis Maestros, que es parcial, pero
no inexacta.
Después, ¿qué sucede? Si el desenlace es bueno, si el sujeto no tiene todas
las disposiciones para ser psicótico (caso en el cual queda en el estadio iR), pasa a:
— iS: la imaginación del símbolo.
El imagina el símbolo. Tenemos, en el análisis, mil ejemplos de la imagina-
ción del símbolo. Por ejemplo: el sueño. El sueño es una imagen simbolizada.
Aquí interviene:
— sS: que permite la inversión.
Que es la simbolización de la imagen.51
Dicho de otro modo, lo que se llama “la interpretación”.
*Esto*52 únicamente después del franqueamiento de la fase imaginaria, que
engloba aproximadamente:
rI — iI — iR — iS —
5
50
Aquí, una indicación que encontramos en PEC, AFI, PTL y JAM/S remite al
esquema situado entre el fin de la conferencia y la discusión (cf. más adelante).
5
51
Más adelante Lacan leerá sS como: “simbolización del símbolo”
5
52
JAM/S: *Se la alcanza*
2
0
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
comienza *entonces* la elucidación del síntoma por medio de la
interpretación
sS ― sI —53
A continuación, tenemos:
— sR: que es, en suma, la meta de toda salud, que no es (como se cree)
adaptarse a un real más o menos bien definido, o bien organizado, sino hacer reco-
nocer su propia realidad, dicho de otro modo, su propio deseo.
5
53
Los añadidos manuscritos vuelven particularmente dudosa esta parte del texto de
PEC, y tampoco AFI, PTL y JAM/S ayudan mucho: ¿la “elucidación del síntoma
por la interpretación” es sS o sI? (EXO, p. 17, tampoco ayuda a dilucidar este pro-
blema, ni siquiera se lo plantea.) Para dilucidar esta y otras cuestiones semejantes
(por ejemplo, establecer cómo distribuir las mayúsculas y las minúsculas en esta
secuencia), convendría efectuar una recorrida cuidadosa por los Seminarios 1 y 2,
los más cercanos a esta conferencia. Por ejemplo, y sólo a título de indicación,
veamos lo que Lacan formula en el momento de su análisis del “sueño de la
inyección de Irma”:
Recuerden lo que les expresé, a propósito de lo simbólico, lo imagi-
nario y lo real, en la conferencia inaugural de esta sociedad. Se tra-
taba de usar categorías en forma de letras minúsculas y mayús-
culas.
iS — imaginar el símbolo, poner el discurso simbólico bajo forma
figurativa, o sea, el sueño.
sI — simbolizar la imagen, hacer interpretación de un sueño.
Empero para esto es preciso que haya una reversión, que el sím-
bolo sea simbolizado…
o sea, sS, la simbolización del símbolo. ¿Pero en qué consiste esta reversión? Más
adelante, Lacan formula algo que podría responder a esta pregunta, cuando, a pro-
pósito de la fórmula de la trimetilamina que aparece en el sueño de Freud, dice:
Al igual que el oráculo, la fórmula no da ninguna respuesta a nada.
Pero la manera misma en que se enuncia, su carácter enigmático,
hermético, sí es la respuesta a la pregunta sobre el sentido del sue-
ño. Se la puede calcar de la fórmula islámica: No hay otro Dios que
Dios. No hay otra palabra, otra solución a su problema, que la pala-
bra.
2
1
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
Como muchas veces lo he subrayado, hacerlo reconocer por sus semejantes,
es decir, simbolizarlo.
En ese momento, encontramos:
— rR.54
Lo que nos permite llegar finalmente al:
— rS.
Es decir, muy exactamente, a aquello de lo que hemos partido.
No puede ser de otro modo, pues si el *análisis*55 es humanamente válido,
eso no puede ser más que circular. Y un análisis puede comprender varias veces
este ciclo.
— iI — ésta es la partida propia del análisis, es lo que se llama,
equivocadamente, “la comunicación de los inconscientes”.56
El analista debe ser capaz de comprender el juego que juega su sujeto. Debe
comprender que él mismo es el picón macho o hembra, según la danza que lleve su
sujeto.
El sS es la simbolización del símbolo. Es el analista quien debe hacer eso.
No le cuesta: él mismo es ya un símbolo. Es preferible que lo haga con completud,
cultura e inteligencia. Es por eso que es preferible, que es necesario, que el analista
tenga una formación tan completa como sea posible en el orden cultural. Cuanto
más sepan de ello, más les valdrá. Y esto (sS) no debe intervenir sino después de
cierto estadio, después de cierta etapa franqueada.
Y en particular, es en este registro que aparece, del lado del sujeto (no es por
nada que no lo he separado)… El sujeto forma siempre, y más o menos, cierta
—cf. Jacques LACAN, El Seminario, libro 2, El yo en la teoría de Freud y en la téc-
nica psicoanalítica, Paidós, Barcelona, 1983, pp. 232 y 240. Este fragmento, y otros
que no cito, me autorizaron a sustituir las dobles mayúculas SI y SR que figuran en
los distintos textos-fuente por las combinaciones minúscula/mayúscula sI y sR.
5
54
Aquí, en PEC, un trozo manuscrito, luego tachado; en PTL, la indicación de texto
faltante; nada en AFI ni en JAM/S.
5
55
PTL y JAM/S: *analista*
5
56
Evidentemente, iI, en tanto “la partida {partie} propia del análisis”, sea lo que
fuere, no debe ser identificada a su punto de partida {départ}, a situar en rS. / Por
su parte, JAM/S transcribe aquí iS, pero la nueva referencia al “picón macho o
hembra” del párrafo siguiente nos asegura para establecer iI.
2
2
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
unidad, más o menos sucesiva, cuyo elemento esencial se constituye en la transfe-
rencia. Y el analista viene a simbolizar el superyó, que es el símbolo de los
símbolos.
El superyó es simplemente una palabra que no dice {dit} nada (una palabra
que prohibe {interdit}). El analista no tiene precisamente ningún problema para
simbolizarla. Es precisamente lo que hace.
El rR es su trabajo, impropiamente designado bajo el término de esa famosa
“neutralidad benevolente” de la que se habla a tontas y a locas, y que simplemente
quiere decir que, para un analista, todas las realidades, en suma, son equivalentes,
que todas son realidades. Esto parte de la idea de que todo lo que es real es racional,
e inversamente. Y esto es lo que debe darle esa benevolencia sobre la cual viene a
quebrarse *la transferencia negativa*57, y *que le permite* llevar a buen puerto su
análisis.
Todo esto ha sido dicho un poco rápidamente.
Hubiera podido hablarles de muchas otras cosas. Pero, por lo demás, esto no
es más que una introducción, un prefacio a lo que intentaré tratar más completa-
mente, *y* más concretamente, *en* el informe que espero hacerles
*proximamente*, en Roma, sobre el tema del lenguaje en el psicoanálisis.58, 59
5
57
Las palabras entre asteriscos, que extraemos de JAM/S, faltan en PEC y AFI, don-
de esta vez encontramos los puntos suspensivos entre paréntesis manuscritos (lo
mismo en EXO, p. 18), y en PTL, donde encontramos la indicación de texto faltan-
te. RAP, p. 27, propone: *la resistencia*
5
58
Cf. Jacques LACAN, «Discours de Rome», pronunciado el 26 de Septiembre de
1953 para introducir el informe «Fonction et champ de la parole et du langage en
psychanalyse», en Autres écrits, aux Éditions du Seuil, Paris, avril 2001, pp. 133-
164, y «Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis», en Escritos
1, Siglo Veintiuno Editores.
59
En relación al esquema reproducido a continuación, extraido de PEC y PTL,
véase al final nuestro Anexo.
2
3
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
2
4
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
DISCUSIÓN
El PROF. LAGACHE agradece la conferencia y abre la discusión.60
Sra. MARCUS-BLAJAN — Su conferencia ha hecho que en mí “resuenen
las campanas”… Lástima que yo no haya comprendido ciertas palabras. Por
ejemplo: “trascendente”.
Dos cosas me han sorprendido particularmente:
— lo que usted ha dicho a propósito de la angustia y de la culpabi-
lidad;
— y lo que usted acaba de decir a propósito de rR.
Estas son unas cosas que nosotros sentimos muy confusamente. Lo
que usted ha dicho de la angustia y de la culpabilidad me ha hecho pensar en
algunos casos, en la agorafobia, por ejemplo.
Lo que usted ha dicho a propósito de rR… que todo lo que existe
tiene el derecho de existir puesto que es humano…
DR. LACAN — Lo que yo he dicho a propósito de la angustia y de la
culpabilidad… la distancia…
La angustia está ligada a la relación narcisista, la Señora Blajan da de ello
una muy linda ilustración (pues no hay fenómeno más narcisista) por medio de la
agorafobia.
Cada vez que he comentado un caso en mi seminario, siempre he mostrado
los diferentes tiempos de reacción del sujeto. Cada vez que se produce un fenómeno
en dos tiempos, en la obsesión por ejemplo, el primer tiempo es la angustia, y el se-
6
60
Las palabras de Lagache al presentar la conferencia habrían sido las siguientes:
“Hemos pedido a nuestro amigo Lacan que tome la palabra, pues todos conocen, a
pesar de sus pequeños defectos, nuestra admiración y nuestro apego por él, y que él
está siempre dispuesto a pagar con su persona, por medio de alguna interesante co-
municación científica. Hemos tenido una enorme satisfacción cuando “elegimos la
libertad”. Inútil decirles que ahora tenemos mucho trabajo, y creo que todo el
mundo lo ha comprendido, y ha tomado todo esto muy en serio. Paso la palabra a
nuestro amigo Lacan.” — cf. La scission de 1953. La communauté psychanalytique
en France I, Documents édités par Jacques-Alain Miller, Supplément au numéro 7
d’Ornicar? bulletin périodique du Champ freudien, 1976, p. 100. Hay versión
castellana en: Jacques-Alain MILLER, Escisión. Excomunión. Disolución. Tres mo-
mentos en la vida de Jacques Lacan, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1987, cf.
pp. 66-67.
2
5
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
gundo tiempo es la culpabilidad, que apacigua la angustia sobre el registro de la cul-
pabilidad.
A propósito de la palabra “trascendente”… no es un término muy
metafísico, ni siquiera metapsicológico. Voy a tratar de ilustrarlo. ¿Qué es? ¿Qué es
lo que quiere decir, en el caso preciso en que lo he empleado?
Es esto: que en la relación con su semejante, en tanto que tal, en la relación
de dos, en la relación narcisista, hay siempre, para el sujeto, algo desvanecido. El
siente al fin de cuentas que él es el otro, y el otro es él. Y este sujeto definido
recíprocamente es uno de los tiempos esenciales de la constitución del sujeto
humano.61 Es un tiempo en el que él no *puede*62 subsistir, aunque su estructura
esté siempre a punto de aparecer, y muy precisamente en ciertas estructuras
neuróticas.
La imagen especular se aplica al máximo. El sujeto no es más que el reflejo
de sí mismo. *De donde su*63 necesidad de constituir un punto que constituya lo
que es trascendente; esto es justamente el otro en *tanto*64 que otro.
Se pueden tomar mil ejemplos.
Por ejemplo, está completamente claro, puesto que yo tomaba el ejemplo de
la fobia, el hecho de que es justamente a una angustia semejante que corresponde el
hecho de que subsista en el partenaire humano algo tan extraño, tan separado de la
imagen humana como es la imagen animal. De hecho, si nosotros vemos que, sea lo
que fuere lo que podamos pensar de la función (pues todo eso no es transparente,
sean los que fueren los trabajos que se hayan hecho al respecto), sea lo que fuere
que podamos pensar del origen histórico real del totemismo, hay una cosa muy
cierta: es que en todo caso está ligado a la *prohibición*65 del canibalismo, es decir
que no se puede comer *al otro*66 pues de todos modos es el modo de *relación
6
61
Sobre este “sujeto definido recíprocamente”, cf. Jacques LACAN, «El tiempo lógico
y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma» (1945), en Escritos 1, op.
cit.
6
62
PTL: *quiere*
6
63
PTL: *La*
6
64
PTL: *tiempo {temps}*
6
65
JAM/S: *interpretación*
6
66
PTL: *…*
2
6
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
humana primitiva*67. El modo de relación humana más primitivo es ciertamente la
absorción de la sustancia de su semejante.
Ahí ustedes ven bien cuál es la función del totemismo. Es hacer con ello un
sujeto trascendente *al semejante*68. — ¿Creo que el Dr. Gessain no me contradirá?
Ahí volvemos a encontrar diferentes cuestiones sobre uno de los puntos que
más *nos*69 interesan: la relación entre niños y adultos. Los adultos, para el niño,
son trascendentes en tanto que están iniciados. Lo más curioso es que, justamente,
los niños no son menos trascendentes para los adultos. Es decir, por un sistema de
reflexión característico de toda relación, el niño se convierte, para los adultos, en el
sujeto de todos los misterios. Esta es la sede de esa suerte de confusión de las
lenguas entre niños y adultos,70 y uno de los puntos más esenciales que debemos
tener en cuenta cuando se trata de intervención sobre los niños.
Habría otros ejemplos para tomar.
En particular en lo que constituye la relación edípica de tipo sexual, que es
algo del sujeto, y que lo sobrepasa al mismo tiempo, *hay ahí* constitución de una
forma a una cierta distancia.
DR. LIEBSCHUTZ71 — Usted nos ha hablado de lo simbólico, de lo
imaginario. Pero había lo real, del que usted no ha hablado.
DR. LACAN — No obstante, he hablado un poco de él.
Lo real es, o la totalidad, o el instante desvanecido…
En la experiencia analítica, para el sujeto, es siempre el choque con algo,
por ejemplo: el silencio del analista.
Hubiera debido decir que, de todos modos, se produce algo que he añadido
solamente al final. Se produce de todos modos, a través de ese diálogo, algo que es
completamente sorprendente, sobre lo cual no he podido insistir, es decir, es uno de
los hechos de la experiencia analítica que merecería, por sí solo, mucho más que
6
67
PTL: *relaciones humanas primitivas*
6
68
PTL: *a aquél*
6
69
JAM/S: *les*
7
70
cf. Sandor FERENCZI, « La confusión de lenguajes entre los adultos y el niño»
(1933), en Problemas y métodos del psicoanálisis, Ediciones Hormé, Buenos Aires,
1966.
7
71
Luego conocido como Serge Leclaire.
2
7
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
una comunicación. Debemos plantear la cuestión bajo este ángulo: ¿cómo es
posible…? — tomo un ejemplo completamente concreto — que al final del análisis
*esos*72 sueños… — no sé si he dicho o no que están compuestos como un len-
guaje… efectivamente, en el análisis, sirven de lenguaje. Y un sueño en el medio o
al final del análisis es una parte del diálogo con el analista… — Y bien, ¿cómo es
posible que estos sueños (y muchas otras cosas todavía: la manera con la que el
sujeto constituye sus símbolos…) lleven algo que es la marca absolutamente
sobrecogedora de la realidad del analista, a saber: de la persona del analista tal
como está constituida en su ser? ¿Cómo es posible que a través de esta experiencia
imaginaria y simbólica se desemboque en algo que, en su última fase, es un co-
nocimiento limitado, pero sorprendente, de la estructura del analista? Esto es algo
que por sí solo plantea un problema que no he podido abordar esta noche.
DR. MAUCO — Yo me pregunto si no hay que recordar los diferentes
tipos (?) de símbolos.
DR. LACAN — *El símbolo es ante todo un emblema.*73
DR. MAUCO — El símbolo es algo vivido.
Por ejemplo, la casa, experimentada ante todo por un símbolo, es en
seguida elaborada colectivamente, disciplinada colectivamente… Evoca
siempre la palabra “casa”.
DR. LACAN — Déjeme decirle que de ningún modo soy de ese parecer, como lo
demuestra la experiencia analítica, a saber, que todo lo que constituye el símbolo,
esos símbolos que volvemos a encontrar en las raíces de la experiencia analítica,
que constituyen los síntomas, la relación edípica… Jones hace un pequeño catálogo
de ellos y demuestra que se trata siempre y esencialmente de los temas más o menos
conexos a las relaciones de parentesco, del tema del rey, de la autoridad del amo, y
de lo que concierne a la vida y la muerte.74
Ahora bien, todo aquello de lo que allí se trata, son evidentemente símbolos.
Son precisamente elementos que no tienen absolutamente nada que ver con la reali-
dad.
Un ser completamente enjaulado en la realidad, como el animal, no tiene de
ello ninguna especie de idea.
7
72
PTL: *de los {des}*
7
73
PTL: *… Es un emblema.*
7
74
Ernest JONES, La teoría del simbolismo, Cuadernos Monográficos 3, Letra Viva,
Buenos Aires, 1980.
2
8
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
Esos son justamente unos puntos donde el símbolo constituye la realidad hu-
mana, donde crea esta dimensión humana sobre la cual Freud insiste en todas
partes, cuando dice que el neurótico obsesivo vive siempre en el registro de lo que
comporta al máximo elementos de incertidumbre, de lo que él designa como: “la
duración de la vida...”, “la paternidad…”. Todo lo que no tiene evidencia sensible.
Todo lo que en la realidad humana es construido está construido primitivamente por
ciertas relaciones simbólicas que después pueden encontrar su confirmación en la
realidad. El padre es efectivamente el genitor. Pero antes que lo sepamos de fuente
cierta, el nombre del padre crea la función del padre.
Creo por lo tanto que el símbolo no es una elaboración de la sensación, ni de
la realidad. Lo que es propiamente simbólico (y los símbolos más primitivos) es
algo distinto que introduce en la realidad humana algo diferente, y que constituye
todos los objetos primitivos de verdad.
Lo que es notable es que la categoría de los símbolos, de los símbolos sim-
bolizantes, son todos de este registro, a saber que comportan, por medio de la
creación de los símbolos, la introducción de una realidad nueva en la realidad
animal.
DR. MAUCO — Pero sublimada y elaborada, se tiene el sub-basamento del
lenguaje ulterior.
DR. LACAN — Ahí, completamente de acuerdo.
Por ejemplo, *para designar* las relaciones, los propios lógicos apelan muy
naturalmente al término de parentesco. Es el primer modelo de una relación
transitiva.
DR. MANNONI — El pasaje de la angustia a la culpabilidad parece ligado
a la situación analítica.
La angustia puede conducir a la vergüenza, y no a la culpabilidad.
Cuando la angustia no evoca la idea de un castigador, sino de un aparta-
miento, es la vergüenza la que aparece.
La angustia puede traducirse no en culpabilidad, sino en duda. Me
parece que es porque el analista está ahí que la angustia se transforma en
culpabilidad.
DR. LACAN — ¡Completamente de acuerdo! Es una situación privilegiada en la
experiencia analítica la que hace que el analista detente la palabra, que juzgue; y
porque el análisis se orienta enteramente en un sentido simbólico, porque el analista
lo ha sustituido a lo que ha hecho falta, porque el padre no ha sido más que un
superyó, es decir una “Ley sin palabra”, en tanto que esto es constitutivo de la
neurosis, que la neurosis está definida por la transferencia.
2
9
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
Todas estas definiciones son equivalentes.
Hay en efecto infinitos otros ramales para la reacción de la angustia. Y no
está excluido que algunos aparezcan en el análisis… Cada uno merece ser analizado
como tal.
Creo que la cuestión de la duda está mucho más próxima de la constitución
simbólica de la realidad. De alguna manera, ella es previa. Si hay una posición que
se pueda calificar esencialmente, en el sentido en que yo lo entiendo, de
“subjetiva”, es decir que es ella la que constituye toda la situación *es precisamente
ésta*. A saber: ¿cuándo y cómo es realizada? Este es un desarrollo aparte.
DR. BERGE — El pasaje de la angustia a la culpabilidad…
Lo que me ha sorprendido en esas dos cosas, es la noción de insegu-
ridad. La angustia y la culpabilidad: la inseguridad. La angustia y la cul-
pabilidad: la inseguridad… la angustia es sentida sin saber cuál es el peligro.
La culpabilidad es una defensa, porque hay un objeto, y sabemos lo que es.
DR. LACAN — … Tengo mucha necesidad de un puente giratorio…
Un… indeterminado se me vuelve un suplicio durmiente.
DR. GRANOFF — El paralelismo entre la actitud de los hombres respecto
de la antropofagia y de sus hijos…
Sin remontar muy lejos en la Historia, en la historia de los norman-
dos, hacia el siglo XVI, algunas actas de marinos comportaban la renuncia a
la antropofagia diciendo que los marinos “renunciaban a beber sangre
humana… a espetar niños en el asador…”
El esquema que usted da aquí encuentra su ilustración en el proceso
analítico, pero también en la formación de la personalidad. Lo que prueba
que el análisis no hace más que retomar el proceso de la formación de la
personalidad.
DR. LACAN — El fetichismo es una transposición de lo imaginario. Deviene un
símbolo.
DR. GRANOFF — Para hablar de lo real, todos tenemos necesidad de la
ayuda de alguien para aprehender lo real. Y, en el fondo, la estructura de la
personalidad del fetichismo sería un análisis que se habría interrumpido
después de iS.
3
0
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
El fetichismo75 no es un órgano genital femenino nos enseña Freud,
sino una imagen angustiante que hace poner en marcha un proceso del orden
de lo imaginario. Y es la marcha la que, en ese caso particular, no concluye
jamás.76 Nunca conduje un tratamiento de fetichismo hasta el final. Pero me
parece que el ejemplo de fetichismo es irremplazable.
DR. LACAN — En efecto, yo no he retomado el fetiche…
DR. GRANOFF — Pero, bajo la relación de la culpabilidad, en la medida
en que el fetiche le permite una relación entre…
DR. PIDOUX — He visto, a propósito de angustia y culpabilidad, quisiera
preguntarle si usted no piensa que el símbolo no interviene… (?)… y de la
angustia en el trabajo, y del elemento transferencial.
DR. LACAN — Exactamente, como interviene en el menor acting-out… lo que es
transferencia y…
SR. ANZIEU — Cuando Freud hizo la teoría clínica, tomó prestados mode-
los a las teorías de su época… Al proponernos este principio de esquema…
me gustaría saber si estos modelos son del registro del símbolo o de lo ima-
ginario. ¿Y qué origen dar a estos modelos?
¿Lo que usted propone hoy es un cambio de modelo permanente
para pensar los datos clínicos, adaptado a la evolución cultural? ¿O algo dis-
tinto?
DR. LACAN — Más adaptado a la naturaleza de las cosas, si consideramos que to-
do aquello de lo que se trata en el análisis es del orden del lenguaje, es decir, al fin
de cuentas, de una lógica.
Por consiguiente, esto es lo que justifica esta formalización que interviene
como una hipótesis.
7
75
Aquí, en nota al pie, PTL se pregunta: “¿El fetiche?”.
7
76
Para quienes sigan la presente traducción acompañados del texto francés de los Pe-
tits écrits et conférences (PEC), observo que hay en dicha compilación un error de
compaginación. La secuencia correcta de las páginas sería: 423-425-424-426… Mi
traducción subsana ese error. — ¡Esta circunstancia se les escapó a los que estable-
cieron el texto en francés traducido por EXO, lo que los obliga a conjeturar una in-
tervención de más por parte de Granoff en la página siguiente, y a ensartar a conti-
nuación de esta intervención una respuesta de Lacan que nada tiene que ver con el
asunto… puesto que es la respuesta de Lacan a la pregunta de Anzieu!
3
1
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
En cuanto a lo que usted dice de Freud, yo no estoy de acuerdo con que
sobre el asunto de la transferencia él haya tomado prestados unos modelos más o
menos atomísticos, asociacionistas, incluso mecanicistas del estilo de su época.
Lo que me parece sorprendente, es la audacia con la cual él admitió como
modo completamente a no repudiar en el registro de la transferencia: el amor, pura
y simplemente. El no considera en absoluto que eso sea una suerte de imposibili-
dad, de callejón sin salida, algo que salga de los límites. Ha visto bien que la
transferencia, es la realización misma de la relación humana bajo su forma más
elevada, realización del símbolo, que está ahí, al comienzo, y que está al final de to-
do eso.
Y entre un comienzo y un fin, que son siempre la transferencia; al co-
mienzo, en potencia, dada por el hecho de que el sujeto viene, la transferencia está
ahí, lista para constituirse. Está ahí desde el comienzo.
Que Freud haya hecho entrar en ello el amor, ésta es una cosa que debe
mostrarnos bien hasta qué punto él daba a *las relaciones*77 simbólicas su alcance,
incluso sobre el plano humano, pues, al fin de cuentas, si debemos dar un sentido a
ese algo en el límite, del que apenas se puede hablar, que es el amor, es el siguiente
— es la conjunción total de la realidad y del símbolo, que hacen una sola y misma
cosa.
DRA. DOLTO — Realidad y símbolo, ¿qué es lo que entiendes por reali-
dad?
DR. LACAN — Un ejemplo: la encarnación del amor es el don del niño, quien pa-
ra un ser humano tiene este valor de algo más real.
DRA. DOLTO — Cuando el niño nace, es simbólico del don. Pero puede
haber también don sin niño. Puede haber entonces palabra sin lenguaje.
DR. LACAN — Justamente, estoy preparado para decirlo todo el tiempo: el símbo-
lo sobrepasa la palabra.
DRA. DOLTO — Llegamos todo el tiempo a “¿qué es lo real?”, y todo el
tiempo nos escapamos de eso. Y hay otra manera de aprehender la realidad
psicoanalítica tanto como esa, que para mi psicología me parece muy ex-
trema. Pero tú eres un Maestro tan extraordinario que se puede seguirte si no
se comprende más que después.
En la aprehensión sensorial, que es un registro de la realidad, para
unas bases que me parecen seguras… previas al lenguaje, y la imagen de
nuestro cuerpo. Y yo pensaba todo el tiempo, y sobre todo para la expresión
7
77
PTL: *sus referencias*
3
2
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
verbal, puesto que el adulto transcurre sobre todo con la expresión verbal de
lo imaginario, si no hay imagen del cuerpo propio… (?)
Desde que el otro tiene orejas, no se puede hablar… (?)
DR. LACAN — ¿Tú piensas mucho en ello, que el otro tiene orejas?
DRA. DOLTO — No yo, los niños.
Si yo hablo, es que sé que hay orejas. No hablaría de ello antes de la
edad edípica, se habla incluso si no hay orejas. *Pero después de la edad
edípica, no se puede hablar si no hay orejas.*78
DR. LACAN — ¿Qué quieres decir?
DRA. DOLTO — Para hablar, es preciso que haya boca y orejas. Entonces,
queda una boca.
DR. LACAN — Es lo imaginario.
DRA. DOLTO — Ayer tuve un ejemplo de esto. Ayer, en un niño mudo
que ponía unos ojos sin orejas. Yo le dije (como es mudo), le dije: “no es
asombroso que no pueda hablar, ése, puesto que no tiene boca”.
El trató, con un lápiz, de poner una boca. Pero se la puso al niño en
un sitio que cortaba el cuello. Perdía la cabeza si hablaba; perdía la inteli-
gencia, perdía la noción de un cuerpo vertical, si hablaba. Para hablar, hace
falta la certeza de que haya una boca, y de que haya orejas.
DR. LACAN — Sí, de acuerdo.
Pero los hechos muy interesantes que tú pones de relieve están com-
pletamente ligados a algo completamente dejado de lado; ligados a la constitución
de la imagen del cuerpo en tanto que *Urbild*79 del yo {moi}, y con ese corte
ambiguo, con el cuerpo fragmentado.
No veo a dónde quieres llegar con eso…
DRA. DOLTO — El lenguaje no es más que una de las imágenes. No es
más que una de las manifestaciones del acto de amor, no es más que una de
las manifestaciones donde el ser, en el acto de amor, es fragmentado. No so-
mos completos, puesto que tenemos necesidad de completarnos cuando
7
78
Esta frase de PEC, falta en PTL.
7
79
Nota de PTL: “En este sitio otra fuente indica la palabra órbita {orbite}. ¿Sería
Urbild?”.
3
3
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
tenemos necesidad de palabra. El no sabe lo que dice; es el otro, si lo
escucha. Lo que pasa por el lenguaje puede pasar por muchos otros medios.
DR. MANNONI — Una observación.
¿Es que los dibujos no son imágenes, sino objetos, y el problema
saber si su imagen es símbolo o realidad? Esto es extremadamente difícil.
DR. LACAN — Este es uno de los modos por los cuales, en todo caso en la feno-
menología de la intención, se aborda lo imaginario, por todo lo que es reproducción
artificial, más accesibles.
SRA. MARCUS-BLAJAN — Es sorprendente ver la predominancia de lo
visual. Los sueños en general son visuales.
Me pregunto a qué corresponde eso.
DR. LACAN — … Todo lo que es captación…
3
4
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
Anexo:
EL “GRAFO” DE UN ANÁLISIS, DEL COMIENZO AL FINAL80
Una vez propuestos “esos tres registros que son precisamente los registros esencia-
les de la realidad humana, registros muy distintos y que se llaman: lo simbólico, lo
imaginario y lo real” —con justa razón, y por lo que hemos visto y vamos a volver
a ver, Jean-Pierre Dreyfuss propone designarlos: coordenadas de la experiencia
analítica—, Lacan propone con éstos, S, I y R, tomados de a dos, una secuencia
que escribiría “cómo un análisis podría, muy esquemáticamente, inscribirse desde
8
80
Fuente de los esquemas: Jean-Pierre DREYFUSS, «S.I.R: Une ouverture que rien ne
laissait prévoir?», en Littoral, nº 22, Erès, Avril 1987.
3
5
Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
su comienzo hasta el final”. Para mostrar mejor cómo es esto, añadiremos unos
números sobre la secuencia de letras que esquematiza ese circuito de un análisis:
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
rS — rI — iI — iR — iS — sS — sI — sR — rR — rS
Los esquemas de la página anterior, debidos a Jean-Pierre Dreyfuss, acompañan el
recorrido de dicho circuito:
a) partiendo de lo real y yendo hacia lo simbólico, tenemos: 1) rS o realizar el sím-
bolo, luego, el segundo tiempo va de R hacia I, y tenemos: 2) rI o realizar lo ima-
ginario, y finalmente, tercer tiempo: 3) iI o imaginar lo imaginario. Con esto, se
vuelve a partir de I hacia R, para reproducir exactamente la misma figura, la misma
sucesión de tres tiempos, o sea:
b) 4) iR, imaginar lo real, 5) iS, imaginar el símbolo, 6) sS, simbolizar el símbolo, y
se llega a la tercera serie de tres tiempos:
c) 7) sI, simbolizar lo imaginario, 8) sR, simbolizar lo real, 9) rR, realizar lo real, y
vuelta al punto de partida:
10) o 1) rS, realizar el símbolo, para un nuevo ciclo. Tras un cierto número de ci-
clos, sería el fin del análisis. Una versión un poco diferente de las “inversiones dia-
lécticas” del escrito Intervención sobre la transferencia, pero quizá no menos
optimista.
establecimiento del texto,
traducción y notas:
RICARDO E. RODRÍGUEZ PONTE
para circulación interna
de la
ESCUELA FREUDIANA DE BUENOS AIRES 17-02-09
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Lo simbólico, lo imaginario y lo real — 8 de Julio de 1953
FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN
Y NOTAS
• PEC ― Jacques LACAN, «Le Symbolique, l’Imaginaire et le Réel», en Petits
écrits et conférences, 1945 - 1981, recopilación de fotocopias de diverso origen,
que agrupa varios textos inéditos de Lacan, sin indicación editorial, pp. 403-
429. Biblioteca de la E.F.B.A.: CG-254.
• AFI ― Jacques LACAN, «Le symbolique, l’imaginaire et le réel», en Bulletin
de l’Association freudienne, nº 1, Novembre 1982, 5 rue de la Clef, Paris. Esta
edición advierte que ha “tomado el partido de reproducir tal cual la estenografía
original”. Lo poco que interviene la edición se detecta desde el momento en que
la fecha en que fue pronunciada la conferencia es situada “a fines de 1952 o co-
mienzos de 1953”. Esta versión no incluye la discusión posterior, lo que consti-
tuye una de sus escasas diferencias con la versión PEC.
• PTL ― Jacques LACAN, «Le symbolique, l’imaginaire et le réel», en Pas-tout
Lacan, recopilación de la mayoría de los pequeños escritos, charlas, etc., de
Lacan entre 1928 y 1981, a excepción de los seminarios, que ofrece en su pá-
gina web http://www.ecole-lacanienne.net/ la école lacanienne de psychanalyse.
Esta versión, que comienza informando que la misma es anunciada en el ca-
tálogo de la Bibliothèque de l’e.l.p. como versión JL, advierte además de la
existencia de “varias otras versiones sensiblemente diferentes en algunos pun-
tos”, entre ellas una aparecida en el Bulletin de l’Association freudienne, 1982,
nº 1 (la diferencia, en verdad, no es tan sensible).
• JAM/S — Jacques LACAN, «La symbolique, l’imaginaire et le réel», en Des
Noms-du-Père, Éditions du Seuil, janvier 2005.
• JAM/P — Jacques LACAN, «Lo simbólico, lo imaginario y lo real», en De los
Nombres del Padre, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2005.
• RAP ― Jacques LACAN, «Lo simbólico, lo imaginario y lo real», en Revista
Argentina de Psicología, nº 22, Diciembre de 1977. Traducción de Olinda Teles
de Irusta a partir de una versión provista por Antonio Godino Cabas. Presunta-
mente, su fuente francesa no sería ninguna de las citadas arriba, y además no in-
cluye los gráficos ni la discusión posterior.
• EXO ― Jacques LACAN, «El simbólico, el imaginario y el real», texto estable-
cido, EXOTÉRICAS, julio 1990, 2ª edición. Esta traducción dice basarse en la
versión PEC, más otras fuentes francesas no identificadas, mas muy poco en su
texto confirma esta segunda afirmación, sobre todo cuando este establecimiento
no atinó a corregir, o no advirtió, un error en la paginación de PEC, error que
este “texto establecido” reitera. Muy probable origen de este texto: école
lacanienne de psychanalyse, México.
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