Uba Dilum - Sirlin Fuentes de Luz
Uba Dilum - Sirlin Fuentes de Luz
Eli Sirlin
Las radiaciones electromagnéticas de las se compone la luz pueden producirse de forma muy variada según los
fenómenos que las generen, así sea en fuentes de luz naturales o artifciales. Históricamente, las fuentes de luz se
han dividido en dos tipos, incandescentes y luminiscentes. La causa de la emisión de luz es fundamentalmente la
misma: transiciones electrónicas de estados de energía más altos a más bajos. Sin embargo, el modo de
excitación electrónica y la distribución espectral resultante de la radiación son diferentes. Las sustancias sólidas
incandescentes emiten un espectro continuo, mientras que las descargas gaseosas irradian principalmente en
líneas espectrales discretas. De todos modos se crea cierta superposición. Los elementos incandescentes de
tierras raras pueden emitir espectros discretos, mientras que las descargas de alta presión producen un espectro
continuo.
Incandescencia Luminiscencia
Fuentes de
Termorradiación: sol - fuego Radiación eléctrica: relámpago Bioluminiscencia: luciérnaga
luz naturales
Incandescencia
Las moléculas de gases y sólidos están en constante movimiento a temperaturas superiores a cero absoluto (0 K
o 273° C) y su movimiento varía según la temperatura. Si el sólido o el gas están calientes, las moléculas se
mueven rápidamente; si hace frío, se mueven con mayor lentitud. Las transiciones electrónicas en átomos y
moléculas a temperaturas superiores aproximadamente a 600° C provocan la liberación de radiación visible junto
con el calor. A esa emisión se la denomina incandescencia.
Termorradiación
Es la radiación (calor y luz) emitida por un cuerpo caliente. La luz que se obtiene de ella va siempre acompañada
por una cuantiosa radiación térmica, que en algunos casos particulares, si se desea, se puede utilizar como
medio relajante o curativo (como es el caso de las lámparas infrarrojas), pero que por lo general constituye una
fuente de pérdida de energía cuando de lo que se trata es de producir luz.
Termorradiación natural
En la naturaleza misma encontramos un ejemplo evidente de producción de luz a gran escala mediante la
termorradiación que nos brinda el sol y las demás estrellas fijas similares a él. Por la reacción nuclear del
hidrógeno que lo constituye (que se transforma en Helio), el sol emite a todo el universo grandes cantidades de
energía con una temperatura superficial de 6500 ºK. De la radiación total emitida por el sol, cerca del 60% nos
llega en forma de energía calórica y sólo un 40% como luz visible.
Termorradiación artificial
Se obtiene calentando cualquier material a una temperatura elevada, ya sea por combustión o por
incandescencia. La energía de esta radiación depende de la capacidad calórica del cuerpo radiante.
materia textil impregnado con una tierra rara (nombre dado a determinados elementos químico, tales como los
lantánidos, que, bajo el efecto directo del gas, se ponía incandescente y adquiría una temperatura muy elevada
(2000 ºK), que daba lugar a una emisión clara, blanca e intensa.
Luminiscencia
Entre los fenómenos luminosos han despertado interés aquellos que desprenden luz sin producir calor, o que lo
hacen sin una causa aparente, como un incendio, una hoguera o el paso de una corriente eléctrica.
Llamamos “luminiscencia” a aquellos fenómenos que se producen cuando los electrones de una materia son
incitados a producir radiaciones electromagnéticas. A un átomo se le suministra una cantidad de energía que
excita al electrón, y este cambia su órbita a otra más externa (“absorbe” la energía). Tras un brevísimo tiempo de
permanencia en ese nivel, el electrón vuelve espontáneamente a su posición original “cediendo” esa energía en
forma de radiación electromagnética, en particular, como radiación visible.
Se distinguen distintos tipos de luminiscencias en función del procedimiento físico que se emplee para excitar los
átomos, del tipo de radiación y de la forma en que se emita. Las más conocidas en aplicaciones lumínicas son:
• Láser (Light Amplification by Stimulated Emission of Radiation): cuando el rayo cuyos electrones están
excitados es interceptado por otro potente rayo de su misma longitud de onda, se lo obliga a emitir luz. El
rayo de luz incidente experimenta una intensificación continua y se propaga en su misma dirección. La
emisión obtenida es muy intensa y coherente, es decir, de igual longitud de onda, fase y plano de
oscilación. Existen láseres de gas y de cuerpo sólido.
• Fotoluminiscencia: es la excitación provocada mediante radiación, generalmente ultravioleta de onda
corta, sobre sustancias luminiscentes que transforman esa onda corta en ondas del espectro visible. El
intervalo entre los pasos de absorción y cesión de la energía puede ser corto (menos de 0,0001
segundos) o largo (muchas horas). Si el intervalo es corto, el proceso se llama “fluorescencia” y si es
largo, “fosforescencia”. En ambos casos, la luz producida es casi siempre de menor energía que la luz
excitante, es decir, de longitud de onda más larga.
La fluorescencia y la fosforescencia tienen muchas aplicaciones prácticas. La pantalla de los receptores
de televisión se cubre con materiales fluorescentes, conocidos como “fósforos”, que brillan cuando son
excitados por los rayos catódicos. Las sustancias fluorescentes son sensibles a la emisión ultravioleta y
producen un suave brillo violáceo. Esta propiedad se utiliza en el llamado “teatro negro”, en la detección
de minerales y en los equipos de rayos X.
• Electroluminiscencia: es la radiación provocada por un campo eléctrico. Esto se consigue insertando una
sustancia luminiscente entre dos capas conductoras y aplicando una corriente alterna. Se produce así un
centelleo de bajo resplandor en toda la superficie.
Bioluminiscencia
En la naturaleza, algunos animales emiten lo que llamamos “bioluminiscencia”, uno de los más antiguos sistemas
de producción de luz conocidos por el hombre. Desde tiempos inmemoriales se tenía conocimiento de que
existían sustancias y animales que resplandecían en las sombras. Ya en las crónicas chinas Shih Ching (Libro de
las Odas), que datan de los años 1500 a 1000 a.C., se hace referencia a las luciérnagas y gusanos luminiscentes.
Observando la luz emitida por los peces en descomposición, en Grecia Aristóteles (384-322 a.C.) escribió en De
Coloribus: “algunas cosas no arden por su naturaleza, ni tienen fuego de ningún tipo; aun así, parecen producir
luz”.
La luminiscencia provocada por materiales sólidos fue reportada por primera vez en 1603 por Vincenzo
Cascariolo (1571-1624) de Bolonia, quien calentó polvos de barita natural (sulfato de bario) con carbón y encontró
que la mezcla resultante en forma de torta brillaba en la noche. La piedra, a la que llamó “lapis solaris” (piedra del
sol), aparentemente se “cargaba” de luz solar por el día y brillaba durante horas en la oscuridad. En todos los
reinos de la naturaleza existen “productores” de bioluminiscencia cuya aplicación, en la mayoría de los casos, se
focaliza en la supervivencia de las especies.
Radiación eléctrica
Es la luz producida por la descarga eléctrica en el seno de un gas. El relámpago es el ejemplo natural de
radiación eléctrica más conocido.
En todos los gases se encuentran, además de los átomos de gas neutrales, algunas cargas eléctricas libres
(electrones). Si en un tubo de descarga, entre cátodo y ánodo (sus dos electrodos o terminales conectadas a
tensión eléctrica) se aplica una corriente continua, se crea entre ambos un campo eléctrico que precipita los
electrones hacia el ánodo. Esta corriente de electrones excita los átomos del gas contenido y a altas velocidades
provoca el desprendimiento de electrones de la corteza atómica, lo que produce la llamada “ionización por
choque”, que aumenta la cantidad de electrones libres y realimenta el proceso en forma cada vez más veloz. Por
esta condición, el sistema requiere un “estabilizador” que limite este proceso. Los iones positivos obtenidos
circulan a poca velocidad en sentido contrario a los electrones (hacia el cátodo) y, transcurrido un breve lapso de
tiempo, capturan electrones a cambio de una emisión de energía. Si la alimentación del tubo de descarga se hace
con corriente alterna en vez de continua, los electrodos cambian periódicamente su función y ambos actúan
como cátodo y ánodo de manera alternativa. Dependiendo de la presión del gas en el tubo de descarga, se
dividen en descarga baja presión y descarga alta presión.
La nomenclatura de los zócalos está normada por la CIE y consta de un sistema de letras y números que facilitan
su identificación. El tipo de casquillo de define mediante cinco elementos:
• una letra inicial (E: rosca Edison, B: bayoneta Swan, G: espigas o clavijas);
• un número que expresa aproximadamente, en milímetros, el diámetro exterior de la parte cilíndrica del
casquillo o, en el caso del G, la separación entre espigas;
• una letra “d” o “s”, en el caso de los casquillos bayoneta, para indicar si es un contacto doble o sencillo;
• un segundo número, separado con una barra diagonal, que indica la altura aproximada del casquillo, y
• un número final separado por el signo “x”, que indica el diámetro exterior del envase.
Si la lámpara no está sometida a altas temperaturas, el bulbo o ampolla está generalmente formado por cal-soda
y puede adquirir formas muy variadas.
Según el destino de la aplicación de la lámpara, la ampolla puede ser sometida a diferentes tratamientos:
acabado mate, opalinización, coloración o espejado. El vidrio claro deja pasar a través de la ampolla casi el 100%
de la luz producida por el filamento. Al quedar completamente visible la espiral, su elevada luminancia deslumbra
si la lámpara no se recubre de alguna forma. Esto resulta ventajoso en luminarias de cristal, en las que produce
grandes efectos de luminancia.
En la lámpara sílica (opalinizada) la pérdida es de sólo el 7%, pero la ampolla aparece uniformemente iluminada
con muy baja luminancia; por eso, puede usarse completamente al descubierto sin producir grandes efectos de
deslumbramiento.
Las ampollas de color azul que emiten una luz con mayor contenido de azul, simulando la luz solar de día, dan
una sensación de luz más blanca. Estas ampollas se colorean con una capa de pintura en la superficie interna.
El funcionamiento de este tipo de lámparas requiere temperaturas muy altas para que el ciclo del halógeno pueda
realizarse, por lo que la distancia entre el filamento y la pared de la ampolla debe ser mínima. Por eso deben ser
más pequeñas y compactas que las lámparas normales y la ampolla se fabrica con un cristal especial de cuarzo
que resiste altas temperaturas de trabajo pero impide manipularla con los dedos para evitar su deterioro, a causa
de la grasitud de la piel depositada en la ampolla por efecto del ser tocada sin protección. En muchos casos
estas lámparas traen además un protector de vidrio común exterior para poder manipularlas sin inconvenientes.
Es necesario aclarar que cuando el wolframio se redeposita, la regeneración de la espiral del filamento no se
consigue de manera perfecta, esto es, el wolframio no vuelve a su estado y lugar originales, lo cual significa que
la duración de las lámparas incandescentes halógenas es limitada, aunque siempre es mucho mayor que la de las
comunes.
El ciclo halógeno brinda una serie de ventajas importantes, entre las que se puede destacar:
• Menores dimensiones del filamento y, por ende, de la lámpara. Esto significa que se pueden utilizar en
sistemas ópticos complejos, ya que su eficiencia en óptica es mucho mayor a la de las lámparas
convencionales.
• Mayor rendimiento luminoso (22 lm/W) con mayor duración, así como luminancias y temperatura de color
más elevadas.
• Al no ennegrecerse la ampolla el flujo luminoso y la temperatura de color mantienen su constancia
durante toda la vida de la lámpara.
• Comprenden una amplia gama de potencias de trabajo (150 a 2000 W) según el uso al que estén
destinadas.
• Ofrecen un sustancial ahorro de energía en relación con las incandescentes comunes, sobre todo en el
caso de las lámparas de baja tensión, por la mejora de su relación lumen/watt.
Desde su introducción en 1960, las lámparas halógenas de tungsteno se han incorporado en casi todas las
aplicaciones en las que se utilizaban lámparas incandescentes. Comparadas con ellas, las lámparas de reflector
dicroico son más compactas y ofrecen mayor eficacia luminosa.
Al igual que todas las lámparas incandescentes, se pueden dimerizar fácilmente variando la tensión de
alimentación. Para la producción de espectáculos es imprescindible por sus posibilidades ópticas, constancia de
color y rendimiento.
• Según su tensión de funcionamiento, se dividen en tensión de red (110-220 V) y baja tensión (12 V).
• Según su morfología, se clasifican en lámparas lineares de tipo tubular o doble terminal y lámparas
puntuales de terminal simple o tipo bipin.
• Según su distribución, se distinguen en focalizadas y no focalizadas.
En teatro, cuanta más luminancia tenga un fuente de luz y más pequeño sea su punto de luz, mejor será la
performance de las luminarias. Las halógenas son, entonces, la familia ideal dentro de las lámparas
incandescentes y se usan en potencias que llegan hasta los 5000 W. Para lograr incrementar la potencia lumínica
y “blanquear” su color, generalmente los filamentos operan sobrevoltados, lo que reduce considerablemente su
vida útil: el mínimo es de 40 horas y rara vez algún modelo supera las 750 horas.
En este tema hay un desarrollo muy importante en los filamentos de las lámparas. En general las lámparas de uso
teatral son diseñadas para luminarias específicas con determinadas características de óptica y reflector; por lo
tanto, su posición de funcionamiento es una en particular. El filamento, entonces, responde a esa funcionalidad
con un diseño puntual. El nombre de cada diseño especifica la lámpara. Las posiciones de uso más comunes son
la vertical y la horizontal. Las de doble espiralado axial (CC) se utilizan preferencialmente en posición horizontal,
aunque también pueden usarse de modo vertical.
Dentro de las lámparas de posición preferentemente vertical existen dos tipos de distribución del filamento
(además del doble espiralado axial) a fin de evitar que una parte del filamento bloquee la emisión lumínica de la
otra parte y considerando la dirección principal de emisión lumínica de la lámpara: el filamento monoplanar (CF)
(organizado como una parrilla plana doble espiralada) y el biplanar (organizado como una parrilla en zigzag doble
espiralado). La configuración biplanar reduce aún más la distancia entre las secciones hasta lo mínimo que
permita impedir que se produzca un arco eléctrico entre las secciones del filamento.
Cabe señalar que colocar la lámpara en una posición de funcionamiento distinta a aquella para la que fue
diseñada puede causar su destrucción o un desgaste mayor de su vida útil.
El casquillo de estas lámparas, por estar sometidas a altas potencias y calor, en general es de tipo bipin, de
terminales gruesos (bipost) y, en algunos casos, los pines vienen de tamaño diferente, para discriminar positivo y
negativo, y algunos cuentan incluso con disipadores de calor en su contorno.
Lámparas reflectoras
Las lámparas reflectoras de vidrio soplado con reflector detrás del filamento emiten una luz
dirigida más difusa que no llega a definir un ángulo determinado. Son especialmente
utilizadas en situaciones que requieren menor cantidad de sombras y luz más plana sobre
un objeto. Existen también lámparas diseñadas para no tener luz directa sobre un objeto ni
visión directa del filamento, que se denominan “de casquete frontal”, cuya luz está dirigida
hacia la parte posterior de la lámpara y cuya distribución depende de la luminaria sobre la
que se aplique.
Lámparas PAR
Las lámparas PAR (Parabolic Aluminum Reflector) están formadas por dos piezas: el reflector parabólico y el
vidrio frontal. En su denominación se indica el diámetro del vidrio frontal en octavos de pulgada. Las más
conocidas en tensión de red son las PAR 16, PAR 20, PAR 30, PAR 36, PAR 38, PAR 56 y PAR 64. En los
catálogos se consignan sus curvas de iluminación, que indican los valores de intensidad en el centro del haz y el
ángulo de apertura que provoca el haz secundario. El efecto de luz es brillante, con un sector de mayor
intensidad, y desciende en sus bordes.
Las PAR 38 tienen casquillo E 27 y dos ángulos diferentes de emisión (spot y flood), dados a través de su vidrio
(granallado y con grilla facetada). Vienen en versión común (2700 ºK) y halógena (3000 ºK), y entre 80 y 150 W.
Las comunes además tienen modelos en color y pueden utilizarse a la intemperie.
Las PAR 16, 20 y 30 son exclusivamente halógenas, no son aptas para la intemperie y vienen en dos ángulos:
spot (10º aprox.) y flood (30º aprox.). Algunos modelos tienen reflector dicroico y el facetado regula el ángulo de
emisión de su reflector, con vidrio transparente. Otros tienen reflector aluminizado y el vidrio regula su emisión
lumínica: transparente, en el caso de la spot, y granallado o facetado, en el caso de la flood.
Las lámparas PAR 56 (las más comunes son de 300 W o 500 W) y PAR 64 (las más comunes de 1000 W) son muy
usadas en teatro. Tienen curvas de iluminación bastante precisas y en general luz de distribución ovalada. Debido
al haz secundario, su curva original es muy focalizada con un gran halo perimetral.
Estas lámparas vienen en varios ángulos, que se obtienen modificando el tratamiento de su vidrio frontal, de
modo de lograr luz muy concentrada (FFN o CP60-Very Narrow Spot, vidrio sin tratamiento), concentrada (FFP o
CP 61-Narrow Spot, vidrio levemente granallado o arenado), media (FFR o CP62-Medium Flood, vidrio granallado
o de bastones grandes tipo óptica de auto) y abierta (FFS o CP95/EXG-Wide Flood, vidrio de bastones de menor
tamaño, tipo óptica de auto).
Son lámparas que varían su voltaje y potencia que también diversos usos no teatrales. Por ejemplo, en conciertos
de rock para lluvia de haces pequeños de luz de gran intensidad se utilizan las llamadas ACL o Aircraft, en
versión PAR 64 (de baja tensión, 28 V 600 W) o en versión PAR 36 (de baja tensión, 28 V 250 W), ubicadas en
minibruts para iluminar al público, cuya función original es la luz frontal para aviones y trenes.
Reflector dicroico
Las más conocidas dentro de las lámparas de baja tensión focalizadas son las dicroicas. Están compuestas por
una unidad sellada integrada por una lámpara bipin y un reflector parabólico exterior, que focaliza la distribución
lumínica de la lámpara.
Las de mejor calidad, además, generalmente vienen provistas de un vidrio frontal protector. Este reflector está
compuesto por pequeñas facetas conformadas por un vidrio dicroico (conformado por diecinueve capas alternas
de óxido de silicio y sulfuro de zinc), que refleja diferentes colores dependiendo del ángulo de incidencia de la luz
sobre su superficie y divide la radiación desviando la emisión de longitudes de onda infrarrojas en sentido
contrario a la emisión lumínica de la lámpara. Así, disminuye el calentamiento de los objetos iluminados y
mantiene una temperatura color de 3000 ºK. Esta propiedad del reflector permite también desviar “colores” o
cualquier longitud de onda, dependiendo de los óxidos metálicos que se hayan utilizados para su fabricación, de
modo que en el mercado hay dicroicas emisoras de luz fría (4500 ºK), o de colores especiales.
El tamaño de las facetas del reflector determinará el ángulo de emisión de la lámpara (si son más pequeñas es
más cerrado y si son más abiertas, más amplio). Por tener una emisión directa desde el filamento, su haz
secundario es importante y forma un halo perimetral cuya amplitud depende del ángulo de la lámpara.
Las ampollas de las lámparas profesionales están hechas de un cuarzo especial que filtra la radiación ultravioleta
y brinda una excelente protección contra el efecto de decoloración causado por la radiación UV, que se reduce
en más de un 50% comparado con el que producen las lámparas dicroicas convencionales. Las características
fotométricas de las dicroicas difieren fuertemente según el fabricante, por lo que se debe consultar en cada caso
específico.
Reflector metálico
Las lámparas halógenas de baja tensión con reflector metálico son también muy reconocidas en el mercado.
Partiendo de su denominación inglesa, Aluminium Reflector, los usuarios la denominan AR seguido de un número
que designa su diámetro en milímetros: AR48, AR70, AR111. La más común de uso teatral es la AR111, cuyo
diámetro coincide con la PAR 36 (que conforma el spot llamado “pin beam”), lámpara muy usada en discotecas
para obtener haces de luz muy puntuales.
Tiene como característica distintiva una cazoleta o cobertor metálico sujetado al espejo que tapa la ampolla bipin.
Esto hace que no se vea el filamento, es decir, son lámparas que no producen encandilamiento. Por lo mismo, el
haz está formado sólo por el reflejado en el espejo: el haz secundario que sale directo del filamento es mínimo y
permite un contorno de luz bastante definido. También incorporan la tecnología del cuarzo dosificado para frenar
la emisión de radiación UV.
Su vida útil es de 2000 horas y se presentan en distribuciones de luz de varios ángulos: desde el haz de luz
extremadamente concentrado (4º) hasta el más abierto (45º).
La lámpara fluorescente es la más utilizada entre los tipos de lámparas de radiación eléctrica. Se emplea en casi
todas las aplicaciones de iluminación de interiores: oficinas, comercios, espacios sociales y públicos, en el
alumbrado de túneles y cada vez más en el teatro. A diferencia de otros tipos de lámparas, las fluorescentes se
pueden obtener en casi todas las características de color (índice de reproducción de los colores y temperatura de
color) y en un amplio rango de tamaños y potencias, lo que las hace más versátiles que cualquier otra.
En la práctica podemos clasificarlas en dos tipos: las tubulares o tubos fluorescentes y las compactas, conocidas
popularmente como “lámparas bajo consumo”.
Descripción
Básicamente, un tubo fluorescente está formado por los cinco componentes:
1. Un tubo de vidrio o bulbo, cubierto internamente por una serie de capas con mezcla de pinturas
fluorescentes llamadas “fósforos”.
2. Un par de electrodos de tungsteno soportados por una estructura de montaje de vidrio sellada en los
extremos del tubo.
3. Un gas de relleno para operación del tubo, usualmente argón en baja presión o una mezcla de argón y
kriptón.
4. Una pequeña cantidad de mercurio (menos de 20 mg), que se vaporiza durante la operación del tubo.
5. Una base cementada en cada extremo, llamada “casquillo”, con dos pines que se insertan en el
portalámparas.
En condiciones de funcionamiento, los electrodos emiten electrones que son impulsados por el campo eléctrico
hacia el otro electrodo; en el camino, estos electrones libres chocan con los átomos de mercurio vaporizado que
se encuentran en la atmósfera del tubo y los excitan. Este estado es inestable, por lo que el electrón del átomo
vuelve a su órbita original, emitiendo un fotón de radiación ultravioleta. Esta radiación incide sobre la pintura
fluorescente antes mencionada, la que a su vez emite radiación visible, es decir, luz.
Para limitar la corriente que circula por el tubo (e impedir así su destrucción), con la lámpara se conecta en serie
un dispositivo, llamado “balasto”. Los circuitos convencionales suelen llevar también un dispositivo de arranque,
llamado “arrancador” o “cebador”, cuya función es permitir la circulación de la corriente de precaldeo por los
electrodos y generar, junto con el balasto, una sobretensión capaz de establecer el arco.
El balasto está formado por la asociación de un cebador electrónico y una reactancia electromagnética. La vida
útil de las lámparas fluorescentes está directamente relacionada con el número de encendidos. En usos con
frecuencias de encendido elevadas, suele ser aconsejable mantener permanentemente encendida la instalación,
ya que el costo de reposición de las lámparas podría superar el de la energía consumida. Los balastos
electromagnéticos funcionan a baja frecuencia, lo que produce un consumo de energía adicional y una
temperatura de trabajo mayor. Los balastos electrónicos trabajan a frecuencias superiores al límite audible, o sea,
por encima de los 18 KHz. Al aumentar la frecuencia, aumenta la velocidad del cambio alrededor del cruce por
cero y los iones no tienen tiempo de recombinarse, por lo que no se necesita ninguna energía adicional. Además,
el balasto electrónico disminuye considerablemente la erosión de los cátodos durante el ciclo de arranque, lo que
permite promedios superiores a los 100.000 encendidos por lámpara fluorescente, y desconecta las lámparas
defectuosas o agotadas evitando consumos de energía y calentamientos excesivos del balasto, y eliminando
además las molestias ópticas producidas por los parpadeos repetidos y los destellos.
Algunos balastos electrónicos permiten atenuar los tubos fluorescentes, hasta en un 10% en el caso de los de
mejor calidad. Una condición interesante de su dimerización es que, a diferencia de las lámparas incandescentes,
su atenuación no modifica sustancialmente su espectro cromático sino que atenúa todo el espectro emisor de
manera pareja; eso evita los cambios de temperatura color típicos de la incandescencia.
Potencias y tamaños
La potencia de los tubos está relacionada con su longitud y su diámetro.
Los tubos de dimensiones especiales son los que tienen diámetros de 7 mm y 16 mm, con las características
siguientes:
P (W) 4 6 6 8 8 11 13 13
L (mm) 150 219 226 320 302 422 523 531
D (mm) 16 7 16 7 16 7 7 16
Los tubos T5, de 16 mm de diámetro exterior, constituyen la línea más moderna y posiblemente sea la que más
desarrollo tenga en el futuro. Se fabrican dos versiones, una de alta eficiencia y otra de alta emisión. Están
diseñados para funcionar únicamente con balasto electrónico y sus longitudes son óptimas para cielos rasos
suspendidos modulares. Sus dimensiones son las que se indican en el cuadro que sigue:
Existen también tubos que tienen en su interior una capa de pintura reflectora que deja una cierta abertura por la
cual sale la luz. Estos tubos con reflector incorporado tienen la forma y el tamaño de los tubos normales de 36 W
y un flujo luminoso algo inferior a los normales de igual potencia, pero envían una mayor cantidad de la luz hacia
el plano de trabajo. Por otra parte, como la suciedad ambiente se suele depositar en la parte superior de los
tubos, el factor depreciación del flujo por suciedad es menor que en los que tienen la capa reflectora interna.
Las pinturas multifósforo son una mejora respecto de las anteriores en lo que se refiere a la reproducción de los
colores –en esta variedad de las lámparas es de 65 lúmenes por watt–, pero el índice de reproducción cromática
es de 95 a 98, su costo es superior y no se utilizan de forma masiva, aunque están recomendados para procesos
donde la clasificación de colores sea fundamental, como la preparación y el control de pinturas, la venta de ropa
de alta calidad, las exposición de obras de arte, las imprentas, etc.
Normalmente su eficiencia luminoso es varias veces superior a la de las lámparas incandescentes (al menos
cuatro veces) pero menor que la de los tubos fluorescentes. Por tal razón, las lámparas fluorescentes compactas
con equipo incluido pueden reemplazar a las incandescentes con ventajas económicas para el usuario, mientras
que las otras pueden sustituir los tubos con ventajas estéticas, ya que funcionan en luminarias de menor tamaño
y de formas más atractivas que las clásicas rectangulares de los tubos fluorescentes.
Con el mismo principio de generación de las fluorescentes, las lámparas de descarga en gas, conocidas como
“HID” (High Intensity Discharge), emiten luz a través de una descarga entre dos electrodos, en el seno de un
quemador gasificado, y se diferencian fundamentalmente por la presión del gas dentro del quemador. Además,
en ese caso, la emisión lumínica no es leve ni ultravioleta, como la del tubo fluorescente (que requiere de una
cobertura para hacerla visible), sino fuerte y proveniente del arco voltaico mismo.
El tubo de descarga de gases se ubica dentro de una ampolla tubular o elipsoidal, que sirve de protección
mecánica y térmica. Estas lámparas también requieren un equipo ignitor para su encendido y un balasto limitador
de tensión.
2100 K y tiene una larga vida de 24.000 horas. Son las más utilizadas en el alumbrado público y de grandes
naves industriales.
Lámpara mezcladora
Es la misma que la anterior, pero tiene un filamento conectado en serie que funciona como limitador de la
corriente; por lo tanto, no necesita balasto. Cuando se la enciende, el filamento produce la emisión lumínica. A
medida que el mercurio vaporizado va entrando en régimen, al ir aumentando la tensión entre sus electrodos
principales se reduce el flujo emitido por el filamento, el cual desaparece alrededor de los 3 minutos. Su color es
bastante cálido (3600 ºK), pero su índice de reproducción cromática es pobre (Ra de 61) y tiene baja definición de
colores.
Es utilizada en la industria y el hogar, ya que se puede usar en lugar de una lámpara incandescente de gran
potencia (200 W) sin necesidad de adquirir equipos adicionales o realizar un nuevo cableado y posee el doble de
eficacia y seis veces mayor vida. Sin embargo, su vida útil es menor que las otras componentes de la familia,
dado que depende de un filamento para su encendido.
Estas lámparas vienen en formato linear de tipo tubular o doble terminal y como lámparas puntuales de terminal
simple o tipo bipin grueso.
Dado su pequeño formato, hoy son las más usadas para proyectores extensivos e intensivos. Su tamaño, similar
al de las lámparas incandescentes halógenas utilizadas en teatro, ha hecho que en muchas aplicaciones que no
requieren de dimerización y reencendido o en instalaciones fijas sustituyan a las incandescentes. El equipo
auxiliar se agrega en la luminaria o en una caja aparte.
En potencias de 150 W pueden llegar a equivaler a incandescentes de 1000 W. Además, tienen una vida útil de
8000 horas, a diferencia de las 750 horas de las incandescentes.
Es importante tener en cuenta que su reencendido no es instantáneo y la imposibilidad económica que implica
una dimerización de tensión en estos equipos. Por eso, para su atenuación, se opta por los dimmers mecánicos,
que mantienen la lámpara encendida ocultando su luz.
HMI (Hydrargyrum Medium Arc-length Iodide) es una marca de Osram. Philips tiene su propia marca, la MSR
(Medium Source Rare Earth Lamps), de formato similar
pero construcción diferente. Thorn y General Electric
también producen lámparas CID (Compact Iodide
Daylight) en variadas potencias. Este tipo de lámparas
emite una luz muy intensa de la misma temperatura de
color del sol (5600/6000 ºK), con una vida útil que oscila
entre las 200 y las 1000 horas. La mayoría tiene un índice
de reproducción cromática excelente (Ra = 90 a 95) y
constancia de color durante toda su vida útil, con una
curva de distribución espectral no continua pero muy
completa y similar a la de la luz de día.
Poseen potencias de 125 a 4000 W en formato puntual y de 200 a 18.000 W en formato tubular. La lámpara CSI o
HMI PAR 64 viene en la potencia de 1200 W y se usa principalmente para seguidores. Por las temperaturas a las
que trabajan sus luminarias deben estar perfectamente ventiladas. En muchos casos la luminaria misma cuenta
con ventiladores para su enfriamiento.
La mayor desventaja de las luces de descarga de alta potencia es que requieren una fuente de poder de alto
voltaje para su encendido, grande, pesada y muy costosa. Son además de encendido lento (tardan varios
minutos en llegar a su intensidad de régimen), por lo que para su atenuación habitualmente se recurren a
dimmers mecánicos, de modo que quede permanentemente encendida. Además, una vez apagadas necesitan
alrededor de 15 minutos para reencenderse, dado que precisan enfriarse para reestablecer su régimen de
encendido. Igualmente en ambas marcas hay versiones hot restrike (HMP y MSR/HR, con reencendido en
caliente), que mantienen al filamento siempre en condiciones de que su reencendido sea más rápido, en caso de
corte imprevisto.
Para mejorar sus condiciones de mantenimiento y aumentar su vida útil, ambas líneas sacaron al mercado sus
versiones “discoteca” (que eran los espacios con más demanda, ya que mantienen las lámpara encendidas
durante mucho tiempo) HMD y MSD, que aumentan la vida útil de la lámpara a costa de su rendimiento. Estas
lámparas, junto con las HTI (con un modelo con reflector dicroico), HSR y HSD (con ampolla protectora) de
Osram y la MGC de Philips utilizan la tecnología denominada “short arc”, que minimiza la distancia entre
electrodos para lograr un mínimo punto de luz.
halogenuros metálicos, su temperatura color es de 6000 ºK, poseen excelente rendimiento de color (Ra mayor a
95) y espectro no continúo que, sin embargo, cubre todas las longitudes de onda y constancia de color durante
su vida útil. Se las usa en rangos que van de los 50 a los 10.000 W de potencia. Las de potencia menor a 450 W
tienen un uso mayormente científico y técnico, por las posibilidades de fluorescencia que generan. En teatro se
utiliza sobre todo en seguidores y proyectores, pero en general tiende a reemplazarse por las de halogenuros
metálicos.
Tubos de neón
Son muy populares y se usan en todos los ámbitos, principalmente en cartelería. Constan de un tubo de vidrio de
longitud variable (no más de 3 m) y diámetro entre 9 y 15 mm, con dos electrodos de cobre y relleno con gas
neón o argón combinado con mercurio, según el color que se busque obtener. Con vida útil cercana a las 10.000
horas, trabajan a voltajes mayores que los de tensión de red, por lo que precisan transformadores espaciales.
Se utiliza principalmente neón (rojo) con el tubo transparente o pintado con capas fluorescentes para lograr gran
variedad de colores y temperaturas color.
-MiniLED y MicroLED.
Son series de LED que definen un pixel con un pitch de hasta 0,6 mm de tamaño.
. Se utilizan en pantallas RGB porque proporcionan mejor contraste, menor tiempo de respuesta (latencia) y
mayor eficiencia energética.
Al igual que la lámpara incandescente, el LED es de reencendido instantáneo, ya que no depende de ningún
régimen térmico para su funcionamiento. Tienen una dimerización de 1 a 100% en forma suave, continua y
repetitiva. Algunos LED son mucho más eficaces que una lámpara incandescente y compiten en este campo con
la tecnología fluorescente: su rendimiento luminoso va en aumento a medida que evoluciona la tecnología.
Teóricamente se supone que la duración del funcionamiento de una luz LED es de 50.000 horas (que
corresponden a 10 años de uso) en condiciones de uso adecuado según las pautas del fabricante, a diferencia de
las 10.000 horas de una lámpara de descarga alta presión. El consumo de energía es mínimo (un LED rojo para
semáforo usa 15 W en lugar de los 150 W que consume una lámpara tradicional). La tecnología apunta a mejorar
no sólo su rendimiento lumínico (mayor en el color rojo y menor en el blanco) y su colorimetría, sino, también, su
potencia, a fin de lograr mayor intensidad lumínica en una sola unidad.
En el mercado existen sistemas de LED para uso en proyectores extensivos e intensivos que se realizan
agregando al LED un pequeño reflector espejado o un colimador que direccione su emisión lumínica en cierto
ángulo. Estos sistemas, lineales o en placas, a veces cuentan con LED de los tres colores primarios de la luz
(RGB) o mas colores, separados o en un mismo chip y logran por adición, una enorme cantidad de variaciones de
color hasta llegar a blanco. Sus mecanismos de control son variados: pueden estar en el cuerpo del artefacto o
ser remotos.
Los sistemas gigantes de proyección de video utilizan hoy Mini y MicroLED, que agrupan unidades de tres o más
chips de LED (rojo, verde, azul, ámbar, blanco) en una unidad pequeña y poseen niveles de luminancia de tal
intensidad que resultan visibles hasta con luz solar a pleno día.
Cuanto mayor potencia tiene el LED mayor necesidad de disipación de calor requiere en su base para un buen
funcionamiento. La articulación del chip, su base de montaje, su disipador y su fuente de alimentación
constituyen un sistema lumínico de alta precisión para obtener una real efectividad lumínica.
Los efectos térmicos, las pérdidas del controlador y las ineficiencias ópticas se combinan para reducir
colectivamente la eficacia de las luminarias LED en comparación con el chip LED contendido. Esta pérdida puede
llegar a una disminución de más del 30%.
El LED puede operar a varias corrientes diferentes, pero una vez definida debe mantenerse constante.
La intensidad de corriente típica es 350 mA, puede usarse 700 mA, 1000 mA o superiores. Impulsar los LED con
una corriente más alta aumenta la el flujo lumínico, pero genera una disminución proporcional de su eficacia, que
generalmente se determina utilizando breves pulsos de luz a una temperatura ambiente de 25° C. Esto habla de
que la real actividad del LED depende del entorno en el que se halla inmerso por fuera de las condicciones
ideales de funcionamiento.
En muestras de laboratorio se han logrado chips de LED que producen más de 276 lm / W.
Asi como las lámparas de descarga de gases no pueden funcionar sin un balasto, que proporciona un voltaje de
arranque y limita la corriente eléctrica en la lámpara, los LEDs requieren un controlador, que se compone de una
Sistemas de producción de luz 22
Textos del libro “La luz en el teatro” Manual de iluminación . Eli Sirlin
fuente de alimentación y un circuito de control electrónico. La mayoría de los controladores convierten el voltaje
de línea a bajo voltaje y corriente de CA a CC, y también pueden incluir componentes electrónicos adicionales
para atenuar y / o corregir el color.
Respecto de la constancia de color, las fuentes de iluminación basadas en fósforo tienen mayor variabilidad que
otras, como el tungsteno o el halógeno. No sólo por el fósforo, sino también por el chip azul monocromático
base. Los fabricantes de LED utilizan técnicas de agrupamiento para ofrecer una caracterización consistente de
su producción y garantizar esa constancia de color. Dividen sus producciones en bins (contenedores), agrupando
por flujo luminoso, color y algunas veces voltaje. La medición del bin o binning precisa la calidad del LED.
Otra medición relacionada con el binning la introdujo David MacAdam al idear un conjunto de experimentos de
visualización que documentaron la variabilidad de la percepción del color en espectadores individuales. Los
resultados de su trabajo mostraron que los espectadores individuales tienden a agrupar sus percepciones de
colores similares en elipses en el espacio de color CIE, ilustrado en la figura. En términos prácticos, una elipse
MacAdam para un punto de color particular, se define para abarcar una desviación estándar de un observador
estándar. A partir de allí cada conjunto de LED que constituye una lámpara o luminaria, se califica según la
amplitud de la elipse que abarca a sus componentes, entre 1 y 7, determinando su consistencia y caracterizando
su proceso de fabricación. Un producto con 5 SDCM (Standard Deviation Color Matching o desviación estándar
de correspondencia de colores) ya muestra una variación de color muy perceptible a simple vista.
Lámparas MR16 con LED reemplazante de dicroicas, de formato PAR, reemplazo de incandescente común opal
Lámparas con LED reemplazante de AR111, reemplazo de incandescente común transparente y tubo fluorescente.
La eficacia de los productos con tecnología LED mejoran constantemente gracias a nuevos materiales, mejores
procesos de fabricación y nuevas configuraciones. Actualmente, esta tecnología está reemplazando las fuentes
de luz convencionales, y muchas lámparas y luminarias LED integradas tienen una eficacia comparable a sus
contrapartes tradicionales.
El problema es que la variabilidad en estos productos es muy alta y los productos se actualizan rápidamente.
Además de la eficacia hay otros factores significativos ponderables en la selección de una fuente LED. Se deben
incluir en una evaluación características tales como la calidad del color, el índice de reproducción y constancia
cromática, la distribución de la intensidad luminosa y la posibilidad de atenuación.
Tecnología OLED
Hace no mucho tiempo se ha descubierto un líquido que produce luz blanca utilizando la formación de complejos
moleculares especiales llamados “exciplexes”. Los exciplexes son capaces de emitir luz blanca cuando regresan
a su estado normal después de haber sido excitados (es decir, después de que un electrón pasa a un nivel
energético superior). Este líquido puede extenderse sobre varias superficies permitiendo la creación de LED
orgánicos.
La tecnología OLED (Organic Light Emiting Diode) es, entonces, un tipo de diodo que se basa en esta capa
electroluminiscente formada por una película de componentes orgánicos capaz de emitir luz cuando se la excita
eléctricamente. El color que emita el diodo dependerá de las moléculas orgánicas que haya en la capa emisora. Y
el brillo, dependerá de la cantidad de corriente que se le suministre.
Los paneles OLED proporcionan una calidad de imagen muy precisa y son muy livianos, lo que los hace
sumamente requeridos para imagen de pantallas, con excelentes negros y ángulos de visionado de la imagen,
ínfimo consumo y grosor (entre 1,3 y 2,5 mm.). El gran problema de la tecnología OLED hoy, es el limitado tiempo
de vida del substrato orgánico que se emplea.
Cuando clasificamos una lámpara por su disribución luminosa analizamos la forma del haz de luz
independientemente de su sistema de producción lumínica.
Existen básicamente dos grandes grupos:
• las lámparas que emiten haces de luz en todas las direcciones (omnidireccionales o no focalizadas)
• las que contienen un sistema óptico que controla la emisión lumínica, de modo que el haz producido es
direccionado en un sentido principal (direccionales o focalizadas).
Lámparas no focalizadas
Las lámparas focalizadas en general parten de un punto emisor de pequeño tamaño y controlan su emisión
principalmente mediante la combinación de tres elementos, que están presentes de formas variadas: un reflector,
una lente o vidrio y una calota, que impide la emisión lumínica directa de la lámpara.
Dentro de las focalizadas hay diferentes ángulos de apertura y grados de dispersión del haz, y bordes más nítidos
o más difusos. También varían sus formas, desde el haz completamente circular al oval.
El reflector, generalmente metálico o dicroico, se construye a partir de diferentes formas según el tipo de emisión
a obtener (esférico, parabólico, elipsoidal), con terminación lisa o en facetas, que permiten direccionar con mayor
precisión en un ángulo predeterminado.
La lente o vidrio funciona como protector transparente, cuando la emisión lumínica está dada por el reflector, o
puede encontrase con diferentes tratamientos (arenado, estriado, en forma de bastones, etc.) según la
modificación de dispersión que se le quiera dar a la emisión del reflector. Esto permite construir un único reflector
para diferentes ángulos de apertura de la misma lámpara (tal es el caso de las PAR 64 y PAR 56, entre otras).
Cuando se trata de obtener haces muy puntuales, la calota reduce considerablemente el haz secundario de la
lámpara y permite lograr ángulos mínimos, como la PAR 36 o la AR 111, de 3º.
Las lámparas focalizadas tienen la ventaja de mantener su distribución lumínica original durante toda su vida útil,
es decir, su ángulo de apertura constante, lo que supone un aprovechamiento máximo de la capacidad lumínica
de su fuente de luz..
Lámparas focalizadas